CURSO BSICO DEL APRENDIZ MASN
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BSICO DEL APRENDIZ MASNPROGRAMA DEL SIMBOLISMO
TOMO N 1
OBJETIVOS PAGINAS.1. EL PROCESO DE LA INICIACIN..41.1.
Introduccin....51.2. La iniciacin y los Oficios...61.3. Sobre los
grados iniciativos.91.4. Historia de la iniciacin y sus
smbolos..111.5. Los fundamentos iniciaticos.........121.6. Las tres
vas y las formas iniciativas..131.7. Consideraciones
finales........192. LA INICIACIN..202.1. La va iniciativa y la va
mstica242.2. Sobre los grados iniciaticos ..282.3. La Magia y el
Misticismo.302.4. Errores diversos concernientes a la
Iniciacin...332.5. Las condiciones de la iniciacin362.5. De la
regularidad de la iniciacin.412.6. Sntesis y sincretismo.462.7.
Contra la mezclas de las formas tradicionales503. LA INICIACIN Y
LOS OFICIOS.544. DE LA TRANSMISIN INICITICA.585. El SECRETO
INICIATICO..635.1. De las cualificaciones iniciaticas.686. DE LOS
RITOS INICIATICOS776.1. El rito y el smbolo.816.2. Mitos, Misterios
y smbolos...847. EL SMBOLO Y LA FILOSOFA908. RITOS Y
CEREMONIAS..959. LA MAGIA CEREMONIAL..9810. ritos religiosos Y
RITOS INICIATICOS..10211. De LOS CENTROS INICIATICOS....10712.LAS
PRUEBAS INICIATICAS...11113. DE LA MUERTE INICITICA11514. DESCRIBIR
LA FASES DE LA INICIACIN MASNICA11815. ENTENDER LA INICIACIN COMO
UN PROCESO Y DESTACAR SU IMPORTANCIA..13216. El SABER
INICIATICO...14016.1. De la enseanza iniciativa.14016.2. Los
limites de la mente..14516.3. El conocimiento iniciativo y cultura
profana14916.4. la pseudo-iniciacin.15216.5. La iniciacin y la
pasividad...15616.6. La iniciacin y el servicio.16016.7. El don de
la lengua..16317. LOS GRANDES MISTERIOS Y LOS PEQUEOS
MISTERIOS.16618. LA INICIACIN SACERDOTAL E INICIACIN REAL.17019. LA
INICIACIN Y LA MASONERA17420. Smbolos e inconsciente. ....17721. La
funcionalidad del Lenguaje simblico.17822. ESTABLECER LAS
CARACTERSTICAS DE LA MORAL INICITICA18023. Comprender el
significado y el valor del Silencio 18524. EL CUARTO DE
REFLEXIONES.19624.1. La caverna..19824.2. Comprender el significado
del Cuarto de Reflexiones.19924.3. La luz y las tinieblas20024.4.
El Crneo y los huesos..20224.5. Las leyendas, mximas y preguntas
escritas en la pared..20424.6. El espejo..20624.7. El Reloj de
arena..20924.8. Elementos hermticos.21124.9. El gallo.21824.10. La
vida22024.11. El cntaro de agua.22024.12. El pan.22124.13. La sigla
"VITRIOL.22624.14. Traducir e interpretar la sigla
V.I.T.R.I.O.L..22624.15. El Testamento..22724.16. Interpretar el
significado del testamento22824.17. Los metales..23024.18. La
venda23124.19. La Biblia.25. COMPRENDER EL LIBRE ALBEDRO Y
ESTABLECER SUS IMPLICACIONES..23226. INTERPRETAR EL SIMBOLISMO DE
LAS HERRAMIENTAS MASNICAS..23726.1. Introduccin23726.2. La piedra
bruta..24326.3. La piedra bruta y la piedra tallada.24826.4. El
Mazo y el cincel25126.5. El cincel25526.6. El comps25826.7. La
Escuadra26126.8. Asociacin entre la escuadra y el comps26626.9.
Escuadra y comps entrelazados26726.10. La Regla.27226.11. La
Geometra27626.12. El Rectngulo de oro.27826.13. La estrella
flameante.28026.14. La cuadratura del crculo.28026.15. El
nivel28226.16. La perpendicular- La plomada28526.17. La
alzaprima-La palanca..28826.18. El hacha.289 26.19. La medida. La
plantilla.29126.19. La llana..29326.20. La loba29426.21. El lpiz-
La pluma.....29726.22. El tendel. La cuerda de nudos29726.23. la
lamina de trazar.30027. Las tres Grandes Luces.303
1. EL PROCESO DE LA INICIACIN.
1.1. INTRODUCCIN.
LA iniciacin es un complejo proceso que conduce al hombre a
alcanzar y traspasar su propio centro, hasta remontar en un largo
viaje de retorno a las fuentes del Ser, en perfecta armona con todo
lo creado. Esta peregrinacin nos conduce donde se une, el cielo con
la tierra y desaparece toda dualidad, esto ha fascinado a los
hombres en todas las culturas, desde el inicio de los tiempos.Es mi
deber, exponer grandes punto de vista, a fin de que podamos
comprender lo esencial de la Orden. Si pretendemos definir lo que
es la Masonera, tendramos que decir que esa inmensa construccin
universal, que ha sido forjada en virtud de un gran proceso,
vislumbrado solamente cuando se han abierto a la comprensin del
hombre los tres primeros y fundamentales grados de la Orden,
llamados azules por las caractersticas de aire que se les imprimi
desde un principio. Como todo proceso en movimiento, empieza por la
iniciacin, que configura el punto de partida del desarrollo, sin
que aparezca a la vista del observador la meta que se persigue.
En la iniciacin, se coloca al adepto en el punto de partida de
su propio desarrollo interno. De modo que, as como el hombre ya
iniciado, entra a trabajar dentro de un empleo secreto, resguardado
de las actividades de afuera, de los pasos perdidos, as el que
empieza su desarrollo, lo hace desde lo externo a lo interno,
dejando afuera de su propio Templo interior todo lo que constituya
rmora externa que le impida efectuar su trabajo de bsqueda, para
encontrar la respuesta a su inquietud. Para comprender la
configuracin del primer grado, conviene englobar el proceso de
formacin de los tres grados azules, buscando la esencia general de
la enseanza. Al respecto, siempre se ha sostenido que las
diferentes doctrinas de tica o de filosofa, que se hace necesario
el cumplir con ciertas condiciones en la enseanza, que son desde el
sentir al pensar y luego el ser. Como la Masonera: Es una escuela
que rene esas condiciones, muestra o ensea en el primer grado el
sentir, en el segundo el saber y en el tercero el ser.
1.2. LA INICIACION Y LOS OFICIOS
Hemos afirmado a menudo que la concepcin "profana" de las
ciencias y de las artes, acreditada hoy en Occidente, es una idea
muy moderna y supone la degeneracin de un estado previo en el que
unas y otras tenan un carcter del todo distinto. Lo mismo se puede
decir de los oficios; y, por otra parte, la distincin entre las
artes y los oficios, o entre el "artista" y el "artesano", es
tambin tpicamente moderna, como si hubiera derivado de esta
desviacin profana y slo por ella tuviera sentido. Para los
antiguos, el artifex es, sin distincin alguna, tanto el hombre que
ejerce un arte como el que ejerce un oficio; pero, realmente, no es
ni el artista ni el artesano en el sentido que estas palabras
tienen hoy; es algo ms que uno y otro porque, originalmente al
menos, su actividad est vinculada con principios que pertenecen a
un orden mucho ms profundo.
En toda civilizacin tradicional, en efecto, toda actividad del
hombre, cualquiera que sta sea, siempre se considera como derivada
esencialmente de los principios; por esta razn se podra decir que
la actividad es de alguna forma "transformada", y en lugar de
reducirse a lo que es desde el punto de vista de la simple
manifestacin exterior (lo cual es en definitiva la concepcin
profana), est integrada a la tradicin y constituye, para quien la
realiza, un medio de participar efectivamente de sta. Lo mismo
ocurre desde un punto de vista exotrico puro y simple: si se
considera, por ejemplo, una civilizacin como la civilizacin islmica
o la civilizacin cristiana de la Edad Media, no hay nada tan
sencillo como darse cuenta del carcter "religioso" que revisten los
actos ms ordinarios de la existencia. Es que la religin, en ellas,
no es algo que ocupa un lugar aparte, sin relacin alguna con todo
lo dems, como sucede con los occidentales modernos (al menos con
los que convienen todava en admitir una religin); al contrario,
toca profundamente toda la existencia del ser humano, o mejor
dicho, todo lo que constituye esta existencia y, en particular, la
vida social se encuentra como englobada en su dominio de manera
que, en tales condiciones, no puede existir en realidad nada que
sea "profano", excepto para los que, por uno u otro motivo, se
encuentran fuera de la tradicin y cuyo caso representa entonces una
simple anomala. Adems, donde no existe nada a que aplicar
propiamente el nombre de "religin", menos habr 'una legislacin
tradicional y "sagrada" que, an teniendo caracteres diferentes,
tenga exactamente la misma funcin; por lo tanto, estas
consideraciones pueden aplicarse a toda civilizacin tradicional sin
reserva. Pero hay todava algo ms: si pasamos del exoterismo al
esoterismo (utilizamos aqu estas palabras para mayor facilidad
aunque no convengan con igual rigor en todos los casos),
comprobamos, de forma muy general, la existencia de una iniciacin
que est ligada a los oficios y que los toma como base; es as como
estos oficios son todava susceptibles de un significado superior y
ms profundo; y quisiramos indicar cmo pueden proporcionar
efectivamente una va de acceso al dominio inicitico.
