-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS DE POLTICA ECONMICA
Osvaldo Nstor Feinstein*
I. INTRODUCCIN
El propsito principal de este trabajo es presentar sintticamente
un con- junto de paradigmas de poltica econmica importantes en la
discusin actual, considerando en cada caso el diagnstico, la
estrategia, el marco terico presupuesto y el marco sociopoltico
subyacente.^
Se espera que a partir de este esfuerzo de sntesis resultar
posible aprehender los enfoques en su totalidad y percibir tambin
las semejan- zas y las diferencias entre los mismos, as como sus
limitaciones. De este modo se intentar contribuir a la elaboracin
de polticas apropiadas (y a la crtica de las inapropiadas). Para
focalizar los esfuerzos tendientes a elaborar un marco sucedneo se
perfilan en la seccin final algunos rasgos de un paradigma
neoestructuralista.
El trabajo se inicia con una discusin acerca de la necesidad de
pa- radigmas en la elaboracin de la poltica econmica y la funcin de
los mismos. Las secciones siguientes presentan cuatro paradigmas de
poltica econmica: monetarismo, keynesianismo, economa de la oferta
y estruc- turalisrao. En la penltima seccin se considera el modo en
que los pa- radigmas presentados encaran la situacin de
estanflacin. La seccin fi- nal presenta otro enfoque: el
neoestructuralismo.
II. FUNCIN Y NECESIDAD DE PARADIGMAS EN LA ELABORACIN DE
POLTICAS ECONMICAS
Los paradigmas de poltica econmica (PPE) consisten en
repertorios de orientaciones bsicas que focalizan la atencin en un
conjunto limitado de variables independientes (instrumentos de
poltica econmica y varia- bles exgenas) y de variables dependientes
(objetivos de poltica econ-
Profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO). Agradezco pro- fundamente los valiosos comentarios de
Carlos A. Izurieta y el estmulo y las sugerencias de Reynaldo F.
Bajraj y Ruy de Villalobos.
^ Cabe aclarar que en el presente trabajo no se analizarn
experiencias de poltica econmi- ca sino algunos paradigmas vigentes
en su elaboracin y discusin. Son numerosos los estudios de casos de
poltica econmica en la Amrica Latina: investigadores asociados a
instituciones como CIEPLAN, CEDES, CIDE, IDES y CEPAL han producido
importantes trabajos; tambin hay un anlisis interesante de las
polticas de estabilizacin y sus consecuencias, con base en
experien- cias de la Amrica Latina, en Thorp y ^Tiitehead (1979) y
en PREALC (1982a).
99
-
100 EL TRIMESTRE ECONMICO
mica). El paradigma aporta una perspectiva y es como una lente a
travs de la cual se percibe la realidad. As, un monetarista
concentra sus es- fuerzos en el anlisis de la oferta monetaria y de
las "imperfecciones" del mercado; un keynesianista en el nivel de
la demanda efectiva; un ofertista en los impuestos que restan
motivaciones al ahorro, la inversin y el trabajo; un
estructuralista en las rigideces institucionales.
Estos paradigmas cumplen una funcin importante desde el punto de
vista de la economa de pensamiento, ya que reducen de modo drstico
la complejidad de lo real a un conjunto muy limitado de aspectos.
En esta forma se facilitan considerablemente tanto el diagnstico
como la formulacin de estrategias para la elaboracin de
polticas.
Cabe notar la interdependencia entre diagnstico y estrategia. El
diag- nstico es siempre intencionado; se lo formula desde una
perspectiva de- terminada consciente o inconscientemente. Incluso
cuando se limita a un mero inventario la descripcin implica una
seleccin" y sta a su vez pre- supone criterios de evaluacin. A
veces se cree que a partir de un diag- nstico "puro", de un estudio
"positivo" (sin componentes normativos) se pueden obtener lneas de
accin o elementos para una estrategia. Pero esto no es as. En
efecto, aun si se pudiera realizar tal estudio absoluta- mente no
normativo, constituira un salto lgico (un non seguitur) deri- var
recomendaciones. Como lo expresara David Hume, no es posible de-
rivar el "deber ser" a partir del "ser"; hacerlo es incurrir en el
llamado "sofisma naturalista".^ Para derivar recomendaciones de
poltica es nece- sario que se introduzcan premisas valorativas en
alguna parte del argu- mento. Lo que puede suceder (y sucede con
frecuencia) es que dichas premisas estn implcitas.
Algunos autores han credo necesario que dichas veJoraciones sean
explicitadas por quienes formulan las recomendaciones. Pero es
cuestiona- ble la viabilidad de esta tarea. Lo importante es que se
perciba con cla- ridad que toda recomendacin de poltica econmica
implica determi- nado(s) juicio(s) de valor, y como corolario, que
al cambiar los juicios de valor pueden (aunque no necesariamente)
cambiar las recomendacio- nes. La explicitacin de estos juicios de
valor podr hacerse ms eficaz- mente por los crticos de las
posiciones que por sus defensores.
En resumen, todo paradigma selecciona un conjunto de variables
en las cuales centra la atencin. Considera algunas de stas como
indepen- dientes y otras como dependientes. Y esta seleccin
generalmente se en-
2 Cf. Sen (1980). 3 Cf. Ferrater Mora (1979), cap. 3.
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 101
cuentra asociada a una visin del sistema. Una visin del modo en
que funciona el sistema (un modelo de diagnstico) y del ncleo de
polticas y orientaciones bsicas (estrategia). El diagnstico
proporcionar insu- mos clave para la estrategia; a su vez la
estrategia condiciona el tipo de diagnstico que se lleva a cabo
("diagnstico intencionado"). El cuadro siguiente sintetiza la
discusin:
CUADRO 1. Componentes de los paradigmas de poltica econmica
variables independientes
exgenas instrumentos
Nivel analtico < J, variables dependientes
intermedias objetivos
{Diagnstico 4- t
Estrategia
Hay pues una visin del funcionamiento del sistema que
corresponde tanto a un conjunto de variables como de relaciones que
vinculan dichas variables entre s. O sea que estas relaciones
analticas guardan corres- pondencia con una visin sinttica del modo
de funcionamiento del sis- tema (por ejemplo, con el sistema de
precios como un sistema de equili- brio, o con la oferta monetaria
como una variable exgena).
Por cierto estas visiones estn apoyadas en razonamientos
econmicos. Sin embargo, cabe observar que en algunos casos este
apoyo es ilusorio y que en rigor la teora invocada a veces incluso
aporta argumentos en sentido contrario de los que se pretenden
fundamentar. Este ser uno de los aspectos que el presente trabajo
intentar demostrar.
Los paradigmas constituyen marcos orientadores que dirigen la
aten- cin de modo selectivo. Y es precisamente en esta selectividad
donde radica la fuerza y la debilidad de los paradigmas; la fuerza,
porque simplifica la complejidad de lo real, suministrando un
repertorio de pre- guntas y de pautas a seguir en su respuesta (por
ejemplo preguntas acer- ca de la asignacin de recursos y respuestas
en trminos del modo de funcionamiento del mercado); la debilidad,
porque en algunas situacio- nes determinadas las preguntas que el
paradigma sugiere pueden ser irre- levantes y lo mismo puede
ocurrir con el tipo de respuestas hacia el cual
-
102 EL TRIMESTRE ECONMICO
se orienta el PPE ; en estos ltimos casos lo que queda en el
umbral puede ser ms importante que el campo de atencin iluminado
por el paradigma.
Las secciones siguientes de este trabajo presentarn un conjunto
de paradigmas. En las experiencias de poltica econmica se presentan
casos en los cuales resultara difcil identificar el paradigma
dominante. Las polticas requieren a veces compromisos entre grupos
sociales y el resul- tado puede ser un hbrido de filiacin
paradigmtica cuestionable. Sin embargo, hay casos en que la
hegemona de un paradigma es ntida (lo cual est asociado con la
conformacin del bloque en el poder) ; adems, con frecuencia en la
discusin sobre poltica econmica se encuentran gru- pos que se
adhieren prcticamente sin reservas a alguno de los paradig- mas por
presentar. Por ello parece conveniente realizar una presentacin
sinttica de los mismos con el fin de posibilitar su aprehensin
global y tratando de identificar sus potencialidades y sus
limitaciones. No se pretender realizar una evaluacin de los
resultados de la aplicacin de estos paradigmas, tarea que excede
los lmites de este artculo.*
in. MONETARISMO
Su estrategia consiste en el corto plazo en una poltica
antinflacionaria basada en el control de la oferta monetaria, y en
el mediano y largo plazos en la plena liberalizacin de los
mercados, incluyendo la reduc- cin (y eventualmente la eliminacin)
de aranceles y subsidios. De este modo se intenta detener el
proceso inflacionario y orientar los recursos en funcin del sistema
de precios, y por lo tanto de acuerdo con esta doctrina conforme a
las ventajas comparativas. El monetarismo pre- senta matices que
sern considerados en los prrafos siguientes. Pero los aspectos
sealados son comunes a sus distintas versiones, y sirven de in-
troduccin a su diagnstico intencionado.
El diagnstico asociado a esta estrategia interpreta que la raz
del proceso inflacionario est en la creciente sobrexpansin de la
oferta mo- netaria, que viabiliza una permanente presin de demanda
en el mercado de bienes y servicios. Cabe distinguir dos versiones
del monetarismo con- forme al carcter endgeno o exgeno de la oferta
monetaria.
