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El contexto palestinensede la tradicin sobre Jess
Santiago Guijarro OportoUniversidad Pontificia de Salamanca
El Olivo xxxvi, 75 (2012), 5-24
5
Desde que se publicaron los trabajos pioneros de la
llamadaEscuela de la historia de las formas (R. Bultmann, M.
Di-belius, K. L. Schmidt) hace noventa aos, no ha cesado de
au-mentar nuestro conocimiento de la tradicin evanglica. En
estetiempo hemos aprendido mucho acerca de las formas que adqui-ri,
los contextos vitales en que se conserv y transmiti, y el me-dio
oral que determin todos estos procesos. Recientemente, losestudios
sobre la memoria social nos han ayudado a comprendermejor por qu
los discpulos de la primera generacin tuvieron ne-cesidad de
recordar y cmo lo hicieron. Por su parte, los estudiossobre la
composicin literaria y la escritura en el mundo antiguonos han
permitido reconstruir con mayor rigor algunas de lascomposiciones
anteriores a los evangelios.1 Todos estos estudioshan hecho avanzar
nuestro conocimiento de la prehistoria de losevangelios de una
forma extraordinaria.
1. S. Guijarro, Los cuatro evangelios, Salamanca 2010,
103-202.
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Sin embargo, cuando se habla de la transmisin de los recuer-dos
sobre Jess durante la primera generacin suele descuidarse loque
podramos llamar el factor regional. Las introducciones a
losevangelios e incluso los estudios especializados analizan estos
fen-menos de forma general, sin insistir suficientemente en las
dife-rencias entre los dos mbitos geogrficos y culturales en que
setransmitieron dichos recuerdos: la tierra de Israel y su
entorno,por un lado; y el resto del Imperio por otro; o dicho con
otras pa-labras: la patria de origen y la dispora.
El objeto de este estudio es reivindicar el papel especfico
eirrepetible que desempearon los grupos de discpulos de
Jessasentados en la tierra de Israel y sus alrededores en el
proceso deformulacin, conservacin y transmisin de los recuerdos
sobre l.Para esclarecer dicho papel, analizar cuatro fenmenos
caracters-ticos del cristianismo naciente: la escasa presencia de
la tradicinsobre Jess en las cartas de San Pablo, el colorido local
palestinen-se de las tradiciones y composiciones preevanglicas, el
uso del tr-mino evangelio en los dos mbitos de difusin del naciente
mo-vimiento cristiano, y el contexto vital de los evangelios.
1. La tradicin sobre Jess en las cartas de Pablo
El primer indicador de que la tradicin sobre Jess se
transmitiprincipalmente en un contexto palestinense lo encontramos
en lascartas de Pablo. Redactadas en la dcada de los aos
cincuenta,son los primeros escritos del Nuevo Testamento y se
encuentran,desde el punto de vista temporal, a medio camino entre
el minis-terio de Jess y la composicin de los evangelios. Esto
significaque fueron compuestas en un momento en el que los
recuerdossobre Jess se estaban transmitiendo oralmente entre sus
discpu-los. Siendo esto as, cabra esperar que en sus exhortaciones
a lasdiversas comunidades Pablo hubiera aludido con frecuencia a
es-tos recuerdos. Sin embargo, las referencias que encontramos
enellos se reducen a algunas enseanzas, como el dicho sobre el
di-
Santiago Guijarro Oporto
6
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vorcio (1Cor 7,10-11; otras palabras de Jess en: 1Tes 4,15;
1Cor9,14; 11,23-25), una memoria detallada sobre la ltima cena
(1Cor11,23-26) y algunas otras referencias implcitas a su
enseanza(Rom 14,17: alusin al reinado de Dios), o informaciones
sobre suorigen davdico (Rom 1,3b-4) y sobre su pasin (Gl 3,1).2
Este es un hecho verdaderamente sorprendente. Los
estudiososreconocen casi unnimemente que Pablo saba muchas ms
cosassobre Jess de las que menciona en sus cartas. De hecho, las
alu-siones a su estilo de vida y a sus enseanzas que encontramos
enellas difcilmente podran provenir de alguien que no tuviera
unbuen conocimiento de la tradicin sobre Jess. Por lo que l mis-mo
cuenta en la Carta a los glatas, sabemos que, despus de la
re-velacin que le hizo cambiar de rumbo en su vida, pas algntiempo
en la comunidad de Damasco y, ms tarde, antes de em-prender la
misin a los gentiles, estuvo tambin en la comunidadde Antioqua (Gl
1,10-2,14). Durante este tiempo hizo dos visitasa Jerusaln y en la
primera de ellas pas quince das con Pedro(Gl 1,18). Pablo estuvo en
contacto con los que haban sido testi-gos de la vida de Jess y se
fue haciendo cristiano en un ambienteen el que la memoria sobre l
estaba muy viva. Hemos de suponer,por tanto, que conoca bien dicha
tradicin. Sin embargo, estaconstatacin no hace sino acentuar la
perplejidad que provoca lalectura de sus cartas, al comprobar cun
raramente alude a ella.
