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Geodem6

May 31, 2018

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Diana Durán
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    LA DIALCTICA POSITIVISMO - HUMANISMO EN LA CIENCIA Y EN LA

    GEOGRAFA: INCONMENSURABILIDAD Y COMPLEMENTACIN

    Daro Csar Snchez

    Resumen: Desde mediados del siglo XIX, la historia de las ciencias sociales, y en particularde la geografa, se ha caracterizado por una suerte de dialctica entre los enfoques positivistasy los humanistas. En efecto, al positivismo comtiano se le opuso el historicismo, y alneopositivismo popperiano distintas doctrinas filosficas sustentadas, segn el caso, en elprotagonismo de ciencias humanas como la sociologa, la psicologa, la antropologa ynuevamente la historia. Utilizando la expresin de Paul Feyerabend, el resultado ha sido la

    coexistencia de posturas epistemolgicas inconmensurables, es decir incompatibles respectoal lenguaje, pero tambin en cuanto a los problemas abordados y los mtodos para suresolucin. Respecto a estos ltimos, el afn por diferenciarse del neopositivismo lleg alextremo de la cuantofobia, el desprecio de toda metodologa cuantitativa, incluyendo laestadstica, y su reemplazo por una metodologa light que todo lo permite. No obstante, lapluralidad de enfoques, opuestos pero complementarios, como toda forma de diversidad opluralismo, complejiza y enriquece a la geografa; por consiguiente, como en la dialcticahegeliana, la sntesis resultante es superadora de los enfoques parciales. Palabras Clave:dialctica, positivismos, humanismos, inconmensurabilidad, cuantofobia.

    No; un dogma religioso o nacional no es una idea, sino un fsil quefue, cuando vivo, una idea. Y el dogmtico odia las ideas, es uninislogo, como los llamaba Platn, un idefobo. Y los idefobosforman ya partidos. De modo que le digo que no hay sino dos partidos:el de los que piensan y el de los que no quieren pensar. Y los que noquieren pensar se oponen a que los dems piensen.

    Miguel de Unamuno (1961:924-5)

    "El buen investigador cientfico est enamorado de la verdad y dedicasu vida a encontrarla y hacerla triunfar. Su gloria es verla resplandecerrespetada por todos. (...) Un buen investigador debe poseer la mayor

    libertad intelectual y tener mucha independencia frente a los dogmas,doctrinas, sistemas y principios de autoridad".

    Bernardo A. Houssay (1987:4-5)

    1. HEGEMONA Y EXCLUSIN EN LA GEOGRAFA ARGENTINA

    Las motivaciones de la presente investigacin, parten de advertir que en momentos en que laproduccin de informacin crece de un modo exponencial, y su difusin se ve facilitada atravs de medios cada vez ms giles y econmicos, en el mbito de las ciencias sociales

    latinoamericanas, y muy particularmente de la geografa argentina, existe una crecienteresistencia a la utilizacin de las herramientas metodolgicas que provee la estadstica,disciplina formal especialmente concebida para auxiliar a las ciencias fcticas en la

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    produccin, anlisis, interpretacin y sntesis de grandes volmenes de datos. Esta situacinparadjica se ve agravada, en el caso especfico de la investigacin geogrfica, por unaevidente subutilizacin de la informacin de origen satelital y de los propios sistemas deinformacin geogrfica, cuyos usuarios son hoy en su mayora ingenieros, tcnicos y

    planificadores fsicos con escasa formacin en el anlisis de datos espaciales.Todo esto se compadece, a la vez, con una geografa hegemnica y sociologizada queprivilegia el berreado compromiso tico por sobre la bsqueda de la verdad, y el golpe deefecto oportunista antes que el autntico conocimiento, promoviendo e imponiendo unaproduccin cientfica monocorde que, inspirada en la consigna de la investigacin accin(Marsal, 1973:61), no supera en el mejor de los casos el umbral de la investigacin denuncia. Respecto a este enfoque constructivista e ideologizante de la ciencia social,mediante el cual el cientfico social antes que investigar cientficamente la realidad tiene elcompromiso tico de cambiarla, George Homans (1970:102), socilogo de la Universidad deHarvard, sealaba lo siguiente: El caso ms divertido es el de los marxistas, que tericamente

    creen que las leyes macroscpicas inevitablemente convergen hacia un cierto resultado, peroque no pueden permitir que las leyes solas produzcan el resultado, e insisten en darles unamano.En efecto, en los ltimos tiempos se ha ido consolidando en Amrica Latina una suerte deestablishment de ciencia social correcta que incluye, por supuesto, una geografapolticamente correcta (Randle y Conte, 1997) basada en un puado de produccionestericas, en general sociolgicas, cuya mayor originalidad no va mucho ms all del lenguajeutilizado. Pero eso no es lo peor, las propuestas metodolgicas de esta geografa polticamentecorrecta vulneran groseramente varios de los requisitos histricamente reconocidos yuniversalmente aceptados del conocimiento cientfico. An epistemlogos crticos como Dazy Heler (1999:72-77) han aceptado que el conocimiento cientfico tiene que ser fundamentado,

    sistemtico, verificable, metdico, objetivo, comunicable y generalizable, pero varios de estosrequisitos son pasados por alto e inclusive rechazados por las posturas ms sociologizadas dela geografa argentina. Por otra parte, en las ciencias sociales latinoamericanas se adviertetambin un divorcio entre la produccin terica y emprica. A principios del siglo XX ya elmatemtico francs Poncair (1909:12-13) sentenciaba irnicamente que la sociologa es laciencia que posee el mximo de mtodos con el mnimo de resultados. Mucho tiempo despusHomans aceptaba que en sociologa los tericos siempre estn por entrar en contacto con losdatos pero no lo hacen nunca, y los investigadores empricos no crean sus propias teorasporque la teora es un campo del que se ocupan los tericos.Como consecuencia de todo esto, el epistemlogo Mario Bunge (1997:145) ha sealado,

    refirindose a Latinoamrica, que quien se acerca a las ciencias sociales desde las cienciasnaturales se siente inicialmente repelido por la oscuridad de la jerga, la pobreza e inexactitudde las ideas, y las pretensiones de hacer pasar la bsqueda de datos sin importancia porinvestigacin cientfica y la doctrina imprecisa por teora cientfica. Respecto a la produccinsociolgica, psicosociolgica y politolgica, ms adelante agregara: Toda ella usa (y a vecesabusa de) nociones oscuras o imprecisas. Por consiguiente las hiptesis que las contienen sonellas mismas oscuras e imprecisas, luego difcilmente comprobables. Por aadidura esashiptesis no se presentan agrupadas en teoras propiamente dichas sino, ms bien, en doctrinaso interpretaciones. (...) En resumen, la produccin en cuestin, aunque interesante y amenudo rica en sugerencias, dista de ser cientfica en la plena acepcin de la palabra. En elmejor de los casos dichos trabajos son un punto de partida para una investigacin rigurosa, y

    en el peor son trabajos periodsticos o aun ideolgicos. (Bunge, 1997:165)Evidentemente, esta sociologizacin le ha contagiado a la geografa verncula buena parte desus problemas actuales, y en particular su confusin en materia metodolgica, donde pareciera

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    que toda improvisacin est permitida, pero en cambio no hay lugar para la utilizacin de lasherramientas estadsticas. Las causas de esta situacin deben buscarse en la propia historia delas ciencias sociales en nuestro medio; sobre todo en el predominio que han ejercido losenfoques humanistas, irradiados desde la Europa del Mediterrneo, en consonancia con una

    escasa influencia del neopositivismo, prcticamente hegemnico durante dcadas en el ReinoUnido, los pases escandinavos y los Estados Unidos pero minoritario en Espaa (Capel,1976; Frutos, 1980), Portugal (Gaspar, 1985), Italia (Dematteis, 1980; Celant, 1987) einclusive Francia (Herin, 1982; Levy, 1985). Es por ello que a continuacin intentaremosreflejar, con la mayor brevedad y objetividad, las caractersticas y diferencias de los dosgrandes troncos filosficos que han influido sobre la geografa durante los ltimos dos siglos:el positivismo, claramente dividido en un positivismo comtiano y un neopositivismo oempirismo lgico; y el humanismo, con un historicismo bien definido y numerosas otrasexpresiones que se entremezclan y bifurcan. Sin nimo de denostar los aportes delhumanismo, pretendemos demostrar el papel trascendente de los primeros en la historia y en

    el presente del pensamiento geogrfico, invitando a la lectura de las fuentes para acabar con eldogmatismo de la geografa hegemnica local, que ha transformado la palabra positivista enun arma para descalificar o agraviar. Hoy, por ejemplo, en la Argentina se sospecha que ungegrafo pueda ser positivista (Randle, 1995:227), como si esto fuera equivalente a fascista,nazi o colaboracionista.Por lo tanto, es nuestra intencin contribuir al pluralismo combatiendo la geografahegemnica y sobre todo la ignorancia. En cuanto a la geografa hegemnica, es unapercepcin desde la exclusin, desde una concepcin filosfica minoritaria y vilipendiada, ydesde la ciudad de Buenos Aires, no en vano sealada por Alfredo Bolsi (1991:178) como elepicentro de la intolerancia ideolgica en materia universitaria. Respecto a la ignorancia, nosreferimos a ella en su acepcin comn, referida a la falta de informacin o conocimiento sobre

    alguna cuestin; por ejemplo, la ignorancia de quienes reducen la ciencia a una pugna entrebuenos y malos, a la manera de las peores telenovelas; o a la de quienes desprecian elpositivismo pero enaltecen a Alexander von Humboldt, reconocido en todo el mundo como laexpresin ms pura del positivismo geogrfico decimonnico. Posiblemente a partir de estasafirmaciones seremos catalogados de reaccionarios, o contrarrevolucionarios; en tal hipotticocaso responderemos con la Regla de Adler, que dice: Es ms sencillo pelear por losprincipios que vivir de acuerdo con ellos (Bloch, 1999:34).El presente trabajo constituye a la vez un resumen y un borrador de nuestra investigacin, queno est concluda ni mucho menos. A los efectos de evitar su fragmentacin hemos reducidoal mnimo el captulo correspondiente a la geografa neopositivista y sus antecedentes, sobre

    lo cual remitimos a artculos anteriores

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    . Tambin minimizamos las notas al pie, dejando casiexclusivamente referencias bibliogrficas relacionadas con el texto. Por ltimo, a pesar de serpositivistas confesos, utilizaremos una metodologa histrica.

    2. LOS ENFOQUES POSITIVISTAS EN LA CIENCIA Y EN LA GEOGRAFA

    2.1. El positivismo comtiano

    El positivismo engloba, para autores como Ricaurte Soler (1968:19), no slo el comtismoortodoxo, sino tambin el agnosticismo spenceriano y el cientificismo, entendido ste ltimo

    como la prolongacin metafsica de las tesis y conclusiones fundamentales de la ciencia1 Pueden consultarse: Buzai y Snchez, 1998; Snchez 1994; 1998; 2000a;.2000b; 2001a; 2001b; 2002a; 2002b;2002c; 2003a; 2003b.

