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373 IX Jornadas de Historia en Llerena SOBRE LA PARTICIPACIÓN DEL PUEBLO DE ALCUÉSCAR, D. DIEGO PACHECO Y D. FRANCISCO PÉREZ PAVÓN CABEZUDO EN LA ACCIÓN DE ARROYOMOLINOS (28 DE OCTUBRE DE 1811) AN ANALYSIS OF THE PARTICIPATION OF THE TOWN OF ALCUÉSCAR, D. DIEGO PACHECO AND D. FRANCISCO PÉREZ PAVÓN CABEZUDO IN THE MILITARY ACTION OCCURRED IN ARROYOMOLINOS (28 th OCTOBER, 1811) Ignacio Pavón Soldevila Dpto. de Historia. Universidad de Extremadura [email protected] José Pavón Mayoral RESUMEN: el objetivo de esta comunicación es aportar nueva luz sobre los factores que concurrieron en la acción militar sorpresiva desarrollada en Arro- yomolinos de Montánchez (Cáceres) el 28 de octubre de 1811, ponderando la implicación de los vecinos del pueblo de Alcuéscar, del brigadier D. Diego Pa- checo y, muy particularmente, de D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo a partir de documentación inédita. ABSTRACT: The aim of this paper is to provide data about the factors that coincided for the surprising military action of Arroyomolinos de Montánchez (Cáceres) on 28 th October, 1811, taking into consideration the participation of the inhabitants of Alcuéscar, of Brigadier D. Diego Pacheco, and particularly of D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo, as it is shown in unpublished documenta- tion.
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Historia Militar

Feb 12, 2016

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Sobre la participación del pueblo de Alcuéscar, D. Diego Pacheco y D. Francisco Pérez Pavón en la acción de Arroyomolinos (28 de octubre de 1811)
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SObRE LA PARTICIPACIÓN DEL PUEbLO DE ALCUéSCAR, D. DIEGO PACHECO Y D. FRANCISCO PéREZ PAVÓN CAbEZUDO EN

LA ACCIÓN DE ARROYOmOLINOS (28 DE OCTUbRE DE 1811)

AN ANALYsIs of the pArtIcIpAtIoN of the toWN of ALcuÉscAr, d. dIeGo pAcheco ANd d. frANcIsco pÉreZ pAVóN cAbeZudo IN the mILItArY ActIoN occurred IN

ArroYomoLINos (28 th october, 1811)

Ignacio Pavón Soldevila

Dpto. de Historia. Universidad de Extremadura

[email protected]

José Pavón mayoral

RESUMEN: el objetivo de esta comunicación es aportar nueva luz sobre los factores que concurrieron en la acción militar sorpresiva desarrollada en Arro-yomolinos de Montánchez (Cáceres) el 28 de octubre de 1811, ponderando la implicación de los vecinos del pueblo de Alcuéscar, del brigadier D. Diego Pa-checo y, muy particularmente, de D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo a partir de documentación inédita.

ABSTRACT: The aim of this paper is to provide data about the factors that coincided for the surprising military action of Arroyomolinos de Montánchez (Cáceres) on 28 th October, 1811, taking into consideration the participation of the inhabitants of Alcuéscar, of Brigadier D. Diego Pacheco, and particularly of D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo, as it is shown in unpublished documenta-tion.

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ACTAS DEL CONGRESO INTERNACIONAL GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN EXTREMADURA, II CENTENARIO (1808-2008)

IX JORNADAS DE HISTORIA EN LLERENALlerena, Sociedad Extremeña de Historia-Centro de Estudios del Estado de Feria, 2008

Pgs. 373 - 388

ISBN: 978-84-613-2158-2

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Sin excepción. Todos los españoles de la época fueron partícipes, según sus convicciones, posibilidades y situaciones, en la Guerra de la Independencia; un acontecimiento que cambió el curso de la historia, dando paso en nuestro país a transformaciones que conllevaron, a la postre, el surgimiento de una nueva idea de la nación al amparo del emergente régimen liberal burgués1. Los coetáneos, inmersos como estaban en la recuperación de una soberanía

invadida, humillada y cercenada, no pudieron ni tan siquiera imaginar tan hondas consecuencias. Pero este drama de liberación y sus ecos, que fríamente son hoy revisados por una historiografía que tiende a diluirlos en el contexto europeo y colonial de las Guerras Napoleónicas2 -casi con seguridad no tan claramente perci-bido por la inmensa mayoría de los actores de ese guión-, fueron, hace apenas dos generaciones, escuchados y a veces transmitidos por los nietos de los propios pro-tagonistas de una forma sin duda más vívida, inspirando narraciones, poemas y ri-mas populares verdaderamente impagables por cuanto aportan a la reconstrucción del mapa emocional de la época. Nuestro país ha cambiado mucho desde entonces, y no es fácil al día de hoy reconocerse en la España de 1808-1814, ni establecer nexos emotivos de ese tipo. Sin embargo, las páginas que siguen demuestran que, trascurridos unos doscientos años, esto último no es del todo imposible.

En estos días de conmemoraciones por el bicentenario del comienzo del even-to bélico que inaugura nuestra contemporaneidad, sin duda irán saliendo a la luz datos sobre la actuación oscura y decisiva de muchos españoles que, sin nombre posterior en la historia, contribuyeron a la derrota de las hasta entonces invencibles fuerzas de Napoleón. En esa línea, nuestra comunicación sólo pretende aportar nueva luz sobre algunos hechos, personajes y dinámicas de la -para Napoleón- “maldita guerra de España” en la región extremeña, particularmente relacionados con los sucesos acaecidos en Arroyomolinos de Montánchez (Cáceres) a finales de octubre de 1811.

Buena parte de ellos, en especial los que vamos a referir en los dos primeros epígrafes de este estudio, son ya muy conocidos por los historiadores. No obstante, es necesario retomarlos, siquiera de un modo resumido, para contextualizar aspec-tos que desarrollaremos en el tercero. Así, no estará de más comenzar recordando que, como sostenía De la Puente Pintado en un minucioso y atrayente artículo pu-blicado hace ya casi medio siglo, la acción de Arroyomolinos, sin encontrarse entre las batallas más conocidas de la Guerra de la Independencia, tuvo como desenlace una de las más brillantes victorias obtenidas por las tropas aliadas contra el ejército invasor, precisamente por efecto del factor sorpresa, cimentado en la decisión, la rapidez y el secreto3. Sirvan estos tres conceptos para articular el contenido de las páginas que siguen.

I. [DECISIÓN] LOS PRECEDENTES HISTÓRICO-MILITARES DE LA ACCIÓN DE ARROYOMOLINOS

En ese otoño de 1811 la ocupación francesa de Extremadura iba ya camino de cumplir su tercer año. En una tierra castigada por la inclemente sequía, a medio camino entre Madrid y Lisboa -y, por tanto, clave desde la perspectiva geoestraté-

1 áLVAREZ JUNCo, J. “La Guerra anti-napoleónica y la construcción de la Nación española”, La Guerra de la Independencia (1808-1814). El pueblo español, su ejército y sus aliados frente a la ocupación napoleónica, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007, pp. 13-26.

2 CANALES GILI, E. “La Guerra de la Independencia en el contexto de las Guerras Napoleónicas”, La Guerra de la Independencia en España (1808-1814), Barcelona, Moliner, 2007, pp. 11-40.

3 DE LA PuEnTE PInTADO, J.M. “La Batalla de Arroyomolinos de Montánchez. un episodio de la Guerra de la Independencia”, Ejército, 250, Madrid, 1960, p. 13.