Tal perplejidad ha sido explicada de diversas formas por los
es-tudiosos. Mauro Pesce, por ejemplo, considera que este hecho
noes tan llamativo si leemos las cartas de Pablo en el contexto
msamplio de su relacin con las comunidades que haban sido
evan-gelizadas por l. Dicha relacin comenz con el anuncio del
evan-gelio y la formacin de la comunidad, y se prolong despus enuna
serie de contactos en los que Pablo sigui orientando a
estascomunidades en nuevas circunstancias. Hay que distinguir,
pues,dos fases en la predicacin de Pablo: una primera, en la que
habra
El contexto palestinense de la tradicin sobre Jess
7
2. N. Walter, Paul and the Early Christian Jesus-Tradition, en:
A. J. M. Wed-derburn (ed.), Paul and Jesus, Sheffield 1989,
51-80.
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tenido lugar la predicacin completa del mensaje; y una
segunda,en la que Pablo habra abordado algunas cuestiones puntuales
quenecesitaban ser aclaradas. Las cartas pertenecen a esta segunda
fasede carcter ms pastoral, lo cual explica que no encontremos
enellas una exposicin detallada acerca de Jess.3
Otros explican la escasez de referencias al Jess terreno en
lascartas de Pablo partiendo de una afirmacin suya en la
Segundacarta a los corintios, donde dice: y si antes conocimos a
Cristosegn la carne, ahora ya no lo conocemos as (2Cor 4,16). Se
tratade una afirmacin enigmtica, pero, se entienda como se
entien-da, es evidente que Pablo reconoce en ella que ha
experimentadouna evolucin en su conocimiento de Jesucristo y que el
conoci-miento segn la carne, es decir, con criterios humanos fue
ce-diendo paso poco a poco a otra forma de conocerle. Esta
confe-sin de Pablo concuerda con sus cartas, donde el Jess
gloriosoocupa un lugar mucho ms importante que el Jess terreno.
Segnesta explicacin, las cartas reflejaran la ltima etapa de un
procesoque comenz con un conocimiento del Jess terreno, pero
fuedando cada vez ms importancia al conocimiento del
Resucitado.4
Estas observaciones ayudan a entender la llamativa ausencia dela
tradicin sobre Jess en las cartas de Pablo, pero no la explicandel
todo, porque esta ausencia se debe tambin a factores
contex-tuales.5 Pablo predic el evangelio en un contexto en que el
judas-mo no estaba tan presente como en la tierra de Israel. La
sociologade la religin ha elaborado una tipologa que ayuda a
comprender
Santiago Guijarro Oporto
8
3. M. Pesce, Le due fasi della predicazione di Paolo.
Dallevangelizzazione alla gui-da della comunit, Bologna 1994,
9-34.
4. C. Wolf, True Apostolic Knowledge of Christ: Exegetical
Reflections on 2Corinthians 5.14ff., en: A. J. M. Wedderburn (ed.),
Paul and Jesus: CollectedEssays, Sheffield 1989, 81-98.
5. He desarrollado este argumento en un trabajo anterior, cuyas
principales ob-servaciones retomo aqu: S. Guijarro Oporto, El Jess
de Pablo. Una aporta-cin desde las ciencias sociales Salmanticensis
57 (2010) 415-435, espec. 424-429.
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mejor la distincin entre estas dos situaciones. Los grupos
religio-sos que surgen en la primera reciben el nombre de sectas y
losque surgen en la segunda, el de cultos. Una secta puede
definirsecomo un movimiento separatista de renovacin, que surge
dentrode un sistema establecido y religiosamente definido con el
quecomparte una visin simblica del mundo. Por su parte, un cultoes
un movimiento integrador, a menudo sincretista, que se impor-ta
eficazmente a otro sistema cultual religiosamente definido, conel
que trata de sintetizar su novedosa visin simblica del mundo.6
Los grupos de discpulos de Jess que fueron surgiendo en latierra
de Israel y su entorno encajan en la tipologa de la secta,pues se
haban escindido de otro grupo religioso cuya visin delmundo
compartan, pero proponan una profunda renovacin delmismo a partir
de su adhesin a Jess. Por su parte, los grupos dediscpulos nacidos
en la dispora posean las caractersticas propiasde un culto. El
grupo religioso del que se haban escindido no eramayoritario en su
entorno. El panorama religioso de las ciudadesdel imperio era, de
hecho, bastante plural, pues, junto a las reli-giones tradicionales
de cada regin que seguan siendo practica-das, en poca relativamente
reciente se haban implantado diversoscultos orientales de carcter
mistrico y se haba difundido el cultoal emperador, que fue
adquiriendo una importancia cada vez ma-yor. En este contexto, el
reto que se presentaba a las comunidadescristianas no era la
diferenciacin con respecto al judasmo, sino laasimilacin al nuevo
entorno.
Tanto las sectas como los cultos tienen un carcter
innovador.Debido a ello, viven en tensin con su entorno social y
religioso, yexperimentan dificultades para sobrevivir en l. Pero su
situacines muy diferente, lo mismo que su estrategia de
supervivencia. Lassectas corren el peligro de ser absorbidas por el
grupo religiosomayoritario y, por eso, para sobrevivir tienen que
subrayar las dife-rencias con respecto a l. Sin embargo, los
cultos, que son elemen-tos extraos dentro del contexto en que se
encuentran, tienen el
El contexto palestinense de la tradicin sobre Jess
9
6. L. M. White, De Jess al cristianismo, Estella 2004, 170.
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peligro de ser rechazados, y por ello desarrollan estrategias de
asi-milacin al entorno.
