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TEORA DEL ESTADO Traduccin de Luis Tobio
HERMAN HLLER
RESUMEN DEL LIBRO
TEORIA DEL ESTADO Edicin y prlogo de Gerhart Niemeyer FONDO DE
CULTURA ECONOMICA
LIBRO: LA TEORIA DEL ESTADO AUTOR: HERMAN HELLER
PRLOGO La amargura que me invade al tener que prologar, en lugar
del autor, su Teora del Estado, queda superada por la conciencia
que tengo de que la muerte fue vencida, pues a la Gran Destructora
no le fue dada estorbar la formidable labor de aquel poderoso
espritu. Herman Hller compuso la obra de su vida, la Teora del
Estado, luchando con sobrehumana energa contra la muerte. Aquejado
de una dolencia cardiaca que, con los sinsabores de los ltimos aos,
se convirti en enfermedad mortal, no dej, sin embargo, de trabajar
intensamente, da tras da, en el edificio de esta obra, con una
acuciadora impaciencia que era ya el anuncio del prximo fin.
"Anhelando vivir el ms hermoso momento de su vida", la terminacin
de la Teora del Estado, y lleno su espritu, en total madurez, de
planes para el futuro, de ideas y energas, la muerte le persegua
con la celeridad que le era precisa para alcanzar a aquel hombre
tan lleno de vida. Pgina 7 La circunstancia de que no haya podido
terminar nuestro autor, hasta su ltimo detalle, la presente Teora
del Estado, no puede sustraer a sus ltimos das el tono del triunfo,
ni reducir la importancia de este libro. Lo que Hller quera decir
sobre el mundo del Estado se halla contenido, si no con todo el
desarrollo que l hubiese querido, s en lo principal, en la forma en
que lo dej. El pensamiento de Hller revela, ya en sus primeras
producciones, los grmenes de sus frutos ltimos, aunque a menu-do en
forma menos precisa. Del mismo modo, en esta Teora del Estado se
halla tambin la clave para conocer su pensamiento sobre los
problemas que no lleg a tratar en particular. Si, por ejemplo, no
dej redactado el importante captulo referente a la soberana, se
encuentra en los dems un tan gran nmero de consideraciones sobre
este tema y, por otra parte, las tesis sociolgicas y metodolgicas
de la obra conducen tan necesariamente a una precisa concepcin de
la soberana, que ningn lector atento puede tener dudas sobre cul
era el pensamiento de Hller en ese particular. Para facilitar tal
labor de complemento de la obra se incluyen en un apndice todos
aquellos datos que figuran en los papeles que de l quedaron,
concernientes a los captulos que no pudo llegar a escribir. Aparte
de eso, presenta el manuscrito tantas adiciones y correcciones de
su propia mano, que puede fundadamente conjeturarse que slo faltaba
una ltima elaboracin para su forma definitiva. Lo poco que ella
habra de aadir se deduce de lo meditado de la redaccin de esta obra
en la que, como en todos los escritos de Hller, cada palabra
mantiene su esencial imprescindibilidad. Con frecuencia la
formulacin de una sola frase era, para nuestro autor, el resultado
de todo un da de trabajo concentrado. La conciencia de la
responsabilidad sobre lo que deca a sus oyentes o lectores no
conoca limites, ni en la autocrtica ni en la intensidad de la
labor. Segn Hller, la decadencia presente de las ciencias polticas,
y tambin, en parte, la crisis poltica actual, se deben a la falta
de relacin de las teoras polticas con la realidad y al carcter
relativo de sus afirmaciones causado por su manera subjetiva de
plantear los problemas. Pgina 8
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Esto es aplicable tanto a la lgica normativa sin Estado de
Kelsen como al decisionismo sin normas de Carl Schmitt.[1] Ambos
son ejecutores testamentarios del positivismo cientfico, en cuanto
consideran, en un caso al orden normativo y en otro al centro de
poder, de un modo aislado y prescindiendo de su correlacin entre s
y de su referencia a un sentido, con lo cual elevan un fenmeno
parcial a la categora de punto medular de una sistemtica del Estado
puramente abstracta. Prescindiendo de la lnea cientfica concreta
que no lleva a Hller a aproximarse a Kelsen ni a seguir a Schmitt,
sino ms bien a adoptar una posicin intermedia entre las de ambos,
su actitud de conocimiento, que es radicalmente distinta de la de
aqullos, se caracteriza por la cuestin, para l fundamental, del
porqu y del para qu del Estado y del derecho, superando as el
formalismo poltico, cuestin que, en nuestra poca, slo puede ser
resuelta mediante la determinacin de la funcin social del Estado.
Por esta funcin social, y slo por ella, hay que explicar
causalmente todas las propiedades, instituciones y notas
conceptuales del Estado y, asimismo, la referencia a la funcin es
la nica actitud fundamental posible para una comprensin esencial
del Estado. Pgina 9 Los conocimientos obtenidos por medios
sociolgicos, en primer trmino de la realidad social y, luego, de
las condiciones sociales de la actividad estatal, constituyen la
clave para todas las posiciones particulares de la teora de Hller.
Pgina 10 A la naturaleza dialctica del individuo, es decir, formada
por muchas acciones particulares como un todo, y que, a su vez,
tambin reacciona sobre los factores formativos, corresponde la
estructura del todo social que consiste en la actividad de los
individuos. Pgina 11 El Estado, que, segn la acertada expresin de
Marx, es "la sociedad en accin", slo puede ser comprendido en su
estructura esencial, si se parte del concepto supra ordinado de
organi-zacin. Pgina 13
La determinacin de la funcin social del Estado, como
aseguramiento de la convivencia y de la cooperacin entre hombres,
es la clave inmediata para comprender los fenmenos estatales que ms
problemas plantean, como la soberana, la supremaca territorial, el
monopolio coactivo, etc. La funcin de decisin y ordenacin de un
grupo social, en pocas de trfico intenso y amplia divisin del
trabajo, reclama, inmediatamente, el carcter territorial para su
autoridad, es decir, la posibilidad de asegurar tambin su eficacia
en los conflictos que no procedan de miembros del grupo, la
extensin de su competencia sobre toda posible fuente de
perturbacin. Esta funcin de individualizacin de preceptos jurdicos
es la que, ms an que la otra, sin duda importante, de garanta,
supone la soberana de un poder que establezca y desarrolle el
derecho. Pgina 13-14 Gerhart Niemeyer
SECCION PRIMERA
OBJETO Y MTODO DE LA TEORIA DEL ESTADO
I. OBJETO DE LA TEORA DEL ESTADO
1. LA TEORA DEL ESTADO COMO CIENCIA POLTICA La teora del Estado
se propone investigar la especfica realidad de la vida estatal que
nos rodea. Aspira a comprender al Estado en su estructura y funcin
actuales, su devenir histrico y las tendencias de su evolucin.
Pgina 21 Del ttulo de la presente obra se desprende ya que no nos
proponemos construir una teora "general" del Estado, con carcter de
universalidad para todos los tiempos, porque no lo estimamos, en
absoluto, posible. No son de temer confusiones con una teora
"particular" del Estado, aunque existiera una ciencia semejante. La
teora del Estado se ha cultivado en Alemania, desde hace tiempo,
como una disciplina especial que, a partir de mediados del siglo
XIX, se denomina expresamente "general" porque, desde entonces, el
crculo de sus problemas se restringe progresivamente, viniendo, al
fin, a quedar reducido a poco ms de la historia y construccin de
algunos conceptos fundamentales de derecho poltico.
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La ciencia poltica slo puede tener funcin de ciencia si se
admite que es capaz de ofrecemos una descripcin, interpretacin y
crtica de los fenmenos polticos que sean verdaderas y obligatorias.
Pgina 22 Dnde halla, pues, la ciencia poltica los criterios de
verdad y obligatoriedad para sus afirmaciones? En un caso, la
conciencia crtica descubre ideas que sirven como criterios que
puede presentar, a los intereses "de todos los miembros", como
verdaderos y obligatorios. No es necesario que esta "totalidad"
trascienda de la historia y la sociedad. Cuando slo comprende los
grupos que contienden en determinado tiempo y lugar, incumbe a la
ciencia poltica la funcin, llena de sentido, de establecer las
afirmaciones que para esos grupos son verdaderas y obligatorias. El
que se en-cuentren criterios que puedan unir los tiempos, partidos,
clases o pueblos depende de que, en el acontecer poltico que
engendra la lucha de los grupos, quepa o no sealar un sentido
atribuible a todos los contendientes. Pero si a la ciencia poltica
no le es posible presuponer un sentido tal y, por consiguiente, no
posee criterio alguno que sea aplicable a todos los contendientes
para la verdad y obligatoriedad de sus afirmaciones, pierde su
condicin de ciencia. Pgina 23 En la Edad Media, el pensamiento
poltico, como todo otro pensamiento, estaba subordinado a los
dogmas religiosos y, como mancilla theologice, sometido a los
criterios, universalmente obligatorios, de la fe revelada. La
conciencia poltica se crea tambin al servido de concepciones y
normas que estaban por encima de todos los antagonismos y que eran
admitidas por todos los grupos en pugna. La historia trascendente
de la salvacin, del cristianismo, y la creencia jusnaturalista en
el progreso y perfectibilidad del gnero humano permitan formular
juicios de validez universal y explicar el devenir poltico como una
conexin llena de sentido. Las ideas implcitas en la fe revelada
estaban fuera de toda pugna y se consideraban como establecidas en
inters de todas y cada una de las partes en contienda. Por esta
razn, cada parte poda apelar a las mismas frases de la Biblia o del
derecho natural, y la funcin de todo pensamiento poltico consista
en demostrar que tal o cual objetivo poltico o poder poltico estaba
en armona con aquellos dogmas. El pensamiento histrico-social del
siglo XIX elimin definitivamente esta simplicidad dogmtica. Pgina
