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· NDRE C R NDINI HISTORI S EN L TIERR anual de excavación arqueológica
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Historias en la Tierra

Jan 17, 2016

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Arqueologia
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  • NDRE C R NDINI

    HISTORI S ENL TIERR

    anual de excavacin arqueolgica

  • Ouedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajol s sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier

    oio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico , y la distribu-i n de ejemplares de e lla mediante alquiler o prstamo pblicos.

    ( (tu lo o riginal:ST RlE DALLA TERRAMal/ l ale di scavo archeologico

    ubi er ta: Enrie Satullu tracin de la cubierta: Templo de los Castores y Macellum, Npoles. Muestra del Proyecto

    u b e a en el Museo Nacional de Npoles. Reconstruccin del Proyecto Eubea Campi Flegrei,1990 y Eubea, 1990). Contracubierta: dibujo de Giancarlo Moscara.Dibujos de GIANCARLO MOSCARA( 199 1 Y1996: Giulio E inaudi edi tore s.p.a. , Turn( 1997 de la trad uccin castellana para Espaa y Amrica:

    RTlCA (Gr ijalbo Mondadori, S. A.), Arag, 385 08013 BarcelonaI BN : 84-7423-764-5Depsito lcga l B. 1.282-19971mi rcso cn Espaa

    PRLOGO L EDICIN ESP OL

    La traduccin espaola de Starie dalla terra. Manuale di scava archeaLa-gica aparece, aparentemente, con algunos aos de retraso ya que la primeraedicin italiana vio la luz en 1981. En realidad, el lector se halla frente a latraduccin de una nueva edicin, de 1991, ampliamente renovada y que conllev no slo una actualizacin de sus contenidos, sino el volver a escribir eloriginal, la eliminacin de los apndices finales de la pri mera edicin y la incorporacin de un a serie de nuevos textos del autor. l Tambin hay que teneren cuenta que la primera versin de esta obra no es desconocida para los arquelogos de nuestro pas, ms bien al contrario: muchos somos quienes lalemos hace ya bastantes aos en su versin original. Pero tambin es ciertoque la riqueza y profundidad de las reflexiones del autor y, especialmente, superfecto uso de la lengua italiana -Carandini no utiliza un italiano fcil, sinoque hace gala de un dominio extremadamente culto del mismo- dificultanal lector extranjero que no tenga un ptimo conocimiento del idioma deDante la comprensin total, en profundidad, de los conceptos en este textoexpresados.2

    A travs de las pginas de este libro se da respuesta a todos o casi todoslos temas sobre los que el investigador se interroga al afrontar el trabajo decampo y por ello su lectura, necesaria para los estudiantes universitarios , es,en mi opinin, imprescindible para aquellos arquelogos que no se planteanmuchas preguntas, que no dudan, y se convierte en especialmente recomendada pa ra aquellos, por suerte cada vez menos, que ven en la arqueologa decampo y en las cuestiones estratigrficas un mero divertimento que, aunquea veces pueda ser til, poco afecta a los verdaderos problemas de la Historia.

    Este manual, que es fruto de y al mismo tiempo, incorpora las experiencias y los progresos de la arqueologa anglosajona, se enriquece gracias a laexperiencia personal del autor al que , aparte de otros mritos, hay que reco-

    1. Esta segunda edicin ha sido publicada recientemente, en un formato ms econmico,en la coleccin Biblioteca Studio (nmero 25) de Einaudi , Turn, 1996.

    2. Los errores en el ttulo de este manual Sloria della terra, Storie della terra en vez de Sto-rie dalla terra), observados en diversas referencias al mi smo en hihli o r of{o1- _ __ _

  • V III 1lI STOi{ IA S :lN LA T I RRA

    nocerle el de haber creado un a verdadera escuela que ha revolucionado laarqueologa italiana. La simple comparacin entre la edicin de 1981 y la de1991 permite obse rvar cmo , durante la dcada de los ochenta, una parte de laarqueologa italiana, aglutinada en torno a Carandini y al departamento de arqueologa de la Universidad de Siena y ms tarde al de la Universidad de Pisa,ha sido capaz de desarrollar muchos de los aspectos metodolgicos que, en1981, haban sido slo meramente esbozados. A esta labor progresiva, fruto de un intenso debate terico an en curso- 3 y de una experimentacinconstante en el trabajo de campo, hay que sumar algo tan importante comoel haber luchado para que la arqueologa oficial -siempre con tendencia alinmovilismo- incorporase a sus procedimientos los resultados obtenidospor la prctica. Los progresos de la interdisciplinaria escuela de Carandini,quien actualmente es catedrtico de la Universidad de Roma La Sapienza ,se reflejan en una rica serie de publicaciones que se hallan incorporadas enla bibliografa final de este volumen.4 En esta ocasin creo que debe destacarse, por su carcter de ejemplo de aplicacin de los presupuestos expuestos por el autor en la primera edicin (1981) de Storie dalla terra, la publica

    cin de sus excavaciones en la villa romana de Settefinestre.5 Sin duda algunadicha experiencia de trabajo de campo contribuy a la gestacin de la edicin(1991) que ahora se traduce al espaol y cuya aplicacin prctica se ha materializado en las excavaciones realizadas por Carandini y su equipo en laladera septentrional del Palatino; la inminente publicacin de esta nueva excavacin experimental, de gran importancia para el conocimiento de los orgenes de Roma, sin duda perfeccionar y completar, desde una ptica metodolgica, los contenidos de este manua1.6

    Pero la verdadera aportacin de este libro consiste en no ser solamenteun manual de excavacin arqueolgica. El lector se halla frente a un texto

    3. Un reciente congreso celebrado en Roma I materiali residui nello scavo archeologico,Roma, 16-IlI-1996) , fue un excelente ejemplo de cmo aquella arqueologa italiana que se siente discpula de Carandini , sigue debatiendo acerca de los ms diversos aspectos relativos a lacomprensin de los procesos de formacin de los depsitos estratigrficos, del valor de los mater iales a rqueolgicos estratificados y de los caminos que deben seguirse para llegar a su correcta interpretacin. La masiva participacin de los integrantes de los equipos, italianos y extranjeros, que excavan en Roma contrastaba con importantes ausencias de un sector del mundouniversitario, ms interesado en una arqueologa que.podramos definir tradicional.

    4. Vanse adems las obras recientes de Franco Cambi y Nicola Terrenato, lntroduzioneall archeolog ia dei paesaggi, La Nuova Italia Scientifica, Roma, 1994, y de Tiziano Mannoniy E nrico Giannichedda , Archeo logia della produzione Biblioteca Studio, 36 , Einaudi , Turn, 1996. Los autores de este ltimo e interesante libro pertenecen a un instituto de la Univer

    sidad d e Gnova , significativamente llamado Instituto de Historia de la Cultura Material deGnova.5. Andrea Carandini , ed., Settefinestre. Una vil/a schiavistica nel/ Etruria romana, Mde

    na, 1985 , 2 v. Reflejo de las expectativas despertadas en Espaa por la publicacin de esta obrafue el seminario Estrategia i Analisi Estratigrafica en l'Arqueologa del anys 80, impartido porAndrea Carandini en la Universidad de Lleida (Estudi General de Lleida) en 1985.

    6. Andrea Carandini , ed., Palatium e Sacra Via 1, monografa del Bollettino di Archeolo -gia Roma (en prensa).

    l I ,O( () A I.A I D I 1 )N nS I'ANO I.A

    que afronta tambin aspectos tun 'necesarios co m la intefJ retacin ti losindicios y la reconstrucci n de las diversas histo rias. Hi storias cuyos pocos in dicios, contenidos en los estratos, tan slo pu eden ca ptarse a partir de un a ex cavacin metodolgicamente correcta y de un a justa lectura de la secuen iaestratigrfica. Carandini ilustra un modo concreto de pensa r la a rqueo lo fa ,un modo de reflexionar sobre las cosas y, en la parte final del libro, ex poncon gran profundidad los fundamentos intelectuales de este nuevo mod d afrontar el estudio de los restos del pasado . La estratigrafa arqueolgica y 1 cultura de los indicios constituyen, para el autor, una unidad .?

    Para comprender en su justa medida el texto de Andrea Carandini , ellector espaol debe ser consciente de algunas de las muchas diferencias quexisten entre el panorama arqueolgico italiano y el de nuestro pas. D eseopor ello, someramente, ilustrar mi opinin por lo tanto, subjetiva- sobrealgunos de los aspectos que distinguen la arqueologa espaola de la italiana.En lo que respecta a la administracin del patrimonio arqueolgico hay quetener en cuenta que la realidad italiana es, por ahora, muy distinta de la espaola. La competencia exclusiva, de derecho y de hecho, del Ministero peri Beni Culturali e Ambientali contrasta claramente con la estructura del llamado Estado de las Autonomas y con la capacidad normativa y ejecutiva dlas diecisiete regiones y nacionalidades espaolas en materia de cultuf'l y.consecuentemente, en el campo de la gestin y proteccin del patrimonio l l'queolgico. La omnipresencia de las soprintendenze archeologiche estru 'turas estatales de mbito regional adscritas al ministerio 8 tiene defensor sdetractores9 pero, sin duda alguna, contrasta con la realidad espaola por '1reconocimiento social, en tanto que autoridad en la materia, de que dispon 'la figura del soprintendente y, en muchos casos, por su prestigio cientfico.luPero, al margen de lo dicho , el elemento ms significativo es la existenci a deun Estado central que gestiona directamente su patrimonio y que dispone dinstrumentos para coordinar aspectos tan importantes como el inventario delpatrimonio arqueolgico (Istituto Centrale per il Catalogo e la Documenta-

    7. Ilustran esta cuestin los tres ensayos finales ( Lo ordinario y lo importante Proceder hacia atrs Anlisis de lo sumergido), incorporados en la edicin italiana de 199 1.

    8. En algunas regiones como el Lacio coexisten diversas soprinte enze arqucolgicas(Lacio, Etruria Meridional, Roma, Ostia) mientras que en las regiones autnomas Si cilia, VH lle de Aosta .. ) las competencias son regionales.

    9. El monopolio casi total que sobre la arqueologa de un determinado territorio ejerc 11ciertos soprinte enti es justamente criticado por aquellos profesionales, muchas veces prov ',nientes de la universidad, que ven como se les niega el acceso a determinados conjuntos de milteriales, cerrados bajo llave incluso durante decenios, o se les impide con falsas excu sas interv '

    nir en ciertos yacimientos.10. Si tomamos como ejemplo la ciudad de Roma, veremos que al frente de las soprinlell -

    de ze arqueolgicas de la antigua Urbs se encuentran Adriano La Regina (Ministerio) y Eug -nio La Rocca (Ayuntamiento). La figura equivalente en la estructura administrativa es pafiolasera un jefe del Servicio de Arqueologa de una Comunidad Autnoma. Salvo pocas - poquf.simas- excepciones estos puestos se hallan ocupados por funcionarios con incipientes ca rrerasen el campo de la investigacin, en ningn caso catedrticos, y cuyas opiniones tienen poca in cidencia en la sociedad.

