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NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIANMADAS164
Hacia una aperturapoltica del campo
comunicacin-educacin
Uriel Espitia Vsquez*y Carlos Eduardo Valderrama H.**
El artculo se propone contribuir a la superacin de algunos de
los reduccionismos que han caracterizado el campo dela
comunicacin-educacin y, al mismo tiempo, ampliar el horizonte
poltico del mismo. Plantea como idea central que unamayor
comprensin del lugar de la informacin y el conocimiento en la
produccin de lo ciudadano, en la construccin delo local y en los
procesos de resistencia, as como el reconocimiento de ciertas
prcticas culturales y procesos de subjetivaciny socializacin que
devienen poltica, ayuda a generar nuevas prcticas, que
eventualmente podran llevar a reconstituir elpoder social y crear
mundos alternativos desde la diferencia.
Palabras clave: comunicacin, educacin, ciudadana, sociedad de la
informacin, polticas de lugar.
O artigo prope contribuir para a superao de alguns dos
reducionismos que tm caracterizado o campo da comunicao-educao e,
ao mesmo tempo, ampliar seu horizonte poltico. Planeja como ideia
central que uma maior compreenso dolugar da informao e o
conhecimento na produo do cidado, na construo do local e nos
processos de resistncia,assim como o reconhecimento de certas
prticas culturais e processos de subjetivao e socializao que se
transformamem poltica, ajuda a gerar novas prticas, que
eventualmente poderiam levar a reconstituir o poder social e criar
mundosalternativos a partir da diferena.
Palavras-chaves: comunicao, educao, cidadania, sociedade da
informao, polticas de lugar.
The article intends to contribute to overcome some reductionisms
that have characterized the communication-educationfield and, at
the same time, broaden its political horizons. It states that a
through learning about the importance ofinformation and knowledge
in the production of city issues, in the construction of locality
and in the resistance processes, aswell as the recognition of
certain cultural activities, and some subjectivization and
socialization processes which becomepolitics, will collaborate in
generating new practices which would lead to the social power
reconstitution and build somealternative worlds based on the
difference.
Key words: communication, education, citizenship, information
society, local policies.
[email protected] PGS.: 164-179
* Psiclogo. Especialista en Comunicacin-Educacin. Candidato a
Magsteren Investigacin en Problemas Sociales Contemporneos.
Docente/investi-gador de la lnea de Comunicacin-Educacin del
IESCO-Universidad Cen-tral (Bogot - Colombia). E-mail:
[email protected]
** Socilogo. Magster en Sociologa de la Cultura. Doctorando del
Programasobre la sociedad de la informacin y el conocimiento de la
UniversidadAbierta de Catalua. Docente/investigador de la lnea de
Comunicacin-Educacin del IESCO - Universidad Central (Bogot -
Colombia). E-mail:[email protected]
ORIGINAL RECIBIDO: 25-II-2009 ACEPTADO: 19-III-2009
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javierNota adhesivalecturas de los contextos y las dinamicas
sociales que irrumpen con lo establecido generan formas distintas
de la construccin no solo de subjetivaciones si no que propicia
plantearse politicamente otras posturas y en lo concreto la
produccin leyes, normas, tambien genera nuenas y novedosas formas
de la produccin de conocimiento y circulacin del mismo.
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165NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA
APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN
Alberto Blanco (Mxico 1951), de su libro Un ao debondad,
Cuadernos de la Orquesta nm. 6, Mxico 1987.
El campo de la comunicacin-educacin es un campo en perma-nente
movimiento. No es un magmapetrificado, esttico, que se susten-ta en
seguridades disciplinarias yapotegmas consuetudinarios. Es uncampo
relacional que en su propiaconstitucin abre nuevos horizontesy
proyecta nuevos caminos.
Si bien est hecho de cier-tas tradiciones de diversoorden, es
claro que permanen-temente se inventan otras queresponden y se
adelantan a lostiempos turbulentos del presen-te. Hace una dcada,
Huergoy Fernndez (1999) nos habansealado que la confluencia yla
tensin conflictiva entre tra-yectorias tericas y
trayectoriasprcticas, tanto del proyectomoderno de la
escolarizacincomo de los proyectos eman-cipadores, trazaron las
coor-denadas topogrficas de lacomunicacin-educacin.
Coordenadas que cruzanciertos espacios o ciertos m-bitos.
Espacios institucionaleseducativos, espacios medi-tico-tecnolgicos
y espaciossocio-comunitarios (Huergo,2009), o los mbitos de la
co-municacin en la educacin,la educacin en medios y elque resulta
del cruce de laeducacin con las nuevas tec-nologas de la informacin
y lacomunicacin (Valderrama,2000). Todo ello atravesado por
lareflexin sobre los modos de agencia-miento del propio campo tanto
en loterico como en las prcticas de for-macin del sujeto
poltico.
Sin embargo, no todas las con-figuraciones tericas ni todas las
prc-
ticas significaron aperturas y bs-quedas democrticas. El campo
haestado acechado por una serie de re-duccionismos, como equiparar
la co-municacin a la dimensin meditica,con lo cual se desconoce la
compleji-dad y densidad comunicativas de lasociedad actual; la
reduccin que re-sulta de una tecnologizacin einstrumentalizacin de
los procesos
comunicativo-educativos, con la cualse les despoja de su
dimensin crtica,creativa y poltica; el comunica-cionismo que
ontologiza la comunica-cin como el motor y el contenidoltimo de la
interaccin social (Mar-tn-Barbero, 2003); la reduccin de
loeducativo a la institucin escolar, con
lo cual se desconocen las otras edu-caciones (Trilla, 1993);
entre otras1.
Tiene razn Huergo cuando afir-ma que los
nombres pedagoga de la
comunicacin o de los medios,
comunicacin educativa, edu-
cacin para los medios o para la
recepcin, mediaciones edu-
cativas, educomunicacin,
parecen aludir ms a la poten-
cialidad inmanente de los con-
ceptos con relacin a [sic]
cmo se juega en la sociedad
(o en prcticas institucionales
o de organizaciones), que a la
densidad y espesor de un cam-
po que crece al ritmo de la
complejidad, la conflictividad
y cierta persistencia de la crisis
orgnica en nuestras socieda-
des (2009).
En esta medida, el pre-sente artculo quiere aportara la discusin
y a la apertu-ra en algunos aspectos queconsideramos claves de
larelacin comunicacin-edu-cacin, de manera que po-damos contribuir
a superaralgunos de esos reduccio-nismos y a ampliar el hori-zonte
poltico del campo.
Hacia un estadode la cuestin
Antes de bosquejar algunas l-neas que pensamos estn abriendoel
horizonte de la comunicacin-educacin, vamos a sealar breve-mente y
de manera esquemtica lasprincipales coordenadas desde lascuales se
ha venido delineando, es-pecialmente en Latinoamrica.
javierNota adhesivaSi bien esto alude a la dinamico y
movilizacin de este campos Comunicacin-educacin , no se pueden
desconocer las resistencias, que no solo referen a la ruptura de
discursos que se han arraigado en la cultura, sino que hay
implicaciones de orden potico, economico sinteresesparticulares
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NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIANMADAS166
Podemos decir que, analtica-mente, el campo se ha venido
con-figurando a travs de cinco nodosde tensin en los cuales
confluyentanto las trayectorias tericas comolas trayectorias
prcticas y profesio-nales de las que nos hablan Huergoy Fernndez
(1999).