23-24 La ciencia poltica crtica consagra su atencin, ms que a lo
comn, a lo que los criterios y formaciones polticos tienen de
peculiar, tratando, justamente, de describir las diferencias
histrico-sociales en toda su variedad y explicarlas en sus causas y
consecuencias. Pgina 25 Pero a finales del siglo XIX se inicia una
autor relativizacin de la conciencia con respecto al ser
social-vital cuyo resultado sera la autodestruccin de la ciencia
poltica. La confianza que, en tiempos pasados, se tena en la
ciencia haba dado lugar a que se propendiera a adscribir valor
absoluto a la autonoma de la teora frente a la prctica poltica; en
el presente existe la tendencia, an ms peligrosa, a negar lisa y
llanamente, la legalidad propia de la teora poltica, poniendo con
ello, en cuestin la posibilidad, en general, de una ciencia
poltica. Hoy se sociolgica, historicista y polemiza, de modo
radical, sobre todas las formas de pensar de. las ciencias
polticas, y hay que medir bien el volumen y las consecuencias de
tal hecho para darse cuenta, en toda su magnitud, de la gravedad
del peligro que entraa tanto para la teora como para la prctica
poltica. Pgina 25-26 En el siglo XX, y especialmente bajo el
influjo de la filosofa de la vida, de Nietzsche y Bergson, con la
relativizacin radical del espritu a la "vida" aparece un peligro
mortal. Segn Georgees Sorel y Vilfredo Pareto, todo postulado de la
ciencia poltica es slo la sublimizacin de una situacin vital,
completamente individual y absolutamente irracional, y toda idea,
en el sector de lo poltico, nicamente la "correspondencia" de una
singularidad histrico-social y personal con la que nada tiene que
ver el pensamiento. De ser ciertas tales afirmaciones, la ciencia
poltica vendra, con ellas, a suicidarse, renunciando,
definitivamente, a su carcter cientfico Pgina 26 A fin de evitar
estas consecuencias, tanto en la teora como en la prctica, se
apela, en primer trmino, al recurso de sustraer a aquella radical
relativizacin un fenmeno histrico-social cual-quiera y elevado a la
categora de criterio absoluto y de constante, del cual se derivan
todos los dems fenmenos histrico sociolgicos. Pgina 26-27 Vilfredo
Pareto, el llamado padre del fascismo, ha fundamentado, en forma
penetrante y articulada, este neomaquiavelismo burgus, al hacer
depender toda conciencia del "residuo", del estado general
individual-irracional del que obra. Para l, todas las doctrinas
polticas, de Platn a Marx, son slo
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mala metafsica, y todas esas ideologas nicamente medios de lucha
para el bellum ornniurn contra omnes. Las coberturas ideolgicas del
querer poltico irracional no son ms que ficciones necesarias para
la domesticacin de la bestia humana, de ellas ha de valerse la lite
que se halla en posesin del poder en cada momento, para poder
triunfar en la lucha siempre igual y, en s, carente de sentido, que
sostienen las lites por el poder. Pgina 27 Si todo pensamiento
humano es slo la expresin de una situacin individual
histrico-social, la fundacin de una ciencia terica (aunque tal
denominacin le sera impropia) slo puede consistir en suministrar
las ideologas que, para su vestimenta, precise el poder poltico que
se ha impuesto de un modo cualquiera. Si se ahoga por completo el
espritu en la lucha por el poder poltico y si en ella no se le deja
ninguna autonoma, advendr, como ineludible consecuencia, la anarqua
terica, y tambin la prctica, y su correlativa forma autoritaria, la
dictadura. Pgina 28
Si se acepta aquella reduccin del espritu a mera funcin, como
propugna la filosofa de la vida, no cabe explicar cmo es posible
que lo que, sobre temas polticos, nos dicen un Aristteles, un
Hobbes o incluso un Marx pueda tener validez para los pensadores
del da siendo tan diversas las situaciones polticas.Pgina 29 Si
podemos aprender an algo de Bodino, si la historia es algo ms que
un conglomerado confuso de situaciones momentneas sin conexin entre
s, se debe a que existen, de hecho, constantes idnticas en el
acontecer poltico, sustradas para la razn prctica a la relatividad
histrico-socio-lgicaLa prehistoria podr interesarse por otras
formas humanas e infrahumanas, pero la historia poltica slo puede
tener que ver con un hombre que, a diferencia de los animales,
transforma el mundo que le circunda segn sus pensamientos y
aspiraciones. De esta suerte, la ciencia del Estado, como, en
general todo conocimiento histrico-sociolgico, tiene que partir de
una conducta humana que, segn una acertada frase de Marx (captulo
1), "pertenece exclusivamente al hombre". Pgina 29 Por otra parte,
las realidades naturales y culturales que encuentra el ser del
hombre consciente transformador del mundo, y que condicionan su
obrar en forma de leyes, revelan tambin, aunque en medida muy
diferente, una constancia histrico-sociolgica, gracias a la cual,
precisamente, es posible la cultura. El hombre es siempre producto
y productor de su historia, forma impresa relativamente constante
que viviendo se desarrolla Pgina 30
2. DESARROLLO Y OBJETO DE LAS CIENCIAS POLTICAS Desde los
tiempos de la antigedad clsica se nos viene transmitiendo, de
palabra o por escrito, un cmulo de doctrinas y conocimientos a los
que hoy se da el nombre comn de ciencias polticas, sin que haya
sido posible determinar, de modo preciso e inequvoco, el objeto o
el mtodo de esta singular ciencia enciclopdica. Pgina 31 El
problema de la diversidad de ramas de las ciencias polticas y la
discusin de lo que ellas deben ser, por su objeto y mtodo, se
encuentran hoy, sustancialmente, en el mismo esta do en que se
hallaban en los ltimos tiempos de la antigedad helnica. Pgina 31-32
Como primeros maestros de la poltica, encontramos, entonces, a los
llamados sofistas, tales Protgoras y Gorgias, que enseaban la
poltica como una especie de arte para la vida del individuo, como
una tcnica poltica cuyo fin esencial era la carrera poltica del
discpulo y que, por esta causa, poda limitarse a exponer la manera
de emplear los medios necesarios para alcanzar ese fin. La base de
aquella enseanza estaba constituida por una formacin enciclopdica
general que comprenda rudimentos de matemticas, medicina, botnica,
zoologa y astronoma, as como de economa y pedagoga y conocimientos
sobre el arte de la guerra y sobre diversos pueblos. En sus
esfuerzos por preparar, de la mejor manera, a sus alumnos para la
poltica del momento y dotarIos de las habilidades necesarias para
la accin poltica, los sofistas dedicaron especial atencin a la
retrica, como arte de hablar en pblico, por la que el discpulo
aspiraba a influir sobre la multitud para llegar a un puesto
dirigente. Pgina 32 Scrates presenta una tica poltica que no se
agota con la enseanza sobre el empleo de los
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medios polticos, sino que investiga los principios para el obrar
poltico, estableciendo objetivos tico poltico y sentando, como
norma suprema, la absoluta dedicacin del individuo al Estado. Con
esto se vincula en Scrates, necesariamente, el problema de delinear
la imagen ideal del Estado perfecto, con lo que se vino a crear,
para innumerables continuadores, el modelo de una filosofa moral
del Estado. La problemtica poltica y tica aparecen en Grecia
indisolublemente unidas, debido al hecho de que la polis helnica
era un grupo religioso y poltico a la vez. Lo que Platn hace, en
este aspecto, es tambin, fundamentalmente, tica poltica y metafsica
poltica, as como filosofa de la historia del Estado. A Aristteles
debemos una descripcin y crtica, extensas y exactas, de las
constituciones polticas histricas de los atenienses y espartanos,
de los cretenses y fenicios. Al estudiar ms de cien constituciones
histricas, ha venido a ser el fundador de la ciencia
histrico-descriptiva de la poltica. En l apunta, tambin, la
explicacin sociolgica de los fenmenos estatales por las
transformaciones de la sociedad y, en este sentido, atribuye las
innovaciones en la organizacin poltica de Atenas a las luchas
polticas y sociales entre nobles y plebeyos, entre pobres y ricos.
Pgina 33
Vemos, pues, que ya en la antigua Grecia se desarrolla una
ciencia poltica que presenta, en sus objetos y mtodos, una gran
variedad. Segn el punto de vista particular de las correspondientes
direcciones de la investigacin, nos encontraremos con una tcnica
del poder, un arte cvica o filosofa moral, con una metafsica
histrica, una sociologa o una disciplina especial. Todos estos
tipos existen hoy tambin, slo que, debido a la mayor amplitud
intelectual e histrica de nuestra conciencia, su diferenciacin y
especializacin es mucho mayor. Pgina 34 En los ltimos tiempos de la
Edad Media se produce una progresiva secularizacin del pensamiento.
En lo fundamental, la bibliografa poltica de aquella poca consagra
su atencin a dos problemas. El primero es el de si el papa tiene el
derecho de nombrar y deponer al emperador romano, como en 1314 haba
pretendido Juan XXII; y el segundo, relacionado con el anterior, es
si el emperador manda sobre toda la cristiandad y, por tanto,
tambin sobre todos los prncipes extranjeros, lo que cobr actualidad
con motivo de la contienda entre Bonifacio VIII y Felipe el Hermoso
de Francia. Pgina 35 El moderno Estado soberano nace de la lucha de
los prncipes territoriales para la consecucin del poder absoluto
dentro de su territorio, contra el emperador y la Iglesia, en lo
exterior, y con los poderes feudales organizados en estamentos, en
lo interior. Pgina 36 Ya en 1501 formula el alemn Gabriel Biel
aquella atrevida afirmacin de que habra un derecho natural,
cognoscible por la razn humana y obligatoria por s mismo, aun
cuando Dios no existiese o la divinidad fuera irracional e injusta.