  • x HISTORIAS EN LA TIERRA

    zione). Este instituto fue el que, en colaboracin con el equipo de Carand ini,elabor los diversos tipos de fichas de registro que, desde 1984, utilizan todaslas administraciones italianas. En Espaa, el Ministerio de Cultura ahoraya englobado en un nuevo Ministerio de Educacin y Cultura ha dejadodesde hace mucho tiempo de ejercer buena parte de las pocas pero necesarias competencias que le reserva la Ley del Patrimonio Histrico Espaol(Ley 16/1985) y, en el ejemplo concreto del inventario, no existe una verdadera colaboracin y complementacin entre las diversas Comunidades Autnomas para catalogar nuestro patrimonio arqueolgico.ll La realidad de lagestin del patrimonio arqueolgico hispnico es muy heterognea y existengrandes diferencias entre los planteamientos y las medidas adoptadas por lasdiversas comunidades. Destaca en este panorama la labor desarrollada por laJunta de And aluca en mi opinin, la nica regin espaola que cuentadesde hace ms de diez aos con una verdadera poltica de patrimonio a laque Carandini dedica las nicas referencias a nuestro pas en este manual.J2Sirva como ejemplo de lo dicho el Programa Especial de Arqueologa Urbana, promovido por la Junta de Andaluca en colaboracin con las universidades de dicha comunidad, para el que se ha diseado y desarrollado un sistema de documentacin especfico.13

    Otro factor de diversidad entre los arqueolgicos italianos yespaoles reside en el elevado espritu crtico y la predisposicin a l debate dela comunidad cientfica italiana. Uno de los primeros preceptos que la universidad de aquel pas inculca al estudiante de arqueologa es el escepticismoy el espritu crtico con el que debe analizar todas las noticias que se le transmitan. No basta que un insigne profesor dictamine que la interpretacin deun determinado nmero de indicios sea x: debe demostrarlo .l4 Esta situacingeneralizada es la causa del rico debate cientfico, a veces exagerado, existente en Italia y cuyos resultados son altamente positivos para el mundo de

    11 . Pi enso que, sin menoscabar las competencias de las diversas Comunidades AutnomllS , el Ministerio debera promover, como haca en los aos ochenta, foros de discusin encaminados a la coordinacin de criterios y lneas de actuacin. A propsito de los inventarios: A..Iimeno Martnez J. del Val Recio y J . J. Fernndez Moreno, eds., Inventarios y ca rtas arqueo-lgicas (Soria 1991), Valladolid, 1993; AA.VV., Catalogacin del Patrimonio Histrico , Instit utoAnda luz del Patrimonio Histrico, Junta de Andaluca, Sevilla, 1996. Vase tambin M.A. Querol y B Martnez, La gestin del Patrimonio Arqueolgico en Espaa, Alianza Editorial, Mad rid, 1996 .

    12. Vanse los trabajos de Fernando Molina y Fernando Contreras en la bibliografa finalti este volumen. A propsito de la opinin de Carandini sobre la situacin de la arqueologa enAndaluca, que e n este libro califica de Paraso cientfico e institucional.. . vase tambin alal/rea non fa l archeologo (Ta vola rotonda, Roma, 8 magg io 1992), Padus s.c.a. , Padua , 1993 , especialm ente las intervenciones de A. Carandini (pp. 106-107) YX. Dupr (p. 108).

    13. Fe rn ando Molina et al. , Un sistema de informacin arqueolgica para Andaluca enfalogacin del Patrimonio Histrico, Instituto Andaluz del Patrimonio Histrico, Junta de

    And alucfa , Sevilla, 1996, pp. 76-85.14. Quien haya tenido la oportunidad de e nsear una excavacin a un arquelogo ita liano

    r co rda r un a se rie int ermin able de preguntas que pueden llegar a sorprender. En realidad no

    PRLOGO A LA EDICIN ESPAOLA XI

    la investigacin. De la misma manera que Nino Lamboglia tuvo que sufrir losduros ataques que personajes como Giuseppe Lugli e l hombre de la tcni ca edilicia- hacan al mtodo estratigrfico, Andrea Carandini y los representantes de su escuela han sido objeto de crticas por parte de aquellos qu ecreen que la obsesin por la metodologa lleva a olvidar los objetivos finalesde una intervencin arqueolgica o por aquellos que dan ms valor al conocimiento de las fuentes clsicas que a la utilizacin de una adecuada meto dologa en el trabajo de campo. Una correcta lectura de este libro permiteobservar como Carandini defiende la realizacin de excavaciones metodolgicamente correctas sin por ello menospreciar, ms bien lo contrario, ni a losautores clsicos ni a las otras muchas fuentes de informacin histrica. A pesar de ello, los detractores de la llammosle cultura material han llegado aacusar al propio Carandini creo que injustamente- de hab er traicionadoa Ranuccio Bianchi Bandinelli, el gran maestro de una generacin de importantes arquelogos italianos incluido el propio autor de este libro o Carandini y su escuela no han despreciado en nada la tradicin de estudios so bre lo bello de la antigedad, simplemente los han complementado con elestudio y el anlisis de lo menos bello, de lo cotidiano, incluso de lo srdidopero igualmente importante para la comprensin del pasado, para la com prensin de las historias conservadas en la tierra.

    Sin embargo, la propensin a la crtica y al debate de nuestros colegas italianos, tan positiva en mbitos cientficos, se convierte en un factor negativocuando las discusiones se centran en aspectos de tipo prctico u organi za ivo. Pongamos un ejemplo. A pesar de lo mucho que c r eo se ha discuti do al respecto, todava no se ha encontrado una frmula para articular uno smecanismos de coordinacin entre el mundo de la gestin del patrimonio arqueolgico, representado por las sop rintendenze, y los estamentos universitarios que, a parte de sus tareas docentes , se dedican fundamentalmente a lainvestigacin: la colaboracin generalizada entre los profesionales de amboscampos de actividad representara un avance importante en el buen gobierno del extraordinario patrimonio arqueolgico italiano.15

    Contrasta con esta realidad el poco debate existente en Espaa16 y que,en el caso que nos ocupa, explica la escasez de una crtica metodolgica o quelas sucesivas ediciones italianas de Storie dalla terra no hayan sido objeto d

    15. Evidentemente se dan algunas excepciones, debidas a la existencia de una buena relucin a nivel personal. En la propia ciudad de Roma, por ejemplo, no existe un marco institucional en el que los representantes (ministeriales y municipales) de la gestin del patrimonio nrqueolgico , de la universidad y del mundo de la investigacin puedan debatir conjuntament e losproblemas que afectan al patrimonio arqueolgico de la capital del Imperio.

    16.

  • XII II IST RIAS N LA TI ERRA

    recensiones a l menos yo las desconozco en revistas espaolas especializadas. Tenemos que aceptar que, en el campo de la arqueologa clsica y medieval, la escasa bibliografa peninsular sobre aspectos metodolgicos generada a partir de la generalizacin en el uso del llamado mtodo Harris selimita a la difusin del mismo, sin aportaciones crticas y, mucho menos, metodolgicas. 7 El panorama arqueolgico hispnico no ha sido ni es especialmente rico en trabajos de tipo terico o metodolgico y, si nos referimos concretamente a manuales de excavacin, resulta claro que los nicos textosautctonos que el arquelogo espaol ha podido utilizar son la Introduccinal estudio de la prehistoria y de la arqueologa de campo de Martn Almagroy la aportacin de Manuel Riu al manual de arqueologa medieval de Michelde Bouard.18 Ambas obras dan su justa importancia a las cuestiones estratigrficas, siguiendo aquella lnea que empez a abrirse camino en nuestra pennsula en el perodo de la posguerra partiendo de dos hechos concretos: laapertura en Madrid de una sede del Instituto Arqueolgico Alemn (1945) yla participacin de Nino Lamboglia en los cursos de Ampurias (1947).

    Desconozco, aunque sera interesante investigar al respecto, cules fue

    ron las repercusiones en Espaa de la publicacin en 1954 de la primera edicin de Archaeology from the Earth de sir Mortimer Wheeler, traducido alcastellano en 1961.19 Pero creo no equivocarme al pensar que el llamado mtodo Wheeler empez a difundirse en nuestro pas filtrado por la experiencia y enriquecido por las aportaciones personales de Nino Lamboglia, aquien Carandini define como poswheeleriano. La presencia de Lamboglia,durante ms de veinte aos, en Ampurias hizo que dicho yacimiento, por lasespeciales caractersticas de los cursos all organizados, se convirtiera en elncleo de irradiacin de una nueva preocupacin por el valor de los estratosen la excavacin arqueolgica y, tambin, por la importancia de los estudiostipolgicos cermicos como instrumento para el mejor conocimiento de lacronologa a atribuir a la formacin de dichos estratos. Los cursos de Ampurias, nacidos en el momento en que Europa quera olvidar su trgico pasadoinmediato y en el que se volvan a poner en marcha los mecanismos de coo-

    17. Vctor M. Fernndez Martnez, Teora y mtodo de la arqueologa, Editorial Sntesis,Madrid, 1989; Mart Mas Comella, La aplicacin del mtodo Harris , en Gisella Ripoll, ed., r-queologa, hoy , Madrid , ] 992, pp. 61 ss.; Germn Prieto Vzquez, Sobre el Mtodo Harris de excavacin arqueolgica, en Carpetania, pp. 145 ss.; Juan Zozaya, Aproximacin a una metodo.1oga de la arqueologa medieva >" en Actas delI Congreso de Arqueologa Medieval Espaola(Huesca 1985), Zaragoza, 1986, 1, pp. 67 ss. Especialmente interesante el prlogo a Miquel Barcelet al., Arqueologa medieval. En las afueras del medievalismo, Crtica, Barcelona, 1988, pp. 9 ss .

    Una situacin similar a la espaola se da tambin en Portugal: Amilcar Guerra, Escavar? .. SimObrigado a resposta de Harris , en Almadan, O Almada, 1982, pp. 8-10; Alguns aspectos deurna escava;;ao: mtodo, tcnica e registo, en Almadan, 2, Almada, 1984, pp. 8-10; Mtodos e Tc-nicas de escava:ao: contribuitos para um debate , Clio/Arqueologia , 2 (en prensa).

    18. Martn Almagro Basch, Introduccin al estudio de la prehistoria y de la arqueologa decampo, Barcelona, 1960; Michel de Bouard y Manuel Riu, Manual de arqueologa medieval. Dela prospeccin a la historia, Barcelona, 1977.

    19. Mortimer Wheeler, Arqueologa de campo, Mxico, 1961.

    I IW I.()UO A LA DI I N ES PANOLA 111

    peracin cientfica 20 reunieron en los meses de verano, en un marco medil ' rrneo de excepcin, a arquelogos espaoles, italianos, franceses y de olr spases. El Istituto Internazionale di Studi Liguri, organismo desde el queLamboglia realizaba su intensa labor, fue desde 1947 una de las institucioneorganizadoras. Martn Almagro Basch, director del curso de Ampurias juntocon Llus Pericot durante veinte aos, renda homenaje, aos ms tarde, a laaportacin de Lamboglia a dichos cursos y explicaba cmo sus preocupacio nes por la estratigrafa y por la tipologa hicieron mella en los asistentes a Josmismos;21 fruto de ello fue el primer estudio de una estratigrafa ampuritana ,publicado por Almagro y Lamboglia.22 El propio Lamboglia, a partir de eSlaexperiencia hispnica, realiz otros sondeos estratigrficos en otros yacimientos espaoles. 23 Aquellos cursos ampuritanos estaban plenamente asociados al concepto de cata estratigrfica y buena muestra de ello era el nfasis que se pona en las crnicas de los mismos, al indicar el lugar en el que sehaba hecho la cata y quin haba sido el director de la misma.24 Recuerdoque cuando asist por primera vez al curso, en 1973, todava se mantena loque entonces ya era slo un ritual: el primer da se proceda a la eleccin de

    los puntos en los que se abriran las diversas catas estratigrficas. Lo limitado y puntual de las mismas, haca que los resultados de dichas excavacionesfuesen tambin limitados y no contribuyesen a un progreso en el conocimiento de la evolucin de la antigua ciudad. Las caractersticas de los cursos,con profesores invitados que impartan sus lecciones tericas por la tarde ycon alumnos de muchas universidades espaolas y algunas extranjeras,25 promovieron en gran manera que lo que de nuevo se haca en Ampurias se di fundiese rpidamente por todo el te rritorio peninsular.26

    20. Son los mismos aos en los que, en Roma, se crean la Associazione Internazionale diArcheologia Classica (1945) y la Unione Internazionale degli Istituti di Archeologia , Storia eStoria dell 'Arte in Roma (1946). Massimo Pallottino, en Speculum Mundi. Roma cenlro inlel -nazionale di ricerche umanisliche, Roma, 1992, pp. 9-13 Y47-52.

