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Relacin entrela Iglesia universal ylas iglesias particulares
El cardenal Kasper es obispo deRottenburg-Stuggart Alemania,
yfue profesor de Teologa en laUniversidad de Tbingen. En estetexto,
que subtitula "Una res-puesta amistosa al cardenalRatzinger",
refuta la posicin deste sobre la relacin entre laIglesia universal
y las Iglesiasparticulares, Pero, sobre todo,ofrece una cuidadosa
explicacinde su posicin, especialmentepor las amplias
consecuenciaspastorales y ecumnicas que laesa relacin tiene*.
ACERCADE LA IGLESIA
Cardenal Walter Kasper
Este texto fue publicadooriginalmente en elperidico
germanoStimmen der Zeit (diciem-bre de 2U00), y en abril deeste ao
en la revistaAmerica, de EE.UU.
t n t re los telogos catlicos "la relacinentre la Iglesia
universal y las Iglesias parti-culares" es hoy una cuestin
candente, mo-tivo de intensos debates. En 1999 publiqum opinin en
un ensayo titulado "Sobre lamisin del obispo". Fn el 2000, el
cardenalJoseph Ratzinger respondi en una conferen-cia "Sobre la
eclesiologa del Concilio Vati-cano II" y asumi una perspectiva
fuertementecrtica de mi posicin. Dado que la resolu-cin de la
cuestin tiene consecuencias demagnitud, el debate debe
proseguir.
Rara elaborar mi posicin no part de un
razonamiento abstracto sino de la experien-cia pastoral. Como
obispo de una vasta di-cesis, he podido observar cmo fue surgien-do
una brecha, que progresivamente se fuepatentizando, entre las
normas promulga-das en Roma por la Iglesia universal y
lasnecesidades y prcticas de nuestra Iglesiaparticular. Gran parte
de nuestro pueblo, in-cluso sacerdotes, no poda comprender larazn
que estaba detrs de las reglamenta-ciones provenientes del centro;
y tenda porello a ignorarlas. Esto sucedi en lo referi-do a
cuestiones ticas, disciplina sacra-
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I g l e s i a
1
M e d i a n t e s u c o n s a g r a c i n s a c r a -
m e n t a l , r e c i b e la p l e n i t u d d e l p o d e r
leyes universales.
L A PRUDENCIA EPISCOPAL
q u e n e c e s i t a p a r a g o b e r n a r su d i -
ce s i s . Es t a e s la e n s e a n z a del C o n -
cilio V a t i c a n o II.
mental y prcticasecumnicas. El obs-
V tinado rechazo a ad-ministrar la comu-nin a todos los
di-vorciados vueltos acasar y las normas al-tamente restrictivasde
hospitalidad eu-c.irstica son buenosejemplos.
Un obispo no de-bera callar o perma-necer impasible
antesemejante situacin.Sin embargo, enfren-ta un dilema difcil.Si
bien su misin esser vnculo de uninentre la Santa Sede y
su pueblo, se encuentra impelido en dos direccio-nes. Por un
lado, es miembro del colegio episcopaluniversal en solidaridad con
el Papa y sus obisposhermanos, por lo tanto debe velar por la
unidad dela Iglesia catlica. Por otro, es pastor de una
Iglrsi.iparticular, por lo que debe cuidar a su pueblo, te-ner en
cuenta sus expectativas y responder a suspreguntas. Acaso no orden
el Concilio VaticanoII que cada obispo atendiera a los fieles, en
espe-
Conceder esa libertadresponsable no significafranquear la puerta
a acuer-dos indignos. Ella no per-mite a un obispo local ha-
cer concesiones en materia de fe. Su deber es dartestimonio de
la verdad, sea oportuna o no; siempredebe respetar la integridad de
la tradicin. Sin em-bargo, ms all de los inmutables artculos de fe
ymoral, se extiende el amplio campo disciplinar de laIglesia, que
es esencialmente variable, aun cuandolas normas hayan sido creadas
para sostener, con ri-gor o laxitud, una posicin doctrinal. Nuestro
puebloconoce bien la flexibilidad de las leyes y reglamenta-ciones.
La ha experimentado en las dcadas pasadasa travs de cambios que
nadie vislumbr o ni siquie-ra imagin posibles.
