1 EVALUACIÓN DE AULA: UN RETO PARA EL MEJORAMIENTO DE LA EDUCACIÓN EN EL INSTITUTO TÉCNICO AGRÍCOLA LINA MARCELA LOZANO VARGAS MERLY OSPINA RAMÍREZ ORLANDO RESTREPO CADENA ANGIE VANESSA TRUJILLO YEPES RED REGIONAL DE INVESTIGACIÓN EN EVALUACIÓN Y CALIDAD DE LA EDUCACIÓN (REDESVALLE) INSTITUTO TÉCNICO AGRÍCOLA ESTABLECIMIENTO PÚBLICO DE EDUCACIÓN SUPERIOR GRUPO DE INVESTIGACIÓN DE TÉCNICAS DE AYUDA DIDÁCTICAS DEL ITA (TECADITA) SEMILLERO DE INVESTIGACIÓN DE EVALUACIÓN DE LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN (SEVALUA) GUADALAJARA DE BUGA
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EVALUACIÓN DE AULA: UN RETO PARA EL MEJORAMIENTO DE LA EDUCACIÓN EN … · 2015-07-28 · exigencias en cuanto a calidad y productividad, pero también ha generado una competencia
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EVALUACIÓN DE AULA: UN RETO PARA EL MEJORAMIENTO DE LA EDUCACIÓN EN
EL INSTITUTO TÉCNICO AGRÍCOLA
LINA MARCELA LOZANO VARGAS
MERLY OSPINA RAMÍREZ
ORLANDO RESTREPO CADENA
ANGIE VANESSA TRUJILLO YEPES
RED REGIONAL DE INVESTIGACIÓN EN EVALUACIÓN Y CALIDAD DE LA EDUCACIÓN
(REDESVALLE)
INSTITUTO TÉCNICO AGRÍCOLA
ESTABLECIMIENTO PÚBLICO DE EDUCACIÓN SUPERIOR
GRUPO DE INVESTIGACIÓN DE TÉCNICAS DE AYUDA DIDÁCTICAS DEL ITA
(TECADITA)
SEMILLERO DE INVESTIGACIÓN DE EVALUACIÓN DE LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN
(SEVALUA)
GUADALAJARA DE BUGA
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2010
¿Cuáles son las prácticas evaluativas y los enfoques pedagógicos que subyacen a
las mismas en 8 IES del Valle del Cauca?
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PLANTEAMIENTO DE LA PREGUNTA O PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN Y SU
JUSTIFICACIÓN EN TÉRMINOS DE NECESIDADES Y PERTINENCIA.
El interés suscitado por esta temática radica en la necesidad de responder con
pertinencia y asertividad, a las demandas sociales y estatales que cada vez más
se le hace a las IES para que mejoren los niveles de calidad de la educación
impartida. Esta demanda social y política ha conducido a interrogar entre otros
aspectos, por los factores que influyen en los procesos de enseñanza-aprendizaje
que cotidianamente construyen los sujetos en el alúa clase, siendo la evaluación
una herramienta estratégica desde la que se puede indagar, establecer, proyectar
y potencializar la educación de tercer nivel. “De ahí la necesidad de implementar
procesos de investigación sobre las prácticas pedagógicas reales, las que ocurren
en las aulas”. (Jurado, 2008).
Es innegable que la evaluación se ha convertido en tema central de la educación
superior; como es bien conocido, la reciente preocupación por la evaluación en
este nivel se genera por la vía del ingreso que hace el ECAES a la universidad y
que empezó a interrogar desde entonces la formación que las instituciones de
educación superior desarrollan con los nuevos profesionales del país.
La evaluación externa fuertemente cuestionada en tanto volvió a formatos que
aparentemente estaban fuera de circulación, poniendo en el centro de la discusión
la pregunta sobre cuál o cuáles son las formas más adecuadas de evaluar los
aprendizajes realizados por los estudiantes en sus años de formación profesional.
El gran contraste entre las competencias exigidas por las instituciones, empresas
y entidades que reciben los nuevos profesionales y la “medición de conocimientos”
que plantean los ECAES, ha sido en los últimos años motivo de discusión y debate
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alrededor de cómo evaluar la calidad formativa de profesionales de acuerdo a los
requerimientos de cada disciplina y a las propias exigencias del mercado laboral.
Esta importante discusión ha generado igualmente proyectos investigativos que
sitúan el ECAES desde sus grandes complejidades y sus déficits como
instrumento de valoración de los aprendizajes que hacen los estudiantes y,
principalmente, ha movilizado los interrogantes sobre la congruencia o
incongruencia entre el modelo ECAES y los modelos evaluativos que prevalecen
en la formación profesional de las IES del país. Este último aspecto se ha
convertido, por una parte, en el pretexto para que las IES retornen a formas
tradicionales de evaluación centradas en la memoria, el dato puntual, la respuesta
correcta, la construcción de la pregunta y la retención de información; por otro
lado, permite interrogar los tipos de evaluación que se despliegan durante los 4 o
5 años de formación de un profesional, adicionalmente, observar cómo la riqueza
y complejidad de dichas modalidades evaluativas contrasta con el modelo único
propuesto por el ECAES.