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gica en el desenlace de lo que inicialmente fuera considerado por Napoleón como la Guerra de Portugal, y sólo desde 1810 como una Guerra Peninsular-, las requisas, incautaciones, y exacciones pecuniarias, amén de las represalias -la propia loca-lidad de Arroyomolinos había sido objeto de un episodio de este tipo entre abril y junio de 18094- esquilmaron desde muy pronto a una población acostumbrada a la aflicción y cada vez menos esperanzada en abandonarla. Una tierra seca, física y anímicamente, en disputa por dos ejércitos que en la segunda mitad de ese año se observaban, esperándose incómodamente tras lo acaecido, mediado mayo, en las cercanías de Badajoz5.

Los franceses, pese a la derrota cosechada entonces en La Albuera, lograron rehacerse fuertes en Badajoz y seguir atendiendo a las vitales comunicaciones con Madrid y Sevilla. Por su parte, la rápida dispersión y el repliegue hacia el sur y occidente de buena parte de los aliados, pírricos vencedores en aquellos “gloriosos campos de sufrimiento”, obedecían, entre otras razones, al escaso fruto del subsiguiente sitio de Badajoz. Tal es así que tras ello sólo permanecieron en Extremadura las tropas del grueso del 5º Ejército, mandadas por D. Pedro Agustín Girón de las Casas (marqués de las Amarillas y, más tarde, duque de Ahumada), junto a las guerrillas de D. Pablo Morillo, replegadas en la región de Valencia de Alcántara, con la misión de contener con el menor coste posible las incursiones francesas procedentes de Castilla y Andalucía, en tanto no se resolviera emprender una ofensiva general viable. En ese statu quo, las fuerzas del general Castaños se extendían desde Alburquerque a Alcántara, ocupando las del general sir Rowland Hill una porción triangular con vértices en Portalegre, Vila-Viçosa y Estremoz; y permaneciendo entretanto en poder francés -si bien siempre amenazadas por la resistencia- las plazas de Plasencia, Trujillo, Medellín, Mérida, Badajoz, Zafra y Llerena, además de otras menos importantes.

Así las cosas, no tuvieron los franceses más remedio que afrontar el problema que suponía la acuciante falta de alimentos y, en ese estado, sólo alguna parte de Cáceres parecía poder ofrecer solución6. A ella fue enviado el general Jean Baptiste Girard con el fin de obtener algunos recursos y ocupar temporalmente la capital cacereña. A juicio de De la Puente Pintado7, debió ser la contramarcha de Drouet desde Mérida a Zafra -por orden del mariscal Soult, cuya atención se vio atraída en ese momento por la reaparición de Ballesteros en Ronda-, acontecida a la par que la marcha de Girard se detenía, lo que propició que Castaños vislumbrara la posi-bilidad de asestar un golpe decisivo a las tropas francesas y adoptara finalmente la decisión de hacerlo. La entrevista de este último con el alto mando inglés consiguió de Wellington la orden de que avanzase el general Hill a cooperar en la ofensiva planeada por el español y se uniese (en Aliseda, hacia el 24 de octubre) con la di-visión del brigadier D. Pedro Agustín Girón, los guerrilleros de D. Pablo Morillo, los jinetes del conde de Penne Villemur y la pequeña y aguerrida hueste -la Leal Legión Extremeña- del coronel D. Juan Downie.

Desde esa fecha, la ofensiva aliada comenzó a hostigar en Arroyo del Puerco8 y Malpartida a los franceses de Girard, que en retirada abandonaron el día 26 la plaza

4 GóMEZ VILLAFRAnCA, R. Extremadura en la Guerra de la Independencia, Segunda Parte, Badajoz, 1908, pp. 168-170.

5 SAÑuDO BAYón, J.J. La Albuera 1811. Glorioso campo de sufrimiento, Madrid, 2006. 6 PRIEGO LóPEZ, J. Guerra de la Independencia, 1808-1814, Servicio Histórico Militar, VI-2 (Campaña de 1811.

Segundo Período), Madrid, 1994, p. 209; DE DIEGO GARCÍA, E. España, el infierno de Napoleón. 1808-1814. Una historia de la Guerra de la Independencia, Madrid, 2008, p. 389.

7 DE LA PuEnTE PInTADO, J.M. Op. cit., p. 17. 8 Arroyo de la Luz en la actualidad.

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de Cáceres, en medio de un incesante temporal de lluvia y viento, con la intención de reunirse cuanto antes con el ya lejano grueso de su ejército. Girón y Hill, infor-mados de la localización del enemigo hacia Torremocha, se lanzaron en su perse-cución hacia el sureste por caminos distintos, reuniéndose ambos en Alcuéscar al caer la tarde del 27 de octubre.

II. [RAPIDEZ] EL EPISODIO BÉLICO Y SUS REPERCUSIONES

El insigne Catedrático de Geología de la Universidad Central de Madrid, D. Eduardo Hernández Pacheco, trazó en la revista Alcántara, hacia 1950, un delicioso relato de tintes histórico-costumbristas, titulado “La Brigadiera”, donde rememo-raba buena parte de las andanzas de su abuelo, el brigadier D. Diego Hernández Pacheco, en el segundo tercio del siglo XIX; incluyendo además algunos apuntes sobre sus primeros hechos de armas en la Guerra de la Independencia9. Nacido en el seno de una familia de hidalgos acomodados, el subteniente Diego Pacheco regresaba con 22 años a su Alcuéscar natal, a las órdenes de D. Pablo Morillo, en aquella noche del 27 de octubre de 181110. Los aspectos esenciales de lo acontecido entre ese día y el siguiente han sido ya relativamente bien estudiados, pudiéndose incluso consultar hoy en los propios documentos originales disponibles en la red11; además de en diversas obras históricas, tanto generales como monográficas12, his-torias locales13, boletines14, memorias de algunos soldados británicos participantes

9 HERNáNDEZ PACHECo, E. “La Brigadiera. Historia novelada”, Alcántara, VI, 27 y 28, Cáceres, 1950, pp. 17-25 y 16-24.

10 D. Diego Hernández Pacheco, hijo de Diego Hernández Bejarano y Catalina Jara, nació el 18 de julio de 1789 en Alcuéscar (Cáceres). Hallándose estudiando Filosofía en la Universidad de Salamanca gracias a una subvención de su tío (el cura D. Martín Pacheco), se alistó como voluntario tras el 2 de Mayo de Madrid, participando muy activamente en la Guerra de la Independencia. Tras ella, pasó a América con D. Pablo Morillo, desarrollando los servicios más importantes de su vida militar en las Guerras de Independencia Hispanoamericanas, en Venezuela y Perú. Regresó a España en 1825, contrayendo matrimonio con Dª Mª Jerónima Pavón (Alcuéscar, 26 de mayo de 1827). Además de seguir desempeñando otros empleos militares, participó en algunos episodios de la Primera Guerra Carlista. Falleció el 8 de diciembre de 1844 en Alcuéscar, a causa de un ataque de apoplejía. Sobre la hoja de servicios de este distinguido personaje trataremos en detalle más adelante. Los datos vitales naturales los hemos tomado de los libros de registro de la Parroquia de la Asunción de Alcuéscar (Archivo Diocesano de Coria-Cáceres), disponibles en microfilm en la Biblioteca IX Marqués de la Encomienda del Cultural Santa Ana en Almendralejo, a cuya dirección (Dª Carmen Fernández-Daza álvarez) y bibliotecario (D. Diego Santiago Parra Zamora) agradecemos la consulta.