Maquiavelo y todos los autores de la razn de Estado que de l
arrancan llegan, incluso, a eliminar toda clase de lmites
normativo-morales que puedan trabar la autoridad del prncipe, y slo
lo someten a las normas tcnicas del poder, a la ratio status. Los
prncipes reclaman para s, como un derivado de su soberana poltica,
el poder de imponer a sus sbditos la creencia religiosa; y, en
contra de esta pretensin, luchan los monarcmacos, tanto catlicos
como protestantes, al defender la libertad de religin sobre la base
de la soberana del pueblo. Como antes haba sucedido, ambos bandos
utilizan como armas, en la lucha, concepciones jurdicas de origen
hebreo, grecorromano, cristiano y germano. Pgina 36-37 Aunque de
tendencia absolutista, Hobbes renuncia, por completo, a la tesis de
que el soberano sea de institucin divina. Lo importante es que, con
la doctrina contractual de Hobbes, el Estado recibe, por primera
vez, una fundamentacin inmanente, es decir, referida a la funcin de
la organizacin estatal en el seno de la totalidad social. Pgina
38
Lo ms genial de su teora fue su mtodo, tomado de las ciencias
naturales de la poca, que aspira a explicar y justificar lo
existente partiendo, nicamente, de las fuerzas que laten en su
interior. Pgina 39 Es verdad que, en la base del derecho natural,
hay una confusin entre lo racional-normativo y lo
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histrico-causal. As, la doctrina de Locke, que tanto influjo
ejerci y que, por lo dems, se apoya en la idea hobbesiana de la
funcin social del Estado, ha pretendido explicar, de hecho, el
nacimiento histrico del Estado mediante un contrato. Pgina 39 Por
mucho tiempo continuaron teniendo validez simultnea en la teora de
la poltica el mtodo racional normativo y el histrico-sociolgico, y
an hoy aparecen unidos en muchos investigadores franceses y
angloamericanos. Pgina 41
La doctrina de Hobbes segn la cual el fin del Estado constitua
la ley suprema de ste, as como la concepcin kantiana del contrato
poltico como piedra de toque para determinar la juridicidad de
todas las instituciones del Estado, tenan que dar lugar a una
crtica racional de los poderes polticos existentes. Pero cuando el
mundo se vio sacudido, asustado e incluso desengaado por la
Revolucin francesa; cuando vio que sus exigencias de libertad e
igualdad para todos los hombres y el culto a la diosa razn
conducan, en lo interior, al rgimen del terror, y, poco despus, en
lo exterior, al imperialismo napolenico, surgi una tendencia del
pensamiento poltico que hizo que los escritores, no slo los
contrarrevolucionarios, sino tambin los mismos revolucionarios, se
percatasen de los numerosos y complejos factores histrico-sociales
que condicionan la actividad poltica. La vieja cuestin: soberana
del dominador o soberana del pueblo, sigue siendo el tema central
de discusin de la teora poltica, pero se la trata desde puntos de
vista metdicos completamente distintos. Pgina 41
En la actualidad, la ciencia poltica presenta cierta limitacin
en cuanto a su objeto, pero sus mtodos se han multiplicado
sobremanera. Slo cuando se reconozca a lo poltico su legalidad
relativamente peculiar, podr decirse que existe un objeto especfico
del conocimiento poltico. Pgina 42-43 El objeto de las ciencias
polticas cambia, ms a causa de los problemas y complicaciones, de
carcter concreto, histrico sociolgicos que plantea la misma vida
poltica, que segn los intereses subjetivos y los puntos de vista
personales de cada investigador. El planteamiento de los problemas
en la teora de la poltica no nace, pues, del hecho de que el
investigador "lleve" sus preocupaciones subjetivas a la realidad
poltica, sino de la circunstancia de que, en esta realidad, ha
aparecido algo que, desde un punto de vista objetivo, es
cuestionable y precisa de explicacin. En los tiempos actuales, la
problemtica de la ciencia poltica aparece reducida debido a que,
desde hace alrededor de un siglo, el inters especulativo se ha
orientado, casi exclusivamente, hacia la cuestin del ser poltico
emprico, y slo en grado mucho menor par atencin en la de lo que
debe ser el Estado. Pgina 43 La ciencia poltica se ocupa por
principio -y esto no es un juicio deontolgico sino existencial-
nicamente de aquellas actividades polticas y formas institucionales
de actividad que suponen un ejercicio autnomo de poder, que no
aparece predeterminado de cabal manera mediante precisas reglas
jurdicas normativas. La mera aplicacin de las reglas jurdicas
existentes, actividad poltica que nada nuevo engendra, que no
supone una direccin creadora de los asuntos pblicos, en el sentido
de introducir una transformacin esencial en la distribucin del
poder del Estado sobre la base de decisiones autnomas, esa
actividad, pues, y la institucin en que encarna pueden, en algn
caso, ser polticas pero, normalmente, no forman parte del objeto de
la ciencia poltica. Pgina 44
3. LA TEORA DEL ESTADO EN LA REALIDAD ESTATAL
La actual teora del Estado no puede aceptar aquella estrecha
delimitacin en su problemtica que conocieron las dos ltimas
generaciones. Pues las teoras del Estado de esa poca dejaron sin
examinar gran parte de los ms importantes problemas tericos y
prcticos, como los de la naturaleza, funcin y unidad del Estado, el
de sus relaciones con la sociedad, la economa e, incluso, con el
derecho, los del Estado de clase, de la opinin pblica, de los
partidos polticos, etc.; o bien, si se ocuparon de ellos, lo
hicieron en medida insuficiente. Pgina 47 Todo conocimiento sobre
el Estado tiene que partir del supuesto de que la vida estatal
incluye siempre al que investiga; ste pertenece a ella de un modo
existencial y no puede nunca
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abandonarla. Con lo expuesto queda dicho que nunca haremos teora
del Estado por amor a la teora. Pgina 48 Desde hace dos
generaciones la burguesa alemana aparece polticamente saturada y
los tratadistas alemanes de teora del Estado, que se jactaban de no
tener nada que ver con la poltica prctica, dedicaron los mayores
esfuerzos a "despolitizar" su disciplina, Hay todava quien pueda
abrigar alguna duda sobre cul de esas dos corrientes de teora del
Estado fue ms fructfera, ms profunda y de ms valor para la vida, la
de los polticos Dahlmann, Stahl, Stein y Mohl o la de los apolticos
Gerber, Laband, Jellinek y Kelsen? Estos ltimos autores pretendan,
queriendo como engaarse a s mismos, que les era posible eludir la
problemtica poltica de su tiempo; pero, de hecho, se vieron
forzados a aplicar soluciones histricamente desplazadas a los
problemas tradicionales o, al contrario, a adoptar soluciones
tradicionales sin recoger, con ellas, las cuestiones a que
respondan, Naci, de esta suerte, una teora del Estado cuya parte ms
valiosa, cultivada sobre todo por Georgee Jellinek, era una
historia de conceptos Pgina 49 De hecho, ciertamente, las teoras
del Estado de todos los tiempos, aun aquellas que se decan
expresamente generales en el sentido de una universalidad espacial
y temporal, se limitaban, tanto en el material utilizado como en su
problemtica y en sus perspectivas polticas, al aqu y ahora, claros
e inequvocos, del investigador, aunque ste creyera moverse en el
terreno de la ms pura teora y no tuviera el ms insignificante
propsito poltico. Esta creencia, sin embargo, ha originado
considerable confusin. Pgina 50 De esta suerte, el Estado de la
Edad Moderna tiene tan poco que ver con el medieval -si es que se
puede hablar de un Estado en la Edad Media-, tanto en lo
concerniente a su estructura como a su funcin, que, en este caso,
slo puede hablarse de cambio y no de evolucin. Lo mismo cabe decir
respecto a las relaciones entre la estructura del Estado antiguo y
la del medieval Pgina 50 el afirmar que la estructura presente o
futura del Estado depende, en forma decisiva, del hecho de que su
nacimiento primario deba atribuirse a la lucha de clases o de razas
o a otra causa, no pasa de ser un prejuicio historicista ms. Es de
realidad notoria que una formacin poltica con un origen nico puede
desarrollarse, transformarse y cambiarse de muy diversos modos.
Pgina 51 Dado, pues, que en la teora del Estado, lo mismo que en la
ciencia del derecho y en todas las dems ciencias que no operan slo
con formas mentales desnudas de realidad, los contenidos de los
conceptos no pueden derivarse del principio de la formacin racional
y, por consiguiente, son irracional es , no puede haber en esas
ciencias un sistema cerrado de conceptos; el contenido irracional
interviene siempre, aqu, en la formacin y en la estructura de las
diferentes formas particulares, lo mismo que en sus relaciones
recprocas y, por esta razn, tambin en la estructura de la
sistemtica. No es posible, en estas ciencias, un sistema en el
sentido de una definitiva fijacin sistemtica de las cuestiones;
porque aun las mismas ciencias cambian con las aspiraciones e ideas
de los hombres. Pgina 52 II. MTODO DE LA TEORA DEL ESTADO
1. LA IMPORTANCIA DEL PROBLEMA DEL MTODO La necesidad de
investigaciones metodolgicas surge de la situacin en que se
encuentra la teora del Estado, lo mismo que la ciencia del derecho
que en ella tiene su base. Cuando se habla, y con razn, de la
crisis actual de la teora del Estado no se debe ver en ella un
fenmeno de decadencia, sino al contrario. La confusin catica de las
discusiones sobre temas de la teora del Estado en la posguerra
alemana significa, sin duda, en comparacin con la situacin
precedente y con la que actualmente reina en el extranjero, un
estadio espiritual ms elevado, y si no cabe afirmar que ella
represente un renacimiento cientfico, no puede negarse que
constituye el sntoma de una problemtica ms hondamente vivida y de
un sentido ms serio para los problemas metodolgicos. As se reconoce
tambin en el extranjero. Pgina 54 Hoy no tenemos ya esta confianza
lgica en la ciencia. Los fundamentos de la vida del Estado y del
pensamiento sobre l, que nos haba llegado la tradicin, se han visto
conmovidos y, poco a poco, se abre paso la idea de que no tiene
sentido cientfico discutir sobre resultados si no se est de
acuerdo
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sobre los supuestos bsicos. Hasta nuestros das era posible
-aunque ello no resultara precisamente muy cientfico- que los
contrincantes no se preocupasen gran cosa por poner en claro los
supuestos tericos, y deducan sus resultados de conceptos
fundamentales formados de un modo completamente ingenuo, porque
todos crean ya saber perfectamente lo que era el Estado, el
derecho, etctera. Pgina 55 Dentro del mtodo hay que ocuparse de la
relacin que existe entre el sujeto que conoce y el objeto conocido,
del problema de la actitud cognoscitiva y los modos de trabajo y
del modo de formacin de los conceptos. Pgina 55 El Estado es
nicamente un contenido parcial de la compleja realidad de la vida,
de la cual lo asla la teora del Estado. Pero los conocimientos que
integran esta teora slo pueden tener valor si ese aislamiento se
complementa con una constante referencia a la realidad total, ya
que slo en ella tienen vida y verdad. Pgina 56 Los ms importantes
estmulos para la teora del Estado vienen hoy de Hegel y su mtodo.
Sin embargo, del renacimiento hegeliano, que tantos invocan, tal
vez no haya quedado mucho ms, en lo metodolgico, de le> que, en
sustancia, haban llevado a cabo Marx y Engels, en la llamada
izquierda hegeliana, ya a mediados del siglo XIX. Pgina 56
2. LA TEORA DEL ESTADO ES CIENCIA CULTURAL Y NO CIENCIA NATURAL
La doctrina natural del Estado, as nacida, conceba la naturaleza
humana como un esquema, regulado por leyes, de diversas "fuerzas" o
"facultades" constantes del hombre, siendo esas fuerzas las que,
bajo el influjo del "medio", es decir, de la geografa, la economa,
la tcnica, etc., creaban el Estado. Este esquema fundamental, en
cuanto objetivo de una concepcin inmanente de lo social, se ha
mantenido sustancialmente hasta hoy, no obstante sus muchas y aun
radicales transformaciones. Pgina 57 Entonces, como ahora, sostenan
que no existe diferencia alguna esencial entre el Estado de los
hombres y el "Estado" de las abejas, hormigas, castores y otros
animales. Pgina 58 Una araa ejecuta operaciones que semejan las
manipulaciones del tejedor, y la construccin de los panales de las
abejas podra avergonzar, por su perfeccin, a ms de un maestro de
obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja,
desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de
ejecutar la construccin, la proyecta en su cerebro. Al final del
proceso de trabajo, brota un resultado que antes de comenzar el
proceso exista ya en la mente del obrero; es decir, un resultado
que tena ya existencia ideal. El obrero no se limita a hacer
cambiar de forma la materia que le brinda la naturaleza, sino que,
al mismo tiempo, realiza en ella su fin, fin que l sabe que rige
como una ley las modalidades de su actuacin y al que tiene
necesariamente que supeditar su voluntad" Pgina 59
La cultura no es, pues, en modo alguno, una libre creacin de
realidad, condicionada nicamente por el poder del espritu humano,
sino una conformacin de la realidad sujeta a las leyes psquicas y
fsicas del hombre y de su material. Debiendo aadirse que el
conocimiento de estas leyes por el hombre, la manera como son
utilizadas, en suma, su accin social y su significacin cultural es
algo que cambia tambin con la historia. La diferencia metdica que
existe entre las ciencias de la cultura y las de la naturaleza
radica en la diversa actitud del conocimiento humano frente a esas
dos esferas de objetos. Nuestra relacin con la cultura, como
formacin humana, es fundamentalmente distinta de la que guardamos
con la naturaleza. En aqulla el sujeto que conoce no se halla
frente a un objeto externo y extrao, sino que el espritu conoce
vida espiritualizada, se conoce, en realidad, a s mismo. Pgina
60-61 Nadie ha combatido de modo ms certero y completo que Marx esa
supersticin, de tan difcil desarraigo (cf. tambin Oppenheimer,
System der Soziologie, 1, 1922, p. 69), que sostiene que el Estado
y la sociedad pueden ser mejor comprendidos si se les compara con
las sociedades animales. Pgina 61 En apoyo de la consideracin
cientfico-naturalista del Estado se afirma que ella implica una
superior certeza en el conocimiento y una objetividad mayor. Y esto
no es exacto. Pues, al modo como lo han
-
hecho primeramente con las significaciones culturales, estos
investigadores suelen tambin, y aun con mayor motivo, imputar a la
naturaleza valoraciones polticas antes de deducidas de ella "segn
la ley". Pgina 62
3. LA TEORA DEL ESTADO ES SOCIOLOGA Y, COMO TAL, CIENCIA DE LA
REALIDAD Y NO CIENCIA DEL ESPRITU La doctrina dominante rechaza,
casi unnimemente, la consideracin de la teora del Estado como una
ciencia de la naturaleza. Pero justamente contra esta misma
doctrina dominante hay que demostrar, con todo empeo, que tampoco
el Estado puede ser objeto adecuado para un conocimiento del tipo
que es caracterstico de la "ciencia del espritu". Pgina 63 Para
nosotros, la cultura es aquella porcin del mundo fsico que cabe
concebir como formacin humana encaminada a un fin. El hombre al
labrar la tierra, construir casas, crear obras de arte o formarse a
s mismo o a los dems de modo consciente o inconsciente, es portador
de cultura, posee y crea cultura.Pgina 64 El Estado, en esa esfera,
no es ms que uno entre muchos, existiendo, adems de l, el arte, la
ciencia, la economa, la sociedad, la religin, cuyo contenido jams
podr agotar, en sus vivencias, un individuo Pgina 66 Los motivos de
sociologa del saber a qu tal doctrina responde, se desprenden, tal
vez, de las palabras de Dilthey, quien, admitiendo que la historia
nos habla tambin de trabajo econmico, de colonizaciones, guerras,
fundaciones de Estados, etc., declara, sin embargo, que lo que a
nosotros -es decir, a los intelectuales alemanes- principalmente
nos mueve es lo "inaccesible a los sentidos", lo que puede ser
vivido y comprendido; "en torno a ellas gira todo el alboroto de la
historia Pgina 67 Intentando una solucin del enigma propuesto, no
tardaremos en encontrarla al descubrir la existencia de dos
confusiones inadmisibles; pues, de un lado, se equiparan, al menos
metodolgi-camente, las formaciones sociales, como el Estado, con
las estructuras o totalidades de sentido abstractas, como el
derecho; y, de otro, se confunden las totalidades de sentido
lgico-matemticas con totalidades de sentido de carcter histrico.
