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EL SILENCIO DE LOS CORDEROS THOMAS HARRIS
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el silencio de los corderos thomas harris

Apr 03, 2023

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Khang Minh
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Page 1: el silencio de los corderos thomas harris

ELSILENCIODELOSCORDEROS

THOMASHARRIS

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Capítulo1

CienciasdelComportamiento,laseccióndelFBIqueseocupaderesolverloscasosdehomicidiocometidosporasesinosreincidentes,seencuentraenunsemisótano del edificio de la academia de dicha institución en Quántico,medio sepultada bajo tierra.ClariceStarling llegó a ella arrebolada tras unarápida caminata desde Hogan’s Alley, donde se hallaba el campo de tiro.Llevababriznasdehierbaenelpeloymanchasen lacazadoradeluniformeporhaber tenidoquearrojarseal sueloduranteel tiroteodeunsimulacrodearresto.

No halló a nadie en la oficina de recepción y se ahuecó brevemente elcabelloaladvertirsureflejoenlaspuertasdevidrio.Sabíaquesinnecesidadde arreglarse estaba atractiva. Las manos le olían a pólvora, pero no teníatiempo de lavárselas; la orden de Crawford, el jefe de la sección, habíaespecificadoahoramismo.

EncontróaJackCrawfordsoloenlaatiborradasaladeoficinas.Estabadepie, junto a una mesa que no era la suya, hablando por teléfono, lo cualpermitióaClariceobservarlecontranquilidad.Eralaprimeravezqueleveíaenunañoyloqueviolaimpresionó.

El aspecto habitual deCrawford era el de un ingeniero de edadmadura,bienconservado,quepodíahabersepagadolacarrerajugandoabéisbol;debíahaber sido un hábil ’catcher’, capaz de bloquear con dureza la base delbateador.Ahorahabíaadelgazado,elcuellodelacamisalequedabagrandeytenía bolsas oscuras bajo los ojos enrojecidos. Quienquiera que leyese losperiódicos sabía que la sección de Ciencias del Comportamiento estabarecibiendoseverascríticasportodaspartes.StarlingconfióqueaCrawfordnolehubieradadoporbeber.Talcosaparecíaaquímuyimprobable.

Crawfordacabósuconversacióntelefónicaconuntajante:«No».Cogióelexpedientedelajoven,quesujetababajoelbrazoyloabrió.

—Starling,ClariceM.,buenosdías—dijo.

—Hola.

—Lasonrisadelamuchachafuemeramentecortés.

—Noocurrenadagrave.Esperoquemillamadanolahayaasustado.

—No.—Respuestauntantoinexacta,pensóStarling.

—Sus profesoresme han dicho que lleva usted el cursomuy bien; estáentrelosprimerosdelaclase.

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—Másomenos;nosuelenprodigartalesinformaciones.

—Soyyoelquedevezencuandolespidoquemetenganalcorriente.

Esta afirmación sorprendió a Starling; había tachado a Crawford de sulista,tildándoledesargentodereclutas,hijodeputaehipócrita.

Clarice conoció a Crawford, agente especial del FBI, cuando éste fuecontratadocomoconferenciante temporalpor laUniversidaddeVirginia.Laexcelenciade los seminariosde criminologíaqueenella impartió fue factordeterminante en la decisión de la joven de ingresar en el FBICuando se lenotificóquehabíasidoaceptadaysematriculóenlaacademia,leescribióunatarjeta,alacualCrawfordnocontestóydurantelostresmesesdecursoqueyallevabaenQuántico,éllahabíaignoradoporcompleto.

Starling procedía de esa clase de gente que no pide favores ni solicitaamistad,perodetodosmodoslaconductadeCrawfordlahabíadesconcertadoydolido.Enesemomento,alencontrarsedenuevoensupresencia,notóconciertodisgustoquevolvíaaserlesimpático.

Era evidente que tenía algún problema. Aparte de su inteligencia,Crawford poseía un peculiar discernimiento que, según Starling habíaadvertido,semanifestabaensusentidoparacombinarloscoloresytexturasdesu atuendo, incluso dentro del limitado radio de acción que permitía eluniforme de agente del FBI. En este momento iba aseado pero deslucido,comosiestuvieramudandoelplumaje.

—Ha salido un trabajo y he pensado en usted —dijo Crawford—. Enrealidad no se trata de un trabajo sinomás bien de un encargo interesante.Quite lascosasdeBerrydeesasillaysiéntese.Diceustedaquíquecuandotermine la academia quiere entrar directamente en Ciencias delComportamiento.

—Sí.

—Veoquehahechomuchamedicinaforenseperocarecedeexperienciaenlaaplicacióndelaley.

Exigimosseisañosdepráctica,comomínimo.

—Mi padre era policía. Conozco esa vida. Crawford esbozó una levesonrisa.

—Loquesíhahechoesespecializarseenpsicologíaycriminología,y…¿cuántosveranostrabajandoenunsanatoriomental?¿Dos?

—Dos.

—Sulicenciadeasesoralegal,¿estávigente?

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—No caduca hasta dentro de dos años.Me la saqué antes de que usteddieseelseminarioenlaUniversidaddeVirginia,antesdedecidirmeaingresaraquí.

—Yfueunodelosquetuvieronqueesperarturnoparaingresar.

Starlingasintió.

—De todos modos tuve suerte. Me enteré a tiempo y aproveché parasacarmeel títulodeperito forense.Luego trabajéenel laboratoriohastaquehubounhuecoenlaacademia.

—Meescribiócomunicándomequeveníaaquí,¿verdad?,ycreoquenolecontesté.Mejordicho,séquenolecontesté.

Hubieradebidohacerlo.

—Tendríaotrasmuchascosasquehacer.

—¿HaoídohablardelPAC-VI?

—SéqueeselProgramadeArrestodeCriminalesViolentos.ElBoletíndeAplicacióndelaLeydicequeestánustedesconfeccionandounabasededatosperoqueaúnnofunciona.

Crawfordasintióconunlevegestodecabeza.

—Hemos preparado un cuestionario aplicable a todos los asesinosreincidentes de los tiemposmodernos—dijo al tiempo que le entregaba ungrueso fajo de folios sujetos por una endeble encuadernación—. Hay unasecciónparalosinvestigadoresyotraparalasvíctimassupervivientes,encasodequelashaya.Laazulesparaquelacontesteelasesino,siaccede,ylarosaconsiste en una serie de preguntas que el entrevistador le hace al homicida,anotandonosólosusrespuestassinotambiénsusreacciones.Muchopapeleo,yalove.

Papeleo.ElinterésdeClariceStarlingdespertóysepusoaolfatearcomoun sabueso enfebrecido. Husmeaba la proximidad de una oferta de trabajo,seguramente la aburrida tarea de introducir datos en un nuevo sistemainformático.EntrarenCienciasdelComportamiento,porrutinariaquefueselaocupaciónque se le asignase, era sumamente tentador, peroClarice sabía loque suele ocurrirle a una mujer si deja que se le cuelgue la etiqueta desecretaria:desecretariasequedaporlossiglosdelossiglos.Seavecinabaunaelecciónyqueríaelegirbien.

Crawford esperaba algo; debía de haberle hecho una pregunta. Starlingtuvoqueestrujarseelcerebropararecordarla:

—¿Qué pruebas ha realizado? ¿Minnesota Multifásica, alguna vez?¿Rorschach?

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—Laprimera,sí;ladeRorschach,nunca—contestóClarice—.HehechoPercepciónTemáticayheefectuadoladeBender-Gestaltconniños.

—¿Seasustafácilmente,Starling?

—Todavíano.

—Mire,hemosintentadoentrevistaryexaminaralostreintaydosasesinosreincidentesquetenemosbajocustodiaafindeconfeccionarunabasededatosquenospermitadeterminarelperfilpsicológicodelhomicidaenloscasosnoresueltos. Casi todos aceptaron someterse al cuestionario, muchos de ellos,creo yo, impulsados por el deseo de alardear. Veintisiete se mostrarondispuestos a colaborar. Cuatro, con condenas de muerte pendientes deapelación,senegaron,comprensiblementeamijuicio.Peronohemoslogradoquecolaboreelquemásnosinteresa.Quieroquemañanavayaustedaverlealfrenopático.

Clarice Starling experimentó un aldabonazo de alegría en el pecho ytambiénciertotemor.

—¿Quiéneselsujetodelexamen?

—El psiquiatra; el doctor Hannibal Lecter —repuso Crawford. A esenombre,encualquierreunióncivilizada,siemprelesucedeunbrevesilencio.

StarlingmiróaCrawfordsinpestañear,perodemasiadoquieta.

—HannibalelCaníbal—dijo.

—Sí.

—Sí,pues…Muybien,deacuerdo.Mealegramucholaoportunidadquesemebrinda,perocomprendaquemepregunteporquésemehaelegidoamí.

—Principalmenteporqueestáusteddisponible—replicóCrawford—.NocreoqueLectercoopere.Yasehanegado,sibienseleabordóatravésdeunintermediario,eldirectordelhospital.Ahorahedepoderdecirqueestavezlapropuestaselahahechopersonalmenteunentrevistadordenuestraplantillaytitulado. Por razones que a usted no la conciernen. En este momento nodispongodenadielibreenlasecciónparaquelleveacabolaentrevista.

—Séqueestánsaturadosdetrabajo.BuffaloBill…ytodolodeNevada—dijoStarling.

—Efectivamente.Eslodesiempre,escasezdepersonal.

—Me ha dicho que vayamañana.Hay prisa. ¿Podría tener relación conalgunodeloscasosqueseestáninvestigando?

—No.Ojalápudieradecirlocontrario.

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—Siseniegaacooperar,¿quierequeredacteunaevaluaciónpsicológica?

—Tengo evaluaciones del doctor Lecter para dar y vender, y ningunacoincide.

Crawforddepositódos tabletasdevitaminaCen lapalmade sumanoeintrodujounAlka-Seltzerefervescenteenunvasodeaguaparatomárselas.

—Es totalmente absurdo, ¿sabe? Lecter es psiquiatra y escribe para lasrevistasdepsiquiatría—artículosdeextraordinariacalidad—,aunqueeltemanuncasonsuspequeñasanomalías.Enciertaocasiónfingiócolaborarconeldirectordelhospital,Chilton,yaccedióasometerseconélaunaspruebas—llevar durante un rato un aparato para medir la presión arterial del penemientrasmirabanfotografíasdesiniestros—.¿SabeloquehizoLecter?Puespublicar las reacciones de Chilton, dejándole por supuesto en ridículo.Mantienecorrespondenciacientíficaconestudiantesdepsiquiatríasobretemasnorelacionadosconsucaso,ydeahínopasa.Siseniegaahablarconusted,quierosimplementeuninformeynadamás.Quéaspectotiene,quéambientereinaensucelda,aquésededica.Colorlocal,porasídecirlo.Tengamuchocuidadocon las idasyvenidasde laprensa.Nome refieroa laprensa seriasino a la sensacionalista. Siente más interés por Lecter que por el príncipeAndrés.

—¿Unade esas revistas no le ofreció aLecter cincuentamil dólares porsusrecetas?Creorecordaralgodeeso—replicóStarling.

Crawfordasintió.

—EstoycasisegurodequeLaActualidadNacionalhacompradoaalguiendedentro del hospital y es posible que se enterende su visita en cuantoyoconciertelaentrevista.

CrawfordseinclinóhaciadelantehastaquedaratrespalmosdedistanciadelacaradeClarice.Éstaviocómolasmediasgafasdelecturaquellevabaleenturbiaban las bolsas de debajo de los ojos. Hacía poco rato que se habíaenjuagadolabocaconListerine.

—Starling, escúcheme con toda atención. ¿Me está escuchando? —Sí,señor.

—Tenga mucho cuidado con Hannibal Lecter. El doctor Chilton, eldirectordelhospital,leexplicaráelprocedimientoquedebeseguirparatratarconél.Sigaesasnormasalpiedelaletra.Noseaparteniunápicedeellasporningúnmotivo. Si Lecter decide hablar, tratará de averiguar todo lo posiblesobreusted.Lemueveesacuriosidadqueinducealaserpienteaespiarelnidode un pájaro.Ambos sabemos que en una entrevista siempre se produce unciertotomaydaca,peroaunasínolerevelenadaconcretosobreusted.

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Procure que el cerebro de Lecter no almacene ninguno de sus datospersonales.YasabeloquelehizoaWillGraham.

—Meenteréporlaprensadeloquelesucedió.

—CuandoWillsepusoasualcance,seabalanzósobreélylodespanzurrócon un cuchillo de linóleo. Will no murió de puro milagro. ¿Recuerda alDragónRojo?LecterpredispusoaFrancisDolarhydecontraWillysufamilia.AWill, gracias a Lecter, le ha quedado una cara que parece un dibujo dePicasso.Yenelpsiquiátricodespedazóaunaenfermeraadentelladas.Hagasutrabajo,peronoolvideniuninstanteloqueesesehombre.

—¿Yquées?¿Losabeusted?

—Sóloséqueesunmonstruo.Apartedeeso,nadiepuedeasegurarnadamás.Alomejorustedloaverigua;nolaelegíaustedporcasualidad,Starling.En la Universidad de Virginia me hizo un par de preguntas sumamenteatinadas. El director del FBI leerá personalmente su informe firmado, si esclaro, conciso y está bien estructurado.Eso lo decido yo.Y debo tenerlo eldomingo a las nueve enpuntode lamañana.Eso es todo,Starling, procedasegúnloacordado.

Crawfordlesonrió,peroteníalamiradamuerta.

Capítulo2

EldoctorFrederickChilton,cincuentayochoaños,directordelHospitalEstatal de Baltimore para laDemencia Criminal, tiene unamesa de trabajolarga y amplia sobre la cual no aparece ningún objeto duro o punzante.Algunos miembros del personal la llaman «el foso». Otros miembros delpersonal ignoran el significado de la palabra foso. El doctor Chiltonpermaneció sentado detrás de su mesa cuando Clarice Starling entró en sudespacho.

—Por aquí ya ha pasado un sinfín de detectives, pero no recuerdo aningunotanatractivo—dijoChiltonsinlevantarse.

Starlingsuposinpensarconscientementeenelloqueelbrillodelamanoqueletendíaeldirectoreralanolinadeatusarseelcabello.Ysedesprendiódelapretónantesdequeéllohiciera.

—SeñoritaSterling,¿verdad?

—Starling, doctor, con a. Gracias por dedicarme unos minutos de sutiempo.

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—DemodoqueelFBIestáabriendosuspuertasalaschicas,comotodoelmundo,ja,ja,ja.

—A tal observación agregó la sonrisa de fumador que empleaba parasepararsusfrases.

—ElFBIprogresa,doctorChilton.Sindudaalguna.

—¿Vaaquedarse enBaltimore algunosdías? ¿Sabeuna cosa?Aquí haytantas oportunidades de divertirse como en Washington o Nueva York,siempreycuandoseconozcalaciudad.

Ella desvió la mirada para ahorrarse la sonrisa del doctor y supo deinmediatoqueélhabíacaptadosudesagrado.

—Estoyseguradequeesunaciudadmagnífica,peromisinstruccionessonveraldoctorLecteryregresarestamismatarde.

—¿HayalgúnsitioenWashingtonalquepuedatelefonearlaporsi,dentrodeunosdías,claroestá,fueraconvenienteunaentrevistacomplementaria?

—Porsupuesto.Quéamabilidadlasuyaalpensarenello.EsteproyectolollevaJackCrawford;siemprepuedeponerseencontactoconmigoatravésdesuoficina.

—Ya—replicó Chilton. Susmejillas, al motearse de rosa, desentonaroncon la improbable tonalidad caoba de su acicalado peinado—.Enséñeme suidentificación, haga el favor. —Permitió que Clarice permaneciese de piemientrasélexaminabacontodacalmasudocumentodeidentificación.Luegose lo devolvió y se puso de pie—.Esto no nos ocuparámucho rato.Vengaconmigo.

—Me dijeron que me daría usted instrucciones, doctor Chilton —dijoStarling.

—Puedodárselasmientrasnosdirigimoshaciaallí.—Saliódedetrásdelamesaechandounamiradaasurelojdepulsera—.Tengounacomidadentrodemediahora.

Malditasea,hubieratenidoqueinterpretarlemejorymásdeprisa.Talvezno sea un completo cretino.A lomejor sabe algo útil.Qué pocome habríacostadodirigirleunamínimasonrisazalamera,apesardelomalquesemedafingir.

—Doctor Chilton, soy yo la que tengo una entrevista con usted en estemomento. Se concertó según su conveniencia, cuando pudiese usteddedicarmecierto tiempo.Esposiblequedurante laentrevistasurjancosas…podríaserquetuviesequecomentarconustedlasreaccionesdeLecter.

—La verdad es que lo dudo, lo dudomucho. Ah, por cierto, tengo que

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haceruna llamada telefónicaantesde irparaallá.Espéremeen laoficinaderecepción.

—Quisieradejaraquíelabrigoyelparaguas.

—Ahí afuera —dijo Chilton—. Déselos a Alan; es el que está enrecepción.Élselosguardará.

Alan vestía la especie de pijama que se distribuía a los reclusos en elmomentodeingresar.Estabalimpiandocenicerosconelfaldóndelacamisa.

AhuecólamejillaconlalenguamientrascogíaelabrigodeStarling.

—Gracias—ledijoella.

—Nohaydequé.¿Cagaconmuchafrecuencia?—lepreguntóAlan.

—¿Cómodice?

—¿Lesalelaaaaaargo?

—Mire,yalocolgaréyomisma.

—No tiene usted nada que le estorbe la vista, puede inclinarse paraobservarcómosaleyvercómocambiadecoloralentrarencontactoconelaire…¿Lohahechoalgunavez?¿Noledalaimpresióndetenerunlargorabomarrón?—Nohabíaformadequesoltaseelabrigo.

—EldoctorChiltonquierequevayainmediatamenteasudespacho—dijoStarling.

—No,esonoescierto—replicóeldoctorChiltondesdedetrás—.Cuelgaelabrigoenel armario,Alan,yno lo saquesmientrasestemos fuera.Ahoramismo. Antes tenía una secretaria mañana y tarde, pero la reducción depersonalmehaprivadode ese lujo.La chicaque la hahechopasar a ustedvienetreshorasaldíaaocuparsedelamecanografía,yapartetengoaAlan.¿Quésehahechodelassecretarias,señoritaStarling?—Lasgafasdeldirectorlelanzaronundestello—.¿Vaarmada?

—No,nollevoarmas.

—¿Tienelabondaddeenseñarmeelbolsoylacartera?

—Yahaexaminadomisdocumentosdeidentidad.

—Que afirman que es usted estudiante. Déjeme ver sus cosas, haga elfavor.

ClariceStarling se acobardócuando laprimerade lasgruesaspuertasdeacero se cerró con ruido a sus espaldas y el pestillo quedó sólidamentetrabado.Chiltonibadelante,apocospasosdedistancia,recorriendoelpasilloverdedel sanatorio en un ambiente de formol y portazos distantes. Starling,

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queestabaenfadadaconsigomismaporhaberpermitidoqueChiltonmetieselamanoensubolsoysucartera, tuvoqueapresurarseadominar la iraparapoderconcentrarse.Yaestaba.Notó la sólidabasedesuautodominio,comounfirmelechodegravabajounacorrientedeaguasturbulentas.

—Lecternoscausaconsiderablesmolestias—dijoChiltondirigiéndoseaellapor encimadelhombro—.Unode los enfermerosdedica comomínimodiezminutosaldíaaquitar lasgrapasde laspublicacionesquerecibe.Hacealgún tiempo, intentamos anular o almenos reducir sus suscripciones, peronos denunció y el juez falló a favor suyo. Antes el volumen de sucorrespondenciapersonaleraenorme.Afortunadamente,desdequesucasohaperdido actualidad, ha disminuido. Hubo una época en que parecía quecualquier estudiantillo que estuviese redactando una tesina de psicologíatuviese que hacer referencia a Lecter. Las revistas especializadas todavíapublicansustrabajos,peroesporelvalordereclamoqueejercesufirma.

—El artículo sobre adicción quirúrgica que escribió para la Revista dePsiquiatríaClínicameparecióexcelente—replicóStarling.

—¿Ah, sí? Mire, nosotros también hemos intentado estudiar a Lecter.Comprendimosque el hechode tenerle aquí nosbrindaba la oportunidadderealizaruntrabajorealmenteexcepcional.Estanraroconseguiraunovivo…

—¿Unqué?

—Unauténticosociópata,queevidentementeesloquees.

Pero es un hombre impenetrable, demasiado complejo para analizarlomedianteuntestcorriente.Yademás,nopuedenifigurarsecómonosodia.Demípiensaquesoysuverdugo.SuCrawfordesmuy listo, ¿no leparece?,alemplearlaaustedparaabordaraLecter.

—¿Quéquieredecir,doctorChilton?

—Unamujer jovenyatractiva,para«ponerlecachondo»;creoqueahorasediceasí,¿no?NocreoqueLecterhayavistoaunamujerenvariosaños.Todo lomás habrá vislumbrado a alguna de lasmujeres de la limpieza. Engeneral, procuramos que aquí no entren mujeres. No causan más queproblemas.

Atomarporelculo,Chilton.

—Soy licenciada conmatrículadehonorpor laUniversidaddeVirginia,doctor.Norecuerdoningunaasignaturaquetuviesealgoqueverconlasartesdelaseducción.

—Entoncesseráustedcapazde recordarestasnormas:Nometa lamanoporentrelosbarrotes.Notoquelosbarrotes.Nolepasenadaquenoseapapelblando. Nada de plumas ni lápices. Él dispone casi siempre de sus propios

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rotuladores,depuntadefieltro.Lospapelesquetengaquepasarlenopuedenllevar grapas, clips ni alfileres de ninguna clase. Cualquier objeto ha deentregárseleempleandoexclusivamentelabandejadeslizantequeseusaparaservirle la comida. Cualquier objeto ha de recuperarse exclusivamentemediante la bandeja deslizante. Sin excepción. No acepte nada que quieradarleatravésdelareja.¿Entendido?

—Entendido.Habíantraspuestootrasdospuertasydejadoasusespaldasla luz natural. Atrás quedaban las salas en las que los reclusos estabanautorizadosamezclarse.Laslucesdelcorredorestabanprotegidasporgruesasrejillas,comolaslucesdelasalademáquinasdeunbarco.EldoctorChiltonsedetuvobajounadeellas.Aldetenersesuspasos,Starlingoyóalotroladodelaparedelrotogemidodeunavozenronquecidadegritar.

—Lecternosale jamásdesuceldasin iratadoconcorreasyprovistodebozal—afirmóChilton—.Levoyaenseñarporqué.Duranteelprimerañodereclusión, fue un verdadero modelo de buena conducta. Las medidas deseguridad que le rodeaban tendieron a relajarse ligeramente; eso ocurriódurantelaadministraciónanterior,comoustedcomprenderá.Latardedel8dejuliode1976,Lecter sequejódeundolorenelpechoy fueconducidoa laenfermería.Allílequitaronlascorreasparapoderhacerleconmayorfacilidadunelectrocardiograma.Cuandolaenfermeraseinclinósobreél, lehizoesto.—ChiltonentregóaClariceuna fotografíacon lasesquinasdobladas—.Losmédicos consiguieron salvarleunode losojos.Durante todoese ratoLecterestuvoconectadoalosmonitores.Lefracturólamandíbulaparaarrancarlelalengua.Elpulsonolesubiódeochentaycinconisiquieracuandoselatragó.

Starlingnosabíaquéerapeor,si lafotografíaolaatencióndeChiltonalobservarleaellael rostroconojosmovedizosyavarientos.Le recordóaunpollosedientosorbiéndoleapicotazoslaslágrimasdelasmejillas.

—Lotengoaquídentro—dijoChiltonpulsandounbotónsituadojuntoaunassólidaspuertasdevidriodeseguridad.Uncorpulentoenfermeroleshizoentrarenlasala.

Starling tomó una inflexible decisión y en cuanto hubieron cruzado lapuertasedetuvo.

—Doctor Chilton, necesitamos imprescindiblemente el resultado de estetest. Si el doctorLecter le considera a usted su enemigo, si verdaderamentetieneesamanía,talcomoustedacabadedecir,creoquesimepresentarasolanuestrasposibilidadesdeéxitoaumentarían.¿Quéopinausted?LamejilladeChiltonsecrispó.

—Por mí no hay inconveniente. Hubiera podido sugerírmelo en midespacho. La habría hecho acompañar por un enfermero y me hubiera

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ahorradoestapérdidadetiempo.

—Esloquehabríahechosiustedmehubiesedadosusinstruccionesallí.

—No creo que volvamos a vernos, señorita Starling. Barney, cuando laseñoritahayaterminadoconLecter,llameparaquelaacompañenalasalida.

Chiltonsemarchósindignarsevolveramirarla.Yahorasóloquedabaelcorpulentoeimpasibleenfermero,elsilenciosorelojdeparedasusespaldasyel armario de tela metálica que contenía el aerosol irritante, las correas, elbozal y la pistola cargada con sedante. En un estante había un artefactocompuesto por una larga manguera con el extremo en forma de U paraacorralaralviolentocontralapared.

Elenfermerolamiraba.

—¿LehaadvertidoeldoctorChiltonquenotoquelosbarrotes?

Teníaunavozagudayalavezronca.AellalerecordóaAldoRay.

—Sí,melohadicho.

—De acuerdo. Está al final de todo; es la última celda de la derecha.Avance por el centro del pasillo y no haga caso de nada. Puede llevarle lacorrespondencia;asíempiezaconbuenpie—elenfermeroparecíaregocijado—.Laponeenlabandejaylaempujaparaquesedeslice.Silabandejaestádentro,otirausteddeellaporlacuerdaoqueselamandeél.Élnollegaalpuntoenquesedetienelabandeja,enlaparteexteriordelareja.

El enfermero le entregó dos revistas, con las páginas sueltas y a mediosalir,tresperiódicosyvariascartasabiertas.

El pasillo, de unos treinta metros de largo, tenía celdas a ambos lados.Algunas eran celdasdemanicomio,deparedes acolchadas, provistasdeunamirilla,alargadayestrechacomounaaspillera,enelcentrodelapuerta.Otraseranceldasdecárcelcorrientes,conunarejadebarrotesquedabaalcorredor.ClariceStarlingeraconscientedequehabíafigurasdentrodelasceldas,perotrató de nomirarlas.Había recorridomás omenos la distancia, cuando unavoz dijo: «Te huelo el coño». No dio muestras de haberlo oído y siguiócaminando.

En la última celda las luces estaban encendidas. Se desvió hacia laizquierdadel pasillo conobjetodever el interior al acercarse, sabiendoquesustaconeslaanunciaban.

Capítulo3

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LaceldadeldoctorLecterestáconsiderablementealejadadelasdemás,notienealotro ladodelpasillomásqueunarmarioy es excepcionalporotrascircunstancias. El exterior consiste en una reja de barrotes por cuya parteinterna, a mayor distancia de la que alcanza un brazo humano, hay unasegundabarrera,unaresistentereddenailontendidadesdeelsueloaltechoydeparedapared.Detrásdelared,Starlingviounamesaatornilladaalsueloen la que se apilaban libros de tapas blandas y papeles, y una silla recta,tambiénatornillada.

YaldoctorHannibalLecterreclinadoensucatre,absortoenlalecturadelaediciónitalianadeVogue.Sujetabalaspáginassueltasconlamanoderechaylasibaponiendounaaunaasuladoconlaizquierda.EldoctorLectertieneseisdedosenlamanoizquierda.

ClariceStarlingsedetuvocercadelosbarrotes,másomenosaladistanciaqueequivaldríaaladeunpequeñovestíbulo.

—DoctorLecter—supropiavozlesonómuyaceptable.Élalzólavistadelalectura.DuranteunexageradosegundoClaricetuvolaimpresióndequelamiradadelreclusozumbaba,peronoeramásquesusangreloqueoía—.MellamoClariceStarling.¿Puedohablarconusted?—Ladistanciayeltonodesuvozimplicabancortesía.

Con un dedo apoyado sobre los labios fruncidos, el doctor Lecterreflexionó.Alcabodeunrato,cuandolojuzgóadecuado,selevantó,avanzóconsuavidadporsujaulaysedetuvoaescasospasosdelared,cosaquehizosinmirarla,comosihubiesecalculadoladistancia.

Clariceobservóqueeradebajaestaturayaspectopulcro;enlasmanosybrazosdeldoctorobservófuerzanervuda,comolasuya.

—Buenos días —dijo él como si hubiese salido a abrir la puerta. Sucultivada voz poseía una leve aspereza metálica, debida seguramente aldesuso.

LosojosdeldoctorLectersondeuncastañogranateyreflejanlaluzcondestellosderojo.Aveceslospuntosdeluzparecenvolarcomochispashaciaelcentrodelapupila.EsosojosteníanpresaaStarlingporentero.

Ellaseacercóconcautelaa losbarrotes.Elvellode losantebrazosse leerizóyrozólacarainternadelasmangas.

—Doctor, la configuración de perfiles psicológicos nos plantea seriosproblemas.Hevenidoasolicitarsuayuda.

—ElpluralaludeaCienciasdelComportamientodeQuántico.SeráusteddelaplantilladeJackCrawford,supongo.

—Sí,efectivamente.

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—¿Puedoversuscredenciales?

Claricenoseesperabaeso.

—Yalasheenseñadoen…,laoficina.

—¿Quiere decir que se las ha enseñado al eminente doctor FrederickChilton?

—Sí.

—¿Havistoustedlasdeél?

—No.

—Lasacadémicas sonsumamentepobres, se loaseguro.¿HaconocidoaAlan?¿Noesencantador?¿Concuáldelosdospreferiríacharlar?

—EnconjuntodiríaqueconAlan.

—Podría ser usted una periodista, autorizada a entrar aquí por el propioChiltonparacobrar.Creoquetengoderechoaexaminarsuscredenciales.

—Deacuerdo.

—Clarice elevó la mano y le mostró su tarjeta de identificaciónplastificada.

—Aestadistancianopuedoleer.Envíemela,porfavor.

—Nopuedo.

—Porqueesdura.

—Sí.

—HableconBarney.

Llegóelenfermeroadeliberar.

—DoctorLecter,voyapermitirque lepaseneso.Perosino lodevuelvecuandose lopida,si tenemosquemolestara todoelmundo,si tenemosqueatarle para recuperarlo,me enfadaré. Y sime enfado con usted, tendrá quepermaneceratadohastaquesemepaseelmalhumor.Alimentosporeltubo,pañalescambiadosdosvecesaldía,yasabe,sesióncompleta.Yleretendrélacorrespondenciaunasemana.¿Entendido?

—Ciertamente,Barney.

LatarjetasedeslizójuntoconlabandejayeldoctorLecterlaacercóalaluz.

—¿Una estudiante?Aquí dice «estudiante». ¿JackCrawford envía a unaestudiante a entrevistarme?—Golpeó la tarjeta contra su blanca y pequeña

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dentadurayaspirósuolor.

—DoctorLecter—dijoBarney.

—Desdeluego.—LecterdepositólatarjetaenlabandejayBarneytiródeellahaciafuera.

—Todavía estoy en la academia, sí —dijo Starling—, pero no estamoshablando del FBI; estamos hablando de psicología. ¿Es capaz usted dediscernir,prescindiendodetítulosydiplomas,siestoycapacitadaparahablardeestetema?

—Hummmm—replicóeldoctorLecter—.Laverdad…,esohasidomuyastuto.Barney,¿creequelaagenteStarlingpodríadisponerdeunasilla?

—EldoctorChiltonnomedijonadarespectodeunasilla.

—¿Yquéledicensusmodales,Barney?

—¿Quiereunasilla?—lepreguntóBarneyaClarice—.Podríamoshabertraídouna,peroélnunca…esdecir,generalmentenadiesuelequedarsetantorato.

—Sí, por favor —contestó Starling. Barney sacó una silla plegable delarmariodelimpiezasituadofrentealacelda,lainstalóylesdejóasolas.

—Bueno—dijoLectersentándosedeladoantesumesaparadarlacaraaClarice—,¿quélehadichoMiggs?

—¿Quién?

—MúltipleMiggs,eldeesaceldadeahí.Lesiseóalgo.¿Quélehadicho?

—Mehadicho:«Tehueloelcoño».

—Ya.Yonoloheconseguido.UsaustedcremahidratanteEvyanyaveceslleva L’Air du Temps, pero hoy no. Hoy ha venido deliberadamente sinperfume.¿QuéimpresiónlehaproducidoloquelehadichoMiggs?

—Piensoqueporrazonesquedesconozcosemuestrahostil.Unalástima.Élsemuestrahostilconlagenteylagentereaccionatratándoleconhostilidad.Esuncírculovicioso.

—¿Sienteustedhostilidadhaciaél?

—Lamento que tenga perturbadas sus facultades mentales. Dejando esoaparte,nomeafectamásqueunruido.¿Cómohaaveriguadolodelperfume?

—Una vaharada de su bolso cuando ha sacado la tarjeta. Ese bolso quellevaesprecioso.

—Gracias.

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—Hatraídoelmejorbolsoquetenía,¿verdad?

—Sí.

—Eracierto.Habíaahorradobastanteparacomprarseaquelbolso,clásicoydetodollevar,queeraelaccesoriodemayorcalidaddesuarmario.

—Esdecalidadmuysuperiorasuszapatos.

—Talvezalgúndíaseponganalaaltura.

—Nolodudo.

—¿Losdibujosdelasparedesloshahechousted,doctor?

—¿Creequehellamadoaundecorador?

—Elqueestáencimadellavaboesunaciudadeuropea,¿noesasí?

—Florencia,ElPalazzoVecchioyelDuornovistosdesdeelBelvedere.

—¿Lodibujódememoria?¿Todosesosdetalles?

—Lamemoria,agenteStarling,esloúnicoquetengoparasustituirlavistaqueofreceunaventana.

—¿ElotroesunaCrucifixión?Lacruzcentralestávacía.

—Es el Gólgota tras el descendimiento. Tiza y rotulador sobre papelparafinado. Representa lo que consiguió el ladrón al que se le prometió elparaísocuandosellevaronalcorderopascual.

—¿Yquéfue?

—Que le rompiesen las piernas, naturalmente, como a su compañero, elqueseburlódeCristo.¿DesconoceacasoelEvangeliodesanJuan?Entoncescontemple a Duccio; pinta crucifixiones de extrema exactitud. ¿Cómo estáWillGraham?¿Quéaspectotiene?

—NoconozcoaWillGraham.

—Pero sabe quién es. El delfín de Jack Crawford. El anterior a usted.¿Cómolehaquedadolacara?

—NuncahevistoaWill.

—Eso, con todos mis respetos, agente Starling, se llama «hurtar elcuerpo».Palpitacionesdesilencio;luegoselanzó.

—Permítamequeledigaquemásbienloquepretendoesiraportodasyembestir.Hetraído…

—No.Esono,esoesunaequivocaciónquedenotaunagranestupidez.Enunafasedepreludionoempleenuncaelhumor.Mire,entenderuncomentario

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ocurrentey replicarenelmismo tonohacequeel sujetodelanálisisefectúeunatransposiciónsúbitaydistanciadaqueestotalmenteopuestaalclimaquesehacreado.Yprocedemospartiendodelclimaqueestablecemos.Ibaustedmuy bien; se había mostrado cortés y receptiva a la cortesía; revelando laembarazosa verdad del comentario deMiggs había establecido un clima deconfianza, y de pronto introduce un petulante retruécano a propósito de sucuestionario.Asínoharemosnada.

—Doctor Lecter, usted es una eminencia en el campo de la psiquiatríaclínica. ¿Me cree tan tonta como para hacerle objeto de una técnica cuyosresortesconoceustedalaperfección?Nomesubestimetanto.Loquelepidoes que responda al cuestionario, y a partir de ahí usted haga lo que quiera.¿Tantolecostaríaecharleunvistazo?

—Agente Starling, ¿ha leído alguno de los estudios publicadosrecientementeporCienciasdelComportamiento?

—Sí.

—Yo también. El FBI se niega estúpidamente a enviarme el Boletín deAplicacióndelaLey,peroloconsigoa travésdeunalibreríade lance;JohnJayme envía elAnuario, y también recibo las revistas de psiquiatría.Estándividiendo a los asesinos reincidentes en dos grupos: organizados ydesorganizados.¿Quéopinadeello?

—Quees…elemental;evidentementeloquepretenden…

—Simplistaeseltérminoadecuado.Enrealidad,casitodalapsicologíaespueril,agenteStarling,ylaquesepracticaenCienciasdelComportamientosehalla al nivel de la frenología. La psicología, para empezar, cuenta con unmaterialdemuypobrecalidad.Vayaalafacultaddepsicologíadecualquieruniversidadyobservealosestudiantesyalprofesorado;pedantesaficionadosa los seriales radiofónicos y fanáticos con graves carencias de personalidad.Los cerebros más subdesarrollados de toda la institución universitaria.Organizadosydesorganizados;debiódeocurrírselealbedel.

—¿Conquécriteriomodificaríaustedestaclasificación?

—Noloharía.

—Hablandodepublicaciones,leísusartículossobreadicciónquirúrgicayexpresiónfacialdeladoderechoeizquierdo.

—Sí.Erandeprimerorden—declaróeldoctorLecter.

—Efectivamente.ÉsafuemiopiniónytambiénladeJackCrawford.Fueélquienmeindicóquelosleyera.Porestemotivoestáansiosodequeusted…

—¿Crawfordelestoico,ansioso?Debeestarhastaelcuellodetrabajopara

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tenerqueecharmanodelosalumnosdelaacademia.

—Asíes,yquiere…

—EltrabajoselodaBuffaloBill.

—Supongo.

—No. «Supongo» no. Sabe usted perfectamente, agente Starling, que setrata de Buffalo Bill. Creí que Jack Crawford la enviaba para preguntarmeprecisamenteporesecaso.

—No.

—Luegoustednoestátrabajandoennadarelacionadoconeseasunto.

—No,hevenidoporquenecesitamossu…

—¿QuésabeustedacercadeBuffaloBill?

—Nadiesabegrancosa.

—Jodoloquesesabehasalidoenlosperiódicos?

—Creo que sí. Doctor Lecter, no he visto ningún tipo de informaciónconfidencialsobreesecaso.Mitareaselimita…

—¿CuántasmujereshaempleadoBuffaloBill?

—Lapolicíahadescubiertocinco.

—Todasdesolladas?

—Parcialmente,sí.

—Laprensanuncahaexplicadoelmotivodeesenombre.¿SabeustedporquéselellamaBuffaloBill?

—Sí.

—Dígamelo.

—Siechaunvistazoaestecuestionario,selodiré.

—Loharé,palabra.Ahoradígame,¿porqué?

—Empezó como un chiste demal gusto en la sección de homicidios deKansasCity.

—LellamanBuffaloBillporquearrancalapielalastíasquesetira.

Starlingdescubrióqueacababadecanjearlasensacióndetenermiedoporladesentirseruin.Deescogerentrelasdos,preferíatenermiedo.

—Pásemeelcuestionario.Starlingdepositólasecciónazulenlabandejaylaempujó.PermaneciósentadayquietamientrasLecterlaojeabasinexcesivo

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interés.

—¿Cree usted, agente Starling —dijo él dejando el cuestionario en labandeja—, que realmente puede hacer mi disección con este insuficiente yromobisturí?

—No. Lo que creo es que usted puede prestar una inestimablecolaboraciónyayudarnosaprofundizarenesteestudio.

—¿Yquérazónhabríadeinducirmeahacertalcosa?

—Lacuriosidad.

—¿Curiosidaddequé?

—Desaberporquéestáustedaquí.Deaveriguarloquelesucedió.

—Nomesucediónada,agenteStarling.Yosucedí.Noaceptoquesemereduzcaaunconjuntodeinfluencias.

Enfavordelconductismohaneliminadoustedeselbienyelmal,agenteStarling.Handejadoatodoelmundoencueros,hanbarridolamoral,yanadieesculpabledenada.Míreme,agenteStarling.¿Escapazdeafirmarqueyosoyelmal?¿Soylamaldad,agenteStarling?

—Creoquehasidousteddestructivo,locualparamíequivalealomismo.

—¿Solamentelamaldadesdestructiva?Silascosassontansimples,segúntalrazonamientolastormentassonlamaldad.Yelfuego,quetambiénexiste,yelgranizo.Losqueasípiensan loechan todoenunmismosacoque llevapornombre«obradeDios».

—Todoactodeliberado…

—Para entretenermecolecciononoticiasdederrumbamientosde iglesias.¿Se ha enterado del que acaba de producirse en Sicilia? ¡Maravilloso! Sedesplomó la fachadaaplastandoa sesentaycincobeatasqueasistíanamisamayor.¿Fueesomaldad?Siacordamosquesí,¿quiénlacausó?SiÉlestáahíarriba,créame,agenteStarling,seregocija.Eltifusyloscisnes,todoprocededelmismositio.

—Nosoycapazdeexplicarsupersonalidad,doctor,peroséquiénpuedehacerlo.

Él la interrumpió levantando la mano. Era una mano de hermosasproporciones, notóClarice, con un dedomedio perfectamente duplicado. Setratadelaformamenosfrecuentedepolidactiliaqueexiste.

Cuando Lecter volvió a hablar, lo hizo con suavidad y en un tonoagradable.

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—Cuántolegustaríaaustedevaluarme,agenteStarling.Conloambiciosaquees,¿verdad?¿Sabeenquémehacepensarconesebolsotancaroyesoszapatosbaratos?Mehacepensarenunapueblerina.Unapueblerinaaseadayresueltaatriunfarquehaadquiridounpocodebuengusto.Susojosparecengemasdepocoprecioquefulguranconbrillosuperficialencuantoconsigueanticipar una pequeña respuesta. Y es usted inteligente, ¿me equivoco?Desesperada por no parecerse a sumadre.Unamejor nutrición le ha hechoaumentar de estatura, pero no hacemás de una generación que salió de lasminas,agenteStarling.¿Pertenecea losStarlingdeVirginiaoccidentalo losStarlingpeonesagrícolasdeOklahoma,agente?Eligióacaraocruzentre launiversidad y las oportunidades que le ofrecía el Cuerpo Femenino delEjército, ¿verdad? Permítame que le diga algo muy concreto sobre usted,señoritaStarling,alumnadelaacademiadelFBI.Enlahabitaciónqueahoracomparteconotraalumna,tieneustedunrosariodecuentasdeoroycadavezquecontemplalopegajosasquelashapuestoeldesuso,notaunfeonudoenlagarganta,¿noesasí?Aquellostediososgracias,gracias,aquellaobligacióndetener que realizar aquel sincero manoseo, aquel ponerse sentimental aldesgranarcadacuenta.Tedioso.Tedioso.Aburriiiido.Serinteligenteestropeamuchascosas,¿nocree?Yelbuengustodesconocelabondad.Cuandopienseenestaconversación,recordaráalmundoanimalheridoenelrostrocuandosedeshizodeél.Sielrosariosehapuestopegajoso,¿cuántasotrascosassufriránlamismasuerteconcadapasoadelantequedé?Piensaenesoporlasnoches,¿noesverdad?—preguntóeldoctorLecterconsutonomásamable.

Starlinglevantólacabezaparamirarledefrente.

—Esustedmuyperspicaz,doctorLecter.Novoyanegarnadadeloquehadicho.Perovoyahacerleunapreguntaquetendráquecontestarahoramismo,tantosiquierecomosino:¿Tieneustedlafortalezasuficienteparaaplicaresapotente perspicacia sobre sí mismo? Es difícil de afrontar. Lo acabo dedescubrirenestosúltimosminutos.¿Quéleparece?Contémpleseasímismoyescriba la verdad. ¿Qué tema más adecuado o complejo podría ustedencontrar?¿Oesquetienemiedodesímismo?

—Quérigurosaesusted,agenteStarling.

—Creoquebastante.

—Y no soportaría considerarse vulgar. Eso sí le dolería. Pues mire, notienenadadevulgar, agenteStarling.Loúnicoque tiene esmiedode serlo.¿Quégrosortienenlascuentasdesurosario?¿Sietemilímetros?

—Siete.

—Permítameque lehagauna sugerencia.Compreunas cuentasde ágataojo de tigre y ensártelas mezclándolas alternativamente con las de oro del

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rosario.Engruposdedosotresounaydos,comoleparezcaquequedamejor.Elojodetigreentonaconelcolordesusojosyharáresaltarlosreflejosdesucabello.¿LehanenviadoalgunavezunatarjetaeldíadesanValentín?

—Sí.

—Yahacedíasqueestamosencuaresma.ParasanValentínfaltasólounasemana…Hinnimm…¿Esperaustedalgunatarjeta?

—Nuncasesabe.

—Tiene razón; nunca se sabe…He estado pensando en la fiesta de sanValentín.Merecuerdaalgogracioso.Ahoraquecaigoenlacuenta,yopodríahacerlamuyfelizeldíadesanValentín,ClariceStarling.

—¿Dequémodo,doctorLecter?

—Enviándole una tarjeta maravillosa. Tendré que pensar en ello. Ahoratengalabondaddedisculparme.Adiós,agenteStarling.

—¿Yelcuestionario?

—Unavezunindividuoqueconfeccionabaelcensointentóevaluarme.Mecomí su hígado guisado con alubias, plato que regué con un gran vaso deAmarone.Vuelvaalaescuela,pequeñaStarling.

HannibalLecter,cortéshastaelfinal,nolediolaespalda.Retrocedióhastaelcatre,enelcualvolvióatumbarse,ysetornótanremotocomouncruzadodepiedratendidoensusepulcro.

Starling se sintió repentinamente vacía, como si acabase de dar sangre.Tardómás de lo necesario enmeter los papeles en la cartera porque por unmomento pensó que las piernas no la iban a sostener. Starling estabaempapada de fracaso, aquel fracaso que tanto detestaba. Plegó la silla y laapoyóenlapuertadelarmariodelimpieza.

TendríaquevolverapasarpordelantedeMiggs.Barneyalolejosparecíaestar leyendo. Podía llamarle para que viniera a buscarla. Miggs a hacerpuñetas.Eralomismoquepasarantelosalbañilesdeunaobraocruzarseconalgúnmozodereparto,cosaqueenlaciudadocurríatodoslosdías.Empezóaalejarseporelpasillo.

Asulado,muycerca,lavozdeMiggssiseó:

—Mehemordidolamuñecaparamataaarmeee.¿Hasvistocómosangra?

Hubieradebido llamaraBarneypero,sobresaltada,miróhaciael interiorde la celda, vio que Miggs chasqueaba los dedos y antes de que pudieravolverse de espaldas notó una salpicadura caliente en la mejilla y en elhombro.

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Sealejódelacelda,advirtióquesetratabadeespermaynodesangre,yLecter la llamaba, le oyó perfectamente. La voz del doctor Lecter a susespaldas,consucortanteasperezamáspronunciadaqueantes.

—AgenteStarling.Eldoctorsehabíapuestodepiey la llamaba.Claricerevolvióenelbolsoenbuscadeunpañuelo.

—AgenteStarling—asusespaldas.Ellahabíarecuperadolafrialdaddesuautodominioyavanzabaconfirmezahacíalareja.

—AgenteStarling.

—UnanotadesconocidaenlavozdeLecter.

Clarice se detuvo.Diosmío, ¿qué es lo que deseo con tanta intensidad?Miggssiseóalgoqueellanoescuchó.

Se hallaba nuevamente ante la celda de Lecter contemplando el insólitoespectáculodeveraldoctoragitado.

Claricesabíaqueélloolería,Teníaunolfatocapazdeolerlotodo.

—Lamentomucho lo que le ha sucedido. La descortesíame parece unaactituddeunafealdadindecible.

Era como si el cometer asesinatos le hubiese purgado de groserías demenor importancia. O tal vez, pensó Starling, le excitaba verlamarcada deaquellamanera. No lograba averiguarlo. Las chispas de los ojos del doctorrevoloteabanhaciaelfondooscurodesuspupilascomoluciérnagasdentrodeunagruta.

¡Sealoquesea,empléalo,porDios!Claricelevantólacartera.

—Porfavor,contesteaesto.Seguramentehabíallegadotarde;élvolvíaaestarcalmado.

—No.Perovoyahacerquesesientafelizdehabervenido.

Le voy a dar otra cosa. Le voy a dar lo que usted apreciamás de todo,ClariceStarling.

—¿Quées,doctorLecter?

—Unascenso,naturalmente.Encajaalaperfección,cuántomealegro.LafiestadesanValentínmehahechopensarenello.—Lasonrisaqueiluminabasupequeñayblancadentadurapodíadeberseacualquiercosa.Hablóenvoztanbajaqueellaapenassileoyó—:BusquesustarjetasdesanValentínenelcoche de Raspail. ¿Me ha oído? Busque sus tarjetas de san Valentín en elcochedeRaspail.Másvalequesevaya;nocreoqueMiggspuedaconseguirlootraveztanpronto,niaunapesardeestarloco,¿noleparece?

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Capítulo4

Excitada,agotada,ClariceStarlingsaliódeledificioafuerzadevoluntad.Algunas de las cosas que Lecter había dicho de ella eran ciertas y otrassolamente despertaban ecos de verdad. Durante unos instantes le habíaparecidotenersueltaenlamenteunaconcienciaajenaquederribabaobjetosdelasestanteríascomounosodentrodeunacaravana.

Le indignaba loquehabíadichode sumadreyhabíade sofocar aquellacólera.Setratabadeunasuntodetrabajo.

Se sentó en su viejoPinto, aparcado frente al hospital al otro lado de lacalle, y respiró profunda y repetidamente. Cuando las ventanillas seempañaron,sesintióprotegidadelaaceraporunaciertaintimidad.

Raspail.Recordabaeseapellido.EraunpacientedeLecterytambiénunadesusvíctimas.Solamentehabíadispuestodeunanochepara familiarizarseconelmaterialinformativodelcasodelpsiquiatra.ElexpedienteeraenormeyRaspail una de las numerosas víctimas. Tenía que leer con atención losdetallesdelsuceso.

Starling quería actuar de inmediato, pero sabía que aquella urgencia eraproductodesupropiafabricación.

HacíaañosqueelcasoRaspailhabíaquedadocerrado.Nohabíanadieenpeligro. Tenía tiempo.Más le valdría informarse y asesorarse bien antes depasaralaacción.

Crawford podía relevarla de ese cargo para confiárselo a otra persona.Tendríaquecorrereseriesgo.

Intentóllamarleporteléfonodesdeunacabina,perodescubrióqueeljefeestaba solicitando el presupuesto para el Departamento de justicia ante laSubcomisiónParlamentariadeAsignaciones.

Hubierapodidopedirlosdetallesdelcasoalaseccióndehomicidiosdelajefatura de policía de Baltimore, pero como el asesinato no es un crimenfederal,sabíaqueseloarrebataríandeinmediato.Nihablar.

Regresó, pues, a Quántico, a Ciencias del Comportamiento, con sushogareñascortinasacuadrosmarronesysusarchivosgrisesrepletosdehorror.Pasó allí la tarde entera, hasta que se hizo de noche, hasta después demarcharselaúltimasecretaria,estudiandoafondoelmicrofilmedeLecter.Elrebeldeydecrépitoproyector, resplandecientecomounacalabaza iluminada,proyectaba palabras y negativos de imágenes sobre el rostro absorto deClarice.

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Raspail,BenjamínRené,varón,derazablanca,46años,primerflautistadela Orquesta Filarmónica de Baltimore. Era un paciente del consultoriopsiquiátricodeldoctorHannibalLecter.

El 22 de marzo de 1975 no acudió a la actuación que aquel día teníaprogramadalaorquesta.El25delmismomessedescubriósucadáver,sentadoenunbancodeunapequeñaiglesiaruralpróximaaFallsChurch,Virginia,sinmás prendas de vestir que una pajarita blanca y una chaqueta de frac. Laautopsia reveló que Raspail tenía el corazón perforado y que le faltaban eltimoyelpáncreas.

ClariceStarling,quedesdesu infanciasabíadechacineríamásde loquehubieraquerido,no tuvodificultaden identificar losórganosextraídos; eranlosquevulgarmenteseconocenconelnombredemollejas.

Homicidios de Baltimore afirmó que dichas glándulas figuraron en elmenú de una cena que Lecter ofreció al presidente y al director de laFilarmónicadeBaltimorelanochesiguientealadesaparicióndeRaspail.

El doctor Hannibal Lecter declaró no saber nada de esas cuestiones. ElpresidenteyeldirectordelaFilarmónicadeclararonquenolograbanrecordarlosplatosquesesirvieronenlacenadeLecter,sibienésteerafamosoporlaexcelenciadesumesayhabíacolaboradoconnumerososartículosendiversasrevistasgastronómicas.

El presidente de la Filarmónica tuvo posteriormente que ser tratado deanorexia y problemas relacionados con la dependencia del alcohol en unsanatoriodeBasilea.

SegúnlapolicíadeBaltimore,RaspaileralanovenavíctimaconocidadeLecter.

Raspail murió abintestato, y los pleitos entablados por los parientes porcausa de la herencia fueron seguidos por la prensa durante varios meses,mientraselcasosuscitóelinterésdelpúblico.

Los parientes de Raspail también se asociaron con las familias de otrasvíctimas y pacientes deLecter en la interposición de una demanda, que fuefalladaasufavor,paraconseguirquelosarchivosylascintasdelextraviadopsiquiatra fuesen destruidos. Basaron su argumentación en que los archivosdebíancontenerdocumentaciónsobreunsinfíndeembarazosossecretosquesudueñopodíaalgúndíadivulgar.

El tribunal designó al abogado de Raspail, Everett Yow, como albaceatestamentariodelaherencia.

Starlingtendría,pues,queponerseencontactoconelabogadoparallegarhasta el coche. Era posible que el letrado quisiese proteger la memoria de

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Raspaily,siellalecomunicabasudeseoconlasuficienteantelación,talvezdestruyesepruebasafindesalvarelhonordesudifuntocliente.

Clarice prefería actuar sin pérdida de tiempo, y necesitaba consejo yautorización. Estaba sola en Ciencias del Comportamiento; tenía la secciónenteraasudisposición.SedirigióalRolodexyhallóelteléfonoparticulardeCrawford.

No oyó sonar ni una vez el teléfono, pero de pronto escuchó la voz deCrawford,apagadaytranquila.

—JackCrawford.

—SoyClariceStarling.Esperonohaberleinterrumpidolacena…—Tuvoquecontinuarensilencio—.LectermehadichounacosasobreelcasoRaspailyestoyenlaoficinabuscandopistas.Mehadichoquehabíaalgoenelcochede Raspail. Tendría que ponerme en contacto con el abogado de Raspail ycomomañanaessábadoynohayclase,queríapreguntarlesi…

—Starling, ¿tiene la más vaga idea de lo que le dije que hiciera con lainformaciónqueobtuviesedeLecter?

LavozdeCrawfordrezumabaunaabsolutaytemibleplacidez.

—Queledieseuninformealasnueveenpuntodelamañanadeldomingo.

—Pueshagaeso,Starling.Hagaexactamenteeso.

—Sí, señor.La señal de interrupciónde la comunicación le aguijoneó eloído.Elfurorletraspasóalacaraehizoquelosojosleardieran.

—Mecagoen tumadre—dijo—.Cabrón,másquecabrón,hijodeputa.QuesetecorraMiggsencima,yyaveremossitegusta.

Reciénduchadayabrigadaconelbatínde laacademiadelFBI,Starlingtrabajabaenelsegundoborradordesuinformecuandollegódelabibliotecasu compañera de habitación, Ardelia Mapp. El rostro ancho, tostado yeminentemente saludable deMapp fue paraClarice unade las visionesmásagradablesdeaqueldía.

ArdeliaMappadvirtiólafatigadelrostrodesuamiga.

—¿Quéhashechohoytodoeldía,muchacha?ArdeliaMappsiemprehacíalaspreguntascomosilasrespuestasnoimportasen.

—Halagaraunchaladoparaquesecorrieseencimademí.

—Ojalátuviesetiempoparadedicarmealavidasocial.Nosécómotelasarreglas,yparacolmosinfaltarjamásaclase.

Starlingdescubrióqueseestabariendo’acarcajadas.ArdeliaMappserio

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también con ella, pero sólo en proporción a la gracia del trillado chistecito.Starlingnoparaba;seoíaasímismadesdelejos,riéndosesincesar.Atravésde las lágrimas de Starling,Mapp parecía inusitadamente vieja y su sonrisateníaunasombradetristeza.

Capítulo5

Jack Crawford, cincuenta y tres años, está leyendo en un sillón orejudojuntoaunalámparadepieeneldormitoriodesucasa.Tieneantesídoscamasdematrimonio,ambaselevadassobre tacosdemaderahasta laalturadeunacamadehospital.Unaeslasuya;enlaotrayacesuesposa,Bella.Crawfordlaoyerespirarporlaboca.Haceyadosdíasquenopuedemoversenihablarconél.

Belladejaderespiraruninstante.Crawfordlevantalavistadellibroymiraporencimadesusmediasgafasdelectura.Dejaellibro.Yavuelvearespirar,primerounlevehálito,luegounalientonormal.Élselevantaparatomarlelatensiónyelpulso.Alcabodelosmesessehaconvertidoenunexpertoconelesfigmomanómetro.

Comonoquieresepararsedeellaporlanoche,hainstaladounacamaparaél junto a la de ella. Como alarga el brazo en la oscuridad para tocarla, haelevadosucamaalamismaalturaqueladeella.

Aexcepcióndelaalturadelascamasylasmínimasobrasde instalaciónsanitariaimprescindiblesparaelbienestardeBella,Crawfordhalogradoquela habitación no recuerde a la de una enferma. Hay flores, aunque nodemasiadas.Noseveniunsolomedicamento;CrawfordvacióunarmarioderopablancadelvestidoryallícolocólasmedicinasyaparatosdeBellaantesde traérseladelhospitalacasa. (Era lasegundavezquecruzabaconellaenbrazoselumbraldeaquellacasayesepensamientoapuntoestuvodeprivarledetodassusfuerzas.)

Del surha llegadoun frente cálido.Lasventanas están abiertasy el airenocturnodeVirginiaesfrescoysuave.Algunasranascroanenlaoscuridad.

La habitación está impecable, pero en lamoqueta empieza a acumularsepelusa; Crawford no quiere pasar el ruidoso aspirador eléctrico por lahabitaciónyempleaunomanualquenosirvedegrancosa.Sedirigesinruidoal armario y enciende la luz. Clavados en la cara interna de la puerta delarmariohaydosblocsdenotas.EnunoanotaelpulsoylatensiónarterialdeBella. Sus cifras y las de la enfermera de día aparecen alternadas en unacolumna que prosigue a lo largo de muchas hojas amarillas, muchos días,

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muchas noches. En el otro bloc, la enfermera ha especificado y firmado lamedicacióndeBella.

Crawford sabe administrar a sumujer cualquier medicación que precisedurante la noche. Siguiendo las instrucciones de una enfermera, aprendió aponer inyecciones practicando en un limón y luego en sus propios muslosantesdetraerlaacasa.

Crawford permanece al lado deBella por espacio quizá de tresminutoscontemplándole la cara. Un precioso pañuelo demuaré de seda le cubre elcabello como un turbante. Ella insistió en llevarlo, mientras pudo insistir.Ahoraesélquieninsiste.Lehidrataloslabiosconglicerinayconelpulgarlequitaunamotaoscuradeunlagrimal.Ellanosemueve.

Todavíanoeshoradedarlelavuelta.

Enelespejo,Crawfordsediceasimismoqueélnoestáenfermo,quenotendráqueseguirlaa la tumba,queélestábien.Yaldescubrirsediciéndoseesascosasseavergüenza.

Acomodadodenuevoenelsillón,norecuerdaloqueleía.Palpaloslibrosquetieneasuladoparahallarelquetodavíaestécaliente.

Capítulo6

Ellunesporlamañana,ClariceStarlingencontróestanotadeCrawfordensubuzón:

CS:

Proceda con el coche de Raspail. En su tiempo libre. Mi oficina leproporcionará un número de tarjeta de crédito para llamadas telefónicasinterestatales.Hableconmigoantesdeponerseencontactoconelalbaceaodetrasladarseacualquiersitio.Informeelmiércolesalas16.00horas.

EldirectorhavistoelinformesobreLecterconsufirma.Buentrabajo.

J.C.

SAIC/

Sección8

Starling estaba de bastante buen humor. Sabía que Crawford le habíaproporcionadounratónagotadoparaqueseadiestraseenlacaza.Queríaqueella lo hiciera bien. Para Starling eso valía mil veces más que cualquiermuestradecortesía.

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Raspailhabíamuertohacíaochoaños.¿Quépruebapodíahaberduradoenuncochetantotiempo?

Sabíaporexperienciafamiliarquecomolosautomóvilessedeprecianconextraordinariarapidez,cualquiertribunaldeapelaciónautorizaalosherederosa vender un coche antes de la liquidación de la testamentaria, siempre ycuandoelbeneficiodelaventaquedeendepósitoyseincluyaenelconjuntode los bienes del difunto. Parecía improbable que incluso una herencia tancomplejaydisputadacomo ladeRaspail conservaseuncochedurante tantotiempo.Se enfrentaba aunproblemade tiempo.Contando con el ratode lahora de comer,Starlingdisponía de unahora y quinceminutos libres al díaparaemplearelteléfonoenhorasdeoficina.HabiendodeentregarsuinformeaCrawford elmiércolespor la tarde, disponíapara localizar el cochedeuntotalde treshorasycuarentaycincominutos,distribuidasa lo largode tresdías, esoutilizando susperíodosde estudioy realizando las tareas escolaresporlanoche.

Teníabuenasnotasenlaasignaturademétodosdeinvestigaciónyporotraparteelhechodetenerqueasistiraclaselepermitiríahacerpreguntassobrecuestionesdetipogeneralasusprofesores.Duranteelalmuerzodellunes,lastelefonistas de los juzgados de Baltimore le rogaron que esperase unosinstantes y se olvidaronde ella, y esopor tres veces.Durante el períododeestudio,logrócomunicarconunamablefuncionariodeljuzgadoquelocalizóelexpedientedelatestamentaríadeRaspail.

Elfuncionarioconfirmóquesehabíaautorizadolaventadeunautomóvileinformó a Starling de la marca y número de serie del coche, así como delnombredeunpropietarioposterior.

Elmartes, Starling desperdició lamitad de la hora de comer intentandolocalizardichonombre.Lecostóelrestodeeseratoaveriguarquelajefaturade tráfico deMaryland no está equipada para localizar un vehículo por sunúmerodeseriesinosolamenteporlamatrículaoelnúmeroderegistro.

