Qu es el Gnosticismo?Lucas F. Mateo Seco 4 julio 2008Seccin:
Gnosticismo y reencarLa palabra griega gnosis significa
conocimiento o ciencia. Durante el periodo helenstico adquiere un
significado propio y habitualmente religioso, y, tras las herejas
gnsticas, se aplica casi exclusivamente en sentido heterodoxo.Qu es
el Gnosticismo?Tres puntos polarizan la gnosis tomada en sentido
religioso: conocimiento, revelacin y salvacin, susceptibles de
mltiples interpretaciones, tanto en s mismos, como en su
interdependencia. La cuestin es eterna, pero el abigarrado mundo
sincretista de los primeros siglos en los que se inici la historia
de la Iglesia result un especial caldo de cultivo para
transposiciones y subproductos de la gnosis ortodoxa. I. Gnosis
ortodoxaEn los escritos neotestamentarios, el conocimiento
(gnosis), resultado de aceptar la Revelacin, goza de especial
relieve; supone pasar del esfuerzo racional por conocer a Dios a un
nuevo y ms alto conocimiento basado en el testimonio divino y
recibido por fe. Se trata de un autntico acceso al misterio divino:
Os ha sido dado conocer los misterios del reino de los cielos (Lc
8,10); conocimiento, que es fruto de la amistad de Cristo: a
vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he odo de mi
Padre os lo he dado a conocer (lo 15,15); la vida eterna consiste
en conocer a Dios y a su enviado Jesucristo (lo 17,3). Es claro que
se trata de un conocimiento de fe, estrechamente ligado al amor, a
la caridad o agap: que Cristo habite en vuestros corazones, para
que arraigados y cimentados en el amor, podis comprender con todos
los santos cul es la anchura y la longitud, la altura y la
profundidad, y conocer el amor a Cristo, que excede todo
conocimiento (Eph 3,17-19). La oscuridad de la fe es al mismo
tiempo luminosidad, tambin para la inteligencia.La fe es una nueva
luz, un nuevo conocimiento; el trmino fotisms (iluminacin) es uno
de los utilizados desde los primeros tiempos para designar el
Bautismo. En sus obras polmicas, los Padres refutarn la gnosis
hertica, no por ser gnosis, sino por ser falsa. S. Ireneo titula su
libro Elenco y refutacin de la falsa gnosis, intentando sustraer el
trmino gnosis del proceso de adulteracin. En la Didaj, se dan
gracias por el conocimiento y la fe que Dios nos ha dado por medio
de Jesucristo (9,3; 10,2); S. Ignacio de Antioqua dice de ella que
lleva a la inmortalidad (Ad Ephesios, 17,2); este conocimiento
salvador no es otra cosa que la aceptacin de Jesucristo (ib.). La
verdadera gnosis, aade S. Ireneo (Adversus Haereses, IV, 33: PG
7,1077 B), es la doctrina de los Apstoles, subrayando que la
explicitacin de esta doctrina se lleva a cabo por el estudio, y
sealando el primer esfuerzo por distinguir la especulacin teolgica
de la fe.Si S. Ireneo dedica gran parte de sus esfuerzos a
desenmascarar la falsa gnosis, Clemente de Alejandra dedica buena
parte de los suyos a delimitar la gnosis autntica. El fundamento de
esta gnosis no puede ser otro que la fe, primer movimiento del
hombre hacia la salud y fundamento de la caridad (Stromata, 11,6:
PG 8,965-967). Esta fe se funda en las enseanzas del Seor y de los
Apstoles, contenida en la S. E.; el gnstico, adems, sigue las
palabras y los hechos del Seor que le han llegado por tradicin,
guardando la rectitud apostlica y eclesistica de los dogmas
(Stromata, VII, 16: PG 9,544). Para ser gnstico, se requiere,
finalmente, llevar una vida ascticamente perfecta. Para Clemente,
el gnstico es, en primer lugar, aquel que conoce ciertas verdades;
es, en segundo lugar, aquel que ha llegado a la perfeccin
espiritual; es, en fin, un educador que conduce a otros a la gnosis
(J. Danilou, Message vanglique el culture hellnistique, Pars 1961,
409-410). La parte intelectual integrante del gnstico es asimismo
rica en facetas: es comparacin de los dogmas entre s (Stromata,
1,2: PG 8,709), Apologa (ib. 11,11: PG 8, 984), interpretacin
espiritual y alegrica de la S. E. (ib. VI,15: PG 9,340), uso de la
filosofa para explicar los dogmas (ib. 1,2: PG 8,709), es, sobre
todo, theora, contemplacin constante: El gnstico ora durante toda
su vida (ib. VII,7: PG 9,456C), contemplacin que le hace subir cada
vez ms en la semejanza con Dios (ib. V11,3: PG 9,416 C-428 A). En
resumen, para Clemente, la gnosis constituye un paso sobre la mera
recepcin de la fe; es quehacer teolgico, esfuerzo moral, plenitud
de vida cristiana, contemplacin y apostolado, entendido ste como
entrega de lo contemplado a los discpulos, como autntica funcin
magisterial.Orgenes profundiza en el contenido espiritual del
concepto de gnosis, distinguiendo con mayor nitidez entre fe y
gnosis: creer es aceptar el credo, mientras que la gnosis equivale
a conocer a Dios por va mstica, constituyendo el perfeccionamiento
o ltimo estadio de la vida de fe (Commentarium in Iohannem, X, 37:
PG 14, 373). Para llegar a ella es imprescindible la prctica de las
virtudes y el total dominio de las pasiones por medio de la
apatheia. Gnosis y theora son aspectos que se intercambian en
Orgenes: Contemplar, conocer y comprender no son trminos que
signifiquen actos diferentes (H. Crouzel, Origne et la connaissance
mystique, Toulouse 1960, 398). La gnosis versa preferentemente
sobre los misterios secretos de Dios contenidos en la Sagrada
Escritura (De Principiis, IV,2: PG 11,372-376); de ah la
importancia de la exgesis alegrica. Orgenes establece un
paralelismo entre los estadios de la vida interior -simpliciores,
progredientes, perfecti- y los tres sentidos de la Escritura,
reservando a los perfectos penetrar en la ley espiritual que
contiene los bienes futuros (1. c.). La inteligencia se eleva a
partir de la letra y bajo la accin de iluminaciones divinas al
conocimiento del misterio. As lo describe en la Hom. XXVII in
Numeros al llegar a la 15 etapa de la ascensin del alma: Despus se
llega a Rathma o Pharam. Rathma es interpretado como visin
consumada, y Pharam como rostro visible. Por qu el alma no ha de
ensancharse hasta el punto de que, insensible a los dolores de la
carne, tenga visiones consumadas, comprenda la perfecta
significacin de las cosas, conozca con plenitud y profundidad las
razones de la encarnacin del Verbo de Dios y las formas que reviste
la economa de este misterio? (PG 12,794-795). Este conocimiento
supone la unin entre cognoscente y conocido, de forma que no se
conoce a Dios ms que unindose a l (Commentarium in Iohannem, XIX,
4: PG 14,532).Junto a la riqueza de la explicitacin del concepto de
gnosis por parte de los ortodoxos, es necesario destacar algunas
sombras y peligros que acompaaron su desarrollo: a) El que este
conocimiento se tornase esotrico bajo los influjos de la exgesis
alegrica, de la apocalptica juda y de la apreciacin indiscriminada
de ciertas tradiciones orales, muchas de ellas provenientes de los
presbteros judeo-cristianos. Baste citar un texto: Pues, si
llamamos sabidura a Cristo y su operacin por medio de los profetas,
por medio de la cual se aprende la tradicin gnstica (gnostik
pardosis), como l mismo ense a los Apstoles: que la sabidura es
conocimiento, ciencia y comprensin estable y firme de las cosas que
son, han sido y sern, ya que ha sido entregada y revelada por el
Hijo de Dios. Y, si el fin del sabio es la contemplacin, la
contemplacin de los que ahora son filsofos busca la sabidura
divina; pero, no la consigue, si no recibe la voz proftica
entregada a l, por la cual es adoctrinado de cmo fueron, son y sern
las cosas que son, han sido y sern. El conocimiento es tal, que ha
llegado hasta muy pocos entregado desde los Apstoles por sucesin
sin escritos (Clemente de Alejandra, Stromata, VI, 7: PG 9,
281-284). El texto manifiesta un recurso a unas tradiciones orales
distintas de la Tradicin; por otra parte, el objeto del
conocimiento las cosas que son, han sido y sern, no puede menos de
evocar las preocupaciones de la apocalptica sobre el fin de los
tiempos (cfr. J. Danilou, o. c., 437). b) La tentacin de dividir a
los cristianos entre gnsticos y simples, y, dado el papel que juega
el conocimiento y su confusin con la perfeccin o plenitud de vida
cristiana, el peligro de reducir la perfeccin cristiana a
patrimonio de una lite.Las sombras, sin embargo, no pueden paliar
la grandeza del esfuerzo ligado a este concepto: apertura a la
sabidura, iniciacin del quehacer teolgico y comienzo de una teologa
mstica, cuyas lneas, a travs de S. Gregorio de Nisa y de Evagrio
Pntico, perduran en la Iglesia. II. Gnosis heterodoxaAl enfocar el
complejo mundo de la gnosis heterodoxa desde el ngulo teolgico, son
de especial inters estos tres puntos: 1) Relaciones de la gnosis
heterodoxa con el cristianismo; 2) Qu entienden los gnsticos por
gnosis; 3) Cules son los principales puntos del gnosticismo que
motivaron la reaccin de los Padres de la Iglesia.No existe
unanimidad a la hora de circunscribir las sectas gnsticas, o
determinar su origen. Mientras H. Cornelis estima que toda religin
lleva consigo su subproducto gnstico en forma parasitaria, y que la
gnosis heterodoxa es tentacin eterna de los cristianos (Gnosis
eterna, Madrid 1961), R. M. Grant la entiende como formas de
pensamiento y experiencias religiosas que van desde la Galia hasta
el Irn y desde el primer siglo de nuestra era hasta los ss. XII y
XIII (La gnose et les origines chrtiennes, Pars 1964), y Tixeront
la reduce hasta el s. V (Histoire des dogmes dans lantiquit
chrtienne. I, Pars 1914, 192). Seguiremos esta ltima delimitacin.
