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Estado, discursos en disputa y hegemonas latinoamericanas. Un
recorrido a travs de la bibliografa regionalCorsiglia Mura,
LucaCuestiones de Sociologa, n 11, 2014. ISSN
2346-8904http://www.cuestionessociologia.fahce.unlp.edu.ar/
ARTICULO/ARTICLE
Estado, discursos en disputa y hegemonas latinoamericanas. Un
recorrido a travs de la bibliografa regional. (1)
Luca Corsiglia Mura
Universidad Nacional de La PlataUniversidad Popular Madres de
Plaza de [email protected]
Cita sugerida: Corsiglia Mura, L. (2014). Estado, discursos en
disputa y hegemonas latinoamericanas. Un recorrido a travs de la
bibliografa regional. Cuestiones de Sociologa, n 11, 2014.
Recuperado de:
http://www.cuestionessociologia.fahce.unlp.edu.ar/article/view/CSn11a06
ResumenEn el siguiente artculo, desarrollaremos algunos debates
actuales respecto al Estado y las significaciones que lo implican
en los discursos acadmicos y polticos contemporneos en
Latinoamrica. A partir del surgimiento de diversos gobiernos
crticos al paradigma neoliberal, nacidos al calor de fuertes
procesos de accin colectiva disruptiva y subalterna y del retroceso
de los paradigmas dominantes de ordenacin social; en nuestro
continente viene reemergiendo la discusin sobre el Estado. Aqu
queremos rastrear el lugar que estos renovados discursos sobre lo
estatal, ocupan en el proceso de reconstruccin hegemnica. Pero
adems queremos, aunque ms no sea, animarnos a dejar abierta la
pregunta por la medida en que estos imaginarios, plagados de
interpelaciones populares y portadores a la vez de tantas
expectativas y decepciones, permiten pensar respecto de los
procesos de reconocimiento y lucha de los sectores subalternos de
nuestros pases.
Palabras Clave: Estado; Latinoamrica; Discurso; Hegemona
State, discourse in dispute and Latin American hegemonies. An
overview analysing regional bibliography
SummaryIn the following article, we will develop some current
debates about the state and the meanings that involve in academic
and political discourse in contemporary Latin America. From the
emergence of various governments critical to the neoliberal
paradigm, born of strong heat and disruptive processes of
collective action and subordinate Kick dominant paradigms of social
organization; our continent is reemerging in the discussion on the
state. Here we trace the place these renewed discourses about the
state, engaged in the process of hegemonic reconstruction. But we
also want, if nothing else, encourage us to leave open the question
of the extent to which these imaginary, plagued by popular
interpellations and carriers at the same time so many expectations
and disappointments, let thinking regarding the processes of
recognition and struggle subalterns of our countries.
Keywords: State; Latin America; Speech; Hegemony
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y
Ciencias de la Educacin. Departamento de Sociologa
Esta obra est bajo licencia Creative Commons
Atribucin-NoComercial-SinDerivadas 2.5 Argentina
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Cuestiones de Sociologa, n 11, 2014. ISSN 2346-8904
I- Por qu estudiar el Estado
En el siguiente artculo, desarrollaremos algunos debates
actuales respecto al Estado y las
significaciones que lo implican en los discursos acadmicos y
polticos contemporneos en
Latinoamrica. A partir de la emergencia a principios del Siglo
XXI, de diversos gobiernos de
difcil caracterizacin (2), nacidos al calor de fuertes procesos
de accin colectiva disruptiva
y subalterna y del retroceso de los paradigmas neoliberales como
modelos dominantes de
ordenacin social; en nuestro continente viene reemergiendo la
discusin sobre el Estado.
Nociones de refundacin, resurgimiento, reaparicin, retorno,
circulan en discursos polticos
y anlisis acadmicos sobre el Estado y nos obligan a hacer una
re-inspeccin de una
temtica que, aunque marginada en pocas del neoliberalismo,
siempre fue dominante para
pensar los procesos polticos de la regin.
Repasaremos en la primer seccin de este trabajo, algunos
elementos de conceptualizacin
del Estado, recogiendo una serie de debates de autores
latinoamericanos que, formulados
hace alrededor de cuarenta aos, contienen muchas de las
problemticas que mantienen
hoy vigencia a la hora del formateo de prcticas en las actuales
arenas polticas.
Asimismo, nos detendremos en las transformaciones que el retorno
de la democracia, pero
ms an el ascenso del neoliberalismo, implicaron en las maneras
de visualizar al Estado,
recogiendo desde el registro bibliogrfico la consolidacin de
fuertes representaciones
negativas que permearan distintas posiciones polticas en un
confluyente imaginario anti-
estatal.
Finalmente, repasaremos a partir de textos acadmicos recientes,
el auge de los discursos
que propician el retorno del Estado como actor estratgico en
trminos sociales, econmicos
y polticos y como un elemento central de la rearticulacin
hegemnica que viene operando
en las ltimas dcadas en nuestra regin y que se encuadra bajo el
nada preciso rtulo de
post-neoliberalismo. (3)
Hace un tiempo que la bibliografa, y las arenas polticas, vienen
dando cuenta de que las
temticas referidas al Estado, en tanto nudo de concentracin de
poder y territorio de
disputas, aparecen en el primer plano del debate actual
latinoamericano.
Esto alcanzar para sugerir que existe una nueva gramtica del
Estado en Amrica
Latina?.
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Cuestiones de Sociologa, n 11, 2014. ISSN 2346-8904
No podramos aseverarlo certeramente, aunque s reconocemos los
movimientos
epistemolgicos que viene empujando.
Antes de avanzar, una obvia, pero no por ello menos importante
alerta. Definitivamente, el
Estado es un concepto de muy difcil aprehensin. Entre otras
cosas, por sus mltiples
dimensiones, por la imposibilidad de pensar al Estado en forma
monoltica, por los diferentes
niveles de anlisis que permite. Esto que ODonnell (2010: 163),
en su ltima obra llamara
el carcter prismtico del estado. Por ello, aqu aclaramos que a
los fines de este artculo,
nos detendremos especialmente en algunos de los registros de su
tratamiento acadmico.
Este artculo surge como resultado de una revisin bibliogrfica
emprendida en la bsqueda
de categoras y encuadres tericos para analizar la actual
coyuntura regional. Ante la
certeza de que las herramientas provistas por los marcos
epistemolgicos del perodo
neoliberal no eran suficientes para dar cuenta del proceso de
re-emergencia de lo estatal,
nos sumimos en una bsqueda de textos y autores que nos llevaron
a recorrer ms de
cuarenta aos de produccin terica discontinuada.
No conformamos un corpus demasiado estricto, aunque podramos
identificarlo como
separado en tres bloques. Por un lado, una revisin de obras de
autores que, hacia fines de
los aos 70 -y mayormente en el exilio- pensaran las dimensiones
estructurales del Estado
latinoamericano. Por el otro lado, rastrearemos a travs de la
trayectoria que algunos de
estos intelectuales continuara, las modificaciones operadas en
estas lecturas de lo estatal,
al comps del avance de las democracias primero y del
neoliberalismo despus. Finalmente,
nuestro corpus se cierra con una revisin (an exploratoria y un
poco desordenada) de
textos y autores recientes, que en el marco de la indagacin del
subcontinente sur
americano y ms especialmente de nuestro pas, dan cuenta del
pasaje de momentos de
disrupcin a otros de institucin de un orden donde el Estado, se
constituye nuevamente en
un eje primordial.
Para finalizar esta introduccin, agregamos que nos resulta por
dems relevante detenernos
a reflexionar sobre las tensiones y resignificaciones acerca de
cmo se piensa al Estado,
sus funciones y tareas, su lugar en tanto ordenador poltico,
social y econmico. Cada
concepcin del Estado, implica en ltima instancia una forma de
interpretar la sociedad y el
poder; lo que definitivamente hace que la cristalizacin de estos
sentidos sea un escenario
de lucha permanente.
Y entonces, se hace inevitable y evidente la pregunta que ms
inquieta a nuestros espritus
acadmicos y polticos y que seguramente en estas hojas no podamos
terminar de
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contestar: en qu medida estos Estados latinoamericanos del
post-neoliberalismo, o los
imaginarios que sobre ellos se vienen sedimentando y que les
restituyen un lugar de
protagonismo clave, dan pie a generar expectativas
esperanzadoras para los procesos de
reconocimiento y lucha de los sectores subalternos que aparecen
abiertos y palpitantes en
nuestros agitados pases del Cono Sur?
II Recorriendo algunas discusiones acerca del Estado como
concepto
Como punto de inicio, empezaremos por destacar la gran ambigedad
terica y poltica que
arrastra el concepto de Estado. Reconociendo mltiples puertas
posibles de entrada a la
pregunta por los sentidos del trmino, retomaremos aqu una mirada
elaborada por una
serie de autores latinoamericanos que, por fines de los aos 70 y
apenas entrados los 80
(an en contexto de sociedades que no haban terminado de perder
su fuerte impronta
estado-cntrica) produciran como campo de discusin respecto al
Estado en nuestro
continente. Este cuerpo terico, que incluye obras de autores
como Jos Aric, Ernesto
Laclau, Norbert Lechner, Guillermo ODonnell, Juan Carlos
Portantiero, Jorge Zermeo,
Ren Zavaleta, entre varios otros, constituye para Cortes (2012)
el ltimo momento del
pensamiento fuerte acerca del Estado en la regin. (4)
Cabe mencionar que a partir de la dcada del 80 y con el ascenso
de las democracias, la
ciencia poltica -en nuestro pas cuando menos- va a descentrarse
de esta mirada
estatalista. Se construir entonces otro tipo de debates tericos,
privilegiando especialmente
las preguntas acerca del funcionamiento del rgimen poltico. Una
importante cantidad de
autores, algunos de ellos tomados aqu como referencia, cambiarn
en este contexto sus
itinerarios de interrogacin. Pero no nos adelantemos, que sobre
esto volveremos en las
secciones siguientes.
