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AaCfjuov. Revista de Filosofa. nc 25. 2002. 165-172
Naturaleza, uso yactualidad del smbolo(Sobre Smbolos Estticos*)
MARA JOS ALCARAZ LEN**
La nocin de smbolo, central en la filosofa idealista de los siglos XVIII y XIX, es el eje tem
tico de la coleccin de artculos reunidos bajo el ttulo Smbolos Estticos. Este conjunto de artculos, heterogneos y de calidad diversa, est integrado por tres grandes perspectivas desde las que
abordar esta nocin.
La primera perspectiva, L a mirada de los clsicos, revisa la evolucin filosfica del concepto
desde Kant hasta Cassirer pasando por Goethe, Hegel y Schopenhauer. La segunda. Msicos, Artis
tas y Poetas, se fragmenta en siete anlisis concretos de obras artsticas. As, la identificacin del
pla no simbli co perm it e il ust ra r el pap el de es ta fu nci n en la pro duccin ar t st ic a co ncre ta . Por
ltimo, Horizontes del Smbolo, la perspectiva que cierra este recorrido por las concepciones y las
condicio nes de lo simblico , trata de repensar el lugar del smbolo en el contexto presente tanto en
sus prcticas ms mod ernas, com o la del diseo, como en entornos ms tericos.
La heterogeneidad de los niveles de anlisis permite abordar la cuestin del smbolo desde aspec
tos tan diversos como su fundamentacin filosfica, su funcin dentro de ciertos sistemas filosficos
o su lugar en la produccin artstica. Cada nivel aporta un aspecto explicativo de las nociones desmbolo que histricamente se han propuesto como horizonte representadonal y permite reconstruir
un mb ito de validez actual para esta forma de represen tad nos).
La reflexin kantiana sobre el smbolo abre este primer bloque temtico con el artculo de Jos
Luis Villacaas: El smbolo en Kant: Comentarios sobre un indicio. La reflexin que se nos ofrece
emplea la nocin de smbolo para iluminar aspectos de la filosofa kantiana relacionados con el
mbito d e la praxis. P or ello, ms que un estudio de esta nocin y de sus lmites en el pen samiento
kantiano, encontramo s una reflexin en tom o a las consecuencias que la nocin de smbolo conlleva
par a la repre senta ci n en el m bito pr ct ic o. El punto de par ti da para el an l is is de lo simblic o en
Kant consiste en el estudio de la relacin de sensibilizacin, de encamaci n, entre algo ideal y algo
sensible. P ara Kant, la representacin simb lica de los conceptos puros o categoras est caracteri
zada por la necesidad, mientras que en la sensibilizacin de las ideas no hay una analoga objetiva
entre la idea y su smbolo. Lo importante, entonces, es explorar qu aspectos de la representacin
sensible expresan algo relativo a la estructura de la idea (p. 19), pero, en ningn caso pu ede haber
Fecha de recepcin: 12 junio 2002. Fecha de aceptacin: 2 julio 2002.
* D. Romero de Sols. i.B. Daz-Urmeneta. J. l pez Lloret y A. Molina Flores (Eds.), Smbolos Estticos...Universidadde Sevilla. 2001.
** Direccin e-mail: [email protected]
mailto:[email protected]:[email protected]7/24/2019 Estetica Simbolo
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smbolos objetivos de las ideas de la razn. Por este motivo, segn Villacaas. la finalidad del sm
bolo, cuyo contenido es una idea, no es de carcte r cognit ivo . sin o prctico; el sm bolo no nos pro
porciona un acceso sensible al conocimien to de la idea, sino una apariencia sensible a la func in de
esa idea en nuestra vida, en nuestras prcticas. La relevancia de lo simblico estara, entonces,
ligada al mbito de la praxis y sus formas desempearan una funcin en este mbito.
