DERECHO Y JUSTICIA EN LA EPOCA DE LA CONFEDERACION ARGENTINA “La Generación de 1837” Alumnas: Molina, Macarena; Vignola, Mariela Alejandra; Pitocco, María Luisina; Caminos, Fiorela Vanina;
DERECHO Y JUSTICIA EN LA EPOCA DE LA CONFEDERACION
ARGENTINA
“La Generación de 1837”
Alumnas: Molina, Macarena;
Vignola, Mariela Alejandra;
Pitocco, María Luisina;
Caminos, Fiorela Vanina;
Ibarra, Agustina;
Rodríguez, Noemí Elizabet.
Fecha de Entrega: 04/08/2015
1. Introducción .
La presente monografía, es un trabajo de la investigación realizada a
partir del análisis de la Historia Argentina y su contexto político, la generación
de 1837.
Este trabajo recopila y ordena la información proveniente desde la
investigación de la generación del 37 y sus subtemas de la época, como asi
también el origen del salón literario, su contexto historio y político, sus
integrantes y el romanticismo que era el modelo europeo de la época.
La generación del 37 se caracterizó por una línea particular pero también
por la forma en que ese pensamiento veía la luz a través del salón literario de
Marcos Sastre. En esta secuencia se recorre el camino desde la apertura de la
historia argentina hasta los discursos más importantes pronunciados por el
salón.
1. A. Estado de la Cuestión.
El objeto de la presente es el analizar uno de los fenómenos culturales
más trascendentes de la época contemporánea, y que influyo a toda la
sociedad de la época y dio base al estado actual de nuestra sociedad.
La idea del movimiento del 37 dio nacimiento al valor supremo de la
libertad tomado y desarrollado más aun de la Revolución Francesa.
Fueron numerosos los seguidores de este movimiento que crearon la
base toda esta generación, entre ellos Juan María Gutiérrez, Marcos Sastre,
Juan Bautista Alberdi, y Esteban Echeverría (entre otros)1
1 Varela Domínguez, La generación del 37, Buenos Aires, ediciones populares. Pág. 37-67.
Estos integrantes, eran intelectuales universitarios, jóvenes, los
cuales tenían un modelo europeo, El Romanticismo.
2. Contexto Histórico.
El siglo XIX en Europa, estaba impregnado de ideas racionalistas y de
derechos naturales, de movimientos nacionalistas tendientes a lograr la unidad
política. Las ideas de romanticismo comenzaron a reclamar una nueva
organización social acorde a los principios liberales surgidos de la revolución
francesa. Rousseau con su idea del contrato social, estableció un pacto entre
gobernantes y gobernados, donde el poder residía en la mayoría del pueblo. La
joven Italia, en 1831, fue fundada por Giuseppe Mazzini, de ideas democráticas
y unitarias.
En Buenos Aires, el año 1837 estaba signado por la dictadura de Juan
Manuel de Rosas, pero esto no impidió que el romanticismo europeo hiciera
presentes en las jóvenes generaciones, sobre todo en las manifestaciones
literarias y artísticas, inspiradas primordialmente en la naturaleza.
Muchos de los integrantes de este movimiento sufrieron el exilio, al ser
perseguidos por el régimen rosista. Entre ellos, sobresalió Esteban Echeverría,
que había arribado al Apis, luego de cinco años de permanencia en Paris, en
1830, trayendo las ideas que allí se habían gestado. Sostuvo que la poesía
debía retratar la naturaleza pero a su vez por intermedio de ella, expresar las
costumbres, los sentimientos, las ideologías y los distintos y contrapuestos
intereses sociales.
2. A. El romanticismo.
Fue traído a estas tierras por un joven argentino llegado desde Francia.
Era algo inesperado, y con sabor a nuevo. El joven compatriota, poco tardo en
hacerse conocer, se llamaba Esteban Echeverría, con el ingresaba a nuestro
país la sensibilidad romántica, que acababa de imponerse en Europa
Occidental. Toda una constelación de nombres ensayistas, poetas,
dramaturgos, novelistas de Alemania, Inglaterra y Francia especialmente había
logrado remozar airosamente a la literatura Shampel, Stael, entre otros cien
más, liberaron a las llamadas bellas letras de las inflexibles normas
tradicionales que los neoclásicos habían acatado y venerado. A partir de aquí
solo contaran la espontaneidad, el auténtico liberalismo, la expresión de los
sentimientos2. Así tuvo su primera manifestación en la Argentina con la
aparición, en 1832 del poema "Elvira" o "La novia del Plata" de Esteban
Echeverría, quien lideró el movimiento que se concentró en la llamada
Generación del 37 y tuvo uno de sus centros en el Salón Literario. También
integró la lengua tradicional española con los dialectos locales y gauchescos,
incorporó el paisaje rioplatense a la literatura y los problemas sociales, éste
estuvo íntimamente ligado con el romanticismo uruguayo. En Hispanoamérica,
el contenido nacionalista del romanticismo confluyó con la recién terminada
Guerra de Independencia (1810-1824), convirtiéndose en una herramienta de
consolidación de las nuevas naciones independientes3.
El romanticismo europeo debe ser considerado, más que como un
movimiento literario, como un vasto plan ideológico de la Europa moderna por
quebrantar un sistema único y total, para fragmentarlo múltiple o individualizado
y asegurar por ese medio la liberación del hombre y el autodeterminismo de
pueblos y naciones. El plan, desde luego, comprendía la expansión al Nuevo
Mundo, tanto en términos de revolución como de conquista, a la vez
económico-político-social y cultural. El romanticismo argentino que de
Echeverría en algunos aspectos (y yo diría los fundamentales) llegó a
proponer, y, por tanto, a significar, lo opuesto a lo que había sido en Europa, y,
más específicamente, en Francia. Por ejemplo, la negación de la cultura por ser
corruptora de la nativa bondad de la condición humana, tesis favorita de
Rousseau, se invierte, en su sentido y sus fines, al ser manejada por
Echeverría y sus principales sucesores: Alberdi, Gutiérrez, Sarmiento. Para
éstos, la incultura es la barbarie de la pampa, a la que hay que relevar de ese
mal y llenarla con los bienes de la civilización y el progreso4.
La renovación intelectual del romanticismo abría insospechados
horizontes, que trascendían por cierto los puramente literarios. La solidaridad
2 Varela Domínguez, La generación del 37, Buenos Aires, ediciones populares. pág. 37-67.3 http://literaturacomoherramientadeexpresion.blogspot.com.ar/4 Alfredo Roggiano “Esteban Echeverría y el romanticismo europeo”.
con las luchas populares, la exaltación de lo nacional y la fe ilimitada en el
progreso de la humanidad constituían de por sí toda una revolucionaria
concepción de la vida durante la primera mitad del siglo XIX. Echeverría trajo
a nuestro país ese contagioso entusiasmo del romanticismo.5
Características del Romanticismo en América:
El individualismo: el romántico europeo exaltaba su yo, y buscaba la
originalidad dentro de sí mismo, en sus sentimientos.
El sentimentalismo: Se actuaba con pasión, con heroísmo, con coraje.
Lo sentimental acompañó a la afirmación de ideales de libertad, progreso y
democracia.
El historicismo: Los románticos afirmaban que hay que conocer la
realidad presente, sus contradicciones, su proceso para poder realizar cambios
que posibiliten la organización y la conducción de un país hacia el progreso, la
civilización y la libertad.
Los temas románticos:
La patria: los escritores sienten que su destino individual está ligado al
destino de la patria.
El amor: En el Romanticismo sentimental se presenta un amor
idealizado, ennoblecido. En el Romanticismo social éste queda siempre
condicionado a las exigencias de la realidad histórica, expuesto a los riesgos
del momento político. Su posibilidad de realización depende, más que de las
libertades individuales, del clima social en el que se genera.
El amor romántico termina casi siempre en muerte o en pérdida. Es un
amor irrealizable.
La mujer: adquiere suma importancia porque es la generadora de la
pasión. Se la presenta como mujer ángel o como mujer demonio según
ennoblezca al hombre o lo condene a la destrucción.
5 http://www.oni.escuelas.edu.ar/
La naturaleza: en el paisaje americano y en su gente el romántico
encuentra rasgos de lo propio, de lo diferente. Como la naturaleza en
Hispanoamérica asombra por su generosidad y su tamaño, el romántico la
identifica con lo exótico. El desierto, la pampa, la selva, los grandes bosques, la
magnitud de las montañas, permiten explorar el color local y su paisaje
humano6.
2. B. Origen del salón literario.
Primero estos jóvenes, cuyas edades oscilaban entre los 25 y 30 años,
se reunieron en la casa de Miguel Cané, y luego en la librería de Marcos
Sastre. Prosiguieron sus actividades, en Junio de 1837, agrupándose bajo el
nombre de salón literario. Junto a Echeverría, Sastre, y Cané, debatían sobre
literatura, arte y política, Juan Bautista Alberdi, Juan Gutiérrez, Carlos Tejedor y
Vicente Fidel López, entre otros.
El 28 de Marzo de 1838, se produjo el bloqueo francés, y la toma de la
isla Martin García, cuando ese estado solicito a Argentina la liberación de un
ciudadano de aquella nacionalidad acusado de conspiración.
Además, pidió que los franceses residentes en territorio argentino no
realizaran el servicio militar.
La fundación del salón literario fue un acontecimiento en la vida cultural
de Buenos Aires. En el se realizaban numerosas conferencias, lecturas y
debates frente a un numeroso grupo de espectadores. A pocos meses de la
inauguración, Esteban Echeverría dio un discurso que marco una ruptura con
las ideas que se seguían desarrollando en el salón. Echeverría afirmo entonces
que la revolución de 1810 no se había alcanzado la emancipación social,
cultural y económica. Además, incito a la juventud a protagonizar la búsqueda
de cambios profundos. Este discurso lo consagro como líder de su generación.
A comienzos de 1938, el Gobierno de rosas incremento las presiones
que determinaron el cierre del salón.
2. B. 1. Sus ideas.6 http://llevatetodo.com/romanticismo-en-argentina-e-hispanoamerica-teoria
Sin embargo, los jóvenes idealistas al principio de 1837, no eran
opositores del gobierno de Rosas, Alberdi había dicho que Rosas no era un
déspota, sino que su representación política estaba sustentada en la buena fe.
Más tarde, cambiarían de opinión. Así, Echeverría, lo califico de imbécil y
malvado, de ser minotauro de la nación y el escándalo del mundo.
Las personas que ocupaban, no podían coincidir con Rosas, ya que sus
sueños liberales y progresistas, de un pueblo ilustrado y capacitado para
asumir compromisos políticos, contrastaban con el paternalismo del
gobernante.
Rosas, representaba para ellos, la oposición a la Revolución de Mayo,
ya que creían que su gobierno implicaba volver al sistema colonial. La
Revolución de Mayo, ya que creían que su gobierno implicaba volver al sistema
colonial. La Revolución de Mayo, significaba para el grupo, la liberación a las
restricciones de la colonia, que consideraban un logro, al que no se debía
renunciar.
La lucha contra rosas, era solo una consecuencia de la búsqueda de sus
ideales, ya que no podía lograrse un gobierno democrático, organizado sobre la
base de una constitución, con un dictador en el poder.
Querían dar por concluida la rivalidad entre unitarios y federales,
buscando una posición de equilibrio.
