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CAPITULO 2
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA
Somos nosotros los que trazamos los lmites, noso-tros los que
barajamos los naipes, nosotros los que establecemos las
distinciones. James Keys
EPISTEMOLOGAS ALTERNATIVAS
Tal vez sea un error pensar que a lo largo de la historia de la
psicotera-pia se han ido incorporando numerosos paradigmas
autnomos, como los del psicoanlisis, el conductismo y la psicologa
humanstica.
Grcgory Bateson adujo que, desde el momento en que la psicologa
humanstica es "materialista", no difiere de las premisas bsicas del
con-ductismo y el psicoanlisis. Esto equivale a decir que todos
estos enfo-ques de la psicologa comparten una misma cosmovisin, que
postula un mundo material de objetos fsicos regidos por las leyes
de la fuerza y la e-nerga. Rollo May (1976) ha reconocido las
implicaciones de esta critica:
Es obvio que Bateson nos est hablando de un nivel ms profundo
del que ha-bitualmente tomamos en cuenta. Sostiene que nosotros
tendemos a presumir, de manera inconsciente, que todo lo que existe
es material; y esto se pone de manifiesto en nuestro empleo de la
frase "tercera fuerza".* La fuerza, como la energa, es aplicable en
la mecnica y la tcnica, pero no en los seres humanos. ...Segn
Bateson, esto es lo que nos hace adoptar una actitud beligerante
con respecto a los conductistas. Al utilizar trminos como "fuerza"
resucitamos una antigua batalla, una lid que se remonta al siglo
XVIII. En verdad, el hecho de que continuemos en esta lid nos
convierte a nosotros en los conservadores (pg. 47).
* La "primera fuerza" es el conductismo; la "segunda fuerza", el
psicoanlisis; la psicologa humanista se postulaba como la "tercera
fuerza". Vase tambin la cr-tica de Bateson, infra, pg. 113
[T.].
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 27
Las crticas que Bateson formulaba a la psicologa estaban
referidas a un plano fundamental, que l denomin "epistemologa". La
epistemolo-ga es ms bsica que cualquier otra teora particular, y se
ocupa de las re-glas que gobiernan el funcionamiento de la cognicin
humana. Por defini-cin, la epistemologa procura establecer "de qu
manera los organismos o agregados de organismos particulares
conocen, piensan y deciden" (Bateson, 1979a, pg. 228 [trad. cast.
201]).
Dentro del contexto de la filosofa, tradicionalmente se ha
empleado el trmino epistemologa para hacer referencia a un conjumto
de tcnicas analticas y crticas que definen los lmites de los
procesos del conoci-miento. Fuera del cubil de los filsofos, uno de
los lugares en que pode-mos encontrar la epistemologa es en la obra
de bilogos experimentales contemporneos como McCulloch, Lettvin,
Maturana, Vrela y von Foerster. Ms adelante examinaremos el papel
que han cumplido estos trabajos -a los que McCulloch (1965) dio el
ttulo genrico de "epistemo-loga experimental"-1, en los que se
efectuaron descubrimientos esencia-les para comprender la
epistemologa ciberntica.
Ms all del laboratorio del neurofisilogo, las inquietudes
epistemol-gicas estn presentes en los contextos ms amplios de la
historia natural. En el dominio sociocultural, la epistemologa
equivale al estudio de la ma-nera en que las personas o sistemas de
personas conocen cosas, y de la manera en que ellos piensan que
conocen cosas. Desde este ngulo, "la antropologa pasa a ser un
examen crtico de la epistemologa" (Bateson, 1976b). En trminos ms
generales, el estudio de la epistemologa nos lleva a reconocer cmo
construyen y mantienen las personas sus hbitos de cognicin.
Es imposible que alguien carezca de una epistemologa. Esto ha
sido desarrollado por Bateson (1977): "Nadie puede afirmar que no
posee u-
1 McCulloch (1965) situ como sigue a la epistemologa
experimental dentro de
la historia de la ciencia: "As como la qumica tuvo un comienzo
deplorable con la rgida doctrina de la alquimia y slo se salv
gracias a los 'maquinistas', as tambin la psicologa se vio trabada
por la epistemologa doctrinaria y slo se salv gracias a los
bilogos. Convertir a la psicologa en epistemologa expe-rimental
significa tratar de entender la corporizacin de la mente" (pg.
389). (Al hablar de "maquinistas" est aludiendo a quienes manejan
las pequeas mqui-nas de vapor que suelen usarse en los barcos de
carga de reducido tamao y para arrastrar vagones en las minas). Lo
que McCulloch quiere manifestar es que el desarrollo de la
psicologa como ciencia exige estudiar los sistemas de relacio-nes
formales que, por decir as, "corporizan" [embody] la mente. Como
luego veremos, la mente se corporiza en una vasta diversidad de
fenmenos: cerebros, dilogos, familias y ecosistemas ntegros.
LuceroTachado
LuceroResaltado
LuceroResaltado
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28 ESTETICA DEL CAMBIO
na epistemologa. Los que as lo hacen, slo tienen una mala
epistemo-loga" (pg. 147). No obstante, yo agregara que la pretensin
de no te-ner ninguna epistemologa slo es "mala" si el sujeto
recurre a ella para eludir la responsabilidad que le cabe por sus
ideas, percepciones y deci-siones. No tener un percatamiento
consciente [conscious awareness] de la propia epistemologa no es
algo forzosamente malo, aunque esa falta de percatamiento puede ser
riesgosa. Yo preferira decir que la preten-sin de carecer de
epistemologa que no incluye el percatamiento cons-ciente de s
misma.
Adems, es posible someter a examen las premisas epistemolgicas
segn cules sean sus particulares consecuencias ecolgicas. Por
ejem-plo, la patologa se caracteriza en la actualidad y partiendo
de ciertas pre-misas implcitas en la relacin del hombre 2 con su
ambiente. La premisa de que "cunto ms, mejor", verbigracia, ha
generado a menudo un caos ecolgico en una amplia gama de mbitos
geofsicos, biolgicos y econ-micos. Es imperioso (la supervivencia
misma est en juego) que se expli-citen y comprendan las bases
epistemolgicas subyacentes en nuestras pautas de accin y de
percepcin. Auerswald (1973), con referencia a la terapia familiar
(e implcitamente a la humanidad toda), nos transmite esta urgencia
al insinuar que "parecemos temerariamente empeados en una carrera
de autodestruccin", agregando que "lo que se requiere es una
e-pistemologa totalmente nueva"(pg. 696).
Los anlisis anteriores de la epistemologa dentro de la terapia
fami-liar establecieron a veces un distingo entre dos clases de
epistemologa: la lineal progresiva 3 y la recurrente (llamada
tambin sistmica, ecolgi-ca, ecosistmica, circular o ciberntica).
Ejemplo de la epistemologa li-neal progresiva tradicional es la
nosologa psiquitrica y el modelo mdi-co clsico de psicopatologa: es
atomista, reduccionista y anticontextual, y se atiene a una lgica
analtica que se ocupa de las combinaciones entre elementos
aislados. Los terapeutas que entienden que su labor consiste en
tratar de corregir, disecar o exorcizar los elementos "malos",
"enfer-mos" o "locos" de sus clientes, operan con una epistemologa
lineal pro-
2 A lo largo de esta obra debe entenderse que "hombre" designa a
una clase de animales que incluye tanto machos como hembras.
1 Siguiendo a Baleson (1979a), emplear la expresin "lineal
progresivo" (li-
neal) para referirme a una secuencia de ideas o proposiciones
que no vuelven, ce-rrando el crculo, al punto de partida; el trmino
"lineal" a secas [linear] queda re-servado para cuestiones
geomtricas. [En castellano el adjetivo "linear" se em-
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGA 29
gresiva. Ejemplos dramticos de este enfoque son los mtodos
bioqu-micos, quirrgicos y elctricos en la terapia.
Una epistemologa recurrente, por el contrario, pone el acento en
la ecologa, la relacin y los sistemas totales. Al revs de lo que
ocurre con la epistemologa lineal progresiva, es congruente con la
interrela-cin, la complejidad y el contexto. Esta epistemologa
alternativa es la que ponen de manifiesto aquellos terapeutas que
entienden que su rela-cin con los clientes forma parte de un
proceso de cambio, aprendizaje y evolucin.
Ciertos terapeutas afirman seguir una epistemologa distinta de
la line-al progresiva por el hecho de que tratan a familias
enteras, o utilizan la "paradoja teraputica", o funcionan como un
"equipo sistmico", o pien-san en trminos de "metforas ecolgicas", o
aplican una "concepcinin-teraccional". Sin embargo, por s solas
estas acciones no estn forzosa-mente conectadas con una
epistemologa no lineal progresiva. La episte-mologa es algo ms
fundamental que las acciones e ideas descriptas por la mayora de
los crticos. Es simplemente imposible describir con clari-dad una
epistemologa alternativa en los trminos convencionales, as co-mo a
un brujo le es imposible describir a un extrao, a un no iniciado,
un mundo alternativo de experiencia.
El obstculo que enfrentamos ante el lector es que no podemos
ilus-trar concretamente una epistemologa alternativa recurriendo a
alguna es-cuela de terapia, secuencia de accin o conjunto de
metforas, ya que lo que uno ve est plasmado siempre por el mundo en
el que acta en ese momento. Concebir un otro mundo requiere estar
ya en ese otro mundo. As, lo ms que puedo hacer en este texto es
insinuar diversos caminos para encontrarse con una epistemologa
alternativa, advirtiendo a la vez sobre la posibilidad de que cada
uno de estos senderos resulte deforma-do y retorcido por la
cosmovisin de la que ya se forma parte.
As, un terapeuta puede resolver trabajar dentro del marco de una
epis-temologa lineal progresiva o recurrente.4 Esta decisin lo
llevar a cons-
plea slo en botnica y zoologa, para designar una planta o animal
"largo y del-gado, semejante a una lnea" (Diccionario de la Real
Academia). En el "Glosario" que Bateson incluye al final de su
libro Espritu y naturaleza (pg. 202) leemos: " 'Li-neal' [linear]
es un trmino especializado de la matemtica; describe una rela-cin
entre variables tal que, al representarla en coordenadas
cartesianas ortogona-les, se obtiene una lnea recta. 'Lineal
progresiva' [lineal] es la relacin entre una serie de causas o
argumentos cuya secuencia no vuelve al punto de partida". Lo
opuesto de "lineal" es "no lineal"; lo opuesto de "lineal
progresivo" es "re-cursivo".(T.)] 4 Demostrar ms adelante que no
debe considerarse esta distincin como una di-
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30 ESTETICA DEL CAMBIO
truir, preservar y experimentar una determinada concepcin del
mundo (o paradigma). Siguiendo a Auerswald (1973) podemos dividir a
los tera-peutas de familia en tres clases, segn sus puntos de vista
epistemolgi-cos: 1) los que siguen una epistemologa lineal
progresiva tradicional; 2) los que siguen una epistemologa
recursiva, y 3) los que se hallan en un perodo de transicin de la
primera a la segunda.