Elmartes por la tarde, un aguaceroobligó a los alumnos a abandonar elcampo de tiro. En una aula empañada por el vapor de prendas húmedas ysudor, John Brigham, el ex infante de marina que era el instructor de tiro,decidióprobar la fuerzamanualdeStarlingante toda laclase,obligándolaaefectuar en sesenta segundos elmayornúmerodedisparosposibles conunaSmith&Wessonmodelo19.

Logró setenta y cuatro con la mano izquierda, sopló para apartar unamechadepeloquelecaíaenlosojosyempezóconladerechamientrasotroalumnocontabalosdisparos.HabíaadoptadolaposturaWeaver,piernasalgoseparadasparaunmayorequilibrio,enfoquedevisiónanteriorbienajustado,visiónposterioryobjetivoprovisionaladecuadamenteborrosos.Pasadomedio

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minuto,dejóvagarlamenteparaaliviareldolormuscular.Involuntariamente,concentróelenfoquedevisiónenelobjetivodelapared.

Se trataba de un certificado expedido por la Comisión de ComercioInterestatalanombredesuinstructor,JohnBrigham.

Torciendo los labios, interrogó condisimulo aBrigham,mientras el otroalumnoibacontandoloschasquidosdelrevólver.

—¿Cómoselocalizalamatrícula…

…sesentaycincosesentayseissesentaysietesesentayocho…

—…deuncochecuandosólosetieneelnúmerodeserie…

…setentayochosetentaynueveochentaochentayuno…

—…ylamarca?Elnúmeroderegistrosedesconoce.

…ochentaynuevenoventa.Tiempo.

—Muybien.Atentostodos.Quieroquetomennotadeesto.Lafuerzadelamano es factor primordial en un tiroteo. Me figuro que algunos caballerosestarán algo preocupados de que les haga salir a continuación. Supreocupación está justificada; el resultado de Starling con ambas manos esmuysuperiora lamedia.¿Yporqué?Porque trabaja.Practicaapretando lasbolasdegomaalasquetodosustedestienenacceso.Lamayoríadeustedesnosaben apretar nada más duro que sus… —con la constante cautela queempleaba para vigilar el incontrolable vocabulario de sus días en lamarina,intentó esbozar una educada sonrisa—… espinillas —dijo por fin—. YStarling,ustednoseconfíe;puedehacermás.Quieroqueesamanoizquierdalogrenoventadisparosantesdequetermineelcurso.

Póngansetodosporparejasyarepetirelejercicio,ahoramismo.Ustedno,Starling,acérquese.¿Quéotrosdatostienedelcoche?

—Sóloelnúmerodeseriey lamarca,nadamás.Unpropietarioanterior,dehacecincoaños.

—Muybien.Escuche.Laequivocaciónquecometelamayoríadelagenteestratardelocalizarlamatrículasaltandodeunpropietarioaotro.Ysehacenunlíoporquegeneralmenteaparecendistintosestados.Nosecrea,esunerrorquecometehastalapolicía.Ymatrículaynúmeroderegistrosonlosúnicosdatos que posee el ordenador. Estamos acostumbrados a usar el número deregistroolamatrícula,peronoelnúmerodeseriedelvehículo.

Los chasquidos de los revólveres de prácticas con su empuñadura azulresonabandetalformaenelaulaqueBrighamteníaquehablarlealoído.

—Hayunmétodomuyfácil.R.L.PolkS.A., laeditorialquepublica las

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guíascomercialesyprofesionalesdelasciudades,editaasimismounalistadematrículas de automóviles clasificados por la marca y número de serieconsecutivo.Eslaúnicamanera.Sonlosquepublicanlosanunciosdeventadeautomóvilesdeocasión.

¿Cómoseleocurriópreguntarmeesoamí?

—HevistosucertificadodelaCCIyhesupuestoquehabríalocalizadounmontóndevehículos.Gracias.

—Nadadeeso.Me lovoyacobrar.Trabajeesamano izquierdahastaelnivelaquedebellegaryabochornemosaesosblandengues.

Instaladadenuevoenlacabinatelefónicaduranteelperíododeestudio,aClariceletemblabandetalmodolasmanosquelasnotasapenassiresultabanlegibles.ElcochedeRaspaileraunFord.HabíauntallerFordnolejosdelaUniversidaddeVirginiaqueduranteañoshabíatenidolapacienciaderepararen lo posible el viejo Pinto de Clarice. Ahora, con idéntica paciencia, elencargado consultó sus listas Polk. Regresó al teléfono con el nombre ydirección de la última persona que había registrado el coche de BenjamínRaspail.

Clarice está de suerte. Clarice tiene la sartén por el mango. Basta detonterías y llama a este hombre a su casa. Veamos, veamos, Number NineDitch, Arkansas. Jack Crawford no me dejará ir en la vida, pero al menospuedoconfirmarlequiénsehallevadoelgatoalagua.

Nocontestaban;probóporsegundavezconidénticoresultado.Elteléfonosonabalejanoydeunmodoextraño,conunadoblellamada,comosisetratasede una línea colectiva. Lo intentó de nuevo por la noche y no obtuvorespuesta.

El miércoles a la hora de comer, un hombre contestó a la llamada deStarling.

—AquíWPOQ,RadioCarroza.

—Oiga,quisierahablarcon…

—Nome interesan los revestimientos de aluminio ni quiero vivir en unparquedecaravanasenFlorida.¿Quéotracosapuedeofrecerme?

StarlingoyóunfuertedejedelascolinasdeArkansasenlavozdeaquelhombre. Pero no estaba para consideraciones lingüísticas; andaba escasa detiempo.

—Mire, sipudieraayudarme leestaríamuyagradecida.Estoy intentandolocalizaralseñorLomaxBardwell.MellamoClariceStarling.

—EsunatalStarlingnosécuántos—gritóelhombredirigiéndoseatodo

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suentornodoméstico—.¿QuéquiereusteddeBardwell?

—Pertenezcoalaoficinaregionalcentro-surdelaseccióndedevolucionesdeFord.LehacorrespondidounarevisióndegarantíadesuLTDgratuita,acargodelaempresa.

—Está usted hablando conBardwell. Por la hora de llamar pensaba quequería venderme alguna cosa. Es tarde para cualquier reparación. Me hacefaltauncochenuevo.YoymiseñoraestábamosenLittleRock,saliendodelSouthlandMall,¿sabe?

—Sí,señor.

—Miro hacia atrás y veo que el motor empieza a perder aceite. Habíaaceiteentodalacalzada.EnesoapareceuncamiónOrkin,¿sabedeesosquellevanunahormigoneraencima?Puessemetióenelaceiteypatinó.

—¡Virgensantísima!

—Chocócontralaplataformadeunfotomatónhaciendoañicoselvidriodelacabina.Eltíodelfotomatónsaliódandotumbosydelomásatontado.Tuvequeapartarledelacalle.

—Nomediga.¿Yquéleocurrió?

—¿Quéleocurrióaquién?

—Alcoche.

—LedijeaBuddySipper,eldueñodeltallerdedesguace,queselodabapor cincuenta dólares si se encargaba de recogerlo. Supongo que lo habrádesmontado.

—¿Podríadarmeelnúmerodeteléfonodeesetaller,señorBardwell?

—¿ParaquéquierehablarconSipper?Siaalguienletocacobraralgo,esealguiensoyyo.

—Indudablemente, señor Bardwell. Pero mire, yo hasta las cinco de latardehagoloquemedicen,yloquemehandichoesqueencuentreesecoche.¿Puededarmeeseteléfono,porfavor?

—Ahora no tengo la agenda amano.No sé dónde la habránmetido.Yasabeustedloquesonlosnietos.Detodosmodos,pregunteeninformación.ElnombredeltalleresSipperSalvage.

—Muyagradecida,señorBardwell.Eltallerconfirmóqueelcochehabíasido desguazado y prensado para ser vendido como chatarra. El encargadobuscóenlosarchivoselnúmerodeseriedelvehículoyselollevóaStarling.

Mierda,mierda,pensóStarling,nosinemplearmentalmenteunciertodeje

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deArkansas.Callejónsinsalida.

MenudatarjetadesanValentín.

Starlingapoyólacabezaenlafríacajademonedasdelacabinatelefónica.ArdeliaMapp,conloslibrosenlacadera,llamóalapuertadelacabinaylediounanaranjada.

—Gracias,Ardelia.Todavía tengoquehacer una llamadamás.Simedatiempo,iréaencontrarmecontigoenlacafetería,¿deacuerdo?

—Tenía la esperanza de que abandonases ese horrendo acento—replicóMapp—.Estudiarayuda,¿sabes?Yoyanousolapintorescajerigonzademipueblo. Como vayas por ahí pronunciando de ese modo y comiéndote laspalabras,lagentevaadecirquemasticasconelculo,muchacha.

Mappcerrólapuertadelacabina.StarlingdecidióquehabíaqueintentarsacarlemásinformaciónaLecter.

Pensóquesiconcertabaotraentrevistaconél,seguramenteJackCrawfordla autorizaría a volver al psiquiátrico. Marcó, pues, el número del doctorChiltonperonopasódesusecretaria.

—El doctorChilton se encuentra en estosmomentos con el forense y eladjunto del fiscal del distrito—contestó la joven—. Ya ha hablado con susuperiorynotienenadaquedecirleausted.Buenastardes.

Capítulo7

—SuamigoMiggshamuerto—anuncióCrawford—.¿Meinformóusteddetodo,Starling?

ElrostrocansadodeCrawfordsemostrabatansensibleacualquierindiciocomolagolillaencrespadadeunbúho,eigualmenteexentodepiedad.

—¿Cómo?—Sesentíaaturdidayhabíadedominaresasensación.

—Se engulló la lengua poco antes del amanecer. Chilton opina que fueLecter quien lo indujo a suicidarse. El enfermero de noche oyó a LecterhablandoenvozbajaconMiggs.LectersabíamuchascosasdeMiggs.Estuvohablándoleunrato,peroelenfermeronologróoírloqueLecterdecía.LuegoMiggs estuvo llorando un rato y de pronto se calló. ¿Me lo ha dicho ustedtodo,Starling?

—Sí,señor.Entreelinformeymisnotas,estátodo,casialpiedelaletra.

—Chiltonme telefoneó para quejarse de usted…—Crawford aguardó y

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pareciócomplacidoalverqueellanopreguntabaelporqué—.Ledijequesuconductameparecíasatisfactoria.Chiltonestáintentandoimpedirqueselleveacabounainvestigacióndederechosciviles.

—¿Esnecesarioquelahaya?

—Claro; si la familiadeMiggs la solicita, sí.LaSecretaríadeDerechosCiviles tendrá que realizarmás omenos unas ochomil investigaciones esteaño. Seguro que están encantados de añadir la de Miggs a esa lista. —Crawfordlaobservóconatención—.¿Seencuentrabien?

—Estoydesorientada.Nosécómoreaccionar.

—No tiene que reaccionar de ninguna manera. Lecter lo hizo por puradiversión. Sabe que no pueden hacerle nada, de modo que adelante, aentretenerseunrato.LoúnicoquepuedeocurrirleesqueChiltonlodejesinlibrosysinretreteyduranteunatemporadasequedesinpostre.—Crawfordcruzólasmanossobreelestómagoyseentregóalatareadecompararsusdospulgares—.Lecterlepreguntópormí,¿verdad?

—Mepreguntósiteníamuchotrabajo.Ledijequesí.

—¿Nada más? ¿No omitió usted nada personal para impedir que yo loviera?

—No.Dijoqueeraustedunestoico,perolopuse.

—Cierto.¿Nadamás?

—No. Le aseguro que no omití nada. No estará imaginando que medediquéacotillearacambiodequeaccedieraahablarconmigo,¿verdad?

—No.

—Mire, no sé nada de su vida personal, señor Crawford, pero aunquesupieraalgo,nohablaríadeello.Detodosmodos,sitienedudasalrespecto,prefieroqueloaclaremosahoramismo.

—Notengolamenorduda.Pasemosalpuntosiguiente.

—Hadichoquepensabaquehabíaalgoque…

—Elsiguientepunto,Starling.

—LapistadeLecter referentealcochedeRaspailnonos llevaaningúnsitio. El coche fue prensado hace cuatro meses en Number Nine Ditch,Arkansas, para ser vendido como chatarra. Si pudiese volver a hablar conLecter,esposiblequemedijeraalgomás.

—¿Haagotadolapista?

—Sí.

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—¿Por qué supone que el coche que acostumbraba a usarRaspail era elúnicoqueposeía?

—Eselúnicoregistro,sudueñoerasolteroysupuse…

—¡Ajá! Un momento —el dedo índice de Crawford señaló hacia unaxiomainvisibleque,suspendidoenelaire,losseparabaaambos—.Supuso.Usted supuso, Starling.Mire.—Crawford tomó un bloc de notas y escribiósuponer. Eran varios los profesores que empleaban este juego de palabrasinventadoporCrawford,peroStarlingnodioaentenderqueyaloconocía.

Crawfordempezóagarabatear.

—En una investigación, suponer = presumir; presumir = hacer elmamarracho;ergo,suponer=hacerelmamarracho.—Seapoyósatisfechoenelrespaldo—.Raspailcoleccionabacoches,¿losabía?

—No.¿Todavíaestánenpoderdelatestamentaría?

—Loignoro.¿Sesienteustedcapazdeaveriguarlo?

—Sí.

—¿Pordóndeempezaría?

—Porelalbacea.

—EraunabogadodeBaltimore,unchino,creorecordar—dijoCrawford.

—Everett Yow —declaró Starling—. Sale en la guía telefónica deBaltimore.

—¿Selehaocurridoquepara indagarelparaderodelcochevaahacerlefaltaunpequeñodetalledenominadomandatojudicial?

A veces, a Starling el tono de Crawford le hacía pensar en la orugasabelotododeLewisCarroll.

Sinembargo,noseatrevióadevolverlelapelotaconlamismafuerza.

—Dado que Raspail ha muerto y sobre su persona no pesa ningunasospecha, si su albacea nos autoriza a investigar el paradero del coche, laindagación es válida y sus frutos se convierten en pruebas de convicciónadmisiblesenotrascuestionesdederecho—recitó.

—Exactamente—corroboróCrawford—.Haremosunacosa:advertiréalajefaturadeBaltimorede su llegada. Iráustedel sábado,Starling,durante sutiempolibre.Vayaapalparelfruto,siesquehayalguno.

Con un pequeño esfuerzo, Crawford procuró y consiguió no mirar aClarice cuando ésta se iba. Se inclinó hacia la papelera y ahorquillando losdedos cogió una arrugada cuartilla de un grueso papel de carta malva. La

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depositóencimadesumesay laalisó.Hacíareferenciaasumujeryenunaelegantecaligrafíadecía:

Ohescuelaspendencierasqueindagáisquéfuego

incendiaráestemundo,¿notuvisteisninguna

lacorduradeaspiraralainnegablecerteza

dequepudieraserloestafiebrequelaconsume?

SientomucholodeBella,Jack.

HannibalLecter

Capítulo8

Everett Yow iba sentado al volante de un Buick negro que llevaba unadhesivo de la Universidad De Paul en el cristal trasero. Su peso, segúnadvirtióClariceStarlingmientrasleseguíahacialasafuerasdeBaltimorebajola lluvia, imprimía al vehículo una ligera inclinaciónhacia la izquierda.Eracasidenoche;eldíaqueStarlinghabíadedicadoalainvestigacióntocabaasufin y no disponía de otro. De modo que trató de aliviar su impacienciagolpeandoelvolantealritmodellimpiaparabrisas,mientraseltráficoreptabaporlaNacional301.

Yowerainteligente,obesoyteníaproblemasrespiratorios.Starlingcalculóque tendría alrededor de sesenta años.Hasta elmomento se habíamostradocomplaciente.Eldíadesperdiciadonoeraculpasuya;deregresoaúltimahorade la tardedeunviajedenegociosque lehabíaretenidoenChicago toda lasemana,elabogadodeBaltimorehabíaidodirectamentedesdeelaeropuertoasudespachopararecibiraStarling.

ElPackardantiguodeRaspail,leexplicóYow,sehallabaguardadoenunalmacéndesdebastantetiempoantesdeproducirselamuertedesupropietario.Elcochenuncahabíatenidopermisodecirculaciónyporlotantonoseusaba.Yowlohabíavistoenunaocasión,enfundadoenelmencionadoalmacén;fuecuando tuvo que confirmar la existencia del automóvil para incluirlo en elinventariode laherencia, queconfeccionópocodespuésdel asesinatode sucliente.SilaagenteStarling,puntualizó,accedíaa«revelardeinmediatoyconfranqueza»cualquierdescubrimientoquepudieseresultarperjudicialparalosintereses de su difunto cliente, no tenía inconveniente en mostrarle elautomóvil.Entalcasosepodríaprescindirdelmandatojudicialyevitarasíelengorrodelconsabidopapeleo.

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StarlingdisfrutabaporundíadelusodeunPlymouthdelparquedelFBI,dotadode teléfonodirectocon lacentral,ydisponíaasimismodeunanuevatarjeta de identificación expedida por Crawford. Decía simplementeINVESTIGADORAFEDERAL,ycaducaba,loadvirtiódeinmediato,alcabodeunasemana.

El destino al que se dirigían eraMudanzas y Guardamuebles Desunión,situado a unos seis o siete kilómetros de la ciudad. Mientras avanzabareptando con el tráfico, Starling usó el teléfono a fin de recabar la mayorinformaciónposibleacercadelaempresaacuyosalmacenessedirigían.Paracuandodivisóelelevadorótulonaranja—GUARDAMUEBLESDESUNIÓN-LASLLAVESLASGUARDAUSTED—, había averiguado unos cuantosdatosdeinterés.

Desunión poseía una licencia de fletes y transportes de la Comisión deComercioInterestatalexpedidaanombredeBernardGary.Tresañosantes,untribunal federal había estado a punto de condenar a Gary por transporteinterestataldeobjetosrobadosylalicenciasehallabapendientederevisión.

Alllegaralrótulo,Yowgiróymostrósusllavesaunjovendeuniformeycara cuajada de granos que vigilaba la entrada. El vigilante anotó ambasmatrículas, abrió laverjay congestode impaciencia, como si tuviese cosasmásimportantesquehacer,lesindicóquepasasen.

Desunión es un lugar desolado y barrido por el viento. Al igual que elvuelodelosdomingosdesdeLaGuardiaaJuárez,elvuelodelosdivorcios,setrata de una industria de servicios destinada al insensato movimientobrowniano que afecta a nuestra población; la mayor parte de su cifra denegocios procede del almacenamiento de la división de pertenencias queprovoca el divorcio. Sus dependencias están llenas de tresillos, juegos dedesayuno,colchonesmanchados,juguetesyfotografíasdeloquenofuncionó.La opinión de la policía del condado de Baltimore es que esos depósitosocultan también sustanciosas retribucionesprocedentes de los tribunales queentiendenloscasosdequiebrafraudulenta.

Suaspectorecuerdaeldeunasinstalacionesmilitares:másdeunahectáreade edificaciones apaisadas, divididas, mediante tabiques a prueba deincendios,enalmacenesdeltamañodeungarajeindividualholgado,cadaunodeelloscerradoconunacortinadehierroenrollable.Elalquileresrazonableyhay enseres que llevan allí varios años. Los sistemas de seguridad soneficaces. Todo el recinto está rodeado por una doble valla de gran alturapatrulladaporperrosquelavigilanlasveinticuatrohorasdeldía.

Unmontóndehojas secasmezcladasconvasosdepapelyotrasbasurasaparecíanarremolinadasantelapuertadelalmacéndeRaspail,elnúmero31.Dosrecioscandadosasegurabanlapuertaporamboslados.Laaldabadeldela

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izquierda ostentaba un lacre. Everett Yow se inclinó con pesadez sobre elsello.Starlingsosteníaelparaguasyunalinterna.Oscurecía.

—Porlovistonosehaabiertodesdequeestuveaquí laúltimavez,hacecincoaños—comentóelabogado—.Fíjese,ésteeselúltimosellonotarialquehiceponer.Laverdadesqueentoncesnoteníaniideadequelosparientessepelearíancontantoenconoyalargaríanlatestamentaríatantosaños.

Yow sostuvo el paraguas y la linterna mientras Starling tomaba unafotografíadelcandadoydelsello.

—ElseñorRaspailteníaenlaciudadunpequeñoestudio,enelcualvivíayqueutilizabaasimismocomodespacho,queclausuréparaevitar elpagodelalquiler—añadió—.LosmuebleslostrajeaquíylosdepositéjuntoalcocheyotraspertenenciasqueelseñorRaspailguardabaenestealmacén.Trajimosunpianovertical,libros,músicayunacama,creo.

Yowprobóunallave.

—Esposiblequelascerradurasesténheladas.Éstaalmenosvamuydura.

—Le costaba mucho esfuerzo inclinarse y respirar al mismo tiempo.Cuandotratódeagacharse,lasrodillaslecrujieron.

Starling se alegró de ver que los candados eran de la marca AmericanStandards, modelo grande cromado. Parecían inexpugnables pero sabía queconuntornillodemetalyunmartillodeorejassehacíansaltarfácilmenteloscilindrosdelatón;supadre,cuandoeraniña,lehabíaenseñadocómooperanlos ladrones. El problema sería encontrar el martillo y el tornillo; echó demenoslostrastosqueacumulabaenelmaleterodesuPinto.

Rebuscó en el bolso hasta encontrar el aerosol descongelante que usabaparalascerradurasdelPinto.

—¿Noquieredescansarunmomentoenelcoche,señorYow?Métase,novayaacogerfrío;entretantoprobaréyo.Lléveseelparaguas;nomehacefalta,ahorasólollovizna.

StarlingacercóelPlymouthdelFBIalapuertaafindealumbrarseconlosfarosdelvehículo.Extrajodelmotor lavarillaparamedirelniveldeaceite,engrasó las cerraduras de los candadosy a continuación las vaporizó con elanticongelante para fluidificar el lubricante. Desde el interior del coche, elseñor Yow sonrió asintiendo con complacidos gestos de cabeza. StarlingestabaencantadadequeYowfueseunhombreinteligente;podríarealizarsutareasinenemistarseconél.

Se había hecho de noche. A la luz de los potentes faros del Plymouth,Claricesesentíadesprotegidaylacorreadelventilador—elmotorfuncionabaenvacío—lechirriabaen losoídos.Mientraselmotorestuvieseenmarcha,

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mejor cerrar con llave las portezuelas del coche. El señor Yow parecíainofensivo,peronoqueríacorrerelriesgodeacabaraplastadacontralapuerta.

El candado saltó como una rana y le quedó en lamano abierto, pesado,grasiento.Elsegundo,alllevarengrasadomásrato,costómenos.

Lapuertasenegabaasubir.Starlingtiródelasiderocontodassusfuerzas,hasta que sus ojos aparecieron unas brillantes lucecitas que bailoteabanfrenéticas.Yowsalióaayudarla,peroentrelopequeñoeinsuficientequeeraelasideroyladificultadquelecausabalahernia,depocovaliósuayuda.

—Podríamosvolverlasemanaquevieneconmihijooconalgúnoperario—sugirióYow—.Quisierairacasacuantoantes.

Starling tenía serias dudas de que le permitiesen volver a ese lugar; aCrawford le sería mucho más fácil coger el teléfono y poner el asunto enmanosdeladelegacióndelFBIenBaltimore.

—Nosepreocupe,señorYow.Medaréprisa.¿Tieneungatoenelcoche?

Starling introdujoelgatodebajodelasiderode lapuertaysemontócontodo supesoencimade la llavequehacía lasvecesdemanubrio.Lapuertaemitióuncrujidoportentosoysubióunpardecentímetros,curvándoseenelcentrohaciaelexterior.Subióluegounpocomás,yotropocomás,hastaqueClarice pudo introducir la rueda de recambio en la ranura a fin de sujetarlamientrastrasladabalosdosgatos,eldelseñorYowyeldesucoche,aambosladosdelapuerta,juntoalosraílesporlosquesedeslizabalacortina.

Alternandoconambosgatos,consiguióquelapuertasubieseunoscuarentay cinco centímetros, punto en el que quedó trabada sin que gatos ni fuerzaalgunalograsenquesubieraniuncentímetromás.

ElseñorYowseacercóaClariceymiróconellapordebajodelapuerta,Suobesidadsólolepermitíainclinarseunossegundos.

—Huele como si hubiese ratones —comentó—. Me aseguraron queempleaban raticida. Creo que hasta está especificado en el contrato. Aquíprácticamente ignoramos lo que son los ratones, eso es lo que me dijeron,textualmente.Perolosoigoperfectamente,¿ustedno?

—Sí, yo también—contestó Starling. Con ayuda de la linterna vio unaseriedecajasdecartónyungranneumáticodebandablancaasomandobajoelbordedeunacubiertadetela.Elneumáticoestabapinchado.

HizoretrocederalPlymouthhastaquelosfarosiluminaronlaaberturadelapuertaycogióunadelasalfombrillasdegomadelvehículo.

—¿Vaaentrarahídentro,agenteStarling?

—He de echar un vistazo, señor Yow. El abogado sacó un pañuelo de

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bolsillo.

—¿Me permite que le sugiera que se ate las perneras del pantalón a lostobillos?Selodigoparaevitarlaintrusiónderoedores.

—Gracias, señor Yow. Es una excelente idea. Señor Yow, si se baja lapuerta, ja, ja, ja, o sucede cualquier otra cosa, ¿tendría usted la bondad dellamar a este número?Es nuestra delegacióndeBaltimore.Sabenque estoyaquíconustedy sino tienennoticiasmíasdentrodeun rato, sealarmarían,¿meexplico?

—Ciertamente,conabsolutaclaridad.—LeentrególallavedelPackard.

Despuésdeatarse laspernerasdelpantalóna los tobillos conelpañuelodelseñorYowyelsuyo,Starlingcolocósobreelsuelomojadolaalfombrilladegoma,justodelantedelapuerta,ysetumbóbocaarriba;llevabaenlamanounas bolsas de plástico destinadas a recoger pruebas, que al mismo tiempoprotegíanelobjetivodesucámarafotográfica.Unatenuelloviznalecaíaenlacara y el olor amoho y a ratones era insoportable. Y en aquelmomento aStarlingseleocurrió,paracolmodelabsurdo,unafraseenlatín.

Elprimerdíadecurso,enlaclasedemedicinaforense,elprofesorhabíaescrito en la pizarra la famosa máxima del médico romano: Primum nonnocere.Loprimeronoperjudicar.

Seguroquenopronuncióestaspalabrasenungarajehúmedoe infestadodemalditosratones.

Ydepronto,lavozdesupadre,dirigiéndoseaellaconlamanoapoyadaenelhombrodesuhermano:«Sinosabesjugarsindarchillidos,Clarice,tequedarástodalatardeencasasinsalir».

Starlingseabrochóelbotóndelcuellodelablusa,encogióloshombrosysedeslizópordebajodelapuerta.

Se hallaba debajo del maletero del Packard, que estaba aparcado a laizquierdadelalmacén,casirozandolapared.Aladerecha,numerosascajasdecartón apiladas hasta gran altura ocupaban el espacio que quedaba junto alcoche. Tendida boca arriba, Starling avanzó como pudo hasta el estrechohueco que separaba al coche de las cajas. Enfocó la linterna hacia arriba,iluminando la muralla de cartón. Una multitud de arañas había salvado laangosta abertura con sus telas. Redondas la mayoría, las telas aparecíanmoteadasdediminutoscadáveresresecos.

Bueno, laúnicapeligrosaes laarañaparda reclusa,peroésasólo tejeenlosrincones,sedijoStarling.Lasotras,todolomásqueproducensonronchas.

Juntoalguardabarrostraserohabíaespacioparaponersedepie.Serpenteóhastalograrsalirdedebajodelcoche; lacaralequedóamuypocadistancia

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delneumáticoadornadoconunaanchabandablanca.Éstaaparecíapunteadaporunafranjademohoreseco.Leíaperfectamentelaspalabrasgrabadasenelcaucho:GOODYEARDOUBLEEAGLE.Procurandonogolpearselacabezayprotegiéndose lacaracon lamanoparadesgarrar las telarañas, sepusodepieenelangostohueco.¿Seríaésalasensaciónqueproducíallevarvelo?

LavozdeYowenelexterior.

—¿Estábien,señoritaStarling?

—Muy bien —repuso. Al sonido de su voz se produjeron ciertosescurrimientos y dentrodel pianohubo algoque correteópor encimade lasnotas más agudas. Desde el exterior, los faros del coche le iluminaban laspiernashastalaspantorrillas.

—Veoquehaencontradoelpiano,agenteStarling—gritóelseñorYow.

—Estonolohehechoyo.

—Oh.

El Packard era un automóvil grande, alto y de alargada carrocería. Unsedánde1938,segúnelinventariodeYow.Estabacubiertoconunaalfombra,colocadaconlalanahaciaabajo.Larecorrióconlalinterna.

—¿Cubrióustedelcocheconestaalfombra,señorYow?

—Loencontré tal cual yno lodestapé—contestóYowpordebajode lapuerta—. No soporto una alfombra polvorienta. Raspail lo dejó así. Yosimplemente comprobé que el vehículo estuviese aquí. Los operarios de lamudanza colocaron el piano contra la pared, lo taparon, amontonaron máscajas junto al coche y se marcharon. Me cobraban por horas. Las cajascontienencasitodaspartiturasylibros.

LaalfombraeragruesaypesadaycuandoClaricetiródeellaunanubedepolvo se arremolinó en el haz de luz de la linterna. Clarice estornudó dosveces. Poniéndose de puntillas, logró doblar la alfombra hasta la mitad deltechodel altoyvetustovehículo.Lascortinillasde lasventanas traserasdelcoche estaban echadas. Lamanecilla de la puerta estaba cubierta de polvo.Tuvoque inclinarse hacia delante sobreunas cajas para alcanzarla.Tocandosólo el extremode lamanecilla, intentó empujarla hacia abajo.Cerrada conllave.La puerta trasera carecía de cerradura.Tendría que trasladar bastantescajaspara llegarhasta lapuertadelantera,yhabíapoquísimoespaciodondeponerlas.Entrelacortinillayelpaneldondeencajabaelcristaltraserodivisóunhueco.

Starling se inclinó sobre unas cajas, acercó la cara al cristal y enfocó lalinternaporelresquicio.Noviomásquesupropioreflejohastaqueahuecólamanoparacubrirlaluz.Unrayodeluz,difusaacausadelpolvoacumulado

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enelcristal,recorrióelasiento.Enélhabíaunálbumabierto.Lapobrezadelaluz palidecía los colores, pero Clarice vio varias tarjetas de san Valentínengomadas en las páginas. Viejas tarjetas de san Valentín bordeadas depuntillasyrecubiertasdepelusa.

—Muchasgracias,doctorLecter.

Alpronunciarestaspalabras,sualientolevantóelpolvodelaventanillayempañóelcristal.Comonoqueríalimpiarlofrotándolo,tuvoqueesperaraquese desempañase. La luz siguió avanzando y reveló unamanta de viaje, queyacíaarrugadaenelsuelodelcoche,ydespuéselpolvorientocentelleodeunpar de zapatos de cuero negro, de etiqueta, de caballero. Encima de loszapatos, calcetines negros y encima de los calcetines unos pantalones deesmoquinqueenfundabanunaspiernas.

Nadiehaabiertoesapuertadesdehacecincoaños…Tranquilamuchacha,tranquila,notepongasnerviosa.

—¿SeñorYow?Oiga,señorYow.

—Sí,dígame,agenteStarling.

—SeñorYow,parecequedentrodeestecochehayalguiensentado.

—¡Diosmío!¿Noserámejorquesalga,señoritaStarling?

—Todavíano,señorYow.Loúnicoquelepidoesquetengalabondaddeesperarunmomento,porfavor.

Ahoraloimportanteespensar.Ahorapensaresmásimportantequetodaslas chorradas que le cuentes a la almohada durante el resto de tu vida.TranquilayahacerlascosascomoDiosmanda.Primero,nohayquedestruirninguna prueba. Segundo, necesito ayuda. Pero lo que no quiero hacer esgritarquevieneellobo.SiorganizounalborotoenladelegacióndeBaltimoreyhagoveniralapolicíasinmotivo,lahecagado.Veounacosaqueparecenpiernas.ElseñorYownomehubiese traídoaquísihubiesesabidoqueenelcochehabíaunfiambre.Sonrió.«Fiambre»eraunabravata.NadiehaestadoaquídesdelaúltimavisitadelseñorYow.Perfecto.Esosignificaquelascajassedepositarondespuésdeloquehaydentrodelcoche.Locualsignificaquepuedomoverlascajassindestruirningunapruebadeimportancia.

—SeñorYow…

—Sí. ¿Hemosde llamar a la policía o es usted capaz de resolverlo sola,agenteStarling?

—Esto tengo que averiguarlo. Tenga la bondad de esperar unmomento,porfavor.

El problemade trasladar las cajas era tan enloquecedor comoordenar el

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cubodeRubik.Intentótrabajarsujetandolalinternabajoelbrazo,selecayódos veces y finalmente la colocó encima del coche. La única solución eraponerlascajasdetrásymeterdebajodelcochelasqueconteníanlibros,queeranmáspequeñas.

Unagrapaounaastillaleaguijoneólayemadeunpulgar.

Ahora,porlapolvorientaventanilladelpasajerodedelante,yapodíaverelcompartimento del chófer. Entre el enorme volante y el cambio demarchashabíaunatelaraña.Lamamparaqueseparabaelcompartimentodelanterodeldedetrásestabacerrada.

LamentónohaberpensadoenengrasarlallavedelPackardantesdeentrarenelalmacén,perocuandolaintrodujoenlacerradura,funcionó.

Elhuecoeratanangostoquelaportezuelanoseabriómásdeuntercio.Alabrirse,chocócontra lascajasconunapagadoestruendoquehizohuira losratones y arrancó nuevas notas al piano. Del coche salió un viciado olor apodredumbre y producto químico que trasladó la memoria de Clarice a unlugarquenofuecapazdeidentificar.

Se inclinóhaciael interiordel coche, corrió lamamparaque separabaelcompartimento del chófer y enfocó la linterna a los asientos traseros. Unacamisadeetiquetaconbotonaduradebrillantesfueloprimeroqueencontrólaluz, que subió rápidamente desde la pechera hasta la cara, no había cara, ybajó de nuevo, arrancando destellos a los botones y deslizándose por unassolapas de raso, hasta la cintura de unos pantalones cuya bragueta estabaabierta; a continuación subió otra vez hallando una corbata de lazo,primorosamenteanudada,yelcuellodelacamisa,delcualemergíaelmuñónblanquecinodelcuellodeunmaniquí.Peroencimadelcuellohabíaotracosaquereflejabamuypocaluz.

Algodetela;enellugarcorrespondientealacabeza,unacaperuzanegra,de gran tamaño, como si cubriese la jaula de un loro. Terciopelo, pensóStarling.Descansaba enun anaquel demadera chapadaque sobresalía de larepisadelospaquetesprolongándoseporencimadelcuellodelmaniquí.

Starling tomóvarias fotografíasdesdeelasientodelantero,accionandoelflashycerrandolosojosparaprotegersedelbrillocegadordeldestello.Salióluego del coche. De pie en la oscuridad, empapada y cubierta de telarañas,reflexionósobreloquedebíahacer.

LoquenoibaahacererallamaralagenteespecialqueestabaalmandodeladelegacióndeBaltimoreparaquecontemplaseunmaniquíconlabraguetaabiertayunálbumdetarjetasdesanValentín.

Unavezquehubodecididoentrarenlapartetraseraparaquitarlacaperuza

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deaquellacosa,noquisodemorarsenipensardemasiadoenello.Alargandoelbrazo por la mampara del chófer, levantó el seguro de la puerta trasera ymovióalgunascajasparapoderabrirla.Todasesasoperacioneslellevaronloque le pareció mucho tiempo. Cuando abrió la puerta, el olor delcompartimentotraserodelcochesehizomuchomásintenso.Seinclinóhaciadentro,levantóconcuidadoelálbumcogiéndoloporlasesquinas,lointrodujoenunabolsadeplásticoquehabíadejadoenel techodelcocheyabrióotrabolsadeplásticoquedispusosobreelasiento.

Losmuelles del automóvil gimieron cuandoClarice subió al coche, y lafigurasetambaleóunpococuandoellasesentóasulado.Lamanoderecha,enfundada en un guante blanco, resbaló del muslo y quedó apoyada en elasiento. Clarice tocó el guante con el dedo. La mano que había dentro eradura.Conciertacautelaarrugóelguantehaciaabajo,dejandoaldescubiertolamuñeca.

Lamuñeca eradeunmaterial sintéticoblanco.Dentrode lospantaloneshabía un bulto que por un instante le recordó tontamente ciertos episodiosocurridosdurantelaépocadelinstituto.

Dedebajodelasientollegabaelapagadosonidodeunostenuesarañazos.

Delicada como una caricia, la mano de Clarice palpaba la caperuza. Eltejidosedeslizabaconsuavidadsobrealgoduroyliso.Cuandopalpólabolade la punta, supo de qué se trataba. Supo que era una vasija de vidrio delaboratorio,degrantamaño,delasqueseempleanparaconservarmuestras,vsupo también lo que contenía. Llena de horror pero con muy pocas dudas,quitólacaperuzadeuntirón.

La cabeza que había en el interior del frasco había sido cercenadalimpiamentejustopordebajodelmentón.

Aparecía de frente y tenía los ojos lechosos, quemados por efecto delalcoholquedurantetantotiempolahabíaconservado.Teníalabocaabiertaylalengua,queasomabaligeramente,deuninequívocogris.Conelpasodelosaños,elalcoholsehabíaevaporadohastaelpuntodequelacabezadescansabaenel fondode lavasijay la coronilla emergíade la superficiedel líquidoatravésdeunacapadeputrefacción.

Formando un ángulo improbable con el cuerpo, miraba seria yestúpidamente a Starling. Pese al juego de luces y sombras que producía lalinternaensusfacciones,aparecíanecia,inerte,muerta.

Enesemomento,Starlinganalizó sus sentimientos.Estaba satisfecha.Sesentíaalborozada.Sepreguntósi tal reacciónnoseríavergonzosa.Lociertoeraqueenesemomento, sentadaenel interiordeunvetustoautomóvil conunacabezay algunos ratones, podíapensar conclaridady eso la llenabade

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orgullo.

—Bueno,Toto—murmuró—,yahemossalidodeKansasparanuncamásvolver.—Siempre había querido pronunciar estas palabras en una situacióndifícil, pero en cuanto lo hubo hecho le sonaron a falso y se alegró de quenadielahubieseoído.Atrabajar.Habíamuchoquehacer.

Se apoyó en el respaldo con cuidado ymiró a su alrededor. Éste era elentorno de alguien, alguien que deliberadamente lo había elegido y creado,alguien cuyamente estaba amil años luz del tráfico que serpenteaba por laNacional301.

Unas flores secas pendían desmayadas de la pareja de floreros de cristaltalladoqueadornabanlosmontantesdellujosovehículo.Lamesitaplegablesehallabaabiertaycubiertaporuntapetedelino.Encimahabíaunabotelladelicor,lasfacetasdecuyocristalbrillabantodavíaatravésdelpolvo.Unaarañahabíatejidosutelaentrelabotellayelbajocandelabroqueaparecíajuntoaella.

IntentóimaginarseaLecter,oaotrapersona,sentadoenestelugarconsuactual compañero, tomando una copa y enseñándole las tarjetas de sanValentín. ¿Y qué más? Actuando con sumo cuidado, procurando mover lomenos posible al maniquí, lo registró en busca de cualquier dato quepermitiese identificarlo. No había nada. En un bolsillo de la americanaencontrólospedazosdetelaquesobrarondeponeralamedidaeldobladillodelospantalones;eltrajedeetiquetadebíasernuevocuandovistieronconélalmaniquí.

Starling palpó el bulto de los pantalones.Demasiado duro, hasta para elinstituto, pensó. Abrió la bragueta con los dedos y enfocó la linterna,descubriendounconsoladordemaderapulidaytaraceada.Ydebuentamaño,chaval.Sepreguntósinoseríaunadepravada.

Consumaprecaucióndiolavueltaalavasijayexaminólosladosylanucadelacabezaafindeaveriguarsihabíaheridas.Ningunavisible.Enelvidrioaparecíagrabadoelnombredeunafábricadematerialdelaboratorio.

Al examinar nuevamente la cara, pensóquehabía aprendido algoque leserviría toda la vida. Contemplar deliberadamente esa cara, cuya lenguacambiaba de color en el punto en que rozaba el vidrio, no era tan horrendocomo soñar conMiggs engulléndose la suya. Pensó que se sentía capaz demirar cualquier cosa, siempre y cuando tuviese algo positivo que hacerrespectodeloquemiraba.Starlingerajoven.

EnlosdiezsegundosposterioresaquelaunidadmóvildelaWPIK-TVsedetuviese, Jonetta Johrison se puso los pendientes, empolvó su hermosísimacaranegrayestudiólasituación.Sintonizandolafrecuenciadelaemisorade

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radiodelapolicíadelcondadodeBaltimore,ellaysuequipodetelenoticiashabíanllegadoaDesuniónanticipándosealoscochespatrulla.

LoúnicoqueaparecíaantelosfarosdelafurgonetaeraClariceStarlingdepie ante la puerta del garaje, con su linterna, su tarjeta de identificaciónplastificadayelpeloempapado,adheridoalacabezaacausadelallovizna.

Jonetta Johrison se envanecía de ser capaz de detectar a un novato encuanto veía una cara.Bajó del vehículo seguida de su equipo y se acercó aStarling.Losfocosseencendieron.

El señor Yow estaba tan hundido en el interior del Buick que por laventanillasólosedivisabasusombrero.

—Jonetta Johrison, telenoticias de WPIK. ¿Ha informado de unhomicidio?

Starlingnoteníademasiadoaspectodeagentedelaleyylosabía.

—Soyagente federal.Estoes laescenadeuncrimen.TengoeldeberdeprohibirtodoaccesohastaquelajefaturadeBaltimore…

El ayudante del cámara había agarrado la parte inferior de la puerta delalmacéneintentabaelevarla.

—¡Quieto!—ordenóStarling—.Estoyhablandoconusted,señor.Dejelapuerta.Hagaelfavordeapartarsedeahí.Habloenserio.Tengalabondaddecolaborar.

—Anhelódisponerdeununiforme,unainsignia,cualquiercosa.

—Déjalo,Harry—dijo la presentadora—.Agente, tenga la seguridad deque estamos dispuestos a cooperar en todo lo que haga falta. Pero, confranqueza,esteequipocuestamuchodineroysóloquierosabersimerece lapenaquepermanezcamosaquíhastaquelleguelapolicía.¿Puededecirmesiahídentrohayuncadáver?Lascámarasestándesconectadas;se lopreguntoenplanconfidencial.Dígameloynosquedaremos.Nosportaremosbien,seloprometo.¿Quémedice?

—Yodeustedmequedaría—repusoStarling.

—Gracias. Le estoymuy agradecida—replicó Jonetta Johnson—.Mire,tengocierta informaciónsobreGuardamueblesDesuniónquepodríaserledeutilidad.¿Le importaencender la linternaparaalumbrarelblocdenotas?Aversiloencuentro;debeestarporaquí.

—LaunidadmóvildeWEYEacabade cruzar laverja, Joney—anuncióHarry.

—A ver si lo encuentro. Ah, aquí está, agente. Hace dos años hubo un

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escándalo; fue cuando denunciaron a esta empresa por transportar yalmacenar… eran fuegos artificiales, ¿no es cierto?—Jonetta JohnsonmirónuevamenteporencimadelhombrodeStarling.

Starlingsediolavueltaydescubrióalcámaratumbadobocaarriba,conlacabezay loshombrosmetidosyaenelgaraje,yalayudanteagachado, listoparapasarlelaminifilmadorapordebajodelapuerta.

—¡Eh! —gritó Starling. Se dejó caer de rodillas sobre el mojadopavimentoyagarróalcámaraporlacamisa—.Ahídentronosepuedeentrar.Yaselohedicho.Yalehedichoquenosepodíaentrar.

Mientras ella pronunciaba estas palabras, los dos hombres no dejaron dehablarle, con persuasión, amablemente: «No tocaremos nada. Somosprofesionales,seloaseguro.Nohayporquépreocuparse.Alfinyalcabolapolicíanosdejaráentrar.Yaloverá,encanto».

Loquelaindignófuelarepulsivahipocresíadelengaño.Agarróunodelosgatos que sujetaban la puerta, y accionó el manubrio. Con un estridentechirrido,lapuertadescendiócincocentímetros.Volvióaaccionarelmanubrio.Lapuertarozabaalcámaraenelpecho.Alverqueasíytodoelindividuonosalía, Starling sacó el manubrio y con él en la mano se le acercó. HabíallegadounsegundoequipodetelevisiónyalaluzdesusfocosStarlinggolpeóla puerta con todas sus fuerzas descargando sobre el cámara una lluvia depolvoyherrumbre.

—Atentoaloqueledigo—amenazó—.Nomehacecaso,¿verdad?Salgadeahí.Ahoramismo.Delocontrariolovoyaarrestarporobstaculizarlalabordelajusticia.

—Tranquila—ledijoelayudanteponiéndolelamanoencima.

Ellasediomediavuelta.Detrásde losfocosseoíanpreguntasagritosysirenasquellegaban.

—Quítamelasmanosdeencimaylárgate,chorizo.

Pisó el tobillo del cámara y con el manubrio colgándole de la mano seencaróconelayudante.Nolevantóelmanubrio.Menosmal.Suaspectoerayabastantedeplorableparaaparecertalcualentelevisión.

Capítulo9

Enlasemioscuridad,losoloresdelpabellóndereclusosviolentosparecíanmucho más intensos. Un televisor que funcionaba sin voz en el pasillo

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proyectólasombradeStarlingenlosbarrotesdelarejadeldoctorLecter.

Tras de la reja reinaba la oscuridad, pero Clarice no quiso pedir alenfermeroquedieselaslucesdesdelacabina.EllosignificaríailuminartodalasalayStarlingsabíaquelapolicíadeBaltimorehabíaobligadoamantenerlas luces encendidas por espacio de varias horas, durante el largointerrogatorioaquehabíasometidoaLecter.Éstesehabíanegadoahablarypor toda respuesta había confeccionado una gallina de papel que cuando seaccionaba por la cola bajaba la cabeza y picoteaba. El comisario, furioso,había aplastado la gallina en el cenicero de la entradamientras gesticulabaindicándoleaStarlingqueentrase.

—¿DoctorLecter?

Clariceoíasupropiarespiraciónyotraquellegabadesdeelpasillo,peroque no procedía de la celda de Miggs. La celda de Miggs estaba vacía,inmensamentevacía.Salíadeellaunsilenciotangiblecomounacorrientedeaire.

StarlingsabíaqueLecter laobservabadesde laoscuridad.Transcurrieronunpardeminutos.Ledolíanlaspiernasylaespaldadelacontiendaquehabíatenidoquelibrarconlapuertadelgarajeyllevabalaropamojada.Sinquitarseel abrigo, se sentó en el suelo, a considerable distancia de la reja. Con laspiernasencogidas,yrecogiéndoseelempapadoyrevueltocabello,selopasóporencimadelcuellodelabrigoparaquenohumedecieselanuca.

A sus espaldas, en la pantalla del televisor, un predicador agitaba losbrazos.

—Doctor Lecter, ambos sabemos la razón demi presencia. Piensan queconmigonosenegaráahablar.

Silencio.Alfondodelpasilloalguiensepusoasilbarunapopularmelodía.

Alcabodecincominutos,Claricedijo:

—Meprodujounaimpresiónmuyraraentrarallí.Sitenemosocasión,megustaríahablardeelloconusted.

Starling tuvo un sobresalto cuando la bandeja salió deslizándose de lacelda de Lecter. En ella había una toalla limpia, doblada. Clarice no habíaadvertidoelmenormovimientodelprisionero.

Mirólatoallayconlasensacióndeestarapuntodedesmoronarselacogióysesecóelcabello.

—Gracias—dijo.

—¿PorquénomepreguntaalgoreferenteaBuffaloBill?LavozdeLectersonaba próxima y a escasa altura, al nivel de Clarice. También debía estar

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sentadoenelsuelo.

—¿Sabeustedalgodeél?

—Simepermitiesenverelexpediente,esposible.

—Yonollevoesecaso—replicóStarling.

—Tampoco llevará éste, cuando consideren que ya no les sirve usted denada.—Losé.

—NoleseríadifícilobtenerelexpedientedeBuffaloBill.Losinformesylasfotografías.Megustaríaverlo.

Yamelofiguro.

—DoctorLecter, usted fue quien empezó todo esto. Tenga la bondad dehablarmedelapersonaqueaparecióenelPackard.

—¿Encontró a una persona entera?Qué extraño.Yo sólo vi una cabeza.¿Dedóndeimaginaquesalióelresto?

—Deacuerdo.¿Dequiéneralacabeza?

—¿Quédatostieneusted?

—De momento sólo han podido llevarse a cabo las investigacionespreliminares. Varón, de raza blanca, de unos veintisiete años, odontologíaeuropeayamericana.¿Quiénera?

—ElamantedeRaspail.Raspail,elflautistadeHamelín.

—¿Cuálesfueronlascircunstancias…?¿Cómomurió?

—¿Circunloquios,agenteStarling?

—No,selopreguntarédespués.

—Déjemeahorrarle tiempo.Yono lohice; lohizoRaspail.ARaspail legustabanlosmarinos.ÉsteeraunescandinavollamadoKlausnosécuántos.

Raspailnuncamedijoelapellido.

LavozdeldoctorLecterbajóelnivel.Alomejor,pensóStarling,sehabíatumbadoenelsuelo.

—Kaus pertenecía a la tripulación de un barco sueco que atracó en SanDiego. Raspail estaba en esa ciudad dando un curso de verano en elconservatorio.Poraquel jovenenloqueció.Elsuecoviodequéibalacosaydecidióquedarseentierra.Secompraronunaespeciedecaravanahorrorosaysededicaronahacerdeninfasporelbosque,acorreteardesnudosydemás.Raspaildijoqueeljovenlehabíasidoinfielyloestranguló.

—¿Raspaillecontóesto?

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—Efectivamente.Confiandoenelsecretoprofesional,mehablódeelloenlas sesiones de psicoanálisis. En mi opinión, mentía. Raspail siempreembellecíaloshechos.

Legustabafingirsepeligrosoyromántico.Elsuecoprobablementemuriódurante un episodio erótico cualquiera, en una trivial transacción de asfixia.Raspailerademasiadofofoycarecíadefuerzaparaestrangularle.¿Sefijóenlo cerca de la barbilla que aparecía cercenada la cabeza de Klaus?Seguramente a fin de eliminar la marca de una ligadura producida porahorcamiento.

—Ya.

—LossueñosdefelicidaddeRaspailsederrumbaron.MetiólacabezadeKlausenunsacodebolosyregresóaleste.

—¿Quéhizoconelrestodelcuerpo?

—Enterrarloenelmonte.

—¿Leenseñóaustedlacabezadelcoche?

—Sí, sí; amedidaqueprogresabaelpsicoanálisis, adquirió la certezadequepodíaconfiarmecualquiercosa.IbaconmuchafrecuenciaapasarunratoconKlaus.SesentabaasuladoyleenseñabalastarjetasdesanValentín.

—YluegoelpropioRaspail…murió.¿Porqué?

—Francamente,mehartéde susgimoteos.En realidad, fue lomejorquepodíaocurrirle.Laterapianoestabadandoresultado.Supongoquelamayoríade psiquiatras tienen uno o dos pacientes de este tipo, cuyo caso quisieranconsultarme. Es la primera vez que hablo de esto y estoy empezando aaburrirme.

—¿Ylacenaqueofrecióustedalosaltoscargosdelaorquesta?

—¿No le ha ocurrido nunca tener invitados y no tener tiempo de ir a lacompra?Noquedamásremedioquearreglarsecon loquehayen lanevera,Clarice.¿Mepermitequelallameporsunombre?

—Sí.Creoqueyovoyallamarle…

—DoctorLecter;parasuedadyposición,eslomásapropiado—replicóélinterrumpiéndola.

—¿Quésintiócuandoentróenelgaraje?

—Aprensión.

—¿Dequé?

—Ratoneseinsectos.

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—¿Utiliza o toma usted alguna cosa cuando quiere darse ánimo? —preguntóeldoctorLecter.

—Noconozconingunacosadeésasquefuncione.Amíloúnicoquemedaresultadoesanhelarintensamenteelobjetivoquepersigo.

—¿Le acuden entonces a la mente recuerdos o situaciones, bien sea deformavoluntariaoinvoluntaria?

—Esposible.Nohepensadonuncaenello.

—Recuerdosdelainfancia.

—Tendréquefijarme.

—¿Quéexperimentócuandoseenteróde lodemiexvecinoMiggs?Nomehapreguntadonada.

—Estaballegandoaello.

—¿Experimentóalegría,cuandoseenteró?

—No.

—¿Experimentótristeza?

—No.¿Leconvencióusteddequelohiciera?

EldoctorLecterserioenvozbaja.

—¿Estáustedpreguntándome,agenteStarling,siinstiguéalseñorMiggsasuicidarse? No sea boba. Aunque el hecho de que se tragase esa lenguadescaradayofensivaposeeunaagradablesimetría,¿noleparece?

—No.

—Agente Starling, eso es mentira. La primera que me dice. Pesarosaocasión,diríaTruman.

—¿ElpresidenteTruman?

—Notieneimportancia.¿Porquécreequelaayudé?

—Loignoro.

—JackCrawfordsesienteatraídoporusted,¿verdad?

—Nolosé.

—Esa respuestaprobablementees falsa.¿Legustaríaagradarle?Dígame,¿siente el impulso de seducirle y eso la preocupa? ¿Recela usted de unimpulsodeseducirle?

—Atodoelmundolegustaagradar,doctorLecter.

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—A todo elmundono. ¿Cree que JackCrawford la desea sexualmente?Supongoqueactualmentesesientemuyfrustrado.¿CreeustedqueCrawfordfantasea imaginando…obscenidades, situaciones…enunapalabraque follaconusted?

—Noestemaqueespoleemicuriosidad,doctorLecter,yeseltipodecosaquepreguntaríaMiggs.

—Yanopuede.

—¿Lesugirióustedquesetragaselalengua?

—Su sintaxis es perfecta, Clarice. Unida al acento que emplea huele arecursodeseducción.EstáclaroqueaCrawfordlegustaustedylaconsideracompetente. No le habrá pasado a usted por alto la curiosa conjunción deacontecimientos que han confluido en su persona: ha recibido la ayuda deCrawfordylamía.DiceustedquenosabeporquélaayudaCrawford;¿sabeporquélohehechoyo?

—No,dígamelo.

—¿Cree que es porque me agrada mirarla y pensar que me gustaríadevorarla?¿Creequemeentretengoimaginandoelsaborquetendríasucarne?

—¿Esporeso?

—No.EsporquequieroalgoqueCrawfordpuededarmeydeseotenerunabazaparanegociarconél.Peroélseniegaaveniraverme.NoquierepedirmeayudapararesolverelcasodeBuffaloBill,apesardesaberqueellosignificaquemueranvariasmujeresmás.

—Esonopuedocreerlo,doctorLecter.

—Lo que deseo es una cosa muy simple que él podría fácilmenteconseguir.—Lectersubiólentamenteelreóstatodelaluzdelacelda.Faltabanloslibrosylosdibujos.Latapadelretretehabíadesaparecido.ChiltonhabíadespojadolaceldaparacastigarleporlodeMiggs—.Llevoenestaceldaochoaños,Clarice.Séque jamásmedejaránsalirvivodeaquí.Loquequieroesunaventana convistas.Unaventanaquemepermitaver un árbol o inclusoagua.

—¿Suabogadonohasolicitado…?

—Ese televisor que ve en el pasillo, permanentemente conectado a uncanal religioso, lo ha hecho instalar Chilton. En cuanto usted se vaya, elenfermerolopondráatodovolumen,cosaquemiabogadonopuedeimpedir,dada la animadversión que ahoramuestra el juez hacia mí. Quiero quemetrasladenaunaprisiónfederal,quierorecuperarmis librosyquierodisponerdeunaventana.Pagaréunbuenprecioporello.Crawfordpodríaconseguirlo.

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Pídaselo.

—Puedoexplicarleloqueustedhadicho.

—Noharácaso.YBuffaloBillseguiráasesinando.Espereaquedesuelleunanuevavíctimayyamedirásilegusta.Hmmmm…LevoyadeciralgodeBuffaloBill,sinhaberestudiadolosdatosdelcaso,paraquedentrodeunosaños,cuandolocapturen,siesqueloconsiguen,sedéustedcuentadequemispalabraseranciertasyhubierapodidoayudarles.Hubierapodidosalvarvidas.¿Clarice?

—¿Sí?

—BuffaloBillviveenunacasadeplantabajaypiso—declaróeldoctorLecterapagandolaluz.

Novolvióapronunciarpalabra.

Capítulo10

Clarice Starling se apoyó en una mesa de dados del casino del FBI yprocuróprestaratenciónaunaconferenciacuyotemaeraelbloqueodeldineroprocedentedeljuego.HacíatreintayseishorasquelapolicíadeBaltimorelehabía tomado declaración (por medio de un funcionario que encendía uncigarrilloconlacolilladelanterior:«Mireaversipuedeabriresaventana,sile molesta el humo») y autorizado a abandonar la jefatura después derecordarlequeelhomicidionoesdelitofederal.

Los telediariosde lanochedeldomingomostraron la trifulcadeStarlingconlascámarasdetelevisiónyellatuvolacertezadehabermetidolapata.Alo largo de todas esas horas, ni una sola palabra de Crawford ni de ladelegacióndeBaltimore.Eracomosihubiesearrojadosuinformeaunpozo.

El casino en el cual se encontraba era de pequeñas dimensiones; habíafuncionado en el remolque de un camión hasta que el FBI lo clausuró y loinstaló en la academia para usarlo en las clases de prácticas. La reducidahabitación se hallaba atestada de policías procedentes de diversasdemarcaciones; Starling había declinado con una sonrisa la silla que leofrecieron dos miembros de los Texas Rangers y un detective de ScotlandYard.

Sus compañeros de curso estaban en el otro extremo del pasillo, en eledificio de la academia, inspeccionando en busca de pelos la moqueta, deauténtico motel, que alfombraba el «Dormitorio escena de un crimenpasional» y espolvoreando el mobiliario de la «Reproducción de sucursal

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bancaria»conobjetodeencontrarhuellasdigitales.Starlinghabíahechotantasprácticas de este tipo de peritaje forense que recibió la orden de asistir a lamencionada conferencia, la cual formaba parte de un ciclo impartido pordiversosespecialistasinvitados.

Sepreguntabasinohabíaotrarazónparaquelahubiesensegregadodelaclase:¿noseríaquealagente,antesdedarleelgolpedegracia,laaíslan?

Starling apoyó los codos en la línea de paso de la mesa y trató deconcentrarse en las diversas formas de blanquear los beneficios procedentesdel juego. Sin embargo, lo que le vino a lamente fue el pensamiento de lomuchoquedetestaelFBIque susagentesaparezcanen televisión, comonoseaparaunaconferenciadeprensa.

El doctor Hannibal Lecter era tema predilecto de los medios decomunicación y la policía de Baltimore había suministrado prontamente elnombredeStarlingalosinformadores.Porenésimavezreviviólasimágenesque habían difundido los telediarios vespertinos del domingo. En uno salía«StarlingdelFBI»golpeandoconelmanubriolapuertadelgarajecuandoelcámara trataba de escabullirse hacia el interior. En otro, «la agente federalStarling»seencarabaconelayudanteconelmanubrioenlamano.

Lacadenarival,WPIK,quenohabíapodidofilmarlaescena,divulgóuncomunicado anunciando la interposición de una querella por «dañospersonales» contra «Starling del FBI», ya que al cámara se le habíanintroducido en los ojos partículas de suciedad y herrumbre causadas por elgolpequeStarlingpropinóalapuertaconelmanubrio.

JonettaJohrison,deWPIK,revelóensuprogramadedifusiónnacionalqueStarling había descubierto los restos del crimen en el garaje «gracias a suestrechaysiniestrarelaciónconunhombrealquelosaltoscargospolicialescalifican de ¡monstruo!». Evidentemente, WPIK disponía de un contactodentrodelhospital.

¡LA NOVIA DE FRANKENSTEIN!, pregonaban los titulares de LaActualidadNacionaldesdelosquioscosdelossupermercados.

El FBI no efectuó ningún comunicado oficial, aunque Starling estabaseguradequedepuertasadentroloscomentariosabundaban.

Alahoradeldesayuno,unodesuscondiscípulos,unjovenqueabusabadela loción Carioe para después del afeitado, aludió a Starling llamándola«MelvinPelvis»,estúpidojuegodepalabrasbasadoenelnombredeMelvinPurvis, carroñeromayorde la administraciónHooveren losaños treinta.LaréplicadeArdeliaMapphizoqueelfanfarrónpalidecieseyselevantasedelamesadejandoeldesayunointacto.

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Starlingsehallabaenuncuriosoestadoenelquenocabíanlassorpresas.Llevabaundíayunanochenotándosecomosuspendidaenelsonorosilencioquerodeaalosbuzos.Yteníalaintencióndedefenderse,siempreycuandoselepresentaselaoportunidad.

Elconferenciante,mientrasdisertaba,hizogirarlaruedadelaruleta,peronodejócaerlabola.Starlingestabaconvencidadequeaquelhombrenohabíatocadobolaensuvida.Elconferencianteestabadiciendoalgo:

«ClariceStarling».¿Porquédiría«ClariceStarling»?Soyyo.

—Sí —contestó. El conferenciante señaló con la barbilla a la puertasituadadetrásdeStarling.Ahíllegaba.

Acobardada, vislumbró su destino en elmomento en que se dabamediavueltaparaafrontarlo.Sinembargo,noviomásqueaBrigham,el instructordetiro,queasomabalacabezayseñalabahaciaella.Cuandoellalevio,élleindicócongestosqueseacercase.

Duranteunosinstantespensóquelaexpulsaban,peroluego,alrecapacitar,comprendióqueaBrighamnoseleencomendaríatalmisión.

—Atodamecha,Starling.¿Dóndetienesuequipodecampaña?

—En mi habitación, pabellón C. Starling tuvo casi que correr para nodistanciarsedeél.Brighamllevabaelestucheparatomarhuellasdactilares,elgrande,eldeintendencia,noelpequeñoqueempleabanenclasedeprácticas,asícomounabolsanomuygrandedelona.

—VaaacompañaraJackCrawford.Llévesealgoparapasarlanochefueradelaacademia.Alomejornolehacefalta,perollévelodetodosmodos.

