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TICA Y POSTMODERNIDAD
Por el Acadmico de NmeroExcmo. Sr. D. Jos Luis Pinillos Daz*
Introduccin
Al postmodernismo suelen atribursele, no digo que sin motivo,
mu-chos defectos, entre otros, la ligereza, la falta de
responsabilidad. Se supone queel vale todo es el lema general de la
casa y que, por tanto, la tica y la postmo-dernidad no pueden
llevarse bien.
Es cierto. No se llevan nada bien; pero por razones que no
siempreson ligeras. El postmodernismo no se considera compatible
con la tica moder-na, pero tiene un pensamiento moral, al menos en
algunos de sus autores mscaractersticos. Las ideas postmodernas
sobre la tica y sobre la mora1discrepan,en efecto, de las que han
prevalecido en la modernidad, pero como veremos nofaltan motivos
para la discrepancia.
Sin embargo, antes de adentrarnos en el anlisis de esta cuestin
de-bemos tener presente que el fenmeno postmoderno no es monoltico,
carece deun discurso unificado, su pluralismo es grande y en l hay
de todo. El postmo-dernismo puede ser una tontera, o algo que
merezca la pena, segn lo que selea y quin lo lea.
En cualquier caso, para dar una visin ms o menos fiel de lo
quese piensa en los crculos postmodernos sobre la tica y la moral,
he elegido tres
Sesin de 20 de feherro de 199').
159
T|cA Y POSTMODERNIDADPor el Acadmico de NmeroExcmo. Sr. D. jos
Luis Pinillos Diaz*
IdIntroduccion
Al postmodernismo suelen atribuirsele, no digo que sin motivo,
mu-chos defectos, entre otros, la ligereza, la falta de
responsabilidad. Se supone queel vale todo es el lema general de la
casa y que, por tanto, la tica y la postmo-dernidad no pueden
llevarse bien.
Es cierto. No se llevan nada bien; pero por razones que no
siempreson ligeras. El postmodernismo no se considera compatible
con la tica moder-na, pero tiene un pensamiento moral, al menos en
algunos de sus autores mscaractersticos. Las ideas postmodernas
sobre la tica y sobre la moral discrepan,en efecto, de las que han
prevalecido en la modernidad, pero como veremos nofaltan motivos
para la discrepancia.
Sin embargo, antes de adentrarnos en el anlisis de esta cuestin
de-bemos tener presente que el fenmeno postmoderno no es monoltico,
carece deun discurso unificado, su pluralismo es grande y en l hay
de todo. 'El postmo-dernismo puede ser una tontera, o algo que
merezca la pena, segn lo que selea y quin lo lea.
En cualquier caso, para dar una visin ms o menos fiel de lo
quese piensa en los crculos postmodernos sobre la tica y la moral,
he elegido tres
* Sesion de 20 de feberro de 1995.
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autores representativos del tema -]ean-Fran\;ois Lyotard,
Zygmunt Baurnan yEdith Wyschogrod-, aunque cargar el acento en la
exposicin de Zygmunt Bau-mun, un socilogo britnico, que hace un par
de aos ha publicado un impor-tante libro sobre La tica postmoderna
l. La obra, que no es la primera en que elautor se ocupa de esta
cuestin, ha tenido una excelente acogida por parte de lacrtica
internacional - postmoderna y no postrnoderna. Zigmunt Bauman est
con-siderado desde hace tiempo, en los crculos intelectuales
anglosajones, como e/terico por excelencia de la
postmodernidad.
Quiz alguno de ustedes se pregunte por qu he elegido como
fi-gura principal a Zygmunt Bauman y no a jean-Francois Lyotard,
que tambin seha ocupado de la tica, y del que asimismo se dice, yo
creo que con razn, quees el filsofo del la postmodernidad. La razn
es sencilla. Baurnan es un socilo-go que se expresa en un lenguaje
muy directo e inteligible para cualquier perso-na culta, mientras
que el discurso de Lyotard es sumamente complicado, difcilde
exponer en unos pocos minutos. Aparte de esto, Baurnan no slo ha
desarro-llado una critica muy articulada y oportuna de la tica
moderna, sino que a la vezhace una exposicin bastante lcida de una
teora moral ms interesante, en miopinin, que la tica Iyotardiana de
los juicios morales inconmensurables.
Finalmente, es muy posible que alguno de ustedes acuse tambin
laausencia de Baudrillard o de ]urgen Habermas. Baudrillard es
nihilista, y ah seacaba la cuestin: no ha lugar la discusin sobre
la tica. Habermas no es un post-moderno; es el crtico por
excelencia del postrnodernismo en general, aunque node nuestro
asunto en particular. Y me pareci que para saber lo que piensan
lospostmodernos sobre la tica, lo mejor era dejar que algunos
postmodernos ha-blaran de la tica. Lo cual no excluye, desde luego,
que a lo largo de la exposi-cin, o durante el coloquio que suele
haber al final, tengamos ocasin de refe-rirnos tambin a estas
figuras. Y ya sin ms prembulos entraremos en materia.
LAS JUSTICIAS DE LYOTARD
Entre los aos 1977 y 197H Lyotard mantiene un interesante
dilogosobre la justicia con ]can-Loup Thbaud. Las conversaciones se
titulan Au juste
1 Zygmunt Bauman: Postmoclern Etbics. Blackwell, Oxford. 1
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(979), Y se traducen al ingls con un ttulo ambiguo just Gaming,
que en caste-llano podra ser quiz jugando justo, o Slo jugando. En
esta obra, Lyotard re-conoce que no es posible hacer una poltica
desde la esttica, porque el proble-ma de la justicia implica un
elemento prescriptivo que no es contemplado por elarte. Pero a la
vez Lyotard hace notar que las prescripciones morales carecen dela
universalidad que pretenden otorgarles los grandes relatos
legitimadores delsaber, como el de la Ilustracin, pues aunque sea
cierto que los seres humanosno podemos vivir sin normas acerca lo
que debe hacerse y no hacerse, si pode-mos evitar atribuirlas una
universalidad que no tienen. Al final de las conversa-ciones con
Thbaud, Lyotard lleg a la conclusin de que existe una
multiplici-dad de justicias -tantas como juegos lingisticos- cuyo
valor estaba aseguradocuriosamente por una proposicin prescriptiva
de valor universal. Al oir esto, suinterlocutor le seal que el
argumento conduca tout court a la paradoja de quehay "una"
pluralidad de justicias. Lyotard se sonri y, de momento, eso fue
todo.
Lyotard recurre como cobertura mayor de sus ideas a un nivel de
re-flexin que supuestamente sobrevuela muy por encima del de la
sociedad pos-tindustrial y del de la cultura postmoderna. Recurre,
ah es nada, a la teora kan-tiana de lo sublime, en busca de un
apoyo filosfico a nivel trascendental quejustifique la poltica
postmoderna de resistencia a los totalitarismos. Lyotard ponea Kant
como garante de que en lo sublime se abre el abismo sin fondo que
sepa-ra el mundo sensible del inteligible, en unos trminos que
corroboran su tesis dela inconmensurabilidad de los juegos de
lenguaje. Sin embargo, lo cierto es queKant jams sostuvo lo que
dice Lyotard: de hecho, dice lo contrario. Como de for-ma bien
cumplida se ha mostrado en una Tesis Doctoral reciente, la teora
kan-tiana de lo sublime es contraria a la inconmensurabilidad de
los distintos modosde la razn. Lo sublime kantiano seria como una
suerte de conciencia terminal,sin objeto exterior, donde la
imaginacin, violentndose a s misma, es capaz deexpresarse en el
libre juego de unas facultades impotentes ante una grandiosidadque
excede de los limites de lo representable. Obviamente, esta
interpretacin delo sublime indica que Kant intentaba superar la
separacin abismal de los dos mun-dos, como corresponda a su
preocupacin por salvar la unidad de la razn-. Fueuna de las
principales razones por las que escribi la Crtica del juicio
El crtico literario ingls Christopher Norris sospecha que el
intersde Lyotard por defender la inconmensurabilidad de lo sensible
y lo inteligible es,
2 Ilia Coln: La Filosofa como Sistema: Mecanicismo y finalidad
en el idealismo traus-ceudental de Kant. Tesis doctoral leda en la
facultad de Filosofa de la Univcrxi-dad Complutense 0995 l.
161
(1979), y se traducen al ingls con un ttulo ambiguo just Gaming,
que en caste-llano podra ser quiz jugando justo, o Siojugmdo. En
esta obra, Lyotard re-conoce que no es posible hacer una poltica
desde la esttica, porque el proble-ma de la justicia implica un
elemento prescriptivo que no es contemplado por elarte. Pero a la
vez Lyotard hace notar que las prescripciones morales carecen dela
universalidad que pretenden otorgarles los grandes relatos
legitimadores delsaber, como el de la Ilustracin, pues aunque sea
cierto que los seres humanosno podemos vivir sin normas acerca lo
que debe hacerse y no hacerse, si pode-mos evitar atribuirlas una
universalidad que no tienen. Al final de las conversa-ciones con
Thbaud, Lyotard lleg a la conclusin de que existe una
multiplici-dad de justicias _tantas como juegos lingsticos- cuyo
valor estaba aseguradocuriosamente por una proposicin prescriptiva
de valor universal. Al oir esto, suinterlocutor le seal que el
argumento conduca tout court a la paradoja de quehay una pluralidad
de justicias. Lyotard se sonri y, de momento, eso fue todo.