Trataban de aniquilar las facciones, representativas solo de intereses
personales, para que surgieran partidos políticos, orgánicos, que tendieran a un
fin de bien común. Ellos no adherían ni al federalismo de Dorrego ni al de
Rosas, pero tampoco al unitarismo. Los primeros eran considerados déspotas,
los unitarios, de no poseer criterio social.
La Asociación de la Joven Argentina, encargo a Echeverría la redacción
de las palabras simbólicas que resumirían sus pensamientos, cuyo conjunto
constituyo el Dogma Socialista.
2. B. 2. Integrantes
La generación del 37 fue un grupo de intelectuales argentinos nacidos
en torno a la Revolución de Mayo, y a la independencia.
En general, se caracterizaron por adherirse a los principios del
romanticismo, sobre todo al francés y los textos ingleses y alemanes traducidos
en Paris. La generación se núcleo a partir de 1835 en el salón literario el
librero y escritor Marcos Sastre y más tarde en la clandestina asociación de
mayo.
Sus mayores influencias filosóficas provenientes de los discípulos Saint
Simón, los ecléticos franceses, aunque luego algunos deriven al positivismo.
Entre sus miembros se destacan Sarmiento, Alberdi, Echeverría,
Gutiérrez, Bartolomé Mitre.
Ante la continua persecución gubernamental, los románticos argentinos
buscaron destinos más tranquilos para desarrollar su ideario. Así Echeverría se
dirigió al campo, Alberdi a Montevideo, lugar donde un joven de menos de
veinte años, Bartolomé Mitre, se sumó al grupo, siendo un miembro destacado
de a generación. Pronto ese lugar se constituyó en el centro neurálgico de la
comunidad del 37. Quiroga rosas opto por emigrar a San Juan, donde capto
numerosos adeptos, como Sarmiento y Villafañe. Así, las ideas fueron
diseminándose por todo el territorio, de la mano de sus líderes y de los
discípulos de estos que una vez imbuidos del mismo espíritu, lo conducían
hacia otros puntos de la patria. Villafañe, por ejemplo, desde San Juan se
dirigió a Tucumán, llevando su doctrina. En Córdoba, el porteño, Vicente F.
López fue el encargado de conducir el movimiento.
2. B. 3. Los proscritos.
Las luchas fratricidas y la tenaz persecución desatada por Rosas contra
sus opositores unitarios, determinaron que buen número de intelectuales con
sus familias abandonaran el territorio argentino para radicarse en Uruguay,
Chile y Bolivia.
Los desterrados o proscritos emprendieron una activa campaña
antirrosista, aunque no solo se limitaron a la lucha política, sino que también
contribuyeron al desarrollo cultural de esos países, por medio de las letras, el
periodismo, el derecho y la enseñanza
Debido a su proximidad con Buenos Aires, el principal centro de
actividad de los proscriptos fue la ciudad de Montevideo. Allí actuaron Florencio
Varela7, Juan Manuel Gutiérrez8, Juan Bautista Alberdi, Bartolomé Mitre, Miguel
Cané (padre), Andrés Lamas y otros.
Hacia Chile emigraron los proscritos de las provincias cuyanas, aunque
esto no significaba que algunos unitarios radicados en el Uruguay o Bolivia,
también se trasladaran hacia aquel país. Entre los argentinos que cruzaron la
cordillera podemos mencionar a Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre,
el presbítero Castro Barros, fray Justo de Santa María de Oro, Vicente López y
otros.
Entre los que buscaron asilo en Bolivia cabe citar al canónigo jujeño
Juan Ignacio Gorriti, quien publicó en Chuquisaca sus Reflexiones9, obra en
que sostuvo la necesidad de propagar la cultura a fin de terminar a fin de
terminar con las luchas civiles.
También Se radicó un tiempo en el país del norte, el escritor y político
porteño Félix Frías, uno de los integrantes de la partida que llevó el cadáver de
7 Florencio Varela (1807 – 1884). Fue destacado alumno del Colegio de la Unión del Sur y más tarde se doctoró en derecho en la Universidad de Buenos Aires. Inspirado poeta, también se dedicó al periodismo y desde el punto de vista político fue decidido partidario de Rivadavia. A la caída del presidente debió emigrar a Montevideo, donde ejerció su profesión de abogado, y a partir de 1837 desarrolló una activa campaña contra Rosas. Fundó la conocida Biblioteca del Comercio del Plata, título de una de las más importantes colecciones históricas rioplatenses, con datos de sumo interés para los investigadores del pasado.8 Juan María Gutiérrez (1809 - 1878). Hijo de un hogar ilustrado, cursó matemáticas y jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires. Exponente de la generación romántica, colaboró con el Salón Literario y fue uno de los fundadores – con Echeverría y Alberdi – de la Joven Argentina, más tarde llamada Asociación de Mayo. Apresado por orden de Rosas, luego de cuatro meses de cárcel logró escapar de Montevideo, donde combatió a la dictadura a través del periodismo. Se destacó como poeta y en 1841 logró un primer premio en un importante certamen literario con su poesía titulada: A mayo. Más tarde Gutiérrez se trasladó a Europa, luego pasó al Brasil y de allí marchó a Chile, donde escribió sobre temas de crítica literaria y actuó en el periodismo y en la docencia. Publicó una antología de gran valor; denominada América Literaria. Gutiérrez fue un verdadero hombre de letras y su obra comprende trabajos de carácter político, obras didácticas y estudios críticos acerca de la cultura e historias americanas. Una de sus obras fundamentales, publicada en 1868, se titula Origen y desarrollo de la enseñanza pública superior en Buenos Aires y debemos considerarla de suma importancia para el estudio de la historia de la cultura argentina.9 El título completo de la obra es el siguiente: Reflexiones sobre las causas morales de las convulsiones interiores de nuestros Estados americanos y examen de los medios eficaces para reprimirlas.
Lavalle a través de Chile, publicó en Valparaíso un libro de carácter sociológico
titulado Rosas y sus opositores.
Después de la batalla de Caseros, la mayoría de los emigrados
regresaron a nuestro país para reiniciar sus actividades políticas y culturales.
2. C. LA GENERACIÓN EXILIADA Y LA IMAGEN DE ROSAS A
TRAVÉS DE LA PRENSA.
El “período rosista” comienza en 1829 en donde Juan Manuel de Rosas
tenía delegadas las “facultades extraordinarias”, y dirigía la Liga Federal. Al
finalizar su mandato se negó a reasumir sin los amplios poderes que le habían
sido otorgados.
En 1833, Rosas emprendió una campaña al sur de la provincia de
Buenos Aires, mientras asumía el gobierno de esta provincia Juan Ramón
González Balcarce quien comenzó a sustraerse del rosismo lo que provocó la
creación de dos facciones: los federales “cismáticos” o “lomos negros” –
favorables a Balcarce – y los federales “apostólicos” o “netos” – favorables a
Rosas – 10
En noviembre de 1833 Balcarce renuncia a causa de la “revolución de
los restauradores” y se designa sucesor a Juan José Viamonte que también
renunciaría a mediados de 1834 “jaqueado” por las presiones de sectores
rosistas reunidos en la Sociedad Popular Restauradora, por lo que asume el
“apostólico” Manuel Vicente Maza, quien gobernó hasta marzo de 1835,
cuando renuncia tras el asesinato del caudillo Quiroga. Ante semejante estado,
la Legislatura elige a Rosas con el objetivo de “ordenar” la situación política y
administrativa, invistiéndolo de la “suma del poder público”.
El segundo gobierno de Rosas acentuó la persecución a los opositores,
calificados de “salvajes unitarios” o personas que simplemente no demostraban
adhesión pública a Rosas11. Rápidamente los opositores fueron desplazados
10 JOHN LYNCH, Juan Manuel de Rosas, Buenos Aires, Emecé, pp. 155-156.11 JAVIER DOMINGUEZ ARRIBAS, “El enemigo unitario en el discurso rosista (1829-1852)”, Anuario de Estudios Americanos, vol. 60, N° 2, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos del CSIC, 2003.
de sus cargos públicos, y sufrieron la persecución de “La Mazorca”, grupo
armado de la Sociedad Popular Restauradora.
La historiadora Pilar González Bernaldo de Quirós señala que antes de
la crisis rosista de 1838, causada por la guerra con la Confederación Peruano-
Boliviana, el bloqueo francés e insurrecciones internas, “podemos observar un
desarrollo significativo de nuevas prácticas de sociabilidad vinculadas a la
lectura y discusión de la prensa periódica que si el gobierno de Rosas no
promueve, tampoco inhibe”12. Sus promotores fueron jóvenes intelectuales
radicados en Buenos Aires, la mayoría formados en el Colegio de Ciencias
Morales y en la Universidad de Buenos Aires, instituciones de la “Era
Rivadaviana”6. Abrazaban las ideas del liberalismo y el romanticismo
predominantes en Europa y pretendían adaptar las ideas europeas de
“civilización” y “progreso” a la realidad nacional, y ser la elite “asesora” de
Rosas7. En 1833 crearon la Asociación de Estudios Históricos y Sociales, y se
reunían en casas privadas o en un local alquilado para discutir sobre
literatura.13
En 1837, crearon el Salón Literario, gabinete de lectura ubicado en la
librería de Marcos Sastre la cual fue utilizada como nuevo lugar de reunión. El
grupo de 1833 constituiría el núcleo de la “Generación del L37”, y el Salón era su
principal espacio de sociabilidad, donde se debatía sobre literatura,
costumbres, y otros temas culturales. Asistían personajes como Juan Bautista
Alberdi, Esteban Echeverría, Juan María Gutiérrez, Miguel Cané (padre), Juan
Thompson, Luis Domínguez, entre otros. Críticos tanto de los unitarios como de
los federales, tenían una visión superadora y reformista.14
Editaron desde noviembre de 1837 el periódico La Moda, Gacetín
Semanal de música, poesía, de literatura, de costumbres- un periódico
apolítico, como lo indica su nombre - que no obtuvo la simpatía de Rosas
aunque elogió su figura15, por lo que perduró hasta principios de 1838. Estos
12 PILAR GONZALEZ BERNALDO DE QUIROS, óp. cit., p. 684.13 JORGE M. MAYER, Alberdi y su tiempo, vol. 1, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1973.; FELIX WEINBERG,op. cit., p. 472.; TULIO HALPERIN DONGHI, Proyecto y Construcción de una Nación (1846-1880), Buenos Aires, Ariel, pp. 12-1314 TULIO HALPERÍN DONGHIO, Proyecto y Construcción de una Nación (1846-1880), Buenos Aires, pp. 10-1115 FELIX WEINBERG, “La época de Rosas. El Romanticismo”, en: JITRIK, NOE (dir.), Historia Crítica de la Literatura Argentina, vol. 2, Emecé, Buenos Aires, pp. 223-224.
jóvenes pretendían, según González Bernaldo, “reactivar un espacio de
discusión que Rosas pretendía convertir en un espacio de propaganda y de
movilización proselitista”16. Ello desencadenó la clausura del Salón Literario a
comienzos de 1838, y el agrupamiento de estos intelectuales en la Asociación
de la Joven Argentina, alrededor de Esteban Echeverría, y al estilo de las
sociedades carbonarias europeas propugnadas por Giuseppe Mazzini.
