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1 COMPETENCIA DE PARADIGMAS EN LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA Guba, E. G., Lincoln, Y. S.: "Competing Paradigms in Qualitative Research". En: Denzin, N. K., Lincoln, Y. S. (eds.): "Handbook of Qualitative Research", Cap. 6. Sage Publications, California, 1994, Pag. 105-117. Traducción de Mario E. Perrone En este capítulo * analizamos cuatro paradigmas que corrientemente se hallan en competencia o que han competido hasta hace muy poco tiempo por ser aceptados como paradigma de elección para dar forma y guiar la investigación, en especial la investigación cualitativa: el positivismo, el postpositivismo, la teoría crítica y las posiciones ideológicas afines, y el constructivismo. Somos conscientes de antemano de nuestro compromiso con el constructivismo (al que inicialmente se lo llamó como “investigación naturalista”; Lincoln & Guba, 1985); el lector puede tener este hecho en cuenta para juzgar lo apropiado y útil de nuestro análisis. Aunque el título de este libro, Handbook of Qualitative Research, implica que el término cualitativo es un término paraguas, superior al * NOTA DE LOS AUTORES: Estamos muy agradecidos a Henry Giroux y Robert Stake por sus críticas muy útiles de una primera redacción de este capítulo. CEIL Seminario de Metodología (material de uso interno).
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Page 1: Guba, E. G., Lincoln, Y. S. Competing Paradigms in Qualitative Research

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COMPETENCIA DE PARADIGMAS EN LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA

Guba, E. G., Lincoln, Y. S.: "Competing Paradigms in Qualitative Research". En: Denzin, N. K., Lincoln, Y. S. (eds.): "Handbook of Qualitative Research", Cap. 6. Sage Publications, California, 1994, Pag. 105-117.

Traducción de Mario E. Perrone

En este capítulo* analizamos cuatro paradigmas que corrientemente se hallan en

competencia o que han competido hasta hace muy poco tiempo por ser aceptados como

paradigma de elección para dar forma y guiar la investigación, en especial la

investigación cualitativa: el positivismo, el postpositivismo, la teoría crítica y las posiciones

ideológicas afines, y el constructivismo. Somos conscientes de antemano de nuestro

compromiso con el constructivismo (al que inicialmente se lo llamó como “investigación

naturalista”; Lincoln & Guba, 1985); el lector puede tener este hecho en cuenta para

juzgar lo apropiado y útil de nuestro análisis.

Aunque el título de este libro, Handbook of Qualitative Research, implica que el

término cualitativo es un término paraguas, superior al término paradigma (y, en verdad,

su uso es bastante común), nuestra posición es que se trata de un término que debería

reservarse para una descripción de tipos de métodos. Desde nuestra perspectiva, tanto

los métodos cualitativos como los cuantitativos, deben usarse apropiadamente con

cualquier paradigma de investigación. Las cuestiones de método son secundarias a las

cuestiones de paradigma, al que definimos como el sistema básico de creencias o

cosmovisión que guía al investigador, no sólo en las elecciones de método sino también

en los caminos fundamentales de tipo ontológico y epistemológico.

* NOTA DE LOS AUTORES: Estamos muy agradecidos a Henry Giroux y Robert Stake por sus críticas muy útiles de una primera redacción de este capítulo.

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Ciertamente el caso es que el interés en los paradigmas alternativos ha sido

estimulado por la creciente insatisfacción frente al evidente y excesivo énfasis en los

métodos cuantitativos. Pero como los esfuerzos se hicieron para construir un caso con

renovado interés en las aproximaciones de tipo cualitativo, llegó a ser evidente que los

presupuestos metafísicos que subyacían al paradigma convencional (la “perspectiva

aceptada” [received view]) debían ser seriamente cuestionados. Entonces, el énfasis de

este capítulo se pone en los paradigmas, sus presupuestos y las implicaciones de esos

presupuestos para una variedad de temas de investigación, no en la relativa utilidad de

los métodos cualitativos versus los cuantitativos. De cualquier modo, así como las

discusiones acerca de métodos/paradigmas en la década pasada a menudo comenzaban

con una consideración acerca de los problemas asociados a la sobrecuantificación,

nosotros también comenzaremos ahí, trasladándonos posteriormente a nuestro interés

predominante.

La distinción entre cuantitativo y cualitativo

Históricamente ha habido un fuerte énfasis en la cuantificación científica. La

matemática es a menudo llamada la “reina de las ciencias” y aquellas ciencias, como la

física y la química, que se prestan especialmente a la cuantificación, son generalmente

conocidas como “duras”. Suele referirse a áreas menos cuantificables, como la biología

(aunque esto está cambiando rápidamente) y particularmente a las ciencias sociales,

como “blandas”, menos como un intento peyorativo que para señalar su (aceptada)

imprecisión y falta de confiabilidad. Se cree comúnmente que la madurez científica surge

con el grado de cuantificación que se encuentra en el desarrollo de un campo dado.

Que este sea el caso es fuertemente sorprendente. La “perspectiva aceptada” de la

ciencia (el positivismo, que se transformó a lo largo del curso de este siglo en

postpositivismo: véase más adelante) se enfoca en el esfuerzo por verificar (positivismo)

o demostrar la falsedad (postpositivismo) de una hipótesis previa, expresada más

convenientemente como proposiciones matemáticas (cuantitativas) o proposiciones que

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pueden ser fácilmente transformadas en precisas fórmulas matemáticas que expresen

relaciones funcionales. La precisión de las fórmulas tiene una enorme utilidad cuando el

objeto de la ciencia es la predicción y control de fenómenos naturales. Más aún, hoy se

dispone de un poderoso inventario de modelos matemáticos y estadísticos. Finalmente,

existe una convicción muy extendida de que, en última instancia, solamente los datos

cuantitativos son válidos o de alta calidad (Sechrest, 1992).

Se le atribuye a John Stuart Mill (1843/1906) haber sido el primero en impulsar a los

cientistas sociales a emular a sus primos más viejos, más “duros”, prometiendo que si su

consejo era tomado en cuenta, tendría lugar una rápida maduración de estos campos, del

mismo modo que su emancipación de las estrecheces filosóficas y teológicas que las

limitaban. Los cientistas sociales tomaron su consejo seriamente (probablemente en un

grado que sorprendería grandemente a Mill, si viviera hoy) también por otras razones.

Ellos eran los “nuevos chicos en la cuadra”1: si la cuantificación llevaba al cumplimiento

de la promesa de Mill, el status y la influencia política podrían llevar a beneficiar

enormemente a los nuevos practicantes de las ciencias sociales. La imitación permitiría

llevar tanto hacia una mayor aceptación como a un conocimiento más válido.

Críticas de la perspectiva aceptada

De cualquier forma, en años recientes han surgido fuertes presiones en contra de la

cuantificación. Dos críticas, una interna al paradigma convencional (esto es, en términos

de los presupuestos metafísicos que definen la naturaleza de la investigación positiva) y

otro externo a él (es decir, en términos de aquellos presupuestos que definen paradigmas

alternativos) han sido montados de tal manera que parece no sólo autorizar una

reconsideración de la utilidad de los datos cualitativos, sino que cuestionan los

fundamentos mismos sobre los que se ha basado la supuesta superioridad de la

cuantificación.

Críticas internas (Intraparadigma)

1 “New kids on the blocks”.

