ENSAYO En torno a la laicidad universitaria Around che University Laity Abstract. The authorproposes that the universíty's academic exeráse, alhws, áemands andputs inlo practice thefreedom of distinction betmeen the valorative concepts andthe conceptual categories in their use, reading or discussion. Preámbulo Las siguientes líneas, muy proba blemente, no contienen idea nueva alguna: el tema no es nuevo, tampo co los argumentos. Si acaso es nueva la manera de formularlos y construir la disertación- Mi texto como mi re flexión, son abiertos, como toda dis cusión cognoscitiva (y si pertinente siempre, a fortiori en la Universidad); abierto también porque los comenta rios de los colegas universitarios permitirán enriquecer el razona miento, disertar. ^Es ésta una discu sión sólo para las ciencias humanas y sociales? Tal vez, pero por su puesto no exclusivamente, implica a toda la vida universitaria.^ Así pues, ¿por qué preguntarse sobre este te ma de laicidad universitaria, cuyas implicaciones pueden parecer a al gunos obvias, sobreentendidas e in cluso aceptadas por todos? I. Estatuto universitario y laicidad Lo primero sería definir lo que es laicidad, pues de otra manera no po dremos discurrir pertinentemente y con claridad, pues los ensayos, como la fdosofía, tienen como herramienta fundamental, si no única, los con L. 6 HanERO Uko,isse Pedro Canales Guerrero* ceptos claros y distintos, alimenta dos, obviamente, por la realidad misma que es conocible por el hom bre, sobre todo si éste está armado no sólo del sentido común sino de su mejor herramienta; la ciencia. Sin embargo, antes me gustaría señalar, como un motivo más del presente texto, la reciente aproba ción y publicación del Estatuto uni versitario de la Universidad Autó noma del Estado de México. En efecto, el capítulo V acerca "De los derechos y obligaciones de la comunidad universitaria" en el artículo 28 inciso VIII, para los es tudiantes, y en el artículo 30, inciso XVI, para el personal académico, estatuyen como obligación; "abste nerse de realizar actos de proselitis- mo a favor de cualquier agrupación política o religiosa, dentro de la Uni versidad." Igualmente, en el capítulo II 'T)e las libertades de cátedra e in vestigación y el libre examen y dis cusión de las ideas", en su artículo 6° señala: "El ejercicio de las liber tades de cátedra y de investigación y el libre examen y discusión de las ideas, son responsabilidad y derecho de la Universidad y de su comuni dad para buscar el conocimiento con criterio científico en todas las con cepciones, doctrinas y posturas; ge nerar, preservar, rescatar y perfec cionar el saber [...]". A propósito de la publicación del estatuto he querido abordar este te ma. Intentaré mostrar por qué es fundamental el tema para la activi dad universitaria. Discurrir, disertar en tomo a ello, es una forma de sub A la UAEM rayar, para no olvidar que la laicidad es fundamento, condición, causa y (ha sido, debiera ser) fruto de la propia actividad universitaria. II. Definir laicidad y su corolario, la tolerancia El concepto de laicidad, separación, lo hemos heredado del cristianismo, donde ha sido esgrimido interesa damente, tanto por la autoridad reli giosa como por los sujetos de doc trina; en el interim, fuera de esta es fera, fue esgrimido por la jerarquía eclesiástica frente al poder civil; fi- Facultad deHumanidades, UAEM. Tel.: 13 14 07,fax: 13 55 33. Como elíctrónko:pc^^coatepec.uaemex.mx 1. La primera versión de este texto fue presentada en un foro promovidopor el Centro de Estudios sobre la Universi dad de la UAEM. Ahi dos ponencias sustentaban, contrariamente a mi texto, que era función primordial de la univer sidad la promoción de valores... pero no hacían referencia directa ni al progre sivo conocimiento objetivo ni a la laici dad como pretendo definida en este texto. Agradezco los comentarios a las primeras versiones de este texto hechas por los doctores: José Blanco,José Luis Cepeda, Noé Esquive!, Patricia Gascón, José Juan Ladino, Mijaíl Málishev, Sa muel Morales, Juan Parent y Alberto Saladino, Agradezco igualmente las su gerencias del maestro Víctor Quintana. Por supuesto soy responsable exclusivo de los errores -y de los juicios de valor—, de este texto. CIENCIA EROO su» 83
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ENSAYO
En torno a la laicidad universitaria
Around che University LaityAbstract. The authorproposes that the
universíty's academic exeráse, alhws,
áemands andputs inlopractice thefreedomofdistinction betmeen the valorative
concepts andthe conceptual categories intheir use, reading or discussion.
