UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS INSTITUTO SUPERIOR DE CRIMINOLOGÍA Y CIENCIAS PENALES “DR. JORGE ZAVALA BAQUERIZO” ESPECIALIDAD EN CIENCIAS PENALES Y CRIMINOLÓGICAS MÓDULO: SOCIOLOGÍA GENERAL DOCENTE: DR. GAITÁN VILLAVICENCIO LOOR TEMA: EVOLUCIÓN Y PROBLEMAS DE SICARIATO EN LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL Y ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA ENTREGA: 19-02-2011
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EVOLUCIÓN Y PROBLEMAS DE SICARIATO EN LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL Y ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS
INSTITUTO SUPERIOR DE CRIMINOLOGÍA Y CIENCIAS PENALES
“DR. JORGE ZAVALA BAQUERIZO”
ESPECIALIDAD EN CIENCIAS PENALES Y CRIMINOLÓGICAS
MÓDULO: SOCIOLOGÍA GENERAL
DOCENTE: DR. GAITÁN VILLAVICENCIO LOOR
TEMA:
EVOLUCIÓN Y PROBLEMAS DE SICARIATO EN LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL Y ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
ENTREGA: 19-02-2011
GUAYAQUIL - ECUADOR
UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES Y POLÍTICAS
INSTITUTO SUPERIOR DE CRIMINOLOGÍA Y CIENCIAS PENALES
“DR. JORGE ZAVALA BAQUERIZO”
ESPECIALIDAD EN CIENCIAS PENALES Y CRIMINOLÓGICAS
CURSANTES:
1. COLORADO AGUIRRE ROLANDO ROBERTO
C.C. # 0802468587 ________________
2. MONROY SOTOMAYOR TANIA PAOLA
C.C. # 0921289500 ________________
GUAYAQUIL – ECUADOR
EVOLUCIÓN Y PROBLEMAS DE SICARIATO EN LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL Y ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
1.- ANTECEDENTES:
En el orden lógico de las cosas, siempre es importante llamar a los
hechos por su nombre, por lo que se hace necesario expresar que en lo
que al crimen organizado se refiere, la violencia no es propia tan solo de
quien opera el arma, sino además de quien contrata el silencio cómplice,
siendo claro que –sea cual sea- el lenguaje que se pretenda emplear, el
principio será siempre el mismo, pues en términos generales, quien
asesina por encargo, a cambio de una paga determinada, mantiene una
relación contractual con aquel que ordenó el acto, colocándose de esa
manera en una posición especial, en virtud de la cual pasa a ser el
instrumento de quien domina el hecho.
Entendido en un espectro general, podemos deducir sin mayor esfuerzo,
que nos encontramos frente a un fenómeno delictivo mucho más complejo
que aquel que se refiere al homicidio por promesa y remuneración
contemplado en el Código Penal ecuatoriano, pues si bien el sicariato se
encuadra dentro de la figura del homicidio, su peculiaridad radica en lo
sofisticado de su acción, los altos niveles de violencia y el profesionalismo
con el que se lo ejecuta; dicho de otra manera, el crimen organizado hoy
por hoy puede entregarle un valor a la muerte de todos quienes
conformamos la sociedad, con un ingrediente adicional preocupante,
como es la circunstancia de que esta modalidad de crimen ha venido
creciendo en el Ecuador de manera vertiginosa, debido a la abrupta
irrupción de una nueva cultura delictiva extranjera, que en términos
legales ha producido en nuestro país, una desactualización normativa,
que a decir de muchos y repudio de pocos, debe ser subsanada con una
legislación acorde al momento en el que vive el Ecuador.
Hay que tomar en cuenta no solo en lo que tiene que ver a la
proporcionalidad entre la infracción y la pena, -en la que debe
considerarse el hecho de que un sicario por su condición u oficio, resulta
ser una persona peligrosa para la sociedad, que en los lineamientos de
una correcta tipificación del delito es merecedor de una pena muy distinta
o más grave que aquella que le corresponde a quien comete asesinato-,
sino además al hecho de que los medios utilizados en la ejecución del
delito, como son la crueldad, la sangre fría y el desprecio de la vida a
cambio de dinero, lo califiquen como aquellos a los cuales por su nombre,
el Estatuto de Roma los denomina de lesa humanidad, cuyas acción y
pena, en los términos de la ley, deben ser perseguidos en todo tiempo.