Un primer nodo es el que ataea la tensin entre el proyecto
deescolarizacin de la modernidad ylos proyectos emancipadores de
pe-dagogas que podramos tildar gen-ricamente como pedagogas
crticas.El primero de estos proyectos abogapor la habilitacin para
el trabajo yla moralizacin del sujeto apelandoa las estrategias del
disciplinamientoy del control; contempla a la escue-la como la nica
voz autorizada delo que se considera culto y de lo quese cree es la
moral legtima (paranuestro caso la moral cristiana); sefundamenta
en las ideas de progresoy desarrollo como el camino ineludi-ble de
las sociedades y considera laeducacin como el pilar para lograr-lo;
favorece y legitima la racionali-dad y el conocimiento cientfico
endesmedro de otros saberes, otras l-gicas y formas de
conocimiento; y,finalmente, desplaza la cultura oralpor la cultura
escrita (Martn-Bar-bero, 1996), basndose a su vez enmodelos
comunicativos transmi-sionistas y unidireccionales en larelacin
pedaggica docente-estu-diante. Los segundos han buscadoel
reconocimiento de la integra-lidad del ser humano y, a su vez,
laconvergencia de diversas culturasen la institucin escolar; el
reco-nocimiento de diversos lenguajes;presuponen la existencia y
validezde otras formas de conocimiento yla existencia de un sujeto
pedag-gico activo, poseedor de experien-cias vitales y saberes
propios, con
el cual se tratan de establecer rela-ciones comunicativas
horizontales ydialgicas en el proceso enseanza-aprendizaje (Freire,
1999; Kaplun,1987; Gutirrez y Prieto, 1996).
El segundo nodo de tensin ata-e al quiebre de las instituciones
tra-dicionales. Lo instituido en el marcode Occidente como proyecto
defamilia, de partidos polticos, de Igle-sia y de escuela, cede
paulatinamen-te, o por lo menos se ve seriamenteconfrontado, a
dinmicas instituyen-tes que interpelan la idea de familianuclear,
deslegitiman los partidos po-lticos por la va del vaciamiento desu
propio proyecto (Martn-Barbero,2003), minan el sentimiento de
ho-mogeneidad religiosa al tiempo quehacen proliferar multiplicidad
deprcticas espirituales y, por ltimo,cuestionan la escolaridad en
tantoreafirman las viejas deudas del pasa-do: los sistemas
educativos de lospases del Tercer Mundo y de Latino-amrica, en
particular, an no hancumplido con lo mnimo aceptable entrminos de
acceso, cubrimiento y ca-lidad educativa, disminucin de ladesercin
escolar, elevacin de logroseducativos, erradicacin de la
segre-gacin tanto urbano-rural como porestratos socioeconmicos
(Martn-Barbero, 1996; Hopenhayn, 2003)2.Deudas que adquieren mayor
com-plejidad pues deben ser enfrentadassimultneamente con los
nuevos de-safos que plantean las transformacio-nes en la
organizacin del trabajo, lacultura y el desempeo ciudadano(Tedesco
y Lpez, 2002: 56).
Una tercera fuente de tensinque configura el campo de la
comu-nicacin-educacin se relaciona conel conocimiento mismo. Muchos
delos saberes que hoy circulan en la so-ciedad, con creciente
funcionalidad
y, en esa medida, con mayores nive-les de legitimidad y validez,
lo hacenen mbitos diferentes a la institucinescolar (Martn-Barbero,
2002, 2003).As mismo, el sentido y el lugar queocupa el
conocimiento en la educa-cin y la pedagoga tradicionales hasido
duramente cuestionado: se co-mienza a poner en duda el saber
entanto un conjunto de informacionesacumuladas e inmodificables
quepueden ser transmitidas unidi-reccional y verticalmente; se
cues-tiona el libro como el nico lugar delalmacenamiento y soporte
de la cir-culacin del saber; y se reconocenotros soportes en la
medida en que,como lo mencionamos anteriormen-te, se reconocen
otros lenguajes querepresentan otros saberes diferentesdel saber
cientfico.
El cuarto nodo de tensin estrelacionado con el lugar de
lainformacin, la comunicacin y elconocimiento en la sociedad
con-tempornea, y especialmente, lo quehan implicado para los
descen-tramientos en la educacin y la co-municacin (Orozco, 2001,
2002 y2004). Dado que la informacin y lacomunicacin forman parte
impor-tante del conjunto de factores cons-titutivos y
constituyentes de lasociedad actual, en tanto que esta-mos inmersos
en un medio con unaalta densidad comunicativa, que losprocesos de
comunicacin y las prc-ticas comunicativas son cada vezms complejos
gracias a la media-cin de las tecnologas y las tcni-cas, y que la
semiotizacin de la vidacotidiana es cada vez ms crecienteestamos
rodeados cada vez ms noslo de cosas que poseen significa-do sino de
cosas que poseen ms deun sentido, el reto que se le pre-senta al
sistema educativo y a los dis-tintos agentes escolares es cmo
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167NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA
APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN
superar la formacin instrumental yeficientista de las tecnologas
de lainformacin y la comunicacin(TIC), de manera que vayamos msall
de los aparatos, vindolos en laperspectiva de la transformacin
cul-tural que stos producen en las sub-jetividades, en el saber, en
nuestramanera de pensarnos como colecti-vos (Rueda y Quintana,
2004: 231y ss.) y que, adems, podamos ins-taurar procesos que
desarrollen lacreatividad de los/as estudiantes enla generacin de
estrategias de con-trol, almacenamiento, produccin,circulacin, uso
y aplicacin de losdiversos saberes e informaciones.
Finalmente, la tensin inherentea la construccin de las
subjetivi-dades. La idea del sujeto pedaggi-co concebido como
alguien quean no es (sujeto aplazado), comoun sujeto inacabado que
llega a lainstitucin escolar y debe ser mol-deado, que no sabe el
qu ni el paraqu de su formacin, como un suje-to lleno de carencias
(no tiene ex-periencia, no posee conocimientos,no tiene moral,
etc.), es cuestiona-da por la idea de un sujeto activo,lleno de
experiencia, poseedor desaberes, diverso en su subjetividad,que
tiene distintas percepciones es-pacio-temporales y entabla
diferen-tes formas de relacionarse con elmundo a travs de mltiples
lengua-jes diferentes del escrito o de laverbalizacin
formalizada.
Lneas de fuga
Ciudadana y sociedad de lainformacin y el conocimiento
Segn Beatriz Busaniche (2004),en su texto Hackeando la
sociedadde la informacin, las primeras refe-
rencias al concepto sociedad de lainformacin se remiten a 1975
cuan-do la Organizacin de Cooperaciny Desarrollo Econmico
OCDEadopta el trmino asesorado por al-gunos de los gures de la
liberaliza-cin de las telecomunicaciones.Burch, en una
reconstruccin quehace sobre los trminos sociedad dela
informacin/sociedad del conoci-
miento, afirma sobre el primero deellos que esta expresin
reaparece con fuerza en los aos
90, en el contexto del desarrollo
de Internet y de las TIC. A par-
tir de 1995, fue incluida en la
agenda de las reuniones del G7
(luego G8). Se ha abordado en
foros de la Comunidad Europea
y de la OCDE y ha sido adopta-
da por el gobierno de los Estados
Unidos, as como por varias
agencias de las Naciones Uni-
das y por el Grupo Banco Mun-
dial. Todo ello con gran eco
meditico. A partir de 1998, fue
elegida, primero en la Unin
Internacional de Telecomuni-
caciones y luego en la ONU,
como el nombre de la Cumbre
Mundial a realizarse en 2003 y
2005 (2006)3.
Sin embargo, fue en una cum-bre del G-8 que se realiz enOkinawa
en 2000, cuando se deci-di impulsar lo que all denomina-ron como
sociedad global de lainformacin. En esta ocasin, lospases all
reunidos trazaron un plany firmaron la famosa Carta deOkinawa sobre
la Sociedad Globalde la Informacin, que es el docu-mento que
contiene los linea-mientos polticos y estratgicos dela construccin
de esta sociedad,desde la perspectiva de los podereshegemnicos.