Pgina 67 La formacin social que se llama Estado debe ser
diferenciada tajantemente, no slo desde un punto de vista objetivo
sino, adems, metodolgica, de toda estructura de sentido. El Estado
no es espritu objetivo y quien intente objetivizarlo frente a su
sustancia humana psico-fsica, ver que no le queda nada en las
manos. Pues el Estado no es otra cosa que una forma de vida
humano-social, vida en forma y forma que nace de la vida. Pgina 69
La misin de la teora del Estado es investigar el Estado en cuanta
realidad. Si su objeto es el Estado, resulta obvio que no ha de
referirse slo a una conexin de sentido o a un contenido afectivo
que tenga su expresin en el Estado, ni tampoco a las causas
psquicas de la actividad estatal, nicamente, sino que ha de
proponerse la aprehensin de esa formacin de la realidad que se
llama Estado. Es, por esta razn, ciencia sociolgica de la realidad
y no ciencia del espritu o del sentido. Pgina 70 Esa comprensin del
sentido, que realiza la ciencia de lo real, tiene que ser
comprensin de la realidad social. La totalidad de la que hay que
partir, necesariamente, para poder comprender el sentido del
Estado, segn el modo de la ciencia de la realidad, es la
convivencia humana real, "la produccin y reproduccin de la vida
real" Pgina 71 Las formaciones sociales son grupos de voluntad y,
en ellos, la voluntad humana acta como causa final; su estructura
ideolgica no excluye, en manera alguna, la causalidad, antes la
tiene por base. Sin duda que en las ciencias de la cultura no se
trata nunca, en ltimo trmino, con referencia a la cuestin causal,
del problema de las leyes causales ms generales, sino de las
conexiones individuales concretas a las que podemos atribuir este o
aquel fenmeno.Pgina 72-73
As, pues, la ciencia del sentido y la ciencia de la realidad, la
jurisprudencia dogmtica y la teora del Estado, aparecen, tanto por
sus objetos cuanto por sus mtodos, claramente separadas. Pgina 74
No obstante, o justamente a causa de esta separacin, cumple
manifestar que la emancipacin del conocimiento propio de las
ciencias del sentido, respecto a la realidad social, no es jams
-
absoluta. Pgina 74
La ciencia del sentido sostiene su autonoma en virtud del
peculiar y exclusivo objetivo de su co-nocimiento, puesto que los
prstamos que toma de la ciencia de la realidad los utiliza
nicamente como un medio para el fin de su especfica interpretacin y
para la cabal comprensin de la conexin de sentido. Pgina 75 De este
modo la teora del Estado es, en todos sus aspectos, una ciencia
sociolgica de la realidad que, considerando el Estado como una
formacin real, histrica, se propone comprenderla y explicarlo
causal mente mediante la interpretacin de la "conexin de actividad"
histrico-social. Pgina 76
4. LA TEORA DEL ESTADO ES LA CIENCIA DE ESTRUCTURAS Y NO CIENCIA
HISTRICA
Segn una consideracin inmediata y, por consiguiente, ingenua, la
realidad social toda y, en primer trmino, su status poltico, el
Estado, presentan el carcter de una rgida entidad objetiva. No se
conciben las formaciones sociales como algo que ha devenido y que
deviene, no se le reconoce su condicin de formas de la actividad
humana. La mayor parte de la enorme masa de vivencias de nuestros
antepasados, que acta en nosotros como experiencia y formacin, ha
penetrado tan slo en nuestro saber inconsciente. Sobre la base de
estas experiencias, todas las formaciones sociales y formas
espirituales posibles guan la corriente de vivencias del hombre en
cuanto ser de cultura, y casi siempre sin que se aperciba de ello,
por los cauces predeterminados por el lenguaje, las costumbres, el
derecho, la familia, el Estado, etc. Se comprende, por eso, que la
conciencia inmediata considere todas aquellas formas y formaciones
sociales como algo que no ha devenido, como algo inmutable, regido
por leyes eternas. Pues "la reflexin sobre las formas de la vida
humana, as como su anlisis cientfico, abre un camino contrapuesto
al de la evolucin real. Pgina 76-77 Pero la teora del Estado no es
ciencia histrica y, por esta razn, resulta esencialmente
inaceptable una teora del Estado que, al modo de la de R. Schmidt,
nos d un resumen histrico del "desarrollo" del Estado, el cual,
segn eso, se considera, de uno u otro modo, como algo constante; y
tambin debe estimarle equivocada una teora del Estado que considere
como clave de su construccin la integracin, es decir, el proceso de
renovacin permanente (Smend, pp. 18 s.), pues en la multitud de los
procesos de integracin, que se suceden unos a otros, tiene que
disolverse y desaparecer lo nico que puede ser objeto de la teora
del Estado, a saber, la unidad del Estado que se afirma a s mismo
en todo cambio. Pues toda historia es historia de algo; no existe
una "historia en general". La corriente de la historia, lo mismo
que la corriente de vivencias del individuo, no puede ser concebida
como una totalidad indiferenciada en movimiento, sino que se nos
muestra como una estructura, sobremanera diferenciada, de funciones
y formas que se condicionan recprocamente. Cuanto ms alto sea el
grado de civilizacin, tanto ms fuerte ser la integracin y
diferenciacin de esta estructura. La ciencia de la historia no
puede hacer otra cosa sino describir la sucesin y la momentnea
coexistencia de las diversas actividades y objetivaciones de
carcter poltico, econmico, religioso, etc. Y menos podr renunciar a
tal diferenciacin una historia universal que, en la actualidad,
apenas existe ms que como aspiracin. Pgina 78 Con lo expuesto queda
demostrado que es posible encontrar en la realidad histrica el
punto de partida de la teora del Estado como ciencia de
estructuras.Pgina 79 El problema de la teora del Estado consiste,
pues, en concebir el Estado como una estructura en el devenir.
Pues, por una parte, slo existe el Estado si hay hombres que, en
determinada situacin y mediante sus actos reales de voluntad,
operan para que llegue a ser. Pero, por otra parte, todos esos
actos presentan un enlace y ordenacin especiales, mediante los que
se ordena su pluralidad en la unidad caracterstica del todo activo
que es el Estado. Si esta estructura tiene cierta permanencia, la
teora del Estado habr encontrado ya su objeto; pero como dicha
estructura o forma del Estado se halla constantemente inmersa en el
ro de la historia y sometida a un cambio incesante, aunque, de
ordinario, apenas perceptible, no puede ser concebida como una
forma
-
cerrada. La historia fluye a travs de ella. Por eso es
absolutamente ineludible que la teora del Estado busque, en lo
devenido lo que deviene, las tendencias de la evolucin de la
estructura del Estado. Pgina 80 5. LA TEORA DEL ESTADO Y LA
POLTICA
El problema sera sencillo si por teora general del Estado se
entendiera, nicamente, el anlisis dogmtico de los conceptos
generales positivos del derecho poltico, pero ste slo es lgicamente
posible en una teora del Estado sin Estado, es decir, cuando se
identifica a ste con el orden jurdico (Kelsen, Staatslehre, 1925).
En los dems casos, las fronteras entre la ciencia poltica y la
teora del Estado son imprecisas. Como resabio del pensamiento
jusnaturalista fue usual hasta hace poco equiparar la teora del
Estado con la filosofa del Estado, oponiendo sta a la ciencia
emprica de la poltica. Pero dado que la teora del Estado se vale
tambin de mtodos empricos, tal oposicin carece de sentido. El ser y
el deber ser aparecen tan entraablemente entrelazados en todas las
ciencias de la sociedad como la teora y la prctica. No implica
esto, sin embargo, desconocer la legalidad relativamente especfica
de los conocimientos polticos tericos. Cualquier conocimiento o
saber slo tendr valor para el poltico prctico si puede ser
utilizado como arma, de manera inmediata, en la lucha poltica del
da; por esta razn, hace, sobre todo, apelacin al sentimiento y a la
voluntad del hombre. Pgina 81 La voluntad de poder del terico de la
poltica debe subordinarse a su voluntad de conocimiento y, por esta
razn, habr de atender ms a la fuerza intelectual del juicio que a
la capacidad de exaltacin tica o emotiva del hombre. El objetivo
del poltico prctico consiste en el logro de una conexin ordenada de
la actividad poltica; el del terico de la poltica es una conexin
ordenada del conocimiento poltico. Pero de tal distincin entre la
teora y la prctica participan, en igual modo, la ciencia poltica y
la teora del Estado, aun cuando los conceptos, ms concretos, de la
ciencia poltica puedan estar ms cerca de lo prctico. No podemos
conocer una realidad social si no parti-cipamos, a la vez, en su
formacin. Y tal situacin no podra ser, en lo fundamental, alterada
ni siquiera por una humanidad dotada de mayor sentido crtico para
el conocer, a quien fuese dado realizar la proeza de convertirse en
un sujeto puro de conocimiento, libre de todo influjo de la
voluntad, y mantenerse, por s solo, fuera de esa realidad. Pues una
vez realizado tal prodigio, ese fantasma confinado fuera de la
realidad no podra vivida y pensada ms que como la puede pensar el
hombre real, es decir, como realidad. Pgina 82 El propio George
Jellinek se daba perfecta cuenta de que todos los procesos
importantes de la vida del Estado han sido, antes de su nacimiento
y en ste, objeto de consideraciones y decisiones polticas, y de que
toda accin estatal acarrea efectos polticos George Jellinek reitera
constantemente el intento de salvar la separacin entre la teora del
Estado y la poltica, al menos en lo externo Pgina 83 Quien quiera
describir el ser del Estado, por fuerza ha de tener en cuenta las
comunidades de voluntad y de valores que se actualizan en el
presente del Estado y adems referirse a su futuro. Pues toda
representacin presente de la estructura del Estado, cuya
actualizacin se realiza en modo constantemente renovado, nace
nicamente del hecho de que estimamos a un determinado poder de
voluntad, frente a los dems, como el formador del futuro, es decir,
que entre diversas tendencias de evolucin, sealamos una como
nicamente vlida para el futuro, pudiendo ella ser, en relacin con
la situacin presente, reaccionaria, conservadora o revolucionaria.
