ENTREVISTA ANA PATRICIA MOYA RODRÍGUEZ Y POEMAmanuelguerrerocabrera.com/download/ENTREVISTA-ANA-PATRICIA-… · Laborales y es Licenciada en Humanidades por la Universidad de Córdoba.

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ENTREVISTA A ANA PATRICIA MOYA RODRÍGUEZ Manuel Guerrero Cabrera

Nace en Córdoba en 1982. Estudió Relaciones Laborales y es Licenciada en Humanidades por la Universidad de Córdoba. Es directora de la Editorial Groenlandia, especializada en publicaciones digitales. Ha publicado los poemarios Bocaditos de realidad (2012), Material de desecho (2013) y Píldoras de papel (2016), y el libro de relatos Cuentos de la carne (2009). Aparece en varias antologías como La vida por delante: antología de jóvenes poetas andaluces (2012) o 20 con 20 (2016), entre otras. Ha obtenido distintos premios por sus relatos y poemas, entre los que citamos el accésit del III Concurso de Relato Breve del Museo Arqueológico de Córdoba, segundo premio ex aequo de poesía del II Certamen Por amor al arte en poesía,

primer premio del III Certamen de Relato Artefacto y finalista de varios certámenes (I Premio Andrés Salom, I Certamen de Poesía y Microrrelato Dinamo Literaria, III Premio Francisco Gijón de microrrelatos de historia, II Premio de poesía Ellas, Málaga Crea 2016 y 2017, VII Concurso de Microrrelatos Canyada D´Art). 1-. Cuando vea la luz esta entrevista, se cumplirán diez años del primer número de la revista Groenlandia, ¿qué cree que ha aportado a la literatura digital y cordobesa? A la literatura digital, mucho; sin embargo, Groenlandia ha tenido escaso impacto en nuestra ciudad. De todas formas, nuestra pretensión era llegar a todas las partes gracias a la red, y estamos encantados de recibir apoyo cultural de diversos autores del mundo. Es cierto que han participado poetas y narradores locales, y muy buenos, por cierto (ya sea en las páginas de nuestras publicaciones aperiódicas o bien editando sus libros), la mayor parte de ellos desconocidos dentro de determinados grupos, pero no por ello menos válidos; en positivo, ayuda a refrescar el panorama literario de unos pocos nombres. No ha existido promoción fuera del círculo virtual, ya sabemos cómo funcionan los mecanismos culturales a cualquier nivel, estés en Córdoba, Sevilla, Barcelona o Madrid, y los argumentos de los que pretenden repartirse el control de la cultura («va por libre, peligroso para nuestros intereses») mientras se llenan la boca con algún trozo de pastel y se atragantan con conceptos tales como «cultura libre», «cultura para todos» y demás lemas que no promueven en la práctica. Soy consciente de que estas palabras son polémicas, pero me da exactamente igual, no le debo nada a nadie, y muchos de mis compañeros implicados en el proyecto están en una situación idéntica: sólo dependemos de nuestra voluntad, voluntad que no encontramos en esos criticones que no hacen absolutamente nada por transformar la situación aportando propuestas útiles y dejando que los que están bien colocados, esos mismos que tanto critican con rabia, se apropien de determinadas parcelas artísticas. Con todo, la literatura es algo más que egos hinchados y lanzamiento de cuchillos a la espalda: no comulgo con esa actitud tan déspota, y me aparto de toda esta miseria porque no me apetece volver a tomar

