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La historia, sabemos, no es una sucesin de eventos inconexos. De
all que laenseanza de la historia, segn suele afirmarse, no puede
limitarse a la mera exposicinde una serie de datos que deben ser
memorizados. sta debera intentar hacercomprensibles las conexiones
que ligan a los diversos acontecimientos entre s. En fin,lo que se
espera del alumno es no slo que aprenda a razonar, sino que lo
haga, adems,de un modo particular, a saber, a razonar
histricamente. Es esto, en ltima instan-cia, lo que justificara la
enseanza de la historia. El aprendizaje de los hechos delpasado se
tornara as relevante en la medida en que contribuira no slo a
proveer unbagaje de informacin sino tambin, y fundamentalmente, a
expandir nuestros horizon-tes presentes de pensamiento (arrancando,
de este modo, a los estudios histricos delreducto en que los
recluye la pura voluntad de anticuarios de los meros recolectores
dedatos). Cabe decir, pues, que as como la enseanza de la
matemticas, por citar unejemplo clsico, toma su sentido de una meta
que trasciende la simple transmisin deconocimientos particulares
(introducir en los estudiantes el hbito del razonamientolgico),
tambin la enseanza de la historia encontrara su objeto ltimo en el
desarrollode una competencia especfica: el pensar
histricamente.
Ahora bien, qu quiere decir ensear a pensar histricamente? Segn
se des-prende de los debates actuales al respecto,2 aquellos que lo
postulan tienden a suponerque el significado de esta expresin
resulta autoevidente. Sin embargo, ste no es algonatural ni unvoco,
sino histricamente construido (y que, por lo tanto, se ha
modi-ficado a lo largo del tiempo). En fin, contrariamente a lo que
suele asumirse, no existeun modo de concebir el pensar
histricamente. Desde un punto filosfico, esta com-probacin no
invalida el postulado de la existencia de slo un modo propiamente
hist-rico de pensamiento. Bien puede sostenerse con Rickert
que:
la filosofa de la historia slo podr confiar en la anulacin del
historicismo si ha logrado comprender
la esencia y la significacin del pensar histrico.3
Qu significa ensear a pensar histricamente?Qu significa ensear a
pensar histricamente?Qu significa ensear a pensar histricamente?Qu
significa ensear a pensar histricamente?Qu significa ensear a
pensar histricamente?1
Elas Palti*
*Universidad Nacional de Quilmes
Ensayos
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Clo & Asociados. La Historia Enseada / nmero 5
El punto aqu es que, aun as, este postulado supone ya un
determinado conceptohistrico.
Como intentar demostrar en las pginas que siguen, las ideas
respecto de qusignifica pensar histricamente conllevan siempre una
perspectiva dada de la historia y, por lo tanto, varan conforme
stas se modifican. Siendo esto as, el trazado de losdiversos
posibles sentidos que puede asumir hoy tal expresin equivaldra a la
recons-truccin completa de la historia de cmo se ha modificado a
travs de los siglos lacomprensin histrica. Esto, evidentemente, se
encuentra fuera del alcance de estetrabajo. Podemos, sin embargo,
intentar al menos discernir algunos de los distintossentidos que
suelen recurrir en los presentes debates, y que normalmente no se
encuen-tran suficientemente discriminados.4 Esta falta de una
adecuada discriminacin con-ceptual no slo lleva a deshistorizar
dicho concepto sino que resulta en ambigedades einconsistencias
tericas. De hecho no es infrecuente observar en los escritos
sobrepedagoga histrica oscilaciones entre definiciones que
resultan, sin embargo, mutua-mente contradictorias. En fin, sin un
afn de exhaustividad, se intentar aqu al menosdotar de cierta
profundidad histrica a los presentes debates sobre la enseanza
histri-ca con el objeto ltimo de alertar contra el tipo de
inconsistencias antes sealadas. Coneste objeto habremos de
distinguir tres sentidos en que puede interpretarse la idea
delpensar histricamente, sealando cul es el sustrato filosfico
especfico en que cadauno de ellos hunde sus races conceptuales y,
finalmente, el tipo de objeciones de lasque han sido objeto. Para
ello, tomaremos como base lo postulado por Reinhart Kosellecken
Pasado futuro, marcando, al mismo tiempo, algunos de los problemas
que las hip-tesis de este autor plantean para la interpretacin de
las filosofas modernas de la histo-ria cuando las abordamos desde
el punto de vista especfico que aqu nos ocupa.
La historia magistra vitae
Hoy uno de los tpicos ms recurrentes entre los especialistas en
temas relativos apedagoga histrica es que la historia debera
proveer de lecciones para actuar sobre elpresente. La memoria de
los hechos pasados nos ayudara a no repetir errores yacometidos y
tambin, eventualmente, a hallar ejemplos histricos a seguir. Este
concep-to del pensar histricamente retoma, aunque normalmente de un
modo inconsciente, elviejo modelo ciceroniano de la historia
magistra vitae. Como seala Koselleck,subyaciendo a este ideal
pedaggico de la historia se encuentra un concepto histricode
orgenes premodernos que imagina a la misma como una suerte de
reservorio deexperiencias que los lectores pueden aprender y
aplicar al presente (plena exemplorum est
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historia, deca Cicern).5 Este concepto tiene implcito el
supuesto no slo de que lanaturaleza humana es uniforme y constante
a travs del tiempo, sino tambin de que lascircunstancias en que los
hombres despliegan su accionar, si bien no son estables
hist-ricamente, resultan s, de algn modo y hasta cierto punto,
asimilables.
