Circunloquios Revista de estudios culturales Primavera 2015 GRAMATICALIZACIÓN DEL ESPAÑOL: BREVE EXPOSICIÓN DE LOS ADJETIVOS Ignacio Mendiguren California State University, Northridge Nuestro objetivo es el estudiar los cambios sufridos por los adjetivos en relación con la posición que ocupan respecto al nombre (adjetivo pronominal o posnominal) teniendo en cuenta al nombre que acompaña o al tipo de adjetivo (descriptivos, de relación, casi determinativos…etc.) , así como también sus cambios morfosintácticos, su evolución en la expresión del grado superlativo (absoluto), y las perífrasis sustitutivas en el superlativo sintético, abarcando desde la época del latín hasta la llegada del romance ( circa siglos XV-XVI). Todo ello nos hace pensar en un proceso de gramatización, que si comparamos la gramática desde la de Nebrija y continuando con las sucesivas que se han publicado por la Real Academia de la Lengua Española desde su primera en 1771 hasta la publicada en 1931, y el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española del año 1994, así como la última Nueva gramática de la lengua española (dos tomos) año 2009, y definitiva por varios años (la historia nos hace pensar en más de dos decenios), se puede rotundamente afirmar que este proceso de gramatización es innegable e imparable. Damos comienzo a este pequeño estudio empezando a hablar sobre la posición de los adjetivos en la oración y sus funciones. En cuanto al orden, diremos que el adjetivo calificativo
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Circunloquios Revista de estudios culturales
Primavera 2015
GRAMATICALIZACIÓN DEL ESPAÑOL:
BREVE EXPOSICIÓN DE LOS ADJETIVOS
Ignacio Mendiguren
California State University, Northridge
Nuestro objetivo es el estudiar los cambios sufridos por los adjetivos en relación con la
posición que ocupan respecto al nombre (adjetivo pronominal o posnominal) teniendo en cuenta
al nombre que acompaña o al tipo de adjetivo (descriptivos, de relación, casi determinativos…etc.),
así como también sus cambios morfosintácticos, su evolución en la expresión del grado
superlativo (absoluto), y las perífrasis sustitutivas en el superlativo sintético, abarcando desde la
época del latín hasta la llegada del romance (circa siglos XV-XVI). Todo ello nos hace pensar en
un proceso de gramatización, que si comparamos la gramática desde la de Nebrija y continuando
con las sucesivas que se han publicado por la Real Academia de la Lengua Española desde su
primera en 1771 hasta la publicada en 1931, y el Esbozo de una nueva gramática de la lengua
española del año 1994, así como la última Nueva gramática de la lengua española (dos tomos)
año 2009, y definitiva por varios años (la historia nos hace pensar en más de dos decenios), se
puede rotundamente afirmar que este proceso de gramatización es innegable e imparable.
Damos comienzo a este pequeño estudio empezando a hablar sobre la posición de los
adjetivos en la oración y sus funciones. En cuanto al orden, diremos que el adjetivo calificativo
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cambia de posición; en latín clásico solía ir delante del sustantivo, sin embargo en el latín vulgar
tardío empieza a ser frecuente y finalmente general la posposición de este: “et uadit ad directus
iusta illo poço antiquo…usque ad illam viam publicam” (Oña, año 1063). [“Y va directamente
hasta el pozo antiguo…hasta la vía pública.”] Los pocos adjetivos que van antepuestos ilustran ya
el uso moderno del romance: “de sua bona uoluntate, sine tutu pleitu malu” (San Juan de la Peña,
1062). [“Por su Buena voluntad, sin ningún pleito malo.”] (López García 173).
Es posible observar que en estas frases se usa el criterio de importancia de dependencia por
el que la generalidad prevalece sobre la extensión: posesivo/demostrativo> sustantivo> adjetivo
calificativo. En la oración española “vieron las casas viejas de adobe” admite muy pocas
alteraciones de orden por influencia del artículo; es posible “las casas viejas de adobe vieron,” pero
no “de adobe vieron las casas viejas,” secuencia que tiene un hipérbaton exagerado, mientras que
en “viejas vieron las casas de adobe” el adjetivo funciona como predicativo modificando el sentido.
En cambio la oración latina “vetulas lateris domus viderunt” admite casi cualquier ordenamiento,
esto es, “videruntlateris vetulas domus; domus viderunt lateris vetulas… ” (López García 70).
En la actualidad de la gramática de la Real Academia de la Lengua Española la posición
del adjetivo es variable, mas no aleatorio, pero con la salvedad de que, en general, los adjetivos
restrictivos toman su posición detrás del nombre, con independencia de que sean estos adjetivos
calificativos, descriptivos o relacionales; por supuesto y como contraposición, los no restrictivos
suelen ocupar su posición antes del nombre; sean estos adjetivos epítetos o adverbiales y de la
misma manera los que se asimilan a los determinantes y a los cuantificadores. Los adjetivos
pospuestos pueden intercalarse entre el nombre y su complemento, como en “dos ramos bellísimos
de rosas amarillas, su fe ciega en la victoria, la llegada imprevista de su hijo” (Manual de la
Gramática de la RAE 255).