—¿Dónde?

—Sehaencontradouncadáver enel ríoElk,Virginiaoccidental;hoyalamanecer;unoscazadoresdepatos.LascircunstanciasindicanquesetratadeunavíctimadeBuffaloBill.Enestemomento, lapolicía loestásacandodelrío. Pero se trata de una comarca muy aislada y Crawford no se fía de lacompetenciadeesagente.—BrighamsedetuvoenlapuertadelpabellónC—.Necesita contar con alguien capaz de efectuar un examen pericial de uncadáver, entreotras cosas.Ustederade losprimeros enel laboratorio….Sesientecapacitada,¿verdad?

—Porsupuesto;déjemeverificarelmaterial.Brighamabrióelestucheylosostuvo mientras Starling levantaba las bandejas. Estaban las finas agujashipodérmicasylosfrascos,perofaltabalamáquinadefotografiar.

—Necesito una Polaroid, la CU-5, señor Brigham, con sus pilascorrespondientesyvariosrollos.

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—¿Deintendencia?Nohayproblema.Leentrególapequeñabolsadelonaycuandoella la sopesócomprendióporquéeraBrighamelquehabía idoabuscarla.

—Todavíanolehanasignadoarmamentodeservicio,¿verdad?

—No.

—Levaahacerfaltaelequipocompleto.Aquídentroestáelmaterialquehemosempleadoenelcampodetiro.LamismaSmithmodeloKquehausadoen los entrenamientos, pero con elmecanismo limpio. Esta noche dispárelaunas cuantas veces en su habitación.Estaré esperándola con un coche en lasalidatraseradelpabellónCdentrodediezminutosjustos,conlamáquinadefotografiar. Escuche, en la Piragua Azul no hay aseos, de modo que leaconsejoquevayaallavabomientrastengaunoamano.Andando,Starling.

Claricequisohacerleunapregunta,peroBrighamyasalía.

Tiene que tratarse de Buffalo Bill para que vaya Crawford en persona.¿QuédemoniosdebeserlaPiraguaAzul?Perocuandopreparasunabolsa,hasde concentrarte en lo que metes en la bolsa. Starling hizo el equipaje conrapidezyeficacia.

—¿Está…?

—Estámuy bien colocada—dijoBrigham interrumpiéndola cuando ellasubía al coche—. La culata abulta un poco, si se observa con cuidado lachaqueta,perodemomentovale.

—Llevabaelchatorevólverbajolaamericanaenunapistoleraadheridaalascostillasyuncargadorcolgadodelcinturónalotrocostado.

BrighamconducíaexactamentealavelocidadlímitemientrassedirigíaalaeródromodeQuántico.Endeterminadomomentocarraspeó.

—Una de las ventajas de salir de servicio, Starling, es que no haypolitiqueos.

—¿No?

—ActuócorrectamentealimpedirlaentradaaaquelgarajedeBaltimore.¿Lepreocupalodelatelevisión?

—¿Hadepreocuparme?

—Loquevoyadecirle,quequedeentrenosotros,¿deacuerdo?

—De acuerdo. Brigham devolvió el saludo de un infante demarina quedirigíaeltráfico.

—ElhechodequeJackselallevehoyconéldemuestraquetieneenusted

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una confianza innegable—dijo—. E indudablemente ha decidido obrar asídigamos que por si alguien de la oficina de Responsabilidad Profesionalestuviese hecho un basilisco y tuviese el nombre de Starling subrayado enrojo,¿comprendeloquequierodecir?

—Hmmmm.

—Crawfordesunindividuodeexcepcionalrectitud.Hadejadomuyclaro,donde interesaba que quedase claro, que era vital que usted impidiese laentradaaaquelgaraje.Laenvióaesamisióndesnuda,esdecir,sinningunodelos símbolos visibles de autoridad, y eso también lo ha dicho, recalcandoademás que la capacidad de respuesta de la policía de Baltimore fuenotoriamente lenta. Por otra parte, hoy Crawford necesita un colaborador yhubiese tenidoqueesperarunahoraaqueJimmyPrice lebuscaseaalguiendellaboratorio.Demodoque,yave,lehatocadoausted,Starling.Tengaencuentaqueestetipodemisiónnosetrataprecisamentedeunasvacaciones,yaunque tampoco sea un castigo, si alguien de fuera de la sección quisierainterpretarlocomotal,encajaría.Mire,Crawfordesuntipomuyhábil,degransutileza,peronoespropensoaexplicar lascosas;poreso loestoyhaciendoyo…SivaatrabajarconCrawford,hadesaberenquésituaciónseencuentraJack.¿Laconoce?

—Puesno.

—Aparte deBuffaloBill, tienemuchosproblemas.Sumujer,Bella, estágravísima.Esunaenferma…en fase terminal.La tieneencasa.Sino fueseporBuffaloBill,Jackhubiesepedidounassemanasdepermiso.

—Nosabíanada.

—Esuntemaquenosecomenta.Noledigaquesehaenteradoniquelosienteninadaporelestilo;nolesirvedenada…eranmuyfelices.

—Mealegrodequemelohayadicho.Alllegaralaeródromo,Brighamseanimó.

—Alfinalizarelcursodetiro,tengoproyectadasunpardeclasesbastanteimportantes,Starling.Procurenofaltar—concluyótomandounatajoentredoshangares.

—Nofaltaré.

—Escuche, lo que yo enseño en clase es algo que usted probablementenuncavaanecesitar.Almenosasíloespero.Perotieneaptitudes,Starling.Sihadedisparar,sabecómohacerlo.Hagalosejercicios.

—Deacuerdo.

—Nolametajamásenelbolso.

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—Entiendo.

—Dispárela unas cuantas veces en su cuarto. Apuntálese bien paraencontrarlaenseguida.

—Asíloharé.UnvenerableBeechcraftbimotoraguardabaenlapistadelaeródromodeQuánticocon los farosencendidosy lapuertaabierta.Unadelashélicesgirabayalhacerloafeitabalahierbaquecrecíajuntoalasfalto.

—EsonoserálaPiraguaAzul,¿verdad?

—Puessí.

—Espequeñoyviejo.

—Viejo sí lo es—replicóBrigham regocijado—.Lo capturó laDEA, laoficinaantinarcóticos,hacemucho tiempoenFlorida,unavezque sequedóatrapadoenlosGlades.Peromecánicamenteesunamaravilla.

»Confío queGrammyRudmannodescubranque lo usamos; a nosotrossólosenospermiteviajarenautobús.—SedetuvojuntoalaeroplanoysacóelequipajedeStarlingdelasientotrasero.Trasciertaconfusióndemanos,logróentregarlesuscosasalamuchachaydarleunapretón.

Yluego,involuntariamente,Brighamdijo:

—QueDioslabendiga,Starling.

—Estas palabras sonaron un tanto extrañas en sus labios de infante demarina.Nosupodedóndeprocedíanynotóqueleardíalacara.

—Gracias…muchas gracias, señor Brigham. Crawford se hallaba en elasientodelcopiloto,enmangasdecamisaycongafasdesol.SevolvióhaciaStarlingcuandooyóqueelpilotocerrabalapuerta.

Ella, que a causa de las gafas oscuras no podía verle los ojos, tuvo laimpresióndeno conocerle.Crawford aparecíapálidoyduro, comouna raízarrancadadecuajoporunaexcavadora.

—Tomeasientoylea—fuetodoloqueledijo.Enelasientosituadodetrásde Crawford había un voluminoso expediente. La tapa decía: BUFFALOBILL.

Starling lo apretó contra su pecho cuando la Piragua Azul renqueandoestremecidaempezabaarodarporlapista.

Capítulo11

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Los bordes de la pista de despegue empezaron a desdibujarse y seperdieron de vista. Un destello de sol matinal que brillaba en la bahía deChesapeake llegó desde el este, cuando el pequeño aeroplano giró a fin deevitareltráficoaéreo.

Claricedivisó laacademia, rodeadapor labasenavaldeQuántico.Enelcampo de asalto corrían las pequeñas figuras de unos infantes de marinaenzarzadosenunaescaramuza.

Eso era lo que se veía desde arriba. En cierta ocasión, después de unosejerciciosnocturnosdetiro,paseandoenlaoscuridadporladesiertaHogan’sAlley, paseandopara reflexionar,Clariceoyó el rugidodeunos avionesquesobrevolaban el terreno y poco después, en el silencio que se produjo acontinuación, oyó voces, voces llamándose unas a otras en la negrura delcielo; eran paracaidistas que después de haber saltado se llamaban en laoscuridad.Ysepreguntóquésensaciónproduciríaestaraguardandoaqueseencendiese junto a la puerta del avión la señal luminosa que indicaba quehabíaquesaltar,quédebíasentirseallanzarsealclamorosovacíodelanoche.

Quizáfueselamismasensaciónqueexperimentabaellaahora.

Abrió el expediente.Que se supiera,Bill lohabíahechocincoveces.Almenos cinco veces, en los últimos diezmeses.Bill había secuestrado a unamujer joven, la había asesinado y le había arrancado la piel. (Lamirada deStarlingrecorrióvelozlosprotocolosdelasautopsiasbuscandolaspruebasdehistaminalibreparaconfirmarquelashabíamatadoantesdehacerleslootro.)

Una vez concluida la tarea, arrojaba los cadáveres a un río. Todas lasvíctimashabíansidodescubiertasenunríodiferente,flotandoaguasabajoenunpuntonolejanoalcrucedeunacarreteranacionalounaautopista,ytodasellasendistintosEstadosdelaUnión.ParanadieeraunsecretoqueBuffaloBilleraaficionadoaviajar.

Y eso era todo lo que la justicia sabía, absolutamente todo, salvo queposeíacomomínimounarmadefuego.

Unarmaqueteníaseisestríasyespiralhacialaizquierda,posiblementeunrevólver,unColtounaimitación.

Las marcas de las balas recuperadas indicaban que prefería emplearproyectilesespecialesdel38enlarecámaradeunarmadecalibre357.

Losríoseliminabanlashuellasdactilaresasícomocualquierrestodefibraso cabellos. Era casi seguro que se trataba de un hombre y de raza blanca;blanco, porque los asesinos reincidentes suelen matar dentro de su propiogrupo étnico y todas las víctimas eran blancas; varón, porque las asesinasreincidentessonprácticamentedesconocidasennuestrotiempo.

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Dos comentaristas de sendos periódicos de tirada nacional habían usadocomo titular unversode«BuffaloBill», el breveymacabropoemadeE.E.Cummings:…legustaaustedsuchiquillodeojosazulesSeñorMuerte.

Alguien, tal vez Crawford, había pegado la cita en la guarda delexpediente.

NoseveíarelaciónentreellugarenqueBillsecuestrabaalasjóvenesyelpuntoenquelasarrojabaalrío.

Enloscasosenqueloscadáveresfueronhalladosconlasuficienterapidezparadeterminarconprecisiónlahoradelamuerte,lapolicíahabíaaveriguadootro dato relativo al asesino:Bill lasmantenía con vida cierto tiempo. Esasvíctimasnohabíanmuertosinounasemanaadiezdíasdespuésdehabersidosecuestradas. Lo cual significaba que Buffalo Bill tenía forzosamente quedisponer de un lugar donde ocultarlas y de un lugar donde poder trabajarclandestinamente.Locualasuvezsignificabaquenieranómadaniandabadeaquíparaalláaladeriva.Eramásbienunaarañatramposa.

Queteníaunaguarida.Enalgúnsitio.

Esoeraloquemáshorrorizabaalpúblico;quelastuvieseprisionerasunasemanaomás,sabiendoqueibaamatarlas.

Dos murieron ahorcadas; tres a tiros. No había señales de violación niabusos físicos previos a la muerte y los protocolos de las autopsias nocontenían pruebas de desfiguración «específicamente genital», si bien lospatólogosobservabanqueenloscadáveresmásdeterioradostalcircunstanciaseríaprácticamenteimposiblededeterminar.

Todosloscuerposfueronhalladosdesnudos.Endoscasos,enlacunetadeunacarreterapróximaalaviviendadelasvíctimas,seencontraronprendasdevestir,rasgadasenlaespalda,comolasqueseusanparaataviaralosmuertos.

Starling consiguió examinar todas las fotografías. Los cadáveres queaparecen en el agua son los que físicamente presentan un aspecto másrepulsivo.Poseen,además,unespecialpatetismo,frecuenteenlasvíctimasdehomicidios cometidos al aire libre.Las indignidades sufridaspor lavíctima,así como la exposición a los elementos naturales y a las miradas fortuitas,indignanalinvestigador,siesquelaprofesiónqueejercenohaagotadoyasucapacidaddeindignación.

En loshomicidiosperpetrados en locales cerrados,noes insólitoque lasdesagradablescostumbrespersonalesdelavíctima,asícomolasvíctimasdelapropiavíctima—esposasmaltratadas,niñosviolados—,provoquenlafurtivasensacióndequealmuertoleestababienempleado,yenmuchoscasosesasí.

Pero a ninguna de éstas le estaba bien empleado. A estas pobres, que

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aparecíantendidasalaorilladeunríoribeteadodebasuras,entrebotellasdeaceitearrojadasporlabordaybolsasdebocadillosqueformanlacochambredenuestravidacotidiana,lesfaltabahastalapiel.

Las halladas en invierno conservaban básicamente la cara. Starling tuvoqueacordarsedequenoenseñabanlosdientesporobradeldolor,sinoqueerael proceso de alimentación de peces y tortugas lo que había provocado esaexpresión. Bill arrancaba la piel de los torsos, pero casi siempre dejaba lasextremidadesintactas.

Nohubieranresultadotanespantosasdecontemplar,pensóStarling,sienlacabinadeeseaviónnohiciese tantocalorysiesemalditoaeroplano,porculpa de una hélice que agarraba el aire conmayor eficacia que la otra, nodiesetantasguiñadas,ysiaquelsolcondenadonopegasecontantafuerzaenlas desvencijadas ventanillas y la estuviese apuñalando como un dolor decabeza.

Esposiblecapturarle.Starlingseaferróaestepensamientoparaayudarseaseguirsentada,conlamentedesbordantedetanhorrendainformación,enesacabinade aviónque cadavez sehacíamáspequeña.Ellapodía contribuir adetenerlo.Entoncespodríanmetereseexpedientede tapas lisas, ligeramentepegajosas,enuncajónyecharlallave.

Clarice sequedócontemplando lanucadeCrawford.SiqueríadeteneraBuffalo Bill, se hallaba en compañía de las personas adecuadas. Crawfordhabíadirigidolasinvestigacionesquehabíanpermitidocapturaratresasesinosreincidentes.Aunquenosinbajas.WillGraham,el sabuesomássagazde lajauríadeCrawford,eraunaleyendaenlaacademia;tambiéneraactualmenteunborrachoquevagabaporFloridaconunacara imposibledemirar, segúndecían.

Tal vez Crawford notó la mirada de Starling fija en su nuca porque selevantó del asiento del copiloto. El piloto accionó el mando de equilibradomientrasCrawford ibaa sentarse juntoaClariceyseabrochabaelcinturón.Cuandosequitólasgafasdesolysepusolasbifocales,ellatuvolasensacióndequevolvíaaserél.

MiróaClarice,miróelexpediente,volvióamirarlaaellayunaexpresiónapenas perceptible le cruzó por la cara y desapareció. Un tipo menosintrovertidoqueCrawfordhubiesemanifestadocompasión.

—Tengo calor, ¿y usted?—dijoCrawford—.Bobby, aquí hace un calorinaguantable—añadiólevantandolavozparaelpiloto.

Bobbytocóunbotónyentróairefrío.EnelairehúmedodelacabinaseformaronalgunoscristalesdenievequefueronadepositarseenelcabellodeStarling.

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Y entonces Jack Crawford, con los ojos acerados como una límpidamañanainvernal,seaprestóparalacaza.

Abrió el expediente en un punto donde había un mapa de los EstadosUnidoscentralesyorientales.Enélaparecíanseñaladosloslugaresdondesehabían encontrado los cadáveres; un conjunto de puntos dispersos, tanretorcidosymudoscomolaconstelacióndeOrión.

Crawfordsesacóunaplumadelbolsilloyseñalóelpuntomásreciente,elobjetivoalcualsedirigían.

—ElríoElk,aunosnueveodiezkilómetrosalsurdelaA79—declaró—.Estaveztenemossuerte.Elcadáverhaquedadoatrapadoenunpalangre;esunhilodepescardelquependenvariosanzuelos.Creenqueno llevabamuchotiempo en el agua. En este momento deben estar trasladándolo a Potter, lapoblación que es cabeza de partido. Quiero averiguar inmediatamente laidentidadparapoderlocalizaralosposiblestestigosdelsecuestro.Enviaremoslashuellasatodoelpaístanprontocomodispongamosdeellas.—Crawfordladeó la cabeza para mirar a Starling por la parte inferior de sus lentes—.JimmyPricedicequeescapazdeefectuarunexamenpericialcompletodeuncadáverqueapareceenelagua.

—Unexamencompletono lohehechonunca—replicóStarling—.Perohe tomado las huellas dactilares de las manos que recibe el señor Price, ymuchaserandeahogados.

LosquenuncahantrabajadoalasórdenesdeJimmyPriceleconsideranuncascarrabiasencantador.Perocomotodosloscascarrabias,enrealidad,esunviejo mezquino. Jimmy Price es el supervisor del departamento de HuellasLatentes del laboratorio de Washington. Starling había hecho prácticas deperitajeforenseconél.

—EseJimmy—dijoCrawfordconafecto—.¿Cuáleselmotequelehanpuestoasusección?

—A los que trabajan en ella se les conoce por el nombre de «parias dellaboratorio»,aunquehayquienprefiere«Igor»,queesloquellevaescritoeldelantaldehulequeteentreganalentrar.

—Esoes.

—Tedicenquefinjasqueestáshaciendoladiseccióndeunarana.

—Ya…

—Y luego te traen un paquete de la morgue. Y todos se te quedancontemplando,algunoshastasacrificanelirseatomarcafé,conlaesperanzadequevomites.Sétomartodaslashuellasdeuncadáver.Incluso…

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—Estupendo.Empecemos.Laprimeravíctimaconocidafuedescubiertaenel ríoBlackwater, enMissouri, a las afuerasdeLone Jack, en juniopasado.EralachicaBimmel,cuyadesapariciónhabíasidodenunciadaenBelvedere,Ohio, el quince de abril, dos meses antes. No averiguamos gran cosa delcadáver; hicieron falta tres meses más para identificarla. A la siguiente lasecuestróenChicagolatercerasemanadeabril.FuehalladaenelWabash,enelcentrodeLafayette,Indiana,justodiezdíasdespuésdelsecuestro,demodoquepudimosdeducirperfectamenteloquelehabíaocurrido.Despuéstenemosaunamujerblanca,deveinteypocosaños,arrojadaalRollingForkcercadela 165, a unos cincuenta kilómetros al sur de Louisville, Kentucky. No hapodido ser identificada.Y luego laVarner, raptadaenEvansville, Indiana,yarrojadaalEmbarrasjustodebajodelaNacional70enelestedeIllinois.

»DespuéssetrasladaalsuryarrojaunnuevocadáveralríoConasauga,unpocomásabajodeDamascus,Georgia,nolejosdelaNacional75;eralachicaKittridge,dePittsburgh;aquítienelafotodeldíadesugraduación.Estesujetotiene una suerte infernal; no hay ni un solo testigo de sus secuestros. Aexcepcióndequearrojatodosloscadáverescercadeunacarreteraoautopista,nohemossidocapacesdedescubrirningúnrasgoencomún.

—Sidesde los lugaresdondearroja loscadáveres recorremoshaciaatráslascarreterasmástransitadas,¿convergenenalgúnpunto?

—No.

—¿Ysi…partimosdelahipótesis…dequearrojauncadáveryefectúaunsecuestro en elmismoviaje?—preguntóStarling, evitando deliberadamenteutilizar suponer, palabra prohibida—. Tendría que deshacerse primero delcadáver,¿no?,porsielsecuestrodelasiguientevíctimalecreaseproblemas.Porque si le detuvieran en el momento del secuestro y no llevase ya uncadáverenelcoche,nopodíadenunciárselemásqueporagresiónydespués,entrerecursosyapelaciones,lacondenaquedaríaennada.Osea,¿porquénoprobamosatrazarunosvectoresqueunancadapuntodesecuestroconellugardondehaarrojadoasuanteriorvíctima?Yalohahecho,¿verdad?

—Es una buena idea, Starling, pero a él también se le ha ocurrido. Siverdaderamentehaceambascosasenunsoloviaje,esdecir,arrojauncadávery secuestra a una nueva víctima, no hace más que zigzaguear. Hemosefectuado diversas simulaciones con el ordenador, primero imaginando queviaja por carretera hacia el oeste, luego hacia el este, y también hemosrealizadovariascombinacionesconlasfechasmásaproximadasquepodemosatribuira lossecuestrosya losdíasenquearroja loscadáveres.Meteustedtodosesosdatosenelordenadorynosalemásquehumo.Loúnicoquenosdiceeseartefactoesqueviveeneleste,quesuciclonocoincideconeldelaluna y que ninguna de las fechas convencionales de las ciudades se

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corresponden. Total, nimiedades. Nada, Starling, ese individuo nos tienecompletamentedespistados.

—Leconsiderausteddemasiadominuciosoparaserunsuicida.

Crawfordasintióconungestodecabeza.

—Efectivamente; demasiado minucioso. Ha descubierto la forma deestablecer una relación significativa y está dispuesto a emplearla una y otravez.Notengolamenoresperanzadequesetratedeunsuicida.

Crawfordpasóalpilotounvasodeaguaquesirviódeuntermo.DiootrovasoaStarlingyélsepreparóunAlka-Seltzer.

ElestómagodeClaricediounvuelco;elavióniniciabaeldescenso.

—Unpardecosasmás,Starling.Buscoenustedaunaexpertadeprimeracategoría,peronecesitoalgomás.

»Usted habla poco, cosa que me parece muy bien; yo tampoco soyexcesivamentelocuaz.Pero,porfavor,nocreaquehadecontarconunhechonuevoydemostradoparaexpresarunaopiniónounahipótesis.Enelcasoquetenemosentremanos,todaslaspreguntassonválidas.Ustedverácosasqueesprobablequeamí semeescapen,yquiero sabercuáles son.Esposiblequetenga usted un talento especial para esta profesión y ahora tenemos unaoportunidaddeoroparacomprobarlo.

Mientras le escuchaba, con el estómago en la garganta ymostrando unaadecuada expresión de interés por sus palabras, Starling se preguntó cuántotiempohacíaqueCrawfordsabíaquelautilizaríaaellaparaintervenirenestecasoydequémodohabíapreparado lascosasparaqueellaanhelasecontarconesaoportunidad.

Crawforderaun superior,marrulleroyhabituadoadar cobacomo todoslossuperiores,ynadamás.

—Va a pensar usted en él no diré constantemente pero sí con muchafrecuencia,vaaverloslugaresdondeactúa,vaaintuirmuchascosasdeél—siguiódiciendoCrawford—.Porinimaginablequeparezca,habrácosasdeélque no le repugnarán. Y de pronto, con un poco de suerte, de toda esainformaciónhabráalgoquequizáleextrañe,algoquelellamarálaatención.Siemprequealgolellamelaatención,avíseme,Starling.

»Escuche bien lo que voy a decirle: un crimen de por sí es ya bastanteconfusosinlainvestigaciónquehadellevarseacabo.Procureportodoslosmedios que el rebaño de policías que intervienen no aumente su confusión.Fíeseexclusivamentedesusojos.Escúcheseasímisma.Mantengaelcrimenaisladodecuantoocurreasualrededor.Notratedeimponeraesteindividuoningúnmodelodeconductaosimetríapreconcebida.Permanezcareceptivay

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dejequeélsereveletalcomoes.

»Una última cosa: una investigación de este tipo es como un zoológico.Afectaaunsinfíndedemarcaciones,algunasdelascualesestándirigidasporverdaderos inútiles. Hemos de llevarnos bien con todos ellos para que noobstaculicennuestro trabajo.NosdirigimosaPotter,Virginiaoccidental.Nosécómovaaserlagentequeallíencontremos.Lomismopuedeserqueseanmuycorrectoscomoquenosrecibanconabiertahostilidad.

Elpilotolevantóunodesusauricularesyporencimadelhombrodijo:

—Vamosaaterrizar,Jack.¿Tequedasahíatrás?

—Sí—contestóCrawford—.Seacabólaescuela,Starling.

Capítulo12

YahíestálafunerariadePotter,lamayordelasblancascasasdemaderadelacallePotter,enPotter,Virginiaoccidental,quehacelasvecesdedepósitode cadáveres del condado de Rankin. El forense es unmédico de cabecerallamadodoctorAkin.Sidecidequeunamuerteessospechosa,elcadáverseenvía al centro médico regional de Claxton, en el condado vecino, cuyaplantilladisponedeunpatólogotitulado.

Clarice Starling, que se trasladaba a Potter desde el aeródromo en elcompartimento trasero de un coche celular, tuvo que apretujarse contra lamampara reservadaaldetenidoparaoíralpolicíaquemientrasconducía ibaexplicandoestascosasaJackCrawford.

En la funeraria estaba a punto de celebrarse un entierro. Los asistentes,campesinosendomingadosconsusmejoresgalas,hacíancolaenlaaceraentreunosbojesdetalloalto,recortadosenformadebola,ysearracimabanenlosescalones aguardando para entrar. La casa, que estaba recién pintada, y losescalones que quedaban a plomo, aparecían desviados en direccionescontrarias.

Enelaparcamientoprivadosituadoenlaparteposteriordeledificio,dondeaguardabanloscochesfúnebres,habíadospolicíasjóvenesyotrodemásedadquecharlabanbajounolmodesnudocondossoldadosdelasfuerzasarmadasestatales.Nohacíaelfríosuficienteparaqueleshumearaelaliento.

Cuando el coche penetró en el aparcamiento, Starling contempló a esoshombres y supo de inmediato de qué ambiente procedían. Supo que habíannacido en casas que en lugar de armarios tenían roperos disimulados concortinas,ysupotambiénqué tipodeprendashabíaen losroperos.Supoque

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esoshombresteníanparientesquecolgabanlaropaenunosclavoshundidosamartillazos en las paredes de los remolques en que habitaban. Supo que elpolicíademásedadhabíacrecidoenunacasaqueteníaenelporchelabombadeaguadelacisterna,yqueenlaprimavera,cuandollegabanlaslluviasyelbarro,había caminadohasta la carreterapara tomarel autobúsde la escuelaconloszapatoscolgadosalcuelloporloscordones,comohicieradeniñosupadre,eldeella.Supoquesellevabanlacomidaalaescuelaenunasbolsasdepapelmanchadasdegrasaafuerzade tantousarlas,yquedespuésdecomerdoblabanlabolsaylaguardabanenelbolsillotraserodelosvaqueros.

YnopudodejardepreguntarsequésabríaJackCrawforddeesagente.

Por la parte interna de las puertas traseras del coche celular no habíamanecillas, cosaqueStarling advirtió cuandoCrawfordy el policía salierondelvehículoysedirigieronhacialaentradaposteriordelafuneraria.Ytuvoqueponerseagolpearloscristaleshastaqueunodelosguardiasqueestabanbajoelolmolavio,yentoncesllegóelchófer,sonrojado,aabrirlelaPuerta.

Lospolicíaslamirarondesoslayocuandopasójuntoaellos.Unolasaludóconunrespetuoso«señora».Ellacorrespondióconunainclinacióndecabezay un esbozo de sonrisa, mientras se dirigía a reunirse con Crawford en elporchetrasero.

Cuandosehallabayaaprudentedistancia,unodelospolicíasjóvenes,unreciéncasado,comentórascándoselabarbilla:

—Noesnilamitaddeguapadeloqueseimagina.

—Pues, ¿sabes lo que te digo? Que aunque se imagine que es unapreciosidad,noquedamásremedioqueestardeacuerdoconella—replicóelotrojoven—.Melatrincabaahoramismo.

—Yopreferiríaunabuenasandía,siestuviesebienfresca—mascullóeldemásedad.

Crawfordyaestabahablandoconeljefedepolicía,unhombremenudoytieso, que llevaba unas gafas demontura de acero y esas botas de elásticoslateralesqueloscatálogosdeventaporcorreodenominan«Romeos».

Habíanentradoenelsombríopasillotraserodelafuneraria,dondehabía,ademásdeunamáquinaexpendedoraderefrescosquezumbaba,unaextrañacoleccióndeobjetosapoyadoscontralapared:unamáquinadecoserdepedal,untriciclo,unrollodecéspedartificialyuntoldodelonarayada,enrollado.De la pared pendía un grabado en sepia de Santa Cecilia ante el teclado;llevabaelpelorecogidoenunastrenzasquelerodeabanlacabeza,ysobrelasteclascaíaunalluviaderosas.

—Leagradezcomuchoquenoshayaavisadocontantarapidez,inspector

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—dijoCrawford.

Suinterlocutornoerasensiblealacoba.

—Mire,austedleavisarondelaoficinadelfiscaldeldistrito—replicó—.El inspector, lo sé a ciencia cierta, no le llamó. El inspector Perkins estáactualmente de vacaciones enHawai con su señora. He hablado con él porconferenciaestamañana,alasochoenpunto,esdecir,lastresenHawai.Meha dicho que volvería a llamarme durante el día de hoy, pero ya me haencargado que lo primero es averiguar si se trata de una de las chicas delpueblo. Podría muy bien ser que se tratase de algo que ciertos elementosexterioresquieranendosarnosanosotros.

Demanera que eso es lo primero que vamos a investigar.Aquí nos hantraídocadávereshastadePhoenixCity,Alabama.

—Precisamente en ese aspecto es donde podemos colaborar nosotros,inspector.Si…

—AcabodehablarporteléfonoconelcomandantedelasfuerzasamadasdeCharleston.Mehadichoquemeenviabaunosoficialesde laBrigadadeInvestigación Criminal, ya sabe, la BIC. Ellos nos prestarán toda lacolaboraciónquenoshagafalta.—Elpasilloseestaballenandodepolicíasysoldados;eljefeempezabaatenerdemasiadopúblico—.Nosocuparemosdeustedestanprontocomonosseaposible,facilitaremossulaborcontodoslosmediosanuestroalcance,perodemomento…

—Inspector, este tipo de crímenes sexuales tienen una serie de aspectosquepreferiríacomentarconustedenprivado,entrehombres,¿comprende loque quiero decir? —le interrumpió Crawford, indicando la presencia deStarlingconundiscretomovimientodecabeza;ytrasconduciralhombrecilloaunaatiborradaoficinaquedabaalpasillo,cerrólapuerta.

Starling tuvo que quedarse disimulando su rabia ante aquellamanada depolicías. Con los dientes apretados, se puso a contemplar a santa Cecilia ydevolviólaetéreasonrisadelamártirmientrasaguzabaeloídoparaescucharpordetrásdelapuertadelaoficina.Oyóvocesairadasymástardefragmentosde una conversación telefónica. Crawford y su acompañante regresaron alpasillo en menos de cuatro minutos. El jefe de policía traía los labiosfruncidos.

—Oscar,veahíafueraabuscaraldoctorAkin.Yaséqueestáobligadoaasistiralosentierros,peronocreoquehayaempezadotodavía.DilequeestáClaxtonalteléfono.

El forense, el doctorAkin, entró en la pequeña oficina y permaneció depie,conelpieapoyadoenunasillaygolpeándoselosdientesconunabanico

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en el que había una imagen del Buen Pastor, mientras mantenía una breveconversacióntelefónicaconelpatólogodeClaxton.Luegoaccedióa todoloqueselepidió.

Demodoqueenunasaladeembalsamardeparedesempapeladasconunestampadoderosasrojasytechoalto,adornadoconmoldurasdeyeso,enunablancacasademaderadeunas característicasqueella conocíabien,ClariceStarling trabó conocimiento conBuffaloBill.La bolsa verde esmeralda quecontenía el cadáver, cerrada hasta el borde mediante una cremallera, era elúnico objetomoderno de la habitación. Yacía sobre una anticuadamesa deembalsamardelozablancaysereflejabainfinidaddevecesenloscristalesdelosarmariosqueconteníanescalpelos,trocaresyfrascosdedesinfectantedelamarcaRock-Hard.

CrawfordfueabuscaralcocheeltransmisordehuellasdactilaresmientrasStarlingcolocabasumaterialenelescurridordeunfregaderodedoblecubetaquehabíaenlahabitación.

Laestanciaestabaatestadadegente.Variospolicíasyeljefe,porsupuesto,se habían congregado en ella y no daban muestras de tener intención demarcharse. Era inconcebible. ¿Por qué no viene Crawford y se deshace deellos?

El papel de la pared empezó a ondularse por efecto de una corriente deaire; se onduló hacia dentro cuando el médico puso en marcha un gran ypolvorientoventilador.

ClariceStarling,queestabadepiejuntoalfregaderonecesitabaunnuevomodelo de valentía, más adecuado y eficaz que el del salto de losparacaidistas.Laimagenquebuscabaacudióasumenteylesirviódeayuda,aunquetambiénlahizosufrir:

Sumadre,depiejuntoalfregadero,lavandolasangredelsombrerodesupadre,dejandocorrerelchorrodelgrifosobreelsombrero,ydiciendo:«Todoirá bien, Clarice. Di a tus hermanos que se laven lasmanos y vengan a lamesa.Hemosdehablar.Luegoprepararemoslacena».

Starling sequitó el pañueloque llevaba al cuelloy se lo ató a la cabezacomounacomadronadepueblo.Delestuchequeconteníasumaterialsacóunpardeguantesde látex.Cuando abrió la boca—porvezprimeradesdequellegó a Potter— su voz sonó con un gangueo más pronunciado que decostumbrey con tal fuerzaquehizoqueCrawford se acercase a lapuerta aescucharla.

—¡Señores! ¡Señores, por favor! ¡Escúchenme un minuto! Tengan labondaddepermitirquemeocupedeella.—Levantólasmanosysepusolosguantesalavistadetodos—.Hayciertascosasquedebemosatender.Ustedes

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la han traído aquí y sé que su familia, si pudiera, les daría las gracias. Porfavor,tenganlaamabilidaddesalirtodosparaquepuedaocuparmedeella.

Crawford les vio bajar la voz, guardar un respetuoso silencio y decirseunosaotrosentremurmullos:

—Anda, Jeff, salgamosafuera.YCrawfordcomprobócómocambiabaelambiente en presencia de la muerte, vio con sus propios ojos que,independientementedecuálesfuesenellugardeprocedenciaylaidentidaddeesavíctima,elríolahabíallevadoalcampoyporelhechodeyacerindefensaenesahabitacióndeunacasadepueblo,ClariceStarlinghabíaestablecidounaespecial y estrecha relación con ella. Crawford vio que en esa sala ClariceStarlingseerigíaenherederadeesasmujeresdepuebloqueconocenelpodercurativodelashierbas,esasmujeresrecias,plenasdesabiduría,quesiemprehan sabido administrar el remedio adecuado, que siempre han velado a losenfermos y que cuando ya no hay nada que velar lavan y amortajan a susmuertos.

Y en la sala quedaron tan sólo Crawford, Starling y el médico con lavíctima.EldoctorAkinyStarling semiraroncomo reconociéndose.Ambossingularmentecontentos,singularmenteazorados.

Crawford sacó del bolsillo un tarro deVicksVapoRub que ofreció a lospresentes. Starling aguardó para ver qué hacían con ello y cuando vio queCrawfordyelmédicoseaplicabanunpocodelcontenidoenlasaletasdelanariz,hizolomismo.

Se dirigió al fregadero y del fondo de la bolsa sacó las cámarasfotográficas,dandolaespaldaalahabitación.

Enesemomentooyócómoabríanlacremalleradelabolsadelcadáver.

Starling parpadeó a las rosas rojas de la pared, realizó una profundainspiraciónyexpulsóelaire.Luegosediomediavueltaycontemplóelcuerpotendidosobrelamesa.

—Lehubierantenidoqueprotegerlasmanosconbolsasdepapel—dijo—.Cuandohayamosterminado,selaspondréyo.

Con sumo cuidado, desplazando poco a poco la cámara para que lasinstantáneassolapasen,Starlingfotografióelcadáver.

Lavíctimaeraunajovendepronunciadascaderasyunmetrosetentayunode estatura, según la cintamétrica deStarling.En las zonas desprovistas depiel,elagualahabíadecoloradotornándolagris,peroporfortunasetratabadeaguafríayeraevidentequenohabíaestadoenelríomásqueunospocosdías.Elcuerpoaparecíalimpiamentedesolladoapartirdeunalíneasituadadebajode los pechos y hasta las rodillas, más o menos la zona que cubren unos

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pantalonesdetoreroconsufaja.

Lospechoseranpequeñosyentreambos,encimadelesternón,seveía lacausa aparente de la muerte, una herida de bordes irregulares en forma deestrelladeaproximadamentemediopalmodeanchura.

A la cabeza, redonda como una bola, se le había arrancado el cuerocabelludodesdeencimadelascejashastalanuca.

—EldoctorLecterdijoque ibaaempezaraarrancarleselcabello—dijoStarling.

Crawford, que había permanecido con los brazos cruzadosmientras ellatomabalasfotografías,selimitóareplicar.

—Fotografíele las orejas con la Polaroid —aunque llegó a fruncir loslabiosmientrasrodeabalamesaparacontemplarelcadáver.

Starlingsequitóunguanteparapasareldedoporlapantorrilladeunadelaspiernas.Untrozodesedalquehabíadetenidoelcadáverenelrío,provistotodavíadetresanzuelos,selehabíaquedadoenredadoenlapierna.

—¿Quéve,Starling?

—Puesquenoesunachicadepueblo.Tienetresagujerosencadaorejaylleva las uñas pintadas. Mi impresión es que es de ciudad. El vello de laspiernastienemásomenosdossemanas.

»¿Ve lo suave que es? Creo que se las depilaba a la cera. Las axilastambién. También se decoloraba el vello del labio superior. Eraextremadamentecuidadosadesuaspecto,aunquesenotaquenohabíapodidocuidarsedurantevariosdías.

—¿Ylaherida?

—Nosé—contestóStarling—.Diríaquese tratadeunaheridadesalidade bala, si no fuera porque esto de aquí arriba parece parte de un collar deabrasiónylamarcadelcañón.

—Muy bien, Starling. Se trata de una herida de entrada por contactoencimadelesternón.Losgasesdelaexplosiónseexpandenentreelhuesoylapielyformanesaestrellaalrededordelorificio.

Al otro lado del tabique se oyó sonar un armónium; era el entierro queempezabaenlasalaprincipaldelafuneraria.

—Qué muerte tan injusta —comentó el doctor Akin, limitando sucolaboraciónaesaspalabrasysubrayándolasconsentidosgestosdecabeza—.Tengoqueasistiralmenosaunapartedelentierro.Alasfamiliaslesagradaqueacompañealdifuntoalcementerio.Lamarvendráaayudarlesencuanto

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terminedetocarloshimnosdelservicio.ConfíoensupromesadeconservarlaspruebasparaelpatólogodeClaxton,señorCrawford.

—Tiene dos uñas rotas aquí, en la mano izquierda —observó Starlingcuandoelmédicohubosalido—.Estánrotasarasdecarneyenlasotrashaysuciedadyalgunaspartículasduras.¿Podemostomarmuestras?

—Tomemuestrasdepartículasytambiénunpardemuestrasdelesmalte—respondióCrawford—.Luegolescomunicaremoslosresultados.

Lamar, un enjuto empleado de pompas fúnebres que despedía aroma dewhisky, entró en la sala cuando Clarice estaba ejecutando la orden deCrawford.

—Hadebidotrabajarusteddemanicura—comentó.Lesalegródescubrirquelavíctimanoteníamarcasdeuñasenlaspalmasdelasmanos,indicación,como en los otros casos, de que había muerto antes de ser sometida a lodemás.

—¿Quiere tomarle las huellas boca abajo, Starling? —le preguntóCrawford.

—Seríamásfácil.

—HagamosprimerolosdientesyluegoLamarpuedeayudarnosadarlelavuelta.

—¿Sólofotografíasohagounesquemadetodaladentadura?

—Sólo fotos. Un esquema sin radiografías no sirve de nada—contestóCrawford—. Con las fotos podremos eliminar a unas cuantas mujeresdesaparecidas.

Lamar,consusmanosdeorganista,eraunhombresumamentecuidadoso;siguiendolasinstruccionesdeStarling,abriólabocadelavíctimayretiróloslabiosafindequeellapudieseacercarlaPolaroidparafotografiarcondetalletoda la zona frontal de la dentadura. Aquello no presentó dificultades; encambio, para fotografiar lasmolares tuvoque emplear un reflector palatal yvigilar el resplandor que transparentaba lamejilla para asegurarse de que elflashiluminabacorrectamenteelinteriordelacavidadbucal.Nuncalohabíallevadoacabo;sólolohabíavistohacerenclasedeprácticasforenses.

Starling observó la gradual aparición de la imagen de la primerainstantánea de los molares, modificó la intensidad de la luz y tomó unasegunda fotografía. Era de mejor calidad. La tercera resultó francamentebuena.

—Tiene algo en la garganta —observó Starling. Crawford examinó lafotografía.Enellaaparecíaunobjetocilíndricooscuro,situadojustodetrásdel

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velodelpaladar.

—Demelalinterna.

—Cuando aparece un cadáver en el agua, es frecuente que lleve hojas uotrascosasen laboca—dijoLamar,ayudandoaCrawforda inspeccionar laboca.

Starlingsacóunosfórcepsdesubolsa.MiróaCrawforddesdeelotroladodel cadáver.Él asintió con un gesto.Clarice tardómenos de un segundo enextraerlo.

—¿Quées?¿Unavainaconsemillas?

—Nadadeeso.Eselcapullodeuninsecto—repusoLamar.Teníarazón.Starlinglodepositóenunfrasco.

—Tendríanqueenseñárseloalencargadodelserviciodeextensiónagraria—comentóLamar.

Una vez colocada boca abajo, tomar las huellas de la víctima fue fácil.Starling se había preparado para lo peor, pero no hizo falta emplear lostediosos y delicados métodos a base de inyecciones ni emplear lasproteccionesparadedoslastimados.Imprimiólashuellasenunacartulinafinaque sujetaba un aparato en forma de calzador. Tomó también una serie dehuellasplantares,porsinodisponíandeotrareferenciaquelastomadasenelhospitalalnacer.Enlapartealtadeloshombrosfaltabandostrozosdepiel,idénticos,deformatriangular.Starlingtomófotografías.

—Mídalas—ordenóCrawford—.AlachicadeAkronlehizouncorteenlaespaldaalrajarlelaropa;erapocomásqueunrasguño,perocoincidíaconel corte que había en la blusa que se encontró junto a la carretera.Esto, noobstante,esnuevo;nolohabíavistoenlosotroscasos.

—Esamarcaquelecruzalapantorrillapareceunaquemadura—observóStarling.

—Esolotienenmuchosviejos—comentóLamar.

—¿Cómodice?—preguntóCrawford.

—HEDICHOQUEESOLOTIENENMUCHOSVIEJOS.

—Leheoídoperfectamente; loquequería esqueme lo explicase. ¿Quéquieredecirquelotienenmuchosviejos?

—Losviejosmuerenmuchasvecestapadosconunaesterillaeléctricaque,aunquenoestémuycaliente,lesproduceesasquemaduras.Aunmuertounaesterillaleproducequemaduras.Porquenohaycirculaciónsanguínea.

—LediremosalpatólogodeClaxtonquelocompruebeynosdigasiesa

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marcaesposterioralamuerte—ledijoCrawfordaStarling.

—Producida por el silenciador del tubo de escape de un coche,seguramente—añadióLamar.

—¿Cómodice?

—PORELSILENCIADOR…queeso lohaproducidoelsilenciadordeltubo de escape de un coche. Mire, a Billie Petrie lo mataron a tiros y lometieron en el maletero de su coche. Su mujer anduvo buscándole con elcochedurantedosotresdías.Elsilenciadordelcochesecalentóycuandolotrajeronaquíteníaesasmismasquemaduras,sóloqueenlacadera—explicóLamar—. Yo no puedo transportar la compra en el maletero de mi cocheporqueelheladosederrite.

—Excelenteexplicación,Lamar.Ojalátrabajaseustedenmidepartamento—dijoCrawford—.¿Conocealosindividuosquelaencontraronenelrío?

—JabboFranklinysuhermano,Bubba.

—¿Aquésededican?

—ApelearseenelMoose,aburlarsedelagentequenosemeteconellos;uno entra en el Moose para tomar una copa después de pasarse el díacontemplando a los difuntos, y al momento: «Anda, Lamar, siéntate ahí ytócanos Filipino Baby». Te hacen tocar Filipino Baby treinta veces en eseviejopianocochambroso.EsoesloquelegustaaJabbo.«Bueno,invéntatelaletra, si no la sabes», te dice, «pero esta vez procura que rime». Tiene unapensión de los veteranos delVietnam que cobra porNavidad.Hacemás dequince años que cada día, cuando llego a trabajar, pienso queme lo voy aencontrarenestamesa.

—Necesitaremospruebasdeserotoninaen lasheridasde losanzuelos—dijoCrawford—.Levoyaenviarunanotaalpatólogo.

—Esosanzuelosestándemasiadojuntos.

—¿Cómodiceusted?

—Los Franklin han empleado un palangre que tiene los anzuelosdemasiado juntos.Es ilegal. Seguramente por eso nohan avisadohasta estamañana.

—Elinspectordijoquelohabíanencontradounoscazadoresdepatos.

—Supongo que sí debieron decirle que habían salido a cazar patos —replicóLamar—.TambiénlediránqueunavezpelearonconDukeKeomukaenHonolulu,formandoequipoconSatéliteMonroe.Ycréaselo,siquiere.Ysilegustanlasagachadizas,cojaunsacoy,aunqueestemosenépocadeveda,lellevarán a un sitio donde se hartará de cazarlas.Y luego le propondrán una

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partiditadebillar.

—¿Quéopinaustedqueocurrió,Lamar?

—LosFranklincalaronestepalangre;conestosanzuelostanjuntos,nohayduda de que es el suyo. Y estaban tirando de él para ver si habían cogidopescado.

—¿Porquéestátanseguro?

—Porqueestaseñoranoestátodavíaapuntodeflotar.

—Escierto.

—Por lo tanto, si no hubiesen tirado del palangre, no la habríanencontrado. Seguramente se asustaron y al final vinieron a denunciarlo. Siquiere,elguardaforestalpuedeconfirmárselo.

—Veremos—repusoCrawford.

—Muchas veces llevan un teléfono de manivela bajo el asiento delRarricharger,yesosíquesitecogen,teponenunamultadenotemenees,siesquenotemetenenlacárcel.

Crawfordarqueólas59jas.

—Eso se llama telefonear a los peces—dijo Starling—. Se conecta uncablealabateríadelcoche,semeteotroenelagua,seaccionalamanivelayseproduceunadescargaeléctrica.Lospecesquedanatontados,flotandoenlasuperficie,ysólohayquerecogerlos.

—Exacto—corroboróLamar—.¿Esusteddeporaquí?

—Eso se hace en muchos sitios —repuso Starling. Starling sintió elimpulsodedeciralgoantesdequecerrasenlacremalleradelabolsa,dehacerungestooexpresardealgúnmodosusentimientodepesar.Alfinalsacudiólacabezaysepusoaguardarenelestuchelasmuestrasquehabíarecogido.

Era distinto una vez que el cadáver y el problema desaparecieron de suvista. En ese momento de pausa, Starling experimentó el gran horror de lalaborqueacababaderealizar.Sequitó losguantesyabrióelgrifodelagua.Deespaldasalahabitación,metiólasmuñecasdebajodelchorro.Elaguanoestabademasiadofría.Lamar,quelaobservaba,salióalpasillo.Regresódelamáquinaexpendedoraderefrescosconunalatadegaseosahelada,sinabrir,yselaofreció.

—No,gracias—ledijoStarling—.Notengoganasdebebernada.

—No,esparaquese lapongaaquí,enelcuello,yen lanuca.El frío laharáreaccionar.Vamuybien.Yolohagomuchasveces.

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Cuando Starling terminó de redactar la nota para el patólogo y la hubosujetado a la cremallera de la bolsa, el transmisor de huellas dactilares deCrawfordyachasqueabaenlaoficina.

Elhechodehaberencontradoaestavíctima tanpoco tiempodespuésdeproducirseelcrimeneraungolpedesuerte.

Crawford estaba decidido a identificarla cuanto antes para iniciar unabúsquedadelosposiblestestigosdelsecuestro.Sumétodocausabaproblemasatodoelmundo,peroerarápido.

CrawfordusabauntransmisordehuellasLittonPolicefax.Alcontrariodeloqueocurreconlamayoríadeaparatosfederalesdeestetipo,elPolicefaxescompatible con los sistemas de casi todas las jefaturas de policía de lasgrandes ciudades. La tarjeta con las huellas dactilares que Starling habíarecogidoapenasestabaseca.

—Cárguelausted,Starling.Tienemásmañaqueyo.

No laemborronees loquequeríadecir,yStarlingno lohizo, aunque lecostó bastante introducir en el pequeño tambor la doble tarjeta engomada,sabiendoqueseissalasdetransmisiónaguardabanesosdatosenotrostantospuntosdelpaís.

Crawfordestabaalteléfono,hablandoprimeroconlacentralitadelFBIyluegoconlasaladetransmisióndeWashington.

—¿Estántodosalaescucha,Dorothy?Deacuerdo,señores,lobajamosaunoveinteparaquelorecibanconclaridadynitidez.Compruebenqueestánauno veinte todos ustedes. Atlanta, ¿recibe bien? De acuerdo, ahí van lasimágenes…apartirdeestemomento.

Y acto seguido, la transmisión a baja velocidad, para no sacrificar lanitidez,queserecibíasimultáneamenteenlasaladetransmisióndelFBIyenlas de las principales jefaturas de policía del este, de las señales queconfigurabanlashuellasdelamuerte.SiChicago,Detroit,Atlantaocualquierotrademarcaciónidentificabalashuellas,labúsquedacomenzaríaencuestióndeminutos.

Después,Crawfordenviólasfotografíasdeladentaduraydelrostrodelavíctima. Starling le había cubierto la cabeza con una toalla por si la prensaamarillalograbahacerseconeldocumentográfico.

Cuando ya se marchaban, llegaron, procedentes de Charleston, tresmiembros de la Brigada de Investigación Criminal del Estado de Virginia.Crawfordsedetuvoyentrecalurososapretonesdemanosyefusivossaludosles entregó unas tarjetas con el número telefónico del Centro Nacional deInformacióndelCrimenqueestabadeserviciolasveinticuatrohorasdeldía.

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Starlingsededicóaobservarcuántotardabaeljefeenestablecerconellosunclima de cooperación basado en vínculos puramente masculinos. Sí,naturalmente, claro que llamarían para comunicar cualquier descubrimiento;eso por descontado, no pase cuidado, somos nosotros los que le quedamosagradecidos. A lo mejor no se trataba de vínculos puramente masculinos,pensóClarice;conellatambiéndabaresultado.

Lamar agitó los dedos desde el porche cuando Crawford y Starling sealejaronenelcochecelularconducidoporelchóferendirecciónalríoElk.Lagaseosa todavía estaba fría. Lamar la llevó a la despensa y se preparó unrefrescoparaél.

Capítulo13

—Déjameenellaboratorio,Jeff—leordenóCrawfordalchófer—.Luegollevas a la agente Starling al Smithsonian y la esperas para acompañarla aQuántico.

—A la orden. Procedentes del aeropuerto nacional, cruzaban el ríoPotomachacia el centrodeWashington, endirección contraria a la riadadetráficoqueaúltimahoradelatardeabandonabalaciudad.

EljovenqueibaalvolanteparecíatemerosodeCrawfordyconducíaconexcesivacautela,pensóStarling.Noobstante,lecomprendíamuybien;enlaacademia era del dominio público que el último subordinado de Crawford,culpable de haber causado problemas al jefe, investigaba robos de menorcuantíaenlasinstalacionesdelDEW,grupodeestacionesderadarsituadasenelCírculoPolarÁrtico.

Crawfordnoestabadebuenhumor.Habíantranscurridonuevehorasdesdelatransmisióndelashuellasyfotografíasdelcadáverylavíctimatodavíanohabíasidoidentificada.EncompañíadeungrupodesoldadosdelasfuerzasarmadasdeVirginiaoccidental,Starlingyélhabían rastreado, sin resultado,lasorillasdelríoyelpuentehastaelanochecer.

En el avión, Starling le oyó requerir por teléfono los servicios de unaenfermeradenocheparasucasa.

ElcochedelFBIparecíaprodigiosamentesilenciosodespuésdelaPiraguaAzul,yhablarresultabamáscómodo.

—Encuanto lleveestashuellasa Identificación,enviaréuna informaciónurgente así como la orden de contactar con el IDL —dijo Crawford—.Hágameunborradordeunacircularparaelarchivo.Unacircular,noun302.

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¿Sabecómosehace?

—Sí.

—ImaginemosqueyosoyelIDL.Dígamequéhaydenuevo.

Claricetardóunosinstantesencomprenderdequésetrataba…ysealegróde que Crawford, al pasar junto al monumento a Jefferson, concentrase laatenciónenelandamiajequelorevestía.

El índice Descriptivo Latente del sistema informático de la sección deIdentificación compara las características de un crimen en curso deinvestigaciónconlastendenciasdeloscriminalesconocidosquealmacenaensusarchivos.Cuandoencuentraanalogíassignificativas,sugieresospechososypresenta sus huellas dactilares. Entonces un operador humano compara lashuellasdelarchivoconlashalladasenlaescenadelcrimen.TodavíanohabíahuellasdeBuffaloBill,peroCrawfordqueríatenerlotodoapunto.

Ese sistema requiere que la información se suministre mediante frasesbrevesyconcisas.Starlingintentócomponeralgunas:

—Mujer, de raza blanca, de dieciocho a veintidós años, muerta a tiros,torsoymuslosdesollados…

—Starling,elIDLyasabequemataamujeres jóvenes,derazablanca,yque les despelleja el torso. Por cierto, use «despellejar»; «desollar» es unvocablomáscultoqueotroagentepodríanoemplear,ynoesseguroqueesamalditamáquinasepainterpretarsinónimos.Tambiénsabequelasarrojaaunrío.Loqueignorasonloselementosnuevosdeestecaso.¿Quéhaydenuevoaquí,Starling?

—Es la sexta víctima, la primera a la que arranca el cuero cabelludo, laprimera que presenta piezas triangulares de piel arrancadas en la zonaposteriorde loshombros, laprimera conundisparo en elpecho, laprimeraconunalarvadeinsectoenlagarganta.

—Haolvidadolasuñasrotas.

—No,señorCrawford,eslasegundaquepresentauñasrotas.

—Tiene razón.Escuche, en la circularque redacteparael archivo, anoteque lo de la larva es confidencial. Lo usaremos para eliminar confesionesfalsas.

—Estabapensandosinopodríaserqueenlosotroscasostambiénhubiesecolocadounalarvaouninsecto—dijoStarling—.Seríafácilpasaresedetalleporaltoenunaautopsia,sobretodotratándosedeuncadáverdescubiertoenelagua. Ya sabe usted lo que pasa; el forense advierte de inmediato la causaevidentede lamuerte, allí dentrohacecalor, quiere terminar cuanto antes…

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¿Podemoscomprobaresepunto?

—Sinonosquedaotroremedio…Naturalmente, lospatólogosdiránquenohanpasadoporaltoningúndetalle.LamuchachadeCincinnati,JaneDoe,todavíaestáeneldepósitodecadáveres.Lespediréquelaexaminendenuevo,pero lasotrascuatroyaestánenterradas.Unaordendeexhumaciónsiemprelevanta polvareda. En el caso de cuatro pacientes del doctor Lecter quemurieronmientrasfrecuentabansuconsulta,tuvimosqueexigirlaexhumaciónporque teníamos que determinar la verdadera causa de la muerte. Pero,créame,esuntrámitemuyengorrosoyqueademástrastornaalosfamiliares.Sólo lo exigiré si realmente no quedamás remedio, pero antes de decidirloquieroverquéaveriguaustedenelSmithsonian.

—Arrancarelcuerocabelludo…noesfrecuente,¿verdad?

—Espococorriente,efectivamente—declaróCrawford.

—Ysin embargo el doctorLecter dijo queBuffaloBill lo haría. ¿Cómopudosaberlo?

—Nolosabía.

—Perolodijo.

—Esonoesningúnmisterio,Starling.Amínomesorprendiódemasiado.DiríaquefuemuyrarohastaelcasoMengel,¿lorecuerda?¿Elquearrancóelcuero cabelludo a la mujer? A partir de entonces surgieron dos o tresimitadores.Losperiódicos,cuandoempezaronaemplearelmotedeBuffaloBill, observaron más de una vez que este asesino no arrancaba el cuerocabelludoasusvíctimas.Apartirdeeso,estámuyclaro;seguramentesiguecon interés las noticias relativas a su persona. Lecter se limitó a hacer unaconjetura. No dijo cuándo empezaría a arrancarles el cabello, demodo quenunca podía equivocarse. Si capturábamos a Buffalo Bill sin que hubiesearrancadoelcabellodelavíctima,Lecterhubieradichoquelodetuvimosjustoantesdequesedispusieseahacerlo.

—EldoctorLectertambiéndijoqueBuffaloBillviveenunacasadedosplantas.Nuncahemoscomentadoesaafirmación.¿Porquélaharía?

—Eso no es una conjetura. Probablemente es verdad y Lecter hubierapodido explicarle elmotivo, pero no lo hizo porque quería intrigarla. Es laúnicadebilidadquehepodidodescubrirle:siempretienequequedarcomoelmáslisto;siemprehadesermásinteligenteyperspicazquecualquiera.Haceañosquepracticaesejuego.

—Medijoustedquecuandonosupieseunacosa, lapreguntase;ahora lepidoquemeloexplique.

—Deacuerdo.Dosdelasvíctimasmurieronahorcadas,¿verdad?Señales

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deligadurasenlapartealtadelcuello,desplazamientocervical,indiciostodosellosdemuerteporahorcamiento.ComosabeeldoctorLecterporexperienciapropia,Starling,esmuydifícilahorcaraunapersonaencontradesuvoluntad.Lagente se ahorca a símismacon relativa frecuencia, colgándosehastadelpomodeunapuerta.Inclusoseahorcansentados;nocuestamucho.Pero,encambio,ahorcaraotrocuestalosuyo;inclusohabiéndoleatado,sihayalgoenqueapoyarlospies,lograaferrarseaello.Unaescalademanosiempresuscitasospechas;lavíctimanolasubeconlosojosvendadosysivelasoga,menosaún.Lamaneramásfácildeahorcaresempleandolasescaleras.Lasescalerasnolevantansospechas.Alavíctimaseledicequesubaconcualquierpretexto,parairallavabooloquesea;selaobligaasubirconunacapuchapuesta,selepasaelnudoporelcuelloyse laempujaescalerasabajo,despuésdeatar lasoga a la barandilla del rellano.Es la única forma eficaz de ahorcar en unacasa particular. La popularizó un sujeto de California. Si Buffalo Bill nodispusieradeescaleras, lamataríadeotra forma.Yahorademe losnombresdelinspectordePotterydelsargentodelapolicíaestatal.

Starlinglosbuscóenunblocdenotasylosleyóalaluzdeunbolígrafo-linternaquesujetóentrelosdientes.

—Perfecto—declaróCrawford—.Siemprequeenvíeunaordenurgenteyde alcance nacional, mencione los nombres de los policías que hanproporcionadola información.Oírsusnombres les tornamásreceptivosa laorden y además la fama les ayuda a recordar que tienen que llamarnos sidescubrenalgunacosa.¿Quélediceaustedlaquemaduradelapierna?

—Dependesiesposterioralamuerte.

—¿Encasodequelofuera?

—Pues que Buffalo Bill posee un camión cerrado, una camioneta o uncochefamiliar.Unvehículolargo.

—¿Porqué?

—Porquelaquemaduracruza lapantorrilla transversalmente.Sehallabanen laDécimayPennsylvania,ante lanuevasededelFBI,a lacualnadieserefierenuncaconelnombredeEdificioJ.EdgarHoover.

—Jeff,puedesdejarmeaquí—dijoCrawford—.Aquímismo,nobajesalaparcamiento. No hace falta que bajes del coche, pero ábreme el maletero.Starling,vengaaenseñármelo.

Salió con Crawford y mientras éste recogía el datafax y su cartera ellaexplicó:

—Metió el cadáver en un vehículo del tamaño suficiente para que elcuerpoquedase tendidode espaldas—dijoStarling—.Es la única formade

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quelapantorrillaquedaseenelsuelosobreeltubodeescape.Enunmaleterocomoeldeestecoche,elcuerpoquedaríaencogidoytumbadodeladoy…

—Sí.Yotambiénloveoasí—replicóCrawford.Comprendióentoncesquelahabíahechobajarparapoderhablarconellaasolas.

—Cuando le dije a ese policía que eramejor no hablar de ciertas cosasdelantedeunamujer,semolestóusted,¿verdad?

—Puessí.

—Eraunapuracortinadehumo.Queríahablarconélasolas.

—Losé.

—De acuerdo.—Crawford cerró elmaletero de golpe y se dio la vueltaparaalejarse.Starlingnopodíadesaprovecharlaocasión.

—Tieneunaciertaimportancia,señorCrawford.

Élregresabahaciaella,cargadoconelfaxylacartera,ydedicándoletodasuatención.

—Esospolicíassabenquiénesustedyelcargoqueocupa—ledijo—.Yleobservanfijándoseencómoactúa.

—De pie en la acera, alzó los hombros elevando al mismo tiempo laspalmasdelasmanos,decepcionada.Yaestabadicho;eralaverdad.

—Entendidoyanotado,Starling.Ahoraatrabajarconeseinsecto.

—Alaorden.Claricelevioalejarse;eraunhombreyamaduro,cargadodeequipaje,conlaropaarrugadadelviajeylospuñosdelacamisarozadosdelbarrodelaorilladelrío,queregresabaasucasa,aloqueallíleesperaba.

En aquel momento, Clarice hubiera matado por él. Ése era uno de losgrandestalentosdeCrawford.

Capítulo14

ElMuseo Nacional de Historia Natural de Smithsonian hacía horas quehabíacerradosuspuertas,peroCrawfordhabíatelefoneadopreviamenteyunvigilante esperaba a Clarice Starling en la entrada de la avenida de laConstitución.