En la medida en que los terapeutas lineales progresivos y
recursivos experimentan mundos diferentes, el "mundo de la
transicin" es confu-so. Hallarse en transicin desde una
epistemologa hacia otra implica des-plazarse hacia la visin de un
mundo que, por definicin, es imposible captar dentro del mundo al
que uno est habituado. Por ejemplo, aunque los astrnomos han
probado que la Tierra rota sobre su eje, seguimos per-cibiendo la
"salida del Sol" y la "puesta del Sol". Pasar de la compren-sin
conceptual del planeta que rota sobre su eje a la percepcin
habitual, propia del "sentido comn", de ese mismo planeta,
representa una transi-cin paradigmtica. Y algo semejante ocurre si
se pretende ver la familia como un organismo y no como un conjunto
de individuos.
Es improbable que alguien haya conocido cabalmente una
epistemolo-ga recursiva. Bateson (1972) admiti la dificultad de
esta tarea, aunque entenda que era imperativa:
Y si estoy en lo cierto, es preciso reestructurar todo nuestro
modo de pensar sobre lo que somos nosotros mismos y las otras
personas. No es un chiste, y no s por cunto tiempo tendremos que
seguir en esto. Si seguimos actuando con las premisas que
estuvieron de moda en la era preciberntica, subrayadas y
forta-lecidas durante la Revolucin Industrial, que pareci
convalidar la unidad darwi-niana de supervivencia, quiz nos queden
veinte o treinta aos antes de que la reductio ad absurdum lgica de
nuestras viejas posiciones nos destruya. Nadie sa-be de cunto
tiempo disponemos, dentro del sistema actual, antes de que
sobre-venga algn desastre, ms serio que la destruccin de cualquier
grupo de nacio-nes.
La tarea ms importante de hoy es, tal vez, aprender a pensar de
una nueva manera. Permtaseme decir que yo no s cmo pensar de esta
manera. Intelectualmente, puedo plantarme ante ustedes y brindarles
una exposicin razonada de este asunto; pero si estoy talando un
rbol, todava sigo pensando: "Gregory Bateson est talando el rbol.
Yo estoy talando el rbol". "Yo mismo" sigue siendo para m un objeto
excesivamente concreto, diferente del resto de lo que he llamado
"mente" (pg. 462) [tradxast. 492-93].
cotoma del tipo "o bien... o bien...", sino como una pauta
complementaria. Es imposible ser o bien lineal progresivo, o bien
recursivo: corporizamos ambas cosas. Lo que ms interesa es nuestro
modo de operar con esta distincin, seme-jante a la del yin y el
yang. Aqu trazaremos la distincin para comprender cada una de estas
mitades, lo cual nos facilitar luego la comprensin de la pauta
to-tal.
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 31
Nos hallamos, pues, atrapados en una etapa de transicin. Esta
sensa-cin de estar cautivo entre dos "realidades" es evocada por
Matthew Amold en los siguientes versos de sus "Estrofas de la Gran
Cartuja":
Deambulando entre dos mundos, uno de ellos muerto, el otro
impotente para nacer (1855/1973, pg. 608).
Prevalece la confusin, incluso, acerca del nombre apropiado para
de-signar este paradigma alternativo. Dentro de la terapia familiar
se han su-gerido nombres tales como "epistemologa ecolgica"
(Auerswald, 1973), "paradigma general de los sistemas"
(Bloch,1980), y "epistemo-loga ecosistmica" (Keeney,1979a).5
Propongo que se adopte el trmi-no "epistemologa ciberntica" que nos
conecta con una tradicin intelec-tual que incluye a Ashby, Bateson,
McCulloch, Maturana, Vrela, von Foerster y Wiener, entre otros.
Bateson (1972) sostuvo que "la cibernti-ca es el mayor mordisco al
fruto del rbol del Conocimiento que la huma-nidad ha dado en los
ltimos dos mil aos" (pg. 476) [trad.cast. 507]. El campo de la
ciberntica se ha convertido en el principal marco de refe-rencia
para el estudio de las cuestiones epistemolgicas. En particular, el
Laboratorio Biolgico de Computacin, fundado por Heinz von
Foerster,6 ha sido el refugio y el centro de recursos humanos en
que se desarrollaron gran parte de las importantes innovaciones
producidas en la epistemologa ciberntica contempornea.
Como nuestra particular epistemologa determina todo lo que
pensa-mos, decimos y hacemos, a fin de entender la epistemologa
ciberntica
3 La epistemologa ecosistmica ha sido definida como el marco
epistemolgico que representa a la ciberntica, la ecologa y la teora
de los sistemas. La expre-sin fue propuesta por Wilden y Wilson
(1976), especialistas en teora de la co-municacin, y Keeney (1979a)
fue quien primero la emple en el campo de la te-rapia familiar.
6 Heinz von Foerster, que est relacionado con la familia
Wittgenstein, hizo la carrera de fsica, y durante mucho tiempo le
fascin el nexo entre el observador y lo observado. Alentado por
Viktor Frankl, public una teora de la memoria fi-siolgica inspirada
en la mecnica cuntica. Luego de estudiar con McCulloch y
Rosenblueth, fund el Laboratorio de Computacin Biolgica (LCB),
pertene-ciente a la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. El
LCB se centr en el "estudio de los principios computacionales de
los organismos vivos" (von Foerster, 1964, pg. 330), y fue desde su
creacin el lugar de encuentro ms im-portante de los cibernticos.
Ashby, Gnther, Lfgren, Maturana, Pask y Vrela, entre otros,
actuaron all como profesores residentes.
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32 ESTETICA DEL CAMBIO
debemos escuchar y hablar su propio lenguaje. Algo semejante nos
dice Castaeda (1968):
Para cualquier novato, indgena o no, el conocimiento de la
brujera se vol-va incomprensible a raz de las caractersticas
estrafalarias de los fenmenos que l experimentaba. Personalmente,
como hombre de Occidente, estas caracte-rsticas me parecieron tan
extraas que habitualmente me era imposible explicar-las en funcin
de mi propia vida cotidiana, y me vi obligado a concluir que
cual-quier tentativa de clasificar con mi propia terminologa los
datos recogidos en el terreno sera ftil. As pues, me pareci obvio
que el conocimiento de don Juan deba examinarse teniendo en cuenta
cmo lo comprenda l mismo; slo as poda volvrselo evidente y
convincente (pgs. 8-9).
Para Castaeda, explicar el modo de conocimiento de don Juan en
cualquier sistema simblico distinto del lenguaje del brujo era
ftil. An-logamente, conocer la ciberntica nos exige utilizar formas
cibernticas de descripcin. Aqu el reto consiste en elucidar las
premisas bsicas de la epistemologa ciberntica. Pero antes es
menester analizar algunos prin-cipios fundamentales de la
epistemologa, a fin de construir un contexto en el que pueda
formularse dicha epistemologa ciberntica.
Debe sealarse que hemos estado utilizando el trmino epistemologa
con un doble sentido: para indicar cmo piensa, percibe y decide una
per-sona, y para indicar qu piensa, percibe y decide. Pronto
veremos que en-tender cmo se conoce es inseparable de entender qu
se conoce. Descu-briremos, por aadidura, que todos los individuos
tienen en comn una operacin epistemolgica fundamental: la de
establecer distinciones. No obstante, por ms que todos los seres
humanos parten de esa misma ope-racin epistemolgica, ella puede dar
lugar al desarrollo de distintas epis-temologas. Por ejemplo, la
distincin entre una epistemologa lineal pro-gresiva y una
epistemologa ciberntica no deslinda necesariamente, por s misma,
cosmovisiones alternativas. No obstante, el modo en que ma-nejemos
esta distincin puede hacer que empiece a revelrsenos un orden
diferente de diferencias.
LEYES DE LA FORMA
El acto bsico de la epistemologa es la creacin de una
diferencia. S-lo al distinguir una pauta de otra somos capaces de
conocer nuestro mun-do. Las distinciones establecidas entre
terapeuta y cliente, intervencin y sntoma, solucin y problema, por
ejemplo, nos permiten discernir el
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 33
mundo clnico. Esta idea tal vez parezca intuitivamente obvia,
pero slo en los ltimos tiempos fue formalizada en la lgica y la
matemtica, en gran medida gracias a los esfuerzos iniciados por G.
Spencer-Brown, re-conocidos en la actualidad como uno de los
cimientos principales del pen-samiento ciberntico.
TRAZAR UNA DISTINCIN!
En el principio, G. Spencer-Brown escribi: "Trazar una
distin-cin! ". Este mandato bsico, obedecido consciente o
inconscientemente, es el punto de partida de cualquier accin,
decisin, percepcin, pensa-miento, descripcin, teora y epistemologa.
En una obra clsica, Laws of Form,1 Spencer Brown (1973) enuncia que
"un universo se engendra cuando se separa o aparta un espacio", y
que "los lmites pueden trazarse en cualquier lugar que nos plazca"
(pg. v); de este modo, a partir del ac-to creativo primordial de
establecer distinciones pueden engendrarse infi-nitos universos
posibles.
Tomemos como ejemplo el bateador de bisbol. La manera
convencio-nal de comprender este planteo [scenario] es considerar
que existe un ser separado, llamado "hombre", el cual utiliza un
objeto fsico claramente deslindado, llamado "bate", para golpear
unilateralmente a otro fragmen-to separado de materia, llamado
"pelota". Si comprendemos que este planteo del "hombre-bate-pelota"
es el fruto de las distinciones que he-mos establecido, podremos
ordenar a nuestro arbitrio la secuencia de su-cesos en la forma en
que queramos. Y an podramos llegar a aducir que las pelotas son la
causa de que los bates las golpeen. Lo importante es que el mundo
puede discernirse de infinitas maneras, segn las distincio-nes que
uno establezca.
' El entusiasmo que despert la obra Laws of Form fue enorme.
Dentro del mar-co de la filosofa, Watts (citado en Spencer-Brown,
1973) dijo que era "la con-tribucin ms maravillosa a la filosofa
occidental desde el Tractatus de Witt-genstein". Cuando Stewart
Brand, del The Whole Earth Catalog, pidi a John Li-lly que hiciera
una resea de ese libro, ste le contest que "conoca una sola persona
en Estados Unidos, y posiblemente en el mundo entero, capaz de
rese-arlo con justicia y profundidad" (Lilly y Lilly, 1976, pg.
177). Esa persona era Heinz von Foerster. A juicio de este ltimo,
Spencer-Brown se asemejaba a Ludwig Wittgenstein y al maestro de
Carlos Castaeda, don Juan, por cuanto los tres compartan "el estado
de melancola que les sobreviene a quienes saben que saben" (citado
en Lilly y Lilly, 1976, pg. 179).
Parte del intrigante misterio que rodea a Spencer-Brown ha sido
creado por l mismo. Por ejemplo, es tambin el novelista James Keys
(1972), que entre otras ideas adhiere a una concepcin mstica de
"los cinco niveles de la eternidad".
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34 ESTETICA DEL CAMBIO
Si trazamos un crculo que pase a travs del hombre, el bate y la
pelo-ta, se nos revela una pauta de organizacin diferente; desde
esta pers-pectiva, ver en la pelota la causa de que el bate haga
mover los brazos del hombre es tan lgico como la secuencia
occidental tpica, segn la cual es el hombre quien golpea la pelota
con el bate. Pero ninguna de estas visio-nes es completa: la visin
ms totalizadora de la ciberntica enfoca la or-ganizacin circular o
recursiva de estos sucesos, en vez de enfocar una secuencia lineal
progresiva particular.