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    (Romero, 1949:17). Entre las fuentes filosficas del positivismo se destacan el empirismo y elracionalismo cartesiano (Rodis-Lewis, 1971), amalgamados por los filsofos ilustrados defines del siglo XVIII y comienzos del XIX. En efecto, la vieja tendencia del empirismo(Karney, 1970) fue redefinida por el filsofo y poltico ingls Francis Bacon (1561-1626),

    autor de Teora del cielo, para quien la historia era una ciencia de la memoria y el mtodocientfico consista en un conjunto de reglas para observar fenmenos e inferir conclusiones.Asimismo, la estrecha asociacin entre verdad y experiencia ya haba sido considerada por elfilsofo francs Renato Descartes (1596-1650), quien escriba: siempre abrigu en lo msprofundo de mi corazn el deseo behementsimo de aprender a distinguir lo verdadero de lofalso (Descartes, 1944:30), y por ello dedic algunos aos al estudio en el libro del mundo,tratando de adquirir cierta experiencia (ibd.:31).Un continuador de la doctrina empirista fue el filsofo, historiador y economista escocsDavid Hume (1711-1776), famoso por sus investigaciones sobre la naturaleza humana y elconocimiento (Hume, 1977; 1998), considerado un empirista escptico, por aceptar como

    verdadero nicamente aquello que poda ser comprobado a partir de la experiencia, con lo quepretenda asegurar la neutralidad de la ciencia. Otro antecedente importante es la obra delfilsofo, poltico y matemtico francs conocido como Condorcet (1743-1794), quien pocoantes de envenenarse para no morir en el cadalso escribiBosquejo de un cuadro histrico delos progresos del espritu humano, cuya concepcin del progreso repercutiera hondamente enAugust Comte, as como previamente en figuras patriticas como Manuel Belgrano. Por otraparte, la famosa obra de Johann von Thnen (1783-1850) sobre El Estado aislado (1826),considerada la primera gran expresin del anlisis espacial, se anticip tambin alpositivismo, ya que el francs August Comte (1798-1857), fundador de esta doctrinafilosfica, escribi sus Cursos de filosofa positiva en seis volmenes publicados entre losaos 1830 y 1842, y su Discurso sobre el espritu positivo, un resumen de sus ideas, aun

    despus.Siguiendo un anlisis tpicamente historicista, Comte afirm que la evolucin intelectual de lahumanidad parti de un estado teolgico o ficticio, y tras pasar por un estado metafsico oabstracto alcanz su punto ms alto en el estado positivo o real, que subordina la imaginacina la observacin, y alcanza slo conocimientos imperfectos, relativos, teniendo por destino laprevisin racional. El verdadero espritu positivo consiste, ante todo, en ver para prever, enestudiar lo que es, a fin de concluir de ello lo que ser (Comte, 1998:32). Como sealaHomans (1970:103), cuanto ms capacitados estemos para interpretar lo que ha pasado, mstambin lo estaremos para predecir lo que ocurrir. Positivo significa real, til, cierto, preciso,optimista, y la ciencia positiva es compatible con el arte y con el sentido comn, pero no con

    la teologa. As, la ciencia positiva se enfrent desde un principio con la Iglesia Catlica, quepor aquel entonces todava aoraba su posicin hegemnica respecto al conocimientocientfico. El espritu positivo concilia el orden con el progreso. El sentimiento elemental delorden es, en una palabra, naturalmente inseparable de todas las especulaciones positivas,dirigidas de continuo al descubrimiento de los medios de unin entre observaciones cuyoprincipal valor resulta de su sistematizacin" (Comte, 1998:77). En cuanto al progreso,consiste esencialmente, sea para el individuo o para la especie, en hacer prevalecer cada vezms los atributos eminentes que distinguen ms nuestra humanidadde la mera animalidad; esdecir, de un lado, la inteligencia; de otro, la sociabilidad, facultades naturalmente solidarias,que se sirven mutuamente de medio y de fin (ibd.:78).Respecto a la moral, las ideas de Comte tambin chocaron con el pensamiento cristiano, ya

    que para l la moral deba ser independiente de la teologa y de la metafsica. La moralteolgica era individualista, egosta, y en cambio se requera una moral colectiva, porque elespritu positivo es social, el hombre propiamente dicho no existe, no puede existir ms que

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    la Humanidad, puesto que todo nuestro desarrollo se debe a la sociedad (ibd.:94), y lossentimientos benvolos son los nicos que pueden desarrollarse libremente en el estadosocial (ibd.:95). Este espritu positivo deba difundirse masivamente a travs de laeducacin, lo que implicaba la alianza de los proletarios y los filsofos, as como la necesidad

    de clasificar y ordenar las ciencias segn su dependencia sucesiva, que coincide con suantigedad y generalidad decreciente y con su complejidad creciente. El orden es el siguiente:matemtica, astronoma, fsica, qumica, biologa y sociologa, siendo sta ltima el nico finesencial de toda la filosofa positiva, por referirse a la Humanidad, nica concepcinplenamente universal (ibd.:125). Como vemos, el positivismo comtiano muestra fuertespuntos de contacto con el humanismo y an con el socialismo.El prestigioso catedrtico espaol Juan Vil Valent (1988:193) resumi el positivismocientfico resaltando tres caractersticas esenciales: la consideracin exclusiva de hechossingulares, la conviccin respecto al carcter nico de la ciencia y la posibilidad de establecergeneralizaciones a travs de procesos de induccin. Respecto a la primera caracterstica, para

    el positivismo clsico slo interesaban los hechos y los fenmenos, y estos podan serobservados a travs de mtodos autpticos y experimentados mediante mtodos empricos. Encuanto al carcter nico de la ciencia, esta unicidad implicaba que el anlisis de los hechostena que cumplir en todas sus ramas con los mismos requisitos e idnticas exigencias. Lasciencias humanas deban entonces utilizar metodologas tan rigurosas como las ciencias fsico-naturales, y si podan usar las mismas mejor, porque esto aseguraba la seriedad de lainvestigacin. As, las distintas disciplinas mantenan cierta independencia en cuanto a suobjeto de estudio, pero compartan la mayora de los mtodos. Por ltimo, la consideracin demuchos hechos singulares posibilitaba la generalizacin mediante procesos inductivos, y porconsiguiente la formulacin de leyes. El inductivismo fue introducido por William Whewell(Blanch, 1935) con la obra Filosofa de las ciencias inductivas, pero su difusin se debi al

    economista britnico John Stuart Mill (1806-1873), quien utilizaba un lenguaje tomado de lafsica (Mill, 1843; 1953; 1997), por lo que las leyes inductivas fueron tildadas demecanicistas por los detractores de turno (Barker, 1968).Con el tiempo, este positivismo comtiano se fue transformando, en virtud de la enormeinfluencia ejercida por la obra del naturalista ingls Charles Darwin (1809-1882), en unpositivismo evolucionista o ambientalista (Darwin, 1997). Entre las figuras ms trascendentesde este positivismo de fines del siglo XIX deben mencionarse el socilogo ingls HerbertSpencer (1820-1903), especialista en temas de educacin (Spencer, 1961) y el naturalistaalemn Ernst Haeckel (1834-1919), racionalista para quien la religin se resuma a la ciencia,el bien y la belleza. Tambin podra incluirse a dos positivistas subjetivistas: el fenomenista

    austraco Ernst Mach (1838-1916), para quien lo dado se reduce a las sensaciones y susrelaciones (Bouvier, 1923), y el alemn Richard Avenarius (1843-1896), defensor de unempirismo crticoque rechazaba, al igual que el anterior, la habitual distincin entre el sujetoy el objeto (Meed, 1936; Kolakowski, 1979).Respecto a la Argentina, el positivismo comtiano fue original, distinto, no fue niintelectualista ni mecanicista, aunque s biologista y naturalista (Smolikovsky, 1881; Zea,1949; Perelstein, 1952; Soler, 1968). Entre sus figuras ms destacadas pueden citarse, entremuchsimos otros, y sin ms orden que el cronolgico, el educador francs Amde Jacques(1813-1865), el mdico y poltico sanjuanino Guillermo Rawson (1821-1890), el mdico,poltico y escritor boliviano Eduardo Wilde (1844-1913), el escritor e historiador francs PaulGroussac (1848-1929), el mdico y escritor Jose Mara Ramos Meja (1849-1914), el

    antroplogo y paleontlogo Florentino Ameghino (1854-1911), el abogado e historiadortucumano Jos Nicols Matienzo (1860-1936), el pedagogo y literato correntino AlfredoFerreira (1863-1938), el mdico, legislador y periodista Juan Bautista Justo (1865-1928), el

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    psiclogo y pedagogo Rodolfo Senet (1872-1938), el jurisconsulto, historiador y pedagogoCarlos Octavio Bunge (1875-1918) y el mdico, socilogo y psiquiatra italiano JosIngenieros (1877-1925).Por supuesto que la mencin de Juan B. Justo o Jos Ingenieros no es un error: la

    convergencia de socialismo, positivismo y liberalismo es particularmente notable cuando seconsideran las doctrinas sociales del comtismo argentino (Soler, 1968:226), mucho mscrticas que las europeas, atacando por igual la religin y el orden social establecido(ibd.:249). Es ms, del mismo positivismo se deduciran los postulados para establecer la

    justicia social en la Argentina (Zea, 1949:287), algo que muchos socialistas desconocen,asociando en su ignorancia el positivismo con las ideas conservadoras que el propio Comte(1898) combati. Tomando las palabras de quien ms profunda y objetivamente estudi elpositivismo argentino: Ricaurte Soler (1968:250-1), por ser panameo y realizar suinvestigacin en Pars, Ingenieros estableci los fundamentos de un socialismo cientificista,segn el cual el progreso aparece como tendiente a consolidar en un futuro relativamente

    prximo, el predominio econmico y social de la clase proletaria.2.2. La geografa determinista y la fisica social

    Entre los antecedentes de la geografa positivista merece mencionarse, en primer lugar, aGerardo Kremer (1512-1594), cartgrafo y matemtico holands conocido como Mercator, encierto modo continuador de la obra de Eratstenes (Rey Balmaceda y Snchez, 1998), tantopor su famosa proyeccin cilndrica como por su coleccin de mapas, que recibi por primeravez el nombre deAtlas por figurar en su portada el gigante mitolgico sosteniendo el mundo.No obstante, la aplicacin de herramientas cuantitativas a las cuestiones humanas y socialestiene un origen ms reciente, y se asocia a una valorizacin de la informacin estadstica. En

    efecto, entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX se crearon distintos organismosestatales en Estados Unidos y Europa con el objeto de recolectar y organizar esta informacin.Se pueden citar al respecto numerosas publicaciones demogrficas y econmicas realizadaspor la Oficina del Censo de los Estados Unidos (Estebnez y Bradshaw, 1979:12).Uno de los principales representantes del positivismo geogrfico fue el alemn Alexander vonHumboldt (1769-1859), incansable cientfico viajero (Humboldt, 1960) que en sus obras, y enespecial en Cosmos (1874-1875) expres la intencin de mostrar las grandes leyes que regulanel Mundo y los lazos de causalidad que las unen, para as desenvolver el plan del Mundo y elorden de la Naturaleza (Humboldt, 1874-5:III,9). Tambin merece destacarse el alemn KarlRitter (1779-1859), autor, entre otras obras, de Geografa general comparada (Ritter, 1817).

