ENSAYO ACERCA DEL ORIGEN DEL APRENDIZAJE DE LOS VALORES SOCIALES Instrumentos y técnicas de documentación, organización del estudio y documentación. Grado de Trabajo Social (Grupo G) 28/OCT/11 CEBRIÁN BESSINI, Raúl GUILLEM FELICI, María José GUILLÉN MUÑOZ, Fernando MARÍN FANDOS, Soledad MARTÍNEZ CERDÁN, Coral RODRÍGUEZ CASTILLO, Celia
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Ensayo acerca del origen del aprendizaje de los valores sociales
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ENSAYO ACERCA DEL
ORIGEN DEL APRENDIZAJE DE LOS VALORES SOCIALES
Instrumentos y técnicas de documentación, organización del
estudio y documentación.
Grado de Trabajo Social (Grupo G)
28/OCT/11
CEBRIÁN BESSINI, Raúl
GUILLEM FELICI, María José
GUILLÉN MUÑOZ, Fernando
MARÍN FANDOS, Soledad
MARTÍNEZ CERDÁN, Coral
RODRÍGUEZ CASTILLO, Celia
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EL ORIGEN DE LOS VALORES
INDICE
1.- Introducción p. 2
2.- Desarrollo p. 3
2.1- El factor de la edad en la asunción de los valores sociales
2.2- La familia como agente de trasmisión de valores
2.3- Los valores en la escuela
2.4- Los valores transmitidos por el grupo de semejantes
2.5- Los medios de comunicación como trasmisores de valores
3.- Conclusiones p. 11
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1.- Introducción
Los valores sociales ejercen un papel fundamental en el ejercicio
profesional del trabajo social. Por ello, ante la libertad que nos ha sido otorgada
para la elección de la temática de este trabajo de investigación, hemos decidido
ahondar en el origen de los mismos.
Cuando la idea de trabajar alrededor de los valores sociales se expuso ante el
grupo ya surgieron las primeras dificultades. Nos disponíamos a abordar un
extensísimo concepto para el cual, si hubiéramos tenido como objeto analizarlo en
su conjunto, hubiésemos necesitado una cantidad de tiempo y dedicación
excesivos. Sin embargo, tras un proceso de análisis y reflexión acerca de las
dificultades y oportunidades que se nos presentaban investigando alrededor de los
valores, decidimos centrándonos en el origen de las construcciones sociales que
dan pié a generar en nosotras una serie de principios inalienables, cumplimos dos
tareas de gran importancia:
1- Concretamos el tema y lo limitamos a unos parámetros “manejables”,
pudiendo con ello cumplir con los plazos exigidos sin por ello realizar una
tarea ambigua y poco incisiva.
2- Nos dotamos de algunas de las herramientas necesarias, como futuras
trabajadoras sociales, para ser capaces de analizar algunas de las causas
que dan pie a los comportamientos y prejuicios de las personas.
Es importante resaltar que nuestra intención es desarrollar un trabajo con
carácter útil para el resto de nuestras compañeras tanto como para nosotras.
Conociendo el proceso mediante el cual se genera en nosotros una escala de
valores, entendiendo esta como una serie de preceptos sociales que pueden llegar
a ser lo que determine nuestros juicios y predisposiciones, seremos también
capaces de discernir con mayor certeza algunas de las dimensiones personales y
sociales de las usuarias y usuarios con las que trabajemos, siendo capaces de
lograr una mayor comprensión de las situaciones a las que nos enfrentemos como
profesionales.
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Durante nuestra exposición trataremos de desenmascaras aquellos actores, en
ocasiones esquivos, que afectan de manera determinante en el desarrollo de
nuestra personalidad. Para ello, además de analizar algunos de los mecanismos y
elementos que intervienen en este proceso (tales como la edad, clase social,
entorno, etc.), recurriremos a la extensa literatura producida alrededor de las
últimas décadas a este respecto.
2.- Desarrollo
2.1- El factor de la edad en la asunción de los valores sociales
Exponemos a continuación dos testimonios sobre la importancia de la edad
en la asimilación de valores, siendo la infancia y adolescencia dos periodos clave.