La nocin de smbolo enc ama, asimismo, un proyecto en el que las dimensiones ticas, cogniti-
vas y estticas de lo humano se reflejan unas en otras. La relacin de afinidad entre lo verdadero, lo
bello y lo bueno a la que la filosofa ha tratado de proporcio nar modelos concretos es la asp iracin
inscrita en esta nocin de smbolo de la que Kant y Goethe son portavoces. Los griegos ejemplifican
en su poltica, su tica y su arte el ideal simblico al que la representacin sensible de la idea aspira;
por e llo. Kant y Go eth e retom an la cultura griega como mo delo de una aspiracin. Una asp iracin
encam ada, a su vez, en el smbolo y de la que, en el momento actual, slo quedan rumores.
A la nocin de smbolo en Goethe est dedicado el artculo de Helmut Fricke El smbolo en
Goethe: Evolucin del concepto y valor en la esttica de su tiempo. Algunos de los temas kantianos
reaparecen en la concepcin goethiana del smbolo. Ambos co mparten una nocin del smbolo segn
la cual ste representa la idea indirectamente.
Uno de los aspectos m s notables de la exposicin de Fricke es la acentuacin del carcter para
djico de la nocin goethiana del smbolo. La paradoja consiste en definir su plena realizacin
cuando es, no cuando significa (p. 51). De esta manera, aquello que define al smbolo, su carcter
representacional, tiende a evaporarse al identificarse su contenido y la forma en la que se expresa. Se
nos habla, entonces, de una alianza inquebrantable entre la imagen y el significado, de lo particular y de lo general (p. 51). Esta indisolubilidad entre materia y contenido es la condicin de su auto
noma y permite a Goethe elaborar una nocin de smbolo que est en el ncleo de la tradicin
moderna.
Flix Duque en La razn de la forma simblica del arte en Hegel explora el lugar del smbolo
en la reflexin hegeliana sobre la naturaleza y el arte. El lugar de lo sensible (primero en la natura
leza y, luego, en el arte), en el proyecto hegeliano de autoconciencia de la Idea, es el eje que deter
mina su recorrido.
La naturaleza, lo sensible e indeterminado, una vez interiorizada, es reelaborada en imgenes
por la intel igencia . Estas imgenes son, por ta nto, resulta dos de una conju ncin de lo sensible y lo
intelectual. Sin embargo, en Hegel, esta coordinacin inicial entre Naturaleza y Espritu tiende a
decantarse hacia el Espritu en su tendencia natural al autorreconocimiento. El arte, en su statusbipolar , mate ria l e ideal, es el medio inicial para el au torre co no cimiento del Espritu. En efecto,
en el arte opera astutamente la razn como un topo diligente y como inventora de figuras, uti
lizando y desgastandopro domo lo sensiblemente natural hasta llegar a su casi completa cancelacin en la poesa (cuyo soporte material es el aire), y que implica una elevacin al nivel
lingstico: el locus propio del Espritu, el nico en el que ste puede reconocerse, saberse a smismo. Y a su vez la Esttica,en cuanto Filosofa del Arte, est destinada a mostrar la caducidadde tales invenciones (pp. 67-68). Sin embargo, la historia de la autoconciencia no tiene un finalfeliz. Por ello, el profesor Duque recupera, al final, la duda sobre la propia materia de la Idea:
sobre la palabra filosfica.
Tras la exposicin de smbolo artstico en Hegel. Pilar Lpez de Santa Mara explora el lugar del
smbolo en el contemporneo menos amistoso del anterior. En el artculo La representacin sim
b lica en la obra de Arth ur Schopenhauer encontr am os una completa exposic in de su pensa
miento filosfico. El punto de partida ser la nocin de representacin, central, por otra parte, en la
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concepcin metafsica schopenhaueriana. No obstante, ms que ahondaren la nocin de smbolo, la
autora nos ofrece un correcta explicacin del pensamiento del filsofo alemn.