En la antigua Roma, sicario significaba hombre-daga, pues “sica” es una
daga pequeña y fácil de esconder para apuñalar a los enemigos políticos.
En la actualidad es quien asesina por encargo, a cambio de una
compensación económica.
Esta daga dio por llamar “sicarius” al oficio y “sicarium” a la persona
encargada de ejecutar a un ciudadano romano por orden o contrato. El
“sicarium” solía dirigir estos encargos, en contra de los enemigos políticos
de su amo; más, el término sicario fue acuñado inicialmente en la lengua
italiana del siglo XIV, mientras que el vocablo castellano fue incorporado
en el habla latinoamericana apenas en la segunda mitad del siglo XX, a
través del uso inicial de crónicas periodísticas, caracterizadas por la
marcada intención de separar al asesino común y corriente; al asesino
pasional o patológico; y al homicida sesgado por la sed y venganza, del
hombre especializado en dar muerte o sicario, vocablo que se encuentra
inmerso en una mezcla de admiración y morbo, en cuanto a la capacidad
de asesinar a sangre fría y sin remordimiento moral o sentimiento de
culpabilidad alguna se refiere, en el que además se exhibe la perversión
de un negocio cuya mercadería es nada más y nada menos que la muerte
de una persona, con la interrupción de la tranquilidad y la paz social, que
son en sí las características que robustece la tesis de que el sicariato no
es sinónimo de asesinato, sino más bien, lo que en doctrina se denomina
un “paratipo penal”.
El paratipo penal no es más que un tipo penal paralelo, en el cual si bien
el resultado es el mismo, en este caso la muerte, son los medios
empleados, entre los que se encuentra el “sicariato a pedido”, realizado
por internet en muchas de las ocasiones; la conspiración y la proposición;
los agentes participantes o intervinientes; y las víctimas escogidas, los
que en suma hacen posible analizar con seriedad, la posibilidad de que
este nuevo comportamiento delincuencial específico y original, sea
incluido como un injusto culpable individual, en el ordenamiento sustantivo
penal ecuatoriano, resultando por tanto desatinado a escuchar a aquellas
personas que aseguran que el sicariato ya forma parte del Código Penal y
que por lo tanto no sería necesaria su inclusión como una figura
delincuencial individual en el mismo, pues de aceptar semejante criterio,
se podría también pensar en la posibilidad de eliminar el parricidio, que de
acuerdo con dicha concepción, no sería más que un “homicidio”
perpetrado en contra de ascendientes y descendientes.
El fenómeno del sicariato no es nuevo en el mundo ni ha estado ausente
del Ecuador, lo cual quiere decir que no es un hecho delictivo que “llega
desde afuera” ni que tampoco es reciente. En el país existe sicariato
desde tiempos inmemoriales, aunque desde principios de los años
noventa del siglo pasado se ha incrementado y ha cambiado
sustancialmente, debido a la influencia del narcotráfico y el
paramilitarismo colombiano. Si bien el número de homicidios no es tan
significativo como en Colombia, México o Brasil, sus efectos son
devastadores a todo nivel.
