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Ganadería y Clima
Dr. Albrecht Glatzle, INTTAS, Filadelfia-Chaco 317
[email protected]
Introducción
Desde los inicios de la domesticación de animales silvestres con utilidad potencial para el hombre,
los primeros ganaderos han sido consientes de la susceptibilidad del ganado para las diferentes
condiciones climáticas, como por ejemplo el calor extremo, el frío o la humedad excesiva tanto fría
como calurosa. Han ofrecido la protección necesaria de la intemperie a sus animales domesticados,
hasta que han probablemente compartido con ellos sus refugios, como por ejemplo las cuevas.
Por otra parte es totalmente nueva una idea, con la cual la ganadería moderna se encuentra
confrontada desde hace menos de 20 años y con la cual sus protagonistas quieren comprobar la
incompatibilidad de la ganadería con los intereses medio-ambientales. Es la idea que sean los
animales domésticos que influyan notablemente en el clima del globo, o sean impulsores de un
cambio climático peligroso. Vamos a analizar esta idea con pinta científica más tarde.
De la susceptibilidad del ganado al clima
La comodidad del ganado está influenciada de forma directa e indirecta de las condiciones
climáticas. Como consecuencia, la distribución global del ganado bovino tiene sus límites
climáticos en los climas húmedos tropicales, en las zonas frías con permahelada y los desiertos. En
la zona húmeda calurosa la limitación consiste en la alta carga parasitaria y el estrés calórico, que se
siente más pesado con alta humedad atmosférica, mientras en las zonas secas el factor limitante
primordial es la baja disponibilidad forrajera y también del agua. Las zonas tradicionales de la
ganadería bovina son las regiones semiáridas (sub)tropicales con una temporada lluviosa estival o
invernal, normalmente con altas temperaturas en verano, y las zonas templadas, donde siempre han
sido necesarios la conservación forrajera y el confinamiento para el invierno. Los tipos de ganado
Bos indicus y B. taurus están mejor adaptados para las zonas climáticas respectivas de donde
provienen: Los trópicos semiáridos y subhúmedos y las zonas templadas respectivamente.
En el Chaco en pasturas sembradas, bien manejadas con una carga adecuada y con la sanitación
animal apropiada, es claramente el estrés calórico que más limita la comodidad de los animales. En
ocasiones mucho más raras son también los vientos fríos en invierno sobre todo cuando estén
acompañados por lloviznas. En ambos casos son las cortinas e islas de monte en los potreros que
ofrecen la sombra y la protección necesaria y así mitigan el estrés.
La temperatura rectal es un buen indicador del estés calórico para los animales. En el Chaco hemos
medida una subida marcada de la temperatura rectal con altas temperaturas ambientales. Claramente
el organismo de los animales sin acceso a la sombra no encuentra forma para regular
satisfactoriamente su temperatura corporal (Tab. 1).
Tabla 1: Temperatura rectal (ºC), como promedio de 5 animales (novillos tipo cebú), medida
durante 6 días calurosos consecutivos en verano (Mitlöhner 1996).
Hora del
día Temperatura ambiental
Tipo de pastura
Sin sombra Con 10 árboles/ha
09:00 h 31-34 40,8 39,5
15:00 h 40-42 41,7 40,2
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¿Cuáles son los mecanismos de regulación de temperatura en bovinos? Existen diferencias raciales
de características físicas que influyen en la regulación termal (Tab. 2). Normalmente son las razas
cebuinas que tienen mayor aptitud de desprendimiento o de prevención de absorción de calor:
Tabla 2: Algunas diferencias físicas marcadas entre las razas cebuinas (Bos indicus) y europeas
(Bos taurus) en relación a la adaptación al clima (Legel 1989).
Rasgo Bos indicus Bos taurus
Relación superficie/peso corporal + -
Gordura de piel - +
Densidad de glándulas sudoríparas + -
Pelo Corto Largo
Color del pelaje Claro Oscuro
Las reacciones agudas fisiológicas de todas las razas bovinas para la regulación de la temperatura
corporal, cuando están expuestas al calor, son las siguientes:
- Aumento de tasa de evapotranspiración.
- Aumento de frecuencia de respiración para mejorar la circulación periférica de sangre.
- Reducción de consumo de forraje (Fig. 1): La fermentación entérica también produce calor.
- Mayor actividad y movimiento en búsqueda de sombra cuando no lo hay (Fig. 1).