1) Relaciones de la gnosis con el cristianismoSegn S. Ireneo y S.
Epifanio, los gnsticos no constituyen una hereja cristiana, sino
una falsa religin, que ha tomado su ropaje externo del
cristianismo. Harnack, en cambio, estima errneamente el gnosticismo
como resultado del primer intento del quehacer teolgico, como una
helenizacin del cristianismo. Sin mucha exactitud Bultmann
considera que gnosticismo y cristianismo son dos movimientos
simultneos, que se han influenciado mutuamente (G. van Groningen,
First century gnosticism, Leiden 1967, 15). Merece especial
consideracin el juicio de S. Ireneo no slo por su cercana temporal
y conocimiento personal de los gnsticos, sino tambin porque un
anlisis del ncleo profundo de la gnosis, la revela esencialmente
distinta del cristianismo. Los diversos sistemas gnsticos, escribe
Tixeront (o. c., 193), representan un esfuerzo del pensamiento
filosfico por absorber el cristianismo y transformarlo en una
simple filosofa religiosa, o del pensamiento religioso por
encontrar un sentido ms profundo, que no se compone con la
sencillez del Evangelio, y transformarlo en una mistagogia de
iniciaciones y ensueos. 2) Qu entienden los gnsticos por gnosisA
pesar de la multiformidad de las sectas gnsticas, los Padres de la
Iglesia denominaron a todos con este nombre, sealando con ello que
todas tenan algo en comn, y que ese algo estaba vertebrado sobre el
contenido del trmino gnosis. Para el gnstico, la gnosis no es
equivalente a la nueva luz de la fe, a la doctrina de los Apstoles
profesada segn el sentir de la Iglesia, o al credo explcitamente
confesado, sino a algo esencialmente distinto de la fe de los
sencillos y contrapuesto a ella; entre gnosis (conocimiento) y
pistis (fe) existe una oposicin irreductible.El objeto sobre el que
versa este conocimiento superior y contrapuesto a la fe no es ni
Dios, ni Cristo, sino el hombre mismo: el gnosticismo es eminente y
radicalmente antropocntrico. Obsrvese cmo enumera Teodoto los
frutos que dimanan del Bautismo: El Bautismo nos da no slo la
libertad, sino la gnosis de qu ramos, qu hemos venido a ser, a dnde
hemos sido arrojados, a dnde vamos, de qu nos libramos, qu es nacer
y qu es renacer (Excerpta ex Theodoto, 78: PG 9,693-696). S.
Hiplito transcribe una carta de Monoimo a Teofrasto con igual
contenido: Abandonando la bsqueda de Dios, de la creacin y de las
cosas parecidas, bscalo partiendo de ti mismo, y aprende quin es el
que en ti se apropia absolutamente de todas las cosas y dice: mi
Dios, mi espritu, mi pensamiento, mi alma, mi cuerpo; y aprende de
dnde proviene el contristarse y el alegrarse, el amar y el odiar, y
estar despierto sin querer y dormir involuntariamente, y el airarse
no queriendo, y el amar contra la propia voluntad; y cuando hayas
buscado todo esto diligentemente, lo encontrars en ti mismo, segn
aquel punto uno y mltiple que tuvo su comienzo en l (Syntagma,
VIII,15: PG 16/III,3362-3363).Este antropocentrismo de corte
subjetivo marca las relaciones entre revelacin, salvacin y gnosis.
El gnstico habla de que la revelacin es necesaria, dada la
insuficiencia actual de la inteligencia, alienada por las
atracciones de la materia, a la que considera mala, pero afirma a
la vez que el fin o sentido de esa revelacin es despertar al
gnstico, hacindole tomar conciencia de s mismo, hacindole descubrir
que es distinto y superior a la materia, que l es una chispa
desprendida de la Divinidad. As, en el dilogo con la samaritana (lo
4,18), dice Heraclen, Cristo la despierta descubrindole que los
maridos no estn unidos a ella ms que en un orden material, y que
est llamada, dado su carcter pneumtico, a un destino superior (cfr.
F. Sagnard, La gnose valentinienne et le tmoignage de S. Irne, Pars
1947, 498 ss.).Si el fin de la Revelacin consiste en despertar al
gnstico hacindole experimentar su propia dignidad, es lgico que no
preocupe su contenido objetivo, ni su fiel trasmisin, sino la
capacidad para provocar la experiencia de s mismo. De ah el recurso
a revelaciones esotricas, el horror a un canon o smbolo de
doctrina, el desprecio de la autoridad de la Iglesia como intrprete
de la Revelacin. De ah tambin su fluidez y multiformidad. La
salvacin gnstica equivale a una autoliberacin por una
autoconciencia del propio ser divino, efecto de la emanacin de la
Divinidad, con el que se ha nacido y que no es objeto de conquista,
sino de experiencia. Por eso se toma como momento clave de la
conversin del hijo prdigo aquel en que entra en s mismo (Le 15,17),
no aquel en que es perdonado por su Padre.El gnstico busca dentro
de s mismo la sustancia de la propia salvacin, y espera encontrarla
inevitablemente, ya que ha nacido con ella. De ah que pueda darse,
afirma Cornelis (DSAM 6,533), gnosis sin salvador, pero no salvacin
sin gnosis. La salvacin viene en y por la gnosis, no por el
salvador, que es objeto secundario, ya que es el mero portador de
un mensaje salvfico, cuya aceptacin no depende de su gracia, sino
de la naturaleza de quien lo recibe (Orgenes, Comm. in Ion., XIII,
10: PG 14,413). Se comprende que el culto a la palabra fuese
superior al culto a Cristo, cuya realidad histrica apenas interesa,
con el consiguiente desprecio para la Iglesia visible y los
sacramentos. Se comprende tambin que la mayora de los gnsticos
fuesen docetas.Sostienen, adems, el equivocismo entre el mundo y
Dios, a quien consideran lo absolutamente otro, llamndole el no-ser
(Hiplito, Syntagma, VI1, 21: PC, 16/III, 3303), y no entienden el
concepto de creacin ex nihilo, vindose forzados a aceptar la
emanacin, considerando al gnstico como chispa desprendida de la
Divinidad, y situando la cada en el seno mismo de la Divinidad en
el pecado de la Sopha divina. Para ello no tienen ms remedio que
privar al pecado de su cualidad de acto responsable y libre y
entenderlo como dialctica necesaria del espritu, que ha de tomar
conciencia de s mismo a travs de la experiencia de lo que le es
ajeno. Es elocuente que Heraclen presente a la samaritana como
encarnacin del ideal gnstico ante la gran sorpresa de Orgenes, que
no entiende por qu Heraclen dice que no pec (Comm. in Ioh., XII1,
11: PG 14,415). Si el pecado es un error inevitable y la salvacin
el despertar de ese error, les sobra el sacrificio del Redentor, la
Redencin y el sacerdocio. Finalmente, dada su concepcin de la
materia como mala, pervierten la escatologa, negando la resurreccin
de los cuerpos, y afirmando que el mundo ser aniquilado.La gnosis
heterodoxa aparece como un triste empobrecimiento de la gnosis
catlica. Tiene un indudable matiz iluminista, pero ha perdido su
carcter de conversin moral, requerida incluso para los filsofos no
cristianos (cfr. G. Bardy, La conversin al cristianismo durante los
primeros siglos, Bilbao 1961), y se encuentra expuesta a todos los
avatares de la imaginacin impulsada por el deseo de
autojustificacin. 3) Principales puntos que motivan la reaccin de
los PadresNegacin de los conceptos de Tradicin, sucesin apostlica y
de la regla de fe. Negacin del acto creador como fruto divino y
atribucin al demiurgo. Negacin del pecado original, que sitan en el
seno de la Divinidad. Docetismo. Negacin de la resurreccin de los
muertos (cfr. Tixeront, o. c. l).