El anlisis (y las polticas) con base en el carcter exgeno de la
oferta monetaria ha sido considerado por algunos autores como el
rasgo distintivo del monetarismo.'' Esta variante est asociada a la
teora cuan-
* Vase nota 1. = Vase Brunhoii (1982).
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS va
titativa del dinero que en una versin dinamizada y segn
supuestos es- pecficos de la direccin causal entre las variables
vincula los incrementos en los precios a los aumentos en la
cantidad de dinero. En efecto, par- tiendo de la "identidad
fundamental"
MV = PQ,
se tiene (tomando logaritmos y derivando respecto al tiempo)
suponiendo entonces
resulta
donde:
M/M + V/V = P/P + Q/Q;
V/V = Q/Q = O,
M/M = P/P
M: cantidad de dinero, V'. velocidad de circulacin, P: nivel de
precios, Q: producto,
M/M: cambio porcentual en la cantidad de dinero, etctera.
(1)
(2)
(3)
si adems se supone que la direccin causal va de {M/M) a {P/P)
hi- ptesis bsica cuya verificacin plantea problemas economtricos
mucho ms dbiles de los que originariamente se crea* se tiene
entonces
{M/M) -^ {P/P) (4)
Ntese que cualquier desviacin de la tasa de crecimiento de los
pre- cios con respecto a la oferta monetaria puede acomodarse en
este esque- ma en trminos de variaciones en la velocidad de
circulacin (o sea, V/V =Q), hiptesis ad hoc frecuentemente invocada
por los moneta- ristas.
Adems, resulta evidente que en este enfoque la regulacin de la
in- flacin slo podra efectuarse a travs de la regulacin de la
oferta mone-
Cf. Jacobs, Leamer y Ward (1979).
-
IM EL TRIMESTRE ECONMICO
taria/ cuya tasa de crecimiento se accionara como una "palanca".
El argumento puede tambin ilustrarse como en la grfica 1.
GRFICA 1. Tasa de inflacin determinada por la tasa de
crecimiento de la oferta monetaria (paradigma monetarista, variante
1)
TosQ de Inflacin
P/P ?, (o/, (P/P)
(P/P)
(M/M)^ (M/M)^
P/P -- M/M
Toso de crecimiento de lo oferto monetorio M/M{%)
Como se observa en la grfica 1, para reducir la tasa de inflacin
de
(P/P) o a (P/P)i habr de reducirse la tasa de crecimiento de la
oferta monetaria de (M/M)o a (M/M)i; pero cmo reducir esta ltima?
La respuesta en trminos de un uso menos intensivo de la "mquina
impre- sora" revela cierta ingenuidad y desconocimiento del modo en
que se crea dinero en una economa real. Y si bien la posicin
expuesta est bastante divulgada tanto entre economistas
monetaristas como entre el pblico lego, conviene reservar a la
misma el calificativo de "monetarismo vulgar" y pasar a considerar
otra variante del monetarismo en la cual la oferta mo- netaria no
es exgena.
Esa corriente considera que la expansin de la oferta monetaria
se debe a la necesidad de financiar un dficit creciente del sector
pblico, originado a su vez en una expansin del gasto pblico ms all
de las posi- bilidades de financiamiento con impuestos. El
argumento se puede expo- ner adicionando dos paneles a la grfica
anterior; se tiene as la grfica 2. O sea que en esta variante del
monetarismo la oferta monetaria es endge- na * y est determinada en
ltima instancia por el ritmo de crecimiento del gasto pblico (se
supone que la elasticidad del gasto respecto al PIB es
^ En este paradigma una expansin de la cantidad de dinero es
condicin necesaria y sufi- ciente de la inflacin. Hahn (1982) ha
mostrado que esto es incorrecto.
* La endogeneidad de la oferta monetaria ha sido considerada en
Olivera (1970); cf. tam- bin Kaldor (1982), p. 47.
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 105
GRFICA 2. Tasa de inflacin determinada por la tasa de
crecimiento de la oferta monetaria, que a su vez es determinada por
el crecimiento del
dficit fiscal y ste por el crecimiento del gasto pblico Toso de
inflocidn
[P/P)
(C/G) Taso de crecimiento i del gasto pblico '
D/D- h(G/G}
P/P- (M/M)
(D/D) Tasa de crecimiento del dficit fiscol
(M/M) Tasa de crecimien to de lo oferto mo nefario
/W/M-- f(D/D)
superior a la elasticidad de los tributos con respecto al PIB
cuando ste crece, y que cuando la tendencia del PIB es negativa los
impuestos se con- traen pero que no ocurre lo mismo con los gastos,
o que estos ltimos se reducen a una tasa menor).
En esta variante del monetarismo la reduccin del crecimiento de
la oferta monetaria requiere una reduccin en el dficit fiscal y
esto se lo- grara a travs de una desaceleracin del crecimiento del
gasto pblico. En tanto el gasto pblico sea utilizado como una
medida de la dimensin del sector pblico (o en indicadores en los
cuales aparezca como nume- rador) el requisito anterior se traduce
en la necesidad de disminuir su tamao.
Los prrafos precedentes (que se refieren a aspectos macroeconmi-
cos del monetarismo) ilustran de paso el modo en que diagnstico y
es- trategia estn ntimamente relacionados. A su vez dichos aspectos
macro- econmicos se complementan en esta visin con consideraciones
microeco- nmicas acerca del papel del sistema de precios en la
asignacin de los recursos. As, los problemas que se encuentran en
una economa dada son
-
106 EL TRIMESTRE ECONMICO
atribuidos a las interferencias con el funcionamiento del
sistema de pre- cios, cuyas "seales" alteradas por las
distorsiones-imperfecciones del mercado "llevan por mal camino" a
los agentes econmicos. Por ejem- plo, si el ahorro privado es
reducido respecto al ahorro necesario para alcanzar una tasa de
crecimiento que se considera adecuada, eso se de- bera a que la
tasa de inters no es suficientemente elevada, lo cual a su vez se
explicara por la regulacin estatal; de igual modo, si se pre- senta
escasez de algn bien sta se atribuira a las imperfecciones del
mercado, que impiden que el precio del bien respectivo pueda llegar
al grado en el cual los productores estaran suficientemente
estimulados para producir y vender la cantidad necesaria que
elimine la escasez. Por lo tanto, el papel del Estado sera
fundamentalmente asegurar el buen fun- cionamiento del mercado con
el mnimo de interferencia posible.
Cabe destacar que en ambas variantes del monetarismo* las altas
ta- sas de inters desempean un papel central en la desaceleracin
del cre- cimiento de la demanda agregada: por la consiguiente
limitacin del cr- dito para consumo y por el estmulo al ahorro. Al
mismo tiempo, es de hacer notar que estas polticas de altas tasas
de inters han tenido entre otras consecuencias el desarrollo
vertiginoso de actividades de especula- cin financiera, que
corresponden al gnero de las "actividades directa- mente
improductivas realizadas con el fin de obtener ganancias" (DUP
activities) ^'' El surgimiento y el desarrollo de estas actividades
impro- ductivas inducidas por las polticas seguidas han desviado
recursos desde las actividades productivas, con la consiguiente
contraccin del conjunto de posibilidades de la economa (y la
resultante prdida de bienestar).
Un efecto adicional de la poltica de altas tasas de inters es
que cuando sta tiene lugar junto con un tipo de cambio invariable
(o que aumenta pero no tanto como para anular el diferencial de
tipo de inters interno y externo), la entrada de capitales a que
dicha poltica puede dar lugar incrementa las reservas y genera una
expansin de la oferta mone- taria (o sea, precisamente lo que la
poltica monetarista deseaba evitar).^^
Ntese que aun cuando es posible que el crecimiento as inducido
de M lleve a una reduccin de la tasa de inters y consiguientemente
del di- ferencial entre tipos de inters que (en las condiciones
supuestas) origi-
' Ntese que las dos variantes difieren sobre los determinantes
del crecimiento de la oferta monetaria, pero no consideran los
distintos efectos de la expansin de los agregados monetarios
asociados a las distintas formas en que tiene lugar dicha expansin.
Cf. Tobin (1982), p. 13.
1" Vase Bhagwati (1982). ^1 Para una consideracin general de la?
interrelaciones entre esas variables, cf. Dornbusch
('1981). Sobre el modo en que dicho mecanismo ha operado en la
Amrica Latina, cf. por ejem- plo Cline (1981).
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 107
naba los movimientos de fondos, los resultados finales de esta
cadena de efectos no pueden predecirse apriorsticamente. Adems,
independiente- mente de dichos resultados en este paradigma se
trata de limitar la ex- pansin de la oferta monetaria, dada la
supuesta correspondencia biun- voca entre su ritmo de expansin y el
crecimiento de los precios. Si los efectos mencionados ai comienzo
de este prrafo se verifican en la prc- tica, traducindose en una
reduccin del crecimiento de los precios por la disminucin de las
tasas de inters, se tratara en ese caso de un re- sultado opuesto
al esperado en el contexto del paradigma monetarista (ya que
implicara que la tasa de inflacin se movera en sentido opuesto con
las variaciones de la oferta monetaria).