Dentro del museo, las luces eran escasas y reinaba el silencio. Sólo lacolosalfiguradeuncaudillodeunatribudelosmaresdelsur,situadaantelaentrada,alcanzabalaalturasuficienteparaquelamortecinabombilladeltecho

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leiluminaselacara.

ElguíadeStarlingeraunnegrocorpulentoquevestíaelpulcrouniformedelpersonaldevigilanciadelSmithsonian.Cuandoalzólacarahacialaslucesdel ascensor, Clarice pensó que se parecía un poco al caudillo. Aquellaabsurda divagación le produjo unmomentáneo alivio, como el que producefrotarseuncalambre.

Elsegundopiso,contandoapartirdelgranelefantedisecado,unaplantadeenormes proporciones cerrada al público, alberga los departamentos deantropologíayentomología.Losantropólogosdicenqueeselcuartopiso;losentomólogosafirmanquesetratadelterceroyunoscuantoscientíficosdelaseccióndeagronomíaaseguran tenerpruebasdequeen realidadesel sexto.Cada una de las tres facciones posee un local en el viejo edificio, con susdependenciasysubdivisiones.

Starlingseguíaalguíaporunsombríolaberintodepasillosforradoshastaunagranalturaconcajonesdemaderaqueconteníanmuestrasantropológicas.Sólounaspequeñasetiquetasrevelabansucontenido.

—Enesascajashaymillaresdepersonas—dijoelvigilante—.Cuarentamilejemplares.

Comprobólosnúmerosdelasoficinasconlalinternaydejócaerlaluzporlasetiquetasmientrasseguíanandando.

Loscráneosceremonialesyloscapazosparatransportarreciénnacidosdelaculturadyakdieronpasoaloshomópteros,yClariceysuguíadejaronatrásalHombreparapenetrarenelprimitivoymejorestructuradouniversodelosInsectos. Ahora el pasillo aparecía forrado por murallas de grandes cajasmetálicaspintadasdeverdepálido.

—Treintamillonesdeinsectos,dejandoapartelasarañas,porsupuesto.Noseleocurranuncaincluiralasarañasconlosinsectos—leadvirtióelvigilante—. Los entendidos se pondrían como fieras. Ya hemos llegado; ahí, eldespacho que está iluminado. No intente salir sola. Si no se ofrecen aacompañarla, llámeme a esta extensión; es la oficina de guardia. Vendré abuscarla.

El vigilante le entregó una tarjeta y semarchó. Clarice se hallaba en elcorazóndeEntomología,unarotondaelevadaavariosnivelesdealturasobreelgranelefantedisecado.Allíestabaeldespacho,conlaslucesencendidasylapuertaabierta.

—¡Tiempo, Pilch! —Una voz de hombre, chillona de excitación—.Adelante.¡Tiempo!

Starlingsedetuvoenelumbral.Sentadosaunamesade laboratorio,dos

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hombresjugabanalajedrez.

Tendrían ambos unos treinta años; uno era moreno y flaco; el otro,rechoncho,teníaelpelorojoytiesocomoelalambre.Estabanabsortoseneltablero. Si advirtieron la presencia de Starling, no lo manifestaron. Y siadvirtieron la presencia del enorme escarabajo rinoceronte que avanzabalentamenteporeltablerosorteandolaspiezas,tampocodieronseñaldeello.

Elescarabajollegóalbordedeltablero.

—¡Tiempo,Roden!—exclamóentoncesel flaco.El rechonchomovió sualfilydiolavueltaalescarabajo,queempezóarecorrerendireccióncontrarialadistanciaqueacababadecubrir.

—¿Cuandoelescarabajollegaalaesquinaseacabaeltiempo?—preguntóStarling.

—¡Naturalmente!—contestó el rechoncho levantando la voz pero no lavista—.Naturalmente.¿Cómoquierejugar?¿Haciéndolecruzareltableroendiagonal?¿Contraquiénjuegausted,contrauncaracol?

—Traigo el ejemplar que ha motivado la llamada del agente especialCrawford.

—No entiendo cómo no hemos oído el ulular de su sirena—replicó elrechoncho—.LlevamosesperandoaquítodalanocheparaidentificarunbichodelFBI.Losbichossonlonuestro.NadienoshadichonadadelejemplardelagenteespecialCrawford.Lomejorquepuedehaceresenseñárseloenprivadoasumédicodecabecera.¡Tiempo,Pilch!

—Encualquierotromomentoestarémásqueencantadadefamiliarizarmecon sus costumbres, señores—dijo Starling—, pero como esto es urgente,manosalaobra.Tiempo,Pilch.

Elmorenosegiróparamirarlaylavioapoyadaenelmarcodelapuertacon la cartera en lamano. Introdujo el escarabajo en una caja que conteníaserrínpodridoylocubrióconunahojadelechuga.

Cuandoselevantó,Claricevioqueeraalto.

—Me llamo Noble Pilcher —dijo— y éste es Albert Roden. ¿Le urgeidentificaruninsecto?Estaremosencantadosdeayudarla.—Pilcherteníaunacara alargada y simpática, pero sus ojos negros, algo maliciosos yexcesivamente juntos, bizqueaban levementeyunode ellos capturaba la luzporseparado.Nohizogestodetenderlelamano—.Yustedeslaseñorita…

—ClariceStarling.

—Veamosloquenostrae.

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Pilcheracercóeltarrodevidrioalaluz.Rodenseacercó.

—¿Dóndelohaencontrado?¿Lohamatadoconsupistola?¿Ynohavistoasumamá?

AStarlingseleocurriópensarlobienquelevendríaaRodenuncodazoenlamandíbula.

—Shhh—rogóPilcher—.Díganosdóndelohaencontrado.¿Estabasujetoaalgo,untallo,unahoja,olohaencontradoenelsuelo?

—Yaveo—dijoStarling—.Nadieleshaexplicadonada.

—El director del museo nos ha rogado que permaneciésemos en eldespachoparaidentificaruninsectoparaelFBI—repusoPilcher.

—Nos ha mandado —precisó Roden—. Nos ha mandado quepermaneciésemosaquíhastaestashoras.

—Lohacemosconstantemente.NoslopidendeAduanasydelMinisteriodeAgricultura—explicóPilcher.

—Peronoaestashorasdelanoche—añadióRoden.

—Tendré que explicarles un par de cosas relacionadas con un caso dehomicidio —dijo Starling—. Estoy autorizada a ello siempre y cuandocomprendanquesetratadeunainformaciónconfidencialhastaqueelcasosehayaresuelto.Es importante.Hayvariasvidasen juego,y les ruegoquemecrean. Doctor Roden, ¿puede prometerme que respetará una informaciónconfidencial?

—Nosoydoctor.¿Tengoquefirmaralgo?

—Simedasupalabra,noseránecesario.Sólotendráquefirmarencasodequeprecisequedarseconlamuestraquehetraído,nadamás.

—Claroquelaayudaré.Nosoytanegoísta.

—¿DoctorPilcher?

—Escierto—declaróPilcher—.Noesmuyegoísta.

—¿Confidencial?

—Nodiréunapalabra.

—Pilchertampocoesdoctor,todavía—dijoRoden—.Tenemoselmismonivelacadémico.Peroobservequeélsilehapermitidoquelellamasedoctor.—Rodensellevólapuntadelpulgaralabarbilla,comoqueriendosubrayarlopertinentes que habían sido sus palabras—. Cuéntenoslo todo sin omitirdetalle. Cosas que a usted podrían parecerle irrelevantes, para un expertopuedenserinformaciónvital.

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—Este insecto se hallaba alojado en el velo del paladar de una mujervíctimadeasesinato. Ignorocómollegóhastaallí.ElcadáveraparecióenelríoElk,Virginiaoccidental;lavíctimallevabamuertapocosdías.

—SetratadeBuffaloBill.Loheoídoporlaradio—dijoRoden.

—Pero por la radio no dijeron nada del insecto, ¿verdad? —preguntóStarling.

—No,peromencionaronelríoElk.¿Vienedirectamentedeallí?¿Poresollegatantarde?

—Sí—contestóStarling.

—Debeestarcansada.¿Quiereunpocodecafé?—preguntóRoden.

—No,gracias.

—¿Agua?

—No.

—¿Coca-Cola?

—Creoqueno.Queremossaberdóndeestuvocautivaestamujerydóndefueasesinada.Confiamosqueesteinsectovivaenunhábitatconcreto,otengaunradiodeacciónlimitadooduermasolamenteendeterminadotipodeárbol,en una palabra, queremos averiguar de dónde procede este insecto. Les hepedidoquemantenganen secretoesta informaciónporque si elhomicidahacolocado el insecto deliberadamente, sólo él conoce este hecho, lo cual nospermitiría eliminar confesiones falsas y ahorrar tiempo. Son ya seis lasvíctimas.Eltiemposenosechaencima.

—¿Creeustedqueenestemomento,mientrasestamoscontemplandoestalarva, tiene secuestrada a otra mujer? —le preguntó Roden a pocoscentímetrosdelacara,conlascejasarqueadasylabocaabierta.Claricepudoverleel interiordelabocaydepronto,enunsegundo,cayóenlacuentadealgomás.

—Nolosé—Replicóconciertaestridencia—.Esonolosé—repitióparasuavizareltono—.Volveráamatarloantesquepueda.

—Pues nosotros averiguaremos esto lo antes que podamos —repusoPilcher—. No se preocupe; este trabajo es nuestra especialidad. No podríaestarustedenmejoresmanos.

—Conunaspinzas finas sacó el pardocapullodel frasco, lodepositó enunahojadepapelblancobajolaluzyaccionandounbrazoarticuladoacercóunalupa.

Elinsectoeraalargadoyparecíaunamomia.Sehallabaenfundadodentro

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deunaenvoltura translúcidaquedibujabasumorfologíacomounsarcófago.Lasextremidadessehallabantanadheridasalcuerpoqueparecíantalladasenbajorrelieve.Laminúsculacaratenlaunaexpresióndeseriedad.

—Enprimerlugar,nosetratadeuninsectoqueinfestehabitualmenteuncadáverexpuestoalaire libre,yes tambiénaccidentalelhechodequehayaaparecidoenelagua—declaróPilcher—.Noséhastaquépuntoconoceustedel mundo de los insectos ni qué tipo de información quiere que le demos.Digamosquetengounavagaidea.Quieroquemeloexpliquentodo.

—Deacuerdo.Setratadeunaninfa,esdecir,uninsectoquetodavíanohaalcanzado su forma perfecta, dispuesto dentro de la crisálida, esto es, elcapulloquelocontienemientrastienelugarlametamorfosisquelotransformadelarvaenadulto—explicóPilcher.

—¿Caparazón quitinizado, Pilch?—Roden arrugó la nariz para impedirqueresbalasenlasgafas.

—Sí, creo que sí. ¿Quieres bajar el Chu? Consultaremos los capítulossobre larvas. Bueno, esto es indudablemente la fase intermedia de un graninsecto. La mayoría de los insectos más desarrollados poseen esta fase.Muchosdeellosreviertenaellaparapasarelinvierno.

—¿Quéprefieres,consultarellibrooexaminarelbicho,Pilch?—preguntóRoden.

—Examinarlo. —Pilcher depositó el insecto en la platina de unmicroscopioyseinclinósobreelocularllevandoenlamanounasondadental—. Adelante: ausencia de órganos respiratorios precisos en la regióndorsocefálica;espiráculosmesotorácicosyalgunosabdominales.Empecemosporahí.

—Hummmm—selimitóareplicarRodenpasandopáginasdeunpequeñomanual—.¿Mandíbulasfuncionales?

—No.

—¿Parejasdegaleasdemaxilasenelbordeventraldelmesión?

—Sí,sí.

—¿Dóndeestánsituadaslasantenas?

—Adyacentesalmargenmesialdelosélitros.Dosparesdealas,anterioresy posteriores. El posterior queda completamente cubierto. Sólo quedanvisibles los tres segmentos abdominales inferiores. Cremáster con pequeñospunteados.Diríaquepertenecealoslepidópteros.

—Esloquediceaquí—replicóRoden.

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—Se trata de la familia a la que pertenecen lasmariposas y las polillas.Cubreunterritorioinmenso—dijoPilcher.

—Silasalasestánmojadas,vaaserunjaleo.Voyabuscarlasreferencias—declaróRoden—.Supongoquenohay formade impedir quemepongáiscomountrapomientrasestéfueradeaquí.

—Supongoqueno—repusoPilcher—.Rodenesunabellísimapersona—ledijoaStarlingencuantoaquélhubosalidodelahabitación.

—Nolodudo.

—Ahora no. —Pilcher parecía regocijado—. Hicimos la carrera juntos,atrapando cualquier tipo de beca que se pusiese a nuestro alcance. Élconsiguió una que le obligó ameterse en unamina de carbón a estudiar ladesintegracióndelosprotones.Pasódemasiadotiempoaoscuras.Peronoesmalapersona.Detodosmodos,leaconsejoquenomencioneladesintegracióndelosprotones.

—Procuraréevitareltema.Pilchersealejódelaluz.

—Loslepidópterosformanunafamiliaenorme.Unastreintamilmariposasycientotreintamilpolillas.Megustaríasacarladelacrisálida.Tendremosquehacerloparareducirelcampo.

—Deacuerdo.¿Puedesacarlasintenerquedividirla?

—Creoquesí.Mire,éstayahabíaempezadoasalirantesdemorir.Fíjeseenesapequeñafracturairregularquehayaquí,enlacrisálida.Estonosvaallevarciertotiempo.

Pilcher ensanchó la grieta quehabía en el capullo y sacó el insecto.Lasalas,adheridas,estabanempapadas.

Abrirlasfuecomotrabajarconunpañuelodepapeldobladoquincevecesymojado.Noseveíaningúndibujo.

RegresóRodenconloslibros.

—¿Listo? —preguntó Pilcher—. Andando: el fémur prototorácico estáoculto.

—¿Pilíferos?

—No tiene —contestó Pilcher—. ¿Le importaría apagar la luz, agenteStarling?

Clarice esperó junto a la pared a que Pilcher encendiese el bolígrafo-linterna. Él se alejó de la mesa y lo enfocó hacia el insecto, cuyos ojosresplandecieronenlaoscuridadreflejandoelfinohazdeluz.

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—Mochuelo—dictaminóRoden.

—Seguramente, pero ¿cuál? —replicó Pilcher—. Encienda la luz, porfavor. Se trata de un noctúrnido, agente Starling, una polilla nocturna.¿Cuántosnoctúrnidosexisten,Roden?

—Veintiséismil,deloscualessehandescritounos…veintiséismil.

—Aunquenohaytantosdeestetamaño.Bueno,ahoratetocabrillarati,amigomío.

LarojapelambredeRodencubrióelmicroscopio.

—Ahora hemos de estudiar la caetaxia, esto es la piel del insecto, paraactuar por eliminación y reducirlo a una especie—dijo Pilcher—. En estetema,elgenioesRoden.

Starlingtuvolasensacióndequeunaoleadadecordialidadhabíainvadidolahabitación.

RodencorrespondióiniciandounaferozdiscusiónconPilchersobresilasverrugas de la larva estaban dispuestas en círculos o no, controversia quealcanzóaladisposicióndelosbulbospilososdelabdomen.

—Erebusodora—anunciófinalmenteRoden.

—Vamosacomprobarlo—replicóPilcher.Cogieronlamuestra,bajaronenel ascensor a la planta inmediatamente superior al gran elefante disecado ypenetraronenunaenormeestanciacuadradaatestadadecajasverdepálido.Loque antaño fuera una única sala había sido dividida en dos niveles a fin deaumentar la capacidad de almacenamiento de insectos del Smithsonian. SehallabanenNeotropicalesdirigiéndosehaciaNoctúrnidos.Pilcherconsultósublocdenotasysedetuvoanteunacajasituadaamediaalturade laelevadamuralla.

—Hay que ir con cuidado con esos trastos —dijo corriendo la pesadapuertademetaldelacajaydepositándolaenelsuelo—.Sisetecaeenelpie,tepasassaltandotressemanas.

Deslizóeldedopor lahileradecajones, seleccionóunoy lo sacó.En labandeja,Starlingviounoshuevosdiminutos,lalarvaenuntuboconalcohol,uncapulloabiertoconunaninfamuysemejantealasuyayacontinuaciónelinsecto adulto, una gran polilla de un pardo casi negro, cuerpo peludo yesbeltasantenas,queconlasalasabiertasmediríaunosquincecentímetros.

—LaErebusodora—anuncióPilcher—.Latataguaobrujanegra.

Rodenyapasabapáginas.

—«Especie tropical que a veces en otoño llega en sus correrías hasta

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Canadá»—leyó—.«Las larvas se alimentandehojasde acacia,guarangoyotras plantas.Originaria de lasAntillas y del sur de losEstadosUnidos, enHawaiselaconsideraplagadelaagricultura».

Lahemoscagado,pensóStarling.

—VayaporDios—dijoenvozalta—.Porlovistoesosinsectosestánportodaspartes.

—Peronoentodaslasépocasdelaño.—Pilcherteníalacabezagacha.Setironeódelabarbilla—.¿CríandosvecesalañoRoden?

—Un segundo…A ver, sí; en el extremo sur de Florida y en el sur deTexas,sí.

—¿Cuándo?

—Enmayoyenagosto.

—Estabapensando—dijoPilcher—queelejemplarquenoshatraídoestáunpocomásdesarrolladoqueelnuestro,ytienepocassemanasdevida.Habíaempezado a fracturar el capullo para salir. En lasAntillas o enHawai seríacomprensible, pero aquí estamos en invierno; en este país había de esperartodavíatresmesesparasalir.Sólocabendosposibilidades:quehayacrecidoaccidentalmenteenuninvernaderoobienquelascríealguien.

—¿Criarlas,dequémodo?

—Enuncajónsituadoenunlugartemplado,conalgunashojasdeacaciaparaalimentaralaslarvashastaqueesténapuntodeencerrarseenelcapullo.Noesdifícil;cuestapoco.

—¿Se trata de una afición corriente? Aparte de los científicos yprofesionales,¿creeustedquelapracticamuchagente?

—No. Básicamente es cosa de entomólogos que intentan conseguir unejemplarperfecto,y talvezdeunospocoscoleccionistas.Claroquetambiénestálaindustriadelaseda;yasesabequeprecisadelacríadegusanos,peronosondeestaclase.

—Los entomólogos deben disponer de publicaciones, revistasespecializadasycomerciosquesuministrenelmaterialadecuado.

—Porsupuesto,yaquíserecibencasitodaslaspublicaciones.

—Lepropongounacosa—dijoRoden—.Aquíhayunpardepersonasqueestánsuscritasenprivadoaalgunasrevistas;selaspediréynocreoquetenganinconvenienteendejárselasparaquepuedaecharunvistazoaesasbobadas.

Cuenteconellomañanaporlamañana.

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—Muchasgracias,señorRoden.Dejaréencargadoquepasenabuscarlas.

PilcherfotocopiólasreferenciasdelaErebusodorayselasdiojuntoconelinsecto.

—Laacompañoabajo—dijo.Tuvieronqueesperarelascensor.

—A lamayoría de la gente les gustan lasmariposas y les repugnan laspolillas —dijo él—. Pero las polillas son más… interesantes, tienen másatractivo.

—Sondestructoras.

—Algunassí;bueno,muchas,perovivendemilmanerasdistintas.Comonosotros.—Silencioduranteunpiso—.Hayunaclasedepolillas,enrealidadmásdeuna,queviveexclusivamentedelágrimas—afirmó—.Esdeloúnicoquesealimentanobeben.

—¿Quéclasedelágrimas?¿Lágrimasdequién?

—Lágrimas de los grandes mamíferos terrestres, los que tienenaproximadamente nuestro tamaño. La antigua definición de polilla era«cualquier ser que lenta y silenciosamente come, consume o destruyecualquiercosa».Apolillarerasinónimodedestruir…¿Es loúnicoquehace,perseguiraBuffaloBill?

—Hago todo lo que puedo. Pilcher se pasó la lengua por los dientes; lalenguaparecíaungatomoviéndosebajounamanta.

—¿Nosalenuncaacenar?¿Atomarunahamburguesayunacerveza?¿Oatomarunacopaenunbar?

—Últimamenteno.

—¿Quierequevayamosatomaralgojuntos,ahora?Hayunsitionomuylejos.

—Ahora, no; pero cuando todo esto haya terminado, me hará muchailusión.PropóngaselotambiénalseñorRoden,naturalmente.

—Noveoquétieneesodenatural—replicóPilcher.Yyaenlapuerta—:Esperoquetermineconestocuantoantes,agenteStarling.

Ellaseapresuróhaciaelcochequelaesperaba.ArdeliaMapphabíadejadoen la cama de Starling el correo de su compañera y media barra deMars.Mappdormía.

Starlingbajóconlamáquinadeescribirportátilalalavandería,lacolocóen la repisa que se usaba para doblar la ropa e introdujo dos folios y papelcarbón.EnelviajederegresoaQuánticohabíahechounesquemamentaldesusnotassobrelaErebusodorayredactarlasnolellevómuchotiempo.

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Luego se comió la barra de Mars y escribió una nota para Crawford,sugiriendo repasar las listas de suscriptores de revistas entomológicas ycompararlasconlasdeloshomicidasdelosarchivosdelFBI,conlosdelasciudadesmáspróximasa lospuntosdesecuestroy tambiénconlosarchivosdecriminalessexualesyhomicidasdeMetroDade,SanAntonioyHouston,zonasenquelaspolillaseranmásabundantes.

Había otra cosa, además, que quiso mencionar por segunda vez:PreguntémoslealdoctorLecterporquéafirmóqueelasesinoibaaempezaraarrancarelcuerocabelludo.

Entregóestospapelesalagentequehacíaelturnodeguardiadenocheysedesplomóen laacogedoracama,oyendo todavía losmurmullosde lasvocesdeldía,másquedasque la acompasada respiracióndeArdeliaMappalotroextremo de la habitación. En la multitudinaria oscuridad volvió a ver ladiminutacaraseriadelapolilla.AquellosojillosrelucienteshabíanmiradoaBuffaloBill.

Lo último que surgió de la cósmica resaca fue la despedida delSmithsonian y un pensamiento que resumía el día: En este extrañomundo,estamitaddelmundoqueahoraestáaoscuras, tengoqueperseguiraunserquesealimentadelágrimas.

Capítulo15

EnunbarriodelestedeMemphis,Tennessee,CatherineBakerMartinysunoviopreferidoestabancontemplando,enelapartamentodeéste,unapelículaportelevisiónyechandocaladasaunapipacargadadehachís.Losintervalospublicitarioserancadavezmásprolongadosyfrecuentes.

—Tengoganasdepicaralgo.¿Quieresunaspalomitas?—dijoella.

—Yavoyabuscarlas.Dametusllaves.

—Notemuevas.Igualmentehedeiraversihallamadomamá.

Se levantó del sofá; era una joven alta, corpulenta ymaciza, casi gorda,dueña de una cara atractiva y de una abundante cabellera limpia y sedosa.Hallóloszapatosdebajodelamesadecaféysalióalexterior.

La noche de febrero era más desapacible que fría. Una tenue neblinaprovocada por el río Mississippi se cernía a ras de suelo envolviendo elespaciosoaparcamiento.Justoencimadesucabeza,Catherineadvirtiólalunaqueagonizaba,pálidayfinacomounanzuelodehueso.Levantarlacabezalahizosentirseunpocomarcada.Empezóacruzarelaparcamientoprocurando

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mantenerel rumbohacia lapuertadesucasa, situadaapocomenosdecienmetrosdedistancia.

El camión pintado de marrón estaba aparcado cerca de su apartamento,entrevariascaravanasyalgunaslanchascargadassobreremolques.Sefijóenél porque se parecía a los camiones de recaderos que a menudo le traíanregalosenviadosporsumadre.

Al pasar junto al camión, entre la niebla se encendió una lámpara. Setratabadeunalámparadepie,consupantalla,colocadaenelasfaltodetrásdelcamión.Bajo la lámparahabíaunapanzudabutaca tapizadaconunacretonaestampada,cuyas flores rojasdestacabanchillonasen laniebla.Levinoa lamenta lapalabra surrealistayechó lasculpasalporro. ¿Porquéextrañarse?Alguien semudaba.Alguien que se instalaba o cambiaba de residencia. EnStonchinge Villas siempre había movimiento de inquilinos. El visillo de supisosemovióysevioasugatoenelantepechode laventana,conel lomoarqueadoyapoyandoelcostadoenelcristal.

Teníalallaveenlamanoyantesdeintroducirlaenlacerraduramiróhaciaatrás.Unhombresaltódelapartetraseradelcamión.Alaluzdelalámparavioquellevabaunamanoenyesadayelbrazoencabestrillo.Catherineentróensuapartamentoycerrólapuertaconllave.

Apartóelvisillounosmilímetrosyvioqueelhombre intentabameter labutacaenlapartetraseradelcamión.

La agarró con el brazo sanoy trató de elevarla con la rodilla.Labutacacayó.Éllaenderezó,selamióundedoyfrotóunamanchadesuciedadqueelaccidentehabíacausadoenlacretona.

Catherinesalió.

—Siquiere,leechounamano.

—Conuntonodevozcorrecto;deseosadeayudarynadamás.

—¿Noleimporta?Gracias.

—Unavozpeculiar,forzada.Unacentoquenoeraeldeallí.

Laluzdelalámparaleiluminabalacaradesdeabajo,distorsionandosusfacciones pero no su cuerpo, que Catherine pudo ver con toda claridad.Llevabaunospantalonesverdecaqui,bienplanchados,yunacamisadeunaespeciedeante,desabrochada,querevelabaunpechopecoso.Teníaelmentónylasmejillassinvello, lisasytersascomolasdeunamujer,ysusojoseranunosmerospuntos relucientesentre las sombrasque la lámparaproducíaenlospómulos.

Él también la miró y ella reaccionó con cierta susceptibilidad.

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Generalmente, cuando se le acercaban, los hombres se sorprendían de sutamañoyalgunosdisimulabanmejorqueotrosesasorpresa.

—Perfecto—dijoél.

El hombre despedía un olormolesto yCatherine advirtió con desagradoqueelantedelacamisatodavíateníapelo,unospelosrizadosenloshombrosyenlassisas.

Levantar la butaca y depositarla en el suelo del camión fue sumamentesencillo.

—Empujémoslahaciadelante,¿leimporta?—dijoélsubiendoalcamiónyapartando algunos trastos, esas latas planas que se meten debajo de unvehículo para vaciar el aceite y un pequeño manubrio de esos que losmecánicosllamancabriasdeataúd.

Empujaron la butaca hacia delante, hasta dejarla justo detrás de losasientos.

—¿Usaustedunacatorce?—lepreguntóél.

—¿Cómo?

—¿Haceelfavordepasarmeesacuerda?Ahí,justoasuspies.

Cuandoellase inclinóparaverdóndeestabalacuerda,él ledescargóungolpeconelyesoenlanuca.Ellacreyóquesehabíadadouncoscorrónenlacabezaylevantóelbrazoparatantearenelmomentoenqueelyesogolpeabaotravez,aplastándolelosdedoscontraelcráneo,yotra,estavezdetrásdelaoreja,descargandounasucesióndegolpes,ningunoexcesivamentefuerte,quelahicierondesplomarseenlabutaca.

Resbalóhastaelsuelodelcamiónyquedótendidadecostado.

El hombre la observó unos instantes y luego se quitó el yeso y elcabestrillo.Metióatodaprisalalámparadentrodelcamiónycerrólaspuertastraseras.

Tiródelcuellodelablusadelachicayconunalinternaleyólatallaqueindicabalaetiqueta.

—Perfecto —murmuró. Rasgó la blusa por detrás con unas tijeraspequeñas,selaquitóyleatólasmanosalaespalda.Luegocolocóunaesteraenelsuelodelcamiónytumbóalamuchachabocaarriba.

No llevaba sujetador. Le palpó los grandes pechos con los dedos y acontinuacióncalibrósupesoytersura.

—Perfecto—dijo.

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Enelpecho izquierdo teníaunamancha rosada,productodealgún juegoerótico.Élselamióeldedoparafrotarla,comohabíahechoconlacretona,yasintiósatisfechoalverqueelenrojecimientodesaparecíaalsometerloaunaleve presión. Luego puso a la muchacha boca abajo y le examinó el cuerocabelludo,separandosuespesacabelleraconlosdedos.Elyesoalmohadilladonolehabíaproducidocortealguno.

Apoyó dos dedos en un costado del cuello, le tomó el pulso y notó quelatíaconnormalidad.

—Perfecto—dijo.Teníaunlargotrayectohastasucasadebajoyplantaypreferíanoempezarlasoperacionesaquí.

ElgatodeCatherineBakerMartinviopor laventanacómosealejabaelcamión, cuyas luces traseras fueron disminuyendo de tamaño y juntándosemásymás.

Detrásdelgatosonóelteléfono.Elcontestadorautomáticodeldormitorioregistrólallamada;lalucecitadelaparatoparpadeóenlaoscuridad.

QuienllamabaeralamadredeCatherine,senadoradelosEstadosUnidosporelEstadodeTennessee.

Capítulo16

En la década de los ochenta, la edad de oro del terrorismo, se habíanestablecido unas normas estrictas que entraban en vigor en el momento deproducirse un secuestro que tuviese relación con cualquier miembro delCongreso:

Alas2.45delamadrugada,elagenteespecialqueestabaalmandodeladelegacióndelFBIenMemphisinformóalasedecentraldeWashingtonquelaúnicahijadelasenadoraRuthMartinhabíadesaparecido.

Un cuarto de hora después, a las 3.00, dos furgonetas sin identificaciónsalieron del húmedo garaje subterráneo de la delegación de Washington,Buzzard’s Point.Una de ellas se dirigió al edificio del Senado, donde unostécnicos colocaron dispositivos de grabación y monitores de imagen en losteléfonosdeldespachodelasenadoraMartin,asícomouninterceptadorTitle3 en las cabinas públicas más próximas a la oficina de la senadora. EldepartamentodejusticiadespertóalmiembrodemenosrangodelaComisióndelServiciode InformacióndelSenadodandoasí cumplimientoal requisitodecomunicaroficialmentelainterceptacióntelefónica.

El segundo vehículo, una «furgoneta detective» dotada de cristales de

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espejo y equipo de vigilancia, quedó estacionada en laAvenida deVirginiaparacubrirlafachadadeWatergateWest,laresidenciadelasenadoraMartinenWashington. Dos de los ocupantes de la furgoneta entraron en ella parainstalarmonitoresdeimagenenlosteléfonosprivadosdelasenadora.

LacompañíaBellAtlanticestimabaensetentasegundoseltiempomediode localización de cualquier llamada de rescate efectuada desde un teléfonodomésticodeconmutacióndigital.

LaBrigadadeIntervencióndeBuzzard’sPointduplicósusturnosporsiseproducíaunavisoderescateenlazonadeWashingtonycambiósulongitudde onda, sustituyéndola por una frecuencia codificada, para proteger asícualquieravisoderescatedelaintrusióndeloshelicópterosdelosmediosdeinformación; esa clase de irresponsabilidad por parte de los medios decomunicaciónnoerafrecuente,perohabíaocurridoanteriormente.

ElEquipodeRescatequedóenestadodemáximaalertaydispuestoasertransportadoporaviónacualquierpuntodondeserequiriesensusservicios.

Todo elmundo confiaba que la desaparición de Catherine BakerMartinconsistiese en un secuestro perpetrado por profesionales por motivoseconómicos;talposibilidadofrecíalasmayoresgarantíasdesupervivenciadelavíctima.

Nadiemencionabalapeordelasposibilidades.Yentonces,pocoantesdelamanecer,enMemphis,unpolicíaque investigabaen laavenidaWinchesteruna denuncia interpuesta contra un merodeador detuvo a un vagabundo deedadqueandabarecogiendobasurayhojalatasporlaacera.Enelcarromatodeesehombre,elpolicíaencontróunablusademujerabrochadapordelante.La blusa estaba rasgada por detrás como una mortaja. En la etiqueta de lalavanderíafigurabaelnombredeCatherineBakerMartin.

JackCrawfordhabíasalidodesucasadeArlingtonyconducíahaciaelsurcuandoalas6.30delamañanaelteléfonodelcochesonóporsegundavezendosminutos.

—Nueveveintidóscuarenta.

—Cuarenta, espere para recibir a Alfa 4. Crawford vio un área dedescanso,penetróenellaydetuvoelmotorparaconcentrarsuatenciónenelteléfono.Alfa4eseldirectordelFBI.

—Jack,¿estáenteradodelodeCatherineMartin?

—Eloficialdeguardiaacabadellamarme.

—Entoncesyasabelodelablusa.¿Quémedice?

—Buzzard’s Point está en alerta de secuestro —contestó Crawford—.

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Quieroquesiga.Sisecancelalaalerta,quieroquesemantengalavigilanciatelefónica.Apesardelaaparicióndelablusa,notenemoslacertezadequesetratedeBuffaloBill.Sisetratadeunimitador,esposiblequellameparapedirunrescate.¿QuiénseencargadeefectuarlasinvestigacionespreliminaresenTennessee,nosotrosoellos?Ellos.

—Lapolicíaestatal.Soneficientes.PhilAdleracabadellamarmedesdelaCasaBlancapara transmitirmeel«extraordinario interés»delpresidenteporestecaso.Untriunfonosvendríadeperillas,Jack.

—Sí,yalohabíapensado.¿Dóndeestálasenadora?

—DecaminohaciaMemphis.Acabadellamarmeacasahaceunminuto.Yapuedeustedfigurarse.

—Sí.—CrawfordconocíaaRuthMartindelassesionesdepresupuestos.

—Está empleando a fondo todos los resortes de poder que tiene a sualcance.

—Locomprendoperfectamente.

—Yotambién—replicóeldirector—.Lehedichoqueestábamosyendoatoda máquina, como en los otros casos. Ella está… está enterada de susituación personal, Jack, y ha puesto un Lear oficial a su disposición.Empléelo;vuelvaacasaporlanoche,siemprequepueda.

—Gracias.Lasenadoraesunsargento,Tommy.Siseempeñaendirigirelcaso,vaahabertrompazos.

—Losé.Recurraamísino tienemásremedio.¿Cuánto tiempotenemoscomomáximo,seisosietedías,Jack?

—No lo sé. Si se asusta al descubrir quién es la víctima, es capaz deliquidarlaantesquealasdemás.

—¿Dóndeestáustedahora?

—AtreskilómetrosdeQuántico.

—¿ElaeródromodeQuánticotienecapacidadparaunLear?

—Sí.

—Habráunoallídentrodeveinteminutos.

—Alaorden.Crawfordmarcóunosnúmerosensuteléfonoyseintrodujodenuevoeneltráfico.

Capítulo17

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Embotadatrasunsueñoagitado,ClariceStarling,enbatayzapatillas,conla toallaechadaalhombro,aguardabaturnoparaentrarenelcuartodebañoque ella yMapp compartían con las alumnasde la habitación contigua.LasnoticiasdeMemphisqueoyóporlaradioladejaronheladaysinaliento.

—¡Dios mío! —exclamó—. ¡Dios mío! ¡EH, AHÍ DENTRO! ¡ESTECUARTO DE BAÑO QUEDA REQUISADO! ¡SALGAINMEDIATAMENTECONLASBRAGASPUESTAS!¡NOSETRATADEUNEJERCICIODEPRÁCTICAS!—Ysemetióenladuchadesplazandoaunasobresaltadavecina—.Apártate,Gracie,yhazmeel favordepasarmeeljabón.

Con lasorejas tiesaspor si sonabael teléfono,hizo el equipajeparaunanocheycolocójuntoalapuertaelestuchequeconteníaelmaterialdeperitajeforense.Seaseguródequelacentralitasupieraqueestabaensuhabitaciónyrenunció al desayunopara nodespegarsedel teléfono.Cuando faltabandiezminutos para la hora de clase, sin haber recibido ninguna llamada, bajócorriendoaCienciasdelComportamientocontodoelequipaje.

—ElseñorCrawfordhasalidoparaMemphishacetrescuartosdehora—ledijolasecretaria,meliflua—.LeacompañabaBurrouglis,ytambiénhaidoStafford,dellaboratorio,quehasalidodesdeelaeropuertonacional.

—Ledejéuninformeaquíanoche.¿Hadejadoalgúnrecadoparamí?SoyClariceStarling.

—Sí,yaséquiéneres.Tengoanotadotresvecestunúmerodeteléfonoycreo que en lamesa del señor Crawford aparece por lomenos otras tantas,Clarice.—LasecretariamiróelequipajedeStarling—.¿Quieresqueledigaalgocuandollame?

—¿HadejadoalgúnteléfonodeMemphis?

—No, llamaráparacomunicarlo.¿No tienesclaseshoy,Clarice?Todavíaestásenlaacademia,¿verdad?

—Sí,sí.

Laentrada,conretraso,deStarlingenelaulanofuefacilitadaporGraciePitman,lamuchachaalaquehabíaexpulsadodeladucha.GraciePitmansesentaba inmediatamente detrás de Starling. El camino hacia su asiento lepareció interminable y la lengua de Gracie Pitman tuvo tiempo de dar dosvueltas enteras dentro de su velluda mejilla antes de que Starling pudieraquedarsumergidaenelanonimatodelaclase.

Sin desayuno, tuvo que aguantar dos horas de «La excepción delfundamento de la buena fe a la norma exclusiva en la investigación y

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detencióndeunsospechoso»antesdepoderdirigirsealamáquinadelpasilloyengullirunaCoca-Cola.

A mediodía se dirigió a su buzón por si había algún mensaje, pero noencontró nada. Entonces se le ocurrió, como ya le había sucedido en otrasocasiones,quelafrustracióntieneunsabormuyparecidoaunjarabellamadoFleet’squelaobligabanatomardeniña.

Hay días en que uno se despierta cambiado. Ése era uno de tales paraStarling, y era plenamente consciente de ello. Lo que había visto el díaanterior en la funeraria dePotter había provocado en ella una pequeña fallatectónica.

Starling había estudiado psicología y criminología en una prestigiosafacultad. A lo largo de su vida había visto algunas de las monstruosas yespontáneas maneras con que el mundo provoca destrozos y siembra ladestrucción. Pero entonces todavía no sabía y ahora, en cambio, habíaadquiridounasólidacerteza:aveceselgénerohumanoproduce,trasunacaradehombre,unamentecuyoplaceresdedicarsealoqueyacíaenlamesadeloza de Potter, Virginia occidental, en aquella habitación forrada con aquelpapelderosasrojas.LaprimerapercepciónqueStarlingtuvodeesamentefuepeor que todo lo que había visto en las autopsias. Y dicho conocimientopermanecería adherido a su piel para siempre, y supo que tendría queendurecerseporque,delocontrario,lairíacarcomiendohastadestruirla.

Larutinacotidianadelaescuelanolaayudóenabsoluto.Durantetodoeldíatuvolasensacióndequeenelhorizontesucedíancosas.Leparecíaoíruningentemurmullo de acontecimientos, como el rumor que emite un estadiolejano,ylaperturbabaninsinuacionesdemovimientos,gruposquetransitabanpor los pasillos, sombras de nubes que desfilaban encima de su cabeza, elsonidodeunavión.

Al acabar las clases, Starling salió a correr, dio demasiadas vueltas a lapistadeatletismoyacontinuaciónsefueanadar.Estuvonadandohastaquelevinieronalamenteloscadáveresqueaparecíanflotandoenelríoyapartirdeesemomentoyanoquisosentirelaguaenlapiel.

Alassietedelatarde,encompañíadeMappyunadocenadeestudiantes,contempló el telediario en la sala de estar. El secuestro de la hija de lasenadoraMartinnoencabezabalasnoticiasperoeralaprimeradespuésdelasconversacionesdedesarmedeGinebra.

ProyectaronimágenesfilmadasenMemphis,empezandoporladelletrerodeStonehingeVillas,tomadaatravésdelaluzgiratoriadeuncochepatrulla.Losmediosdecomunicaciónordeñabanlanoticiay,conpocasnovedadesquedifundir,losinformadoresseentrevistabanunosaotrosenelaparcamientode

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Stonchinge.

LosaltoscargospolicialesdeMemphisydelcondadodeShelby,porfaltadecostumbre,agachabanlacabezaparahablaralashilerasdemicrófonos.Enuncaosdegritosycodazos,destellosdeobjetivosygrabacionesde sonido,enumerabanlascosasqueignoraban.CadavezqueuninvestigadorentrabaosalíadelapartamentodeCatherineBakerMartin,losfotógrafosseinclinabanyretrocedían,colisionandodeespaldasconlascámarasdetelevisión.

Unbreveeirónicovitoreoresonóenlasaladeestardelaacademiacuandola cara de Crawford apareció unos instantes en la ventana del apartamento.Starlingsonriómoviendosolamentemediaboca.

Se preguntó si Buffalo Bill estaría viendo las noticias. Se preguntó quépensaríadelacaradeCrawfordosisabríasiquieraquiéneraCrawford.

TambiénotraspersonaspensabanqueacasoBillestuvieracontemplandolatelevisión.

ApareciólasenadoraRuthMartin,quesalióendirectoconPeterJennings.Luegoquedósola,eneldormitoriodesuhija,enelquehabíaunbanderíndelaUniversidadSouthwestern,cartelesconelretratodeWileE.

CoyoteylaEnmiendadelaIgualdaddeDerechosenlaparedsituadaasusespaldas.

Eraunamujeralta,dueñadeunacaradepronunciadasfaccionesyrasgosvulgares.

—Medirijoalapersonaquetieneprisioneraamihija—dijo.Seacercóalacámaraprovocandoun imprevisto reenfoqueyhablócomonuncahubiesehabladoaunterrorista—.Mihijaestáensusmanos.Tieneustedelpoderdedejarquemihijanosufraningúndaño.SellamaCatherine.Esunamuchachamuydulceycomprensiva.Ustedcontrola la situación.Usted la tieneen susmanos. Usted la tiene a su cargo. Sé que es usted capaz de sentir amor ycompasión.Ustedpuedeprotegerlacontracualquiercosaquepretendahacerledaño.Ahoratieneustedunamaravillosaocasióndedemostraralmundoenteroquesabeloqueeslabondad,quetienelasuficientegrandezadeespírituparatrataralosdemásmejordeloqueelmundolehatratadoausted.MihijasellamaCatherine.

LosojosdelasenadoraMartinseapartarondelacámaraenelmomentoenquesuimagenerasustituidaporunapelículafamiliardeunaniñitaquedabasusprimerospasosagarradaalsedosopelajedeuncollie.

Lavozdelasenadorasiguiódiciendo:

—Lapelícula que está viendomuestra aCatherine de pequeña.Libere aCatherine.Libérelasinhacerledaño.Déjelaenlibertadencualquierpuntode

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estepaísytengalacertezaquepuedeustedcontarconmiayudaymiamistad.

A continuación, una serie de instantáneas: Catherine Martin a los ochoaños, sujetando la caña del timónde un velero.El barco se hallaba elevadosobre unos tacos de madera y su padre pintaba la quilla. Dos fotografíasrecientesdelajoven:unadecuerpoenteroyunprimerplanodelacara.

Ydenuevolasenadoraenprimerplano:

—Yo le prometo ante todo el país que puede contar usted con miincondicional ayuda siempre que lo necesite. Me hallo en situaciónprivilegiadaparaayudarle.SoysenadoradelosEstadosUnidos.Trabajoenlacomisión de defensa. Mis tareas se desarrollan en la Iniciativa de DefensaEstratégica,eseconjuntodearmasespacialesquevulgarmentellamamos«LaGuerrade lasGalaxias».Si tieneustedenemigos, lucharé contra ellos.Si leponenobstáculos,puedoeliminarlos.Puedeusted llamarmeacualquierhoradeldíaodelanoche.Catherineeselnombredemihija.Porfavor,demuestreustedsufuerza—dijoparaconcluirlasenadoraMartin—.LibereaCatherinesinhacerleningúndaño.

—Qué inteligente—comentóStarling.Temblaba comounahoja—.Diosmío,quéinteligente.

—¿El qué? ¿Lo de laGuerra de lasGalaxias?—replicóMapp—.Si losextraterrestres intentancontrolar lamentedeBuffaloBilldesdeotroplaneta,lasenadoraMartinpuedeprotegerle,¿eséseelmensaje?

Starlingasintióconungestodecabezayexplicó:

—Muchos esquizofrénicos paranoicos sufren esa alucinación concreta:control extraterrestre. Si lamente deBill funciona de esemodo, a lomejoresteenfoquelodesestabiliza.Perohasidounbombardeogenial,yellalohallevadoacaboconmuchavalentía,¿nocrees?

Tal vez consiga unos cuantos días más para Catherine. Quizá tengantiempodeminarunpocolaresistenciadeBuffaloBill,oquizáno;Crawfordopina que cada vez abrevia más los períodos. Por probar nada se pierde;puedenprobarotrascosas.

—Cualquier cosaprobaríayo si tuviera secuestrada aunahijamía. ¿Porquédecíatodoelrato«Catherine»?¿Porquétantorepetirelnombre?

—Porque intentabaqueBuffaloBill viese aCatherine comopersona.Lateoríaesqueél tendráquedespersonalizarla,verlacomounobjeto,antesdepoder destrozarla. Los asesinos reincidentes, algunos, han mencionado esepuntoconcretoenlasentrevistasaqueseleshasometidoenlacárcel.Dicenqueescomotrabajarsobreunmuñeco.

—¿VesaCrawforddetrásdeladeclaracióndelasenadoraMartin?

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—Esposible,aunquetambiénesposiblequelaorientacióngeneraldesuspalabrassedebaaldoctorBloom…Mira,ahíestá—dijoStarling.

Enlapantallaaparecióunaentrevistagrabadavariassemanasantesconeldoctor Alan Bloom, de la Universidad de Chicago, sobre el tema de losasesinosreincidentes.

EldoctorBloomsenegóacompararaBuffaloBillconFrancisDolarhydeoGarrettHobbs, o con cualquiera de los asesinos conocidos a través de suexperienciaprofesional.Tambiénsenegóausarelsobrenombrede«BuffaloBill».Laverdadesquenodijograncosa,perodetodoserasabidoqueerauneminente experto en la materia, probablemente el experto, y los medios decomunicaciónqueríanmostrarsurostroenlapantalla.

Emplearon susúltimaspalabraspara concluir el reportaje: «Nopodemosamenazarleconnadapeorquesupropiarealidad,esarealidada laque tienequeenfrentarsecadadía.Peroloquesípodemoshaceresrogarlequeacudaanosotros, porque estamos en condiciones de ofrecerle tratamiento y ayuda.Sobreestepuntoquisierasubrayarquenuestroofrecimientoesincondicionalyfrutodelamásabsolutasinceridad».

—Ayuda,buenafaltanoshaceatodos—comentóMapp—.Notedigolobien que me vendría a mí un poco de ayuda. Me encanta esa palabreríarelamidayfacilona.¿Entotalquéhadicho?Nada.YteapuestoloquequierasaqueencimanohalogradoconmoveraBuffaloBillenabsoluto.

—NodejodepensarenesapobrechicadeVirginia—dijoStarling—.Medistraigounrato,quéséyo,mediahora,yluegolavuelvoaverysemehaceun nudo en la garganta. Llevaba las uñas pintadas… No dejes que meobsesione,Ardelia.

Rebuscandoentresusmúltiplesentusiasmos,durantelacenaMappdisipóel pesimismo de Starling y fascinó a cuantos la escuchaban con disimulocomparando la métrica de las canciones de Stevie Worider con la de lospoemasdeEmilyDickinson.

Cuandosedirigíana lahabitación,Starlinghallóunrecadoensubuzón.Loabrióyleyólosiguiente:LlameaAlbertRoden,yunnúmerodeteléfono.

—Estodemuestramiteoría—ledijoaMappcuandoambassemetíanenlacamaconsuslibros.

—¿Quéteoría?

—Puesqueconocesadostíosyelquellama,conunainsistenciaplúmbea,eselquenoteinteresa.

—Yoséalgodeeso.

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Enaquelmomentosonóelteléfono.Mappsetocólapuntadelanarizconellápiz.

—Oye,sieselcachondodeBobbyLawrence,¿quieresdecirlequeestoyenlabiblioteca?—dijoMapp—.Dilequelellamaréyomañana.

Era Crawford, llamando desde un avión; la voz sonaba estridente en elteléfono.

—Starling,hagaelequipajeparadosnochesyreúnaseconmigodentrodeunahora.

Clarice creyó que Crawford se había alejado; sólo se oía un zumbidohueco;depronto,lavozregresóconbrusquedad:

—Notraigaequipodeningunaclase,sóloropa.

—¿Dóndemereúnoconusted?

—EnelSmithsonian.

—Ysepusoahablarconotrapersonaantesdecolgar.

—JackCrawford—dijoStarlingarrojandosubolsadeviajesobrelacama.

La cabeza de Mapp apareció por encima del Código Federal deProcedimiento Criminal. Entrecerrando uno de sus grandes ojos castaños,estuvoobservandoaStarlingmientraséstahacíaelequipaje.

—Noquierometerteideasextrañasenlacabeza—dijoalfin.

—Síquieres—replicóStarling,sabiendoloqueseavecinaba.Mapphabíahecho la carrera de derecho en la Universidad de Maryland pagándose losestudiosconelsueldoqueganabatrabajandoporlasnoches.Enlaacademiaera la segunda de la clase. Su actitud ante los libros era simplementedevorarlos.

—Mira,mañanatenemosexamendePenalydentrodedosdíaslapruebade P.E. Procura que Crawford, el jefe supremo, sepa que como no tengacuidado,puedenobligartearepetir.Encuantotediga:«Buentrabajo,señoritaStarling»,nohagaslachorradadecontestar:«Hasidounplacer».Teplantasdelanteyledicesalacara:«Cuentoconqueustedpersonalmenteseencarguedequenomehaganrepetirporhaberfaltadoaclase».¿Meexplico?

—PuedopresentarmeaPenalensegundaconvocatoria—contestóStarling,abriendounpasadorconlosdientes.

—Sí,claro,ysitepresentassintiempodeestudiarytesuspenden,¿creesquenotevanaobligararepetir?¿Estásdebroma?Teecharánporlapuertadeserviciosincontemplaciones.Elagradecimiento,Clarice,tieneunavidamuycorta.Hazqueteprometaquenadaderepetir.Tienesunasnotasbuenísimas,

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fuérzaleaque te loprometa.Hija,nuncavoyaencontrarunacompañeradehabitaciónqueunminutoantesdeclaseplanchetanrápidoybiencomotú.

StarlingcirculabaconelviejoPintoporlaautopistaabuenamarcha,adiezkilómetros menos de la velocidad en que empezaban las vibraciones delvolante. El olor a aceite caliente y moho, los traqueteos del chasis y losgemidosde la transmisiónevocaban tenues recuerdosde la camionetade supadre,recuerdosdeirsentadaasulado,juntoasushermanospequeñosque,incansables, no dejaban un instante demoverse. Ahora la que conducía eraella.Eradenoche; losrepetidosdestellosblancosdelas líneasdelacalzadapasabanbajolasruedas,constanteseintermitentes.Teníatiempoparapensar.Susmiedoslearrojabanelalientoalanuca;otrosrecuerdos,másrecientes,seagitabansincesarasulado.

AStarlingleatenazabaeltemordequesehubiesedescubiertoelcadáverdeCatherineBakerMartin.PodíaserqueBuffaloBill,aldescubrirdequiénsetratabasuvíctima,sehubieraasustado,lahubieramatadoylahubieraarrojadoaunríodespuésdecolocarleunalarvadeinsectoenlagarganta.

A lomejorCrawford traía el insecto para que lo identificasen. ¿Por quéotrarazónqueríaquesereunieseconélenelSmithsonian?Sinembargo,traeruninsectopodíahacerlocualquieragenteoinclusounmensajerodelFBI.Yéllehabíadichoquehicieseelequipajeparadosdías.

Entendía perfectamente que Crawford no le hubiese dado explicaciones,hablandocomohablabadesdeunradiotransmisorquepodíanotenergarantíasdeseguridad,perotenerquehacerconjeturaseraenloquecedor.

Halló en la radio una emisora dedicada exclusivamente a transmitirnoticiarios y esperó el inicio del informativo escuchando el boletínmeteorológico. Pero las noticias no le sirvieron de ayuda. Las relativas aMemphiseranunarepeticióndelasdelasiete.LahijadelasenadoraMartinhabíadesaparecido.Sehabíahalladosublusarasgadaenlaespalda,alestilodeBuffaloBill.Nohabía testigos.LavíctimahalladaenVirginiaoccidentalseguíasinseridentificada.

Virginiaoccidental.EntrelosrecuerdosdeClariceStarlingdelafunerariadePotterhabíaunosólidoyvalioso.Algoduradero,quebrillabadestacandoconluzpropiasobreelfondodelaslóbregasrevelaciones.

Algo que merecía la pena conservar. Clarice lo evocó deliberadamente,descubriendoquepodíaoprimirloparadarseánimo,comountalismán.EnlafunerariadePotter,depieanteelfregadero,habíahalladofuerzaenunafuentequealmismotiempoquesorprenderlaleagradaba:elrecuerdodesumadre.Starling,parasobrevivir,sehabíaalimentadodelafuerzadesupadre,recibidade segundamanoa travésde sushermanos; y la generosadádivaquehabía

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descubiertonosólolasorprendíasinoquelaemocionaba.

AparcóelcocheantelasedecentraldelFBIenlaDécimayPennsylvania.En la acera se habían instalado dos equipos móviles de televisión; losinformadores,alaluzdelosfocos,aparecíanexageradamenteacicalados.

Recitaban honestas informaciones sobre el fondo del edificio J. EdgarHoover.Starling esquivó los focosy recorrió a pie las dosmanzanasque laseparabandelMuseoNacionaldeHistoriaNaturaldelSmithsonian.

Viounaspocasventanasiluminadasenlospisosaltosdelvetustoedificio.Una furgonetade lapolicíadel condadodeBaltimore estaba aparcada en laplazuelasemicirculardelaentrada.ElchóferdeCrawford,Jeff,aguardabaalvolante de una camioneta de vigilancia estacionada inmediatamente detrás.CuandoviollegaraStarling,dijoalgoauntransmisorquellevabaenlamano.

Capítulo18

El vigilante del Smithsonian condujo aClarice Starling al segundo piso,contandoapartirdelgranelefantedisecado.Elascensorseabrióenlaenormeplanta sombría y en ella estaba Crawford, esperándola solo, con las manosmetidasenlosbolsillosdelagabardina.

—Buenasnoches,Starling.

—Hola—contestóella.Crawfordsedirigióalguardia.

—Desde aquí ya podemos ir solos, agente.Muchas gracias. Crawford yStarling avanzaron juntos por un corredor bordeado de bandejas apiladas ycajonesconmuestrasantropológicas.Eneltechoestabanencendidasalgunasluces, no muchas. Cuando Starling adoptó la actitud de Crawford, quecaminaba con la postura encorvada y reflexiva que hubiera convenido a unpaseo por los jardines de la academia, ella intuyó que él sentía deseos depasarle el brazo por el hombro y que lo hubiera hecho si le hubiera sidoposibletocarla.

Aguardóaqueéldijesealgo.Al finsedetuvo,semetió tambiénella lasmanosenlosbolsillosyquedaronambosfrenteafrente,mirándoseenaquelpasilloenvueltoenelsilenciodeloshuesos.

Crawford apoyó la cabeza en los cajones y realizó una profundainspiración.

—Catherine Martin probablemente sigue viva —dijo. Starling asintió ydejó la cabeza gacha.Tal vez a él le resultasemás fácil hablar si ella no le

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miraba.Él semostraba sereno, aunquealgo lo teníapreocupado.Starling sepreguntósihabríamuertosuesposa.TalvezfuesefrutodehaberpasadoeldíaenteroconlaangustiadamadredeCatherine.

—EnMemphisnohesacadonadaenclaro—dijoél—.Lasecuestróenelaparcamiento, creo. Nadie vio nada. Catherine entró en su apartamento yluego,poralgúnmotivo,saliódenuevo.Notenía la intencióndeestarfueramuchorato,porquedejólapuertaentreabiertaycorrióelpestilloparaquenose cerrara de golpe. Las llaves se encontraron encima del televisor.Dentro,todointacto.NocreoqueCatherinepermanecieseensucasamuchorato.Nollegóhastaelcontestadorautomáticoquehayeneldormitorio.Laluzrojaqueindicaqueseharecibidounmensajecentelleabatodavíacuandoelbobalicóndelnoviollamóporfinalapolicía.

Sin darse cuenta,Crawford dejó caer lamano en una bandeja repleta dehuesosyrápidamentelaretiró.

—Demodoquelatieneprisionera,Starling.Lascadenasdetelevisiónhanaccedidoanoefectuarunacuentaatrásenlostelediariosdelanoche;eldoctorBloomopinaquetalactitudlesirvedealicienteparaliquidarlas.

Detodasformas,alaprensasensacionalistanohabráquienseloimpida.

En un secuestro anterior, se halló una prenda de vestir rasgada por laespaldaconlasuficienterapidezparapoderidentificarlacomopertenecienteaunavíctimadeBuffaloBillmientrasaúnlamanteníaconvida.

Starling recordaba lamacabra cuenta atrás que, en unas primeras planasorladasdenegro,llevaronacabovariosperiódicosdelaprensaamarilla.Duródieciochodíasantesdequeaparecieseelcadáverflotando.

—Así que Catherine Baker Martin está esperando en el camerino deBuffaloBill,Starling,ycontamosquizáconunasemanadetiempo.Esocomomucho;Bloomopinaqueestáacortandolosperíodos.

Para ser Crawford, se había extendido notablemente hablando. Lautilización de «camerino», con su referencia al mundillo teatral, olía aexageración, aprólogo.Starlingguardó silencio, esperandoaque entrase enmateria,yélasílohizo.

—Pero esta vez, Starling, esta vez es posible que tengamos un pequeñorespiro.

Ella levantó los ojos y le miró por debajo de las cejas, esperanzada yatenta.

—Tenemosotroinsecto.Susamigos,Pilcheryese…otro.

—Roden.

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—Estántrabajandoenello.

—¿Dóndeestaba?¿EnCincinnati?¿Enlachicadeldepósitodecadáveres?

—No.Vengaconmigo.Selovoyaenseñar.Quierosaberquéopinausted.

—Entomologíaestáporelotrolado,señorCrawford.

—Lo sé. Doblaron la esquina y se encaminaron hacia la puerta deAntropología.Detrásdelcristalesmeriladohabíaluzyseoíanvoces.Clariceentró.

Treshombresvestidosdebatablancatrabajabanenunamesasituadaenelcentrode lahabitaciónbajounapotentebombilla.Starlingnoalcanzóaverquéhacían.

JerryBurroughs, deCiencias delComportamiento, inclinado por encimade sus hombres, tomaba notas en un cuaderno. En la habitación reinaba unolorconocido.

EntoncesunodeloshombresdebatablancasedesplazóparallevaralgoalfregaderoyClariceloviotodo.

En una bandeja de acero inoxidable depositada encima de la mesa detrabajo estaba «Klaus», la cabeza que ella había descubierto enGuardamueblesDesunión.

—ElinsectoloteníaMausenlagarganta—dijoCrawford—.Unminuto,Starling.¿Estáshablandoconlasaladeradio,Jerry?

Burroughsleíalasnotasdesucuadernoporteléfono.Tapóconlamanoelcomunicador.

—Sí, Jack; están a punto de difundir las fotografías deKlaus.Crawfordtomóelauricularqueélletendía.

—Bobby,noesperéislaconfirmacióndelaInterpol.Enviadlasfotografíasahora mismo, junto con el expediente médico. A los países escandinavos,AlemaniayHolanda.NoolvidéismencionarqueesposiblequeMausseaunmarino mercante que abandonó su barco. Sobre todo indicad que es muyprobable que la Seguridad Social de esos países posea una solicitud dereembolsoporlafracturadelpómulo;sellamaelarcocigomático.Recordadquehayqueenviarlasdosgráficasdentales,launiversalyladelaFederationDentaire. Se le calcula una edad, pero recalcad que se trata de un cálculoaproximado,porquenosepuedeconfiardemasiadoen las suturascraneales.—LedevolvióelteléfonoaBurroughs—.¿Dóndetienesuscosas,Starling?

—Enrecepción,abajo.

—El insecto ha sido encontrado por los de Johns Hopkins —declaró

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Crawfordmientrasaguardabanelascensor—.Estabanexaminandolacabezaapetición de la policía del condado de Baltimore. Lo tenía alojado en lagarganta,igualquelachicadeVirginiaoccidental.

—IgualqueenVirginiaoccidental.

—Todounéxito,Starling.LosdeJohnsHopkinslohanencontradohacialas siete de esta tarde. El fiscal del distrito de Baltimoreme ha llamado alavión.Haenviadotodoelpaquete,incluidoKlaus,paraquepudiéramosverloinsitu.TambiénqueríaconocerlaopinióndeldoctorAngelsobrelaedaddeKlausycuántosañosteníacuandosefracturóelpómulo.LaoficinadelfiscaltambiénconsultaalSmithsonian,comonosotros.

—Unsegundo.Tengoqueasimilartodoesto.¿EstáusteddiciendoquetalvezfueBuffaloBillquienmatóaKlaus?¿Haceaños?

—¿Acaso le parece demasiado traído por los pelos? ¿Demasiadacoincidencia?

—Enestemomentosí.

—Déjeloquecuezaunrato.

—Fue el doctor Lecter quienme indicó dónde encontrar aKlaus—dijoStarling.

—Efectivamente.

—El doctorLectermedijo que su paciente,BenjaminRaspail, afirmabahabermatadoaKlaus.PeroLectertambiéndijoqueensuopiniónlamuerteseprodujoporunaasfixiaeróticaaccidental.

—Asíes.

—YustedpiensaquequizáeldoctorLectersabeexactamentecómomurióKlaus,yqueelasesinonofueRaspailyquelamuertenofueproducidaporasfixiaerótica.

—Klaus teníaun insectoen lagargantay lachicadeVirginiaoccidentalteníatambiénuninsectoenlagarganta.Nuncahevistotalcosaenningúnotrocaso. Jamás he leído nada parecido y jamás he oído nada semejante. ¿Quéopinausted?

—Opino que usted me ha dicho que hiciese el equipaje para dos días.QuierequevayaaveraldoctorLecter,¿verdad?

—Usted es la única persona con quien se digna hablar. —Crawfordmanifestóunaprofundatristezaaldecir—:Mefiguroquearatosseburladeusted.

Ellaasintió.

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—Hablaremosdecaminoalpsiquiátrico—dijoél.