Dar libertad a I os obispos I oca I es para
mplementarresponsablemente leyes universales se encuentra den-tro
de nuestra tradicin; no es contrario a ella. Desdesus comienzos, la
Iglesia ha desarrollado un amplioespectro de principios y reglas
para la adaptacin res-ponsable y flexible de las reglamentaciones
universa-les a las situaciones particulares y concretas. La
Igle-sia occidental siempre mantuvo en alta estima la vir-tud
cardinal de la prudencia. Cuando circunstanciasespeciales lo
justificaron, permiti excepciones a lasnormas generales, impuso
justicia templada por lacaridad, dio espacio a la equidad y cre un
rgimende dispensas amplio. Adems, la Iglesia reconoci alobispo
local el derecho de "excepcin" (remonstrate);es decir, la suspensin
temporaria de una nueva ley sila juzgaba perjudicial en su
territorio. La Iglesia orien-tal desarroll la doctrina y la prctica
de la oikonomin,"economa": una prudencia superior que gua a loscial
al clero?
Pero cmo puede un obispo reunir a ambas par obispos y les
permite resolver problemas que no es-tes y ayudarlas a que se
comprendan mutuamente tan bajo el alcance de las leyes.cuando sus
mentalidades estn tan distantes una de Esos principios se fundan en
la teologa misma,otra, incluso hasta el punto de sostener
posiciones en especial en la teologa de la Iglesia particular y
enrecprocamente excluyentes, como a menudo su- la funcin del
obispo. La Iglesia particular no es nicede en nuestros das? Si el
obispo intenta imponer una provincia ni un departamento de la
Iglesia uni-las normas generales inflexiblemente -como espe-
versal; es la Iglesia en un lugar determinado. El obis-ran a veces
sus superiores en Roma- es probable po local no es el delegado del
Papa sino alguien en-que su esfuerzo sea intil e incluso
contraprodu- viado por Jesucristo, quien le confi una
responsabi-cente. Si permanece pasivo, pronto se lo juzgar l idad
personal. Mediante su consagracincomo desobediente. Parece estar
atrapado en un ato-Iladero. Sin embargo, existe una salida: dar al
obis-po el necesario espacio para tomar decisiones res-ponsables en
lo que hace a la implementacin de
sacramental, recibe la plenitud del poder que necesi-la para
gobernar su dicesis. Esta es la enseanza delConcilio Vaticano
II.
La comprensin de la misin del obispo hubiera
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I I e
llevado a la descentralizacin en el gobierno de la trina de la
Fe, l sali en su defensa. La afirmacin,Iglesia. Sucedi lo
contrario: despus del Concilio se criticada por muchos, sostiene
que "en su misteriorecuper la tendencia a la centralizacin.
esencial, la Iglesia universal es una realidad anterior
ontolgica y temporalmente a cada Iglesia individual".POSICIN
DISCUTIDA Me opuse a esta teora.
En su respuesta, el cardenal Ratzinger me acusSin embargo, no
toda la carga de este proceso de proponer una comprensin de la
Iglesia carente
reaccionario debe recaer en la Curia Romana. Es pre- de
profundidad teolgica y reductora de su esencia aciso reconocer que
a veces ha debido intervenir no comunidades separadas empricamente
desarrolladas,por afn de poder sino porque algunas Iglesias parti-
Esto tergiversa malamente mi posicin y laculares parecieron olvidar
la necesidad de la unidad caricaturiza. Afirm lo opuesto en el
artculo que l-tan fuertemente enfatizada en el Nuevo Testamen-
objeta y en muchas otras publicaciones. A lo largo deto-.