Estas reacciones fisiológicas ya comienzan con un umbral de temperatura ambiental más bajo en las
razas europeas que en las razas cebuinas. Cuando los mecanismos regulatorios están insuficientes
para desprender el calor absorbido o generado entéricamente, la temperatura corporal sube. Esto
también es una reacción adaptativa, dado que el animal se desprende pasivamente del calor
acumulado durante las noches más frías sin evapotranspiración de agua la que está generalmente
escasa en zonas áridas.
Como se desprende de Fig. 1, en el verano chaqueño los novillos sin acceso a la sombra pasaron
menos tiempo pastoreando durante el día y más tiempo en la segunda mitad de la noche que
aquellos en pastura con 10 árboles/ha. Por otra parte, la actividad general ha sido mayor durante el
día y la noche de los animales sin acceso a la sombra. Lógicamente este comportamiento se ha
transmitido en una ganancia de peso reducida en los animales expuestos a mayor estrés de calor. En
fases con temperatura relativamente baja (máximo diario de 30 a 35ºC) el comportamiento de los
dos grupos de animales ha sido comparable. Pero en días con máximos por encima de 40ºC los
animales con acceso a la sombra dedicaron al pastoreo dos tercios de su tiempo en acción, mientras
aquellos en pastura sin sombra solamente pastorearon en un tercio del tiempo cuando estaban en
acción (Mitlöhner 1996). Un cambio de la temperatura máxima diaria produjo un cambio de
comportamiento de los animales en pastura sin sombra: Expusieron más actividad de noche en días
calientes y más actividad durante el día en días menos calurosos (Fig. 2).
Hace poco que hemos sufrido en Paraguay importantes pérdidas de ganado debido al frío excesivo.
Obviamente mejor adaptadas a las olas de fío son las razas europeas por sus características físicas
(Tab. 2). Por experiencia propia son los animales con poca grasa subcutánea y menor condición
corporal que están los menos resistentes al frío. En el invierno 2013 por primera vez perdí por el
frío extenso en mi campo dos vaquillas las que estaban limitadas en su capacidad de pastorear
debido a pierna herida por accidente y por ende flacas. Hacia el final del invierno cuando la
disponibilidad forrajera ya está limitada y de baja calidad las olas de frío causan más pérdidas que
al inicio del invierno cuando hay todavía mucho pasto y animales con buena condición corporal.
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Figura 1: Variaciones diurnas del comportamiento de novillos tipo cebú en pastura sin sombra
(abajo) y pastura con 10 árboles/ha (arriba) en el Chaco Central. Los valores representan el
porcentaje de tiempo dedicado al movimiento (actividad general) y al pastoreo respectivamente.
Son promedios de dos animales revestidos con equipos electrónicos (capaces de distinguir y
registrar los comportamientos mencionados), observados durante 3 meses estivales (Nov. 1995 a
Ene. 1996). Fuente: Mitlöhner (1996)
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Figura 2: Actividad de día y de noche de novillos en pastura sin sombra en relación con la
temperatura máxima diaria. Los valores representan el porcentaje de tiempo dedicado al
movimiento (actividad general). Fuente: Mitlöhner (1996)
Los trabajos ya clásicos de Frisch y colaboradores sobre la interacción entre el genotipo bovino y el
estrés ambiental realizados en el “Tropical Cattle Reserach Centre“ en Rockhampton, Australia,
están resumidos en Tab. 3. El estés ambiental es un compuesto entre estrés calórico (que tiene más
impacto aun cuando está acompañado por alta humedad atmosférica), estrés parasitario y estrés
debido a limitaciones en la disponibilidad de forrajes de calidad. Es obvio que en un ambiente ideal
son las razas Europeas británicas o continentales que demuestran mejor performance mientras en
ambientes con alto estrés son las razas cebuinas que rinden más. En pasturas con Gatton Panic y
otros pastos de alto valor en el Chaco, bajo un programa estricto de sanitación de los animales,
tenemos niveles de estrés ambiental medianos dictados sobre todo por las condiciones a veces
extremas climáticas. En estas condiciones el uso de cruzamientos entre las razas cebuinas y las
razas europeas tipo Braford o Brangus está indicado por representar el compromiso ideal entre
adaptación y productividad, combinado con precocidad y alta calidad de la carne (marmóreo).
