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Revista N.º 4 ESPACIO DEL POETA REVISTA LITERARIA DE HABLA HISPANA Marzo 2011 Autora Nora Corradetti
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ESPACIO DEL POETA Nº 4

Mar 16, 2016

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ESPACIO del

Revista Literaria de Habla Hispana
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Page 1: ESPACIO DEL POETA Nº 4

   

                 Revista    N.º  4  -­‐    ESPACIO  DEL  POETA                                                              REVISTA  LITERARIA  DE  HABLA  HISPANA                                                                                              Marzo 2011                          

   Autora  Nora  Corradetti  

                   

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NOSOTROS LOS TAL VEZ

Somos los que nadie ve, el entrevero del mundo.

Quizás la sonrisa perdida de los siglos

o el naufragar de tanto sentir, entre silencios.

Somos el canto inconsciente de los pueblos,

lo común vuelto al espejo

tras demorar en los campos de la vida.

Somos éstos porque somos seres,

somos esto porque somos hombres y mujeres,

somos esto porque bebimos

el dulce pecho de la madre tierra.

Somos la naturaleza de la sombra que brota,

la curva que no se pierde.

Quizás nada nos baste porque veamos

con nuestros propios ojos

o transcurramos las horas juntando piedras.

Somos una palabra, una voz hecha camino,

nosotros, los idealistas, los poetas.

                                                   Charo Bustos Cruz© -Sevilla-España          

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Violeta de Calama

La magia de ninguna pluma logrará retratar la grandeza de tu alma ... Defensora

de la vida, profeta de la esperanza. Con tus laboriosas manos has horadado el árido

desierto buscando incesantemente la anónima tumba que contiene los despojos que

dejaron, de los cuarenta y dos que yacen mutilados por el ruido de los sables y el fragor

de la metralla… En el silencio de la fría noche, en el vado de Topater, quizás en el

desierto o tal vez en la montaña. Guardiana incesante de los que fueron relegados a

tierras sin esperanza perdidas en las lejanías del desierto... Cruzaste las alambradas en

Conchi, rompiste el silencio de los sin voz en la oficina Chacabuco. Llevando el aliento

de tus palabras, la ternura de tus ojos, la calidez de tu mirada. Heroína anónima.

Vencedora de silenciosas batallas. Marchas por las avenidas con tu voz alzada al viento,

enarbolando la bandera de la libertad. Se escucha el eco de tu voz llamando a los que

partieron al alba. Añorando los ausentes , ausentes en la vida pero no en la memoria...

Siempre mantienes la puerta de tu casa abierta.. Porque esperas escuchar los pasos del

que vuelve a tu regazo, a la calidez de tu morada. Amiga...Amada… Amiga, en estas

humildes palabras no encontrare las precisas para poder decirte lo que en silencio

entregaste. Cuando la patria sufría por el yugo de la opresión. Hoy...cuando vientos de

libertad adornan de volantines los aires de Septiembre. Continúas alzando tu

voz...buscando en el desierto. Siembras para que no haya olvido… Pero no estas sola en

tu siembra. Porque se muere cuando el polvo del olvido borra sus huellas. Pero ellos

permanecerán por siempre en nuestros corazones. Donde nunca se alojará el duelo ni el

olvido

     Juana Elsa Castillo Meneses- Chile            

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                                                               TU

Como la brasa que toca

el blanco azul de tus dientes

en una punzada ardiente

de la llama de tu boca…

Como una canción que lleva

trémolos de carne herida

y en un suspiro prendida

de las entrañas se eleva…

Como una senda querida

que se vuelve a caminar

tu eres para mí, cantar

llama sendero y herida

Maricruz Serrano- Madrid -España      

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DESPUÉS  

                                                                                                                                                                                                                                         Era de noche cuando el alemán volvió jubiloso, se dirigió al cuarto de la casa

maltrecha, en la que debieron aceptarlo, bebió una copa fuerte complaciéndose por el

triunfo del día.

Era de noche, esa misma noche cuando Martina y su hijo Javier regresaban

aturdidos desde el refugio en el que habían salvado sus vidas. Eran los mismos, acaso

otros, antes y después del ataque civil que ocurrió el 26 de abril de 1937 cuando

Guernica ardió tras los bombardeos y los vuelos rasantes que habían acontecido esa

tarde en la villa, cuando el aire limpio se volvió oscuro, irrespirable, con hedor a muerte

. Madre e hijo volvían acongojados, con las gargantas resecas y los labios apretados.