Esta distincin es relevante para comprender las diferencias
queexisten entre los grupos de discpulos de la primera generacin y
lasestrategias que desarrollaron respecto a la tradicin sobre
Jess.Para los grupos cristianos de la dispora, los recuerdos sobre
Jessfueron importantes porque evocaban los acontecimientos en
losque se asentaba su fe, pero an fue ms importante su
manifesta-cin gloriosa despus de la resurreccin y todo lo que este
aconteci-miento revelaba acerca de l, porque esta visin de Jess les
permi-ta encontrar ms fcilmente un lugar en el mundo del
imperio.
Sin embargo, los grupos de discpulos asentados en la tierra
deIsrael y sus alrededores, cuya principal preocupacin era
distin-guirse del judasmo mayoritario, tuvieron gran inters en
conser-var y transmitir las tradiciones sobre el Jess terreno,
especialmen-te los dichos y ancdotas en los que apareca como un
maestro quehaba propuesto una nueva forma de interpretar y de vivir
el juda-smo. Esta necesidad de preservar la memoria de Jess como
ele-mento diferenciador explica que la tradicin sobre l se
conservaraprincipalmente en la tierra de Israel.
2. El colorido local de las tradiciones evanglicas
La conclusin a la que hemos llegado en el apartado precedente
nosinvita a preguntarnos si esta observacin externa puede
confirmarseinternamente. Para ello sera necesario mostrar que los
recuerdos so-bre Jess recogidos en los evangelios poseen indicios
de haber sidoconservados y transmitidos en un contexto
palestinense. Este segun-do indicador es muy importante, pues puede
aportar una pruebaslida a la tesis formulada a partir del estudio
de las cartas de Pablo.
Para averiguar dnde fueron conservados y transmitidos los
re-cuerdos sobre Jess, hay que examinar los indicios que revelan
uncolorido local y las referencias a situaciones histricas
concretas.La expresin colorido local fue introducida en el campo de
los
Santiago Guijarro Oporto
10
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estudios bblicos por Gerd Theissen, precisamente en un
estudiodedicado a analizar este aspecto en la tradicin evanglica.7
Comoindica el subttulo de esta monografa, el autor se sita en
conti-nuidad con los estudios sobre la evolucin de la tradicin
sinpti-ca iniciados por la Escuela de la historia de las formas y
pretendecontribuir a ella poniendo de manifiesto un dato importante
que,segn l, no se ha tenido en cuenta suficientemente. Este dato
noes otro que la localizacin cultural e histrica de dicha
tradicindurante su evolucin. A esto, precisamente, se refiere
cuando ha-bla de colorido local y de contexto histrico.
Para comprender la argumentacin de Theissen hay que
tenerpresente que los estudios histrico-crticos suelen distinguir
tresmomentos en el proceso de formacin de los evangelios. En el
pri-mero de ellos, considerado generalmente el ms antiguo, se
sitanlas tradiciones sueltas, es decir, los dichos de Jess y los
relatos so-bre l que se transmitieron inicialmente de forma
independiente.En un segundo momento se sitan las composiciones
preevangli-cas, es decir, las agrupaciones o composiciones ms
elaboradas quese fueron formando al vincular varias tradiciones
sueltas. Por lti-mo, en el tercer momento, se encuentran ya los
evangelios, comoresultado final del proceso.8
Esta perspectiva diacrnica es fundamental para nuestro
argu-mento, porque permite acceder, aunque sea de forma hipottica
yaproximada, a la forma que tuvieron las tradiciones sobre
Jessdurante la primera generacin, que es el periodo en el que
setransmitieron los recuerdos sobre l. Durante este espacio de
tiem-po, que va desde la muerte de Jess hasta la destruccin del
templo
El contexto palestinense de la tradicin sobre Jess
11
7. G. Theissen, Colorido local y contexto histrico de los
evangelios. Una contribu-cin a la historia de la tradicin sinptica,
Salamanca 1997.
8. No se trata de tres fases cerradas, en el sentido de que,
terminada una, habracomenzado la siguiente, pues, como se sabe, la
tradicin oral sigui viva in-cluso despus de que se compusieran los
evangelios. Distinguir estas tres fasessirve para tener presente
una progresin que realmente se dio en proceso detransmisin de los
recuerdos sobre Jess.
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de Jerusaln y la desaparicin de los testigos oculares (30-70 d.
C.aprox.), los recuerdos sobre Jess se transmitieron como
tradicionessueltas y en composiciones ms elaboradas, pero an no se
habanescrito los evangelios. Dejaremos, pues, esta tercera fase del
procesopara ms tarde, y nos centraremos ahora en las dos
primeras.
Alusiones y referencias al contexto palestinense se
encuentrancon frecuencia en los dichos de Jess, aunque no siempre
el lectoractual dispone del contexto adecuado para detectarlas.
