i Ciencia cognitiva: una introducción filosófica Rom Harré Traducción: Nicolás Venturelli Índice para la Parte 1 (capítulos 1, 2 y 3): Naturaleza y métodos de la ciencia 1 Capítulo 1 Una ciencia para la psicología 4 ¿Cuál es el dominio de la ciencia cognitiva? 4 ¿Qué hace que un programa de estudio sea científico? 7 Tópico de aprendizaje: ¿Qué es la ciencia? 9 Filosofía en un contexto científico 9 Algunos otros términos para abordar los presupuestos 12 Tópico de aprendizaje: ¿Qué es la filosofía? 13 Ontología: presupuestos acerca de lo que hay 13 Tópico de aprendizaje: Ontología 16 Ciencia, filosofía y psicología en la historia 17
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
i
Ciencia cognitiva: una introducción filosófica
Rom Harré
Traducción: Nicolás Venturelli
Índice para la Parte 1 (capítulos 1, 2 y 3):
Naturaleza y métodos de la ciencia 1
Capítulo 1
Una ciencia para la psicología 4
¿Cuál es el dominio de la ciencia cognitiva? 4
¿Qué hace que un programa de estudio sea científico? 7
Tópico de aprendizaje: ¿Qué es la ciencia? 9
Filosofía en un contexto científico 9
Algunos otros términos para abordar los presupuestos 12
Tópico de aprendizaje: ¿Qué es la filosofía? 13
Ontología: presupuestos acerca de lo que hay 13
Tópico de aprendizaje: Ontología 16
Ciencia, filosofía y psicología en la historia 17
ii
El proyecto de una psicología científica 17
Conclusión 18
Capítulo 2
Las ciencias naturales 21
El mundo de las ciencias naturales 21
Tópico de aprendizaje: El mundo de las ciencias naturales 26
Interpretaciones rivales de la ciencia 27
Tópico de aprendizaje: Positivismo y realismo 34
Experimentos indirectos: testeando hipótesis sobre lo inobservable 35
Tópico de aprendizaje: Experimentando en la Región Tres 38
Conclusión 38
Capítulo 3
Comprendiendo el método científico 40
Sección 1
Describir y clasificar 41
El rol de los conceptos en la clasificación 41
Sistemas jerárquicos de clasificación 43
Las bases de las distinciones de tipo 45
Tópico de aprendizaje: 1. Describir y clasificar 48
Sección 2
Explicar 49
Modelos 50
Usos analítico y explicativo de los modelos 52
Los fundamentos cognitivos de la construcción de modelos 57
Evaluación de los modelos 60
Dispositivos experimentales como modelos de mundo 62
Ulteriores usos del modelado 64
Tópico de aprendizaje: 2. Elaboración de modelos 66
Conclusión 66
1
Naturaleza y métodos de la ciencia
La psicología es el estudio del pensamiento, el sentimiento (las emociones), la percepción y la
acción. El campo de la psicología cognitiva se ha ocupado tradicionalmente sólo de uno de estos
cuatro fenómenos: el pensamiento o la cognición. ¿Qué queremos decir con cognición? En
contextos científicos es imprudente imponer definiciones rígidas y unívocas. ¡Es mejor dar algunos
ejemplos de lo que un concepto general abarca y luego agregar un etcétera! Entre los fenómenos
psicológicos en el dominio de la cognición están el recordar, el razonar, el calcular, el clasificar, el
decidir, etc.
En los últimos años, ha resultado cada vez más claro que tanto la psicología de las
emociones como la psicología de la percepción o la psicología social no pueden ser estudiadas sin
atender centralmente a los procesos especificados arriba como los tópicos de la psicología
cognitiva. En este texto nos ocuparemos sólo de los principios y métodos del estudio científico de la
cognición.
La ciencia cognitiva es el intento de estudiar los fenómenos cognitivos de un modo afín al
que las ciencias físicas adoptan para estudiar los fenómenos materiales. La física comprende la
mecánica, el estudio de las leyes del movimiento de los objetos materiales elementales. La química
comprende el estudio de la síntesis de sustancias materiales a partir de otras sustancias materiales, a
luz del conocimiento de sus componentes atómicos y estructuras internas. En los últimos años, el
estudio de los aspectos relevantes de la neuroanatomía y la neurofisiología del cerebro y el sistema
nervioso se ha visto como parte integrante del campo de la ciencia cognitiva.
La historia de los intentos para crear una ciencia cognitiva, que incluye tanto estudios
naturalistas sobre el pensamiento como estudios técnicamente sofisticados de los procesos
cerebrales relevantes, revela muchos comienzos fallidos. En su mayor parte, el fracaso de estos
programas de investigación puede ser explicado atendiendo a los presupuestos filosóficos que sus
promotores dieron por sentado. La ciencia es una práctica humana. Como el tenis, la jurisprudencia,
la política y otras prácticas humanas, la ciencia tiene sus presupuestos. Algunos presupuestos de los
viejos intentos para crear una ciencia de las actividades cognitivas de los seres humanos eran
metafísicos, tal como el presupuesto de que el dominio de lo cognitivo comprende entidades no
materiales, ideas en la mente. Algunos eran metodológicos, como el presupuesto de que el trabajo
de los psicólogos cognitivos puede ser reducido exclusivamente al estudio de los aspectos
materiales del pensamiento: la psicología como neurociencia. Al estudiar filosóficamente un
2
proyecto científico extraemos los presupuestos no cuestionados y los sometemos a un escrutinio
crítico. Para desempeñarse bien en las prácticas de algún dominio es deseable tener una clara idea
de lo que está presupuesto en lo que uno hace. Los estudios filosóficos de los presupuestos tienen
un rol práctico.
No sólo hay presupuestos filosóficos involucrados en la práctica de las ciencias, sino que
también existen teorías filosóficas muy influyentes acerca de la naturaleza de la ciencia misma.
Éstas también deben ser inspeccionadas. Armados de una visión de la ciencia como la búsqueda
sistemática de verdades incontestables, los filósofos exigieron que únicamente lo que puede ser
percibido por los sentidos debe ser admitido en el dominio de las ciencias. Esta es la posición
filosófica del positivismo. La posición opuesta es el realismo. Las ciencias físicas, desde sus
comienzos en el mundo antiguo, se han asentado en hipótesis sobre procesos que no pueden
percibirse directamente. Los astrónomos imaginaron varias arquitecturas posibles para los cielos.
Químicos y físicos imaginaron una realidad de minúsculos, invisibles átomos, cuyos movimientos y
recombinaciones daban cuenta de los fenómenos que los seres humanos podían percibir. Los
realistas argumentan que tenemos buenas razones para preferir algunas representaciones de las
regiones invisibles de la Naturaleza por sobre otras. La historia de las ciencias físicas muestra un
patrón de idas y vueltas entre reacciones positivistas en contra de débiles especulaciones sobre las
causas de los fenómenos observables y desarrollos realistas de hipótesis más rigurosas y plausibles
sobre el mundo más allá de los sentidos. A comienzos del tercer milenio, las ciencias físicas están
en una etapa fuertemente realista de este ciclo. Los físicos están satisfechos con los quarks. Los
químicos no tienen inconvenientes con las estructuras atómicas. Los biólogos están a gusto con los
genes. Los geólogos hablan libremente sobre placas tectónicas, y así sucesivamente. Nosotros
seguiremos esta tónica. El programa para la ciencia cognitiva presentado aquí será realista, armado
de técnicas como aquellas firmemente establecidas en la física, la química, la biología y las ciencias
geológicas, para ir más allá de lo que puede ser percibido con los sentidos hasta la esfera más
profunda de la realidad material.
En la medida en que nos adentramos en la filosofía de las ciencias naturales a los fines de
obtener lineamientos a seguir para desarrollar una psicología científica de la cognición,
encontramos dos aspectos principales del trabajo científico. Por un lado está la compleja tarea de
clasificar los fenómenos del campo de interés. Esto requiere no sólo que se abran lugares en un
esquema clasificatorio, sino también que un esquema tal esté bien fundado, libre de contradicciones
y conectado con las teorías sobre aquello que estemos clasificando.
Por otro lado, está la tarea de construir explicaciones de los fenómenos de interés. La mayor
parte de los procesos que producen los fenómenos observables, en caso de que de hecho sean
3
observables, no son observables del mismo modo en que estos últimos lo son. Las reacciones
químicas pueden ser vistas, oídas y a veces olidas; los procesos moleculares que las explican, no.
Las moléculas y su comportamiento son productos de la imaginación humana que representan, se
espera, procesos productivos reales. Las estrategias con las cuales se lleva a cabo esta fase del
trabajo científico están bien estudiadas. Sin embargo, los insights1 que se han obtenido a partir del
estudio en profundidad de las ciencias físicas todavía han de ser plenamente integrados a los
métodos de la ciencia cognitiva. […]
La Parte I de este libro introduce dos temas principales. Aprenderemos cómo los filósofos
ahondan en los presupuestos de las prácticas humanas. Luego miraremos en detalle a las dos fases
principales de un programa de investigación científica, la clasificación y la explicación. Aunar los
dos temas nos introducirá a la filosofía de la ciencia. […]
1Esta palabra no tiene traducción directa al castellano, por lo cual se ha preferido dejarla en inglés. En este
contexto, refiere a una perspectiva o mirada “desde adentro” sobre algún dominio de conocimiento, que en
general aporta un nuevo modo de interpretar o abordar alguna cuestión particular (NdT).
4
Capítulo 1
Una ciencia para la psicología
Hay dos objetivos en este curso. El primero es adquirir un dominio de aquello que es necesario para
un enfoque filosófico de una práctica humana, desentrañando los presupuestos de los que depende
una manera de pensar y actuar. El otro es lograr cierto dominio de los principios básicos de una
ciencia cognitiva unificada. Daremos por sentado que ambos proyectos son valiosos. La filosofía es
un antiguo modo de asumir una actitud crítica hacia las prácticas humanas. La ciencia cognitiva, en
la versión híbrida que desarrollaremos en este curso, es, uno podría decir, el mejor intento hasta el
momento de lograr una psicología genuinamente científica. Ha habido muchos intentos de este tipo
en el pasado, pero hasta ahora todos se han descarrilado por una u otra razón. […]
Comenzamos con un pantallazo de dos aspectos de nuestro tema: en primer lugar,
esbozaremos el modo en que el conocimiento científico es producido y representado mientras que,
en segundo lugar, examinaremos qué comporta el hacer filosofía. Estaremos así en la posición de
entender qué es hacer filosofía de la ciencia, situando las dos disciplinas en fructífera unión. Será
luego un pequeño paso hasta la fase constructiva del curso – llegar a una comprensión filosófica de
lo que una ciencia de la cognición requiere – una psicología genuinamente científica.
¿Cuál es el dominio de la ciencia cognitiva?
Tradicionalmente se creyó que existía un conjunto de actividades humanas – recordar, decidir,
razonar, clasificar, planear, etcétera – pertenecientes al grupo de los procesos mentales, que caen
generalmente bajo el rótulo de ‘cognición’. Podemos pensar en las actividades cognitivas en
términos de tareas. Usamos nuestras facultades y capacidades cognitivas para desempeñar todo tipo
de proyectos, desde decidir cómo vestirse para una fiesta hasta hacer el seguimiento de una cuenta
bancaria. Podemos usar nuestras habilidades cognitivas para resolver problemas – por ejemplo,
encontrar el camino más corto hasta casa. Las tareas pueden desempeñarse bien o mal, con o sin
cuidado, correcta o incorrectamente, con muchas posibilidades intermedias. Las soluciones pueden
ser más o menos adecuadas, más o menos fáciles de alcanzar, y así sucesivamente.
5
El estudio de estas actividades y de los estándares que se supone satisfacen, constituye la
psicología cognitiva, la fase descriptiva de una ciencia psicológica. Sin embargo, ¿qué hay de la
fase explicativa? ¿A qué se debe apelar para dar cuenta de la capacidad de una persona para tomar
decisiones, sumar o resolver problemas? La tesis principal de lo que ha dado en llamarse ‘ciencia
cognitiva’ es que existen mecanismos neuronales a través de los que las actividades cognitivas se
desempeñan.
El presente texto está basado en la convicción de que la ciencia cognitiva debería cubrir un
campo más amplio que el de la mera neuropsicología de la cognición. Está basado en el principio de
que cualquier rama de la psicología, tanto el estudio de la cognición como el de las emociones, la
acción social o cualquier otro aspecto de la vida mental humana, es necesariamente un híbrido.
Debe comprender el estudio naturalista de los fenómenos psicológicos en la medida en que éstos se
manifiesten en lo que las personas hacen. Debe también incluir una investigación empírica y teórica
de los mecanismos neuronales por los que las personas actúan y piensan como lo hacen. Ambos
tipos de investigación, más allá de las diferencias que hacen a la naturaleza de los fenómenos que
estudian, pueden llevarse a cabo en conformidad con los estándares y métodos de la investigación
científica. Desarrollaremos nuestra comprensión de la naturaleza de la investigación científica, en
cuanto se diferencia de otros tipos de investigación, atendiendo al modo en que de hecho se lleva a
cabo en el área de las ciencias naturales.