Dentro de la casa, casi destruida, se encontraron con el alemán, olía a quemado,

no tenía fuego. Estaba de espalda tratando de recomponer la guerrera, los miró de

soslayo sin pronunciar palabra. El niño le devolvió la mirada, temeroso, con un cierto

rencor que crecía en sus venas, sin saber porqué. Porqué la guerra, porqué la muerte. En

su quimérica imaginación se vio correteando por las plazas soleadas, quizá sentado en la

playa con los pies bajo el agua.

Afuera, en las calles negras de humo, se oían gemidos y gritos de los heridos.

Pronto se sosegaron, apenas llegaban susurros, luego, un silencio pavoroso se apoderó

de la villa.

Martina encendió unos trozos de leña para preparar algo de comida. Crujían los

leños de madera, chillaban los techos de las casas al rodar por el piso.

Antes, habían escuchado el crujido de las buenas semillas y de los deliciosos

bocados de pan tostado. Javier, tan mocito, tan inexperto, tan adulto, miró a lo alto por

la grieta abierta del techo. Pensó que la luna plateada iluminaría otras ventanas. Soñó

con lluvia pura, cristalina que bajaba a torrentes desde la sierra y purificaba, como en

bautismo a cada hombre indolente, a cada hombre ciego, a su madre, al alemán.

El alemán ingresó a la cocina, miró al chico, le tocó el hombro, hizo un guiño

triunfal y salió a la calle. Martina temblorosa, buscaba utensilios entre escombros;

Javier tenía los ojos clavados en la noche insondable.

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Bajó la vista buscando la mirada transparente de su madre, discurrió que

volverían otras primaveras vibrantes en otros abriles, con arboledas prósperas de verdes

generosos,

con campanarios iluminados lanzando al aire su alegría, con almendras crocantes, con

gente digna, con gente libre andando por las calles de Guernica.

Y él no se lo quería perder.

Irma Sambuelli Serrano-Rosario-Santa Fe- Argentina                                   N.º VI  Sólo una vez florecemos en lluvia por la vida. ¿O lluviamos / por la vida en flor.? (¿Será por eso / que amo tanto este lila acostado sobre los pañales del día.?) (De "Latido de horizontes".- 2008)                          Belkys    Larcher  de  Tejeda-­  Coronda-­Santa  Fe-­  Argentina        

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                                                                                             Querido  amor:  

 

Hoy  te  escribo    desde  este  rincón  de  los  Andes,  donde  dicen  que  los  ángeles  

dejan  oír  a  los  gentiles  el  canto  de  los  pájaros.  

En  la  última  carta  te  hablé  del  viernes,  ese  viernes  en  el  bar.  Y  después  de  

eso  yo  pensé  y  pensé:  si  me  quedo  y  convoco,  si  me  pierdo  y  escondo…  decido    un  

tiempo  nuevo  para  nosotros.  

Nuestro   tiempo   nuevo   tiene   ojos   grandes   y   bien   abiertos,   tiene   música  

liviana  y  colores  profundos.  Tenemos  que  encontrarlo,  de  alguna  manera  tenemos  

que  hacerlo,  cuesta  pensar  dónde  está,  pero  es  fácil  saber  cómo  es.      

  Nuestro   tiempo   nuevo   está   en   un   rincón   de   la   caracola   que   brilla  

como  crisol  de  ámbar  en  la  biblioteca,  es  claro  como  el  alba  en  Bahía  ¿te  acuerdas  

nuestras  madrugadas  de   sol  de  octubre?,   es  blanco  como  sus  páginas  de   sal  y  es  

nácar  su  luna  escondida  bajo    un    miriñaque  de  puntillas.  

  Este   tiempo   me   trae   tus     letras   despeinadas   del   amanecer,   entre  

enredos  de  brujas  y  piratas.  Golpetea  el  candomblé  de  los  morros  verde  oscuro  y  

se  sacude  de   invitados  sin   tarjetas.  Las  dunas   lo   tiñen  de  azafranes,   cortejan  mis  

deseos  más  secretos  en  cuevas  mojadas  desde  hace  tanto.    

