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* Empresario, historiado r y narrador. Carlos Caco Ceballos Silva Las divertidas mentiras Las divertidas mentiras De lejos y a mi alrededor O TOÑO, 1997.- Las mentiras, para divertir y para divertirnos son, en muchos casos, fabulosas; los que las cuentan, o son mitómanos o sencillamente quieren divertirse a costa de nosotros, sus oyentes, a quienes de verdad nos agrada. El ser mitómano, para mi leal saber y conocer, es agradable, y las mentiras que cuentan, de verdad las creen, debe ser más que satisfactorio, sobre todo si son todas como muchas de las que he escuchado, que además de divertidas no sobrellevan nada de perjuicios de mala fe para ninguno de nuestros congéneres. Mi buen amigo Mora Gris, me contaba que allá a principios de 1938 le llegaron noticias sobre un gran puma que se había enseñoreado por el rumbo de Aquila, habiéndose constituido en un verdadero azote del ganado, tanto así que los rancheros tenían acorraladas sus vacas y terneros, y por las noches cerra- ban y atrancaban sus puertas, dejando una “lumbrada” para ahuyentar a la era, pues temían que el animal pudiera llevarse algunos de estos críos o matar a alguno de la manda. Rogelio, por esos días, había reci- bido directamente del Reino Unido un magníco perro cazador pura sangre, por lo que sin pensarlo mucho, arregló sus arreos de caza, y un sábado, en su veloz automóvil se dirigió a la costa michoacana, con el único deseo de castigar a aquel animal y hacer que volviera la tranquilidad en aquella zona. Llegó a Callejones, feudo de los Moctezuma, se hizo de un guía y se dirigieron en busca de la terrible era; después de mucho andar, los ladridos del perro inglés le indicaron que éste tenía la pista o al animal acorralado; efectivamente, así era, entre los rama- jes de una frondosa parota estaba el feroz puma, mientras que el enfureci- do perro arañaba el tronco del árbol. Rogelio trató de buscar el mejor ángulo para abatir al animal, sin dañar la piel, difícil, pues el puma brincaba de una rama a otra y precisamente en esos momentos llegó en rápido corcel el comisario de Coahua- yana, agitando un telegrama urgente, dirigido a Rogelio, éste rápidamente rompió el sobre, enterándose que el señor presi- dente de la República acababa de decretar la nacionalización petrolera y le ordenaba se trasladara rápidamente a Manzanillo a tomar posesión de las instalaciones que estaban en poder de las compañías extranjeras. Rogelio no podía desatender esas órdenes presidenciales, así es que sin pensarlo ni un instante, cogió su jamelgo, abandonando el lugar a “mata caballo”, en compañía del comisario y del guía que corrían tras él. Llegando a Coahuayana tomó su coche y se encaminó rápidamente al puerto, presentóse a las autoridades para que los acompañara y así tomó posesión de inmediato de todas las instalaciones petroleras del puerto. Pasaron los días y todo fue aquietándose, por lo que se regresó a Colima, donde tenía la gerencia de Petróleos Mexicanos; corrió el tiempo, y un sábado, tres meses después, recordando la cacería que dejó pendiente, se encaminó al poblado michoacano en su automóvil, localizó al guía, pero nadie del poblado le dio razón de su perro, por lo que decidió de inmediato ir en su busca al lugar de los hechos. Al llegar a la parota, contemplaron un cuadro impresionante: entre las ramas estaba la osamenta del puma, y como arañando el tronco, el esqueleto completito del sabueso inglés. Terminaba Rogelio su narración, haciendo notar sobre la calidad de su perro de pura sangre, que prerió morir de hambre y de sed que abandonar su presa que tenía localizada y asustada entre las ramas del frondoso árbol. En otra ocasión nos platicó nuestro estimado Rogelio en el Club de Leones, que en 1943, en plena guerra mundial y estando él en Manzanillo al cuidado de las instalaciones petroleras, y sabiendo mucho de pesca, se le ocurrió invitar a unos lancheros para que lo acompañaran a tratar de localizar una ballena; así es que bien provisto de un buen alado arpón, e colocó en la proa y muy de madrugada salieron a mar abierto, navegaron bastante tiempo y ya para dar órdenes de regresarse van viendo el oscuro lomo de una gran ballena; el timonel encaminó rápida- mente la lancha hacia la codiciable presa, y ya junto a ella, Rogelio le tiró con todas sus fuerzas el arpón, pero todos con gran sorpresa y desconcierto se dieron cuenta que rebotó la lanza, y al recogerla, van viendo que estaba todo mellado y al mismo momento tu- vieron la gran sorpresa, consternación y pavor, al contemplar que el lomo de la “ballena” iba alzándose, convir- tiéndose en un submarino alemán, el que posiblemente andaba al acecho de barcos enemigos. Al aparecer la torre- cilla, salieron unos marinos riéndose y hablando guturalmente, desde luego, sin entenderlos, comprendimos que se reían de nosotros, por nuestra audacia al querer “arponear” a un submarino alemán; momentos después, “la ballena” de acero volvió a perderse en las agua del mar Pacíco. Relatos como los anteriores pueden ser mentiras, pero sólo en forma literal, pero mucho nos divierten y admiramos el ingenio y la imaginación de quien las crea y las cuenta. Mentiras, mentiras son los relatos, cuentas prefabricadas y declaraciones optimistas, adornadas y engalanadas que nos hacen tragar como si fueran purgantes de aceite castor, nues- tros queridos y admiradores políticos del amante gabinete económico presidencial. ¿No lo creen ustedes así? (8 de abril de 1956) Evocación de un maestro PLAZA CULTURAL DE DIRECTOR GENERAL: ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA COORDINADORA: ÉRICKA MARGARITA TREJO Imágenes: Fotos de Archivo. Correo: [email protected] DOMINGO 27 DE ENERO DE 2019 2530 VIÑETAS DE LA PROVINCIA 4 8 Ágora PLAZA CULTURAL DE ESCRIBEN: Marcela Gómez, José María Lomelí, Verónica Zamora, Gabriel Araico, Daniela Arceo, Luis Enrique Araoz, Alina Velazco, Guillermo García, Fernanda Macedo, Leopoldo Barragán y Carlos Caco Ceballos. Desde muy pequeña Guillermo García A mi madre le detectaron La enfermedad de los pájaros. Mi abuela decía Que era una cuestión hereditaria Todo aquello de los cantos amarillos Y la ebre del vuelo Ahora mi madre Con todos sus años encima Emana cantos Como el silbido metálico De una locomotora A punto de reventar la sangre Y yo me siento /más bien Cercano a las moscas Con un vuelo esquizoide sosteniendo el cuerpo y un vuelo marcando la existencia fría De este zumbido Colateral. Niño geopolítico observando el nacimiento del nuevo hombre, Salvador Dalí. El Músico, Marc Chagall. Pintura de Berthe Morisot.
4

Evocación de un maestro RICKA 2530 OORDINADORA D · * Empresario, historiado r y narrador. † Carlos Caco Ceballos Silva L a s d i v e r t i d a s m e n t i r a s De lejos y a mi

Mar 15, 2020

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Page 1: Evocación de un maestro RICKA 2530 OORDINADORA D · * Empresario, historiado r y narrador. † Carlos Caco Ceballos Silva L a s d i v e r t i d a s m e n t i r a s De lejos y a mi

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mel

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ione

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2Ágora

PLAZA

CULTU

RA

L DE

7Ágora

PLAZA

CULTU

RA

L DE

27 de E

nero

1979.- Murió V

icto-ria O

campo (1891-1979), una escritora,

intelectual, ensayista, traductora, edito-ra y m

ecenas argentina. Publicó diversos libros com

o La laguna de los nenúfares (1926), diez tom

os de Testimonios o

Tagore en las barrancas de San Isidro (1961).