BIBLIOGRAFA: Adems de la citada en el texto: VOELKER, Quellen
zur Geschichte des christlichen Gnosis, Tubinga 1932; F. SAGNARD,
Extraits de Thodote, Pars 1948; G. QUISPEL, Leure de Ptolome Flora,
Pars 1949; PG 7,1263-1321; TH. CAMELOT, Foi et gnose, Introduction
l"tude de la connaissance mystique chez Clment d"Alexandrie, Pars
1945; A. ORBE, Estudios valentinianos, Roma 1955-1961; E. PETERSON,
Frhkirche, Judentum und Gnosis, Friburgo 1961; T. MOLNAR, Los
nuevos gnsticos, Atlntida n 39, VII (1969) 329-336.; W. BOUSSET,
Hauptprobleme der Gnosis, Gotinga 1907; F. C. BURKITT, Church and
Gnosis, Cambridge 1932; L. CENCILLO, La vida espiritual en las
sectas gnsticas, en el maniquesmo, los disidentes medievales y los
ctaros, en B. JIMNEZ DUQUE y L. SALA BALUST (dir.), Historia de la
Espiritualidad, III, Barcelona 1969, 419-554 (con bibl. y fuentes);
L. CERFAUX, Gnose prchrtienne et biblique, en DB (Suppl.) III,
659-701: ID, en Recueil L. Cerlaux, I, Gembloux 1954; H. CORNLIS y
A. LONARD, La gnosis eterna, Andorra 1961; C. FAGGIN, Gnosi e
gnosticismo, en Enc. Fil. 3, 292-298; M. FRIEDLNDER, Der
vrchristliche jdische gnostizismus, Gotinga 1898; R. M. GRANT,
Gnosticism and early Christianity, Oxford 1960; H. LEISEGANG, Die
Gnosis, Leipzig 1924 (trad. francesa, Pars 1951); H. CH. PUECH, O
en est le problme du gnosticisme? , Rev. de l"Univ. de Bruxelles,
enero-marzo 1934; G. QUISPEL, Gnosis als Weltreligion, Zurich 1951;
L. TONDELLI, Gnostici, Turn 1950.(*)Tomado de la Gran Enciclopedia
Rialp. Tomo 11, pp.61-63Cortesa de Editorial Rialp. Gran
Enciclopedia Rialp, 1991
La veta Gnstica
4 julio 2008Seccin: Gnosticismo y reencarEn un sentido u otro,
el gnosticismo siempre ha sido una veta para los buscadores de
fantasas. Qu sucede al final con toda esta ilusin gnstica?Por Julio
de la Vega-Hazas Ramrez Una conocida fbula de Hans Christian
Andersen es la del emperador y el traje invisible. En el reino de
un emperador aficionado a los trajes refinados, llegaron un da dos
sastres extranjeros, precedidos de gran fama. El emperador cuenta
Andersen- les concedi una audiencia de inmediato.- Quiero ver esa
famosa tela de la que tanto hablan exigi el emperador.- An no la
hemos tejido. Pero si su majestad nos proporciona una habitacin
espaciosa, unos telares y ciertos materiales, confeccionaremos para
su excelencia esta magnfica tela dijo uno de los sastres.- Y
nosotros, por supuesto, como regalo, aadiremos la magia aadi el
otro sastre.- Qu magia? pregunt el emperador, entusiasmado.- Nadie
que sea perverso o estpido, que est en un cargo para el que no
sirve o que ocupe un lugar inmerecido en la corte, podr ver la tela
ni el vestido que haremos comentaron los sastres con ademn de estar
contando un secreto importante.- Es eso cierto? exclam el
emperador-. Asombroso! Estupendo! Comiencen ya, y, por favor, no
escatimen nada. De inmediato har que les proporcionen los
materiales necesarios para elaborar esa tela.Los sastres
recopilaron as gran cantidad de hilo de oro y piedras preciosas,
mientras simulaban estar tejiendo. Los ministros que supervisaban
el trabajo no podan ver nada, pero nadie estaba dispuesto a pasar
por tonto o por inepto, por lo que daban todo por bueno y as sigui
la farsa.Cuando fue presentada en la corte, nadie vea nada. Pero
hicieron cara de asombro, no por ver la tela, sino por no verla y,
en su confusin, exclamaron:- Magnfica! Realmente magnfica!- Observe
su majestad qu esplndidos estampados y qu colores! decan los
cortesanos sealando los telares, creyendo en verdad que los otros
vean lo que no podan ver.Qu absurdo es ste?, pens el emperador. No
puedo ver nada. Esto es horrible! Soy un estpido? Esto es lo peor
que me ha ocurrido! Nadie lo debe saber. Aprobar la tela como sea.-
Oh, es deliciosa, de verdad majestuosa! dijo el emperador en voz
alta, con una sonrisa de satisfaccin de oreja a oreja.- Cuenta con
mi aprobacin!As llegamos al gran da de la presentacin oficial a
todo el reino. Todo el mundo finga admiracin, pues nadie quera
pasar por tonto. Hasta que, por fin, un nio de entre la multitud
grit: Pero si est desnudo!. Al principio, hubo desconcierto, hasta
que el sentido comn consigui abrirse paso, y la multitud acab
burlndose del emperador. Qued en ridculo y se descubri el timo;
tarde, pues los sastres estafadores haban huido con el rico botn.La
fbula es an ms vieja: se recoge en el cuento n 14 de El Conde
Lucanor, escrito en el siglo XIV (con la diferencia de que quienes
no lo vean no eran aqu los tontos, sino los hijos ilegtimos). Pone
de manifiesto, en todo caso, que la vanidad humana es capaz de
pasar por encima del sentido comn y aceptar las cosas ms
descabelladas.Esto viene a cuento de que, dentro del mbito de la
religin, es una de las claves para entender una constante histrica
que ha recibido el nombre de gnosticismo. El nombre viene del
griego gnosis, que significa conocimiento (no se debe confundir con
el agnosticismo, pues la a como prefijo significa negacin: el
no-conocimiento). Rene una miriada de crculos esotricos o sectas
que tienen en comn afirmar una visin de la autntica realidad que
escapa al conocimiento del vulgo y se reserva para un restringido
grupo de privilegiados que puede alcanzar la iluminacin necesaria
para alcanzar la gnosis. El gnosticismo ha sido una constante
histrica: siempre ha habido sectas gnsticas, y siempre han sido
religiones minoritarias. Entre sus seguidores han predominado, en
contra de lo que pudiera suponerse a primera vista, personas de
buena posicin social y cultural, como suceda con los cortesanos de
la fbula. Y no puede decirse que haya un origen determinado de este
tipo de grupos. Por el contrario, se puede decir que ninguna
religin bien establecida se ha librado de algn parasitismo gnstico.
El cristianismo, por supuesto, tampoco. Aparecieron gnsticos tan al
principio, que ya hay en el Nuevo Testamento alguna alusin a
embaucadores que vienen con extraas fbulas. Es posible que el
descubrimiento reciente de un manuscrito del llamado Evangelio de
Judas tenga valor arqueolgico, pero desde luego no constituye un
hallazgo sorprendente. Ya est mencionado en las obras de San
Ireneo, en el siglo III. Es uno ms de una larga lista de escritos
gnsticos, como el Evangelio de Matas, el Evangelio de Felipe, los
Hechos de Pedro, los Hechos de Toms, el Apocalipsis de Adn, el
Evangelio de la verdad, el Tratado de las tres naturalezas y un
largo etctera. Alguno enlaza con gnosticismos judos anteriores a
Cristo. Los argumentos varan, pero siempre hay un denominador comn:
la Biblia est dirigida al vulgo ignorante, mientras que estos
documentos revelan la autntica verdad, asequible tan slo a unos
privilegiados. Si nos ceimos a los gnosticismos de raz cristiana y
a la actualidad, encontramos dos filones de procedencia de sectas
gnsticas: Sudamrica (sobre todo Colombia, Venezuela y Brasil) y
Europa occidental; a diferencia de lo que sucede con sectas de
otros tipos, los Estados Unidos no son aqu muy significativos. De
Amrica del Sur el filn ms reciente- vienen cosas como el llamado
Movimiento Gnstico Cristiano Universal, con alguna implantacin en
Espaa. Lo fund en 1954 el colombiano Vctor Manuel Gmez, que asegur
ser la ltima reencarnacin de antiguos sabios y se hizo llamar
Venerable Maestro Aun Weor. Sostena lo que denominaba gnosis del
Cristo csmico: Cristo, que haba estudiado en la pirmide de Kefrn y
viajado al Tbet, leg una liturgia solar para que quienes tuvieran
acceso a ella pudieran pasar del cuerpo lunar o molecular al cuerpo
solar o astral. No falta, como en la fbula, un toque de magia de
dudoso gusto-, que proporciona adems la clave oculta para poder
entender lo que esconde la narracin de los Evangelios. Un tpico
producto gnstico.En el mundo occidental encontramos un mosaico de
grupos, que tienen antecedentes en otros similares, en una cadena
que se remonta siglos. Esto permite hablar de diversas tradiciones.