Tabla 3: Ganancia de peso vivo (kg/día) de tres genotipos bovinos bajo distintos niveles de estrés
ambiental (Frisch y Vercoe 1984)
Genotipo bovino Estrés ambiental
bajo medio alto
HS (Hereford x Shorthorn) Bos Taurus 1,07 0,66 0,38
BHS (Brahman x Hereford x Shorthorn) 0,90 0,69 0,53
B (Brahman) Bos indicus 0,81 0,63 0,56
Claramente es necesario minimizar el estrés calórico para los animales en pastoreo en el Chaco.
Esto mejor se logra con mantener algunos árboles o islas o cortinas de monte en cada potrero.
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Los animales domésticos ¿calientan al planeta?
El famoso informe de la FAO “Livestock‟s Long Shadow” – “La Sombra Larga del Ganado”
(Steinfeld et al. 2006) y cientos de publicaciones subsiguientes, han acusado a los animales
domésticos en general y especialmente a los sistemas de pastoreo en los trópicos y sub-trópicos, de
afectar gravemente al medio ambiente, en especial ocasionando el cambio climático. Dicho informe
responsabiliza a la ganadería de contribuir con el 18% de las emisiones antropogénicas de los gases
de efecto invernadero, un porcentaje incluso más alto que el del sector de transporte. Se han
realizado pocos análisis críticos de estas afirmaciones, y quienes que los llevaron a cabo, recibieron
muy poca atención de parte de los medios. Un equipo de científicos del instituto de zootecnia de la
Universidad de California ha descubierto la falsa medida aplicada por la FAO en dicho informe: A
pesar de que todas las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, que ocurren durante el ciclo de
vida de los productos pecuarios (desde la producción hasta la consumición) han sido consideradas
por la FAO, en el sector de transporte tan sólo el consumo de combustibles ha sido tomado en
cuenta (Pitesky et al. 2009). Esta importante debilidad de dicho informe ya exonera bastante a la
ganadería de la crítica.
La presunción básica a ser aceptada, para poder concluir que el cambio climático es inducido por la
actividad humana, es una sensibilidad notable del clima a las emisiones antropogénicas de gases de
efecto invernadero, como lo sugerido por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático
IPCC (2007) en su cuarto informe (AR4). Sin embargo, existe evidencia empírica considerable que
pone en duda esta hipótesis:
- En la Tabla 2.11 del AR4 están identificados 16 factores naturales y antropogénicos, los
cuales supuestamente influyen en la temperatura del planeta y están siendo utilizados en los
cálculos de proyecciones de ésta. El nivel de entendimiento científico de 11 de estos
factores es calificado como „muy bajo‟ o „bajo‟. Sin embargo, el IPCC concluye con una
certeza de 90% hasta 99%, de que es el hombre quién influye notablemente en el clima, -
una conclusión lógicamente irreproducible y científicamente inaceptable, según los criterios
de una ciencia coherente.
- Las temperaturas medias globales no han subido en los últimos 15 años, a pesar del
continuo aumento de los niveles de CO2, considerado el gas de efecto invernadero más
importante en la atmósfera (Fig. 3),- una realidad que contradice a todos los pronósticos
modelados por el IPCC (Fig. 4).
- Existe un importante número de estudios científicos, varios de ellos recientemente
publicados, que demuestran que hubo eras igual de calientes o incluso más calientes que la
nuestra durante el Holoceno (desde el fin de la última era glacial, hace aproximadamente
12.000 años), a pesar de los niveles pre-industriales de CO2 en aquel entonces (ejemplos:
Mangini et al. 2007, Esper et al. 2012, Axford et al. 2013 Markonis & Koutsoyiannis
2013).
Incluso en caso de que ignoremos estas objeciones y siguiéramos asumiendo una notable
sensibilidad del clima a las emisiones antropogénicas de los Gases de Efecto Invernadero, quedan
muchas inconsistencias entre la realidad y la aprehensión de los ambientalistas de que la producción
y el consumo de la carne contribuyan al cambio climático generando calor (meat = heat): El CO2
emitido a través de la respiración de los animales domésticos y la digestión de forrajes, así como el
consumo de carne y leche, no aumenta los niveles de CO2 en la atmósfera, dado a que éste forma
parte del ciclo natural del carbono. Ni una molécula de CO2 generada por animales domésticos es
emitida de forma adicional al aire, ya que el CO2 producido habría sido capturado a través de la
fotosíntesis por las plantas forrajeras poco antes de la ingestión por el ganado. Además la cantidad
de CO2 procedente del ganado, está compensada en su totalidad, cada año, por la asimilación de
CO2 en los forrajes crecientes. Las únicas fuentes de emisiones adicionales de CO2 son:
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Figura 3: La temperatura global de la atmósfera inferior observada con satélite. La línea recta
indica, desde el año 2002, una decadencia media de la temperatura en 0,04°C por década. Los picos
de los años 1998 y 2010, han sido causados por eventos pronunciados de El Niño. La curva verde
demuestra la concentración de CO2 en Mauna Loa, Hawaii (fuente: Gregory 2012).