Por ltimo, la nocin de smbolo en Cassirer cierra este primer bloque que recoge las distintas
nociones de smbolo que la filosofa moderna alemana ha elaborado. El artculo de Antonio Guti
rrez Pozo, La nocin de sm bolo en la filosofa de Em st Cassirer, expone, clara y brillantemente,
las premisas y consecuen cias filosficas de la nocin de smbolo desarrollada por Cassirer. Filosfi
camente, la reflexin acerca del smbolo llevada a cabo por Cassirer supone un cambio en el contexto de prioridades temticas que haban enmarcado la reflexin anterior. Si en Kant y Goethe
veamos qu e la nocin de smbolo ejemplificaba la aspiracin de un proyecto concreto y en Hegel las
tensiones de ese proy ecto terminaban por decantarse de lado del Espritu, en Cassirer la reflexin en
tom o al smbolo carece de una ulterior propuesta global en el sentido kantiano. Por ello, para acer
camos adecuadamente a Cassirer en este punto hemos de abandonar la perspectiva de la conciencia
y sustituirla por la de la significacin.
La funcin simblica es, en Cassirer, constituyente del objeto de experiencia. Su papel se ase
meja en gran medida al que Kant atribua a los conceptos puros del entendimiento, de manera que
la realidad slo se convierte en fenmeno representada simblicame nte (p. 101). Cada smbo lo es
una creacin de significacin, una m uestra del modo en el que los hombres construimos significados
con el mundo que nos rodea.Si con respecto al statusde las formas simblicas la postura de Cassirer se aproxima a la de Kant,
en su concep cin del fin del saber, Hegel es el referente ms evidente. Como G utirrez Pozo afirma
La verdad era meta de nuestro saber no es el conocimiento sino la autoconciencia (p. 108). Es
decir, el conocimien to de nues tra propia naturaleza a travs de nuestros productos ms genuinos: las
formas simblicas. Finalmente, el completo artculo de Gutirrez Pozo concluye con una reflexin
acerca del papel de la forma simblica artstica en Cassirer que resulta de especial relevancia
teniendo en cuenta que el artculo de Juan Bosco, en esta misma coleccin, retomar la nocin de
forma simblica para articular su anlisis de la perspectiva pictrica.
Los siete artculos que componen el segundo bloque de este compendio abandonan el territorio
pro piamen te filosfico para explorar , em plean do la nocin de smbolo, la riqueza sem nt ica de
recursos y obras artsticas concretas. Merece la pena sealar, por su inters, los artculos de Jos Carlos Carmona, Juan Bosco Daz-Urmeneta Muoz, Ana Ravents Barangue y Mercedes Cornelias
Aguirrezbal. En ellos el anlisis se traba con una aguda reflexin en tom o a los temas y problemas
que surgen en los contextos artsticos y culturales de las obras estudiadas.
Los Requiemde Moza rt, Brahms y Ligeti son el objeto de anlisis del artculo que abre esta seccin. Jos Carlos Carmon a desarrolla un esplndido anlisis de las connotaciones simblicas de estas
piezas mu sica les a partir de un estudio exha us tivo de sus aspectos formales ms importantes. Las
innovaciones y logros formales sealados po r Carmona acomp aan las reflexiones acerca de la con
cepcin de la vida y la muerte que cada una ejemplifican. Todas, a su manera, contestan a la pre
gunta por el sentido. En el primer caso la muerte es un castigo. En la segunda poca la muerte es un
descanso. Y en nuestra poca la muerte es absurda. (pp. 160-61).
La riqueza de su anlisis permite descifrar estas obras tanto en niveles tcnicos, en los que Car-mona describe detalladamente las partes de las piezas, como en sus pretensiones ms filosficas,
dond e la descripcin formal deja paso a una reflexin sobre el contenido.
El ltimo rquiem analizad o, el de Ligeti de 1965, es tambin el pretexto para una reflexingeneral acerca del lugar de la msica en el mundo contemporneo. Nos extraamos entonces de
que nuestra msica contempornea sea as? La clsica fue intelectualista, racional, mtrica, orde
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nada. La romntica fue apasionada, soadora, evocadora. La del siglo XX, atroz desquiciada, per
dida, y conscien te de su sinrazn . (p. 160).