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Una variedad de problemas implícitos han salido a la superficie para desafiar el

saber convencional. He aquí la descripción de algunos de ellos:

Despojar de contexto. Las aproximaciones cuantitativas precisas, que se enfocan en

un seleccionado conjunto de variables, necesariamente “despoja” de consideración,

a través de controles apropiados y aleatoriedad, otras variables que existen en el

contexto, que podrían alterar grandemente los resultados, si se les permitiera

ejercer sus efectos. Más aún, tales diseños excluyentes, al tiempo que incrementan

el rigor teórico de un estudio, restan valor a su relevancia, es decir, su aplicabilidad

o generalización, porque sus resultados pueden ser aplicados apropiadamente sólo

en otras situaciones limitadas de manera similar o despojados del contexto (otro

laboratorio, por ejemplo). Los datos cualitativos, se argumenta, tienen la capacidad

de reparar este desbalance proveyendo información de tipo contextual.

Exclusión de significado y propósito. A la conducta humana, a diferencia de los

objetos físicos, no se la puede entender sin referencia al significado y los propósitos

con que los actores humanos desarrollan sus actividades. Los datos cualitativos, se

asevera, pueden proveer una rica intuición y comprensión de la conducta humana.

Disyunción entre teorías generales y contextos locales: El dilema externo/interno . La

teoría externa (“etic” - que actúa desde afuera) que brinda el soporte a una

indagación por parte del investigador (o la hipótesis propuesta para ser testeada)

puede tener poca o nula significación dentro de un punto de vista interno (“emic” -

que opera desde dentro) en los individuos, grupos, sociedades o culturas

estudiados. Así, se afirma que los datos cualitativos son útiles para revelar la mirada

émica: las teorías, para ser válidas, deberían estar cualitativamente fundamentadas

(Glaser & Strauss, 1967; Strauss & Corbin, 1990). Esta fundamentación es

particularmente crucial en vista del montaje de un criticismo de la ciencia social, ya

que ésta falla en entregar una captación adecuada de las vidas que discurren por

fuera de las corrientes dominantes (el “otro”) o en proveer los materiales críticos de

nuestra cultura occidental (Marcus & Fischer, 1986).

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Inaplicabilidad de datos generales a casos individuales. A veces se describe este

problema como la disyunción nomotética/ideográfica. Las generalizaciones, aunque

quizá resulten estadísticamente significativas, no tienen aplicabilidad en el caso

individual (por ejemplo, el hecho de que en un grupo dado el 80% de individuos

presenten síntomas de cáncer de pulmón es, en el mejor de los casos, una

evidencia incompleta de que un paciente particular de ese mismo grupo,

presentando esos mismos síntomas, tenga cáncer de pulmón). Por eso, se sostiene

que los datos cualitativos pueden ayudar a evitar este tipo de ambigüedades.

Exclusión de la dimensión del descubrimiento en la indagación. El énfasis

convencional en la verificación de hipótesis específicas a priori resta importancia a

la fuente de aquellas hipótesis, usualmente logradas mediante lo que comúnmente

se denomina proceso de descubrimiento. En la perspectiva aceptada solamente la

indagación empírica se reserva el derecho a ser llamada “ciencia”. De esta forma, la

metodología de tipo normativo y cuantitativo se arroga ese privilegio por encima de

las intuiciones de quienes piensan de forma creativa y divergente. Se espera que la

apelación a inputs de tipo cualitativo pueda revertir este desbalance.

Críticas externas (extraparadigma)

Los problemas intraparadigma puestos de relieve antes ofrecen un desafío de peso

a la metodología convencional, pero pueden ser eliminados, o al menos aminorados, por

un mayor uso de los datos cualitativos. Muchos críticos de la perspectiva aceptada se

sienten satisfechos y se detienen en este punto: De ahí en más muchos de los reclamos

de más inputs de tipo cualitativo se han limitado a estos métodos y a estos niveles de

acomodación. Sin embargo, se ha levantado un desafío de mayor peso por parte de los

críticos que han propuesto paradigmas alternativos. Estos involucran no sólo una

cualificación de las aproximaciones, sino al mismo tiempo ajustes fundamentales en los

presupuestos básicos que guían la investigación. Su rechazo de la perspectiva aceptada

puede justificarse en una serie de fundamentos (Bernstein, 1988; Guba, 1990; Hesse,

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1980; Lincoln & Guba, 1985; Reason & Rowan, 1981), pero los principales entre ellos son

los que se enumeran a continuación:2

La carga de valor de los hechos. Las aproximaciones convencionales a la

investigación que involucran la verificación o falsación de hipótesis asume la

independencia de lenguajes teóricos y observacionales. Si una indagación busca

ser objetiva, las hipótesis deben establecerse en forma independiente de los hechos

que son recolectados para testearlas. Pero parece establecido más allá de toda

objeción que las teorías y los hechos son bastante interdependientes —vale decir,

estos hechos son hechos solamente dentro de una estructura teórica. De esta

manera, un presupuesto fundamental de la perspectiva aceptada está expuesto a la

duda. Si las hipótesis y las observaciones no son independientes, los “hechos”

pueden ser vistos solamente a través de una “ventana” teórica y la objetividad

queda minada.

La indeterminación de la teoría. Este problema es también conocido como el

problema de la inducción. No sólo los hechos están determinados por la teoría-

ventana a través de la que uno los mira, sino diferentes teorías-ventana deben estar

igualmente basadas en el mismo conjunto de “hechos”. Aunque pueda ser posible,

dada una teoría coherente, derivar por deducción qué hechos deben existir, nunca

es posible, dado un coherente grupo de hechos, arribar por inducción a una única,

ineluctable teoría. En verdad, ésta es una dificultad que guió a filósofos como

Popper (1968) a rechazar la noción de la teoría de la verificación en favor de la

noción de teoría de la falsificación o falsación. Allí donde un millón de cisnes

2Muchas de las objeciones que se enumeran aquí fueron primero enunciadas por los mismos positivistas: Verdaderamente, debemos afirmar que la posición postpositivista representa un esfuerzo por transformar el positivismo en maneras que toman en cuenta estas mismas objeciones. La posición positivista ingenua, que va del siglo XVI al XIX, no es más sustentada por nadie, ni aunque se conozca casualmente estos problemas. Aunque que concedamos que la posición postpositivista, como la enunciada, por ejemplo, por Denis Philips (1987, 1990a, 1990b) representa una considerable mejoría sobre el positivismo clásico, falla en hacer una ruptura limpia. Representa más bien un tipo de “control de daños”, más que una reformulación de principios básicos. La noción de que estos problemas requerían un cambio de paradigma fue reconocida pobremente antes de la publicación del trabajo señero de Thomas Kuhn, The Structure of Scientific Revolution (1962, 1970), e incluso luego se avanzó pero lentamente. De cualquier forma, las contribuciones de las críticas pre-khunianas deben ser reconocidas y aplaudidas.

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blancos nunca pueden establecer, con absoluta certeza, la proposición de que todos

los cisnes son blancos, uno sólo que sea negro puede falsificarla o falsearla

completamente. La posición histórica de que la ciencia puede, por sus métodos,

converger en última instancia sobre la verdad “real” queda tajantemente

cuestionada.

La carga de valor de los hechos. Puesto que teorías y hechos no son

independientes, al igual que valores y hechos, bien puede argumentarse que las

teorías son en sí mismas proposiciones de valores. De esta manera, “hechos”

comúnmente aceptados son vistos no sólo a través de una teoría-ventana sino a

través de valores-ventana también. La postura libre de valores propia de la

perspectiva aceptada queda así comprometida.