Tambin es de hacer notar los "efectos perversos" de corto plazo
so- bre la oferta de bienes y servicios que tiene una poltica
crediticia restric- tiva en pases en que una proporcin
significativa de los costos variables (correspondientes al capital
de trabajo, en particular insumos y salarios) es financiada a travs
del crdito. En estos casos el costo del crdito cons- tituye parte
de los costos de produccin y los aumentos que se verifiquen en
dichos costos sern traspasados a los precios. Por ello, el efecto
inicial de una reduccin en el crecimiento monetario puede ser
inflacionario.^* El efecto neto depender de las condiciones
particulares en que se encuen- tre la economa en cuestin. Para
determinar el signo de dicho efecto neto (y a fortiori su magnitud)
una vez ms ser necesario realizar estudios empricos (o tomar en
cuenta los ya realizados si los hubiera y si fueran
apropiados).
1. El marco terico subyacente
Adems de sobre la teora cuantitativa del dinero el monetarismo
se asienta sobre un trpode terico: i) la teora del equilibrio
econmico, ii) el principio keynesiano de la demanda efectiva
agregada y iii) el en- foque monetario de la balanza de pagos.
Para comenzar con la teora del equilibrio econmico es
conveniente recordar la recomendacin sobre la liberalizacin de los
mercados: en la medida en que los mercados operen libres de
imperfecciones las decisio- nes basadas en los precios de mercado
llevarn a una asignacin ptima de los recursos econmicos. Por lo
tanto, eliminad las imperfecciones del mercado! Liberad los
mercados!
Se ha invocado como fundamento de esta recomendacin la teora del
^- C. Wijnbergen (1982) y las referencias all citadas.
-
108 EL TRIMESTRE ECONMICO
equilibrio econmico (o incluso la teora econmica en su
totalidad), pero lo nico que parece sensato discutir es hasta qu
punto la teora econmi- ca tradicional sirve o no de fundamento a
dicha recomendacin.
Para expresarlo brevemente, la pretensin de que la teora del
equi- librio econmico sirve de fundamento a la liberalizacin de los
mercados en las economas contemporneas constituye un caso del
sofisma de la concrecin no atingente.
En rigor, desde Adam Smith en adelante se han ido explicitando
las condiciones en las cuales se verifica que la optimizacin
descentralizada conduce al ptimo del sistema. A medida que se ha
ido avanzando en dicha explicitacin el carcter contrario a lo
intuitivo del teorema funda- mental ha devenido cada vez menos
sorprendente, y ms alejadas sus premisas fundamentales de las
condiciones que se presentan en la rea- lidad.
Es interesante observar que aun la formulacin del mismo Adam
Smith, cuando es analizada en profundidad, "no puede invocarse en
pro de lo que comnmente se designa como sistema capitalista" *'
sino a un sistema de productores independientes o de cooperativismo
competitivo.
Adems, desarrollos tericos de las ltimas dcadas, como el teorema
del segundo mejor, han cuestionado que incluso movimientos en
direccin a un sistema de mayor liberalizacin sean recomendables en
trminos de incrementos en el bienestar." Si la liberalizacin no
puede ser completa entonces la recomendacin de una liberalizacin
(incompleta) no necesa- riamente conducir a una mejor situacin. En
todo caso el resultado po- sitivo habr que demostrarlo y no son
vlidas las alusiones al argumento de origen smithiano acerca de las
ventajas de una economa de mercado.
Por otra parte cabe destacar que en la teora econmica del
equilibrio no se deben dar por sentadas ni la existencia ni la
unicidad del equilibrio, ni tampoco su estabilidad y optimalidad.
Por lo tanto, afirmaciones fre- cuentes en el sentido de "dejar que
el mercado alcance automticamente su equilibrio" carecen de
respaldo terico y llevan a una poltica pasiva por parte del Estado.
Es de hacer notar que este tipo de poltica pasiva en un contexto de
especulacin activa y desestabilizadora puede incrementar
notablemente el costo del ajuste.
En sntesis, las recomendaciones sobre la liberalizacin de los
mer-
" Olivera (1977), p. 94. " C/. Lipsey y Lancaster (1957), Di
Telia (1973) y McKinnon (1973): es interesante se-
alar que los seguidores latinoamericanos de McKinnon,
partidarios de la liberalizacin, gene- ralmente olvidan las
salvedades formuladas por su maestro a las aplicaciones parciales
de las recomendaciones que derivan de su anlisis.
-
NEOESTRUCTURAUSMO Y PARADIGMAS 109
cados no encuentran sustento terico general en la teora
econmica. Ad- virtase tambin que habr que analizar en cada caso las
caractersticas de los mercados. La referencia a "la teora" no
debera sustituir el an- lisis de las situaciones concretas.
Con respecto a la conexin del "enfoque monetario de la balanza
de pagos" (EMBAP) con el monetarismo, dicho anexo aparece en la
adapta- cin del monetarismo al caso de una economa abierta. De
acuerdo con el EMBAP los problemas de la balanza de pagos son
esencialmente moneta- rios; el dficit de la balanza de pagos se
originara en una expansin del crdito interno ms acelerada que la
deseada por el pblico para sus sal- dos monetarios.^' El proceso de
ajuste ante una devaluacin operara de la siguiente manera:
disminuiran los saldos monetarios reales, crendose una brecha entre
los saldos deseados y los disponibles. Para reacomodar sus
tenencias de dinero los agentes econmicos disminuiran sus gastos
(reduciendo las importaciones en proporcin directa con el grado de
sus- tituibilidad entre importables y bienes nacionales), y
aumentaran las ex- portaciones. Cuando los saldos monetarios reales
llegaran al nivel prede- valuacin finalizara el proceso de ajuste,
restablecindose el equilibrio buscado.
Un supuesto necesario para que el ajuste proceda en la forma
descrita es que la disminucin de los saldos monetarios reales no
ocurra conjunta- mente con una reduccin en la misma o una mayor
magnitud de los sal- dos deseados. En caso contrario la brecha
tendra signo opuesto o no existira. Pero la devaluacin genera
expectativas de prdida en el poder adquisitivo del dinero, y por lo
tanto se eleva el costo de oportunidad de mantener una posicin
lquida en la moneda que se deprecia. Cuanto ma- yor sea la
expectativa de deterioro en el valor de la moneda, ceteris pari-
bus, tanto menores sern los saldos deseados, y en esta forma se
neutra- lizara el proceso de ajuste al que se hizo
referencia.^'
Adems de problemas relativos a la consistencia del EMBAP,^^ cabe
advertir que ste deja en la sombra los aspectos vinculados con
efectos distributivos, empleo, trminos del intercambio y
endeudamiento externo.
En cuanto a la relacin del monetarismo con el enfoque
keynesiano, a primera vista puede no resultar claro que el segundo
sea uno de los fundamentos tericos del primero. Esto tal vez se
deba a que el moneta- rismo est asociado a posiciones ideolgica y
polticamente ms conser-
" Cf. Johnson (1976), y Freidtel y Johnson (1976). '* Este
argumento se desarrolla en Feinstein (1976). " Vanse Hahn (1977), y
Kreinin y Officer (1978).
-
no EL TRIMESTRE ECONMICO
vaderas que el keynesianismo (aun cuando esta correspondencia
entre pa- radigmas de poltica econmica e ideologas no sea biunvoca)
.'^
La relacin se aclara cuando se advierte que para los
monetaristas la inflacin se explica en trminos de una demanda
agregada excedente (via- bilizada por la expansin de la oferta
monetaria). Y la estrategia asocia- da a este diagnstico es
contraer la demanda agregada va una reduccin del dficit fiscal
(fundamentalmente a travs de una disminucin del gas- to pblico y de
un incremento, hasta donde sea posible, de los impuestos,
desarrollando adems una poltica de dinero escaso y caro). Ntese que
la estrategia opera a travs de la regulacin de la demanda agregada,
como en el enfoque keynesiano. Puesto que ste ser tratado ms
adelante, pasamos ahora a considerar el marco sociopoltico del
monetarismo.
2. El marco sociopoltico
Las polticas de austeridad correspondientes al paradigma
monetaris- ta generan respuestas sociales y polticas por parte de
los grupos afecta- dos que pueden llevar (y han llevado por lo
general) a una reversin en las mismas polticas econmicas. En la
formulacin de las polticas mo- netaristas frecuentemente no se toma
en cuenta (o no se le asigna impor- tancia) al marco sociopoltico.
Pero puesto que esas polticas econmicas tienen repercusiones
sociopolticas que a su vez generan consecuencias econmicas, dicha
omisin constituye un error incluso en un anlisis li- mitado a lo
econmico.
Es como si las polticas se formularan con un modelo mal
especifica- do (en el sentido economtrico del trmino). No es que
resulte impres- cindible formular un modelo que incluya estos
aspectos de modo expl- cito (aunque esta es una tarea que ya ha
sido intentada) ;^^ lo importante es tener presente que la
distincin entre economa, sociedad y poltica es fundamentalmente una
til distincin analtica, pero que la poltica eco- nmica no es slo
"econmica" sino tambin "poltica". Y esas dimen- siones de la
realidad social estn articuladas sistmicamente.^" Por lo tanto,
polticas que tengan un efecto sobre la economa podrn generar
^^ Dicha correspondencia se verifica de un modo aproximativo,
pero no es una correspon- dencia necesaria; vase Cobham (1978).