Ante la consecuente radicalización del régimen de Rosas en 1838, los
“jóvenes del 37 L ” emigraron al exterior, y el grupo nuclear se agrupó en
Montevideo, donde gobernaba el caudillo Fructuoso Rivera, luego de haber
derrocado a Manuel Oribe, aliado de Rosas17. En abril de 1838 apareció allí El
Iniciador, periódico no predominantemente político sino cultural, fundado por el
uruguayo Andrés Lamas y el exiliado Miguel Cané (padre)18. Allí colaboraron
muchos intelectuales de la Asociación Joven Argentina, aunque bajo el
anonimato19. En su último número, en enero de 1839, publicó las “Palabras
Simbólicas de la fe de la Joven Generación Argentina”, escritas por Echeverría
y posteriormente incluidas al comienzo del Dogma Socialista.20
Poco antes, en noviembre de 1838, se había refundado El Nacional en
Montevideo, cuyos principales redactores eran Lamas y Cané, con la
colaboración de muchos jóvenes emigrados. Fue el primer periódico desde el
que éstos comenzaron a criticar directamente al régimen rosista, por lo que a
que –a diferencia de El Iniciador–, logró escasa difusión en Buenos Aires a
causa del control ejercido por Rosas.21 Para comprender las transformaciones
de la prensa porteña, es importante contextualizarla y relacionarla con los
procesos políticos y la legislación de imprenta de la época. Durante su primer
gobierno, Rosas dictó un decreto que castigaba como “reo de rebelión” a aquel
que se manifestase “de palabra o por escrito” a favor de la revolución unitaria
16 PILAR GONZALEZ BERNALDO DE QUIROS., óp. Cit., p. 688.17 FELIX WEINBERG, “La época de…” en: N. JITRIK, óp. Cit., p. 226.; FELIX WEINBERG, “El periodismo (1810-1852)”, en: AA.VV., Nueva Historia de la Nación Argentina, óp. Cit., p. 318.18 MIGUEL ANGEL DE MARCO, óp. Cit., p. 155.19 J.M. MAYER, óp. Cit., pp. 199-201.20 Estas “Palabras Simbólicas” son las que luego incluiría Esteban Echeverría en su obra “El Dogma Socialista”, una edición que recomiendo: Esteban Echeverría, Dogma Socialista, La Plata, Universidad Nacional de la Plata, 1940. Cfr.: Félix WEINBERG,op, “La época de…”, en: N. JITRIK, óp. Cit., p. 226.21 MIGUEL ANGEL DE MARCO, óp. Cit., p. 153
de 182822. Sobre el final de su primer mandato, dictó otro decreto que restringía
aún más la libertad de imprenta, al dejar en manos del Estado la autorización
para instalar imprentas23. En junio de 1833, ya con Balcarce en el gobierno de
Buenos Aires, el decreto restrictivo fue derogado por la Legislatura24. Esto
facilitó una llamativa proliferación de periódicos políticos en la ciudad25, en lo
que los improperios y las injurias abundaban como nunca antes en la prensa
política porteña. Muchos fueron procesados por ello, sin embargo el primero
en ser juzgado sería el restaurador de las Leyes. Era un periódico
decididamente rosista que injurió a Balcarce, y debió por ello enfrentar un
juicio, que desencadenó finalmente la “revolución de los restauradores”. Este
movimiento produjo la renuncia del gobernador, que fue sucedido por
Viamonte. El flamante gobernador restableció en 1834 el decreto dictado por
Rosas en 1832 que restringía la libertad de imprenta. La cantidad de
publicaciones periódicas cayó notablemente y desaparecieron la mayoría de
los periódicos aparecidos en 1833. Tal fue la magnitud, que si en 1833
circulaban en Buenos Aires 39 publicaciones, luego de la ley se redujeron a 6.
“En primer lugar debe tenerse en cuenta el objetivo
del diario. Éste distaba de ser el de informar al lector sobre
eventos del día (...) reclamando mantener cierta
independencia u objetividad. (...) Los miembros de la prensa
política eran actores importantes (...) la parcialidad en los
juicios, y la arbitrariedad en los comentarios constituían un
aspecto esencial de su naturaleza.26”
22 JUAN CARLOS TARULLA, “Panorama de la Libertad de Prensa en el Río de la Plata desde 1821 a 1853”, Boletín del Instituto de Comunicación Social, Periodismo y Publicidad, N° 7, Buenos Aires, ICOS, 2005, p. 108.23 Ibídem, p. 109.; CARLOS GALVAN MORENO, El periodismo argentino: amplia y documentada historia desde sus orígenes hasta el presente, Claridad, Buenos Aires, 1944, pp. 176-179.; PILAR GONZALES BERNALDO DE QUIROS, “Sociabilidad y opinión pública en Buenos Aires”, Bilbao, Historia Contemporánea, N° 27, 2003.24 JUAN CARLOS TARULLA, op. cit., p. 109.; MARTIN B. RODRIGUEZ, Juan María Gutiérrez y su contribución periodística (1833-1852) a la crítica cultural hispanoamericana, Tenerife, Universidad de La Laguna, 2005.; PILAR GONZALEZ BERNALDO DE QUIROS, óp. cit., pp. 683-684.25 J.R. FERNANDEZ, Historia del Periodismo Argentino, Círculo de la Prensa, Buenos Aires, 1943.26 P. ALONSO, óp. cit., p. 40.
Estudios sobre el período rosista califican a este tipo de prensa como
“facciosa” o como pasquines, a diferencia de publicaciones más “serias” y
“doctrinarias”. 27
2. C. 1. EL GRITO ARGENTINO Y ¡MUERA ROSAS!
El Grito Argentino28 apareció el 24 de febrero de 1839. En él colaboraban
Valentín Alsina, Juan Bautista Alberdi, Andrés Lamas, Miguel Cané, Luis
Domínguez, Juan Thompson, Miguel de Irigoyen, entre otros, aunque el hecho
de que firmaran con seudónimos dificulta su identificación. El historiador
Gabriel Ferro relaciona el origen de estas publicaciones con los periódicos El
Iniciador y El Nacional29, ambos aparecidos en 1838, y destaca que
prácticamente el mismo staff de El Nacional escribió en el “El Grito Argentino”
(los casos de Alberdi, Lamas, Cané, L. Domínguez y Thompson) y que “El
Iniciador” fue un antecesor de “El Grito Argentino” no sólo porque también
colaboran periodistas en común sino también porque son relativamente
contemporáneos. El Iniciador termina de publicarse en enero de 1839, y “El
Grito Argentino” surge al mes siguiente. Sin embargo, otro dato mencionado
por Ferro y que resulta muy significativo, fue la nota escrita por los editores de
El Iniciador, en el final de su último número, del 1° de enero de 1839: “Con
este número el Iniciador ha terminado su misión y no volverá
a aparecer bajo las formas y condiciones que hasta aquí (...)
Si las cosas lo obligan algún día a volver a ver la luz, no será
sino para desenvolver y aplicar en formas más accesibles, los
mismos principios.”
Se podría interpretar que el periódico reaparecería con un lenguaje más
claro y fácil de entender. En efecto, “El Grito Argentino” sostiene que pretende
dirigirse a sectores más populares y menos letrados. En su primer número
afirmó: “No hablamos con los hombres que están enterados de
27 IGNACIO ZUBIZARRETA, “El contraste discursivo de los exiliados argentinos a través de dos publicaciones de prensa en tiempo rosistas (1839-1845)”, HIB. Revista de Historia Iberoamericana [en línea] 2010, N° 1, [fecha de consulta: 15 de octubre de 2010] Disponible en: http://revistahistoria.universia.net/pdfs_revistas/articulo_116_1285888070988.pdf ISSN 1989-2616.; MIGUEL ANGEL DE MARCO, óp. cit., p. 86.28 En adelante lo denominaremos EGA.29 En adelante lo denominaremos EN.
las cosas; sino solamente con la Campaña, y con aquella parte
de la Ciudad, que no sabe quién es Rosas (...) Usaremos, por
lo mismo, de un estilo sencillo, natural, y lo más claro que
podamos.”
Estos periódicos, a diferencia de otros antirrosista, “se singularizan por
apropiarse de una herramienta de combate arrebatada al enemigo [el régimen
rosista]: la de la imagen litográfica” y facilita su difusión hacia más amplias
capas sociales. En la misma línea, el historiador Jorge Myers destaca que esta
inclinación de la prensa a los sectores iletrados, fue “uno de los rasgos más
llamativos del periodismo patrocinado por los seguidores de Rosas”30.
Otra aclaración que “El Grito Argentino” realiza en su primer número es
su periodicidad bisemanal, que sería barato para mayor difusión, y el deseo de
colaboración de los argentinos. Además, sostiene que “ya se acerca el día de
la caída de Rosas”. Su posición política se define por oposición al gobernador
Rosas:
“No reconocemos más enemigos que Rosas, los Anchorena [hermanos
partidarios - uno de ellos funcionario rosita -] y uno que otro instrumento y
servilón voluntario del tirano”. Por lo que distinguen a los rosistas “engañados”
o “forzados” de los altos funcionarios del régimen, que participan directamente
del mismo. Respecto de la lucha entre unitarios y federales, afirmaba que “en el
día ya no hay sino enemigos de Rosas; no hay sino Patriotas; no hay sino
Argentinos”, en línea con los jóvenes emigrados. Su lema es el comienzo del
Himno Nacional: “¡Oíd, mortales, el grito sagrado, libertad, libertad, libertad!”,
que encabezará todos los números junto con otro, que comienza con la
consigna - en mayúsculas - “¡ABAJO EL TIRANO Y COBARDE JUAN
MANUEL ROSAS!”31
El carácter anónimo, colectivo y panfletario ha dificultado el análisis de
los modos de distribución del diario. Ignacio Zubizarreta sostiene que el “modus
operandi más común para hacer circular la publicación era a través de la
30 JORGE MAYERS, Orden y virtud. El discurso republicano en el régimen rosista. Universidad Nacional de Quilmes, Bernal, 1995, p. 41.31 El Grito Argentino, Nº 1, 24 de febrero de 1839.
correspondencia privada”, así como “los contactos entre parientes y amigos,
allende el río”, a diferencia de EN, que “circuló inter pares, es decir, entre la
elite de los proscriptos” en Montevideo.
La correspondencia del unitario emigrado Daniel Torres demuestra su
papel activo en la distribución del periódico en el Litoral, lo que se desprende
de una carta enviada a Valentín Alsina: “Les incluyo 8 ejemplares del
“Grito Argentino” (...) Son exclusivamente para (...) Buenos
Aires para el populacho, o en las Conchas, Zárate, en fin, en la
campaña, o mandarlos a Santa Fe.32
Torres recibía el “El Grito Argentino” también de Manuel Belgrano
(sobrino)33 .A su vez, introducir el periódico en Buenos Aires era una tarea
bastante riesgosa que requería de mucha precaución37.Otro distribuidor,
prácticamente ignorado en los trabajos sobre este periódico, fue Juan José
Rosendo Rocha, que aparentemente lo recibía por medio de las hermanas
Rafaela Elía del Sar y Victoriana Elía34, quienes lo conseguían “directamente de
Montevideo a través de su cuñado Francisco R. Castellanos”.
Más conocido fue el caso del coronel Antonio Somellera –señalado por
Antonio Zinny como autor de las láminas de “El Grito Argentino” – quien
menciona como colaboradores en la distribución clandestina de la publicación,
a esas hermanas, además del capturado y fusilado Félix Tiola:
Por otra parte temía que este desgraciado suceso [la detención y el
fusilamiento de Félix Tiola] acarrease sobre la señora [Rafaela Elía] Del Sar y
su hermana Da. Victoriana Elía, las terribles persecuciones de la Mazorca,
debido a que eran depositarias y tenían ocultos en sus roperos, números del
periódico el “Grito Argentino”, que hacíamos llegar sigilosamente a manos de
los amigos de causa41.