La naturaleza interactiva de la díada investigador-investigado. La perspectiva

aceptada en la ciencia imagina al investigador como si estuviera parado detrás de

un espejo de una sola dirección, observando los fenómenos naturales tal como

suceden y registrándolos objetivamente. El investigador (usando metodologías

apropiadas) no influencia sobre los fenómenos ni viceversa. Pero la evidencia, tal

como lo demuestran el principio de indeterminación de Heisenberg y el de

complementariedad de Bohr han hecho añicos este ideal en las ciencias duras

(Lincoln & Guba, 1985); debe existir aún un mayor escepticismo para las ciencias

sociales. Verdaderamente, la noción de que los descubrimientos se crean a través

de la interacción entre investigador y fenómeno (que habitualmente, en las ciencias

sociales, se trata de gente) es a menudo una descripción más plausible del proceso

investigativo que la noción de que los hallazgos se descubren a través de

observaciones objetivas “tal como ellas son y trabajan realmente”.

Las críticas intraparadigma, aunque exponen muchos problemas inherentes en la

perspectiva aceptada y, en verdad, propone algunas respuestas útiles a ellos, son de

cualquier forma de mucho menor interés —o peso— que las críticas extraparadigma, que

erigen problemas de tal consecuencia que la perspectiva aceptada queda ampliamente

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cuestionada. Se han propuesto algunos paradigmas alternativos, algunos de los cuales

descansan en presupuestos bastante poco convencionales. Es útil, de todos modos,

indagar acerca de la naturaleza de los paradigmas y qué es lo que distingue un

paradigma de indagación de otro.

La naturaleza de los paradigmas

Paradigmas como sistemas básicos de creencias, basados en presupuestos

ontológicos, epistemológicos y metodológicos

Un paradigma puede ser visto como un set de creencias básicas (o metafísicas) que

tienen que ver con principios últimos o primeros. Representa una cosmovisión que define,

para quien la sostiene, la naturaleza del “mundo”, el lugar del individuo en ella y la posible

relación frente a ese mundo y sus componentes, como por ejemplo, lo hacen las

cosmologías y las teologías.3Las creencias son fundamentos en el sentido de que deben

ser aceptadas simplemente por la fe (aunque se las argumente bien): No existe una vía

para establecer su veracidad última. Si existiera, los debates filosóficos reflejados en

estas páginas ya habrían sido resueltos hace milenios.

Los paradigmas de investigación definen para los investigadores aquello que tienen

entre manos y qué cae dentro y fuera de los límites de una indagación legítima. Las

creencias básicas que definen los paradigmas de indagación pueden resumirse por las

respuestas que den los proponentes de un paradigma dado a tres preguntas

fundamentales, que están interrelacionadas de tal modo que la respuesta que se dé a

cada una de ellas, tomadas en cualquier orden, circunscribe cómo deben ser respondidas

las otras. Hemos seleccionado un orden que creemos refleja una primacía lógica (si es

que no necesaria):

3Robert Stake nos recordó (comunicación personal, 1993) que el paisaje de paradigmas que presentamos aquí no debería “excluir el punto de vista de que existen mundos dentro mundos, en un proceso sin fin, y cada de ellos posee su propio paradigma. Los infinitesimales tienen también su propia cosmología”.

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1. La cuestión ontológica. ¿Cuál es la forma y naturaleza de la realidad y, en

consecuencia, qué es lo que podemos conocer acerca de ella? Por ejemplo,

si se asume un mundo “real”, lo que puede conocerse acerca de él es

“cómo son realmente las cosas” y “cómo trabajan realmente las cosas”. En

consecuencia, solamente resulta admisible este tipo de cuestiones

relacionadas a los problemas de la existencia “real” y la acción “real”; otras

preguntas, que conciernan a problemas de significación moral o estética

caen por fuera del reino de la indagación científica legítima.

2. La cuestión epistemológica. ¿Cuál es la naturaleza de la relación entre el

que conoce o el que debería conocer y lo que puede ser conocido? La

respuesta que se pueda dar a esta pregunta está limitada por la respuesta

dada antes a la cuestión ontológica; es decir, no es que ahora se pueda

postular “cualquier” relación. Así, por ejemplo, si se asume una realidad

“real”, entonces la postura del conocedor deberá ser aquella de una ligazón

objetiva o libre de valores en orden a dejarlo en capacidad de descubrir

“cómo son realmente las cosas” y “cómo trabajan las cosas en realidad”. (Y

viceversa, el presupuesto de una posición objetivista implica la existencia de

un mundo “real” cognoscible objetivamente).

3. La cuestión metodológica. ¿Cómo puede el investigador (quien debe

conocer) encontrar aquello que él o ella creen que debe ser conocido?

Nuevamente, la respuesta a esta pregunta está condicionada por las

respuestas a las dos preguntas anteriores; es decir, no es que cualquier

metodología sería la apropiada. Por ejemplo, una realidad “real” perseguida

por un investigador “objetivo” impone control sobre los posibles factores que

tiendan a perturbar, ya sea que utilice métodos cualitativos (digamos,

observacionales) o cuantitativos (como análisis de covarianzas). (Y

viceversa, la selección de una metodología de tipo manipulativa —digamos,

de laboratorio— implica la capacidad de ser objetivo y un mundo real que

permita esa objetivación). La cuestión metodológica no puede reducirse a

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una cuestión de métodos: Más bien los métodos deben ajustarse a una

metodología predeterminada.

Estas tres cuestiones sirven de principal foco alrededor del cual vamos a analizar

cada uno de los cuatro paradigmas a ser considerados.

Los paradigmas como construcciones humanas

Hemos puesto de relieve recién que los paradigmas, como un conjunto de creencias

fundamentales, no están sujetos a comprobación en un sentido convencional: No hay

forma de poner uno por encima de otro sobre la base de criterios últimos, fundacionales.

(Deberíamos notar, de todos modos, que este estado de la situación no nos destina a

una posición radicalmente relativista: véase Guba, 1992). En nuestra opinión, cualquier

paradigma dado representa simplemente el más elaborado e informado punto de vista

que sus proponentes están en capacidad de argumentar, una vez elegido el camino para

responder a esas tres cuestiones definitorias. Y sostenemos que, en todos los casos,

estas respuestas son construcciones humanas; vale decir, se trata de invenciones de la

mente humana y, por tanto, materia de posible error humano. Ninguna construcción es o

puede resultar incontrovertiblemente correcta; quienes invocan una construcción

particular deben confiar más en la persuasión y la utilidad más que en las pruebas para

argüir respecto de su posición.

Lo que es cierto de los paradigmas es también cierto de nuestro propio análisis.

Todo lo que digamos subsecuentemente es también una construcción humana: nuestra

construcción. El lector no está obligado a aceptar nuestro análisis, o nuestros

argumentos, sobre la base de una lógica incontestable o una evidencia indisputable: Sólo

podemos esperar ser persuasivos y demostrar la utilidad de nuestra posición dirigida —

podríamos decir— a la arena de la política pública (Guba & Lincoln, 1989; House, 1977).

Sólo nos limitamos a pedirle al lector que suspenda su incredulidad hasta que nuestros

argumentos se completen y puedan ser juzgados como un todo.

