BOLETÍN DE ENERO PÁGINA 1 En este número 2 Feliz año nuevo 2014 3 ¡Que reine la Paz! 4 Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz 6 Islam y Cristianismo. Donde trastabilla el diálogo 8 Hay una infestación de demonios hoy en día en México 14 Calendario: Enero 15 Noticias de la Arquidiócesis y de la Vicaría 16 Plan Pastoral: continuación: diseño de la planeación pastoral 20 Cumpleaños de nuestros hermanos Sacerdotes 21 Aniversarios de Ordenación de nuestros hermanos Sacerdotes 21 Créditos NÚMERO 26 AÑO 2
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BOLETÍN DE ENERO
PÁGINA 1
En este número
2 Feliz año nuevo 2014
3 ¡Que reine la Paz!
4 Mensaje del Papa para la
Jornada Mundial de la Paz
6 Islam y Cristianismo. Donde trastabilla el diálogo
8 Hay una infestación de demonios hoy en día en México
14 Calendario: Enero
15 Noticias de la Arquidiócesis y de la Vicaría
16 Plan Pastoral: continuación: diseño de la planeación pastoral
20 Cumpleaños de nuestros hermanos Sacerdotes
21 Aniversarios de Ordenación de nuestros hermanos Sacerdotes
21 Créditos
NÚMERO 26 AÑO 2
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El tiempo pasó vertiginosamente. Al
iniciar hoy una nueva jornada nos
detenemos a reflexionar, evaluando
nuestros errores y aciertos, en un
balance que no siempre es positivo.
Pero no por eso debemos desanimarnos
ni dejar de luchar. Estamos en un nuevo
año, un recomienzo, en el que las
lecciones de las equivocaciones de
ayer nos sirven de orientación para las
decisiones de hoy.
Sera este nuevo año portador de
buenas nuevas? ¿Se convertirán en
realidad los sueños que soñamos
?¿Alcanzaremos un desarrollo mayor en
nuestras experiencia cristiana?
¿Triunfaremos sobre nuestras
deficiencias de carácter? Estas y otras
preguntas agitan el pensamiento
cuando todavía sentimos las emociones
y las expectativas de una nueva etapa
en nuestra vida.
El nuevo año llega como una criatura,
lleno de esperanzas, de posibilidades y
de promesas; pero depende de
nosotros el que esas esperanzas se
conviertan en realidad, que los sueños
se concreten, que las promesas se
cumplan.
El mundo vive una crisis profunda. Esta
es una hora de incertidumbre, de
preocupación, de inestabilidad y de
inseguridad. Vivimos, es verdad, la
revolución del computador, del internet
y de la automatización. Pero, junto con
el progreso científico y los avances
tecnológicos, asistimos impotentes al
aumento de la violencia, al suicidio
ecológico, al urbanismo
deshumanizado y a la presencia
siniestra del hambre. Nos encaminamos
hacia una situación parecida a la de un
animal acosado, sin espacio para
moverse.
Vivimos en una época marcada por
inmensas contradicciones. Se
proclaman las virtudes del amor y la
paz, pero se cultiva el odio y la guerra.
Se predica la unión y la solidaridad, y sin
embargo, se multiplican la competición
y la rivalidad.
Pero, aunque estemos rodeados de
tantas contradicciones, no permitamos
que este nuevo año sea vivido en
estado de tensión o angustia. En medio
de las tinieblas que envuelven el
mundo, resuena la voz de Dios.
"Te mando que te esfuerces y seas
valiente; no temas ni desmayes, porque
Dios estará contigo en donde quiera
que vayas”
Con esta alentadora promesa en
mente, recorramos con coraje el nuevo
año 2014, seguros de que el Señor nos
ofrece una nueva oportunidad de
crecimiento en la fe y en nuestra
experiencia Cristiana.
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Porque un niño nos ha nacido,
un hijo se nos ha dado.
Sobre sus hombros descansa el poder,
Y su nombre es: “Consejero prudente,
Dios fuerte, Padre eterno,
Príncipe de paz” (Is 9,5).
Desear la paz en este tiempo bendito en el que conmemoramos la Natividad del
Señor es expresar el deseo más noble que los cristianos podemos enunciar en sincero y
profundo compromiso. Un compromiso por construirla día a día. La paz, en efecto, es
un don, el don más precioso que tenemos en la vida porque ésta sin la paz no es vida;
Por eso la paz es también una tarea; el quehacer más noble que puede realizar un ser
humano. Por algo llama Jesús ‘dichosos’ a quienes trabajan por la paz: porque a ésos
Dios los llamará hijos suyos (Mt 5,9). La paz se recibe como don y se mantiene con
esfuerzo y mucha generosidad. Requiere de la alegría que se deriva de la convicción
y del optimismo que busca un mundo mejor ya ahora.
La tradición bíblica nos habla de paz, pero casi nuca en el significado que le damos
en nuestro mundo occidental actual. Como cristianos es muy conveniente que
traigamos a la mente, cuando la deseamos, algo de la rica gama de sentidos y
significados encierra en la Sagrada Escritura, en el lenguaje de la revelación y de la fe
judeocristiana: armonía, bienestar, desarrollo, alegría, justicia, descanso, éxito en la
vida, gloria riqueza, fraternidad y unión.
Al contemplar a Jesús que ha venido para salvarnos tengamos muy vivo el deseo de la
paz que nos trae sea, con nuestra acogida devota y agradecida, el don insustituible
que nos puede dar la felicidad plena y verdadera. Don del futuro, sí; pero también del
presente porque se nos da como tarea.
Y todo esto porque creemos con san Pablo que:
¡Cristo mismo es nuestra paz! (Ef 2,14).
¡Que reine la Paz, que reino Cristo en nuestros corazones, en nuestros hogares, entre los
amigos, las autoridades, los pobres y los ricos, los enfermos y los sanos, los niños y los
ancianos, los migrantes, los confundidos…! ¡Que los enemigos reencuentren y
mantengan la paz! No dejemos de anunciar a Cristo el único constructor de la paz
verdadera, sólida y estable… ¡eterna!
Con alegría y sinceridad deseamos ¡Paz para todos! (Pbro. José Luis Herrera Martínez)
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MENSAJE DEL PAPA PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ
Ciudad del Vaticano, 12 diciembre 2013 (VIS).-”La fraternidad, fundamento y camino para la paz” es el título elegido por el Papa Francisco en su primer Mensaje para la 47 Jornada Mundial de la Paz que se celebra el 1 de enero de 2014. El documento, fechado el 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, consta de diez puntos, incluidos un breve prólogo y una conclusión, intercalados por dos citas bíblicas :“¿Dónde está tu hermano?" (Gn 4,9) ; "Y todos ustedes son hermanos" (Mt 23,8), y seis frases con atributos de la fraternidad: “La
fraternidad, fundamento y camino para la paz”, “La fraternidad, premisa para vencer la pobreza”; “El redescubrimiento de la fraternidad en la economía”; ”La fraternidad extingue la guerra”;”La corrupción y el crimen organizado se oponen a la fraternidad”; “La fraternidad ayuda a proteger y a cultivar la naturaleza”.
Ofrecemos a continuación el texto integral del mensaje
1. En este mi primer Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, quisiera desear a todos, a las personas y a los pueblos, una vida llena de alegría y de esperanza. El corazón de todo hombre y de toda mujer alberga en su interior el deseo de una vida plena, de la que forma parte un anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer.
De hecho, la fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver y a tratar a cada persona como una verdadera hermana y un verdadero hermano; sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y duradera. Y es necesario recordar que normalmente la fraternidad se empieza a aprender en el seno de la familia, sobre todo gracias a las responsabilidades complementarias de cada uno de sus miembros, en particular del padre y de la madre. La familia es la fuente de toda fraternidad, y por eso es también el fundamento y el
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camino primordial para la paz, pues, por vocación, debería contagiar al mundo con su amor.
El número cada vez mayor de interdependencias y de comunicaciones que se entrecruzan en nuestro planeta hace más palpable la conciencia de que todas las naciones de la tierra forman una unidad y comparten un destino común. En los dinamismos de la historia, a pesar de la diversidad de etnias, sociedades y culturas, vemos sembrada la vocación de formar una comunidad compuesta de hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros. Sin embargo, a menudo los hechos, en un mundo caracterizado por la “globalización de la indiferencia”, que poco a poco nos “habitúa” al sufrimiento del otro, cerrándonos en nosotros mismos, contradicen y desmienten esa vocación.
En muchas partes del mundo, continuamente se lesionan gravemente los derechos humanos fundamentales, sobre todo el derecho a la vida y a la libertad religiosa. El trágico fenómeno de la trata de seres humanos, con cuya vida y desesperación especulan personas sin escrúpulos, representa un ejemplo inquietante. A las guerras hechas de enfrentamientos armados se suman otras guerras menos visibles, pero no menos crueles, que se combaten en el campo económico y financiero con medios igualmente destructivos de vidas, de familias, de empresas.
La globalización, como ha afirmado Benedicto XVI, nos acerca a los demás, pero no nos hace hermanos. Además, las numerosas situaciones de desigualdad, de pobreza y de injusticia revelan no sólo una profunda falta de fraternidad, sino también la ausencia de una cultura de la solidaridad. Las nuevas ideologías, caracterizadas por un difuso individualismo, egocentrismo y consumismo materialista, debilitan los lazos sociales, fomentando esa mentalidad del “descarte”, que lleva al desprecio y al abandono de los más débiles, de cuantos son considerados “inútiles”. Así la convivencia humana se parece cada vez más a un mero do ut des pragmático y egoísta.
Al mismo tiempo, es claro que tampoco las éticas contemporáneas son capaces de generar vínculos auténticos de fraternidad, ya que una fraternidad privada de la referencia a un Padre común, como fundamento último, no logra subsistir. Una verdadera fraternidad entre los hombres supone y requiere una paternidad trascendente. A partir del reconocimiento de esta paternidad, se consolida la fraternidad entre los hombres, es decir, ese hacerse "prójimo" que se preocupa por el otro.
“¿Dónde está tu hermano?" (Gn 4,9)
Leer el mensaje completo: https://www.facebook.com/notes/ii-vicar%C3%ADa-episcopal-de-cristo-rey-de-la-arquidi%C3%B3cesis-de-m%C3%A9xico/mensaje-del-