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  • HISTORIA DEL ANTIGUO EGIPTO

    OXFORD

    Edicin de

    Ian Shaw

    Traduccin Jos Miguel Parra Ortiz

    (GLFLy

    Nacho GarciaTexto escrito a mquinaEdicin electrnica Nacho Garca

    Nacho GarciaTexto escrito a mquina

  • Primera edicin: marzo de 2007

    Fotografas e ilustraciones de interior: Museum of Fine Arts, Boston (A. M. Lythgoe);The Metropolitan Mu-seum of Art, Nueva York (Rogers Fund); The British Museum; Brooklyn Museum of Art; Muse du Louvre; Museo de El Cairo;The Griffith Institute (Ashmolean Museum, Oxford) ;The Trustees of the National Museums of Scotland; Universidad de Lovaina (P. M.Vermeersch, E. Paulissen, P. van Peer y M. van Meenen); University College London Library (T. Quibell, B. Green y W B. Emery); Instituto Alemn de Arqueologa, El Cairo (W. Kai-ser, C.Vandersleyen y G. Dreyer); Oriental Institute of the University of Chicago; Egypt Exploration Society (G. Davies); Committee of the Egypt Exploration Society; Institut Franais d'Archologie Orientale (El Cairo); Committee of the Egypt Exploration Society (W. B. Emery); Canal Capital Corporation; Werner Forman Ar-chive/Museo de El Cairo; Guido Rossi (Image Bank);Jurgen Liepe Photo Archive;A. Lecler/IFAO;james Mo-rrison/Axiom; Roger Wood/Corbis; C N R S Edirion/jean-Claude Golvin; Chomon-Perino (Turin);The Sindics of the Cambridge University Library (David Roberts); Sarah Stone/Tony Stone Images; Ian Shaw; Batrix Mi-dant-Reynes; Graham Harrison; Gordon Pearson; Barbara Ibronyi; Nancy Brill; F.Wendorf; R . Schild;A. E. Clo-se; David O'Connor ; W. M. F. Petrie; J. Dorner; Manfred Bietak; Louise C. Maguire; Charles Bonnet; Barry J. Kemp; A. Lezine;V. Fritz;A. Bowman; David Peacock y dibujos de William Schenk (cortesa de Stephen Har-vey). Bsqueda de la documentacin fotogrfica realizada por Sandra Assersohn y Kathy Lockley.

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copy-right, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier m todo o procedimiento, comprendidos la reprografia y el trata-miento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prs-tamo pblicos.

    T tulo original: The Oxford History of Ancient Egypt, 2000. Esta traduccin se publica bajo licencia de Oxfo rd University Press.

    O D e la edicin, Ian Shaw, 2000 O D e la traduccin, Jos Miguel Parra Ortiz, 2007 O La Esfera de los Libros, S.L., 2007 Avenida de Alfonso XIII, 1, bajos 28002 Madrid

    Telf.: 91 296 02 00 Fax: 91 296 02 06 Pg. web: www.esferalibros.com

    Diseo de cubierta: Compaa Ilustracin de cubierta: Corb i s /Cover ISBN: 978-84-9734-623-8 Depsi to legal: M . 4.272-2007 Fotocomposicin: J. A. Diseo Editorial, S. L. Fotomecnica: Star Color Impresin: R i g o r m a Encuademacin: G m e z Aparicio Impreso en Espaa-Printed in Spain

  • NDICE

    Prefacio 11 Agradecimientos 13 Lista de autores 15

    1. INTRODUCCIN CRONOLOGAS Y CAMBIO CULTURAL EN EL ANTIGUO EGIPTO

    IAN SHAW 17

    2. PREHISTORIA DESDE EL PALEOLTICO HASTA LA CULTURA BADARIENSE

    (C. 7 0 0 0 0 0 - 4 0 0 0 A.C.)

    STAN HENDRICKXY PIERRE VERMEERSCH 3 7

    3. EL PERODO NAGADA (C. 4 0 0 0 - 3 2 0 0 A . C . )

    BEATRIX MIDANT-REYNBS 7 3

    4. LA APARICIN DEL ESTADO EGIPCIO (C. 3 2 0 0 - 2 6 8 6 A . C . )

    KATHRYN A . BARD 9 3

    5. EL REINO ANTIGUO (C. 2 6 8 6 - 2 1 2 5 A . C . )

    JAROMIR MALEK 1 2 7

    6. EL PRIMER PERODO INTERMEDIO (C. 2 1 6 0 - 2 0 5 5 A . C . )

    STEPHAN SEIDLMAYER 1 5 9

  • 8 HISTORIA DEL ANTIGUO EGIPTO

    7. EL RENACIMIENTO DEL REINO MEDIO (c. 2055-1650 a.C.) GAE CALLENDER 1 9 7

    8. EL SEGUNDO PERODO INTERMEDIO (C. 1650-1550 A.C.)

    JANINE B O U R R I A U 2 4 1

    9. LA XVIII DINASTA ANTES DEL PERODO AMRNICO (C. 1 5 5 0 - 1 3 5 2 A.C.)

    BETSY M . BRYAN 2 8 7

    10. EL PERODO AMRNICOY EL FINAL DEL REINO NUEVO (C. 1 3 5 2 - 1 0 6 9 A.C.)

    JACOBUS VAN DIJK 3 5 9

    11. EGIPTO Y EL MUNDO EXTERIOR IAN SHAW 4 1 1

    12. EL TERCER PERODO INTERMEDIO ( 1 0 6 9 - 6 6 4 A.C.)

    J O H N TAYLOR 4 3 1

    13. LA BAJA POCA ( 6 6 4 - 3 3 2 A.C.)

    ALAN B . LLOYD 4 8 1

    14. EL PERODO PTOLEMAICO (332 -30 A.C.)

    ALAN B . LLOYD 5 1 1

    15. EL PERODO R O M A N O (30 A.C.-395 D.C.)

    DAVID PEACOCK 5 4 1

  • NDICE 9

    Eplogo 571 Lecturas complementarias 573 Glosario 613 Cronologa 623 Lista de mapas y planos 629 Indice analtico 631

  • PREFACIO

    Esta obra describe el nacimiento y desarrollo de la inconfundible civili-zacin de los antiguos egipcios desde sus orgenes en la Prehistoria has-ta su incorporacin al Imperio Romano. En 1961, basndose en los datos textuales y arqueolgicos disponibles entonces, sir Alan Gardiner ofreci una imagen fresca y detallada de la historia de Egipto en su Egypt of the Pharaohs [edicin espaola: El Egipto de los faraones, 1994]. La obra de Gardiner se cen-traba sobre todo en la actividad de los reyes, los gobiernos y los grandes fun-cionarios a lo largo de los siglos, desde el comienzo del Perodo Faranico hasta la llegada de los ptolomeos. En cambio, la Historia del Antiguo Egipto no slo se ocupa de los cambios polticos, sino tambin del desarrollo social y econmico, de los procesos de cambio religioso e ideolgico y de las ten-dencias de la cultura material, ya se trate de los estilos arquitectnicos, de las tcnicas de momificacin o de la fabricacin de cermica. El mayor alcance de esta imagen histrica se basa en la nueva documentacin disponible, que ha comenzado a aparecer cuando los arquelogos han empezado a estudiar y excavar ciertos tipos de yacimientos despreciados anteriormente.

    Cada captulo describe y analiza una fase concreta de la historia del Antiguo Egipto. Los autores destacan la secuencia principal de los aconte-cimientos polticos, cuyos restos han sobrevivido en diverso grado en los textos. N o obstante, utilizando de teln de fondo el auge y cada de la dinasta reinante, tambin estudian los patrones culturales y sociales del pe-rodo, incluidos los cambios estilsticos acaecidos en el arte y la literatura. Esto les permite comparar y contrastar fases puramente polticas con res-tos arqueolgicos y antropolgicos que engloban desde los cambios de estilo de la cermica hasta las tasas de mortalidad humana. Cada autor in-tenta profundizar no slo en cules son los factores del cambio cultural en los distintos momentos de la historia egipcia, sino tambin en por qu algunos cambian con ms rapidez que otros y permanecen sorprendentemente es-

  • 12 HISTORIA DEL ANTIGUO EGIPTO

    tables en momentos de malestar poltico. N o obstante, todos los captulos estn marcados por la irregularidad de los datos arqueolgicos existentes, lo cual implica que algunos yacimientos y perodos pueden ser estudiados recurriendo a una inmensa variedad de fuentes, mientras otros slo pue-den ser reconstruidos de forma provisional debido a la carencia de ciertos datos (originada por una mala conservacin, una mala tcnica de excava-cin o una mezcla de ambas). Dado que cada perodo de la historia de Egipto es el resultado de la suma de la arqueologa y los textos, cada cap-tulo de esta obra refleja de forma directa esa abundancia o escasez de do-cumentacin. Por esta misma razn, las diferencias de estilo, nfasis y con-tenido que se aprecian entre los distintos autores encuentran su origen principalmente en la naturaleza de las pruebas con las que estn tratando.

    Si bien la secuencia de los captulos adopta la forma de una progre-sin histrica relativamente lineal, desde el Paleoltico hasta la poca ro-mana, cada seccin contiene puntos de vista crticos sobre cada fase, que en ocasiones ponen en entredicho su consideracin como unidades cro-nolgicas independientes o estudian si existen en la cultura material ten-dencias ms amplias que trascienden (e incluso se enfrentan) al marco po-ltico observado. Por ejemplo, en uno de ellos se menciona que el inconfundible descenso en el tamao de las pirmides a partir de la IV Dinasta no necesariamente significa un descenso del poder real, como la mayora de los historiadores asumen, sino que por el contrario puede ser un indicio de un uso ms eficaz de los recursos a finales del Reino Antiguo y durante el Primer Perodo Intermedio.

    El ritmo de los cambios en aspectos de la cultura egipcia como la ar-quitectura monumental, las creencias funerarias y la etnicidad no estuvo li-gado necesariamente al ritmo de los cambios polticos. Cada autor de este volumen ha intentado dilucidar los factores subyacentes a los cambios socia-les y polticos y describir, sin olvidarse del peligro que supone la distorsin y parcialidad de la arqueologa y los textos, el aspecto verstil de la cultura egipcia, desde los detalles biogrficos de los individuos hasta los factores so-ciales y econmicos que influyeron en la vida de toda la poblacin.

    IAN SHAW

    School of Archaeology, Classics and Oriental Studies University of Liverpool, 31 de enero de 2000

  • AGRADECIMIENTOS

    uisiera expresar mi profunda gratitud a Hilary O'Shea (editora senior de Historia Antigua de Oxford University Press) y a Georga

    Godwin (editora jnior) por su ayuda en la elaboracin de este libro.Tam-bin quisiera agradecerle a Cathie Bryan su traduccin del captulo 3 y a Meg Davies la realizacin del ndice.

    Janine Bourriau quiere agradecer a Manfred Bietak, Irmgard Hein y David Aston su generoso permiso para utilizar informacin indita de las excavaciones que se estn llevando a cabo en el yacimiento de Avaris (Tell

    Alan Lloyd quisiera dejar constancia de su agradecimiento al doctor M. A. Leahy, a la doctora Dorothy Thompson y al profesor E W. Wal-bank, que leyeron versiones preliminares de sus captulos y le ofrecieron muchos y valiosos comentarios sobre los mismos.

    el Daba).

