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EPIS I - RESUMEN DE TODO EL AÑO UNIDAD TEMÁTICA Nº 1 a) El lugar de la metapsicología. La metapsicología y el descentramiento del sujeto. Lacan, Seminario 2: El yo en la teoría de Freud y en la Técnica psicoanalítica. CI 1: Psicología y metapsicología. Kuri, C., Vigencia de lo metapsicológico, en Cuadernos de Metapsicología I. b) La transmisión de la práctica analítica. Freud, Conferencia 1: “Introducción”. Freud, Conferencia 16: “Psicoanálisis y Psiquiatría”. EL LUGAR DE LA METAPSICOLOGÍA. Los fundamentos históricos de la metapsicología freudiana Assoun, en “Introducción a la epistemología freudiana” sostiene que el saber analítico se concibe como una especie de intervalo imaginario que explora un espacio transitorio. Su validez y su especificidad quedan tanto mejor aseguradas cuanto que se piensa como ese intervalo. ¿Qué se entiende por esa representación del intervalo? En primer lugar que la tópica se establecerá cuando se determine el nexo con el substrato anatómico, lo que incumbe a la anatomía. En segundo, que la dinámica se dilucidará cuando se descubra la sustancia química cuyo proceso determina la fuerza, lo que incumbe a la química. Y por último, que la económica quedará asegurada cuando se realice el imperativo de medición, lo que incumbe a la física. El psicoanálisis se sitúa en el cruce de la tópica, de la dinámica y de la económica inacabadas. Vive de esa falta de conclusión, por eso su palabra clave es “provisional”, cuando se considera la cuestión del dispositivo del saber. Todo el saber analítico se reflejará forzosamente en las estructuras y los procedimientos concebidos por la ciencia de su tiempo y codificados en los modelos epistemológicos de sus maestros. El psicoanálisis como forma de saber que interviene en el espacio de lo inacabado, se realizará en su muerte, al alcanzar el límite de su perfección epistémica, absorbida por los demás saberes. Si se imagina las correlaciones anatómicas fijadas, las sustancias químicas descubiertas, las mediciones realizadas, tópica, dinámica y económica acabadas; al cerrarse el campo, el psicoanálisis acabado como edificio metapsicológico se volvería un punto imaginario en los confines de una anatomía, de una física y de una química acabadas. Su muerte y su perfección se conjugan, pues, en su imaginario científico. Mientras tanto, el psicoanálisis reivindica su autonomía en la carencia. La metapsicología y el descentramiento del sujeto. Carlos Kuri, al preguntarse qué lugar y qué intervención tiene lo actual y plantear la preguntar por la superación (¿Lacan es la superación de Freud?) incluye a la metapsicología como episteme de Assoun, junto con la 1
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EPIS 1 resumen epec

Mar 12, 2023

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EPIS I - RESUMEN DE TODO EL AÑO

 UNIDAD TEMÁTICA Nº 1

a)      El lugar de la metapsicología. La metapsicología y eldescentramiento del sujeto.Lacan, Seminario 2: El yo en la teoría de Freud y en la Técnicapsicoanalítica. CI 1: Psicología y metapsicología.Kuri, C., Vigencia de lo metapsicológico, en Cuadernos de MetapsicologíaI. 

b)      La transmisión de la práctica analítica.Freud, Conferencia 1: “Introducción”.Freud, Conferencia 16: “Psicoanálisis y Psiquiatría”.    EL LUGAR DE LA METAPSICOLOGÍA. 

Los fundamentos históricos de la metapsicología freudiana

Assoun, en “Introducción a la epistemología freudiana” sostiene que el saber analítico se concibe como una especie de intervalo imaginario queexplora un espacio transitorio. Su validez y su especificidad quedantanto mejor aseguradas cuanto que se piensa como ese intervalo.¿Qué se entiende por esa representación del intervalo? En primer lugarque la tópica se establecerá cuando se determine el nexo con el substratoanatómico, lo que incumbe a la anatomía. En segundo, que la dinámica sedilucidará cuando se descubra la sustancia química cuyo proceso determinala fuerza, lo que incumbe a la química. Y por último, que la económicaquedará asegurada cuando se realice el imperativo de medición, lo queincumbe a la física.El psicoanálisis se sitúa en el cruce de la tópica, de la dinámica y dela económica inacabadas. Vive de esa falta de conclusión, por eso supalabra clave es “provisional”, cuando se considera la cuestión deldispositivo del saber.Todo el saber analítico se reflejará forzosamente en las estructuras ylos procedimientos concebidos por la ciencia de su tiempo y codificadosen los modelos epistemológicos de sus maestros.El psicoanálisis como forma de saber que interviene en el espacio de loinacabado, se realizará en su muerte, al alcanzar el límite de superfección epistémica, absorbida por los demás saberes. Si se imagina lascorrelaciones anatómicas fijadas, las sustancias químicas descubiertas,las mediciones realizadas, tópica, dinámica y económica acabadas; alcerrarse el campo, el psicoanálisis acabado como edificio metapsicológicose volvería un punto imaginario en los confines de una anatomía, de unafísica y de una química acabadas. Su muerte y su perfección se conjugan,pues, en su imaginario científico. Mientras tanto, el psicoanálisisreivindica su autonomía en la carencia. La metapsicología y el descentramiento del sujeto.

Carlos Kuri, al preguntarse qué lugar y qué intervención tiene lo actualy plantear la preguntar por la superación (¿Lacan es la superación deFreud?) incluye a la metapsicología como episteme de Assoun, junto con la

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metapsicología bajo el dominio de la hermenéutica de Ricouer y laampliación en manos de Green y dice, sobre esto, que ninguno de los tresse encuentran en la dirección en que se entiende la vigencia de lometapsicológico.Assoun entiende vorläufig (provisorio) como un intervalo imaginario y nocomo una acción discursiva, esto es, entiende que el intervalo es unespacio de inacabamiento y no un modo discursivo de la alteridad. Sicreemos que la metapsicología es una episteme y no un estado o un modo deargumentar, el intervalo ha de quedar quieto entre lo que se juega enesas tres dimensiones de la metapsicología. En ese intervalo Freudinstaura una verdadera retórica como vehículo de las razones analíticas.Es la retórica freudiana la que hace funcionar a lo provisoria (el “digoesto por ahora”).Considerar esto, hace posible afirmar que la potencia de lo provisionalreside en el modo metapsicológico de ensayar razones de carácter generalfrente al apremio de una práctica de lo singular.El nombre de metapsicología, que históricamente avisa que los argumentosclínicos necesitan exceder el recurso a la conciencia, es lo que dainicio a la conversación entre analistas, inaugura un tráfico de términosy explicaciones que tendrá que ver también con la vigencia que se quierejustificar, con un modo de dar razones de lo clínico que se emancipa deun orden de razones apuntalados en la episteme.Comienza allí el trabajo de retórica freudiana, de rectificación de lostérminos y de sus acentos semánticos, en definitiva una tarea con “lootro del concepto”.Aquí se juntan entonces lo esotérico con lo provisional: lejos deestablecer una identidad, estabilidad de la episteme, cohesión y unidadde un saber, prepara las condiciones para la ocasión de lo ad hoc, propiodel pensamiento metapsico-lógico (provisional): que podamos cambiar derumbo cuando las circunstancias clínicas lo requieran.Kuri, para situar los puntos que en Lacan se transcribe lometapsicológico  y el modo en que su discurso se sitúa en unainterlocución con los problemas abiertos por Freud,  sostiene que paraleer la metapsicología freudiana es indispensable servirse de ladistinción de platos y relaciones expresada por los términos simbólico,imaginario y real.Lacan, Seminario 2, Psicología y Metapsicología (Cap. Dos, párrafo tres),parafraseando, en cierta manera, y corrigiendo, también en cierta manera,alude al dicho del poeta Rimbaud: yo es otro. De esta manera Jacques,pone de relieve que el inconciente escapa por completo al círculo decertidumbres mediante las cuales el hombre se conoce como yo. Es fuera deeste campo donde existe algo que posee todo el derecho a expresarse poryo(je), y que demuestra este derecho en la circunstancia de ver la luzexpresándose a título de yo (je). Lo que en el análisis viene aformularse como el yo (je), es precisamente lo más desconocido por elcampo del yo. Con Freud, el yo (je) es distinto del yo. Con Freud, elsujeto no se confunde con el individuo.Dice al respecto, en el mismo capítulo, en el párrafo siete, que elsujeto como tal, funcionando en tanto que sujeto, es otra cosa y no unorganismo que se adapta: toda su conducta habla desde otra parte, nodesde ese eje que podemos captar cuando lo consideramos como función enun individuo. El sujeto está descentrado con respecto al individuo. Yo esotro quiere decir eso.Cuando Lacan (Cap. Tres, segundo párrafo), se pregunta retóricamentesobre por qué Freud decide introducir las “nuevas nociones”

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metapsicológicas, denominadas tópicas (yo, superyó y ello) evoca a lacrisis de la técnica analítica expresada por los testigos históricos delos años 1910 y 1920. Termina afirmando ya, al final del capítulo, más precisamente en elpárrafo seis, que lo que Freud introdujo a partir de 1920 son lasnociones suplementarias entonces necesarias para mantener el principiodel descentramiento del sujeto.       UNIDAD TEMÁTICA Nº 2

a)      Esquemas freudianos del aparato psíquico. Diferencia y relacióndel esquema de la Carta 52 y el esquema de Interpretación de los sueños.Freud, “Fragmento de la correspondencia con Fliess”. Carta 52.Freud, “La interpretación de los sueños”. Cap. VII: Sobre la psicologíade los procesos oníricos Pto A El olvido de los sueños; Pto. B Laregresión.Kuri, Carlos, “Cuadernos en Metapsicología II”, Carta 52.b)      Naturaleza psíquica del desear: diferencia entre necesidad ydeseo a partir de la vivencia de satisfacción. Huellas mnémicas y funcióndel Otro (versiones: Interpretación de los sueños y Proyecto). Identidadde percepción e identidad de pensamiento; problemas inherentes alPrincipio de realidad. Introducción a la noción de fantasía (realidadpsíquica, fantasía y síntoma).Freud, “La interpretación de los sueños”. Pto. C Acerca del cumplimientode deseos.Freud, “Proyecto de psicología”. Pto. 11 La vivencia de satisfacción.Freud, “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”.Freud, “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”c)     Proceso primario y secundario. Leyes de condensación ydesplazamiento (su transcripción en metáfora y metonimia). Condición defigurabilidad. El sueño de la inyección de Irma. Freud, “La interpretación de los sueños”, Cap VI: El trabajo del sueño.Pto. A El trabajo de condensación; Pto. B El trabajo de desplazamiento(descentramiento); Pto. D El miramiento por la figurabilidad.Freud, “La interpretación de los sueños”, Cap VII Pto. E El procesoprimario y el proceso secundario. La represiónFreud, “La interpretación de los sueños”, Cap. II El método de lainterpretación de los sueños. Análisis de un sueño paradigmático. 

Lacan, Seminario 3 “Las Psicosis”. Cap. XVII Metáfora y metonimia I; Cap.XVIII Metáfora y metonimia II.Kuri, Carlos; Introducción al psicoanálisis. Clase 9. Representación-cosa,Representación-palabra. Condición de figurabilidad y texto del sueño. Metáfora ymetonimia. 

 

d)      El concepto de pulsión. Sentido del “concepto límite”(apuntalamiento y ruptura). Elementos y destinos de la pulsión.Freud, “Pulsiones y destinos de pulsión”.Lacan, “Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales delpsicoanálisis.” Cap. XII La sexualidad en los desfiladeros del

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significante. Cap. XIII. Desmontaje de la pulsión. Cap. XIV La pulsiónparcial y su circuito.Rodríguez Solano, “Pulsión <> Amor” e)      Los tres tiempos de la represión. Represión originaria: Pulsión yrepresentante, fijación y estructuración del aparato psíquico. Función dela contrainvestidura. El concepto de vorstellungsrepräsentanz: suimportancia en el problema de la representabilidad y sus alternativas detraducción. Represión secundaria: función de la contrainvestidura. Dosversiones en torno al síntoma: 1. Destinos del representante y del montode afecto; 2. Objeción freudiana a los sentimientos inconcientes.Freud, “La represión”. f)       Lo inconciente: Distintas hipótesis sobre el pasaje deinconciente a preconciente. Representación cosa y representación palabra(antecedente freudiano a la formulación de Lacan “el inconciente estáestructurado como un lenguaje”). Revisión de lo tópico, lo económico y lodinámico. Freud, “Lo inconciente”.Freud, “Lo inconciente”, Cap. I, II, III, VII. Y apéndice C: Palabra ycosa. g)      Significante y sujeto en Lacan (una introducción).Lacan, “Seminario 11. El sujeto y el otro (II), La afanesis.Lacan, “Seminario 5. Las formaciones del inconciente”, Clase 1 (del 6 denoviembre de 1957).   ESQUEMAS FREUDIANOS DEL APARATO PSÍQUICOCarta 52

En la Carta 52 dirigida a Fliess, Freud trabaja en el supuesto de que elmecanismo psíquico se ha generado por estratificación sucesiva, pues detiempo en tiempo el material preexistente de huellas mnémicas experimentaun reordenamiento según nuevos nexos, una retrascripción. La tesis de suteoría es que la memoria no preexiste de manera simple, sino múltiple,está registrada en diversa variedades de signos.Ilustra un esquema, en el que se supone que las diversas trascripcionesestán separadas también según sus portadores neuronales (de una manera nonecesariamente tópica) P son neuronas donde se generan las percepciones a que se anudaconciencia, pero que en sí no conservan huella alguna de lo acontecido.Es uqe conciencia y memoria se excluyen entre sí.Ps (signos de percepción) es la primera trascripción de las percepciones,por completo insusceptible de conciencia y articulada según unaasociación por simultaneidad.Ic (inconciencia) es la segunda trascripción, ordenada según otros nexos,tal vez causales. Las huellas Ic quizá  correspondan a recuerdos deconceptos, de igual modo inasequibles a la conciencia.Prc (preconciencia) es la tercera retrascripción, ligada arepresentaciones-palabra, correspondiente a nuestro yo oficial. Desdeesta Prc, las investiduras devienen concientes de acuerdo con ciertasreglas, y por cierto que esta conciencia—pensar secundaria es de efectoposterior en el orden del tiempo, probablemente anudada a la reanimación

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alucinatoria de representaciones-palabra, de suerte que las neuronas-conciencia serían también neuronas-percepción y en sí carecerían dememoria.Freud destaca que las trascripciones que se siguen unas a otrasconstituyen la operación psíquica de épocas sucesivas de la vida. EN lafrontera entre dos de estas épocas tiene que producirse la traducción delmaterial psíquico. Y me explico las peculiaridades de las psiconeurosispor el hecho de no producirse la traducción para ciertos materiales, locual tiene algunas consecuencias. Hay una tendencia hacia la nivelacióncuantitativa. Cada reescritura posterior inhibe a la anterior y desvía deella el proceso excitatorio. Toda vez que la reescritura posterior falta,la excitación es tramitada según las leyes psicológicas que valían parael período psíquico anterior y por los caminos de que entonces sedisponía. Subsistirá así un anacronismo, en cierta provincia regirántodavía unos fueros; aparecen relictos.La denegación de la traducción es aquello que clínicamente se llamarepresión. Motivo de ella es siempre el desprendimiento de displacer quese generaría por traducción, como si este displacer convocada a unaperturbación de pensar que no consintiera el trabajo de traducción.Dentro de la misma fase psíquica, y entre trascripciones de la mismavariedad, se pone en vigencia una defensa normal a causa de un desarrollode displacer; una defensa patológica, en cambio, sólo existe contra unahuella mnémica todavía no traducida de una fase anterior.Que la defensa termine en una represión no puede depender de la magnituddel desprendimiento de displacer. Si un suceso A despertó ciertodisplacer cuando era actual, la trascripción-recuerdo AI O AII contieneun medio para inhibir el desprendimiento de displacer en caso de re-despertar. Cuanto más a menudo se recuerde, tanto más inhibido terminarápor quedar ese desprendimiento. Ahora bien, hay un caso para el cual lainhibición no basta: Si A cuando era actual desprendió cierto displacer,y al despertar desprende un displacer nuevo, entonces no es inhibible. ELrecuerdo se comporta en tal caso como algo actual. Y ello sólo es posibleen sucesos sexuales, porque las magnitudes de excitación que ellosdesprenden crecen por sí solas con el tiempo (con el desarrollo sexual).El suceso sexual en una fase produce entonces efectos como si fueraactual y es, por tanto, no inhibible en una fase siguiente. La condiciónde la defensa patológica (represión) es, entonces, la naturaleza sexualdel suceso y su ocurrencia dentro de una fase anterior.La reproducción, es una vivencia sexual que no desprenden displacer, sinoplacer, un placer no inhibible que constituye una compulsión. Cuando unavivencia sexual es recordada con diferencia de fase, a raíz de undesprendimiento de placer se genera compulsión; a raíz de undesprendimiento de displacer, represión. EN ambos casos la traducción alos signos de la nueva fase parece estar inhibida.  La interpretación de los sueños 

Diferencia y relación de ambos esquemas psíquicos

En “Cuadernos de metapsicología II”, Carlos Kuri introduce un análisisque gira en torno a las diferencias y semejanzas presentes en la Carta52, como inicio del aparato psíquico, con sus dos mecanismoscorrespondientes, transcripción y traducción (siendo los primerosbosquejos de la represión), y el aparato psíquico de “La interpretaciónde los Sueños”.

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En la Carta 52, dice, se encuentra el esquema fundante del aparatopsíquico, fundamentalmente tópico, y en cada lugar, en cada topos, seproduce un reordenamiento diferente del material.El dibujo de Freud va del polo perceptual (de excitación) al polo motor.Sin embargo hay que destacar que, al dibujar, Freud “achata”.  El ingresodel estímulo (P), el polo perceptual, se encuentra en contacto con elpolo motor (M), los extremos coinciden. Observando esta separación enbase al aplanamiento hay que señalar que lo esencial de este gráfico y deeste esquema del aparato psíquico no son los extremos, no son el comienzoy el final, sino que es lo que Freud coloca en el medio, justamente loque produce el aparato freudiano es lo que coloca entre Percepción yMotricidad: una memoria múltiple; lo señala expresamente al considerarque la consecuencia de fundar la diferencia entre Memoria y percepción yla idea de memoria múltiple fundan una nueva psicología. Hay tres lugares psíquicos, tres instancias o sistemas mnémicos ya quePercepción y Motricidad no son memoria, sino sitios de pasaje, es decirque tanto memoria y percepción como memoria y motricidad se excluyen. Loque equivale a decir que aquello que llamamos sistemas mnémicos no son nila percepción ni la motricidad, sino estos tres sistemas (Ps - Ic - Prc).Cuando hablamos de Sistema I, Sistema II y Sistema III estamos hablandode estas tres instancias que se encuentran en el medio.Cada uno de estos lugares Freud los nombre, como sistema de SignosPerceptuales (el primero), Inconciente (el segundo) y Preconciente (eltercero); en cuanto a este último hay que notar que lo que efectivamentees sistema es lo Preconciente, pero no exactamente la conciencia, quehabría que entenderla como la extensión fenomenológica del preconciente ypunto de superposición con la motricidad; es decir, Percepción yConciencia no tienen memoria.La primera transcripción, dice Freud, la del sistema en SignosPerceptuales, ya es exactamente eso, no una primera inscripción, sino unaprimera transcripción, que nos hace pensar que la primera copia,pretendidamente la más genuina, sucumbe ya, y es sólo un vestigio perdidoen la primera transcripción.De lo que ingresa, del percepto, las huellas mnémicas han de registrartres versiones, tres versiones de lo mismo. Los sistemas mnémicosempiezan a alterar, a deformar lo que ingresa por el polo perceptual,sencillamente por el hecho de que esta X no funciona y no significa lomismo que la misma X transcrita en el Sistema Inconciente, ni que lamisma X transcripta en el Sistema Preconciente. Cada transcripción de lasX supone un reordenamiento del grupo de huellas; estos grupos de Xintentan ilustrar a las huellas mnémicas y a sus distintosreordenamientos. Cada reordenamiento está dominado por leyes diferentes;el modo de funcionamiento, la legalidad del Sistema I no es el mismo queel del II, ni el del III. Las distintas leyes están determinando cadasistema.El mecanismo de transcripción y retranscripción es el que domina demanera general en el aparato psíquico de la carta. Cada reescrituraposterior inhibe a la anterior y desvía de ella el proceso excitatorio.Toda vez que la reescritura posterior falta, la excitación es tramitadasegún las leyes psicológicas que valían para el período psíquicoanterior, y por los caminos de que entonces se disponía. Subsistirá asíun anacronismo, en cierta provincia regirán todavía unos fueros; aparecenrelictos. Digamos entonces que apoyado en la diferencia que introduce enel problema de traducción se ubica el primer esbozo de la represión; la

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traducción, y en realidad específicamente la no traducción, estáseñalando un tropiezo en las transcripciones. Parece, señala Freud, quehay dos ocasiones en que la reescritura posterior parece faltar, son loscasos de huellas que se transcriben de un sistema a otro que producen undesprendimiento de displacer que no puede ser inhibido, es el caso delrecuerdo de sucesos sexuales en donde las magnitudes de excitación“crecen por sí solas con el tiempo”; esto ocasiona una “perturbación delpensar”, y se ve impedida la traducción. Este impedimento de traducciónes lo que Freud va a considerar después como represión. Si bien Freudhace un diagrama para dar cuenta de fases temporales, el dibujo sinembargo impone una dimensión absolutamente tópica, divide lugares.La denegación de la traducción es lo que clínicamente se llama“represión”, esto sólo se constata como la tensión que una huella mnémicaprovoca en una fase “posterior”: la defensa sólo existe contra una huellamnémica todavía no traducida de una dase anterior. Todo el énfasis debeser colocado en este todavía no, esto es, en la presión y la marca dedesarreglo que impone una huella distinta que convive con otras, unahuella mestiza (posee los rasgos de la fase anterior pero, y por esoperturba, en la posterior). El displacer que produciría, que ya seproduce esbozadamente, anticipadamente, es la razón por la que sutraducción es denegada, pospuesta (todavía no).En la Carta 52 entonces Freud observa dos tipos de transcripciones,dentro de la misma fase psíquica y entre transcripciones de la mismavariedad, que correspondería a reescrituras dominadas por elfuncionamiento de defensa normal del aparato, un displacer tolerable y,por otro lado, una defensa patológica, que opera contra una huellamnémica aún no traducida en una fase anterior.Otro detalle lo ofrece la atención que Freud coloca en el caráctercuantitativo de su explicación. Freud parece cuidarse de que toda laexplicación de las defensas (normal y patológica) se decida en lamagnitud del displacer; es así que hace operar otro factor: el recuerdo.En el caso de la defensa normal, cuanto más se recuerda un suceso, tantomás inhibido terminará por quedar el desprendimiento de placer queprodujo en su momento. En cambio, en la defensa patológica, estainhibición del recuerdo parece insuficiente, en tanto que al redespertarel suceso posee la misma intensidad que en un primer momento, estoresponde a la diferencia de comportamiento mnémico que tienen los sucesossexuales, porque para la idea del Freud de la carta, como dijimos, lasmagnitudes de excitación que desprenden los sucesos sexuales crecen conel tiempo, con el desarrollo sexual. Hay aquí dos ideas que anticipan ladirección conceptual de la metapsicología: el funcionamiento mnémico queimplica lo sexual ha de ser el de la estructura fundamental del aparatopsíquico, el lugar del recuerdo y la memoria en psicoanálisis tomará laperspectiva de lo que aquí es defensa patológica. YU además ya opera elelemento temporal: el recuerdo adquiere fuerza cuando lo sexual posterioropera y redespierta lo sexual anterior. El suceso sexual en una faseproduce entonces efectos como si fuera actual y es, por tanto, noinhibible en una fase siguiente. La condición de la defensa patológica(represión= es, entonces, la naturaleza sexual del suceso y su ocurrenciadentro de una fase anterior.En cuanto al problema de la no traducción a partir de la figura queofrece Freud en cuanto a los relictos, es necesario distinguir que,Freud, necesita que algo de este sistema pase, que atraviese la línea yque sin embargo no se traduzca: pasa a otro lugar pero conserva rasgosdel lugar anterior, conserva vestigios y produce displacer pasando de esa

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manera, esto nos produce una idea de los lugares psíquicos denominada porel problema del tiempo y por conexiones, más que tópicas, en red. Loslugares psíquicos no son como habitaciones, sino que hay caminos enzigzag. Es una idea que luego se establece expresamente señalando que larepresión es en alto grado individual y móvil; no se reprime masivamente,cada representación tiene “una marca en el lomo” que determinará suitinerario y sus conexiones individuales.Freud, en el sistema Ps, de Signos de Percepción, indica que en suinterior hay signos, se trata justamente de signos, no de percepciones,son huellas, y las huellas, operando como signos, introducen el problemade la significación; estas huellas se conectan y funcionan de determinadamanera: las X allí se encuentran asociadas por simultaneidad y no sonsusceptibles de conciencia.En el segundo sistema Inconciencia, segunda transcripción, las huellasposeen otros nexos. Mientras tanto, en el sistema Prc, preconciencia,tercera retranscripción, las huellas se presentan ligadas arepresentaciones-palabra y Freud ya aproxima lo preconciente a la idea deun yo “oficial” y al pensamiento secundario, instalando, de maneralatente, que el inconciente es un pensamiento sin yo, como también dejaen claro que la conciencia, neuronas-conciencia, están ligadas a lapercepción. Esto último se encuentra justificado más que por la identidadentre una y otra, por el rasgo común de estar excluidas de la memoria.La percepción es un lugar de ingreso de intensidad, es el lugar deestímulo, que opera como fuerza de trabajo para la memoria. Así, lashuellas no son el reflejo de la percepción sino donde se desarrolla untrabajo sobre lo que no se registra de la percepción y sin embargo excitalas transcripciones.Aquí, en estos dos aspectos: la imposibilidad de la percepción y laintensidad que ingresa al aparato psíquico, se encuentran las basesmetapsicológicas para el concepto freudiano de trauma (y en relación conesto, de síntoma), porque el trauma no es exactamente lo vivido, sinoaquello que de la excitación no puede ser tramitado. La intensidadtraumática prevalece sobre el registro que puede tenerse de ella, siemprees un exceso; el registro mnémico ya es un segundo tiempo, unadeformación con la subsiguiente transcripción y problema de traducción.Con las fantasías originarias ( de la castración, de la escena originariaante la imposibilidad de ser testigos del acto sexual que nos engendra,de la seducción como modo de afrontar el nacimiento de nuestra sexualidada partir del Otro) Freud nos está indicando que nada de lo que determinala sexualidad se decide perceptualmente, allí hay un traumatismo, eltrauma de lo que no podemos percibir, la pura excitación sin figura queingresa por el polo perceptual del aparato psíquico y que lo tensa yprovoca el trabajo psíquico de su tramitación, transcripción,sustitución.Por otro lado, La interpretación de los sueños es el estudio de lacondensación y el desplazamiento, de los métodos de desfiguración, de lacondición de figurabilidad y de lo que él llama elaboración secundaria.Para Freud, el relato del sueño es donde él puede reconocer las marcas dedesfiguración del sueño, eso es la vía reggia del Inconciente, el puntode acceso.Las diferencias entre el esquema de la carta y el de la Interpretacióncomienzan ya con el título, progrediente que va de la Percepción a laMotricidad.

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Freud divide el aparato psíquico en distintas secciones. Comienza con dossecciones, luego hay una serie de puntos y después reaparece la divisiónentre Inconciente y Preconciente.   A estos dos primeros lugares que Freud coloca como Hm, Hm1, Freud no lepone nombre como sistemas, dice que son instancias. Lo que se recupera eneste punto de la Carta 52 es la idea de transcripción, que aquello queingresa desde el polo P se va transcribiendo, sufriendo un alejamiento dela Percepción, hasta llegar a lo que ya se nombra como sistemaInconciente (Icc), que no hay que considerarlo como el segundo o eltercer sistema, sino como el primero. Hay entonces varias transcripcionesantes de llegar al Inconciente, un tratamiento de distanciamiento de loque sería el percepto, lo percibido, sometido desde un comienzo atranscripciones. Hay que observar que recién es en el Inconciente dondeestas huelas mnémicas se constituyen como sistema.Freud, en el pasaje de la Carta a la Interpretación se libera del sistemade Signos Perceptuales, ya no son tres sistemas sino dos, el Inconcientey el Preconciente; por otra parte algunos rasgos que encontraba en estesistema desaparecido, se pueden reencontrar en el Inconciente, porejemplo el carácter de atemporalidad que se insinuaba en la asociaciónpro simultaneidad propia de los Signos Perceptuales.     VIVENCIA DE SATISFACCIÓN: NATURALEZA PSÍQUICA DEL DESEAR

En el punto “Vivencia de satisfacción”, Freud platea que el llenado delas neuronas del núcleo en sistema de neuronas impasaderas tendrá porconsecuencia un afán de descarga, un esfuerzo (Drang) que se aligerahacia un camino motor. De acuerdo con la experiencia, la vía que a raízde ello primero se recorre es la que lleva a la alteración interior(expresión de las emociones, inervación vascular). Ahora bien, ninguna deestas descargas tiene como resultado un aligeramiento, pues la recepciónde estímulo endógeno continúa y se restablece la tensión en dichosistema. Ahí una cancelación de estímulo sólo es posible mediante unaintervención que elimine por un tiempo en el interior del cuerpo eldesprendimiento de cantidad (cuyo orden de magnitud es el intercelular),y ella exige una alteración en el mundo exterior (provisión de alimento,acercamiento del objeto sexual) que, como acción específica, sólo sepuede producir por caminos definidos. El organismo humano es al comienzoincapaz de llevar a cabo la acción específica. Esta sobreviene medianteauxilio ajeno. Por la descarga sobre el camino de la alteración interior,un individuo experimentado advierte el estado del niño. Esta vía dedescarga cobra así la función secundaria del entendimiento ocomunicación, y el inicial desvalimiento del ser humano es la fuenteprimordial de todos los motivos morales.Si el individuo auxiliador ha operado el trabajo de la acción específicaen el mundo exterior en lugar del individuo desvalido, este es capaz deconsumar sin más en el interior de su cuerpo la operación requerida paracancelar el estímulo endógeno. El todo constituye entonces una vivenciade satisfacción, que tiene las más hondas consecuencias para eldesarrollo de las funciones en el individuo. Pues tres cosas acontecendentro del sistema de neuronas impasaderas: 1)es operada una descarga

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duradera, y así se pone término al esfuerzo que había producido displaceren el sistema de neuronas de percepción; 2) se genera en el manto de lainvestidura de la neurona (o de varias), que corresponden a la percepciónde un objeto, y 3) a otros lugares del manto llegan las noticias dedescarga del movimiento reflejo desencadenado, inherente a la acciónespecífica. Entre estas investiduras y las neuronas del núcleo se formaentonces una facilitación.Existe una ley fundamental de la asociación por simultaneidad, que seafirma en la actividad del sistema de neuronas impasaderas. Laconciencia, vale decir, la investidura cuantitativa de la neurona dedicho sistema, pasa de una de ellas, (A), a una segunda, (B), si (A) y(B) estuvieron alguna vez investidas simultáneamente desde el sistema deneuronas pasaderas (o de cualquier otra parte). Entonces, pro unainvestidura simultanea (A)-(B) fue facilitada una barrera-contacto. Deaquí se sigue que una cantidad de energía (intercelular) traspasa másfácilmente de una neurona a una neurona investida, que a una noinvestida. La investidura de la segunda neurona produce entonces el mismoefecto que la investiudra más intensa de la primera. En este caso, unavez más, investidura muestra ser, para el decurso de cantidad de energía,equivalente a facilitación.Una cantidad de energía en la neurona (A) no irá sólo en la dirección dela barrera mejor facilitada, sino también en la dirección de la investidadel lado contrario. Ambos factores pueden apoyarse entre sí o, llegado elcaso, producir efectos contrapuestos. Entonces, por la vivencia desatisfacción se genera una facilitación entre dos imágenes-recuerdo y lasneuronas de núcleo que son investidas en el estado del esfuerzo.Con la descarga de satisfacción y con el reafloramiento del estado deesfuerzo o de deseo, la investidura traspasa sobre los dos recuerdos ylos anima. Tal vez, dice Freud, sea la imagen-recuerdo del objeto laalcanzada primero por la reanimación del deseo.Esta animación del deseo, ha de producir, inicialmente, le mismo efectoque la percepción, a saber, una alucinación.      LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS. LA REGRESIÓN (PUNTO B).

Freud cita a Fechner: “El escenario de los sueños es otro que el de lavida de representaciones de la vigilia”. La idea que así se pone anuestra disposición es la de una localidad psíquica. Nos mantenemos en elterreno psicológico y sólo proponemos seguir esta sugerencia: imaginarnosel instrumento de que se valen las operaciones del alma como si fuera unmicroscopio compuesto, un aparato fotográfico, o algo semejante. Lalocalidad psíquica corresponde entonces a un lugar en el interior de unaparato, en el que se produce uno de los estadios previos de la imagen.Imaginemos entonces el aparato psíquico como un instrumento compuesto acuyos elementos llamaremos instancias o sistemas. Estos sistemas han deposeer una orientación espacial constante. Sin embargo nos basta con quea raíz de ciertos procesos psíquicos los sistemas sean recorridos por laexcitación dentro de una determinada serie temporal. Nos referiremos alos componentes del aparato como “sistemas Ψ”.Lo primero que salta a la vista es que este aparato, compuesto porsistemas Ψ, tiene una dirección. Toda nuestra actividad psíquica parte de

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estímulos (internos o externos) y termina en inervaciones. Por esoasignamos al aparato un extremo sensorial y un extremo motor; en elextremo sensorial se encuentra un sistema que recibe las percepciones, yen el extremo motor, otro que abre las esclusas de la motilidad. Elproceso psíquico trascurre, en general, desde el extremo de la percepciónhacia el de la motilidad. 

 

El aparato psíquico, ha de estar construido como un aparato de reflejos.De las percepciones que llegan a nosotros, en nuestro aparato psíquicoqueda una huella que podemos llamar “huella mnémica”. Y a la funciónatinente a esa huella mnémica la llamamos “memoria”. La huella mnémicasólo puede consistir en alteraciones permanentes sobrevenidas en loselementos de los sistemas.Hay dos operaciones entre sistemas diversos. Suponemos que un sistema delaparato, el delantero, recibe los estímulos perceptivos, pero nadaconserva de ellos y por lo tanto carece de memoria, y que tras él hay unsegundo sistema que traspone la excitación momentánea del primero ahuellas permanentes. Este sería, entonces, el cuadro de nuestro aparatopsíquico: 

De las percepciones que tienen efecto sobre el sistema P conservamos comoduradero algo más que su contenido. Nuestras percepciones se revelantambién enlazadas entre sí en la memoria. Llamamos asociación a estehecho. Si el sistema P no tiene memoria alguna, tampoco puede conservarlas huellas para la asociación; los elementos P singulares se veríanintolerablemente impedidos en su función contra cada percepción nueva sise hiciese valer un resto de enlace anterior. Por tanto, tenemos quesuponer que la base de la asociación son más bien los sistemas mnémicos.La asociación consiste en lo siguiente: a consecuencia de reducciones enla resistencia y de facilitaciones, desde uno de los elementos Mn laexcitación se propaga más bien hacia un segundo elemento Mn que hacia untercero.El primero de los estos sistemas Mn contendrá en todo caso la fijación dela asociación por simultaneidad, y en los que están más alejados el mismomaterial mnémico se ordenará según otras clases de encuentro, de talsuerte que estos sistemas más lejanos han de figurar relaciones desemejanza u otras.El sistema P, que no tiene capacidad alguna para conservar alteraciones ypor tanto memoria ninguna, brinda a nuestra conciencia toda la diversidadde las cualidades sensoriales. A la inversa, nuestros recuerdos, sinexcluirlos que se han impreso más hondo en nosotros, son en síinconcientes. Es posible hacerlos concientes; pero no cabe duda de que enel estado inconciente despliegan todos sus efectos. Lo que llamamosnuestro carácter se basa en las huellas mnémicas de nuestras impresiones;y por cierto las que nos produjeron un efecto más fuerte, las de nuestraprimera juventud, son las que casi nunca devienen concientes. Pero cuandolos recuerdos se hacen de nuevo concientes, no muestran cualidadsensorial alguna o muestran una muy ínfima en comparación con laspercepciones.Hemos visto que nos resultaba imposible explicar la formación del sueñosi no osábamos suponer la existencia de dos instancias psíquicas, una delas cuales sometía la actividad de la otra a una crítica cuyaconsecuencia era la exclusión de su devenir-conciente.La instancia criticadora mantiene con la conciencia relaciones másestrechas que la criticada. Se sitúa entre esta última y la conciencia

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como una pantalla. Ahora, conforme a nuestras hipótesis, sustituyamosestas instancias por sistemas. Incluimos los dos sistemas en nuestroesquema, y en los nombres que les damos expresamos su relación con laconciencia: 

Al último de los sistemas situados en el extremo motor lo llamamospreconciente para indicar que los procesos de excitación habidos en élpueden alcanzar sin más demora la conciencia siempre que se alcancecierta intensidad, cierta distribución de aquella función que recibe elnombre de “atención”. Es al mismo tiempo el sistema que posee las llavesde la motilidad voluntaria. AL sistema que está detrás lo llamamosinconciente porque no tiene acceso alguno a la conciencia si no es porvía del preconciente, al pasar por el cual su proceso de excitación tieneque sufrir modificaciones.Ahora bien, ¿en cuál de estos sistemas situamos el envión para laformación del sueño”. Lo hacemos en el sistema Icc. La formación delsueño se ve precisada a anudarse con pensamientos oníricos que pertenecenal sistema del preconciente. Pero en otro lugar, cuando tratemos deldeseo onírico, nos enteraremos de que la fuerza impulsora del sueño esaportada por el Icc; y a causa de este último factor adoptamos ahora elsupuesto de que el sistema inconciente es el punto de partida para laformación del sueño. Esta excitación onírica exteriorizará el afán deproseguirse dentro del Prcc y alcanzar desde ahí el acceso a laconciencia.Durante el día la censura de la resistencia les ataja a los pensamientosoníricos este camino que lleva a la conciencia pasando por elpreconciente. En la noche se abren el acceso a la conciencia, perodebemos averiguar por qué camino y merced a qué alteración. Si ello leses posibilitado por el hecho de que a la noche disminuye la resistenciaque monta guardia en la frontera entre el inconciente y el preconciente.Lo que ocurre en el sueño alucinatorio es que la excitación toma uncamino de reflujo. En lugar de propagarse hacia el extremo motor delaparato, lo hace hacia el extremo sensorial, y por último alcanza elsistema de las percepciones. Si a la dirección según la cual el procesopsíquico se continúa en la vigilia desde el inconciente la llamamosprogrediente, estamos autorizados a decir que el sueño tiene un carácterregrediente.Esta regresión es una de las peculiaridades psicológicas del procesoonírico; pero no es propia exclusivamente de los sueños. También elrecordar deliberado y otros procesos parciales de nuestro pensamientonormal corresponden a una marcha hacia atrás dentro del aparato psíquicodesde algún acto complejo de representación hasta el material en bruto delas huellas mnémicas que está en su base. Pero en la vigilia estaretrogresión no va más allá de las imágenes mnémicas perceptivas. ¿Porqué en el sueño ocurre de otro modo? Probablemente sea esta modificacióndel proceso psíquico corriente la que posibilita que el sistema de las Pse invista hasta la plena vivacidad sensorial en la dirección inversa,partiendo de los pensamientos.     LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS. ACERCA DEL CUMPLIMIENTO DE DESEOS(PUNTO C).

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El cumplimiento de deseo nos movió a separar los sueños en dos grupos.Hallamos sueños que se presentaban de manera franca como cumplimiento dedeseo, y otros en que este era irreconocible y a menudo ocultado protodos los medios. A los sueños de deseo no desfigurados los encontramossobre todo en los niños; y breves sueños de deseo francos parecen ocurrirtambién en los adultos.Hallo tres posibilidades para la génesis de un deseo:1)      Puede haberse excitado durante el día sin obtener satisfacción acausa de condiciones exteriores; así queda pendiente para la noche undeseo admitido y no tramitado.2)      Puede haber emergido de día, pero topándose con unadesestimación; queda pendiente, pues, un deseo no tramitado pero uqe fuesofocado.3)      Puede carecer de relación con la vida diurna y contarse entreaquellos deseos que sólo de noche se ponen en movimiento en nosotrosdesde lo sofocado.Si ahora recurrimos a nuestro esquema del aparato psíquico, localizamosun deseo de la primera clase en el sistema Prcc; del deseo de la segundaclase suponemos que fue esforzado hacia atrás, del sistema Prcc al Icc, ysi es que se ha conservado, lo ha hecho sólo ahí; y de la moción de deseode la tercera clase creemos que es de todo punto incapaz de trasponer elsistema del Icc.Hemos de agregar como cuarta fuente del deseo del sueño las mociones dedeseo actuales, que se despiertan durante la noche (por el estímulo de lased o la necesidad sexual). Después, nos parece probable que laprocedencia del deseo onírico en nada modifique su capacidad paraprovocar un sueño. Por último, que en todos los sueños sometidos a ladesfiguración el deseo proviene del inconciente y no pudo percibirsedurante todo el día.Los sueños infantiles no nos dejan duda alguna de que un deseo notramitado durante el día puede ser el excitador del sueño. Me resulta porcompleto dudoso que un deseo no cumplido durante el día baste paraproducir un deseo en un adulto. Parece, más bien, que a medida que vamosdominando nuestra vida pulsional mediante la actividad del pensamientorenunciamos cada vez más, por inútil, a la formación o conservación dedeseos tan intensos como los que el niño conoce. En el adulto el deseoque quedó pendiente de cumplimiento durante el día no basta para crear unsueño. Concedo de buen grado que la moción de deseo que proviene de loconciente habrá de contribuir a incitar el sueño, pero probablemente nadamás. El sueño no se engendraría si el deseo preconciente no supieseganarse un refuerzo de otra parte.¿De dónde? Del inconciente. Me imagino las cosas así: el deseo concientesólo deviene excitador de un sueño si logra despertar otro deseoparalelo, inconciente, mediante el cual se refuerza. A estos deseosinconcientes los considero como siempre alertas, dispuestos en todomomento a procurarse expresión cuando se les ofrece la oportunidad dealiarse con una moción de lo conciente y de trasferir su mayor intensidada la menor intensidad de este. Entonces tiene que parecer como si sólo eldeseo conciente se hubiera realizado en el sueño; únicamente un pequeñodetalle llamativo en la configuración de este nos servirá de indicio paraponernos sobre la pista del poderoso auxiliar que viene del inconciente.Estos deseos siempre alertas, por así decir, inmortales, de nuestroinconciente, que se encuentran en estado de represión, son ellos mismosde procedencia infantil. El deseo que se figura en el sueño tiene que serun deseo infantil. Por lo tanto, en el adulto proviene del Icc; en el

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niño, en quien la separación y la censura entre Prcc e Icc todavía noexisten o sólo están constituyéndose poco a poco, es un deseo incumplido,no reprimido, de la vida de vigilia.A las mociones de deseo que restan de la vida conciente de vigilia lesasigno un papel secundario en la formación del sueño.Concedo que existe toda una clase de sueños cuya incitación proviene demanera predominante, y hasta exclusiva, de los restos de la vida diurna.Es muy posible que un pensamiento onírico desempeñe para el sueño elpapel del empresario, pero el empresario que, como suele decirse, tienela idea y el empuje para ponerla en práctica, nada puede hacer sincapital; necesita de un capitalista que le costee el gasto, y estecapitalista, que aporta el gasto psíquico para el sueño, es en todos loscasos e inevitablemente, cualquiera que sea el pensamiento diurno, undeseo que procede del inconciente.Otras veces el capitalista mismo es el empresario; para el sueño estecaso es incluso el más usual. La actividad diurna ha incitado un deseoinconciente, que crea entonces al sueño. Y los procesos oníricospresentan analogías también con respecto a todas las otras posibilidadesde la relación económica que aquí usamos como ejemplo: el empresariomismo puede aportar una cuota pequeña de capital; varios empresariospueden acudir al mismo capitalista; varios capitalistas pueden reunir enconjunto lo que el empresario necesita. Así existen sueños sostenidos pormás de un deseo onírico, y todas las otras variaciones semejantes que sedisciernen con facilidad y ya no tienen ningún interés para nosotros.En la mayoría de los sueños puede reconocerse un centro provisto de unaparticular intensidad sensible. Este es por lo general la figuracióndirecta del cumplimiento de deseo, pues si enderezamos losdesplazamientos producidos por el trabajo del sueño, hallamos que laintensidad psíquica de los elementos incluidos en los pensamientosoníricos fue sustituida por la intensidad sensorial de los elementos delcontenido del sueño. Los elementos uqe están en las cercanías delcumplimiento de deseo a menudo nada tienen que ver con el sentido deeste, sino que resultan ser retoños de pensamientos penosos, contrariosal deseo; pero su nexo con el elemento central recibieron una intensidadtan grande que se volvieron capaces de figuración. Así, la fuerzafigurante del cumplimiento de deseo se difunde por una cierta esfera denexos, dentro de la cual todos los elementos son elevados a lafiguración. En sueños con varios deseos pulsionantes es fácil deslindarentre sí las esferas de los diversos cumplimientos de deseo, y a menudoaun las lagunas del sueño pueden comprenderse como zonas de frontera.La representación inconciente como tal es del todo incapaz de ingresar enel preconciente, y sólo puede exteriorizar ahí un efecto si entra enconexión con una representación inofensiva que ya pertenezca alpreconciente, trasfiriéndole su intensidad y dejándose encubrir por ella.Este es el hecho de la trasferencia, que explica tantos sucesosllamativos de la vida anímica de los neuróticos. La trasferencia puededejar intacta esa representación oriunda del preconciente, la cualalcanza así una intensidad inmerecidamente grande, o imponerle unamodificación por obra del contenido de la representación que se letrasfiere.Si suponemos que en el sueño tiene valimiento esa misma necesidad detrasferencia por parte de las representaciones reprimidas que nos haenseñado el análisis de las neurosis, se explican también de un golpe dosde los enigmas del sueño, a saber, que todo análisis de sueño pone demanifiesto algún entrelazamiento de una impresión reciente, y que este

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elemento reciente es a menudo el tipo más indiferente. Si estos elementosrecientes e indiferentes pueden llegar con tanta frecuencia al contenidodel sueño, en calidad de sustitutos de los más antiguos entre lospensamientos oníricos, ello se debe a que son, al mismo tiempo, los quemenos tienen que temer de la censura de la resistencia. Lo reprimidoexige un material todavía libre de asociaciones; y ambos grupos deimpresiones satisfacen ese reclamo: las indiferentes, porque no hanofrecido ocasión alguna a extensas conexiones, y las recientes, porqueles faltó tiempo para ello.Vemos así que los restos diurnos no sólo toman algo prestado del Icc –vale decir: la fuerza pulsionante de que dispone el deseo reprimido –sino que también ofrecen a lo inconciente algo indispensable, el apoyonecesario para adherir a la trasferencia.El sueño continúa el trabajo diurno, lleva a feliz término una tareairresuelta de la vigilia.     FORMULACIONES SOBRE LOS DOS PRINCIPIOS DEL ACAECER PSÍQUICO (1911)

El principio de placer y el principio de realidad

Toda neurosis tiene la consecuencia de expulsar al enfermo de la vidareal, de enajenarlo de la realidad. El introducir el proceso de larepresión en la génesis de la neurosis permite discernir el nexo entre lapérdida de la función de lo real (esto ya lo había dicho Janet) con lascondiciones básicas de la neurosis. El neurótico se extraña de larealidad efectiva porque la encuentra (en su totalidad o en algunas desus partes) insoportable.Dentro de la psicología fundada por el psicoanálisis es habitual tomarcomo punto de arranque a los procesos psíquicos inconcientes. Losjuzgamos los más antiguos, los primarios, relictos de una fase deldesarrollo en que ellos eran la única clase de procesos anímicos. Latendencia principal a que estos procesos primarios obedecen se definecomo el principio de placer-displacer, o bien, el principio de placer.Estos procesos aspiran a ganar placer; y de los actos que pueden suscitardisplacer, la actividad psíquica se retira (represión). Los sueñosnocturnos son restos del imperio de ese principio y pruebas de sujurisdicción.El estado de reposo psíquico fue perturbado inicialmente por lasimperiosas exigencias de las necesidades internas. En ese caso, lopensado (lo deseado) fue puesto de manera simplemente alucinatoria, comotodavía hoy nos acontece todas las noches con nuestros pensamientosoníricos (cita al pie: el estado del dormir puede proporcionarnos elretrato de la vida anímica antes del reconocimiento  de la realidadobjetiva porque aquel tiene como premisa la deliberada desmentida de esta– deseo del dormir). Sólo la ausencia de la satisfacción esperada, eldesengaño, trajo por consecuencia que se abandonase ese intento desatisfacción por vía alucinatoria. En lugar de él, el aparato psíquicodebió resolverse a representar las constelaciones reales del mundoexterior y a procurar la alteración real. Así se introdujo un nuevoprincipio en la actividad psíquica; ya no se representó lo que eraagradable, sino lo que era real, aunque fuese desagradable (cita al pie:con razón se objetará que una organización así, esclava del principio deplacer y que descuida la realidad objetiva del mundo exterior, no podría

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mantenerse en vida ni por un instante, de suerte que ni siquiera habríapodido generarse. Sin embargo, el uso de una ficción de esa índole sejustifica por la observación de que el lactante, con tal que leagreguemos el cuidado materno, realiza casi ese sistema psíquico. Esprobable que alucine el cumplimiento de sus necesidades interiores;denuncia su displacer, a raíz de un acrecentamiento de estímulo y unafalta de satisfacción, mediante la descarga motriz del pataleo y elberreo, y tras eso vivencia la satisfacción alucinada. Más tarde, elniño, aprende a usar estas exteriorizaciones de descarga como medio deexpresión deliberada. Y puesto que el cuidado que se brinda al lactantees el modelo de la posterior providencia ejercida sobre le niño, elimperio del principio de placer sólo llega a su término, en verdad, conel pleno desasimiento respecto de los progenitores.).Este establecimiento del principio de realidad resultó un paso grávido deconsecuencias.

1. En primer lugar, los nuevos requerimientos obligaron a unaserie de adaptaciones del aparato psíquico.

Al aumentar la importancia de la realidad exterior cobró relieve tambiénla de los órganos sensoriales dirigidos a ese mundo exterior y de laconciencia acoplada a ellos, que, además de las cualidades de placer ydisplacer (las únicas que le interesaban hasta entonces), aprendió acapturar las cualidades sensoriales. Se instituyó una función particular,la atención, que iría a explorar periódicamente el mundo exterior a finde que sus datos fueran consabidos antes que se instalase una necesidadinterior inaplazable. Esta actividad sale al paso de las impresionessensoriales en lugar de aguardar su emergencia. Es probable quesimultáneamente se introdujese un sistema de registro que depositaría losresultados de la actividad periódica de la conciencia – una parte de loque llamamos memoria.En lugar de la represión, que excluía de la investidura a algunas de lasrepresentaciones emergentes, por generadoras de displacer, surgió elfallo imparcial que decidiría si una representación determinada eraverdadera o falsa, vale decir, si estaba o no en consonancia con larealidad; y lo hacía por comparación con las huellas mnémicas de larealidad.La descarga motriz, que durante el imperio del principio de placer habíaservido para aligerar de aumentos de estímulo al aparato anímico, recibióahora una función nueva, pus se la usó para alterar la realidad conarreglo a fines. Se mudó en acción.La suspensión de la descarga motriz (de la acción) fue procurada por elproceso del pensar, que se constituyó desde el representar. El pensar fuedotado de propiedades que posibilitaron el aparato anímico soportar latensión de estímulo elevada durante el aplazamiento de la descarga. Es enlo esencial una acción tentativa con desplazamiento de cantidades máspequeñas de investidura, que se cumple con menor descarga de estas. Paraello se requirió un trasporte de las investiduras libremente desplazablesa investiduras ligadas, y se lo obtuvo por medio de una elevación en elnivel del proceso de investidura en su conjunto. Es probable que en suorigen el pensar fuera inconciente, en la medida en que se elevó porencima del mero representar y se dirigió a las relaciones entre lasimpresiones de objeto; entonces adquirió nuevas cualidades perceptiblespara la conciencia únicamente por la ligazón con los restos de palabra.

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2. Al establecerse el principio de realidad, una clase de actividad delpensar se escindió; ella se mantuvo apartada del examen de realidad ypermaneció sometida únicamente al principio del placer. Es el fantasear,que empieza ya con el juego de los niños y más tarde proseguido comosueños diurnos, abandona el apuntalamiento en objetos reales.3. El relevo del principio de placer por el principio de realidad no secumple de una sola vez ni simultáneamente en toda la línea. Pues mientraseste desarrollo se cumple en las pulsiones yoicas, las pulsiones sexualesse desasen de él de manera muy sustantiva. Las pulsiones sexuales secomportan primero en forma autoerótica, encuentran su satisfacción en elcuerpo propio, de ahí que no lleguen a la situación de frustración, esaque obligó a instituir el principio de realidad. Y cuando más tardeempieza en ellas el proceso de hallazgo de objeto, este procesoexperimenta pronto una prolongada interrupción por obra del período delatencia, que pospone hasta la pubertad el desarrollo sexual. Estos dosfactores –autoerotismo y periodo de latencia – tienen por consecuenciaque la pulsión sexual quede suspendida en su plasmación psíquica ypermanezca más tiempo bajo el imperio del principio de placer, del cual,en muchas personas, jamás puede sustraerse.

A raíz de estas constelaciones, se establece un vínculo más estrechoentre la pulsión sexual y la fantasía, por una parte, y las pulsionesyoicas y las actividades de la conciencia, por la otra. La eficaciacontinuada del autoerotismo hace posible que se mantenga por tanto largotiempo en el objeto sexual la satisfacción momentánea y fantaseada, másfácil, en lugar de la satisfacción real, pero que exige esfuerzo yaplazamiento. La represión permanece omnipotente en el reino delfantasear; logra inhibir representaciones in statu nascendi, antes quepuedan hacerse notables a la conciencia, toda vez que su investidurapueda dar ocasión al desprendimiento de displacer. Este es el lugar máslábil de nuestra organización psíquica; es el que puede ser aprovechadopara llevar de nuevo bajo el imperio del principio de placer procesos depensamiento ya ajustaos a la ratio. Una parte esencial de lapredisposición psíquica a la neurosis está dada, según eso, por elretardo con que la pulsión sexual es educada para tomar nota de larealidad y, además, por las condiciones que posibilitan ese retraso.

4. Así como el yo-placer no puede más que desear, trabajar por laganancia de placer y evitar el displacer, de igual modo el yo-realidad notiene más que aspirar a beneficios y asegurarse contra perjuicios. Enverdad, la sustitución del principio de placer por el principio derealidad no implica el destronamiento del primero, sino su aseguramiento.Se abandona un placer momentáneo, pero inseguro en sus consecuencias,sólo para ganar por el nuevo camino un placer seguro, que vendrá después.5. La educación puede describirse como incitación a vencer el principiode placer y a sustituirlo por el principio de realidad.6. El arte logra, por un camino peculiar, una reconciliación de los dosprincipios. “El artista entra y sale de la locura”7. Mientras el yo recorre la trasmudación del yo-placer al yo-realidad,las pulsiones sexuales experimentan aquellas modificaciones que lasllevan desde el autoerotismo inicial, pasando por diversas fasesintermedias, hasta el amor de objeto al servicio de la función dereproducir la especia. Si es cierto que cada estadio de estas dos líneasde desarrollo puede convertirse en el asiento de una predisposición aenfermar más tarde de neurosis, ello nos sugiere hacer depender ladecisión acerca de la forma que adquirirá después la enfermedad (la

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elección de neurosis) de la fase del desarrollo del yo y de la libido enla cual sobrevino aquella inhibición del desarrollo, predisponente.

  LAS FANTASÍAS HISTÉRICAS Y SU RELACIÓN CON LA BISEXUALIDAD (1903)

Realidad psíquica, fantasía y síntoma

Este artículo se ocupa en su parte principal de elucidar mejor larelación entre fantasías y síntomas.Existen fantasías que son unos cumplimiento de deseo engendrados por laprivación y la añoranza; llevan el nombre de sueños diurnos con derecho,pues proporcionan la clave para entender los sueños nocturnos, el núcleocuya formación n oes otro que estas fantasías diurnas complicadas,desfiguradas y mal entendidas por la instancia psíquica conciente.Todos los ataques histéricos que Freud ha podido indagar hasta entoncesprobaron ser unos tales sueños diurnos de involuntaria emergencia. Deestas fantasías, las hay tanto inconcientes como concientes, y tan prontocomo han devenido inconcientes pueden volverse también patógenas, valedecir, expresarse en síntomas y ataques.Las fantasías inconcientes pueden haberlo sido desde siempre, haberseformado en lo inconciente, o bien fueron una vez fantasías concientes,sueños diurnos, y luego se las olvidó adrede, cayeron en lo inconcienteen virtud de la represión. En esta segunda alternativa su contenido pudoseguir siendo el mismo o experimentado variaciones, de suerte que lafantasía ahora inconciente sea un retoño de la antaño conciente. Por otraparte, la fantasía inconciente mantiene un vínculo muy importante con lavida sexual de la persona; en efecto, es idéntica a la fantasía que lesirvió para su satisfacción sexual durante un periodo de masturbación. Elacto masturbatorio (onanista) se componía en esa época de dos fragmentos:la convocación de la fantasía y la operación activa de autosatisfacciónen la cima de ella. Como es sabido, esta composición consiste en unasoldadura. Originariamente la acción era una empresa autoerótica puradestinada a ganar placer de un determinado lugar del cuerpo, que llamamoserógeno. Más tarde esa acción se fusionó con una representación-deseotomada del círculo del amor de objeto y sirvió para realidad de unamanera parcial la situación que aquella fantasía culminaba. Cuando luegola persona renuncia a esta clase de satisfacción masturbatoria yfantaseada, la fantasía misma, de conciente que era, deviene inconciente.Y si no se introduce otra modalidad de la satisfacción sexual, si lapersona permanece en la abstinencia  no consigue sublimar su libido, valedecir, desviar la excitación sexual hacia una meta superior, está dada lacondición para que la fantasía inconciente se refresque, prolifere y seabra paso como síntoma patológico, al menos en una parte de su contenido,con todo el poder del ansia amorosa.Para toda una serie de síntomas histéricos, las fantasías inconcientesson los estadios psíquicos previos más próximos. Los síntomas histéricosno son otra cosa que las fantasías inconcientes figuradas medianteconversión, y en la medida en que son síntomas somáticos, con hartafrecuencia están tomados del círculo de las mismas sensaciones sexuales einervaciones motrices que originariamente acompañaron a la fantasía,todavía conciente en esa época. De esta manera en verdad es des-hecha ladeshabituación del onanismo; y la meta última de todo el procesopatológico, restablecer la satisfacción sexual en su momento primaria, si

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bien nunca se consuma así, es alcanzada siempre en una suerte deaproximación.La técnica psicoanalítica permite, primero, colegir desde los síntomasestas fantasías inconcientes y, luego, hacer que devengan concientes alenfermo. Y por este camino se ha descubierto que el contenido de lasfantasías inconcientes de los histéricos se corresponde en todos suspuntos con las situaciones de satisfacción que los perversos llevan acabo con conciencia. También las formaciones delirantes de los paranoicosson unas fantasías de esa índole, si bien han devenido concientes demanera inmediata; sus portadores son los componentes sado-masoquistas dela pulsión sexual.Por otra parte, es notorio el caso de histéricos que no expresan susfantasías en síntomas, sino en una realización conciente, y así fingen yponen en escena atentados, maltratos, agresiones sexuales.El nexo de las fantasías con los síntomas no es simple, sino múltiple ycomplejo, probablemente a consecuencia de las dificultades con quetropieza el afán de las fantasías inconcientes por procurarse unaexpresión. Por regla general, un síntoma no corresponde a una únicafantasía inconciente, sino a una multitud de esas; por cierto que ello node un amanera arbitraria, sino dentro de una composición sujeta a leyes.Formulas que se aplican a la naturaleza de los síntomas histéricos:

8. El síntoma histérico es símbolo mnémico (lo mismo es válido para elnexo entre los pensamientos oníricos “latentes” y los elementos delcontenido “manifiesto” del sueño) de ciertas impresiones y vivencias(traumáticas) eficaces.9. El síntoma histérico es el sustituto, producido mediante“conversión”, del retorno asociativo de vivencias traumáticas.10. El síntoma histérico es expresión de un cumplimiento de deseo.11. El síntoma histérico es la realización de una fantasía inconciente alservicio del cumplimiento de deseo.12. El síntoma histérico sirve a la satisfacción sexual y figura unaparte de la vida sexual de la persona (en correspondencia con uno de loscomponentes de la pulsión sexual).13. El síntoma histérico corresponde al retorno de una modalidad de lasatisfacción sexual que fue real en la vida infantil y desde entonces fuereprimida.14. El síntoma histérico nace como un compromiso entre dos mocionespulsionales o afectivas opuestas, una de las cuales se empeña en expresaruna pulsión parcial o uno de los componentes de la constitución sexual,mientras que la otra se empeña en sofocarlos.15. El síntoma histérico puede asumir la subrogación de diversas mocionesinconcientes no sexuales, pero no puede carecer de un significado sexual.

Entre estas diferentes definiciones, es la séptima la que expresa demanera más exhaustiva la naturaleza del síntoma histérico comorealización de una fantasía inconciente; y, junto con la octava, es laque aprecia de manera correcta el significado del factor sexual.Un síntoma histérico corresponde necesariamente a un compromiso entre unamoción libidinosa y una moción represora, pero además de ello puederesponder a una reunión de dos fantasías libidinosas de carácter sexualcontrapuesto.

16. Un síntoma histérico es la expresión de una fantasía sexualinconciente masculina, pro una parte, y femenina, por la otra.