Lo que permite comprender lo anterior de la mejor forma posible,
es la nocin de lo que la doctrina hind llama swadharma, es decir,
el cumplimiento por parte de cada ser de una actividad conforme a
su propia naturaleza; y es tambin por medio de esta nocin, o mejor
dicho, por su ausencia, como se muestra con ms claridad el defecto
de la concepcin profana. Segn sta, en realidad, un hombre puede
escoger una profesin cualquiera, y puede incluso cambiarla a su
voluntad, como si esta profesin fuera algo nicamente exterior, sin
ningn vinculo real con lo que l es verdaderamente y con lo que hace
que sea l mismo y no otro. En la concepcin tradicional, al
contrario, cada cual debe desempear la funcin a la que est
destinado por su propia naturaleza; y no puede desempear otra sin
que ocurra por eso un gran desorden, que tendr consecuencias en
toda la organizacin social de la cual el individuo forma parte;
adems, si semejante desorden se generalizara, llegara a tener
efectos sobre el mismo medio csmico porque todas las cosas estn
ligadas entre si segn correspondencias rigurosas. Sin insistir ms
sobre este ltimo punto que, sin embargo, podra aplicarse muy
fcilmente a las condiciones de la poca actual, haremos notar que la
oposicin de las dos concepciones puede, por lo menos en cierto
aspecto, reducirse a la oposicin entre un punto de vista
"cualitativo" y un punto de vista "cuantitativo": en la concepcin
tradicional son las cualidades esenciales de los seres las que
determinan su actividad; en la concepcin profana, los individuos
son considerados solamente como "unidades" intercambiables, como si
estuvieran desprovistos, en s mismos, de toda cualidad propia. Esta
ltima concepcin que sin duda depende estrechamente de las ideas
modernas de "igualdad" y de "uniformidad" (siendo sta,
literalmente, lo contraro de la unidad verdadera porque implica la
multiplicidad pura e "inorgnica" de una especie de "atomismo"
social), lgicamente slo puede acabar en el ejercicio de una
actividad nicamente laquo;mecnica", en la cual ya no subsiste nada
que sea propiamente humano; y esto es, en efecto, lo que podemos
constatar en la actualidad. Por lo tanto, debe quedar muy claro que
los oficios "mecnicos" de los modernos, siendo slo un producto de
la desviacin profana, de ninguna manera podran ofrecer las
posibilidades de las cuales queremos hablar aqu; en verdad, tampoco
pueden, ser considerados como oficios si se quiere conservar el
sentido tradicional de esta palabra, el nico que nos interesa en
este momento. Si el oficio es algo del hombre mismo y, de alguna
manera, una manifestacin o una expansin de su propia naturaleza, es
fcil comprender, como decamos hace poco, que pueda servir de base
para una iniciacin, e incluso que sea, en la generalidad de los
casos, lo ms idneo que exista para este fin. En efecto, si la
iniciacin tiene esencialmente el objetivo de superar las
posibilidades del individuo humano, no es menos cierto que como
punto de partida slo puede tomar a este individuo tal como es; de
ah la diversidad de las vas iniciticas, es decir, en pocas
palabras, de los medios utilizados como "soportes", de acuerdo con
las diferencias de las naturalezas individuales; ms tarde, por otra
parte, estas diferencias intervienen cada vez menos a medida que el
ser avanza en su camino. Los medios as utilizados slo pueden tener
eficacia cuando corresponden a la naturaleza misma de los seres
para los cuales resultan adecuados; y, puesto que se debe proceder
necesariamente desde lo ms accesible a lo menos accesible, desde lo
exterior a lo interior, es normal adquirirlos de la actividad por
medio de la cual esta naturaleza se manifiesta exteriormente. Sin
embargo, es obvio que esta actividad slo puede desempear semejante
papel en la medida en que traduce realmente la naturaleza interior.
Por lo tanto, existe en esto una verdadera cuestin de
"cualificacin" en el sentido inicitico de este trmino; y, en
condiciones normales, esta "cualificacin" debera ser necesaria para
la prctica misma del oficio. Lo que acabamos de decir expresa al
mismo tiempo la diferencia fundamental que separa la enseanza
inicitica de la enseanza profana: lo que es simplemente "aprendido"
de lo exterior no tiene aqu ninguna importancia; la cuestin que aqu
se plantea es "despertar" las posibilidades latentes que el ser
lleva en s mismo (y en el fondo, es este el verdadero sentido de la
"reminiscencia" platnica).
Por medio de estas ltimas consideraciones, se puede comprender,
adems, cmo la iniciacin, al tomar el oficio de "soporte", tendr al
mismo tiempo y a la inversa, por decirlo as, una repercusin en la
prctica de este oficio. El ser, en efecto, habiendo realizado
plenamente las posibilidades de las que su actividad profesional es
slo una expresin exterior, y teniendo as el conocimiento efectivo
de lo que es el principio mismo de esta actividad, desde este
momento realizar conscientemente lo que al inicio slo era una
consecuencia muy "instintiva" de su naturaleza; y as, si el
conocimiento inicitico, para l, ha nacido del oficio, ste ltimo, a
su vez, se volver el campo de aplicacin de aquel conocimiento del
cual ya no podr ser separado. Habr entonces una correspondencia
perfecta entre lo interior y lo exterior, y la obra producida podr
ser, ya no solamente la expresin en un grado cualquiera y de forma
ms o menos superficial, sino la expresin realmente adecuada de
quien la habr concebido y ejecutado, lo cual constituir la "obra
maestra" en el verdadero sentido de esta palabra.
Es evidente que lo anterior est muy lejos de la pretendida
"inspiracin" inconsciente, o subconsciente, si as se desea, en la
que los modernos quieren ver el sello del verdadero artista,
considerndolo superior al artesano, segn la distincin ms que
criticable que tienen la costumbre de hacer, Artista o artesano, el
que acta bajo semejante " inspiracin" , en todo caso, no es ms que
un profano; muestra sin duda con esto que lleva en s algunas
posibilidades; sin embargo, mientras no haya tomado efectivamente
conciencia de ellas, an cuando alcance lo que se ha convenido en
llamar el "genio", esto no cambiar nada en l; y por no poder
ejercer un control sobre estas posibilidades, sus logros slo sern,
por decirlo as, accidentales, lo que por otra parte se reconoce
corrientemente diciendo que la "inspiracin" a veces falta. Todo lo
que se puede conceder, para comparar el caso que tratamos con aqul
donde interviene un conocimiento verdadero, es que la obra que,
consciente o inconscientemente tiene de verdad su origen en la
naturaleza de quin la ejecuta, no dar jams la impresin de un
esfuerzo ms o menos penoso que acarrea siempre alguna imperfeccin,
porque es algo anormal; al contrario, obtendr su misma perfeccin de
su conformidad con la naturaleza, lo que implicar por otra parte,
de forma inmediata y por decirlo as necesaria, su exacta adaptacin
al fin al que est destinada.
Si ahora queremos definir con ms rigor el dominio de lo que se
puede llamar las iniciaciones de oficio, diremos que stas
pertenecen al orden de los "misterios menores", puesto que estn
vinculadas con el desarrollo de las posibilidades que le
corresponden especficamente al estado humano; lo anterior no es el
fin ltimo de la iniciacin, no obstante constituya obligatoriamente
su primera fase. En efecto, es necesario que este desarrollo al
inicio se realice en su integridad, para permitir luego superar
este estado humano; sin embargo, es evidente que, ms all de este
ltimo, las diferencias individuales en las que se apoyan las
iniciaciones de oficio, desaparecen por completo y ya no podran
desempear ninguna funcin. Como hemos explicado en otras ocasiones,
los "misterios menores" conducen a la restauracin de lo que las
doctrinas tradicionales designan como el "estado primordial"; pero,
tan pronto como el ser alcanza este estado, que todava pertenece al
dominio de la individualidad humana (y que es el punto de
comunicacin de ste con los estados superiores), desaparecen las
diferencias que dan origen a las diversas funciones
"especializadas", aunque todas estas funciones tengan igualmente su
origen en l o, ms bien, por eso mismo; y en realidad es a este
origen comn que es indiscutiblemente necesario remontarse para
poseer en su plenitud todo lo que supone el ejercicio de una funcin
cualquiera.
Si examinamos la historia de la humanidad tal y como la ensean
las doctrinas tradicionales, de acuerdo con las leyes cclicas,
debemos decir que, en el origen, al tener el hombre la posesin
plena de su estado de existencia, tenla naturalmente las
posibilidades que le corresponden a todas las funciones, antes de
cualquier distincin de stas. La divisin de las funciones se produjo
en un estado sucesivo correspondiente a un estado ya inferior al
"estado primordial", pero en el que cada ser humano, a pesar de
tener solamente algunas posibilidades determinadas, tenla todava
espontneamente la conciencia efectiva de estas posibilidades. Es
slo en un periodo de mayor oscurecimiento cuando esta conciencia
lleg a perderse; y, desde entonces, la iniciacin se volvi necesaria
para permitir al hombre volver a encontrar con esta conciencia el
estado original al que es inherente; este es en efecto el primero
de sus objetivos, aqul que la iniciacin se propone de forma ms
inmediata. Para que sea posible, esto supone una transmisin que se
remonta, a travs de una aquo;cadenalaquo; ininterrumpida, hasta el
estado que debe ser restaurado y as, progresivamente, hasta el
mismo "estado primordial"; sin embargo, la iniciacin no se detiene
ah, y no siendo los "misterios menores" ms que la preparacin para
los "misterios mayores", es decir para la toma de posesin de los
estados superiores del ser, es necesario remontarse an ms all de
los orgenes de la humanidad. En efecto, no hay iniciacin verdadera,
incluso en el grado ms bajo y ms elemental, sin la intervencin de
un elemento "no humano", que es, segn lo que hemos expuesto con
anterioridad en otros artculos, la "influencia espiritual"
comunicada regularmente por medio del rito inicitico. Si esto es
as, evidentemente no hay motivos para buscar "histricamente" el
origen de la iniciacin, cuestin que por lo tanto parece sin
sentido, ni, por otra parte, el origen de los oficios, de las artes
y de las ciencias, considerados en su concepcin tradicional y
'1egtima", puesto que todos a travs de las diferenciaciones y de
las adaptaciones mltiples, pero secundarias, derivan igualmente del
"estado primordial", que los contiene todos en principio, y que por
esta razn, se unen con los otros rdenes de existencia, ms all de la
humanidad misma, lo que es por otra parte necesario para que
puedan, cada uno en su rango y segn su medida, contribuir
efectivamente a la realizacin del plan del Gran Arquitecto del
Universo 1.3. SOBRE LOS GRADOS INICIATICOS.En estos ltimos tiempos,
nos ha sorprendido mucho constatar que algunos de quienes pensbamos
no obstante que habran debido comprender mejor lo que hemos
expuesto en varias ocasiones sobre la iniciacin, cometan todava
sobre este tema bastantes extraas equivocaciones, que dan
testimonio de nociones completamente inexactas sobre cuestiones
que, sin embargo, son relativamente simples. Es as como,
concretamente, hemos odo emitir la asercin, perfectamente
inexplicable por parte de cualquiera que posee o que debera poseer
algn conocimiento de estas cosas, de que, entre el estado
espiritual de un iniciado que ha entrado en la va simplemente y el
estado primordial, no existe ningn grado intermediario. La verdad
es que, al contrario, existe un gran nmero de ellos, ya que el
camino de los misterios menores, que desemboca en el estado
primordial, es ciertamente muy largo de recorrer, y de hecho, bien
pocos llegan hasta su trmino; cmo se podra sostener pues que todos
los que estn en este camino estn realmente en el mismo punto, y que
no hay quienes han llegado a diferentes etapas del mismo? Por lo
dems, si ello fuera as, cmo sera posible que las formas iniciaticas
que se refieren propiamente a los misterios menores comprendan
generalmente una pluralidad de grados, por ejemplo tres en algunas,
siete en otras, para limitarnos a los casos ms conocidos, y a qu
podran corresponder estos grados?Hemos citado tambin una enumeracin
taosta en la que, entre el estado del hombre sabio y el del hombre
verdadero, se hace mencin de otros dos grados
intermediarios[footnoteRef:1]; ese ejemplo es incluso
particularmente claro, puesto que el estado primordial, que es el
del hombre verdadero, est expresamente situado all en el cuarto
grado de una jerarqua inciatica. En todos los casos, y de cualquier
manera que se repartan, esos grados no pueden, tericamente al
menos, o simblicamente si se quiere, cuando se trata de una
iniciacin simplemente virtual, representar nada ms que las
diferentes etapas de una iniciacin efectiva, etapas a las cuales
corresponden necesariamente otros tantos estados espirituales
distintos, estados de los cuales las etapas en cuestin son la
realizacin sucesiva; si ello fuera de otro modo, estaran
enteramente desprovistos de toda significacin. En realidad, los
grados intermediarios de la iniciacin pueden ser incluso en
multitud indefinida, y debe entenderse bien que los que existen en
una organizacin inicitica jams constituyen ms que una suerte de
clasificacin ms o menos general y esquemtica, limitada a la
consideracin de algunas etapas principales o ms claramente
caracterizadas, lo que explica por lo dems la diversidad de esas
clasificaciones. No hay que decir que, incluso si una organizacin
inicitica, por una razn cualquiera de mtodo, no confiere grados
claramente distintos y marcados por ritos particulares a cada uno
de ellos, eso no impide que las mismas etapas existan forzosamente
para aquellos que le estn vinculados, al menos desde que pasan a la
iniciacin efectiva, ya que no hay ningn medio que permita alcanzar
directamente la meta. [1: Ver La Gran Triada, Cp. XVIII. ]
Podemos presentar tambin las cosas de una manera diferente, que
las hace quizs an ms tangibles: hemos explicado la iniciacin a los
misterios menores, que toma naturalmente al hombre tal como es en
su estado actual, le hace en cierto modo remontar el ciclo
recorrido en el sentido descendente por la humanidad en el curso de
su historia, a fin de conducirle finalmente hasta el estado
primordial mismo[footnoteRef:2]. Ahora bien, es evidente que entre
ste y el estado presente de la humanidad, ha habido muchas etapas
intermedias, como lo prueba la distincin tradicional de las cuatro
edades, en el interior de cada una de las cuales habra lugar por lo
dems a establecer todava subdivisiones; la degeneracin espiritual
no se ha producido de un solo golpe, sino por etapas sucesivas, y,
lgicamente, la regeneracin no puede operarse ms que recorriendo las
mismas etapas en sentido inverso, y aproximndose as gradualmente al
estado primordial que se trata de reconquistar. [2: Ver
Apercepciones sobre la Iniciacin, Cp. XXXIX. ]
Comprenderamos mejor que pueda creerse que no hay grados
distintos en el recorrido de los misterios mayores, es decir, entre
el estado del hombre verdadero y el del hombre transcendente; sera
igualmente falso, pero al menos esta ilusin sera ms fcilmente
explicable. Sin embargo, hay mltiples estados supraindividuales,
entre los cuales los hay que estn en realidad muy alejados del
estado incondicionado, nicamente en el cual, se realiza la
Liberacin o la Identidad Suprema; pero, desde que un ser ha
rebasado el estado primordial para alcanzar un estado
supraindividual cualquiera que sea, quienquiera que est todava en
el estado individual humano le pierde de vista en cierto modo, como
un observador cuya vista estuviera limitada a un plano horizontal
no podra conocer de una vertical ms que su nico punto de encuentro
con ese plano, escapndosele necesariamente todos los dems. Ese
punto, que corresponde propiamente al estado primordial, es pues al
mismo tiempo, como lo hemos dicho en otra parte, la huella o el
rastro nico de todos los estados suprahumanos; por eso es por lo
que, desde el estado humano, el hombre transcendente y aquellos que
solamente han realizado estados supraindividuales todava
condicionados son verdaderamente indiscernibles entre ellos, as
como del hombre verdadero mismo que sin embargo no ha llegado ms
que al centro del estado humano y que no tiene actualmente la
posesin efectiva de ningn estado superior ([footnoteRef:3]). [3:
Ver La Gran Triada, Cp. XVIII.]