  • s

  • LISTA DE AUTORES

    IAN SHAW

    STAN HENDRICKX

    PIERRE VERMEERSCH

    BEATRIX MIDANT-REYNES

    KATHRYN BARD

    JAROMIR MALEK

    STEPHEN SEIDLMAYER

    GAE CALLENDER

    JANINE BOURRIAU

    BETSY BRIAN

    JACOBUS VAN DIJK

    J O H N TAYLOR

    ALAN LLOYD

    DAVID PEACOCK

    University of Liverpool Provinciale Hogeschool, Limburgo Katholieke Universiteit, Lovaina Centre National de Recherches Scientiques, Paris University of Boston Griffith Institute, Oxford Berlin-Brandenburgische Akademie der Wissenschaften, Berlin Macquarie University, Sydney McDonald Institute, Cambridge

    fohns Hopkins University, Baltimore Rijksuniversitt, Groningen British Museum, Londres University of Wales, Swansea University of Southampton

  • 1

  • 1 . I N T R O D U C C I N Cronologas y cambio cultural en el Antiguo Egipto IAN SHAW

    omo resulta evidente, cualquier historia depende de algn tipo de marco cronolgico; en el caso del Antiguo Egipto, conseguir

    ese sistema de datacin ha supuesto mucho tiempo y esfuerzos. Desde el momento mismo en que un sacerdote egipcio del siglo ni a.C. lla-mado Manetn escribi la primera historia de Egipto al modo occi-dental, el Perodo Faranico desde c. 3000 hasta 332 a .C. se ha dividido en varios perodos conocidos como dinastas, cada una de las cuales consiste en una secuencia de soberanos, por lo general rela-cionados entre s por factores como el parentesco o el emplazamiento de la principal de sus residencias reales. A lo largo de los aos, este tipo de aproximacin al tema ha sido muy til para dividir la cronologa egip-cia en una serie de bloques, cada uno de los cuales con sus propias ca-ractersticas diferenciadoras. N o obstante, cada vez es ms difcil recon-ciliar esta cronologa, basada en los acontecimientos polticos, con los cambios sociales y culturales que desde la dcada de 1960 estn reve-lando las excavaciones arqueolgicas.

    Cronologa

    Segn han ido aumentando y diversificndose los datos histricos y arqueolgicos sobre el Antiguo Egipto, se ha ido haciendo evidente que a menudo el sistema de Manetn pese a ser simple, duradero y conveniente impide incluir en l muchas de las nuevas tendencias cronolgicas que se pueden percibir ms all del mero traspaso del tro-no de un grupo de personas a otro. Algunos trabajos recientes mues-tran que en muchos momentos de su historia, Egipto estuvo bastante menos centralizado y unido culturalmente hablando de lo que se asu-

  • 18 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    ma con anterioridad, aprecindose cambios culturales y polticos a di-ferentes velocidades en las distintas regiones. Otros anlisis muestran que los acontecimientos polticos a corto plazo, considerados a menu-do como los factores primordiales de la Historia, pueden ser menos significativos desde un punto de vista histrico que los graduales pro-cesos de cambio socioeconmico, los cuales pueden transformar el paisaje cultural de forma abrumadora a largo plazo. Del mismo modo que los largos Perodos Predinsticos de la Prehistoria egipcia han comenzado a comprenderse en trminos de desarrollo cultural antes que poltico, el Perodo Dinstico (como sucede con los Perodos Pto-lemaico y Romano) ha comenzado a comprenderse no slo en trmi-nos de la tradicional secuencia de reyes y familias reinantes concretos, sino tambin en trminos de factores como pueden ser los tipos de pasta utilizados en la cermica o la decoracin pintada de los atades de madera.

    Las cronologas del Antiguo Egipto compiladas por los egiptlogos contemporneos combinan tres sistemas diferentes. Primero se encuen-tran los sistemas de datacin relativa, como las estratigrafas de las ex-cavaciones o la sequence dating de los artefactos, inventada por Petrie en 1899. Desde finales del siglo XX, a medida que los arquelogos han de-sarrollado una percepcin ms sutil de los modos en que cambiaban con el tiempo los materiales y diseos de los distintos objetos egipcios (sobre todo la cermica), ha sido posible aplicar formas de seriacin a muchos tipos diferentes de objetos. As, por ejemplo, la seriacin de Harco Willems de los sarcfagos del Re ino Medio ha proporcionado una mejor comprensin de los cambios producidos en las distintas pro-vincias de Egipto de la XI a la XIII Dinastas, completando la informa-cin ya disponible respecto a los cambios polticos nacionales ocurridos durante este mismo perodo.

    En segundo lugar estn las llamadas cronologas absolutas, basadas en registros de calendarios y astronmicos obtenidos de los textos anti-guos. En tercer lugar tenemos los mtodos radiocarbnicos (de los cuales los sistemas ms utilizados son la datacin por Carbono 14 y la termoluminiscencia), por medio de los cuales se pueden asignar fechas a tipos concretos de objetos o restos orgnicos en trminos de medidas de descomposicin o acumulacin radiactiva.

  • INTRODUCCIN 19

    Las fechas de radiocarbono y la cronologa egipcia

    La relacin entre los sistemas cronolgicos calendricos y radiomtricos ha sido relativamente ambivalente a lo largo de los aos. Desde finales de la dcada de 1940, cuando una serie de objetos egipcios fueron utilizados como punto de referencia para calcular la fiabilidad de una tcnica recin inventada de fechado por radiocarbono, se ha generado un consenso que considera que a grandes rasgos los dos sistemas coinciden. N o obstante, el principal problema es que el sistema de datacin calendrica tradicional, cualesquiera que sean sus fallos, prcticamente siempre posee un margen de error ms pequeo que las fechas de radiocarbono, las cuales han de ci-

    f tarse necesariamente en trminos de una amplia variacin de fechas (es decir, una o dos desviaciones estndar) y nunca son capaces de ubicar en un ao concreto (ni siquiera en una dcada especfica) la construccin o fabricacin de un edificio u objeto. Ciertamente, la llegada de las curvas de

    Aos de calendario a.C.

    2550 2450 2350 2250 2150 2050 1950 1850 2700

    2600

    Aos de calendario a.C./d.C.

    Para convertir fechas de ra-diocarbono en fechas reales de calendario, aqullas han de ser calibradas utilizando una curva dendrocronolgica (de anillos de crecimiento de los rboles). Las fechas de radio-carbono pueden ser converti-das en fechas de calendario estimadas. La lnea central de la curva muestra la estima-cin media de la edad, mien-tras que las dos lneas exterio-res muestran los lmites del error probable de la fecha (en una desviacin estndar). Es posible utilizar un diagrama de este tipo para crear una calibracin aproximada, pero se consiguen resultados ms precisos utilizando programas de ordenador de fcil acceso.

  • 2 0 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    calibracin dendrocronolgica que permiten convertir los lapsos de aos radiocarbnicos en aos calendricos concretos han supuesto una mejora significativa en trminos de precisin. Pese a todo, los caprichos de la curva y la continua necesidad de tener en cuenta los errores asociados significan que las fechas todava han de citarse como una gama de posibi-lidades ms que como un ao concreto.

    Por otra parte, la Prehistoria de Egipto se ha beneficiado enorme-mente de la aplicacin de las fechas radiomtricas, puesto que con ante-rioridad dependa de mtodos de datacin relativos (vanse los captulos 2 y 3). Las tcnicas radiomtricas han hecho posible no slo situar la sequence dates de Petrie dentro de un marco de referencia de fechas abso-lutas (por impreciso que sea), sino tambin llevar la cronologa egipcia hasta los Perodos Neoltico y Paleoltico.

    Desde la Prehistoria hasta la Historia: los artefactos de finales del Predinstico y la Piedra de Palermo

    Slo un pequeo nmero de objetos de finales del Perodo Predinstico se pueden utilizar como fuentes histricas que documentan la transicin hacia un Estado plenamente unificado. Se trata de las estelas funerarias, las paletas votivas, las cabezas de maza ceremoniales y las pequeas etiquetas (de madera, marfil o hueso) que en origen se ataron a objetos del ajuar funerario de la elite. En el caso de las estelas, paletas y cabezas de maza, su intencin evidente era conmemorar muchos tipos distintos de actos de la realeza, ya fuera la propia muerte y enterramiento del rey, ya un acto de devocin suyo hacia una deidad. Algunas de las etiquetas ms pequeas y antiguas (en especial las recientemente encontradas en la tumba real U- j en Abydos, de finales del Predinstico, vase el captulo 4) son meros registros de la naturaleza u origen del ajuar funerario al que estaban uni-das; pero algunas de las etiquetas posteriores, procedentes de las tumbas reales de Abydos, utilizan un repertorio similar de representaciones de ac-tos de la realeza para asignar a los objetos en cuestin una fecha particu-lar del reinado de un rey concreto.

    Si el propsito de este arte mueble de finales del cuarto milenio y co-mienzos del tercero era etiquetar, conmemorar y fechar, entonces su

  • INTRODUCCIN 2 1

    decoracin ha de ser considerada en trminos del deseo de comunicar el contexto del objeto atendiendo al acontecimiento y al ritual. Nick Mi-llet ha demostrado lo anterior en su anlisis de la Cabeza de Maza de Nar-mer, que formaba parte de un grupo de objetos votivos de finales del Pre-dinstico y comienzos de la poca faranica (entre los cuales se encontraban la Paleta de Narmer y la Cabeza de Maza del rey Escorpin), excavados por Quibell y Green en el recinto del templo de Hieracmpolis. El anlisis de las escenas y textos de estos objetos se ve dificultado por nuestra moder-na necesidad de distinguir entre acontecimiento y ritual. Sin embargo, los antiguos egipcios mostraron escasa inclinacin por distinguir de forma con-sistente entre ambos y, de hecho, se puede decir que la ideologa egipcia du-rante el Perodo Faranico sobre todo por cuanto est relacionada con la realeza dependa del mantenimiento de un cierto grado de confusin entre los acontecimientos reales y los actos puramente rituales o mgicos.

    En cuanto a las paletas y cabezas de maza, el egiptlogo canadiense Donald Redford sugiere que tal vez existi la necesidad de recordar ese acontecimiento nico que fue la unificacin a finales del tercer milenio a.C., pero que esos acontecimientos se conmemoran ms que se na-rran. La distincin es crucial: no podemos esperar desentraar aconteci-mientos histricos a partir de unas escenas que son ms conmemorati-

    Las escenas grabadas en la Cabeza de Maza ceremonial del rey Narmer, hallada en el templo de Hieracmpolis en c. 3000 a.C., incluyen una aparicin ceremonial del rey con la Corona Ro ja sentado en un trono a la sombra de un baldaquino, al que se accede me-diante unos escalones. Delante de l aparecen una figura sentada en una silla de mano, hi-leras de hombres barbudos (asiticos?) y animales capturados en una campaa militar. Es evidente que los prisioneros estn desfilando entre dos filas de tres mojones cada una.

  • 2 2 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    vas que descriptivas y, en caso de hacerlo, a menudo podemos vernos in-ducidos al error.