Permitieron que pretendidos movimientos des- mi ministerio como
obispo, luch coherentementeplegaran un pluralismo excesivo:
particularismo lo- contra las tendencias sociolgicas que pretendan
re-cal y nacionalismo religioso.Tambin el proceso mun- clucir la
Iglesia a asambleas inconexas. Precisamentedial de "globalizacin"
plante a la Iglesia sus pro- por defender la unidad de la Iglesia
he tenido mu-pias demandas: vivimos en "una aldea", y solucio- chos
problemas.nes singulares en Iglesias particulares no siempre son
Ahora, con el propsito de evitar mayores equ-deseables; adems, la
facilidad de comunicacin en- vocos, ofrezco una cuidadosa
explicacin de mi po-tre el centro y las provincias es una fuerza
poderosa sicin. Tanto ms cuanto que considero que la solu-de
"unificacin". Menos deseable aun: las mismas cin del problema de la
relacin entre la Iglesia uni-Iglesias particulares pueden promover
la centraliza- versal y las Iglesias particulares tiene amplias
conse-
cin cuando abdican cuencias pastorales y ecumnicas.de su
responsabili-
Las mismas Iglesias par t i - dad y miran hacia DIMENSIONES
HISTRICAS DE LA IGLESIAculares pueden promo- Roma en procura de
una decisin: un ar- La relacin entre la Iglesia universal y las
Iglesiasver la central izacin cuan- did para evadir sus
particulares no puede explicarse en abstracto por la
deberes y ampararse va de deducciones tericas, porque la Iglesia
es unado abdican de SU respon- detrs de una orden realidad histrica
concreta. Bajo la gua del Espritusabilidad y miran hacia suPer i r-
* d t*P l i eSa e n la h i s t o r i a ; Pr la m i s m a
[eo{o&a de"
Sea por lo que bemos remitirnos, pues, a la historia.R o m a en
procura de una fuere, hasta ahora Las principales tendencias en
desarrollo pueden
esas actividades y discernirse entre los complejos datos
histricos.decis in: un ard id para procesos "unitivos" Las
Escrituras deben ser el punto de partida. Enevadir sus deberes V a
m - h a n ^ demasiado las cartas de Pablo, la Igesia local est en
el centro
lejos. Se ha perdido de modo claro y terminante. Cuando Pablo en
suspararse detrs de una or- e ' equilibrio adeca- principales
cartas utiliza la palabra "iglesia" iecclesia)
do entre Iglesia uni- en singular, se refiere a una Iglesia
particular o a unaden super ior . versal e Iglesias par- comunidad
determinada. Cuando habla de "iglesias"
ticulares. No se trata en plural, se refiere a varias asambleas
locales. Paraslo de mi propia Pablo la nica Iglesia de Dios cobra
vida en cada
percepcin. Es la experiencia y la queja de muchos Iglesia
particular (por ejemplo, la Iglesia do Dios enobispos en todo el
mundo1. Corinto). La Iglesia de Dios est presente en cada
lamentablemente, el cardenal Ratzinger ha enfo- una de ellas. En
las cartas del cautiverio (que encado el problema de la relacin
entre la Iglesia uni- opinin de muchos investigadores no pertenecen
aversal y las Iglesias particulares desde un punto de Pablo) este
significado de eedesia se retrotrae a losvista meramente abstracto
y terico, sin tener en cuen-ta situaciones y experiencias
pastorales concretas.Cuando objet una afirmacin de la "Carta a los
obis- Se * f i e r e a u n a posicin dada en Oxford por John
> i i i / - ' ! j i Quinn, arzobispo emrito de San Francisco,
y apos de a gesia Cato ica acerca dea gunos aspectos _? . , . .
.J,', k.\ 6 - i i i declaraciones formuladas por el cardenal Cario
Mana
de la comprensin de la Iglesia como comunin", M a r ( i n i ; a
r z o b i s p o d e M i | n y e t cardenal Franz
publicada en 1992 por la Congregacin para la Doc- Koenij>,
arzobispo emrito de viena.
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e s i a
antecedentes y la Iglesia universal como conjuntoaparece en el
centro.
En el evangelio de Lucas, la palabra ecciesia pue-de significar
tanto comunidad local como domsti-ca. Lucas ya tiene una concepcin
teolgica de laIglesia universal.
La Iglesia primitiva se desarrull a partir de co-munidades
locales. Cada una presidida por un obis-po; la nica Iglesia de Dios
estaba presente en cadauna de ellas. Porque la nica Iglesia estaba
presenteen todas y cada una, estaban en comunin. De estacomunin se
derivan prcticas: al menos se necesi-tan tres obispos para ordenar
a un obispo local; tam-bin, desde el siglo III, los obispos vecinos
se re-nen y deliberan en snodos. En el ao 325 el Con-cilio de Nicea
concedi a las muchas Iglesias unaestructura unificadora: reuni a
las Iglesias particu-lares en provincias y a stas en unidades
mayores,ms tarde llamadas patriarcados. En el 343, el Con-cilio de
Sardica continu el trabajo de organizacin;incluso cre un sistema
administrativo sobre la basede lo que hoy llamaramos pr inc ip io
desubsidiariedad. Cada Iglesia particular mantuvo suimportancia,
pero ninguna obtuvo autonoma. Exis-tan dentro de un sistema de
comunin de iglesiasmetropol tanas y patriarca les. Todas el las
juntas cons-tituan la Iglesia universal.