    21. Martn Almagro Basch, El recuerdo desde Espaa del profesor Nino Lamboglia, Ri-vista di Studi Liguri, 43, Bordighera, 1977, pp. 17 ss.

    22. Martn Almagro Basch y Nino Lamboglia, La estratigrafa del decumano A de Am purias, Ampul ias, XXI, Barcelona, 1959, pp. 1 ss.

    23. La excavacin estratigrfica realizada por Lamboglia, con la colaboracin de Jos Snchez Real, en el relleno interno de la muralla republicana de Tarraco, a principios de los alloscincuenta, suministr las pruebas definitivas de la plena romanidad del recinto defensivo d aquella ciudad, demostrando la validez de la tesis de Joan Serra Vilar. Nino Lamboglia,

  • XIV II IS I RII\S UN LI\ J I IJRl t l \

    La instalacin en Espaa del Deutsc hes A rcheologisch es Institut, con laaper tura de un a sede en Madrid, creo que no incidi, en los primeros aos,en la difusin en nu estro pas del valor del anlisis estratigrfico. Pero s escierto que, en un segundo momento, cuando las excavaciones del Instituto seextendieron por diversas zonas de la pennsula y empez a publicarse Ma-drider Mitteilungen (1960) , buena parte de la comunidad arqueolgica hispnica quiso emular la pulcritud de las excavaciones de los alemanes, exca- ,vaciones en las que se aplicaba el mtod o Wheeler y en cuyas publicacionesse podan observar secciones y cortes estratigrficos dibujados con gran maestra . No se trata aqu de hablar de la influencia, clar amente positiva, que enla arqueologa espaola ha tenido el Instituto Arqueolgico Alemn; deseosolamente destacar que, durante muchos aos, sus excavaciones y, especialmente , sus publicaciones han sido un modelo a seguir.27

    La arqueologa clsica espaola de los aos setenta, en lo que a excavaciones arqueolgicas se refiere, era, en parte , fruto de estas influencias yco ntinuaba su evolucin perfeccionndose en la aplicacin del mtodo Wheeler/Lamboglia y rellenando los ms o menos caticos diarios de excavacin.

    La arqueologa urbana apenas haba hecho acto de presencia y, en consecuencia, no se haban producido aquellos cambios que, en otros pases, estaban poniendo en cuestin la utilidad del mtodo vigente. La verdad es quepoco se ha escrito en Espaa acerca de la introduccin y difusin en nuestropas del uso de los nuevos sistemas de registro de datos arqueolgicos completados con la elaboracin del diagrama estratigrfico de Harris.28 Pero todoparece indicar que, paralelamente a cuanto haba ocurrido, aos antes, con elmtodo Wheeler/Lamboglia, introducido en Espaa a travs de Ampurias dela mano de un italiano (Nino Lamboglia), fue de nuevo gracias a la experiencia italiana (excavacin de Andrea Carandini en Settefinestre) que elmtodo Harris lleg a la pennsula a travs de Ampurias, esta vez gracias aun britnico (Simon J. Keay) que haba participado en la excavacin de Settefinestre. Recordando aquellos carteles que bajo la dictadura llenaban lascarreteras de la provincia de Girona y que rezaban Ampurias puerta degriegos y romanos en Espaa podramos decir que Ampurias tambin fue lapuer ta de entrada de los mtodos Wheeler/Lamboglia y Harris/Carandini enla pennsula ibrica. Para ser exactos, la primera excavacin espaola en laque se utilizaron fichas de registro arqueolgico fue la excavacin de la villa

    27. Una visin de los cincuenta aos del Instituto Arqueolgico Alemn en Espaa enJos Mara Luzn, Arqueologa alemana en Espaa y Portugal. Una visin retrospectiva, Ma-drider Mitteilungen, 36, Maguncia, 1995, pp. 1 ss .

    28. Vase el prlogo de Emili Junyent a Edward C. Harris, Principios de estratigrafa ar-queolgica, Crtica, Barcelona, 1991, pp. VII ss. ; en lo que respecta a Catalua, vase Isabel G.Trcoli y Rafel Sospedra, eds., Harris Matrix. Sistemes de registre en arqueologia / Recording Sys-tems in Archaeology, Col. El Fil d Ariadna. Historia, 9, Publicacions de l Estudi General deLle ida, Ll eida, 1992, 2 vols. Mi gratitud por las informaciones faci litadas en relacin a esta cuestin por Luis Caballero (Madrid), Alberto Lpez ( Barcelona), Fernando Molina (Granada) , Jul o Nez (Vitoria), Raquel Vilasa (Coimbra) y Juan Zoza ya (Madrid).

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    romana de Vil auba en l9792Ve inmediatamente en las excavaciones del v ino conjunto ampuritano. El mismo ao, gracias a la participacin del britcnico Phil Banks, Juan Zozaya aplicaba el nuevo mtodo en el yacimi ento m die val de Gormaz. 30

    Los primeros aos de la dcada de los ochenta, marcan el perodo en elque una parte de la arqueologa espaola, el sector ms dinmico y sensiblea los progresos metodolgicos, asisti a la aparicin de los conceptos de diagrama estratigrfico (Harris Matrix) y de excavacin en extensin (Op enArea y en el que, especialmente, se vivi una especie de fiebre que, en al lI -nos ambientes arqueolgicos, llevaba a una multiplicacin de fichas.31 Quientena acceso a la ficha tipo de un yacimiento determinado, la copiaba inmediatamente, modificndola en su formato, para adaptarla a las necesidade desu excavacin. Estos primeros reflejos de la revolucin que, en los sistemasde registro arqueolgico, se haba producido en otros pases europeos , estuvieron, afortunadamente, acompaados por un proceso serio de implan tacin del llamado sistema Harris en una parte significativa de las excavaciones que se realizaban en nuestro pas. Aparecieron publicadas las primeras

    intervenciones en las que se haban utilizado fichas de registro, se haban realizado diagramas estratigrficos y haban sido planteadas bajo los criterios dla excavacin en extensin, siendo pionera en este sentido la publicacin de lasexcavaciones realizadas en 1982 en el conjunto forense de Ampurias, ya imiento que haba recuperado ya para usos oficiales y cientficos su topnimocataln: Empries.32 De nuevo esta vez, los ya citados cursos de Ampurias ,sirvieron de instrumento de difusin del nuevo mtodo que, al mismo ti -po , se difunda tambin en el centro de la pennsula y que, a partir de ex periencias en yacimientos de poca medieval, arraigaba en el Pas Vasco en lasegunda mitad de la dcada de los ochenta.33

    Pero esta conversin al harrisianismo adoleca de una falta de refle-

    29. Assumpta Roure, La primera experiencia amb l escola anglesa: Vil auba, en Harri.Matrix. Sistemes de registre . . 1, pp. 19 ss. ; AA.VV. , La villa romana de Vilauba (Cams), S -rie Monogrifica, 8, Girona, 1988, pp. 12-13.

    30. Phil Banks y Juan Zozaya, Excavations in the Caliphal Fortress of Gormaz (Soria),1979-1981: a summary, en Papers in Iberian archaeology, B.A.R, International Series, 193,1984, pp. 674 ss.; Juan Zozaya, Evolucin de un yacimiento: el castillo de Gormaz So ria)>> 1\Andr Bazzana, ed., Castrum 3, Guerre, fortification et habitat dans l monde mditerran ll (1Imoyen iige (Madrid, 24-27 novembre 1985), Madrid-Roma, 1988, pp. 173 ss.

    31. Una parte del colectivo profesional, desinteresada en los progresos metodolgicos l pli cados al trabajo de campo, sigue todava pensando que excavar en extensin significa a(cClllrgrandes superficies de un yacimiento.

    32. AA.VV., El Frum roma d Empries, Barcelona, 1984; vase especialmente el apartado dedicado a metodologa y al sistema de registro utilizado, pp. 25 ss.33 . Mercedes Urteaga, que haba colaborado con el Department of Urban Archaeology del

    Museo de Londres, fue quien lo introdujo en Euskadi; generalizndose a partir del Curso de Arqueologa de Intervencin (San Sebastin, 1987). Aos ms tarde (1991), el propio Edward .Harris participara en las

  • XV I IIIS I RIAS I,A l lI l RRA

    xin y de una puesta en comn de experiencias. Una primera iniciativa en dicho sentido fue la reunin sobre Nous metodes de registre i analisi de dades en arqueologia classica, celebrada en Tarragona en 1983, que cont conuna nutrida participacin.34 Aos ms tarde (1989), un seminario celebradoen Girona, dio como resultado una excelente publicacin que, entre otrosmuchos mritos, incluye una valoracin de la aplicacin de los nuevos planteamientos en diversos yacimientos peninsulares -bsicamente en Catalua-, un artculo del propio Harris y una prepublicacin de la segundaedicin, a cargo de Craig Spence, del Site Manual del Departamento de Ar queologa Urbana del Museo de Londres. 35

    Para finalizar esta mi modesta contribucin destinada a aclarar al lectorcul es el contexto en el que debe enmarearse la publicacin en Espaa dellibro que tiene en sus manos, deseo detenerme, brevemente, en dos episodiosdignos de mencin.

    En 1986, el Ayuntamiento de Tarragona cre el Taller Escola d Arqueologia (TED A). Este hecho represent para la arqueologa espaola la primera experiencia en la que un numeroso e interdisciplinar equipo afrontaba

    el estudio del pasado de una ciudad - Tarragona- a travs, bsicamente, deintervenciones arqueolgicas que, en muchos casos, eran generadas por lapropia dinmica de la ciudad. Se creaba pues un primer gran equipo de arqueologa urbana que, en sus planteamientos y en su organizacin, recoga larica experiencia britnica y francesa. No pret endo aqu extenderme sobre lascaractersticas de este centro -sera difcil en mi caso mantenerme en los lmites de la objetividad-,36 pero deseo destacar que, a lo largo de su corta

    34. Esta reunin se organiz de forma improvisada y no ha sido ni ser jams publicada.A este mismo perodo corresponde la aparicin de la traduccin espaola de Archeologia e cultura materiale, la primera obra de Carandini traducida a nuestro idioma: Andrea Carandini, Arqueologa y cultura material, Mitre, Barcelona, 1984.