Retornando al corpus de trabajos tericos de finales de los aos
70 y citado como eplogo
de un modo de observar al Estado, situamos nuestro inters en
ellos en la idea de que
varios de sus ejes analticos, constituyen dimensiones que
resulta necesario re-visitar a la
luz de las actuales transformaciones polticas en la regin.
Coincidimos entonces con Corts (2012: 98) en ubicar tres ejes
bsicos que estructuran
aquellas polmicas. Por un lado, la recurrente centralidad
otorgada al Estado en las
formaciones sociales latinoamericanas, tanto en la gnesis
histrica como en su devenir
permanente. Por el otro, el sealamiento del Estado como
articulador principal de los
capitalismos (perifricos y dependientes) de estos pases. Y
finalmente, aparecer en gran
parte de estas obras, una genuina inquietud ante la pregunta,
situada en el marco de estos
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Estados latinoamericanos, por los horizontes posibles de
transformacin social y
emancipatoria. Todo esto, mediado por una visin holstica de lo
social.
As, estos autores pensaban en aquel momento al Estado no como la
manifestacin de una
separacin de lo poltico respecto a la sociedad civil. Muy por el
contrario, propondrn una
concepcin del Estado asimilable a la abarcativa y por dems
abstracta categora de orden
social. En esta mirada, el orden resulta a la vez como una
estructura de distinciones y una
forma de unidad (Lechner, 1985:82) y el Estado es ubicado como
aquel poder unificador de
la sociedad(Lechner, 1985 : 83). El Estado resulta entonces el
referente ntico del orden, o
dicho en palabras del propio Lechner (1985: 85) es por medio de
la forma estado que el
poder deviene orden". (5) En esta lnea, y evidenciando fuertes
huellas de las influencias y
tensiones con la teora marxista, el Estado es visto a la vez
como una construccin lgica-
conceptual -la forma estado (donde se actualiza constantemente
la unidad de aquello que
es ontolgicamente dividido en el orden social)- y como algo
tangible e histrico -los
aparatos de estado (o mquina de gobierno)- (Lechner, 1981). De
all que, muchas veces
donde se dice Estado se designe una colorida mezcla de gobierno,
estructura de poder,
dominacin de clase, polticas pblicas, marco legal, direccin
ideolgica, etc. (Lechner,
1981:7).
Diramos entonces que, sin ser trminos literalmente equivalentes,
la mirada que venimos
reconstruyendo habilita a entender al orden social y al Estado,
como dimensiones que
deben ser atendidas analticamente de modo conjunto. Y ms an, que
Orden Social,
Estado y conflicto, conforman una trada inseparable de lo
poltico.
Siguiendo la misma lgica, e inserto en estos mismos debates,
aparecer en Laclau (1981),
la dimensin de hegemona como un articulador analtico clave. Este
autor revisar la nocin
de hegemona, discutida a la luz de las polmicas de los marxistas
italianos, para decir que
el Estado no puede ser visto como mero epifenmeno o reflejo de
la estructura. Tampoco
puede pensarse estrictamente como una entidad autonomizada,
instrumento y fuente
absoluta de la dominacin de clase. Laclau, en su lectura de
Gramsci, rescata la visin de
un Estado integral que acepte la articulacin poltica del todo
social y la historicidad de los
sujetos. De all, la relevancia otorgada a la categora hegemona
(6) como teora de las
articulaciones, las lgicas sociales y la produccin de los
sujetos polticos (Laclau, 1981).
Encontramos entonces, en estos textos de fines de los aos 70 y
principios de los 80, una
dimensin que aqu retomamos para definir al Estado por su
generalidad. El Estado, en
sintona con la nocin de orden social, ser visto como proceso
histrico y contingente.
Como cristalizacin contradictoria y en permanente disputa,
atravesado por las formas que
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asume la lucha de las fuerzas sociales. El Estado aparece como
instancia no neutral aunque
fetichizada (7) como tal, que recorta, conforma y reproduce la
escisin al interior del campo
social e internaliza contradictoriamente los conflictos y las
luchas bajo el paraguas
hegemonizante de un pretendido inters general. Y en este plano,
la accin hegemnica de
las representaciones acerca del propio Estado se vuelven
fundamentales.
Volviendo a Lechner, el Estado aparece como (la) sntesis de la
sociedad dividida. Sntesis
que no significa un supuesto inters general o consenso, ni el
monopolio organizacional de
la coaccin fsica, sino representacin en la cual los sujetos se
reconocen y afirman a s
mismos en tanto que sociedad. (1981:19)
Esa relacin de fuerzas sociales que el Estado co-constituye, se
expresa en diversas
materializaciones interrelacionadas y tiene formatos que
desbordan los lmites estatales y se
despliegan en un campo social y poltico ms amplio. Pero este
exceso de lo meramente
estatal, no quita el lugar relevante de la dimensin Estado para
procesar la dominacin, as
como para tambin comprender las dislocaciones por las que
emergen las disputas en el
orden de lo poltico.
En lo que hace a las particularidades de los Estados
latinoamericanos (siempre teniendo
presente la dificultad de aunar las diversidades de Amrica
Latina), estos autores que
venimos reseando, destacarn adems del rol del Estado en tanto
articulador hegemnico
de la sociedad, el lugar productivo que los Estados nacionales
de Latinoamrica ocuparon
en su momento histrico constitutivo. Esto, no slo en lo que hace
a la formacin de la
nacin y del mercado en relacin con el mercado mundial -con la
estructuracin de
capitalismos dependientes y perifricos- sino tambin, en lo que
respecta a la constitucin
de las mismas clases sociales al interior de cada uno de los
pases del continente. Como
dice Corts (2012:106) en alusin a las definiciones de Zavaleta
"esta productividad social
del Estado no se liga solamente a las clases dominantes sino a
la articulacin de la
sociedad en su conjunto, por ello tambin a los sectores
subalternos, cuya identidad est
atravesada por la constitucin de lo nacional desde el
Estado".
Esto resulta clave para pensar los modos de relacin,
interdependencia y conflicto entre
masas populares y Estado en nuestros pases. Y en este punto
parece necesario
detenernos un instante en cuanto la cuestin de la relacin clases
populares y Estado
resultaba fuente de querellas entre los posicionamientos de
algunos de los autores que
recorren el perodo. As, en un clima de poca atravesado por las
discusiones respecto a la
constitucin de los sujetos y los horizontes de los proyectos
polticos (8), mencionar el lugar
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performativo que tiene el Estado en la constitucin de los
sectores populares arroja
diferentes miradas.
En un trabajo de referencia obligada en esta polmica, Portaniero
y de pola ([1979] 1988),
en clave de relectura de la teora gramsciana (9), dirn que este
punto de unin entre
Estado y sectores populares ser un factor decisivo para pensar
las limitaciones del
desarrollo de proyectos subalternos realmente emancipatorios.
Para estos autores, los
populismos latinoamericanos de mediados de Siglo XX -como
movimiento de
nacionalizacin y ciudadanizacin de las masas y como forma
particular de compromiso
estatal- no significaron ms que "transformismo progresivo"
([1979] 1988:204 Nota al pi
N3). En una mirada de tono althusseriano agregarn ejemplificando
con el peronismo
argentino, que los populismos constituyeron a las masas en
sujeto (el pueblo) en el mismo
movimiento en el cual sometieron a ese sujeto a un sujeto
absoluto y central, el Estado,
corporizado y fetichizado en la figura del lder carismtico.
(10)
Distinto ser el posicionamiento de otros intelectuales partcipes
de estos debates (11).
Landi (1981) por ejemplo, hablar de reapropiacin, resignificacin
de los discursos del lder
por parte de los movimientos populares, acentuando el rol
productivo de estos ltimos en su
relacin con la configuracin del populismo y, por tanto, tambin
del Estado. Tambin Laclau
(1978), desde su temprana versin de populismo, presentar una
lectura de los procesos
polticos de mitad de S XX donde la relacin entre Estado, lder y
masas populares adquiere
potencialidad rupturista. En el caso del peronismo, va a decir
Laclau que esta potencialidad
se desarrollar especialmente a posteriori de su cada, ante la
incapacidad de los sucesivos
gobiernos que siguieron al golpe de estado de 1955 de absorber
las demandas
democrticas de las masas. Esto habra posibilitado para aquel
autor, el desarrollo pleno del
antagonismo potencial de las interpelaciones populares, al punto
que la ideologa popular se
ira volviendo cada vez ms antiliberal e incluso, en los sectores
ms radicalizados, se
fusionara con el socialismo (Laclau, 1978: 223-224). Finalmente,
incorporamos en este
contrapunto a ODonnell (1978) quien contemporneamente a aquellos
debates, tambin
dar especial tratamiento a la capacidad disruptiva que podra
acarrear la mediacin popular
como fundamentacin del orden estatal. (12)
As, sobresale de todos los autores hasta aqu referidos, una
matriz de anlisis que
descansa en la concepcin ampliada del Estado en tanto
co-constitutivo del orden, cuya
forma es resultante de conflictos y tensiones y que, a la hora
de pensar histricamente a los
populismos latinoamericanos, demuestra una fuerte concurrencis
(13) con las clases
populares. Esto, que fue motivo de acaloradas polmicas respecto
a las lecturas ensayadas
acerca de los procesos polticos de mediados del Siglo XX,
reaparece en la actualidad
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regional; actualizado a travs de las discusiones que generan los
procesos -tambin a veces
llamados populistas- del Siglo XXI Suramericano.