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Las creencias básicas de la perspectiva aceptada y de los paradigmas

alternativos

Comenzamos nuestro análisis con descripciones de las respuestas que creemos los

proponentes de cada paradigma harían a estas tres cuestiones señaladas antes. Estas

respuestas (elaboradas por nosotros) se muestran en la Tabla 6.1., que consiste de tres

filas correspondientes a las cuestiones ontológicas, epistemológicas y metodológicas y

cuatro columnas que se refieren a los cuatro paradigmas en discusión. El término

positivismo denota la “perspectiva aceptada” que ha dominado el discurso formal en la

física y las ciencias sociales por 400 años, y el postpositivismo representa esfuerzos de

las últimas décadas pasadas por responder de una forma limitada (es decir,

permaneciendo esencialmente dentro de las creencias básicas del modelo) a las críticas

más problemáticas al positivismo. El término teoría crítica es (para nosotros) un término

abarcador, que denota un grupo de algunos paradigmas alternativos, que aluden

adicionalmente (pero no de forma exclusiva) a neo-marxismo, feminismo, materialismo e

investigación participativa. Verdaderamente, la teoría crítica puede en sí misma dividirse

de forma práctica en tres subcorrientes: el postestructuralismo, el postmodernismo y una

mezcla de ambas. Cualesquiera sean sus diferencias, el presupuesto y punto de partida

común de estas tres variantes es la naturaleza cargada de valor de la investigación —lo

que significa una diferencia de carácter epistemológico. Nuestra agrupación de estas tres

posiciones en una categoría singular requiere un llamado de atención: No pretendemos

hacer justicia a cada punto de vista individual. El término constructivismo denota un

paradigma alternativa cuyo presupuesto y punto de ruptura inicial es el desplazamiento

de una ontología realista a una relativista. Estas posturas se van a aclarar en las

subsiguientes exposiciones.

TABLA 6.1

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Creencias básicas (Metafísicas) de paradigmas de perspectiva aceptada e investigación alternativa

Item Positivismo Postpositivismo Teoría crítica Constructivismo

Ontología realismo ingenuo realidad “real” y

aprehensible

realismo crítico

realidad “real”, pero sólo aprehensible de manera imperfecta y

probabilística

realismo histórico

realidad virtual formada social, política, cultural, económica, étnicamente y por género y valores; cristalizada en el tiempo

relativismo

realidades construidas de forma local y

específica

Epistemología dualista/objetivista resultados verdaderos

dualismo modificado/

objetivista; crítico tradición/

comunidad; resultados probablemente

verdaderos

transaccional/

subjetivista;

resultados mediados por valores

transaccional/

subjetivista; resultados creados

Metodología experimental/

manipulativa; verificación de

hipótesis; métodos cuantitativos

sintéticos

experimentos modificados/ manipulativa;

multiplicidad crítica; falsación de hipótesis; puede incluir métodos

cualitativos

dialógica/

dialéctica

hermenéutica/

dialéctica

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Es necesario mencionar dos importantes advertencias. Primero, que aunque

estamos inclinados a creer que los paradigmas que estamos por describir pueden ser

significativos incluso para el reino de las ciencias físicas, aquí no vamos a defender esa

creencia. En consecuencia, nuestros comentarios siguientes deberán entenderse

dentro del límite de las ciencias sociales solamente. En segundo lugar, debemos hacer

notar que, excepto el positivismo, los paradigmas que se discuten se encuentran en

estadio de formación; no se ha alcanzado una concordancia final incluso entre sus

mismos proponentes, acerca de definiciones, significados e implicaciones. De ahí que

nuestra discusión debería considerarse como tentativa y materia de una posterior

revisión y reformulación.

En primer lugar, vamos a describir las tres grandes columnas de la Tabla 6.1.

para ilustrar las posiciones de cada paradigma con respecto a las tres cuestiones

planteadas, y seguiremos viendo las filas transversales para comparar y contrastar las

posiciones de los paradigmas.4 Las limitaciones de espacio nos hacen imposible

desarrollar nuestras aseveraciones en profundidad. El lector podrá encontrar otras

evidencias, en pro o en contra, en otros capítulos de este volumen, particularmente en

los capítulos 7 al 11.

Análisis intraparadigmas (Columnas de la Tabla 6.1)

Columna 1: Positivismo

Ontología: Realismo (comúnmente llamado “realismo ingenuo”). Se supone que

existe una realidad aprehensible, que actúa bajo mecanismos y leyes naturales

inmutables. El conocimiento acerca de “la manera de ser de las cosas” se sintetiza

convencionalmente en la forma de generalizaciones libres de tiempo y contexto,

4Es probable que los practicantes de cada uno de los paradigmas no estén de acuerdo que nuestras síntesis describan de forma precisa lo que ellos o ellas piensan o hacen. En el trabajo de cada día los cientistas raramente tienen el tiempo o la inclinación de asentar lo que hacen en términos filosóficos. Tratamos, de cualquier manera, que estas descripciones sirvan de rápido brochazo, útil, si no en todos los casos, por lo menos a un nivel individual.

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algunas de las cuales toman la expresión de leyes de causa-efecto. La investigación

puede, en principio, converger sobre el “verdadero” estado del asunto. La posición

básica de este paradigma se dice que es tanto reduccionista como determinista

(Hesse, 1980).

Epistemología: dualista y objetivista. Se presupone que el investigador y el

“objeto” investigado son entidades independientes, y que el investigador es capaz de

estudiar su objeto sin influenciarlo ni ser influenciado por él. Cuando se reconoce o se

sospecha de alguna influencia en cualquier dirección (amenazas a la validez), se

siguen varias estrategias para reducirá o eliminarla. La investigación se establece al

modo de un espejo de una sola dirección. Se impide la influencia de valores e

inclinaciones en los resultados, en tanto y en cuanto se siguen rigurosamente los

procedimientos prescritos. Los resultados son replicables y, de hecho, “verdaderos”.

Metodología: Experimental y manipulativa. Preguntas y/o hipótesis se establecen

en forma proposicional y tematizadas en tests empíricos para ser verificados; posibles

condiciones que puedan confundir el proceso de investigación deben ser controladas

(manipuladas) cuidadosamente para impedir que los resultados sean influenciados de

forma inapropiada.

Columna 2: Postpositivismo

Ontología: Realismo crítico. Se asume que la realidad existe pero sólo es

aprehensible de manera imperfecta debido básicamente a falencias de los mecanismos

intelectivos del hombre o bien porque los fenómenos naturales no son controlables. Se

etiqueta esta ontología como realismo crítico (Cook & Campbell, 1979) debido a la

posición de quienes la proponen, que reclaman que la realidad sea objeto del más

amplio análisis crítico posible con el fin aprehenderla de la forma más precisa posible

(aunque nunca perfectamente).

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Epistemología: Dualismo/objetivismo modificado. El dualismo es ampliamente

abandonado en tanto no es posible mantenerlo, pero permanece la objetividad como

un “ideal regulatorio”; Se pone un énfasis especial en “guardianes” externos de la

objetividad, tales como las tradiciones críticas (¿pueden los resultados “ajustarse” a

conocimientos preexistentes sobre la materia?) y a la comunidad de críticos (tales

como editores, arbitrajes y colegas profesionales). Los resultados replicables son

probablemente verdaderos (pero siempre materia de falsación).

Metolodogía: experimental/manipulativa modificada. Se pone el énfasis en la

“multiplicidad crítica” (una versión renovada de la triangulación) como una forma de

falsación (más que de verificación) de hipótesis. La metodología tiene como finalidad

enmendar algunos de los problemas marcados antes (críticas intraparadigmáticas)

haciendo investigación en condiciones más naturales, recolectando más información

situacional y reintroduciendo el proceso de descubrimiento como un elemento de la

investigación, y, particularmente en las ciencias sociales, exigiendo puntos de vista

émicos con el fin de contribuir a determinar los significados y propósitos que la gente

adscribe a sus propias acciones, del mismo modo que para contribuir a la “teoría

general” (Glaser & Strauss, 1967; Strauss & Corbin, 1990). Todos estos fines son

acompañados grandemente de un incremento en el uso de técnicas cualitativas.