Lyotard recurre como cobertura mayor de sus ideas a un nivel de
re-flexin que supuestamente sobrevuela muy por encima del de la
sociedad pos-tindustrial y del de la cultura postmoderna. Recurre,
ah es nada, a la teora kan-tiana de lo sublime, en busca de un
apoyo filosfico a nivel trascendental quejustifique la poltica
postmoderna de resistencia a los totalitarismos. Lyotard ponea Kant
como garante de que en lo sublime se abre el abismo sin fondo que
sepa-ra el mundo sensible del inteligible, en unos terminos que
corroboran su tesis dela inconmensurabilidad de los juegos de
lenguaje. Sin embargo, lo cierto es queKant jams sostuvo lo que
dice Lyotard: de hecho, dice lo contrario. Como de for-ma bien
cumplida se ha mostrado en una Tesis Doctoral reciente, la teora
kan-tiana de lo sublime es contraria a la inconmensurabilidad de
los distintos modosde la razn. Lo sublime kantiano sera como una
suerte de conciencia terminal,sin objeto exterior, donde la
imaginacin, violentndose a s misma, es capaz deexpresarse en el
libre juego de unas facultades impotentes ante una grandiosidadque
excede de los limites de lo representable. Obviamente, esta
interpretacin delo sublime indica que Kant intentaba superar la
separacin abismal de los dos mun-dos, como corresponda a su
preocupacin por salvar la unidad de la razn? Fueuna de las
principales razones por las que escribi la Crtica deijuico
El critico literario ingls Christopher Norris sospecha que el
intersde Lyotard por defender la inconmensurabilidad de lo sensible
y lo inteligible es,
2 [lia Coln: La Filosofa como .S`f'sten2u.-
Mec.'zi`cism0_/raZz'dad en el zrlect/1`sm trans-cendental de Kmt.
Tesis doctoral leida en la Facultad de Filosofia de la Universi-dad
Complutense (1995).
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en el fondo, evitar que las ideas marxistas se vean involucradas
en el fracaso his-trico del comunismo>. No s si ser as, pero en
cualquier caso la interpretacinde lo sublime como un memento del
abismo que separa el juego lingstico de laciencia del de la razn
tico-poltica, aparte de desfigurar el pensamiento de Kant,lo que
hace es reducir la tica -la tica convencional .. , puntualizara
Lyotard-a la impotencia. El pluralismo es, y as lo creo, un foco
conceptual sumamentevalioso. Pero llevado a los extremos a que lo
lleva Lyotard corre el riesgo de ter-minar en la equivalencia
universal, en el 'todo es igual, nada es mejor' que ha va-puleado
tan a gusto Kolakowski".
Ahora bien, con todos estos juegos de lenguaje, que no son slo
ma-labares, con los paralogismos y sus ideas sobre lo sublime,
Lyotard trata de pro-mover un cambio. En el pasado, recuerda, no
existan recursos para defendersedel asedio totalitario. Pero de
ahora en adelante, afirma Lyotard, los nios queaprendan a leer segn
el rgimen de frase se habrn librado para siempre del yu-go de las
falsas totalidades. En un mundo de frases inconmensurables,
ningndiscurso podr imponerse a otro en nombre de un principio
universal. El disenti-miento, el -diferendo ser la piedra angular
de la condicin postmderna, lo quepermitir hacer frente a la idea
del Todo que han manejado a su antojo los tota-litarismos para
justificarse moralmente.
Como el lector comprender, estas ideas provocaron una
avalanchade criticas, de las que algunas dieron en el blanco. Pero
las cadas de Lyotard soncomo las de los gatos: al final siempre cae
de pie. En este caso, record a sus cr-ticos que lo que pretenda con
la inconmensurabilidad de los juegos de lengua-je y la
deconstruccin del Todo era una tarea bien honrosa, a saber, salvar
el ho-nor del pensamiento, impedir que el poder crease el deber,
evitar que se pudieraseguir diciendo fundadamente migbt malees
right (el poder crea el deber) . Misideas, vino a decir, no podrn
detener materialmente la razn de la fuerza .. , pe-ro si
contribuirn a poner al descubierto que se trata de una fuerza que
carecede razn. En una de sus obras tericas ms importantes, Le
Diffrend, Lyotard re-consider el problema de la justicia desde esta
perspectiva de la honorabilidad:
Un 'dfercndo' se distingue ele un litigio en que el diferenelo
es el caso deun conflicto, entre (al menos) dos partes, que no
puede ser resuelto equi-tativamente por la carencia ele una regla
de juicio aplicable a ambos argu-
.; Christopher Norris: 'W"bat is 'W"rollR uitb Postrnodernism.
The John Hopkins Un-versity Prexx, Baltimore , 1990. Tambin,
Uncritical Tbeorv, The Universtv 01" Mas-sachussetts Pres,
1992.
4 Leszck Kolakowski: La modernidad siempre a prueba. Editorial
Vuelta, Mxico,1990
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en el fondo, evitar que las ideas marxistas se vean involucradas
en el fracaso his-trico del comunismo-*_ No se si ser as, pero en
cualquier caso la interpretacinde lo sublime como un vnemento del
abismo que separa el juego lingstico de laciencia del de la razn
tico-poltica, aparte de desfigurar el pensamiento de Kant,lo que
hace es reducir la tica -la tica convenciona1, puntualizara
Lyotard--a la impotencia. El pluralismo es, y as lo creo, un foco
conceptual sumamentevalioso. Pero llevado a los extremos a que lo
lleva Lyotard corre el riesgo de ter-minar en la equivalencia
universal, en el todo es igual, nada es mejor que ha va-puleado tan
a gusto KolakoWski*.
Ahora bien, con todos estos juegos de lenguaje, que no son slo
ma-labares, con los paralogismos y sus ideas sobre lo sublime,
Lyotard trata de pro-mover un cambio. En el pasado, recuerda, no
existan recursos para defendersedel asedio totalitario. Pero de
ahora en adelante, afirma Lyotard, los nios queaprendan a leer segn
el regimen de frase se habran librado para siempre del yu-go de las
falsas totalidades . En un mundo defrases nconrnensurabtes,
ningndiscurso podr imponerse oz otro en nombre de unprtnctpto
unversa. El disenti-miento, el diferendo sera la piedra angular de
la condicin postmderna, lo quepermitira hacer frente a la idea del
Todo que han manejado a su antojo los tota-litarismos para
justificarse moralmente.
Como el lector comprender, estas ideas provocaron una
avalanchade criticas, de las que algunas dieron en el blanco. Pero
las cadas de Lyotard soncomo las de los gatos: al final siempre cae
de pie. En este caso, record a sus cri-ticos que lo que pretenda
con la inconmensurabilidad de los juegos de lengua-je y la
deconstruccin del Todo era una tarea bien honrosa, a saber, salvar
el ho-nor del pensamiento, impedir que el poder crease el deber,
evitar que se pudieraseguir diciendo fundadamente night malees
rtg/at (el poder crea el deber) _ Misideas, vino a decir, no podran
detener materialmente la razn de la fuerza, pe-ro si contribuirn a
poner al descubierto que se trata de una fuerza que carecede razn.
En una de sus obras tericas ms importantes, Le Dif/rend, Lyotard
re-consider el problema de la justicia desde esta perspectiva de la
honorabilidad:
Un *diferendo` se distingue de un litigio en que el diferendo es
el caso deun conflicto, entre (al menos) dos partes, que no puede
ser resuelto equi-tativamente por la carencia de una regla de
juicio aplicable a ambos argu-
5 Christopher Norris: W"/Ja! is Wrong with Postmoler1zz'sn. The
john Hopkins Uni-versity Press. Baltimore, 1990. Tambien,
(_,-'ncrz'tz'r:1 Theory. The University of Mas-sachussetts Pres,
1992.
4 Leszek Kolakowski: La moclerrzzdad sfernpre al pmeba.
Editorial Vuelta, Mexico,1990.
162
-
memos. La legitimidad de una parte no implica la ilegitimidad de
la otra. Sinembargo. si aplicramos una sola regla de juicio a ambas
con miras a diri-mir sus diferencias como si se tratara meramente
de un litigio. perjudcara-mos (al menos) a una de las partes (o a
ambas si ninguna de ellas admitie-ra esa regla) '.
A todo esto es a lo que Lyotard ha llamado "literatura genera]",
Suobjetivo ya no es slo impedir la jerarquizacin moral de los
discursos o, mejordicho, evitar que alguien pueda imponer el suyo.
Es asimismo el fomento de lacreatividad personal, pero esto excede
ya del problema de la tica.
LA TEORA DE ZYGMUNT BAUMAN
1. Las coordenadas del problema
Es obvio que la teora tica de Bauman, igual que la de Lyotard.
for-ma parte de una visin del mundo que discrepa del proyecto de
modernidad queEuropa ha heredado de la Ilustracin y que los
neoilustrados como Habermas de-fienden con ahinco". Esto es sabido.