  Este  tiempo  es  norte,  es  piedra  y  es  cuenco,  su  suelo  tiene   la  huella  

de  tu  mirada  mansa,  esos  ecos  que  acarician.    Tiene  la  lluvia  de  tu  voz,  que  me  hace    

resbalar  con  delicia  cada  paso.    

Es   el   tiempo   de   vestirme     para   ti,   vestirme   de     ocres   con   tules   y   linos   y  

túnicas  claras,  con  el  pelo  suelto  y  los    pies  reposados  de  ungüentos  de  pino.    

  En   el   tiempo   nuestro,   me   despliego   y   juego,   llego   a   ciudades   de  

cristal   y   espejos   precisos,  me   lleva   tu   voz,   esa   voz  mía   de   tibia   arena.   Tengo   tu  

música   que   me   detiene   en   el   nido,     de   amor   suspendida.     Tu   música   aleja   las    

abandonantes   tardecitas  rosas  y  me  hamaca  el  cenit.  Es   tu  bossa  encantadora,  es  

cuna  de  espuma  y   te   trae   como     caballero  andante  empecinado  en  un  molino  de  

viento  manchego.    

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    A   este   tiempo   nuevo   no   voy   a     pedirle   que   piense   y   razone,   es   un  

tiempo  entregado  a  sueños  de  alcanzar,  pero  es  ráfaga    huida  de  sueños  vacilantes.  

Soy   sangre   de   tu   sangre,   antagonista   de   antagonistas,   soy   tu     amante   ying   del  

firmamento,  recibidora,  donante,  yo  quiero  celebrarlo,  quiero  verlo  blanca  corola  

en  el  regazo  de  Afrodita.    

  No  olvido  Rosario  y  el   río.  Allí  nos  veremos.  Y  ya   lo  veo  correr  por  

atrás   de   los   cristales,   por   detrás   de   los   espejos,   por   detrás   de  mi   blusa   y   de  mi  

ombligo.  

 ¿Qué  dices?   ¿Avanzaremos  precisos  el  día  programado?   ¿Estrenaremos  el  

brindis  de  las  fiestas?      

Hechizo,  cielo  de  mi  paladar,  te  amo  y  te  espero.  

 

 

                                                                         Diana  Bravi-­  Rosario-­Santa  Fe-­  Argentina    

              Yo La Que      Yo la que pintaba flores en mi cuerpo. Yo la que ponía hombres para que olieran las flores Yo la que moría porque los hombres cortaban las flores         Regina Cellino-Venado Tuerto-Santa Fe- Argentina    

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      Dualidad Tomo tu mano,

siento la suya.

Tu mano es su mano

Huelo tu pelo,

siento su aroma

Tu pelo es su pelo

Miro tus ojos,

veo los suyos

Tus ojos, sus ojos

Beso tu boca,

siento sus labios

Tu boca es su boca

Tu me acaricias

siento tu tacto

Tu piel es su piel.

Te estrecho en mis brazos

De besos te lleno

En ti el tiempo ha pasado.

En mi tú querido

la vida te ha convertido

Rafael Serrano Ruiz- Madrid- España        

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El Tiempo

La misma calma,

la misma señal

Debajo de las piedras.

La misma mano

Indicando el sur

Con sus bardas rojizas.

Los mismos dedos

de ayer buscando

el hueco donde

se esconden las plegarias

De nuestros

antepasados.

Etherline Mikeska- Neuquén- Patagonia- Argentina

                 

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Océano interior

A espaldas de mí

me olvido…

Océano soy

profundidad invisible

pulpa acuosa

No sé qué tierras beso

en lejanas orillas a mi centro

pequeñas barcas surcan

el nácar de las olas

inagotablemente nuevas

erizan de mensajes

rutas inciertas

hunden sus anclas

ajenas a mi suelo

donde caracolas danzan

el abrazo a un árbol

que nunca han visto

sino en sueños

En el opaco y milenario cuerpo

peces de antenas fosforescentes

iluminan rastros olvidados

                                                                         Laura Colagreco- La Plata- Argentina

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MI PADRE

Mi padre caminó los surcos semilla a semilla

cegó el trigo de la cosecha y amó la tierra

hundió las manos como raíces en suelo entrerriano.