Como el hombre, el bate y la pelota, tambin el terapeuta, su
interven-cin y el cliente pueden "barajarse" epistemolgicamente. El
punto de vis-ta tradicional sostiene que el terapeuta trata al
cliente mediante una cierta intervencin. Sin embargo, puede ser til
para el terapeuta imaginar que el comportamiento del cliente es una
intervencin destinada a provocarlo, por as decir, a fin de que
proponga una directiva o solucin convenien-te. Segn esta "visin
inversa", la conducta del terapeuta se convierte en un problema si
no logra ayudar al cliente, y en cambio el tratamiento tie-ne xito
si ste consigue que el terapeuta anuncie o indique la accin
a-propiada.
Estas dos perspectivas son lineales progresivas, y por ende
incomple-tas. Cabra concebirla situacin teraputica como organizada
de una ma-nera ms compleja: en tal caso, las conductas de terapeuta
y cliente se-ran "intervenciones" destinadas a alterar, modificar,
transformar o cam-biar la conducta del otro de un modo que resuelva
el problena de ste. Di-cho de otro modo, no slo el terapeuta trata
a los clientes, sino que al mis-mo tiempo los clientes tratan a los
terapeutas. Este encuadre considera que las conductas de cliente y
terapeuta estn circular o recursivamente conectadas.En una
organizacin tal de los sucesos, toda conducta es a la vez una causa
y un efecto (o una intervencin y un problema) respecto
Por aadidura, l y su "hermano" patentaron inventos en la Oficina
Britnica de Patentes, y en Laws of Form cuenta de qu manera el
trabajo en comn con ese "hermano" lo llev a crear el nuevo clculo
lgico-infinitesimal. Ser un herma-no de carne y hueso, o un
producto de la imaginacin de Spencer-Brown?
Lo cierto es que este autor se las ingenia para mantener su
territorio envuelto en las sombras, como revela el siguiente relato
de Bateson (citado en Keeney, 1977):
El da antes de conocer a Brown le habl a von Foerster para
preguntarle si yo estaba en la buena senda. Le coment que los
smbolos en forma de L dada vuelta que ese tipo propona eran un
especie de negativo. ...Von Foerster me di-jo: "Lo has captado,
Gregory!" En ese preciso instante Brown entr en la habi-tacin, y
Heinz se volvi hacia l y le dijo: "Gregory lo ha captado...esas
cosas son una especie de negativo". Brown replic: "No lo son!" (pg.
14).
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 35
de todas las dems que acontecen en ese contexto. En el prximo
captu-lo daremos una definicin ms pormenorizada de esta pauta
ciberntica.
La gama de distinciones que es posible trazar dentro de la
terapia no tie-ne fin.Vrela (1979) puntualiza que el trazar
distinciones nos permite crear "fronteras fsicas, agrupamientos
funcionales, categoras conceptua-les, etc., en un museo
infinitamente diversificado de distinciones posi-bles" (pg. 107).
As pues, el escalpelo epistemolgico de la discrimina-cin,
denominado "operador" en el sistema de Spencer-Brown (y al que von
Foerster llama "la navaja * de energa transistorizada de
Spencer-Brown"), es una manera de construir y conocer un mundo de
experien-cia. Puede decirse que el aporte histrico de la terapia
familiar consisti en brindar una manera diferente de prescribir
distinciones, estableciendo el lmite de un sntoma en torno de la
familia y no del individuo. Esta dis-tincin dio origen a una
multitud de estilos y prcticas teraputicas alterna-tivos.
Una de las maneras de entender el concepto de distinciones de
Spencer-Brown es mediante ejemplos tomados del arte culinario y de
la msica. Observamos aqu que los documentos escritos (las recetas y
las notas transcriptas en el pentagrama, respectivamente) son en
realidad una se-cuencia de rdenes que, en caso de ser obedecidas,
dan por resultado una re-creacin de la experiencia del inventor.
Por ejemplo, si nos guia-mos por la receta podemos obtener al final
la experiencia multisensorial propia de tener ante nosotros un
souffl. Spencer-Brown (1973) hace ex-tensiva esta idea a otros
campos, sugiriendo que tanto la matemtica co-mo todas las formas de
experiencia proceden de similares series de rde-nes. Quiere decir
con esto que la descripcin es secundaria respecto del acto de
obedecer una orden, mandato o prescripcin de establecer una
dis-tincin. La descripcin es siempre posterior al acto de
demarcacin o deslinde efectuado por la persona que describe. Esto
es bastante evidente en el caso del arte culinario y la msica, pero
se precisa un salto ms osa-do del entendimiento para reconocer que
todas las experiencias surgen co-mo consecuencia de determinados
"programas, reglas, planes, libretos, recetas, esquemas de trabajo,
piezas teatrales, secuencias, relaciones, sis-temas recursivos,
carreras profesionales, estructuras, gramticas, etc." (Rabkin,
1978, pg. 487).
* Alusin a "la navaja de Occam", filsofo escolstico ingls del
siglo XIV. Enunci el axioma "Las entidades no deben multiplicarse",
tendiente a eliminar, en el anlisis de un problema, todos los
hechos o elementos innecesarios. Se deca que con este axioma
cortaba los problemas "como con una navaja"; de ah la expresin, muy
popular en ingls.lT.]
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36 ESTETICA DEL CAMBIO
El observador primero distingue y luego describe. Toda pregunta,
al proponer una distincin, construye su propia respuesta; o, como
lo dira Pearce (1974), las "preguntas apasionadas" generan sus
respuestas.8 A-nlogamente, Laing (citado en Spencer-Brown, 1973)
afirma que "aque-llo que la ciencia emprica denomina datos, para
ser ms honestos deber-amos llamarlos captos, * ya que en un sentido
muy real son seleccionados arbitrariamente por la ndole de las
hiptesis ya formadas" (pg. xvi).9
Para el terapeuta, esto significa que el mtodo mediante el cual
los 'da-tos" son "captados" (el diagnstico) es una de las formas de
construir y mantener el contexto teraputico. En otras palabras, las
preguntas y las hiptesis del terapeuta contribuyen a crear la
"realidad" del problema que trata. Los terapeutas se suman a sus
clientes en la construccin de una rea-lidad compartida, merced a
los distinciones epistemolgicas que estable-cen.
Porejemplo.el procedimiento utilizado para identificar al
terapeuta que interviene, no slo prescribe la manera de comprender
la terapia sino tam-bin de ejecutarla. Si los clnicos se ubican
detrs de una pantalla, y se declara que tambin ellos participan en
el proceso de intervencin tera-putica, se establece un modo de
operar distinto del utilizado en los mo-delos tradicionales de
supervisin por observacin. Esta diferencia se tor-na muy notoria en
la manera de trabajar de los llamados "equipos sistmi-cos", entre
otros.
La obra de Spencer-Brown es importante para la terapia familiar
por-que ofrece una manera de especificarla conexin recursiva que
existe en-tre la descripcin y la prescripcin, el diagnstico y la
intervencin. El he-cho de describir quin es el terapeuta o el
cliente prescribe siempre una modalidad de intervencin.
s
Una "pregunta apasionada" es la del indagador que apasionada y
obsesivamente busca una respuesta para ella. En lo esencial, Pearce
aduca que si alguien persis-te en esa actitud inquisidora durante
un perodo significativo, incuba la respues-ta.
* "Dato", lo que es dado; "capto", lo que es captado.[T.]
9 Esta idea viene en apoyo de la afirmacin de von Foerster, para
quien la per-cepcin "est ms prxima a un acto de creacin, como en la
concepcin, que a un estado de cosas pasivo, como en la re-cepcin"
(pgs. 2-3).
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 37
CONOCER EL CONOCER
Para comprender cualquier reino de fenmenos debemos empezar por
apreciar cmo fue construido, o sea, qu distinciones estn en la base
de su creacin. Segn nos sugiere Spencer-Brown (1973), "nuestra
com-prensin de dicho universo no es el resultado de descubrir su
aspecto ac-tual sino de recordar lo que hicimos originalmente para
engendrarlo" (pg. 104). Algo semejante nos dice Whitehead
(1925/1967) cuando a-firma que al criticar un cuerpo de ideas como
el contenido "en un tratado de matemtica aplicada o un libro de
memorias, todo el problema de uno se reduce al primer captulo, o
aun a la primera pgina " (pgs. 23-24), pues desde el comienzo se
transmite siempre el propio sesgo epistemol-gico. Sigue diciendo
Whitehead:
La cuestin no reside en lo que el autor dice, sino en lo que no
dice. Tampoco reside en lo que l sabe que ha supuesto, sino en lo
que ha supuesto inconsciente-mente. Nosotros no dudamos de la
sinceridad del autor: lo que criticamos es su perspicacia. Cada
generacin critica los supuestos inconscientes efectuados por sus
padres... (pgs. 23-24).
En trminos epistemolgicos, debemos descubrir las distinciones
pri-mitivas que caracterizan el modo de conocer del autor, o de
cualquier o-tro individuo. La tarea del epistemlogo, por
consiguiente, es identificar la manera en que un determinado
sistema (ya se trate de un organismo, fa-milia, grupo de terapeutas
o comunidad cientfica) especifica y mantiene ciertas formas de
demarcacin. Esta tarea incluye tambin dilucidar cmo llega el
epistemlogo a conocer el modo de conocer del otro sistema. Es-te
elemento autorreferencial genera epistemologas recursivas.
Supnga-se, verbigracia, que para empezar nos preguntamos: "Cmo
sabemos que sabemos que una terapia es eficaz?" Con el fin de
responder a esta pregunta, podemos formular esta otra: "Cmo sabemos
que sabemos que una terapia es eficaz?" Y luego: "Cmo sabemos que
sabemos que sabemos...?" En este proceso, cada rubro del conocer se
vuelve objeto de un orden de indagacin superior. As, nuestros
sondeos epistemolgi-cos son el objeto de su propia indagacin.
En el laboratorio del epistemlogo, las epistemologas se
enfrentarn con epistemologas de un orden superior, que a su vez se
enfrentarn con epistemologas de un orden superior, y as siguiendo
hasta el infinito. Es-to vuelve a sugerirnos que las epistemologas
son procesos recursivos, por cuanto cualquier tentativa de "fijar"
una epistemologa en la pantalla de la propia conciencia instiga
inevitablemente a una indagacin y una
-
38 ESTETICA DEL CAMBIO
modificacin subsiguientes. Bugental (1967) advirti qu
consecuencias poda tener esto en el campo de la psicologa:
Debemos admitir que el propio proceso de describir la
experiencia humana mo-difica dicha experiencia, y que cuanto ms se
acerca tal descripcin a ser comple-ta, ms apta es para servir de
base a un cambio en la propia experiencia que des-cribe.
Probablemente esto sea vlido para todas las ciencias, pero lo es en
parti-cular para las ciencias que se ocupan del hombre. El
percatamiento que el hombre tiene de s mismo acta como una agencia
de "reciclaje" continuo para producir cambios en l (pg. 7).
Tambin Bateson (1951/1968) destac la epistemologa recursiva
pro-pia de la relacin entre la teora y la prctica clnica: "El
terico slo pue-de construir sus teoras refirindolas a lo que el
clnico haca ayer; maa-na el clnico har algo distinto a raz de esas
mismas teoras" (pg. 272). Dicho de otra manera, el propio
conocimiento acerca de la terapia cambia la terapia propia, que a
su vez cambia el propio conocimiento acerca de la terapia.