Antes del surgimiento del sicariato como fenómeno generalizado y con
patrones claros de funcionamiento, en el país hubo un tipo de ajuste de
cuentas no mercantilizado, vinculado a las convicciones de quienes
asumían la necesidad de eliminar transitoria (intimidación) o
definitivamente (homicidio) a los enemigos políticos o económicos. El
cacique local, generalmente un terrateniente, requería de los servicios de
una fuerza de choque para defender sus intereses políticos y económicos;
era un grupo funcional y dependiente del hacer política local, que debía
lealtad al líder y a sus actuaciones clientelares. En términos nacionales el
ajuste de cuentas ocurrió en la época Velasquista con unos agentes
policiales denominados "Los Pichirilos" quienes eran pagados con fondos
reservados del Ministerio de Gobierno; o los denominados "Pepudos"
vinculados a un partido populista guayaquileño, que llegaron a recibir el
manejo parcial de las aduanas de Guayaquil. El asesinato de Abdón
Calderón Muñoz en 1978; el homicidio del Juez de la Corte Superior de
Quito Iván Martínez Vela en 1988 y los ajusticiamientos a 18 ejecutivos
carcelarios ocurridos en los últimos años. También el requerimiento de los
servicios de ciertos cuerpos irregulares vinculados a la ruralidad, como,
por ejemplo, los hacendados bananeros de las provincias de Los Ríos o
Esmeraldas, los terratenientes de Cotopaxi y Chimborazo o de las
colonizaciones amazónicas. El desarrollo del fenómeno a nivel nacional
se produce con el crecimiento del narcotráfico en Colombia -a mediados
de los años ochenta del siglo pasado- cuando el negocio de la droga
requiere de una fuerza irregular que desbroce las amenazas del Estado
(jueces y policías que reprimen), del sistema político (parlamentarios que
dictan leyes de extradición) o de la sociedad (periodistas que denuncian).
Los sicarios se convierten en elemento necesario para el desarrollo del
narcotráfico, convirtiéndose en un acompañante del itinerario de la droga
y de su transnacionalización.
Los ecuatorianos estamos muy al tanto del fenómeno del sicariato. Se
puede hacer una distinción entre asesinatos por motivos personales o
profesionales. Los motivos personales incluyen conflictos intrafamiliares
o conflictos por tierras u otros problemas. Se pueden contratar asesinos
relativamente baratos e inexpertos para “resolver” dichos asuntos.
En otros casos, sicarios altamente profesionales pueden ser usados, por
ejemplo, por sofisticados grupos de crimen organizado. Se considera en
gran medida que son los usureros o “chulqueros” los principales
empleadores de sicarios. Los individuos que no pueden obtener
préstamos de bancos y otras instituciones recurren a préstamos de
individuos que bien podrían estar lavando dinero procedente del
narcotráfico y quienes cargan hasta 10% de interés por día. Cuando el
pago se torna difícil, los chulqueros se encargan de dar un escarmiento
violento o muerte a los deudores, algunas veces usando a menores de
edad en calidad de “cobradores”.
En Medellín se ofertan los precios por las cabezas de policías, políticos y
jueces. Se crean las "oficinas de cuentas de cobro" y se desarrolla toda
una estructura orgánica, primero, vinculada a los carteles de la droga, y
luego, independizada bajo la modalidad de la tercerización o
intermediacion. La ruptura de la ligazón directa al narcotráfico permitió
que el sicariato crezca, diversifique y multiplique.
Una cosa parecida ocurrió con el paramilitarismo colombiano, que
buscaba focalizar sus esfuerzos destructivos sin que le afecte su imagen.
El sicariato es funcional, tanto es así que es contratado para eliminar
redes sociales, fuerzas irregulares y grupos de apoyo vinculados a la
política, al periodismo y a la academia de izquierda. Desde este momento
el servicio tiene dos modalidades: freelance, es decir, una oferta personal
e independiente que opera en el mercado ante el mejor postor bajo la
forma de un "vengador social"; y tercerización, que cuenta con una
organización para actuar en cualquier lugar, aunque privilegiando la
demanda de alto nivel (narcotráfico). El surgimiento de esta oferta fue
posible gracias a la ruptura de su sujeción a la organización delictiva
paramilitar o narcotraficante; pero también, a que este servicio sui generis
se diversificó y generalizó hacia la parte más sensible de la sociedad: la
resolución de conflictos y problemas rutinarios de la vida cotidiana,
mediante la fuerza o el temor. De esta manera, la violencia terminó
legitimada por los resultados; tan es así que se le busca para resolver
diferencias en negocios, propiedades de tierras, acosos sexuales,
infidelidades conyugales, apuestas, deudas, arbitrajes futbolísticos y
cualquier problema que requiera intimidación o, incluso, la eliminación del
otro.
Desde este momento el sicariato hace metástasis en la sociedad y deja
de vincularse exclusivamente a una violencia y a un solo territorio,
generalizándose por la sociedad y el territorio.