¿Por qué es necesario ocuparse de determinar lo que hace falta para que un método de
investigación sea ‘científico’, en el sentido en que la química o la física son científicas? En un
pasado no tan reciente los psicólogos cometían el error de seguir interpretaciones erróneas o
parciales de las ciencias naturales. Esto era particularmente claro en los días del predominio del
conductismo. Seguiremos el ascenso y la caída del conductismo como un estudio de caso. Ilustra
muy bien cómo posiciones filosóficas erróneas sobre la naturaleza de la ciencia pueden ejercer una
influencia perniciosa sobre el desarrollo de una nueva ciencia. Aun hoy, buena parte de la
terminología engañosa del conductismo y del empirismo simplista del que era parte, sobrevive entre
los presupuestos de cierta psicología contemporánea. Afortunadamente, hoy los filósofos de la
ciencia nos ofrecen una descripción de las ciencias naturales mucho más satisfactoria y plausible
que las anteriores. Esta será nuestra guía para seguir el modo en que una verdadera ciencia
cognitiva puede ser desarrollada.
Nuestros estudios en este curso comenzarán con un análisis exhaustivo de las ciencias
naturales. Esto proveerá un trampolín metodológico desde el que construiremos nuestra
comprensión de los logros efectivos y posibles de la psicología cognitiva y su relación con la
neurociencia. También nos dará la capacidad de identificar y entender algunos de sus actuales
6
defectos y de vislumbrar modos en que podrían ser superados dentro de fértiles programas de
investigación. Algunos de los ejercicios prácticos sugeridos en el texto podrían convertirse en
contribuciones al desarrollo de la misma psicología cognitiva. […]
Cuando desempeñamos tareas cognitivas como calcular o clasificar usamos sistemas de
símbolos: formas, signos, patrones con significado, reales e imaginarios, sonidos, etcétera. Un
problema importante, al cual volveremos con frecuencia, es el de poder dar una explicación
plausible de qué hace que un signo sea un signo significativo. Este es el problema de la
intencionalidad. Ningún esfuerzo serio de crear una ciencia cognitiva puede pasarlo por alto.
Hay maneras correctas e incorrectas de usar símbolos dotados de significado para nosotros.
Una metáfora útil para discutir las pautas de sus usos correctos es pensar en manipularlos como si
estuviésemos conscientemente prestando atención a reglas e instrucciones al hacerlo. Un campo de
investigación clave en la filosofía de la ciencia cognitiva es el de cómo expresar las normas que
están evidentemente involucradas en buena parte de lo que hacemos pero que no seguimos
conscientemente. Si las normas no están expresadas como reglas y convenciones explícitas, ¿cómo
pueden ser tan efectivas? Este es el problema de la normatividad. También este problema debe ser
atacado en nuestro intento de edificar una ciencia de la cognición.
Entre los símbolos y sistemas de símbolos que usamos pueden distinguirse palabras, gestos,
signos, diagramas, modelos, dibujos, etcétera. La psicología cognitiva debe comenzar por estudios
de actividades tales como clasificar o recordar, tal como son realizadas por las personas que usan
los sistemas de símbolos disponibles en sus propias culturas. Un bailarín se figura una de sus rutinas
como un flujo de movimientos corporales. Un estudiante recuerda el tema de una clase en la forma
de palabras, proposiciones. Un químico puede pensar en una reacción química en la forma de un
modelo o imagen del flujo y reflujo de iones de una solución.
¿Cómo se desempeñan estas tareas cognitivas? Con el uso de órganos en el cerebro y el
sistema nervioso: ‘herramientas cerebrales’. La ciencia cognitiva debe incluir una esencial
dimensión neuro-anatómica y neuro-fisiológica. Tampoco debemos olvidar que la mayoría de
nosotros poseemos un kit adicional de dispositivos ‘protéticos’, tales como agendas electrónicas,
que pueden sustituir algunas funciones de las herramientas de las que estamos naturalmente
dotados. Podemos usar nuestro cerebro para recordarnos de una cita, nuestro hipocampo para
encontrar el camino a casa, etcétera. Sin embargo, también podemos usar una agenda para
mantenernos al tanto de nuestros compromisos personales a tiempo y un mapa para guiar nuestros
movimientos en el espacio. Hoy en día cada una de estas herramientas puede fácilmente obtenerse
en formato electrónico. Una de las principales preguntas que nos haremos es la de cuánto podemos
aprender sobre cómo funcionan las herramientas naturales a partir de cómo las herramientas
7
artificiales desempeñan su versión de la misma función. Esto nos llevará al campo de la inteligencia
artificial y a los modelos computacionales de la mente.
Nuestro primer contacto con actividades cognitivas llega muy temprano en la vida, mucho
antes, se cree hoy, de lo que previamente se pensaba. Bajo la influencia de los recientemente
redescubiertos estudios de L. S. Vygotsky (1978) sobre el desarrollo, ya no pensamos en nuestra
maduración cognitiva como un proceso que se da en el individuo aislado y de acuerdo con algún
esquema predeterminado, paso a paso. Nuestras habilidades cognitivas tienen su comienzo en el
flujo de la actividad simbólica de la vida cotidiana, en actividades cooperativas con otras personas,
particularmente en el seno de la familia. La importancia de Vygotsky para la psicología cognitiva
deriva de su trabajo en desenmarañar los complejos procesos por los que las herramientas
cognitivas y prácticas de los adultos son adquiridas por infantes y niños pequeños en las
interacciones sociales. Según él, las funciones cognitivas de orden superior aparecen primero en las
relaciones entre las personas y sólo en un segundo momento como parte de la dotación mental de un
individuo. Antes que nada pensamos pública y colectivamente con la ayuda de otros. Sólo en un
segundo momento contamos con la habilidad de pensar privadamente.
¿Qué hace que un programa de estudio sea científico?
En un tratamiento científico de algún dominio, como por ejemplo la superficie de la tierra, hacemos
uso de un sistema de clasificación para identificar, describir y categorizar las principales
características de la geografía. Usamos categorías tales como ‘islas’, ‘continentes’, ‘océanos’,
‘mares’, ‘estuarios’, etcétera. En la mayoría de las ciencias, los casos híbridos y fronterizos no
tardan en aparecer, y surgen así disputas de demarcación. ¿Australia es una gran isla o un pequeño
continente? Cuestiones como esta nunca podrán resolverse por observación o por experimento. No
será una cuestión de hecho hasta que no hayamos acordado sobre cómo usaremos el concepto de
‘continente’. Los defensores de una manera de trazar un límite alrededor del dominio de un
concepto clasificatorio ofrecen sus razones y sus opositores, las propias. Cuestiones de
conveniencia, consistencia y demás son usadas para lograr acuerdo sobre el alcance de la aplicación
de una categoría.
Un tratamiento científico de la superficie de la tierra sería incompleto sin una explicación
de cómo surgieron las características observables y sus patrones de distribución. ¿Por qué
Sudamérica parece corresponder tan perfectamente con la curva de África, si las imaginamos
8
yuxtapuestas? Las explicaciones científicas típicamente postulan entidades y procesos
inobservables que originan las características geográficas que podemos observar. Para el caso de la
tierra, los geólogos hoy invocan la existencia de placas tectónicas, que se desplazan lentamente a
través del plasma semi-líquido en el interior de la tierra, y dan lugar así a las características
observables de la superficie.
¿Cómo podríamos de algún modo saber cómo son estas placas tectónicas? No podemos
observarlas tal como son. Las creencias sobre las entidades y los procesos inobservables que dan
cuenta de los estados de cosas observables son generalmente alcanzadas a través del uso de
analogías poderosas, plausibles y fructíferas. En lugar de intentar pensar en las estructuras
profundas, reales pero inobservables, de la corteza terrestre, pensamos en las placas tectónicas de
Wegener. ¿Cómo lo hacemos? Las placas son un modelo, esto es, una representación pictórica de
las estructuras reales. Imaginamos cómo son trazando una analogía con algo que ya conocemos.
Quizás Wegener, el hombre que propuso la teoría de las placas tectónicas, vio una similitud entre el
comportamiento de las banquisas [gruesas capas de hielo flotante que se forman en las regiones
oceánicas polares; NdT] cuando se trituran unas contra otras al ser llevadas por las corrientes en el
agua y las placas tectónicas cuando se trituran al ser llevadas por las corrientes de circulación del
hierro derretido que forma el núcleo de la tierra.
Una ciencia completa de la tierra deberá entonces ser un híbrido entre geografía, que
cumpliría el rol descriptivo, y geología o tectónica de placas, que cumpliría el rol explicativo.
Aquí tenemos un simple ejemplo de una de las principales estrategias para la construcción
de teorías en ciencia. Es la elaboración de modelos: usar analogías con discreción. Entender el rol
de los modelos en ciencia conduce a la comprensión de los principales métodos y técnicas de
investigación por los que los seres humanos, limitados en espacio, tiempo y recursos, han podido
ganar conocimiento de las fuerzas de la Naturaleza. Esto ha mejorado la capacidad humana para
dominarlas y manipularlas. Actualmente la mayoría de los filósofos de la ciencia cree que la base de
nuestra comprensión de la Naturaleza es nuestra capacidad de crear y manipular análogos y
modelos de aquellos aspectos del mundo material que nos interesan.
Dar un formato escrito o discursivo a los insights que de este modo adquirimos, es decir,
presentar nuestro conocimiento científico en artículos y libros, es una cuestión secundaria
comparada con la primacía de la elaboración de modelos.
9
Tópico de aprendizaje: ¿Qué es la ciencia?
1 Una ciencia consiste de:
a) Un catálogo ordenado de fenómenos
b) Un sistema de modelos que representa los mecanismos inobservables por los que los
fenómenos observables se manifiestan.
2 Un científico por ende necesita tener:
a) Un sistema de conceptos para clasificar los fenómenos. Estos definirán tipos y clases, y
formarán así una taxonomía.
b) Una fuente aceptada de conceptos como un medio para elaborar modelos que
representan los procesos inobservables por los que los fenómenos observables se
manifiestan.
Idealmente el sistema clasificatorio y el repertorio de modelos explicativos debieran estar unidos en
un sistema general coherente. Hay varios modos en que esto puede lograrse.
Filosofía en un contexto científico
Los filósofos intentan esclarecer y examinar críticamente algunos de los presupuestos de los que
dependen la efectividad, la inteligibilidad y demás valores de las prácticas humanas. Esto implica
hacer una distinción preliminar entre presupuestos fácticos [factual] y presupuestos concernientes a
las relaciones entre conceptos. Los presupuestos conceptuales son evidentes en los significados que
damos a nuestros conceptos y los modos en que entendemos están interrelacionados.
Advertir la gran importancia de esta distinción básica ha sido una de las principales
contribuciones filosóficas hacia nuestra capacidad de interpretar las ciencias y hacia nuestra
sensibilidad en el detectar profundas falacias y enredos conceptuales. Wittgenstein nos ha mostrado
la facilidad con la cual nos vemos llevados a tratar un problema concerniente conceptos o los usos
de las palabras como si fuera un problema concerniente cuestiones de hecho. ¿Sólo es una cuestión
de hecho que yo no puedo sentir tu dolor, o el problema tiene que ver con cómo la palabra ‘dolor’
es usada en el lenguaje cotidiano? Si fuese una cuestión de hecho, podría haber sido de otro modo.
10
Si fuese una cuestión concerniente los usos de las palabras, no podríamos siquiera darle sentido a la
alternativa.
Las cuestiones de hecho se dirimen mediante observación y experimento. Aun así, los
presupuestos conceptuales están siempre involucrados. Para confiar en la observación y el
experimento debemos presuponer que no existen paradojas, contradicciones u otras fallas en el
sistema de conceptos que usemos para describir nuestros descubrimientos fácticos. Las
investigaciones filosóficas a veces implican preguntar en qué medida un presupuesto fáctico de un
aspecto de una práctica no entra en conflicto con uno o más de los presupuestos conceptuales de
algún otro aspecto. Por ejemplo, la práctica de declarar a alguien culpable de infringir la ley
presupone que, como una cuestión de hecho, esa persona podría haber actuado de otro modo del que
lo hizo. Sin embargo, esto choca con el presupuesto de buena parte de la medicina psiquiátrica de
que el comportamiento social anómalo es de hecho plenamente explicable en términos de la
neurofisiología y la genética.
Las cuestiones concernientes a las reglas para el correcto uso de las palabras y otros
símbolos se dirimen mediante el análisis de los significados. A veces un análisis de este tipo revela
confusiones, contradicciones y otras fallas inadvertidas en un sistema conceptual aparentemente
sólido. Éstas pueden ser reveladas estudiando las interrelaciones entre los significados de las
palabras que son la expresión verbal de un sistema conceptual. Por ejemplo, si el que las personas
son agentes activos que buscan intencionadamente resolver los problemas de la vida es una cuestión
concerniente los significados de las palabras, ¿cómo puede esto reconciliarse con el uso del
concepto de ‘deseos inconscientes que llevan a una persona a comportarse de maneras contrarias a
la preservación de la vida’?