El mismo llega, bsicamente, hasta la Ilustracin. Todas las
primeras filosofas mo-dernas de la historia fueron motivadas por un
mismo sentido pragmtico. Montesquieu,por ejemplo, aseguraba en El
espritu de las leyes:
afirmo que el espritu de moderacin deber ser el del legislador,
y creo que no he escrito esta obra
ms que para probarlo (XXIX.1).
Del mismo modo se expresaba Voltaire en su Historia de Carlos
XII:
Pero no slo nos ha determinado a escribir esta historia la
pequea satisfaccin de relatar hechos
extraordinarios; tambin hemos pensado que podra ser de utilidad
a algunos prncipes, si por azar
cayera en sus manos. No hay ciertamente un soberano que, al leer
la historia de Carlos XII, no deba
curarse de la locura de las conquistas.6
El carcter ejemplar de los acontecimientos seala, en definitiva,
el criterio ltimode su relevancia histrica.
Estamos persuadidos, conclua Voltaire, de que la historia de un
prncipe no es todo lo que ha hecho,
sino todo lo que ha hecho que sea digno de trasmitirse a la
posteridad.7
Historia y pedagoga histrica coinciden as necesariamente. Y esto
define, preci-samente, el ncleo conceptual de las primeras
filosofas modernas de la historia. Cabeentenderlas como una
culminacin, antes que una ruptura con el viejo conceptociceroniano
de la historia. Sin embargo, llegado a este punto, se produce una
inversinsutil, pero de vastas consecuencias: no es ya la historia
la que sirve de base para lapedagoga histrica, sino sta la que
permite aqulla; slo existe verdadera historiadesde el momento en
que se produce un proceso de aprendizaje que introduce unaserie de
mediaciones entre nuestras acciones y nuestros impulsos naturales
espont-neos. La historia, en definitiva, slo puede ser historia de
la civilizacin. En palabras deVoltaire:
La verdadera historia es reciente (...) las revoluciones del
globo, la larga y universal ignorancia del arte
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Clo & Asociados. La Historia Enseada / nmero 5
que trasmite los hechos por medio de la escritura son la causa
de que esto suceda, y todava este
arte slo fue conocido por un reducido nmero de naciones
civilizadas.8
El pensar histricamente aparece aqu como la condicin del actuar
histrica-mente; y esto nos obliga a revisar parcialmente el
argumento original de Koselleck. Enefecto, el autor alemn pierde de
vista algunas de las complejidades que definen a estamutacin
conceptual que se produce en el curso del siglo XVIII, y las
relaciones contra-dictorias que se establecen entre las primeras
filosofas modernas de la historia y elantiguo esquema de la
historia magistra vitae.
Koselleck seala las dos premisas sobre la que este ltimo
concepto se fundaba. Enprimer lugar, la idea de la iterabilidad de
la historia, puesto que slo as podran inferirseleyes generales
aplicables a toda poca histrica. Existe all implcita una
perspectivajurdica de la nocin de ley que se corresponde a una
nocin estable y homognea de latemporalidad. Segn seala el autor
alemn:
Los procesos legales dependen directamente de las deducciones
histricas; la relativa eternidad dentro
de la cual la ley operaba entonces corresponda a la conciencia
histrica de su implicacin dentro de
una naturaleza inmutable e iterable.9
Pero esto, para l, haca imposible la concepcin de la idea de una
historia, ensingular; y sta es la segunda de las premisas en que se
funda el concepto de la historiamagistra vitae. Lo que existiran,
en el contexto de esta perspectiva, son historias, enplural; es
decir, situaciones, hechos y fenmenos especficos, que son los que
even-tualmente se repiten en otros tiempos, lugares y
circunstancias, pero conservando, enlo esencial, su misma
estructura y sentido. De all que Napolen pudiese aprender
deAlejandro cmo conquistar el Oriente, y los jacobinos comprender
la naturaleza delas instituciones republicanas modernas a partir de
la lectura de los clsicos de laantigedad.10
Para Koselleck, la emergencia de la idea de progreso result
devastadora del con-cepto de la historia magistra vitae puesto que
demola las dos premisas sobre las que elmismo se fundaba. Ella
introduca una asimetra radical entre pasado, presente y futu-ro,
con lo que los hechos histricos perdan su carcter ejemplar; es
decir, quebraba laidea de iterabilidad de la historia. Los
acontecimientos ganaban as en singularidad.Pero, por otro lado,
esto mismo le daba unidad al transcurso histrico, esto es, permi-ta
el surgimiento de la idea de la historia (en singular)11 como un
transcurso unitario yevolutivo.