Capítulo19

—El doctorLecter llevaba años ejerciendo de psiquiatra antes de que ledetuviéramos por sus crímenes —dijo Crawford—. Era un eminenteespecialista al que consultaban con frecuencia los tribunales deMaryland yVirginiayotrosEstadosdelacostaoriental.Tieneunagranexperienciaenelcampo de la demencia criminal. Quién sabe lo que pudo haber instigado,meramentepordivertirse.Esposiblequesepaalgodeestecaso.Porotraparte,manteníaunaciertarelaciónsocialconRaspail,elcual,además,erapacientesuyo.QuizáRaspailledijoquiénmatóaKlaus.

Crawford y Starling se hallaban de frente, sentados en sendas sillasgiratorias en el compartimento trasero de la furgoneta de vigilancia,dirigiéndosehaciaelnortede laN95endirecciónaBaltimore, ciudadde laquesehallabanaunoscincuentakilómetrosdedistancia.Jeff,queeraquienconducía,habíaevidentementerecibidoórdenesdeavanzarabuenamarcha.

—Lecterseofrecióacolaborar,ofrecimientoqueyorechacédeplano.Yahe recibido su ayuda en otras ocasiones. Nunca nos comunicó nada deimportancia y la última vez su colaboración sólo sirvió para que a WillGraham le cosieran la cara a puñaladas.Y simplemente por pura diversión.Pero,queaparezcauninsectoenlagargantadeKlausyotroenlagargantadelachicadeVirginiaconstituyeunacoincidenciaquenopuedopasarporalto.AlanBloomjamáshaoídomencionarsemejantehecho,yyotampoco.¿Sehatopado usted con algo parecido, Starling?Usted, últimamente, ha leídomásliteraturaespecializadaqueyo.

—Nunca.Queseinsertendeterminadosobjetosenlasvíctimas,sí,perouninsectojamás.

—Doscosasparaempezar.Primeramente,nuestropuntodepartidaesqueel doctor Lecter sabe efectivamente algo concreto; en segundo lugar, noolvidemosenningúnmomentoqueLecterloúnicoquepretendeesdivertirse.Tenga siemprepresenteeste concepto: ladiversión.Tenemosque lograrqueLecter desee que detengamos aBuffaloBillmientrasCatherineMartin sigaaúnconvida.Todolopositivodeladiversiónhadeapuntarenesadirección.Nodisponemosdenadaconqueamenazarle;yalehanprivadodelretreteydesuslibros.Enestosmomentossehallaprácticamenteencueros.

—¿Qué ocurriría si simplemente le explicásemos la situación y leofreciésemosalgoacambio?Unaceldaconunaventana,porejemplo.Es lo

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quepidiócuandoseofrecióaayudar.

—Seofrecióaayudar,Starling,noaproporcionar información.Elhechodeproporcionarinformaciónnoleofrecelasuficienteoportunidaddealardear.Veoqueponeustedcaradeduda.Espartidariadedecirlelaverdad.Escuche.Lecternotieneprisa.Estásiguiendoestecasocomosisetratasedeunpartidodebéisbol.Si lepedimosquenosproporcioneinformación,decidiráesperar.Nonosladarádeinmediato.

—¿Ni siquiera a cambio de una recompensa? ¿Una recompensa que noobtendrásiCatherineMartinmuere?

—Supongamosqueledecimosquesabemosqueposeeinformaciónyquequeremosquenoslacomunique.Loquemásledivertiríaeshacernosesperar,fingiendosemanatrassemanaqueintentarecordar,avivandolaesperanzadelasenadoraMartin,dejandoluegomoriraCatherine,ydespuésatormentandoaunamadre,yluegoaotra,yluegoaotra,manteniéndolasenvilo,afirmandoqueestáapuntoderecordar…Esoseríaparaélmuchísimomásgratificantequedisponerdeunaventana.Vivedeeso,Starling.Deesosealimenta.Mire,no estoy seguro de que con la edad los hombres aprendan gran cosa, peroindudablementelosañosenseñanaevitardeterminadasdesgracias.Yaquíhaybastantesdesgraciasquepuedenevitarse.

—De modo que el doctor Lecter ha de creer que acudimos a élestrictamenteenbuscadeteoríaypercepción—dijoStarling.

—Correcto.

—¿Yporquémehaavisado?¿Porquénomehaenviadoaentrevistarlesinponermealcorriente?

—Porquequieroquesehallealmismonivelqueyo.Ustedharálomismocuandoocupeunpuestodemando.

Locontrariofuncionapocotiempo.

—Así pues, no se menciona el insecto de la garganta de Klaus ni seestablecerelaciónalgunaentreKlausyBuffaloBill.

—No.UstedvuelveavisitarleporquelehaimpresionadoelhechodequevaticinasequeBuffaloBillempezaríaaarrancarcabelleras.Hagaconstarqueyoestoymuyescépticoalrespecto,lomismoqueAlanBloom,peroquelaheautorizadoaque seentretengadesenredandoeseovillo.Ledicequeha sidousted designada para hacerle una oferta de ciertos privilegios, determinadascosas que sólo un personaje tan poderoso como la senadora Martin puedeconseguir. Es fundamental que Lecter crea que debe darse prisa, ya que laoferta, siCatherinemuere, se desvanece.Deocurrir tal cosa, la senadora sedesinteresaporcompletodeél.Yespecifiquequesifracasa,seráporquenies

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taninteligentecomoafirmanitienelosconocimientosnecesariosparahacerloquedijoqueharía,noporqueseniegueacolaborarparafastidiarnos.

—¿Ysedesinteresaráefectivamentelasenadora?

—Más vale que pueda usted declarar bajo juramento que desconoce larespuestaaesapregunta.

—Ya comprendo. De modo que la senadora Martin no había sidoinformada.Aquellorequeríaciertocoraje.

EvidentementeCrawfordtemíalasinterferenciasylepreocupabaelquelasenadoracometieseelerrordepedirayudaaldoctorLecter.

—¿Comprendeustedrealmente?

—Sí.¿CómopuedesereldoctorLecter losuficientementeconcretoparadirigirnos hacia Buffalo Bill sin demostrar que posee datos específicos?¿Cómopuedelograrlosinmásmediosquesucapacidaddepercepciónysusconocimientosteóricos?

—No lo sé, Starling. Ha tenido mucho tiempo para pensar en ello. Haesperadoporespaciodeseisvíctimas.

El teléfonode lafurgonetaempezóazumbaryacentellearalefectuar laprimeradelasllamadasqueCrawfordhabíaprogramadoconlacentralitadelFBI.

Durante los veinte minutos siguientes, Crawford estuvo hablando conoficialesqueconocíaenlapolicíaestatalholandesa,conunOverstelojtnantdelas fuerzas de seguridad suecas que había estudiado en Quántico, con unamigo que ocupaba el puesto de adjunto del Rigspolitichef de la policíagubernamental danesa, y sorprendió a Starling poniéndose a hablar en uncorrectofrancés,coneloficialencargadodelaguardianocturnadelaPoliceCriminelle belga. En todas esas ocasiones subrayó la urgente necesidad deidentificar cuanto antes a Klaus y a sus asociados. Cada una de esasjurisdicciones debía tener ya la solicitud expedida por télex por la Interpol,pero con esas llamadas personales se aseguraba de que se diese curso a lasolicitudconmayorrapidez.

Starling comprendió que Crawford había elegido la furgoneta por suavanzado sistema de comunicaciones estaba dotada de los más sofisticadosadelantostecnológicos—,aunquedichatarealehubieraresultadomáscómodadesde el despacho.Aquí tenía que revisar sus notas en un diminuto tableroiluminado por una luz lateral, y cada vez que los neumáticos pisaban unremiendo de alquitrán, saltaban. Clarice no tenía demasiada experiencia deservicio, pero sabía que era bastante infrecuente que un jefe de secciónanduviese en una furgoneta en una misión de este tipo. Crawford hubiera

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podidodarlelasinstruccionesporradioteléfono.Sealegródequenohubiesesidoasí.

Tenía la impresión de que el silencio y la calma que proporcionaban lafurgoneta, así como el pausado intervalo que permitía que la misión sedesarrollase con sosiego, habían sido comprados a un alto precio. Oír aCrawfordhablarporteléfonoconfirmótalintuición.

CrawfordhablabaconeldirectordelFBI.

—No, señor. ¿Han vuelto a autorizarlo? ¿Cuánto tiempo me dan? No,señor. No. Nada de dispositivos de escucha. Tommy, lo recomiendoencarecidamente.Insistoenello.Noquieroqueellalleveningúndispositivo.EldoctorBloomopinaexactamentelomismo.EstáenO’Hare,bloqueadoporlaniebla.Encuantodespeje,saldrá.Deacuerdo.

A continuación Crawford mantuvo una críptica conversación telefónicaconlaenfermeraquehacíaelturnodenocheensucasa.Alterminar,sequedómirando por la ventanilla por espacio quizá de un minuto, con las gafascolgadasdeundedoque reposabaen la rodilla; iluminadapor los farosquevenían en dirección contraria, la cara se le veía desnuda.Luego se puso lasgafasysevolvióhaciaStarling.

—Disponemos de tres días para entrevistar a Lecter. Si no obtenemosresultados,pasaamanosdelapolicíadeBaltimore,quelointerrogaafondomientrasseloautoriceeljuzgado.

—Laúltimavez, los interrogatorios no sirvieronde gran cosa.El doctorLecternosedejaimpresionar.

—¿Quélesdiodespuésdetantashoras,unagallinadepapel?

—Unagallina,sí.LaarrugadagallinadepapelestabatodavíaenelbolsodeStarling.Éstalaalisóencimadelpequeñotableroylaaccionóporlacolaparaquepicotease.

—ComprendoalapolicíadeBaltimore.Lecteressuprisionero.SiapareceelcadáverdeCatherine,elcomisarioquierepoderdecirlealasenadoraMartinquehahechotodocuantoestabaasualcance.

—¿CómoestálasenadoraMartin?

—Animosa pero angustiada. Es una mujer inteligente y de carácter,rebosantedesentidocomún.Austedprobablementelegustaría,Starling.

—¿Cree que Johns Hopkins y homicidios de Baltimore callarán lo delinsectoenlagargantadeKlaus?¿Podernosmantenerloasalvodelaprensa?

—Almenosdurantetresdías,sí.

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—Hacostadoconseguirlo,¿verdad?

—No podemos confiar en Frederick Chilton ni en el personal delpsiquiátrico—contestó Crawford—. Si Chilton se entera, se entera todo elmundo.Chilton,porsupuesto,estáinformadodequevaustedparaallá,perosimplementecomounfavorhacialapolicíadeBaltimore.OficialmenteustedvaparaayudaracerrarelcasodeKlaus;lodeBuffaloBillquedaalmargen.

—¿Ynoresultasospechosoquemepresenteaestashorasdelanoche?

—Es el únicomomento que le he autorizado yo a usted.También tengoquedecirlequelodelinsectodelachicadeVirginiaapareceráenlosdiariosdemañana. La oficina del forense deCincinnati se ha ido de la lengua, demodoqueyanoesunsecreto.LoqueLecterpretenderádeustedesunrelatodetallado,cosaquenoimportademasiado,siempreycuandonoseenteredequehemosencontradootroenlagargantadeKlaus.

—¿Quétenemosparaofrecerleacambio?

—Estoy trabajando en ello —contestó Crawford, y se volvió hacia elteléfono.

Capítulo20

Un cuarto de baño espacioso, todo de azulejo blanco, luces cenitales ysanitariosdeesbeltalíneaitalianacolocadossobreunosmurosdeviejoladrillovisto. Un ornamentado tocador flanqueado por plantas de gran altura yatestadodecosméticos,elespejoperladodelvapordeladucha.Deladuchasalíauncanturreoexcesivamenteagudoparalaforzadavozqueloemitía.Erauna canción de Fats Walter, «Cash for Your Trash», del musical Ain’tMisbehavin’.A ratos la voz abandonaba el tarareo y cantaba fragmentos deletra:

GuardatusviejosDIARIOS,

HazconellosunMONTÓN

TARARÁ,TARÁ,TARIRO,TARARÍ,

TARÍ,TARÓOO…

Siempreque seoíanpalabras, unaperrita depequeño tamañoarañaba lapuertadelcuartodebaño.

EnladuchasehallabaJameGumb,varón,derazablanca,treintaycuatroaños, metro ochenta y cinco de estatura, noventa y dos kilos de peso, sin

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señales especiales que lo caractericen. Pronuncia su nombre de pila comoJamesperosinlas.Jame.Insisteenquesedigaasí.

Trasaclararse,GumbseaplicóFrictiondesBains, frotándoseelpechoylasnalgasconlasmanosyempleandounpañodesecarplatosparalaszonasquenodeseabatocar.Teníaelvellodelaspiernasylospiesunpococrecido,perodecidióquepodíapasar.

Se secó con una toalla rosa y se aplicó una generosa cantidad de lechehidratanteentodoelcuerpo.Elespejodecuerpoenteroestabaprovistodeunacortinadeduchasuspendidadeunabarraqueloocultaba.

Gumb empleó el paño para ocultarse el pene y los testículos entre laspiernas.Corriólacortinaaunladoysecontemplóenelespejo,adoptandounaposturadevampiresaapesardelescozorqueellolecausóenlaspartes.

—Acércate,vidamía,acércatemuchomás.

Usó el registromás agudode su voz, que tenía una tonalidad natural debajo, convencido de que sus intentos progresaban. Las hormonas que habíatomado—Premarinduranteunatemporadaydespuésdietilestilbestrol,porvíaoral—nopodíancambiarlelavozperohabíanreducidounpocoelvelloquecrecíaentresusincipientespechos.Unasprolongadassesionesdeelectrólisishabían hecho desaparecer la barba de Gumb y modificado la línea delnacimientodelcabellodejándolapuntiaguda,perodeaspectonoparecíaunamujer. Parecía un hombre dispuesto a luchar no sólo a puñetazos y patadassinotambiénconlasuñas.

Averiguar si su conducta obedecía a un deliberado pero infructuosoesfuerzoporafeminarseoeramásbienunaburlacruelhubieraresultado,parauna amistad superficial, difícil de precisar, y amistades superficiales era loúnicoquetenía.

—Dimecuándotúvendrás,dimecuándo,cuándo,cuánnndoooo…

Alsonidodesuvoz,elperroarañólapuerta.Gumbsepusoelbatínydejóentraraunaperracanichedecolorchampaña.Lacogióenbrazosylediounbesoensurollizotrasero.

—Sí-í-í-í.¿Estásmuertadehambre,Preciosa?Igualqueyo.

Trasladóalaperritadeunbrazoaotroparaabrirlapuertadeldormitorio.Elanimalsecontorsionódeseosodebajaralsuelo.

—Sólounminutito,cariñomío.—Con lamano librecogióunacarabinaMini-14queestabaenelsuelojuntoalacamaylacolocósobrelasalmohadas—.Yaestá.Yaestá.Ahoravamosapreparar la cena,queestará lista enuninstante.

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Dejó a la perra en el suelo mientras buscaba el pijama. El animal searrastróansiosoescalerasabajohacialacocina.

JameGumbsacódelmicroondas tresbandejasdeplatospreparados.Doseransabrososguisosparaélylaterceracomidaderégimenparalaperra.

Elcanichedevorólacarneensalsayelpostreydejóelacompañamientodeverduras.JameGumbnodejómásqueloshuesos.

Hizosaliralaperraporlapuertatraseradelacasaycruzándoseelbatín,porque hacía frío, se quedó observando cómo se agachaba el animal en lafranjadeluzquesalíaporlapuertaahacersusnecesidades.

—NohashechoelNúmeroDoo-oos.Deacuerdo,deacuerdo.Notemiro.—Perolacontemplóporunarendijadelosdedos—.¡Ahorasí,trasto,másquetrasto!¡Eresunaperfectaseñorita!Andando,vámonosalacama.

Al señor Gumb le gustaba acostarse. Lo hacía varias veces cada noche.También le gustaba levantarse e irse a sentar a alguna de sus numerosashabitaciones sin encender la luz o bien trabajar un rato cuando tenía entremanosalgúnproyectocreativo.

Se disponía a apagar la luz de la cocina cuando se detuvo y frunció loslabioscongestojuicioso,pensandoenlosdesperdiciosdelacena.Recogiólastresbandejasypasóunabayetaporlamesa.

Uninterruptorsituadoaliniciodelaescaleraencendíalaslucesdelsótano.JameGumbempezóabajarllevandoconsigolasbandejas.Laperritachillóenlacocinayconelhocicoabriólapuerta.

—Bueno, de acuerdo, pelmaza.—Cogió al caniche en brazos y bajó lasescaleras.Laperrasemovíayolfateabalasbandejasqueélllevabaenlaotramano—.Nadadeeso;túyahascomidobastante.

La dejó en el suelo y el animal le siguió por los diversos y tortuososnivelesdelsótano.

Enuncuartosituadodirectamentedebajodelacocinahabíaunpozo,secodesdehacíaaños.Elpretildepiedra,reforzadoconarosdemetalmodernosycemento,sobresalíaamediometrodealturasobreunsuelocubiertodearena.Latapadeseguridadoriginal,demadera,deungrosorsuficienteparaqueunniño no pudiese levantarla, seguía todavía en su lugar. Poseía una trampillacuyodiámetropermitíaelpasodeuncubo.LatrampillaestabaabiertayJameGumbvacióporellalassobrasdesusbandejasylasdelaperra.

Loshuesosylosrestosdeverdurasdesaparecierontragadosporlanegruradelpozo.Laperritasesentóenelsuelopidiendomásdecomer.

—Nada, nada. No queda nada—dijoGumb—.Ya sabes que estásmuy

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gorda.

Subió las escaleras del sótano murmurando a la perrita: «Gordinflona,gordinflona».Nodiomuestrasdeoírelgrito, relativamente fuerteycuerdo,cuyoecosubióporelnegroagujero:

—PORFAVOOOR.

Capítulo21

ClariceStarlingentróenelHospitalEstataldeBaltimoreparalaDemenciaCriminal poco después de las diez de la noche. Iba sola y confiando que eldoctor Frederick Chilton estuviese ausente, pero la estaba esperando en sudespacho.

Chiltonllevabaunaamericanadeportivadelanaacuadros;eraunaprendadecortebritánico,cuyalíneaceñidaydobleaberturaenlacaderaleconfería,enopinióndeClarice,aspectodepolisón.Yanhelódesdelomáshondodesucorazónqueeldirectornosehubieseacicaladoparaella.

Antelamesadedespacho,lahabitaciónsehallabaabsolutamentevacíaaexcepción de una silla de respaldo recto atornillada al suelo. Starlingpermaneciódepiejuntoaellamientrassuspalabrasdesaludoflotabanenelaire. Percibió el rancio olor de las frías pipas de Chilton, que aparecíanalineadasenunpequeñoanaqueljuntoalhumidificador.

EldoctorChilton terminódecontemplar sucolecciónde locomotorasenminiaturaysevolvióhaciaella.

—¿Leapeteceuncafédescafeinado?

—No,gracias.Lamentointerrumpirlelavelada.

—Sigueempeñadaenaveriguaralgomássobreesacabeza—dijoeldoctorChilton.

—Sí.LaoficinadelfiscaldeldistritodeBaltimoremehacomunicadoquesehabíapuestoencontactoconustedparaconcertarmivisita,doctor.

—Efectivamente, así es. Yo trabajo en estrecho contacto con lasautoridadesdelaciudad,señoritaStarling.Porcierto,¿estáustedescribiendounartículoounatesissobreestecaso?

—No.

—¿Hapublicadoalgoalgunavezenlasrevistasprofesionales?

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—No,nunca.Mivisitasedebeaunencargoque laoficinadel fiscaldeldistritomehapedidorealizarparalabrigadadehomicidiosdeBaltimore.Leshemos entregado un caso abierto y ahora les estamos ayudando a atar loscabossueltos.

StarlingdescubrióqueeldesagradoquesentíahaciaChiltonlefacilitabalatareadementir.

—¿Vaustedelectrificada,señoritaStarling?

—¿Cómodice?

—Si lleva usted un microdispositivo para grabar lo que diga el doctorLecter.Enjergapolicíacaseusaeltérmino«electrificar»;lohabráustedoídoalgunavez.

—No. El doctor Chilton tomó una pequeña grabadora que había en sumesaeintrodujoenellaunacinta.

—Entoncesmetaestoensubolso.Diréquelotranscribanyleenviaréunacopia.Leserámuyútilparacompletarsusnotas.

—No puedo hacer eso, doctor Chilton. ¿Quiere explicarme por qué no?Las autoridades de Baltimore llevan semanas pidiéndomemi opinión sobrecualquierdeclaracióndeLecterrelacionadaconelcasoKlaus.

Procure por todos losmedios desembarazarse deChilton, le había dichoCrawford. Siempre podemos librarnos de él con un mandato judicial, peroLecterseloolería.VelasintencionesdeChiltonconmayorclaridadquesisetratasedeunaradiografía.

—La oficina del fiscal ha especificado que se trata de una entrevistainformal.SigrabolaconversaciónconeldoctorLectersinsuconocimientoyél lo averigua, ello significaría poner fin al clima de cooperación que tantoesfuerzo nos ha costado conseguir. Estoy segura de que estará usted deacuerdoconloqueacabodedecir.

—¿Ycómopodríaaveriguarlo?

Leyéndoloenlosperiódicos,juntoatodolodemásquesabestú,gilipollas.

Naturalmente,contestólosiguiente:

—Si conseguimos algún resultado y el doctor Lecter se ve obligado adeclarar, es evidente que usted sería el primero en examinar el material ytendríaqueprestardeclaracióncomoexpertoenlamateria.

—¿Sabeustedporquéaccedeahablarconusted,señoritaStarling?

—No,doctorChilton.

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Chilton se dedicó a examinar uno por uno la profusión de títulos ydiplomasquetapizabanlaparedsituadadetrásdesumesacomosiestuvieserealizandounescrutinio.Luego,conmuchalentitud,sevolvióhaciaStarling.

—¿Esustedverdaderamenteconscientede loqueestáhaciendo, señoritaStarling?

—Claro que sí.—Menuda pregunta.AStarling le temblaban las piernasdel exceso de ejercicio que había realizado.No quería discutir conChilton.TeníaqueconservarsusenergíasparalaentrevistaconLecter.

—Loqueestáustedhaciendoespresentarse enmihospitalpara llevar acabounaentrevistaynegarseacompartirsuinformaciónconmigo.

—Nohagomásquecumplirmisinstrucciones,doctorChilton.Aquítengoelteléfonodeguardiadelaoficinadelfiscal.Tengalabondaddediscutirestepuntoconelencargadoobienpermitirmequerealicemitrabajo.

—SeñoritaStarling,yonosoyelporterodeestainstitución.Yonovengoaestacasadespuésdecenarparaabrirlapuertaalasvisitas.Teníaunaentradaparaasistiraunespectáculo.

Sediocuentadequehabíadichounaentrada.EneseinstanteStarlingviolaexistenciadeldoctorChiltonyéllosupo.

Clarice vio el vacío frigorífico, las migas de la bandeja de la cena queacababa de ingerir a solas frente al televisor, los inmóviles montones queformaban sus cosas durantemeses hasta que un día se decidía a ordenarlas;percibió el dolor de aquella sonrisa amarillenta tras la cual se ocultaba unavida de soledad, y con la rapidez de un relámpago decidió no aliviarlo, nocambiardetemanidesviarlamirada.Seloquedómirandofijamentealacaray ladeando casi imperceptiblemente la cabeza le agredió con su belleza,manifestóa lasclarasque lohabíaadivinadoy loapuñalóconsuexpresión,sabiendoqueélnopodíayaaguantarlaideadereanudarlaconversación.

LohizoacompañarporunenfermerollamadoAlonso.

Capítulo22

Mientras bajaba conAlonso por el psiquiátrico hacia el últimopabellón,Starlingconsiguióaislarsedelosportazosylosgritosapesardenotarlosenlapiel como una corriente de aire.Notaba que aumentaba la presión, como siestuviesehundiéndoseenelaguahacialasprofundidades.

Laproximidaddelosdementes,laideadeCatherineBakerMartinsolaya

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lamerced de uno de ellos, uno que la olisqueabamientras se acariciaba losbolsillosenlosqueguardabasusinstrumentos,lafortalecióparalamisiónquelaaguardaba.Peronecesitabaalgomásquedeterminación.

Necesitaba estar tranquila, estar serena, para así convertirse en el másafiladobisturí.

No podía emplear más arma que la paciencia a pesar de la acucianteurgenciadelmomento.SiLecterconocíalarespuesta,Clariceibaatenerquelocalizarlaentrelasfibrasdelcerebrodeldoctor.

StarlingdescubrióquealpensarenCatherineBakerMartinlaimagenqueaparecíaensumenteeranoladeunajovensinoladeunaniñaquehabíavistoeneltelediario,laniñaquejugabaenelvelero.

Alonsooprimióelzumbadordelaúltimapuertadeseguridad.

—Enséñanos a preocuparnos y a no preocuparnos, enséñanos a estarsosegados.

—Perdone,¿cómodice?—dijoAlonso,yStarlingsupoquehabíahabladoenvozalta.

Alonsoladejóencompañíadelcorpulentoenfermeroqueabriólapuerta.Cuandoelprimerosealejaba,Starlingleviosantiguarse.

—Me alegro de volver a verla—dijo el enfermero echando los pestillosnuevamente.

—Hola,Barney.

Un libro de bolsillo envolvía el grueso dedo índice de Barney que noquería perder el punto. Era una novela de Jane Austen. Starling estabadispuestaaverlotodo.

—¿Cómo quiere las luces? El pasillo que separaba las celdas estaba aoscuras.Alfondo,unchorrodeluzprocedentedelaúltimaceldailuminabaelsuelodelcorredor.

—EldoctorLecterestádespierto.

—Porlanoche,siempre;aunqueapaguelaluz.

—Dejémoslastalcomoestán.

—Camineporelcentroyalllegarallínotoquelosbarrotes,¿deacuerdo?

—Quisiera apagar ese televisor. El televisor había cambiado de sitio. Sehallaba ahora al fondodel pasillo, encaradohacia el centro.Algunospresosllegabanaverlapantallaapoyandolacabezaenlosbarrotesdelacelda.

—Nohay problema.Quite el sonido pero deje la imagen.A algunos les

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gustamirarla.Lasilla,silanecesita,estádondesiempre.

StarlingavanzóasolasPorelsombríocorredor.Noquisomirarhacialasceldasquehabíaaamboslados.

Teníalaimpresióndequeelruidodesuspasoseraatronador.Losúnicosotrossonidoseranunosapagadosronquidosprocedentesdeunacelda,odosalosumo,yunarisitasofocadaquesalíadeotra.

En la celda deMiggs había un nuevo ocupante.Vio unas largas piernastendidasenelsueloyunacabezaapoyadaenlosbarrotes.Alpasarjuntoalacelda,miróhaciaelinterior.Sentadoenelsuelo,entreunmontónderecortesde cartulina de construcción, había un hombre. Tenía la cara vacía deexpresión.Elclaroscurodeltelevisorselereflejabaenlosojosyunbrillantehilodebabaleuníalaesquinadelabocaconelhombro.

Noquisomirarhacia el interiorde la celdadeldoctorLecterhasta estarseguradeque él la hubiesevisto.Pasó ante ella, notandounpicor entre loshombros,seacercóaltelevisoryquitóelsonido.

En su blanca celda, el doctor Lecter vestía el pijama blanco de lospacientesdelpsiquiátrico.Laúnicanotadecolorlaproporcionabanelcabello,los ojos y la roja boca del psiquiatra, una boca que destacaba en una caradurantetantotiempoalejadadelaluzdelsolquellegabaaconfundirseconlablancuraque la rodeaba; las faccionesde lacaraparecían flotar suspendidasencimadelcuellodelpijama.Estabasentadoasumesa,traslareddenailonquelomanteníaadistanciadelareja.Dibujabaenpapelparafinado,utilizandosu propiamano demodelo. Estando ella contemplándole, dio la vuelta a lamano, flexionó losdedoscon lamáxima tensióny sepusoadibujar la carainterna del antebrazo. Usaba el dedo meñique para difuminar los trazos omodificarlaslíneasdecarboncillo.

Clarice se acercóunpocoa la rejay él levantó lavista.Starling tuvo laimpresióndeque todas las sombrasde laceldavolaronaacumularseen losojosyenelpuntiagudonacimientodelcabellodeaquellacara.

—Buenasnoches,doctorLecter.

Apareció la punta de la lengua, de un rojo tan intenso como el de loslabios.Rozóellabiosuperiorexactamenteenelcentroydesapareció.

—Clarice.

EllaoyólaleveasperezametálicaquecaracterizabaalavozdeLecterysepreguntócuántotiempoharíaquenohablaba.Latidosdesilencio…

—Quéhaceustedlevantadaaestashoras, teniendoqueiralaescuela—dijoél.

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—Estoyhaciendolosdeberes—contestóelladeseandoquesuvozhubiesesonadoconmayorfirmeza—.AyerestuveenVirginia…

—¿Sehizousteddaño?

—No,fui…

—Llevaunatirita,Clarice.

Entonceslorecordó.

—Mehehechounarañazonadandohoyen lapiscina.—La tiritanoeravisible;lallevabaenlapantorrillayvestíapantalones.Debíahaberlaolido—.AyerestuveenVirginiaoccidentalporquesedescubrióuncadáver.LaúltimavíctimadeBuffaloBill.

—Laúltimano,Clarice.

—Lapenúltima.

—Sí.

—Lefaltabaelcuerocabelludo.Talycomoustedvaticinó.

—¿Leimportasicontinúodibujandomientrascharlamos?

—No,enabsoluto.

—¿Vioustedelcadáver?

—Sí.

—¿Habíavistoaalgunadelasanterioresvíctimas?

—No.Sóloenfotografía.

—¿Quésintióusted?

—Angustia.Luegotuvequededicarmeamitrabajo.

—¿Ydespués?

—Mesentíprofundamenteconmovida.

—¿Pudotrabajarbien?EldoctorLecterfrotóelcarboncilloenelbordedelpapelparafinadoparaafinareltrazo.

—Muybien.Trabajémuybien.

—¿ParaJackCrawford?¿Otodavíaenvíaasussubalternos?

—Estabaallí.

—Hágameunfavor,Clarice.Essólounmomento.¿Leimportadejarcaerlacabezahaciadelante?

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Simplementedéjelacaer,comosiestuvieradormida.Unsegundomás.Yaestá,gracias.Yalotengo.Siéntese,siquiere.¿LedijoaJackCrawfordloqueanticipéantesdequelaencontraran?

—Sí.Noleconcediómuchaimportancia.

—¿YdespuésdeverelcadáverdeVirginia?

—Habló con el principal especialista en la materia, un profesor de launiversidadde…

—AlanBloom.

—Eso es. El doctor Bloom dijo que Buffalo Bill está simplementehaciendo coincidir sus actos con la personalidad de un ser creado por laprensa, el Buffalo Bill que arranca cabelleras, insinuación que hicieron lostitulares de los periódicos. El doctor Bloom afirmó que esa predicción eraevidente.

—¿EraevidenteparaeldoctorBloom?

—Éldijoquesí.

—Eraevidenteperoselacalló.Yaveo.¿Quéopinausted,Clarice?

—Noestoysegura.

—Haestudiadoalgodepsicologíaytambiénperitajeforense.Enelpuntoenquecoincidenambascienciasesfácilatraparunpez.¿Estáustedpescandoalgo,Clarice?

—Demomento,no.Soybastantelenta.

—¿QuéledicenestasdosdisciplinasacercadeBuffaloBill?

—Segúnellibro,esunsádico.

—La vida es demasiado escurridiza para los libros, Clarice; la ira seinterpretacomo lujuria,un lupuscomourticaria.—EldoctorLecter terminódedibujarsumanoizquierdaconladerechayluegocambióelcarboncillodemanoyempezóadibujarladerechaconlaizquierdaconlamismaprecisión—.¿SerefiereustedaltratadodeldoctorBloom?

—Sí.

—Mehabuscadoustedeneselibro,¿verdad?

—Sí.

—¿Cómomedescribe?

—Comounsociópatapuro.

—¿DiríaustedqueeldoctorBloomsiempretienerazón?

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—Sigo esperando de usted la superficialidad del afecto. La sonrisa deldoctorLecterdescubriósupequeñayblancadentadura.

—Tenemos expertos por todas partes, Clarice. El doctor Chilton afirmaque Sammie, ése que está detrás de usted, es un esquizoide hebefrénico,irremisiblementeperdido.HapuestoaSammieen laantiguaceldadeMiggsporqueopinaqueSammiesehasumidoenunaabsoluta introversión.¿Sabecómosecomportangeneralmenteloshebefrénicos?Nosepreocupe,nolaoye.

—Sonlosmásdifícilesde tratar—repusoella—.Generalmenteseaíslanporcompletoypresentanproblemasdedesintegracióndelapersonalidad.

EldoctorLecterrebuscóentrelashojasdepapelparafinado,tomóunpapelylodepositóenlabandejadeslizante.Starlingtiródeella.

—AyermismoSammiemeenvióestoalahoradelacena—dijo.

Eraunrecortedecartulinadeconstrucciónescritoconlápicesdecolores.Starlingleyó:

YOCIEROIRHAZIACRISTO

YOCIEROIRCONJESU

YOPUEDOIRHAZIACRISTO

SIMEPORTOMUIBIEN

SAMMIE

StarlingvolviólacabezayporencimadelhombrovioaSammie.Mirabaconexpresiónvacuahacialapareddelacelda,conlacabezaapoyadaenlosbarrotes.

—¿Quiereleerloenaltavoz?Nolaoye.

Starlingleyó:

—YoquieroirhaciaCristo,yoquieroirconJesús,yopuedoirhaciaCristosimeportomuybien.

—No, no. Léalo conmás énfasis.Dele el ritmo de un verso infantil. Esposiblequelamétricavaríe,perolaintensidadeslamisma.—Lecterempezóa dar unas suaves palmadas—. «Cinco lobitos tiene la loba…». Con ritmointenso, ¿ve usted?Con fervor. «Yo quiero ir haciaCristo, yo quiero ir conJesús…».

—Yaveo—dijoStarlingdepositandonuevamenteelpapelenlabandeja.

—No,perdonequeledigaquenovenadaenabsoluto.—EldoctorLectersepusodepiedeunbrincoyconportentosaagilidadseagachó,encorvóelcuerpocongrotescaposturay llevandoel ritmoconpalmadassepusoadar

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saltosyacantaraplenopulmón—:«YoquieroirhaciaCristo…».

Repentinamente, a espaldas de Clarice, surgió la voz de Sammie,atronadora como la tos de un leopardo,más estentórea que el alarido de unmono;Sammiedepie,machacándose lacaracontra losbarrotes, lívido,conlasvenasdelcuelloapuntodereventar,aullando:

YOQUIEROIRHACIACRISTO

YOQUIEROIRCONJESÚS

YOPUEDOIRHACIACRISTO

SIMEPORTOMUYBIEN.

Silencio.Starlingdescubrióquesehallabadepie,quelasillaplegablesehabíacaídohaciaatrásyquesuspapelesyacíandesparramadosporelsuelo.

—Porfavor—dijoeldoctorLecter,erguidodenuevoyesbeltocomounbailarín,invitandoaClariceatomarasiento.Sedejócaerconeleganciaensusillayapoyólabarbillaenlamano—.Ustednovenadaenabsoluto—repitió—.Sammieesunserprofundamentereligioso.LoúnicoqueleocurreesqueestádecepcionadoporqueJesústardamuchoenvenir.¿PuedodecirleaClariceporquémotivoestásaquí,Sammie?

Sammieseagarróelmentónydetuvoelmovimientodesucara.

—Anda,dimequesí—lepidióeldoctorLecter.

—Sííí—dijoSammieentrelosdedos.

—Sammie depositó la cabeza de su madre en la bandeja de la colectadominicaldelaiglesiabaptistadeTrune.Estabancantandoelhimno«EntregatumásvaliosaofrendaalSeñor»yasílohizo;eralomejorquetenía.—PorencimadelhombroLecterdijo—:Gracias,Sammie.Yanonecesitonadamás.Miralatelevisión.

Elaltoreclusovolvióasentarseenelsuelo,comoantes,yapoyólacabezaen los barrotes; las imágenes del televisor pululaban en sus pupilas y en surostrohabíaahoratreshilosplateados:salivaylágrimas.

—Bien.VeamossiescapazdeconcentrarseenelproblemadeSammieyquizáyomeconcentreenelqueustedmeplantea,Clarice.Unacosaporotra.Nolaoye.

Starlingtuvoqueexprimirseelseso.

—Elverso transcurredesde«irhaciaCristo»hasta«irconJesús»—dijo—.Setratadeunasecuenciarazonada:irhacia,llegara,ircon.

—Efectivamente.Estamosanteunaprogresiónlineal.Unadelascosasque

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másmesatisfacenesquesabequeJesúsyCristosonlamismapersona.Esoconstituyeunprogreso.LaideadequeunúnicoDiosseaalmismotiempounaTrinidad es difícil de conciliar, particularmente para Sammie, que no estáseguro de cuántas personas hay en símismo. EldrigeCleaver nos ofrece laparáboladelostreselementosenunsoloaceite,queresultadegranutilidad.

—Sammieveunarelacióncausalentresucomportamientoysusobjetivos,lo cual constituye labasedel pensamiento estructurado—continuódiciendoStarling—.Lomismopuededecirsedelmanejodelarima.Noestátotalmenteaislado;estállorando.¿Opinaustedquepodríadefinírselecomounesquizoidecatatónico?

—Sí. ¿Percibe usted el olor de su sudor? Ese peculiar olor a cabra escaracterísticodel ácido trans-3-metil-2hexenoico.Recuérdelo siempre; es elolordelaesquizofrenia.

—¿Ycreeustedquepuederesponderatratamiento?

—Sí,yespecialmenteahora,quesaledeunafasedeestupor.¡Fíjesecómolebrillanlasmejillas!

—DoctorLecter,¿porquéafirmaustedqueBuffaloBillnoesunsádico?

—Porque la prensa ha informado de que sus víctimas tenían marcas deligaduras en las muñecas pero no en los tobillos. ¿Vio usted alguna en lostobillosdelcadáverdeVirginiaoccidental?

—No.

—Clarice, losdesollamientos recreativosse llevansiempreacabocon lavíctimainvertida,afindequelapresiónsanguíneapermanezcaconstanteenlacabezayenelpechoyel sujetopacientesemantengaconsciente.¿No losabía?

—No.

—CuandoregreseaWashington,vayaa laGaleríaNacionalycontempleEl desollamiento de Marsias del Tiziano antes de que lo devuelvan aChecoslovaquia. Tiziano, es un prodigio para los detalles; fíjese bien en lafiguradePan,laayudaqueprestaconelcubodeagua.

—Doctor Lecter, en el caso que nos ocupa concurren circunstanciasextraordinariasyalgunasoportunidadesinsólitas.

—¿Paraquién?

—Parausted,sisalvamosaestavíctima.¿VioustedalasenadoraMartinportelevisión?

—Sí.Hevistolasnoticias.

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—¿Quélepareciósudeclaración?

—Equivocadaperoinocua.Estámalasesorada.

—LasenadoraMartinesunamujermuypoderosayestádecididaatodo.

—Adelante.Soytodooídos.

—Yo creo que usted posee una percepción extraordinaria. La senadoraMartinhamanifestadoquesiustednosayudaaencontraraCatherineBakerMartinsanaysalva,haráqueletrasladenaunacárcelfederalysienellahaydisponible una celda con una ventana, se la asignarán a usted. Seguramentetambiénselerogaráquelleveacaboevaluacioneseinformespsiquiátricosdelosreclusos;enotraspalabras,seleofreceunempleo.Todoellosinreducirenabsolutolasmedidasdeseguridad.

—Nocreoensuspalabras,Clarice.

—Puesdebieraustedcreerlas.

—Mejordicho,lacreoausted.Pero,ademásdenosabercómosellevaacabo un desollamiento recreativo, hay muchas cosas que ignora delcomportamientohumano.¿NolepareceinsólitoquelehayanelegidoaustedcomoportavozdeunasenadoradelosEstadosUnidos?

—Permítame decirle que fue usted quien me eligió, doctor Lecter. Fueustedquiendecidióhablarconmigo.¿Preferiríaahoraaotrapersona?¿Noserámásbienquenocreequepuedaayudarnos?

—Eso,Clarice,esundescaroyunafalsedad.RepitoquenocreoqueJackCrawfordpermitaqueyoseaobjetodeningunaconcesión…Esposiblequelediga a usted una cosa, una sola cosa, que podrá transmitir a la senadoraMartin,perosilohagoseráexclusivamentecobrandoenelactodelaentrega.A lo mejor se la revelo a cambio de cierta información sobre usted. Untrueque.¿Síono?

—Oigamossupregunta.

—¿Sí o no? Catherine está esperando, ¿no es así?, oyendo la piedra deafilar.¿Quécreequelepediríaquehiciese,Clarice?

—Oigamossupregunta.

—¿Cuáleselpeorrecuerdodesuinfancia?

Starlingrealizóunaprofundainspiración.

—Más rápido—la apremió el doctor Lecter—. Nome interesa su peorinvención.

—Lamuertedemipadre—contestóStarling.

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—Háblemedeello.

—Erapolicía.Unanochesorprendióadosladrones,drogadictos,huyendode una farmacia. Salió de su camioneta, se quedó corto con el rifle derepeticiónylepegaronuntiro.

—¿Quesequedócorto?

—Noaccionólapalancadelcerrojohastaelfondo.Eraunrifleviejo,unRemington870,yelcasquillosequedóenlarecámara.Cuandoesoocurre,elarmanodisparayhayquebajarlaparadesatascarla.Yocreoquealsalirdelvehículolapalancarozóconlapuertayquedómalpuesta.

—¿Murióinstantáneamente?

—No.Teníaunasaluddehierro.Duróunmes.

—¿Fueustedaverlealhospital?

—DoctorLecter…Sí.

—Cuéntemeundetallequerecuerdedelhospital.

Starlingcerrólosojos.

—Vino una vecina, una mujer ya mayor, era soltera, y le recitó elfragmentofinalde«Tanatopsis»;debióser loúnicoquese leocurriódecirleenesosmomentos.Yesoestodo.Hecumplidoconeltrueque.

—Cierto.Hasidoustedmuyfranca,Clarice.Esosiempreloadivino.Creoqueseríamemorablepoderlaconoceraustedensuvidaprivada.

—Lodicho;unacosaporotra.

—¿Diríaustedque,envida, lamuchachadeVirginiaoccidentaleramuyatractivafísicamente?

—Eraunachicaquecuidabadesuaspecto.

—Nomehagaperdereltiempoconlealtades.

—Estabagorda.

—¿Corpulenta?

—Sí.

—Muertadeundisparoenelpecho.

—Sí.

—Depocopecho,supongo.

—Parasutamaño,sí.

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—Peroanchadecaderas.Opulenta.

—Efectivamente,sí.

—¿Quémás?

—Teníaun insectoalojadodeliberadamenteen lagarganta;estonosehahechopúblico.

—¿Eraunamariposa?

AStarling se le cortó el alientoun instante.Esperóqueélno lohubieseadvertido.

—Una polilla—repuso—. Por favor, dígame cómo ha podido anticiparesto.

—Clarice, voy a decirle para qué quiere Buffalo Bill a Catherine BakerMartin y después buenas noches. En las presentes condiciones esmi últimapalabra.PuedecomunicarlealasenadoraparaquéquiereélaCatherine;ellapuedehacerdoscosas:ovolverconunaofertamásinteresante…oesperaraque Catherine aparezca flotando en un río, comprobando así que yo teníarazón.

—¿ParaquéquiereaCatherine,doctorLecter?

—Quiereunacamisetacontetas—contestóHannibalLecter.

Capítulo23

Catherine BakerMartin se hallaba tendida en el suelo a cincometros ymedio de profundidad por debajo del suelo de la bodega. La oscuridadresonaba con su aliento, estruendoso como su corazón.A ratos elmiedo leoprimíaelpechocon igual fuerzaconqueun tramperomataaunazorra.Aratos, en cambio, podía pensar: sabía que estaba secuestrada, pero ignorabaquiénerasuraptor.Sabíaquenosoñaba;enlaabsolutaoscuridadllegabaaoírlostenueschasquidosquelehacíanlospárpadosalparpadear.

Se encontraba mejor ahora que en el momento de recobrar elconocimiento;elvértigolehabíadesaparecidocasiporcompletoysabíaquedisponía de aire suficiente para respirar. Distinguía abajo de arriba y teníaciertaideadelaposicióndesucuerpo.

El hombro, la caderay la rodilla le dolíanporque se hallabanoprimidoscontra el suelo de cemento, en el cual yacía. Eso era abajo. Arriba era elásperojergónbajoelcual,arrastrándose,sehabíaprotegidoduranteelúltimo

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intervalodeluzcegadora.

Las palpitaciones de la cabeza habían disminuido y su único dolorauténtico era el de los dedos de lamano izquierda. El índice lo tenía roto,estabasegura.

Vestíaunchándalacolchadoqueleresultabadesconocido.Estabalimpioyolíaasuavizante.Elsuelotambiénestabalimpio,aexcepcióndeloshuesosdepolloylasverdurasquesucaptorhabíaarrojadoalagujero.Losúnicosotrosobjetos que la acompañaban eran el jergón y un cubo sanitario de plástico,parahacersusnecesidades,provistodeuncordelfinoatadoalasa.Poreltactoparecíacordóndealgodóndecocinayascendíaperdiéndoseen laoscuridadhastamásarribadedondealcanzabaconelbrazo.

Catherine Baker Martin tenía libertad de movimientos pero no teníaadónde ir.El suelo en el cual yacía erade formaovalada,mediríaunosdosmetrosochentaportresymedioyenelcentroteníaunpequeñodesagüe.Erael fondodeunprofundopozocubierto.Las lisasparedesdecementosubíaninclinándosesuavementehaciaadentro.

¿Ruidos arriba,o era su corazón?Ruidos arriba.Los sonidos le llegabanclaramente desde encima de su cabeza. La mazmorra en la cual se hallabaprisionerasehallabaenunazonadelsótanosituadadirectamentedebajodelacocina.

Pasosahoraporelpisodelacocina,yungrifoabierto.Losarañazosdelaspatasdeunperrosobrelinóleo.

Luego nada, hasta que arriba, por la trampilla abierta, surgió un pálidodiscode luzamarillaal encenderse las lucesdel sótano.Acontinuaciónunaluz cegadora en el pozo; esta vez se incorporó sentándose con el jergóntapándole las piernas, resuelta amirar a su alrededor, intentando atisbar porentrelosdedosmientrassusojosseadaptabanalaluz;susombra,provocadaporunfocoquedescendíaporelpozoatadoaunacuerda,sebalanceabaasualrededor.

Retrocedióalnotarqueelcuboquelehacíalasvecesderetretesemovía,subía,ascendíaoscilándoseatadoalfinocordónyretorciéndoseamedidaqueseacercabaalaluz.

Procuróengullirsumiedo,tragódemasiadoairealhacerloperoapesardeellologróhablar.

—Mifamiliapagará—dijo—.Enmetálico.Mimadrepagaráenseguida,sin hacer preguntas. Éste es su número… ¡Oh! —Una sombra sorda cayósobreella;unatoalla—.Ésteessunúmerodeteléfonoparticular,el202…

—Lávese.

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Eralamismavozforzadaquehabíaoídohablandoconelperro.

Otrocubobajandoporunacuerdafina.Olíaaaguacalienteconjabón.

—Desnúdeseyláveseporentero;delocontrarioabrirélamanguera.—Yenunaparteconelperro,lavozalejándose—:Síqueabriremoslamanguera,¿verdadcariñito?Aesodeahíabajoloducharemosconlamanguera.

CatherineMartin oyó las pisadas del hombre y del perro en el piso delsótano.Ladoblevisiónquehabíasufrido laprimeravezqueseencendieronlas luces había desaparecido. Ahora veía bien. ¿A qué altura se hallaba laabertura?¿Seríaresistentelacuerdadelfoco?¿Lograríaengancharlolanzandoel chándal? ¿No podría agarrar algo con la toalla? Haz algo, carajo. Lasparedeseransumamentelisas,untubolisoquesubía.

Una grieta de cemento, a un palmo más arriba de la distancia quealcanzabaconlamano,fueelúnicodesperfectoquedivisó.Enrollóeljergónlomásapretadoquepudoy loatóconla toalla.Sesubióencimadelrolloybamboleándosealargólasmanos,logróintroducirlasuñasenlagrietaparanoperderelequilibrioymiróhacialaluz.Entrecerrólosojosparapodermirarlaluz.Eraun focoprovistodeunapantallaquependíaapalmoymediode laaberturadelpozo,comoaunostresmetrosporencimadesusbrazosestirados.Podíahabersido la luna.Yélvolvía,el jergónsebalanceaba,ellaseagarróconlasuñasalagrieta,saltóalsueloyalgo,unaescama,cayópasandojuntoasucara.

Algobajabapordebajodelfoco.Unamanguera.Unúnicomanguerazodeaguahelada.Unaamenaza.

—Lávese.Porentero.

Enelcubohabíaunaesponjayflotandoenelaguaunabotelladeplásticodeunalechehidratantedeunacostosamarcaextranjera.

Obedeció.Conlapieldegallinaenlosbrazosyenlosmuslos,lospezoneserectosydoloridosacausadelairefrío,seagachójuntoalcubolomáscercaquepudodelaparedyselavó.

—Ahoraséqueseydesecremaen todoelcuerpo.Desecremaen todoelcuerpo.

La hidratante estaba caliente por efecto del agua del baño. Su humedadhizoqueelchándalseleadhiriesealapiel.

—Recojatodalabasurayfriegueelsuelo.

Tambiénobedeció;recogióloshuesosdepolloylosguisantes,unoauno.Lometiótodoenelcuboyfrotólasdiminutasmanchasdegrasadelcemento.Cerca de la pared había algo más. La escama que había descendido

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revoloteandodesdelagrieta.Eraunauñahumana,pintadaconesmalteyrotaenlovivo.

Elcubosubiótiradodesdearriba.

—Mi madre pagará lo que sea —dijo Catherine Martin—. No harápreguntas.Pagarálacantidadsuficienteparaquetodosustedessehaganricos.Si se trata de una causa política, Irán o Palestina, o el Movimiento deLiberación Negro, entregará igualmente el dinero. Lo único que tiene quehacer….

Las lucesseapagaron.Repentinay totaloscuridad.Retrocedióyprofirióungritocuandoelcubosanitariodescendióyéndoseasituar juntoaella.Sesentóeneljergónyconelcerebroenplenaebulliciónempezóapensar.Ahoraestabaconvencidadequesusecuestradoreraunosolo,unamericanoderazablanca.Anteshabíaintentadodarlaimpresióndequenoteníaniideadequiénera,quesu recuerdodelaparcamientohabíaquedadoborradopor losgolpesrecibidosenlacabeza.Confiabaqueélcreyesequepodíaliberarlasinpeligro.Sumentetrabajabasindescanso,yalfinaltrabajócondemasiadaeficacia:lauña, aquí había habido otra persona. En estemismo lugar había estado unamujer,unachica.¿Dóndeestabaahora?¿Quélehabíahechoél?

Apesardelsustoyladesorientación,nohubiesetardadoendeducirlo.Lociertoesquelacremahidratanteparalapielfuelaclave.Piel.Supoquiénlateníasecuestrada.Lacertezacayósobreellacomounespanto,comounaollade agua hirviendo, y se puso a gritar, a dar alaridos, a meterse debajo deljergón,aintentarsubirencamarándoseporlasparedes,tratandodeagarrarse,arañándolas,gritandohastaqueempezóatoseralgotibioysalado,manosalacara,eldorsodelasmanospegajoso,rígidaeneljergón,arqueandoelcuerpodepiesacabeza,agarrándoseelpeloconlospuños.

Capítulo24

El cuarto de dólar de Clarice Starling cayó con estrépito en el teléfonopúblico de la astrosa salita de los enfermeros. Marcó el número de lafurgoneta.

—Crawfordalaparato.

—Estoyenunteléfonopúblicoalaentradadelasalademáximaseguridad—dijoStarling.

El doctor Lecter me ha preguntado si el insecto que encontramos enVirginia era una mariposa. No ha querido extenderse más. Ha dicho que

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Buffalo Bill necesita a CatherineMartin porque, cito textualmente, «quiereunacamisetacontetas».EldoctorLecterquierecanjearsuinformación.Exigeunaoferta«másinteresante»porpartedelasenadora.

—¿Hapuestopuntofinalalaconversación?

—Sí.

—¿Cuántocreequetardaráenvolverahablar?

—Creoquevolveríaahablardentrodeunospocosdías,peroyopreferiríaapretarlemásahora,siempreycuandodispongamosdeunaofertaurgentedelasenadora.

—Urgente es lo apropiado. Hemos identificado a la chica de Virginiaoccidental.Hacemediahora.Lashuellasdactilaresdeunamujerdenunciadapordesaparición,enviadasdesdeDetroit,hancoincidido.SetratadeKimberlyJane Emberg, veintidós años, desaparecida en Detroit el siete de febrero.Estamos rastreando el barrio por si hubiera testigos. El forense deCharlottesville afirma que no murió hasta después del once de febrero, oposiblementeeldíaantes,eldiez.

—Sólolamantuvoconvidatresdías—replicóStarling.

—Estáacortandolosperíodos.Nocreoquenadiesesorprenda.—Lavozde Crawford era ecuánime—. Hace veintiséis horas que tiene prisionera aCatherineMartin.CreoquesiLectertienealgoquerevelar,hadehacerloensupróximaconversaciónconusted.Estoyen ladelegacióndeBaltimore; lafurgonetamehapasadolallamada.HereservadounahabitaciónparaustedenelHojo,adosmanzanasdelpsiquiátrico,porsimástardenecesitadescansar.

—Semuestrareceloso,suspicaz,señorCrawford;nocreequeustedvayaapermitirlequedisfrutedeningúnprivilegio.

»Lo que ha dicho deBuffaloBill lo ha canjeado por cierta informaciónprivada sobre mí. No creo que exista una correlación textual entre suspreguntasyestecaso…¿Quieresaberloquemehapreguntado?

—No.

—Poresonoqueríaqueyollevaseningúndispositivodeescucha¿verdad?Pensó que a mí me resultaría más fácil, ¿no? Que era más probable quepudiesecomplacerle,quelecontasecosassinadienosoía.

—Hay otra posibilidad, digna también de tener en cuenta. ¿Y si yoconfiaseensucriterio,Starling?¿Ysilahubieseconsideradomimejorbazayhubiesequerido librarlade laobligacióndedarexplicaciones justificativasaposteriori?¿Ustedcreequeenesecasolehubierahechollevarundispositivodeescucha?

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—No, señor. Se ha hecho usted famoso por saber cómo tratar a susagentes,¿noesverdad,jefazo?¿QuépodemosofrecerlealdoctorLecter?

—Unpardecosasqueleenvíoahoramismo.Estaránahídentrodecincominutos,anoserquequierausteddescansarunpoco.

—Prefierovolvercuantoantes—repusoStarling—.Dígalesquepreguntenpor Alonso. Y dígale a Alonso que iré a reunirme con él en el pasillo queconducealasección8.

—Cincominutos—repitióCrawford.Starlingsededicóarecorrerelpisodelinóleodeaquellaastrosasalitadelsótano.Ellaeralaúnicabellezadeesahabitación.

Rara vez podemos prepararnos en praderas o senderos de grava; engeneral,lohacemoscortosdetiempoencuchitrilessinventanas,enpasillosdehospitales, en cuartuchos como esa habitación, con su agrietado sofá deplásticoysuscenicerosdeanunciodeCinzano,dondelasmugrientascortinascubrenunmurodecementogris.Encuartoscomoése,contanescasotiempo,preparamos nuestros gestos, nos los aprendemos de memoria para poderlosreproduciralhallarnosasustadosanteel rostrodeldestino.Starling tenía losaños suficientes para conocer esa verdad y no dejó que el ambiente de lahabitaciónlaafectase.

Starlingpaseabaarribayabajo,gesticulandoalaire.

—Resiste, muchacha —dijo en voz alta. Se lo dijo a Catherine BakerMartin y también a sí misma—. Estamos en mejores condiciones que esteantro.Estamosencondicionesmuchomejoresqueestejodidoantro—repitióenaltavoz—.Estamosenmejorescondicionesqueelmalditolugarenquetetienesecuestrada.Ayúdame.Ayúdame.Ayúdame.

Pensó durante unos momentos en sus difuntos padres, preguntándose siahora se avergonzarían de ella; simplemente esa pregunta, sin matices nisalvedades, sinpararse apensar si eraoportuna, esapreguntaque todosnoshemoshechoalgunavez.

Larespuestafuequeno;noseavergonzaríandeella.

Selavólacaraysalióalvestíbulo.Alonso,elenfermero,laaguardabaenel pasillo con un paquete sellado de Crawford. Contenía un mapa einstrucciones.ClaricelasleyóconrapidezbajolaluzdelpasilloyoprimióelzumbadorparaqueBarneyleabriese.

Capítulo25

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El doctor Lecter estaba sentado ante su mesa examinando sucorrespondencia.Starlingdescubrióque le resultabamás fácil acercarse a laceldasiélnolamiraba.

—Doctor.

Lecter levantó un dedo rogando silencio.Al terminar de leer la carta, sequedóreflexionando;teníaelpulgardelamanodeseisdedosbajoelmentónyelíndiceaunladodelanariz.

—¿Qué opina usted de esto? —dijo depositando el documento en labandejadelacomida.

EraunacartadelaOficinadePatentesdelosEstadosUnidos.

—Hace referencia a mi reloj de pulsera de la crucifixión —explicó eldoctorLecter—.Mecomunicanquenopuedenconcedermeunapatenteperomeaconsejanqueregistrecomopropiedadartísticalacara.Mire.—Colocóenlabandejaundibujodel tamañoaproximadodeunaservilletayStarling tiróde ella—.Habráustedobservadoque en lamayoría de las crucifixiones lasmanosseñalan,digamos,lastresmenoscuartoocomomáximolasdosmenosdiez,mientrasquelospiessehallanenlasseis.Enlaesferadeestereloj,Jesúsestá, comopuedeustedver, en la cruzy losbrazosgiran indicando lahora,igual que en esos populares relojes creados por Walt Disney. Los piespermaneceninmóvilesenlasseisyarriba,enlacorona,apareceunpequeñosegundero.¿Quéleparece?

Lacalidaddelaanatomíadeldibujoeraextraordinaria.LacabezaeraladeClarice.

—Seperderámuchodetallecuandosereduzcaatamañodereloj—repusoClarice.

—Efectivamente, así es, por desgracia, pero piense en la originalidad delosrelojes.¿Creeustedqueseríasensatointentarcomercializarlosinpatente?

—Esque losmovimientosserían losde los relojesdecuarzo,¿no?,yyaestán patentados. No estoy muy segura, pero creo que las patentes sólo seconceden en el caso de dispositivosmecánicos,mientras que la producciónartísticaoliterariaseprotegemediantelosderechosdeautor.

—Peroustednoesabogada,¿verdad?AhoraenelFBI,para ingresar,yanoexigeneltítulodeDerecho.

—Tengounapropuestaparausted—dijoStarlingabriendolacartera.

SeacercabaBarney.Claricecerrólacartera.EnvidiabalaprodigiosacalmadeBarney, cuyos ojos siempre estaban alerta y translucían una considerabledosisdeinteligencia.

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—Perdone—le dijeBarney—.Veo que traemuchos papeles.Ahí, en alarmario,hayunasilladebrazoparatomarapuntesqueavecesusalapolicía.¿Selavoyabuscar?

Imagenescolar.¿Síono?

—¿Podemoshablarahora,doctorLecter?

Eldoctorlevantólapalmadelamano.

—Sí,Barney,tráigala.Gracias.

Sentadaya,yBarneyaprudentedistancia.

—DoctorLecter,lasenadoratieneparaustedunaofertaexcepcional.

—Si es o no excepcional, esome corresponde enjuiciarlo amí. ¿En tanbreveintervalohanhabladoustedconella?

—Sí.Mire,setratadeunaofertaglobal;lasenadoranosereservanada,demodoquenohaylugarpararegateos.Lotomaolodeja—declaróalzandolavistadelacarteraymirándoledesoslayo.

EldoctorLecter,reodenueveasesinatos, teníalosdedosapoyadossobreloslabiosylamiraba.Asusojosasomabaunanocheinterminable.

—Si nos ayuda a descubrir a Buffalo Bill a tiempo para rescatar aCatherine BakerMartin sana y salva, obtendrá usted lo siguiente: primero,trasladoalhospitaldelaAdministracióndeVeteranosdeOncidaPark,NuevaYork,dondeseráalojadoenunaceldaconvistasobrelosbosquesquerodeanla institución, sin que ello implique una reducción de las medidas deseguridad, que seguirán aplicándose con la máxima rigidez. Segundo,redacción de informes psiquiátricos sobre determinados reclusos, aunque nonecesariamente aquellos que compartan el mismo centro penitenciario queusted.Losinformesseránrealizadosaciegas,esdecir,sinconocerlaidentidaddelossujetos.Tendráustedunrazonableaccesoalabibliografíaqueprecise.

Claricelevantólavista.Elsilenciopuedeserburlón.

—Tercero,lomejordetodo,lomásextraordinario:unaalañosaldráusteddelhospitalparapasaruna semanaeneste lugar.—Depositóunmapaen labandeja de la comida. Lecter no tiró de ella—.La isla de Plum—continuódiciendo—.Todas las tardes de esa semana estará usted autorizado a pasearporlaplayaoabañarseenelmarsinmásvigilanciaqueunapatrullasituadaacincuentametros,sibiensetratarádeunapatrullaespecializada.Esoestodo.

—¿Ysimeniego?

—Podríaprobaracubrirlapareddelfondodeestaceldaconunacortina.Fingir que dispone de una ventana, a lo mejor le hace la existencia más

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soportable.Nodisponemos de ningún factor de coacción o amenaza, doctorLecter.Encambio,loquesíposeoesunaopcióndequellegueadisfrutardelaluzdeldía.

Ella no le miró. No quería enfrentar miradas. Aquello no era unaconfrontación.

—¿Autorizarán a CatherineMartin a venir a hablar conmigo, solamenteacerca del secuestrador, si decido publicar mis resultados? ¿A hablarexclusivamenteconmigo?

—Sí.Puededarloporhecho.

—¿Cómolosabeusted?¿Quiénloautorizará?

—Laacompañaréyomisma.

—Siellaaccede.

—Habráquepreguntárselo,evidentemente.

Lectertiródelabandeja.

—LaisladePlum—dijo.

—MireenlapartenortedeLongIsland,enesapuntaqueseadentraenelmar.