28 d

e En

ero1853.- N

ació el escritor y político cubano, José M

artí, héroe de la inde-pendencia de C

uba y poeta precursor del m

odernismo. E

n el campo de la poesía,

sus obras más conocidas son: Ism

aelillo (1882), V

ersos sencillos (1891) y Versos

libres Flores del destierro. Sus ensayos m

ás populares son: El presidio político

en Cuba (18

71) y Nuestra A

mérica

(1891). Cabe tam

bién destacar su obra epistolar, por lo general bien apreciada literaria y conceptualm

ente.1887.- Se colocó la prim

era piedra de la torre E

iffel, símbolo de París.

29 d

e En

ero1860.- N

ació Anton C

héjov, médico,

escritor y dramaturgo ruso. E

ncua-

drable en la corriente naturalista, fue m

aestro del relato corto, siendo conside-rado com

o uno de los más im

portantes escritores de cuentos de la historia de la literatura. E

n 1886 se había conver-tido ya en un escritor de renom

bre. E

se mism

o año publicó su primer libro

de relatos, Cuentos de M

elpómene; al

año siguiente ganó el Premio Pushkin,

gracias a la colección de relatos cortos A

l anochecer. En teatro, E

l jardín de los cerezos (1904) ha sido una de las obras m

ás interpretadas a lo largo de los años.

30 d

e En

ero1933.- Se em

itió el primer

episodio de El Llanero Solitario,

un personaje creado por el escri-tor Fran Striker. E

s un ranger de Texas enm

ascarado del viejo oeste de U

SA, interpretado originalm

ente por Paul H

alliwell (voz en la radio).

La primera aparición del Llanero

fue en un programa de radio esta-

dounidense que permaneció m

u-cho tiem

po en antena, creado por el productor G

eorge W. Trendle.

1 de F

ebrero1901.- N

ació el legendario ac-tor C

lark Gable, considerado uno

de los mitos del cine clásico. C

on la película It happened one night (1934), obtuvo el Ó

scar como m

ejor actor principal. Pero fue con la cinta Lo que el viento se llevó (1939) la

que más fam

a le otorgó en su carrera, y le valió otra nom

inación al Óscar com

o m

ejor actor.

2 de F

ebrero1852.- N

ació José Guadalupe Posa-

da, un grabador, ilustrador y caricatu-rista m

exicano. Célebre por sus dibujos

de escenas costumbristas, folclóricas,

de crítica socio-política y por sus ilus-traciones de calacas o calaveras, entre ellas La C

atrina. La mayoría de ellas

asociadas con el Día de M

uertos, ya que interpretó la vida y las actitudes sociales del pueblo m

exicano, representados en sus grabados con calaveras vestidas de gala, en fi esta de barrios, en calles urbanas, en las casas de los ricos, m

on-tadas a caballos, en bicicletas, con las que señalaba las lacras, la m

iseria y los errores políticos del país.

1852.- Se levantó la prohibición y se representa en París La D

ama de las

Camelias, novela fi rm

ada por Alejandro

Dum

as (hijo). Esta obra está inspirada

en un hecho real de la vida de Alejan-

dro relativo a un romance con M

arie D

uplessis, joven cortesana de París que m

antuvo distintas relaciones con gran-des personajes de la vida social. La nove-la pertenece al m

ovimiento literario que

se conocería como R

ealismo, siendo de

las primeras que form

arían parte de la transición del R

omanticism

o. La ópera La Traviata, del com

positor italiano G

iuseppe Verdi, se basó en esta novela.

Fernanda Macedo

Y ahora la médium

soy yoEn la historia del arte...

Ágora

E

PA

RTIE

ND

O d el hecho de que el ser

se funda con el habla y acontece en el diálogo, a través de él nos oím

os m

utu

amen

te, porque som

os un

diálogo constante. La creación nos muestra

la pertenencia a la tierra que heredamos y

con ello, lo que aprendemos de las cosas.

Por medio de la creación, tenem

os el con-tacto con el devenir de una obra, su llegar a ser. E

s un modo de acontecer la verdad. La

poeta Zeydel Bernal nos m

uestra su modo

de acontecerla, su proceso. La médium

es una recopilación de un aprendizaje a través de una pena, y el punto de refl exión a partir de la cual se profundiza. M

e parece que es por ello el nom

bre del libro, Médium

, es una persona a la que se le considera dotada de cualidades m

entales paranormales, que

le permiten com

unicarse con espíritus del m

ás allá.L

as pala-b

ras claves qu

e más m

e resaltaron de la

p

rimera

parte d

el li-bro, reflejan el p

un

to del

trazo d

ébil

de un

círcu-

lo que quiere ser cerrad

o, pero no sabe –

o no puede–

contin

uar la

línea para ha-cerlo. Se lee lluvia, dolor, silen

cio,

y en

terrar. Un

estire y afl oje, u

n trazo in

-seguro hacia u

na circu

n-

ferencia que

apenas hace el bosquejo del trazo, porque hay una necesi-dad de regresar, una necesidad casi m

ortal pero inevitable.

IV

Q

ue silencio.

Cóm

o acariciar los besos, la lluvia,

La dolorosa luz que derrite alas.

Enterrar tu sol.

En E

l bifronte, que remite a dos caras o

dos frentes; sobresale la mem

oria, el deseo, las ruinas, y un silencio que grita m

udo para fi nalm

ente reventar. Es la necesidad de hui-

da, y regreso por la costumbre al barco, aquél

que siempre lleva a chocar con las rocas, pero

que te mantiene seco antes del im

pacto que sabes que vendrá de nuevo.

Querida m

ía:E

ventualmente m

oriremos,

Nos correspondem

os /con silencio.

Me parece que la autora narra un pro-

ceso dialéctico entre la embriaguez y la

difi cultad para continuar. Después de leer

El bifronte, que bien podría sim

bolizar la incongruencia de los estadios existenciales de lo que signifi ca rom

per con algo; nos presenta Iridiscencias. U

na iridiscencia es un fenóm

eno óptico donde el tono de la luz varía. Se lee una boca nueva, una distancia, y la inutilidad de com

parar. La línea circular está hecha, a sabiendas de que la m

emoria

no hace constar el anonimato.

Casi a punto de cerrar el círculo de Zeydel, leem

os otro apartado titulado Manzana, y

termina con un ahora y un aquí, un instante

que es el poema de lo que describe estar viva.

Manzana. M

e parece que fueron los pitagó-ricos, quienes vieron en esta fruta al cortarla de m

odo horizontal, una estrella perfecta de cinco puntas, el pentáculo clave de la C

iencia Superior, que abre el secre-to d

el cono-

cimien

to del bien y del m

al. Por otro lado, la m

anzan

a representa en el esoterism

o al sím

bolo fe-m

enin

o por

excelen

cia,

po

r lo cu

al M

anzana me

remite quizá a

ambas cosas,

un

a venera-

ción a Venus,

un

p

osib

le cierre cercano y con ello, el últim

o suspiro de un aprendi-zaje venidero, qu

e termin

a siendo el ob-

jeto materializado del naufragio em

ocional.Por fi n llegam

os a las Minucias, a los

detalles y pormenores. A

aquellas cosas que si bien no tienen m

ucha importancia,

resultan molestas. D

as vuelta a la página y encuentras ahí la conclusión.

Estas cenizas atestiguaron el fuego.

El lenguaje, es la capacidad de dar nom

-bre a todas las cosas, lo que nos perm

ite ser conscientes del m

undo y de nosotros m

ismos. E

l campo de acción de la poesía es

el lenguaje, en el cual la posibilidad de la pa-labra im

plica el poder de hablar y oír: donde hay habla, hay m

undo, y donde hay mundo,

hay historia. En ese sentido, som

os historias y es así cóm

o al aventurarme al diario de

Zeydel, la médium

, de manera paralela, la

médium

ahora soy yo: construyo su historia, la reinterpreto, y así, de lector a lector, de reinterpretación a reinterpretación, Zeydel deja im

presa su huella.

kin,rtos

delas de

r La escritora argen

tina, V

ictoria Ocam

po.