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El significado bisexual de síntomas histéricos es una prueba interesantede la aseveración de que la disposición bisexual que suponemos en losseres humanos se puede discernir con particular nitidez en lospsiconeuróticos por medio del psicoanálisis. Un proceso por enteroanálogo en este mismo campo es el que sobreviene cuando el masturbador,en sus fantasías concientes, intenta compenetrarse empáticamente tantocon el varón como con la mujer de la situación representada; también eneste caso hallamos correspondientes en ciertos ataques histéricos en quela enferma juega al mismo tiempo los dos papeles de la fantasía sexualque está en la base.       PROCESO PRIMARIO Y PROCESO SECUNDARIO. LA REPRESIÓN

Freud comienza refutando dos ideas: que el sueño es un hecho carente desentido, y que el sueño es un proceso somático. Por el contrario, elsueño prosigue las incitaciones e intereses de la vida de vigilia. No segasta en pequeñeces. Pero también se admite que el sueño recoge losdesechos indiferentes del día y no puede apoderarse de un gran interésdiurno sino cuando se ha sustraído de algún modo a la actividad de lavigilia. Hallamos que esto era válido para el contenido del sueño, que daa los pensamientos oníricos una expresión alterada por desfiguración. Elproceso onírico se apodera con mayor facilidad del material derepresentaciones fresco o indiferente, todavía no ocupado por laactividad de pensamiento de la vigilia, y por razones que dependen de lacensura trasfiere la intensidad psíquica de lo importante, pero tambiénchocante, a lo indiferente. En la teoría del sueño se ha atribuido aldeseo que proviene de lo infantil el papel de motor indispensable para laformación del sueño.El sueño interpreta al estímulo sensorial objetivo al modo de unailusión. La interpretación consigue que el objeto percibido no interrumpael dormir y se vuelva utilizable para el cumplimiento de deseo. Al estadosubjetivo de excitación de los órganos sensoriales mientras se duerme, nole concedemos el rango de una fuente onírica particular, sino que se sabeexplicarlo por la reanimación regrediente de los recuerdos que operantras en sueño.Que el proceso onírico es rápido, instantáneo, es correcto en cuanto a lapercepción por la conciencia del contenido onírico ya preformado. Sobreel enigma uqe plantean los sueños compuestos en lapso brevísimo, noobstante lo cual su contenido es de extrema riqueza, pudimos aportar estacontribución: se recogen allí productos ya listos de la vida psíquica.Creemos correcto que el sueño es desfigurado y mutilado por el recuerdo,este es el último tramo, manifiesto, de un trabajo de desfiguracióneficaz desde el comienzo de la formación del sueño. En los pensamientosoníricos hallamos las pruebas de un rendimiento intelectual en extremocomplejo, que trabaja con casi todos los recursos del aparato anímico.Así, también se ha admitido la doctrina del dormir parcial; pero para elpsicoanálisis la característica del estado del dormir no es ladisgregación de las trabazones del alma, sino el hecho de que el sistemapsíquico que gobierna de día se acomoda al deseo de dormir. El desvíorespecto del mundo exterior conservó también su valor para nuestraconcepción; contribuye, si bien no como factor único, a posibilitar la

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regresión propia de la figuración onírica. La renuncia a la guíavoluntaria del decurso de las representaciones resulta innegable; mas nopor ello queda sin meta la vida psíquica, pues sabemos que cuando seresignan las representaciones-meta voluntarias cobran imperio otras,involuntarias. No sólo admitimos el carácter laxo del enlace asociativodel sueño, sino que atribuimos a su imperio una extensión mucho mayor,pero hallamos que no es más que el obligado sustituto de otro enlace,correcto y pleno de sentido.También se acepta en todo su alcance el papel adscripto a la fantasíaonírica, sin embargo la fantasía no forma al sueño, sino que en laformación de los pensamientos oníricos la actividad inconciente de lafantasía tiene la participación mayor.Tenemos averiguado que el sueño sustituye a una cantidad de pensamientosque provienen de nuestra vida diurna y poseen una perfecta ensambladuralógica. Por eso no podemos poner en duda que estos se engendran ennuestra vida mental normal. En los pensamientos oníricos reencontramostodas las propiedades que tanto se aprecian en nuestras ilaciones depensamiento, y que lo caracterizan como unas operaciones complejas de unorden superior. Pero no hay necesidad alguna que nos obligue a suponerque ese trabajo de pensamiento se consumó durante el dormir, lo cualconfundiría gravemente todo lo que hasta ahora tenemos sabido sobre eseestado psíquico. Más posible es que esos pensamientos se originaran dedía, pasaran inadvertidos para nuestra conciencia desde el comienzo, y secontinuara; así estuvieron ya listos en el momento de adormecerse. Sipretendemos inferir algo de esa relación de las cosas será, a lo sumo, laprueba de que los rendimientos intelectuales más complejos son posiblessin la intervención de la conciencia.Sin duda estos pensamientos oníricos no son en sí insusceptibles deconciencia; si durante el día no nos devinieron concientes, ello puededeberse a diversas razones. El devenir conciente se entraba de maneraíntima con la aplicación de una cierta función psíquica, la atención, queal parecer, sólo es gastada en determinada cantidad; entonces, otrasmetas quizá la desviaron de la ilación de pensamiento en cuestión. Otromodo en que esa ilación de pensamiento puede ser escatimada a laconciencia es la siguiente: por nuestra actividad reflexiva concientesabemos que, poniendo atención en algo, seguimos un determinado camino.Si por este camino llegamos a una representación que no resise lacrítica, lo interrumpimos; dejamos caer la investidura de atención. Ahorabien, parece que la ilación de pensamiento iniciada y abandonada puedeseguir devanándose sin que la atención se aplique de nuevo a ella, amenos que en cierto lugar alcance una intensidad particularmente elevadaque se imponga a la atención. Una desestimación inicial por el juicio(acaso hecha con conciencia) de algo que se considera incorrecto oinutilizable para el fin actual del acto de pensamiento puede, entonces,ser la causa de que un proceso de pensamiento prosiga inadvertido para laconciencia hasta el adormecimiento.Resumamos: a una ilación de pensamiento de esa índole la llamamospreconciente, la juzgamos por entero correcta y creemos uqe puede habersido meramente descuidada, o bien interrumpida, sofocada. Expongamos conclaridad el  modo en que nos imaginamos el decurso de lasrepresentaciones. Nuestra opinión es que, desde una representación-meta,una cierta magnitud de excitación que llamamos energía de investidura sedesplaza a lo largo de las vías asociativas seleccionadas por aquella.Una ilación de pensamiento descuidada no ha recibido esa investidura; siella ha sido sofocada o desestimada, es que se le volvió a retirar la

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investidura; en cualquiera de los dos casos queda liberada a suexcitación propia. En ciertas condiciones, la ilación de pensamientoinvestida con una meta es capaz de atraer sobre sí la atención de laconciencia, y por intermedio de esta recibe una sobreinvestidura.Una ilación de pensamiento incitada en el preconciente puede extinguirseespontáneamente o conservarse. Al primer desenlace nos lo imaginamos así:su energía se difunde siguiendo todas las direcciones asociativas queparten de ella, toda la cadena de pensamientos es puesta en un estado deexcitación que dura un momento, pero después decae en la medida en que laexcitación que pugnaba por descargarse se trasmuda en investiduraquiescente. Si es este primer desenlace el que sobreviene, el proceso quesigue ya no importa para la formación del sueño. Pero dentro de nuestropreconciente acechan otras representaciones-meta que provienen de lasfuentes de nuestros deseos inconcientes y siempre alertas. Ellas puedenapropiarse de la excitación dentro del círculo de pensamientos librados así mismos; establecen la conexión entre este y e deseo inconciente, letrasfieren la energía que pertenece al deseo inconciente y desde eseinstante la ilación de pensamiento descuidada o sofocada está encondiciones de conservarse, aunque este refuerzo no le otorgue ningúntítulo para su acceso a la conciencia. Podemos decir que la ilación depensamiento hasta entonces preconciente ha sido arrastrada alinconciente.Otras constelaciones para la formación del sueño serían estas: que lailación de pensamiento preconciente estuviera conectada de antemano conel deseo inconciente y por eso chocara con un rechazo de parte de lainvestidura-meta dominante; o que un deseo inconciente fuera alertado{puesto en movimiento} por otras razones (somáticas, quizás) y buscaratrasferirse sin transacción alguna a los restos psíquicos no investidospor el Prcc. Los tres casos en definitiva coinciden en un mismoresultado, a saber, que dentro del preconciente se lleva a cabo unitinerario de pensamientos que, abandonado por la investidurapreconciente, ~a encontrado investidura desde el deseo inconciente. A partir de ahí el itinerario de pensamientos sufre una serie detrasmudaciones que ya no reconocemos como procesos psíquicos normales yque arrojan un resultado que nos extraña: una formación psicopatológica.Pongamos de relieve esos procesos y sinteticémoslos: 1. Las intensidades de las representaciones singulares se vuelvensusceptibles de descargarse en su monto íntegro y traspasan de unarepresentación a la otra, de suerte que se forman representacionessingulares provistas de gran intensidad. Cuando este proceso se repitevarias veces, la intensidad de un itinerario íntegro de pensamientospuede reunirse en definitiva en un único elemento de representación. Esel hecho de la compresión o condensación que vimos operar en el trabajoonírico. Ella es la principal responsable de la impresión de extrañezaque provoca el sueño, pues nada análogo conocemos en la vida anímicanormal y asequible a la conciencia. También en esta tenemosrepresentaciones que en calidad de puntos nodales o de resultados finalesde cadenas íntegras de pensamientos poseen una gran significatividad{Bedeutung} psíquica, pero esta valencia suya no se exterioriza en ningúncarácter sensorialmente patente para la percepción interna; lorepresentado de ninguna manera se vuelve más intenso. En el proceso de lacondensación todo nexo psíquico se traspone a la intensidad del contenidode representación. Es el mismo caso que si en un libro hago imprimir

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espaciada, o en caracteres gruesos, una palabra a la que atribuyo valorsobresaliente para comprender el texto. O si al leerla, la pronunciaracon voz más alta y más lentamente, y cargara el acento sobre ella. Elprimer símil nos lleva directamente a un ejemplo tomado del trabajoonírico (trimetilamina, en el sueño de la inyección de Irma). Loshistoriadores de la cultura nos hacen notar que las esculturas másantiguas obedecían a un principio parecido, pues expresaban el rango delas personas figuradas mediante el tamaño de las figuras. La figura delrey era dos o tres veces mayor que la de sus súbditos o la del enemigovencido. Un grupo escultórico de la época romana se servirá para el mismofin de recursos más finos. La figura del emperador se situará en elmedio, se lo mostrará erguido, poniénd9se particular cuidado en elmodelado de su rostro; sus enemigos yacerán a sus pies, pero él ya noparecerá un gigante entre enanos. Entretanto, la reverencia delsubordinado ante su jefe es, todavía hoy, una resonancia de aquel viejoprincipio figurativo. La dirección siguiendo la cual avanzan las condensaciones del sueño esprescrita en parte por las relaciones preconcientes correctas entre lospensamientos oníricos y, en parte, por la atracción que ejercen losrecuerdos visuales en el interior del inconciente. Como resultado, eltrabajo de condensación alcanza aquellas intensidades que se requierenpara irrumpir a través de los sistemas perceptivos. 2. Mediante la libre trasferibilidad de las intensidades y al servicio dela condensación se forman también representaciones intermedias,compromisos, por así decir (véanse los numerosos ejemplos que hemosdado). Es de nuevo algo inaudito en el decurso normal de lasrepresentaciones, donde lo que interesa, sobre todo, es la elección yretención del elemento de representación «correcto». En cambio, conextraordinaria frecuencia sobrevienen formaciones mixtas y de compromisocuando buscamos la expresión lingüística para los pensamientospreconcientes, las que se citan como ejemplos del desliz en el habla{Versprechen}. 3. Las representaciones que se trasfieren sus intensidades unas a otrasmantienen entre sí las relaciones más laxas y se enlazan mediantevariedades de la asociación que nuestro pensamiento desprecia y cuyoaprovechamiento sólo se admite para producir el efecto del chiste. Enparticular, a las asociaciones por homofonía y por paronimia se lesasigna el mismo valor que a las otras. 4. Pensamientos que se contradicen entre sí no tienden a cancelarsemutuamente, sino que subsisten unos junto a los otros, y a menudo secomponen en calidad de productos de condensación como si no mediaracontradicción alguna, o forman compromisos que no admitiríamos en nuestropensar [conciente], pero que muchas veces autorizaríamos en nuestraacción. He aquí el rasgo principal que discernimos en esos procesos: todo elacento se pone en hacer que la energía invistiente se vuelva móvil ysusceptible de descarga; el contenido y la significatividad intrínseca delos elementos psíquicos a que adhieren las investiduras pasan a ser cosasaccesorias. Podría creerse también, por los casos en que es cuestión demudar pensamientos en imágenes, que la condensación y la formación decompromiso acontecen sólo al servicio de la regresión.

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No podemos entonces hacer caso omiso de esta intelección: en la formacióndel sueño participan dos procesos psíquicos de naturaleza diferente; unocrea pensamientos oníricos de perfecta corrección, de igual valor que elpensamiento normal; el otro procede con estos de una manera extraña engrado sumo, incorrecta. Ya en el capítulo VI hemos distinguido a esteúltimo como el genuino trabajo del sueño.De la doctrina de la histeria tomamos este enunciado: Esa elaboraciónpsíquica anormal de un itinerario normal de pensamientos sólo ocurrecuando este último ha devenido la trasferencia de un deseo inconcienteque proviene de lo infantil y se encuentra en la represión. Con arreglo aeste enunciado, construimos la teoría del sueño sobre el supuesto de queel deseo onírico pulsionante proviene en todos los casos del inconciente.Habíamos profundizado en la ficción de un aparato psíquico primitivo,cuyo trabajo era regulado por el afán de evitar la acumulación deexcitación y de mantenerse en lo posible carente de excitación. Por esolo construirnos siguiendo el esquema de un aparato reflejo; la motilidad,al comienzo como camino a la alteración interna del cuerpo, era la vía dedescarga que se le ofrecía. Elucidamos después las consecuenciaspsíquicas de una vivencia de satisfacción, y entonces ya pudimosintroducir un segundo supuesto, a saber, que la acumulación de laexcitación -según ciertas modalidades de que no nos ocupamos- espercibida como displacer, y pone en actividad al aparato a fin deproducir de nuevo el resultado de la satisfacción; en esta, elaminoramiento de la excitación es sentido como placer. A una corriente(Strömung} de esa índole producida dentro del aparato, que arranca deldisplacer y apunta al placer, la llamamos deseo; hemos dicho que sólo undeseo, y ninguna otra cosa, es capaz de poner en movimiento al aparato, yque el decurso de la excitación dentro de este es reguladoautomáticamente por las percepciones de placer y de displacer. El primerdesear pudo haber consistido en investir alucinatoriamente el recuerdo dela satisfacción. Pero esta alucinación, cuando no podía ser mantenidahasta el agotamiento, hubo de resultar inapropiada para producir el cesede la necesidad y, por tanto, el placer ligado con la satisfacción. Así se hizo necesaria una segunda actividad -en nuestra terminología, laactividad de un segundo sistema-, que no permitiese que la investiduramnémica avanzara hasta la percepción y desde allí ligara las fuerzaspsíquicas, sino que condujese a la excitación que partía del estímulo dela necesidad por un rodeo que finalmente, por vía de la motilidadvoluntaria, modificara el mundo exterior de modo tal que pudierasobrevenir la percepción real del objeto de satisfacción. Hasta aquíhabíamos desarrollado el esquema del aparato psíquico; los dos sistemasson el germen de lo que insertamos como Icc y Prcc en el aparatoplenamente constituido. Para poder trasformar con arreglo a fines el mundo exterior mediante lamotilidad, se requiere la acumulación de una gran suma de experienciasdentro de los sistemas mnémicos y una múltiple fijación {Fixierung} delas referencias que diversas representaciones-meta pueden evocar en estematerial mnémico. Ahora proseguimos con nuestros supuestos. La actividaddel segundo sistema, que procede por múltiples ensayos, que envíainvestiduras y vuelve a recogerlas, por una parte necesita disponerlibremente de todo el material mnémico; por la otra, sería un gastosuperfluo si enviara por cada una de las vías de pensamiento grandescantidades de investidura que después se dispersarían sin finalidad,

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reduciendo así la cantidad necesaria para la trasformación del mundoexterior. Por tanto, teniendo en cuenta {el principio de} la adecuación afines, postulo que al segundo sistema le es dado conservar en estadoquiescente {in Ruhe} la mayoría de las investiduras energéticas y emplearen el desplazamiento tan sólo una pequeña parte. La mecánica de estosprocesos me es por entero desconocida; el que quisiera tomar en serioestas ideas debería investigar las analogías fisicistas y abrirse caminohacia la ilustración del proceso de movimiento en el caso de laexcitación neuronal. Yo me atengo con exclusividad a esta idea: Laactividad del primer sistema y está dirigida al libre desagote{Abströmen} de las cantidades de excitación, y el segundo sistemaproduce, por las investiduras que de él parten, una inhibición de estedesagote, su mudanza en investidura quiescente, mediando sin duda unaelevación del nivel. (ver nota) Supongo entonces que bajo el imperio delsegundo sistema el decurso de la excitación se anuda a condicionesmecánicas por entero diversas que bajo el imperio del primero. Una vezque el segundo sistema ha acabado su actividad tentativa de pensamiento,cancela también la inhibición y la estasis de las excitaciones y permiteque ellas se drenen {abIliessen} hacia la motilidad  Ahora obtenemos una argumentación interesante atendiendo a los vínculosentre esta inhibición del drenaje por parte del segundo sistema y laregulación ejercida por el principio de displacer. (ver nota)Investiguemos la contraparte de la vivencia primaria de satisfacción, lavivencia de terror frente a algo exterior. Supongamos que sobre elaparato primitivo actúa un estímulo perceptivo que es la fuente de unaexcitación dolorosa. Entonces sobrevendrán prolongadas y desordenadasexteriorizaciones motrices hasta que por una de ellas el aparato sesustraiga de la percepción y, al mismo tiempo, del dolor; y cada vez quereaparezca la percepción, ese movimiento se repetirá enseguida (algo asícomo un movimiento de huida), hasta que la percepción vuelva adesaparecer. Pero en este caso no quedará inclinación alguna a reinvestirpor vía alucinatoria o de otra manera la percepción de la fuente dedolor. Más bien subsistirá en el aparato primario la inclinación aabandonar de nuevo la imagen mnémica penosa tan pronto como se evoque dealgún modo, y ello porque el desborde de su excitación hacia lapercepción provocaría displacer (más precisamente: empezaría aprovocarlo). El extrañamiento respecto del recuerdo, que no hace sinorepetir {Wiederholung} el primitivo intento de huida frente a lapercepción, es facilitado también por el hecho de que el recuerdo, adiferencia de la percepción, no posee cualidad suficiente para excitar ala conciencia y atraer de ese modo sobre sí una investidura nueva. Esteextrañamiento que el aparato psíquico realiza fácilmente y de maneraregular respecto del recuerdo de lo que una vez fue penoso nosproporciona el modelo y el primer ejemplo de la represión psíquica{esfuerzo de desalojo psíquico}. Es de todo conocido cuánto de eseextrañamiento respecto de lo penoso, de la táctica del avestruz, puederastrearse todavía en la vida anímica normal del adulto. A consecuencia del principio de displacer, entonces, el primer sistema yes incapaz de incluir algo desagradable en el interior de la trama depensamiento. El sistema no puede hacer otra cosa que desear. Si todoquedara tal cual, se vería impedido el trabajo de pensamiento del segundosistema, al que le hace falta disponer de todos los recuerdos decantadosen la experiencia. Así, se abren dos caminos: o bien el trabajo del

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segundo sistema se independiza por completo del principio de displacer ysigue su camino sin hacer caso del displacer del recuerdo, o bien se lasarregla para investir de tal suerte ese recuerdo displacentero que seevite el desprendimiento de displacer. Podemos desechar la primeraposibilidad, pues el principio de displacer se muestra también comoregulador para el discurrir de la. excitación del segundo sistema; nosvemos remitidos a la otra posibilidad: que ese sistema inviste unrecuerdo de tal modo que inhibe el drenaje desde él, y por tanto tambiénel drenaje hacia el desarrollo de displacer, comparable este último a unainervación motriz. A esta hipótesis que la investidura por el segundosistema constituye al mismo tiempo una inhibición al drenaje de laexcitación nos vemos llevados entonces desde dos puntos de abordaje: porreferencia al principio de displacer y [como se expuso dos párrafosantes] por el principio del gasto mínimo de inervación. Retengamos, pues(y es la clave de la doctrina de la represión), que el segundo sistemasólo puede investir una representación si está en condiciones de inhibirel desarrollo de displacer que parta de ella. Lo que se sustrajera deesta inhibición permanecería inasequible también para el segundo sistema;a consecuencia del principio de displacer, se lo abandonaría enseguida.Empero, la inhibición del displacer no tiene que ser completa; uncomienzo de este debe admitirse, pues índica al segundo sistema lanaturaleza del recuerdo y, llegado el caso, su falta de aptitud para elfin que el pensar busca. Al proceso psíquico que conviene exclusivamente al primer sistema lollamaré ahora proceso primario, y proceso secundario al que resulta de lainhibición impuesta por el segundo. (ver nota) Puedo mostrar, todavía enotro aspecto, los fines para los cuales el segundo sistema tiene quecorregir al proceso primario. Este último aspira a la descarga de laexcitación a fin de producir, con la magnitud de excitación así reunida,una identidad perceptiva [con la vivencia de satisfacción; el procesosecundario ha abandonado ese propósito y en su lugar adoptó este otro: elde apuntar a una identidad de pensamiento [con esa experiencia]. Elpensar como un todo no es más que un rodeo desde el recuerdo desatisfacción, que se toma como representación-meta, hasta la investiduraidéntica de ese mismo recuerdo, que debe ser alcanzada de nuevo por lavía de las experiencias motrices. El pensar tiene que interesarseentonces por las vías que conectan entre sí a las representaciones, sindejarse extraviar por las intensidades de estas. Pero es claro que lascondensaciones de representaciones, las formaciones intermedias y decompromiso, son impedimentos para alcanzar esa meta de la identidad; enla medida en que remplazan a una representación por otra, desvían delcamino que habría podido conducir hacia adelante desde la primera. Por -eso tales procesos se -evitan cuidadosamente en el pensar secundario.Tampoco es difícil advertir que el principio de displacer, que en otrosterrenos ofrece al proceso de pensamiento los más importantes puntos deapoyo, le depara aquí también dificultades en la persecución de laidentidad de pensamiento. El pensar tiene que tender, pues, a emanciparsecada vez más de su regulación exclusiva por el principio de displacer, ya restringir el desarrollo del afecto por el trabajo de pensamiento a unmínimo que aún sea utilizable como señal. (ver nota) El agregado de unasobreinvestidura, que es procurada por la conciencia, está destinado alograr ese refinamiento de operación. Pero sabemos que aun en la vidaanímica normal esto rara vez se alcanza por completo, y que nuestro

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pensar siempre está expuesto a falsearse debido a la injerencia delprincipio de displacer.Cuando llamé primario a uno de los procesos psíquicos que ocurren en elaparato anímico, no lo hice sólo por referencia a su posición en unordenamiento jerárquico ni a su capacidad de operación, sino que al darleese nombre me refería también a lo cronológico. Un aparato psíquico queposea únicamente el proceso primario no existe, que nosotros sepamos, yen esa medida es una ficción teórica; pero esto es un hecho: los procesosprimarios están dados en aquel desde el comienzo, mientras que lossecundarios sólo se constituyen poco a poco en el curso de la vida,inhiben a los primarios, se les superponen, y quizás únicamente en laplena madurez logran someterlos a su total imperio. A consecuencia deeste advenimiento tardío de los procesos secundarios, el núcleo denuestro ser, que consiste en mociones de deseos inconcientes, permaneceinaprehensible y no inhibible para el preconciente, cuyo papel quedólimitado de una vez y para siempre a señalarles a las mociones de deseoque provienen del inconciente los caminos más adecuados al fin. Estosdeseos inconcientes constituyen para todos los afanes posteriores delalma una compulsión a la que tienen que adecuarse, y a la que tal vezpueden empeñarse en desviar y dirigir hacia metas más elevadas. Un granámbito del material mnémico permanece también inasequible a lainvestidura preconciente a raíz de esa demora (Verspätung}. Ahora bien, entre estas mociones de deseo indestructibles y no inhibiblesque provienen de lo infantil se encuentran también aquellas cuyocumplimiento ha entrado en una relación de contradicción con lasrepresentaciones-meta del proceso secundario. El cumplimiento de talesdeseos ya no provocaría un afecto placentero, sino uno de displacer, yjustamente esta mudanza del afecto constituye la esencia de lo quedesignamos «represión». Averiguar los caminos y las fuerzas pulsionantesen virtud de los cuales puede operarse esa mudanza, en eso radica elproblema de la represión, que aquí bastará con tocar tangencialmente.(ver nota) Será suficiente establecer que una mudanza así del afectoocurre en el curso del desarrollo (piénsese en el advenimiento del asco,que inicialmente faltaba en la vida infantil) y que se anuda con laactividad del sistema secundario. Los recuerdos desde los cuales el deseoinconciente provoca el desprendimiento del afecto nunca fueron accesiblesal Prcc; por eso no fue posible inhibir su desprendimiento de afecto. Yprecisamente a causa de este desarrollo del afecto tales representacionestampoco ahora son asequibles desde los pensamientos preconcientes sobrelos cuales han trasferido su fuerza de deseo. Más bien entra en funcionesel principio de displacer y hace que el Prce se extrañe de talespensamientos de trasferencia. Estos son librados a sí mismos, son«reprimidos» {desalojados}, y de esa suerte la existencia de un tesoro derecuerdos infantiles sustraídos desde el comienzo al Prcc pasa a ser lacondición previa de la represión. En el caso más favorable, se pone término al desarrollo de displacersustrayendo su investidura a los pensamientos de trasferencia situados enel Prcc, y este éxito caracteriza la intervención del principio dedisplacer como acorde a fines. Pero otra cosa sucede cuando el deseoinconciente reprimido experimenta un refuerzo orgánico que él puedeprestar a sus pensamientos de trasferencia, en cuyo caso los pone encondiciones de hacer el ensayo de irrumpir con su excitación, por más quehayan sido abandonados por la investidura del Prcc. Sobreviene entonces

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la lucha defensiva, pues el Prcc a su vez refuerza la oposición a lospensamientos reprimidos (contrainvestidura), y ello trae como efectoulterior la irrupción de los pensamientos de trasferencia, que sonportadores del deseo inconciente, en algún tipo de compromiso medianteuna formación de síntoma. Ahora bien, desde el momento en que lospensamientos reprimidos son investidos con fuerza por la mocióninconciente de deseo, pero son en cambio abandonados por la investidurapreconciente, ellos quedan a merced del proceso psíquico primario, sóloapuntan a la descarga motriz o, cuando el camino está expedito, a lareanimación alucinatoria de la deseada identidad perceptiva. Ya anteshemos descubierto empíricamente que los procesos incorrectos descritossólo se desarrollan con pensamientos que se encuentran bajo la represión.Ahora aprehendemos un nuevo tramo de esa concatenación. Tales procesosincorrectos son los primarios en el aparato psíquico; sobrevienendondequiera que algunas representaciones son abandonadas por lainvestidura preconciente, son libradas a sí mismas y pueden ser llenadascon la energía no inhibida del inconciente, que aspira a drenarse.Algunas otras observaciones vienen a apoyar la concepción según la cualestos procesos llamados incorrectos no son en realidad falseamientos delos procesos normales, errores de pensamiento, sino los modos de trabajodel aparato psíquico que han sido liberados de una inhibición. Así, vemosque la conducción de la excitación preconciente a la motilidad acontecesiguiendo esos mismos procesos, y que el enlace de las representacionespreconcientes con palabras fácilmente muestra desplazamientos ycontaminaciones idénticos a los que se atribuyen a la falta de atención.Por último, una prueba del incremento de trabajo que se vuelve necesarioen el caso de la inhibición de esos modos primarios de funcionamientoresulta del siguiente hecho: conseguimos un efecto cómico, un sobrante[de energía] que ha de descargarse por la risa cuando dejamos penetrar enla conciencia estos modos de funcionamiento del pensar.Los dos sistemas psíquicos, la censura del pasaje entre ellos, lainhibición y la superposición de una actividad por la otra, lasrelaciones de ambos con la conciencia, todo eso, pertenece al edificionormal de nuestro instrumento anímico, y el sueño nos indica uno de loscaminos que llevan al conocimiento de su estructura. Diremos que el sueñonos prueba que lo sofocado persiste también en los hombres normales ysigue siendo capaz de operaciones psíquicas. El sueño mismo es una de lasexteriorizaciones de eso sofocado. Eso sofocado que hay en el alma, cuyaexpresión es impedida en la vida de vigilia por la (reciproca y) opuestatramitación de las contradicciones y que fue cortado de la percepcióninterna, encuentra en la vida nocturna y bajo el imperio de lasformaciones de compromiso los medios y caminos para abrirse paso hasta laconciencia.La interpretación del sueño es la vía regia hacia el conocimiento de loinconciente dentro de la vida anímica.  

 EL TRABAJO DEL SUEÑO

El trabajo de condensación

Lo primero que muestra la comparación entre contenido y pensamientos delsueño es que aquí se cumplió un vasto trabajo de condensación. El sueñoes escueto, pobre, lacónico, si se lo compara con la extensión y la

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riqueza de los pensamientos oníricos; sin embargo, su sentido nuncacambia. Estrictamente hablando, la cuota de condensación esindeterminable.Así, la desproporción entre contenido y pensamientos oníricos lleva ainferir que en la formación del sueño se efectuó una amplia condensacióndel material psíquico.Si se considera que, de los pensamientos oníricos hallados, sólo losmenos están subrogados en el sueño por uno de sus elementos derepresentación, se debe inferir que la condensación adviene por vía de laomisión, pues el sueño no sería una traducción fiel ni una proyecciónpunto por punto de aquellos pensamientos, sino un reflejo en extremoincompleto y lagunoso. Si sólo unos pocos elementos de los pensamientosoníricos alcanzan el contenido del sueño ¿qué condiciones comandan laelección?Cada uno de los elementos del contenido del sueño aparece comosobredeterminado, como siendo el subrogado de múltiples pensamientosoníricos.No sólo los elementos del sueño están determinados de manera múltiple porlos pensamientos oníricos, sino que los pensamientos oníricos singularesestán también subrogados en el sueño por varios elementos. De un elementodel sueño, la vía asociativa lleva a varios pensamientos oníricos, y deun pensamiento onírico, a varios elementos del sueño. Toda la masa depensamientos oníricos es sometida a una cierta elaboración después de lacual los elementos que tienen más y mejores apoyos son seleccionados paraingresar en el contenido onírico. Los elementos oníricos se configurandesde la masa total de pensamientos oníricos, y cada uno de ellos aparecedeterminado de manera múltiple por referencia a los pensamientosoníricos.En la formación de los sueños, el trabajo de condensación no se sirve deun medio único, sino de varios. La creación de personas de acumulación yde personas mixtas es uno de los principales recursos con que trabaja lacondensación onírica.Como particularidades del trabajo de condensación se puede reconocer,entonces, la elección de elementos que están presentes de manera múltipleen los pensamientos oníricos, la formación de nuevas unidades (personasde acumulación, productos mixtos) y la producción de elementos comunesintermediarios. La condensación onírica es una notable relación entrepensamientos oníricos y contenido del sueño.El trabajo de condensación del sueño se muestra con la máxima evidenciacuando ha escogido como objetos palabras y nombres. Las palabras sonmanejadas por el sueño con la misma frecuencia uqe las cosas, yexperimentan idénticas urdimbres que las representaciones-cosa del mundo. El trabajo de desplazamiento

Se puede observar uqe los elementos que en el contenido (manifiesto) delsueño se imponen como los ingredientes esenciales, en modo algunodesempeñan el mismo papel en los pensamientos oníricos. Como correlatopuede formularse también la proposición inversa. Lo que en lospensamientos oníricos. Lo que en los pensamientos oníricos constituyeevidentemente el contenido esencial ni siquiera necesita estar presenteen el sueño. El sueño está por así decir diversamente centrado, y sucontenido se ordena en torno de un centro constituido por otros elementosque los pensamientos oníricos.En el trabajo onírico se exterioriza un poder psíquico que por una partedespoja de su intensidad a los elementos de alto valor psíquico, y por la

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otra procura a los de valor ínfimo nuevas valencias por la vía de lasobredeterminación, haciendo que estos almacenen el contenido onírico. Siesto se concede, en la formación de los sueños ocurre entonces unatrasferencia y un desplazamiento de las intensidades psíquicas de loselementos singulares, de lo cual deriva la diferencia de texto entrecontenido y pensamientos oníricos. El proceso que con esto suponemos eslisa y llanamente la pieza esencial del trabajo onírico: merece el nombrede desplazamiento onírico. El desplazamiento y la condensación oníricosson los dos maestros artesanos a cuya actividad podemos atribuirprincipalmente la configuración del sueño.Resultado de este desplazamiento es que el contenido del sueño ya nopresenta el mismo aspecto que el núcleo de los pensamientos oníricos, yque el sueño sólo devuelve (refleja) una desfiguración (dislocación) deldeseo onírico del inconciente. El desplazamiento onírico es uno de losmedios principales para alcanzar esta desfiguración. Podemos suponer queel desplazamiento onírico se produce pro la influencia de esa censura, lade la defensa endopsíquica. Los medios de figuración del sueño

Además de los dos factores del desplazamiento y la condensación queoperan en la mudanza del material de pensamientos latentes en elcontenido onírico manifiesto se tropieza con otras dos condiciones queejercen indudablemente influencia sobre la selección del material quellega al sueño.En este lugar interesan exclusivamente los pensamientos oníricosesenciales. La mayoría de las veces se revelan como un complejo depensamientos y de recuerdos, de construcción en extremo intrincada, y queposeen todas las propiedades de las ilaciones de pensamiento queconocemos durante la vigilia. No es raro que sean itinerarios depensamientos que no arrancan de un centro solo, sino de varios, aunque nofaltan los puntos de contacto; casi regularmente, junto a una ilación depensamientos se presenta su contrarreflejo contradictorio, conectado conella por asociación de contraste.

METAFORA Y METONIMIA: SU GAVILLA NO ERA NI AVARA NI ODIOSA

Freud, cuando escribe Moisés y el Monoteísmo, se interroga por cómo elhombre puede ser tan dependiente de esas cosas para las quemanifiestamente no está hecho en lo más mínimo. Dice Lacan, que lo queFreud quiso hacer ver es que el análisis es absolutamente inseparable deuna pregunta fundamental acerca del modo en que la verdad entra en lavida del hombre. La dimensión de la verdad es misteriosa, inexplicable,nada permite captar decisivamente su necesidad, pues el hombre se acomodaperfectamente a la no-verdad.Esta es la pregunta que hasta el final atormenta a Freud en Moisés y elMonoteísmo. La integración renovada en torno a la pascua de Moisés, a sumiedo hipotético, no tiene otra razón de ser más que la de responde alproblema de saber por qué vía la dimensión de la verdad entra de maneraviviente en la vida, en la economía del hombre. Freud responde que es porintermedio de la significación última de la idea del padre.El padre es una realidad sagrada en sí misma, más espiritual quecualquier otra, porque, en suma, nada en la realidad vivida indica,

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hablando estrictamente, su función, su presencia, su dominancia. ¿Cómo laverdad del padre llega a ser promovida a un primer plano? La cosa sólo espensable a través del rodeo de ese drama a-histórico: la muerte, elasesinato del padre.Lacan sostiene que no puede negarse el carácter inevitable de laintuición freudiana: se trata de una dramatización esencial por la cualentra en la vida una superación interna del ser humano: el símbolo delpadre.La naturaleza del símbolo está aún por esclarecerse. Nos acercamos a suesencia situándola en el mismo punto de génesis que el instinto demuerte. ¿qué significa esencialmente el símbolo en su papel significante?¿Cuál es la función inicial y original, en la vida humana, de laexistencia del símbolo en tanto significante puro?En la carta a Fliess, Freud habla de las diferentes formas de defensa, yeso implica preguntarse ¿quién se defiende?, ¿qué se defiende?, ¿contraqué se defiende uno? La defensa en psicoanálisis se dirige contra unespejismo, una nada, un vacío, y no contra todo lo que existe y pesa enla vida.Sin embargo, en el momento de llegar a la psicosis, Freud dice: losparanoicos, los delirantes, los psicóticos, aman el delirio como se manaa sí mismos.Hay allí un eco de lo dicho en el mandamiento: amad a vuestro prójimocomo a vosotros mismos.Freud tuvo el sentimiento profundo de que algo rebasa el juego delsignificado y las significaciones, el juego de lo que llamaremos mástarde las pulsiones del id. Hay ahí una vinculación, una presentificaciónesencial, cuyo misterio sigue casi intacto para nosotros; el delirante,el psicótico se aferra a su delirio como a algo que es él mismo.Así se aborda el problema concerniente a la función económica queadquiere la relación de lenguaje en la forma y en la evolución de lapsicosis.Lacan parte de los datos que son las frases que Shreber dice escuchar,frases provenientes de esos seres intermediarios, diversos en sunaturaleza, los vestíbulos del cielo, las almas difuntas o las almasbienaventuradas, esas sombras, esas formas ambiguas de seres desposeídosde su existencia y portadores de voz.La parte plena de la frase, donde están las palabras-núcleo que dan elsentido de la frase no es vivida como alucinatoria. Al contrario, la vozse detiene para obligar al sujeto a proferir la significación en juego enla frase. Es una frase de ese sujeto a la vez vacío y pleno, que llamé elentre-yo(je) del delirio.En particular, lo implícito asumió forma alucinatoria y no es dado en vozalta en la alucinación, es el pensamiento principal. La vivenciadelirante del sujeto da en sí misma su esencia en el fenómeno. Indica queel fenómeno vivido de la alucinación, elemental o no, carece delpensamiento principal. “Nosotros, los rayos carecemos de pensamiento”,vale decir de lo que significa algo.En relación a la cadena del delirio, el sujeto parece a la vez agente ypaciente. EL delirio es más sufrido que organizado por el. Desde luego,como producto terminado, este delirio hasta cierto punto puede sercalificado de locura razonante, en el sentido de que su articulación enalgunos aspectos es lógica, pero desde un punto de vista secundario. Quela locura alcance una síntesis de esta índole, no es un problema inferioral de su existencia misma. Esto se produce en el curso de una génesis que

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parte de elementos quizá groseros de esta construcción, pero que, en suforma original, se presentan como cerrados, e incluso como enigmáticos.Hay primero algunos meses de incubación prepsicótica en que el sujetoestá en un estado profundamente confusional. Es el momento en que seproducen los fenómenos de crepúsculo del mundo, que caracterizan elinicio de un periodo delirante. A mediados de marzo de 1894, entró en elsanatorio de Flechsig. A mediados del 93, comienzan los fenómenosalucinatorios, las comunicaciones verbalizadas que atribuye a losdiversos escalones de ese mundo fantasmático, formado por dos pisos de larealidad divina, el reino anterior de Dios y el reino posterior, y detodo tipo de entidades que están en vías de una reabsorción más o menosavanzada en esa realidad divina.Esas entidades, que son las almas, van en sentido opuesto a lo que llamael orden del universo, noción fundamental en la estructuración de sudelirio. En lugar de tomar el camino de reintegrarse en el Otro absoluto,toman, en cambio, el de vincularse con Shreber mismo.Shreber está cada vez más y más integrado a esa palabra ambigua con laque hace cuerpo y a la que responde con todo su ser. La ama,literalmente, como a sí mismo. Este fenómeno apenas puede calificarse dediálogo interior, pues la significación de la preeminencia del juego delsignificante, cada vez más vaciado de significación, gira precisamente entorno a la existencia del otro.¿Cuál es la significación de esta invasión del significante que tiende avaciarse de significado a medida que ocupa más y más lugar en la relaciónlibidinal, e inviste todos los momentos, todos los deseos del sujeto?Algo llama la atención de Lacan: incluso cuando las frase pueden tener unsentido, nunca se encuentra en ellas nada que se asemeje a una metáfora.Pero, ¿qué es una metáfora?Con esta pregunta aborda el segundo capítulo de este artículo. Lametáfora no es una cosa sobre la cual hablar sea lo más fácil del mundo.La metáfora supone que una significación es el dato que domina y desvía,rige, el uso del significante, de tal manera que todo tipo de conexiónpreestablecida, diría, dice Lacan, lexical, queda desanudada. El uso dela lengua es susceptible de significación sólo a partir del momento enque se puede decir Su gavilla no era ni avara ni odiosa, vale decir, enque la significación arranca el significante de sus conexiones lexicales.Esta es la ambigüedad del significante y el significado. Sin laestructura significante, es decir, sin la articulación predicativa, sinla distancia mantenida entre el sujeto y sus atributos, no podríacalificarse a la gavilla de avara y odiosa. Porque hay una sintaxis, unorden primordial de significante, el sujeto es mantenido separado,diferente de sus cualidades.Esta frase del simbolismo que se expresa en la metáfora supone lasimilitud, la cual se manifiesta únicamente por la posición. La gavillapuede ser identificada a Bozz en su falta de avaricia y en sugenerosidad, por el hecho de que es el sujeto de avara y odiosa. Lagavilla es literalmente idéntica al sujeto Bozz por similitud deposición. Su dimensión de similitud es, sin duda, lo más cautivante deluso significativo del lenguaje, que domina hasta tal punto la aprehensióndel juego del simbolismo que enmascara la existencia de la otradimensión, la sintáctica. Sin embargo, esta frase perdería toda especiede sentido si mezcláramos el orden de las palabras.Cuando se habla de simbolismo se descuida la dimensión vinculada a laexistencia del significante, a la organización del significante.

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En el capítulo 3, Lacan toma el problema de la afasia. A partir de aquí,dice, no puede dejar de ocurrírsenos que la distribución que ladistribución de determinados trastornos denominados afasias, debe reversea la luz de la oposición entre, por una parte, las relaciones desimilitud, o de sustitución, o de elección, y también de selección o decompetencia, en suma, de todo lo uqe es del orden del sinónimo y, porotra, las relaciones de contigüidad, de alineación, de articulaciónsignificante, de coordinación sintáctica. Desde esta perspectiva, laoposición clásica entre afasias sensoriales y motoras se ordena de manerasorprendente.El afásico encadena una serie de frases de carácter gramaticalextraordinariamente desarrollado. Dirá: Si, comprendo. Ayer, cuandoestaba allá arriba, ya dijo, y quería, le dije, no es eso, la fecha, noexactamente, no esa…El sujeto muestra así un completo dominio de todo lo que es articulación,organización, subordinación y estructuración de la frase, pero quedasiempre al margen de lo que quiere decir. Ni por un instante se puededudar que lo que quiere decir está presente, pero no alcanza a dar unaencarnación verbal de aquello a lo que la frase apunta. Desarrolla entorno a ella toda una franja de verbalización sintáctica, cuyacomplejidad y nivel de organización están lejos de indicar una pérdida deatención del lenguaje. Pero, si le piden una definición, un equivalentesin siquiera querer alcanzar la metáfora, si lo enfrentan a ese uso dellenguaje que la lógica llama metalenguaje, o lenguaje sobre el lenguaje,está perdido.Las relaciones de contigüidad dominan, como consecuencia de la ausencia ode una deficiencia de la función de equivalencia significativa mediantela similitud.No podemos dejar de tomar en cuenta esta llamativa analogía para oponer,bajo la doble rúbrica de la similitud y la contigüidad, lo que sucede enel sujeto delirante alucinatorio. No podría ponerse mejor en evidencia ladominancia de la contigüidad en el fenómeno alucinatorio que señalando elefecto de palabra interrumpida, y de palabra interrumpida tal comoprecisamente es dad, es decir, como investida y, digamos, libidinalizada.Al sujeto se le impone la parte gramatical de la frase, la que sóloexiste por su carácter significante y por su articulación. Esta setransforma en un fenómeno impuesto en el mundo exterior.El afásico del que hablaba no podía ir al grano. A ello se debe sudiscurso en apariencia vacío, que, cosa curiosa, incluso en los sujetoscon más experiencia, en los neurólogos, provoca siempre una rizaembarazada. Tenemos enfrente un personaje que está ahí, sirviéndose deinmensos blablás, extraordinariamente articulados, a veces ricos eninflexiones, pero que nunca puede llegar al núcleo de lo que tiene quecomunicar. El desequilibrio del fenómeno de contigüidad que pasa a primerplano en el fenómeno alucinatorio, y a cuyo alrededor se organiza todo eldelirio, no deja de serle análogo.La forma retórica que se opone a la metáfora es la metonimia. Conciernela sustitución de algo que se trata de nombrar: estamos en efecto a niveldel nombre. Se nombra una cosa mediante otra que es su continente, o unaparte de ella, o que está en conexión con ella.Si, usando la técnica de asociación verbal, tal como se practica en ellaboratorio, le proponen al sujeto una palabra como choza, hay más de unmodo de responder. Choza – Quémenla. El sujeto también puede decircasucha o cabina – ahí ya está el equivalente sinonímico, si avanzamos unpoquito más llegaremos a la metáfora, diciendo madriguera por ejemplo.

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Pero, también hay otro registro. Si el sujeto dice por ejemplo techo, yano es exactamente lo mismo. Una parte de la choza permite designarlaentera, podemos hablar de una aldea de tres techos, para decir trescasitas. Se trata ahí de evocación. El sujeto puede también decirsuciedad, o pobreza. Ya no estamos en la metáfora, estamos en lametonimia.La oposición de la metáfora y la metonimia es fundamental. Lo que Freudllama condensación en retórica se llama metáfora; lo que llamadesplazamiento, es la metonimia. La estructuración, la existencia lexicaldel conjunto del aparato significante son determinantes para losfenómenos presentes en la neurosis, pues el significante es elinstrumento con el que se expresa el significado desaparecido. Por estarazón, al atraer la atención sobre el significante, no hacemos más quevolver al punto de partida del descubrimiento freudiano.En la psicosis, esos juegos significantes terminan ocupando por completoal sujeto. En este caso no se trata del mecanismo de la afasia, sino decierta relación al otro como faltante, deficiente. A partir de larelación del sujeto con el significante y con el otro, con los diferentespisos de la alteridad, otro imaginario y Otro simbólico, podremosarticular esa intrusión, esa invasión psicológica del significante que sellama la psicosis.      METAFORA Y METONIMIA (II): ARTICUALCIÓN SIGNIFICANTE Y TRANSFERENCIA DESIGNIFICADO

Su gavilla no era ni avara ni odiosa es realmente un ejemplo de metáfora.Puede decirse en un sentido que la significación domina todo, que ellasúbitamente imprime al sujeto, su gavilla, ese valor que la muestraesparciéndose generosamente, cual si lo hiciese por su propia cuenta.Sólo que el significante y el significado están siempre en una relaciónque puede calificarse de dialéctica.Desde el punto de vista de la fenomenología, el lenguaje de un afásicosensorial es un lenguaje de paráfrasis. Su jerganofasia se caracterizapor la abundancia y la facilidad de la articulación y despliegue de lasfrases, por parcelarias uqe resulten en último término.La paráfrasis se opone directamente a la metáfrasis. Esto significa quesi le piden que traduzca, de un sinónimo, que repita la misma frase, aunla que acaba de decir, será incapaz de hacerlo.En este caso hay n trastorno de la similitud, que consiste en que elsujeto es incapaz de la metáfrasis, y lo que dirá está enteramente en eldominio de la paráfrasis.Junto a la afasia sensorial, existe la que burdamente se llama motora.Comienza con los trastornos del agramatismo y llega a una extremareducción del stock verbal; en la imagen inmortalizada, es el famosolápiz que ya no puede sacar. Esta otra dimensión del déficit afásicopuede colocarse muy bien en el orden de las perturbaciones de lacontigüidad.En este caso, se degrada de manera progresiva la articulación, lasintaxis del lenguaje. Conservan la capacidad nominativa, pero pierden lacapacidad proposicional. No son capaces de construir la proposición.Sin embargo, hay que percatarse que sin la estructuración delsignificante, ninguna transferencia de sentido sería posible.

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En la segunda parte, Lacan presenta dos vertientes para abordar estacuestión.La primera es la disolución del vínculo de la significación intencionalcon el aparato del significante. El sujeto lo conserva globalmente, perono logra sin embargo dominarlo en función de su intención. La segunda, esla disolución del vínculo interno al significante.De acuerdo a una especie de ley general, dice, de ilusión concerniente alo que se produce ene l lenguaje, lo que aparece en primer plano no es loimportante. Lo importante es la oposición entre dos clases de vínculosque son ambos internos al significante.Primero el vínculo posicional, que es el fundamento del vínculo querecién llamo proposicional. En una determinada lengua, instaura esadimensión esencial que es el orden de las palabras. Para comprenderlobasta recordar que en francés Pedro pega a Pablo no es equivalente aPablo pega a Pedro.Una metáfora se sostiene ante todo mediante una articulación posicional.Lo importante no es que la similitud esté sostenida por el significado,sino que la transferencia de significado sólo es posible debido a laestructura misma del lenguaje. Todo lenguaje implica metáfrasis ymetalengua, el lenguaje que habla del lenguaje, porque debe virtualmentetraducirse. La transferencia del significado, tan esencial en la vidahumana, sólo es posible debido a la estructura del significante.El lenguaje es un sistema de coherencia posicional. EN un segundo tiempo,que este sistema se reproduce en su propio seno con extraordinariafecundidad.La metonimia es una metáfora pobre, sin embargo, la metonimia es inicialy hace posible la metáfora. Pero la metáfora es de grado distinto a lametonimia. En la obra freudiana, se comienza con el sueño, sus mecanismosde condensación y desplazamiento, de figuración… todos pertenecen alorden de la articulación metonímica, y sobre esta base puede intervenirla metáfora.La promoción del significante en cuanto tal, la puesta en claro de esasub-estructura siempre oculta que es la metonimia, es la condición detoda investigación posible de los trastornos funcionales del lenguaje enla neurosis y la psicosis.      REPRESENTACIÓN-COSA: REPRESENTACIÓN PALABRA. EL INCONCIENTE. CONDICIÓNDE FIGURABILIDAD Y TEXTO DEL SUEÑO. METÁFORA Y METONÍMIA.

La práctica analítica es fundamentalmente palabra. Se trata de plantearcómo alguien, a través de las cosas que dice, desplegará la carne viva desu deseo. EL trayecto de un análisis, construirá una historia deausencia, de falta, de pérdida, de duelo y que la condición de irforjando allí ese amor de transferencia es lo que permite el riel de unanálisis: ese amor de transferencia se sostiene, en el sufrimiento quesoporta alguien al sostener un discurso distinto del convencional.Barthes dice: “El habla es irreversible. No se puede retomar una palabra:salvo, aclarando con precisión que se la retoma. Aquí borrar significaañadir. Si quiero borrar aquello que acabo de enunciar, no puedo hacerlosino mostrando la goma”. (Eso es, bueno, “quise decir tal cosa”, “en

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realidad me equivoqué”, “me rectifico”). “Paradójicamente el habla, quees efímera, es imborrable, en este sentido.El dispositivo analítico refuerza este ejercicio imborrable de lapalabra, le da a la palabra del analizante, a la palabra del paciente, ya la palabra del analista, el estatuto de imborrable. La palabra tieneese sesgo, ese toque, en donde detenerse siempre supone algo.El siguiente gráfico encierra la definición de la representaciónpreconciente como una sumatoria entre representación palabra yrepresentación cosa: y la representación inconciente en tantorepresentación cosa sola.                                                                              Pc s            Ic s                                                                             R P                                                                                                R c                                                                             R C En la conexión representación palabra – representación cosa habita elsigno.Una de las consideraciones de Lacan, muestra cómo en Freud hay unaconcepción del lenguaje, a partir de la noción de inconciente, a partirdel trabajo del inconciente, que excede el modo de teorizar ese mismoinconciente, Es un encuentro de la palabra con la cosa preexistente.Lacan sugiere que no podemos entender el descubrimiento de Freud con lanoción de lenguaje de esa época. En un pasaje de “El hombre de loslobos”, en donde el paciente comete un lapsus y al querer decir “wespe”dice “espe” (wespoe = abeja). Freud pide asociaciones.                                                                             Pc s       Ic s                                                                        W/espe    M V                                                                       es.pe En el gráfico se trata de ilustrar, en los términos de este lapsus, loselementos del primer gráfico. Es decir que en lugar de la representaciónpalabra, tenemos la palabra wespe; en lugar de la representación cosa, laimagen de una abeja. Del lado donde tenemos la representación cosa,inconciente, se ven un grupo de elementos que tratan de dar cuenta de lasasociaciones: una “w”, un número 5 en romano (V), (la W está invertida) yla palabra pronunciada (dividida por la puntuación (s.p).¿Qué es lo que se produce a partir de ese lapsus? Las asociacionessuponen que se desconecta la flecha, se va de la representación-palabra ala representación-cosa preconciente: esto quiere decir que se desbaratala significación del decir intencional. Quería decir tal cosa, pero en unpunto, en ese tropiezo, no la dice, hay una suspensión del sentido, unfugaz vaciamiento de la significación. En ese punto, supongamos, depedido de asociaciones, imaginemos ese punto en donde puede difractar elsentido: la flecha que vamos a hacer funcionar, que vamos a reanimar, esla que va de representación palabra a la representación cosa delinconciente. Esto trata de decir que a partir de la fractura de la

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palabra, se abre su funcionamiento a las reglas de condensación y eldesplazamiento.Esa “w” aparece vinculada, pro las particularidades del historial, conlas orejas del lobo que el pacientemismo había dibujado y que el pacientehabía resucitado de una imagen infantil. Aparece también vinculada conesa “w” partida, que forma allí el número cinco en romano (V), que en lasconstrucciones que hace Freud, enlazaban la hora en que, supuestamente,era la indicación de que esa hora contenía una referencia al hecho real,el punto de presencia de la escena original, del coito de los padres, deese coito  tergo, como los lobos, que el paciente había presenciado. El“espe” tiene cierto sesgo de condensación: “s” y “p” son las inicialesdel paciente. Con esto se apunta a que en definitiva a que una vezyugulada la relación sígnica, una vez que se da el tropiezo, que, enfunción del ejemplo, se produce el lapsus, se produce este cambio deflecha.En esta ruptura sígnica empieza a funcionar algo estrictamente del ordendel significante. No necesariamente quiere decir que el significante seala representación palabra, de hecho puede ser lo opuesto. La cuestiónradica en que, cuando se fractura el signo, se generan vías defacilitación para la emergencia de otra legislación que nos lleva haciaotros destinos y que en esa otra legislación, reconocemos larepresentación cosa.Esta ilustración que da Freud excede cualquier dureza tópica, cualquierclausura en representación palabra / representación cosa, unapreconciente y otra inconciente, alternando la representación palabraligada con la palabra y a la representación cosa con la imagen.El gráfico alude a que con el discurso de la práctica, la conexión quehabilitando enlaza el tropiezo de la representación palabra y el campo,inconciente, de las representaciones cosa. Esa conexión no es la mismaque Freud sugiere en el capítulo VII de “Lo inconciente”; la conexión queFreud sugiere es más o menos de la misma naturaleza: la representacióncosa del inconciente es la misma que la representación cosa delpreconciente. Como si se tratara de un trayecto de eso que está enimágenes hacia las palabras a través de la representación palabra, yemerge allí en el preconciente. Evidentemente que las flechas no secolocarían igual.En cuanto a la condición de figurabilidad del sueño no es el sueño, no estampoco el texto inconciente del sueño, sino que es una característica dela presentación del sueño.Freud en el capítulo VI de “La interpretación de los sueños”, “El trabajodel sueño”, dice lo siguiente: “Pensamientos del sueño y contenido delsueño, se nos presentan como dos figuraciones del mismo contenido, en doslugares diferentes. Mejor dicho, el contenido del sueño se nos aparececomo una transferencia (uno de los primeros usos de la palabratransferencia), de los pensamientos del sueño a otro modo de expresión:cuyos signos y leyes de articulación debemos aprender a discernir por víade la comparación entre el original y su traducción. Los pensamientos delsueño nos resultan sin más, tan pronto como llegamos a conocerlos. ELcontenido del sueño no es dado, por así decir, en una pictografía”:(escritura donde combina signos, imágenes, y donde el valor de la imagenno está dada por la imagen, sino por su combinación entre los signos.Leer los dibujos de un sol y un tero, en esta perspectiva, consistiría enjuntar y producir la palabra soltero. Hay algo en donde la combinaciónprevalece sobre la imagen.

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El contenido del sueño nos es dado en una pictografía, cada uno de cuyossignos ha de transferirse al lenguaje de los pensamientos del sueño. Nohay traducción de un sueño, hay construcción de un texto a partir de lacombinación de los signos.Freud nos dice que así se estructura el sueño. Que la imagen quedarelegada, es lo que no debe encandilarnos para poder escuchar lo que seteje en el sueño. La imagen, en este caso al menos, queda del lado de lomanifiesto: y el texto producido, forjado por la combinación de esaspalabras, es lo que remitimos al dominio del inconciente.Freud cuando habla de representaciones palabras, o palabras que sontrabajadas como si fuesen cosas, da otro ejemplo del sueño donde se ve lacondensación sobre palabras: “El trabajo de condensación del sueñomuestra con la máxima evidencia cuando es cogido como objeto, palabras ynombres. Las palabras son manejadas por el sueño con la misma frecuenciaque las cosas del mundo. Cósmicas y raras creaciones léxicas son elresultado de tales sueño”Lacan, dentro de los dispositivos que hace resonar para revivir laproblemática del lenguaje en Freud, incluye un grupo de elementos quepodríamos agrupar por ahora en estos dos términos: metáfora y metonimia.Y por otra parte, el enunciado y la enunciación.Identifica metáfora a condensación y metonimia a desplazamiento. Laprimera, habitualmente, en las consideraciones lingüísticas, pone enjuego un respaldo semántico: quiero decir que la metáfora se sostiene enla suposición de que hay un sentido detrás de la figura retórica. Unametáfora es casi como un chiste: cuando lo explicamos pierde su efecto.En términos formales, una metáfora se define por la sustitución de untérmino por otro. Si en vez de decir “sol de mi corazón”, dijésemos “lomás importante de mi vida”, evidentemente no sería una metáfora, sino quees necesario reemplazar eso, sustituir. El valor está dado en elejercicio de sustitución más que en recuperar lo sustituido.El desplazamiento, lo que Lacan considera metonimia, supone algo que nodice todo: que muestra que no se puede decir todo, que es indispensableun corrimiento. Es necesaria, sin embargo, la preparación deldesplazamiento para rematar la condensación; es necesario el trayectometonímico.El otro grupo o pareja de elementos que Lacan hace funcionar, que tieneestrecha relación con esto, se refiere a enunciado y enunciación. Simetáfora y metonimia es ese punto en donde de golpe Wespe puede empezar adecir algo más de lo dicho, el lugar desde donde se engendra, no es elpreconciente. El lugar en donde se fabrica ese enunciado, el traspié deWespe, no es el preconciente.El enunciado es ese dicho, es esa frase. La enunciación, el lugar de laproducción del enunciado.Hablar del inconciente como discurso del Otro, supone que en ese punto lasecuencia del hablante toma características no contingentes. Con estoquiero decir que el hecho de que lo diga, modifica la cuestión de que setrata. Uno puede suponer que eso está en el inconciente, pero el hecho deque lo haya dicho y que, allí también tomamos en cuenta la forma en quelo dijo, es indispensable para el inconciente. El acto del decir no escontingente para el inconciente: no tenemos un inconciente echo y quedespués se dice, no. El inconciente, en tanto discurso del Otro, es eseefecto en donde la enunciación muestra su tela a través del lapsus. Elacto constituye al inconciente.  

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   PULSIONES Y DESTINO DE PULSIÓN

Del lado de la fisiología, que nos ha proporcionado el concepto delestímulo y el esquema del reflejo, de acuerdo con el cual un estímuloaportado al tejido vivo (a la sustancia nerviosa) desde afuera esdescargado hacia afuera mediante la acción, se desprende que esta acciónes “acorde al fin”, por el hecho de que sustrae a la sustancia estimuladade la influencia del estímulo, la aleja del radio en que este opera.La pulsión sería un estímulo para lo psíquico. Pero enseguida advertimosuqe no hemos de equiparar pulsión y estímulo psíquico. El estimulopulsional no proviene del mundo exterior, sino del interior del propioorganismo. La pulsión actúa siempre como una fuerza constante. Serámejor, dice Freud, que llamemos “necesidad” al estímulo pulsional; lo quecancela esta necesidad es la “satisfacción”. Esta sólo puede alcanzarsemediante una modificación apropiada a la meta (adecuada), de la fuenteinterior de estímulo.Imaginemos un ser vivo casi por completo inerme, no orientado todavía enel mundo, que captura estímulos en su sustancia nerviosa. Este ser muypronto se halla en condiciones de establecer un primer distingo y deadquirir una primera orientación. Por un parte, registra estímulos de losque puede sustraerse mediante una acción muscular (huida), y a estos losimputa a un mundo exterior, pero, por otra parte, registra otrosestímulos frente a los cuales una acción así resulta inútil, puesconserven su carácter de esfuerzo (Drang) constante; estos estímulos sonla marca de un-mundo interior, el testimonio de unas necesidadespulsionales. La sustancia percipiente del ser vivo habrá adquirido así,en la eficacia de su actividad muscular, un asidero para separar un“afuera” de un “adentro”.Entonces, primero hallamos la esencia de la pulsión en sus caracteresprincipales, a saber, su proveniencia de fuentes de estímulos situadas enel interior del organismo y su emergencia como fuerza constante, y de ahíderivamos uno de sus ulteriores caracteres, que es su incoercibilidad poracciones de huida.El sistema nervioso es un sistema que busca dominar los estímulos. Es unsistema al que le está deparado la función de liberarse de los estímulosque le llegan, de rebajarlos al nivel mínimo posible; dicho de otro modo,es un aparato que, de ser posible, querría conservarse exento de todoestímulo.Las pulsiones son los genuinos motores de los progresos que han llevadoal sistema nervioso a su actual nivel de desarrollo. Desde luego, nadaimpide esta conjetura: las pulsiones mismas, al menos en parte, sondecantaciones de la acción de estímulos exteriores que en el curso de lafilogénesis influyeron sobre la sustancia viva, modificándola.Y si después hallamos que la actividad del aparato psíquico, aun del másdesarrollado, está sometida al principio de placer, es decir, es reguladade manera automática por sensaciones de la serie placer-displacer,difícilmente podremos rechazar otra premisa, a saber, que esassensaciones reflejan el modo en que se cumple el dominio  de losestímulos. Y ello con seguridad en este sentido: el sentido de displacertiene que ver con un incremento del estímulo, y el de placer con sudisminución. La imprecisión de esta hipótesis es considerable; noobstante, nos atendremos fielmente a ella hasta que podamos, si es

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posible, colegir la índole del vínculo entre placer-displacer y lasoscilaciones de las magnitudes de estímulo que operan sobre la vidaanímica. Vínculos de este tipo, por cierto, puede haberlos muy variados ynada simples. (cita al pie: Como se verá, acá están involucrados dosprincipios. Uno de ellos es el principio de constancia, el cual vuelve aenunciarse en Más allá del principio de placer, en los siguientestérminos: “…la hipótesis de que el aparato anímico se afana por mantenerlo más baja posible, o al menos constante, la cantidad de excitaciónpresente en él”. Para este principio Freud adoptó en el mismo trabajo laexpresión “principio de Nirvana”. El segundo principio implicado es elprincipio de placer, que también vuelve a formularse en Más allá delprincipio de placer: “En la teoría psicoanalítica adoptamos sin reservasel supuesto de que el decurso de los procesos anímicos es reguladoautomáticamente por el principio de placer. Vale decir, creemos que entodos los casos lo pone en marcha una tensión displacentera, y despuésadopta tal orientación que su resultado final coincide con unadisminución de aquella, esto es, con una evitación de displacer o unaproducción de placer”. Freud parece haber supuesto en un comienzo queestos principios guardaban entre sí una estrecha correlación e inclusoque eran idénticos. Así, en su “Proyecto de psicología” escribe: “Siendoconsabida para nosotros una tendencia de la vida psíquica, la de evitardisplacer, estamos tentados a identificarla con la tendencia primaria ala inercia (la tendencia a evitar excitación)”. Un punto de vista similarse adopta en el capítulo VII de La interpretación de los sueños. En elpasaje al que se refiere esta nota, sin embargo, parece dudarse de que lacorrelación entre ambos principios sea completa. Esta duda es ampliada enMás allá del principio de placer, y se discute con cierta extensión en“El problema económico del masoquismo”. Freud arguye allí que los dosprincipios no pueden ser idénticos, ya que incuestionablemente hayestados de tensión creciente que son placenteros, y prosigue sugiriendoque la cualidad placentera o displacentera de un estado puede serrelativa a la característica temporal (o ritmo) de los cambios en lacantidad de excitación presente. Concluye que, en todo caso, los dosprincipios no pueden considerarse idénticos: el principio de placer esuna modificación del principio de Nirvana. Este último debe atribuirse ala “pulsión de muerte”, y su modificación en principio de placer se debea la influencia de la pulsión de vida o libido.)Si ahora, desde el aspecto biológico, pasamos a la consideración de lavida anímica, la “pulsión” nos aparece como un concepto fronterizo entrelo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulosque provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una medidade la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia desu trabazón con lo corporal.Ahora podemos discutir algunos términos que se usan en conexión con elconcepto de pulsión, y son: esfuerzo, meta, objeto, fuente de la pulsión.Por esfuerzo (Drang) de una pulsión se entiende su factor motor, la sumade fuerza o la medida de la exigencia de trabajo que ella representa. Esecarácter esforzante es una propiedad universal de las pulsiones, y aun suesencia misma. Toda pulsión es un fragmento de actividad;  cuandonegligentemente se habla de pulsiones pasivas, no  puede mentarse otracosa que pulsiones con una meta pasiva.La meta (Ziel) de una pulsión es en todos los casos la satisfacción quesólo puede alcanzarse cancelando el estado de estimulación en la fuentede la pulsión. Pero si bien permanece invariable, los caminos que llevana ella pueden ser diversos, de suerte que para una pulsión se presenten

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múltiples metas más próximas o intermediarias, que se combinan entre sí ose permutan unas por otras. La experiencia nos permite también hablar depulsiones “de meta inhibida” en el caso de procesos a los que se permiteavanzar un trecho ene l sentido de la satisfacción pulsional, perodespués experimentan una inhibición o una desviación. Cabe suponer quetambién con tales procesos va asociada una satisfacción parcial.El objeto (Objekt) de la pulsión es aquello en o por lo cual puedealcanzar su meta. Es lo más variable en la pulsión; no está enlazadooriginariamente con ella, sino que se le coordina sólo a consecuencia desu aptitud para posibilitar la satisfacción. No necesariamente es unobjeto ajeno; también puede ser una parte del cuerpo propio. Puedeocurrir que el mismo objeto sirva simultáneamente a la satisfacción devarias pulsiones. Un lazo particularmente íntimo de la pulsión con elobjeto se acusa como fijación de aquella. Suele consumarse en períodosmuy tempranos del desarrollo pulsional y pone término a la movilidad dela pulsión contrariando con intensidad su desasimiento.Por fuente (Quelle)) de la pulsión se entiende aquel proceso somático,interior a un órgano o a una parte del cuerpo, cuyo estímulo esrepresentado (repräsentiert) en la vida anímica por la pulsión. Elestudio de las fuentes pulsionales ya no compete a la psicología;  aunquepara la pulsión lo absolutamente decisivo es su origen en la fuentesomática, dentro de la vida anímica no nos es conocida de otro modo quepor sus metas.Todas las pulsiones son cualitativamente de la misma índole, y deben suefecto sólo a las magnitudes de excitación que conducen o, quizás, aun aciertas funciones de esta cantidad. Lo que distingue entre sí a lasoperaciones psíquicas que proceden de las diferentes pulsiones puedereconducirse a la diversidad de las fuentes pulsionales.Freud propone distinguir dos grupos de pulsiones primordiales: laspulsiones yoicas o de autoconservación y las pulsiones sexuales. Laocasión que movió a establecerla brotó de la génesis misma delpsicoanálisis, que tomó como su primer objeto las psiconeurosis, másprecisamente el grupo de las llamadas “neurosis de transferencia”(histeria y neurosis obsesiva), y en ellas obtuvo la intelección de queen la raíz de todas esas afecciones se hallaba un conflicto entre losreclamos de la sexualidad y los del yo.Con miras a una caracterización general de las pulsiones sexuales puedeenunciarse lo siguiente: son numerosas, brotan de múltiples fuentesorgánicas, al comienzo actúan con independencia unas de otras y sólodespués se reúnen en una síntesis más o menos acabada. La meta a queaspira cada una de ellas es el logro del placer de órgano (es decir, elplacer adscrito a un órgano específico del cuerpo); sólo tras haberalcanzado una síntesis cumplida entran al servicio de la función dereproducción, en cuyo carácter se las conoce comúnmente como pulsionessexuales. En su primera aparición se apuntalan en las pulsiones deconservación, de las que sólo poco a poco se desasen; también en elhallazgo de objeto siguen los caminos que les indican las pulsionesyoicas. Una parte de ellas continúan asociadas toda la vida a estasúltimas, a las cuales proveen de componentes libidinosos que pasanfácilmente inadvertidos durante la función normal y sólo salen a la luzcuando sobreviene la enfermedad. Se singularizan por el hecho de que engran medida hacen un papel vicario unas respecto de las otras y puedenintercambiar con facilidad sus objetos (cambios de vía). A consecuenciade las propiedades mencionadas en último término, se habilitan paraoperaciones muy alejadas de sus acciones-meta originarias (sublimación).