Entre ellas, destacan dos. La primera es la rosacruciana, nombre
que hace alusin al legendario viajero alemn del siglo XIII
Christian Rosenkreutz. En la actualidad, la secta de este grupo
mejor implantada Espaa incluida- es AMORC (Antigua y Mstica Orden
de la Rosa Cruz), fundada en 1915 por el norteamericano algo poco
comn- Harvey Spencer Lewis. Presenta una mezcla de contenidos
orientales hinduistas sobre todo-, smbolos del antiguo Egipto y
algn elemento de origen cristiano. Su gnosis debe llegar a la Gran
Alma Universal, y no falta el elemento mgico, que aqu se llama
alquimia espiritual. Como suele ser comn, reivindica que fueron
rosacrucianos personajes como Leonardo o Newton.La otra tradicin
destacable es la templaria, radicada sobre todo en Francia. Sus
exponentes tienen en comn la pretensin de ser continuadores de los
secretos de la antigua Orden Templaria, suprimida en el siglo XIV,
cuando su ltimo Gran Maestre, Jacques de Molay, fue injustamente
ajusticiado en la hoguera en 1314. Los secretos en realidad no
tienen nada que ver con los autnticos templarios. En este gran
saco, y dependiendo de la miriada de sectas de esta lnea ms de
quinientas identificadas en Francia en los ltimos dos siglos- se
pueden encontrar todo tipo de santos griales, tesoros ocultos y
revelaciones gnsticas supuestamente conservadas por una minora
iluminada a travs de los siglos, sobre Jess y sus primeros
discpulos. Y, por supuesto, tambin aqu es moneda comn decir que
Leonardo, Descartes o Newton pertenecan a esa secreta minora. El
anlisis de las doctrinas de cada grupo, as como las influencias y
trasvases entre ellas o con otras tradiciones, la masonera, etc.,
nos introducira en un enrevesado laberinto tan complicado como
intil.En momentos de escasa libertad religiosa, las sectas gnsticas
se encierran en un hermetismo estricto. Pero cuando pueden expresar
con ms libertad sus ideas, la tentacin de mostrarse como seres de
conocimiento privilegiado es difcil de resistir. Hay tambin en este
aspecto un paralelismo con la fbula: el emperador tena ganas de
mostrar su maravilloso traje al pueblo. Si el deseo va aderezado
con el encanto del misterio y de lo mgico, se convierte fcilmente
en un producto comercial. Puede dar lugar a una erudita exposicin
gnstica, como ocurri con el best-seller El retorno de los brujos
(de Louis Pauwels y Jacques Bergier) hace cuarenta aos; a tratar la
fantasa como tal y convertirla en un cmic filmado como es el caso
del grial de Indiana Jones; o a una novela aderezada de morbo y con
peor idea, como sucede con El Cdigo da Vinci. En un sentido u otro,
el gnosticismo siempre ha sido una veta para los buscadores de
fantasas.Qu sucede al final con toda esta ilusin gnstica? Si no se
toma en serio, simplemente entretiene, y nada ms. Si se toma en
serio, la fbula vuelve a ser ilustrativa. Parece que hay un primer
momento de mezcla de incertidumbre -y si es verdad?-, curiosidad y
fascinacin. Despus acaba por imponerse el sentido comn, ms propicio
a salir de la gente sencilla que de los pretendidamente cultos e
inteligentes, ms propensos a mantener actitudes postizas por
vanidad o miedo a quedar en mala posicin. En la Roma del ao 150
deba sonar muy moderna la doctrina de Marcin un conocido gnstico,
al que Tertuliano dedica una obra-, segn la cual Jesucristo era un
en que rescat el mundo del orgulloso Gran Arkhn que adoraban los
judos, pero tard poco en ser considerada una ridcula fantasa, y hoy
nos cuesta entender que todo un Tertuliano le dedicara tanta
atencin. Hoy ocurrir lo mismo. Pero hay una ltima enseanza extrada
de la fbula de Andersen. Cuando todos recuperaron la sensatez, los
mgicos sastres causantes de la estafa ya estaban fuera de escena,
disfrutando de sus pinges ganancias a costa de los ingenuos que
deseaban ser inteligentes a toda costa.
Qu nos dice la Biblia sobre la Reencarnacin?P. ArielAlvarez
Valds 4 julio 2008Seccin: Gnosticismo y reencarConoce el origen de
esta creencia, las causas que han favorecido su difusin y las
conclusiones sobre esta doctrina, a partir de la Sagrada
Escritura.Ms de los que parecan Una conocida actriz, hace no mucho
tiempo, declaraba en el reportaje concedido a una revista: Yo soy
catlica, pero creo en la reencarnacin. Ya averig que sta es mi
tercera vida. Primero fui una princesa egipcia. Luego, una matrona
del Imperio Romano. Y ahora me reencarn en actriz. Resulta, en
verdad, asombroso comprobar cmo cada vez es mayor el nmero de los
que, an siendo catlicos, aceptan la reencarnacin. Una encuesta
realizada en la Argentina por la empresa Gallup revel que el 33% de
los encuestados cree en ella. En Europa, el 40% de la poblacin se
adhiere gustoso a esa creencia. Y en el Brasil, nada menos que el
70% de sus habitantes son reencarnacionistas. Por su parte, el 34%
de los catlicos, el 29% de los protestantes, y el 20% de los no
creyentes, hoy en da la profesan. La fe en la reencarnacin, pues,
constituye un fenmeno mundial. Y por tratarse de un artculo de
excelente consumo, tanto la radio como la televisin, los diarios,
las revistas, y ltimamente el cine, se encargan permanentemente de
tenerlo entra sus ofertas. Pero por qu esta doctrina seduce a la
gente? Qu es la reencarnacin La reencarnacin es la creencia segn la
cual, al morir una persona, su alma se separa momentneamente del
cuerpo, y despus de algn tiempo toma otro cuerpo diferente para
volver a nacer en la tierra. Por lo tanto, los hombres pasaran par
muchas vidas en este mundo. Y por qu el alma necesita reencarnarse?
Porque en una nueva existencia debe pagar los pecados cometidos en
la presente vida, o recoger el premio de haber tenido una conducta
honesta. El alma est, dicen, en continua evolucin. Y las sucesivas
reencarnaciones le permiten progresar hasta alcanzar la perfeccin.
Entonces se convierte en un espritu puro, ya no necesita ms
reencarnaciones, y se sumerge para siempre en el infinito de la
eternidad. Esta ley ciega, que obliga a reencarnarse en un destino
inevitable, es llamada la ley del karma (=acto). Para esta
doctrina, el cuerpo no sera ms que una tnica caduca y descartable
que el alma inmortal teje por necesidad, y que una vez gastada deja
de lado para tejer otra. Existe una forma an ms escalofriante de
reencarnacionismo, llamada metempsicosis, segn la cual si uno ha
sido muy pecador su alma puede llegar a reencarnarse en un animal,
y hasta en una planta! Las ventajas que brinda Quienes creen en la
reencarnacin piensan que sta ofrece ventajas. En primer lugar, nos
concede una segunda (o tercera, o cuarta) oportunidad. Sera injusto
arriesgar todo nuestro futuro de una sola vez. Adems, angustiara
tener que conformarnos con una sola existencia, a veces mayormente
triste y dolorosa. La reencarnacin, en cambio, permite empezar de
nuevo. Por otra parte, el tiempo de una sola vida humana no es
suficiente para lograr la perfeccin necesaria. Esta exige un largo
aprendizaje, que se va adquiriendo poco a poco. Ni los mejores
hombres se encuentran, al momento de morir, en tal estado de
perfeccin. La reencarnacin, en cambio, permite alcanzar esa
perfeccin en otros cuerpos. Finalmente, la reencarnacin ayuda a
explicar ciertos hechos incomprensibles, como por ejemplo que
algunas personas sean ms inteligentes que otras, que el dolor est
tan desigualmente repartido entre los hombres, las simpatas o
antipatas entre las personas, que algunos matrimonios sean
desdichados, o la muerte precoz de los nios. Todo esto se entiende
mejor si ellos estn pagando deudas o cosechando mritos de vidas
anteriores.
Cuando an no exista La reencarnacin, pues, es una doctrina
seductora y atrapante, porque pretende resolver cuestiones
intrincadas de la vida humana. Adems, porque resulta apasionante
para la curiosidad del comn de la gente descubrir qu personaje
famoso fue uno mismo en la antigedad. Esta expectativa ayuda, de
algn modo, a olvidar nuestra vida intrascendente, y a evadirnos de
la existencia gris y rutinaria en la que estamos a veces
sumergidos. Pero cmo naci la creencia en la reencarnacin? Las ms
antiguas civilizaciones que existieron, como la sumeria, egipcia,
china y persa, no la conocieron. El enorme esfuerzo que dedicaron a
la edificacin de pirmides, tumbas y dems construcciones funerarias,
demuestra que crean en una sola existencia terrestre. Si hubieran
pensado que el difunto volvera a reencarnarse en otro, no habran
hecho el colosal derroche de templos y otros objetos decorativos
con que lo preparaban para su vida en el ms all. Por qu apareci La
primera vez que aparece la idea de la reencarnacin es en la India,
en el siglo VII a.C. Aquellos hombres primitivos, muy ligados an a
la mentalidad agrcola, vean que todas las cosas en la naturaleza,
luego de cumplir su ciclo, retornaban. As, el sol sala par la
maana, se pona en la tarde, y luego volva a salir. La luna llena
decreca, pero regresaba siempre a su plena redondez. Las estrellas
repetan las mismas fases y etapas cada ao. Las estaciones del
verano y el invierno se iban y volvan puntualmente. Los campos, las
flores, las inundaciones, todo tena un movimiento circular, de
eterno retorno. La vida entera pareca hecha de ciclos que se
repetan eternamente. Esta constatacin llev a pensar que tambin el
hombre, al morir, deba otra vez regresar a la tierra. Pero como
vean que el cuerpo del difundo se descompona, imaginaron que era el
alma la que volva a tomar un nuevo cuerpo para seguir viviendo. Con
el tiempo, aprovecharon esta creencia para aclarar tambin ciertas
cuestiones vitales (como las desigualdades humanas, antes
mencionadas), que de otro modo les resultaban inexplicables para la
incipiente y precaria mentalidad de aquella poca. Cuando apareci el
Budismo en la India, en el siglo V a.C., adopt la creencia en la
reencarnacin. Y por l se extendi en la China, Japn, el Tbet, y ms
tarde en Grecia y Roma. Y as, penetr tambin en otras religiones,
que la asumieron entre los elementos bsicos de su fe. Ya Job no lo
crea Pero los judos jams quisieron aceptar la idea de una
reencarnacin, y en sus escritos la rechazaron absolutamente. Por
ejemplo, el Salmo 39, que es una meditacin sobre la brevedad de la
vida, dice: Seor, no me mires con enojo, para que pueda alegrarme,
antes de que me vaya y ya no exista ms (v.14). Tambin el pobre Job,
en medio de su terrible enfermedad, le suplica a Dios, a quien crea
culpable de su sufrimiento: Aprtate de m. As podr sonrer un poco,
antes de que me vaya para no volver, a la regin de las tinieblas y
de las sombras (10,21.22). Y un libro ms moderno, el de la
Sabidura, ensea : El hombre, en su maldad, puede quitar la vida, es
cierto; pero no puede hacer volver al espritu que se fue, ni
liberar el alma arrebatada por la muerte (16,14). Tampoco el rey
David La creencia de que nacemos una sola vez, aparece igualmente
en dos episodios de la vida del rey David. El primero, cuando una
mujer, en una audiencia concedida, le hace reflexionar: Todos
tenemos que morir, y seremos como agua derramada que ya no puede
recogerse (2 Sm 14,14). El segundo, cuando al morir el hijo del
monarca exclama: Mientras el nio viva, yo ayunaba y lloraba. Pero
ahora que est muerto para qu voy a ayunar? Acaso podr hacerlo
volver? Yo ir hacia l, pero l no volver hacia m (2 Sm 12,22.23).