Este tipo de análisis crítico de sistemas conceptuales a gran escala implica a menudo trazar
conexiones con los presupuestos de prácticas cercanas. Por ejemplo, la filosofía legal y la ética
médica comprenden correlaciones y comparaciones entre usos médicos y legales de lo que parecen
ser los mismos conceptos. En ambas prácticas, conceptos tales como el de ‘muerte’, ‘locura’ y
demás cumplen roles importantes. Los conceptos de ‘vida’ y ‘muerte’ han cambiado en años
recientes, y esto ha tenido su efecto sobre cómo la ley interpreta prácticas controversiales como el
aborto y la eutanasia. Para ilustrar la distinción fundamental entre los dos principales tipos de
presupuestos examinemos una práctica simple y cotidiana. ¿Qué está presupuesto en las
transacciones comerciales corrientes donde usamos dinero a cambio de bienes y servicios?
Un filósofo de avanzada edad entra en la boletería de la mansión de Jefferson en Monticello
[colina donde se ubica la residencia histórica de Thomas Jefferson, tercer presidente de los EEUU;
NdT]. El empleado dice: “Las entradas cuestan $20”. El filósofo entrega $15 y su tarjeta de
11
descuento para jubilados. Recibe así una entrada. ¿Qué ha sido presupuesto en esta común práctica
humana? Antes que nada, he aquí algunos de los presupuestos fácticos:
1 Hay una mansión, no a la vista al momento de la transacción.
2 Existió una persona llamada Thomas Jefferson, que ordenó la construcción de la mansión de
acuerdo a sus proyectos.
3 Existe un descuento para ciudadanos mayores.
4 El filósofo es un ciudadano mayor y la tarjeta entregada es suya.
5 La transacción tiene lugar en Monticello, Charlottesville, Virginia.
6 El dólar es la moneda local.
Abajo hay algunos de los presupuestos conceptuales o filosóficos:
1 Los dólares son fungibles, esto es, el billete de $5 que el filósofo recibió como cambio en otro
lugar todavía valen, en el presente contexto, $5. No tendría sentido que el filósofo le preguntara
al cajero: “¿Cuáles $5 quiere?”.
2 La mansión, siendo algo material, permanecerá en su sitio cuando el turista haya subido la colina.
Dado que los presupuestos filosóficos no incluyen cuestiones de hecho, sólo pueden ser puestos en
cuestionamiento mediante discusión y análisis. Por ejemplo, alguien podría ponerse a discutir sobre
el concepto de ‘dinero’. El concepto ha cambiado desde los días en que Hamilton fijó los táleros de
María Teresa [moneda de plata que fue usada a partir de mediados del siglo XVIII para comercios
internacionales; NdT], los primerísimos dólares de plata, como la moneda federal oficial. Ahora los
dólares son más comúnmente ‘objetos’ electrónicos en el ciberespacio. Nuestro turista podría haber
pagado con tarjeta de crédito. Alguien podría ponerse a discutir sobre el concepto de ‘objeto
material’. Por ejemplo, ¿la mansión que es eventualmente visitada por el filósofo es la misma
mansión que es visitada por cada persona en el grupo, si es que, como algunos filósofos han
sostenido, la mansión para cada turista existe únicamente como un conjunto de patrones de manchas
coloradas en sus campos visuales personales y privados?
La filosofía de la ciencia es el estudio de los presupuestos no fácticos de las prácticas de las
ciencias naturales y humanas. En resumen, es el estudio de los sistemas de conceptos que están
involucrados en la investigación y la teorización científica.
12
Algunos otros términos para abordar los presupuestos
Thomas Reid (1788), quien escribió hacia fines del siglo XVIII, llamaba a los presupuestos del
modo de vida humano ‘los principios del sentido común’. Por ‘sentido común’ no se refería al saber
cotidiano sino más bien a un conjunto de principios que formaban un trasfondo común para todo
aquél capaz de pensamiento racional.
En el mismo período, Immanuel Kant (1787) acuñó la expresión ‘proposiciones sintéticas a
priori’ para identificar los presupuestos que subyacen a la percepción, el pensamiento y la acción.
Con esto, quería llamar la atención sobre el hecho de que, como él creía, no arribamos a estos
principios por análisis de nuestras propias experiencias. Éstos eran, más bien, aquello que
posibilitaba nuestra regular experiencia cotidiana. Al llamarlos a priori quería enfatizar que no
llegamos a ellos a partir de la experiencia. Al llamarlos sintéticos quería enfatizar su rol en los
procesos por los que nuestras mentes sintetizan los datos crudos de los sentidos transformándolos en
el mundo material que conocemos y, al mismo tiempo, en nuestros pensamientos sobre aquel
mundo. De alguna manera cada persona llega al mundo equipada con el mismo sistema básico de
estructuras. Aunque ejecutamos individualmente nuestras síntesis de sensaciones para crear
recíprocamente nuestros mundos y nuestra mentes, los mundos que creamos son más o menos el
mismo.
En tiempos más recientes, Wittgenstein (1953) expresó la misma idea general en su
analogía del marco y la pintura. Nuestros sistemas de conceptos conforman el marco en el que
nosotros bosquejamos pinturas del mundo. El marco no es parte de la pintura. Una imagen aun más
llamativa y atinada fue el modo en que Wittgenstein se refirió a las reglas para el correcto uso de las
palabras como una ‘gramática’, extendiendo la idea de corrección más allá de los límites de nuestras
gramáticas escolares de nombres, verbos, adjetivos y demás. En este libro usaremos la palabra
‘gramática’ para referirnos a los sistemas de conceptos y sus portadores simbólicos por medio de
los cuales categorizamos y damos sentido a nuestras experiencias. Una gramática, luego, puede
expresarse como un conjunto abierto de reglas maleables para usar correctamente varios sistemas
de símbolos. A veces una gramática vieja es abandonada o modificada, y nuevas gramáticas se
desarrollan. Nuestros conceptos mecanográficos han dado luz a una gramática completamente
nueva para manejar la comunicación en la computación y el ciberespacio.
Estas tres maneras de describir algunos aspectos importantes de los presupuestos de las
prácticas humanas atraen nuestra atención sobre tres aspectos del trasfondo de lo que pensamos,
sentimos, etcétera: es compartido; contribuye a dar forma a lo que experimentamos; mantiene
estándares locales de corrección.
13
Tópico de aprendizaje: ¿Qué es la filosofía?
1 El proyecto de la filosofía consiste en esclarecer y discutir críticamente los presupuestos de las
prácticas humanas; como por ejemplo la jurisprudencia, la música y las ciencias, incluso los
deportes. Hay dos tipos de presupuestos:
a) Fácticos, que pueden corroborarse mediante observación y experimento.
b) Conceptuales, que pueden corroborarse solamente mediante la discusión de su
plausibilidad, utilidad y coherencia.
2 Tres modos de presentar la naturaleza de los presupuestos conceptuales:
a) Thomas Reid. Principios del sentido común: compartidos por todos y usados para dar
sentido la experiencia.
b) Immanuel Kant. Proposiciones sintéticas a priori: expresan las estructuras por medio de
las que sintetizamos un mundo continuo y mentes ordenadas (sintéticas). No son
aprendidas por experiencia (a priori).
c) Ludwig Wittgenstein. Gramáticas: reglas para el uso correcto de símbolos. Las
gramáticas pueden cambiar, en general a diferentes ritmos bajo circunstancias diversas.
Ontología: presupuestos acerca de lo que hay
Los realistas científicos se sienten libres de especular metódicamente sobre el estado del mundo
más allá de los límites de la percepción. Para hacer esto de modo racional, deben tener en mente
ciertas ideas respecto de qué tipos de cosas, propiedades, procesos, cualidades y demás, el mundo
puede poseer. Un catálogo de aquello que es tomado efectivamente como real en algún dominio de
estudio es su ontología. Esto nos retrotrae a la discusión sobre los presupuestos. Una ontología
estará entre los presupuestos de una ciencia en cada momento de su desarrollo. Por ende la filosofía
de la ciencia debe incluir discusiones sobre ontología, las asunciones generales respecto de la
naturaleza presumida de las entidades, estructuras, propiedades y procesos, tanto observables como
inobservables, característicos del dominio relevante de investigación.
14
Dos versiones de una ontología materialista
Por cuatro siglos las ciencias naturales han mantenido un difícil equilibrio entre dos grandes y muy
diferentes ontologías materialistas. Su influencia indirecta sobre la psicología ha sido profunda.
Debemos detenernos para inspeccionarlas con algún nivel de detalle.
Los atomistas imaginaban el mundo como una suerte de enjambre de partículas materiales
sólidas que se movían azarosamente en el vacío y hacían ocasionalmente contacto al chocar una con
otra. Pensaban que estos cuerpos, cuando no estaban en contacto inmediato, se comportaban
independientemente uno respecto al otro. Las partículas atómicas eran pasivas excepto en caso de
estar en movimiento. La gravedad, el magnetismo y la electricidad planteaban grandes dificultades
para el atomismo mecanicista, dado que cada uno de estos tipos de interacción parecía darse sin una
conexión material entre cuerpo y cuerpo. Los intentos por parte de genios científicos como el de
Isaac Newton para acomodar la entonces llamada acción a distancia en la ontología atomista eran
ingeniosos pero, en última instancia, poco convincentes. La fuerza de la gravedad permanecía un
gran misterio para Newton y sus sucesores. Éstos pudieron describir cómo se manifestaba, pero su
verdadera naturaleza permanecía desconocida. Un medio universal, el éter, fue postulado para
explicar todos los fenómenos no mecánicos, incluso los procesos del pensamiento.
El dinamismo sostenía puntos de vistas opuestos en casi todos los aspectos. Todo estaba
activamente involucrado en todo lo demás. El espacio estaba colmado de campos de fuerza:
descriptos en términos de potenciales de acción en cada punto y listos para provocar efectos toda
vez que algún cuerpo sensible para testeo era puesto bajo su influencia. Los fenómenos relativos al
magnetismo, cuyo estudio había comenzado en el siglo XVI por William Gilbert, fueron retomados
por otro genio científico en el siglo XIX bajo una ontología radicalmente diferente de la de los
atomistas. En el trabajo de Michael Faraday tenemos los orígenes de las ideas modernas de fuerzas,
cargas y campos, típicos conceptos dinámicos que definían un mundo interconectado de entidades
activas.
Mientras la adopción del atomismo por los físicos del siglo XVII abrió una gran cantidad de
posibilidades de investigación, se convirtió eventualmente en una carga, ya que requería que toda
acción estuviese mediada por el contacto directo entre corpúsculos materiales. La transición hacia
ideas dinamistas, que permitió a los científicos naturales imaginarse un mundo de entidades activas
en interacción recíproca a través del tiempo y el espacio, irrumpió en la era moderna. En lugar de
átomos rondando en el vacío, ahora tenemos cargas y campos interactuando a lo largo de todo el
universo.
15
Podemos apreciar más fácilmente los contrastes entre estos puntos de vista con una tabla
comparativa que muestre sus principales características (Tabla 1.1). ¿Qué ontología deberemos
tomar como nuestro modelo para erigir nuestra psicología? El conductismo no sólo fue positivista
sino que también tendía a tratar a los seres humanos como los depositarios pasivos de respuestas a
estímulos, de un modo análogo a como los atomistas del siglo XVII habían pensado en partículas
materiales que respondían a perturbaciones únicamente por el contacto de otras partículas del
mismo tipo. Además, existía una tendencia consistente en dividir las condiciones de estímulo y las
respuestas en unidades del tipo de los átomos: las variables independientes y dependientes de la
psicología conductista. Sin embargo, en nuestros días, puede notarse la influencia creciente de ideas
dinamistas en psicología. Los psicólogos están retomando y desarrollando la idea de las personas
como agentes que activamente intentan realizar sus proyectos, planes e intenciones en lugar de
meramente responder de modo pasivo y bien adaptado a los estímulos ambientales.
Tabla 1.1 Atomismo versus dinamismo
Atomismo Dinamismo
1. Una multitud de entidades en un espacio vacío
(mecánica newtoniana)
1. Una multitud de centros, pero su influencia
ocupa la totalidad del espacio (cargas y
campos)
2. Reaccionan sólo en caso de efectivo contacto 2. En interacción continua incluso a la
distancia
3. Lógicamente independientes: eliminar una no
afecta las otras (vender una oveja de un gran
rebaño no afecta el resto)
3. Lógicamente dependientes (todos los
miembros de un equipo de futbol se ven
afectados cuando un jugador es expulsado)
4. Los átomos son pasivos: reaccionan sólo cuando
se los perturba
4. Las entidades dinámicas son activas: actúan
a menos que se las detenga
5. Generalmente determinista: futuro y pasado
están fijados. Las posibilidades no son reales.
Las propiedades son ocurrentes
5. Generalmente indeterminista: el pasado
está fijado mientras que el futuro es abierto.