Esta nota no tiene otro cometido que recordar algunas nociones
que ya habamos expuesto, pero que parecen no haber sido siempre
suficientemente comprendidas; y hemos estimado tanto ms necesario
volver de nuevo a ello cuanto que es verdaderamente peligroso, para
aquellos que no estn todava ms que en el primer estadio de la
iniciacin, imaginarse que son ya, si es permisible expresarse as,
candidatos inmediatos a la realizacin del estado primordial. Es
verdad que los hay que van todava mucho ms lejos y que se persuaden
de que, para obtener inmediatamente la Liberacin misma, basta
sentir un deseo sincero de ella, acompaado de una confianza
absoluta en un Guru, sin tener que cumplir el menor esfuerzo por s
mismos; Ciertamente, uno cree soar cuando se encuentra en presencia
de semejantes aberraciones!
1.4. HISTORIA DE LA INICIACIN Y SUS SMBOLOS.La oscuridad
respecto al origen de la iniciacin primitiva, debe principalmente
atribuirse a la creencia general de que sus diversos grados fueron
establecidos en una misma poca, y por una reunin de filsofos que
vivan en comn. Pero si antes de considerar el sistema de la
iniciacin como homogneo, se hubiera primero estudiado cada una de
sus partes que lo constituyen, fcil seria conocer que los hechos y
conocimientos contenidos en la mayor parte de sus grados, indican
que el sistema de la iniciacin slo poda ser creado sucesivamente y
segn los procesos mas o menos lentos de la civilizacin del mundo
primitivo; siendo esta asercin, tanto mas positiva, cuanto que los
tres grados simblicos de la iniciacin representan separadamente el
elemento predominante del siglo que le dio origen. Pero como el
carcter distintivo de la iniciacin, ha sido la reunin de los signos
y jeroglficos; y como estos aludieron siempre al progreso de las
artes y a la religin de los pueblos de oriente, tales como Persia,
India, y Egipto, se sigue que la iniciacin parece haber tenido all
su origen primitivo. Debe entenderse por smbolos, ciertas figuras o
imgenes que son alusivas a alguna significacin moral. El tringulo,
escuadra, comps, regla, sol, luna, estrellas, estatuas, son signos
de que sirvieron los primeros sabios persas, para ocultar sus
verdaderos designios.Los sacerdotes y los primeros legisladores de
Egipto, tambin adoptaron el lenguaje emblemtico; pero despus Minos,
el segundo Mercurio, sustituy los jeroglficos a dicho lenguaje. Los
jeroglficos eran ciertas seales o caracteres por medio de las
cuales, sin auxilio de la palabra, los sacerdotes de Egipto
ocultaban al vulgo ciertas verdades. Los rboles, las piedras,
plantas, animales, y otros objetos, eran otros tantos enigmas, que
simbolizaban hechos sagrados o profanos. As para representar la
naturaleza en jeroglficos, los sacerdotes de Egipto formaban un
hombre con dos alas, el rostro color de fuego, cabeza con cuernos,
barba, bastn en la mano derecha. Por esta demostracin que podramos
multiplicar, se puede ver que los jeroglficos eran representaciones
de cada cosa en particular y que para marcar una poca, consignan un
hecho o fijan una referencia, era preciso unir y acumular muchos
jeroglficos, que no podan estar al alcance del vulgo. Esta gran
dificultad unida a otros motivos ms poderosos, fue el origen de los
pequeos y de los grandes misterios. En los pequeos Misterios, que
eran populares, se enseaba la moral, consistiendo, entre ellos el
secreto de persuadir a los iniciados, que el Olimpo estaba poblado
de las almas de los hombres que haban distinguido por su amor a la
patria. En los Grandes Misterios, reservados a los iniciados, se
enseaba las ciencias y los errores de la metempsicosis.La iniciacin
encierra la teogona, el culto de la moral, la filantropa, las
artes, los conocimientos que posea el mundo primitivo.Nosotros
definimos la iniciacin, en Masonera: como una escuela de filosofa,
en la que por medio de smbolos y jeroglfico, el hombre se convierte
en buen padre, buen amigo y buen patriota.Algunos sabios persas,
hebreos y caldeos, se unieron, segn Vassal, 100.000 aos antes de la
era vulgar, para formar en Persia una asociacin mstica bajo el
nombre de Magos (del Caucazo, Magh, grandeza): La institucin de los
magos tena por objeto, no slo conservar como un depsito secreto los
vestigios de las artes y de la ciencia de los tiempos primitivos,
sino tambin la formacin de un dogma religioso. De esta sociedad en
comn naci la necesidad de ciertos smbolos, por medio de los cuales
la doctrina de los magos se transmitiera generalmente y sin
peligro.La luz que encerraba la enseanza simblica empez a brillar
insensiblemente, no mereciendo los iniciados en tiempo alguno, el
ser llamados ateos o impostores. Los magos reconocan en Dios un ser
incomprensible e inefable, lo proponan a la adoracin de los pueblos
bajo los emblemas del sol y de la naturaleza. El primero, era
considerado como imagen del Creador o su ms bella representacin, y
el segundo, como la expresin de su voluntad o como el cdigo fijo y
elocuente de las leyes que rigen el Universo.
1.5. LOS FUNDAMENTOS INICIATICOS.El hombre ha buscado, desde las
ms profundas edades del pasado el mecanismo que se pudiera utilizar
para dar satisfaccin a las inconmensurables inquietudes que en su
ser interno se arraigan. No lo ha encontrado, y solamente ha podido
responder en alguna forma a su anhelo, la palabra escrita o la
actitud sacerdotal que se hace sentir en las solemnes celebraciones
que ha realizado la humanidad en sus diferentes periodos de
vida.Justamente es en el dialogo y en la actitud en donde el hombre
afirma ciertos hechos escondidos a su percepcin ordinaria y vulgar.
Dentro del contenido de las frases, en el valor de las palabras, en
el signo hiertico y sugerente, en la prestancia que se adquiere con
el movimiento, el ser humano encuentra el sentido de la filosofa o
doctrina que desea comprender.Toda la vida humana corriente, dentro
de un mbito de manifestacin que a veces se presenta amarga y
turbulenta en otras serenas y tranquilas, termina su diversificacin
una vez que las palabras logran encender en fervor que
transformamos en puro anhelo espiritual, cuando los ojos internos
se adentran en el corazn, para auscultar el sentimiento. Es ah,
pues, en ese anhelo espiritual en donde se encuentra por el
discpulo el primer paso de su realidad frente a la vida.Ahora bien,
refirindose a las condiciones que se requieren para la iniciacin,
se estima que la primera de esas consiste en que el aspirante posea
cierta aptitud o disposicin natural, sin lo cual todo esfuerzo
seria en vano, ya que el hombre no podr desarrollar sino las
posibilidades con que cuenta en su origen.Una segunda condicin
consiste en la dependencia u obediencia o una organizacin
tradicional como la Orden Masnica, la que sin embargo no puede
liberar al iniciado de efectuar su propio trabajo interior, ya que
es indispensable conseguirlo por si mismo. La orden masnica es la
depositaria del conocimiento inciatico y no puede comunicarlo como
si se tratara de un profesor a sus alumnos. Se trata de algo
precisamente incomunicable, ya que se obtiene con estados de
conciencia individual que se realizan interiormente.Por otra parte,
el ritual, que es el medio con que se transmite la influencia
espiritual, involucra enseanzas que han dejado de ser objeto de
estudio y meditacin por el Aprendiz, y todo el trabajo impartido
por los instructores de la Orden, adems de representar
conocimientos, significan valores de transmisin de una
influencia.Ahora bien, la Masonera: ha adoptado un lenguaje
simblico porque ha comprendido que es el medio ms conveniente para
expresar transmisiones de orden inicitico. Los smbolos son, adems
algo ms que un simple medio de enseanza exterior. Su funcin
principal en la construccin de imgenes, a la vigilancia, que c o n
s t i t u y e n modalidades de trabajo interno del discpulo. En el
estudio de los smbolos, las consideraciones tericas como trabajo
propiamente inciatico, tienen valor real solamente cuando estn
destinadas a preparar la realizacin de la construccin interna del
hombre.