Pero hay que aadir que esta discrepanciano es un capricho, una moda
o una obsesin del postmodernismo. La dualidadrespecto a la manera
de entender lo moderno no es de ayer; en realidad surge ala par que
la Edad Moderna. Es una consecuencia de la crisis de la razn
subs-tancial que se produjo durante la transicin de la Edad Media a
la modernidad.Al resquebrajarse la racionalidad substancial del
hombre, su respuesta a la ley na-tural se escindi tambin.
En el mundo clsico, la leyera expresin de la racionalidad de la
na-turaleza y, por tanto, de alcance universal. Hay una definicin
de Cicern, queexpresa perfectamente la universalidad de la ley
natural:
"La ley verdadera es la recta razn de acuerdo con la naturaleza;
es de apli-cacin universal, inmutable y eterna".
']ean-Fran\:ois Lyotard: Le n iffre JI d. Les Editions de Minuit
, Pars, 19H:\.(, La Ilustracin americana sgu un camino diferente.
del que no podemos ocupar-
nos en este trabajo.
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mentos. La legitimidad de una parte no implica la ilegitimidad
de la otra. Sinembargo, si aplicramos una sola regla de juicio a
ambas con miras a diri-mir sus diferencias como si se tratara
meramente de un litigio. perjudicara-mos (al menos) a una de las
partes to a ambas si ninguna de ellas admitie-ra esa regla)
A todo esto es a lo que Lyotard ha llamado literatura general.
Suobjetivo ya no es slo impedir la jerarquizacin moral de los
discursos o, mejordicho, evitar que alguien pueda imponer el suyo.
Es asimismo el fomento de lacreatividad personal, pero esto excede
ya del problema de la etica.
LA TEORA DE ZYGMUNT BAUMAN
1. Las coordenadas del problema
Es obvio que la teora tica de Bauman, igual que la de Lyotard,
for-ma parte de una visin del mundo que discrepa del proyecto de
modernidad queEuropa ha heredado de la Ilustracin y que los
neoilustrados como Habermas de-fienden con ahncof Esto es sabido.
Pero hay que aadir que esta discrepanciano es un capricho, una moda
o una obsesin del postmodernismo. La dualidadrespecto a la manera
de entender lo moderno no es de ayer; en realidad surge ala par que
la Edad Moderna. Es una consecuencia de la crisis de la razn
subs-tancial que se produjo durante la transicin de la Edad Media a
la modernidad.Al resquebrajarse la racionalidad substancial del
hombre, su respuesta a la ley na-tural se escindi tambien.
En el mundo clsico, la ley era expresin de la racionalidad de la
na-turaleza y, por tanto, de alcance universal. Hay una definicin
de Cicern, queexpresa perfectamente la universalidad de la ley
natural:
La ley verdadera es la recta razn de acuerdo con la naturaleza;
es de apli-cacin uniyersal, inmutable y eterna.
- jean-Franois Lyotard: Le I)z_'/frend. Les Editions de Minuit,
Pars, 1985. La Ilustracin americana sigui un camino diferente. del
que no podemos ocupar-nos en este trabajo.
163
-
Durante la Edad Media, este planteamiento no vari gran cosa
por-que, a fin de cuentas, la naturaleza estaba gobernada por leyes
divinas inmuta-bles y eternas. Pero a la cada del orden medieval,
se produjo una dilatacin deltono vital de la sociedad: era el
Renacimiento. Desaparecida la barrera de los uni-versales, los
humanistas se hicieron cada vez ms humanos, esto es, ms
cons-cientes de su vigor, y se despert en ellos la bybris, el
espritu prometico. Estoshumanistas se hallaban demasiado posedos de
si mismos para someterse a unaley que coartaba su iniciativa y pona
lmites al insondable fondo creador de lanaturaleza:
"Podemos llegar a ser lo que queramos",
proclam orgulloso Len Battista Alberti Los humanistas de esta
poca se dis-tanciaron de la ley natural, para interesarse ms y ms
por las cosas humanas-Prgmata- que por los principios generales que
pretendan regirlas. Busca-ban verdades, no la verdad. Ello les
indujo, en primer lugar, a rechazar la ley na-tural, pero
finalmente les llev tambin a distanciarse de los principios y de
lasleyes generales de la nueva fsica. El humanismo de esa poca
opuso una resis-tencia al intelectualismo, se desplaz de la teora
abstracta hacia la prctica y elhecho particular o, lo que viene a
ser lo mismo, renunci a lo deductivo en arasde lo intuitivo, de lo
concreto, de lo local.
El Montaigne de los Ensayos, valga el ejemplo, se opona en
efectoa que las cuestiones individuales se resolvieran
deductivamente, como en la ti-ca clsica, a partir de principios
generales. Ese procedimiento desembocaba, a sujuicio, en la
opresin7. Tanto Montaigne, como Snchez y otros "libertinos" de
lapoca, no crean que fuera posible resolver los problemas morales
del hombrede arriba abajo, partiendo de unos dogmas, sino de abajo
arriba, arrancando delindividuo y su contexto. Esta fue una manera
de entender lo moderno -de laque no andaban muy lejos Erasrno y
Vives- que en el siglo XVII fue barrida porotra forma de concebir
la modernidad, la de la nueva ciencia, que es la que sir-vi de
soporte intelectual a la Ilustracin.
Para el humanismo, contaba ante todo el individuo. Pico de la
Mi-rndola , si me permiten el ejemplo, situaba al hombre en el
centro del universo,del cual debia ser como un dios. Para la nueva
ciencia, lo individual no era encambio sino un caso particular de
la ley general. Con su teora heliocntrica, Ga-lileo situ la cuestin
en los antpodas del geocentrismo. Los humanistas del XVI
CL xtephen Toulmin. Cosmopolis. l1Je Hidden ARel/da o!
Moderuitv. Cap. Il, "The17th Century Counrer-Rcnatss.mce-. Thc
Univcrxtv of Chicago Prcss. 1990.
164
Durante la Edad Media, este planteamiento no vari gran cosa
por-que, a fin de cuentas, la naturaleza estaba gobernada por leyes
divinas inmuta-bles y eternas. Pero a la cada del orden medieval,
se produjo una dilatacin deltono vital de la sociedad: era el
Renacimiento. Desaparecida la barrera de los uni-versales, los
humanistas se hicieron cada vez ms humanos, esto es, ms
cons-cientes de su vigor, y se despert en ellos la /a_1fb^z`s, el
espritu prometico. Estoshumanistas se hallaban demasiado poseidos
de s mismos para someterse a unaley que coartaba su iniciativa y
pona lmites al insondable fondo creador de lanaturaleza:
Podemos llegar a ser lo que queramos,
proclam orgulloso Len Battista Alberti. Los humanistas de esta
poca se dis-tanciaron de la ley natural, para interesarse ms y mas
por las cosas humanas-Prgrn1m- que por los principios generales que
pretendan regirlas. Busca-ban verdades, no la verdad. Ello les
indujo, en primer lugar, a rechazar la ley na-tural, pero
finalmente les llev tambin a distanciarse de los principios y de
lasleyes generales de la nueva fsica. El humanismo de epoca opuso
una resis-tencia al intelectualismo, se desplaz de la teora
abstracta hacia la practica y elhecho particular 0, lo que viene a
ser lo mismo, renunci a lo deductivo en arasde lo intuitivo, de lo
concreto, de lo local.
El Montaigne de los Ensayos, valga el ejemplo, se opona en
efectoa que las cuestiones individuales se resolvieran
deductivamente, como en la eti-ca clasica, a partir de principios
generales. procedimiento desembocaba, a sujuicio, en la opresin.
Tanto l\/lontaigne, como Snchez y otros libertinos de lapoca, no
crean que fuera posible resolver los problemas morales del hombrede
arriba abajo, partiendo de unos dogmas, sino de abajo arriba,
arrancando delindividuo y su contexto. Esta fue una manera de
entender lo moderno *de laque no andaban muy lejos Erasmo y Vives-
que en el siglo xvlt fue barrida porotra forma de concebir la
modernidad, la de la nueva ciencia, que es la que sir-vi de soporte
intelectual a la Ilustracin.
Para el humanismo, contaba ante todo el individuo . Pico de la
Mi-rndola , si me permiten el ejemplo, situaba al hombre en el
centro del universo,del cual deba ser como un dios. Para la nueva
ciencia, lo individual no era encambio sino un caso particular de
la ley general. Con su teora heliocentrica, Ga-lileo situ la
cuestin en los antipodas del geocentrismo. Los humanistas del
xvl
7 Cf. Stephen Toulmin. (,`osmopoZs; Mie Hirlden Agenda
QfModerm't_v. Cap. ll, The17th Century Counter-Renaissance. The
University of Chicago Press, 1990.
l4
-
gustaban de operar, no obstante, con unos materiales
etnogrficos, geogrficos ehistricos para ninguno de los cuales los
mtodos geomtricos de anlisis resul-taban apropiados. En cambio, en
la ciencia nueva prevalecan los axiomas abs-tractos sobre la
diversidad de lo concreto. Para los humanistas, todos los
proble-mas prcticos eran temporales, tenan su tiempo, su kairs, su
oportunidad. ParaDescartes y la nueva fsica, estas cuestiones eran
sin embargo irrelevantes. El tiem-po histrico no contaba para nada,
y lo decisivo eran verdades abstractas y uni-versales. Lo cual
signific que, a la postre, el humanismo qued marginado delproyecto
de la Ilustracin. De 1630 en adelante, el pensamiento moderno se
con-centr en el estudio de principios intemporales y universales,
vlidos en cual-quier tiempo y lugar. La Ilustracin no tard en hacer
de esta intemporalidad dela razn su postulado fundamental".