En trminos generales, la Cartaplantea que
una Sociedad de la Informacin
es aquella que mejor desarrolle
sus potenciales y mejor realice
sus aspiraciones. [y] Para ello
debemos asegurarnos que las
Tecnologas de la Informacin
sirvan como soporte para econo-
mas en desarrollo, mejoren la
asistencia social y promuevan la
cohesin social, as como refuer-
cen el potencial democrtico,
incrementen la transparencia y
responsabilidad de los gobiernos,
promuevan los derechos huma-
nos y la diversidad cultural y
adopten estabilidad y paz inter-
nacional (Carta de Okinawa,
2000).
Sin embargo, segn se afirma enel documento, para que esto se
hagarealidad es necesario, por un lado,defender algunos principios
como laproteccin de los derechos de pro-piedad intelectual,
liberalizar lastelecomunicaciones, comprometersea no utilizar
programas piratas, pro-mover polticas fiscales coherentes,entre
otras medidas; y, por otro, tra-zar unos objetivos para
aprovecharlos beneficios potenciales de las tec-nologas de la
informacin en elfomento de la competencia, promo-cionar una mayor
productividad ycrear y sostener el crecimiento eco-nmico y el
empleo significativo.
Esta apuesta poltica, como pro-yecto hegemnico de construccinde
un modelo de sociedad de la in-formacin, se termin de apuntalaren
la Cumbre mundial sobre la so-ciedad de la informacin de
Gine-bra-Tnez, 2003-2005. En dichacumbre, se reafirma que la
educa-cin, el conocimiento, la informacin
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javierResaltadoEsta es una postura ya devaluada, en la medida
que las transformaciones que se han vendido dando en los ltimos aos
se rescata al sujeto o se visibiliza a un sujeto con
potencialidades, capacidades no solo para consumir sino para
producir conocimiento
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y la comunicacin son esencialespara el progreso, la iniciativa y
elbienestar de los seres humanos, y quelas tecnologas de la
informacin y lacomunicacin (TIC) no slo tieneninmensas
repercusiones en prctica-mente todos los aspectos de nuestrasvidas,
sino que ellas brindan oportu-nidades sin precedentes para
alcanzarniveles ms elevados de desarrollo.Se hace un llamado
a la comunidad internacional
para que se fomente la trans-
ferencia de tecnologa en con-
diciones de mutuo acuerdo,
incluidas las TIC, para que se
adopten polticas y programas
que ayuden a los pases en desa-
rrollo a poner la tecnologa al ser-
vicio del desarrollo, entre otras
cosas mediante la cooperacin
tcnica y la creacin de capaci-
dades cientficas y tecnolgicas
para colmar la brecha digital y
del desarrollo (UIT, 2005: 67).
Adicionalmente, se definen al-gunos prerrequisitos para que
lospases del Tercer Mundo accedan alos mecanismos de
financiacin:
a) establecer polticas e incenti-
vos en materia de reglamentacin
destinados a facilitar el acceso
universal y reactivar la inversin
del sector privado; b) definir y re-
conocer el papel clave de las TIC
en las estrategias nacionales de
desarrollo y en su elaboracin,
segn proceda, junto con ciber-
estrategias; c) desarrollar ca-
pacidades institucionales y de
implementacin para facilitar la
utilizacin de los fondos naciona-
les de servicio/acceso universal y
estudiar ms a fondo esos meca-
nismos, as como los destinados a
movilizar recursos internos; d) fo-
mentar la creacin de infor-
macin, aplicaciones y servicios
relevantes a escala local que re-
dunden en beneficio de los pases
en desarrollo y los pases con eco-
nomas en transicin; e) apoyar
la ampliacin de los programas
piloto basados en las TIC que ha-
yan arrojado resultados exitosos;
f) promover la utilizacin de las
TIC en el sector pblico como
una prioridad, considerndola
como una esfera esencial para las
intervenciones al desarrollo basa-
das en las TIC; sin perder la refe-
rencia al tema de la Cumbre
(UIT, 2005: 71).
En sntesis, la construccin dela SIC desde los poderes
hege-mnicos (G-8 y OCDE), tiene comoteln de fondo la sociedad
demercado, el neoliberalismo y la des-regulacin del sector de las
teleco-municaciones como una de lasacciones estratgicas, la
educacininstrumental, el consumo masivo delas TIC, la eficiencia y
eficacia enel ejercicio poltico, etc. Los funda-mentos ltimos de
este proyecto si-guen siendo la idea de progreso, laidea del
desarrollo (y su variante, eldesarrollo sostenible) y la idea de
queel desarrollo tecnolgico (en estecaso de las TIC) va a traer ms
bien-estar, ms democracia, ms prospe-ridad. Aqu los problemas no
son losde la participacin4, los de la justi-cia y la equidad, los
de la pobreza,etc., sino los de eficiencia y
eficaciagubernamental.
Ahora bien, en este mismo es-cenario, se constata por parte
demuchos analistas (Giddens, 1995;Beck, 1993; Salvat, 1996;
Fleury,2003; Hopenhayn, 2005), una seriede transformaciones del
ejerciciopoltico y de la ciudadana. Estos
autores afirman que estos cambios,conceptuales y prcticos, estn
re-lacionados con los procesos deglobalizacin, con la crisis del
Esta-do-nacin, con el impacto de lasnuevas tecnologas de
comunicaciny que, en consecuencia, la respues-ta de la sociedad
civil ha sido ladesafeccin ciudadana, una menorconfianza en el
sistema poltico y undescentramiento de las prcticas dela ciudadana
en relacin con elEstado y del sistema poltico. Enefecto, afirma
Hopenhayn (2005:222) que el procesamiento de lasdemandas ciudadanas
se deslocalizaespacialmente, en el sentido dediseminarse en una
pluralidad decampos de accin, de espacios denegociacin de
conflictos, territoriose interlocutores; y esto debido a quela
microfsica del poder generamicrofsicas de resistencia, a quela
complejidad de las sociedades mo-dernas y posmodernas diversifica
tan-to el contenido de las demandascomo la expresin poltica de los
ac-tores, a que la ciudadana se juegamenos en demandas agregables
engrandes sindicatos y partidos polti-cos, y cada vez ms en temas
de lavida cotidiana y del mundo simblico.
Para el caso especfico de Am-rica Latina, ya desde hace ms deuna
dcada, Norbert Lechner haballamado la atencin sobre las
trans-formaciones de la poltica, afirman-do que tambin aqu
acta,
en mayor o menor grado, un con-
junto de megatendencias que
estn configurando un nuevo
contexto. El predominio absoluto
de la economa capitalista de
mercado y los procesos de glo-
balizacin, el colapso del comu-
nismo y el sistema bipolar, el
rendimiento del Estado, el nuevo
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169NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA
APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN
clima cultural y la misma pre-
eminencia de la democracia libe-
ral conforman un nuevo marco
de referencia para cualquier pol-
tica. No se trata, sin embargo, de
un simple marco de condiciones
externas. Cabe suponer, por el
contrario, que cambia, no sola-
mente el contexto de la pol-
tica sino la poltica misma
(Lechner, 1996: 8).
Los rasgos ms sobresalien-tes de este cambio son, segnel autor,
el descentramiento dela poltica, es decir, el debilita-miento y la
restriccin de lapoltica institucionalizada conrespecto al lugar que
ocupabaen la organizacin social; lainformalizacin de la poltica,
osea, la poltica realmenteexistente desborda las relacio-nes
formalizadas del sistemapoltico, permeando los lmitesentre lo
poltico y lo no polti-co (Ibd.: 13); y, finalmente,la crisis de los
partidos polticos,en tanto carecen de discursoy de estrategia
frente a lasgrandes transformaciones dela sociedad
contempornea.