1.6. LAS TRES VAS Y LAS FORMAS INICITICASSe sabe que la tradicin
hind distingue tres vas (mrgas) que son respectivamente las de
Karma, de Bhakti, y de Jnn; no vamos a volver de nuevo sobre la
definicin de estos trminos, que debemos suponer suficientemente
conocida de nuestros lectores; pero precisaremos ante todo que,
desde que se corresponden a tres formas de Yoga, eso implica
esencialmente que todos tienen o son susceptible de tener una
significacin de orden propiamente inicitico ([footnoteRef:4]). Por
otra parte, es menester comprender bien que toda distincin de este
gnero tiene siempre forzosamente un cierto carcter esquemtico y un
poco terico, ya que, de hecho, las vas varan indefinidamente para
convenir a la diversidad de las naturalezas individuales, e,
incluso en una clasificacin muy general como esa, no puede ser
cuestin ms que de una predominancia de uno de los elementos de que
se trata en relacin a los otros, sin que stos puedan ser excluidos
nunca enteramente. [4: Decimos son susceptibles de tener porque
pueden tener tambin un sentido exotrico, pero es evidente que ste
no est en causa cuando se trata del Yoga; naturalmente, el sentido
inicitico es en suma como una transposicin suya en un orden
superior. ]
Ocurre aqu como en el caso de los tres gunas: Se clasifica a los
seres segn el guna que predomina en ellos, pero no hay que decir
que la naturaleza de todo ser manifestado por eso no conlleva menos
a la vez los tres gunas, aunque en proporciones diversas, ya que es
imposible que sea de otro modo en todo lo que procede de Prakriti.
La aproximacin que hacemos entre estos dos casos es ms que una
simple comparacin, y est tanto ms justificada cuanto que hay
realmente una cierta correlacin entre el uno y el otro: en efecto,
el Jnna-mrga es evidentemente el que conviene a los seres de
naturaleza sattwica, mientras que el Bhakti-mrga y el Karma-mrga
convienen a aquellos cuya naturaleza es principalmente rajsica, por
lo dems con matices diferentes; en un cierto sentido, se podra
decir quizs que hay en el ltimo algo que est ms prximo de tamas que
en el otro, pero todava sera menester no llevar esta consideracin
demasiado lejos, ya que est bien claro que los seres de naturaleza
tamsica no estn cualificados en modo alguno para seguir un va
inicitica cualquiera que sea.Aparte de esta ltima reserva, por eso
no es menos verdad que existe una relacin entre los caracteres
respectivos de los tres mrgas y los elementos constitutivos del ser
repartidos segn el ternario espritu, alma, cuerpo([footnoteRef:5]);
en s mismo, el Conocimiento puro es de orden esencialmente
supraindividual, es decir, en definitiva espiritual, as como es
evidente que el intelecto psquico es de Bhakti, mientras que Karma,
en todas sus modalidades, implica forzosamente una cierta actividad
de orden corporal, y, cualesquiera que sean las transposiciones de
que son susceptibles estos trminos, algo de esta naturaleza
original debe siempre encontrarse ah inevitablemente. Esto confirma
plenamente lo que decamos de la correspondencia con los gunas: en
estas condiciones, la va jnnica no puede convenir evidentemente ms
que a los seres en los que predomina la tendencia ascendente de
sattwa, y que, por eso mismo, estn predispuestos a apuntar
directamente a la realizacin de los estados superiores ms bien que
a entretenerse en un desarrollo detallado de las posibilidades
individuales; por el contrario, las otras dos vas hacen llamada
primero a elementos propiamente individuales, aunque sea para
transformarlos finalmente en algo que pertenece a un orden
superior, y esto es conforme a la naturaleza de rajas, que es la
tendencia que produce la expansin del ser en el nivel mismo de la
individualidad, la cual, es menester no olvidarlo, est constituida
por el conjunto de los elementos psquico y corporal. Por otra
parte, de ah resulta inmediatamente que la va jnnica se refiere ms
particularmente a los misterios mayores, y las vas bhktica y krmica
a los misterios menores; en otros trminos, con esto se ve tambin
que solo con jnna es posible llegar a la meta final, mientras que
bhakti y karma tienen un papel ms bien preparatorio, puesto que las
vas correspondientes no conducen ms que hasta un cierto punto,
aunque hacen posible la obtencin del Conocimiento para aquellos
cuya naturaleza no sera apta para l directamente y sin una tal
preparacin. Por lo dems, entindase bien que no puede haber
iniciacin efectiva, ni siquiera en los primeros estadios, sin una
parte ms o menos grande de conocimiento real, mientras que, en los
medios que la iniciacin pone en obra, el acento se pone sobre todo
sobre uno u otro de los elementos bhktico y krmico; lo que queremos
decir, es que en todo caso, ms all de los lmites del estado
individual, no puede haber ya ms que una sola y nica va, que es
necesariamente la del Conocimiento puro. Otra consecuencia que nos
es menester notar tambin, es que, en razn de la conexin de las dos
vas bhktica y krmica con el orden de las posibilidades individuales
y con el dominio de los misterios menores, la distincin entre ellas
est mucho menos marcada que con la va jnnica, lo que deber
reflejarse naturalmente de una cierta manera en las relaciones de
las formas iniciticas correspondientes; por lo dems, tendremos que
volver de nuevo un poco ms sobre este punto en la continuacin de
nuestra exposicin. [5: Aqu todava, sera menester no ver nada
exclusivo en una tal correspondencia, ya que toda va inicitica,
para ser realmente vlida, implica necesariamente una participacin
del ser todo entero. ]
Estas consideraciones nos llevan a considerar todava otra
relacin, la que existe, de una manera general, entre los tres mrgas
y las tres castas dos veces nacidas; por lo dems, es fcil
comprender que debe haber una tal relacin, puesto que la distincin
de las castas no es otra cosa en principio que una clasificacin de
los seres humanos segn sus naturalezas individuales, y puesto que
es precisamente por conveniencia con la diversidad de esas
naturalezas por lo que existe una pluralidad de vas. Puesto que los
brhmanes son de naturaleza sattwica, estn particularmente
calificados para el Jnna-mrga, y se dice expresamente que deben
tender tan directamente como sea posible a la posesin de los
estados superiores del ser; por lo dems, su funcin misma en la
sociedad tradicional es esencialmente y ante todo una funcin de
conocimiento. Las otras dos castas, cuya naturaleza es
principalmente rajsica, ejercen funciones que, en s mismas, no
rebasan el nivel individual y estn orientadas hacia la actividad
exterior([footnoteRef:6]): las de los kshatriyas corresponden a lo
que se puede llamar el psiquismo de la colectividad, y las de los
vaishyas tienen por objeto las diversas necesidades del orden
corporal; segn lo que hemos dicho precedentemente, de eso resulta
que los kshatriyas deben estar calificados sobre todo para el
Bhakti-mrga y los vaishyas para el Karma-mrga, y, de hecho, es en
efecto eso lo que se puede constatar generalmente en las formas
iniciticas que les estn destinadas respectivamente. No obstante, a
propsito de esto hay que hacer una precisin importante: es que, si
se entiende el Karma-mrga en su sentido ms extenso, se define por
el swadharma, es decir, por el cumplimiento por cada ser de la
funcin que es conforme a su propia naturaleza; entonces se podra
considerar su aplicacin a todas las castas, salvo, sin embargo, que
este trmino sera manifiestamente impropio en lo que concierne a los
brhmanes, pues la funcin de stos est en realidad ms all del dominio
de la accin; pero al menos podra aplicarse a la vez, aunque con
modalidades diferentes, al caso de los kshatriyas y al de los
vaishyas, lo que es un ejemplo de la dificultad que hay, como lo
decamos ms atrs, en separar de una manera completamente clara lo
que conviene a los unos y a los otros, y, por lo dems, se sabe que
la Bhagavad Gt expone un Karma-Yoga que es ms especialmente para el
uso de los kshatriyas. A pesar de eso, por ello no es menos verdad
que, si se toman las palabras en su sentido ms estricto, las
iniciaciones de los kshatriyas presentan en su conjunto un carcter
sobre todo bhktico y las de los vaishyas un carcter sobre todo
krmico; y esto se aclarar todava dentro de un momento por un
ejemplo sacado de las formas iniciticas del mundo occidental mismo.
[6: Decimos que en s mismas porque pueden ser transformadas por una
iniciacin que las toma como soporte.]