    35. Isabel G. Trcoli y Rafel Sospedra , eds., Harris Matrix. Sistemes de registre en arqueologia / Recording Systems in Archaeology, Col. El Fil d Ariadna . Historia, 9, Publicacions del Estudi General de Lleida, Lleida, 1992, 2 vols. Todas las contribuciones a esta reunin se hallan publicadas en cataln y en ingls . Aprovechando su presencia en nuestro pas, Edward C.Harris fue entrevistado por Isabel G. Trcoli y Joaqun Ruiz de Arbulo para la Revista de Arqueologa (109, mayo de 1990, pp. 56-58).

    36. A propsito de las caractersticas y objetivos del centro, vase Taller Escala d Arqueologia, 1987-1990, Tarragona, 1990; Xavier Dupr Ravents, El Taller Escola d Arqueologia(TED A) de Tarragona, en actas de las I Jornades sobre la situaci professional en l arqueologia (Barcelona, 1987), CoHegi Oficial de Doctors i Llicenciats en Filosofa i Lletres i en Ciencies de Catalunya, Barcelona, 1992, pp. 201 ss.; La ricerca scientifica come strumento di tuteladei beni archeologici: l esperienza di Tarragona (actas del congreso Roma e le capitali europe

    ee dell archeologia, Roma, 12/15-6-1991), en Eutopia, 1.2, Roma, 1992, pp. 43 ss.; Organizzazione dell arc heologia in ambito urbano: il Taller Escala d Arqueologia (TED A) in Tarragona(Spagna >, Ocnus, 2, Universitil degli Studi di Bologna, Bolonia, 1994, pp. 53 ss. Valoracionescrfticas cn Joscp M. Nolla E l TED A i l arqueologia urbana a Catalunya, Revista d Arqueoloill de /J IICllt, 1, LIcida, 1991, pp. 326 ss.; Simon J. Keay, New light on the colonia Iulia Urbsli iul1lpllllli s 1111111 0 (Tarragona) during the late emp ire, Journal of Roman Archaeology, 4,Mkhil\l l , 11 01 1, pp, . H ss.; armcn Aranegui y Vicente Lerma, Archologie urbaine: vo lu-1 1111 11 0 0 111 0 do 11 , 111 11110 11 \ 11 I\spnp,nc, Nouvelles de I Archologie, 55 , Pars, 1994, pp. 30 ss .

    V II

    i:Iunqu rructfera ex istencia, el TED A desarroll un programa ex hau livode organizacin del archivo de datos y aplic un a metodologa coherenle. Laexperimentacin y la reflexin permitieron, tambin, hacer contribucionesen este ltimo campo.37

    El segundo episodio digno de mencin es el relativo a la aportacin espaola a la llamada Arqueologa de la Arquitectura o aplicacin del m -todo estratigrfico a la lectura de paramentos. Esta nueva faceta del an li sisarqueolgico, desarrollada en Italia a partir de mediados de la dcada de losochenta,38 se halla, en la actualidad, en plena fase de expansin. Expansi nque se refleja en la aparicin de nuevas lneas de investigacin (anlisis estratigrfico de los alzados, estudio de tcnicas constructivas, mensiocronologa, reconstruccin de ciclos productivos ... ) y en la individualizacin dedistintas metodologas para cada una de dichas lneas.39 La contribucin espaola a esta nueva disciplina arqueolgica,40 que no se ha limitado a la aplicacin prctica de sus presupuestos, se refleja en trabajos como Leer eldocumento construido,41 en el que se puede observar la solidez de planteamientos, la validez metodolgica y los excelentes resultados obtenidos por

    37. TE D A, Registro informtico y arqueologa urb ana, en actas del congreso Arc/eologia e Informatica (Roma, 3-5 marzo /988), Rom a, 1988, pp. 177 ss.; Arqueologa y Restauracin, en Conservation-Restauration des biens cu lture/s. Traitement des supports. Travau.x illterdisciplinaires (Paris, 2-4 novembre 1989), Pars, 1989, pp. 91 ss.; Xavier Dupr Ravents , Laorganizacin de los archivos arqueolgicos : la experiencia del TE D A, en Interbentzio rkeologia. Jornadas Internacionales Arqueologa de Intervencin (San Sebastin, diciembre de 199/) .Bilbao, 1992, pp. 279 ss.; Joaqun Ruiz de Arbulo, El registre de dades en l arqueologia urb ana : l experiencia del TED A , en Harris Matrix. Sistemes de registre . . 1, pp. 41 ss.

    38. Vase, en la bibliografa final de este libro, los trabajos de Oian Pietro Brogiolo , Tiziano Mannoni y Roberto Parenti, entre otros.

    39. Oian Pietro Brogiolo, Prospettive per l archeologia dell architettura, A rcheologiadell Architettura, 1 (suplemento a Archeologia Medievale, XXII) Florencia, 1996, pp. 11 ss. Enesta misma monografa vase una interesante contribucin de un joven arquelogo espaol:Juan Antonio Quirs, Produzione di late rizi nella provinci a di Pistoia e nalla Toscana medicvale e postmedievale , pp . 41 ss.

    40. Diversos son los equipos de investigacin que se ocupan de esta disciplina: Luis Caballero en e l Centro de Estudios Histricos del CSIC (Madrid); Antoni Gonzlez y Alberto Lpczen el Servei del Patrimoni Arquitectnic Local (Barce lona) y Agustn Azcarate y J ulio N ez c nla Universidad del Pas Vasco (Vitoria).

    41. Luis Caballero y Pablo Latorre, eds. , Leer el documento construido, nmero monogrfico de Informes de la Construccin, n.o 435 (enero-febrero), CSIC, Madrid, 1995. A destacartambin: Luis Caballero, El mtodo arqueolgico en la comprensin del edificio (sustrato y c -tructura)>> en Curso de mecnica y tecnologa de los edificios antiguos, Co legio Oficia l de Arquitectos de Madrid, Madrid, 1987, pp. 13 ss.; Antoni Oonzlez, Por una metodologa de la in

    tervencin en el patrimonio arquitectnico (E l monumento como documento y como objctarquitectnico)>>, en Monumentos y Proyecto . Jornadas sobre criterios de intervencin en el Pa trimonio Arquitectnico, Minister io de Cultura, Madrid , 1987, pp. 37 ss. ; Agustn Azcratc,Aportaciones al debate sobre la arquitectura prerromnica peninsular: la iglesia de San Rom nde Tobillas (Alava) , Archivo Espaol de Arqueologa, 68, Madrid, 1995, pp. 188 ss.; AlbertoLpez, ed., Investigacions arqueolgiques i histfiques al Bergueda 1I). Sant Lloren{: de Pedretprop Baga. Sant Quirze de Pedret, Quaderns Cientfics i Tecn ics , 6, Servei del Patrimoni Arquitectonic Local, Barcelona, 1995.

  • X VIII I I S \ ( I A EN L 11 R R A

    los arquelogos, y tambin arquitectos, que en nuestro pas dedican sus esfuerzos a la comprensin de la evolucin histrica de edificios.

    Estoy convencido que la lectura de Historias en l tierra. Manual de ex-cavacin arqueolgica ayudar a resolver muchas dudas a quienes dedicansus esfuerzos a recuperar el pasado mediante , pero no solo, el trabajo de cam po. Tambin servir para que -creo haber entendido que este es uno de losobjetivos de Andr ea Carandini- los jvenes arquelogos y los estudiantesde arqueologa asimilen las muchas y magistrales lecciones contenidas en laspginas de este libro que e l lector se dar cuenta de el lo- es mucho msque un manual de excavacin arqueolgica. De ellos tambin se espera quereflexionen sobre los numerosos temas planteados y se cuestionen acerca deimportantes problemas como por poner un ejemplo- el hecho que, mientras en cualquier ciencia seria los avances metodolgicos son inmediatamente aplicados o criticados en publicaciones especializadas; en arqueologa,ciertos colectivos profesionales pue den permitirse el lujo y la veleidad de noaplicar a sus trabajos los nuevos mtodos de investigacin sin ni tan siquieraexponer las razones que les han inducido a una tal decisin . Si la publicacinde este libro contribuye a mejorar algunas de las situaciones aqu brevemente expuestas, la arqueologa espaola estar en deuda con su autor.

    Xavier Dupr Ravents

    Escuela Espaola de Historia y Arqueologa en Roma (CSIC)Noviembre de 1996

    PREF CIO

    Estratigrafa y tcnica de excavacin

    Este libro es, en su primera parte, un manual de estratigrafa arqueol gica (el adjetivo es necesario para distinguirla de la geolgica, que ha sido sucreadora). En l se trata de la filologa y del mtodo histrico aplicados almundo de los objetos. La crtica de las cosas se fundamenta en los principiosque permiten la excavacin de monumentos sumergidos en la tierra o en elmar, la lectura en profundidad de los que estn a la vista yen uso y permitrelacionar entre s las partes cubiertas y las descubiertas de cualquier edificio, tumba u otro tipo de estructura. Estas pginas no contienen una histori aconcreta, pero explican cmo se pueden llegar a narrar muchas historia desentraando el universo material.

    Los principios de la estratigrafa han sido inventados por una tradi ci nde estudios reciente, principalmente de nuestro siglo, que ha alcanzado supunto culminante en la arqueologa britnica de la ltima generacin. Adop t por primera vez el mtodo de excavacin britnico en Cartago en 197 3 ylo apliqu en Italia en la excavacin de Settefinestre desde 1976 (Carandiniet al. 1983; Carandini, 1985a). Una primera edicin de este manual se public en 1981 (Carandini , 1981), contemporneamente a la traduccin del eleBarker (Barker, 1977) y antes ele que se desarrollase en Italia una verdaderaarqueologa urbana. Esta segunda edicin es una reelaboracin completay una actualizacin de la anterior, fruto de contaminaciones entre experiencias del mundo septentrional y del Mediterrneo (de Italia al frica sept entrional) que ha durado ms de quince aos (mis experiencias de excavaci nanteriores, entre la segunda mitad de los aos sesenta y los primeros setenta,se guiaban por el mtodo de N. entonces el mejor que habaItalia pero que ah ora debe considerarse superado).

    Ahora puedo tener en cuenta las primeras experiencias de arqu eologfaurbana en Italia (pp. 23, 30), la edicin de la excavacin de Settefinestre, quha permitido comprobar los enunciados originales y que representa a su vezun primer manual en lengua italiana de cmo se puede publicar una excavacin, la excavacin casi acabada de la vertiente septentrional del Palatino ,uno de los lugares estratigrficamente ms complejos (siglos VIII a.c.-xvId.C.): en consecuencia, un campo perfecto para una ult erior precisin meto-

  • 2 II IS I ()IW\S l /N l A '11I 1{i{A

    doJgica , y, finalmente, los ltimos avances de la propia arqueologa britnica que sigue todava en la vanguardia , J lector perdonar las abundantes ci-tas relativas a nuestro grupo de investigacin, por ejemplo a la edicin de laexcavacin de Settefinestre, necesarias por la voluntad de mantenernos en elmbito de una propuesta orgnica de formas y de procedimientos estratigrficos, Este manual no incluye una historia de las excavaciones ni de sus mtodos, per o s la exposicin de una tradicin metodolgica, que tiene sus orgenes en Gran Bretaa y que est conquistando Francia e Italia.