Cuenta H. R. jauss en su estudio sobre la tradicin literaria,
que laltima carroza del Carnaval florentino de 1'513 representaba
el Triunfo de la Edadde Oro:
Come le fenice Rinasce dal bronco del vecchio alloro,Cos nasce
del ferro un secolo d'oro".
Un siglo despus, en la portada de un libro de Bacon apareca ya
unnavo cruzando las columnas de Hrcules, hacia un plus ultra sin
fin. Definitiva-mente. el Renacimiento y la Revolucin Cientfica
llevaban rumbos distintos. Des-de entonces, el fantasma del
dualismo se ha cernido sobre la modernidad. El pro-blema de las dos
culturas no es de hoy. El postmodernismo. es el episodio msreciente
del enfrentamiento entre el humanismo y la nueva ciencia. Hubo
otroscomo el Romanticismo, de los que no podemos ocuparnos, pero el
postrnoder-nismo es uno de ellos.
Por supuesto, la alternativa que se impuso fue la de la
lIustracin.De ah surgi el proyecto de la modernidad que ahora ha
hecho crisis. Su metaprincipal consisti en transferir la autoridad
universal de la ley medieval -tantoreligiosa como poltica.
filosfica o artstica- a una razn secular, de la cual lanueva
ciencia fuese su principal instrumento. Apoyada en la exactitud y
genera-lidad de las leyes de la fsica de Newton, que es lo que a la
postre garantizaba elcarcter universal e indiscutible de sus ideas,
la Ilustracin declar la guerra alparticularismo de las creencias
locales. Fue en el siglo de las Luces cuando loseuropeos decidieron
que su forma de vida representaba "la" civilizacin por ex-
H CF.Stephen Toulmin: Las transformaciones de lo moderno Visor,
1995.'J Cf. H. R. jauss. op cit., p. 2H-29.
165
gustaban de operar, no obstante, con unos materiales
etnogrficos, geogrficos ehistricos para ninguno de los cuales los
mtodos geomtricos de anlisis resul-taban apropiados. En cambio, en
la ciencia nueva prevalecan los axiomas abs-tractos sobre la
diversidad de lo concreto. Para los humanistas, todos los
proble-mas practicos eran temporales, tenan su tiempo, su kaairs,
su oportunidad. ParaDescartes y la nueva fsica, estas cuestiones
eran sin embargo irrelevantes. El tiem-po histrico no contaba para
nada, y lo decisivo eran verdades abstractas y uni-versales . Lo
cual signific que, a la postre, el humanismo qued marginado
delproyecto de la Ilustracin. De 1650 en adelante, el pensamiento
moderno se con-centr en el estudio de principios intemporales y
universales, vlidos en cual-quier tiempo y lugar. La Ilustracin no
tard en hacer de esta intemporalidad dela razn su postulado
fundamental.
Cuenta H. R. jauss en su estudio sobre la tradicin literaria,
que laltima carroza del Carnaval florentino de 1515 representaba el
Triunfo de la Edadde Oro:
Come le fenice Rinasce dal bronco del Vecchio alloro,Cos nasce
del ferro un secolo doro.
Un siglo despus, en la portada de un libro de Bacon apareca ya
unnavo cruzando las columnas de Hercules, hacia un plus ultra sin
fin. Definitiva-mente, el Renacimiento y la Revolucin Cientfica
llevaban rumbos distintos. Des-de entonces, el fantasma del
dualismo se ha cernido sobre la modernidad. El pro-blema de las dos
culturas no es de hoy. El postmodernismo. es el episodio msreciente
del enfrentamiento entre el humanismo y la nueva ciencia. Hubo
otroscomo el Romanticismo, de los que no podemos ocuparnos, pero el
postmoder-nismo es uno de ellos.
Por supuesto, la alternativa que se impuso fue la de la
Ilustracin.De ah surgi el proyecto de la modernidad que ahora ha
hecho crisis. Su metaprincipal consisti en transferir la autoridad
universal de la ley medieval _tantoreligiosa como poltica,
filosfica o artstica- a una razn secular, de la cual lanueva
ciencia fuese su principal instrumento. Apoyada en la exactitud y
genera-lidad de las leyes de la fsica de Newton, que es lo que a la
postre garantizaba elcaracter universal e indiscutible de sus
ideas, la Ilustracin declar la guerra alparticularismo de las
creencias locales. Fue en el siglo de las Luces cuando loseuropeos
decidieron que su forma de vida representaba la civilizacin por
ex-
8 CF.Stephen Toulmin: Las transf()rznr1r'iones de lo moderiio.
Visor, 1995.9 Cf. H. R. jauss, op. cit., p. 28-29.
165
-
celencia. A ello contribuy un trabajo de Mirabeau, L 'ami des
bonimes ou traitde la population, publicado en 1757, en el que
apareca la palabra 'civilizacin'.El trmino deca referencia al
conjunto de ideas, conocimientos cientficos, ohrasartsticas y
literarias y costumbres que, en teora, marcaban el nivel social y
refi-namiento de las sociedades superiores, frente a la rudeza y
salvajismo de las msatrasadas. Lo cual signficaha a la postre que
civilizacin slo poda haber una,la del progreso, la del ascenso de
la humanidad hacia la universalidad de una ra-zn que, al igual que
la naturaleza, tamhin era nica.
Ahora bien, frente a Yoltaire y Mirabeau, la tesis ilustrada de
que, envirtud de la universalidad de la razn, la civilizacin era
nica y todos los horn-hres terminaran por representarse el mundo de
la misma forma, encontr en Her-der y su teora diferencial de la
razn, la horma de su zapato. La discusin, quefue muy enconada y
larga, pues detrs estaha el nacionalismo alemn, puso demanifiesto
que en Europa haba cuando menos dos maneras opuestas de enten-der
la modernidad. Una que proclamaba la cirilizacion unitaria, y otra
que de-fenda la diversidad de la cultura. Ley natural, progreso,
civilizacin global, deuna parte; historia, lenguaje y pluralidad de
culturas, de otra lo Como es ohvio,el proceso de modernizacin opt
por lo primero, mientras el romanticismo pre-firi lo segundo. En
definitiva, de mil maneras que no es posihle puntualizar aho-ra, a
mediados del siglo pasado el proyecto de la Ilustracin tena
enfrente unaoposicin pluralista, que no aceptaba que, en virtud de
la universalidad de la ra-zn, todo el mundo tuviera que
representarse el mundo de la misma forma.
ltl Se esbozaron a partir de entonces dos manera-, diferentes de
e-ntender la moderni-dad: una. l'n trminos de civilizacion: otra.
en tcrmino-, ll
-
A mediados del XIX, la quiebra de la razn ilustrada se haba
consu-mado. No exactamente de la forma tripartita que apunt Max
Weber -ciencia,moralidad y arte-, sino de una forma que ha
terminado siendo dual. De una par-te, se consolid un tipo de
modernidad donde la hegemona de una razn ins-trumental, puesta al
servicio de la voluntad de poder, aceler el proceso de
in-dustrializacin, hasta configurar la clase de modernidad que
ahora, despus deAuschwitz, Hiroshima, el Goulag y muchas otras
cosas, se encuentra en un im-passe. Despus de lo que ha ocurrido en
este siglo, es difcil seguir creyendo queel progreso del
conocimiento cientfico va a mejorar la calidad moral del ser
hu-mano. Esta circunstancia ha dado nuevas alas a la contra
modernidad, y con ellasha emprendido el vuelo el
postmodernismo.
En resumen, una sensibilidad esttica y L1n pluralismo cultural
se opo-nen hoya una sociedad postindustrial o del conocimiento,
donde las nuevas tec-nologas lo que han hecho es potenciar al mximo
las posibilidades global iza-doras del poder poltico y econmico. El
postmodernismo es un intento menosagresivo y totalizador de ver el
mundo y la vida en l, que acepta la ambigedadde la vida, que se
resiste a ponerse el uniforme de una seudo universalidad,
querechaza las grandes narrativas de las que desciende la
uniformidad que cohibe,que desconfa del progreso, que cree en la
utilidad de las rupturas, que vive c-modo en los fragmentos que
resultan de ellas y que, en ltima instancia, no quie-re que la
diversidad de las culturas perezca bajo la hegemona de una
civilizacinmaterial unificada. O dicho de otro modo, el
postmodernismo no se opone tan-to a la globalizacin del desarrollo
tecnoeconmico -que necesariamente ha deusar un lenguaje unitario-
como a que la esfera de la modernizacin invada lasesferas de la
esttica y la moralidad. A esto es a 10 que, mejor o peor, se
oponeel postmodernismo.