Vemos, entonces, que en el Antiguo Testamento, y an cuando no se
conoca la idea de la resurreccin, ya se saba al menos que de la
muerte no se vuelve nunca ms a la tierra.
La irrupcin de la novedad Pero fue en el ao 200 a. C. cuando se
ilumin para siempre el tema del ms all. En esa poca entr en el
pueblo judo la fe en la resurreccin, y qued definitivamente
descartada la posibilidad de la reencarnacin. Segn esta novedosa
creencia, al morir una persona, recupera la vida inmediatamente.
Pero no en la tierra, sino en otra dimensin llamada la eternidad. Y
comienza a vivir una vida distinta, sin lmites de tiempo ni
espacio. Una vida que ya no puede morir ms. Es la denominada Vida
Eterna. Esta enseanza aparece por primera vez, en la Biblia, en el
libro de Daniel. All, un ngel le revela este gran secreto: La
multitud de los que duermen en la tumba se despertarn, unos para la
vida eterna, y otros para la vergenza y el horror eterno (12,2).
Por lo tanto, queda claro que el paso que sigue inmediatamente a la
muerte es la Vida Eterna, la cual ser dichosa para los buenos y
dolorosa para los pecadores. Pero ser eterna. La segunda vez que la
encontramos, es en un relato en el que el rey Antoco IV de Siria
tortura a siete hermanos judos para obligarlos a abandonar su fe.
Mientras mora el segundo, dijo al rey: T nos privas de la vida
presente, pero el Rey del mundo a nosotros nos resucitar a una vida
eterna (2 Mac 7,9). Y al morir el sptimo exclam: Mis hermanos,
despus de haber soportado una corta pena, gozan ahora de la vida
eterna (2 Mac 7,36). Para el Antiguo Testamento, pues, resulta
imposible volver a la vida terrena despus de morir. Por ms breve y
dolorosa que haya sido la existencia humana, luego de la muerte
comienza la resurreccin. Ahora lo dice Jess Jesucristo, con su
autoridad de Hijo de Dios, confirm oficialmente esta doctrina. Con
la parbola del rico Epuln (Lc 16,19.31), cont cmo al morir un pobre
mendigo llamado Lzaro los ngeles lo llevaron inmediatamente al
cielo. Por aquellos das muri tambin un hombre rico e insensible, y
fue llevado al infierno para ser atormentado por el fuego de las
llamas. No dijo Jess que a este hombre rico le correspondiera
reencarnarse para purgar sus numerosos pecados en la tierra. Al
contrario, la parbola explica que por haber utilizado injustamente
los muchos bienes que haba recibido en la tierra, deba ahora (es
decir, en el ms all, en la vida eterna, y no en la tierra) pagar
sus culpas (v.25). El rico, desesperado, suplica que le permitan a
Lzaro volver a la tierra (o sea, que se reencarne) porque tiene
cinco hermanos tan pecadores como l, a fin de advertirles lo que
les espera si no cambian de vida (v.27.28). Pero le contestan que
no es posible, porque entre este mundo y el otro hay un abismo que
nadie puede atravesar (v.26). La angustia del rico condenado le
viene, justamente, al confirmar que sus hermanos tambin tienen una
sola vida para vivir, una nica posibilidad, una nica oportunidad
para darle sentido a la existencia. La suerte del buen ladrn Cuando
Jess mora en la cruz, cuenta el Evangelio que uno de los ladrones
crucificado a su lado le pidi: Jess, acurdate de m cuando vayas a
tu reino. Si Jess hubiera admitido la posibilidad de la
reencarnacin, tendra que haberle dicho: Ten paciencia, tus crmenes
son muchos; debes pasar por varias reencarna-ciones hasta
purificarte completamente. Pero su respuesta fue: Te aseguro que
hoy estars conmigo en el Paraso (Lc 23,43). Si hoy iba a estar en
el Paraso, es porque nunca ms poda volver a nacer en este mundo.
San Pablo tambin rechaza la reencarnacin. En efecto, al escribir a
los filipenses les dice: Me siento apremiado por los dos lados. Por
una parte, quisiera morir para estar ya con Cristo. Pero por otra,
es ms necesario para ustedes que yo me quede an en este mundo
(1,23.24). Si hubiera credo posible la reencarnacin, intiles habran
sido sus deseos de morir, ya que volvera a encontrarse con la
frustracin de una nueva vida terrenal. Una total incoherencia Y
explicando a los corintios lo que sucede el da de nuestra muerte,
les dice: En la resurreccin de los muertos, se entierra un cuerpo
corruptible y resucita uno incorruptible, se entierra un cuerpo
humillado y resucita uno glorioso, se entierra un cuerpo dbil y
resucita uno fuerte, se entierra un cuerpo material y resucita uno
espiritual (1 Cor 15,42.44). Puede, entonces, un cristiano creer en
la reencarnacin? Queda claro que no. La idea de tomar otro cuerpo y
regresar a la tierra despus de la muerte es absolutamente
incompatible con las enseanzas de la Biblia. La afirmacin bblica ms
contundente y lapidaria de que la reencarnacin es insostenible, la
trae la carta a los Hebreos: Est establecido que los hombres mueren
una sola vez, y despus viene el juicio (9,27). Invitacin a la
irresponsabilidad Pero no slo las Sagradas Escrituras impiden creer
en la reencarnacin, sino tambin el sentido comn. En efecto, que
ella explique las simpatas y antipatas entre las personas, los
desentendimientos de los matrimonios, las desigualdades en la
inteligencia de la gente, o las muertes precoces, ya no es aceptado
seriamente por nadie. La moderna sicologa ha ayudado a aclarar, de
manera cientfica y concluyente, el porqu de stas y otras
manifestaciones extraas de la personalidad humana, sin imponer a
nadie la creencia en la reencarnacin. La reencarnacin, por lo
tanto, es una doctrina estril, incompatible con la fe cristiana,
propia de una mentalidad primitiva, destructora de la esperanza en
la otra vida, intil para dar respuestas a los enigmas de la vida, y
lo que es peor, peligrosa por ser una invitacin a la
irresponsabilidad. En efecto, si uno cree que va a tener varias
vidas ms, adems de sta, no se har mucho problema sobre la vida
presente, ni pondr gran empeo en lo que hace, ni le importar
demasiado su obrar. Total, siempre pensar que le aguardan otras
reencarnaciones para mejorar la desidia de sta. Solamente una vez
Pero si uno sabe que el milagro de existir no se repetir, que tiene
slo esta vida para cumplir sus sueos, slo estos aos para
realizarse, slo estos das y estas noches para ser feliz con las
personas que ama, entonces se cuidar muy bien de maltratar el
tiempo, de perderlo en trivialidades, de desperdiciar las
oportunidades. Vivir cada minuto con intensidad, pondr lo mejor de
s en cada encuentro, y no permitir que se le escape ninguna
coyuntura que la vida le ofrezca. Sabe que no retornarn. El hombre,
a lo largo de su vida, trabaja un promedio de 136.000 horas; duerme
otras 210.000; come 3.360 kilos de pan, 24.360 huevos y 8.900 kilos
de verdura; usa 507 tubos de dentfrico; se somete a 3
intervenciones quirrgicas; se afeita 18.250 veces; se lava las
manos otras 89.000; se suena la nariz 14.080 veces; se anuda la
corbata en 52.000 oportunidades, y respira unos 500 millones de
veces. Pero absolutamente todo hombre, creyente o no, muere una vez
y slo una vez. Antes de que caiga el teln de la vida, Dios nos
regala el nico tiempo que tendremos, para llenarlo con las mejores
obras de amor de cada da.
Por qu no cree el cristiano en la reencarnacin?