Según la profesora Sonia Krumm de Nikolaus en el artículo transmisión de
valores en la escuela: “Durante la niñez y la juventud, vamos adoptando valores
que determinarán nuestros motivos, actitudes y decisiones.
Cuando las personas no tienen un fundamento sólido sobre el que basar sus
valores, las decisiones se contradicen, las actitudes son cambiantes y los motivos
pueden ser errados.”1
Los valores no existen como conceptos aislados. Están integrados a nuestras
acciones y buscan una coherencia con el sistema. De aquí la necesidad de
establecer unos mínimos valores en las primeras etapas de nuestra vida, de
hecho, para comprender la realidad humana, es necesario “tomar partido” a través
de la asunción de calores sociales. La alienación, en principio, no es una opción.
Por otro lado tenemos el cuadro del profesor Kohlberg sobre el desarrollo
moral:
“El desarrollo moral comenzaría con la etapa cero, donde se considera
bueno todo aquello que se quiere y que gusta al individuo por el simple hecho de
1 KRUMM DE NIKOLAUS, Sonia. La Transmisión de Valores en la Escuela
AFQjCNHU1LL5djPUk6nvOd3MGkh4qRTeRw&sig2=cI98BaKYV4RyWrg-3QDfKA 6 Enrique DELTORO RODRIGO, Cómo trabajar con adolescentes en el tiempo libre, Libros Certeza, Valencia 2005, p.
8 7 Medrano Samaniego, C., Cortés Pascual, P . A. Palacios Navarro, S. LA TELEVISIÓN Y EL DESARROLLO DE
VALORES, Revista de Educación, 342. Enero-abril 2007, pp. 307-328 Ministerio de Educación y Cultura
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Boehnke, (2003). Estos autores conceptualizan los valores como representaciones
cognitivas con origen en las necesidades biológicas básicas, en las de interacción
social y en las demandas de las distintas institucionales sociales. Aunque también
se interpretan como una construcción individual de una meta transituacional
(valores finales/instrumentales) donde las metas expresan intereses
(individuales/colectivos/ambos) que tienen que ver con un dominio motivacional
(disfrute, seguridad, logro, autodirección, conformidad, pro socialidad, poder social
y madurez) y que estos intereses son evaluados dentro de un rango de
importancia/no importancia como principios de actuación del individuo. El modelo
de Schwartz puede considerarse como una integración del modelo de Rokeach y
las perspectivas más culturalistas que se han centrado en categorizar los valores
en dominios motivacionales y/o de contenido con el objetivo de conocer la
estructura subyacente a los sistemas de valores... En nuestra opinión, este modelo
tiene la enorme ventaja de ofrecer una clasificación sólida no sólo desde el punto
de vista teórico- conceptual, sino que también posee un refrendo estadístico-
experimental que nos puede facilitar enormemente el análisis de valores, en las
narraciones televisivas, de manera cuantitativa a partir de la creación de un
instrumento “ad hoc”.
Estamos convencidos de que existen argumentos suficientes para compartir
con otros autores la idea de que la institución escolar se equivoca viendo un
competidor en la televisión. Esta última ha pasado a ser junto con la escuela en las
sociedades llamadas «avanzadas» los dos hechos culturales a los que la infancia
dedica la mayor parte de su tiempo de vigilia. La televisión ya no es únicamente un
entretenimiento sino que se ha convertido en uno de los grandes culturizadores de
la infancia (Palmer y Dorr, 1980; Álvarez y Del Río, 2004).
Nos parece interesante la exposición de Buckingham (2003) sobre la
educación de los medios, no como un instrumento de protección de la infancia
sobre sus efectos perniciosos, sino como el asesoramiento y orientación en un
aprendizaje autónomo de los medios, que comprende varios análisis (textual
estricto; valorativo y crítico; y de los contextos sociales, económicos e históricos
que rodean al medio) y la participación activa (producción de los medios). Es
urgente que los centros educativos se planteen cómo educar a sus alumnos
respecto al conocimiento, crítica y dominio de los principales medios de
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comunicación audiovisual, como también expresa Sevillano (2001, 2004).