    Una de las fuentes histricas ms importantes para el comienzo del Pe-rodo Dinstico Temprano (3000-2686 a.C.) y del Reino Antiguo (2686-2125 a.C.) es la Piedra de Palermo, parte de una estela de basalto de laV Di-nasta (c. 2400 a.C.) inscrita por ambos lados con unos anales reales que se remontan hasta los mticos gobernantes prehistricos. El fragmento principal se conoce desde 1866 y en la actualidad se conserva en la coleccin del Mu-seo Arqueolgico de Palermo (Sicilia), si bien hay otros pedazos en el Museo Egipcio (El Cairo) y en el Museo Petrie (Londres). La estela original debi de tener unos 2,1 metros de altura y 0,6 metros de anchura, pero en la ac-tualidad la mayor parte est perdida y no se conserva informacin sobre su lugar de origen. Este objeto junto a los diarios, anales y listas reales inscritas en las paredes de los templos y los papiros conservados en los archi-vos templarios y palaciegos fue sin duda el tipo de documento que con-sult Manetn cuando estaba compilando su historia o Aegyptiaca.

    El texto de la Piedra de Palermo enumera los anales de los reyes del Bajo Egipto, comenzando con los muchos miles de aos que se pensaba que haban reinado los soberanos mitolgicos, hasta llegar a la poca del rey Horus, que se dice que entreg el trono al rey humano Menes. Se-guidamente se enumeran los soberanos humanos hasta la V Dinasta. El texto est dividido en una serie de lneas verticales que se curvan en su extremo superior, aparentemente para imitar el jeroglfico que significa ao de reinado (renpet), indicando de este modo los acontecimientos me-morables de cada uno de los aos de remado de cada rey. La situacin se vuelve ligeramente confusa por el hecho de que las fechas citadas en la Piedra de Palermo parecen referirse a una serie de censos bianuales de ga-nado (hesbet) en vez de a los aos que el soberano rein; por lo tanto, el nmero de aos de las fechas puede muy bien tener que multiplicarse por dos para encontrar el nmero real de aos de reinado.

    Los tipos de acontecimientos que se recogen en la Piedra de Palermo son las ceremonias de culto, el pago de impuestos, la realizacin de escul-turas, la construccin de edificios y las guerras, precisamente el tipo de fe-nmenos que se grababa en las etiquetas predinsticas de marfil y bano procedentes de Abydos, Sakkara y otros lugares de comienzos de la era his-trica. La introduccin del signo renpet en las etiquetas, producida durante

  • INTRODUCCIN 2 3

    el reinado de Djet, facilita esta comparacin. N o obstante, existen dos di-ferencias: la primera es que las etiquetas incluyen informacin administra-tiva, cosa que no hace la Piedra de Palermo; y la segunda que la Piedra de Palermo incluye la altura de la crecida del Nilo, cosa que no hacen las eti-quetas. Estos dos tipos de informacin parecen haber ocupado el mismo espacio fsico en los documentos, es decir, la parte inferior. Redford sugie-re que los genut del Reino Antiguo (los anales reales que se asume existie-ron, pero a excepcin de la Piedra de Palermo no han llegado hasta noso-tros) se preocupaban por los cambios hidrulicos/climticos que, debido a sus cruciales consecuencias agrcolas y econmicas, eran en potencia el ms importante aspecto de cambio por lo que respecta a la reputacin in-dividual de cada rey. N o obstante, este tipo de informacin hidrulica pue-de haber sido considerada como irrelevante para la funcin desempeada por las etiquetas atadas al ajuar funerario.

    Listas reales, ttulos reales y realeza divina

    Adems de la Piedra de Palermo, las fuentes bsicas con las que cuentan los egiptlogos para construir la cronologa tradicional del cambio poltico en Egipto son la historia de Manetn (por desgracia conservada slo en forma de pasajes compilados por autores posteriores, como Flavio Josefo, Julio Africano, Eusebio y Jorge Sincello), las llamadas listas reales, los registros fe-chados de observaciones astronmicas, los documentos textuales y artsticos (como relieves y estelas) con descripciones aparentemente relativas a acon-tecimientos histricos, la informacin genealgica y las sincronas con fuentes no egipcias, como las listas reales de los reyes asirios. Para las Dinas-tas XXVIII a X X X , la Crnica Demtica es una fuente nica fechada a comienzos de la poca ptolemaica referida a los acontecimientos polticos del ltimo perodo de la Baja poca, que hasta cierto punto compensa la escasez de informacin proporcionada por los papiros y monumentos de la poca (as como el hecho de que Manetn se limita a dar los nombres y la duracin de los reinados de los soberanos).Wilhelm Spiegelberg y Ja-net Johnson han demostrado que una cuidadosa traduccin e interpreta-cin de las declaraciones oraculares de este documento pseudoproftico puede arrojar nueva luz no slo sobre los acontecimientos del perodo

  • 2 4 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    (como la sospechada corregencia entre Nectanebo I y su hijo Teo), sino tambin sobre el contexto ideolgico y poltico del siglo IV a.C.

    Como otros muchos pueblos de la Antigedad, los antiguos egipcios fechaban los acontecimientos polticos y religiosos importantes no segn el nmero de aos transcurridos desde un punto fijo en la Historia (como es el caso del nacimiento de Cristo en el moderno calendario oc-cidental), sino de los aos pasados desde el ascenso al trono del rey actual (aos de reinado). Por lo tanto, las fechas aparecen recogidas segn el for-mato siguiente: Da 2 del primer mes de la estacin de peret del quinto ao de Nebmaatra (Amenhotep III). Es importante recordar que para los egipcios, al expresar las fechas en el modo en que lo hacan, el reina-do de cada rey representaba un nuevo comienzo, no de forma filosfica, sino prctica. Esto significa que probablemente hubiera una tendencia psicolgica a considerar cada nuevo reinado como un nuevo punto de origen, es decir, que esencialmente lo que cada rey haca era recrear los mismos mitos universales de la realeza dentro de los acontecimientos de su propia poca.

    U n aspecto importante de la realeza egipcia durante todo el Perodo Faranico fue la existencia de varios nombres diferentes para cada soberano. En el Reino Medio cada rey ya tena cinco nombres (la llamada titulatura quntuple), cada uno de los cuales se refera a un aspecto concreto de la rea-leza: tres de ellos hacan hincapi en el papel del rey como dios, mientras que los otros dos enfatizaban la supuesta divisin de Egipto en dos tierras unifi-cadas. El nombre de nacimiento (o nomer), como Ramss o Mentuhotep, iba precedido por el ttulo hijo de Ra y era el nico que se le daba al fa-ran nada ms nacer. Por lo general suele ser el ltimo en aparecer en las ins-cripciones que identifican al rey con la secuencia completa de sus nombres y ttulos. Los otros cuatro nombres Horas, nebty (el de las dos seoras), (Horas de) oro y nesu-bit (el del junco y la abeja) se le otorgaban en el momento de su ascenso al trono y en ocasiones sus componentes pueden expresar parte de la ideologa o intenciones poltico-religiosas del rey en cuestin. En cuanto a los soberanos de la Dinasta 0 y comienzos del Dins-tico Temprano, slo conocemos nombres de Horas, por lo general escritos dentro de un serekh (una especie de representacin esquemtica de la puer-ta de acceso al palacio), sobre el cual aparece posado un Horas halcn. Fue uno de los ltimos reyes de la I Dinasta, Anedjib (c. 2900 a.C.), el primero

  • INTRODUCCIN 2 5

    en poseer un nombre de nesu-bit (Merpabia); pero no sera hasta el reinado de Esnefru (2613-2589 a.C.), en la IV Dinasta, cuando este nombre se ro-de por primera vez por la familiar forma del cartucho (un lazo que lo rodea y quiz signifique la extensin infinita de los dominios reales).

    El ttulo nesu-bit se ha traducido a menudo como rey del Alto y del Bajo Egipto, pero en realidad posee un sentido mucho ms complejo y significativo. Nesu parece hacer referencia al inalterable rey divino (casi a la propia realeza), mientras que la palabra bit describe al actual y efmero po-seedor de la realeza, es decir, al rey que ejerce el poder en un momento concreto del tiempo. Por lo tanto, cada rey era una combinacin de lo di-vino y lo mortal, el nesu y el bit, del mismo modo que el rey vivo estaba re-lacionado con Horus y los reyes difuntos (los antepasados regios) asociados con Osiris, el padre de Horus. La tradicin del culto a los antepasados rea-les difuntos naci de la creencia de los egipcios en que sus reyes eran en-carnaciones de Horus y Osiris. Esta convencin, mediante la cual el sobe-rano actual renda homenaje a sus predecesores, fue el motivo de la creacin de las llamadas listas reales, que no son sino listados de nombres de soberanos escritos en los muros de tumbas y templos (las ms impor-tantes se encuentran en los templos de Seti I y Ramss II en Abydos, de la XIX Dinasta); pero tambin sobre papiros (de los cuales slo se conserva un ejemplo, el llamado Canon deTurn) o en remotos grafitos en las rocas del desierto, como la lista de la mina de limolita de Wadi Hammamat en el Desierto Oriental. La continuidad y estabilidad de la realeza se preservaban realizando ofrendas a todos los reyes del pasado considerados como sobe-ranos legtimos, como vemos que realiza Seti I en su templo de culto en Abydos. Se suele considerar que las listas reales formaron parte de las fuen-tes utilizadas por Manetn para compilar su historia.

    El Canon de Turn, un papiro ramsida fechado en el siglo xm a.C., es la lista real egipcia que ms informacin proporciona. Comienza en el Segundo Perodo Intermedio (1650-1550 a.C.) y se remonta con ra-zonable exactitud hasta el reinado de Menes, soberano de la I Dinasta (c. 3000 a.C.), e incluso ms all, hasta alcanzar una prehistoria mtica du-rante la cual los dioses gobernaron Egipto. La duracin del reinado de cada rey aparece recogida en aos, meses y das. Tambin proporciona cierta base para el sistema de dinastas de Manetn, pues a finales de la V Dinasta sita una cesura (vase el captulo 5).

  • 2 6 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    Las listas reales no tienen que ver tanto con la historia como con el culto a los antepasados: el pasado se presenta como una combinacin de lo general y lo individual, siendo celebradas la constancia y universalidad de la realeza mediante el listado de los diferentes poseedores de la titula-ridad regia. En su comentario del Libro II de Herdoto, Alan Lloyd escri-be: Como en su intento por situar acontecimientos concretos en el mar-co de una ley o principio generales todos los estudios histricos incluyen lo general y lo particular, entre ambos siempre se produce tensin, que en el caso de Egipto se resolvi abrumadoramente a favor de lo particular. El conflicto entre lo general y lo particular es, indudablemente, un factor importante en la cronologa y la historia del Antiguo Egipto. Por lo ge-neral, los textos y objetos que forman la base de la historia egipcia trans-miten una informacin que es o bien general (mitolgica o ritual) o bien particular (histrica), por lo cual el quid para realizar una reconstruccin histrica consiste en diferenciar tan claramente como sea posible entre ambos tipos de informacin, teniendo en cuenta la tendencia egipcia a difuminar los lmites entre ambas.

    El egiptlogo suizo Erik Hornung describe la historia de Egipto como una especie de conmemoracin, tanto de la continuidad como del cambio. Del mismo modo que el rey vivo puede ser considerado como sinnimo del dios halcn Horus, sus subditos (a partir como mni-mo del Primer Perodo Intermedio) terminaron por identificarse al mo-rir con el dios Osiris. En otras palabras, los egipcios estaban acostumbra-dos a la idea de representar a los seres humanos como una combinacin de lo general y lo particular. Por lo tanto, su sentido de la Historia com-prenda en la misma proporcin lo especfico y lo universal.