En un trabajo ms re-ciente, Fleury reconoce queAmrica Latina est
vivien-do un proceso de transforma-cin sin precedentes entrminos
econmicos, polti-cos, culturales y sociales quese desarrollan en un
contextode globalizacin de la economa y deprofundas
transformaciones polticas yculturales que articulan estructuras
yprocesos supra y subnacionales en unanueva configuracin del poder
(2003:129). La autora tambin constataque dicha crisis se agudiza
por la in-capacidad gubernamental para res-
ponder a las demandas polticas y so-ciales, tanto de actores
tradiciona-les como de otros emergentes ajenosal pacto corporativo
vigente, y porlas dificultades para que los acto-res polticos
tradicionales liteseconmicas, tecnoburocracia, orga-nizaciones
corporativas, partidos
polticos se adapten a la nueva si-tuacin, en la cual los
intereses so-ciales dejan de constituirse alinterior [sic] del
Estado (Ibd.: 143).
Es evidente que en este escena-rio, la ciudadana tradicional,
esdecir, aquella entendida como un
estatus adquirido-otorgado e inscri-ta en el marco de los
derechos y losdeberes, se nos presenta como estre-cha. Pensamos que
es necesario con-tinuar construyendo un sentidonuevo de ciudadana
y, en conse-cuencia, de formacin ciudadana,que contemple
epistemolgica y po-
lticamente el hecho de queexiste un nuevo modo de ac-tuacin de
los individuos enla escena poltica, modo quese encuentra
caracterizadopor su capacidad de consti-tuirse como sujetos de
de-manda y proposicin endiversos mbitos vinculadoscon su
experiencia: desde lanacionalidad y el gnerohasta las categoras
labora-les, y las afinidades cultura-les (Mata, 2002: 66).
Sin embargo, este nuevohorizonte de sentido noapuntara, como lo
proponenalgunos autores, a ampliarsimplemente el espectro delos
derechos y deberes ciu-dadanos, tales como el de-recho a disponer
de lasnuevas tecnologas, a sereducado en TIC, a conectar-se a
Internet, a tener un co-rreo electrnico, a establecerredes
electrnicas, a que elEstado las utilice para crearnuevos empleos,
etc. El asun-to es mucho ms de fondo.No slo porque el marco dela
ciudadana en trminos de
derechos y deberes se nos aparecehoy como un marco estrecho,
comolo mencionamos, sino porque lo queest en juego son las nuevas
formasde produccin del espacio pblico,del espacio del ejercicio de
la ciu-dadana, de la construccin de lolocal y de su necesaria
conexin con
Alberto Blanco (Mxico 1951), de su libro Un ao de
bondad,Cuadernos de la Orquesta nm. 6, Mxico 1987.
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lo global, y, por consiguiente, lasnuevas formas de produccin
delsujeto poltico o ciudadano.
Es claro, entonces, que en estemarco, las nuevas y posibles
prcti-cas ciudadanas no se circunscribena una especie de
tecnologizacin dela poltica y de la ciudada-na. Estar conectados
aredes tecnolgicas no signi-fica automticamente ma-yor participacin
ni mayorcalidad de la misma. Parti-cipar en red de los sistemasde
gobierno (e-gobierno),cuando las redes estn he-chas para mayor
eficienciay eficacia en los trmitesadministrativos, no puedeser
sinnimo de una nuevaciudadana. Es decir, la ciu-dadana no puede
estarcircunscrita a un uso ins-trumental de las tecnolo-gas de la
informacin y lacomunicacin.
Es evidente, tambin,que la ciudadana debe irms all de la lgica
delconsumo tecnolgico. Labrecha digital se encabalgay se asienta
sobre brechassocioeconmicas ms pro-fundas, ms injustas. Elacceso a
los bienes tecnol-gicos no puede ser, en laperspectiva consumista y
alritmo de las grandes corpo-raciones de la industria tec-nolgica,
de la comunicacin y elentretenimiento, la punta de lanzapara
superar los altos ndices de po-breza, el analfabetismo y la
margi-nacin en esta sociedad.
El ejercicio ciudadano pasa tam-bin por superar un uso
instrumen-
tal y eficientista de las TIC. Para ello,es necesario reconocer
que la tec-nologa no es autnoma en un do-ble sentido: por un lado,
no sedesarrolla con autonoma respecto afuerzas y factores sociales,
y, por otro,no es posible aislarla de la culturaen que se integra y
sobre la que ac-
ta; forma parte integral de sta,contribuye a conformarla y es a
suvez conformada por ella (Rueda,2007: 94). De manera ms
especfi-ca, es necesario reconocer el carc-ter poltico de la
tecnologa, en elsentido de que ella no slo puedeser usada como un
instrumento po-
ltico, sino que su diseo mismo esinherentemente poltico
(Winner,1987).
De esta manera, el ejercicio ciu-dadano pasa por hacer evidentes
lospresupuestos claves desde donde seconstruye un paradigma
tecnolgi-
co, que para nuestro caso,se apoya en por lo menos
dosprincipios. El primero, serelaciona con la idea de de-sarrollo.
En efecto, el hori-zonte de sentido bajo el cualse mueven muchos de
lospases del Tercer Mundo esel del paradigma occidentaldel
desarrollo y el progreso.Paradigma que supone elmodelo capitalista
de pro-duccin y la incorporacinde la tcnica y la tecnologacomo
instrumentos orienta-dos a la produccin tanto debienes de capital
como demercancas en general. Elprogreso, adems de suponeruna
linealidad en los proce-sos de las sociedades, des-taca
primordialmente ladimensin tcnica de lasmismas. As, el
progresotcnico se sustenta en lacualificacin instrumentalde la
poblacin y en lainnovacin tecnolgica. Elsegundo aspecto, que de
al-guna manera ya se perfila enel anterior, es la idea de quelos
artefactos tecnolgicos yla tecnologa en general, son
factores independientes del desarro-llo histrico de las
sociedades. Si unaperspectiva asume que con la incor-poracin en
unas realidades localesde ciertos artefactos tecnolgicos,que no han
sufrido ninguna suertede adaptacin sociocultural y nin-guna labor
de apropiacin crtica de
Alberto Blanco (Mxico 1951), de su libro Un ao de
bondad,Cuadernos de la Orquesta nm. 6, Mxico 1987.
toshibaResaltado
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toshibaResaltadoLas tecnologas deben posibilitar nuevas formas
del manejo de la informacin, pero tambin de produccin
Prosumidor
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171NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA
APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN
ellos, se pueden solucionar proble-mas estructurales de
injusticia e ini-quidad sociales, de desigualdadsocioeconmica y de
invisibilizaciny sometimientos de tipo cultural, esporque en el
fondo se cree no sloque la tecnologa posee un carcterneutro, sino
que es capaz por s solade causar un determinado impactosobre los
grupos sociales que acce-den a ella a travs de una apropia-cin
meramente instrumental.
Por ello, creemos que la forma-cin del sujeto en general, y del
ciu-dadano en particular, adquierenuevos sentidos que el sistema
edu-cativo tradicional no puede cumpliraisladamente. Una esfera
pblicaglobal implica un ejercicio de la par-ticipacin
cualitativamente diferen-te, con horizontes de referencia
msamplios, con criterios que integrenla tensin entre lo local y lo
global.En ese sentido, el ciudadano de lasociedad actual es aqul
que, a tra-vs de la obtencin y la produccinde informacin, y la
generacin desaberes especficos, es capaz de re-conocer los
contextos culturales ysocio-polticos dentro de los cualesconstruye
su significacin y su ac-tuacin poltica. Es decir, es aqulcapaz de
generar un dilogo desaberes entre las distintas culturas,que sabe
reconocer, comprender yvisibilizar los universos simblicosque le
dan sentido y legitiman lasacciones polticas concretas, situa-das
en el tiempo y en el espacio, aseste sea virtual.