La msica deja paso a la escultura religiosa de la mano de Jorge Lpez Lloret quien, en el
artculo Memento Homo, reflexiona en tomo al poder inagotable de los smbolos que llamamos
clsicos. La muerte, representada en la imagen de la Expiracin, El Cachorro , es, por su universalidad, un tema inagotable desde el punto de vista desplegado por Lpez Lloret. La justificacin de esta
afirmacin viene articulada en trminos de la definicin hermenutica de clasicismo propuesta por
H ans Geo rg Gadam er. La apertura de sentido propia de la obra clsica permite al receptor presentearticular una comprensin que no agote la obra. Esta tesis, que hace de la obra clsica un objeto
renovable en cada nueva propuesta interpretativa y en cada nuevo contexto receptivo, permite a
Lpez Lloret postular la actualidad de El Cachorro.
Tras esta reflexin, encontramos un brillante artculo sobre la funcin simblica de la perspectiva
com o tcnica de representacin del espacio pictrico a cargo de Juan Bosco Daz-Urm eneta Muoz.
En Visin y Smbolo. Reflexiones sobre la perspectiva encon tramos una definicin de la perspec
tiva en trminos de la forma simblica de Cassirer. Su explicacin del recurso pictrico de la pers
pec tiva ex plo ta las dim ensi ones re flex iv a y her m en u tica car ac te r sticas de la fo rm a sim blica ,
busc an do ej em plo s co ncr et os en los que m ost ra r los ef ec to s de es ta s dim en siones . En su dim en si n
reflexiva, la forma sim blica de la perspectiva recrea las condiciones de una visin con unas carac
tersticas concretas:
/ . La pe rspe ct iva revela un mu ndo infin ito .
2. la perspectiva muestra la centralidad de la visin.3. La perspectiva asegura el despliegue ordenado del mundo ante la mirada: hace surgir un
cosmos. (pp. 191-192)
Por otra parte, la dimensin hermenutica propia de la perspectiva como forma simblica per
mite exp licar sus posibilidades significativas. Si la perspectiva es el mo delo estable que permite arti
cular la representacin de un espacio objetivable, las desviaciones, distorsiones e irregularidades con
respecto a este modelo pueden ser analizadas como intenciones significantes. As. a travs de la
construccin de un espacio distorsionado, es posible provocar una exp eriencia visual en la que cier
tos elemento s destaquen o en la que la posicin del observador inscrita en la perspectiva desajustada
resulte incmod a o imposible.La dimen sin reflexiva de la perspectiva nos habla de cmo es entendida la visin, de cul es la
relacin entre lo visto y el observador. La dimensin hermenutica permite reutilizar la nocin de
per sp ec tiva co m o el em en to in terp re ta tiv o del es pac io pic t rico en la pro ducc in pic t ri ca y ar ts tic a.
Estas conclusiones sobre la perspectiva y su evolucin sem ntica en la pintura y el arte mo derno cie
rran el elaborado anlisis de Daz-Urmen eta. Sus reflexiones pueden situarse junto a los ya num ero
sos trabajos en tom o al significado de la perspectiva. D esde La pe rspe ctiva co mo fo rm a simblica 1
de E. Panofsky, que, como el artculo de Daz-Umeneta, muestra una importante influencia terica
de Cassirer, hasta la perspectiva semitica de N. Bryson exp uesta en Visin y Pintura. La lgica dela mirada2o la sociolgica de John Berger en Ways ofSeeing3, el estudio de la perspectiva ha cons
1 Panofshy. E .. lu perspectiva como forma simblica. Barcelona. 1973.2 Bryson. N.. Visin y Pintara. La lgica de la Mirada. Alianza forma. Madrid. 1991.3 Berger. J.. Ways ofSeeing .British Broadcasting Corporation and Penguin Books. 1975.
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tituido un mbito especfico de investigacin dentro de las artes visuales. Ha generado, asimismo,
temticas relacionadas con el lugar del espectador, la concepcin de la visin dominante en las
representaciones visuales y la capacidad organizadora de la mirada, temas a los que el recin comen
tado artculo ha prestado suficiente atencin.