III Estado, democracia, neoliberalismo y despus
Al iniciar el breve recorrido conceptual alrededor de la
categora Estado, mencionamos que
estos debates eran eplogo de una cierta mirada de las ciencias
sociales respecto a la
temtica. A partir de las discusiones tericas de los aos 80,
comenzarn a evidenciarse
fisuras en este marco terico, inicindose un proceso de mixtura
de las preguntas acerca del
Estado y sus determinaciones de clase, su estructura econmica,
su conformacin como
orden; junto a un incipiente inters por la democracia.
La consolidacin y radicalidad de los ciclos represivos en todo
el Cono Sur marcara un hiato
en las discusiones que barran el arco de influencia de las
izquierdas y -como indica Robert
Barros (1987)- si hasta los aos 60 sera difcil encontrar una
discusin continua sobre la
democracia, para inicios de la dcada del 80, incluso antes de
perfilarse las salidas post-
dictatoriales, sta comienza a convertirse en una preocupacin
cada vez ms relevante para
muchos de los intelectuales que venimos siguiendo.
De hecho, observando con detenimiento podemos encontrar que gran
parte de los
seminarios que agrupan los trabajos hasta aqu revisados -as como
otros escritos
contemporneos de los autores que all confluyen- junto a la
problemtica por el orden, el
Estado y la hegemona, comienzan a incorporar la inquietud
democrtica como pregunta
que ganar terreno ante el derrumbe de las certezas del paradigma
marxista. (14)
Y cmo enlaza esta novel preocupacin democrtica con la anterior
articulacin
problemtica alrededor del orden y el Estado? La discusin sobre
la democracia, emerge al
mismo tiempo como revisin crtica de los resultados de los
procesos polticos anteriores y
como expectativa normativa respecto a la consolidacin de
ordenamientos futuros. (15) En
esa lnea, dir Lechner (1981: 20) que "si la problemtica de la
revolucin fue el foco
iluminador de las sociedades latinoamericanas en la dcada del
setenta (digamos desde la
Revolucin cubana hasta el derrocamiento de Allende), el
leitmotiv del actual perodo es la
democracia". Y apenas unos aos ms tarde, el mismo autor expresar
en relacin a un
Chile an inmerso en la dictadura pinochetista "cmo plantearnos
nuevas formas de hacer
poltica sino repensando la poltica democrtica, o lo que es lo
mismo, la democracia como
prctica social?" (Lechner, 1981:23).
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As, acordaremos con Flisfich (1983) respecto a que el avance de
la preocupacin por la
democracia coincide con el desarrollo de una suerte de tendencia
antiestatista, cuyo efecto
en los crculos acadmicos y polticos mostrar el inicio de un
trnsito de la atencin desde
el Estado hacia la sociedad poltica y civil. Este movimiento
incipiente terminara de
consolidar cuando, en un mismo proceso enmarcado por la herencia
del terror aplicado por
la dictadura y la total desarticulacin de los horizontes ms
radicalizados de disrupcin
poltica, se entrara de lleno al contexto de la "transicin
democrtica". En ese momento se
afianzara en nuestro pas la politologa como campo de saber
acadmico, sellando una
agenda de investigacin, unas categoras de anlisis y unos lmites
de ciertos significantes
que atravesaran a todos los autores del perodo. Se consolidara
entonces el corrimiento de
los interrogantes por la dominacin y el poder, hacia una nueva
pregunta rectora que girara
alrededor del rgimen poltico. La metfora de la transicin sealara
el movimiento
estrictamente poltico, donde el punto de llegada en ese trnsito
ya no se medira a travs
de las dimensiones estructurales de la sociedad. La "transicin"
hablara del modo de
organizacin del rgimen (16), pero tambin de las acotadas
expectativas que en ste se
plasmaran.
De los autores mencionados en relacin a las preguntas sobre el
Estado, como vimos,
varios venan ya reformulando sus interrogantes. En el caso de
nuestro pas, algunos de los
fundamentales referentes intelectuales de los debates citados
-como ODonnell o
Portantiero- se consolidaran ahora como escritores clave de la
"transitologa". (17) Si bien
en este proceso no se dejaba del todo desdeado al Estado como
objeto de interrogacin, la
pregunta claramente se reconfiguraba en otra clave. En el caso
de aquellos autores ms
identificados con las izquierdas intelectuales, se reorganizara
en torno a la preocupacin
por los lmites al poder estatal, por el ejercicio de la soberana
individual, por la identificacin
del hombre como titular de derechos inalienables, por la
importancia de las instituciones.
As, como dice Lesgart (2002:175) lo que hasta apenas un tiempo
atrs haba sido
entendido como una "mscara de la dominacin burguesa", ahora sera
revalorizado y
constituira la clave de las preocupaciones de la novedosa
democracia. Por su parte, autores
identificados al campo de la politologa -y muy en particular
destaca ODonnell- sern los
que operen con ms fuerza el corrimiento del eje analtico de lo
estructural hacia lo
procedimental. Para Lesgart (2002:177) "Este proceso terico
dibuj un trayecto: desde el
Estado al rgimen poltico, desde los requisitos necesarios para
el establecimiento de la
democracia a la democracia poltica como objetivo deseado por s
mismo, desde el privilegio
de las variables econmicas al de la dimensin poltica". Esta
autora concluye en que ya
hacia principios de la dcada del ochenta, el Estado -como objeto
de estudio de la
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politologa y como categora de excelencia para explicar el cambio
poltico- haba sido
desplazado. (18)
Para cuando consolid entonces el avance de la oleada neoliberal
hacia comienzos de los
aos 90, los interrogantes con los que se inspeccionaran las
temticas referidas al Estado
seran radicalmente distintos a los reseados en la seccin
anterior. Dentro de los pases
centrales -especialmente en Estados Unidos e Inglaterra- desde
haca ya una dcada se
vena operando un giro conservador que impugnaba la presencia del
Estado como algo
deseable para el desarrollo social y econmico. Desde all se
difundira un discurso con
fuerte capacidad hegemnica, basado en un liberalismo acrrimo,
que enarbolara con xito
la dicotoma Estado-Mercado, deificando al segundo y formulando
propuestas de
minimizacin estatal en pos del desarrollo de la libertad y la
individualidad. De aqu en ms,
el prisma a travs del cual se construiran agendas de
interrogacin se centrara en la
reforma, modernizacin, descentralizacin, de un Estado asumido
como obsoleto,
inoperante y obstculo para el desarrollo.
Aqu se generara un nuevo glosario, con trminos como gerencia
pblica, management,
gobernanza, accountability. Todas nociones extradas de una nueva
agenda impulsada con
fuerza desde los organismos internacionales y con una clara
impronta administrativista-
tecnocrtica, pretendidamente "despolitizada" y obstaculizadora
de cualquier mirada
estructural del orden social. (19)
Vista ex post, la transformacin resultante del Estado segn estos
criterios, informa de un
claro proceso de privatizacin, descolectivizacin,
remercantilizacin y desamparo social
que afect muy especialmente a los sectores subalternos. Sin
embargo, este desenlace no
resultaba tan evidente para muchos autores que, a partir de
crticas democratizantes y de
tono progresista, sostenan la necesaria apertura de lo estatal a
parmetros de regulacin y
la expansin de lo pblico a la sociedad civil, como alternativas
para limitar los nocivos
efectos de lo que se consideraba un Estado prebendista,
colonizado por intereses privados y
corporativos. As, aunque motivados por intereses distintos del
giro conservador -pero en un
movimiento que en ltima instancia podra ser visto como
confluyente- autores como
Portantiero (1989, 1998) contribuiran a esta construccin
significante de sospecha al
Estado. (20)
La dcada del 90 entonces, nos arroja a un terreno donde Estado y
neoliberalismo se
configuran de modo tensionado en nuestra memoria inmediata.
Retirada, desguace, Estado
mnimo, todas expresiones que pintan de cuerpo entero un clima de
poca que se
consolidara en nuestro pas y el continente. Ya sabemos, de todas
formas, que la
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desarticulacin de los modelos estado-cntricos no arroja como
resultado la literal ausencia
del Estado; sino ms bien la reformulacin de sus tareas y
roles.
Volviendo sobre nuestras reflexiones tericas, coincidiremos en
la dificultad de pensar un
Estado realmente ausente en tanto ste, resulta siempre un
articulador indispensable para la
constitucin del orden social. En este sentido, obras como la de
Oszlak (2003) dan cuenta
de que el Estado, lejos de desaparecer, en este perodo
experiment una metamorfosis en
su fisonoma, dominio funcional y papel frente a la sociedad
(Oszlak, 2003: 13). El Estado
neoliberal abandonar, siguiendo los lineamientos del "Consenso
de Washington", las tareas
de integracin social como agente redistributivo, as como las de
intervencin directa en la
economa. Hacia el cierre de los 90, revisar algunas de sus
directrices ms extremas a
travs del llamado "Consenso de Santiago" o "Reformas de Segunda
Generacin", aunque
no virar en la esencia de sus transformaciones claves. (21)
A lo largo de las dos dcadas y media que van desde la dictadura
militar hasta el fin de siglo
XX, la bibliografa dar cuenta de cmo el Estado redefinir, por
accin y omisin, sus
injerencias. Asumir otra forma, dominada por los intereses y
necesidades de expansin del
capital financiero, cambiando bsicamente su matriz de Estado
subsidiador, productivo y
redistribuidor al estrecho (y no necesariamente cumplido) rol de
Estado regulador. (22)
As entonces, en este perodo terminaran de cuajar una serie de
sentidos que postulaban
las bondades del achicamiento de lo estatal. Esto, debe
enmarcarse en una construccin
significante con importantes efectos performativos tanto en la
academia como en el campo
de la accin poltica. Coincidiremos con Landi (1981: 173, 174) en
que "la poltica se
constituye como conflicto entre diferentes propuestas del buen
orden. En ella est en
disputa el rgimen de verdad de la sociedad, los tipos de
discursos que sta acepta y hace
funcionar como verdaderos".