Las posibilidades son reales. Las
propiedades son disposicionales
16
Presupuestos ontológicos en psicología
El alcance y profundidad de estas ontologías contrastantes sugiere que hay mejores y peores
concepciones generales de la naturaleza del mundo y del dominio de cada ciencia en cada etapa del
desarrollo de las ciencias. La historia de las ciencias ilustra muy claramente que las evaluaciones
del valor último de ésta o aquélla ontología pueden no ser acertadas hasta tanto no hayan sido
puestas en juego de muchas maneras y en muchos contextos. Podemos juzgar un conjunto de
principios fundacionales sólo a largo plazo y en retrospectiva. ‘Hacer justicia a nuestras
experiencias de vida’ de una manera que sea manifiestamente científica es lo que queremos de una
ciencia cognitiva exitosa.
¿Cómo podríamos saborear aquel digno sentimiento? No podrá obtenerse sin prestarle una
cuidadosa atención a la ontología implícita en nuestros intentos de satisfacer nuestras ambiciones
científicas. Veremos que el dominio de la psicología comprende no una sino dos ontologías,
ninguna reductible a la otra. Uno de los grandes logros de la psicología teórica en los últimos años
ha sido el de ofrecer un esbozo de cómo habrá de lograrse su unificación. Las dos ontologías que a
primera vista parecen ser rivales son el mentalismo, según el cual el dominio de la psicología
debería restringirse a pensamientos, sentimientos y acciones intencionadas, y el materialismo, según
el cual el dominio de la psicología debería restringirse a estados materiales del cuerpo y en
particular al cerebro y el sistema nervioso.
Tópico de aprendizaje: Ontología
Presupuestos acerca de lo que está en el dominio de una ciencia. Dos variantes principales:
1 Atomismo clásico. Partículas newtonianas en el vacío, pasivas y lógicamente independientes,
definidas por propiedades ocurrentes y que actúan sólo por contacto en un futuro cerrado
determinista.
2 Dinamismo moderno. Agentes lógicamente dependientes como, por ejemplo, cargas y campos,
en interacción continua, en un futuro abierto y definidas por propiedades disposicionales.
En psicología muchas de las ideas centrales del conductismo clásico reaparecieron en el
conductismo. En la concepción de las personas como agentes activos vemos el comienzo de un
punto de vista dinamista en psicología.
17
Ciencia, filosofía y psicología en la historia
El proyecto de crear una psicología científica ha sufrido varios comienzos fallidos. El primer
intento moderno de crear una psicología de este tipo consistió sin duda en los esfuerzos que se
hicieron durante el siglo XVII para estudiar el mundo de las ideas de la misma manera en que los
físicos de la época estaban estudiando el mundo de la materia. La mayoría de los problemas que han
debido enfrentar los esfuerzos contemporáneos para crear una psicología científica, empezando por
el laboratorio de psicofísica de Wundt en el siglo XIX, eran ya bien entendidos en el siglo XVII y
discutidos en profundidad en el siglo XVIII. […]
Los psicólogos ignoran la filosofía a su propio riesgo. La interacción entre filosofía y
psicología será una característica de la psicología del siglo XXI en la misma medida en que el
contacto con la filosofía ha sido parte de la formación de todas las ciencias desde los días de
Aristóteles. Sin embargo, esta influencia de la filosofía en la ciencia, tan evidente en física como lo
es en psicología, debe ser mirada críticamente. El efecto insidioso del positivismo es quizás el
ejemplo más impactante del tipo de psicología que luego ha demostrado ser tan decepcionante como
indicador de una futura ciencia. El error en la determinación de los presupuestos de las ciencias
naturales ha sido ciertamente un terrible legado del reinado positivista en la filosofía. Nos
concentraremos en la distinción positivismo / realismo en el Capítulo 2.
El proyecto de una psicología científica
Inevitablemente, la psicología será una ciencia híbrida. Esto fue vaticinado por Wilhelm Wundt
hace un siglo y medio. Los estudios naturalistas de los modos cotidianos del pensamiento que hacen
uso del lenguaje y otros sistemas simbólicos nos brindarán una perspectiva sobre los fenómenos
cultural e históricamente diversos del pensamiento, la acción y el sentimiento. Los estudios
neurológicos nos brindarán conocimiento de las herramientas cerebrales que usamos para realizar
las tareas cognitivas que la vida moderna nos presenta. ¿Cómo cerramos la brecha que hay entre los
estudios naturalistas de las acciones intencionadas de personas activas y los programas de
investigación neurológica que estudian procesos materiales, de modo que estos últimos sean
relevantes para los primeros? Necesitamos alguna estrategia que nos permita abstraer patrones
relevantes de la realidad concreta de los procesos y fenómenos cognitivos cotidianos. Esta estrategia
debe también permitirnos dar a los procesos abstractos ya distinguidos una interpretación concreta
18
en términos neurológicos. La respuesta deberá buscarse en los desarrollos en inteligencia artificial,
con la ayuda de los que podremos construir, en base a modelos abstractos de los procesos
cognitivos, modelos efectivos y abstractos de los mecanismos posibles de la cognición.
Trataremos el proyecto de desarrollar una psicología científica como una progresión a
través de cuatro etapas, cada una de las cuales dependerá de los emprendimientos exitosos en la
etapa precedente.
1 Reconocer, analizar y comprender los procesos y procedimientos públicos y privados por los que
personas competentes usan los métodos y los recursos simbólicos disponibles para ejecutar
tareas cognitivas. Se deberá prestar atención para identificar los estándares bajo los que estas
tareas son valoradas tanto formal como informalmente en diferentes culturas (Cole, 1996).
2 Desarrollar modelos abstractos, analíticos o descriptivos, de los modos en que las personas
ejecutan estas tareas, en base a abstracciones hechas a partir de las mismas descripciones de las
tareas. Estos ‘modelos de los procesos mentales’ no tienen implicaciones ontológicas. Son
maneras pragmáticamente útiles de presentar aquello que sabemos de los fenómenos de interés
(Baddeley, 1998).
3 Desarrollar modelos abstractos en inteligencia artificial de los procesos que podrían estar
directamente involucrados en la ejecución de las tareas cognitivas descritas en la primera etapa
de un programa de investigación (Copeland, 1998).
4 Usar los modelos desarrollados en la tercera etapa para controlar los programas de investigación
en neurociencia a la búsqueda de estructuras celulares que sirvan de análogos reales de las
estructuras abstractas presentadas en los modelos exitosos en inteligencia artificial (McLeod et
al., 1998).
Con el logro exitoso de un programa tal, para por lo menos alguna de las principales habilidades
cognitivas propias de los seres humanos habremos finalmente superado el legado del conductismo y
roto los lazos con el mito positivista.
Conclusión
Un programa de investigación científica comprende dos proyectos principales. Debe haber una
manera de identificar y clasificar los fenómenos objeto de estudio. Debe también haber una manera
19
de pensar sobre los procesos por los cuales aquellos fenómenos se originan y de este modo
explicarlos. La tarea de clasificación necesita un sistema de categorías y tipos, expresado en los
conceptos de una taxonomía. La tarea de explicación necesita una representación o un modelo de
los mecanismos involucrados. En el comienzo de un proyecto de investigación los mecanismos
reales no pueden generalmente ser observados. En la medida en que el proyecto se despliega, se
desarrollan métodos para extender los recursos a técnicas experimentales y de observación hasta
regiones del mundo previamente ocultas.
En el comienzo y desarrollo inicial de un proyecto de investigación mucho está
presupuesto. Los filósofos se especializan en esclarecer por lo menos algunos de los presupuestos
detrás de las prácticas humanas. Estos se dividen en dos grandes grupos. Existen presupuestos
fácticos, que pueden comprobarse como cualquier afirmación fáctica. También existen presupuestos
conceptuales, que expresan el modo en que los componentes de los sistemas conceptuales se
interrelacionan. Los presupuestos conceptuales pueden ser analizados por su consistencia,
plausibilidad, etcétera. Es importante entender que no puede trazarse una línea divisoria nítida y
rígida entre los presupuestos fácticos y conceptuales. Cualquier presupuesto particular puede
desplazarse desde una a otra categoría en la medida en que nuestro conocimiento y nuestros
métodos de investigación cambien y se desarrollen.
Los presupuestos ontológicos enmarcan la totalidad de un programa de investigación
científica y consisten en suposiciones acerca de qué tipo de entidades pueblan el dominio de
investigación. La historia de la ciencia revela dos grandes tipos de entidades que se ha supuesto que
hay en el mundo material. La ontología atomista está asentada en el principio de que el mundo
material consiste en un enjambre de diminutas partículas materiales. Estas interactúan sólo cuando
entran en contacto. La única fuente de actividad es el movimiento. La ontología dinamista está
asentada en el principio de que el mundo material es un campo de centros de actividad en continua
interacción. Cada uno de estos centros es un agente activo que ejerce influencia sobre el medio
circunstante. La mecánica newtoniana es la base científica de la ontología atomista. La física del
electromagnetismo de Faraday es la base científica de la ontología dinamista.
El estudio del pensamiento, el sentimiento, la percepción y la acción, el campo de las
ciencias humanas, debe tener en cuenta las vidas mentales de los seres humanos. Éstas parecen
involucrar fenómenos no materiales. Aun así los seres humanos poseen un cuerpo y están así
sumergidos en un mundo material de procesos causales. Centrarse sólo en los aspectos inmateriales
de la experiencia humana conduce al mentalismo mientras centrarse sólo en los procesos corporales
conduce al materialismo. El objetivo de este curso es mostrar cómo es posible unificar las dos
tendencias principales en la psicología contemporánea, del siglo XXI, para crear una psicología
20
científica lo suficientemente poderosa como para incluir mentes y cuerpos en un programa de
investigación común.
21
Capítulo 2
Las ciencias naturales
Las ciencias naturales nos han brindado conocimiento y dominio de buena parte del universo
material, incluyendo nuestros propios cuerpos. El verdadero valor de esta fuente de conocimiento
ha sido a menudo cuestionado al confrontárselo con aquello que da calidad a la vida humana. Sin
embargo, la magnitud del logro no puede cuestionarse. La idea de que los métodos de las ciencias
naturales podrían ser aplicados a nuestras vidas mentales y sociales no es nueva. Estaba ciertamente
en el orden del día durante el siglo XVII. Por ejemplo, John Locke (1690) bosquejó una ciencia de
las ideas análoga a la ciencia de las partículas materiales. En 1748 La Mettrie sentó algunos
principios metodológicos globales para proveer respuestas neurofisiológicas a preguntas
psicológicas. Éstas y otras iniciativas no florecieron como una ciencia sistemática, de la manera en
que lo hicieron la química de Boyle y la física de Newton al ser retomadas por muchos talentosos
sucesores y desarrolladas a un paso siempre creciente hasta llegar a las disciplinas bien asentadas de
las que hoy somos familiares y sobre las que nos asentamos más y más.
La psicología, como una ciencia posible, ha empezado una y otra vez. Cada comienzo se ha
desvanecido. Una nueva ola de entusiastas ha vuelto a empezar desde otro punto de vista. En el
siglo XX algunas de las razones para algunos de los comienzos fallidos eran confusiones
conceptuales filosóficas profundas. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, la influencia que
más que cualquier otra obstruyó el camino del desarrollo científico fue una mala interpretación de
las ciencias naturales. Esto llevó a la adopción de concepciones inadecuadas sobre las que modelar
una ciencia de la mente. […] Muchos de los intentos fallidos de dar inicio a una ciencia de la
cognición tienen sus orígenes en concepciones filosóficas erróneas concernientes las ciencias
naturales.
Para resguardarnos de no caer una vez más en alguna de las viejas trampas debidas a
concepciones equivocadas de la ciencia, nuestra primera tarea será la de hacernos una idea clara de
cómo de hecho funcionan las ciencias naturales. Para hacer esto podemos comenzar por apreciar las
razones para su inmenso éxito. Al mismo tiempo, será de ayuda ganar algún dominio de un modelo
sobre el que basar una ciencia genuina del pensamiento y la acción humanos.
22
El mundo de las ciencias naturales
Desde la perspectiva de los poderes perceptivos de los seres humanos, el mundo material parece
dividirse en tres regiones distintas, entre las cuales hay confines más bien borrosos e históricamente
variables. Usaré el término de los biólogos ‘umwelt’ para hacer referencia a aquellas regiones del
universo material a las que los seres humanos tienen acceso en algún momento histórico
determinado. En biología, la umwelt [término, propuesto por el aun poco estudiado biólogo estonio
Jakob von Uexküll, que en alemán significa literalmente ‘mundo alrededor’ o ‘mundo circunstante’;
NdT] de una especie es la región del mundo que está a su alcance, dados los recursos perceptivos y
motores que los miembros de la especie poseen. En este sentido, no todas las especies habitan el
mismo mundo ya que algunas tienen acceso al aire, otras al agua, otras a los árboles, otras a
vegetación en descomposición, etcétera. Los gusanos no pueden ver y por ende su mundo está
limitado a lo que puede ser oído, tocado y saboreado. La mayoría de los peces no puede volar. Su
mundo termina en la superficie de mares, lagos y ríos. La umwelt de la lombriz solitaria adulta es el
vientre del organismo huésped. La umwelt del cóndor son las grandes alturas de los Andes, y así
sucesivamente. Las ciencias naturales se desarrollaron en tanto que estrategias para explorar la
umwelt humana. En la medida en que se fueron crecientemente sofisticando, nuestra misma umwelt
humana se ha extendido hacia nuevas regiones que antes difícilmente hubiésemos imaginado. Por
ejemplo, todos estamos hoy tan familiarizados con la idea de que el mundo está colmado de un flujo
de radiación electromagnética, que no nos parece en absoluto extraño debatir los posibles efectos
que los campos generados por los teléfonos celulares podrían tener sobre nuestro cerebro.