^^ Por la autodenominada contemporary political economy; vase
Hibbs (1981). Cabe sea- lar que la mayor parte de los trabajos
contenidos en dicho libro estn escritos por cientficos
poltico?.
^'' La visin sistnca de la realidad es presentada con claridad
por Bunge (1980). Por cierto, la interrelacin de los aspectos
sociales y polticos ha sido fundamental en la obra de G. Myrdal y
en la de Prebisch; vase Prebisch (1981).
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 111
repercusiones sociopolticas que a su vez tienen consecuencias
econmi- cas. Y estos "efectos econmicos indirectos" incluso han
sobrecompensa- do frecuentemente los directos (por ejemplo, para
reducir el dficit fis- cal con el fin de disminuir la inflacin se
elevan las tarifas de servicios pblicos y esto genera un movimiento
social de protesta que para ser con- trolado requiere un reajuste
salarial cuyos efectos inflacionarios son ma- yores que la reduccin
alcanzada por la variacin en las tarifas).
De ah que aun si el foco de inters est centrado exclusivamente
en los aspectos econmicos resulta cuestionable omitir el feedback
originado en los efectos sociopolticos.
Pnltirnc Efectos econmicos Efectos socio- polticos
'
Por ltimo cabe observar que en algunos casos los efectos
sociopol- ticos son deliberadamente buscados. As, las polticas
recesivas han sido percibidas como eficaces para "disciplinar" a la
clase trabajadora, dada la relacin inversa entre poder sindical y
desempleo. Estos son efectos sociopolticos buscados deliberadamente
por sus consecuencias sobre la fuerza de negociacin de los
trabajadores.^^ De paso esto revela que el empleo, el cual algunos
gobiernos que siguen polticas monetaristas pue- den presentar como
objetivo, es en este enfoque un instrumento para la poltica
antinflacionaria, que es la esencia del paradigma monetarista.
IV. LA ECONOMA DE LA OFERTA (OFERTISMO)
En varios trabajos crticos no se distingue al monetarismo del
ofertismo. Por cierto ambos enfoques corresponden a polticas
conservadoras. Pero presentan importantes diferencias que conviene
tomar en cuenta, sobre todo porque el ofertismo es un paradigma que
est difundindose rpi- damente en la periferia y sobre el cual se
dispone de poca bibliografa.^^
21 Aun cuando en un trabajo interesante Lagos y Tokman (1982)
afirman que estos efec- tos no son buscados hay pruebas en sentido
contrario. Vanse por ejemplo Canitrot (1981), Foxley (1982),
Bninhoff (1982) y Kaldor (1982). Esto no significa que todos los
resultados corresponden a efectos buscados; un ejemplo de efectos
no buscados asociados a las polticas monetaristas sera el aumento
en el tamao del Estado (como resultado del proceso de concen-
tracin y centralizacin del capital, y la posterior quiebra y la
absorcin de los grupos eco- nmico-financieros por parte del
Estado). Este proceso ocurri en los ltimos aos en Chile y la
Argentina; c/. por ejemplo Schvarzer (1982).
22 Cabe destacar especialmente el trabajo de Hailstones (1982) y
el de Jameson (1980).
-
112 EL TRIMESTRE ECONMICO
En cuanto al diagnstico, de acuerdo con este paradigma, la clave
de los problemas radica en la falta de motivaciones para producir,
aho- rrar e invertir. La causa bsica sera el exceso de regulacin
estatal, y en particular los impuestos. Ello explicara la inflacin
(por regulaciones crecientes) y las limitadas posibilidades de
empleo (por el nivel de las regulaciones).
Estrechamente asociada a ese diagnstico est la estrategia; a
travs de reducciones en las tasas impositivas y en los tipos de
inters se con- seguir reactivar la economa, estimulando la inversin
y la produccin (y por consiguiente el empleo).
La mayor actividad econmica generada a travs del impulso confe-
rido por la reduccin en las tasas permitira aumentar los impuestos
re- caudados, lo que contribuira a facilitar la disminucin de los
tipos de inters (al reducirse la necesidad de financiar el dficit
del sector pbli- co). La estrategia se complementara con una
progresiva eliminacin del control estatal sobre las actividades
econmicas.
Respecto al marco terico subyacente cabe observar en primer
lugar que el ofertismo, al igual que el monetarismo, pretende que
la teora del equilibrio econmico constituya uno de sus pilares
tericos. Pero consi- deraciones anlogas a las formuladas en la
seccin precedente se aplican en el caso del ofertismo, que debera
encontrar su fundamento en otro conjunto de proposiciones.
No obstante corresponde sealar que en tanto el monetarismo est
aso- ciado a una concepcin en que la inflacin se origina en
presiones de demanda, el ofertismo destaca aspectos vinculados con
la oferta. Y en ese sentido presupone una funcin de oferta agregada
cuyas principales variables seran las tasas impositivas y las de
inters. En smbolos,
o = f (i, t) o = nivel de la oferta agregada i =z tasa de inters
t ^ tasa impositiva
Si bien esta funcin no ha sido planteada explcitamente, est sub-
yacente en el enfoque. Adems, en este enfoque
P = P{o) E = E{9)
-
donde
y por lo tanto:
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS
F 1= nivel de precios E = nivel de empleo
113
P = Pii, t) E = gii, t)
Estas mismas funciones, tomando sus variables en trminos de
incremen- tos, permiten vislumbrar sintticamente la estrategia
asociada a este pa- radigma. Dichas funciones se presentan a travs
del siguiente diagrama de flujo:
Reduccin de / 1
Reduccin de P -0 de la tosa de inflocion-
Incremento de 0
Reduccin de / Aumento del E
Una relacin complementaria de las anteriores (y que a diferencia
de ellas ha sido planteada explcitamente) es la que vincula el
monto de los tributos recaudados con la tasa impositiva:
r = r() T =?tributos recaudados
La "economa de la oferta" supone que T aumentara si baja la tasa
de tributacin. Ms precisamente se supone que hay una tasa
impositiva *, asociada a un nivel f*, tal que para tasas mayores
que * los impues- tos que se recaudarn sern inferiores a 7**,
ocurriendo lo inverso para tasas inferiores a *; es decir,
T^T (), r < O para t < t* r > O para > *
Ntese que en las ecuaciones precedentes se supone que la oferta
agre- gada presenta una elasticidad negativa y significativa con
respecto a la
-
114 EL TRIMESTRE ECONMICO
tasa de inters y a la tasa impositiva, y que la elasticidad de
los tributos recaudados con respecto a la tasa impositiva es
negativa (que correspon- de a la rama descendente de la curva vase
grfica 3). Estas son proposiciones empricas, y si no se cuenta con
los respectivos estudios las recomendaciones de este enfoque
carecen de sustento.
Finalmente, un aspecto adicional que vale la pena destacar es
que en este paradigma la relacin entre las variaciones en la tasa
impositiva y en el incremento de la oferta est mediatizada por el
aumento en la in- versin asociado a la disminucin de las tasas
impositivas y a las tasas de inters ms bajas. Nuevamente se trata
de relaciones que requeriran fundamentacin a travs de trabajos
empricos especficos.
A modo de resumen, las relaciones planteadas y sus
especificaciones cualitativas se presentan en la grfica 3, cuyo
segundo cuadrante corres- ponde a la relacin entre los impuestos
recaudados y la tasa de tributa- cin (la llamada curva de
Laffer):
GRFICA 3. Relaciones bsicas entre oferta agregada, inversin,
tasas de tributacin y tasa de inters, segn la economa de la
oferta
Tasa impositivo
'., < '/?
T Tributos recoudodos
Inversin
Oferto agregado
En cuanto al marco sociopoltico, aun cuando para este paradigma
tambin valen las consideraciones formuladas al tratar el
monetarismo es necesario efectuar algunas precisiones adicionales.
Esto es as por
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 115
cuanto en este enfoque se recomiendan reducciones de tasas de
inters y de impuestos, lo que lleva a que los grupos sociales que
se benefician con el ajuste varen (ntese, de paso, que
habitualmente se hace referen- cia al costo del ajuste; pero
algunas polticas de ajuste producen [o au- mentan] los beneficios
de ciertos grupos).
En tanto el monetarismo beneficia en principio a la fraccin
finan- ciera de la clase capitalista, el ofertismo favorece a las
fracciones no fi- nancieras de esa clase (en particular el capital
industrial y el agrario) y tambin a los pequeos productores (que
pueden ser utilizados ideolgi- camente para ampliar el apoyo a
estas polticas).
V. EL PARADIGMA KEYNESIANO
Este es otro de los paradigmas de poltica econmica importantes
en la discusin actual. Hasta la dcada de los setenta era el
dominante. Pero al terminar el periodo de expansin de la posguerra
y al comenzar una fase de recesin con inflacin (estanflacin) comenz
el cuestionamiento de este paradigma. La estanflacin apareci como
una anomala: no era explicable en el marco de dicho modelo.
En esta seccin se entender por keynesianismo las polticas cen-
tradas en el manejo de la demanda agregada, fundamentalmente a tra-
vs de la poltica fiscal. Cabe destacar, por un lado, que estas
polticas son muy anteriores a Keynes,^' y por otro lado, que en
Keynes hay ele- mentos para una interpretacin ms amplia y rica,
subrayando aspectos de informacin, lo que ha dado lugar a una
interesante distincin y dis- cusin entre la economa de Keynes y la
economa keynesiana. Tambin es de hacer notar que Keynes no dej de
considerar la oferta agregada. No obstante, desde el punto de vista
del anlisis y la discusin de la pol- tica econmica actual resulta
conveniente la acepcin ms restringida de "keynesianismo" con que se
inicia este prrafo.