    El papel de la astronoma en la cronologa egipcia tradicional

    En general, la tarea del historiador contemporneo que estudia el Antiguo Egipto consiste en intentar combinar en un conjunto todos los fragmen-tos de informacin disponibles, que proceden de las biografas de parti-culares en las paredes de sus tumbas, las listas reales en los muros de los templos, las estratigrafas de las excavaciones arqueolgicas y un amplio

  • INTRODUCCIN 2 7

    etctera de otras fuentes de informacin. Durante la poca faranica, pto-lemaica y romana, las cronologas absolutas tradicionales tienden a ba-sarse en complejas redes de referencias textuales, donde se combinan ele-mentos como nombres, fechas e informacin genealgica en un marco histrico general que es ms fiable para unos perodos que para otros. Los llamados Perodos Intermedios han demostrado ser unas fases especial-mente delicadas, en parte porque sola haber ms de un soberano o di-nasta reinando simultneamente en diferentes regiones del pas. Los re-gistros conservados de observaciones del orto helaco de la estrella Sirio (el Can) sirven tanto de eje para la reconstruccin del calendario egipcio como de vnculo esencial de ste con la cronologa en general.

    La diosa Sopdet, conocida como Sothis en el Perodo Grecorromano (332 a.C.-395 d.C.), era la personificacin de la estrella del Can, que los griegos llamaban Seirios (Sirio). Suele ser representada como una mujer con una estrella sobre la cabeza, si bien su representacin ms antigua en una tablilla de marfil del rey Djer de la I Dinasta (c. 3000 a.C.) en-contrada en Abydos la muestra como una vaca sedente con una planta entre los cuernos. Como en el sistema de escritura faranico se utiliza una planta como ideograma con el significado de ao, es posible que los egip-cios ya hubieran establecido la relacin entre la aparicin de la estrella del Can y el comienzo del ao solar incluso a comienzos del tercer milenio a.C. Sopdet, junto a su esposo Sah (Osiris) y su hijo Soped, formaba parte de una trada que era un paralelo de la familia compuesta por Osiris, Isis y Ho-ras. Por lo tanto, aparece descrita en los Textos de las pirmides como unida a Osiris para dar a luz a la estrella de la maana.

    Por lo que respecta al calendario egipcio, Sopdet era la ms impor-tante de las estrellas o constelaciones conocidas como decanos, y la apa-ricin sothaca coincida con el comienzo del ao solar una vez cada 1.460 aos (ms exactamente cada 1.456 aos). Sabemos que una de es-tas raras coincidencias del orto helaco de Sopdet con el comienzo del ao civil egipcio (o ao errante, como es descrito en ocasiones, pues-to que se va retrasando con respecto al ao solar aproximadamente un da cada cuatro aos) tuvo lugar en 139 a.C., durante el reinado del emperador romano Antonino Po, gracias a que el acontecimiento fue conmemorado con la acuacin de una moneda especial en Alejandra. C o n anterioridad se produjeron ortos helacos en 1321-1317 a.C. y

  • 2 8 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    2781-2777 a.C.; el perodo transcurrido entre cada uno de ellos se cono-ce como ciclo sotaco.

    La base de la cronologa convencional de Egipto, que a su vez influ-ye en la de toda la regin mediterrnea, la forman dos menciones en tex-tos egipcios de apariciones de Sothis (fechados en los reinados de Senus-ret III y Amenhotep I). Estos dos documentos son: una carta procedente de Lahun, escrita el da 16, mes 4, de la segunda estacin del ao 7 del reinado de Senusret III; y un papiro mdico tebano de la XVIII Dinasta (el Papiro Ebers), escrito el da 9, mes 3, de la tercera estacin del ao 9 del reinado de Amenhotep I. Asignando fechas absolutas a cada uno de estos documentos (1872 a.C. para el ao 7 de Senusret III Lahun y 1541 a.C. para el ao 9 del reinado de Amenhotep I Ebers), los egiptlogos han conseguido extrapolar un grupo de fechas absolutas para todo el Perodo Faranico basndose en los registros de la duracin de los reinados de los dems reyes del Reino Medio y del Reino Nuevo.

    Pese a todo, no es posible tener plena confianza en las fechas abso-lutas mencionadas arriba, puesto que las fechas concretas dependen del lugar donde se realizaran las observaciones astronmicas. Se suele asumir sin ninguna prueba real que la observacin tuvo lugar en Menfis o quiz en Tebas; pero tanto Detlef Franke como Rolf Krauss han sosteni-do que todas se realizaron en Elefantina. Por su parte,WilamWard ha su-gerido que es ms probable que en todos los casos se trate de observacio-nes locales, lo que habra supuesto un retraso temporal en trminos de las fiestas religiosas nacionales (es decir, que tanto las observaciones como las propias fiestas pueden haber tenido lugar en momentos y lugares dife-rentes del pas). Esta constante falta de certeza significa que nuestros pun-tos de referencia astronmicos son un tanto vagos, si bien hay que men-cionar que la diferencia entre las cronologas alta y baja (basadas en gran parte en el emplazamiento de los distintos puntos de observacin) no suele ser mayor que unas pocas dcadas en el peor de los casos.

    Corregencias

    Una de las particularidades de la cronologa egipcia, origen tanto de con-fusin como de debate, es el concepto de corregencia, una expresin

  • INTRODUCCIN 2 9

    moderna con la que se hace referencia a perodos en los cuales haba dos reyes gobernando de forma simultnea, consistentes por lo general en un solapamiento de varios aos entre el final del reinado de un faran y el comienzo del siguiente. Este sistema puede haber sido utilizado, desde al menos el Reino Medio, para asegurar que la transmisin del poder tu-viera lugar con los menores trastornos e inestabilidad posibles. Tambin habra permitido que el sucesor elegido consiguiera experiencia de go-bierno antes del fallecimiento de su predecesor.

    No obstante, da la impresin de que el sistema de datacin de las corre-gencias vari de un perodo a otro. As, los corregentes de la XII Dinasta pueden haber utilizado fechas de reinado individuales, de tal modo que se produjeron solapamientos entre los reinados de los dos soberanos, pro-duciendo lo que se conoce como fechas dobles cuando ambos sistemas se utilizaron para fechar un mismo monumento (vase el captulo 7). Como en el Reino Nuevo no hay casos seguros de dataciones dobles, parece ha-berse utilizado un sistema diferente. Por ejemplo, durante los reinados de Tutmosis III (1479-1425 a.C.) y Hatshepsut (1473-1458 a.C.), las fechas parecen haberse contado con respecto a la subida al trono de Hatshepsut, como si sta se hubiera convertido en soberana al mismo tiempo que Tut-mosis III. Sigue siendo elemento de discusin si cada rey utiliz fechas se-paradas durante las posibles corregencias de Tutmosis III-Amenhotep II y Amenhotep III-Amenhotep IV. Los argumentos a favor y en contra de la corregencia de estos dos ltimos reyes han sido revisados cuidadosamente por Donald Redford y despus porWilliam Murnane. Sin embargo, sigue habiendo una considerable controversia respecto a qu corregencias se produjeron realmente y cunto tiempo duraron. Hay otros egiptlogos (entre los que se incluye Gae Callender, en el captulo 7 de este volumen) que sostienen que nunca se produjeron corregencias de ningn tipo.

    Las pocas oscuras y otros problemas cronolgicos

    Ya hemos mencionado algunos de los problemas que encontramos en la cronologa egipcia, como la posible confusin que puede producir la co-nexin entre las observaciones astronmicas y fechas concretas, la falta de certeza respecto a qu corregencias ocurrieron realmente (en caso de que

  • 3 0 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    se produjera alguna) y la asuncin de que los egipcios del Perodo Fara-nico y posteriores databan los acontecimientos respecto a un ao civil errante artificial de 365 das, el cual raras veces marchaba sincronizado con el ao solar real.

    Evidentemente no son stos los nicos problemas histricos egip-cios, que van desde la falta de fiabilidad de las fuentes (como por ejemplo la historia de Manetn, pues no conocemos ni sus fuentes ni poseemos el texto original) a la constante falta de certeza respecto a la duracin de los reinados de los soberanos (por ejemplo, el Canon de Turn dice que Se-nusret II y Senusret III reinaron diecinueve y treinta y nueve aos res-pectivamente, mientras que las fechas de reinado ms altas encontradas en los documentos contemporneos son, respectivamente, de slo seis y die-cinueve aos).

    Al igual que sucede en otras culturas, existen perodos de la historia de Egipto mejor o peor documentados que otros. Esta irregularidad en la documentacin arqueolgica y textual de las diferentes pocas es la prin-cipal causante de que se considere que existen perodos intermedios, durante los cuales la estabilidad poltica y social del Perodo Faranico parece haber estado temporalmente daada. As, se piensa que los pero-dos de continuidad poltica y cultural conocidos como los Reinos Anti-guo, Medio y Nuevo vinieron seguidos cada uno de pocas oscuras, du-rante las cuales el pas se disgreg y debilit como resultado de diferentes conflictos (ya fuera una guerra civil entre las distintas provincias o la inva-sin de pueblos extranjeros). Esta imagen fue a la vez negada y reforzada por la historia de Manetn. En primer lugar, Manetn present un equ-voco aire de continuidad en la sucesin de reyes y dinastas al asumir que slo un rey poda ocupar el trono de Egipto en un momento dado. En segundo lugar, sus descripciones de algunas de las dinastas correspon-dientes a los perodos intermedios sugieren que la realeza cambiaba de manos con una alarmante rapidez.

    El estudio del Tercer Perodo Intermedio se ha convertido en una de las zonas ms controvertidas de la historia de Egipto, sobre todo en la dcada de 1990, cuando varios especialistas lo estudiaron de forma in-tensiva. Florecieron as tres reas de investigacin. En primer lugar, varios aspectos de la cultura de la poca (como la cermica y los ajuares fune-rarios) se analizaron en trminos de cambio de elementos como el esti-

  • INTRODUCCIN 3 1

    lo y los materiales. En segundo lugar se llevaron a cabo estudios antro-polgicos, iconogrficos y lingsticos respecto a la identidad tnica li-bia de muchos de los soberanos de la XXI a la XXIV Dinastas. En tercer lugar, crucial desde el punto de vista de la historia del Perodo Faranico como un todo, un pequeo grupo de especialistas afirm que los cuatrocientos aos ocupados por el Tercer Perodo Intermedio (as como otras muchas pocas oscuras aproximadamente contemporneas de otros lugares de Oriente Prximo y el Mediterrneo) pueden haber sido artificialmente incrementados por los historiadores. Sugieren que el Reino Nuevo puede haber terminado no en el siglo xi a.C., sino en el siglo VIII a.C., lo que deja un lapso mucho ms pequeo, de ciento cin-cuenta aos, entre el final de la X X Dinasta y el comienzo de la Baja poca. N o obstante, este punto de vista ha sido ampliamente descarta-do, no slo porque los egiptlogos, asirilogos y expertos en el Egeo han sido capaces de refutar muchos de los argumentos textuales y ar-queolgicos en los que se basaba este cambio en la cronologa, sino, lo cual es ms importante, porque los sistemas de datacin cientficos (es decir, el radiocarbono y la dendrocronologa) casi siempre proporcionan bases slidas e independientes para la cronologa convencional. De he-cho, la irrelevancia de estos pequeos ajustes del marco cronolgico tra-dicional, dada la abrumadora y cada vez mayor importancia de las fechas cientficas, ha sido memorablemente descrita por el arquelogo clsico Anthony Snodgrass como parecida a un esquema para reorganizar la economa de Alemania Oriental que se hubiera realizado en 1989 o co-mienzos de 1990.