En efecto, no hay que decir que, cuando hablamos de las castas
como lo hacemos aqu, refirindonos en primer lugar a la tradicin
hind por la comodidad de nuestra exposicin y porque nos proporciona
a este respecto la terminologa ms adecuada, lo que decimos de ellas
se extiende igualmente a todo lo que corresponde en otras partes a
estas castas, bajo una forma o bajo otra, ya que las grandes
categoras entre las cuales se reparten las naturalezas individuales
de los seres humanos son siempre y por todas partes las mismas, por
eso mismo de que, reducidas a su principio, no son ms que una
resultante de la predominancia respectiva de los diferentes gunas,
lo que es evidentemente aplicable a la humanidad toda entera, en
tanto que caso particular de una ley que vale para todo el conjunto
de la manifestacin universal. La nica diferencia notable est en la
proporcin ms o menos grande, segn las condiciones de tiempo y de
lugar, de los hombres que pertenecen a cada una de estas categoras
y que, por consiguiente, si estn calificados para recibir una
iniciacin, sern susceptibles de seguir una u otra de las vas
correspondientes([footnoteRef:7]); y, en los casos ms extremos,
puede ocurrir que alguna de estas vas deje de existir prcticamente
en un medio dado, una vez que ha devenido insuficiente para
permitir el mantenimiento de una forma inicitica distinta el nmero
de aquellos que seran aptos para seguirla([footnoteRef:8]). Es lo
que ha ocurrido concretamente en occidente, donde, desde hace ya
mucho tiempo al menos, las aptitudes para el conocimiento han sido,
constantemente, cada vez ms raras y menos desarrolladas que la
tendencia a la accin, lo que equivale a decir que, en el conjunto
del mundo occidental, e incluso en lo que constituye la lite al
menos relativa, rajas predomina con mucho sobre sattwa; as, incluso
ya en la Edad Media, no se encuentran indicios bien claros de la
existencia de formas iniciticas propiamente jnnicas, que habran
debido corresponder normalmente a una iniciacin sacerdotal; eso
llega a tal punto que incluso las organizaciones iniciticas, que
estaban entonces en conexin ms especial con algunas rdenes
religiosas, por eso no tenan menos un carcter bhktico fuertemente
acentuado, en la medida en que es posible juzgarlo segn el modo de
expresin empleado habitualmente por aquellos de sus miembros que
dejaron obras escritas. Por el contrario, se encuentra en aquella
poca, por una parte, la iniciacin caballeresca, cuyo carcter
dominante es evidentemente bhktico([footnoteRef:9]), y, por otra
parte, las iniciaciones artesanales, que eran krmicas en el sentido
ms estricto, puesto que estaban basadas esencialmente sobre el
ejercicio efectivo de un oficio. No hay que decir que la primera
era una iniciacin de kshatriyas y que las segundas eran
iniciaciones de vaishyas, tomando la designacin de las castas segn
la significacin general que hemos explicado hace un momento; y
agregaremos que los lazos que existieron casi siempre de hecho
entre estas dos categoras, as como hemos tenido frecuentemente la
ocasin de sealarlo en otras partes, son una confirmacin de lo que
hemos dicho ms atrs de la imposibilidad de separarlas
completamente. Ms tarde, las formas bhkticas mismas desaparecieron,
y las nicas iniciaciones que subsisten todava actualmente en
occidente son iniciaciones de oficio o lo han sido en el origen;
incluso all donde, a consecuencia de algunas circunstancias
particulares, la prctica del oficio ya no se requiere como una
condicin necesaria, lo que, por lo dems, no puede considerarse sino
como una disminucin, cuando no como una verdadera degeneracin, eso
no cambia nada evidentemente en cuanto a su carcter esencial. [7:
Para no complicar intilmente nuestra exposicin, no hacemos
intervenir aqu la consideracin de las anomalas que, en la poca
actual y sobre todo en occidente, resultan de la mezcla de las
castas, de la dificultad siempre creciente de determinar
exactamente la verdadera naturaleza de cada hombre, y del hecho de
que la mayora no desempea ya la funcin que convendra realmente a su
propia naturaleza. ] [8: Sealamos incidentemente que esto puede
obligar a aquellos que estn todava calificados para esta va a
refugiarse, si es permisible expresarse as, en organizaciones que
practican otras formas iniciaticas que primitivamente no estaban
hechas para ellos, inconveniente que, por lo dems, puede ser
atenuado por una cierta adaptacin efectuada en el interior de esas
organizaciones mismas. ] [9: Es la misma cosa para las iniciaciones
tales como la de los Fedeli dAmore, como el nombre mismo de sta lo
indica expresamente, aunque el elemento jnnico parezca haber tenido
ah no obstante un mayor desarrollo que en la iniciacin
caballeresca, con la cual tenan por lo dems relaciones bastante
estrechas. ]
Ahora bien, si la existencia exclusiva de formas iniciticas que
pueden ser calificadas de krmicas en el occidente actual es un
hecho incontestable, es menester decir que las interpretaciones a
las que este hecho ha dado lugar no estn siempre exentas de
equvocos y de confusiones, y eso bajo ms de un punto de vista; es
eso lo que nos queda por examinar todava para poner las cosas en su
punto tan completamente como es posible. Primeramente, algunos se
han imaginado que, por su carcter krmico, las iniciaciones
occidentales se oponen en cierto modo a las iniciaciones
orientales, que, segn su manera de ver, seran todas propiamente
jnnicas([footnoteRef:10]); eso es completamente inexacto, pues la
verdad es que, en oriente, coexisten todas las categoras de formas
iniciticas, como lo prueba por lo dems suficientemente la enseanza
de la tradicin hind sobre la cuestin de los tres mrgas; por el
contrario, si no existe ms que una en occidente, es porque las
posibilidades de este orden se encuentran reducidas al mnimo. Que
la predominancia cada vez ms exclusiva de la tendencia a la accin
exterior sea una de las causas principales de ese estado de hecho,
eso no es dudoso; pero por ello no es menos verdad que, a pesar del
agravamiento de esta tendencia, todava hoy subsiste una iniciacin,
cualquiera que sea, y pretender lo contrario implica una grave
equivocacin sobre la significacin real de la va krmica, as como lo
veremos ms precisamente dentro de un momento. Adems, no es
admisible querer hacer en cierto modo una cuestin de principio de
lo que no es ms que el efecto de una simple situacin contingente, y
considerar las cosas como si toda forma inicitica occidental
debiera ser necesariamente de tipo krmico por eso mismo de que es
occidental; no creemos que haya necesidad de insistir ms en ello,
ya que, despus de todo lo que hemos dicho, debe estar bastante
claro que una tal opinin no podra responder a la realidad, que, por
lo dems, es evidentemente mucho ms compleja de lo que parece
suponerse. [10: Hay que destacar que, en una tal concepcin, se
ignora o no se tiene en cuenta la existencia de iniciaciones
bhkticas. ]
Otro punto muy importante es ste: el trmino de Karma, cuando se
aplica a una va o a una forma inicitica, debe entenderse ante todo
en su sentido tcnico de accin ritual; a este respecto, es fcil ver
que hay en toda iniciacin un cierto lado krmico, puesto que ella
implica siempre esencialmente el cumplimiento de ritos
particulares; por lo dems, eso corresponde tambin a lo que hemos
dicho de la imposibilidad que hay de que una u otra de las tres vas
exista en el estado puro. Adems, y fuera de los ritos propiamente
dichos, toda accin, para ser realmente normal, es decir, conforme
al orden, debe ser ritualizada, y, como lo hemos explicado
frecuentemente, lo es efectivamente en una civilizacin
integralmente tradicional; incluso en los casos que se podran decir
mixtos, es decir, aquellos donde una cierta degeneracin ha trado
consigo la introduccin del punto de vista profano y le ha hecho un
sitio ms o menos amplio en la actividad humana, eso sigue siendo
todava verdad al menos para toda accin que est en relacin con la
iniciacin, y ello es as concretamente para todo lo que concierne a
la prctica del oficio en el caso de las iniciaciones
artesanales([footnoteRef:11]). Se ve que eso est tan lejos como es
posible de la idea que se hacen de una va krmica aquellos que
piensan que una organizacin inicitica, porque presenta un tal
carcter, debe mezclarse ms o menos directamente en una accin
exterior y completamente profana, como lo son inevitablemente en
particular, en las condiciones del mundo moderno, las actividades
sociales de todo gnero. La razn que invocan stos en apoyo de su
concepcin es generalmente que una tal organizacin tiene el deber de
contribuir al bienestar y a la mejora de la humanidad en su
conjunto; la intencin puede ser muy loable en s misma, pero la
manera en que consideran su realizacin, incluso si se la despoja de
las ilusiones progresistas a las que se asocia muy frecuentemente,
por eso no es menos completamente errnea. [11: Se podra decir que,
en este caso, krmico es casi sinnimo de operativo, entendiendo
naturalmente esta ltima palabra en su verdadero sentido, sobre el
que frecuentemente hemos tenido ocasin de insistir. ]
Ciertamente, nunca se ha dicho que una organizacin inicitica no
pueda proponerse secundariamente una meta como la que tienen en
vista, en cierto modo por aadidura, y con la condicin de no
confundirla jams con lo que constituye su meta propia y esencial;
pero entonces, para ejercer una influencia sobre el medio exterior
sin dejar de ser lo que ella debe ser verdaderamente, ser menester
que ponga en obra medios completamente diferentes de los que creen
sin duda que son los nicos posibles, medios de un orden mucho ms
sutil, y por lo dems mucho ms eficaces. Pretender lo contrario, es
en el fondo, desconocer totalmente el valor de lo que hemos llamado
a veces una accin de presencia; y, en el orden inicitico, este
desconocimiento es comparable a lo que es, en el orden exotrico y
religioso, el desconocimiento, tan extendido tambin en nuestra
poca, del papel de las rdenes contemplativas; en suma, en los dos
casos, es una consecuencia de la misma mentalidad especficamente
moderna, para la cual todo lo que no aparece al exterior y no cae
bajo los sentidos es como si no existiera.Ya que estamos con este
punto, agregaremos todava que hay tambin equivocaciones sobre la
naturaleza de las otras dos vas, y sobre todo de la va bhktica, ya
que, en lo que concierne a la va jnnica, es muy difcil confundir el
Conocimiento puro, o incluso las ciencias tradicionales que
dependen ms propiamente del dominio de los misterios menores, con
las especulaciones de la filosofa y de la ciencia profanas. En razn
de su carcter ms estrictamente transcendente, se puede ignorar
enteramente esta va mucho ms fcilmente que desnaturalizarla con
falsas concepciones; e incluso sus travestimientos en filosofa, por
parte de algunos orientalistas, que no dejan subsistir
absolutamente nada de lo esencial y que lo reducen todo a la sombra
vana de las abstracciones, equivalen de hecho a la ignorancia pura
y simple y estn muy alejados de la verdad como para poder imponer a
nadie la menor nocin de las cosas iniciticas. En lo que concierne a
Bhakti, el caso es bastante diferente, y aqu los errores provienen
sobre todo de una confusin del sentido inicitico de este trmino con
su sentido exotrico, que por lo dems, a los ojos de los
occidentales, toma casi forzosamente un aspecto especficamente
religioso y ms o menos mstico que no puede tener en las tradiciones
orientales: ciertamente, eso no tiene nada que ver con la
iniciacin, y, si no se tratara realmente de nada ms, es evidente
que no podra haber Bhakti-Yoga; pero esto nos lleva una vez ms a la
cuestin del misticismo y de sus diferencias esenciales con la
iniciacin.
1.7. CONSIDERACIONES FINALES.El smbolo es en resumen, amplitud
de pensamiento, significa escalar niveles de conciencia para vivir
y experimentar otros estados de existencia, muy superiores no solo
en utilidad sino en el plano mismo de la comprensin. Es pues
necesario que el Aprendiz entre al simbolismo con mensura,
afirmando suavemente los pies con la sutilidad de la figura,
hacindole comprender que hay smbolos masculinos y femeninos,
representando los primeros el principio activo de la vida universal
y los segundos de la pasividad de la matriz que recibe para
engendrar el resultado. El smbolo guarda en su cofre lleno de
gemaspreciosas de significacin oculta, una doctrina de fuerza de
principios, de puridad en el fin, explicando al hombre y a la vida
infinita desde su principio hasta hoy, lo que son en continente,
adems de desarrollar ante nuestra percepcin interior el panorama
luminoso del futuro. Es mi palabra.
2. LA INICIACIN.La ceremonia de la Iniciacin es una de las ms
complejas y cargada de simbolismo de toda la estructura masnica.