Slo en ese marco, pueden asimilarse algunas fatdicas expresiones
que circularan en los
discursos masivos de nuestra historia reciente. Desde el achicar
el Estado para agrandar la
nacin" (23), hasta el Nada de lo que deba ser estatal permanecer
en manos del Estado"
(24), transcurriran dcadas enteras de un hostigamiento constante
a la figura estatal. La
enunciacin del ajuste y achicamiento del Estado se construira
como meta socialmente
deseable consolidando un discurso hegemnico en el cual ste
resultaba demonizado. En
su lugar, se enalteceran distintas esferas de la sociedad civil,
en especial, el mercado.
El discurso neoliberal, grosso modo y ms all de sus matices,
sita al Estado como
preferiblemente ausente facilitando la cristalizacin de un
sentido comn anti-estatal
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Cuestiones de Sociologa, n 11, 2014. ISSN 2346-8904
ampliamente difundido. Las caracterizaciones sedimentadas de
Estado bobo, gigantismo de
estado, elefantismo, sirven de claro ejemplo y estos sentidos
anti-estatales afianzaran
incluso, como veremos en mayor detalle ms adelante, en muchos de
los que construiran el
campo de enfrentamiento al neoliberalismo.
IV- Transformaciones recientes de los sentidos
anti-estatales
Si volvemos al tiempo presente, y para pensar la actual
coyuntura poltica latinoamericana,
nos encontramos en el lugar comn, aunque obligado, de la
referencia a los procesos de
disrupcin popular que atravesaron al Cono Sur a travs de las
ltimas dcadas del siglo
pasado y la primera de ste. Despus de las mencionadas
transiciones posdictatoriales,
Amrica Latina pas diversos ciclos de crisis polticas y
econmicas, que adems de
generar el empobrecimiento de las mayoras populares, pusieron en
evidencia las
limitaciones de democracias que bsicamente, slo garantizaban
-aunque no en todos los
pases, ni durante todo el tiempo- la formalidad de derechos
polticos asociados
fundamentalmente al ejercicio peridico del sufragio. Autores de
la ciencia poltica y la
sociologa alertaron sobre la incapacidad de estas democracias
para contener y dar
respuesta a los dficits de ciudadana (Nun, 1998) o a las
demandas de actores que fueron
buscando otras modalidades de emergencia y accin colectiva ante
la minimizacin de los
canales polticos tradicionales (Rinesi, Nardachione, 2007;
Svampa, 2005, entre otros)
As, el retorno de las democracias latinoamericanas, incorporara
a la lgica de la poltica las
modalidades pragmticas y posibilistas que terminaran por
consolidar la nocin de
"democracias mnimas" o "ciudadanas de baja intensidad"
(ODonnell, 1993). Y como ya
vimos, en este marco las significaciones acerca de roles y
capacidades del Estado se vieron
drsticamente transformadas. A democracias mnimas, se
correspondera la representacin
de Estados minimizados.
Ahora bien, en este contexto de descrdito de la
institucionalidad y de decepcin ante las
magras transiciones democrticas, lo poltico comenz cada vez ms,
a brotar por afuera de
aquellos canales. Situamos junto a Moreira (2011) el ciclo
latinoamericano de resistencia
popular al modelo neoliberal de reformas entre el Caracazo
venezolano de 1989 y el 2001
argentino. O incluso podemos extendernos un poco ms,
incorporando los conflictos por la
"Guerra del Agua" (1999-2000) y la "Guerra del Gas" (2003-2005)
en Bolivia o las mltiples
rebeliones ecuatorianas que se sucedieron hasta 2006.
As, el neoliberalismo y sus transformaciones estructurales,
seran tambin plafn de
posibilidad de la emergencia de una serie de expresiones de
demandas y resistencias
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Cuestiones de Sociologa, n 11, 2014. ISSN 2346-8904
subalternas que desbordaran los canales formales de la accin
colectiva. La constitucin de
organizaciones y movimientos sociales cuajara desde mediados de
los aos 90 en gran
parte de los pases del Cono Sur. Desde la particularidad de
demandas diferenciales,
muchas de ellas descentradas del tradicional eje del trabajo, se
iran construyendo
articulaciones ms generales que dislocaran el relato
neoliberal.
Parte de los discursos articuladores de estas disrupciones
colectivas, postularan una
oposicin radical a las nociones modernas de Estado y poder. (25)
La categora de
autonoma (del Estado y de los partidos polticos) caracterizara
en gran medida a los
entramados simblicos de este proceso de activacin subalterna que
se complementara a
su vez, con la idea de novedad para pensar el desarrollo de la
accin colectiva.
Especialmente se instalara la nocin de nuevos movimientos
sociales (26) para describir
este momento, subyaciendo en esta idea el supuesto de actores,
demandas, repertorios de
accin y formas de organizacin novedosas y fundamentalmente, la
conformacin de
nuevos ethos de politicidad popular. (Svampa y Pereyra, 2004;
Zibechi, 2003).
Pasados ya varios aos y mucha bibliografa sobre el campo de
protesta, accin colectiva y
movimientos sociales, la categora de lo novedoso y la
radicalidad del autonomismo fueron
perdiendo su anterior primaca. Desde el plano sociopoltico,
estas dimensiones
retrocedieron ante el resurgir del imaginario nacional-popular
asociado a la llegada de
gobiernos progresistas en la regin. En nuestro pas,
especialmente se fortalecen estas
tensiones tericas, pero que tienen fuerte impacto en la prctica
poltica concreta, despus
de la reconstruccin institucional posterior a 2003, proceso en
el que se embarcaron actores
provenientes tanto de la poltica tradicional, como de aquellos
espacios no convencionales
donde florecieran los nichos ms dinmicos de resistencia al
neoliberalismo. (27) Esto,
parti aguas en el campo de las organizaciones sociales
previamente movilizadas y tambin
gener un fuerte cimbronazo en los debates de la academia.
Lo nacional y popular sera de aqu en ms una temtica de revisita
obligatoria. Junto con
ella, el Estado y las preguntas sobre sus lmites y posibilidades
como escenario posible de
lucha de los grupos subalternos. En menos de diez aos y en el
campo de las izquierdas y
los sectores populares, podramos arriesgar a sintetizar que los
debates polticos y las
agendas acadmicas, pasaron del olvido, menosprecio o rechazo del
inters por tomar,
estudiar o disputar el Estado, a volver a ponerlo en el lugar
privilegiado de sus inquietudes.
Volveremos sobre esto al cierre del artculo.
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V- La importancia de lo que el Estado dice de s mismo para las
distintas formas decierre del orden
As entonces, el re-emerger de la pregunta por lo estatal, nos
llev a la indagacin
bibliogrfica que se plasma en este texto. Y esto, porque
claramente nos encontramos con
una gran discontinuidad en las miradas respecto al Estado, que
fueron modificndose al
comps de las diferentes matrices hegemnicas atravesadas en los
ltimos cuarenta aos.
Cmo pensar a este Estado que se abra nuevamente al centro de la
escena y que se
vesta de expectativas ante muchos de los anteriores actores
beligerantes? Desde qu
herramientas tericas interrogarlo?
Estas preguntas nos llevaron a la relectura de un texto clsico
de Guillermo ODonnell (28)
que, componiendo parte del corpus que fue desarrollado en la
primer seccin de este
artculo, ordena una mirada estructural respecto a las distintas
formas de Estado.
Fundamentalmente, nos resulta pertinente recuperar de aquel
texto la nocin de
mediaciones o referentes para pensar a travs de estas categoras,
las diferencias que
atraviesan las distintas formas posibles del cierre hegemnico
del orden. Y todo esto, para
ponerlo en discusin con el actual contexto latinoamericano y
argentino.
ODonnell, dedic gran parte de sus trabajos entre los aos 60 y 70
a buscar explicaciones
acerca de la emergencia recurrente de lo que l denominara
Estados Burocrticos
Autoritarios (EBA). Desde una mirada estructuralista, aunque en
discusin con ciertas
vertientes dominantes en aquel momento (29), este autor -al
igual que otros ya mencionados
para el perodo- nos propondr que el Estado no puede ser
comprendido como una esfera
separada de la social sino ms bien, como una dimensin analtica
en la sociedad (1978:
12), con una clara funcin co-constituyente del orden. El Estado,
en tanto que elemento co-
constitutivo de la sociedad, resulta adems el garante de la
relacin social asimtrica que
sta implica (asimetra entre sujetos sociales con diferencial
control de recursos).
As, ODonnell presupone una nocin de Estado siempre atravesado
por el conflicto, con
formas que variarn cristalizando en instituciones y ubicando
gran parte de la tensin
poltica en el plano de la propia significacin que ese Estado
puede construir de s mismo en
la necesidad constante de legitimarse.