32 Carta de Valentín Alsina a Daniel Torres, Montevideo, 22 de febrero de 1839, en documentación de Daniel Torres, Archivo General de la Nación Argentina, Sala 7, legajos 1944, (tomo II), foja 65.33 Carta de (aparentemente Manuel) Belgrano (sobrino) a Daniel Torres, 24 de abril de 1839, en ARCHIVO GRAL. DE LA NACION, Documentación de Daniel Torres, Sala 7, legajo 1944, foja 65.34 JUAN ISIDRO QUESADA, Paseo genealógico por la Argentina y Bolivia, Editorial Dunken, Buenos Aires, pp. 72-73.
Por su parte el semanario “Muera Rosas” apareció en Montevideo el 23
de diciembre de 1841 y apenas posterior a la crisis que sufre el régimen rosista
entre 1838 y 1841 de la que podría considerarse fortalecido. Recordemos que
había sido bloqueado entre 1838 y 1840 el puerto de Buenos Aires por los
franceses, que Lavalle se alió con ellos e invadió desde el norte la provincia de
Buenos Aires. Mientras tanto, en la campaña se produjo la sublevación de los
hacendados conocidos como “Libres del Sur”, en la ciudad fue descubierta una
conspiración liderada por Ramón Maza, y además se había formado una
coalición de provincias del norte contra el régimen rosista. Todos estos intentos
fueron derrotados - excepto el bloqueo francés, resuelto diplomáticamente -, y
en Buenos Aires se registró el “terror” perpetrado por La Mazorca en octubre de
1840 y abril de 1842. El triunfo del unitario José María Paz en la batalla de
Caaguazú, en 28 de noviembre de 1841, fue considerado por muchos
emigrados en Uruguay como un signo de la inminente derrota de Rosas, y así
lo expresaron en “Muera Rosas” desde sus primeros números. Sin embargo,
correspondencia privada de un emigrado, poco antes de la primera edición de
MR, permite comprobar que la esperanza en la pronta caída de Rosas era,
probablemente, más un recurso proselitista que una realidad considerada
posible por los redactores del periódico. La difusión del periódico era semejante
a la de “El Grito Argentino” como se desprende del archivo del emigrado Daniel
Torres. Se leen cartas de un Esteban - presuntamente Echeverría - y de Juan
María Gutiérrez, enviándoles el periódico a Torres. Éste último de ellos le
señala a Torres los objetivos revolucionarios y antirrosistas del nuevo periódico,
así como sus fuentes de financiación.
El presunto Esteban Echeverría agregaba que la publicación “se hará
circular en Buenos Aires, en Corrientes, en Santa Fe (...) Lo costea una
suscripción particular de amigos. “Si encuentras algunos que quieran concurrir
con algo mensual para su sostén avísalo y manda la lista”47.En líneas
generales el periódico se asemejaba bastante a “El Grito Argentino”, tal como
lo expresa María Cristina Fukelman, que considera que: “La estructura
discursiva de ambos periódicos puede analizarse como una
sola producción textual, ya que contienen ciertas similitudes
en cuanto a la configuración técnica y literaria, como así
también al sentido y finalidad de ambos.”
En la misma carta dirigida al ya mencionado Torres, el presunto
Echeverría anunciaba la aparición de “Muera Rosas” y lo vinculaba con “El
Grito Argentino”: “Te incluyo (...) también el 1° numero de un
nuevo papel, destinado como el grito Argentino (sic), á
reanimar las esperanzas y fomentar entre el pueblo el odio al
tirano”. A su vez hubo muchos redactores que habían colaborado con “El
Grito Argentino”, y un formato casi idéntico de cuatro páginas de formato in-
quarto, con una lámina ilustrada, también probablemente por Antonio
Somellera. A diferencia de aquella publicación, ésta tenía una posición política
mucho más radical. Su lema era ¡Patria! ¡Libertad! ¡Constitución! y su isotipo
era el Escudo Nacional.
2. C. 2. LA SATIRA CONTRA ROSAS COMO CRÍTICA A SU
GOBIERNO
La sátira y la ridiculización a Rosas y a sus colaboradores se observaba
en ambos periódicos.
“El Grito Argentino” satirizaba a través de láminas, no sólo a Rosas sino
también a sus colaboradores como a su primo Tomás Manuel de Anchorena.
La crítica verbal contra el régimen rosista fue más significativa en “Muera
Rosas”, en donde la sátira alcanzó a muchas más figuras públicas.
La consideración de Rosas como un cruel déspota puede desprenderse
de la mayoría de los números de estos periódicos muchas descriptas de
manera exagerada y sin fundamentos, parte de la propaganda política en su
contra.
Las referencias a la cobardía de Rosas abundan en “El Grito Argentino”
e incluso el lema que lo encabeza lo califica de “tirano y cobarde”.
Otra descalificación frecuente contra Rosas fue su carácter de “ladrón”,
que se observa en las denuncias de especulación y acaparamiento de los trigo
producidos en Buenos Aires, así como de los terrenos en enfiteusis.
3. JUAN BAUTISTA ALBERDI.
Juan Bautista Alberdi, distinguido político, jurista, escritor y músico
argentino, nacido en San Miguel de Tucumán el 29 de agosto de 1810, curso
sus primeros estudios en las modestas escuelas de su provincia natal hasta
que obtuvo una beca en el colegio de ciencias morales, establecido en Buenos
Aires, a cuya ciudad se trasladó en 1825. En septiembre de 1830 retorno a su
provincia natal que le permitió estrechar amistad con el Gobernador General
Heredia.
En el regreso a Buenos Aires, comenzaron sus primeras publicaciones,
siendo dos pequeñas folletos, titulados: “El espíritu de la música a la capacidad
de todo el mundo” y “Ensayo sobre en método nuevo para aprender a tocar el
piano con la mayor facilidad”. 35
Con gran dedicación, le siguieron otras publicaciones que le dieron un
cierto renombre y prestigio entre los jóvenes de su tiempo. A la “Memoria
descriptiva de Tucumán”, con datos reunidos en su último viaje a su provincia
natal, siguió la “Contestación al voto de América”, y especialmente su
“Fragmento preliminar al estudio del derecho”, que consistía sobre el estudio
de la antigua legislación, e ideales de teorías nuevas tendientes a producir una
reforma en ella.
Iniciado en la actuación política, el joven Alberdi fue en la “Asociación de
Mayo” uno de los que más trabajo por su realización y mereció la confianza de
Echeverría, su fundador, conformaron la llamada “Generación del ‘37”, junto a
José Mármol, Juan María Gutiérrez entre otros intelectuales que adhería a las
ideas de la democracia liberal y se asumían como los continuadores de la obra
de los revolucionarios e mayo, enfatizando en una organización mixta del país
como respuesta al enfrentamiento entre federales y unitarios.
35 Esta obra breve fue distribuido por su autor a las personas más notables del país, entre ellas al doctor Vicente López y Planes y a don Bernardino Rivadavia.
Para la apertura del “Salón Literario”, fundado por Marcos Sastre, se
integra y dirige un periódico llamado “La Moda” donde escribe artículos de
costumbres con el apodo de “Figarillo”, acompañado de un boletín Melográfico
en los cuales colaboraban jóvenes distinguidos en el arte musical, y contribuía
a la publicación de “El Iniciador” de Montevideo.
La presión de Rosas, ejercida por la Mazorca (policía militarizada que
utilizaba para atemorizar a sus adversarios), causo la disolución del “salón
Literario”, formándose una logia llamada “La joven Argentina” cuyo principal
exponente fue Alberdi, cuyos estatus fueron confiados a Alberdi, exiliándose la
mayoría de sus miembros en países limítrofes.
Resultado de la persecución rosista sobre los que eran asiduos del salón
Literario de Marcos Sastre, Alberdi, apoyando sus ideas de organización social
y constitucionalismo, decide trasladarse a Montevideo llevando consigo los
estatutos de una nueva asociación, que luego se editaría con el nombre de
“Dogma Socialista”. Finalmente Alberdi, hacia el año 1838, reside en
Montevideo, donde trabaja como abogado y periodista. Por este periodo
escribe sus dos obras de teatro: La Revolución de Mayo y El gigante
Amapolas.
Desde Montevideo comenzó a figurar como opositor al gobierno de
fuerza instituido en la Republica, donde aún tenía adversarios, a favor del
gobernante, que se disponía a combatir, comenzando su campaña con El
Iniciador, El Grito Argentino y El Nacional, hasta que se funda La Revista del
Plata, donde afianza su bandera de guerra hacia la tiranía36.
Es en la Ciudad de Montevideo donde el General Lavalle se encontraba
preparando la expedición libertadora, en la cual Alberdi fue nombrado
secretario de campaña, pero sin embargo no lo acompaña en el viaje por
motivos conducentes a no tener las mismas ideas respecto del plan de
campaña a seguir, lo que lo llevo a discutir con el general en jefe. Alberdi
36 “Emigrados espontáneamente, decía en su programa, sin ofensas, sin odios, sin motivos personales, nada más que por odio a la tiranía como millares de argentinos hubiesen venido también si lo hubiesen podido efectuar, nuestras palabras jamás tendrán por resorte motivo ninguno personal”.
pensaba que la invasión debía destinarse hacia la capital de la provincia de
Buenos Aires y no hacia el Norte como lo quería dirigir el general en jefe. Por
tales motivos le envió a Lavalle las Consideraciones acerca de las ventajas de
un golpe sobre la capital37.
Ante la retirada de Lavalle, Alberdi se dedicó de nuevo a los libros y se
preparó para rendir examen para graduarse en doctor en jurisprudencia. Para
esos momentos, además de abrir su estudio, escribió “El Corsario”, el periódico
de caricaturas titulado “Muera Rosas”, y el “Talismán”.
Atento a sus propios intereses, abandono Montevideo y emprendió viaje
a Europa donde permaneció un año, que le fue muy ventajoso por los valiosos
conocimientos jurídicos que adquirió. De regreso a América, pasó por el Brasil
y se dirigió a Chile estableciéndose en Valparaíso donde se matricula en el foro
de aquella república, lugar donde escribe “Memoria sobre la conveniencia y
objeto de un congreso general americano”, de una notable distinción entre los
hombres distinguidos de América.
Durante muchos años ejerció con gran notoriedad su profesión de
abogado publicando entre otras obras “Ejecuciones y quiebras en Chile” y “La
magistratura y sus atribuciones”. Fundo también el diario “El Comercio”.
Caído el régimen rosista en el año 1852, Alberdi fue nombrado
encargado de negocios de la República de Chile, puesto que no acepto. Ya
había publicado con antelación a la caída de rosas, su más célebre obra, sus
“Bases y puntos de partida para la organización política de la
república Argentina”, considerada para muchos como un tratado
completo de derecho público americano.
En el año 1854, fue designado por el gobierno del Paraná para ocupar
en Francia e Inglaterra el mismo cargo que había renunciado en Chile, puesto
que finalmente acepto y desempeño. Partió desde Valparaíso, donde todavía
residía, para llegar a Estados Unidos, donde poco después se lo acredito ante
el gobierno de este país. Ya en 1856 fue elevado a la categoría de Ministro
37 «Publicación hecha por el doctor Ángel J. Carranza, en una de sus tantas obras, ilustrador de la historia contemporánea argentina»
plenipotenciario en las cortes de Paris, Londres, Roma y Madrid, cargo en el
que fue destituido en 1862 por el gobierno que reemplazo al de Derqui. La
misión a la que fue encomendado en Europa tenía como objeto combatir la
política del entonces estado de Buenos Aires en aquellos gabinetes.