1. Diagnstico
El centro de la atencin es ubicado por este paradigma en el
nivel de la actividad econmica y su determinacin a travs de la
demanda efec- tiva agregada. As, una situacin de recesin se explica
en trminos de un bajo nivel de la demanda efectiva, en tanto que la
inflacin se explica
^^ Por ejemplo CipoUa en Topolskii (1981) muestra la aplicacin
de estas polticas an- tes del siglo xviii en Florencia.
-
116 EL TRIMESTRE ECONMICO
como resultado de un nivel demasiado elevado (respecto a la
capacidad productiva instalada) de la demanda efectiva. De ah que
la coexistencia de inflacin con recesin sea una fuente de
perplejidad para quien ob- serva el mundo real con la lente
keynesiana.
Un indicador clave que se deriva del enfoque es el grado de
capaci- dad ociosa. Su magnitud indica el margen de expansin del
nivel de ac- tividad con base en incrementos de la demanda efectiva
para un dado nivel de capacidad instalada. Es interesante destacar
que una de las cr- ticas frecuentes a este enfoque en su aplicacin
al caso de los pases no desarrollados es que el mismo se origin en
una economa industrial cen- tral en fase depresiva y condiciones
deflacionarias, y que por lo tanto es inaplicable a las economas
perifricas. Este razonamiento constituye un caso del "sofisma
gentico", ya que en los pases no desarrollados el fenmeno de la
capacidad ociosa es tambin muy importante.
De hecho esto es algo que numerosos trabajos empricos han
compro- bado tanto en la Amrica Latina ^* como en otras regiones;
la combinacin de economas de escala y tamao reducido de los
mercados (dada la evo- lucin de la tecnologa en los centros, la
modalidad de su incorporacin en la periferia y la distribucin
concentrada del ingreso)" seran fac- tores clave que explicaran
este fenmeno de capacidad ociosa en econo- mas perifricas. As, en
estas situaciones tpicas de los pases no desarro- llados (y
diferentes de las caractersticas de los pases centrales en fun- cin
de las cuales se desarroll el enfoque keynesiano) la subutilizacin
de la capacidad instalada tambin es un aspecto central.
2. La estrategia
El aspecto fundamental de la estrategia del keynesianismo
consiste en una intervencin estatal tendiente a regular la demanda
efectiva, particu- larmente a travs del gasto gubernamental. El
objetivo bsico es alcanzar un alto nivel de empleo (un bajo
desempleo).
En una situacin de estancamiento una estrategia compatible con
(y en cierta forma sugerida por) este paradigma sera una expansin
de la demanda efectiva a travs de un aumento en los salarios. Es
interesante notar que esto sera anatema para otras corrientes que
perciben en los salarios fundamentalmente un factor de costo y no
el aspecto ingresos, como es el caso en el enfoque keynesiano.
-* Cj. Schydlowsky (1980) y las referencias all! citadas. 3 En
un contexto algo diferente este argumento es elaborado por Merhav
(1972).
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 117
3. El marco terico
El modelo de anlisis supone fija la capacidad productiva
instalada y variable el grado de utilizacin de dicha capacidad,
segn la demanda efectiva agregada. En esas circunstancias se supone
que si hay recesin una expansin de la demanda agregada dinamizaria
la economa con un efecto multiplicador.
Cuanto mayor sea el grado de subutilizacin de la capacidad (en
par- ticular cuanto mayor sea la elasticidad de la oferta) mayor
ser el mar- gen para que esta poltica pueda aumentar el nivel real
de la actividad sin generar presiones inflacionarias. A medida que
se va utilizando la ca- pacidad ociosa se ira reduciendo el efecto
real de esta poltica.
Se supone tambin que el gasto pblico no afectar negativamente el
componente privado de la demanda (esto es, que no habr crowding
out), ni por las actividades en que intervendra el Estado ni por
los recursos que utilizara en dichas actividades. El caso ms
favorable para este pa- radigma sera aquel en el cual el gasto
gubernamental generara economas externas que incrementaran la
eficiencia marginal del capital y consi- guientemente estimularan
la inversin privada.
Se ha sostenido que en tanto el problema bsico de las economas
desarrolladas consiste en posibilitar un mayor grado de utilizacin
de sus capacidades productivas, el problema de los pases
perifricos, en cam- bio, es la deficiencia de la capacidad
productiva."' Pero esta distincin es cuestionable, ya que en una
economa en la cual la perspectiva de lucro es fundamental y est
ligada a la disponibilidad de mercados, la insufi- ciencia de
demanda efectiva gravitar negativamente tanto sobre la in- versin
como sobre el grado de utilizacin de la capacidad existente. De
esta manera los problemas de insuficiencia de demanda efectiva y
sub- utilizacin de capacidad instalada son importantes en el corto
y en el lar- go plazos.^'
Finalmente cabe observar que el paradigma keynesiano aporta una
perspectiva macro y deja en el umbral los aspectos micro y
sectoriales.
4. El marco sociopoltico
Este paradigma, a diferencia de los precedentes, considera
fundamen- tal una poltica gubernamental activa. Hace ms hincapi en
los desequi-
2 Cf. Kalecki (1980), p. 25. 2" Uno de los pocos trabajos en que
se considera un modelo de demanda efectiva en un
contexto de crecimiento es Monza (1976).
-
118 EL TRIMESTRE ECONMICO
librios y en la alta probabilidad de que los equilibrios a que
llevara el sistema de mercado seran equilibrios socialmente
indeseables, en particu- lar en trminos del nivel de empleo. Por
consiguiente confiere al Estado un papel fundamental en la
regulacin de la economa.
Adems, este enfoque abre posibilidades de considerar alianzas de
clases, ya que (como se indic antes) los salarios no son percibidos
slo ni principalmente como factores de costo sino tambin y
principalmente como factor de demanda. En ese sentido los
empresarios cuya produccin est orientada hacia el mercado interno y
los trabajadores que reclaman salarios ms elevados, ambos grupos
tendran intereses objetivos conver- gentes. De hecho este enfoque
ha estado de una u otra manera presente en varios intentos
democrticos y/o populistas en la Amrica Latina.
Cabe notar que como consecuencia de esta intervencin activa del
Es- tado el sector pblico puede ampliar su esfera de actuacin. Esto
ha ocu- rrido as y ha generado una reaccin por parte de grupos que
encuentran en esa expansin estatal la clave de los problemas
(particularmente de la inflacin, que a su vez identifican como la
raz de los dems pro- blemas) .
De esta manera el combate al keynesianismo ha sido y es en no
pocos casos una lucha contra la expansin del Estado (sobre el
problema del tamao del sector pblico se volver en la seccin acerca
del neoestruc- turalismo).
VI. EL PARADIGMA ESTRUCTURALISTA
A diferencia de los tres paradigmas presentados, el
estructuralismo tuvo sus orgenes principales en la Amrica Latina a
fines de la dcada de los cincuenta.^^ Su diagnstico se centra en
las rigideces de la oferta; par- ticularmente en el sector
agropecuario. Esta inflexibilidad de la oferta agrcola puede
explicarse con base en las caractersticas del modo en que se lleva
a cabo la produccin y particularmente del rgimen de tenencia de la
tierra.
La inflacin en este enfoque es percibida como resultado de la
com- binacin de inflexibilidad descendente de los precios
monetarios y de pre- siones por cambios de algunos precios
relativos, al cambiar la estructura econmica. Esto se traduce en
una cadena de reajustes que empujan ha- cia arriba el nivel general
de precios.
Por otra parte se destaca tambin en este paradigma^^ la
estrechez 28 Vanse los trabajos de Sunkel (1958) y Olivera (1964).
Cabe sealar que las deas
de Olivera fueron presentadas en diferentes versiones, incluso
una de 1957. 29 Especialmente en trabajos asociados a la CEPAL.
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 119
del mercado interno debida a la distribucin del ingreso
altamente con- centrada que viabiliza un perfil de demanda
orientado hacia los estratos de mayores ingresos, con alta
propensin a importar.
La estrategia: si bien este paradigma ha resultado valioso para
com- prender ms a fondo los orgenes y las caractersticas de los
problemas econmicos las recomendaciones que de l se derivan son de
mediano y largo plazos. No ha habido prcticamente recomendaciones
de poltica econmica coyuntural asociadas a esta posicin.**
Entre los estructuralistas generalmente se ha evidenciado una
falta de preocupacin por las polticas coyunturales, tal vez por
insistir en las races estructurales de los problemas descubiertos.
No obstante, aceptar esta determinacin estructural no implica que
las polticas coyunturales no puedan tener un papel central.*^
En general este enfoque reconoce la necesidad de una intervencin
estatal activa para dinamizar el sistema, captando recursos a travs
de un sistema tributario reformado. La industria sera el sector a
promover, en tanto que en el agro se impulsara una reforma agraria
que permi- tiera un pleno aprovechamiento de los recursos,
intentando superar las rigideces estructurales. Respecto al marco
terico subyacente: la filiacin terica de este enfoque es ms difcil
de establecer que en los dems ca- sos. En relacin con la
interpretacin de la inflacin las ideas estructu- ralistas pueden
presentarse en trminos de un anlisis de equilibrio ge- neral.