23 julio 2008Seccin: Gnosticismo y reencarLa reencarnacin, que
es afirmada por muchas religiones orientales, la teosofa y el
espiritismo, es muy distinta de la resurreccinPor qu no cree el
cristiano en la reencarnacin? A esta pregunta respondi el telogo
Michael F. Hull de Nueva York al intervenir en la videoconferencia
mundial de teologa organizada el 29 de abril de 2003 por la
Congregacin vaticana para el Clero. Estas fueron sus palabras.La
integridad de la persona humana (cuerpo y alma en la vida presente
y la futura) ha sido y sigue siendo uno de los aspectos de la
revelacin divina ms difciles de entender. Son todava actuales las
palabras de san Agustn: Ninguna doctrina de la fe cristiana es
negada con tanta pasin y obstinacin como la resurreccin de la carne
(Enarrationes in Psalmos, Ps. 88, ser. 2, 5). Dicha doctrina,
afirmada constantemente por la Escritura y la Tradicin, se
encuentra expresada de la manera ms sublime en el captulo 15 de la
Primera carta de San Pablo a los Corintios. Y es declarada
continuamente por los cristianos cuando pronuncian el Credo de
Nicea: Creo en la resurreccin de la carne. Es una expresin de la fe
en las promesas de Dios.A menudo, aun sin el auxilio de la gracia,
la razn humana llega a vislumbrar la inmortalidad del alma, pero no
alcanza a concebir la unidad esencial de la persona humana, creada
segn la "imago Dei". Por ello, a menudo, la razn no iluminada y el
paganismo han visto a travs de un cristal, borrosamente el reflejo
de la vida eterna revelada por Cristo y confirmada por su misma
resurreccin corporal de los muertos, pero no pueden ver la
dispensacin del misterio escondido desde siglos en Dios, creador
del universo (Ef 3,9). La nocin equivocada de la metempscosis
(Platn y Pitgoras) y la reencarnacin (hinduismo y budismo) afirma
una transmigracin natural de las almas humanas de un cuerpo a otro.
La reencarnacin, que es afirmada por muchas religiones orientales,
la teosofa y el espiritismo, es muy distinta de la resurreccin de
la fe cristiana, segn la cual la persona ser reintegrada, cuerpo y
alma, el ltimo da para su salvacin o su condena.Antes de la parusa,
el alma del individuo, entra inmediatamente, con el juicio
particular, en la bienaventuranza eterna del cielo (quiz despus de
un perodo de purgatorio necesario para las delicias del cielo) o en
el tormento eterno del infierno (Benedicto XII, Benedictus Deus).
En el momento de la parusa, el cuerpo se reunir con su alma en el
juicio universal. Cada cuerpo resucitado ser unido entonces con su
alma, y todos experimentarn entonces la identidad, la integridad y
la inmortalidad. Los justos seguirn gozando de la visin beatfica en
sus cuerpos y almas unificados y tambin de la impasibilidad, la
gloria, la agilidad y la sutileza. Los injustos, sin estas ltimas
caractersticas, seguirn en el castigo eterno como personas
totales.La resurreccin del cuerpo niega cualquier idea de
reencarnacin porque el retorno de Cristo no fue una vuelta a la
vida terrenal ni una migracin de su alma a otro cuerpo. La
resurreccin del cuerpo es el cumplimiento de las promesas de Dios
en el Antiguo y el Nuevo Testamento. La resurreccin del cuerpo del
Seor es la primicia de la resurreccin. Porque, habiendo venido por
un hombre la muerte, tambin por un hombre viene la resurreccin de
los muertos. Pues del mismo modo que por Adn mueren todos, as
tambin todos revivirn en Cristo. Pero cada cual en su rango: Cristo
como primicia; luego los de Cristo en su venida (1 Cor 15,2123). La
reencarnacin nos encierra en un crculo eterno de desarraigo
corporal, sin otra certidumbre ms que la renovacin del alma. La fe
cristiana promete una resurreccin de la persona humana, cuerpo y
alma, gracias a la intervencin del Padre, el Hijo y el Espritu
Santo, para la perpetuidad del paraso.En la carta apostlica Tertio
millennio adveniente (14 de noviembre de 1994), escribe Juan Pablo
II: Cmo podemos imaginar la vida despus de la muerte? Algunos han
propuesto varias formas de reencarnacin: segn la vida anterior,
cada uno recibir una vida nueva bajo una forma superior o inferior,
hasta alcanzar la purificacin. Esta creencia, profundamente
arraigada en algunas religiones orientales, indica de por s que el
hombre se rebela al carcter definitivo de la muerte, porque est
convencido de que su naturaleza es esencialmente espiritual e
inmortal. La revelacin cristiana excluye la reencarnacin y habla de
una realizacin que el hombre est llamado a alcanzar durante una
sola vida terrenal (n 9).
Reencarnacin o Resurreccin
23 julio 2008Seccin: Gnosticismo y reencarLa reencarnacin y su
incompatibilidad con el cristianismoEn qu consisteReencarnar
(volver a encarnar). En general, reencarnacin es la creencia segn
la cual el alma, despus de la muerte, se separa del cuerpo y toma
otro cuerpo para continuar otra vida mortal. Segn esta creencia,
las almas pasan por ciclos de muertes y nuevas encarnaciones. Un
ser humano, por ejemplo, podra volver a vivir en la tierra naciendo
como un nuevo personaje. Una creencia reencarnacionista llamada
metempsicosis, ensea que los grandes pecadores pueden reencarnar en
un animal o una planta. Posiblemente la creencia en la reencarnacin
comenz al querer aplicar al ser humano el ciclo que observaban en
la naturaleza: El sol y la luna aparecen y desaparecen. Igualmente
las temporadas, el follaje, las flores y tantas otras cosas en la
naturaleza tienen un ciclo. As pensaron que el ser humano mora pero
regresaba otra vez en otro cuerpo. La reencarnacin es tambin fruto
del deseo humano de darle explicacin a las diferencias de
inteligencia, salud, talentos, fortuna, etc. que existen entre
seres humanos. Segn la doctrina de la reencarnacin estas
diferencias seran culpa o mrito por el comportamiento en vidas
anteriores. Por lo tanto se le culpa a los pobres, los enfermos y
los desdichados por su condicin desdichada y no se hace nada por
ellos porque estn pagando su culpa. El Evangelio, por el contrario
nos revela que Dios se hizo hombre en pobreza En los pobres
encontramos al mismo Cristo. Para reflexionar sobre el misterio del
sufrimiento>>.El hombre no debe inventarse "respuestas" para
lo que no puede entender. "San Antonio el Grande, el clebre abad
egipcio, meditaba en el desierto: Por qu algunos mueren tras una
vida corta mientras que otros llegan a una envidiable vejez? Por qu
algunos son pobres y otros ricos? Por qu los injustos se enriquecen
y los justos pasan necesidad? Entonces oy una voz que le responda:
"Antonio, Antonio, ocpate de ti mismo, pues eso pertenece al juicio
de Dios y a ti nada te aprovecha saberlo". (Testimonios y Enseanzas
de los Padres del Desierto, C. Tescaroli). Publicado en la revista:
Tierra Santa. Mayo-Junio 2002. Jerusaln. Nmero 756.La reencarnacin
est vinculada al concepto del "Karma", segn el cual cada uno paga
por su buen o mal comportamiento en sus prximas reencarnaciones. El
alma de quien tenga un buen karma "transmigrar" encarnndose en un
ser superior, quin tenga un mal karma encarnar como un ser
inferior, ya sea, por ejemplo una vaca o una cucaracha. En las
sucesivas reencarnaciones el alma podra evolucionar hacia la
perfeccin hasta convertirse en espritu puro que no necesita ms
reencarnaciones. Entonces se sumerge para siempre en la eternidad.
Los proponentes de la reencarnacin creen que el alma es eterna pero
no la persona. El alma habita en un cuerpo y cuando este se gasta
se consigue otro. El alma no es individual sino que forma parte de
"Dios" o "Brama". El objetivo en los ciclos de reencarnaciones es
pagar culpas de vidas anteriores y purificar el alma del mal hasta
llegar a la "iluminacin", lo cual le hace posible quedar absorta en
el "Todo", el "alma mundial". Conocerse como parte de ese "Todo" es
seal de iluminacin.Donde se origina?La creencia en la reencarnacin
comienza en la India en el siglo VII a.C. Eso significa que no es
tan antigua como la fe de los judos o de los sumerios, egipcios,
persas y chinos. Ninguno de estos crea en la reencarnacin y por eso
edificaron magnficas tumbas. El Budismo apareci en la India, en el
siglo V a.C. y adopt la creencia en la reencarnacin. Mas tarde pas
a Grecia y Roma. Algunas religiones tambin adoptaron esta
explicacin humana a los problemas que no podan entender. Tuvo
adeptos entre algunos filsofos griegos. En nuestros tiempos se
encuentra entre las enseanzas de las sociedades teosficas, los
gurus indios, los psquicos y el movimiento de la nueva era por el
cual se han importado muchas creencias orientales.El Antiguo
Testamento desconoce la reencarnacinAlgunos mal interpretan la
Biblia y dicen que esta apoya la reencarnacin. La religin juda por
mucho tiempo no tubo una clara doctrina sobre lo que ocurre despus
de la muerte pero ciertamente no enseaba la reencarnacin ya esa
creencia surge mucho mas tarde y es incompatible con la revelacin
que los judos haban recibido de Dios. El Salmo 39, 14: Seor, no me
mires con enojo, para que pueda alegrarme, antes de que me vaya y
ya no exista ms (v.14). Job le dice a Dios: Aprtate de m. As podr
sonrer un poco, antes de que me vaya para no volver, a la regin de
las tinieblas y de las sombras (Job 10,21-22). Sabidura16,14: El
hombre, en su maldad, puede quitar la vida, es cierto; pero no
puede hacer volver al espritu que se fue, ni liberar el alma
arrebatada por la muerte 2 Samuel 14,14. Todos tenemos que morir, y
seremos como agua derramada que ya no puede recogerse 2 Samuel
12,22-23. Mientras el nio viva, yo ayunaba y lloraba. Pero ahora
que est muerto para qu voy a ayunar? Acaso podr hacerlo volver? Yo
ir hacia l, pero l no volver hacia m Aproximadamente 200 aos a. C.