Ya en 1857, se trasladó a España con la finalidad de negociar el
reconocimiento de la independencia de la república por la madre patria,
firmando un tratado en abril de ese mismo año, el cual fue desaprobado por el
gobierno de la confederación por que se oponía a las instrucciones dadas a
Alberdi. Consecuentemente se celebró un nuevo tratado que se firmó en
Madrid en 1859, en el cual fueron compensadas las exigencias del anterior
tratado. Caído el gobierno del Paraná a consecuencia del triunfo de Buenos
Aires en Pavón, Alberdi fue relevado de su cargo por el nuevo gobierno.
Alberdi permaneció en Europa hasta el año 1880, y llegado a Buenos
Aires fue elegido senador por Tucumán, esta ciudad se preparaba a oponer
resistencia ante las imposiciones del gobierno nacional, defendiendo los
derechos federales de los Estados que componen la república. Fue candidato
del gobierno nacional en el año 1881 con el cometido de desempeñar el cargo
de representación argentina en Francia, pero fue atacado fuertemente por
periódicos como “La Nación”, entre otros de su momento, con lo cual tomo la
decisión de embarcarse de nuevo para Europa, donde murió el 19 de junio de
188438.Dos años después de la muerte de Alberdi, el congreso de la nación
autorizo al Poder Ejecutivo a invertir una suma importante en la impresión de
las obras inéditas y publicadas de su compatriota.
Los intelectuales la generación del 37 -y sobre todo, Juan Bautista
Alberdi- jugaron un papel fundamental en la organización de la nación39.
Intentaron adecuar las ideas europeas al territorio argentino con el afán de
38Por aquel entonces, el Dr. Alberdi había aceptado el empleo de comisario general de emigración en Europa, pero a principio de 1884 lo renuncio por el mal estado de su salud, razón por la cual el presidente de la república, General Roca, solicito del congreso nacional una pensión vitalicia en su beneficio de cuatrocientos pesos moneda nacional mensuales, en atención a los valiosos servicios que presto al país.
39"Una nación -había dicho Alberdi- no es una nación sino por la conciencia profunda y reflexiva de los elementos que la constituyen." Y añadía: "Es preciso, pues, conquistar una filosofía para llegar a una nacionalidad".
buscar una identidad nacional. La Organización Institucional del País era su
mayor objetivo, como una necesidad de lograr el progreso nacional, generando
proyectos de inmigración para atraer gente anglosajona. Se sentían que eran
los herederos de la Revolución de Mayo, y tenían el mandato de ampliar la
segunda fase de esta que con ideas restauradoras, para crear así una nueva
identidad nacional con valores revolucionarios.
3. A. La filosofia juridica y principales ideas de alberdi.-
Su pensamiento jurídico, netamente historicista, se vislumbraba en el
“Fragmento preliminar al estudio del derecho”, publicado en 1837, basado en el
pensamiento de Jean Louis Eugene Lerminier (abogado y periodista francés),
el cual ponderaba las ideas del notable jurista alemán Savigny (creador del
historicismo jurídico), en intentaba introducir en Francia sus enseñanzas.
Savigny buscaba un derecho vivo y nacional para Alemania, y por lo
tanto juzgaba que se debía acudir a las costumbres propias del pueblo alemán,
y no considerar a los organismos legislativos relacionados con el derecho
romano. Otro aspecto de importancia es que se debía atender los fenómenos
del contexto social reinante de la época con respecto a la elaboración y
aplicación del derecho.40
Este historicismo del cual se jactaba Alberdi, aparece integral en el
“Fragmento” y denota una taxativa contextura iluminista de su formación,
prejuicio de una verdadera tradición, “Nosotros hemos tenido dos existencias
en el mundo, una colonial, otra republicana. La primera no las dio España, la
segunda la Francia. El día que dejamos de ser colonos, acabo nuestro
parentesco con la España: desde la República somos hijos de la Francia.
Cambiamos la autoridad española, por la autoridad francesa, el día que
cambiamos la esclavitud por la libertad”.41
40Es así que Alberdi en su “Fragmento preliminar al estudio del derecho” afirma que “nuestra historia constitucional, no es más que una continua serie de imitaciones forzadas”41 ALBERDI, Juan bautista, Fragmento preliminar al estudio del derecho en “Obras Completas” (Buenos Aires, 1886), Tº I, pág. 112 y 117
Alberdi proponía la mestización con la población anglosajona La solución
a que las instituciones francesas y norteamericanas sean aplicables, era
cambiar la población, y en “Bases” dice: «Es utopía, es sueño y paralogismo
puro el pensar que nuestra raza hispanoamericana, tal como salió formada de
si tenebroso pasado colonial, pueda realizar hoy la republica representativa,
que Francia acaba de ensayar (…) y que los Estados Unidos realizan sin más
rivales que los cantones helvéticos (…) si no alteramos o modificamos
profundamente la masa o pasta de que se compone nuestro pueblo americano
(…) No son las leyes las que necesitamos cambiar; son los hombres (…)
Necesitamos cambiar nuestras gentes incapaces de libertad por otras gentes
hábiles para ella (…) suplantar nuestra actual familia argentina por otra
igualmente argentina, pero más eficaz de libertad, de riqueza y progreso. ¿Por
conquistadores más ilustrados que España, por ventura? Todo lo contrario,
conquistando en vez de ser conquistados. La América del Sud posee un
ejército a este fin, y es el encanto que sus hermosas y amables mujeres
recibieron en su origen andaluz, mejorado por el cielo esplendido del nuevo
Mundo (…) Con tres millones de indígenas, cristianos y católicos, no
realizaríais la republica ciertamente. No la realizarías tampoco con cuatro
millones de españoles peninsulares, porque el español puro es incapaz de
realizarla allá o acá. Si hemos de componer nuestra población para nuestro
sistema de gobierno, si ha de sernos más posible hacer la población para el
sistema proclamado que el sistema para la población, es necesario fomentar en
nuestro suelo la población anglosajona. Ella está identificada con el vapor, el
comercio y la libertad, y nos será imposible radicar estas cosas entre nosotros
sin la cooperación activa de esta raza de progreso y civilización»42. Esta era la
idea de Alberdi, sustituir una población indígena, mestiza y española, cristiana
y católica, por otra principalmente anglosajona, mezcla de criolla-andaluza con
inglés, “Haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras
masas populares, por todas las transformaciones del mejor sistema de
instrucción: en cien años no haréis de él un obrero ingles que trabaja,
consume, vive, digna y confortablemente»43
42ALBERDI, Juan Bautista, Bases y puntos de partida de para la organización política de la República Argentina (Buenos Aires, 1948), pág. 137.43 Ibídem, pág. 51.
El traer extranjeros inmigrantes era considerar el asegurarles libertad
absoluta de comercio, de navegar libremente nuestros ríos, de ejercer todos los
derechos civiles reconocidos a los propios nativos, de estar libres de
empréstitos, «de mantener en pie todas estas garantías, a pesar de cualquier
rompimiento con la nación del extranjero residente en el Plata»44
Su base, claramente republicana y de un federalismo moderado, es de
un tinte burgués, solo para los ilustrados sin distinción entre los nativos y
extranjeros. Estaba convencido en el sufragio calificado y la participación de los
extranjeros en la conducción de la política, que también está comprendido en
sus “Bases”. Creía también que si no se podía instituir un sufragio calificado,
debía establecerse un sufragio indirecto para así impedir el dominio de las
masas populares.
Consolida la división de poderes al formular sus ideas para la
conformación de los órganos de gobierno «tres poderes elementales
destinados a hacer, interpretar y aplicar la ley tanto constitucional como
orgánica»45. Es partidario de la integración de poder legislativo, siendo adepto
al bicamerismo «Así tendremos un Congreso general formado por cámaras,
que será el eco de las provincias y eco de la Nación»46. Patrocina también un
Poder Ejecutivo que predomine por sobre los otros poderes, que sea dinámico.
Al expresar sus ideas sobre los aspectos económicos de Alberdi, se
podría decir que se adhería al liberalismo económico capitalista, de una
manera extrema. El concepto de propiedad lo desarrolla exponiendo:
«Siendo el desarrollo y la explotación de los elementos de
riqueza que contiene la República Argentina el principal
elemento de su engrandecimiento y el aliciente más enérgico
de la inmigración extranjera de que necesita, su Constitución
debe reconocer entre sus grandes fines, la inviolabilidad del
44 Ibídem, pág. 70.45 Ibídem, pág. 78.46 Ibídem, pág. 92.
derecho de propiedad y la libertad completa del trabajo y de
la industria»47
También consideraba una libertad completa en el trabajo, libertad tanto
de contratar la prestación de una actividad laboral, sin la posibilidad de una
legislación social que proteja al sector débil en la contratación, que fue acogida
por la Constitución de 1853, y asintió la explotación de los hombres.
Una de las ideas más prevalecientes de Alberdi fue la de la navegación
de los ríos interiores, en el cual propiciaba en transformarlos en prolongaciones
del océano, avalando la total libertad de navegación sin limitaciones «Hacerlos
de dominio exclusivo de nuestras banderas indigentes y pobres, es como
tenerlos sin navegación. Para que ellos cumplan el destino que han recibido de
Dios poblando el interior del continente, es necesario entregarlos a la ley de los
mares, es decir a la libertad absoluta (…) Y para que sea permanente… firmad
tratados perpetuos de libre navegación»48
Los pensamientos de Alberdi le dieron inspiración a los constituyentes
de 1853, y su publicación escrita en 1852 “Bases y puntos de partida para la
organización política de la República Argentina”, fue un instrumento de gran
aplicación para los integrantes del Congreso reunidos en Santa Fe que
sancionarían la Constitución de 1853.
4. LOS IDEALES DE DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO.
“¿Cómo se forman las ideas?-preguntaba Sarmiento en Recuerdos de
provincia-. Yo creo que en el espíritu de los que estudian sucede como en las
inundaciones de los ríos, que las aguas al pasar depositan poco a poco las
partículas sólidas que traen en disolución y fertilizan el terreno. En 1833 yo
pude comprobar en Valparaíso que tenía leídas todas las obras que no eran
profesionales, de las que componían un catálogo de libros publicados por
el Mercurio. Estas lecturas, enriquecidas por la adquisición de los idiomas,
habían expuesto ante mis miradas el gran debate de las ideas filosóficas,
47 Ibídem, pág. 73.
48 Ibídem, pág. 57/58.
políticas y religiosas, y abierto los poros de mi inteligencia para embeberse en
ellas”.49
En buena medida la posición de Sarmiento frente a los distintos
pensadores de los que estuvimos hablando, coincidía con las de Echeverría y
Alberdi. Sarmiento admiraba el proyecto constitucional alberdiano del cual
surge el concepto “gobernar es poblar”, pero no con hombres meridionales de
Europa, sino con habitantes del norte de nuestro continente, donde muchos
inmigrantes eran de clase trabajadora pero ignorante.
Exiliado y ya convertido en Chile en un escritor respetado, Sarmiento
incrementó su actividad periodística contra del gobierno de Rosas.