Cuando Je-ss hablaba de la caa agitada por el viento (Mt 11,17),
estabaaludiendo a Herodes Antipas, en cuyas monedas apareca este
em-blema; cuando deca que los zorros tienen madrigueras y los
pja-ros del cielo nidos (Lc 9,58 par.), probablemente est aludiendo
ala clase gobernante (En Lc 13,32 se le llama a Antipas zorro) y a
loshabitantes de las ciudades, principalmente los de Sforis
(Zippori= zippor que significa pjaro). Con todo, estas referencias
al con-texto palestinense se explican por el hecho de que proceden
de Je-ss. Son ms un argumento a favor del origen jesutico de
estosdichos, que a favor de su transmisin en un contexto
palestinense.
Sin embargo, las tradiciones narrativas, que requieren de
otroque las cuente, pueden revelar algo ms sobre el contexto en
quefueron conservadas y transmitidas. La mayor parte de estos
relatosnarran milagros de Jess (exorcismos, sanaciones, etc), que
gene-ralmente estn vinculados a lugares concretos de Galilea o
Jerusa-ln. Esto se debe a que la tradicin de los milagros, que fue
en suorigen una tradicin popular, se transmiti inicialmente en los
lu-gares de su actuacin, como se ve en el trasfondo de estos
relatos,el cual refleja el mundo de la gente sencilla de Galilea y
su pers-pectiva (p.e. el hecho de llamar mar al pequeo lago de
Galilea).Analizando estas historias, Theissen llega a la conclusin
de que:como tradicin popular, estas historias fueron narradas
sobretodo en Palestina y territorios limtrofes.9
Santiago Guijarro Oporto
12
9. G. Theissen, Colorido local 121; vase tambin: S. Guijarro
Oporto, Indi-cios de una tradicin popular sobre Jess en el
evangelio de Marcos Salman-ticensis 54 (2007) 241-265, espec.
241-247.
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Ahora bien, es en las composiciones preevanglicas donde
elcolorido local y las referencias a la situacin histrica de
Palestinaresultan ms elocuentes. Ello se debe a que estas
composicionesreflejan un estadio avanzado en el proceso de
formulacin y trans-misin de los recuerdos sobre Jess y, debido a
esta mayor comple-jidad, puede encontrarse en ellas un reflejo del
ambiente o de la si-tuacin histrica en que fueron compuestas.
En torno a los aos cuarenta suelen situarse dos de estas
com-posiciones que reflejan claramente la situacin de Palestina
enaquella poca. La primera de ellas es el Discurso escatolgico deMc
13 y par. La redaccin marquiana de este discurso muestra al-gunos
desfases en su forma actual que permiten reconstruir la for-ma que
tena la composicin utilizada por Marcos, un documentoms breve que
refleja bien la reaccin frente a la situacin creadaen Palestina
cuando Calgula mand erigir una estatua suya en eltemplo de
Jerusaln.10 La segunda composicin es el Relato de lapasin, cuya
secuencia narrativa iba desde el prendimiento hasta latumba (Mc
14,17-16,8). En este relato, adems de las numerosasalusiones a
lugares concretos de Jerusaln, se mencionan con deta-lle varios
personajes y la forma de mencionarlos revela que fuecompuesto en un
lugar en el que se poda mencionar a un prefec-to que ya no estaba
en Judea, pero no se poda decir el nombre delSumo Sacerdote por
miedo a represalias; se podan mencionar alos hijos del cireneo,
pero no al joven que huy cuando prendie-ron a Jess. Estos y otros
indicios muestran que el Relato de la pa-sin fue compuesto en
Jerusaln.11
Un poco ms tarde, en torno a los aos sesenta, encontramosotras
dos composiciones que presuponen tambin un contexto pa-lestinense.
La primera, conocida como la Fuente de los Signos, eraun texto
narrativo que contena bsicamente una serie de milagros
El contexto palestinense de la tradicin sobre Jess
13
10. G. Theissen, Colorido local 145-187.11. Vase: S. Guijarro
Oporto, El relato pre-marcano de la pasin y la comuni-
dad de Jerusaln, en: S. Guijarro Oporto, Jess y sus primeros
discpulos, Este-lla 2007, 169-201.
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de Jess, a los que se llama signos. Fue utilizada por el autor
delEvangelio de Juan y puede reconstruirse gracias al anlisis
redac-cional. La situacin y las preocupaciones que aparecen en
estacomposicin, as como la imagen de Jess, a quien se considera
unProfeta o el Mesas, es diferente a la que encontramos en el
evan-gelio, pero encaja muy bien en un grupo judeocristiano que
tratade proponer su visin de Jess a otros judos. Debido a ello,
estacomposicin suele localizarse en Judea.12 La otra composicin,
lams amplia y compleja de todas, es el llamado Documento Q,una
coleccin de dichos y ancdotas de Jess que fue utilizada porMateo y
por Lucas en la composicin de sus respectivos evange-lios. Este
documento ha sido muy estudiado en los ltimos aos y,en el marco de
estos estudios, se ha discutido mucho sobre su lu-gar de
composicin. La mayora sostiene que pudo haber sidocompuesto en
Galilea, pero incluso quienes no aceptan esta hip-tesis sitan su
composicin en la tierra de Israel (Jerusaln) o en suentorno
(Antioqua).13
Este rpido repaso por la tradicin evanglica nos ha
propor-cionado una colecta nada despreciable. Tanto las tradiciones
suel-tas, como las composiciones anteriores a los evangelios,
reflejancomo en un espejo la situacin cultural y los avatares
histricos dela tierra de Israel y sus alrededores durante el
atribulado periodode tiempo que corresponde a la generacin
apostlica. Vemos asconfirmada con argumentos internos la tesis de
que fue en los gru-pos de discpulos de la patria de origen donde se
transmitieron yconservaron los recuerdos sobre Jess. Pero nuestra
investigacinno termina aqu, pues todava podemos encontrar una
confirma-
Santiago Guijarro Oporto
14
12. D. M. Smith, The Milieu of the Johannine Miracle Source, en:
D. M.Smith (ed.), Johannine Christianity. Essays on Its Setting,
Sources and Tehology,Columbia 1982, 62-79.