    Mientras tanto, el clima cultural ha cambiado en Italia. En 1981 la arqueologa de campo moderna comenzaba a desarrollarse con dificultades.Hoy, en cambio, se halla oficialmente aceptada pienso en el sistema de catalogacin de los bienes arqueolgicos finalmente elaborado por el Institutocentral del catlogo) y se difunde cada vez ms, elevando notablemente el nivel de estos estudios en las diferentes regiones e incluso en Roma, gracias alos programas de la Soprintendenza arqueolgica estatal, ideados por A. LaRegina. Se han iniciado incluso las excavaciones en los Foros imperiales, antes bloqueadas por un enfrentamiento ideolgico, ahora menos furibundo

    aunque no desvanecido) gracias a una conciencia ms difusa de las necesidades urbansticas de la capital y de la nueva memoria que la actual arqueologa urbana se halla en grado de ofrecer.

    El libro conserva algunas limitaciones presentes ya en el texto original.Es un manual vlido para los hbitats rurales y urbanos y algo menos tilpara las estructuras o los restos submarinos Gianfrotta-Pomey, 1981) y paralas necrpolis. Dedica, voluntariamente, mayor atencin a los estratos que alos bienes muebles y a los restos paleoecolgicos contenidos en aqullos. Hasido escrito por un arquelogo clsico no por un geoarquelogo), po r lo quees vlido para la Antigedad y tambin para la protohistoria, la Baja EdadMedia y la poca moderna, pero es insuficiente para la prehistoria y quizstambin para la Alta Edad Media. e hecho, son diferentes las circunstancias en las que la actividad humana es la principal generadora de la estratificacin de aquellas en las que, al contrario, la naturaleza es la que desempea el papel primordial. En estas ltimas el estudio de las sedimentaciones, delas erosiones, de los transportes y de las pedognesis es esencial. Por otrolado, la ciencia de la historia no podr jams reducirse a la ciencia de la tierra. Pondra incluso en guardia a los jvenes arquelogos protohistricos,clsicos y pos clsicos contra el peligro de descuidar los estudios tradicionalespara dedicarse desmesuradamente a los cambios biogenticos. Con toda miadmiracin por este tipo de estudios, tengo que admitir una limitacin: cambiara tres geoarquelogos por un historiador del arte o de la arquitecturacautivado por la estratigrafa.

    La primera edicin conclua con apndices, debidos a otros autores, sobre materias especficas o afines al tema principal, materias que aqu sehan suprimido porque merecen por s solas un manual: de la topografa,al dibujo, la tipologa, la ecologa, la geologa y la restauracin arqueol gicos.

    PR .FA I ) 3

    La exposicin de las reglas del juego estratigrfico, acompaada por fi-guras concebidas por m y realizadas por G. Moscara, ahora revisadas y ampliadas, ofrece una gua lgica a los problemas de la estratificacin. Cadagua constituye una traicin a la realidad concreta y como cualquier abstraccin de la prctica presupone una tolerancia al menos provisional con la teora, que se convierte frecuentemente en brjula indispensable para orientarse cuando nos hallamos inmersos en el laberint o de las cosas. No he incluidogrficos ilustrativos de estratigrafas reales, para lo que invito a consultarotras publicaciones y en particular, la edicin de la excavacin de Settefinestre, que constituye la verdadera ilustracin de este manual en lo que respecta a cosas concretas.

    Para poder extraer excavando el mximo de informacin y para podercomparar los resultados de diferentes excavaciones se requiere un mnimocomn denominador en el mtodo que se usar en el trabajo de campo, pordebajo del cual se est fuera del procedimiento til para la reconstruccinhistrica y se entra a formar parte de lo que, hasta hace poco, era el grupo delos destructores de la documentacin arqueolgica depositada en el territorio, grupo en el que haba que incluir no slo a los excavadores clandestinos,sino tambin a los propios arquelogos. Se trata, por lo tanto, de identificarreglas de conducta para aplicar en la excavacin, de forma ms sistemtica oconcisa segn las circunstancias, para individualizar el mayor nmero posiblede acciones naturales y humanas, de acumulacin o de sustraccin, intencionadas o casuales. Para ello es necesario analizar tales acciones en el ordeninverso a aquel en que se han producido, como ocurre en el juego de los palillos chinos. Por otro lado, sin reglas no se crea una verdadera comunidadcientfica, que es la premisa esencial para cualquier avance serio en la investigacin. El talento se muestra cada vez menos enemigo de la norma, especialmente en un trabajo que es tambin manual. Quizs no es el excavadorun artesano al servicio de la memoria?

    stratigrafa y cultura de los indicios

    Pero la excavacin implica no slo desmontar sino tambin remontar, esdecir, la construccin de una historia en las tres dimensiones del espacio, loque no es un hecho exclusivamente instrumental o una cuestin de mera tcnica estratigrfica. Por otro lado, cada tcnica se relaciona con una culturaparticular, con un sistema de pensamiento ms amplio. La estratigrafa es

    adems un mtodo cientfico bastante joven respecto a la tradicin humanista de la arqueologa histrico-anticuaria e histrico-artstica. Es natural que,en el intento de acreditarse, incluso ante las resistencias de quien la querrasubalterna, la estratigrafa vaya en busca de las disciplinas hermanas consolidadas, de su propio contexto ideal. Se trata de parecidos en las formas y decontactos reales que unen los diversos conocimientos indiciarios hijos de lasintomatologa mdica Ginzburg, 1979). Por dicha razn, el libro contiene

  • 4 II ISTO II \ S I ,N 1 1\ ' I II RR \

    en su segunda parte tres ensayos dedicados a argumentos de carcter msgeneral. Se trata tambin en este caso de reflexiones abstractas, pero quesurgen de experiencias de campo y se refieren a cuestiones muy concretas,Cmo reflexionar sobre Longhi o Bianchi Bandinelli describiendo un alma-cn de la Roma imperial, cmo analizar el mtodo de Sherlock Holmes en-trando en las casas de los cnsules de la Repblica y cmo entender el signi-ficado de las metforas arqueolgicas de Freud entre los lagartos de lasfortificaciones palatinas? La narracin histrica requiere fluidez ms queexcursus metodolgicos, Pero no siempre conviene renunciar al gnero me-todolgico, por muy imperfecto que ste sea, convencidos de que la perfec-cin del filosofar est en haber superado la forma provisional de la teoraabstracta y en pensar la filosofa de los hechos particulares narrando la his-toria, la historia pensada,l

    Tras haber expuesto las reglas para el desciframiento del universo de losobjetos, ha llegado el momento de encontrar alguna incertidumbre. Qu esla arqueologa? Quizs su secreto reside en la superficie que la separa de lasotras disciplinas indiciarias, que con ella jams se haban realmente compa-rado: desde la historia del arte, a la investigacin y al psicoanlisis. El estu-dio viens de Freud -pero no su casa, que estaba en el mismo piso- se mos-traba como un gabinete de maravillas arqueolgicas clsicas y orientales. Elpaciente se tumbaba bajo una reproduccin del templo de Ramss JI en AbuSimbel, mientras el analista se sentaba en el silln vigilado por un retrato ro-mano. En aquellas habitaciones no haba ningn objeto medieval o modernoporque all la cuestin era sumergirse en los tiempos antiguos y omnipresen-tes de las civilizaciones y de los inconscientes.

    Aclaradas las relaciones de parentesco entre los diferentes conocimien-tos indiciarios, se perfilan nuevas colaboraciones culturales que podran con-tribuir a recobrar y preservar la materia de nuestro patrimonio cultural. En-tre estos diversos conocimientos la arqueologa, siendo como es curiosa delo bello y de lo feo, vida del placer esttico y del histrico, representa unpuente entre los diferentes mundos del arte, del trabajo y de la naturaleza.Es quizs la disciplina ms isomorfa a la vida, en la que el orden y el desor-den surgen y mueren continuamente, como pasa, por cierto, en la estratifica-cin.

    Los hechos y las cosas de la vida, nuestro primer objeto de indagacin,son en s mismos inerte s y opacos como las piedras,2 pero mientras que sola-mente la escritura literaria puede dar un toq ue final de liviandad, tambin lareconstruccin histrica, que no es una reproduccin, sino una reinvencin

    verosmil y formal de la realidad, puede aportar ligereza a la gravedad.All donde se halla confinada slo la belleza segmentada de los valoresdel contexto, como en tantas colecciones de museos, la admiracin por lo su-blime inerte se acompaa frecuentemente con un sentimiento de tristeza. Eneste querer aislar la belleza y el lujo del tejido polimorfo de la existencia, lositalianos han superado a cualquier otro pueblo, con todas las ventajas y tam-bin las distorsiones que tal inclinacin conlleva: la belleza para m ha sido

    I R ' )' i\( )O

    siempre cosa de ita lianos y de sp ghetttlrtli del espritu; algo sin nada < 'alemn. En es ta esfera [alemana] la tica prevalece sobre la esttica o msexactamente en ella se sopesan dos conceptos, por lo que a lo feo se dedi cahonor, amor y cuidado 3 Incluso una fealdad o una patologa pueden repre-sentar una verdad. Ms all de la esttica de las cosas hay una tica de loscontextos.

    Si el pasado nos parece todava vivo es tambin porque el tiempo de hhistoria puede siempre encarnarse de nuevo en el espacio de las cosas y asretomar alguna forma de existencia terrenal. No se trata tanto d extra rpensamientos de los objetos, como piensan algunos historiadores slo litera -tos. La fbrica de las cosas es de hecho uno de los modos en que los pensa-mientos y los sentimientos humanos alcanzan autnomamente a expresarse,materializarse y conservarse. Dar prioridad al mundo de lo escrito respectoal de la materia elaborada (Momigliano, 1962) o viceversa, estar abiertos a lobello y ciegos ante lo feo o al contrario, son unilateralidades que nos quitanlo mejor de la vida, es decir, la compenetrabilidad entre los diferentes len-guajes que se derivan de nuestras diversas percepciones.

    Casi todo el pensamiento del siglo XIX, de matriz liberal o marxista, nosupo impedirse jerarquizar. Pero la cultura que podemos llamar de la mec -nica del s y de los qu nt siente y razona de forma diversa, difundida ennuestra cultura, si bien con un retraso de dos generaciones sobre los descu-brimientos del primer cuarto de siglo (Pais, 1986). Slo rozando el ao 2000se tiene la sensacin de vivir plenamente el espritu del siglo xx y la nuevaperspectiva nos obliga a considerar las obras del ingenio y del esfuerzo bajouna nueva luz.

    Este libro debe mucho a Riccardo Francovich, Daniele Manacorda,Maura Medri, Emanuele Papi, Nicola Terrenato y a los otros arquelogoscon los que trabajo. No habra nacido nunca sin la curiosidad de Salvator eSettis y de Walter Barberis.

    A cJulio de 99

    \

  • ESTR TIGR FY TCNIC DE L EXC V CIN

    l estudio de la antigedad debe saber hacer hablara los documentos arqueolgicos desde las estatuas losarcos de triunfo hasta los ms humildes fragmentos cermicos su elocuente lenguaje. Y a los jvenes se les

    debe ensear no ya a dirimir con Mommsen la paleoetnologa como ciencia de los analfabetos o a insultarjunto con algunos seguidores italianos de Mommsen alos buscadores de cermica sino a integrar el anlisisde la tradicin con el estudio de las tumbas y de las estaciones.