se introdujo en el judasmo la fe en la resurreccin, doctrina
incompatible con la reencarnacin.La doctrina de la resurreccin
ensea que despus de la muerte la persona vive pero no en la tierra
sino con Dios en la eternidad. Aparece por primera vez en Daniel
12,2: La multitud de los que duermen en la tumba se despertarn,
unos para la vida eterna, y otros para la vergenza y el horror
eterno Aparece por segunda vez en 2 Mac 7,9. El rey Antoco IV de
Siria quiere obligar a siete hermanos fieles a la ley juda, por
medio de tortura, a abandonar su fe. Al morir el segundo dijo al
rey: T nos privas de la vida presente, pero el Rey del mundo a
nosotros nos resucitar a una vida eterna . El sptimo al morir dijo:
Mis hermanos, despus de haber soportado una corta pena, gozan ahora
de la vida eterna (2 Mac 7,36). El Nuevo TestamentoLa doctrina del
N.T. es incompatible con la reencarnacin. El N.T. Ensea que despus
de la muerte NO se regresa a otra vida en la tierra sino que
pasamos enseguida al purgatorio que es un estado temporal pero no
en esta tierra, o pasamos a nuestro destino definitivo que es el
cielo o el infierno. Nuestro cuerpo volver al polvo hasta el da de
la resurreccin cuando nuestro nico cuerpo cobrar vida pero ser
glorificado. Ver Resurreccin.La parbola del rico Epuln (Lc
16,19.31): Lzaro despus de la muerte va inmediatamente al cielo. El
rico muere y va inmediatamente al infierno. El versculo 25 revela
que el rico pagar por su mala conducta, no reencarnndose, sino en
el infierno para siempre, del cual no puede pasar al otro lado ni
volver a la tierra. El buen ladrn desde la cruz pidi a Jess:
acurdate de m cuando vayas a tu reino. Jess le responde: Te aseguro
que hoy estars conmigo en el Paraso (Lc 23,43). El buen ladrn no
regres a la tierra para pagar su "karma" por ser ladrn. Fu directo
al cielo "hoy mismo" por el perdn recibido de Jess.Filipenses
1,23-24: Me siento apremiado por los dos lados. Por una parte,
quisiera morir para estar ya con Cristo. Pero por otra, es ms
necesario para ustedes que yo me quede an en este mundo Obviamente
Pablo saba que al morir no regresara con otra vida al mundo sino
que estara definitivamente "con Cristo". 1 Cor 15,42.44. En la
resurreccin de los muertos, se entierra un cuerpo corruptible y
resucita uno incorruptible, se entierra un cuerpo humillado y
resucita uno glorioso, se entierra un cuerpo dbil y resucita uno
fuerte, se entierra un cuerpo material y resucita uno
espiritual"Hebreos 9,27 sintetiza la enseanza de las Escrituras al
respecto: "est establecido que los hombres mueran una sola vez, y
luego el juicio"Uno de los pasajes bblicos en que pretenden
encontrar la reencarnacin es Mateo 11,14: "Y, si queris admitirlo,
l (Juan Bautista) es Elas, el que iba a venir." Jess habla aqu de
que el espritu proftico de Elas (no su cuerpo ni su alma) contina
en San Juan Bautista. Que se refiere al espritu proftico y no al
cuerpo fsico de Elas se deduce de Lucas 1,17 "e ir delante de l con
el espritu y el poder de Elas, para hacer volver los corazones de
los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los
justos, para preparar al Seor un pueblo bien dispuesto." Adems, el
mismo San Juan Bautista neg explcitamente ser Elas: "Y le
preguntaron: Qu, pues? Eres t Elas? El dijo: No lo soy. Eres t el
profeta? Respondi: No." -Jn 1,21Para entender el sentido bblico
pongo un ejemplo: Si nosotros decimos de una nia: "tiene los ojos
de su madre", todos entienden que no se trata de un transplante de
ojos. No se trata de la reencarnacin de los ojos de la madre en la
nia. Solo estamos diciendo que los ojos de madre e hija se parecen
mucho. Diferencias principales entre la doctrina cristiana y la
reencarnacin Es alarmante que segn algunas encuestas (AD 2004), el
34% de los catlicos dicen creer en la reencarnacin. Estos no se han
enterado que hay diferencias fundamentales entre la revelacin
cristiana y la reencarnacin. La Resurreccin. La fe cristiana se
fundamenta en la resurreccin de Jesucristo. Nuestros cuerpos no
sern ni reciclados ni aniquilados. El alma no pierde su identidad
absorbindose en el cosmos. El destino final del hombre es la
resurreccin para el gozo de la vida con Dios para siempre en el
cielo o la pena eterna de la separacin de Dios en el infierno. La
resurreccin es muy superior a la reencarnacin. Es cierto que
algunas religiones narran sobre dioses que mueren y resucitan pero
solo el cristianismo habla de un cuerpo gloriosamente resucitado y
del poder para compartir esta nueva vida con otros. Los judos no
esperaban un Mesas que muriera y resucitara. Algunos tenan la
esperanza de resucitar, pero no con cuerpos gloriosos sino en una
resurreccin anloga a la de Lzaro (Cf. Is. 26:19; Ez. 37:10; Dn
12:2). Algunas filosofas y religiones han credo en la reencarnacin
o en la inmortalidad del alma apartada del cuerpo. Pero la fe en la
resurreccin solo se encuentra entre los cristianos. (Ms sobre la
resurreccin). La naturaleza de DiosEl Dios de la revelacin
judeo-cristiana es personal, mientras que en la reencarnacin se le
percibe como algo impersonal, el Todo Csmico de las religiones
orientales. Para ellos:El amor. Un Dios impersonal no ama, no es
Padre, entonces los hombres no somos hermanos. Segn los proponentes
de la reencarnacin los pobres son culpables de su miseria por males
que hicieron en otras vidas. Como estn pagando el karma, no se les
debe ayudar. Son una casta baja. Jesucristo no solo nos ensea el
amor a los pobres sino que el mismo se hizo pobre para darnos
ejemplo. La victoria sobre el mal. El mal no es vencido por cada
individuo expiando sus pecados por medio de transmigraciones a
otras formas de vida. Los cristianos creemos que Jesucristo pag por
nuestros pecados en la cruz y solo en el tenemos salvacin. Nosotros
cooperamos con nuestros sacrificios pero la salvacin es un don. La
iluminacin Lo que constituye "iluminacin" para los cristianos es
muy diferente al concepto reencarnacionista: Esta se consigue al
conocer a Jesucristo, el Camino, la Verdad y la Vida, y recibiendo
el Espritu Santo, Espritu de la Verdad enviado por el Padre y
Jesucristo. El Tiempo. El concepto judeo-cristiano del tiempo y de
la relacin de Dios con el tiempo es totalmente diferente. El tiempo
para el cristiano no es un ciclo sin fin. Es linear, teniendo un
principio y un fin. Dios es el creador y Seor del tiempo. Jess es
el "Alfa y Omega", principio y fin del tiempo. El hombre tiene un
propsito que cumplir en el tiempo que tiene, segn la voluntad de
Dios. El Gnesis nos habla del principio del tiempo. El Apocalipsis,
del fin del tiempo: la segunda venida del Seor. Despus ya no habr
tiempo sino la eternidad, vivida en el cielo o en el infierno. La
Eternidad. Los cristianos no creemos que los hombres sean diluidos
en el cosmos impersonal. Todo lo bueno se unir en Cristo y ser
presentado al Padre "Que Dios sea todo en todos" (I Cor 15:28) pero
nuestra individualidad, nuestra persona no se perder jams. Podramos
imaginarnos a los santos en el cielo como un precioso campo de
flores. Al mismo tiempo cada flor es individual y preciosa en si
misma. Los redimidos por Cristo encontrarn su identidad plenamente
en el cielo. Sern sanados y elevados a la plenitud de su ser. Los
santos estn unidos por el amor y al mismo tiempo cada uno es
precioso. El evangelio del amor y del perdn sobrepasa en grande la
enseanza cruel de la reencarnacin con sus ciclos y karmas. Dios
tanto am al mundo que envi a Su nico Hijo para que el que crea en
El tenga vida eterna. Fuente- Alan Schreck en ingls, artculo en New
Covenant, V-1990 y varias otras.
Creo en la resurreccin de los muertos
23 julio 2008Seccin: Gnosticismo y reencarCada domingo en Misa
decimos en el Credo: Creo en la resurreccin de los muertos. Qu
significa esto?Artculo relacionado:La vida eternaCon la muerte se
experimenta una separacin real de cuerpo y alma. El cuerpo contina
un proceso de corrupcin, mientras que su alma va al encuentro de
Dios. Cuando muere un familiar o un amigo, solemos estar tristes
por su muerte. La muerte nos hace pensar en lo desconocido y,
muchas veces, nos preguntamos si nuestro ser querido estar ya en el
cielo con Dios, si tendr que esperar para resucitar, qu pasar con
su cuerpo y con su alma, etc. Hoy en da, estamos acostumbrados a
darle una respuesta a todo. Sin embargo no podemos dar respuesta a
muchas interrogantes sobre la muerte y la vida despus de la muerte.
Por lo mismo, esta realidad suele incomodarnos y angustiarnos.De
acuerdo con el Catecismo de la Iglesia Catlica, los hombres mueren
y los que hayan hecho el bien resucitarn para la vida, y los que
hayan hecho el mal, para la condenacin. Dios nos dio una vida
temporal en la tierra para ganarnos la vida sobrenatural. Con la
muerte termina nuestra vida en la tierra. ( Juan 5, 29, cf. Dn.