En fin, se trata de formar un ciu-dadano que pueda no slo tener
ac-ceso y consumir informacin a travsde las TIC, sino que pueda y
sepaprocesar, generar y transformar lainformacin en saber
significativosocial y polticamente. No se trata
entonces de formar un ciudadano queposea las habilidades
procedimen-tales para acceder a una informacinde carcter
instrumental (cmo ha-cer determinados trmites o encon-trar una
informacin poltica, etc.),tal y como se fundamentan
algunaspropuestas de participacin ciudada-na en e-gobierno, sino
que posea lascondiciones cognoscitivas, sensiblesy comunicativas
(comprensivas, na-rrativas y dialgicas) adecuadas paraconstituirse
como sujeto crtico ypropositivo.
Prcticas del campocomunicacin-educacin
Mientras que el imaginario dela sociedad de la informacin
pare-ce haber contribuido a seguir formu-lando la comunicacin como
unasunto instrumental, distintivo deldesarrollo tecnolgico y como
unasupuesta va para la reorganizacinsocial funcional respecto a
unamodernidad capitalista que seglobaliza, en Amrica Latina, des-de
mediados de los aos ochenta, losestudios en comunicacin han gana-do
legitimidad acadmica al serreferidos de manera directa al
desor-denamiento y reestructuracin ge-neralizada de las sociedades,
a lasdiferencias culturales, a la cons-truccin de subjetividades y
a lasveloces transformaciones de lacotidianidad5.
La bsqueda de alternativas alas ltimas tendencias de la
globa-lidad imperial y colonial y a sus in-tereses econmicos,
militares eideolgicos, constituye un marcodonde el campo de la
comunicacin-educacin ha encontrado caminosde articulacin con otras
perspecti-vas crticas afines a la idea de re-pensar las ciencias
sociales para
sugerir caminos de conocimiento nodesarrollistas, ni
modernizantes ofraccionadores de lo real, que con-tribuyan a la
re-construccin de va-rios mundos, o a la invencin de
unamultiplicidad de otros mundos ymundos de otro modo que animana
los movimientos sociales y deantiglobalizacin6, a ciertas
corrientesdel feminismo y del ambientalismo, alas teoras de la
complejidad y laauto-organizacin, y al
programamodernidad/colonialidad, entre otrasperspectivas de
resistencia.
Una de las formas en que cobraexpresin esa perspectiva del
cam-po es el examen reflexivo y crticode la compleja mediacin que
exis-te entre prcticas sociales, dominiosde saber y redes de poder,
pues nopocas veces los poderes hegemnicoshan agenciado, a travs de
la co-municacin y la educacin, estrate-gias globales de intervencin
socialen proyectos para el desarrollo localo regional con gran
impacto en lasmatrices culturales. As, se configu-ra una posicin
poltica de creacinde mundo, que consciente o incons-cientemente,
tiende a gobernar y asujetar en funcin de un estado derealidad y de
una cosmovisin devida. Pero desde una reflexividadcrtica propia del
campo comunica-cin-educacin, que interroga lopoltico de tales
procesos, se com-prende que con esas tecnologas decontrol, se
auspician formas de pen-sar, sentir y actuar especficas, endesmedro
de otras tantas que seinvisibilizan y se excluyen (Durn,2004:
31).
Es por eso que Huergo (2005)utiliza los trminos de planificaciny
gestin, sin que constituyan unaaplicacin sistemtica de
ciertosprincipios generales sobre los pro-
toshibaNota adhesivala tecnologa no se puede ver solo como
objetounas, maquinas, si bien propician cambios en el sentido del
desarrollo, tambien implican las subjetividades de la sociedad
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toshibaResaltadoLas tic implican e irrumpen las formas
tradicionales de la educacin, exigiendo una mirada, unas
construcciones de nuevas dinmicas en contexto con las
transformaciones de la sociedad
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NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIANMADAS172
cesos comunicativo-educativos opara la produccin de un mode-lo
que los separe de los fenme-nos histricos, polticos y culturalesque
les sirven de contexto y losatraviesan, ya que son accionespolticas
que median de forma com-pleja entre las instituciones, lasprcticas
sociales, los dominios desaber y las redes de poder.
No obstante, cuando estas prc-ticas circunscriben de
manerareductora lo educativo a la esco-larizacin, la comunicacin a
losmedios o a la tecnologa educativa,o se reduce el campo
comunicacin-educacin a un anlisis semitico ohermenutico, o a
proyectos prcticosno reflexionados o sistematizados;devienen
acciones estratgicas con-tra el otro (ms que con, para o sobreel
otro), porque se las asla de laconflictividad sociocultural y de
suspugnas por la significacin, de cons-truir relaciones vinculantes
libera-doras y de posibilitar la expresin y laexpresividad de las
subjetividades eidentidades.
Esta perspectiva fue la que pri-m en las teoras de la
comunica-cin-modernizacin-progreso, dondela comunicacin-agente del
cambiosocial se estableci como salida parael subdesarrollo,
aportando a laracionalizacin de los comporta-mientos y a la difusin
de actitudesmodernas en el mbito de la planifi-cacin familiar, la
innovacin en losmtodos agrcolas, la alfabetizaciny las nuevas
tecnologas educativas(Mattelart, 1993).
En cambio, si se inscribe lagestin del campo
comunicacin-educacin en una perspectiva noconductista,
organizacional, geren-cial o administrativista, se puede
resignificar su accionar polticocomo gestacin de procesos
colecti-vos con los otros (Huergo, 2005),donde, dada la injerencia
cada vezms habitual y profunda de los ac-tores trasnacionales en lo
local, yfrente a los modelos impuestos poruna sociedad o formacin
culturaldeterminada, se precisa de la capa-cidad de agencia de los
actores lo-cales y de prcticas reflexivas deauto-gestin, para que
en medio delas voces de otros, la apropiacin detales procesos
colectivos consista enpoblarlos con sus propias intencio-nes y
acentos, pero a la vez, traba-jando por el entrecruzamiento de
lasmatrices culturales de los grupossociales y sociedades donde
tienenlugar estas prcticas (Ydice, 2004).
Las perspectivas instrumentalesde la gestin del campo
comunica-cin-educacin, desconocen el pro-ceso paradjico de
constitucin delsujeto social, es decir, su carctertanto heternomo
como su potencialpara la auto-organizacin. Esta do-ble condicin,
tal y como lo ha plan-teado Edgar Morin, implica untrabajo de
dependencia energtica,informativa y organizativa respectodel mundo
exterior, o ms cabalmen-te, una auto-eco-organizacin quecontempla
la emergencia de proce-sos multidimensionales e
interactivos,aprehensibles por un pensamiento noracionalista,
reflexivo, creativo ypolifnico.
De all que el pensamiento ut-pico encuentre en la teora de la
com-plejidad el potencial para establecerlgicas de auto-organizacin
en loscolectivos y movimientos sociales,constituidos alrededor de
ciertasprcticas vinculadas con redes socia-les. Vale la pena
mencionar que, sinque pensemos que por s mismas se
constituyen en una especie de pana-cea, las tecnologas digitales
podranjugar un papel preponderante, ya quela difusin de sus lgicas,
ligada a loscambios en las sensibilidades, ritua-lidades,
socialidades e institucionali-dades, aunado a dinmicas
deresignificacin y atemperamiento,modificara de forma sustancial
losprocesos de produccin, la experien-cia, el poder y la cultura
hasta el pun-to de permitir repensar lo poltico, loecolgico y lo
social.