En este sentido la escala que presentamos nos permite disponer de un
instrumento de medida de los valores personales y televisivos que mantiene en
esencia la estructura del modelo original propuesto por Schwartz. El análisis
multidimensional realizado muestra semejanzas y diferencias entre los dominios
que permiten concluir que tanto nuestra escala como la Schwartz están midiendo
el mismo constructo: la axiología personal básica. La Escala de de Valores
Televisivos alcanza una alta fiabilidad y validez de constructo. No obstante, la
muestra dónde se han recogido los datos para la validación del instrumento
corresponde a la fase piloto de una investigación más amplia y uno de nuestros
objetivos era comprobar la validez del instrumento, para en su caso, realizar los
ajustes correspondientes. Aunque la verdadera validez de la escala se obtiene
cuando sirve como elemento sensible ante adolescentes y jóvenes con diferentes
hábitos y valores televisivos. Por tanto, estos resultados han de ser confirmados en
una investigación posterior. No obstante, se presenta un instrumento sencillo, de
fácil aplicación y fiable para conocer los valores personales y los percibidos por los
jóvenes en los programas de televisión que más ven. Igualmente, creemos que
además de su función evaluadora, la propia escala puede ser un instrumento útil
para fomentar la reflexión y la explicitación de los valores que uno mismo
manifiesta y los que percibe en aquellos programas que más visualiza. La
explicitación y toma de conciencia de los valores, nos parece un aspecto muy
relevante desde el punto de vista psicoeducativo.
La escala de Valores Televisivos puede ayudarnos, también, a traducir los
mensajes implícitos transmitidos por el medio, compartirlos con los demás y
desarrollar una actitud crítica. El propio conocimiento por parte del profesorado del
modelo de Schwartz, así como de estrategias específicas de trabajo en el aula
(aspectos instrumentales y técnicos) resulta necesario para comenzar una
intervención educativa.
3.- Conclusiones:
Si bien teoría y praxis coinciden que durante la etapa de la niñez, los/as individuos
desarrollan su personalidad observando e imitando conductas de las personas de
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su alrededor, los adolescentes, por el contrario, son más susceptibles a las
directrices que le aporta su grupo de iguales, por lo tanto, es más difícil afirmar que
los referentes tienen la misma importancia que durante la infancia.
. La familia, por ser en principal ámbito de influencia en la etapa de la niñez,
cuando las personas somos más receptivas tanto a imitar conductas como a
aceptar órdenes e instrucciones conforma el agente socializador más influyente en
la formación de los valores del/de la niño/a. Durante la adolescencia, cuando el/la
individuo/a es capaz de razonar por sí mismo se genera una ruptura con la
realidad interpretada por los adultos y necesita por lo tanto una nueva herramienta
para interpretar su entorno y adecuarse a él, el grupo de iguales toma durante esta
etapa su máximo de influencia, los/las adolescentes toman posturas frente a su
medio a nivel grupal, donde se sienten protegidos y comprendidos, rechazando o
tomando como menos válidos aquellos criterios emanados desde agentes externos
al grupo.
Tanto durante la infancia como durante la adolescencia hay un agente
común que ejerce una influencia a menudo nefasta: los medios de comunicación,
en concreto la televisión. Según un informe de la Agencia Audiovisual de Cataluña
realizado en 2002, un 83% de los niños entre 7 y 12 años encuestados afirman ver
bastante o mucho la televisión. Sin negar la evidencia de que existen multitud de
informes que defienden que la televisión en sí no es una influencia negativa si no
un agente capaz de fomentar un aprendizaje colectivo a través del aprendizaje
autónomo a través de la narración, del apoyo a la identidad, de la cultura pro social
y un largo listado de hipotéticos etcéteras hay también dos evidencias que
tenemos que tener en cuenta. La primera es que los medios de comunicación son
un claro trasmisor de valores ya que es capaz de utilizar métodos que facilitan la
asimilación de información y de conceptos, también porque tiene un papel
fundamental en la infancia y adolescencia de hoy en día, donde en muchos casos
sirve de herramienta supletoria a la presencia de los padres y las madres. La
segunda evidencia es que los contenidos televisivos son, por norma general,
tremendamente perjudiciales para la sociedad; esta condición está dada por los
contenidos televisivos, que por necesidad deben de ser acordes a las demandas
de una audiencia condicionada por una sociedad de consumo. Estamos pues
frente a un bucle infinito, donde los valores sociales afectan a los valores
trasmitidos por la televisión, que a su vez cuenta con las herramientas para validar,
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difundir y afianzar dichos valores, los medios de comunicación, hoy, tan solo nos
enseñan a mantener las mismas tendencias sociales.