    Sin embargo, se ha intentado justificar la escasa influencia que han tenido estos autores entrelos gegrafos inmediatamente posteriores en razn de sus carencias metodolgicas: Si en elterreno del anlisis geogrfico de los fenmenos naturales, en el terreno de la geografa fsica,en el que se contaba con un aparato conceptual y metodolgico suficientemente consistente yoperativo, la obra de Humboldt aport una sistematizacin cientfica sumamente coherente,por el contrario, a la hora de afrontar el anlisis de las caracterizaciones espaciales humanas ysociales tanto ese autor como, sobre todo, Ritter manifiestan sensibles fisuras conceptuales ymetodolgicas que expresan la carencia de un instrumental cientfico adecuado para abordar,con garantas de positividad, la explicacin causal de esas caracterizaciones situadas en elmbito de la geografa humana. Y a esa carencia fundamental habra que aadir, con muchamenor relevancia y a pesar de la indiscutible coherencia general del pensamiento

    humboldtiano, cierta ausencia en el autor del Cosmos de propuestas concretas de modelos declasificacin, generalizacin y normalizacin. (Gmez Mendoza et al., 1982:31)

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    Otros destacados gegrafos positivistas, aunque bastante posteriores a Humboldt y Ritter ycon inquietudes tambin diferentes, han sido el francs Jean Jacques Elise Reclus (1830-1905) (Dunbar, 1981; Gibling, 1981; Vicente, 1983), el ruso Piotr Alexeievich Kropotkin(1842-1921) (Kropotkin, 1975; Breitbart, 1981), el alemn Friedrich Ratzel (1844-1904) y el

    estadounidense William Morris Davis (1850-1934), autor de El hombre y la Tierra (1913).Los cuatro fueron, a la vez, evolucionistas y deterministas (Eyre, 1964), y los dos primerostambin anarquistas y revolucionarios. La geografa positiva de aquella poca fue en buenamedida naturalista, centrada en el anlisis de la influencia de los hechos fsicos y naturalessobre los humanos, con claros enfoques deterministas y organicistas (Vil Valent, 1988:193-4). Mediante el determinismo geogrfico se explicaban la distribucin de la poblacin, laexistencia de las razas, el desarrollo fisiolgico y mental, y las estructuras y el desarrollosocial, econmico y an poltico. Aunque no estrictamente geogrficas, surgieron tambinanalogas biolgicas como el organicismo y el darwinismo social (Stoddart, 1966), teorassocio - histricas basadas en la evolucin social y el progreso, y teoras socio - psicolgicas

    tales como las instintivistas, las psicopatolgicas, las centradas en el concepto de psicologacolectiva y las referidas a la interaccin social. Sin embargo, no han faltado los autores que,como Edward Ullman (1973:156), han sentenciado que si entre los gegrafos "se deba criticaral positivismo por determinista, mayor deba ser la crtica para el nihilismo que lo sucedi".Por otra parte, sobre todo a partir de la obra de Ratzel (1882-1891; 1897; 1900), con elpositivismo qued definitivamente claro que no poda existir una geografa que excluyera alhombre.En consonancia con la concepcin positivista, hacia mediados del siglo XIX comenzaron afundarse en Estados Unidos y Europa distintas sociedades cientficas interesadas por lascuestiones estadsticas y geogrficas. Surgi as en 1851, en los Estados Unidos, la SociedadGeogrfica y Estadstica, que dos dcadas ms tarde se dividi en dos nuevas instituciones;

    una de ellas: laAmerican Geographical Society, publicara los primeros intentos de geografacuantitativa hacia fines del siglo XIX. Asimismo, en la primera dcada del siglo XXaparecieron dos libros, hoy bastante olvidados, aplicando profusamente los nuevos conceptosestadsticos (Estebnez y Bradshaw, 1979:13): el de Johnson (1907) y el de Reich (1908); yen ambos se observa la superacin del enfoque naturalista y una creciente inquietud por loshechos humanos. En lo que respecta a los primeros modelos socioespaciales, stos fuerondesarrollados por cultores de otras disciplinas. Como ha dicho Alan Wilson (1985:287), "lateora tiene una larga historia en la geografa, aunque no siempre ha sido practicada porquienes se hubieran considerado a s mismos gegrafos". Contemporneo del britnico DavidRicardo (1772-1823), famoso por sus contribuciones a la teora de la renta de la tierra y a la

    teora del valor, el tambin economista alemn Johann Heinrich von Thnen (1783-1850), consu modelo geomtrico de crculos concntricos (Thnen, 1826), fue el primero en demostrar laimportancia del factor distancia (Gatrell, 1983) para la localizacin de las actividadeseconmicas. Mediante funciones lineales estableci la renta de ubicacin de diferentesproductos agrcolas en relacin con la distancia al mercado y los puntos de interseccincoincidieron con los lmites en los usos del suelo rural. La obra fue traducida al ingls porPeter Hall (1966), y una buena sntesis puede verse en un texto de Joseph Butler (1986:89-102), as como interesantes comprobaciones empricas en artculos de Mara Dolores GarcaRamn (1976) y Norma Sala (1981). Un siglo ms tarde, Ernest Burgess (1925), socilogo dela Escuela de Ecologa Humana de Chicago (Hoyt, 1939; AME, 1984), aplicara estosprincipios a la zonificacin de los usos del suelo urbano, pero ms all de esto, el modelo de

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    von Thnen abrira las puertas a numerosas investigaciones referidas a los patrones delocalizacin del uso del suelo rural2.Respecto a la fsica social, hacia 1830 se empezaron a desarrollar las primeras aplicacionescuantitativas a las cuestiones sociales. El autntico pionero fue el matemtico, estadstico y

    astrnomo belga Lambert Adolphe Jacques Qutelet (1796-1874), apenas dos aos mayor queComte. Qutelet fue el primero en aplicar la teora de las probabilidades a la problemticasocial e inclusive poltica, volcando buena parte de sus mltiples contribuciones en su obra

    Acerca del hombre y el desarrollo de sus facultades. Ensayo de fsica social (1835), cuyaprimera edicin data de 1835. No obstante, a Qutelet no slo se le debe haber iniciado unanueva lnea de investigacin y haberla bautizado (Stewart, 1950; Carrothers, 1956; Olsson,1965), sino tambin haber organizado en 1846 el primer censo de poblacin utilizando, entrminos generales, la metodologa actual. Rpidamente se incorpor a los estudios de fsicasocial el economista y socilogo estadounidense Henry Charles Carey (1793-1879), famosopor su libro Principios de ciencia social (1858) y ms tarde lo hizo el ingls Ernest George

    Ravenstein, autor deLas leyes de la migracin (1885 y 1889).La fsica social se propuso, ante todo, aplicar la ley de la gravitacin universal del fsico ymatemtico britnico Isaac Newton (1642-1727) a mltiples cuestiones humanas. Esta ley seenuncia as: entre dos masas cualesquiera acta siempre una fuerza atractiva directamenteproporcional al producto de estas masas e inversamente proporcional al cuadrado de ladistancia que las separa (Visor, 1999). Siguiendo este enunciado, bien poda ser que lasmigraciones, y en general los flujos interurbanos de mercancas y personas, fuerandirectamente proporcionales al producto de las poblaciones de los centros urbanos implicadose inversamente proporcionales al cuadrado de la distancia que los separaba. A comienzos delsiglo XX surgieron tambin los polgonos de Thiessen o de Voronoi (Penna, 1987a; 1987b;1989; Secreto, 1989), los cuales fueron aplicados a la determinacin de reas de influencia. En

    todo este tipo de estudios se consideraba que deba haber un orden subyacente, y que lasociedad generaba regularidades semejantes a las que podan observarse en el resto de lanaturaleza.

    2.3. El empirismo lgico o neopositivismo

    Ahora bien, la pregunta que se impone en este punto es cmo se produjo en unas pocasdcadas del siglo veinte un desarrollo epistemolgico tan grande en la geografa? La respuestaa esta pregunta est en el surgimiento de un nuevo positivismo o neopositivismo, que apuntsus reflexiones hacia las caractersticas lgicas que deba presentar el pensamiento cientfico,por lo que Carnap lo bautiz como empirismo lgico (Joergensen, 1951; Ayer, 1959; Vax,1970). Entre los principales representantes de esta nueva doctrina, tambin denominadapositivismo lgico, se contaron los ingleses Bertrand Russell (1872-1970) (1952; 1969; 1997)y George Edward Moore (1873-1958), lderes de la filosofa analtica de Oxford; los alemanesMoritz Schlick (1882-1936), Hans Reichenbach (1891-1953) y Rudolf Carnap (1891-1970); ylos austracos Ludwig Wittgenstein (1889-1951) y Karl Raimond Popper (1902-1994). Elneopositivismo comenz a desarrollarse en Europa Central, sobre todo en dos ncleosfundamentales: el Crculo de Viena, fundado por el fsico y filsofo Moritz Schlick en 1927,que organiz en Pars el Primer Congreso Internacional de Epistemologa en 1935, y el Grupode Berln, encabezado por el fsico Hans Reichenbach. Ambos grupos tenan en comn un

    2 Vanse, por ejemplo, Chisholm, 1962; Everson y Fitzgerald, 1969; Found, 1971; Morgan y Munton, 1972;Garca Ramn, 1981.

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    En cuanto a las diferencias con el positivismo comtiano, tomando las palabras de HoracioCapel (1983:371) podemos afirmar que "el nuevo positivismo coincide con el positivismodecimonnico en la afirmacin de la neutralidad de la ciencia, en la consideracin de que los

    juicios axiolgicos no tienen cabida en ella: la ciencia tiene un carcter descriptivo, y no

    puede realizar valoraciones. En cambio, se diferencia del positivismo del siglo XIX en elrechazo que existe ahora del riguroso determinismo causal de los fenmenos". En efecto, eldeterminismo es reemplazado ahora por el concepto de probabilidad: "los enunciadoscientficos pueden alcanzar nicamente grados continuos de probabilidad, cuyos lmitessuperior e inferior, inalcanzables, son la verdad y la falsedad" (ibd.:372).