Supo arar la tierra con una yunta de bueyes

cuando el siglo veinte tenía casi su misma juventud.

Supo amar el cielo en los campos de lino

repitiendo los azules de mares de nostalgias,

los que contaron mis abuelos del otro lado del mar,

los que dejaron sueños escondidos en las montañas

para aferrarse al futuro prometido en verde y sol.

Mi padre se enamoraba mucho, sabía contar.

Y soñó, mi padre soñaba mucho, le gustaba el azar,

como todo soñador, él buscaba la magia,

y en las noches de verano me enseñó

que las estrellas son cincuenta, y la cruz del sur una guía.

Mi padre palpitó la semilla en sus manos curtidas de soles

marcó las horas naturales, del reloj natural,

en el reloj de la sombra, que marca con exactitud

como maduran las espigas al viento y amaneceres.

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De él heredé pensamientos de nostalgia.

Nostalgia de otros veranos que no conocían ausencias,

otros veranos cuando en la extensión del campo

estaba la voz de mi madre endulzando los callos .

Mi madre, remendando de amor lo poco,

que después fue tanto que hasta hoy perdura.

Recuerdo la tierra abierta surco a surco

abierta, en la carne viva de mi padre,

sembrando semilla a semilla el aprendizaje

que le obligó la vida ¡Si te caes te levantas!

Él, saludaba la aurora con el arado

en la sencillez del respeto a los designios.

Así lo recuerdo, todavía hoy lo veo,

mi padre…

los días de lluvia jugando a los naipes,

cantando un tango o silbando un valsecito.

Había que mirarlo profundo para encontrar la ternura

pero hoy, que se fue, después de estrenar este siglo

siento que me la regaló a raudales, si

a raudales me enseñó su escondida ternura.

Nelda Lugrin - Concordia.- Entre Ríos.- Argentina

 

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No  eres  el  que  piensa  

 

 

Tristes  pasos,  caminas,  lloras.  Vuelves  a  ver  todo  desde  aquella  perspectiva,  

por  momentos  puedes  alejarte  y  el  mundo  se  vuelve  otro,  por  momentos  quedas  

pegado  y   la   llama  de  esa  vela   te   consume,   te  das   cuenta  que  es   la   vela   la  que   se  

consume   pero   sigues   insistiendo   sobre   la   llama,   ese   color   tan   intenso   que   te  

encandila  y  que  te  hace  brillar,  como  si  el  deseo  de  no  extinguirse  por  nunca  jamás  

te  mantuviese  suspendido  en  ese  recuerdo  patente.  Luego  sigues  caminando  y  ya  

no  lloras  porque  no  quieres  mirar  hacia  atrás,  no  sabes  qué  ha  pasado  con  la  vela  

ni   con   la   llama  ni   con   los   restos   de   cera   sobre   el   platito   de   bordes   dorados   y   el  

águila  que  simboliza  aquel  Banco  donde  trabajaba  tu  padre.  Lo  único  que  sabes  es  

que  ya  no  quieres  estar  triste,  entonces  olvidas,  miras  hacia  adelante,  ves  un  túnel  

y   en   el   fondo   otra   llama.   Vas   hacia   la   luz,   piensas   que   tal   vez   sea   una   ilusión   o  

simplemente  un  reflejo  de   lo  que  ha  quedado  a   tus  espaldas,  pero  no   te  detienes  

porque  sabes  que  es  lo  único  que  tienes  ahora.  No  hay  otra  salida,  sólo  el  túnel  y  la  

luz  o  volver  a  las  sombras  errantes  del  objeto  perdido.  Eso  no  lo  quieres  aunque  te  

mueres  de  dolor,  aunque  venderías  tu  alma  al  diablo  por  mirar  nuevamente  hacia  

atrás.    

Sin   entender   cómo   o   porqué   has   dejado   de   pensar,   no   hay   ruidos   en   tu  

cabeza,  no  hay  interferencias  contradictorias:  que  vuelvas  o  que  sigas.  Nada  de  eso.  

Sólo   silencio.   Por   momentos   es   aturdidor   pero   el   alivio   es   extremo.   Necesitas  

descansar,  estás  extenuado,  te  transpiran  las  manos  y  sientes  que  este  es  el   final.  