Los dos prximo s artculos abandonan el mbito del signo visual y analizan la fertilidad del sm
bolo litera rio en dos contextos especf ico s. Por un lado. La escala de Jacob al servicio d e las luces
de Ana Ravents Barangue y Smbolos espaciales del drama romntico: sobre lo privado y lo
pblico enDon A lvaro o la fuerza del sinode M ercedes Cornelias Aguirrezbal, por otro, exploranlos significados simblicos de las metforas espaciales que, en el contexto de la literatura del siglo
de las Luces y en la literatura romntica, encapsulan determinadas creencias y cosmovisiones. Pese
a que los gneros y obras que ambos artculos toman com o objetos de anlisis son. en principio, dis
tintos, existe una problemtica comn cuya apariencia queda conformada por los constreimientos
literarios y temticos considerados en cada caso. Se trata de la definicin del individuo moderno bur
gus dentro de la estructura social heredada.
El artculo de Ana Ravents, dedicad o al anlisis de la metfora de la escalera como s mbolo de
la ascensin social del advenedizo en la literatura del siglo de las Luces, nos ofrece, al hilo de su an
lisis, una argumentada reflexin en tomo a las ideas ilustradas que justifican la existencia de esta
figura literaria, as como de los problemas y tensiones que esta figura representa. La figura del
advenedizo e ncam a la aspiracin ilustrada a conciliar, de un lado, la idea de que la sociabilidad es un
medio de progreso y, de otro, la implacable presencia del azar.
Por su parte, Mercedes Cornelias analiza la conformacin del espacio en el drama barroco y sus
repercusiones simblicas en los personajes que ocupan dicho espacio. La dicotoma pblico-privado
articula los recursos simblicos que caracterizan este drama y determina el espacio dramtico. Por
otra parte, la figura de Don Alvaro com parte con el advenedizo de la novela ilustrada la carencia de
un lugar propio en la estructura social y la necesidad de forjar una identidad reconocible pblica
mente. En el fondo, la novela y el drama romntico com parten el problema burgus de la configura
cin de una identidad inclasificable dados los patrones sociales y el ideario en el que sta clase
moderna emerge.
Los dos artculos que cierran este bloque. N avegaciones y pginas en b lanco en la obra de Sop-
hia de Mello de M ara Granado Belvs sobre la obra de la poeta portuguesa y el artculo de Manuel
Pellecn Lancharro y Em ilio Luis Mnde z Moreno sobre los grabados que el pintor realista Eduardo
Naranjo ha realizado en tomo a la obra Poeta en Nueva Yorkde Federico Garca Lorca, completan
este segundo bloque aportando algunos datos iluminadores sobre sus respectivos temas pero sinexplorar en exceso la dimensin simblica de las obras en cuestin.
El tercer y ltimo bloque , H orizontes del smbolo, est dedicado a la reflexin actual sobre el
smbolo y su lugar en las representaciones contemporneas.
En Arte oriental, smbolo y tradicin, Jos Antonio Antn Pacheco establece los ejes en los
que una comprensin del arte occidental y oriental no necesitase parmetros distintos. Su estrategia
apela a una raz comn d e la que, en su progresiva evolucin reflexiva, el arte occidental se ha sepa
rado. El arte antiguo, oriental y occidental, era concebido como un acto ordenador. El significado
oriental y tradicional de arte es el de aquello que se presenta bien trabado, ordenado y articulado (p.
303). Antn Pacheco apela, para construir la imagen comn del arte oriental y occidental, a otras dos
nociones: la de la tradicin y la de smbolo.