De aqu que el elemento de formas de Estado no invariables, sino
atravesadas por (y
resultantes de) disputas y correlaciones de fuerzas, nos reenva
al modo de articulacin
hegemnica. Para ODonnell, esta variabilidad de las formas de
Estado, se relaciona con las
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Cuestiones de Sociologa, n 11, 2014. ISSN 2346-8904
distintas mediaciones invocadas como principio articulador,
esgrimidas como fundamento y
referencia del Estado y necesarias para "enmascarar" la
contradiccin que atraviesa al
orden social. Esto es, para ODonnell las mediaciones aportan la
idea de que la identidad
colectiva, fundada en distintos referentes posibles, debera
tener precedencia sobre otros
posibles y diversos clivajes sociales. Estos referentes, de los
que se supone emanan -y al
que estaran dedicados los poderes y la autoridad de los
gobiernos- se componen para este
autor por las categoras de ciudadana, nacin y pueblo. (30)
Cualquiera de stas, en tanto
formaciones discursivas con distintos niveles de abstraccin,
tienen fuertes implicancias
performativas creando y recreando identidades, construyendo una
idea de nosotros, a la
vez que presentando a ese Estado como la corporizacin de la
principal instancia de
proteccin, interpretacin y realizacin del bien comn. Dir este
autor en su ltimo libro
Son construcciones ideolgicas y polticas con las que el estado,
especialmente los que
estn en su cpula, apunta a establecer estrechos vnculos con su
poblacin. Estos
discursos y sus eventuales identificaciones colectivas son el
producto de historias, rituales,
mitos y, en algunos perodos, esfuerzos de movilizacin poltica.
(ODonnell, 2010: 108)
Para ODonnell, este nivel de las mediaciones servir para ocultar
ms que para poner en
cuestin la "textura profunda" de la sociedad capitalista; pero
acarrear tambin otras
posibilidades que abren paso a la contingencia y a lo poltico.
La articulacin a travs de la
categora de ciudadana, ser la de mayor nivel de abstraccin,
refiriendo a individuos que,
ms all de sus diferencias sociales, son construidos como iguales
en tanto ciudadanos de
un Estado. Las mediaciones de nacin y pueblo van siendo menos
abstractas.
Especialmente, advierte el autor la particular situacin que se
abre cuando la mediacin
predominante es la del referente pueblo. Este trmino puede
adquirir diversos significados,
entre ellos, la nocin a travs de la cual pueblo "designa a un
subconjunto de la poblacin
como los miembros verdaderos o autnticos del estado,
frecuentemente los
considerados como parte excluida, marginalizada o victimizada de
esa poblacin" (O
Donnell, 2010: 107). As, podramos decir que la articulacin del
orden social en torno a la
mediacin pueblo bien puede, en lugar de obturar las
contradicciones propias del Estado
capitalista, vehiculizar su emergencia. De este modo, operara
como un potencial "Caballo
de Troya" interpelando a la plebs en lugar de al populus y por
tanto, pudiendo debilitar la
funcin homogeneizante que las mediaciones suponen. (31)
De aqu entonces, el acento que ponemos en este artculo, llamando
la atencin sobre las
diversas formas que asume el Estado para legitimarse, que no son
para nada inocuas ni
irrelevantes para la prctica social y poltica. Cuando la
articulacin de la hegemona estatal
descansa en la exaltacin de lo popular -elemento que aflora en
la actual coyuntura
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Cuestiones de Sociologa, n 11, 2014. ISSN 2346-8904
latinoamericana justamente por la experiencia subalterna
disruptiva que la antecede- la
funcin de ocluir las contradicciones del orden social corre el
riesgo de tambalear,
habilitando la posibilidad de la construccin poltica
antagonista. Riesgo que ODonnell
identificaba en el texto de fines de los aos 70 con los Estados
populistas de mediados de
siglo XX, e interrogante que resurge en la regin, en pleno
inicio de siglo XXI.
VI- El lugar de los discursos sobre el Estado en la reformulacin
de hegemonasactuales
Si hasta aqu mencionamos las diferentes formas de entender y
simbolizar al Estado como
producto de la conflictiva y nunca acabada representacin del
orden. Y definimos que el
orden social, que es en s mismo contingente y contradictorio,
cristaliza en instituciones
cuyas formas y mediaciones, aunque producto de las correlaciones
de fuerza, operan
opacando la visibilidad del conflicto que por definicin, siempre
le resulta subyacente. Nos
queda an pendiente, terminar de insertar estas discusiones en el
proceso de sutura y
reformulacin de hegemonas latinoamericanas actuales.
El inicio del siglo XXI embarc a Amrica Latina en el pasaje del
dislocamiento del orden
neoliberal, al proceso de construir nuevas lgicas instituyentes
de esta etapa an en devenir
y que empieza a denominarse post-neoliberalismo.
Ya adelantamos, al momento de caracterizar el surgimiento de
organizaciones y colectivos
subalternos de resistencia al neoliberalismo, la multiplicidad
de actores, demandas y
repertorios que se articularon en un campo impugnador de aquel
modelo. A partir de
simultaneas y sostenidas disrupciones, la contingencia del orden
social quedara a la vista y
la articulacin de nuevos discursos aparecera en el centro de la
disputa. Algunos de estos
discursos en pugna, proponan desde el campo popular la
construccin de un nuevo ethos
militante que se opusiera a lo tradicionalmente entendido por
poder y por Estado.
Sin embargo, la consolidacin de un nuevo orden post-neoliberal
no cuajara, en principio,
sobre ese relato como ordenador simblico. Ms bien, parece tener
mayor capacidad de
cierre un discurso que se articula, entre otras cosas, en
relacin al resurgimiento de lo
estatal.
Haremos ahora un breve repaso de la literatura que registra este
peso otorgado al Estado
como instancia interpelada, invocada, prometida" (32) en las
nuevas construcciones
polticas y gubernamentales del continente latinoamericano.
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Recorriendo la bibliografa, encontramos autores como Boaventura
de Souza Santos (2010),
que hablan de la Refundacin del Estado. Otros, como Tapia
(2010), Garca Linera (2010)
(33) o Stefanoni (2011) que tambin destacan las transformaciones
de las formas
arquetpicas del Estado moderno para contrastarlas a la luz de
los procesos actuales de
reconstruccin de Estados que atraviesan una suerte de ruptura
del Estado-colonial o del
Estado-aparente, hacia un proceso poltico signado por lo que
ellos sealan como un
Estado en transicin. Corts (2012) tambin resalta el concepto de
refundacin, como idea
que opera para pensar las actuales transformaciones de los
Estados latinoamericanos.
Desde una postura ms distante, Paramio (2008) dir que este
regreso del Estado en la
regin se debate entre los lmites (para l no deseables) del
populismo y los (para l s
virtuosos) de la regulacin.
Para el caso puntual argentino, tambin encontramos similar
sintona en la referencia
bibliogrfica de una re-emergencia del Estado.
Thwaites Rey (2010, 2012) ser una de las autoras que
tempranamente va a sealar en
varias de sus obras, esta reactualizacin de las temticas del
Estado. Villanueva (2008) por
su parte, contextualiza como punto de inflexin el colapso de
2001 para pensar lo estatal en
nuestro pas, identificando al Estado como un sobreviviente de
aquella crisis y cuyo rol,
especialmente despus del recambio presidencial de 2003, sera
notablemente
resignificado. El autor destaca las nociones de recuperacin,
revalorizacin y consolidacin
de los atributos estatales (Villanueva, 2008:669).
El lugar del Estado pretendiendo abarcar la conduccin y
resolucin de la conflictividad
exacerbada de 2001, tambin es sealado por Corts (2009), quien
encuentra en esto las
claves del apoyo al gobierno kirchnerista. Para este autor, el
kirchnerismo tiene la capacidad
de absorber desde su lugar de direccin del Estado, gran parte de
las demandas
particulares que poblaban el campo popular desde dcadas
anteriores, permitindole una
relativamente pronta reconstruccin del orden, a la vez que
marginando la posibilidad de
emergencia de otros posibles discursos articuladores. Ms an,
Cremonte (2007) hablar
del aprovechamiento del recurso simblico de la interpelacin al
Estado como clave para
pensar la dimensin de la construccin del orden. Segn este autor
"Kirchner intent realizar
un quiebre con el pasado a partir de la recuperacin del rol del
Estado como organizador de
la vida social, poltica y econmica" (Cremonte, 2007:403). Muoz
(2010) tambin dar
cuenta de cmo el Estado (y el gobierno) se revaloran como
garantas de plenitud de la
sociedad, suponiendo un giro en el que la prctica poltica se
re-conceptualiza, deslizndose
de la mera manera de "administrar" a una forma de organizar la
comunidad y alcanzar su
"redencin".
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Cuestiones de Sociologa, n 11, 2014. ISSN 2346-8904
Con la incorporacin de demandas populares en un relato unificado
que encuentra anclaje
en el Estado y las ana como componentes de este campo no del
todo definido del post-
neoliberalismo, la bibliografa seala entonces una retrica
oficial que renovar, en sintona
con el clima regional que la contextualiza, trminos como
nacionalizacin, estatizacin,
intervencin; que abona la reinscripcin de las nociones de
desarrollo con sus consecuentes
reenvos a la vieja matriz estado-cntrica y que se presenta como
deudora de una tradicin
nacional-progresista. En este marco, se sigue cmo el relato
oficial indica al Estado como
reparador de injusticias consolidadas en pocas previas. Esto se
suma al engrosamiento de
una compleja agenda estatal que problematizar cuestiones
anteriormente invisibilizadas o
marginales. (34)
En lo que hace entonces al lugar polticamente productivo de las
significaciones respecto al
Estado, encontramos en la literatura acadmica el registro de la
invocacin discursiva del
Estado por parte de estos nuevos gobiernos latinoamericanos, y
del kirchnerismo para el
caso argentino, como uno de los principales elementos de
articulacin de un nuevo cierre
hegemnico. Los textos sealan cmo esta articulacin endilga al
Estado la tarea de la
reparacin, haciendo uso de la interpelacin a lo popular y
amalgamando a su vez, con el
despliegue de una serie de polticas pblicas que, con no pocas
contradicciones, dan algn
sustento a estas promesas mticas del Estado. (35)
Ahora bien, rastreando puntualmente la presencia de lo popular,
tambin contemplamos que
algunos textos destacan el peso especfico de la amalgama de los
significantes de Estado y
pueblo como elementos articuladores. En esa lnea, Muoz y
Retamozo (2008) van a decir
que "las operaciones mediante las cuales se constituye al pueblo
en sujeto de la poltica, se
reconocen las faltas y los daos, y se asigna al gobierno-Estado
el papel de garante de la
reparacin son una estrategia para procesar conflictos, demandas
y expectativas" (Muoz y
Retamozo, 2008:136).