Sarmiento pensaba que el gran problema de la Argentina era el atraso que él
sintetizaba con la frase "civilización y barbarie". Como muchos pensadores de
su época, entendía que la civilización se identificaba con la ciudad, con lo
urbano, lo que estaba en contacto con lo europeo, o sea lo que para ellos era el
progreso. La barbarie, por el contrario, era el campo, lo rural, el atraso, el indio
y el gaucho. Este dilema, según él, sólo podía resolverse con el triunfo de la
"civilización" sobre la "barbarie". Como figura del romanticismo, Sarmiento
buscó como contar el drama rioplatense a través de un héroe y en 1845,
escribió su obra más famosa: Facundo, Civilización y Barbarie. En Facundo, a
quien odia y admira a la vez, es la excusa para hablar del gaucho, del caudillo,
de la Argentina de entonces, con todos los elementos que representan para él
el atraso y con los que hay que terminar de alguna manera. Introduce en ésta
obra, una dicotomía para pensar el conflicto entre civilización y barbarie que
venía ocurriendo en el Rio de la Plata desde 1810, en donde proclamaba
enfáticamente “Cuando decimos pueblo entendemos los ciudadanos notables,
activos, inteligentes, la misma clase gobernante desde 1810 hasta 1831, de
1851 hasta el presente”.50
Por otro lado, al mismo tiempo que combatían a Rosas, varios
intelectuales discutieron a mediados del siglo XIX distintas formas de impulsar
el progreso del país una vez que Rosas dejara el poder. En el libro Argirópolis,
49 Sarmiento: Recuerdos de provincia, p. 172.50 Sarmiento, Domingo F., Obras (Buenos Aires, 1899), t° XXXIII pág. 334.
editado en 1850, como Alberdi, Sarmiento se muestra partidario del
federalismo, ante la evidencia de que hacia esa fecha ya era indiscutible que
esa sería la forma de gobierno definitiva de la Confederación, y acompaña a
Echeverría y a Alberdi en sus decididas convicciones por el sufragio calificado,
expresando en 1844: “ Pero creemos también que el ejercicio de la soberanía
popular, esto es, la libre expresión de la voluntad nacional, en la aceptación
genuina del dogma, traería por consecuencia la elevación de un caudillo
popular que representase en todos sus instintos y creencias a la mayoría
numérica, en despecho de la minoría ilustrada que desea y siente otra cosa
que aquella y a quien incumbe hoy el gobierno de la República. Esto es lo que
ha sucedido en la República Argentina”.51
En este y otros libros y artículos, Sarmiento presentó un proyecto en el
cual proponía dejar de lado la fascinación por Francia y tomar como modelo a
los EE.UU. Su idea, basada en lo que vio en ese país, era impulsar el cambio
social para lograr el progreso económico. El plan de Sarmiento era fomentar la
educación para promover el bienestar general.
En su visión, si los pobres se educaban se lograría también un
afianzamiento del orden social, porque aprenderían a resolver sus ambiciones
dentro del marco existente. A la vez, había que promover la participación
política de los ciudadanos para que se inmiscuyeran activamente en los
asuntos que los implicaban directamente. Y también era necesario lograr una
mejor distribución de la tierra, para evitar el crecimiento de los latifundios y
generar, por el contrario, una sociedad de pequeños y medianos productores
dedicada a la agricultura más que a la ganadería. Es que para Sarmiento “…
una constitución no es la regla de la conducta pública para todos los hombres.
La constitución de las masas populares son las leyes ordinarias, los jueces que
las aplican y la policía de seguridad. Son las clases educadas las que
necesitan una constitución que asegure las libertades de acción y pensamiento;
la prensa, la tribuna, la propiedad, etc.”52
51 Sarmiento, Domingo F., Obras (Buenos Aires, 1899), t° IX, pág. 109.52 Sarmiento, Domingo F., Comentarios de la Constitución de la Confederación Argentina en “obras”, t° VIII, pág. 36.
Sarmiento se muestra como un fiel admirador del programa de “Bases”,
un liberal convencido. En materia comercial, opina por la inserción argentina en
el esquema internacional de la división del trabajo que nos deparaba Europa:
“Los hombres vivirán en Europa, y la América meridional se destina a estancia
para criarles el ganado que por falta de espacio no pueden criar allá”. 53
La misma postura de Alberdi ante los empréstitos externos y el
endeudamiento consiguiente con los círculos financieros internacionales,
hallamos en Sarmiento, pero éste último hará mucho más que Alberdi, ya que
durante su presidencia, Sarmiento contrajo el tercer gran empréstito con la
banca inglesa por 30 millones de pesos, aunque el gobierno sólo recibió cerca
de 30 millones. Ellos se invirtieron “en el fausto y listas civiles y militares de la
administración, en las dos guerras de Entre Ríos con López Jordán, en las que
se gastó más que en la del Paraguay, y por último en el muy célebre ferrocarril
de Córdoba a Tucumán”, según José María Zuviría.54
Franklin fue para Sarmiento un modelo de la conducta ilustrada que lo
acompañó siempre. De aquel provendrían, como si hubiesen germinado
previamente en la conciencia de Sarmiento, los educadores, científicos y
artesanos ejemplares con los que se topó al paso de lecturas y viajes. Horace
Mann, Benjamín Gould, el astrónomo que dirigió el observatorio de Córdoba, y
los hermanos Plon, impresores en París, son expresiones diferentes de un
arquetipo único: la razón aplicada a la naturaleza, la ciencia o el trabajo que se
funden con la virtud, la ley y el saber encarnados en un ciudadano que obra
según el sentimiento subjetivo del bien de todos.55
53 Sarmiento, Domingo F., Comentarios de la Constitución de la Confederación Argentina en “obras”, t° pág. 233.54 ZUVIRÍA, José Mana, Sarmiento, (Buenos Aires 1889), págs. 267/8. Dice Zuviría: “No tenemos palabras bastante enérgicas para condenar el prurito de realizar grandes empréstitos sobre la riqueza del país y el sudor de sus futuras generaciones, sin que haya una necesidad imperiosa, urgente, irresistible, como lo sea la defensa del honor nacional u otros sucesos de la naturaleza inesperada y que envolviesen realmente un peligro serlo para la existencia y seguridad de la Nación (pág. 266)55 Sarmiento: «Aprendices de imprenta», La Crónica, 4/2/49. OC, X, p. 263; conf. M. Montserrat: «Posibilidades y limitaciones de una historia social de las ciencias en la Argentina», Primeras Jornadas del Pensamiento Científico Argentino - Actas, Buenos Aires, 1982, p. 59.
“Yo me sentía Franklin; ¿y por qué no? Era yo pobrísimo como él,
estudioso como él, y dándome maña y siguiendo sus huellas podía un día
llegar a formarme como él, ser doctor ad honorem como él, y hacerme un lugar
en las letras y en la política americana”. 56
Sarmiento también implementó fuertes ideas educativas para unificar
una nación que se estaba formando con el aporte masivo de inmigrantes de
diferentes países, con lenguas y culturas distintas y fijó como prioridad la tarea
educativa, impulsado la educación primaria y fundando escuelas en todo el
territorio nacional.
“De este principio imprescriptible [la igualdad de derechos de los
hombres] hoy nace la obligación de todo gobierno a proveer educación a las
generaciones venideras, ya que no puede compeler a todos los individuos de la
presente a recibir la preparación intelectual que supone el ejercicio de los
derechos que le están atribuidos. La condición social de los hombres depende
muchas veces de circunstancias ajenas de la voluntad. Un padre pobre no
puede ser responsable de la educación de sus hijos; pero la sociedad en masa
tiene el interés vital en asegurarse de que todos los individuos que han de venir
con el tiempo a formar la nación, hayan por la educación recibida en su
infancia, preparándose suficientemente para desempeñar las funciones
sociales a que serán llamados. El poder, la riqueza y la fuerza de una nación
dependen de la capacidad industrial, moral e intelectual de los individuos que la
componen; y la educación pública no debe tener otro fin que el aumentar estas
fuerzas de producción, de acción y de dirección, aumentando cada vez más el
número de individuos que las poseen”.57
56 Sarmiento: Recuerdos de provincia, p. 168; Mi defensa, p. 13, «De las biografías», Mercurio, 20/3/42, OC, I, pp. 183-184.57 DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO, Educación popular. (Este libro de Domingo Faustino Sarmiento, escrito en 1848, es, según su autor, un texto con tinte político que reúne recuerdos y memorias de su juventud, de su gestión en San Juan y que otorga un gran espacio a la transcripción de normativas, regulaciones escolares e innovaciones pedagógicas siguiendo el modelo de las escuelas de Estados Unidos y Europa).
5. PENSAMIENTOS DE ESTEBAN ECHEVERRIA.
5. A. BREVE RESEÑA
Esteban Echeverría Nació el 2 de Septiembre 1805, hijo de don José
Domingo Echeverría y de doña Martina Espinosa. De averiguaciones se pudo
establecer que nuestro celebre tuvo la desgracia de perder a su padre en la
niñez, por lo que tomó los caminos un tanto que las señoras viudas abren
comúnmente a sus hijos predilectos, tal es así que el mismo, en una carta
escrita a un íntimo amigo suyo a mediados de julio de 1836, delineaba con
rasgos generales, pero francos, sus extravíos desde los 15 a los 18 años de
edad.
Estudió en el Colegio de “Ciencias Morales”, cual era en aquella época
el más serio y disciplinario de enseñanza preparatoria, pero en 1823 según las
cartas manuscritas que se han dicho recientemente, refirió que no por decisión
de su agrado, a primera etapa de su formación transcurre en el Buenos Aires
ilustrado y la segunda en el París del romanticismo.
La formación porteña de Echeverría, que había comenzado en la
escuela del Cabildo, continúa en el ambiente liberal del Departamento de
Primeras Letras, del que fue alumno, y con las prácticas en los almacenes del
Lezica y Piñeyro, ambos personajes del entorno rivadaviano, impulsores del
viaje a París del joven aspirante, que estudia francés entre los despachos del
almacén, y adhiere a la estética neoclásica de sus maestros.
En 1825 el autor se retira de Buenos Aires para residir en París en
marzo de 1826. En esta ciudad, durante algo más de cuatro años, transcurre la
segunda fase de su formación. En medio de los estudios que lo ocupaban en
Europa, emprendió uno no menos importante. Las cuestiones suscitadas por el
romanticismo eran llamativas y apasionadas, no se podía estar indiferente a
ellas, mucho menos aquellas personas que tuviese inclinación a dar lugar a la
imaginación. Ese era el caso del autor que se dedico a formarse una idea clara
de de lo que de lo que significaría la literatura en la sociedad, en la humanidad.