Como es sabido, al Iniciado se le imparte sus enseanzas
principalmente a travs de un Ritual. Por lo tanto el Ritual, no es
un simple espectculo en el que participamos o presenciamos, sino
que slo reflexionando sobre cada uno de sus contenidos, llegaremos
a comprender la intencin de nuestros antecesores, quienes
recopilaron los rituales actuales, basndose en las ms antiguas
tradiciones esotricas.Los Rito de iniciacin han existido en las ms
diversa culturas, en todas las pocas y en todos los rincones de la
tierra. Los ciclos naturales del Cosmos, del planeta, de la vida
humana, engranados todos entre s, sirvieron sin duda de inspiracin
y modelo para los ritos de pasos, que marcaron el desarrollo fsico
(pubertad) y espiritual (iluminacin) del individuo.El Termino
iniciacin, a pesar que puede drsele diferentes interpretaciones,
desde el punto de vista masnico, puede ser considerada, como la
ceremonia con la cual, se recibe a los candidatos en nuestros
Augustos Misterios. Para este fin es necesario examinar y estudiar
los diferentes elementos que componen esta ceremonia, buscando el
ntimo significado de cada unos de ellos y su valor, en trmino de
vida para su aplicacin operativa en el mstico camino de la
existencia. Es de hacer notar, que las dos caractersticas
fundamentales de nuestra Orden (la inicitica y la simblica) estn
expresadas en la ceremonia de recepcin, del grado de aprendiz, por
que en este grado, es donde se resume todo el programa de la
Masonera.La iniciacin no es un fenmeno puntual y momentneo, sino
que es un proceso, aunque se representa mediante una ceremonia.La
iniciacin no es una experiencia sacramental o mgica, sino un
proceso de aprendizaje psicolgico. En el caso de la iniciacin
masnica no es un camino de salvacin, de carcter religioso o
esotrico, sino que es un proceso de auto esclarecimiento compatible
con cualquiera fe religiosa o esotrica, siempre y cuando no anule
la libertad del individuo, as como tambin, es incompatible-en el
caso de masonera liberal-con el agnosticismo y el ateismo. Tampoco,
seria compatible con una postura nihilista radical que negara
cualquier sentido trascendente o inmanente al mundo, que interpreta
el Universo como un caos puro, sin un orden posible, que afirmare
que a pesar del desorden aparente, existe un Cosmos.Hay autores
masones, los cuales, no comporta la idea, que la iniciacin masnica,
no es el nico mtodo de esclarecimiento, sino que es uno ms. Hacen
esta afirmacin basados en las experiencias vitales espontneas, que
puedan tener de la virtualidad inicitica, en cuanto provoca un
aumento de conciencia del individuo, una nueva y ms responsable
actitud ante la vida, por ejemplo: la maternidad \ paternidad, la
compasin por el dolor ajeno, etc. Pero desde el punto de vista del
Orden, esto no es as, por que la iniciacin lleva implcito un
proceso y tales actitudes, no conllevan a ninguno. Rene Gunon
manifiesta:Se nos ha pedido, repetidas veces y desde diversos
sectores, reunir en un volumen los artculos que hicimos aparecer,
en la revista Etudes Traditionnelles, sobre cuestiones directamente
relacionadas con la iniciacin; no nos ha sido posible satisfacer
directamente estas peticiones, pues consideramos que un libro debe
ser algo distinto a una simple coleccin de artculos, y tanto ms
cuando, como en el caso presente, estos artculos, escritos por
motivos circunstanciales y sirviendo para responder a las
cuestiones que nos eran expuestas, no se encadenaban en forma de
sucesivos captulos de un libro; nos fue preciso entonces
modificarlos, completarlos y disponerlos de otro modo, y es lo que
hemos hecho aqu. Ello no significa, por otra parte, que hayamos
querido hacer de este modo una especie de tratado ms o menos
completo y en cualquier caso "didctico";([footnoteRef:12]) Esto
todava sera concebible, en rigor, si se tratara solamente de
estudiar una forma particular de iniciacin, pero, desde el momento
en que por el contrario se trata de la iniciacin en general, sera
una labor del todo imposible, pues las cuestiones que pueden
exponerse a este respecto no son en nmero determinado, oponindose
la naturaleza misma del sujeto a toda delimitacin rigurosa, de
manera que no se podra en modo alguno tener la pretensin de
tratarlas todas sin omitir ninguna. Todo lo que se puede hacer, en
suma, es considerar ciertos aspectos, situarse bajo ciertos puntos
de vista, que ciertamente, incluso si son de aquellos cuya
importancia se deja ver inmediatamente por una u otra razn, dejan
de lado sin embargo puntos a los cuales sera igualmente legtimo
considerar; es por ello que hemos pensado que el trmino
aperus([footnoteRef:13]) era el que mejor poda caracterizar el
contenido de la presente obra, tanto ms cuando, incluso en lo que
concierne a las cuestiones tratadas, no es sin duda posible el
"agotar" completamente una sola. Es demasiado evidente que no poda
ser cuestin de repetir aqu lo que ya hemos dicho en otros libros
sobre los puntos concernientes al mismo tema; nos debemos contentar
con remitir al lector cada vez que ello sea necesario; por lo dems,
en el orden de conocimiento al cual se refieren todos nuestros
escritos, todo est ligado de tal forma que es imposible proceder de
otro modo. [12: 1En el proceso inciatico] [13: apercu podra
traducirse como ojeada, idea general o de conjunto,
apreciacin((N.del.T)]
Acabamos de decir que nuestra intencin ha sido esencialmente
tratar asuntos concernientes a la iniciacin en general; debe quedar
claro entonces que, en todas las ocasiones en las que nos referimos
a tal o cual forma inicitica determinada, lo hacemos nicamente a
ttulo de ejemplo, con el fin de precisar y hacer comprender mejor
lo que, sin la ayuda de estos casos particulares, correra el riesgo
de perderse en vaguedades. Es importante insistir especialmente
sobre este asunto cuando se trata de formas occidentales, a fin de
evitar toda confusin y todo malentendido: si hacemos frecuentes
alusiones a ellas es porque las "ilustraciones" que pueden ser
ofrecidas nos parecen, en la mayor parte de los casos, deber ser ms
fcilmente accesibles que otras a la generalidad de los lectores,
incluso ya ms o menos familiares a un cierto nmero de ellos; es
evidente que esto es por completo independiente de lo que cada uno
pueda pensar acerca del presente estado de las organizaciones por
las cuales esas formas iniciticas son conservadas y practicadas.
Cuando se percibe el grado de degeneracin al cual ha llegado el
Occidente moderno, es demasiado fcil comprender que muchas cosas de
orden tradicional, y con mayor razn de orden inicitico, apenas
pueden subsistir mas que en estado de vestigios, poco ms o menos
incomprendidos por aquellos mismos que las conservan; es esto por
otra parte lo que hace posible la eclosin, junto a los restos
autnticos, de mltiples "falsificaciones" de las cuales ya hemos
tenido ocasin de hablar, pues no es sino en semejantes condiciones
cuando stas pueden hacerse pasar por lo que no son; pero, sea como
sea, las formas tradicionales siempre permanecen, en s mismas,
independientes de estas contingencias. Aadiremos todava que, en el
momento en que lleguemos por el contrario a considerar estas mismas
contingencias y a hablar, no de las formas iniciticas, sino del
estado de las organizaciones iniciticas y pseudoiniciticas en el
Occidente actual, no haremos mas que exponer la constatacin de unos
hechos a los cuales no aadimos evidentemente nada, sin ninguna otra
intencin o preocupacin que la de decir la verdad a este respecto
como en todo otro asunto de los que hemos considerado en el curso
de nuestros estudios, y de una manera tan completamente
desinteresada como es posible. Cada uno es libre de extraer las
consecuencias que le parezca; en cuanto a nosotros, no estamos en
absoluto tratando de introducir o ganar adherentes para ningn tipo
de organizacin, no obligamos a nadie a pedir la iniciacin aqu o
all, ni a abstenerse de ello, y estimamos incluso que ello no nos
concierne de ninguna manera y que no podra en absoluto encajar en
nuestro papel. Algunos quiz se sorprendern de que nos creamos
obligados a insistir tanto sobre ello, y, a decir verdad, esto
debera en efecto ser intil si no fuera necesario contar con la
incomprensin de la mayora de nuestros contemporneos, y tambin con
la mala fe de un nmero demasiado grande de ellos; desgraciadamente,
estamos demasiado acostumbrados a ver cmo se nos atribuyen toda
clase de intenciones que jams hemos tenido, y ello por parte de
gente proveniente de crculos opuestos, al menos en apariencia, como
para no tomar a este respecto todas las precauciones necesarias;
por otra parte no osamos pretender aadir las suficientes, pues,
quin podra prever todo lo que algunos son capaces de inventar?No
debe extraar que nos extendamos a menudo sobre los errores y las
confusiones que se cometen ms o menos comnmente con el tema de la
iniciacin, pues, aparte de la evidente utilidad que existe en
disiparlos, es precisamente constatndolos como hemos sido
inducidos, en muchos casos, a ver la necesidad de tratar ms
particularmente tal o cual aspecto determinado, sin lo cual nos
hubiera podido parecer evidente o al menos no tener necesidad de
tanta explicacin. Lo que es digno de subrayar es que algunos de
estos errores no son nicamente producto de profanos o de pseudo
iniciados, lo que en suma no tendra nada de extraordinario, sino
tambin de miembros de organizaciones autnticamente iniciticas, y
entre los cuales los hay incluso que son considerados como "luces"
en su ambiente, lo que posiblemente sea una de las pruebas ms
sobresalientes del actual estado de degeneracin al cual hicimos
alusin hace unos instantes. A propsito de ello, pensamos poder
expresar, sin demasiado riesgo a ser mal interpretado, el deseo de
que, entre los representantes de estas organizaciones, se
encuentren al menos algunos a quienes las consideraciones que
exponemos contribuyan a hacer tomar conciencia de lo que realmente
es la iniciacin; no mantenemos por otra parte exageradas esperanzas
a este respecto, no ms que hacia todo lo que concierne ms
generalmente a las posibilidades de restauracin que Occidente puede
todava llevar en s mismo. No obstante, hay a quienes seguramente el
conocimiento real le es ms necesario que la buena voluntad; pues
esta buena voluntad no es suficiente, y toda la cuestin consistira
en saber hasta dnde su horizonte intelectual es susceptible de
extenderse, y tambin si estn cualificados para pasar de la
iniciacin virtual a la iniciacin efectiva; en todo caso, no
podemos, en cuanto a nosotros, hacer nada ms que suministrar
algunos datos que posiblemente aprovecharn aquellos que sean
capaces y que estn dispuestos a sacar partido de ello en la medida
en que se lo permitan las circunstancias. Estos no sern jams
ciertamente muy numerosos, pero, como ya hemos dicho
frecuentemente, no es el nmero lo que importa en las cosas de este
orden; ojal, sin embargo, en este caso especial, que sea al menos,
para comenzar, el que requiere la constitucin de las organizaciones
iniciticas; hasta aqu, las pocas experiencias que han sido
intentadas en un sentido ms o menos parecido a aquel de que se
trata, a nuestro entender, no han podido, por razones diversas, ser
llevadas tan lejos como para que sea posible juzgar los resultados
que habran podido obtenerse si las circunstancias hubieran sido ms
favorables.Est claro por otra parte que el ambiente moderno, por su
propia naturaleza, es y ser siempre uno de los principales
obstculos que deber inevitablemente encontrar toda tentativa de
restauracin tradicional en Occidente, tanto en el dominio inicitico
como en cualquier otro; es cierto que, en principio, este dominio
inicitico debera, en razn de su carcter "oculto", estar ms al
abrigo de las influencias hostiles del mundo exterior, pero, de
hecho, hace ya demasiado tiempo que las organizaciones existentes
se estn dejando atacar por ellas, y ciertas "brechas" estn ahora
demasiado abiertas como para ser fcilmente reparadas. As, para no
tomar sino un ejemplo tpico, adoptando formas administrativas
imitadas de las que los gobiernos profanos, estas organizaciones
han dado pie a acciones antagonistas que de otra forma no hubieran
encontrado ningn medio de ejercerse contra ellas y habran
desaparecido en el vaco; esta imitacin del mundo profano constituy,
por otra parte, en s misma, una de las inversiones de las
relaciones normales que, en todos los dominios, son tan
caractersticas del desorden moderno.Las consecuencias de esta
"contaminacin" son hoy en da tan manifiestas que es preciso ser
ciego para no verlas, y sin embargo dudamos que muchos sepan
relacionarlas con su verdadera causa; la mana de las "sociedades"
est demasiado arraigada entre la mayor parte de nuestros
contemporneos como para que conciban siquiera la simple posibilidad
de superar ciertas formas puramente exteriores; pero esta misma
razn es quiz contra la que debera en primer lugar reaccionar
quienquiera que quisiera emprender una restauracin inicitica sobre
bases verdaderamente serias. No iremos demasiado lejos en estas
reflexiones preliminares, pues, digmoslo una vez ms, no es a
nosotros a quien corresponde intervenir activamente en las
tentativas de este gnero; indicar la va a quienes quieran y puedan
comprometerse es todo lo que pretendemos a este respecto; y, por lo
dems, el alcance de lo que acabamos de decir est bien lejos de
limitarse a la aplicacin que pueda hacerse de una forma inicitica
particular, ya que se trata ante todo de principios fundamentales
que son comunes a toda iniciacin, sea de Oriente o de Occidente.La
esencia y el objetivo de la iniciacin son, en efecto, siempre y en
todas partes los mismos; slo las modalidades difieren, por
adaptacin a las pocas y a los lugares; y aadiremos seguidamente,
para que nadie pueda equivocarse, que esta adaptacin, para ser
legtima, no debe ser jams una "innovacin", es decir, el producto de
una fantasa individual cualquiera, sino que, como la de las formas
tradicionales en general, debe siempre proceder en definitiva de un
origen "no humano", sin lo cual no podra haber realmente ni
tradicin ni iniciacin, sino nicamente alguna de esas "parodias" que
tan frecuentemente nos encontramos en el mundo moderno, que no
provienen de nada y no conducen a nada, y que tampoco representan
verdaderamente, si puede decirse, mas que la nada pura y simple,
cuando no son los instrumentos inconscientes de algo todava
peor.