Como plantean Hardt y Negri(2000: 259), el ciberespacio
esentendible como una infraestructu-ra hbrida que combina un
mecanis-mo oligoplico y otro democrticoque operan segn dos
diferentesmodelos de redes. All es posible di-ferenciar redes
jerrquicas: con gra-dos de control centralizado, rangos,planeacin
activa, metas y reglasparticulares de comportamiento, su-jetas a la
tirana del tiempo lineal ya estructuras arborescentes. Ymallas,
redes de enjambres o multi-plicidades descentralizadas y
no-jerrquicas, donde acciones demltiples agentes
interactuandodinmicamente, siguiendo reglaslocales y una lgica no
piramidal,ocasionan la emergencia de compor-tamientos
macro-estructurales, or-denados y anrquicos a la vez, queno
precisan de un plan o una inteli-gencia centralizante para la toma
dedecisiones, y que son favorables a laheterogeneidad, la
diferencia y la di-versidad (Escobar, 2005).
Polticas culturales de lasorganizaciones y
movimientossociales
La forma relacional de construc-cin del campo
comunicacin-edu-cacin en interfaz con la cultura y
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toshibaNota adhesivael desarrollo esta en la creatividad,en
pensar lo pensado, lo establecido y generar transformaciones de los
discursos
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toshibaNota adhesivalas tecnologia son nuevas logicas de
comprender el mundo, a las sociedades y al sujeto
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173NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA
APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN
Alberto Blanco (Mxico 1951), de su libro Un ao de
bondad,Cuadernos de la Orquesta nm. 6, Mxico 1987.
la poltica, tambin se ha generali-zado respecto de otros temas
clavesde investigacin para las cienciassociales en Latinoamrica. En
lo querespecta al anlisis del asociacio-nismo y la movilizacin de
las orga-nizaciones populares urbanas y de losnuevos movimientos
sociales, Torres(2007) y Escobar, lvarez yDagnino (2001)
coincidenen que las formas asocia-tivas y de participacin po-ltica
en los procesos dedemocratizacin despus dela dcada de los
ochenta,generalizaron la problemati-zacin de las
identidadescolectivas y culturales, loslenguajes y los smbolos;
tam-bin transformaron las agen-das de las polticas pblicasy los
modos de apropiacin yresignificacin de nocionescomo sociedad civil,
democra-cia, ciudadana, participacin,desarrollo y derechos, y
lle-varon, en ltimas, a recon-siderar la relacin entrecultura y
poltica.
Asumiendo la insepara-bilidad de los significados ylas prcticas,
hoy se aceptaque todos los movimientossociales, nuevos y
viejos,agencian, en mayor o me-nor grado, polticas cultura-les que
no son equivalentesa las polticas pblicas ni alas prcticas polticas
do-minantes, como tampocoprivativas de los movimientos
abier-tamente culturales, sino nuevasformas de hacer poltica por
parte deuna multiplicidad de actores, pre-ocupados por la
construccin de al-ternativas ms democrticas desociabilidad que
impacten los sen-tidos de la subjetividad, los imagi-
narios sociales y las identidades (Es-cobar, lvarez y Dagnino,
2001: 24).
El concepto de poltica culturalpermite visualizar que en los
proce-sos de las organizaciones y movimien-tos sociales, existe una
lucha por lainterpretacin que busca resignificar
el poder social a travs de prcticasculturales con efectos
polticos, don-de tambin hay que incluir susestrategias de
alfabetizacin, educa-cin y el uso alternativo de distin-tos medios
de comunicacin, comose ha resaltado en las formas gue-rrilleras de
comunicacin del mo-
vimiento zapatista; en el uso de TICpara la organizacin de las
marchascontra los foros de la globalizacinneoliberal; o en las
nuevas perspec-tivas impulsadas alrededor del ForoSocial Mundial,
como la Minga/Mutiro Informativa de Movimien-tos Sociales y la
Mutiro de Comu-
nicacin de Amrica Latinay el Caribe (MUTICOM).Estas iniciativas
resaltan laimportancia de la comuni-cacin solidaria, la
demo-cratizacin de los medios, eluso masivo de Internet,
laafirmacin del derecho a lacomunicacin a travs deveeduras y
observatorios decomunicacin, colectivosde alfabetizacin medi-tica,
agrupaciones de pro-ductores independientes,organizaciones de
usuariosy el movimiento del soft-ware libre, para asumir
lacomunicacin como un es-pacio estratgico de la lu-cha social que
tambinprecisa de otra agenda so-cial en comunicacin.
En sus intervencionessobre polticas pblicas gu-bernamentales,
las organi-zaciones y movimientossociales construyen
polticasculturales democratizadorasde la sociedad, que mues-tran el
aspecto poltico dela cultura porque los sig-nificados son
elementos
constitutivos de procesos que, impl-cita o explcitamente, buscan
darnuevas definiciones al poder social(Escobar, lvarez y Dagnino,
2001:26), que desestabilizan significacio-nes dominantes. Para
Torres (2007:296), al igual que los movimientossociales, las
organizaciones popula-
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NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIANMADAS174
res son decisivas en la construccinde identidades sociales, ya
que ex-panden la necesidad de participa-cin, transforman la cultura
polticavigente y posibilitan el surgimientode nuevas subjetividades
populares,trascendiendo la esfera estatal yproyectndose a toda la
sociedadporque, antes y despus delnuevo contexto generadopor la
crisis del Estado debienestar y la expansinneoliberal, las luchas
en losterritorios urbanos populareshan tenido un carcter
pro-gresista, gracias a proyectosde autogestin y
luchasreivindicativas generadoresde tejido asociativo, de sen-tidos
de pertenencia comosectores populares, comodefensores de los
derechoshumanos, de los intereses delos jvenes y de las mujereso
protectores del medio am-biente, lo que constituyeuna base
sociocultural paraotras dinmicas de articu-lacin desde lo local y
losectorial.
Esta formacin de nue-vos conceptos de lo pol-t ico en la
investigacinsobre movimientos sociales,muestra que la poltica
nosolo tiene lugar en espaciosinstitucionales delimitados(los
partidos y el Estado, queprivatizan la esfera pblicaal emerger como
institucio-nes separadas de la colectividad e ins-tituidas de tal
manera que aseguranconstantemente esa separacin), sinotambin en
relaciones socialesproclives a la reinvencin de la pol-tica,
mediante la puesta en prcticade relaciones de igualdad y de
eman-cipacin respecto de sentidos e iden-
tidades impuestos por los modos y m-bitos tradicionales en los
que se con-figura la cultura y la poltica derepresentacin. Esta
resignificacinde lo poltico no se da por fuera deciertos
escenarios, donde las TIC ylos medios masivos de
comunicacintradicionales juegan un papel media-
dor dado el estatuto paradigmticoque adquiri la densificacin
cotidia-na de la comunicacin meditica yel dominio de los aparatos,
la com-prensin de los comportamientos y lasidentidades sociales de
los sujetos, laproduccin social de sentido en lacreciente
visibilidad de lo urbano y
la reorganizacin de los discursos so-ciales ante el
desencantamiento sim-blico de la poltica (Martn-Barbero,2003:
446).
Pese a que sus polticas culturalesson localizadas, numerosas
organiza-ciones y movimientos sociales preten-
den adquirir dimensionesregionales, nacionales y glo-bales a
travs del uso de lastecnologas de la comunica-cin y la informacin,
articu-lados en redes, donde estasplataformas tecno-simblicasestn
en tensin entre lo quelas tecnologas permiten ha-cer, las maneras
de apropiar-las y usarlas, y las prcticasdiscursivas donde los
colec-tivos expresan sus sentidospropiamente polticos. Si
lacomunicacin dinamizadacon tales recursos comienza atornarse
conscientementepoltica, es posible que esaconstruccin conjunta
desentidos, o la semitica de lopoltico, pase a definir agen-das
pblicas, de participaciny empoderamientos, y queadems, redefina las
propiasprcticas sociales: rutinas deaccin, dinmicas
organi-zacionales, incorporacin dehbitos, relacin con el en-torno,
con el otro, prcticasdiscursivas. Hasta el puntode que ciertos
movimientospolticos y organizaciones seconsideren medios de
comu-
nicacin, o medios de comunicacinvirtuales y no virtuales de
carcterpopular, que devienen organizacionessociopolticas
(Valderrama, 2008).