    En un nivel ms cultural que cronolgico, el significado de las divi-siones histricas bsicas (es decir, la diferencia entre los Perodos Predi-nstico, Faranico, Ptolemaico y Romano) tambin ha comenzado a discutirse. Por una parte, los resultados de las excavaciones realizadas du-rante las dcadas de 1980 y 1990 en los cementerios de U m m el Qaab (en Abydos) sugieren que antes de la I Dinasta hubo una Dinasta 0, que se remontara hasta un momento sin precisar del cuarto milenio a.C. Esto significa que, como mnimo, uno o dos siglos del Predinstico probablemente fueran dinsticos en muchos aspectos polticos y so-ciales. Del mismo modo, las cada vez ms abundantes pruebas de que los tipos cermicos de Nagada II siguieron siendo ampliamente utilizados

  • 3 2 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    durante el Dinstico Temprano demuestran que ciertos aspectos del Predinstico continuaron existiendo durante la poca faranica (vase el captulo 4).

    Si bien existen rupturas polticas definidas entre la poca farani-ca y la ptolemaica, as como entre la poca ptolemaica y la romana, los cada vez ms abundantes datos arqueolgicos para estos dos ltimos perodos han comenzado a sentar las bases que permitirn ver el pro-ceso del cambio cultural de una forma menos repentina de lo que su-gieren los documentos puramente polticos. As, resulta evidente que hay aspectos de la ideologa y la cultura material del Perodo Ptole-maico que permanecieron virtualmente intactos pese a las turbulencias polticas. En vez de considerar la llegada de Alejandro Magno y su ge-neral Ptolomeo como una gran lnea divisoria en la historia de Egip-to, muy bien se puede afirmar que aunque ciertamente hubo varios cambios polticos significativos entre la primera mitad del primer mile-nio a.C. y la primera mitad del primer mileno d.C., stos tuvieron lu-gar en medio de pausados procesos de cambio social y econmico. Ele-mentos significativos de la cultura faranica pueden haber sobrevivido relativamente intactos durante milenios, sufriendo slo una conjunta y completa transformacin cultural y poltica a comienzos del Perodo Is-lmico, en el ao 641 d.C.

    El cambio histrico y la cultura material

    Hacia finales del siglo x x se increment ostensiblemente el estudio de la cermica egipcia, tanto en la cantidad de fragmentos de cermica analiza-dos (procedentes de una amplia variedad de yacimientos de distintos ti-pos) como en trminos de la panoplia de tcnicas cientficas utilizadas para extraer informacin de los fragmentos. Como era de esperar, seme-jante mejora en nuestra comprensin de este prolfico aspecto de la cul-tura material tuvo un gran impacto en el marco cronolgico. La excava-cin de parte de la ciudad de Menfis (el yacimiento de Kom Rabia) en la dcada de 1980 es un buen ejemplo del modo en que sistemas ms sofis-ticados de abordar el estudio de la cermica han permitido comprender mejor el proceso general del cambio cultural.

  • INTRODUCCIN 3 3

    Los recipientes cermicos pueden ordenarse atendiendo a su fecha relativa recurriendo a tcnicas tradicionales, como la seriacin del mate-rial de un cementerio y el anlisis de grandes cantidades de material es-tratificado en yacimientos domsticos o religiosos; pero tambin se les puede atribuir una fecha absoluta bastante precisa, ya sea mediante el sis-tema tradicional de su asociacin con material inscrito o artstico (sobre todo en tumbas) o mediante el uso de tcnicas cientficas como la data-cin por termoluminiscencia. Algunos especialistas han comenzado a es-tudiar el modo en que se modificaron con el paso del tiempo la forma y la pasta de las cermicas. As, por ejemplo, la forma de los moldes de pan sufri un cambio dramtico a finales del Re ino Antiguo, pero todava no est claro si la fuente de este cambio se encuentra en la esfera social, eco-nmica o tcnica de la vida o si se trat sencillamente de un cambio de moda. Este tipo de estudios demuestran que los procesos de cambio en la cultura material tienen lugar como resultado de una amplia variedad de razones, de las cuales slo algunas estn relacionadas con los cambios po-lticos, que son los que tienden a dominar la visin tradicional de la his-toria egipcia. Esto tampoco significa negar las muchas conexiones exis-tentes entre los cambios polticos y los culturales, como puede ser la relacin existente entre la produccin centralizada de cermica durante el Reino Antiguo y el resurgir de los tipos locales de cermica durante el ms fragmentado polticamente Primer Perodo Intermedio (seguido por la renovada homogeneizacin de la cermica durante la ms unificada XII Dinasta).

    Al estudiar ciertas fases de la historia egipcia, como la aparicin del Estado unificado a comienzos del Perodo Faranico o el declive y desa-paricin del Reino Antiguo, para poder explicar repentinos cambios po-lticos importantes, los especialistas han examinado en ocasiones numero-sos factores medioambientales y culturales. Sin embargo, uno de los problemas que presenta esta atencin selectiva a las tendencias histricas no polticas, es el hecho de que como seguimos sabiendo muy poco so-bre los cambios medioambientales y culturales producidos durante los pe-rodos de estabilidad y prosperidad, como los Reinos Antiguo y Medio, es mucho ms difcil interpretar estos factores cuando se trata de una poca de crisis poltica. Los cada vez ms abundantes estudios sobre recipientes de cermica y otros objetos comunes (adems de factores medioambientales

  • 3 4 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    como el clima y la agricultura) estn comenzando a sentar las bases para unas versiones ms generales de la historia egipcia, en las cuales la narra-cin poltica se considera dentro del contexto de los procesos de cambio cultural a largo plazo.

    La Historia egipcia

    Durante el Perodo Faranico, el arte y los textos continuaron mante-niendo la tensin ya presente durante el Predinstico y el Dinstico Tem-prano entre documentar y conmemorar, que puede definirse como la di-ferencia existente entre, por un lado, las utilitarias etiquetas atadas al ajuar funerario y, por el otro, los objetos votivos ceremoniales como las paletas y cabezas de mazas, de las cuales ya hemos hablado. Sabemos que el pro-psito de las primeras etiquetas funerarias era utilizar la historia como sis-tema para fechar cosas concretas y que el propsito de objetos de arte mobiliario como las paletas y las cabezas de maza as como de las este-las y relieves de los templos del Perodo Faranico no era documentar acontecimientos histricos, sino sobre todo utilizarlos como medio para conmemorar actos universales realizados por soberanos o funcionarios reales concretos.

    En el templo mortuorio de Ramss III en Medinet Habu hay una es-cena en la cual el jefe libio Meshesher es llevado ante la presencia del rey Es evidente que pretende ser un registro de la rendicin de un extranjero de especial importancia, cuya humillacin personal contiene la derrota de su pueblo; pero al mismo tiempo, a la izquierda, podemos ver cmo se amontona y se cuenta con cuidado una pila de manos libias, uno de los detalles que nos permiten ver cmo la imagen se diferencia de un cuadro histrico occidental moderno. Es parte de un relieve de un templo mor-tuorio y, como tal, cumple con la obligacin del rey de demostrar su de-vocin hacia los dioses. Exactamente del mismo modo en que los particu-lares del Reino Nuevo escriban textos autobiogrficos en los muros de las capillas de sus tumbas para recordarles a los dioses su devocin y bene-ficencia, los relieves de los templos mortuorios reales simbolizaban una es-pecie de procedimiento de recuento, una cuantificacin visual del xito alcanzado por el rey, tanto para los dioses como merced a ellos.

  • INTRODUCCIN 3 5

    Segn el sentido egipcio de la historia, los acontecimientos rituales y reales son inseparables el vocabulario del arte y los textos egipcios no suele realizar ninguna distincin entre lo real y lo ideal. De este modo, tanto los acontecimientos de la historia como los mitos se consideran par-te de un proceso de valoracin mediante el cual el rey demuestra que est conservando la maat, o armona, en nombre de los dioses. Incluso cuando un monumento parece no estar conmemorando sino un acontecimiento concreto de la historia, a menudo lo hace considerndolo como un acto que es a la vez mitolgico, ritual y econmico.

  • 2 . P R E H I S T O R I A Desde el Paleoltico hasta la cultura hadariense (c. 700000-4000 a.C.) STAN HENDRICKX Y PIERRE VERMEERSCH

    e ha convertido en un lugar comn decir que Egipto es un don del Nilo, porque cada ao a finales de verano la inundacin del ro traa

    nueva vida al valle. Por tanto, Egipto era bsicamente un rico oasis en me-dio de una zona muy amplia del Sahara. Sin embargo, no siempre ha sido as: los primeros habitantes de Egipto vivan en un entorno distinto. En primer lugar, el clima no siempre ha sido tan rido como lo es en la ac-tualidad (el Alto Egipto moderno es una de las regiones ms secas del mundo), oscilando entre la hiperaridez actual y un estado de sequedad sa-heliana. En segundo lugar, el propio Nilo no ha sido siempre un ro de meandros en una amplia llanura, con crecidas a finales de verano. Durante algunas pocas, el Nilo se vio reducido bien a una serie de efmeras cuen-cas independientes en wadis o bien tuvo un caudal generalmente escaso, absorbido por sus propios e inmensos depsitos aluviales. Slo cuando su cabecera lleg hasta Etiopa trajo sus ricos depsitos de aluvin hasta Egip-to. Por ltimo, si bien es evidente que el ro trajo la vida a Egipto, con ella tambin vino la erosin de los depsitos arqueolgicos ms antiguos. Lo cual quiere decir que no debemos sorprendernos al descubrir que slo se han conservado escasos restos de la primera ocupacin humana en la zona.

    Debido a su posicin geogrfica, Egipto fue un importante punto de paso para los primeros humanos que emigraban desde el este de frica hacia el resto del Viejo Mundo. Sabemos que los primeros Homo erectus abandonaron Africa y llegaron a Israel hace 1,8 millones de aos. Por lo tanto, no hay motivos para dudar de que pequeos grupos de Homo erec-tus visitaran y probablemente habitaran en el valle del Nilo. Desafortuna-damente, slo conservamos unas pocas pruebas de este acontecimiento y, lo que es peor, no podemos fecharlas, porque las pruebas circunstanciales tambin son muy escasas. En algunos depsitos de principios y mediados del Pleistoceno, como canteras de grava en Abassiya y depsitos de grava

  • 3 8 HISTORIA DEL ANTIGUO EGIPTO

    tebanos, se han encontrado ejemplares aislados de choppers, chopping tools y lascas, similares a los asociados a los primeros homnidos en el este de frica. Sin embargo, es probable que la mayor parte de estos objetos sean de origen no humano y todos son depsitos secundarios.

