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Agradecimientos Este trabajo tuvo lugar gracias al financiamiento de Infamilla-Mides en el marco de los Fondos Concursables Carlos Filgueira edición 2009, el apoyo del Programa de Investigación sobre Integración Pobreza y Exclusión Social (IPES) y a la amabilidad de los y las entrevistados/as 1 . 1 Los nombres de los entrevistados y las entrevistadas fueron modificados para proteger el anonimato de los mismos.
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Estrategias familiares para el cuidado de niños/as menores de 2 años

Apr 03, 2023

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Federico Saizar
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Page 1: Estrategias familiares para el cuidado de niños/as menores de 2 años

Agradecimientos Este trabajo tuvo lugar gracias al financiamiento de Infamilla-Mides en el marco de los Fondos Concursables Carlos Filgueira edición 2009, el apoyo del Programa de Investigación sobre Integración Pobreza y Exclusión Social (IPES) y a la amabilidad de los y las entrevistados/as1.

1 Los nombres de los entrevistados y las entrevistadas fueron modificados para proteger el anonimato de los mismos.

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Estrategias familiares para el cuidado de niños/as menores de 2 años

Denise Courtoisie, Alicia de León y Matías Dodel

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RESUMEN /ABSTRACT

El presente informe tiene el cometido de estudiar la interrelación entre la vida doméstica y productiva, particularmente, en lo que refiere al cuidado infantil de niños/as y niñas de cero a dos años en y por hogares de nivel socioeconómico medio (NSE). El centro del mismo es el estudio de las estrategias de cuidado infantil que emplean estos hogares, fundamentalmente cuando la madre se encuentra/encontraba inserta en el mundo laboral y/o académico antes o durante la crianza del niño/a.

La relevancia de estudiar estos hogares radica en que, debido al nivel medio de su situación socioeconómica, no pueden acceder a la oferta de servicios estatales destinados a un público de menores ingresos, así como tampoco cuentan con los recursos económicos como para comprarlos por completo en el mercado; el peso del cuidado recae fundamentalmente sobre las familias.

Con el cometido de estudiar esta temática se realizó una investigación de corte cualitativo, mediante la realización de entrevistas semidirigidas. Si bien las entrevistas se focalizaron en las personas (madre, padre y/o cuidador principal), las unidades de análisis consideradas fueron los hogares en sí mismos.

Como resultados, se identificaron 3 grandes “tipos” de estrategias o

configuraciones de cuidados de los hogares de NSE medio con niños/as menores de dos años: un modelo independiente en el cual los miembros hogar se encargan casi por completo del cuidado; un modelo familiar-dependiente en el cual familiares por fuera del hogar –generalmente abuelas- son quienes más colaboran con el cuidado; y un tercero centrado en el mercado donde el hogar compra los servicios de cuidado.

Resulta relevante señalar que el modelo de cuidados (y su consiguiente

conciliación entre mundos productivo y doméstico) seleccionado no siempre es el buscado y/o considerado como más adecuado por los hogares, muchas veces constituye simplemente la única alternativa de la que dispone el hogar.

En este sentido, las estrategias tomadas por estos hogares para optar por una de estas configuraciones son producto de una ecuación compleja cuyos factores se componen de, al menos: la estructura de oportunidades existente, los activos familiares y económicos del hogar, la concepción sobre los roles del hombre y la mujer en la sociedad y, la posición en el mercado laboral de la/s figura/s parental/es.

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Índice 1.Introducción....................................................................................................................4

2. Marco teórico.................................................................................................................6

2.1.Introducción............................................................................................................ 6 2.2. Elementos conceptuales para el abordaje de los recursos y estrategias familiares de cuidado infantil: el enfoque AVEO ......................................................................... 7

2.2.a.El ciclo de vida familiar en el marco del enfoque AVEO ............................... 8 2.3.Modificaciones de la familia en las últimas décadas.............................................. 9

2.3.a.Revisión bibliográfica: un breve panorama................................................... 10 2.4.Estado de bienestar y cuidado infantil .................................................................. 12

2.4.a.Políticas de cuidados en el marco de los Estados de Bienestar ..................... 13 2.4.b.El cuidado infantil en el marco del Estado de Bienestar uruguayo: legislación y visión comparada................................................................................................. 15 2.4.b.1.Políticas secuenciadoras: licencias vinculadas al ciclo reproductivo......... 15 2.4.b.2.Políticas derivatibas: Servicios de cuidado infantil .................................... 20

3. Contextualización: una primera aproximación a los hogares con menores de hasta 2

años y los cuidados infantiles a la luz de la información secundaria cuantitativa ..........24 3.1.Introducción.......................................................................................................... 24 3.2.Caracterización de los hogares donde viven los menores de hasta 2 años montevideanos de nivel socioeconómico medio ........................................................ 25 3.3. El mundo productivo en el marco de los hogares con menores de 2 años: actividad y empleo...................................................................................................... 27 3.4. El trabajo no remunerado y de cuidados en el marco de los distintos tipos de estructuras y ciclos familiares .................................................................................... 30 3.5.Cuidado infantil en hogares con menores de 2 años y menos.............................. 31

3.5.a.Inequidades en el cuidado infantil: sexo y edad ............................................ 32 3.5.b.Ayudas recibidas desde fuera del hogar para el cuidado infantil .................. 33 3.5.c.Ayudas externas proporcionadas a otros hogares para el cuidado infantil .... 35

4. Marco metodológico....................................................................................................37

4.1. Introducción......................................................................................................... 37 4.2.Objetivos de investigación ................................................................................... 37 4.3.Preguntas de investigación ................................................................................... 37 4.4.Etapas del diseño de la investigación ................................................................... 39 4.5.Características generales del trabajo de campo ................................................... 42

5. Análisis ........................................................................................................................44

5.1.Introducción.......................................................................................................... 44 5.2.Caracterización de los hogares ............................................................................. 44 5.3.Estrategias de los hogares para la utilización de sus derechos laborales en el marco del cuidado infantil .......................................................................................... 46

5.3.a.Licencias paternas Vs. matermas................................................................... 47 5.4.Conciliación entre Mundo Productivo y Mundo Domestico: factores que la determinan .................................................................................................................. 48

5.4.a.Recursos y activos para el cuidado de los hogares de NSE medio................ 49

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5.4.a.1.El Estado..................................................................................................... 49 5.4.a.2.La relevancia del capital económico...........................................................51 5.4.a.3. La relevancia del capital social familiar: calidad, cantidad, y proximidad 52

5.4.b.Las ideologías de rol de género de los padres: su papel en la determinación de las configuraciones de cuidado resultantes................................................................. 55

5.4.b.1.Un cambio intergeneracional: de la mamá “mecánico” al cuidado compartido.............................................................................................................. 56 5.4.b.2.Hogares con una clara predominancia femenina en el mundo doméstico.. 58 5.4.b.3.Un “punto medio”: ¿Pautas liberales, resultados tradicionales…o viceversa? ............................................................................................................... 61 5.4.b.4.Parejas “compañeras”: un tanto más cerca de la equidad........................... 62 5.4.b.5.Madres solteras: cuidados y la cuestión de la ausencia de padre ............... 65 5.4.b.6.Fuentes de información sobre el embarazo y los cuidados: ¿Cuáles son? ¿Quiénes son considerados responsables de informarse?....................................... 66

5.4.c.La posición en el mercado laboral y sus consecuencias en las estrategias de conciliación................................................................................................................. 69 5.4.d. “Es lo que hay”: el peso de las constricciones del contexto en la reducción de las alternativas de configuraciones de cuidado........................................................... 74 5.5.Configuraciones de cuidado infantil..................................................................... 76

5.5.a.Un modelo independiente de cuidados .......................................................... 76 5.5.b.Un modelo centrado en el mercado ............................................................... 78 5.5.c.El modelo familiar-dependiente: la familia como recurso activable ............. 80

5.6.La importancia de las cuidadoras ......................................................................... 85

5.6.a.Cuidadora Principal ....................................................................................... 86 5.6.b.Cuidadora esporádica .................................................................................... 93 5.6.c.¿Con quién dejo a mis hijos?: criterios y requisitos en la selección de las cuidadoras por parte de las familias ....................................................................... 94

5.7.Jardines de Infantes .............................................................................................. 98

6.Conclusiones...............................................................................................................103

7.Referencias bibliográficas ..........................................................................................107

Anexo: Cuestionario......................................................................................................111

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1.Introducción

El presente estudio tiene el cometido de contribuir al desarrollo de políticas que busquen mejorar el equilibrio entre la esfera pública y privada de los hogares montevideanos, fundamentalmente de las personas que se encargan de los cuidados de de niñas y niños menores de 2 años, a través de la generación información acerca de los procesos que los llevan a tomar determinadas estrategias y no otras.

Para ello, se propuso indagar las estrategias de cuidado más extendidas en los hogares de nivel socioeconómico medio de Montevideo: conocer en profundidad los activos (humanos, económicos y de información) con los que cuentan estos hogares para elaborar las estrategias; explorar los papeles y pesos que tienen los distintos miembros del hogar en los procesos decisorios acerca de la movilización de recursos en torno al cuidado de los infantes; e indagar los costos que tienen las diferentes estrategias de cuidado en la vida doméstica y productiva de los miembros del hogar.

La peculiaridad de estos hogares radica en que, por el propio nivel medio de sus ingresos, no se encuentran habilitados para usufructuar los servicios existentes de cuidado estatal, destinados en su mayoría a los hogares de menores recursos, así como tampoco poseen los medios como para comprarlos por completo en el ámbito del mercado.

El trabajo comienza entonces, por un marco teórico que, sin intenciones de

constituir un examen exhaustivo de la literatura especializada, pretende dar cuenta de los principales elementos teóricos y conceptuales para abordar la temática del cuidado infantil y la problemática de la conciliación entre los mundos productivo y doméstico.

El mismo inicia explicitando el enfoque conceptual utilizado para analizar los recursos y estrategias familiares de cuidado infantil (el enfoque AVEO); continúa problematizando las modificaciones familiares de las últimas décadas y sus consecuencias para el campo de los cuidados infantiles; para culminar con una sección abocada a la descripción de las políticas de cuidado infantil en el marco de los Estados de Bienestar en general, y de Uruguay en particular (en base a la recopilación de la legislación en una visión comparada).

El tercer capitulo se dedica a sintetizar información secundaria estadística que permite una mejor caracterización de la población objetivo, así como una aproximación cuantitativa a la inequidad en el uso del tiempo libre y a la situación particular de los cuidados infantiles en hogares con menores de hasta 2 años de edad.

Luego, el cuarto capítulo, refiere al marco metodológico en el qué se basó la

investigación que nutre el documento, explicitándose los objetivos y preguntas de investigación, diseño metodológico y una breve descripción del campo.

El quinto capítulo, por su parte, es el más extenso y refiere al análisis del campo de la investigación. Una primera breve sección caracteriza a los hogares entrevistados, mientras que un segundo apartado refleja las estrategias de los hogares en el aprovechamiento de los derechos laborales vinculados al cuidado (licencias por paternidad, maternidad y derechos de lactancia) dando cuenta de cómo son entendidas y-consecuentemente utilizadas- por los entrevistados.

Una tercer sección de este capítulo se aboca a describir –lo que para nosotros- constituyen las principales (mas no únicas) condicionantes de las configuraciones de

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cuidado: 1-los recursos con los que cuentan los hogares para el cuidado y la posibilidad y costos que tiene su activación, 2- las ideologías de género de los responsables del cuidado del niño y 3-el modelo de percepción de ingresos del hogar junto a la posición en el mercado laboral de los distintos encargados del cuidado.

La cuarta sección describe lo que a la luz del análisis del campo -para el equipo de investigación- fueron las 3 grandes configuraciones de cuidado optadas por los hogares: 1-un modelo “independiente” (centrado en los miembros del hogar), 2-un modelo centrado en el mercado (donde se compran los servicios de cuidado) y 3- un modelo “familiar” (en el cual el cuidado infantil se apoya esencialmente en familiares que viven fuera del hogar).

Los últimos dos apartados del capítulo, dedicados a las cuidadoras y los jardines de infantes respectivamente, se centran en las preferencias de los hogares en relación a dichos servicios de cuidado; aspecto considerado de vital importancia para mejorar la calidad de la oferta. El trabajo concluye presentando lo que se considera son los principales aportes del estudio y sugiriendo ciertas recomendaciones el marco de las políticas públicas de cuidado infantil.

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2. Marco teórico

2.1.Introducción

El presente capitulo tiene por cometido dar cuenta de los principales elementos teóricos y conceptuales para abordar la temática del cuidado infantil de los menores de hasta 2 años en el marco de las estrategias familiares que buscan organizar la conciliación entre los mundos productivo y doméstico.

Sin intenciones de constituir un examen exhaustivo de la literatura especializada, el capítulo se dividió en tres grandes apartados, dedicados a temáticas consideradas –desde la perspectiva de esta investigación- fundamentales para el estudio de la temática.

La organización del capítulo se orientará de lo general a lo particular,

comenzando por los aspectos que pueden considerarse estrictamente más teóricos avanzando cada vez más hacia la descripción de la situación de Uruguay en el área de las políticas de cuidados.

Por lo tanto, la primera sección se dedica al tratamiento del enfoque conceptual

utilizado para analizar los recursos y estrategias familiares de cuidado infantil (el enfoque AVEO), en el cual a su vez, se explicita la relevancia del ciclo de vida familiar como una de las principales fuentes de variación de los recursos familiares.

Un segundo apartado aborda la temática de las modificaciones familiares en las

últimas décadas y, cómo estas afectan el campo de los cuidados infantiles. A su vez, en el mismo apartado se realiza una brevísima síntesis de algunos de los trabajos académicos revisados vinculados a los cambios en las estructuras familiares así como el cuidado infantil en general.

Por último, la tercera sección se dedica a las “respuestas” que los Estados de

Bienestar han impulsado en relación al campo de las políticas de cuidados. Primero, desde una perspectiva estrictamente teórica (qué tipo de políticas e instrumentos existen), para luego enfocarse en un -breve- análisis comparado de la situación y legislación vigente a nivel internacional, centrándose por último en el estado de situación del caso uruguayo.

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2.2. Elementos conceptuales para el abordaje de los recursos y estrategias familiares de cuidado infantil: el enfo que AVEO 2

El marco conceptual que orientará el análisis de las estrategias de cuidado en los hogares, los recursos con los que cuentan, así como los medios y oportunidades para usufructuarlos, toma en cuenta elementos del enfoque desarrollado por Kaztman (1999) sobre Activos, Vulnerabilidad y Estructura de Oportunidades (AVEO).

El enfoque AVEO propone analizar la forma en que las familias generan,

transmiten y movilizan su “portafolio” de activos para aprovechar la estructura de oportunidades existente, con el fin de mantener o mejorar su nivel de bienestar (Rodríguez, F., Rossel, C.; 2009).

El concepto de activos refiere a: “todos los bienes que controla un hogar, tangibles o intangibles (…) cuya movilización permite el aprovechamiento de las estructuras de oportunidades existentes en un momento, ya sea para elevar el nivel de bienestar o para mantenerlo ante situaciones que lo amenacen” (Kaztman, R., 1999, pp. 31)

Este “portafolio” de activos, se integra por tres tipos de capital. El primero, capital físico, se vincula a los ingresos, recursos económicos y la vivienda. El segundo, capital humano, se relaciona con la educación/conocimientos adquiridos y, por último, la fortaleza o debilidad que el hogar tiene en sus lazos con otros hogares y con el mercado laboral, constituye el capital social. (Kaztman, R., 1999)

Asimismo, la estructura de oportunidades refiere a la probabilidad de acceder

a bienes y servicios o al desempeño de actividades que inciden en el bienestar de los hogares. (Kaztman, R., 1999) Esta estructura, se encuentra determinada por la configuración del Estado, el mercado y la comunidad en un momento dado.

Considerando estos elementos, a modo de síntesis, podemos referirnos al enfoque AVEO como un marco analítico centrado en el estudio de los activos que las familias e individuos poseen para movilizar recursos3 en el Estado, el mercado y la comunidad.

.

2 Para un tratamiento en mayor profundiad de este enfoque veasé, Kaztman, Ruben (Coord.), (1999): “Activos y estructura de oportunidades. Estudio sobre las raíces de la vulnerabilidad social en el Uruguay”, CEPAL/PNUD, Montevideo, Uruguay. 3 Cabe señalar que a lo largo del presente informe se hará referencia a los recursos de las familias en calidad de activables y no activables.

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2.2.a.El ciclo de vida familiar en el marco del enf oque AVEO .

El enfoque AVEO le otorga un lugar central al ciclo de vida familiar en el marco de la variación en el bienestar de los hogares y personas desde un punto de vista longitudinal.

En este sentido, Kaztman sostiene que “el ciclo de vida familiar es la principal fuente de variación no sólo del grado de intensidad del trabajo sino de los patrones de consumo, ahorro e inversión de la unidad familiar a lo largo de su vida” (Kaztman, R., 1999, pp. 218).

En lo que respecta puntualmente a las edades tempranas, como la de los niños y niñas de entre 0 y 2 años que se estudiarán, la generación de bienestar depende casi en su totalidad de una estructura de oportunidades mediada por la familia4.

El esquema que se presenta a continuación intenta representar gráficamente el proceso que se señala:

Figura 1: Rol de Estado, mercado y comunidad a lo largo del ciclo vital

Fuente: Kaztman, R. y Filgueira, F., 2001, pp. 39

En edades tempranas la familia juega un papel primordial, en tanto “el grueso de los bienes y servicios que recibe el menor transita a través del filtro familiar. Cuando el Estado y el mercado expanden su radio de prestación de servicios (…) la familia se retrae de ciertas funciones primordiales de socialización, y éstas pasan al ámbito de las guarderías estatales o privadas” (Kaztman, R. y Filgueira, F., 2001, pp. 39)

En síntesis, en la primera infancia, la familia ocupa un lugar primordial en la

generación de bienestar; siendo esta la que recibe y re-distribuye los bienes y servicios de la estructura de oportunidades.

Dar cuenta de la familia a la luz de los recientes cambios que ha transitado, se

hace entonces también necesario para comenzar a comprender las estrategias de cuidado infantil en los hogares con menores de hasta 2 años a su cargo.

4 Al menos en Uruguay, se percibe una influencia directa del Estado en edades muy tempranas, restringida generalmente a las políticas de salud.

Familia

E

M

C

Familia

E

M

C

Familia

E

M

C

Familia

E

M

C

Infancia Niñez Adolescencia Juventud

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2.3.Modificaciones de la familia en las últimas déc adas

Analizar el tema de los cuidados de los menores del hogar implica necesariamente observar los cambios que ha transitado la familia en los últimos años en el país. Y ello es particularmente necesario debido a que, la familia puede ser entendida como la principal fuente generadora de bienestar en la población infantil (Kaztman, R. y Filgueira, F. 2001).

No obstante, el creciente proceso de desfamiliarización5 por el que transitan las sociedades modernas (Filgueira, F., Rodríguez, F., Lijtenstein, S., Alegre, P., Rafaniello, C., 2005) coloca el desafío de diseñar un conjunto de estrategias para atender la creciente participación de la mujer en el mercado de trabajo, sector de la población que tradicionalmente ha cargado sobre sus hombros la prestación de servicios a los más jóvenes del núcleo familiar. (Batthyány, K., 2004)

En este contexto, la familia uruguaya ha asistido a una serie de cambios sociodemográficos significativos en los últimos años6. Entre estos, se destaca el quiebre del sistema de aportante único centrado en la figura del varón (Bread Winner System) y la creciente participación femenina en el mercado laboral (Filgueira, C., 1997)

La conjunción de los cambios demográficos con otros culturales7 han dado lugar a transformaciones no sólo en el tipo de arreglos de convivencia sino en lo que refiere a los roles desempeñados por los miembros de estos hogares. En este marco, Kaztman ha señalado que ante el hecho de que el hombre ya no es el único aportante del sustento

5 Concepto propuesto por Esping Andersen (2000), refiere al: “grado en que se “descarga” sobre las familias las responsabilidades asistenciales y relativas al bienestar de la unidad familiar, ya sea a partir de la infraestructura estatal o por medio de la dispensa del mercado”. (Pautassi, L., Zibecchi, C.; 2010; pp.9) 6Se ha registrado un aumento de los divorcios, fenómeno que pasó de ser poco frecuente y concentrado en matrimonios cortos en la década de los 50`, a ser frecuente e intenso entre estos últimos tanto como en los matrimonios de más larga duración a partir de la década de los 80`, al punto de poder ubicar a Uruguay entre los países que registran tasas de divorcio elevadas (Cabella, W., 2000). El incremento de las uniones consensuales ha sido otro aspecto relevante en lo que concierne a la evolución de los comportamientos conyugales, habiéndose duplicado tanto la proporción de hombres y mujeres así como la proporción total de personas en unión consensual respecto a los individuos en algún tipo de unión entre los años 1993 y 2003 (Cabella, W., 2007) La estructura y el tamaño del hogar también han sufrido cambios relevantes. En cuanto al tamaño del hogar, desde el censo de 1908 al de 1996, el número promedio de personas en cada hogar ha descendido, pasando de 6.4 a 3.2 (Programa de Población de FCS en: Paredes, M., 2003) A su vez, tanto los hogares unipersonales como los monoparentales se han incrementado porcentualmente: en cuanto al primero entre 1991 y 2003 se registra un aumento de 3,8 puntos porcentuales y 2,5 puntos porcentuales para los segundos. Por su parte, los hogares compuestos por pareja e hijos representan “poco más de un tercio del total”, además de que, los hogares reconstituidos se vieron también incrementados a partir del aumento en las rupturas conyugales. De la misma forma, se ha registrado un aumento importante de la proporción de hogares con jefatura femenina (ECH, 1991 y 2003 en: Cabella, W., 2007) 7 “Las mujeres se han icnorporado a lo largo del siglo XX a los espacios p´ñublicos en el campo laboral, político, cultural y sindical, proceso que continúa en el presente y que varios autores han caracterizado como una “revolución silenciosa. Se destaca la femeninización del mercado laboral por la irrupción de las mujeres y el tiempo que ellas dedican a las actividades que producen ingresos, lo cual indica que han ganado en autonomía económica, aunque no hayan dejado de ocuparse de los espacios privados…” (Aguirre, R. 2009)

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familiar, su figura de autoridad así como su rol paterno se ha visto desdibujada, habiendo un “cuestionamiento a la distribución del poder intrafamiliar y un debilitamiento de la autoestima” (Kaztman, R. 1993, pp. 114).

Asimismo, a la mujer que tradicionalmente cumplía con el rol de madre y ama de casa se le agregan otros roles, vinculados al mundo productivo. En el marco de esta redefinición, encontramos mujeres que además de madres ejercen roles ocupacionales y profesionales.

En síntesis, los cambios en la situación de las mujeres es “el eje en torno al cual gira la transformación actual de la vida familiar (…) Con más educación, más tiempo disponible, menor dependencia sexual de la pareja, sujeta a un clima cultural que estimula el desarrollo de sus potencialidades fuera de las fronteras domésticas y con una estructura productiva más favorable a su inserción, la mujer enfrenta oportunidades que hasta el momento le habían sido negadas” (Kaztman, R; sin fecha)

2.3.a.Revisión bibliográfica: un breve panorama En el marco de estas transformaciones, el estudio del trabajo doméstico en

relación al trabajo productivo adquiere relevancia. Sin embargo, nuestra percepción fue que esta temática había sido escasamente

estudiada en el Uruguay. Del relevamiento bibliográfico realizado en el marco de la planificación de esta investigación, para el país, se destacaron algunos estudios (Aguirre, R. 2008; Batthyány, K. 2002, Paredes, M. 2003) y nuevas publicaciones dedicadas específicamente a la temática (Proyecto DESARROLLA. “Panorama internacional y viabilidad de políticas de licencias y servicios de Cuidado infantil en Uruguay”, 2009; “Las bases invisibles del bienestar social. El trabajo no remunerado en el Uruguay”, 2009).

A través de la revisión de estos textos, parece claro que la literatura especializada concuerda en destacar el predominio de la participación femenina en el trabajo no remunerado, especialmente en lo que respecta al trabajo doméstico y de cuidados8 (Aguirre, R. 2008; Aguirre, Rosario (Ed), 2009). A su vez, se señala la visualización de este tipo de tareas como limitación para acceder al mundo productivo -en tanto reducen su disponibilidad de tiempo- y la relativa ausencia de servicios estatales para el cuidado infantil (Batthyány, K., 2002).

Por otro lado, cabe destacar que los documentos mencionados, en general, tienden a poner el foco del estudio sobre la mujer y/o la madre y el niño, dejando en segundo plano al padre, así como a las estrategias familiares conformadas para cumplir con los roles de crianza y cuidados a la vez que con la vida laboral.

8 Por trabajo de cuidados se entiende: “la acción de cuidar a un niño, o una persona adulta o anciana dependiente para el desarrollo y el bienestar de la vida cotidiana. Si bien implica un trabajo material, también se reconoce el aspecto afectivo y emocional que conlleva. La actividad puede ser realizada en la familia o puede ser delegada a otras personas ajenas a ella y puede ser remunerada o no.” (Aguirre, Rosario (Ed), 2009, pp. 35)

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Por su parte, en Norteamérica se ha abordado más específicamente la problemática en torno a las estrategias de cuidado infantil desde diversos enfoques. Entre estos podemos mencionar el estudio referido a las estrategias empleadas para “manejar” el estrés generado el conflicto de roles y tareas en mujeres profesionales y casadas que tienen hijos (Elman, M., Gilbert, L., 1984), las estrategias utilizadas por parejas con dos ganadores de ingresos para mantener un equilibrio entre la familia y el trabajo (Edgell Becker, P., Moen, P., 1999) o bien el impacto que la división de tareas y la crianza conjunta de niños/as tiene en la pareja (Ehrenberg, M. F., Gearing-Small, M., Hunter, M.A., Small, B. J., 2001).

Contemplando los cambios por los que ha transitado la familia y los aportes que

la literatura especializada propone, a lo largo del presente informe se intentará abordar la temática del cuidado infantil de niños/as en edades tempranas.

Con anterioridad al estudio de las estrategias familiares de cuidado infantil, se hace necesario conocer cuáles son las políticas que se proponen desde los Estados de bienestar ante estos cambios culturales y familiares, así como qué es lo que sucede en el caso uruguayo.

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2.4.Estado de bienestar y cuidado infantil

El trabajo de cuidados familiares se enmarca en el campo de problemáticas del trabajo no remunerado, históricamente empujado por fuera del estudio del trabajo productivo hasta hace pocos años. Al igual que el campo global de problemáticas, el trabajo de cuidados familiares, específicamente el de los niños/as en el presente estudio, se encuentra influenciado por la estructura de los mercados laborales, así como fuertemente sesgado por cuestiones de género; a la vez, todo este campo de problemáticas se encuentra mutuamente condicionado por la estructura del Estado de Bienestar en la que se enmarca.

Según Paul Pierson (2001), las nuevas fuentes de tensión para los Estados de Bienestar involucran el pasaje a sociedades basadas en los servicios con su consecuente baja en la productividad; la maduración de los programas sociales; y, como ya fue esbozado, el envejecimiento de la población y las transformaciones en las estructuras familiares.

Con respecto a esto último, se subraya la existencia de cuatro transformaciones que presionan sobre el Estado de Bienestar: 1. el incremento de la participación de las mujeres en el mercado laboral; 2. la caída en las tasas de natalidad; 3. el incremento de los hogares monoparentales y 4. la reducción del tamaño promedio de los hogares.

Todo esto tiene un impacto negativo sobre el equilibrio fiscal puesto que las familias cuentan con menor cantidad de recursos para afrontar los riesgos sociales y, por ende, requieren mayor apoyo del Estado. (Pierson, P., 2001)

Dentro de este marco, se resalta el rol de las políticas sociales, el mercado, la familia y la comunidad como mecanismos a través de los cuales se suministra bienestar a los individuos.

En esta misma línea, Filgueira señala que:“en la actualidad, con el incremento de los nuevos arreglos familiares, con la incorporación de la mujer al mercado laboral, pero con la persistencia de un viejo modelo patriarcal de distribución de tareas, aparece en forma cada vez más masiva el riesgo de la infancia y de la mujer. Los primeros en tanto prisioneros de una estructura de protección que cambia y se tensiona. Las segundas, como soporte material y afectivo de dichas estructuras tensionadas en mercados y Estados que no reconocen sus nuevas cargas. Colectivizar el riesgo en la infancia y mujer supone apostar a transferencias intergeneracionales y de género que los actuales sistemas de protección social no parecen reconocer. (…) Si se pretende colectivizar los nuevos riesgos que emergen de los nuevos arreglos familiares, de la inserción de la mujer al mercado laboral y de las tensiones que estos dos procesos colocan combinados o por sí solos sobre las economías de cuidado familiar, se requiere de más, no menos, gasto relativo en servicios educativos y de cuidado” (Filgueira, F., 2007, pp. 54-55)

Estudios recientes en Uruguay, (Corbo, G., Azar, P., 2009; Aguirre, R., 2003)

resaltan la importancia de la implementación de políticas tendientes al desarrollo infantil que incluyan la provisión de cuidados y bienestar infantil. Existe un déficit de la oferta de servicios públicos de atención a la primera infancia, así como una reciente incorporación de estas temáticas en la agenda pública.

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2.4.a.Políticas de cuidados en el marco de los Esta dos de Bienestar El impulso de políticas públicas vinculadas a la temática del cuidado infantil es

relativamente reciente y tiene sus orígenes en algunos países desarrollados, particularmente los europeos; preocupados por la equidad de género en el mercado laboral. Estas políticas, referidas en general a la regulación de las licencias (maternales, paternales y/o parentales) y/o a la generación/fomento de servicios de cuidado infantil, constituyen una tendencia que comienza a replicarse –aunque en mucha menor medida- en el contexto latinoamericano. (Aguirre, 2007 tomado de Corbo, G., Azar, P; 2009).

Las políticas de cuidado, a su vez, se insertan en una categoría más amplia de políticas públicas, denominadas tradicionalmente como “políticas de conciliación” (entre los mundos productivo y doméstico), a las que en la actualidad, la academia comienza a referir como políticas de “corresponsabilidad” (Corbo, G., Azar, P, 2009)

El desarrollo de este tipo de políticas darían lugar, según Aguirre, a “un escenario posible y deseable para la equidad social y de género y para la sustentabilidad societal (…) estas son políticas que inciden en los patrones de uso del tiempo de las mujeres y en la posibilidad de combinar trabajo remunerado y no remunerado mediante distintos mecanismos, principalmente a través de la secuenciación en el uso del tiempo y la derivación hacia servicios de cuidado. Supone desarrollar estrategias para contemplar impactos de políticas específicas, mitigando efectos no deseados sobre la carga de trabajo” (2009 pp. 48) El cuadro expuesto a continuación, exhibe una tipología de políticas de corresponsabilidad: redistributivas; derivantes; ahorradoras; insertadoras; valorizadoras y autonomizadoras. Cuadro Nº 1: Tipología de políticas públicas para la corresponsabilidad por los trabajos productivo y reproductivo.

Tipo Descripción Políticas de corresponsabilidad Políticas de cuido

Sec

uenc

iado

ras

Modificación de las secuencias diarias y semanales de actividades productivas y reproductivas

Licencias laborales, promoción de la jornada parcial, flexibilización temporal y espacial del trabajo, etc.

No desplazan el cuido fuera del ámbito familiar, pero lo facilitan al reducir los choques con el ámbito laboral

Der

ivat

ivas

Traslado hacia el mercado y los servicios estatales de los trabajos reproductivos que están en el ámbito familiar

Aumento de cobertura de educación básica, prolongación del horario escolar, servicios de cuidado infantil, seguros para la vejez, servicios de cuidado de adultos mayores, etc.

Son las típicas políticas de cuido de dependientes

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Tipo Descripción Políticas de corresponsabilidad Políticas de cuido

Red

istr

ibut

ivas

Redistribución de roles entre mujeres y hombres

Políticas de cambio cultural para superar el modelo de “proveedor masculino”. Énfasis en nuevas generaciones de ciudadanos(as).

Generan los cambios más estructurales.

Apuntan a redistribuir las cargas de cuido en la familia y la sociedad.

Aho

rrad

ora

s De reducción del trabajo reproductivo excesivo o precario en el hogar

Acceso a servicios que reducen tiempo de trabajo reproductivo (agua intradomiciliaria, electricidad, telefonía, transporte público, vivienda, etc.)