    GAETANO DE SANcns

    Dado que existen infinitos modos desordenados lascosas irn siempre hacia la confusin. - No me veis enrealidad sino que veis un montn de informacin sobrem. - Las cosas pueden entrar en el mundo de la comunicacin slo por medio de informes. - El nmerode diferencias potenciales en un objeto es infinito. -Slo poqusimas se convierten en diferencias eficaces en informaciones. - La informacin est concentradaen los contornos. - El claroscuro es una cosa ptima pero los hombres sabios ven los contornos y por esto lostrazan.

    G BATESON

  • INTRODU IN

    na conquista moderna

    En las culturas campesinas el hombre aparece todava relativamente unido a la madre tierra. Mira al subsuelo con ingenuo y ancestral respeto pero almismo tiempo lo profana arrebatndole sus tesoros escondidos . Desde mediados del siglo VIII a c , en las ciudades griegas en formacin se descubren yse veneran tumbas principescas de poca anterior como si fueran de hroesBerard, 1982). Durante la purificacin de Delos en el 426 a c , lo que conlle

    v la remocin de todas las tumbas existentes , se descubri que la mitad de lasmismas eran carias por el tipo de armas y por la forma de enterrar, entoncestodava en uso en dicha poblacin anatlica Tucdides, 1.8.1 . Al volver a Corinto un siglo despus de su destruccin, los romanos saquearon su necrpolisrecupe rando terracotas y bronces con los que llenaron Roma Estrabn,VIII.6.23). Desde la poca homrica los descubrimientos casuales o la bsqueda de objetos preciosos han sido las nicas formas de una arqueologa embrionaria Manacorda , 1988; Pucci, 1988). Las excavaciones en Miseno y enSanguigna de Fabrizio del Dongo, en La cartuja de Parma reflejo de las delpropio Stendhal en Italia, todava forman parte, aunque nos hallemos en la segunda generac in del siglo XIX, de esta misma mentalidad.

    Con el desarrollo de la industrializacin y el predominio de la ciudad sobre el campo el hombre se aparta de la tierra y puede moverse hacia un libreconocimiento del subsuelo, as como de las cimas montaosas el alpinismoes tan joven como la arqueologa) . Las actividades productivas hieren la tierra cada vez con mayor profundidad y la investigacin cientfica desvela lossecretos ms impenetrables de las cosas. La seccin de un terreno se convierte en imagen habitual y por todas partes emergen los restos de los hombres ms antiguos. Solamente a part ir de mediados del siglo pasado los pocos

    milenios de historia que la Biblia avaramente nos conceda se han dilatado en un tiempo inabarcable. Algn fantico religioso protesta todava hoy,como ocurre en Jerusaln, contra la profanacin arqueolgica de las tumbasde los antepasados, as como en Roma lo hacen los amantes de la belleza, portemor a las heridas infligidas por la excavacin al paisaje urbano conservado.Es como el retraerse ante la diseccin de un cuerpo, las extravagancias delalma o la rareza de los elementos. Al encerrarse en los viejos ritos y recorri-

  • 12 HISTORIAS EN LA TIERRA

    dos mentales afloran, en el contexto frenticamente analtico de nuestra po ca, formas de sentir propias de pasadas y ms espontneas culturas. Venerar e indagar son formas diversas y rivales de amar la tierra en la que sevive El arquelogo estratgrafo, fruto tpico de la modernidad, inspeccionacajones del mundo jams abiertos, queriendo saber de los muertos ms decuanto ellos supieron o dejaron entender que saban de su propia vida. Resucitar el pasado, no slo en su palabra sino tambin en su apariencia -mejor un a cosa vista que cien relatadas-, ya no es la perversin de pocos especialistas sino la tendencia de una poca, que mientras an se esfuerza enseguir al progreso llora siempre con mayor amargura los parasos que ha perdido. La sensacin de haber estropeado el mundo, que lo mejor de la vida sobre la tierra haya ya pasado, ha desarrollado la capacidad de razonar haciaatrs, refirindose a los primeros dolores , a los primeros autores, a los estratos ms antiguos de la existencia. En la sociedad en la que los viejos son msnumerosos que los jvenes se desarrolla una atencin nueva hacia desencantos y ruinas. La Ciudad Prohibida de Pekn resurge esplndida en la proyeccin cinematogrfica y el palacio del Louvre, el mayor museo del mundo, nose ha olvidado de excavar ningn detalle del Pars subyacente , exponindolo como museo del mismo museo. He aqu un rasgo tpico de esta nuestrapoca.

    Proceder hacia atrs

    Una casa debe ser continuamente objeto de mantenimiento si se quiereco nservarla, al igual que se sustituyen las clulas de un organismo, de lo con Uario inicia su degradacin. Las rocas duras y los castillos fortificados tien dcn a convertirse en polvo (hay plantas que saben nutrirse de cal descalzando los ladrillos de los muros) . Metrpolis enteras duermen ahora bajolImpos de trigo. La tierra lo gana todo y es de la tierra que el arque logo estrutfgrafo fundamentalmente se ocupa, como si fuera un campesino de la historia. Mirando haciendas y fbricas con los techos hundidos sobre restos deut \nsilios l aprende los procedimientos de la ruina, como la vida clara ynlUlti(orme tiende naturalmente hacia una nica dura oscuridad. ObservarI;IS razones progresivas de un hundimiento no es difcil, porque se trata enualquier caso de proceder hacia delante, que es la direccin de la vida a la

    quc estamos acostumbrados. Arduo es al contrario seguir el camino inverso,'8 decir, penetrar en las espigas de trigo para reconstruir en la imaginacinla ciudad destruida subyacente, porque la ruina oblitera y cubre los frag mentos de todo lo todava conservado, de tal modo que el investigador estob gado a descender de forma antinatural, hacia atrs, en lo desconocido.Pero para utili zar la destruccin a favor de la reconstruccin hay que agudiza r el ingenio, como quien ha perdido un objeto y debe volver a reconstruirIn jornada en tiempos y lugares invertidos. Por dicho motivo hay que desarrnl llr r 1 rl r cl ' tr ll t cr r

    INTRODUCCIN 13

    uestiones disciplinarias

    La arqueologa de la excavacin se basa en principios peculiares y autnomos que slo en un segundo momento se relacionan con los otros modosms tradicionales de entender esta disciplina, como el histrico-anticuario yel histrico-artstico. No se puede leer un epgrafe romano sin conocer el latn, ni una obr a de ar te sin estar familiarizado con las imgenes. De la mismamanera no se puede indagar en el subsuelo sin conocer las reglas de la estratigrafa. Esto parece obvio pero mientras que interpretar mal un texto o elestilo de un pliegue desacredita a un investigador, destruir una estratificacintodava no ha creado problemas de conciencia o retrasado la carrera de nadie. Esta situacin deriva del hecho de que tras la idea corriente de interdisciplinariedad se esconden todava saberes que predominan sobre otros y quelas filologas nobles, descubiertas ya en el Renacimiento, quieren continuarmandando sobre las innobles de formacin ms reciente. Por otro lado, somos cada vez ms conscientes de que la calidad de un muro o de una tierra

    y la naturaleza de una semilla poco tienen que ver directamente con el tradicional mtodo histrico y de que todas las fuentes, sean literarias o estratigrficas , tienen igual dignidad, aunque no igual linaje, porq ue facilitan datosde gnero diverso, en el buen uso de los cuales existe un mismo deber. Bajoesta perspectiva las diferentes filologas aparecen como lenguas diversas, queno pueden estar subordinadas las unas a las otras, ni ser unificadas en un nico idioma, pero si comparadas y traducidas las unas en las otras. Las comparaciones y las versiones son operaciones delicadas en las que hay siemprealgo que ganar y tambin que perder.

    Preguntas y respuestas

    Las que siempre preceden y acompaan a una excavacinl a tabula rasa es siempre imposible e indeseable- deberan nacer no slo

    del dilogo entre el his toriador excavador y las fuentes literarias o arqueolgicas ya conocidas, es decir, ajenas a la investigacin de campo, sino tambindel coloquio directo con las estructuras, el terreno y los objetos de la excavacin en curso. Sera necesario por tanto que el estratgrafo supiera silenciarde vez en cuando su elaborada memoria histrica para poder captar las imprevisibles novedades que cualquier porcin de terreno guarda en su interior. Mucha documentacin estratigrfica ha sido destruida desenterrandoporque no responda a las cuestiones planteadas previamente y desde fuerade la excavacin. Evidencias ms tardas han sido sacrificadas para alcanzarcon rapidez aquellas subyacentes, testimonios evidentes han hecho descartaraquellos ms recnditos y documentos juzgados ms importantes han llevado a la destruccin de otros considerados menospreciables. En la arqueologa del territorio debera, en cambio, interesar cualquier cosa que pudiera

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    con se ntir ace lerar la excavac in en algunas circunstancias ms obvias pa ra poder recoger mejor otras ms inslitas y llegar as a conocer a fondola estratificacin, en toda su duracin. Toda excavacin tiene de hecho unalimitacin de tiempo y de medios, por lo que debe recuperar el mximo deinformacin posible. Cuanto ms amplio sea el espectro de las fuentes tomadas en consideracin a partir de la propia excavacin, ms amplio el delas cuestiones histricas, mejor se conducir la investigacin y con mayorriqueza aparecer, al final , la reconstruccin histrico-monumental. No existe una cuestin histrica, por muy fundamental que sea , que pueda justificarel abandono del procedimiento estratigrfico. La fase de contextualizacinde una excavacin en el conjunto ms amplio de los conocimientos adquiridos es esencial para una buena reconstruccin cientfica, pero dicha faseresulta mucho ms eficaz cuanto menos ha interferido en la fase que lgicamente la precede, la de la comprensin de la estratigrafa. El latn y las lenguas romnicas permiten una mejor comprensin del italiano, solamente apartir del momento en que se ha estudiad o su gramtica peculiar. De lo contrario se comparan confusiones en vez de cosas diversas. La especializacin,ms que un mal necesario, es el presupuesto de cualquier saber general detipo moderno. Cuanto ms amplio, profundo y sistemtico haya sido el anlisis de los detalles, tanto ms ardua pero tambin rica ser la construccinde la sntesis capaz de comprenderlos. Preparado para multiplicar las preguntas , el estratgrafo avanzar y rechazar las respuestas a medida que laevidencia las convierta en ms o menos plausibles, evitando introducir supropia subjetividad antes de que los datos ms objetivos hayan sido completamente aprovechados .

    Calidad y cantidad

    Si lo escrito y las imgenes no son ya los nicos lugares del valor his trico, entonces resulta claro que no se excava para encontrar estatuas nipapiros, es decir, para colonizar lo subterrneo con nuestros conocimientosinveterados. La excavacin enriquece cualitativamente la evidencia, acercndose cada vez ms a la vida pretrita. El subsuelo no es slo una reserva de sobresuelo sumergido que sacar a la luz , as como un alma no es sloun armario que forzar. En la ruina y en la tierra las cosas se degradan enmodos particulares , que son distintos de los destinos de los edificios conservados todava en uso. Lo enterrado es ms bien lo enterrado. ldescender entre los contextos estratificados la evidencia frgil, latente, incoherente y heterognea se revela de forma sorprendente y ms dfcilmente integrable en nuestros conocimientos habituales de aquello que es yaliteraria, artstica y anticuariamente conocido. Se trata de saber manejarsustancias pesadas y opacas, que se levantan al plano areo del conocimiento, con todos los riesgos de empobrecimiento e imprecisin que se corren cuando se quiere traducir un texto o una dimensin, pero tambin con

    INTRODUCCI N 5

    la posibilidad de dar una forma al movimiento casual de la vida, de trans-formar la tierra en un libro.