Mientras  tanto  tu  intuición  te  dice  que  puedes  al  mismo  tiempo  estar  soñando  y  te  

parece   que   la   mejor   forma   de   llevar   adelante   la   operación   "salida"   sería  

enfocándote   en   algo   que   te   hiciera   sentir   bien,   un   recuerdo,   uno   solo   que   tu  

memoria  atesore  como  feliz,  como  maravilloso  y  salvador.  Pero  no  puedes  hacerlo  

porque  no  puedes  pensar,   aunque  sabes  que  comprendes  que  no  puedes  pensar,  

entonces  verdaderamente  te  asombras  porque  no  entiendes  quién  es  quien  se  da  

cuenta  de  que  no  puede  pensar.    

A  esta  altura  tu  ego  se  encuentra  perdido  en  algún  cumulus  limbus  que  tal  vez  en  

otro  momento  hayas  estado  pidiéndole  al  Universo  que  alguien  se  lo   lleve,  que  el  

Universo   te   saque   el   peso   de   pensar,   de   decidir,   de   actuar   conforme   a   la  

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racionalidad   o   a   la   coherencia   o   al   sentido   común.   Entonces   no   entiendes   nada,  

crees   que   la   pesadilla   está   llegando   a   su   fin   porque   el   no   ruido   te   aturde   y   un  

piiiiiiiipppp  comienza  a  desatar  en  tu  cerebro  una  onda  de  sonidos  extraños,  nunca  

antes  escuchaste  estos  sonidos  pero  sabes  que  son  los  sonidos  más  hermosos  que  

podrías  haber  oído   jamás  en  tu  vida,   lo  sabes  por   intuición  porque  nunca   los  has  

escuchado  antes,  al  menos  no  conscientemente.  El  sonido  podría  parecerse,  tal  vez,  

muy  vagamente,  al  latido  acelerado  y  confuso  del  corazoncito  de  un  recién  nacido.  

En  ese  instante,  que  tal  vez  haya  durado  un  latido  o  toda  la  vida,  comprendiste  que  

la  batalla  había  terminado.  Las  voces  de  tu  mente  lentamente  desaparecieron.  

Tuviste   la   firme   convicción   de   que   estabas   soñando   porque   otra   cosa   no  

podía  suceder  si  tu  mente  y  tu  ego  habían  muerto;  sin  embargo,  te  preguntaste:  si  

todo  lo  que  soy  ha  muerto  en  este  extraño  suceso  desgarrado  del  tiempo,  pero  mi  

yo  no  ha  muerto  porque  de  eso  estoy  completamente  seguro,  entonces  yo:  ¿quién  

soy?  

 

Caminaste   con   paso   firme   hacia   la   llama   de   esa   otra   vela   que   ahora   se  

alargaba  y  chispeaba  más  que  nunca.  Hacia  el   final  del   túnel   la  oscuridad  se  hizo  

cada   vez   más   impenetrable,   pero   la   luz   de   la   llama   siguió   irguiéndose  

intemporalmente.  

 

Eva  Wendel-­  Rosario-­Santa  Fe-­    Argentina  

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                                                                                           DESOLACIÓN  

agosto  2010                      Dedicado  a  Manuel  Quispe  y  en  su  nombre  a  todas  las  

víctimas  inocentes  de  confrontaciones  bélicas.   Por las gradas baja inerte con  toda  su  herida  a  cuestas,  miraba  el  atardecer  y  encontró  su  carne  abierta,  buscaba  el  calor  otoñal  cien  truenos  lo  desorientan  cerros  y    tejados  se  tiñen  de  polvo  y  humo,  jirones  de  enredaderas  sellaron  allí  su  destino.    Se  acerca  la  camanchaca  se  abre  paso  entre  el  gentío,    dejando  rastros  amorfos      hiriendo  en  surcos  la  tierra      horadada  de  misterios.    A  lo  lejos  una  quena  deja  escuchar  sus  lamentos,  en  el  aire  frío  y  seco  los  buitres  revolotean.        Donde  han  quedado  las  luces  desencontrados  luceros,  no  habrán  más  atardeceres  de  otoño  tibio  en  las  calles.                                                              Victoria  Gonzáles  B.-­Santiago  -­Chile  .    