Reducen el trabajo reproductivo que no es de cuido (reducen la sobrecarga y así favorecen el cuido).

Mejoran la calidad del trabajo de cuido en el hogar (lo vuelven menos precario).

Inse

rtad

oras

De ampliación del acceso de las mujeres al trabajo productivo no precario

Capacitación laboral, generación de empleo femenino en zonas de alta concentración de pobreza, sobre segmentación ocupacional etc.

Aumento de ingresos permite comprar servicios de cuido

En el diseño, se pueden integrar con servicios de cuido.

Val

oriz

ado

ras

Para valorizar el trabajo productivo de las mujeres ya insertas en ámbito productivo

Políticas sobre discriminación salarial por sexo, sobre crédito para mujeres empresarias, etc.

Aumento de ingresos permite comprar servicios de cuido

Aut

onom

izad

oras

Para superar obstáculos a la autonomía económica de las mujeres

De salud sexual y reproductiva; sobre violencia intrafamiliar provocada por conductas machistas.

La SSR evita el trabajo de cuido asociado con hijos no deseados.

La autonomía permite optar por esquemas de cuido que se deseen.

Fuente: Monge, 2008, tomado de: Corbo, G., Azar, P., 2009, pp. 11-12.

Si bien la tipología aborda un concepto “amplio” de políticas de corresponsabilidad (existentes en diversas dimensiones e intensidad en Uruguay), en lo que refiere a la población objetivo de este estudio, no todos los “tipos” son pertinentes.

Nos centraremos en la descripción de las políticas de corresponsabilidad –a nuestro entender- más extendidas en el Uruguay para la población objetivo: las secuenciadoras (vinculadas a la legislación en el ámbito laboral) y las derivativas (asociadas a los servicios de cuidado infantil).

A modo de operacionalizar los conceptos de la tipología antes mencionada, entenderemos y describiremos a las políticas de corresponsabilidad de tipo secuenciadoras únicamente a la luz de la legislación laboral sobre licencias y derechos

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vinculados al ciclo reproductivo; así como a las políticas derivativas refiriéndonos exclusivamente a la oferta de servicios de cuidado infantil para las edades de 0 a 2 años.

2.4.b.El cuidado infantil en el marco del Estado de Bienestar uruguayo: legislación y visión comparada

El interés en pos del mejoramiento de las licencias laborales vinculadas al ciclo reproductivo y el incremento de la oferta de servicios de cuidado, ha sido encabezado por los movimientos de mujeres y feministas, al menos en el Uruguay. Con su movilización y la contundente evidencia provista por estudios e investigaciones académicas sobre su impacto en la equidad de género, estos grupos han logrado instaurar en la agenda pública y gubernamental la relevancia de la temática. (Corbo, G., Azar, P., 2009)

A continuación se presentarán dos apartados abocados a describir un panorama general del estado de situación de este tipo de políticas en el Uruguay. El mismo se enfocará en la descripción de legislación nacional así como en su comparación con otros países de la región y Europa.

2.4.b.1.Políticas secuenciadoras: licencias vincula das al ciclo reproductivo

En el marco de las políticas de corresponsabilidad se inscriben las políticas de tipo secuenciadoras (licencias laborales por maternidad, paternidad y parentales), cuya duración y remuneración varía de acuerdo a la legislación de cada país.

El siguiente cuadro sintetiza los distintos tipos de licencia existentes, especificando los resultados perseguidos por cada una así como sus instrumentos: Cuadro Nº 2: Equidad de género, resultados esperados y principales instrumentos de licencias implementados para alcanzarlos.

Tipos de licencias

Resultados buscados

Instrumentos implementados

Maternales

Combatir la desigualdad de género en el mercado de trabajo y promover la independencia económica de las mujeres

� Período de licencia (remunerada) post-parto y durante el período de lactancia

� Flexibilización de condiciones de trabajo durante el período de lactancia

� Subsidios a madres que no reúnen las condiciones de acceso a la licencia maternal

� Subvenciones para madres por nacimiento de sus hijos

Paternales

Involucramiento de los padres en las primeras semanas de vida de los niños y niñas, para “amortiguar” la carga de la etapa en las madres

� Período de licencia paternal remunerada

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Combatir la desigualdad de género en el mercado de trabajo y promover la independencia económica de las mujeres

� Períodos de licencia remunerada más prolongados para madres sin que ello suponga un abandono del empleo

� Sumatoria de licencias parentales de madres y padres para hogares monoparentales con jefatura femenina

� Esquemas más flexibles para el uso de las licencias parentales tiempo, limite de edad de los hijos, fraccionamiento)

� Estímulo al desarrollo de lugares de trabajo más “family-friendly”

Parentales

Promover la equidad de género a través de la redistribución del trabajo no remunerado y las tareas de cuidado infantil

� Licencias individuales, remuneradas e intransferibles para padres

� Estímulos para que los varones utilicen el beneficio

� Esquemas más flexibles para el uso de las licencias parentales (tiempo, limite de edad de los hijos, fraccionamiento)

� Estímulo al desarrollo de lugares de trabajo más “family-friendly”

Fuente: Corbo, G., Azar, P., 2009, pp. 34.

En lo que refiere al panorama internacional, entre los países de la OCDE se

concentran las licencias maternales más duraderas; las licencias paternales también se han incorporado por varios de éstos países aunque con una menor duración que las maternales y, en el caso de las parentales; algunos países han llegado a establecer licencias con una duración de hasta 156 semanas.

En América Latina el panorama acerca de la duración y la remuneración de las

licencias es menos auspicioso. En primer lugar, debe destacarse que no ha habido experiencias concretas de licencias parentales. En cuanto a la remuneración, en la mayor parte de los países de América Latina -incluido Uruguay- se establece el pago total de licencias maternales por una duración menor a 14 semanas y sólo en seis países una remuneración total por periodos que comprendan 14 semanas o más de licencia maternal. (Corbo, G., Azar, P., (Coord.) 2009).

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Cuadro Nº 3: Licencias maternales remuneradas por región. 2006 – 2007.

Región

No remunerada

Pago total por menos de 14

semanas

Pago total por 14 semanas o más

Paí

ses

indu

stria

lizad

os

Australia, Estados Unidos

Islandia, Malta

Alemania, Austria, Dinamarca, España, Francia, Luxemburgo, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega, Portugal, San Marino.

Eur

opa

cent

ral

y or

ient

al

Bosnia y Herzegovina, Macedonia, Turquía

Bielorrusia, Croacia, Estonia, Federación Rusa, Grecia, Latvia, Lituania, Moldova, Polonia, Rusia, Serbia y Montenegro, Eslovenia, Ucrania.

Asi

a

Papua Nueva Guinea

Bangladesh, Camboya, China, Fiji, India, Indonesia, Kiribati, Corea, Laos, Malasia, Myanmar, Nepal, Pakistán, Filipinas, Singapur, Islas Solomon, Sri Lanka, Tailandia

Azerbaijan, Kyrgyzstan, Uzbekistan, Viet Nam

Latin

oam

éric

a

Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay

Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, Panamá, Venezuela

Fuente: OIT, 2008, .tomado de: Corbo, G., Azar, P., 2009, pp.18

Al igual que en el caso de los países de la OCDE, la duración de las licencias paternales en comparación con las maternales son inferiores, aunque en términos comparativos, Latinoamérica registra licencias paternales de duración significativamente menor que la de los países desarrollados.

El siguiente cuadro ilustra el caso de las licencias paternales para algunos países de América Latina.

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Cuadro Nº 4: Duración de la licencia por paternidad en países seleccionados de América Latina.

País

Normativa vigente

Argentina

5 días inmediatos al nacimiento en el sector público (desde 1999).

Brasil

5 días inmediatos al nacimiento o adopción.

Chile

5 días desde el nacimiento o adopción y hasta el primer mes (desde 2005).

Colombia

4 días si sólo el padre está cotizando a la seguridad social y 8 días si ambos cotizan.

México

No existe.

Uruguay

10 días hábiles para funcionarios públicos (desde 2005, eran 3 días desde 1989).

Fuente: Salvador, S., 2007, tomado de: Corbo, G., Azar, P. 2009, pp. 20

Estos datos son más significativos a la luz de que “algunos estudios sugieren que períodos generosos de licencia de los padres inmediatamente después del nacimiento tienen el potencial de mejorar la salud de los niños/as (Ruhm, 1998 y 2000; Tanaka, 2005; Gregg y Waldfogel, 2005)”. (Corbo, G., Azar, P. 2009, 48)

Asimismo, adentrándonos en el contexto nacional, la legislación uruguaya en materia de licencias privilegia en términos de duración a las trabajadoras/es formales frente a las/os informales; a las trabajadoras/es de la esfera pública frente a las privadas; y a las madres/padres biológicas/os frente a las/os adoptivas.

A su vez, las madres tienen licencias mayores que los padres y cuentan con mecanismos de protección laboral contra despido durante el periodo de gestación. Por su parte, debe destacarse que el derecho a la licencia por maternidad no es percibido entre las trabajadoras formales-independientes. El siguiente cuadro resume los principales lineamientos de la normativa vigente en materia de licencias para Uruguay: Cuadro Nº 5: Normativa laboral vigente sobre licencias maternales en Uruguay Normativa Laboral

1) Licencia de maternidad

Dec. Ley 15084 y Dec. 227/81: 6 semanas antes y 6 semanas después del parto. Licencia suplementaria por enfermedad: máximo 6 meses. Funcionarias públicas: 13 semanas de licencia de maternidad (Ley 16104). Para padres adoptivos son 6 semanas.

2) Prestaciones económicas y sanitarias.

Subsidio por maternidad, calculado sobre el promedio de salarios de los últimos 6 meses. Pagado por el organismo de seguridad social (Banco de Previsión Social). Asignación familiar: desde la comprobación del embarazo. Asistencia médica a cargo del Seguro de Enfermedad, o del Servicio materno infantil del BPS.

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3) Lactancia

Dec. 1/6/54: dos descansos de media hora durante un lapso fijado por el Instituto Nacional del Menor a través de sus servicios médicos. En la práctica rige hasta los 6 meses del niño/a.

4) Conservación del puesto de trabajo

Dec. Ley 8950: ratificó C. 103. Ley 11577: se prohíbe despido de la trabajadora grávida o que ha dado a luz. Obligación de conservarle el puesto de trabajo, si retorna en condiciones normales. En caso de despido: indemnización especial de 6 meses de sueldo acumulable a la común. Ley 16045: prohíbe suspensión y despido por motivo de embarazo o lactancia.

5.1) Licencia por enfermedad de hijo o menor a cargo

No hay normas generales. Se prevé en algunos convenios colectivos.

5.2) Licencia de paternidad

Las Ley 18.345 establece que los empleados tendrán tres días de licencia por paternidad: el día del nacimiento, más los dos días siguientes. En el caso de la adopción, los días dispuestos son simbólicos, ya que existe una ley especial de seis semanas para los dos padres. Funcionarios públicos: 10 días hábiles.

5.3) Guarderías o jardines infantiles

No existen normas legales obligando a instalarlas. Funcionan guarderías en muchos organismos públicos, y por convenio colectivo en el sector privado.

Fuente: Corbo, G., Azar, P., 2009, pp.56

Por otra parte, siendo estos derechos compartidos por todas las trabajadoras, la Ley. Nº 17.215 refiere al cambio temporario de actividades de aquellas mujeres que trabajan mientras se encuentran en estado de gravidez o amamantando su hijo/a y las actividades desempeñadas puedan afectar su salud o la de su hijo.

En este caso, y por medio de una certificación médica, la mujer puede solicitar a la empresa en donde trabaja un cambio de actividades (Parlamento del Uruguay, Ley Nº 15.215, Art. 1 y 3, 1999)

De no llevarse a cabo dicho cambio por parte de la empresa, está deberá establecer los motivos mediante una declaración jurada y la mujer podrá gozar de una licencia especial percibiendo la mitad de su salario el cual es abonado por el BPS. Un caso particular: la lactancia, su efecto sobre el tiempo disponible e inequidades en la legislación vigente

Uruguay cuenta con algunas disposiciones legales para facilitar la lactancia materna, aunque las mismas varían considerablemente según si la madre es empleada en el sector público o privado; los beneficios se encuentran fuertemente sectorializados.

A su vez, lo peculiar de la legislación vinculada a esta temática es que las consecuencias de sus beneficios sectoriales no redundan únicamente en la protección del derecho a la lactancia de parte de la población, sino que afectan fuertemente el equilibrio entre los mundos productivo y doméstico de parte de las madres durante los primeros 6 meses de vida del niño/a.

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Para el caso de las funcionarias publicas la ley Nº 16.104 establece que “las funcionarias madres, en los casos en que ellas mismas amamanten a sus hijos, podrán solicitar se les reduzca a la mitad del horario de trabajo y hasta que el lactante lo requiera, luego de haber hecho uso del descanso puerperal” (Parlamento del Uruguay, Ley Nº 16.104, Art. 28, 1990)

La regulación sobre la lactancia materna y el ámbito laboral es mucho más

escasa en lo que refiere a las empleadas privadas. El país ha ratificado el Convenio Nº 183 de la OIT sobre la protección de la maternidad, en donde se establece que:

“1. La mujer tiene derecho a una o varias interrupciones por día o a una reducción diaria del tiempo de trabajo para la lactancia de su hijo. 2. El período en que se autorizan las interrupciones para la lactancia o la reducción diaria del tiempo de trabajo, el número y la duración de esas interrupciones y las modalidades relativas a la reducción diaria del tiempo de trabajo serán fijados por la legislación y la práctica nacionales. Estas interrupciones o la reducción diaria del tiempo de trabajo deben contabilizarse como tiempo de trabajo y remunerarse en consecuencia” (Parlamento del Uruguay, Convenio Nº 183 de la Organización Internacional del Trabajo, Art. 10)

En el ámbito privado, existe únicamente un decreto –emitido en 1954- cuyo texto regula que, durante el período de lactancia, la trabajadora se encuentra “…autorizada a interrumpir su trabajo para este fin, durante dos períodos de media hora dentro de su jornada diaria y que serán contados como trabajo efectivo” (Parlamento del Uruguay, Decreto de 1.VI.1954, Art. 3º)

En suma, si bien el derecho se vincula a la lactancia, sus consecuencias afectan

de manera contundente la disponibilidad de tiempo para el cuidado infantil: las empleadas del ámbito público tienen el derecho de “solicitar se les reduzca a la mitad del horario de trabajo” durante este período, mientras que las empleadas del ámbito privado pueden “interrumpir su trabajo” en dos períodos de media hora.

2.4.b.2.Políticas derivativas: Servicios de cuidado infantil

Tal como proponen Batthyány, K. (2004) y Aguirre, R. (2009), la cobertura institucional de servicios de cuidado infantil para menores de 3 años –así como la información acerca de los mismos- es muy reducida.

A su vez, literatura reciente señala que las cuestiones vinculadas al cuidado de los/as más pequeños “…son algunos de los elementos que más inciden en la posibilidad de trabajo de las madres con hijos”. (Batthyány, K., 2004, pp.2)

Por su parte, los costos asociados a la no inversión en la infancia no son alentadores y, en lo que respecta específicamente a los servicios de cuidados infantiles, se estima que “el retorno económico de la educación es mayor cuanto menor es la edad, en la medida en que las habilidades adquiridas en esa etapa afectan la productividad de los procesos de aprendizaje en las etapas siguientes (Heckman, 1974), y la productividad tiende a ser más intensa cuando el proceso de aprendizaje comienza más temprano.” (Corbo; G. Azar; P, 2009, pp. 49))

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En lo que refiere a la oferta de servicios de cuidados, en América Latina se destaca la oferta pública destinada a niños/as de 3 años en adelante y una oferta privada más amplia tal como se ilustra en el siguiente cuadro:

Cuadro Nº 6: Oferta de servicios de cuidado de niños y niñas

País

Oferta pública

Oferta privada

Argentina

� 0 – 2 años: guarderías o jardines maternales (no forma parte del sistema educativo, tiene función asistencial)

� 3 – 5 años: jardín de infantes integrado al sistema educativo.

� Hay organizaciones sociales que brindan servicios a la población más pobre. En los 90 casi se triplica el número de guarderías y jardines comunitarios gestionados por estas organizaciones.

� Guarderías, jardines de infantes y nivel preescolar.

Brasil

� Hasta 6 años: nivel preescolar en escuelas públicas.

� Guarderías o nivel preescolar.

Chile

� La oferta pública para 0 – 5 años se incrementa en 1990 – 2002.

� Hay establecimientos que funcionan bajo administración directa o en convenio con OSC (JUNJI e Integra) dirigidos a la población más pobre de 0 – 6 años. Se priorizan los casos de mujeres que trabajan, que buscan trabajo, jefas de hogares o madres adolescentes. Atienen también a hijos/as de trabajadoras temporarias del sector agroindustrial (de 2 a 12 años en jornadas diarias de 11 horas) y de zonas turísticas.

� Particulares subvencionados y particulares.

Colombia

� El nivel preescolar de la educación formal compuesto por tres grados: pre-jardín, jardín y transición.

� El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar brinda a nivel nacional servicios para la población más pobre (hogares o jardines comunitarios a medio tiempo o tiempo completo). En Bogotá existe un servicio similar.

� Preescolar en sus tres niveles.

� OSC y Cajas de compensación familiar (jardines infantiles y establecimientos educativos).

México

� La enseñanza preescolar está orientada a la población de 3 a 5 años.

� Los institutos de seguridad social (IMSS e ISSSTE) ofrecen servicio de guarderías para las madres trabajadoras y hombres que no tengan una mujer que los cuide (madre o esposa o concubina).

� DIF (organismo público) cuenta con

� Existe enseñanza preescolar en escuelas privadas para niños*/as de 3 a 5 años.

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Centros Asistenciales de Atención Infantil (CADI) para hijos/as de mujeres sin acceso a prestaciones sociales (de 45 días a 6 años). También ofrece atención a niños/as en situación vulnerable de 2 a 4 años.

Uruguay

� Jardines de infantes para niños/as de 3 a 5 años y niveles 4 y 5 en escuelas.

� Guarderías de empresas y organismos del Estado (de 45 días o año y medio hasta 4 o 5 años e edad).

� Programas públicos ejecutados por OSC (CAIF y municipales) para atender la pobreza infantil. CAIF pasó de niños/as de 4 y 5 a 2 y 3 años de edad. El programa municipal atiende de 6 meses a 3 años en zonas carenciadas.

� Guarderías, jardines de infantes y enseñanza preescolar en colegios privados.

� Guarderías sindicales (muy pocas).

Fuente: Salvador, S, 2007, tomado de: Corbo, G., Azar, P., 2009, pp. 31

Tal como se concluye en Las bases invisibles: “Los cuidados forman parte de las políticas públicas dirigidas a las familias, sin embargo, en Uruguay, al igual que en otros países de América Latina, su construcción como problema público todavía está en ciernes. Lograr políticas de reparto equitativo de los cuidados de personas dependientes y particularmente del cuidado infantil en las familias y las instituciones implica dar visibilidad a este tema, así como reconocer su valor para el bienestar social. Particular énfasis requieren las políticas de atención a los menores de 3 años (…) es uno de los segmentos de población que recibe la menor oferta actual de servicios de cuidado, particularmente los que pertenecen a los sectores medios de la población.” (Aguirre, R. (Ed), 2009, pp. 210)

Cobertura de los servicios de cuidado infantil en menores de 2 años en Uruguay

El estado uruguayo, desde comienzos del siglo pasado, ha hecho obligatoria la asistencia a la educación formal, manteniendo al día de hoy niveles de cobertura casi universales al menos en lo que refiere a la educación primaria.

A partir de la reforma educativa de 1995, los niños/as de 4 y 5 años fueron “… incorporados a la educación inicial o preescolar de carácter obligatorio y para la cual existen por lo tanto servicios públicos y gratuitos.” (Aguirre, R. (Ed), 2009, pp. 104).

Por ende, no es de extrañar que en el marco de los servicios de cuidado de la primera infancia los niños/as de estas edades cuenten con la mayor cobertura: 74% los de 4 y una cobertura casi universal (95%) los de 5 (Septiembre 2007, en base a la encuesta de Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado – de ahora en mas UTyTNR-, Aguirre, R. (Ed), 2009, pp. 104)

Pero tal como ya fue mencionado, la cobertura institucional de la atención de los niños/as pequeños (sobre todo de 0 a 3 años) es muy reducida.

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En este sentido, la situación es preocupante ya que “…es ya reconocido por todos que los problemas derivados del cuidado de los niños/as más pequeños son algunos de los elementos que más inciden en la posibilidad de trabajo de las madres con hijos.” (Aguirre, R. (Ed), 2009, pp.103)

En este sentido cabe destacar que, en Uruguay, la cobertura de servicios de cuidado infantil es claramente disímil entre los tramos etareos de 0 a 3 años y el correspondiente a los 4 y 5 años de edad: “Para el grupo de niños/as de 0 a 3 años no existen prácticamente servicios de cuidados institucionales públicos, a excepción de aquellos destinados a los sectores de menores recursos” (Aguirre, R. (Ed), 2009, pp.104)

En base a la encuesta de hogares del año 2008, podemos sostener que la asistencia del público objetivo de este estudio, los niños/as menores de 2 años, continúa siendo muy baja, con un nivel de 23,5%. Cuadro Nº 7: Asistencia actual a establecimientos de enseñanza para los niños/as montevideanos menores de 2 años por quintil.

Quintiles de ingresos per cápita deflactado

Quintil 1

Quintil 2

Quintil 3

Quintil 4

Quintil 5 Total

Sí 27,0 18,8 17,4 20,4 17,8 23,5 Asistencia actual a un establecimiento de enseñanza

No 73,0 81,2 82,6 79,6 82,2 76,5

Total 100 100 100 100 100 100

Fuente: Elaboración propia en base a ECH 2008

A su vez, a raíz del anterior cuadro, se puede observar que la cobertura de servicios de enseñanza es equitativamente baja para todos los hogares sin importar sus nivel de ingresos; exceptuando una leve diferencia a favor de los niños/as en hogares del primer quintil (que se podría explicar por los servicios destinados a hogares bajo la línea de pobreza), no se aproxima a niveles de cobertura aceptables.

En otras palabras, menos de uno de cada cinco menores de 2 años que viven en hogares de ingresos medios (nuestro objeto de estudio) se encuentran asistiendo a un establecimiento de enseñanza.

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3. Contextualización: una primera aproximación a lo s hogares con menores de hasta 2 años y los cuidados infantiles a la luz de la información secundaria cuantitativa

3.1.Introducción

El presente capítulo podría ubicarse en un espacio intermedio entre un marco teórico y uno de análisis propiamente dicho, ya que se aboca a la síntesis de la información secundaria de tipo estadístico existente en relación a los hogares montevideanos con menores de hasta dos años de edad y el tiempo dedicado al cuidado infantil.

Dicha tarea, fue realizada en base a información estadística provista por la Encuesta Continua de Hogares (tanto en su edición 2008 como en el módulo de Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado del 2007), tomando como referencia el análisis realizado en el texto Las bases invisibles del bienestar social: el trabajo no remunerado en el Uruguay (Aguirre, R. (Ed), 2009) y un procesamiento propio de los datos.

El capítulo comienza con una primera y breve sección dedicada a la

caracterización de los hogares montevideanos de NSE medio con hijos/as de hasta dos años.

En segundo lugar se analiza la vinculación entre la actividad y el empleo con el tiempo destinado a los cuidados infantiles, para luego abordar la diferencias en la carga de cuidados de distintos tipos de hogar.

Por último, se presenta específicamente el análisis de los tiempos dedicados al

cuidado en los hogares con menores de hasta 2 años (versus los hogares con menores de hasta 12 años), haciendo foco en las existentes inequidades de sexo y edad, así como las ayudan recibidas de, y proporcionadas hacia, otros hogares (también para el cuidado infantil).

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3.2.Caracterización de los hogares donde viven los menores de hasta 2 años montevideanos de nivel socioeconómico medio

Antes de comenzar por el estudio de los hogares montevideanos con menores de 2 años de nivel socioeconómico medio, se hace necesario contextualizarlos analizando cómo se distribuyen en el total de la población capitalina.

Cuadro Nº 8: Cantidad de hogares con niños/as montevideanos menores de hasta 2 años por quintiles de ingresos per cápita (deflactado)

Frecuencia Porcentaje

Quintil 1 20030 51,8 Quintil 2 8428 21,8 Quintil 3 4202 10,9 Quintil 4 3770 9,8 Quintil 5 2226 5,8

Total 38656 100 Fuente: Elaboración propia en base a ECH 2008

Tal cómo la bibliografía especializada señala (Rodríguez, F., Rossel, C, 2009),

existe una fuerte inequidad generacional en lo que hace a los ingresos de los hogares. No es de extrañar entonces que más de la mitad (51,8%) de los hogares capitalinos con menores de 2 años se concentren en el quintil primero, mientras que únicamente un 5,8% pertenecen al quinto.

Entre estos dos extremos se encuentra la población objetivo de este estudio, un porcentaje acumulado de 42,5%; la mitad de ellos en el segundo quintil.

En lo que hace a la estructura de los hogares, particularmente la cantidad de personas que viven en estos, los quintiles 3 y 4 tienen una distribución muy similar, predominando los hogares con 3 y 4 personas (en el entorno de los 46% y 38% respectivamente). Por otra parte, los hogares del quintil 2 tienden a ser un tanto más numerosos, con una moda de 4 personas por hogar (36,6%), siendo la segunda mayor categoría la de 5 o más personas (31,8%) Cuadro Nº 9: Cantidad de personas en los hogares montevideanos con menores de 2 años por quintil

Quintil 2 Quintil 3 Quintil 4 2 2,9 1,6 1,1 3 28,6 46,3 47,4 4 36,6 36,8 36,0

5 y más 31,8 15,3 15,4 Total 100 100 100

Fuente: Elaboración propia en base a ECH 2008

Otro aspecto relevante en relación a la estructura de los hogares -en vistas a los cometidos de este trabajo- es que la amplia mayoría de los menores viven con sus progenitores.

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Los porcentajes de madres que no se encuentran en el hogar son bajísimos,

siendo en los tres quintiles menor al 0,5% (también bajo para toda la población, con un valor “extremo” de 2% para el quintil uno). Asimismo, los porcentajes de padres que se encuentran fuera del hogar, si bien mayores y con una asociación un tanto más clara en relación a los ingresos, también son considerablemente bajos. Cuadro Nº 10: Presencia del padre en el hogar para los niños/as montevideanos menores de 2 años por Quintiles de ingresos per cápita deflactado

Quintil 2 Quintil 3 Quintil 4

Padre fuera del hogar

4,8 3,7 1,5

Padre en el hogar

95,2 96,3 98,5

Total 100 100 100

Fuente: Elaboración propia en base a ECH 2008

Una hipótesis plausible para esta casi universal presencia de padres y madres en el hogar es que, a pesar del aumento general de los divorcios y de la reducción del tiempo promedio de duración de las uniones, las parejas no tenderían a disolverse en los primeros años de vida del infante..

A modo de síntesis, los hogares montevideanos de NSE medio (entre el quintil 2

y 4) que tienen hijos de hasta 2 años de edad son aproximadamente 16.400. Entre ellos, el número de hogares en los cuales los/as menores viven sin alguno de sus progenitores es marginal.

Por otra parte, el número de personas que viven en dichos hogares se concentra –en promedio- en 3 o 4 individuos.

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3.3.El mundo productivo en el marco de los hogares con menores de 2 años: actividad y empleo

Los estudios cuantitativos permiten señalar una indiscutible vinculación entre el mundo productivo, el cuidado y el género. La bibliografía especializada señala y enfatiza claramente este tipo de desigualdades: “En Uruguay se ha observado que la tasa de actividad económica de las mujeres desciende a medida que aumenta el número de niñas/os en el hogar, siendo la más baja cuando estos tienen hasta 3 años (…) La tasa de actividad de las mujeres con niñas/os pequeñas/os es la más baja en la franja etaria entre 20 y 40 años. Sin embargo, las tasas de las mujeres con niñas/os (mayores y menores de tres años) presentan incrementos en el período… Este comportamiento de las trabajadoras madres es propio de la fuerza de trabajo femenina, los datos correspondientes a los hombres evidencian que la presencia de niñas/os no los afecta, sino que más bien tiende a incrementarla.” (Aguirre, R. (Ed), 2009, pp. 51) Cuadro Nº 11: Evolución de las tasas de actividad de los varones y las mujeres de 20 a 44 años, según la edad de las/os niñas/os en el hogar, en porcentajes. Zonas urbanas, 1990-2000-2003

1990 2000 1990-2000

2003 2000-2003 Niños/as en

el hogar M V M V Variación Mujeres

M V Variación Mujeres

Sin niñas/os 80,9 95,5 85,1 95,5 42,0 - - - 0 a 3 años 56,7 98,4 63,3 97,7 6,6 70,6 98,1 7,3 4 a 5 años 62,9 98,8 71,4 97,8 8,5 77,2 98,3 5,8 6 a 12 años 65,1 97,8 75,5 97,1 10,4 82,5 95,8 7,0 Más de 12 años

77,0 90,8 78,8 90,0 1,8 76,2 91,2 -2,6

Total 67,5 95,7 74,5 94,6 7,8 - - - Fuente: Aguirre, R., 2009, pp.51

De acuerdo a la Encuesta de Hogares 2008 (elaboración propia), la tendencia del cuadro expuesto se mantiene, siendo la tasa de actividad para el total de la población de la franja de 20 a 44 años (montevideana en este caso) de un 92,9% para los varones y 80,9% para las mujeres; mientras que en hogares con menores de 2 la misma es de 97,8% y 70,1% respectivamente.

Quizás lo más relevante en función del estudio cualitativo que se desarrolla en capítulos posteriores, sea la relación entre el tiempo destinado al trabajo remunerado y al no remunerado, fundamentalmente a los cuidados.

Como es esperable, la ocupación tiene consecuencias en lo que hace a la disponibilidad del tiempo dedicado al trabajo no remunerado y ello se interrelaciona con cuestiones relativas a las ideologías de rol de género.

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Cuadro Nº 12: Tasa de actividad y tiempo promedio en horas semanales dedicado al trabajo no remunerado, según condición de actividad

Total personas Mujeres Varones Diferencia M/V Condición

de actividad Tasa de particip

Tiempo promedio

Tasa de particip.

Tiempo promedio

Tasa de particip.

Tiempo promedio

Tasa de particip

Tiempo promedio

Ocupados 92,0 24,1 98,1 34,0 87,0 15,1 11,1 18,9 Desocupados 93,1 34,2 98,7 43,3 85,4 19,7 13,2 23,6 Realiza quehaceres del hogar

99,0 51,0 99,0 53,1 * * 1,0 31,0

Estudiante 83,1 12,3 87,8 15,1 76,8 8,0 11,0 7,1 Rentista, pensionista, jubilado, otro

86,7 27,8 90,1 33,3 81,7 18,9 8,4 14,4

Total 91,0 27,4 95,7 36,3 85,4 15,7 10,3 20,7 Fuente: Aguirre, R., 2009, pp. 61

El tiempo es un recurso limitado y escaso, ampliamente politizado, al decir de Rosario Aguirre: “…el uso de estos tiempos esta regulado por contratos implícitos que derivan de un consenso sociocultural acerca de lo que se debe hacer por ser mujer o varón…” (Aguirre, R. (Ed), 2009, pp. 45)

En este sentido, no debería extrañar que los ocupados tengan un promedio de horas dedicado al trabajo no remunerado sensiblemente más bajo que el de los desocupados.

Cuadro Nº 13: Tiempo promedio en horas semanales dedicado al trabajo no remunerado por las familias biparentales y monoparentales según presencia de trabajo remunerado femenino

Mujeres Varones Biparental con hijos y cónyuge que no trabaja

59 14,8

Biparental sin hijos y cónyuge que no trabaja

38,9 15,3

Biparental con hijos y cónyuge que trabaja

44 18,5

Biparental sin hijos y cónyuge que trabaja

30,7 15,2

Monoparental a cargo de mujer que no trabaja

45,6 -

Monoparental a cargo de mujer que trabaja

37,8 -

Fuente: Elaboración en base a: Aguirre, R., (ED), 2009, pp. 67

En una misma línea parece ir la información del anterior cuadro. En la medida en que las mujeres se encuentran empleadas en el mercado laboral le dedican menos tiempo al trabajo no remunerado, aunque aún así continúan con un promedio de más del doble de horas semanales que el de los hombres. Es pertinente notar también que,

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cuando el hogar tiene hijos, el trabajo remunerado de la mujer implica un leve incremento en las horas del trabajo no remunerado de los varones, aunque no llega a compensar la disminución de las horas promedio de la mujer.