Como ven, este movimiento no es sino la ltima fase, por ahora,de
este eterno duelo entre el universalismo y el particularismo, entre
la totali-zacin y la pluralidad que tan bien ha descrito Karl ]oel
en sus dos magistralesvolmenes sobre las fluctuaciones de la
concepcin del mundo!'. Esta historiano es nueva. En este marco de
referencia es en el que hay que inscribir la ti-ca de la
postmodernidad. Contemplada desde esa perspectiva, invita a la
me-ditacin. Hoy, como digo, la guerra contina. El postrnodernismo
no es una ocu-rrencia irrelevante. Forma parte de una dialctica
histrica a la que por ahorano se le ve el fin. La teora de Bauman
es una se sus expresiones actuales msnotable.
II Karl joel WUlldlullp,ell der WeltullschulIlIllp,. 2 vols.
Tuhinga, 192H-19:34.
167
A mediados del XIX, la quiebra de la razn ilustrada se haba
consti-mado. No exactamente de la forma tripartita que apunt Max
Weber -ciencia,moralidad y arte-, sino de una forma que ha
terminado siendo dual. De una par-te, se consolid un tipo de
modernidad donde la hegemona de una razn ins-trumental, puesta al
servicio de la voluntad de poder, aceler el proceso de
in-dustrializacin, hasta configurar la clase de modernidad que
ahora, despues deAuschwitz, Hiroshima, el Goulag y muchas otras
cosas, se encuentra en un rn-passe. Despus de lo que ha ocurrido en
este siglo, es difcil seguir creyendo queel progreso del
conocimiento cientfico va a mejorar la calidad moral del ser
hu-mano. Esta circunstancia ha dado nuevas alas a la
contramodernidad, y con ellasha emprendido el vuelo el
postmodernismo.
En resumen, una sensibilidad esttica y un pluralismo cultural se
opo-nen hoy a una sociedad postindustrial o del conocimiento, donde
las nuevas tec-nologas lo que han hecho es potenciar al mximo las
posibilidades globaliza-doras del poder poltico y econmico. El
postmodernismo es un intento menosagresivo y totalizador de ver el
mundo y la vida en el, que acepta la ambigedadde la vida, que se
resiste a ponerse el uniforme de una seudo universalidad,
querechaza las grandes narrativas de las que desciende la
uniformidad que cohibe,que desconfa del progreso, que cree en la
utilidad de las rupturas, que vive c-modo en los fragmentos que
resultan de ellas y que, en ltima instancia, no quie-re que la
diversidad de las culturas perezca bajo la hegemona de una
civilizacinmaterial unificada. O dicho de otro modo, el
postmodernismo no se opone tan-to a la globalizacin del desarrollo
tecnoeconmico -que necesariamente ha deusar un lenguaje unitario-
como a que la esfera de la modernizacin invada lasesferas de la
esttica y la moralidad. A esto es a lo que, mejor o peor, se
oponeel postmodernismo.
Como ven, este movimiento no es sino la ltima fase, por ahora,de
este eterno duelo entre el universalismo y el particularismo, entre
la totali-zacin y la pluralidad que tan bien ha descrito Karl joel
en sus dos magistralesvolmenes sobre las fluctuaciones de la
concepcin del mundo. Esta historiano es nueva. En este marco de
referencia es en el que hay que inscribir la eti-ca de la
postmodernidad. Contemplada desde esa perspectiva, invita a la
me-ditacin. Hoy, como digo, la guerra contina. El postmodernismo no
es una ocu-rrencia irrelevante. Forma parte de una dialctica
histrica a la que por ahorano se le ve el fin. La teora de Bauman
es una se sus expresiones actuales masnotable.
. . . . . . . . . . . . .. ........ H... ,. .....
H Karl joel: W/mdlungen der Weitdnscbduung. 2 vols. Tubinga,
1928-1954.
167
-
2. tica y moralidadBauman acepta la tesis clsica de que lo moral
es aquella cualidad
por la que los actos humanos son buenos o malos. La definicin
parece calcadade la filosofa escolstica: moralitas est forma, qua
actus humani sunt boni velmali. A su vez, la tica la entiende como
una disciplina sistemtica equiparablea la filosofa de la moral o a
la moral terica.
En suma, para no alargar el argumento, lo que Bauman sostiene
esque la tica no es sino un cdigo moral que pretende erigirse en el
cdigo de to-dos los cdigos morales, esto es, en el cdigo supremo,
regulador de todos losdems cdigos morales: suprema regula morurn,
regla suprema de los actos mo-rales, en el lenguaje
aristotlico-tomista. O ms bien, si adoptamos el punto devista
postmoderno, assumpta suprema regula morum, es decir, supuesta
regla su-prema de los actos morales.
Baurnan concibe la tica filosfica como un conjunto o sistema
deprincipios, como una teora a partir de la cual se da lo moral
como deducido. Enotras palabras, toda tica ha de ser capaz de
determinar la cualidad moral de losactos humanos, mediante su
comparacin con las oportunas definiciones o mo-delos deducidos de
la teora. De nuevo, la tesis de Baurnan presenta una curio-sa
analoga con la tica aristotlico-tomista, pues para ella la forma
por la que losactos humanos son buenos o malos, moralmente
hablando, es su conformidad odisconformidad con las reglas
morales:
Sed forma, qua actus humani sunt boni vel mali moraliter, est
conformitasvel diformitas actuum humanorum cum regula morum.
El Padre Gredt, de quien he tomado la anterior definicin, aade
queesta relacin de los actos humanos con las reglas morales es una
relacin trans-cendental, pero eso no hace al caso ahora. Lo que es
menester dejar claro es queBauman entiende que la tica determina la
moralidad de los actos humanos porvirtud de una comparacin
-epistrnica .. , digmoslo as, entre el modelo tericodeducido de sus
principios y el acto humano real que se somete a juicio. Y
esmenester sealarlo o, mejor, subrayarlo, porque justamente esta
condicin es-tructural de la tica es la que Bauman denuncia como
opresora de la genuina mo-ralidad de los actos humanos. En este
punto, Baurnan es terminante. A su juicio,contra esta condicin sine
qua non de toda tica sistemtica, hay gravsimas ob-jeciones que
oponer. Entre otras, las siguientes:
a) Que esa condicin de posibilidad de la tica no se cumple
defacto.b) Que esa condicin no se puede cumplir de/u re.e) Que esa
tica es incompatible con la conciencia moral humana.
168
2. tica y moralidad
Bauman acepta la tesis clsica de que lo moral es aquella
cualidadpor la que los actos humanos son buenos o malos . La
definicin parece calcadade la filosofa escolastica: morcdttds est
jorma, qua actus humani sunt boni velmatt. A su vez, la tica la
entiende como una disciplina sistemtica equiparablea la filosofa de
la moral o a la moral terica.
En suma, para no alargar el argumento, lo que Bauman sostiene
esque la tica no es sino un cdigo moral que pretende erigirse en el
cdigo de to-dos los cdigos morales, esto es, en el cdigo supremo,
regulador de todos losdemas cdigos morales: suprema regula morurn,
regla suprema de los actos mo-rales, en el lenguaje
aristotelico-tomista. O mas bien, si adoptamos el punto devista
postmoderno, assunpta suprema regula rnorurn, es decir, supuesta
regla su-prema de los actos morales.
Bauman concibe la tica filosfica como un conjunto o sistema
deprincipios, como una teora a partir de la cual se da lo moral
como deducido. Enotras palabras, toda tica ha de ser capaz de
determinar la cualidad moral de losactos humanos, mediante su
comparacin con las oportunas definiciones o mo-delos deducidos de
la teora. De nuevo, la tesis de Bauman presenta una curio-sa
analoga con la tica aristotlico-tomista, pues para ella la forma
por la que losactos humanos son buenos o malos, moralmente
hablando, es su conformidad odisconformidad con las reglas
morales:
Sed forma, qua actus humani sunt boni vel mall moraliter, est
conformitasvel diformitas actuum humanorum cum regula morum.
El Padre Gredt, de quien he tomado la anterior definicin, aade
queesta relacin de los actos humanos con las reglas morales es una
relacin trans-cendental, pero eso no hace al caso ahora. Lo que es
menester dejar claro es queBauman entiende que la etica determina
la moralidad de los actos humanos porvirtud de una comparacin
-epistmica, digamoslo as, entre el modelo tericodeducido de sus
principios y el acto humano real que se somete a juicio. Y
esmenester sealarlo o, mejor, subrayarlo, porque justamente esta
condicin es-tructural de la tica es la que Bauman denuncia como
opresora de la genuina mo-ralidad de los actos humanos. En este
punto, Bauman es terminante. A su juicio,contra esta condicin stne
qua non de toda etica sistemtica, hay gravsimas ob-jeciones que
oponer. Entre otras, las siguientes:
a) Que esa condicin de posibilidad de la etica no se cumple
defacto.b) Que esa condicin no se puede cumplir dejure.
c) Que esa tica es incompatible con la conciencia moral
humana.