JesseNota adhesivaaqu me quede
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Esta afirmacin de Koselleck oblitera el hecho de que, segn
vimos, esta mutacinconceptual se insertaba dentro de los marcos de
la vieja historia magistra vitae. Eraprecisamente la posibilidad de
aprender del pasado que permita el progreso histrico.ste no era
sino el resultado de la acumulacin progresiva de experiencias y
saberes. Enltima instancia, el progreso histrico no conllevaba
necesariamente la idea de unamutacin cualitativa; por el contrario,
supona la existencia de una continuidad esen-cial, una naturaleza
humana homognea. La idea de una mutacin radical, tanto enlas
especies animales como en los procesos culturales, resultaba por
completo extraa alpensamiento ilustrado.
La naturaleza, deca Voltaire en el prlogo a su Ensayo sobre las
costumbres (1765), es la misma en
todas partes; as los hombres han debido adoptar necesariamente
las mismas verdades y los mismos
errores.12
El hombre-tomo (ese elemento de naturaleza inmutable sin el
cual, para Voltaire,el universo sera un caos)13 serva, en ltima
instancia, de sustrato unitario y daba unorden lgico a las
transformaciones histricas.14
Esto no significa que el pensamiento ilustrado ignorase la
diversidad entre culturasy pocas.
Las inclinaciones y los caracteres de los hombres, aseguraba
Voltaire, son tan diferentes como sus
climas y como sus gobiernos.15
Y en su artculo Sobre algunos prejuicios, Diderot sealaba:
se dice nada nuevo pasa bajo el sol; esto ser cierto para el que
se atiene a las apariencias ms
groseras.16
La dos afirmaciones resultan, en un sentido, convergentes;
apuntan a la supuestamaleabilidad de la naturaleza humana. Sin
embargo, ambas no forman parte de unmismo mdulo conceptual. En los
marcos del pensamiento ilustrado, diversidad (lasvariaciones
culturales desplegadas en el espacio) y novedad (las alteraciones
producidasen el curso del tiempo) se excluan mutuamente. Llegamos
aqu al punto en que laprimera y la segunda de las premisas del
concepto de historia magistra vitae sealadaspor Koselleck
finalmente convergen de un modo original para dar lugar a la
emergenciade las filosofas de la historia de la Ilustracin. La
diversidad cultural no es verdadera-
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JesseNota adhesivaanular el valor de una cosa
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Clo & Asociados. La Historia Enseada / nmero 5
mente el resultado de un proceso histrico, sino un hecho natural
(como la variedad declimas y temperamentos). Slo el progreso
(resultado de la acumulacin de experienciasy saberes) genera una
autntica novedad en las formas de sociabilidad humana; al mis-mo
tiempo que unifica progresivamente al gnero humano, le da unidad a
su transcursohistrico. La historia (en singular) aparece aqu, en
fin, como la consecuencia y, almismo tiempo, la condicin de
posibilidad del pensar histricamente, de la historiamagistra vitae.
La quiebra de este concepto nos conduce, en realidad, ms all
delhorizonte del pensamiento ilustrado.
La matriz gentica del pensar histricamente
La segunda de las interpretaciones posibles del ensear a pensar
histricamenteescapa ya, en efecto, de los marcos de la historia
pedaggica para inscribirse en unamatriz gentica de pensamiento. De
lo que se trata, en este caso, ya no es de buscarlecciones en el
pasado, sino de comprender un determinado proceso formativo:
cmohemos llegado a ser lo que somos. Como sealaba Savigny (el
fundador de la escuelahistrica del derecho):
la historia no es meramente una coleccin de ejemplos, sino ms
bien el nico camino al conocimiento
verdadero de nuestra condicin.17
Segn este concepto, entre presente y pasado no hay analogas (a
partir de situacio-nes particulares), sino una conexin estructural
(atribuible a un todo) que permitepensarnos como formando parte de
un proceso evolutivo ms general que explica nues-tra configuracin
presente.
La disolucin de las perspectivas pragmticas o pedaggicas
tradicionales de lahistoria se ligan as a la emergencia de un nuevo
concepto histrico que podemosdefinir como de carcter organicista.
Esta definicin requiere, sin embargo, una aclara-cin. En realidad,
no aclara demasiado, desde el momento en que la idea de
organismotampoco tiene un sentido unvoco; en contra de lo que suele
asumirse, su definicin noes algo natural ni autoevidente. Al igual
que las ideas del pensar histricamente,tambin el concepto de
organismo se modific histricamente (por lo que su signifi-cado no
puede comprenderse sino desde dentro del marco conceptual
particular en quese insertaba en cada momento dado). Y las
modificaciones producidas en ambos seencontraran, de hecho,
ntimamente relacionadas. El anlisis de estas ltimas proveeas una
clave fundamental para aclarar aqullas.