Pgina 85 El conocimiento de la realidad poltica y su valoracin se
hallan, pues, entraablemente unidos. Tanto el terico como el
prctico de la poltica encuentran siempre ante s, de modo
ineludible, la cuestin de determinar cul de las diversas tendencias
del presente habr de conformar el futuro. Tales decisiones,
naturalmente, no han de referirse a sealar si el querer formativo
de la actualidad poltica es moralmente bueno, estticamente bello o
aparece como valioso segn cualquier otro criterio de valor; lo nico
que hacen es descubrir, en tales tendencias, el "prximo estadio de
la historia del mundo". Pgina 87 La ciencia poltica precisa,
esencialmente, de una teora del Estado, ya de modo expreso o como
algo tcitamente supuesto. Si quiere ser una verdadera ciencia, ha
de procurar emplear las palabras
-
Estado, derecho, poder estatal, Constitucin, soberana,
territorio, pueblo, etc., segn acepciones inequvocas y sin
contradicciones. Pero tan necesaria como la teora del Estado para
la ciencia poltica, lo es la filosofa del Estado para ambas. Es
filosofa toda actitud del pensar respecto al mundo considerado como
unidad. Pgina 89 Como, en todo lo hasta ahora expuesto, hemos
insistido constantemente en el carcter indisoluble de la conexin
entre lo terico y lo prctico, entre la teora del Estado y la
poltica, es necesario que proclamemos ahora, con singular nfasis,
la relativa autonoma de la actitud terica; pues hay, en verdad, una
gran diferencia entre la actitud del terico y la del prctico de la
poltica. Es innegable que el terico tampoco puede prescindir de las
valoraciones; pero, para el prctico, la justeza de sus ideas
conductoras se deduce de la prctica, es decir, del xito que puedan
tener, para lo cual ha de apelar ms al sentimiento y a la voluntad
que al intelecto. Los argumentos del terico no van dirigidos, en
primer lugar, a nuestra capacidad de entusiasmo, a nuestro afn de
actividad o a nuestra conciencia moral, sino a nuestro juicio
racional. No es, para aqul, el conocimiento un instrumento actual
de dominacin, sino una formacin de sentido que guarda una autonoma
relativa frente a las cambiantes situaciones de poder. Pgina 90 6.
LA FORMACIN DE LOS CONCEPTOS EN LA TEORA DEL ESTADO
La teora del Estado es ciencia de la realidad. Aspira a conocer
la realidad especfica de la vida estatal que nos circunda. Sucede,
sin embargo, que toda ciencia es una ordenacin y transformacin de
lo real en la mente. Pgina 90 Con conceptos-leyes no es posible
aprehender ni una realidad cultural ni una realidad natural. Pues
toda realidad es, sin excepcin, individual, desde la ltima hoja de
un rbol al hombre. La individualidad es algo irracional, y por
muchos Crculos concntricos de conceptos genricos que se
establezcan, nunca podr ser aprehendido en ellos. Como lo que a las
ciencias de la cultura principalmente interesa es la realidad
histrico-social individualizada, aunque las leyes y los conceptos
genricos de carcter general sobre la cultura pueden proporcionar
ciertos supuestos fundamentales para el conocimiento de esa
realidad, en ningn caso, sin embargo, pueden proporcionar este
mismo conocimiento. Pgina 91-92 La teora del Estado, que tiene como
objeto el Estado occidental de la Edad Moderna, reclama una forma
conceptual que, sin ser indiferente para con el contenido histrico
concreto, no venga a confundirse con la individualidad del Estado
real y particular; es decir, una forma que capte los rasgos
caractersticos esenciales de una estructura histrica de la
realidad, pero que tenga una validez que trascienda de lo meramente
singular. Pgina 92 El Estado occidental de la Edad Moderna tiene
determinadas leyes de estructura que caracterizan la estructura del
Estado alemn, francs, italiano; pero su peculiaridad individual lo
diferencia de todas las dems estructuras de Estados de otros
tiempos y crculos de cultura. Cuanto ms general es el
concepto-estructura, tanto ms se acerca al concepto-ley, y cuanto
ms concreto, tanto ms se aproxima al concepto histrico individual.
Pgina 94 Constituye el propsito de la teora del Estado la
descripcin e interpretacin del contenido estructural de nuestra
realidad poltica; el Estado no debe ser concebido ni como una
conexin racional de leyes ni como una conexin de sucesin lgica o
temporal. Pero, indudablemente, en la forma estatal operan leyes,
y, de otra parte, su estructura es una forma abierta que permanece
a travs de los cambios histricos Por tal razn, tanto los conceptos
genricos como los individuales son, en la teora del Estado, no slo
posibles, sino incluso necesarios; pero su funcin es, sin embargo,
aqu, la de servir nicamente como medios para un fin, que es el de
concebir el Estado como forma, como una conexin real que acta en el
mundo histrico-social. Pgina 96-97
SECCION SEGUNDA
LA REALIDAD SOCIAL III. LA REALIDAD SOCIAL COMO EFECTIVIDAD
HUMANA La realidad social no puede ser considerada ni como una
realidad subjetiva de vivencia ni como realidad extra subjetiva. Un
realismo consecuente habr de ver, en la realidad, un "ser
independiente
-
de toda relacin con el yo", con lo que quedar desplazado el
centro activo por y para el cual nicamente existe la realidad
social. Esta realidad social-humana, que acta causalmente sobre la
naturaleza y la sociedad, no puede determinarse, naturalmente,
mediante el anlisis fenomenolgico de la conciencia; por eso tiene
razn Litt cuando excluye de sus investigaciones a todas las
agrupaciones sociales que precisan en los individuos miembros de
"un saber y un querer" encaminados hacia aqullas, y por tanto,
"todo lo que se refiera a un obrar unificado y regulado en el
sentido de la comunidad y concerniente a sta como tal" (pp. 408,
410, adems 66 s.). De este modo, queda excluida de las
consideraciones de Litt casi toda la realidad social y,
especialmente, la del Estado. Pgina 101-102 En cambio Marx y
Engels, por los aos 1845 Y 1846, Y en una crtica de la ideologa
alemana que, dado el estado presente de la ciencia, no ha perdido
todava actualidad, haban descrito ya, en muy claros trminos, el
carcter de la realidad poltico social. "La organizacin social y el
Estado nacen, en forma ininterrumpida, de los procesos vitales de
determinados individuos, pero no de stos tal como los imagina la
representacin propia o ajena, sino tal como ellos realmente son, es
decir, tal como obran y producen materialmente, tal como actan
dentro de determinados lmites y bajo determinados supuestos y
condiciones independientes de su albedro" Pgina 102 En relacin con
la teora del Estado, slo nos cumple ocupamos de la realidad
poltico-social del hombre. Pgina 103 Y al modo como el hombre slo
puede actuar con sentido a travs de lo corporal, la realidad
social, por l actuada, slo puede ser concebida como una unidad
corporal y de sentido. Cualquier otra concepcin es inadmisible a
causa de lo inseparable de la conexin entre cultura y naturaleza.
Aunque, en lo que sigue, analicemos separadamente las condiciones
naturales y culturales de la efectividad social, no se debe nunca
olvidar, por ser cosa fundamental, que se trata de dos momentos de
una unidad dialctica que slo nuestro pensar discursivo separa y
nuestra representacin distingue. Pgina 105 IV. CONDICIONES
NATURALES, DE CARCTER GENERAL, DE LA REALIDAD SOCIAL
En contra de toda suerte de racionalismo, cuyo propsito es
explicar la realidad por la razn, debe sostenerse la tesis de que
la realidad social es una unidad dialctica de naturaleza y cultura,
condicionada siempre por la total conexin csmica. "Las guerras, por
ejemplo, constituyen una parte capital de todas las historias, pues
stas, en su aspecto de poltica, tienen que ver con la voluntad de
los Estados y esta voluntad se presenta en armas y se impone
mediante ellas. Ahora bien, la teora' de la guerra depende, en
primer lugar, del conocimiento de los fsicos, que ofrece a las
voluntades pugnaces su sustrato y sus medios [,..] Sin embargo, el
problema se complica sobremanera cuando se plantea a fondo la
cuestin de la importancia de las condiciones naturales para la
realidad social. Hay que plantear, necesariamente, en primer
trmino, ciertas cuestiones. Por una parte, hay que saber de qu
manera el valor de efectividad social del hombre aparece
determinado, en concreto, por la circunstancia de que su cuerpo est
incluido en la estructura causal objetiva de la naturaleza. Y por
otra, y ello interesa especialmente a la teora del Estado, hay que
determinar si las uniones operantes de la realidad social deben
explicar por las "fuerzas socializadoras" de la naturaleza, y de qu
modo; o, con otras palabras, si cabe referir las comunidades
polticas a comunidades naturales. Como se ve, tales problemas
parten de un punto de vista "materialista": que la cultura debe
concebirse como una directa continuacin de la naturaleza. Pgina 107
Una forma geogrfica slo adquiere importancia social, y se convierte
en realidad social, al ponerse en contacto con una determinada
productividad humana.Pgina 108 Pretender concebir la realidad
poltica y social prescindiendo de las fuerzas que entraan los
impulsos elementales del hombre, el de reproduccin, los de
desarrollo y poder y el de nutricin en un sentido amplio, ha sido
el principal error de aquellas concepciones espiritualistas y
personalistas del Estado que creen poder derivar directamente del
desarrollo del espritu la reproduccin o la expansin guerrera y
econmica. Hechos muy importantes de la realidad estatal slo pueden
explicarse, por ejemplo, mediante el contagio colectivo, es decir,
por la simple circunstancia de pertenecer a una masa que obra como
una unidad ligada por un vnculo espacial, Pgina 111
-
Una interpretacin de la realidad social en su conjunto,
partiendo de estas condiciones naturales, no es posible, debido al
hecho de que esas fuerzas socializadoras tienen que ser
consideradas como constantes y universales, y, en cambio, la
realidad social es una individualidad histricamente cambiante.Pgina
112
No cabe duda que la realidad social, corporal y de sentido a la
vez, no puede concebirse si se prescinde del momento naturalista;
pero tampoco lo puede ser exclusivamente con l. Pgina 113 V.