Fig. 4: Proyecciones del calentamiento global (promedio de múltiples modelos en base a distintos
escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero: B1, A1B, A2) con rangos de incertidumbre
que han sido presentadas en los distintos informes del IPCC (FAR, SAR, TAR). La curva naranja
(“commitment”) indica la proyección de calentamiento en el caso de la conservación de los gases de
efecto invernadero y los aerosoles en los niveles del año 2000 (fuente: IPCC 2007, Fig. TS26).
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a) el consumo de energías fósiles durante el proceso de producción; lo que se presenta
especialmente bajo en los sistemas de pastoreo, ya que no necesitan el laboreo de la tierra,
ni la cosecha mecanizada (o solamente en casos excepcionales).
b) la deforestación para la siembra de pasturas. Las emisiones resultantes de la deforestación
están parcialmente compensadas (1) por la significativa captación de carbono a través de
pastos tropicales con raíces profundas, como afirma un estudio de Fisher et al. (1994) del
Centro Internacional de Agricultura Tropical CIAT en Colombia, (2) por el carbón vegetal,
muy persistente en el suelo, que resulta parcialmente de la quema de la vegetación boscosa
(Mannetje 2007), y también (3) por la expansión agresiva de las “malezas leñosas” en
pasturas, en caso de no mantener un control constante de su crecimiento.
La deforestación genera una “deuda de carbono” única, la cual debería estar repartida sobre los
productos pecuarios producidos durante el período de utilización de la pastura (que reemplaza el
bosque), lo que puede fácilmente sumarse a cientos de años (como en el caso de las praderas de
Europa Central que están situadas, casi en su totalidad, en lugares que anteriormente estaban
cubiertos de bosque). Pero en los estudios publicados sobre las emisiones de gases de efecto
invernadero durante el ciclo de vida de los productos pecuarios, los así llamados “life cycle
analyses”, normalmente esta deuda de carbono está (1) sea ignorada (en el caso de sistemas de
producción en pasturas viejas) o (2) sea cargada en su totalidad al año de su aparición (momento de
la deforestación) en el caso de sistemas de pasturas recién establecidas.” Esta práctica constituye
claramente una flojedad científica en los “life cycle analyses” de productos pecuarios.
Al igual que el CO2, también el metano forma parte de un ciclo natural (con un lapso de vida en la
atmósfera relativamente corto, de 8.7±1.3 años según el IPCC, 2007). Por esta razón, emisiones
constantes (resultantes por ejemplo de la fermentación entérica en los rumiantes) no cambian la
concentración de metano en la atmósfera, dado que están contrapesadas por una tasa constante u
oscilante de descomposición (gracias a la reacción química con derivados del vapor de agua en el
aire y gracias al consumo por bacterias metanótrofas). Que yo tenga conocimiento, ni una sola
publicación científica considera esta realidad. Sino, en la literatura científica, las emisiones de
metano procedentes de animales domésticos están interpretadas sin excepción en un 100%, como
una fuente antropogénica adicional de un gas de efecto invernadero, igual que el CO2 procedente de
la quema de energías fósiles. Ajustes de las emisiones de metano, resultantes de la ganadería por las
emisiones ya existentes, en un escenario básico (por tiempo o espacio) no existen en la literatura, -
otra grave deficiencia científica en la apreciación de una eventual contribución de la ganadería en el
cambio climático.
Entre 1990 y 2007, la población de ganado bovino y búfalo a nivel mundial creció en más de 125
millones de cabezas, o en un 9% (FAO: http://faostat.fao.org/site/291/default.aspx), lapso en el cual
la tasa de aumento de metano atmosférico bajó a cero (Fig. 2, arriba). Estas observaciones
empíricas difícilmente son compatibles con la afirmación de la FAO (Steinfeld et al., 2006), de que
los animales domésticos contribuyen en un 35% a 40% en las emisiones antropogénicas de metano.