Desde los tiempos primitivos y dentro del siste-ma de comunin,
la Sede romana asumi cierta res-ponsabilidad y autoridad. Al
comienzo delsiglo II, Ignacio de Antioqua se refera a laIglesia
romana como "la que preside en lacaridad", hsta referencia no
constitua unadeclaracin de la jurisdiccin universal enmateria
doctrinal y disciplinar; significabaque la Iglesia romana era la
autoridad con-ductora y orientadora cuando se trataba dedeterminar
cul era la esencia del cristia-nismo. Si bien Roma fue la primera
de lassedes episcopales, su poder estaba circuns-cr i to. Los
decretos del Conc i l io deConstantinopla en 381 (canon 3) y del
Con-cilio de Calcedonia en 451 (canon 28)muestran claramente que la
autoridad delobispo de Roma posea carcter deliderazgo moral. Rara
la Iglesia oriental estaautoridad no conllevaba poder
jurisdiccio-nal, pero era ms que un mero primadohonorfico. En suma,
la eclesiologa delprimer milenio exclua la parcialidad tan-to en
favor de las Iglesias particulares comode la Iglesia universal.
Si bien este resumen histrico es breve.
contiene1 datos de importancia fundamental para lareflexin
teolgica ulterior, precisamente porque pro-vee informacin acerca de
convicciones y prcticasque en el primer milenio eran comunes a las
Iglesiasorientales y occidentales. Lo que ha sido nuestro
pa-trimonio comn en el pasado puede ser nuestra guacomn en el
presente.
ECLESIOLOGA DE LA COMUNIN
En 1976 en una conferencia pronunciada en Graz,Austria, el
cardenal Ratzinger afirm: "Lo que fueposible en la Iglesia durante
1.000 aos no puede serimposible hoy. En otras palabras, Roma no
puede de-mandar a Oriente ms reconocimiento de la doctrinadel
primado que el conocido y practicado en el pri-mer milenio". La as
llamada "proposicin Ratzinger"fue bien recibida, tuvo amplio eco y
lleg a ser eltema principal de varios dilogos ecumnicos.
La proposicin adquiere mayor significacin aundespus de la
separacin del Este. Es decir, desde elcomienzo del segundo milenio,
Occidente desarro-ll una nueva concepcin de la Iglesia que puso
n-fasis en la universalidad. Esta tendencia culmin atri-buyendo
toda la autoridad al Papa. No obstante, To-ms de Aquino se mantuvo
indiferente respecto deesa doctrina; y se opuso a Buenaventura,
quien laapoyaba.
La doctrina de la autoridad papal absoluta y ex-
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i g l e s i a
I
El cardonalKasperconsideraque louniversalexiste en
unarealidadconcreta
elusiva desempe un papel importante en la luchacontra el
conciliarismo, la reforma protestante, el ab-solutismo de Estado,
el galicanismo y el josefinismo.El Concilio Vaticano I la reforz
con su enseanzasobre el primado de la jurisdiccin papal.
Finalmen-te el Cdigo de Derecho Cannico de 191 7 sell este
desarrollo.El Concilio Vaticano II
busc revivir las creenciasy actitudes de la Iglesiaprimitiva
tratando de ar-monizarlas con las del Va-ticano I. lo hizo
exitosa-mente a travs de sus dis-posiciones referidas a laIglesia
local, al carctersacramental de la ordena-cin episcopal y la
cole-gialidad episcopal. Des-pus del Concilio hubo unesfuerzo por
luminar elsignificado pleno de susenseanzas a travs deuna
"eclesiologa de co-munin". En 1985 el S-nodo extraordinario
deObispos estableci quecomunin era la idea cen-
tral y fundacional del Concilio Vaticano II. Este enfo-que ha
ido ganando reconocimiento: la idea de"communio" ha ocupado el
lugar central como metacomn del movimiento ecumnico.
Fn 1992 la Congregacin para la Doctrina de laFe en su "Carta a
los Obispos sobre algunos aspectosde la Iglesia comprendida como
comunin", enfocla cuestin de modo fundamentalmente positivo.Objet
correctamente una eclesiologa parcial queotorgaba peso excesivo a
las Iglesias particulares yconsideraba a la Iglesia universal como
el resultadofinal de la suma de Iglesias particulares.