11 Gracias a la herramienta de búsqueda, en http://pares.mcu.es/ pueden encontrase, en el Depósito de la Guerra del Archivo Histórico Nacional (AHN), varios documentos relativos a Arroyomolinos.

12 Destacamos, entre otros trabajos, los de AGuSTÍn PRÍnCIPE, M. Guerra de la Independencia. Narración histórica de los acontecimientos de aquella época, t. III, Madrid, 1847, pp. 244-246; MUñoZ MALDoNADo, J. Historia política y militar de la guerra de la independencia de España contra Napoleón Bonaparte desde 1808 a 1814, Madrid, 1833; GóMEZ DE ARTEChE Y MORO, J. Guerra de la Independencia, historia militar de España de 1808 a 1814, Madrid, 1899; GóMEZ VILLAFRAnCA, R. Op. cit., pp. 396-399; TOREnO, COnDE DE, Historia de la Revolución, Guerra y Alzamiento de España, París, 1838 (consultado en una republicación en la Revista de Extremadura, t. X, Cuad. IX, Cáceres, Septiembre de 1908); PRIEGO LóPEZ, J. Op. cit., pp. 208-230; y el exhaustivo artículo de DE LA PuEnTE PInTADO, M. Op. cit., pp. 18-21. Para el año 2009 está prevista la publicación de un monográfico sobre la acción de Arroyomolinos, elaborado por D. Francisco J. Caballero Torino, dentro de la colección Ciudades en Guerra que edita la obra Social de Caja de Extremadura (agradecemos esta noticia a su coordinador, el Prof. Dr. D. Miguel A. Melón Jiménez).

13 LOZAnO RuBIO, T. Historia de Montánchez, Badajoz, uceda hermanos, 1894; MARTÍnEZ TERRón, L. Arroyomolinos. Historia, Tradiciones y Costumbres de un pueblo extremeño, Cáceres, 2006, pp. 43-61; HIDALGo VALLE, A. Alcuéscar y su Historia, Cáceres, 2004, pp. 92-95.

14 Gaceta Extraordinaria de Extremadura (29 de octubre de 1811).

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en la batalla15, cartografía16 (figs. 1 y 2), y portales divulgativos en Internet17 que ilustran suficientemente lo que fue el episodio bélico. También se conocen las órde-nes de batalla de las fuerzas enfrentadas (Tabla I).

II.1. 28 de Octubre de 1811: los hechos

La consulta del material documental -y muy especialmente de los partes de guerra remitidos al general Castaños por D. Pedro Agustín Girón, el conde de Penne Villemur y D. Pablo Morillo18- nos reafirma en que la rapidez en la ejecución de la maniobra, como se ha anticipado, puede sin duda considerarse uno de los factores determinantes en la sonada victoria de Arroyomolinos: entre las dos de la madru-gada, en que se pasó la orden de “formar con armas” en las afueras de Alcuéscar,

15 Por ejemplo, una visión del soldado británico Peter Facey en: Diary of a Veteran: The Diary of Sergeant Peter Facey, 28Th (North Gloucester) Regiment of Foot 1803-1819.

16 Algunos planos de la acción de Arroyomolinos disponibles en la red pueden encontrarse en el portal del Archivo y Biblioteca de la Diputación de Cáceres. Guerra de la Independencia, II Centenario (lectura del 5 de agosto de 2008): http://ab.dip-caceres.org/g_independencia/grab_map/arroyomolinos. jpg; y en el portal Napoleon Series Map Archives (lectura del 5 de agosto de 2008), donde existe tanto cartografía portuguesa (http://www.napoleon-series.org/images/military/maps/Portuguese/Hill1811.JPG), como británica de la época (http://www.napoleon-series.org/images/military/maps/peninsula/arroyo.jpg).

17 Destacamos The Battle of Arroyo dos Molinos 28 October, 1811, por Robert BURNHAM (lectura 5 de agosto de 2008), en http://www.napoleonseries.org/military/virtual/c_molinos.html; además del portal del Ayuntamiento de Arroyomolinos de Montánchez, en http://www.aytoarroyomolinos.org/batalla.htm (lectura 5 de agosto de 2008).

18 Todos en el Depósito de la Guerra de Ahn, consultables en http://pares.mcu.es/.

Fig. 1: Mapa con las operaciones del General Hill en 1811, tomado de http://www.napoleon-series.org/images/military/maps/Portuguese/Hill1811.JPG

Figura 2: Plano de la acción de Arroyomolinos (28 de octubre de 1811), tomado de, http://www.napoleon-series.

org/images/military/maps/peninsula/arroyo.jpg

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y las siete de la mañana, en que se encontraban ya todas las columnas atacantes en la hondonada formada por un pequeño afluente del río Aljucén -a medio cuarto de legua de Arroyomolinos, y sin haber sido descubiertas por los franceses- media la brillante actuación protagonizada por el joven subteniente Pacheco que fue en-cargado, por su conocimiento del terreno, no sólo de la formación de un grupo de guías del país para llevar las tropas aliadas hasta el objetivo, sino también de la conducción personal de una avanzadilla hacia la plaza enemiga19, en una noche de las más oscuras donde el persistente frío, la lluvia y la niebla -que siempre se han valorado a favor de la maniobra aliada- jugaron de hecho un papel ambivalente20.

El sorpresivo plan de Hill, además de conferir ese protagonismo al subtenien-te Diego Pacheco, consistió en acomodar sus fuerzas a las imposiciones de una fisiografía y unos caminos que, de no haberse tenido en cuenta, podrían haber facilitado la huida del enemigo en varias direcciones. En síntesis, una columna anglo-hispano-portuguesa con infantería y artillería avanzaría frontalmente desde Alcuéscar hacia Arroyomolinos, marchando sigilosamente por el camino que une ambos pueblos. Una segunda columna, con la caballería británica en el flanco iz-quierdo, infantería aliada y la caballería española en el otro (de Penne Villemur), se dirigiría al costado derecho, con la intención de cortar una posible huida enemiga por el sur a través de los caminos hacia Don Benito, Medellín o Mérida; o incluso por el nordeste hacia Trujillo. Finalmente, una tercera columna de infantería española (con D. Pablo Morillo), en el flanco izquierdo de la formación, atendería -en nuestra opinión- al control del camino de Albalá y Torremocha, posible eje de una huida también hacia el norte.

En las afueras de la plaza francesa permaneció Girard ajeno a estos prepara-tivos, enviando hacia las 6 de la mañana una brigada, comandada por Remond, hacia el sur por Medellín -que pasó inadvertida para los aliados- y organizando la marcha posterior del resto de las tropas, con el objetivo de alcanzar cuanto antes al grueso de su ejército. Pero, de un modo absolutamente imprevisto, el enemigo se le vino encima. El desarrollo de los hechos es bien conocido: tras el ataque, la persecución de unos 350 soldados que acompañaban a Girard por los riscos y ale-daños meridionales de la Sierra de Montánchez hasta las inmediaciones de Santa Ana21, y de otros números franceses entre Mérida y Almendralejo22. Aunque siem-pre difíciles de corroborar, los partes de guerra españoles hablan de 20 muertos y 100 heridos entre nuestras tropas; y de cifras cercanas a los 400 muertos -entre ellos el general de brigada Dembousky y otros 20 oficiales- y 1.400 heridos entre las francesas. Por tanto, de los 3.500 hombres de la división, sólo unos 400 se salvaron de la prisión o la muerte, escapando entre ellos el propio Girard que, tras pasar por Ibahernando, Zorita y cruzar el Guadiana por Orellana la Vieja, por fin logró contactar en una durísima retirada con Remond y Drouet. Algunos mandos sí se encontraban entre los 1.400 prisioneros estimados, pues la documentación original y bibliográfica recurrentemente alude a la presencia del príncipe duque de Aramberg, del general Brun (“Brom” o “Montbrun”23), del jefe de estado mayor de la división Hidry, y de dos comandantes, treinta oficiales y muchos sargentos. Igualmente, se habla del abandono de dos cañones, obuses, un carro de munición