La nocin de smbolo empleada como centro significativo de las tradiciones oriental y occiden
tal, resulta, cuando menos, ciega a la evolucin histrica de la ltima. Esta nocin viene definida
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explcitamente: La estructura ontolgica que constituye y sostiene la realidad epifnica del arte es
el smbolo (p. 305). El papel del smbolo es, segn esta definicin, aquel papel que su raz religiosa
y metafsica le proporcionaba. De esta manera, el argumen to etimolgico se traba con la postulacin
de una nocin de smbolo que encama la concepcin metafsica de la representacin artstica y con
una concep cin de la tradicin que aprox ima el arte oriental al occidental. Estos tres pasos permiten
a Antn Pach eco pos tular una similitud entre arte oriental y occidental difcilmente sostenible si exa
minamos la evolucin histrica de la nocin de smbolo y su lugar en la produccin artstica
moderna.
Teresa Aizpn de Bobad illa trata de mostrar en La necesidad del lenguaje simblico la ntima
relacin que existe entre la forma de representacin simblica y nuestra propia experiencia configu
rada a travs de los smbolos. Del hecho de que la formacin de smbolos penetre completamente
nuestra experiencia, B obadilla deriva su necesidad. El smbolo se refiere al hombre genricamente,
a sus necesidad es ms profundas , cabria definirlo casi como un instinto del pensam iento (p. 312)
Las notas que caracterizan lo simblico son la inmediatez, la compenetracin entre smbolo y
realidad y la publicidad o reconocimiento social del smbolo. El lenguaje simblico implica una
intimidad con esa realidad y con la sociedad con la que esa intimidad se comparte, pues lo compar
tido es un sentido, (...), una Weltanschauungen sentido propio (p. 317)Si hay algo comn entre el artculo de Antn Pacheco y el de Bobadilla es la tesis de la necesi
dad del smbolo. En el primero esta necesidad estaba expresada en trminos ontolgicos, mientras
que en el segundo la posicin metafsica deja paso a un argumento de tipo antropolgico. Lo simb lic o es ne ce sa rio por c m o so mos y no po r c mo sea el mun do .
El tercer artculo se separa en cierto modo de la cuestin que ocupaba a los dos anteriores. El
smbolo no es tratado desde su actualidad o necesidad, sino desde su evolucin en el mbito espec
fico de los objetos de uso. El completo artculo de Anna Calvera, La dimensin simblica de los
objetos de uso: una interpretacin del smbolo esttico en trminos d e diseo industrial, realiza una
exha ustivo recorrido por el desarrollo de la nocin de smbolo de ntro del contexto de la historia del
diseo. Expone, para ello, las diversas teoras que han p roporciona do una gua y una justificacin a
esta tarea a m edio camin o entre el trabajo productivo de objetos cotidianos y el arte.
La historia de la cultura del diseo que Ca lvera nos ofrece presenta num erosas coincidencias con
las problemticas que han marcado la discusin terica contempornea en el arte. La cuestin de la
autonoma del diseo, de su capacidad para transformar el hbitat humano, o de su capacidad sim
bl ica y po rtad ora d e sign ificad os co lect iv os son algu no s de los pu ntos ce ntra les en los de ba tes qu e,durante el siglo X X, han tenido lugar a propsito de la funcin y naturaleza del diseo.
Dos artculos ms com pletan este ltimo bloque en el que la reflexin sobre el smbolo se realiza
desde la pregunta por su actualidad. El primero, El smbo lo en la esttica contempo rnea. Es po si
ble una teor a laica de l smbo lo? de Francisca Prez Carreo, real iza un reco rrido cr ti co por tres
pr op ue stas co ntem po rne as qu e, en algn se ntido, reelab oran (o cr itica n, co mo e n el ca so de Paul De
Mann) la teora del arte hegeliana, donde la nocin de smbo lo jueg a un papel central. El antisimbo
lismo de Paul de Man n, la concepcin herm enutica de Gadam er, y la concepc in de la obra de arte
como smbolo o significado encamado en A. Danto, representan tres posibles respuestas a la pre
gun ta form ulada en el ttulo de este artculo.
El anlisis crtico de la lectura demanniana de la esttica hegeliana permite esclarecer simult
neam ente la postura antisimbo lista de De Mann y los problemas intrnsecos detectados en la esttica
hegeliana, donde lo simblico tiene, al menos, dos usos diferenciables: uno esttico y otro lingstico.