—LaisladePlum.Aquídice:«CentrodeVeterinariadelaisladePlum-Laboratoriodeinvestigaciónfederal».

Suenaencantador.

—Esosolamenteocupaunapartedelaisla.Tieneunaplayapreciosayelalojamiento es confortable. Las golondrinas de mar anidan en esa costa enprimavera.

—Lasgolondrinasdemar.—EldoctorLectersuspiró.Ladeóligeramentelacabezaysacandolapuntadesurojalenguatocóelcentrodesuencarnadolabiosuperior—.Siaccedoahablardeesto,Clarice,tendráquedarmeustedalgoacuenta.Quidproquo.Yoledigounacosayustedmediceotra.

—Adelante—repusoStarling.

TuvoqueesperarunlargominutoantesdequeLecterledijese:

—En lametamorfosis de los insectos, la larva se convierte en una ninfacontenidaenlacrisálida,lacual,alcabodeciertotiempo,saledesucamerinosecretoconvertidaenhermosísimaimago.¿Sabeloqueesunaimago,Clarice?

—Uninsectoensuperíodoadultoofinal.

—¿Yquémás?Ellamanifestósuignoranciasacudiendolacabeza.

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—Es un término procedente de lamuerta religión del psicoanálisis.Unaimagoeslaimagendeunodelospadresenterradaenelsubconscientedesdelainfanciayveneradaconinfantilafecto.Lapalabraderivadelosretratosdecera de los antepasados que los romanos transportaban en los cortejosfunerales… Hasta el flemático Crawford ha de advertir un inequívocosignificadoenelhechodehaberhalladounacrisálida.

—Nadaespecialmenterelevante,salvoquenospermitecompararlaslistasde suscriptores de las revistas de entomología con las de los criminalessexualesconocidosparaaveriguarsiexistealgunacoincidencia.

—En primer lugar vamos a abandonar el nombre deBuffaloBill. Es unapodoque induceaerroryno tienenadaquevercon lapersonaquebusca.PorrazonesdeconveniencialellamaremosBilly.Levoyahacerunresumendeloqueopino.¿Lista?

—Lista.

—Elelementosignificativode lacrisálidaes lametamorfosis.Larvaquese convierte enmariposa, o polilla. Billy cree que quiere transformarse. Seestá confeccionando un traje de mujer con auténticas mujeres. De ahí lasvíctimasdegrantamaño;tienequehacerprendasquelequepan.Elnúmerodevíctimas sugiere que es posible que considere el proceso comouna serie demudas.Yestállevándoloacaboenunacasadeplantaypiso.¿Haaveriguadoelporquédelosdospisos?

—Porqueduranteunatemporadalasahorcabaenlaescalera.

—Correcto.

—DoctorLecter,nuncahevistoqueexistacorrelaciónentretransexualidadyviolencia;lostransexualesgeneralmentesonpersonaspasivas.

—Cierto, Clarice. A veces se advierte en ellos una cierta tendencia a laadicción quirúrgica; desde un punto de vista estético, o cosmético, lostransexualessondifícilesdecontentar.Peroesquehadetenermuypresenteque Billy no es un verdadero transexual. Está muy cerca de la forma deatraparle,Clarice;¿sedaustedcuenta?

—No,doctorLecter.

—Perfecto. Entonces no le importará contarme qué le sucedió a usteddespuésdelamuertedesupadre.

Starling se quedó mirando las cicatrices que aparecían en el tablero detomarapuntes.

—Nocreoquehallelarespuestaensuspapeles,Clarice.

—Mi madre nos mantuvo a todos los hijos unidos durante más de dos

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años.

—¿Conquérecursos?

—Trabajandodecamareraenunmotelduranteeldíaycocinandoenuncaféporlasnoches.

—¿Yluego?

—FuiaviviracasadeunaprimademimadreenMontana.

—¿Sólousted?

—Yoeralamayor.

—¿Elayuntamientonohizonadaporsufamilia?

—Nosentregóunchequedequinientosdólares.

—Escuriosoquenohubieseun seguro.Clarice, usteddijoque supadrerozóelcerrojodelriflecontralapuertadesucamioneta.

—Asíes.

—¿Nodisponíadeuncochepatrulla?

—No.

—Ocurrióporlanoche.

—Sí.

—¿Nousabapistola?

—No.

—Clarice,supadretrabajabadenocheconsupropiacamioneta,ynoibaarmadomás que con una escopeta…Dígame ¿por casualidad llevaba en elcinturónunmarcador de tiempo?Ya sabe, unode esos aparatos quehay entodoslospostesdelaciudad,quehanderegistrarseunoaunocadanoche,encoche,claroestá,paraqueloscapitostesdelaciudadsepanqueelempleadonosetumbaalabartola.Dígamesillevabaunodeesosaparatos,Clarice.

—Sí.

—Era un vigilante nocturno, ¿verdad, Clarice?, no era policía. No memientaporqueloadivinaré.

—Sutarjetalaboraldecíapolicíanocturno.

—¿Quésehizodeello?

—¿Quésehizodequé?

—Delmarcadordetiempo.¿Quésehizodeélalamuertedesupadre?

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—Nomeacuerdo.

—Síseacuerda,¿melodirá?

—Sí.Unmomento…Elalcaldeacudióalhospitalylepidióamimadreelmarcadorylainsignia.—Ignorabaquesabíaesedetalle.Elalcalde,conropadeportivaymocasines.Elmuycabrón—.Ahorausted,doctorLecter.Quidproquo.

—¿Ha creído que he pensado que se lo había inventado? No, si se lohubiera usted inventado, no le dolería. Hablábamos de transexuales. Decíausted que la violencia y una conducta aberrante y destructiva no son,estadísticamente hablando, factores correlativos. Cierto. ¿Recuerda quedijimos que la cólera se manifiesta como lujuria y que un lupus puedeconfundirse con una urticaria?Billy no es un transexual,Clarice, aunque élpiensequesíeintenteserlo.Haintentadosermuchascosas,supongo.

—Hadichoqueesonosacercabaalamaneradecapturarle.

—Existen trescentrosprincipalesdondesepractica lacirugía transexual:JohnsHopkins,laUniversidaddeMinnesotayelpoliclínicodeColumbus.Nome extrañaría nada que Billy se hubiese inscrito en uno de ellos parasometerse a una intervenciónde cambiode sexo, y que su solicitudhubierasidorechazada.

—¿Rechazadaporquémotivo?¿Quéelementoslohacendiferentedeotrossolicitantes?

—Es usted una centella, Clarice. En primer lugar, sus antecedentespenales.Elloinvalidaaunsolicitante,amenosquesetratededelitosmenoresy relacionados con el problema de la identidad sexual, como el travestismopúblico,porejemplo.EnelsupuestodequeBillyhubieselogradoocultarsusantecedentes criminales, las pruebas y diagnósticos de personalidad ledelatarían.

—¿Dequémodo?

—Hadesaberloparapodercribarlaslistas,¿noesasí?

—Sí.

—¿PorquénoselopreguntaaldoctorBloom?

—Prefieropreguntárseloausted.

—¿Quévaa sacarusteddeesto,Clarice?¿Unascensoyunaumentodesueldo? ¿A qué nivel pertenece, a un G-9? ¿Qué cobran actualmente losdesgraciadosG-9?

—Entre otras cosas, una llave de la puerta principal. ¿De qué modo lo

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delataríanlosdiagnósticos?

—¿LegustóMontana,Clarice?

—Erabonito.

—¿Seentendíabienconlaprimadesumadre?

—Éramosdiferentes.

—¿Cómoeranellaysufamilia?

—Gentesagotadasdetrabajar.

—¿Habíamásniños?

—No.

—¿Dóndevivían?

—Enunrancho.

—¿Unranchodedicadoalacríadeovejas?

—Ovejasycaballos.

—¿Cuántotiempopasóustedallí?

—Sietemeses.

—¿Cuántosañostenía?

—Diez.

—¿Adóndefuedespuésdeallí?

—AlHogarLuteranodeBozeman.

—Dígamelaverdad.

—Leestoydiciendolaverdad.

—Estáustedbrincandoalrededorde laverdad.Siestácansada,podemoshablarafinesdesemana.Yoestoybastanteaburrido.¿Prefierequehablemosahora?

—Ahora,doctorLecter.

—Muybien.UnaniñaesenviadaporsumadreaunranchodeMontana.Unranchodeovejasycaballos.Echandodemenosalamadre,excitadaporlapresenciadelosanimales…

—EldoctorLecterabriólasmanosinvitandoaStarlingacontinuar.

—Eramaravilloso.Teníauncuartoparamísola,habíaunaesteraindiaenelsuelo.Medejabanmontaruncaballo,teníapermisoparapasearconélpor

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elpatio.Eraunayegua;teníaalgoenlavistayveíapoco.Todosloscaballosteníanalgunacosa;estabanenfermosocojeaban.Algunossehabíancriadoencompañía de niños y, ¿sabe?, por la mañana cuando salía para tomar elautobúsdelaescuela,mesaludabanconunrelincho.

—¿Peroquéocurrió?

—Descubrí una cosa extraña en el establo. Justo al ladohabía un cuartodondeguardabantrastos.Esacosaeracomounaespeciedecasco.Meextrañó,lo cogí y vi que tenía grabada una inscripción que decía: «W.W. Greener.Mataderocaballar».Eracomounacaperuzademetal acampanadaqueen laparte de arriba tenía una cámara para alojar un cartucho.Más omenos delcalibre32.

—¿Eneseranchocebabancaballosparaelmatadero,Clarice?

—Sí.

—¿Losmatabanenelrancho?

—Losqueibanaservirparafabricarcolayabonos,sí.Enuncamión,bienamontonados,cabenseiscaballosmuertos.A losdestinadosaconvertirseencomidaparaperrosselosllevabanvivos.

—¿Yelqueustedmontabaporelpatio?

—Nosescapamosjuntos.Meescapéconél.

—¿Hastadóndellegaron?

—Hastaaquí;novoyadecirlenadamáshastaquemeexpliquelodelosdiagnósticos.

—¿Conoce el conjunto de pruebas a que se somete a los varones quesolicitanunaintervenciónquirúrgicadecambiodesexo?

—No.

—Me resultaría más fácil si pudiese usted traerme una copia delprocedimientoquesesigueencadaunodeloscentros,peroensíntesistodosellos suelen incluirunascuantaspruebasentre lasquedestacan laEscaladeInteligenciaAdultadeWechsler,Casa-Árbol-Persona,ladeRoschach,DibujodelAutoconcepto,PercepciónTemática,laMMPI,porsupuesto,yunparmás,ladeJenkins,creo,desarrolladaporlaUniversidaddeNuevaYork.Necesitaalgoquelepermitaverclarorápidamente,inmediatamente,¿verdad?¿Verdad,Clarice?

—Seríalomejor,algorápido.

—Veamos…Partimosdelahipótesisdequeestamosbuscandoaunvarónqueenlaspruebasdaráunosresultadosdistintosalosquedaríaunverdadero

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transexual.

»Perfecto. En la prueba Casa-Árbol-Persona, busque a alguien que enprimerlugarhayadibujadounafiguraquenoseafemenina.Lostransexualesmasculinos casi siempre dibujan en primer lugar la figura femenina y escaracterísticoqueconcedanespecialatencióne importanciaa losadornosdelas mujeres que dibujan. Sus figuras masculinas, en cambio, son merosestereotipos,aunquesedennotablesexcepcionessobretodocuandodibujanaMr.América.Entreambosextremosquedapocacosa.

»Busque a continuación un dibujo de una casa que carezca de losembellecimientostípicosdeunfuturofeliz,unacasasincochecitodebebéalapuerta,sincortinas,sinfloreseneljardín.

»Los transexuales auténticos dibujan dos tipos de árboles; sauces decopioso y fluido ramaje y temas de castración. Los árboles que quedancortados por el borde del dibujo o del papel, esto es, las imágenes decastración, aparecen llenos de vida en los dibujos de los transexualesverdaderos. Dibujan ramas floridas y cargadas de fruto. Se trata de unadistinción de suma importancia porque no se parecen en nada a los árbolescanijos,asustados,muertosomutiladosqueaparecenenlosdibujosrealizadosporpersonasaquejadasdetrastornosmentales.Esdecir,elárboldeBillyseráhorrible.¿Voydemasiadodeprisa?

—No,doctorLecter.

—Al dibujarse a sí mismo, un transexual prácticamente nunca serepresentadesnudo.Nosedejeimpresionarporlaparanoicafantasíaquesueleaparecer en las tarjetas TAT; es fenómeno frecuente entre los sujetostransexuales que acostumbran a vestirse de mujer, motivo por el cual hantenidoexperienciasconlapolicía.¿Quierequeresuma?

—Sí,megustaríaquehicieseunresumen.

—Tienequeconseguirunalistadepersonasquehayansidorechazadasenlos tres centros donde se practican intervenciones quirúrgicas de cambio desexo.Compruebeprimeroalosrechazadosporposeerantecedentespenalesyde ellos concéntrese en los ladrones. Entre los que han intentado ocultar elhecho de poseer antecedentes criminales, busque a los que en la infanciahayansufridotrastornosgravesasociadosconepisodiosdeviolencia.Esmuyposiblequeelhombrequeleinteresahayasidointernadoenuncorreccional.Luegorevise laspruebas.Lapersonaquebuscaesunvarón,derazablanca,queprobablementenohacumplidoaúntreintaycincoañosydegrantamaño.Recuerde que no es un transexual, Clarice. Simplemente cree serlo, y estádesconcertadoeirritadoporquenoseleprestaayuda.Esoestodoloquevoyadecir,creo,hastanohaberleídoelexpediente.Lodejaráustedaquíparaquelo

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lea.

—Sí.

—Juntoconlasfotografías.

—Estánincluidas.

—Entonces,valemásqueecheacorrerconloqueseleharegaladoyaverquétalselasapaña,Clarice.

—Necesitosaberdequémodohapodidousted…

—No.Noseacodiciosa,porquedelocontrariotendremosquediscutiresareacción la semana próxima. Vuelva cuando haya hecho algún progreso, oaunquenohayahechoninguno.Unaúltimacosa,Clarice.

—Sí.

—Lapróximavezmeexplicaráusteddoscosas.Unaesquéleocurrióalcaballo.Losegundoquemepreguntoes…¿cómoconsiguedominarustedsurabia?

Alonsovino abuscarla.Con lasnotas apretadas contra el pecho,Claricecaminaba con la cabeza baja, tratando de conservarlo todo en la mente.Ansiosaderespirarairelibre,nisiquieralanzóunamiradahaciaeldespachodeChiltoncuandosaliódelhospital.

LaluzdeldoctorChiltonestabaencendida.Seveíapordebajodelapuerta.

Capítulo26

Allá en las profundidades, bajo el herrumbroso amanecer de Baltimore,surgenlosruidosdeldíaenelpabellóndemáximaseguridad.Enesossótanosdondenuncaoscurece, losatormentados intuyenlaproximidaddeldíacomounpuñadodeostrasmetidasenunperdidobarrilzarandeadoporlamarca.

ErancriaturasdeDiosquesedormíanllorando,despertabanparavolveralloraryensudesvaríocarraspeabanparaaclararseelgañote.

EldoctorHannibalLecterestaba rígidamentedepieal fondodelpasillo,conlacaraaunpalmodelapared.

Unas recias cinchas de lona lo sujetaban fuertemente a una camilla desuperficiereclinable,comosifueseunrelojdepared.Bajolascinchasllevabauna camisa de fuerza y correas que le ataban las piernas. Una máscara dehockey que le cubría la cara impedía quemordiese; era tan eficaz comoun

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bozalymáscómodademanejarparalosenfermeros.

A espaldas del doctor Lecter, un enfermero bajo y de hombros caídosfregaba la celdadelpsiquiatra.Barney supervisaba las sesionesde limpieza,queteníanlugartresdíasporsemana,yalmismotiemporegistrabaelrecintoenbuscadeobjetosprohibidos,obtenidosdecontrabando.Losencargadosdelalimpiezasolíanapresurarse,yaquelaceldadeldoctorLecterlesproducíaaprensión.EraBarneyelque,unavezfinalizadalatarea,controlaba.Barneylocomprobabatodoynodescuidabanada.

Era únicamente Barney quien supervisaba la manipulación del doctorLecter,yaqueBarneynoolvidabajamásaquiénteníaentremanos.Susdosayudantes,entretanto,contemplabanenlatelevisiónunprogramadedicadoarecogerlasjugadasmássobresalientesdevariospartidosdehockey.

EldoctorLecter sedivertía; posee ingentes recursos internos, suficientespara entretenerse durante años seguidos. Sus pensamientos se hallaban tanpocoesclavizadosporelmedioolabondadcomolosdeMiltonporlafísica.Dentrodesucabezaeraunserlibre.

ElmundointeriordeldoctorLecterposeevivoscolores,intensosoloresyescasossonidos.LociertoesquetuvoqueesforzarseunpocoparaoírlavozdeldifuntoBenjamínRaspail.EldoctorLecterestabameditandodequémodoentregar a JameGumbaClariceStarling, para lo cual recordar aRaspail leresultabadeutilidad.

Ahí estaba el gordo flautista en el último día de su vida, tendido en eldivándelaconsultadeLecter,hablándoledeJameGumb:

«JamevivíaenSanFrancisco,enunapensióndemalamuerte,dondeteníalahabitaciónmásatrozquesepuedaimaginar;lasparedeserandeunmoradoberenjena, salpicadas de churretones de esmalte, según lamoda de los añoshippie,ytodoestabadeunabandonadoquedabapena.

»Jame… sabe, aparece escrito así en la partida de nacimiento, de ahí levieneelnombre,yhadepronunciarse«James»,sinlaesefinal,delocontrariose pone lívido; y total no fue un nombre elegido sino un error del hospitaldondenació,unerrordebidoalaignoranciadelpersonalquecontratabanenaquellostiempos,gentetananalfabetaquenisiquierasabíaescribirunnombrecorrectamente. De todos modos, actualmente, es peor; hoy oí que tiene ladesgracia de ingresar en un hospital corre peligro de perder la vida.Bueno,puesenesahorrendahabitaciónestabaJamesentadoenlacama,cubriéndosela cara con las manos; le habían despedido de la tienda de antigüedades yobjetosderegalodondetrabajabayhabíavueltoahacerlacosamala.

»Ledijesencillamentequenoaguantabamássuformadeactuar,apartedequeKlausacababadeentrarenmivida,claroestá.Jame,sabeusted,noesun

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verdaderomarica;esolevienedelosañosquepasóenlacárcel.Enrealidad,noesnada;yodiríaqueesunvacíototalqueélseempeñaenllenar,ydeunaviolencia brutal cuando se enfada. Siempre que él entraba en algún sitio, senotabacomosi lahabitaciónsevaciase.Quierodecirqueunapersonacomoél,quematóasusabueloscuandoteníadoceaños,unapersonadeuncaráctertanexplosivoparecequehabríadetenermáspresencia,¿noleparece?

»Demaneraqueestabasin trabajo,yhabíavueltoahacer lacosamalaaalgúndesgraciado.Yoestabaharto.Élhabíaidoacorreosarecogerlosenvíosdesuexpatrón,eldueñodelatienda,confiandoencontraralgoquesepudiesevender.YhabíaunpaquetedeMalasiaodeIndonesiaoquéséyo.Loabriócon verdadera ilusión y era unamaleta llena demariposasmuertas,metidasallídentrosinmásnimás,sueltas.

»Eldueñodelatiendaestabaencontactoconalgunosjefesdecorreosdeesas islas, quienes contra reembolso le enviaban cajas y cajas demariposasmuertas.Éllasprensabaentredosplanchasdemetacrilatoyconfeccionabalosadornosmás cursis que se pueda imaginar, y tenía la caradura de llamarlosobjetos de arte. Las mariposas a Jame no le servían de nada y hundió lasmanosenellaspensandoquequizádebajohabríajoyasdeartesanía—avecesrecibíanpulserasdeBali—ysellenólosdedosdepolvodemariposa.Nada.Noencontrónada.Sesentóenlacama,secubriólacaraconlasmanos,todoél irisado de colores de mariposa, y sintiéndose muy deprimido, como noshemossentidotodosalgunavez,sepusoallorar.Deprontooyóunleveruidoen lamaleta, que había quedado abierta, y era unamariposa que trataba desalirdeuncapulloquehabíanmetidoconlasmariposasmuertas,yfinalmentetrasciertoesfuerzoloconsiguió.Habíapolvodemariposaenelaire,polvoenelrayodesolqueentrabaporlaventana,yasabelovívidoqueresultatodoloquedescribeunapersonadrogada,bebida, intoxicada,extasiada.Laobservóabrirlasalas.Erauninsectogrande,dijo.Verde.Yabriólaventanaparaquehuyese volando y dijo que sintió tal alivio que inmediatamente supo lo queteníaquehacer.

»JamedescubriólacasitadelaplayaqueusábamosKlausyyoyundía,alregresardeunensayo,allímeloencontré.Encambio,noviaKlaus.Klausnoestaba. Le pregunté que dónde estaba Klaus y me contestó que bañándose.Sabía que era mentira, Klaus nunca se bañaba, el Pacífico tiene un oleajedemasiado violento. Y cuando abrí el frigorífico, bueno, ya sabe lo queencontré.LacabezadeKlausmirándomedesdedetrásdelajarradelzumodenaranja.Jametambiénsehabíaconfeccionadoundelantal,sabe,conlapieldeKlaus, y se lo puso yme preguntó si le favorecía. Supongo que debe estarhorrorizado de que, a pesar de todo, continuase mi relación con Jame; laverdad es que cuando usted lo conoció, su inestabilidad había aumentadomucho.Creoqueélsequedópasmadodequeustednoletuviesemiedo».

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Y a continuación, las últimas palabras pronunciadas por Raspail. «Mepreguntoporquénomemataronmispadres antesdeque tuviese edadparaengañarles».

ElfinomangodelbisturículebreócuandoelperforadocorazóndeRaspailtratabadeseguirlatiendo;fuecuandoeldoctorLecterdijo:«Pareceunapajametida en el orificio de una bomba teledirigida, ¿no cree?», pero erademasiadotardeparaqueRaspailpudieracontestar.

El doctor Lecter recordaba todas y cada una de esas palabras, ymuchomás.Agradablespensamientosconlosqueentretenersemientrassellevabaacabolalimpiezadelacelda.

ClariceStarlingeraastuta,pensóeldoctor.Puedeque llegaseaatraparaJameGumbcon loqueél lehabíadicho,peroeraunaprobabilidad remota.Para atraparle a tiempo, precisaba de datosmás concretos. El doctor Lecterestaba seguro de que cuando leyese los detalles de los crímenes, la mismalecturalesugeriríapistas,indiciosseguramenterelacionadosconeloficioqueGumb aprendió en el correccional después de haber dado muerte a susabuelos. Le entregaría a Jame Gumb mañana, dando unas indicaciones taninequívocasquehastaelpropioJackCrawfordhabríadedarsecuenta.

Mañanaquedaríatodolisto.

EldoctorLecteroyópasosasusespaldasyeltelevisorperdiólavoz.Notóqueelmanubriodevolvíalacamillaasuposiciónhorizontal.Ibaaempezarellargoytediosoprocesodeliberarlodesusatadurasenelinteriordelacelda.Siempreseseguíaelmismoprocedimiento.PrimeroBarneyysusayudanteslocolocabanconcuidadoeneljergón,bocaabajo.Luego,conunpardetoallas,Barney le ataba los tobillos a la barra que había a los pies de la cama, lequitaba lascorreasde laspiernasycubiertoporsusdosayudantes,que ibanarmadosconporrasyaerosolirritante,soltabanlashebillasdelaespaldadelacamisadefuerza,retrocedíanparasalirdelacelda,ajustabanlareddenailonycerrabanlapuertadelareja,dejandoqueeldoctorLectersedespojaseporsísolo de sus ataduras. A continuación, el doctor, por medio de la bandeja,trocabaelmaterialdeinmovilizaciónporeldesayuno.Dichoprocedimientoseempleaba desde que el doctor Lecter había atacado a la enfermera, yfuncionabaasatisfaccióndetodoelmundo.

Esedíaelprocesoseviointerrumpido.

Capítulo27

Una ligera sacudida cuando la camilla que transportaba al doctor Lecter

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cruzóelumbraldelacelda.YenellasehallabaeldoctorChilton,sentadoenel catre, examinando la correspondencia privada de Lecter. Chilton iba enmangasdecamisaysincorbata.EldoctorLectervioquellevabaalcuellounacadenadelacualpendíaunaespeciedemedalla.

—Póngaloahídepie, juntoalretrete,Barney—ordenóeldoctorChiltonsinlevantarlavista—.Ustedylosotrosesperenenlasaladeguardia.

EldoctorChiltonacabódeleerelmásrecienteintercambiodeimpresionesdeLecterconlosArchivosdePsiquiatría.Arrojólascartasaljergónysaliódelacelda.DelamáscaradehockeysurgióundestellocuandolosojosdeLecterle siguieron, sin que la cabeza del psiquiatra perdiese ni un instante suinmovilidad.

Chilton se dirigió hacia la silla que había usado Starling, que aún sehallabaenelpasillo,einclinándoseconrigidezsacódedebajodelasientoundiminuto dispositivo de escucha. Lo agitó ante la máscara de hockey quecubríalacaradeldoctorLecteryvolvióasentarseeneljergón.

—HepensadoquelaseñoritaStarlingtrataríadeaveriguarsilamuertedeMiggshabíaconllevadoalgunaviolacióndelosderechosciviles,demodoquehe decidido escuchar —declaró Chilton—. Hacía años que no oía su voz,Hannibal; la última vez debió ser cuando, deliberadamente, contestóequivocadamente a las preguntas demi cuestionario, dejándome en ridículoantetodalaprofesiónenlosartículosquepublicóenlaRevistadePsiquiatría.Cuestacreerquelaopinióndeunreclusotengatantopesoentrelosmiembrosdelacomunidadcientífica,¿verdad?Peroyosigoaquí,yustedtambién.

EldoctorLecternosedignócontestar.

—AñosdesilencioydeprontoJackCrawfordleenvíaaesamuchachayseponeustedatemblarcomounflandegelatina,¿noesasí?¿Quéesloquelehaderretido,Hannibal?¿Esostobillosfuertesyhermosamentetorneados?¿Elbrillodesuscabellos?Esamujeresunamaravilla,¿noleparece?Distanteymaravillosa,comounapuestadesolinvernal;ésaeslaimagenquemevienealamentecuandopiensoenella.Yaséquehacemuchotiempoquenoveustedunapuestadesolinvernal,pero,créame,esloqueesachicasugiere.

»Tansólolequedaundíamásconella,Hannibal.Luego,delinterrogatoriosevaaencargarHomicidiosdeBaltimore.Yaestánatornillandounasillaparaustedenlasaladeelectrochoque.Lasillaestáprovistadeunorinal,parasumayor comodidad y la de ellos cuando conecten la corriente. Yo quedo almargen;nomeenterarédenada.

»¿Sedaustedcuentadeloqueestoydiciendo?Losaben,Hannibal.Sabenque usted sabe perfectamente quién es Buffalo Bill. Piensan queprobablementeloatendióustedensuconsulta.CuandooíalaseñoritaStarling

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preguntarleporBuffaloBill,mequedédesconcertado.YllaméaunamigoquetengoenHomicidiosdeBaltimore.Hanencontradouninsectoenlagargantade Klaus, Hannibal. Saben que fue Buffalo Bill quien lo mató. Crawfordsimplementeusalatácticadedejarquesecreaustedmuylisto.Nocreoquesepa usted lo mucho que Crawford le odia por haber desfigurado a suprotegido.Y le tiene acorralado,Hannibal. ¿Todavía se sigue creyendomuylisto?

EldoctorLecterobservólosojosdeChiltonmoviéndosesobrelascorreasque sujetaban la máscara de hockey. Era evidente que Chilton deseabaquitársela para verle la cara. Lecter se pre untó, si Chilton se la quitaríaempleando el método seguro, es decir, desde detrás. Si se la quitaba desdedelante,tendríaquerodearlelacabezaconlosbrazos,ylacarainternadelosantebrazos, con sus venas azules, quedaría a poquísimadistancia de la bocadelpsiquiatra.Vamos,doctorChilton,acérquese.No,hadecididonotocarlamáscara.

—¿Sigue usted pensando que le van a trasladar a una celda con unaventana?¿Creeustedquevaapasearporlaplayacontemplandolospájaros?No sea ingenuo. He telefoneado a la senadora Ruth Martin, quien hamanifestado no estar al corriente de haber cerrado ningún trato que leconciernaausted.Hetenidoinclusoquerecordarlequiénerausted.TampocohaoídohablarjamásdeClariceStarling.Esunapurapatraña.Yasesabequeenunamujersondeesperarpequeñosengaños,pero,francamente,estavezlohanhechoobjetodeunfraude.¿Noopinaustedlomismo?

»Cuandoacabendeordeñarle,Hannibal,Crawford leva adenunciarporencubrimientodedelito.Esevidentequeustedrecurrirá,basandosudefensaenlademenciacomocircunstanciaatenuante,peroasíytodoaljueznolevaagustar. Ya verá cómo a partir de ahora se toma poquísimo interés por lascondicionesdesureclusión.

»Novaahaberventanas,Hannibal.Sevaapasarelrestodelavidaenunmanicomio, contemplando cómo le cambian los pañales.Con los años se lecaerán losdientes,perderá la fuerza,nadie le tendráyamiedoyacabarásusdíasenunasalacualquiera,babeandocomoFlendauer.Losreclusosjóvenesletomaránelpelo,seburlarándeustedyleusaránparaelsexosiemprequelesvenga en gana. Lo único que podrá leer será lo que escriba usted en lasparedes.¿Ycreequealjuezleimportará?Yahavistoustedcómoacabanaquílosviejos:llorandoporquenolesgustalacompotadealbaricoque.

»JackCrawfordysuamiguita.Encuantose lemuera lamujer, se iránavivirjuntos,yaloverá.Élsevestirádejovenyempezaráahacerundeportequepuedanpracticarjuntos.SoníntimosamigosdesdequeBellaCrawfordsepusoenferma;enestosíque,pormásquelointenten,noconsiguenengañara

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nadie.Lograránambosunascensoynoseacordarándeustedparanada.EsprobablequeCrawford,cuandotodoacabe,vengaaverlepersonalmenteparacomunicarlelarecompensaquetienereservadaparausted.Yaverá,ya.Seguroqueyatieneeldiscursopreparado.

»Hannibal,Crawfordnoleconocetanbiencomoyo.Hacreídoquesi lepedía información sobre el caso de Catherine Baker, usted se dedicaría aatormentaralamadredeesachica.

Yhaacertado,pensóeldoctorLecter,Jacknotieneunpelodetonto;conesaobtusacaradeirlandés-escocésengañaatodoelmundo.Esunrostroquesegúncomosemireparecellenodecicatrices.Bueno,seguramentequedasitioparaunascuantasmás.

—Yosémuybienloqueaustedledamiedo,Hannibal.Noeseldolor,nielsufrimiento,nilasoledad.Loúnicoquenopuedesoportareslaindignidad;enesosepareceustedalosgatos.Yoestoymoralmenteobligadoacuidardeusted, Hannibal, y siempre lo he hecho. Por mi parte, en nuestra relaciónjamáshanintervenidofactoresniconsideracionesdetipopersonal.Yenestemomentoestoycuidandodeusted.

»Porpartede lasenadoraMartin,nuncahahabidounaofertaparausted.Peroahorasí lahay,opodríahaberla.Llevohorashablandopor teléfonoennombre suyo,Hannibal,y sinmás interésqueelbiendeesachica.Yvoyadecirlelaprimeracondición:ustedvaahablarexclusivamenteatravésdemí.Yoseréelquepubliqueexclusivamenteun informeprofesionaldeestecaso,informequeformalmentesepresentarácomounaentrevistaconusted.Ustednopublicaránada.Yoseréelúnicoquetengaaccesoacualquierinformaciónde labiosdeCatherineMartin, si conseguimosque salga sanay salva.Estascondicionesnopuedenserobjetodeningúntipodenegociación.Tieneustedquecontestarmeahoramismo.¿Lasacepta?

EldoctorLectersonrióparasusadentros.

—Máslevalecontestarme,porquedelocontrariosólopodrácontestaralinterrogatoriodeHomicidiosdeBaltimore.Laofertaconsisteenlosiguiente:siidentificaustedaBuffaloBillyatravésdesuinformaciónselograrescatara la chica sana y salva, la senadora Martin —y ella se lo confirmará porteléfono—secomprometeatrasladarleaustedalaprisiónestataldeBrushyMountain, en Tennessee, fuera del alcance de las autoridades judiciales ypolicíacas de Maryland. Estará usted bajo la jurisdicción personal de lasenadora, lejos de las garras de JackCrawford. Será usted instalado en unaceldademáximaseguridad,convistassobrelosbosques,Dispondrádetodoslos libros que quiera.Hará ejercicio al aire libre; los detalles todavía debenconcretarse, pero la senadora se muestra bien dispuesta. Denos usted elnombredelsecuestradoryautomáticamenteseráusted trasladado.Lapolicía

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estataldeTennessee seencargarádecustodiarleenel aeropuerto; sobreestepuntocontamosconelbeneplácitodelgobernador.

PorfineldoctorChiltonhadichoalgointeresante,aunquenotenganiideade qué se trata. Por detrás de lamáscara, el doctorLecter frunció sus rojoslabios.Custodiadoporlapolicía.LapolicíanoestanprecavidacomoBarney.Lapolicíaestáacostumbradaatratarcondelincuentescomunes.Generalmenteusa grilletes y esposas. Los grilletes y las esposas se abren con una llave.Comolaquetengoenmipoder.

—Su nombre de pila es Billy—dijo el doctor Lecter—. El resto se locomunicarépersonalmentealasenadora.EnTennessee.

Capítulo28

Jack Crawford declinó el café que le ofrecía el doctor Danielson, perocogióelvasoy sepreparóunAlka-Seltzerenel lavabodeacero inoxidablequehabíaenlasalitadeenfermeras.Todoeradeaceroinoxidable:lamáquinaexpendedoradevasos,lasuperficiedelamesa,lapapelera,lamonturadelasgafas del doctor Danielson. El brillo del metal sugería el centelleo delinstrumentalquirúrgicoyaCrawfordleprodujounainequívocapunzadaenlazonadelanilloinguinal.

Eldoctoryélestabanasolasenlapequeñahabitación.

—No, sin unmandato judicial, imposible—repitió el doctor Danielson,esta vez con manifiesta brusquedad, como queriendo contrarrestar elhospitalariogestoquehabíatenidoalofrecerleelcafé.

Danielson era el director de la Clínica de Identidad Sexual de JohnsHopkinsyhabíaaccedidoarecibiraCrawfordalamanecer,muchoantesdepasarvisita.

—Tendrá que traerme un mandato específico para cada caso y losdiscutiremos todos. ¿Qué le han dicho en Columbus y en Minnesota? Lomismo,¿noescierto?

—ElDepartamento de justicia está hablando con sus directores en estosmomentos. Doctor, hemos de intentar resolver este caso con la máximaurgencia. Si la chica no ha muerto ya, la va a matar pronto, esta noche omañana.Yacontinuación,secuestraráalapróxima—contestóCrawford.

—Mire,mencionarelnombredeBuffaloBillasociándoloalosproblemasquetratamosaquírevelaunaprofundaignorancia,señorCrawford,ademásdepecardeinjustoypeligroso.Hacequesemeponganlospelosdepunta.Nos

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ha llevado años—y aún no lo hemos conseguido del todo— convencer alpúblico de que los transexuales no están locos, ni son unos pervertidos, niunosdespreciablesmaricones,términoambiguoyqueno…

—Estoyenteramentedeacuerdoconusted…

—Un momento. El índice de violencia entre el colectivo transexual esnotablemente inferiorqueelqueseapreciaentre lamasade lapoblaciónengeneral. Los transexuales son personas decentes aquejadas de un auténticoproblema,unproblemaquesiempreseha tratadoconnotoria intransigencia.Merecenayudayaquíseladamos.Noestoydispuestoapermitirqueahoraselleve a cabo una caza de brujas. Jamás hemos violado la informaciónconfidencialdeningúnpacienteyleaseguroquejamásloharemos.Mejorseráquepartamosdeestabase,señorCrawford.

HacíayamesesqueensuvidaprivadaCrawfordcultivabaeltratoconlosmédicosyenfermerasdesuesposa,tratandodearrancarlesmediantecualquiersubterfugio lamás insignificanteventajapara ella.Estabahartodemédicos.Pero esto no era su vida privada. Esto era Baltimore y asunto profesional.Calmémonos.

—Seguramente no me he expresado con la suficiente claridad, doctorDanielson. La culpa es de la hora; no soy una persona excesivamentemadrugadora, y esmuy temprano.Lo que quiero recalcar es que el hombreque buscamos no es paciente suyo. Se trata de alguien cuya solicitud serechazóporqueaquí,enJohnsHopkins,sedeterminóquenoeraunverdaderotransexual.Permítamequeledigaquenovenimosaciegas;levoyaenseñarunaseriedepuntosconcretos,relacionadosconlaspruebasdepersonalidadaquesometenalossolicitantes,quedemuestranunadesviacióndelaconductatípicadeltransexual.Mire,aquítengounalistadeloquetienenquebuscarsussubalternosenrelaciónconlassolicitudesrechazadas.

EldoctorDanielsonsefrotóunladodelanarizmientrasleía.Concluidalalectura,ledevolvióelpapel.

—Esto esmuy original, señor Crawford. La verdad, es extremadamenteinsólito, término que empleo, se lo aseguro, en contadísimas ocasiones.¿Puedopreguntarlequiénlehaproporcionadoesta…conjetura?

Nocreoqueleagradaseaveriguarlo,doctorDanielson.

—ElpersonaldeCienciasdelComportamiento—repusoCrawford—,trashaber consultado la opinión del doctor Alan Bloom, de la Universidad deChicago.

—¿AlanBloomrespaldaesto?

—Ynodependemos exclusivamente de las pruebas.Hay otro factor que

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probablemente hará destacar aBuffaloBill entre las fichas de sus archivos;seguramente trató de ocultar sus antecedentes criminales o falsificódocumentos de información complementaria. Enséñeme las solicitudesrechazadas,doctor.

Danielsonnodejóentodoelratodesacudirlacabeza.

—Las pruebas y la información recogida en las entrevistas constituyenmaterialestrictamenteconfidencial.

—Doctor Danielson, ¿cómo es posible que el fraude y el engañodeliberadoconstituyanmaterialestrictamenteconfidencial?Enlarelaciónqueestableceunmédicoysupaciente,¿enquécategoríaseincluyeelverdaderonombre de un criminal y sus antecedentes, nombre y antecedentes que elpaciente, por supuesto, no revela y son descubiertos a posteriori por elfacultativo?ConozcosobradamenteelrigorquecaracterizaaJohnsHopkins,pero estoy seguro de que se han encontrado alguna vez con algún casosemejante a éste.Los adictos a la cirugía cursan solicitudes de admisión entodos los centros donde se realizan intervenciones quirúrgicas de este tipo.Ellonoempeñanilareputacióndelcentroniladelospacientesconlegítimosproblemas.¿CreeustedqueelFBInorecibesolicitudesdechalados?Pueslasrecibe, y continuamente. Mire, la semana pasada un tipo tocado con unapelucasolicitóseradmitidoenSt.Louis.En labolsade lospalosdegolf leencontraronunlanzacohetesantitanque,dosobusesyungorrodepieldeoso.

—¿Yseleadmitió?

—Ayúdeme, doctor Danielson. El tiempo apremia. Mientras nosotrosestamos hablando aquí, Buffalo Bill puede estar convirtiendo a CatherineMartin en uno de estos despojos—dijo Crawford colocando una fotografíasobrelarelucientesuperficie—delamesa.

—Retireeso inmediatamente—replicóeldoctorDanielson—.Estegestoque acaba de hacer revela una puerilidad y una actitud de amenazaintolerables. Sepa que fui cirujano de guerra, señor Crawford. Vuelva aguardarseesafotografíaenelbolsillo.

—Naturalmente,uncirujanopuedecontemplarsinalterarse la imagendeuncadávermutilado—argumentóCrawford,arrugandoelvasoyoprimiendoconelpieelpedalde lapapelera—.Peronocreoqueningúnmédicopuedasoportarlaideadequesedespilfarreunavida.—Arrojóelvasoalacubetayla tapa se cerró con satisfactorio ruido—. No voy a pedirle que me reveleinformación relativa a sus pacientes sino sólo la correspondiente adeterminadas solicitudes seleccionadas por usted de acuerdo con los puntosqueaquíseenumeran.Ustedysusasesorespsiquiátricospuedenmanejarlassolicitudesrechazadasconmayorrapidezyeficienciaqueyo.Sidescubrimos

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aBuffaloBillgraciasasuinformación,doctor,omitiréestehecho.Yahallaréunamaneraconvincentedeexplicarcómolohemosconseguido,yasíconstaráenelexpediente.

—¿Me está usted proponiendo que Johns Hopkins se convierta en untestigoprotegido, señorCrawford?¿Insinúaustedqueadoptemosunanuevaidentidad?¿QuenosconvirtamosenlaUniversidadBobJones,pordeciralgo?

Dudo mucho de que el FBI o cualquier otra agencia del gobierno seancapacesdeguardarunsecreto.

—Sellevaríaustedsorpresas.

—Lodudo. Intentar justificarunaburdamentiraburocrática seríamuchomás perjudicial que limitarse a decir la verdad. Por favor, no intenteprotegernosdeesemodo,señorCrawford.Muchasgracias.

—Las gracias se las doy yo, doctor Danielson, por sus jocososcomentarios. Me resultan de gran utilidad; dentro de unos instantes ledemostraré el porqué. Ya que tan partidario se muestra usted de la verdad,escucheesta:elhombrequebuscamosasesinaamujeresjóvenesylesarrancala piel. Se viste con esas pieles para salir de parranda. No queremos quevuelvaahacertalcosa.Sinomeayudaustedlomásaprisaquepueda,loqueharéconustedserálosiguiente:hoymismoporlamañana,elDepartamentode justicia comunicará oficial y públicamente haber solicitado un mandatojudicialmanifestando que usted se ha negado a cooperar.Difundiremos esecomunicadodosvecesaldía,contiemposuficienteparaquesehaganecodeéllostelediariosdelmediodíaydelanoche.TodocomunicadodifundidoporelDepartamentodejusticiasobreestecasollevaráanejaunanotaexplicativasobre el desarrollo de nuestras relaciones con el doctorDanielson, de JohnsHopkins,cuyacolaboraciónintentamosconseguir.Cadavezqueseproduzcaalguna noticia relacionada con el caso de Buffalo Bill, es decir, cuandoaparezcaflotandoelcadáverdeCatherineBakerMartin,oelsiguiente,ountercero,difundiremosactoseguidouncomunicadooficialmanifestandoenquéestado se encuentran nuestras relaciones con el doctor Danielson, de JohnsHopkins, dando a conocer públicamente sus jocosos comentarios sobre launiversidaddeBobJones.

»Unacosamás,doctor.YasabeustedqueelComitédeServiciosHumanosySanitariostienesusedeaquí,enBaltimore.Mispensamientoshanvoladosinquerer a la Oficina de Políticas Prioritarias, como los suyos, si no meequivoco.QuélepareceríasilasenadoraMartin,pocodespuésdelentierrodesuhija,planteasealosmiembrosdelacomisiónlasiguientepregunta:«¿Nocreen ustedes que las intervenciones quirúrgicas de cambio de sexo han deconsiderarse cirugía estética?». A lo mejor esos respetables caballerosreflexionanycontestan:«Pues, ¿sabeusted loque ledigo?Que la senadora

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Martintienetodalarazón.Sí,sí,efectivamentesetratadecirugíaestética»,yentonces su programa, doctorDanielson, se queda sin la subvención federalquepermitequeselleveacabo.

—Estoesuninsulto.

—No,señor.Eslapuraverdad.

—Suspalabrasnomeasustan,suprepotencianomeintimida…

—Perfecto. No tenía la intención de conseguir ni una cosa ni la otra,doctor.Sóloquieroquesepaquehabloenserio.Ayúdeme,doctor,selopidoporfavor.

—HadichoqueestabaustedtrabajandoconAlanBloom.

—Asíes.LaUniversidaddeChicago…

—ConozcoaAlanBloomyprefierodiscutirestetemaanivelprofesional.Dígalequemepondréencontactoconélestamismamañana.Lecomunicaréausted loquehedecididoantesdemediodía.Mepreocupanenormemente lasjóvenes asesinadas, señor Crawford, y las otras también, pero hay muchascosas en juego a las que seguramente no concede usted toda la importanciaquemerecen…SeñorCrawford, ¿hace tiempo que no se ha hecho tomar lapresión?

—Melatomoyomismo.

—¿Ytambiénserecetaustedmismo?

—Esoestápenadoporlaley,doctorDanielson.

—Perotendráustedunmédico.

—Sí.

—Comuníqueleacuántoestádemáximaymínima,señorCrawford.Quépérdidairreparableparatodosnosotrossicayeseustedmuertoderepente.Mepondréencontactoconusteddentrodeunrato.

—¿Cuántorato,doctorDanielson?¿Unahora?

—Unahora.

ElzumbadordeCrawfordempezóasonarenelmomentoenqueéstesalíadel ascensor en laplantabaja. Jeff, su chófer, le llamabacongestos cuandoCrawford se acercaba corriendo a la furgoneta. La han encontrado muerta,pensó Crawford mientras agarraba el teléfono. Era el director del FBI. Lanoticia,notanmalacomolaqueesperaba,nopodíaserpeor:ChiltonsehabíaentrometidoenelcasoyahoralaqueibaaintervenireralasenadoraMartin.El fiscal general del Estado de Maryland había autorizado el traslado del

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doctor Hannibal Lecter a Tennessee. Iba a hacer falta toda la fuerza deltribunalfederaldeldistritodeMarylandparaimpediroretrasareltraslado.EldirectorqueríalaopinióndeCrawford,ylaqueríaahoramismo.

—Nocuelgue—dijoCrawford.Seapoyóel teléfonoenelmusloymirópor la ventana de la furgoneta. Pobre era el colorido que revelaba aquelamanecerdefebrero.

Todogris.Desolado.

Jeffempezóadeciralgo,peroCrawfordlosilencióconungesto.

LamonstruosaegolatríadeLecter.LaambicióndeChilton.ElterrorquelasenadoraMartinexperimentabaporsuhija.LavidadeCatherineMartin.Todohabíaconfluido.

—Déjelesir—dijoalteléfono.

Capítulo29

Amanecía.EldoctorChilton, acompañadopor tres soldadospulcramenteuniformados de las fuerzas armadas estatales deTennessee, se hallaba en laventosapistadeaterrizaje,hablandoavozengritoafindeacallarelaluviónde voces que, producidas por el tráfico aéreo en la radio del GrummannGulfstream, salían por la puerta abierta del avión así como por la de laambulanciaestacionadajuntoalaparato.

ElcapitándelossoldadosentregóunbolígrafoaldoctorChilton.

Las hojas del cuaderno se arremolinaban a causa del viento y el oficialtuvoquealisarlas.

—¿No podemos hacer todo esto durante el vuelo?—preguntó el doctorChilton.

—Losformulariosdeladocumentaciónhandequedarcompletadosantesdeque se produzca el traslado físico del prisionero.Son las órdenes queherecibido.

Elcopilototerminódeajustarlarampasobrelaescalerilladelavión.

—¡Listos!—gritó.Los soldados se agruparonen tornoal doctorChiltonjuntoalaspuertastraserasdelaambulancia.Cuandoesteúltimolasabrió,sepusierontensos,comoesperandoquesalieseunanimaldeunsalto.

AlfondodivisaronaldoctorHannibalLecter,erguidoenlacamilla,atadoy envuelto en cinchas de lona y con el rostro cubierto por la máscara de

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hockey.EstabaorinandoenunapalanganaqueBarneysujetaba.

—Lo siento —dijo Barney dirigiéndose al doctor Lecter al tiempo quecerrabalaspuertas.

—No tiene importancia, Barney —contestó el doctor Lecter—. Heterminado,gracias.

BarneyarreglólaropadeldoctorLecter,devolviólacamillaasuposiciónhorizontalyempujóaldoctorhacialaspuertastraserasdelaambulancia.

—¿Barney?

—Diga,doctorLecter.

—Se ha portado usted siempre muy bien conmigo. Quiero darle lasgracias.

—Nohaydequé.

—La próxima vez que Sammie recupere el conocimiento ¿querrá usteddespedirmedeél?

—Claroquesí.

—Adiós,Barney.

El corpulento enfermero abrió las puertas de un empujón y llamó a lossoldados.

—¿Hacéis el favorde coger la camillapor aquí?Por losdos lados.Parabajarlahastaelsuelo.Así.Concuidado.

BarneyempujóaldoctorLecterporlarampaylointrodujoenelavión.Aladerechadelpasillosehabíaneliminadotresasientos.Enelsueloquedabanlasrespectivashorquillas,alascualeselcopilotoatólacamilla.

—¿Vaa realizar todoelvuelo tumbado?—preguntóunode lossoldados—.¿Llevapañalesdehule?

—TendráqueaguantarselasganasdemearhastaMemphis,pajarraco.

—Doctor Chilton, ¿puedo hablar con usted? —dijo Barney. Salieronambos del aeroplano. El viento levantaba pequeños remolinos de polvo ybasuraasualrededor.

—Esosindividuosnosabennada—dijoBarney.

—Cuando lleguemos, tendré ayuda; enfermeros especializados en casospsiquiátricos.Ahorayaesresponsabilidaddeotros,Barney.

—¿Cree usted que le tratarán bien? Ya sabe usted cómo es; hay queamenazarle con el aburrimiento. Es lo único que le da miedo. Darle de

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bofetadasnosirvedenada.

—Nuncapermitiríatalcosa,Barney.

—¿Estaráustedpresentecuandoleinterroguen?

—Sí.—Ytúno,añadióChiltonparasusadentros.

—Yopodríaviajarconélhastasudestinoyregresardespués.Noperderíamásdedoshorasdemiturno—dijoBarney.

—Yanoescompetenciasuya,Barney.Detodosmodos,yoestaréallí.Lesenseñaré,pasoapaso,todoloquehayquehacerparamanejarle.

—Ojaláprestenatención—replicóBarney—.Éllaprestarátoda.

Capítulo30

ClariceStarlingsequedósentadaenelbordedelacamadelahabitaciónque ocupaba en el motel, contemplando el teléfono durante casi unminutodespués de colgar Crawford. Llevaba el pelo revuelto y el batín del FBIarrugadodelasvueltasquehabíadadoensubreveeinquietoreposo.Sesentíacomosilehubiesendadounpuñetazoenelestómago.

SólohabíantranscurridotreshorasdesdequeabandonóaldoctorLecterydosdesdequeCrawfordyellaterminaronderedactarlalistadecaracterísticasque había que comparar con las solicitudes rechazadas en los tres centrosmédicos que practicaban intervenciones de cambio de sexo.Y en ese brevelapso de tiempo, mientras ella dormía, el doctor Frederick Chilton habíaconseguidojoderlotodo.

Crawford venía a buscarla. Tenía que vestirse. Tenía que pensar envestirse.

Maldita sea. MALDITA SEA. MALDITA SEA. La has matado, doctorChilton.Lahasmatado,gilipollasdelcarajo.Lectersabíamáscosas,ymelashubieradicho.Yahora,nada;todoechadoaperder.CuandoaparezcaflotandoelcadáverdeCatherineMartín,meocuparédequeseastúelquetengasqueexaminarla,telojuro.Melahasrobado.Tengoqueponermeahaceralgoútil.Ahoramismo. ¿Qué puedo hacer, qué puedo hacer en estemismo instante?Lavarme.

Enelcuartodebañohabíaunacestitallenadepequeñaspastillasdejabónenvueltasenunpapelimpresoconelanagramadelmotel,frasquitosdegelychampú, un pequeño costurero, esos detalles por los que se distingue unestablecimientodecategoría.

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Cuandosemetíabajoladucha,comoalaluzdeunfogonazo,Starlingsevioasímismaalosochoañosentregándoleasumadrelastoallaslimpias,elchampú, las pastillas de jabón con sus finos envoltorios, su madre quetrabajabadecamarera,limpiandohabitacionesenunmotel.Cuandoteníaochoaños, había una urraca, una que formaba parte de una bandada que volabaazuzadaporlasráfagasdevientodeaquellaagriaciudad;eraunaurracaquerobabacosasdeloscarrosdelimpiezadelmotel.Robabacualquiercosaquebrillase. La urraca aguardaba la ocasión y entonces rebuscaba entre losproductos de limpieza almacenados en el carro. A veces, cuando unaemergencialaobligabaahuir,seensuciabaenlaropalimpia.Habíaunadelasmujeresdelalimpiezaquelaespantabarociándolaconlejía,sinmásresultadoqueeldecausarleenlasplumasunassalpicadurasblancascomolanieve.Laurraca blanca y negra siempre aguardaba a queClarice abandonase el carropara llevarle las cosas a su madre, que fregaba cuartos de baño. Su madreestabaenlapuertadeuncuartodebañodeunahabitacióndemotelcuandoledijoaStarlingquetendríaquemarcharsedecasa,paravivirenMontana.Sumadredejóaunladolastoallasquesostenía,sesentóenelbordedeaquellacamademotely laestrechóentresusbrazos.Starling todavíasoñabacon laurraca,ylaveíaenesemomento,sintenertiempodepensarenelporqué.LamanodeClaricesubióconungestoderechazoydepronto,comosi tuvieseque excusar ese movimiento, siguió subiendo hacia la frente, para echarsehaciaatráselmojadocabello.

Sevistió deprisa. Pantalones, blusa, un ligero chalecode punto, el chatorevólverapretadocontralascostillas,metidoenlafundadecuero,elcargadorcolgadodelcinturónalotrolado.Lachaquetaprecisabaunrepaso.Unadelascosturas del forro, la que quedaba encima del cargador, se estabadeshilachando. Había resuelto tener las manos ocupadas en cualquier cosahastacalmarse.Cogióelpequeñocosturerodelmotelyrecosióelforro.Habíaagentesqueeneldobladillodelachaquetacosíanarandelas,paraquetuviesemáscuerpoyalsacarelarmalaprendaseabrieseconmayorfacilidad;tendríaquehacerlomismo…

Crawfordllamabaalapuerta.

Capítulo31

Crawford sabía por experiencia que a las mujeres la cólera las tornadesaseadas.Larabialesponíamalcoloryhacíaqueselessoltaseelmoñoyolvidasen subirse la cremallera. Todos los rasgos poco atractivos de lasmujeres quedaban amplificados.Cuando abrió la puerta de la habitacióndel

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motel, Starling, pese a estar hecha una furia, tenía el mismo aspecto desiempre.

YCrawfordintuyóqueselepresentabalaocasióndeaveriguarcómoeraenrealidadaquellamuchacha.

Unavaharadadeairehúmedoycaliente,perfumadodejabón,ledioenlacaraalabrirellayquedarseenelumbral.Lassábanasde lacamaestiradas,cubríanlaalmohada.

—¿Quémedice,Starling?

—Digoquemalditasea,señorCrawford.¿Quédiceusted?

Élhizoungestoconlacabezayreplicó:

—Elbardelaesquinayaestáabierto.Vamosatomaruncafé.

Eraunamañanatempladaparaserfebrero.Elsol,bajotodavíaporeleste,teñíadereflejosrojoslafachadadelpsiquiátricocuandopasaronpordelante.Jefflesseguíadespacioconlafurgoneta,cuyasradioscrepitabansincesar.Endeterminado momento, sacó un teléfono por la ventanilla y se lo pasó aCrawford,quienmantuvounabreveconversación.

—¿Puede denunciar a Chilton por obstrucción de la justicia? Starlingcaminabadelante,apocospasosdedistancia.Crawfordviocómotensabalosmúsculosdelasmandíbulasdespuésdehaberlehechoestapregunta.

—No,noserviríadenada.

—¿Ysilahamatado?¿YsiCatherinemuereporculpadeél?Lejuroquequiero echárselo en cara…Nome releve del caso, señor Crawford.Nomemandealaescuela.

—Doscosas.Silamantengoenelcaso,noesparaqueecheencaranadaaChilton; esonoes loprioritario.En segundo lugar, si la conservoami ladomuchotiempo,nolepermitiránquesepresentealosexámenesytendráquerepetir.Laacademianotoleraausenciasniretrasosanadie.Puedogarantizarlequeseráreadmitida,peronadamás.Unpuestoparaustedlohabrá,esoseloaseguro.

Starlingechólacabezahaciaatrás,lainclinóluegohaciadelanteysiguióandando.

—Alomejornoescorrectopreguntarlealjefeloquequieropreguntarle,pero tanto da. ¿Está usted en dificultades? ¿Puede perjudicarle a usted lasenadoraMartin?

—Starling,meretirodentrodedosaños.AunqueencuentreaJimmyHoffayalasesinodelTylenol,tendréquedejarmipuesto.Loqueacabadedecirno

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entraenmisconsideraciones.

Crawford, siempre precavido ante el deseo, sabía lomucho que deseabamostrar una cierta sabiduría. Sabía que un hombre ya maduro es capaz deanhelar con tanta desesperación la sabiduría que puede llegar a fingirla, ysabíatambiénlomortalqueellopuederesultarparaunjovenquecreaaciegasenél.Demodoquehablóeligiendoconcuidadosuspalabras,ysolamentedelascosasqueconocíadeverdad.

LoqueCrawfordledijoaStarlingenaquellasórdidacalledeBaltimorelohabíaaprendidoalolargodeunaseriedegélidosamaneceresenCorea,eneltranscursodeunaguerraquetuvolugarantesdequeellanaciera.

OmitiólodeCorea,yaquenoprecisabaelrefrendodeestaautoridad.

—Éste es el momento más duro, Starling, pero debe emplearlo paratemplarsuánimo.Sehallaantelapruebamásdifícil,queconsisteennodejarquelarabiaylafrustraciónleimpidanpensar.Sisalevictoriosa,habráusteddemostradoquepuedemandar,puesenesoconsisteensíntesislacapacidaddemando. Lo restante no es más que despilfarro y estupidez. Chilton es unperfectoimbécilyesposiblequesuintervenciónlecuestelavidaaCatherineMartin.Peropuedenoserasí.

»Nosotrossomos laúnicaoportunidaddeesamuchacha.Starling,¿aquétemperaturasehallaelnitrógenolíquidoenellaboratorio?

—¿Cómo?Ah,elnitrógenolíquido…adoscientosgradoscentígradosbajocero.Hierveaunatemperaturaalgomáselevadaqueesacifra.

—¿Lohaempleadoalgunavezparacongelaralgunacosa?

—Claro.

—Pues quiero que ahora congele algo.Quiero que congele el asunto deChilton. Conserve la información que ha obtenido de Lecter y congele sussentimientos. Quiero que no aparte los ojos de su objetivo o recompensa,Starling. Eso es lo único que importa. Se ha esforzado usted por conseguirdeterminadainformación,hapagadoporello,lahaobtenidoyahoravamosautilizarla. Sirve de tanto—o de tan poco— como antes de que Chilton seentrometieseennuestrocaso.Probablemente,yanoobtendremosnadamásdeLecter. Separe la información de Buffalo Bill que ha obtenido de Lecter yconsérvela. Congele todo lo demás. El despilfarro, la pérdida de esfuerzo ytiempo,sucólerayChilton.Congélelo.Cuandonossobreunmomento,yaledaremos aChilton sumerecido.Demomento, congélelo y déjelo a un ladoparanoperderdevistalarecompensa,Starling,lavidadeCatherineMartinyelpellejodeBuffaloBillcolgadodelapuertadelgranero.Clavelavistaensuobjetivo.Siescapazdehacertalcosa,lanecesito.

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—¿Paratrabajarconloshistorialesmédicos?Sehallabanantelapuertadelbar.

—No, salvo que las clínicas obstruyan nuestra labor y tengamos queapoderarnos de las fichas. La quiero a usted en Memphis. Nuestra únicaesperanzaesqueLecterledigaalasenadoraMartinalgunacosadeutilidad,yquieroqueusted sehallecerca, solamentepor si acaso; si secansade jugarconella,talvezaccedaahablarconusted.Entretanto,quieroqueseconcentreen Catherine, que intente averiguar de qué modo pudo Bill fijarse en ella.UstedesaproximadamentedelamismaedadqueCatherine,algomayorquizá,pero pocomás, y es posible que las amistades de lamuchacha le cuenten austedcosasquenoreferiríanaalguienconmásaspectodepolicía.

»Ytenemosenmarcha todo lodemás.LaInterpolsigue trabajandoen laidentificacióndeKlaus.Cuandolohayamosidentificado,podremosinvestigarquérelacionesteníaenEuropayCalifornia,dondetuvolugarsuromanceconBenjamín Raspail. Yo me voy ahora a la Universidad de Minnesota —ahíempezamosconmalpie—yestanocheestaréenWashington.Voyabuscarelcafé. Dele un silbido a Jeff para que venga con la furgoneta. Su avión,Starling,saledentrodecuarentaminutos.

El solhabíaascendidohasta trescuartaspartesde laalturade lospostestelefónicos. Las aceras todavía estaban de color violeta. Starling recibió lacariciadelosrayosdelsolcuandoagitólamanollamandoaJeff.

Sesentíamásligera,aliviada,mejor.Crawford,enrealidad,eraunabuenapersona. Recordó su pregunta sobre el nitrógeno líquido y supo que era unguiñoalusivoasusconocimientosdeperitajeforense,destinadoacomplacerlay a desencadenar hábitos automáticos de pensamiento disciplinado. Sepreguntó si los hombres calificarían de sutil ese tipo de manipulación. Escuriosoadvertirconquéeficaciaoperanlascosascuandounolasreconoce.

Escuriosoobservarhastaquépuntoesincómodoelregalodelmando.

Alotroladodelacalle,unafigurabajabalosescalonesdelHospitalEstataldeBaltimoreparalaDemenciaCriminal.EraBarney,embutidoenunanorakqueaumentabasucorpulencia.Enlamanollevabasufiambrera.

StarlinggesticulóaJeff,quelaaguardabaenlafurgoneta,indicándolequela esperase cinco minutos, y se acercó a Barney, que estaba abriendo laportezueladesudestartaladoStudebaker.

—Barney.

Élvolvióhacia ellaun rostro inexpresivo.Quizá tenía losojos algomásabiertosquedecostumbre.

Estabaplantadoconfirmezasobreambospies.

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—¿LehadichoeldoctorChiltonquenolepasaríanadaporculpadeesto?

—¿Quéotracosapodíadecirme?