19 DE LA PuEnTE PInTADO, J.M. Op. cit., p. 18. 20 Parte del comandante general de la vanguardia el Mariscal de Campo conde de Penne Villemur. Mérida, 30 de octubre

de 1811 (AHN, DIVERSoS-CoLECCIoNES, 109, N.3. Puede consultarse en http://pares.mcu.es/). 21 Parte del segundo comandante general de la vanguardia el brigadier D. Pablo Morillo. Zarza de Montánchez, 28 de

octubre de 1811 (AHN, D-C, 109, N.3. Puede consultarse en http://pares.mcu.es/). 22 Parte del comandante general de la vanguardia el Mariscal de Campo conde de Penne Villemur. Mérida, 30 de octubre

de 1811 (AHN, D-C, 109, N.3. Puede consultarse en http://pares.mcu.es/). 23 Según nota remitida por D. Pedro Girón al general Castaños desde el propio campo de batalla de Arroyomolinos a las 11

h. del 28 de octubre de 1811 (AHN, D-C, 109, N.3. Puede consultarse en http://pares.mcu.es/).

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con sus seis mulas, “la bandera del regimiento 40, además de otra cogida por las tropas inglesas, un águila que hasta ahora no se ha podido encontrar, todos los equipajes, bagajes…”; y nos consta que además hubo “incautación privada” por parte de soldados aliados y lugareños. Todavía se exhiben con orgullo, por su valor simbólico, algunos de los trofeos arrebatados a los franceses, como los afamados “french drummers” recuperados por las tropas británicas del Border Regiment (que incluye hoy al regimiento 34 de infantería, presente en la acción de Arroyomolinos) -custodiados en su Museo del Castillo de Carlisle24- que tienen a bien mantener en su insignia, hasta el presente, la divisa “Arroyo dos Molinos”25 que recibieran como recompensa de guerra.

Además de los grandes adalides ensalzados por Girón (el conde de Penne Villemur, D. Pablo Morillo y D. Juan Downie), entre los militares recomendados en esta acción por su celo y valor, los partes elogian a los ayudantes generales del es-tado mayor D. José Espeleta y D. Pacual Enrile; al capitán D. Tomás Mateos y a los tenientes D. Nicolás de Santiago, D. Esteban Cortijo y D. Antonio Mercado; así como al coronel Espino. Con no menos enaltecimiento que en los documentos oficiales, esta victoria también tuvo su eco en el mundo de las letras; así D. Cristóbal de Beña plasmó la “Jornada de Arroyomolinos” en su obra Lira de la libertad. Poesías patrióticas, publicada en Londres hacia 181326; y el imaginario popular local ha se-guido rimando hasta hoy cancioncillas y coplas que rememoran el episodio bélico27. No era para menos: había “dejado de existir -según palabras que aparecen en el parte de guerra dirigido a Castaños por D. Pedro Agustín Girón- la más florida divi-sión del ejército enemigo del mediodía de España”. Huida del cabecilla enemigo al margen, y más allá de la euforia del momento, desde el punto de vista de la historia militar reparaba De la Puente Pintado28 en que la acción de Arroyomolinos puede considerarse la primera de toda una serie de victorias que, ensanchando el terreno ocupado por el 5º Ejército, consiguieron para las fuerzas aliadas una importante cuña central que posibilitó las dos decisivas operaciones -conquistas de Ciudad Rodrigo (19 de enero de 1812) y Badajoz (7 de abril de 1812)- con las que se aca-bó de derrumbar la ocupación francesa de las provincias extremeñas. Las tropas napoleónicas desalojarían la región mediado el mes de mayo por el mismo puente de Almaraz a través del cual habían efectuado su entrada en 1808.

II.2. El brigadier Pacheco en la Guerra de la Independencia: el primer escenario para una vida de héroe

Al margen de su participación en los hechos que acabamos de referir, la intensa vida militar del extremeño D. Diego Pacheco29 -el primer brigadier Pacheco- tiene en el marco de la Guerra de la Independencia su primera gran etapa. Al principio sirvió en el ejército que mandaba el marqués de Zayas, comendador de Alcuéscar. Algo después fue “comisionado” para internarse en el ejército francés cuando se

24 The Museum of the Border Regiment, en http://www.kingsownbordermuseum.btik.com/home.ikml (en lectura del 5 de agosto de 2008).

25 De hecho, en la bibliografía británica la acción de Arroyomolinos es reconocida mayoritariamente como la batalla de “Arroyo dos Molinos”, tomándose la contracción “dos” de la empleada por sus compañeros de filas portugueses en su “Arroio dos Moinhos”.

26 http://www.cervantesvirtual.com/servlet/Sirveobras/77927823139541939398768/p0000001.htm?marca=Arroyomolinos#I_12_ (en lectura del 5 de agosto de 2008).

27 MARTÍnEZ TERRón, L. Op. cit., pp. 53 y 60-61. 28 DE LA PuEnTE PInTADO, J.M. Op. cit., p. 22. 29 Para la elaboración de este subepígrafe hemos consultado esencialmente su “Hoja de Servicios”, expedida por

la Capitanía General del Ejército y Provincia de Extremadura y custodiada en el Archivo General Militar de Segovia; además de HERNáNDEZ PACHECo, E. Op. cit., VI 27, pp. 21-25.

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hallaba en las inmediaciones de Badajoz, cuyos servicios ejecutó con bastante tino, aportando noticias sobre el número de armas, situación y movimientos del enemi-go, y dirigiendo varios “pasados” al ejército español. También fue “comisionado” por la Junta Superior de Extremadura y el Marqués de la Romana. Tras la acción de Arroyomolinos, puede destacarse su presencia en la retirada de Alcalá de Henares a Ciudad Rodrigo (1 al 23 de noviembre de 1812); en la gloriosa batalla de Vitoria (21 de junio de 1813), en puerto de Venta Artea, pueblo de Sorauren y Epelette (10 de noviembre); en el reconocimiento del río Nive (día 12), su paso y la ac-ción de Arrocaray (9 de diciembre); en las alturas de Geleta (10 y 16 de enero de 1814), las acciones sobre Geleta y Pale (14 al 16 de enero) y el bloqueo de la plaza de Navarrés (24 de febrero al 1 de mayo de 1814). A lo largo de esos años sirvió empleos de soldado distinguido (6 de junio de 1808, Mallorca)30 y subteniente (21 de abril de 1810, Tiradores de la Legión Extremeña); y, ya estando en América, recibió la condecoración de la Cruz concedida al Ejército de Reserva de Andalucía por la campaña del año 1813. Pero esta trayectoria militar, plagada de campañas y heroicas acciones, se completa con una intensa participación en las Guerras de Independencia Hispanoamericanas31 y algún episodio en la Primera Guerra Carlista32 tras su regreso a España.