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Las filosofas de la historia de la Ilustracin no fueron, en
realidad, menosorganicistas que las romnticas. Slo que la idea de
organismo sobre la que las mis-mas se fundaron era muy distinta de
la que se impone luego en el siglo diecinueve.Aqullas tomaban su
modelo de un concepto de matriz preformista de organismo.Segn dicha
teora, las formas de los individuos adultos estaran preformadas en
elembrin. El proceso formativo se reducira as a un mero crecimiento
de caracteresya perfectamente establecidos y definidos en su origen
(hubo incluso quienes creye-ron ver a travs de microscopios que por
esos aos se perfeccionan rostros perfec-tamente definidos en los
espermatozoos). Slo esta hiptesis haca pensable la idea deun
desarrollo inmanente, autogenerado. De lo contrario, si el proceso
formativo fuesecreativo, si los seres se transformasen en su
transcurso, su convergencia hacia formasespecficas de vida (que
permite la reproduccin sistemtica de las especies y
confiereestabilidad al orden natural) obligara a reintroducir la
hiptesis de una intervencino gua sobrenatural. En fin, slo la
hiptesis de la performacin orgnica permitaconcebir a la naturaleza
como sistema. Pero sta exclua toda idea de mutacin (pues-to que la
misma tendera a convertir a la naturaleza entera en un caos de
formas, cuyoorden visible, por lo tanto, slo podra explicarse por
la accin continua de algunasuerte de intelecto superior que
presidiese su desenvolvimiento). Sobre esta premisaes que se
levanta todo el saber de la historia natural de la Ilustracin, y
tambinprovee su base a las primeras filosofas de la historia. En su
ensayo Filosofa de lahistoria, que sirve de prlogo al Ensayo sobre
las costumbres, Voltaire haca explcita laconexin entre su concepto
histrico y las doctrinas preformistas de pensamientobiolgico:
No tiene el animal un instinto irresistible al que obedece
necesariamente? Qu es ese instinto? La
armonizacin de todos los rganos que va realizando con el tiempo.
Este instinto no puede desarrollarse
desde el primer momento, porque los rganos no han alcanzado su
plenitud. En efecto, no vemos
acaso que todos los animales, as como todos los dems seres,
ejecutan invariablemente la ley que
la naturaleza impone a su especie? El pjaro hace su nido, como
los astros siguen su carrera, por un
principio que no cambia jams. Cmo habra podido cambiar nicamente
en el hombre [Nota: Todo
crece con el tiempo, madura con la edad / Cada ser tiene un
rumbo, y a la hora sealada, / anda y
llega a su meta, por el Cielo indicada, Poema de la Ley Natural,
II Parte].18
El resultado es el concepto de progreso como un proceso lineal y
acumulativo. Laidea evolucionista surgira, en cambio, a partir de
una nueva idea de la irreversibilidadtemporal y con ella, de la
singularidad de todo acontecimiento histrico.
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Clo & Asociados. La Historia Enseada / nmero 5
En el mundo no hay dos momentos idnticos, dira pronto Herder,
acaso el da de hoy puede llegar
a ser el de ayer?19
El surgimiento de una nueva forma de conciencia histrica acompa,
a su vez, auna serie de transformaciones que se dieron a fines del
siglo XVIII y comienzos delsiglo XIX en el campo de la biologa, y
que resultaron en la redefinicin del concepto deorganismo. En este
sentido, los desarrollos producidos en el mbito de la
embriologafueron cruciales. El smbolo de las transformaciones que
entonces se producen en losconceptos relativos a los procesos
evolutivos fue el redescubrimiento en 1812 porparte de Meckel de la
theoria generationis (originalmente formulada por Caspar
FriedrichWolff en 1759, y que haba permanecido olvidada por ms de
medio siglo) que postulala generacin, en el curso del proceso
formativo del embrin, de formas y rganos queno se encontraban
presentes originalmente en l.
Como dijimos, este concepto evolucionista (ya en el sentido
moderno del tr-mino)20 era contradictorio con la idea de
preformacin; y, sin embargo, sta seguasiendo la premisa para todo
desarrollo inmanente.21 Esta aparente contradiccin re-sultara
finalmente, luego de un largo proceso de elaboracin, en la
redefinicin de laidea de la preformacin orgnica.22 Karl von Baer
(el padre fundador de la embriologamoderna) es la figura clave en
este proceso de redefinicin conceptual. Segn la teoraque formula en
su Historia de la evolucin de los animales (1828), lo que se
encontrarapreformado en el embrin ya no sera ningn conjunto de
rasgos visibles, sino elprincipio de su formacin; esto es, un
cierto orden lgico de transformaciones coor-dinadas y orientadas
hacia la realizacin de una finalidad inmanente (algo parecido alo
que nosotros llamamos un programa gentico). El proceso evolutivo
deja as deser un mero crecimiento de rasgos ya prefigurados
embrionalmente para convertirseen un proceso generador de
mutaciones cualitativas. stas, por lo tanto, no puedenconocerse a
priori y, sin embargo, obedecen siempre a un determinado plan de
forma-cin (segn la expresin de Geoffroy). Y esto nos devuelve a la
interpretacin deKoselleck del proceso que conduce a la quiebra del
concepto de la historia magistravitae.