En general, cabe afirmar que cada vez que establecemos una
distincin nos quedamos, forzosamente, con un universo alterado,
ampliado, para su indagacin subsiguiente. Como apunta Spencer-Brown
(1973): "El universo debe expandirse para escapar de los
telescopios a travs de los cuales nosotros -que somos el universo-
tratamos de capturar a ese uni-verso -que es nosotros-" (pg. 106).
El perro se muerde la cola, la expli-cacin est en lo explicado, el
sujeto que describe est dentro de la des-cripcin, el sujeto que
observa est en lo observado, el terapeuta est en la terapia y el
lector en lo que lee.
Fuera de la lgica formal, Pearce (1974) ha subrayado de qu
manera las propiedades del observador conforman lo observado. A
este autor le interesa particularmente "la gestacin de las
respuestas que se dan a pre-guntas apasionadas, o el llenado de
categoras vacas10 mediante la imagi-nacin creadora" (pg. xi).
Postula que las "respuestas apasionadas" y las "categoras vacas"
alteran el mundo y brindan la oportunidad de obte-ner respuestas
que se autocorroboren:
La categora vaca propuesta por un hombre de ciencia, por
ejemplo, genera
10 La tabla peridica de los elementos qumicos ofrece ejemplos de
"categoras
vacas". La propia categora vaca sugiere un elemento an no
descubierto. Ms concretamente, las relaciones formales proscriptas
por la categora vaca de la ta-bla orientan al hombre de ciencia
para trazar las distinciones que ayudan a descu-l a r el
elemento.
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 39
su propio cumplimiento,*del mismo modo, y por las mismas
razones, que una enfermedad corriente: primero se habla de ella,
luego la publicidad la promueve, todos la temen y se ponen en
guardia contra ella (en la forma contempornea del mdico-sacerdote y
el paciente-suplicante), hasta que termina autocorroborndose y
cumpliendo con las predicciones estadsticas (pg. xi).
El corolario de esto para las profesiones vinculadas a la salud
mental es que pueden ser fcil presa de la perpetuacin de los mismos
proble-mas que procuran curar. Todo empeo por "descubrir" una
patologa con-tribuir a crear esa patologa. El aumento de las
distinciones establecidas por la nosologa psiquitrica activa la
construccin y descubrimiento de "trastornos mentales". Anlogamente,
la invencin de nuevas tcnicas de resolucin de problemas y de nuevas
curas formar parte, a la postre, de un proceso ms general, el cual
producir una poblacin de clientes con problemas perfectamente
diseados para recibir la nueva cura.
Detengmonos un momento a fin de recordar quin es el que
estable-ce las distinciones. La respuesta parecer obvia, pero es
sorprendente-mente profunda. Por supuesto, el que establece las
distinciones es el ob-servador. Toda distincin establecida es
establecida por un observador. No obstante, no debemos olvidar que
el observador establece la distin-cin para otro observador, que
puede ser l mismo. En consecuencia, co-nocer un mundo implica
siempre un contexto social, integrado como mni-mo por dos sistemas
de observacin. Ahora bien, por qu establece la distincin el
observador? Ocurre que un observador observa establecien-do
distinciones. En otros trminos, lo que percibimos es siempre
subsi-guiente al acto de establecer una distincin, o, como dice
Heinz von Foerster (1973b), "Si deseas ver, aprende a actuar" (pg.
45).
El punto de partida de la epistemologa es, entonces, el
observador que establece distinciones a fin de observar; y lo que
el observador obser-va puede ser descripto. Aqu surge una situacin
interesante, a saber: las descripciones mismas consisten en
establecer distinciones en lo que ob-servamos. Se inaugura as una
recursin: establecemos distinciones a fin de observar, y luego
establecemos distinciones a fin de describir lo que observamos.
Esta operacin recursiva de establecer distinciones en las
distinciones vuelve a apuntar hacia el mundo de la ciberntica,
donde la accin y la percepcin, la descripcin y la prescripcin, la
representacin y la construccin, estn entrelazadas.
* O "llenado"; la palabra inglesa es "fulfillment'" y aqu alude
a las "self-fulfill-ing prophecies" o profecas que generan su
propio cumplimiento. [T.]
AsarethNota adhesivacubrir
-
40 ESTETICA DEL CAMBIO
PUNTUACIN
Una idea bsica para comprender la epistemologa es que lo que
cada cual percibe y conoce deriva en gran medida de las
distinciones que tra-za. Bateson (1972) coment de qu manera
organizamos nuestra expe-riencia en una pauta coherente:
"Qu circunstancias determinan que un cientfico dado punte la
corriente de los acontecimientos de manera tal de concluir
postulando que todo est predeter-minado, en tanto que otro ver la
corriente de los acontecimientos como algo tan regular que es
susceptible de control?"... "Qu circunstancias promueven esa
formulacin habitual especfica del universo que llamamos 'voluntad
libre', y esas otras que llamamos 'responsabilidad',
'constructividad', 'energa', 'pasividad', 'dominio', y el resto?"
Porque todas esas cualidades abstractas... pueden conside-rarse
como diferentes hbitos de puntuacin de la corriente de la
experiencia, pa-ra obtener algn tipo de coherencia o de sentido
(pg. 163) [trad. cast. 191].
Esta idea, que Watzlawick, Beavin y Jackson(1967, pg. 54)
designa-ron como "la puntuacin de la secuencia de sucesos", es
anloga al con-cepto de "indicacin", de Spencer-Brown. Toda vez que
un observador traza una distincin, establece concomitantemente una
indicacin, vale decir, seala que uno de de los dos aspectos
distinguidos es el primario (p. ej., "ste", "yo", "nosotros"). Como
dicen Goguen y Vrela (1979), "crear esta indicacin es la finalidad
misma de la distincin" (pg. 32). El empleo de la distincin para
crear la indicacin es una manera de de-finir la "puntuacin".
Los especialistas en semntica general (p. ej., Korzybski, 1973)
de-mostraron que el lenguaje es la herramienta para imponer
distinciones en nuestro mundo. Dentro de un sistema lingstico dado,
efectuamos cier-tas elecciones con respecto a las pautas que
discernimos. Por ejemplo, un terapeuta puede indicar o puntuar que
el individuo o la organizacin familiar es su unidad de tratamiento,
o bien puede decidir ver dicha uni-dad desde una perspectiva que
vuelve irrelevante esta distincin del indi-viduo o la familia.
El estudio formal de los procedimientos por los cuales la gente
punta su experiencia es un mtodo para identificar su epistemologa.
Sus pau-tas habituales de puntuacin presuponen ciertas premisas
epistemolgi-cas para establecer distinciones, como revelan los
ejemplos que siguen.
REENCUADRE DE LOS MARCOS DE REFERENCIA
Watzlawick y otros (1967) sugirieron que "en la raz de
innumerables discordias en las relaciones personales est la
discrepancia acerca del mo-
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 41
do de puntuar la secuencia de sucesos" (pg. 56). Dan el trillado
ejemplo de las peleas conyugales que consisten en un intercambio de
los siguien-tes mensajes : "Me retraigo porque me fastidias" y "Me
fastidio porque te retraes". El problema de la pareja deriva de la
premisa epistemolgica, compartida por ambos, segn la cual el
comportamiento de cada uno es una respuesta al estmulo previo del
comportamiento del otro. La labor del terapeuta consistir en
rebarajar los segmentos as puntuados de este sistema de interaccin,
de modo tal que pueda surgir un marco de referen-cia o encuadre
[frame] distinto. Por ejemplo, las disputas de la pareja pueden
redesignate diciendo que ellas indican hasta qu punto cada es-poso
se interesa por el otro. Watzlawick y sus colaboradores han
brinda-do mapas y tcnicas fascinantes para cumplir esta tarea, que
ellos llaman "reencuadre" [reframing].
Watzlawick (1976) afirm que "el ordenamiento de las secuencias
de uno u otro modo crea lo que, sin exagerar, podemos denominar
realida-des diferentes" (pg. 62). Esta idea sorprender quizs a un
cientfico so-cial tradicional o a un terapeuta educado de acuerdo
con premisas inge-nuas acerca de la "objetividad".
Refirindose a la psicologa del estmulo-respuesta, Bateson y
Jack-son (citados en Watzlawick y otros, 1967) apuntaron que la
"realidad" de lo que se denomina"estmulo" y "respuesta" es "slo del
mismo orden que la realidad del murcilago que se presenta en una
tarjeta del test de Rorschach: una creacin ms o menos
sobredeterminada del proceso per-ceptivo" (pg. 55). Desde esta
perspectiva, sugieren que es un acto de puntuacin lo que determina
si el entrenado es el ratn o el experimenta-dor. Bateson (citado en
Keeney, 1979b) dio un ejemplo interesante de u-na situacin en que
la puntuacin efectuada por el experimentador del la-boratorio no
result vlida para el "sujeto experimental":
En los das en que todos hacamos correr a las ratas en los
laberintos, un estu-diante avanzado de Yale nos dijo: "Por qu
practicamos con ratas? Por qu no nos conseguimos un animal que viva
en laberintos, como un hurn?" El hurn es un pequeo turan, un
mustlido del tipo de la comadreja, que se alimenta de co-nejos.
Vive casi todo el tiempo bajo tierra, en las madrigueras de los
conejos, que se asemejan a laberintos. Y muerde como el infierno!
As que el estudiante de marras se consigui una pareja de hurones,
unos guantes y una bolsa, y cons-truy lo que a su juicio era un
laberinto adecuado para hurones. Puso un trozo de carne de conejo
en el "cuarto de la recompensa" y ubic al hurn en la largada.
Sistemticamente, el hurn recorri todos los callejones sin salida
hasta llegar al cuarto de la recompensa, donde se comi el conejo.
Volvi a ser colocado en la largada, y el experimentador puso otro
trozo de conejo en el cuarto de la re-compensa. Otra vez, el hurn
recorri sistemticamente los callejones sin sali-da hasta llegar al
que lo llevaba hasta el cuarto de la recompensa, pero como ya
-
42 ESTETICA DEL CAMBIO
se haba comido ese conejo, esta vez no lo recorri. Nunca se dio
a publicidad este experimento; se lo consider un fracaso (pgs.
23-24).
Este ejemplo nos sugiere que el hurn rechaz el modo en que el
expe-rimentador procur puntuar el contexto, vale decir, rechaz el
paradigma de aprendizaje instrumental que tena el experimentador.
Tal vez si ste hubiese continuado experimentando con hurones habra
modificado su teora sobre el aprendizaje; y en tal caso, podra
decirse que el hurn le haba "enseado" al investigador (o que lo
haba "condicionado").
Konorski (1962) nos ofrece otro ejemplo tomado de la psicologa
ex-perimental, este autor reprodujo el experimento de
condicionamiento de Pavlov, con una sola modificacin: le sac el
badajo a la campana, de modo que sta no poda sonar. Quienes estn
acostumbrados a puntuar el contexto del laboratorio a la manera
"clsica" tal vez se sorprendan al enterarse de que los perros
empleados por Konorski salivaban tanto cuan-do la campana sonaba
como cuando no sonaba. Al repasar este estudio, von Foerster
(1976c) lleg a la conclusin de que "l nos muestra que el sonido de
la campana era un estmulo para Pavlov, pero no lo era para los
perros" (pg. 14).
En consonancia con estas reestructuraciones del contexto
experimen-tal, es posible definirla terapia como un contexto en el
que pueden alterar-se las premisas sociales (por lo comn
inconscientes) relativas a la pun-tuacin. Montalvo (1976) la define
como "un acuerdo interpersonal para aboliras reglas habituales que
estructuran la realidad, con el fin de remo-delar sta" (pg. 333).