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Suspiros de Luna 04-02-2011 SUSPIROS DE LUNA... EMBRIAGARNOS DE AMOR... DE PAZ. DE TERNURA. SUSPIROS DE LUNA QUE ENVUELVE LA MUSA, DEVUELVE SU ALIENTO, LA NOCHE PERFUMA. SUSPIROS... SUSPIROS DE LUNA QUE SUEÑAN Y ENSUEÑAN AL ALMA POR DENTRO. QUE TODO LO ACUNA. LO TIEMPLA. PLATEADA Y FECUNDA EN PLUMAS Y VERSOS, SUSURROS DE ALCOBA SONATA DE BESOS... NIEVES M.ª MERINO GUERRA-Las Palmas-Canarias-España  

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                                                                                               Sueños  rotos    

 

A  Caperucita,    se  la  comió  el  lobo  

A  Hansel  y  Gretel,  la  bruja    

A  mí  me  comió  un  dragón    

¿Qué  bestia  monstruosa  se  devoró  tu  niñez?  

¿Quién  te  fue  mordiendo  de  a  pedacitos?  

Comiéndote  primero  la  ingenuidad  

porque  era  mucha    

y  te  sobraba    

por  todos  lados    

En  la  mirada  

En  la  sonrisa    

En  los  juegos    

¿Quién  te  arrancó  la  lengua    

de  chupetín  y  de  trabalenguas?  

Y  se  masticó    tus  manitos    

de  hacer    castillos  de  arena    

y  gusanos  de  plastilina  

¿Quién  fue  que  saboreó  tus  orejas    

de  sana  sana  y  arrorró?  

 

Se  hicieron  una  panzada  

el  lobo  ,  la  bruja  ,  mi  dragón    y  tu  monstruo  

Después  eructaron    

Y  se  desplomaron    

Y  durmieron  a  pata  suelta  

 

Los  que  quedamos    

Mordisqueados  

A  pedazos  

Emparchados    

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Tapamos  nuestros  agujeros  con    figuritas  difíciles  

Así  andamos,  estrafalarios  

planeando  la  resistencia    

Estamos  al  acecho    

con  redes  para  cazar  mariposas  

Ideamos  planes  absurdos    

para  que  pierdan  todos  sus  dientes    

o  revienten  sus  vientres  

Pero  todavía  no  lo  logramos    

Y  cada  vez  están  más  gordos    

El  lobo  de  la  roja    

La  bruja  de  los  pibes    

Mi  dragón    

Y  el  tuyo.                      

 

 

                                                                                                                                                               