En efecto, la perspectiva gentica del pensar histricamente nace,
ciertamente, dela disolucin de la idea de la iterabilidad de la
historia. Esto hace, a su vez, imposible laidea pedaggica de la
historia en el sentido tradicional de la misma como magistra
vitae.Koselleck cita aqu al Hegel de las Lecciones sobre la
filosofa de la historia universal, endonde afirma que si hay algo
que la historia ensea es:
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que las naciones y los gobiernos jams han aprendido nada de la
historia ni tomaron en cuenta
ninguna de las lecciones que pudieron haber extrado de
ella.23
Y ello, para Hegel, no se debera simplemente a la supuesta
necedad de los gober-nantes, sino que se ligara a lo que Koselleck
llama la idea de la constructibilidad de lahistoria, hija directa
de la Revolucin. sta marc un acontecimiento sin
antecedentes,abriendo as las puertas a un horizonte infinito de
posibilidades inditas. Como deca alabad Sieys:
juzgar lo que ocurre segn lo que ocurri significa, para m,
querer juzgar lo que nos es extrao segn
lo que no es familiar porque, aseguraba, en el estado en que nos
encontramos, fundado sobre la
victoria, no hay pasado. Es una creacin en la cual como en toda
creacin en el universo todo lo
presente no es ms que materia bruta en las manos del creador que
habr de transformarla y darle
vida.24
Existe aqu un anacronismo obvio en el sistema de las citas de
Koselleck (que lepermite alinear a Siyes y a Hegel, obliterando as
la brecha fundamental que separa aambos) que es, en realidad,
inherente a su concepto histrico. Su idea de la moderni-dad lo
lleva a agrupar bajo una misma categora, segn un criterio
necesariamentearbitrario, la serie completa de ideas y conceptos
histricos en verdad, muy diversos,y an contradictorios entre s que
surgieron en el curso de los ltimos tres siglos. Entodo caso, su
perspectiva de la misma como fundada sobre un distanciamiento
entreespacio de experiencia y horizonte de expectativa25 no permite
establecer ms quedistinciones cuantitativas: lo que cambia entre el
siglo dieciocho y diecinueve es, segnafirma, la superior velocidad
relativa con que transcurre el tiempo histrico, y lo mis-mo ocurre
entre el siglo diecinueve y el veinte; en fin, cabe pensar que es
tambin loque se producir en el siglo que comienza en relacin con el
que est terminado.
El criterio de este cambio, asegura, que se basa en una
temporalidad histrica, que genera intervalos
siempre ms cortos de tiempo.26
Esto es lo que Henry Adams bautiz como la ley de aceleracin y
que para Koselleckdefine la estructura de los movimientos
histricos, la forma vaca del cambio (que es,para l, lo nico que la
historia nos permite aprender de ella).
Esta visin de la temporalidad histrica supone, sin embargo, una
idea de la radicalcontingencia del devenir histrico que fue, en
realidad, por completo extraa al pensa-
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Clo & Asociados. La Historia Enseada / nmero 5
miento del siglo XIX. Y esto nos devuelve al plano de las
relaciones entre pensamientohistrico y pensamiento biolgico. Lo que
subyace a la emergencia de las filosofasromnticas de la historia de
matriz evolucionista-organicista es el proceso antes men-cionado de
redefinicin del concepto de la preformacin orgnica que por entonces
seproduce. La embriologa proveera el modelo para pensar la idea de
un orden evolutivoaplicable tanto a la naturaleza orgnica como a la
historia. Volviendo al planteo deKoselleck, ste olvida que, si bien
para Hegel y los romnticos cada hecho era absolu-tamente singular,
que la historia nunca se repeta (de all la imposibilidad de
aprenderde los acontecimientos del pasado), esto no quera decir que
el futuro no estuviera, dealgn modo, contenido germinalmente en el
presente como un telos inmanente. Estoera, para Hegel (quien
rechazaba el concepto evolucionista para la naturaleza), lo
quedistingua a los procesos histricos de los naturales. En el
hombre, ciertamente, elcambio es real, cualitativo, y afecta a su
mismo concepto.
Si comparamos las transformaciones del espritu y de la
naturaleza, vemos que en sta el individuo
est sujeto al cambio, pero las especies perseveran (...). Otra
cosa sucede, empero, con la forma
espiritual. La variacin no tiene lugar aqu meramente en la
superficie, sino en el concepto. El concepto
mismo es el que resulta rectificado. En la naturaleza, la
especie no hace ningn progreso; en el espritu,
en cambio, toda transformacin es progreso.27
Pero, en sus mismas transformaciones, el espritu busca siempre
realizarse a smismo; en definitiva, la historia no es un proceso
ciego; existe en ella un cierto telospresupuesto.