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La observación nos enseña a reconocer, como destinos de pulsión de esaíndole, los siguientes:

El trastorno hacia lo contrario. La vuelta hacia la persona propia. La represión. La sublimación.

El trastorno hacia lo contrario se resuelve, ante una consideración másatenta, en dos procesos diversos: la vuelta de una pulsión de laactividad a la pasividad, y el trastorno en cuanto al contenido. Por serambos procesos de naturaleza diversa, también ha de tratárselos porseparado.Ejemplos del primer proceso brindan los pares de opuestos sadismo-masoquismo y placer de ver-exhibición. El trastorno sólo atañe a lasmetas de la pulsión; la meta activa (martirizar, mirar) es reemplazadapor la pasiva (ser martirizado, ser mirado). El trastorno en cuanto alcontenido se descubre en este único caso: la mudanza del amor en odio.La vuelta hacia la persona propia se nos hace más comprensible sipensamos que el masoquismo en sin duda un sadismo vuelto al yo propio, yla exhibición lleva incluido el mirarse el cuerpo propio. La observaciónanalítica no deja subsistir ninguna duda en cuanto a que el masoquistagoza compartidamente la furia que se abate sobre su persona, y elexhibicionista, su desnudez. Lo esencial en este proceso es entonces elcambio de vía del objeto, manteniéndose inalterada al meta.Entretanto, no puede escapársenos que vuelta hacia la persona propia yvuelta de la actividad a la pasividad convergen o coinciden en estosejemplos. En cuanto al par de opuestos sadismo-masoquismo, el procesopuede presentarse del siguiente modo:

21. El sadismo consiste en una acción violenta, en una afirmación depoder dirigida a otra persona como objeto.22. Este objeto es resignado y sustituido por la persona propia. Con lavuelta hacia la persona propia se ha consumado también la mudanza de lameta pulsional activa en una pasiva.23. Se busca de nuevo como objeto una persona ajena, que, a consecuenciade la mudanza sobrevenida en la meta, tiene que tomar sobre sí el papeldel sujeto (sujeto parece, aquí, designar a la persona que desempeña elpapel activo en la relación, el agente).

El caso “c” es el del masoquismo. La satisfacción se obtiene, también enél, por el camino del sadismo originario, en cuanto el yo pasivo setraslada en la fantasía a su puesto anterior, que ahora se deja al sujetoajeno. El supuesto “b” no es superfluo, como lo revela la conducta de lapulsión sádica en la neurosis obsesiva. Aquí hallamos la vuelta hacia lapersona propia sin la pasividad hacia una nueva. La mudanza llega sólohasta la etapa “b”.La concepción del sadismo es perjudicada también pro la circunstancia deque esta pulsión parece perseguir, junto a su meta general, una acción-meta muy especial. Junto a la humillación y al sojuzgamiento, el infligirdolores. El niño sádico no toma en cuenta el infligir dolores, ni se lopropone. Pero una vez que se ha consumado la trasmudación al masoquismo,los dolores se prestan muy bien a proporcionar una meta masoquistapasiva, pues tenemos todas las razones para suponer que también lassensaciones de dolor, como otras sensaciones de displacer, desbordansobre la excitación sexual y producen un estado placentero en aras del

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cual puede consentirse aun el displacer del dolor. Y una vez que elsentir dolores se ha convertido en una meta masoquista, puede surgirretrogresivamente la meta sádica de infligir dolores; produciéndolos enotro, uno mismo los goza de manera masoquista en la identificación con elobjeto que sufre. Desde luego, en ambos casos no se goza el dolor mismo,sino la excitación sexual que lo acompaña, y como sádico esto esparticularmente cómodo. El gozar del dolor sería, por tanto, una metaoriginariamente masoquista, pero que sólo puede devenir meta pulsional enquien es originariamente sádico.Hay otro par de opuestos: las pulsiones que tiene por meta,respectivamente, el ver y el mostrarse. También aquí pueden distinguirselas mismas etapas que en el caso anterior: a) El ver como actividaddirigida a un objeto ajeno; b) La resignación del objeto, la vuelta de lapulsión de ver hacia una parte del cuerpo propio, y por tanto eltrastorno en pasividad y el establecimiento de la nueva meta: ser mirado.c) La inserción de un nuevo sujeto (es decir, un nuevo agente), al queuno se muestra a fin de ser mirado por él. Pero una importantedivergencia con el caso del sadismo reside en que en la pulsión de ver hade reconocerse una etapa todavía anterior a la que designamos a.Inicialmente la pulsión de ver es autoerótica, tiene sin duda un objeto,pero este se encuentra en el cuerpo propio. Sólo más tarde se ve llevada(por la vía de la comparación) a permutar este objeto por uno análogo delajeno (etapa a). El esquema de la pulsión de ver podría ser este:a)      Uno mismo mirar miembro sexual         =     Miembro sexual sermirado pro persona propia b)      Uno mismo mirar objeto ajeno               c) Objeto propio sermirado por persona ajena                    (placer de veractivo)                                        (placer de mostrar,exhibición) Para los dos ejemplos de pulsión aquí considerados vale esta observación:la mudanza pulsional mediante un trastorno de la actividad en pasividad ymediante vuelta sobre la persona propia nunca afecta, en verdad, a todoel mundo de la moción pulsional. La dirección pulsional más antigua,activa, subsiste en cierta medida junto a la más reciente, pasiva, aunqueel proceso de la trasmudación pulsional haya sido muy extenso. El únicoenunciado correcto acerca de la pulsión de ver sería este: todas lasetapas del desarrollo de la pulsión (tanto la etapa previa autoeróticacuanto las conformaciones finales activa y pasiva) subsisten unas junto alas otras.Nos hemos acostumbrado a llamar narcisismo a la fase temprana dedesarrollo del yo, durante la cual sus pulsiones sexuales se satisfacende manera autoerótica. Deberíamos entonces decir que la etapa previa dela pulsión de ver, en que el placer de ver tiene por objeto al cuerpopropio, pertenece al narcisismo, es una formación narcisista. Desde ellase desarrolla la pulsión activa de ver, dejando atrás al narcisismo; perola pulsión pasiva de ver retiene el objeto narcisista. De igual modo, latrasmudación del sadismo al masoquismo implica un retroceso hacia elobjeto narcisista; y en los dos casos (o sea, el del placer pasivo de very el del masoquismo) el sujeto narcisista es permutado por identificacióncon un yo otro, ajeno. Si consideramos la etapa previa del sadismoalcanzamos una intelección más general: los destinos de pulsión queconsisten en la vuelta sobre el yo propio y en el trastorno de la

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actividad en pasividad dependen de la organización narcisista del yo yllevan impreso el sello de esta fase. Corresponden, quizás, a losintentos de defensa que en etapas más elevadas del desarrollo del yo seejecutan con otros medios.El par de opuestos pulsionales sadismo-masoquismo y placer de ver-placerde mostrar son las más conocidas de las pulsiones sexuales que sepresentan como ambivalentes.El objeto de la pulsión de ver es también primero una parte del cuerpopropio; no obstante, no es el ojo mismo. Y en el sadismo, el órganofuente, que es probablemente la musculatura capaz de acción, apunta demanera directa a un objeto otro, aunque se sitúe en el cuerpo propio. Enlas pulsiones autoeróticas es tan decisivo el papel del órgano fuente queforma y función del órgano determinan la actividad o pasividad de la metapulsional.La mudanza de una pulsión en su contrario (material, es decir eltrastorno de una pulsión en cuanto a su contenido) sólo es observada enun caso: la trasposición de amor en odio. Puesto que con particularfrecuencia ambos e presentan dirigidos simultáneamente al mismo objeto,tal coexistencia ofrece también el ejemplo más significativo de unaambivalencia de sentimientos.El amar no es susceptible de una sola oposición, sino de tres. Además dela oposición amar-odiar, hay la que media entre amar y ser-amado, y, porotra parte, amar y odiar tomados en conjunto se contraponen al estado deindiferencia.De estas tres oposiciones, la segunda, la que media entre amar y ser-amado, se corresponde por entero con la vuelta de la actividad a lapasividad y admite también, como la pulsión de ver, idéntica reconduccióna una situación básica. Hela aquí: amarse a sí mismo. Según sean elobjeto o el sujeto los que se permuten por uno ajeno, resultan laaspiración de meta activa, el amar, o la de meta pasiva, el ser-amado, delas cuales la segunda se mantiene próxima al narcisismo.Quizá nos acerquemos a la comprensión de los múltiples contrarios delamar si consideramos que la actividad anímica en general está gobernadapor tres polaridades, las oposiciones entre:Sujeto (yo) – Objeto (mundo exterior)Placer – DisplacerActivo – PasivoLa oposición entre yo y no-yo (afuera), o sea, sujeto – objeto, se imponetempranamente al individuo, como dijimos, por la experiencia de que puedeacallar los estímulos exteriores mediante su acción muscular, pero estáindefenso frente a los estímulos pulsionales. La polaridad placer –displacer adhiere a una serie de la sensación cuya inigualableimportancia para la decisión de nuestras acciones (voluntad) ya pusimosde relieve. La oposición activo – pasivo no ha de confundirse con la uqemedia entre yo – sujeto y afuera – objeto. El yo se comporta pasivamentehacia el mundo exterior en la medida en que recibe estímulos de él, yactivamente cuando reacciona frente a estos. Sus pulsiones lo compelensobremanera a una actividad hacia el mundo exterior, de suerte quedestacando lo esencial podría decirse: el yo – sujeto es pasivo hacia losestímulos exteriores, y activo por sus pulsiones propias. La oposiciónentre activo y pasivo se fusiona más tare con la que media entremasculino y femenino, que, antes que esto acontezca, carece designificación psicológica.Las tres polaridades del alma entran en los más significativos enlacesrecíprocos. Existe una situación psíquica originaria en que dos de ellas

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coinciden. EL yo se encuentra originariamente, al comienzo mismo de lavida anímica, investido por pulsiones (triebbesetzt), y es en parte capazde satisfacer sus pulsiones en sí mismo. Llamamos narcisismo a eseestado, y autoerótica a la posibilidad de satisfacción. El mundo exterioren esa época no está investido con interés y es indiferente para lasatisfacción. Por tanto, en ese tiempo el yo – sujeto coincide con loplacentero, y el mundo exterior, con lo indiferente (y eventualmente, encuanto fuente de estímulos, con lo displacentero). Si por ahora definimosel amar como la relación del yo con sus fuentes de placer, entonces lasituación en que sólo se ama a sí mismo y es indiferente al mundo ilustrala primera de las oposiciones en que hemos hallado el amar (aquí, losopuestos al amar adopta otro orden: 1) indiferencia, 2) odiar y 3) seramado. Probablemente en este segundo ordenamiento otorga el primer lugara la indiferencia por ser esta la primera que se presenta en el curso deldesarrollo).En la medida en que es autoerótico, el yo no necesita del mundo exterior,pero recibe de él objetos a consecuencia de las vivencias derivadas delas pulsiones de autoconservación del yo, y por tanto no puede menos quesentir por un tiempo como displacenteros ciertos estímulos pulsionalesinteriores. Ahora bien, bajo el imperio del principio de placer seconsuma dentro de él un ulterior desarrollo. Recoge en su interior losobjetos ofrecidos en la medida en que son fuente de placer, losintroyecta (según la expresión de Farenczi, y, por otra parte, expele desí lo que en su propia interioridad es ocasión de displacer.Así, a partir del yo-realidad inicial, que ha distinguido el adentro y elafuera según una buena marca objetiva, se muda en un yo – placerpurificado que él se ha incorporado y en un resto que le es ajeno. Y delyo propio ha segregado un componente que arroja al mundo exterior ysiente como hostil. Después de este reordenamiento, ha quedadorestablecida la coincidencia de las dos polaridades:Yo – sujeto (coincide) con placer.Mundo exterior (coincide) con displacer.Con el ingreso del objeto en la etapa del narcisismo primario sedespliega también la segunda antítesis del alar: el odiar.Como vimos, el objeto es aportado al yo desde el mundo exterior en primertérmino pro las pulsiones de autoconservación; y no puede desecharse quetambién el sentido originario del odiar signifique la relación hacia elmundo exterior hostil, proveedor de estímulos. La indiferencia sesubordina al odio, a la aversión, como un caos especial, después de haberemergido, al comienzo, como su precursora. Lo exterior, el objeto, loodiado, habrían sido idénticos al principio. Y si más tarde el objeto serevela como fuente de placer, entonces es amado, pero también incorporadoal yo, de suerte que para el yo – pacer purificado el objeto coincidenuevamente con lo ajeno y lo odiado.Ahora reparamos en que así como el par de opuestos amor – indiferenciarefleja la polaridad yo – mundo exterior, la segunda oposición, amor –odio, reproduce la polaridad placer – displacer, enlazada con la primera.Luego que la etapa puramente narcisista es revelada por la etapa delobjeto, placer y displacer significan relaciones del yo con el objeto.Cuando el objeto es fuente de sensaciones placenteras, se establece unatendencia motriz que quiere acercarlo al yo, incorporarlo a él; entonceshablamos también de la atracción que ejerce el objeto dispensador deplacer y decimos que amamos al objeto. A la inversa, cuando el objeto esfuente de sensaciones de displacer, una tendencia se afana en aumentar ladistancia entre él y el yo, en repetir con relación a él el intento

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originario de huida frente al mundo exterior emisor de estímulos.Sentimos la repulsión del objeto, y lo odiamos; este odio puede despuésacrecentarse convirtiéndose en la inclinación a agredir al objeto, con elpropósito de aniquilarlo. Los vínculos de amor y de odio no sonaplicables a las relaciones de las pulsiones con sus objetos, sino queestán reservados a la relación del yo-total con los suyos.La palabra “amar” se instala entonces, cada vez más, en la esfera delpuro vínculo de placer del yo con el objeto, y se fija en definitiva enlos objetos sexuales en sentido estricto y en aquellos objetos quesatisfacen las necesidades de las pulsiones sexuales sublimadas.El amor proviene de la capacidad del yo para satisfacer de maneraautoerótica, por la ganancia de un placer de órgano, una parte de susmociones pulsionales. Es originariamente narcisista, después pasa a losobjetos que se incorporaron al yo ampliado, y expresa el intento motordel yo por alcanzar esos objetos en cuanto fuentes de placer. Se enlazaíntimamente con el quehacer de las posteriores pulsiones sexuales ycoincide, cuando la síntesis de ellas se ha cumplido, con la aspiraciónsexual total. Etapas previas del amar se presentan como metas sexualesprovisionales en el curso del complicado desarrollo de las pulsionessexuales. Discernimos la primera de ellas en el incorporar o devorar, unamodalidad del amor compatible con la supresión de la existencia delobjeto como algo separado, y que por tanto puede denominarse ambivalente.En la etapa que sigue, la de la organización pregenital sádico-anal, elintento de alcanzar el objeto se presenta bajo la forma del esfuerzo deapoderamiento, al que le es indiferente el daño o la aniquilación delobjeto. Por su conducta hacia el objeto, esta forma y etapa previa delamor es apenas diferenciable del odio. Sólo con el establecimiento de laorganización genital el amor deviene el opuesto del odio.El odio es, como relación con el objeto, más antiguo que el amor; brotade la repulsa primordial que el yo narcisista opone en el comienzo almundo exterior prodigador de estímulos. Como exteriorización de lareacción displacentera provocada por objetos, mantiene siempre unestrecho vínculo con las pulsiones de la conservación del yo, de suerteque pulsiones yoicas y pulsiones sexuales con facilidad pueden entrar enuna oposición que repite la oposición entre odiar y amar. Cuando laspulsiones yoicas gobiernan a la función sexual, como sucede en la etapade la organización sádico-anal, prestan también a la meta pulsional loscaracteres del odio.La historia de la génesis y de los vínculos del amor nos permitecomprender que tan a menudo se muestre ambivalente, es decir, acompañadopor mociones de odio hacia el mismo objeto. Ese odio mezclado con el amorproviene, en una parte, de las etapas previas del amar no superadas porcompleto, y en otra parte tiene su fundamento en reacciones de repulsaprocedentes de las pulsiones yoicas, que a raíz de los frecuentesconflictos entre intereses del yo y del amor pueden invocar motivosreales y actuales. En ambos casos, entonces, ese odio mezclado se remontaa la fuente de las pulsiones de conservación del yo. Cuando el vínculo deamor con un objeto determinado se interrumpe, no es raro que lo remplaceel odio, por lo cual recibimos la impresión de que el amor se  muda enodio. Pero ahora, superando esa descripción, podemos concebirlo así: entales casos el odio, que tiene motivación real, es forzado por laregresión del amar a la etapa sádica previa, de suerte que el odiar cobraun carácter erótico y se garantiza la continuidad de un vínculo de amor.La tercera oposición en que se encuentra el amar, la mudanza del amar enun ser-amado, responde a la injerencia de la polaridad entra actividad y

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pasividad y cae bajo idéntica apreciación que los casos de la pulsión dever y del sadismo. 

 LA SEXUALIDAD EN LOS DESFILADEROS DEL SIGNIFICANTE

Según Lacan, el inconciente es los efectos que ejerce la palabra sobre elsujeto, es la dimensión donde el sujeto se determina en el desarrollo delos efectos de la palabra, y en consecuencia, el inconciente estáestructurado como lenguaje.La realidad del inconciente es realidad sexual y el lazo del sexo con lamuerte, con la muerte del individuo, es fundamental.La existencia, gracia a la división sexual, se basa en la copulación,acentuada en dos polos que la tradición secular se empeña en caracterizarcomo polo macho y polo hembra. Y en esto radica la reproducción. Desdesiempre, en torno a esta realidad fundamental se han agrupado,armonizado, otras características más o menos ligadas a la finalidad dela reproducción. Aquí sólo puedo indicar de pasada lo que se asocia en elregistro biológico con la diferenciación sexual, en forma decaracterísticas y funciones sexuales secundarias. Hoy sabemos cómo, sobreeste terreno, se fundó en la sociedad una repartición muy compleja de lasfunciones según un juego de alternancias. El estructuralismo moderno halogrado precisarlo al mostrar que los intercambios fundamentales ocurrenen el plano de la alianza, opuesto al de la generación natural, al dellinaje biológico, es decir, en el plano del significante. Y allí,justamente encontramos las estructuras más elementales del funcionamientosocial, estructuras uqe han de inscribirse en términos de combinatoria.La integración de esta combinatoria a la realidad sexual suscita lapregunta de si será esa la vía por la que llegó al mundo, al mundo delhombre, el significante.La libido es la presencia efectiva, como tal, del deseo. Es lo que ahoraqueda por señalar del deseo – deseo que no es sustancia, que estápresente en el proceso primario y que rige hasta el modo en que hemos deabordarlo.Lacan sostiene que con el análisis debe revelarse lo tocante a ese puntonodal por el cual la pulsación del inconciente está vinculada con larealidad sexual. Este punto nodal se llama el deseo, que se sitúa en ladependencia de la demanda, demanda que, por articularse consignificantes, deja un resto metonímico que se desliza bajo ella, unelemento que no es indeterminado, que es una condición, a un tiempoabsoluta e inasible, un elemento que está necesariamente en impasse, unelemento insatisfecho, imposible, no reconocido, que se llama deseo. Estoconstituye el punto de empalme con el campo definido por Freud como el dela instancia sexual en el plano del proceso primario.La función del deseo es el residuo último del efecto de significante enel sujeto. A partir de allí, necesariamente, se instaura lo esencial delproceso primario.Freud mantiene como elemento esencial del proceso primario a la libido.Esto quiere decir, en contra de la apariencia de los textos donde tratade ilustrar su teoría, que en la alucinación no hay una pura y simplepresentificación de los objetos de una necesidad, ni aun en laalucinación más sencilla de la más sencilla de las necesidades, nisiquiera en la alucinación alimentaria tal como la que se produce en elsueño de la pequeña Ana cuando dice, por ejemplo, huevos, fresa, torta.La alucinación del sueño sólo es posible debido a la sexualización de

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estos objetos, porque la pequeña Ana sólo alucina objetos prohibidos. Hayuqe discutir el asunto para cada caso, pero es absolutamente esencialdiscernir la dimensión de significación en toda alucinación para podercaptar de qué se trata en lo que respecta al principio del placer. Laconnotación de realidad se da en la alucinación desde el punto en que elsujeto desea. Si Freud opone el principio de realidad al principio delplacer es, justamente, en la medida en que la realidad queda allídefinida como desexualizada.Lacan presenta la topología del sujeto según el ocho interior: Inscribe la libido en el punto donde el lóbulo definido como campo deldesarrollo del inconciente recubre y oculta al otro lóbulo, el de larealidad sexual. La libido pareciera ser, entonces, lo que pertenece aambos – el punto de intersección, como se dice en lógica. Pero eso es,justamente, lo que no es. Este sector en el que parece que los campos serecubren uno a otro es, si ven el verdadero perfil de la superficie, unvacío.Esta superficie pertenece a otra cuya topología describió y nombró cross-cap, o sea, mitra. Se puede obtener a partir del ocho interior. Se unendos a dos los borden, tal como se presentan aquí, con una superficiecomplementaria, y se cierra. De cierto modo, desempeña el mismo papel decomplemento, respecto del ocho inicial, que una esfera respecto de uncírculo, una esfera que viniese a cerrar aquello ya el círculo estabadispuesto a contener. Pues bien, esta superficie es una superficie deMoebius y su envés continúa su revés. De esta figura se desprende unasegunda necesidad… para cerrar su curva tiene que atravesar en algunaparte la superficie anterior, en este punto, según la línea que se acabade reproducir en el segundo modelo.Esta imagen permite figurar el deseo como lugar de empalme del campo dela demanda, donde se presentifican los síncopes del inconciente, con larealidad sexual. Toda esto depende de una línea, que Lacan llama la líneadel deseo, ligada a la demanda, y con la cual se presentifica en laexperiencia la incidencia sexual.   Desmontaje de la pulsión

La pulsión no es el empuje. El Trieb no es el Drang. Freud dice que  esimportante distinguir cuatro términos en la pulsión. El Drang, el empuje.La Quelle, la fuente. El Objekt, el objeto. El  Ziel, la meta.El empuje, es identificado con una simple y llana tendencia a ladescarga. Esta tendencia es el producto de un estímulo, a saber, latransmisión de la parte admitida, a nivel del estímulo, a saber, latransmisión de la parte admitida, a nivel del estímulo, del suplemento deenergía, la famosa cantidad Qn del Entwurf. Pero ocurre que sobre ello, yde entrada, Freud hace una observación. Sin duda, también hay estímulo,excitación. Pero el Reiz (excitación) de la pulsión es distinto decualquier estímulo que provenga del mundo externo. Es un Reiz interno.Para hacerlo explícito tenemos la noción de necesidad, tal como semanifiesta en el organismo, en varios niveles y, en primer lugar, en elhambre y la sed.  Sin embargo, Freud hace la aclaración que la pulsión nose trata en absoluto de la presión de una necesidad como el hambre o lased (Hunger y Durst).El soporte del Real-Ich es el sistema nervioso. Tiene un carácter desujeto planificado, objetivado. El Triebreiz es la razón de que ciertos

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elementos estén investidos pulsionalmente. Esta investición nos sitúa enel terreno de una energía potencial, ya que la característica de lapulsión, ya que la característica de la pulsión es la de ser una fuerzaconstante.La constancia del empuje impide cualquier asimilación de la pulsión a unafunción biológica, la cual siempre tiene un ritmo. Lo primero que diceFreud de la pulsión es que no tiene ni día ni noche, ni primavera niotoño, ni alza ni baja. Es una fuerza constante.Al otro extremo de la cadena, Freud se refiere a la satisfacción. ¿Quéquiere decir la satisfacción de la pulsión. Lacan dice: “Me dirán –Bueno, es muy sencillo, la satisfacción de la pulsión es llegar a suZiel, a su meta.” Pero en seguida surge una objeción. En efecto, serecuerda que la tercera de las cuatro vicisitudes fundamentales de lapulsión es la sublimación. Freud dice que la sublimación es tambiénsatisfacción de la pulsión, a pesar de que está inhibida en cuanto a sumeta, a pesar de que no la alcanza. La sublimación no deja de ser, porello, una satisfacción de la pulsión, y además sin represión. Esevidente, dice la Lacan, que la gente con que tratamos, los pacientes, noestán satisfechos, como se dice, con lo que son. Y no obstante, sabemosque todo lo que ellos son, lo que viven, aun sus síntomas, tiene que vercon la satisfacción. Satisfacen a algo que sin duda va en  contra de loque podría satisfacerlos, lo satisfacen en el sentido de que cumplen conlo que ese algo exige. No se contentan con su estado, pero aún así, enese estado de tan poco contento, se contentan. El asunto está justamenteen saber qué es ese se que queda allí contentado.En conjunto y en una primera aproximación, Lacan dirá que aquello quesatisfacen por la vía del displacer, es, al fin y al cabo, la ley delplacer. Para que una satisfacción de esta índole, penan demasiado. Hastacierto punto este penar de mas es la única justificación de nuestraintervención.Entonces no puede decirse que en lo que toca a la satisfacción no sealcanza la meta. Sí se alcanza. En el análisis tenemos ante nosotros unsistema donde todo se acomoda y que alcanza su propio tipo desatisfacción. Los analistas nos metemos en el asunto en la medida en quecreemos que hay otras vías, más cortas, por ejemplo. En todo caso, nosreferimos a la pulsión justamente porque el estado de satisfacción se hade rectificar a nivel de la pulsión.Esta satisfacción es paradójica. Allí entra en juego algo nuevo, lacategoría de lo imposible. Esta categoría es absolutamente radical paralos fundamentos de las concepciones freudianas. El camino del sujeto pasaentre dos murallas de imposible.En Freud, lo real aparece de esa forma, es decir, como el obstáculo alprincipio del placer. Lo real es el tropiezo, el hecho de que las cosasno se acomodan de inmediato, como querría la mano que se tiende a losobjetos exteriores. Lo real se distingue por su separación del principiodel placer, por su desexualización, por el hecho de que su economíaadmite algo nuevo que es lo imposible.Pero lo imposible está presente también en el otro campo, como esencial.El principio del placer hasta se caracteriza por estar lo imposible tanpresente en él que nunca se le reconoce como tal. La idea de que lafunción del principio del placer es satisfacerse mediante la alucinación,lo ilustra… no es más que una ilustración. En cierto modo, al dar con suobjeto, la pulsión se entera de que no es así como se satisface. Porquesi se distingue la necesidad de la exigencia pulsional en el inicio de ladialéctica de la pulsión es justamente porque ningún objeto de ninguna

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necesidad puede satisfacer la pulsión. Aunque la boca quede ahíta, no sesatisface con comida sino con el placer de la boca. Por eso,precisamente, en la experiencia analítica la pulsión oral se encuentra deúltima en una situación en la que todo lo que hace es ordenar el menú.Esto se hace sin duda con la boca que está en el principio de lasatisfacción – lo uqe va a la boca vuelve a la boca y se agota en eseplacer: placer de la boca.Freud lo dice: En cuanto al objeto, en la pulsión, que quede bien claroque no tiene, a decir verdad, ninguna importancia. Es enteramenteindiferente.Para poder decir que en la pulsión el objeto es indiferente, ¿cómo hayque concebir este objeto? Para la pulsión oral es evidente que no setrata del alimento, ni de la rememoración de alimento, ni de eco dealimento, ni de cuidados de la madre, sino de algo que se llama el pechoy que parece de lo más natural porque pertenece a la misma serie. SiFreud señala que el objeto no tiene ninguna importancia en la pulsión,esto significa probablemente que es necesario revisar por completo lafunción del pecho como objeto.A la función de objeto del pecho – de objeto a causa del deseo, según lanoción que Lacan propone – tenemos que concebirla de modo que nos permitadecir el lugar que ocupa en la satisfacción de la pulsión. La mejorfórmula me parece la siguiente: la pulsión le da la vuelta, lo contornea.Acerca de la fuente, cuando se habla de lo erógeno, se habla de la boca,y no sólo de la boca sino también de los labios y los dientes.Lo mismo pasa con la pulsión anal. No se dice todo cuando se dice quecierta función viviente está integrada a una función de intercambio conel mundo – el excremento. Hay otras funciones excremenciales y otroselementos participan en ellas además del margen del ano, que no obstantese define como la fuente y punto de partida de cierta pulsión.Si algo se parece la pulsión, dice Lacan, es a un montaje. El montaje dela pulsión es un montaje que se presenta primero como algo sin ton ni son– tiene el sentido que adquiere cuando se habla de montaje en un collagesurrealista. Si reunimos las paradojas que acabamos de definir apropósito del Drang del objeto, de la meta de la pulsión, la imagenadecuada sería la de una dínamo enchufada a la toma de gas, de la quesale una pluma de pavo real que le pace cosquillas al vientre de unahermosa mujer que está allí presente para siempre en aras de la bellezadel asunto. El asunto empieza a ponerse interesante porque la pulsión,según Freud, define todas las formas con las que puede invertirse unmecanismo semejante.En efecto, ¿cómo puede decirse simple y llanamente, como lo hace Freud,que el exhibicionismo es lo contrario del voyeurismo, o que el masoquismoes lo contrario del sadismo? Freud formula esto por razones puramentegramaticales, de inversión del sujeto y del objeto, como si el objeto yel sujeto gramaticales fuesen funciones reales. Es fácil demostrar que noes así, y basta referirse a nuestra estructura del lenguaje para hacerimposible esta deducción. Pero, en torno a este juego, Freud nos hacevislumbrar algo de la esencia de la pulsión. La pulsión parcial y su circuito

La transferencia es lo que manifiesta en la experiencia la puesta en actode la realidad del inconciente en tanto ella es sexualidad.Estamos seguros de que la sexualidad está presente en acción en latransferencia únicamente porque en ciertos momentos se muestra aldescubierto como amor.

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En el texto de Freud que tiene por objeto las pulsiones y susvicisitudes, se formula expresamente que de ninguna manera puedeconsiderarse el amor como representante de lo que él mismo interroga conel término “la tendencia”, “las formas”, “la convergencia del esfuerzosexual”, en tanto sea algo que culmine en un todo susceptible de seraprehendido, y que sintetice su esencia y su función.Las pulsiones, en su estructura, en la tensión que establecen, estánligadas a un factor económico. Este factor económico depende de lascondiciones en que se ejerce la función del principio del placer en unnivel que se retoma con el término Real-Ich. Puede concebirse el Real-Ichcomo el sistema nervioso central en tanto funciona, no como un sistema derelación, sino como un sistema destinado a asegurar cierta homeostasis delas tensiones internas.Debido a la realidad del sistema homeostático, la sexualidad entra enjuego únicamente en forma de pulsiones parciales. La pulsión, justamente,es el montaje a través del cual la sexualidad participa en la vidapsíquica, y de una manera que tiene que conformarse con la estructura dehiancia característica del inconciente.Lacan sugiere colocarnos en los dos extremos de la experiencia analítica.Lo reprimido primordial es un significante, y aquello que se erige encimapara constituir el síntoma podemos considerarlo siempre como andamiajesignificante. Lo reprimido y el síntoma son homogéneos y siemprereductibles a funciones significantes. Su estructura, pese a erigirsesucesivamente como todo edificio, puede no obstante, a fin de cuentasinscribirse en términos sincrónicos.En el otro extremo está la interpretación. La interpretación concierne aese factor dotado de una estructura temporal espacial que se definemediante la metonimia. En su término, la interpretación apunta al deseo,al cual, en cierto sentido, es idéntica. En resumidas cuentas, el deseoes la interpretación misma.El intervalo está en la sexualidad. De no haberse manifestado lasexualidad, en forma de pulsiones parciales, como lo que domina toda laeconomía de este intervalo, nuestra experiencia no sería más que unamantica, a la que entonces le cuadraría muy bien el término neutro deenergía psíquica, pero a la cual le faltaría aquello que constituye enella la presencia de la sexualidad.La legibilidad del sexo en la interpretación de los mecanismosinconcientes es siempre retroactiva. Esta legibilidad perteneceríaexclusivamente al registro de la interpretación si no pudiésemos estarseguros de que, en cada instante de la historia, las pulsiones parcialeshan intervenido eficazmente en el momento y lugar apropiados. Desde elcomienzo del psicoanálisis se impulso con una fuerza que sorprende,cuando se mira hacia atrás, que la sexualidad infantil no es un témpanoerrante desprendido del gran bando de hielo de la sexualidad adulta, queinterviene como seducción sobre un sujeto inmaduro.En Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad, Freud supo postular lasexualidad como esencialmente polimorfa, aberrante. Así quedó roto elencanto de la supuesta inocencia infantil. A saber, Lacan, dice que en loreferente a la instancia de la sexualidad, la situación es la misma paratodos los sujetos, así sean niños o adultos, todos se enfrentan sólo conla sexualidad que pasa por las redes de la constitución subjetiva, lasredes del significante, la sexualidad sólo se realiza mediante laoperación de las pulsiones en la medida en que son pulsiones parciales,parciales respecto de la finalidad biológica de la sexualidad.

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La integración de la sexualidad a la dialéctica del deseo requiere queentre en juego algo del cuerpo que podríamos designar con el término deaparejo – entendido como aquello con lo que los cuerpos pueden aparejarseen lo que toca a la sexualidad, que ha de distinguirse de aquello con quelos cuerpos pueden aparearse.La pulsión, aunque representa la curva de la realización de la sexualidaden el ser vivo, sólo la representa, y, además, parcialmente. ¿Por quéasombrarse de que su término último sea la muerte cuando la presencia delsexo en el ser vivo está ligada a ella?De entrada y durante toda su existencia, la pulsión integra justamenteuna dialéctica del arco, y yo hasta diría del tiro al arco. Con estopodemos darle su lugar en la economía psíquica.Freud nos presenta entonces la pulsión en una forma muy tradicional.Utilizando en todo momento los recursos de la lengua y apoyándose sinvacilaciones en algo que sólo pertenece a ciertos sistemas lingüísticos,las tres voces, activa, pasiva y media. Pero esto no es más que elcascarón. Tenemos que darnos cuenta de que esta revisión significante esuna cosa, y otra, muy distinta, lo que recubre. Lo fundamental de cadapulsión es el vaivén con que se estructura.Es notable reparar en como Freud no puede designar estos dos polos sinechar mano a ese algo que llamamos verbo. Ver y ser visto, atormentar yser atormentado. Y es porque, desde el comienzo. Freud da por sentado queno hay parte alguna del trayecto de la pulsión que pueda separarse de suvaivén, de su reversión fundamental, de su carácter circular: 

 

Hay que hacer a distinción entre el regreso en el circuito de la pulsióny lo que aparecen un tercer tiempo. O sea, la aparición de un nuevosujeto, que ha de entenderse así – no que hay ya un sujeto, el de lapulsión, sino que lo nuevo es ver aparecer un sujeto. Este sujeto, que espropiamente el otro, aparece si la pulsión llega a cerrar su trayectocircular. Sólo con su aparición en el otro puede ser realizada la funciónde la pulsión.Dice Lacan: Vean en la pizarra un circuito dibujado por esa flechaascendente y descendente que atraviesa, como Drang que esoriginariamente, la superficie constituida por lo que la vez pasadadefiní como el borde, considerado en la teoría de la fuente, es decir, lazona llamada erógena en la pulsión. La tensión siempre es un lazo, y nopuede disociarse de su regreso sobre la zona erógena.Aquí se esclarecerá el misterio de esa forma que puede asumir la pulsióny que consiste en alcanzar la satisfacción sin alcanzar su meta – en lamedida en que esta meta se define por la función biológica, por larealización del apareamiento reproductivo. Porque no es ésa la meta de lapulsión parcial.A la hora de examinar el término meta y los dos sentidos que puede tomar,para diferenciarlos, Lacan elige una lengua en la que son particularmenteexpresivos, el inglés. Aim: si se encarga a alguien una misión, aim no serefiere a lo que ha de traernos, se refiere al camino que tiene porrecorrer. The aim es el trayecto. La meta tiene también otra forma, thegoal. Goal, en el tiro al arco, no es tampoco el blanco, es más bienhaber marcado un punto y, con ello, haber alcanzado la meta.La pulsión puede satisfacerse sin haber alcanzado aquello que, desde elpunto de visa de una totalización biológica de la función satisfacesupuestamente su fin reproductivo, precisamente porque es pulsión parcialy porque su meta no es otra que ese regreso en forma de circuito.

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Esta teoría está presente en Freud. En alguna parte dice que el modeloideal del autoerotismo podría ser el de una boca que se besa a sí misma.En todo caso, hay algo que nos obliga a distinguir esta satisfacción delpuro y simple autoerotismo de la zona erógena, y es el objeto que condemasiada frecuencia confundimos con aquello sobre lo cual se cierra lapulsión – ese objeto que ,de hecho, no es otra cosa más que la presenciade un hueco, de un vacío, que, según Freud, cualquier objeto puedeocupar, y cuya instancia sólo conocemos en la forma del objeto perdido aminúscula. El objeto a minúscula no es el origen de la pulsión oral. Nose presenta como el alimento primigenio, se presenta porque no hayalimento alguno que satisfaga nunca la pulsión oral, a no sercontorneando el objeto eternamente faltante.El asunto, para nosotros ahora, es saber dónde se enchufa este circuitoy, antes que nada, si tiene características de espiral, es decir, si elcircuito de la pulsión oral lo continúa la pulsión anal, que seconvertiría entonces en el estadio siguiente. ¿Hay un progreso dialécticogenerado por la oposición?No hay ninguna relación de engendramiento entre una pulsión parcial y lasiguiente.EL paso de la pulsión oral a la pulsión anal no es el producto de unproceso de maduración, es el producto de la intervención de algo que nopertenece al campo de la pulsión – la intervención, la inversión de lademanda del Otro. Si hacemos que intervengan las demás pulsiones, cuyaserie podemos establecer y cuyo número es limitado, se verían en unaprieto si tuviesen que situar, respecto a las pulsiones nombradas,dentro de una sucesión histórica, la pulsión escópica,  aun lo quedistinguirá como pulsión invocante.No hay, tampoco, una relación natural de metamorfosis entre la fase analy la fase fálica.   LA REPRESIÓN (1915)

Puede ser el destino de una moción pulsional chocar con resistencias quequieran hacerla inoperante, y entra entonces en el estado de larepresión. En el caso de la pulsión, de nada vale la huída, pues el yo nopuede escapar de sí mismo. La represión es una cosa intermedia entre lahuida y el juicio adverso.¿Por qué una moción pulsional habría de ser víctima de semejante destino?Para ello, debe llenarse la condición de que el logro de la metapulsional dispare displacer en lugar de placer. Pero pulsiones así noexisten, una satisfacción pulsional es siempre placentera.El caso de la represión no está dado cuando la tensión provocada por lainsatisfacción de una moción pulsional se hace insoportablemente grande.La satisfacción de la pulsión sometida a la represión sería sin dudaposible y siempre placentera en sí misma. Por tanto, produciría placer enun lugar y displacer en otro. Tenemos, así, que la condición para larepresión es que el motivo de displacer cobre un poder mayor que elplacer la satisfacción. La represión no es un mecanismo de defensapresente desde el origen; no puede engendrase antes que se hayaestablecido una separación nítida entre actividad conciente y actividadinconciente del alma, y su esencia consiste en rechazar algo de laconciencia y mantenerlo alejado de ella.Represión e inconciente son correlativos.

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Tenemos razones para suponer una represión primordial, una primera fasedel a represión que consiste en que a la agencia representante psíquica(agencia representante-representación) de la pulsión se le deniega laadmisión en lo conciente. Así se establece una fijación; a partir de esemomento la agencia representante en cuestión persiste inmutable y lapulsión sigue ligada a ella. Esto acontece a consecuencia de laspropiedades de los procesos inconcientes. La segunda etapa de larepresión, la represión propiamente dicha, recae sobre los retoñospsíquicos del a agencia representante reprimida o sobre unos itinerariosde pensamiento que, procedentes de alguna otra parte, han entrado en unvínculo asociativo con ella. A causa de ese vínculo, talesrepresentaciones experimentan el mismo destino que lo reprimidoprimordial. La represión propiamente dicha es entonces un “esfuerzo dedar caza”. En igual medida debe tenerse en cuenta la atracción que loreprimido primordial ejerce sobre todo aquello con lo cual puede ponerseen conexión. La tendencia a la represión no alcanzaría su propósito siestas fuerzas (atracción y repulsión) no cooperasen, si no existiese algoreprimido desde antes, presto a recoger lo repelido por lo conciente.La represión no impide a la agencia representante de pulsión seguirexistiendo en lo inconciente, continuar organizándose, formar retoños yanudar conexiones. En realidad, la represión sólo perturba el vínculo conun sistema psíquico: el de lo conciente.La agencia representante de pulsión se desarrolla con mayor riqueza ymenores interferencias cuando la represión la sustrajo del influjoconciente. Prolifera en las sombras y encuentra formas extremas deexpresión que, si le son traducidas y presentadas al neurótico, no sólotienen que parecerle ajenas, sino que lo atemorizan provocándole elespejismo de que poseerían una intensidad pulsional extraordinaria ypeligrosa. Esta ilusoria intensidad pulsional es el resultado de undespliegue desinhibido en la fantasía y de la sobreestasis producto deuna satisfacción denegada. Esta última consecuencia se anuda a larepresión, lo cual nos señala el rumbo en que hemos de buscar la genuinasustancialidad de esta.Pero si ahora nos volvemos al aspecto contrario, comprobamos que nisiquiera es cierto que la represión mantenga apartados de lo conciente atodos los retoños de los reprimido primordial. Si estos se handistanciado lo suficiente del representante reprimido, sea por lasdesfiguraciones que adoptaron o por el número de eslabones intermediosque se intercalaron, tienen, sin más, expedito el acceso a lo conciente.Es como si la resistencia que lo conciente les opone fuese una función desu distanciamiento respecto de lo originariamente reprimido.La represión trabaja de manera en alto grado individual; cada uno de losretoños de lo reprimido puede tener su destino particular; un poco más oun poco menos de desfiguración cambian radicalmente el resultado.La represión no sólo es individual, sino también en alto grado móvil. Larepresión exige un gasto de fuerza constante. Lo reprimido ejerce unapresión (Druck) continua en dirección a lo conciente, a raíz de lo cualel equilibrio tiene que mantenerse por medio de una contrapresión(Gegendruck) incesante.Una moción pulsional puede encontrarse en muy diversos estados: puedeestar inactiva, es decir, escasamente investida con energía psíquica, oinvestida en grados variables y así habilitada para la actividad. Suactivación no tendrá, por cierto, la consecuencia de cancelardirectamente la represión, sino que podrá en movimiento todos los

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procesos que se cierran con la irrupción en la conciencia a través derodeos.En materia de represión, un aumento de la investidura energética actúa enel mismo sentido que el acercamiento a lo inconciente, y una disminución,en el mismo que el distanciamiento respecto de lo inconciente o que unadesfiguración. Comprendemos así que las tendencias represoras puedanencontrar en el debilitamiento de lo desagradable un sustituto de surepresión.En las elucidaciones anteriores consideramos la represión de una agenciarepresentante de pulsión, entendiendo por aquella a una representación ogrupo de representaciones investidas desde la pulsión con un determinadomonto de energía psíquica (libido, interés). Ahora bien, junto a larepresentación (Vorstellung) interviene algo diverso, algo que representa(räpresentieren) a la pulsión y puede experimentar un destino derepresión totalmente diferente del de la representación: el monto deafecto. El monto de afecto corresponde a la pulsión en la medida en queesta se ha desasido de la representación y ha encontrado una expresiónproporcionada a su cantidad en procesos que devienen registrables para lasensación como afectos. Desde ahora, cuando describamos un caso derepresión, tendremos que rastrear separadamente lo que en virtud de ellase ha hecho de la representación, por un lado, y de la energía pulsionalque adhiere a esta, por el otro.El destino general de la representación representante es desaparecer delo conciente si antes fue conciente, o seguir coartada de la concienciasi estaba en vías de devenir conciente.El factor cuantitativo de la agencia representante de pulsión tiene tresdestinos posibles. La pulsión es sofocada por completo o sale a la luzcomo un efecto coloreado cualitativamente de algún modo, o se muda enangustia. Las dos últimas posibilidades nos ponen frente a la tarea dediscernir como un nuevo destino de pulsión la trasposición de lasenergías psíquicas de las pulsiones en afectos y en angustia.Recordemos que la represión no tenía otro motivo ni propósito que evitarel displacer. De ahí se sigue que el destino del monto de afecto de laagencia representante importa mucho más que el destino de larepresentación. Si una represión no consigue impedir que nazcansensaciones de displacer o de angustia, ello nos autoriza a decir que hafracaso, aunque haya alcanzado su meta en el otro componente, larepresentación.La represión crea una formación sustitutiva. Sabemos también que larepresión deja síntomas como secuela.En resumen se puede decir que1)      El mecanismo de la represión de hecho no coincide con el o losmecanismos de la formación sustitutiva2)      Existen muy diversos mecanismos de la formación sustitutiva3)      Los mecanismos de la represión tienen al menos algo en común, lasustracción de la investidura energética (o libido, si tratamos depulsiones sexuales).Freud toma las tres psiconeurosis más conocidas para ejemplificar el modoen que se aplican al estudio de la represión los conceptos introducidos.De la histeria de angustia escoge el ejemplo de una fobia a los animales.La moción pulsional sometida a la represión es una actitud libidinosahacia el padre, apareada con la angustia frente a él. Después de larepresión, esta moción ha desaparecido de la conciencia y el padre no sepresenta en ella como objeto de la libido. Como sustituto se encuentra enposición análoga un animal más o menos apto para ser objeto de angustia.

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La formación sustitutiva de la parte constituida por la representación(en el representante de pulsión) se ha establecido pro la vía deldesplazamiento a lo largo de una trabazón regida por cierto determinismo.La parte cuantitativa no ha desaparecido, sino que se ha traspuesto enangustia. El resultado es una angustia frente al lobo en lugar de unrequerimiento de amor al padre.Una represión como esta puede definirse como radicalmente fracasada. Laobra de la represión consistió solamente en eliminar y sustituir larepresentación, pero el ahorro de displacer no se consiguió en modoalguno. Por eso el trabajo de la neurosis no descansa, sino que secontinúa en un segundo tempo para alcanzar su meta más inmediata eimportante. Así llega a la formación de un intento de huida, la fobia ensentido estricto: una cantidad de evitaciones destinadas a excluir eldesprendimiento de angustia.En la histeria de conversión se consigue hacer desaparecer por completoel monto de afecto. El enfermo exhibe entonces hacia sus síntomas laconducta que Charcot ha llamado “la bella indiferencia de las histéricas”(la belle indifférence des hystériques). Otras veces esta sofocación nose logra tan completa, y una dosis de sensaciones penosas se anuda a lossíntomas mismos, o no puede evitarse algún desprendimiento de angustiaque, a su vez, pone en acción desprendimiento de angustia que, a su vez,pone en acción el mecanismo de formación de una fobia. El contenido derepresentación de la agencia representante de pulsión se ha sustraídoradicalmente de la conciencia; como formación sustitutiva se encuentrauna inervación hipertensa – somática en los casos típicos – unas veces denaturaleza sensorial y otras de naturaleza motriz, ya sea como excitacióno como inhibición. El lugar hipernervado se revela, a una consideraciónmás atenta, como una porción de la agencia representante de pulsiónreprimida que ha atraído hacia sí, por condensación, la investiduraíntegra.La represión de la histeria de conversión puede juzgarse totalmentefracasada en la medida en que sólo se ha vuelto posible mediante unasextensas formaciones sustitutivas; pero con respecto a la finiquitacióndel monto de afecto, que es la genuina tarea de la represión, por reglageneral constituye un éxito completo. EL proceso represivo de la histeriade conversión se clausura entonces con la formación de síntoma, y nonecesita recomenzar ne un segundo tiempo, como ocurre en el caso de lahisteria de angustia.En la neurosis obsesiva, que descansa en la premisa de una regresión porla cual una aspiración sádica remplaza a una aspiración tierna, esteimpulso hostil hacia una persona amada es el que cae bajo la represión.El afecto es totalmente diverso en una primera fase del trabajo represivoque en una mima fase posterior. Primero alcanza un éxito pleno: elcontenido de representación es rechazado y se hace desaparecer el afecto.Como formación sustitutiva hallamos una alteración del yo en la forma deunos escrúpulos de conciencia extremos, lo cual no puede llamarsepropiamente un síntoma. Divergen entonces formación sustitutiva yformación de síntoma. También aprendemos algo sobre el mecanismo de larepresión. Esta ha producido una sustracción de libido, pero a este finse sirve de la formación reactiva por fortalecimiento de un opuesto. Laformación sustitutiva responde aquí al mismo mecanismo que la represión,y en el fondo coincide con esta; pero tanto en el tiempo cuanto en elconcepto se aparta de la formación de síntoma. Es muy probable que lasituación de ambivalencia en que se insertó el impulso sádico que debereprimirse posibilite el proceso en su conjunto.

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Por formación reactiva, es también el lugar en el cual lo reprimidoconsigue retornar. El afecto desaparecido retorna mudándose en angustiasocial, en angustia de la conciencia moral, en reproches sin medida; larepresentación rechazada se remplaza mediante un sustituto pordesplazamiento, a menudo por desplazamiento a lo ínfimo, a loindiferente. El fracaso en la represión del factor cuantitativo,afectivo, pone en juego el mismo mecanismo de la huida por medio deevitaciones y prohibiciones de que tomamos conocimiento en la fobiahistérica. En la neurosis obsesiva el trabajo de la represión desembocaen una pugna estéril e interminable.

 LO INCONCIENTE (1915)

Justificación del concepto de lo inconciente.

El supuesto de lo inconciente es necesario y es legítimo, poseemosnumerosas pruebas a favor de su existencia.Es necesario, porque los datos de la conciencia son en alto gradolagunosos; en sanos y en enfermos aparecen a menudo actos psíquicos cuyaexplicación presupone otros actos de los que la conciencia no es testigo.Se puede avanzar otro poco y aducir, en apoyo de la existencia de unestado psíquico, que la conciencia abarca sólo un contenido exiguo; portanto, la mayor parte de lo que llamamos conocimiento conciente tiene queencontrarse en cada caso, y por los períodos más prolongados, en unestado de latencia; vale decir: en un estado de inconciencia psíquica.Atendiendo a todos nuestros recuerdos latentes, sería inconcebible que sepusiese en entredicho lo inconciente. El recuerdo latente esindudablemente el saldo de un estado psíquico. Hay derecho a decir que laigualación convencional de lo psíquico con lo conciente es enteramenteinadecuada. Desgarra las continuidades psíquicas, nos precipita en lasinsolubles dificultades del paralelismo psicofísico.Si han de concebirse como anímicos inconcientes o como físicos esosestados de la vida anímica de innegable carácter latente, amenazaterminar en una disputa terminológica. Ahora bien, en sus caracteresfísicos nos resultan por completo inasequibles, ningún proceso químicopueden hacernos vislumbrar su esencia. Por otro lado, se comprueba quemantienen el más amplio contacto con los procesos anímicos concientes;con un cierto rendimiento de trabajo (asociación libre) puedentrasponerse en estos, ser sustituido por estos; y admites ser descritoscon todas las categorías que aplicamos a los actos anímicos concientes.De estos estados latentes, tenemos que decir que no se distinguen de losconcientes sino, precisamente, porque les falta conciencia.El psicoanálisis no nos exige sino que este modo de razonamiento sevuelva también hacia la persona propia, para lo cual no tenemosinclinación constitucional alguna. Si así se hace, deberá decirse quetodos los actos y exteriorizaciones que yo noto en mi y no sé enlazar conel resto de mi vida psíquica tienen que juzgarse como si pertenecieran aotra persona y han de esclarecerse atribuyendo a esta una vida anímica.Por la argumentación analítica llegamos a saber que una parte de estosprocesos latentes poseen caracteres y peculiaridades que nos parecenextraños y aun increíbles, y contraría directamente las propiedades de laconciencia que nos son familiares. Ello nos da fundamento y prueba laexistencia de actos psíquicos que carecen de conciencia.

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Dentro del psicoanálisis no nos queda sino declarar que los procesosanímicos son en sí inconcientes y comparar su percepción por laconciencia con la percepción del mundo exterior por los órganossensoriales. Así, nos advierte que no hemos de sustituir el procesopsíquico inconciente, que es el objeto de la conciencia, por lapercepción que ésta hace de él. La multivocidad de lo inconciente, y el punto de vista tópico

Lo inconciente abarca, por un lado, actos que son apenas latentes,inconcientes por algún tiempo, pero en lo demás en nada se diferencian delos concientes; y, por otro lado, procesos como los reprimidos, que, sidevinieran concientes, contrastarían de la manera más llamativa con losotros procesos concientes.Un acto psíquico en general atraviesa por dos fases de estado, entre lascuales opera como selector una suerte de examen (censura). En la primerafase él es inconciente y pertenece al sistema Icc; si a raíz del examenes rechazado por la censura, se le deniega el paso a la segunda fase,entonces se llama “reprimido” y tiene que permanecer inconciente. Pero sisale airoso de este examen entra en la segunda fase y pasa a perteneceral segundo sistema, que llamaremos el sistema Cc. No es aún conciente,sino susceptible de conciencia, vale decir, ahora puede ser objeto deella sin una particular resistencia toda vez que se reúnan ciertascondiciones. En atención a esta susceptibilidad de conciencia llamamos alsistema Cc también el preconciente. SI se llegara a averiguar que a suvez el devenir-conciente de lo preconciente es codeterminado por unaclara censura, debería aislar entre sí con rigor los sistemas Prcc y Cc.El sistema Prcc participa de las propiedades del sistema Cc, y la censurarigurosa está en funciones en el paso del Icc al Prcc (o Cc).Esta concepción de los procesos anímicos se distingue por su concepcióndinámica, a lo que también debe sumarse la tópica psíquica e indicar,para un acto psíquico cualquiera, el sistema dentro del cual se consuma olos sistemas entre los cuales se juega.La cancelación de la represión no sobreviene hasta que la representaciónconciente, tras vencer las resistencias, entra en conexión con la huellamnémica inconciente. Por tanto, para una consideración superficialparecería comprobado que representaciones concientes e inconcientes sontrascripciones diversas, y separadas en sentido tópico, de un mismocontenido. Pero la más somera reflexión muestra que la identidad entre lacomunicación y el recuerdo reprimido del paciente no es sino aparente. Eltener oído y el tener-vivenciado son, por naturaleza psicológica, doscosas por entero diversas, por más que posean idéntico contenido. Sentimientos inconcientes

La oposición entre conciente e inconciente carece de toda pertinenciarespecto de la pulsión. Una pulsión nunca puede pasar a ser objeto de laconciencia; sólo puede serlo la representación que es su representante.Ahora bien, tampoco en el interior de lo inconciente puede estarrepresentada si no es por la representación. Si la pulsión no seadhiriera a una representación ni saliera a la luz como un estadoafectivo, nada podríamos saber de ella. No podemos aludir sino a unamoción pulsional cuya agencia representante-representación esinconciente, pues otra cosa no entra en cuenta. E lecho de que unsentimiento sea sentido, y, por lo tanto, que la conciencia tenga noticiade él, es inherente a su esencia.

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Puede ocurrir que una moción de afecto o de sentimiento sea percibida,pero erradamente. Por la represión de su representante genuino fuecompelida a enlazarse con otra representación, y así la conciencia latiene por exteriorización de esta última. Cuando restauramos laconcatenación correcta, llamamos inconciente a la moción afectivaoriginaria, aunque su afecto nunca lo fue, pues sólo su representacióndebió pagar tributo a la represión. El uso de las expresiones “afectoinconciente” y “sentimiento inconciente” remite en general a los destinosdel factor cuantitativo de la moción pulsional, que son consecuencia dela represión. Sabemos que esos destinos pueden ser tres, el afectopersiste – en un todo o en parte – como tal, o es mudado en un monto deafecto cualitativamente diverso (en particular, en angustia), o essofocado, es decir, se estorba por completo su desarrollo. La sofocacióndel desarrollo del afecto es la meta genuina de la represión, y sutrabajo queda inconcluso cuando no lo alcanza.Las representaciones son investiduras – en el fondo, de huellas mnémicas– , mientras que los afectos y sentimientos corresponden a procesos dedescarga cuyas exteriorizaciones últimas se perciben como sensaciones.La represión puede llegar a inhibir la trasposición de la mociónpulsional en una exteriorización de afecto. Mientras el sistema Ccgobierna la afectividad y la motilidad, llamamos normal al estadopsíquico del individuo. Empero, mientras que el imperio de la Cc sobre lamotilidad voluntaria es muy firme, y por regla general resiste el asaltode la neurosis y sólo es quebrantado en la psicosis, su gobierno deldesarrollo del afecto es menos sólido. Y aun dentro de la vida normalpuede discernirse una pugna permanente de los dos sistemas, Cc e Icc, entorno del primado sobre la afectividad; se deslindan entre sí ciertasesferas de influencia y se establecen contaminaciones entre las fuerzaseficaces.La importancia del sistema Cc para el acceso al desprendimiento de afectoy a la acción nos permite también comprender el papel que toca a larepresentación sustitutiva en la conformación de la enfermedad. Esposible que el desprendimiento de afecto parta directamente del sistemaIcc, en cuyo caso tiene siempre el carácter de la angustia, por la cualson trocados todos los afectos reprimidos. Pero con frecuencia la mociónpulsional tiene que aguardar hasta encontrar una representaciónsustitutiva en el interior del sistema Cc. Después el desarrollo delafecto se hace posible desde este sustituto conciente, cuya naturalezadetermina el carácter cualitativo del afecto. En la represión se produceun divorcio entre el afecto y su representación, a raíz de lo cual ambosvan al encuentro de sus destinos separados. Un afecto no hace suaparición hasta que no se ha consumado la irrupción en una nuevasubrogación del sistema Cc.   Tópica y dinámica de la represión

La represión es en lo esencial un proceso que se cumple sobrerepresentaciones en la frontera de los sistemas Icc y Prcc (Cc). Ha detratarse de una sustracción de investidura.La representación reprimida sigue teniendo capacidad de acción dentro delIcc, por tanto, debe de haber conservado su investidura. Lo sustraído hade ser algo diverso. La represión, considerando el caso del “esfuerzo dedar caza”, de la represión propiamente dicha, tal como se ejerce sobre larepresentación preconciente o aun sobre la ya conciente; entonces la

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represión sólo puede consistir en que a la representación se le sustraigala investidura (pre)conciente que pertenece al sistema Prcc. Larepresentación queda entonces desinvestida, o recibe investidura del Icc, o conserva la investidura icc que ya tenía. Por tanto, haysustracción de la investidura preconciente, conservación de lainvestidura inconciente o sustitución de la investidura preconciente poruna inconciente.. El paso desde el sistema Icc a uno contiguo no acontecemediante una trascripción nueva, sino mediante un cambio de estado, unamudanza en la investidura. El supuesto funcional ha arrojado aquí delcampo, como poco esfuerzo, al supuesto tópico.Empero, este proceso de sustracción de libido no basta para hacerinteligible otro carácter de la represión. No se advierte la razón por lacual la representación que sigue investida o que es provista deinvestidura desde el Icc no haría intentos renovados por penetrar en elsistema Prcc, valida su investidura. En tal caso la sustracción de libidotendría que repetirse en ella y ese juego idéntico se proseguiríainterminablemente, pero el resultado no sería la represión.Aquí se necesita de otro proceso, que en el primer caso, el del esfuerzode dar caza, mantenga la represión y en el segundo, el de la represiónprimordial, cuide de su producción y de su permanencia, y sólo podemoshallarlo en el supuesto de una contrainvestidura mediante la cual elsistema Prcc se protege contra el asedio de la representacióninconciente. La contrainvestidura opera en el interior del sistema Prcc;representa el gasto permanente de energía de una represión primordial,pero es también lo que garantiza su permanencia. La contrainvestidura esel único mecanismo de la represión primordial; en la represiónpropiamente dicha se suma la sustracción de la investidura prcc. Y es muyposible que precisamente la investidura sustraída de la representación seaplique a la contrainvestidura.Desde el punto de vista económico, se aspira a perseguir los destinos delas magnitudes de excitación y a obtener una estimación por lo menosrelativa de ellos. Cuando consigamos describir un proceso psíquico en susaspectos dinámicos, tópicos y económicos, eso de llama exposiciónmetapsicológica.Descripción metapsicológica del proceso de la represión en las tresneurosis de transferencia conocidas:En el caso de la histeria de angustia, una primera fase del proceso sueledescuidarse; quizá ni siquiera se la advierte, pero es bien notable parauna observación más cuidadosa. Consiste en que la angustia surge sin quese perciba ante qué. Cabe suponer que dentro del Icc existió una mociónde amor que demandaba trasponerse al sistema Prcc, pero la investiduravolcada a ella desde este sistema se le retiro al modo de un intento dehuida, y la investidura libidinal inconciente de la representación asírechazada fue descargada como angustia(segunda fase del proceso). Lainvestidura (prcc) fugada se volcó a una representación sustitutiva que,as u vez, por una parte se entramó por vía asociativa con larepresentación rechazada y, por la otra, se sustrajo de la represión porsu distanciamiento respecto de aquella (sustituto por desplazamiento) ypermitió una racionalización del desarrollo de angustia todavía noinhibible. La representación sustitutiva juega ahora para el sistema Cc(Prcc) el papel de una contrainvestidura; en efecto, lo asegura contra laemergencia en la Cc de la representación reprimida. Por otra parte, es ellugar de donde arranca el desprendimiento de afecto, ahora no inhibible,y en mayor medida; al menos, se comporta como si fuera ese lugar dearranque. La observación clínica muestra, por ejemplo, que un niño

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afectado de fobia a los animales siente angustia cuando se da una deestas dos condiciones: la primera, cuando la moción de amor (hacia supadre) reprimida experimenta un refuerzo; la segunda, cuando es percibidoel animal angustiante. La representación sustitutiva se comporta, en uncaos, como el lugar de una trasmisión donde el sistema Icc al anteriordel sistema Cc y, en el otro, como una fuente autónoma de desprendimientode angustia. La expansión del imperio del sistema Cc suele exteriorizarseen el hecho de que el primer modo de excitación de la representaciónsustitutiva retrocede cada vez más frente al segundo. Quizás al final elniño se comporte como si no tuviera ninguna inclinación hacia el padre,como si se hubiera emancipado por completo de él y realmenteexperimentara angustia frente al animal. Sólo que esa angustia frente alanimal, alimentada desde la fuente pulsional inconciente, se muestrarefractaria e hipertrófica frente a todas las influencias que parten delsistema Cc, en lo cual deja traslucir que su origen se sitúa en elsistema Icc.Por tanto, en la segunda fase de la histeria de angustia lacontrainvestidura desde el sistema Cc ha llevado a la formaciónsustitutiva. El mismo mecanismo pronto encuentra un nuevo empleo. Comosabemos, el proceso de la represión no está todavía concluido; tiene uncometido ulterior: inhibir el desarrollo de angustia que parte delsustituto (tercera fase). Esto acontece del siguiente modo: todo elentorno asociado de la representación sustitutiva es investido con unaintensidad particular, de suerte que puede exhibir una elevadasensibilidad a la excitación. Una excitación en cualquier lugar de esteparapeto dará, a consecuencia del enlace con la representaciónsustitutiva, el envión para un pequeño desarrollo de angustia que ahoraes aprovechado como señal a fin de inhibir el ulterior avance de esteúltimo mediante una renovada huida de la investidura prcc. Cuanto máslejos del sustituto temido se dispongan las contrainvestiduras sensiblesy alertas, con precisión tanto mayor podrá funcional este mecanismodestinado a aislar la representación sustitutiva y a coartar nuevasexcitaciones de ella. Estas precauciones sólo protegen, desde luego,contra excitaciones que apuntan a la representación sustitutiva desdefuera, por la percepción, peor jamás contra la moción pulsional quealcanza a la percepción sustitutiva desde su conexión con larepresentación reprimida. Por tanto, sólo empiezan a producir efectoscuando el sustituto ha tomado cabalmente sobre sí la subrogación de loreprimido, más nunca pueden ser del todo confiables. A raíz de cadaacrecimiento de la moción pulsional, la muralla protectora que rodea a larepresentación sustitutiva debe ser trasladada un tramo más allá. Elconjunto de esa construcción, establecida de manera análoga en las otrasneurosis lleva el nombre de fobia. La expresión de la huida frente a lainvestidura conciente de la representación sustitutiva son lasevitaciones, renuncias y prohibiciones que permiten individualizar a lahisteria de angustia.La tercera face repite el trabajo de la segunda en escala ampliada. Elsistema Cc se protege ahora contra la activación de la representaciónsustitutiva mediante la contrainvestidura de su entorno, así como antesse había asegurado contra la emergencia de la representación reprimidamediante la investidura de la representación sustitutiva. De ese modoencuentra su prosecución la formación sustitutiva por desplazamiento.Debe agregarse que el sistema Cc poseía antes sólo un pequeño lugar queservía de puerta de entrada para la invasión de la moción pulsionalreprimida, a saber, la representación sustitutiva, pero al final todo el

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parapeto fóbico es un enclave de la influencia inconciente. Puededestacarse, además, este interesante punto de vista: mediante todo elmecanismo de defensa puesto en acción se ha conseguido proyectar haciaafuera el peligro pulsional. El yo se comporta como si el peligro deldesarrollo de angustia no le amenazase desde una moción pulsional, sinodesde una percepción, y por eso puede reaccionar contra ese peligroexterno con intentos de huida: las evitaciones fóbicas.En la histeria de conversión, la investidura pulsional de larepresentación reprimida es traspuesta a la inervación del síntoma. Encuanto a la medida y a las circunstancias en que la representacióninconciente es drenada mediante esta descarga hacia la inervación, paraque pueda desistir de su esfuerzo de asedio contra el sistema Cc. Elpapel de la contrainvestidura que parte del sistema Cc (Prcc) es nítidoen la histeria de conversión; sale a la luz en la formación de síntoma.La contrainvestidura es lo que selecciona aquel fragmento de la agenciarepresentante de la pulsión sobre el cual se permite concentrarse a todala investidura de esta última. Ese fragmento escogido como síntomasatisface la condición de expresar tanto la meta desiderativa de lamoción pulsional en cuanto los afanes defensivos o punitorios del sistemaCc; así es sobreinvestido y apoyado desde ambos lados, como sucede en elcaso de la representación sustitutiva en la histeria de angustia. De estasituación se puede inferir que el gasto represivo del sistema Cc nonecesita ser tan grande como la energía de la investidura del síntoma; enefecto, la fuerza de la represión se mido por la contrainvestiduragastada, y el síntoma no se apoya sólo en esta, sino, además, en lainvestidura pulsional condensada en él que le viene del sistema Icc.Con respecto a la neurosis obsesiva, sólo deberíamos agregar a lasobservaciones contenidas en La Represión que en este caso lacontrainvestidura del sistema Cc sale al primer plano de la manera áspalaría. Organizada como formación reactiva, es ella la que procura laprimera represión; y en ella se consuma más tarde la irrupción de larepresentación reprimida. Podemos aventurar esta conjetura: al predominiode la contrainvestidura y a la falta de una descarga se debe que la obrade la represión aparezca en la histeria de angustia y en la neurosisobsesiva mucho menos lograda que en la histeria de conversión.  Las propiedades particulares del sistema Icc

El núcleo del Icc consiste en agencias representantes de pulsión quequieren descargar su investidura; por tanto, en mociones de deseo. Estasmociones pulsionales están coordinadas entre sí, subsisten unas junto alas otras sin influirse y no se contradicen entre ellas. Cuando sonactivadas al mismo tiempo dos mociones de deseo cuyas metas no podríanmenos que parecernos inconciliables, confluyen en la formación de unameta intermedia, de un compromiso.Dentro del Icc no hay sino contenidos investidos con mayor o menosintensidad.Prevalece, en el Icc, una movilidad mucho mayor de las intensidades deinvestidura. Por el proceso d desplazamiento, una representación puedeentregar a otra todo el monto de su investidura; y por el de lacondensación, puede tomar sobre sí la investidura íntegra de muchasotras. He propuesto ver estos dos procesos como indicios del llamadoproceso psíquico primario. Dentro del sistema Prcc rige el procesosecundario.