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pastillas para lidiar con tanto estúpido. Hemos demostrado que es posible hacer cultura fuera de los canales oficiales, sin apoyos institucionales. Será nuestro mayor legado. 2.- En Píldoras de papel dice que «en la moderna selva urbana /… / sólo te queda cambiar el papel de buena de la película / por la de la malvada y astuta bruja de cuento», ¿esto también es aplicable a la literatura? Existen dos caminos: el sencillo, el complicado. Todos somos libres de escoger cuál seguir. Es importante ser consciente, eso sí, de los riesgos que conllevan nuestras decisiones, porque muchos aspirantes se lanzan sin pararse a analizar; un error muy propio, por ejemplo, de los autores jóvenes que se tiran a la piscina creyendo que el mundo literario es glamour, purpurina y unicornios. Por supuesto que también muchos de los que se implican están en su derecho de rectificar en el momento preciso. He visto de todo: escritores que lucharon duro para encontrar su hueco y al final dejarse arrastrar por, digamos, el lado oscuro (postureo, amiguismos, premios concedidos de antemano, cargos políticos y demás mamoneos), o poetas que optaron por la vía fácil y que al sopesar lo que conlleva mendigar por unas migajas de éxito y a costa de los que dirigen el cotarro, se han achantado y han regresado al punto de partida, discretamente. Esto es una carrera de fondo y los que parten con ventaja no dudarán en pisotearte: demasiada competencia, mala leche y amargados al acecho, como en otros ámbitos de la vida. Y sigo preguntándome qué relación existe entre esta lucha de ombligos desesperados por la notoriedad y la literatura en su esencia. ¿En qué la hemos convertido? Es terrorífico. Quizás peque de ingenua, o de ser excesivamente idealista, pero a veces me da grima el entorno. Pero, insisto, somos humanos y todo lo que tocamos lo convertimos en mierda, y la literatura no va a ser menos. Por eso, suelo ser desconfiada, pero flexible, al menos, estas dos actitudes me garantizarán sobrevivir en el mundillo: vamos a dejar el papel de brujas o payasos a los que te miran por encima del hombro y parece que hasta te perdonan la vida por respirar el mismo aire que tú. 3.- ¿Considera que la literatura es un modo de supervivencia de la realidad? Desde mi perspectiva, la literatura puede ser una terapia más efectiva que un tratamiento; el problema es que a veces la realidad te puede desbordar y escribir no es suficiente. Escribir no te garantiza pagar facturas ni tampoco llenarte el frigorífico. Sí es cierto que te puede auxiliar en momentos de bajón, pero también te puede perjudicar si lo conviertes en una meta, en una obsesión. He visto a muchos literatos con talento que se están muriendo de hambre, y no exagero, a otros enfermar con tal de alcanzar lo inalcanzable, esto es, convertir la pasión en profesión. La literatura no nos salvará de la precariedad, pero será bálsamo para hacer más soportable el dolor. Como buena resiliente, es el arma que utilizo para enfrentarme a lo absurdo de la vida, porque sí, la vida es muy absurda. 4.- Me encanta su poema sobre el mejor poeta del mundo: «es mi padre: / jamás ha escrito versos / pero sus manos grandes y sufridas / son ásperos poemas / de vida». ¿De qué poema se siente más orgullosa? Mis padres tienen los estudios básicos, no son aficionados a la lectura y son más poetas que todos los que se van jactando de ser reconocidos artistas del verso. No sé, consideradme simplona, pero he visto más poesía en las croquetas de mi madre o en las manos de mi padre cuando trabajaba con la plata o manipulaba cuadros eléctricos. Lo

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que pretendo decir también es que, por suerte y por desgracia, cualquiera ya puede ser poeta: por suerte porque hay muchos que no les hace falta escribir poemas para demostrar que existe belleza en cualquier gesto, y por desgracia porque hay otros que se creen que por colocar unas cuatro frases locas de cuestionable calidad o por arrimarse a determinados individuos del gremio ya son poetas de pleno derecho. El poema del que me siento más orgullosa es todo lo que brota de mis manos (más allá de los poemas, relatos, entre otros proyectos artísticos que no puedo revelar), porque son las únicas que pueden hablar de mí. Y hasta aquí, la cursilería del momento. Ya sabéis, tengo una reputación de tipa dura que mantener. 5.- Además de escritora, ha sido joyera, bibliotecaria y diseñadora gráfica, entre otros oficios; ¿también es pluriempleada en la literatura? Yo no me gano la vida escribiendo, de hecho, no considero la literatura como una profesión, sí una vocación, y la mía, en particular, la que gira en torno al mundo del libro; me fascina en todos sus aspectos, pero soy realista. Me dedico a cuestiones relacionadas: edito, maqueto, corrijo, reviso, diseño, y por amor al arte, porque que me contraten para tales menesteres por la edad lo veo complicado. España no es país ni para «viejóvenes» ni para obreros de la cultura. Por eso sigo formándome en otras disciplinas que puedan garantizarme la dignidad en un futuro muy, muy, muy, muy lejano: aspiro al sueldo decente, apartamento hipotecado con dos perros grandes, gato negro y una biblioteca que crezca constantemente. No pido tanto. Soy muy convencional. Mil gracias de corazón por el interés en entrevistarme. PUBLICADA EN SAIGÓN 29 (2017)