El concepto del espritu es la vuelta sobre s mismo, el hacer de
s el objeto; luego, el progreso no es
un progreso indefinido en lo infinito, sino que existe un fin a
saber, la vuelta sobre s mismo. Existe,
pues, tambin un cierto ciclo. El espritu se busca a s
mismo.28
As como el presente resulta del pasado, el futuro resulta de ste
por necesidadlgica. Esto impone, en fin, estrictos lmites a la
constructibilidad de la historia. Lasfilosofas de la historia del
siglo diecinueve se fundan, precisamente, en el supuesto deque si
bien el hombre puede, con su accin, orientar y hasta cierto punto
alterar lastendencias evolutivas espontneas de una sociedad
determinada, ningn cambio puedeintroducirse en ella si ste no
representa al menos una de sus alternativas potenciales
dedesarrollo. Este concepto evolutivo hace al conocimiento de la
historia necesario (puestoque slo ella contiene las claves que
explican nuestro estado presente y permiten vislum-
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brar nuestro porvenir) y al mismo tiempo imposible (su sentido
ltimo nunca nos esdado, en la medida en que ste slo se nos revela a
posteriori, es decir, no puede nuncainferirse a priori a partir de
lo existente). De all que los gobernantes nunca hayanextrado
ninguna leccin de la historia; no porque sta no las contenga, sino
porque,por definicin, no nos es accesible (de lo contrario, el
cambio no sera cierto, real, sinotan slo aparente). En este
contexto, como seala Koselleck, la idea del pensar histri-camente
debera replegarse al nivel abstracto de las formas vacas de la
evolucin; laspuras estructuras de la temporalidad. Pero esto no
impedira aun extraer conclusionesvalorativas y orientaciones
normativas substantivas que, aunque siempre provisionalesy
parciales, resulten adecuadas a nuestro estado presente. En todo
caso, no es la quiebradel ideal pragmtico de la historia lo que
distingue al nuevo concepto gentico de lavieja escuela de la
historia magistra vitae, sino la combinacin de la singularizacin de
suconcepto (la idea de Historia) producida por el Iluminismo con la
disolucin de lacorrespondencia entre pedagoga e historia, que haba
resultado en la idea de progreso.
En efecto, la idea de evolucin remite ahora a un mecanismo
objetivo, que opera aespaldas de los sujetos. Ella es un proceso
inmamente y trascendental. Y esto se liga alltimo y ms fundamental
fenmeno de singularizacin conceptual que se produce slocon el
romanticismo, y que Koselleck, sugestivamente, obvia en su anlisis:
el paso delos sujetos al Sujeto. Con el romanticismo, el hombre se
convierte, como los grmenesde von Baer, en un trascendental
objetivo, nada dado de una vez y para siempre, sino elprincipio de
sus propias transformaciones, el movimiento de ponerse fuera de s
man-tenindose, al mismo tiempo, l mismo. En fin, un Sujeto que no
es ya una substanciaanterior e independiente a sus atributos, sino
uno y el mismo con sus propios predica-dos. La temporalidad aparece
as como un proceso inmanente, no en el sentido (sea-lado por
Koselleck) de que es el resultado de una accin humana creativa,
sino en quese convierte en una dimensin inherente al sujeto: para
los romnticos no hay ya deve-nir independientemente de algo que
devenga.29 En fin, la definicin de la idea deconstructibilidad de
la historia sufre entonces una inflexin fundamental. En ella, azary
necesidad, cambio y permanencia se condensan y combinan de un modo
particular.La idea de Koselleck del pensar histrico como refiriendo
a una estructura vaca de latemporalidad (y que l atribuye a la
modernidad en su conjunto) slo surge, en realidad,a partir la
quiebra del concepto evolucionista de la historia que se produce a
fines delsiglo XIX, cuando el concepto de organismo pierde sus
anteriores connotacionesteleolgicas. Emerge, entonces s, la idea de
la radical contingencia de los procesoshistricos. Y esto nos
conduce a nuestro tercer modo posible de entender el ensear apensar
histricamente.
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Clo & Asociados. La Historia Enseada / nmero 5
La pedagoga de la contingencia
Existe an, como dijimos, una tercera posible interpretacin del
ensear a pensarhistricamente. La misma surge, ahora s, de la
quiebra de todo concepto pedaggicode la historia. La radicalizacin
de la conciencia de la temporalidad producida a finesdel siglo
diecinueve hara, finalmente, imposible todo aprendizaje, entendido
en trmi-nos substantivos, de las supuestas lecciones del pasado.
Los acontecimientos, siempresingulares y contingentes, pierden
entonces no slo su carcter ejemplar, sino que tam-bin se desprenden
de todo marco gentico. La idea de una discontinuidad entre
pre-sente, pasado y futuro impide concebir un desenvolvimiento
histrico como siguiendoun curso evolutivo orgnico. Se abre as la
fisura fundamental entre lo que Koselleckllama el espacio de
experiencia y el horizonte de expectativas. La accin humana,carente
de toda prescripcin normativa que le venga del pasado y que pueda
servirle degua, se ve confrontada ahora a su misma
contingencia.