    2.4. La geografa neopositivista y la revolucin cuantitativa

    En la lnea de la fsica social, y en coincidencia con el neopositivismo, se desarroll acomienzos del siglo XX la denominada centrografa, especializacin preocupada por hallar loscentros de gravedad para la poblacin o las actividades econmicas, los cuales bajo ciertascondiciones constituyen puntos ptimos para la localizacin de determinados centros deservicios, de distribucin, de produccin, etc. (Sviatlovsky y Eels, 1937). El principalcontinuador de la fsica social fue por aquel entonces Hotelling (1921), quien para su tesis enla Universidad de Washington desarroll una teora matemtica de las migraciones. Mas tardeHotelling (1933) se hara famoso por idear el muy difundido mtodo estadstico - matemticode los componentes principales. En la dcada del treinta merece destacarse muy especialmentela obra de Kuczynski (1935), preocupado por la medicin del crecimiento demogrfico, y yahacia mediados de siglo la labor de un fsico y astrnomo: John Stewart (1941; 1942; 1947;1950), y un psicolingista interesado en relacionar el comportamiento espacial del hombrecon la ley de gravedad y el principio del menor esfuerzo: George Kingsley Zipf (1941; 1946;

    1949).Durante la dcada del 50 los principales estudiosos de la fsica social fueron un socilogopreocupado por vincular los modelos gravitatorios a la teora de la probabilidad y a la difusinespacial: Stuart Dodd (1950; 1955) y un gegrafo discpulo de Fred Schaefer que trabaj encolaboracin con Stewart: William Warntz (Stewart y Warntz, 1958a; 1958b; Warntz, 1959).A su vez, conjugando tambin los conceptos de movilidad y distancia, Samuel Stouffer (1940;1960) desarroll la teora de las oportunidades intermedias, y los avances posteriores en lamateria apuntaron a los modelos de interaccin espacial humana (Olsson, 1965; Wilson, 1971;Taylor, 1975; Openshaw, 1977), a su calibracin y testeo (Bureau of Public Roads, 1965), alconcepto de potencial de poblacin (Brocker, 1989) y a los procesos y modelos de difusin de

    innovaciones en el espacio - tiempo

    3

    . Estos ltimo fueron investigados desde mediados delsiglo XX por el gegrafo sueco Torsten Hgerstrand, de la Universidad de Lund, quien aplicpara ello el mtodo probabilstico de Monte Carlo (Hgerstrand, 1965). Ms recientemente,toda esta metodologa fue aplicada al estudio de las epidemias (Cliff, Haggett y Ord, 1987), ycon algunas nuevas contribuciones ha sido adoptada desde los enfoques crticos y humanistas(Palm y Pred, 1974; Brown, 1981).El primer gran aporte geogrfico del neopositivismo se debe al alemn Walter Christaller(1893-1969) (1933), quien con su tesis doctoral sobre la teora de los lugares centralesy susreas de mercado hexagonales se constituy en el principal antecedente de la revolucincuantitativa, aunque su obra slo alcanz notoriedad hacia mediados del siglo XX. Veamosque deca Paul Claval (1979:9) al respecto: Ya antes de la Segunda Guerra Mundial el

    3 Se recuerdan: Hgerstrand, 1952; 1965; 1967; 1968; Dodd, 1955; Rogers, 1961; Brown, 1968; Whitehand,1970; Hudson, 1971; Thrift, 1977; Parkes y Thrift, 1980; Cliff et al., 1981; Pred y Tornquist, 1981.

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    gegrafo Walter Christaller consigui explicar la sorprendente regularidad de la disposicinde las ciudades y su organizacin en redes jerarquizadas, analizando los desplazamientos y losmecanismos que garantizan su regulacin: de este modo desemboc en una teora la teorade los lugares centrales que demostraba que el principio del orden espacial no hay que

    buscarlo nicamente en las influencias recprocas del hombre y del medio. Los fenmenoseconmicos y sociales desempean un cometido esencial. Christaller se inscriba as en lafamilia de los economistas espaciales que se haba desarrollado en Alemania, desde VonThnen a principios del siglo XIX, hasta Alfred Weber y August Lsch. Christaller tomaba elrelevo de parte de los gegrafos y vaticinaba una completa transformacin de las perspectivas,una ruptura con los centros de inters y con los mtodos empleados hasta entonces.En otro de sus trabajos, Claval (1974:187) sealara que "la novedad esencial contenida enanlisis como los realizados por Christaller reside en la demostracin de que la geografapuede ser estudiada desde una perspectiva abstracta y deductiva, igual que la economapoltica ha venido investigndose desde siempre". Otros interesantes comentarios pueden

    hallarse en un artculo de Riera (1984), y un antecedente histrico que se le adelant en unsiglo ha sido descubierto no hace tanto por Robic (1982). La primera traduccin al ingls fuerealizada por Carlisle Baskin para su tesis doctoral en 1957, y la publicacin de estatraduccin se produjo recin en 1966, en plena revolucin cuantitativa, cuando Christaller yaera considerado el padre de la geografa teortica. En consecuencia, la difusin de esta obraen los pases anglosajones se produjo fundamentalmente a travs de la Teora econmicaespacial (1940) del economista alemn August Lsch, traducida al ingls en 1954 y al espaolen 1957.En efecto, Lsch se encargara de reelaborar, profundizar y ampliar la obra de Christaller, y dedifundirla entre los propios gegrafos (Beavon, 1981:45) al ponerla en conocimiento deEdward Ullman, quien por aquel entonces estudiaba la teora de la localizacin de las

    ciudades y estaba por publicar un artculo al respecto (Ullman, 1941). En el prefacio de suobra, Lsch comenzaba as: Tal como la teora de desarrollo econmico considera el tiempo,as este libro incluir el espacio en su influencia sobre la economa, no slo en el caso deproblemas individuales, segn se ha dicho antes, sino en el campo entero. El libro se proponeencarar todas las actividades geogrficamente (Lsch, 1957:xvi). A partir de la obra deLsch, los estudios que aplicaban la teora de los lugares centrales se multiplicaronrpidamente, y a comienzos de la dcada del sesenta el abundante material justific unabibliografa publicada por Brian Berry y Allan Pred (1961), la cual inaugur la seriebibliogrfica delRegional Science Research Institute. Cuatro aos ms tarde, la gran cantidadde nuevos trabajos sobre el tema oblig a realizar un suplemento (Barnum et al., 1961).

    Numerosos aportes posteriores, como los de Dacey (1963), Berry (1967), Robinson (1968),Andrews (1970) y Beavon (1981), reinterpretaran la teora de los lugares centralesvinculndola con la geografa del marketing y la planificacin, y adaptndola a la escalaintraurbana. En particular, Keith Beavon (1974) dedic su tesis doctoral en la Universidad deJohanesburgo al anlisis de la localizacin de las actividades terciarias intraurbanas, y autorescomo el citado Robinson (1968) denominaron a estos nuevos enfoques Teora de los lugarescentrales II. Los estudios sobre la estructuracin espacial de los sistemas urbanos siguen hoyvigentes y constituyen una de las ramificaciones del anlisis espacial.En la dcada del treinta, la amenaza nazi y la anexin de Austria por parte de Alemaniaprovocaron la emigracin de un buen nmero de miembros del Crculo de Viena y del Grupode Berln, principalmente hacia Inglaterra, Estados Unidos y Canad, donde empezaron a

    ejercer su influencia, sintetizada en un desprecio hacia los mtodos cualitativos, aquellos quedaban lugar a la intuicin, la imaginacin, la empata, la subjetividad y dems facultades noestrictamente "cientficas". Debido a su militancia socialista, uno de los que se exiliaron en los

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    Estados Unidos fue el economista alemn Fred Schaefer, imbuido de la filosofa analticaimperante en la Universidad de Berln, quien radicado en Iowa City, a fines de los aoscuarenta tom contacto con Gustav Bergmann, prominente filsofo del Crculo de Viena(Bunge, 1968; 1979).

    En sus cursos de la Universidad de Iowa, Schaefer empez a difundir las obras clsicas deautores como Johann von Thnen (1826), Alfred Weber (1909), Walter Christaller (1933),Tord Palander (1935) y August Lsch (1957), casi tanto como sus crticas a la concepcinsingular o idiogrfica de la geografa, que slo posibilitaba una descripcin sistemtica yminuciosa de esas porciones de territorio nicas e irrepetibles denominadas regiones. Noobstante, el debate epistemolgico recin se instal abiertamente con la publicacin, en 1953,de El excepcionalismo en geografa (1953), artculo en el que Schaefer atacaba por igual loscimientos de la Escuela Regionalista Francesay el manifiesto original de Hartshorne (1939).Este ltimo utiliz toda su influencia, incluidos tres artculos en losAnnals (Hartshorne, 1954;1955; 1958) y una nueva y extensa obra que titul Perspectivas sobre la naturaleza de la

    geografa (1959), para responderle a las veinticuatro pginas de un Fred Schaefer que habafallecido sin imaginar el revuelo que iba a provocar su manuscrito. En efecto, Schaefer habamuerto en 1952, y su polmico trabajo haba sido publicado de manera pstuma por su colegay amigo Gustav Bergmann.A diferencia de Hartshorne, para Schaefer la geografa deba alcanzar escalones ms altos enel mtodo cientfico, deba poder explicar los fenmenos a travs de leyes y elaborar teorasgenerales; en otras palabras, la geografa, como las otras disciplinas, deba someterse a lalgica del pensamiento cientfico, y en la medida de lo posible deban utilizarse mtodostendientes a la optimizacin de los resultados y las decisiones asociadas a los mismos (Ackoff,Gupta y Minas, 1962). A partir de este momento, como expres Vil Valent, la geografaempieza a definirse como una ciencia claramente nomottica, que puede y debe buscar leyes.

    Lo contrario, no sera cientfico; est claro que puede sealarse que lo contrario representara,para estos autores, no hacer Ciencia y equivaldra a reducir nuestra disciplina a un nivelpuramente descriptivo (Vil Valent, 1988:204). En sntesis, aun aquellos que no simpatizancon el neopositivismo deben aceptar que, como dijo Josefina Ostuni (1988:32), los aportesmetodolgicos, tcnicos, epistemolgicos y conceptuales de la corriente locacional han dejadofuertes trazos en la geografa, pues sus ms enconados detractores no han podido sacudirsetotalmente su influencia.Respecto a una historia ms detallada del paradigma neopositivista, ya hemos remitido a unaserie de publicaciones anteriores, y en cuanto a sus derivaciones actuales, tambinrecomendamos la lectura de un artculo de Jorge Pickenhayn (2002) y dos obras de Gustavo

    Buzai (1999; 2000). Este ltimo, en su tesis doctoral sugiere la actual coexistencia de tresparadigmas, uno de ellos el geotecnolgico, idea que quien suscribe formul hace trece aosen una revista cuya edicin comparta con Oscar Olivares y el propio Buzai: Por supuestoque la moda de la geografa actual la constituyen los denominados sistemas de informacingeogrfica (SIG); y si con el comienzo de los aos 50 se afianz el neopositivismo y conel comienzo de los 70 y como respuesta a tantos nmeros el neomarxismo (casualmente 20aos le llevaba Comte a Marx), nada tendra de extrao que con el comienzo de los 90 ycomo respuesta a tantas palabras, surgiera un paradigma que, centrado en los SIGs, intentaracompatibilizar el anlisis espacial, hoy revalorizado por dicho instrumental, con los principiosticos propugnados por los enfoques crticos. (Snchez, 1990:38).