Es interesante relacionar esto con la explicacin de la
inflexibilidad de la oferta agrcola. En efecto esta ltima se
encuentra determinada por las relaciones de produccin vigentes, que
bloquean el desarrollo de las fuerzas productivas en el agro. O sea
que se trata de una interpretacin que evoca en un sector especfico
la explicacin marxista. Y como se ha mostrado, sobre todo en la
ltima dcada, la economa de Marx puede ser en buena parte
considerada como un anlisis de equilibrio general. Sin embargo es
importante dejar claro que el enfoque estructuralista no presenta
un marco terico nico y que las consideraciones de esta seccin
constituyen slo una de las interpretaciones posibles.
En cuanto al marco sociopoltico cabe sealar que los agentes
clave en este enfoque seran los empresarios que lleven a cabo los
proyectos transformadores de la estructura productiva y los
funcionarios del gobier-
'" Este punto me result particularmente claro despus de
conversaciones con Federico Herschel. Vase Thorp y Whitehead
(1979), p. 15.
^' Cabe mencionar que esto ha sido reconocido en los trabajos de
Olivera.
-
120 EL TRIMESTRE ECONMICO
no (burguesa estatal?) que formulen y ejecuten las reformas. El
grupo que sera ms afectado y cuyo "poder de veto" debera
neutralizarse se- ra el de los grandes propietarios rurales (la
oligarqua terrateniente en algunos pases), particularmente los
absentistas.
VIL Los PARADIGMAS DE POLTICA ECONMICA Y LAS POLTICAS DE
ESTABILIZACIN Y REACTIVACIN
Cmo encarar desde las diversas perspectivas aportadas por los
paradig- mas presentados las situaciones de estanflacin? En el
monetarismo se favorecera en una primera etapa la estabilizacin. En
una segunda eta- pa, conforme a este paradigma, cuando operen las
fuerzas del mercado, tendra lugar la reactivacin (vase grfica 4a).
El ofertismo propone una reduccin en las tasas impositivas que
llevara, dados los supuestos de dicho paradigma, a la estabilizacin
(por eliminacin de una presin sobre costos) y a la reactivacin (por
el estmulo a la produccin, la in- versin y el trabajo) vase grfica
4b.'^
Para el keynesianismo segn los supuestos tradicionales no habra
modo de hacer frente a la combinacin de inflacin y recesin (las po-
lticas que combatiran la inflacin agravaran la recesin y viceversa
vase grfica 4c). Sin embargo, un argumento interesante de raz
keynesiana^^ sugiere la posibilidad de enfrentar la estanflacin con
una poltica keynesiana tpica. El argumento se basa en suponer
costos de- crecientes (o, lo que en este contexto es anlogo, que
las empresas operan en la rama descendente de la curva tradicional
de costos, con amplio mar- gen para incrementar el nivel de
actividad sin que ello implique aumento de costos, o sea, en un
nivel suficientemente alejado del que corresponde al de costo
mnimo). En estas condiciones, que son particularmente im- portantes
en el caso de los pases no desarrollados, una expansin de la
demanda efectiva permitira avanzar simultneamente en direccin a la
reactivacin y la estabilidad (vase grfica 4b).
'^ Cate observar que una combinacin del ofertismo y el
monetarismo ha sido presentada recientemente en Parker (1982): ste
propone una policy mix que consiste en reducciones im- positivas
combinadas con polticas monetarias restrictivas, con el fin de
estabilizar y reactivar al mismo tiempo. La propuesta carece de una
fundamentacin adeclada, ya que el argumento se basa en que durante
la dcada de los sesenta esa fue la poltica adoptada y se alcanzaron
altas tasas de crecimiento sin inflacin. Pero, entre otras
diferencias, desde entonces ha au- mentado considerablemente la
movilidad (y la velocidad de movimiento) de los capitales. En un
mundo distinto las mismas polticas pueden dar lugar a resultados
diferente?.
'^ Cf. Harrod (1967) y los trabajos de N. Kaldor, quien ha
insistido sobre la importancia de los costos decrecientes tanto
para el anlisis como para la formulacin de polticas.
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 121
En el caso del paradigma estructuralista se favoreca la
reactivacin, aun cuando se tomaba en cuenta la necesidad de una
transformacin es- tructural. La inflacin era considerada como un
aspecto del proceso de desarrollo, relacionada con las condiciones
institucionales que caracteri- zan a los sistemas socioeconmicos de
la Amrica Latina (vase gr- fica 4d).
GRFICA 4. Paradigmas de poltica econmica y estrategias
opcionales de estabilizacin y reactivacin
(o) Monetorismo (b) Oferlismo
Toso de inflocidn
1
2
Toso de inflacin
Toso de Inflocin
Toso de desempleo
( c ) Keynesionismo
Toso de Inflocio'n
Toso de desempleo
Toso de desempleo
(d ). EsUucturolismo
Toso de desempleo
Ntese que hasta ahora se ha hecho referencia a "estabilizacin y
reactivacin". Pero existen diversos tipos de reactivacin y
estabilizacin, siendo sus diferencias importantes desde el punto de
vista de las posibili- dades de avanzar o no en arabas direcciones
simultneamente (como en 4b). Por ejemplo, cabe distinguir entre una
estabilizacin va control de
-
122 EL TRIMESTRE ECONMICO
precios O de la oferta monetaria o de los ingresos y una
reactivacin va el mercado externo o va el mercado interno, opciones
que a su vez se pueden combinar y subdividir en otras. Por lo tanto
se requiere un an- lisis de las situaciones concretas.
Pero qu se habra de tomar en cuenta en esa clase de anlisis? Y
por otra parte cabe una pregunta bsica, tiene sentido en el
contexto de las economas perifricas plantear la poltica coyuntural
en trminos de estabilidad y reactivacin? Se trata de un enfoque
apropiado para estas sociedades? En la prxima seccin se abordarn
estas cuestiones, consi- derndolas en el marco de otro enfoque: el
neoestructuralismo.
VIII. HACIA UN ENFOQUE NEOESTRUCTURALISTA
Algunos de los paradigmas de poltica econmica han ido
evolucionando. As ha surgido un neomonetarismo (que incorpora como
elemento clave de su estrategia antinflacionaria el rezago en el
ajuste del tipo de cambio con respecto al diferencial entre las
tasas de inflacin interna y externa) y un poskeynesianismo (cuya
estrategia reposa menos en la poltica fis- cal y ms en la poltica
de ingresos).
En cuanto al estructuralismo, si bien hay trabajos que aportan
desde una perspectiva afn a dicho paradigma, no se percibe que stos
hayan cristalizado en un paradigma neoestructuralista. En esta
seccin se reali- zar un intento de contribuir a esa integracin. Con
ese fin se tomarn en cuenta aspectos derivados de la experiencia y
la discusin de las lti- mas dcadas, as como trabajos ms recientes y
la crtica (plasmada en forma de opcin) a los paradigmas presentados
en las secciones previas.
1. Diagnstico
El neoestructuralismo centrara el diagnstico en los siguientes
aspec- tos: i) el modo de insercin de la economa y la sociedad
nacional (o re- gional) en la estructura internacional; ii) la
estructura econmica y so- cial, as como la del poder; iii) los
condicionamientos estructurales que operan sobre el comportamiento
de los agentes econmicos, y iv) la inter- dependencia
coyuntura-estructura.
El modo de insercin de la estructura internacional determina un
con- junto de limitaciones y posibilidades. A su vez, dicho modo de
insercin es determinado por las caractersticas de la estructura
econmica y social y del bloque en el poder, que hacen viables
determinadas polticas y blo-
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 123
quean otras. As se va perfilando determinado estilo de
desarrollo que re- fuerza o modifica el modo de insercin.
Esas polticas y las caractersticas de la relaciones de promocin
(que constituyen el ncleo de la estructura socioeconmica)
configuran un con- junto de condicionamientos estructurales que
conforman el comportamien- to de los agentes econmicos a travs de
las oportimidades y los incenti- vos y desincentivos a que dan
lugar.
De esta forma son determinadas las acciones de los agentes
econmi- cos (correspondientes a los distintos grupos sociales que
conforman la estructura social) tanto en lo que respecta a la
generacin del excedente como a su modo de utilizacin; en
particular, las decisiones sobre inver- sin (acumulacin). Y son
estas acciones de los agentes en la coyuntura las que a su vez van
consolidando o transformando la estructura.
2. Estrategia
El eje de la estrategia neoestructuralista est en las polticas y
las caractersticas de las relaciones de produccin y de mercado que
deter- minan el conjunto de incentivos y desincentivos. En este
sentido un aspec- to clave de la estrategia es promover desarrollos
tecnolgicos que posibi- liten incrementos en la productividad,
particularmente en las ramas de actividad en que las condiciones de
la demanda permitan que a dichas mejoras reales correspondan tambin
mejoras en ingresos monetarios.