El Diario El Tiempo de Bogotá- señala el caso de la banda "las tres
puntillas" (llamada así porque a sus víctimas les ponen tres clavos en la
frente), que opera desde 1997 en siete países: Brasil, Estados Unidos,
España, Venezuela, Ecuador, México y Panamá; la cual ha matado más
de 200 personas y ha sido contratada por mafias y particulares que pagan
por aniquilar a sus enemigos sin dejar rastro.
En México, se desarrolló la banda de "Los Zetas", que es el grupo de
sicarios más violento y peligroso de la historia del narcotráfico. Nace de
un comando de operaciones especiales del Ejército mexicano que pasó
de combatir a los narcos en la frontera con Estados Unidos a trabajar para
ellos, con sueldos superiores. En el estado de Pernambuco-Brasil,
nacieron los sicarios llamados "Homicidios S.A." al que se atribuyen un
millar de muertes.
2.- OBJETIVOS:
1. Realizar un análisis exhaustivo del fenómeno criminal denominado
sicariato, en relación a los problemas de investigación criminal y
con la administración de justicia.
2. Plantear políticas criminológicas que sirvan para disminuir o
atenuar los altos índices de criminalidad por el sicariato.
3. Establecer varias medidas precautelatorias ante el problema que
se está generando a nivel nacional y mundial, por el fenómeno
denominado sicariato.
3.- FUENTES DE INFORMACIÓN:
El fenómeno es más complejo de lo que se supone debido a que es
imposible recoger información en las instituciones que deben producirla:
policía nacional, policía judicial y fiscalía. En principio, como el sicariato
no es reconocido legalmente, la información oficial no da cuenta del
fenómeno, pero también queda la impresión que no existe interés en
medirlo y conocerlo.
Para tener una aproximación a la problemática, hemos recurrido a los
datos obtenidos en la prensa nacional, básicamente en los años 2007 y
del 2008 (abril) de los diarios El Universo de Guayaquil; y, El Comercio y
el diario Hoy de Quito. Esta fuente de información no es la más precisa
debido a la serie de limitaciones y problemas que introduce: primero, el
universo de la información proviene de las ciudades más grandes donde
existen corresponsales, eso significa que no existe una cobertura
nacional. Segundo, que no todos los casos se registran, incluso en las
ciudades donde se publican los periódicos, lo cual genera una cifra negra
importante (sea porque no se identifica el homicidio o porque no se lo
considera noticia). Y tercero, porque el dato tiene un nivel de
procesamiento periodístico -realizado por el propio medio-, sin que haya
criterios científicos de profundizar la problemática más allá del hecho
noticioso.
De acuerdo a un informe de la Organización Mundial de las Naciones
Unidas, Guayaquil y Quito se encuentran entre las 20 ciudades con más
homicidios en Latinoamérica, la misma que se lleva más del 40% de los
asesinatos violentos por arma de fuego en el mundo, ubicándola en el
segundo lugar del mundo con mayor nivel de homicidios, después de
África.
Esta Organización ubicó en una lista a Guayaquil con una incidencia de
18,91 homicidios por cada 100 mil habitantes, hasta finales del 2009, lo
que la situó en el puesto número 14, después de Lima (22) y antes de
Bogotá (18).
El Distrito Metropolitano de Quito no se quedó atrás con una tasa de 10,5,
en el puesto 17, después de Buenos Aires (12) y antes de Santiago de
Chile (6).
Los números más sorprendentes de este ranking en América, lo tienen
Recife, de Brasil, Caracas, Ciudad de Guatemala, San Salvador y Cali,
cuyas tasas van de 158, en el caso de la primera ciudad, hasta 71,5, en el
de la última.
En el Ecuador, el comportamiento de homicidios por provincia, elaborados
por la Unidad de Ejecución Especializada de la Seguridad Ciudadana,
señala a Esmeraldas como el lugar donde más se cometen estos
crímenes.
La provincia tuvo en el 2008 una tasa de 41,91 muertes por cada cien mil
habitantes. Un año después la cifra se elevó a 62,40. En el 2009, a
Esmeraldas le siguieron Sucumbíos con 44,39, Santo Domingo de los
Tsáchilas (38,05), Los Ríos (33,71), Guayas (25,64), El Oro (21,85),
Orellana (19,51), Manabí (19,28) y Santa Elena (18,74). Estas cifras
obtenidas de acuerdo al número de la población, muestran que a
diferencia de lo que se cree, Guayaquil no es la ciudad más insegura del
país según las cifras recopiladas.