    3. LOS ENFOQUES HUMANISTAS EN LA CIENCIA Y EN LA GEOGRAFA

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    3.1. El humanismo historicista

    Los dos grandes tipos de humanismos que analizaremos a continuacin, surgieron en lasciencias sociales, y en la geografa en particular, como respuesta al positivismo ambientalista

    y al neopositivismo respectivamente; es decir que el humanismo contemporneo se hapresentado bajo la forma de antipositivismos (Capel Sez, 1982), primero proponiendo elposibilismo (Vil Valent, 1985) como respuesta al determinismo, y luego respondiendo a losenfoques teorticos, en buena medida economicistas, con visiones centradas en el hombre, susociedad y su cultura. En ambas respuestas se intentan resaltar facetas y problemticashumanas poco consideradas por los enfoques positivistas. Como dira Vil Valent(1988:196), dentro de una ciencia contempornea que, en buena medida, acepta como grancorriente de base el positivismo, las doctrinas humanistas representan unos enfoques,valoraciones o actitudes que complementan o se oponen parcialmente a aquel. Frente alpositivismo, que puede tomarse como la gran corriente filosfica y epistemolgica, lasactitudes humanistas sealarn y suplirn simplemente ciertas carencias del positivismo.En efecto, as como en el humanismo renacentista se reivindicaron los atributos humanos, porsiglos despreciados al compararlos con los divinos, los humanismos contemporneos seasentaron en el papel protagnico de disciplinas como la historia, la sociologa y la psicologa(Severin, 1965), para abordar el estudio de aquellos rasgos individuales y colectivosdespreciados por la ciencia positivista, y para tal fin diferenciaron claramente las denominadasciencias sociales o culturales de las ciencias fsico-naturales. En el primero de ellos prevalecila historia, y en el ms reciente la sociologa, dos ciencias que siempre se disputaron elliderazgo de ese campo de estudio no muy preciso que engloba las humanidades y las cienciassociales (Kuhn, 1963). Refrescamos esa pugna con una frase crtica del socilogo Homans(1970:14): Los historiadores toman lo mejor de ambos mundos: se convierten en humanistas

    cuando son juzgados por los cientficos y en cientficos cuando lo son por los humanistas.Los antecedentes del historicismo se remontan hasta el propio Aristteles (384-322 aC), quienen su Poltica seal que se lograra la mejor intuicin de la realidad si se miraran las cosasen el proceso de su desarrollo y a partir de su primer origen (Mondolfo, 1969:33). Se anticipen tal sentido a Gian Battista Vico (1668-1744), que en Ciencia nueva (1725) plante que lanaturaleza de las cosas es su nacimiento. Ya ms prximo en el tiempo debe consignarse alfilsofo alemn, y tambin gegrafo Immanuel Kant (1724-1804) (1802), quien sent lasbases del criticismo con su Crtica de la razn pura (1781), donde se pregunt sobre lascondiciones de posibilidad del conocimiento cientfico. Esta obra se divide en una Estticatrascendental, referida al conocimiento sensible, y unaLgica trascendental, que a su vez se

    divide en una Analtica trascendental, que trata del entendimiento, y una Dialcticatrascendental, que estudia la razn. Segn Kant, la sensibilidad, expresada en espacio ytiempo, realiza una labor de sntesis ordenando y organizando el caos de sensacionesprocedente del exterior y haciendo as posible la intuicin emprica. De los objetos slamenteconocemos nuestra forma de percibirlos; no obstante, para organizarlos se puede recurrir adistintos tipos de rdenes: el orden sistemtico, que agrupa por semejanza; el ordencronolgico, que agrupa por proximidad en el tiempo; y el orden corolgico, que agrupa porproximidad en el espacio.El entendimiento opera formulando juicios y para ello se vale de formas a priori: lascategoras, que son puras, vacas de contenido, pues se llenan de los datos procedentes delconocimiento sensible, que les permiten elevar a conceptos toda intuicin emprica. As, las

    categoras slo tienen validez aplicadas a los fenmenos, a las cosas, a lo dado en el espacio yen el tiempo. En la Dialctica trascendental se describe la razn como facultad de enlazar

    juicios, tendiendo a la bsqueda de principios generales que expliquen el mayor nmero de

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    fenmenos posible. En esta bsqueda de lo general, la razn trasciende la experiencia parahallar lo incondicionado: Dios. No obstante, en Crtica del juicio (1790), Kant plantea que elfin de la creacin no puede ser otro que el hombre: todas las criaturas existiran en vano si loshombres no existieran; la creacin en su conjunto sera, sin el hombre, un puro desierto sin

    objeto y sin propsito final (Dupuy, 1976:50-51).Tambin merece mencionarse la concepcin historicista del idealismo de Georg Hegel (1770-1831) (1997), quien hered de Johann Fichte (1762-1814) los tres momentos del ritmodialctico: tsis, anttesis y sntesis: la ley de la vida es la lucha de los contrarios, y laevolucin su consecuencia (Mondolfo, 1969:39-54). Por su parte, el filsofo alemn ArthurSchopenhauer (1788-1860), irracionalista y pesimista, en El universo, la voluntad y laimaginacin (1819-1844), partiendo de Kant consider que tal como se manifiesta en elespacio y en el tiempo, y tal como es conocido, el mundo no llega a existir en s, sino que esuna representacin subjetiva. En sntesis, para Schopenhauer (1998) el mundo es concebidocomo la suma total de experiencias, y su realidad consiste en ser percibido por el sujeto; es

    decir, el mundo es representacin de un sujeto.Asimismo debemos citar al historiador alemn Leopold von Ranke (1797-1886), para quien lahistoria no era una visin pragmtica, sino la exposicin de las cosas tal y como realmentesucedieron, a tal punto que seal alguna vez que querra disolver su yo para ver las cosascomo fueron (Dilthey, 1948:I,146). Ranke es considerado una de las principales figuras deldenominado positivismo historicista, corriente que no debe sorprendernos, ya que por aquelentonces numerosos sistemas filosficos desarrollaron perspectivas historicistas. Por otraparte, a diferencia de la mayora de los filsofos historicistas que lo sucedieron, en su dilatadaexistencia terrena Ranke tuvo una extensa y proficua produccin emprica, con obras deelevada erudiccin, como suHistoria de Francia durante los siglos XVI y XVII (1852-1861).No obstante lo sealado hasta aqu, la autntica doctrina filosfica del historicismo, definida

    entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, constituy ante todo una reaccin contra elpositivismo evolucionista. Su primer gran exponente fue el filsofo e historiador alemnWilhelm Dilthey (1833-1911), quien expuso tempranamente sus ideas a travs de sus ctedrasen Basilea, Kiel y Wroklaw, y a partir de 1882 en la prestigiosa Universidad de Berln, desdedonde ejerci una notable influencia sobre el pensamiento filosfico de su tiempo, tanimportante que Jos Ortega y Gasset (1961:VI,170) lleg a afirmar que haber desconocido suobra durante tanto tiempo le hizo perder aproximadamente diez aos de su vida.A poco de ingresar a la Universidad de Berln, Dilthey (1948) publicara una obra sistemticade gran trascendencia para los enfoques humanistas: Introduccin a las ciencias del espritu,dividida en dos volmenes titulados Ensayo de fundamentar el estudio de la sociedad y de la

    historia y La metafsica como fundamento de las ciencias del espritu. Su dominio y sudecadencia. Dilthey dedic el segundo captulo a fundamentar la autonoma de las cienciasdel espritu respecto de las ciencias naturales, y el tercero para sealar las relaciones entreunas y otras. Para Dilthey el material de las ciencias del espritu lo forma la realidadhistrico-social, en cuanto como informacin histrica se ha conservado en la conciencia de lahumanidad, y en cuanto como informacin social que abarca el estado de cosas presente, hasido hecho accesible a la ciencia (ibd.:I,54). Veamos el papel que le asigna Dilthey a lageografa: La conexin de esta pura descripcin de la realidad histrico social se basa en lafsica de la tierra y se apoya en la geografa, siendo su finalidad describir la distribucin, en eltiempo y espacio, de lo espiritual y de sus diferencias en el universo total. Esta conexin sehar patente nicamente al ser reducida a medidas espaciales, relaciones de nmeros,

    definiciones de tiempo claras, mediante los recursos de la presentacin grfica (ibd.:I,55-56).

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    En otra parte de su obra Dilthey afirma de manera contundente que Eratstenes fund lageografa como ciencia (ibd.:II,140), agregando: En los albores de la vida espiritual griegasurgi el concepto del cosmos; en los grandes trabajos de un Eratstenes, un Hiparco y unPtolomeo, (...) los sueos juveniles de estos pueblos se cumplen en su vejez (ibd.:II,141).

    Dilthey tambin distingui tres clases de proposiciones en las ciencias del espritu: las queenuncian algo real, que est dado por la percepcin, contienen el componente histrico delconocimiento; las que expresan una conducta uniforme de contenidos parciales escogidos porabstraccin forman el componente terico del conocimiento; y las que expresan juicios devalor y prescriben reglas, encierran el componente prctico de las ciencias del espritu.Hechos, teoremas, juicios de valor y reglas: de estas tres clases de proposiciones secomponen las ciencias del espritu (ibd.:I,57).Dilthey se mantuvo alejado del idealismo especulativo y fue escptico ante la metafsica, a laque le dedic el segundo tomo con el fin de demostrar, tras un minucioso anlisis histrico,que no puede contribuir al conocimiento cientfico. Tambin se opuso al empirismo, que no

    es menos abstracto que la especulacin (ibd.:II,10), y critic al mecanicismo y alorganicismo. En sntesis, Dilthey fund una filosofa de la vida, esencialmente de la vidaespiritual, caracterizada por la historicidad. Esta filosofa cientficamente elaborada, parte dela experiencia, que es la garanta de la verdad, y relativiza el valor de la metafsica, de ah elmote de relativista. Podemos comprender ntimamente los procesos que constituyen la historiadel espritu, el historicismo subyacente en el valor intrnseco de las totalidades culturales. Sedebe percibir, sin prejuicios, el espritu viviente a partir de manifestaciones de distinto ndole:religiosas, artsticas, culturales, etc.; por tal motivo, la psicologa descriptiva y comprensiva sehalla en la base de las ciencias del espritu. La totalidad del pensamiento filosfico deWilhelm Dilthey, apareci condensada en una obra pstuma (Dilthey, 1913).El pensamiento historicista se vera tambin robustecido por el aporte de los filsofos

    neokantianos alemanes, sobre todo Hermann Cohen, Wilhelm Windelband, Paul Natorp,Heinrich Rickert, Max Weber, Ernst Troeltsch y Ernst Cassirer. Hermann Cohen (1842-1918)fund la llamada Escuela Neokantiana de Marburgo, y se hizo famoso por sus obras sobreKant:La teora kantiana de la experiencia pura (1871) yLa fundamentacin de la tica porKant (1877). Posteriormente public sus propias obras sistemticas, en especial Sistema de la

    filosofa (1902-1912), en donde intent desarrollar la teora kantiana en el sentido de unidealismo puramente lgico. No obstante, Cohen supera los dualismos kantianos intuicin -pensamiento y fenmeno - cosa en s, rechazando la cosa en s, al considerar que no hay unarealidad independiente del pensamiento: la realidad es engendrada en y por el pensamiento.El historiador y filsofo Wilhelm Windelband (1848-1915) fue el fundador de la Escuela

    Neokantiana de Baden, tambin conocida como Escuela Neokantiana Sudalemana, y centrsus estudios en la filosofa de los valores y en la importancia de la historia en los estudiosfilosficos. Windelband subordina lo verdadero al deber ser, es decir a los valores, y uno desus mayores aportes fue su divisin de las ciencias en nomotticas e idiogrficas. Entre susobras se destaca un Manual de historia de la filosofa (1892). El filsofo y pedagogo PaulNatorp (1854-1924), profesor de la Universidad de Marburgo, fue uno de los ms destacadosrepresentantes de la Escuela Neokantiana fundada por Hermann Cohen. Entre sus mltiplesobras nos permitimos citar La teora cartesiana del conocimiento (1882), Los fundamentoslgicos de las ciencias exactas (1910), Kant y la escuela filosfica de Marburgo (1912), e

    Idealismo social (1920).Por su parte, Heinrich Rickert (1863-1936) es considerado el mximo representante de la

    teora del conocimiento y de la ciencia de la Escuela de Baden fundada por Windelband.Siguiendo a su maestro y su divisin de las ciencias, Rickert postul una clasificacin enciencias generalizantes y ciencias individualizantes, segn el punto de vista conque se