Asimismo, la presencia de hijos en el hogar multiplica aproximadamente por 1.5 el número de horas promedio semanales destinadas al trabajo no remunerado de las mujeres, mientras que en los hombres la variación es casi nula.

Por último, en los hogares monoparentales femeninos la carga semanal de trabajo no remunerado se comporta de forma similar al resto en relación a la presencia o no de trabajo remunerado de la mujer.

Adentrándose ya en el campo de los cuidados infantiles, parecería ser que la cantidad de horas de las jornadas laborales para el caso de los hombres no afecta en demasía el tiempo que le dedican al cuidado infantil, mientras que en las mujeres a mayor carga laboral menor cantidad de tiempo que se destina para estas tareas.

Cuadro Nº 14: Tiempo destinado al cuidado infantil, según tiempo destinado al trabajo remunerado por sexo

Horas semanales de

TR Mujeres Varones Diferencia M/V

No ocupado – 0 horas 14 3 4,7 Hasta 20 horas 16 6 2,6 21 a 40 horas 13 6 2,2 41 horas y más 11 6 1,8

Total 14 6 2,3 Fuente: Aguirre, R., 2009, pp. 111

A pesar de esto, la relación de horas de cuidado mujer-hombre se mantiene por encima de 2 a 1 en todos los casos, exceptuando cuando ambos tienen extensas jornadas laborales.

Finalmente, un caso especial es la situación donde la persona esta desocupada, ya que allí el tiempo destinado al cuidado infantil es el menor para los hombres (la mitad que al estar ocupados) y el segundo mayor de las mujeres, haciendo que la relación Mujer/Varón sea de 4,7.

Cuadro Nº 15: Tiempo dedicado por los miembros de la pareja al cuidado infantil, según sexo y horas de trabajo no remunerado Horas semanales de

TR Mujeres Varones Relación M/V

No ocupado – 0 horas 21,5 13,0 1,6 Hasta 20 horas 20,0 10,9 1,8 21 a 40 horas 17,4 10,4 1,7 41 horas y más 14,4 9,4 1,5

Total 19,0 10,1 1,9 Fuente: Aguirre, R., 2009, pp. 114

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En este sentido, cuando el análisis se centra en los miembros de las parejas a cargo de los niños/as (padres y/o sujetos directamente responsables de los cuidados), la relación de horas mujer/hombre disminuye, aunque continúa siendo siempre la primera la que destina mayor cantidad de horas al trabajo de cuidado infantil.

3.4. El trabajo no remunerado y de cuidados en el m arco de los distintos tipos de estructuras y ciclos familiares9

Tal como se propuso con anterioridad, este estudio intenta indagar –cualitativamente- las estrategias de cuidado infantil que emplean distintos tipos hogares.

En este sentido, la revisión de la bibliografía especializada señala una serie de tendencias en relación a inequidades en la carga de horas dedicadas al cuidado infantil en lo que hace tanto a las estructuras y ciclo de vida familiares, como a la repartición de tareas entre los sexos a la interna de estas.

Cuadro Nº 16: Tasa de participación y tiempo promedio dedicado al cuidado infantil, según estructura del hogar

Mujeres Varones Diferencia M/V Estructura del hogar Tasa de

particip. Tiempo

promedio Tasa de particip.

Tiempo promedio

Tasa de particip.

Tiempo promedio

Biparental con hijos de ambos

43,0 18,5 33,3 10,3 9,7 8,2

Biparental con al menos un hijo de uno

56,9 18,2 38,4 7,8 18,5 10,4

Monoparental femenino

29,2 16,7 - - - -

Extenso o compuesto

45,7 16,9 31,7 9,5 14,0 7,4

Fuente: Aguirre, R., 2009, pp. 114

Cómo se aprecia en el cuadro anterior, las tasas de participación y tiempo promedio dedicado al cuidado infantil en los varones son siempre considerablemente más bajas que para las mujeres, sin importar la estructura del hogar en la que se encuentren.

Parece clara la necesidad de profundizar en las diferencias expuestas en relación

a los diversos tipos de familia y sus estrategias de conciliación entre el mundo productivo y la vida doméstica.

9 Debe considerarse que las tablas aquí expuestas refieren a todos los hogares con menores de 12 años y no únicamente a los que son el centro del presente estudio.

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Cuadro Nº 17: Tasa de participación y tiempo promedio dedicado al cuidado infantil, según ciclo de vida familiar y sexo

Mujeres Varones Diferencia M/V Ciclo de vida Tasa de particip.

Tiempo promedio

Tasa de particip.

Tiempo promedio

Tiempo promedio

Tasa de particip.

Familia en etapa inicial

96,0 25,1 89,5 12,8 6,5 12,3

Familia en etapa de expansión

73,7 16,0 55,0 8,5 18,7 7,5

Familia en etapa de consolidación / salida

15,9 16,6 7,3 10,2 8,6 6,4

Fuente: Aguirre, R., 2009, pp. 111

En lo que hace a las etapas del ciclo de vida familiar, como ya indicaban las tendencias en relación al trabajo no remunerado, son las familias con hijos, fundamentalmente los más pequeños (familia en etapa inicial), las que poseen mayores tasas de participación y tiempo promedio dedicados al cuidado infantil.

Respecto a las tasas de participación, si bien en esta categoría (etapa inicial) se reitera el gran pico para el caso de las mujeres (96%), para los varones se da una situación similar, con una tasa extremadamente alta del 89,5% (siendo en la siguiente categoría de únicamente 55%).

3.5.Cuidado infantil en hogares con menores de 2 añ os y menos 10

En primer lugar, debe considerarse que, para todos los casos relevados en este módulo se observa que el tiempo destinado al cuidado de menores es superior durante los fines de semana, con excepción de las actividades que requieren ser realizadas en días laborales (llevar o recoger al niño/a de la escuela, llevarlo a un centro de salud o similar y ayudarlo con las tareas escolares).

Este comportamiento es esperable, en tanto en los días que no involucran jornadas laborales (parciales o completas) se tiene mayor disponibilidad –en tiempo- para la realización de actividades no remuneradas, entre ellas las que atañan al cuidado infantil.

Asimismo, quizás el dato más relevante resulta de una comparación vis a vis (hogares con menores de hasta 2 años Vs. Hogares con menores de hasta 12 en general)

10 Esta sección es una síntesis del avance –más extenso- realizado para las etapas iniciales de esta investigación. En el mismo, se presentan las principales conclusiones relativas un procesamiento propio del módulo UTyTNR de la Encuesta Continua de Hogares (ECH) 2007, centrado en los cuidados de los hogares con hijos de 2 años y menos. En dicha encuesta, al indagarse el cuidado infantil, se consideraron únicamente hogares en donde vivían niños de hasta 12 años de edad.

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entre los porcentajes de personas que realizan las actividades del cuidado así como el tiempo dedicado a las mismas:

1-Las actividades de bañar, dar de comer y jugar con los niños son realizadas por un porcentaje sensiblemente mayor de personas cuando en el hogar esta presente un menor de hasta dos años. 2-Casi la totalidad de las actividades el cuidado de los niños menores de hasta 2 años requieren de más horas en promedio que las de los menores de 12. 3-La suma global de horas semanales promedio destinadas al cuidado de niños menores de 2 años (20,1) es casi el doble de la destinada al cuidado de menores de 12 (12,4).

Sucede que, en la primera infancia, dado que los niños/as son más vulnerables, requieren de mayores cuidados y atención y, consecuentemente, una mayor activación de recursos destinadas a su cuidado en sus respectivos hogares.

3.5.a.Inequidades en el cuidado infantil: sexo y ed ad

Al observar el siguiente cuadro, se puede constatar que, por un amplio margen, son las mujeres las que dedican más tiempo promedio al cuidado de niños/as. Mientras que en el total de la población se empleaban 12.4 hrs. para los niños/as de 12 años y 20.1 en los menores de hasta 2, en el caso de las mujeres las cifras ascienden a 16.6 hrs. y 27.3 hrs. respectivamente, manteniéndose en niveles semejantes la relación entre el cuidado de ambas edades. Cuadro Nº 18: Suma de horas promedio dedicadas al cuidado de niños/as de 12 y 2 años durante la semana (días laborables más fines de semana), para mujeres, hombres, adultos mayores y toda la población. Suma de horas dedicadas al cuidado de niños/as en la semana (media)

Hogares con menores de 2 años Hogares con menores de 12 años

Mujeres 27,3 16,6 Hombres 10,9 7,2 Adultos mayores 7,1 4,8 Para toda la población 20,1 12,4 Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta de Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado 2007

Los hombres, por su parte, emplean significativamente menos tiempo en el cuidado de los niños que el total de la población y que las mujeres en particular. Asimismo, la diferencia no es únicamente cuantitativa: el tipo de tareas de cuidados de mayor realización y tiempo promedio dedicado por los hombres, se remiten al juego con los niños y el llevarlos de paseo, mientras que las mujeres dedican buena parte de su tiempo libre al cuidado centrado en las tareas cotidianas (baño, alimentación, llevar a centros de salud, etc.).

Tomando las ideas de K. Betthyany, se puede sostener que la inequidad en la

realización de tareas de cuidado infantil entre hombres y mujeres, además de tener un fuerte componente cuantitativo, se destaca en sus aspectos cualitativos: las mujeres se

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abocan a tareas cotidianas y sistemáticas (dar de comer, bañar, llevar a la escuela o jardín), mientras que los hombres -en general- se centran en un tipo de tarea que puede realizarse esporádicamente, permitiéndoles tener una flexibilidad mucho mayor en la organización y uso de su propio tiempo. (Aguirre, Rosario (Ed), 2009:108)

Retomando el cuadro 18, contrariamente a lo que podría esperarse el tiempo

promedio de horas destinadas al cuidado infantil por parte de adultos mayores que conviven con niños/as es el más bajo de las tres categorías analizadas, siendo muy similar al de los hombres11.

En términos globales, los adultos mayores son el subgrupo de población estudiado que emplea menor cantidad de tiempo promedio semanal en tareas de cuidado de menores de 12 años (4.8 hrs.) y 2 años (7.1 hrs.)

Al analizar con mayor detalle los porcentajes de adultos mayores que viven en el

hogar y realizan las actividades de cuidado infantil se puede percibir que la mayoría no participa de este tipo de tareas. En el caso de los menores de 12 años en todas las actividades –con excepción de ‘jugar con algún niño/a del hogar’– el porcentaje de adultos mayores que llevan a cabo las tareas de cuidado no supera el 10%. Esta situación es similar para los hogares con niños menores de 2 años.

3.5.b.Ayudas recibidas desde fuera del hogar para e l cuidado infantil

En los siguientes cuadros, puede apreciarse que las familias reciben en mayor medida ayudas de afuera del hogar cuando dentro de éste hay menores de hasta 2 años. Un 21.5% de los encuestados con menores de 12 años declara que ha recibido ayuda (remunerada o no), mientras que un 29.4% de los encuestados con menores de hasta 2 años sostiene lo mismo.

Igualmente, en ambas situaciones, las ayudas externas son relativamente bajas frente a lo que podría esperarse.

Cuadro Nº 19: Ayudas recibidas desde fuera del hogar para el cuidado infantil

Menores de 12 años Menores de 2 años

Ha recibido UD. ayuda

(remunerada o no) de fuera del hogar

21,5 % 29,4 %

Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta de Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado 2007 11 Aunque varones y mujeres de la tercera edad reiteran la misma inequidad en la carga de horas que la población general, pero en niveles mucho menores que varones y mujeres de la población total.

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Cuadro Nº 20: Procedencia de la ayuda externa al hogar para el cuidado infantil

Menores de 12 años Menores de 2 años Del padre o madre que no convive en el hogar

14,9 10,8

De la abuela/o 46,3 47,3

De otro/a hijo/a mayor 5,3 5,6

De otro familiar 21,4 23,1

Otra persona 34,2 36,2

De los que sí recibieron:

Pagó por esta ayuda 31,5 36,8 Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta de Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado 2007

A su vez, entre aquellos hogares que sí reciben ayuda, se observa que el 46.3 % de los que viven menores de hasta 12 años y el 47.3 % de los de menores de hasta 2 años, son ayudados por los abuelos de los niños/as. Estos son el subgrupo que brinda –promedialmente y desde la perspectiva del informante de la encuesta- la mayor ayuda.

Estas cifras muestran un contraste importante con los adultos mayores que viven dentro del hogar: los que están allí casi no dedican tiempo a las actividades de cuidado analizadas, mientras que los abuelos que están fuera son percibidos por los referentes del hogar como la principal fuente externa de ayuda para el cuidado12. A pesar de esto, es imposible determinar en qué consisten específicamente esas ayudas ni cuánto tiempo les implican, ya que ello no forma parte del cuestionario.

Volviendo el foco a las ayudas recibidas externamente, tanto los hijos mayores como otros familiares presentan un nivel bajo de ayuda sin importar la edad de los menores en el hogar.

En igual grupo se podrían ubicar a las ayudas provenientes de padres o madres que no conviven en el hogar, que se encuentran en un 14.9 % para los hogares con menores de 12 años y en un 10.8 % para los que tienen menores de 2 años. Resulta significativo, a los efectos de este estudio, que la ayuda del otro progenitor – en el caso de que no viva en el hogar - sea la segunda menor de todas las categorías13. La última categoría refiere a las ayudas percibidas desde fuera del hogar por personas que no son familiares. Se observa que el porcentaje de hogares que reciben

12 Por otro lado, debe tenerse en cuenta que la categoría “abuelo” es distinta a la de “adulto mayor” con la que se trabajó antes. Es probable que se hayan sub-registrado a los abuelos dentro de los hogares, ya que existen tanto abuelos menores de 65 años (dentro como fuera del hogar), así como muchos de los adultos mayores que viven dentro del hogar pueden no tener dicha relación de parentesco con el niño. A pesar de la anterior aclaración, una hipótesis plausible en relación a esta diferencia “endo-exo hogar”, consiste en que los adultos mayores que viven dentro del mismo podrían constituir un grupo de personas dependientes, mientras que los que están fuera se encontrarían en mejores condiciones para prestar ayuda a los hogares de sus nietos. 13 Como mencionamos con anterioridad, la ausencia del padre o madre en el hogar (según la ECH 2008) es infrecuente (con un máximo de un 2% para las madres y 8,7% para los padres en el quintil uno), por lo cual este porcentaje debería relativizarse a la luz de estos números.

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ayuda de estas personas es de 34.2 % y 36.2 % en menores de hasta 12 y hasta 2 años respectivamente. Lamentablemente se carece de mayor detalle en lo que hace a las características de estos otros no familiares, sin son vecinos, amigos, servicio doméstico/babysitter, etc.

Finalmente, el análisis de la pregunta sobre si se pagó por las ayudas recibidas es dificultoso, ya que no se especifica a cual de ellas se refiere.

3.5.c.Ayudas externas proporcionadas a otros hogare s para el cuidado infantil

Si con anterioridad se trató de las ayudas desde la perspectiva del hogar con menores de hasta 12 y 2 años, aquí se analizarán las ayudas que manifiestan prestar personas al cuidado infantil de hogares externos al suyo.

En este sentido, es imposible precisar la edad de los menores a los que se proporciona ayuda para el cuidado, pero no por ello deja de ser relevante el análisis de los datos.

Cuadro Nº 21: Ayudas a otros hogares para cuidar niños o niñas

Ayudas externas: Cuidar niños o niñas

% que realiza la tarea Horas promedio en

Días Laborables Horas promedio en Fines de Semana

Mujeres menores de 65

3,7 % 2,3 3,2

Mujeres de 65 y más 6,0 % 3,3 2,6

Hombres menores de 65

1,5 % 1,5 2,8

Hombres de 65 y más

2,6 % 1,3 3,5

Fuente: Elaboración propia en base a la Encuesta de Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado 2007

En rasgos generales, algunas de las tendencias ya esbozadas por la bibliografía especializada y señaladas en los cuadros anteriores parecen repetirse (fundamentalmente la feminización de los cuidados infantiles) pero se esboza también un componente de solidaridad intergeneracional y extra núcleo familiar: las personas de tercera edad colaboran en mayor medida con la tarea de cuidar niños o niñas en otros hogares.

Si bien aquí nuevamente debería de diferenciarse adultos mayores de abuelos, la información parece ir en un sentido similar a la hipótesis ya propuesta acerca de que las personas en edad de vejez que se encuentran fuera del hogar colaborarían más en el cuidado de los nietos (u parientes con una relación de parentesco similar) que quienes viven en él.

Los mayores porcentajes de ayuda externa en el cuidado, así como el mayor promedio en días laborales, recaen en las mujeres mayores de 65 años; de esperar, “las abuelas” de estos pequeños.

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Esta información no es sorprendente, teniendo en cuenta cierto imaginario tradicional, donde las mujeres que crecieron y criaron a sus hijos en hogares de modelo de aportante único (Bread Winner System), vuelven a cumplir un rol de crianza cuando sus hijos llegan a la etapa de la paternidad.

Si bien muchas mujeres de mayor edad han vivido la mayoría de su vida en

hogares de este tipo, es probable que un porcentaje cada vez más importante de quienes llegan a la vejez (o aún más, que sean abuelas a edades más tempranas), se encuentren en una situación de dual earners, trabajando cotidianamente y disponiendo menor cantidad de tiempo para dedicarle a las tareas del hogar.

En este sentido, no solo es relevante el estudio de la vinculación entre el mundo

productivo y la vida doméstica del núcleo familiar, sino también de el/la cuidador/a no remunerado/a, en el sentido de que su disponibilidad de tiempo será relevante en la posibilidad de activar recursos por parte de los hogares con menores.

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4. Marco metodológico

4.1. Introducción

Este capítulo aborda todas las cuestiones vinculadas al diseño y metodología del estudio en que se basa este informe.

Se explicitan aquí los objetivos y preguntas de investigación, para luego relatarse las etapas de elaboración –y resultado final- del diseño metodológico, para culminar con una breve caracterización del campo realizado.

4.2.Objetivos de investigación Contribuir al desarrollo de políticas públicas que atañan al mejoramiento de la conciliación entre la vida doméstica y el mundo productivo mediante: Objetivo general: Generar información acerca de las estrategias que toman los hogares montevideanos a cargo de niñas y niños/as menores de hasta 2 años para su cuidado y el proceso de toma de decisiones que lleva a la elaboración de dichas estrategias. Objetivos específicos: • Indagar acerca de las estrategias de cuidado en los hogares con niñas y niños/as

menores de hasta 2 años. • Conocer en profundidad los recursos/activos (humanos, económicos y de

información) con los que cuentan estos hogares para elaborar las estrategias de cuidado.

• Explorar los papeles y peso que tienen los distintos miembros del hogar en los procesos decisorios acerca de la movilización de recursos en torno al cuidado de los infantes.

• Indagar los costos que tienen las diferentes estrategias de cuidado en la vida doméstica y productiva de los distintos miembros del hogar.

4.3.Preguntas de investigación

La principal pregunta que intenta responder este proyecto de investigación se centra en cuáles son las estrategias o configuraciones que utilizan los hogares de nivel socioeconómico medio con niños/as menores de hasta 2 años para su cuidado.

La peculiaridad de estos hogares radica en que, por el propio nivel medio de sus ingresos, no se encuentran habilitados para usufructuar los servicios existentes de cuidado estatal, destinados en su mayoría a los hogares de menores recursos; así como tampoco poseen los medios como para comprarlos por completo en el ámbito del mercado.

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A su vez, en el marco de las transformaciones familiares contemporáneas, es

posible distinguir distintas configuraciones familiares, que -creemos- afectaran diferencialmente la disponibilidad de recursos y su activación en estos hogares: hogares nucleares por un lado y no-nucleares (extendidos y monoparentales) por el otro.

Algunas preguntas que surgen en relación a las distintas estrategias disponibles para estos hogares giran en torno a qué rol/es asume cada miembro dentro de los distintos tipos hogar; si cuentan con recursos humanos externos activables, como por ejemplo, la asistencia de familiares cercanos fuera del hogar; si los vecinos pueden considerarse recursos/ayuda activables para el cuidado, o aún más, conformar redes de apoyo mutuo e intercambio de servicios.

Por otro lado, un conjunto distinto de preguntas de investigación se centra, no ya en las estrategias en sí mismas, sino en los procesos y toma de decisiones que llevan a ellas: ¿Cómo se resuelven estas configuraciones de cuidado? ¿Son decididas a priori o posteriori del nacimiento? ¿Los decisores, cuentan con información acerca de los distintos recursos y alternativas extra-familiares (públicas y privadas)? En caso de que cuenten con información, ¿cómo se informan? y, en un sentido similar, ¿de quién o dónde aprenden las habilidades requeridas para el cuidado infantil?

En lo que hace al proceso decisorio, también consideramos relevante el estudio de las relaciones de poder en el marco de la familia y el hogar ¿Quién o entre quienes se toma la decisión de tal o cual estrategia? En caso de haber desacuerdos, ¿qué miembro del hogar tiene la última palabra?

En relación a esta temática, en base a los datos ya expuestos de la Encuesta de trabajo no Remunerado para nuestro país y estudios como los de Zvonkovic, Schmiege y Hall (1994) que incorporan el peso de variables fundamentales para el análisis de esta temática como lo es la ideología de género, se podría hipotetizar que el papel del padre –o el hombre en general- en la gestión de los cuidados y la crianza es muchas veces desigual en relación al de la madre u otras cuidadoras, por lo cual, sería relevante estudiar su peso en el proceso de decisión de la estrategia.

En términos generales, tanto para el padre, la madre como otros cuidadores, el cuidado infantil implica un cambio relativo en la disponibilidad y uso del tiempo en su vida. Por lo tanto, una tercera pregunta de investigación relevante radica en los costos que tienen las diversas estrategias de cuidado en la vida doméstica y no doméstica de los distintos miembros del hogar. Al referirse a costes, no solo se hace alusión a los económicos y/o temporales, sino también a otros más subjetivos, como por ejemplo, al peso afectivo que puede llegar a implicar el no participar activamente en la crianza de la niña o niños/as o el dejar el cuidado de un hijo en etapas tan tempranas de su vida en manos de terceros.

Por último, creemos relevante, en un sentido prospectivo -y que colabore con la mejora del diseño de políticas públicas en este campo- indagar la percepción de estos hogares sobre los servicios e información a los que acceden, pero sobre todo, de los que carecen y acerca de los que tienen una mayor necesidad.

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Asimismo, se cree pertinente explorar su percepción sobre la legislación laboral actual, haciendo énfasis en lo que hace de su percepción sobre sí ésta contempla adecuadamente los tiempos y costos que conlleva el cuidado infantil en la primera infancia en un hogar como el suyo.

4.4.Etapas del diseño de la investigación Primeras aproximaciones al fenómeno y delimitación del objeto de estudio

El estudio, tal como el presente informe, comenzó por la revisión bibliográfica (basada fundamentalmente en el análisis de artículos académicos en la temática) que se sintetiza al inicio de este documento.

Esta revisión, permitió una primera aproximación al problema de investigación e hizo posible la construcción de un marco de referencia así como las guías para la elaboración de las preguntas de investigación.

Una segunda revisión, centrada en información secundaria referida a la situación de nuestro país sobre los cuidados infantiles (información estadística provista por el Instituto Nacional de Estadística, así como estudios comparados sobre la legislación vigente) sirvió como medio para afinar las hipótesis de trabajo y para comenzar con el diseño del estudio.

En ese momento, se optó por definir la realización de una investigación con cometidos esencialmente exploratorios, con algunos componentes descriptivos: lograr una aproximación a las estrategias tomadas por los hogares montevideanos de NSE medio a cargo de niñas y niños/as menores de hasta 2 años de edad para su cuidado, así como del proceso de toma de decisiones que lleva a la elaboración de dichas estrategias. Selección de la técnica de relevamiento de información

La metodología propuesta para responder a los objetivos de investigación antes

planteadas, entonces, se hizo necesariamente cualitativa. Al centrarse el estudio en las configuraciones de cuidado y los procesos que llevaron a éstas, la información que se buscaba requería profundidad y calidad más que representatividad.

En este sentido, los objetivos y preguntas de investigación del proyecto no intentan generalizar resultados ni extraer conclusiones acerca de estas estrategias de cuidado para la población en general, sino simplemente constituir un primer aporte a través del cual acercarse a una problemática con estos niveles de complejidad.

Asimismo, el establecimiento de un buen rapport con los entrevistados era un

requerimiento fundamental para intentar adentrarse en las decisiones tomadas dentro de los hogares, donde cuestiones relativas al poder así como a los costos afectivos que conllevan las distintas estrategias de cuidado tiñen la problemática.

Finalmente, se optó por la utilización de entrevistas semidirectivas e individuales como técnica de relevamiento de la información, encontrándose estas dirigidas a los miembros del hogar responsables del cuidado. Delimitación de la unidad de análisis e informantes

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Inmediatamente surgió una segunda discusión de diseño, que se centró entorno a

quién deberían dirigirse las entrevistas. Debido a que en esta propuesta metodológica la unidad de análisis seleccionada fue el hogar (nuestras preguntas refieren a las estrategias de los hogares), creímos fundamental recabar información acerca de la conciliación entre la vida doméstica y el mundo productivo de los principales individuos involucrados en el cuidado infantil y no únicamente de la madre de el/la pequeño/a.

Por lo tanto, optamos porque los entrevistados en cada hogar fueron hasta tres: la

madre y/o el padre y/o el/la principal cuidador/a. Teniendo en cuenta la gran diversidad de arreglos familiares posibles, se estipuló

que en caso que la madre o el padre no fueran miembros del hogar, se los hubiera entrevistado solo cuando participasen activamente en el cuidado del menor; entendiéndose por ello a una colaboración que vaya más allá del mero apoyó económico.

En lo que refiere al principal cuidador/a, se entendió por este/a al sujeto que pasara mayor cantidad de horas abocado/a al cuidado del niño luego de sus propios padres; siendo estos últimos los responsables de identificarlo/a.

A su vez, a través de un primer contacto telefónico, se procuró descartar aquellos hogares que no cumplan con otros de los criterios determinados previamente: que la madre se encuentra/encontraba inserta en el mundo laboral y/o académico antes o durante la crianza del niño/a.

La diversidad de arreglos familiares, asimismo, se intentó disminuir desde el

diseño mediante la realización de sets de entrevistas por tipo de hogar, doce a nucleares y seis a no nucleares, habiendo un total de dieciocho hogares estudiados14. La cuestión del NSE medio

Finalmente, el diseño había tomado forma, se indagarían las estrategias de

cuidado infantil de dos tipos de hogares (nucleares y no nucleares –extendidos y monoparentales-); de nivel socioeconómico medio; que atraviesan una situación o momento del ciclo de vida familiar particular (el cuidado infantil de menores de edad de hasta 2 años) en un contexto familiar específico (en el cual las madres se encuentran o se encontraban trabajando y/o estudiando antes de dar a luz).

Si bien el momento del ciclo de vida familiar así como la condición de que la madre se encontrara empleada o estudiando al momento del embarazo eran claras, una tercera discusión metodológica, vinculada a la delimitación de la población objetivo se centró en qué implicaba el término “NSE medio” y, consecuentemente, cómo adjudicar el nivel socioeconómico a los hogares.

14 En un principio de había propuesto tomar 3 sets de 6 hogares cada uno: monoparentales, extendidos y nucleares. En base al análisis de los datos de la ECH (cantidad de personas por hogar montevideano con menor de hasta 2 años a su cargo y presencia de los padres en el hogar), se decidió reducir a dos los tipos de hogares: nucleares y no nucleares (fundamentalmente extendidos y si se pudiera captar, monoparentales)

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Si bien la alternativa seleccionada puede ser discutible, el equipo de trabajo optó por una estrategia de descartar “los extremos”, casos en los que es muy difícil desacordar en que los hogares carecen de recursos o los poseen en demasía.

A modo de operacionalizar este concepto en relación a la temática de los

cuidados, se optó por seleccionar hogares que no se encuentran habilitados para usufructuar los servicios existentes de cuidado estatal (destinados en su mayoría a los hogares de menores recursos); así como tampoco poseen los medios como para comprarlos –y depositar la “carga” de cuidado- por completo en el mercado (una jornada laboral completa, 8 o más horas diarias de cuidado). Cómo llegar a los hogares

Un tercer problema metodológico o de diseño de peso, refirió al cómo contactar con los hogares seleccionados.

Si bien puede parecer que la población en la que se enfocó este estudio es de relativamente fácil acceso (dista de ser una “hidden population” o “población oculta” que se menciona en la bibliografía especializada), tomar contacto con hogares de NSE medio, con menores de hasta 2 años a su cargo, cuyas madres se encontraran trabajando y/o estudiando previo al embarazo, se hizo una tarea por demás compleja.

Tomando como referencia numerosos estudios cualitativos, el equipo optó por

utilizar la técnica de snowball15 o bola de nieve, también referida en la literatura académica como chain referral sampling -muestro referido a través de cadena- (Biernacki, P y Waldorf, D.; 1981).

La técnica de la bola de nieve es claramente un muestreo no probabilístico y, como tal, es pertinente a un estudio como el que se expone aquí, ya que el diseño muestral no probabilístico es: "más apropiado para: a) La indagación exploratoria; b) Estudios cualitativos, más interesados en profundizar en la información aportada que en su representatividad estadística; c) Investigaciones sobre población “marginal” (…), de difícil registro y localización. Lo que complica la aplicación de diseños muestrales probabilísticos” (Cea D`Ancona; M. Ángeles; pp. 180)

No obstante, los mismos trabajos que discuten y fundamentan su uso, describen

también algunas dificultades asociadas a la técnica. Entre ellas, siendo las más relevantes para esta investigación, se encuentran: el sesgo que genera la propia cadena (tienden a ser individuos en contacto entre sí, dejando fuera a los “solitarios”) y el lograr encontrar a los informantes adecuados para iniciar la cadena (Atkinson, R. y Flint, J., 2001). 16

15 Tomando a Vogt, Atkinson, R. y Flint, J. -en su texto “Accessing Hidden and Hard-to-Reach Populations: Snowball Research Strategies”- sostienen que se puede definir en forma simple a la “bola de nieve” como: “Una técnica para encontrar sujetos de investigación. Un sujeto da al investigador el nombre otro sujeto, que a su vez provee el nombre de un tercero y así sucesivamente” (2001; sin pp.). Estos mismos autores proponen que uno de los dos principales usos del muestreo por bola de nieve en las ciencias sociales es el de “ser un método informal para alcanzar la población objetivo” (Atkinson, R. y Flint, J., 2001, sin pp.) de una investigación. 16 Sin intención de adentrarse en la discusión metodológica sobre las bondades y defectos del muestreo no probabilístico referido a través de cadena, esta técnica de recolección de información, de basta utilización en investigaciones de corte cualitativo, tiene –como toda metodología- un número relevante de fortalezas y debilidades y, consecuentemente, detractores y defensores. Como un ejemplo particular de su uso ver

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Por su parte, lejos de ser una población “marginal”, como ya se explicitó, resultó

muy compleja la tarea de contactar con hogares que cumplieran con todas las características de la población objetivo; podría decirse que se encontraban “ocultas a simple vista”. Este fue uno de los elementos fundamentales por los que se optó por esta técnica.

En segunda instancia, en relación al punto de partida de las cadenas de

referencia, se elaboraron diferentes estrategias, optando finalmente por solicitar un listado inicial a informantes calificados17 (particularmente Doulas18), así como una muestra muy reducida de informantes (que pertenecían a los círculos de los entrevistadores) en contacto con hogares de la población objetivo.

Esto último, a su vez, intentó reducir el sesgo producido por la técnica al comenzar la bola de nieve en más de un punto a la vez.

4.5.Características generales del trabajo de campo A modo de síntesis, se exponen aquí algunos datos del trabajo de campo

relevantes desde un punto de vista metodológico. En primer lugar, el período en el cual fueron realizadas las entrevistas fue de

Setiembre a Diciembre de 2009. Al finalizar el campo, la cantidad total de hogares indagados fue de 18 (incluyendo uno de pre-Tes. que finalmente se incluyó en el análisis), 12 de tipo nuclear, 1 monoparental y 5 extendidos.

En lo que refiere a las entrevistas personales, se culminó entrevistando a 18

madres, 8 padres en forma individual (más 3 que únicamente acompañaron a sus parejas) y 13 cuidadoras.