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Los procesos del sistema Icc son atemporales. Tampoco conocen unmiramiento por la realidad. Están sometidos al principio de placer; sudestino sólo depende de la fuerza que poseen y de que cumplan losrequisitos de la regulación placer-displacer.Resumamos: ausencia de contradicción, proceso primario (movilidad de lasinvestiduras), carácter atemporal y sustitución de la realidad exteriorpor la psíquica, he ahí los rasgos cuya presencia estamos autorizados aesperar en procesos pertenecientes al sistema Icc.Los procesos inconciente sólo se vuelven cognoscibles para nosotros bajolas condiciones del soñar y de la neurosis, o sea, cuando procesos delsistema Prcc, más alto, son trasladados hacia atrás, a un estadioanterior, por obra de un rebajamiento (regresión). En sí y por sí ellosno son cognoscibles, y aun son insusceptibles de existencia, porque enépoca muy temprana al sistema Icc se le superpuso el Prcc, que haarrastrado hacia sí el acceso a la conciencia y a la motilidad. Ladescarga del sistema Icc pasa a la inervación corporal para el desarrollodel afecto, pero, como tenemos averiguado, también esa vía dealigeramiento le es disputada por el Prcc. Por sí solo, y en condicionesnormales, el sistema Icc no podría consumar ninguna acción muscularadaptada al fin, con excepción de aquellas que ya están organizadas comoreflejos.Los procesos del sistema Prcc exhiben – con independencia de que sean yaconcientes o sólo susceptibles de conciencia – una inhibición de laproclividad a la descarga, característica de las representacionesinvestidas. Cuando el proceso traspasa de una representación a otra, laprimera retiene una parte de su investidura y sólo una pequeña proporciónexperimenta el desplazamiento. Desplazamientos y condensaciones como losdel proceso primario están excluidos o son muy limitados.Al sistema Prcc competen, además, el establecimiento de una capacidad decomercio entre los contenidos de las representaciones, de suerte quepuedan influirse unas a otras, el ordenamiento temporal de ellas, laintroducción de una censura o de varias, el examen de realidad y elprincipio de realidad. También la memoria consiente parece depender porcompleto del Prcc; ha de separársela de manera tajante de las huellasmnémicas en que se fijan las vivencias del Icc, y probablementecorresponda a una trascripción particular tal como la que quisimossuponer, y después hubimos de desestimar, para el nexo de larepresentación consiente con la inconciente.

 El comercio entre los dos sistemas

A modo de síntesis, debe decirse que el Icc se continúa en los llamadosretoños, es asequible a las vicisitudes de la vida, influye de continuosobre el Prcc y a su vez está sometido a influencias de parte de este.Entre los retoños de las mociones pulsionales icc del carácter descrito,los hay que reúnen dentro de sí notas contrapuestas. Por una partepresentan una alta organización, están exentos de contradicción, hanaprovechado todas las adquisiciones del sistema Cc y nuestro juicio losdistinguiría apenas de las formaciones de este sistema. Por otra parte,son inconcientes e insusceptibles de devenir concientes. Por tanto,cualitativamente pertenecen al sistema Prcc, pero, de hecho, al Icc.Las formaciones de fantasía que hemos individualizado como etapas previasen la formación del sueño y en la del síntoma, y que, a pesar de su altaorganización, permanecen reprimidas y como tales no pueden devenirconcientes, se aproximan a la conciencia y allí se quedan imperturbadas

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mientras tienen una investidura poco intensa, pero son rechazadas tanpronto sobrepasan cierto nivel de investidura. Otros tantos retoños delIcc de alta organización son las formaciones sustitutivas, que, noobstante, logran irrumpir en la conciencia merced a una relaciónfavorable, por ejemplo, en virtud de su coincidencia con una contrainvestidura del Prcc.Cuando se consideró la represión fue preciso situar entre los sistemasIcc y Prcc la censura decisiva para el devenir-consiente. Ahora nos essugerida una censura entre Prcc y CC. Una nueva censura corresponde atodo paso de un sistema al que le sigue, más alto, a todo progreso haciauna etapa más alta de organización psíquica.Mucho de lo que participa de las propiedades del sistema Prcc no devieneconsiente; y todavía llegaremos a saber que ciertas orientaciones de laatención de este sistema son restrictivas del devenir-consiente (losprocesos de excitación habidos en el preconsciente pueden alcanzar sinmás demora la conciencia, siempre que se satisfagan ciertas condiciones;por ejemplo, que se alcance cierta distribución de aquella función querecibe el nombre de atención. El devenir-consiente se entrama de maneraíntima con la aplicación de una determinada función psíquica, laatención. El sistema Prcc no sólo bloquea el acceso a la conciencia, sinoque dispone sobre el envío de una energía de investidura móvil, una partede la cual nos es familiar como atención). Por tanto, ni con los sistemasni con la represión mantiene la conciencia un vínculo simple. La verdades que no sólo lo reprimido psíquicamente permanece ajeno a laconciencia; también, una parte de las mociones que gobiernan nuestro yo,vale decir, del más fuerte opuesto funcional a lo reprimido.Notamos que retoños del Icc devienen concientes como formacionessustitutivas y como síntomas, por lo regular tras grandes desfiguracionesrespecto de lo inconciente, aunque suelen conservar muchos caracteres queinvitan a la represión. Lo Icc es rechazado por la censura en la fronterade lo Prcc, sus retoños pueden sortear esa censura, organizarse en unnivel alto, crecer dentro del Prcc hasta una cierta intensidad deinvestidura, pero después, cuando la han rebasado y quieren imponerse ala conciencia, pueden ser individualizados como retoños del Icc yreprimidos otra vez en la nueva frontera de censura situada entre Prcc yCC. Así la primera censura funciona contra el Icc mismo; la segunda,contra los retoños Prcc de él. Se diría que la censura fue empujada untramo hacia adelante en el curso del desarrollo individual. La existenciade la censura Prcc y Cc nos advierte que el devenir-consiente no es unmero acto de percepción, sino que probablemente se trate también de unasobreinvestidura que probablemente se trate también de unasobreinvestidura, un ulterior progreso de la organización psíquica.En las raíces de la actividad pulsional los sistemas se comunican entresí de la manera más amplia. Una parte de los procesos ahí excitados pasanpor el Icc como por una etapa preparatoria, y en la Cc alcanzan laconformación psíquica más alta; otra parte es retenida como Icc. Pero elIcc es alcanzado también por las vivencias que provienen de la percepciónexterior. Normalmente, todos los caminos que van desde la percepciónhasta el Icc permanecen expeditos, y sólo los que regresan a él sonsometidos a bloqueo por la represión.El contenido del sistema Prcc (o Cc) proviene, en una parte, de la vidapulsional (por mediación del Icc) y, en la otra, de la percepción. Lacura psicoanalítica se edifica sobre la influencia del Icc desde la Cc, yen todo caso muestra que, si bien ella es ardua, no es imposible. Los

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retoños del Icc que hacen de mediadores entre los dos sistemas nosfacilitan el camino para este logro.Una cooperación entre una moción preconsciente y una inconciente, aunreprimida con intensidad, puede producirse en esta situación eventual:que la moción inconciente pueda operar en el mismo sentido que una de lasaspiraciones dominantes. La represión queda cancelada para este caso y laactividad reprimida se admite como refuerzo de la que está en laintención del yo. Para esta última, lo inconciente pasa a ser unaconstelación acorde con el yo, sin que en lo demás se modifique para nadasu represión. El éxito del Icc en esta cooperación es innegable; lasaspiraciones reforzadas, en efecto, se comportan diversamente que lasnormales, habilitan para un rendimiento, particularmente consumado yexhiben frente a las contradicciones una resistencia semejante a la queoponen, por ejemplo, los síntomas obsesivos. El discernimiento de lo inconciente

Se sabía que la denegación (frustración= del objeto generaba el estallidode la neurosis y esta envolvía la renuncia al objeto real, y también quela libido sustraída del objeto real revertía sobre un objeto fantaseado ydesde ahí sobre uno reprimido (introversión). Pero la investidura deobjeto misma es retenida en estas neurosis con gran energía, y laindagación más fina del proceso represivo nos forzó a suponer que lainvestidura de objeto represivo nos forzó a suponer que la investidura deobjeto persiste en el interior del sistema Icc a pesar de la represión –más bien, a causa de ella –. Y sin duda, la capacidad para latrasferencia, que en estas afecciones aprovechamos terapéuticamente,presupone una imperturbada investidura de objeto. Apéndice C. Palabra y cosa

Para la psicología, la unidad de la función del lenguaje es la “palabra”:una representación compleja que se demuestra compuesta por elementosacústicos, visuales y kinestésicos. Suelen citarse cuatro ingredientes dela representación-palabra: la imagen sonora, la imagen visual de lasletras, la imagen motriz del lenguaje y la imagen motriz de la escritura.

24. Aprendemos a hablar en cuanto asociamos una imagen sonora de palabracon un sentimiento de inervación de palabra (antaño se suponía que losmovimientos iniciados en forma activa implicaban un tipo especial desensación, directamente conectada a la descarga de impulsos nerviosos delas áreas motoras del cerebro a los músculos. La existencia de estesentimiento de inervación, o sentimiento d energía puesta en juego, espor lo común negada en la actualidad.). Una vez que hemos hablado,entramos en posesión de una representación motriz de lenguaje, de modoque la palabra, desde el punto de vista motor, queda doblemente comandadapara nosotros. De los dos elementos de comando, el primero, larepresentación de inervación de palabra, parece el de menor valorpsicológico, y aún puede ponerse en entredicho, en general, suintervención como factor psíquico. Además, recibimos, después de hablar,una imagen sonora de la palabra pronunciada. En tanto no hayamosdesarrollado más nuestro lenguaje, esta segunda imagen sonora sólo debeestar asociada a la primera, no precisa ser idéntica a ella (la segundaimagen sonora se corresponde a la palabra que emitimos por nuestra propiacuenta, y la primera, mencionada comienzos del párrafo, a la palabra queimitamos). En este estadio del desarrollo del lenguaje en el niño nos

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servimos de un lenguaje autocreado; nos comportamos como afásicos motoresasociando diferentes sonidos de palabra ajenos con un sonido únicoproducido por nosotros.25. Aprendemos el lenguaje de los otros en cuanto nos empeñamos en hacerque la imagen sonora producida por nosotros mismos se parezca en todo loposible a lo que dio ocasión a la inervación lingüística. Así aprendemosa “pos-hablar” (repetir lo dicho por otro). Después, en el hablarsintáctico, hilamos las palabras entre sí en cuanto para la inervación dela palabra que sigue aguardamos hasta que nos haya llegado la imagensonora o la representación motriz del lenguaje (o ambas) de la palabraanterior. La seguridad de nuestro hablar muestra ser de comando múltipley soporta bien la ausencia de uno u otro de los factores de comando. Peroesta ausencia de la corrección ejercida por la segunda imagen sonora ypor la imagen motriz del lenguaje explica muchas peculiaridades de laparafasia – fisiológica y patológica –.26. Aprendemos a deletrear en cuanto enlazamos las imágenes visuales delas letras con nuevas imágenes sonoras que no pueden menos que hacernosrecordar los sonidos de palabra ya conocido. Enseguida repetimos (pos-hablamos) la imagen sonora que caracteriza a la letra, de modo que estaúltima se nos aparece también comandada por dos imágenes sonoras quecoinciden y por dos representaciones motrices que se corresponden la unaa la otra.27. Aprendemos a leer en cuanto enlazamos, según ciertas reglas, lasucesión de las representaciones de inervación de palabra y motriz depalabra que recibimos a raíz de la pronunciación de las letras aisladas,y ello de tal suerte que se engendran nuevas representaciones motrices depalabra. Tan pronto pronunciamos estas últimas, descubrimos, por laimagen sonora de estas nuevas representaciones de palabra, que las dosimágenes, la motriz de palabra y la sonora de palabra, que así hemosrecibido nos son familiares desde hace tiempo e idénticas con las usadasen el habla. Ahora asociamos con estas dos imágenes lingüísticasobtenidas pro deletreo el significado que corresponde a los sonidos depalabra primarios. Ahora leemos entendiendo. Si primariamente no hemoshablado una lengua escrita sino un dialecto, tenemos que superasociar lasimágenes motrices de palabra y las imágenes sonoras adquiridas pordeletreo con las antiguas; así nos es preciso aprender una lengua nueva,lo cual es facilitado por la semejanza entre dialecto y lengua escrita.28. Aprendemos a escribir en cuanto reproducimos las imágenes visuales delas letras mediante imágenes de inervación de la mano, hasta dar origen aimágenes visuales iguales o semejante.

La palabra es una representación compleja, que consta de las imágenes quehemos consignado; expresado, de otro modo: corresponde a la palabra uncomplicado proceso asociativo, en el que confluyen los elementos deorigen visual, acústico y kinestésico enumerados antes.Ahora bien, la palabra cobra su significado por su enlace con la“representación-objeto”. A su vez, la representación-objeto es uncomplejo asociativo de las más diversas representaciones visuales,acústicas, táctiles, kinestésicas y otro.Esquema psicológico de la representación-palabra: 

 

La representación-palabra aparece como un complejo cerrado derepresentación. No se enlaza con la representación-objeto desde todos suscomponentes, sino sólo desde la imagen sonora. Entre las asociaciones de

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objeto, son las visuales las que subrogan al objeto, del mismo modo comola imagen sonora subroga a la palabra.La representación-palabra se anuda por su extremo sensible (por medio delas imágenes de sonido) con la representación-objeto. Así llegamos asuponer la existencia de dos clases de trastornos lingüísticos: 1) unaafasia de primer orden, afasia verbal, en la que solamente estánperturbadas las asociaciones entre los elementos singulares de larepresentación-palabra y, 2) una afasia de segundo orden, afasia asimbólica, en la que está perturbada la asociación entre representación-palabra y representación-objeto, denominada como agnosia (perturbación enel conocimiento de objetos del mundo).       EL SUJETO Y EL OTRO (II). LA AFANESIS.

Lacan destaca que Freud pone el acento en el hecho de que la represión seejerce sobre algo que pertenece al orden de la representación que éldenomina Vorstellungsrepräsentanz (representante de la representación).Insiste en el hecho de que Freud subraya que no es en absoluto el afectolo reprimido. El afecto se va con s música a otra parte, la queencuentre. Lo reprimido, para Lacan, no es lo representado del deseo, lasignificación, sino el representante de la representación (representanterepresentativo).El sujeto aparece primero en el Otro, en la medida en que el primersignificante, el significante unario, surge en el campo del Otro yrepresenta al sujeto para otro significante, significante cuyo efecto esla afanesis del sujeto. De allí la división del sujeto – si bien elsujeto aparece en alguna parte como sentido, en otra se manifiesta comodesaparición. Se trata, entonces de un asunto de vida o muerte entre elsignificante unario y el sujeto como significante  binario, causa de sudesaparición. El Vorstellungsrepräsentanz es el significante binario.El sujeto encuentra el camino de regreso del vel de la alienación en laoperación que denomino separación. Mediante la separación el sujetoencuentra el punto débil de la pareja primitiva de la articulaciónsignificante, en la medida en que es, por esencia, alienante. En elintervalo entre estos dos significantes se aloja el deseo que se ofrece ala localización del sujeto en la experiencia del discurso del Otro, delprimer Otro con que tiene que vérselas, digamos, para ilustrarlo, lamadre, en este caso. EL deseo del sujeto se constituye en la medida enque el deseo de la madre esté allende o aquende de lo que dice, intima,de lo que hace surgir como sentido, en la medida en que el deseo de lamadre es desconocido, allí en ese punto de carencia se constituye. Elsujeto – mediante un proceso no carente de engaño ni de esa torsiónfundamental por la cual lo que el sujeto vuelve a encontrar no es lo queanima su movimiento de re-hallazgo – vuelve, entonces, al punto inicial,el de su falta como tal, el de la falta de su afanesis.En la medida en que el sujeto viene a jugar su mano en la separación, elsignificante binario, el Vorstellungsrepräsentanz, queda unterdrückt,caído abajo.La técnica psicoanalítica emplea con frecuencia la expresión de liberaralgo, allí está en juego la libertad y, justamente, el sujeto tiene queliberarse del efecto afanísico del significante binario, y, todo bien

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mirado, ocurre que de eso se trata efectivamente en la función de lalibertad.      UNIDAD TEMÁTICA Nº 3

a)      El concepto de Narcisismo. Autoerotismo y narcisismo:constitución del Yo. Narcisismo primario y secundario.Freud, “Introducción al narcisismo” 

b)      Narcisismo y cuerpo en Lacan. Función del Otro, imagenespectacular e identificación (Tópica de lo imaginario). Yo ideal e Idealdel yo.Lacan, “Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud”, Clase 7: La tópicade lo imaginario (Ptos. 1 y 2); Clase 9: Sobre el narcisismo; Clase 10:Los dos narcisismos; Clase 11: Ideal del yo y Yo ideal.Freud, “Psicología de las masas y análisis del yo”, Cap. Laidentificación.Freud, “Estudios sobre la histeria”: Caso Emmy von V. 

c)       Narcisismo, amor y transferencia: consideraciones sobre lapráctica psicoanalítica.Freud, “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”.Freud, “Sobre la dinámica de la transferencia”.Freud, “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia”.Freud, “Conferencias de introducción al Psicoanálisis (parte III)”:Conferencia 19: Resistencia y represión.Freud, “Recordar, repetir y reelaborar”. 

d)      Edipo. Estructura y sepultamiento del complejo de Edipo. Lainvocación mitológica en Freud. La asimetría sexual en la constituciónedípica.Freud, “El sepultamiento del Complejo de Edipo”.Freud, “Totem y tabú”, Cap. I El horror al incestoFreud, “El Yo y el Ello”. Cap. El Yo y el Superyó.Freud, “La organización genital infantil”.Freud, Conferencia Nº 33: La feminidad.Freud, “Sobre la sexualidad femenina”. Freud, “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica de lossexos”. 

e)      Metáfora paterna y represión originaria. Los tres tiempos delEdipo.Lacan, “Seminario 5. Las formaciones del inconciente”. Clases: IX, X, XI.Lacan, “Seminario 3. “Las Psicosis”. Clase 23: La carretera principal yel significante “Ser padre”. 

f)       Introducción a la llamada Segunda Tópica. Insuficiencia yreubicación del Principio de placer. Importancia de la pulsión de muerte,la repetición y las identificaciones.Freud, “Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa”. Pto 3.Freud, “El yo y el ello”Freud, Conferencia 31: “La descomposición de la personalidad psíquica”.

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Freud, “Mas allá del principio del placer”.      INTRODUCCIÓN AL NARCISISMO

El término  narcisismo designa aquella conducta por la cual un individuoda a su cuerpo propio un trato parecido al que daría al cuerpo de unobjeto sexual: lo mira con complacencia sexual, lo acaricia, lo mima,hasta que gracias a estos manejos alcanza la satisfacción plena. En estecuadro, el narcisismo cobra el significado de una perversión que haabsorbido toda la vida sexual de la persona.Una colocación de la libido definible como narcisismo puede entrar encuanta en un radio más vasto y reclamar su sitio dentro del desarrollosexual regular del hombre. El narcisismo, en este sentido, no sería unaperversión, sino el complemento libidinoso del egoísmo inherente a lapulsión de autoconservación, de la que justificadamente se atribuye unadosis a todo ser vivo.Lo enfermos llamados parafrénicos muestran dos rasgos fundamentales decarácter: el delirio de grandeza y el extrañamiento de su interésrespecto del mundo exterior (personas y cosas). También el histérico y elneurótico obsesivo han resignado (hasta donde afecta su enfermedad) elvínculo con la realidad. Pero el análisis muestra que no han cancelado elvínculo erótico con personas y cosas, aún lo conservan en la fantasía:han sustituido los objetos reales por objetos imaginarios de su recuerdoo lo han mezclado con estos, por un lado; y por el otro, han renunciado aemprender las acciones motrices que les permitirían conseguir sus finesen esos objetos. A este estado de la libido se la denomina introversiónde la libido.Los parafrénicos retiran realmente su libido de las personas y cosas delmundo exterior, pero sin sustituirlas por otras en su fantasía. ¿Cuál esel destino de la libido sustraída de los objetos en la esquizofrenia? Eldelirio de grandeza propio de estos estados indica el camino, ya uqe, sinduda, nació a expensas de la libido de objeto. La libido sustraída delmundo exterior fue conducida al yo, y así surgió una conducta que sepuede llamar narcisismo. El delirio de grandeza es la amplificación y eldespliegue de un estado que ya antes había existido. Así, nos vemosllevados a concebir el narcisismo que nace por replegamiento de lasinvestiduras de objeto como un narcisismo secundario que se edifica sobrela base de otro, primario.Un tercer aporte lo proporcionan nuestras observaciones y concepcionessobre la vida anímica de los niños y de los pueblos primitivos. En estosúltimos hallamos rasgos que, si se presentasen aislados, podríanimputarse el delirio de grandeza: una sobrestimación del poder de susdeseos y de sus actos psíquicos, la “omnipotencia de los pensamientos”.Se supone una actitud totalmente análoga frente al mundo exterior en losniños de nuestro tiempo. Nos formamos así la imagen de una originariainvestidura libidinal del yo, cedida después a los objetos; empero, ellapersiste, y es a las investiduras de objeto como el cuerpo de una ameba alos seudópodos que emite. Las emanaciones de esta libido, lasinvestiduras de objeto, que pueden ser emitidas y retiradas de nuevo, sonlas que saltan a la vista. Vemos también a grandes rasgos una oposiciónentre la libido yoica y la libido de objeto. Cuanto más gasta una, tantomás se empobrece la otra. El estado del enamoramiento se nos aparece como

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la fase superior de desarrollo que alanza la segunda; lo concebimos comouna resignación de la personalidad propia en favor de la investidura deobjeto y discernimos su opuesto en la fantasía (o percepción de sí mismo)de “fin del mundo” de los paranoicos (este “fin del mundo” presenta dosmecanismos: cuando toda investidura libidinal se drena sobre el objetoamado, y cuando toda refluye en el yo). En definitiva, se concluye,respecto de la diferenciación de las energías psíquicas, que al comienzoestán juntas en el estado del narcisismo y son indiscernibles paranuestro análisis grueso, y sólo con la investidura de objeto se vuelveposible diferenciar una energía sexual, la libido, de una energía de laspulsiones yoicas.¿Qué relación guarda el narcisismo con el autoerotismo (estado tempranode la libido)?. ¿por qué seguiríamos forzados a separar una libido sexualde una energía no sexual de las pulsiones yoicas?.En cuanto a la primera pregunta, es un supuesto necesario que no estépresente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al yo;el yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones autoeróticasson iniciales, primordiales; por tanto, algo tiene que agregarse alautoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo seconstituya.El valor de los conceptos de libido yoica y libido de objeto reside enque provienen de un procesamiento de los caracteres íntimos del sucederneurótico y psicótico. La separación de la libido en una que es propiadel yo y una endosada a los objetos es la insoslayable prolongación de unprimer supuesto que dividió pulsiones sexuales y pulsiones yoicas.El individuo lleva realmente una existencia doble, en cuanto es fin parasí mismo y eslabón dentro de una cadena de la cual es tributario contrasu voluntad o, al menos, sin que medie esta. La separación de laspulsiones sexuales respecto de las yoicas no haría sino reflejar estafunción doble del individuo.La principal vía de acceso al narcisismo es, según Freud, el análisis delas parafrenias.  Para aproximarse, sin embargo, al conocimiento delnarcicismo, quedan expeditos algunos otros caminos: la consideración dela enfermedad orgánica, la hipocondría y la vida amorosa de los sexos.Es sabido que la persona afligida por un dolor orgánico y por sensacionespenosas resigna su interés por todas las cosas del mundo exterior que nose relacionen con su sufrimiento. Mientras sufre, también retira de susobjetos de amor el interés libidinal, cesa de amar. El enfermo retirasobre su yo sus investiduras libidinales para volverá a enviarlas despuésde curarse. Libido e interés yoico tienen aquí el mismo interés y sevuelven otra vez indiscernibles. Existe un decaimiento de la disposicióna amar por obra de perturbaciones corporales.A semejanza de la enfermedad, también el estado del dormir implica unretiro narcisista de las posiciones libidinales sobre la persona propia;más precisamente, sobre el exclusivo deseo de dormir. En ambos casosvemos, si no otra cosa, al menos ejemplos de alteraciones en ladistribución de la libido a consecuencia de una alteración en el yo.La hipocondría se exterioriza, al igual que la enfermedad orgánica, ensensaciones corporales penosas y dolorosas, y coincide también con ellapor su efecto sobre la distribución de la libido. El hipocondríaco retirainterés y libido de los objetos del mundo exterior y los concentra sobreel órgano que le atarea. La hipocondría no tiene fundamento enalteraciones biológicas.EL modelo que conocemos de un órgano de sensibilidad dolorosa, que sealtera de algún modo y a pesar de ello no está enfermo en el sentido

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habitual, son los genitales en su estado de excitación. En ese estadoreciben aflujo sanguíneo, se hinchan, se humedecen y son sede demúltiples sensaciones. Llamemos a la actividad por la cual un lugar delcuerpo envía a la vida anímica estímulos de excitación sexual, suerogenidad. Podemos decidirnos a considerar la erogenidad como unapropiedad general de todos los órganos, y ello nos autorizaría a hablarde su aumento o disminución en una determinada parte del cuerpo. A cadauna de estas alteraciones de la erogenidad en el interior de los órganospodría serle paralela una alteración de la investidura libidinal dentrodel yo.La hipocondría es a la parafrenia, aproximadamente, lo que otras neurosisactuales son a la histeria y a la neurosis obsesiva; vale decir, dependede la libido yoica, así como las otras dependen de la libido de objeto;la angustia hipocondríaca sería, del lado de la libido yoica, elcorrespondiente de la angustia neurótica.El displacer, en general, es la expresión de un aumento de tensión y que,por tanto, aquí, como en otras partes, una cantidad del acontecermaterial es la que se transpone en la cualidad psíquica del displacer;comoquiera que fuese, acaso lo decisivo para el desarrollo de displacerno sería la magnitud absoluta de ese proceso material, sino, más bien,una cierta función de esa magnitud absoluta. ¿En razón de qué se vecompelida la vida anímica a traspasar los límites del narcisismo y ponerla libido sobre objetos? Esa necesidad sobreviene cuando al investidura(Besetzung) del yo con libido ha sobrepasado cierta medida. Un fuerteegoísmo preserva de enfermar, pero al final aun obtiene que empezar aamar para no caer enfermo, y por fuerza enfermará si a consecuencia deuna frustración no puede amar.Hemos discernido a nuestro aparato anímico sobre todo como un medio queha recibido el encargo de dominar excitaciones que en caso contrarioprovocarían sensaciones penosas o afectos patógenos. La elaboraciónpsíquica presta un extraordinario servicio al desvío interno deexcitaciones no susceptibles de descarga directa al exterior, o bien cuyadescarga directa sería indeseable por el momento. Ahora bien, alprincipio es indiferente que ese procesamiento interno acontezca enobjetos reales o imaginados. La diferencia se muestra después, cuando lavuelta de la libido sobre los objetos irreales (introversión) haconducido a una estasis libidinal. En las parafrenias, el delirio degrandeza permite esta clase de procesamiento de la libido devuelta al yo;quizá sólo después de frustrado ese delirio de grandeza, la estasislibidinal en el interior del yo se vuelve patógena y provoca el procesode curación que se nos aparece como enfermedad.La diferencia entre estas afecciones y las neurosis de trasferencia sesitúa en la siguiente circunstancia: en aquellas, la libido es liberadapor frustración no queda adscrita a los objetos en la fantasía, sino quese retira sobre el yo; el delirio de grandeza procura entonces el dominiopsíquico de este volumen de libido, vale decir, es la operación  psíquicaequivalente a la introversión sobre las formaciones de la fantasía en lasneurosis de trasferencia; de su frustración nace la hipocondría de laparafrenia, homóloga a la angustia de las neurosis de trasferencia.Sabemos que esta angustia puede relevarse mediante una ulteriorelaboración psíquica equivalente a la introversión sobre las formacionesde la fantasía en las neurosis de trasferencia; de su frustración nace lahipocondría de la parafrenia, homóloga a la angustia de las neurosis detrasferencia. Sabemos que esta angustia puede revelarse mediante unaulterior elaboración psíquica, a saber, mediante conversión, formación

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reactiva, formación protectora (fobia). En lugar de esto, en lasparafrenias tenemos el intento de restitución, al que debemos lasmanifestaciones patológicas más llamativas. Puesto que la parafrenia amenudo trae consigo un desasimiento meramente parcial de la libidorespecto de los objetos, dentro de su cuadro pueden distinguirse tresgrupos de manifestaciones: 1)las de la normalidad conservada o laneurosis (manifestaciones residuales); 2) las del proceso patológico (eldesasimiento de la libido respecto de los objetos, y de ahí el delirio degrandeza, la hipocondría, la perturbación afectivo, todas lasregresiones), y 3) las de restitución, que deposita de nuevo la libido enlos objetos al modo de una histeria (dementia praecox, parafreniapropiamente dicha) o al modo de una neurosis obsesiva (paranoia). Estanueva investidura libidinal se produce desde un nivel diverso y bajootras condiciones que la investidura primaria.Una tercera vía de acceso al estudio del narcisismo es la vida amorosadel ser humano dentro de su variada diferenciación en el hombre y en lamujer. Así como al comienzo la libido yoica quedó oculta para nuestraobservación tras la libido de objeto, reparamos primero en que el niñoelige sus objetos sexuales tomándolos de sus vivencias de satisfacción.Las primeras satisfacciones sexuales autoeróticas son vivenciadas aremolque de funciones vitales que sirven a la autoconservación. Laspulsiones sexuales se apuntalan al principio en la satisfacción de laspulsiones yoicas, y sólo más tarde se independizan de ellas; ahora bien,ese apuntalamiento sigue mostrándose en el hecho de que las personasencargadas de la nutrición, el cuidado y la protección del niño devienenlos primeros objetos sexuales: son, sobre todo, la madre o su sustituto.Se ha descubierto que ciertas personas, señaladamente aquellas cuyodesarrollo libidinal experimentó una perturbación (como es el caso de losperversos y los homosexuales), no eligen su posterior objeto de amorsegún el modelo de la madre, sino según el de su persona propia.Manifiestamente se buscan a sí mismos como objeto de amor, exhiben el tiode elección de objeto que ha de llamarse narcisista. En esta observaciónha de verse el motivo más fuerte que nos llevó a adoptar la hipótesis delnarcisismo.Todo ser humano tiene abiertos frente a sí ambos caminos para la elecciónde objeto, pudiendo preferir uno o el otro. Decimos que tiene dos objetossexuales originarios: él mismo y la mujer que lo crió, y presuponemosentonces en todo ser humano el narcisismo primario que, eventualmente,puede expresarse de manera dominante en su elección de objeto.El pleno amor de objeto según el tipo del apuntalamiento es en verdadcaracterístico del hombre. Exhibe esa llamativa sobreestimación sexualque sin duda proviene del narcisismo originario del niño y, así,corresponde a la trasferencia de ese narcisismo sobre el objeto sexual.Tal sobrestimación sexual da lugar a la génesis del enamoramiento(reconduce a un empobrecimiento libidinal del yo en beneficio delobjeto). En la mujer, con el desarrollo puberal, por la conformación delos órganos sexuales femeninos hasta entonces latentes, parecesobrevenirle un acrecimiento del narcisismo originario; ese aumento esdesfavorable a la constitución de un objeto de amor en toda la regla,dotado de sobrestimación sexual. En particular, cuando el desarrollo lahace hermosa, se establece en ella una complacencia consigo misma que leresarce de la atrofia que la sociedad le impone en materia de elección deobjeto. Tales mujeres sólo se aman, en rigor, a sí mismas, con intensidadpareja a la del hombre que las ama. Su necesidad no se sacia amando, sinosiendo amadas, y se prendan del hombre que les colma esa necesidad. El

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narcisismo de una persona despliega gran atracción sobre aquellas otrasque han desistido de la dimensión plena de su narcisismo propio y andanen requerimiento del amor de objeto. Buena parte de la insatisfacción delhombre enamorado, la duda sobre el amor de la mujer, el lamentarse porlos enigmas de su naturaleza, tienen su raíz en esta incongruencia (entrelos dos tipos) de la elección de objeto. Un número indeterminado demujeres aman según el modelo masculino y también despliegan lacorrespondiente sobrestimación sexual.Aun para las mujeres narcisista, las que permanecen frías hacia elhombre, hay un camino que lleva al pleno amor de objeto. En el hijo quedan a luz se les enfrenta una parte de su cuerpo propio como un objetoextraño al que ahora pueden brindar, desde el narcisismo, el pleno amorde objeto. Y todavía hay otras que no necesitan esperar el hijo para darese paso en el desarrollo desde el narcisismo (secundario) hasta el amorde objeto.Un sucinto panorama de los caminos para la elección de objeto sugiereestas observaciones indicativas: se ama

29. Según el tipo narcisista.30. A lo que uno mismo es (a sí mismo)31. A lo que uno mismo fue,32. A lo que uno querría ser , y33. A la persona que fue una parte del sí-miso propio

 

34. Según el tipo de apuntalamiento35. A la mujer nutricia, y36. Al hombre protector

El narcisismo primario en el niño es más difícil de asir por observacióndirecta. Si consideramos la actitud de padres tiernos hacia sus hijos,habremos de discernirla como renacimiento u reproducción del narcisismopropio, ha mucho abandonado. La sobrestimación gobierna este vínculoafectivo. El conmovedor amor parental, tan infantil en el fondo, no esotra cosa que el narcisismo redivivo de los padres, que en sutrasmudación al amor de objeto revela inequívoca su prístina naturaleza.Las perturbaciones a que está expuesto el narcisismo originario del nuño,las reacciones con que se defiende de ellas y as vías por las cuales esesforzado a hacerlo puede ponerse de resalto como complejo de castración(angustia por el pene en el varón, envidia de pene en la niña).La observación del adulto normal muestra amortiguado el delirio degrandeza que una vez tuvo, y borrados los caracteres psíquicos desde loscuales hemos discernido su narcisismo infantil. ¿Qué se ha hecho de sulibido yoica? ¿Debemos suponer que su monto íntegro se insumió eninvestiduras de objeto?Tenemos sabido que mociones pulsionales libidinosas sucumben al destinode la represión patógena cuando entran en conflicto con lasrepresentaciones culturales y éticas del individuo. Nunca entendimos estacondición en el sentido de que la persona tuviera un conocimientomeramente intelectual de la existencia de esas representaciones;supusimos siempre que las acepta como normativas, se somete a lasexigencias que de ellas derivan. La represión parte del yo; podríamosprecisar: del respeto del yo por sí mismo. Las mismas impresiones yvivencias, los mismos impulsos y mociones de dese que un hombre tolera oal menos procesa concientemente, son desaprobados por otro con

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indignación total o ahogados ya antes que devengan concientes. Ahorabien, es fácil expresar la diferencia entre esos dos hombres, quecontiene la condición de la represión, en términos que la teoría de lalibido puede dominar. Podemos decir que uno ha erigido en el interior desí un ideal por el cual mide su yo actual, mientras que en el otro faltaesa formación ideal. La formación de ideal sería, de parte del yo, lacondición de la represión.Y sobre este yo idea recae ahora el amor de sí mismo que en la infanciagozó el yo real. El narcisismo aparece desplazado a este nuevo yo idealque, como el infantil, se encuentra en posesión de todas las perfeccionesvaliosas. No quiere privarse de la perfección narcisista de su infancia,procura recobrarla en la nueva forma del ideal del  yo. Lo que élproyecta frente a sí como su ideal es el sustituto del narcisismo perdidode su infancia, en la que él fue su propio ideal.Conviene indagar las relaciones que esta formación ideal mantiene con lasublimación. La sublimación es un proceso que atañe a la libido de objetoy consiste en que la pulsión se lanza a otra meta, distante de lasatisfacción sexual; el acento recae entonces en la desviación respectode lo sexual. La idealización es un proceso que envuelve al objeto; sinvariar de naturaleza, este es engrandecido y realzado psíquicamente. Laidealización es posible tanto en el campo de la libido yoica cuanto en elde la libido de objeto. Entonces, puesto que la sublimación describe algoque sucede con la pulsión, y la idealización algo que sucede con elobjeto, es preciso distinguirlas en el plano conceptual.Que alguien haya trocado su narcisismo por la veneración de un elevadoideal del yo no implica que haya alcanzado la sublimación de suspulsiones libidinosas. El ideal del yo reclama por cierto esasublimación, pero no puede forzarla; la sublimación sigue siendo unproceso especial cuya iniciación puede ser incitada por el idea, perocuya ejecución es por entero independiente de tal incitación. Laformación del ideal aumenta las exigencias del  yo y es el más fuertefavorecedor de la represión. La sublimación constituye aquella vía deescape que permite cumplir esa exigencia sin dar lugar a la represión.No nos asombraría que nos estuviera deparado hallar una instanciapsíquica particular cuyo cometido fuese velar por el aseguramiento de lasatisfacción narcisista proveniente del ideal del yo, y con ese propósitoobservase de manera continua al yo actual midiéndolo con el idea. Lo quellamamos conciencia moral satisface esa caracterización.La incitación para formar el ideal del yo, cuya tutela se confía a laconciencia moral, partió en efecto de la influencia crítica de lospadres, ahora agenciada por las voces, y a la que en el curso del tiempose sumaron los educadores, los maestros y todas las otras personas delmedio.Grandes montos de una libido en esencia homosexual fueron así convocadospara la formación del ideal narcisista del yo, y en su conservaciónencuentran drenaje y satisfacción.La rebelión frente a esa instancia censuradora se debe a que la persona,en correspondencia con el carácter fundamental de la enfermedad, quieredesasirse de todas esas influencias, comenzando por la de sus padres, yretirar de ellas la libido homosexual. Su conciencia moral se le enfrentaentonces en una figuración regresiva como una intromisión hostil defuera.Recordemos que la formación del sueño se origina bajo el imperio de unacensura que constriñe a los pensamientos oníricos a desfigurarse. Ahorabien, no imaginamos esa censura como un poder particular, sino que

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escogimos esta expresión para designar un aspecto de las tendenciasrepresoras que gobiernan al yo: su aspecto vuelto a los pensamientosoníricos. Si nos internamos más en la estructura del yo, podemosindividualizar también al censor del sueño en el ideal del yo y en lasexteriorizaciones dinámicas de la conciencia moral. Y si este censormantiene además alguna vigilancia durante el dormir, comprenderemos quela premisa de su actividad, la observación de sí y la autocrítica, puedecontribuir al contenido del sueño con elementos como “ahora estádemasiado adormilado para pensar”, “ahora se despierta”.Desde aquí podemos intentar la discusión del sentimiento de sí en lapersona normal y en el neurótico.El sentimiento de sí se nos presenta en primer lugar como expresión del“grandor del yo”. Todo lo que uno posee o ha alcanzado, cada resto delprimitivo sentimiento de omnipotencia corroborado por la experiencia,contribuye a incrementar el sentimiento de sí.Si introducimos nuestra diferenciación entre pulsiones sexuales ypulsiones yoicas, tendremos que admitir que el sentimiento de sí dependede manera particularmente estrecha de la libido narcisista. Para ello nosapoyamos en estos dos hechos fundamentales: en las parafrenias aquelaumenta, mientras que en las neurosis de trasferencia se rebaja; y en lavida amorosa; el no-ser-amado deprime el de sentimiento de sí, mientrasque el ser-amado lo realza. Hemos indicado ya que el ser-amado constituyela meta y la satisfacción en la elección narcisista de objeto.Además, es decir observar que la investidura libidinal de los objetos noeleva el sentimiento de sí. La dependencia respecto del objeto amadotiene el efecto de rebajarlo; el que está enamorado está humillado. Elque ama ha sacrificado un fragmento de su narcisismo y sólo puederestituírselo a trueque de ser-amado. En todos estos vínculos elsentimiento de sí parece guardar relación con el componente narcisista dela vida amorosa.La percepción del a impotencia, del apropia incapacidad para amar aconsecuencia de perturbaciones anímicas o corporales, tiene un efecto muydeprimente sobre el sentimiento de sí. La fuente principal de estesentimiento está en el empobrecimiento de yo que es resultado de laenorme cuantía de las investiduras libidinales sustraídas de él, valedecir, del deterioro del yo por obra de las aspiraciones sexuales que haneludido el control.Las relaciones del sentimiento de sí con el erotismo (con lasinvestiduras libidinosas de objeto) pueden exponerse en algunas fórmulas,de la siguiente manera. Hay que distinguir dos casos, según que lasinvestiduras amorosas sean acordes con el yo o, al contrario, hayanexperimentado una represión. En el primer caso 8la aplicación de lalibido de manera acorde con el yo), el amar en sí, como ansia yprivación, rebaja la autoestima, mientras que ser-amado, hallar un objetode amor, poseer al objeto amado, vuelven a elevarla. En el caso de lalibido reprimida, la investidura de amor es sentida como grave reduccióndel yo, la satisfacción de amor es imposible, y el re-enriquecimiento delyo sólo se vuelve posible por el retiro de la libido de los objetos. Elretroceso de la libido de objeto al yo, su mudanza en narcisismo, vuelve,por así decir, a figurar un amor dichoso, y por otra parte n amor dichosoreal responde al estado primordial en que libido de objeto y libido yoicano eran diferenciables. El desarrollo del yo consiste en un distanciamiento respecto delnarcisismo primario y engendra una intensa aspiración a recobrarlo. Estedistanciamiento acontece por medio del desplazamiento de la libido a un

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ideal del yo impuesto desde fuera; la satisfacción se obtiene mediante elcumplimiento de este ideal.Simultáneamente, el yo ha emitido las investiduras libidinosas de objeto.El yo se empobrece a favor de estas investiduras así como del ideal delyo, y vuelve a enriquecerse por las satisfacciones de objeto y por elcumplimiento del ideal.Una parte del sentimiento de sí es primaria, el residuo del narcisismoinfantil; otra parte brota de la omnipotencia corroborada por laexperiencia (el cumplimiento del ideal del yo), y una tercera, de lasatisfacción de la libido de objeto.El ideal del yo ha impuesto difíciles condiciones a la satisfacciónlibidinal con los objetos, haciendo que su censor rechace porinconciliable una parte de ella. Donde no se ha desarrollado un idealasí, la aspiración sexual correspondiente ingresa inmodificada en lapersonalidad como perversión. Ser de nuevo, como en la infancia, supropio ideal, también respecto de las aspiraciones sexuales: he ahí ladicha a la que aspiran los hombres.El enamoramiento consiste en un desborde de la libido yoica sobre elobjeto. Tiene la virtud de cancelar represiones y de restablecerperversiones. Eleva el objeto sexual a ideal sexual. Puesto que, en eltipo del apuntalamiento (o del objeto), adviene sobre la base delcumplimiento de condiciones infantiles de amor, puede decirse: seidealiza a lo que cumple esta condición de amor.El ideal sexual puede entrar en una interesante relación auxiliar con elideal yo. Donde la satisfacción narcisista tropieza con impedimentosreales, el ideal sexual puede ser usado como satisfacción sustitutiva.Entonces se ama siguiendo el tipo de la elección narcisista de objeto.Se ama a lo que posee el mérito que falta al yo para alcanzar el ideal.Este remedio tiene particular importancia para el neurótico que por susexcesivas investiduras de objeto se ha empobrecido en su yo y no está encondiciones de cumplir su ideal del yo. Busca entonces, desde su derrochede libido en los objetos, el camino de regreso al narcisismo.       LA TÓPICA DE LO IMAGINARIO

El estadio del espejo cumple una función ejemplar, dice Lacan, porque nosrevela algunas de las relaciones del sujeto con su imagen en tanto Urbilddel yo. Ese estadio del espejo, que no podemos negar, tiene unapresentación óptica, que tampoco podemos negar.Las ciencias, en particular las ciencias nacientes, como la nuestra,toman prestado frecuentemente modelos a otras ciencias. La óptica tambiéntendría algo que decir. Sin embargo, Lacan no se aleja de la tradición deFreud, ya que éste último, en el capitulo “Psicología de los procesosoníricos”, el famoso esquema inserta la totalidad del proceso delinconciente.En su interior, Freud sitúa las distintas capas que se diferencian delnivel perceptivo, a saber la impresión instantánea: S1, S2, etc., a lavez imagen, recuerdo. Estas huellas registradas son luego reprimidas enel inconciente.   

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La idea que así se nos ofrece es la de una localidad psíquica – se trataexactamente del campo de la realidad psíquica, es decir, de todo lo quesucede entre la percepción y la conciencia motriz del yo.Las imágenes ópticas presentan variedades singulares; algunas sonpuramente subjetivas, son las llamadas virtuales; otras son reales, esdecir que se comportan en ciertos aspectos como objetos y pueden serconsideradas como tales. Pero aún más peculiar: podemos producir imágenesvirtuales deseos objetos que son las imágenes reales. En este caso, elobjeto que es la imagen real recibe, con justa razón, el nombre de objetovirtual.La óptica se apoya en una teoría matemática. Para que haya óptica espreciso que a cada punto dado en el espacio real le corresponda un punto,y sólo uno, en otro espacio que es el espacio imaginario. Es esta lahipótesis estructural fundamental.Supongan que esto sea una caja, hueca por este lado, y que está colocadasobre una base, en el centro de la semiesfera. Sobre la caja pondrán unflorero, real. Debajo hay un ramillete de flores. ¿Qué sucede entonces? El ramillete se refleja en la superficie esférica, para aparecer en elpunto luminoso simétrico. Dada la propiedad de la superficie esférica,todos los rayos que emanan de un punto dado aparecen en el mismo puntosimétrico; con todos los rayos ocurre lo mismo. Se forma así una imagenreal. En el esquema los rayos no se cruzan por completo, pero así sucedetambién en la realidad, y en todos los instrumentos de óptica: obtenemossólo una aproximación. Más allá del ojo, los rayos continúan sutrayectoria, y vuelven a divergir. Pero, para el ojo son convergentes, yproducen una imagen real, pues la característica de los rayos queimpresionan un ojo en forma convergentes la de producir una imagen real.Convergen cuando llegan al ojo, divergen cuando se alejan de él. Si losrayos impresionan al ojo en sentido contrario, se forma entonces unaimagen virtual. Es lo que sucede cuando se mira una imagen en el espejo:se ve allí donde no está. Ahí, por el contrario, nosotros la vemos dondeella está. Siempre y cuando nuestro ojo se encuentre en el campo de losrayos que ya se han cruzado en el punto correspondiente.En ese momento, mientras no vemos el ramillete real, que está oculto,veremos aparecer, si están en el campo adecuado, un curiosísimo ramilleteimaginario, que se forma justamente en el cuello del florero. Comonuestros ojos deben desplazarse linealmente en el mismo plano, tendremosuna sensación de realidad sintiendo, al mismo tiempo, que hay algoextraño, confuso, porque los rayos no se cruzan bien. Cuanto más lejosestemos, más influirá el paralaje, y más completa será la ilusión.Este esquema nos permite ilustrar, de modo particularmente sencillo, elresultado de la estrecha intrincación del mundo imaginario y del mundoreal en la economía psíquica; verán ahora de qué modo.En la segunda parte de este capítulo, Lacan sostiene que el dominiopropio del yo primitivo se constituye por clivaje (partir), pordistinción respecto al mundo exterior: lo que está incluido en elexterior se distingue de lo que se ha rechazado mediante los procesos deexclusión y de proyección. De allí que las concepciones analíticas delestadio primitivo de la formación del yo, colocaron en primer plano esasnociones que son las de continente y contenido. Por este motivo larelación entre el florero y las flores que contiene puede servir comometáfora.Saben que su proceso de maduración fisiológica permite al sujeto, en unmomento determinado de su historia, integrar efectivamente sus funciones

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motoras y acceder a un dominio real de su cuerpo. Pero antes de estemomento, aunque en forma correlativa con él, el sujeto toma conciencia desu cuerpo como totalidad. Insiste Lacan en este punto, en su teoría delestadio del espejo: la sola visión de la forma total del cuerpo humanobrinda al sujeto un dominio imaginario de su cuerpo, prematuro respectoal dominio real. Esta formación se desvincula así del proceso mismo de lamaduración, y no se confunde con él. EL sujeto anticipa la culminacióndel dominio psicológico, y esta anticipación dará su estilo al ejercicioulterior del dominio motor efectivo.Es ésta la aventura imaginaria por la cual el hombre, por vez primera,experimenta que él se ve, se refleja y se concibe como distinto, otro delo que él es: dimensión esencial de lo humano, que estructura el conjuntode su vida fantasmática.En el origen suponemos todos los ellos, objetos, instintos, deseos,tendencias, etc. Se trata pues de la realidad pura y simple, que en nadase delimita, que no puede ser aún objeto de definición alguna; que no esni buena ni mala, sino a la vez caótica y absoluta, originaria. Freud serefiere a este nivel cuando habla de los juicios de existencia: o bien eso bien no es. Aquí es donde la imagen del cuerpo – si la situamos ennuestro esquema – es como el florero imaginario que contiene el ramilletede flores real. Así es como podemos representarnos, antes del nacimientodel yo y su surgimiento, al sujeto.Este dispositivo posee una capacidad de maniobra tal que es posibleimprimirle cualquier tipo de movimiento. Se puede hacer imaginario lo quees real, siempre y cuando se conserve la relación entre los signos, + - +o -+-.Para que la ilusión se produzca ante el ojo que mira, un mundo donde loimaginario pueda incluir a lo real y, a la vez formularlo; donde lo realpueda incluir y, a la vez, situar lo imaginario, es preciso cumplir conuna condición: el ojo debe ocupar cierta posición, debe estar en elinterior del cono.La caja representa nuestro cuerpo. EL ramillete son los instintos y losdeseos, los objetos de deseo que se pasean. Y el caldero es el córtex.Nuestro ojo no se pasea en medio de todo esto, está fijado allí, como unpequeño apéndice titilante del córtex. Entonces ¿por qué cuento que sepasea, y que es en función de su posición que el dispositivo funciona ono?Como sucede con frecuencia, el ojo es aquí el símbolo del sujeto.En una relación entre lo imaginario y lo real, y en la constitución delmundo que de ella resulta, todo depende de la situación del sujeto. Lasituación del sujeto está caracterizada esencialmente por su lugar ene lmundo simbólico; dicho de otro modo, en el mundo de la palabra. De eselugar depende que el sujeto tenga o no derecho a llamarse Pedro. Según elcaso, estará o no, en el campo del cono. Sobre el narcisismoNos hemos visto llevados a enfatizar esa faz de la resistencia que sesitúa en el nivel mismo de la emisión de la palabra. La palabra puedeexpresar el ser del sujeto, pero, hasta cierto punto, nunca lo logra.¿Cómo se sitúan respecto a la palabra, todos esos afectos, todas esasreferencias imaginarias habitualmente evocadas cuando quiere definirse laacción de la transferencia en la experiencia analítica?La palabra plena es la que apunta, la que forma la verdad tal y como ellase establece en el reconocimiento del uno por el otro. La palabra plenaes la palabra que hace acto. Tras su emergencia uno de los sujetos ya no

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es el que era antes. Por ello, esta dimensión no puede ser eludida en laexperiencia analítica. La experiencia analítica convoca la palabra plena.La primera de las contradicciones que, sin embargo, surge es lasiguiente: resulta harto singular que el método analítico, que apunta ala obtención de una palabra plena, parta de una vía estrictamente opuestaen tanto da como consigna la sujeto el trazar una palabra lo másdespojada posible de toda suposición de responsabilidad; incluso lolibera de toda exigencia de autenticidad.Siempre hemos distinguido dos planos en los que se ejerce el intercambiode la palabra humana – el plano del reconocimiento, en tanto la palabrateje entre los sujetos ese pacto que los transforma y los constituye ensujetos humanos comunicantes – y el plano de lo comunicado, en el quepueden distinguirse diversos grados: el llamado, la discusión, elconocimiento, la información; pero que, en definitiva, tiende a obtenerun acuerdo respecto al objeto. El término acuerdo surge una vez más, peroel acento está colocado aquí sobre el objeto considerado como exterior ala acción de la palabra, en tanto expresado por la palabra.El objeto no deja de estar sin referencia a la palabra. Está ya dadoparcialmente, desde el comienzo, en el sistema objetal – u objetivo – enel que es preciso incluir la suma de prejuicios que constituyen unacomunidad cultural, y también las hipótesis, incluso los prejuiciospsicológicos.El sujeto es invitado pues a entregarse sin reserva a este sistema: a susconocimiento científico, así como a lo que imagina a partir de lasinformaciones que tiene acerca de su estado, su problema, su situación, ytambién sus prejuicios más ingenuos, en los que sus ilusiones sesostienen, incluyendo sus ilusiones neuróticas, en la medida en que ellasson parte importante de la constitución de la neurosis.Pareciera – aquí reside el problema – que este acto de la palabra sólopuede progresar siguiendo la vía de una convicción intelectualproveniente de la intervención educadora, es decir superior, delanalista. El análisis progresaría así por adoctrinamiento.Cuando se afirma que la primera etapa del análisis habría sidointelectualista se hace referencia a este adoctrinamiento. Sin embargo,nunca fue así. En aquel entonces existieron, tal vez, concepcionesintelectualistas del análisis, pero ello no significa que realmente sehicieron análisis intelectualistas; las fueras auténticamente en juegoestaban presentes desde el origen. Si no hubiesen estado allí, elanálisis jamás habría tenido la posibilidad de aprobar su examen, eimponerse como método evidente de intervención psicoterapéutica.Debe existir pues algo diferente del adoctrinamiento que explique laeficacia de las intervenciones del analista. Es lo que la experienciademostró como eficaz en la acción e la transferencia.¿Qué es la transferencia?La transferencia eficaz de la que hablamos es, simplemente, en suesencia, el acto de la palabra. Cada vez que un hombre habla a otro demodo auténtico y pleno hay, en el sentido propio del término,transferencia simbólica: algo sucede que cambia la naturaleza de los dosseres que están presentes.Sin embargo, ésta es una transferencia diferente a la que se presentóprimero en el análisis. En efecto, esta función debe situarse en el planoimaginario. Para precisarla se forjaron las nociones que ustedes conocen,repetición de las antiguas situaciones, repetición inconsciente, puestaen acto de la reintegración de la historia – se trata aquí de unareintegración imaginaria: la situación pasada sólo es vivida en el

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presente, a pesar del sujeto, en la medida en que la dimensión históricaes para él desconocida –, observen bien que no dije inconsciente.Uno de los problemas más importantes de la teoría analítica consiste ensaber cuál es la relación existente entre los vínculos de transferencia ylas características, positivas o negativas, de la relación amorosa. Hemosaislado incluso algo que llega al punto de llamarse no sólo neurosis detransferencia – etiqueta nosológica que designa lo que afecta al sujeto –sino neurosis secundaria, neurosis artificial, actualización en latransferencia, neurosis que anuda en sus hilos a la persona imaginariadel analista.Sin embargo, el interrogante acerca de cuál es el resorte que actúa en elanálisis permanece oscuro. No hablo de las vías por las que actuamos,sino de la fuente misma de la eficacia terapéutica.Las opiniones que se manifiestan durante las discusiones acerca de lanaturaleza del vínculo imaginario establecido en la transferencia tienenuna íntima relación con la noción de la relación objetal.Esta última noción está ahora en el primer plano de la elaboraciónanalítica.Strachey, en el artículo publicado en el Interntational Journal ofPsycho-Analysis, plantea que el analista ocuparía, respecto del sujeto,la función del superyó no puede ser válida, pues esta función es,precisamente, uno de los resortes más decisivos de la neurosis. Existeentonces un círculo vicioso. Para salir de él, el autor se ve obligado aintroducir la noción de superyó parásito: hipótesis suplementaria quenada justifica, que se hace necesaria dadas las contradicciones de suelaboración. Para sostener la existencia de este superyó parásito en elanálisis, Strachey debe plantear que, entre el sujeto analizado y elsujeto analista, ocurren una serie de intercambios, proyecciones eintroyecciones, que nos conducen a nivel de los mecanismos deconstitución de los objetos buenos y malos.La cuestión de las relaciones entre analizado y analista se puede situaren un plano muy distinto: en el plano del yo y el no-yo, es decir, en elplano de la economía narcisista del sujeto.Es así como, desde siempre, la cuestión del amor de transferencia haestado ligada, demasiado estrechamente, a la elaboración analítica de lanoción de amor. No se trata del amor en tanto Eros – presencia universaldel poder de vinculación entre los sujetos, subyacente a toda realidad enla cual el análisis se desplaza – sino del amor-pasión.¿Qué es este amor que interviene como resorte imaginario en el análisis=Para nosotros se trata de localizar la estructura que articula larelación narcisista, la función del amor en su generalidad, y latransferencia en su eficacia práctica. La noción de transferencia esplurivalente y que interviene a la vez en varios registros: en elsimbólico, en el imaginario y en el real.En la segunda parte, Lacan retoma los dichos de Freud: existe unarelación entre una cosa x, que ha sucedido en el plano de la libido, y ladecatectización del mundo exterior característica de las formas dedemencia precoz. Ahora bien, plantear el problema en estos términos creagrandes dificultades en la teoría analítica.Para comprenderlo, es preciso remitirse a los “Tres ensayos sobre unateoría sexual”, donde se encuentra la noción de autoerotismo primordial.¿Qué es este autoerotismo primordial cuya existencia plantea Freud?Se trata de una libido que constituye los objetos de interés y que, poruna especie de evasión, de prolongamiento, de pseudópodos, se distribuye.El progreso instintual del sujeto, y su elaboración del mundo en función

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de su propia estructura instintual, se realizará a partir del momento enque el sujeto emite sus cargas libidinales. Esta concepción no planteadificultades mientras Freud deje, fuera del mecanismo de la libido, todolo concerniente a un registro diferente al del deseo como tal. Elregistro del deseo es para él una extensión de las manifestacionesconcretas de la sexualidad, una relación esencial que el ser animalmantiene con su mundo. Ésta es una concepción bipolar: de un lado seencuentra el sujeto libidinal, del otro el mundo.Ahora bien, esta concepción falla, Freud lo sabía bien; la noción delibido se neutraliza si se la generaliza en exceso. Por el contrario, lalibido cobra su sentido cuando se la distingue de las funciones reales orealizantes, de todas las funciones que nada tienen que ver con lafunción el deseo, de todo lo que se refiere a las relaciones del yo y delmundo exterior. Si la libido no está aislada del conjunto de lasfunciones de conservación del individuo pierde todo sentido. La libido notiene mayor alcance que el que se le dio al tomar el registro sexual comonúcleo organizador, central.En el artículo sobre narcisismo, Freud retoma la necesidad de distinguirlibido egoísta y libido sexual. AL mismo tiempo que mantiene ladistinción entre ambos libidos gira en torno a la noción de suequivalencia. En efecto, ¿cómo pueden distinguirse, rigurosamente, estosdos términos is se conserva la idea de su equivalencia energética, lacual permite afirmar que sólo cuando la libido es decatectizada delobjeto vuelve al ego? He aquí el problema planteado. Por este hecho,Freud es llevado a concebir el narcisismo como un proceso secundario. Unaunidad comparable al yo no existe en el origen. En cambio, las pulsionesautoeróticas están allí desde el comienzo.Esta idea confirma la utilidad de la concepción del estadio del espejo.El Urbild, unidad comparable al yo, se constituye en un momentodeterminado de la historia del sujeto, a partir del cual el yo empieza aadquirir sus funciones. Vale decir que el yo humano se constituye sobreel fundamento de la relación imaginaria. En el desarrollo del psiquismoaparece algo nuevo, cuya función es dar forma al narcisismo. ¿No es estoacaso marcar el origen imaginario de la función del yo?En el desconocimiento, la negativa, la barrera que el neurótico opone ala realidad comprobamos que recurre a la fantasía. Hay aquí función, y enel vocabulario de Freud, esto no puede sino remitir al registroimaginario. Sabeos hasta qué punto las personas y las cosas del entornodel neurótico cambian totalmente de valor, y lo hacen en relación a unafunción que nada nos impide llamar imaginaria, sin ir más allá de su usocomún del lenguaje. Imaginaria se refiere aquí, primero,  a la relacióndel sujeto con sus identificaciones formadoras, éste es el pleno sentidodel término imagen en análisis; segundo, a la relación del sujeto con loreal, cuya característica es la de ser ilusoria: es éste el aspecto de lafunción imaginaria destacado más frecuentemente. Los dos narcisismos¿Sobre qué se funda, en suma, el descubrimiento freudiano= Sobre laaprehensión fundamental de que los síntomas del neurótico revelan unaforma desviada de satisfacción sexual. Freud demostró la función sexualde los síntomas en los neuróticos de modo muy concreto, a través de unaserie de equivalencias, siendo la última de ellas una sanciónterapéutica.El problema que se le plantea a Freud en esta época es la de laestructura de la psicosis. ¿Cómo elaborar la estructura de la psicosis en

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el interior del marco de la teoría general de la libido? EN consecuencia,Freud intenta establecer en ese momento la relación que puede existirentre las pulsiones sexuales, alas que otorgó tanta importancia puesestaban ocultas y su análisis las revelaba, y las pulsiones del yo que nohabía colocado hasta entonces en primer plano.Freud afirma que puede suponerse, en un estadio primitivo, anterior alque la investigación psicoanalítica nos permite acceder, la existencia deun estado de narcisismo en el que resulta imposible discernir entre lasdos tendencias fundamentales: la Sexualibido y las Ich-Triebe. En estaetapa, ambas están inextricablemente mezcladas, confundidas y no sondiferentes para nuestro grosero análisis. No obstante, Freud explica porqué intenta mantener la distinción.En primer lugar, está la experiencia de las neurosis. Después, el hechode que la distinción entre pulsiones del yo y pulsiones sexuales sólo enimputable quizás a que las pulsiones son para nuestra teoría el puntoúltimo de referencia.Freud adosa su teoría de la libido a lo que le indica la biología de sutiempo. La teoría de los instintos no puede dejar de tener en cuenta unabipartición fundamental entre las finalidades de preservación delindividuo y las de continuidad de la especie.En la segunda parte, Lacan introduce un complemente en el esquema quepresento en el cursillo sobre la tópica de lo imaginario.Les indiqué que este modelo está en la línea misma de los deseos deFreud. Freud explica en varios sitios que las instancias psíquicasfundamentales deben concebirse en su mayor parte, como representantes delo que sucede en un aparato fotográfico: es decir, como las imágenes,virtuales o reales, producidas por su funcionamiento. El aparato orgánicorepresenta el mecanismo del aparato, y lo que aprehendemos son imágenes.Sus funciones no son homogéneas, ya que una imagen real y una imagenvirtual son diferentes. Las instancias deben pues interpretarse medianteun esquema óptico. Concepción que Freud indicó muchas veces, pero quenunca llegó a materializar.El espejo cóncavo gracias al cual se produce el fenómeno del ramilleteinvertido; aquí, por comodidad, lo he transformado en florero invertido.EL florero está en la caja y el ramillete encima.El florero será producido por le juego de reflexión de los rayos por unaimagen real, no virtual, que el ojo puede enfocar. Si el ojo se acomoda anivel de las flores que hemos dispuesto, será la imagen real del florerorodeando el ramillete, confiriéndole estilo y unidad; reflejo de launidad del cuerpo.Para que la imagen tenga cierta consistencia, es necesario que seaverdaderamente una imagen. A cada punto del objeto le corresponde unpunto de la imagen, y todos los rayos provenientes de un punto debencruzarse en un punto único en algún lado.Se trata de la relación entre la constitución de la realidad y la formadel cuerpo, que de un modo más o menos apropiado ha sido llamadoontológico.  Ese ojo hipotético del que les he hablado, pongámoslo en algún sitioentre el espejo cóncavo y el objeto. Para que este ojo tenga exactamentela ilusión del florero invertido, es decir, para que lobea en óptimascondiciones, como si estuviera en el fondo de la sala, hace falta y bastauna sola cosa: que hubiera más o menos en la mitad de la sala un espejoplano.