En la medida en que se renuevala cultura poltica y se reconoce
laexistencia de una poltica cultural
Alberto Blanco (Mxico 1951), de su libro Un ao de
bondad,Cuadernos de la Orquesta nm. 6, Mxico 1987.
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175NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA
APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN
en los trminos antes mencionados,se hace necesaria una revisin
cr-tica de las polticas pblicas, de lasprcticas sociales y de los
ejerciciosprofesionales de comunicacin yeducacin, de manera que se
explo-ren los conflictos y ambigedadesque surgen alrededor de los
dife-renciales de poder y saber en la he-terogeneidad del gnero, en
lasreligiosidades, en la identidad sexualy en la dimensin
generacional enlos colectivos sociales.
Polticas de lugar y prcticas decomunicacin
La metfora fundadora del pen-samiento moderno es la idea
temporaldel progreso, de la cual se derivarondiversas concepciones
del desarrollo,pero tras un giro espacial ocurridoen las ciencias
sociales, se insisteahora en la importancia de investi-gar las
relaciones sociales existentesen el espacio, sobre todo porque
lastecnologas de la produccin, de la in-formacin y de la
comunicacin, arti-culadas con la globalizacin, hanreestructurado la
prctica social y laexperiencia personal y colectiva alcrear
simultaneidades temporales en-tre puntos muy distantes en el
espacio.
Frente a la discutible desapari-cin del espacio o a la
inevitabledesterritorializacin en el nuevomodelo de globalidad de
la moder-nidad capitalista, en la teora socialcontempornea se
debaten las posi-bilidades o imposibilidades de laigualdad
(justicia social en general)y de la diferencia, y si en las
prcti-cas de los movimientos y organiza-ciones sociales aferradas
al lugar, seconstruyen formas de auto-organi-zacin no jerrquicas,
pese a queestn surcadas por diferencias declase, etnia, gnero y
generacin.
Se realza que en sus particula-res formas de accin y en la
dispa-ridad poltica de sus intereses,existe una heterogeneidad de
ex-periencias de produccin de saberesy de apropiacin de
conocimientos,que al ser incorporados, situados ydesplegados en
funcin del recono-cimiento de los propios aconteci-mientos y
contextos compartidoscon distintas fuerzas, devendranalternativas
para reconstituir ima-ginarios basados-en-lugar y mundoslocales,
los cuales
constituyen una forma emergen-
te de poltica, un nuevo imagina-
rio poltico en el cual se afirma
una lgica de la diferencia y una
posibilidad que desarrollan mul-
tiplicidad de actores y acciones
que operan en el plano de la vida
diaria. En esta perspectiva, los lu-
gares son sitios de culturas vivas,
economas y medio ambientes
antes que nodos de un sistema
capitalista global y totalizante (Es-
cobar, 2005: 41).
Por otra parte, tras el fracaso delas soluciones modernas para
la ma-yor parte de los problemas contem-porneos, la generalizacin
de unasociedad del riesgo y la universa-lizacin y naturalizacin del
imagi-nario del desarrollo que nos conducehacia un caos ambiental
global, seseala que esta crisis de la moder-nidad capitalista se
arraiga en susmodelos de pensamiento, en susmaneras depredadoras de
conocer,de concebir y de transformar el mun-do, lo que ha mostrado
la importan-cia de desplazarse hacia formasplurales de conocimiento
y a visibili-zar otros saberes y visiones de mun-do que han sido
sistemticamentedesconocidas. Tras esa bsqueda,tambin hay
preocupacin por cmo
des-occidentalizar la emancipacinsocial, explorando, por
ejemplo, enlas claves de las polticas culturalesde las
organizaciones y movimientossociales una posible
potencialidadepistmica y tico-poltica de sussaberes situados y los
alcances quetendran de llegar a constituirsecomo polticas de lugar.
Sin embar-go, es claro que esas prcticassubalternas necesitan de
una inge-niosidad constante para construirsentidos crticos al
discurso institui-do del desarrollo, pues tras la bs-queda de
alternativas a ese modelo,se precisa de un trabajo colaborativocon
los actores sociales, con el finde establecer cules son las
lgicascomplejas y contradictorias de ad-hesin, de bifurcacin y de
oposi-cin, ya que pueden terminarreproduciendo los discursos
hegem-nicos sobre el cambio social (creci-miento econmico,
necesidadesbsicas, desarrollo humano, sosteni-ble o participativo),
o resignificarlosa partir de los sentidos localesatribuidos a lo
que cuenta como po-ltico y transformador en ciertos te-rritorios, o
finalmente, fraguarrupturas mucho ms radicales frentea los
imaginarios modernos del cre-cimiento, el progreso y el
desarrollo.
Una reapropiacin del lugarcomo forma de espacio vivido,
pro-ductor de identidades y espacio deconstruccin de mundos
culturalesengranados con ambientes especfi-cos, exige reconocer la
localizacinde una multiplicidad de formas depoltica cultural, donde
lo culturalse vuelve precisamente poltico (Es-cobar, 2005: 176),
hasta el punto deque luchas histricas duraderas(como las de los
indgenas y losafrodescendientes) ligadas a terri-torios, a
derechos, a factores tnicosy a la defensa de la biodiversidad,
toshibaResaltado
toshibaResaltadose cruzan barreras en tiempo y espacio, no hay
limites
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NO. 30. ABRIL 2009. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIANMADAS176
conducen a construir el lugar comoun proyecto de crtica radical
al po-der que precisa de una gran varie-dad de prcticas,
articulaciones yartefactos culturales que involucranvarios tipos de
mediaciones (simb-licas, lingsticas y otras herramien-tas de
agencia). Por ello, es clavevalorar el potencial de ciertos
usosexpresivos, vinculantes y liberadoresalrededor de la apropiacin
y pro-duccin crtica con medios decomunicacin y tecnologas
digi-tales, que contribuyan a la confi-guracin de redes sociales
glocalespara repensar lo poltico, lo ecol-gico y lo social, y para
la confor-macin de posibles comunidadesinteligentes subalternas,
incluso ar-ticuladas como una red mundial demovimientos sociales
(Ibd.: 209,221, 227). Por tanto, la
vinculacinidentidad-cultura-territorio en laspolticas de lugar,
implica proce-sos de resistencia, reapropiacin,reconstruccin y
reinvencin denuevas posibilidades de ser en ellugar y ser en redes
globales (Es-cobar y Harcourt, 2002: 3).
En el contexto del conflicto ar-mado colombiano, donde
distintostipos de fuerzas se disputan el controlde recursos,
territorios y poblacio-nes, ocasionando un desplazamien-to forzado
masivo, las polticas delugar que incluyen estrategias
co-municativo-educativas, contribuyena confrontar y revertir
geografas delterror localizadas, incluso desdeprcticas de presencia
verstil eitinerante que controvierten las for-mas de vivir el lugar
impuestas poractores armados (Garzn, 2008).
Como parecen probarlo variasprcticas de colectivos de
comuni-cacin barriales y municipales quedesarrollan experiencias
con fotogra-
fa, emisoras, peridicos, canales detelevisin comunitarios y
cine-foros,la comunicacin y la cultura se con-vierten en
herramientas de resisten-cia cultural contra los impactos
delconflicto armado, gracias a que es-tos medios participativos,
alterna-tivos o ciudadanos, a travs deprocesos de apropiacin
simblicaque involucran una re-codificacindel entorno y del propio
ser, le per-miten a la gente volver a narrar, ainterpretar, a
recordar y a compartircon otros las nuevas cotidianidadespermeadas
por las masacres, el des-plazamiento forzado, el silencia-miento y
la prohibicin de reuniones,de asociaciones o de hacer presen-cia
incluso en los espacios pblicos.Estas prcticas contribuyen as a
lademocratizacin de la comunica-cin, en tanto permiten la
apropia-cin de formas de producir signos,cdigos, imgenes y sonidos
paracontar la realidad en sus propios tr-minos y en medio de
interaccionescotidianas que involucran una seriede relaciones
sociales fuertementeancladas a lugares, haciendo posi-ble la
recomposicin de las redes desentido y la construccin de visio-nes
alternativas de futuro.