Ciertamen-te, segn la enseanza del Vaticano II, las
Iglesiasparticulares y la Iglesia universal existen cada una enlas
otras. La Congregacin, sin embargo, excedi loslmites de la doctrina
conciliar de que la Iglesia uni-versal existe "en y a partir de"
las Iglesias particula-res. La Congregacin afirm que las Iglesias
particu-lares existen "en y a partir de" la Iglesia universal. Ycon
el propsito de impugnar la tesis del primado dela Iglesia local
propuesta por algunos telogos, ex-puso la tesis de la "prelacin
ontolgica e histricade la Iglesia universal".
Sobre la base de los datos histricos examinados,surgen muchos
interrogantes respecto de la posicin
de la Congregacin. Por cierto, provoc profusas cr-ticas que
llevaron a una clarificacin cuasi oficialun ao despus de la
publicacin del documento.
FUNDAMENTOS ECLESIOLGICOS COMUNES
Antes de explicar mi posicin, quiero establecerlos puntos
doctrinales en los que el cardenalRatzinger y yo estamos de
acuerdo. En la medida delo posible quiero evitar toda
tergiversacin. La doc-trina comn que los telogos catlicos deben
acep-tar puede resumirse en tres puntos:
1. Jesucristo quera slo una nica Iglesia. Poresta razn
profesamos en el Credo que "creemos enla Iglesia una, santa,
catlica y apostlica". As comocreemos en un solo Dios, en un
Jesucristo redentor,un Espritu, un bautismo, creemos, por lo tanto,
enuna Iglesia. Esta "unidad" no est en un futuro idealque nos
esforzamos por alcanzar a travs del movi-miento ecumnico: la
Iglesia una existe en el pre-sente. Sin embargo, no es una "suma de
fragmentosde la nica Iglesia" (como si hoy cada iglesia fueraun
mero fragmento d1 la nica Iglesia). La nica Igle-sia de Cristo
"subsiste" en la Iglesia catlica roma-na; est presente
concretamente en ella misma, apesar de todas sus debilidades, por
la fidelidad doDios a lo largo de la historia.
2. La nica Iglesia de Jesucristo existe "en y apartir de" las
Iglesias particulares. Existe, por lo tan-to, en cada Iglesia
local; est presente all especial-mente en la celebracin de la
Eucarista. Es por elloque no puede haber Iglesia particular aislada
sinoslo en comunin con todas las dems Iglesias par-ticulares. As
como la Iglesia universal se forma "eny a partir de" las Iglesias
particulares, cada Iglesialocal existe "en y a partir de" la nica
Iglesia de Cris-to. La unidad de la Iglesia universal es unidad
encomunin, Excluye todo egocentrismo e indepen-dencia nacional en
las Iglesias particulares. Las Igle-sias particulares y la Iglesia
universal se incluyen mu-tuamente cada una en las otras.
3. As como las Iglesias particulares no son me-ras extensiones o
provincias re la Iglesia universal,la Iglesia universal no es la
mera suma de Iglesiasparticulares. Las Iglesias particulares y la
Iglesia uni-versal estn ntimamente unidas. Comparten la mis-ma
existencia; viven unas en la otra. La Iglesia no seasemeja a una
federacin de varios Estados ni tam-poco a un Estado gobernado
centralmente. Su es-tructura constitucional es nica; ninguna
ciencia so-cial puede explicarla. Su unidad es finalmente
unmisterio. Se constituye segn la imagen de la Trini-dad: un Dios
en tres personas. La unidad de la Igle-
ib .
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I g l e s i a
sia no es uniformidad, incluye diversidad.AI afirmar estos tres
puntos, pienso que estoy en
sustancial acuerdo con Henrt de Lubac, quien ex-pres esas
condiciones bsicas en una frmula con-cisa: "Siempre1 que haya
presencia e inclusin mu-tuas habr perfecta relacin". La Congregacin
parala Doctrina de la Fe rebas esas condiciones cuandoutiliz la
"doctrina de la mutua inclusin" para afir-mar el primado de la
Iglesia universal. Rara validaresta afirmacin se requeriran pruebas
vlidas.
PUNTOS DE DESACUERDO
El cardenal Katzinger defiende la tesis del prima-do histrico y
ontolgico de la Iglesia universal so-bre las Iglesias particulares
con argumentos prove-nientes de fuentes histricas y estudios
sistemticos.