A

riesgo de parecer paranoico, confieso la relativa frecuencia con la que el fl ujo de m

is pensam

ientos me arroja al centro de una

refl exión, quizá no muy añeja, ni tam

poco m

uy reciente que digamos, directam

ente derivada de los avances científi cos día con día atestiguados por todos: qué tan confi ables son estas nuevas tecnologías y qué tan conveniente resulta nuestra cada vez m

ayor dependencia de las m

ismas.

No niego m

i tendencia a ser uno de esos individuos desconfi ados que, frente al riesgo de algún m

alicioso espionaje, m

antiene cubierta la lente de video de su com

putadora; de los que niegan el acceso total a cámara,

archivos, micrófono y contactos a cada nueva aplicación

instalada en su celular; de quienes optan por no usar los asistentes virtuales por esa sensación extraña que suele provocar el tratar con una voz fría y m

ecánica; de los que todavía se niegan a leer en la pantalla de una tableta; y de los que, ya inm

ersos en ese caudal de pensamientos des-

bordados, no le es imposible divagar sobre los próxim

os alcances de la robótica, la singularidad tecnológica y el advenim

iento de las inteligencias artifi ciales.N

o obstante mis m

encionadas reticencias, me gusta-

ría matizar m

is preocupaciones. No es que m

e inquiete la llegada de un futuro en el cual convivam

os con robots asistenciales, m

uchos de ellos tan parecidos a nosotros que sean im

posibles de identifi car a simple vista (en el dado

caso de que pudiéramos llegar a presenciar tal escenario),

o su utilización para la realización de tareas pesadas. No.

Más que eso m

e preocupan nuestro posible entorpeci-m

iento en la realización de ciertas tareas ante la cada vez m

ayor dependencia de los mism

os, la problemática

derivada de la posible substitución de la mano de obra

humana por la robótica, m

ucho más rápida y barata que la

primera y, por qué no, para ponernos m

ás conspiranoicos, las veladas intenciones que pudieran tener sus creadores al ponerlos en m

archa y la evolución de sus conciencias cibernéticas, m

ucho más rápida que la hum

ana, hasta el grado de poder considerarnos obsoletos.

En una entrevista brindada a la cadena B

BC

, en di-ciem

bre de 2014, el recientemente fallecido físico británi-

co Stephen Haw

king señaló que de rebasar la inteligencia de las personas, “el desarrollo de la inteligencia artifi cial

podría signifi car el fi n de la raza humana”. A

ñadiendo adem

ás que “Los humanos... seres lim

itados por su lenta evolución biológica, no podrán com

petir con las máqui-

nas, y serán superados”.Preocupación tam

bién compartida por fi guras tales

como Steve W

ozniak, cofundador de Apple; B

ill Gates,

cofundador de Microsoft, y el m

agnate de origen suda-fricano E

lon Musk, fundador, entre otras cosas, de Tesla

Motors y SpaceX

.“Yo estoy en el bando de los que están preocupados por

la superinteligencia [señala Gates]. Prim

ero las máquinas

harán un montón de trabajo para nosotros y no serán su-

perinteligentes. Eso será positivo si lo gestionam

os bien. U

nas décadas después, la inteligencia artifi cial será lo sufi cientem

ente fuerte como para ser una preocupación”.

En tanto que M

usk, quien no obstante su emprendi-

miento tecnológico en los terrenos de las energías lim

pias e im

pulsor de la idea de una civilización multiplanetaria,

ha dejado a muchos con la boca abierta al afi rm

ar que con la inteligencia artifi cial estam

os invocando al demonio,

propuso ante la Asociación N

acional de Gobernadores de

Estados U

nidos la creación de un organismo supervisor

del desarrollo de la Inteligencia Artifi cial, señalando que:

“Hasta que la gente no vea a los robots m

atar personas en la calle, no entenderán los peligros de la inteligencia artifi cial”.

Tiempo atrás, el prolífi co escritor y apasionado divul-

gador científi co de origen ruso, nacionalizado estadouni-dense, Isaac A

simov, célebre por una obra m

ayormente

dedicada a la ciencia fi cción, situando tales preocupa-ciones en el centro de su universo literario, diseñó el com

portamiento de sus im

aginados robots sobre la base de un código específi co, aparecido por prim

era vez en el relato Círculo vicioso, de 1942, al cual denom

inó como las

leyes de la robótica. Éstas son las siguientes:

1- Un robot no puede dañar a un ser hum

ano, ni permi-

tir por falta de acción que un ser humano sufra algún daño.

2- Un robot debe obedecer las órdenes que le den los

seres humanos, excepto cuando tales órdenes contradigan

la Primera Ley.

3- Un robot debe proteger su propia existencia siem

-pre y cuando tal protección no se oponga a la Prim

era o Segunda Ley.

IIP

redicamentos m

odernosR

ugidos literarios

José María Lom

elí Pérez

Gabriel A

raicoEl corazón robado

PU

ED

E que el tem

a más trillado del m

undo sea el robo del corazón. Y aun así, hem

e aquí escribiendo sobre ello y sobre ella, quien lo hizo el día que por fi n se acercó a m

í.D

escubrí que el amor en verdad era quím

ico, y un beso en la m

ejilla fue todo lo que le tomó para conseguirlo.

Con un sim

ple beso espontáneo, robó mi corazón que yo

con tanto esmero había buscado tianguis tras tianguis

durante la semana.

No la culpo, no puedo hacerlo, apenas tres o cuatro

alumnos de la clase conseguim

os el mentado corazón que

nos había pedido el enfermo profesor.

Ya me parecía sospechoso su interés por m

í, justo ese m

omento, luego de tantas otras ocasiones en las que in-

tentaba hablar con ella y ni una palabra me dirigía. Incluso

intenté proponerle si emprendíam

os juntos la aventura de conseguirlo, pero obvio, ni siquiera e staba enterada de cuál era la tarea, así que m

enos iba a estar enterada de m

i interés por ella.E

s por esa razón que cuando robó mi corazón, no

puedo negar que sentí coraje al principio, mucho, pero se

me fue quitando, total, un corazón de vaca que tuve que

conseguir con el carnicero, que apestaba a rayos y casi me

corría mi m

adre cuando lo guardé en el refrigerador, no se com

paraba con un beso de ella en mi m

ejilla, ya que a partir de ese m

omento quedé im

pregnado de su aroma,

su piel, su voz, su sonrisa. Todo de ella.La clase de quím

ica… pues fui uno de los tantos que

no cumplió con la tarea, en vez de haber sido de los pocos

que sí lo hicieron, como ella, pero ahora por lo m

enos soy el único afortunado con su beso…

supongo.N

unca olvidaré tan majestuoso m

omento, sobre todo

cuando reaccioné y vi que el corazón, envuelto en plástico y todo, desapareció de m

i lado. Pero al verla partir con él, lanzándom

e una sonrisa, robó mi otro corazón.

No sé si sea un don o una m

aldición que a alguien le roben el corazón tan joven. E

n mi caso fue una bendición,

ya que gracias a ella mi m

ente nunca ha dejado de tener en qué soñar, im

aginar y anhelar.¿Q

uién sabe? Tal vez hasta haya sido una excusa de parte de ella, planeada desde hace m

ucho, para darme

un beso.