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    abordaba el objeto. Sus obras ms reconocidas son Teora de la definicin (1888), Ciencia dela cultura y ciencia de la naturaleza (1899), eIntroduccin a los problemas de la filosofa dela historia (1907). El socilogo Max Weber (1864-1920), autor de la obra El poltico y elcientfico (1918), tambin de la Escuela de Baden, fue otro tenaz defensor de la comprensin y

    de las ciencias de la cultura. Justific la seleccin de los hechos que investiga el cientficoen funcin de sus valores, del mismo modo que el poltico, cuando apoyado en la cienciaobjetiva, debe asumir su responsabilidad y efectuar una eleccin incierta (Dupuy, 1976:86).El filsofo, telogo y socilogo Ernst Troeltsch (1865-1923) fue un destacado representantedel neoprotestantismo y del historicismo alemn. Consider al cristianismo slo relativamentesuperior a las otras religiones; y reconoci, al igual que Max Weber, la doctrina calvinista dela predestinacin como uno de los componentes ms especficos del capitalismo moderno.Para l la historia no es la realizacin progresiva de un fin universal, sino un conglomerado detotalidades individuales en desarrollo y disolucin, y el esfuerzo de comprensin debe respetarla originalidad de una cultura y no juzgarla segn normas que le sean ajenas. Entre las obras

    de Troeltsch se destacanLa doctrina social de las iglesias cristianas y los grupos, de 1912, Elhistoricismo y sus problemas (1922), y El historicismo y su superacin (1924), editado al aosiguiente de su fallecimiento.Ernst Cassirer (1874-1945) fue discpulo de Cohen y profesor en las universidades de Berln yHamburgo, y con el avance del nazismo se transform en un profesor itinerante con ctedrasen Oxford, Gteborg (Suecia) y Yale. Imbudo del idealismo lgico de la Escuela deMarburgo, en su obra Filosofa de las formas simblicas (1923-1929) Cassirer expuso que elhombre, a diferencia de los animales, utiliza smbolos que le permiten configurar el mundocultural, de forma que la manifestacin del espritu humano se da dentro de ese sistema desmbolos expresado fundamentalmente en el mbito del lenguaje, del mito, de la religin y dela ciencia. Entre sus obras merecen citarse, adems, El problema del conocimiento (1906),

    Filosofa de la ilustracin (1932) yLas ciencias de la cultura (1942).Dejando de lado a los filsofos neokantianos, el pensamiento de Wilhelm Dilthey influynotablemente en la filosofa contempornea, a tal punto que se considera que el denominadomovimiento diltheyano abarca dos generaciones. La primera de ellas, representada por otrosfilsofos alemanes como Litt y Spranger, intent fusionar la filosofa de Dilthey con la deotros pensadores. El filsofo y pedagogo Theodor Litt (1880-1962), por ejemplo, influidotanto por el historicismo de Dilthey como por la teora de Hegel, desarroll una filosofadialctica basada en la consideracin de que el individuo y el mundo se configuranrecprocamente a travs de un proceso histrico. Entre sus obras merecen citarse Individuo ycomunidad. Cuestiones fundamentales de la teora social y la tica (1919) yHombre y mundo

    (1948).Por su parte, Edward Spranger (1882-1963), profesor en Leipzig, Berln y Tubingen, en suobra Cultura y Educacin (1957), fundament la conveniencia del estudio descriptivo yemprico del hombre en lugar del explicativo. La generacin ms reciente del movimientodiltheyano, con seguidores como D. F. Bollnow y E. Weniger, aspira a interpretar la obra deDilthey con mayor fidelidad, imponindola en la filosofa y la pedagoga actuales. Noobstante, la influencia de Dilthey supera toda clasificacin; por ejemplo, hay claras huellas desu filosofa de la historia en las obras de filsofos existencialistas como Karl Jaspers y MartinHeidegger.En sntesis, a partir de la filosofa historicista, la historia logr su consolidacin como ciencia,aunque no como una ciencia ms sino como una ciencia especial, distinta a todas las dems en

    virtud de que todo acontecimiento, inexorablemente, a poco de producirse se transforma en unhecho histrico. Para los enfoques historicistas los hechos slo se explican por s mismos ypor su pasado. Cada hecho es nico e irrepetible, singular, por lo que no es posible hallar

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    explicaciones de validez general, sino en el mejor de los casos apenas una comprensin de losmismos. Por otra parte, los enfoques historicistas no se basaron slo en la racionalidad delinvestigador: a diferencia de los positivistas, los historicistas valoraron tambin otrasfacultades humanas que poda poner en prctica el cientfico, como por ejemplo la empata,

    que es la capacidad de ponerse en la situacin de otro, la intuicin, la imaginacin, etc.

    3.2. La geografa historicista y el concepto de regin

    En cuanto a la geografa historicista, en primer lugar nos adelantamos a afirmar que esinaceptable toda proposicin que quiera presentar al historicismo como conjugando porprimera vez el espacio y el tiempo en la ciencia geogrfica. Desde Herclito de feso eloscuro (540-480 aC), que en Sobre la naturaleza plante brillantemente la idea del devenir,hasta las recientes aportaciones del fsico britnico Stephen Hawking (1992) referidas a lateora de la singularidad espaciotemporal, segn la cual al sumarle el tiempo se establece unespacio de cuatro dimensiones y finito, casi todas las doctrinas filosficas se ocuparon de laconjuncin espacio - tiempo. Tales concepciones repercutieron, por supuesto, en la ciencia ymuy especialmente en la historia y en la geografa, donde desde siempre se tuvo en cuenta, enmayor o menor grado, la dimensin temporal (Randle, 1966; Beltramino, 1981). Esa idea deuna geografa esttica, con teoras, leyes y modelos que no contemplaban el devenir histrico,es un invento de la geografa radical, que tena que forzar la existencia de una geografaburguesa complaciente con el status quo, para oponerle una geografa revolucionaria capaz decontribuir al cambio hacia un nuevo orden social.El mayor exponente de la geografa historicista debe hallarse en la Escuela Francesa(Alexandrvskaia, 1972; Verdoulay, 1981) y muy especialmente en Paul Vidal de la Blache(1845-1918), quien no obstante tambin recibi cierta influencia comtiana. Esta concepcin

    geogrfica pergeada entre fines del siglo XIX y comienzos del XX fue eminentementeidiogrfica, ya que resaltaba lo singular o excepcional que caracterizaba a cada regin: lapersonalidad geogrfica, con sus correspondientes gneros de vida (Vidal de la Blache, 1911;1921), que por supuesto se consideraban consecuencia de la particular evolucin histrica(Buttimer, 1980), aunque en la prctica era innegable el papel que jugaban los rasgos fsicos ala hora de percibir los paisajes y definir las diferentes regiones (De Martonne, 1951). De estamanera, los mayores problemas de la geografa se centraron en la definicin del concepto deregin, en la clasificacin de las regiones y en su delimitacin (Furlani y Gutirrez, 1984).As, la geografa misma pas a constituirse en una ciencia excepcional, que deba definirse porsu enfoque y no por su objeto de estudio. Las explicaciones deterministas fueron

    reemplazadas entonces por una postura posibilista, que resaltaba la capacidad de accin yreaccin del hombre sobre la naturaleza.El historicismo, y muy especialmente la geografa regional, permiti de esta manera lasupervivencia de la geografa al momento de la independencia de las ciencias sistemticas,pero tambin la conden a la mera descripcin. El propio Paul Vidal de la Blache (1913:297),para muchos el padre del paradigma, haba afirmado a quien deseara escucharlo que lageografa deba ser considerada una ciencia esencialmente descriptiva. Por otra parte, paradesgracia de los humanistas, tambin lleg a afirmar que la geografa es la ciencia de loslugares y no de los hombres" (ibd.:298). Esta posicin fue compartida, entre otros, por eleminente gegrafo alemn Alfred Hettner (1859-1941), profesor en la Universidad deHeidelberg, quien influido por la Escuela Neokantiana, y en particular por Windelband y

    Rickert, en su obra titulada La geografa, su historia, su esencia y sus mtodos (1927)defendi el carcter excepcional de la geografa, es decir, la imposibilidad de formular leyes

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    por estudiar fenmenos singulares (Rey Balmaceda, 1972; Cuevas Acevedo, 1984; LlanesNavarro, 1998).Paralelamente, en la dcada del veinte Carl O. Sauer (1925; 1927) impona en Estados Unidosel enfoque de la geografa cultural, centrado en el concepto de paisaje cultural y por ende con

    fuertes influencias desde la antropologa. As, ocupada del impacto de la cultura en el paisaje,la geografa se constituia en una fenomenologa del paisaje. No obstante, la postura de PaulVidal de la Blache y Alfred Hettner fue tomada como propia en los Estados Unidos por ungrupo de gegrafos encabezados por Richard Hartshorne, quien as lo expres en Lanaturaleza de la geografa (1939), una suerte de extenso Manifiesto de la Geografa Regionalpublicado por los Annals de la Asociacin de Gegrafos Americanos que, como ya hemossealado, fuera duramente atacado por el artculo pstumo de Fred Schaefer titulado Elexcepcionalismo en geografa (1953). Dicho artculo mereci varias respuestas en losAnnalsy una revisin titulada Perspectivas sobre la naturaleza de la geografa (1959), que constituyela obra ms acabada del pensamiento geogrfico historicista. Consideramos innecesario

    extendernos ms en este punto, dado que este enfoque ha sido, por mucho, el ms difundidoen la Repblica Argentina, como consecuencia de la fuerte influencia que siempre ha tenido lacultura francesa en los medios intelectuales locales.

    3.3. El humanismo sociologista y el materialismo dialctico

    La influencia de Karl Marx4 y su amigo Friedrich Engels ha sido enorme, tanto en Europacomo en Amrica Latina, y las tentativas de hermenutica sociolgica de la mayora de losgegrafos e historiadores latinoamericanos tienen un origen marxista, prximo o remoto(Soler, 1968:25). El filsofo y economista alemn, Karl Einrich Marx (1818-1883) tena unideal de hombre cultural total, ya no sujeto a lo metafsico, como lo haba planteado Hegel con

    su idealismo absoluto (Hook, 1974). Al cambiar su modo de produccin, su forma de ganarsela vida, los hombres cambian todas sus relaciones sociales y como consecuencia todos losaspectos de su vida cultural. El mundo no es para Marx un complejo de cosas culminadas,sino de procesos en los que las cosas no cesan de transformarse, como consecuencia de unmovimiento que se efecta por oposicin de fuerzas contrarias y por resolucin de estatensin: la dialctica materialista. As, en manos de Marx, la dialctica de Hegel, unromntico conservador, se transform en un arma contra el orden social establecido. Laevolucin de la humanidad es producto de la oposicin entre el hombre y la naturaleza, delconflicto entre el individuo y la sociedad y sobre todo de la lucha de clases, y de eso se trata elmaterialismo histrico. La historia no es ms que una larga alienacin de la mayor parte de los

    hombres, tratados como cosas y convertidos en esclavos de las cosas, pero al capitalismo(tesis) se opondr la dictadura del proletariado (anttesis), que ser seguida por la sociedad sinclases: el comunismo (sntesis), que es la verdadera solucin del antagonismo entre el hombrey el hombre, la base del humanismo y el libre desarrollo de las fuerzas humanas (Mondolfo,1966; Watkins, 1970:123-125; Bunge, 1980).La desigualdad humana es el contenido de hecho del socialismo y del comunismo. Por ello, ala opresin real hay que volverla ms opresora aadindole la conciencia de clase, laconciencia de la opresin; la miseria consciente de su miseria espiritual y fsica, y ladeshumanizacin consciente de s misma y aniquilndose a s misma (Dupuy, 1976:77). EnTesis sobre Feuerbach, Karl Marx (1985:36) finaliza su breve exposicin diciendo: Losfilsofos no han hecho ms que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se

    4 Algunas obras accesibles: Mondolfo, 1960; Marx y Engels, 1967; 1972; 1975; Althusser, 1968a; 1968b; Rubel,1970; Marx, 1971; 1973; 1974; 1976; 1985; 1997; Lefebvre, 1974; Lenin, 1974; 1976; Korsch, 1975; Engels,1976; Mc Lellan, 1977; Laski, 1989.