Tales prcticas afrontan, segnTamayo (2008), mltiples
desafoscuando entrelazan la comunicacin,lo poltico y los intereses
que lasaniman en tanto organizaciones so-ciales: ayudar a construir
relatos queden cuenta de otras voces del con-flicto; construir
esferas pblicas lo-cales y regionales incluyentes querealcen los
derechos polticos y so-ciales; consolidar sus propios meca-nismos
narrativos y estticos, entanto que posturas polticas enmar-cadas en
contextos de significacin;no dejarse cooptar por los interesesde
sectores diferenciados (grupos ar-
mados, polticos de turno, iglesias oesferas sociales) como
tampocosucumbir a los de la cooperacin in-ternacional que de manera
descon-textualizada ofrece ayuda paraagenciar un desarrollo de
diversosapelativos; constituirse en opcionesde vida en medio del
conflicto, es-pecialmente para nios/as y jvenesque as pueden
hacerse partcipes degrupos escolares de radio,
escuelasaudiovisuales infantiles y colectivosjuveniles de
comunicacin, y de estemodo ir conformando generacionesde relevo de
tales experiencias; ytransformar las mentalidades sobreel conflicto
armado y sus actores,creadas por los medios de comuni-cacin masivos
y por las institucio-nes educativas, con el propsito dereconfigurar
perspectivas y enfoquesms amplios e incluyentes que losque histrica
y socialmente se hanestablecido sobre el conflicto colom-biano,
pero tambin distantes delmaniquesmo y el mesianismo enboga en el
continente.
A modo de conclusin
Frente a los reduccionismos queamenazan con la petrificacin o
conla construccin de prcticas socia-les antidemocrticas en el seno
delcampo comunicacin-educacin,una mayor comprensin del lugar dela
informacin y el conocimiento enla produccin, de las formas de
cons-truccin de lo local y la localizacinde lo global en los
procesos de resis-tencia, de la manera o manerascomo ciertas
prcticas culturales yprocesos de subjetivacin y sociali-zacin
devienen poltica, y de lasformas como operan las
mediacionesasociadas con la interrelacincomunicativa propiciada por
la re-volucin tecnolgica; permiten no
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177NMADASESPITIA VSQUEZ, U., Y VALDERRAMA H., C. E.: HACIA UNA
APERTURA POLTICA DEL CAMPO COMUNICACIN-EDUCACIN
slo descifrar las hegemonas antide-mocrticas de la globalizacin
eco-nmica que mundializa la exclusinde las culturas, sino al mismo
tiem-po, ayuda a comprender, acadmicay polticamente, la crisis de
repre-sentacin relacionada con el senti-do mismo de las
instituciones y conla participacin poltica que dina-miza nuevos
sentidos de ciudadana.
En este marco, entonces, uno delos retos para el campo de la
comu-nicacin-educacin consiste en laampliacin o desborde de la
ideatradicional de formacin ciudadana,de manera que se asuma que la
for-macin del sujeto poltico pasa porreivindicar la multiplicidad
cultu-ral, el conocimiento local, el papelde los movimientos de
base y el po-der popular en la deconstruccin delimaginario del
desarrollo (relanzadoahora como el acceso y la universa-lizacin de
las TIC).
Al resaltar la dimensin polticade lo cultural y la dimensin
cultu-ral de lo poltico, la nocin de polti-ca cultural visibiliza
el ejercicio delpoder desde las prcticas culturales,mostrando cmo
se reconstituye elpoder social y se crean mundos al-ternativos
desde la diferencia. Re-cientes anlisis de esas polticasculturales,
ambientales y sociales,dinamizadas por las organizacionesy
movimientos sociales, paulatina-mente construidas desde
procesosactivos de trabajo, de apropiacin yde mediacin cultural de
los mediosde comunicacin y las nuevas tec-nologas, de prcticas
narrativas dereconocimiento corporal, de cons-truccin de sentidos
cotidianos depertenencia y de procesos de movi-miento o
desplazamiento espacial;muestran la configuracin de pol-ticas de
lugar, construccin de otras
prcticas ciudadanas de participa-cin diferentes a la ciudadana
tra-dicional y de procesos de resistenciaglobales. Sin embargo, no
todas lasorganizaciones sociales afianzadas enlugares y que usan
medios de comu-nicacin, ni en todo momento, leapuntan a generar
procesos favora-bles a la igualdad ni a convertirseen vas de
expresin, vinculacin yemancipacin. Afirmar lo contrariosera ver
procesos de resistencia encualquier experiencia.
Citas
1 Huergo y Fernndez (1999) mencionanadems el imperialismo
pedaggico y elinterpretacionismo como dos formas dereducir la
relacin comunicacin-educa-cin en trminos pedagogizantes
osemiotizantes, respectivamente.
2 A manera de ejemplo, y segn el Infor-me sobre tendencias
sociales y educati-vas en Amrica Latina de 2008 de laOEI y UNESCO,
podemos decir que sibien en Amrica Latina la tasa de escola-ridad
(para 2006) de los nios entre lossiete y los doce aos alcanza ya
98%, noocurre lo mismo en las siguientes edades,pues entre los
adolescentes de 14 aos,la tasa de escolarizacin es menor a 90%y a
los 17 aos, un tercio de los jvenesya no asiste a la escuela [...]
[y] menos dela mitad logra completar el nivel medio.Por otro lado,
algunos pases de la reginan alcanzan altas tasas de analfabetis-mo:
Nicaragua (20.2%), Guatemala(25.2%), Honduras (17.3%), El Salva-dor
(16.4%), entre otros. Los ndices depoblacin con educacin primaria
incom-pleta son demasiado altos: Colombia(24%), Mxico (23%),
Bolivia (35.9%),Nicaragua (44.3%), El Salvador (40.2%),por citar
algunos. Ver
http://www.siteal.iipe-oei.org/informetendencias/informetendencias2008.asp.
3 Existe tambin un debate entre sobre eluso y el sentido de las
expresiones socie-dad de la informacin y sociedad del
cono-cimiento, el cual, si bien es importante,no lo podemos
desarrollar en este texto.Baste decir que sociedad del
conocimien-to, incluso sociedades del conocimiento y
sociedades del saber, se han usado comocontraposicin a la
perspectiva hegem-nica, informacionista e instrumental dela
sociedad de la informacin.
4 Por lo menos, no los de una participa-cin que vaya ms all de
lo formal enla seleccin de los gobernantes o de laejercida en el
marco estrecho de unaciudadana entendida como un conjun-to de
derechos y deberes (ciudadanacomo estatus).
5 Para los intereses del campo, no es des-deable el desfase
terico-prctico en-tre el paradigma de las
mediacionessocioculturales fundamentado por losas llamados estudios
culturales lati-noamericanos y las prcticas de co-municacin
popular, que, por ejemplo,an mantienen concepciones
fun-damentalistas sobre lo popular, y unapretendida omnipotencia de
los mediosmasivos como instrumento de domi-nacin ideolgica.
6 Como aclara Mato (2001), el conflic-to entre las perspectivas
neoliberales yanti-neoliberales, presentado comoglobalizacin versus
anti-globalizacines muy problemtico, porque el movi-miento
anti-neoliberal o de globaliza-cin de la solidaridad, es global por
laamplia participacin mundial de acto-res, y globalizador, porque
su lucha aescala planetaria coincide en una in-terdependencia
global de las socieda-des y las culturas.
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