Preámbulo
Las siguientes líneas, muy probablemente, no contienen idea nueva
alguna: el tema no es nuevo, tampo
co los argumentos. Si acaso es nuevala manera de formularlos y construir
la disertación- Mi texto como mi re
flexión, son abiertos, como toda dis
cusión cognoscitiva (y si pertinente
siempre, afortiori en la Universidad);abierto también porque los comentarios de los colegas universitarios
permitirán enriquecer el razonamiento, disertar. ^Es ésta una discu
sión sólo para las ciencias humanasy sociales? Tal vez, pero por su
puesto no exclusivamente, implica a
toda la vida universitaria.^ Así pues,¿por qué preguntarse sobre este tema de laicidad universitaria, cuyas
implicaciones pueden parecer a algunos obvias, sobreentendidas e incluso aceptadas por todos?
I. Estatuto universitario y
laicidad
Lo primero sería definir lo que es
laicidad, pues de otra manera no podremos discurrir pertinentemente ycon claridad, pues los ensayos, como
la fdosofía, tienen como herramienta
fundamental, si no única, los con
L. 6 HanERO Uko,isse
Pedro Canales Guerrero*
ceptos claros y distintos, alimentados, obviamente, por la realidad
misma que es conocible por el hombre, sobre todo si éste está armado
no sólo del sentido común sino de
su mejor herramienta; la ciencia.
Sin embargo, antes me gustaríaseñalar, como un motivo más del
presente texto, la reciente aproba
ción y publicación del Estatuto universitario de la Universidad Autó
noma del Estado de México.
En efecto, el capítulo V acerca"De los derechos y obligaciones dela comunidad universitaria" en el
artículo 28 inciso VIII, para los estudiantes, y en el artículo 30, inciso
XVI, para el personal académico,estatuyen como obligación; "abste
nerse de realizar actos de proselitis-mo a favor de cualquier agrupaciónpolítica o religiosa, dentro de la Uni
versidad." Igualmente, en el capítuloII 'T)e las libertades de cátedra e in
vestigación y el libre examen y discusión de las ideas", en su artículo
6° señala: "El ejercicio de las libertades de cátedra y de investigación yel libre examen y discusión de lasideas, son responsabilidad y derecho
de la Universidad y de su comunidad para buscar el conocimiento con
criterio científico en todas las con
cepciones, doctrinas y posturas; generar, preservar, rescatar y perfec
cionar el saber [...]".
A propósito de la publicación del
estatuto he querido abordar este tema. Intentaré mostrar por qué esfundamental el tema para la activi
dad universitaria. Discurrir, disertar
en tomo a ello, es una forma de sub
A la UAEM
rayar, para no olvidar que la laicidades fundamento, condición, causa y
(ha sido, debiera ser) fruto de lapropia actividad universitaria.
II. Definir laicidad y su corolario,
la tolerancia
El concepto de laicidad, separación,
lo hemos heredado del cristianismo,
donde ha sido esgrimido interesadamente, tanto por la autoridad religiosa como por los sujetos de doctrina; en el interim, fuera de esta es
fera, fue esgrimido por la jerarquíaeclesiástica frente al poder civil; fi-
Facultad deHumanidades, UAEM.Tel.: 13 14 07,fax: 13 55 33.Como elíctrónko:pc^^coatepec.uaemex.mx1. La primera versión de este texto fue
presentada en un foro promovidopor el
Centro de Estudios sobre la Universi
dad de la UAEM. Ahi dos ponencias
sustentaban, contrariamente a mi texto,
que era función primordial de la univer
sidad la promoción de valores... pero
no hacían referencia directa ni al progre
sivo conocimiento objetivo ni a la laici
dad como pretendo definida en este
texto. Agradezco los comentarios a las
primeras versiones de este texto hechas
por los doctores: José Blanco,José Luis
Cepeda,Noé Esquive!, Patricia Gascón,
José Juan Ladino, Mijaíl Málishev, Sa
muel Morales, Juan Parent y Alberto
Saladino, Agradezco igualmente las su
gerencias del maestro Víctor Quintana.
Por supuesto soy responsable exclusivo
de los errores -y de los juicios de valor—,
de este texto.
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nalmente, de manera radical en el si
glo XIX, el poder civil esgrimía elconcepto frente al poder religioso.
Puede hallarse un matiz tan dife
rente como importante ya no tantoen la realidad social como entre pensadores fundamentales para la historia humana. Me refiero a Locke,
quien de manera clara y sin negar el
sentido de separación que existe en
la palabra laico, la utiliza para reivindicar el derecho a la diferencia yla obligación de respeto. Reivindicación por parte de los calificados como legos (además de diferente religión), frente a los detentadores deun conocimiento religioso exclu-
yente y de un poder tan religiosocomo estatal. La reivindicación de
separación de esferas (legislativas yde poder) que hacen los estados
modernos frente a las iglesias, sobreentiende o utiliza de algún modola reivindicación de Locke pero sinperder, sobre todo en la práctica, laseparación —preeminencia del Estado frente a los individuos-. En este
sentido, si hemos de justificar histó
ricamente la sinonimia que establecemos entre laicidad y tolerancia,bastará referimos a la Carta sobre la
tolerancia del propio Locke (1689).^Tras Locke, Voltaire y Kant, se
elaboran los argumentos que fundany alimentan el concepto de tolerancia, como nueva categoría; Voltairecon su Tratado sobre la tolerancia
(1763) y su famosa afirmación"puedo no estar de acuerdo con loque dices pero defenderé a muerte
tu derecho a que lo digas", y Kant, afines del siglo XVIII. En el sigloXIX Durklieim establece claramente
2. Cabda hablar del derecho de los legos de
las ciencias o las réaücas (todos somos le
gos en algo) frente a científicos y técnicos,
a no ser menospreciados o sometidos por
elpoderdentista, cpie practicantes dealgu
na ciencia o técnica creerian tener sohre los
no iniciados, los legos.