Aristóteles no tenía la más remota idea de esta extensión del dominio de la existencia humana.
Las ciencias naturales nos han dado una umwelt, aquella parte del universo material que
está actualmente al alcance de los seres humanos. Incluye tres regiones distintas pero de límites
borrosos que difieren en la manera en que tenemos acceso a ellas.
Región Uno: lo que podemos percibir
Denominaré Región Uno a aquellos aspectos del mundo material que están al alcance de los
sentidos desnudos y las limitadas capacidades corporales de los seres humanos. Los límites de esta
región son indefinidos a lo largo de varias dimensiones. Por ejemplo, algunas personas tendrán una
umwelt más vasta que otras simplemente porque son más intrépidos en la exploración de su entorno.
Otras ocuparán un mundo más extenso porque poseen equipamiento con el que adentrarse en
23
nuevas regiones, como por ejemplo barcos para franquear los océanos, linternas y sogas para
explorar cavernas, naves espaciales para atravesar el vacío interplanetario, etcétera. Otros gozarán
de un mundo más rico que otras personas porque poseen sistemas conceptuales elaborados con los
que reconocer y clasificar las cosas, propiedades y relaciones al alcance de los sentidos desnudos.
¿Cuántas especies de árboles puedes distinguir? ¿Cuántos tipos de rocas puedes reconocer? Cuantos
más tipos de insectos alguien pueda distinguir, tanto más rico será entonces el mundo en el que
vive.
Región Dos: lo que podemos visualizar
Desde el siglo XVII las eternas limitaciones de la percepción, que imponían a la umwelt humana
unas fronteras aproximadamente como las de la Región Uno, han sido zanjadas por la invención de
instrumentos de todo tipo para la potenciación de los sentidos. Éstos extienden nuestra umwelt
agregando regiones nuevas, hasta entonces desconocidas o en el mejor de los casos sólo
imaginadas. Este logro ha conllevado una concepción diferente del mundo material. Desde el
tiempo de invenciones tales como el telescopio y el microscopio, filósofos y científicos han tomado
seriamente la idea de una región del universo más allá del dominio de los sentidos desnudos.
Podríamos tener acceso a este dominio en tanto y en cuanto el instrumento adecuado de
potenciación de los sentidos fuera elaborado. Por ejemplo, John Locke, quien vivió en la época del
microscopio, remarcó que si tuviésemos ojos dotados de los poderes del microscopio tendríamos
acceso a la estructura fina de las superficies de las cosas. El uso del telescopio por parte de Galileo
para observar las lunas de Júpiter constituyó un quiebre con un universo geocéntrico, por lo menos
tan importante como la teoría copernicana del sistema solar. Llamaré esta región, a la que nuestros
sentidos tienen acceso sólo en caso de que las herramientas apropiadas sean disponibles, Región
Dos.
Los límites de la Región Dos dependen no sólo de los instrumentos de hecho disponibles
sino también de cuáles instrumentos pensamos puedan ser construidos. Gracias a la introducción de
nuevos instrumentos, por lo menos algunos de los elementos que pueblan la Región Dos y que
estaban previamente ocultos se volvieron accesibles a la percepción. La frontera entre las Regiones
Uno y Dos es históricamente variable. Se ve alterada por los instrumentos disponibles. Más aun,
dado que la Región Dos es revelada por instrumentos que potencian los sentidos existentes, en lo
que respecta al carácter general de sus pobladores debe pensarse como una extensión de la Región
Uno. Las clases naturales que inicialmente son imaginadas y luego reveladas por estos instrumentos
24
deben, de modo general, ajustarse a las ya aceptadas. En este sentido, clasificamos las bacterias
como microorganismos. Versiones nuevas de viejos conceptos de clases naturales deberán
seguramente ser redefinidas y pulidas. El concepto de ‘organismo’ ha cambiado en la medida en
que los atributos de las bacterias y los virus fueron conociéndose mejor. Sin embargo, la estructura
general de las clases naturales de los seres orgánicos e inorgánicos en la Región Uno se mantiene en
la Región Dos.
El concepto de objeto material debe jugar un rol central en nuestra concepción de los
pobladores de la Región Dos. Se sigue de esto que los criterios para identificarlos e individuarlos
deben ser a grandes rasgos los mismos que los de la Región Uno. Estos criterios están íntimamente
entrelazados con los conceptos de espacio y tiempo. Por ejemplo, una de las maneras para
determinar cuántas entidades hay en alguna región es tener en cuenta el principio de que nada puede
estar al mismo tiempo en dos lugares diferentes. Las Regiones Uno y Dos comparten un marco
espacio-temporal. Los modos en que describamos y teoricemos respecto de los pobladores de estas
regiones deben compartir una misma gramática de términos espaciales y temporales.
Finalmente, es importante tener en cuenta que nuestras exploraciones de la Región Dos
están guiadas por el trabajo de la imaginación disciplinada. Impulsados por la necesidad de explicar
fenómenos no explicables por referencia a procesos fácilmente observables en la Región Uno,
imaginamos mecanismos actualmente inobservables y quizás imperceptibles que puedan hacerlo.
Sumergimos un trozo de cobre y uno de plata en una solución ligeramente ácida, asegurándonos de
que el cobre esté conectado al polo negativo de una batería y la plata, al polo positivo. Después de
un rato, una capa delgada de plata se deposita sobre el cobre. Los químicos, liderados por
Humphrey Davy, imaginaron que un flujo de imperceptibles átomos de plata positivamente
cargados, los iones, habían atravesado la solución desde el ánodo hasta el cátodo. Los médicos,
liderados por Louis Pasteur, imaginaron que unos microorganismos que infectan el cuerpo humano
causaban los síntomas del ántrax. En este caso los seres imaginados eran perceptibles, gracias al
desarrollo del microscopio óptico.
Se presentan algunos interesantes problemas filosóficos respecto del estatus de aquello que
es vuelto accesible a los sentidos gracias al uso de instrumentos. Por ejemplo, ¿cómo distinguimos
entre aquello que es producto de los instrumentos y observaciones genuinas? Este cuestionamiento
surge ya que no tenemos acceso independiente a la Región Dos con el que podamos comprobar si
nuestros instrumentos nos la están revelando tal como es. Problemas como éste han sido en buena
parte aplacados con diversas soluciones prácticas. Se nos volverán a presentar de forma relevante
cuando comencemos a mirar los modos en que la ciencia cognitiva puede asemejarse a las ciencias
naturales, al extender la cognición más allá de los límites de la conciencia.
25
Región Tres: lo que podemos imaginar
Desde sus primeros momentos en el amanecer de la antigüedad, el enfoque científico para la
comprensión del mundo ha hecho uso de una extensión ulterior de la umwelt imaginada, hacia una
región más allá de cualquier posibilidad de observación. Esta llega hasta más allá de nuestras
presentes capacidades perceptivas e incluso más allá de su extensión mediante instrumentos. La
llamaré Región Tres. En ciertos períodos históricos, la Región Tres ha sido entendida como una
mera extensión de las Regiones Uno y Dos. Sin embargo, sería una extensión de la que estaremos
por siempre excluidos debido a ciertas características ubicuas de la existencia humana, tal como
nuestra limitada capacidad perceptiva. En el siglo XVII se veía el mundo como un enjambre de
partículas en movimiento, en ciertos respectos similar a cúmulos ordinarios de materia. Sin
embargo, se pensaba que las partículas fundamentales del universo material eran demasiado
diminutas como para ser percibidas por los sentidos, con o sin la ayuda de instrumentos. En su
mayor parte, los físicos del siglo XVII pensaban que las entidades materiales fundamentales
compartían sólo algunos de los atributos que sus contrapartes perceptibles poseían.
En otras épocas, los pobladores de la Región Tres sólo han sido concebibles con la ayuda de
metáforas. Al llevar nuestros poderes imaginativos más allá de los límites de lo perceptible
podemos a veces vislumbrar algo considerablemente ajeno a nuestra habitual experiencia cotidiana.
¿Cómo podemos concebir una entidad que no sea ni onda ni partícula? ¡Ciertamente no en términos
pictóricos! ¿Cómo deberíamos concebir el patrón de fuerzas que parecen ser operantes cuando los
objetos materiales van en caída libre cerca de una superficie planetaria? Nada tangible está tirando o
empujando la manzana que cae. ¿Qué es, entonces, el campo gravitatorio? Poseemos conceptos de
fuerza y energía que pueden explotarse para darnos un sentido de qué es aquello a lo que nos
referimos cuando invocamos la Región Tres en las explicaciones de los procesos más
fundamentales del mundo material. Los realistas pretenden considerar la Región Tres como una
parte de la umwelt humana, a pesar de encontrarse al borde de la inteligibilidad. Los positivistas se
complacen de verla decaer en la esfera de lo dispensable, contentándose exclusivamente con las
leyes de los fenómenos observables. La ley gravitatoria, s = ½ g r2, sirve para calcular donde se
encontrará algún objeto después de caer por un cierto tiempo. ¿Sería o no conveniente tratar de dar
algún sentido más sustancial a la misteriosa constante g que sólo el de 9,80 m/s/s [valor de la
aceleración gravitatoria en la tierra; NdT]?
26
El acceso humano al mundo material
La umwelt humana, el mundo al que tenemos algún grado de acceso, consiste de estas tres regiones
forjadas a partir de aquel trasfondo indeterminado que es el universo material como un todo. En
tanto seres corpóreos, nosotros habitamos la Región Uno. Sin embargo, en nuestra imaginación
también nos concebimos como habitantes de las Regiones Dos y Tres. Una preocupación central y
perpetua en la filosofía de la ciencia es el intento sistemático de valorar críticamente y, para algunos
filósofos, justificar nuestra creencia en la realidad de las regiones a las que tenemos acceso sólo
mediante nuestro pensamiento.
¿Podrían existir medios indirectos de acceso (obtenidos quizás a través de la manipulación
de algunas de las entidades imperceptibles de las Regiones Dos y Tres, como por ejemplo
moléculas o campos magnéticos) a través del uso de instrumentos pertenecientes a la Región Uno?
Al calentar un líquido logramos que las moléculas imperceptibles se muevan tan rápido que logran
liberarse de las fuerzas que las mantenían dentro de la superficie del líquido. Esta liberación es lo
que percibimos como hervor. Al hacer pasar una corriente a través de un espiral le damos forma a
un campo magnético, cuya estructura se vuelve visible cuando esparcimos filamentos de hierro
sobre una hoja de papel cercana. Intentaré mostrar que efectivamente hay buenas razones para
pensar que tenemos el poder de manipular por lo menos algunos de los pobladores de las Regiones
Dos y Tres de maneras que tienen consecuencias observables en la Región Uno, esto es, los estados
perceptibles de nuestras herramientas experimentales. Casi todos aceptaríamos los ejemplos recién
esbozados como casos de manipulación de entidades imperceptibles pero reales. Aun así, ¿es
racional aceptar esto? ¿Resistirá al rígido escrutinio filosófico?
Tópico de aprendizaje: El mundo de las ciencias naturales
1 La umwelt humana. El concepto biológico de Umwelt, el entorno que es accesible para una
particular especie de organismos, incluye, para los seres humanos, las regiones que las ciencias
develan.
a) Región Uno. El mundo tal como lo percibimos a través de nuestros órganos sensoriales
naturales.
b) Región Dos. El mundo tal como lo experimentaríamos y a veces experimentamos a través
de instrumentos que potencian nuestros sentidos.
27
c) Región Tres. El mundo tal como lo imaginamos, más allá del alcance de nuestra capacidad
para percibir con o sin la ayuda de instrumentos.
2 Acceso. Los científicos naturales presuponen que las tres regiones pueden ser exploradas con
métodos adecuados.
a) Los instrumentos que potencian nuestros sentidos nos dan acceso a las Regiones Uno y
Dos.
b) La exitosa manipulación, controlada por la teoría, de las entidades de la Región Tres tal
como son imaginadas o modeladas nos da acceso a objetos inobservables.
Interpretaciones rivales de la ciencia
El siglo XVII vio el desarrollo de un modo particular de investigar el mundo natural que, para
muchas personas de aquel tiempo y a partir de entonces, definía la esfera del conocimiento
confiable. En su mayor parte, los científicos de los siglos XVI y XVII dieron por sentada la postura
realista. Pocos dudaban de la posibilidad de usar el método científico – insights teóricos
combinados con métodos experimentales y de observación – para explorar las tres regiones de la
umwelt humana.