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En otros términos, si colocamos en la mitad de la sala un espejo, aladosarme al espejo cóncavo veré la imagen del florero tan nítidamentecomo si estuviese en el fondo de la sala, aunque no lo vea directamente.¿Qué veré ne el espejo? Primero, mi cara propia, allí donde no está. Ensegundo lugar, en un punto simétrico al punto donde está la imagen real,veré aparecer esa imagen real como imagen virtual.Este pequeño esquema no es más que una elaboración muy simple del o quedesde hace años intento explicarles con el estadio del espejo.Existen dos narcisismos. En efecto, existe en primer lugar un narcisismoen relación a la imagen corporal. Esta imagen es idéntica para elconjunto de los mecanismos del sujeto y confiere su forma a su mundocircundante, en tanto es hombre. Ella hace la unidad del sujeto, la vemosproyectarse de mil maneras, hasta en lo que podemos llamar la fuenteimaginaria del simbolismo, que es aquello a través del o cual elsimbolismo se enlaza con el sentimiento que el ser humano tiene de supropio cuerpo.Este primer narcisismo se sitúa a nivel de la imagen real de mi esquema,en tanto esta imagen permite organizar el conjunto de la realidad encierto número de marcos preformados.En el hombre, la reflexión en el espejo manifiesta una posibilidadnoética original, e introduce un segundo narcisismo. Su patternfundamental es de inmediato la relación con el otro.EL otro tiene para el hombre un valor cautivador, dada la anticipaciónque representa la imagen unitaria tal como ella es percibida en elespejo, o bien en la realidad toda del semejante.El otro, el alter ego, se confunde en mayor o menor grado, según lasetapas de la vida, con el Ich-Ideal, ese ideal del yo constantementeinvocado en el artículo de Freud. La identificación narcisista la delsegundo narcisismo es la identificación al otro que, en el caso normal,permite al hombre situar con precisión su relación imaginaria y libidinalcon el mundo en general. Esto es lo que le permite ver en su lugar, yestructurar su ser en función de ese lugar y de su mundo ,El sujeto ve suser en una reflexión en relación al otro, es decir en relación al Ich-Ideal.Es preciso diferenciar las funciones del yo – por una parte desempeñanpara el hombre un papel fundamental en la estructuración de la realidad –por otra, debe pasar en el hombre por esa alienación fundamental queconstituye la imagen reflejada de sí mismo que es el Ur-Ich; formaoriginaria tanta del Ich-Ideal como de la relación con el otro.Ya les había dado un primer elemento del esquema, hoy les proporcionootro: la relación reflexiva con el otro. Ideal del yo y yo-idealEl comentario esencial de Freud es que resulta casi indiferente que unaelaboración del a libido se produzca sobre objeto reales u objetosimaginarios. La diferencia sólo aparece más tarde, cuando la orientaciónde la libido se efectúa sobre objetos irreales. Estos conduce a laconstrucción de un dique (Stauung), a embalsar la libido, lo cual nosintroduce al carácter imaginario del ego, puesto que se trata de sulibido.Freud se plantea el problema de saber por qué el hombre sale delnarcisismo. ¿Por qué el hombre está insatisfecho? Llega a distinguir dostipos de elección, que podemos traducir como anaclítica y narcisística, yestudia su génesis. Escribe esta frase: “el individuo tiene dos objetos

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sexuales primitivos: él mismo y la mujer que se ocupa de él”. El mismo, osea, su imagen. Está bien claro.Comprueba que las primeras satisfacciones sexuales autoeróticas cumplenuna función en la conservación de sí. Después, comprueba quelas pulsionessexuales se aplican primero a la satisfacción de las pulsiones del yo yque sólo más tarde se hacen autónomas. Así, el niño ama primero al objetoque satisface sus pulsiones del yo, es decir, a la persona que se ocupade él. Por último, Freud define el tipo narcisístico de elección objetal,patente sobre todo, dice, en quienes el desarrollo libidinal estuvoperturbado. Es decir, en los neuróticos. Estos dos tipos fundamentalescorresponden a los dos tipos fundamentales, masculino y femenino. Los dostipos: narcisístico y Anlehnung (apoyo).Existe ante todo, en el campo de la fijación amorosa, de la Verliebtheit,el tipo narcisístico. Está fijado pues se ama primero, lo que uno mismoes, vale decir, como Freud lo precisa entre paréntesis, uno mismo;segundo, por lo que uno ha sido; tercero, lo que uno quisiera ser; ycuarto, la persona que fue una parte del propio. Es el Narzissmustypus.El Anlehnungstypus no es menos imaginario, pues está fundado también enuna inversión de identificación. El sujeto se ubica entonces en unasituación primitiva. Ama a la mujer que alimenta y al hombre que protege.Su majestad el niño. El niño es lo que sus padres lo hacen en la medidaen que le proyectan el ideal.¿En qué se convierte la libido del yo en el adulto normal? Hemos dichoque la represión parte del yo, con sus exigencias éticas y culturales.Las mismas impresiones que le sucedieron a un individuo serán rechazadoscon indignación por otra persona, o incluso ahogados antes de volverseconcientes. La formación de un ideal sería, por parte del yo, lacondición de la represión. A este yo ideal se consagra el amor ególatrade que en la niñez era objeto el yo verdadero. No es el yo verdadero, esel yo real.Prosigue el texto: el narcisismo aparece desplazado sobre este nuevo yoideal adornado, como el infantil, con todas las perfecciones. Comosiempre en el terreno de la libido, el hombre se demuestra aquí, una vezmás, incapaz de renunciar a una satisfacción ya gozada alguna vez. –Freud emplea aquí por primera vez el término yo ideal en la frase –. Aeste yo ideal se consagra el amor ególatra de que en la niñez era objetoel yo verdadero… Pero enseguida dice: No quiere renunciar a la perfecciónde su niñez… intenta conquistarla de nuevo bajo la nueva forma de suideal del yo. Figuran pues aquí las dos expresiones, yo ideal e ideal delyo.Freud formuló pues la existencia del yo idea, que luego llama ideal delyo, o forma del ideal del yo.La sublimación es un proceso de la libido objetal.  Por el contrario, laidealización concierne al objeto que es agrandado, elevado, sinmodificaciones en su naturaleza. La idealización es posible en tanto enel dominio de la libido del yo como en el de la libido objetal. Es decirque, una vez más, Freud coloca ambas libidos en el mismo plano.La idealización del yo puede coexistir con una sublimación fallida. Laformación del ideal del yo aumenta las exigencias del yo y favorece almáximo la represión.Uno está en el plano de lo imaginario, el otro en el plano de losimbólico, ya que la exigencia del Ich-Ideal encuentra su lugar en elconjunto de las exigencias de la ley.La sublimación ofrece por lo tanto, en el caso de la sublimaciónsatisfactoria, el atajo para satisfacer esa exigencia sin acarrear la

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represión. Termina el breve párrafo relativo a las relaciones entre elideal del yo y la sublimación en este punto. No sería de extrañar queencontrásemos una instancia psíquica especial encargada de velar por lasatisfacción que se desprende del ideal del ideal del yo (en latraducción española: yo ideal) y que en cumplimiento de su función,vigila de continuo al yo actual. Esta hipótesis de una instancia psíquicaespecial que cumpliría entonces una función de vigilancia y seguridad nosconducirá, más tarde, al superyó. Freud apoya su demostración en unejemplo extraído de las psicosis, el síndrome de influencia, donde dice,esa instancia es particularmente visible. Antes de hablar de síndrome deinfluencia aclara que, si una instancia tal existe, no podemosdescubrirla, sino suponerla como tal. Me parece muy importante que, enesta primera forma de introducir el superyó, Freud diga que estainstancia no existe, que no se la descubrirá, que sólo puede suponérsela.Añade que lo que llamamos nuestra conciencia cumple esta función. Losenfermos de este tipo se quejan de estar vigilados, de oír voces, de quese conoce su pensamiento, de que se los observa. Tienen razón dice Freud,esta queja está perfectamente justificada y corresponde a la verdad. Entodos nosotros, y dentro de la vida normal, existe realmente tal poder. Sin embargo no es exactamente en ese sentido. Freud dice que si unainstancia tal existe, no es posible que sea algo que aún no hayamosdescubierto. Los ejemplos que elige muestran que la identifica con lacensura. Vuelve a encontrar esta instancia en el delirio de influencia,donde se confunde con el que ordena los actos del sujeto. Le reconoceluego en lo que se define como el fenómeno funcional de Silberer. SegúnSilberer, la percepción interna por parte del sujeto de sus propiosestados, de sus mecanismos mentales en tanto funciones, en el momento enque se desliza en el sueño, jugaría un rol funcional. El sueño daría deesa percepción una transposición simbólica, entiéndase aquí simbólicosimplemente en el sentido de representando por imágenes. Vemos aquí unaforma espontánea de desdoblamiento del sujeto. Freud siempre conservóante esta concepción de Silberer una actitud ambigua, diciendo a la vezque este fenómeno es muy importante, y que no obstante es secundariorespecto a la manifestación del deseo en el sueño. Esta vigilancia del yoque Freud destaca presente en el sueño, es el guardián del dormir,situado como al margen de la actividad del sueño y muy a menudo listo,también él, a las instancias que Freud presenta aquí con el título decensura, una instancia que habla, es decir una instancia simbólica.El desarrollo del yo consiste en un alejamiento del narcisismo primario ycrea una intensa tendencia a reconquistarlo. Este alejamiento sucedemediante el desplazamiento de la libido sobre un ideal del yo (traducciónespañola: yo ideal) impuesto desde el exterior, y la satisfacción esproporcionada por el cumplimiento de este idea. Este alejamiento se efectúa por un desplazamiento de la libido sobre unideal del yo impuesto desde el exterior. La satisfacción surge de larealización de ese ideal. Evidentemente, en la medida en que hayrealización de ese idea. Exactamente allí donde se desarrolla toda laexperiencia analítica, en la unión de lo imaginario y lo simbólico.  El fenómeno físico de la imagen real que puede ser producida por elespejo esférico, de ser vista en su lugar, insertarse en el mundo de losobjetos reales, ser enfocada al mismo tiempo que los objetos reales,aportar incluso a esos objetos reales una ordenación imaginaria,incluirlos, excluirlos, situarlos, completarlos.

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En ese momento, se desencadenan comportamientos que guiarán al sujetohacia su objeto, por intermedio de la imagen.¿Se produce esto en el hombre?Como sabemos, las manifestaciones de la función sexual en el hombre secaracterizan por un desorden eminente. Nada se adapta. Esa imagen, entorno a las cuales nosotros, psicoanalistas, nos desplazamos, presenta,ya sea en la neurosis o en la perversión, una especie de fragmentación,de estallido, de despedazamiento, de inadaptación, de inadecuación.Existe una especie de juego de escondite entre la imagen y su objetonormal, suponiendo uqe adoptemos el ideal de una norma en elfuncionamiento de la sexualidad. ¿Cómo podemos entonces representarnos elmecanismo por el cual esa imaginación en desorden llega finalmente, sinembargo, a cumplir su función?En la segunda parte, volvemos a encontrar el pequeño esquema. Le añadí enla un perfeccionamiento que constituye una parte esencial de lo queintento demostrar. La imagen real sólo puede verse de manera consistenteen determinado campo del espacio real del aparato, el campo que estádelante del aparato constituido por el espejo esférico y el ramilleteinvertido.Hemos situado el sujeto en el borde del espejo esférico. Pero sabeos quela visión de una imagen en el espejo plano es exactamente equivalente,para el sujeto, a lo que sería la imagen del objeto real para unespectador que estuviese más allá de  ese espejo, en el lugar mismo enque el sujeto ve su imagen. Podemos pues reemplazar el sujeto por unsujeto virtual, SV, situado en el interior del cono que delimita laposibilidad de la ilusión, o sea en el campo x’ y’. El aparato que heinventado muestra pues que, estando colocado en un punto muy cercano a laimagen real, puede vérsela no obstante con un espejo en estado de imagenvirtual. Esto es lo que se produce en el hombre.¿Cuál es su resultado? Una simetría muy particular. En efecto, el sujetovirtual, reflejo del ojo mítico, es decir, el otro que somos, está allídonde primero hemos visto a nuestro ego: fuera nuestro, en la formahumana. El ser humano sólo ve su forma realizada, total, el espejismo desí mismo, fuera de sí mismo. Esta noción no figura aún en el artículo queestudiamos, sino más tarde.Lo que el sujeto, que sí existe, ve en el espejo es una imagen, nítida obien fragmentada, inconsistente, incompleta. Esto depende de su posiciónrelación a la imagen real. Demasiado cerca de los bordes, se ve mal. Tododepende de la incidencia particular del espejo. Sólo en el cono puedeobtenerse una imagen nítida.De la inclinación del espejo depende pues que veamos, más o menosperfectamente, la imagen. Esto representa la difícil acomodación de loimaginario en el hombre.Pueden comprender que la regulación de lo imaginario depende de algo queestá situado de modo trascendente siendo lo trascendente en esta ocasiónni más ni menos que el vínculo simbólico entre los seres humanos.¿Qué es el vínculo simbólico? Socialmente, nos definimos por intermediode la ley. Situamos a través del intercambio de símbolos, nuestrosdiferentes yos los unos respecto a los otros.La relación simbólica define la posición del sujeto como vidente. Lapalabra, la función simbólica, define el mayor o menor grado deperfección, de completitud, de aproximación de lo imaginario. Ladistinción se efectúa en esta representación entre el Ideal-Ich y el Ich-Ideal, entre el yo ideal y el ideal del yo. El ideal del yo dirige eljuego de relaciones de las que depende toda relación con el otro. Y de

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esta relación con el otro depende el carácter más o menos satisfactoriode la estructuración imaginaria.Semejante esquema ilustra que lo imaginario y lo real actúan al mismonivel. Se trata de una coincidencia entre ciertas imágenes y lo real. Losobjetos reales, uqe pasan por intermedio del espejo y a través de él,están en el mismo lugar que el objeto imaginario. Lo propio de la imagenes la carga pro la libido. Se llama carga libidinal a aquello por lo cualun objeto deviene deseable, es decir, aquello por lo cual se confunde conesa imagen que llevamos ne nosotros, de diversos modos, y en forma más omenos estructurada.En el hombre, no puede establecerse ninguna regulación imaginaria,verdaderamente eficaz y completa, si no es mediante la intervención deotra dimensión. Esto es lo que busca al menos míticamente, el análisis.¿Cuál es mi deseo? ¿Cuál es mi posición en la estructuración imaginaria?Esta posición sólo puede concebirse en la medida en que haya una guía queesté más allá de lo imaginario, a nivel del plano simbólico, delintercambio legal, que sólo puede encarnarse a través del intercambioverbal entre los seres humanos. Ese guía que dirige al sujeto es el idealdel yo.El amores un fenómeno que ocurre a nivel del o imaginario, y que provocauna verdadera subducción de lo simbólica, sublimada, que en nuestromanejo dinámico es a la vez semejante y diferente a la libido imaginaria.El intercambio simbólico es lo que vincula entre sí a los seres humanos,o sea la palabra, y en tanto tal permite identificar al sujeto.El Ich-Ideal, en tanto hablante, puede llegar a situarse en el mundo delos objetos a nivel del Ideal-Ich, o sea en el nivel donde puedeproducirse esa captación narcisística con que Freud nos machaca los oídosa lo largo de ese texto. Cuando se está enamorado, se está loco. En elamor se ama al propio yo, al propio yo realizado a nivel imaginario.   PSICOLOGÍA DE LAS MASAS Y ANÁLISIS DEL YO

La identificación

El psicoanálisis conoce la identificación como la más tempranaexteriorización de una ligazón afectiva con otra persona. Desempeña unpapel en la prehistoria del complejo de Edipo. El varoncito manifiesta unparticular interés hacia su padre; querría crecer y ser como él, hacersus veces en todos los terrenos. Digamos, simplemente: toma al padre comosu ideal. Esta conducta nada tiene que ver con una actitud pasiva ofemenina hacia el padre (y hacia el varón en general); al contrario, esmasculina por excelencia. Se concilia muy bien con el complejo de Edipo,al que contribuye a preparar.Contemporáneamente a esta identificación con el padre, y quizás antes, elvaroncito emprende una cabal investidura de objeto de la madre según eltipo de apuntalamiento (anaclítico). Muestra entonces dos lazospsicológicamente diversos: con la madre, una directa investidura sexualde objeto; con el padre, una identificación que lo toma por modelo. Amboscoexisten un tiempo, sin influirse ni perturbarse entre sí. Pero launificación de la vida anímica avanza sin cesar, y a consecuencia de ellaambos lazos confluyen a la postre, y por esa confluencia nace el complejode Edipo normal. El pequeño nota que el padre le significa un estorbojunto a la madre; su identificación con él cobra entonces una tonalidadhostil, y para a ser idéntica al deseo de sustituir al padre junto a la

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madre. Desde el comienzo mismo, la identificación es ambivalente; puededarse vuelta hacia la expresión de la ternura o hacia el deseo deeliminación. Se comporta como un retoño de la primera fase, oral, de laorganización libidinal, en la que el objeto anhelado y apreciado seincorpora por devoración y así se aniquila como tal. El caníbal, como essabido, permanece en esta posición; le gusta (ama) devorar a su enemigo,y no devora a aquellos de los que no puede gustar de algún modo.Más tarde es fácil perder de vista el destino de esta identificación conel padre. Puede ocurrir después que el complejo de Edipo experimente unainversión, que se tome por objeto al padre en una actitud femenina, unobjeto del cual las pulsiones sexuales directas esperan su satisfacción;en tal caso, la identificación con el padre se convierte en la precursorade la ligazón de objeto que recae sobre él. Lo mismo vale para la niña,con las correspondientes sustituciones.Es fácil expresar en una fórmula el distingo entre una identificación deeste tipo con el padre y una elección de objeto que recaiga sobre él. Enel primer caso, el padre es lo que uno querría ser; en el segundo, lo queuno querría tener. La diferencia depende, entonces, de que la ligazónrecaiga en el sujeto o en el objeto del yo. La primera ligazón ya esposible antes de toda elección sexual de objeto. Sólo se discierne que laidentificación aspira a configurar al yo propio a semejanza del otro,tomando como “modelo”.Dilucidemos la identificación en unos nexos más complejos, en el caso deuna formación neurótica del síntoma. Supongamos ahora que una niñapéquela reciba el mismo síntoma de sufrimiento que su madre; por ejemplo,la misma tos martizadora. Ello puede ocurrir por diversas vías. Laidentificación puede ser la misma que la del complejo de Edipo, queimplica una voluntad hostil de sustituir a la madre, y el síntoma expresael amor de objeto por el padre; realiza la sustitución de la madre bajoel influjo de la conciencia de culpa: “Has querido ser tu madre, ahora loeres al menos en el sufrimiento”. He ahí el mecanismo completo de laformación histérica del síntoma. O bien el síntoma puede ser el mismo queel de la persona amada(Dora, por ejemplo, imitaba la tos de su padre); ental caso no tendríamos más alternativa que describir así el estado de lascosas: La identificación remplaza a al elección de objeto; la elección deobjeto ha regresado hasta la identificación. Dijimos que laidentificación es la forma primera, y la más originaria, del lazoafectivo; bajo las constelaciones de la formación de síntoma, vale decir,de la represión y el predominio de los mecanismos del inconciente, sucedea menudo que la elección de objeto vuelva a la identificación, o sea, queel yo tome sobre sí las propiedades de objeto. Es digno de notarse enestas identificaciones que el yo copia (Kopieren) en un caso a la personano amada, y en el otro a la persona amada. Y tampoco puede dejar dellamarnos la atención que, en los dos, la identificación es parcial,limitado en grado sumo, pues toma prestado un rasgo único de la personaobjeto.Hay un tercer caso de la formación de síntoma, particularmente frecuentee importante, en que la identificación prescinde por completo de larelación de objeto con la persona copiada. Por ejemplo, si una muchacharecibió en el pensionado una carta de su amado secreto, la carta despertósus celos y ella reaccionó con un ataque histérico, algunas de susamigas, que saben del asunto, pecarán ese ataque por la vía de lainfección psíquica. El mecanismo es el de la identificación sobre la basede poder o querer ponerse en la misma situación. Las otras querrían tenertambién una relación secreta, y bajo el influjo del sentimiento de culpa

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aceptan también el sufrimiento aparejado. Al contrario, la empatía nacesólo de la identificación, y a prueba de ello es que tal infección oimitación se establece también en circunstancias en que cabe suponerentre las dos personas una simpatía preexistente todavía menor que lahabitual entre amigas del pensionado. Uno de los “yo” ha percibido en elotro una importante analogía en un punto (en nuestro caso, el mismoapronte afectivo); luego crea una identificación en este punto, einfluida por la situación patógena esta identificación se desplaza alsíntoma que el primer “yo” ha producido. La identificación por el síntomapasa a ser así el indicio de un punto de coincidencia entre los dos yo,que deben mantenerse reprimido.Podemos sintetizar del siguiente modo lo que se ha aprendido de estastres fuentes: en primer lugar, la identificación es la forma másoriginaria de ligazón afectiva con un objeto; en segundo lugar, pasa asustituir a una ligazón libidinosa de objeto por la vía regresiva,mediante introyección del objeto en el yo; y, en tercer lugar, puedenacer a raíz de cualquier comunidad que llegue a percibirse en unapersona que no es objeto de las pulsiones sexuales. Mientras mássignificativa sea esa comunidad, tanto más exitosa podrá ser laidentificación parcial y, así, corresponder al comienzo de una nuevaligazón.La ligazón recíproca entre los individuos de la masa tiene la naturalezade una identificación de esa clase (mediante una importante comunidadafectiva). Y podemos conjeturar que esa comunidad reside en el modo de laligazón con el conductor. Sin embargo,  estamos muy lejos de haberagotado el problema de la identificación; en efecto, nos enfrentamos conel proceso que la psicología llama “empatía” (Einfiiblung) y quedesempeña la parte principal de nuestra comprensión del yo ajeno, el delas otras personas. Pero aquí ceñiremos a las consecuencias afectivasinmediatas de la identificación.La génesis de la homosexualidad masculina es la siguiente: El joven haestado fijado a su madre, en el sentido del complejo de Edipo, durante untiempo y con una intensidad inusualmente grande. Por fin, al completarseel proceso de la pubertad, llega el momento de permutar a la madre porotro objeto sexual. Sobreviene entonces una vuelta (Wendung) repentina;el joven no abandona a la madre, sino que se identifica con ella; setrasmuda en ella y ahora busca objetos que puedan sustituirle al yo deél, a quienes él pueda amar y cuidar como lo experimentó con su madre. Heahí un proceso frecuente. Llamativa en esta identificación es suamplitud: trasmuda al yo respecto de un componente en extremo importante(el carácter sexual), según el modelo de lo que hasta ese momento era elobjeto. Con ello el objeto mismo es resignado; aquí no entramos aconsiderar si lo es por completo, o sólo en el sentido de que permanececonservado en el inconciente. Por lo demás, la identificación con elobjeto resignado o perdido, en sustitución de él, y la introyección deeste objeto en el yo no constituyen ninguna novedad para nosotros. Aveces un proceso de este tipo puede observarse directamente en el niñopequeño.El análisis de la melancolía, afección que cuenta entre susocasionamientos más llamativos la pérdida real o afectiva del objetoamado, nos ha proporcionado otro ejemplo de esa introyección del objeto.Rasgo principal de estos casos es la cruel denigración de sí del yo,unida a una impecable autocrítica y unos amargos autorreproches. Por losanálisis se ha podido averiguar que esta apreciación y estos reproches enel fondo se aplican al objeto y constituyen la venganza del yo sobre él.

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La sombra del objeto ha caído sobre el yo. La introyección del objeto esaquí de una evidencia innegable.Ahora bien, estas melancolías nos muestran al yo dividido, descompuestoen dos fragmentos, uno de los cuales arroja su furia sobre el otro. Esteotro fragmento es el alterado por introyección, que incluye al objetoperdido. Pero tampoco desconocemos al fragmento que se comporta tancruelmente. Incluye a la conciencia moral, una instancia crítica del yo,que también en épocas normales se le ha contrapuesto críticamente, sóloque nunca de manera tan implacable e injusta. En nuestro yo se desarrollauna instancia que se separa del resto del yo y puede entrar en conflictocon él. La llamamos el “ideal del yo”, y le atribuimos las funciones deobservación de sí, la conciencia moral, la censura onírica y el ejerciciode la principal influencia en la represión. Dijimos que era la herenciadel narcisismo originario, en el que el  yo infantil se contentaba a símismo. Poco a poco toma, de los influjos del medio, las exigencias queesta plantea al yo y a las que el  yo no siempre puede allanarse, demanera que el ser humano, toda vez que no puede contentarse consigo en suyo, puede hallar su satisfacción en el ideal del yo, diferenciado apartir de aquel.  El origen de esta instancia son las influencias de lasautoridades, sobre todo de los padres. 

 CONSEJOS AL MÉDICO SOBRE EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO

La tarea inmediata a que se ve enfrentado el analista que trata más de unenfermo por día consiste en guardar en la memoria los innumerablesnombres, fechas, detalles del recuerdo, ocurrencias y produccionespatológicas que se presentan durante la cura, y en no confundirlo con unmaterial parecido oriundo de otros pacientes analizados antes o al mismotiempo. Así, se tendrá curiosidad por conocer la técnica que permitadominar semejante plétora.Esa técnica es muy simple. Desautoriza todo recurso auxiliar, aun eltomar apuntes, y consiste en particular y en prestar a todo a cuanto unoescucha la misma “atención libremente flotante”. De esta manera uno seahora un esfuerzo de atención que no se podría sostener. Tan pronto comouno tensa adrede su atención hasta cierto nivel, empieza también aescoger entre el material ofrecido; uno fija un fragmento con particularrelieve, elimina en cambio otro, y en esa selección obedece a sus propiasexpectativas o inclinaciones. Pero eso, justamente es ilícito. No se debeolvidar que las más de las veces uno tiene que escuchar cosas cuyosignificado sólo con posterioridad discernirá.Como se ve, el precepto de fijarse en todo por igual es elcorrespondiente necesario de lo que se exige al analizado, a saber: querefiera todo cuanto se le ocurra, sin critica ni selección previas. Laregla ,para el médico, se puede formular así: uno debe alejar cualquierinjerencia conciente sobre su capacidad de fijarse, y abandonarse porentero a sus “memorias inconcientes”; o, expresado esto es términospuramente técnicos: uno debe escuchar y no hacer caso de s se fija enalgún lado.No puedo recomendar que en el curso de las sesiones con el analizado setomen notas algo extensas, se redacten protocolos, etc. Mientras uno tomaapuntes o traza signos taquigráficos, forzosamente practica una dañinaselección en el material, y así liga un fragmento de su propia actividadespiritual que hallaría mejor empleo en la interpretación de loescuchado. Sin embargo, no cabe objetar que se hagan algunas excepciones

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a esta regla para fechas, textos de sueños o ciertos resultados dignos denota que puedan desprenderse con facilidad de contexto.Tomar notas durante la sesión con el paciente se podría justificar por eldesignio de convertir al caso tratado en tema de una publicacióncientífica. Sin embargo, se debe tener en cuenta que unos protocolosexactos en un historial clínico analítico rinden menos que lo que seesperaría de ellos.La coincidencia de investigación y tratamiento en el trabajo analítico essin duda uno de los títulos de gloria de este último. Sin embargo, latécnica que sirve al segundo se contrapone hasta cierto punto a la de laprimera. Mientras el tratamiento de un caso no esté cerrado, no es buenoelaborarlo científicamente: componer su edificio, pretender colegir sumarcha, establecer de tiempo en tiempo supuestos sobre su estadopresente, como lo exigiría el interés científico. Uno procede como alazar, se deja sorprender por sus virajes, abordándolos cada vez coningenuidad y sin premisas. Para el analista, la conducta correctaconsistirá en pasar de una actitud psíquica a la otra al compás de susnecesidades; es no especular ni cavilar mientras se analiza, y en someterel material adquirido al trabajo sintético del pensar sólo después deconcluido el análisis.Para el psicoanalista hay una tendencia afectiva peligrosísima: laambición de obtener, con su nuevo y tan atacado instrumento, un logroconvincente para los demás. Así no sólo se sitúa el mismo en unadisposición de ánimo desfavorable para el trabajo, sino que se exponeindefenso a ciertas resistencias del paciente, juego de fuerzas del cualla curación depende en primer lugar.Estas reglas pretenden crear el correspondiente, para el médico, de laregla analítica fundamental instituida para el analizado. Así como estedebe comunicar todo cuanto atrape en su observación de sí atajando lasobjeciones lógicas y afectivas que querrían moverlo a seleccionar, deigual modo el médico debe ponerse en estado de valorizar para los finesde la interpretación, del discernimiento de lo inconciente escondido,todo cuanto se le comunique, sin sustituir por una censura propia laselección que el enfermo resignó; dicho en una fórmula: debe volver haciael inconciente emisor del enfermo su propio inconciente como órganoreceptor.Es lícito exigirle al médico que se halla sometido a una purificaciónpsicoanalítica, y tomado noticia de sus propios complejos que pudieranperturbarlo para aprehender lo que el analizado le ofrece. Cualquierrepresión no solucionada en el médico corresponde a un “punto ciego” ensu percepción analítica.Por último, no ha de tenerse en cuenta en poco la ganancia que resultadel vínculo anímico duradero que suele establecerse entre el analizado yla persona uqe lo guía. Parece natural que un análisis como este, dealguien prácticamente sano, no termine nunca.El médico no debe ser trasparente para el analizado, sino mostrar sólo loque le es mostrado.¿Dentro de qué límites se debe reclamar la colaboración intelectual delanalizado en el tratamiento? Lo decide, en primer término, lapersonalidad del paciente. Pero siempre hay que mantener aquí laprecaución y la reserva. Es incorrecto dictar al analizado unos deberes:recopilar sus recuerdos, reflexionar sobre cierta época de su vida, etc.Es que él tiene que aprender sobre todo que ni en virtud de una actividadmental como la reflexión, ni de un esfuerzo de atención y de voluntad, seresolverán los enigmas de la neurosis, sino sólo por la paciente

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obediencia a la regla psicoanalítica que ordena desconectar la crítica alo inconciente y sus retoños.      SOBRE LA DINÁMICA DE LA TRASFERENCIA

La trasferencia se produce necesariamente en una cura psicoanalítica yalcanza su consabido papel durante el tratamiento.Todo ser humano, por efecto conjugado de sus disposiciones innatas y delos influjos que recibe en su infancia, adquiere una especificidaddeterminada para el ejercicio de su vida amorosa, o sea, para lascondiciones de amor que establecerá y las pulsiones que satisfará, asícomo para las metas que habrá de fijarse. Esto da por resultado un clisé(o también varios) que se repite – es reimpreso – de manera regular en latrayectoria de la vida. Aunque no se mantiene del todo inmutable frente aimpresiones recientes. Sólo un sector de esas mociones determinantes dela vida amorosa ha recorrido el pleno desarrollo psíquico; ese sectorestá vuelto hacia la realidad objetiva, disponible para la personalidadconciente, y constituye una pieza de esta última. Otra parte de esasmociones libidinosas ha sido demorada en el desarrollo, está apartada dela personalidad conciente así como de la realidad objetiva, y sólo tuvopermitido desplegarse en la fantasía o bien ha permanecido por entero enlo inconciente. Y si la necesidad de amor de alguien no está satisfechade manera exhaustiva por la realidad, él se verá precisado a volcarse conunas representaciones-expectativa libidinosas hacia una nueva persona queaparezca, y es muy probable que las dos porciones de su libido, lasusceptible de conciencia y la inconciente, participen de talacomodamiento.Es entonces del todo normal e inteligible que la investidura libidinalaprontada en la expectativa de alguien que está parcialmente insatisfechose vuelva hacia el médico. Esa investidura se atendrá a modelos, seanudará a uno de los clisés preexistentes en la persona en cuestión oinsertará al médico en una de las “series” psíquicas que el paciente haformado hasta ese momento. En este punto se vuelve decisiva la imagopaterna. Empero, la trasferencia no está atada a ese modelo; tambiénpuede producirse siguiendo la imago materna o la de un hermano varón. Lasparticularidades de la trasferencia sobre le médico, en tanto y en cuantodesborden la medida y la modalidad de lo que se justificaría en términospositivos y acordes a la ratio, se vuelven inteligibles si se reflexionaen que no sólo las representaciones-expectativa concientes, sino tambiénlas rezagadas o inconcientes, han producido esa trasferencia.En primer lugar, no comprendemos que la trasferencia resulte tanto másintensa en personas neuróticas bajo análisis que otras, no analizadas; yen segundo lugar, sigue constituyendo un enigma por qué en el análisis latrasferencia nos sale al paso como la más fuerte resistencia altratamiento, siendo que, fuera del análisis, debe ser reconocida comoportadora del efecto salutífero.Una condición previa regular e indispensable de toda contracción de unapsiconeurosis es el proceso que Jung denomino como “introversión” de lalibido. Vale decir: disminuye el sector de la libido susceptible deconciencia, vuelta hacia la realidad, y en esa misma medida aumenta elsector de ella extrañada de la realidad objetiva, inconciente, que sibien puede todavía alimentar las fantasías de la persona, pertenece a lo

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inconciente. La libido (en todo o en parte) se ha internado por le caminodel a regresión y reanima las imagos infantiles. La cura analítica quierevolverla de nuevo asequible a la conciencia y ponerla al servicio de larealidad objetiva. Toda vez que la investigación analítica tropieza conla libido retirada en sus escondrijos, no puede menos que estallar uncombate; todas las fuerzas que causaron la regresión de la libido seelevarán como unas “resistencias” al trabajo, para conservar ese nuevoestado. La introversión de la libido se produce por una determinadarelación con el mundo exterior (por la frustración de la satisfacción).La libido disponible para la personalidad que había estado siempre bajoal atracción de los complejos inconcientes (mejor dicho: de las partes deesos complejos que pertenecían a lo inconciente) y cayó en la regresiónpor haberse relajado la atracción de la realidad. Para liberarla espreciso ahora vencer esa atracción de lo inconciente cancelar larepresión (esfuerzo de desalojo) de las pulsiones inconcientes y de susproducción, represión constituida desde entonces en el interior delindividuo. Esto da por resultado la parte con mucho más grandiosa de laresistencia, que hartas veces hace subsistir la enfermedad aunque elextrañamiento respecto de la realidad haya vuelto a perder sutemperamento fundamento. El análisis tiene que liberar combate con lasresistencias de ambas fuentes. La resistencia acompaña todos los pasosdel tratamiento; cada ocurrencia singular, cada acto del paciente, tieneque tomar en cuenta la resistencia, se constituye como un compromisoentre las fuerzas cuya meta es la salud y aquellas, ya mencionadas, quelas contrarían.Pues bien: si se persigue un complejo patógeno desde su subrogación en loconciente (llamativa como síntoma, o bien totalmente inadvertida) hastasu raíz en lo inconciente, enseguida se entrará en una región donde laresistencia se hace valer con tanta nitidez que la ocurrencia siguienteno puede menos que dar razón de ella y aparecer como un compromiso entresus requerimientos y los del trabajo de investigación. En este punto,según lo atestigua la experiencia, sobreviene la trasferencia. Si algodel material del complejo (o sea, de su contenido) es apropiado para sertrasferido sobre la persona del médico, esta trasferencia se produce, dapor resultado la ocurrencia inmediata y se anuncia mediante lo indiciosde una resistencia. De esta experiencia inferimos la idea trasferencialha irrumpido hasta la conciencia a expensas de todas las otrasposibilidades de ocurrencia porque presta acatamiento también a laresistencia. Siempre que uno se aproxima a un complejo patógeno seadelanta hasta la conciencia parte del complejo susceptible de sertrasferida, y es defendida con la máquina tenacidad.Vencida aquella parte, los otros ingredientes del complejo ofrecen yapocas dificultades.Así, en la cura analítica la trasferencia se nos aparece siempre, en unprimer momento, sólo como el arma más poderosa de la resistencia, ytenemos derecho a concluir que la intensidad y tenacidad de aquella sonun efecto y una expresión de esta. El mecanismo de la trasferencia seaverigua, sin duda, reconduciéndolo al apronte de la libido que hapermanecido en posesión de imagos infantiles; pero el esclarecimiento desu papel en la cura, sólo si uno penetra en sus vínculos con laresistencia.¿A qué se debe la trasferencia el servir tan excelentemente como medio dela resistencia= Es claro que se vuelve muy difícil confesar una moción dedeseo prohibida ante la misma persona sobre quien esa moción recae. Esaes la meta que quiere alcanzar el analizado cuando hace coincidir el

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objeto de sus mociones de sentimiento con el médico. Sin embargo, unareflexión más ceñida muestra que esa aparente ganancia no puedeproporcionarnos la solución del problema.Es preciso decidirse a separar una trasferencia “positiva” de una“negativa”, la trasferencia de sentimientos tiernos de la de sentimientoshostiles, y tratar por separado ambas variedades de trasferencia sobre elmédico. Y la positiva, a su vez, se descompone en la de sentimientosamistosos o tiernos que son susceptibles de conciencia, y la de susprosecuciones en lo conciente. Estos últimos, se remontan a fuenteseróticas, a todos nuestros vínculos de sentimiento, simpatía, amistad,confianza y similares, que valorizamos en la vida, que se alcanzangenéticamente con la sexualidad y se han desarrollado por debilitamientode la meta sexual a partir de unos apetitos puramente sexuales; por máspuros y no sensuales que se presenten ellos ante nuestra autopercepciónconciente. Las personas de nuestra realidad objetiva meramente estimadaso admiradas pueden seguir siendo objetos sexuales para lo inconciente ennosotros.La solución del enigma es que la trasferencia sobre el médico sóloresulta apropiada como resistencia dentro de la cura cuando es unatrasferencia negativa, o una positiva de mociones eróticas reprimidas.Cuando nosotros “cancelamos” la trasferencia haciéndola conciente, sólohacemos desasirse de la persona del médico esos dos componentes del actode sentimiento; en cuanto al otro componente susceptible de conciencia yno chocante; subsiste y es en el psicoanálisis el portador del éxito. Enesa medida confesamos sin ambages que los resultados del psicoanálisis sebasaron en sugestión, entendiendo por ella el influjo sobre un ser humanopor medio de fenómenos trasferenciales posibles con el (Farenczi).Velamos por la autonomía última del enfermo aprovechando la sugestiónpara hacerle cumplir un trabajo psíquico que tiene por consecuencianecesaria una mejoría duradera de su situación psíquica.La trasferencia negativa, en las formas curables de psiconeurosis, seencuentra junto a la trasferencia tierna, a menudo dirigida de manerasimultánea sobre la misma persona.Debemos prestar atención a otro aspecto del mismo asunto. Quien hayarecogido la impresión correcta sobre cómo el analizado es expulsado desus vínculos objetivos (real) con el médico tan pronto cae bajo elimperio de una vasta resistencia trasferencial; cómo luego se arroga lalibertad de descuidar la regla fundamental del psicoanálisis, según lacual uno debe comunicar sin previa crítica todo cuanto le venga a lamente; cómo olvida los designios con los que entró en el tratamiento, ycómo ahora le resultan indiferentes unos nexos lógicos y razonamientosque poco antes le habrían hecho la mayor impresión; esa persona, decimos,sentirá la necesidad de explicarse aquella impresión por otros factoresademás de los ya consignados, y de hecho esos otros factores no sonremotos: resultan, también ellos, de la situación psicológica en que lacura ha puesto al analizado.En la pesquisa de la libido extraviada de lo conciente, uno ha penetradoen el ámbito de lo inconciente. Y las reacciones que uno obtiene hacensalir a la luz muchos caracteres de los procesos inconcientes, tal comode ellos tenemos noticia por le estudio de los sueños. Las mocionesinconcientes no quieren ser recordadas, como la cura lo desea, sino queaspiran a reproducirse en consonancia con la atemporalidad y la capacidadde alucinación de lo inconciente. Al igual que en el sueño, el enfermoatribuye condición presente y realidad objetiva a los resultados deldespertar de sus mociones inconcientes; quiere actuar sus pasiones sin

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atender a la situación objetiva (real). EL médico quiere constreñirlo ainsertar esas mociones de sentimiento en la trama del tratamiento y en lade su biografía, subordinarlas al abordaje cognitivo y discernirlas porsu valor psíquico. Esta lucha entre médico y paciente, entre intelecto yvida pulsional, entre discernir y querer “actuar”, se desenvuelve casiexclusivamente en torno de los fenómenos trasferenciales. Es innegableque domeñar los fenómenos de la trasferencia depara al psicoanalista lasmayores dificultades, pero no se debe olvidar que justamente ellos nosbrindan el inapreciable servicio de volver actuales y manifiestas lasmociones de amor escondidas y olvidadas de los pacientes; pues, endefinitiva, nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigie.En resumidas cuentas, la trasferencia es una repetición de imagosmaternos, paternos, fraternos, etc., puestos en la figura del analista.Es la repetición de ciertos clichés. Se distingue entre trasferenciapositiva y trasferencia negativa. La trasferencia positiva cuando existensentimientos tiernos, cariñosos y amistosos. Mientras que la trasferenciaes negativa cuando los sentimientos hacia el analista son de hostilidad,o incluso de enamoramiento. Además de ser una repetición, la trasferenciaes una resistencia.           PUNTUALIZACIONES SOBRE EL AMOR DE TRASFERENCIA

En la interpretación, aquellas cosas serias son con las que se tropiezaen el manejo de la trasferencia.Tomaré en este caso una paciente mujer, que se ha enamorado del médicoque la analiza. Esta situación tiene sus lados penosos y cómicos, ytambién sus lados serios.Uno de los desenlaces posibles es que el médico y la paciente se alejentras enamorarse ella de él; la cura es resignada. Pero el estado de lapaciente pronto vuelve necesario un segundo intento analítico con otromédico, y hete aquí que de nuevo se enamora de este segundo medico, y deigual modo, si interrumpe y recomienza, del tercero, etc.Para el médico significa un esclarecimiento valioso y una buenaprevención de una contratrasferencia acaso aprontada en él. Tiene quediscernir que el enamoramiento de la paciente le ha sido impuesto por lasituación analítica y no se puede atribuir, digamos, a las excelencias desu persona.Es cierto que a primera vista no parece que del enamoramiento en latrasferencia pudiera nacer algo auspicioso para la cura. La paciente, aunla más dócil hasta entonces, ha perdido de pronto toda inteligencia deltratamiento y todo interés por él, no quiere hablar ni oír más que de suamor, demanda que le sea correspondido; ha resignado sus síntomas o losdesprecia, y hasta se declara sana. Sobreviene un total cambo de vía dela escena, como un juego dramático que fuera desbaratado por una realidadque interrumpe súbitamente.

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Luego, meditando un poco, uno se orienta. Sobre todo, concibe unasospecha: cuanto estorbe proseguir la cura puede ser la exteriorizaciónde una resistencia. Y en el surgimiento de esa apasionada demanda e amarla resistencia tiene sin duda una participación grande. Es que desdehacía tiempo una había observado en la paciente los signos de unatrasferencia tiernas, y con acierto pudo imputar a esa actitud frente almédico su docilidad, su favorable acogida a las explicaciones delanálisis, su notable compresión y la elevada inteligencia que asídemostraba. Todo ello ha desaparecido como por encanto: la enferma ya nointelige nada, parece absorta en su enamoramiento, y semejante mudanzasobreviene con toda regularidad en un punto temprano en que fue precisoalentarla a admitir o recordar un fragmento muy penoso y fuertementereprimido de su biografía. Vale decir que el enamoramiento existía desdemucho antes, pero ahora la resistencia empieza a servirse de él parainhibir la prosecución de la cura, apartar del trabajo todo interés ysumir al médico analista en un penoso desconcierto.El analista jamás tiene derecho a aceptar la ternura que se le ofrece nia responder a ella. Al contrario, debería considerar llegado el momentode abogar ante la mujer enamorada por el reclamo ético y la necesidad derenuncia, conseguir que abandone su apetencia y, venciendo la parteanimal de su yo, prosiga, el trabajo analítico.Se trata de un mandamiento que expresa que se debe denegar a la pacientemenesterosa de amor la satisfacción apetecida. La cura tiene que serrealizada en la abstinencia. Lo que yo quiero postular es este principio:hay que dejar subsistir en el enfermo necesidad y añoranza como unasfuerzas pulsionantes del trabajo y alteración y guardarse de apaciguarlasmediante subrogadas.¿Qué sucedería si el médico obrara de otro modo y, por ejemplo,aprovechará la libertad dada a ambas partes para corresponder al amor dela paciente y saciar su necesidad de ternura?Si su cortejo de amor fuera correspondido, sería un gran triunfo para lapaciente y una total derrota para la cura. Ella habría conseguido aquelloa lo cual todos los enfermos aspiran en el análisis: actuar, repetir enla vida algo que sólo deben recordar, reproducir como material psíquico yconservar en un ámbito psíquico. La relación de amor pone término a laposibilidad de influir mediante el tratamiento analítico.No hay ningún derecho a negar el carácter de amor “genuino” alenamoramiento que sobreviene dentro del tratamiento analítico. Si parecetan poco normal, ello se explica suficientemente por la circunstancia deque todo enamoramiento, aun fuera de la cura analítica, recuerda más alos fenómenos analíticos anormales que a los normales. De cualquier modo,se singulariza por algunos rasgos que le aseguran una particularposición: 1) es provocado por la situación analítica; 2) es empujadohacia arriba por la resistencia que gobierna a esta situación, y 3)carece un alto grado del miramiento por la realidad objetiva, es menosprudente, menos cuidadoso de sus consecuencias, más ciegos en laapreciación de la persona amada de lo que querríamos concederle a unenamoramiento normal.Esta mujer, estorbada en su capacidad de amar por unas fijacionesinfantiles, alcance la libre disposición sobre es función de importanciainestimable para ella, pero no la dilapide en la cura, sino que la tengaaprontada para la vida real cuando después del tratamiento esta se lodemande.Ella tiene que aprender del analista a vencer el principio de placer, arenunciar a una satisfacción inmediata pero no instituida socialmente, a

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favor de otra más distante. A los fines de aquel vencimiento, ella debeser llevada a través de las épocas primordiales de su desarrollo anímicoy adquirir por este camino aquel plus de libertad anímica en virtud delcual la actividad conciente se distingue – en el sentido sistemático – dela inconciente.      CONFERENCIA 19: RESISTENCIA Y REPRESIÓN

Cuando se emprende el reestablecimiento de un enfermo él nos opone unatenaz resistencia que se mantiene durante todo el tratamiento, sinreconocerlos como tales. Es harto diversificada, refinada, difícil dereconocer. Cuando se fija la R.T.F. (calma observación de sí sinreflexión, comunicación de las percepciones interiores en la secuenciasen que emergen – sentimientos, pensamientos, recuerdos – resignación decualquier motivo que lleve a la exclusión o selección , el resultado deltratamiento depende de su obediencia) se convierte en el blanco de laresistencia. Se evade de sus imperativos. Pero decirlo todo significarealmente decirlo todo. Los neuróticos obsesivos le sobre imponen suconciencia moral y dudas, los que padecen histeria de angustia la llevanal ad absurdum produciendo ocurrencias harto alejadas. Cuando se logracierta obediencia se traslada a la lucha con argumentos, objeciones a ladoctrina analítica. Admite razones, quiere ilustrarse, se individualizacomo distracción de nuestras tareas específicas. Otras veces, en vez derecordar repite unas actitudes y mociones afectivas de su vida quetransferencia de por medio puede emplearse para resistencia de por mediopueden emplearse para resistirse al médico y a la cura. Si se trata de unhombre tomará este material de su relación con el padre en cuyo lugarpone al médico y entonces sus resistencias parten del afán de afirmar suautonomía , de su ambición de igualar o superar al padre. El propósito dedescaminar al médico para haber sustituido el propósito de la cura. Lasmujeres, transferencia tierna, erótica; hace que se pierdan los interesesactuales de la cura, que se abandonen los compromisos asumidos. Celos yamargura frente al rechazo, estropea el entendimiento con el médico. Nosólo juicio adverso, contienen tanto el material más importante delpasado del enfermo que se convierten en los mejores soportes si se lessale dar el giro adecuado. Siempre se pone al principio al servicio de laresistencia. Esas resistencias tienen que salir a la luz, y entendemosque el vencimiento de éstas es la operación fundamental del análisis.Además, el enfermo explota todas las contingencias que puedan surgirdurante el tratamiento. Esta resistencia se convirtió en la base denuestra concepción dinámica de la neurosis. Los resultados de la hipnosiseran caprichosos y no duraderos, por eso la abandoné. Tal estado sustraíaal médico la percepción de las resistencias, no pudiendo colegir ladinámica de la neurosis, comenzando el psicoanálisis propiamente dichocuando se renunció a su ayuda. En el curso del tratamiento la intensidadde la resistencia varía, desecha su actitud crítica y la vuelve aretomar; en su afán de oponerse a cualquier precio puede dar la imagen deun imbécil en el campo afectivo. Por tanto, su crítica no es una funciónautónoma sino auxiliar de sus actitudes afectivas y dirigida por suresistencia. Ahí registramos fuerzas poderosas que se oponen a un cambio

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de estado, tienen que ser las mismas que en su tiempo lo impusieron. Laexistencia del síntoma tiene por premisa que algún proceso anímico no fueelevado hasta el final, devenir cc. El síntoma es sustituto de lo que seinterceptó. Debe haberse producido una violenta renuncia por lo quepermaneció icc. Esa misma renuncia se opone durante la cura al esfuerzopor volver a trasportar lo icc a lo cc. Esto lo sentimos comoresistencia. El proceso que la resistencia revela, recibe el nombre derepresión. Se aparta del juicio adverso en cuanto se conserva la energíay no resta recuerdo; se consuma sin que el yo lo note. La condición de cco icc es sólo una de sus propiedades, no unívoca, sentido sistemático;cualidad como indicio de su destino. Símil de la fotografía, estadionegativo, positivo. El proceso singular pertenece primeramente al sistemapsíquico de lo icc y después, en ciertas circunstancias puede pasar alsistema cc. La representación más grosera de los sistemas es la especial,a su vez, la más cómoda. Gran vestíbulo (s. icc), otro más estrecho(prcc), individuo en el salón prcc (cc), umbral entre icc y prcc(guardián) […] Son imágenes auxiliares para comprender las observaciones.La organización del aparato psíquico tendría que ser para pasarjustificada, validez universal. El guardián es la censura a la que estabasometida la formación del sueño manifiesto. La diversidad de los modos detrabajo en la vida anímica se convirtió en la característica de ambossistemas; la relación con la conciencia se consideró un signo depertenencia a alguno de los dos sistemas. Pero el sueño no es un fenómenopatológico. La represión es la condición previa del síntoma. Éste es elsustituto de algo estorbado por la represión. En cuanto a qué fuerzas laimponen, son fuerzas del yo. Por otra parte, el análisis permite indicarel propósito de los síntomas neuróticos; éste nos introduciría siempre enlas vivencias y deseos sexuales del enfermo, sirven al propósito de lasatisfacción de los deseos sexuales; los síntomas sirven a lasatisfacción que les falta en la vida. Estas personas enferman a raíz deuna frustración cualquiera, cuando la realidad les escatima lasatisfacción de sus deseos sexuales. Ello reafirma la tesis anterior.Opuestos no equivalen a contradicción; los síntomas llevan el propósitode obtener satisfacción sexual o bien, defenderse de ella; en la histeriaprevalece el primero, en la neurosis obsesiva el segundo. Estabipolaridad tiene un fundamento en una pieza de su mecanismo: sonproductos de compromiso, subrogan tanto a lo reprimido como a lorepresor; la subrogación puede inclinarse entonces, más a un lado o alotro, es raro que una influencia falte por completo. En la histeriacoinciden, en la neurosis obsesiva s separan en dos tiempos, dos accionessucesivas que se cancelan. Con bastante frecuencia se limitan a reanimaruna sensación o figurar una fantasía de un complejo sexual, carácterinfantil… las objeciones a una ampliación extrema de la satisfacciónsexual se reduce a una discusión de lo que es lícito llamar sexual…         RECORDAR, REPETIR Y REELABORAR (NUEVOS CONSEJOS SOBRE LA TÉCNICA DELPSICOANÁLISIS) 1914

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El médico renuncia a enfocar un momento o un problema determinados, seconforma con estudiar la superficie psíquica que el analizado presentacada vez y se vale del arte interpretativo, en lo esencial, paradiscernir las resistencias que se recortan en el enfermo y hacérselasconcientes. Así se establece una nueva modalidad de división del trabajo:el médico pone en descubierto las resistencias desconocidas para elenfermo; dominadas ellas, el paciente narra con toda facilidad lassituaciones y los nexos olvidados. Desde luego que la meta de estastécnicas ha permanecido idéntica. En términos descriptivos: llenarlagunas del recuerdos; en términos dinámicos: vencer las resistencias derepresión.El olvido de impresiones, escenas, vivencias, se reduce las más de lasveces a un bloqueo de ellas. El olvido experimenta otra restricción alapreciarse los recuerdos encubridores, de tal universal presencia. Enmuchos casos he recibido la impresión de que la consabida amnesiainfantil, tan sustantiva para nuestra teoría, está contrabalanceada en sutotalidad por los recuerdos encubridores. En estos no se conserva sóloalgo esencial de la vida infantil, sino en verdad todo lo esencial. Sólohace falta saber desarrollarlo desde ellos por medio del análisis.Representan (repräsentieren) tan acabadamente a los años infantilesolvidados como el contenido manifiesto del sueño a los pensamientosoníricos.Los otros grupos de procesos psíquicos que como actos puramente internosuno puede oponer a las impresiones y vivencias – fantasías, procesos dereferimiento, mociones de sentimiento, nexos – deben ser consideradosseparadamente en su relación con el olvidar y el recordar. Aquí sucede,con particular frecuencia, que se recuerde algo que nunca pudo serolvidado porque en ningún tiempo se lo advirtió, nunca fue conciente;además, para el decurso psíquico no parece tener importancia alguna queuno de esos nexos fuera conciente y luego se olvidara, o no hubierallegado nunca a la conciencia.En las diversas formas de la neurosis obsesiva, en particular, loolvidado se limita las más de las veces a disolución de nexos,desconocimiento de consecuencias, aislamiento de recuerdos.Para un tipo particular de importantísimas vivencias, sobrevenidas enépocas muy tempranas de la infancia y que en su tiempo no fueronentendidas, pero han hallado inteligencia e interpretación con el efectoretardado (nachträglich). Se llega a tomar noticia de ellas a través desueños, y los más probatorios motivos extraídos de la ensambladura de laneurosis lo fuerzan a uno a creer en ellas; hasta es posible convencersede que el analizado, superadas sus resistencias, no aduce contra esesupuesto la falta del sentimiento de recuerdo (sensación defamiliaridad).Si nos atenemos al signo distintivo de esta técnica respecto del tipoanterior, podemos decir que el analizado no recuerda, en general, nada delo olvidado y reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce comorecuerdo, sino como acción; lo repite, sin saber que lo hace.Por ejemplo: El analizado no refiere acordarse de haber sido desafiante eincrédulo frente a la autoridad de los padres; en cambio se comporta deesa manera frente al médico. No recuerda haberse quedado atascado, presade desconcierto y desamparo, en su investigación sexual infantil, peropresenta una acumulación de sueños confusos, se lamenta de que nada lesale bien y, proclama, es su destino no acabar ninguna empresa. No seacuerda de haber sentido intensa vergüenza por ciertos quehaceressexuales, ni de haber temido que lo descubrieran, pero manifiesta

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avergonzarse del tratamiento a que ahora se somete y procura mantenerloen secreto frente a todos.En especial, él empieza la cura con una repetición así. A menudo, trascomunicar a cierto paciente de variada biografía y prolongado historialclínico la regla fundamental del psicoanálisis, y exhortarlo luego adecir todo cuanto se le ocurra, uno espera que sus comunicaciones afluyanel torrente, pero experimentan, al principio, que no sabe decir palabra.Calla, y afirma que no se le ocurre más nada. Esta no es, desde luego,sino la repetición de una actitud homosexual que se esfuerza hacia elprimer plano como resistencia a todo recordar. Y durante el lapso quepermanezca en tratamiento no se liberará de esta compulsión derepetición; uno comprende, al fin, que esta es su manera de recordar.Por supuesto que lo que más nos interesa es la relación de estacompulsión de repetir con la trasferencia y la resistencia. Prontoadvertimos que la trasferencia misma es sólo una pieza de repetición, yla repetición es la trasferencia del pasado olvidado; pero no sólo sobreel médico: también sobre todos los otros ámbitos de la situaciónpresente. Por ello tenemos que estar preparados para que el analizado seentregue a la compulsión de repetir, que le sustituye ahora el impulso derecordar, no sólo en la relación personal con el médico, sino en todaslas otras actividades y vínculos simultáneos de su vida. Tampoco esdifícil discernir la participación de la resistencia. Mientras mayor seaesta, tanto más será sustituido el recordar por el actuar (repetir). Sila cura empieza bajo el patronazgo de una trasferencia suave; positiva yno expresa, esto permite una profundización en el recuerdo, en cuyotrascurso hasta callan los síntomas patológicos; pero si en el ulteriortrayecto de esa trasferencia se vuelve hostil, y por eso necesita derepresión, el recordar deja sitio enseguida al actuar. Y a partir de esepunto las resistencias comandan la secuencia de lo que se repetirá. Elenfermo extrae del arsenal del pasado las armas con que se defiende de lacontinuación de la cura, y que nos es preciso arrancarle pieza por pieza.Tenemos dicho que el analizado repite en vez de recordar, y repite bajolas condiciones de la resistencia; ahora estamos autorizados a preguntar:¿Qué repite o actúa, en verdad? Repite todo cuanto desde las fuentes desu reprimido ya se ha abierto paso hasta su ser manifiesto: susinhibiciones y actitudes inviables, sus rasgos patológicos de carácter.Y, además, durante el tratamiento repite todos sus síntomas. En estepunto podemos advertir que poniendo de relieve la compulsión derepetición no hemos obtenido ningún hecho nuevo, sino sólo una concepciónmás unificadora. Y caemos en la cuenta de que debemos tratar suenfermedad como un poder actual, mientras el enfermo lo vivencia comoalgo real-objetivo y actual, tenemos nosotros que realizar el trabajoterapéutico, que en buena parte consiste en la reconducción al pasado.El hacer repetir en el curso del tratamiento analítico, según estatécnica, equivale a convocar un fragmento de la vida real. De aquíarranca todo el problema del a menudo inevitable “empeoramiento durantela cura”.Ulteriores peligros nacen por el hecho de que al progresar la cura puedentambién conseguir la repetición mociones pulsionales nuevas, situadas amayor profundidad, que todavía no se habían abierto paso. Por último, lasacciones del paciente fuera de la trasferencia pueden conllevar pasajerosperjuicios para su vida, o aun ser escogidas de modo que desvaloricenduraderamente las perspectivas de salud.Es fácil de justificar la táctica que el médico seguirá en estasituación. Para él, el recordar a la manera antigua, el reproducir en un

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ámbito psíquico, sigue siendo la meta, aunque sepa que con la nuevatécnica no se lo puede lograr. Se dispone a librar una permanente luchacon el paciente preferiría descargar por medio de una acción, lo celebracomo un triunfo de la cura. Cuando la ligazón trasferencial se ha vueltode algún modo viable, el tratamiento logra impedir al enfermo todas lasacciones de repetición más significativas y utilizar el designio de ellascomo un material para el trabajo terapéutico. El mejor modo de salvar alenfermo de los perjuicios que le causaría la ejecución de sus impulsos escomprometerlo a no adoptar durante la cura ninguna decisión deimportancia vital; que espere, para cualquiera de tales propósitos, elmomento de la curación.Ahora bien, el principal recurso para domeñar la compulsión de repeticióndel paciente, y trasformarla en un motivo para el recordar, reside en elmanejo de la trasferencia. Le abrimos la trasferencia como la palestradonde tiene permitido desplegarse con una libertad casi total, y donde sele ordena que escenifique para nosotros todo pulsionar patógeno quepermanezca escondido en la vida anímica del analizado. Con tal que elpaciente nos muestre al menos la solicitud de respetar las condiciones deexistencia del tratamiento, conseguimos, casi siempre, dar a todos lossíntomas de la enfermedad un nuevo significado trasferencial, sustituirsu neurosis ordinaria por una neurosis de trasferencia, de la que puedeser curado en virtud del trabajo terapéutico. La trasferencia crea así unreino intermedio entre la enfermedad y la vida, en virtud de la cual secumple el tránsito de aquella a esta. El nuevo estado ha asumido todoslos caracteres de la enfermedad, pero constituye una enfermedadartificial asequible por doquiera a nuestra intervención. Al mismo tiempoes un fragmento del vivenciar real-objetivo, pero posibilitado por unascondiciones particularmente favorables, y que posee la naturaleza de algoprovisional. De las reacciones de repetición, que se muestran en latrasferencia, los cambios consabidos llevan desde luego al despertar delos recuerdos, que, vencidas las resistencias, sobrevienen con facilidad.El vencimiento de la resistencia comienza con el acto de ponerla endescubierto el médico, pues el analizado nunca la discierne, ycomunicársela a este. Ahora bien, parece que principiantes en el análisisse inclinan a confundir este comienzo con el análisis en su totalidad.Sin embargo, nombrar la resistencia no puede producir su cese inmediato.Es preciso dar tiempo  al enfermo para enfrascarse en la resistencia, noconsabida para él, para reelaborarla (durcharbeiten), vencerlaprosiguiendo el trabajo en desafío a ella y obedeciendo a la reglaanalítica fundamental. Sólo ene l apogeo de la resistencia descubre uno,dentro del trabajo en común con el analizado, las mociones pulsionalesreprimidas que la alimentan y de cuya existencia y poder el paciente seconvence en virtud de tal vivencia. El médico no tiene más que esperar yconsentir un decurso que no puede ser evitado, pero tampoco apurado.En la práctica, esta reelaboración de las resistencias puede convertirseen una ardua tarea para el analizado y en una prueba de paciencia para elmédico. En teoría se la puede equipara a la abreacción de los montos deafecto estrangulados por la represión, abreacción sin la cual eltratamiento hipnótico permanece infructuoso.      