84 CIENCIA EROO SUM
ENSAYO
la distinción entre juicio de realidad
y juicio de valor; finalmente, hay queseñalar el enteramente vigente textode Weber (1917) E/ sentido de la
"libertad de valoración" en las cienáas so
ciológicasy económicas.Ambos conceptos, laicidad y tole
rancia, se hallan presentes tambiénen autores como Guillermo de Oc-
cam (-1-1349), quien, frente a un
obispo que criticaba a santo Tomás,reivindicó la necesidad y el derecho
de distinguir los procedimientos delrazonar filosófico de los procedimientos del razonar con premisas o
axiomas teológicos. Galileo (1564-1642) haría una reivindicación se
mejante para deslindar el campo de lateología delde sus trabajos científicos.
Habría que hacer el mismo tipo de
repaso para nuestro país, a través dela cita de los movimientos políticospromovidos por Juárez y su equipo deliberales como Mora o Barreda, el in
telectual que recibe el encargo de plasmar el proyecto político en el terrenoeducativo; todo esto en la segundamitad del si^o XIX, y no al margen delo sucedido en el resto del mundo oc
cidental en elmismo periodo.
III. Laicidad: por más (y nueva)
conveoieote convivencia
Esos movimientos, intelectuales ysociopolíticos de occidente y el político en nuestro país, terminan en lacristalización de valores: nueva legalidad histórica; nueva y por tanto niúnica ni menos aún definitiva, en el
sentido de que no fuera superable.Sin embargo, considero a esta legalidad laica como una evolución positiva (espero que,el lector universita
rio comparta mi opinión valorativa)que hay que cuidar, alimentar conrazones y propagar por contagio.Positiva por ser más incluyente quela anterior, por más útil a(conveniente para) la convivencia
definida históricamente. Es decir, si
podemos aceptar que la convivencia.
como opuesta a la violencia, es algodeseable para todos los hombres,entonces se pueden buscar -los pensadores en la teoría, los ciudadanos
del mundo, aunque todavía divididos en grupos o clases sociales, ensu praxis- los medios más adecuados para avanzar en esa convivenciaque convenga cada vez a un mayornúmero de hombres y de mujeres(aunque sea una conveniencia declase, de género, por lo que de valo-rativo, de interesado y, sobre todo,
de excluyente hay en ello). Si seacepta que la conveniencia tiene unfundamento valorativo, entonces es
lo único que se puede intentar mostrar de un valor.
Como lo formula Bunge: a partir
de los desiderata, como axiomas, se
ordenan las demás variables impli
cadas. O mejor aún, como lo expresa Weber: predefinidos los objetivos,
el científico busca los medios más
adecuados, precisa al mismo tiempolos efectos secundarios que conllevala elección de unos u otros medios.
El aclara qué precio se ha de pagar yquién lo ha de pagar, por supuestoen cada caso, y según la elección de
medios. Pero regresemos al hilocentral del argumento sobre la laici
dad universitaria, que demanda noimplicar valores en el razonamientocientífico.
IV. ¿Ciencia versus certeza,
ciencia versus praxis?
Implicar valores en un razonamiento
científico significa "con-fúndirlos",o sea, no definirlos satisfactoria
mente y no delimitar los camposrespectivos de actividad: por un ladocreencia o militancia, por otro laciencia. Y no es que la ciencia no seequivoque, sino que ella está abiertaa equivocarse casi como condiciónde acertar: la ciencia trabaja, por definición, con hipótesis donde todaconclusión o ley puede verse siempre como nueva hipótesis; en cam-
bio a las religiones y a los partidospolíticos les gustan, les convienen ynecesitan sobre todo certezas. Esto
es normal, pero precisamente porello son terrenos diferentes. A la
ciencia le interesan las preguntas renovadas, problemas pertinentes y
relevantes a la vez que lúcidos; lasreligiones tienen respuestas, les resulta lo fundamental; y a los partidospolíticos les urgen respuestas im
portantes. Si utilizamos la distinciónde Popper entre conocimiento obje-
üvo y certeza, diremos que la ciencia alcanza verdades objetivas, no
obtiene certezas como aquéllas enque creen las religiones y las que los
partidos políticos necesitan.
Esto no implica que los conceptos
que se refieren a las religiones y alos partidos no puedan ser objeto deanálisis científicos, de la misma ma
nera que los conceptos mismos sobre los que discurrimos son discutibles, o que alguna iglesia o los parti
dos no puedan apoyar su actividad,sus creencias, sus valores, en el co
nocimiento científico emanado fre
cuentemente de la actividad científi
ca universitaria. Distingamos, conOrtega y Gasset, la actividad científica de la instrucción que también esactividad académica universitaria ydonde no se han de implicar valores
religiosos, partidarios, personales o,peor aún, corporatistas. La historia
ha mostrado que junto a las guerrasde religión, las creencias y defensade intereses corporatistas puedenprovocar guerreros con ideologíasfascistoides. Encontramos ejemplosde estas guerras y guerreros en estelustro, incluso en el continente más
civilizado donde nacieron los huma
nismos más fuertes, como el exso
cialista, ¿exhumanista? Las disputasentre cristianos y musulmanes se hamostrado ejemplar en el peor sentido; Yugoslavia y en estos días losmilicianos-catequistas musulmanesen Kurdistán; por otrro lado, tutsis yhutus en Africa; y en nuestra Améri
RO Uro.
dad
ca centromeridional, en México,
¿seremos etnocidas quasi perfectos?No hablamos de genocidio, que esradicalmente diferente.
V. Conceptos valorativos versuscategorías conceptuales
¿Es posible no implicarvalor algunoen la ciencia? El principio de respuesta a esta pregunta consiste endemandar que se definan los camposde uso y se delimiten los conceptos:
las categorías científicas de los conceptos valorativos, precisamente pa
ra no confundirlos. En seguidaabordemos el tema de los valores
fundadores propios de la ciencia.Sólo si delimitamos los campos
alternativos mencionados, sabremos
cuándo laboramos científicamente ycuándo militamos por valores, y sinuestra militancia cabe en nuestra
actividad científica, o si más bien
cabe como una condición o cir
cunstancia previa a la actividad es
trictamente científica: verdad y obje
tividad como calificativos posiblesdel conocimiento humano.
Únicamente así sabremos, comolectores, cuándo un escritor ha mez
clado sus valores en el análisis quepretende objetivo: si distinguimos loque él no diferencia, entonces veremos con mayor objetividad, sin queello quiera decir, necesariamente,que no compartimos valores con talautor.
VI. Ciencia y humanismo
militante ¿o prejuicios
espontáneos?
¿Acaso hay un ejemplo donde laciencia haya alcanzado mayor objetividad al utilizar sentimientos o va
lores de generosidad, por ejemplo,en una investigación científica cual
quiera?^ En realidad sí existe al menos un ejemplo, es decir, que talescasos son excepcionales y valdría lapena hacer el recuento y el análisis
de ellos como una forma de hacer la
historia de los prejuicios sociales espontáneos, de las ciencias en general, de las disciplinas humanísticas ysociales. Recordemos el que cita
3. A propósito de sentimientos, recordamos
la. siguiente anécdota proL-igonizada por
Ruggiero Romano, historiador europeo y
;irnericanista que gusta de utilizar, con gran
acierto, la p:iradoja tanto con fines didácti
cos como polérnico-intelectuales. A m;me-
ra de preámbulo a su seminario, señaló casi
en tono solemne: el lema de hoy es la es
clavitud en América, si ustedes gustan po
demos llorar juntos la suerte de los escla
vos llevados a ese continente, deaamar lá
grimas hastallenarun frasco medianopara
después, dejando de lado lágrimas y senti
mientos, dedicamos a analizar el papeleco
nómicode laesclavitud negraen América.
Esto no implicaba que no ptidiéramos
emitir un juicio de valor posterior sobre
la esclavitud, juicio entonces alimentado
por la comprensión de los mecanismos
que habían permitido esas y otras cir
cunstancias Uorables. El mismo señalaba
y ha escrito, algo que me parece perti
nente recordar a propósito de este tema
y de la importanciade distinguir entre lo
valorativo y lo cognoscitivo: no olvidar,
decía, que si alguien quiere entender lo
medieval (no sólo la época medieval)
debe absolutamente leer a Tomás de
Aquino. Igualmente, si alguien quiere
entender la lógica del capital, debe leer a
Karl Marx. Esta proposición implica
que la obra de ninguno de estos dos
grandes pensadores de la historia huma
na ha de ser leída como catecismo. En
efecto, la Summa theologtae sería un mo
delo, involuntario y en el sentido teóri
co, del funcionamiento de la sociedad
feudal europea; E/ Capital, es un modelo
teórico construido exprofeso para enten
der los mecanismos socioeconómicos de
las sociedades que funcionan en la lógi
ca del capital (no confundir con dinero).
CIENCIA EROO SUM 85
agudamente Marx a propósito de laformación del valor de cambio de
las mercancías. En efecto, Marx ex
plica cómo Aristóteles, por ra2onesde prejuicio espontáneo (no todoslos hombres eran iguales en derecho;hoy todos los somos, formalmente)
no pudo entender cómo se forma elvalor de cambio de las mercancías.
Poder entender requirió de un cambio histórico, pero no voluntaristadel que razona y sí extemo (o previosi se prefiere) al razonamiento mismo; se trata de un supuesto, hoy
institucionalizado, prejuicio espontáneo. No se trata, en rigor, de uncontraejemplo a lo argumentado enestas líneas.
El estudio de la transformación
social de las valoraciones, ayudaría adescribir y analizar con más objetividad la historia y el desarrollo de lapropia ciencia y del conocimiento
humano. Un texto que me pareceejemplar en el sentido que nos ocupa es Lm gran transformación, de Po-lanyi, donde este autor hace un análisis más detenido, riguroso, que losde Marx y Engels, en tomo a las leyes de pobres en Inglaterraen el largo periodo (que sólo habría culminado en pleno siglo XIX) de implantación de la lógica de la economía de mercado (él distingue sistemamercantil de economía mercantil); esmuy significativo el adjetivo 'ficticio'
¡valorativo no del contexto analítico
sino del contexto social!, en el título
del capítulo 6: El mercado autorregulador y los artículos de primeranecesidad ficticios: trabajo, tierra ydinero; como quien dice nueva ficción (valoración social) que fundamenta nuestra historia occidental
reciente.
VII. Inconveniencia de implicarconfusamente valoraciones al
razonar
Retomemos el hilo del razonamiento
respecto a la posibilidad y conve
86 CIENCIA EROO SUM
ENSAYO
niencia de implicar los valores en laactividad científica y universitaria.¿Podemos recurrir a la razón paraprobar que no puede, que no debe,o que no conviene que la promociónde los valores sea finalidad de la
ciencia o de la universidad? Veamos.
La única forma de probar que no sedebe, es invocar la legalidad, lo quepor supuesto no es una prueba ra
cional. Respecto a probar que nopuede volverse un fin universitariola promoción de otros valores quelos implicados en la búsqueda siste
mática y progresiva del conoci
miento objetivo, sólo cabe mostrarla incoherencia lógica de confundirlas categorías conceptuales con las
valorativas, porque lleva a concedera los conceptos comprehensión yextensión que no tienen: las categorías valorativas funcionan como
axiomas sobre los que únicamentese puede construir un razonamiento
a condición de ser aceptados comoverdaderos -cuando además se trata
de axiomas que en rigor, por serprecisamente valorativos, no puedenser calificados de verdaderos o fal
sos-; así pues, si no se acepta lapremisa axiomática tal razonamientopierde fundamento.
VTII. El desiderátum científico:
ineluctable valoración y/orazonamiento adabsurdum
Finalmente, sólo nos queda recurrira la razón para mostrar que lo únicoque se puede hacer es probar laconveniencia del valor implicado enla laicidad de la ciencia y de la universidad en función del desiderátum
científico. Nótese que éste tambiénes paradójica e ineluctablemente-valorativo y, por tanto, axiomáticopunto de partida. Aceptado este último axioma cabe probar la convenienciade la laicidad ¿se podrá llegaral acuerdo pactado de que la actividad universitaria, y la científica, seanlaicas? Intentemos.
A riesgo de parecer que caminamos en círculo, se puede probar lamencionada conveniencia de laici
dad si argumentamos ahora ad absurdum: si no se observa la laicidad, la
ciencia camina con dificultad, o no
camina. Y ello, por el mismo razonamiento invocado antes para mostrar la incoherencia lógica implicadaen el confundir categorías conceptuales con categorías valorativas,pues si la ciencia tiene como finalidad el conocimiento objetivo, talconfusión de conceptos le quita claridad, coherencia al razonar, al grado
de dejarlo sin fundamento. Nótese el
uso del condicional "si ...se aceptaque el conocimiento objetivo puedeser finalidad y característica definito-
ria de la ciencia", por tanto, se puede negar la condicional, incluso aladucir que implica una inicial afirmación valorativa y por tanto nocientífica. Pero ello sería negar laposibilidad del conocimiento quellamamos objetivo, como queda se
ñalado en otro párrafo, esto es ineluctable punto de partida; de otramanera este discurso y cualquierotra disertación sobre el conoci
miento son imposibles. Así pues,¿hay que eliminar las categorías valorativas del razonamiento? No ne
cesariamente; lo que se vuelve elmínimo necesario, en cambio, es te
ner claro, hacer explícito, o ser conscientes (y por supuesto ser receptivos al señalamiento que nuestrosinterlocutores hagan en su caso) cada vez que utilizamos axiomas, categorías valorativas, aunque sean o parezcan "indiscutible y universal-mente buenas", todo esto no será
inútil sino productor de lucidez.
IX. ¿La promoción de valores
puede probar su propia eficacia?
Otro tipo de demostración de la inconveniencia de confundir valora
ciones y conceptos en la actividaduniversitaria, consistiría en analizar
VOL. 6 NOUifto Uh
la posibilidad lógica de que la promoción, o siquiera la enseñanza, de
valores pueda ser finalidad de la
universidad. Aceptar la posibilidad,implica que se piensa o se ha demostrado que los valores pueden serobjeto de enseñanza y que ademáspuede ser efectivo su correlativoaprendizaje. No hablo de las posibilidades legales o estatutarias, sino de
la posibilidad lógica y hasta ciertopunto demostrable de que los valores se puedan enseñar, que sea eficiente tal enseñanza y se pueda yconvenga constituirla en finalidaduniversitaria. Finalidad científica de
finitivamente no puede ser, pues laesfera de la ciencia es el conoci
miento;en tanto que la promoción otransmisión de valores, en sí mis
mas, pertenecen a la esfera de la ac
ción volitiva y no a la del conocimiento, aunque para ello se recurra alos sentidos -sentimientos— y al intelecto más desarrollado que nos distingue de los otros animales superiores.
Así, dicha enseñanza o promociónde valores tampoco puede ser finalidad de la ciencia o de la universidad
porque nunca estaría garantizada laeficacia (a partir de la sola, pero nada desdeñable comprensión analíticadisertable) de la adopción permanente de valores y ni siquiera laadopción transitoria, ya no digamosla eficacia de su "enseñanza", si fue
ra posible: que no lo es simplementeporque no se trata de un ejercicio de
la inteligencia sino de actos de volición y de ejercicio de la libertad, pormás que los actos de libertad vayanprecedidos del entendimiento. Si
estamos de acuerdo con esto, con
cluiremos que por defmición losvalores no se enseñan, no puede hablarse de eficazadopción y por tantosólo se puede probar dicha adopción
tras cada acto."^ No confundamos el
exhorto con el análisis ético filosó
fico o el de la moral, ni menos aun
el exhorto por la virtud con elejercicio de la virtud misma, tam
VoL. 6 NOhero Uno, 1990
bién porque los discursos puedenbuscar sólo la eficacia discursiva.
X. Análisis ético versus exhorto
Además de la ética, se podría hablarde una técnica ética cuando se pidieran aplicar los principios generales a
situaciones sociales e históricas con
cretas; ello excluye al relativismo ab
soluto de los valores éticos.
No es objetivo de la universidad,ni por estatuto ni por proyecto nacional plasmado en la ConstituciónPolítica, la promoción de valores.Como apunté antes, no es porque nohaya valores presupuestos o el científico y el universitario deban, despojarse de todos sus valores o la
ciencia esté en contra de ellos porque no son científicos (quien dice
esto último olvida que no es el objeto sino el método lo que define ala ciencia; por tanto, los valorespueden ser objeto de la ciencia, y eneste caso de la disciplina filosófica,cuya herramienta fundamental sonlos conceptos, en los que el fundamento ineluctablemente es la creen
cia de que conocemos y podemosconocer objetivamente; a la filosofía
le conviene alimentarse de todas las
otras ciencias porque alimentan,apoyan y ponen a prueba su razo
namiento). No pienso que el científico sea siempre objetivo y no implique consciente o inconscientemente su imaginario social e indivi
dual, sus sentimientos, sus valora
ciones; pero el análisis debe llevar
nos a buscar tales implicaciones.^Cabría, también, discutir las pro
posiciones que hay para estudiar laética y la moral; discutir, por ejemplo,laproposición de Bunge sobre el tema.
XI. Bunge, Weber, la ética y lavaloración
He escuchado etiquetar a Bunge depositivista (igual que se escucha etiquetar despectivamente a Weber);
recordemos que los calificativos no
eximen del análisis. Me parecen estimulantes las proposiciones deBunge, la propuesta de formulación
4. Y esto, tiene un corolaiio si se quiereha
blar de eficacia de los valores. Lo más efi
cazes lasanción, simbólica o no, delgrupo
y la institucional (penal, por ejemplo). Si
fuera verdad lo opuesto a lo que afirma
mos y se observa, entonces ¿habría que
pensar en colocar en la dirigencia de las
universidades a los más exitosos autores de
discursos exhortativos? Tampoco afirmo
que se tengan que eliminar los discursos
exliortativos considerados positivos, ni
menos aun realizar exliortaciones de valo
res considerados negativos. Pongo en en
tredicho la eficacia de tales exhortos, y
pienso que es pertinente promover la defi
niciónrigurosa de los valores.
Paralelamente, ¿cabría mencionar aquí co
mo ejemplo de que lo tínico eficaz en la
promoción de valores es la sanción, como
la implicada por el voto ciudadano conse
cutivo en la democracia electoral? Este
punto es el más importante de lo sucedido
en términos de la vida política mexicana
recientea pesardel altocosto monetariode
este logroque esperamos definitivo.
5. Constequeno afirmo que debe hacerse un
discurso inmoral, ni siquiera amoral, y en
cambio creoque talvez hayaque sustentar
discursos sobre la conveniencia de ser tole
rante (definición valorativa, una vez más).
Habn'a que concluir que la conducta de
Hider se hubiera evitado demostrándole,
por ejemplo, que el racismo no tiene base
científica. O concluir que, una vez que to
dos nos convenzamos de la importancia
primordial de los derechos humanos, habrá
felicidad o seconquistarán parasiempre los
derechos fundamentales. Paralelamente, se
podría discutir si la enseñanzacon más efi
cacia es la vivencia compartida y ejercida
cotidianamente, conpersonasfelices y tole
rantes que aman, en el más amplio y mejor
senüdodel tcnnaino, alalumnoy le enseñan
a responder y recibir sanción por sus actos.
CIENCIA EROO SUM 87
requerida para el análisis lógico formal de la ética. Tal vez lo criticable
sea que él parece dar la impresiónque, hasta hoy, las discusiones sobreética han sido totalmente acientífi-
cas, como si Weber, Durliheim o
pensadores de esa importancia nohubieran aportado.
Por otro lado, el propio Bunge, ensu libro Éticaj Ciencia, olvida por unmomento aplicar su proposición asu discurso, por lo demás coherente.En efecto, si tratamos de distinguirlos conceptos valorativos de losanalíticos en el mencionado texto,
hallamos que en el capítulo referentea "La ética de la ciencia y su corrupción", cuando define las actitudes
normativas de la actividad científica,
que por otro lado la vuelven, dice él,una escuela de moral, Bunge señalacinco normas. Yo apunto que, a pesar de compartir plenamente lo valo-rativo de esas normas (no es elpunto en discusión), el autor no subraya suficientemente (aunque sí lohace en otros capítulos del mismolibro) su carácter valorativo fundador, y no ensajra demostrar ahí laconveniencia de tales normas paraalcanzar precisamente el desiderátumcientífico por excelencia, la verdadhumanamente comprobable. Las normas enlistadas por Bunge son: honestidad intelectual, independenciade juicio, coraje intelectual, amorpor la libertad intelectual y sentidode la justicia. Ya mencioné el carácter valorativo de todos ellos, peroquiero subrayar que todos se justifican y resumen en y por la búsquedade la verdad humana, excepto el último; no es por sentido de justiciaque hay que tomar en cuenta lasopiniones del prójimo o por obligación de respeto a la opinión de losotros, como dice él, sino sencilla
mente como un procedimiento quela ciencia misma se ha impuesto para alcanzar la verdad. Constato queesta quinta actitud normativa demandada por Bunge, lo lleva a cons
88 CIENCIA EROO SUM
ENSAYO
truir un discurso sobre la tolerancia
en el capítulo 9; una vez más, elproblema no es compjutir o no esavaloración si no demostrar la conve
niencia de la tolerancia para la convivencia y la ciencia humanas.
En este sentido, en cambio, la
aportación de Weber es de una lucidez ejemplar cuando establece quela duda más radical es padre del conocimiento. ¿Qué más radical parael análisis del derecho que la posturadel anarquismo? Tal es el ejemploreal que evocaWeber a quien prefiero citar textualmente:
"(...) uno de nuestros juristas másinsignes (...) declaró (...) que noestaba de acuerdo en que un"anarquista" asumiera una cátedrade Derecho, debido a que aquél negaba la viJidez del Derecho comotal. Al parecer,el argumento aducidoera considerado por él como convincente. En ello mi opinión escontraria. Ciertamente el anarquistapuede ser un buen conocedor delDerecho, y de ser éste el caso, elpunto arquimédico en el que se encuentra de resultas de su convicción
objetiva -siempre que seaauténtica-,ubicada más allá de las convencio
nes y de los presupuestos que a nosotros se nos figuran tan evidentes,para él puede ser propicio a quedescubra en las instituciones básicas
de la teoría tradicional del Derecho
una problemática inadvertida porcualquiera de aquellos para quienesresultan demasiado evidentes, yaque, de hecho, la duda más radicaldeviene padre del conocimiento."
La cita se pasa de más comentarios, sólo recordemos que el ensayode Weber es sobrp la libertad de valoración en las ciencias sociológicasy económicas,
XII. Derivar algunas conclusiones
Tal vez se pueden ya resumir algunas conclusiones respecto al temacentral de este ensayo. Ni la ense
ñanza ni la promoción de valorespueden ser ni conviene que setin finalidad universitaria; no sólo porque1) no esté en el estatuto o la constitución, que son cristalización devalores culturales (eso es toda leymodificable al calor de la reforma o
en el fuego de la revolución) sinotambién porque, 2) los valores implican finalmente un acto de volición y no son fruto ineluctable delintelecto, 3) el razonamiento (menosaun el discurso exhortativo), aunquenecesario, no es suficiente para convencer o disuadir, ni traduce en acto
un valor positivo, y 4) la proposición•Je laicidad y tolerancia -como haquedado definida- como necesidadvivencial y analítica es producto dela ciencia misma. Esta posición eideíi aparecen en la Ilustración, como lo podemos leer en Locke y lohallamos fundamentado en Kanr
cuando subraya la separación necesaria entre análisis filosófico y teológico,entre esfera intelectual y personal; elmismo tipo de admirable actitud hallamos en Einstein, a quien su actividad científica lo llevaba a creery escribir sobre Dios, incluso como explicación última de sus hallazgos sobre lanaturaleza, lo cual, sin embargo, nole impidió separar sus razonamientos teológicos de su investigacióncientífico-natural. Todo esto iniplicaque es esta nueva actitud valoraliva de
la laicidad -demostrable sólo en su
conveniencia, comoinsistimos-, laque.nos permite avanzar.