El menor número de padres y cuidadoras entrevistados se explica, en primer lugar, porque no se encontraban presentes en todos los hogares; aunque, en segunda instancia, algunos padres rechazaron participar individualmente por motivos de índole personal: “vergüenza” o timidez, jornadas laborales extensas, trabajo en el exterior, etc.

Por último, quizás sea relevante dedicarle un párrafo nuevamente a la cuestión

del NSE medio. Nuestra decisión de tomar un criterio amplio del mismo, a pesar de haber logrado cumplir con el objetivo de evitar casos de pobreza o riqueza cuantiosas,

Blee, K. 1996; así como Biernacki, P y Waldorf, D.; 1981; o Atkinson, R. y Flint, J., 2001; para una discusión en mayor profundidad sobre las problemáticas metodológicas entorno a la misma. 17 Se descartó el buscar estos hogares mediante la solicitud de registros a centros asistenciales, tanto por motivo de privacidad de la información, como por la dificultad de obtener información de calidad sobre las características los hogares. A su vez, los informantes calificados solicitaron primero el consentimiento a los entrevistados para poder enviar sus contactos al equipo investigador. 18 “Una Doula es una persona experimentada en la ayuda al nacimiento que provee de soporte continuo, información y apoyo emocional y físico, a las mujeres embarazadas, antes, durante y justo después del parto. Las Doulas asisten a las mujeres que dan a luz en hospitales, en casas de partos y en sus domicilios. La primera misión de la Doula es informar positivamente de la experiencia de la maternidad y del parto a las mujeres embarazadas y a sus familias. El fundamento del cuidado de una Doula se basa en el conocimiento de que el continuo soporte emocional y la confianza durante el proceso de parto mejoran y facilitan todas las fases de la maternidad en gran medida”. Extraído el 18 de abril de 2010 desde: http://www.institutoperinatal.org.uy/Doulasp.aspx

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tuvo como consecuencia una amplitud considerable en lo que refiere al NSE de los hogares.

Si bien esto no impide sostener que nuestra investigación versa sobre familias de NSE medio, creemos que es relevante tomar en cuenta esta diversidad de situaciones socioeconómicas, sobre todo en lo que refiere a los activos disponibles por cada familia.

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5. Análisis

5.1.Introducción

El presente capítulo abarca distintos niveles de análisis de las entrevistas de la investigación realizada.

En una primera sección, se caracteriza brevemente los hogares que formaron parte del campo del estudio.

En segunda instancia, un apartado autocontenido, se dedica al análisis de la particular forma en que son utilizados y percibidos los derechos laborales vinculados al cuidado, esencialmente las políticas de corresponsabilidad secuenciadoras (licencias por paternidad, maternidad y derechos de lactancia).

Luego, se identifican y desarrollan lo que –para nosotros- constituyen los tres factores más importantes en la determinación de las configuraciones de cuidado: 1-los recursos con los que cuentan los hogares para el cuidado y la posibilidad y costos que tiene su activación, 2- las ideologías de género de los responsables del cuidado del niño y 3-el modelo de percepción de ingresos del hogar junto a la posición en el mercado laboral de los distintos encargados del cuidado.

Una cuarta sección se dedica a la descripción de tres grandes “tipos” de configuraciones de cuidado propuestas en base al análisis de las entrevistas: 1-un modelo “independiente” (centrado en los miembros del hogar), 2-un modelo centrado en el mercado (donde se compran los servicios de cuidado) y 3- un modelo “familiar” (en el cual el cuidado infantil se apoya esencialmente en familiares que viven fuera del hogar).

Las secciones quinta y sexta, por otra parte, se dedican a la descripción de las preferencias de los hogares en relación a las cuidadoras y los jardines de infantes respectivamente; ya que creemos que tener mayor información acerca de estas preferencias (demanda) permitiría mejorar la oferta y/o calidad de los servicios de cuidado infantil.

5.2.Caracterización de los hogares

En el presente apartado se describirán diversos aspectos que hacen a la caracterización de los hogares entrevistados. Cuestiones tales como: la edad; el estado civil; cantidad de años de la pareja y de convivencia; el tipo de modelo de aportante (Bread Winner/ Dual Earner); y la zona de residencia; son algunas de las características que a continuación se profundizaran.

Los hogares entrevistados –como se señaló anteriormente – cuentan con un NSE medio, distinguiéndose entre los niveles medio-alto, medio y medio bajo: el nivel educativo, zona de residencia y tipo de actividad laboral de sus integrantes.

En los hogares con un nivel socioeconómico medio y medio alto, en general se ubican padres y madres con estudios universitarios o terciarios que ejercen su profesión en carácter dependiente y/o trabajan por cuenta propia en empresas y negocios iniciados por ellos/as, habitando a su vez, en zonas céntricas.

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En tanto, los hogares con NSE medio bajo, en general, se integran por padres y madres con nivel secundario completo, que residen en barrios un tanto más alejados del centro/zonas costeras de la ciudad. Asimismo, generalmente trabajan ejerciendo algún oficio y/o como empleados en empresas privadas.

Otro dato relevante es que, en casi dos tercios de los hogares entrevistados, los

padres y/o madres eran primerizos; esta era la primera vez en la que se enfrentaban ante la disyuntiva de la resolución del cuidado de sus hijos e hijas. Por otra parte, la edad de los integrantes de las familias entrevistadas –madres y padres – ronda entre los 18 y 36 años en el caso de las mujeres y entre los 22 y 39 años en el caso de los hombres. Como puede apreciarse, la edad de los padres es levemente mayor a la de las madres y la diferencia de edades dentro de las parejas entrevistadas varía entre unos meses y 12 años.

En el caso de las cuidadoras, cabe subrayar la gran presencia de familiares, en especial abuelas maternas y paternas, involucradas en el cuidado infantil. Las edades de éstas difieren según el tipo de cuidadora (familiar y no-familiar remunerada).

Entre las cuidadoras no-familiares remuneradas se ubican las más jóvenes, en edades que oscilan entre los 29 y 33 años, mientras que la edad de las cuidadoras familiares –generalmente abuelas y bis-abuelas – es bastante superior y oscila entre 40 y 75 años, aunque la edad más común entre este tipo de cuidadoras se encuentra en la franja de los 50 y 60 años.

En cuanto al estado civil de los entrevistados, nos encontramos con solteros, casados o parejas en unión libre.

En lo que refiere al campo aquí realizado, las solteras (todas mujeres) se correspondieron con un hogar monoparental y el resto extendidos. La presencia de las madres solteras en hogares extendidos puede entenderse a la luz de embarazos no planificados y sin apoyo del padre de el/la futuro/a niño/a. Sucede que, en general, las ahora madres no se habían emancipado por lo que se encontraban aún viviendo en el hogar nuclear de sus padres

Por otra parte, los hogares nucleares se conformaron por parejas casadas o en unión libre. La cantidad de años de noviazgo de estas parejas oscilaron entre 1 y 12, mientras que sus años de casados o de convivencia en unión libre variaron entre 2 y 9 y 2 y 11 años respectivamente.

De la misma forma, en lo que concierne a los modelos de aportante de los hogares, si bien se encontró una variedad de tipos, predominaron el de aportante único (Bread Winner System) y una suerte de Dual Earner System, pero con una diferencia de ingresos muy inclinada hacia el hombre.

Cabe destacar, por otra parte, que no se encontraron hogares con pautas rol de género “tradicionales” o “liberales” puras. Las mujeres que no se encontraban trabajando consideraban su situación como temporal y esperaban reinsertarse en el mundo laboral en breve.

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5.3.Estrategias de los hogares para la utilización de sus derechos laborales en el marco del cuidado infantil Las licencias paternales son una de estas cuestiones en las que los derechos otorgados por ley no son suficientes para las familias y quedan a disposición de las normativas privadas en cada caso.

Los noveles padres entrevistados en este estudio utilizaron la estrategia de guardar su licencia anual y tomársela cerca del momento del parto, muchas veces sin contar los 3 días “legales” de licencia dentro de estos. “Y él, bueno, él licencia…en realidad hay una ley que te dan 3 días, pero ta, él se había tomado la licencia…ya se había guardado la del año anterior para tomársela cuando naciera, para poder estar… toda su licencia se la guardó para…” Penélope

Sin embargo, es difícil llamarla en todos los casos una “estrategia individual” (solo posible en caso de contar con la licencia acumulada), ya que la decisión del empleador tiene una fuerte incidencia, debido a que algunas empresas imponen condiciones sobre el cómo tomarse la licencia anual. Por otra parte, como fue mencionado en el marco teórico de este documento, con la lactancia sucede algo semejante. Por derecho, durante los primeros 6 meses de vida del niño, las madres obtienen el beneficio de tener 30 minutos de descanso a la mañana y a la tarde para ordeñarse. “Tenía lo que era estricto la ley, una hora menos para trabajar, por amamantar y podía extraerme. En realidad me podía ir al baño las veces que quisiera, a extraerme, pero en realidad no podes tanto. Ponele que iba dos veces, 40 minutos cada día. Le dedicaba una hora y media a eso.” Mariela

En casos en los cuales los jefes permiten el ordeñe sin descontar el tiempo de descanso, algunas mujeres utilizan esta hora total como estrategia de reducción de la jornada laboral. Lara y Penélope, por ejemplo, utilizaron esta estrategia. “Porque en realidad, Lara por ejemplo, todavía sigue estando con el horario maternal. Si bien hay empresas privadas que te lo dan, después te lo piden, a ella no se lo han descontado y no se lo van a descontar en realidad, van a esperar a que ella vuelva a su horario normal.” César

Penélope a su vez, solicitó a sus jefes reducir su horario de trabajo una hora más (ésta si descontada de su sueldo) para poder estar más tiempo con su hijo: “Una hora, bueno, te la pagan y no la trabajas. Y otra hora yo pedí que me las descontaran…No me hicieron problema ni nada” Penélope

En un sentido similar, una de las cuestiones que más indigna a las familias con hijos menores de dos años es la distancia entre la legislación relativa a los empleados públicos y privados.

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Al igual que lo que sucede con la hora de lactancia en el ámbito privado, el medio jornal al que tienen derecho las empleadas públicas por motivos de lactancia, es visto más como una oportunidad/estrategia para la madre de pasar más tiempo con su hijo, que un derecho vinculado a la lactancia en sí misma. “Claro lo que pasa que el trabajo principal mío es público entonces no tienen mucha opción al ser publico te dan todos los meses de licencia que te corresponden y después el medio tiempo” Celeste “Una de las cosas que considero totalmente mala, es que por ejemplo, un empleado publico, la madre tenga más horas libres que el empleado privado, porque los hijos son iguales, no hay una diferencia, entonces me parece que hay como un balance de cosas que no la considero bien” César

Diana, que también trabaja en el ámbito público, al preguntársele acerca de si las políticas públicas actuales toman en cuenta las necesidades de las familias con niños pequeños, responde que “Los que están trabajando en lo privado te digo que no...en lo publico por lo menos el medio jornal sí. Sino 7 horas al ser tan chico, no.”

5.3.a. Licencias paternas Vs. maternas La cuestión a la que aquí se refiere muestra las consecuencias de la inequidad de

género existente el la legislación actual ya señalada desde el marco teórico. Paradójicamente, la misma no sólo perjudica al hombre –con la ya explicitada pérdida de los días acumulados de ocio- sino también a la mujer, en un número importante de sentidos.

En primer lugar, la impresión de que la licencia maternal es una licencia extensa mientras que el padre “continúa trabajando”, puede llegar a generar roces en hogares con pautas de valores más tradicionales: “Juan le pasaba que me decía: “vos tenés la licencia maternal vos levantate de noche” y en realidad todas las mujeres te pueden decir que en la licencia maternal no descansas ni un minuto” Mariela

En segundo lugar, la presencia del padre en el hogar en los momentos posteriores al embarazo es fundamental según el discurso de varios entrevistados/as. Esta, favorecería la recuperación de la madre del proceso de parto que muchas veces tiene serias consecuencias de salud para la mujer. “…me parece bien que tendrían que haber licencia para padres, tal vez tendrían que ser del mismo tiempo que la madre, que también estaría bien, porque en realidad hay que ayudarla a la madre, sino tiene que estar otra persona que la esté ayudando sino al principio es más difícil.” César Además, podría agregarse que ello no sólo redundaría en la salud de la madre –y del hijo consecuentemente- sino también en una más sencilla reinserción laboral de la mujer posteriormente a la licencia.

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5.4.Conciliación entre Mundo Productivo y Mundo Dom estico: factores que la determinan

La noticia de la próxima llegada de un hijo (haya sido este buscado o no) implica una enorme cantidad de cambios y desafíos para cualquier hogar, sin importar su tipo, tamaño o nivel socioeconómico.

De formas distintas, la etapa reproductiva y de crianza modifica la forma en que los miembros del hogar concilian el mundo productivo y domestico. Aspectos tan disímiles como hacer espacio en la agenda diaria para consultas médicas, obtener información sobre como afrontar los cambios y costos venideros, llegar a un acuerdo en como los afrontará el hogar así como definir una configuración de cuidados para el futuro niño/a son algunos de los retos con los que padres y madres deberán enfrentarse

Aproximarse al cómo y porqué deciden los hogares determinadas formas de conciliación entre sus mundos domésticos y productivos es el cometido del presente capitulo. En particular, se hará énfasis en tres factores que se consideraron determinantes en el resultado final de la mencionada conciliación:

� Los recursos con los que cuentan los hogares para el cuidado y la posibilidad y costos que tiene su activación

� Las ideologías de género de los responsables del cuidado del niño y su papel en las configuraciones resultantes

� El modelo de percepción de ingresos del hogar y la posición en el mercado laboral de los distintos encargados del cuidado

En la sección dedicada a las ideologías de rol de género, se incluirá un apartado

centrado en las fuentes de información sobre cuidados (embarazo, lactancia y primeros meses) utilizadas por los hogares, así como a qué miembro/s de la pareja consideran responsable/s de la misma.

Mientras que en la abocada a la posición en el mercado laboral, se abordará brevemente la cuestión de la dificultad de hacer compatible crianza, trabajo y estudios.

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5.4.a. Recursos y activos para el cuidado de los ho gares de NSE medio

Es relevante comenzar esta sección señalando que la conciliación entre dos tipos de tareas ambas ampliamente demandantes y –en ocasiones- con contradictorias necesidades, será siempre más sencilla en la medida en que el hogar cuente con un “superávit” de recursos para afrontarlas; con recursos ilimitados, no sería tan complejo para un núcleo familiar conciliar los ámbitos productivo y doméstico. Sucede que la mayoría de los hogares de nuestro país –y del mundo- no cuentan con esta posibilidad y poseen un número limitado de recursos materiales, económicos, humanos, “temporales”, etc., para hacerle frente a las vicisitudes a las que se enfrentan en su sociedad. La cantidad de recursos que posean estos hogares o, utilizando terminología más adecuada, la cantidad de activos (recursos plausibles de ser movilizados) serán determinantes a la hora de acceder o no a una gama más amplia de posibilidades o configuraciones del cuidado, que permitan mantener -en la medida posible- un bienestar relativo del hogar en su conjunto así como de sus miembros individuales. Tal como ya fue señalado: “Todos los bienes que controla un hogar, tangibles o intangibles, se consideran recursos. La idea de activo (…) en cambio, se refiere al subconjunto de esos recursos que componen aquellos cuya movilización permite el aprovechamiento de las estructuras de oportunidades existentes en un momento, ya sea para elevar el nivel de bienestar o para mantenerlo ante situaciones que lo amenacen” (Kaztman, R., 1999, pp. 31)

5.4.a.1.El Estado

Al preguntarnos quién provee a las familias de NSE medio de los recursos necesarios para la configuración del cuidado infantil en edades tempranas, nos encontramos ante una estructura de oportunidades en la cual el Estado tiene un papel débil con respecto a esta asignación de recursos.

A la luz del relato de los/as entrevistados/as se percibe al Estado como fuente de recursos únicamente en áreas tales como la salud, destacando de forma positiva la “estructura sanitaria” que en el marco de la reciente reforma de salud, beneficia la población con niños/as menores: “Por otro lado todo lo que se ha hecho últimamente por el sistema de salud en el caso nuestro, no lo sentimos porque antes teníamos, pero amigos que tenían hijos han visto un cambio importante en lo que es el gasto que tenían mensual de salud” (César)

Otro recurso estatal disponible para las familias con hijos pequeños, es el de las Asignaciones Familiares. Cabe destacar que en el marco del trabajo de campo hubo solo un caso en que se mencionó este recurso estatal, en tanto en ese hogar se percibe dicha prestación19. Esto puede explicarse dado que el tope de ingresos totales para la

19 A pesar de contar con el derecho de recibir las Asignaciones Familiares, este hogar no había calificado como población destinataria de los centros CAIF.

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percepción de Asignaciones Familiares es de 10 Bases de Prestaciones y Contribuciones (aproximadamente $20.000 a enero de 2009) en hogares con hasta 2 niños, el cual aumenta según la cantidad de hijos. (Banco de Previsión Social: Derechos y obligaciones (Banco de Previsión Social: Derechos y obligaciones, en: http://www.bps.gub.uy/Madres/do/AsignacionFamiliar.aspx?menu=domadres) Ingreso probablemente menor al total del percibido en los hogares entrevistados.

No obstante, en términos de asignación de recursos específicos para el cuidado infantil en edades comprendidas entre 0 y 2, en general, los/as entrevistados/as destacan la ausencia de servicios dirigidos a poblaciones que no sean vulnerables.

La oferta pública, en este sentido se dirige a poblaciones pobres o vulnerables a la pobreza, destacándose entre los servicios de cuidado, los CAIF y guarderías públicas. Estos servicios no son recursos con los que las familias entrevistadas puedan contar, en tanto no calificarían dentro de la población objetivo a la cual se dirigen.

Si bien no ocurre lo mismo en servicios de educación pública a nivel inicial, entre estas familias los recursos de cuidado infantil provenientes del Estado son inexistentes.

Por lo tanto las alternativas se limitan a que el cuidado infantil sea provisto por el mercado -mediante la compra del servicio a cuidadoras y/o en jardines privados- y/o en gran medida por parte de familiares, generalmente abuelas paternas y maternas.

La compra de servicios en el mercado esta sujeta a la edad del/la niño/a, ya que, en edades tempranas, los padres y madres se inclinan por servicios de cuidadoras. Esto se debe a que no se desea institucionalizarlos aún, debido a su grado de dependencia y el riesgo de contraer enfermedades al entrar en contacto con otros niños20.

Generalmente, es recién luego de cumplido el año de vida de los niños y niñas que las familias que forman parte de nuestro estudio comienzan a considerar la compra de servicios de cuidado proporcionados por los jardines de infantes o guarderías.

La familia, entonces, constituye quizás el activo más importante del que los hogares hicieron uso como medio para conciliar el mundo laboral y el doméstico. Como se refleja en la siguiente cita: “más que nada la familia…después esta otra gente pero…más que nada la familia” (Penélope)

Mercado y familia En la estructura de oportunidades existente para las familias de NSE medio con hijos menores de 2 años en nuestro país, son el mercado y la familia las que cobran una mayor predominancia, ya que el Estado únicamente asegura las necesidades de salud de los niños y de licencias laborales parciales de sus padres (siempre que uno de los padres se encuentre inserto en el mercado formal). Entonces, el nivel de ingresos de un hogar junto al capital “familiar” de los mismos, se convierten en los dos activos fundamentales.

20 Ver sección dedicada a los Jardines de Infantes

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5.4.a.2.La relevancia del capital económico

En primer lugar, debe señalarse que el diseño de investigación aquí planteado, al estudiar únicamente a las familias de NSE medio, si bien no transforma al capital económico en una constante, reduce enormemente su variabilidad.

A pesar de esto, al tomar un concepto de NSE medio “amplio”, la dispersión de los ingresos de las familias estudiadas no fue tan baja.

Encontramos familias de NSE medio-alto para las cuales el contratar cuidadoras de media jornada no implicaba un gran gasto (cuidadoras que en general cumplían también la función de servicio doméstico); familias que -no encontrándose obligadas- optaban por remunerar a una cuidadora familiar para “dignificar” el cuidado y asegurar cierta regularidad en el mismo; otras en las cuales la mujer debía de decidir si continuar o no en su trabajo (ya que alcanzaría únicamente para cubrir los costos de un cuidado part-time); familias en las cuales las mujeres trabajaban y cuidaban al unísono desde el hogar sin ayuda alguna; y otras que hasta necesitaban de apoyo económico externo.

Particularmente en esta etapa, contar con ingresos un tanto superiores al costo de

vida básico, le permite a la familia tener cierto margen de maniobra en aspectos de diversa relevancia para el cuidado de niños menores de dos años: desde solventar los nuevos costes de comida, vestimenta y medicinas del niño; pasando por el pago de cuidadoras privadas o jardines y/o la contratación de cuidados esporádicos que permiten a los padres tener un mínimo de tiempo libre o de ocio para sí. “No, todavía no hemos salido nunca solos. Salvo a trabajar, a vender la revista. Que lo usamos como algo para estar nosotros, pero no, no hemos tenido tiempo. Tema de plata también… Porque, digo, como todo a veces, implica tener plata para salir, más tener plata para que cuiden a Marcos. Y es mucha plata, y no está fácil” Verónica (hogar de menores ingresos)

En última instancia, las familias que podrían pagar una cuidadora –lo terminen haciendo o no-, siempre cuentan con una opción más. A menor cantidad de activos económicos más constreñida se encontrará la vida de estas familias. “En realidad es medio difícil recurrir siempre a la familia, porque cansás, o sea, si vos tenés la posibilidad de pagar a alguien, en realidad si encontrás a alguien de confianza y que te guste, me parece que está bueno, o sea si uno encuentra y tiene la posibilidad de pagar porque sino la familia se cansa de cuidar constantemente nietos” Clara (hogar de mayores ingresos)

Asimismo, como se verá más adelante, al crecer el niño, el disponer de capital suficiente como para solventar el jardín (ya que las opciones de cuidado público son casi inexistentes) es otro aspecto en el cual el capital económico es fundamental para la estrategia de cuidados familiar. “Además viste que gastas plata…a la edad de ellos es privado, no hay jardín (público)” Ana

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5.4.a.3. La relevancia del capital social familiar: calidad, cantidad, y proximidad Tal como se propuso, los hogares de NSE medio tienen muy bajas posibilidades de acceder al Estado como fuente de protección en lo relativo a los cuidados infantiles de niños/as tan pequeños, así como un acceso variable pero limitado en lo que refiere al Mercado. Las familias entonces cobran una papel fundamental en lo que hace a los sistemas de protección de los hogares con niños menores de dos años: el contar con activos (y no simplemente recursos) familiares es vital. Los familiares directos, fundamentalmente las abuelas maternas y paternas, son –luego de la propia pareja parental- las que se encontraron más involucradas en el cuidado de los niños menores de dos años. La mayoría de las veces, fueron las propias abuelas las que se voluntarizaron para ayudar a los padres del niño/a con el cuidado, algunas por el propio deseo/gratificación que les provocaron sus nietos y otras, también debido a que tomaron en cuenta la situación del hogar de sus hijos y dejaron de lado propias actividades. “Soñaba con tener un nieto y poder cuidarlo, la verdad, no?... Soy una mamá de tiempo completo” Gloria “… (Después) me dedique a hacer cocina, lavado de ropa. Cuando quedó embarazada Lara ella me dijo que “lo que mas me duele es que a los tres meses tenía que poner al bebe en un jardín” y yo le dije “no, mira, yo estudio pero no por una obligación. No hago nada y yo te lo cuido” Berta (cuidadora) La activación de este recurso de cuidado no depende únicamente de la “presencia” de las abuelas. Factores como una buena y fluida relación, la cercanía geográfica, la condición física, mental y/o laboral de las abuelas, así como de su deseo y tolerancia para el cuidado de niños pequeños son esenciales. “… mi suegra los cuido durante 6 meses. Y ahora, como ya no los puede cuidar más (…) En realidad se cansó. Se cansó de estar con niños y decidimos arreglarnos de otra manera, y la única opción es mandarlos al jardín” Ana

A pesar de que estos temas serán tratados -con diversa profundidad- más adelante (en el capítulo referido a las distintas configuraciones de cuidado), es pertinente reflexionar aquí sobre una cuestión teórica de relevante:

Si bien hasta ahora la bibliografía especializada ha señalado la relevancia del modelo de aportante de los hogares donde viven los niños, las características del hogar en que se crió, crió a sus hijos y/o vive la cuidadora principal también podría tener un papel importante. Si la cuidadora se crió con valores y pautas tradicionales, asumiendo un rol de “ama de casa” durante todo su ciclo reproductivo y/o aún continúa inserta en un hogar

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donde conserva este status, es más probable que cuente con el tiempo y la disposición necesarias para abocarse al cuidado de sus nietos/as. Al decir de una de las cuidadoras entrevistada: “Me gusta mucho, por que tengo paciencia. Me gustan mucho los niños, estar, dedicarle tiempo…primero ellos, y después los demás. Desde que tuve mi primer hijo fue así… yo estaba sola, y los cuidaba todo el día sola, porque mi esposo estaba trabajando.” Gloria Tal como ha señalado en relación a los cambios sociodemográficos y culturales de la familia moderna, a medida que las nuevas generaciones adopten este lugar de “abuelas”, es probable que más y más mujeres se hallen –aún- insertas en el mercado laboral y se encuentren menos acostumbradas y/o deseosas de ejercer roles de cuidado “full-time”.

En otras palabras, el recurso de las abuelas para el cuidado será –en términos relativos- cada vez menos activable; esta es una temática relevante que –creemos- debe ser profundizada en futuras investigaciones.

Casos como los hogares de Ana y Leticia, los cuales no contaban con la disposición de las abuelas para un cuidado “full-time”, evidencian las consecuencias que tiene esto para la conciliación entre el mundo productivo y doméstico: “Cuando mi hijo nació, a los 3 meses que tenía que volver a trabajar, no tenía quien lo cuidara y renuncié” (Ana) “Yo no tenía a quien recurrir, por eso surgió la idea de no trabajar. Primero era para no perderme los momentos de Sebastián pero también era por un tema de necesidad.” Alicia Por otro lado, además del rol de las abuelas en el cuidado, los abuelos y abuelas en su conjunto pueden constituir una fuente secundaria de ingresos para los hogares en la etapa inicial del ciclo de vida familiar, correspondiente al nacimiento de los primeros hijos. En las entrevistas realizadas esto cobró especial relevancia en los casos de las madres solteras, donde los recursos para solventar los cuidados del niño/a recaerían sino en una única persona. El padre de Susana, por ejemplo, le donó el capital inicial para formar su actual empresa y también paga la sociedad y el jardín de su nieta. Un ejemplo un tanto diferente de ayuda económica de abuelos/as es el caso de Vanesa, que vive aún con sus padres en un hogar extendido y sostiene que “yo acá en la casa de mis viejos no tengo que ayudar en nada, debería, pero ellos me dan una mano y yo no gano tanto tampoco.” Otro aspecto que se destacó en relación a lo familiar fue el peso de la familia ampliada para el cuidado: los parientes -no abuelos- que se encuentran fuera del hogar. En este sentido, se resaltó la relevancia de contar con el apoyo de tías, sobrinas y primas para el cuidado de los menores, familiares todas mujeres ya que, tal como ha sido señalado repetidas veces, el cuidado se encuentra fuertemente feminizado. Si bien no es un aspecto con el que contemos con suficiente información, parecería ser lógico que el número de familiares no directos “activables” para el cuidado sea relevante. Las parejas entrevistadas que poseían familiares no directos con los que

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mantenían buenos vínculos lo destacaron como un aspecto positivo, fundamentalmente como un respaldo en caso situaciones puntuales o de emergencia. Por otro lado, no solo se destacó la cantidad de familiares con los que se tiene vínculo, sino que la proximidad geográfica de los mismos parecía ser un factor de peso en las posibilidades de algunos hogares de activar los recursos, constituyendo en un caso una estrategia de la familia toda. El ejemplo más paradigmático es el de la familia materna de Penélope que, si bien se encontraba separada en distintos núcleos habitacionales (al menos cuatro), estos se concentran en una misma cuadra. La pareja entrevistada los mencionó como una fuente importante de cuidado esporádico; en un mismo sentido, sobre su suegra y principal cuidadora, también dicen que “esta acá a unas cuadras” (algo similar sucede con la familia de Mariela, numerosa y que también habita a poca distancia de su hogar). Estas estrategias de residencia evitan -de cierta forma- la perdida de tiempo y dinero en locomoción y –fundamentalmente- el traslado constante del niño pequeño que, cuanto menor fuera su edad, mayores complicaciones trae. En suma, poseer una base de activos económicos y familiares facilita en gran medida –aunque no resuelve- la conciliación del mundo doméstico con el productivo.

Al disminuir ambos tipos de capital (económico y familiar), el hogar se encuentra cada vez más atado a las circunstancias, probablemente sufriendo una disminución –se espera temporal- en el bienestar general de los miembros del hogar para lograr asumir estos nuevos costos.

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5.4.b. Las ideologías de rol de género de los padre s: su papel en la determinación de las configuraciones de cuida do resultantes

Tal como se señaló, el cuidado infantil tanto como la realización de tareas domésticas se encuentran fuertemente feminizadas. Sin importar el NSE, tipo de hogar, educación y/o barrio de residencia, esto parece ser una constante.

Por otro lado, a pesar de esta persistencia, el “grado” de feminización así como las formas y configuraciones de cuidado que adoptan los hogares son muy diversos.

El género, particularmente lo que autores norteamericanos (Hall, L. D., Schmiege, C. J., Zvonkovic, A. M., 1994) denominan gender role ideology (ideologías de rol de género; pautas de comportamiento asociadas a roles estereotipados del hombre y la mujer en la sociedad) juega un importante papel en la preferencia y determinación de distintas modalidades de cuidado infantil.

Tal como proponen las mencionadas autoras, la participación femenina en el trabajo pago es entendida de distintas formas según el prisma ideológico (los ideales de género propios) con el que se la mire: “women's participation in paid work is viewed differently depending on one's gender role ideology” (Hall, L. D., Schmiege, C. J., Zvonkovic, A. M., 1994, pp. 153)

Concordando con esta propuesta, se distinguirá en el análisis entre dos tipos ideales de estas ideologías o concepciones:

Por un lado, las versiones más “tradicionales”, en donde el rol femenino se asocia fuertemente al cuidado y la realización de las tareas domésticas -mientras que el masculino a la provisión del sustento económico- y, por el otro, las corrientes más “liberales”, en las cuales el rol de mujer y hombre en la sociedad son mucho más heterogéneos e igualitarios.

Si bien las autoras proponen que existe cierta vinculación entre las prácticas o conductas efectivas y los modelos de rol de género (por ejemplo, que en un hogar del tipo Dual Earner donde las mujeres trabajen, los miembros tenderían a ser más “liberales”), es posible que sean las circunstancias más que el deseo –como producto de este tipo de ideología- las que lleven a que la mujer se quede o no en el hogar.

En este sentido y, a modo de operacionalizar estos conceptos, en el análisis del campo de este estudio se prestó especial atención no sólo a cómo era descrita la configuración actual de cuidados en los discursos de los hombres y mujeres, sino también: a los ideales de cuidado que los padres tenían; la concepción de cada uno sobre lo que debería de hacer la mujer como madre; y la relevancia de la carrera/trabajo en la vida de cada persona.

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5.4.b.1.Un cambio intergeneracional: de la mamá “me cánico” al cuidado compartido

Uno de los primeros aspectos muchas veces omitido al tratar con cuestiones de género en la actualidad, refiere al cambio intergeneracional de las últimas décadas.

La enorme diversidad de concepciones sobre los roles de género que co-existen al día de hoy en una misma sociedad, es una de las primeras señales de este lento cambio.

En este sentido, al ser los entrevistados considerablemente jóvenes todos, se hizo visible –aún en las parejas que esbozaron pautas de género más tradicionales- una amplia brecha con la generación de sus padres y abuelos, personificada en el discurso de algunas de las cuidadoras entrevistadas.

Desde un punto de vista teórico, pautas o ideologías de rol de género tradicionales o liberales puras (tipos ideales) pueden ser consideradas como los extremos de un amplio continuo en el que se ubican diversas concepciones sobre lo que “deberían de hacer” el hombre y la mujer en relación a sus mundos productivo y doméstico.

En lo que refiere al campo de este estudio, no casualmente, uno de los ejemplos más “puros” de una pauta de cuidados y repartición de tareas “tradicional” fue proporcionado por una cuidadora bis-abuela, con dos generaciones de distancia de los jóvenes padres.