Es precisamente desde este contexto que se hace evidente y sentida la necesidad
de interrogar las evaluaciones que se hacen en las IES, asunto que emerge como
posibilidad para “evaluar las evaluaciones” que cotidianamente se realizan en los
espacios formales de clase y que se convierten en inigualable posibilidad de
volvernos objeto/escenario/sujetos de indagación. OBJETO en tanto vertimos el
interés investigativo en la evaluación como entidad álgida, compleja, generadora
de dificultades que van desde los lugares de poder hasta la discutida décima
requerida para “pasar” una asignatura. ESCENARIO en tanto posibilidad de volver
sobre el aula como microambiente que revela y desvela “intimidades” de la
relación pedagógica que escapan a mecanismos como los ECAES que carecen de
contexto real y concreto de ubicación del sujeto aprendiz. SUJETO porque se trata
de una relación donde la multiplicidad de lugares y funciones del docente y del
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estudiante están apenas por interrogarse en el plano de contextos de realidad que
marcan vínculos, anhelos, dificultades, tránsitos y ambigüedades.
Pero para interrogar o indagar las evaluaciones es necesario tener en cuenta
algunos aspectos que se crean, se emplean, se perpetúan o desaparecen en el
escenario concreto de la clase:
¤ Evaluamos como nos evaluaron, es decir, seguimos la tradición de replicar
modelos que corresponden a otras etapas epistemológicas de la construcción del
conocimiento. Contradicción que plantea una dificultad importante, en tanto
muestra cómo las formas de acceder a la información y las maneras de construir
el conocimiento se han transformado de manera sorprendente, mientras los
modos evaluativos permanecen bajo el precepto de modelos anacrónicos,
descontextualizados, que no tienen relación de sentido y de lógica ante la
avasallante cantidad de información que transita en la Web.
¤ En el ambiente académico de nuestro medio, le da gran importancia a quien
posee el conocimiento, más allá de su capacidad para socializarlo de manera
adecuada. Bajo este paradigma, por no decir bajo esta paradoja, se sustenta gran
parte de la formación que reina en la educación superior, nivel educativo tipificado
por contratar grandes conocedores del tema y de la disciplina, más que maestros
capaces de conciliar en su labor dos profesiones en una, la de profesionales
conocedores de su área y la de sujetos capaces de generar procesos de
construcción de conocimiento por parte de los estudiantes.
¤ Para corregir esta situación las IES han empezado a preocuparse fuertemente
por la formación pedagógica y didáctica de los docentes, capacitaciones de todo
tipo en las que se pretende formar al formador, aportar herramientas, técnicas y
estrategias que mejoren su desempeño y permitan que los estudiantes aprendan
de forma más integral, con estrategias centradas en la comprensión, en las
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capacidades e intereses de los estudiantes de hoy y en las posibilidades propias
de la disciplina.
¤ La principal dificultad se configura por la vía de prácticas evaluativas que se han
convertido en lugar común de gran peso social y psicológico, como es el caso del
examen. Aún es muy común la relación de igualdad entre examen y evaluación,
como si la única posibilidad de evaluar fuera a través del examen, o el examen
fuera la única forma de expresión posible de la evaluación.
Además la multiplicidad de formas que ponen en jaque el modelo único, la única
respuesta, una sola manera de preguntar que privilegia la forma como lo hace el
ECAES, el centramiento en la construcción de la pregunta y en la correcta
expresión de la respuesta; situación dispar en la que el docente pregunta y el
estudiante contesta, el docente “piensa” el interrogante y el estudiante rememora o
recuerda la respuesta, el docente tiene el saber absoluto (única respuesta) y el
estudiante apuesta a encontrarla.
¤ Así las cosas, en el “ring” de la evaluación que se realiza en el aula, en una
esquina aparece la tradicional modalidad de examen con toda su carga de valores
que la hace poco vulnerable, en la otra esquina, y como antagonistas directas, se
ubican las diversas modalidades que algunos docentes y algunos programas
exploran y configuran como recursos creativos que le permiten al docente y
principalmente a los estudiantes referenciarse, saber qué saben, qué falta por
aprender, y en qué deben trabajar con mayor énfasis; en este sentido, se trata de
una evaluación que no solo valora y asigna una nota o un nivel, sino que además
le permite al estudiante aprender.
¤ Visto así el asunto, la evaluación se sitúa y nos sitúa en un plano distinto que
rompe los tradicionales esquemas de “hago 3 exámenes en el semestre y cuento
acabado”; ahora entonces habría que empezar a interrogar cuáles son las
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competencias, habilidades, actuaciones, y no solo los conocimientos, que la vida
profesional le demanda al egresado; tal vez esta sea una de las positivas
consecuencias de la aparición de los ECAES: poder preguntarnos si el formato de
evaluación propuesto estatalmente es la mejor manera de evaluar a un cuasi-
profesional; poder, además de comprender lo que porta el ECAES, exigir lo que la
prueba no tiene; pero, ¿Cómo demandarle al ECAES algo que las IES no
necesariamente tienen?, es decir, ¿Cómo pedirle al ECAES algo distinto al modelo
reinante de examen que se privilegia en las IES?, o, por el contrario, ¿Por qué no
exigirle al ECAES incluir otros modelos que ya en algunas IES, programas y aulas
de clase vienen haciendo carrera?.
¤ Ante tan complejo panorama sea pensando en los deficientes niveles en que
llegan los estudiantes a la universidad en conocimientos básicos como el manejo
de las matemáticas, la lectura comprensiva y analítica, la escritura organizada y la
adecuada expresión verbal, qué importante que la evaluación, más allá de su
función de ubicar al estudiante en un nivel de desempeño, pueda permitirle tener
información de sus faltantes y posibilidades, este podría ser el fin último de
cualquier actividad evaluativa, darle al estudiante información sobre qué mejorar,