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    trata es de transformarlo. En sntesis, la filosofa marxista ha tenido por objetivo laedificacin de una sociedad ms justa, y para ello ha recurrido, segn Konstantinov, porentonces presidente de la Sociedad Filosfica de la Unin Sovitica, a la elaboracin de lateora de la dialctica materialista: El progreso de la ciencia contempornea ostenta con la

    mayor evidencia que slo el materialismo dialctico arma con la concepcin del mundoverdaderamente cientfica y realmente sinttica a los cientficos en todos los sectores delconocimiento (Voprosy Filosofii, 1972:22). La dialctica materialista, fue considerada por elfilsofo francs Louis Althusser (1918-1990) como la teora del conocimiento del marxismo(Althusser, 1968a:169; 1971), e incluso ha sido definida como la nica filosofa adecuada alestado contemporneo de las ciencias (Ambarcumian y Kaziutinskii, 1972:43). En sntesis, esconsiderada una ciencia global (Konstantinov, 1972:39), una ciencia sobre la unidad general yuniversal y sobre la evolucin del mundo (Cvekl, 1956:47), pero su problemtica central es elhombre en todo lo complejo de su ser. Por lo tanto, el campo propicio de la dialcticamaterialista es el de las ciencias humanas, donde se aplica un mtodo de investigacin

    accin cuya operatividad poltico - social no puede ser puesta en duda, y donde el camino esaveriguar, como metodologa prospectiva del filosofar - transformar la condicin delhombre (Kourm, 1974:17). Sin embargo, esto no es nuevo en la filosofa, ya Descartes(1944:91) haba planteado la obligacin tica de procurar por todos los medios el bienestarde los hombres.Por otra parte, la fidelidad dialctica exige un examen continuo y pluridimensional de loshechos y sus estructuras, los cuales deben ser situados en su espacio y sometidos a la pruebadel tiempo, es decir analizados en su movimiento desde el pasado al futuro. Siguiendo laspalabras de Lubomir Novy, esto implica sobrepasar las fronteras del metodologismo parallegar a la fundamentacin en la existencia e historia humanas, y en tal sentido Novy(1968:15) sugiri referirse a la existencia de un humanismo teortico en el que la filosofa se

    vuelve la garanta de la unidad del humanismo y de las ciencias. Asimismo, existe un sistematico cuyos fundamentos cientficos son constituidos por el marxismo (Shishkin ySchvarzman, 1971:49; Kamenka, 1974). La fidelidad dialctica significa, ante todo, unaactitud moral, un compromiso contrado con uno mismo y con la garanta nica de laconciencia, y este compromiso esencial para cada marxista - leninista es el anlisis clasistaque ninguna actitud en ciencias sociales puede objetivamente evitar (Formanek, 1971:180).Como ha sealado Tran Duc Thao, el pensador burgus no podr comprender la teoramarxista porque no est hecha para l (Daval y Guillemain, 1964:342). Este compromiso ticoha servido entonces de razn suficiente para descalificar toda investigacin en la que larealidad no sea examinada en las condiciones de lucha de clases en la sociedad capitalista, y

    en tal sentido tiene poco de aquella moral neoestoica a la que aluda Jos Ingenieros(1918:162).Ahora bien, ms all de los criterios dogmticos imperantes en la ex Unin Sovitica, dondede las cuestiones tericas se ocupaba el denominado comunismo cientfico, el marxismo secaracteriz siempre por su constante revisin del materialismo dialctico inclusive en lospases latinoamericanos y hasta en los comunistas (Lefebvre, 1947; Kosk, 1963; De Gortari,1965; 1970:41-57), a tal punto que es considerado como un sistema abierto, en continuocambio, fundado en nuevas experiencias cientficas y prcticas (Kopnin, 1971:33). En talsentido, los marxistas suelen diferenciar las crticas revisionistas de las de la marxologa,entendida como la crtica desde afuera. Veamos una autocrtica a la dialctica capitalismo -marxismo: Esta dialctica aparente, pero en realidad estril (tesis y anttesis), ha reducido la

    concepcin del mundo a dos dimensiones; nos ha presentado la imagen de la humanidad endos colores: la negra y la blanca, simbolizando respectivamente el Mal y el Bien (Kourm,1974:32-33). Expresiones semejantes respecto a la dialctica clase burguesa - clase proletaria

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    pueden leerse en una obra de Karl Mannheim (1961:267), y en general la dialctica en suconjunto ha sido criticada por hacer ms ruido que luz con sus visiones dicotmicas,simplistas, reduccionistas, arcaicas, propias del pensamiento presocrtico, desde Zenn y susaporas, desde Herclito y Parmnides, que reducan todo a pares de opuestos, como bien -

    mal, cuerpo - alma, sujeto cognoscente - objeto cognoscible, basadas en la polarizacin de larealidad; es el caso, por ejemplo, de la dialctica marxista infraestructura material -superestructura cultural. La polaridad produce cambios, pero no todo cambio es producto deuna lucha entre opuestos. Tambin se puede mencionar la autocrtica respecto al postulado dela escisin en la evolucin espiritual de la humanidad, segn el cual deba establecerse unafrontera casi sagrada entre la filosofa previa y la posterior a Karl Marx.Entre los continuadores de la filosofa de Marx (Souyri, 1971) merece citarse el hngaroGyrgy Lukcs (1885-1971), quien en la obra Historia y conciencia de clase, publicada en1923, afirma que el proletariado detenta la clave del misterio de la historia, porque conscientede su reificacin, del estado de alienacin producto de un trabajo montono e impuesto,

    agravado por el desarrollo tecnolgico, y an a pesar de la manipulacin de las conciencias,advierte el proceso dialctico y rechaza su estado (Dupuy, 1976:124-125). Para Ernst Bloch(1895-1977), el marxismo representa un salto hacia adelante para la humanizacin delhombre. En Espritu de la utopa (1918), y ms tarde en Principio esperanza (1957), sealaque el determinismo econmico - social del marxismo ortodoxo no es suficiente: la creencia yla esperanza permitirn en algn momento imprevisible la revolucin. Walter Benjamn(1892-1940), autor de La metafsica de la juventud(Benjamn, 1998), tambin denuncia laprogresiva reificacin del hombre en la sociedad actual, reclamando la necesaria subversin.Por su parte, Theodor Adorno (1903-1969), en La dialctica negativa, y tambin en

    Actualidad en filosofa (Adorno, 1997), plantea que la tendencia a desmitologizar, aformalizar el pensamiento y matematizarlo, a destruir los dioses y las cualidades, conduce a

    la representacin de un mundo exange, anlogo a una funcin gigantesca, a un nico juicioanaltico; la consecuencia de esto es hacer del pensamiento un instrumento de dominacin yde engao de las masas (Dupuy, 1976:126-127).En Eros y civilizacin (1955) de Herbert Marcuse (1898-1979), la influencia de SigmundFreud se iguala a la de Karl Marx. Para Marcuse, el proceso de reificacin de los hombres enla sociedad tecnocrtica es producto de la preocupacin capitalista por la productividad, queimpone un exceso de trabajo que acta como sobrerrepresor de los instintos, anulando elplacer. El individuo asimila los imperativos sociales que sirven a esta represin, y seconvierte con ello en esclavo voluntario de un mecanismo que lo sojuzga, aunqueprocurndole cierto bienestar. El camino hacia la expansin total del hombre queda as

    cerrado, e impedida la felicidad que supone la liberacin del Eros profundo y creador(ibd.:128). En El hombre unidimensional (1970), y tambin enRazn y revolucin, Marcuse(1997) retoma el planteo, afirmando que la subversin libertadora, necesaria tanto en lospases capitalistas como en los socialistas, ya no podr ser realizada por los adormecidostrabajadores de estos sistemas, sino por los marginados y por el proletariado externo, el delTercer Mundo. El resultado ser un colectivismo donde la tcnica se pondr al servicio de lasautnticas necesidades, donde las facultades humanas se podrn ejercer libremente y donde eltrabajo se reducir a lo estrictamente necesario y tendr un carcter atractivo.En sntesis, desde la ptica marxista el cientfico debe cumplir una funcin poltica y social,debe comprometerse con la realidad social y dedicar su esfuerzo a propugnar los cambios quela sociedad reclama. Por supuesto que este enfoque ha recibido numerosas crticas desde la

    epistemologa ms ortodoxa, por ejemplo, las de Mario Bunge (1997:13): En el curso de losdos ltimos decenios se ha difundido la filosofa y la sociologa anticientficas de la cienciainspiradas en Kuhn y Feyerabend. Ellas pueden resumirse as: La investigacin cientfica es

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    una empresa social antes que obra de cerebros individuales; construye colectivamente loshechos en lugar de estudiarlos; no se propone alcanzar conocimientos objetivos acerca de larealidad; sus resultados no son universales sino que valen localmente, por depender del intersmaterial y del consenso; y las teoras rivales son mutuamente inconmesurables

    (incompatibles). En otras palabras, esta visin de la ciencia es sociologista (aunque nopropiamente sociolgica), constructivista (o subjetivista) y relativista.