13. Uno de los estudios que mejor han argumentado la localizacin
en Galilea esel de: J. Reed, El Documento Q en Galilea, en: J.
Reed, El Jess de Galilea.Aportaciones desde la arqueologa,
Salamanca 2006, 215-246. G. Theissen, Colo-rido local 225-258 sita
su composicin en Jerusaln.
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cin indirecta de la distincin entre la patria y la dispora
anali-zando el uso de uno de los trminos ms importantes del
vocabu-lario propio de los primeros cristianos.
3. Las acepciones del trmino evangelio
Evangelio (del griego eu-aggelion = buena noticia) era un
trmi-no del lenguaje comn al que los primeros cristianos dieron
unsignificado nuevo, incorporndolo as a su idiolecto, su
lenguajepropio. Sin embargo, en los textos cristianos ms antiguos
el signi-ficado de este trmino no es siempre el mismo. De hecho, se
pue-den identificar dos acepciones que parecen corresponder a los
doscontextos mencionados en los apartados precedentes y que
confir-man indirectamente las diferencias que hemos detectado en
ellosrespecto a la tradicin sobre Jess. Una consideracin ms
detalla-da del uso de este trmino puede ofrecernos, por tanto,
pistas in-teresantes para el tema que nos ocupa.
En su sentido ms popular y difundido, evangelio se refera atodo
tipo de buenas noticias. En este sentido se usaba tanto en-tre los
judos como en el mundo del Imperio. Pero en ambos con-textos fue
adquiriendo tambin connotaciones particulares. Entrelos judos haca
referencia a la buena noticia la llegada de Dioscomo Rey que haba
anunciado Isaas (Is 52,7). Por su parte, en elmundo del Imperio se
usaba, sobre todo, en el contexto de la pro-paganda imperial, donde
los acontecimientos de la vida del empe-rador, sobre todo, sus
victorias militares, eran considerados buenasnoticias.14 A pesar de
estas diferencias, en ambos casos la palabra
El contexto palestinense de la tradicin sobre Jess
15
14. En una conocida inscripcin erigida el ao 9 d. C. en la
ciudad de Priene sedice: con su manifestacin (visita a la ciudad),
el csar ha sobrepasado lasesperanzas de todos los que trajeron
buenas noticias (euaggelia) el da delnacimiento del dios ha sido el
comienzo de las buenas noticias (euaggelia) quevinieron a travs de
l; cfr. W. Dittenberger (ed.), Orientis Grci InscriptionesSelect,
Lipsi 1905, vol. II, 548.
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describe un mensaje y se refiere a un acontecimiento que se
consi-dera positivo o saludable para los destinatarios, sea este la
venidade YHWH como rey, o el nacimiento, la visita o la victoria
delemperador.
Los primeros cristianos utilizaron este trmino para
referirsetambin a un anuncio gozoso, una buena noticia que se
transmitaoralmente. Solo a mediados del siglo ii d. C., es decir,
cuando yallevaban utilizando esta palabra ms de un siglo, el trmino
evan-gelio comenz a aplicarse a los libros que contenan el
evangelio.15
A partir de entonces, el trmino evangelio se fue utilizando
cadavez ms para designar estos libros, pero a nosotros nos
interesa, so-bre todo, la etapa en que evangelio designaba un
mensaje oral.
El inters por el uso de este trmino, como hemos dicho msarriba,
se debe a que en los textos cristianos esta palabra parece
re-ferirse a dos mensajes distintos. En algunos de ellos, la buena
noti-cia es la predicacin de Jess (Mc 1,14: el reinado de Dios ha
co-menzado a llegar). En otros, sin embargo, la buena noticia es
elacontecimiento de su muerte y resurreccin (1Cor 15,1-5). En
losestudios sobre este trmino, la diferencia entre estas dos
acepcio-nes no ha sido suficientemente valorada. Con frecuencia no
sealude a ella, o las dos acepciones se presentan como sucesivas
ocomplementarias.16 En mi opinin, el hecho de que las dos
acep-ciones hayan convivido en el cristianismo naciente es un
hechoque merece ser tenido en cuenta, y creo que la clave para
explicar-las se descubre cuando situamos en el mapa los escritos en
los queaparece este trmino. Aunque estos no sean muy abundantes,
sonsuficientes para afirmar que existe una diferencia regional.