A pesar que el hogar en el que cuidaba, la organización del mundo doméstico recaía un tanto más sobre la madre del niño (la propia cuidadora dice: “la mamá es la que marca, sobre todo las cosas del nene.” Blanca) la bisabuela se sorprendía –positivamente- de cómo su nieto ayudaba en las tareas del hogar, ya que en su caso: “Mi marido no tenía la menor idea para que eran los pañales. Una vez él le dijo a la secretaria que no sabía ni si los hijos estaban vacunados. Con los nenes era como cuando llevaba el auto al taller, confiaba en el mecánico. ¡Mira que comparación! Parece que yo era el mecánico de la casa.” Cuidadora Mariela

Aunque probablemente en menor –o con distinta- intensidad, al igual que las cuidadoras abuelas, las madres de la generación previa también se encontraron a cargo de la vida doméstica cuando criaron a sus hijos: “Trabajaba cuando me casé. Cuando quedé embarazada tuve la ventaja de que mi esposo me dijo “no, quedate cuidando a los chiquilines, no trabajés” y ta, me dediqué nada más a criarlos a ellos.” Cuidadora Berta

Una de las madres entrevistadas, al relatar sobre quién la ayudó a informarse sobre los cuidados del bebé, plantea la situación con humor: “mi madre, mi padre…bah, en realidad mi padre no sabía nada de eso, (se ríe)” Susana

La distancia entre estas generaciones, es señalada también por una de las entrevistadas madres: “Y como que la gente un poco te juzga por estar tanto fuera de tu casa, tener un nene chico y trabajar 8 horas. Todo el mundo te pregunta si no te

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evaluaste, cómo podés...por qué no planteas trabajar medio horario… Y más la cultura, la gente mayor.” Mariela

En el otro extremo del mismo argumento acerca del cambio generacional, encontramos que en ninguno de los hogares las mujeres entrevistadas se vislumbran a si mismas como “amas de casa” o cuidadoras “full-time” de por vida.

Sucede que en la sociedad actual, la mujer con intenciones de formar una familia y procrear se enfrenta al desafío de cumplir un doble rol y, a pesar de ser en muchas ocasiones la principal responsable por el cuidado de su hijo/a, no abandona (al menos para las madres aquí entrevistadas) sus aspiraciones laborales, profesionales y/o académicas.

Sin importar la estrategia de cuidados que decida (o se encuentre sometida) el núcleo familiar, abandone o no la mujer el mercado laboral (por propia voluntad o por la fuerza de las circunstancias), “tener un espacio para sí”, “algo propio” es muy valorado por todas las madres entrevistadas; un individualismo positivo y sano en la mejor de las acepciones del término: “Pero también, es bueno tener mi espacio, porque sino estaría…él es re de estar encima mío, y sino no me daría tiempo de nada, ni de pensar, ni ser persona (se ríe)” Lara “Esta bueno tener lo tuyo, a pesar de que mis padres me dijeron que me bancaban si yo quería seguir estudiando solamente, pero ta, prefiero trabajar. En realidad tendría que trabajar menos porque ta, trabajo nueve horas y por un tema de mi hijo de estar con él, pero bueno, el tema del trabajo era algo que lo necesitaba yo en realidad” Vanesa “Igual a los dos nos gusta tener un trabajo por el tema personal, por el desarrollo, porque no es sano estar todo el día cuidando niños. Aunque con todo el amor del mundo, no es algo sano, porque no salís a la calle, no tenés vida social, no ves otras personas, no hablás de otras cosas.” Ana Y esta no es una cuestión únicamente femenina; para varios hombres es esencial que sus parejas tengan este espacio: “Incluso él, cuando yo estaba mal que iba a empezar a trabajar, me re tiró para adelante, que viera que yo también tengo vida, que no me quedara. Porque si era por mi, como que me quedaba todo el día abrazada a Martín y no hacía nada. Porque es como que te cambia tanto. Y él como que siempre intenta sacarme, tirarme el cable a tierra, que sigo siendo una persona y necesito mi espacio” Lara

Por otra parte, en casi la totalidad de entrevistas se pudo corroborar que cuando un hogar se ve forzado a “absorber” horas de cuidado, es la mujer la que deja de trabajar y no el hombre. Si bien esta decisión es tomada por la pareja en su conjunto (aspecto corroborado tanto el discurso de los hombres como de las mujeres) continúa siendo significativo que es la mujer quien siempre debe relegar su vida profesional/laboral. “Es más, cuando yo plantee la idea de seguir trabajando o no, él me apoyó mucho con la idea de no. (...) Y ta, fue él el que me incentivó a quedarme más tranquila en casa con él.” Alicia

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A modo de resumen de lo hasta aquí expuesto, no se intenta afirmar que la ideología de rol de género tradicional ha desaparecido, sino simplemente que es mucho más difícil encontrarla en un tipo puro: la participación masculina en el cuidado de los menores; su cuota en la realización de tareas domésticas; tanto como la relevancia personal del trabajo/profesión para las mujeres; es considerablemente mayor –creemos-que una y dos generaciones atrás.

A pesar de ello, por el propio hecho de ser la mujer la que carga con el niño en su vientre durante nueve meses; sufre consecuencias físicas del embarazo y el parto; y tiene un vínculo y papel primordiales y diferenciales durante los primeros meses del bebe (destacándose el amamantamiento del niño); el cuidado difícilmente podrá ser 100% equitativo.

La equidad, como la pensamos nosotros, se verá reflejada entonces (además de en una igualdad relativa en el reparto de tareas) en los grados de planificación y responsabilidad conjunta del cuidado, las concepciones sobre la relevancia del trabajo en el desarrollo profesional y el uso diferencial del tiempo libre. El género en la planificación y división de responsabilidades en el cuidado infantil

Identificamos tres grandes “tipos” de hogares en lo que refiere a la planificación y división se responsabilidades en el cuidado en la pareja parental o encargados del cuidado.

Es claro que esta categorización no es exhaustiva, sobre todo teniendo en cuenta que algunos hogares pueden tener pautas de rol muy tradicionales sobre un área y mucho más liberales en la otra (por ejemplo, tareas domésticas y cuidado respectivamente) o variar en distintos momentos del tiempo.

Lo que se intentará, entonces, es simplemente describir tres tipos de configuraciones en la división de tareas de las parejas parentales entrevistadas. Asimismo, se le dedicará un apartado a la situación de las madres solteras, enfatizando problemáticas relevantes para ellas en relación a los roles de género.

5.4.b.2.Hogares con una clara predominancia femenin a en el mundo doméstico

En ciertos hogares entrevistados la organización de la vida doméstica, de forma similar –aunque no idéntica- a la de las ideologías de rol de género más conservadoras, recaía fundamentalmente en la madre del niño.

Cuidado y tareas domésticas eran responsabilidad casi única de la mujer del hogar:

Sobre la distribución de las tareas domésticas Juana sostiene: “y no, en casa lo que pasa es que yo me encargo de la limpieza y de cuidar a Maxi. Ta, a veces la comida si, a veces cocina él a veces cocino yo. La comida nomás.” Juana “A mi me cambió. A todos, yo creo que a todos, pero sobre todo a mi. Yo estaba acostumbrada a estar sola todo el día, trabajando, haciendo las cosas de la casa y ahora yo tengo que hacer muchas más cosas porque me requiere mucho más tiempo.” Verónica

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En este caso, la pareja de Verónica es conciente de esta situación y enfatiza su

incapacidad en el llevado a cabo de las tareas hogareñas: “O sea, yo trato, trato de ser lo más servicial posible. Pero el tema de limpieza de casa yo como que soy un peoncito doy una mano cuando en realidad, bueno, eso yo se que está mal y eso hay que ajustarlo en realidad. Verónica es la que se encarga de relativamente todo. O sea, yo no puedo venir y cocinar, primero porque no sé. Tengo que venir y estar con Marcos para que Vero pueda hacerlo. En realidad no, en realidad la que se encarga es ella de todo. Yo no me doy cuenta cuando está sucio o no.” Víctor

Si bien en menor medida que los casos anteriores, el hogar de Mariela (en el cual la cuidadora bisabuela se sorprendía de cómo su nieto ayuda a su mujer en la realización de ciertas tareas domésticas), al menos en lo que refiere al cuidado íntimo del niño, podría ubicarse también en esta categoría.

Al decir de la madre: “El cuidado es ambos, pero el 90% de las veces lo baño yo y le doy de comer yo. Lo básico, soy yo.” Mariela.

Este caso reviste de una característica muy interesante para el análisis: el modelo de aportante de ingresos del hogar de Mariela es de Dual Earner, ambos son profesionales, trabajando en condición de dependientes y similar cantidad de horas y, en ciertos períodos, ganando ella un sueldo mayor al de él.

Compartiendo todos los rasgos del hogar anterior excepto el ejercicio libre de la profesión del hombre, en el hogar de Leticia se da una situación similar de inequidad en el trabajo no remunerado dentro del hogar: “…en cuanto al bebe mi esposa se hace cargo básicamente de todo, (pero) ta, si bien si hay que hacer algo yo lo hago, bañarlo algo de eso alguna cosa puntual” Leonardo “Por más que él (el bebe) duerma toda la noche, igual vivís cansada. Porque por más que el se duerma a las diez u once, yo me acuesto a la una. Y si él se despierta a las ocho, yo me levanto a las siete, así puedo desayunar y organizar la casa, hacer el bolso de él, darle de comer y después me visto y me voy. Y me acuesto después porque me baño, ceno, esterilizo mamaderas” Leticia

Un dato no menor, es que este hogar, debido a la independencia laboral del padre, intentó dejar a su cargo el cuidado del niño, pero no funcionó. Tal como se señaló con anterioridad, este tipo de arreglo –a pesar de no haber prosperado- estimamos hubiera sido mucho más difícil de encontrar dos generaciones atrás: “Lo que sí a veces, ahora cada vez menos, me quedaba yo con el bebe y sacrificaba un momento así del día del trabajo para cuidarlo. Pero ta, también fuimos viendo como íbamos resolviendo y después vimos como que lo que probamos no funcionó” Leonardo

En un sentido similar, si bien también en lo que refiere a las tareas domésticas Leticia carga con la mayor parte, la repartición no recae 100% sobre ella: “…después la parte de la casa, de lo que es la limpieza, ta, si bien tenemos una persona que viene una vez por semana a limpiar, si hay que hacer algo por lo general lo hace

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mi esposa o de la parte de comida, cocinar lavar o hacer la cama eso lo hago yo, no se cuando quedo decretado esto, pero se fue dando así”. Leonardo

Asimismo, fundamentalmente en el período post parto, durante la licencia –no por derecho sino acumulada- que se tomó el padre, su presencia y colaboración en la casa fueron esenciales. Este aspecto, que se repite en la gran mayoría de las entrevistas, lo sintetiza muy claramente Lucía en su discurso:

“…cuando recién nació, antes de que empezara a trabajar, de noche nos levantábamos los dos, el lo cambiaba mientras yo después le daba de comer, sobre todo al principio que a mi me dolía la episiotomía se levantaba él, se levantaba cada tres horas, después él empezó a trabajar y yo ya me sentía mejor, entonces obviamente me levantaba yo.” Leticia

Las ideologías de rol de género “tradicionales” de este tipo de parejas, tienen quizá su efecto más nefasto para las mujeres en lo que refiere al manejo del tiempo libre.

Si bien la pareja como conjunto ve enormemente reducido su tiempo libre, de ocio y horas de sueño, son las mujeres las que señalan la casi total carencia de tiempo libre: “¡Mirame! Me acuesto a las 4 de la mañana, me levanto a las 8.30 ¡¿Qué ocio?! ¡No tengo ocio!” Verónica “No tengo tiempo libre, desde que nació no (…) no tengo opción de gimnasia, no tengo opción de…opté por venirme caminando 2 veces por semana del trabajo porque…tengo que llegar, tengo la presión de que la abuela estuvo todo el día… (…) Yo soy, todos los programas es con él. Juan es más, ha podido seguir mucho más independiente” Mariela “…en realidad todas las mujeres te pueden decir que en la licencia maternal no descansas ni un minuto. O sea, que estas con el tiempo contado y los dos minutos que tenés libre…porque no dormís cuando el duerme…porque es imposible, cuando el duerme vos te bañas, comés, haces las cosas de la casa…hablás con alguien…estas en el posparto y vas al baño y pasas 40 minutos…son cosas que no las evalúa la sociedad…” Mariela

Felipe, que mantiene su actividad de ocio (dirigir un equipo deportivo los fines de semana) comenta: “Te quedás, te corta toda la independencia que vos tenías y vos empezás a vivir para él y lo que necesita. Y tampoco podes agarrar y…dejarlo que lo cuide el otro y yo me voy…de chiquito tratamos de no hacerlo nunca. Yo lo hacía más porque yo soy más de salir con mis amigos que la madre, pero igual, empieza a generar problemas y estas cansado, y uno se empieza a cansar más que el otro” Felipe

Esto no implica que para el padre no hayan costes ni este dispuesto a recortar su tiempo de ocio: Víctor cuenta que deja de salir con amigos para estar con su familia, así como que el cansancio que “se acumula”:

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“Sí, uno llega un poco más dormido. Es evidente. Le cuesta un poco más levantarse para ir a trabajar.” “Sí uno se siente un poco más cansado físicamente o le cuesta un poco más hacer algo, naturalmente por todo el desgaste que va llevando.”

Asimismo, la pareja como entidad es víctima de la reducción de tiempo libre, pero esta no es una característica que se vincule a la inequidad de género en la división de tareas, sino que es un aspecto que se repitió en todas las parejas entrevistadas.

5.4.b.3.Un “punto medio”: ¿Pautas liberales, resul tados tradicionales…o viceversa?

En un segundo grupo de hogares, a pesar de continuar teniendo predominancia el cuidado y tareas domésticas femeninas, la participación del hombre pareció ser considerablemente mayor, tanto en su realización como en la planificación.

En el hogar de Penélope por ejemplo, trabajan formalmente tanto ella como su esposo (aunque menos horas y con un menor salario Penélope) y las tareas de cuidado y domésticas -si bien en cantidad terminan recayendo más sobre la madre- tuvieron un proceso de decisión conjunto y se centraron en la pareja.

Si bien Penélope sostiene que “…tengo que tener todo el tiempo para él más que nada…encargarme yo de él” y en la noche es ella la que se levanta si sucede algo, lo mismo si hay que llevarlo al médico, su esposo se encarga de la cocina y la limpieza, bañarlo, hacerle la comida, la mema y darle de comer: tienen acuerdo en qué tareas realiza cada uno.

Por otro lado, al preguntarle al padre si este había pensado en dejar de trabajar o trabajar menos horas para cuidar a su hijo, la respuesta fue un claro “no”.

A raíz del discurso de ambos padres, la pareja no parecía tener ideales de género muy liberales, ni tampoco tradicionales en exceso: se encontraba más bien en un lugar intermedio.

En estos hogares, al igual que en los de predominancia doméstica femenina, la mujer sale al mercado laboral pero es la que resiente su trabajo durante el período reproductivo, mientras que la distribución de las tareas a la interna de la pareja, si bien no siendo igualitaria, es un tanto más equitativa que la de los hogares antes descriptos; y, por sobre todo, son producto de una decisión conjunta.

Algo similar sucede en el hogar de Celeste, para quien desde su punto de vista tienen “roles diferenciados” pero “equilibrados” en lo que hace a la división de tareas dentro del hogar: “…hay cosas que se van dando sin hablarlas unas si, las otras no, es bastante equilibrado. Por lo menos estamos contentos los dos, no creo que ninguno se sienta sobrecargado.” Celeste

Por su parte Carlos, su esposo, si bien confirma que realiza muchas tareas y que la división fue acordada, reconoce que es su esposa la responsable de coordinar las tareas del hogar y que hubo “cosas para conversar”:

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“Básicamente las tareas de la casa, por lo menos la gerencia, lo administra mi esposa. Yo trato de ayudar en lo que pueda: si comemos, poner la mesa y recogerla; yo soy mas ordenado, capaz que mi esposa no tanto; y lavar, más o menos lo hacemos un poco los dos, tenemos como una distribución que no ha traído peleas pero si cosas a conversar” Carlos

En el caso de Gabriela se daba también una situación similar: “Todas las tareas las hacíamos los dos, en realidad por lo que se diferenciaban era por una cuestión del que esté en casa, el que llegue primero que prepare la cena, pero las tareas los dos por igual. De repente por la hora en que se levanta mi marido yo me levantaba una vez más que el de noche si se despertaba” El tiempo para dedicarle a la pareja, tal como se mencionó, también desaparece: “Si, claro en el primero –hija- y ahora mucho mas con el segundo, los tiempos y en cuanto a la pareja sin duda, ahora nosotros casi ni salimos, porque no es lo mismo dejar a mi madre o a los padres de ella con uno que con dos; y más con uno siendo un bebe… o sea, ahora es mas complicado que antes. Pero con mi hija también porque eso de tener que pensar a quien dejársela y tampoco andar jodiendo o molestando a otra persona todas las semanas, o sea antes salíamos, cuando no teníamos hijos salíamos una vez por semana seguro, y también esta el tema económico que quieras o no afecta también el tema de las salidas, el tema de irnos para afuera, antes éramos mucho de ir bastante seguido para algún lado, algún fin de semana. Ya con mi hija menos y ahora prácticamente casi que no podemos, entonces sí te cambia.” Carlos

5.4.b.4.Parejas “compañeras”: un tanto más cerca de la equidad

Si bien fueron pocos casos, en dos o tres de los hogares entrevistados, padres y madres parecían compartir en similar medida responsabilidades y tareas del mundo doméstico.

Por ejemplo, en el hogar de Ana y Andrés (pareja joven que luego de una situación compleja con cuidadoras familiares deciden enviar sus hijos al jardín y en la actualidad trabajan ambos), tanto en lo que hace al cuidado infantil como a las tareas del hogar “hacen más o menos lo mismo”; “somos bastante compañeros en eso” sostiene Ana.

Es similar la confianza que se tienen como pareja en lo que refiere al cuidado de sus hijos: “Nunca nadie los va a cuidar como nosotros. Él se queda más tranquilo ante cualquier situación que los cuide yo, y yo me quedo más tranquila siempre cuando los cuida él. Confiamos el uno en el otro y en poca gente más que nos rodea.” Ana

El hogar de Lara y César es otro de estos ejemplos. En el discurso global de ambas entrevistas es muy claro, a pesar del énfasis de la madre sobre los cuidados del niño y del padre en la realización de tareas domésticas, el intento de equiparar las responsabilidades tanto en tareas recolección de información, usos del tiempo libre, etc.:

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“Yo soy la que esta más con él, porque yo soy pesada, lo reconozco, mi pareja es más de dejarlo (correr). Él cocina, es como el encargado de la cocina decimos, porque cocina y lava los platos. Yo como que hago el resto de la casa.” Lara “Antes éramos un poco más desordenados. Desde que nació Martín más o menos Lara se encarga de la ropa y yo prácticamente me encargo de todo lo que sea la cocina, de lavar platos, y todo lo demás. Lara se encarga más de Martín y el orden en general del cuarto.” César

En el hogar de Federica y Federico son aún más explícitos en relación a la división de tareas y el carácter igualitario de ambos miembros de la pareja: “Nos repartimos las cosas de la casa en cuanto a la limpieza y comida, mi esposo es quien paga las cuentas y hace las compras, después él los fines de semana aprovecha y está mucho con nuestros hijos y se ocupa de todo casi, por un tema de que quiere estar en esas cosas y le gusta, siempre cambiamos pañales los dos, los bañamos… en fin todo es de a dos, así como también jugamos con ellos, es muy repartido y nos apoyamos mucho. Si yo tengo que trabajar, él se hace cargo de todo y si él necesita hacer algo extra hogar lo mismo, nunca me sentí sola ejerciendo la maternidad y creo que él tampoco, en nuestra casa no se da eso de que tal tarea la hace el hombre y tal la mujer, somos una familia y todos colaboramos” Federica “ Con la pareja pasás a ser un equipo que lleva adelante una familia. Ya no es la casa y las cuentas o los proyectos profesionales y laborales, ahora llevamos adelante la crianza de nuestros hijos y para eso la pareja tiene que estar unida y bueno, es lo que hacemos, mucha familia” Federica “Creo que somos muy de decidir y dividir las tareas de manera muy práctica y equilibrada, la mayoría de las tareas las hacemos a medias. Yo trato de ser el que atienda a los nenes cuando se despiertan mientras estoy en la casa, ya que mi esposa a veces se queda trabajando hasta tarde y quiero que pueda descansar” Federico

Si bien podrían esgrimirse que un número importante de factores se conjuga en estas parejas (ambos son jóvenes, educados, profesionales/ de formación técnica), existe otra variable de peso que esbozaron estos padres –particularmente César y Federico-: una apasionada explicitación de su deseo de ser padres y los beneficios afectivos que ello les traía21.

Al responder sobre los costos afectivos de no ver a su hijo durante varias horas seguidas, César responde: “A mi lo que me pasa es que siento como que me pierdo cosas. Lara lo extraña mucho en el sentido de que está en el trabajo pero su cabeza esta también acá. A mi, de mi parte, lo que me pasa es que me parece que me estoy perdiendo de cosas o que no estoy para cosas que tenía que estar…” “ En mi caso yo ya estaba deseando tener un hijo y todo lo que pudo haber cambiado del resto de las cosas no me afecto” César

21 Si bien no fueron los únicos en manifestar este deseo, fueron los más claros y efusivos.

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“ Por mi lado he tenido pura ganancia afectiva, no he notado costes, capaz el de haber perdido tiempo para disfrutar como pareja” Federico En lo que refiere al uso del tiempo libre, estos padres señalan que han dejado de realizar tareas de ocio por el cuidado de sus hijos pero que no lo resienten, son más importantes para ellos las “ganas” y deseos de ser padres: “Cambió bastante. Yo por ejemplo hice Haikido hasta 3 meses antes que naciera Martín y me incidía mucho tiempo porque era 3 veces por semana 2 horas y media (…) no lo seguí, por un tema de que tenía que dar exámenes, ir a practicar… y mi cabeza no estaba en la practica sino que estaba con el tema de Martín y directamente lo dejé. No lo siento como que fue algo que dejé de hacerlo, es una etapa que pasé, ahora estoy en otra y quiero disfrutar de esto.” César “Antes tenía más actividades con mi grupo de amigos y más tiempo para mi. Ahora trato de hacer la mayor cantidad de tareas del hogar que puedo para poder devolverle algo del tiempo libre que mi esposa ha sacrificado. Igual disfruto más de las cosas simples y de estar con mi familia todo el tiempo que pueda. Han sido cambios positivos para mí. Hoy en día leo menos que antes pero me importa poco” Federico Por el otro lado, la vivencia de las madres sobre su tiempo libre continúa siendo similar a la de hogares con división de tareas más desigual a pesar de contar con mayor ayuda de parte de sus parejas: “Tenés que hacer todo mucho más rápido, tenés otro ritmo, no podes tirarte a mirar la tele prácticamente. Estas a mil. Cuando ellos duermen aprovechas a limpiar un poco, a bañarte, cuando toma la leche, aprovechas a hacer la cama…” Ana “Sí, cambios un montón, antes tenía todo el tiempo para dedicarme a trabajar y para estudiar, más tiempo para ese tipo de proyectos personales y también más tiempo para dedicarle al cuidado del hogar y al cuidado personal (…) tampoco tenés muchos tiempos de reflexión de las cosas que te pasan, vivís mucho el día a día y a veces la rutina tapa esos momentos que capaz antes tenía de sentarme a pensar las cosas.” Federica “Y el tiempo libre no existe. Espero a que se duerma y recién ahí puedo ponerme a cocinar o hacer algo” Lara En lo que coinciden todos, hombres y mujeres, es en señalar la reducción del tiempo de pareja y la pérdida de la espontaneidad que conlleva la llegada de niños pequeños al hogar: “Desde que nació Martín solamente salimos una vez a ver a Buitres y nos fuimos, mis hermanos estaban allá, me llamaron cuando empezaron a tocar, nos fuimos y antes de las 12 estábamos acá. Porque sabíamos más o menos las horas que él duerme… (…)Y después no salimos de noche, no porque no podamos, sino porque…´estamos allá pero estamos acá`” César “A nivel de pareja también hay cambios, la espontaneidad se termina y estas sujeto a la demanda de tus hijos” “los costos van por otra parte, el tema de que mi madre esté es

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importante pero al no tener mucha más gente de la familia disponible a la hora de salir con mi marido muchas veces el tema de dejarlos con alguien se complica porque no queremos que mi madre cubra horas de trabajo de ambos y a su vez las de ocio de pareja por decirlo de alguna forma, eso ya sería mucho, entonces la pareja ha quedado un poco al margen cosa que no me parece muy bueno pero es parte de este cambio de vida y del proceso de crianza y lo asumimos” Federica

5.4.b.5.Madres solteras: cuidados y la cuestión de la ausencia de padre Las madres solteras se enfrentan a una situación aún más compleja que las parejas antes descritas. En caso de vivir solas con sus hijos, no existe “división” de tareas o de cuidados, ellas se deben encargar de todo por si mismas o pedir/pagar ayuda externa. En el trabajo de campo realizado, solo una mujer vivía en un hogar monoparental. Afortunadamente para ella, contaba con los recursos para contratar una cuidadora prácticamente full-time que le ayudaba en todos los tipos de tareas. El resto de las madres solteras vivía en hogares extendidos. Los otros familiares dentro del hogar eran fundamentales para conciliar empleo y cuidados/tareas domésticas.

Por ejemplo, en el caso de Fernanda, de las tareas de la casa suelen encargase su hermana y ella. La hermana la ayuda “mucho” porque es complicado hacer las tareas del hogar ahora que su hija camina y comienza a desordenar todo y demandar mucha atención. Por otra parte, hubo un tema que apareció en el discurso de todas las madres solteras. Además de mencionar la nula presencia del progenitor (tanto en los cuidados como en la manutención del hijo), estas mujeres se encontraban preocupadas por cómo vivirían sus hijos la ausencia de su padre biológico. Si bien algunas madres señalaron que sus hijos cuentan con otras figuras paternas (como el abuelo y tío en caso de Vanesa), todas explicitan que para ellas es un motivo de preocupación/dolor que sus hijos crezcan sin padre. Susana, en este sentido, al preguntársele sobre las políticas públicas que ella considera necesarias para el cuidado de niños pequeños, responde: “En mi caso, por ejemplo yo que soy madre soltera, psicólogo para que entienda el padre, lo que es no tener padre, porque por ejemplo ahora esta todo el tiempo “papá, papá, papá” y yo ahora voy a explicarle y no se todavía que hago…pero es una cosa que sí me parece importante”

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5.4.b.6.Fuentes de información sobre el embarazo y los cuidados: ¿Cuáles son? ¿Quiénes son considerados responsables de informarse? El área de las fuentes de información sobre el cuidado es otro de lo ámbitos donde los recursos de los hogares deben lograr ser activados para una mejora en el bienestar del niño pequeño. El acceso a fuentes información de confianza y calidad, de fácil entendimiento y de bajo costo (económico, de tiempo, locomoción) son aspectos de relevancia para el estudio del cuidado infantil de los niños pequeños. A su vez, la forma en que estos hogares dividen y reparten responsabilidades en relación a la búsqueda de información permite observar nuevamente las diferencias en las concepciones de roles de género que tienen sus miembros. ¿Cuáles son? Las fuentes de información más prestigiosas para los entrevistados/as durante el embarazo y los primeros meses de vida del niño continúan siendo los médicos ginecólogos, neonatólogos y pediatras; todos los padres sin excepción los mencionan. “Durante el embarazo al médico, siempre. Porque tengo re confianza y me gusta como es” Ana “También lo hicimos socio del Semm que tiene un pediatra que lo puede consultar por teléfono, que hemos llamado muchas veces para preguntar” César “Primero el neonatólogo, que es el pediatra ahora de Micaela, que un mes antes de tenerla a ella tuve una cita y me fue explicando, nació por cesárea, ´ahora cuando nazca va a pasar esto, y después no te asustes que va a pasar lo otro`” Susana “Siempre nos guiamos por lo que dice el médico” Alicia

Aunque resulte llamativo, quizás la segunda fuente de información más mencionada resultó ser la Web, particularmente durante el embarazo y primero meses. Sitios especializados como Mundobebé.com (el único mencionado con nombre y dirección) les proporcionaban a los padres no sólo un acceso rápido y sencillo, sino algunos servicios originales, como el envío de correos electrónicos semanales con información sobre las necesidades venideras del niño/a: “Preguntamos muchísimo con el pediatra y leemos muchísimo en Google. No lo que opinan en los foros, sino en las páginas que tienen información…hay una que se llama Mundo Bebé…son páginas muy conocidas, que esta bueno, porque por ejemplo, nosotros estábamos subscritos y te mandaban, mes a mes, vos le ponías que fecha había nacido el bebé y al mes te mandaban toda la información de que pasaba ese mes, que cosas tiene que hacer, cómo tiene que hacerlo.” César “Y sí, en Internet baje en pila de cosas, pero eso más bien cuando estaba embarazada, para las primeras etapas, ahora ya como que no” Mariela “Y después en Internet, una pagina Mundo Bebe que yo me acuerdo que miraba mucho (durante el embarazo)” . Susana

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“(a mi esposa siempre)…le gusto todo el tema de maternidad y siempre esta buscando información en Internet y siempre, desde que quedó embarazada de nuestra primer hija que esta buscando información del embarazo del cuidado de los hijos, de la crianza, sobre todo ella busca mucho” Carlos “Bueno durante los embarazos buscamos información en la Web ante alguna consulta sobre algo especifico por lo que estaba atravesando, en temas de nutrición, etc., nos llega un boletín de un sitio especializado en bebés” Federica “nos suscribimos a un boletín semanal, buscamos en la Web información del embarazo y la primera infancia” Federico Por otro lado, abuelos y otros familiares también son una fuente de información muy común y –sobretodo- confiable. Todo esto es posible siempre que la relación sea buena y se tenga fácil acceso a ellos. En caso de que esto sí suceda, son considerados una fuente de información primordial: “Después siempre claro está, nuestros padres que los tenemos como cabecera para preguntarles todo lo que tenemos duda.” César “Mi madre, la primera. Se revienta y la llamo: “vale llevarlo o no lo llevo” le pregunto” Mariela “Mi madre, la madre de Diana, te van diciendo “Ah, le duele la panza, comprale tal cosa”” Susana Los cursos de parto (y en ocasiones un proceso de acompañamiento por Doulas22 y parteras) y los libros fueron también utilizados como fuente de información, destacándose por algunas madres el libro de la OPS proporcionado luego del parto: “Cuando mi hijo nació, cuando era recién nacido, te dan unos libritos informativos de la OPS que están bastante buenos. Que te enseñan bastante detalle, cómo amamantar y como cambiarlos. Pero básicamente para esas cosas” Ana “te dan un librito también cuando nace. “Los primeros cuidados” yo jodía y decía que era el instructivo del niño hasta los 3 meses” Lara A su vez, la formación en profesiones vinculadas con el campo de la salud (psicología fundamentalmente) como la propia experiencia en padres no primerizos, fueron herramientas muy valoradas en los hogares que las poseían: “En realidad no hice nada especifico tome mucha información de mi carrera, de ambas, porque hice educadora preescolar y la psicología me ayudo mucho también y también antes de eso, yo cuidaba niños, entonces como que siempre estuve cerca con el tema de los niños.” Gabriela

22 Aspecto a relativizar, debido a que constituyen estas uno de los puntos de partida de la bola de nieve.

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Contrariamente a lo esperado, solo en un hogar se mencionó que el grupo de amigos fue una fuente de información de peso. Probablemente, el hecho de ser parejas jóvenes y primerizas, con grupos de pares en igual situación deba ser tomado en cuenta: “Somos medio los primeros y en realidad llaman más que lo que yo llamó, pero en realidad dos por tres compartimos” Mariela “Además también con la escuela de nuestros amigos, no?” Penélope ¿Quiénes son considerados responsables de informarse?

Retomando aquí la cuestión de género, es relevante dar cuenta de qué miembros de la pareja se informaron y su nivel de “proactividad” en la tarea.