Por su parte, para pensar el lugar de las experiencias
organizacionales de sectores
subalternos en este nuevo ordenamiento institucional, en el
campo de la bibliografa
acadmica sobre nuestro pas, encontramos incipientes
investigaciones acerca del impacto
que el movimiento de re-institucionalizacin implic a las
organizaciones de cariz
contestatario, sobre todo a partir de la diferencial
caracterizacin de la coyuntura y del
gobierno emergente a partir de 2003. Y en este aspecto, podemos
sealar dos bloques
analticos bien diferenciados que, inevitablemente, nos traen un
cierto aire de familia
respecto a discusiones similares que atravesaron el perodo
histrico con el que iniciamos
este artculo. (36)
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Cuestiones de Sociologa, n 11, 2014. ISSN 2346-8904
Por un lado, aparece el marco interpretativo estndar"
(Gomez,2010: 68) que impregnado
de una visin pesimista, caracterizar el contexto en trminos de
prdida de potencial
emancipatorio de los sectores subalternos organizados. Este tipo
de anlisis visualizar la
integracin de las organizaciones sociales a los planteles
oficialistas y estatales, en trminos
de prdida de autonoma, de reflujo, fragmentacin del campo
popular y de neutralizacin
poltica. Circular en este entramado interpretativo, la idea de
domesticacin del poder
disruptivo, y resaltar la nocin de cooptacin como clave de
anlisis (Svampa, 2005, 2011;
Born, 2007 entre otros).
En una postura alternativa, aparecen otros trabajos que observan
las relaciones entre la
dinmica del ciclo de movilizacin y las transformaciones operadas
en el rgimen poltico de
gobierno. En particular, en las relaciones que se entretejen
entre los actores movilizados y
las estructuras de participacin, legitimacin, y representacin.
En ese sentido, Perez y
Natalucci (2012: 19) extienden la nocin de Giddens de gramtica
poltica a la de gramtica
movimientista, para pensar los rasgos de nuestra regin y en
especial en nuestro pas. La
gramtica movimientista dirn, resulta habilitante de una lectura
que no reniega de la matriz
estatalista de integracin social y en la cual, las
organizaciones se pensarn a s mismas
como puentes entre los sectores populares y el Estado, al que
conciben como principal
agente de cambio social, adems de como un escenario en disputa
(Perez y Natalucci,
2012: 21). As, desde esta ptica, que naturalmente nos reenva a
la tradicin peronista,
resulta inteligible la coexistencia de rasgos plebeyos junto al
desafo de la participacin
institucional; cohabitan las dimensiones del orden y del
conflicto, las dimensiones de lo
destituyente y lo instituyente y se hace una empresa viable la
explicacin de la transicin de
sujetos (colectivos e individuales) que pasan de un momento a
otro a travs de mviles
distintos a la defeccin, el transformismo o el inters
utilitario.
En este grupo, se abordarn las trayectorias de las
organizaciones sociales -y las mltiples
dimensiones en las que impacta en la vida interna, programtica y
organizacional de dichas
fuerzas- la incorporacin a los planteles estatales (Corts, 2010;
Shuttenberg, 2012;
Natalucci, 2012; Pagliarone, 2012 entre otros). Tambin se
preguntarn respecto a la vida
institucional una vez hecho el pasaje de referentes de
organizaciones sociales a las
instancias de gestin, observando tanto el transcurrir
conflictivo/creativo entre una identidad
de resistencia a una identidad institucional (Massetti, 2009),
como el entramado relacional
en el que se construyen las prcticas, ahora investidas de
autoridad estatal y las tensiones
con los universos institucionales pre-existentes (Perelmiter,
2010).
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En cualquiera de los casos, ya sea con miradas de tono optimista
o no, parece clara la
presencia de la preocupacin por lo estatal, asociada a las
reconfiguraciones de la
politicidad popular, en el campo de la literatura acadmica
actual.
VII- Ms preguntas que conclusiones
Creemos entonces, que la operacin de reconstruccin hegemnica,
carga buena parte de
su xito en el recurso simblico al Estado y esto, claramente, es
observable en las
producciones de las ciencias sociales. Los textos marcan cmo el
Estado ser invocado a
travs de la promesa de redencin. En general, es sealado en las
nuevas discursividades
oficialistas como suturando las heridas sociales heredadas de
dcadas anteriores. La
literatura especfica tambin muestra cmo el Estado es invocado
indistintamente como
herramienta de recuperacin econmica, social y poltica. Como
motor del progreso y
reparador de desigualdades, reenvindonos a viejos imaginarios
que parecan desterrados
en las dcadas neoliberales. El Estado, aparece ahora como
espacio de contencin de
amplios sectores anteriormente vulnerabilizados y como lugar de
desagravio. Diramos,
como seala Muoz (2010) que los actuales discursos reconstruyen
el mito" (37) del Estado
como promesa de plenitud, como promesa de comunidad
compartida.
Esto, lo fuimos siguiendo a travs de la mencin a un corpus de
bibliografa reciente y
latinoamericana -as como argentina en particular- que en los
ltimos aos viene dando
cuenta de cmo, en la regin, re-aparece la dimensin estatal como
elemento clave. Esta
bibliografa, reactualiza una mirada estructural (aunque est
escrita mayormente en clave
post-estructuralista) respecto del Estado y su lugar en la
re-institucin hegemnica. Aunque
en general no retoman explcitamente los textos aqu reseados al
inicio del artculo, s
parecen volver a rondar muchas de sus premisas y varios de sus
interrogantes.
Mencionamos cmo para pensar lo popular en estas relecturas
acadmicas, aparecen una
serie de investigaciones que rastrean las trayectorias de
referentes y organizaciones
subalternas que fueran clave en los anteriores procesos
destituyentes de fin de siglo XX y
en los que, parte importante de la academia, pusiera sus
expectativas. No existe acuerdo en
este punto, que confronta lecturas de cooptacin con otras de
identificacin para explicar los
movimientos de integracin al Estado.
As, ya cerrando este artculo, volvemos al viejo texto de
ODonnell, para darle una mirada
de mayor densidad a este lugar de lo popular en las actuales
configuraciones de lo estatal.
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Y esto, porque claramente la pregunta que nos ronda desde el
principio de estas lneas, y
que ha alumbrado nuestra bsqueda bibiogrfica, busca indicios
acerca del lugar que
aquellas experiencias populares de beligerancia y disrupcin de
fin de siglo XX tienen en
estos procesos de cierre parcial del orden.
ODonnell sealaba al Estado como co-constitutivo del orden
social, garante de una relacin
social asimtrica. Para l, las distintas formas asumidas por este
Estado, las instituciones en
las que aparece reificado, varan segn la correlacin de fuerza,
segn las disputas de
poder a su interior. Ese texto clsico de ODonnell, escrito con
el nimo de explicar el
avance de los estados autoritarios en Amrica Latina entre los
aos 60 y 70, expresaba que
las formas estatales precedentes, articuladas fundamentalmente a
travs de la mediacin
popular y asimilables a tipos de Estados cercanos al de
bienestar, no inhiban el desarrollo
de una sociedad capitalista. Sin embargo, la interpelacin a la
dimensin pueblo, pona en
riesgo la capacidad de enmascaramiento de las desigualdades
constitutivas del orden.
Mucha agua pas bajo el puente desde aquel texto. No slo las
sangrientas dictaduras, sino
tambin las cuestionadas transiciones democrticas y el incisivo
neoliberalismo,
transformaron nuestra agenda de preguntas acerca del orden
social, el poder y el Estado.
Sin embargo, podramos analticamente retomar aquella reflexin de
ODonnell para pensar
cmo, las nuevas formas que asumen las discursividades sobre el
Estado (en la academia
pero tambin y fundamentalmente en el campo de la accin poltica),
co-constiuyen este
orden social en plena re-institucin hegemnica, atravesado por
mltiples tensiones de los
procesos de dislocacin an recientes, reordenando una sociedad
que sigue siendo
violentamente desigual y asimtrica.
Y en este marco, con la memoria fresca de la crisis que barri el
Cono Sur latinoamericano,
el lugar asignado al Estado en el discurso post-neoliberal -de
la mano de la fuerte impronta
de la mediacin popular de estos procesos- resulta un elemento
clave de la disputa poltica.
Alcanzar esto para volver pensar en el potencial Caballo de
Troya que preocupaba a O
Donnell respecto a los populismos de mitad de Siglo XX y que
permita imaginar el
desarrollo contingente y el dislocamiento del orden a partir de
lo popular-plebeyo?
No estamos demasiados seguros. Aunque auguramos que eso depender
de cmo las
dinmicas subalternas se inserten de lleno a construir, tensionar
y disputar las agendas
estatales.