168
-
Bsicamente, pues, el libro de Bauman -al fin y al cabo, un
teri-co de la postmodernidad- es una alabanza de la moral y un
menosprecio de latica. Por un lado, la teora de Bauman es o
pretende ser una des legitimacin in-telectual, una deconstruccin de
la tica como disciplina. Por otro, es una inter-pretacin del acto
moral como fundamento de la mismidad humana: un argu-mento cuya
importancia, a mi juicio, es difcil de exagerar en un mundo dondela
razn prctica ha sido virtualmente absorbida por ese aspecto de la
razn ins-trumental que llaman ahora -performatividad-.
En suma, contemplada desde una perspectiva postmoderna, la
condi-cin moral del hombre posee, a juicio de Bauman, las
siguientes notas distintivas.
l. La ambivalencia. En la historia de la tica se repiten desde
ha-ce siglos dos asertos contradictorios, pero ambos convincentes.
Uno de tenden-cia roussoniana : Los seres humanos son esencialmente
buenos; si acaso, preci-san algunos, lo nico que necesitan es que
se les ayude a actuar de acuerdo consu naturaleza. Otro, hobbesiano
: Los seres humanos son esencialmente malos,y es necesario impedir
que se devoren unos a otros.
Pues bien, sostiene el postmodernismo, las dos afirmaciones son
fal-sas. La ambivalencia tiene su asiento en la 'escena primigenia'
del encuentro hu-mano y, dada la estructura radical de este
encuentro. una moralidad que no seaambivalente es una imposibilidad
existencial. Ningn cdigo tico coherente pue-de casar con la
condicin ambivalente de la moralidad; ni la racionalidad
puedeprescindir del impulso moral. Lo ms que puede hacer es
silenciarlo, inhibirlo.menguando las posibilidades de obrar
bien.
La conclusin es que la conducta moral no puede garantizarse
me-diante el mejor diseo de los contextos y de los cdigos. Hemos de
aprender avivir sin garantas -s-gefhrlich zu lehen- y con la
conciencia de que la sociedadperfecta y la naturaleza perfecta no
son viables. Empearse en lograrlo suele re-dundar en ms crueldad
que humanidad, y en menos moralidad.
2. La no-racionalidad de lo moral. El fenmeno moral es
inheren-temente no-racional. Puesto que los actos humanos slo son
morales si precedena la consideracin del propsito y al clculo de
prdidas y ganancias, es obvio queno encajan en el esquema
medio-fin, no son actos instrumentales. Tampoco sonactos
repetitivos, montonos, previsibles como guiados por una norma. L1
ticaest pensada de acuerdo con el patrn de la Ley, de forma que
provea al sujetode reglas claras y distintas para elegir entre lo
bueno y lo malo, al margen de to-da ambivalencia e incertidumbre.
La tica acta en el supuesto de que en todas
169
Bsicamente, pues, el libro de Bauman -al fin y al cabo, un
teri-co de la postmodernidad- es una alabanza de la moral y un
menosprecio de latica. Por un lado, la teora de Bauman es o
pretende ser una deslegitimacin in-telectual, una deconstruccin de
la tica como disciplina. Por otro, es una inter-pretacin del acto
moral como fundamento de la mismidad humana: un argu-mento cuya
importancia , a mi juicio , es difcil de exagerar en un mundo
dondela razn prctica ha sido virtualmente absorbida por ese aspecto
de la razn ins-trumental que llaman ahora performatividad.
En suma, contemplada desde una perspectiva postmoderna, la
condi-cin moral del hombre posee, a juicio de Bauman, las
siguientes notas distintivas.
1. La arnbz'valencz`a. En la historia de la tica se repiten
desde ha-ce siglos dos asertos contradictorios, pero ambos
convincentes . Uno de tenden-cia roussoniana : Los seres humanos
son esencialmente buenos ; si acaso, preci-san algunos, lo nico que
necesitan es que se les ayude a actuar de acuerdo consu naturaleza
. Otro, hobbesiano : Los seres humanos son esencialmente malos,y es
necesario impedir que se devoren unos a otros.
Pues bien, sostiene el postmodernismo, las dos afirmaciones son
fal-sas. La ambivalencia tiene su asiento en la escena primigenia`
del encuentro hu-mano y, dada la estructura radical de este
encuentro. una moralidad que no seaambivalente es una imposibilidad
existencial. Ningn cdigo tico coherente pue-de casar con la
condicin ambivalente de la moralidad; ni la racionalidad
puedeprescindir del impulso moral. Lo ms que puede hacer
silenciarlo, inhibirlo,menguando las posibilidades de obrar
bien.
La conclusin es que la conducta moral no puede garantizarse
me-diante el mejor diseo de los contextos y de los cdigos. Hemos de
aprender avivir sin garantas -gefibrltch zu leben- y con la
conciencia de que la sociedadperfecta y la naturaleza perfecta no
son viables. Empearse en lograrlo suele re-dundar en ms crueldad
que humanidad, y en menos moralidad.
2. La no-rdcz`oncdz`d2d delo moral. El fenmeno moral es
inheren-temente no-racional. Puesto que los actos humanos slo son
morales si precedena la consideracin del propsito y al calculo de
prdidas y ganancias, es obvio queno encajan en el esquema
medio-fin, no son actos instrumentales _ Tampoco sonactos
repetitivos, montonos, previsibles como guiados por una norma. La
ticaesta pensada de acuerdo con el patrn de la Ley, de forma que
provea al sujetode reglas claras y distintas para elegir entre lo
bueno y lo malo, al margen de to-da ambivalencia e incertidumbre.
La tica acta en el supuesto de que en todas
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-
las situaciones hay una opcin buena, que se ajusta a lo reputado
bueno por elcdigo, de forma que la actuacin en cualquier situacin
puede ser racional.
La realidad, arguye Bauman, es que en este supuesto se pasa por
al-to lo propiamente moral de la moralidad, esto es, se desplaza el
fenmeno mo-ral del mbito de la autonoma personal al de la
heteronomia asistida por el po-der. Substituye una conciencia moral
constituida por una responsabilidad personale intransferible, por
el conocimiento adquirible de unas reglas. La tica reempla-za la
responsabilidad originaria, radical ante el Otro por la
responsabilidad anteel cdigo y sus guardianes.
3. La moralidad es incurablemente aportica. Pocas decisiones
sondel todo buenas o del todo malas. La mayora de las decisiones
morales se muevenentre impulsos o consecuencias contradictorias. Ms
an, prcticamente todo impulsomoral, si se lleva al fondo, tiene
consecuencias malas (p. ej. la preocupacin excesi-va por el otro
inhibe su autonoma). La conciencia moral se mueve, siente y acta
enun contexto de ambivalencia e incertidumbre. Por tanto, la
situacin moral libre deambiguedad tiene slo una existencia utpica,
quiz estimuladora del yo moral, pe-ro no es un objetivo realista en
la prctica de la moralidad. A pesar de todos los es-fuerzos para
reducirla o eliminarla, la incertidumbre forma parte inesquvable de
lacondicin moral. Es ms, uno reconoce la conciencia moral por el
poso de incerti-dumbre que queda en ella despus de haber agotado
todos los medios para acertar.
4. La moralidad no es universalizable. Esta afirmacin no
impli-ca necesariamente un relativismo moral, tal como muchos
concluyen de la di-versidad de las morales, esto es, del hecho
sociolgico de que lo que es moralen una cultura no lo es en otra.
Baurnan rechaza esta visin relativista (a la pos-tre nihilista) de
la moralidad. Su afirmacin de que la moral no es universali-zable,
significa otra cosa. Se opone a una versin concreta del
universalismomoral, que a la era moderna le ha servido para
maquillar sus intentos de nive-lacin y, sobre todo, para debilitar
los impulsos autnomos, turbulentos, in-controlados de la conciencia
moral. Aunque la sociedad moderna reconoce ladiversidad de
creencias y prcticas morales, la consideran un residuo abomi-nable
que hay que eliminar. No, por supuesto, para asegurar y extender el
pro-pio cdigo moral, porque todos son igualmente respetables, etc.,
sino para ase-gurar el bien del conjunto, del Todo, superando las
distorsiones y peculiaridadeslocales. El medio de lograrlo es
reemplazar subrepticiamente la responsabilidadpersonal de la
conciencia moral autnoma por las normas ticas exteriores for-zadas
desde arriba. De esta forma lo que se produce no es tanto la
universali-zacin de la moral como reducir al silencio el impulso
moral, y canalizar la ac-tividad moral hacia objetivos sociales que
pueden incluir propsitos inmorales.
170
las situaciones hay una opcin buena, que se ajusta a lo reputado
bueno por elcdigo, de forma que la actuacin en cualquier situacin
puede ser racional.
La realidad, arguye Bauman, es que en este supuesto se pasa por
al-to lo propiamente moral de la moralidad, esto es, se desplaza el
fenmeno mo-ral del mbito de la autonoma personal al de la
heteronomia asistida por el po-der. Substituye una conciencia moral
constituida por una responsabilidad personale intransferible, por
el conocimiento adquirible de unas reglas. La tica reempla-za la
responsabilidad originaria, radical ante el Otro por la
responsabilidad anteel cdigo y sus guardianes.