Page 3: Evocación de un maestro RICKA 2530 OORDINADORA D · * Empresario, historiado r y narrador. † Carlos Caco Ceballos Silva L a s d i v e r t i d a s m e n t i r a s De lejos y a mi

6Ágora

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sí, s

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paus

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mo,

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a de

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orde

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pob

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reen

cia

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na b

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sa

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de l

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rici

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orta

l de

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empo

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nues

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piel

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ga a

pena

s en

fra

gmen

tos

roto

s po

r el

río

, no

sotr

os d

entr

o, c

on e

l ag

ua h

asta

la

cint

ura,

y y

o to

mán

dote

, ac

ercá

ndot

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cto

delic

ado,

las m

anos

qu

e ah

ora

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corr

en m

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ndie

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tens

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bias

sob

re tu

cue

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don

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niño

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érfa

nos

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iel

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de

lágr

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cor

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irec

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, ello

s lo

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nsan

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ies d

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lzos

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iere

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cal

or y

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uien

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dice

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ragi

li-da

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y

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iste

rio

mag

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o. Se h

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fum

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o. V

uelv

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arte

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o su

til

vuel

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ram

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sin

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el

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detr

ás,

com

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nceo

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lieve

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se, a

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vez

más

y la

ond

u-la

nte

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sa im

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nie

ndo

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dej

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ver

ya n

ada

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cu

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, los

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iños

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rien

do

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ás,

corr

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sesp

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os p

or

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vida

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sueñ

os,

corr

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gar,

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el s

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ente

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s ven

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Nos

otro

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de a

quí,

vién

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sile

ncio

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ambi

én s

omos

com

o el

los,

per

o… T

e m

iro

y te

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o al

go d

e ce

rca,

me

escu

chas

y

sonr

íes,

roz

o tu

pie

l y m

e pr

egun

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or

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ignifi c

ado

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s co

sas,

y e

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mis

eria

se

dien

ta, e

se á

ngel

ter

ribl

e, m

e pr

egun

to

por

ti.

¿Por

qué

tú?

¿Po

r qu

é tu

cab

ello

de

esa

man

era

caye

ndo

en c

asca

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obre

tu

s ho

mbr

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tu c

abel

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vece

s el

co

lor

del r

ojo

puro

sub

terr

áneo

que

cor

re

naci

endo

de

la o

scur

idad

. Tod

a tú

, tod

o lo

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e te

conf

orm

a y

de a

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a m

aner

a pu

edo

perc

ibir

, tu

voz

y tu

pie

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erpo

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o aq

uí, r

odea

dos

por

todo

est

o. N

acid

os d

el

alie

nto

inm

acul

ado,

atr

aves

ando

ráf

agas

si

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un

a, p

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ahor

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uí,

con

tigo

. C

erca

del

mom

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viv

o rá

faga

que

lueg

o se

enf

riar

á y

endu

rece

rá e

n tr

ansp

aren

cias

qu

e no

pod

rem

os re

cord

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or si

empr

e. T

e m

iro

de n

uevo

, sé

que

te p

erde

ré, d

entr

o de

todo

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e m

ovim

ient

o no

s pe

rder

emos

en

nue

stra

mis

ma

real

idad

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uede

que

ya

sólo

te re

cuer

de si

n sa

berl

o, e

star

ías e

n m

í, pe

ro m

ás a

llá d

el c

ampo

que

lim

ita

la c

on-

cien

cia,

y q

ue s

e va

man

teni

endo

en

vai-

vén

con

el ti

empo

. Per

o ah

ora

está

s aq

uí,

conm

igo,

Lis

ea. Y

tu n

ombr

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la m

ism

a m

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a de

sten

dién

dose

en

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empo

com

o el

hum

o ex

hala

do, a

lgún

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tan

solo

y

que

mar

avill

a a

los

suer

tudo

s qu

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tén

cerc

a y

alca

ncen

a v

er e

l ful

gor c

onsu

mid

o,

la m

úsic

a de

tu

voz,

que

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ernu

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el

roce

del

vie

nto

en

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rist

al fr

agm

en-

tado

, el v

ient

o qu

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ene

de l

ejos

, de

ta

n le

jos,

per

o ah

o-ra

aqu

í, co

nmig

o y

yo i

nte

nta

nd

o pa

labr

as,

dest

en-

dién

dola

s pa

ra ti

.¿Q

po

drí

a de

cirt

e? E

res

más

sa

bia

que

yo y

ca-

llas,

y e

n tu

sile

n-ci

o m

e m

uest

ras

el v

acío

que

refl

e-

ja l

as c

osas

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n el

rec

uerd

o de

tu

voz

hay

un

a d

e-li

cad

eza

que

me

cort

a. T

endr

ía q

ue

deci

rte

algo

ant

es

de t

odo,

ant

es d

el

encu

entr

o de

todo

co

n to

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que

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irte

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o pe

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zón

de la

s pal

abra

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el h

ombr

e, p

en-

sand

o en

que

las

pa

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acie

ron

por u

na n

eces

idad

, es

dec

ir,

una

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ncia

de

algo

. Su

ena

cons

ecue

nte

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gar

de la

s pa

labr

as e

n el

se

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hac

e a

sí m

ism

o y

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ente

en

cua

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ión

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turo

, al s

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que

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ucio

nó g

raci

as a

su

capa

cida

d de

cr

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cci

ón (l

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rdad

), y

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s va

por

ahí

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iles

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ños

busc

ando

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cont

rar l

a su

perfi

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or lo

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je

en s

u ac

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read

or. D

ivid

ido

parc

ialm

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en

su

curs

o, c

omo

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gota

que

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co e

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que

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lív

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nera

bles

, tem

blor

osos

de fi e

bre,

ca

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os d

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spir

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ngui

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iero

n en

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mis

mo

alie

nto

el c

aos,

ce-

dien

do la

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gunt

a de

l sue

ño d

el s

ol t

ras

la m

onta

ña e

n ti

.

1.- N

O e

xist

e un

a H

isto

ria

de la

Filo

-so

fía, s

ino

hist

oria

s de

las fi

loso

fías.

2.-

Cad

a hi

stor

ia d

e la

fi lo

sofía

es

una

ideo

logí

a.3.

- Por

con

sigu

ient

e, la

His

tori

a de

la

Filo

sofía

es

conf

esio

nal.

4.- L

as h

isto

rias

de

la fi

loso

fía n

o só

lo

dan

cuen

ta d

e pr

oble

mas

, sin

o ta

mbi

én

de e

rror

es fi

losófi c

os y

pse

udofi

losófi c

os.

5.-

El

erro

r fi

losó

fico

nos

per

mit

e co

noce

r y

el p

seud

ofi lo

sófi c

o ap

rend

er.

6.- A

pes

ar d

e la

long

evid

ad d

el fi

loso

-fa

r, e

sta

voca

ción

es i

ncap

az d

e sa

cudi

rse

su te

rque

dad.

7.-

La te

rque

dad

del fi

loso

far

es p

al-

pabl

e en

la m

etod

olog

ía p

ara

la in

terp

re-

taci

ón d

e la

rea

lidad

.8.

- Los

err

ores

son

cam

inos

que

con

-du

cen

al c

onoc

imie

nto

acep

tabl

e.9.

- Los

aci

erto

s fi lo

sófi c

os n

o so

n ve

r-da

des

cont

unde

ntes

, sól

o co

nven

cion

es

aser

tiva

s y

tem

pora

les.

10.-

Obs

tina

rse

en fi

loso

fía

es t

er-

min

ar a

sfi x

iado

en

fals

edad

es.

11.-

Tod

o en

-ga

ño

en f

ilos

ofía

re

clam

a el

des

eo

de

cert

eza,

com

o el

err

or d

eman

da

evid

enci

a.12

.- E

n el

mun

-do

de

la fi

loso

fía e

n-co

ntra

mos

des

ier-

tos

dico

tóm

icos

.13

.-

Un

o

de

ello

s es

el

que

in-

tent

a ex

plic

ar q

fue

prim

ero:

el

es-

píri

tu o

la m

ater

ia.

14.-

Otr

o m

ás

cons

iste

en

sost

e-ne

r qu

e to

do e

l sa-

ber fi l

osófi

co

se d

ivid

e en

ide

alis

mo

y m

ater

ialis

mo.

15.-

Nad

a m

ás e

stér

il q

ue a

dmit

ir

com

o ún

ica

fuen

te d

el r

ealis

mo

la s

en-

saci

ón y

la m

ater

ialid

ad.

16.-

Tot

alm

ente

inefi c

az e

s el

pri

n-ci

pio

que

acep

ta e

l fi l

osof

ar c

omo

una

fábr

ica

de a

bstr

acci

ones

.17

.- S

i una

fi lo

sofía

se

som

ete

a fi n

es

utili

tari

os,

ento

nces

ech

a ra

íces

en

sus

desa

cier

tos.