La astronomía surgió de la astrología, la dinámica y la estadística de la balística, la
ingeniería militar y la arquitectura, la química de la alquimia y la medicina, la botánica y la
zoología del interés práctico en la naturaleza y la utilización de plantas y animales. No debe
suponerse que los momentos tempranos en el desarrollo de estos campos científicos fuesen
primitivos. El siglo XVII comenzó con uno de los mayores trabajos en física experimental, el De
Magnete de William Gilbert, publicado en 1600. A su vez, concluyó con uno de los mayores
trabajos en física teórica, los Principia Mathematica de Isaac Newton, publicado en 1687. ¿Cómo
debería explicarse el poder extraordinario de este conjunto de métodos, análisis y técnicas para
producir conocimiento confiable? ¿Qué había de especial en él? ¿Cómo podrían justificarse sus
pretensiones de reemplazar todo otro método de investigación sobre la naturaleza de las cosas? La
pregunta no era nueva en el siglo XVII. En abundancia en el mundo antiguo y quizás más raramente
en la era medieval, pueden encontrarse alusiones al ‘método científico’ y discusiones de sus poderes
y limitaciones. De todas maneras, el predominio de este conjunto de procedimientos hacia fines del
siglo XVII no tenía precedentes. A partir de entonces, los esfuerzos para analizar la metodología de
28
la ciencia, para justificar los reclamos de los ‘filósofos naturales’ de estar en posesión de un
conocimiento superior a cualquier otro y para dar cuenta tanto de los éxitos como de los fracasos de
‘la ciencia’, mantuvieron siempre un lugar privilegiado en la agenda de la filosofía.
En el siglo XVII las semillas del positivismo ya habían sido sembradas en la prioridad que
filósofos como Locke le otorgaban al conocimiento obtenido a través de los sentidos. Se entendía
que es a través de ver, oír, tocar y saborear que hacemos contacto con el mundo material. Parecía
que los sentidos nos daban conocimiento indubitable. Aun así, las ciencias ya habían comenzado a
hacer afirmaciones sobre estados y condiciones del mundo material que estaban más allá de los
límites de lo que cualquier ser humano pudiera percibir. Ya en el siglo XVIII esta paradoja se había
convertido en una preocupación central de los principales filósofos.
Los debates entre positivismo y realismo no son meros ejercicios intelectuales con los que
los filósofos pueden entretenerse. La manera en que una nueva ciencia sobre algún campo relegado
de los fenómenos naturales se desarrolle dependerá en buena medida de qué concepción de la
ciencia hayan adoptado sus precursores y pioneros. Esto es especialmente así respecto de los
esfuerzos para construir la psicología como una ciencia de la mente.
Para observar más profundamente los contrastes entre positivismo y realismo podemos
comenzar reflexionando sobre dos importantes preguntas interrelacionadas a las que se dirigen los
filósofos de la ciencia.
1 La primera pregunta general puede plantarse de diferentes maneras. Consiste en algo como esto:
¿Cuál es el contenido y estatus de las afirmaciones de conocimiento de las ciencias naturales?
¿Cuán generales y profundos pueden ser?
2 La segunda pregunta concierne al significado del vocabulario desarrollado por las diversas
comunidades científicas. ¿Cómo se fijan los significados? ¿Existe un modo distintivo en que la
terminología explicativa obtiene su significado?
Estas dos preguntas generales están relacionadas. Las respuestas a la segunda afectan las respuestas
a la primera. El positivismo y el realismo pueden entenderse como maneras distintas de responder a
los dos conjuntos de preguntas formuladas arriba.
29
Positivismo
La filosofía positivista de la ciencia fue a menudo motivada por el escepticismo religioso. Al fijar
un estándar muy riguroso para las afirmaciones de conocimiento legítimo, parecía que la teología
podía erigirse como una fuente de conocimiento superior a todas las demás. Con el tiempo esta
actitud escéptica se convirtió en un ataque a toda clase de metafísica, legítima o especulativa. La
ciencia había de ser purgada de cualesquiera afirmaciones de conocimiento que fuesen más allá de
lo que podía ser verificado por el uso exclusivo de los sentidos humanos.
¿Cómo se lograría esta disciplina? En los siglos XVII y XVIII, el contenido de las
afirmaciones de conocimiento era el foco del rigor positivista. David Hume cerraba su Treatise
Concerning Human Understanding [Investigación sobre el Entendimiento Humano] de 1777 con el
siguiente drástico consejo (sección xii, Parte III):
Cuando recorremos las bibliotecas, persuadidos de estos principios [positivistas], ¡qué
devastación deberíamos hacer! Si tomamos en nuestra mano un volumen, de teología o de
metafísica escolástica, por ejemplo [y aquí debemos agregar la física teórica], preguntemos:
¿Contiene algún razonamiento abstracto acerca de la cantidad y el número? ¿No? ¿Contiene
algún razonamiento experimental acerca de los hechos y cosas existentes? ¿Tampoco? Pues
entonces arrojémoslo a la hoguera, porque no puede contener otra cosa que sofística e ilusión.
(Hume, 1777 [1945]: 240)
Las razones de Hume para esta asombrosa metáfora eran filosóficas, esto es, basadas en el análisis
de los conceptos. De suma importancia para la ciencia fue su análisis del contenido del concepto de
causalidad. Según Hume, el concepto de causalidad involucra dos ideas germinales centrales: que
hay un patrón regular de correlación entre eventos-causa y eventos-efecto, y que existe una
conexión necesaria entre pares de eventos que ejemplifiquen aquella regularidad. El patrón de
eventos es perceptible, pero Hume insistió en que:
Cuando miramos los objetos externos a nuestro alrededor, y consideramos la acción de las
causas, ni en un solo caso somos capaces de descubrir alguna fuerza o conexión necesaria,
alguna cualidad que ligue el efecto a la causa y que hace que el uno sea la infalible
consecuencia de la otra.
(Hume, 1777 [1945]: 111)
30
Esto claramente depende del principio positivista según el cual sólo aquello que es perceptible
cuenta como real. ¿Cómo podemos dar cuenta de nuestra convicción de que, en igualdad de
circunstancias, las causas requieren de sus efectos? La respuesta de Hume fue ingeniosa.
Adquirimos el hábito de esperar un evento-efecto a continuación de la ocurrencia de un evento-
causa, sólo porque hemos experimentado regularmente secuencias similares en el pasado. En
realidad, la convicción sobre la necesidad de la relación causal sólo sería una consecuencia
psicológica de la regularidad. Hume, de modo astuto, quitó el énfasis que adjudicaba poder a la
causa, desviándolo hacia la regularidad observada.
Medio siglo más tarde, Auguste Comte tenía esto para decir:
En el estadio teológico2, [una persona busca explicaciones en términos de] la acción directa y
continuada de agentes sobrenaturales […]. [En el siguiente, y más avanzado, estadio de la
mente], que en el fondo no es más que una simple modificación del primero, los agentes
sobrenaturales son reemplazados por fuerzas abstractas […] capaces de engendrar por sí
mismas todos los fenómenos observados […]. [En el tercer estadio, el estadio positivo, la mente
humana] se dedica únicamente a descubrir, con el uso bien combinado del razonamiento y la
observación, las leyes efectivas de los fenómenos, es decir, sus relaciones invariables de
sucesión y de similitud.
(Comte, 1830–42 [1980]: 26–7; subrayado de Harré)
Puede plantearse la misma tesis en términos de significados. El mismo Hume sostenía que
el ‘verdadero’ significado de una ‘idea’ era la impresión sensorial de la que aquella era derivada.
Dado que, de acuerdo con Hume, nuestra idea de causalidad provenía directa e indirectamente de
patrones regulares de correlaciones entre pares de instancias de ciertos tipos de impresiones, el
verdadero significado de ‘causalidad’ era una regularidad experimentada. Los aspectos tradicionales
de la causalidad, tales como la agencia, la eficacia y la necesidad, debían ser rastreados en los
mismos efectos psicológicos de estas regularidades sensoriales. Por ejemplo, llegamos a esperar que
un cierto tipo de evento suceda a otro tipo, que hace tiempo ha sido asociado con el primero en
nuestra experiencia. Nuestra idea de necesidad se origina en el estado psicológico de expectativa.
Al experimentar con frecuencia una sensación de calor en proximidad de un fuego,
adquirimos el hábito de esperar esa sensación cuando nos acercamos a un fuego. Esto es todo lo que
2 Comte, el padre del positivismo, sostuvo que el conocimiento humano pasa sucesivamente por tres estadios
teóricos diferentes; estos estadios pueden entenderse también como grandes métodos que, con palabras de
Comte, el ‘espíritu humano’ emplea. En las intervenciones que hace Harré (entre corchetes), el autor,
adoptando una interpretación más mentalista, habla de estadios (o incluso estados) de la mente [states of
mind] en el sentido de estados psicológicos epistémicos, esto es, estados del sujeto que busca conocimiento
(NdT).
31
hay en la relación causal entre fuegos y sensaciones de calor. Apelar a algo como radiación
infrarroja para dar cuenta de la regularidad hubiese impactado a Hume como altamente
especulativo.
En las primeras décadas del siglo XX el positivismo se vinculó con el logicismo, esto es, el
principio de que la racionalidad de la ciencia consiste estrictamente en la adherencia a las leyes de
la lógica. El logicismo y el positivismo se conjugaron en la concepción de la explicación como
‘cobertura legal’ [‘covering law’ account of explanation]. Una explicación científica parece ser un
relato que describe los procesos que generan algún fenómeno, sean éstos perceptibles o no. Pero el
positivismo descarta la referencia a inobservables. El logicismo proveía una concepción de la
explicación que estaba en consonancia con las rigurosas restricciones sobre el contenido de las
explicaciones impuestas por el positivismo.
De acuerdo con la posición del positivismo lógico, explicaciones y predicciones tienen la
misma forma lógica. La idea es la siguiente. Para explicar algo, deducimos una descripción de
aquello que queremos explicar a partir de una ley natural y las condiciones de su aplicación. Esto es
también lo que hacemos para dar una predicción. La única diferencia entre los dos procedimientos
es el momento en que se hace la deducción. Si se hace antes de observar el evento cuya descripción
ha sido deducida de la ley, se trata de una predicción. Si se hace después de que el evento ha sido
observado, se trata de una explicación. De acuerdo con el punto de vista positivista, las leyes
naturales no son nada más que enunciados sobre las correlaciones entre estados observables de
cosas, así como los percibimos.
No hay ahora ningún problema respecto de la legitimidad de referirnos en las explicaciones
a estados de cosas, tipos de objetos y procesos naturales que no podemos observar. En realidad no
lo hacemos en absoluto. Interpretar las explicaciones como descripciones del funcionamiento de
mecanismos causales imperceptibles es malentender su verdadera importancia. Expresiones como
‘radiación infrarroja’, ‘molécula de gas’, ‘campo gravitatorio’ y demás parecen referirse sólo a
procesos ‘fuera de escena’. Si aplicamos el riguroso principio humeano del significado, dichas
expresiones pueden propiamente referirse sólo a la impresión sensorial de la que fueron derivadas.
En el caso de explicaciones en términos de átomos químicos, el verdadero contenido de una teoría
de este tipo no podría ser nada más que las regularidades en los pesos relativos de los reactantes en
una reacción. La expresión ‘campo gravitatorio’ no puede significar nada más que una sumatoria de
las aceleraciones sufridas por cuerpos en caída cerca de la superficie de un planeta. En el mejor de
los casos, nociones tales como ‘átomo’ o ‘campo’ son dispositivos psicológicos que resultan útiles
en los procesos más formales de pensamiento que están en el corazón de la ciencia.
32
Muchas – de hecho, la mayoría – de las explicaciones científicas parecen hacer referencia a
entidades, propiedades y procesos que no podrían ser observados ni siquiera en principio. Por
ejemplo, explicamos muchas enfermedades por referencia a virus imperceptibles, las imágenes
televisivas por referencia a destellos de imperceptibles electrones, y así sucesivamente. Luego, de
acuerdo con la proscripción general de los objetos imperceptibles por parte del positivismo, o bien
las entidades que imaginamos deben ser eliminadas o bien debe mostrarse que los conceptos que
refieren a ellas significan algo diferente de lo que parecen significar, algo que un ser humano pueda
percibir. ¿Qué pasaría con explicaciones que mencionaran moléculas de gas, códigos genéticos,
campos magnéticos, fotones y demás? Los seres humanos no podemos percibir ninguna de estas
‘cosas’ incluso con la ayuda de microscopios, telescopios y otros instrumentos de alta tecnología.