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Por lo pronto, y tomando de algn modo partido en la larga
discusin de las potencialidades
de la relacin sectores populares/Estado, aqu no podemos dejar de
ver con alguna
expectativa la reconfiguracin del simbolismo que implica lo
estatal en estas discursividades
reseadas. Despus de la experiencia transcurrida a partir de la
post-dictadura en nuestro
pas, en algn punto creeramos que este retorno de lo estatal,
asociado de modo complejo
a la invocacin popular, resulta un campo de lucha que aparece
como herencia y
posibilidad, ante las recientes y bien aprendidas experiencias
de disrupcin colectiva.
Notas
(1) Agradezco especialmente los comentarios y correcciones
sugeridas por el Comit de Redaccin y evaluadores externos, los que
resultaron muy relevantes para un enriquecimiento sustancial de
este artculo.
(2) Resulta ya conocida la referencia a los gobiernos de
Venezuela, Bolivia y Ecuador y en menor medida la inclusin de los
gobiernos de Argentina, Uruguay, Brasil o Chile a este grupo de
pases con gobiernos denominados a veces como progresistas, otras
definidos como populistas o incluso como gobiernos de tendencia de
izquierda.
(3) Partimos de la premisa de la dificultad de una definicin
positiva de post-neoliberalismo. El mero hecho de nominarlo como
post, seala ms lo que est dejando de ser que lo que efectivamente
haya devenido. En ese sentido, es ilustradora la acotacin de Cecea
(2011:124) quien destaca que el concepto post neoliberalismo
contiene dos prefijos que denotan imprecisin, incertidumbre y
polisemia (el prefijo post que habla de un campo profundamente
indefinido, que antecede al anterior prefijjo neo que con idntica
imprecisin buscaba definir lo novedoso de aquel momento). De todas
maneras, incorporamos una definicin posible tomada de Thwaites Rey
(2010:30) que utiliza esta categora para definir a gobiernos que,
en conjunto y al margen de sus notables matices, pueden llamarse
pos-neoliberales y que expresan correlaciones de fuerza sociales ms
favorables al acotamiento del poder del capital global. En todos
estos casos comienza a cuestionarse la bondad del mercado como nico
asignador de recursos y se recuperan resortes estatales para la
construccin poltica sustantiva. Se conjuga as una retrica crtica
frente a las polticas neoliberales, el diseo de propuestas para
transformar los sistemas polticos en democracias participativas y
directas y una mayor presencia estatal en sectores estratgicos.
(4) Este conjunto de trabajos, sera en gran medida producido en
el exilio de sus autores. El corpus de estos debates se organizar
fundamentalmente en torno a una serie de compilaciones de ponencias
y captulos realizados por estos intelectuales en congresos y
seminarios referidos al Estado, la hegemona y la poltica.
(5) Esto no significa suponer que todas las formas de poder
quedan agotadas al Estado.
(6) Relevancia que Laclua sostendr hasta el final de su
obra.
(7) ODonnell (1978: 16), va a sostener que el Estado aparece a
la relacin social total fetichizado como un aparente tercer sujeto
neutral, mostrndose en un rol de mediacin entre los otros dos
actores, las clases dominantes y las clases subalternas. Esta
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construccin del aparente lugar neutral del Estado, es
fundamental para sostener la reproduccin del orden.
(8) Estamos pensando aqu en las discusiones intelectuales, pero
ms fundamentalmente polticas, en relacin a los proyectos
socialistas, populistas o democrticos como horizontes
emancipatorios diferenciados y hasta contrapuestos y a la definicin
de los sujetos privilegiados para encarnar estos proyectos,
atravesados por la discusin de clase o pueblo como sujeto
poltico.
(9) De pola y Portantiero, en especial ste ltimo junto con Aric,
sern pioneros entre los intelectuales que introducirn en Amrica
Latina la lectura de las obras de Antonio Gramsci. Sin embargo, la
lectura de Gramsci realizada por estos autores, aunque resulta la
ms extendida, no agotar todas las posiciones del debate del exilio
mexicano articulado especialmente alrededor de los significantes de
hegemona y pueblo, ejes privilegiados en la convocatoria de los
seminarios y compilaciones que mencionramos como receptores de gran
parte de los trabajos que aqu venimos recorriendo. Otros autores,
como el ya mencionado Laclau, ser tambin referencia de las
re-lecturas gramscianas, sobre todo a partir de sus tempranos
posicionamientos respecto a la nocin de hegemona, la categorizacin
del significante pueblo y la definicin de populismo. Parte del
dilogo entre los posicionamientos diferenciales de de pola y
Portantiero por un lado y Laclau por el otro, quedarn reflejados en
este mismo texto que estamos citando (Portantiero y de pola, 1979)
y en de pola (1979)
(10) Claramente, los autores sostienen aqu una no continuidad
entre socialismo y populismo, argumentando que la presencia de
estas experiencias bloquearon la consolidacin de fuerzas
contra-hegemnicas al constituir "desde arriba" a los sujetos
populares. El eje de la querella parece estar puesto en que, a
decir de los autores, los populismos promueven y fetichizan al
Estado mientras que ste, el Estado, es combatido por el proyecto
socialista.
(11) Y de hecho, el mismo texto de Portantiero y de pola los
usar de contraparte argumentativa
(12) Volveremos sobre la relacin entre sectores populares y
Estado en distintas partes del texto, dado que la caracterizacin de
esta relacin, claramente sigue siendo un punto de debate que, no
slo no est saldado, sino que adems, actualmente ha vuelto a tener
primaca en las agendas acadmicas y polticas. En especial, lo
retornaremos en la Seccin VI y VII de este artculo a partir de
algunos argumentos de ODonnell (1978- 2010).
(13) Ya sea que esta relacin se evaluara de tipo heternoma o de
potencialidad emancipatorio.
(14) Podemos encontrar huellas de estos debates en textos de
Lechner, Portantiero, de pola, Laclau, entre otros autores de las
compilaciones que aqu estamos recorriendo. Agradecemos
especialmente los comentarios que Mara Antonia Muoz hiciera sobre
este punto en una versin borrador del presente artculo.
(15) En algunos de estos autores, especialmente operar una
resemantizacin del socialismo hacia la democracia. Siguiendo a
Barros (1987:17) la democracia, aparecer en esta relectura
entendida como "la praxis activa de las clases subalternas () como
algo inseparable del proceso de autoconstitucin de los sujetos
populares histricos y del socialismo concebido como una ampliacin y
una profundizacin del control democrtico sobre la existencia
social". En este contexto, comenzar a tomar cuerpo una lectura
distinta respecto a la relacin sujetos populares /Estado con
fuertes influencias de autores europeos
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como Alain Touraine. Se posar cada vez ms la mirada en la
sociedad civil como una esfera diferenciada y en los movimientos
sociales ms que en las clases, como formas novedosas de constitucin
de sujetos con potencial democratizante. Estas lecturas sern la
antesala de las discusiones que terminarn de germinar hacia los aos
90 respecto a la constitucin de los sujetos polticos. Un claro
ejemplo de estos pioneros debates puede verse en Caldern y Jelin
(1987)
(16) A su vez, esto confluira con la sedimentacin de un sentido
que asociara cada vez ms la democracia a su formato procedimental.
Rinesi y Nardacchione (2007: 14) van a decir crticamente que "no es
que la ciencia poltica argentina, en su entusiasmo por pensar el
problema de la transicin a la democracia, se haya privado de tener
una buena teora del Estado, del capitalismo y de la dependencia,
sino que esa ciencia poltica, en su entusiasmo por olvidar los
problemas del Estado, del capitalismo y de la dependencia, se priv
de tener una buena teora...sobre la transicin a la democracia".
(17) Si seguimos a Lesgart (2002) podemos ubicar a estos dos
autores dentro de dos movimientos distintos aunque confluyentes en
el contexto de la reformulacin epistemolgica de las ciencias
sociales y en la creacin de un vocabulario y un itinerario
investigativo referido a la democracia poltica. Por un lado, est
Portantiero que junto a otros autores provenientes del campo de la
izquierda intelectual, harn como ya mencionamos, una lectura crtica
a las anteriores certezas del ideario marxista. Aqu el socialismo
ser reledo como profundizacin de la democracia representativa, a la
vez que consolidar una revisin del pasado en trminos de errores y
derrotas. Por otro lado, tenemos a ODonnell, que sera ms claramente
identificable en el espacio de las reflexiones politolgicas, con
mayor influencia de la tradicin anglosajona y de las corrientes
acadmicas norteamericanas relacionadas al pluralismo liberal y al
institucionalismo. Este ltimo autor sera precursor en la regin de
los estudios de poltica comparada que tanto favorecieron a partir
de los aos 80, a cimentar las lecturas de la democracia en trminos
representativos o polirquicos en sintona con obras como las de Dahl
o Schumpeter.
(18) Respecto a este desplazamiento, Rinesi y Nardacchione
(2007: 14) dirn nuevamente en tono crtico que "el abandono por el
problema del Estado tuvo sobre la ciencia poltica argentina severas
consecuencias despus, cuando la "transicin" ya era asunto del
pasado y asistamos (...) a lo que se dio en llamar la "reforma
neoliberal del Estado". (...) la ciencia poltica argentina, que
haba dejado de tener al problema del Estado dentro de sus
preocupaciones, careca de una perspectiva crtica para pensar ese
proceso, porque careca de una teora del Estado que le permitiera
situar ese proceso en el contexto de una consideracin ms amplia del
problema."
(19) Segn Campione (2002: 59) la "ilusin tecnocrtica" acompa el
pasaje del paradigma burocrtico al gerencial, ayudando a un enfoque
neo-conservador de la crisis del Estado que planteara como solucin
al diagnstico de "sobrecarga" de demandas al Estado de Bienestar,
la disminucin de los requerimientos de legitimacin para los
regmenes democrticos. As, se convertiran los asuntos de gobierno y
administracin en problemas de "expertos".