Por ejemplo, luego de estudiar casos de amnesia producidos durante
la sesin teraputica, Montalvo (1976) sostuvo lo si-guiente:
Los clnicos, lo mismo que los pacientes, "desaparecen" segn el
modo en que estructuran y desestructuran su contribucin a las
secuencias interpersonales. Esto les permite influir en el recuerdo
u olvido que se tenga de ellos, as como incurrir en evasivas e
inculpaciones que determinan que se los recuerde en tr-minos
negativos o positivos (pg. 334).
La obra de Montalvo sugiere bien a las claras que todos los
integran-tes de ese contexto social que se denomina "terapia"
intervienen en la pun-tuacin del flujo interaccional, y en
consecuencia cada uno de ellos plas-ma la experiencia de los
dems.
EPISTEMOLOGA CLNICA
El terapeuta slo puede comprender la experiencia de un individuo
ob-
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGA 43
servando de qu manera es puntuado su contexto social. Dado que
el indi-viduo o la familia acuden al consultorio con hbitos de
puntuacin ya a-rraigados, el terapeuta debe contar con un mtodo
para puntuar su pun-tuacin (o con una epistemologa sobre su
epistemologa). Los trabajos antropolgicos de Bateson (1976c)
ofrecen lincamientos aplicables a la te-rapia. El primer paso
consiste en recordar que la cultura (o familia) que se observa
puede categorizar su propia experiencia de una manera total-mente
distinta que el observador (o terapeuta).Como dice Bateson, "ellos
tienen su propio modo de cortar las tajadas", y "si alguien quiere
re-flexionar acerca de sus categoras, debe contar con una
epistemologa ms abstracta que las categoras en las que ellos
dividen la vida". O sea, debe poseer una epistemologa que tome en
cuenta cmo puntan ellos su vida en categoras.
Rabkin (1977) propuso crear una nueva especialidad teraputica,
que sugiri denominar "epistemologa clnica"; esto ejemplifica en
parte lo que Bateson tena en mientes. La nueva disciplina indagara
la manera en que los clientes adquieren su particular forma de
conocer el mundo; por ejemplo, la manera en que el paranoide
establece qu es lo cierto y qu es lo equivocado, o en que el
depresivo llega a teir toda su apreciacin de los sucesos de una
coloracin oscura. Este tipo de comprensin requiere una epistemologa
de orden superior, vale decir, una epistemologa referi-da a la
forma en que los dems llegan a puntuar y a conocer su mundo.
Los trabajos antropolgicos de Bateson indican cmo sera esta
pos-tura epistemolgica. En un eplogo a su libro Noven, Bateson
(1958b) di-ce que su proyecto es un "entrelazamiento de tres
niveles de abstraccin" (pg. 281): el primero es el nivel concreto
de los datos etnogrficos; el segundo, ms abstracto, el del
ordenamiento de los datos a fin de crear "diversas imgenes de la
cultura"; y el tercero, ms abstracto aun, "un a-nlisis concienzudo
de los procedimientos mediante los cuales se arman las piezas del
rompecabezas".
Desmenuzar los niveles inherentes a la propia tentativa de
comprender un fenmeno es un mtodo epistemolgico aplicable a la
terapia. Implica que el terapeuta puede identificar sus tres
modalidades bsicas de trazar distinciones. Ante todo, traza ciertas
distinciones primarias para discernir lo que puede llamarse sus
"datos elementales". Por ejemplo, elegir dis-tinguirlos
acontecimientos histricos claves en la vida familiar del indivi-duo
sintomtico, o bien extraer sus datos de las secuencias
interacciona-les, tal como se ponen de manifiesto durante la sesin
teraputica?
Luego de esta distincin de primer orden, el terapeuta salta a
otro ni-vel de abstraccin y traza distinciones que organizan esos
datos elementa-les, procurando establecer pautas que los conecten.
Quizs indague cicr-
-
44 ESTETICA DEL CAMBIO
tos temas histricos, o bien se focalice en la identificacin de
pautas repe-titivas en la organizacin de los hechos de conducta que
acontecen dentro de marcos temporales ms inmediatos.
Por ltimo, una vez que ha trazado esas distinciones para poner
de re-lieve sus datos y las pautas que los organizan, puede dar un
paso atrs y examinar lo que ha hecho. O sea, recordar que, como
observador, fue l quien traz tales distinciones, pero existen otras
maneras de discernir los datos y las pautas de organizacin.
Estas tres modalidades de establecer distinciones vuelven a
apuntar en el sentido de la recurrencia: el terapeuta traza
distinciones, luego traza dis-tinciones acerca de esas
distinciones, y luego distinciones acerca de las distinciones
acerca de las distinciones. Al trazar estas distinciones, lo que
hace es construir una epistemologa, o sea, una manera de conocer y
una manera de conocer su conocer. En tal proceso, su conocimiento
puede ser reciclado y modificado de continuo, para que sepa cmo
debe actuar.
ORDENES DE RECURSION
Ya sea que uno se ocupe del lenguaje, la descripcin, la
explicacin, la teora o la epistemologa, el anlisis de estos temas
suele estructurarse en funcin de niveles, estratos, rdenes,
encuadres o marcos de referen-cia. Contar con una teora acerca de
las teoras, o con una descripcin de las descripciones, implica
diferencias en los marcos lgicos de referen-cia. Marcar una
distincin en el espacio es indicar dos niveles distintos; por
ejemplo, un "adentro" y un "afuera". Anlogamente, distinguir entre
un sistema y un subsistema entraa rdenes de demarcacin
diferentes.
TIPIFICACIN LGICA
La explicitacin de estas diferencias de rdenes o niveles
constituye un procedimiento importante de la epistemologa. Bateson
lo emple al re-currir a la "tipificacin lgica", herramienta
conceptual derivada de los Principia Mathematica de Whitehead y
Russell (1910).Convendr que pri-mero echemos una mirada a la forma
en que funciona la tipificacin lgi-ca, para examinar luego de qu
manera la modific Bateson.
Los especialistas en lgica ya haban advertido que se produce una
"pa-radoja" cuando se confunde un encuadre o marco de referencia
con los ru-bros que lo componen. El ejemplo clsico es la paradoja
del cretense, quien declar: "Todos los cretenses mienten"; este
ejemplo revela que un enunciado autorreferencial oscila entre ser
un enunciado, y ser un marco de referencia sobre s mismo en calidad
de enunciado. El oyente queda
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 45
desconcertado: Miente el habitante de Creta cuando declara que
"todos los cretenses mienten"? Si miente, dice la verdad; si dice
la verdad, mien-te. Los lgicos primitivos no queran admitir estas
oscilaciones indetermi-nables, y por ende las paradojas fueron
proscriptas del ordenado mundo de los filsofos.
La "teora de los tipos lgicos" de Russell (Whitehead y Russell,
1910) se convirti en una "regla" de la lgica, segn la cual para
evitar las paradojas haba que indicar siempre la tipificacin lgica
de los enun-ciados. De este modo no se confundan niveles lgicos
distintos. Por ejemplo, la distincin entre un libro y sus pginas
nos est indicando dos niveles lgicos, anlogos a los de una clase y
sus miembros, respectiva-mente. Russell adujo que la especificacin
del nivel lgico de un trmi-no, concepto o expresin impeda que ste
fuera autorreferencial. As, el uso primitivo que se hizo de la
tipificacin lgica consisti en vedar que las expresiones oscilaran
entre distintos niveles lgicos. En el caso del li-bro y sus pginas,
esto es natural: lo corriente es que ni la pgina se con-funda con
el libro, ni el libro con la pgina. No obstante, en el caso de la
afirmacin del cretense, puede considerrsela como un marco de
referen-cia o como uno de los tems o rubros que lo integran. Para
evitar esta au-torreferencia el observador ha de estipular desde qu
lugar de la jerarqua de niveles lgicos contempla el enunciado. El
descuido de la tipificacin lgica da origen a la paradoja,
precisamente porque el observador no sa-be cul nivel escoger, y
esta misma ambigedad genera la experiencia de la paradoja.
Russell aprob el ingreso de las paradojas autorreferenciales en
la lgica cuando Spencer-Brown invent/descubri las leyes de la
forma; este ltimo autor (1973) describi as ese acontecimiento:
Teniendo en cuenta el vnculo entre Russell y la teora de los
tipos, no sin va-cilar me acerqu a l en 1967 con la demostracin de
que esa teora era innecesa-ria. Para mi alivio, se mostr encantado.
Esa teora - m e dijo- era lo ms arbitra-rio que jams haban hecho l
y Whitehead; no era realmente una teora sino un recurso provisional
para salir de un aprieto, y se alegraba de haber vivido lo
sufi-ciente como para ver resuelta la cuestin (pgs. vii-ix).
Russell admiti que l y Whitehead no haban sabido cmo emplear
formalmente la paradoja, y por lo tanto la barrieron bajo la
alfombra del fi-lsofo.
Von Foerster (1978) puso en tela de juicio la epistemologa de la
teora de los tipos lgicos de Russell, objetando que se la
prescribiera para evi-tar la paradoja, y sosteniendo que exista
otra manera posible de abordar esta ltima. Las paradojas
autorreferenciales podan serlos ladrillos con-
-
46 ESTETICA DEL CAMBIO
ceptuales con los cuales construir una cosmovisin alternativa.
Por ejem-plo, puede partirse -como hemos hecho en este anlisis-
puntualizando que el observador siempre participa en lo que
observa; en tal caso, todos los enunciados, siendo enunciados de
observadores, son autorreferencia-les, y por consiguiente estn
cargados de paradojas.
Bateson coincidi con la propuesta de Foerster, pero adopt la
tipifica-cin lgica como instrumento descriptivo para discernir las
pautas forma-les de la comunicacin que subyacen en la experiencia y
la interaccin en-tre los hombres. Tambin para Watzlawick, Weakland
y Fisch (1974), la teora de los tipos lgicos era descriptiva ms que
preceptiva: la conside-raban "una tentativa de ejemplificacin a
travs de la analoga" (pg. 2). As pues, la tipificacin lgica poda
concebirse simplemente como una manera de trazar distinciones, y
desde esta perspectiva, utilizarla para po-ner de relieve la
autorreferencia y la paradoja en lugar de ocultarlas.
El uso que hizo Bateson de los tipos lgicos no coincide con la
concep-tualizacin primitiva de stos, pero l no distingui con
claridad en su o-bra ese uso muy singular. Sola referirse a los
"tipos de Russell" dicien-do que "en la medida en que los
especialistas en ciencias de la conducta si-gan ignorando los
problemas planteados en los Principia Mathematica, pueden
considerar que sus conocimientos tienen una obsolescencia de
a-proximadamente sesenta aos" (Bateson, 1972, pg. 279 [trad. cast.
309]). No obstante, Bateson (1979a), saba que estaba dando un uso
ms amplio a la construccin terica de Russcl y Whitchcad:
Ignoro si Russell y Whitchcad, cuando trabajaban en los
Principia, saban que el tema de su inters era decisivo para la vida
de los seres humanos y otros orga-nismos. Whitchcad saba, por
cierto, que es posible divertir a los seres humanos y crear hechos
humorsticos bromeando con los tipos lgicos, pero ignoro si dio el
paso que va de entretenerse con estos juegos a comprender que no
eran ba-nales y que podan arrojar luz sobre la biologa entera. Se
eludi as (tal vez in-conscientemente) la inteleccin ms general, en
vez de sopesar la naturaleza de los dilemas humanos de acuerdo con
lo que dicha inteleccin propona (pg. 116) [trad. cast. 104].