Sobre todo en los pueblos americanos que se encontraban en la senda de
nuevos destinos. Este pensamiento fue transformándose en una especie de
misión en la cual Echeverría coloco todo su énfasis para poder resolver los
problemas que se planteara en América a su regreso, que no solo sea teoría,
sino también práctica. Así en sus poseías dejo plasmado de qué modo
5. B. VOCACION LITERARIA, SUS IDEAS.
Con respecto a la vocación literaria de Echeverría, podemos referirnos a
su propio testimonio: "Durante mi residencia en París -dice en uno de sus
rasgos autobiográficos-, y como desahogo a estudios más serios, me dediqué a
leer algunos libros de literatura. Shakespeare, Schiller, Goethe, y
especialmente Byron, me conmovieron profundamente y me revelaron un
nuevo mundo. Entonces me sentí inclinado a poetizar; pero no conocía ni el
idioma ni el mecanismo de la metrificación española. Era necesario leer los
clásicos de esta nación. Empecé: me dormía con el libro en la mano; pero
haciendo esfuerzos sobre mí mismo, al cabo manejaba medianamente la
lengua castellana y el verso." De esta penosa tarea de aprender de adulto lo
que debe mamarse con la leche materna, ha dejado Echeverría un testimonio
más de su constancia y fuerza de voluntad. Esos mismos libros que el tedio le
hacía tan pesados llegaron a ser sus buenos amigos y bien venidos a sus
manos, y poco a poco fue comprendiendo que de entre las frases vacías y las
aspiraciones místicas de los ascéticos antiguos, podían extraerse expresiones
y giros de lenguaje que dieran color y energía al pensamiento moderno
expresado en nuestro idioma. Y como estas adquisiciones suelen ser fugaces
porque sólo en la memoria que es frágil se depositan por lo común, emprendió
la tarea de formar una especie de diccionario de modismos castellanos,
señalando el autor de quien los tomaba. Por esta razón se observa que
mientras todos los estudios serios de Echeverría fueron hechos en Francia, y
por medio de la lengua francesa, es sin embargo uno de los escritores
sudamericanos a quienes no puede tachárseles de galicismo, ni en las
palabras ni en las construcciones gramaticales. Antes por el contrario, en
aquellos de sus escritos que pueden llamarse didácticos, y en los humorísticos,
abre el arca de sus tesoros adquiridos en el trato con los autores del Siglo de
Oro, y salpica sus producciones con oportunos arcaísmos que les dan sal y
relieve. La introducción de las Rimas, algunas notas de La Cautiva , y casi
todos sus escritos doctrinarios, son ejemplos de cómo sabía él demoler las
fábricas del clasicismo plagiario e infecundo, valiéndose de instrumentos que
se rejuvenecen bajo la inspiración de su pensamiento innovador.
5. C. LAS OBRAS DE ESTEBAN ECHEVERRIA
“La cautiva” y “El matadero”
En la producción literaria de Esteban Echeverría, se manifiesta siempre
un programa ideológico ya que considera la literatura como vehículo para
expresar los ideales colectivos.
La primera obra significativa de este autor fue La cautiva, valiosa por
adecuar los preceptos románticos a la realidad argentina. En ella, se incorporó
el paisaje del país a la literatura, la que se volvió portadora de ideas y
conceptos polémicos de la época. Además, por tratarse de un poema narrativo,
hizo su aporte al advenimiento de lo que sería la novela nacional. Es una obra
romántica porque rompe con los géneros tradicionales, porque desarrolla un
tema contemporáneo y popular dándole dimensión heroica, porque incluye
como héroes a personajes comunes y porque tiene como objetivo la llegada de
la literatura a todas las clases sociales. En La cautiva, Echeverría introdujo
expresiones locales que conviven con un lenguaje culto. Esta tensión entre
localismo y universalismo, entre lo primitivo propio de América y lo culto
perteneciente a Europa está presente en toda su obra.
Por otra parte, El matadero es el primer texto narrativo argentino de
valor ya que, por entonces, la producción rioplatense se orientaba más a la
poesía y al ensayo. El matadero resulta innovador, porque incluye elementos
realistas en momentos en que el Realismo apenas estaba surgiendo en
Europa: describe a partir de una observación directa de la realidad y su visión
no es parcial ni restringida a detalles pintorescos.
El crítico argentino Noé Jitrik señala que el valor de esta obra radica en
el hecho de que muestra la problemática que fundó la literatura nacional. Por
ejemplo, la relación de la cultura argentina con la europea, la existencia de una
literatura nacional surgida de la descripción de la realidad del país, el papel del
intelectual como intérprete de esa realidad desconcertante.58
Dos importantes características que encontramos en el romanticismo
argentino son: la idealización de la realidad en el sentido del nostálgico
tradicionalismo, o sea, la tradición valoraba el período colonial, la
independencia, y la novela daba una visión no solo del pasado, sino del futuro
nacional. Y la nostalgia de la estabilidad, de los valores jerárquicos, que son
muestra dos a través de los hacendados y de los caudillos luchando contra las
fuerzas de la modernidad y contra los intelectuales.
El realismo de Echeverría tiene características románticas, hay juego de
oposiciones, claroscuros, como el unitario representante del bien cae en manos
del mal representado por el pueblo sometido a Rosas. El unitario lucha por un
ideal que es una característica romántica. La descripción se enmarca en la
antítesis típica de la mentalidad romántica, el tema de la carne sirve de marco
para criticar a un sistema basado en la tierra y en el campo, es decir, un ataque
al sector ganadero al cual Rosas es la figura principal.
El movimiento literario al que pertenece la obra, es un movimiento romántico,
donde se encuentra explicito una gran cantidad de elementos pertenecientes a
esta afluencia cultural.
En El Matadero el pueblo es sordo, ciego y sobre todo dócil ante los
mandamientos de los federales. El Matadero se propone representar al pueblo
en un momento particularmente crítico. El momento es difícil porque el sistema
impugnado por los intelectuales por dictatorial y represivo se atribuye las
marcas de lo popular, las exhibe a cada paso. Artista y pueblo están
brutalmente distanciados y el narrador elige el reproche engarzado en la ironía:
no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor pueblo que el que no quiere
escuchar la palabra ilustrada y salvadora de los que se oponen a Rosas. La
distancia irremediable ratifica la inutilidad de quedarse y la conveniencia del
destierro. El Matadero fue escrito con un pie en el estribo. Justamente porque
problematiza una disyuntiva dramática para la palabra esclarecedora de los
ilustrados: a quién hablar si nadie quiere oír, a qué pueblo adorar si el que
58 http://llevatetodo.com/romanticismo-en-argentina-e-hispanoamerica-teoria
buscamos adora a los tiranos y para quién escribir si el pueblo no nos leerá. El
dolor y la frustración que la distancia instalada entre el pueblo y el artista
produce, están también en el origen de la furia del texto.59
5. D. EL DOGMA SOCIALISTA
Los jóvenes que se reunían en el salón de Sastre fundaron la Joven
Argentina, y reunidos un 23 de junio, anunciaron que su nueva fe perseguía,
entre otras banderas, las de la fraternidad, la igualdad, la libertad, las
tradiciones progresistas, la emancipación del espíritu americano y, por
supuesto, la creencia en Dios y el cristianismo.
Estos principios fueron desarrollados en un breve texto que se llamó
Dogma socialista de la Asociación de Mayo y el 8 de julio de 1838, los jóvenes
prestaron juramento y se convocaron a defender los principios del Dogma. Acto
seguido, los integrantes se repartieron temas sobre los que debían estudiar,
diagnosticar y buscar soluciones. El ideario que sostenían no era precisamente
del agrado del gobierno de entonces. Los mazorqueros de Juan Manuel de
Rosas persiguieron a estos jóvenes liberales, muchos de los cuales recurrieron
al exilio montevideano. Llevaban bajo sus brazos el Código de principios
sancionado por la asociación, que convertirían en el principal instrumento de
propaganda antirrosista.60
“Romped esas cadenas que os oprimen; uníos con vínculos
indisolubles, y abrid el santuario de vuestros corazones a la patria que se
acoge a vosotros. (…) Nosotros nos perdimos porque gritamos ‘libertad,
libertad’ y no fuimos hermanos: la desunión inutilizó todos nuestros sacrificios.
(…)Los esclavos, o los hombres sometidos al poder absoluto, no tienen
patria; porque la patria no se vincula en la tierra natal sino en el libre
ejercicio y pleno goce de los derechos de ciudadanos.”61
59 Ricardo Piglia, "Echeverría y el lugar de la ficción", en La Argentina en pedazos, Buenos Aires, Ediciones de la Urraca, 1993; David Viñas, Literatura argentina y realidad política, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina; 1982; Noé Jitrik, "Forma y significación en El Matadero de Esteban Echeverría", en El fuego de la especie, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971. 60 http://www.elhistoriador.com.ar61 Dogma Socialista, agosto de 1837; en Esteban Echeverría, Antología de prosa y verso, Buenos Aires, Editorial Belgrano, 1981.
5. E. ASOCIACION DE MAYO.
Sin sociedad, sentencia Echeverría, los hombres jamás podrán
progresar material y espiritualmente. Sin sociedad no hay civilización.. De ahí la
imperiosa necesidad de que el espíritu de asociación se expanda por doquier,
única manera de garantizar que la patria deje de ser una quimera.
Para Echeverría la asociación y la desigualdad social eran términos
antagónicos. “No puede existir verdadera asociación sino entre iguales. La
desigualdad engendra odios y pasiones que ahogan la confraternidad y relajan
los vínculos sociales. Para extender la órbita de la asociación y al mismo
tiempo robustecerla y estrecharla, es preciso nivelar las individualidades
sociales, o poner su conato en que se realice la igualdad”62
Echeverría era consciente de la existencia de intereses contrapuestos dentro
de la sociedad. Lograr la coordinación de los intereses individuales con el
interés social era vital si se pretendía consolidar la Patria que comenzó a
germinar el 25 de mayo de 1810. “Para que la asociación corresponda
ampliamente a sus fines es necesario organizarla y constituirla de modo que no
se choquen ni dañen mutuamente los intereses sociales y los intereses
individuales o combinar entre sí estos dos elementos: el elemento social y el
individual, la patria y la independencia del ciudadano. En la alianza y armonía
de estos dos principios estriba todo el problema de la ciencia social”63. Para
Echeverría el problema fundamental de la ciencia social era encontrar los
mecanismos que evitaran, por un lado, el imperio del más crudo individualismo
y, por el otro, el imperio del más aplastante colectivismo.
Echeverría estaba convencido de la nobleza de la política. “La política debe
encaminar sus esfuerzos a asegurar por medio de la asociación a cada
ciudadano su libertad y su individualidad”64. Es decir que el gobierno, órgano
ejecutor por excelencia de la política, es legítimo sólo si dedica todos sus
esfuerzos a garantizar a cada hombre, en el marco de la asociación, su libertad
y su personalidad. Echeverría se situaba, por ende, entre el extremo
individualismo y el extremo estatismo. Estaba convencido del deber de la
62 ESTEBAN ECHEVERRÍA: “Dogma Socialista de la Asociación de Mayo”, editorial Perrot, Buenos aires, 1958, pág. 128. 63 Ibídem., pág. 128.64 Ibídem., pág. 128.
sociedad de proteger y resguardar la independencia de cada uno de sus
miembros, como así también de la obligación de cada hombre de orientar su
comportamiento en función del bien común público. “La sociedad”, enfatizaba,
“no debe absorber al ciudadano o exigirle el sacrificio absoluto de su
individualidad. El interés social tampoco permite el predominio exclusivo de los
intereses individuales, porque entonces la sociedad se disolvería, no estando
sus miembros ligados entre sí por vínculo alguno común”.
Echeverría estaba obsesionado por la destrucción de los derechos de las
minorías por una mayoría circunstancial y arbitraria. “La voluntad de un pueblo
o de una mayoría no puede establecer un derecho atentatorio del derecho
individual porque no hay sobre la tierra autoridad alguna absoluta, porque
ninguna es órgano infalible de la justicia suprema, y porque más arriba de las
leyes humanas está la ley de la conciencia y de la razón”. Echeverría negaba
legitimidad a la autoridad gubernamental que, apoyada en una momentánea
mayoría, aplastaba y conculcaba los derechos individuales. Le resultaba
atentatorio de los principios fundamentales de la democracia que el principio de
la soberanía popular fuese utilizado para justificar cualquier tipo de atropello
gubernamental.