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De Mann considera el primero de estos sentidos ideolgico y mantiene nicamente la validez del
segundo. Adems, so stiene que el uso esttico de lo simblico es el uso predominante en Hegel. Sin
embargo, esta postura vicia, a juicio de Prez Carreo, su lectura de los textos hegelianos y le impide
apreciar el valor de algunas de sus tesis ms importantes. En concreto, la tesis de la Muerte del Arte,
crucial en el pensamiento de Hegel, no recibe, por parte de De Mann, el reconocimiento merecido.
Como seala Prez Carreo, Hegel considera el smbolo como un tipo de signo y, por ello, la arbi
trariedad caracterstica de todo signo alcanzara igualmente la referencia simblica. Esta arbitrariedad propia del signo, y que De Mann exclua de la nocin de smbolo que atribua a Hegel, no ha de
entenderse, sin embargo, como sinnimo de convencionalidad. La arbitrariedad que caracteriza al
smbolo en Hegel permitira deshacer parte de la crtica demanniana, aunque siempre podra mante
ner su postura antihegeliana en lo que concierne al aspecto hermenutico involucrado en la inter
pretacin artstica.
Por ltimo, la propuesta del norteamericano Arthur Danto se presenta como el intento ms cohe
rente de dar una respuesta afirmativa a la pregunta inicial acerca de la naturaleza laica del smbolo.
Diego Romero de Sols, que cierra el volumen con El aura en la carne, no se alejara dema
siado de una concepcin del smbolo que subrayara su eficacia causal en la transformacin de nues
tro mundo o, al menos, de nuestra manera de mirarlo. Reforzar la idea de la ntima relacin entre
materia y contenido en el proceso simblico es una de las pretensiones ms evidentes de esteartculo. Si el contenido es comprendido generalmente como fruto del pensamiento, la materia, la
materialidad del smbolo, procede de la imaginacin. Pensamiento e imaginacin seran, entonces,
facultades que se reclamaran mutuamente en la conformacin de lo simblico. El ttulo del artculo
es quiz la mejor expresin de la idea que Romero de Sols persigue una y otra vez. El aura en la
carne expone llanamente la condicin de lo simblico que Sols quiere subrayar; con esta exalta
cin de lo corporal en lo simblico se cierra esta coleccin de propuestas en torno al smbolo.
Las perspectivas ofrecidas sobre el smbolo estructuran una red comprensiva desigual. La nocin
de smbolo ha sido analizada desde diversos mbitos que muestran distintos niveles de profundidad.
La filosofa alemana del XVIII y el XIX nos ofreca una primera aproximacin terica a esta nocin.
La mirad a de los clsicos era el ttulo bajo en que se agrupaban los cinco artculos que compo nan
este primer enfoque. El anlisis filosfico, predominante en esta seccin, permite al lector recons
truir los parmetros epistemolgicos, ticos y estticos que determinan la nocin de smbolo. Los
trabajos de Villacaas, Fricke, Duque, Lpez de Santa Mara y Gutirrez Pozo comparten un terri
torio comn de problemas que permite situar la nocin de smbolo en un contexto concreto; el de la
reflexin filosfica moderna.
En segundo lugar, los anlisis concretos o frecidos en el apartado II Msicos, Artistas y Poetas
pe rmit an al lector di sf ru ta r simu ltneame nte del acercamiento a obras pa rticulares y de la am pli a
cin del uso y funcin de la nocin de smbolo. En concreto, la aportacin de Daz-Urmeneta a pro
psi to de la pe rspect iva como recurso pictr ico se encuen tran en la lnea de es tudio ya es tablecida en
tomo a la funcin simblica o significativa de la perspectiva. Los trabajos de Panofsky4, Norman
Bryson5, John B erger6 o John Shearma nn7 se encuentran entre las aportaciones ms destacadas en
tomo al significado de la perspectiva como recurso pictrico.