La traduccin literal de la teora de los tipos lgicos a las
ciencias de la conductaimplicabafjarun regla que
vedaracometererrores intenciona-les en la tipificacin de los
niveles. Sin embargo, Bateson (1972), Fry (1973) y Wynne (1976),
entre otros autores, demostraron que la poesa, el humor, el
aprendizaje y la creatividad se caracterizan por ciertos erro-res
pautados de tipificacin lgica. Si pretendiramos eliminarlos, nos
quedaramos con un mundo de experiencia chato y estancado. Por otro
la-do, el uso de la tipificacin lgica de una manera puramente
descriptiva nos lleva a percatamos ms plenamente de las pautas que
gobiernan nues-tro conocer.
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 47
RECURSION
El uso de la tipificacin lgica nos sugiere a veces que nuestro
mundo de experiencia est estructurado en forma jerrquica. Por
ejemplo, una en-ciclopedia en varios volmenes puede distinguirse de
un libro, y un libro de una pgina. Estas distinciones, anlogas a la
tipificacin lgica de "me-taencuadre", "encuadre" y" miembro", no
implican que los rubros se ex-cluyan mutuamente. Despus de todo, la
pgina forma parte del libro y el libro puede formar parte de una
enciclopedia. Aunque en calidad de ob-servadores puntuemos nuestra
experiencia en funcin de una jerarqua de niveles lgicos, no debemos
olvidar que esta jerarqua est estructurada en forma recursiva; y
por lo tanto, nuestras distinciones de los volme-nes y pginas de la
enciclopedia son siempre distinciones trazadas sobre otras
distinciones.
Una de las maneras de representar imaginariamente la
recursividad es la figura del ser mtico denominado "Urvoro", la
serpiente que se traga su propia cola. Cada vez que este ser se
autodevora, podemos decir que crea un orden de recursin diferente.
De nada sirve conjeturar si la bestia aumenta o disminuye de tamao
en cada uno de los espisodios de autoen-volvimiento [infolding]; lo
que s importa es advertir que cada vez que el crculo se recorre a s
mismo puede indicarse una diferencia. Si tomamos en cuenta la
recursin, podemos decir que estamos siempre ante la mis-ma
serpiente, al par que indicamos el orden de reciclaje. Y
refirindonos a distintos rdenes de recursin, esto nos permite
emplear de otro modo la tipificacin lgica a fin de dar plena cuenta
de la ndole del proceso re-cursivo. Con la perspectiva de la
recursin, la tarea bsica del epistemlo-go consiste en marcar los
rdenes de recursin que se invocan en cual-quier
descripcin/explicacin.
De este modo, el cretense que declara "Todos los cretenses
mienten", transmite un mensaje autorreferencial (un mensaje que se
"autoenvuel-ve"). La oscilacin entre verdad y falsedad procede de
que recorremos un circuito recursivo. Si el observador externo de
los cretenses se inclu-ye como uno de los miembros del grupo que
ellos constituyen, mentir a fin de decir la verdad; si se excluye,
dir la verdad a fin de revelar una mentira. Nos encontramos, pues,
con una paradoja general autorreferen-cial que subyace en todos los
sistemas de observacin: las observaciones del observador pueden
incluir su propio proceso de observacin.
Una versin interesante de la autorreferencia nos la ofrecen
aquellos te-rapeutas que proponen que los terapeutas y sus clientes
participan siem-pre, indefectiblemente, en tcticas manipuladoras.
Segn ellos, toda inter-accin social, incluidas la hipnosis, la
psicoterapia y la religin, son estra-tegias de manipulacin. El
dilema surge al preguntrseles si tambin su
-
48 ESTETICA DEL CAMBIO
concepcin es un ejemplo de tal estrategia manipuladora. Sus
ideas so-bre las tcticas de poder, la manipulacin social y el arte
de la domina-cin, son en s mismas un ejemplo de lo que nos estn
diciendo?
Ese dilema se pone bien en evidencia cuando uno conversa con
quie-nes propugnan esta concepcin: sus hbitos de puntuacin
encuadrarn o reencuadrarn las enunciaciones del otro como ejemplos
de manipula-cin. Si alguien sostiene que hay un mito del poder
social, y otra persona le dice que no cree en ese mito, aqul
responder que lo que su interlocu-tor est tratando de hacer es
"dominarlo" a fin de controlar la situacin o adquirir poder. No
obstante, la visin que el interlocutor tiene sobre lo que dice el
que cree en ese mito no hace sino autocorroborar la premisa de que
ste es incapaz de apreciar cualquier enunciado o accin fuera de su
propio marco de referencia. En todo intercambio social, cada uno de
los partcipes corrobora su visin particular de lo que est
sucediendo.
Esta confrontacin, que lleva a la autocorroboracin mutua,
significa que no existe nada parecido a una demostracin objetiva
sobre cul de los bandos est en lo cierto. Todas las
confrontaciones, ya sean sociales o de otra ndole, slo pueden
originar una ulterior autocorroboracin de una visin particular. No
obstante, lo que s podemos elegir es cmo con-cebiremos nuestras
propias concepciones: podemos considerarlas parcia-les y sujetas a
correccin, o por el contrario, completas e inmodificables. Desde
luego, el mismo razonamiento es aplicable a esta particular
concep-cin de las concepciones. Sea cual fuere nuestra decisin,
jams podre-mos escapar a las paradojas de la existencia derivadas
de la autorreferen-cia, que es inherente a todo sistema de
observacin natural.
PRINCIPIOS DORMITIVOS
Si examinamos las explicaciones tradicionales de la conducta a
travs de la lente de la recursin, nos encontraremos a veces con lo
que Bateson llamaba "principios dormitivos", que son una variante
de la descripcin circular. Un "principio dormitivo" es un
reacomodamiento ms abstracto de la descripcin del rubro que se
pretende explicar.11 Parafraseando a Bateson (1979a), esto acontece
cuando se toma como causa de una ac-cin simple una palabra
abstracta derivada del nombre de dicha accin
11 "Molire, hace muchos aos, cont un examen oral de doctorado en
el cual
los sabios mdicos preguntan al candidato la 'causa y razn' de
que el opio haga dormir a la gente. El candidato responde
triunfalmente, en un latn macarrnico, que ello se debe a que 'posee
un principio dormitivo (virus dormitiva)' " (Bate son, 1972, pg. XX
[trad. cast. 19]).
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA I')
-p. ej., cuando se explica la agresin diciendo que es causada
por un "instinto agresivo", o la sintomatologa psictica
atribuyndola a la "locu-ra"-.
Para inventar un principio dormitivo, se parte de descripciones
simples de los fenmenos que se procura explicar. Por ejemplo, puede
descri-birse a un sujeto diciendo que es infeliz y que no tiene
ganas de trabajar o de comer, y luego clasificar estas
descripciones como un categora de las acciones sintomticas
tituladas "depresin". Si se pretende "explicar" es-tas
descripciones particulares como resultado de la "depresin", se est
in-vocando un principio dormitivo. En tal caso, lo que se hace es
afirmar que un rubro de accin simple es causado por la clase de
esas acciones. Este reciclaje de un trmino no constituye una
explicacin formal.
Adems, esta prctica suele provocar consecuencias desgraciadas.
Es fcil que un individuo se deje engaar por estas
seudoexplicaciones, per-petuando con frecuencia lamentables
profecas que generan su propio cumplimiento. Por ejemplo, los
padres de un nio que momentneamente se siente desdichado pueden ver
en esto la consecuencia de una "depre-sin" (principio dormitivo); y
esta visin de las cosas los llevar a tratar de resolver el problema
con una conducta que, como demuestra Watzlawick (1976), puede
intensificar ese sentimiento natural de desdi-cha convirtindolo en
una "depresin clnica". Estos sucesos son cotidia-nos en los
hospitales neuropsiquitricos, donde no es raro ver a un mdi-co
benevolente preguntarle a un paciente que dormita bajo un rbol:
"Es-t usted deprimido hoy?" Este reciclaje o reencuadre de una
instancia par-ticular de una accin convirtindola en una categora de
acciones -en parti-cular si es formulada como pregunta por una
figura que goza de autori-dad- puede provocar una suerte de mandato
hipntico, que suele gene-rar, intensificar y mantener un contexto
problemtico.
La situacin inversa -o sea, tratar las categoras de la accin
como si fueran rubros de accin- es otra de las importantes maneras
de generar y mantener conductas y experiencias sintomticas. Esta
confusin se evi-dencia en las tentativas de reformar a los
criminales mediante castigos. Tal como lo formul Bateson (citado en
Keeney, 1979b):
...Es imposible poner fin al delito mediante el castigo. Con
ello todo lo que se consigue son delincuentes ms eficaces, puesto
que el delito no es una accin. El delito no es el nombre de una
accin, sino una categora o contexto de la ac-cin. Y las cosas que
son categoras de accin no obedecen a las reglas del re-fuerzo, como
lo hacen las acciones (pg. 21).
La epistemologa clnica se ocupa de estudiar cmo se crean y
perpe-tan los dilemas humanos merced a estas trabas epistemolgicas.
El espe
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50 ESTETICA DEL CAMBIO
cialista en estas cuestiones examinar las pautas que, dentro de
los con-textos sociales, organizan los crculos viciosos,
recursivos, que rodean la experiencia sintomtica. En los ejemplos
anteriores hemos mostrado de qu manera surgen estas trabas en la
experiencia cuando se abusa del axioma de los semnticos: "El nombre
no equivale a la cosa nombrada". Adems, puede olvidarse que "el
nombre del nombre no equivale al nom-bre". Por ejemplo, en la obra
de Lewis Carroll, Alicia le pregunta al Ca-ballero Blanco cmo se
llama la cancin que va a cantarle, y l le dice que se llama "los
ojos del abadejo". Alicia replica que parece un extrao nombre para
una cancin, y el Caballero le responde: "No, t no me comprendes. No
es el nombre de la cancin, es la forma en que lo llaman al nombre"
(1865/1971, pgs. 186-87). Discernir los nombres, los nom-bres de
los nombres, los nombres de los nombres de los nombres, y as
sucesivamente, es uno de los modos de especificar diferentes rdenes
de recursion. Y una vez que stos se disciernen, el epistemolgo
puede apreciar cmo se confunden las cascadas de recursion, cmo se
las une entre s y cmo se plasman las pautas, en general, con
ellas.
Es aqu donde resulta aplicable la tipificacin lgica, definida
como un procedimiento para indicar los rdenes de recursion. Desde
este ngu-lo una "tipificacin errnea" es la confusin de diferentes
rdenes de re-cursion. Al utilizar la tipificacin lgica de este
modo, podemos detectar las pautas que organizan cualquier sistema
de conocimiento. Una vez ex-plicitados los rdenes de recursion del
observador, se ponen de manifies-to los recursos a que apel para
salvar las brechas de sus explicaciones tericas, as como las
incongruencias entre los datos y sus predicciones.