18.-

La

tesi

s qu

e ot

orga

pri

mac

ía a

l es

píri

tu o

a la

mat

eria

es

impr

oced

ente

, co

mo

se d

emue

stra

en

Ont

olog

ía.

19.-

Con

secu

ente

men

te,

la d

ivis

ión

irre

duct

ible

de

la fi

loso

fía a

l ide

alis

mo

o al

mat

eria

lism

o es

inso

sten

ible

, com

o se

m

uest

ra e

n m

etaf

ísic

a.20

.- L

a hi

póte

sis

que

fund

amen

ta a

l re

alis

mo

en la

bas

e de

lo se

nsib

le e

s lim

i-ta

nte,

com

o se

acl

ara

en E

pist

emol

ogía

.21

.- L

a te

sis

que

obje

ta e

l ca

ráct

er

abst

ract

o de

la fi l

osof

ía e

s in

fund

ada,

co

mo

se e

xplic

a en

la

Teor

ía d

el C

ono-

cim

ient

o.22

.- E

l te

ma

cent

ral

de l

a fi l

osof

ía

es e

l ser

.23

.- A

cad

a ni

vel

de e

stra

tifi c

ació

n de

l ser

corr

espo

nden

div

erso

s pro

blem

as

fi los

ófi c

os.

24.-

Por

lo ta

nto,

la e

stra

tifi c

ació

n de

l se

r y lo

s gra

dos d

e ab

stra

cció

n en

su p

ro-

ceso

cog

nosc

itiv

o de

term

inan

la d

ivis

ión

y na

tura

leza

de

la fi

loso

fía.

25.-

Rec

hazo

com

o ún

ico

real

ism

o to

da fi

loso

fía q

ue s

e am

arra

en

el b

urdo

m

ater

ialis

mo.

26.-

Las

ope

raci

ones

del

ent

endi

-m

ient

o de

sem

peña

n un

pap

el d

ecis

ivo

en la

apr

ehen

sión

de

la r

ealid

ad.

27.-

Ide

alis

mo

y m

ater

ialis

mo

son

hijo

s de

sobe

dien

tes

del r

ealis

mo.

28.-

La fi l

osof

ía e

s un

rea

lism

o.29

.- S

i a lo

s es

quem

as c

once

ptua

les

del

pen

sam

ien

to

añad

o la

nat

ural

eza

de la

s co

sas,

ent

on-

ces o

bten

go la

ese

n-ci

a de

la fi

loso

fía.

30

.- A

nal

ice-

mos

la

preg

un

ta:

¿Qu

é es

est

o? E

l “q

ué”

lo u

bica

mos

en

el

Rea

lism

o, e

l “e

s” e

n la

Ont

olo-

gía

y el

“es

to”

en la

m

etaf

ísic

a.31

.- ¿

Aca

so l

a on

tolo

gía

y la

met

a-fís

ica

no so

n la

s dos

pi

erna

s co

n la

s qu

e so

stie

ne e

l fi ló

sofo

?3

2.-

Cu

and

o cu

esti

onam

os e

l “q

ué d

e es

to”,

est

a-bl

ecem

os e

l ca

rác-

ter

met

afís

ico

de la

fi lo

sofía

.33

.- E

l “qu

é” b

usca

la e

senc

ia, e

l “es

” m

ient

a al

ser

y e

l “e

sto”

se

refi e

re a

la

exis

tenc

ia.

34.-

Est

ar e

s ex

isti

r.35

.- L

a fi l

osof

ía e

s un

lla

mad

o qu

e pr

egun

ta p

or e

l ser

de

lo q

ue e

xist

e.36

.- E

l fi ló

sofo

rec

ibe

zanc

adill

as d

el

cien

tífi c

o, p

or e

so s

e ob

stin

a en

el c

ono-

cim

ient

o de

l ser

. El s

er lo

aba

rca

todo

.37

.- P

ara

el fi

lóso

fo, e

l mun

do e

s un

a na

ranj

a qu

e la

des

gaja

par

a sa

bore

arla

.38

.- T

odas

las fi

loso

fías s

on re

alis

tas,

no

hay

fi lo

sofía

s que

se a

poye

n en

la n

ada.

39.-

Pod

rá o

bjet

arse

que

el n

ihili

smo

part

e de

la

nada

; no

im

port

a, p

orqu

e la

nad

a in

dica

que

tie

ne a

lgo

de s

er, d

e re

alid

ad e

ncar

nada

en

la fi

nitu

d.40

.- D

ecir

“no

som

os n

ada”

es

deci

r qu

e so

mos

alg

o. A

lgo

de s

er y

otr

o ta

nto

de n

ada,

más

de

nada

que

de

ser.

La

mue

rte

lo a

test

igua

.

Leop

oldo

Bar

ragá

n M

aldo

nado

Pers

pica

cias

fi lo

sófi

cas

Hom

bre

en p

ais

aje

su

pre

ma

cist

a,

Kaz

imir

Mal

evic

h.

Pin

tura

de

An

der

s Z

orn

.

CO

NO

CID

O y

rec

onoc

ido

que

en a

lmue

rzos

y

mer

iend

as d

e la

s ca

sas

y la

s fi e

stas

mex

ica-

nas

los

frijo

les

nunc

a fa

ltan

y s

iem

pre

“se

la

rifa

n”, n

o ex

iste

gui

so m

exic

ano

que

no p

ueda

se

r ac

ompa

ñado

de

al m

enos

un

taco

de

frijo

les;