30 Entre paréntesis, el tiempo en que empezó a servir en cada empleo y regimiento. 31 Las Guerras de Independencia Hispanoamericanas son sin duda las que atesoran las más brillantes acciones de

D. Diego Pacheco. Pese a no ser objeto específico de este Congreso, no podemos dejar de señalar que siguió la expedición de ultramar a las órdenes del capitán general D. Pablo Morillo, y en ella se halló en la reconquista de la Isla Margarita (abril de 1814). Desempeñó el empleo de ayudante de campo (2 de septiembre de 1814) del general D. Juan Manuel Pereyra, de la 4ª división del Ejército Expedicionario a Costa Firme. Se halló en la pacificación de la provincia de Carracas (sic), participando en diversas acciones (Ticaya, Terrado, Quebrada de la Calera, Cachimaya, Jujui, Salta), siendo herido de bala de fusil en la del 18 de mayo de 1817 cerca del Río de Bueyes y Campo de Cayacaya. Desempeñó el empleo de ayudante de campo del comandante general del ejército de reserva D. Mariano Ricafort (en 1818-19), estando en la expedición de Salta (1820) y siendo recomendado en ella por su papel en las acciones de Cavaña y Cerrillos. Ayudante de campo del general en jefe del Ejército del Sur (desde enero de 1820 a febrero de 1821), se halló también en las acciones dadas al caudillo Martín Lanza en los altos de Cavarri entre 1821 y 1822. El 7 de septiembre de ese mismo año de 1822 fue nombrado comandante general de los Valles por el Sr. brigadier D. Jerónimo Valdés al efecto de concluir la total pacificación de ellos. Gozó de una Cruz de distinción por la batalla de Moguegüa (sic) (21 de enero de 1823). Comisionado por el general en jefe D. José Canteral para perseguir a los enemigos que se habían internado en la provincia de Carangas y a los que habían desembarcado en Arica; participó en la campaña contra el ejército enemigo que invadió el alto Perú mandado por Santa Cruz, con una acción distinguida en la batalla de Cepitá (24 de agosto de 1823), además de otras intervenciones (Puente del Desaguadero, marcha desde Arequipa a Moguahua). Como ayudante de campo del general en jefe del Ejército del Sur, desde comienzos de 1824 marchó a los Valles de La Paz, en donde tuvo repetidas expediciones contra varios caudillos, hasta octubre, en que se reunió al Ejército del norte, y se halló en la última campaña en la que mandó en jefe la columna de cazadores (con acciones en Altos de Bombou, Talaverilla y Matará, en la que se distinguió en diciembre de 1824). Finalmente, estuvo en la batalla de Ayacucho, donde capituló el ejército español y se declaró independiente la Gran Colombia. Nombrado Brigadier de Infantería de los Reales Ejércitos el 3 de diciembre de 1824 por conveniencia del Virrey del Perú y Conde de los Andes, se embarcó en el puerto de Quilea con destino a España el 1 de enero de 1825, atracando a puerto el 1 de julio de ese mismo año.

32 Tras su regreso de América, fue empleado (el 9 de febrero de 1827) de jefe de la 3ª Brigada de de Ex Voluntarios Realistas de Extremadura, destino en que sirvió a satisfacción hasta el 19 de noviembre de 1833. El 22 de septiembre de ese mismo año había sido nombrado por el capitán general D. José Ramón Rodil comandante general del Cordón Sanitario de Badajoz. En el contexto de la Primera Guerra Carlista, se halló en la persecución del caudillo Cuesta, comandando las fuerzas de la acción del Prado de Lácara (8 de mayo de 1834). Desempeñó las comandancias de los cantones de Montánchez y Trujillo, hasta su nombramiento como comandante general de la provincia de Jaén (17 de marzo de 1835) y Cáceres (20 de julio de 1835). El 30 de agosto, a causa de una quebrantada salud efecto de sus heridas, se le exoneró de dicha comandancia y se le concedió su cuartel para Alcuéscar. Tras más de 40 años de servicio, el 28 de septiembre de 1836 se le expidió el diploma de Caballero con la Cruz y Placa de la Real orden de San Hermenegildo.

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III. [SECRETO] LA PARTICIPACIÓN DE ALCUÉSCAR Y D. FRANCISCO PÉREZ PAVÓN CABEZUDO

Desde aquellos lejanos días de 1811 se atribuyen al mariscal Nicolas-Jean de Dieu Soult, duque de Dalmacia, las célebres palabras -hoy casi de dominio público- de que “una sorpresa deshonra más a un oficial que una derrota. El soldado más valiente puede ser derrotado, pero el que se deja sorprender no es digno de ser oficial”33. Una sorpresa, absolutamente responsable de la victoria aliada, en la que sin duda jugó un papel no menor el pueblo de Alcuéscar.

III.1. Alcuéscar

La responsabilidad alcuesqueña en este triunfo va más allá de la mera partici-pación en el campo de batalla del valeroso subteniente D. Diego Pacheco, y sus guías, que ya hemos referido. De hecho, los partes e informes de la batalla de Arroyomolinos que se elevaron tanto a Wellington como a las Juntas españolas recogen la buena disposición de la población civil en los términos más elogiosos: “nada hay que pueda exceder a la buena y amistosa disposición de los habitantes del territorio por donde hemos pasado” -decía Hill, refiriéndose más tarde explíci-tamente- “a la lealtad y patriotismo tanto de los habitantes de Alcuéscar como de Arroyomolinos”. También algunos cronistas mencionan la valiosa ayuda recibida de los naturales del país, anotando Napier cómo “durante la noche del día 27, todos los españoles, tanto en Arroyo como en Alcuéscar, sabían que los aliados estaban cer-ca, y no se encontró ninguno que fuera tan bajo o tan indiscreto como para delatar este hecho”34. Algo parecido puede leerse incluso en la literatura de viajes, como el conocido Manual para viajeros por España y lectores en casa (1845) del inglés Richard Ford, donde, al transitar por la ruta LVII, de Mérida a Plasencia, se califica a los de Alcuéscar, en aquella noche del 27 de octubre, de “honestos habitantes que guardaron el secreto”. Pero particularmente sugerentes nos resultan unas palabras del parte de guerra de D. Pedro Agustín Girón que traslucen la responsabilidad alcuesqueña en lo referente, en concreto, a la información sobre la ubicación del enemigo: “…y todas las tropas se reunieron al anochecer en el pueblo de Alcuéscar. Al llegar a él supimos, con no poca admiración, que la división del general Girard se hallaba en Arroyo-Molinos (sic), lugar situado a una legua corta de la villa de Alcuéscar, de lo que cerciorado el señor general Hill, dio sus disposiciones para ata-carlo a el amanecer del siguiente día”35.

Llegados a este punto, hemos de indicar que el motivo esencial que nos ha ani-mado a presentar esta comunicación es la posibilidad de concretar aún más esa re-ferencia genérica de D. Pedro Agustín Girón en torno a la participación de Alcuéscar en la revelación del paradero exacto de los franceses en Arroyomolinos. Con base en una documentación que vamos a presentar seguidamente, creemos estar en disposición de abogar por la implicación especial de una persona en concreto, D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo, en el secreto que hizo posible el desarrollo de la sorpresiva acción militar.

33 Argumento con el que el mariscal Soult desposeyó -cuando todos esperaban su fusilamiento- al general Girard del mando de su división, que fue a continuación entregada al general Barois.

34 nAPIER, w.F.P. History of the War in the Peninsula and in the South of France, London & New york, 1892. Se trata de una fuente, no obstante, sobre la que se han expresado no pocos reparos (véase, por ejemplo, SAñUDo BAYón, J.J. Op. cit., p. 17).

35 Parte del segundo general del quinto ejército al Excmo. Sr. general en jefe sobre la acción del 28 de octubre de 1811 sobre Arroyo-Molinos y movimientos anteriores. Mérida, 30 de octubre de 1811 (AHN, D-C, 109, N.3. Puede consultarse en http://pares.mcu.es/).