3. La moralidad es incurablemente aportca. Pocas decisiones
sondel todo buenas o del todo malas. La mayora de las decisiones
morales se muevenentre impulsos o consecuencias contradictorias. Ms
an, practicamente todo impulsomoral, si se lleva al fondo, tiene
consecuencias malas (p. ej. la preocupacin excesi-va por el otro
inhibe su autonoma). La conciencia moral se mueve, siente y acta
enun contexto de ambivalencia e incertidumbre. Por tanto, la
situacin moral libre deambiguedad tiene slo una existencia utpica,
quiz estimuladora del yo moral, pe-ro no es un objetivo realista en
la prctica de la moralidad. A pesar de todos los es-fuerzos para
reducirla o eliminarla, la incertidumbre forma parte inesquivable
de lacondicin moral. Es mas, uno reconoce la conciencia moral por
el poso de incerti-dumbre que queda en ella despus de haber agotado
todos los medios para acertar.
4. La moralidad no es unversalzable Esta afirmacin no impli-ca
necesariamente un relativismo moral, tal como muchos concluyen de
la di-versidad de las morales, esto es, del hecho sociolgico de que
lo que es moralen una cultura no lo es en otra. Bauman rechaza esta
visin relativista (a la pos-tre nihilista) de la moralidad. Su
afirmacin de que la moral no es universali-zable, significa otra
cosa. Se opone a una versin concreta del universalismomoral, que a
la era moderna le ha servido para maquillar sus intentos de
nive-lacin y, sobre todo, para debilitar los impulsos autnomos,
turbulentos, in-controlados de la conciencia moral. Aunque la
sociedad moderna reconoce ladiversidad de creencias y practicas
morales, la consideran un residuo abomi-nable que hay que eliminar.
No, por supuesto, para asegurar y extender el pro-pio cdigo moral,
porque todos son igualmente respetables, etc., sino para ase-gurar
el bien del conjunto, del Todo, superando las distorsiones y
peculiaridadeslocales. El medio de lograrlo es reemplazar
subrepticiamente la responsabilidadpersonal de la conciencia moral
autnoma por las normas ticas exteriores for-zadas desde arriba. De
esta forma lo que se produce no es tanto la universali-zacin de la
moral como reducir al silencio el impulso moral, y canalizar la
ac-tividad moral hacia objetivos sociales que pueden incluir
propsitos inmorales.
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-
5. La irracionalidad de lo moral. Desde la perspectiva del
ordende la razn" -de la razn moderna-, la moralidad es y ser
siempre irracional.Para toda totalidad que busca la uniformidad,
que persigue la disciplina y coor-dinacin de sus actividades, la
terca y tenaz autonoma de la conciencia moral esun escndalo. Desde
el puesto de mando de la sociedad, esa autonoma se per-cibe como el
grmen del caos, de la anarqua que puede dar al traste con el or-den
social logrado a base de tantos sacrificios. Por otra parte, la
iniciativa moralde las personas es indispensable para la buena
marcha del sistema. Ya se sabeque la mejor manera de que se hunda
una organizacin es cumplir al pie de laletra su reglamento.
Recordaba van Allesch que hasta los insectos tienen queadaptar sus
pautas instintivas a las peculiaridades de cada caso particular.
Porello, la iniciativa y la espontaneidad de cada conciencia moral
debe ser encau-zada, utilizada, pero no suprimida. De aqu la
endmica ambivalencia de la rela-cin entre las organizaciones y la
conciencia de cada cual; al seif moral hay quecultivarlo, pero sin
darle rienda suelta; hay que llevarlo por el camino de la ra-zn,
sin que su vitalidad se deseque y se vuelva rgido. El encauzamiento
socialde la moralidad es siempre una operacin compleja y delicada,
que inevitable-mente acaba provocando ms ambivalencia de la que
elimina.
6. Lo moral es anterior a lo social. Ser Para, advierte Bauman,
pre-cede a estar con. La moralidad le predispone a uno hacia el
Otro, es la primariarealidad del yo, es ms un punto de partida que
un producto de la sociedad. Pre-cede a todo compromiso o relacin
con el Otro - trtese de conocimiento, eva-luacin, padecimiento o
accin. Carece por tanto de 'fundamentacin', no tieneuna causa, ni
un factor determinante. Cuando a la conciencia moral la piden qued
alguna razn de su postura, no puede hacerlo, no puede apelar a
ninguna jus-tificacin ajena a s misma, no puede encontrar apoyo ms
que en s misma. Lamoralidad no tiene pedigree, no hay una
conciencia anterior a la conciencia mo-ral. Los lexicgrafos nos
dicen que la acepcin primaria de la conciencia es lamoral: das
Gewissen es muy anterior a das Beuiusstsein . La conciencia moral
esla presencia radical, no determinada. Es, dice Bauman, lo ms
parecido a un ac-to de creacin ex nihilo, si alguna vez ha habido
alguno. La responsabilidad mo-ral, concluye Bauman, es el acto en
que la conciencia se constituye a s misma.Aunque haya normas
morales, y las hay; aunque esas normas se complementencon una
casustica, con una esquematizacin muy detallada, y aunque uno
quie-ra cumplir con todo ello, el acto moral implica siempre dar un
paso en el vaco.Al final, la conciencia est a solas consigo misma y
ha de tomar una decisin dela que tiene que hacerse responsable,
porque nunca hay un encaje absoluto en-tre la norma y el caso
particular, ni una garanta total de acierto. En esa
decisinsolitaria experimenta el sujeto el libre juego de sus
facultades y se hace cargo delprecio de la libertad.
171
5. La z'rracz`onalz'dad delo moral. Desde la perspectiva del
ordende la razn -de la razn moderna-, la moralidad es y ser siempre
irracional.Para toda totalidad que busca la uniformidad, que
persigue la disciplina y coor-dinacin de sus actividades, la terca
y tenaz autonoma de la conciencia moral esun escndalo. Desde el
puesto de mando de la sociedad, esa autonoma se per-cibe como el
grmen del caos, de la anarqua que puede dar al traste con el or-den
social logrado a base de tantos sacrificios. Por otra parte, la
iniciativa moralde las personas es indispensable para la buena
marcha del sistema. Ya se sabeque la mejor manera de que se hunda
una organizacin es cumplir al pie de laletra su reglamento.
Recordaba von Allesch que hasta los insectos tienen queadaptar sus
pautas instintivas a las peculiaridades de cada caso particular.
Porello, la iniciativa y la espontaneidad de cada conciencia moral
debe ser encau-zada, utilizada, pero no suprimida. De aqu la
endmica ambivalencia de la rela-cin entre las organizaciones y la
conciencia de cada cual; al selfmoral hay quecultivarlo, pero sin
darle rienda suelta; hay que llevarlo por el camino de la ra-zn,
sin que su vitalidad se deseque y se vuelva rgido. El encauzamiento
socialde la moralidad es siempre una operacin compleja y delicada,
que inevitable-mente acaba provocando ms ambivalencia de la que
elimina.
6. Lo morales anterora lo social. Ser Para, advierte Bauman,
pre-cede a estar con. La moralidad le predispone a uno hacia el
Otro, es la primariarealidad del yo, es ms un punto de partida que
un producto de la sociedad. Pre-cede a todo compromiso o relacin
con el Otro - trtese de conocimiento, eva-luacin, padecimiento o
accin. Carece por tanto de fundamentacin, no tieneuna causa, ni un
factor determinante. Cuando a la conciencia moral la piden qued
alguna razn de su postura, no puede hacerlo, no puede apelar a
ninguna jus-tificacin ajena a si misma, no puede encontrar apoyo ms
que en s misma. Lamoralidad no tiene pedigree, no hay una
conciencia anterior a la conciencia mo-ral. Los lexicgrafos nos
dicen que la acepcin primaria de la conciencia es lamoral: das
Gewissen es muy anterior a das Bewusstsein. La conciencia moral
esla presencia radical, no determinada. Es, dice Bauman, lo mas
parecido a un ac-to de creacin ex niblo, si alguna vez ha habido
alguno. La responsabilidad mo-ral, concluye Bauman, es el acto en
que la conciencia se constituye a s misma.Aunque haya normas
morales, y las hay; aunque esas normas se complementencon una
casustica, con una esquematizacin muy detallada, y aunque uno
quie-ra cumplir con todo ello, el acto moral implica siempre dar un
paso en el vaco.Al final, la conciencia est a solas consigo misma y
ha de tomar una decisin dela que tiene que hacerse responsable,
porque nunca hay un encaje absoluto en-tre la norma y el caso
particular, ni una garanta total de acierto. En esa
decisinsolitaria experimenta el sujeto el libre juego de sus
facultades y se hace cargo delprecio de la libertad.
171
-
7. La superacin del relativismo moral. La opinin de Baurnan
eneste asunto es justamente la contraria de la que mantienen los
postmodernos li-geros de cascos. Desde una perspectiva genuinamente
postmoderna, el fenme-no moral no manifiesta sntoma alguno de
relativismo, ni de l se desprende di-recta o indirectamente un
desarme moral ante la aparente inconmensurabilidadde los infinitos
cdigos ticos que existen. No es as; lo cierto es lo contrario.