CONDICIONES CULTURALES, DE CARCTER GENERAL, DE LA REALIDAD
SOCIAL
La realidad social es accin social, tanto individual como
colectiva, en unidad dialctica inseparable. Si se pregunta qu es lo
que le falta a la masa psicolgica -la cual, por otra parte, tambin
constituye una unin colectiva- para la efectividad social, diremos
que le falta permanencia y capacidad para decidir y obrar, es
decir, que le falta el ser una trabazn de actividades de carcter
permanente e intencional. Pgina 114 Los hombres se encuentran
unidos socialmente entre s en cuanto se saben dependientes unos de
otros, en cualquier modo que sea, ya poltico, econmico, moral,
sexual, etc., y en cuanto la conciencia de esta dependencia acta
sofrenando y conformando las fuerzas de los impulsos y de la
voluntad. As, pues, la unin social aparece, en principio, en el
momento que cualquiera de los integrantes de la masa, mediante un
gesto, atrae la atencin de la masa sobre "algo", y ella, siguiendo
su indicacin, lo ha comprendido Pgina 115 La realidad social
consiste en esos actos humanos intencionales, a la vez corporales y
de sentido. Penetrmonos bien de esta verdad: que el acto y el
sentido slo se pueden separar dialcticamente, es decir, que en cada
uno de esos dos momentos se halla contenida la unidad del todo y,
sin embargo, existe entre ellos una anttesis. En los gestos
indicativos, como en toda actividad social, no existe sentido
alguno sin acto ni acto social sin sentido. Pgina 116 Se crea as la
realidad social, como vida humana, segn formas ms o menos
duraderas. Cada acto social encuentra, entonces, una vida ya
formada en los instrumentos, formaciones y ordenaciones, y, sobre
todo, en el lenguaje, que una larga serie de generaciones ha ido
creando y transmitiendo, y a esa vida afluye, y, en ella, la vida
personal se ve llevada por cauces comunes, realizndose un proceso
de igualacin y adaptacin espiritual-social que es por completo
diferente, y relativamente independiente, de las comunidades
naturales. Pgina 117 Cuanto ms numerosas sean las fatalidades
domeadas por un grupo, en su lucha contra la naturaleza y los
enemigos humanos, y cuanto ms extensa sea la creacin de formas de
vida comn, tanto ms clara y firme se desarrollar la comunidad de la
actitud psquica y el "espritu" del grupo. La conciencia de
"nosotros" que, por tal modo, llega a formarse en el individuo se
constituye como una comunidad de valores, de voluntad y,
finalmente, tambin de accin, la que, siendo por su parte un
fragmento de accin social, que se afirma a s misma, aparece opuesta
de modo consciente y activo a otros grupos, aun cuando todos hayan
estado sometidos a las mismas condiciones natu-rales. Pgina 118
La sancin religiosa del orden social, la creencia en la validez
absoluta de los valores que fundamentan ese orden, as como su
afirmacin por motivos puramente sentimentales, constituyen garantas
de validez mucho ms fuertes que el inters mejor o peor entendido.
Los motivos por los cuales se atribuye legitimidad a una ordenacin
son muy diversos. El ms antiguo y general, y tambin ms eficaz, modo
de legitimacin de una ordenacin es el que tiene lugar por la
tradicin. En este sentido habla, y con razn, Georgee Jellinek de la
"fuerza normativa de lo fctico". De entre varias representaciones
de ordenaciones, presenta, sin duda, siempre singular relieve
aquella que puede pretender la santidad de lo que siempre ha sido
as; como su santidad se halla, para la mayora, fuera de toda
discusin, la legitimidad que se basa en la tradicin no aparece, por
lo regular, ni afirmada ni negada por la conciencia. La validez
legitimada por la tradicin aparece, casi siempre, unida a una
validez basada en la creencia de raz sentimental de que el fundador
de la ordenacin era un elegido y .posea una gracia especial o
singulares capacidades. A medida que
-
progresa la cultura racional se apela, para legitimar las
ordenaciones sociales, a principios morales de la razn, siendo un
ejemplo clsico de esto el que ofrece, ya desde los estoicos, el
derecho natural. Pgina 121 Una ordenacin social constituida por
reglas cuya observancia es exigida, es la forma de manifestacin
necesaria de toda dominacin permanente. Lo que desde arriba aparece
como dominacin, visto desde abajo se presenta siempre como
ordenacin normativa. Ninguna orga-nizacin autoritaria puede
asegurar su poder y su ordenacin exclusivamente con su aparato
coactivo. Precisa siempre buscar una legitimacin, es decir,
esforzarse por integrar a los sbditos en una comunidad de voluntad
y valores que ennoblezca sus pretensiones de podero; lo que
significa que debe intentar justificar sus pretensiones de
dominacin mediante contenidos ideales y hacer que los sbditos las
acepten interiormente como una obligacin normativa. Toda
convivencia social es convivencia ordenada. Pgina 122 Debe hacerse
notar que la necesidad de una ordenacin organizada para la
constitucin y permanencia de un grupo de voluntad o de una accin
colectiva no surge primariamente de la necesidad de la coaccin,
sino de la de un obrar consciente que seale fines de opinin
contraria, como la mayora, Pgina 124
La teora del Estado no debe, pues, ni sobrestimar ni subestimar
la importancia de la organizacin. Porque ni todas las actividades
sociales pueden ser organizadas, ni cabe organizadas todas de igual
modo, ni hay tampoco una sola actividad social, a pesar del actual
fordismo, en la que pueda llegar la organizacin hasta el ltimo
extremo. No son los hombres mltiples ladrillos y no se les puede
ordenar segn criterios completamente arbitrarios, sino que hay que
tener siempre presentes sus cualidades nacidas de las leyes de la
naturaleza. Cada hombre ha de ser, sin duda, utilizado como medio
por la formacin consciente e unidad para el fin del efecto
unitario. Pero la determinacin de cundo es posible y en qu medida
esa utilizacin del hombre corno medio es cosa que depende
esencialmente de lo que se organiza. Existen aqu fines precisos,
racionalmente determinados y declarados, con frecuencia de
naturaleza econmica, que el individuo persigue mediante el grupo y
que le unen a ste. Lo nico que hace que el individuo participe en
ese grupo final es la utilidad econmica e, por medio de l, espera.
Por tal razn no es necesario que exista en este caso una relacin de
hombre a hombre. Pgina 125 Mientras que en la sociedad no se da ms
que un fro e indiferente contacto, la comunidad se caracteriza por
una convivencia y ayuda ms cordiales. El individuo pertenece a la
sociedad nicamente por su conciencia racional tendiente a un fin.
Los vnculos ms sustanciales de la comunidad se hallan, en cambio,
fuera de la razn y, especialmente, los de la sangre, la tierra y el
haber vencido conjuntamente las dificultades de la vida, es decir,
la "comunidad de sangre", la "vecindad" y la "cooperacin. En la
comunidad, que abarca capas ms profundas y extensas del individuo,
predomina la "voluntad esencial". En el "grupo esencial" el
individuo no se halla inserto mediante actos parciales que pueden
ser aislados, como acaece en el "grupo final", sino segn
importantes porciones vitales de su ser. Pgina 126 Resumiendo,
llegamos, pues, a la conclusin de que la unin segn sentido y
espritu, que hemos descrito, y la forma consciente de unidad que
sobre aqulla se construye son los que, al formar y sofrenar los
impulsos y la voluntad del hombre, dan al grupo social una firmeza,
seguridad y permanencia que faltan a las agrupaciones meramente
naturales. La unin segn el sentido y el espritu permite, junto con
la unidad de la organizacin, una extensin del grupo en el tiempo.
La identidad del grupo se mantiene gracias al hecho de que las
nuevas generaciones nacen y se forman dentro de las conexiones de
sentido y de las actitudes espirituales del grupo de antemano
existentes. Esta prolongacin del grupo en el tiempo sera
inconcebible si el cambio de las personas que lo integran tuviese
lugar de un modo repentino. Pero como las generaciones e entreveran
en el tiempo y, en su gradual transformacin, los recin llegados
constituyen siempre una minora, es posible explicar, sin necesidad
de apelar al espritu del pueblo o al alma de la comunidad,
simplemente por la "mediacin social' (Litt, p. 267), que, no
obstante el cambio constante de personas, se produzca una relativa
continuidad, tal como las del lenguaje, las costumbres y el
derecho. Pgina 127-128
-
La conexin extensiva de vivencia de tales uniones, gracias a la
cual aparecen unidos los individuos, se capta en primer trmino de
un modo intensivo y simblico mediante imgenes de su sentido, tales
como la bandera, el escudo, el jefe, o bien los hechos ms
destacados de la historia del grupo (d. Smend, pp. 48 s.}. Estos
smbolos actan sobre nosotros contribuyendo a formar la sustancia
del grupo aunque los vivamos con desvo u odio. Pues el sostener que
lo nico que contribuye a formar la comunidad es la afirmacin
consciente de pertenecer a ella, y no la protesta contra ella,
constituye una inadmisible restriccin del concepto de comunidad
nacida de su eticizacin racionalista La pertenencia psicolgica del
ciudadano durmiente al Estado constituye para aqulla un enigma
psicolgico insoluble. Pgina 130
La concepcin de la estructura individualista del Estado y de la
sociedad constituye, en buena parte, la base de la sociologa y e la
teora del Estado de la actualidad; domina, sin excepciones, la
teora del Estado ms o menos puramente jurdica, sobre todo la de la
lnea Laband-Kelsen, e incluso se encuentra en aquellas direcciones
donde es aparentemente combatida. Pgina 131
Los tres antpodas Hegel, Savigny y Marx estuvieron de acuerdo en
que una conexin "orgnica" es algo necesario desde el punto de vista
natural-social e histrico y en contra de lo arbitrario y casual de
la mera conexin racional. As, por ejemplo, sostiene Marx que cada
forma de produccin engendra sus propias relaciones jurdicas, formas
de gobierno, etc. "La incultura y la ignorancia consisten
precisamente en considerar lo orgnico como casual y convertido en
una mera conexin reflexiva" Pgina 133 La realidad social no es ms
que accin humana y slo admite una separacin dialctica, nunca
mecnica, entre subjetividad y objetividad. La existencia de una
realidad y de una efectividad social independiente del hombre podr
constituir un problema teolgico, pero nunca un problema sociolgico.
La realidad social del grupo humano es tambin accin sensible y
significativa de la unidad en y por la pluralidad de los actos
humanos. Ella no es nunca, sin embargo, meramente orgnica, sino
siempre unidad organizada en la pluralidad. El momento decisivo
para la cuestin de la realidad social consiste, precisamente, en
esta ordenacin conjunta, de acuerdo con un plan, y en esa
actualizacin unitaria, conscientemente realizada, y no en el
desarrollo ms o menos orgnico. El grupo es una realidad, un hecho
social si y en cuanto es algo que pertenece a la accin; su
"realidad" consiste en su actualidad (Hller, Souverdnitiit, p. 81).