La primera acepcin, en la que evangelio se entiende comobuena
noticia de Jess, es muy cercana a la que tiene este trmi-no en la
tradicin israelita. Para percibir el parentesco, basta com-
Santiago Guijarro Oporto
16
15. Vase: S. Guijarro, Los cuatro evangeios 44-53.16. Una
presentacin amplia y bien documentada del uso del trmino
evangelio
entre los primeros cristianos con interesantes sugerencias puede
verse en: G.Stanton, Jess y el evangelio, Bilbao 2008, 29-105.
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parar la proclamacin inicial de Jess en el Evangelio de Marcos:
el reinado de Dios ha comenzado a llegar creed en esta bue-na
noticia (Mc 1,15), con el anuncio de Isaas: el mensajeroque anuncia
buenas noticias que dice a Sin: Ya reina tuDios! (Is 52,7). De
hecho, esta acepcin del trmino evangelio laencontramos sobre todo
en textos cuya composicin suele locali-zarse en Palestina. Adems
del Evangelio de Marcos, ya menciona-do, el Evangelio de Mateo
utiliza el trmino evangelio para referir-se a la enseanza de Jess
reunida por l en una serie de discursos(Mt 4,23; 9,35; etc). En la
Didaj, un escrito judeocristiano de fi-nales del siglo i,
encontramos una acepcin similar, pues se utilizael trmino evangelio
para introducir una enseanza de Jess, eneste caso, la oracin del
Padrenuestro (Did 8,2). En el mismo sen-tido, la llamada Segunda
Carta de Clemente, otro escrito judeo-cristiano que contiene una
coleccin de dichos de Jess elaboradaa partir de los evangelios y
algunos elementos de la tradicin oral,usa este trmino referido
tambin a la enseanza de Jess (2Clem8,5). En estos cuatro escritos
de los dos primeros siglos, todos ellosprocedentes de grupos
judeocristianos vinculados a Palestina y suentorno, encontramos la
misma acepcin.
La segunda acepcin, en la que evangelio se entiende comobuena
noticia acerca de Jess, tiene notables conexiones con elsentido que
este trmino tena en el mundo del Imperio. All,como hemos visto, se
refera a un acontecimiento de la vida delemperador: su nacimiento,
su visita, su victoria, etc. De igualmodo, en los textos que
podemos localizar geogrficamente en ladispora cristiana, el trmino
evangelio designa principalmente elacontecimiento de la resurreccin
de Jess. Esta es la acepcin queaparece de forma unnime en las
cartas de Pablo, tanto cuandohabla del evangelio de Cristo como del
evangelio de Dios(1Tes 2,8-9; Rom 15,9; etc), en las cartas
escritas por sus discpulosa finales del siglo i d. C. (2Tim
1,8.10), y en las que escribi Igna-cio de Antioqua algunos aos ms
tarde (IgnFil 8,1; IgnEf 18,2).
Estas observaciones de tipo geogrfico respecto al uso del
tr-mino evangelio revelan una importante diferencia regional.
Para
El contexto palestinense de la tradicin sobre Jess
17
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los grupos palestinenses de discpulos de Jess el contenido
centraldel evangelio era su predicacin. Sin embargo, para las
comunida-des de la dispora, el evangelio era, ante todo, el anuncio
de sumuerte y resurreccin. Ahora bien, esta diferencia regional
tienenotables puntos de coincidencia con la que hemos observado
apropsito de la tradicin sobre Jess. Por un lado, la acepcin
deltrmino evangelio como el mensaje de Jess concuerda bien conel
inters de los grupos de discpulos palestinenses por los recuer-dos
sobre el Jess terreno. Por otro, el uso del trmino evangeliopara
designar un mensaje sobre Jess responde muy bien al inte-rs por el
Jess glorioso que hemos observado en las comunidadesde la dispora.
La diferencia regional en cuanto al uso del trminoevangelio ofrece,
por tanto, una confirmacin de la tesis que veni-mos
proponiendo.
4. El contexto palestinense de los evangelios
Todava podemos aadir otra observacin para reafirmar dicha
te-sis. En este caso, recurriendo a los mismos evangelios, que
consti-tuyen, como hemos visto ms arriba, el punto de llegada del
pro-ceso a travs del cual se transmitieron los recuerdos sobre
Jess. Laobservacin consiste en mostrar que la mayora de los
evangeliosfueron compuestos durante la segunda generacin en el
entornocercano de la tierra de Israel bajo el influjo directo de
los gruposde discpulos que haban vivido en ella durante la primera.
La lo-calizacin geogrfica de los evangelios ha sido una cuestin
discu-tida en los ltimos aos y, por ello, es necesario comenzar
toman-do nota brevemente de esta discusin.
En los aos sesenta del siglo pasado, la llamada Escuela de
lahistoria de la redaccin (G. Bornkamm, W. Marxen, H. Conzel-mann,
W. Trilling) aplic al momento de composicin de losevangelios el
concepto de contexto vital (Sitz im Leben) que laEscuela de la
historia de las formas haba utilizado en el estudio delas
tradiciones orales. Se puso as de manifiesto el influjo de las
co-
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munidades de los evangelistas o a las que se dirigan los
evangelis-tas (no estaba entonces muy clara esta distincin) en la
composi-cin de los evangelios y, con ello, se despert un enorme
interspor conocer su localizacin, composicin, orientacin
teolgica,etc.