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              EL SEPULTAMIENTO DEL COMPLEJO DE EDIPO (1924)

El complejo de Edipo revela cada vez más su significación como fenómenocentral del período sexual de la primera infancia. Después cae sepultado,sucumbe a la represión y es seguido por el periodo de latencia a raíz delas dolorosas desilusiones acontecidas. La niñita forzosamente tendrá quevivenciar alguna seria reprimenda de parte de él y se verá arrojada delos cielos. El varoncito, que considera a la madre como su propiedad,hace la experiencia de que ella le quita el amor y cuidados paraentregárselos a un recién nacido.El carácter inevitable de tales experiencias penosas, antagónicas alcontenido del complejo conducen a ello. Se trata de la falta desatisfacción esperada.Así, el complejo de Edipo, se iría al fundamento a raíz de su fracaso,como resultado de su imposibilidad interna. Es verdad que el complejo esvivenciado de manera enteramente individual por la mayoría de loshumanos, pero es también un fenómeno determinado por la herencia,dispuesto por ella, que tiene que desvanecerse de acuerdo con el programacuando se inicia la fase evolutiva siguiente, predeterminada.Sigue siendo interesante averiguar cómo se cumple el programa congénito ycómo ciertos daños accidentales sacan partido de la disposición.El desarrollo sexual del niño progresa hasta una fase en que losgenitales ya han tomado sobre sí el papel rector. Pero estos genitalesson sólo los masculinos, pues los femeninos siguen sin ser descubiertos.Esta fase fálica, contemporánea a la del complejo de Edipo, no prosiguesu desarrollo hasta la organización genital definitiva, sino que se hundey es relevada por el período de latencia. Ahora bien, su desenlace seconsuma de manera típica y apuntalándose en sucesos que retornan demanera regular.Cuando el niño varón ha volcado su interés a los genitales, lo dejatraslucir por su vasta ocupación manual en ellos, y después tiene quehacer la experiencia de que los adultos no están de acuerdo con eseobrar. Más o menos clara, más o menos brutal, sobreviene  la amenaza deque se le arrebatará esta parte tan estimada por él. La mayoría de lasveces, la amenaza de castración proviene de mujeres; a menudo, ellasbuscan reforzar su autoridad invocando al padre o al doctor, quienessegún lo asegura, consumarán el castigo.La tesis es que la organización genital fálica del niño se va alfundamento a raíz de esta amenaza de castración. En efecto, al principio,el varoncito no presta creencia ni obediencia algunas a la amenaza. Elpsicoanálisis ha atribuido renovado valor a dos clases de experiencias de

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que ningún niño está exento y por las cuales debería estar preparado parala pérdida de partes muy apreciadas de su cuerpo: el retiro del pechomaterno, primero temporario y definitivo después, y la separación de lasheces.La observación que por fin quiebra la incredulidad del niño es la de losgenitales femeninos. Alguna vez el varoncito, orgulloso de su posesióndel pene, llega a ver la región genital de una niñita y no puede menosque convencerse de la falta de un pene en un ser tan semejante a él. Perocon ello se ha vuelto representable la pérdida del propio pene, y laamenaza de castración obtiene su efecto con posterioridad.La masturbación es solo la descarga genital de la excitación sexualperteneciente al complejo, y a esta referencia deberá su significatividadpara todas las épocas posteriores. El complejo de Edipo ofrecía al niñodos posibilidades de satisfacción, una activa y una pasiva. Pudo situarsede manera masculina en el lugar del padre y, como él, mantener comerciocon la madre, a raíz de lo cual el padre fue sentido pronto como unobstáculo; o quiso sustituir a la madre y hacerse amar por el padre, conlo cual la madre quedó sobrando. En cuanto a la naturaleza del comercioamoroso satisfactorio, el niño sólo debe tener representaciones muyimprecisas, pero es cierto que el pene cumplió un papel. No tuvo aúnocasión alguna para dudar de que la mujer posee un pene. Ahora bien, laaceptación de la posibilidad de la castración, la intelección de que lamujer es castrada, puso fin a las dos posibilidades de satisfacciónderivadas del complejo de Edipo. En efecto, ambas conllevaban la pérdidadel pene; una, la masculina, en calidad de castigo, y la otra, lafemenina, como premisa. Si la satisfacción amorosa en el terreno delcomplejo de Edipo debe costar el pene, entonces por fuerza estallará elconflicto entre el interés narcisista en esta parte del cuerpo y lainvestidura libidinosa de los objetos parentales. En este conflictotriunfa normalmente el primero de esos poderes: el yo del niño se extrañadel complejo de Edipo.Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas poridentificación. La autoridad del padre, o de ambos progenitores,introyectada en el yo, forma ahí el núcleo del superyó, aunque tomaprestada del padre su severidad, perpetúa la prohibición del incesto yasí asegura al yo contra el retorno de la investidura libidinosa deobjeto. Las aspiraciones libidinosas pertenecientes al complejo de Ediposon en parte desexualizadas y sublimadas, lo cual probablemente acontezcacon toda trasposición en identificación, y en parte son inhibidas en sumeta y mudadas en mociones tiernas. El proceso en su conjunto salvó unavez a los genitales, alejó de ellas el peligro de la pérdida, y ademáslos paralizó, canceló su función. Con ese proceso se inicia el período delatencia, que viene a interrumpir el desarrollo sexual del niño.No veo razón alguna para denegar el nombre de represión al extrañamientodel yo respecto del complejo de Edipo, si bien las represionesposteriores son llevadas a cabo la mayoría de las veces con participacióndel superyó, que aquí recién se forma. Pero el proceso descrito es másque una represión; equivale, cuando se consuma idealmente, a unadestrucción y cancelación del complejo. Si el yo no ha logradoefectivamente mucho más que una represión del complejo, este subsistiráinconciente en el ello y más tarde exteriorizará su efecto patógeno.Tales son los nexos que la observación analítica permite discernir ocolegir entre organización fálica, complejo de Edipo, amenaza decastración, formación del superyó y periodo de latencia. Empero, esteproceso descrito se refiere sólo al niño de sexo masculino.

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En el sexo femenino también se desarrolla un complejo de Edipo, unsuperyó y un período de latencia a la cual se le puede asignar, también,una organización fálica y un complejo de castración.Sin embargo, la diferencia morfológica tiene que exteriorizarse endiversidades del desarrollo psíquico. El clítoris de la niñita secomporta al comienzo en un todo como pene, pero ella, por la comparación,percibe que es “demasiado corto”, y siente este hecho como un perjuicio yuna razón de inferioridad. La niña no comprende su falta actual como uncarácter sexual, sino que lo explica mediante el supuesto de que una vezposeyó un miembro igualmente grande, y después lo perdió por castración.La niñita acepta la castración como un hecho consumado, mientras que elvaroncito tiene miedo a la posibilidad de su consumación.Excluida la angustia de castración, está ausente también un poderosomotivo para instituir  el superyó e interrumpir la organización genitalinfantil. Mucho más que en el varón, estas alteraciones parecen serresultado de la educación, del amedrentamiento externo, que amenaza conla pérdida de ser-amado. El complejo de Edipo de la niña es mucho másunívoco que el del pequeño portador del pene. La renuncia al peno no sesoportará sin un intento de resarcimiento. La muchacha se desliza a lolargo de una ecuación simbólica del pene al hijo; su complejo de Edipoculmina en el deseo, alimentado por mucho tiempo, de recibir como regaloun hijo del padre, parirle u hijo. Se tiene la impresión de que elcomplejo de Edipo es abandonado después poco a poco porque este deseo nose cumple nunca. Ambos deseos, el de poseer un pene y el de recibir unhijo, permanecen en lo inconciente, donde se conservan con fuerteinvestidura y contribuyen a preparar el ser femenino para su posteriorpapel sexual. La menor intensidad de la contribución sádica a la pulsiónsexual, que es lícito conjugar con la mutilación del pene, facilita lamudanza de las aspiraciones directamente sexuales en aspiraciones tiernasde meta inhibida. Por otro lado, el complejo de Edipo del varoncito se vaal fundamento a raíz de la angustia de la castración.        TOTEM Y TABÚ. EL HORROR AL INCESTO  

De los estadios de desarrollo por los cuales atravesó el hombre de laprehistoria tenemos noticia merced a los monumentos y útiles inanimadosque nos legó, a los conocimientos que sobre su arte, su religión y suconcepción de la vida hemos recibido de manera directa o mediante latradición contenida en sagas, mitos y cuentos tradicionales, y a losrelictos que de su modo de pensar perduran en nuestros propios usos ycostumbres. Pero, además, él es todavía en cierto sentido nuestrocontemporáneo; viven seres humanos que según creemos, están todavía muypróximos, mucho más que nosotros, a los primitivos, y en quienes vemosentonces los retoños directos y los representantes de los hombrestempranos. Tal es el juicio que formulamos acerca de los pueblos llamadossalvajes y semisalvajes, cuya vida anímica cobra particular interés sinos es lícito discernirla como un estadio previo bien conservado denuestro propio desarrollo.Una comparación entre la “psicología de los pueblos naturales” con lapsicología del neurótico no podrá menos que revelarnos numerosas

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concordancias y permitirnos ver bajo nueva luz lo ya consabido en aquellay en esta.Los pobladores primordiales de Australia son considerados como una razaparticular que no presenta parentesco físico ni lingüístico con susvecinos más cercanos. No construyen casa ni chozas permanentes, no labranla tierra, no tienen otro animal doméstico que el perro, ni siquieraconocen el arte de la alfarería. Se alimentan exclusivamente de la carnede los animales que pueden cazar y de las raíces que desentierran.Desconocen reyes o príncipes, la asamblea de los hombres adultos decideen los asuntos comunes.De estos caníbales pobres y desnudos no esperaríamos que en su vidasexual observaran reglas éticas como las entendemos nosotros. Noobstante, se han fijado como meta, con el mayor cuidado y la severidadmás penosa, evitar relaciones sexuales incestuosas. Y aún su íntegraorganización social parece servir a este propósito o estar referida a sulogro.En lugar de las instituciones religiosas y sociales que les faltan,hallamos en los australianos el sistema del totemismo. Las tribusaustralianas se dividen en estirpes más pequeñas o clanes, cada uno delos cuales lleva el nombre de su tótem. ¿Qué es el tótem? Un animalcomestible, inofensivo, o peligroso y temido; rara vez una planta o unafuerza natural que mantienen un vínculo particular con la estirpe entera.El tótem es en primer lugar el antepasado de la estirpe, pero además suespíritu guardián y auxiliador; aun cuando sea peligroso, conoce a sushijos y es benévolo con ellos. Los miembros del clan totémico tienen laobligación sagrada de no matar (aniquilar) a su tótem y de abstenerse desu carne (o del consumo posible). El carácter de tótem no adhiere a unindividuo solo, sino a todos los de su especie.El tótem se hereda en línea materna o paterna. La pertenencia al tótem esla base de todas las obligaciones sociales del australiano; por unaparte, prevalece sobre la condición de ser integrante de una misma tribuy, por la otra, relega a un segundo plano el parentesco de sangre (que esmenos fuerte que el lazo totémico).Casi en todos los lugares donde rige el tótem existe también la norma deque miembros del mismo tótem no entren en vínculos sexuales recíprocos,vale decir, no tengan permitido casarse entre sí. Es la exogamia,conectada con el tótem.Aclarémonos el significado de esta prohibición mediante algunaselucidaciones:a)      Su trasgresión no se deja librada, como ocurre con las otrasprohibiciones totémicas (p. ej., la de matar al animal totémico), a uncastigo del culpable que sobrevendría de un modo automático, sino que latribu entera se la cobra de la manera más enérgica como si fuera precisodefender a la comunidad toda de un peligro que amenaza o de una culpaoprimente.b)      Como este duro castigo se ejerce también contra amoríos pasajerosque no engendraron hijos, es improbable que la prohibición responda aotros motivos, por ejemplo de índole práctica.c)       Puesto que el  tótem es hereditario y no se altera porcasamiento, se echan de ver fácilmente las consecuencias de laprohibición, por ejemplo en caso de herencia matrilineal. Si el maridopertenece a un clan de tótem “Canguro” y su mujer al tótem “Emú”, loshijos (varones y mujeres) serán todos Emú. De acuerdo con esta reglatotémica el comercio incestuoso con su madre y hermanas, las cuales, comoél, son Emú.

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d)      Pero se propone algo más que prevenir el incesto con la madre yhermanas. También impide al varón la unión sexual con cualquier mujer desu propia estirpe. Todos los que descienden del mismo tótem son parientespor la sangre, forman una familia, y en esta aún los grados de parentescomás distanciados se consideran un impedimento absoluto para la uniónsexual.Así pues, estos salvajes muestran un grado alto de horror o sensibilidadal incesto, conectado con la peculiaridad de sustituir el parentescoconsanguíneo real por el totémico.El uso lingüístico de estas tribus australianas exhibe una peculiaridadque se inserta en este nexo: los vínculos de parentesco de que se valenno toman en cuenta la relación entre dos individuos, sino entre unindividuo y un grupo. Esto significa que un hombre llama padre no sólo aquien lo engendró, sino a cualquier otro hombre que de acuerdo con losestatutos tribales habría podido casarse con su madre y de ese modo sersu padre; y llame madre a cualquier mujer, no sólo a la que lo dio a luz,sino a todas las que sin violar las leyes tribales habrían podido serlo.Llama hermano y hermana no sólo a los hijos de sus verdaderos padres,sino a los hijos de todas las personas nombradas, que mantienen con éluna relación parental de carácter grupal, etc. Por tanto, los nombres deparentesco que dos australianos se dan entre sí no necesariamente indicansu parentesco consanguíneo, como debería ser según nuestro usolingüístico; designan unos vínculos sociales, antes que físicos. Tenemosuna aproximación a ese sistema clasificatorio entre los niños, cuando selos mueve a llamar tío o tía a los amigos o amigas de sus padres.Ahora bien, sustituyamos el matrimonio individual por el matrimonio porgrupos; así se nos vuelve comprensible la aparente desmesura de laevitación del incesto que nos sorprendiera en esos mismos pueblos. Laexogamia totémica, la prohibición del comercio sexual entre miembros delmismo clan, se nos aparece como el recurso más adecuado para prevenir elincesto grupal.En efecto, son pocas las tribus de Australia que no muestren otraprohibición además de la barrera totémica. La mayoría están organizadasde tal modo que se descomponen en primer término en dos mitades, a lasque se ha llamado “clases matrimoniales” (fratrías). Cada una de estasclases matrimoniales es exógama e incluye una pluralidad de estirpestotémica. Por lo general, se divide todavía en dos subclases(subfratrías), y la tribu entera, por tanto, en cuatro; así, lassubclases están situadas entre las fratrías y las estirpes totémicas.En tanto que el sistema totémico es la base de todas las otrasobligaciones sociales y limitaciones éticas de la tribu, el significadode las fratrías se agota en general en la regulación de la elecciónmatrimonial, que se propone establecer.El horror de estos pueblos al incesto no se conforma con erigir lasinstituciones que hemos descrito, que parecen apuntar sobre todo alincesto grupal. Hay que añadir la existencia de una serie de “costumbres”que previenen el comercio individual entre parientes cercanos. A esascostumbres o prohibiciones normativas podemos llamarlas “evitaciones”.Se trata de un rasgo infantil por excelencia, y de una concordanciallamativa con la vida anímica del neurótico. El psicoanálisis nos haenseñado que la primera elección de objeto sexual en el varoncito esincestuosa, recae sobre los objetos prohibidos, madre y hermana; ytambién nos ha permitido tomar conocimiento de los caminos por los cualesél se libera, cuando crece, de la atracción del incesto. Ahora bien, elneurótico representa para nosotros, por lo común, una pieza del

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infantilismo psíquico; no ha conseguido librarse de las constelacionespueriles de la psicosexualidad, o bien ha regresado a ellas (inhibicióndel desarrollo y regresión). En su vida anímica inconciente lasfijaciones incestuosas de la libido siguen desempeñando – o han vuelto adesempeñar – un papel principal. Por eso hemos llegado a proclamar comoel complejo nuclear de la neurosis el vínculo con los padres, gobernadopor apetencias incestuosas. El descubrimiento de esta significación delincesto para la neurosis choca con la más universal incredulidad en laspersonas adultas y normales. Nos vemos constreñidos a creer que aquelladesautorización es sobre todo un producto de la profunda aversión del serhumano a sus propios deseos incestuosos de antaño, caídos luego bajo larepresión.      EL YO Y EL ELLO (1923)Consideraciones sobre lo inconciente

El disertante repite la conocida historia de desarrollo del concepto de“inconciente” en psicoanálisis. “Inconciente” es al comienzo un términomeramente descriptivo que, por consiguiente, incluye a lo latente por elmomento. Empero, la concepción dinámica del proceso represivo fuerza adar a lo inconciente un sentido sistemático, de suerte que se lo equiparaa lo reprimido. Lo latente, inconciente sólo de manera temporaria, recibeel nombre de “preconciente” y se sitúa, desde el punto de vistasistemático, en las proximidades de lo conciente. El doble significadodel sustantivo “inconciente” ha conllevado ciertas desventajas difícilesde evitar y que no son sustanciales. Pero se demuestra que no es factiblehacer coincidir lo reprimido con lo inconciente, y el yo con lopreconciente y lo conciente. El disertante elucida los dos hechos queprueban que también dentro del yo hay un inconciente que desde el puntode vista dinámico se comporta como lo inconciente reprimido, a saber: laresistencia en el análisis, que parte del yo, y el sentimientoinconciente de culpa. Comunica que en un trabajo de pronta aparición. Elyo y el ello, ha intentado apreciar la influencia que estas nuevasintelecciones no pueden menos que ejercer sobre la concepción de loinconciente. El yo y el ello

Todo nuestro saber está ligado siempre a la conciencia. Aun de lo Iccsólo podemos tomar noticia haciéndolo conciente.Tenemos dicho que la conciencia es la superficie del aparato anímico,vale decir, es el primero en un sistema contando desde el mundo exterior.Por lo pronto, con cc todas las percepciones que nos vienen de afuera(percepciones sensoriales); y, de adentro, lo que llamamos sensaciones ysentimientos.En el texto “Lo inconciente”, se adoptó el supuesto de que la diferenciaefectiva entre una representación (un pensamiento) icc y una prccconsiste en que la primera se consuma en algún material que permanece noconocido, mientras que en el caso de la segunda (la prcc) se añade laconexión con representaciones-palabra. He ahí el primer intento deindicar, para los dos sistemas Prcc e Icc, signos distintivos diversos

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que la referencia a la conciencia. Por lo tanto, la pregunta a cómo algodeviene conciente debería formularse, más adecuadamente, así: ¿Cómo algodeviene preconciente=. Y la respuesta sería: Por conexión con lascorrespondientes representaciones-palabra.Estas representaciones-palabra son restos mnémicos; una vez fueronpercepciones y, como todos los restos mnémicos; una vez fueronpercepciones y, como todos los restos mnémicos, pueden devenir de nuevoconcientes. Sólo puede devenir conciente lo que ya una vez fue percepcióncc; y, exceptuados los sentimientos, lo que desde adentro quiere devenirconciente tiene que intentar trasponerse en percepciones exteriores. Estose vuelve posible por medio de las huellas mnémicas.Concebimos los restos mnémicos como contenidos en sistemas inmediatamentecontiguos al sistema P-Cc, por lo cual sus investiduras fácilmente puedentrasmitirse hacia adelante, viniendo desde adentro, a los elementos deeste último sistema. En caso de reanimación de un recuerdo la investidurase conserva en el sistema mnémico, mientras que la alucinación quizá nacecuando la investidura no sólo desborda desde la huella mnémica sobre elelemento P, sino que se traspasa enteramente a este.Los restos de palabra provienen de percepciones acústicas a través del ocual es dado un particular origen sensorial, por así decir, para elsistema Prcc. En un primer abordaje pueden desdeñarse los componentesvisuales de la representación-palabra por ser secundarios, adquiridosmediante la lectura, y lo mismo las imágenes motrices de palabra, quesalvo en el caso de los sordomudos, desempeñan el papel de signos deapoyo. La palabra es entonces, propiamente, el resto mnémico de lapalabra oída.  Si tal es el camino por el cual algo en sí inconciente devienepreconciente, la pregunta por el modo en que podemos hacer (pre)concientealgo reprimido (esforzado al desalojo) ha de responderse: restableciendo,mediante el trabajo analítico, aquellos eslabones intermedios prcc. Porconsiguiente, la conciencia permanece en su lugar, pero tampoco el Icc hatrepado, por así decir, hasta la conciencia.La percepción interna proporciona sensaciones de procesos que vienen delos estratos más diversos del aparato anímico, y consideraremos aquí alos de la serie placer-displacer, que son más originarios, máselementales, que los provenientes de afuera. Estas sensaciones sonmultiloculares (de lugar múltiple) como las percepciones externas; puedenvenir simultáneamente de diversos lugares y, por eso, tener cualidadesdiferentes y hasta contrapuestas.Las sensaciones de carácter placentero no tienen en sí nada esforzante, adiferencia de las sensaciones de displacer, que son es forzantes en altogrado: esfuerzan a la alteración, a la descarga, y por eso referimos eldisplacer a una elevación, y el placer a una disminución, de lainvestidura energética. Si a lo que deviene conciente como placer ydisplacer lo llamamos otro cuantitativo-cualitativo en el decurso anímicosurge el problema si otro de esta índole puede devenir conciente en susitio y lugar, o tiene que ser conducido hacia adelante, hasta el sistemaP.Eso otro se comporta como una moción reprimida. Puede desplegar fuerzaspulsionantes sin que el yo note las compulsión. Sólo una resistencia a lacompulsión, un retardo de la reacción de descarga, hace concienteenseguida a eso otro.Por lo tanto, sensaciones y sentimientos sólo devienen concientes sialcanzan al sistema P, si les es bloqueada su conducción hacia adelante,no afloran como sensaciones, a pesar de que permanece idéntico eso otro

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que les corresponde en el decurso de la excitación. Así pues, hablamos desensaciones inconcientes: mantenemos de ese modo la analogía con“representaciones inconcientes”. La diferencia es, en efecto, que parecetraer a la Cc la representación icc es preciso procurarle eslabones deconexión, lo cual no tiene lugar para las sensaciones, que se trasmitendirectamente hacia adelante. La diferencia entre Cc y Prcc carece desentido para las sensaciones; aquí falta lo Prcc, las sensaciones son obien concientes o bien inconcientes. Y aun cuando se liguen arepresentaciones-palabra, no deben a estas su devenir-concientes, sinoque devienen tales de manera directa.El papel de las representaciones-palabra se vuelve ahora claro. Por sumediación, los procesos internos de pensamiento son convertidos enpercepciones. Es como si hubiera quedado evidenciada la proposición:“Todo saber proviene de la percepción externa”. A raíz de unasobreinvestidura del pensar, los pensamientos devienen percibidos real yefectivamente (como de afuera), y por eso se los tiene por verdaderos.Tras esta aclaración de los vínculos entre percepción externa e interna,por un lado, el sistema-superficie P-Cc, podemos pasar a edificar nuestrarepresentación del yo. Lo vemos partir del sistema P, como de su núcleo,y abrazar primero al Prcc, que se apuntala en los restos mnémicos.Empero, como lo tenemos averiguado, el yo es, además, inconciente.Un in-dividuo es para nosotros un ello psíquico, no conocido einconciente, sobre el cual, como una superficie, se asienta el yo,desarrollado desde el sistema P como si fuera su núcleo. El yo noenvuelve al ello por completo, sino sólo en a extensión en que el sistemaP forma su superficie (la superficie del yo), como el disco germinal seasienta sobre el huevo, por así decir. El yo no está separadotajantemente del ello: confluye hacia abajo con el ello.Pero también lo reprimido confluye con el ello, no es más que una partedel ello. Lo reprimido sólo es segregado tajantemente del yo por lasresistencia de represión, pero puede comunicar con el yo a través delello.Tal vez agregaremos que el yo lleva un “casquete auditivo” y, según eltestimonio de la anatomía del cerebro, lo lleva sólo de un lado.Es fácil intelegir que el yo es la parte del ello alterada por lainfluencia directa del mundo exterior, con mediación de P-Cc: por asídecir, es una continuación de la diferenciación de superficies. Además,se empeña en hacer valer sobre el ello el influjo del mundo exterior, asícomo sus propósitos propios; se afana por reemplazar el principio deplacer, que rige irrestrictamente ene l ello, por el principio derealidad. Para el yo, la percepción cumple el papel que en el ellocorresponde a la pulsión. El yo es el representante de lo que puedellamarse razón y prudencia, por oposición al ello, que contiene laspasiones.La importancia funcional del yo se expresa en el hecho de que normalmentele es asignado sobre los accesos a la motilidad. El yo suele trasponer enacción la voluntad del ello como si fuera la suya propia.Además del influjo del sistema P, otro factor parece ejercer una accióneficaz sobre la génesis del yo y su separación del ello. El cuerpo propioy sobre todo su superficie es un sitio del que pueden partirsimultáneamente percepciones internas y externas. Es visto como un objetootro, pero proporciona al tacto dos clases de sensaciones, una de lascuales puede equivaler a una percepción interna.El yo es sobre todo una esencia-cuerpo:; no es sólo una esencia-superficie, sino él mismo, la proyección de una superficie.

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 El yo y el superyó (ideal del yo)

Si el yo fuera sólo la parte del ello modificada por el influjo delsistema percepción, el subrogado del mundo exterior real en lo anímico,estaríamos frente a un estado de cosas simple. Pero se agrega algo más.Suponemos la existencia de un grado en el interior del yo que ha dellamarse ideal del yo o superyó. Esta pieza del yo mantiene un vínculomenos firme con la conciencia.Al comienzo de todo, en la fase primitiva oral del in-dividuo, es porcompleto imposible distinguir entre investidura de objeto eidentificación. Más tarde, lo único que puede suponerse es que lasinvestiduras de objeto parten del ello que siente las aspiracioneseróticas como necesidades. El yo, todavía endeble al principio, recibenoticia de las investiduras de objeto, les presta su aquiescencia o buscadefenderse de ellas mediante el proceso de la represión.Si un objeto sexual es resignado, porque parece que debe serlo o porqueno hay otro remedio, no es raro que a cambio sobrevenga la alteración delyo que es preciso describir como erección del objeto en el yo. Quizás elyo, mediante esta introyección que es una suerte de regresión del objeto.Quizás esta identificación sea en general la condición bajo la cual elello resigna sus objetos. Comoquiera que fuese, es este un proceso muyfrecuente, sobre todo en fases tempranas del desarrollo, y puede darlugar a esta concepción: el carácter del yo es una sedimentación de lasinvestiduras de objeto resignada, contiene la historia de estaselecciones.La transposición de libido de objeto en libido narcisista conlleva,manifiestamente una desexualización y, por tanto, una suerte desublimación.Las identificaciones-objeto del yo. Si estas predominan, se vuelvendemasiado numerosas e hiperintensas, e inconciliables entre sí, amenazaun resultado patológico. Puede sobrevenir una fragmentación del yo si lasdiversas identificaciones se segregan unas a otras mediante resistencias;y tal vez el secreto de los casos de la llamada personalidad múltipleresida en que las identificaciones singulares atraen hacia sí,alternativamente, la conciencia. Desde luego, de entrada es precisoatribuir a una escala de la capacidad de resistencia la medida en que elcarácter de una persona adopta estos influjos provenientes de la historiade las elecciones eróticas de objeto o se defiende de ellos. En losrasgos de carácter de mujeres que han tenido muchas experienciasamorosas, uno cree poder pesquisar fácilmente los saldos de susinvestiduras de objeto. También cabe considerar una simultaneidad deinvestidura de objeto e identificación, vale decir, una alteración delcarácter antes que el objeto haya sido resignado. En este caso, laalteración del carácter podría sobrevivir al vínculo de objeto, yconservado en cierto sentido.Otro punto de vista enuncia que esta trasposición de una elección eróticade objeto en una alteración del yo es, además, un camino que permite alyo dominar al ello y profundizar sus vínculos con el ello, aunque, porcierto a costa de una gran docilidad hacia sus vivencias. Cuando el yocobra los rasgos del objeto, por así decir se impone él mismo al ellocomo objeto de amor, busca repararle su pérdida diciéndole: “Mira, puedesamarme también a mí; soy tan parecido al objeto…”.

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La trasposición así cumplida de libido de objeto en libido narcisistaconlleva, manifiestamente, una resignación de las metas sexuales; unadesexualización y, por tanto, una suerte de sublimación.Las identificaciones-objeto del yo. Si estas predominan, se vuelvendemasiado numerosas e hipertensas, e inconciliables entre sí, amenaza unresultado patológico. Puede sobrevenir una fragmentación del yo si lasdiversas identificaciones se segregan unas a otras mediante resistencias;y tal vez el secreto de los casos de la llamada personalidad múltipleresida en que las identificaciones singulares atraen hacia sí,alternativamente, la conciencia.Ahora bien, comoquiera que se plasme después la resistencia del carácterfrente a los influjos de investiduras de objeto resignadas, los efectosde las primeras identificaciones, las producidas a la edad más temprana,serán universales y duraderos. Esto nos reconduce a la génesis del idealdel yo, pues tras este se esconde la identificación primera, y de mayorvalencia, del individuo: la identificación con el padre de la prehistoriapersonal. A primera vista, no parece el resultado ni el desenlace de unainvestidura de objeto: es una identificación directa e inmediata (nomediada), y más temprana que cualquier investidura de objeto. Empero, laselecciones de objeto que corresponden a los primeros períodos sexuales yatañen a padre u madre parecen tener su desenlace, si el ciclo es normal,en una identificación de-esa clase, reforzando de ese modo laidentificación primaria.Dos factores son los culpables de esta complicación: la disposicióntriangular de la constelación del Edipo, y la bisexualidad constitucionaldel individuo.El caso del niño varón, simplificado, se plasma de la siguiente manera.En época tempranísima desarrolla una investidura de objeto hacia lamadre, que tiene su punto de arranque en el pecho materno y muestra elejemplo arquetípico de una lección de objeto según el tipo apuntalamiento(anaclítico); del padre, el varoncito se apodera por identificación.Ambos vínculos marchan un tiempo uno junto al otro, hasta que por elrefuerzo de los deseos sexuales hacia la madre, y por la percepción deque el padre es un obstáculo para estos deseos, nace el complejo deEdipo. La identificación-padre cobra ahora una tonalidad hostil, setrueca en el deseo de eliminar al padre para sustituirlo junto a lamadre. A partir de ahí, la relación con el padre es ambivalente; parececomo si huera devenido manifiesta la ambivalencia contenida en laidentificación desde el comienzo mismo. La actitud (postura) ambivalentehacia el padre, y la aspiración de objeto exclusivamente tierna hacia lamadre, caracterizan, para el varoncito, el contenido del complejo deEdipo simple, positivo.Con la demolición del complejo de Edipo tiene que ser resignada lainvestidura de objeto de la madre. Puede tener dos diversos remplazos: obien una identificación con la madre, o un refuerzo de la identificación-padre. Solemos considerar este último desenlace como el más normal;permite retener en cierta medida el vínculo tierno con la madre. De talmodo, la masculinidad experimentaría una reafirmación en el carácter delvarón por obra del sepultamiento del complejo de Edipo. Análogamente, laactitud edípica de la niñita puede desembocar en un refuerzo de suidentificación-madre (o en el establecimiento de esa identificación), queafirme su carácter femenino.Estas identificaciones no responden a nuestra expectativa, pues nointroducen en el yo al objeto resignado, aunque este desenlace también seproduce y es más fácilmente observable en la niña que en el niño. Muy a

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menudo averiguamos por el análisis que la niña pequeña, después que sevio obligada a renunciar al padre como objeto de amor, retoma y destacasu masculinidad y se identifica no con la madre, sino con el padre, estoes, con el objeto perdido. Ello depende, manifiestamente, de que susdisposiciones masculinas posean la intensidad suficiente.La salida y el desenlace de la situación del Edipo en identificación-padre o identificación-madre parece depender entonces, en ambos sexos, dela intensidad relativa de las dos disposiciones sexuales. Este es uno delos modos en que la bisexualidad interviene en los destinos del complejode Edipo. El otro es todavía más significativo, a saber: uno tiene laimpresión de que el complejo de Edipo simple no es el más frecuente, sinoque corresponde a una esquematización. Las más de las veces, el complejode Edipo más completo, que es uno duplicado, positivo y negativo,dependiente de la bisexualidad originaria del niñó. Es decir que elvaroncito no posee sólo una actitud ambivalente hacia el padre, y unaelección tierna de objeto a favor de la madre, sino que se comportatambién, simultáneamente, como una niña: muestra la actitud femeninatierna hacia el padre, y la correspondiente actitud hostil hacia lamadre. Esta injerencia de la bisexualidad es lo que vuelve tan difícilpenetrar con la mirada las constelaciones de las elecciones de objeto eidentificaciones primitivas.Yo opino que se hará bien en suponer en general, y muy particularmente enel caso de los neuróticos, la existencia del complejo de Edipo completo.A raíz del sepultamiento del complejo de Edipo, las cuatro aspiracionescontenidas en él se desmontan y desdoblan de tal manera que de ellassurge una identificación-padre y madre; la identificación-padre retendráel objeto-madre del complejo positivo y, simultáneamente, el objeto-padredel complejo invertido; y lo análogo es válido para la identificación-madre. En la diversa intensidad con que se acuñen sendas identificacionesse espejará la desigualdad de ambas disposiciones sexuales.Así, como resultado más universal de la fase sexual gobernada por elcomplejo de Edipo, se puede suponer una sedimentación en el yo, queconsiste en el establecimiento de estas dos identificaciones, unificadasde alguna manera entre sí. Esta alteración del  yo recibe su posiciónespecial: se enfrenta al otro contenido del yo como ideal del yo osuperyó. Empero, el superyó, no es simplemente un residuo de las primeraselecciones del objeto del ello, sino que tiene también lasignificatividad de una enérgica formación reactiva frente a ellas. Suvínculo con el yo no se agota en la advertencia: “Así (como el padre)debes ser”, sino que comprende también la prohibición: “Así (como elpadre) no te es lícito ser, esto es, no puedes hacer todo lo que él hace;muchas cosas le están reservadas”. Esta doble faz del ideal del yo derivadel hecho de que estuvo empeñado en la represión del complejo de Edipo;más aún: debe su génesis, únicamente, a este ímpetu subvirtiente.Discerniendo en los progenitores, en particular en e padre, el obstáculopara la realización de los deseos del Edipo, el yo infantil se fortaleciópara esa operación represiva erigiendo dentro de sí ese mismo obstáculo.En cierta medida toma prestada del padre la fuerza para lograrlo, y esteempréstito es un acto extraordinariamente grávido de consecuencias. Elsuperyó conservará el carácter del padre, y cuanto más intenso fue elcomplejo de Edipo y más rápido se produjo su represión (por el influjo dela autoridad, la doctrina religiosa, la enseñanza, etc.), tanto másriguroso devendrá después el imperio del superyó como consecuencia moral,quizá también como sentimiento inconciente de culpa, sobre el yo.

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La génesis del superyó tal es el resultado de dos factores biológicos desuma importancia: el desvalimiento y la dependencia del ser humanodurante su prolongada infancia, y el hecho de su complejo de Edipo, quehacemos reconducido a la interrupción del desarrollo libidinal por elperíodo de latencia y, por tanto, a la acometida en dos tiempos de lavida sexual.Así, la separación del superyó respecto del yo no es algo contingente:subroga los rasgos más significativos del desarrollo del individuo y dela especie y más aun en la medida en que procura expresión duradera alinflujo parental, eterniza la existencia de los factores a que se debe suorigen. El ideal del yo es la herencia del complejo de Edipo y, así, expresión delas más potentes mociones y los más importantes destinos libidinales delello. Mediante su institución, el yo se apodera del complejo de Edipo ysimultáneamente se somete, él mismo, al ello. Mientras que el yo esesencialmente representante del mundo exterior, de la realidad, elsuperyó se le enfrenta como abogado del mundo interior, del ello.Conflictos entre el yo y el ideal espejarán, reflejarán, en últimoanálisis, la oposición entre lo real y lo psíquico, el mundo exterior yel mundo interior.El ideal del yo tiene, a consecuencia de su historia de formación (decultura), el más vasto alcance con la adquisición filogenética, esaherencia arcaica, del individuo. Lo que en la vida anímica individual hapertenecido a lo más profundo, deviene, por la formación de ideal, lo máselevado del alma humana en el sentido de nuestra escala de valoración.El ideal del yo satisface todas las exigencias que se plantean a laesencia superior en el hombre. Como formación sustitutiva de la añoranzadel padre, contiene el germen a partir del cual se formaron todas lasreligiones. El juicio acerca de la propia insuficiencia en la comparacióndel yo con su ideal da por resultado el sentir religioso de lahumillación, que el creyente invoca en su añoranza. En el posteriorcircuito del desarrollo, maestros y autoridades fueron retomando el papeldel padre; sus mandatos y prohibiciones han permanecido vigentes en elideal del yo y ahora ejercen, como conciencia moral, la censura moral. Latensión entre las exigencias de la conciencia moral y las operaciones delyo es sentida como sentimiento de culpa. Los sentimientos socialesdescansan en identificaciones con otros sobre el fundamento de unidéntico ideal del yo.Religión, moral y sentir social, han sido, en el origen, uno solo. Segúnla hipótesis de Tótem y tabú, se adquirieron, filogenéticamente, en elcomplejo paterno: religión y limitación ética, por el dominio sobre elcomplejo de Edipo genuino; los sentimientos sociales, por la constriccióna vencer la rivalidad remanente entre los miembros de la jovengeneración. Los varones parecen haberse adelantado en todas esasadquisiciones éticas, la herencia cruzada aportó ese patrimonio también alas mujeres. Los sentimientos sociales nacen todavía hoy en el individuocomo una superestructura que se eleva sobre las mociones de rivalidad ycelos hacia los hermanos y hermanas. Puesto que la hostilidad no puedesatisfacerse, se establece una identificación con quienes fueroninicialmente rivales.Tenemos que atribuir la diferenciación entre yo y ello no sólo a losseres humanos primitivos, sino a seres vivos mucho más simples aún,puesto que ella es la expresión necesaria del influjo del mundo exterior.En cuanto al superyó, lo hacemos generarse, precisamente, de aquellas

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vivencias que llevaron al totemismo. La pregunta acerca de si el yo o elello han hecho esas experiencias y adquisiciones, pronto se pulveriza ensí misma. La ponderación más inmediata nos dice que el ello no se puedevivenciar o experimentar ningún destino exterior si no es por medio delyo, que subroga ante él al mundo exterior. Ahora bien, no puede hablarseya de una herencia directa del yo. Aquí se abre el abismo entre elindividuo real y el concepto de la especie. En verdad el yo es un sectordel ello particularmente diferenciado. Las vivencias del yo parecen alcomienzo perderse para la herencia pero si ocurren en varios individuosgeneracionalmente, se trasponen en vivencias del ello, conservadas porherencia. De este modo, el ello hereditario alberga en su interior losrestos de innumerables existencias-yo, y cuando el yo extrae del ello lafuerza para su superyó, quizá no haga sino, sacar de nuevo a la luzfiguras, plasmaciones yoicas más antiguas.La historia genética del superyó permitió comprender que conflictosanteriores del yo con las investiduras de objeto del ello puedancontinuarse en conflictos con su heredero, el superyó. Si el yo no logródominar bien el complejo de Edipo, la investidura energética de este,proveniente del ello, retomará su acción eficaz en la formación reactivadel ideal del yo. La amplia comunicación de este ideal con esas mocionespulsionales icc resolverá el enigma de que el ideal mismo puedapermanecer en gran parte inconciente, inaccesible al yo. La lucha que sehabía liberado con furia en estratos más profundos, y que no se habíadecidido mediante una sublimación  una identificación súbitas, seprosigue ahora en una región más alta.

LA ORGANIZACIÓN GENITAL INFANTIL

El carácter principal de esta organización genital infantil reside en unprimado del falo.El varoncito percibe la diferencia entre varones y mujeres, pero alcomienzo no tiene ocasión de relacionarla con una diversidad de susgenitales. Para él es natural presuponer en todos los otros seres vivosun genital parecido al que él mismo posee; más aún: sabemos que hasta enlas cosas inanimadas busca una forma análoga a su miembro.En el curso de las indagaciones, el niño llega a descubrir que el pene noes un patrimonio común de todos los seres semejantes a él. Es notoria sureacción frente a las primeras impresiones de la falta del pene.Desconocen esta falta, la desmienten. Creen ver un miembro a pesar detodo; cohonestan la contradicción entre observación y prejuicio medianteel subterfugio de que aún sería pequeño y ya va a crecer, y después, pocoa poco, llegan a la conclusión, afectivamente sustantiva, de que sin dudaestuvo presente y luego fue removido. La falta de pene es entendida comoel resultado de una castración, y ahora se le plantea al niño la tarea dehabérselas con la referencia de la castración a su propia persona. Así,sólo puede apreciarse rectamente la significatividad del complejo decastración si a la vez se toma en cuenta su génesis en la fase delprimado del falo.El niño cree que sólo personas despreciables del sexo femenino,probablemente culpables de las mismas mociones prohibidas en que él mismoincurrió, habrían perdido el genital. Pero las personas respetables, comosu madre, siguen conservando el pene. Para el niño, ser mujer todavía nocoincide con la falta del pene.

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Una primera oposición se introduce con la elección de objeto, que sinduda presupone sujeto y objeto. En el estadio de la organizaciónpregenital sádico-anal no cabe hablar de masculino y femenino; laoposición entre activo y pasivo es la dominante. En el siguiente estadiode la organización genital infantil hay por cierto algo masculino, perono algo femenino; la oposición reza aquí. Genital masculino, o castrado.Sólo con la culminación del desarrollo en la época de la pubertad, lapolaridad sexual coincide con masculino y femenino. Lo masculino reúne elsujeto, la actividad y la posesión del pene; lo femenino, el objeto y lapasividad. La vagina es apreciada ahora como albergue del pene, recibe laherencia del vientre materno.     SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA (1931)

En la fase del complejo de Edipo normal encontramos al niño tiernamenteprendado del progenitor de sexo contrario, mientras que en la relacióncon el de igual sexo prevalece la hostilidad. No tropezamos con ningunadificultad para deducir este resultado en el caso del varoncito. La madrefue su primer objeto de amor; luego, con el refuerzo de sus aspiracionesenamoradas, lo sigue siendo, y a raíz de la intelección más profunda delvínculo entre la madre y el padre, este último no puede menos que devenirun rival. El caso es diverso para la niña pequeña. También la madre fue,por cierto, su primer objeto.La tarea de resignar la zona genital originariamente rectora, elclítoris, por una nueva, la vagina, complica el desarrollo de lasexualidad femenina. Ahora se nos aparece una segunda mudanza de esaíndole, el trueque del objeto-madre originario por el padre.La fase preedípica de la mujer deja espacio para todas las fijaciones yrepresiones a que reconducimos la génesis de la neurosis y parecenecesario privar de su carácter universal al enunciado según el cual elcomplejo de Edipo es el núcleo de la neurosis. La mujer llega a lasituación edípica normal positiva luego de superar una prehistoriagobernada por el complejo negativo.La bisexualidad, parte de la disposición constitucional de los sereshumanos, resalta con mucho mayor nitidez en la mujer que en el varón. Enefecto, este sólo tiene una zona genésica rectora, un órgano genésico,mientras que la mujer posee dos de ellos: la vagina, propiamentefemenina, y el clítoris, análogo al miembro viril. Nos consideramosautorizados a suponer que durante muchos años la vagina es como si noestuviese, y acaso sólo en la época de la pubertad proporcionasensaciones.Lo que precede a la genitalidad en la infancia, tiene que desenvolverseen la mujer en torno del clítoris. La vida sexual de la mujer sedescompone por regla general en dos fases, de las cuales la primera tienecarácter masculino y la segunda es la específicamente femenina.Paralela a esta gran primera diferencia, corre la otra en el campo delhallazgo de objeto. Para el varón, la madre deviene el primer objeto deamor a consecuencia del influjo del suministro de alimento y del cuidadodel cuerpo, y lo seguirá siendo hasta que la sustituya un objeto de sumisma esencia o derivado de ella. También en el caso de la mujer tieneque ser la madre el primer objeto. Es que las condiciones primordiales de

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la elección de objeto son idénticos para niños y niñas. Pero al final deldesarrollo, el varón –padre debe haber devenido el nuevo objeto de amor,vale decir: al cambio de vía sexual de la mujer tiene que corresponder uncambio de vía en el sexo del objeto.El inevitable destino del vínculo de simultáneo amor a uno de losprogenitores y odio al rival se establece sólo para el niño varón. Yluego es en este en quién el descubrimiento de la posibilidad decastración, como se prueba por la vista de los genitales femeninos,impone la replasmación del complejo de Edipo, produce la creación delsuperyó y así introduce todos los procesos que tienen por meta lainserción del individuo en la comunidad de la cultura.En el varón, resta como secuela del complejo de castración cierto gradode menosprecio por la mujer cuya castración se ha conocido. A partir deese menosprecio se desarrolla, en el caso extremo, una inhibición de laelección de objeto, y si colaboran factores orgánicos, una homosexualidadexclusiva. Muy diversos son los efectos del complejo de castración en lamujer. Ella reconoce el hecho de su castración y, así, la superioridaddel varón y su propia inferioridad, pero también se revuelve contra susituación desagradable. De esta actitud bi-escindida derivan tresorientaciones del desarrollo. La primera lleva al universal extrañamientorespecto de la sexualidad. La mujercita, aterrorizada por la comparacióncon el varón, queda descontenta con su clítoris, renuncia a su quehacerfálico y, con él, a la sexualidad en general, así como a buena parte desu virilidad en otros campos. La segunda línea, en porfiadaautoconfirmación, retiene la masculinidad amenazada; la esperanza detener alguna vez un pene persiste hasta épocas increíblemente tardías, eselevada a la condición de fin vital, y la fantasía de ser a pesar de todoun varón sigue poseyendo a menudo virtud plasmadora durante prolongadosperiodos.También este “complejo de masculinidad” de la mujer puede terminar en unaelección de objeto homosexual manifiesta. Solo un tercer desarrollo queimplica una serie de rodeos, desemboca en la final configuración femeninaque  toma al padre como objeto y así halla la forma femenina del complejode Edipo. El complejo es en esa mujer el resultado final de un desarrollomás prolongado; no es destruido por el influjo de la castración, sinocreado por él.La fase de ligazón-madre exclusiva puede llamarse preedípica y reclamauna significación muchísimo mayor en la mujer, que no le corresponderíaal varón.La actitud hostil de la niña hacia la madre no es una consecuencia de larivalidad del complejo de Edipo, sino que proviene de la fase anterior,reforzándose en la situación edípica.Nuestro interés tiene que dirigirse a los mecanismos que se han vueltoeficaces para el extrañamiento del objeto-madre.En primera línea, han de nombrarse aquí los celos hacia otras personas,hermanitos, rivales entre quienes también el padre encuentra lugar. Lamor infantil es desmedido, pide exclusividad, no se contenta conparcialidades. Un segundo carácter es que este amor carece propiamente demeta, es incapaz de una satisfacción plena, y en lo esencial por eso estácondenado a desembocar en un desengaño y dejar sitio a una actitudhostil.Otro motivo, mucho más específico, de extrañamiento respecto de la madreresulta del efecto del complejo de castración sobre la criatura sin pene.En algún momento, la niña pequeña descubre su inferioridad orgánica.Enunciamos ya las tres orientaciones que se abren entonces: a) la

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suspensión de toda la vida sexual, b) la porfiada hiperinsistencia en lavirilidad, y c) los esbozos de la feminidad definitiva.Existen una serie de motivaciones que el análisis descubre para elextrañamiento respecto de la madre: omitió dotar a la niñita con el únicogenital correcto, la nutrió de forma insuficiente, la forzó a compartircon otro el amor materno, no cumplió todas las expectativas de amor y,por último, incitó primero  el quehacer sexual propio y luego loprohibió.La ligazón-madre tiene que irse a pique justamente porque es la primera yes intensísima. Las metas sexuales de la niña junto a la madre son denaturaleza tanto activa como pasiva, y están comandadas por las faseslibidinales que atraviesan los niños.La identificación-madre de la mujer permite discernir dos estratos: elpreedípico, que consiste entonces en la ligazón tierna con la madre y latoma por arquetipo, y el posterior, derivado del complejo de Edipo, quequiere eliminar a la madre y sustituirla junto al padre. De ambosestratos es mucho lo que queda pendiente para el futuro, y hay hastaderecho a decir que ninguno se supera en medida suficiente en el cursodel desarrollo. Empero, la fase de la ligazón preedípica tierna es ladecisiva para el futuro de la mujer; en ella se prepara la adquisición deaquellas cualidades con las que luego cumplirá su papel en la funciónsexual y costeará sus inapreciables rendimientos sociales. En esaidentificación conquista también su atracción sobre el varón, atizandohasta el enamoramiento la ligazón-madre edípica de él.         33º CONFERENCIA. LA FEMINIDAD

Decimos que un ser humano, sea macho o hembra, se comporta masculina ofemeninamente.Podría intentarse caracterizar psicológicamente la feminidad diciendo queconsiste en la predilección por metas pasivas. Desde luego, esto no esidéntico a pasividad; puede ser necesaria una gran dosis de actividadpara alcanzar una meta pasiva. No descuidaremos la existencia de unvínculo particularmente constante entre feminidad y vida pulsional. Supropia constitución le prescribe a la mujer sofocar su agresión, y lasociedad se lo impone; esto favorece a que se plasmen en ella intensasmociones masoquistas. El masoquismo, es entonces, auténticamentefemenino.El psicoanálisis no pretende describir qué es una mujer, sino indagarcómo deviene, cómo se desarrolla la mujer a partir del niño dedisposición bisexual.Abordamos la indagación del desarrollo sexual femenino con dosexpectativas: la primera, que tampoco en este caso la constitución ha deplegarse sin renuencia a la función; la segunda, que los cambiosdecisivos ya se habrán encaminado o consumado antes de la pubertad. Eldesarrollo de la niña pequeña hasta la mujer normal es más difícil ycomplicado, pues incluye dos tareas adicionales que no tienen correlatoalguno en el desarrollo del varón. La diferencia en la conformación delos genitales es acompañada por otras desemejanzas corporales demasiado

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conocidas para uqe sea preciso mencionarlas. También surgen diferenciasen la disposición pulsional, que permiten vislumbrar la posteriornaturaleza de la mujer. La niña pequeña es por regla general menosagresiva y porfiada, se basta menos a sí mismo, parece tener másnecesidad de que se le demuestre ternura, y por eso ser más dependiente ydócil. El hecho de que se la pueda educar con mayor facilidad y rapidezpara el gobierno de las excreciones no es, probablemente, sino laconsecuencia de aquella docilidad; en efecto, la orina y las heces sonlos primeros regalos que el niño hace a las personas que lo cuidan y sugobierno es la primera concesión que puede arrancarse a la vida pulsionalinfantil.Los dos sexos parecen recorrer de igual modo las primeras fases deldesarrollo libidinal. Con el ingreso en la fase fálica, la diferenciaentre los sexos retrocede en toda la línea ante las concordancias. Ahoratenemos que admitir que la niña pequeña es como un pequeño varón. Segúnes sabido, esta fase se singulariza en el varoncito por el hecho de quesabe procurarse sensaciones placenteras de su pequeño pene, y conjuga elestado de excitación de este con sus representaciones de comercio sexual.Lo propio hace la niña con su clítoris, aún más pequeño. Parece qe enella todos los actos onanistas tuvieran por teatro ese equivalente delpene, y que la vagina, genuinamente femenina, fuera todavía algo nodescubierto para ambos sexos.En la fase fálica de la niña el clítoris es la zona erógena rectora. Perono está destinada a seguir siéndolo; con la vuelta a la feminidad elclítoris debe ceder en todo o en parte a la vagina su sensibilidad y conella su valor.Consideremos ahora la segunda tarea que gravita sobre el desarrollo de laniña. El primer objeto de amor del varoncito es la madre, quien lo siguesiendo también en la formación del complejo de Edipo, y en el fondo,durante toda la vida. También para la niña tiene que ser la madre elprimer objeto; en efecto, las primeras investiduras de objeto se producenpor apuntalamiento en la satisfacción de las grandes y simplesnecesidades vitales, y las circunstancias de la crianza son las mismaspara los dos sexos. Ahora bien, en la situación edípica es el padre quienha devenido objeto de amor para la niña, y esperamos que en un desarrollode curso normal esta encuentre, desde el objeto-padre, el camino hacia laelección definitiva de objeto. Por lo tanto, con la alternancia de losperíodos la niña debe trocar zona erógena y objeto, mientras que elvaroncito retiene ambos.Es muy grande el número de mujeres que hasta épocas tardías permanecen enla dependencia tierna respecto del objeto-padre, y aun del padre real. Entales mujeres de intensa y duradera ligazón-padre hemos hechosorprendentes comprobaciones. Sabíamos, desde luego, que había existidoun estadio previo de ligazón-madre, pero no sabíamos que pudiera poseerun contenido tan rico, durar tanto tiempo, dejar como secuela tantasocasiones para fijaciones y predisposiciones. Durante ese período elpadre es sólo un fastidioso rival, en muchos casos la ligazón-madre durahasta pasado el cuarto año. Casi todo lo uqe más tarde hallamos en elvínculo con el padre preexistió en ella, y fue trasferido de ahí alpadre. En suma, llegamos al convencimiento de que no se puede comprendera la mujer si no se pondera esta fase de la ligazón-madre preedípica.Los vínculos libidinales de la niña con la madre son muy diversos. Puestoque atraviesan por las tres fases de la sexualidad infantil, cobran loscaracteres de cada una de ellas, se expresan mediante deseos orales,sádico-anales y fálicos. Esos deseos subrogan tanto mociones activas como

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pasivas; si se los refiere a la diferenciación entre los sexos, cuyaemergencia es posterior, se los puede llamar masculinos y femeninos.Además, son por completo ambivalentes, tanto de naturaleza tierna comohostil-agresiva.Los síntomas histéricos derivan de fantasías, no de episodios reales.Sólo más tarde pude discernir en esta fantasía de la seducción por elpadre la expresión del complejo de Edipo típico en la mujer. Y ahorareencontramos la fantasía de seducción en la prehistoria preedípica de laniña, pero la seductora es por lo general la madre. Empero, aquí lafantasía toca el terreno de la realidad, pues fue efectivamente la madrequien a raíz de los menesteres del cuidado corporal provocó sensacionesplacenteras en los genitales, y acaso hasta los despertó por primera vez.¿A raíz de que se va a pique (se va al fundamento) esta potente ligazón-madre de la niña? Sabemos que ese es su destino habitual: está destinadaa dejar sitio a la ligazón-padre. En este paso del desarrollo no se tratade un simple cambio de vía del objeto. La  ligazón-madre acaba en odio.Ese odio puede ser muy notable y perdurar toda la vida, puede sercuidadosamente sobrecompensado más tarde; por lo común una parte de el sesupera y otra permanece.De esos reproches a la madre, el que se remonta más atrás es el de habersuministrado poca leche al niño, lo cual es explicitado como falta deamor. Entre los pueblos primitivos, los niños son alimentados en el pechomaterno hasta los dos o tres años. La figura nodriza nutricia se fusionapor lo común con la de la madre; cuando esto no acontece, el reproche semuda en este otro: que la madre despidió demasiado pronto a la nodriza,quien alimentaba al niño con tan buena disposición. El ansia del niño porsu primer alimento es insaciable.Hasta es probable que la angustia de envenenamiento tenga íntima relacióncon el destete. Veneno es el alimento que a uno le hace mal.La próxima acusación a la madre se aviva cuando el siguiente hijo apareceen su cuna. Si es posible, retiene el nexo con la denegación oral. Lamadre no quiso o no pudo dar más leche al niño porque necesitaba elalimento para el recién llegado. Pero el amamantamiento no es lo único.Se siente destronado, despojado, menoscabado en sus derechos, arroja unodio celoso sobre le hermanito y desarrolla hacia la madre infiel unainquina que muy a menudo se expresa en una desagradable alteración de suconducta. Se vuelve acaso “díscolo”, irritable, desobediente, einvoluciona en sus conquistas sobre el gobierno de las excreciones. Lasexigencias de amor de los niños no tienen medida, exigen exclusividad, noadmiten ser compartidas.Una rica fuente para la hostilidad del niño hacia su madre laproporcionan sus múltiples deseos sexuales, variables de acuerdo con lafase libidinal, y que casi nunca pueden ser satisfechos. La más intensade estas denegaciones se produce en el período fálico, cuando la madreprohíbe el quehacer placentero en los genitales, hacia el cual, empero,ella misma había orientado al niño. Al fin, el amor tendrá que sucumbir ala hostilidad acumulada. O bien uno puede desautorizar esa ambivalenciaoriginaria de las investiduras de amor y apuntar que es la particularnaturaleza de la relación madre-hijo la que con igual inevitabilidadlleva a la perturbación del amor infantil.Todos estos factores – las postergaciones, los desengaños de amor, loscelos, la seducción con la prohibición subsiguiente – adquieren sin dudaeficacia también en la relación del varoncito con su madre, pero no soncapaces de enajenarlo del objeto-madre. Si no hallamos algo que seaespecífico para la niña y no se presente en el varoncito, o no lo haga de

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igual modo, no habremos explicado el desenlace de la ligazón-madre enaquella.Ese factor específico reside en el complejo de castración. Y en efecto,la diferencia anatómica (entre los sexos) no puede menos que imprimirseen consecuencias psíquicas. La muchacha hace responsable a la madre de sufalta de pene y no le perdona ese perjuicio. En el varón, el complejo decastración nace después que por la visión de unos genitales femeninos seenteró de que el miembro tan estimado por él no es complemento necesariodel cuerpo. Entonces se acuerda de las amenazas que se atrajo porocuparse de su miembro, empieza a prestarles creencia, y a partir de esemomento cae bajo el influjo de la angustia de castración, que pasa a serel más potente motor de su ulterior desarrollo. El complejo de castraciónde la niña se inicia, asimismo, con la visión de los genitales del otrosexo. Al punto nota la diferencia y su significación. Se sientegravemente perjudicada, a menudo expresa que le gustaría “tener tambiénalgo así”, y entonces cae presa de la envidia de pene, que deja huelasimborrables en su desarrollo y en la formación de su carácter, y aun enel caso más favorable no se superará sin un serio gasto psíquico. Que laniña admita el hecho de su falta de pene no quiere decir que se sometasin más a él. Al contrario, se aferra por largo tiempo al deseo de llegara tener algo así, cree en esa posibilidad hasta una edad inverosímilmentetardía, y aun en épocas en que su saber de la realidad hace mucho desechópor inalcanzable el cumplimiento de ese deseo.Envidia y celos desempeñan en la vida anímica de las mujeres un papelmayor que en la de los varones.El descubrimiento de su castración es un punto de viraje en el desarrollode la niña. De ahí parten tres orientaciones de desarrollo: una lleva ala inhibición sexual o a la neurosis; la siguiente a la alteración delcarácter en el sentido de un complejo de masculinidad, y la tercera, enfin, a la feminidad normal.Acerca de las tres hemos averiguado bastante, si bien no todo. Elcontenido esencial de la primera es que la niña pequeña, que hasta esemomento había vivido como varón, sabía procurarse placer por excitaciónde su clítoris y relacionaba este quehacer con sus deseos sexuales, confrecuencia activos, referidos a la madre, ve estropearse el goce de susexualidad fálica por el influjo de la envidia del pene. La comparacióncon el varón, tanto mejor dotado, es una afrenta a su amor propio;renuncia a la satisfacción masturbatoria en el clítoris, desestima suamor por la madre y entonces no es raro que reprima una buena parte desus propias aspiraciones sexuales. Es cierto que el extrañamientorespecto de la madre no se produce de un golpe, pues la muchacha alcomienzo considera su castración como una desventura personal, sólo pocoa poco la extiende a otras personas del sexo femenino y, por último,también a la madre. Su amor se había dirigido a la madre fálica; con eldescubrimiento de que la madre es castrada se vuelve posible abandonarlacomo objeto de amor, de suerte que pasan a prevalecer los motivos dehostilidad que durante largo tiempo se habían ido reuniendo. Vale decir,pues, que por el descubrimiento de la falta de pene la mujer resultadesvalorizada tanto para la niña como para el varoncito, y luego, talvez, para el hombre.El onanismo es el poder ejecutivo de la sexualidad infantil. En eldesarrollo de la niña tienen un ejemplo en que el propio niño se empeñaen librarse del onanismo. Pero no siempre lo consigue. Cuando la envidiadel pene ha despertado un fuerte impulso contrario al onanismo clitorídeoy este no quiere ceder, se entabla una violenta lucha por liberarse; en

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esa lucha la niña asume ella misma el papel de la madre ahora destituiday expresa todo su descontento con el clítoris inferior en la repulsa a lasatisfacción obtenida en él. Muchos años después, cuando el quehaceronanista hace largo tiempo que fue sofocado, se continúa un interés quedebemos interpretar como defensa contra una tentación que se sigueteniendo. En verdad, el modo en que se tramite la masturbación de laprimera infancia no es asunto fácil ni indiferente.Con el abandono de la masturbación clitorídea se renuncia a una porciónde actividad. Ahora prevalece la pasividad, la vuelta hacia el padre seconsuma predominantemente con ayuda de mociones pulsionales pasivas. Taloleada de desarrollo, que remueve la actividad fálica, allana el terrenoa la feminidad. Cuando no es mucho lo que a raíz de ello se pierde porrepresión, esa feminidad puede resultar normal. El deseo con que la niñase vuelve hacia el padre es sin duda, originariamente, el deseo del peneque la madre le ha denegado y ahora espera del padre. Sin embargo, lasituación femenina sólo se establece cuando el deseo del pene sesustituye por el deseo del hijo, y entonces, siguiendo una antiguaequivalencia simbólica, el hijo aparece en lugar del pene. No se nosescapa que la niña había deseado un hijo ya antes, en la fase fálica noperturbada; ese era el sentido de su juego con muñecas. Pero ese juego noera propiamente la expresión de su feminidad; servía a la identificación-madre en el propósito de sustituir la pasividad por actividad. Jugaba ala madre, y la muñeca era ella misma; entonces podía hacer con el hijotodo lo que la madre solía hacer con ella. Sólo con aquel punto de arribodel deseo del pene, el hijo-muñeca deviene un hijo del padre y, desde esemomento, la más intensa meta de deseo femenina.Con la trasferencia del deseo hijo-pene al padre, la niña ha ingresado enla situación del complejo de Edipo. La hostilidad a la madre, que nonecesita ser creada como si fuera algo nuevo, experimenta ahora un granrefuerzo, pues deviene la rival que recibe del padre todo lo que la niñaanhela de él. Por largo tiempo el complejo de Edipo en la niña nosimpidió ver esa ligazón-madre preedípica que es tan importante y dejacomo secuela fijaciones tan duraderas. Ara la niña, la situación edípicaes el desenlace de un largo y difícil proceso, una suerte de tramitaciónprovisional, una posición de reposo que no se abandona muy pronto, sobretodo porque el comienzo del período de la latencia no está lejos. Y eneste punto, en la relación del complejo de Edipo con el de castración,nos salta a la vista una diferencia entre los sexos, grávida enconsecuencias. El complejo de Edipo del varoncito, dentro del cual anhelaa su madre y querría eliminar a su padre como rival, se desarrolla apartir de la fase de su sexualidad fálica. Ahora bien, la amenaza decastración lo constriñe a resignar esta postura (actitud). Pero bajo laimpresión del peligro de perder el pene, el complejo de Edipo esabandonado, reprimido, en el caso más normal radicalmente destruido, y seinstaura como heredero un severo superyó. Lo que acontece en la niña escasi lo contrario. El complejo de castración prepara al complejo de Edipoen vez de destruirlo; por el influjo de la envidia del pene, la niña esexpulsada de la ligazón-madre y desemboca en la situación edípica como enun puerto. Ausente la angustia de castración, falta el motivo principalque había esforzado al varoncito a superar el complejo de Edipo. La niñapermanece dentro de él por un tiempo indefinido, sólo después lodeconstruye y aun entonces lo hace de manera incompleta. En talesconstelaciones tiene que sufrir menoscabo la formación del superyó, nopuede alcanzar la fuerza y la independencia que le confieren susignificatividad cultural.