Columna 3: Teoría crítica y posiciones ideológicas afines

Ontología: realismo histórico. Se asume una realidad aprehensible, que alguna

vez fue plástica, pero que con el tiempo fue moldeada por una serie de factores

sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos y de género, y se cristalizó (reificó)

en una serie de estructuras que ahora (inapropiadamente) son tomadas como “lo real”,

es decir, como naturales e inmutables. Para todo fin práctico las estructuras son

“reales”, una realidad virtual o histórica.

Epistemología: Transaccional y subjetivista. Se considera que el investigador y el

objeto investigado forman una cadena interactiva, con los valores del investigador (y de

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los “otros” en una situación específica) influenciando inevitablemente la investigación.

Los resultados de ese proceso están mediados por los valores. Nótese que esta

posición desafía de manera efectiva la tradicional distinción entre ontología y

epistemología; lo que puede llegar a conocerse está indisolublemente entrelazado con

la interacción entre un investigador particular y un objeto o grupo particular. La línea de

puntos que separa las filas de la ontología y la epistemología de la Tabla 6.1 intenta

reflejar esta fusión.

Metodología: Dialógica y dialéctica. La naturaleza transaccional de la

investigación requiere de un diálogo entre el investigador y los sujetos de la

investigación: ese diálogo debe ser de naturaleza dialéctica para transformar la

ignorancia y la falta de conciencia (tomando como inmutables estructuras mediadas

históricamente) en una mayor toma de conciencia (viendo cómo esas estructuras

deben ser modificadas y captando las acciones requeridas para efectuar ese cambio).

O bien, como lo afirma Giroux, es “una transformación intelectual que excava y saca a

la luz aquellas formas de conocimiento histórico que apuntan a experiencias de

opresión, sufrimiento, conflicto y lucha colectiva y se liga a la noción de un

conocimiento histórico poseedor de elementos de crítica y esperanza” (p. 213). Así, los

investigadores empeñados en una transformación demuestran ser “lideres de

transformación” (Burns, 1978).

(Para una mayor discusión de la teoría crítica, véase contribuciones de Olesen,

capítulo 9 de este volumen; Stanfield, capítulo 10 y Kincheloe & McLaren, capítulo 8).

Columna 4. Constructivismo

Ontología: Relativista. Las realidades son captables en forma de construcciones

múltiples, mentalmente intangibles, basadas en la experiencia social., de naturaleza

local y específica (aunque sus elementos sean a menudo compartidos por muchos

individuos y culturas) y dependiendo en la forma y contenido que adoptan de los

personas individuales o los grupos que las sostienen. Estas construcciones no son ni

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más ni menos “verdaderas” en ningún sentido, sino simplemente más o menos

estructuradas y/o sofisticadas. Las construcciones son alterables, así como lo son las

“realidades” que les están asociadas. Esta posición debe distinguirse tanto del

nominalismo como del idealismo (véase Reese, 1980, para una explicación de algunas

de esas ideas).

Epistemología: Transaccional y subjetivista. Se da por supuesto que el

investigador y el objeto de investigación se encuentran relacionados de forma

interactiva, de tal modo que los “resultados” son literalmente creados a medida que la

investigación sigue adelante. También desaparece la distinción convencional entre

ontología y epistemología, al igual que en el caso de la teoría crítica.

Metodología: Hermenéutica y dialéctica. La naturaleza variable y personal (intra-

mental) de las construcciones sociales sugieren que las construcciones individuales

pueden ser extraídas y refinadas solamente a través de la interacción entre

investigador y quienes responden. Estas construcciones, siempre variables, son

interpretadas usando técnicas convencionales de hermenéutica y se comparan y

contrastan a través de un intercambio dialéctico. El objetivo final es destilar una

construcción consensuada que sea más estructurada y desarrollada de cualquiera de

las construcciones que le preceden (incluyendo, por supuesto, la construcción ética del

investigador).

(Para una mayor explicación acerca del constructivismo véase también Schwandt,

capítulo 7 de este libro).

Análisis transversal de paradigmas (filas de la Tabla 6.1)

Habiendo anotado brevemente las posiciones que los proponentes de cada

paradigma desarrollan respecto de las tres cuestiones definitorias, resulta útil

observarlas transversalmente, para compararlas y contrastarlas.

Ontología

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Desplazándose de izquierda a derecha en la Tabla 6.1 observamos el desplazamiento

desde:

1. la posición de realismo ingenuo del positivismo, que asume una realidad

externa objetiva bajo la cual la investigación puede converger; hacia

2. el realismo crítico, propio del postpositivismo, que aunque todavía asume

esa realidad objetiva, concede que puede ser captada sólo de manera

imperfecta y probabilísticamente; y de allí al

3. realismo histórico de la teoría crítica, que se basa en una realidad

aprehensible que consiste de estructuras históricamente condicionadas

que, en ausencia de una toma de conciencia crítica, limitan y confinan,

como si se tratara de lo real (natural e inmutable); y desde esta posición

al

4. relativismo, característico del constructivismo, que da por supuestas una

multitud de realidades también aprehensibles y a veces incluso

conflictivas, que a su vez son producto del intelecto humano, pero que

pueden modificarse al igual que sus constructores pueden devenir más

estructurados y sofisticados.

Es la posición ontológica la que más claramente diferencia el constructivismo de

las otras tres posiciones.

Epistemología

De igual modo, notemos el desplazamiento desde

1. los fundamentos del dualismo y objetivismo positivista, que habilita

al investigador a determinar “cómo realmente son y funcionan las cosas”;

a

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2. los presupuestos del dualismo y objetivismo modificados del

postpositivismo, que afirman que es posible aproximarse a la realidad,

pero nunca de una forma completa y acabada; a

3. las bases transaccional/subjetivistas de la teoría crítica, que consideran

que el conocimiento es mediado valorativamente y por lo tanto depende

de esa valoración; a

4. los cimientos del constructivismo, también de tipo transaccional y

subjetivista, pero con una amplitud mayor que en el caso anterior, donde

el conocimiento es producto de la interacción entre investigador y aquellos

que responden a ese proceso investigativo.

En este caso, la posición epistemológica diferencia más claramente a la teoría

crítica y al constructivismo por un lado y a los otros dos paradigmas por otro.

Metodología

Asimismo, observamos el movimiento desde

1. una metodología positivista, experimental y manipulativa, que se

concentra en la verificación de hipótesis; a

2. una postpositivista, también experimental y manipulativa pero con algunas

modificaciones, caracterizadas por la multiplicidad crítica y enfocándose

sobre la falsación de las hipótesis; a

3. la metodología de la teoría crítica, dialógica y dialéctica, cuyo objetivo es

la reconstrucción de construcciones previas; a

4. la del constructivismo, dialéctica y hermenéutica, con iguales fines que la

anterior.

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20

Implicaciones de la posición de cada paradigma sobre temas prácticos

selectivos (filas de la Tabla 6.2)

Las diferencias en los presupuestos paradigmáticos no pueden rebajarse a meras

diferencias “filosóficas”; de manera implícita o explícita, estas posiciones tienen

consecuencias importantes para la conducta práctica en la investigación, así como para

la interpretación de los resultados y las elecciones de política. Hemos elegido diez

tópicos salientes para discutir estas consecuencias.

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TABLA 6.2.Posiciones de los paradigmas en tópicos prácticos selectivos

Tema Positivismo Postpositivismo Teoría crítica Constructivismo

Fin de la investigación explicación: predicción y control crítica y transformación; restitución y emancipación

comprensión; reconstrucción

Naturaleza del conocimiento

verificación de hipótesis, al establecerlas como hechos o leyes

hipótesis no falseadas, que probablemente son hechos o leyes

toma de conciencia histórica y de estructuras

reconstrucciones individuales que crecen en consenso grupal

Acumulación de conocimiento

por acreción - “piezas de construcción” sumadas al “edificio del conocimiento”; generalizaciones y

cadenas causa-efecto

revisionismo histórico; generalización por similitudes

reconstrucciones más estructuradas y sofisticadas; experiencias vicarias

Criterios de bondad o calidad

indicadores convencionales de “rigor”; validez interna y externa, confiabilidad y objetividad

situacionalidad histórica; erosión de la ignorancia; estímulos para la acción

valor de la confianza mutua y autenticidad, y equivocaciones

Valores excluidos - influencia denegada incluidos - formativos

Etica extrínseca; inclinación hacia la decepción intrínseca; moral inclinada a la revelación

intrínseca; proceso inclinado a la revelación; problemas especiales

Voz “científico-desinteresada” como información en toma de decisiones, de política, de agentes de

cambio

“intelectual transformativa”; defensora y activista

“participante apasionada” como facilitadora de reconstrucción multivocal

Entrenamiento técnico y cuantitativo; teorías sustantivas

técnico; cuantitativo y cualitativo; teorías sustanciales

resolucionalización; historia cualitativa y cuantitativa; valores del altruismo y toma del poder

Adaptación conmensurable in-conmensurable

Hegemonía en control de publicación, fundar, promoción y posesión

buscando reconocimiento e información

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Las entradas en la Tabla 6.2., que consisten en cuatro columnas

correspondientes a cuatro paradigmas y diez filas para otros tantos temas, resumen

nuestra interpretación de las principales implicaciones. El lector podrá notar que los

cuatro primeros ítems (finalidad de la investigación, naturaleza del conocimiento,

acumulación del conocimiento y criterios de calidad) están entre los considerados de

especial importancia por los positivistas y postpositivistas; además, son los tópicos

sobre los que se ataca más frecuentemente a los paradigmas alternativos. El quinto y

sexto (valores y ética) son temas tomados seriamente por todos los paradigmas,

aunque las respuestas convencionales son bastante diferentes de las alternativas.

Finalmente, los últimos cuatro temas (voz, entrenamiento, acomodación y hegemonía)

se consideran especialmente importantes para las posturas alternativas; estos

presentan áreas en las que la sola perspectiva aceptada se considera particularmente

vulnerable. Las entradas en la tabla están basadas solamente en parte de algunas

posiciones hechas públicas, dado que no todos los temas han sido suscritos por todos

los proponentes de todos los paradigmas. De cualquier forma, en algunos casos hemos

suministrado entradas que nosotros creemos que se derivan lógicamente de las

posiciones metafísicas básicas (ontológicas, epistemológicas y metodológicas) de los

paradigmas. Para tomar un ejemplo, el tópico de la voz raramente lo aluden positivistas

y postpositivistas, pero creemos adoptarían la caracterización de “científico-

desinteresada”, si se los retara a explicitarse sobre el particular.

Una diferencia aparente e inmediata entre la Tabla 6.1 y la Tabla 6.2 es que

mientras que en la primera era posible diferenciar cada celda, para la segunda se

observa un considerable grado de traslape en las filas, especialmente en los

paradigmas positivistas y postpositivistas. En verdad, incluso en los tópicos son

diferentes para ambas columnas, estas diferencias son menores. En contraste, uno

puede ver diferencias bien claras entre estos dos paradigmas y la teoría crítica y el

constructivismo, los cuales tienden incluso a diferenciarse entre ellos.

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También hemos formulado estos temas a la manera de preguntas, de la siguiente

manera:

Fila 1. ¿Cuál es el fin o el propósito de la investigación?

Positivismo y postpositivismo. Para ambos paradigmas el objetivo de la

investigación es la explicación (von Wright, 1971), que en última instancia hace posible

la predicción y el control de los fenómenos, ya sean físicos o humanos. Como Hesse

(1980) sugirió, el último criterio de progreso en estos paradigmas es que la capacidad

de los “cientistas” de predecir y controlar mejore con el paso del tiempo. Nótese el

reduccionismo y el determinismo que implica esta posición. El investigador, moldeado

para desempeñar el rol de “experto”, enfrenta una situación que parece asignarle, quizá

inmerecidamente, una posición privilegiada.

Teoría crítica. El objeto de la investigación es la crítica y la transformación de las

estructuras sociales, políticas, culturales, económicas, étnicas y de género, que

constriñen y explotan a la gente, y esto se logra por medio del compromiso en la

confrontación, incluso del conflicto. El criterio de progreso es que, con el tiempo, la

restitución y la emancipación puedan no sólo ocurrir sino mantenerse. Los conceptos

de defensa y activismo son claves. El investigador asume el rol de instigador y

facilitador, lo que implica que entiende a priori qué tipo de transformaciones se

necesitan. Pero debemos notar que algunas de las instancias más radicales en el

campo de la crítica hacen que el juicio y la decisión acerca de las transformaciones que

se necesita impulsar deben ser hechos por aquellos cuyas vidas están más

directamente involucradas en esas transformaciones: es decir, los mismos participantes

(Lincoln, inédito).

Constructivismo. La finalidad de la investigación es comprender y reconstruir las

construcciones que la gente (incluido el investigador) posee inicialmente, persiguiendo

el consenso, pero abiertos a nuevas interpretaciones como un proceso de

mejoramiento en la información y la sofisticación. Los criterios de progreso son que con

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el tiempo todos puedan formular de manera más estructurada y evolucionada sus

construcciones y adquieran una mayor conciencia del contenido y el significado de

construcciones que compitan entre sí. También en esta perspectiva la defensoría y el

activismo son conceptos claves. El investigador asume el rol de participante y

facilitador en este proceso, una posición que algunos críticos han hallado errónea

desde la base, puesto que expande el rol del investigador más allá de las razonables

expectativas del experto competente (Carr & Kemmis, 1986).

Fila 2: ¿Cuál es la naturaleza del conocimiento?

Positivismo. El conocimiento consiste en hipótesis verificadas, que pueden ser

aceptadas como hechos o leyes.

Postpositivismo. El conocimiento consiste en hipótesis no falseadas, que pueden

ser miradas como probables hechos o leyes.

Teoría crítica. El conocimiento consiste en una serie de tomas de conciencia de

tipo estructural e histórico que se transformarán con el tiempo. Las transformaciones se

dan cuando la ignorancia y la falta de entendimiento dejan paso a una conciencia más

estructurada a través de lo que significa una interacción dialéctica.

Constructivismo. El conocimiento consiste en aquellas construcciones acerca de

las que existe un relativo consenso (o al menos algún movimiento hacia ese consenso)

entre quienes compiten (y, en el caso de un material más arcano, se prestan a que se

les crea) por interpretar la substancia de una construcción. Pueden coexistir

“conocimientos” múltiples cuando distintos intérpretes que compiten en igualdad de

condiciones están en desacuerdo, y/o dependen de factores sociales, políticos,

culturales, económicos, étnicos y de género, que los diferencia. Estas construcciones

están sujetas a una continua reelaboración, con cambios que probablemente ocurren

más cuando construcciones relativamente diferentes se llevan a un contexto dialéctico.