    3.4. La geografa crtica o marxista

    Como respuesta al neopositivismo y sus mtodos cuantitativos, apareceran nuevos enfoquesradicalmente opuestos, y ms all de multiples perspectivas se pueden distinguir dos grandeslneas; de manera que podemos aceptar, en trminos generales, que la geografa radical, latosensu, se divide en una geografa crtica y una geografa humanista (Buzai, 1999:40). Lageografa crtica, con fuerte influencia del marxismo (Claval, 1977; De Koninck, 1984;Bosque Sendra y Garca Ballesteros, 1986; Quaini, 1985; Garca Ramn, 1986), pretende antetodo ser un instrumento til a la lucha de clases: a partir de la denuncia de las injusticiassociales, intenta contribuir a la desestabilizacin del status quo, con el objeto de su reemplazopor otro ms justo. La dialctica materialista, como hemos visto, constituye una perspectivamultidisciplinaria que incluye a todas las ciencias humanas y sociales, motivo por el cual lasinfluencias han sido demasiadas como para citarlas a todas, sobre todo desde la filosofa, laeconoma y la sociologa, tal es el caso de La acumulacin de capital de Rosa Luxemburg(1871-1919) y ms recientemente de numerosas obras de Henri Lefebvre (1901-1991) (1969;1972a; 1972b; 1973; 1974; 1978), Manuel Castells5 y Anthony Giddens (1979; 1982; 1992),por citar autores que han puesto su acento en la problemtica urbana. A estas influenciasdeben sumarse las presiones de un estudiantado fortalecido por el mayo francs y movilizado

    por varios acontecimientos polticos, as como la actitud demaggica de algunos profesoresuniversitarios que prefirieron cambiar su paradigma antes que poner en riesgo su trabajo(Randle, 1996:187-188).El gografo crtico debe asumir un doble compromiso: consigo mismo y con su ideologa, ysus obligaciones varan segn su tarea sea de investigacin o de docencia. En el primer casodebe reflejar la lucha de clases en el territorio, y entonces su misin se reduce a localizardistintas formas de opresin y exclusin, para luego describir e interpretar los hechos comouna manifestacin en el territorio de una dialctica que excede en mucho lo meramentegeogrfico, ya que los procesos sociales determinan las formas espaciales, y por lo tanto elespacio es un producto de la sociedad, una construccin social (Barrios, 1976; Estalella y

    Tulla, 1978; Gottdiener, 1988; Romegialli y Liendo, 1996), un reflejo imperfecto de procesossociales que solamente pueden ser percibidos en otro nivel de anlisis. Por supuesto que en la jerga marxista, como ya hemos visto, la realidad misma se construye socialmente, medianteuna dialctica entre la realidad en construccin y el propio conocimiento que se va teniendo dela misma (Berger y Luckmann, 1968). As, la geografa crtica se centr en las miserias delcapitalismo: la pobreza en un mundo rico, los desastres naturales, en su mayora evitables, ladesocupacin, el trfico de armas y drogas, la delincuencia, la prostitucin, los grupos socialesmarginados, las desigualdades de gnero, las minoras tnicas y religiosas, los discapacitados,etc. (Mattson, 1978; Harvey y Holly, 1981; Conte, 1985; Garca Ballesteros, 1986). En elsegundo caso, en su misin docente, el gegrafo crtico debe dejar de servir al orden

    5 Merecen mencionarse, entre otras: Castells, 1971; 1972; 1973; 1985; 1986; 1995; 1996; 1997; Castells y Hall,1994; Borja y Castells, 1997.

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    medio para neutralizar la subjetividad. El vitalismo es lo opuesto del mecanicismo, y han sidoconsiderados vitalistas filsofos tan variados como el ya mencionado Wilhelm Dilthey (1833-1911), Friedrich Nietzsche (1844-1900) (1955; 1997), Henri Louis Bergson (1859-1941)(1948; 1998), Maurice Blondel (1861-1949), Hans Driesch (1867-1941), Theodor Lessing

    (1872-1933), Ludwig Klages (1872-1956), Hermann von Keyserling (1880-1946), OswaldSpengler (1880-1936) (1952; 1956; 1965), Erich Becher (1882-1929) y Jos Ortega y Gasset(1883-1955) (1961; 1965; 1997). El alemn Spann (1878-1950), influenciado por elorganicismo del pensamiento romntico, hizo del principio el todo es anterior a las partes elleitmotiv de su filosofa. Por su parte, Oswald Spengler, en La decadencia de Occidente(1952), present a la historia como una manifestacin de la vida: todas las culturas sonorganismos vivientes que florecen, se marchitan y mueren. En muchas de estas filosofas de lavida puede observarse la influencia de las ideas de Sigmund Freud (1856-1939), sobre todo enlo que respecta a una vitalidad profunda y reprimida, simbolizada por las imgenes onricas ylos mitos, y la conviccin de que la cultura se ha creado a expensas de la satisfaccin de los

    instintos (Dupuy, 1976:100).El existencialismo, con influencias del historicismo y de la fenomenologa, tiende alconocimiento del propio Ser, al esclarecimiento de la existencia. Su principal antecedentedebe buscarse en la idea de angustia desarrollada por el telogo dans Sren AabyeKierkegaard (1813-1855), tanto en Temor y temblor (1843) como en El concepto de angustia(1844). Uno de los mximos representantes del existencialismo fue el psiquiatra alemn KarlJaspers (1883-1969), autor de obras como El ambiente espiritual de nuestro tiempo (1931),La

    fe filosfica (1948)y Origen y meta de la historia. En esta ltima, Jaspers (1998) afirma quela existencia es la interpenetracin entre la vida y el espritu, y el individuo es eleccin,libertad, unicidad, verdad subjetiva; para l la historicidad implica que el ser humano estemporal, que se hace en el tiempo y por el tiempo. Otro filsofo existencialista fue el tambin

    alemn Martin Heidegger (1889-1976) (1927; 1946; 1947; 1997), quien en El ser y el tiempo(1927) plante asimismo la cuestin de la historicidad del hombre, retomada luego por HansGeorg Gadamer, para quien la comprensin es siempre temporal (Rusker, 1963; Burnier,1971). La influencia del existencialismo en las ciencias sociales puede verse, sobre todo, enlas denominadas historias de vida (Baln, 1974).Respecto a la fenomenologa (Mays Valenilla, 1956; Murait, 1958; Strasser, 1963; Luypen,1967; Lyotard, 1968), es difcil hallar antecedentes claros, aunque se considera a Gottfried W.Leibniz (1646-1716) un fenomenista racionalista. Por otra parte, a sus propios cultores no lesha resultado fcil definir la fenomenologa. Tras aclarar esto mismo, en Fenomenologa de la

    percepcin, el filsofo francs Maurice Merleau - Ponty (1908-1961) intenta la siguiente

    aproximacin: la fenomenologa es el estudio de las esencias, y todos los problemas, segnella, tienen como propsito definir las esencias: la esencia de la percepcin, la esencia de laconciencia, por ejemplo (Daval y Guillemain, 1964:404). Por otra parte, la fenomenologa estambin un mtodo que prescribe un regreso a las cosas en s mismas, propone describirlas yextraer de ellas el sentido, haciendo abstraccin de todo prejuicio. La primera consigna deEdmund Husserl (1859-1938) (1969; 1998), fundador de esta doctrina, es tratar de describir yno de explicar ni analizar. En su Fenomenologa, Husserl quiere hacer de la filosofa unaciencia rigurosa: parte de considerar al mundo como un simple fenmeno, que como tal puedeser objeto de una ciencia que tiene por misin describir la conciencia pura y las formas en questa les da sentido a los objetos, lo que denomina intencionalidad. En esta tarea la percepcinque parte del yo puro es fundamental (Dupuy, 1976:101-103). Un antecedente respecto a la

    percepcin de la localizacin espacial y las distancias puede hallarse en la Nueva teora de lavisin de Berkeley, considerado un fenomenista empirista. Asimismo, un continuador de la

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    obra de Husserl fue el tambin alemn Max Scheler (1874-1928), quien en Naturaleza yformas de la simpata, plante la idea de que la afectividad es un medio de conocimiento.Por ltimo, la fenomenologa y el marxismo se funden en la filosofa prospectivista oprospectiva (Berger, 1964; 1967; Francois, 1998), entre cuyos cultores se destac el psiclogo

    francs Gastn Berger (1896-1960), para quien lo que manda es la mquina social, es decir, laAdministracin, de manera que el hombre moderno es vctima del annimo cuerpoadministrativo (Berger, 1967:204). La prospectiva, antes de ser un mtodo o una disciplina esuna actitud, y sus cinco componentes son, segn Berger (1964:271-275): 1) ver lejos, es decirestudiar el porvenir lejano; 2) tener perspectivas amplias: dedicarse a los estudiosinterdisciplinarios y desembocar en conclusiones sintticas; 3) analizar hondamente, lo queobliga a buscar nuevos y mejores mtodos; 4) correr riesgos y modificar los proyectos cuandola perspectiva cambia; 5) pensar en el hombre: slo en funcin del hombre tiene sentido laprospectiva.En sntesis, los enfoques humanistas buscan una visin completa y global del hombre, tal es el

    caso, por ejemplo, de la psicologa humanstica de Abraham Harold Maslow (1908-1970), yen la prctica se caracterizan por una fuerte crtica a los mtodos del positivismo, calificadoscomo sofisticados y aparatosos, los cuales pretenden brindar una engaosa idea de seguridad,as como por su rechazo a la pretendida neutralidad de la ciencia. Para Bunge (1997:14-15),en cambio, la popularidad alcanzada por esta doctrina tan manifiestamente falsa se debe a laconcomitancia de varias escuelas y actitudes, entre las que prevalecen el marxismo, lasfilosofas irracionalistas caractersticas del posmodernismo, el facilismo, los improvisadores yel reemplazo de los hechos por su interpretacin arbitraria.

    3.6. La geografa humanista y la geografa cultural

    Ante todo debemos aclarar que los lmites entre la geografa crtica y la geografa humanistano son tan claros como aqu, y en muchos otros textos, con fines didcticos se intentapresentarlos (Albet, 1988). La geografa humanista se caracteriza, en primer lugar, por suconstante crtica a la racionalidad econmica. El propio Kuhn (1998:48) ha dicho: la cienciadebe ser menos popperiana, es decir, ms irracional. Llanes Navarro (1996:282), enconsonancia, sugiere trascender el plano meramente cientfico a partir de una propuesta derenacimiento humanista. Desde esta postura se valoriza la relacin del mundo interior con elmundo exterior de cada ser humano; la geografa humanista intenta estudiar y entender estosmundos individuales, con categoras que no se prestan a un anlisis cientfico tradicional;surgen as expresiones como topofilia (Tuan, 1974a), sinlugaridad (Relph, 1976; Aug,

    1993), o paisajes del terror (Tuan, 1980a). Esta geografa busca investigar lasparticularidades que caracterizan a determinados individuos o grupos, y no pretende alcanzargeneralizaciones ms all del entorno local, donde es posible actuar para producir algncambio (Buttimer, 1974; 1985). En ltima instancia, deca Kuhn (1998:49), las explicacionesdeben ser psicolgicas o sociolgicas, y se advierte aqu en gran medida la influencia de lapsicologa humanstica de Maslow, as como una estrecha relacin con la fenomenologa, lacual fue analizada en sendos artculos de Relph (1970) y Tuan (1971) y Buttimer (1974;1985).El paradigma humanista (Ley y Samuels, 1978; Conte, 1984; Garca Ballesteros, 1992) se haapoyado en parte en los estudios geogrfico histrico - antropolgicos centrados en elconcepto de cultura, que como ya hemos visto fueron desarrollados primariamente por Carl

    Sauer (1974). A partir de los aos sesenta se popularizaron tambin las investigaciones sobrelos mapas mentales urbanos, aquellos que reflejan la imagen de la ciudad que tienen suspobladores, cmo la perciben y qu simbolismo le asignan a sus barrios, edificios y arterias

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    ms caractersticas. Al respecto merecen destacarse las tempranas obras de Strauss (1961) yKevin Lynch (1964), y posteriormente de Peter Gould (1972; 1975; Gould y White, 1974) yBailly (1979). As, la geografa de la percepcin y el comportamiento (Gold, 1980) constituyeuna de las ramas troncales de la geografa humanista, pero no se refiere exclusivamente al

    medio urbano sino que abarca el medio ambiente en su conjunto. De ello se haban ocupadodesde los aos sesenta David Lowenthal (1964; 1967) y sobre todo Yi Fu Tuan6, quienreaviv el concepto de paisaje (Tuan, 1980a), acuando a la vez el trmino topofilia parareferirse al amor por el entorno y tambin a su estudio, a la investigacin de la percepcin delmedio ambiente y los comportamientos y valores asociados a la misma. En oposicin, tambinacu la expresin topofobia. En los ltimos aos el estudio del pais