Por ejemplo, si se examina la psicologa del estmulo-respuesta se
com-prueba que la mayora de las reglas del refuerzo se aplican a
todo lo que se asocia con el nombre de una accin simple, como
"alzar una pata" u "oprimir una perilla". Estas reglas, al igual
que los nombres de las accio-nes simples, no se aplican a los
contextos de la accin.12 Toda instiga-cin a un organismo para que
asimile (o desasimile) la "exploracin", la "curiosidad", la
"dependencia", etc., es una tipificacin errnea del nom-bre del
contexto de la accin apoyndose en el nombre de una accin sim-ple
-vale decir, confundiendo una con la otra- Los contextos de la
ac-cin son rdenes de recursion superiores a los de las acciones
simples, y no estn sujetos a las reglas del refuerzo que imperan en
los rdenes in-feriores. Todo contexto de la accin es puntuado por
el organismo mis-mo (o por las interacciones sociales de las que
forma parte); modificar las
12 Bateson (1979a) propuso reemplazar la frase "contextos de
accin" por "cate-
goras de organizacin contextual de la conducta" (pg. 134) [trad.
cast. 120].
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA '.1
formas en que un organismo punta su experiencia es un
aprendizaje de orden superior, tpicamente asociado con la psicologa
del estmulo-res-puesta. La confusin de estos rdenes de aprendizaje
es un ejemplo de ti-pificacin lgica errnea.
Veamos cmo reencuadra Bateson el experimento de Pavlov. El
plan-teo de lo que Pavlov denomin "neurosis experimental" es el
siguiente. Primero se ensea a un perro a distinguir entre un crculo
y una elipse; a continuacin, se le presentan crculos y elipses cada
vez ms semejantes, lo cual torna la tarea ms difcil para el perro;
por ltimo, cuando ya es im-posible discriminar entre ambos, el
perro empieza a manifestar sntomas psicticos, que van desde
mordiscos manacos a comportamientos coma-tosos. Al analizar esta
situacin, Bateson (1979a) subraya:
"Qu ha aprendido el perro en su adiestramiento que le impide
aceptar el fraca-so al final?" Parecera que la respuesta a esta
pregunta podra ser: "El perro ha aprendido que ste es un contexto
para la discriminacin"; o sea, que l "debe" mirar por dos estmulos
y "debe" buscar la posibilidad de actuar sobre la base de una
diferencia entre ambos. Para el perro, sta es la "tarea"
establecida, el con-texto en el cual su xito ser recompensado...
Ahora l impone esta interpreta-cun a un contexto que no sirve para
la discriminacin (pgs.119-20) [trad.cast. 107].
Si el perro modificara esta puntuacin y supusiera que el
laboratorio es un contexto para efectuar conjeturas, no se
esforzara por discriminar entre el crculo y la elipse. No obstante,
esta puntuacin tampoco tiene en cuenta que el experimentador
participa en la estructuracin de este con-texto. El experimentador
no discrimina entre dos clases de contextos -aquel en que
corresponde la discriminacin, y aquel en el que no corres-ponde-;
en lugar de ello, punta la situacin como contexto apto para la
discriminacin, aun en aquellos casos en que no es posible
discriminar. En consecuencia, el perro y el experimentador se
encuentran en una situa-cin imposible: si el primero pretende
discriminar, el segundo observa que no puede hacerlo; si el perro
no discrimina, el experimentador sostie-ne que su capacidad de
"discriminacin" ha fallado.
El hecho de que el psiclogo experimental atribuya los sntomas
del perro a una "falla en su discriminacin" trasunta un error de
tipificacin. Decir que el perro discrimina gracias a su
"discriminacin" es invocar un principio dormitivo. Bateson (1979a)
desmenuza este razonamiento:
El cientfico ha saltado aqu de un enunciado sobre uno o varios
incidentes particulares que pueden ser vistos, a una generalizacin
que se aferra a una abs traccin -"discriminacin"- situada ms all de
la visin, tal vez dentro del pe rro. En este salto de tipificacin
lgica consiste el error terico. En cierto senti
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52 ESTETICA DEL CAMBIO
do, yo puedo ver al perro "discriminar", pero no me es posible
ver su "discrimi-nacin" (pg. 119) [trad. cast. 107].
Este ejemplo ilustra una pauta de "doble vnculo" o "doble
ligadura" [double bind] en la que cada partcipe est frreamente
ligado [bound] en una relacin plagada de errores mutuos de
tipificacin lgica. La inade-cuada puntuacin del perro genera
conductas que no hacen sino corrobo-rar la inadecuada puntuacin del
experimentador, que a su vez refuerza la puntuacin del perro. El
perro manifiesta sntomas y el experimentador le atribuye fallas
para discriminar. Desde luego, es concebible que se diera una
relacin entre perro y experimentador tal que este ltimo se apenara
por las "fallas" del perro, y como amo bondadoso, tratara de
corregirlas mediante un tratamiento mdico o psicolgico; lo ms
probable es que es-to condujera a otra pauta contexta!, denominada
"terapia".
DOBLE DESCRIPCIN Cada vez que dos personas interactan, cada una
de ellas punta el flu-
jo de la interaccin. Si un observador combina los puntos de
vista de am-bos individuos, comienza a surgir una idea sobre el
sistema total. Hay muchas maneras de conceptualizar una descripcin
holstica de esta ndo-le. Ante todo, puede presentarse la puntuacin
de cada persona en forma de secuencia, siendo la serie total una
representacin del sistema didico. Por ejemplo, si se ven en su
conjunto las dos descripciones siguientes: "El me fastidia, yo me
retraigo" y "Ella se retrae, yo la fastidio", se ob-tiene una rpida
vislumbre del sistema de interaccin.13 Esta vislumbre equivale, en
alguna medida, a sacar una serie de fotografas instantneas de cada
persona a lo largo del tiempo y luego poner lado a lado todas las
fotografas.
Una vez que el observador presenta estas diversas puntuaciones a
mo-do de secuencia, puede luego procurar discernir la pauta que las
conecta. Una manera de hacerlo es presumir que la pauta de la
puntuacin de la persona A interacta con la de la persona B de modo
de crear una pauta hbrida, al estilo del muar.* Para el observador,
esto significa que la
13 Watzlawick y sus colaboradores (1967) pusieron de relieve
esta particular
descripcin sealando que esta "interaccin oscilante,
s-no-s-no-s", es anlo-ga a lo que los matemticos denominan una
"serie oscilante infinita" (pgs. 56-58). *Recordemos que lo
caracterstico del muar es el efecto de tornasol, o sea, los
reflejos o visos cambiantes de la luz que incide sobre la
superficie de la tela. [T.]
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 53
combinacin simultnea de sus respectivas puntuaciones da una
vislum-bre de la relacin total. A esta ltima visin de las cosas
Bateson (1979a) la llama "doble descripcin" y la compara con la
visin binocular:
Es correcto (y constituye un gran avance) comenzar a pensar en
los dos ban-dos que participan en la interaccin como dos ojos, cada
uno de los cuales da li-na visin monocular de lo que acontece, y
juntos dan una visin binocular en profundidad. Esta doble visin es
la relacin (pg. 133) [trad. cast. 119].
En el caso del sistema constituido por "El me fastidia, yo me
retraigo -Ella se retrae, yo la fastidio", la visin binocular vera
lo que Bateson dio en llamar "una relacin complementaria".
COMO DISTINGUIR LAS PAUTAS DE RELACIN
Para ver una relacin se requiere una doble descripcin. Pero si
las dobles descripciones de la relacin se someten a anlisis y se
afirma que cada una de estas partes est localizada dentro de una
persona, se crea con ello un "principio dormitivo". Ver slo al
marido que fastidia sin to-mar en cuenta a la esposa que se retrae
puede llevarnos a considerar al "fastidioso", y no al sistema de la
relacin entre el fastidio y el retrai-miento. Anlogamente, entender
que la capacidad de "conduccin" o lide-razgo reside dentro de
alguna persona es generar un principio dormitivo, el cual dara
lugar a seudoexplicaciones como sta: El lder "conduce por-que tiene
capacidad de condu'cccin". Represe, empero, en que siempre tenemos
que preguntar al observador que formula este enunciado cmo sabe que
la persona por l descripta es un conductor o lder, y su respues-ta
necesariamente tendr que hacer referencia a la conducta de algn
"se-guidor" o partidario, con lo cual nuevamente nos remite a un
sistema de relacin. En otras palabras, la capacidad de conduccin o
liderazgo no es ms que una mitad extrada de esta doble descripcin:
"relacin entre el conductor y el conducido". En general, todas las
descripciones de las ca-ractersticas de personalidad consisten,
como en este caso, en extraer mi-tades de pautas de relacin ms
amplias. Siguiendo el consejo de Bateson (1979a), "slo si uno se
aferra de manera rigurosa a la primaca y priori-dad de la relacin,
puede evitar las explicaciones dormitivas" (pg. 133) [trad. cast.
119].
Como la terapia tiene lugar en el contexto de una relacin entre
el tera-peuta y su cliente, cualquier tentativa de discernirlas
caractersticas del te-rapeuta que logra xito (o de su cliente) no
es otra cosa que centrarse en la mitad extrada de la relacin, y
esta visin lleva muy fcilmente a la
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54 ESTETICA DEL CAMBIO
bsqueda de principios dormitivos. Entonces los clnicos se
referirn a las causas del xito de los terapeutas o las causas ue
que el cliente sea "malo", "enfermo" o "loco". La visin alternativa
consiste en enfocar las pautas de la interaccin que se produce
entre terapeuta y cliente.
La doble descripcin es fundamentalmente una herramienta
epistemo-lgica que nos permite generar y discernir diferentes
rdenes de pautas. Si bien el lenguaje, por los lmites que nos
impone con sus trminos y es-tructuras particulares, constrie
nuestro conocimiento, la doble descrip-cin nos permite utilizarlo
de modo de alcanzar rdenes de descripcin superiores. Al proceder
as, nos salimos por nuestros propios medios del pantano
epistemolgico en que estamos metidos. As como los dos ojos,
utilizados simultneamente generan la profundidad, dos descripciones
pueden generar la pauta y la relacin.
La estructura del pensamiento de Bateson (1958b, 1972, 1979a)
nos suministra un ejemplo sobre la manera de proceder. En sus
primeras dis-tinciones, Bateson reflexion acerca de la relacin
entre las descripciones de acciones simples, de categoras de
acciones y de categoras de interac-ciones. Hall que estas
relaciones podan analizarse en funcin de la tipi-ficacin lgica, o
de lo que yo prefiero denominar rdenes de recursin con respecto a
las distinciones del observador. Como hemos visto, los contextos de
la accin (una distincin de orden superior) son distintos, desde el
punto de vista lgico, que las descripciones de la accin simple
(distincin de orden inferior):14 el "juego" o "partido" [de bisbol,
de ft-bol, etc.] es una abstraccin de orden superior que "lanzar la
pelota" o "patear la pelota". Al examinar los contextos de la
accin, Bateson pun-tualiz que ellos determinan cmo se conectan las
acciones simples en la organizacin social, o sea, cmo se organizan
a lo largo del tiempo las reacciones de los individuos frente a las
reacciones de otros individuos. Este orden de anlisis pone de
manifiesto que "ninguna accin es una is-la", que todas las acciones
forman parte de una interaccin organizada.
Luego, Bateson (1979a) design dos categoras del proceso de
interac-cin: las de relacin complementaria y relacin simtrica.
