Facebook Hace poco recibí algunas invitaciones, si se les puede llamar de ese modo (desconozco el argot que se u§a en estos casos)r prra que e§fiara al espacio cibernético denominado Farcbooh, donde se hacen amigos y se comparten informaciones, fotograffas y cosas por el estilo, Incluso lle- gué a abrir el "link" y me salió Ia página donde pedían mis dams. como me aburre empezar a pofler datos, y además me aterra, la cerré hasta el sol de hoy. Ahora sé que la cerré h¿sta el sol de nunca. El domingo pasado, se publicó un extenso reporraje sobre Facebook, y entonces me alegré de no haber seguido adelante, de no haberle echado ni siquiera una ojeada al porral. según lo que se desprende del artículo, los usuarios de esa página reciben, entre otras cosas, algo que llaman "friend requests", o mensajes de gente que "quiere r.r ,*igd'. Todo un absurdo si se dene en cuer¡ra que los amigos son otra cosa y llegan de otra manera. Si alguien me cscribiera un mensajito diciéndome que qrriere ser mi amigo o amiga, lo consideraría modvo suficiente para descartarlo de inmediato. Ese mensajc sería la mejor prueba de que no tengo nada que ver con esa persona. Me pregunro esro: la gente que se conecre a la página durante dos o tres horas diarias, hurgando en los comentarios y las ronterias que cuelgan los demás, desesperados por leer los mensajes que les mandan, o mandando mensajes a diestra y siniestra, ¿en qué tiempo leen, o yen una buena película o se enrerar de lo que pasa en el mundoi Porquc en ese portal, en realidad nadie se entera de nada de lo que valga la pena enrerarse. Es la sensación que me da cuando el ardculista describe las reglas de "etiqueta" que deben seguirse para udlizar Face- book. Son miles de personas, o cienros, no lo sé, formando núcleos e intercambiando noras enrre sí, describiéndose a sí mismos, o abriendo su "per§l" baio un alias; con horror leí que existen incluso "aplicaciones' donde la gente invita a un ciudadano a hacerse enemigo de otros, y éste ilvita a los demásr / así sucesivamente. Me causó tal agobio rodo aque- llo, que rnientras lo lefa me sobrevino un suspiro de alivio: qué buino que üunca puse mi nombre ni me asomé a esa página. En ocro excelente artículo que salió el domingo pasado, el colega Ed- gardo Rodri'guezJuliá hablaba de Guaynabo ciry y el Guaynabanglish, y resumía sus impresiones con esta frase: "mis tiempos ya fueron otros". Pues me parece que puedo decir lo mismo con respecto a Facebook mis tiempos son ouos rambién. No me interesa ninguno de esos remolinos cibernéticos que [e chupan a uno el alma y hlntimidad. y algo mrás precioso mdavía: la soledad vendadera, gue es la que dene sustancia y dignidad. si a duras penas tenemos tiempo pera comestar las carras y comen- tarios que nos mandan los amigos reale§, los cuaro amigos de carne y hueso que uno tiene, ¿de dónde sacar tiempo para hablar con todos esos fantasmas que quién sabe quiénes son ni lo que quieren, pero que se