                                                                             Roxana  D’Auro-­La  Plata-­  B.Aires-­Argentina  

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LA PUERTA DE MIS RECUERDOS (RELATO) El sol inicia su larga andadura, adornado con un cálido manto, y el olorcillo a mar perfuma el ambiente estival con su esencia. La suave brisa de la orilla, rocía mi cara, invitándome a inspirar el aire salino. A lo lejos diviso los barcos envueltos en la bruma del horizonte, y sueño despierta, con viajes a países exóticos, mezclando fantasía y realidad. Cada año en verano, disfruto de unas vacaciones que me permiten olvidar la rutina diaria. De esos días, siempre me quedan recuerdos inolvidables, sobre todo, de los largos paseos por la playa a primera hora de la mañana, cuando la arena húmeda descansa del infatigable vaivén de las olas, profanada tan sólo, por las tenues pisadas de algunas gaviotas. Recuerdo las vacaciones infantiles, y me veo a mí misma jugando en la orilla del mar, fascinada por la inmensidad del Océano Atlántico. En esa época, aún desconocía la existencia de otros mares, y tampoco comprendía, cómo era posible que esa gran cantidad de agua pudiera moverse sin derramar su contenido. Pasaba el día en la playa, a pleno sol, haciendo castillos de arena, y pasadizos, que acababan engullidos por la espuma de las olas. Cada nuevo verano, renovaba ilusiones ante el enigma de lo desconocido. Los preparativos previos, constituían un aporte extra de adrenalina; esto, junto a la aventura del viaje, y la estancia en la costa, era un acontecimiento importante, que llenaba mi mente rural de sueños infantiles, hasta las próximas vacaciones. Continúo mi viaje por el túnel del tiempo, transportada en el tren de los recuerdos, y llego a cualquier invierno lluvioso, lleno de días de tormenta, con las calles inundadas de barro, y las casas perfumadas con el olor de alhucema quemada en los braseros de picón, mezclado con el olor a matanza, de los embutidos recién hechos, caldillo, costillas adobadas y fritas en manteca de cerdo, y desayunos con migas. Caminando por el calendario en el mes de diciembre, me encuentro con un montón de pastores, lavanderas en el río, de espejos relucientes, una estrella fugaz, que alumbra el firmamento, a la que siguen tres magos cabalgando en sus camellos. Desde lo alto de un castillo de corcho, asoma, amenazador, Herodes. Y en un pobre portal, sobre un pesebre mullido de paja, reposa la figura del niño Dios, vigilado de cerca por su madre María y San José. Como música de fondo, los villancicos entonados por voces angelicales; es Navidad. Días de felicitaciones, reencuentros, cenas familiares, pavo (emborrachado previamente, con buen vino, para saborear mejor su carne) turrones, y figuritas de mazapán. Como en un ritual, se suceden las tradiciones; y la siguiente en el tiempo, es la elaboración de los dulces caseros. Ahora, el olor a pan en la tahona, se mezcla con el de los aromas dulces de las masas, elaboradas por las manos expertas de nuestras madres y abuelas: las bollas de chicharrones, perrunillas, y magdalenas, gestándose en el seno del horno, que ofrece su último rescoldo, para alumbrar las delicias hogareñas. El largo invierno llega a su fin, y los primeros rayos de sol anuncian la primavera; con ella, los compases de saetas, acompañados por los redobles de tambores, resuenan en

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los aparatos de radio de todos los hogares. Los crespones morados cubren los iconos de los santos en la iglesia, y hasta el domingo de Resurrección, no se escuchan risas, ni algarabías, guardando el debido respeto a la muerte de Cristo. El Sermón De Las Siete Palabras abarrota la iglesia, llenando los pasillos con sillas cedidas por los vecinos de la parroquia. Sobrecoge el silencio, roto, tan sólo, por la voz trémula del Jesuita, que desde el altar mayor, va escenificando las palabras de la agonía de Jesús. Pasado el domingo, todo vuelve a la normalidad, y las jóvenes se apresuran a organizar las carrozas que exhibirán en la romería de San Isidro. Todos los preparativos, se llevan en el más absoluto secreto, para evitar plagios. El monumento, montado en un remolque tirado por un tractor, va hecho con madera y cartón, cubierto de flores de papel de diversos colores, y coordinados con los vestidos de las componentes del coro, que acompañan su repertorio con castañuelas, panderetas, triángulo, y guitarras. La música prestada de alguna melodía actual de la copla. La letra, ensalza la fiesta, y su Santo Patrón, además que denuncia con sutileza las carencias consistoriales. Pasados los nervios de la actuación ante el jurado, los romeros emprenden el peregrinaje hacia el Chaparral. Esta finca, ofrece a los devotos un paisaje extraordinario, lleno de grandes encinas, alfombradas de flores silvestres, con un perfume primaveral y único. En este ambiente festivo, se degustan verdaderos manjares, cuyo sabor, permanece en mi memoria, y aún no he conseguido que nada sepa igual que antaño. Las madres se pasaban el día anterior a la fiesta, preparando las viandas: Huevos rellenos, chuletas rebozadas, tortilla de patata, etc. Y este era el momento de degustar los manjares de la matanza, sobre todo el salchichón, que hasta entonces, no había tenido tiempo de madurar. De regreso del campo, la fiesta continuaba hasta la madrugada, con una gran verbena en la plaza. Cada acontecimiento archivado en mi memoria, lleva consigo un olor que lo asocia; y el de la romería está vivamente marcado con un perfume a claveles del patio de mi tía. Ahora los claveles en las floristerías, son más reventones, y tienen un tallo más largo, pero no huelen a nada. El olor a claveles de mi recuerdo, es intenso, e inigualable, y prendidos en el pelo, perfumaban en ambiente dejando una estela a mi paso. Igual que el perfume a senara en la época estival. Si cierro los ojos, puedo transportarme mentalmente de nuevo a esa lejana infancia, con los olores secanos, de los meses veraniegos de mi tierra, a heno, a botijo preñado de agua fresca de pozo; o las meriendas de pan, con aceite, y azúcar. En la hora de la siesta, el sonido machacón de las cigarras, invitaba a soñar. Tendida a la sombra de un olivo, en la frontera del círculo de la parva, mientras entornaba los ojos, desdibujando la silueta del trillo, hasta que el sopor veraniego me hacía caer en el más absoluto letargo. Esta especie de catarsis, lejos de entristecerme, renueva mi espíritu, y sirve de alivio para las carencias obligadas. Es como si abriera una puerta, y caminara por un sendero, recogiendo los frutos de los años vividos, hasta donde mi memoria alcanza, pero tomando caminos distintos cada vez, eligiendo en cada bifurcación, a donde dirigir mis pasos, y de ahí a otros caminos secundarios que se van multiplicando, casi en progresión geométrica, en el transcurso del tiempo. Desde ese límite, regreso al presente, volviendo a dejar cada recuerdo en su lugar, para poder visitarlo siempre que lo desee, y con sigilo, dejo entreabierta la puerta de mis recuerdos. Marga Utiel-Badajoz-España.