Siendo esto lo más esperable, en todos los casos las madres buscaron informarse activamente. En lo que respecta a los padres, la tipología esbozada con anterioridad parece adaptarse también a esta actividad, sobre todo en los extremos más “tradicionales” o “liberales”. Los padres más “compañeros” se informan activamente, preguntando, leyendo y “googleando” información. Asimismo, estos padres asistieron a los cursos con las madres y, la pareja como conjunto, utiliza generalmente el plural en relación a la tarea de búsqueda de información. “Los tres meses antes de nacer, la hermana de Lara tenía todas las revistas de mundobebé y esas cosas. Me las dio todas y yo particularmente me las leí todas…me gusta leer entonces…también mucho de libros. Hicimos el curso de parto y después seguimos con unas clases que te decían como es la crianza. Preguntamos muchísimo con el pediatra y leemos muchísimo en Google…” César “Bueno, durante los embarazos buscamos información en la Web ante alguna consulta sobre algo especifico por lo que estaba atravesando, en temas de nutrición, etc., nos llega un boletín de un sitio especializado en bebés, yo leí algún libro sobre el tema de la crianza y siempre fuimos juntos a talleres de preparación del parto en donde trabajas además distintos temas como lactancia, higiene, y cuidados” Federica “Nos suscribimos a un boletín semanal, buscamos en la Web información del embarazo y la primera infancia y fuimos a un taller de preparación para el parto” Federico

Mientras que en los hogares con modelos de rol de género más tradicional, los hombres fueron mucho menos proactivos, relegando la tarea de la búsqueda de información en las mujeres, que luego debían de transmitirles a ellos lo más relevante de lo aprehendido. Como es de esperar, mujeres y hombres utilizaban el singular al contar sobre cómo y dónde buscaron la información: Para Víctor, Verónica “le enseñó” todo lo que sabe sobre el cuidado de los bebés y él considera que es la mejor forma de aprender. “La que se informaba era ella…yo nada, ella me contaba” Felipe

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5.4.c.La posición en el mercado laboral y sus conse cuencias en las estrategias de conciliación Estudios como Scaling Back: Dual-Earner Couples' Work-Family Strategies (Edgell Becker, P., Moen, P., 1999) se dedicaron específicamente a estudiar las estrategias utilizadas por familias trabajadoras norteamericanas (bi-parentales, profesionales y dual earnes) para conciliar el mundo de trabajo con la vida familiar en general. En dicho estudio los autores distinguieron tres tipos de estrategias de “reducción” del compromiso con el trabajo pago de algún miembro de la pareja en pos del bienestar familiar (“strategies that reduce and restructure the couple's commitment to paid work over the life course, and thereby buffer the family from work encroachments.” (Edgell Becker, P., Moen, P., 199, pp. 995) Si bien las tres estrategias allí propuestas (Placing limits - poner límites claros a los compromisos laborales, Job versus Career - predominancia de uno de los dos miembros de la pareja en el mercado laboral y Trading off -una estrategia de alternancia en la predominancia entre ambos miembros de la pareja (Edgell Becker, P., Moen, P., 1999, pp. 998) podrían ser –y en algunos casos son- tomadas por los hogares estudiados, ni el contexto ni el foco del presente estudio es el mismo. En lo que a esta sección respecta, no se hará tanto énfasis en las distintas estrategias de “scalling back” (ya que como veremos predomina una en general) sino en cómo el modelo de provisión de ingresos se conjuga con el lugar que ocupan los diferentes miembros del hogar en el mercado laboral, para determinar la estrategia laboral-familiar y la configuración del cuidado consecuentemente. A fin de cuentas, sólo un entrevistado manifestó una estrategia similar a la de poner límites al mundo laboral (no casualmente, uno de los padres más “compañeros”) esgrimiendo la necesidad que sentía de llegar temprano para ver a su hijo: “En el ámbito del trabajo cambió muchísimo. Yo era una persona que entraba a las 9 y salía a veces 7-8 de la noche porque sacaba todo el trabajo que tenía atrasado antes de irme. Hoy por hoy trato de no, me sucede, pero trato de venirme antes. Lo que no esta lo dejo para mañana, porque yo se que Martín a las 8 y media 9 se duerme y entonces me pierdo de disfrutar con él” César Y tal como se explicitó anteriormente, también solo en un caso se intentó –fallidamente- que el hombre se encargara de los cuidados mientras la mujer salía a trabajar: “Lo que si a veces, ahora cada vez menos, me quedaba yo con el bebe y sacrificaba un momento así del día del trabajo para cuidarlo. Pero ta, también fuimos viendo como íbamos resolviendo y después vimos como que lo que probamos no funcionó” Leonardo

Por otro lado, en la amplia mayoría de los casos la estrategia que primó en las parejas trabajadoras fue la de la reducción de horario o desvinculación del mercado laboral de la madre del niño.

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Si bien hubo casos donde se prefería a priori que la mujer se quede en la casa, la regla no fue esta, la necesidad primó. “Estábamos con el tema del ordeñe que era muy complicado. Yo tuve cesárea entonces me costó bajar la leche y entonces él me dijo que no me preocupara que él se quedaba más tranquilo si yo me quedaba, que estaba lindo, que estaba sano. Y ta, fue él el que me incentivó a quedarme más tranquila en casa con Sebastián viéndolo como crecía en casa diariamente y no estar afuera 10 horas que es lo que me llevaba trabajar. Trabajaba 8 más las dos horas de viaje.” Alicia Sucede que, aún en las dos citas anteriores, tanto la preferencia por el cuidado femenino como el intento del masculino, se conjugan con las restricciones que impuso su situación laboral: para el primer caso, la independencia laboral del padre frente a la situación de dependencia de su pareja, para el segundo, la imposibilidad del cuidado en el marco de una jornada laboral extensa junto a la renuencia de los empleadores a cambiar su horario.

En un mismo sentido, al peguntársele a las parejas si se cuestionaron en algún momento la posibilidad de que uno de sus miembros deje de trabajar, si bien siempre respondían que era la mujer, en pocas ocasiones nos encontramos con fundamentaciones que ubicaran a las ideologías de rol de género como principal motivo.

Siempre, acompañada (en mayor o menor medida) por otras razones, el motivo central por el cual ambos miembros de la pareja sostenían que sería la madre la que sacrificaría su trabajo/profesión en caso de ser necesario, fue su posición en el mercado laboral.

Entre las inequidades que constreñían a la mujer desde el mercado, se destacan:

• Menores niveles de ingreso “En realidad, lo pensamos sí, cuando surgió esto de mandarlos al jardín o no. Porque la inversión en el jardín es prácticamente lo mismo que ella gana. Pero ta, optamos porque no, porque justamente también esta bueno, laburar y moverse un poco” Andrés “Sí, los dos percibimos ingresos, pero el que percibe más es mi marido, además mi trabajo no es muy estable (…) hay una mayor dependencia del ingreso de él, pero sí hay un lado positivo y es que mi trabajo me permite estar más cerca de mis hijos y eso es para nosotros algo fundamental” Federica “Yo soy el que percibe más, es significativa porque es un trabajo estable de asalariado. Ella tiene varios ingresos pero no tan estables. Igual por eso mismo los ingresos potenciales por mi parte son más restringidos” Federico

• Profesiones “feminizadas”, de inserción laboral más compleja que las “masculinizadas”

“Dejé de ser estudiante y pasé a ser desempleada y mamá. Entonces fue como que el primer año estuve mucho con ella porque no pude insertarme laboralmente tan rápido, porque estaba recién recibida (de psicólogo) y conseguir trabajo es muy difícil, trabajo formal digamos de 8 horas o trabajas particular, que tenés que conseguir pacientes, o

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trabajar 8 o 9 horas en una consultora y ganás muy poco. Entonces en ese primer año de mi hija que era bebita no me iba a meter en un trabajo de muchas horas, era como que el costo beneficio de pagarle a alguien para que cuidara a mi hija recién nacida y yo trabajara no valía la pena” Celeste “Yo gano más, primero porque trabajo más y segundo por la profesión, yo soy ingeniero en computación que es la profesión que digamos tiene desocupación cero y tiene mejor sueldo porque para los psicólogos es más difícil” Carlos

• Mayor consideración de los jefes para con mujeres en la flexibilización del horario o condiciones laborales

“Y…lo que pasa que es más fácil en mi trabajo” (Penélope) a lo que el esposo acota “Y…yo no podía” Ernesto “Si, por el tipo de trabajo que tiene mi marido la que tuvo que sacrificarse en la parte laboral fui yo, por esto específicamente de la Misión, porque al quedarme acá atiborrarme de trabajo ahora que el está lejos y ella me está teniendo de referencia solamente a mí en este momento, no quería yo estar mucho tiempo fuera de casa, entonces sí, en este momento decidimos que me quedara yo más tiempo en casa” Gabriela Quizás la mejor evidencia a favor de que la posición desventajosa de la mujer en el mercado laboral determina la reducción de su trabajo por sobre la de su pareja, sea el caso del hogar de Mariela. A pesar de que en el mismo parece haber una ideología de roles de género más tradicional y, la división de tareas domésticas y de cuidado se inclina ampliamente sobre la mujer, al encontrarse esta inserta en un trabajo con un nivel de ingresos igual o mayor al de su pareja, el que ella abandonara o redujera su participación en el mercado no era una opción: “Y como lo que a mi me pasó fue que el cambio de puesto me vino con el mucho más grande y económicamente lo necesitábamos para… en realidad es el momento para decir, bueno, re-empino un poco y puedo tener más hijos, o ahora me da el cuerpo para hacer todo. Pero mi prioridad no es la carrera y no es la empresa, yo siempre quise ser primero madre; por eso no al master y no a…” Mariela Como sostiene la entrevistada, sin importar la predilección de sus hijos por sobre su carrera, una buena fuente de ingresos no se descarta tan fácilmente ya que, a mediano y largo plazo, es lo que permitirá mantener niveles de vida y asegurar la crianza: “En un futuro seguro…o sea en un futuro me gustaría capaz poder trabajar desde mi casa, pudiendo trabajar independiente más libre. Lo que pasa es que hoy en día para el nivel de vida que uno quiere tener, para mudarse, para que entre otro nene, para todo, no podés (…) Pero ta, se que es el momento cuando el cuerpo me da para hacerlo y más adelante capáz que me va a necesitar mas, no sé. Ahora sé que puedo repuntar un poco para que capaz que dentro de un tiempo bajarle un poco la guardia y Juan agarre un poco la posta” Mariela

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La equidad de ingresos entre el hombre y la mujer son fundamentales en el marco de este tipo de decisiones. En el caso de Lara, si bien ella percibe un tanto menos que su pareja, su ingreso es considerable y dependen del salario de ambos para mantener niveles de vida e invertir en el futuro de la familia: “Por otro lado, una de las opciones que también habíamos manejado en un momento, si no teníamos con quien dejarlo Lara no sabía si decidir entre un jardín o ella no trabajar por un tiempo. Que después entre los dos evaluándolo dijimos que no era la solución. Hoy lo que es el mundo no es lo que era antes, si dejas de trabajar después se complica mucho para retomar y, por otro lado, los ingresos de los dos hacen que podamos tener una mejor vida, que de a uno se hace mucho más complicado.” Lara padre

A modo de cierre de este apartado, quizás la reflexión más paradigmática de la multicausalidad del cuidado predominantemente femenino así como de la reducción del peso del mundo laboral en la vida de la mujer madre haya sido expuesta por Celeste.

Luego de manifestar que “es una opción que yo trabaje menos horas para que no los crié otra persona y yo pueda estar mas con mis hijos”, se le preguntó por qué decidieron que fuera ella quien dejara de trabajar algunas horas, ante lo cual Celeste respondió:

“En realidad, por algo propio de la naturaleza, por ejemplo ahora a mi hijo lo tengo que amamantar yo y como que no tendría mucho sentido que yo trabajara y mi esposo se quedara en casa a no ser que se alimentara artificialmente, pero no. Y también hay una realidad que es que el trabajo de mi esposo es mucho mejor pago que el mío, lo mismo que trabaja mi esposo si yo lo trabajara en mi profesión no seria lo mismo, no viviríamos de hecho” Celeste La incompatibilidad entre el estudio y el trabajo con los cuidados

A pesar de haber captados pocos hogares en los cuales la pareja o el individuo cuidador se enfrentó a una situación de esta índole23, algunos hogares se han visto o se vieron intentando conjugar estudios, trabajo y familia: “Me estoy reenganchando a estudiar nuevamente desde que nació Ignacio. Yo el año que me casé, salvé 6 materias y arranqué el último año. A mitad del año nació Ignacio y ya desde el nacimiento, ya no pude dar una materia. A partir de ahí abandoné los libros totalmente hasta ahora, que ya hace un año y medio casi, me puse hace un par de meses a hacer la tesis, pero igual, me quedan un par de materias que voy a ver como estudio. Por lo que te comentaba, que llego a mi casa y tengo todas cosas para hacer hasta las 12 de la noche, imposible.” Felipe “En ese sentido sí se me complicó bastante más teniendo dos que teniendo un hijo, sobre todo para lo que es juntarse a estudiar” Andrés “Ahora empecé a estudiar traductorado publico, el año pasado empecé y tuve que dejar por la mitad por el embarazo y ta, así que retomare en algún momento no se” Leticia 23 Probablemente debido a la tendencia generalizada a retrasar el ciclo reproductivo hasta luego del fin del ciclo de acumulación de capital humano.

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A su vez, en los casos en los cuales las madres se encontraban aún insertas en el liceo, las mismas señalan todavía una mayor dificultad para compatibilizar la educación secundaria y la crianza.

Fernanda, por ejemplo, debió optar entre el liceo y el cuidado de su hija y, al no contar con activos familiares para el cuidado, decidió quedarse en casa y abandonar por ahora su formación.

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5.4.d. “Es lo que hay”: el peso de las constriccion es del contexto en la reducción de las alternativas de con figuraciones de cuidado. A lo largo de este capítulo se han señalado y ejemplificado lo que para nosotros son algunas de las principales determinantes en las configuraciones de cuidado adoptadas por los hogares. La posesión de una cantidad considerable de activos económicos y familiares; el que en el hogar predomine una ideología del rol de género liberal; así como una posición similar en el mercado laboral entre perceptores de ingresos de ambos sexos; abren un abanico mucho más amplio de configuraciones de cuidado disponibles. Sin importar por cual modelo de cuidados termine optando el hogar, la posibilidad de ser los artífices de su propio destino, de no encontrarse atados a las restricciones de las magras estructuras de oportunidades existentes para mantener o generar bienestar, es un factor de bienestar per se para los miembros del hogar, al menos desde un punto de vista psicológico. “Yo me considero una privilegiada, estoy mucho con mis hijos y siempre tuve trabajos que nunca fueron de 8 hrs. por día, o sea, siempre fueron la mitad del horario, 4 hrs., 5 hrs. y siempre me lo puse en los horarios que ellas van a la escuela (…) obvio que eso es una opción también, yo podría si quisiera trabajar 9 horas e irme todo el día a trabajar, pero no, a ver, en la decisión familiar, como no lo necesitamos optamos por tener mas tiempo con nuestros hijos” Clara Exceptuando algunos pocos casos, los hogares entrevistados explicitan claras señales de que su configuración de cuidados, en una frase muy autóctona, se debió más al “Es lo que hay” que a una decisión de los hogares: “ Me gusta trabajar pero trabajo por necesidad.” Verónica “…me pierdo demasiada cosa. Dentro de que uno sabe que esta bien, el hecho de tenerse que irse tantas horas, de mañana y volver a las 8 de la noche…si soy conciente de que necesito ese ratito esa hora de estar fuera, que estar todo el tiempo metida…yo que se, yo veo como él me extraña, yo lo extraño mares. Es así, lamentablemente.” Diana “A mi bastante, sí…me gustaría pero se que no puedo, porque obvio, si no trabajábamos los dos no…” Penélope “La verdad es que tampoco le podemos pagar a alguien más horas para que yo haga esas cosas, la verdad es que me las tengo que arreglar” Celeste “ No sé si uno toma una decisión cuando no tiene muchas opciones, creo que hicimos lo que pudimos dado el tipo de trabajo de cada uno y las posibilidades de contar con mi madre para el cuidado” Federica

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Esto tampoco quiere decir que los hogares sean “infelices” o “desdichados”, simplemente se desea señalar que para un número importante de hogares, la configuración de cuidados no fue optada sino más bien impuesta por las circunstancias.

Se cree, que una política pública de cuidados seria debería intentar ampliar los horizontes de decisión de los hogares, modificando y/o acrecentando las posibilidades de activar sus recursos, haciendo posible tener nuevamente en sus manos el poder de decisión sobre como conciliar mundos doméstico y productivo.

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5.5.Configuraciones de cuidado infantil

La decisión del tipo de cuidado infantil depende, como se mencionó anteriormente, de los recursos disponibles de las familias (humanos y económicos), las ideologías de rol de género y la posición en el mercado laboral; pero, finalmente, también de las preferencias de los padres y madres de los niños/as.

Al indagar sobre la decisión de las familias respecto al cuidado infantil, se

identificaron tres grandes tipos de configuraciones de cuidado: 1. Un Modelo independiente: familias que optan por manejarse solas con el cuidado de sus hijos. 2. Un Modelo centrado en el mercado y 3. Un Modelo familiar-dependiente: hogares que optan por un familiar para el cuidado de sus hijos.

A continuación se describirán los tres tipos de modelos de cuidado propuestos y los factores que –creemos- operan a la hora de optar por uno u otro tipo de cuidado infantil.

5.5.a.Un modelo independiente de cuidados

En estas familias, la estrategia de cuidado principal radica en que la madre se quedé en casa al cuidado de sus hijos/as. A su vez, es esperable que cuente con otros recursos de cuidado para cuestiones puntuales, por ejemplo, ante salidas y/o emergencias se contrata un servicio de cuidado y/o se recurre a la familia.

Estas familias escogen organizar y ser responsables en forma independiente por el cuidado infantil de sus hijos/as; la mayor parte del tiempo, el cuidado es impartido por las madres.

Por otra parte, de las familias entrevistadas, esta opción de cuidado ha sido escogida únicamente por hogares nucleares que no cuentan con servicio doméstico.

La alternativa de organizar el cuidado sin cuidadoras es parte de la estrategia familiar y son las madres las que se quedan en sus hogares para llevar adelante este cuidado.

Esta decisión depende de varios factores, entre los cuales se destacan dos por su mayor peso:

En primer lugar, la posición en el mercado laboral de los progenitores - fundamentalmente su tipo de trabajo- ya que la posibilidad de trabajar desde la casa por parte de la madre viabiliza el que sea ella quien se haga cargo del cuidado.

“Lo cuido yo, el 90% del tiempo estamos solos los dos. El otro nene mío va nueve horas a la escuela y mi esposo trabaja diez horas por día y yo trabajo en mi casa entonces me reparto un poco entre lo que es cuidarlo a él, trabajar con él aupa. Como yo diseño con una mano manejo el mouse y con la otra lo tengo aupa”. Verónica

En segundo lugar, prima la preferencia de ambos padres por este tipo de cuidado

en tanto entienden que es el “mejor cuidado” que pueden proporcionarle a sus hijos/as. Tanto fuera por desconfianza en las cuidadoras, por la comodidad del niño o por el

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simple hecho de creer que el mejor cuidado posible es el materno, estas cuestiones pueden visualizarse en las citas que figuran a continuación: “Y como el trabajo de mi esposa en realidad es en casa, ella creo que es la única que en realidad está con él. Si probamos tratar de alguna chica que pudiera quedarse con ella, pero en realidad no, no, no es lo mismo. No, no, el gordo no se siente cómodo, muy cómodo con algún otro” “Si tenés la posibilidad de que se quede con la madre eso es lo mejor para el niño” Víctor

Con respecto a la compra de servicios de cuidado de jardines infantiles, se señala lo siguiente: “Tampoco nos preocupamos de buscar algo porque también, tenemos un pensamiento nosotros dos: a veces es un poco esclavizante para la madre, pero el bebé cuanto más tiempo esté con la madre de repente el bebé hasta más confianza tome y se sienta más a gusto. Se adapte más al mundo por llamarlo de alguna manera. Ellos salen de estar adentro de la panza de la madre a encontrarse con que están en un mundo totalmente desconocido, de estar calentitos y acurrucaditos a salir a un lugar donde no tienen nada” Víctor ¿Por qué acude la familia independiente a un cuidado externo al materno?

El cuidado único por parte de la madre se ve limitado por la vida cotidiana: emergencias, salidas de pareja y por cuestiones laborales puntuales del trabajo desde casa.

Aunque estas salidas son esporádicas, cuando deben realizarlas en general no pueden llevar consigo a sus hijos/as. Por lo tanto, los/as dejan al cuidado de cuidadoras pagas, madrinas o familiares, principalmente las abuelas.

“Por suerte nuestro hijo tiene una madrina que está siempre pendiente de él y cada vez que nosotros necesitamos una mano por trabajo o porque tengamos algo que hacer afuera juntos con mi esposa, en realidad ella se ofrece. No es mucho tampoco, a veces es una vez por semana o una vez cada 15 días porque ella también tiene que hacer sus cosas y nosotros no queremos también andar molestando a nadie. Si no puede la madrina también están las hermanas de mi esposa o los abuelos. Sino, si la emergencia se puede hacer con nuestro hijo, viene con nosotros al igual que nuestro otro hijo” Víctor

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5.5.b.Un modelo centrado en el mercado

Estas familias decidieron optar por comprar sus servicios de cuidado; ya sea a través de una cuidadora paga o, luego, enviando a sus hijos a jardines infantiles, el mercado satisfacía las necesidades de cuidado familiares.

Disponer de los recursos para hacer frente a estos servicios es esencial para ciertas familias a la hora de encontrar la manera de armonizar el mundo productivo y el reproductivo. Aspecto que se vuelve aún más relevante cuando los hogares no cuentan con los activos familiares necesarios para hacerle frente a la creciente demanda de cuidados del hogar.

Esto ocurre, por ejemplo, en familias reducidas o cuyos integrantes no tienen una buena relación; cuando el lugar de residencia o el trabajo de los familiares hace inviable el cuidado familiar; por imposibilidades debidas a la ausencia de la condición física necesaria para lidiar con un niño pequeño (familiares enfermos o de avanzada edad; porque los padres consideran que sería un ‘abuso’ o ‘cansaría’ obligarles a dedicarse todos los días al cuidado.

“En realidad es medio difícil recurrir siempre a la familia, porque cansás, o sea, si vos tenés la posibilidad de pagar a alguien, en realidad si encontrás a alguien de confianza y que te guste, me parece que está bueno, o sea si uno encuentra y tiene la posibilidad de pagar porque sino la familia se cansa de cuidar constantemente nietos (…) Nunca pensé en la familia para cuidarlos todos los días, nunca” Clara

Si bien no corresponde a esta configuración de cuidados, el caso de Mariela es un excelente ejemplo de este tipo de razonamientos: “Además en un momento me vino como una angustia que pensé que capaz que no era lo mejor para el bebe, que más allá que estuviera súper cuidado y súper todo, capaz que me lo atrasaba un poco, porque un día llegué y lo había dejado atado al andador, para que no se tirara para adelante, entonces me cuestionaba si no se estaba atrasando a caminar por miedo, si ella por miedo no lo dejaba hacer cosas…yo que sé, no lo saca a la placita porque no se anima a cruzar el Bulevar, yo que sé, mil cosas que una persona más joven se que estaría más motivado” Mariela

Otro motivo que dan quienes prefieren comprar los servicios de cuidado de sus

hijos, es que no confían en sus familiares para encomendarles a sus niños/as. Probablemente, esto se encuentre asociado a las interrogantes de padres y madres sobre las capacidades de los familiares para brindar este tipo de cuidados, así como a una mala relación con la familia: “Mi padre, se la llevo el otro día para dormir a la casa, con la mujer, y después, cuando la trajo para acá…la dejó en el hall, se olvido de la nena (se ríe). Cosa que yo no se…mañana se la lleva al shopping y se la olvida, no se…son cosas que no me gustan mucho” Susana “No, mi madre nunca se ofreció, aparte es muy complicado en ese sentido.” Ana

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La edad del niño, en hogares que se inclinan hacia el mercado, es uno de los aspectos que más se contemplan entre los entrevistados a la hora de optar por una cuidadora y postergar la entrada del niño/a al jardín/guardería.

Antes del año -luego del fin de la licencia maternal- es frecuente que los padres consideren que no sea adecuado enviar a sus hijos/as a un jardín, puesto que son demasiados dependientes y vulnerables. En este caso, la posibilidad de contar con una cuidadora se presenta como la única opción provista por el mercado: “...o sea no me gusta el bebé de 3, 4 meses en un jardín de infantes (...) A todas mis hijas las llevé al jardín, pero a partir de los dos años” Clara “Tan chiquito a un jardín no, me parece que me voy a manejar con otras opciones antes, porque el tema del jardín es que después se enferman siempre si van tan chiquitos y todos los médicos te dicen que si podes no lo mandes de tan chiquito” Leticia

En otro sentido, estos hogares valoran el “entorno hogareño” como positivo para la crianza del niño. Algunos padres/madres aprecian el hecho de que el niño se sienta seguro en un entorno que le es conocido.

Vinculado a este “entorno hogareño”, el decidir de forma “personalizada” las pautas del cuidado es otro de los pluses de contratar una cuidadora en el domicilio.

En este sentido, contratar un servicio de cuidado, exime a los padres de los roces que puedan provenir del vínculo afectivo con un familiar cuidador.

Asimismo, se le puede demandar, por ejemplo, puntualidad y plena disposición a los horarios de los padres cuando lo requieran. "Con las abuelas es más complicado porque tenés que negociar limites, tenés que negociar todo, pero tampoco podes exigir tanto porque en realidad te los están cuidando. Yo por eso es que también prefiero que no me las cuiden siempre, por lo que prefiero un cuidador pago que no sea de la familia” Clara

Por último, en lo referente a los jardines en específico, los mismos son preferidos tempranamente por los hogares que desean que sus hijos socialicen con otros pares; ya que por sí mismos, carecen de recursos familiares o comunitarios para estimular su contacto con otros pequeños.

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5.5.c.El modelo familiar-dependiente: la familia co mo recurso activable

Un tercer tipo de hogares entrevistados optaron por contar con integrantes de su familia (exo-hogar) como colaboradores activos en el cuidado de sus hijos/as; constituyendo la misma la fuente principal de apoyo con la que cuentan. Por otra parte, en menor medida y del mismo modo que las del modelo independiente -para casos ocasionales y concretos- también cuentan con la ayuda de vecinos y/o amigos24.

La familia es entonces un recurso valiosísimo que, en estos hogares, se transforma en la proveedora de los “servicios” de cuidado por excelencia. Asimismo, en general, no es toda la familia la que se dedica a este tipo de tareas, sino que mayoritariamente el cuidado infantil es llevado a cabo por abuelas y bisabuelas, en primer lugar y, hermanas y tías en segunda instancia. “Con los abuelos primero que nada” Vanesa “Con la abuela, que es la abuela de mi esposo que viene todos los días. En mi casa, mis padres y mis hermanos y los hermanos de mi marido, hermano y hermana” Mariela “Mi madre y mi abuela” Gabriela

El cuidado centrado en las mujeres de mayor edad, podría vincularse a la mayor disponibilidad de tiempo con que cuentan abuelas y bis-abuelas, fundamentalmente las que se encuentran por fuera del mercado laboral.

Contemplando esta realidad, el cuidado ocasional o el “plan B” recae en otros familiares como hermanas/os y/o tías. “Con los abuelos primero que nada y bueno, después están los tíos también, obviamente no tanto, porque no están cerca pero me ayudan, pero de la familia, los abuelos todos los días” Vanesa “Con mi madre básicamente, porque nuestras familias no son muy numerosas y el resto o vive muy lejos o no esta disponible para el cuidado, a veces para alguna salida, algún casamiento o algo así los dejamos en lo de los tíos de mi pareja pero solo en esos casos y por un tema de confianza en ellos por como son con los niños” Federica

Los amigos y vecinos tampoco son recursos con los que las familias cuenten de forma habitual, sino que se “activan” únicamente en ocasiones puntuales. Con respecto a ello, los entrevistados relatan lo siguiente: “Si cuento con amigos, con una amiga y tengo una vecina también que somos amigas, que en casos de emergencia se llevan bien con ella y puedo recurrir, pero digo, más que nada por un tema de tranquilidad mía, prefiero dejarla con la abuela, ya que no está el padre prefiero eso” Gabriela

24 Y probablemente, también cuidadoras pagas esporádicas

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“…a veces contamos con una amiga que no tiene hijos y le encantan los niños, pero a veces, porque ella también tiene sus cosas y su trabajo, pero después o tienen sus propios hijos o están con su trabajo y sus cosas” Federica

Asimismo, los amigos a veces son vistos como “inexpertos” para el cuidado, por lo cual tampoco se los busca como fuente del mismo: “No, amigos no, no por un tema de edades, es como que la gente de mi generación esta como en otra cosa, no están como para, no están como empapados con lo que es un niño” Vanesa “No se han dado las oportunidades que los cuiden amigos míos ya que la únicas parejas con hijos también tienen hijos muy chicos.” Federico Por otra parte, debido a que en general los hogares de NSE medio entrevistados vivían en zonas residenciales, la interacción entre los vecinos fue muchas veces escasa impidiendo que se los considerara para este tipo de tareas: “No, como que no hay un vinculo entre los vecinos, nos vemos a la entrada del edificio y nos saludamos pero como que no hay ese vinculo que capaz si puede haber en otro tipo de barrios, acá es medio que cada uno esta en la suya y bueno por eso no contamos con los vecinos, aunque estaría bueno que se diera” Federica “no conozco a mis vecinos” Federico

La preferencia por esta configuración de cuidados se da por distintos factores, entre los cuales destacamos: la calidad del cuidado infantil familiar, la confianza que genera el “pariente” y los recursos económicos que se ahorran con este cuidado.

Cuando el núcleo familiar no cuenta con recursos económicos para la paga de un

servicio de cuidado, ante la posibilidad de activar recursos familiares para el mismo, el hogar logra la continuidad laboral de sus miembros sin desembolsar el costo de un servicio de cuidados muchas veces equivalente al sueldo percibido por alguno de los padres.

De modo que, en el proceso de toma de decisiones acerca de esta configuración de cuidados, los aspectos económicos parecen ser también decisivos. Un ejemplo de ello figura en las siguientes citas:

Acerca de la decisión: “Fue…claramente…económica…económica y

mentalmente no lo iba a poner en una guardería, era muy chico y bueno, la opción que tenía era, o contratabas a alguien que te salía lo que uno gana. Y en el caso de la confianza, yo me voy ciegamente tranquila a trabajar porque esta con ella (abuela)” Diana

Sobre el cuidado centrado en su suegra, Ana señala: “Que ella los cuidara no es

lo que yo hubiese querido, pero eran las circunstancias, porque ya te digo, nos salía más barato que ella los cuidara a gastar en un Jardín. En realidad yo prefiero toda la vida no estarle pidiendo nada a nadie y arreglármelas por mi cuenta y mandarlos a un jardín que siempre te los van a agarrar y no te van a decir “no, hoy no quiero” que

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estar dependiendo de alguien que por más que este todo bien pasó lo que pasó. Un día dijo no, no quiero más y tuvimos que salir a buscar otra opción. En realidad hubiera preferido desde un principio, lo que pasa que el jardín me sale casi lo que yo gano” Ana

En otras situaciones, la preferencia por este arreglo se debe simplemente a que

los hogares eligen a la familia, a pesar de disponer de los recursos económicos para la compra de servicios de cuidado infantil

Estas familias basan su decisión, principalmente, en la confianza que el familiar cercano les ofrece. “…es otra confianza que vos tenés. Antes que dejarlo con otra persona alguien de tu familia que ya sabes que va a estar bien cuidado y eso” Cecilia

En estos casos la edad del niño/a juega un papel relevante, en tanto las familias

optan por el cuidado de familiares antes que enviar a sus hijos/as de tan pequeña edad a un jardín infantil y/o que estén bajo el cuidado de una “desconocida” que no sea parte de la familia. “En realidad cuando me enteré que estaba embarazada ella –suegra- me dijo “yo lo cuido” y nosotros chochos en realidad porque sino me moría, si lo tenía que dejar en un jardín a los tres meses me venía un ataque. Entonces ta, como que fue ya dado desde el primer momento” Lara

Cabe destacar que aunque esta última opción de cuidado es desechada – en tanto se prefiere a un familiar- siempre es considerada como una alternativa plausible a la hora de decidir el tipo de arreglo de cuidado infantil.