—¿Lecreeusted?

Lascomisurasde los labiosdeBarneycayeron.Nocontestónique síniqueno.

—Quieropedirleunfavor.Yquieroquemelohagaahora,sinpreguntas.Se lo pido por favor, empezaremos por esto. ¿Qué queda en la celda deLecter?

—Un par de libros… El placer de la cocina, revistas de psiquiatría. Sellevarontodoslosdocumentosaljuzgado.

—¿Yloquehabíaenlasparedes?¿Losdibujos?

—Siguenallí.

—Quieroquedarmecontodoeso,ytengounaprisadeldemonio.Barneyselaquedómirandounosinstantes.

—Unminuto—contestóyechóacorrerescalerasarriba,conligerezaparasucorpulencia.

Crawford ya la estaba esperando en la furgoneta cuando regresóBarneyconlosdibujosenrolladosyloslibrosylospapelesmetidosenunabolsadeplástico.

—Piensa que yo estaba enterado de que en la silla que le traje había undispositivodeescucha,¿verdad?—ledijoBarneyaltiempoqueleentregabalascosas.

—Nohereflexionadosobreello,peroloharé.Mire,cojaestebolígrafoyanotesunúmerodeteléfonoenlabolsa.Barney,¿creeustedquesoncapacesdemanejaraldoctorLecter?

—TengomisdudasyasíselohedichoaldoctorChilton.Recuerdequeselo he dicho a usted, por si a él se le olvida ese detalle. Es usted una granpersona,agenteStarling.Oiga,cuandocojanaBuffaloBill…

—Sí.

—Nomelotraiganamísóloporquemehequedadoconlasmanoslibre,¿eh?—Barneysonrió.Teníaunadentaduradeniñopequeño.

Casisinquerer,Starlingledevolviólasonrisaysedespidiódeélagitandolamanocuandoyacorríahacialafurgoneta.

Crawfordestabacontento.

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Capítulo32

El Grumman Gulfstream que transportaba al doctor Lecter aterrizó enMemphislevantandosusneumáticosdosnubecillasdehumoazul.Deacuerdocon las instrucciones emitidas por la torre de control, se dirigió hacia loshangaresdelaGuardiaAéreaNacional,situadosaconsiderabledistanciadelaterminaldepasajeros.Unaambulanciadelserviciodeemergenciayuncocheoficialsehallabanalaesperaenelinteriordelprimerhangar.

LasenadoraRuthMartincontemplabaa travésde loscristalesahumadosdelcocheoficiala los soldadosquesacaron lacamilladeldoctorLecterdelavión.Experimentóelimpulsodecorrerhacialafiguraatadayenmascaradayarrancarle la información, pero era demasiado inteligente para cometer eseerror.

Elteléfonodelasenadorazumbó.Susecretario,BrianGossage,levantóelauriculardesdeelasientoplegabledelvehículo.

—Es el FBI; Jack Crawford —anunció Gossage. La senadora MartinlevantólamanoparatomarelteléfonosinapartarlamiradadeldoctorLecter.

—¿PorquénomedijoustednadadeldoctorLecter,señorCrawford?

—Porquetemíquefueraustedahacerloqueestáhaciendo,señoraMartin.

—No quiero indisponerme con usted, señor Crawford, pero si decideindisponerseconmigo,lolamentará,seloaseguro.

—¿DóndeestáLecterenestosmomentos?

—Antemisojos.Loestoycontemplando.

—¿Laoye?

—No.

—SeñoraMartin, escúcheme.UstedquiereofrecerunaseriedegarantíaspersonalesaLecter,deacuerdo,adelante.Perohágameunfavor.Dejequeeldoctor Alan Bloom le dé instrucciones antes de entrevistarse con Lecter.Bloompuedeprestarleaustedunaayudainestimable,créame.

—Cuentoconasesoramientoprofesional.

—EsperoqueseamásválidoqueeldeChilton.

En aquel instante, la cara del doctor Chilton apareció tras el cristal delcoche oficial. La senadora Martin ordenó a Brian Gossage que saliera ahacersecargodeél.

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—Lasdiscusionessóloconducenaunapérdidadetiempo,señorCrawford.Usted envió a entrevistarse con Lecter a una agente inexperta que eraportadoradeunaofertainexistente.Yopiensohacerlascosasmejor.EldoctorChilton afirma que Lecter es capaz de corresponder a una oferta verídica yestoy dispuesta a hacérsela, y aquí no entran papeleos, ni trámites, ni altoscargos,niméritos.SiconseguimosrescataraCatherinesanaysalva, todoelmundooleráarosas,ustedincluido.Si…muere,meimportanuncominolasexcusas.

—Utilícenos,entonces,senadoraMartin.

Ella no percibió cólera en la voz de Crawford, sino solamente un tonosereno,distanteyprofesionalconelcualse identificóyalquerespondiódeinmediato.

—Explíquese.

—Si obtiene alguna información, comuníquenosla para que podamosactuar de inmediato. No omita detalles; asegúrese de comunicárnosla porentero. Comuníquela asimismo a la policía local. No deje que crean quemanteniéndonosanosotrosalmargenlacomplaceránmásausted.

—AhoramismovaavenirPaulKrendlerdelDepartamentodejusticia.Élseencargarádeello.

—¿Quién es el oficial de mayor rango que está en este momento conusted?

—ElmayorBachman,delaOficinadeInvestigacióndeTennessee.

—Muybien.Sinoesdemasiadotarde,procuremanteneralmargenalosmedios de comunicación. Respecto a este punto, amenace seriamente aChilton; es capaz de cualquier cosa por atraer la atención de la prensa. NoqueremosqueBuffaloBillseenteredenada.Cuandoloencontremos,tenemosla intención de emplear al equipo de rescate. Es fundamental atacarle conrapidez para evitar que se atrinchere. ¿Tiene intención de interrogar usted aLecterpersonalmente?

—Sí.

—¿Tendrá la bondad de hablar primero con Clarice Starling? Está encamino.

—¿Conquéobjeto?EldoctorChiltonmeharesumidotodoelmaterialquehaobtenidoesamuchacha.Yahemoshechobastanteeltonto.

La cara de Chilton volvía a hacer visajes tras el cristal, pronunciandopalabrassinsonido.BrianGossagelepusounamanoenlamuñecaysacudiólacabeza.

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—QuieroteneraccesoaLecterdespuésdequeustedhayahabladoconél—dijoCrawford.

—Señor Crawford, Lecter ha prometido que dará el nombre de BuffaloBillacambiodeciertosprivilegios;dijoprivilegiosyenrealidadnosonsinounaseriedecomodidades.Sinocumplesupromesa,puedeustedquedárseloparasiempre.

—SenadoraMartin, lo que voy a decirle es delicado, pero nome quedamásremedioquedecírselo:ocurraloqueocurra,sobretodonolesuplique.

—Deacuerdo,señorCrawford.Disculpeperoenestemomentonopuedoseguirhablando.—Colgóelteléfono—.Simeequivoco,mihijamoriráigualque las otras seis víctimas cuyos casos ha dirigido usted —añadió entredientes,indicandoconungestoaGossageyChiltonquesubiesenalcoche.

EldoctorChiltonhabíasolicitadodisponerenMemphisdeundespachoenel cual pudiese celebrarse la entrevista entre la senadora Ruth Martin yHannibal Lecter. A fin de ahorrar tiempo, en el primer hangar se habíaacondicionadoapresuradamenteunasalitadeguardia.

La senadoraMartin tuvo que esperar a que el doctorChilton instalase aLecterenlasalita.Nosesentíacapazdeaguardarenelcoche,demodoqueesperó en la nave del hangar, recorriendo sin descanso una pequeña zonacircular;aratoslevantabalacabezahaciaelelevadotecho,hacialosgrandesmaderosdelasvigas,aratoslabajabahacialasrayaspintadasenelsuelo.EndeterminadomomentosedetuvojuntoaunanticuadoPhantomF-4yapoyólacabeza en el frío fuselaje, en un sitio donde había un cartel que decía: NOPASAR.EsteavióndebetenermásañosqueCatherine.Jesúsmío,dateprisa.

—SenadoraMartin.EraelmayorBachmanllamándola.

Chiltonlehacíagestosdesdelapuerta.

EnlasalitahabíaunamesaparaChiltonyunassillasparalasenadora,susecretarioyelmayorBachman.

Unacámaradevídeooperadaporunsubalternosehallabapreparadaparafilmar la entrevista. Chilton afirmó que se trataba de uno de los requisitosexigidosporLecter.

LasenadoraMartinentróenlahabitacióncongranprestancia.Sutrajedechaqueta azul marino exudaba poder. También había obligado a Gossage aalmidonarse.

EldoctorHannibalLectersehallabasentadoenelcentrodelaestanciaenunareciasilladerobleatornilladaalsuelo.Unamantalecubríalacamisadefuerza y las correas de las piernas y ocultaba el hecho de que se hallabaencadenadoalasilla.Yseguíallevandolamáscaradehockeyqueleimpedía

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morder.

«¿Por qué?», se preguntó la senadora…Todos habían coincidido en quedebíanproporcionarunaciertadignidadaldoctorLecterenaquelentorno.LasenadoraMartin lanzóunamiradaaChiltony sevolvióhaciaGossageparapedirlelospapeles.

Chilton se situó detrás del doctor Lecter y tras lanzar una mirada a lacámarasoltólashebillas,quitólamáscaraquecubríalacaradelpsiquiatrayconunaexageradareverenciadijo:

—SenadoraMartin,lepresentoaldoctorHannibalLecter.

La teatralidad del gesto del doctor Chilton asustó a la senadora Martintantocomotodoloquehabíaidosucediendoapartirdeladesaparicióndesuhija.TodalaconfianzaquehubiesepodidotenerenlaopinióndeChiltonfuesustituidaporlapavorosacertezadequeaquelindividuoerauncretino.

Tendríaquesoslayaraquellaincómodacertidumbre.Unamechadepelolecaía al doctor Lecter sobre la frente, entre susOjos granates. Estaba pálidocomo lamáscara que acababan de quitarle. La senadoraMartin yHannibalLecter se estudiaron; la primera resultaba extremadamente brillante, elsegundoinconmensurableparacualquiermedidahumana.

EldoctorChiltonregresóasumesa,lanzóunaprolongadamiradaatodoslospresentesymanifestó:

—El doctor Lecter me ha indicado, senadora, que desea contribuir alprogreso de la investigación con cierta información de carácter especial acambio de una serie demejoras relativas a las condicionesmateriales de suconfinamiento.

LasenadoraMartinlevantóunamanoenlaquesosteníaundocumento.

—DoctorLecter,estoesunadeclaraciónquevoyafirmarensupresencia.Enellaafirmoqueleprestarétodamiayuda.¿Quiereleerla?

La senadora creyó que su interlocutor no iba a contestar y ya se dirigíahacialamesaparafirmar,cuandoéldijo:

—Noquierohacerleperderel tiemponieldeCatherineconregateosporunos pocos y mezquinos privilegios. Los arribistas ya han desperdiciadobastante. Permítame que le ayude ahora, y confío en que ustedme ayudarácuandoesteasuntohayaterminado.

—Cuenteustedconello,¿Brian?

Gossagemostrósucuaderno.

—ElnombredeBuffaloBillesWilliamRubin,aunquetodoelmundole

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conoce como Billy Rubin. Me habló de él, en abril o mayo de 1975, mipacienteBenjamínRaspail.MedijoquevivíaenPhiladelphia,norecuerdoladirección,peroestabapasandounosdíasenBaltimore,encasadeRaspail.

—¿Dónde están sus ficheros, doctor? —preguntó el mayor Bachmaninterrumpiéndole.

—Misficherosfuerondestruidosporordendeljuezpocodespuésde…

—¿Quéaspectotenía?—preguntóelmayor.

—¿Tienelabondad,mayor?SenadoraMartin,laúnica…

—Deme usted la edad, descripción física y cualquier otra cosa querecuerde—dijoelmayorBachman.

EldoctorLectersencillamenteseaisló.Sepusoapensarenotracosa—losestudiosanatómicosdeGéricaultparaLaBalsade laMedusa—ysioyó laspreguntasqueselehicieronacontinuación,nolodemostró.

Cuando la senadora Ruth Martin consiguió recuperar su atención, sehallabanellosdossolosenlahabitación.

EllateníaenlamanoelcuadernodenotasdeGossage.

LosojosdeldoctorLecterseposaronenella.

—Esabanderahueleacigarrohabano—dijo—.¿CrioustedaCatherine?

—Perdone,¿cómodice?

—¿Ledioustedelpecho?

—Sí.

—Quévoracessonlosreciénnacidos,¿verdad?

Al ver que las pupilas de la senadora se ensombrecían, el doctor Lecterpaladeó aquel dolor hallándolo exquisito. Por hoy bastaba. De modo quecontinuódiciendo:

—WilliamRubinmideaproximadamentemetroochentaysietedeestaturay actualmente debe tener unos treinta y cinco años. Es de complexióncorpulenta;cuandoleconocípesaríaunosnoventaycincokilos,ymefiguroque habrá aumentado de peso. Tenía el pelo castaño y los ojos azul pálido.Delesestosdetallesyluegocontinuaremos.

—Sí,ahoramismo—contestólasenadoraMartinentreabriendolapuertaysacandosusnotas.

—Solamentelevienunaocasión.Pidióhoraparaunasegundavisita,peronovolviópormiconsulta.

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—¿PorquécreeustedquesetratadeBuffaloBill?

—Porque entonces había cometido varios asesinatos, y a sus víctimas,anatómicamente hablando, las sometía a procesos similares. Me dijo quequeríaayudaparaacabarconelloyregenerarse,peroenrealidadloúnicoquequeríaerafanfarronear.Alardeardeello.

—¿Yustedno…?¿Estabasegurodequenoledenunciaría?

—No creía que yo le denunciase, pero en cualquier caso le agradaarriesgarse.Piensequeyonohabía traicionadolasconfidenciasdesuamigoRaspail.

—¿Raspailsabíaqueélsededicabaaeso?

—Los apetitos de Raspail eran aberrantes; estaba cubierto de cicatrices.Billy Rubin me dijo que tenía antecedentes criminales, pero no entró endetalles.Yoredactéunasucintahistoriamédica.Nohabíanadaexcepcional,exceptoenunacosa:Rubinmedijoqueenunaocasiónestuvoaquejadodeunántrax del marfil del elefante, un ántrax sintomático acompañado de fiebrecarbuncular.Esoestodoloquerecuerdo,senadoraMartin,ymeimaginoqueestará deseosa de marcharse. Si me viene a la memoria algo más, la haréllamar.

—¿Fue Billy Rubin quien mató a la persona cuya cabeza se descubriódentrodelcoche?

—Asílocreo.

—¿Sabenquiénesesapersona?

—No.RaspaillollamabaKlaus.

—¿LasotrascosasquedijoustedalFBIeranciertas?

—TanciertascomolasqueelFBImedijoamí,senadoraMartin.

—He dado las órdenes pertinentes para su breve estancia aquí, enMemphis. Hablaremos de su situación y será usted trasladado a BrushyMountaincuandoestoquede…cuandohayamosresueltoesteasunto.

—Gracias.Quisieradisponerdeunteléfono,porsirecuerdoalgoque…

—Cuenteustedconél.

—Y algo demúsica. Las Variaciones Goldberg, interpretadas por GlennGould.¿Seríamuchopedir?

—Deacuerdo.

—Señora Martin, no confíe sus pistas exclusivamente al FBI. JackCrawfordnunca juega limpiocon lasotrasagenciasdelgobierno.Paraellos

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noesmásqueunjuego.Estádecididoaanotarseparaélelméritodelarresto.Quiereserélquiensepongalamedalla.

—Gracias,doctorLecter.

—Sutrajesastreesdemuybuengusto—dijoélcuandoellayasedirigíahacialapuerta.

Capítulo33

Dehabitaciónenhabitación, el sótanode JameGumbdivagacomoesoslaberintosqueensueñosnosfrustranlasalida.Cuandoaúneratímido,hacedeesoyamuchasvidas,alseñorGumblegustabanlashabitacionesmásocultas,lasmásalejadasdelaescalera.Hayhabitacionesenlosrinconesmásalejados,habitacionesdeotrasvidas,queGumbhaceañosquenohaabierto.Algunastodavía estánocupadas, por así decirlo, aunque los sonidosdedetrás de suspuertasseconsumieronarrastrándosehaciaelsilenciohacemuchotiempo.

El suelo varía de nivel según las habitaciones, con unas diferencias quelleganaalcanzarhastatreintacentímetros.Hayumbralesconunescalónqueesprecisofranquear,ydintelesbajoloscualeshayqueagacharse.Lascargassonimposiblesdehacerrodarydifícilesdearrastrar.Hacerquealgoavancepor delante de uno—algo que camina a tropezones, llorando, suplicando ygolpeándoselaaturdidacabeza—esdifícileinclusopeligroso.

A medida que crecía en sabiduría y confianza, el señor Gumb dejó depensarquehabíadesatisfacersusnecesidadesen laszonasmás remotasdelsótano.Y ahora emplea un conjunto de habitaciones que rodean la escalera,unoscuartosespaciososdotadosdeaguacorrienteyelectricidad.

Elsótanosehallaahoraentotaloscuridad.Bajolahabitacióncuyosueloesdearena,enlamazmorra,CatherineMartinestácallada.

ElseñorGumbseencuentraaquí,enelsótano,peronoestáenesacámara.

Lahabitaciónsituadadetrásdelaescalera,queestáaoscuras, totalmenteimpenetrable para la visión humana, rebosa en cambio de leves sonidos.Goteos de agua y zumbidos de bombas de pequeño tamaño. Con esos ecosminúsculos, lahabitaciónsuenaagrande.Elambienterezumahumedadyesfresco.Hueleafollajedeinvernadero.Untemblordealasenlamejilla,unosimperceptibles chasquidos en el aire. Un bajo sonido nasal de placer, unsonidohumano.

La habitación carece de la longitud de onda luminosa susceptible de serpercibidaporunojohumano,peroenellaseencuentraelseñorGumb,queve

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con absoluta claridad, aunque lo vea todo en distintas tonalidades eintensidadesdeverde.Llevaunexcelentepardegafasinfrarrojas(excedentesmilitares del ejército israelí, le costaron menos de cuatrocientos dólares) ydirigeelhazdeluzdeunalinternaderayosinfrarrojosalajauladealambrequetienedelantedesí.Estásentadoenelbordedeunasilladerespaldorecto,extasiado, observando a un insecto que sube por una planta del fondode lajaula.La joven imagoacabadesalirdeuncapullo rasgadoque reposaen latierradelsuelode la jaula.Sube lentamenteporel tallodeunahierbamora,buscando espacio para desplegar las húmedas alas nuevas que todavía llevaadheridasalaespalda.Eligeunafinaramahorizontal.

El señor Gumb tiene que ladear la cabeza para verla. Poco a poco laspequeñas alas reciben riego sanguíneo y se llenan de aire. Todavía siguenadheridasalaespaldadelinsecto.

Transcurren dos horas. El señorGumb apenas se hamovido.De vez encuandoenciendeyapagalalinternaparaquelesorprendanlosprogresosdelinsecto.Conobjetodematareltiempo,paseaelhazdeluzporelrestodelahabitación,por losgrandes acuarios llenosde soluciónvegetal especial paracurtirlapiel.Sobrehormas,maniquíesytensores,aparecensusmásrecientesadquisiciones, semejantes a vestigios de estatuaria clásica, verdes bajo lasaguasdelmar.Laluzrecorrelagranmesadetallerdehierrogalvanizado,conelbloquedemetalque sirvede apoyacabezas, el rociadory losdesagües, yroza el polipastoquehay encima.Adosados a lapared, los largos lavaderosindustriales. Todo en las verdes imágenes que producen los filtros de rayosinfrarrojos. Unos aleteos, rastros fosforescentes, cruzan su radio de visión,comopequeñasestelasdecometasproducidasporlaspolillasenlibertadquerevoloteanporlahabitación.

Dirigelavistadenuevoalajaulajustoatiempo.Lasalasdelgraninsectosehallanelevadassobrelaespalda,ocultandoydistorsionandosusdiseños.Enesemomento,bajalasalasparacubrirseconellaselcuerpoyelfamosodibujoaparece con absoluta nitidez. Una calavera humana, prodigiosamenteejecutada en el aterciopelado dorso, le contempla desde la espalda de lapolilla.Bajoelcráneosombríode lacalavera figuran losagujerosnegrosdelosojosylosprominentespómulos.Debajodeellos,unasombraoscuracomounamordazacruza lacaraporencimadelmentón.Lacalavera reposasobreunapeana,acampanadacomolacoronadeunapelvis.

Unacalaveracoronandounapelvis,dibujadaen laespaldadeunapolillaporuncaprichodelanaturaleza.

ElseñorGumbsesientellenodealegríayligeroensuinterior.Seinclinahaciadelanteysoplacondulzuraporencimadelapolilla.Elanimalyerguesupuntiagudatrompayemiteunchillidodeirritación.

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Élsealejasinhacerruidoysedirigeconlalinternaalahabitacióndondeseencuentralatapadelamazmorra.Abrelabocaparaacallarsurespiración.Noquiereestropearsucalmaysubuenhumorprovocandoruidosenelpozo.Las lentes de las gafas, sujetas a sus pequeñas monturas protuberantes,parecenojosdecangrejosobreapéndices.ElseñorGumbsabequelasgafasno le favorecen en absoluto, pero se ha divertido mucho con ellas en lanegruradel sótano,enocasionesmemorables,entreteniéndosecon juegosdesótano.

Seinclinasobreelpretilyenfocasuhazdeluzinvisiblehaciaelfondodelpozo.

El material yace tendido de lado, encogida como una gamba. Parecedormir. Junto a ella tiene el cubo sanitario. Ya no ha vuelto a cometer lanecedadderomperelcordel,intentandotreparporlaslisasparedesdelpozo.Duermeagarrandounaesquinadel jergónen laqueapoya la cara al tiempoquesechupaelpulgar.

ContemplandoaCatherine,paseando la linternade infrarrojosunayotravez por todo su cuerpo, el señor Gumb se prepara para los verdaderosproblemasqueleesperan.

Lapielhumanaesendemoniadamentedifícildemanejar,silaexigenciadeperfecciónestanelevadacomolaqueambicionaelseñorGumb.Leesprecisotomar fundamentales decisiones de estructura, la primera de las cuales esdóndecolocarlacremallera.

Mueve la linterna por la espalda deCatherine. Lo normal sería poner laaberturaenlaespalda,peroentonces¿cómovestirlaprendaporsísolo?Noesel tipo de cosa para la cual se pida ayuda, por excitante que le parezca esaperspectiva.Conoceciertoslugares,determinadoscírculos,dondesuslaboresseríanmuyadmiradas—existenciertosyatesenlosquepodríaataviarseconsusprendas—,peroesohabrádeesperar.Debehacercosasquepuedaemplearporsísolo.Rasgarlaparteanteriorporelcentroseríaunsacrilegio;rechazatalposibilidadalejándoladeinmediatodesumente.

El señor Gumb no puede apreciar el color de Catherine a la luz de lalinterna infrarroja,perodiríaquehaadelgazado.Creequecuandolacapturódebíaestarhaciendorégimen.

Laexperiencialehaenseñadoaesperardecuatrodíasaunasemanaantesdecosechar lapiel.Una rápidapérdidadepesoafloja lapiely la tornamásfácildequitar.Además,elhambreconsumeunagranpartedelaenergíadesussuministradoras de material, tornándolas más manejables. Más dóciles. Aalgunas les sobreviene una lánguida resignación. No obstante, al mismotiempoesprecisoalimentarlaslosuficienteparaquenoseapoderedeellasla

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desesperacióneimpedirasílasrabietasdestructivasquepodríandeteriorarlapiel.

Definitivamente,haperdidopeso.Éstaes tanespecial, tancrucialparalalaborquetieneentremanosquenopuedesoportarlaespera,nitieneporquéesperar.Mañana por la tarde lo hará, o por la noche. Comomáximo al díasiguiente.Pronto.

Capítulo34

ClariceStarlingreconocióelletrerodeStonehingeVillasporhaberlovistoentelevisión.LaurbanizaciónsituadaenlazonaorientaldeMemphiseraunconjuntodecasasunifamiliaresybloquesdeapartamentosque formabaunaampliaUentornoaunaplazacentralquehacíalasvecesdeaparcamiento.

StarlingestacionóelChevroletCelebrityquehabíaalquiladoenelcentrode laplaza.Aquívivíanempleadosbienpagados,deesosdecamisaa rayasfinasy trajecruzado,y jóvenesejecutivos;esoledecíanlosTransAmsylosIROC-ZCamarosahíaparcados.Enunsectorreservadodelaparcamientoseveíancaravanaspara los finesdesemanay lanchasdeesquíacuático,cuyosbrillantescoloresrelucíanalsol.

StonehingeVillas. El nombre irritaba a Starling cada vez quemiraba elletrero.Seguroquetodoslosapartamentosestabandecoradosconmueblesdemimbre blanco y moquetas de tonomelocotón. Bajo el cristal de todas lasmesasdecafé,fotosyunejemplardeCenasparadosySecretosdelaFondue.Starling, cuya única vivienda consistía en un cuarto compartido con unacompañeraenlaacademiadelFBI,teníaunaactitudseveramentecríticahaciaesascosas.

Teníaque conocer aCatherineBakerMartin, y le extrañóque la hija deunasenadoravivieseeneselugar.

Starling había leído elmaterial biográfico recopilado por el FBI, el cualmostraba que Catherine Martin brillaba por su bajo rendimiento en losestudios.HabíasuspendidoelexamendeingresodeFarmingtonypasadodosdesdichados y oscuros años en Middlebury. Actualmente era alumna deSouthwestern,dondealmismotiempohacíaprácticasdemagisterio.

Starling creía no equivocarse al imaginársela como una colegialapreocupada exclusivamente por sí misma, bastante obtusa, una de esaspersonasquenoescucha.Sedijo,detodosmodos,quehabíadeprocurarserobjetiva en su opinión, pues no se hallaba libre de prejuicios y además estetemasuscitabasusrencores.Starlinghabíarealizadosusestudiosenescuelas

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estatales, gracias a sucesivas becas, y sus notas siempre habían sidomuchomejores que su ropa. Conocía a un sinfín de hijos de familias pudientes ydesgraciadas,niñosbienqueibanalinternadoaperdereltiempo.Yaunquelamayoríaleimportasenuncomino,coneltiemposehabíadadocuentadequela falta de atención es muchas veces una estratagema para esquivar elsufrimientoyamenudoseinterpretaequivocadamentecomosuperficialidadeindiferencia.

MejorseríapensarenCatherinecomolaniñaquesalíaanavegarconsupadre, recordándola talcomoaparecíaen lapelículaquevioen la televisiónacompañando la súplica de la senadora Martin. Se preguntó si de pequeñaCatherinesehabríaesforzadoenagradarasupadre.Sepreguntótambiénquéestaríahaciendolaniñacuandolecomunicaronquesupadrehabíamuerto,deunataquealcorazónaloscuarentaydosaños.Starlingestabaconvencidadeque Catherine lo echaba de menos. Echar de menos al padre, esa heridacomún,hizoqueStarlingsesintiesepróximaalaJoven.

ErafundamentalqueCatherineMartinsuscitasesussimpatíasporqueellolaayudaríaarealizarbieneltrabajoqueteníaentremanos.

StarlingvioenseguidadóndesehallabaelapartamentodeCatherine;doscoches patrulla de la policía deTennessee estaban aparcados ante la puerta.Cerca, en el asfalto del aparcamiento, había manchas de polvo blanco. Ladelegación del FBI en Tennessee debía de haber recogido muestras demanchas de aceite con polvo de piedra pómez o algún otromaterial inerte.Crawfordhabíadichoquecontabaconunpersonalmuyeficiente.

Clarice se dirigió hacia el sector donde se hallaban estacionadas lascaravanasylaslanchas.EracercadelapartamentodeCatherine.AhíesdondeBuffaloBill seapoderódeella.A tanpocadistanciade lapuertadesucasaqueal salir ladejóabierta.Algo la indujoa salir.Debióseralgodeaspectoinofensivoyhabitual.

Starling sabía que la policía de Memphis había interrogadoexhaustivamente a todos losvecinosyquenadiehabíavistonada, demodoquepensóquealomejorelsecuestrohabíatenidolugarentrelasaltasparedesde las caravanas. Él debió estar observándola desde allí. Sentado dentro dealgún vehículo, forzosamente. Pero Buffalo Bill sabía que Catherine estabaaquí, en casa. Seguramente se fijó en ella en algún otro sitio y anduvosiguiéndola, aguardando la ocasión propicia. Las chicas del tamaño deCatherinenoabundan.Seguroquenoselimitóamerodearalazarenesperadeque apareciese una mujer del tamaño deseado. Podía pasarse días sin queaparecieseninguna.

Todas las víctimas eran grandes. Todas ellas eran grandes. Algunas,además, estaban gordas, pero todas eran grandes. «Tiene que hacer prendas

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que le quepan». Al recordar las palabras del doctor Lecter, Starling seestremeció.EldoctorLecterahoraestabaenMemphis.

Starlingrealizóunaprofundainspiración,hinchóloscarrillosyexpulsóelaireconlentitud.VeamosquéaveriguamosacercadeCatherine.

Un soldado de las fuerzas del Estado de Tennessee, tocado con elcaracterístico sombrero de uniforme, abrió la puerta del apartamento deCatherineMartin.CuandoStarlinglemostrósuscredenciales,leindicóconungestoquepasase.

—Agente,tengoqueexaminarlaescenadelsecuestro—dijoStarling.Laescenadelsecuestroleparecióexpresiónadecuadaparaunhombrequebajotechonosequitabaelsombrero.

Élasintióconungestodecabezayañadió:

—Sisuenaelteléfono,nohagacaso.Contestaréyo.Sobrelasuperficiedela cocina, unida al cuarto de estar, Starling vio una cinta magnetofónicaconectadaal teléfono. Juntoaéstehabíados teléfonosnuevos.Unodeelloscarecíadediscodemarcar;líneadirectaconeldepartamentodeseguridaddeSouthernBell,encargadodelocalizarlasllamadas.

—¿Puedoayudarlaenalgo?—lepreguntóelagente.

—¿Haterminadolapolicíaconelregistro?

—El apartamento ya puede ser usado por la familia. Yo estoy aquíexclusivamenteporelteléfono.Puedetocartodoloquequiera,siesaesoaloqueserefiere.

—Muybien.Voyaecharunvistazo.

—Deacuerdo.Elagenterecuperóelperiódicoquehabíaescondidobajoelsofáysearrellanónuevamenteenlosalmohadones.

Starling quería concentrarse. Hubiera deseado estar sola en aquelapartamento,aunquesedijoqueteníasuertedequelaviviendanoestuvieseatestadadepolicías.

Empezó por la cocina. Los utensilios revelaban que no estaba equipadaparaunacocineradeverdad.Catherine,segúnhabíadeclaradosunovio,habíaidoabuscarpalomitasdemaíz.Clariceabrióelfrigorífico.Habíadoscajasdepalomitasparatostarenelmicroondas.

Desdelacocinanoseveíaelaparcamiento.

—¿Dedóndees?

Laprimeravez,Starlingnocaptólapregunta.

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—¿Dedóndees?

Desdeelsofá,elagentelamirabaporencimadelperiódico.

—DeWashington—contestó.Bajolafregadera…sí,rasguñosenelcododel desagüe; habían sacado el sifón y lo habían investigado. Bien por ladelegación del FBI de Tennessee. Los cuchillos no estaban afilados. Ellavavajillas había funcionado, pero no lo habían vaciado. El frigorífico noconteníamásquequesofrescodesnatadoyalgunosenvasesdemacedoniadefrutas.

CatherineMartincomprabacomidapreparada,seguramentesiempreeraelmismo establecimiento, algún supermercado cercano. Quién sabe si alguienespiabadichocentrocomercial.

Noestaríademáscomprobarlo.

—¿Esusteddelaoficinadelfiscalgeneral?

—No,delFBI.

—El fiscal general está a punto de llegar. Lo he oído al salir. ¿CuántotiempohacequeestáenelFBI?

Enelcajóndelasverdurashabíaunacoldegoma.Starlinglahizorodaryexaminóeldepartamentointeriorespecialmentediseñadoparaesconderjoyas.Vacío.

—¿CuántotiempohacequeestáenelFBI?Starlingsequedómirandoaljovenpolicía.

—Mire,agente, levoyadecirunacosa.Seguramente tendréquehacerleunpardepreguntascuandohaya terminadodeexaminar todoesto.Supongoquemeprestarásuayuda.

—Porsupuesto.Todoloquepuedaserle…

—Estupendo.Entoncescharlaremosluego.Ahoratengoqueconcentrarmeenloqueestoyhaciendo.

—Comoquiera.

El dormitorio era luminoso, soleado, y poseía un perezoso ambiente queagradóaStarling.Estabadecoradoconunmobiliarioyunastapiceríasdeunacalidad superior a la que podrían permitirse lamayoría demuchachas de laedaddeCatherine.Había unbiombodeCoromandel, dos piezas de esmaltecioisonnéenlasestanteríasyunhermososecreterderaízdenogal.Doscamasgemelas. Starling levantó el borde de las colchas. La cama de la izquierdaestaba provista de ruedas; la de la derecha no. Catherine debe juntarlassiempre que se lo antoja. Debe tener un amante cuya existencia el novio

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desconoce. O a lo mejor ella y el novio pasan algunas noches aquí. Elcontestadortelefónicocarecededispositivoparaescuchardesdefueradecasa.Ellahadeestarencasacuandollamasumadre.

El contestador telefónico era igual que el que Starling poseía, unPhoneMatecorriente.Abrióel compartimientode laparte superior.Faltabanlas dos cintas, la de entrada y la de salida. En su lugar había una nota quedecía:CINTASENPODERDELFBIDETENNESSEE#6.

El cuarto estaba razonablemente ordenado pero mostraba ese peculiaraspectoquedejanlosinvestigadoresdemanosgrandes,hombresqueintentanvolver a colocar las cosas exactamente en su sitio pero no lo consiguen deltodo. Starling hubiese adivinado que la habitación había sido registradainclusosinlosrastrosdepolvoparatomarhuellasdigitalesquehabíaentodaslassuperficieslisas.

Starling estaba convencida de que el dormitorio nohabía sido escenadeningúnepisodiodel secuestro.SeguramenteCrawford tenía razón:Catherinedebíahabersidocapturadaenelaparcamiento.PeroStarlingqueríaconoceralamuchacha,yaquíeradondevivía.Vive,sedijoStarlingcorrigiéndose.Viveaquí.

Enelarmariodelamesilladenochehabíaunaguíatelefónica,unpaquetedeKleenex,unacámaraPolaroidSX-70condisparadordecableyjuntoaellaun trípode plegado.Ummmmm.Atenta comouna lagartija, Starlingmiró lacámara.Parpadeócomoparpadeaunalagartijaynolatocó.

El armario ropero interesó sobremanera a Starling. Catherine BakerMartin, marca de lavandería C-B-M, poseía mucha ropa y algunas de lasprendas de excelente calidad. Starling reconoció muchas de las etiquetas,incluidas las de Garfinkel’s y Britches, conocidos establecimientos deWashington.Regalosdemamá,sedijoStarling.Catherineteníaropabuena,decorteclásico,confeccionadaendostallas;unaparaunpesode65kilosyotrapara75,calculóStarling,yhabíatambiénalgunospantalonesdeplásticoparasudar en situaciones críticasde aumentodepeso.Enunmueble zapatero sealineabanveintitrésparesdezapatos.Sietedeelloserande tiposalón,de laprestigiosa marca Ferragamo; había también algunos mocasines y variaszapatillas Reebok de deporte. En el estante superior había una mochila denailonyunaraquetadetenis.

Lasposesionesdeunamuchachaprivilegiada,estudianteyenprácticasdemagisterio,quevivíamejorquelamayoríadechicasdesuedad.

Enelsecreter,muchísimascartas.Notasdecaligrafíapicudaenviadasporantiguascondiscípulas.Sellos,etiquetasdeenvío.Enelcajón inferior,papeldeenvolver,paraconfeccionarpaquetesderegalo;uncuadernillodehojasde

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distintoscoloresydibujos.LosdedosdeStarlinglorecorrieronhojaporhoja.Estabapensandoeninterrogaralosempleadosdelsupermercado,cuandosusdedoshallaronentrelashojasdepapelunabastantemásgruesayrígida.Losdedos pasaron por encima de ella y regresaron. La habían adiestrado paranotaranomalíasyya lahabíamediosacadodelmontóncuandolamiró.Eraunahojaazul,deunmaterialsimilaraldeunpapelsecantenomuygruesoyeldibujoquellevabaimpresoeraunagroseraimitacióndePluto,elPerrodelosdibujosanimados.

Todos los perros de las pequeñas hileras eran idénticos aPluto; eran delamarilloadecuado,peroalgunasdesusproporcionesnoerancorrectas.

—Catherine, Catherine —murmuró Starling, cogiendo unas pinzas delbolsoqueempleóparaintroducirlahojadepapelenunsobredeplásticoque,demomento,quedódepositadoencimadelacama.

El joyeroquehabía enel tocador eraunestuchedepiel, idénticoalqueapareceeneldormitoriodecualquiermuchacha.Losdoscajoncitosfrontalesy labandejaconteníanbisutería;ninguna joyabuena.Starlingsepreguntósiguardaría las joyas de valor en la col de goma del frigorífico, y en casoafirmativoquiénlashabríacogido.

Introdujoeldedopordebajode la tapa,porun lado,y soltóel cajoncitosecretoquehabíaen laparteposteriordelestuche.Estabavacío.Pensóparaquién serían secretos esos cajones; para los ladrones, indudablemente no.Estabatocandoelestucheporlapartedeatrásparavolveraintroducirelcajóncuandosusdedosrozaronelsobresujetoconcintaadhesivaalaparteinferiordelcajónsecreto.

Starlingsepusounpardeguantesdealgodónydio lavueltaalestuche.Sacóelcajónposteriory locolocóbocaabajo.En laparte inferiorhabíaunsobredepapelmanilasujetoconcintaadhesiva.Lasolapadelsobrenoestabacerrada,simplementeintroducida.Seacercóelsobrealanariz.Nohabíasidoespolvoreadoenbuscadehuellasdigitales.Empleó laspinzasparaabrirloyextraersucontenido.HabíacincoinstantáneasPolaroid,quesacóunaporuna.Erandeunhombreyunamujercopulando.Noaparecíancabezasnirostros.

Dosdelasfotografíashabíansidotomadasporlamujer,dosporelhombreylaquintaparecíahabersidotomadadesdeeltrípodequehabíaenlamesilla.

Eradifícilcalculareltamañomedianteunafotografía,peroajuzgarporlosespectacularessesentaycincokilosdepesodeaquelaltocuerpohumano,lamujerteníaqueserCatherineMartin.Elhombrellevabaenelpenealgoqueparecía un anillo demarfil tallado. La resolución de la fotografía no era losuficientemente buena como para poder apreciar sus detalles. El hombreostentabaunacicatrizdeapendicitis.Starlingintrodujocadafotografíaenuna

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bolsadeplásticoylasintrodujoenunsobremaniladelosqueellallevaba.Acontinuacióncolocódenuevoelcajóneneljoyero.

—Lobueno lo tengo en el bolsillo—dijo una voz a sus espaldas—.Nocreoquehayanrobadonada.

Starlingmiróalespejo.LasenadoraRuthMartinsehallabaenelumbraldeldormitorio.Parecíaagotada.

Claricesediomediavuelta.

—Buenos días, senadora. ¿Quiere sentarse un momento? Ya casi heterminado.

Inclusoexhausta, la senadoraMartinconservabasu imponentepresencia.Bajo la capa de deliberados buenos modales, Starling advirtió síntomas deagresividad.

—¿Le importa decirme quién es usted? Creía que la policía ya habíaterminadoderegistrarporaquí.

—Soy Clarice Starling, del FBI. ¿Ha hablado con el doctor Lecter,senadora?

—Mehadadounnombre.—LasenadoraMartinencendióuncigarrilloyobservóaStarlingdepiesacabeza—.Veremosdequénossirve.¿Yquéhaencontradoustedeneljoyero,agenteStarling?¿Algodevalor?

—Cierta documentación que podremos comprobar dentro de pocosminutos—fuetodoloqueStarlingacertóadecir.

—¿Eneljoyerodemihija?Déjemeverla.

Starlingoyóvocesen lahabitacióndeal ladoyconfiócon todasualmaqueseprodujeseunainterrupción.

—¿Havenidoel señorCopley,elagenteespecialdeMemphisencargadode…?

—No,nohavenidoyesonocontestaamipregunta.Noseofenda,agente,peroexijoverloquehasacadodeljoyerodemihija.—Lasenadoravolviólacabeza y por encimadel hombro llamó—: ¡Paul! ¡Paul! ¿Quieres venir, porfavor? Agente Starling, conocerá usted sin duda al señor Krendler, delDepartamento de justicia. Paul, ésta es la chica que Jack Crawford envió aentrevistaraLecter.

LacalvadeKrendleraparecíabronceadayparasuscuarentaañosestabaenforma.

—Hola,señorKrendler—dijoStarling—.Heoídohablarmuchodeusted.Enlace de la Comisión Criminal del Congreso, mediador en desavenencias,

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comomínimoadjuntodelfiscalgeneral.Jesúsbendito,sálvame,tenecesito.

—LaagenteStarlinghaencontradoalgoeneljoyerodemihija,algoquehaintroducidoenunsobremaniladesupropiedad.Creoquehemosdeverdequésetrata,¿noteparece?

—Agente—ordenóKrendler.

—¿Puedohablaruninstanteconusted,señorKrendler?

—Porsupuesto.Después—declaróKrendlertendiendolamano.

Starlingteníalacaraardiendo.SabíaquelasenadoraMartinestabafueradesí,perojamásleperdonaríaaKrendlerlasombradedudaqueatravesósucara.Jamás.

—Aquítiene—dijoStarling.Yleentregóelsobre.KrendlercontemplólaprimerafotografíayhabíayacerradolasolapadelsobrecuandolasenadoraMartinlecogióelsobredelasmanos.

Fuemuydolorosoverlaexaminarlasfotografías.Alterminar,seacercóala ventana y permaneció de espaldas, con la cara vuelta hacia el cieloencapotado y los ojos cerrados. A la luz del día se la veía envejecida y alencenderuncigarrilloletemblólamano.

—Senadora,yo…—empezóadecirKrendler.

—Esta habitación ha sido previamente registrada por la policía —leinterrumpió la senadora—. Y estoy segura de que han encontrado estasfotografías y han tenido el sentido común de dejarlas donde estaban y nomencionarsuexistencia.

—No,no lashanencontrado—replicóStarling.Lasenadora sufría,peroqué caray, había cosas que no podían dejarse pasar—.SeñoraMartin, ustedmisma seda cuenta dequehemosde averiguar quién es este hombre.Si setratadelnoviodeCatherine,mejorquemejor.Puedoaveriguarloenmenosdecincominutos.NadiemásveráestasfotografíasyCatherinenotieneporquésaberquehansidodescubiertas.

—Yomeocuparédeello.

—LasenadoraMartinmetióelsobreensubolsoyKrendlerselopermitió.

—SenadoraMartin,¿fueustedquiencogiólasjoyasdelacoldegomaqueestabaenelfrigorífico?—lepreguntóStarling.

Elsecretariode laseñoraMartin,BrianGossage,asomólacabezapor lapuerta.

—Disculpe, senadora, acaban de instalar el terminal. Ya podemoscontemplarcómoinvestiganelnombredeWilliamRubinenelFBI.

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—Vaya,señoraMartin—leinsistióKrendler—.Estaréconusteddentrodeunosmomentos.

RuthMartinsaliódelahabitaciónsincontestaralapreguntadeStarling.

Clarice tuvo ocasión de examinar a Krendler mientras éste cerraba lapuerta del dormitorio. El traje que vestía acreditaba a su sastre y no ibaarmado.Elmediocentímetroinferiordelostaconesdesuszapatosrelucía,detanto andar sobre mullidas moquetas, y los bordes de los tacones parecíanafilados.

Krendler permaneció un instante con la mano en el pomo de la puerta,inclinadalacabeza.

—Lafelicitoporlaeficaciadesuregistro—dijoaldarselavuelta.

Starlingnoibaadejarsecomprarportanpoco.Sincontestar,seloquedómirandofijamente.

—Veo que en Quántico enseñan a registrar con gran minuciosidad —añadióKrendler.

—Efectivamente,peronoenseñanarobar.

—Deesonotengolamenorduda—replicóKrendler.

—Puesnadielodiría.

—Basta.Cambiemosdetema.

—Habráqueinvestigarelasuntodelasfotografíasyeldelacoldegoma,¿noleparece?

—Sí.

—¿Quéesesodelnombrede«WilliamRubin»,señorKrendler?

—LecterafirmaqueéseeselnombredeBuffaloBill.Ésteeseltextodelmensaje que hemos transmitido a la sección de identificación y también alCINC.Fíjese.

—YleentregóunatranscripcióndelaentrevistadeLecterconlasenadoraMartin,unacopiaborrosaefectuadaporunaimpresoramatricialdeagujas.

—¿Quéopina?—lepreguntóKrendlercuandoellaterminódeleerla.

—Nodicenadaquepuedacomprometerle—contestóStarling—.Dicequese trata de un varón, de raza blanca, que en determinado momento estuvoaquejadodeántraxcontagiosodemarfildeelefante.Eso,ocurraloqueocurra,nodapieaquepuedaacusárseledementir.Comomáximo,alegaríahaberseequivocado.Esperoquetodoestoseaverdad.Peropodríahaberseburladodelasenadora,pordivertirse,señorKrendler;esunhombreperfectamentecapaz

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deello.¿Le…conoceusted?

Krendlercontestónegativamenteconlacabezayexpulsóaireporlanariz.

—Quesepamos,eldoctorLecterhaasesinadoanuevepersonas.Ahoranoestá en libertad, pero no importa; aunque fuese capaz de resucitar a losmuertos, jamás le dejarían salir. De modo que lo único que le queda esdivertirse.Poresosimulábamos…

—Séloqueestabansimulando.Heoído lacintadeChilton.Nodiréquehaya sido un error, pero sí que ese juego ha terminado. Ciencias delComportamiento va a limitarse a investigar la pista que usted obtuvo, elaspecto transexual, y nada más. Y mañana estará usted de nuevo en laacademia,enclase.

Diosmío.

—Hedescubiertootracosa.

Lahojadepapeldecoloreshabíapermanecidoinadvertidaenlacama.

SelaentregóaKrendler.

—¿Quéesesto?

—ParecendibujosdePluto.

—Le obligó a que preguntase el resto. Él exigió la información con ungestodemano.

—Estoycasiseguradequeesunsecantedeácido.LSD.Seguramentedemediados de los setenta, o quizá anterior. Actualmente tiene valor decuriosidad.Merece lapena investigardónde loconsiguió.Paraestar segurostendríamosquesometerloaciertaspruebas.

—Lléveselo a Washington y entréguelo al laboratorio. Se va usted amarchardentrodepocosminutos.

—Sinoquiereesperartantosdías,puedohaceryomismalaspruebasconun equipo cualquiera. Si la policía dispone dematerial de identificación denarcóticos,nohaymásqueseleccionarlapruebaJ,yendossegundossesabesi…

—UstedregresaaWashingtonysevadirectaalaacademia.

—ElseñorCrawfordmeordenó.

—Sus órdenes son las que yo le estoy dando ahora.Ya no trabaja ustedparaJackCrawford.Estáusteda lasórdenesdesusprofesores,exactamenteigual que cualquier otro estudiante, y su misión está en Quántico, ¿quedaclaro?Alasdosydiezsaleunavión.Tómelo.

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—SeñorKrendler, eldoctorLecter accedióahablar conmigodespuésdehaberse negado a hablar con la policía deBaltimore.Es posible que accedanuevamente.ElseñorCrawfordopinaque…

Krendlercerrólapuertaconmásfuerzadelaqueeranecesaria.

—Agente Starling, no tengo por qué explicarle mis razones, peroescúcheme con atención. El papel de Ciencias del Comportamiento esmeramenteconsultivo,siemprelohasidoyapesardelprotagonismodeJackCrawfordnopasarádeserlo.Además,Crawfordtendríaqueestardepermiso.

Mesorprendequeensuscircunstanciasseacapazdeactuarconlaeficaciaconquelohahechohastaahora.

Respectodeesteasunto,alnoconsultaralasenadoraMartin,hacometidounatonteríaquepuedecostarlemuycara.Suhojadeserviciosyelhechodeque estémuy próximo al retiro hace que ni siquiera ella pueda perjudicarledemasiado.Demodoque, señorita, no sepreocupe tantodedejarle enbuenlugar.

Starlingperdióunpocolosestribos.

—¿Disponen ustedes de alguien más que haya detenido a tres asesinosreincidentes?¿Conoceustedaalguienmásquehayaapresadosiquieraauno?SeñorKrendler,nodeberíaustedpermitirqueelladirijaestecaso.

—Seguramente debe usted ser una chica inteligente; de lo contrario,Crawford no la hubiera elegido, pero le diré una cosa que no voy a repetir:vigile sus palabras, o acabará usted de secretaria. Por orden mía. ¿NocomprendeustedquelaúnicarazóndequeselaenviaseaustedaentrevistaraLecterfueparaquesudirectorobtuvieseinformaciónconlaconsiguientebazaque jugar ante el Congreso? Información inofensiva sobre criminalesimportantes,un«nuevoenfoque»deltemibledoctorLecter;nosabeustedlobienquemanejasujefeesosdatoscuandotienequedefenderelpresupuestode su sección.Los congresistas se los tragan y los comentan impresionadosdurantelacena.Estáustedfueradeonda,agenteStarling,quedarelevadadeeste caso. Sé que dispone usted de credenciales del FBI. Entréguemelasinmediatamente.

—Las necesito para que me permitan volar con la pistola. Pertenece alarsenaldeQuántico.

—Lapistola.SantoDios.Entregue lascredencialesencuanto lleguea laacademia.

La senadora Martin, Gossage, un técnico y varios policías estabanapiñadosen tornoaunapantalladevídeoconectadamedianteunmodemalteléfono.ElCentrodeInformaciónNacionaldelCrimenemitíaunaconstante

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información sobre el progreso de las investigaciones llevadas a cabo enWashingtonsobrelosdatosproporcionadosporeldoctorLecter.Unanoticiaprocedente delCentro deControl Sanitario deAtlanta: el ántrax contagiosodelmarfildelelefantesecontraerespirandoelpolvoqueproduceelpulidodelmarfil,material que se usa enmangos de cubiertos de lujo. En los EstadosUnidos,setratadeunaenfermedadtípicadelosoperariosquetrabajanenlamanufacturadecuchillos.

Aloírlapalabra«cuchillos»,lasenadoraMartincerrólosojos.Losteníacalientesyresecos.YarrugóelKleenexquellevabaenlamano.

El jovenpolicíaquehabíaabierto lapuertadelapartamentoaStarling letraíaalasenadoraunatazadeté.Seguíaconelsombreropuesto.Starlingyahabíadecididoquenoibaaescabullirsecomounacobarde.Sedetuvoantelasenadoraydijo:

—Buenasuerte,señoraMartin.EsperoqueCatherineseencuentrebien.

Lasenadoraasintióconlacabezasinmirarla.KrendlerapremióaStarlingaquesaliera.

—Nosabíaqueestachicano teníaderechoaentraraquí—dijoel jovenpolicíacuandoellayasalíadelasala.

Krendlersalióalapuertaconella.

—Siento un gran respeto por Jack Crawford —dijo—. Por favor,transmítale lo mucho que todos lamentamos… los problemas de Bella. Yusted,andandoalaescuelayaestudiar,¿deacuerdo?

—Adiós, señor Krendler. Y de pronto Clarice se encontró sola en elaparcamiento, invadida por la desconcertante impresión de que no entendíanadadeloqueocurríaenestemundo.

Sequedócontemplandoaunpalomoquesepaseabaentrelascaravanasylasmotoras.Apresóconelpicounacáscaradecacahueteylasoltó.Elvientohúmedoleencrespabalasplumas.

StarlinganhelópoderhablarconCrawford.Eldespilfarroylaestupideznosirvendenada,eso lehabíadicho.Empleebienestasituacióny templarásuespíritu.Éstaes lapruebamásdifícilde todas:nopermitirque la rabiay lafrustración le impidan pensar con claridad. En eso consiste en síntesis lacapacidaddemando.

Mandarleimportabaunpepino.Yacontinuacióndescubrióquetambiénleimportabaunpepino,oporusarotrapalabra,unamierda,elhechodeser laagente especial Starling. De bien poco servía, si había que jugar con esasnormas.

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Ysepuso apensar en lapobre, gorday tristemuchachamuertaqueviotendidaenlamesafunerariadePotter,Virginiaoccidental.Sepintabalasuñasconesmalterojo,igualqueestascondenadaslanchasdeportivas.

¿Cómosellamaba?¿Kimberly?

Yunamierdamevanaverllorarestosgilipollas.

PorDios, todo elmundo se llamabaKimberly; en su clase había cuatrochicas.TreschicossellamabanSean.Conaquelfantasiosonombredeopereta,Kimberlyhacíatodoloposibleporacicalarse,aquellosagujerosenlasorejaspara ponerse bonita, para adornarse. Y Buffalo Bill le miró aquellos tristessenosplanos,apoyóentreelloselcañóndeunapistolaylehizounaestrellaenelpecho.

Kimberly, su triste hermana gorda que se depilaba las piernas. Lo másnatural…Eradeesperar…A juzgarpor la cara, losbrazosy laspiernas, lomejorqueteníaKimberlyeralapiel.Kimberly,dondequieraqueestés,¿estásenfadada?Aellanolabuscabaningúnsenador.Paraellanohabíaavionesquetransportasen chalados. Chalado era una palabra que Starling no debíaemplear.MuchaseranlascosasqueStarlingnodebíahacer.

Clariceechóunvistazoasurelojdepulsera.Lesobrabaunahoraymediaantes de que saliese el avión y había una pequeña cosa que sí podía hacer.Quería verle la cara al doctor Lecter cuando él dijese: «Billy Rubin». SiStarling conseguía sostener la mirada de aquellos extraños ojos granateduranteeltiemposuficiente,siconseguíaatravesarlaoscuridadquedevorabaelcentelleodeaquellosojos,quizáveríaalgoútil.Estabaconvencidadequeveríaregocijo.

GraciasaDiosaúnconservoenmipoderlascredenciales.

Dejódoscentímetrosdecauchoalarrancarydejaratráselaparcamiento.

Capítulo35

Clarice Starling conducía a toda velocidad entre el peligroso tráfico deMemphis.Ensusmejillastodavíaseapreciabanlágrimasdeira.Noobstante,se sentía flotando y en libertad. Una desacostumbrada claridad de visión leavisódequesehallabapropensaapelearse,demodoqueprocuróvigilarse.

Alentrarenlaciudadprocedentedelaeropuertohabíapasadopordelantedelantiguopalaciodejusticia,yvolvióaencontrarlosindificultad.

Los responsables de la policía de Tennessee no querían correr ningún

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riesgoconHannibalLecter.Estabandispuestosamantenerleenreclusiónsinexponerlealospeligrosdelacárcelmunicipal.

Por eso lo tenían en el antiguo juzgado y prisión, unmacizo edificio deestiloneogóticoconstruidocongranitoenunaépocaenquelamanodeobraera barata. En la actualidad, excesivamente restaurado, albergaba algunasdependenciasmunicipalesdeestaprósperaciudadamantedesupasado.

Enesemomentoparecíaunafortalezamedievalacordonadaporlapolicía.

Una poco frecuentemezcla de vehículos—de la guardia de tráfico, deldepartamentodejusticiadelcondadodeShelby,deladelegacióndelFBIenTennessee y del cuerpo de funcionarios de prisiones— atestaban elaparcamiento.Starlingtuvoquepasaranteunpuestodeguardiainclusoantesdepoderestacionarsuautomóvilalquilado.

El doctor Lecter presentaba, para el exterior, un problema adicionalrelacionado con su seguridad.Desde que los boletines de noticias demediamañana habían informado de su paradero, no habían cesado de recibirsellamadas telefónicas preñadas de amenazas; sus víctimas tenían numerososparientesyamistadesqueansiabanverlemuerto.

StarlingconfióqueeljefedeladelegacióndelFBI,Copley,nosehallaseeneledificio.Noqueríaponerleendificultades.

Enunrecuadrodecéspedcontiguoalaescalinatadeacceso,Starlingvioelcogote de Chilton entre un enjambre de reporteros. Entre los numerososinformadoreshabíadoscámarasdetelevisión.Starlinglamentónollevargorraosombrero.Alacercarsealaentradadelatorre,girólacabeza.

Un policía estacionado en la puerta examinó sus credenciales antes deautorizarlaaentrarenelvestíbulodelatorre,queparecíaunasaladeguardia.Ante el único ascensor había un policía, más otro apostado al pie de lasescaleras.Unamultituddeagentes,queibanasustituiralosqueacordonabanellugar,leíanrevistassentadosenunossofásalejadosdelavistadelpúblico.

Traslamesasituadaalasalidadelascensorhabíaunsargento.Sutarjetadeidentidaddecía:TATE,C.L.

—Prohibidoelpasoalaprensa—dijoelsargentoTatealveraStarling.

—Nosoyperiodista—contestóella.

—¿Estáconlosdelaoficinadelfiscalgeneral?—preguntóelsargentoalexaminarsuscredenciales.

—ConKrendler, adjunto al fiscalgeneral—respondióStarling—.Acabodedejarle.

ElsargentoTatehizoungestodeaprobación.

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—Menuda mañana. Todas las secciones de la policía de Tennessee hanpasadoporaquíparaveraldoctorLecter.Porsuerte,noocurretodoslosdías.TendráquehablarconeldoctorChiltonantesdesubir.

—Lo he visto ahí fuera —replicó Starling—. Esta misma mañana, demadrugada,hemosestadojuntosenBaltimoretrabajandoenestecaso.¿Firmoaquí,sargentoTate?

Elsargentocomprobóbrevementeelestadodeunodesusmolaresconlalengua.

—Ahímismo—contestó—.Normas estrictas, señorita. Todas las visitasdebenentregarelarma,seanonopolicías.

Starling asintió. Sacó las balas del revólver; el sargento pareciócomplacidoalverlamoverlosdedosenelarma.Selaentregópresentandolaculatayéllaguardóenelcajón.

—Vernon,acompáñalaarriba.

—Descolgó el teléfono, marcó tres números y pronunció el nombre yapellidodelavisita.Elascensor,unadelantoañadidoenlosaños1920,crujiómientrassubíaalúltimopiso.Sedetuvoenunrellanodelaescaleradelquenacíauncortopasillo.

—Por ahí, todo recto, señora—dijo el guardia.Un letrero pintado en elcristal esmerilado de la puerta anunciaba: SOCIEDAD HISTÓRICA DELCONDADODESHELBY.

Casitodoelúltimopisodelatorreconsistíaenunasalaoctogonalpintadade blanco, cuyo suelo ymolduras eran demadera de roble.Olía a cera y aengrudo de biblioteca. Con su escasomobiliario, tenía un ambiente austeroque casi podía calificarse de religioso.Eramás agradable ahora que cuandohacíalasvecesdeoficinadelalguacil.

De guardia había dos hombres vestidos con el uniforme del cuerpo deprisionesdeTennessee.Elmásbajo,instaladoanteunamesa,selevantóalverentraraStarling.Elaltopermaneciósentadoenunasillaplegable situadaalfondodelahabitación,frentealapuertadeunacelda.Eraelquevigilabaqueelprisioneronosesuicidase.

—¿Estáustedautorizadaahablarconelprisionero,señora?—preguntóelagentede lamesa.Ensu tarjetade identificaciónse leía:PEMBRY,T.W.,ysobre la mesa tenía un teléfono, dos porras y un aerosol cargado con gasirritante.Enelrincón,asusespaldas,habíaunartilugioinmovilizadordegrantamaño.

—Sí—contestóStarling.Yaloheinterrogadoenotrasocasiones.

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—¿Conocelasnormas?Nocrucelabarrera.

—Perfectamente.

La única nota de color de la habitación era la barrera de la policía detráfico,uncaballetearayasnaranjayamarilloequipadoconunosfocosámbarintermitentesqueestabanapagados.Estabacolocadasobreelpulidoparquetametro y medio de la puerta de la celda. De un perchero situado a pocadistanciacolgabanlosatavíosdeldoctor:lamáscaradehockeyyunaprendaqueStarlingnohabíavistonunca,unachaquetilladecondenadoamuertedeKansas.Confeccionadaconcuerorecioydotadacondoblesgrilletesdecierredobleenlacinturayhebillasenlaespalda,debíaserlacamisadefuerzamásinfalibledelmundo.Lamáscaraylachaquetanegrasuspendidaporelforroenelpercheroformabanunainquietantecomposiciónsobreelfondoblancodelapared.

Starling divisó al doctor Lecter al acercarse a la celda. Estaba leyendosentadoanteunamesaatornilladaalsuelo.Sehallabadeespaldasalapuerta.TeníaconsigovarioslibrosylacopiadelexpedientedeBuffaloBillqueellalehabía entregado en Baltimore. Encadenada a la pata de la mesa había unapequeña cinta magnetofónica. Le resultaba extraño verle fuera delpsiquiátrico.

Starlinghabíavisto,depequeña,celdascomoésa.Eranprefabricadas,lasproducíaunaempresadeSt.Louisaprincipiosdesigloyhastalafechanadieha conseguido fabricarlas mejor; consistían en una jaula modular de acerotempladoque convierte cualquier habitación enuna cárcel.El suelo era unaplanchadeacerodispuestasobrebarrotes,ylasparedesyeltecho,debarrotestroqueladosque rayabanpor completo lahabitación.Carecíadeventana.Laceldaestabapintadadeunblancoinmaculadoyestababieniluminada.Anteelretretehabíaunbiombodepapelfino.

Esosbarrotesblancosdestacabancomocostillasencimadelasparedes.EldoctorLecterteníaunaoscuracabeza,depelolisoybrillante.

Esunacomadrejadecementerio.Vivepurgandosuscrímenesenunacajatorácica,entrelasbojassecasdeuncorazón.

Starlingparpadeóparaalejaresepensamiento.

—Buenosdías,Clarice—dijoél sinvolverse.Terminóde leer lapágina,colocóunpuntoenellibroygiróenlasillaparaponersedecaraaella,conlos brazos apoyados en el respaldo y la barbilla reposando sobre ellos—.Dumasafirmaqueañadirungrajoalconsoméenotoño,cuandoelpájarosehaalimentadodebayasdeenebro,mejoraconsiderablementeelcoloryelsabordelcaldo.¿Legustaaustedelgrajoenlasopa,Clarice?