Con este fin se hace hincapi en la participacin laboral como
incen- tivo no salarial que, por lo tanto, abre posibilidades para
una negocia- cin con los trabajadores en relacin con una poltica de
ingresos que no sacrifique su bienestar ni que tampoco genere
presiones sobre los precios. A la vez, la participacin incidira
positivamente en la intensidad y la ca- lidad del esfuerzo laboral,
y por lo tanto en la productividad, promovien- do adems una
distribucin ms equitativa de los frutos de estos es- fuerzos.^*
El papel del Estado en esta estrategia sera activo pero
limitado, cen- trndolo en un conjunto acotado de funciones
estratgicas. Se reconocen
^* En la Amrica Latina (y en otras regiones) hay fuertes pruebas
de la asociacin positiva entre productividad y participacin. En
algunos casos incluso se ha verificado dicha asociacin en periodos
de dos a tres aos; vase PREALC (1982b). Para un tratamiento general
de la relacin entre productividad y participacin c/. Vanek (1970),
cap. 12. Por su parte, Espinoza y Zimbalist (1978) afirman, despus
de realizar una revisin de la bibliografa, 'in summar\-, a
wide-ranging group of studies are virtually unanimous in concluding
that real participation has a positive impact on productivity. Our
refults for Chile corrobrate these earlier results" (p. 161).
Agradezco a Ernesto Liboreiro las informaciones y las referencias
sobre esta cuestin.
-
124 EL TRIMESTRE ECONMICO
las limitaciones del aparato estatal pero tambin las del
mercado, y por ello se plantea concentrar la intervencin estatal en
un conjunto limitado de actividades en las cuales pueda ser eficaz
y eficiente. Esto puede im- plicar, segn los casos concretos,
reducir el mbito de la intervencin es- tatal, aunque por razones
diferentes a las asociadas con los enfoques con- servadores. Se
propondra una readecuacin del aparato estatal no por una ideologa
antiestatista sino por el hecho de que, dada la capacidad limitada
del Estado, su accin ms all de ciertos lmites resulta ineficaz e
ineficiente, y paradjicamente un amplio espectro de intervenciones
en lugar de fortalecerlo lo debilita.
La poltica coyuntural neoestructuralista no se plantea en
trminos de estabilidad y reactivacin. Estas direcciones para el
neoestructuralismo seran apropiadas en el caso de una economa que
con una estructura econmica desarrollada y con una cobertura
aceptable de las necesida- des bsicas de la poblacin se encontrara
desestabilizada o desactivada. Pero en economas que no presentan
esas caractersticas, como es el caso de las latinoamericanas, las
coyunturas de inestabilidad y recesin re- quieren y abren
posibilidades para una transformacin estructural, trans- formacin
en la cual las polticas econmicas tienen un papel clave dado el
modo en que configuran el sistema de incentivos y desincentivos que
determinan las acciones de los agentes. Para que estas polticas
puedan ser instrumentales en el logro de dicha transformacin es
necesario que el Estado intervenga de un modo sistemtico
promoviendo una negocia- cin entre y con los grupos sociales.*" En
este sentido es fundamental evitar la toma de decisiones sobre los
instrumentos de poltica econmica de modo independiente, ya que ello
debilita la capacidad negociadora del Estado; por ejemplo, si la
poltica arancelaria es considerada con inde- pendencia de la
monetaria y la tributaria, se reduce la posibilidad de que se pueda
formular una poltica que incluya compensaciones para algunos grupos
de modo tal de hacer viables polticamente las propuestas
bsicas.**
Adems, en este enfoque se insiste en que dado el carcter
heterog- neo de las economas no desarrolladas las polticas
homogneas dan lugar
'* Promoviendo en esta forma procesos de interaccin social, cuya
importancia en el con- texto de la formulacin de polticas ha sido
sealada por Lindblom (1977), especialmente el cap. 19. Esto tambin
ha sido destacado por Sergio Boisier.
^8 En la formulacin de polticas econmicas integradas resulta
fructfero valerse del es- quema conceptual de la teora de juegos
vase por ejemplo Bacharach (1976) y el prin- cipio de compensacin
de la economa del bienestar vase por ejemplo Winch (1975) mo-
dificando este ltimo en forma tal que en lugar de que un grupo
compense a otro sea el Es- tado, a travs de las polticas econmicas,
el que lleve a cabo esas compensaciones. Esto reque- rir por cierto
un anlisis poltico y social, junto con el anlisis econmico.
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 125
a resultados indeseables (cuando consiguen ser aplicadas),
siendo nece- sario recurrir a polticas selectivas/' Esto a su vez
replantea la necesidad de la planeacin para orientar la poltica
econmica en funcin de las prioridades nacionales, as como la
necesidad de disposiciones jurdicas que penalicen las desviaciones
en el ejercicio de la selectividad.
Al considerar los efectos de la aplicacin de los instrumentos de
pol- tica econmica, el neoestructuralismo toma en cuenta no slo su
efecto sobre los objetivos tradicionales de la poltica coyuntural
(empleo, infla- cin, equilibrio externo) sino tambin sobre los
costos y los beneficios (no slo los costos) para los diversos
grupos sociales (en lo cual puede resultar til la matriz de efectos
de la poltica econmica sobre los gru- pos sociales que se presenta
en el apndice); tambin pone atencin a los efectos de mediano y
largo plazos, tomando especialmente en cuenta el tipo (o los tipos)
de tecnologa(s) que se estara(n) promoviendo.'*
Cabe recordar que para este enfoque la poltica de ingresos
desempea un papel importante en el conjunto de las polticas; pero
en lugar de restringir esa poltica a lneas guas para los salarios
segn la evolucin de la productividad se destaca el estmulo a la
participacin laboral no salarial '* (por ejemplo a travs de
participacin en acciones, la cogestin u otras formas
organizativas), como una va para aumentar la "eficiencia X" sin
consecuencias inflacionarias ni negativas desde el punto de vista
de la balanza de pagos y la supervivencia de la industria (como
cuando se trata de reducir la "ineficiencia X" a travs de
reducciones arance- larias).
Finalmente (y aunque puede resultar obvio, pero por la
importancia de evitar equvocos) los detalles de las polticas habrn
de variar segn los casos especficos. El enfoque neoestructuralista
no parte de (ni llega a) recetas vlidas en todo contexto. Se
requiere identificar la naturaleza
'^ Sobre la heterogeneidad de las economas no desarrolladas
vanse Foxley y Muoz (1976). ^* Estos efectos de la poltica econmica
sobre el patrn tecnolgico en la Amrica Latina
han sido estudiados en diversos sectores; vanse por ejemplo los
trabajos del PROTAAL, del Programa BID-CEPAL de Investigaciones en
temas de Ciencia y Tecnologa, y del Proyecto de instrumentos de
poltica cientfica y tecnolgica del iDRa
" Recientemente Prebisch ha planteado que "la contencin
inmediata de las remuneracio- nes a fin de aumentar o evitar la
espiral tendra que compensarse con alguna forma de parti- cipacin
de la fuerza de trabajo en el crecimiento del excedente, no slo
para elevar ?u des- medrado consumo sino tambin para que comparta
la misma acumulacin. .. De esta manera se hara posible reducir el
efecto inflacionario del aumento de las remuneraciones sobre los
costos y los precios", Prebisch (1982), p. 11; ntese que adems de
este aspecto fundamental en el presente trabajo se destaca la
importancia de la participacin para el aumento de la productividad
y las implicaciones que ello tiene para la negociacin y la
constitucin de alian- zas de clases.
-
126 EL TRIMESTRE ECONMICO
de la situacin en que se encuentra el sistema socioeconmico
(vanse en esta seccin los prrafos sobre el diagnstico),
complementado por un anlisis de los efectos sociales y de mediano y
largo plazos de las opcio- nes de poltica econmica, en relacin con
los objetivos que corresponden al modelo de sociedad al que se
aspira. El paradigma de poltica econmica puede y debe orientar,
pero no sustituir, el trabajo emprico que resulta necesario para
una comprensin clara de los fenmenos y para la funda- mentacin de
las polticas.*"
Respecto del marco sociopoltico, en este paradigma (al igual que
en el keynesiano) se considera la posibilidad de establecer
alianzas de cla- ses sobre la base de intereses convergentes
(dentro de cierto horizonte temporal). Por ello se hace hincapi en
el incremento en la productivi- dad, que introduce la posibilidad
de mejoras en la situacin de varios grupos sociales sin caer en
juegos suma cero, as como la participacin laboral a travs de
mecanismos complementarios pero desligados del sa- lario. (Algunas
consideraciones sobre el papel del Estado segn este pa- radigma
fueron ya planteadas en el contexto de la estrategia.)
En cuanto al marco terico subyacente, por una parte se presupone
una visin sistmica de la sociedad en que la economa no est aislada
del marco social y poltico. En cuanto a la teora econmica en este
pa- radigma, lo mismo que en el estructuralismo, la filiacin no
resultara ntida. No obstante, el marco neorricardiano (con
adaptaciones) permite visualizar algunas de las cuestiones sobre
las que se centra este paradigma.
En el diagrama siguiente se relacionan distintos tipos de
ingresos y las posibilidades introducidas por un incremento en la
productividad que aumenta el producto neto. Ntese que los ingresos
no laborales o sea los que no corresponden ni a salarios ni a
trabajadores independientes se desagregan por el papel diferente
que desempean en el proceso de desarrollo y por las consiguientes
diferencias de los efectos derivados de la aplicacin de polticas
que afectan a una u otra forma de ingreso.
Un enfoque dinmico mostrara, adems, que los incrementos de pro-
ductividad estn a su vez asociados de modo directo con el grado de
par- ticipacin de los beneficios en los ingresos no laborales.