De acuerdo con el positivismo, sólo las entidades que encontramos en la Región Uno son
epistemológicamente aceptables, es decir, como algo sobre lo cual podamos afirmar tener
conocimiento. Por ejemplo, Ernst Mach (1894), uno de los padres del positivismo moderno,
establecía una relación estricta entre las afirmaciones de conocimiento y la posibilidad de percibir
aquello que se afirma conocer. Sin embargo, el positivismo no es sólo una doctrina sobre los límites
de nuestras afirmaciones de conocimiento. Es también una doctrina sobre los límites de las
afirmaciones acerca de lo que hay: es también una doctrina ontológica. Podemos fácilmente ver que
estas doctrinas están íntimamente entrelazadas. Podemos tener conocimiento genuino únicamente
de aquello que creemos existe realmente. Las hipótesis sobre entidades y procesos en las Regiones
Dos y Tres, pobladas sólo mediante el ejercicio de la imaginación, no pueden ser usadas para hacer
afirmaciones genuinas de conocimiento. En el mejor de los casos, solamente poseen un valor
psicológico: ficciones útiles que les permiten a los científicos llevar adelante la tarea de generalizar
observaciones de regularidades obteniendo así leyes naturales y de comprobarlas prediciendo aun
más correlaciones observables.
El punto de vista positivista ha tenido una influencia enorme y en gran medida perniciosa
en la psicología. Si el dominio de los objetos legítimos de conocimiento queda restringido a aquello
que pueda ser observado públicamente, la psicología quedaría restringida a una ciencia de
respuestas conductuales públicas a estímulos impuestos desde el medio ambiental externo. Esta era
la base ontológica del conductismo clásico propugnado por Watson (1930). De allí se seguía que los
únicos resultados legítimos de la investigación psicológica serían las correlaciones entre tipos de
estímulos y tipos de respuestas. B. F. Skinner (1974) extendió la ontología de la psicología para
incluir experiencias subjetivas, privadas. Los pensamientos podían ser admitidos como correlatos de
respuesta a los estímulos. Sin embargo, su conductismo radical retuvo uno de los principales
33
principios del positivismo. Ni procesos mentales inobservables ni tampoco procesos neuronales de
cualquier tipo debían ser introducidos con un rol explicativo dentro de la psicología científica.
Realismo
Los realistas sostienen que los seres humanos tenemos acceso al mundo no sólo a través de los
sentidos, el mundo tal como es percibido, sino también a través del uso de la imaginación, el mundo
tal como es concebido. Las ciencias naturales maduras apuntan a poner la mayor parte del mundo
tal como se lo concibe o imagina al alcance de la experimentación. Sin embargo, esto no tiene por
qué verse limitado a revelar algo perceptible. Ya nos hemos topado con la idea de una umwelt,
aquella porción del mundo material que es accesible para esta o aquella especie como un espacio
habitable. Los límites que definen el alcance de una umwelt se relacionan con las capacidades
biológicas y perceptivas de la especie en cuestión. La umwelt de las lombrices es diferente de la
umwelt de los gorriones. El crecimiento de la ciencia y la tecnología ha expandido enormemente la
umwelt humana en ciertas direcciones, hacia fuera hasta las galaxias y hacia dentro hasta el reino de
las partículas subatómicas. También la ha reducido en otras direcciones, desterrando demonios,
brujas y otros seres malignos del mundo como la mayoría de la gente cree. Cuáles presupuestos
ontológicos y qué métodos experimentales asociados sean privilegiados para un determinado campo
de interés dependerá de la tarea que se le ponga al científico y a su grado de éxito en desempeñarla.
Así, si la tarea es explicar la diversidad de la vida orgánica y su aparente adaptación a los medios
ambientales, podríamos decir que los conceptos y los métodos darwinianos son mejores que los
creacionistas, lamarckianos o lysenkianos.
Resulta de esta manera que las personas hemos desarrollado nuevos modos, no proveídos
por naturaleza, de acceso al mundo material, ampliando así nuestra umwelt de diferentes formas.
La Región Dos es accesible a través del desarrollo de métodos experimentales y de
observación que desvelan aspectos previamente imperceptibles del mundo material.
La Región Tres es accesible a través del ejercicio controlado de la imaginación, asociado
con métodos de experimentación indirecta, que describiremos con algún grado de detalle más abajo.
Al pensar sobre las causas inobservadas o inobservables de lo que podemos percibir,
frecuentemente usamos analogías. En este sentido imaginamos el ‘flujo’ eléctrico en un circuito
como si fuese el flujo de líquido en una red de conductos. Construimos así un modelo
hidrodinámico de la electricidad que dé cuenta del comportamiento de los amperímetros y los
voltímetros [instrumentos de medición de diferentes parámetros de la corriente eléctrica; NdT] y las
34
resistencias en los circuitos eléctricos. Al construir el modelo, algunos de los atributos de la fuente
de origen son ignorados o deliberadamente excluidos. Este tipo de elaboración de modelos es típica
de los dispositivos que usamos para pensar en las clases de entidades y procesos que esperaríamos
encontrar en la Región Dos. Los modelos ontológicamente conservadores como los de este tipo
también pueden encontrarse en patrones de pensamiento sobre la Región Tres. Las moléculas de gas
son diminutos cuerpos materiales pero probablemente permanecerán por siempre fuera del alcance
de los más sofisticados instrumentos que potencian nuestros sentidos.
De todas maneras, existe una ontología más radical a la que los físicos han recurrido al
pensar más allá de los límites de la observación posible. Esta es la ontología de las disposiciones y
las potencialidades, encarnada en conceptos tales como ‘potencial de campo’ y ‘energía cinética’.
Estos conceptos jugarán un papel importante en nuestra construcción de una psicología científica, y
volveremos a tomarlos más en detalle.
Tópico de aprendizaje: Positivismo y Realismo
1 Preliminares filosóficos. El estudio de los presupuestos de las ciencias conduce hacia dos ramas
de la filosofía, la epistemología y la ontología.
b) Epistemología. Estudio de la naturaleza y los límites del conocimiento.
c) Ontología. El catálogo de los tipos de entidades que se cree existen en un dominio
determinado.
2 Positivismo
a) Epistemología. Sólo podemos legítimamente afirmar poseer conocimiento sobre aquello
que podemos percibir.
b) Ontología. Sólo podemos legítimamente creer que existen aquellas entidades que podemos
percibir.
3 Realismo
a) Epistemología. Tenemos conocimiento confiable sobre objetos, estructuras, procesos y
demás que no podemos percibir.
b) Ontología. Podemos legítimamente asumir la existencia no sólo de aquello que podemos
percibir sino también de aquello que podemos concebir, dentro de los límites que imponen
los métodos de la ciencia teórica.
35
Experimentos indirectos: testeando hipótesis sobre lo inobservable
En las ciencias físicas se han desarrollado dos modos principales de testear hipótesis sobre la
Región Tres. El primero es ejemplificado por el enorme número de programas experimentales en
física y química en el que usamos nuestra imaginación a los fines de fijar instrucciones para
manipular indirectamente estados inobservables del mundo. Experimentos de este tipo fueron bien
comprendidos y descritos por Robert Boyle (1688). El segundo es ejemplificado en los
experimentos mentales [thought experiments]. Galileo y Einstein fueron ambos grandes practicantes
de este sutil arte. Podemos usar experimentos imaginarios para justificar la eliminación o bien la
adición de algo relevante para nuestras explicaciones a lo que ya creemos que existe en la Región
Tres del mundo natural.
Experimentos de manipulación à la Boyle
Para Boyle y el canon científico de los siglos XVII y XVIII, las explicaciones más fundamentales
de los fenómenos observables eran formuladas en términos de la teoría atómica (o corpuscular) y
las leyes de la mecánica, al fin exitosamente formulada por Newton. Robert Boyle desarrolló un
programa de investigación para estudiar empíricamente la hipótesis corpuscular. Si reconstruimos
su razonamiento en nuestros términos, podríamos decir que Boyle comienza con el presupuesto
general de que causas mecánicas tienen efectos mecánicos. Una manipulación que involucra
operaciones mecánicas, tales como cambios en el movimiento y la descomposición en partes y
posterior recombinación, debería tener efectos del mismo tipo, nuevos estados de movimiento y
nuevas combinaciones de corpúsculos. Cuando realizamos un experimento en el que todas las
manipulaciones son mecánicas y el efecto observado no lo es, como por ejemplo un cambio en el
color o el gusto de aquello que hayamos manipulado, debemos concluir que este cambio es un
efecto observado de un cambio mecánico no observado. En la terminología de Boyle, el verdadero
cambio está en el volumen, la forma, el movimiento o la textura (esto es, la configuración) de las
partes que son imperceptibles. Boyle pensaba que de este modo estaríamos comprobando una
ontología, hasta tanto, por un lado, hayamos logrado resultados confiables y comprobables con
nuestras manipulaciones y, por otro lado, no nos hayamos topado con una contradicción o
incompatibilidad en la formulación de un programa de manipulaciones. En su The Origin of Forms
and Qualities [El Origen de las Formas y Cualidades] (1688), Boyle ofreció docenas de
experimentos para respaldar la tesis ontológica general que inspiraba el trabajo de casi todos los
36
físicos y químicos de su tiempo. Éstos pensaban que la Región Tres consistía de conjuntos
estructurados de corpúsculos. Cada tipo de estructura era el sustrato de un poder específico para
actuar sobre otras estructuras similares y sobre los seres humanos, y en particular sus órganos
sensoriales, provocándoles la experiencia de las correspondientes cualidades – color, calor, sabor y
demás.
Muchísimos ejemplos del uso de esta misma estrategia pueden extraerse de la física y la
química experimentales contemporáneas. Ciertamente, el repertorio de conceptos disponibles para
crear un relato en la Región Tres ha sido transformado con la aparición del electromagnetismo y la
mecánica cuántica. En el experimento Stern-Gerlach, por ejemplo, las observaciones de las formas
cambiantes de ciertas imágenes en una pantalla, producidas al activar un campo magnético, se
vinculan con los estados cuánticos inobservables de las partículas proyectadas por el aparato
emisor. La vinculación es sugerida por la teoría electromagnética de que las manipulaciones
electromagnéticas tienen efectos electromagnéticos.
La fuerza de este tipo de maniobra es que el principio vinculante, que extiende la aplicación
de lo que sabemos a partir de estudios de fenómenos perceptibles hacia estados imperceptibles de
cosas – por ejemplo, las propiedades mecánicas de objetos materiales demasiado pequeños, veloces
o remotos para ser estudiados directamente – puede ser tratado como una generalización empírica
comprobable. Podemos experimentar para ver si causas mecánicas tienen efectos mecánicos en la
Región Uno, y podemos hacer (y hemos hecho) lo mismo para operaciones electromagnéticas con
imanes, bobinas y baterías.
Experimentos mentales à la Galileo
Existe otro modo en que podemos disciplinar el papel de la imaginación en la tarea de construir
concepciones de lo que hay en la Región Tres: el método de los experimentos mentales.
Imaginamos una situación que ejemplifica el modelo básico que subyace a alguna teoría relevante e
imaginamos como ocurrirían las cosas en las circunstancias imaginadas. Un ejemplo muy
impactante e históricamente influyente de esto se encuentra en la discusión de Galileo sobre el
movimiento relativo en su gran libro Dialogo sopra i Due Massimi Sistemi del Mondo [Diálogo
sobre los Dos Principales Sistemas del Mundo] de 1632. Galileo imagina que un número de
experimentos es llevado a cabo en la cabina de un barco.
37
Encerraos con algún amigo en la mayor estancia que esté bajo cubierta del algún gran navío, y
meted en ella moscas, mariposas y animalillos voladores parecidos. Haya también un recipiente
grande de agua con pececillos dentro. Además manténgase en alto un cubo que gota vaya
dejando caer agua en otro recipiente de boca estrecha, situado debajo. Cuando la nave esté
quieta, observad atentamente que los animalillos volantes se mueven en todas las direcciones de
la estancia con igual velocidad. Veréis que los peces nadan indistintamente hacia todos los
lados. Las gotas que caen entrarán todas en la vasija situada debajo. Y vos al tirar algo a un
amigo, si las distancias son iguales no tendréis que lanzarla con más fuerza hacia una parte que
hacia la otra, si las distancias son iguales. Y si saltáis, como suele decirse, con los pies juntos,
os desplazaréis igual espacio con independencia de la dirección. Una vez que hayas observado
diligentemente todas estas cosas aunque no haya ninguna duda de que mientras el bajel está
parado tiene que suceder así, haced mover la nave con la velocidad que sea. Veréis que (con tal
que el movimiento sea uniforme y no fluctuante hacia aquí y hacia allá) no observaréis el más
mínimo cambio en ninguno de los efectos mencionados y que a partir de ellos, no podréis
determinar si la nave avanza o está quieta.
(Galilei, 1632 [1994: 162-3])
Este fue el comienzo de la teoría de la relatividad. Galileo muestra, mediante un ejercicio de la sola
imaginación, que no hay posibilidad de determinar si estamos en movimiento absoluto. Sólo
podemos comparar el movimiento de un objeto con el movimiento de otro. La noción de
movimiento absoluto no tiene lugar en el mundo tal como se da en la ciencia de la mecánica.