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Ahora volvamos atrás: mencionamos como la segunda de las reaccionesposible tras el descubrimiento de la castración femenina el desarrollo deun fuerte complejo de masculinidad. Se quiere significar con esto que laniña se rehúsa a reconocer el hecho desagradable; con una empecinadarebeldía carga todavía más las tintas sobre la masculinidad que tuvohasta entonces, mantiene su quehacer clitorídeo y busca refugio en unaidentificación con la madre fálica o con el padre.Lo esencial del proceso es que en este lugar del desarrollo se evita laoleada de pasividad que inaugura el giro hacia la feminidad. Como laoperación más extrema de este complejo de masculinidad se nos aparece suinflujo sobre la elección de objeto en el sentido de una homosexualidadmanifiesta.Lo que acabo de referir es la prehistoria de la mujer. Tomando como basela prehistoria, sólo destacaré aquí que el despliegue de la feminidadestá expuesto a ser perturbado por los fenómenos residuales de laprehistoria masculina. Las regresiones a las fijaciones de aquellas fasespreedípicas son muy frecuentes. Hemos llamado “libido” a la fuerzapulsional de la vida sexual. La vida sexual está gobernada por lapolaridad masculino-femenino; esto nos sugiere considerar la relación dela libido con esa oposición. Existe sólo una libido, que entra alservicio de la función sexual tanto masculina como femenina.Las condiciones de la elección de objeto de la mujer se vuelven hartasveces irreconocibles por obra de las circunstancias sociales. Cuandopuede mostrarse libremente, se produce a menudo siguiendo el idealnarcisista del varón que la niña había deseado devenir. Puesto que en lasegunda vuelta desde la madre hacia el padre a hostilidad el vínculoambivalente de sentimientos permaneció junto a la madre, tal eleccióndebiera de asegurar un matrimonio dichoso. Pero muy a menudo intervieneotro desenlace que en general amenaza esa tramitación del conflicto deambivalencia. La hostilidad que se dejó atrás alcanza a la ligazónpositiva y desborda sobre el nuevo objeto. El marido, que había heredadoal padre, entra con el tiempo en posesión de la herencia materna.Entonces ocurre fácilmente que la segunda mitad de la vida de una mujerse llene con la lucha contra su marido, así como la primera lo estuvo conla rebelión contra su madre.La identificación-madre de la mujer permite discernir dos estratos: elpreedípico, que consiste en la ligazón tierna con la madre y la toma porarquetipo, y el posterior, derivado del complejo de Edipo, que quiereeliminar a la madre y sustituirla junto al padre. De ambos estratos esmucho lo que queda pendiente para el futuro, y hasta hay derecho a decirque ninguno se supera en medida suficiente en el curso del desarrollo. Lafase de la ligazón preedípica tierna es la decisiva para el futuro de lamujer; en ella se prepara la adquisición de aquellas cualidades con lasque luego cumplirá su papel en la función sexual y costeará susinapreciables rendimientos sociales. En esa identificación conquistatambién su atracción sobre el varón, atizando hasta el enamoramiento laligazón-madre edípica de él.  

  ALGUNAS CONSECUENCIAS PSÍQUICAS DE LA DIFERENCIA ANATÓMICA DE LOS SEXOS.

La situación del complejo de Edipo es la primera estación que discernimoscon seguridad en el varoncito. Nos resulta fácilmente inteligible porque

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en ella el niño retiene el mismo objeto al que ya en la períodoprecedente, el de lactancia y crianza, había investido con su libidotodavía no genital. También el hecho de que vea al padre como un rivalperturbador a quien querría eliminar y sustituir se deduce limpiamente delas constelaciones objetivas (real). Y ya en otro lugar ha expuesto quela actitud (postura) edípica del varoncito pertenece a la fase fálica decastración, o sea, por el interés narcisista hacia los genitales. Ahorabien, hay una complicación: aun el varoncito, en tl complejo de Edipo esde sentido doble, activo y pasivo, en armonía con la disposiciónbisexual. También él quiere sustituir a la madre como objeto de amor delpadre; a esto lo designamos como actitud femenina.En lo tocante a la prehistoria del complejo de Edipo en el varoncito,hemos aprendido que hay una identificación de naturaleza tierna con elpadre, de la uqe todavía está  ausente el sentido de la rivalidad haciala madre. Otro elemento de esta prehistoria es el quehacer masturbatoriocon los genitales, siempre presente, en mi opinión; es el onanismo de laprimera infancia, cuya sofocación más o menos violenta, por parte de laspersonas encargadas de la crianza, activa al complejo de castración.Suponemos que este onanismo es dependiente del complejo de Edipo ysignifica la descarga de su excitación sexual. Pero no sabemos conseguridad si esa es desde el comienzo su referencia, o más bien emergeespontáneamente como quehacer de órgano y sólo más tarde queda anudado alcomplejo de Edipo; esta última posibilidad es la más verosímil. Tambiénsigue siendo dudoso el papel de la enuresis y su deshabituación por obrade la educación. Preferimos esta síntesis simple: el hecho de que el niñosiga mojándose en la cama sería el resultado del onanismo, y el varoncitoapreciaría su sofocación como una inhibición de la actividad genital y,por tanto, en el sentido de una amenaza de castración.A más de los problemas del complejo de Edipo en el varón, el de la niñapequeña esconde otro. Inicialmente la madre fue para ambos el primerobjeto, y no nos asombra que el varón lo retenga para el complejo deEdipo. Pero, ¿cómo llega la niña a resignarlo y a tomar a cambio al padrecomo objeto?El niño descubre la zona genital dispensadora de placer (pene o clítoris)durante el mamar con fruición (chupeteo). En suma: la zona genital esdescubierta en algún momento. Ahora bien, el paso siguiente en la fasefálica que así ha comenzado no es el enlace de este onanismo con lasinvestiduras de objeto del complejo de Edipo, sino un descubrimientográvido en consecuencias, circunscrito a la niña pequeña. Ella nota elpene de un hermano o un compañerito de juegos, pene bien visible y denotable tamaño, y al punto lo discierne como el correspondiente,superior, de su propio órgano, pequeño y escondido; a partir de ahí caevíctima de la envidia del pene.Cuando el varoncito ve por primera vez la región genital de la niña, semuestra irresoluto, poco interesado al principio; no ve nada o desmientesu percepción. Sólo más tarde, después que cobró influencia sobre él unaamenaza de castración, aquella observación se le volverá significativa;su recuerdo o renovación mueve en él una temible tormenta afectiva, y losomete a la creencia en la efectividad de la amenaza que hasta entonceshabía echado a risa. Dos reacciones resultarán de ese encuentro, dosreacciones que pueden fijarse y luego, por separado o reunidas,determinarán duraderamente su relación con la mujer: horror frente a lacriatura mutilada, o menosprecio triunfalista hacia ella.Nada de eso ocurre a la niña pequeña. En el acto se forma su juicio y sudecisión. Ha visto eso, sabe que no lo tiene, y quiere tenerlo.

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En este lugar se bifurca el llamado complejo de masculinidad de la mujer.La esperanza de recibir alguna vez un pene puede conservarse hasta épocasinverosímilmente tardías y convertirse en motivo de extrañas acciones. Obien sobreviene el proceso que me gustaría designar desmentida, que en lavida anímica infantil no es raro ni peligroso, pero que en el adultollevaría a una psicosis. La niñita rehúsa a aceptar el hecho de sucastración, se afirma y acaricia la convicción de uqe empero posee unpene, y se ve compelida a comportarse en lo sucesivo como si fuera unvarón.Las consecuencias psíquicas de la envidia del pene, en la medida en queella no se agota en la formación reactiva del complejo de masculinidad,son múltiples y de vasto alcance. Con la admisión de su heridanarcisista, se establece en la mujer un sentimiento de inferioridad.Aunque la envidia del pene haya renunciado a su objeto genuino, no cesade existir: pervive en el rasgo de carácter de los celos, con levedesplazamiento.Una tercera consecuencia de la envidia del pene parece ser elaflojamiento de los vínculos tiernos con el objeto madre. La madre, queechó al mundo a la niña con una dotación tan insuficiente, esresponsabilizada por esa falta de pene. El curso histórico suele sereste: tras el descubrimiento de la desventaja en los genitales, prontoafloran celos hacia otro niño a quien la madre supuestamente ama más, conlo cual se adquiere una motivación para desasirse de la ligazón-madre.Hay otro sorprendente efecto de la envidia de pene, que es el másimportante de todo. La masturbación en el clítoris sería una prácticamasculina, y el despliegue de la feminidad tendría por condición laremoción de la sexualidad clitorídea. Los análisis de la prehistoriafálica me han enseñado que en la niña sobreviene pronto, tras losindicios de la envidia del pene, una intensa cotracorriente opuesta alonanismo, que no puede reconducirse al influjo pedagógico de las personasencargadas de la crianza. Esta moción es manifiestamente un preanuncio deaquella oleada represiva que en la época de la pubertad eliminará unagran parte de la sexualidad masculina para dejar espacio al desarrollo dela feminidad.No puedo explicarme esta sublevación de la niña pequeña contra elonanismo fálico si no es mediante el supuesto de que algún factorconcurrente le vuelve acerbo el placer que le dispensaría esa práctica.El conocimiento de la diferencia anatómica entre los sexos esfuerza a la  niña pequeña a apartarse de la masculinidad y del onanismo masculino, y aencaminarse por nuevas vías que llevan al despliegue de la feminidad.Hasta ese momento no estuvo en juego el complejo de Edipo, ni habíadesempeñado papel alguno. Pero ahora la libido de la niña se desliza – alo largo de la ecuación simbólica prefigurada pene=hijo – a una nuevaposición. Resigna el deseo del pene para remplazarlo por el deseo de unhijo, y con este propósito toma al padre como objeto de amor. La madrepasa a ser objeto de los celos, y la niña deviene una pequeña mujer. Y sidespués esta ligazón-padre tiene que resignarse por malograda, puedeatrincherarse en una identificación-padre con la cual la niña regresa alcomplejo de masculinidad y se fija eventualmente a el. En la niña, elcomplejo de Edipo es una formación secundaria. Las repercusiones delcomplejo de castración le preceden y lo preparan. En cuanto al nexo entrecomplejo de Edipo y complejo de castración, se establece una oposiciónfundamental entre los dos sexos. Mientras que el complejo de Edipo delvarón se va al fundamento debido al complejo de castración, el de la niñaes posibilitado e introducido por este último. Enta contradicción se

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esclarece si se reflexiona en que el complejo de castración produce encada caso efectos en el sentido de su contenido: inhibidores ylimitadores de la masculinidad, y promotores de la feminidad. Ladiferencia entre varón y mujer en cuanto a esta pieza del desarrollosexual es una comprensible consecuencia de la diversidad anatómica de losgenitales y de la situación psíquica enlazada con ella; corresponde aldistingo entre castración consumada y mera amenaza de castración.Entonces, nuestro resultado es en el fondo algo trivial que habría podidopreverse.En cambio, el complejo de Edipo en el varón, no es simplemente reprimido;zozobra formalmente bajo el choque de la amenaza de castración. Susinvestiduras libidinosas son resignadas, desexualizadas y en partesublimadas; sus objetos son incorporados al yo, donde forman el núcleodel superyó y prestan a esta neoformación sus propiedadescaracterísticas. En el caso normal, ya no subsiste tampoco en loinconciente ningún complejo de Edipo, el superyó ha devenido su heredero.Puesto que el pene debe su investidura narcisista extraordinariamentealta a su significación orgánica para la supervivencia de la especie, sepuede concebir la catástrofe del complejo de Edipo – el extrañamiento delincesto, la institución de la conciencia moral y de la moral misma – comotriunfo de la generación sobre el individuo.En la niña falta el motivo para la demolición del complejo de Edipo. Lacastración ya ha producido antes su efecto, y consistió en esforzar a laniña a la situación del complejo de Edipo. Por eso este último escapa aldestino que le está deparado en el varón; puede ser abandonado poco apoco, tramitado por represión, o sus efectos penetrar mucho en la vidaanímica que es normal para la mujer. El superyó nunca deviene tanimplacable, tan impersonal, tan independiente de sus orígenes afectivoscomo lo exigimos en el caso del varón.    LA LÓGICA DE LA CASTRACIÓN. LA METÁFORA PATERNA

La metáfora paterna concierne a la función del padre, como se diría entérminos de relaciones interhumanas. La función del padre tiene su lugaren la historia del análisis. Se encuentra en el corazón de la cuestióndel Edipo, y ahí es donde laven ustedes presentificada. Freud laintrodujo al principio de todo, puesto que es lo que el inconcienterevela al comienzo. Lo importante de la revelación del inconcientes laamnesia infantil que afecta, ¿a qué? A los deseos infantiles pro la madrey al hecho de que estos deseos están reprimidos. Y no solo han sidoreprimidos sino que se ha olvidado que dichos deseos son primordiales. Yno sólo son primordiales, sino que están todavía presentes.Lacan distingue tres polos históricos. El primero inscribe una cuestiónque hizo época. Se trataba de saber si el complejo de Edipo se encontrabano sólo en el neurótico sino también en el normal. Y ello, por una buenarazón, que el complejo de Edipo tiene una función esencial denormalización. Así, por una parte se podía considerar que lo que provocala neurosis es un accidente del Edipo, pero también se podía plantear lapregunta - ¿Hay neurosis sin Edipo?La noción de la neurosis sin Edipo es correlativa al conjunto de lascuestiones planteadas sobre lo que se llamó el superyó materno. Cuando seplanteó la cuestión de la neurosis sin Edipo, Freud ya había formulado

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que el superyó era de origen paterno. Entonces surgió la pregunta - ¿enverdad el superyó es únicamente de origen paterno? ¿No hay en lasneurosis, detrás del superyó paterno, un superyó materno todavía másexigente, más opresivo, más devastador e insistente?He aquí, entonces, el primer polo, donde se agrupan los casos deexcepción y la relación entre el superyó paterno y el superyó materno.Ahora el segundo polo.Independientemente de la cuestión de saber si el complejo de Edipo estápresente o si falta en el sujeto, surgió la pregunta de si todo un campode la patología que entra en nuestra jurisdicción y se ofrece a nuestroscuidados no podría ser referido a lo que llamaremos el campo preedípico.Lo que ocurre antes del Edipo tenía también su importancia.En Freud, esto adquiere su importancia, pero a través del Edipo.Ciertas partes de nuestro campo de experiencia se relacionan en especialcon este terreno de las etapas preedípicas del desarrollo del sujeto, asaber, por un lado, la perversión, por otro lado, la psicosis.La perversión era esencialmente considerada una patología cuya etiologíadebía ponerse en relación con el campo preedípico, y tenía como condiciónuna fijación anormal. Lo uqe en la neurosis se había invertido, se veía ala luz del día en la perversión. Al no haber sido reprimida laperversión, por no haber pasado por el Edipo, el inconciente seencontraba a cielo abierto. Es una concepción a la que ya nadie prestaatención, lo cual no quiere decir, sin embargo, que hayamos adelantado.Así, Lacan señala que en torno a la cuestión del campo preedípico seagrupan la cuestión de la perversión y de la psicosis. Ya sea una o laotra, se trata en ambos casos de la función imaginaria. Cualquiera puedepercatarse de la especial importancia de la imagen en estos dosregistros, por supuesto desde ángulos distintos. Se trata ciertamente demanifestaciones patológicas en las cuales el campo de la realidad estáprofundamente perturbado por imágenes.La historia del psicoanálisis atestigua que la experiencia atribuyoespecialmente al campo preedípico las perturbaciones, en algunos casosprofundas, del campo de la realidad por la invasión de lo imaginario. Eltérmino imaginario, por otra parte, parece prestar mejores servicios queel de fantasma, que sería inadecuado para hablar de las psicosis y lasperversiones.He aquí, pues, ya definidos dos polos de la evolución del interés entorno al Edipo – en primer lugar, las cuestiones del superyó y de lasneurosis sin Edipo, en segundo lugar, las cuestiones relativas a lasperturbaciones que se producen en el campo de la realidad.Tercer polo – la relación del complejo de Edipo con la genitalización,como se suele decir. No es lo  mismo. Por una parte, el complejo de Edipotiene una función normativa, no simplemente en la estructura moral delsujeto, ni en sus relaciones con la realidad, sino en la asunción de susexo. Por otra parte, la función propiamente genital es objeto de unamaduración después de un primer desarrollo sexual de orden orgánico, alque se le ha buscado una base anatómica en el doble desarrollo de lostestículos y la formación de los espermatozoides. La relación entre estecrecimiento orgánico y la existencia en la especie humana del complejo deEdipo ha quedado como un problema filogenético sobre el que planea muchaoscuridad. Así, la cuestión de la genitalización es doble. Hay, por unlado, un crecimiento que acarrea una evolución, una maduración. Hay, porotro lado, en el Edipo, asunción por parte del sujeto de su propio sexo,es decir, lo que hace que el hombre asuma el tipo viril y la mujer asumacierto tipo femenino, se reconozca como mujer, se identifique con sus

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funciones de mujer. La virilidad y la feminización son los dos términosque traducen lo que es esencialmente la función del Edipo. Aquí nosencontramos en el nivel donde el Edipo está directamente vinculado con lafunción del Ideal del yo.Hablar de Edipo es introducir como esencial la función del padre.Repito. En cuanto al tema histórico del complejo de Edipo, todo firaalrededor de tres polos- El Edipo en relación con el superyó, en relacióncon la realidad, en relación con el Ideal del yo. El ideal del yo, porquela genitalización, cuando se asume, se convierte en elemento del Idealdel yo. La realidad, porque se trata de las relaciones del Edipo con lasafecciones que conllevan una alteración de la relación con la realidad,perversión y psicosis.                                                                         Superyó            R.i                                                                       Realidad           S         S’.r                                                                       Ideal del yo       I.s La función del Edipo en tanto que repercute directamente en la asuncióndel sexo concierne a la cuestión del complejo de castración en lo quetiene de poco elucidadaLa cuestión de la ausencia o del a presencia del padre, del carácterbenéfico o maléfico del padre, no se oculta.Cuando buscamos la carencia paterna, ¿en qué nos interesamos respecto alpadre? El padre, ¿estaba o no estaba? ¿Viajaba, se ausentaba, volvía amenudo? ¿puede constituirse de forma normal un Edipo cuando no haypadre?. Un Edipo podía muy bien constituirse también cuando el padre noestaba presente.AL principio, incluso, siempre se creía que era algún exceso de presenciadel padre, o exceso del padre, lo que engendraba todos los dramas. Erauna época en que la imagen del padre terrorífico se consideraba unelemento lesional. En las neurosis se apreció muy rápidamente que todavíaera más grave cuando era demasiado amable. Están los padres débiles, lospadres sumisos y los padres sometidos, los padres castigados por su mujery, finalmente, los padres lisiados, los padres ciegos, los padrespatituertos, todo lo que se quiera.En primer lugar, se abordará la cuestión de su presencia o ausencia,concreta. El padre existe incluso sin estar. En los casos en que el padreno está presente, cuando el niño se ha quedado solo con su madre, se dancomplejos de Edipo completamente normales.En lo que se refiere a la carencia del padre, nunca se sabe de qué careceel padre. El problema de la carencia del padre no concernía directamenteal niño, sino que se podía empezar a decir cosas un poco más eficacessobre esta carencia considerando que debía sostener su lugar como miembrodel trío fundamental de la familia.En el tercer capítulo se introduce más correctamente el papel del padre.SI su lugar en el complejo de Edipo es lo que puede indicarnos en quédirección debemos avanzar y plantear una formulación correcta, examinemosahora el complejo y empecemos por recordar su a b c.Al principio, el padre terrible. EL padre intervienen diversos planos. Deentrada, prohíbe la madre. Éste es el fundamento, el principio delcomplejo de Edipo, ahí es donde el padre está vinculado con la leyprimordial de la interdicción del incesto. Es el padre el encargado derepresentar esa interdicción. A veces ha de manifestarla de una forma

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directa cuando el niño se abandona a sus expansiones, manifestaciones,tendencias, pero ejerce este papel mucho más allá de esto. Es mediantetoda su presencia, pro sus efectos en el inconciente, como lleva cabo lainterdicción de la madre. Ustedes esperan que diga bajo amenaza decastración. Es cierto, hay que decirlo, pero no es tan simple. Lacastración tiene aquí un papel manifiesto, y cada vez más confirmado, elvínculo de la castración con la ley es esencial, pero veamos cómo se nospresenta esto clínicamente.Tomemos primero al niño. La relación entre el niño y el padre estágobernada pro el temor de la castración. Lo abordamos en la primeraexperiencia del complejo de Edipo, como una represalia dentro de unarelación agresiva. Esta agresión parte del niño, porque su objetoprivilegiado, la madre, le está prohibido, y ya dirigida al padre. Vuelvehacia él en función de la relación dual, en la medida en que proyectaimaginariamente en le padre intenciones agresivas equivalentes oreforzadas con respecto a las suyas, pero que parten de sus propiastendencias agresivas. En suma, el temor experimentado ante el padre esnetamente centrífugo, quiero decir que tiene su centro en el sujeto. Enesta perspectiva es como debía medirse la incidencia del temorexperimentado en el Edipo con respecto al padre.Aunque profundamente vinculada con la articulación simbólica de lainterdicción del incesto, la castración se manifiesta en los neuróticos,en el plano imaginario. Ahí es donde tiene su punto de partida. No partede un mandamiento como el formulado por la ley de Mano – quien se acuestecon su madre se cortara los genitales, y sosteniéndolos en su manoderecha irá hacia el oeste hasta encontrar la muerte. Esto es la ley,pero dicha ley no ha llegado de esta forma en especial a oídos denuestros neuróticos. Incluso por lo general más bien la han dejado en lasombra.Así, la forma en que la neurosis encarna la amenaza castrativa estávinculada con la agresión imaginaria. Es una represalia.El examen del complejo de Edipo, la forma en que se presentó a través dela experiencia, fue introducido por Freud y ha sido articulado en lateoría, nos aporta algo más, la delicada cuestión del Edipo invertido.Este Edipo invertido nunca está ausente en la función del Edipo, quierodecir que el componente de amor al padre no se puede eludir. Es el queproporciona el final del complejo de Edipo, su declive, en unadialéctica, también muy ambigua, del amor y de la identificación, de laidentificación en tanto que tiene su raíz en el amor. Identificación yamor, no es lo mismo – es posible identificarse con alguien sin amarlo yviceversa –, pero ambos términos están sin embargo, estrechamentevinculados y son absolutamente indisociables.En el artículo de Freud, sobre el declive del complejo de Edipo, da unaexplicación de la identificación terminal que constituye su solución. Elsujeto se identifica con el padre en la medida en que lo ama, y encuentrala solución terminal del Edipo en un compromiso entre la represiónamnésica y la adquisición de aquel término ideal gracias al cual seconvierte en el padre.Por la misma vía, la del amor, puede producirse la posición de inversión,a saber, que en lugar de una identificación benéfica, el sujeto seencuentra afectado por su simpática posicioncita pasivizada en el planodel inconciente, que reaparecerá en el momento oportuno. Se trata de unaposición en la uqe el sujeto está atrapado, que ha descubierto por símismo y que es muy ventajosa. Consiste en lo siguiente – frente a esepadre temido, prohibido, pero que por otra parte es tan amable, colocarse

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en el lugar adecuado para obtener sus favores, hacerse amar por él. Perocomo hacerse amar por él consiste en primer lugar en pasar a la categoríade mujer, y uno siempre conserva su pequeño amor propio viril, en estaposición, como nos lo explica Freud, supone el peligro de la castración,aquella forma de homosexualidad inconciente que deja al sujeto en unasituación conflictiva con múltiples repercusiones – por una parte, elretorno constante de la posición homosexual con respecto al padre, y porotra parte su suspensión, es decir su represión, debido a la amenaza decastración que supone tal posición.Aquí, el padre llega en posición de importuno. No sólo porque sea molestodebido a su volumen, sino porque prohíbe. ¿Qué prohíbe precisamente=.El padre le prohíbe al niño pequeño hacer uso de su pene en el momento enque dicho pene empieza a manifestar sus veleidades. Diremos, pues, que setrata de la prohibición del padre con respecto a la pulsión real.¿Pero por qué el padre= La experiencia demuestra que la madre también lohace. En general, es más a menudo la madre quien dice – Si sigueshaciendo eso, llamaremos al doctor. Por lo tanto, es conveniente indicarque el padre, en tanto que prohíbe en el nivel de la pulsión real, no estan esencial.Volvamos a mi tabla de tres pisos    Padre real                                       Castración                                          imaginario                  Madre simbólica                                Frustración                                           real                  Padre imaginario                                Privación                                              simbólico ¿De qué se trata en el nivel de la amenaza de castración? Se trata de laintervención real del padre con respecto a una amenaza imaginaria, R. i,puesto que sucede poco a menudo que se lo corten realmente. En estatabla, la castración es un acto simbólico cuyo agente es alguien real, elpadre o la madre que le dice – Te lo vamos a cortar, y cuyo objeto es unobjeto imaginario – si el niño se siente cortado es que se lo imagina.¿Qué es lo que prohíbe el padre? Prohíbe la madre. En cuanto objeto, essuya, no es del niño. En este plano es donde se establece, al menos enuna etapa, tanto en el niño como en la niña, aquella rivalidad con elpadre que por sí misma engendra una agresión. El padre frustra claramenteal niño de su madre.He aquí otro piso, el de la frustración. El padre interviene comoprovisto de un derecho, no como personaje real. Aunque no esté ahí,aunque llame a la madre por teléfono, por ejemplo, el resultado es elmismo. Aquí es el padre en cuanto simbólico el que interviene en unafrustración, acto imaginario que concierne a un objeto bien real, lamadre, en tanto que el niño tiene necesidad de ella, S’ .r.Finalmente, viene el tercer nivel, el de la privación, que interviene enla articulación del complejo de Edipo. Se trata del padre en tanto que sehace preferir a la madre, dimensión que  se ven ustedes obligados a hacerintervenir en la función terminal, que conduce a la formación del Idealdel yo, S         S’ .r. En la medida en que el padre se convierte en unobjeto preferible a la madre, puede establecerse la identificaciónterminal. La cuestión del complejo de Edipo invertido y de su función seestablece en este nivel. Yo diría más, aquí es donde se centra la

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cuestión de la diferencia del efecto del complejo en el niño y en laniña.Esto, en lo que a la niña se refiere, se produce por sí solo, y por estarazón se dice que la función del complejo de castración es disimétrica enel niño y en la niña. Para ella la dificultad se encuentra a la entrada,mientras que al final, la solución se ve facilitada porque el padre notiene dificultad para ser preferido a la madre como portador del falo.Para el niño, por el contrario, la virilidad es asumida mediante laidentificación con el padre.A fin de cuentas, el problema es saber cómo puede ser que la funciónesencialmente interdictora del padre no conduzca en el niño a lo que esla conclusión muy neta del tercer plano, a saber, la privacióncorrelativa de la identificación idea, que tiende a producirse tanto parael niño como para la niña. EN la medida en que el padre se convierte enel Ideal del yo, se produce en la niña el reconocimiento de que ella notiene falo. Pero esto es bueno para ella – por el contrario, para el niñosería una salida absolutamente desastrosa, y lo es algunas veces. Aquí,el agente es I, mientras que el objeto es s – I.s.En otros términos, en el momento de la salida normativizante del Edipo,el niño reconoce no tener – no tener verdaderamente lo que tiene, en elcaso del varón – lo que no tiene, en el caso de la niña.Lo que ocurre en el nivel de la identificación ideal, nivel donde elpadre es preferido a la madre y punto de salida del Edipo, debe conducirliteralmente a la privación.¿Qué es el padre en el complejo de Edipo? Ahí el padre no es un objetoreal, aunque deba intervenir como objeto real para dar cuerpo a lacastración. Si n oes un objeto real, ¿qué es pues?No es tampoco únicamente un objeto idea, porque por este lado sólo puedenproducirse accidentes. Ahora bien, a pesar de todo, el complejo de Edipono es tan sólo una catástrofe, porque es el fundamento de nuestrarelación con la cultura.El padre es simbólico, y esto es una metáfora. Una metáfora es unsignificante que viene en lugar de otro significante. Digo que esto es elpadre en el complejo de Edipo.El padre es un significante que sustituye a otro significante. El únicomecanismo de la intervención del padre en el complejo de Edipo. Y si noes en este nivel donde buscan ustedes las carencias paternas, no lasencontrarán en ninguna otra parte.La función del padre en el complejo de Edipo es la de ser un significanteque sustituye al primer significante introducido en la simbolización, elsignificante materno. EL padre ocupa el lugar de la madre, S en lugar deS’, siendo S’ la madre en cuanto vinculada ya con algo que era x, esdecir el significado en la relación con la madre   Es la madre la que va y viene. SI puede decirse que va y que viene, esporque yo soy un pequeño ser ya capturado en lo simbólico y he aprendidoa simbolizar. Dicho de otra manera, la siento o no la siento, el mundovaría con su llegada, y puede desvanecerse.La cuestión es – ¿Cuál es el significado? ¿qué es lo que quiere, ésa? Meencantaría ser yo lo que quiere, pero está claro que no sólo me quiere amí. Le da vueltas a alguna otra cosa. A lo que le da vueltas es la 1ª x,el significado. Y el significado de las idas y venidas de la madre es elfalo.

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En primer lugar, si el niño se ve llevado a preguntarse lo que significaque ella vaya y venga, es porque él es el objeto parcial – y lo que esosignifica, es el falo.EL niño puede llevar a entrever muy pronto lo que es la x imaginaria, y,una vez lo ha comprendido, hacerse falo. Pero la vía imaginaria no es lavía normal. Por esta razón, por otra parte, supone lo que se llamanfijaciones. Y además no es normal, porque a fin de cuentas nunca es pura,nunca es completamente accesible, siempre deja algo de aproximado einsondable, incluso dual, que constituye todo el polimorfismo de laperversión.¿Cuál es la vía simbólica? Es la vía metafórica. El resultado ordinariode la metáfora, el que se expresa en la fórmula, se producirá en tantoque el padre sustituye a la madre como significante.   El elemento significante intermedio cae, y la S entra por vía metafóricaen posesión del objeto de deseo de la madre, que se presenta entonces enforma de falo.En el capítulo cuarto, se afirma que la metáfora se sitúa en elinconciente. Respecto al deseo de Otra cosa, es una dimensión que no estáúnicamente presente en el deseo. Está presente en muchos otros estados,que son permanentes. La vigilia, por ejemplo.Se trata de establecerse en el interior, pero no es simplemente unanoción de interior y de exterior, sino la noción del Otro, lo que espropiamente Otro, lo que no es el lugar donde se está bien guarecido.En la clase X de este seminario 5, se abordan los tres tiempos del Edipo.Dice Lacan – Llegamos al punto en que afirmé que donde residían todas lasposibilidades de articular claramente el complejo de Edipo y sumecanismo, a saber, el complejo de castración, era en la estructura quepusimos de relieve como la de la metáfora.Para empezar a articular los problemas, en primer lugar se trata porejemplo de habituarles a pensar en términos de sujeto.¿Qué es un sujeto? Apenas hay sujeto hablante. La cuestión de susrelaciones en tanto que habla no podría reducirse simplemente a otro,siempre hay un tercero, el Otro con mayúscula, constituyente de laposición del sujeto como hablante, es decir, también, como analizante.¿De qué se trata en la metáfora paterna? Propiamente, es en lo que se haconstituido de una simbolización primordial entre el niño y la madre,poner al padre, en cuanto símbolo o significante, en lugar de la madre.Veremos qué quiere decir este “en lugar de” que constituye el puntocentral constituido por el complejo de Edipo.La primera relación de realidad se perfila entre la madre y el niño, yahí es donde el niño experimenta las primeras realidades de su contactocon el medio viviente. Si hacemos entrar al padre en el triángulo, es conel fin de dibujar objetivamente la situación, mientras que para el niñotodavía no ha entrado.EL padre, para nosotros, es; es real. Es real para nosotros en tanto quelas instituciones le confieren su nombre de padre.La posición del padre como simbólico no depende del hecho de que la gentehaya reconocido más o menos la necesidad de una determinada secuencia deacontecimientos tan distintos como un coito y un alumbramiento. Laposición del Nombre del Padre, la calificación del padre como procreador,es un asunto que se sitúa en el nivel simbólico. Puede realizarse deacuerdo con las diversas formas culturales, pero en sí no depende de laforma cultural, es una necesidad de la cadena significante. Por el sólo

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hecho de que instituyas un orden simbólico, algo corresponde o no a lafunción definida por el Nombre del Padre, y en el interior de estafunción introduces significaciones que pueden ser distintas según loscasos, pero que en ningún caso dependen de ninguna necesidad distinta dela necesidad de la función del padre, a la cual le corresponde el Nombredel Padre en la cadena significante.He aquí, pues, lo que podemos llamar el triángulo simbólico, porque seinstituye en lo real a partir del momento en que hay cadena significante,articulación de una palabra. El niño depende del deseo de la madre, de laprimera simbolización de la madre, y de ninguna otra cosa. Mediante estasimbolización, el niño desprende su dependencia efectiva respecto deldeseo de la madre de la pura y simple vivencia de dicha dependencia, y seinstituye algo que se subjetiva en un nivel primordial o primitivo. Estasubjetivación consiste simplemente en establecer a la madre como aquelser primordial que puede estar o no estar. En el deseo del niño, el deél, este ser es esencial. ¿Qué desea el sujeto? No se trata simplementede la apetición del os cuidados, del contacto, ni siquiera de lapresencia de la madre, sino de la apetición de su deseo.Desde esta primera simbolización en la que el deseo del niño se afirma,se esbozan todas las complicaciones ulteriores de la simbolización, puessu deseo es deseo del deseo de la madre. En consecuencia, se barre unadimensión por la cual se inscribe virtualmente lo que desea objetivamentela propia madre en cuanto ser que vive en el mundo del símbolo, símboloque está presente en un mundo parlante.Así es como el deseo de Otra cosa hace su entrada de una forma todavíaconfusa y completamente virtual. Hay en ella el deseo de Otra cosadistinta que satisfacer mi propio deseo, cuya vida empieza a palpitar.En esta vía, al mismo tiempo hay acceso y no hay acceso. En esta relaciónde espejismo mediante la cual el ser primero lee o anticipa lasatisfacción de sus deseos en los movimientos esbozados del otro, en estaadaptación dual de la imagen a la imagen que se produce en todas lasrelaciones interanimales ¿cómo concebir que pueda ser leído como en unespejo, tal como se expresan las Escrituras, lo Otro que el sujeto desea?Es ahí en donde reside todo el drama de lo que sucede en este nivelprimitivo de las perversiones. Se efectúa difícilmente el sentido de quese efectúa de una forma errónea, pero aun así se efectúa. Ciertamente, nose efectúa sin la intervención de algo más que la simbolizaciónprimordial de aquella madre que va y viene a la que se llama cuando noestá y cuando está es rechazada para poder volverá llamarla. Ese algo másque hace falta es precisamente la existencia detrás de ella de todo elorden simbólico del cual depende, y que, como siempre está más o menosahí, permite cierto acceso al objeto de su deseo, que es ya un objeto tanespecializado, tan marcado por la necesidad, instaurado por el sistemasimbólico, que es absolutamente impensable de otra forma sin suprevalencia. Este objeto se llama el falo, y a su alrededor hice girartoda nuestra dialéctica de la relación de objeto el año pasado. Hay en este dibujo una relación de simetría entre falo, que está aquí enel vértice del ternario imaginario, y padre, en el vértice del temariosimbólico. Ésta no es una simple simetría, sino ciertamente un vínculo.¿Cómo puedo plantear ya que este vínculo es de orden metafórico?Pues bien, eso es precisamente lo que nos lleva a introducirnos en ladialéctica del complejo de Edipo.Si articulamos paso a paso esta génesis, por así decirlo, debido a lacual la posición del significante del padre en el símbolo es fundadora de

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la posición del falo en el plano imaginario, si conseguimos distinguirclaramente los tiempos lógicos, digamos, de la constitución del falo enel plano imaginario como objeto privilegiado y prevalente, y si de sudistinción resulta que podemos orientarnos mejor, interrogar mejor tantoal enfermo en el examen como en el sentido de la clínica y la conducciónde la cura, consideraremos nuestros esfuerzos justificados.Observemos este deseo del Otro, que es el deseo de la madre y que tieneun más allá. Ya sólo para alcanzar este más allá se necesita unamediación, y esta mediación le da precisamente la posición del padre enel orden simbólico.La relación del niño con el falo se establece porque el falo es el objetode deseo de la madre. Pero la experiencia nos demuestra que este elementodesempeña un papel activo esencial en las relaciones del niño con lapareja parental. Freud nos recalca el caso en que el niño, identificadocon la madre, habiendo adoptado esta posición a la vez significativa yprometedora, teme su consecuencia, a saber, la privación que para él sederivará, si es un varón, de su órgano viril.El padre, en tanto que priva a la madre del objeto de su deseo,especialmente del objeto fálico, desempeña un papel del todo esencial entoda neurosis y a lo largo de todo el curso del complejo de Edipo.De lo que aquí se trata es del nivel de la privación. Ahí el padre privaa alguien de lo que a fin de cuentas no tiene, es decir, de algo que sólotiene existencia porque lo haces surgir en la existencia en cuantosímbolo.Está muy claro que el padre no puede castrar a la madre de lago que ellano tiene. Para que se establezca que no lo tiene, eso ya ha de estarproyectado en el plano simbólico. Pero es, de todas formas, unaprivación, porque toda privación real requiere la simbolización. Es,pues, en el plano de la privación de la madre donde en un momento dado dela evolución del Edipo se plantea para el sujeto la cuestión de aceptar,de registrar, de simbolizar él mismo, de convertir en significante, esaprivación de la que la madre es objeto, como se comprueba. Estaprivación, el sujeto infantil la asume o no la asume, la acepta o larechaza. Este punto es esencial, es el punto nodal.Pero hay un momento anterior, cuando el padre entra en función comoprivador del a madre, es decir, se perfila detrás de la relación del amadre con el objeto de su deseo como “el que castra”, y entre comillas,porque lo que es castrado, en este caso, no es el sujeto, es la madre.A experiencia demuestra que si el niño no franquea ese punto nodal, esdecir, no acepta la privación del falo en la madre operada por el padre,mantiene por regla general una determinada forma de identificación con elobjeto de la madre, ese objeto que les represento desde el origen como unobjeto rival, por emplear la expresión que aparece ahí, y ello tanto sise trata de fobia como de neurosis o de perversión. Esto es un punto dereferencia. ¿Cuál es la configuración especial de la relación con lamadre, ocn el padre y con el falo, por la que el niño no acepta que lamadre sea privada pro le padre del objeto de su deseo? ¿Hasta qué puntose ha de señalar en este caso que en correlación con esta relación elniño mantiene su identificación con el falo?Hay grados, por supuesto, y esta relación no es la misma en la neurosis,en la psicosis y en la perversión. Pero esta configuración es, en todoslos casos, nodal. En este nivel, la cuestión que se plantea es ser o noser el falo. En el plano imaginario, para el sujeto se trata de ser  o noser el falo. La fase que se ha de atravesar pone al sujeto en la posiciónde elegir.

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Pongan también este elegir entre comillas, pues aquí el sujeto es tanpasivo como activo, sencillamente porque no es él quien mueve los hilosde lo simbólico. La frase ya se ha sido empleada ante de él, ha sidoempezada por sus padres, y a donde quiero llevarlos es precisamente a larelación de cada uno de estos padres con dicha frase empezada y a cómoconviene que la frase se sostenga mediante cierta posición recíproca delos padres con respecto a la frase. Pero digamos que hay ahí unaalternativa entre ser o no ser el falo.En medio está el complejo de castración. De qué se trata en el complejode castración, es algo que nunca se articula y resulta casi completamentemisterioso. Sabemos, sin embargo, que de él dependen estos dos hechos:por una parte, que el niño se convierta en un hombre, por otra parte, quela niña se convierta en una mujer. En ambos casos, la cuestión de tener ono tener se soluciona – incluso para aquél que, al final, está en suderecho de tener, es decir macho – por medio del complejo de castración.Lo cual supone que, para tenerlo, ha de haber habido un momento  en queno lo tenía. No llamaríamos a esto complejo de castración si no pusieraen primer plano el hecho de que, para tenerlo, primero se ha de haberestablecido que no se puede tener, y en consecuencia la posibilidad deestar castrado es esencial en la asunción del hecho de tener falo.Este es un paso que se ha de franquear y en el que ha de intervenir enalgún momento, eficazmente, realmente, efectivamente, el padre.En el capítulo dos de esta clase, Lacan ha podido hablar sólo a partirdel sujeto, diciendo que acepta o no acepta, y en la medida en que noacepta, eso lo lleva, hombre o mujer, a ser el falo. Pero ahora, para elsiguiente paso, es esencial hacer intervenir efectivamente al padre.En primer lugar es preciso, insisto en ello, que esté, fuera del sujeto,constituido como símbolo. Pues si no lo está, nadie podrá intervenirrealmente en cuanto revestido de ese símbolo. Como intervendráefectivamente en la etapa siguiente es en cuanto personaje real revestidode ese símbolo.¿Qué hay del padre real en cuanto capaz de establecer una prohibición? Yahemos advertido a este respecto que, para prohibir las primerasmanifestaciones del instinto sexual que alcanzan su primera madurez en elsujeto, cuando éste empieza a valerse de su instrumento, incluso loexhibe, le ofrece a la madre sus buenos oficios, no tenemos ningunanecesidad del padre. Cuando el sujeto se muestra a la madre y leofrecimientos, momento todavía muy cercano al de la identificaciónimaginaria con el falo, lo que ocurre se desarrolla la mayor parte deltiempo en el plano de la depreciación imaginaria. Con la madre bastaperfectamente para mostrarle al niño hasta qué punto lo que le ofrece esinsuficiente, y basta también para proferir la interdicción del uso delnuevo instrumento.Sin embargo, el padre entrará en juego como portador de la ley, comointerdictor del objeto que es la madre. Sabemos que la función del padre,el Nombre del Padre, está vinculada con la interdicción del incesto, peroa nadie se le ha ocurrido nunca poner en primer plano en el complejo decastración el hecho de que el padre promulgue efectivamente la ley deinterdicción del incesto. Hace de obstáculo entre el niño y la madre, esel portador de la ley, pero de derecho, mientras que de hecho intervienede otra forma, y es también de otra forma como se manifiestan sus faltasde intervención. En otras palabras, el padre en tanto que esculturalmente portador de la ley, el padre en tanto que está investidodel significante del padre, interviene en el complejo de Edipo de una

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forma más concreta. En este nivel se encuentra la clave del Edipo, asaber, su salida.Solo después de haber atravesado el orden, ya constituido, de losimbólico, la intención del sujeto, quiero decir su deseo que ha pasadoal estado de demanda, encuentra eaquello a lo que se dirige, su objetoprimordial, en particular la madre. El deseo es algo que se articula. Elmundo donde entra y progresa es un mundo donde reina la palabra, quesomete el deseo de cada cual a la ley del deseo del Otro. La demanda deljoven sujeto franqua, pues, más o menos felizmente la línea de la cadenasignificante, que está ahí, latente y ya estructurante. Por este solomotivo, la primera prueba que tiene de su relación con el Otro, la tienecon aquel primer Otro que es su madre en tanto que ya la ha simbolizado.Como ya la ha simbolizado, se dirige a ella de una forma que más o menos,que sea, no está menos articulada, pues esta primera simbolización valigada a las primeras articulaciones, que localizamos en el Fort-Da. Siesta intención o esta demanda puede hacerse valer ante el objeto materno,es porque ha atravesado la cadena significante.Por eso el niño, que ha constituido a su adre como sujeto sobre la basede la primera simbolización, se encuentra enteramente sometido a lo quepodemos llamar, pero únicamente por anticipación, la ley. Es tan sólo unametáfora.La ley de la madre es el hecho de que la madre es un ser hablante, coneso basta para legitimar que diga la ley  de la madre. Sin embargo, estaley es una ley incontrolada. Reside simplemente, al menos para el sujeto,en el hecho de que algo de su deseo es completamente dependiente de otracosa que, sin duda, se articula ya en cuanto tal, que pertenececiertamente al orden de la ley, pero esta ley está toda entera en elsujeto que la soporta, a saber, en el buen o el mal querer de la madre,la buena o la mala madre.Partamos del principio, que no hay sujeto si no hay significante que lofunda. Si el primer sujeto es la madre, es en la medida en que ha habidolas primeras simbolizaciones constituidas por el par significante delFort-Da. Con respecto a este principio, ¿qué ocurre con el niño alcomienzo de su vida? Se preguntan si para él hay realidad o no realidad,autoerotismo o no autoerotismo.El niño empieza como súbdito. Es un súbdito porque se experimenta y sesiente de entrada profundamente sometido al capricho de aquello de lo quedepende, aunque este capricho sea un capricho articulado. Lo que cuenta es la función en la que intervienen, en primer lugar, elNombre del Padre, único significante del padre, en segundo lugar lapalabra articulada del padre, en tercer lugar la ley en tanto que elpadre está en una relación más o menos íntima con ella. Lo esencial esque la madre fundamenta al padre como mediador de lo que está más allá desu ley, la de ella, y de su capricho, a saber, pura y simplemente, la leypropiamente dicha. Se trata, pues, del padre en cuanto Nombre del Padre,estrechamente vinculado con la enunciación de la ley, como nos lo anunciay lo promueve todo el desarrollo de la doctrina freudiana. Es esterespecto como es aceptado o no es aceptado por el niño como aquel quepriva o no priva a la madre del objeto de su deseo.En otros términos, para comprender el Edipo hemos de considerar trestiempos que voy a tratar de esquematizar con un pequeño diagrama.Así se da comienzo al tercer capítulo. Primer tiempo: lo que el niñobusca, en canto deseo de deseo, es poder satisfacer el deseo de su madre,

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es decir, ser o no ser el objeto del deseo de la madre. Así introduce sudemanda aquí, en , y su fruto, el resultado, aparecerá aquí, en ’. En el trayecto seestablecen dos puntos, el que corresponde a lo que es ego, y enfrenteéste, que es su otro, aquello con lo que se identifica, eso otro quetratará de ser, a saber, el objeto satisfactorio de la madre.En el primer tiempo y en la primera etapa, se trata de esto – el sujetose identifica en espejo con lo que es el objeto del deseo de la madre. Esla etapa fálica primitiva, cuando la metáfora paterna actúa en sí, alestar la primacía del falo ya instaurada en el mundo por la existenciadel símbolo del discurso y de la ley. Pero el niño, por su parte, sólocapta el resultado. Para gustarle a la madre basta y es suficiente conser el falo. En esta etapa, muchas cosas se detienen y se fijan en unsentido determinado. De acuerdo con la forma más o menos satisfactoria enque se realiza el mensaje en M, pueden encontrar su fundamento un ciertonúmero de trastornos y perturbaciones, entre los cuales están aquellasidentificaciones que hemos calificado de perversas.Segundo tiempo. Les he dicho que, en el plano imaginario, el padreinterviene realmente como privador de la madre, y esto significa que lademanda dirigida al Otro, si obtiene el relevo conveniente, es remitida aun tribunal superior.En efecto, eso con lo que el sujeto interroga al Otro, al recorrerlo todoentero, encuentra siempre en él, en algún lado, al Otro del Otro, asaber, su propia ley. En este nivel se produce lo que hace que al niño levuelva, puta y simplemente, la ley del padre concebida imaginariamentepor el sujeto como privadora para la madre. Es el estadio nodal ynegativo por el cual lo que desprende al sujeto de su identificación loliga, al mismo tiempo, con la primera aparición de la ley en la forma deeste hecho – la madre es dependiente de un objeto que ya no essimplemente el objeto de su deseo, sino un objeto que el Otro tiene o notiene.El estrecho vínculo de esta remisión de la madre a una ley que no es lasuya sino la de Otro, junto con el hecho de que el objeto de su deseo essoberanamente poseído en la realidad por aquel mismo Otro a cuya ley ellaremite, da la clave de la relación del Edipo. Aquello que constituye sucarácter decisivo se ha de aislar como relación no con el padre, sino conla palabra del padre.Acuérdense de Juanito. EL padre es de lo más amable, está de lo máspresente y no parece que fuera en absoluto un imbécil.La madre está con respecto a Juanito en una posición ambigua. Esinterdictora, desempeña el papel castrador que podríamos ver atribuido alpadre en el plano real, le dice – Deja eso, es asqueroso – lo cual no leimpide, en el terreno práctico, admitirlo en su intimidad, y no sólopermitirle desempeñar la función de su objeto imaginario sino inclusoestimularlo para que lo haga. Juanito le presta efectivamente los mayoresservicios, encarna realmente para ella su falo, y así es mantenido en laposición de súbdito. Se encuentra sometido, y ésta es la fuente de suangustia y de su fobia.Hay un problema porque la posición del padre es cuestionada por el hechode que no es su palabra lo que para la madre dicta la ley. Pero eso no estodo, falta lo que debería producirse en el tercer tiempo. Por estarazón, la salida del complejo de Edipo, en el caso de Juanito, estabafalseada. Aunque salió gracias a su fobia, su vida amorosa quedarácompletamente marcada.

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La tercera etapa es tan importante como la segunda, pues de ella dependela salida del complejo de Edipo. El falo, el padre ha demostrado que lodaba sólo en la medida en que es supporter, portador, de la ley. De éldepende la posesión o no por parte del sujeto materno de dicho falo. Sila etapa del segundo ha sido atravesada, ahora es preciso, en el tercertiempo, que lo que el padre ha prometido lo mantenga. Puede dar o negar,porque lo tiene, pero el hecho de que él lo tiene, el falo ha de daralguna prueba. Interviene en el tercer tiempo como el que tiene elreinstaura la instancia del falo como objeto deseado por la madre, y noya solamente como objeto del que el padre pueda privar.El padre todopoderoso es el que priva. Éste es el segundo tiempo. Eltercer tiempo es esto – el padre puede darle a la madre lo que elladesea, y puede dárselo porque lo tiene. Aquí interviene el hecho de lapotencia en el sentido genital de la palabra – digamos que el padre es unpadre potente. Por eso la relación de la madre con el padre vuelve alplano real.Así, la identificación que puede producirse con la instancia paterna seha realizado en estos tres tiempos.En primer lugar, la instancia paterna se introduce bajo una forma velada,o todavía no se ha manifestado. Ello no impide que el padre exista en elmundo, debido a que en éste reina la ley del símbolo.En segundo lugar, el padre se afirma en su presencia privadora, en tantoque es quien soporta la ley, y esto ya no se produce de una forma veladasino de una forma mediada por la madre, que es quien lo establece comoquien le dicta la ley.En tercer lugar, el padre se revela en tanto que él tiene. Es la salidadel complejo de Edipo. Dicha salida es favorable si la identificación conel padre se produce en este tercer tiempo, en el que interviene comoquien lo tiene. Esta identificación se llama Ideal del yo. Se inscribe enel triángulo simbólico en el polo donde está el niño, mientras que en elpolo materno empieza a constituirse todo lo que luego será realidad, ydel lado del padre, es donde empieza a constituirse todo lo que serásuperyó. En el tercer tiempo el padre interviene como real y potente. Este tiempoviene tras la privación, o la castración, que afecta a la madre, a lamadre imaginada, por el sujeto, en su posición imaginaria, la de ella, dedependencia. Si el padre es interiorizado en el sujeto como Ideal del yoy entonces el complejo de Edipo declina, es en la medida en que el padreinterviene como quien, el sí, lo tiene.El papel que desempeña aquí la metáfora paterna es ciertamente el quepodíamos esperar de una metáfora: conduce a la institución de algoperteneciente a la categoría del significante, está ahí en reserva y susignificación se desarrollará más tarde. El niño tiene todos los títulospara ser un hombre, y lo que más tarde se le pueda discutir en el momentode la pubertad, se deberá a algo que no haya cumplido del todo con laidentificación metafórica con la imagen del padre, si ésta se haconstituido a través de esos tres tiempos.La salida del complejo de Edipo es distinta para la mujer. Para ella,esta tercera etapa, como lo destaca Freud, es mucho más simple. Ella noha de enfrentarse con esa identificación, ni ha de conservar ese títulode virilidad. Sabe dónde está eso y sabe dónde ha de ir a buscarlo, alpadre, y se dirige hacia quien lo tiene.

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Esto también les indica en qué sentido una feminidad, una verdaderafeminidad, siempre tiene hasta cierto punto una dimensión de coartada.Las verdaderas mujeres, eso siempre tiene algo de extravío.El padre es, en el Otro, el significante que representa la existencia dellugar de la cadena significante como ley. Se coloca, por así decirlo,encima de ella                                                                                   S                                                                           S S S S S                                                                           s  s  s  s  s

El padre está en una posición metafórica si y sólo si la madre loconvierte en aquel que con su presencia sanciona la existencia del lugarde la ley. Queda, pues, un inmenso margen para las formas y los medioscon los que esto se puede realizar.Así es como puede ser franqueado el tercer tiempo del complejo de Edipo,o sea, la etapa de la identificación en la que se trata para el niño deidentificarse con el padre como poseedor del pene,  y para la niña dereconocer al hombre como quien lo posee.En la sexta clase, se aborda una segunda parte de los tres tiempos delEdipo.Hablar de metáfora paterna, es hablar del complejo de castración. Elesquema de la última vez reúne los tres tiempos del Edipo. De lo que setrata es de una estructura, constituida no en la aventura del sujeto sinoen otra parte, en la que él ha de introducirse. Estos tiempos son tiemposlógicos, que pueden desarrollarse sólo en una determinada sucesión.El primer tiempo es de la relación del niño con el deseo de la madre. Esun deseo de deseo. Lo que hay que entender es que este deseo de deseoimplica estar en relación con el objeto primordial que es la madre, enefecto, y haberla constituido de tal forma que su deseo pueda ser deseadopor otro deseo, en particular el del niño.¿Dónde se sitúa la dialéctica de esta primera etapa? En ella el niño estáparticularmente aislado, desprovisto de todo lo que no sea el deseo deaquel Otro que él ya ha constituido como el Otro que puede estar presenteo ausente. Tratemos de precisar muy bien cuál es la relación del niño conel objeto del deseo de la madre. Lo que se ha de franquear es esto, D, asaber, eel deseo de la madre, el deseo deseado por el niño, D (D). Setrata de saber cómo podrá alcanzar dicho objeto, dado que estáconstituido de forma infinitamente más elaborada en la madre, quien vaalgo más adelantada en la existencia que el niño.Este objeto hemos planteado que es el falo. Se trata del falo en cuantodeseado por la madre. Éste desempeña un papel primordial en laestructuración subjetiva de la madre, puede estar en diferentes estadoscomo objeto. El falo es un objeto metonímico.  En el significante, es un objeto metonímico. Debido a la existencia de lacadena significante circulará por todas partes en el significado, y es,en el significado, lo que resulta de la existencia del significante. Laexperiencia nos enseña que este significante adquiere para el sujeto unpapel principal, el de un objeto universal.

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¿Cómo concebir que el niño que desea ser el objeto del deseo de su madreconsiga satisfacerse? Evidentemente, no tiene otra forma de hacerlo másque ocupar el lugar del objeto de su deseo. He aquí el niño, en N. En el punto marcado Yo (je), todavía no hay nada,al menos en principio. La constitución del sujeto como Yo (je) deldiscurso no está forzosamente diferenciada todavía, aunque esté implicadadesde la primera modulación significante. No es obligatorio que el Yo sedesigne en cuanto tal en el discurso para que pueda ser su soporte.En D surge el deseo esperado de la madre. Enfrente, se sitúa lo que seráel resultado del encuentro de la llamada del niño con la existencia de lamadre como Otra, a saber, un mensaje. ¿Qué se necesita para que el niñollegue a coincidir con el objeto del deseo de la madre, que ya podemosrepresentar en este nivel como lo que está inmediatamente a su alcance?Empecemos poniendo en la línea punteada lo que está más allá de la madre.Es preciso y suficiente con que el Yo (je) latente en el discurso delniño vaya aquí, a D, a constituir se en el nivel de este Otro que es lamadre – que el Yo (je) de la madre se convierta en el Otro del niño – quelo que circula por la madre en D, en tanto que ella misma articula elobjeto de su deseo, vaya a M a cumplir su función de mensaje para elniño, lo cual supone a fin de cuentas, que éste renuncie momentáneamentea su propia palabra, sea cual sea, pero no hay problema, pues su propiapalabra todavía está más bien en este momento en formación. EL niñorecibe, pues, en M el mensaje en bruto del deseo de la madre, mientrasque debajo, en el nivel metonímico con respecto a lo que dice la madre,se efectúa su identificación con el objeto de ésta.La entrada en juego del más allá de la madre, está constituido por surelación con otro discurso, el del padre.Así, si el niño está abierto a inscribirse en el lugar de la metonimia dela madre, o sea, a convertirse en súbdito, es porque primero asume eldeseo de la madre.La identificación primitiva consiste en este intercambio que hace que elYo (je) del sujeto vaya al lugar de la madre como Otro, mientras que elYo(je) de la madre se convierte en su Otro. Esto es lo que pretendeexpresar el peldaño que se ha subido en la pequeña escalera del esquema,lo cual acaba de producirse en este segundo tiempo.Este segundo tiempo tiene como eje el momento en que el padre se hacenotar como interdictor. Se manifiesta como mediado en el discurso de lamadre. Hace un momento, en la primera etapa del complejo de Edipo, eldiscurso de la madre era captado en estado bruto. Decir ahora que el dis- Curso del padre está mediado, no significa que hagamos intervenir denuevo lo que la madre hace de la palabra del padre, sino que en lapalabra el padre interviene efectivamente sobre le discurso de la madre.Aparece, pues, de forma menos velada que en la primer aetapa, pero no serevela del todo. A esto corresponde el uso del término mediado en estaocasión. En esta etapa, el padre interviene en calidad de mensaje para la madre.Él tiene la palabra en M, y lo que enuncia es una prohibición, un “no”que se trasmite allí donde el niño recibe el mensaje esperado de lamadre. Este “no” es un mensaje sobre un mensaje. Es una forma particularde mensaje sobre un mensaje, a saber, el mensaje de interdicción.Ente mensaje no es simplemente el “No te acostarás con tu madre, dirigidoya en esta época al niño, es un No reintegrarás tu producto”, dirigido ala madre.

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Esta prohibición, llega como tal hasta A, donde el padre se manifiesta encuanto Otro. En consecuencia, el niño resulta profundamente cuestionado,conmovido en su posición de súbdito. En otros términos, si el círculo nose cierra completamente en torno al niño y éste no se convierte pura ysimplemente en el objeto del deseo de la madre, es en la medida en que elobjeto del deseo de la madre está afectado por la interdicción paterna.El proceso hubiera podido detenerse en la primera etapa, dado que larelación del niño con la madre supone una triplicidad implícita, pues noes ella lo que él desea sino su deseo. Esto es ya una relación simbólica,que le permite al sujeto un primer cierre del circulo del deseo de deseo,y un primer logro – el hallazgo del objeto del deseo de la madre. Sinembargo, todo es cuestionado de nuevo por la interdicción paterna, quedeja al niño colgado cuando está descubriendo el deseo del deseo de lamadre.Esta segunda etapa constituye lo que podemos llamar el momento privativodel complejo de Edipo. Si puede establecerse la tercera relación esporque el niño es desalojado de aquella posición ideal con la que él y lamadre podrían satisfacerse, en la cual él cumple la función de ser suobjeto metonímico. Entonces se convierte en otra cosa, pues esta etapasupone aquella identificación con el padre y el título virtual para tenerlo que el padre tiene.En la psicosis, el Nombre del Padre, el padre en cuanto funciónsimbólica, el padre en el nivel de lo que ocurre aquí entre mensaje ycódigo, y código y mensaje, está precisamente verworfen. Está laintervención en bruto del mensaje no sobre el mensaje de la madre alniño. Este mensaje, como mensaje en bruto, es también fuente de un códigoque está más allá de la madre.El último esquema quiere decir esto, que este mensaje del padre, alencarnarse, puede producir la subida de un nivel en el esquema, y así elsujeto puede recibir del mensaje del padre lo que había tratado derecibir del mensaje de la madre. Por mediación del don o del permisoconcedido a la madre, obtiene a fin de cuentas esto, se le permite tenerun pene para más adelante. He aquí lo que realiza efectivamente la fasedel declive del Edipo – tiene verdaderamente el título en el bolsillo.La madre es una mujer a la que suponemos ay en la plenitud de suscapacidades de voracidad femenina, y la objeción planteada a la funciónimaginaria del falo es completamente válida. Si la madre es esto, el falono es pura y simplemente aquel bello objeto imaginario, pues ella se loha tragado hace ya algún tiempo. EN otras palabras, el falo, en la madre,no es únicamente un objeto imaginario, es también perfectamente algo quecumple su función en el plano instintual, como instrumento normal delinstinto. Es el inyecto – con una palabra que no quiere decir simplementeque ella se lo introduce, sino que se lo introducen. Este “in” indicaigualmente su función instintiva.Podemos distinguir junto a la función de inyecto, la de adyecto. Eltérmino no designa la pertenencia imaginaria de algo que, en el nivelimaginario, se le da o no se le da, tiene permiso para desearlo, lefalta. El falo interviene entonces como falta, como el objeto del queestá privada, como objeto de aquella privación siempre sentida cuyaincidencia conocemos en la psicología femenina. Pero también puedeintervenir como objeto que de todas formas se le da, pero desde dondeestá, tomando en consideración de forma muy simbólica. Ésta es otrafunción del adyecto, aunque pueda confundirse con la del inyectoprimitivo.