“…en algún momento conversamos la idea de poder contratar una niñera, pero ta, la abuela está disponible y bueno mejor que con ella si no estamos nosotros no hay, o sea es la mejor opción” Gabriela

La opción de contratar cuidadores “privadas” es desdeñada debido a distintos factores, entre los cuales pesan los miedos y la desconfianza que provoca a algunos padres y madres el dejar a sus hijos/as bajo el cuidado de alguien a quien no conocen.

Sin embargo, en ciertos casos, ante la imposibilidad de contar con el cuidado de un familiar, la opción de enviarlos a un jardín de infantes es preferida antes de la paga de un servicio de cuidado en la casa. En los jardines hay varios adultos responsables y –supuestamente- calificados:

“No (…) me da confianza dejarle los gurises a alguien que sé que esta en mi casa, que esta sola, que no se si los trata bien, si los trata mal, si se pone a mirar la tele y los desatiende, como pila de veces pasa…y aparte tendría que ser una persona de recontra confianza, que yo conociera desde antes y no se, un familiar que le ofreciera cuídalo y te pago, yo que se, una prima, pero alguien desconocido no, porque no confío. Prefiero dejarlos en el jardín que se que hay maestras, que hay gente capacitada, que hay testigos de lo que pasa.” Ana

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La estrategia del cuidado familiar pago Un caso particular, refiere a aquellos hogares que, al no carecer completamente

de recursos económicos, deciden destinar dinero para remunerar al familiar dedicado al cuidado de sus hijos/as.

La estrategia por detrás de este tipo de familias, es la de conciliar las ventajas que desde un punto de vista afectivo brinda el cuidado familiar, con las que tiene el pago de las cuidadoras: un cuidado que garantice menores posibilidades de roces con los padres; la posibilidad de señalar pautas de cuidado más claras; y que brinde garantías de un cuidado sistemático y responsable.

A su vez, esta paga dignifica la tarea del cuidado y posibilita una salida económica para la cuidadora. “La base, casi todos los días, es mi abuela, que tiene 75 años, que es la madre de mi padre. Que ella en realidad trabajaba cuidando SECOM, ancianos enfermos y demás, y ganaba muy poco y trabajaba salteado, y yo tenía que contratar a alguien porque trabajábamos los dos y ta. Pensamos en contratar a mi abuela porque era de confianza y esta muy bien con sus 75 años, le pagamos más que lo que gana en otros lados, es un negocio para todos y ella feliz de poder cuidar a su bisnieto” Felipe “En algún momento pensamos en pagarle, pero ella no acepta esa propuesta y no lo hacemos, pero sí lo pensamos, para retribuirle de alguna forma el favor que nos está haciendo, y la verdad que preferimos pagarle a ella que a una extraña. La idea de pagarle a alguien ajeno a la familia no nos convence mucho, por un tema de confianza y de vinculo, no queremos que tenga un vinculo inestable con alguien que capaz al mes no puede porque tiene otro trabajo y además no creo que sea fácil encontrar a alguien que comparta mismos valores, forma de hablar, etc., o sea la persona que viene a tu casa a cuidar a tus hijos no es licenciada en educación inicial como en un jardín entonces no nos convence la idea. Si bien mi madre tampoco se especializo en nada sobre primera infancia ella sí comparte nuestros valores, y obviamente el vinculo es distinto” Federica Desventajas del cuidado infantil proporcionado por un familiar

Este tipo de arreglo de cuidado trae consigo algunas valoraciones positivas de los padres y las madres acerca del cuidado que se vinculan principalmente a la confianza, así como otras negativas, que conciernen a temas de poder intrafamiliar.

La relación de parentesco y el vínculo afectivo que conlleva, muchas veces hace difícil la tarea de sostener ciertos niveles de exigencia en cuestiones relativas al cuidado.

En este sentido, el establecimiento de normas o pautas de cuidado es un tema delicado, que puede dar lugar a roces entre padres, madres y cuidadoras. “…lo principal es que me quedo tranquila, que pongo las manos en el fuego que nunca le pasó nada, ni se golpeó ni se cayó ni se pegó, nada, eso absolutamente. Que ella llega y el bebe festeja, eso es fundamental y paga todo el resto y me como todos los malhumores. Y después obviamente que es de confianza y se que lo quiere tanto como yo lo quiero, entonces estoy segura que en es aparte sentimental esta mas que apoyado. Por otro lado, es veterana, tiene sus mañas, es mi casa soy mas chica y es familiar, no

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le podes decir las cosas, si se las decís se ofende, tiene mucho carácter, yo también” Mariela “En realidad yo no digo nada, me las trago (…) siento que me mandonea, pero en realidad cayo, por la situación. `Es un año, es un año (me digo)” Lara

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5.6.La importancia de las cuidadoras

Contar con una persona - por fuera de la pareja parental - dedicada específicamente a la tarea del cuidado infantil posibilita una inserción y/o reinserción laboral, mayor disponibilidad de tiempo para emplear en actividades domésticas, de recreación y cuidado personal de los padres y/o madres produciendo –o evitando que se pierdan- mayores niveles de bienestar en el hogar.

Es así, que quienes ejercen esta modalidad de cuidado, juegan un papel fundamental en el funcionamiento y vida doméstica de estos hogares.

El cuidado, por su parte, “es un trabajo que, como todos, implica tiempo y conocimientos. Su especificidad es la de estar basado en lo relacional, ya sea en el marco de la familia o fuera de ella. En el marco de la familia, su carácter, a la vez obligatorio y desinteresado le otorga una dimensión moral y emocional. Fuera del marco familiar, el trabajo de cuidado está marcado por la relación de servicio y asistencia” (Rodríguez Enríquez, C., 2007, pp. 8) Asimismo, y como se mencionó en capítulos anteriores, existe una fuerte feminización del cuidado que, en este caso, se ve plasmada en que las cuidadoras pagas tanto como las no pagas fueron todas mujeres.

Dada la relevancia que adquiere la tarea de “cuidar” así como sus efectos en hogares con menores de dos años a cargo, en el presente capitulo, se abordará la temática del cuidado infantil desde la perspectiva de la cuidadora, así como las opiniones de la familia en relación a esta.

De este modo, el capitulo se dividirá en dos secciones. Una primera, dedicada a la caracterización de la cuidadora (en donde se incluirá una descripción del tipo de cuidadora según la edad, estado civil, tiempo dedicado al cuidado, remuneración, entre otros) y la segunda, abocada al análisis de la cuidadora desde la perspectiva de la familia: los criterios a la hora de seleccionar una cuidadora, las pautas de cuidado y la libertad de decisión otorgada a la misma. Caracterización

Los hogares entrevistados cuentan con diversos tipos de cuidadoras dependiendo del tiempo destinado al cuidado y la carga horaria que este implique.

Se distingue entre: a) cuidadoras principales, que son las empleadas para un cuidado sistemático de los niños y b) cuidadoras esporádicas, que son un recurso que las familias activan cuando la cuidadora principal no está disponible y/o ante situaciones de emergencia. A este último tipo de cuidadora también se lo ha caracterizado aquí como el “Plan B” de las familias con respecto al cuidado infantil.

Asimismo, las cuidadoras se distinguen según su edad, estado civil, historia laboral, nivel educativo, tipo de vínculo con las familias y remuneración o no del cuidado, lo cual será profundizado a continuación.

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5.6.a.Cuidadora Principal

Dentro de esta categoría, se ubican las cuidadoras pagas y no pagas, familiares y no familiares que son responsables del cuidado de los niños y niñas durante un tiempo relativamente prolongado y constante, en el cual sus padres y/o madres no pueden desempeñar por sí mismos las tareas de cuidados por motivos –fundamentalmente- laborales.

En este caso, se presentará una breve caracterización de las cuidadoras principales según su vínculo con la familia. Cuidadora principal familiar remunerada y no remunerada

Como se mencionó en capítulos anteriores, en términos generales, el cuidado infantil no parental se encontraba a cargo de familiares adultos y adultos mayores, principalmente de abuelas maternas y paternas con edades entre 40 y 75 años.

Esto último a su vez, se condice con los datos de la Encuesta UTyTNR del 2007, acerca de las ayudas recibidas por fuera del hogar para el cuidado infantil, en donde abuelas y abuelos representan un 47.3%, siendo el subgrupo que proporciona mayor ayuda a hogares con menores de hasta 2 años de edad.

Por otra parte, dentro del grupo de cuidadoras familiares, se distinguen las que perciben una remuneración a cambio del cuidado infantil de las que no perciben, habiendo un sub-grupo de cuidadoras principales remuneradas y otro de no-remuneradas. Cuidadora principal familiar remunerada

Como ya fue descrito, el pago a familiares a cambio del cuidado infantil es una práctica adoptada por algunos de los hogares entrevistados. Estas cuidadoras son abuelas y bisabuelas paternas desempleadas y jubiladas, con tiempo disponible y cierto gusto por el cuidado de los niños. Sin embargo, en ningún caso manifiestan contar con experiencia de cuidado infantil más allá de la crianza de hijos propios.

La historia familiar de estas cuidadoras las ilustra como mujeres que en algún momento de sus vidas se dedicaron de forma exclusiva a la crianza de sus hijos, en algunos casos dejando por completo el mundo productivo en favor del doméstico/familiar y, en otros, incorporándose al mundo productivo de forma tardía, una vez que los hijos ya fueron adultos.

Por ejemplo, el abandonar el mundo productivo por el doméstico/familiar fue una decisión que Berta (cuidadora) tomó cuando inició su vida reproductiva: “Trabajaba cuando me casé. Cuando quedé embarazada tuve la ventaja de que mi esposo me dijo “no, quedate cuidando a los chiquilines, no trabajés” y ta, me dediqué nada más a criarlos a ellos” Berta (cuidadora) La oportunidad laboral que estas cuidadoras reciben de sus hijos/as o nietos/as, en caso de estarlas buscando, son muchas veces una de las pocas fuentes de empleo disponibles “Quien me va a dar trabajo a los 75 años, gracias que cuido al bebé” Blanca

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Las cuidadoras entrevistadas no contaban con otro trabajo remunerado, aunque en algunos casos, llevaban adelante actividades vinculadas al voluntariado.

En otros casos, sin embargo, las abuelas debieron dejar de lado actividades educativas (que habían retomado luego de haber culminado con la etapa de crianza de sus hijos), para dedicarse nuevamente al cuidado, en este caso el correspondiente a sus nietos.

Berta (cuidadora), por ejemplo, previo a retomar las tareas del cuidado, quiso estudiar “para salir un poco, para entretenerme. Al no tener mis hijos que tenía que cuidar me dediqué a estudiar” Cuidadora Berta

Como puede apreciarse en la cita, la etapa post-crianza de los hijos - en los casos en que la madre ha sido quien abandonó el mundo productivo – deja una cuota importante de tiempo libre, tiempo más que merecido para poder dedicarle a retomar proyectos truncados o nunca comenzados. A pesar de ello, muchas veces estos proyectos deben ser nuevamente aplazados para contribuir -una vez más- con el cuidado infantil de niños pequeños; esta vez sus nietos. Jornadas de cuidado infantil

El tiempo que las cuidadoras dedican al cuidado infantil, es un factor fundamental en los hogares en donde madres y padres insertos en el mercado laboral, en tanto el horario en que éstas permanecen a cargo de los niños/as debe cubrir tanto las horas de trabajo como las de traslado.

Las cuidadoras ejercen el cuidado infantil, en general, en el domicilio de los niños/as, permaneciendo entre nueve y once horas a cargo de éstos. A las extensas horas dedicadas al cuidado infantil, se les agrega el tiempo de traslado desde sus hogares al de sus nietos/as. Berta (cuidadora), por ejemplo, se traslada todos los días cerca de hora y media desde el Cerro a Cordón para cuidar a su nieto.

Durante la jornada de cuidados priman dos tipos de actividades que realizan las bis/abuelas: una centrada en el cuidado de los niños/as (cambiar pañales, preparar alimentos, mamaderas, dar de comer a los niños/as, entretenerlos con algún juego) y otro tipo de actividades vinculadas al higiene y orden de la casa; en otras palabras, las cuidadoras familiares principales también colaboran en la realización de tareas domésticas. Pautas de cuidado y libertad de las cuidadoras

El cuidado de los niños/as es pautado principalmente por sus madres y padres, quienes indican a las cuidadoras lo que está permitido y prohibido para el niño/a: “Yo respeto lo que dicen los padres, en todo, aunque a veces no este de acuerdo (…) yo acato. Me dicen, sin sal la comida, y yo pobrecito, y se la doy sin sal. Me dicen no le des tanta mamadera y no le doy tanta mamadera. Y si voy a hacer algo que no me dijeron, tengo el teléfono de la madre y le digo qué te parece tal cosa. Yo soy la bisabuela, no soy la mamá. Desde que nació, como soy vieja, para evitar errores, llevo un cuaderno día por día…por ejemplo, si durmió mucho, si no movió el intestino…cosas así, de miedo a no decirle a la madre. Yo no llamo a la coronaria sin

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antes llamar a la madre. La mamá es la que marca, sobre todo las cosas del nene” Cuidadora Blanca Cuidadora principal familiar no remunerada:

A diferencia de las cuidadoras familiares pagas, al ser este un cuidado no remunerado, los hogares que cuentan con la posibilidad de activar este recurso evitan desembolsar el costo del cuidado, logrando ahorrar y/o invertir en otros bienes el costo monetario del servicio de cuidado de sus hijos/as.

La decisión de no remunerar el cuidado en este caso, se explica –centralmente- por dos razones. En primer lugar, por la imposibilidad de afrontar el gasto que representa y, en segundo, por una cuestión vinculada a que la familia (padres, madres, abuelas y bisabuelas) independientemente de lo económico, en su conjunto prefiere no remunerar el cuidado al ser una tarea afectiva y relacional mediada por el parentesco.

Esta última razón, se vincula principalmente con gratificación que las abuelas y bisabuelas expresan al ofrecerse para el cuidado de sus nietos/as y bisnietos/as.

Las cuidadoras, en este caso, son en promedio un tanto más jóvenes que las familiares pagas. Con respecto al estado civil y nivel educativo, se encontró que el conjunto mayoritario de estas cuidadoras se encuentran divorciadas y con secundaria completa.

En cuanto a sus historiales laborales, se identificaron dos perfiles claros: por un lado las cuidadoras que se han desempeñado como amas de casa y dedicado a la crianza de sus hijos toda su vida y, por otro, las que permanecieron activas laboralmente durante esta etapa.

Este, por ejemplo, es el caso de Griselda, quien relata que siempre ha trabajado pero que en la actualidad ha tenido que disminuir la carga horaria y las responsabilidades laborales por problemas de salud: “…dejé un trabajo, trabajaba en dos instituciones y ahora estoy en una y dejé por problemas de salud, ya estaba veterana y con muchos años de trabajo y no me daba para tantas horas” Cuidadora Griselda

Gloria, por su parte, señala que es la primera vez que cuida a otro familiar que no sean sus hijos, destacando que cuando ella crió a los suyos se hacía cargo de su cuidado por completo mientras su marido trabajaba: “…yo estaba sola, y los cuidaba todo el día sola, porque mi esposo estaba trabajando. (…) Soy una mamá de tiempo completo” Cuidadora Gloria

En la actualidad, aunque en casos excepcionales, algunas cuidadoras combinan el cuidado infantil con su actividad laboral, como es el caso de Dora, quien tras jubilarse trabaja tomando la presión y lleva adelante su peluquería. No obstante, el resto de las cuidadoras señala estar desempleada y dedicada de forma exclusiva al cuidado. Conocimientos relativos al cuidado infantil:

Al indagar acerca de la capacitación y/o experiencia acerca del cuidado, las cuidadoras señalan en primer lugar, la experiencia de haber sido madres.

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“No, la única capacitación es la de haber sido madre” Cuidadora Daniela “No, nunca, trabajo en otra cosa desde los 12 años y tengo la experiencia de haber tenido a mis hijas” Cuidadora Violeta

En algunos casos, las abuelas ya habían sido cuidadoras de otros familiares, nietos/as y hermanos/as, señalando que, además de la experiencia de cuidado como madre, habían tenido otras con anterioridad, como abuelas y hermanas.

Un caso ilustrativo es el de Felicia, quien tiene la experiencia de haber cuidado a su propia hermana menor, teniendo a su primer hija siete años más tarde.

Asimismo, en algunos casos, las abuelas que cuentan con alguna profesión vinculada al cuidado, relatan que además de la experiencia intra-familiar, cuentan con capacitación especializada.

Por ejemplo, Felicia y Griselda son enfermeras y ambas han trabajado con niños pequeños, contando por lo tanto, con el conocimiento y la experiencia que, desde su profesión, adquirieron en lo que refiere a los cuidados en edades tempranas. “Yo soy enfermera y trabaje ahí en el área pediátrica y siempre con niños, ahora estoy trabajando con adultos nada mas, siempre trabajé con niños y con adultos…” Cuidadora Griselda Jornadas de cuidado:

Las cuidadoras familiares no pagas cubren, con su cuidado, el horario laboral de los padres y madres y, en algunos casos, también horas durante las cuales las madres se encuentran estudiando.

La frecuencia y cantidad de horas dedicada al cuidado de este tipo de cuidadoras no difiere mucho con respecto a las cuidadoras familiares pagas, aunque en estos casos hay una mayor flexibilidad horaria a favor de la cuidadora.

La cantidad de horas dedicadas a la tarea osciló entre seis y diez por día, habiendo casos en que el cuidado abarca algunos días a la semana y la semana por completo.

Griselda relata que ve a su nieta todos los días, sin embargo, sólo queda como responsable de su cuidado algunos días de la semana: “yo vengo acá todos los días y para quedarme con mi nieta días específicos, a veces algún día a la semana no vengo, pero generalmente vengo todos los días” “y más o menos unas 10 horas” Cuidadora Griselda

Las actividades que las cuidadoras realizan con sus nietos y bisnietos en el horario en que los cuidan se concentran más que nada en el disfrute de éstos, en tanto, la mención relativa a lo lúdico se hace fuertemente presente en el discurso de las entrevistadas: “…cuidarlo, juego, juego mucho, nos divertimos” Cuidadora Violeta

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“Jugamos, salimos a caminar, nos divertimos, jugamos a la pelota con los puzzles, con los chiches, tomamos té, hacemos comidas, salimos a la calle a caminar y nos divertimos” Cuidadora Griselda Pautas de cuidado y libertad de decisión de las cuidadoras

El cuidado, al igual que en el caso de las cuidadoras familiares remuneradas, responde a las orientaciones de los padres y madres, sin embargo, dentro de este grupo se explicita que las pautas no son tan rígidas; la consulta a los padres y madres surge cuando deben tomar decisiones importantes.

Violeta, por ejemplo, señala que si bien cuenta con un margen de libertad en cuanto a la toma de decisiones, no pierde de vista la opinión de la madre, en tanto resalta que “las decisiones más importantes las toma mi hija, por ejemplo, yo quería anotarlo en un club y la consulte a ella” Cuidadora Violeta

En esta misma línea, Marta, por su parte, señala que cuenta con libertades cuando está a cargo del cuidado: “Si, tengo libertad. Por ejemplo ahora le pedí permiso ya para llevármelo para afuera cuando yo me vaya” Cuidadora Carmen

El respeto por las decisiones de los padres y las madres es otra de las cuestiones que se destacan.

Así lo señala Daniela, quien a pesar de no estar de acuerdo en ciertas decisiones del cuidado, resalta su respeto ante las mismas: “Respeto las decisiones de los padres en cuanto a la crianza, hay cosas que no estoy muy de acuerdo porque cuando yo fui madre eran lo opuesto pero todo es cuestión de adaptarse a los cambios” Cuidadora Daniela

Por otra parte, la buena comunicación entre padres, madres y cuidadoras es un elemento clave a la hora de trasmitir pautas de cuidado. En este sentido, Griselda manifiesta que a la hora de cuidar a su nieta cumple y respeta las pautas trasmitidas por sus padres y, ante las cuestiones no convenidas, toma sus propias decisiones sin que ello represente una alteración: “Sí, yo soy la abuela, entonces no puedo distorsionar, tengo que hacer lo que ellos dicen, por ejemplo, yo a veces estoy sola con mi nieta o en mi casa o acá y yo le hago de comer, pero ¿qué le hago, ella qué come, qué le pongo?, yo si no sé y no lo hablamos –con sus padres- lo hago igual y después conversamos a ver y no genera ningún malestar ni nada. Y si el papa o la mama no la dejan hacer algo, yo cuando dicen que no, es así, lo que es como ellos dicen, es como ellos dicen” Cuidadora Griselda

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Cuidadora principal no familiar

El cuidado infantil ejercido por cuidadoras que no forman parte de la familia fue, en todos los casos, un servicio remunerado.

El hecho de que el cuidado sea producto de un servicio adquirido en el mercado, permite un mayor margen de exigencia, así como una desvinculación mucho menos problemática que cuando la cuidadora es familiar.

Por su parte, estas cuidadoras, a diferencia de las familiares, son mujeres más jóvenes, con edades entre 29 y 33 años que, a su vez, se encontraban trabajando únicamente como cuidadoras de dependientes menores y/o mayores.

Asimismo, distinguimos dentro de este grupo dos grandes perfiles de cuidadoras. Por un lado, las que reparten su tiempo entre el cuidado infantil y las tareas de limpieza del hogar y, por el otro, las que dedican su tiempo únicamente al cuidado de los niños/as.

Sol y Mariana relatan como y para qué tareas fueron convocadas: “Era amiga de Susana, que la conocí por mi ex-pareja, (…) mi ex-pareja es el padrino de Micaela. Ella (la madre) queda soltera, necesitaba a alguien para que la ayudará a cuidar a Micaela” Cuidadora Sol “Para limpiar y cuidar a los niños, para las dos cosas” Cuidadora Mariana Conocimientos acerca del cuidado infantil:

Dado los diferentes perfiles de este tipo de cuidadoras, se observan a su vez, diversos tipos de conocimientos acerca del cuidado de niños/as: el conocimiento que ofrece la experiencia de vida entre quienes son madres, el de la experiencia de haber cuidado dependientes menores y adultos mayores con anterioridad y el proveniente de la formación profesional.

Sol, quien se dedica exclusivamente al cuidado infantil en el hogar, cuenta que había trabajado como “niñera” y que ello le permitió continuar con sus estudios. A su vez, sostiene que el hecho de ser estudiante de psicología y joven, le permitió acceder un tanto más preparada a este tipo de trabajo: “Yo cuando empecé a trabajar con niños no me gustaba…lo hice más menos obligada por el hecho de que quería trabajar en algo que me dejara tiempo para estudiar y ta, después me encariñe y me encantó” Cuidadora Sol

Por su parte Lourdes, dedicada al cuidado de niños/as y a las tareas de limpieza del hogar, dice no tener capacitación acerca del cuidado infantil pero contar con la experiencia de madre y de haber trabajado en otro lugar con niños pequeños: “…hace 14 años que trabajo en la otra casa y ya, los que cuando entré eran bebés, ahora ya están grandes” Cuidadora Lourdes Jornada de cuidados

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La cantidad de horas que las familias contratan para el cuidado de sus hijos/as es menor que el que las cuidadoras familiares dedican al cuidado infantil y oscila entre cuatro y siete horas diarias.

En el horario en que las cuidadoras permanecen a cargo de los/as niños/as, realizan actividades lúdicas así como tareas correspondientes a la rutina de cuidado (cambiar los pañales, baño, dar alimentos) y, en algunos casos, también combinan el cuidado con tareas domésticas tales como hacer compras y cocinar. “…lo cuido, le cambio los pañales, lo duermo” Cuidadora Lourdes “…desde levantarla, bañarla, salen a hacer las compras, cocinamos…y ta, en eso se te pasa la mañana” Siempre hacen algo juntas. “Y aparte, desde chiquita la acostumbre a que siempre estuviera ayudando, entonces le encanta.” Cuidadora Sol

Mariana, quien además de ser la cuidadora de los niños es quien se encarga de las tareas de limpieza del hogar, relata que mientras ella es responsable del cuidado, únicamente realiza actividades con los niños: “…y cuando estoy con ellos, o sea cuando no están los papas, me dedico a estar con ellos solamente, las tareas de la casa no se hacen, entonces bueno jugamos, dibujamos, bueno al gordo lo cambio, la mema” Cuidadora Mariana Pautas de cuidado y libertad de las cuidadoras

Como en todos los casos, el cuidado de los niños y niñas es pautado por sus padres y madres y, las cuidadoras cuentan con estas pautas e información para manejarse adecuadamente cuando quedan a cargo.

Cuestiones tales como horarios de alimentación, sueño, así como proporcionar vitaminas y/o medicación son parte de las pautas que orientan el cuidado.

Por otro lado, las cuidadoras señalan que cuentan con libertad (similar a la de las cuidadoras familiares no pagas) a la hora de tomar una decisión, no obstante, la consulta a los padres y madres se hace siempre necesaria. “Si, si tuviera que tomar una decisión tengo libertad” Cuidadora Lourdes “Tengo todo… si, pero siempre le consulto a la madre “que te parece si hacemos tal cosa, mira que la situación es esta”, no sé, me desligo y le digo “vos sos la madre, puede pasar esto o esto o esto” como que le tiro el abanico de variables no las tomo las decisiones yo en realidad, planteo la situación y bueno” Cuidadora Sol

En los casos que representan una emergencia médica, las cuidadoras en primer lugar ponen en aviso a los padres y las madres acerca de la situación, acatando lo que éstos estimen conveniente para el caso. Las siguientes citas son un ejemplo claro del comportamiento de las cuidadoras ante este tipo de situaciones: “…la madre, yo acompaño” “primero le aviso a la madre, pero sí, llamamos al médico” “no me animaría tampoco a tomar decisiones en nada” Cuidadora Sol

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“…yo me he quedado con ellos estando enfermos y eso que no ha pasado más de estar con fiebre, igual sé los remedios que les tengo que dar y eso, pero igual siempre llamo primero a los papas” “tenemos todos los números del médico, de la emergencia todos los números de los abuelos pero primero yo llamo a los papas” Cuidadora Mariana

5.6.b.Cuidadora esporádica

Las cuidadoras esporádicas, tal como las hemos concebido, son un recurso que las familias activan en ocasiones específicas, cuando la cuidadora principal no se encuentra disponible para el cuidado infantil y/o ante salidas recreativas de los padres y las madres.

Estas cuidadoras pueden ser remuneradas o no remuneradas, integrantes de la familia o no y, por lo general, constituyen una suerte de “Plan B” del cuidado infantil. Cabe destacar que la figura masculina sí formó parte de este “Plan B”, siendo los mismos -en todos los casos- integrantes de la familia. Al preguntarse quién tomaba lugar en la ausencia del cuidador, se encontró que entre las respuestas de las cuidadoras familiares no-remuneradas figuraban únicamente familiares: “…la tía, la hermana de Fernanda o el abuelo de la beba” Cuidadora Felicia "…tiene la prima que es como si fuera la hermana, que se lleva bien. Sino tiene un hermano y la señora que también puede contar con ellos (mayores todos). Aún ante emergencias puede venir” Cuidadora Dora “Bueno, en caso de emergencia lo dejaría con el abuelo o con el tío” Cuidadora Carmen

En cambio, en hogares con un modelo centrado en el mercado, prima cubrir esos “huecos” también con cuidado comprado en el mercado:

“…y de mañana por ejemplo, yo vengo todo el día, pero los lunes (…) que yo vengo de tarde, de mañana hay otra señora que viene hace poquito…” Cuidadora Mariana

Por otra parte, los hogares en donde el padre se encuentra ausente (temporal o definitivamente) y no cuentan con mayores recursos familiares activables ni posibilidades económicas para costear la paga de un servicio de cuidado esporádico, tienen un margen de posibilidades acotado con respecto al arreglo del cuidado infantil, lo cual representa una seria dificultad:

Al preguntársele a Griselda qué sucedía en el caso de que debiera ausentarse, ella responde: “yo espero que eso no suceda, y si tiene que suceder que suceda estando los dos –padre y madre-porque mi hija sola no se puede manejar, entonces digo, como que a cortito plazo se puede manejar con mi madre, entendés?” Cuidadora Griselda

En resumen, no sólo es necesario que las familias cuenten con cuidadoras principales, sino que también es preciso que éstas tengan a disponibilidad un arreglo de cuidado esporádico; los imprevistos que surgen en la vida cotidiana son variables que

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los hogares deben tomar en cuenta para una adecuada conciliación entre los mundos productivos y domésticos.

5.6.c.¿Con quién dejo a mis hijos?: criterios y req uisitos en la selección de las cuidadoras por parte de las famili as

En la presente sección se expondrán los principales criterios y requisitos considerados por las familias a la hora de elegir una cuidadora, así como las pautas que rigen dicho cuidado.

Delegar el cuidado de los hijos en edades tan tempranas no es una tarea sencilla para padres ni madres. Sin embargo, contar con una cuidadora permite como la continuidad laboral de la pareja -fundamentalmente de la madre- así como preservar algunos espacios de recreación de las personas y la pareja.

Optar por una cuidadora es, por lo tanto, una solución dentro de una compleja ecuación costo-beneficio que los padres y las madres realizan respecto del cuidado infantil. En ésta, entran en juego como factores los requisitos con los cuales la persona a quien delegaran el cuidado debe cumplir.

En general las familias, independientemente del tipo de cuidadora (familiar remunerada o no, extra-familiar remunerada), optan por cuidadoras que cumplan con los siguientes requisitos:

• Cuenten con experiencia y gusto por el cuidado de niños/as • Respeten las pautas de cuidado y rutinas de los niños/as (horarios de sueño y

alimentación, higiene) • Realicen actividades lúdicas con los niños y niñas

Cuando las familias privilegian al cuidado familiar, tanto fuera por motivos de

índole económica o porque simplemente lo prefieren – la cuestión de los límites y el poder juegan un papel importante en el “contrato” con las cuidadoras. En este sentido, en algunas entrevistas se indicó que, si bien muchas veces las familiares –sobre todo las abuelas- constituyen el principal recurso de ayuda en lo que hace a los cuidados infantiles, la delimitación de los espacios (del núcleo familiar, de la pareja conyugal, de la crianza del niño) así como de las de pautas de crianza, son temas complejos, que requieren de una negociación y pueden traer varios “dolores de cabeza”, sobre todo a las madres. Con respecto a esto una de las entrevistadas señala que debía de: “... dimensionar el espacio que le dabas dentro de tu casa. Que fuera un espacio acotado en el tiempo y acotado en las horas y dejar las pautas de las decisiones como muy acordaras.”… “Nosotros resistíamos mucho la idea de las abuelas. (...) porque nos gustaba un poco la independencia en términos de cuidado del niño. Lo que pasa que claro, en términos económicos es mucho más accesible y en términos afectivos también.” Magdalena Otra, de forma similar, sostiene que: “siempre hay que negociar con las abuelas, con mis sobrinas no, porque en realidad al ser chicas o sea al no tener hijos ellas ni nada como que seguían más o menos lo que uno les indica. Con las abuelas es más

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complicado porque tenés que negociar límites, tenés que negociar todo, pero tampoco podes exigir tanto porque en realidad te los están cuidando. Yo por eso es que también prefiero que no me las cuiden siempre” Clara Criterios de elección de cuidadoras remuneradas

Los requerimientos de los padres y las madres difieren en algunos aspectos

cuando éstos contratan un servicio a una cuidadora extra-familiar. En estos casos la recomendación de terceros, la experiencia en el cuidado de niños/as así como compartir los mismos valores y códigos adquieren mayor relevancia para los padres y las madres.

Siguiendo estos lineamientos, a la hora de elegir una cuidadora es crucial para padres y madres que la persona cuente con buenas referencias. La decisión de contratar o no a alguien para el cuidado fue precedida, siempre, por una consulta previa al grupo de amigos/as con hijos/as, familiares y vecinos/as. Padres y madres buscaban consejos y evacuar dudas acerca de si contratar a una cuidadora era seguro, así como recomendaciones de cuidadoras en particular.

La pareja parental, en general, considera que sus hijos/as al ser pequeños/as, se encuentran muy expuestos, en especial cuando aún no han desarrollado el habla y/o no se movilizan por sí solos, por lo que contar con alguien de confianza para el cuidado es primordial.