¿Qué decía Echeverría acerca de la autoridad legítima? Escuchémoslo:
“Ninguna autoridad legítima impera sino en nombre del
derecho, de la justicia y de la verdad. A la voluntad nacional,
verdadera conciencia pública, toca interpretar y decidir
soberanamente sobre lo justo, lo verdadero y lo obligatorio:
he aquí el dominio de la ley positiva. Pero más allá de esa ley,
y en otra esfera más alta, existen los derechos del hombre,
que siendo la base y la condición esencial del orden social se
sobreponen a ella y la dominan”. Emerge con claridad meridiana la
concepción iusnaturalista de Echeverría, sustentada en el dualismo derecho
natural-derecho positivo. El derecho positivo sólo es derecho si respeta los
principios naturales e inmutables consagrados por el derecho natural desde
siempre.
En consecuencia, toda mayoría o asamblea se deslegitima en el momento en
que establece normas que atentan contra los derechos naturales de las
personas y los principios vertebradores del orden social. “Ninguna mayoría,
ningún partido o asamblea, tiene derecho para establecer una ley que ataque
las leyes naturales y los principios conservadores de la sociedad, y que ponga
a merced del capricho de un hombre la seguridad, la libertad y la vida de
todos”. El destinatario no era otro que Juan Manuel de Rosas.
En consecuencia, pueblo que depositaba en una persona o una élite la suma
del poder público era insensato. En otros términos: pueblo que actuaba de esa
manera no hacía más que condenarse. “El pueblo que comete este atentado es
insensato, o al menos estúpido, porque usa de un derecho que no le pertenece,
porque vende lo que no es suyo, la libertad de los demás; porque se vende a sí
mismo no pudiendo hacerlo, y se constituye esclavo, siendo libre por la ley de
Dios y de su naturaleza”.
“El mundo de nuestra vida intelectual será a la vez nacional y
humanitario; tendremos siempre un ojo clavado en el progreso de las naciones;
y el otro en las entrañas de nuestra sociedad”.
Una carta que envió Manuel Eguía a Esteban Echeverría criticando la
posición antinacional de la emigración argentina y de la prensa de Montevideo,
que “ve rodar 400 cabezas argentinas, y no derrama una
lágrima: no hay un pensamiento de nacionalidad sobre la
tumba de 400 hermanos”. Y señala amargamente: “la Francia
y la Inglaterra pueden dar una puñalada de atrás, arrebatar
una escuadra, quemar buques mercantes, asesinar a
cañonazos, destruir nuestro cabotaje: todo eso y mucho más
es permitido a los civilizadores”.
Pelotas, febrero 12 de 1846
Señor don Esteban Echeverría,
Mi querido Esteban:
Hace algún tiempo que me propuse explorar y aun uniformar la opinión
de la emigración argentina en ésta, para conseguir la publicación de un
periódico que no sea la expresión de un partido viejo y exclusivo, como lo son
hoy los que se publican en esa: y cuando esto no sea posible, hacerlo en
artículos insertos en los mismos periódicos.
Las cuestiones que hoy se agitan a cañonazos en el Plata envuelven
nuestros mayores intereses de localidad, e infieren grandes ofensas a nuestra
nacionalidad, para dejarlas pasar como justas y decorosas…
La intervención, sosteniendo sólo la independencia del Estado Oriental,
salta del Uruguay al Paraná y va a asesinar calculadamente argentinos en la
Vuelta de Obligado. La prensa todo lo alaba: nada ve el partido unitario en esta
lucha que sea contrario a su nacionalidad, a sus intereses: no sale del eterno
tema “muera Rosas”, y de la menguada alabanza de todo cuanto emana de la
intervención: y no admite ni la discusión de los hechos, cuando aún estamos
ignorando qué puntos de contacto hay entre la independencia del Estado
Oriental y la Vuelta de Obligado.
Para la prensa de Montevideo, la Francia y la Inglaterra tienen todos los
derechos, toda la justicia, aún más: pueden dar una puñalada de atrás, un tajo
de pillo, arrebatar una escuadra, quemar buques mercantes, entrar en los ríos,
asesinar a cañonazos, destruir nuestro cabotaje: todo eso y mucho más que
aún falta, es permitido a los civilizadores.
Para esta prensa el francés maquinista que cae atravesado por una
bala, es digno de su compasión y duelo: lo llama desgraciado; y ve rodar 400
cabezas argentinas, y no derrama una lágrima, no muestra el menor
sentimiento por su propia sangre: no hay un pensamiento de nacionalidad, una
palabra de dolor sobre la tumba de 400 hermanos.
La prensa de Montevideo es completamente franco inglesa, y el pueblo
argentino quiere y siente la necesidad de una que sea suya, teniendo
elementos americanos que bastan ellos solos, sin mezcla extranjera, para
triunfar de Rosas: pero al poder material que avance contra él debe asociarse
el poder moral, porque esa empresa no es sólo del sable: éste sólo ha
conseguido la mitad del triunfo, y más de una vez ha sido nuestra ruina el
empleo de un solo medio. Queremos, pues, un escritor que llene este deber,
que ilustre las masas sobre todo punto político: que dispuesto siempre a decir
la verdad, no se reduzca a elogiarlo todo. Un escritor (…) colocado en la altura
de su misión, desnudo de las influencias de un partido ciego. Que no deprima a
Rosas sin motivo, ni alabe a Paz sin merecerlo: que esté constantemente en la
libertad de decir lo justo y lo bueno, y armado de la palabra de Dios enseñe al
pueblo cuál es su dignidad y conveniencia: que tienda en fin a uniformar la
opinión sobre los puntos en que debe haber completo acuerdo para remover
obstáculos al nuevo orden.
Este escritor, esta cabeza, este hombre, eres tú, Esteban. Yo he
trabajado aquí para darte a nombre de todos tus compatriotas este encargo: y
lo he conseguido sin más esfuerzo que la sola indicación de tu nombre. Dime,
pues, si lo aceptas, y si puedes consagrarte a este fin.
(…)
Te desea salud tu amigo
Manuel Eguía 65
Hacia 1950, en el exilio uruguayo, entre las estrategias y elecciones que
elige para vencer a Rosas se inclina por cifrar sus esperanzas en el creciente
liderazgo de Urquiza, a quien envía un ejemplar del Dogma, «Es necesario
desengañarse-señala en uno de sus escritos-:no hay que contar con elemento
alguno extranjero para derribar a Rosas. La revolución debe salir del país
mismo; deben encabezarla los caudillos que se han levantado». Sin embargo,
no podrá asistir a la materialización de sus deseos. Después de varios años de
65 Adolfo Saldías, Historia de la Confederación Argentina, Rozas y su época, Tomo IV, Buenos
Aires, Félix Lajouane Editor, 1892, pág. 444-445 “El 20 de noviembre de 1845, siendo el
general Juan Manuel de Rosas responsable de las Relaciones Exteriores del territorio nacional,
tuvo lugar el enfrentamiento con fuerzas anglofrancesas conocido como la Vuelta de Obligado,
cerca de San Pedro. La escuadra anglofrancesas intentaba obtener la libre navegación del río
Paraná para auxiliar a Corrientes, provincia opositora al gobierno de Rosas. Esto permitiría que
la sitiada Montevideo pudiera comerciar tanto con Paraguay como con las provincias del litoral”.
penurias económicas y del padecimiento de su endeble salud muere el 19 de
enero de 1851 en Montevideo. En un pasaje de la Ojeada, sus palabras de un
modo profético anuncia este desenlace personal: «Si es nuestro destino
morir en el destierro -dice-,sepan nuestros hijos al menos que
sin ser unitarios ni federales, ni haber tenido vida política en
nuestro país, hemos sufrido una proscripción política y hecho
de ella cuanto nos ha sido dable para merecer bien de la
Patria».
Las ideas anteriores son completadas por Echeverría en un discurso
publicado en 1844 en Montevideo, titulado Mayo y la enseñanza popular en el
Plata, donde traza el panorama general del país después de producirse la
Revolución de Mayo, la que a su juicio no logró una transformación sino
superficial porque el pueblo se extravió al no estar educado para las
democracias.
En el Manual de enseñanza moral, libro que compuso para las escuelas
primarias uruguayas, por encargo del Ministro Andrés Lamas, expone los
principios éticos que es necesario difundir con miras a formar al hombre y al
ciudadano.
“El ejercicio de la educación -dices encaminar la niñez al
ejercicio de todas las virtudes sociales.” Considera Echeverría que
siendo un asunto vital para la patria misma “la educación de las generaciones
en quienes está vinculado todo su porvenir de felicidad” era indispensable, en
lugar de hacer una obrita amena, de agradable lectura, reflexionar y “deducir de
nuestro modo de ser una doctrina adecuada a él“.
En lo que respecta al método, considera Echeverría que el método mejor
será el que con mayor rapidez lleve a los resultados que se buscan: la
instrucción del educando.
El método, a su juicio, es fundamental en la enseñanza; es la ciencia
misma. Un método defectuoso atrasa la educación, hace perder el tiempo,
fatiga al niño y le proporciona ideas erróneas incompletas. Un libro de sanas
doctrinas, pero cuyo método de exposición sea vicioso, lejos de instruir al niño
le hará caer en el error y la confusión. A pesar de la importancia que concedió a
esta cuestión, Echeverría no la trató extensamente, limitándose a proponer el
estudio de los procedimientos empleados con éxito en Europa y Estados
Unidos, para poder de esta manera elegir el más ventajoso.
6. CONSTITUCION DE 1853.
En la elaboración del texto constitucional se tuvo en cuenta la
experiencia nacional y la tradición del constitucionalismo liberal de los siglos
XVIII y XIX. Entre esas fuentes se destacan las Bases y puntos de partida para
la organización política de la República Argentina, de Juan Bautista Alberdi, la
Constitución estadounidense de 1787 y obras como El Federalista, de
Alexander Hamilton, James Madison y John Jay.66
En la Constitución y la organización de la república, Alberdi y Sarmiento
dejaron la huella de su pensamiento y de su acción. Al respecto, Natalio Bolana
señala que “(…) Alberdi se encolumnó tras la tradición teórica que creía
derrotar a las pasiones con los resultados de la inteligencia práctica (…). La
legitimidad alberdiana anuncia el fin de la política dominada por la pasión. En
ese repudio al combate cívico, (…) ignorante de las necesidades de la
producción y del comercio, la prédica de Alberdi roza el momento polémico
más vigoroso. Concluye así (…) el largo itinerario de una historia protagonizada
por dos espectros –la escasez y la guerra- para abrir paso en el hombre al
advenimiento de una segunda naturaleza. Hombres pacíficos en naciones
pacíficas donde habla la razón, que solo reclaman libertad, coraza protectora
de su destino.” En cuanto a Sarmiento, dice Botana: “Sarmiento no encontró
mejor terapéutica que reemplazar las dos utopías de la república democrática
(la primera del Facundo; la segunda que descubrió en los Viajes)” por una
república aristocrática, compuesta de notables criollos y extranjeros
propietarios con carta de ciudadanía, cuyo núcleo debía ampliarse gracias a la
66 Historia Argentina, Desde 1830 hasta 1930, Tomo 2, Colegio Nacional de Buenos Aires, Página/12. Pág. 343.
acción regeneradora de la educación pública. Era un camino entre muchos
posibles”.67
7. CONCLUSIÓN
67 BOTANA NATALIO R., La tradición republicana, 2° edición, Buenos Aires, Sudamericana, 1997.
8. BIBLIOGRAFIA
Historia Argentina, Desde 1830 hasta 1930, Tomo 2, Colegio
Nacional de Buenos Aires, Página/12
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