Plantea que la doctrina del primado de la Iglesiauniversal surge
de la historia del acontecimiento dePentecosts narrado por Lucas en
los Hechos de losApstoles. "A travs del tiempo, la Iglesia nace el
dade Pentecosts. Es la comunidad de los cientoveintecon Mara y los
doce Apstoles. Los Apstoles repre-sentan all la nica Iglesia; ms
tarde sern los fun-dadores de las Iglesias particulares. Ellos son
los por-tadores de un mensaje enviado al mundo entero. LaIglesia ya
habla todas las lenguas".
Esta argumentacin es altamente cuestionable.Muchos exgetas
sostienen que el "acontecimientode Pentecosts" en los Hechos de los
Apstoles esuna construccin de Lucas. Tambin ocurrieron si-milares
"acontecimientos de Pentecosts", probable-mente desde el comienzo,
en las comunidades deGalilea. Por su parte, Michael TheobaldJ seala
co-rrectamente que la narracin del "acontecimiento dePentecosts" no
se refiere a la Iglesia universal comotal, sino a la reunin de la
dispora juda que en eltranscurso del tiempo, con la gua del Espritu
Santo,
se expandir en una Iglesia de todas las naciones. Estoes lo que
Lucas procuraba mostrar. La historia correc-ta de los comienzos de
la Iglesia se encuentra amplia-mente en los relatos de su expansin
inicial y no enpasajes aislados de Lucas acerca de Pentecosts.
Indudablemente, el cardenal Ratzinger es cons-ciente de la
debilidad de sus argumentos histricosporque admite la dificultad de
una prueba histrica;por lo tanto la cuestin debe decidirse, en
definitiva,sobre la base de la conexin intrnseca entre la
Iglesiauniversal y las Iglesias particulares. La fortaleza de
laprueba del primado ontolgico (distinto del histrico)es as el
asunto ms importante.
Pero, en qu consiste esta "prueba"? Sorprenden-temente, el
cardenal Ratzinger funda su teora del pri-mado ontolgico en una
tesis acerca de la preexisten-cia de la Iglesia. l encuentra la
justificacin para esatesis en las palabras del apstol Pablo, quien
habla dela Jerusaln celestial como nuestra madre, como laciudad del
Dios vivo, la asamblea ccclesia- de losprimognitos cuyos nombres
estn escritos en el cielo(ver Heb 12,22 ss). Clemente, Orgenes y
Agustn,Padres de la Iglesia, comentaron ampliamente estetexto.
Asimismo, la idea de "preexistencia" tena suparalelo en el judaismo
primitivo: era una opinin di-fundida que laTorah constitua una
realidad celestialantes de la creacin del mundo. Concepciones
simi-lares eran corrientes en otras religiones y en las es-cuelas
de filosofa platnica.
Sobre la base de esta doctrina de la preexistenciade la Iglesia,
san Pablo sostiene que la Iglesia no esproducto de circunstancias,
desarrollos y decisioneshistricos accidentales sino que est fundada
en laeterna voluntad salvadora de Dios. Sus orgenes ya-cen en el
misterio eterno del Dios salvador. Esto esprecisamente lo que Pablo
est enfatizando cuando
Profesor de Teologa en el Centro Sevres, Pars.
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11 g I e s i a
en sus cartas habla del misterio de la salvacin eter-na, oculto
en los primeros tiempos, pero que se ma-niiesla ahora en la Iglesia
y a travs de ella (Ef 1, 3-14; 3, 3-12; Col 1,26ss).
Esa preexistencia de la Iglesia no puede ser dis-cutida; es
indispensable para la correcta compren-sin teolgica de la Iglesia.
Pero no es un argumentoa favor del primado ontolgico de la Iglesia
univer-sal. Quin puede afirmar que cuando Pablo hablade la
preexistencia de la Iglesia en la voluntadsalvfica de Dios, se
refiere slo a la Iglesia universaly no a la Iglesia histrica
concreta que existe "en y apartir do" las Iglesias particulares?
Quin dira quela nica Iglesia histrica que existe "en y a partir
de"las Iglesias particulares no preexiste en plenitud enel misterio
de Dios?