    Construccin ruina y estratificacin

    El modo en que la vida se transforma por el abandono y acaba bajo tierra es una de las curiosidades principales del arquelogo . Las construccionesse hacen de aportaciones y sustracciones de materiales que se suceden peridicamente en el tiempo interfiriendo las unas en las otras en una mismaporcin de espacio. s es la vida en el mundo de los objetos. Las construc-ciones acaban sepultadas e inmovilizadas en el terreno. Esta es la condicinfinal de las cosas en su muerte. Pero cmo se ha desarrollado la agona y ladescomposicin de un edificio? A veces las construcciones acaban bajo tierra momificadas y, por lo tanto, casi intactas, como Pompeya bajo la erupcin. Otras veces sufren diversos grados de alteracin y de homogeneizacin,por deterioro fsico y alteracin de las relaciones espaciales, hasta convertirse en difcilmente comprensibles o incluso perderse totalmente. Esto ocurrecuando el edificio es abandonado y permanece expuesto a la intemperie, casoen el que se produce la transicin de la condicin de construccin a la de deposicin. Erosiones, acumulaciones y transformaciones, debidas a fuerzas na turales y humanas, al teran el edificio tal como era en su ltima fase de vida.i entramos en una granja, en una fbrica o en una manzana de casas aban

    donadas podremos observar los diversos estadios de esta ruina progresiva .Nada hay ms instructivo que conocer estos procedimientos de deterioro encurso por de introspeccin arquite ctnica y estratigrfica. Cada ruptura es un nuevo punto de vista sobre las peculiaridades secretas de un mo numento Carandini , 1989d).

    Deberes del excavador

    La primera obligacin del excavador no es la de contar agradablementeuna historia sobre la base de impresiones e indicios dispersos, sino la de establecer, sobre el fondo del relato en formacin y ms all del aparente desorden e impenetrabilidad de la estratificacin, la secuencia de las accionesy de las actividades naturales y humanas acumuladas en la estratificacin ,dentro de unos determinados espacio y tiempo, primero individualmente separadas y despus puestas en relacin entre s. Se trata de relaciones de con tigidad entre las unidades que permiten determinar la secuencia cronolgica relativa. Sern despus los materiales contenidos en los estratos los quepermitirn pasar del tiempo relativo al absoluto. Dos estratos , uno encimadel otro, implican que el superior se ha formado despus del subyacente yesto es cierto aunque la cermica contenida en los mismos indique lo contrario. clarada y periodizada la secuencia estratigrfica pueden finalmente

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    emerger los acontecimientos. El relato secundario deviene entonces protagonista, pero siempre dentro de los mbitos razonables de la secuencia, queconstituye el imprescindible caamazo. Historias obtenidas apresuradamente de montones de materiales desorganizados en el espacio y en el tiempoconstituyen proyecciones sobre aquella pobre evidencia de otras experiencias ya conocidas, en busca de una ulterior confirmacin. e aqu no provienen historias originales y sinceramente dirigidas hacia la verdad. Cuntas excavaciones y sus respectivas publicaciones, con unas pobres metodologastopogrfica, estratigrfica y tipolgica, se han visto sacrificadas a las necesidades repetitivas de los demasiado desenvueltos hacedores de historias. Noexisten fases preparatorias e instrumentales de la investigacin subordinadasa otras ms nobles y determinantes, siendo cada fase de la investigacin presupuesto de la siguiente. Un excavador analfabeto es tan parcial como unhistoriador que no sabe leer el mundo de los objetos (lase el pasaje de eSanctis en el epgrafe). Los riesgos de preparaciones unilaterales y meramente tecnicistas se van multiplicando hoy en da en cada uno de los camposde la investigacin cientfica. Pero no se escapa a la paradoja de la moderni

    dad , por la que cuanto ms se estudia una cosa ms ignorante uno se convierte en los campos limtrofes, escondiendo las propias carencias detrs delas de los dems. Ya no sern las relaciones jerrquicas, globales o superficiales, las que reconduzcan la angosta tcnica de las disciplinas en el lveounitario de la cultura histrica, sino ms bien el respeto recproco entre lossaberes especializados y la habilidad de convertirlos el uno en el otro enlos modos y momentos ms apropiados.

    Un juego universal

    En su aspecto ms fsico la excavacin sigue procedimientos vlidos pa racada lugar y tiempo (lo que muy difcilmente sucede en la investigacin histrica tradicional). Las caractersticas de una fosa , por las que su cor te en losestratos precedentes es siempre anterior a su relleno, son vlidas en Roma,en Pekn, bajo los Flavios y bajo los Ming. Por esto la arqueologa estratigrfica no ve los yacimientos como una seleccin de bellos restos, sino comouna concatenacin continua de acontecimientos en espacios y tiempos determinados, mientras otras pticas arqueolgicas focalizan ms bien sobre culturas y lugares concretos. Se crean de este modo la Etruria etrusca, la Magna Gre cia griega, etc. (Carandini, 1985b). El desarrollo, reciente en Italia, dela arqueologa urbana (pp. 2 , 30) ha reforzado el punto de vista de la con tinuidad diacrnica, propio de la cultura estratigrfica. El arquelogo estratgrafo aparece cada vez ms como un tiplogo de las intervenciones naturales y humanas en un monumento y una especie de icongrafo de sus consecuencias sobre el terreno. Es un servidor del mundo de las cosas ms quedel de las disciplinas acadmicas. Para l es importante identificar, describiry poner en relacin estas intervenciones antes de comprenderlas, como los

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    explora dores que sealaban en los mapas islas apenas divisadas . Pe ro el mundo de las estructuras y de los objetos es muy variable, sin una anatoma ja, por lo que es imposible ser especialista de las manufacturas de todas la .pocas y de todos los lugares. Esto no significa , gracias a la universalidad delmtodo estratigrfico, que en la excavacin de un lugar pluriestratificado eldirector deba irse sustituyendo en funcin de las pocas que se encuentren aldescender. Es en el laboratorio, contempornea o posteriormente a la exca vacin, donde deben confluir las competencias de los diferentes especialistasllamados a intervenir. Conocemos excavaciones bien dirigidas por estrat grafos que no eran especialistas de los contextos explorados. No conocemos ,en cambio, excavaciones bien dirigidas por historiadores, historiadores delarte y anticuarios especialistas de aquellos contextos pero ignorantes del mtodo estratigrfico. Las peores destrucciones se deben a la presuncin inversa. Pienso en el joven H. Hurst que haba destacado como un ptimo excavador en Gloucester y haba sido sabiamente nombrado director de la misinarqueolgica britnica en Cartago, aunque no estaba particularmente familiarizado con la cermica, el arte y la arquitectura norteafricanas. Los gran

    des resultados de su excavacin se debieron sin duda a su capacidad de captar los problemas fundamentales del yacimiento , pero quizs tambin alparcial desconocimiento de aquellos lugares y de las preguntas de los investigadores de la tradicin poscolonial franco-italiana y a su familiaridad con laarqueologa provincial de la Europa septentrional, habituada a buscar forti ficaciones, edificios de madera, muros expoliados y otras realidades que muypoco haban interesado a los viejos amantes de aquellas materias (Hurst Roskams, 1984). Si hubiese sido un topgrafo de Roma, un etrusclogo o unespecialista de historia arcaica habra investigado de forma diversa las vertientes septentrionales del Palatino, condicionado por mis intereses precedentes, mientras que en las condiciones en las que me hallaba pude excavarcon mayor ingenuidad aquella colina como si hubiese sido un oppi um cualquiera. Fue as como alcanc a encontrar las trazas de lo que me pareci erala fortificacin ritual palat ina y quizs tambin las de su pomerium lo que enlos crculos especializados ms acreditados resulta todava de buen gustocuestionar.

    Objetividad y subjetividad

    No debe creerse, no obstante, que la construccin de la secuencia estratigrfica sea una actividad cientfica completa mente objetiva y exacta. La estratigrafa no es la estratificacin. El procedimiento de extraer acciones y susrelaciones de una estratificacin es, al menos en teora,un viento ms fuerte trans porta partculas ms pesadas que pueqenestrato diferente del anterior, compuesto por partculas similares pero sligeras, porque un estrato de relleno puede distinguirse segn se baya for- \mado utilizando una carretilla o una pala y una palada repleta puede distin- . \, ,

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    guirse de una escasa, y as indefinidamente. Incluso un hecho tan concreto como la unidad estratigrfica, es decir, una sola accin de la naturaleza odel hombre, puede convertirse en algo ulterior o diversamente divisible, segn el grado y el tipo de anlisis que se haya querido escoger. De hecho, podemos individualizar slo lo que nos parece reconocible y diferente, pero lapropia capacidad de reconocer depende de la de saber captar diferencias yde la potencia de los instrumentos que se haya querido adoptar para observar los fenmenos. Excavar con inteligencia significa ser conscientes de estarelatividad, de este abismo que se abre siempre bajo nuestros pies, y al mismo tiempo superar el espanto que provoca escogiendo dnde separar enaquel desorden y dnde impedir continuar separando. El buen excavadorpermanece siempre perplejo ante las piezas las unidades estratigrficas) enlas que divide el subsuelo. Las percibe como unidades, de lo contrario no lasdistinguira y no basara en ellas su construccin cientfica, pero al mismotiempo no se cansa de escrutarlas para comprender el secreto de su formacin, y si descubre diferencias, alternancias, preponderancias y secuenciasque le parecen significativas, le asalta la duda: estamos en el mismo estrato o ante uno nuevo?. Se halla contradictoriamente empujado a englobar yneutralizar aquellas diferencias divisadas en el estrato considerado y al mismo tiempo tiende a separarlas como algo ajeno, creando as otros estratos .En este vaivn entre divisible e indivisible el arquelogo reconoce su tormento, sin darse cuenta quizs de que se trata del mismo de cualquier otradisciplina. Los estratos existen y el excavador los reconoce con mayor o menor exactitud, o es el excavador quien inventa sus estratos? Quizs sean ciertos ambos puntos de vista. La virtud est en el trmino medio y en ste estla unidad estratigrfica. Perplejamente convencidos y lentamente apresurados son los mejores estados de nimo con los que podemos in tenta r transformar la opaca estratificacin en una clara estratigrafa.

    estruccin y documentacin

    Cada fuente debe ser usada con anlogas exigencias pero con distintogrado de rigor, una lectura errnea no daa un texto, ni una mirada falaz desgasta una imagen, pero una excavacin equivocada o una remocin destruyen para siempre la evidencia enterrada. Equivale a quemar las pginas delnico ejemplar existente de un libro inmediatamente despus de su lectura.Qu quedara del mismo sin una transcripcin o, al menos, un resumen fi-

    dedigno? No se puede levantar un estrato, la preparacin de un pavimento,una cloaca o un muro sin destruirlos. Slo revestimientos significativos comomosaicos, frescos y estucos merecen las complicadas y costosas extraccionesno destructivas realizadas por los restauradores. Cuanto mejor es el estadode conservacin de una fase de un monumento, ms difcil se convierte eldescender a las fases precedentes subyacentes. No se puede ver una cosa cubierta por otra sin extraerla y si resulta incoherente, destruirla. La casa de