* En un artculo reciente acerca de la controversia sobre los
efectos comparativos sobre los precios internos de la devaluacin
vis-a-vis los controles a las importaciones. Comes y Dixit (1982)
concluyen que: "the relative effect of devaluation and import
controls cannot be deter- mined a priori (...) the policy debates
should therefore switch from general dogma to em- pirical analysis"
(p. 9). Del mismo modo se ha sealado acertadamente que las polticas
por formular deben tomar en cuenta las condiciones iniciales en que
se encuentran los pases; Sainz (1982).
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 127
GRFICA 5. Distintas formas de ingresos y posibilidades que
introduce un incremento de la productividad*
Ingresos no laborles (beneficios + rentos)
Beneficios B, B'r, O XX Ingresos labo- rales (salarios ms
ingresos de irobojo dores independientes)
* El crecimiento de la productividad, indicado por un
desplazamiento de XX a X'X' permite mayores ingresos laborales y/o
mayores beneficios y/o rentas (cualquier combinacin en el tringulo
QRS). Esto, a su vez, permitir incrementar los beneficios en una
proporcin tanto ma- yor cuanto menor sea la renta.
Para concluir cabe retornar a la pregunta bsica planteada al
final de la seccin precedente. Como se afirm lneas arriba la
poltica coyun- tural neoestructuralista no se plantea en trminos de
estabilidad y reac- tivacin. Por el acento en la interdependencia
coyuntura-estructura se re- chaza la habitual divisin entre
polticas de corto plazo (tendientes a es- tabilizar y reactivar), y
polticas de mediano y largo plazos orientadas a la
transformacin.*^
En la prctica, particularmente en la Amrica Latina, las polticas
de mediano y largo plazos slo excepcionalmente han tenido alguna
inciden- cia; las polticas coyunturales, en cambio, con sus efectos
en el mediano y largo plazos, han sido las predominantes. Y los
paradigmas que las han orientado no son apropiados. Su crtica es
por lo tanto importante, pero no resulta suficiente para forjar
otro enfoque. Esto requiere un esfuerzo constructivo que no se
limite a la crtica. El objetivo de este trabajo es aportar en dicha
direccin.
*^ Esta disociacin entre las polticas ha encontrado su correlato
institucional en la asig- nacin de la responsabilidad por las
primeras al Banco Central y al Ministerio de Hacienda; por las
segundas al organismo nacional de planeacin. Esta es una de las
cuestiones a reconsi- derar desde una perspectiva
neoestructuralista.
-
128 EL TRIMESTRE ECONMICO
APNDICE. Matriz de efectos de la poltica econmica sobre los
grupos sociales
Esta matriz puede resultar heursticamente til para la elaboracin
de las pol- ticas que incluyan compensaciones como mecanismo para
la negociacin.
Grupos sociales "
Polticas ^"^ econmicas
P2
Las casillas de la matriz podran tomar los siguientes
valores:
** si la poltica tiene un efecto positivo fuerte sobre el grupo
social correspondiente. * si el efecto es positivo. O efecto nulo.
- si el efecto es negativo.
si el efecto es fuertemente negativo. " Ntese que algunos grupos
sociales pueden gubdividirse (por ejemplo el grupo 2)
interesa distinguir entre fracciones sociales pertenecientes a
un mismo grupo.
REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS
Bacharach, M. (1976), Economics and the theory of games,
Londres, Macmillan. Bhagwali, J. (1982), "Directly Unproductive,
Profit-Seeking (DUP) Activities",
Journal of Political Economy, vol. 90, nm. 5, pp. 988-1002.
Brunhoff, S. de (1982), "Questioning Monetarism", Cambridge Journal
of Eco-
nomics.
-
NEOESTRUCTURALISMO Y PARADIGMAS 129
Bunge, M. (1980), Epistemologa, Barcelona, Ariel. Canitrot, A.
(1981), "Teora y prctica del liberalismo". Desarrollo Econmico.
Cline, W. (comp.) (1981), World Infiation and the Developing
Countries, Wash-
ington, Brookings Institution. Cobham, D. (1978), "The politics
of the economics of infiation", Lloyds Bank
Review. Cornes, R., y A. Dixit (1982), "Comparative effects of
devaluation and import
Controls on domestic prices" Econmica. Di Telia, G. (1973), La
estrategia del desarrollo indirecto, Buenos Aires, Paids. Dombusch,
R. (1981), Macroeconoma de una economa abierta, Barcelona, Bosch.
Espinoza, J., y A. Zimbalist (1978), Economic Democracy: Worker's
Participa-
tion in Chilean Industry, 1970-1973, Nueva York, Academic Press.
Feinstein, O. N. (1976), "Nota sobre el enfoque monetario de la
balanza de pa-
gos". Boletn CEMLA. Ferrater Mora, J. (1979), De la materia a la
razn, Madrid, Alianza. Foxley, A. (1982), Experimentos neoliberales
en Amrica Latina, Santiago, EPLAN. , y O. Muoz (1976), Polticas de
empleo en economas heterogneas, San-
tiago, ciEPLAN [y en EL TRIMESTRE ECONMICO, vol. XLIII, nm.
172]. Frenkel, J., y H. G. Johnson (1976), The monetary approach to
the balance of
payments, Londres, Alien y Unwin. Hahn, F. H. (1977), "The
Monetary Approach to the Balance of Payments", Jour-
nal of International Economics. (1982), Money and Infiation,
Oxford, Basil Blackwell. Hailstones, T. (1982), A guide to
supply-side economics, Richmond, R. F. Dame. Harrod, R. F. (1967),
Tawards a new economic policy, Manchester, M. U. Press. Hibbs, D.,
y H. Fassbinder (comps.) (1981), Contemporary Political
Economy,
Amsterdam, North Holland. Jacobs, R. L., E. Leamer y M. Ward
(1979), "Difficulties with testing for causa-
tion", Economy Inquiry. Jameson, K. (1980), "Supply-side
economics: Growth versas income distribution".
Challenge. Johnson, H. G. (1976), "Dinero y balanza de pagos".
Boletn CEMLA. Kaldor, N. (1982), The Scourge of Monetarism, Oxford,
O. U. Press. Kalecki, M. (1980), Ensayos sobre las economas en vas
de desarrollo, Barcelona,
Criti. Kreinin, M., y L. Officer (1978), The Monetary Approach
to the Balance of
Payments: A Survey, Princeton Studies in International Finance.
Lagos, R., y V. Tokman (1982), Monetarismo global, empleo y
estratificacin so-
cial, Santiago, PREALC [y en EL TRIMESTRE ECONMICO, vol. L, nm.
199]. Lindblom, C. (1977), Politics and Markets, Nueva York, Basic
Books. Lipsey, R., y K. Lancaster (1957), "The General Theory of
the Second Best",
Review of Economic Studies. McKinnon, R. (1973), Money and
Capital in Economic Development, Washington,
Brooking Institution. Merhav, M. (1972), Dependencia tecnolgica,
monopolio y crecimieno, Buenos
Aires, Periferia.
-
130 EL TRIMESTRE ECONMICO Olivera, J. H. G. (1964), "On
Structural Inflation and Latn American Struc-
turalism", Oxford Economic Papers. (1979), "On Passive Money",
Journal oj PoUtical Economy [versin al es-
paol en EL TRIMESTRE ECONMICO, vol. XXXV, nm. 140]. 11977),
Economa clsica actual, Buenos Aires, Ediciones Macchi. Perkins, J.
O. N. (1982), Unemploymeni, Inflation and New Macroeconomic Po-
licy, Nueva York, St. Martin's Press. PREALC (1982a),
Participacin laboral: Experiencias en Per y Chile, Santiago.
OIT. (1982b), Polticas de estabilizacin y empleo en Amrica
Latina, Santiago,
OIT. Prebisch, R. (1981), Capitalismo perifrico: Crisis y
transformacin, Mxico, FCE. (1982), "Un recodo histrico en la
periferia latinoamericana". Revista de
la CEP AL. Sainz, P. (1982), "Adaptacin, repliegue o
transformacin?", Revista de la
CEPAL. Schvarzer, J. (1982), "Efectos de la poltica de
privatizaciones". Realidad Eco-
nmica. Schydlowsky, D. M. (1980), The Short Run Potential for
Employment Generation
on nstaed Capacity in Latn America, Boston, CLADS. Sen, A.
(1980), Description as Cholee", Oxford Economic Papers. Sunkel, O.
(1958), "La inflacin chilena: un enfoque heterodoxo", EL
TRIMESTRE
ECONMICO, vol. XXV, nm. 100. Thorp, R., y Whitehead, L. (1979),
Inflation and Stabilization in Latn America,
Nueva York, Hobnes y Meier. Tobin, J. (1982), Essays in
Economics: Theory and Policy, Cambridge, Mass.,
MiT Press. Topolskii, J. (1982), Historia econmica: Nuevos
enfoques y nuevos problemas,
Barcelona, Grijalbo. Vanek, J. (1970), The General Theory of the
Labor-Managed Market Economies,
Ithaca, Cornell University Press. Wijnbergen, S. van (1982),
Short-Run Macroeconomic Adjustmen Policies in
South Korea, Washington, World Bank. Winch, D. (1975), Economa
analtica del bienestar, Madrid, Alianza.