12,2).Cristo resucit con su propio cuerpo, pero no volvi a una vida
terrenal, su cuerpo era ya un cuerpo glorioso, un cuerpo
incorruptible, un cuerpo que ya no estaba sujeto al tiempo y al
espacio. Por esto, poda aparecer y desaparecer en los lugares, pero
a la vez, segua siendo un cuerpo humano que poda beber y comer.
Dios nos ama a nosotros como seres humanos en cuerpo y en alma. Al
resucitar a la vida, vamos a tener un gran gozo en cuerpo y en
alma. En Cristo, todos resucitarn con su propio cuerpo, que tienen
ahora (Concilio de Letrn IV: DS 801), pero este cuerpo ser
transfigurado en cuerpo de gloria (Filipenses 3, 21). Con la muerte
se experimenta una separacin real de cuerpo y alma. El cuerpo del
hombre contina un proceso de corrupcin como cualquier materia viva
mientras que su alma va al encuentro de Dios. Esta alma estar
esperando reunirse con su cuerpo glorificado. Con la resurreccin,
nuestros cuerpos quedarn incorruptibles y volvern a unirse con
nuestras almas. Nos podemos preguntar: cmo resucitarn los muertos?
cundo resucitarn?El cmo no lo podemos entender con la razn,
solamente con la fe. Nos puede ayudar a acercarnos a este gran
misterio nuestra participacin en la Eucarista que nos da ya, un
anticipo de la transfiguracin de nuestro cuerpo por Cristo. El pan
que viene de la tierra, despus de haber recibido la invocacin de
Dios, ya no es pan ordinario, sino Eucarista. El cundo ser en el
fin del mundo (LG 48). El ltimo da, el fin del mundo, los hombres
no sabemos cundo va a ser, slo Dios lo sabe. Hay quienes afirman
que tiene que ser en el ao 2000 porque dicen que las profecas lo
dicen. Se habla de que se va a acabar el agua, que vendrn pestes,
terremotos, etc. Pero no son ms que invenciones de los hombres,
pues Cristo nos dijo, claramente, que nadie puede saber el da ni la
hora en que la resurreccin de la carne suceder, ni siquiera l
mismo, sino slo el Padre. No debemos preocuparnos tanto de conocer
la fecha, sino que lo importante es trabajar en nuestra santidad
para estar siempre preparados y as poder alcanzar la gloria de Dios
al morir.Qu es la Parusa?La Parusa de Cristo es la palabra con la
que se designa la segunda venida de Cristo a la tierra. Y, por lo
mismo, la resurreccin de los muertos est ntimamente asociada a sta.
Pero, mientras tanto podemos gozar de la gloria, de la vida
celestial de Cristo resucitado?Gracias al Bautismo, quedamos unidos
a Cristo y podemos participar en la vida celestial de Cristo
resucitado. Gracias al Espritu Santo, la vida cristiana en la
tierra es, desde ahora, una participacin en la muerte y en la
Resurreccin de Cristo. Dios nos alimenta con su cuerpo en el
Sacramento de la Eucarista. La Eucarista es el alimento del alma
que llena nuestra vida de gracia. Al terminar la vida en la tierra,
viene la muerte. Con la muerte se acaba nuestro peregrinar en la
tierra. Se acaba el tiempo de gracia y de misericordia que Dios nos
ofrece para vivir nuestra vida de acuerdo a lo que Jesucristo vino
a ensearnos; para poder ganarnos el premio de la vida eterna y la
gloria.La Iglesia nos anima a prepararnos para nuestra muerte. San
Francisco de Ass deca que era mejor huir de los pecados que de la
muerte. Por qu existe la muerte?La muerte fue contraria a los
designios de Dios. Dios nos haba destinado a no morir. Sin embargo,
la muerte entr en el mundo como consecuencia del pecado del
hombre.La muerte fue transformada por Cristo. Jess quiso morir por
amor a nosotros en la cruz. Cumpli libremente con la voluntad del
Padre. Su obediencia transform la muerte en una bendicin. El
sentido de la muerte cristiana lo podemos expresar con estas
frases: Para m, la vida es Cristo y morir, una ganancia. ( Flp.
1,21)Dejadme recibir la luz pura, cuando yo llegue all, ser un
hombre. (San Ignacio de Antioqua)Yo no muero, entro en la vida
(Santa Teresita del Nio Jess).Deseo partir y estar con Cristo (San
Pablo). En la muerte, Dios llama al hombre hacia s. El hombre puede
transformar su propia muerte en el momento anhelado de unin y amor
hacia el Padre. Algunas personas te podrn decir que la doctrina
catlica no se opone a la reencarnacin. Afirmarn que la reencarnacin
puede ser un fenmeno. Recuerda que los hombres viven una sola vez,
mueren una sola vez y son juzgados para ir a la vida eterna (de
felicidad, si fueron justos, y de infelicidad, si no cumplieron lo
que deban hacer). Al final de los tiempos resucitarn los muertos
(Catecismo de la Iglesia Catlica, nn. 1022 y 1038).No hay
reencarnacin despus de la muerte! Cada uno de nosotros somos uno,
nico e irrepetible
La religin en la mira
4 julio 2008Seccin: Gnosticismo y reencarUna literatura y
filmografa de teologa ficcin ha ganado los mercados, al punto de
haber creado un nuevo gnero.Por Roberto Bosca Se trata de una moda
cultural, pero ella no parece responder a un mero capricho del
gusto popular: tiene un significado. Posmodernidad: posreligin? Eso
es lo que pensaron los "telogos de la muerte de Dios", pero se
equivocaron. Desmintiendo a los profetas del secularismo radical,
un indito sentido religioso parece atravesar los comienzos del
milenio. Pero en qu consiste esta desconcertante realidad? Es la
new age, una nueva espiritualidad difusa para un hombre vaco, que
ha comenzado a penetrar por todos los intersticios de nuestra
cultura. Esta religiosidad individualista refleja el sentido
antiinstitucional que es propio del cambio de poca. La desconfianza
respecto del poder explica que cualquier autoridad sea sospechada
de una intrnseca corrupcin para perpetuar su dominio. La estructura
jerrquica, incluso de las iglesias y confesiones religiosas, es
anatematizada. La mediacin con lo sagrado que ella propone es
interpretada como una intermediacin ilegtima, una traicin de la
pureza del mensaje original. El deseo de saber ms responde a una
actitud muy humana, que ha impulsado el progreso. Pero este anhelo
puede dar como resultado, si se encuentra exacerbado, una
imaginacin desenfrenada. En la sociedad del conocimiento, son
muchos los que sufren de una bulimia intelectual que impide digerir
el alimento. Constituye un lugar comn la queja de los profesores:
muchos datos, poca reflexin, menos criterio. Si la apabullante
informacin que informa la trama de espionaje poltico de Frederick
Forsyth le confiere verosimilitud, por qu no puede ser real tambin
la de espionaje religioso de Dan Brown? De este modo, en un clima
de poca que podramos calificar de sndrome del gato encerrado,
florecen las teoras del complot. A quin no le gusta descubrir que
en una verdad aceptada hay algo ms que se mantiene oculto al comn
de la gente? Habra una realidad importante que alguien, con fines
inconfesables, oculta para perpetuar su inicua dominacin de las
conciencias. La responsabilidad del mal no est en nosotros mismos,
sino en alguien que nos domina y que ha expropiado las claves de
nuestra felicidad. El imperativo de saber deviene justiciero,
adquiere los rasgos de una reivindicacin moral. La pelcula El
complot , protagonizada por Mel Gibson, mostraba de modo
ambivalente una mentalidad paranoica ms frecuente de lo que se
cree, que irrumpa en una conspiracin oculta y real. El vago
espiritualismo que renace hoy en la nueva religiosidad se
caracteriza por su contenido gnstico. La gnosis es una corriente
precristiana que pretendi mimetizarse con la nueva fe religiosa en
la Iglesia primitiva. El principio fundamental del gnosticismo
consiste no en la fe, sino en una racionalizacin de la fe, en un
conocimiento que salva. Pero esta autoliberacin del hombre interior
por un saber oculto no es inocua. Contenidos gnsticos pueden
rastrearse en una enorme variedad de corrientes culturales, no
solamente en los siglos medios, sino tambin en la modernidad. Su
influjo ha mostrado aun en nuestros das una increble reviviscencia.
Las ideologas, constituidas en terribles aparatos de masacrar
cuerpos y espritus, exhiben la mcula gnstica, como en dcadas
recientes se ha podido observar, por ejemplo, en el marxismo y en
el nazismo. Pero con el sutil teln de fondo del boom literario de
la teologa ficcin la gnosis encuentra un campo privilegiado de
influencia, acaso impensado escaso tiempo atrs. En el transcurso de
unos pocos aos esta sensibilidad de matriz gnstica ha penetrado en
las clases medias y en estos momentos las nuevas creencias ya
constituyen un producto de supermercado. Esta es la realidad que se
expresa en la mirada de best-sellers que inundan las libreras de
las grandes ciudades. La gnosis ha pasado de las sectas albigenses
a nuestro vecino del subte, que lee ensimismado y acaso un tanto
desconcertado, con la ilusin de acceder al conocimiento para ser,
tambin l, un iniciado que recibe de los escribas de la nueva gnosis
la falsa ilusin de su liberacin interior. El autor es director del
doctorado de Derecho en la Universidad Austral.