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Ebrio  de  cielo    Ebrio  de  cielo  voy  caminando  por  una  senda.    Por  un  camino  que  va  a  la  nada.    Nunca  termina.  Nunca  comienza.    Ebrio de cielo; el viento alegra mi  corazón,  también  de  tierra.    Cuando  estoy  ebrio,  danzan  mis  huellas  cual  si  quisieran  dejar  mis  penas.    Ya  no  me  importa  cuándo  termina,  o  cuándo  comienza,  este  camino  que  va  a  la  nada.      Tanta  fatiga...  Tanta  tarea...    El  cielo  funde  mis  pies  de  barro;  mi  corazón  también  es  tierra.    ...    Quiero  estar  ebrio  sólo  de  cielo,  mi  cuerpo  muerto  sobre  la  hierba.                                                                                                              Ezequiel  Feito  –Balcarce-­Argentina.  

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                                                                                   BOSQUEJOS            

 

 

                                               Un  viejo  equilibrista  con  el  pie  en  la  maroma  

    a  un  paso  de  la  gloria  y  a  medio  de  la  muerte.  

    Un  esclavo  de  aquellos  que  en  la  gastada  Roma  

    echaban  por  la  arena  a  decidir  su  suerte  

    con  el  huevo  grotesco  temblando  en  la  cuchara.  

    Un  buzo  inexplorado  que  en  los  átomos  vierte  

    certidumbres  heladas  de  luz  vacía  y  clara.  

    Un  ínfimo  astronauta  conquistador  del  cielo  

    que  a  su  hermano  en  la  Tierra  rapiña  y  desampara.  

    Un  pájaro  que  barre  las  alas  por  el  suelo.  

    Un  animal  cansado  que  no  halla  la  guarida.  

    Un  espejo  que  mira  su  propio  desconsuelo.  

    Un  soplo  de  tragedia.  Un  huracán  de  vida.  

    Un  martillo  extraviado  que  golpea  al  herrero.  

    Una  tela  que  rasga  a  su  sastre  a  la  medida.  

    Una  estatua  formada  con  pétalos  y  acero.  

    Un  niño  que  pregunta  su  verdadero  nombre.  

    El  candado  que  apresa  tras  de  sí  al  carcelero.  

    Así  es  el  hombre  a  veces.  Así  es  el  hombre.  

                                                                                                                                                                                                                     Jorge  Dágata  -­Balcarce  -­  Argentina                                                                                                                                      

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Ojos

Estos ojos de siempre cansados de goteras, de morder horizontes y mirar hacia dentro, estos ojos son solo la mirada perdida del ciego que se busca en espejos ausentes y en cristales rosados, ojos turbios que añoran esa paz de tu sueño cuando libre y desnudo sonreías dormido y despierta la vida con tambores de muerte ahora cierro los ojos y me muerdo la lengua por no lamer la herida con sabor a fracaso, por no decir "te amo" y escuchar solo eco. Mayte Sánchez Sempere – Madrid-España                        

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