Dicha confianza es tan importante, que en ocasiones las madres y padres sostienen que en caso de tener que cambiar de cuidadora preferirían enviar al niño al jardín. Afirman que no creen poder establecer otro vínculo de confianza tan fuerte como con la persona que actualmente desempeña ese rol. Esto es frecuente cuando la cuidadora es de confianza, fuera familiar, amiga o una persona a la que ya han visto cuidar a otros niños/as. “Es que no tengo en cuenta a nadie, no me gusta que nadie la cuide…sacando a mi amiga que…ella ya cuidaba a niños, ella ya trabajaba en otro lado, y ta, como éramos amigas y ella estaba trabajando en otro lado le dije, ‘bueno: yo te pago el doble pero venite a laburar con la nena’. Porque yo veía como trataba a los nenes y, no quería a nadie que no fuera conocido, ahí va, de confianza” Susana “No hemos empezado a buscar todavía, pero tiene que ser alguien de confianza, recomendada, nunca seria alguien que no conozco y que no tengo referencias” Leonardo

Además de las referencias, se requiere generalmente de un período de adaptación en que se evalúa la capacidad de la cuidadora para desenvolverse con el/la niño/a; de seguir las pautas que se le comunican; y evaluar el vínculo que el niño pueda o no edificar con ella.

En cuanto a otros requisitos específicos que las familias buscan en una cuidadora remunerada extra-familiar, se destaca la experiencia con niños/as, el trato amable y cariñoso, que tenga un buen uso del lenguaje, que comparta los mismos códigos y valores que los padres y que sea paciente.

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“Primero, lo mas importante de todo es la referencia que nos la pudiera recomendar alguien de confianza y que nos diera una buena referencia, de hecho se dio así, una amiga nuestra nos la recomendó y bueno, después que sea una persona cariñosa dulce que le gusten los niños, porque la señora que viene también hace tareas de la casa pero sobre todo lo que a nosotros nos interesa es que lo principal sea cuidar a nuestros hijos, después si le da el tiempo para hacer alguna otra cosa también” Carlos “Sobre todo que la recomendara alguien, ver bien por quien te llega, la que tenemos nos la recomendó una amiga que ha tenido varias empleadas entonces como que sabe” Celeste “Que sea recomendada, de confianza sobre todo, que tenga buenos modos sea amable tenga buena presencia por los niños, por o sea, la limpieza, todas esas cosas. Que sea una persona como uno, no como uno sino, la imagen, la presencia, y el tema del habla también, del lenguaje es importante” Clara

Otra cuestión de peso para padres y madres es que el cuidado impartido sea brindado siempre por la misma cuidadora, ya que se cree que el cambio constante puede afectar negativamente a los niños y niñas: “Una cosa que yo busco es no estar cambiando permanentemente, digo, yo lo que pido es estabilidad” “Nosotros no queremos molestar a nadie ni pedir favores, ¿ta? La primera opción que habíamos tomado sí era la madrina de nuestro hijo, pero capaz que en ese momento ella estaba complicada entonces apostamos por una niñera (…) y bueno, evidentemente teníamos que pagarle. Pero claro, ¿qué pasa?, para tener una niñera y que mi hijo se acostumbre, que cualquier niño se acostumbre, tendría que estar mucho tiempo y todos los días con él. Porque si le rotamos las niñeras todos los días y le ponemos una persona diferente siempre a él también eso lo marearía” Verónica Códigos y valores compartidos

Las familias que optan por contratar un servicio de cuidado infantil por fuera de su propia familia, también orientan su búsqueda teniendo en cuenta los valores que desean trasmitirle a sus hijos/as.

Es así que los padres y las madres privilegian en su elección cuidadoras con un nivel cultural que se asemeje al suyo y con un empleo adecuado del lenguaje.

De este modo, la elección de la cuidadora se hace efectiva entre las mujeres que entienden a la higiene, lo lúdico y el lenguaje como cuestiones importantes a la hora del cuidado de los niños y las niñas; compartiendo similares códigos y valores acerca del cuidado infantil.

En esta línea, Sol, cuidadora principal y remunerada, señala que compartir los mismos valores es fundamental tanto para los padres y madres como para quien desempeñe tareas de cuidado en el hogar: “Si, creo que es importante. Por ejemplo, tenés que coincidir mucho en el tema de los valores para con la familia que trabajas. Si desde los valores no hay entendimiento, yo creo que es muy difícil trabajar, con quien te toque.” “El conocimiento lo podes

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buscar, te podes cerciorar, pero el tema de valores, ahí yo creo que…las cosas que permitís y las que no, lo que buscas, el desarrollo del niño…” (…) “En mi trabajo anterior yo tuve suerte de coincidir de hecho en el tema valores, eso lo ves cuando estas trabajando. Mismo fue tema de conversación, tipo me consideran de la familia en esta altura” “Si no coincidís ahí los niños se confunden mucho” Cuidadora Sol

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5.7.Jardines de Infantes Comprar en el mercado un servicio de cuidado en jardines de infantes es una estrategia que figura entre los planes a futuro –y en ocasiones actuales- de muchas de las familias entrevistadas. Si bien desde el diseño del estudio se intento evitar que un número considerable de hogares enviaran a sus hijos ya a jardines o guarderías (aspecto que se consiguió aunque parcialmente), la temática –al menos desde una perspectiva prospectiva- si fue indagada en todos los hogares. En este sentido, entendiendo que es una etapa más en la vida infantil, al preguntarles a los padres y madres por qué no enviaban o consideraban enviar a sus hijos a jardines, los mismos respondieron más que nada por una reticencia a hacerlo en edades muy tempranas. En estos casos, los padres y las madres de los niños/as no consideran viable -o no desean- enviar a sus hijos/as a jardines de infantes y/o maternales hasta por lo menos pasado su primer año de vida; inclusive hasta aún más tarde (año y medio o dos), tal como se señala en la cita que figura a continuación: “Teniendo familiares que lo pudieran cuidar…primero lo dejaría con los familiares…aunque sea hasta el año, que sea un poquito más grande, porque tan chiquito, me da (cosa)…” Penélope

La opción de enviar a los niños y niñas a un jardines de infantes, es aplazada por las familias que prefieren contar con este tipo de arreglo de cuidado una vez que los/as niños/as sean más independientes y cuenten con mayores habilidades de desplazamiento y/o habla (algo similar a lo que ciertos hogares mencionaron como reparo sobre las cuidadoras pagas no familiares). “Está en los planes, pasa que, lo queremos hacer cuando mi hijo sea un poco más grande, que por lo menos se pueda movilizar por sus propios medios, por el hecho de decirte que no tengan que llevarlo y acostarlo en una cuna o que él este directamente en algún lugar quieto. Pero si, es una opción mandarlo a guardería” Víctor

Por otro lado, entre las motivaciones destacadas por algunas familias para comprar este tipo de servicio de cuidado infantil, se encuentran: la no dependencia de un cuidador individual y el mayor margen de tiempo libre (generalmente, de las madres y dedicado a su cuidado personal, a la formación profesional, realización de proyectos pendientes y al ámbito laboral).

A su vez, la asistencia del niño al jardín también hace posible que los/as niños/as adquieran mayores niveles de independencia de sus padres, aspecto valorado por algunas de las madres entrevistadas. A su vez, las familias privilegian el servicio ofrecido por los jardines infantiles por otros dos motivos de peso: a) Favorecer la interacción con otros niños/as de su misma edad:

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Los padres y madres ven beneficioso y necesario para sus hijos/as el entrar en contacto con otros/as niños/as de su edad.

Esto ocurre especialmente en aquellos casos donde no se cuenta con otros ámbitos para que los/as niños/as compartan tiempo con sus pares, por ejemplo, en familias donde no hay otros/as niños/as de su edad o, porque debido a problemas de tiempo y/o residencia, no es posible que entren en contacto con ellos. “Porque tenía demasiada energía y, veía niños por la calle y quería jugar con ellos y ta…primos no tiene nada, es hija única, no hay ningún niño en la familia y ta, dije vamos a buscar el jardín” Susana “En realidad lo ideal, me parece que ya a partir de la edad que tiene ahora es que ya vaya a un jardín para que esté con niños, comparta (poco más de año y medio tiene)” Andrés b) La atención y el control que brindan los jardines es superior al de las cuidadoras:

Algunos padres se muestran reticentes a dejar a sus hijos con personas ajenas al

ámbito familiar más allá de las referencias que éstas tengan. Afirman que es muy arriesgado puesto que el tiempo que los niños/as pasan con la cuidadora no puede ser supervisado y no se sabe realmente si le prestan la atención necesaria o si siguen las indicaciones previstas por los padres.

Los jardines en cambio, otorgan mayor seguridad porque hay otros/as niños/as, varias maestras capacitadas y una serie de mecanismos de control. “Prefiero dejarlos en el jardín que se que hay maestras, que hay gente capacitada, que hay testigos de lo que pasa” Ana Criterios a la hora de comprar en el mercado un servicio de cuidado de jardines o guarderías infantiles

Entre los principales requisitos con los que un jardín debería cumplir para ser apto, las familias destacan: la cercanía geográfica, la higiene, la calificación del personal a cargo de los/as niños/as, la cantidad de niños/as en el aula, que cuente con un periodo de adaptación, el tipo de juegos que realizan con los/as niñas/os, la integración de los padres en actividades del propuestas por el jardín, la habilitación y el control por parte del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), y que perciban que sus hijos/as se encuentren a gusto. “Evidentemente la guardería a la que lo mandemos sí tiene que cumplir con ciertos requisitos básicos. Como por ejemplo, que sea limpia, que tenga personal calificado, que (…) te lleves por lo menos una buena impresión. No tengo nada contra las otras guarderías, capaz que tienen un cuidado humano estupendo, pero yo creo que vos cuando vas y ves eso por lo menos te vas un poco más tranquilo aunque no te garantiza que te lo cuiden o que el niño pase bien. Y si buscar alguna guardería a la que vaya el hijo de algún amigo o el hijo de alguna amiga o algo, que ellos nos puedan decir, que ellos ya tengan la experiencia de la guardería y nos puedan decir: mira, está bien o está mal, los hacen jugar o no” Víctor

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“Unos criterios que vimos es la cantidad de niños, ahora a donde va mi hija es entre 10 o 13, y la cantidad de maestras también que ahora tiene dos maestras y una auxiliar, había algunos que eran 20 y había una sola, entonces eso nos parecía importante por el hecho del cuidado para que le dieran la atención que sea necesaria. Después también las actividades que pudieran tener (...) y además queda a siete cuadras, eso también es un criterio, que sea de la zona, otro criterio era que la no fuera un espacio chico, el lugar está bueno y es grande y tiene un patio y psicomotricidad una vez por semana” Carlos

Con respecto a la locación del jardín, tal como menciona Verónica “Si le pasa algo tengo que estar a los 5 minutos ahí. No lo voy a mandar al jardín de carrasco porque me convenza más ahí. Si buscar lo más apropiado”

Sobre la relevancia del control estatal, por su parte Alicia, señala “Tenía muchos prejuicios contra el jardín y ta, como una es primeriza, sentís que nadie lo hace mejor que vos” “Pero ya te digo, fui al jardín y la muchacha me dijo, me volvió a decir: nosotros tenemos un cupo limitado porque somos dos maestras. Por esta cantidad de niños es lo que nos exige el ministerio. Tenemos el permiso del ministerio. Viene todos los meses a regularizar que todo esté bien, es más, al lado del aula le exigen un cuartito con un cambiador y cada vez que cambian a un niño le echan desinfectante para los microbios”

Sobre la seguridad del ambiente en el que están los niños César comenta: “De repente vas a ver uno que hay tremenda estufa a leña gigante y los niños pasando por al lado…o uno que es un tercer piso y esta lleno de balcones…vos ves que no están bien preparado ni la construcción ni la gente que trabaja”

Asimismo, cabe destacar que a la hora de buscar un jardín de infantes, al igual que en el caso de las cuidadoras, se subraya especialmente la experiencia y recomendaciones de amistades, familiares y vecinos/as para esta elección.

Los/as entrevistados/as se informaron en una primera instancia casi exclusivamente por estas fuentes. Solo posteriormente fue que comenzaron a visitar los distintos jardines para definir cuál les parecía más satisfactorio.

En el caso de aquellas madres y padres que ya tenían otros/as hijos/as pesó mucho la experiencia anterior. Si se encontraban satisfechos con el jardín al que enviaron al primer hijo/a, generalmente optaron por el mismo lugar. En caso contrario, contaban con mayor experiencia y conocimiento de la oferta, lo que simplificaba la búsqueda. “Primero la recomendación de mi amiga. Y después ta. Fui, lo visite, me presentaron a la maestra, vi los otros niños” “De amigos que tienen hijos y…sino, yo que sé…de cosas conocidas, como el Varela que es conocido, y dije, bueno ta, voy a ir a averiguar.” Susana “La primera vez empecé a investigar más que nada por amigas conocidas que habían mandado a sus hijos. Y esta vez también, fui directo casi al que había ido mi hijo. Pero…de boca en boca” Ana

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Jardín publico vs. Jardín privado

La opinión acerca de los servicios públicos de educación inicial es en general negativa, en tanto en el imaginario de los entrevistados lo público muchas veces es sinónimo de baja o mala calidad. “Por un tema de calidad y no, por la higiene, porque no sabría que le dan de comer que le dan…prefiero que se quede en casa.” Mariela “Me parece que depende mucho de lo que hay también…No lo aceptaría porque puedo pagar un privado y porque, hoy en día, me parece que es muy grande la diferencia de calidad que hay entre un privado y un público. Sino pudiera pagar un privado sí iría a un público, fui a una escuela pública de chiquito, pero…” Felipe

Sin embargo, no todas las familias entrevistadas comparten esta mirada y en algunos casos se tiene una percepción positiva de la oferta pública de este tipo de servicios.

Las familias que los ven con buenos ojos destacan como factores positivos: la regulación que poseen este tipo de jardines y el beneficio económico que les reportaría debido a su gratuidad. “Igual lo veo como una inversión a futuro, porque mi hijo antes de cumplir 4 puede entrar al público, va, mando uno al público y uno al privado, pero se me disminuye a la mitad.” Ana “Jardines que vas y no encontrás ninguna garantía (...) me parece que en los públicos es un poco más prolijo, me parece que está más establecido cómo tiene que ser” Andrés

No obstante, el acceso a estos servicios se ve limitado por los requisitos de ingreso, público objetivo al que se dirigen y su ubicación geográfica. Con respecto a esto último y, teniendo en cuenta que los padres perciben como fundamental la cercanía del jardín a sus casas o trabajos, esta opción no es conveniente para muchas parejas. “En realidad es por zona, pero nosotros, en mi barrio no conozco ninguno que me de confianza y que este bueno, porque no estoy interiorizada en el tema del barrio. Y además no nos sirve mucho, porque estamos muy apretados de tiempo, y debería ser uno que quedara medio cerca de mi trabajo y a la vez no tan lejos del de mi esposo como para que me de tiempo de dejarlo y que después el pase. Como trabajamos lejos de mi casa. Nosotros queremos mandarlo a uno que nos queda en parque rodó, un punto medio. Y que además es muy lindo, y ta tenemos niños conocidos que han ido y gente grande que también ha ido que dicen que es precioso, que las maestras son bárbaras…Entonces te piden una constancia de domicilio. Y como mi suegra vive por ahí, tenemos una constancia de domicilio así que lo vamos a anotar ahí. ” Ana

En cuanto a la oferta pública de servicios de educación infantil en edades de 0 a 2 años, los entrevistados señalan no conocer mayores servicios que los proporcionados a través de los CAIF y de algunas guarderías:

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“Mira, servicios los que conozco son los jardines, después están los CAIF y creo que guarderías públicas para menos de 3 años y jardines públicos a partir de los 3 años, no se me ocurre otro servicio, pero los públicos en general están dirigidos a una población con mayores dificultades, pero servicios públicos dirigidos a otras poblaciones para el cuidado infantil no conozco, bueno sí están los jardines para los hijos de los empleados públicos o de algunos no sé bien como es.” Federica

Asimismo, aquellas familias que buscan una propuesta educativa variada con actividades como ser música, idiomas y deportes, se deciden entonces por jardines privados. “Y tienen actividades que están buenas además: tienen música, tienen gimnasia, tienen ingles, al ser privado. Cosas interesantes…” Ana “O sea lo que conocemos son los jardines de hecho recorrimos bastantes cuando quisimos anotar a mi hija en uno y había diferencias entre unos y otros, algunos les daba mas deportes, algunos mas a las manualidades, a la parte artística, otros mas bien los cuidaban” Carlos Distancias entre la selección del jardín y el ideal de cuidado infantil

Al igual que en el caso de las cuidadoras pagas, los/as entrevistados/as se muestran satisfechos con la elección que han realizado. Afirman que en el caso de que detectaran algo que no les gustara cambiarían al niño de inmediato.

Adjudican su conformidad con la decisión, en buena medida, al haber desarrollado una búsqueda cuidadosa y tener muy claros los servicios que consideraban necesarios para garantizar el buen cuidado de sus hijos.

Al preguntarle cuál es su ideal sobre el cuidado de su niño en la actualidad una madre responde: “Mandarlos a un Jardín. Cuando era más chica, o no empezar a trabajar…o sí, eso, ahora mandarlos a un jardín” Ana

El caso particular de una madre que por cuestiones de emergencia no pudo realizar una evaluación detallada de diferentes opciones, reafirma la hipótesis planteada, puesto que al no resultarle satisfactoria su primera opción, debió de cambiar a su hijo de jardín al poco tiempo. “Si, el al principio fue a uno que era horrible, y ta, lo elegí porque yo empecé a trabajar de un día para el otro y ta no tuve tiempo de buscar, y entro sin la adaptación pobrecito, pero ta, fue de un día para el otro. Ahora, desde hace un año va a otro que es un colegio que es re lindo, además en la clase de el son cuatro y lo cuidan, lo malo es que los malcrían un poco pero los tienen bien” Vanesa

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6.Conclusiones

A lo largo de este estudio se han analizado las situaciones a las que se enfrentan los hogares montevideanos de nivel socioeconómico medio a raíz del nacimiento de sus hijos/as.

La llegada de estos nuevos y vulnerables integrantes al hogar rompe con el -a veces logrado- equilibrio entre lo que son los ámbitos laboral y doméstico; debiendo los padres y madres entonces, conciliar sus mundos productivos con las demandas cada vez mayores de su vida hogareña.

Las estrategias tomadas por estos hogares para enfrentar los nuevos cambios son producto de una ecuación cuyos factores, creemos se componen –al menos- de: la estructura de oportunidades existente, los activos familiares y económicos del hogar, las visiones sobre los roles del hombre y la mujer en la sociedad y, la posición en el mercado laboral de la/s figura/s parental/es.

Es en base a estas variables que en el presente trabajo se ha analizado la organización del cuidado de niños pequeños de dos años y menos.

En lo que refiere a las estructura de oportunidades existentes para el tipo de

familias aquí estudiadas, la misma se reduce prácticamente al mercado. El rol de Estado como productor de bienestar en esta etapa del ciclo familiar se

ciñe a la regulación sobre las licencias laborales así como a la prestación de servicios de salud gratuitos (poco utilizados por individuos de NSE medio) o – recientemente con el FONASA - a través del BPS.

La comunidad, por su parte, si es comprendida estrictamente desde un punto de vista local, para las familias capitalinas aquí estudiadas, no ha sido una fuente de activación de recursos para la obtención de bienestar. Vecinos y amigos a lo sumo conforman un nivel muy precario de colaboradores (en caso de emergencias) así como una fuente de información sobre servicios locales.

Por otra parte, si dentro del concepto de comunidad se incluye a la familia que no cohabita en el hogar del niño (una familia “extendida”), la misma sí adquiere relevancia; constituyendo en ocasiones la fuente principal de cuidado.

En lo que refiere a los hogares de NSE medio aquí estudiados, propusimos se pueden identificar – al menos - tres grandes configuraciones de cuidados optadas por los núcleos familiares:

1. Un Modelo independiente: hogares que optan por encargarse ellos

solos del cuidado de sus hijos. 2. Un Modelo centrado en el mercado, donde se compra en éste los

servicios de cuidado requeridos 3. Un Modelo familiar-dependiente: hogares que optan por un familiar

(fuera del núcleo) para el cuidado de sus hijos, generalmente abuelas. La selección de cualquiera de estas tres configuraciones, puede haber tenido

muy distintas causas en cada hogar. Lo más relevante quizás, es que un tipo de cuidados puede haber sido buscado y/o considerado como el más adecuado en un hogar y simplemente puede haber sido la única alternativa que disponía en otro.

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En este sentido, creemos que la carencia de activos económicos y/o familiares reduce las alternativas de configuraciones de cuidados disponibles; una ideología de rol de género tradicional hace mucho más probable que sea la mujer la que cargue con la responsabilidad del cuidado y las tareas domésticas del hogar; mientras que las diferencias en la posición de los responsables del cuidado en el mercado de empleo (ingresos, horarios y beneficios; generalmente signados por una inequidad de género) terminan por hacer “caer” fuera del mismo al peor ubicado.

Si bien es claro que el estudio de las configuraciones de cuidado presentadas –

así como las conclusiones de esta investigación- deben ser continuadas y profundizadas con posteriores y más ambiciosos estudios, parecería haber una cuestión que puede compartirse con relativa facilidad: el diseño de un modelo único de oferta de servicios o política pública para el cuidado infantil sería una solución inadecuada e ineficaz para las situaciones descritas.

En otras palabras, no bastaría con la creación de un modelo de sistema de

cuidados único (y por lo tanto rígido y/o inflexible). Si el mismo es elaborado desde la “oferta”, desde una visión dogmática de lo que el Estado o sus dirigentes creen que es - o debería- ser el cuidado ideal, el mismo generará bienestar en un número muy reducido de familias y tendrá consecuencias indeseadas para la sociedad en su conjunto.

A la luz de lo expuesto, quizás la primera –y más fundamental- de las guías para el diseño de una política de cuidados infantiles eficaz y eficiente, fuera el proporcionarle a los hogares con hijos menores, los recursos necesarios para recuperar la posibilidad de decidir e incidir sobre su estrategia de cuidados.

Tomando esta premisa como punto de partida, a modo de síntesis y cierre del

presente estudio, se presentan una serie de reflexiones y recomendaciones prospectivas para la elaboración de políticas públicas en la temática o, en otras palabras, para el diseño de un sistema de cuidados.

En primer lugar, en nuestro país ya existe un sistema focalizado -en los hogares de menores ingresos- de transferencias monetarias condicionadas (Asignaciones Familiares).

Una universalización de este derecho, podría proporcionarle a los hogares de NSE medio con hijos pequeños (0-2 años) el margen de maniobra necesario para liberar recursos económicos en pos del cuidado infantil.

Por otro lado, este tipo de políticas públicas son muy complejas en su diseño e implementación, por lo que escapan por demás a los cometidos de este trabajo (seleccionar condiciones adecuadas, la forma del pago –bono o moneda-, asegurar o incentivar que se destinen ingresos al cuidado, su financiamiento, etc.).

En este sentido, a pesar de que las transferencias condicionadas pueden llegar a ser una política plausible, se intentará proponer políticas alternativas o complementos a una estrategia de este tipo.

Una primera alternativa a las transferencias directas es el apoyo del Estado a los

hogares mediante la asignación del derecho a una determinada cantidad de horas de cuidado en diversas modalidades.

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Tal como ha sido descrito, en el pequeño universo de los hogares aquí estudiados se prefirieron al menos tres modalidades distintas de cuidados; es de esperar que existan muchas más.

Proporcionar servicios de cuidado infantil a través de jardines dirigidos a todos los niños y niñas de 0 a 2 años (independientemente de su nivel socioeconómico) podría ser un primer paso, que debería de complementarse con servicios de cuidado alternativos, como por ejemplo: la provisión estatal de cuidadoras “privadas” a domicilio que cuenten con capacitación y certificación estatal, otorgarle los beneficios del BPS a las cuidadoras familiares, etc.

En este sentido, sería positivo que las cuidadoras en sí mismas tengan un lugar

central en diseño de la política; dignificar su tarea y asegurar su protección social deberían ser elementos clave en el mismo.

Asimismo, no sólo es importante brindar servicios de cuidado desde la esfera

estatal, sino también capacitación en cuidados infantiles. La amplia mayoría de las cuidadoras aquí entrevistadas (pagas o familiares) no

poseía ninguna clase de formación para el tipo de tareas que desempeñaba. Tal como sucedió con la opinión de algunos hogares sobre los servicios

públicos, la certificación (y transparencia que esta conlleva), redundan en un incremento de la calidad de los servicios y la confianza de los usuarios en los mismos.

En esta misma línea, la creación de un portal estatal que contenga toda la

información relativa al cuidado infantil podría ser de utilidad, en tanto luego de los médicos –en los hogares entrevistados- fue Internet la fuente de información más consultada por los padres y madres interesados en el cuidado.

El diseño de un sitio amigable, con información sobre los derechos y obligaciones de los hogares; los servicios a los que se encuentran intitulados (así como la posibilidad de una evaluación de los mismos); información médica y nutricional relevante para los cuidados del período gestacional e infantil; entendemos, sería una política relativamente barata y de un impacto considerable.

Un sistema de cuidados no puede obviar relevancia de las nuevas tecnologías de la información y comunicación en las generaciones actuales.

Por otra parte, un debe importantísimo en relación a las políticas públicas del

cuidado infantil es la integración real del padre al diseño de las mismas. La centralidad de la madre en el cuidado de los niños pequeños no implica per se

una marginalidad del padre en el mismo proceso. Si bien el diseño actual de las políticas de cuidado se ha centrado en apoyar a las madres, muchas de las veces en una situación de vulnerabilidad laboral, económica y sanitaria ante el nacimiento de sus hijos; las mismas políticas no han hecho nada para cambiar el lugar del padre en este proceso.

A pesar de que continúa siendo claro que la división de tareas dentro del mundo

doméstico recae injustamente sobre la mujer, parecería ser que las ideologías o concepciones de rol de género se encuentran en un lento proceso de cambio.

Como hemos observado a lo largo de este estudio, aún los hogares más tradicionales son menos conservadores que una y dos generaciones hacia atrás.

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El realizar campañas de bien público, incentivando y valorizando el rol paterno en el cuidado infantil o, mejor dicho, el cuidado compartido, podrían ser una alternativa sui generis para colaborar con la reducción de esta inequidad de género.

Asimismo, un ejemplo claro del “olvido” del hombre en el diseño de las políticas es el campo de las licencias paternales: el hogar en su conjunto ve reducido su bienestar ante esta situación, puesto que el rol del padre en los primeros meses del niño/a y –sobre todo- en el periodo post-parto de la madre es importante.

La legislación vigente de licencias, sobre todo las paternales, es muy limitada y

el margen y lugar que se otorga al progenitor ante el nacimiento de un hijo/a es mínimo.

A modo prospectivo, entendemos que la sociedad uruguaya debe transitar un proceso complejo de formulación de un sistema de cuidados nacional.

Teniendo en cuenta un escenario demográfico problemático (la conjunción de una baja natalidad y el envejecimiento poblacional) la cuestión de los cuidados –tanto a menores como a mayores dependientes- a corto o largo plazo, afectará a todos los actores.

Se hace prioritario, entonces, llegar a acuerdos nacionales que integren la visión y las necesidades de todos los involucrados; de otra forma, para los hogares y las familias se hará cada vez más difícil enfrentarse al comienzo de su ciclo reproductivo en condiciones de bienestar.

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Anexo: Cuestionario Breve presentación de la investigación. CUESTIONARIO DIRIGIDO A MADRES Y PADRES: DATOS FILIATORIOS: ¿Qué edad tiene tu hijo/a? ¿Cuál es tu estado Civil? ¿Hace cuánto estas en pareja? ¿Cómo se compone la familia? Anotar/observar: Características barriales y del hogar Comportamiento del niño/a al momento de la entrevista RECURSOS/ACTIVOS: ¿Con quiénes contás de tu familia para el cuidado del niño/a? ¿Con quiénes contás de tu círculo de amigos / comunidad – vecinos? En caso de que tú o el principal cuidador no puedan cuidar al niño/a, con quienes contás para el cuidado? Plan B ¿Qué pasa cuando el niño/a esta enfermo? ¿Quién lo cuida? ¿Qué modificaciones se dan? CUIDADOR/A: ¿Cómo tomaste la decisión de tener un cuidador? ¿A quien tuviste en cuenta? ¿En quién pensaste? ¿Qué elementos/criterios tuviste en cuenta para la selección de la persona? Si no es familiar o no es mercado, ¿por qué? ¿Alguna vez pensaste en comprar en el mercado el cuidado? Si le paga a un familiar ¿Por qué motivos lo hace? Qué beneficios trae consigo esta elección? ¿Identificas alguna distancia entre lo que seleccionaste y tu ideal para el cuidado infantil? ¿Por qué se da esta distancia? Capacidad de tomar decisiones por parte del cuidador (según los padres) OFERTA DE SERVICIOS DE CUIDADO: ¿Conoces servicios de cuidado infantil? ¿Qué opinión tenés sobre los mismos? ¿Pensaste en utilizarlos? ¿Por qué si/no? Efectivamente, ¿buscaste algún servicio de cuidado infantil? ¿De dónde obtuviste información? ¿Cuáles serían los criterios que considerarías para adquirir un servicio de cuidado infantil? ¿Cuál es el costo monetario del cuidado infantil?

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Estrategias familiares para el cuidado de niños/as menores de 2 años

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MUNDO PRODUCTIVO: Previo a tu niño/a, ¿trabajabas/estudiabas? Identificar cambios antes/post hijo/a en: recreación; trabajo/estudio y tareas del hogar ¿Ambos –padre/madre- perciben ingresos? ¿Cuál es el que percibe más? ¿La diferencia es significativa? ¿Costes afectivos? ¿Cuáles? ¿Cómo se tomó la decisión con respecto a la conciliación entre el mundo productivo y el familiar? ¿Hubo acuerdos entre los miembros del hogar, fue espontáneo, impuesto? ¿Hay roles diferenciados: tareas domésticas, limpieza, niño/a, médico, noches, etc.? Trabajo para la madre (en el caso que corresponda): Si la empresa/institución tiene algún tipo de política/consideración con la madre por fuera del marco regulatorio Lactancia para la madre (en el caso que corresponda): Si en su lugar de trabajo, la madre tiene tiempo para ordeñarse, si las políticas de la empresa/institución tienen en cuenta este aspecto de la maternidad una vez que las madres se integran a trabajar luego de dar a luz. A continuación te vamos a entregar una agenda de una semana típica, la idea es que tú la completes de acuerdo a la organización familiar para el cuidado del niño/a. En caso que el niño tenga 2 años podemos pedir que llene 2 agendas, una correspondiente al 1º año del niño/a y otra correspondiente al 2º año.

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CAPACITACIÓN SOBRE EL CUIDADO: ¿Cómo obtuvieron información sobre la oferta de cuidados infantiles? ¿Y sobre el cuidado buscaron alguna información, de qué fuentes? (libros, sitios Web, revistas, amigos, familia, médicos, talleres, cursos, otros profesionales) POLÍTICAS PÚBLICAS: ¿Qué políticas públicas conoces en relación al cuidado infantil? (licencias, guarderías, capacitaciones, transferencias) Las políticas que existen en la actualidad, ¿toman en cuenta tus necesidades? ¿A qué deberían apuntar? Si existiera la posibilidad de cambiar su modelo de cuidado por otro ¿lo haría? (Ej. Mandar al niño/a a un jardín público, contar con cuidadores estatales, transferencias, etc.) ¿Cuál? CIERRE: Por último, ¿podrías decirme qué edad tienen tú y el papá? ¿Conoces a alguien más que puedas recomendarme que tenga hijos de 0 a 2 años y sea de clase media? Muchas gracias! CUESTIONARIO DIRIGIDO A CUIDADORES/AS: Datos: edad, estado civil, sexo, nivel educativo, tiene hijos, relación con el niño, pago/no pago Capacitación en cuidados Experiencia previa en cuidado ¿Tiene otro trabajo? ¿En el mismo rubro? (¿le dedica su vida laboral al ámbito de los cuidados?) Cantidad de horas que cuida al niño (día/semana) Tareas que cumple y actividades que realiza con los niños Margen de libertad/toma de decisiones (según el cuidador/a)

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Estrategias familiares para el cuidado de niños/as menores de 2 años

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¿Quien marca lo que usted tiene que hacer para el cuidado infantil / en el tiempo que cuida al niño/a? ¿Qué hace en casos de emergencia? ¿Qué pasa si se debe ausentar por un tiempo? ¿Depende de el/ella o de los padres el conseguir un reemplazo? Lactancia para el cuidador (en el caso que corresponda) Si la/el cuidador/a conoce horarios de alimentación y tipo de alimentación y el "entrenamiento" para ello Muchas gracias!