    El Paleoltico Inferior

    Muchos artefactos del Paleoltico Inferior, incluidas numerosas hachas de mano achelenses, han sido hallados dentro y encima de depsitos de grava locales. En Egipto no se han encontrado huesos humanos asociados a esta fase achelense; pero se puede asumir que el fabricante de estos objetos fue el Homo erectus. Una mala comprensin de la geomorfologa del desierto ha llevado a muchos investigadores a creer que el Achelense puede relacionar-se con una cronologa de terrazas del Nilo, aunque desgraciadamente no es el caso. Sin embargo, podemos suponer que el Homo erectus pas por aqu con regularidad, dejando sus hachas de mano en muchos lugares. La pedi-mentacin y la erosin fluviales produjeron la dispersin de la mayora de es-tas hachas de mano y objetos relacionados. Por este motivo no resulta algo excepcional encontrar hachas de mano achelenses en la superficie actual de las zonas desrticas del valle del Nilo. A comienzos del siglo x x las colinas so-bre las cuales discurre el camino que conduce desde Deir el Medina hasta el Valle de los Reyes, desde el cual se divisa la zona occidental de Luxor, eran especialmente populares para recogen) hachas de mano. Si bien muchos de esos hallazgos aislados no pueden ser datados, probablemente son todo lo que se conserva, tras una erosin intensiva, de unos amplios yacimientos achelenses. En algunos lugares, como NagAhmed el Khalifa, cerca de Aby-dos, ha sido posible observar que los artefactos permanecan agrupados, aun-que no se encontraran ya en su contexto original. Aqu y en otras partes de la regin de Quena, semejantes concentraciones de hachas de mano apare-cen encima de los primeros depsitos de arcilla que atestiguan el contacto del rio Nilo con su cabecera de Etiopa. Consideramos que la edad de estos hallazgos ha de situarse en torno a 400000-300000 B.P.*, pero no es ms

    * B.P. se refiere a fechas de Carbono 14 sin calibrar, que tienen como punto de comien-zo el ao 1950 d.C. (N. delT).

  • PREHISTORIA 3 9

    Estas hachas de mano del Paleoltico Inferior, procedentes de N a g Ahmed el Khalifa, cerca de Abydos, son tpicas de la fase ms temprana del uso de herramientas en el vall del Nilo, c. 400000-300000 B.P.

  • 4 0 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    que una suposicin. Para poder documentar adecuadamente la ocupacin achelense necesitaramos ms informacin sobre factores como la distribu-cin espacial original y los restos de fauna asociados.

    Como resultado de las excavaciones de urgencia realizadas durante la dcada de 1960, antes de que la mayor parte de la zona quedara inundada por el lago Nasser, nuestro conocimiento de la Nubia prehistrica est comparativamente bien documentado. Las concentraciones de hachas de mano achelenses aparecieron sobre todo encima de inselbergs (cimas ero-sionadas de colinas), donde era posible conseguir materia prima de buena calidad: arenisca ferruginosa. Como muchos de los yacimientos estuvieron expuestos en la superficie durante muchos cientos de miles de aos, no es de esperar que hayan sobrevivido otros restos que no sean lricos. Incluso cuando se es el caso, slo poseemos una informacin limitada y carece-mos de medios seguros para datarlos, a excepcin de las aproximaciones ti-polgicas. Segn estas tipologas, los yacimientos pueden asignarse al Ache-lense Temprano, Medio y Tardo respectivamente. Es notable que los hendedores, tan caractersticos del resto de Africa, no aparezcan en estos conjuntos, lo cual sugiere que durante el Achelense Nubia probablemen-te constituyera una provincia particular en Africa, un enclave original.

    En el Desierto Occidental se conocen varios yacimientos del Achelen-se Final, sobre todo en los oasis de Kharga y Dakhla, adems de en Bir Saha-ra y BirTarfawi. Estos yacimientos se encuentran situados en las escarpaduras que rodean los oasis, pero los hallazgos ms importantes se encuentran aso-ciados a arroyos fsiles en el suelo de depresiones de oasis o en los depsitos de la playa. Todos los yacimientos estn claramente relacionados con condi-ciones hmedas, cuando en la zona era posible una vida de caza-recoleccin. La mayor parte de los yacimientos conocidos se encuentran en mal estado de conservacin, pero se ha sugerido que los antiguos canales del Desierto Oc-cidental, descubiertos por radar desde el transbordador espacial, son ricos en yacimientos achelenses, ninguno de los cuales ha sido excavado todava.

    El Paleoltico Medio

    La imagen que se obtiene del Paleoltico Medio egipcio es bastante compleja. Se origina en el Achelense Final, cuando las hachas de mano

  • PREHISTORIA 4 1

    pasan a estar asociadas a foliceas bifaciales y a tcnicas de percusin t-picas de Nubia. Este tipo de conjuntos pueden datar de antes del ao 250000 B.P. El destino de los yacimientos con este tipo de conjuntos es similar al de los achelenses: por todo el desierto se pueden recoger arte-factos dispersos que en tiempos estuvieron juntos en el mismo yaci-miento, en la actualidad destruido. A juzgar por el elevado nmero de este tipo de objetos, es tentador asumir que la densidad de poblacin era relativamente elevada.

    Al igual que sucede en muchas zonas del Viejo Mundo, el Paleolti-co Medio egipcio se caracteriza por la introduccin del mtodo leva-llois, una tcnica especial diseada para producir lascas y hojas de tama-o fijo a partir de un nodulo de pedernal. Adems del tpico sistema levallois, el mtodo nubio de percusin fue introducido para crear lascas puntiagudas. En el Paleoltico Medio egipcio se pueden distinguir varias

    El estudio de los numerosos ncleos de piedra levallois del Paleoltico Medio, como este ejemplar encontrado enTaramsa-1, ha permitido reconstruir la secuencia seguida por los antiguos talladores de piedra para obtener lascas y reducir su tamao.

  • 4 2 HISTORIA DEL ANTIGUO EGIPTO

    entidades artefactuales. La cronologa todava no est clara, pero la in-vestigacin, sobre todo en el Desierto Occidental y en la zona de Quena, proporciona varias claves. A modo de tentativa, podemos proponer el es-quema que aparece en la figura de abajo.

    ENTRADA ARTEFACTUAL FECHA

    Paleol t ico S u p e r i o r 2 4 0 0 0 - 5 0 0 0 0 (?) B.P. G r u p o d e t ransic in c o n el 5 0 0 0 0 - 7 0 0 0 0 B.P.

    taramsaniense Paleol t ico M e d i o Tard o c o n el 7 0 0 0 0 - 8 0 0 0 0 B.P.

    ha l faniense y el safahaniense M e d i a d o s del Paleol t ico M e d i o 8 0 0 0 0 - 1 5 0 0 0 0 B.P.

    c o n el k h o r m u n i e n s e , mus te r i ense den t icu lado , G r u p o K egipcio , G r u p o N egipcio , mus te r i ense n u b i o y mus te r i ense del Sahara

    Paleol t ico M e d i o T e m p r a n o c o n 1 5 0 0 0 0 - 2 5 0 0 0 0 B.P. Paleol t ico M e d i o N u b i o

    Esquema cronolgico tentativo para las diversas entidades artefactuales del Paleoltico Medio egipcio (c. 250000-24000 B.P.).

    El Paleoltico Medio Nubio se caracteriza por la tcnica levallois nu-bia y por hojas bifaciales y pedunculadas. Se conoce sobre todo por N u -bia, donde se han descubiertos varios yacimientos. Si bien es indudable que tambin estaba presente en Egipto, all no se han encontrado todava yacimientos bien conservados. Finalmente, se ha conseguido informacin importante referida a mediados del Paleoltico Medio. En Bir Tarfawi y Bir Sahara, en el Desierto Occidental, se han excavado numerosos yaci-mientos bien conservados del musteriense del Sahara. Es evidente que los yacimientos en esta zona slo fueron accesibles durante las fases hmedas, que probablemente hay que considerar como perodos cortos en un clima principalmente seco.

    Durante la mayora de los perodos de ocupacin, en el Desierto Oc-cidental hubo lagos permanentes o, durante algunos intervalos, playas estacionales alimentadas por lluvias locales de hasta 500 mm al ao. En al-gunas fases, los lagos podan alcanzar una profundidad superior a los siete metros. La zona era abandonada durante los perodos de hiperaridez, que

  • PREHISTORIA 4 3

    separaban los episodios lacustres. Raederas, puntas y denticulados son las herramientas mejor representadas. Los entornos del lago y la playa proba-blemente fueran ricos en recursos florales que era fcil explotar, pero des-graciadamente no existen pruebas arqueolgicas de ello. La fauna que aparentemente explotaban las gentes de esta poca iba desde la liebre, el puerco espn y el gato salvaje en un extremo del espectro del tamao, hasta el bfalo, el rinoceronte y la jirafa en el otro extremo. Pequeas ga-celas, principalmente de la especie dorcas, dominan el conjunto. La pre-sencia de estos animales sugiere que la caza selectiva quiz estacional de pequeas gacelas se combinaba con acopios de carne ms oportunistas de piezas mayores.

    La aparente diferencia de contenido entre los yacimientos encontra-dos en distintos emplazamientos puede tratarse de un reflejo de la varia-cin en las actividades realizadas en ellos. Los yacimientos hallados en te-rrenos hidromrficos fosilizados, caracterizados por una baja densidad de artefactos, indican un uso limitado, que probablemente combine varias fases breves de uso de los mismos durante aos muy secos. Los yacimien-tos hallados en arenas de playa eran accesibles durante la mayor parte del ao, pero es probable que no durante la temporada de aguas ms altas, quiz durante el verano. Los yacimientos asociados a los lechos secos de lagos reflejan episodios inusualmente ridos, cuando los lagos se secaron dejando sus lechos expuestos.

    Las excavaciones en la cueva Sodmein, cerca de Quseir, en las mon-taas del mar Rojo, revelan unas condiciones hmedas similares durante parte de mediados del Paleoltico Medio, con presencia de cocodrilos, elefantes, bfalos, kudu y otros grandes mamferos. Aparentemente, la cueva fue visitada durante un amplio perodo de tiempo, pero siempre se trat de estancias cortas. En ocasiones se utilizaron hogares ms grandes.

    Un modo de vida comparable puede haber existido en el valle del Nilo, pero todava no se han encontrado yacimientos en la llanura de inundacin. Por otro lado, el valle del Nilo nos ha proporcionado mu-chos yacimientos que documentan la extraccin de materias primas. Existen yacimientos contemporneos a la ocupacin del Desierto Occi-dental en Nazlet Khater y Taramsa, donde los grupos de mediados del Paleoltico Medio iban a buscar materias primas, principalmente nodulos de pedernal, a los depsitos de las terrazas. Estos grupos se diferencian por

  • 4 4 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    sus sistemas de percusin: el Grupo K egipcio utilizaba el clsico mtodo levallois, adems de la produccin de lascas a partir de ncleos de uno y dos planos de percusin, mientras que el Grupo N egipcio utilizaba fre-cuentemente el mtodo levallois nubio. Las herramientas siempre son ra-ras en estos yacimientos de extraccin, porque los artefactos producidos aqu estaban destinados a ser transportados a los lugares de habitacin, si-tuados probablemente en la llanura de inundacin del Nilo. Por desgracia, es probable que estos yacimientos hayan quedado cubiertos por aluviones recientes y no se han encontrado.