en

las

casa

s m

ás h

umild

es y

num

eros

as, n

unca

falt

a la

olla

de

barr

o ti

znad

a co

n fr

ijole

s cal

doso

s, su

chi

le d

e m

olca

jete

y

tort

illas

cal

ient

es: l

a tr

ilogí

a de

la c

ultu

ra a

limen

tari

a m

exic

ana

y la

milp

a.Fr

ijole

s co

n el

ote

y ch

ile s

eco

dora

dito

, con

bol

illo

y ca

feci

to n

egro

, es

el

itac

ate

colim

ote

más

goz

oso

y pr

esti

gios

o; lo

s fr

ijole

s de

la o

lla c

on s

alsa

mex

ican

a y

mor

onas

de

chic

harr

ón: e

l alm

uerz

o fa

vori

to d

e ab

ue-

las

de a

ntañ

o. F

rijo

les

de b

oda,

mej

or c

onoc

idos

com

o pu

erco

s… v

an c

hini

tos

de m

ante

ca, r

ojiz

os d

e gu

ajill

o y

perf

umad

os d

e aj

os,

cebo

llas,

lon

gani

za y

sar

dina

s,

ador

nado

s co

n fr

uta

en v

inag

re d

e tu

ba y

tort

illas

frit

as

en-m

ante

cada

s, d

icen

las

muj

eres

anc

estr

as e

ntre

fogo

-ne

s de

leña

, caz

uela

s de

bar

ro y

pal

as d

e m

ader

a. L

os

char

ros –

frijo

les c

aldo

sos y

hum

eant

es–

aco

mpa

ñant

es

en la

s ca

rnes

asa

das

y pl

atill

os n

orte

ños,

pue

s su

ori

gen

se a

soci

a a

los a

ntig

uos v

aque

ros d

e la

s reg

ione

s del

nor

te

en la

épo

ca d

el v

irre

inat

o –

por

los

embu

tido

s–, a

unqu

e en

tiem

pos

anti

guos

, las

cul

tura

s na

tiva

s ya

saz

onab

an

sus f

rijo

les c

on c

hile

s, ji

tom

ates

y g

rasa

-car

ne a

nim

al d

e la

zon

a… e

n la

act

ualid

ad e

stán

bau

tiza

dos-

sazo

nado

s “a

la c

harr

a” c

on a

jo, c

ebol

la, j

itom

ate,

cila

ntro

, toc

ino,

ch

oriz

o, s

alch

icha

s y

un la

rgo

etcé

tera

, seg

ún la

rec

eta

fam

iliar

y lo

que

las a

nfi t

rion

as d

ecid

an, e

n ta

nto

pesa

dez

y po

tenc

ia, d

e la

gua

rnic

ión

estr

ella

en

cues

tión

.Fr

ijole

s coc

idos

con

ajos

o ra

bos d

e ce

bolla

, hoj

a sa

n-ta

o e

pazo

te, o

frit

os e

n m

ante

ca, c

on e

lote

y ch

ilito

ver

de

tore

ado,

bie

n se

ncill

itos

par

a el

alm

uerz

o co

n qu

esit

o fr

esco

o a

ñejo

, y e

l joc

oque

ran

cher

o pa

ra q

ue s

ea m

ás

com

plej

o, o

bar

roco

s, se

an p

uerc

os-d

e bo

da, c

harr

os, e

n ta

mal

es; c

omo

guar

nici

ón o

de

prim

er p

lato

, su

orig

en e

hi

stor

ia co

mpa

rtid

a co

n el

maí

z, lo

s chi

les,

cala

baza

y lo

s jit

omat

es, d

atan

–en

per

iodo

de

dom

esti

caci

ón–

8 m

il añ

os e

n M

esoa

mér

ica

y en

los A

ndes

; y e

n m

odo

silv

estr

e de

los

tiem

pos

de r

ecol

ecci

ón y

caz

a, c

uent

an q

ue h

asta

11

mile

nios

en

los

valle

s de

l A

náhu

ac:

negr

os,

bayo

s,

colo

rado

s, a

zufr

ados

, fl o

res

de m

ayo-

juni

o-ag

osto

, pe-

ruan

os, m

orad

os-a

zula

dos,

pin

tos…

div

erso

s en

colo

res,

ta

mañ

os y

mod

os d

e de

gust

arlo

s co

mo

todo

s lo

s fr

utos

sa

boro

sos d

e es

tas g

eogr

afía

s, d

esde

cale

ndar

ios y

cultu

-ra

s al

imen

tari

as in

mem

oria

les

que

se v

iene

n co

cina

ndo

a ca

da h

ervo

r y

muc

ho c

oraz

ón-s

azón

.

Bu’

ul e

s el c

once

pto

may

a qu

e refi e

re d

irec

tam

ente

a

los

frijo

les

de la

milp

a; d

omes

tica

dos

y ex

tend

idos

–po

r tr

uequ

e– co

n cu

ltura

s alim

enta

rias

en

tierr

as a

ndin

as d

e do

nde

son

la y

uca,

div

erso

s ca

mot

es, u

na g

ran

vari

edad

de

pap

as y

cac

ahua

tes,

que

segu

ram

ente

deg

usta

mos

de

a-m

ontó

n, d

e ta

l sue

rte

se e

ntie

nde

nues

tro

amor

oso

y m

uy b

uen

gust

o po

r los

frijo

les y

que

bie

n no

s sab

e se

r de

alm

a fr

ijole

ra…

y a

sí, u

na v

a de

gust

ando

tant

os p

lati

llos

de fr

ijole

s qu

e se

va

enco

ntra

ndo,

has

ta q

ue u

n dí

a m

e so

rpre

ndo

con

que

el e

stof

ado

de fr

ijole

s con

pue

rco

(que

m

al n

ombr

amos

, en

mi c

asa,

poz

ole

de fr

ijole

s, y

que

me

embe

lesa

el a

lma,

y a

Alm

a), e

s un

a ve

rsió

n de

“fei

joad

a br

asile

ña”,

la c

ual v

a co

n ce

rdo

en s

alaz

ón y

su

leng

ua,

cola

y o

reja

s, a

com

paña

da c

on y

uca,

arr

oz y

nar

anja

s,

pero

que

ade

más

es

su “

plat

o na

cion

al”

degu

stad

o co

n ca

ipir

iña…

inm

edia

tam

ente

, me

atra

vesó

el r

ecue

rdo

que

en C

uba

tien

en u

n pl

ato

–co

n fr

ijole

s y

puer

co–

que

les

da id

enti

dad

en la

isla

: su

sabo

roso

con

grí a

com

paña

do

con

plát

ano

mac

ho, m

ient

ras,

en

Ver

acru

z, p

ara

el a

l-m

uerz

o, m

uy fa

mos

as la

s enf

rijo

lada

s -co

n fr

ijol n

egro

y

relle

nas

de c

hori

zo- y

los

frijo

les

con

puer

co e

n Yu

catá

n qu

e vi

enen

de

la m

ism

a m

atri

z qu

e la

feijo

ada.

Por

un la

do, l

os e

urop

eos

trae

n co

nsig

o el

cer

do, y

a qu

e en

sus

pro

vinc

ias

de o

rige

n ta

mbi

én ti

enen

alu

bias

co

n ch

oriz

os, t

ocin

os y

lonj

as d

e ce

rdo

y, p

or o

tro

lado

, lo

s alim

ento

s con

frijo

les e

n nu

estr

a A

mér

ica

tiene

n ot

ras

razo

nes

y ot

ros

sins

abor

es: e

l arr

oz y

el f

rijo

l, co

mo

lo

perm

itid

o pa

ra a

limen

tar

las

boca

s si

lenc

iada

s de

los

cu

erpo

s qu

e tr

abaj

an e

ntre

gri

llete

s y

láti

gos,

nac

ient

es

com

o “a

limen

tos d

e es

clav

os”,

muc

hos m

anja

res c

ocin

a-do

s co

n “l

as s

obra

s” d

el p

atró

n –

sea

espa

ñol,

sea

port

u-gu

és–

con

frijo

l, ar

roz

y es

peci

ada

con

la e

sper

anza

de

liber

tad

de u

na n

egra

en

la co

cina

, qui

en re

crea

-rec

uerd

a ar

omas

y c

anci

ones

de

sus a

buel

as y

sus t

ierr

as…

enc

on-

trán

dose

con

los

frut

os, l

os s

abor

es y

las

hist

oria

s de

las

milp

as, a

sí c

omo

“las

indi

as: m

ujer

es y

abu

elas

del

col

or

de la

tier

ra d

el m

aíz”

sac

ando

-sen

tipe

nsan

do p

regu

ntas

“c

ual p

iedr

itas

en

el fr

ijol”

: ¿Q

ué si

gnifi

ca e

ste

habi

tar e

n el

mun

do d

e pl

atill

os p

arec

idos

? ¿Q

uién

es r

ealiz

an e

n m

ayor

pro

porc

ión

la r

ecol

ecci

ón d

e fr

ijole

s y

por

qué?

¿Q

ué se

ntim

os y

qué

recu

erdo

s nos

abo

rdan

cua

ndo

nos

ofre

cen

un ta

co o

un

plat

o co

n fr

ijole

s? ¿

Qué

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Page 4: Evocación de un maestro RICKA 2530 OORDINADORA D · * Empresario, historiado r y narrador. † Carlos Caco Ceballos Silva L a s d i v e r t i d a s m e n t i r a s De lejos y a mi

Ágora

PLAZA

CULTU

RA

L DE

5

Evocación de un maestro

Don M

anuel Sánchez Silva

VIÑ

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LA

PRO

VIN

CIA

(8 de abril de 1956)

4Ágora

PLAZA

CULTU

RA

L DE

* Periodista, escritor y fundador de Diario de C

olima.†

SE

llamó M

iguel Galindo y fue doctor en m

edicina, maestro de literatura, gram

á-tica y hum

anidades, periodista entusiasta y honesto, y escritor fácil; organizador infatigable de ateneos, asociaciones culturales, ciclos de conferencias y todo tipo de agrupaciones y espectáculos inspirados en el propósito de elevar el espíritu.

También fue político en un tiem

po, resultando obvio aclarar que un hombre de tan

exquisita sensibilidad interior, tenía por fuerza que ser un mal político.

De cuna hum

ilde, apenas hechas sus primeras letras en las escuelas ofi ciales, in-

gresó en el Seminario C

onciliar de Colim

a, para estudiar fi losofía, gramática superior

y latín. Su talento le valió que el padre Carrillo, rector de esa institución, protegiera

la continuación de sus estudios en Guadalajara, donde se graduó de m

édico cirujano.E

ra Galindo de m

ediana estatura, tez blanca, pelo escaso y lacio, facciones an-gulosas y singularm

ente lampiño. La viveza de sus ojos, que denotaban la brillante

actividad de su cerebro, ennoblecía sus rasgos fi sonómicos que, por lo dem

ás, poco debían a la belleza.