Einstein era inigualable en el arte de invocar imágenes sugerentes para transmitir
intuiciones profundas sobre la naturaleza del mundo material, especialmente en lo que refería a
aquellos aspectos que estamos denominando Región Tres. Uno de sus experimentos mentales más
poderosos apuntaba a descartar un viejo concepto de la Región Tres: el concepto de éter. Se suponía
que era una suerte de material misterioso, pero que ocupaba lugar, que transportaba los torrentes de
radiación electromagnética de modo aproximadamente análogo a cómo el aire transporta los
torrentes de ondas sonoras. Einstein pidió a sus lectores que compararan dos experimentos
familiares. En el primero, un espiral de alambre es acercado a un imán, lo cual genera una corriente
en el alambre. En el segundo, un imán es introducido dentro de un espiral inmóvil. Nuevamente, se
genera una corriente en el alambre. Uno de estos efectos se explica por referencia al éter, mientras
el otro no. Ciertamente, dice Einstein, los experimentos son perfectamente simétricos. Si no es
necesario apelar a la hipótesis del éter en uno de ellos, tampoco lo es en el otro. El concepto de éter
puede ser desterrado de la ontología de nuestra Región Tres.
38
Tópico de aprendizaje: Experimentando en la Región Tres
1 Experimento de manipulación à la Boyle:
a) Comprobar hipótesis sobre estados imperceptibles del mundo manipulándolos
indirectamente para producir un efecto perceptible.
b) Esto requiere una hipótesis fuerte que conecte manipulaciones mecánicas (o eléctricas) a
efectos mecánicos (o eléctricos).
2 Experimento mental à la Galileo:
a) Imaginar que se lleva a cabo un experimento para comprobar hipótesis sobre entidades y
procesos de la Región Tres.
b) En casos relevantes el ‘experimento’ muestra que algunos conceptos aparentemente
importantes son dispensables y que no debe presuponerse que aquello a lo que refieren
exista.
Conclusión
El argumento de este capítulo apunta a justificar la tesis del realismo científico de que
efectivamente tenemos acceso a aquellas regiones del mundo que son imperceptibles. Sólo insertos
en esta filosofía de la ciencia podemos dar sentido al proyecto de la psicología cognitiva consistente
en explicar los fenómenos psicológicos mediante hipótesis sobre procesos cognitivos de los que en
su gran mayoría no somos concientes. Hemos distinguido entre aquellos que son imperceptibles de
hecho (Región Dos) y aquellos que son imperceptibles por principio (Región Tres). La física, en
particular, parece extender la umwelt humana a través de la Región Dos hasta la Región Tres. Sin
embargo, si esta extensión ha de ser más que ‘sólo otro cuento’, debe haber un conjunto de
procedimientos para evaluar y distinguir entre relatos mejores y peores con respecto a la tarea
científica de adquirir conocimiento y de desarrollar técnicas eficaces de manipulación. Hay por lo
menos dos posibilidades para justificar la extensión de la umwelt humana más allá de los límites de
lo perceptible. Una fue instaurada por Boyle, y dependía de la manipulación experimental de
estados inobservables de cosas. La otra fue explotada con gran destreza por Galileo y Einstein, y
dependía del uso de experimentos mentales, combinados con intuiciones tendientes a la simetría y
39
la simplicidad, para eliminar o agregar conceptos a nuestras más profundas concepciones sobre el
mundo material.
¿Qué tipos de fenómenos abarca el dominio que queremos explorar y comprender? ¿Cómo
podemos pensar de modo disciplinado sobre regiones del mundo que no podemos percibir?
Responder estas preguntas nos lleva al corazón del método científico. Éste involucra el desarrollo
de sistemas de conceptos para clasificar fenómenos y poder así manejar un cuerpo creciente de
conocimiento. Involucra también la elaboración y manipulación de modelos, representaciones
simplificadas de los fenómenos y representaciones imaginarias de lo que hay en las regiones del
mundo que no podemos percibir. El estudio del método científico nos ocupará en el siguiente
capítulo.
40
Capítulo 3
Comprendiendo el método científico
En el Capítulo 2 aprendimos que una ciencia se construye sobre dos pilares principales, sus
presupuestos de base. La ontología es el catálogo de entidades cuya existencia está presupuesta en
todos los aspectos del desarrollo de una ciencia. Si éstos son los tipos de entidades que estamos
estudiando, ésta es la clase de cosas que podemos llegar a conocer sobre ellas. Los medios por los
que vamos a obtener este conocimiento constituyen la metodología de la ciencia en cuestión. Por
ejemplo, la meteorología se ocupa de los movimientos de las masas de aire, identificadas por su
temperatura, presión, humedad y por sus patrones de circulación. El conocimiento meteorológico se
obtiene a través de termómetros, barómetros e higrómetros cuidadosamente ubicados, y a través de
observaciones con satélites y demás. Los filósofos reflexionan sobre el valor y el estatus de las
afirmaciones de conocimiento hechas por aquellos que hacen uso de esta o aquella tecnología. Lo
obtenido a partir de estas reflexiones es la epistemología de la ciencia.
En este capítulo emprenderemos una investigación más exhaustiva y detallada del modo en
que los presupuestos ontológicos, metodológicos y epistemológicos efectivamente se manifiestan en
las prácticas de una comunidad científica. La ontología de una ciencia se ve reflejada en los
sistemas de conceptos que son usados para clasificar las entidades de las que se ocupa. Esta
clasificación se basa en una taxonomía, un sistema ordenado de conceptos por (para o en el) el que
clases, tipos, grupos y géneros son definidos. La ontología de una ciencia también se ve reflejada en
los modos en que las teorías son creadas y puestas a prueba. La construcción de teorías y la
comprobación de hipótesis se asientan sobre un sistema de modelos y metáforas, patrones de
analogía a través de los cuales los conceptos son modificados y extendidos a otros dominios. La
elección de modelos y metáforas involucra presupuestos respecto de qué tipos de entidades existen
en el dominio de la ciencia.
Haremos un estudio en profundidad de la lógica subyacente al modo en que las clases y los
tipos son usados para clasificar. Seguido a esto, haremos un estudio igualmente detallado de los
principios que subyacen a los usos de los modelos para construir y probar teorías. Ambos estudios
nos darán una idea del método científico. Al mismo tiempo, tendremos que lidiar con el problema
del estatus del conocimiento obtenido. ¿Cuán general es? ¿En qué medida es revisable? Y así a
continuación.
41
Al conocer cómo las prestigiosas y exitosas ciencias naturales fueron desarrollándose,
estaremos en condición de sugerir cómo el nuevo campo de la ciencia cognitiva podría ser
ulteriormente desarrollado desde sus primeros pasos hacia mediados del siglo veinte. Estaremos en
condiciones de usar nuestro conocimiento del método científico para identificar aquello que sea un
‘punto muerto’ en la investigación así como fértiles caminos inexplorados.
Sección 1
Describir y clasificar
Todo pensamiento y acción hace uso de conceptos generales, expresados en las palabras que
usamos al asignar objetos y eventos particulares a clases y tipos. El clasificar es fundamental en
todo lo que hacemos. A duras penas podríamos desenvolvernos en el mundo cotidiano sin la
capacidad para considerar todo aquello con lo que nos topemos como un algo, esto es, como una
instancia de un cierto tipo, género o clase. El percibir un organismo negro y peludo como un gato
dirigirá nuestras acciones y nuestros pensamientos sobre él de maneras bastante diferentes de las
que adoptaríamos si lo percibiéramos como una chinchilla [pequeño roedor sudamericano de piel
gris muy apreciada y cara; NdT]. Pensar en Joe como un amigo, y no como un enemigo, nos
permite sostener maneras muy diferentes de interactuar con él; y así sucesivamente. Lo mismo vale
para el caso de los eventos. Conceptos como ‘relámpago’, ‘amanecer’, ‘sorpresa’, ‘resultado’,
etcétera, son conceptos generales que abarcan muchos eventos individuales. El uso de conceptos
generales establece un marco para guiar la experiencia. Los lógicos también se ocupan de clases
que, aun cuando estén bien definidas, no contienen miembros. Una palabra general como
‘unicornio’ no contiene nada en un dominio donde encontramos entidades tales como vacas y
burros. En esta breve introducción a los procedimientos clasificatorios no nos ocuparemos de las
clases vacías.
El rol de los conceptos en la clasificación
El gran filósofo del siglo XVIII, Immanuel Kant, dijo una vez: “Los conceptos sin sensaciones son
vacíos; las sensaciones sin conceptos son ciegas”. Para percibir cualquier cosa como algo con
42
características determinadas, nuestras sensaciones deben ser interpretadas mediante la aplicación de
sistemas de conceptos. Un concepto que no encuentre aplicación alguna en la experiencia humana
no tendrá ningún valor. Para la investigación científica de primera línea, el proceso de ‘percibir
como’ puede de hecho ser absolutamente consciente. Por ejemplo, el científico debe aprender cómo
interpretar lo que ve con la ayuda del microscopio. Se requiere de entrenamiento para lograr ver
manchas coloreadas como microorganismos. Las sensaciones corporales por sí mismas, sean éstas
visuales, auditivas, táctiles o pertenecientes a otras modalidades sensoriales, no son suficientes para
brindarnos un mundo de fenómenos naturales. Una vez que un dominio perceptivo ha sido fijado
por la adopción general de un sistema operante de conceptos – por ejemplo, el mundo vivo de
plantas y animales, de vertebrados e invertebrados y demás –, la comunidad científica propia de la
disciplina generalmente da por sentada esa particular manera de clasificar su objeto de estudio. Es
preciso tener en cuenta que aquello que normalmente percibimos es también un producto del poder
organizador de los conceptos.
En los comienzos de los programas de investigación científica en psicología, este punto es
de gran importancia. Por ejemplo, se supone que cuando somos apenas infantes, debemos haber
aprendido cómo aplicar los conceptos ‘recordar’ e ‘imaginar’ a nuestros propios pensamientos para
que se consolide el fenómenos psicológico de la memoria en tanto que representación verdadera del
pasado. Como adultos simplemente damos la distinción por sentada, quizás incluso cayendo en la
asunción de que es de algún modo ‘natural’ distinguir lo que imaginamos de lo que recordamos que
sucedió en el pasado. La psiquiatría hoy despliega un sistema de conceptos para clasificar las
enfermedades mentales que es diferente en aspectos centrales respecto de aquel que era moneda
corriente durante el siglo XVII. Más aun, todos nosotros, insertos en la cultura occidental, hemos
recatado algo de este vocabulario, y concebimos maneras inusuales de pensar y actuar en términos
de interpretaciones no del todo acertadas de conceptos psiquiátricos técnicos tales como ‘maníaco’,
‘esquizofrénico’, ‘síndrome de fatiga crónica’, ‘enfermedad de Alzheimer’, etcétera. Al mismo
tiempo, estas interpretaciones coexisten con expresiones tales como ‘estar desgastado’, ‘la nona está
perdiendo la chaveta’, etcétera. Este fenómeno lingüístico tiene una gran importancia, y volveremos
a él en otros capítulos.
Como mínimo, podemos decir que las taxonomías científicas evolucionan a partir de, e
interactúan con, taxonomías populares; esto es, modos tradicionales y propios del sentido común de
poner orden en la multitud de objetos, eventos y procesos con los que nos topamos en la vida
cotidiana.
43
Sistemas jerárquicos de clasificación
Cada una de las ciencias naturales ha desarrollado una taxonomía, un sistema de conceptos para
clasificar, de manera bien ordenada, los ítems correspondientes a su particular dominio. Las
clasificaciones botánicas y zoológicas se basan en el esquema binario de Linneo. Los animales, por
ejemplo, son agrupados en clases por género y especie. Así el conejo común es clasificado como
Lepus cuniculus. Los géneros están jerárquicamente ordenados en grupos mayores llamados
‘órdenes’, los que, a su vez, están agrupados en ‘clases’. El mismo Linneo propuso seis clases de
animales: mamíferos, aves, reptiles, peces, insectos y helmintos [organismos del tipo de los
gusanos]. La clasificación química se asienta en la distinción más general entre elementos y
compuestos, y los elementos a su vez son clasificados por sus propiedades físicas y químicas en la
famosa tabla periódica, con grupos como ‘halógeno’ que incluye ‘fluorina’, ‘cloro’ y ‘yodo’. En
física, las partículas fundamentales son clasificadas de acuerdo a diversas propiedades tales como la
carga, la masa, el espín y demás. Todos, sin excepción y de diversas maneras, estos sistemas de
clasificación fijan el ámbito de fenómenos que definen el dominio de investigación de cada una de
las ciencias. Expresan ontologías. Debiéramos tener en cuenta que estos sistemas son jerárquicos.
Expresados diagramáticamente, figuran como ‘árboles’ (Figura 3.1). Llamaremos ‘nodos’ a los
puntos de ramificación. Este es un mero fragmento tosco y obsoleto del vasto edificio de las
categorías zoológicas y botánicas actualmente en uso. Sin embargo, ilustra la estructura jerárquica