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El latín clásico, como hemos visto, siente preferencias por una posición del adjetivo delante
de “el núcleo del grupo nominal en última posición: “doctus poēta, frequentissĭmus
senātus, pulchra puella” (Nueva RAE 990). Empero, en el latín vulgar se empezó a usar
progresivamente el orden inverso que luego terminó siendo común en todas las lenguas románicas.
Por ende, que el adjetivo tenga su posición detrás del nombre significa al español como a las otras
lenguas románicas. Solamente los adjetivos graduales pueden admitir variaciones en el orden
dándose la posibilidad a la alternancia “árboles frondosos / frondosos árboles” y el que se admita
la expresión “muy frondosos.” Naturalmente y casi como siempre, se pueden encontrar
excepciones a esta generalización.
No se asimilan a ella totalmente algunos de los adjetivos numerales “el cuarto capítulo / el
capítulo cuarto” y tampoco varios de los adjetivos adverbiales como “ganador seguro / el seguro
ganador; falso problema / problema falso.” La tendencia literaria a anteponer el adjetivo restrictivo
queda lexicalizada en ciertas formas fijas en las que no cabe la alternancia. Se usan, solo
antepuestos, los adjetivos subrayados en las siguientes expresiones que señalamos: Las Sagradas
Escrituras, el libre albedrío (también el libre comercio), la Baja Edad Media; los altos hornos
(también los altos estudios, los altos intereses, etc.) la patria potestad, las bellas artes, el itálico
modo.” (Nueva RAE 991)
Por último, y en cuanto a la posición del adjetivo, vemos que cuando tenemos dos adjetivos
o más, tenemos tres tipos de combinaciones a saber: delante del sustantivo, siguen al sustantivo y
uno o más de uno van delante del sustantivo y los demás le siguen. Ejemplos de la tercera: la
primera gran novela policiaca norteamericana; nuestros posibles futuros socios comerciales
extranjeros; una magnífica pintura impresionista francesa. Esto es, los adjetivos que están más
lejos del nombre no modifican a este sino que al adjetivo del que está más cerca.
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Para los escritores del siglo XV el griego y el latín clásico era algo que admiraban
ciegamente y pretenden resucitarlo, pareciéndoles inculta la manera en que se desarrolla el
romance. Como efecto de ello hubo un intento de pasar al romance los usos sintácticos latinos sin
pensar en el hecho de su encaje o no, con el sistema lingüístico español.
Se pretende, por ejemplo, remedar el hipérbaton, dislocando violentamente el adjetivo del
sustantivo: «pocos hallo que de las mías se paguen obras» (‘a quienes gusten mis obras’);
«a la moderna volviéndome rueda»; (‘a quienes gusten mis obras’); «las potencias del
ánima tres». Se adopta el participio del presente en lugar de la oración de relativo, del
gerundio o de otros giros y es corriente encontrar los verbos al final de la oración. (Lapesa
233)
La adjetivación hasta entonces parca se empieza a utilizar con frecuencia en anteposición del
sustantivo: “los fructíferos huertos abundan é dan convenientes fructos” (Marqués de Santillana).
No siempre hay diferencia de función entre los calificativos antepuestos y los pospuestos, como
puede verse en otros ejemplos del Marqués: “«la elocuencia dulçe e fermosa»; «nunca…se fallaron
si non en los ánimos gentiles, claros ingenios e elevados espíritus».” (Lapesa 234)
En concordancia con Ralph Penny, la función del adjetivo, en el transcurso de la evolución
desde el latín al español y a las reglas sintácticas, ha tenido muy pocas variantes; de hecho parece
ser que tan solo han cambiado las normas para su colocación, mientras que, por lo regular en el
latín era que los adjetivos calificativos y los restrictivos fueran antes del nombre pero que, en el
español, estos adjetivos han de seguirlo. La distribución de funciones gramaticales era mucho más
laxa que en el español moderno. No había distinción completa entre cual y el cual: “«Dios a qual
solo non se encubre nada»; ni entre cual y cualquiera que: « en cual logar los poderes fallar, yo lo
iré adorar» El adjetivo confundía su función con la del adverbio, modificando globalmente al verbo
y al sujeto: «sonrisós el rey, tan vellido fabló», «violos el rey, fermoso sonrisava»” (Lapesa 189).
La historia de la evolución del adjetivo es muy parecida a la del sustantivo ya que
concordaba con él en el género, número y caso. Un simple adjetivo, en latín, podía llegar a tener
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38 formas diferentes dependiendo del grado del mismo: superlativo, positivo y comparativo. Para
el género existían tres, masculino, femenino y neutro; para el número existían dos, singular y
plural, de su propia declinación ya que los adjetivos se agrupaban en tres declinaciones. Sin
embargo, el sustantivo tan solo presentaba seis.
Los adjetivos del español se derivan todos del caso acusativo latino y el orden, como
dijimos anteriormente, en latín precedían al nombre y en el español moderno, por lo común, lo
siguen (como excepción a ello son los adjetivos intensificadores que lo preceden). Como muestra
gráfica de la generosidad de formas añadimos una tabla demostrativa del adjetivo bonus>bueno: