Introduccion Comenzando el período postchavista, viviendo en in- flación pura las consecuencias de un primer quiebre monetario, encontrándonos al borde de un quiebre eco- nómico mucho más profundo, se develan con fuerza todos los inmensos vacíos y contradicciones que se fue- ron sumando en estos 14 años propiamente “chavistas”. El modelo corporativo-burocrático, hijo del capitalismo petrolero y rentista, empieza y acelera su explosión en medio de la indefinición política de un movimiento po- pular que en gran parte sigue enclavado en el clientelis- mo o el maniqueísmo escuálido-chavista. Curiosamente entre las sorpresas de la casualidad, unas declaraciones puestas a la luz pública para la ma- nipulación política de la oposición, que no son asumi- das por su autor Mario Silva pero le cuestan su sacrificio político y mediático, sin embargo zarandean todo el universo gobernante y lo obliga, tanto a silenciar críticas como a actuar sobre una de las consecuencias más de- sastrosas del modelo económico y de Estado existente. Independientemente de las libertades y derechos gana- dos, reformas y el acento en la redistribución de la ri- queza de los últimos años, este sigue siendo el mismo que el diseñado por el Presidente-Benemérito Juan Vi- cente Gómez, incluso desde el punto de vista de los fa- vores al sistema transnacional de capital. Nos referimos al problema de la corrupción, no solamente como prác- tica del robo y el aprovechamiento crematístico del car- go público, sino como instrumento básico de la alianza entre capital y Estado, creadora por excelencia del or- den de desigualdades, generadora primaria del sistema de renovación de burguesías y clases dominantes duran- te casi un siglo. En cualquier modelo de mando: dictato- rial, liberal o burocrático, nos atrevemos a decir que toletes: traspaso al gasto público, inversiones públicas, traspaso al capital privado y subsidios sociales. Se subdi- viden nuevamente hasta repartirse por toda la estructura de Estado y la sociedad, dejando a la burguesía como principal chupadora efectiva del gasto público, y por tan- to, como clase dominante parasitaria. La fuga de dólares (raíz de todas las inflaciones y devaluaciones) es el meca- nismo final utilizado por la burguesía para consolidar su ganancia convirtiéndola en un verdadero saqueo La co- rrupción en este caso funciona como un código común entre Estado y “sociedad civil” para el reparto desigual de la riqueza. Cuando los códigos, acuerdos y silencios cóm- plices se rompen o alguien se le “suben las agallas” en función de la monopolización de lo cual sólo es parte, comienzan las conspiraciones. En nuestro caso esta cons- piración se le suma el añadido de clase al sentir la posibi- lidad de que todo este esquema se rompa y comience una verdadera revolución. Fueron los miedos de las cons- piraciones 2001-2004 que siguen latentes y en movimien- to con un fascismo revivido. El chavismo en ese sentido es tan conveniente como aterrador para ellos, incluso pa- ra el modelo de Estado corporativo-burocrático que bajo el gobierno de Hugo Chávez se fue creando. La respuesta en ese sentido no es fácil, pero siempre estará ligada a dos cosas: por un lado la continuidad de la resistencia y la movilización popular de un pueblo en lucha que se dispone realmente a invertir por presión insurrecta las relaciones de poder, que en nuestro caso se confunden con la corrupción. Es el combate y el po- der constituyente autónomo ejercido desde una demo- cracia plena, revolucionaria, en estricta contraloría co- lectiva. Y por otro lado, el no dejar de presionar porque mientras exista Estado, finalmente pueda haber “buen gobierno”, realmente socialista y socializante. Los esquemas que presentamos a tres partes: línea de un gobierno para el pleno empoderamiento colec- Corrupción y liberación hasta hoy lo esencial de las políticas del Estado nacional que nos gobierna, han estado destinadas a sostener la dinámica corrupta del orden constituido. Dentro de este panorama el problema de la corrupción antes de ser sólo un hecho moral o económico, es un producto po- lítico: es el principal hecho oculto dentro la lógica de las políticas de gobierno. Mario Silva en su “conversa” con el agente cubano pinta muy bien esta relación, ya que todas sus denun- cias −quiéralo o no− relatan de alguna manera la rela- ción entre corrupción y política; en este caso entre co- rrupción y conspiración interna dentro del gobierno. Pe- ro deja varias cosas de lado en todo este angustioso cuento que no estaban en su interés tratarlas: ¿Quién es en realidad el verdadero corruptor? ¿Cómo se reproduce internamente? ¿Hay alguna posibilidad de generar un esquema de mando gubernamental-revolucionario que al menos no se moldee en función de favorecer el orden corrupto del capitalismo? ¿Hay política para ello? Aunque las cosas no se quedan allí, el orden corrup- tor global actúa por igual en cualquier lugar del planeta y en nuestro caso se reproduce en forma de filigranas interminables dentro del orden interno por medio de un modelo que hace evidente la relación entre el capitalis- mo de Estado actual y la corrupción. La ruta mapeada que presentamos sin incluir culpables cuya lista sería interminable, nos muestra de qué manera por medio de los mecanismos utilizados por décadas de reservas del Banco Central, las entradas por el fisco y los financiamientos de deuda contraídos, todos ligados a la economía petrolera, luego se dividen en cuatro grandes tivo, línea estratégica soportada en el poder territorial directo y en máximo conocimiento del mismo, la lí- nea táctica de convocatoria, debate, acuerdo, movili- zación, constituyen un todo de “Otra Política”, de manera que podamos ejercerla plenamente y con or- ganización al frente. El viejo Estado corrupto necesita quebrarse totalmente y para ello ya no es posible la pasiva espera porque la “dirección revolucionaria” de gobierno actúe, ya es parte de él. Debemos reiniciar la movilización plena, pero al mismo tiempo “ser po- der” en doble sentido: porque territorialmente, en el espacio y la producción, la defensa y la comunica- ción, ya lo hacemos, y porque hay un proyecto de gobierno posible que logra finalmente concluir esta fase histórica de la revolución bolivariana. Las diferentes rutas “de liberación” presentadas en estos esquemas van en ese sentido. Si el Estado pone en manos de un poder popular variado y complejo, de manera progresiva y cada vez más a fondo lo que él detenta que es el monopolio de la renta, se invierten por completo las relaciones de poder, mediante la ruta descrita (al menos como posibilidad), al mismo tiempo que expropia lo que ha de expropiar y socializa la tie- rra, como paso primario de cualquier revolución social dentro del capitalismo. Pero esto a su vez no puede hacerse con un pueblo expectante que lo “empode- ran”. Eso nunca ocurrirá. Será posible sólo y sólo si una vanguardia importante y colectiva de ese pueblo, en lealtad a la revolución misma y fuera del Estado, toma la tierra, medios de producción, canaliza una econo- mía, formas de defensa y comunicación y constituye en todo el territorio de manera cada vez más creadora el modelo primario “comuna popular y autogobernan- te”. ¿Vendrá entonces el choque con todo el orden glo- bal que aún nos domina? Seguramente, pero ese es el problema que toda revolución tiene que resolver. Para eso se hace, no para convivir con él. número 5 · julio de 2013