    Material de finales del Paleoltico Medio, junto a artefactos halfa-nienses y safahanienses (levallois de Idfuan), ha sido encontrado en luga-res de extraccin, como Nazlet Safaha, cerca de Quena, as como en lugares de habitacin cerca de Edfu. La industria halfaniense, sin embargo, estaba restringida principalmente a Nubia. En comparacin con el Paleo-ltico Medio ms temprano, la tcnica levallois nubia fue desapareciendo y, adems de la produccin de lascas y hojas a partir de ncleos de plata-formas sencillas y dobles, slo se utiliz un levallois clsico evolucionado para la produccin de delgadas hojas levallois. En los lugares de habitacin se utilizaban buriles, muescas y denticulados. Mientras tanto, el clima se volvi de nuevo rido o hiperrido y as permaneci. La evolucin del clima cambi las condiciones de vida por completo, haciendo que las fuentes de alimentacin quedaran casi por completo restringidas a la lla-nura de inundacin. Este cambio climtico oblig a la gente que viva en el Sahara a abandonar la zona, lo que tuvo como resultado una concen-tracin de poblacin humana en el valle del Nilo.

    Durante el perodo final del Paleoltico Medio (Taramsaniense) hubo una clara tendencia hacia la produccin de hojas a partir de ncleos de gran tamao; gracias a un proceso virtualmente continuo de produccin, en vez de conseguir unas pocas hojas levallois, con un nico ncleo se podan conseguir muchas hojas. EnTaramsa-1, un impresionante yaci-miento de extraccin y produccin de esta poca cercano a Quena, se puede observar que exista un creciente inters por la produccin de ho-jas, un sistema que se generalizara posteriormente durante el Paleoltico Superior. Conjuntos similares han sido identificados en el Neguev, don-de la transicin desde las lascas levallois hasta la produccin de hojas ha sido documentado en BokerTachtit, en torno al ao 45000 B.P. El ente-

  • PREHISTORIA 4 5

    M A R M E D I T E R R N E O

    Merimda Abbasiya Beni Saama > Cairo

    Oasis de Fayum

    El Ornari ' Helwan

    SINAI Oasis de Baharya

    X Mamar , , J -De i rTa Mostagedda^ B B a d a r ;

    Hammamiya^. Q a e l Kfcbr

    M A R R O J O

    Abydo^a^aK"13 Sodme" Nag Ahmed el Khalifa" V - ' f ^ g h a r . Q u s e r

    Nazletsab^ Pende,.

    Oasis de Kharga ^ m a n t Esna*

    Oasis de Dakhla

    Hieracmpolis . Edfu')

    El Hosh-1,

    Wadi Kubbaniya

    Eikab

    Bir Sahara * Bir Kiseiba

    [~~1 Tierras altas

    0 100

    ' Nabta Playa y ; x' / ,/**.Gebel Sahaba

    Abka/ Wadi Haifa /"KhorMusa :

    Principales yacimientos paleolticos, neolticos y badarienses de Egipto.

  • 4 6 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    rramiento de un nio anatmicamente moderno enTaramsa-1 est aso-ciado al final de Paleoltico Medio. Es probable que esta inhumacin sea la tumba ms antigua que se ha descubierto en frica.

    Las tcnicas utilizadas en los lugares de extraccin eran sencillas, pero estaban bien adaptadas a los afloramientos naturales de pedernal. Los ncleos de este material eran extrados de los depsitos de la terraza me-diante una trinchera y un sistema de pozos, con una profundidad mxima de 1,7 metros. Slo la parte superior de la terraza era minada y los pozos y trincheras se caracterizan por una planimetra muy irregular, con muchas ramificaciones y oscilaciones de altura. Poseen paredes verticales, con slo retoques menores y su anchura vara entre un metro y cerca de dos metros. Como el depsito de nodulos de pedernal no estaba consolidado, slo se necesitaban herramientas de extraccin sencillas. Las depresiones de las trin-cheras se utilizaban a menudo como talleres para la fabricacin de produc-tos levallois. La extraccin era muy extensiva y, en la regin de Quena, las zonas afectadas ocupan varios kilmetros cuadrados. La bsqueda de pe-dernal de buena calidad y la existencia de una produccin de herramientas especializada demuestran la compleja organizacin de los habitantes del valle del Nilo en esta poca, as como el hecho de que los humanos del Pa-leoltico Medio no slo eran capaces de razonar en tres dimensiones, sino que tambin desarrollaron conocimientos geolgicos y geomorfolgicos.

    Si la teora out of Africa sobre el origen humano es cierta (y sigue habiendo buenos antroplogos que todava la niegan), los Homo sapiens anatmicamente modernos tendran que haber pasado por el valle del Nilo en su marcha desde el este de frica hacia Asia. Sin embargo, no est claro si los datos arqueolgicos pueden confirmar la existencia de si-militudes entre el Paleoltico Medio de Egipto y el del suroeste de Asia. Finalmente, hay que sealar que la industria aterianense, que tan impor-tante es para el resto del norte de frica, slo est presente en algunos oasis del Desierto Occidental.

    El Paleoltico Superior

    Los yacimientos del Paleoltico Superior son raros en Egipto. El ms an-tiguo de ellos es Nazlet Khater-4, en el Egipto Medio, donde el peder-

  • PREHISTORIA 4 7

    nal se extraa no slo mediante trincheras y pozos de mina (con una profundidad mxima de dos metros), sino tambin mediante galeras subterrneas que comenzaban en las paredes de las trincheras o en el fondo de los pozos. De este modo se obtuvieron galeras de ms de diez metros cuadrados. Los hogares encontrados en el relleno de las trinche-ras, donde tuvieron lugar actividades de percusin, sugieren que la ex-traccin minera se prolong durante un amplio perodo de tiempo, en-tre los aos 35000 y 30000 B.P., lo que convertira a Nazlet Khater-4 en uno de los ejemplos ms antiguos de actividad minera subterrnea de todo el mundo. Los conjuntos lticos de este yacimiento ya no presentan resto alguno de la tcnica levallois. El objetivo de la produccin era con-seguir hojas simples a partir de ncleos de plataforma nica. Entre las herramientas se encuentran algunos raspadores, buriles y denticuladas, pero tambin puntas foliceas y hachas bifaciales. Como no han apareci-do otros yacimientos similares en Egipto, es difcil establecer la impor-tancia de ste en la evolucin de la Prehistoria egipcia. Junto a la mina, evidentemente asociada a ella, los excavadores encontraron una tumba donde el difunto estaba enterrado de espaldas, con un hacha bifacial cer-ca de la cabeza.

    La siguiente fase ms antigua, tras Nazlet Khater-4, fue la indus-tria shuwikhatiense, que se encuentra en varios yacimientos en la cer-cana de Quena y Esna. El yacimiento tipo, Shuwikhat-1, ha sido fe-chado en torno al ao 25000 B.P. El estudio del entorno y de los restos de fauna demuestra que el yacimiento, situado en la llanura de inundacin de aquellas fechas, funcionaba como campamento de caza y pesca. Es posible que el shuwikhatianense sea contemporneo a un corto perodo hmedo, pero este cambio climtico no fue lo bastan-te importante como para repoblar el Desierto Occidental, que sigui sin ocupacin humana. El shuwikhatiense se caracteriza por unas ho-jas robustas, obtenidas a partir de ncleos de plataformas opuestas. Las herramientas ms habituales son hojas denticuladas, raspadores y buriles.

    En el marco del norte de frica y el suroeste de Asia, el Paleoltico Superior de Egipto parece bastate inusual, si bien es posible que hubiera algunas conexiones con la industria dabbaniense de Cirenaica y la ahma-riense del sur de Israel y Jordania.

  • 4 8 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    El Paleoltico Final

    Al contrario de lo que sucede con los del Paleoltico Superior, en Egip-to se han encontrado muchos yacimientos del Paleoltico Final, fechados entre los aos 21000 y 12000 B.P. El clima sigui siendo hiperrido, como lo fue durante el Paleoltico Superior; pero el ro haba comenza-do a contener menos agua y ms arcillas, debido a la aridez presente en su cabecera y a la importante actividad erosiva producida por el fro gla-cial final que afectaba a las tierras altas de Etiopa. Las arcillas se deposi-taron en el valle del Nilo, rellenando el Alto Egipto con un grueso es-trato de aluvin y creando una llanura de inundacin que, en Nubia,

  • PREHISTORIA 4 9

    La excavacin de las minas de pedernal del Paleoltico Superior en el yacimiento de Nazlet Khater-4, en el Egipto Medio, ha proporcionado pruebas de las tcnicas de ex-traccin y de su lenta evolucin desde las trincheras a los pozos y galeras, fechadas en c. 35000-30000 B.P.

  • 5 0 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    tena entre veinticinco y treinta metros ms de altura que la moderna. En el Bajo Egipto y en el Egipto Medio no se han encontrado yacimientos del Paleoltico Final, aparentemente porque esta parte del valle del Nilo estaba excavada a mayor profundidad merced a un bajo nivel de agua en el Mediterrneo, algo ms de cien metros por debajo de su nivel actual. El resultado fue una erosin agresiva en el Nilo, lo cual cre una super-ficie que qued cubierta por aluviones ms recientes que ocultan los ya-cimientos a los arquelogos.

    En los yacimientos del Paleoltico Final existe una gran variedad tipo-lgica y, dado nuestro limitado conocimiento del Paleoltico Superior, es difcil determinar los orgenes de aqul. Entre los distintos grupos, el fak-hurianense (21000-19500 B.P.) y el kubbaniyanense (19000-17000 B.P.) son los ms antiguos. Si bien el kubbaniyanense fue definido en Wadi Kubbaniya, cerca de Asun, tambin se han encontrado yacimientos cer-ca de Esna y Edfu. En Wadi Kubbaniya, los yacimientos fakhurianenses y kubbaniyanenses aparecen en tres disposiciones fsiogrficas distintas, es-tando relacionados con un lago temporal que todos los aos, tras la inun-dacin, quedaba taponado por una duna en la boca del wadi. Despus de que la duna creciera tanto como para bloquear todo el wadi, el lago se aliment de la capa fretica, creando as un entorno extremadamente fa-vorable para los cazadores-recolectores. Algunos de los yacimientos estn situados en un campo de dunas que ocasionalmente quedaba inundado por el Nilo; otros estn localizados en una lisa llanura limosa del suelo del wadi delante de las dunas, mientras que algunos otros yacimientos se encuentran en las lomas de dunas fsiles, en la zona plana cercana a la boca del wadi, y quedaban rodeados de agua durante la poca de la inun-dacin.

    La mayor parte de los yacimientos de Wadi Kubbaniya son el resul-tado de un uso repetido por parte de pequeos grupos humanos, quiz varias veces al ao, durante un largo perodo de tiempo. Los restos de flora reflejan claramente la estacionalidad del mismo. Se cree que m u -chas plantas comestibles como juncos, camomilas y chufas formaban parte de la dieta. La presencia de tubrculos de chufa es especialmente notable, porque tuvieron que ser concienzudamente molidos para qui-tarles las toxinas y romperles las fibras. Quiz esto explique el elevado nmero de piedras de moler encontradas en Wadi Kubbaniya. En yaci-

  • PREHISTORIA 51

    Durante el Paleoltico Final, c. 13000 B.P., la boca de Wadi Kubbaniya estaba bloqueada por una barrera de dunas, que retena las aguas de la crecida cuando sta se retiraba y creaba as un lago temporal anual. Al final todo el wadi termin por estar cerrado por las dunas y el lago se convirti en un centro para la explotacin estacional a manos de pe-queos grupos de cazadores-recolectores.

    mientos del Paleoltico Final, tanto kubbaniyanenses como otros, los pe-ces se capturaban en grandes cantidades de forma estacional, siendo una fuente importante de protenas animales. La abrumadora presencia de siluros es un claro indicio de una de las estaciones de pesca y una prue-ba de las masivas capturas de siluros en la temporada de desove, que pa-rece haber coincidido con la subida de las aguas en julio y agosto. Una segunda estacin de pesca se caracteriza por la elevada frecuencia de restos de Tilapia primal y adulta y numerosos siluros. Los restos sugieren que los peces se capturaban en octubre o noviembre, en los charcos poco profundos que quedaban tras la inundacin. Adems de pescar, la caza de alclafos del cabo, bvidos silvestres y gacelas dorcas era un as-pecto importante del patrn de subsistencia. La industria ltica consista en hojas retocadas obtenidas a partir de ncleos de planos de percusin opuestos.