A finales de siglo, sin embargo, la confianza de que era
posibleidentificar y diferenciar dichas comunidades empez a
cuestionar-se a raz de la publicacin de una serie de estudios
coordinadospor Richard Bauckham, en los que se afirmaba que los
evangeliosno haban sido compuestos para comunidades especficas sino
quefueron dirigidos originalmente a todos los cristianos.17 La
discu-sin provocada por este libro ha contribuido en los ltimos aos
amatizar la tesis de la Escuela de la historia de la redaccin, pero
noha logrado convencer a la mayora, de modo que todava
seguimospensando que los evangelios tuvieron destinatarios
especficos.18
Esta discusin nos ha hecho caer en la cuenta de que es
necesa-rio distinguir con ms precisin entre la comunidad de origen
decada evangelista y los destinatarios de sus respectivos
evangelios.Estos ltimos constituyen, con frecuencia, un grupo
distinto yms amplio que la comunidad de origen, pero lo que a
nosotrosnos interesa ahora es identificar y localizar
geogrficamente estascomunidades, es decir, los grupos en que se
escribieron los evange-lios.
En su estudio sobre el colorido local y el contexto histrico
delos evangelios que ya he mencionado ms arriba, Gerd
Theissendedica un amplio captulo a la situacin gentica de los
evangelios
El contexto palestinense de la tradicin sobre Jess
19
17. La tesis se expresa de forma provocativa en el ttulo del
libro: R. Bauckham(ed.), The Gospels for All Christians: Rethinking
the Gospel Audiences, Edin-burgh 1998.
18. Entre las mltiples publicaciones a las que ha dado lugar,
puede verse: E. W.Klink, The Gospel Community Debate: State of the
Question, Currents inBiblical Research 3 (2004) 60-85; M. Mitchell,
Patristic Counter-Evidence tothe Claim that The Gospels Were
Written for All Christians, New Testa-ment Studies 51 (2005)
36-79.
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y aborda especficamente el problema de su localizacin. Tras
bus-car y analizar los indicios que podran revelar su cercana o
distan-cia con respecto a Palestina, llega a las siguientes
conclusiones: ElEvangelio de Marcos apareci probablemente en las
regiones siriasprximas a Palestina. Quizs contempla Galilea y
Jerusaln desdeel punto cardinal norte. El Evangelio de Mateo
tampoco puedehaber aparecido muy lejos de all; mira a Palestina
desde el este;podra haber surgido en Damasco o en la Decpolis, pero
tambinen algn otro lugar de Siria. El Evangelio de Lucas adopta
inequ-vocamente una perspectiva universal. La distancia local a
Palestinaes aqu mxima; el conocimiento que le autor evidencia de
Palesti-na puede ser fruto de sus viajes.19
Esas conclusiones son bastante representativas de lo que
pien-san los estudiosos sobre el lugar de composicin de Mateo y
deLucas. Con respecto a Marcos todava algunos siguen mantenien-do
que pudo haber sido escrito en Roma, aunque la opinin deque fue
compuesto en Siria ha ido ganando adeptos en los ltimosaos, a
medida que los argumentos a favor de esta localizacin sehan ido
exponiendo.20 Aunque Theissen no dice nada sobre elEvangelio de
Juan, pues su estudio se centra en la tradicin sinp-tica, la
localizacin de este evangelio es tambin una cuestin dis-cutida.
Tambin en este caso, la opinin tradicional, que situabadicha
composicin en feso, ha ido cediendo terreno a otra que losita cerca
de Palestina, probablemente en las regiones de Gaula-ntide y
Tracontide al noreste de Palestina.21
Estas conclusiones acerca del lugar de composicin de los cua-tro
evangelios cannicos muestran que se dio un desplazamiento
Santiago Guijarro Oporto
20
19. G. Theissen, Colorido local 283; vase la discusin en las
pginas preceden-tes (260-283).
20.Sobre los argumentos a favor de una u otra opcin y la
posibilidad de que elEvangelio de Marcos fuera compuesto en Siria
pero se difundiera desdeRoma, vase: S. Guijarro, Los cuatro
evangelios 264-273.
21. Vase la propuesta de K. Wengst, Interpretacin del Evangelio
de Juan, Sala-manca 1988.
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geogrfico con respecto al lugar en que se transmitieron los
recuer-dos sobre Jess. En efecto, tales recuerdos, como hemos
visto, setransmitieron en Palestina, mientras que ninguno de los
evange-lios parece haber sido compuesto en dicha regin. Sin
embargo, setrata de un desplazamiento que, en tres de los cuatro
casos, se que-da en las regiones limtrofes: Marcos en la regin de
Siria, proba-blemente en la zona de Fenicia; Mateo en Antioqua, al
norte deesta misma regin; y Juan al noreste de Palestina en los
altos delGoln. Ahora bien, teniendo en cuenta que los evangelios
fueroncompuestos despus del ao 70 d. C., es decir, despus de la
gue-rra juda contra Roma, este desplazamiento se puede explicar
fcil-mente como resultado de la huida masiva a las regiones
limtrofesque se produjo en Palestina con motivo de dicha guerra.22
Este he-cho explica que los evangelios, compuestos en las regiones
limtro-fes de Palestina durante la segunda generacin, hayan
recogido latradicin que se haba conservado y transmitido durante la
prime-ra en los grupos palestinenses de la primera generacin.