El científico australiano, Tom Quirk (2010), demostró que el aumento histórico de la concentración
de metano en la atmósfera (Fig. 2, abajo) se explica mejor con el consumo humano de combustibles
fósiles (siempre asociado con una cierta fuga de metano).
También la estabilización de las emisiones de metano en los años 1990 estuvo asociada, con alta
probabilidad, con la adopción de tecnologías modernas en la producción y el uso de combustibles
fósiles (Aydin et al. 2011), especialmente con la reposición de cañerías viejas, de las cuales se
filtraban cantidades importantes de gas natural, sobre todo en la ex Unión Soviética. Según NOAA
(Fig. 5), el metano está aumentando otra vez ligeramente desde el 2008, lo que Quirk atribuyó a
modificaciones atmosféricas moduladas por El Niño (Fig. 6).
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Figura. 5: Concentración global media de metano atmosférico. Fuente: National Oceanic and
Atmospheric Administration (NOAA 2012).
Figura 6: Cambios anuales del metano atmosférico (en partes por billones/año) analizados en
núcleos de hielo (antártica) hasta el año 1990 (puntos en color naranja), y por mediciones directas
en la atmósfera en Cape Grim (Tasmania), desde 1983 hasta 2011 (triángulos azules). Los picos en
las mediciones (gráfico a la derecha) representan un efecto indirecto de la erupción del volcán Mt.
Pinatubo, en Junio de 1991, y en 1998, 2006 y 2010 las influencias de El Niño. Fuente de datos
CSIRO: http://cdiac.ornl.gov/methane.html
1980 1990 2000 2010
-2
0
2
4
6
8
10
12
14
16
18
1000 1100 1200 1300 1400 1500 1600 1700 1800 1900 2000Changes in a
tmospheric m
eth
ane p
pb/y
ear
Ice cores from the Law Dome, Antarctica
Atmosphere at Cape Grim, Tasmania
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La idea de una considerable contribución por parte del ganado en las emisiones globales de metano,
se origina en cálculos teoréticos, de abajo hacia arriba. Sin embargo, no existe una relación
discernible entre las concentraciones atmosféricas medias de metano observadas en los distintos
lugares del globo por el satélite Europeo ENVISAT durante tres años (2003-2005), y la distribución
global del ganado doméstico (Fig. 7 arriba y abajo).
Fig. 7 Arriba: Distribución global de la concentración de metano atmosférico, medida por el
satélite ENVISAT durante 3 años consecutivos, desde 2003 hasta 2005 (Schneising et al. 2009).
Abajo: Distribución global del ganado doméstico (rumiantes y monogástricos). Fuente: FAO
(Steinfeld et al. 2006).
Livestock units per square km 0 0.1–0.5 1–2.5 National boundaries
0–0.1 0.5–1 >2.5
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La ganadería ¿incompatible con la biodiversidad?
Existe cada vez más evidencia en la literatura científica, que paisajes diversos abarcan más
diversidad biológica que ecosistemas relativamente monótonos. Para el Chaco el estudio de Carlini
et al. (1999), realizado en una estancia del Chaco Central Paraguayo desarrollada según la
legislación vigente (la que exige la preservación de 50% de la superficie de cada finca en
condiciones naturales o con alteración mínima en forma de reservas naturales, corredores, cortinas
e islas de monte) corrobora esta opinión. En este estudio, resumido en el Fig. 8, el número de
especies de vertebrados detectados en los ecosistemas naturales de la finca estudiada no superó al
número de especies en el conjunto de los ecosistemas modificados. Al contrario, la tercera parte de
las especies observadas ocurrió exclusivamente en los ecosistemas modificados.
Figura 8: Número de especies de vertebrados observadas en ecosistemas naturales (EN = monte
nativo y pastizales inundables) y ecosistemas modificados (EM = conjunto de islas de monte en
pasturas, corredores y bordes de monte, pasturas con islas, pasturas sin islas y cuerpos de agua -
tajamares), según Carlini et al. (1999).
Estos resultados indican que, una finca ganadera en su totalidad con varios biotopos, mucho borde
de monte, con tajamares que representan humedales artificiales y una fuente segura de agua,
también para animales silvestres etc., normalmente presenta mayor biodiversidad natural que el
monte seco nativo. Entonces en el Chaco no se sacrifica la biodiversidad con la producción
ganadera - hecho normalmente ignorado en los medios.