En este contexto, la idea del pensar histricamente se va a
replegar sobre s misma.Lo que la historia viene a ensearnos ya no
es ningn conjunto de valores o leccionesprcticas. sta slo podra
identificarse con el desarrollo de una aptitud: precisamente,la de
pensar histricamente. Como deca Theodor Mommsen, la historia no es
ms lamaestra del arte de hacer prescripciones polticas, sino que es
instructiva solamente enel sentido de que inspira y promueve el
juicio independiente creativo.30
Tras la idea de la enseanza de la historia como remitiendo a la
transmisin de unacompetencia particular subyace, pues, una
determinada concepcin de la historia. Lamisma nace de la disolucin
del sentido pedaggico de la historia. Aun as, esto nonecesariamente
excluye toda consideracin normativa-substantiva. A partir de la
her-menutica gadameriana, la propia idea de la radical contingencia
histrica, de la impo-sibilidad de extraer orientaciones morales
substantivas del pasado, se convirti, ellamisma, en una fuente de
prescripciones normativas. En este caso, la confrontacin
conaquellas culturas y tradiciones que hoy nos resultan extraas
servira, no para aprenderninguna leccin de ellas que resulte vlida
para nosotros, pero s para relativizar nues-tros valores presentes,
revelando el fondo de contingencia tras aquello que, en el marcode
nuestra cultura, se nos aparece como natural. El intento de
comprender a aqullasnos obligara a poner entre parntesis supuestos
que hoy asumimos acrticamente comovlidos, traerlos a la conciencia,
y as tornarlos en objetos pasibles de escrutinio crtico.En palabras
de Gadamer:
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no es posible hacernos conscientes de un prejuicio mientras ste
opera de un modo desapercibido,
sino slo cuando ste es, por decirlo de algn modo,
provocado.31
Slo lo que desafa nuestras capacidades cognitivas puede operar
esta provocacin.
En definitiva, dice Gadamer, el autntico pensamiento histrico
debe tomar en cuenta su propia
historicidad.32
Y esto nos conduce a lo que constituye el objeto ltimo de este
trabajo. Lo expuestohasta aqu, al mostrar las distintas acepciones
posibles (y, en un sentido, mutuamentecontradictorias) que la
expresin ensear a pensar histricamente puede asumir, in-tenta,
bsicamente, hacer manifiestos algunos de los equvocos que su uso
indiscrimi-nado genera. El revelar su polisemia inherente,
historizando los modos contingentes desu definicin, nos permite no
slo discernir sus distintos sentidos sino tambin,
yfundamentalmente, revelar la serie de supuestos
histrico-filosficos que subyace acada uno, traer a la conciencia
aquello que simplemente se presupone como vlido enlos marcos de los
distintos mdulos discursivos en que la expresin ensear a
pensarhistricamente viene eventualmente a inscribirse. Para
parafrasear a Gadamer, el en-sear a pensar histricamente debera
comenzar por ensear a pensar su propia histo-ricidad. De lo que se
trata, en definitiva, es de ensear a pensar histricamente ququiere
decir ensear a pensar histricamente, aun cuando esto lleva
implcito, muyevidentemente, el riesgo de una puesta en abismo (o
bien la generacin un crculovicioso, o bien el producir un regreso
al infinito), volviendo autocontradictorio todoproyecto pedaggico
para la enseanza histrica. En fin, lo que se pone all en cuestines
la legitimidad de la empresa pragmtica adherida a la historia desde
sus orgenescomo disciplina. Quiz la comprensin de la esencia y la
significacin del pensarhistrico que peda Rickert (vid supra) como
el nico medio para la anulacin delhistoricismo termine,
paradjicamente, por revelar que su esencia y significacin
son,precisamente, no tener esencia, esto es, que no existe una
forma autntica de pensarhistricamente. En todo caso, el resolver
esto escapa a los alcances del historiador, esuna cuestin que cabe
al filsofo de la historia.