2.1. LA VA INICITICA Y LA VA MSTICALa confusin entre el dominio
esotrico e inicitico y el dominio mstico, o, si se prefiere, entre
los puntos de vista que respectivamente les corresponden, es una de
las que ms frecuentemente se cometen hoy en da, y ello, nos parece,
de una manera no siempre completamente desinteresada; hay aqu, por
lo dems, una actitud nueva, o que al menos, en ciertos ambientes,
se ha generalizado demasiado en los ltimos aos, y es por lo que nos
parece necesario comenzar por explicarnos claramente sobre este
punto.Est ahora de moda, si puede decirse as, el calificar de
"msticas" a las doctrinas orientales, incluidas aquellas en donde
no hay ni siquiera la sombra de una apariencia exterior que
pudiera, en aquellos que no ven ms all, dar lugar a una calificacin
semejante; el origen de esta falsa interpretacin es naturalmente
imputable a ciertos orientalistas, que pueden por otra parte no
haber sido inducidos de principio por una segunda intencin
claramente definida, sino nicamente por su incomprensin y por un
prejuicio ms o menos inconsciente, que les es habitual, al pensar
slo desde puntos de vista occidentales([footnoteRef:14]). Pero
otros llegan a continuacin que se aduean de esta asimilacin
abusiva, y que, viendo el provecho que podran sacar para sus
propios fines, se esfuerzan en propagar la idea fuera de ese mundo
especial, y en resumidas cuentas bastante restringido, de los
orientalistas y de su clientela; y esto es ms grave, no solamente
porque es ante todo por ello que esta confusin se difunde cada vez
ms, sino tambin porque no es difcil advertir las seales inequvocas
de una tentativa "anexionista" contra la cual es preciso
protegerse. En efecto, aquellos a los que aludimos son a los que se
puede considerar como los negadores ms "serios" del esoterismo;
queremos referirnos con ello a los exoteristas religiosos que se
niegan a admitir nada ms all de su propio dominio, pero que estiman
sin duda esta asimilacin o esta "anexin" ms hbil que una negacin
brutal; y, viendo de qu manera algunos de ellos se esfuerzan en
transformar en "misticismo" las doctrinas ms claramente iniciticas,
realmente parecera que esta labor reviste a sus ojos un carcter
particularmente urgente([footnoteRef:15]). A decir verdad, habra no
obstante en el mismo dominio religioso al cual pertenece el
misticismo, algo que, en ciertos aspectos, podra prestarse a un
acercamiento, o mejor dicho a una apariencia de acercamiento: es lo
que se designa con el trmino "asctica", pues reviste aqu al menos
un mtodo "activo", en lugar de la ausencia de mtodo y de la
"pasividad" que caracterizan al misticismo y sobre los cuales hemos
de volver ms adelante([footnoteRef:16]); pero no hay duda de que
estas similitudes son por completo exteriores, y, por otra parte,
esta "asctica" no tiene posiblemente sino objetivos demasiado
visiblemente limitados como para poder ser ventajosamente utilizada
de esta forma, mientras que, con el misticismo, no se sabe jams
exactamente a dnde se llega, y esta misma vaguedad es con seguridad
propicia a las confusiones. nicamente aquellos que se entregan a
este trabajo deliberadamente, y no los que los siguen ms o menos
inconscientemente, no parecen dudar de que, en todo lo que se
refiere a la iniciacin, no hay en realidad nada de vago ni de
nebuloso, sino por el contrario elementos precisos y "positivos";
y, de hecho, la iniciacin es, por su propia naturaleza,
incompatible con el misticismo. [14: Es as como especialmente
despus de que al orientalista ingles Nicholson se le ocurriera
traducir tacawwuf por misticismo, se ha convenido en occidente que
el esoterismo islmico es algo esencialmentemistico o incluso en
este caso, no se habla de esoterismo, sino nicamente de misticismo,
es decir que se ha llegado a una verdadera sustitucin de punto de
vista. Lo mejor del caso es que en las cuestiones de este orden, la
opinin de los Orientalistas, que no conocen sino por los libros,
cuentan manifiestamente mucho ms a los ojos de la inmensa mayora de
los occidentales, que la opinin que los que tienen un conocimiento
directo y efectivo.] [15: Otro se esfuerzan tambin en transformar
las doctrinas orientales en filosofa, pero esta falsa asimilacin es
quizs, en el fondo menos peligrosa que la otra en razn de la
estrecha limitacin del propio punto de vista filosfico, stos no
consiguen por otra parte, por la manera especial en que presentan
dicha doctrina, sino hacer algo totalmente desprovisto de inters y
lo que se desprende de su trabajo es sobre todo un prodigiosa
impresin de aburrimiento] [16: Podemos citar, como ejemplo de
asctica los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, cuyo
espritu es inconstentablemente tan poco mstico como es posible y
para los cuales es al menos inverosmil que se inspiro en parte en
cierto mtodos iniciativos de origen islmicos, pero por supuesto,
aplicndolo a un objetivo completamente diferente.]
Esta incompatibilidad no resulta, por otra parte, de lo que
originalmente implica el trmino "misticismo", que est incluso
manifiestamente emparentado con la antigua designacin de los
"misterios", es decir, con algo que pertenece por el contrario al
orden inicitico; pero este trmino es de aquellos por los cuales,
lejos de poderse referir nicamente a la etimologa, se est
rigurosamente obligado, si uno quiere hacerse comprender, a tener
en cuenta el sentido que le ha sido impuesto por el uso, y que es,
de hecho, el nico al que actualmente se le vincula. Ahora bien,
cada uno sabe lo que se entiende por "misticismo", durante ya
varios siglos, de manera que no es posible emplear este trmino para
designar algo distinto; y es esto lo que, como dijimos, no tiene y
no puede tener nada en comn con la iniciacin, en primer lugar
porque este misticismo compete exclusivamente al dominio religioso,
es decir, exotrico, y despus porque la va mstica difiere de la va
inicitica en todos sus caracteres esenciales, y esta diferencia es
tal que de ella se deriva una verdadera incompatibilidad.
Precisemos por otra parte que se trata de una incompatibilidad de
hecho ms bien que de principio, en el sentido en que no se trata en
absoluto de negar el valor, al menos relativo, del misticismo, ni
de poner en duda el lugar que legtimamente le pertenece en ciertas
formas tradicionales; la va inicitica y la va mstica pueden
perfectamente coexistir([footnoteRef:17]), pero lo que queremos
indicar es que es imposible que nadie siga a la vez ambas, incluso
sin juzgar de antemano el fin al cual pueden conducir, aunque por
lo dems se pueda ya presentir, en razn de la profunda diferencia
entre los dominios a los cuales se refieren, que este fin no podra
ser en realidad el mismo. [17: Podra ser interesante a este
resoecti hacer una comparacin con la va seca y la va hmeda de los
alquimistas, pero esto se saldra del marco del presente
estudio.]
Hemos dicho que la confusin que hace que algunos vean misticismo
all donde no hay la menor traza de ello tiene su punto de partida
en la tendencia de reducirlo todo a los puntos de vista
occidentales; y es que, en efecto, el misticismo propiamente dicho
es algo exclusivamente occidental y, en el fondo, especficamente
cristiano. Por este motivo, vamos a aprovechar la ocasin de indicar
algo que nos parece lo bastante curioso como para que lo
mencionemos aqu: en un libro del cual ya, en otro lugar, hemos
hablado([footnoteRef:18]), el filsofo Bergson, oponiendo lo que el
llama la "religin esttica" a la "religin dinmica", ve la ms alta
expresin de esta ltima en el misticismo, al que por otra parte
apenas comprende, y al cual admira especialmente por todo lo que
nosotros podramos por el contrario encontrar de vago e incluso,
bajo ciertos aspectos, de defectuoso; pero lo que puede parecer
realmente extrao por parte de un "no cristiano" es que, para l, el
"misticismo completo", por poco satisfactoria que sea la idea que
de hecho es, no es sino el de los msticos
cristianos([footnoteRef:19]). A decir verdad, por una consecuencia
necesaria de la poca estima que l siente por la "religin esttica",
olvida que aquellos son cristianos antes incluso de ser msticos, o
al menos, para justificarles el ser cristianos, sita indebidamente
al misticismo en el origen mismo del Cristianismo; y, para
establecer a este respecto una especia de continuidad entre ste y
el Judasmo, llega a transformar en "msticos" a los profetas judos;
evidentemente, del carcter de la misin de los profetas y de la
naturaleza de su inspiracin no tiene la ms mnima
idea([footnoteRef:20]). Sea como sea, si el misticismo cristiano,
por deformada o menguada que sea su concepcin, es a sus ojos el
tipo mismo del misticismo, la razn es, en el fondo, bien fcil de
comprender: es que, de hecho y estrictamente hablando, apenas
existe otro misticismo que ste; e incluso los msticos que se han
llamado "independientes", y que de buen grado calificaramos de
"aberrantes", no se inspiran en realidad, debido a su ignorancia,
sino en ideas cristianas desnaturalizadas y ms o menos
completamente vacas de su contenido original. Pero tambin esto,
como tantas otras cosas, escapa a nuestro filsofo, que se esfuerza
en descubrir, anteriormente al Cristianismo, los "esbozos del
futuro misticismo", cuando se trata de cosas totalmente diferentes;
hay aqu particularmente, sobre la India, algunas pginas que
atestiguan una inaudita incomprensin. Tambin estn los misterios
griegos, y aqu la aproximacin, fundada sobre el parentesco
etimolgico que sealbamos, se reduce en suma a un mal juego de
palabras; por lo dems, Bergson se ve obligado a reconocer que "la
mayor parte de los misterios no tenan nada de mstico"; pero
entonces, por qu habla sobre este vocablo?. En cuanto a lo que
fueron los misterios, se hace la representacin ms "profana" que
pueda hacerse; ignorndolo todo acerca de la iniciacin, cmo podra
comprender que haba all, tanto como en la India, algo que en primer
lugar no era en absoluto de orden religioso, y que iba
incomparablemente ms lejos que su "misticismo", e incluso, es
preciso decirlo, que el autntico misticismo, que al mantenerse en
el dominio puramente exotrico tiene forzosamente sus limitaciones?