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    Augusto en el Palatino, bien conservada bajo el relleno del palacio di de Domiciano, slo se ha podido excavar muy lentamente y por desgracia todava sabemos poco de lo que se esconde debajo de la misma, por culpa delos importantes trabajos de restauracin a los que ha sido sometida y que hanabsorbido gran parte de los medios disponibles. En la excavacin de la ver tiente septentrional del Palatino, en cambio, hemos conseguido alcanzar sinmucha dificultad los niveles del siglo VIII a.e y el suelo virgen de aquella c -lina por el mal estado de conservacin de los edificios ms tardos y de su decoracin, motivado por el incendio neroniano y por las excavaciones de poca moderna. En dichas condiciones, privilegiadas desde el punto de vista dela estratigrafa y desafortunadas desde el de la restauracin, ha sido fcil remover alguna preparacin, cloaca y muro, adems de los normales estratosde tierra, para llegar a leer hasta el primer captulo de aquel enclave Terrenato, 1988). La arqueologa de excavacin aspira a conocer, donde ello es posible, la secuencia estratigrfica total y para un rea lo ms amplia posible,con el fin de reconstruir la historia de un barrio entero. Pero para leer unaestratificacin se necesita mucho ms tiempo que para leer un libro. Las losas son ms pesadas e impenetrables que las pginas. La excavacin es, porlo tanto, un proceso largo y arduo, y slo la documentacin analtica de lasunidades estratigrficas y su recomposicin en la reconstruccin ideal pueden reparar el dao de la destruccin que aqulla inevitablemente conlleva.As la excavacin traduce forzada e irreversiblemente la pesadez de los ma teriales y de la tierra en la ligereza de las palabras, de los dibujos y de las fo tografas. Por otro lado, sin esta transformacin la estratificacin sera slosilencio y oscuridad, existiendo para nosotros solamente en potencia.

    Monumentos e indicios (

    Ingenuamente se podra pensar que slo pueden ser interpretados con uncierto grado de verosimilitud los grandes monumentos y que los frgiles in dicios estn condenados a la incomprensin. Qu decir de los restos de mu ros aparecidos a lo largo de la vertiente oriental del Foro y que han sidointerpretados como la baslica Emilia, mientras la hasta ahora as identifica da sera, en cambio, la baslica Pauli? Steinby, 1988). De la antigedad quedatodo, pero en diversos estados de conservacin. Limitarse slo a interpretar,especialmente en el centro de Roma, los edificios con plantas claras y sig nificativos alzados significa seguir las vas de la suerte en vez de las de la to

    pografa. Rechazar la toma en consideracin de los pequeos indicios seracomo para un detective interesarse solamente por aquellos homicidios de losque se dispusiera casualmente de la pelcula. No se trata de descartar las trazas frgiles, sino de utilizarlas en interpretaciones provisionales, tiles hastaque no se dispone de otras mejores. La vieja arqueologa monumental nopuede aceptar este relativismo, al no haberse todava implicado en los cambios de la moderna hermenutica, por lo que contina creyendo ingenua -

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    mente en la simple objetividad de lo real. Desgraciadamente, los propios monumentos de Roma, entre los menos conocidos y publicados de todo el mundo romano, demuestran que la conspicuidad volumtrica no siempre es lacausa de los mejores estudios y de las interpretaciones ms seguras. Lo queaparece ms evidente puede revelarse especialmente oscuro, como bien entiende Dupin en a carta robada de Poe, tanto mejor escondida cuanto msampliamen te expuesta. Las dificultades de la escasa conservacin agudizan elingenio y obligan a aprovechar cualquier minucia, como sabe hacer el listomercader, mientras las fastuosas ruinas tienden a relajar a quien las observa,como las rentas enflaquecen al seor, a no ser que se las trate con el mismorigor aprendido al indagar el ms pobre de los indicios. Tampoco se puededistinguir entre indicios significativos e insignificantes, desde el momentoque el ms insignificante detalle unido a otros puede llegar a constituir unelemento importante de otra opinin es Giuliani, 1990). Cada gran monumento est siempre formado por un cmulo de detalles y solamente el recorrido lgico a travs de cada uno de ellos puede permitir su comprensin global. Ha sido a travs de los pequeos y desagradables sntomas de lasenfermedades que se ha comprendido el funcionamiento del cuerpo humano, funcionamiento que el hermoso fsico del atleta no revela. Es gracias a lospequeos lapsus que puede entenderse el funcionamiento del cerebro. El anticuarismo monumental slo puede ser demasiado pru dente o imprudente endemasa. La arqueologa estratigrfica puede ser, en cambio, prudentsima yaudaz al mismo tiempo, desde el momento en que el abandono de una hiptesis no impide la presentacin filolgica de un monumento que solamenteaqulla sabe plenamente comprender. Ya no hay pues razn de inhibirnos eldeseo de historia y la necesidad de interpretacin si ponemos a los dems encondicin de contradecirnos a travs de nuestro propio anlisis y si aceptamos que nuestras verdades sean en gran parte slo probables y provisionalesCarandini, 1989b).

    Regreso a l arquitectura

    La verdad es que los arquelogos, siguiendo las huellas de los historiadores del arte al menos desde Longhi en adelante), han traicionado a laarquitectura. Es bastante raro que en una facultad de letras se ensee deforma satisfactoria Dibujo y anlisis de monumentos o Historia de la arquitectura. A pesar de ello todas las disciplinas arqueolgicas en muchas

    ocasiones se ocupan de edificios antiguos y deben prepararsepara

    poderafrontar los problemas que stos plantean, a partir de las enseanzas fundamentales de la arqueologa clsica y medieval. No se trata de enfatizar exclusivamente el lado tcnico o ingenierstico o de exaltar solamente lo histrico-artstico y cultural. Ms bien el problema consiste en combinar del modoms satisfactorio la precisin cuantitativa de las cuatro dimensiones espaciotemporales con la precisin cualitativa de la investigacin histrica.

    IN I RODUCC I )N

    Un monumento puede ser tomado legtimamente en con ide raci n d ;de el punto de vista histrico-anticuario, prefiriendo la tradicin literariatextos, inscripciones , monedas) a la lectura analtica de la realidad materi a lada ptica consiste de hecho en privilegiar un aspecto respecto a otro y slo

    el ojo de Dios sabe ver cada cosa de forma ilimitada. Por dicho motivo, tambin es respetable tomar en consideracin un monumento desde el nicopunto de vista de su decoracin arquitectnica. Mosaicos, pinturas, capiteles,arq uitrabes y estucos tienen sus tipologas, su historia interna , que es esencialpara comprender la mentalidad de los constructores de aquellos edificios. Lomismo puede decirse de las tcnicas edilicias, a travs de las cuales podemoscomprender los diversos modos de trabajar de los albailes antiguos. Estosson los diversos estratos de piel y de msculos del esqueleto arquitectnico ,sin los cuales un edificio antiguo no podra existir. Otro punto de vista es elestratigrfico, que identifica las diversas partes de las que se compone unaconstruccin estratos de tierra y sus correspondi entes materiales) para ponerlas a todas en relacin temporal entre s Existe fina lmente la ptica queinvestiga el esqueleto de un monumento, su lgica estructural y su esttica.

    Solamente la toma en consideracin conjunta de todos estos puntos devista, sin considerar aquella en que se es t ms especializado como la ms importante, permite esperar acercarse a la verdad de un monumento. Sera porotro lado deshonesto no reconocer que nuestra arqueologa est especialmente rezagada en lo que respecta a los dos ltimos puntos de vista el estratigrfico y el estructural), porque el estratigrfico es un conocimiento reciente sin una gran tradicin y porque el estructural es un saber tan antiguocomo el hombre pero lamentablemente olvidado por culpa del predominiodel cemento armado, que ha sustituido a todos los sistemas tradicionales deconstruir. Para recuperar los conocimientos de un capataz antiguo, mejor queel ingeniero moderno y sus clculos, sirven documentos y tratados sobre estetema, a partir de poca medieval. De nada servira la experiencia en la obrasin la comprensin estratigrfica, esto es tan cierto que los monumentos depoca moderna histricamente comprendidos y publicados se cuentan conlos dedos de una mano, aunque no falten arquitectos restauradores e historiadores de la arquitectura que los hayan estudiado. l mismo tiempo ninguna relacin estratigrfica, por esencial que sea, es capaz de explicar porqu una construccin permanece en pie o se derrumba. Bienvenidos seanpor lo tanto los estudios histrico-anticuarios, iconogrficos y tipolgicos decualquier tipo, pero la lectura histrico-estructural de un monumento nopuede prescindir de las lgicas estratigrficas ni de las estticas.2

    Dejar de excavar

    Hay quien piensa, especialmente entre los historiadores del arte, que nose debera excavar ms, limitndose a conservar y conocer lo que se halla ala vista. Es como decirle a alguien: reordena tu memoria y no aprendas

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    ms. Conservar una biblioteca significa estudiar en ella, reordenarla, incrementarla y no limitarse a quitar el polvo de los estantes. La excavacin es lapremisa necesaria de cualquier estudio y restauracin de lo visible y conocido. Solamente sometiendo un edificio a anlisis antes de su conservacin, seentiende ya su ltima fase de vida e inmediatamente afloran, entrelazadas enuna misma porcin de espacio, sus fases precedentes y las construcciones quelo han precedido en aquel lugar. Mientras en superficie las construccionesaparecen diferenciadas unas de otras, en el subsuelo esto no ocurre y todoest fragmentariamente preservado en un formidable enredo. Por otro lado,un edificio slo es comprensible si se halla inscrito en la serie de sus perodosde existencia y en el contexto de las otras construcciones que le han precedido y seguido en su mismo espacio. No existe una capa de rebozado o una superficie pavimental en la que uno puede legtimamente pararse y decir: noquiero s aber ms. La investigacin es como una desmalladura que avanza yque no se sabe dnde acabar. Dejar de excavar significara dejar de conocerla actualidad del mundo material, en sus contextos. Qu sentido tiene paranosotros una ruina entendida acumulativamente y por lo tanto, superficial

    mente? El objeto que tenemos delante no es jams uno solo, pues siempre sehalla compuesto por una pluralidad de cosas conectadas de forma diversa ycomprendidas en poco espacio, como los tejidos de un organismo. Tocar uneslabn significa hallarse inmediatamente ante toda la cadena a la que stepertenece. A no ser que uno se conforme con bellos paisajes, ruinas bordeadas de acaritos y fachadas venerables en una visin encantada que se teme alterar. Desgraciadamente las carrozas del grand tour ya han salido todas. Laexcavacin es inevitable por ser uno de los modos de conocimiento de la modernidad, la cual, si se vive plenamente, hace al encanto amigo del desencanto, que el estilo mane de lo prosaico y a la iconografa buena compaerade la anatoma y de la apariencia, entendida con todo lo que esconde. As,explicacin y fantasa alcanzan a convivir por primera vez.

    xcavacin y ahorro

    Si se quiere conocer todo hay que excavarlo todo, por lo que cada evidencia resulta devorada por propio deseo de comprenderla. Donde anteshaba estratigrafa predominara el vaco incontrastable. Sin embargo, la congruencia y lo placentero de los testimonios no siempre permiten esta destruccin impune para el saber. Resulta intil destruir estructuras si no hayuna estratificacin importante para inspeccionar, as como es absurdo demoler muros cuyas cimentaciones hubieran cortado toda la estr