Dinám

ico, entusiasta y emprendedor, resultaba difícil com

prender cómo hacía

para pensar y ejecutar tantas y tan disímbolas actividades sim

ultáneas.E

n marzo de 1913, siendo gobernador del estado don J. Trinidad A

lamillo, el doc-

tor desató en su contra una apasionada campaña de prensa y oratoria, acabando por

intentar la romántica aventura de levantarse en arm

as juntamente con un puñado de

amigos, con quienes se rem

ontó a los entonces casi desconocidos llanos de Chapula,

por donde anduvo a salto de mata durante diez o doce días, habiendo sido batido por

fuerzas del gobierno, que pronto derrotaron al grupo de inexpertos mal arm

ados. En

esa escaramuza m

urió el profesor J. Cruz C

ampos, am

eritado maestro colim

ense y un querido am

igo del médico-guerrillero, quien nunca se perdonó el trágico fi n de aquel

episodio. Sin embargo, el gesto de rebeldía contribuyó al derrocam

iento defi nitivo de A

lamillo.

En plena juventud desposó a una herm

osa dama forastera, de la que vivió siem

pre enam

orado, sufriendo en lo íntimo la pena de un m

atrimonio infecundo.

De 1914 a 1920 publicó en la prensa local num

erosos artículos sobre temas literarios

e históricos y organizó numerosas “veladas” en el teatro H

idalgo, en cuyos actos tenía a su cargo la parte im

portante del programa, en form

a de enjundiosas conferencias o sabrosas charlas.

Por esos años adquirió un modesto m

aterial de imprenta, que le sirvió para fundar

y editar un semanario tabloide: E

l Dragón, que fue un portavoz autorizado de sus

opiniones.E

n 1920 y con el concurso del profesor Santiago G. B

arbosa, profesora Ma. D

olores A

guilar, Federico Fernández, Eduardo H

errera, Manuel G

allardo, Cuquita M

orales, M

aría Espinosa, el que estas líneas escribe y otras personas m

ás, constituyó la SAD

A

(Sociedad Artística de A

fi cionados) y creó su órgano periodístico: una revista mensual

que se llamó A

lma Lírica, en cuyas páginas aparecieron los ensayos literarios en prosa

y verso de los románticos de aquel tiem

po.E

n 1921, preparó una conferencia especialmente im

portante sobre la música folkló-

rica. Con la cooperación de la señora D

olores Silva de Sánchez -madre del autor del

relato y persona dotada de un delicado sentimiento artístico-, de don Severino G

uzmán,

maestro de guitarra, del pianista Juvenal N

aranjo y un grupo de jóvenes poseedores de buenas voces, disertó en el m

encionado coliseo, respecto al origen de los diversos ritm

os populares, su efecto en la psicología de los oyentes y el fonetismo onom

atopéyico relativo a los m

otivos de inspiración. Después de cada periodo narrativo o explicativo,

el grupo de colaboradores cantaba o tocaba una melodía alusiva al tem

a expuesto, a fi n de hacerlo m

ás accesible a la concurrencia.Fue un trabajo realm

ente meritorio, que im

plicó muchos m

eses de preparación y que term

inó con un ejemplo de m

úsica épica, ejecutando la banda del estado el Him

no N

acional, en medio de una clam

orosa ovación.H

asta 1923 en que sufrió la muerte de su esposa, el doctor G

alindo produjo lo m

ejor de su obra oral y escrita. A esa época corresponde la publicación de sus A

puntes geográfi cos e históricos sobre C

olima, La razón de la sinrazón, Tratado de literatura

y gran cantidad de opúsculos y artículos periodísticos.A

l fallecer la compañera de su vida, el doctor sufrió la doble pérdida de su m

uerte y de asistir al dram

ático espectáculo de la exhumación, pues debido al am

arillismo de

un periódico local, que explotó mórbidam

ente el triste acontecimiento para soslayar la

posibilidad de un crimen por ingestión de m

aterias tóxicas, el procurador de Justicia, licenciado Pedro R

odríguez, se vio obligado a decretar la impresionante diligencia que

el dolorido esposo se empeñó en presenciar. Por supuesto que la autopsia resultó del

todo infructuosa, así como el estéril m

artirio del doctor.A

un cuando tiempo después volvió a contraer nupcias, jam

ás recuperó su antigua alegría y vivacidad. Su producción posterior es notoriam

ente escasa e inferior calidad.A

ntes y después de su gran dolor, Galindo fue m

aestro de muchas generaciones

colimenses, sobre quienes ejerció el ascendiente de su cautivante personalidad de

educador non.Poseía el don de la fl uidez y la fácil transm

isión. “Enseñaba deleitando”, conform

e a la m

áxima salesiana, y su voz, de graves y sonoras infl exiones, así com

o sus manos ágiles,

de abacial blancura y elegantes ademanes, subrayaban la im

portancia de sus cátedras.O

bsesionábanle los valores estéticos y aun en las clases de asignaturas positivistas, desenvolvía sus argum

entos sobre el grave desliz de la belleza.Profesaba teorías absolutam

ente personalistas. Decía que el concepto de la belleza

era del todo relativo, circunstancial y hasta geográfi co, pues lo que en ciertas personas de determ

inado tipo físico y moral, ubicados en tal o cual paralelo terrestre, suscitaba

un sentimiento estético, podría resultar indiferente a gentes de diversas condiciones

y distinta situación geográfi ca.-V

ean ustedes -solía ejemplifi car- cóm

o las gentes de escasa estatura prefi eren los m

uebles y los objetos pequeños, cuelgan los espejos y cuadros en forma horizontal y se

pronuncian por todo lo que tenga mayor latitud que longitud. E

n cambio, las personas

altas desdeñan las cosas anchas, por las largas... No existe un tipo de belleza objetiva

estándar, única. La naturaleza externa opera en nuestra sensibilidad conforme a una

concepción que se origina en las proporciones de nuestro propio yo, y si a esto agre-gan las circunstancias eventuales de educación, am

biente y forma de vida, se llega

a la conclusión de que el concepto estético es susceptible de interpretación y, por lo m

ismo, relativo.

Leía en francés y en latín, y formó la m

ayor y mejor biblioteca de C

olima, en la que

predominaban obras de literatura clásica. Fueron sus favoritos, V

irgilio como poeta,

Epicuro com

o fi lósofo, Héctor Priam

iada como sím

bolo del valor sin fortuna y el doctor Lavista com

o ejemplo de su profesión m

édica.M

urió en 1942 y su recuerdo es evocado con respeto y cariño por quienes le cono-cim

os y le escuchamos.

Fue inteligente y bueno, generoso y noble, entusiasta y fecundo. Fue pobre.

LA

Mesa de la Y

erbabuena

es una plan

icie húmeda y

celestial, impregnada de anís

y aromas de bosque. Parece

estar en lo más alto y llegar a tocar una

parte del cielo. Llegar hasta allá sería una proeza en esas condiciones. Librar a la gente de Ploneda o a él m

ismo

que según informes andaba cerca de

Agosto o E

l Colom

o. Antonia le dijo al

padre Miguel que después de pasar por

el pueblo de Suchitlán quería un mo-

mentito para confesarse y que le diera

la comunión, por si algo les pasaba. E

l sacerdote iba bien provisto de hostias para todo el cam

pamento; después de

todo, el pueblo estaba más ham

briento que nunca. C

uando pasaron Suchitlán, A

ntonia le confesó al padre Miguel que

había dejado a Benito porque no era

creyente,

y que nin-guna ley la obligaría a volverse a la m

aso-

nería y al ateísm

o y m

enos él. E

l pad

re no contes-tó

nad

a. D

espu

és le ofreció la com

u-

nión.Lo

s a

rriero

s q

ue

rían

pa

sar la

noche en San Antonio, pero el padre

les habló de su temor de que si entra-

ban a aquella ranchería, se fueran a encontrar con Ploneda y su gente. Fue entonces cuando de entre el cam

ino vieron aparecer a unos m

uchachos, casi niños. Flacos y vestidos de m

anta, venían los dos con un atado de ropa al hom

bro. –A

ve María P

urísima,

exclamó el padre y aquella era la señal

para que los muchachos corrieran a

encontrarlos:-¿A

dónde se dirigen y qué razón nos dan de los soldados?