[18: Los dos orgenes de la moral y de la religin.] [19: Alfredo
Loisy ha querido responder a Bergson y sostener contra l que no hay
un solo origen de la moral y la religin, en su calidad de
especialista de la historia de las religiones prefiere las teoras
de Frazer a las de Durkheim y la idea de una evolucin por
mutaciones bruscas, a nuestros ojos ambas son equivalentes, pero es
al menos un punto sobre el cual debemos darle la razn y
posiblemente se deba a su educacin eclesistica: gracia a ella
conoce mejor a los msticos que Bergson y seala que jams tuvieron la
menor pizca de algo que se pareciera, aun de lejos, al eln vital
evidentemente Bergson hacer literalmente bergsonianos, lo que no
esta muy de acuerdo con la simple verdad histrica y Loisy se
asombra tambin a justo titulo al ver incluida a Juan de Arco entre
los msticos-Sealaremos de pasada, pues es bueno indicarlo, que su
libro comienza con una ingeniosa confesinEl autor del presente
opsculo declara que no tiene una particular inclinacin, por las
cuestiones de orden puramente especulativo He aqu al menos, una muy
loable franqueza y ya que es l mismo quien lo dice y de manera
totalmente espontnea, creemos de buen grado sus palabras. ] [20: De
hecho no se puede encontrar misticismo judo propiamente dicho hasta
el Hasidismo, es decir, en una poca muy reciente.]
No nos proponemos actualmente exponer en detalle y de forma
completa todas las diferencias que separan en realidad a los puntos
de vista inicitico y mstico, pues slo para ello se necesitara todo
un volumen; nuestra intencin es sobre todo insistir aqu sobre la
diferencia en virtud de la cual la iniciacin, en su proceso mismo,
presenta unos caracteres totalmente distintos a los del misticismo,
incluso opuestos, lo que basta para demostrar que hay aqu dos "vas"
no solamente distintas, sino tambin incompatibles en el sentido que
hemos indicado. Lo que a menudo se dice a este respecto es que el
misticismo es "pasivo", mientras que la iniciacin es "activa"; esto
es por otra parte muy cierto, a condicin de determinar exactamente
la acepcin en la que debe entenderse.Esto significa principalmente
que, en el caso del misticismo, el individuo se limita simplemente
a recibir lo que se le presenta, y tal como se le presenta, sin que
l mismo acte para nada; y, digmoslo a continuacin, en esto reside
para l el principal peligro, en el hecho de que est as "abierto" a
todas las influencias, sean del orden que sean, y que por lo dems,
en general y salvo raras excepciones, no tiene la preparacin
doctrinal que sera necesaria para permitirle establecer entre ellas
una discriminacin cualquiera([footnoteRef:21]). En el caso de la
iniciacin, por el contrario, es al individuo a quien corresponde la
iniciativa de una "realizacin" que se perseguir metdicamente, bajo
un control riguroso e incesante, y que deber normalmente conducir a
superar las posibilidades mismas del individuo como tal; es
indispensable aadir que esta iniciativa no es suficiente, pues es
demasiado evidente que el individuo no podra superarse a s mismo
por sus propios medios, pero, y esto es lo que nos importa por el
momento, es ella lo que constituye obligatoriamente el punto de
partida de toda "realizacin" para el iniciado, mientras que el
mstico no tiene ninguna, incluso para lo que no va en absoluto ms
all del dominio de las posibilidades individuales. Esta distincin
puede ya parecer bastante clara, ya que demuestra bien que no
podran seguirse a la vez las vas inicitica y mstica, pero sin
embargo no podra ser suficiente; podramos incluso decir que no
responde todava mas que al aspecto ms "exotrico" de la cuestin, y,
en todo caso, es demasiado incompleta en lo que concierne a la
iniciacin, de la que est bien lejos de incluir todas las
condiciones necesarias; pero, antes de abordar el estudio de estas
condiciones, nos quedan todava algunas confusiones por disipar.
[21: Es el carcter de pasividad lo que explica, si bien no lo
justifica de ninguna manera, los errores modernos que tiendan a
confundir a los msticos sean con los mdium y los otros sensitivos
en el sentido que los psiquistas dan a este nombre, sea incluso con
los simples enfermos.]
2.2. SOBRE LOS GRADOS INICITICOSEn estos ltimos tiempos, nos ha
sorprendido mucho constatar que algunos de quienes pensbamos no
obstante que habran debido comprender mejor lo que hemos expuesto
en varias ocasiones sobre la iniciacin, cometan todava sobre este
tema bastantes extraas equivocaciones, que dan testimonio de
nociones completamente inexactas sobre cuestiones que, sin embargo,
son relativamente simples. Es as como, concretamente, hemos odo
emitir la asercin, perfectamente inexplicable por parte de
cualquiera que posee o que debera poseer algn conocimiento de estas
cosas, de que, entre el estado espiritual de un iniciado que ha
entrado en la va simplemente y el estado primordial, no existe
ningn grado intermediario. La verdad es que, al contrario, existe
un gran nmero de ellos, ya que el camino de los misterios menores,
que desemboca en el estado primordial, es ciertamente muy largo de
recorrer, y de hecho, bien pocos llegan hasta su trmino; cmo se
podra sostener pues que todos los que estn en este camino estn
realmente en el mismo punto, y que no hay quienes han llegado a
diferentes etapas del mismo? Por lo dems, si ello fuera as, cmo
sera posible que las formas iniciticas que se refieren propiamente
a los misterios menores comprendan generalmente una pluralidad de
grados, por ejemplo tres en algunas, siete en otras, para
limitarnos a los casos ms conocidos, y a qu podran corresponder
estos grados? Hemos citado tambin una enumeracin taosta en la que,
entre el estado del hombre sabio y el del hombre verdadero, se hace
mencin de otros dos grados intermediarios([footnoteRef:22]); ese
ejemplo es incluso particularmente claro, puesto que el estado
primordial, que es el del hombre verdadero, est expresamente
situado all en el cuarto grado de una jerarqua inicitica. En todos
los casos, y de cualquier manera que se repartan, esos grados no
pueden, tericamente al menos, o simblicamente si se quiere, cuando
se trata de una iniciacin simplemente virtual, representar nada ms
que las diferentes etapas de una iniciacin efectiva, etapas a las
cuales corresponden necesariamente otros tantos estados
espirituales distintos, estados de los cuales las etapas en cuestin
son la realizacin sucesiva; si ello fuera de otro modo, estaran
enteramente desprovistos de toda significacin. En realidad, los
grados intermediarios de la iniciacin pueden ser incluso en
multitud indefinida, y debe entenderse bien que los que existen en
una organizacin inicitica jams constituyen ms que una suerte de
clasificacin ms o menos general y esquemtica, limitada a la
consideracin de algunas etapas principales o ms claramente
caracterizadas, lo que explica por lo dems la diversidad de esas
clasificaciones ([footnoteRef:23]). No hay que decir que, incluso
si una organizacin inicitica, por una razn cualquiera de mtodo, no
confiere grados claramente distintos y marcados por ritos
particulares a cada uno de ellos, eso no impide que las mismas
etapas existan forzosamente para aquellos que le estn vinculados,
al menos desde que pasan a la iniciacin efectiva, ya que no hay
ningn medio que permita alcanzar directamente la meta. [22: Ver La
Gran Triada, Cp. XVIII. ] [23: Ver Apercepciones sobre la
Iniciacin, Cp. XLIV. ]
Podemos presentar tambin las cosas de una manera diferente, que
las hace quizs an ms tangibles: hemos explicado la iniciacin a los
misterios menores, que toma naturalmente al hombre tal como es en
su estado actual, le hace en cierto modo remontar el ciclo
recorrido en el sentido descendente por la humanidad en el curso de
su historia, a fin de conducirle finalmente hasta el estado
primordial mismo([footnoteRef:24]). Ahora bien, es evidente que
entre ste y el estado presente de la humanidad, ha habido muchas
etapas intermedias, como lo prueba la distincin tradicional de las
cuatro edades, en el interior de cada una de las cuales habra lugar
por lo dems a establecer todava subdivisiones; la degeneracin
espiritual no se ha producido de un solo golpe, sino por etapas
sucesivas, y, lgicamente, la regeneracin no puede operarse ms que
recorriendo las mismas etapas en sentido inverso, y aproximndose as
gradualmente al estado primordial que se trata de reconquistar.
[24: Ver Apercepciones sobre la Iniciacin, Cp. XXXIX. ]
Comprenderamos mejor que pueda creerse que no hay grados
distintos en el recorrido de los misterios mayores, es decir, entre
el estado del hombre verdadero y el del hombre transcendente; sera
igualmente falso, pero al menos esta ilusin sera ms fcilmente
explicable. Sin embargo, hay mltiples estados supraindividuales,
entre los cuales los hay que estn en realidad muy alejados del
estado incondicionado, nicamente en el cual, se realiza la
Liberacin o la Identidad Suprema; pero, desde que un ser ha
rebasado el estado primordial para alcanzar un estado
supraindividual cualquiera que sea, quienquiera que est todava en
el estado individual humano le pierde de vista en cierto modo, como
un observador cuya vista estuviera limitada a un plano horizontal
no podra conocer de una vertical ms que su nico punto de encuentro
con ese plano, escapndosele necesariamente todos los dems. Ese
punto, que corresponde propiamente al estado primordial, es pues al
mismo tiempo, como lo hemos dicho en otra parte, la huella o el
rastro nico de todos los estados suprahumanos; por eso es por lo
que, desde el estado humano, el hombre transcendente y aquellos que
solamente han realizado estados supraindividuales todava
condicionados son verdaderamente indiscernibles entre ellos, as
como del hombre verdadero mismo que sin embargo no ha llegado ms
que al centro del estado humano y que no tiene actualmente la
posesin efectiva de ningn estado superior([footnoteRef:25]). [25:
Ver La Gran Triada, Cp. XVIII.]
Esta nota no tiene otro cometido que recordar algunas nociones
que ya habamos expuesto, pero que parecen no haber sido siempre
suficientemente comprendidas; y hemos estimado tanto ms necesario
volver de nuevo a ello cuanto que es verdaderamente peligroso, para
aquellos que no estn todava ms que en el primer estadio de la
iniciacin, imaginarse que son ya, si es permisible expresarse as,
candidatos inmediatos a la realizacin del estado primordial. Es
verdad que los hay que van todava mucho ms lejos y que se persuaden
de que, para obtener inmediatamente la Liberacin misma, basta
sentir un deseo sincero de ella, acompaado de una confianza
absoluta en un Guru, sin tener que cumplir el menor esfuerzo por s
mismos; Ciertamente, uno cree soar cuando se encuentra en presencia
de semejantes aberraciones!
2.3. LA MAGIA Y EL MISTICISMO.La confusin entre la iniciacin y
el misticismo es sobre todo pr