Quien niegue esta realidad de los grupos sociales niega la del
individuo activo, "efectivo", y, con ello, su propia existencia
social. Pgina 135 La realidad social de los grupos humanos se basa,
pues, en la cualidad que stos tienen de ser estructuras capaces de
decisin y accin. Pgina 136
VI. LA ARTICULACIN DEL TODO SOCIAL
Hasta aqu nos hemos ocupado nicamente de la realidad social en
general. Es hora ya de que, cindonos a nuestro objeto, tratemos de
determinar, dentro de la totalidad concreta de la realidad, el
lugar que ocupa la realidad estatal. Y en este punto hemos de
proclamar, en forma ms categrica y precisa an que como lo hemos
hecho anteriormente, que la realidad social no puede ser
considerada, bajo ningn concepto, sino como accin humana. As, pues,
la cuestin del lugar que ocupa el Estado en el todo social debe ser
formulada del modo siguiente: en qu relacin se halla, o qu
significa la accin poltica del hombre en el conjunto de la realidad
social, es decir, frente a otras formas de su accin? Pgina 137 Hay
que partir, pues, de esta vida real del hombre para comprender la
estructura y funciones peculiares del Estado y de las dems formas
de accin humana. Pero si no se quiere tener una falsa imagen de la
realidad personal y social, no se debe convertir una funcin vital
en sustancia haciendo de las dems meras funciones de ella. La vida
real del hombre debe ser comprendida en su total existencia,
corporal, psquica y espiritual, en la unidad total de las funciones
de su vida, tanto sexuales, tcnico econmicas, pedaggicas o polticas
como religiosas, artsticas o de otra clase.
-
Pues de todas estas actividades voluntarias internas y externas
se compone la realidad del hombre, que aunque presenta grandes
variaciones a travs de la historia, su anatoma existencial no puede
ser nunca estudiada a travs de las unilateralidades y
degeneraciones de su patologa. Pgina 138 Ahora bien: todas las
funciones de la vida del hombre son funciones sociales, o sea que
slo las tiene el hombre en cuanto vive en sociedad con otros
hombres. Fuera de ella sera, segn la frase clsica de Aristteles, un
animal o un dios. Pero esas funciones de la vida del hombre son
tambin funciones sociales en el sentido de que representan, aunque
en grado histricamente muy diverso, momentos importantes del todo
social que a s mismo se sostiene y transforma. Pgina 138-139 La
teora del Estado tampoco puede renunciar a un anlisis del conjunto
de la conexin de efectividad social, tanto para poder aislar el
Estado en la totalidad social como para comprenderla, partiendo de
ella, en su funcin, en su estructura y en la tendencia de su
evolucin. Pgina 139
Por esta razn la respuesta a la cuestin de la funcin del Estado
dentro de la total estructura social concreta no es nunca una mera
afirmacin del tipo de las de las ciencias del ser. Si la teora del
Estado pretende que debe rechazar por anticientfico ese "destino
del hombre", por fuerza ha de proclamar su bancarrota como ciencia
de la cultura; en ese caso slo podr considerar el Estado como "una
comunidad de vida que se desarrolla con necesidad natural sobre los
individuos humanos", y ser tan improcedente inquirir su fin o su
sentido "como demandar a la ciencia natural el de las montaas,
mares, plantas y animales" Pgina 141-142 Con esto no se convierte
la teora del Estado, en modo alguno, en una ciencia normativa y
mucho menos en una ciencia lgico-normativa. Pues no se trata de
oponer al ser un deber ser, sino de descubrir en el ser el querer
que ha de formar el futuro. Tampoco se ocupa la teora del Estado de
indagar aquello en lo cual este y aquel individuo ven su destino
personal, sino qu contenido de voluntad de la realidad social
concreta debe considerarse como tendencia vlida de la evolucin,
como "verdadera realidad". Pues estas condiciones son los nicos
criterios objetivos para determinar si la conciencia humana que se
ha establecido a s misma tales o cuales objetivos concretos, es una
conciencia verdadera o falsa. Pgina 142 Nunca puede, por eso,
considerarse el Estado nicamente como funcin de la economa. Es
indudable que la estructura econmica mantiene con la estructura
estatal relaciones muy estrechas e importantsimas, pero ni tienen
carcter exclusivo ni con tampoco relaciones de causalidad unvoca.
Pgina 143 El materialismo histrico est, sin duda, en lo cierto
cuando rechaza la tesis de que cualquier idea pudiera, en cualquier
tiempo, ser socialmente eficaz. El espritu determina slo el modo de
ser de la cultura. El material de la formacin concreta, la realidad
social no es cosa que determine el espritu, sino las oscuras
fuerzas impulsivas del hombre y las relaciones de produccin
econmico-tcnicas a que ellas dan lugar y, asimismo, las relaciones
cualitativas y cuantitativas de la poblacin y la divisin del poder
poltico Pgina 144 La cultura en su totalidad no es ms que una forma
que se alcanza y mantiene y que luego acta formativamente sobre las
generaciones que se suceden. Es, cabalmente, en esta forma impresa,
psquico-espiritual que viviendo se desarrolla, y en el
afianzamiento y progresos unitarios de un estilo de vida que
conforma el material social-vital con que se encuentra, en lo que
la cultura consiste, y no en una especie de museo del espritu
objetivo. Pgina 145 Y la teora del Estado habr de investigar la
funcin del Estado dentro de la realidad social concreta. Pgina
145
VII. LA SOCIEDAD CIVIL
La sociedad, en cuanto concepto recproco del Estado, es un
fenmeno muy reciente en la historia de Europa. Su aparicin se halla
estrechamente unida al pleno despliegue de la forma econmica
capitalista, a la definitiva liquidacin del orden social estamental
y al nacimiento de la "sociedad civil". Pgina 146
-
El extenso "catlogo de los conceptos de sociedad" (Geiger, pp.
203 ss.) presenta, en primer trmino, un concepto genrico de
sociedad segn el cual sta vendra a ser el gnero humano entendido
como el contenido abstracto de todas las formas de la convivencia
humana, o sea que por sociedad se entendera la unin entre los
hombres, en general. La gran importancia que este concepto de
sociedad tuvo a principios del siglo XIX consisti en que l supuso
una correccin del concepto jusnaturalista del individuo aislado. No
hay duda que en esa unin se incluye tambin, en general, la
comunidad, en el sentido de Tonnies. Debido a la interpretacin
racionalista-individualista, que ha seguido ejerciendo influjo
hasta nuestros das, y por efecto de la liquidacin de todas las
formas sociales tradicionales, percbase en tal concepto de sociedad
el eco del concepto de la societas del derecho romano, que poda
incluso comprender a la societas Jess. Pero la societas romanstica
consiste en una relacin contractual entre sujetos de derecho que se
hallan frente a frente como partes jurdicamente libres e iguales,
es decir, la forma de agrupacin que a partir de Hegel se estima
como la estructura fundamental caracterstica de la sociedad civil.
Pgina 146-147 "La sociedad civil consta de varias sociedades y
testamentos ms pequeos, unidos por la naturaleza o por la ley o por
ambas a la vez." Pgina 147 El origen del concepto de sociedad, como
nacido de la tensin poltica provocada por las exigencias de
libertad e igualdad de la burguesa frente al Estado absoluto y a
los privilegios de sangre, es cosa que no se ignora mientras los
derechos de libertad constituyen para la burguesa objetivos de la
lucha poltica. As lo declaraba el propio Bluntschli en sus primeros
escritos: "EI concepto de sociedad en sentido social y poltico
tiene su base natural en los hbitos e ideas del tercer estado. No
es, propiamente, un concepto del pueblo, sino slo un concepto del
tercer estado aunque ya sea usual, en la literatura, identificar el
Estado con la sociedad civil" Pgina 147
En lo sucesivo, la relacin entre el Estado y la sociedad civil
constituir el ms importante problema, tanto en lo terico como en lo
prctico, de la poltica de Occidente. Para el pensamiento burgus
abstracto-liberal, la sociedad, concebida de modo universal, segn
el modelo del concepto hegeliano no dialctico de la "sociedad
civil", es aquella esfera del libre juego "natural" de las fuerzas
iguales que el Estado deja en libertad e incluso considera como
supuesto suyo.Pgina 148
Una teora del Estado que quiera responder a los puntos de vista
de la ciencia de lo real ha de concebir el Estado partiendo del
conjunto de la realidad histrico-concreta de la sociedad. El
espritu y la forma de esta sociedad civil real slo podrn
comprenderle cabalmente si se les investiga sobre la base de su
evolucin desde el Renacimiento y la Reforma. En los tres siglos que
corren hasta la Revolucin francesa se van preparando la
secularizacin y emancipacin respecto a lo eclesistico, el
individualismo y el liberalismo supuestos de la democracia
igualitaria y de la economa capitalista de cambio que han de
alcanzar luego su plena eclosin en el siglo XIX y que determinan de
manera decisiva la actual estructura del Estado. Pgina 148 La
sociedad civil, segn su idea econmica, es la sociedad pura de
relaciones de mercado entre sujetos econmicos iguales y libres.
Pgina 148
Segn la idea o, mejor, la ideologa, la conexin de la sociedad
econmica capitalista surge como consecuencia de los contratos
libres entre individuos soberanos, como un grupo de carcter final,
determinado exactamente en cuanto a su contenido y para un cierto
tiempo. La sociedad viene a ser algo as como el sedimento que se
produce "por s mismo" al realizarse todos los contratos
particulares. La nica norma que se reconoce es el inters individual
egosta, la nica ordenacin la del mercado, que surge del libre juego
conjunto de los intereses particulares.
La economa de cambio, cuando alcanza un nivel elevado, acarrea
necesariamente la destruccin en crculos humanos cada vez ms
amplios, de todas las conexiones vitales forjadoras del ser del
hombre, de naturaleza irracional, sentimental y tradicional.
Millones de "fuerzas de trabajo" abandonan los rdenes firmemente
estructurados de la familia y de las relaciones de vecindad y de
patria, los de la tradicin profesional o religiosa, y se desplazan
a los lugares donde se hallan las
-
empresas. Pgina 149 La idea del libre juego de las fuerzas autor
responsables, la del equilibrio armnico de intereses mediante el
mercado libre y la de la constitucin no coactiva del todo social
por la automtica ordenacin del mercado, todas estas ideas, decimos,
en cuanto se proyectan sobre la organizacin del Estado y de la
sociedad, no son ms que estupendos disfraces que encubren una
situacin casi completamente opuesta a lo que aparentan, ideologas
justificadoras que, aunque no lo tengan como un fin consciente,
cumplen, sin embargo, la funcin de tranquilizar la conciencia de la
sociedad burguesa. Pues en la sociedad civil real no existe ningn
libre mercado de cambio, ni competencia libre, ni
autorresponsabilidad y autodeterminacin libres y, sobre todo, no se
conoce la formacin no autoritaria del todo social mediante el juego
libre e igual de las fuerzas. La sociedad civil real es una
sociedad de clases cuya unin se mantiene mediante el predominio de
una de ellas, para cuya subsistencia es, sin duda, necesario el
mantenimiento de la ideologa de la libertad y de la igualdad. Pgina
150 Cuanto ms enrgicamente se hayan atacado las formas
tradicionales del poder y ms se haya proclamado la igualdad de
derecho pblico y, a la vez, de modo ms exclusivo se haya basado el
poder sobre la economa, ms patente se har la contradiccin, y ms
fuerte la oposicin entre la clase dominante. En todos los rdenes
sociales conocidos hasta el da existieron grados de poder social.
En las situaciones sociales ms primitivas se encuentran ya
relaciones de dominacin asentadas sobre las diferenciaciones
naturales de la edad, sexo y aptitud personal. Tales intenciones no
engendran clases sociales porque los privilegios que se les
adscriben no son hereditarios ni pueden compararse "-Quin eres t?,
se preguntaba antes. -Un poderoso. -Luego eres rico. -Qu eres t?,
se interroga ahora. -Un rico. -Luego eres poderoso" Pgina 151
El estamento aparece en Europa, de manera paradigmtica, en el
orden social feudal. Por su estructura econmica, jurdica y
espiritual, el tipo estamental de sociedad es, internamente, una
forma estable, con una estratigrafa clara y firme, delimitada en
sus capas de manera jurdicamente precisa. No obstante todas las
oposiciones y las constantes luchas, la jerarqua del poder de los
estamentos, como tal, no se pone en tela de juicio. Pgina 152-153
En lo sucesivo pudo ya todo el mundo, sin que en ello influyera
para nada el estamento a que se perteneciera, adquirir bienes
inmuebles de los nobles, la Iglesia o los campesinos o ejercer la
artesana. La libertad personal y de la propiedad, la libertad de
contratar y la de domicilio eliminaron los ltimos restos de las
ordenaciones estamentales y gremiales, permitieron el crecimiento
de las ciudades y crearon las condiciones jurdicas para una
sociedad civil desarrollada. As, pues, la do-minacin clasista, a
diferencia de la estamental, supone la igualdad de poder jurdico;
su base efectiva consiste casi exclusivamente en la desigualdad
econmica, afianzada por la herencia. Pgina 153 Donde aparece bien
clara la estructura de la sociedad civil como dominacin de clase es
en las partes del contrato de trabajo industrial. En este contrato
aparecen frente a frente, jurdicamente libres e iguales, el que
posee el capital y, por l, el mando de la economa y quien, como
trabajador intelectual o manual, no dispone de otra cosa que de su
trabajo. Desarrollase aqu, de la manera ms patente, la idea del
orden caracterstico del liberalismo que al llevar a cabo, en el
mximo grado posible, la privatizacin, de la economa, conduce, en
ltimo extremo, tambin, a la privatizacin del poder poltico. El
dominio de clase, basado en lo econmico privado, se extiende luego
a todos los dems campos econmicos y polticos. Su mxima perfeccin se
alcanza en la dominacin del capital financiero. El pequeo comercio
y el pequeo taller carecen siempre de importancia para la
estructura total de la sociedad civil. El estilo econmico
capitalista imprime su sello incluso a la economa agraria, pero en
este terreno, por falta de un predominio absoluto de la gran
empresa, no puede imponerse en forma completa. Pgina 153-154 Es
indudable que ni los obreros ni los patronos se hallan en la
sociedad civil en situacin de aislamiento individualista. La
situacin concreta de intereses obliga a los primeros a oponerse al
podero de los poseedores de los medios de produccin mediante la
constitucin de grupos solidarios, organizndose en sindicatos y
corporaciones. Pero estos grupos, lo mismo que los
-
formados por los patronos y los crteles, son slo, por principio,
grupos para un fin, destinados a compartir los riesgos, y no
entraan ni la voluntad subjetiva, ni la posibilidad objetiva de
producir una forma social que pudiese modelar la sociedad total.
Pgina 154 Gracias a esta conciencia de clase, intencional, la
sociedad civil se convierte en un concepto poltico y la clase en un
factor decisivo de la realidad poltica y social. Pgina 155 Por esa
razn la aspiracin a la libertad e igualdad, tanto la de carcter
burgus como la proletaria, slo puede comprenderse de modo cabal
sobre el fondo de la evolucin total del espritu
cristiano-occidental. Hay, pues, que estimar sobremanera
superficial esa concepcin tan extendida de que las ideas de
libertad e igualdad nacieron con la Revolucin francesa y van camino
de ser enterradas definitivamente en nuestros das. Por el
contrario, las races de este ideal social llegan
ininterrumpidamente hasta la Antigedad y se hincan hondamente en la
conciencia europea a travs de la historia de la Iglesia
cristiana.Pgina 156 La Iglesia cristiana fusion la doctrina de la
obediencia libre e igual de todos a Dios y el dogma del paraso con
el derecho natural absoluto de la Stoa y su idea de la aurea tetas.
El trabajo y la propiedad, el matrimonio, el poder social y la
desigualdad se explican y justifican, segn la Iglesia cristiana,
por medio del pecado original, de tal modo que ahora el Estado y el
derecho pueden considerarse como pena et remedium peccati. En la
doctrina tomista la libertad, la igualdad y la propiedad comn se
consideran como ideales propiamente cristianos, sin duda
irrealizables bajo las condiciones del estado de pecado. Al
aparecer la desigualdad social como pena y remedio del pecado, el
poder temporal recibe con ello un considerable fortalecimiento de
su autoridad. Pero slo la posee, cosa que no hay que olvidar, en
virtud de la humilde sumisin que la Iglesia exige de los pecadores.
Por esta razn, el derecho natural cristiano se puede convertir
fcilmente en una crtica intensamente revolucionaria de todas las
relaciones existentes de poder, cuando se ataca a la autoridad
eclesistica o cuando se cree que el derecho positivo contradice el
derecho natural absoluto. Pgina 157 Pero una vez que disminuye la
autoridad de la Iglesia, como consecuencia del debilitamiento del
sentimiento del pecado, y se tambalea la creencia en el
oscurecimiento de la razn del hombre pecador, en grado paralelo ha
de desaparecer la fuerza legitimadora del derecho natural cristiano
relativo, ha de aparecer discutible la justificacin cristiana de
los rdenes tradicionales de poder y ha de quebrarse el contenido
racional-crtico del derecho racional absoluto de los estoicos. Ya
no domina el pensamiento de la Edad Moderna la oposicin entre el
derecho divino y el humano, que haba caracterizado al derecho
natural medieval, sino la oposicin entre la coaccin del derecho, de
carcter poltico, y la crtica racional, temporal y humana. Pgina 158
La nica verdadera realidad para Hegel es la realidad de la idea, el
Estado en la forma que en su tiempo presentaba. Slo en su discpulo
Lorenz van Stein aparece la sociedad civil como "la fuente
verdadera de toda libertad y opresin", y el Estado real, impotente
para "ocupar un lugar fuera de la sociedad", no es ms que "la
consecuencia o la manifestacin de ordenacin de la sociedad en el
organismo del poder estatal". Pgina 161 De este modo, la interior
inestabilidad de esta sociedad de clases, esencialmente
revolucionaria, vino a constituir el tema especfico de una nueva
ciencia, la sociologa, la cual ha sido llamada por ello, no sin
fundamento, ciencia de oposiciones Pgina 161 Despus de que en
Francia, tras media docena de revoluciones polticas y
constituciones jurdicas, viese que apenas se haba alterado nada en
lo concerniente a la desigualdad y opresin efectivas, llega Marx,
hacia 1859, al resultado de que las relaciones jurdicas, y lo mismo
las formas de Estado, no pueden explicarse ni por s mismas ni por
la llamada evolucin general del espritu humano, "sino que ms bien
se enrazan en las relaciones materiales de la vida que Hegel,
siguiendo precedentes franceses e ingleses del siglo XVIII,
comprendi, en conjunto, bajo el nombre de 'sociedad civil', cuya
anatoma, empero, hay que buscar en la economa poltica" (Prlogo).
Pgina 162
SECCION TERCERA
EL ESTADO
-
VIII. SUPUESTOS HISTRICOS DEL ESTADO ACTUAL
Para comprender lo que ha llegado a ser el Estado actual no es
preciso, segn se dijo ya (d. supra, p. 51), rastrear sus
"predecesores" hasta tiempos remotos, cuando no hasta la poca
primitiva de la humanidad. Siempre que se intent hacer tal cosa, se
desatendi, en general, aquello que a nuestro objeto principalmente
interesa: la conciencia histrica de que el Estado, como nombre y
como realidad, es algo, desde el punto de vista histrico,
absolutamente peculiar y que, en esta su moderna individualidad, no
puede ser trasladado a los tiempos pasados. Eduard Meyer conduce
hasta sus ltimas consecuencias esa universal ampliacin del concepto
del Estado al concebirlo, contra lo que suele hacerse, no como algo
que nace con el hombre, sino incluso como aquel grupo social "que
corresponde a la horda animal y que, por su origen, es ms antiguo
que el gnero humano, cuyo desarrollo cabalmente slo se hace posible
en l y por l" Pgina 165 Es patente el hecho de que durante medio
milenio, en la Edad Media, no existi el Estado en el sentido de una
unidad de dominacin, independientemente en lo exterior e interior,
que actuara de modo continuo con medios de poder propios, y
claramente delimitada en lo personal y territorial. Utilizan para
ello como criterio el monismo de poder del Estado actual; pero, si
tal se hace, la divisin del poder poltico en la Edad Media no era,
ciertamente, dualista sino ms bien pluralista o, mejor, como dice
Hegel, una "poliarqua" (Obras, IX, p. 403). Casi todas las
funciones que el Estado moderno reclama para s hallbase entonces
repartidas entre los ms diversos depositarios: la Iglesia, el noble
propietario de tierras, los caballeros, las ciudades y otros
privilegiados. Mediante el enfeudamiento, la hipoteca o la concesin
de inmunidades el poder central se vio privado, poco a poco, de
casi todos los derechos de superioridad, siendo trasladados a otros
depositarios que, segn nuestro punto de vista, tenan carcter
privado. Pgina 166 Los reinos y territorios de la Edad Media eran,
tanto en lo interior como en lo exterior, unidades de poder
poltico, por decido as, slo intermitentemente e incluso, durante
siglos, slo excepcionalmente. El "Estado [de entonces] no poda
mantener su ordenacin de modo ininterrumpido, sino slo
temporalmente, interviniendo de vez en cuando para eliminar la
perturbacin del orden estatal que se deseaba mantener" (Harman, p.
16). Su poder estaba limitado, en lo interno, por los numerosos
depositarios de poder feudales, corporativos y municipales y, en lo
exterior, por la Iglesia y el emperador. Pgina 167 Sin embargo, los
seoros feudales de nobles, caballeros y eclesisticos, y ms tarde
tambin las ciudades, supieron oponerle en forma mucho ms eficaz al
nacimiento de una organizacin poltica firme y de un poder estatal
independiente. El resultado final de todo ello es un conglomerado
de numerosas unidades de dominacin grandes, pequeas y minsculas,
conexionadas entre s, las ms de las veces contractualmente, por el
flojo vnculo feudal. La idea del contrato poltico del derecho
natural racional, de ms adelante, tiene aqu su fuerte raz,
absolutamente germnica. El Estado feudal no conoci una relacin de
sbdito de carcter unitario, ni un orden jurdico unitario, ni un
poder estatal unitario, en el sentido en que nosotros lo
entendemos. Los tribunales de las cortes de los seores
territoriales, la justicia exenta del clero, los tribunales del
pueblo, los tribunales municipales y el tribunal re