Fila 3. ¿Cómo se acumula el conocimiento?

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Positivismo y postpositivismo. El conocimiento se acumula por medio de un

proceso de acreción, o adición de partículas, con cada hecho (o probable hecho),

sirviendo como una especie de pieza de construcción que, cuando se coloca en su

nicho apropiado, se agrega al creciente “edificio de la ciencia”- Cuando los hechos

toman la forma de generalizaciones o cadenas de causa-efecto, pueden usarse más

eficientemente para la predicción y el control. Las generalizaciones deben hacerse con

confiabilidad predecible que abarquen conjuntos de población.

Teoría crítica. El conocimiento no se acumula en ningún sentido; más bien, crece

y cambia a través de un proceso dialéctico de revisión histórica que orada

continuamente la ignorancia y la falta de entendimiento y engrosa una toma de

conciencia más estructurada. La generalización puede darse cuando la mezcla de

circunstancias y valores sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos y de género

son similares a través de los distintos conjuntos.

Constructivismo. El conocimiento se acumula solamente en un sentido relativo a

través de la formación de construcciones siempre cada vez más informadas y

desarrolladas vía el proceso hermenéutico-dialéctico, cuando construcciones diversas

se yuxtaponen en un contexto dado. Un importante mecanismo para transferir

conocimiento desde una situación a otra es la provisión de experiencias vicarias, a

menudo suministradas por reportes de estudios de caso (véase Stake, capítulo 14, en

este libro).

Fila 4: ¿Qué criterios son los apropiados para juzgar la bondad o calidad de una

investigación?

Positivismo y postpositivismo. Los criterios apropiados son los indicadores

convencionales de “rigor”: validez interna (isomorfismo de los resultados con la

realidad), validez externa (generalización), confiabilidad (en el sentido de estabilidad) y

objetividad (el observador en tanto distanciado y neutral). Estos criterios dependen de

la posición realista ontológica: Sin estos presupuestos el isomorfismo de los resultados

con la realidad puede no tener relevancia; es imposible una estricta generalización en

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una población relacionada parentalmente; no se puede asegurar la estabilidad al

interior de un fenómeno, si éste en sí mismo cambia; y nunca se puede alcanzar la

objetividad, porque no hay nada de lo que uno pueda estar “distanciado”.

Teoría crítica. Los criterios apropiados son la capacidad de situarse

históricamente (por ejemplo, toman en cuenta los antecedentes sociales, políticos,

culturales, económicos, étnicos y de género de la situación estudiada), el alcance sobre

el que actúa la investigación para horadar la ignorancia y la falta de entendimiento y el

alcance dentro del que se quiere proveer estímulos a la acción, es decir, a la

transformación de las estructuras existentes.

Constructivismo. Se han propuesto dos set de criterios: los criterios de valor de la

confianza mutua, de la credibilidad (paralelo de la validez interna), la transferibilidad

(que equivale a la validez externa), la dependencia (paralelo de la confiabilidad) y la

confirmabilidad (equivalente de la objetividad) (Guba, 1981; Lincoln & Guba, 1985); y

los criterios de la autenticidad, propios de la equidad, autenticidad ontológica (que

expande las construcciones personales), la autenticidad educativa (permite mejorar la

comprensión de las construcciones de los otros), la autenticidad catalizadora (que

simula la acción) y la autenticidad tácita (que potencia la acción) (Guba & Lincoln,

1989). El primer grupo representa un primer esfuerzo por resolver el problema de la

calidad del constructivismo; Aunque estos criterios han sido recibidos bien, su

paralelismo con los criterios positivistas los hacen sospechosos. Mientras que el último

grupo se sobrepone de alguna manera a los de la teoría crítica, pero va más allá de

ellos, particularmente los dos de la autenticidad ontológica y educativa. En suma, la

cuestión de los criterios de calidad en el constructivismo de ninguna manera están

resueltos de manera definitiva, más bien necesitan un mayor análisis crítico.

Fila 5: ¿Cuál es el papel de los valores en la investigación?

Positivismo y postpositivismo. En ambos paradigmas se excluyen específicamente

los valores; en verdad, el paradigma exige que sea “libre de valores” en virtud de su

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misma postura epistemológica. Los valores confunden a las variables, y por tanto, no

se les permite un rol en una investigación aceptable (incluso cuando, como en el caso

del postpositivismo, la objetividad es un ideal regulatorio).

Teoría crítica y constructivismo. En ambos paradigmas los valores ocupan un

lugar de preeminencia; se los ve como ineluctables en tanto dan forma (en el caso del

constructivismo, crean) a los resultados de la investigación. Más aún, si fuera posible,

la exclusión de valores no se podría tolerar. Hacerlo sería hostil a los intereses de las

audiencias despojadas de poder y “en riesgo”, cuyas construcciones originales

(émicas) merecen igual consideración que las que las que cuentan con mayor poder y

las del investigador (éticas). El constructivismo, que ve al investigador como una

especie de orquestador y facilitador del proceso, propende a enfatizar este punto

todavía más que la teoría crítica. Otra vez, la línea punteada de la Tabla 6.1 refleja este

hecho. Esta, más bien, tiende a encajar al investigador en un rol más cargado de

autoridad.

Fila 6: ¿Cuál es el lugar de la ética en la investigación?

Positivismo y postpositivismo. En ambos paradigmas los problemas éticos ocupan

una importante consideración y los investigadores los toman muy en serio, pero se

trata de una cuestión extrínseca al proceso en sí mismo. Entonces, la conducta ética es

custodiada formalmente mediante mecanismos externos, tales como códigos

profesionales de conducta y los comités de asuntos humanos. Más aún, la ontología

realista que subyace a estos paradigmas provee una inclinación hacia el uso de la

decepción, la cual, según se argumenta a veces, está justificada para determinar cómo

“las cosas realmente son y funcionan” o por amor a algún “bien más elevado” o alguna

“verdad más clara” (Bok, 1978, 1982; Diener & Crandall, 1978).

Teoría crítica. Las cuestiones éticas son más cercanamente intrínsecas a este

paradigma, en cuanto implica un intento de erosionar la ignorancia y la carencia de

entendimiento y tomar plenamente en cuenta los valores y la situación histórica

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concreta del proceso de investigación. Así, existe una propensión moral a que el

investigador sea revelador (en el sentido riguroso de “aprobador totalmente

informado”), más que decepcionante. Por supuesto, estas consideraciones no impiden

una conducta falta de ética, pero proveen algunas barreras que, formando parte del

proceso, la hacen más difícil.

Constructivismo. Los problemas éticos son también intrínsecos a este paradigma,

por la inclusión de los valores de los participantes en la investigación (empezando con

las construcciones de los que responden y trabajan en vistas a la elaboración de una

mayor información y sofisticación en sus construcciones, así como en las del propio

investigador). Hay un incentivo —una tendencia del proceso— hacia la revelación;

ocultar los propósitos del investigador destruye la finalidad de descubrimiento y

mejoramiento de las construcciones. Además, la metodología hermenéutica y dialéctica

en sí misma provee una fuerte, aunque no infalible, salvaguardia contra la decepción.

De cualquier manera, las intensas interacciones personales que requiere la

metodología pueden producir problemas especiales y a menudo duros de

confidencialidad y anonimato, así como otro tipo de dificultades interpersonales (Guba

& Lincoln, 1989).