4.- INSTITUCIONALIDAD:
El sicariato no es solo un fenómeno de unos sujetos aislados que usan la
violencia para cometer homicidios por encargo, es algo mucho más
complejo que ello, debido a que su realidad está asentada sobre la base
de un conjunto de redes sociales que permean la sociedad y sus
instituciones, y de una construcción valórica en términos económicos
(toda vida tiene un precio) y culturales (el vértigo, el ascenso social). De
manera que, este fenómeno es un proceso que está creciendo en la
obscuridad porque se niega su existencia o porque se lo recubre bajo el
manto de la definición de homicidio agravado. Crece en la obscuridad
aunque todos saben de su realidad a través de los medios de
comunicación, aunque su existencia no siempre es reconocida por
quienes deben velar por su control.
Las instituciones involucradas en esta realidad son el Gobierno Nacional,
el Estado en su conjunto, la Fiscalía, las Cortes Nacionales e
Internacionales de Justicia, la Policía Nacional, Policía Judicial, DINAPEN,
la Policía Internacional (Interpol), los Centros de Rehabilitación Social, los
Militares, Ministerios del Interior, Ministerio de Justicia, el Consejo de la
Judicatura, Derechos Humanos, la Asamblea Nacional, la oposición al
Gobierno, la Prensa, las Universidades, los Gobiernos Provinciales, las
Municipalidades. En fin, toda la sociedad ecuatoriana en su conjunto,
nacionales y extranjeros. Es un problema que nos involucra a todos
directa o indirectamente y nos debe concernir.
Dicho en otras palabras, la importancia del sicariato no radica solo en el
número de homicidios cometidos o en los grados de violencia explícita
que encierra, sino en el impacto que produce en las instituciones tutelares
del sistema penal clásico (policial, cárcel y justicia), en las instituciones de
la sociedad civil (medios de comunicación, institutos académicos) y en la
vida cotidiana (cultura de resolución de conflictos al margen del Estado).
5.- ACTORES IMPLICADOS:
El sicariato encierra un conjunto de relaciones sociales particulares donde
operan cuatro actores identificables, explícitos y directos, producto de una
"división del trabajo" que establece funciones entre ellos están: el
contratante, que puede ser una persona aislada que busca solventar un
problema por fuera de la ley (celos, odios o deudas, tierras), una
organización delictiva formal (limpieza social, eliminación enemigos) o una
informal que requiere imponer su lógica del negocio ilícito (narcotráfico o
crimen organizado). El intermediario, es el actor que opera como
mediador entre el contratante y el victimario, es un personaje clave que
hace invisible al sicario frente al contratante (y viceversa), lo cual le da un
poder muy grande pero también lo pone entre la espada y la pared por el
nivel de conocimiento que tiene ante el contratante. Sin embargo, como
estos dos actores se necesitan mutuamente hay una relación perversa de
convivencia perpetua, pues el contratante se toma muy vulnerable si se
salta la instancia de intermediación. El sicario, es el ejecutante final del
objetivo de asesinar o escarmentar a alguien; lo cual le hace altamente
vulnerable por el riego que corre cuando comete el ilícito y también
porque termina siendo el eslabón más débil del proceso, en tanto por lo
general no conoce al contratante, ni al intermediario, ni a la víctima
(actores compartamentalizados). Hay una relación de conocimiento de
arriba hacia abajo, que hace que su sobrevivencia dependa de dar
muerte; pero su eficiencia incrementa su vulnerabilidad, en el sentido de
que ser testigo le convierte en potencial víctima de otro sicario al “saber
mucho”. El sicario es un tipo joven que ha sido reclutado de sectores de
ex policías, ex militares, narcotraficantes, guardias privados,
El asesinato y homicidio de enero a diciembre del 2010, han crecido un mínimo porcentaje con el 0,50 por ciento, mientras que los presuntos autores de este delito han crecido un mediano porcentaje con el 28,63 por ciento.