XIII. Corolario: amicus Plato,
sedmagis sónica ventas
Regresemos al tema científico universitario; cabe añadir que esta manera dedefinir las acti\údades universitarias
tiene otras consecuencias: la búsquedade la objetividad progresiva del cono-cmiiento demanda, además, el cumplimiento de la máiáma atribuida aAristóteles: amiais T'lato, sed mc^ amicamitas, y su corolario: critico el razo-
Vot. 6 NOHCRO Uno, 1918
namiento científico, por eso y paraesoes tal, no como una forma de crítica ai
hombre que razona porque sea mienemigo o mi competidor. La laicidaddemanda la objetividad a toda prueba,no por razones moralistas sino estrictamente científicas (que implican unamoral mínima y precisa, presusupues-ta), como condición sim quanon.
XIV. Soledad y oportunidad degrandeza del hombre
Hemos concluido que hay valoracióny militancia, tanto en el punto de partida de la ciencia como en la laicidad.
Me interesa aclarar que cuando hablamos de militancia en la ciencia ha
blamos de valor, a condición de queseaválido pata todos los hombres, segúnunaespecie de consenso. Sólo unasuerte de consenso, porque lo absolutoo la primacía de un valor no se puedeprobar, como no se puede probar laexistencia de los valores independientes del hombre, de los juicios de valor,en esto radica la miseria, la soledad, la
responsabilidad, la oportunidad degrandeza del hombre. Lo que podrátratarse de probar es la conveniencia-relativa- de cada valor y su relación(aun exduyente, una vez definidos losdesideratá) con otros valores.
XV. Valores y actividaduniversitaria
¿Puede la universidad ser promotorade valores?; y si puede o debe, ¿decuáles valores? Ya se vio cómo y porqué los valores partidarios y los religiosos quedan excluidos. Restan entonces los que en lug^ de ser partidarios sean universales -en primer lug^irla tolerancia o laicidad- en la más fina
inferencia y la más alta y científicaprobabilidad. ¿A pesar de saber, porejemplo, quela mayoría de los partidosy a veces las religiones reclamarían enexclusividad la reivindicación precisamente de valores universales y hastacientíficos? Volvemos al meollo del
Vei 9 NOüfKO Uho, Ittt
razonamiento aducido arriba. La cien
cia, al igual que la filosoría, no aceptareivindicaciones partidarias, y menospor presentarse como definitivas,cuando precisamente laciencia sehallaen discusión y cuestionamiento permanente. Por ello, la conclusión debe
ser que ha de tratarse de valores conmás probabilidad de seruniversales enun intento de consenso, sin dejar deser discutibles, pues el consenso discutido es más productivo. Pero unavez más, ¿no se tratará acaso de valoraciones previas o posteriores a laciencia misma, a la actividad universi
taria, a la reproducción de los conocimientos, a la aplicación técnica y su difusión, y precisamente fuera de la estricta actividad científica investigativa?
Sí, el consenso debe ser previo y elmás bcluyente posible: la constituciónmexicana y el estatuto de la UAEM loson, tanto como la mayoría de lasconstituciones y estatutos universitarios de los demás países (al menos losoccidentales). A mi modo de ver, discutible si se quiete, como toda proposición, hacemos ciencia natural, histó-
rico-social, matemática y filosofia, como hacemos aplicación universitariade todas estas ciencias por una razón,valor debería decir, muy simple: elprogresivo conocimiento Rumanamente) objetivo de la realidad materialy humana, es positivo para todos loshombres (oalmenos no les esnocivo).Este ha sido el presupuesto noble delos mejores científicos, si no es quede casi todos.
Conclusión
Este pre-su(b)puesto debe ser, eso:previo, sin estorbar la actividad científica misma, sin implicado confusamente en ella; así, la ciencia y la universidad han cumplido mejor su misión cuando, al serautónomas (se sancionan al interior de las convenciones
yconvicciones científicas) y coherentescon sus propias exigidas que ya repasamos, no miran intereses parti
darios, personales o corporatistas.^Así, cuando la tiniversidad investiga
y busca reproducir el conocimientocon eficada, así también cuando la
universidad hace difusión cultural de
los valores universales filtrados por ladencia (difusión, no discurso exhortativo porque el discurso no es ejercidode los valores sobre que se discune nigarantía de eficacia). ¿Y la literatura ylas artes como actividades universita
rias? Es derto que éstas, tamizadas pord análisis científico, ganan en finura(aunque pueden no necesitado); pero -pemnítaseme conduir-: sólolasletras ylas artes, como producdón, tienen derecho a ser sueño.