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III.2. D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo ¿comisionado, confidente o simple-mente patriota?

Desde hace casi dos siglos, entre los libros que han conformado las sucesivas bibliotecas privadas de la familia Pavón36 siempre se ha encontrado uno muy es-pecial. Se trata de una Real Ejecutoria, la concesión de un Privilegio de Hidalguía dado en 1818 por su majestad el rey D. Fernando VII “a D. Francisco Pérez Pavón y Cabezudo para sí y sus sucesores, perpetuamente”. Un documento, cuidadosamen-te conservado de generación en generación, que consta de un texto encuadernado, formado básicamente por tres apartados, al que acompaña en una cajita de plata el sello del monarca:

El primero de ellos -de 25 folios sin numerar- está fechado en palacio a catorce de agosto del referido 1818, y en él Fernando VII, a petición del interesado, se sirve conceder dicho Privilegio, que es refrendado por el Sr. D. Juan Ignacio de Ayestarán, “del Consejo de Su Majestad su secretario y de la Cámara de Gracia y Justicia y Estado de Castilla”. El segundo -de 52 folios, también sin numerar- está redactado -a petición de D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo y su esposa, Dª Francisca García Molano Blasa- por D. Julián Zazo y Ortega, “Cronista y Rey de Armas de Número en todos los Reinos, Dominios y Señoríos de la Católica Majestad del Señor Don Fernando Séptimo”, y, firmado en la villa de Madrid a dos de septiembre de 1818, contiene explicación de las armas y blasones de las familias Pérez Pavón, García Molano, Sánchez Burdallo y Morera -que, respectivamente, les corresponden a am-bos consortes- y mérito de sus orígenes, solares y varones ilustres que se han dis-tinguido en ellas. Finalmente, el tercero es un acta -de dos folios, levantada en la villa de Alcuéscar el tres de octubre de 1818 por el escribano de ella, Benito Bacas- de la reunión en pleno en que su Ayuntamiento37 acordó guardar y cumplir todas las partes de la Real Ejecutoria; anotar en los Padrones Vecindarios a D. Francisco y sus hijos como “nobles notorios de sangre, casa y solar”; y quedar testimonio de ello en el Libro Capitular38.

Es por su relación con el tema histórico que nos ocupa por lo que traemos a colación este documento, que ofrece información particularmente sugestiva en su primer apartado39, donde explícitamente se refieren algunos de los méritos por los que se concede el privilegio a su titular y descendientes (fig. 3): “Que siendo vos Regidor al principio de la revolución estregasteis por vía de donativo tres mil reales, y otros tres mil para el pago de la contribución de ocho millones en el propio año40, y además cedisteis a mi favor veinte y siete mil setecientos noventa y cuatro reales que se os debían por suministros hechos a mis tropas: QUE durante la próxima pasada guerra proporcionasteis a las mismas tropas noticias interesantes de la situación y fuerzas del enemigo, por lo que merecisteis que el General Zayas41 os diese gracias, sin que por dichos servicios se os haya hecho merced alguna”.

36 Nos referimos, en particular, a las de las familias Pérez Pavón Molano, Pérez Pavón Cáceres, Pavón Pavón, Pavón Cáceres y Pavón Mayoral.

37 Constituido por D. Antonio González Xil y Juan Burgos Bote (alcaldes ordinarios por ambos estados); Andrés Molano (regidor por el estado noble en depósito), Lucas Fernández Antillano (regidor por su estado general); Pedro Espacio, Andrés Martín (diputados); y D. Fernando Valberde (procurador síndico general y personero del común de vecinos).

38 El 7 de octubre de 1818 el escribano Benito Bacas puso en el Libro de Acuerdos testimonio literal de la Real Ejecutoria, así como las notas correspondientes en los Padrones Vecindarios.

39 Privilegio de Hidalguía, f. 7v y 8. Estos datos se reiteran en el segundo apartado, f. 43v y 44. 40 ofrecidos en el contexto del empréstito forzoso de los 8.000.000 de reales que en julio de 1808 estableció la

Junta Suprema de Extremadura: GARCÍA PÉREZ, J. y SánChEZ MARROYO, F. “Guerra, reacción y revolución (1808-1833)”, Historia de Extremadura, IV, Badajoz, 1985, p. 663.

41 Esta referencia en el Privilegio de Hidalguía al “General Zayas”, si bien es explícita, puede introducir algo de duda. En este sentido -como ya se ha expresado- conocemos algunos trabajos donde se manifiesta que D. Diego Pacheco

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Teniendo en cuenta que el general D. Pedro Agustín Girón refiere -como he-mos visto- que es al llegar a Alcuéscar la noche del día 27 cuando conocen, “con no poca admiración”, que las tropas de Girard estaban en Arroyomolinos, resulta tentador relacionar ello con las “noticias interesantes de la situación y fuerzas del enemigo” proporcionadas por D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo. Pero, ¿quién era este hombre?

Según su partida bautismal, Francisco Pérez Pavón Cabezudo nació en 1775 -tenía por tanto unos 36 años cuando se dio la acción de Arroyomolinos- y era hijo de Francisco Pavón Higuero y María la Lozana Ventura; y nieto de otro Francisco Pavón y María la Higuera, y, por vía materna, de Juan Sánchez Cabezudo y María la Lozana Blasa42, de las “familias más decentes, honradas y antiguas de la expre-

sirvió al principio en el ejército que mandaba el marqués de Zayas (HERNáNDEZ PACHECo, E. Op. cit., VI 27, pp. 21), y que éste llegó a la villa de Alcuéscar con 5.000 hombres el 27 de octubre de 1811 (HIDALGo VALLE, A. Op. cit., pp. 93). La relación entre D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo y D. Antonio Zaias Carrillo y Colón de Portugal, Marqués de Zayas, mariscal de campo y teniente general de los Reales Ejércitos de Su Majestad, destinado en el 5º Ejército, está documentada, pues éste, comendador de Alcuéscar, ofició como padrino en el bautizo de Francisco Pérez Pavón Molano, hijo del primero, el 29 de septiembre de 1796, y más tarde (1812) otorgó a nuestro personaje la responsabilidad de administrador de su Encomienda. Sin embargo, en los partes de guerra oficiales no hemos visto ninguna mención a dicho personaje. no obstante, aunque menos viable, no es descabellado pensar que el “General Zayas” referido fuera D. José Pascual de Zayas y Chacón, subordinado del general Cuesta en las acciones del Ejército de Extremadura hacia 1809 contra Víctor en Almaraz o Medellín, y participante en 1811 en La Albuera, quien probablemente también tuviera noticia de la información aportada por Pérez Pavón en Alcuéscar, sobre las tropas francesas sitas en Arroyomolinos, a través de D. Diego Pacheco, al que seguramente conoció.

42 Libro de Bautismos de la Parroquia de la Asunción de Alcuéscar. 1767-1786, f. 147. Consultado en la sección de microfilmes de la Biblioteca IX Marqués de la Encomienda del Cultural Santa Ana en Almendralejo. En el Privilegio de Hidalguía, en repetidas ocasiones, padres y abuelos son referidos, respectivamente, como Francisco Pérez Pavón yguera y María Sánchez Burdallo Lozana; y Francisco Pérez Pavón, María yguera Sánchez Gabriela, Juan Sánchez Burdallo Cabezudo y María Hernández Lozana.

Fig. 3: Párrafos del Privilegio de Hidalguía concedido por Fernando VII a D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo con información sobre su participación en la Guerra de la Inde-pendencia.