Los textos paulinos acerca de la preexistencia dela Iglesia no
resisten la tesis acerca de la preexisten-cia de la Iglesia
universal. Sin embargo, s soportanla doctrina que defiendo, junto
con otros, de la pre-existencia simultnea de la Iglesia universal y
las Igle-sias particulares.
Las reflexiones del cardenal Ratzinger fracasan alprobar e!
primado de la Iglesia universal, as comofracasaron los argumentos
histricos. La preexisten-cia de la Iglesia debe ser comprendida
como la Igle-sia concreta que es "en y a partir de" las Iglesias
par-ticulares. Un telogo como Henri de Lubac afirm:"Una Iglesia
universal que tuviera una existencia se-parada o que alguien
pudiera imaginar corno exis-tente fuera de las Iglesias
particulares es una meraabstraccin". Explic adems: "Dios no ama
abstrac-ciones vacas. Ama a seres humanos concretos decarne y
hueso. La voluntad salvfica eterna de Diosquioro la encarnacin del
Logos en vista de la Iglesiaconcreta compuesta por gente de carne y
hueso".
U N A CUESTIN LIBREMENTE DISPUTADA
Cuando se examina crticamente la cuestin del"primado de las
Iglesias", resulta evidente que eldebate no se plantea acerca de un
punto cualquierade "doctrina catlica". El conflicto es entre
opinio-nes teolgicas y premisas filosficas subyacentes. Unlado
[Ratzinger] cultiva el mtodo platnico; su puntode partida es el
primado de una idea que es un con-cepto universal. El otro [Kasper]
sigue el enfoquearistotlico y considera que lo universal existe
enuna realidad concreta. Este enloque, por cierto, nodebera ser mal
interpretado como que todo conoci-miento se reduce a meros datos
empricos.
La controversia medieval entre escuelasplatnicas y aristotlicas
era un debate dentro de los
parmetros de la fe catlica comn. Buenaventura yToms de Aquino
eligieron diferentes caminos en suenfoque de cuestiones teolgicas,
incluyendo el temade la autoridad universal del Papa. Sin
embargo,ambos son honrados como doctores de la Iglesia;ambos son
venerados como santos. Si en la EdadMedia se admita semejante
diversidad, por qu nopuede ser posible hoy?
CONSECUENCIAS PARAEL MOVIMIENTO ECUMNICO
La resolucin de la relacin entre Iglesia universale Iglesias
particulares tiene decisiva importancia p.iralas situaciones
pastorales que mencion al principiode este artculo. Originalmente,
consider la cuestincomo un tema pastoral dentro de la Iglesia.
Ahora loveo como un problema clave que afecta nuestras rela-ciones
con otras Iglesias cristianas. La meta del movi-miento ecumnico es
"unidad a travs de la comu-nin de las Iglesias", unicidad en
comunin.
En el vasto mundo ecumnico, no podemos de-fender creblemente esa
meta a menos que en nues-tra Iglesia catlica promovamos una sana
relacinentre la Iglesia universal y las Iglesias particulares;es
decir, a monos que promovamos la unidad y ladiversidad. Un nfasis
parcial en la universalidadest destinado a desportar dolorosos
recuerdos yprovocar desconfianza; decepciona a los demscristianos.
En nuestros dilogos con las Iglesias pro-testantes y ortodoxas
(comunidades eclesiales) esimportante dejar claro que una Iglesia
particularno puede ser plenamente una Iglesia de Jesucristofuera de
la comunidad que es universal. Esa "unidad en comunin" no limita
las legtimas tradicio-nes de la Iglesias particulares; les brinda
espaciopara la libertad. Ninguna comunidad cristiana po-dr
encontrar otro camino hacia la plenitud de laIglesia de Cristo.
Ese equilibrio entre la Iglesia universal y las Igle-sias
particulares no se opone al ministerio del Papa-do, sino todo lo
contrario: el Papado tiene comoprincipal misin crear ese
equilibrio. La misin delPapa es "fortalecer a sus hermanos". Por lo
tanto,debe fortalecerlos y mantenerlos juntos en la uni-dad del
episcopado y las Iglesias particulares. JuanPablo II invit a las
Iglesias a un dilogo ecumnicopara considerar cmo todo esto puede
llevarse acabo en el orden concreto.
Cuando el Papa formula una invitacin a un di-logo tan amistoso,
no puedo resultar improcedenteexpresar la propia opinin respecto de
la relacinentre la Iglesia universal y las Iglesias locales.*