4 Panofsky. E..La pers pectiva co m o fo rm a s i m b l i c a Barcelona. 1973.
5 Bryson. N., Visin y Pintura. La lgica de la m irada. Alianza Forma. Madrid. 1991.
6 Berger. J.. Ways o f Seeing.British Broadcasting Corporation and Penguin Books. 1975.
7 Shearm ann. J.. Art and th e Spect ato r in th e Ital ia n Ren ais sa nce .The A. W. Mellon Lecture s in the Fine Arts, 1988. The
Nat iona l Gal le ry o f Art; Bo l I in ge n Se rie s XX XV . 37 . W as hing to n D.C.
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Igualmente, podemos destacar la extraordinaria labor analtica presente en los artculos de Ana
Ravents y Mercedes Cornelias en los que se aprecia el esfuerzo intelectual que ana anlisis litera
rio, reflexin filosfica e historia de las ideas. La nocin de smbolo es emp leada aqu con un a inten
cin interpretativa que permite mostrar simultneamente la capacidad h ermenutica de esta nocin,
as como su fertilidad en la creacin literaria.
En esta misma lnea podemos situar, pese a las evidentes diferencias en el medio artstico que
tiene por objeto, el artculo de Carmona. La interpretacin conjunta de los rquiem de Mozart,
Brahms y Ligeti representa un extraordinario esfuerzo que tiene como pilares el conocimientoexhaustivo de las obras en cuestin y del mundo y la cultura en que estas obras fueron concebidas y
exhibidas.
Igualmente, el completo artculo de Calvera podra situarse junto a estos en su esfuerzo por
aunar el estudio histrico de la prctica del diseo con la reflexin terica que la acompaa en su
evolucin histrica.
Por ltimo, en III Horizontes del Smbolo la actualidad de la representacin simblica y las
posi bil id ades de una concep tu alizac i n de lo simbl ico en t rm in os mod ernos no s ofrec en un a
ltima perspectiva que complementa a las anteriores. Aqu las perspectivas retoman al terreno de la
filosofa. J.A. Antn y T. Aizpn contemplan la necesidad de lo simblico desde diferentes perspec
tivas; donde el primero trata de recuperar una nocin arcaica de smbolo que permita aunar las tra
diciones artsticas oriental y occidental, la segunda recupera un argumento antropolgico que
establece lo simblico como rasgo esencial de lo humano.La aportacin al debate sobre la actualidad del smbolo adquiere un talante ms argum entativo en
el artculo de Prez Carreo. En l hallamos la revisin crtica de las teoras contemporneas dispo
nibles en un intento por responder a la cuestin sobre la laicidad del smbolo. Por ltimo, la aporta
cin de Romero de Sols recupera distintas posiciones y argumentos para mostrar su tesis central: la
importancia de la materialidad del smbolo.
El resultado es tan heterogneo co mo las perspectivas empleadas. La cuestin del smbolo queda,
en ocasiones, relegada en pos de otros asuntos o es simplemente mencionada como pretexto. En
otras ocasiones, sin embargo, se ana capacidad analtica y contenidos para su elucidacin.
Las distintas perspectiva s propuestas oscilan entre el anlisis filosfico y el estudio histrico cr
tico de las nociones de smbolo que han sido centrales en diversos mbitos. La teorizacin filosfica
del statusde lo simblico en la primera parte deja paso a anlisis ms concretos en la segunda. F inal
mente, la pregunta a la que el ltimo bloque trata de dar una respuesta sita la problemtica de losimb lico en el territorio de su actualidad. De esta mane ra, el intento filosfico de aclaracin de esta
nocin viene completado por una perspectiva que supera los lmites de la reflexin meramente te
rica y retoma mbitos concretos en los que la nocin de smbolo juega un papel crucial. Esta con
ju nci n de vi sion es en to m o a la no cin de sm bo lo pe rm ite al lector re co ns trui r un es pa cio teric o
y prctico donde el smbolo cabe com o un m edio para representamos.