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sada villa de Alcuesca (sic), todos cristianos viejos, sin haber ejercido oficios viles ni sufrido castigos ni penas infamatorias”43. Fue un importante labrador, como su padre44; y al igual que algunos de sus predecesores desempeñó cargos munici-pales por el estado general, como los de “Diputado de abastos, Regidor y Alcalde ordinario”45. Había contraído matrimonio con Francisca Molano Blasa (1 de febrero de 1793), con bula de dispensación de consanguinidad46, con la que llegó a tener cinco hijos y cuatro hijas. Tuvo sólo un hermano, Juan Sánchez Pavón (ó Juan Pérez Pavón, 1777-1816); y guardó parentesco con algunos nobles47, entre ellos su primo segundo, el ya referido D. Diego Hernández Pacheco “Capitán de Infantería que -hacia 1818- se halla en América”. Ejerció durante algún tiempo como administra-dor de la Encomienda de Alcuéscar48. Poseyó unos bienes, libres y sin gravamen alguno, que le producían anualmente de 55.000 a 60.000 reales49, muy suficientes para mantenerle con la decencia requerida por la gracia concedida en 1818. Tras permanecer el resto de su vida en Alcuéscar, fue enterrado el 8 de Octubre de 1848, al haber fallecido la noche anterior a la edad de 73 años50.

D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo responde, por tanto, a ese perfil de gran propietario rural o “sujeto pudiente”, sensible a colaborar en la financiación de las tropas españolas en guerra, tal y como se pone de manifiesto en la documentación presentada51. Además, tanto su condición de labrador -grupo social especialmente proclive a formar parte de la guerrilla52- como el buen conocimiento que por arraigo debió poseer de la zona, y los múltiples contactos que por su oficio, desempeño municipal y parentesco debió tener, lo convertirían, incluso, en un hombre espe-cialmente idóneo para haber desempeñado funciones de informador53. Como se ha recordado recientemente, el rastro documental de quienes ejercieron función de

43 Privilegio de Hidalguía, primer apartado, f. 4v. 44 En el Interrogatorio de la Real Audiencia se menciona a un Francisco Pérez Pavón (casi con absoluta seguridad

Francisco Pavón Higuero, padre de nuestro personaje), labrador, que comparece el 7 de abril de 1791 como perito, nombrado por su Ayuntamiento de Alcuéscar, para el reconocimiento del término de dicha villa. En RODRÍGuEZ CAnChO, M. y BARRIEnTOS ALFAGEME (Eds.) Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Mérida, Mérida, 1994, pp. 110-113.

45 Privilegio de Hidalguía, primer apartado, f. 4v. 46 Libro de Matrimonios de la Parroquia de la Asunción de Alcuéscar,1764-1825, f. 138. Consultado en la sección de

microfilmes de la Biblioteca IX Marqués de la Encomienda del Cultural Santa Ana en Almendralejo. 47 Era primo tercero de D. Juan Bote Galán, D. Francisco Bote Monroy y Galán (presbítero de aquella vecindad), D.

Justo Bote Monroy y Galán (vecino de la Villa de Torre de Santa María); y sobrino de D. Antonio Gil (alcalde de Alcuéscar por el estado noble en 1818), D. Juan Antonio Gil , D. Luis Bote Monroy, D. Martín Hernández Pacheco (presbítero), y D. Juan Bote de Monroy (presbítero), todos ellos vecinos de la villa de Alcuéscar; y de D. Juan Solis y Mena (vecino de la villa de Almoharín). Privilegio de Hidalguía, primer apartado, f. 5 y 5v.

48 Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Protocolos notariales, lg. 95, año 1812, ff. 144 y ss. 49 Privilegio de Hidalguía, primer apartado, f. 8. Se trataba de una suma muy considerable, si la contrastamos con las

ganancias de sus coetáneos. Sirva, por ejemplo, la cifra de 15.000 reales de vellón anuales a que ascendía el sueldo íntegro del mencionado D. Diego Pacheco, en su calidad de brigadier, en el año de su fallecimiento (Certificación del Subintendente Interventor militar del distrito de Extremadura, Badajoz, 8 de septiembre de 1858: Archivo General Militar de Segovia).

50 Libro de Defunciones de la Parroquia de la Asunción de Alcuéscar. 1845-1851, ff. 94v-95. Consultado en la sección de microfilmes de la Biblioteca IX Marqués de la Encomienda del Cultural Santa Ana en Almendralejo.

51 No se encuentra, sin embargo, referencia alguna a Francisco Pérez Pavón Cabezudo entre los datos de donantes publicados por GóMEZ VILLAFRAnCA, R. Op. cit., pp. 20-43.

52 Son varios los trabajos que, utilizando la información básica de Ronald Fraser (La maldita guerra de España. Historia social de la Guerra de la Independencia, Barcelona, 2006), señalan en nuestros días ese hecho, como -entre otros- los de ABELLA, R. y nART, J. Guerrilleros. El pueblo español en armas contra Napoleón (1808-1814), Madrid, 2007, p. 89; FOnTAnA, J. La época del liberalismo, Madrid, 2007, p. 52; y MoLINER PRADA, A. “El fenómeno guerrillero”, La Guerra de la Independencia en España (1808-1814), Barcelona, Moliner, 2007, p. 147.

53 Sabemos que D. Diego Pacheco fue “comisionado” (es decir, espía) en el entorno de Badajoz, pero, aunque no puede descartarse, desconocemos si éste pudo llegar a recomendar a su paisano y pariente Francisco Pérez Pavón Cabezudo, persona de confianza y muy introducida en la zona (características muy valoradas para esas

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“comisionados”, o espías, es discontinuo y disperso, cuando no ausente; por lo que su estudio resulta muy complicado54. Aunque, por éstas y otras circunstancias, no puede negarse absolutamente su integración en una red de este tipo, que partien-do del ámbito civil canalizara y remitiera información sobre el enemigo desde los agentes operantes en el nivel de base a las Juntas correspondientes, hoy por hoy -a falta de datos más solventes- la prudencia nos lleva a pensar que nuestro persona-je fuera simplemente un patriota, como tantos otros, que ejerció en ese momento de “confidente accidental”, al dar cuenta de unos datos frescos que conocía -tal vez por su simple relación con otros comarcanos- aquella noche del 27 de octubre de 1811 en que las tropas aliadas llegaron a su pueblo. Sea como fuere, una vez más, y como tantas a lo largo de la guerra, la información se convirtió en una necesidad esencial para la acción militar55.

Perdidos los papeles municipales de la época56, la resonancia de la concesión del Privilegio al que nuestro hombre se hizo acreedor se percibe años más tarde en los registros parroquiales, cuando el cura D. Gonzalo Antonio Limones anota al margen de diversas actas (como las de su boda, o las de los bautizos de sus hijos Francisco, Isabel, Juan Cipriano…) este hecho; permitiéndonos la revisión detenida de dichos registros llegar a la conclusión de que fue la única persona de Alcuéscar distinguida en ese contexto. El propio conde de Canilleros y de San Miguel (1961) incluirá a los apellidos “Pavón”, “Pavón Cabezudo” y “Pérez Pavón” en su listado de Nobles empadronados en Extremadura en 182957: las aspiraciones de D. Francisco se habían colmado.