    En el fakhurianense estn bien representadas cuatro clases principales de herramientas. Las hojitas de dorso, en ocasiones con retoque ouchtata, son las ms frecuentes, seguidas por las piezas retocadas, perforadores, muescas y denticuladas. Los raspadores tambin estn presentes, pero con menor frecuencia, mientras que los buriles y los raspadores son raros y es-

  • 5 2 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    tn fabricados por lo general de forma pobre. El inventario de herra-mientas kubbaniyanenses se caracteriza por el predominio de hojitas de dorso, a menudo con un retoque dentado no invasivo, que representa el 80 por ciento de todas las herramientas.

    El campamento de matanza E71K12 cercano a Esna pertenece al fakhurianense o est estrechamente relacionado con l. Este yacimiento, que consiste en una duna hueca con una fuente estacional alimentada por la subida de la capa fretica durante la crecida del verano, atraa a los ani-males que se alejaban de la llanura de inundacin debido a la crecida de las aguas. El resultado eran unas condiciones perfectas para la caza. Haba tres presas principales: alclafos del cabo, bvidos silvestres y gacelas. El yacimiento es un ejemplo del que probablemente fuera el modo bsico de subsistencia durante el perodo final de la crecida y el comienzo del descenso de las aguas.

    Una caracterstica propia de la industria ballananense-silsilianense (16000-15000 B.P.) es el corte a partir de ncleos de plataformas sencillas y opuestas. Entre las herramientas encontramos hojitas de dorso y hojas truncadas. Se haca uso frecuente de la tcnica de los microburiles, una in-novacin que tambin encontramos en el Neguev y en el sur de Israel y Jordania. Si bien los buriles de buena fabricacin son comunes, el retoque ouchtata y los microlitos geomtricos son raros y los raspadores nunca fueron habituales.

    Los cambios climticos de finales de la ltima Edad del Hielo tuvie-ron como resultado unas lluvias inusualmente abundantes en la cabecera del Nilo, que produjeron unas crecidas excepcionalmente altas en torno a los aos 13000-12000 B.P. Este estadio del Nilo salvaje fue originado por las condiciones climticas del frica subsahariana, pero en el propio Egipto no se produjeron lluvias. U n yacimiento que qued fuera del al-cance de las catastrficas inundaciones del Nilo salvaje fue Makhadma-4, un ejemplo de industria afianense (12900-12300 B.P), situado a ms de seis metros por encima de la actual llanura inundable, ligeramente al nor-te de Quena. Se encuentra al borde del desierto, en una baha llana resul-tado de la unin del extremo de varios wadis, y su rico catlogo de peces incluye un 68 por ciento de Tilapia y un 30 por ciento de Ciara; el resto son Barbus, Synodonts y Lates. El gran porcentaje de Tilapia y las escasas dimensiones tanto de stas como de las Ciara indican que la pesca debi

  • PREHISTORIA 5 3

    de tener lugar bastante avanzada la temporada posterior a la crecida. Los peces quedaran atrapados en pequeas baeras que los pescadores po-dan vadear. Asimismo, su pequeo tamao sugiere que se utilizaba un aparejo sofisticado, como cestas, redes y nasas. N o todos los peces que se capturaban en grandes cantidades estaban destinados al consumo inme-diato y el hecho de que los yacimientos contengan pozos con grandes cantidades de carbn sugieren que los peces se conservaban ahumndo-los. El crecimiento del yacimiento demuestra que fue utilizado de forma repetida durante un largo perodo de tiempo.

    La industria isnanense se ha encontrado en varios yacimientos si-tuados entre Wadi Kubbaniya y la llanura de Dishna. El conjunto se ca-racteriza por unas tcnicas de percusin groseras, que producan lascas gruesas y anchas; el inventario de herramientas est dominado por los rascadores sobre las hojas. En el yacimiento de Mokhadma-2, la pesca de la Ciara parece haber tenido un motivo econmico. La fecha de ocupacin es el ao 12300 B.P., por lo que coincide con las crecidas del Nilo salvaje.

    La industria qadanense, situada entre la segunda catarata y el sur de Egipto, es un conjunto de lascas microlticas cuyo inters radica princi-palmente en el hecho de estar asociada a tres cementerios. El ms im-portante es el de Gebel Sahaba, donde se excavaron cincuenta y nueve esqueletos. Todos estaban en posicin semifetal, sobre el costado iz-quierdo, con la cabeza mirando al este y apuntando al sur. Las tumbas son meros agujeros cubiertos con losas de arenisca y el material ltico asociado puede atribuirse a la fase final del qadanense, en torno al ao 12000 B.P. De las cincuenta y nueve personas, veinticuatro mostraban signos de muerte violenta, ya fuera por las puntas de flecha de pedernal incrustadas en sus huesos (incluso dentro del crneo) o por la presencia de marcas de cortes severos sobre los huesos. La existencia de enterra-mientos mltiples (incluido un grupo de ocho cuerpos en una tumba) confirma esta imagen de violencia. C o m o las mujeres y nios suponen el 50 por ciento de la poblacin, lo ms probable es que el cementerio de Gebel Sahaba sea el resultado de un acontecimiento excepcional-mente dramtico. Se ha sugerido que pudo ser consecuencia de las cada vez ms difciles condiciones de vida originadas por el Nilo salvaje y el subsiguiente retorno del ro a su antigua llanura de inundacin. U n ce-

  • 5 4 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    menterio ms pequeo, situado casi enfrente de Gebel Sahaba, en la otra orilla del Nilo, donde los proyectiles estaban por completo au-sentes de los cuerpos, demuestra que en esta poca la muerte no siem-pre era consecuencia de la violencia.

    La posicin cronolgica de la industria sebilianense no est clara, a pesar de ser la ms difundida del Paleoltico Final, pues la encontramos desde la segunda catarata hasta el norte de la curva de Quena. La tcnica ltica sebilianense se caracteriza por la manufactura de lascas grandes y una preferencia por las areniscas cuarcticas o las rocas volcnicas como materia prima. Se trata de algo completamente incompatible con la tradi-cin ltica de otras industrias del Paleoltico Final; por lo tanto, el sebilia-nense puede ser resultado de la presencia de grupos intrusos procedentes del sur que se trasladaron hacia el norte siguiendo el Nilo.

    Antes de abandonar el Paleoltico Final es necesario mencionar la posibilidad de que ya en esta fecha tan remota existiera arte rupestre en el valle del Nilo. En Abka, cerca de la segunda catarata, en la Nubia sudane-sa, se ha identificado un posible ejemplo de arte rupestre paleoltico en el yacimiento XXXII. En Egipto propiamente dicho tambin hay algunos yacimientos de arte rupestre que parecen ser preneolticos. Entre los di-bujos ms notables se encuentran las trampas para peces representadas en El Hosh, al sur de Edfu. La planta de estas labernticas vallas para peces consisten en una complicada disposicin de formas curvilneas que con-ducen a extremos en forma de champin, que eran las trampas propia-mente dichas. Este tipo de pesca en aguas poco profundas puede encajar bien con la pesca masiva observada en los yacimientos del Paleoltico Fi-nal, como Makhadama-4.

    Tras el Paleoltico Final hubo una interrupcin en la ocupacin del valle del Nilo. Entre los aos 11000 y 8000 B.P. no hay atestiguada pre-sencia humana en Egipto, a excepcin de un grupo muy pequeo de ya-cimientos arkinianenses (en torno a 9400 B.P.) en la regin de la segun-da catarata. Se ha sugerido que la fuerte erosin del lecho del Nilo observada en esta poca, a consecuencia de la cual se produjeron crecidas menores, tuvo un efecto negativo en las condiciones medioambientales. Si bien es indudable que tuvo lugar este cambio medioambiental, parece muy poco probable que el valle del Nilo al completo estuviera despobla-do en esta poca. Si tenemos en cuenta el estrechamiento de la llanura

  • PREHISTORIA 5 5

    inundable y el normal emplazamiento de los yacimientos en el extremo del bajo desierto, es ms probable que los asentamientos estn cubiertos por depsitos aluviales modernos.

    El Neoltico y su cermica en el Sahara

    El Desierto Occidental fue abandonado hacia el final del Paleoltico Medio y la gente slo regres all en torno a 9300 a.C., como resulta-do de la fase hmeda del Holoceno. Debido a la ausencia de pobla-miento justo antes del comienzo del Neoltico y a la ausencia de pre-sencia humana despus del mismo, las condiciones de conservacin arqueolgica son muy buenas. Como la precipitacin anual era slo de entre 100-200 m m (y caa probablemente durante una breve tempora-da estival), slo animales adaptados al desierto como la liebre y la gace-la podan vivir en l. Sin embargo, en comparacin con las condiciones del Paleoltico Superior y Final, supuso una enorme mejora en las con-diciones de vida. La cantidad de lluvia no fue constante y los intervalos ridos son de la mayor importancia para la diferenciacin cronolgica. La lluvia era resultado del traslado hacia el norte de la zona del mon-zn; por lo tanto, la ocupacin humana del Desierto Occidental co-menz a partir del sur. Es ms que probable que los grupos humanos que all se asentaron procedieran del valle del Nilo, una idea que se basa sobre todo en la ausencia de otras posibilidades para explicarla, pero que parece confirmarse gracias a las similitudes de la tcnica ltica con la de los yacimientos del valle del Nilo nubio.

    En Egipto, las ms antiguas culturas neolticas surgieron en el De-sierto Occidental. N o obstante, hay que dejar claro desde el principio que todava no se ha documentado agricultura del Sahara en el Neoltico. Esta cultura ha sido identificada como neoltica basndose nicamente en las pruebas de la existencia de cra de ganado. Por lo tanto, el Neoltico del Sahara es por completo diferente de la cultura neoltica que apareci apro-ximadamente por esas mismas fechas en Israel, donde el trmino econo-ma neoltica es sinnimo de un proceso durante el cual surgi la agri-cultura, a la cual se uni posteriormente la cra de ganado. Lo ms probable es que el proceso de neolitizacin acontecido en Egipto sea por

  • 5 6 HISTORIA DEL A N T I G U O EGIPTO

    completo independiente del de Israel. Debido a la ausencia de agricultura y a la presencia de algunas cermicas se ha sugerido que a esta cultura del Sahara se le aplique el trmino cermico, opuesto a neoltico.

    Se pueden distinguir dos perodos principales: el Neoltico Tempra-no (8800-6800 a.C.) y un perodo ms reciente que comprende el Neo-ltico Medio (6500-5100 a.C.) y Neoltico Final (5100-4700 a.C.). La in-formacin ms completa del Neoltico Temprano procede de los yacimientos cercanos a Nabta Playa y Bir Kiseiba. La mayora de ello