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El tercer capítulo está dedicado a la homosexualidad. Se puede advertircierto número de rasgos en el homosexual, y en primer lugar una relaciónperpetua y profunda con la madre. A la madre nos la presentan comoalguien que tiene en la pareja parental una función directiva, eminente,y se ha ocupado más del niño que del padre. Se dice también que se habríaocupado del niño de una forma muy castradora, que se habría preocupadomuchísimo, demasiado tiempo, de su educación. Hay que añadir algunoseslabones suplementarios para llegar a pensar que una intervención tancastradora pudiera producir como efecto en el niño tal sobrevaloracióndel objeto, en la forma general en que ésta se presenta en el homosexual,que ninguna pareja susceptible de interesarle podría estar privado de él.Les dije que le padre intervenía en la dialéctica edípica del deseo entanto que le dicta la ley a la madre. Aquí, se trata de algo que puederevestir diversas formas y se reduce siempre a que es la madre quien leha dictado la ley al padre en un momento decisivo. Esto quiere decir quecuando la intervención interdictora del padre hubiera debido introduciral sujeto en la fase de su relación con el objeto de deseo de la madre, ycortar de raíz para él toda posibilidad de identificarse con el falo, elsujeto encuentra por el contrario, en la estructura de la madre, elsostén, el refuerzo, por cuya causa esta crisis no tiene lugar. En elmomento ideal, en el tiempo dialéctico en que la madre debiera sercaptada como privada del adyecto, de tal forma que el sujeto ya nosupiera literalmente a qué santo encomendarse, lo que encuentra, por elcontrario, es su seguridad. El padre puede decir lo que le parezca, peroa ella Noel da frío ni calor. Por lo tanto, esto no significa que elpadre no haya entrado al juego.En particular, en casos en que el padre ama demasiado a la madre, en losque debido a su amor parece demasiado dependiente de la madre, elresultado es exactamente el mismoHay también casos en los que el padre, como o manifiesta el sujeto,siempre permaneció como un personaje muy distante cuyos mensajes nollegaban sino a través de la madre. Pero el análisis demuestra que enrealidad está lejos de estar ausente. En particular, detrás de larelación tensional con la madre, se descubre la presencia del padre comorival, de ningún modo en el sentido del Edipo invertido, sino del Ediponormal. En este caso, suelen conformarse con decir que la agresividadcontra el padre ha sido transferida a la madre.Es así porque en la posición crítica en la que el padre era efectivamenteuna amenaza para él, el niño encontró una solución, la consistente en laidentificación representada por la homología de estos dos triángulos. El sujeto consideró que la buena forma de aguantar era identificarse conla madre, porque la madre, por su parte, no se dejaba conmover. De maneraque se encontrará en la posición de la madre, definida de esta forma.La exigencia del homosexual de encontrar en su pareja el órgano penianocorresponde precisamente a que en la posición primitiva, la ocupada porla madre que le dicta la ley al padre, lo que es cuestionado (noresuelto, sino cuestionado) es saber si en verdad el padre tiene o notiene, y esto es exactamente lo que le pregunta el homosexual a supareja, antes que ninguna otra cosa y de una forma predominante conrespecto a cualquier otra cosa.La fórmula que elegí siempre hay que tenerla presente: amar es siempredar lo que no se tiene, no dar lo que se tiene.

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En todos los casos si el padre se muestra verdaderamente amoroso para conla madre, se sospecha que no tiene, y así es como entra en juego elmecanismo.Otra consecuencia. De entrada parece bien paradójico, con respecto a laexigencia de un pene en la pareja, que tengan pánico de ver el órgano dela mujer, porque nos dicen, eso les sugiere ideas de castración. Quizássea cierto, pero tal como se piensa, pues si algo los frena ante elórgano femenino es precisamente la suposición en muchos casos de que haingerido el falo del padre, y lo temido en la penetración es precisamenteel encuentro con dicho falo.Aunque tenga relaciones más estrechas con la madre, la situación sólotiene su importancia en relación con el padre. Lo que debiera ser elmensaje de la ley es todo lo contrario, y está, ingerido o no, en manosde la madre. La madre tiene la clave. Si resulta que el homosexual se haidentificado con ella, no es de ningún modo, pura y simplemente, en tantoque tenga o no tenga el adyecto, sino porque está en posesión de lasclaves de la situación particular que prevalece a la salida del Edipo,donde lo que se juzga es saber cuál de los dos tiene a fin de cuentas elpoder. No cualquier poder, sino muy precisamente el poder del amor.  

LA CARRETERA PRINCIPAL Y EL SIGNIFICANTE “SER PADRE”

En el seminario 3, clase XXIII, en el capítulo 3, Lacan dice:La carretera, ese sí es un significante que merece ser tomado en cuantotal: la carretera, la carretera principal en la que ruedan con susdiversos medios de locomoción. La carretera principal es algo que existeen sí y se reconoce de inmediato; es una vía de comunicación.Sucede que vayamos a pasear por la carretera principal, en forma expresay deliberada, para hacer luego el mismo camino en sentido contrario. Estemovimiento de ida y vuelta es también del todo esencial, y nos lleva porel camino de esta evidencia: que la carretera principal es un paraje, quetambién polariza, en tanto significante, las significaciones.La carretera principal es así un ejemplo particularmente sensible de loque digo cuando hablo de la función del significante en tanto quepolariza, aferra, agrupa en un haz a las significaciones. Hay unaverdadera antinomia entre la función del significante y la inducción queejerce sobre el agrupamiento de las significaciones. El significante espolarizante. El significante crea el campo de las significaciones.¿Qué sucede cuando no tenemos a la carretera principal y nos vemosobligados, para ir de un punto a otro, a sumar senderos entre sí, modosmás o menos divididos de agrupamientos de significación? Para ir de tal acual punto, podremos elegir entre distintos elementos de la red, ypodremos hacer nuestra tura así o asá, por razones diversas, comodidad,vagabundeo, o simplemente error de bifurcación.De esto se deducen varias cosas, que nos explican el delirio delpresidente Schreber.¿Cuál es el significante que está en suspenso en su crisis inaugural? Elsignificante procreación en su forma más problemática, aquella que elpropio Freud evoca a propósito de los obsesivos, que no es la forma sermadre, sino la forma ser padre.Conviene detenerse un instante para meditar lo siguiente: que la funciónde ser padre no es pensable de ningun mudo en la experiencia humana sin

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la categoría del significante. ¿Qué puede querer decir ser padre? ¿Qué esser padre en el sentido de procrear?Un efecto retroactivo es necesario para que el hecho de copular recibapara el hombre el sentido que realmente tiene, pero para el cual no puedehaber ningún acceso imaginario, que el niño sea tan de él como de lamadre. Y para que este efecto de retroacción se produzca, es preciso quela noción ser padre, mediante un trabajo que se produjo por todo un juegode intercambios culturales, haya alcanzado el estado de significanteprimordial, y que ese significante tenga su consistencia y su estatuto.EL sujeto puede saber muy bien que copular es realmente el origen deprocrear, pero la función de procrear en cuanto es significante de otracosa.El significante ser padre hace de carretera principal hacia lasrelaciones sexuales con una mujer. Si la carretera principal no existe,nos encontramos ante cierto número de caminitos elementales, copular yluego la preñez de la mujer.      SOBRE LA MÁS GENERALIZADA DEGRADACIÓN DE LA VIDA AMOROSA

La impotencia psíquica es una extraña perturbación que afecta a loshombres de naturaleza intensamente libidinosa, y se exterioriza en elhecho de que los órganos ejecutivos de la sexualidad rehúsan elcumplimiento del acto sexual aunque tanto antes como después sedemuestren intactos y capaces de operar, y aunque exista una intensapropensión psíquica a la ejecución del acto. El propio enfermo sabe quela inhibición de su potencia viril parte de una propiedad del objetosexual, y muchas veces informa haber sentido en su interior unimpedimento. Pero no puede colegir en qué consistiría ese impedimentointerior, ni la propiedad del objeto sexual de la que sería el efecto.Se trata del influjo inhibitorio de ciertos complejos psíquicos que sesustraen al conocimiento del individuo. Como el contenido más universalde este material patógeno, se destaca la fijación incestuosa no superadaa la madre y hermanas.EL fundamento de la afección es también aquí una inhibición en lahistoria del desarrollo de la libido hasta su plasmación definitiva ymerecedora de llamarse normal. En este caso no confluyen una en la otrados corrientes cuya reunión es lo único que asegura una conducta amorosaplenamente normal; dos corrientes que podemos distinguir entre ellas comola tierna y la sensual.De esas dos corrientes, la tierna es la más antigua. Proviene de laprimera infancia, se ha formado sobre la base de los intereses de lapulsión de autoconservación y se dirige a las personas que integran lafamilia y a las que tienen a su cargo la crianza del niño. Desde elcomienzo ha recibido aportes de las pulsiones sexuales, acogiendocomponentes de interés erótico que ya en la infancia fueron más o menosnítidos. Corresponde a la elección infantil primaria de objeto. De ellainferimos que las pulsiones sexuales hallan sus primeros objetosapuntalándose en las estimaciones de las pulsiones yoicas del mismo modocomo las primeras satisfacciones sexuales se experimentan apuntaladas enlas funciones corporales necesarias para la conservación de la vida. La

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“ternura” de los padres y personas a cargo de la crianza, que rara vezdesmiente su carácter erótico (el niño es un juguete erótico), contribuyeen mucho a acrecentar los aportes del erotismo a las investiduras de laspulsiones yoicas en el niño y a conferirles un grado que no podrá menosuqe entrar en cuenta en el desarrollo posterior.Estas fijaciones tiernas del niño continúan a lo largo de la infancia,tomando consigo cada vez más de un erotismo que, por esa vía, es desviadode sus metas sexuales. En la pubertad se añade la poderosa corriente“sensual”, que ya no ignora sus metas. AL parecer, nunca deja detransitar por aquellos tempranos caminos y de investir, ahora con montoslibidinales más intensos, los objetos de la elección infantil primaria.Pero como tropieza ahí con los obstáculos de la barrera del incesto,levantada entre tanto, exteriorizará el afán de hallar lo más prontoposible el paso desde esos objetos, inapropiados en la realidad, haciaotros objetos, ajenos, con los uqe pueda cumplirse una real vida sexual.Es cierto que estos últimos se escogen siempre según el arquetipo (laimago) de los infantiles, pero con el tiempo atraerán hacia sí la ternuraque estaba encadenada a los primeros. El varón dejará a su padre y a sumadre y se allegará a su mujer; así quedan conjugadas la ternura y lasensualidad.Dos factores contribuirán decisivamente al fracaso de este progreso en elcurso de desarrollo de la libido. En primer lugar, la medida defrustración (denegación) real que contraríe la nueva elección de objeto yla desvalorice para el individuo. En segundo lugar, la medida de laatracción que sean capaces de exteriorizar los objetos infantiles que hande abandonarse, y que es proporcional a la investidura erótica que lescupo todavía en la niñez. Si estos dos factores son lo bastante fuertes,entra en acción el mecanismo universal de la formación de neurosis. Lalibido se extraña de la realidad, es acogida por la actividad de lafantasía (introversión), refuerza las imágenes de los primeros objetossexuales, se fija a estos. El impedimento del incesto constriñe a lalibido volcada a esos objetos a permanecer en lo inconciente. Y a su vezcontribuyen a reforzar esta fijación los actos onanistas, el quehacer dela corriente sensual, que ahora es súbdita de lo inconciente. En nadamodifica esta situación el hecho de que ahora se consume en la fantasíael progreso que fracasó en la realidad: que en las situacionesfantaseadas que llevan a la satisfacción onanista los objetos sexualesoriginarios sean sustituidos por objetos ajenos. Esas fantasías devienensusceptibles de conciencia en virtud de esa sustitución, pero en lacolocación real de la libido no se consuma progreso alguno. De estamanera, puede ocurrir que toda la sensualidad de un joven está ligada enlo inconciente a objetos incestuosos o, como también podemos decir,fijada a fantasías inconcientes incestuosas. El resultado es entonces unaimpotencia absoluta, tal vez asegurada además por el efectivodebilitamiento de los órganos que ejecutan el acto sexual.Para que se produzca la impotencia psíquica propiamente dicha serequieren condiciones más benignas. La corriente sensual no puede habersufrido en todo su monto el destino de tener que desaparecer, oculta trasla corriente tierna; es preciso que se haya conservado intensa odesinhibida en grado suficiente para conseguir en parte su salida haciala realidad. El quehacer sexual de esas personas permite discernir que noestán respaldadas por la íntegra fuerza pulsional psíquica. Ese quehaceres perturbado con facilidad, dispensa un goce escaso. Pero, sobre todo,se ve precisado a esquivar la corriente tierna. Por tanto, se haproducido una limitación en la elección de objeto. La corriente sensual

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que ha permanecido activa sólo busca objetos que no recuerden a laspersonas incestuosas prohibidas; si de cierta persona dimana unaimpresión que pudiera llevar a su elevada estima psíquica, no desembocaen una excitación de la sensualidad, sino en una ternura ineficaz en loerótico. Buscan objetos a los que no necesitan amar, a fin de manteneralejada su sensualidad de los objetos amados; y luego, si un rasgo amenudo nimio del objeto elegido para evitar el incesto recuerda al objetoque debía evitarse, sobreviene, de acuerdo con las leyes de la“sensibilidad de complejo” y del “retorno de lo reprimido”, esa extrañadenegación que es la impotencia psíquica.Para protegerse de esa perturbación, el principal recurso de que se valeel hombre que se encuentra en esa escisión amorosa consiste en ladegradación psíquica del objeto sexual, al par que la sobreestimación quenormalmente recae sobre el objeto sexual es reservada para el objetoincestuoso y sus subrogaciones. Tan pronto se cumple la condición de ladegradación, la sensualidad puede exteriorizarse con libertad,desarrollar operaciones sexuales sustantivas y elevado placer. Hay ademásotro nexo que contribuye a ese resultado. Personas en quienes lacorriente tierna y la sensual no han confluido cabalmente una en la otracasi siempre tienen una vida amorosa poco refinada; en ellas se hanconservan metas sexuales perversas cuyo incumplimiento es sentido comouna sensible pérdida de placer, pero cuyo cumplimiento sólo aparece comoposible en el objeto sexual degradado, menospreciado.En el capitulo dos, se empieza a abordar el tema específico: Hemosreducido la impotencia psíquica al desencuentro de la corriente tierna yla sensual en la vida amorosa, explicando a su vez esta inhibición deldesarrollo mediante los influjos de las intensas fijaciones infantiles yla posterior frustración en la realidad, barrera del incesto mediante.Sin embargo, si se toma el concepto de la impotencia psíquica en unsentido más lato, sin limitarlo al fracaso de la acción del coito, noobstante el previo propósito de obtener placer y la posesión de unaparato genital intacto, se nos presentan en primer lugar todos esoshombres a quienes se designa como psicanestésicos: la acción misma no seles deniega, pero la consuman sin una particular ganancia de placer.Pero si no consideramos una ampliación del concepto de la impotenciapsíquica, sino las gradaciones de su sintomatología, no podemosdesconocer la intelección de que la conducta amorosa del hombre en elmundo cultural de nuestros días presenta universalmente el tipo de laimpotencia psíquica. La corriente tierna y la sensual se encuentranfusionadas entre sí en las menos de las personas cultas; casi siempre lehombre se siente limitado en su quehacer sexual por el respeto a lamujer, y sólo desarrolla su potencia plena cuando está frente a un objetosexual degradado, lo que de nuevo tiene por fundamento la circunstanciade que en sus metas sexuales entran componentes perversos que no osasatisfacer en la mujer respetada. Sólo le es deparado un pleno gocesexual si puede entregarse a la satisfacción sin miramientos, cosa que nose atreve a hacer, por ejemplo, con su educada esposa. A ello se debe sunecesidad de un objeto sexual degradado, de una mujer inferior éticamentea quien no se vea precisado atribuirle reparos estéticos, que no loconozca en sus otras relaciones de vida ni pueda enjuiciarlo. A una mujerasí consagra de preferencia su fuerza sexual, aunque su ternurapertenezca por entero a una de superior condición. Es posible que lainclinación, tan a menudo observada, de los hombres de las clasessociales elevadas a elegir una mujer de inferior extracción como amanteduradera, o aun como esposa, no sea más que la consecuencia de aquella

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necesidad de un objeto sexual degradado, con el cual psicológicamente seenlaza la posibilidad de la satisfacción plena.En nuestro mundo cultural, las mujeres se encuentran bajo un parecidoefecto posterior de su educación y, además, bajo el efecto de contragolpede la conducta de los hombres. Desde luego, para ellas es tandesfavorable que el varón no las aborde con toda su potencia como que ala inicial sobrestimación del enamoramiento suceda, tras la posesión, elmenosprecio. En la mujer se nota apenas una necesidad de degradar elobjeto sexual; esto tiene que ver sin duda con el hecho de que, por reglageneral, no se produce en ella nada semejante a la sobrestimación sexualcaracterística del varón.En el capitulo tres se escribe: El hecho de que el enfrentamientocultural de la vida amorosa conlleve la más generalizada degradación delos objetos sexuales puede movernos a apartar nuestra mirada de losobjetos para dirigirla a las pulsiones mismas. El perjuicio que seinfiere frustrando al principio el goce sexual se exterioriza en que suulterior permiso dentro del matrimonio ya no produce una satisfacciónplena. Pero tampoco lleva a mejor resultado la libertad sexualirrestricta desde el comienzo. Es fácil comprobar que el valor psíquicode la necesidad de amor se hunde tan pronto como se le vuelve holgadosatisface. Hace falta un obstáculo para pulsionar a la libido hacia loalto, y donde las resistencias naturales a la satisfacción no bastaron,los hombres de todos los tiempos interpusieron unas resistenciasconvencionales al goce del amor. En épocas en que la satisfacción amorosano tropezaba con ninguna dificultad, por ejemplo durante la decadencia dela cultura antigua, el amor perdió todo valor, la vida se volvió vacía ehicieron falta intensas formaciones reactivas para restablecer losvalores afectivos indispensables.Por extraño que suene, habría que ocuparse de la posibilidad de que hayaalgo en la naturaleza de la pulsión sexual misma desfavorable al logro dela satisfacción plena. De la prolongada y difícil historia de desarrollode esta pulsión se destacan enseguida dos factores a los que se podríaresponsabilizar esa dificultad. En primer lugar, a consecuencia de laacometida de la elección de objeto en dos tiempos separados por labarrera del incesto, el objeto definitivo de la pulsión sexual ya no esnunca el originario, sino sólo un subrogado de este. Ahora bien,  todavez que el objeto originario de una moción de deseo se ha perdido porobra de una represión, suele ser subrogado por una serie interminable deobjetos sustitutivos, de los cuales, ninguno satisface plenamente. Acasoesto nos explique la falta de permanencia en la elección de objeto, el“hambre de estímulo”, que tan a menudo caracteriza la vida amorosa de losadultos.En segundo lugar, sabemos que la pulsión sexual se descompone alprincipio en una gran serie de componentes – más bien proviene de ellos–, no todos los cuales pueden ser acogidos en su conformación ulterior,sino que deben ser sofocados antes o recibir otro  empleo. Sobre todo loselementos pulsionales coprófilos demuestran ser incompatibles con nuestracultura estética. Pero todos esos procesos de desarrollo sólo atañen alos estratos superiores de la compleja estructura. Los procesosfundamentales que brindan la excitación amorosa no han cambiado. Loexcrementicio forma con lo sexual una urdimbre demasiado íntima einseparable, la posición de los genitales sigue siento el factor decisivoe inmutable. Podría decirse aquí, parodiando un famoso dicho de Napoleón:“la anatomía es el destino”. Los genitales mismos no han acompañado eldesarrollo hacia la belleza de las formas del cuerpo humano; conservan un

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carácter animal, y en el fondo lo es tanto el amor hoy como lo fue entodo tiempo. Las pulsiones amorosas son difíciles de educar, y sueducación consigue ora demasiado, ora demasiado poco. Lo que la culturapretende hacer con ellas no parece asequible sin seria aminoración delplacer, y la pervivencia de las mociones no aplicadas se expresa en elquehacer sexual como insatisfacción.Por todo ello habría que admitir la idea de que en modo alguno es posibleavenir las exigencias de la sexualidad con los requerimientos de lacultura, y serían inevitables la renuncia y el padecimiento, así como, enun futuro lejano, el peligro de extinción del género humano aconsecuencia de su desarrollo cultural. La insatisfacción cultural seríala necesaria consecuencia de ciertas particularidades que la pulsiónsexual ha cobrado bajo la presión de la cultura. Ahora bien, esa mismaineptitud de la pulsión sexual para procurar una satisfacción plena tanpronto es sometida a los primeros reclamos de la cultura pasa a ser lafuente de los más grandiosos logros culturales, que son llevados a cabopor medio de una sublimación cada vez más vasta de sus componentespulsionales.     31º CONFERENCIA: LA DESCOMPOSICIÓN DE LA PERSONALIDAD PSÍQUICA

El síntoma proviene de lo reprimido, es por así decir su subrogado anteel yo; ahora bien, lo reprimido es para el yo tierra extranjera, unatierra extranjera interior, así como la realidad es tierra extranjeraexterior.Desde el comienzo ismo se sostuvo que el ser humano enferma a raíz delconflicto entre las exigencias de la vida pulsional y la resistencia quedentro de él se eleva contra ellas, y en ningún momento habíamos olvidadoa esa instancia que resiste, rechaza, reprime, a la que imaginábamosdotada de sus fuerzas particulares, las pulsiones yoicas, y que coincidíajustamente con el yo de la psicología popular. Al fin se hubo avanzado losuficiente para apartar la atención de lo reprimido y dirigirla a lorepresor. Entonces nos enfrentamos a ese yo, que parecía ser tanevidente, con la expectativa cierta de hallar también ahí cosas para lascales uno no podía estar preparado.El yo es por cierto el sujeto más genuino. Puede tomarse a sí mismo porobjeto, tratarse como a los otros objetos, observarse, criticarse. Paraello, una parte del yo se contrapone al resto. El yo es entoncesescindible, se escinde en el curso de muchas de sus funciones, al menosprovisionalmente. Los fragmentos parcelados pueden reunificarse luego.La instancia particular que empiezo a distinguir dentro del yo es laconciencia moral, pero es más prudente considerar autónoma esa instancia,una de cuyas funciones sería la conciencia moral y otra la observación desi, indispensable como premisa de la actividad enjuiciadora de laconciencia moral. A esta instancia la designaré “superyó”.El superyó, entonces, goza de cierta autonomía, persigue sus propiospropósitos y es independiente del yo en cuanto a su patrimonioenergético. La severidad, hasta la crueldad, de esa instancia, así comolas mudanzas de su vínculo con el yo, son propiedades de él. El superyóaplica el más severo patrón moral al yo que se le ha entregado inerme, yhasta subroga la exigencia de la moralidad en general; así, aprehendemos

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con una mirada que nuestro sentimiento de culpa moral expresa la tensiónentre el yo y el superyó.Si la conciencia moral es sin duda algo “en nosotros”, no lo es desde elcomienzo. Es en esto un opuesto de la vida sexual, que efectivamente estáahí desde el comienzo de la vida y no viene a agregarse sino después.Pero el niño pequeño es notoriamente amoral, no posee inhibicionesinternas contra sus impulsos que quieren alcanzar placer. El papel queluego adopta el superyó es desempeñado primero por un poder externo, laautoridad parental. El influjo de los progenitores rige al niñootorgándole pruebas de amor y amenazándolo con castigos que atestiguan lapérdida de ese amor y no pueden menos que temerse por sí mismos. Estaangustia realista es la precursora de la posterior angustia moral;mientras gobierna, no hace falta hablar de superyó ni de concienciamoral. Sólo más tarde se forma la situación secundaria: en lugar de lainstancia parental aparece el superyó que ahora observa al yo, lo guía ylo amenaza, exactamente como antes lo hicieron los padres del niño.El superyó, que toma sobre si el poder, la operación y hasta los métodosde la instancia parental, no es sólo el sucesor de ella, sino de hecho sulegitimo heredero. El superyó parece haber tomado sólo el rigor y laseveridad de los padres, su función prohibidora y punitoria, en tanto quesu amorosa tutela no encuentra recepción ni continuación algunas. Si lospadres ejercieron de hecho un severo gobierno, creemos lógico hallar quetambién en el niño se ha desarrollado un superyó severo, pero el superyópuede adquirir ese mismo carácter de rigor despiadado aunque la educaciónfuera indulgente y benévola, y evitara en lo posible amenazas y castigos.En cuanto a la trasmudación del vínculo parental en el superyó, la basede este proceso es lo que se llama una identificación, o sea unaasimilación de un yo a un yo ajeno, a consecuencia de la cual ese primeryo se comporta en ciertos aspectos como el otro que lo imita. Se hacomparado la identificación, y no es desatino, con la incorporación oral,canibálica, de la persona ajena. La identificación es una forma muyimportante de la ligazón con el prójimo, probablemente la más originaria;no es lo mismo que una elección de objeto. Cuando el varoncito se haidentificado con el padre, quiere ser como el padre; cuando lo ha hechocon objeto de su elección, quiere tenerlo.La institución del superyó se describe como un caso logrado de laidentificación con la instancia parental. Esa creación nueva de unainstancia superior dentro del yo se alcanza de la manera más intima conel destino del complejo de Edipo, de modo que el superyó aparece como elheredero de esta ligazón de sentimientos tan sustantiva para la infancia.Con la liquidación del complejo de Edipo, el niño se vio precisado arenunciar también a las intensas investiduras de objeto que habíadepositado en los progenitores, y como resarcimiento por esta pérdida deobjeto se refuerzan muchísimo dentro de su yo las identificaciones conlos progenitores que, probablemente, estuvieron presentes desde muchotiempo atrás. Tales identificaciones, en su condición de precipitados deinvestiduras de objeto resignadas, se repetirán luego con muchafrecuencia en la vida del niño. El superyó resulta mutilado en su fuerzay configuración cuando el complejo de Edipo se ha superado sólo de maneraimperfecta.En el curso del desarrollo, el superyó cobra los influjos de aquellaspersonas que han pasado a ocupar el lugar de los padres, vale decir,educadores, maestros, arquetipos ideales. Lo normal es que se distanciecada vez más de los individuos parentales originarios. En la época en queel complejo de Edipo deja el sitio al superyó, ellos son algo enteramente

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grandioso; más tarde menguan mucho. También con estos padres posterioresse producen después identificaciones.Ese superyó es también el portador del ideal del yo con el que el yo semide, al que aspira a alcanzar y cuya exigencia de una perfección cadavez más vasta se empeña en cumplir. No hay duda de que ese ideal del yoes el precipitado de la vieja representación de los progenitores, expresala admiración por aquella perfección que el niño les atribuía en esetiempo. (cita al pie:  Freud distingue al ideal del yo como una instanciapsíquica particular cuyo cometido fuese velar por el aseguramiento de lasatisfacción narcisista proveniente del ideal del yo, y que con esepropósito observase de manera continua al yo actual midiéndolo con elideal.)Al superyó le hemos adjudicado la observación de sí, la conciencia moraly la función de ideal. Sobre su génesis se desprende que tiene porpremisas un hecho biológico de importancia sin igual, y un hechopsicológico incluctable: la prolongada dependencia de la criatura humanade sus progenitores, y el complejo de Edipo; a su vez, ambos hechos seenlazan estrechamente entre sí. EL superyó es lo que se nos ha vueltopsicológicamente palpable de lo que se llama lo superior en la vidahumana. Por regla general, los padres y las autoridades análogas a ellosobedecen en la educación del niño a los preceptos de su propio superyó.No importa cómo se haya arreglado en ellos su yo con su superyó; en laeducación del niño se muestran rigurosos y exigentes. Han olvidado lasdificultades de su propia infancia, están contentos de poderidentificarse ahora plenamente con sus propios padres, que en su tiempoles impusieron a ellos mismos esas gravosas limitaciones. Así el superyódel niño no se edifica en verdad según el modelo de sus progenitores,sino según el superyó de ellos; se llana con el mismo contenido, devieneportador de la tradición.La humanidad nunca vive por completo en el presente; en las ideologíasdel superyó perviven el pasado, la tradición de la raza y del pueblo, quesólo poco a poco ceden a los influjos del presente, a los nuevos cambios;y en tanto ese pasado opera a través del superyó, desempeña en la vidahumana un papel poderoso.Una masa psicológica es una reunión de individuos que han introducido ensu superyó la misma persona y se han identificado entre sí en su yo sobrela base de esa relación de comunidad. Desde luego, esa fórmula es válidasolamente para masas que tienen un conductor.A lo reprimido tenemos que atribuirle una intensa pulsión aflorante, unesfuerzo por penetrar en la conciencia. La resistencia sólo puede ser unaexteriorización del yo que en su tiempo llevó a cabo la represión y ahoraquiere mantenerla. Puesto que suponemos en el yo una instancia particularque subroga los reclamos de limitación y rechazo, el superyó, podemosafirmar que la represión es la obra de ese superyó, él mismo la lleva acabo, o lo hace por encargo suyo el yo que le obedece. Entonces, si se dael caso de que en el análisis al paciente no le deviene conciente laresistencia, ello significa o bien que el superyó y el yo pueden trabajarde manera inconciente en situaciones importantísimas, o bien que sectoresde ambos, del yo y del superyó mismos, son inconcientes. Pero encualquiera de esos dos casos, tenemos que darnos por enterados de ladesagradable intelección de que (super-) yo y conciente, por un lado, yreprimido e inconciente, por el otro, en manera alguna coinciden.El yo y el superyó mismos pueden ser inconcientes, y normalmente lo son.Esto significa que la persona no sabe nada de sus contenidos y le hacefalta cierto gasto de labor para hacerlos concientes.

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El más antiguo y mejor significado de la palabra “inconciente” es eldescriptivo; llamamos inconciente a un proceso psíquico cuya existencianos vemos precisados a suponer, acaso porque lo deducimos a partir de susefectos, y del cual, empero, no sabemos nada. Por tanto, nos referimos aél del mismo modo que si se tratara de un proceso psíquico de otro serhumano, salvo que es nuestro. Si queremos expresarnos de manera máscorrecta aún, modificaremos así el enunciado: llamamos inconciente a unproceso cuando nos vemos precisados a suponer que está activado por elmomento, aunque por el momento no sepamos nada de él. Esta limitación noslleva a pensar que la mayoría de los procesos concientes lo son sólo porbreve lapso; pronto devienen latentes, pero pueden con facilidad devenirde nuevo concientes. También podríamos decir que devinieron inconcientes,siempre que estuviéramos seguros de que en el estado de latencia siguensiendo todavía algo psíquico.Por ejemplo, para explicar un desliz en el habla nos vemos obligados asuponer que en la persona en cuestión se había formado un propósitodeterminado de decir algo. Lo colegimos con certeza a partir de laperturbación sobrevenida en el dicho, pero ese propósito no se habíaimpuesto; por tanto era inconciente. SI con posterioridad se lopresentamos al hablante, puede reconocerlo como uno que le es familiar,en cuyo caso fue inconciente sólo de manera temporaria; o puededesmentirlo como algo ajeno a él, en cuyo caso era inconciente de maneraduradera. De esa experiencia extraemos en sentido retrocedente el derechode declarar inconciente también lo designado como latente. Y si ahoratomamos en cuenta estas constelaciones dinámicas, podemos distinguir dosclases de inconciente: una que con facilidad, en condiciones que seproducen a menudo, se trasmuda en conciente, y otra en que estatrasposición es difícil, se produce sólo mediante un gasto considerablede labor, y aun es posible que no ocurra nunca. Llamamos preconciente alo inconciente que es sólo latente y deviene conciente con tantafacilidad, y reservamos la designación inconciente para lo otro. Ahoratenemos tres términos: conciente, preconciente e inconciente, con loscuales podemos desempeñarnos en la descripción de los fenómenos anímicos.Repitámoslo: desde el punto de vista puramente descriptivo, también lopreconciente es inconciente, pero no lo designamos así excepto en unaexposición laxa o cuando nos proponemos defender la existencia misma deprocesos inconcientes en la vida anímica.En el sentido dinámico, hemos entendido el término inconciente también enun sentido tópico o sistemático, hablando de un sistema de lopreconciente y de lo inconciente, de un conflicto del yo con el sistemaIcc, y dejado que la palabra cobrara cada vez más el significado de unaprovincia anímica, antes que el de una cualidad de lo anímico.Dado que sectores del yo y del superyó son inconcientes en el sentidodinámico, ya no usaremos más inconciente en el sentido sistemático ydaremos un nombre mejor, libre de malentendidos. Lo llamaremos “el ello”.Superyó, yo y ello son ahora los tres reinos, ámbitos, provincias, en quedescomponemos el aparato anímico de la persona.Acerca del ello, esl a parte oscura, inaccesible, de nuestrapersonalidad; lo poco que sabeos de ella lo hemos averiguado mediante elestudio del trabajo del sueño y de la formación de síntomas neuróticos, ylo mejor tiene carácter negativo, sólo se puede describir por oposiciónrespecto del  yo. Lo llamamos un caos, una caldera llena de excitacionesborboteantes. Imaginamos que en su extremo está abierto hacia losomático, ahí acoge dentro de sí las necesidades pulsionales que en élhallan su expresión psíquica. Desde las pulsiones se llena con energía,

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pero no tienen ninguna organización, solo el afán de procurarsatisfacción a las necesidades pulsionales con observancia del principiode placer. Las leyes del pensamiento no rigen para los procesos del ello.Mociones opuestas coexisten unas junto a las otras sin cancelarse entresí ni debilitarse; a lo sumo entran en formaciones de compromiso bajo lacompulsión económica dominante a la descarga de energía. EN el ello nohay nada que pueda equipararse a la negación, y aún se percibe consorpresa la excepción al enunciado del filósofo según el cual espacio ytiempo son formas necesarias de nuestros actos anímicos. Dentro del ellono se encuentra nada que corresponda a la representación del tiempo,ningún reconocimiento de un decurso temporal, ninguna alteración delproceso anímico por el trascurso del tiempo. Mociones de deseo que nuncahan salido del ello, pero también impresiones que fueron hundidas en elello por vía de represión, son virtualmente inmortales, se comportandurante décadas como si fueran acontecimientos nuevos, Sólo es posiblediscernirlas como pasado cuando han devenido concientes por medio deltrabajo analítico.El ello no conoce valoraciones ni moral alguna. El factor económico ocuantitativo, íntimamente enlazado con el principio de placer, gobiernatodos los procesos. Investiduras pulsionales que piden descarga: creemosque eso es todo en el ello.El mejor modo de obtener una caracterización del yo como tal, en lamedida en que se puede separarlo del ello y del superyó, es considerar sunexo con la más externa pieza de superficie del aparato anímico, quedesignamos como el sistema P-Cc (percepción-conciencia). Este sistemaestá volcado al mundo exterior, media las percepciones de este, y en elcurso de su función nace dentro de él el fenómeno de la conciencia. Es elórgano sensorial de todo el aparato, receptivo además no sólo paraexcitaciones que vienen de afuera, sino para las que provienen delinterior de la vida anímica. El yo es aquella parte del ello que fuemodificada por la proximidad y el influjo del mundo exterior, instituidapara la recepción de estímulos y la protección frente a estos, comparableal estrato cortical con que se rodea una ampollita de sustancia viva. Elvínculo con el mundo exterior se ha vuelto decisivo para el yo; ha tomadosobre sí la tarea de subrogarlo ante el ello y por la salud del ello,que, en su ciego afán de satisfacción pulsional sin consideración algunapor ese poder externo violentísimo, no escaparía al aniquilamiento. Paracumplir esta función, el yo tiene que observar el mundo exterior,precipitar una fiel copia de este en las huellas mnémicas de suspercepciones, apartar mediante la actividad del examen de realidad lo quelas fuentes de excitación interior han añadido a ese cuadro del mundoexterior. Por encargo del ello, el yo gobierna los accesos a lamotilidad, pero ha interpolado entre la necesidad y la acción elaplazamiento del trabajo de pensamiento, en cuyo trascurso recurre a losrestos mnémicos de la experiencia. Así ha destronado al principio deplacer, que gobierna de manera irrestricta el decurso de los procesos enel ello, sustituyéndolo por el principio de realidad, que promete másseguridad y mayor éxito.También el vínculo con el tiempo es proporcionado al yo por el sistemapercepción. Lo que singulariza muy particularmente al yo, a diferenciadel ello, es un atendencia a la síntesis de sus contenidos, a la reunióny unificación de sus procesos anímicos, que al ello le falta porcompleto. El yo se desarrolla desde la percepción de las pulsiones hastasu gobernó, pero este último sólo se alcanza por el hecho de que laagencia representante de pulsión es subordinada a una unión mayor,

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acogida dentro de un nexo. El yo subroga en la vida anímica a la razón yla prudencia, mientras que el ello subroga a las pasiones desenfrenadas.El yo es sólo un fragmento del ello, un fragmento alterado de maneraacorde al fin por la proximidad del mundo exterior amenazante. En elaspecto dinámico es endeble, ha tomado prestadas del ellos sus energías.Sin duda que una de las vías es, por ejemplo, la identificación conobjetos conservados o resignados. Las investiduras de objeto parten delas exigencias pulsionales del ello. El yo al comienzo se ve precisado aregistrarlas. Pero, identificándose con el objeto, se recomienda al elloen remplazo del objeto; quiere guiar hacia sí la libido del ello. En elcurso de la vida el yo acoge dentro de sí gran número de talesprecipitados de antiguas investiduras de objeto. En el conjunto, el yo seve obligado a realizar los propósitos del yo, y cumple su tarea cuandodescubre las circunstancias bajo las cuales sus propósitos puedenalcanzarse lo mejor posible. Podría compararse la relación entre el yo yel ello con la que media entre el jinete y su caballo. El caballo producela energía para la locomoción, el jinete tiene el privilegio de comandarla meta, de guiar el movimiento del fuerte animal. Pero entre el yo y elello se da con harta frecuencia el caso no ideal de que el jinete se veaprecisado a conducir a su rocín adonde este mismo quiere irEl yo se ha divorciado de una parte del ello mediante resistencias derepresión (de desalojo). Pero la represión no se continúa en el interiordel ello. Lo reprimido confluye con el resto del ello.El pobre yo sirve a tres severos amos: el mundo exterior, el superyó y elello. Ese yo se siente apretado desde tres lados, amenazado por tresclases de peligros, frente a los cuales en caso de aprieto reacciona conun desarrollo de angustia. Por su origen en las experiencias del sistemapercepción está destinado a subrogar los reclamos del mundo exterior,pero también quiere ser el fiel servidor del ello, mantenerse avenido conel ello, recomendársele como objeto, atraer sobre sí su libido. En susafanes por mediar entre el ello y la realidad se ve obligado confrecuencia a disfrazar los mandamientos icc del ello con susracionalizaciones prcc, a encubrir los conflictos del ello con larealidad, a simular con insinceridad diplomática una consideración por larealidad aunque el ello haya permanecido rígido e inflexible. Por otraparte, el riguroso superyó observa cada uno de sus pasos sin atender alas dificultades que pueda encontrar de parte del ello y del mundoexterior, y en caso de inobservancia lo castiga con los sentimientos detensión de la inferioridad y de la conciencia de culpa. Así, pulsionadopor el ello, apretado por el superyó, repelido por la realidad, el yopugna por dominar su tarea económica, por establecer la armonía entre lasfuerzas e influjos que actúan dentro de él y sobre él.Cuando el yo se ve obligado a confesar su endeblez, estalla en angustia,angustia realista ante el mundo exterior, angustia de la conciencia moralante el superyó, angustia neurótica ante la intensidad de las pasiones enel interior del ello. El superyó se sumerge en el ello; en efecto, como heredero del complejode Edipo, mantiene íntimos nexos con él; está más alejado que el yo delsistema percepción. El ello comercia con el mundo exterior sólo a travésdel  yo.Los empeños terapéuticos del psicoanálisis es fortalecer al yo, hacerlomás independiente del superyó. Donde Ello era, Yo debo advenir.   

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    MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DE PLACER (1920)IEn la teoría psicoanalítica adoptamos sin reservas el supuesto de que eldecurso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por elprincipio de placer; creemos que en todos los casos lo pone en marcha unatensión displacentera, y después adopta tal orientación que su resultadofinal coincide con una disminución de aquella, con una evitación dedisplacer o producción de placer. Esto introduce el punto de vistaeconómico, además de los aspectos tópico y dinámico.Hemos resuelto referir placer y displacer a la cantidad de excitaciónpresente en la vida anímica así: el displacer corresponde a un incrementode esa cantidad y el placer a una reducción de ella. El factor decisivorespecto de la sensación es, probablemente, la medida del incremento oreducción en un período de tiempo.Los hechos que nos movieron a creer que el principio de placer rige lavida anímica encuentran su expresión también en la hipótesis de que elaparato anímico se ufana por mantener lo más baja posible, la cantidad deexcitación presente en él. Esto equivale a decir lo mismo, sólo que deotra manera, pues si el trabajo del aparato anímico se empeña en mantenerbaja la cantidad de excitación, todo cuanto sea apto para incrementarlase sentirá como displacentero. El principio de placer se deriva delprincipio de constancia.Debemos decir que, en verdad, es incorrecto hablar de un imperio delprincipio de placer sobre el decurso de los procesos anímicos, si asífuera la mayoría de nuestros procesos anímicos tendrían que iracompañados de placer o llevar a él. En el alma existe una fuertetendencia al principio del placer, pero ciertas otras fuerzas oconstelaciones la contrarían, de suerte que el resultado final no siemprepuede corresponder a la tendencia al placer.El primer caso de una tal inhibición del principio de placer tienecarácter de ley. Sabemos que el principio de placer es propio de un modode trabajo primario. Bajo el influjo de las pulsiones de autoconservacióndel yo es relevado por el principio de realidad, que, sin resignar elpropósito de una ganancia de placer exige posponer la satisfacción,renunciar a diversas posibilidades de lograrla y tolerar previsionalmenteel displacer en el largo rodeo hacia el placer. Ahora bien, el principiode placer sigue siendo todavía por largo tiempo el modo de trabajo de laspulsiones sexuales; y sucede una y otra vez que prevalece sobre elprincipio de realidad.Es indudable, no obstante, que el relevo del principio de placer por elprincipio de realidad puede ser responsabilizado sólo de una pequeñaparte, y no la más intensa, de las experiencias de displacer. Otra fuentedel desprendimiento de displacer surge de los conflictos producidos en elaparato anímico mientras el yo recorre su desarrollo hacia organizacionesde superior complejidad. Casi toda la energía que llena al aparatoproviene de las mociones pulsionales congénitas, pero no se las admite atodas en una misma fase del desarrollo. En el curso de este, acontecerepetidamente que ciertas pulsiones o partes de pulsiones se muestran,por sus metas o sus requerimientos, inconciliables con las restantes quepueden conjugarse en la unidad abarcadora del yo. Son segregadas entoncesde esa unidad por el proceso de la represión; se las retiene en estadiosinferiores del desarrollo psíquico y se les corta, en un comienzo, la

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posibilidad de alcanzar satisfacción. Y si luego consiguen (como tanfácilmente suceden el caso de pulsiones sexuales reprimidas) procurarsepor ciertos rodeos una satisfacción directa o sustitutiva, este éxito,que normalmente habría sido una posibilidad de placer, es sentido por elyo como displacer. A consecuencia del viejo conflicto que desembocó en larepresión, el principio de placer experimenta otra ruptura justo en elmomento en que ciertas pulsiones laboraban por ganar un placer nuevo enobediencia a ese principio. Los detalles del proceso por el cual larepresión trasforma una posibilidad de placer en una fuente de displacerno son todavía bien inteligibles o no pueden exponerse con claridad, peroseguramente todo displacer neurótico es de esa índole, un placer que nopuede ser sentido como tal.En su mayor parte, el displacer que sentimos es un displacer depercepción. La reacción frente a esas exigencias pulsionales y amenazasde peligro, reacción en que se exterioriza la genuina actividad delaparato anímico, puede ser conducida luego de manera correcta por elprincipio de placer o por el de realidad, que lo modifica.IIYa es de antigua data la descripción de un estado que sobreviene trasconmociones mecánicas, choques ferroviarios y otros accidentes queaparejaron riesgo de muerte, por lo cual le ha quedado el nombre de“neurosis traumática”. La horrorosa guerra que acaba de determinar laprovocó en gran número, y al menos puso fin al intento de atribuirla a undeterioro orgánico del sistema nervioso por acción de una violenciamecánica. La neurosis de guerra es un cuadro patológico que sobrevenía enocasiones sin la cooperación de una violencia mecánica cruda.En el cuadro de la neurosis traumática se destacan dos rasgos que podríantomarse como punto de partida para la reflexión: que el centro degravedad de la causación parece situarse en el factor de la sorpresa, delterror, y que un simultáneo daño físico o herida contrarresta en lamayoría de los casos la producción de la neurosis. Por terror entendemosestado en que se cae cuando se corre un riesgo sin estar preparado,destaca el factor sorpresa.La vida onírica muestra este carácter: reconduce al enfermo, una y otravez a la situación de su accidente de la cual despierta con renovadoterror, si sostenemos la afirmación del sueño como cumplimiento de deseotal vez nos quede afirmar que en este estado la función del sueño resultóafectada y desviada de sus propósitos; o bien tendríamos que pensar en laenigmática tendencia masoquista del yo.Ahora propongo abandonar ese oscuro tema de la neurosis traumática yestudiar el modo de trabajo del aparato anímico en una de sus prácticasnormales. Me refiero al juego infantil.Intentamos colegir los motivos que llevan al niño a jugar (representaciónescénica) pero no lo hacen dando precedencia al punto de vista económico,vale decir, ganancia de placer. Se propone como Ej. El juego del fort (sefue)  – da (acá está) simulando la partida de la madre, la cual seresarcía escenificando por sí mismo con objetos a su alcance esedesaparecer y regresar. No  es posible la partida de la madre le seaagradable.El acto de repetir implica que va asociado a ganancia de placer, aunquede otra índole. Se advierten dos concepciones del juego infantil: losniños repiten en el juego todo cuanto les ha hecho gran impresión en lavida  (trocando pasividad del vivenciar a la actividad del jugar) y porotro lado que todos los juegos están presididos por el deseo dominante dela etapa en que se encuentran: ser grandes y obrar como los mayores.

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Aun bajo el imperio del principio de placer existen suficientes mediospara convertir en objeto de recuerdo y elaboración anímica lo que en símismo es displacentero.IIIEn el curso de un tratamiento psicoanalítico el enfermo no puede recordartodo lo que hay en él de reprimido, sino que más bien se ve forzado arepetir lo reprimido como vivencia presente en vez de recordarlo. Estareproducción que emerge con fidelidad no deseada, tiene siempre porcontenido un fragmento de la vida sexual infantil y, por tanto, delcomplejo de Edipo y sus ramificaciones; y regularmente se juega (seescenifica) en el terreno de la trasferencia, esto es, de la relación conel médico. Cuando en el tratamiento las cosas se han llevado hasta estepunto, puede decirse que la anterior neurosis ha sido sustituida por unanueva, una neurosis de trasferencia. El médico se ha empeñado porrestringir en todo lo posible el campo de esta neurosis de trasferencia,por esforzar el máximo recuerdo y admitir la mínima repetición. Laproporción que se establece entre recuerdo y reproducción es diferente encada caso. Por lo general, el médico no puede ahorrar al analizado estafase de la cura; tiene que dejarle revivenciar cierto fragmento de suvida olvidada, cuidando que al par que lo hace conserve cierto grado dereflexión en virtud del cual esa realidad aparente pueda individualizarsecada vez como reflejo de un pasado olvidado. Con esto se habrá ganado elconvencimiento del paciente y el éxito terapéutico que depende de aquel. Para hacer mas inteligible esta compulsión de repetición debemosintelegir que: lo inconciente, vale decir lo reprimido no ofreceresistencia a los esfuerzos de la cura, y no aspira a otra cosa queirrumpir en la conciencia, o descarga. La resistencia de la cura provienede los estratos superiores del yo que llevaron a la represión. Dejaremosla oposición CC ICC por la oposición Yo Coherente y lo Reprimido. No hayduda que la resistencia de que la resistencia del yo está al servicio delprincipio de placer: quiere ahorrar el displacer que se excitaría por laliberación de lo reprimido, en tanto se intenta conseguir que esedisplacer se tolere invocando el principio de realidad.Ahora bien, ¿qué relación guarda con el principio de placer la compulsiónde repetición, la exteriorización forzosa de lo reprimido? Es claro que,las más de las veces, lo que la compulsión de repetición hace revivenciarno puede menos que provocar displacer al yo, puesto que saca a la luzoperaciones de mociones pulsionales reprimidas. Empero, ya hemosconsiderado esta clase de displacer: no contradice al principio deplacer, es displacer para un sistema y, al mismo tiempo, satisfacciónpara el otro. Pero la compulsión de repetición devuelve también vivenciaspasadas que no contienen posibilidad alguna de placer, que tampoco enaquel momento pudieron ser satisfacciones, ni siquiera de las mocionespulsionales reprimidas desde entonces.Lo que la repetición hace revivenciar provoca displacer al yo puesto queproviene de pulsiones reprimidas pero no contradice el principio dedisplacer puesto que es placer para otro sistema. Lo asombroso es que lacompulsión de repetición contiene vivencias pasadas que no contienenposibilidad de placer para ninguno de los sistemas, en apariencia. Serepiten en la transferencia ocasiones indeseadas y situaciones afectivasdolorosas.El florecimiento temprano de la vida sexual infantil estaba destinado asepultarse porque sus deseos eran inconciliables con la realidad y por lainsuficiencia de la etapa evolutiva en la que se encontraba el niño. Eseflorecimiento se fue a pique a raíz de las más penosas ocasiones y en

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medio de sensaciones hondamente dolorosas. La pérdida de amor y elfracaso dejaron como secuela un daño permanente del sentimiento de sí, encalidad de cicatriz narcisista. El vínculo tierno establecido casisiempre con el progenitor del otro sexo sucumbió al desengaño, a la vanaespera de una satisfacción. Así llega a su fin el amor típico de lainfancia; su ocaso responde a unos pocos tipos, que aparecen conregularidad.Ahora bien, los neuróticos repiten en la trasferencia todas estasocasiones indeseadas y estas situaciones afectivas dolorosas,reanimándolas con gran habilidad. Se afanan por interrumpir la curaincompleta, fuerzan al médico a dirigirles palabras duras y a conducirsefríamente con ellos, hallan los objetos apropiados para sus celos,sustituyen al hijo tan ansiado del tiempo primordial por el designio o lapromesa de un gran regalo, casi siempre tan poco real como aquel. Nada deeso pudo procurar placer entonces; se creería que hoy produciría undisplacer menor si emergiera como recuerdo o en sueños, en vez deconfigurarse como vivencia nueva. Se trata desde luego de la acción depulsiones que estaban destinadas a conducir la satisfacción; pero ya enaquel momento no la produjeron, sino que conllevaron únicamentedisplacer. Esa experiencia se hizo en vano. Se la repite a pesar de todo;una compulsión esfuerza a ello.En vistas de las observaciones relativas a la conducta en transferencia yal destino fatal que parece perseguir a algunos no neuróticos osaremossuponer que en la vida anímica existe una compulsión de repetición que seinstaura más allá del principio de placer.Refiere los sueños de enfermos de neurosis traumática y juegos infantilescomo casos donde se aprehenden puros, sin injerencia de otros motivos,los efectos de la compulsión a la repetición. En la transferencia larepetición está al servicio del yo que quiere aferrarse al principio deplacer.IVLa especulación psicoanalítica, arranca de la expresión recibida a raízde la indagación de procesos Icc de que la Cc es una función particularde los procesos anímicos y no el carácter universal de ellos.La Cc es la operación de un sistema particular y brinda percepciones delexterior y sensaciones del interior, sistema percepción Cc.Este sistema se singulariza por la particularidad de que en el proceso deexcitación no deja tras sí una alteración permanente de sus elementos(HUELLAS) sino que se agota en el fenómeno del devenir Cc.Para el organismo vivo la tarea de defenderse contra los estímulos escasi mas importante que la de recibirlos. Cuenta con dispositivosdestinados a recibir acciones estimulares especificas, órganossensoriales, pero además mecanismos preventivos para la protección contravolúmenes hiper-grandes de estímulos, es característicos de tales órganosde procesar cantidades muy pequeñas de estímulos externos.Ahora, El estrato sensitivo que más tarde será el sistema Cc recibetambién excitaciones desde adentro para las cuales no hay protecciónantiestímulos y que en su decurso producen sensaciones de placer ydisplacer. Tales sensaciones prevalecen sobre todos los estímulosexternos y se las trata cuando producen gran displacer no como si obrasendesde adentro, sino desde afuera. Este es el origen de la proyección.Estas reflexiones nos han llevado a comprender mejor el imperio delprincipio de placer. No aclarando aun los casos que lo contrarían. Demosentonces un paso mas, y retomando las reflexiones de la excitación

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externa, llamaremos traumáticas a aquellas externas que poseen fuerzasuficiente para perforar la protección antiestímulos.En un primer momento el principio de placer quedará abolido y la tareaserá ligar los volúmenes de estímulos que penetraron a fin detramitarlos. Se moviliza de todas partes energía de investidura a fin degenerar una investidura energética de nivel correspondiente. Se produceuna contrainvestidura en favor de la cual se empobrecen los otrossistemas psíquicos.De aquí se infiere que un sistema de elevada investidura en si mismo escapaz de recibir nuevos aportes de energía y ligarlos psíquicamente amayor energía propia mayor fuerza ligadora.Es preciso distinguir entonces, una investidura en libre fluir queesfuerza en pos de su descarga y una investidura de los sistemaspsíquicos. Quizás admitamos la conjetura de que la ligazón de la energíaque afluye al aparato anímico consiste en un transporte de un estado delibre fluir hasta el estado quiescente (investidura de un sistemapsíquico).Descubrimos que el apronte angustiado con su sobreinvestidura de lossistemas recipientes (lo cual sería el transporte de investidura librehacia el estado quiescente) constituye la ultima trinchera de laprotección antiestímulos. En toda una serie de traumas el factor decisivoquizás sea entre los sistemas no preparados y los preparados porsobreinvestidura.Si en la neurosis traumática los sueños reconducen a la situación delaccidente tenemos derecho a suponer que contribuyen a otra tarea que deberesolverse antes de que el principio de placer pueda iniciar su imperio.Busca recuperar el dominio sobre el estímulo por medio de un desarrollode angustia cuya omisión causo la neurosis traumática. Nos proporcionanuna perspectiva sobre la función del aparato anímico que sin contradeciral propio de placer es empero independiente y más originaria que elpropósito de ganar placer y evitar displacer. Si existe un más allá delpropio de placer por obligada consecuencia tendremos que admitir que huboun tiempo anterior también a la tendencia del sueño al cumplimiento dedeseo. Tales sueños obedecen en interés a la ligazón psíquica a lacompulsión a la repeticiónVLa falta de protección antiestímulo que resguarde de estímulos interiorestiene por consecuencia que estos últimos adquieren la mayor importanciaeconómica y a menudo dan ocasión a perturbaciones económicas equiparablesa las neurosis traumáticas. Las fuentes de estas excitaciones porestímulos interiores son las pulsiones: representantes de todas lasfuerzas que provienen del cuerpo y se transfieren al aparato anímico.Las pulsiones obedecen a la investidura libremente móvil en pos dedescarga. El proceso libremente móvil corresponde a sistemas Icc dondelas investiduras pueden transferirse, desplazarse y condensarse de manerafácil, lo que es llamado proceso primario.Identificamos el proceso psíquico primario con la investidura librementemóvil, y al proceso secundario con las alteraciones de las investidurasligadas.Entonces: la tarea de los estratos superiores del aparato anímico (dondereina el proceso secundario) seria ligar la excitación de las pulsionesque entran en operación en el proceso primario. El fracaso de estaligazón provocaría una perturbación análoga a la neurosis traumática(compulsión de repetición). Se deduce que la compulsión a la repeticióntiene carácter pulsional.

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Nada de esto contradice al principio de placer es palmario que larepetición constituye por sí misma una fuente de placer.            ¿COMO SE ENTRAMA LO PULSIONAL CON LA COMPULSION A LAREPETICION?Estamos ante la pista de un carácter universal de las pulsiones y quizásde toda la vida orgánica en general. Una pulsión seria: un esfuerzo inherentea lo orgánico vivo de reproducción de un estado anterior.Esta nueva manera de concebir la pulsión puede parecer extraña, pues noshemos habituado a ver en la pulsión el factor de cambio y desarrollo(1915) y ahora nos vemos forzados a ver en ellas lo contrario, laexpresión de la naturaleza conservadora del ser vivo.Pues bien: si todas las pulsiones orgánicas son conservadoras y dirigidasa la regresión, al reestablecimiento de lo anterior, tendremos que anotarlos éxitos del desarrollo orgánicos en la cuenta de los influjosexternos, porque contradiría la naturaleza conservadora de las pulsionesel que la meta fuera un estado nunca alcanzado antes (desarrollo,progresos). Ha de ser más bien un estado antiguo inicial, que lo vivoabandono una vez, lo inanimado y al que aspira a regresar.Respecto a los grandes grupos de pulsiones se impone decir, entonces, quela noción de pulsiones de autoconservación cae por tierra pues entra encontradicción con el presupuesto de que la vida pulsional en su conjuntosirva a la provocación de la muerte.Bajo una luz diversa se sitúan las pulsiones sexuales. Freud propone quehay organismos no expuestos a la compulsión externos que los empuja eldesarrollo, organismos elementales, las células germinales que laboran encontra del fenecimiento de la sustancia viva y tienen inmortalidadpotencial.Las pulsiones que vigilan los destinos de estos organismos elementalesque sobreviven al individuo cuidan por su segura colocación y provocan suencuentro con las otras células germinales son las llamadas pulsionessexuales.Son conservadoras en 3 sentidos:

Espejan estados anteriores de la sustancia viva; Resisten injerencias externas ; Conservan la vida por lapsos más largos.

A pesar de ello son lo único que podemos aducir a favor de una tendenciainterna al progreso y a la evolución ascendente. Son las genuinaspulsiones de vida dado que contrarían el propósito de las otraspulsiones.VIHasta aquí la conclusión estatuye una oposición entre pulsiones yoicas ypulsiones sexuales, donde las primeras son de muerte y las segundas decontinuación de la vida.Solo para las pulsiones yoicas (pulsiones de muerte) podríamos reclamarel carácter conservador –regrediente- que correspondería a una compulsiónde repetición puesto que las pulsiones yoicas quieren reestablecer lacondición de materia inanimada.En cambio las sexuales tienen como meta la fusión de dos célulasgerminales y así prolongar la vida.Hemos edificado las conclusiones sobre la premisa de que todo ser vivotiene que morir por causas internas, legalidad interna de morir. Freudacude a la experiencia biológica para someter a examen esta creencia, nocumpliendo la expectativa de que la biología habría de desechar de planoel reconocimiento de la pulsión de muerte.

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Propone entonces abandonar entonces el punto de vista morfológico a finde adoptar el dinámico, donde resulta indiferente que se demuestre o nola muerte natural. Quedando en pie la separación entre soma (el cuerpo,parte mortal) y plasma germinal (células germinales, en potencia inmortalpor poder desarrollarse en un nuevo individuo, rodearse de un nuevosoma).Toma una teoría según la cual en la sustancia viva discurren 2 clases deprocesos contrapuestos Anabolismo y Catabolismo, asimilándolos apulsiones de vida y pulsiones de muerte.Ensaya un paso más: partiendo de la opinión de que la unión de numerosascélulas en sociedad constituye un medio para la prolongación de su vida,una célula ayuda a preservar la vida de las otras, y transfiere larelación reciproca entre las células a la teoría de la libido, entonces,las pulsiones de vida o sexuales en cada célula son las que toman porobjeto a las otras células neutralizando sus pulsiones de muerte (losprocesos provocados por estas últimas) y manteniéndolas al mismo tiempoen vida. En cuanto a las células germinales se comportarían de modonarcisista, conservan su libido en calidad de reserva con miras a suposterior posibilidad de grandiosa dimensión anabólica.Luego de abarcar someramente el desarrollo de la teoría de la libido enel psicoanálisis. Se ve obligado a destacar el carácter libidinoso de laspulsiones de autoconservación, cuando discierne la pulsión sexual como elEros que todo lo conserva y derivar la libido narcisista del yo a losaportes libidinales con que las células del soma se adhieren unas a otra.Ahora, si las pulsiones de autoconservación son libidinosas acaso notengamos otras que no sean libidinosas. Conjeturamos que en el interiordel yo hay pulsiones diversas que las de autoconservación libidinosaspara salir del problema, acaso las pulsiones libidinosas del yo esténenlazadas de una manera particular con esas otras pulsiones yoicas (nolibidinosas). Da como ejemplo de pulsión yoica no libidinosa, el sadismo,que sería una pulsión de muerte apartada del yo por influencia de lalibido narcisista y aunque esta concepción la nota alejada de todaevidencia, alega el derecho a invocar un supuesto así, puesto que nosería la primera vez para salir de la perplejidad. Además y en relación aesto, agrega que podría haber un masoquismo primario.Volviendo a las pulsiones sexuales, conservadoras de la vida, la unióngenésica renovaría la vida por el aporte de nuevas magnitudes deestímulos. Esto armoniza con el supuesto vital del individuo lleva porrazones internas a la nivelación de tensiones químicas, esto es a lamuerte, mientras que la unión con una sustancia viva que conforme unindividuo diferente aumenta estas tensiones, introduce nuevasdiferencias.La tendencia dominante de la vida anímica es la de rebajar, mantenerconstante, suprimir la tensión interna del estímulo de lo cual esexpresión el principio de placer, ese constituye uno de nuestros másfuertes motivos para creer en la existencia de pulsiones de muerte.Nota Freud que sigue siendo un escollo no pesquisar en la pulsión sexualel carácter de compulsión de repetición,  para lo cual habría que indagarel origen de la reproducción genésica, y en una postura darviniana admiteque la copula casual se mantuvo por sus ventajas, por lo cual el sexo nosería algo muy antiguo y las pulsiones  violentas que quieren producir launión sexual repetirían algo que ocurrió una vez por casualidad y semantuvo por ventajoso. .Propone también para no abandonar la hipótesis de las pulsiones demuerte, hay que asociarlas desde el comienzo mismo con  unas pulsiones de

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vida, propone entonces,  la hipótesis que deriva una pulsión de lanecesidad de reestablecer un estado anterior: la teoría de Platón segúnla cual en el comienzo habría seres humanos andróginos divididos por Zeusque desde entonces buscarían fusionarse en un solo ser.VIISi es un carácter general de las general de las pulsiones el de quererreestablecer un estado anterior, no nos asombra que en la vida anímicatantos procesos se consumen con independencia del principio de placer.Este carácter recomunica a toda pulsión parcial: en estas se trataría derecobrar una determinada estación de la vía de desarrollo. Pero de que elprincipio de placer aun no haya recibido poder alguno sobre todo eso, nose sigue que todo haya de estar en oposición a él.Hemos discernido como una de las más tempranas e importantes funcionesdel aparato anímico la de “ligar” las mociones pulsionales que llegan,sustituir el proceso primario que gobierna en ellas por el procesosecundario, tras mudar su energía de investidura libremente móvil eninvestidura predominantemente quiescente (tónica). La transposiciónacontece al servicio del principio de placer; la ligazón es un actopreparatorio que introduce y asegura el principio de placer.Separemos función y tendencia: el principio de placer es entonces unatendencia que está al servicio de la función: hacer que el aparatoanímico quede exento de excitación. Notamos que la función así definidaparticiparía de la aspiración a volver atrás, hasta el reposo del mundoorgánico. La ligazón sería una función preparatoria destinada a acomodarla excitación para luego tramitar en el placer de la descarga.Así, nos preguntamos si las sensaciones de placer y displacer pueden serproducidas de igual manera por los procesos excitatorios ligados y los noligados, los procesos primarios provocan mucho más intensas en ambossentidos que los ligados, los del proceso secundario. Además los procesosprimarios son más originarios, al comienzo de la vida no hay otros, ypodemos inferir que si el principio de placer no actuase ya en ellos,nunca podría haberse instaurado para los posteriores años.El principio de placer, podemos concluir esta al servicio de laspulsiones de muerte.

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