Por último vamos a abordar el aprendizaje de valores a través de un canal
que hoy en día resulta ser secundario en cuanto a influencia pero a través del cual
se pueden introducir algunos de los conceptos más positivos y necesarios para el
desarrollo de hombre y mujeres con mayores capacidades humanas. Hablemos
pues de la educación formal, y de la educación no formal. No vamos a
introducirnos en las diferencias entre una y otra, en los conflictos que surgen entre
las mismas ni en la diferencia de importancia que algunas fuentes afirman que
existe; afirmaremos, no obstante, que durante la niñez, la figura del/de la educador
(entendiendo al animador como educador que es) ejerce el papel de referente
moral, capaz de trasmitir toda una serie de actitudes que pueden sustituir a las de
la familia en el caso de no existir o en el caso de que estas sean negativas, a esta
conclusión parece haber llegado toda la comunidad educativa (en el sentido amplio
e inclusivo de la misma) aunque existen divergencias entre la validez ética de
aplicar metodologías de enseñanza en valores, aunque no vamos a profundizar en
estas discrepancias menores y poco fundamentadas. Durante la segunda etapa
más productiva en el aprendizaje de valores, hablamos de la adolescencia, los
educadores, de no adecuar sus roles, corren el peligro de “desfasarse” junto al
resto de adultos ajenos al grupo, es por ello que las metodologías educativas
deben de adecuarse a las necesidades de esta franja de edad especialmente
delicada por la facilidad con la que pueden ser influidos/as por agentes negativos
(como los medios de comunicación). Deben de generarse procesos de aprendizaje
en el que los propios adolescentes sean coprotagonistas, donde aquellos
conceptos renegados al ostracismo que normalmente acompaña al currículum
oculto, tomen más relevancia con respecto a la otorgada a los contenidos de
carácter puramente académico. La educación no formal ha dado más pasos y más
firmes en este campo, pues existen metodologías concretas capaces de abordar
cada una de las franjas de edad sin crear rupturas entre educadores y educandos,
dichas metodologías pasan por el aprendizaje dialógico, la creación de vínculos
entre agentes de trasmisión de valores positivos y las personas con necesidad de
asimilarlos y la óptica de la participación activa de los individuos en todo el
proceso.
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FUENTES
Bibliografía
Enrique DELTORO RODRIGO, Cómo trabajar con adolescentes en el tiempo
libre, Libros Certeza, Valencia 2005
MEDRANO SAMANIEGO, C., CORTÉS PASCUAL, P . A. PALACIOS
NAVARRO, S. La Televisión Y El Desarrollo De Valores, Revista de Educación,
342. Enero-abril 2007 Ministerio de Educación y Cultura
HERSH R., REIMER J.y PAOLITTO D. El crecimiento moral: de Piaget a
Kohlberg (Madrid) NARCEA 2002
Javier URRA PORTILLO, El Pequeño Dictador, La Esfera de los Libros, Madrid
2007
Recursos electrónicos
PORTILLO FERNÁNDEZ Carlos, La Teoría De Lawrence Kohlberg, 2005
8 La tabla expuesta ha sido extraída de PORTILLO FERNÁNDEZ Carlos, La Teoría De
Lawrence Kohlberg, 2005 http://ficus.pntic.mec.es/~cprf0002/nos_hace/desarrol3.html, no obstante, dada la escasa fiabilidad de la fuente, ha sido contrastada con HERSH R., REIMER J.y PAOLITTO D. El crecimiento moral: de Piaget a Kohlberg (Madrid) NARCEA 2002, siendo la primera fuente una síntesis aceptable de la segunda.