(20) Para fines de los aos 80, Portantiero sera uno de los
intelectuales que argumentara en favor de transformar al Estado en
"por lo menos, a cuatro reas de actividad: la administrativa, para
mejorar sus rendimientos; la econmica, no slo en lo que se refiere
a la posibilidad de privatizar total o parcialmente empresas
estatales, sino tambin a la de privatizar al capitalismo subsidiado
que vive de la proteccin del Estado; la social, tratando de
reestructurar el gasto, minimizando los costos burocrticos y
maximizndolos en trminos de equidad, para orientarlos hacia las
categoras ms dbiles, reduciendo la ayuda a otras; y por fin, la
institucional, que en muchos casos, como el de Argentina, supone
la
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reforma de una Constitucin decimonnica para adaptarla a los
tiempos actuales" (Portantiero, 1989: 61) Aos ms adelante, el mismo
autor insistir con que " si la idea de Estado no est en ocaso, como
pareciera creerlo el fundamentalismo paleoliberal, sus funciones
deben ser rotundamente reformuladas." (Portantiero, 1998:78)
(21) La literatura acerca de la Reforma del Estado diferencia en
las reformas de "Primera Generacin" inscriptas en el Consenso de
Washington, centradas en la privatizacin, desregularizacin y
liberalizacin de los mercados; y las de "Segunda Generacin" que
pretenderan corregir o completar lo que era visto como vacos y
efectos distorsivos de las primeras. Las Reformas de Segunda
Generacin se identifican a la propuesta del Consenso de Santiago,
del ao 1999 y estn muy influenciadas por la economa
neo-institucional, proponiendo la recuperacin de ciertos roles
regulatorios del Estado y la necesidad de avanzar en cambios en las
instituciones polticas y en innovaciones de gestin pblica con
criterios de flexibilizacin, transparencia, descentralizacin, etc.
En trminos generales, estas reformas promulgan la continuidad de la
agenda liberalizadora con un mayor nfasis en la transformacin de
los esquemas institucionales de la intervencin gubernamental. En
este contexto, se va a promover una mayor apertura a la
participacin de la sociedad civil en la gestin de problemas
pblicos. Esto, paradgicamente, ser posteriormente ledo por algunos
autores, como la apertura de oportunidad de conformacin de algunos
actores que irn construyendo dimensiones disruptivas respecto a los
imaginarios neoliberales. Puede verse este debate en mayor
profundidad en Ramirez Gallegos (2009)
(22) Ya en este contexto, autores como ODonnell, a quien ya
hemos presentado como clave en el momento del "pensamiento fuerte"
respecto al Estado y como posterior referente obligado de las
lecturas politolgicas de las transiciones, se preguntaba por las
variaciones en la calidad de diferentes regmenes democrticos.
Definiendo a nuestro pas en la categora de "democracia delegativa",
resemantizar la pregunta por el Estado, a partir de la
identificacin de espacios ("zonas marrones") de escasa capacidad
polirquica. ODonnell, que aunque reformulado ahora a travs del
prisma de lo democrtico, nunca dej de preguntarse por lo estatal y
recorrer, en una extensa bibliografa propia, un circuito de
indagacin que ir del rgimen, al Estado, de ste a las transiciones y
de all a las variaciones de tipos de democracia segn su calidad
institucional y las variables de ciudadana posible. En este
contexto de fin de Siglo XX, incorporar nociones como
accountability vertical, horizontal y social, dando otro vuelo a
las discusiones que comenzaban a consolidarse en torno a los
debates de las "Reformas de Segunda Generacin" o "post-consenso de
Washington". Su colaboracin en instituciones internacionales como
el PNUD, nutriran las discusiones sobre el Estado en una gama que
ira desde la preocupacin por la gestin y la constitucin de
burocracias consolidadas y de carrera, a las texturas de
estatalidad diferencial en territorios y "zonas marrones", hasta
las dimensiones de "buen gobierno". Parte de esta impronta, se vera
plasmada en su colaboracin como asesor del gobierno argentino de la
Alianza (1999-2001).
(23) La frase le es adjudicada al Ministro de economa de la
ltima dictadura cvico-militar, Jos Martnez de Hoz.
(24) Esta expresin fue manifestada por Roberto Dromi, Ministro
de Obras y Servicios Pblicos del gobierno de Carlos Menem, en
momentos de anunciar el plan de privatizaciones.
(25) Indiscutiblemente, se puede identificar como precursores de
esta lnea los posicionamientos del EZLN mexicano y su definicin de
no toma del poder. Tambin aparecen aqu los movimientos campesinos
brasileros, los indigenistas ecuatorianos y las organizaciones
autonomistas de desocupados en la Argentina. Los tericos que
nutrieron estos planteos son bsicamente Holloway, Negri y Hardt, o
los latinoamericanos Zibechi o
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Cecea y la propuesta ser la construccin poltica y social por
fuera del aparato del Estado. Para ms detalle, puede verse Thwaites
Rey (2010)
(26) Existe una muy amplia bibliografa que da cuenta de las
polmicas respecto a la nocin de movimiento social, y mucho ms an,
respecto a su dimensin de novedad. Para ver los inicios de estos
debates, ya hicimos referencia a Caldern y Jelin (1987). Para
profundizar la lectura acerca de las diferentes vertientes tericas
que lo nutren, sugerimos Munck (1995).
Por su parte, respecto a la cuestin de la autonoma, debemos
aclarar que el hecho de proponer la autonoma del Estado como meta
poltica, no debe hacernos soslayar que la mayor parte de estos
movimientos, sobre todo los relacionados al piqueterismo en nuestro
pas, pero en general todos aquellos que tenan demandas vinculadas a
necesidades bsicas de supervivencia, sostendran una relacin
bastante fluida con el Estado. Cuando menos, en trminos de
formulacin de demandas y obtencin de recursos.
(27) Esto no significa que previamente a la llegada del
kirchnerismo al gobierno no hubiera organizaciones sociales
encuadradas dentro de la matriz nacional-popular; sino ms bien que
stas, representaban encuadres polticos que aparecan minimizados
ante el despliegue que las versiones de novedosos ethos polticos
asuman en los abordajes dominantes en el campo de la investigacin
de la accin colectiva.
(28) Nos referimos aqu Apuntes para una teora del Estado,
escrito en 1977 como Documento del CEDES. Cabe destacar, que muchos
de los conceptos trabajados en aquel texto, sern retomados por el
autor a lo largo de su prolfera obra. En especial, destaca su
recuperacin en el ltimo libro que publicara, Democracia, agencia y
Estado (ODonnell, 2010), aunque ahora subsumidos a esa principal
preocupacin que desde el momento de las transiciones reconfigurara
su anlisis: la democracia. Destacamos que tomaremos citas de ambos
textos, en el marco de dar mayor capacidad explicativa a la idea
que aqu queremos desarrollar.
(29) En especial con la Teora de la Modernizacin que argumentaba
que el desarrollo econmico iba de la mano de la consolidacin de
regmenes democrticos
(30) En su libro de 2010, ODonnell asociar de un modo ms ambiguo
a estos referentes. Haciendo una diferenciacin ms tajante entre la
mediacin de ciudadana por un lado y complementando de algn modo las
mediaciones de nacin y pueblo por el otro. As mismo, va a hablar de
una triple convergencia entre stas y la categora de democracia.
(ODonnell, 2010: 130)
(31) Resulta imposible no hacer aqu aunque ms no sea, nuevamente
mencin a la obra de Ernesto Laclau y la relevancia que este autor
otorga a la construccin del sujeto pueblo como operacin de lo
poltico. Como ya hemos visto, compaero de ruta en algunos de los
debates reseados hacia los primeros aos 80, y contendiente en ms de
un posicionamiento terico con ODonnell, Laclau centrara sus
reflexiones desde aquel entonces en la categora de hegemona y en la
construccin de lo popular como articulacin de demandas. Para este
autor, el populismo es una lgica de lo poltico, capaz de constituir
una identidad social, capaz de construir al "pueblo" a partir de la
interpelacin equivalencial de sus demandas en oposicin a un "otro"
(el poder institucional, la oligarqua, etc). Es una forma poltica
con un discurso dicotomizante que divide a la sociedad en campos
opuestos. En ese sentido, y a pesar de la distancia terica entre
ambos autores, nos permitimos aqu esbozar la analoga respecto a la
relevancia otorgada a la mediacin que descansa en lo popular en la
dimensin de potencial dislocamiento del orden.
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(32) Destacamos en este concepto el valor de la promesa en la
construccin de una articulacin hegemnica. La promesa marca el
horizonte deseado, la plenitud imposible.
(33) No podemos dejar de mencionar el doble lugar de actor y
autor de Garca Linera.
(34) Entre ellas podramos mencionar al Matrimonio Igualitario,
la Ley de Muerte Digna, la Ley de Medios, etc.
(35) Algo de estas discusiones referidas a las contradicciones
de las actuales polticas pblicas, especialmente en el campo de las
polticas sociales, lo hemos desarrollado con mayor profundidad en
Corsiglia Mura (2013).
(36) Nos estamos refiriendo a los debates citados en la Seccin
II de este artculo (a partir de textos como los de Portantiero y de
pola, Laclau, Landi, ODonnell) a raz de los diferentes
posicionamientos respecto al potencial de la relacin sectores
populares/Estado.
(37) El Mito es un elemento central en la teora poltica
posfundacional a la que hemos recurrido en diversos tramos de este
trabajo como marco analtico. Constituye el espacio que permite la
representacin del orden, donde se sutura lo dislocado, donde
condensan las significaciones y sentidos que dan inteligibilidad al
fundamento que el orden hegemnico esgrime.
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