Y es que -para concluir- la concesión del Privilegio de Hidalguía, y la partici-pación en los hechos que acabamos de referir, fueron acompañadas, para bien de D. Francisco Pérez Pavón Cabezudo, del refrendo social a una preeminencia económica probablemente labrada con mucho esfuerzo por él, su padre y abuelos; pero igualmente generosa para con “la Patria, la Religión y el Rey”, indudables elementos aglutinantes de la movilización popular española entre 1808 y 181458. Precisamente el 7 de octubre de ese triunfal 1814 su primogénita, María, contrajo matrimonio con D. Juan Bote Galán. Era el comienzo de un proceso de integración en la pequeña élite nobiliaria local que pronto seguirían Francisco (casado en 1816 con Dª Maria del Carmen Cáceres Cordovés Pérez), Isabel (casada en 1825 con D. Domingo Antillano Hernández), Juan Cipriano (casado en 1828 con Dª Trinidad de Cáceres Flor Gamino), Josefa (casada con el natural de Arroyomolinos D. Álvaro Corral Cáceres), y Catalina (casada con su primo hermano Francisco Pavón Cáceres en 1834). Un sinnúmero de oportunidades se abrieron para la familia tras 1818, accediendo por primera vez al ámbito universitario algunos de sus miembros, en el que sus hijos Juan Cipriano y Miguel llegaron a licenciarse en Leyes, ejerciendo incluso éste ultimo como juez en diversas poblaciones59. Unas posibilidades de pro-moción social que se extendieron, además, a los parientes más directos: su propia

funciones, según comunicación personal del Coronel de Infantería J.J. Sañudo que agradecemos), para que ejerciera funciones de informador en la comarca de Montánchez.

54 CASSINELLo PÉREZ, A. “El Servicio de Información español durante la Guerra de la Independencia”, La Guerra de la Independencia (1808-1814). El pueblo español, su ejército y sus aliados frente a la ocupación napoleónica, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007, pp. 167-168.

55 DE DIEGO GARCÍA, E. Op. cit., p. 109. 56 Censo de Archivos Municipales de Extremadura (avance parcial), Cáceres, Vol. I, Mérida, 1999, pp. 41-44. 57 En http://extremaduragenealogica.net puede consultarse el Índice Onomástico elaborado a partir de esta obra por

Joaquín Ignacio Polo (2005). 58 DUFoUR, G. “¿Por qué los españoles se alzaron contra Napoleón?”, España 1808-1814. La Nación en armas,

Madrid, Ministerio de Defensa, 2008, p. 81. 59 Expediente Personal del Juez Miguel Pérez Pavón (1836-1843): Ahn, FC-Mº JuSTICIA, MAG-JuECES, 4.768, Exp.

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sobrina, María Jerónima Pavón Cáceres, de 16 años y tutelada por D. Francisco tras el fallecimiento en 1816 de su padre (su hermano Juan Sánchez Pavón)60, habría de casarse en 1827 con el mismísimo D. Diego Hernández Pacheco (a la sazón un señor de casi 38 años), pasando a protagonizar más tarde el ya referido relato “La Brigadiera”61, donde quedó inmortalizada. Savia nueva, la que trajeron tam-bién los ecos de la Guerra de la Independencia, para los últimos días del Antiguo Régimen.

TABLA I

Fuerzas presentes en Arroyomolinos de Montánchez el 28 de octubre de 1811 (fuente: Instituto de Historia y Cultura Militar. http://www.ejercito.mde.es/ihycm/ archivo/).

UNIDADES DEL EJÉRCITO IMPERIAL NOTICIAS

Bélgica. Cazadores a caballo. Regimiento nº 27

Brigada Brun. 325 hombres. Coronel D’Aremberg preso

Francia. Dragones. Regimiento nº 20 Brigada Brun. 325 hombres (¿)

Francia. Infantería de línea. Regimiento nº 34

División Girard. Brigada Dombrowsky. 3 batallones. 1250 hombres

Francia. Infantería de línea. Regimiento nº 40

División Girard. Brigada Dombrowsky. 3 batallones. 1250 hombres. El 4º batallón pierde bandera

Francia. Infantería de línea. Regimiento nº 64

División Girard. 2ª Brigada Remond. No está en la acción

Francia. Infantería de línea. Regimiento nº 88

1ª División. 2ª Brigada Remond. No está en Arroyomolinos

Francia. Húsares. Regimiento nº 10 No está en Arroyomolinos

Francia. Dragones. Regimiento nº 26 No está en Arroyomolinos

UNIDADES DEL 5º EJÉRCITO ESPAñOL NOTICIAS

Legión Extremeña. Regimiento de infantería ligera Downie. Hace 200 prisioneros

1º de Lusitania. Caballería, dragones (2º de húsares)

Reina. Regimiento de caballería de línea

Sagunto. Regimiento de dragones, caballería Marcha hacia Mérida

Unión. Regimiento de infantería de línea

Voluntarios de la Victoria. Regimiento de Infantería ligera División Morillo. 1 batallón

2º del Algarve. Caballería de línea Teniente coronel Antolin Reguilon

60 Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Protocolos notariales, lg. 95. Año 1818, ff. 49 y ss. 61 HERNáNDEZ PACHECo, E. Op. cit.

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UNIDADES DEL EJÉRCITO BRITÁNICO-PORTUGUÉS NOTICIAS

Alemania. Caballería ligera. KGL. Regimiento nº 2. Husar. Brigada Long

Gran Bretaña. Caballería ligera. Regimiento nº 9. Dragones Brigada Long

Gran Bretaña. Caballería ligera. Regimiento nº 13. Dragones Brigada Long

Gran Bretaña. Infantería. Regimiento nº 28. North Gloucestershire 2ª División Hill. Brigada Wilson. 1º batallón

Gran Bretaña. Infantería. Regimiento nº 39. Dorsetshire (ligero)

2ª División Hill. Brigada Wilson. Ala derecha. Reserva. 2º batallón Howard

Gran Bretaña. Infantería. Regimiento nº 34. Cumberland 2ª División Hill. Brigada Wilson. 2º batallón

Gran Bretaña. Infantería. Regimiento nº 50. West Kent

2ª Division Hill. Brigada Howard. 1º batallón. Ala izquierda. Teniente coronel Steward

Gran Bretaña. Infantería. Regimiento nº 71. Highland Light (ligero)

2ª Division Hill. Brigada Howard. 1º batallón. Ala izquierda. Teniente coronel Steward

Gran Bretaña. Infantería. Regimiento nº 92. Gordons Highlanders

2ª Division Hill. Brigada Howard. 1º batallón. Ala derecha. Teniente coronel Steward

Gran Bretaña. Infantería. Regimiento nº 38. 1st Staffordshire

Brigada Howard. Brigada Wilson. 1º batallón

Gran Bretaña. Infantería. Regimiento nº 60. Royal American (ligero)

Teniente coronel Stewart. 1ª compañía. Ala izquierda

Gran Bretaña. Infantería. Regimiento nº 31. Huntingdonshire

Gran Bretaña. Infantería. Regimiento nº 3. The Buffs. E. Kent

Portugal. Infantería de línea. Regimiento nº 4. Freire 2 batallones de apoyo. No combate

Portugal. Infantería de línea. Regimiento nº 6. 1º de Oporto

Brigada Ashworth. 2 batallones en apoyo. No combate

Portugal. Infantería ligera. Regimiento nº 6. Oporto

Brigada Ashworth. 1 batallón en apoyo. No combate

Portugal. Infantería de línea. Regimiento nº 18. 2º de Oporto

Brigada Campbell. 2 batallones en apoyo. No combate. Marcha hacia Mérida

Portugal. Infantería de línea. Regimiento nº 10. 2º de Lisboa

Cuerpo Hill. División Hamilton. 2 batallones en apoyo. No combate