Estas categoras de interaccin representan dos tipos de"visin
binocular", que l defini as:
Llam "simtricas" a todas las formas de interaccin que podan
describirse en trminos de competencia, rivalidad, emulacin mutua,
etc. (vale decir, a aquellas
14 Un observador puede distinguir primero una accin simple, y a
continuacin
trazar una distincin de orden superior para marcar su contexto.
Este contexto de la accin simple -la distincin de una distincin-
es, pues, una recursin que tra-z el observador para indicar la
accin simple.
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 55
en que una cierta clase de accin de A estimula en B una accin de
la misma cla-se, la cual a su vez estimula ulteriores acciones
similares de A...). En contraste con ello, llam "complementarias" a
aquellas secuencias interaccionales en que las acciones de A y B
eran diferentes, pero se amoldaban una a la otra (p.ej.,
do-minio-sumisin, conducta exhibicionista-conducta espectadora,
dependencia-nu-trimento) (pgs. 192-93) [erad. cast. 172].
Importa advertir que la concepcin binocular de la relacin exige
em-plear un vocabulario apropiado. Por ejemplo, desde la
perspectiva de la relacin, no cabe hablar de una serie de episodios
de fastidio y retraimien-to entre marido y mujer, ya que esto
constituira una descripcin conduc-tal del sistema en su conjunto.
En lugar de ello, debe hacerse referencia a la relacin
complementaria entre ambos. Para alcanzar este orden supe-rior, o
imagen binocular, se requiere dar un salto en el orden de la
abstrac-cin, pasando de la conducta al contexto, con un salto
concomitante en la expresin descriptiva. En este caso, las
descripciones de la accin se fu-sionan a fin de crear la descripcin
de la interaccin.
Al meditar acerca del modo en que las pautas de interaccin podan
a su vez ser pautadas, Bateson comprob que si la simetra o la
comple-mentariedad no eran controladas se originaba
una"cismognesis"* -trmi-no que acu para referirse al proceso de
huida o de intensificacin que, en caso de no estar bajo control,
inevitablemente genera una tensin into-lerable y, a la postre, el
quebrantamiento del sistema de relacin-. En cambio combinando las
interacciones simtricas y complementarias pue-de lograrse una
especie de equilibrio. Bateson (citado en Keeney, 1976b) ofrece una
analoga de esto:
Si un matrimonio se vuelve demasiado complementario, pngalos
usted a ju-gar un partido de tenis y se sentirn mejor; si se vuelve
demasiado simtrico o antagnico, no tiene ms que esperar que uno de
ellos se disloque un tobillo, y ambos se sentirn mejor (pg.
18).
Esto nos sugiere que la forma en que son pautadas las pautas
simtri-cas y complementarias de interaccin instituye una suerte de
coreografa para los participantes. En este orden de anlisis, los
dilogos, la sexuali-dad humana, las cenas familiares y los
conflictos internacionales se orga-nizan de acuerdo con las reglas
de la coreografa que gobiernan (o sea, que pautan) sus
interacciones fundamentales. En la terapia familiar, la bsqueda de
reglas familiares y de "danzas" de la familia caracteriza a ve-ces
a quienes se ocupan de este orden de organizacin.15
* En ingls "schismogenesis", palabra derivada de "schism", cisma
o divisin [T.] 1 5 Veremos luego que hay una importante recursin en
este orden de proceder.
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56 ESTTICA DEL CAMBIO
DIALCTICA DE LA FORMA Y EL PROCESO
Al repasar su propia obra, Bateson (1979a) seal que sus
"procedi-mientos de indagacin estuvieron puntuados por una
alternancia entre la clasificacin [de la forma] y la descripcin del
proceso". Esta "escala en zigzag entre la tipologa [de la forma],
por un lado, y el estudio del proce-so, por el otro" (pg.
193)[trad. cast. 172-73] fue diagramada en varias formas en su
libro Mind and Nature. En la figura 1 presentamos un grfi-co
modificado y ms general de esta clase de anlisis. En l se pone de
relieve un enfoque recursivo de la epistemologa, que en vez de
explicitar las jerarquas ideales de abstraccin, propone "una escala
que asciende en zigzag [como ilustracin] de la dialctica entre la
forma y el proceso" (pg. 194) [trad. cast. 174].
La columna de la derecha de la figura 1, denominada "Descripcin
del proceso", se refiere a la unidad que es objeto de observacin.
Estas unida-des de la observacin se derivan del modo en que el
observador punta la corriente de sucesos. Las descripciones del
proceso remiten, en general, a un orden de observacin que podramos
denominar "experiencia basada en los sentidos". Esta experiencia es
la ms prxima que podemos alcan-zar respecto de los "datos
elementales", y es una forma de descripcin despojada, para todos
los fines prcticos, de altas abstracciones tericas.
Dentro de este sistema de anlisis de la experiencia, para pasar
de un orden de descripcin a otro, se requiere un acto de doble
descripcin: va-le decir, hay que yuxtaponer las visiones
correspondientes a los dos la-
Aqu, las interacciones pautadas especifican un sistema de
coreografa que especi-fica las interacciones pautadas. Esta
recursion (como mostrar el captulo si guente) indica que el sistema
est organizacionalmcnte cerrado y es autorreferen-cial en este
orden de proceso.
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGA 57
dos de la relacin a fin de generar una idea de relacin en su
conjunto. Por ejemplo, la interaccin se discierne combinando las
descripciones de cada accin simple de los participantes. En un
orden superior de anlisis, el percatamiento de las pautas
coreogrficas se obtiene a partir de las rela-ciones entre los
episodios de interaccin; por ejemplo, las relaciones di-dicas
"sanas" pueden caracterizarse porpautas de alternancia entre temas
complementarios y simtricos. Una vez ms, deben combinarse las
visio-nes obtenidas desde ambos lados de la relacin -que esta vez
envuelven las descripciones de las pautas de interaccin- a fin de
formarse una ima-gen de la coreografa.
La columna intermedia de la figura 1, que es al mismo tiempo la
de la izquierda en la "escala que asciende en zigzag" en nuestro
anlisis, se de-nomina "Clasificacin de la forma", y corresponde a
los nombres asigna-dos a las pautas organizadoras de las acciones
simples, las interacciones y la coreografa. Una clasificacin de la
forma es una abstraccin que "or-ganiza" cada orden de descripcin
vinculando sus elementos de manera significativa. El examen paso a
paso de cada uno de los "peldaos" de es-ta escala ascendente nos
revela cmo se entrelazan forma y proceso.
Las descripciones de una accin simple se refieren a
observaciones de unidades, de acciones simples, singulares y
aisladas, incluida la expre-sin facial, la postura corporal, la
manera de respirar y de fijar la vista, el tono y el volumen de
voz, el ritmo de las elocuciones o preferencias ver-bales, las
palabras, frases y oraciones pronunciadas, etc. En el caso de las
acciones simples de una danza, este orden de anlisis implicara
prestar atencin a los sucesos inmediatamente perceptibles que
caracteri-zan cada paso de baile (p.ej., el pie derecho de la
bailarina se adelan-ta al par que sus hombros se echan hacia atrs y
la cabeza gira hacia la derecha).
Cuando los rubros que componen una accin simple se clasifican y
se los considera pertenecientes a una determinada categora de
accin, se pa-sa al otro lado del anlisis, el de la forma.
Clasificar cinco minutos de u-na accin como un "baile" o como un
"juego" constituye una manera de designar una categora de accin.
Esta categorizacin -que hemos llama-do "clasificacin de la forma"
en la columna de la izquierda de nuestra es-cala ascendente- es un
modo de identificar y designar la pauta que orga-niza el orden del
proceso observado. Las categoras de accin -juego, ex-ploracin,
combate, delito, esquizofrenia, terapia, etc.- son nombres que
adjudicamos a la forma en que estn pautadas las acciones simples.
Im-porta advertir que una misma accin simple puede pertenecer a
diversas categoras. Por ejemplo, "alzar el brazo" puede formar
parte de un baile, de una ceremonia militar, de la respuesta de un
alumno a su maestro en el aula o de una actividad deportiva. La
designacin de una categora de ac-
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58 ESTETICA DEL CAMBIO
cin slo nos indica que vemos las acciones simples como
organizadas significativamente dentro de un contexto
determinado.
Si nos movemos en nuestra escala ascendente hasta el prximo
nivel del proceso, comprobamos que no se ocupa de fragmentos
aislados de ac-cin sino de cadenas o secuencias de acciones, tal
como las muestran los individuos o grupos que interactan. No
obstante, estas descripciones de la interaccin siguen siendo
expresadas en un lenguaje basado en los sen-tidos. Lo que
diferencia a este orden del proceso respecto de las descrip-ciones
de la accin simple es que presta atencin a la forma en que se
co-nectan los fragmentos de accin simple entre los participantes.
Si lo que se analiza es el baile de una pareja, esta descripcin nos
dar un ordena-miento serial del flujo de sus pasos respectivos. Por
ejemplo, el paso M puede ser seguido por el paso N, luego paso por
el paso O, el paso N, el paso O, etc. Desde esta perspectiva,
cualquier descripcin de una accin simple debe ser acompaada por la
descripcin de las acciones de otra persona que la preceden y la
siguen. Aqu, el ordenamiento de las cade-nas de acciones es ms
importante que las acciones individuales.
Cuando se procura clasificar descripciones de la interaccin,
esta clasi-ficacin de las formas consiste en designar las pautas de
la relacin, y no las pautas de la accin. Las categoras de la
interaccin se refieren a las pautas caractersticas de la relacin
entre las acciones de los distintos partcipes. Por ejemplo, todos
los pasos de baile de un integrante de la pareja sern precedidos y
seguidos por los pasos del otro integrante. La pauta de cada
episodio de interaccin puede clasificarse considerndola o bien
simtrica, o bien complementaria. Cada paso subsiguiente ser
precedido y seguido por otros pasos, y cada nueva pauta de
interaccin puede clasificarse en consecuencia.
Advirtase que si bien la relacin se da entre las acciones de dos
indi-viduos (o grupos, o partes de individuos o de grupos), para
clasificar es-tas relaciones se necesita ver al menos tres
fragmentos de accin Simple. Como propusieron Bateson y Jackson
(citados en Sluzki y Beavin, 1977), una relacin ser simtrica o
complementaria segn "como se vin-cule cada fragmento de conducta
con los fragmentos anteriores y posterio-res de la relacin cara a
cara" (pag. 77).
Volviendo a la columna de descripcin del proceso en nuestra
escala ascendente, el prximo orden de anlisis concibe estas pautas
de interac-cin como parte de una trama organizativa aun ms amplia.
As pues, las descripciones de la coreografa establecen cmo son
pautadas, a su vez, las pautas de interaccin que se haban
discernido previamente (los temas simtricos y complementarios), o
sea, establecen de qu manera se conec-tan entre s o forman una
secuencia. Por ejemplo, el ballet, el jazz y los bailes de saln
especifican diferentes maneras de organizara accin sim-
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DE EPISTEMOLOGIA 59
pie y las categoras de la accin. Por consiguiente, dentro de una
clasifica-cin de la forma a estas pautas de organizacin de orden
superior se las puede denominar categoras de la coreografa.
Estos diversos modos de puntuar una cadena de sucesos y de
desig-nar las pautas emergentes guardan correspondencia con
determinados r-denes de recurrencia en las distinciones trazadas
por un observador (pri-mera columna de la izquierda en la figura
1). Veamos como ejemplo el planteo entre el marido que fastidia y
la esposa que se retrae. Podemos comenz