Los chiquillos apenas si recobra-ron el aliento, se veían afectados por el ayuno y el frío, sus pies casi descalzos con los huaraches hechos pedazos. U

no de ellos dijo agitadamente:

-Vam

os a Colim

a, padre, a llevar

unos encargos a una señora de La Liga que acaba de llegar. N

os dijo m

i coronel Marcos que no diéram

os inform

es a nadie.Los arrieros les dieron unos tacos y

agua, los chicos prosiguieron su cami-

no, advirtiéndoles antes que la gente de Ploneda llevaba dos días haciendo guardias en un rancho llam

ado El R

e-fugio, que las balaceras y las risotadas junto a las m

aldiciones de ¡Arriba el

diablo!, tenían a la gente horrorizada.-V

ayan con Dios, m

uchachos, y no digan nada a nadie de que nos vieron.

Antonia entonces tom

ó la decisión:-V

aya usted solo, padre, por el vie-jo cam

ino a San Antonio, y los señores

y yo por la barranca, nos reuniremos

cerca de la Laguna de La María y así

no arriesgamos todo, o se salva usted y

las comu-

nio

nes o

nosotros y las arm

as. P

rime

ro D

ios, lle-g

arem

os

todos con b

ien

a

l c

am

pa

-m

ento.Y

qui-so D

ios o la su

erte que al lle-gar a la ba-rranca, un piquete de so

ldad

os

esperaban ya con los rifl es en la m

ano al grupo de tres hom

bres y una m

ujer que llevaban gran carga en las bestias: ¡D

e-tenganseeeee! A

ntonia se acordó de la correspondencia que llevaba y suplicó a D

ios que por bien de tantas familias

no cayera en manos del enem

igo. Pero ya era tarde para intentar deshacerse de ellas. Los arrieros don Próspero, R

amón y José, detuvieron a las m

ulas, saludando am

igables a unos soldados jóvenes, curiosos por saber qué hacía una m

ujer sola por los caminos. D

on Próspero les dijo:

-Es m

i hija, señores, vamos a San

Gabriel, de allá som

os y llevamos carga

para la siembra y una tiendita.

-A ver, bájate ese costal -ordenó

uno de los federales, mientras A

ntonia cerraba los ojos, y el m

iedo la hacía

Valle de lágrimas

Verónica Zamora Barrios

Largo camino al cielo

Pa

isaje bretón

con m

ujeres

carga

nd

o sacos, P

aul G

augu

in.

El temor a hablar con ciertas personas

Luis Enrique Araoz

HA

BLA

R es difícil. E

sta vez, hablaré por m

í nada más, porque aunque

sepa que no soy el único que piense esto, es m

ejor evitar el plural ma-

yestático, ya que decir “nos es difícil”, mani-

festaría nuevamente m

i terror a ser sincero. Com

unicar qué es lo que siento cuando pienso lo que pienso, es casi im

posible. ¿C

uántas palabras tienen que caer al olvido, a la superfi cialidad o a la ausencia de atención, para lograr que una conversación franquee al otro hacia esta total incertidum

bre de ser lo que soy cuando estoy con alguien?

Ser demasiado autoconsciente siem

pre es un lastre. E

s querer explicarme antes de

siquiera terminar una oración concreta, todo

el tiempo con la necesidad de abandonar el

hilo que teje mi voz m

ientras converso con otra persona para decirm

e: “tú sabes bien que hay algo aquí que bordeas porque sim

-plem

ente no estás del todo seguro de que tal inform

ación pueda comprom

eter la sencilla am

abilidad que nos brinda una máscara”.

Por supuesto, no siempre lo pienso con las

mism

as palabras, pero más o m

enos así va la idea. H

ay mom

entos en donde me veo a

mi m

ismo com

o el juguete maldito de Toy

Story 2, el capataz, que casi toda la película se m

antuvo línea hasta que se vio forzado a rom

per el engaño para intentar lograr su propósito. N

o creo que yo sea tan egoísta, pero sí sé que suelo perder la bondad entre idea e idea, y eso es algo que no estoy acostum

brado a com

partir “si es que quiero seguir empeña-

do en la cursi, esperanzadora y a mom

entos ingenua em

presa de confi ar en los humanos”,

lo que me hace pensar que gran parte de las

relaciones personales que mantengo se debe a

esa única perspectiva que exhibo cuando estoy acom

pañado. De cualquier form

a, es cierto que m

i propósito en todo mom

ento es lograr una com

unicación donde se perciba una clara adrenalina al sentir que todo puede irse al carajo en cualquier m

omento. Pero lograrlo es

difícil y mantenerlo aún m

ás. Creo que apunto esto porque lo veo en otras personas, esa caja de cartón desde donde suelo hablar y veo que otros hablan. E

ntonces, ¿cuántas palabras deben pasar para que la caja se rom

pa? ¿En

realidad depende de las palabras, o es que existe algo que pervive fuera de ellas?

Leí algo sobre neuronas que refl ejan lo que las neuronas de otro ser com

unican. Com

o

reír cuando otros ríen, como herir cuando

otros hieren, como llorar cuando otros lloran.

La idea ejemplifi ca que la em

patía entonces va m

ás allá de las palabras y, por lo mism

o, del conocim

iento. Lo que podría decir que existe la posibilidad de que aquellas personas con quienes tengo una com

unicación más

voluble y sincera y, por lo mism

o, vitalmente

importante para m

í, se debe a una invisible conexión que jam

ás terminaré de conocer. Lo

que a su vez implica que am

ar tiene mucho

que ver con recordar que no conozco del todo a las personas que am

o, que gran parte de sus em

ociones e ideas permanecen distan-

tes, en una oscuridad que difícilmente podré

vislumbrar.

Un terapeuta m

e dijo una vez que mi

problema se debía a un patrón que venía

repitiéndose probablemente desde m

i ado-lescencia; que si quería deshacerm

e de él era necesario que lograra identifi car el preciso m

omento en que m

e distanciaba de toda esa conversación en la cual no participaba para refugiarm

e en ideas que no llegaban a nada, salvo a la consistente sensación de que es jo-didam

ente difícil conectar con otra persona. Pero cuando intento hacerlo, recuerdo que lo único que quiero es rom

per el patrón, o sea que en verdad no estoy del todo m

otivado a com

unicar lo que pienso y siento mientras

estoy con esa persona que tengo enfrente. N

o se hable del terrible reto que puede llegar a ser enfrentarm

e a un grupo. Por supuesto, el alcohol ayuda. Las drogas, por un tiem

po, tam

bién ayudaron, hasta que llegué a dar con un pozo donde m

e hundía y solía olvidar los signifi cados de las palabras m

ás simples, lo

que me ahogaba m

ás en el pantano de ideas y em

ociones que me atravesaban con aquellos

latidos y escalofríos que seguro sólo usuario alcanza a entender con claridad.

Así que ahora m

e limito a escuchar a otros

hablar. A veces, logro seguir las incoherencias

que teje mi voz. R

ío y otros ríen conmigo. Sin

embargo, no dejo de teorizar al respecto sobre

lo que falta. Y pienso: quizás, en un mom

ento de valentía o sim

ple ingenuidad, le preguntara al otro, ¿no sientes tú eso que no nos deja ser sinceros?; ¿no ves la caja que nos obliga a actuar acartonadam

ente?; ¿no te cansa tener que buscar algo que decir?; ¿no hay tanto ya que evitam

os decirnos?, podría hacer alguna diferencia. Tal vez.

Noch

e Azu

l, Ed

ward

Hop

per.