Lassociedades modernas son las que practican la moral de campanario
so capa depromover una tica universal. Son sus cdigos ticos los que
estn plagados derelativismo, son los poderes institucionales los
que usurpan, los que detentan laautoridad moral. El apisonamiento
de la diversidad mediante la extensin de unpoder poltico o
cultural, en nombre de una lucha contra el relativismo moral,
noconduce sino a agravar la situacin, porque substituye la
moralidad del espritupor una tica de la letra, la autonoma por la
heteronoma, la conciencia moralviva por la obediencia de!
robot.
Lo que la perspectiva postmoderna ha logrado al desenmascarar
lasfalsas promesas de una universalidad moral inminente, ha sido
levantar el velode Maya que impeda ver que la condicin moral es lo
que precede a todas lasformas del orden social que la modernidad
intenta convertir en universales. Launidad moral de la humanidad,
de ser posible, se alcanzara no como una glo-balizacin final de una
tica generada por los poderes polticos, sino como e! ho-rizonte
utpico al trasluz del cual pueda deconstruirse ese intento de
codificar lavida, para dar paso a una conciencia autnoma,
responsable de s, que sea la con-dicin del orden social y no su
resultado.
Bauman, en fin, advierte que del desarrollo y la exploracinde
estas ideas postmodernas no va a surgir ningn cdigo tico. La
clasede comprensin de la condicin moral del yo que ofrece la
postmoder-nielad no es probable que haga ms fcil la vida moral. Si
acaso, la harun poco ms moral.
EL POSTMODERNISMO y LOS SANTOS
Si el pensamiento postmoderno es, como se ha dicho, un
mutantedel humanismo occidental. que relativiza toda significacin;
si el objetivo delpostmodernismo es subvertir todo sistema
establecido y abrir paso a la anarqua,
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7. La superacin del relativismo moral. La opinin de Bauman
eneste asunto es justamente la contraria de la que mantienen los
postmodernos li-geros de cascos. Desde una perspectiva genuinamente
postmoderna, el fenme-no moral no manifiesta sntoma alguno de
relativismo, ni de l se desprende di-recta o indirectamente un
desarme moral ante la aparente inconmensurabilidadde los infinitos
cdigos ticos que existen. No es as; lo cierto es lo contrario.
Lassociedades modernas son las que practican la moral de campanario
so capa depromover una tica universal. Son sus cdigos ticos los que
estn plagados derelativismo, son los poderes institucionales los
que usurpan, los que detentan laautoridad moral. El apisonamiento
de la diversidad mediante la extensin de unpoder poltico o
cultural, en nombre de una lucha contra el relativismo moral,
noconduce sino a agravar la situacin, porque substituye la
moralidad del espritupor una tica de la letra, la autonoma por la
heteronomia, la conciencia moralviva por la obediencia del
robot.
Lo que la perspectiva postmoderna ha logrado al desenmascarar
lasfalsas promesas de una universalidad moral inminente, ha sido
levantar el velode Maya que impeda ver que la condicin moral es lo
que precede a todas lasformas del orden social que la modernidad
intenta convertir en universales. Launidad moral de la humanidad,
de ser posible, se alcanzara no como una glo-balizacin final de una
tica generada por los poderes politicos, sino como el ho-rizonte
utpico al trasluz del cual pueda deconstruirse ese intento de
codificar lavida, para dar paso a una conciencia autnoma,
responsable de s, que sea la con-dicin del orden social y no su
resultado.
Bauman, en fin, advierte que del desarrollo y la exploracinde
estas ideas postmodernas no va a surgir ningn cdigo tico. La
clasede comprensin de la condicin moral del yo que ofrece la
postmoder-nidad no es probable que haga masfcctl la vida moral. Si
acaso, la harun poco ms moral.
EL POSTMODERNISMO Y LOS SANTOS
Si el pensamiento postmoderno es, como se ha dicho, un
mutantedel /aatnansmo occidental, que relativiza toda significacin;
si el objetivo delpostmodernismo es subvertir todo sistema
establecido y abrir paso a la anarqua,
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qu sentido tendra entonces hablar de una tica postmoderna? Para
Edith Wys-chogrod, la autora que vamos a comentar brevemente,
ninguno Por ello, estaprofesora de filosofa en el Queens College de
la Universidad de la Ciudad deNueva York, ha optado por llevar el
problema al terreno de la filosofa moral,ms compaginable con el
postmodernismo que el campo de la tica. De hecho,su defensa de la
moral 'post' se presenta bajo un ttulo provocativo, Saints
andPostmodernism, que a 10 que menos se parece es a una Etbica,
ordine geometri-co demonstrata, al modo de Spinoza.
Llevar el problema de la moralidad al nihilismo, alega la
autora, notiene mucho sentido. El nihilismo no es un fenmeno
postmoderno; fue un mo-vimiento decimonnico purificador de la
cultura, como lo es hoy el postmoder-nismo. Slo que el nihilismo
era de la ms pura cepa modernista y el postmo-dernismo da a la
modernidad por agotada, no la ve capaz de una accin
culturalrenovadora. Por el contrario, su tesis es que la actual
crisis moral del mundo hun-de sus races en la modernidad misma, en
el error de su racionalidad instrumen-tal y entrega a la
tecnologa.
Segn la autora, el pensamiento postmoderno no tiene por qu
servisto como una anttesis de la tica. Lo que propone a cambio
consiste en esta-blecer como punto de partida de la moralidad el
espacio que se crea en el en-cuentro de los santos con el Otro. A
este efecto, propone una narrativa de la vi-da santa apta para dar
entrada en el postmodernismo a la moralidad. El objeto deesta
narrativa es el espacio de transaccin moral que se establece entre
el yo y elOtro: en esto consiste la vida del santo. Se trata de un
espacio que no es dedu-cible de principios generales -como la
libertad y la justicia con que la moder-nidad articulaba su visin
de 10 real. Y no lo es, no slo porque el encuentro en-tre el yo y
el otro es siempre un evento singular, inderivable de una ley
general,sino porque el mundo de hoy, adems de tener secuestradas la
libertad y la jus-ticia, ha secuestrado tambin la realidad, como ha
probado I3audrillard. En unasituacin as, dice la autora, la tica no
puede buscar su fundamento en los gran-des relatos de la ciuitas
terrena: ha de acudir a una hagiografa a deux como laque ella
propone.
* * *
El tiempo no da para ms. Estas tres breves presentaciones que
aca-bo de ofrecerles son una muestra de las cuestiones que
inquietan al pensamien-to postmoderno en la cuestin moral.
Acertadas o no, estas preocupaciones qui-z no son tan ligeras como
suele decirse. A mi, por lo menos, me han dado quepensar.
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qu sentido tendra entonces hablar de una tica postmoderna? Para
Edith Wys-chogrod, la autora que vamos a comentar brevemente,
ninguno _ Por ello, estaprofesora de filosofa en el Queens College
de la Universidad de la Ciudad deNueva York, ha optado por llevar
el problema al terreno de la filosofa moral,ms compaginable con el
postmodernismo que el campo de la tica. De hecho,su defensa de la
moral post se presenta bajo un ttulo provocativo, Saints
andPostmodernsm, que a lo que menos se parece es a una Etbtca,
ordne geometri-co demonstrata, al modo de Spinoza.
Llevar el problema de la moralidad al nihilismo, alega la
autora, notiene mucho sentido . El nihilismo no es un fenmeno
postmoderno, fue un mo-vimiento decimonnico purificador de la
cultura, como lo es hoy el postmoder-nismo. Slo que el nihilismo
era de la mas pura cepa modernista y el postmo-dernismo da a la
modernidad por agotada, no la ve capaz de una accin
culturalrenovadora. Por el contrario, su tesis es que la actual
crisis moral del mundo hun-de sus races en la modernidad misma, en
el error de su racionalidad instrumen-tal y entrega a la
tecnologa.
Segn la autora, el pensamiento postmoderno no tiene por qu
servisto como una anttesis de la tica. Lo que propone a cambio
consiste en esta-blecer como punto de partida de la moralidad el
espacio que se crea en el en-cuentro de los santos con el Otro. A
este efecto, propone una narrativa de la vi-da santa apta para dar
entrada en el postmodernismo a la moralidad. El objeto deesta
narrativa es el espacio de transaccin moral que se establece entre
el yo y elOtro: en esto consiste la vida del santo. Se trata de un
espacio que no es dedu-cible de principios generales -como la
libertad y la justicia con que la moder-nidad articulaba su visin
de lo real. Y no lo es, no slo porque el encuentro en-tre el yo y
el otro es siempre un evento singular, inderivable de una ley
general,sino porque el mundo de hoy, ademas de tener secuestradas
la libertad y la jus-ticia, ha secuestrado tambin la realidad, como
ha probado Baudrillard. En unasituacin as, dice la autora, la tica
no puede buscar su fundamento en los gran-des relatos de la ctz/tas
terrena: ha de acudir a una hagiografa a deux como laque ella
propone.
=I=**
El tiempo no da para mas. Estas tres breves presentaciones que
aca-bo de ofrecerles son una muestra de las cuestiones que
inquietan al pensamien-to postmoderno en la cuestin moral.
Acertadas o no, estas preocupaciones qui-z no son tan ligeras como
suele decirse. A mi, por lo menos, me han dado quepensar.
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