También la regeneración de árboles nativos, como por ejemplo Algarrobo y Carandá, en pasturas
viejas, una práctica cada vez más común en las fincas, contribuye claramente a la diversificación
del paisaje y de la vida silvestre y a la comodidad del ganado en pastoreo. Otras prácticas buenas de
manejo como por ejemplo el ajuste de la carga hacia niveles conservadoras, o dejar en pie de forma
selectiva algunos arbustos nativos con utilidad forrajera, o la implantación de la Leucaena en las
zonas donde persiste, pueden constituir aportes importantes para la diversidad biológica y al mismo
tiempo a la comodidad y a mejores condiciones del ganado.
La napa acuífera ¿está recargada bajo monte?
Es un prejuicio muy difundido que la deforestación restringa la recarga de la napa acuífera en el
Chaco. Lo contrario está correcto. Se ha podido comprobar en varios lugares y oportunidades que la
infiltración de agua de lluvia hacia la napa acuífera ocurre con mayor frecuencia e intensidad en
campos agrícolas y pasturas, que bajo monte nativo cerrado. El agua infiltrada forma lentes de
aguas potables someras encima de las aguas subterráneas salobres. Mediciones repetidas en
0
20
40
60
80
100
exclusiv. EN EN y EM exclusiv. EM
Número de especies registradas en
Mamíferos
Aves
Reptiles
Anfibios
Peces
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intervalos de 15 días durante 3 años, a lo largo de un gradiente espacial entre pastura sembrada y el
monte nativo, mostraron que la profundidad de la napa acuífera y su conductividad quedaban
mayores bajo monte que bajo pastura (Fig. 9), lo que demuestra infiltración repetida de agua de
lluvia hacia la napa bajo pastura, mientras bajo monte el agua de lluvia nunca llegó hacia la napa
(en aprox. 2,5 m de profundidad) en todo el período de observación.
Figura 9: Promedios de conductividad y de profundidad de la napa acuífera a través de 3 años de
observación a lo largo de un trayecto de 50 m de la pastura sembrada hacia el monte. Los números
en el eje de abscisas representan los números de pozos de observación (Glatzle et al. 2006).
Sin embargo, la recarga mayor de la napa bajo pastura puede resultar problemática en condiciones
específicas, es decir en lugares con muy alto nivel de la napa acuífera salobre. En estas condiciones
la mayor recarga puede producir la ascensión capilar del agua salobre a la superficie y así promover
la salinización de los suelos (como por ejemplo en los bordes de los campos bajos). Por esta razón
es importante dejar intacto cortinas prominentes de monte en los sitios susceptibles a la salinización
con alto nivel de la napa salobre.
Conclusión
El bienestar del ganado depende del clima, entre otros factores. Hay varias estrategias de mitigación
del estrés calórico y del frio para el ganado en pastoreo. Estas incluyen la selección de una genética
adaptada al clima y el ofrecimiento de sombra y protección mediante arboles e islas de monte en
cada potrero. Por otra parte, las afirmaciones presuntamente científicas de que la ganadería
contribuya al cambio climático, ampliamente divulgadas en todos los medios, están afectadas por
graves deficiencias metodológicas, de manera que no está justificado, bajo criterios estrictamente
científicos, sostener esta incriminación de los animales domésticos.
Con la ganadería no se sacrifica para nada la biodiversidad natural en el Chaco a condición que se
respete las disposiciones legales al dejar casi el 50% de cada finca ganadera en condiciones
prístinas o con alteración mínima en forma de reserva natural, cortinas, corredores e islas de monte.
Además, la habilitación de las fincas mediante el desmonte parcial y la implantación de pasturas
promueve la recarga de la napa acuífera con agua de lluvia.
108
108,5
109
109,5
110
110,5
111
111,5
23 24 25 26 27 28 29
Metr
os s
ob
re n
ivel
de m
ar
30
35
40
45
50
55
60
65
mS
/cm
Superficie profundidad conductividad
Pastura Monte
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Como consecuencia, las fincas ganaderas en el Chaco, manejadas según los criterios de buenas
prácticas están altamente productivas y perfectamente compatibles con el medio ambiente y el
bienestar del ganado. Representan naturaleza en producción.
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