En la segunda mitad del siglo ii d. C., las comunidades
cristia-nas comenzaron un proceso de seleccin de los diversos
libros so-bre Jess compuestos hasta entonces, y desde el principio
mostra-ron su estima y predileccin por los evangelios que
habanrecogido la tradicin palestinense, es decir, la tradicin de
los di-chos y de los hechos de Jess conservada y transmitida en los
gru-pos de discpulos asentados en la tierra de Israel. Otros
evangeliosque privilegiaban aspectos parciales o supuestas
revelaciones,como los evangelios gnsticos, no tuvieron la misma
acogida. Esteproceso de recepcin que dio lugar al canon de los
cuatro evange-lios hizo posible que la tradicin de Jess conservada
en Palestinallegara hasta nosotros.
El contexto palestinense de la tradicin sobre Jess
21
22. Cabe recordar aqu la tradicin de la huida de la comunidad de
Jerusaln aPella que recogen Eusebio (Hist. Ecl. 3, 5, 3) y Epifanio
(Panarion 29, 7, 9).
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5. La herencia de la primera generacin de discpulos
Los cuatro indicadores examinados confirman la tesis de que
lastradiciones evanglicas se conservaron y transmitieron en los
gru-pos de discpulos asentados en la tierra de Israel durante la
prime-ra generacin. Por eso, quizs sea oportuno, antes de concluir,
de-cir una palabra acerca de estos grupos. Sin entrar en detalles,
esposible identificar algunos rasgos caractersticos.23
En primer lugar, es evidente que la iglesia de Jerusaln desem-pe
dentro de estas comunidades un papel de liderazgo, y nosolo con
respecto a ellas, sino tambin respecto a las comunidadesde la
dispora, como revela el inters de Pablo en la colecta (1Cor16, 1-4;
2Cor 8-9; Rom 15, 25-29). En segundo lugar, es importantetener en
cuenta que, incluso dentro de una misma ciudad, pudohaber diversos
grupos que tenan una orientacin diversa. Esto seadvierte no solo en
Jerusaln, donde encontramos a los Doce, a losHelenistas y a los del
grupo de Santiago, sino tambin en Antio-qua, donde representantes
de estos mismos grupos mantienenuna discusin acerca de la actitud
hacia los paganos (Gl 2,11-14).En tercer lugar, estos grupos de
discpulos contaban con numero-sos testigos oculares, y adems podan
acceder fcilmente a las tra-diciones sobre Jess conservadas en los
lugares en que haba des-empeado su ministerio. As se explica que en
los evangeliosencontremos muchos pasajes que en su origen fueron
tradicionespopulares de carcter local.
Con todo, la vida de estos grupos fue muy efmera. La
guerracontra Roma, que caus un tremendo impacto en la regin, pusoun
punto y aparte a aquella etapa y termin con el liderazgo de
lacomunidad de Jerusaln. Su historia queda as circunscrita conmucha
precisin a los cuarenta aos que van desde la muerte deJess hasta la
destruccin de Jerusaln (30-70 d. C.). A lo largo deaquellos
cuarenta aos, las iglesias de Dios que estn en Judea en
Santiago Guijarro Oporto
22
23. Vase: S. Guijarro Oporto, La primera generacin en Judea y
Galilea, en:R. Aguirre (coord.), As empez el Cristianismo, Estella
2010, 101-138.
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Cristo Jess, como las llama San Pablo (1Tes 2, 14), desempea-ron
un papel decisivo en la configuracin del cristianismo nacien-te.
Pero quizs fue despus de su dispersin, es decir, durante la
se-gunda generacin, cuando aquellas iglesias hicieron su
aportacinms duradera al cristianismo, gracias a la herencia de la
memoriade Jess que se haba conservado y transmitido en ellas
durante laprimera generacin. Fue en esta poca, en efecto, cuando
dichatradicin qued configurada en los cuatro evangelios.
La memoria de Jess contenida en los evangelios es, en efecto,la
ms preciosa herencia de los grupos de discpulos asentados enla
tierra de Israel durante la primera generacin. Fueron ellos losque
conservaron, interpretaron y transmitieron los recuerdos sobrel. Su
situacin particular, definida por su cercana al escenario dela vida
de Jess y a las tradiciones conservadas en aquellos lugares,as como
su estrecha vinculacin al tronco comn del judasmodel que se haban
desgajado para operar una profunda renovacinde su religin de
origen, les facilitaba y, al mismo tiempo, les exi-ga esta tarea.
Gracias a ellas, aquellos recuerdos llegaron hasta losevangelios
que enseguida se ganaron la estima de la iglesia apost-lica y
entraron a formar parte del canon, y no es exagerado afirmarque
estos relatos han constituido el principal punto de referenciadel
cristianismo a lo largo de su historia.
El contexto palestinense de la tradicin sobre Jess
23
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