Fila 7: ¿Qué “voz” se refleja en las actividades del investigador, en especial en el

orientado al cambio?

Positivismo y postpositivismo. La voz del investigador es la del “científico

desinteresado” que suministra información a los que toman decisiones, a los que toman

medidas políticas y a los agentes de cambios, quienes utilizan independientemente

esta información científica, al menos en parte, para formar, explicar y justificar sus

acciones, políticas y propuestas de cambio.

Teoría crítica. La voz del investigador es la del “intelectual que transforma”

(Giroux, 1988), quien posee una conciencia expandida y por eso está en posición de

confrontar a la ignorancia y la falta de entendimiento. El cambio se facilita cuando los

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individuos desarrollan una mayor conciencia acerca de las condiciones realmente

existentes de su situación (la naturaleza y el grado de su explotación) y son

estimulados para actuar sobre ella.

Constructivismo. La voz del investigador es la del “participante apasionado”

(Lincoln, 1991), que se involucra activamente en facilitar una reconstrucción “multívoca”

de su propia construcción, así como las de los otros participantes. Se facilita el cambio

en tanto se forman las reconstrucciones y se estimula a los individuos a actuar sobre

ellas.

Fila 8: ¿Cuáles son las implicaciones de cada paradigma en el entrenamiento de

nuevos investigadores?

Positivismo. Se entrena a los neófitos primariamente en el conocimiento y manejo

de técnicas y métodos de medición, diseño y cuantificación, con un énfasis menor pero

sustancial en teorías de tipo formal acerca de los fenómenos en sus respectivas

especialidades.

Postpositivismo. A los nuevos se los entrena en las modalidades paralelas al

positivismo, pero con la adición de métodos cualitativos, a menudo con el objeto de

mejorar los problemas señalados en los primeros párrafos de este capítulo.

Teoría crítica y constructivismo. Los que se inician deben, primero que todo,

resocializarse respecto de su temprana y normalmente intensa exposición al punto de

vista perceptivo de la ciencia. Esta resocialización no puede elaborarse de forma más

compleja sin un aprendizaje de las posiciones y técnicas del positivismo y el

postpositivismo. Los estudiantes deben llegar a apreciar las diferencias de paradigmas

(resumidas en la Tabla 6.1) y, en ese contexto, manejar con maestría tanto los

métodos cualitativos como los cuantitativos. Lo primero es esencial debido a su papel

en la implementación de metodologías dialógico-dialécticas y hermenéutico-dialécticas;

y lo último también, porque pueden desempeñar un rol útil de información acerca de

todos los paradigmas. También se les debe ayudar a entender la historia y estructura

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social, política, cultural, económica, étnica y de género que sirve de contexto a sus

investigaciones; asimismo, tienen que incorporar en su trabajo los valores del altruismo

y el fortalecimiento del poder en los otros.

Fila 9: ¿Están estos paradigmas necesariamente en conflicto? ¿Es posible

acomodar estos diversos rasgos en una estructura conceptual única?

Positivismo y postpositivismo. Los proponentes de estos paradigmas, dada su

orientación fundamental, toman la posición de que todos los paradigmas pueden ser

ensamblados —o sea, existe o debería existir alguna estructura racional común a la

que todas estas cuestiones de diferencias puedan ser referidas y en la que se

resuelvan. La postura es reduccionista y asume la posibilidad de una comparación

(conmensurabilidad) punto por punto, una cuestión en la que continúa habiendo un

enorme desacuerdo.

Teoría crítica y constructivismo. Los que proponen estos dos paradigmas están

unidos en afirmar una básica in-conmensurabilidad de los paradigmas (aunque estén

de acuerdo en que el positivismo y el postpositivismo sean conmensurables entre sí, al

igual que la teoría crítica y el constructivismo, también entre sí). Se asumen las

creencias básicas de los paradigmas como contradictorias entre sí. Para los

constructivistas o bien existe una realidad “real” o no (aunque uno podría desear

resolver este problema de manera diferente, es decir, considerando la esfera de la

física versus la humana), y así el constructivismo y el positivismo/postpositivismo no

pueden ensamblarse lógicamente de ninguna manera, tal como, digamos, la idea de un

mundo plano con la de uno redondo. Para los teóricos críticos y constructivistas la

investigación es o bien libre de valores o no lo es; de nuevo, juntar ambas cosas es

lógicamente imposible. El realismo y el relativismo, la libertad de valores y el ajustarse

a valores no pueden coexistir internamente en ningún sistema metafísico consistente,

toda vez que cada uno de los paradigmas estipula haber encontrado esa condición

esencial de consistencia en sí mismo. La resolución de este dilema necesariamente

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deberá esperar la aparición de un meta-paradigma que supere los viejos, y los haga no

menos verdaderos sino simplemente irrelevantes.

Fila 10: ¿Cuál de los paradigmas ejerce hegemonía sobre los demás?, es decir,

¿cuál tiene una influencia predominante?

Positivismo y postpositivismo. Los proponentes del positivismo y el

postpositivismo ganaron hegemonía en los siglos pasados, tan pronto como se

abandonaron los paradigmas aristotélico y teológico. Pero el manto de la hegemonía

ha caído en las décadas recientes y de forma gradual en los hombros del

postpositivismo, el heredero “natural” del positivismo. Los postpositivistas (y, en verdad,

muchos positivistas residuales) tienden a controlar las salidas de publicaciones, los

recursos de las fundaciones, los mecanismos de promoción y tenencia, los comités de

disertación y otros recursos de poder e influencia. Eran, al menos hasta los 80, el grupo

“in” y continúan representando la voz más fuerte en la toma de decisiones

profesionales.

Teoría crítica y constructivismo. Los que proponen la teoría crítica y el

constructivismo todavía buscan reconocimiento y vías de acopio de información. En la

última década ha sido más y más posible para ellos alcanzar aceptación, como queda

atestiguado por la inclusión cada vez mayor de documentos relevantes en revistas y

simposios profesionales, por el desarrollo de nuevas publicaciones, la creciente

aceptación de disertaciones “cualitativas”, la inclusión de las grandes líneas

“cualitativas” en fundaciones y programas y cosas por el estilo. Pero, a pesar de ello, la

teoría crítica y el constructivismo continuarán jugando en el futuro inmediato un papel

secundario, aunque importante y de influencia cada vez mayor.

Conclusión

La metáfora de “las guerras de los paradigmas” descrita por Gage (1989) es

indudablemente exagerada. Describir las discusiones y altercados de la década pasada

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o las dos últimas pinta el problema con una mayor confrontación de la necesaria. Una

resolución de las diferencias de paradigmas puede ocurrir solamente cuando un nuevo

paradigma emerja y que sea más estructurado y elaborado que los existentes hasta

ahora. Es más probable que ocurra esto siempre y cuando los proponentes de los

diversos puntos de vista se avengan a discutir sus diferencias, no para argumentar

acerca de la santidad de sus perspectivas propias. El diálogo continuo entre

proponentes de paradigmas de todo tipo va a preparar le mejor avenida para

desplazarse hacia una relación responsable y congeniada.

Esperamos que en este capítulo hayamos mostrado la necesidad de tal discusión

mediante un claro delineamiento de las diferencias que se dan comúnmente y que

estas diferencias tienen implicaciones significativas a nivel práctico. Los temas de

paradigmas son cruciales; sostenemos que ningún investigador debe avanzar en el

negocio de la investigación sin tener en claro qué paradigmas dan forma y guían sus

trabajos.

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