Ensayos
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Clo & Asociados. La Historia Enseada / nmero 5
Notas
1 Este trabajo surge a partir de la polmica que se suscit en el
marco del foro Historia a Debate
organizado por CESGA, en la seccin Qu historia vamos a ensear en
el nuevo siglo?, enero de
2000.2 Me refiero aqu especficamente a aqulla que dio origen a
este trabajo (vase nota 1). Al respecto,
vase las ponencias de Ramn Lpez Facal del 3, 12 y 25 de enero de
2000 y mis respuestas del 7 y
18 del mismo mes.3 Rickert, H.: Introduccin a los problemas de
la filosofa de la historia, Buenos Aires, Nova, 1961,
pg.26.4 Vase en particular mi intervencin del 18 de enero de
2000, antes mencionada, publicada en el
foro Historia a Debate.5 La historia est llena de ejemplos,
Cicern: De divinatione I50.J6 Voltaire: Historia de Carlos XII, Rey
de Suecia (1739), en Voltaire y Diderot: Obras selectas,
Buenos Aires, Jackson, 1956, pg.113.7 Voltaire: Historia de
Carlos XII, pgs.113-4.8 Voltaire: Diccionario filosfico (1746), en
Obras selectas, El Ateneo, Buenos Aires, 1965, pg.336.9 Koselleck,
R.: Futuro pasado. Para una semntica de los tiempos histricos,
Paids, Barcelona, 1993, 47,
trad. de Norberto Smilg. Nota: las referencias corresponden
siempre a esta edicin, pero las citas
fueron frecuentemente corregidas tomando como base el original
en alemn. Vergangene Zukunft. Zur
Semantik geschichtlicher Zeiten (Francfort y Main: Suhrkamp
Verlag, 1979, y su versin en ingls
Futures Past. Cambridge, Mass The MIT Press, 1985, trad. de
Keith Tribe).10 Agustin Thierry luego sealara el anacronismo
implcito en esta relacin. Se fue a buscar en las
repblicas antiguas un ideal de sociedad, de institucin y de
virtud social conforme a lo que la razn
y el entusiasmo podan concebir de mejor, de ms sencillo y de ms
elevado (...) La idea de pueblo, en
el sentido poltico de esta palabra, la idea de la unin nacional,
de una sociedad libre y homognea,
no poda ser claramente concebida sino por una similitud ms o
menos forzada entre las condiciones
del estado de sociedad moderno y el principio de los estados
libres de la antigedad Thierry, A.:
Consideraciones sobre la historia de Francia (1840), Buenos
Aires, Nova, 1945, pg. 80. Trad. de Nlida
Orfila.11 Segn afirma Koselleck, la singularizacin del concepto
de Historia resultara paralela a la ocurrida
con otros trminos. Por esos mismos aos la idea de Revolucin
reemplaza a la de revoluciones, la de
Libertad, a la de libertades, etc.12 Voltaire: Filosofa de la
historia (1765), Madrid, Tecnos, 1990, pg. 26.
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13 Voltaire: Diccionario filosfico, pg.138.14 Del presente nace
el porvenir, los acontecimientos se encadenan con invencible
fatalidad, el
mundo se rige por leyes inmutables, aseguraba Voltaire
(Diccionario filosfico, pgs. 191 y 293).15 Voltaire, Diccionario
filosfico, pg. 348.16 Diderot, Interpretacin de la naturaleza (c.
1754), en Obras filosficas completas. Buenos Aires,
Ca. Argentina de Editores, 1962, pg.104.17 Savigny, Zeitschrift
fr geschichtliche Wissenschaft (1815), I: 4; citado por Koselleck,
Pasado futuro,
pg. 38.18 Voltaire, Filosofa de la Historia, pg. 34.19 Herder,
Ideas para una filosofa de la historia de la humanidad (1784),
Buenos Aires, Losada, 1959,
pgs. 53 y 121.20 Hasta entonces el trmino evolucin se reservaba
a la formacin embrional y tena un sentido
opuesto al actual, es decir, exclua toda idea transformista.21
En Filosofa romntica y ciencias naturales: lmites difusos y
problemas terminolgicos. A
propsito de Self-Generation. Biology, Philosophy, and Literature
Around 1800, de Helmut Mller-
Sievers, Prismas 4 (2000: en prensa) desarrollo ms extensamente
este punto.22 Vase Palti, E. The Metaphor of Life. Herders
Philosophy of History and Uneven Developments
in Late-Enlightenment Natural Sciences, History and Theory
XXXVIII.3, 1999, pgs. 322-347.23 En Koselleck, R. Pasado futuro,
pg. 60.24 Sieys, Histoire, Nouveau dictionnaire historique (1791);
citado por Koselleck, pg. 38.25 Vase Koselleck, R. Espacio de
experiencia y horizonte de expectativa, dos categora histri-
cas, Pasado futuro, pgs. 333-358.26 Koselleck, R. Pasado futuro,
pgs. 314.27 Hegel, Lecciones sobre la filosofa de la historia
universal (1830), Madrid, Alianza, 1986,
pg. 130.28 Hegel, Lecciones sobre la filosofa de la historia
universal, pg. 148.29 Esto explica, en definitiva, la coexistencia
de pluralidad de temporalidades, lo que Koselleck llama
la nocontemporaneidad de lo simultneo. La afirmacin de Herder en
su Metakritik de Kant (que
Koselleck cita repetidamente como la mejor sntesis de la idea
moderna de la temporalidad
histrica) es ilustrativa al respecto: En verdad, toda cosa que
cambia tiene la medida de su tiempo
dentro de s, deca; de all que no hay en el mundo dos cosas que
tengan la misma medida temporal.
Por lo tanto, se puede decir que, en un mismo momento, hay en el
universo innumerables
Ensayos
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Clo & Asociados. La Historia Enseada / nmero 5
temporalidades. Herder, J. G. Metakritik zur Kritik der reinen
Vernunft. Berln, 1955, pg. 68; citado
por Koselleck, Futuro pasado, pg. 309.30 Mommsen, T.: Rmische
Geschichte. Berln, 1882; citado por Koselleck, Pasado futuro, pg.
66.31 Gadamer: Truth and Method, Nueva York, Crossroad, 1992, pg.
299 [hay traduccin al espaol].
Originalmente publicado como Wahrheit und Methode.Tbingen,
1960.32 Gadamer: Truth and Method, pg. 299.