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—Hepensadoquelegustaríatenersusdibujos,lascosasquehabíaensucelda,hastaquenoconsigalaventana.

—Cuántadelicadeza.EldoctorChiltonsehapuestoeufóricoalenterarsedequeJackCrawfordyustedhansido relevadosdelcaso.¿Esqueacaso laenvíanparaintentarsonsacarmealgoporúltimavez?

Elagenteencargadodevigilaruneventualsuicidiosehabíadirigidoa lamesadelagentePembryparacharlarconél.

Starlingconfióquedesdeallínolaoyesen.

—Nomeenvíanadie.Hevenidopordecisiónpropia.

—La gente dirá que estamos enamorados. ¿No quiere preguntarme porBillyRubin,Clarice?

—DoctorLecter,sinpretenderenabsoluto…impugnarloquelehadichoalasenadoraMartin,¿sigueaconsejándomequecontinúetrabajandoenlaideaqueusted…?

—Impugnar…me encanta esta palabra. No tengo nada que aconsejarle.Intentó engañarme, Clarice. ¿Cree acaso que estoy jugando con esta gente?_Creoqueamímedecíalaverdad.

—Esunalástimaqueintentaseengañarme,¿nocree?—LacaradeldoctorLectersehundióentresusbrazoshastaquesólolosojosquedaronvisibles—.EsunalástimaqueCatherineMartinnovuelvaaverelsoljamás.

ElsolesunfuegoenelquehamuertoelDiosdeesamuchacha,Clarice.

—Lo que es una lástima es que usted ahora tenga que complacer parapodersorberdevezencuandoalgunalágrima—replicóStarling—.Loqueesuna lástima es que no hayamos podido terminar la conversación quemantuvimos.Suteoríadela imago, laestructuraenlaquesefundamentaba,teníauna…¿cómodiré?,unaeleganciaqueesdifícilolvidar.Lodeahoraesunapuraruina,unarcorotoquesoporta…

—Unarcorotonosoportanada.Hablandodearcos,¿todavíalepermitenejercerdepolicía,Clarice?¿Lehanquitadolasinsignias?

—No.

—¿Quéllevadebajodelachaqueta?¿Unrelojdevigilantecomoeldesupapá?

—No,esoesunapistolera.

—¿Demodoquevaporahíarmada?

—Sí.

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—Entoncestendríaqueensancharselachaqueta.¿Sabecoser,Clarice?

—Sí.

—¿Sehahechoustedesetrajedechaqueta?

—No. Doctor Lecter, usted lo averigua todo. No puede usted haberhablado íntimamente con ese tal Billy Rubin y haber averiguado tan pocascosasdeél.

—¿Ustedcree?

—Sílehubieseconocido,losabríatododeél.Perotansóloharecordadoundetalle.Quecontrajounántraxdelmarfildelelefante.Hubieratenidoqueverles saltar a todos cuando Atlanta ha comunicado que se trata de unaenfermedadtípicadelosquefabricancuchillos.Selohantragado,talycomousted esperaba.Sólopor esohubieran tenidoque concederleuna suite en elPeabody. Doctor Lecter, si hubiese conocido a Billy Rubin, sabría muchascosasdeél.Miopiniónesquenoleconoció,quefueRaspailquienlehablódeél. Pero una información de segunda mano no impresionaría tanto a lasenadoraMartin,¿verdad?

Starlinglanzóunaojeadaporencimadelhombro.UnodelosguardianesleestabaenseñandoalotroalgoqueaparecíaenlarevistaArmas&Municiones.

—EnBaltimore tenía ustedmás cosas quedecirme, doctorLecter.Estoyconvencidadequelainformaciónquemedioeraválida.Dígameelresto.

—Heleídotodosloscasosdelexpediente,Clarice.¿Yusted?Todocuantoprecisasaberparadescubrirleestáahí,sisabeprestárseleladebidaatención.HastaelinspectoreméritoCrawfordtendríaquehaberlodeducido.Porcierto,¿haleídoelasombrosodiscursoquepronuncióCrawfordelañopasadoenlaAcademia Nacional de Policía? Citando pomposamente a Marco Aurelio apropósito del deber, el honor, la fortaleza… Ya veremos qué estoicismomuestraCrawfordcuandoBellasevayaalotrobarrio.Alardeadeimitarestafilosofía, pero ami juiciono entiendenada.Si entendiese aMarcoAurelio,quizápodríaresolverestecaso.

—Dígamecómo.

—Cuandoveoenustedesosdestellosde inteligenciacontextual,Clarice,olvido que su generación es analfabeta. El emperador aconseja simplicidad.Primerosprincipios.Decadacosaconcretapregúntese:¿Quéesensímisma,ensupropiaesencia?¿Cuálessunaturalezacausal?

—Esoparamínosignificanada.

—¿Quéhaceél,elhombrequeustedpersigue?

—Mata…

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—¡Ah!—exclamóLecterconaspereza,apartandouninstantelacaraparano tener que presenciar la obstinación de Clarice en el error—. Eso esaccesorio. ¿Qué es lo primero, lo primordial que hace? ¿Qué necesidadsatisfacematando?

—Ira,resentimientosocial,frustraciónsexual…

—No.

—¿Cuál,pues?

—Codicia. De hecho, codicia ser lo que usted es. Su naturaleza es lacodicia. ¿Y cómo empezamos a codiciar, Clarice? ¿Buscarnos cosas quecodiciar?Esfuérceseporcontestarcorrectamente.

—No.Loquenos…

—Exactamente.No.Surespuestaescorrecta.Empezamosporcodiciarloquevemoscadadía.¿Nonotaustedcadadíaojosquelarecorrenporentero,Clarice,enencuentroscasuales?

Nodigaquenoporquenolovoyacreer.¿Ynoacariciansusojosciertascosas?

—Deacuerdo.Entonces,dígamecómo…

—Le toca a usted decirme cosas, Clarice. Ya no tiene el recurso deofrecerme vacaciones en esa isla cuyo mayor atractivo es el Centro deVeterinaria.Apartirdeahora,laconversaciónsedesarrollaentérminosdeunrigurosointercambio.Nopuedohacertratosconustedalaligera.

Dígame,Clarice.

—¿Queledigaqué?

—Las dos cosas queme debe del otro día. Qué le ocurrió a usted y alcaballo,ycómodominasurabia.

—DoctorLecter,cuandotengatiempoestaré…

—Ustedyyonocontamoseltiempodelamismamanera.

Estemomentoestodoeltiempodequepuededisponer.

—Selodiréluego.Escuche,yo…

—Soyyoelqueahoravaaescuchar.Dosañosdespuésdelamuertedesupadre,Clarice,sumadrelaenvióavivirconlafamiliadesuprimaaunranchodeMontana.Teníausteddiezaños.Allídescubrióquesededicabanalnegociodeengordarcaballosparaelmatadero.Ustedescapóconuncaballoqueestabamediociego.¿Y?

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—Era verano y podíamos dormir al raso. Llegamos hasta Bozeman porcaminossecundarios.

—¿Teníanombreelcaballo?

—Seguramente,peroellosno…Esono tiene importanciacuandounosededica a cebar caballos para el matadero. Era una yegua; yo la llamabaHannah,quemeparecíaunnombrebonito.

—¿Lallevabadelabridaoibamontadaenella?

—Lasdoscosas,aratos.Enunaocasióntuvequedesmontarmeyguiarlapara cruzar una cerca. Demodo quemontando y caminando llegaron hastaBozeman.

—Había unos establos, una especie de rancho donde daban clases deequitación, a las afueras de la ciudad. Intenté que la acogieran allí.Costabaveinte dólares a la semana alojarla en un cercado. Instalarla en una cuadravalíamás. Inmediatamente sedieroncuentadequenoveía.Yentoncesdijeque bueno, que me ofrecía a guiarla para que los niños dieran un paseomontadosenHannahmientraslospadresestabanenclasedeequitación.Dijeque me ofrecía a quedarme allí para limpiar los establos. Uno de ellos, elhombre,accedióatodoloqueyodije,perolamujerllamóalsheriff.

—Elsherifferaunpolicía,comosupadre.

—Sí,peroesono impidióquealprincipiomediesemuchomiedo.Teníauna cara grande y roja. Al fin, el sheriff adelantó veinte dólares para queHannahpudieraquedarseunasemanamientras«searreglabanlascosas».Dijoque con aquel calor no hacía falta que durmiese en un establo. La prensapublicó lanoticia.Searmómuchorevuelo.Laprimademimadreaccedióaquememarchase.YacabéenelHogarLuteranodeBozeman.

—¿Setratadeunorfelinato?

—Sí.

—¿YHannah?

—Sevinoconmigo.Unimportanterancheroluteranoseofrecióapagarelheno.En el orfelinatohabíauna cuadra.Labrábamos el huerto conHannah.Aunquehabíaquevigilarpordóndeiba,porquesemetíaporentrelascañasdelasjudíasypisabacualquierplantaquefuerabajaynolanotaseenlaspatas.Ylaatábamosauncarroenelquepaseábamosalosniños.

—Peromurió.

—Pues…sí.

—Háblemedeeso.

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—Ocurrió el añopasado.Meescribieron a launiversidad contándomelo.Calculanquetendríaveintidósaños.Eldíaantesdemorirestuvopaseandoaniños,comosiempre,ymuriómientrasdormía.

EldoctorLecterpareciódecepcionado.

—Quéconmovedor—comentó—.¿SupadrastrodeMontana follabaconusted,Clarice?

—No.

—¿Lointentóalgunavez?

—No.

—¿Porquémotivohuyóustedconlayegua?

—Porqueibanamatarla.

—¿Sabíaustedcuándo?

—Noexactamente.Peromeangustiabamucho.Hannahestabaengordandobastante.

—¿Quéleimpulsóaescapar?¿Porquéhuyóaqueldíaenconcreto?

—Nolosé.

—Creoquesílosabe.

—Estabamuyangustiada.

—¿Quéfueloquelaimpulsó,Clarice?¿Aquéhorasemarchó?

—Muytemprano.Aúnnohabíaamanecido.

—Luego algo la despertó. ¿Qué fue lo que la despertó? ¿Soñaba usted?¿Quésoñaba?

—Medespertéoyendobalaraloscorderos.Medespertéamedianocheyloscorderosbalaban.

—¿Estabanmatandoaloscorderoslechales?

—Sí.

—¿Yquéhizousted?

—No podía hacer nada por ellos. Yo no era más que una… ¿Qué hizoustedconlayegua?

—Me vestí sin encender la luz y salí al exterior. Ella estaba asustada.Todos los caballos del cercado estaban asustados y se arremolinaban. Meacerqué a ella, le soplé en la nariz y ella supo que era yo. Las luces de lacuadra estaban encendidas y también las del cobertizo que había junto al

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aprisco de los corderos. Eran unas bombillas desnudas que proyectabangrandes sombras. Había llegado el camión frigorífico y tenía el motor enmarcha:rugía.MellevéaHannah.

—¿Laensilló?

—No.Nocogílasilla.Sólouncabestrodecuerda.Nadamás.

—Cuando se marchaba en la oscuridad, ¿siguió oyendo a los corderoscercadedondeestabanlasluces?

—Durantepocorato.Nohabíamásquedoce.

—Todavía se despierta, ¿verdad? Todavía se despierta a media nocheoyendoaloscorderos.

—Aveces.

—¿Cree usted que si apresase a Buffalo Bill y salvase a Catherineconseguiría que los corderos dejasen de balar? ¿Cree que entonces loscorderos estarían a salvo y usted no volvería a despertarse a media nocheoyéndolosbalar?¿Clarice?

—Sí.Nolosé.Quizá.

—Gracias,Clarice.

—CuriosamenteeldoctorLecterparecíaenpaz.

—DígameelnombredeBuffaloBill,doctorLecter—dijoStarling.

—El doctor Chilton—dijo Lecter—. Creo que ya se conocen. Duranteunos instantes, Starling no comprendió que Chilton estaba detrás de ella.Entonces él la cogió por el codo, Ella se desasió. El agente Pembry y sucorpulentocompañeroacompañabanaChilton.

—Alascensor—dijoChilton.Teníalacaramoteadaderojo.

—¿SabíaustedqueChiltonnotieneel títulodemédico?—dijoeldoctorLecter—.Téngalomuyencuentaparamásadelante.

—Vamos—ordenóChilton.

—Aquínoesustedelquemanda,doctorChilton—replicóStarling.

ElagentePembryseacercóaellarodeandoaChilton.

—No,señora,peroyosí.Hallamadoamijefeyalsuyoylosientomuchoperotengoórdenesdehacerlasalirdeaquí.Leruegoquemeacompañe.

—Adiós,Clarice.Siloscorderosdejandebalar,¿melocomunicará?

—Sí.

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Pembryyalacogíadelbrazo.Leacompañabadebuengradooempezabaapelearseconél.

—Sí—repitióClarice—.Selodiré.

—¿Melopromete?

—Sí.

—Entonces,¿porquénoterminaelarco?Llévesesuexpediente,Clarice.Yoyanolonecesito.—Extendióelbrazoporentrelosbarrotes,coneldedoíndicea lo largodel lomo.Porunbrevísimo instante, lapuntadel índicedeClarice rozó el del doctor Lecter. El contacto chisporroteó en los ojos deldoctor.

—Gracias,Clarice.

—Gracias,doctorLecter.

Y así es como perduró Lecter en la mente de Starling. Atrapado en elinstanteenquenoseburlaba.Depieensublancacelda,arqueadocomounbailarín,conlosbrazosextendidos,lasmanosunidasylacabezaligeramenteladeada.

Ella se dirigió al aeropuerto a tanta velocidad que en los baches segolpeabalacabezacontraeltechodelcoche,ytuvoqueecharacorrerparanoperderelaviónqueKrendlerlehabíaordenadotomar.

Capítulo36

Los agentes Pembry y Boyle eran expertos guardianes traídosespecialmentedelaprisiónestataldeBrushyMountainparavigilaraldoctorLecter.Eranhombresserenosyminuciosos,yestabanconvencidosdequeeldoctorChiltonnoteníanadaqueexplicarlesapropósitodesutrabajo.

Llegados a Memphis antes que Lecter, habían examinado la celdaescrupulosamente.CuandoeldoctorLecterfuetrasladadoalviejopalaciodejusticia,tambiénleregistraronaél.Elprisionerofuesometidoaunexhaustivoregistro corporal llevado a cabo por un enfermero mientras el recluso sehallaba todavía maniatado. Se examinaron minuciosamente sus ropas, porcuyascosturassepasóundetectordemetales.

Boyle y Pembry hicieron un trato con el psiquiatra, a quien hablaron aloídoenvozbajaycortésmientrasleregistraban.

—Doctor Lecter, vamos a procurar que las cosas funcionen lo mejor

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posibleparaustedyparanosotros.Tengapresentequenosotrosletrataremosigual que nos trate usted. Si se comporta como un caballero, todo irá sobreruedas. Pero no vamos a andarnos con miramientos, amigo; ándese concuidado, porque como intente morder, le dejaremos la boca hecha papilla.Parece que las perspectivas que tiene son muy buenas; no vaya a joderlascometiendotonterías.

El doctor Lecter les guiñó un ojo con expresión amistosa. De habersesentidoinclinadoacontestarles,selohubieseimpedidoeltacodemaderaqueseparabasusmolaresmientraselenfermeroleiluminabalacavidadbucalconuna linterna y recorría con un dedo enfundado en un guante de goma elinteriordeloscarrillosylasencías.

Alpasarporencimadelasmejillas,eldetectordemetalessonó.

—¿Quéeseso?

—Empastes—dijoPembry—.Aver,retiraunpocoellabioporahí.Todaslasmuelasdedetráslasllevaarregladas,¿eh,doctor?

—Amímeparecequeestetiponoestanpeligrosocomodicen—leconfióBoyleaPembryunavezqueinstalaronaldoctorLecterenlacelda—.Tengolaimpresióndequesinohacetonterías,novaadarningúnproblema.

Lacelda,apesardeser inexpugnable,carecíadebandejadeslizanteparaservir lacomida.Ya lahoradecomer,enmediodeldesagradableambientecreado por la visita de Starling, el doctor Chiltonmolestó a todo elmundoobligandoaBoyleyPembryallevaracaboellargoprocesodeinmovilizaraun dócil doctor Lecter con la camisa de fuerza y las correas y colocarlo deespaldasalosbarrotes,mientrasélmismo,Chilton,armadoconunaerosoldegas irritanteseapostaba juntoalprisioneroantesdepermitirqueabriesen lapuertayleentrasenelalmuerzo.

ChiltonnosedignóllamaraBoyleyPembryporsusnombres,peseaqueambosllevabanvisiblessusapellidosenlassolapas,ycometióladescortesíadedirigirseaellosconjuntamente,llamándoles«ustedesdos».

Por otra parte, cuando los guardianes se enteraron de que Chilton enrealidadnoeramédico,BoylenoperdióniunsegundoencomentaraPembryque«aunquesedémuchoshumos,esepapanatasnoesmásqueunmiserablemaestrodeescuela».

Pembry trató de explicarle aChilton que la visita de Starling había sidoaprobadanoporellos sinoporelguardiadelvestíbulo,peroen lacóleradeChiltonviodeinmediatoqueesenimiodetallecarecíadeimportancia.

AlahoradecenareldoctorChiltonsehallabaausente,demodoque,conlaabsortacooperacióndeldoctorLecter,BoyleyPembryemplearonsupropio

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métodoparaentrarlelabandeja.Funcionóalasmilmaravillas.

—DoctorLecter,estanochenovaahacerfaltaquesepongaelesmoquin—anuncióPembry—.Encambio,vaasentarseenelsueloyvaaretrocederconlosbrazosextendidoshaciaatrás,hastasacarlasmanosporlosbarrotes.Muy bien. Así. Un poco más. Enderece los brazos y mantenga los codosrectos. —Pembry colocó una barra entre los brazos del doctor Lecter, loesposóycomoúltimaprecauciónasegurólosantebrazoscolocandosobreellosunabarradehierroensentido transversal—.Dueleunpoco,¿verdad?Ya losé.Tengaunpocodepaciencia.Seloquitoenseguida.Esfastidioso,peronosvaaahorraratodosunsinfíndemolestias.

EldoctorLecternopodíalevantarse,nisiquieraponerseencuclillas,yconlaspiernasextendidasenelsuelonopodíadarpatadas.

Sólo cuando hubo inmovilizado al doctor Lecter, Pembry se dirigió a lamesaabuscarlallavedelacelda.

Colocóunaporraenlaanillaquependíadesucinturón,semetióunfrascodeaerosolirritanteenelbolsilloyregresóalacelda.AbriólapuertaparaqueBoyle entrase con la bandeja.Unavez la puertaquedónuevamente cerrada,Pembry devolvió la llave al cajón de lamesa antes de quitar las esposas aldoctorLecter.

EnningúnmomentoestuvoPembrycercadelosbarrotesconlallavedelapuertamientraseldoctorsehallabaenlibertaddentrodelacelda.

—Hasidobastantemásfácil,¿nocree?—dijoPembry.

—Efectivamente, mucho menos desagradable. Se lo agradezco mucho,agente —contestó Lecter—. ¿Sabe? Hago todo lo posible por facilitar lascosas.

—Comotodos,amigo,comotodos—replicóPembry.

EldoctorLecter jugueteócon lacenamientrasescribía,dibujabayhacíagarabatosensucuadernoconunrotuladordepuntadefieltro.Luegointrodujounacintaenelaparatoencadenadoalapatadelamesayoprimióelbotóndepuesta en marcha. Glenn Gould interpretando al piano las VariacionesGoldbergdeBach.Lamúsica,deunabellezaindemnealpasodeltiempoyaloscambiosdelamoda,llenóconsushermososacordeslailuminadajaulaylahabitaciónenlaqueseencontrabanlosguardianes.

Para el doctor Lecter, sentado inmóvil a sumesa, el tiempo aminoró suinexorabletranscursoyquedóensuspenso,comoocurreenlaacción.Paraél,las notas de la música discurrían por separado, sin perder su propio ritmo.Hasta las plateadas acometidas de Bach quedaban convertidas en notasdiscretas que salían deslizándose de los barrotes que lo rodeaban. El doctor

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Lecter, con expresión absorta, se levantó y se quedó contemplando cómo laservilleta de papel resbalaba de su muslo y caía al suelo. La servilletapermanecióenelairelargorato,rozólapatadelamesa,sedesplegó,seladeó,quedó en suspensoun instante y giró sobre símisma antes de reposar en elsuelo,Élnohizo esfuerzoalgunopara recogerla sinoque cruzó la celda, seocultótraselbiombodepapelysesentóenlatapadelretrete,suúnicolugarprivado.Escuchandolamúsica,seapoyódeladoenellavaboconlabarbillaen la mano y sus extraños ojos granate semicerrados. Las VariacionesGoldberg le interesabanpor laestructuradesucomposición.Aquíestaba, laprogresiónde losbajosde la sarabanda, repetidaunayotravez.Ymientrasasentíasiguiendoconlasinclinacionesdelacabezaelritmodelamúsica,sulengua recorría los bordes de la hilera de sus dientes. Todo el semicírculosuperior. Todo el semicírculo inferior. Fue para su lengua un largo einteresantepaseo, tantonificadorcomounacaminatapor lossenderosdelosAlpes.

Ahora le tocabael turnoa las encías; la lengua sedeslizópor elplieguequeformalamejillaconlaencíasuperiorylarecorrióporentero,comohacenalgunosalreflexionar.Notólasencíasmásfríasquelalengua.

El pliegue estaba fresco. Cuando la lengua alcanzó el diminuto tubo demetal,sedetuvo.

Superandolasnotasdelamúsica,oyóelascensorcerrarseconestrépitoyzumbarmientrassubía.Alcabodeunsinfíndenotasmusicales,lapuertadelascensorseabrióyunavozdesconocidaparaéldijo:

—Vengo a buscar la bandeja. El doctor Lecter oyó acercarse al bajo,Pembry.Levio por la rendija quedejaban las hojas del biombo.Pembry sehallabaenlosbarrotes.

—DoctorLecter, vengapor favor a sentarse en el suelode espaldas a lareja,comoantes.

—AgentePembry,¿leimportaríaqueterminase?Metemoqueelviajehatrastornadounpocomidigestión.

—De acuerdo.—Pembry levantando la voz para que se le oyese al otroextremodelahabitación—:Yaosavisaremoscuandoestemoslistos.

—¿Puedoveralprisionero?

—Cuandotellamemos.

Nuevamenteelascensorydespuéstansólolamúsica.EldoctorLectersesacóeltubitodelabocaylosecóconuntrozodepapelhigiénico.Teníalasmanosfirmesylaspalmascompletamentesecas.

Durante sus años de reclusión, con su inagotable curiosidad, el doctor

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Lecterhabíaaprendidomuchosdelossecretosdelasartescarcelarias.Enlosaños transcurridos después de atacar a la enfermera del psiquiátrico deBaltimore, sólo en dos ocasiones se habían producido fallos de seguridad,ambos cuando Barney tenía el día libre. El primero consistió en que unpsiquiatrallegadoainterrogarleleprestóunbolígrafoyolvidóreclamárselo.Antes de que el científico hubiese salido del pabellón, el doctor Lecter yahabíarotolaenvolturadeplásticodelbolígrafoyarrojadolosrestosalretrete.Eltubodemetalqueconteníalatintafueapararalacosturahuecaqueribeteaelcolchón.

El único borde afilado de la celda del doctor en el psiquiátrico era unaarandelaqueposeíaelextremodeunpernoquesujetabaelcolchónalapared.Eramásquesuficiente.Trasdosmesesdefrotar,eldoctorLecterpracticólasdos incisiones necesarias, paralelas y de unos cincomilímetros de longitud,efectuadasensentidolongitudinalalolargodeltubo.Luegocortóeltubodetintaendospedazosadoscentímetrosymediodelextremoabiertoyarrojóeltrozolargo,elqueteníalapunta,alretrete.Barneynoadvirtióloscallosqueselehabíanformadoenlosdedostrastantasnochesdefrotar.

Seismesesdespués,unenfermerosedejóunclipsujetapapelesenciertosdocumentos enviados al doctor Lecter por su abogado. Dos centímetros ymediodedichoclipfueronintroducidosenelinteriordeltuboyelrestofueapararalretrete.Eltubito,lisoycorto,erafácildeesconderencosturas,enelplieguedelaencía,enelrecto.

Ahora,detrásdelbiombodepapel,eldoctorLectergolpeóeltubocontralauñadelpulgarhastahacersalirelalambrequeguardabaensu interior.Elalambre iba a servir de herramienta y ahora llegaba la etapamás difícil delproceso. El doctor Lecter introdujo el hierro hasta la mitad y con sumocuidadolousócomopalancaparahundir lafranjademetalsituadaentre lasdos incisiones.Aveces se rompe.Conenormeprecauciónycon sus fuertesmanosdoblóelmetal.Loestabaconsiguiendo.Yaestaba.Ladiminutafranjademetalhabíaquedadoenángulorectoconeltubo.Yadisponíadeunallaveaptaparaabriresposas.

EldoctorLectersellevólasmanosalaespaldaysepasólallavedeunaaotra mano quince veces. Volvió a meterse la llave en la boca mientras selavaba las manos y se las secaba meticulosamente. A continuación, con lalengua, ocultó la llave entre los dedos de la mano derecha, sabiendo quePembry se quedaríamirando su extrañamano izquierda cuando la esposasepordetrás.

—Cuando quiera, estoy listo, agente Pembry—dijo el doctor Lecter. Sesentóenelsuelodelaceldayestirólosbrazoshaciaatrás,sacandolasmanosylasmuñecasporlosbarrotes—.Graciasportenerlabondaddeesperar.

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Le pareció un discurso larguísimo, pero quedó entremezclado con lamúsica.

OyóaPembryasusespaldas.Pembryletocóunamuñecaparaversiselahabíaenjabonado.Pembryletocólaotramuñecaparaaveriguarsiselahabíaenjabonado.Pembrylecolocólasesposasmuyapretadasysedirigióalamesaabuscarlallavedelapuertadelacelda.Porencimadelasnotasdelpiano,eldoctorLecteroyóelchoquedelaanilladelallavecuandoPembrylasacabadelcajón.Yaregresaba,andandoentrelasnotas,separandoelairecuajadodeun enjambre de notas cristalinas. Esta vez le acompañaba Boyle. El doctorLecteroíaloshuecosqueproducíansusguardianesenlosecosdelamúsica.

Pembrycomprobóunavezmáslasesposas.EldoctorLecterolióelalientodePembryasusespaldas.AhoraPembrydabavueltaalallaveenlacerradurayabríalapuerta.EntróBoyle.EldoctorLectervolviólacabezayensuvisiónla celda semovió a un ritmoque le pareció lento aunque todos los detallesdestacaban con prodigiosa nitidez: Boyle junto a la mesa, recogiendo losdesparramados elementos de la cena y depositándolos en la bandeja con unmalhumorado estrépito provocado por el desorden y la suciedad. La cintamagnetofónicaconloscarretesgirando,laservilletaenelsuelo,juntoalapataatornillada de la mesa. A través de los barrotes y por el rabillo del ojo, eldoctorLecterveíalarodilladePembryylapuntadelaporraquelependíadelcinturón;Pembryestabaapostadofueradelaceldasujetandolapuerta.

EldoctorLecterhallólacerraduradelaesposaizquierda,introdujolallaveylahizogirar.Notósaltarlaesposaquequedóabiertaensumuñeca.Sepasólallavealamanoizquierda,hallólacerradura,introdujolallaveylagiró.

Boyle se inclinó a recoger la servilleta. Veloz como un mordisco detortuga,laesposasecerróenlamuñecadeBoyleycuandoéstegirabalavistahaciaLecterlaotraesposasecerróentornoalapataatornilladadelamesa.Las piernas del doctor Lecter bajo su cuerpo dirigiéndose hacia la puerta,Pembry intentando acercarse y el hombro de Lecter propinando un fuerteempujón que lanzó la puerta contra su cuerpo, Pembry buscando el aerosolirritanteconunodelosbrazosaplastadoporefectodelportazo.Lecteragarróla porra por el extremo y la levantó.Ayudado por el efecto de palanca quehacía la porra sujeta al cinturón de Pembry, le propinó un codazo en lagargantayhundiólosdientesenlacaradePembry.Pembryintentandoagarrara Lecter con la nariz y el labio superior atenazados por la desgarrantedentadura.LectersacudiólacabezacomounperrocazadorylogróarrancarlaporradelcinturóndePembry.Enlacelda,Boyleaullando,sentadoenelsuelo,rebuscandodesesperadoenelbolsillo la llavede lasesposas,encontrándola,dejándola caer, volviéndola a encontrar. Lecter descargó un porrazo en elestómagoyenlagargantadePembryysearrodilló.

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Boyle introdujo la llaveenunade lascerradurasde lasesposas, aullaba,Lecter seabalanzabasobreél.LectercallóaBoyleconunadescargadegasirritanteymientrasesteúltimojadeabalefracturóelbrazocondosgolpesdeporra. Boyle intentó meterse debajo de la mesa, pero cegado por el gas searrastróendireccióncontrariay resultómuyfácil,concincocerterosgolpesdeporra,dejarlomuerto.

Pembryhabíaconseguidoincorporarseylloraba.EldoctorLecter inclinólacabezaylomiróconsusonrisaroja.

—Cuando quiera, estoy listo, agente Pembry —dijo. La porra,describiendoconunsilbidounarcoplano,cayóconunsordoruidosobre lanucadePembry,quiendespuésdeestremecersequedótiesocomounpescado.

ElpulsodeldoctorLecterascendióamásdecienpulsacionesacausadelejercicio, pero pronto descendió a su ritmo habitual. Apagó la música y sequedóescuchando.

Se dirigió a las escaleras y volvió a escuchar. Vació los bolsillos dePembry,cogiólallavedelamesayabriótodosloscajones.EnelmásbajosehallabanlasarmasdePembryyBoyle,dosrevólveresdel38Especial.

Todavíamejor,enelbolsillodeBoyleencontróunanavaja.

Capítulo37

El vestíbulo estaba repleto de policías. Eran las 6.30 de la tarde y losagentes quemontaban guardia en el exterior acababan de ser relevados delturnoregular,quedurabadoshoras.Loshombres,queentrabanateridospuesera una cruda tarde de invierno, se calentaban las manos en varias estufaseléctricas. Algunos habían apostado dinero en el resultado del partido debaloncesto que disputaba el equipo del Estado de Tennessee y estabanansiososdesabercómosedesarrollabaelencuentro.

El sargentoTate no había autorizado a conectar la radio en el vestíbulo,perounodelosagenteslaestabaescuchandoatravésdelosauricularesdeunwalkman y anunciaba el resultado con frecuencia, aunque no con la quehubiesendeseadolosapostantes.

En total, en el vestíbulo había quince policías armados más dosfuncionariosdelcuerpodeprisionesllegadosparasustituiraPembryyBoylealassietedelatarde.ElpropiosargentoTatenoteníamásdeseoquequedarlibrede servicio, locual sucederíacuandose incorporaseel turnodeonceasiete.

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Todoslospuestosdeguardiainformaronquenohabíanovedades.Ningunade las llamadas anónimas que amenazaban a Lecter se había concretado ennada.

Alas6.45,Tateoyósubirelascensor.Vioquelaflechadebroncesituadaencimadelapuertacomenzabaarecorrereldisco.Sedetuvoenelpisoquinto.

Tatemiróasualrededor,recorriendoelvestíbulo.

—¿HasubidoSweeneyabuscarlabandeja?

—No, aquí estoy, sargento. ¿Le importa llamar para ver si ya hanterminado?Hedemarcharme.

ElsargentoTatemarcótrescifrasypermanecióalaescucha.

—Elteléfonocomunica—dijo—.Subaaverquéocurre.

Elsargentoregresóacompletarelinformequedebíaentregaralturnodeonceasiete.

ElagenteSweeneypulsóelbotóndelascensor.Noacudió.

—Esta noche ha pedido chuletas de cordero, poco hechas —comentóSweeney—. ¿Qué coño se le antojará para el desayuno? ¿Alguna exquisitezque solamente se suministra en el zoológico? ¿Y quién tendrá que ir abuscársela?Sweeney,claro.

La flecha de bronce permaneció en el quinto. Sweeney aguardó otrominutomás.

—¿Quécojonespasa?—exclamó.Elrevólverdel38atronóenalgúnpisodearriba; losdisparoslevantaronecosalbajarportodalaescalera;dostirosseguidosydespuésuntercero.

ElsargentoTate,depiealoírseeltercero,micrófonoenmano:

—Puesto de mando, se han oído disparos en la torre. Alerta todos lospuestosdeguardiadelexterior.Vamosasubir.

Gritosyaglomeracionesenelvestíbulo.EntoncesTatevioquelaflechadebroncedelascensorsemovía.Yaestabaenelcuarto.PorencimadelgriteríoTatevociferó:

—¡Doble refuerzo de guardia en los puestos exteriores! ¡Los del primerescuadrónsequedanconmigo!¡BerryyHoward,cubridesemalditoascensorcuandoseabra!

Laflechasedetuvoeneltercero.

—Primer escuadrón, andando. No crucéis ninguna puerta sin comprobarpreviamente.Bobby, sal ahí afuera…Coge un fusil y los chalecos y súbelo

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todoarriba.

LamentedeTatevolabaalsubirelprimertramodeescaleras.Lacautelacontendíaconlaurgentenecesidaddeayudaralosagentesdearriba.Quenoledejensalir.Diosmío.Nadiellevaloschalecos,mierda.Malditosgilipollasdeprisiones.

Se había informado que los despachos de los pisos segundo, tercero ycuartoestabanvacíosycerradosconllave.Enesospisossepodíallegardesdela torre al edificio principal, pasando por los despachos. El quinto quedabaincomunicado.

Tate había asistido a la excelente escuela de los SWAT de Tennessee ysabíacómohacerlascosas.Subióélelprimerollevándoseconsigoalosmásjóvenes.Con rapidezyeficacia tomaron las escaleras, cubriéndosedesdeundescansilloaotro.

—Comodeislaespaldaaunapuertaantesdehaberlacomprobado,ospegountiroenelculo.

Laspuertasdeldescansillodelsegundopisoestabanaoscurasycerradasconllave.

Altercero;elcortopasilloestabadébilmenteiluminado.Unrectángulodeluzenelsuelo,procedentedelapuertaabiertadelascensor.Tateseagachóyavanzó por la pared opuesta al ascensor, en el cual no había espejos quepudiesenayudarle.Coneldedoenelgatillomiróhaciaelinteriordelascensorvacío.

Tategritóporelhuecodelaescalera:

—¡Boyle!¡Pembry!Mierda.

Apostó a un hombre en el tercero y siguió subiendo. El piso cuarto sehallabainvadidoporlamúsicadepianoqueprocedíadelquinto.Lapuertaquefranqueabaelpasoa losdespachosseabriódeunempujón.Másalláde losdespachos,elhazdeluzdelalinternarevelóunapuertaabiertadeparenparqueconducíaaledificioprincipal.

—¡Boyle! ¡Pembry! —Dejó a otros dos hombres en el descansillo—.Cubrid lapuerta.Loschalecosantibala llegaránenseguida.Noseosocurramenearelculoporaquellapuerta.

Tatesubiólospeldañosdepiedraqueconducíanalamúsica.Sehallabayaenlaúltimaplantadelatorre,eneldescansillodelquintopiso.Luzmortecinaen el corto pasillo. Luz potente tras el cristal esmerilado que anunciaba:SOCIEDADHISTÓRICADELCONDADODESHELBY.

Tate avanzó agachado por debajo del cristal de la puerta hasta colocarse

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juntoalladoopuestoalasbisagras.

HizoconlacabezaungestoaJacobs,queestabaalotrolado,giróelpomoyempujócon tanta fuerzaque lapuertaalabrirse rebotóyelcristal sehizoañicos.Tateentródeunsalto,seapartódelumbralycubriólahabitaciónconlaampliamiradelrevólver.

Tatehabíavistomuchascosas.Habíavistounsinfíndeaccidentes,peleas,asesinatos.Habíavistoaseispolicíasmuertosensuvida.Peropensóque loque yacía a sus pies era lo peor de todo lo que había visto sucederle a unpolicía.Elamasijodecarnequesobresalíadelcuellodeluniformenoparecíauna cara. La parte frontal y superior de la cabeza era una masa lisa ysanguinolentacoronadaporpedazosdecarnedesgarrada;juntoalosorificiosnasalesaparecíaadheridounsoloojo;lascuencasestabanllenasdesangre.

JacobspasójuntoaTateyresbalóenelsueloensangrentadoaldirigirsealacelda.SeinclinósobreBoyle,esposadotodavíaalapatadelamesa.Boyle,parcialmenteeviscerado,conel rostrodestrozadoapuñaladas,parecíahaberexplotadosangre;lasparedesyelcolchónrayadodelaceldaestabancubiertosdesalpicadurasychorretones.

Jacobslepusolosdedosenelcuello.

—Ésteestámuerto—gritóparahacerseoírsobrelamúsica—.¿Sargento?

Tate,recuperadoeldominio,avergonzadodel instantederetraso,hablabaporradio.

—Puesto de mando, dos agentes fuera de combate. Repito, dos agentesfueradecombate.Elprisionerohahuido.Lecterhahuido.Puestosdeguardiaexteriores,vigilenlasventanas,elfugitivohacogidolassábanas,puedeestarfabricandounacuerda.Envíenambulanciasdeinmediato.

—¿Está muerto Pembry, sargento? —Jacobs quitó la música. Tate searrodillóyal tender lamanopara tocarel cuello, aquellacosahorrendaqueyacía en el suelo gimió y en el orificio de su boca se formó una burbujasanguinolenta.

—Pembryvive.

Tate no quería aplicar su boca a aquel amasijo sangriento, sabía que loharíasiteníaqueayudaraPembryarespirar,sabíaquenoobligaríaaningunode sus hombres a hacerlo. Ojalá Pembry muriese, aunque si era preciso leayudaríaarespirar.

Pero el corazón latía, lo encontró, y también había aliento. Aquel serdespedazadoypalpitanterespiraba.

Aqueldestrozorespirabaporsísolo.

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LaradiodeTatecrepitó.Enelaparcamiento,untenientehabíaasumidoelmandoyqueríanoticias.Tateteníaquehablarconél.

—Venaquí,Murray.—Tatellamóaunodesushombres,unodelosmásjóvenes—.QuédatealladodePembryycógeleporalgúnsitioparaquenotetusmanos.Háblale.

—¿Cómosellama,sargento?

—Murrayestabaverde.

—¡Pembry!¡Háblale,malditasea!—Tateporradio—:Dosagentesfuerade combate. Boyle ha muerto. Pembry está gravemente herido. Lecter hahuido y va armado, ha cogido las armas de los agentes. Las fundas y loscinturonesestánaquí,enlamesa.

Lavozdeltenientesonabarasposa.

—¿Estálibrelaescaleraparaquesubanlascamillas?

—Sí,señor.Llamealcuartoantesdequeentren.Tengohombresentodoslosdescansillos.

—Soy el teniente Roger, sargento. El puesto número ocho cree haberadvertidomovimiento en las ventanas del cuarto piso del edificio principal.Tenemostodaslassalidascubiertas,demodoquenovaaescapar.Mantengalas posiciones en los descansillos. De la operación se van a encargar losSWAT.Esperoqueledenunalección.Confirmequemehaentendido.

—Entendido.DelaoperaciónseencarganlosSWAT.

—¿Quéarmashacogido?

—Dospistolasyunanavaja,teniente…Jacobs,miresiquedamuniciónenloscinturones.

—Cargadores—contestóelsubalterno—.EldePembryestálleno,yeldeBoyletambién.Elmuyidiotanosehallevadolasbalas.

—¿Dequécalibreson?

—DeltreintayochoPlusPs.JHP.

Tateconectónuevamentelaradio.

—Teniente,porlovistotieneensupoderdos38deseisdisparos.Hemosoídotrestirosyloscargadoresestánllenos,demodoquesólolequedannuevebalas.AvisealosSWATdequesondeenvolturametálicaypuntahueca.Esteindividuotienemarcadapreferenciaporlacara.

Las Plus Ps. son balas velocísimas, pero que no traspasan el chalecoblindadodelosSWAT.Aunasí,undisparoenlacaraladestroza;undisparo

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enunmiembrodejatullido.

—Suben las camillas,Tate.Apesardeque las ambulancias llegaronconpasmosarapidez,aTate,queoía los lastimerosquejidosdeaquellacosaqueyacía a sus pies, no se lo pareció. El pobreMurray trataba de sujetar aquelcuerpogimienteyconvulso,intentabatranquilizarlesinmirarlo,ysincesar,enuntonomonocordequenolograbadisimularlarepulsión,repetía:

—Estásbien,Pembry.Yaverásquéprontotecuras.

Encuantovio a los enfermerosde la ambulancia en el descansillo,Tate,comohabíahechoenlaguerra,gritó:

—¡Camilleros!

CogióaMurrayporelhombroy loapartódeenmedio.Losenfermerosactuarondeprisa; primero sujetaron condestreza aquellospuños apretadosychorreantesde sangrebajo lascorreas, luegoabrieronunavía respiratoriay,por último, paramantener la presión, aplicaron en la cara ensangrentada unvendajequirúrgico.Unodeellosabrióunpaquetedeplasmaintravenoso,peroelotro,despuésdetomarlatensiónyelpulsodelherido,sacudiólacabezayselimitóadecir:

—Abajo.Órdenesporradio.

—Tate, quieroquedespeje losdespachosde la torrey losdeje cerrados.Atranque laspuertasdel edificioprincipaly cúbralasdesde losdescansillos.Leenvíochalecosblindadosyarmas.Siquieresalir,lecogeremosvivo,peronocorraningúnriesgoconobjetodesalvarlelavida.¿Entendido?

—Alaorden,teniente.

—En el edificio principal, quiero a los SWAT y a nadie más que a losSWAT.Repitaloqueacabodedecir.

Taterepitiólaorden.Tateeraunbuensargento,hechoquedemostróenesemomento.Vistióelengorrosochalecoblindado,obligóaJacobsahacerotrotantoysiguióescalerasabajolacamillaquelosenfermerostransportabanalaambulancia.

Una segunda pareja seguía con Boyle. Los hombres apostados en losdescansillos se indignaronalverpasar losdespojos,yTate lesaconsejóconpopularsabiduría:

—Nopermitáisquelarabiahagaqueosdisparenenelculo.

Cuandoya las sirenasgemíanpor la calle,Tate, cubiertopor elveteranoJacobs,inspeccionólosdespachosycerrólatorre.

Unafríacorrientedeaireazotóelpasillodelacuartaplanta.Detrásdela

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puerta, en las enormesestancias sombríasdel edificioprincipal, sonaban losteléfonos. En los oscuros despachos de todo el edificio, las luces de losteléfonos centelleaban como luciérnagas y las señales acústicas sonaban sincesar.

Se había propagado la noticia de que el doctor Lecter se hallaba«parapetado»eneledificioytodoslosmediosdecomunicación,enespeciallaradio y la televisión, llamaban empleando todos los medios a su alcance,confiandoobtener una entrevista en directo con elmonstruo.En situacionessimilares, para impedir tal caos, los SWAT suelen desconectar todos losteléfonos excepto uno, el que emplea el negociador, pero en este caso eledificioerainmensoylosteléfonosdemasiados.

Tateechólallavealapuertaqueincomunicabalosdespachosenlosquecentelleaban los teléfonos. El pecho y la espalda, húmedos de sudor, leescocíanbajoelchalecoblindado.

Tomólaradioquellevabasuspendidadelcinturón.

—Puestodemando,aquíTate,latorreestádespejada.

Cambio.

—Rogeralhabla,Tate.Elcapitánquiereverleenelpuestodemando.

—Diez-cuatro.Vestíbulodelatorre.¿Meoye?

—Leescucho,sargento.

—Soyyodesdeelascensor.Voyabajar.

—Entendido,sargento.JacobsyTatesehallabanenelascensorbajandoalvestíbulocuandounagotadesangrecayóenelhombrodeTate.Unasegundagotalecayóenelzapato.

Levantó lavistahacia el techodel ascensory tocóa Jacobs, indicándoleconungestoqueguardasesilencio.

Porlagrietaquerodeabalaescotilladelapoleadefuncionamientocaíangotasdesangre.Enbajarhastaelvestíbulotardaronunaeternidad.Alllegar,Tate y Jacobs salieron retrocediendo, con las armas apuntadas al techo delascensor.Tatealargólamanoycerrólapuerta.

—Ssss —hizo Tate dirigiéndose al vestíbulo. Y en voz baja—: Berry,Howard,estáeneltechodelascensor.

Mantenedlovigilado.

El sargento Tate salió al exterior. La furgoneta negra de los SWAT sehallabaenelaparcamiento.LosSWATsiemprellevanherramientasyllavesdetodasclases.

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En un instante acudieron dos miembros del SWAT; vestidos con eluniformenegroblindadoyprovistosdecascos,subieronporlaescalerahastael descansillo de la tercera planta. Junto aTate, en el vestíbulo, había otrosdos,consusriflesdeasaltoapuntadosaltechodelascensor.

Comoesasgrandeshormigasqueseaprestanaluchar,pensóTate.

ElcomandantedelosSWAThablóporradio.

—Adelante, Johnny. En la tercera planta, a considerable distancia delascensor, el agente Johnny Peterson introdujo la llave en la cerradura de lapuertadelascensoryéstaseabrió.Elhuecoestabaaoscuras.Tendiéndosedeespaldas en el suelo del descansillo, sacó del chaleco una granadainmovilizanteylacolocóenelsuelo,asulado.

—Listo.Voyaecharunvistazo.

Sacó un espejo provisto de un mango largo y lo introdujo en el huecomientrassucompañeroencendíaunapotentelinterna.

—Loveoperfectamente.Estáenel techodelascensor.Asu ladoveounarma.Nosemueve.

UnapreguntaenlosauricularesdePeterson.

—¿Levelasmanos?

—Veouna.Laotralatienedebajodelcuerpo.Estámedioenvueltoenunassábanas.

—Háblele.

—LEVANTELASMANOSYQUÉDESEQUIETO—vociferóPetersonhacialohondodelhueco—.Nosehamovido,teniente…SINOLEVANTALASMANOS,LELANZARÉUNAGRANADAINMOVILIZANTE,TIENETRESSEGUNDOS—gritó Peterson. Sacó del chaleco uno de los topes depuerta que todo agente de los SWAT lleva siempre consigo y gritó—: EH,MUCHACHOS, AHÍ ABAJO, CUIDADO QUE VA LA GRANADA —Arrojóeltopeporelhuecoyloviorebotarenlafigura—.Nosehamovido,teniente.

—Deacuerdo, Johnny.Vamosa subir el ascensorconunapalancadesdefuera.¿Puedecubrirelhueco?

Petersonsetendióbocaabajo.Elcañóndesu45automáticaapuntódirectoalafigura.

—Cubierto—dijo.

Mirandoelhuecodelascensor,Petersonvioapareceralfondounresquiciodeluz;eranlosagentesSWATquehacíansubirelascensorconlapalanca.La

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inmóvilfigurasehallabaparcialmentetendidasobrelaescotillayalempujardesdeabajolosagentes,unodesusbrazossemovió.

ElpulgardePetersonoprimióunpocomáselsegurodesuColt.

—Hamovidounbrazo,teniente.Perocreoqueesacausadelmovimientodelapalanca.

—Roger.Abridlaescotilla.

Laescotillaseabrióconestrépitohaciaatrásyquedóapoyadaenlapareddelhuecodelascensor.LaluzquesubíaporelpozocegóaPeterson.

—Nosehamovido.Nollevaelarmaenlamano.

Lavozdelteniente,serena,enlosoídos.

—De acuerdo, Johnny. Manténgase como está. Vamos a entrar en elascensor;mireconelespejoaversihaymovimiento.Sihayquedisparar,loharemosnosotros.¿Comprendido?

—Comprendido.

En el vestíbulo, Tate les observó entrar en el ascensor. Un agentepertrechado conmaterial perforante apuntaba su arma al techo del ascensor.Un segundoagente se encaramóauna escalademano. Iba armadoconunagranpistolaautomáticaprovistadeunalinternasujetaalcañón.Unespejoylapistola-linternadesaparecieronporlaescotilla.Luegoaparecieronlacabezayloshombrosdelagente,queentregóunrevólverdel38.

—Estámuerto—gritóelagente.

Tatesepreguntósi lamuertedeldoctorLectersignificabaqueCatherineMartintambiénibaamorir;todalainformaciónperdidaalapagarselaslucesdelamentedeaquelmonstruo.

Los agentes lo estaban bajando; el cadáver apareció cabeza abajo por laescotilladeltechodelascensor,quedódepositadoenmuchosbrazos,extrañosepelioenunataúdiluminado.Elvestíbuloseestaballenandodegente;todoslospolicíasqueríanacercarseaver.

Unfuncionariodeprisionesseabriópasoaempujonesysequedómirandolosbrazostatuadosdelcadáverquependíaninertes.

—ÉsteesPembry—dijo.

Capítulo38

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En el compartimento trasero de la ambulancia, el joven enfermero seapuntaló para contrarrestar el balanceo y conectó la radio con objeto deinformarasusuperiorenlasaladeurgencias.Tuvoquelevantarlavozparaapagarelaullidodelasirena.

—Se encuentra en estado comatosoperomantiene las constantes vitales,Tiene la presión correcta. Uno treinta sobre noventa. Sí, noventa. Pulso,ochenta y cinco. Presenta cortes profundos en la cara, heridas de labioselevados,unojoenucleado.Heañadidopresiónalacaraylehecolocadounconducto respiratorio.Esposiblequehaya recibidoundisparoen la cabeza,aunquenopuedoafirmarlo.

Asusespaldas,enlacamilla,lospuñosensangrentadosyapretadosrelajanlatensiónbajolacorreaquesujetaalheridoporlacintura.Lamanoderechasaledeslizándoseybuscalahebilladelacintaquelomantienesujetoporelpecho.

—Me da miedo aplicar demasiada presión a la cabeza; ha efectuadomovimientosconvulsivosantesde tenderleen lacamilla.Sí,claroque lohecolocadoenlaposicióndeFowler.

Aespaldasdel joven, lamanoagarróelvendajequirúrgicoy se restrególosojos.

Elenfermerooyóelsilbidodelconductorespiratorio,sediolavuelta,violacaraensangrentadaamuypocadistanciadelasuyaynoviolapistolaquealdescenderdescargóungolpeacertándoledellenojuntoalaoreja.

La ambulancia frenando hasta detenerse en medio del tráfico de laautopista de seis carriles; detrás de ella, los conductores desconcertados,tocandolabocina,sinatreverseaadelantaraunvehículodeemergencia.Dosleves detonaciones, como tantas falsas explosiones de cualquiermotor, y laambulancia de nuevo en marcha, sorteando el tráfico, enderezando ladirección,desplazándosehaciaelcarrildeladerecha.

Se aproximaba la salida del aeropuerto. La ambulancia avanzandolentamente por el carril de la derecha, con los intermitentes y luces deemergencia encendiéndose en marcha y apagándose, los limpiaparabrisasponiéndoseenmarchaydeteniéndose,luegolasirenaaminorandosusonido,sonandodenuevoconfuerzayfinalmenteextinguiéndose,asícomolaslucesdeemergenciaquealfinseapagan.Laambulanciaavanzandosilenciosahaciael aeropuerto internacional deMemphis, el hermoso edificio de la terminalresplandecientedeluzenaquellanochedeinvierno.Enfilólacurvadeasfaltohasta las vallas automáticas que señalaban la entrada del inmensoaparcamientosubterráneo.Unamanoensangrentadasaliódelaventanillaparacoger el billete de entrada. Y la ambulancia desapareció por el túnel que

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descendíaalossótanosdelaparcamiento.

Capítulo39

Encircunstanciasnormales,ClariceStarlinghubierasentidocuriosidadporver la casa deCrawford enArlington, pero el boletín de noticias que habíaoído en la radio informando de la huida del doctor Lecter aniquiló todo suinterés.

Conloslabiosembotadosynotandoescalofríosentodoelcuerocabelludo,siguióconduciendocomounaautómata,mirósinver lacuidadaviviendadelos años cincuenta y sólo se preguntó vagamente si las ventanas de laizquierda, iluminadastraslascortinas,corresponderíanalcuartodondeyacíaBella.Eltimbrazodelapuertalepareciódemasiadoestridente.

Crawford abrió la puerta a la segunda llamada. Llevaba una usadachaquetadepuntoyhablabaporunteléfonoinalámbrico.

—Copley, desde Memphis —dijo. Indicándole con un gesto que lesiguiera, la condujo por la casa, emitiendo mientras caminaba gruñidos alteléfono. En la cocina, una enfermera sacó una botellita del frigorífico y lalevantóparamirarlaaltrasluz.CuandoCrawfordelevólascejasmirandoalaenfermera,éstasacudiólacabeza;no,nolenecesitaba.

Condujo pues a Starling a su estudio, tras bajar tres escalones queseparaban lo que evidentemente era un garaje capaz para dos cochestransformado.Setratabadeunahabitaciónmuyespaciosa,amuebladaconunsofá y varias butacas, y una mesa atiborrada de papeles sobre la cualresplandecía,juntoaunantiguoastrolabio,laverdepantalladeunterminaldeordenador. Las pisadas revelaban que la alfombra estaba colocada sobre untoscopavimentodecemento.Crawfordleindicóquetomaseasiento.

Cubrióelteléfonoconlamano.

—Starling,yaséqueesinnecesario,pero¿lehadadoustedalgoaLecterenMemphis?

—No.

—¿Ningúnobjeto?

—Nada.

—Lellevólosdibujosylascosasdesucelda.

—Peronoseloshedado.Todavíallevotodosesosobjetosenelbolso.Él

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ha sido quien me ha dado a mí el expediente. Que es lo único que hemosintercambiado.

Crawfordsecolocóelteléfonobajolamandíbula.

—Copley,esoesunaauténticacalumnia.Quieroquedesmientasaesehijodeputa.Hablaahoramismoconel jefe,directamenteconelFBI.Yprocuraquelalíneaestéconectadaconlasdemásdelegaciones.Borroughsseencargadeello.Sí.

Desconectóelteléfonoyselometióenelbolsillo.

—¿Quierecafé,Starling?¿Coca-Cola?

—¿QuéhaqueridodecirconesodeentregarcosasaldoctorLecter?

—Chilton afirma que ha debido darle usted algo que ha empleado paraabrirlacerraduradelasesposas.Diceque,evidentemente,nolohizoustedapropósito; simplemente por ignorancia.—A veces a Crawford se le poníanojillos rabiosos, de galápago. Se la quedómirando, observando cómo se lotomaba—.¿Ha intentadoChiltonalgunavezpropasarseconusted,Starling?¿Esesoloquelepasa?

—Talvez.Tomarécafésolo,conazúcar,gracias.

Mientras él estaba en la cocina, Starling efectuó varias inspiracionesprofundasycontemplólahabitación.Cuandoseviveenuninternadooenuncuartel,esmuyacogedorencontrarseenunhogar.Apesardenotarqueselehundíaelmundo,aStarlingpercibirlavidadelmatrimonioCrawfordenesacasalatranquilizó.

Llegaba Crawford, que a causa de los bifocales bajó con cuidado losescalones,trayendounabandejaconlastazasdecafé.Conlosmocasinesquellevaba, resultaba un centímetro más bajo. Cuando Starling se levantó paracogerelcafé,losojosdeambosquedabancasialmismonivel.Olíaajabónyteníaelpeloesponjoso,ahuecadoygris.

—Copley dice que todavía no han encontrado la ambulancia. Toda lapolicíadelsurestáenestadodealertaponiéndolotodopatasarriba.

Ellasacudiendolacabezadijo:

—Desconozcolosdetalles.Loúnicoqueséeslanoticiaquehandadoporradio:eldoctorLecter,trasdarmuerteadospolicías,haescapado.

—Dosfuncionariosdelcuerpodeprisiones.—Crawfordhizocorrerhaciaarriba el texto que aparecía en la pantalla de su ordenador—. Se llamabanBoyleyPembry.¿Losvioustedohablóconellos?

Starlingasintió.

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—Fueronelloslosque…meobligaronasalirdelacelda.Metrataronconmuchaconsideración.Pembry rodeandoaChilton, incómodo,decidido,perocon rústica cortesía. «Le ruegoquemeacompañe»,medijo.Teníamanchashepáticasenlasmanosyenlafrente.Ahoraestámuerto,pálidobajolaspecas.

DeprontoStarlingtuvoquedejarenlamesalatazadecafé.Realizóunaprofundainspiraciónyduranteunosinstantespermaneciómirandoaltecho…

—¿Cómohalogradohuir?—preguntó.

—Según ha dicho Copley, se escapó en la ambulancia. Ya locomentaremos con más detenimiento. ¿Qué ha averiguado del secante conácido?

Starlinghabíaempleadopartedelatardeylasprimerashorasdelanochepaseando la hoja de Plutos por distintos departamentos del laboratorio,cumpliendoasílasórdenesdeKrendler.

—Nada.EstáncomprobandolosarchivosdelaDEAparaversiencuentranalgo, pero es difícil porque los restos de LSD tienenmás de diez años. Esposible que la sección de documentos averigüe más cosas por el tipo deimpresiónquelaDEAporlosrestosdedroga.

—Perosetratabaefectivamentedeunsecanteconácido,¿verdad?

—Sí.¿Cómohaconseguidoescapar,señorCrawford?

—¿Quieresaberlo?

Starlingasintióconlacabeza.

—Puesse lovoyaexplicar.HanmetidoaLecterenunaambulanciaporequivocación,creyendoqueeraPembryyqueestabagravementeherido.

—¿LlevabapuestoeluniformedePembry?Eranmásomenosdelamismaestatura.

—NosólosepusoeluniformedePembrysinotambiénpartedesucara.Yporsifuerapoco,comomediokilomásdecarnedeBoyle.Introdujoelcuerpode Pembry en la funda impermeable del colchón para que no gotease, loenvolvióenlassábanasyluegolodepositóeneltechodelascensor.Sepusoeluniforme,searreglóparaparecerherido,se tendióenelsueloyefectuó tresdisparosaltechoparainiciarlaestampida.Ignoroloquehizoconlapistola;seguramente se la escondió en los pantalones.Llega la ambulancia, policíasportodaspartesarmadoshastalosdientes.Losenfermerossubenenseguidayhacen lo que se les enseña a hacer en situación de combate: colocar unconductorespiratorio,aplicarunvendajecompresivo,contenerlahemorragiay salir con el herido a toda velocidad. Cumplen con su misión. Pero laambulancia no ha llegado al hospital. La policía sigue buscándola. Esos

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médicosmedanunaciertamalaespina.Copleydicequeestánestudiandolasgrabacionesdesolicitud,porqueporlovistolasambulanciasfueronllamadasdosveces.CreenquefueelpropioLecterquienpidiólasambulanciasantesdedisparar,paranotenerquepasardemasiadoratotendidoenmediodeaquellacarnicería.AldoctorLecterleencantabromear.

StarlingjamáshabíaoídoaqueldejedeamarguraenlavozdeCrawford.Ycomoasociabalaamarguraaladebilidad,seasustó.

—LahuidanosignificaqueeldoctorLectermintiese—replicóStarling—.Esevidentequementía;oanosotrosoalasenadoraMartin,peroesposibleque no nos mintiese a todos a la vez. A la senadoraMartin le dijo que setratabadeBillyRubin,afirmandoquenosabíanadamás.Amímedijoquesetratabadeunhombrequeestabapersuadidodesertransexual.Casiloúltimoquemedijofue:«¿Porquénoterminaelarco?»,refiriéndoseaqueinvestigaselapistadelateoríadelcambiodesexoque…

—Losé.Loheleídoensuinforme.Peroesononosllevaaningunaparte,amenosquelasclínicasnosentreguenunalistadenombres.AlanBloomhaido personalmente a solicitarlo a los jefes de servicio. Dicen que lo estánmirando.Nomequedamásremedioquecreerqueesasí.

—SeñorCrawford,¿estáustedendificultades?

—Semehasugeridoquesolicitelabajatemporalporproblemasfamiliares—contestó Crawford—. Se ha creado una nueva fuerza de operaciones conmiembros del FBI y de laDEA, así como algunos «elementos adicionales»procedentesdelaoficinadelfiscalgeneral,léaseKrendler.

—¿Yquiéneseljefe?

—Oficialmente,elsubdirectordelFBI,JohnColby.DigamosqueColbyyyoestamosencontactopermanente,Johnesunaexcelentepersona.Yusted,¿estáendificultades?

—Krendlerme ordenó que devolviesemis credenciales y el arma y queregresaseaclase.

—Eso fue antes de que usted acudiese a visitar a Lecter, Starling. EstatardehaenviadounobúsalaOficinadeResponsabilidadProfesional.Setratade una solicitud «sinmenoscabo» a la academia para que sea usted cesadamientras se llevaba a cabo una nueva estimación de su capacidad para elservicio. Medida disciplinaria; una gilipollez. El instructor de tiro, JohnBrigham,havistoeldocumentoenlareunióndeprofesoresdeQuánticoqueacabadecelebrarsehacepocorato.Leshametidounabroncaymehapasadoelmomioamíymehapuestosobreaviso.

—¿Quésuertemeespera?

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—Tiene usted derecho a un juicio. Yo garantizaré personalmente sucapacidad, y con eso bastará. Pero si pasa más días sin asistir a clase, laobligarán a repetir, independientemente del veredicto que emita el tribunal.¿Sabeloqueocurrecuandoobliganaalguienarepetir?

—Por supuesto. Le envían a la oficina regional donde se produjo elingreso, y le ponen a ordenar archivos y preparar café hasta que queda unaplazalibreenelcurso.

—Puedoprometerlequeobtendráplazaensucurso,peroloquenopuedeimpediresquelahaganrepetirsisiguefaltandoaclase.

—Demodoqueovuelvoaclaseydejodetrabajarenestecasoo…

—Asíes.

—¿Quémeaconsejaquehaga?

—Su misión era Lecter. Ya la ha cumplido. No voy a aconsejarle querepita.Podríacostarlemedioañoderetraso,oquizámás.

—¿YCatherineMartin?

—Ya casi han transcurrido las cuarenta y ocho horas… cumplen hoy amedia noche. Si no le atrapamos, probablemente la liquidará mañana, opasado,sisucedecomolaúltimavez.

—Lecternoeslaúnicapistaqueposeemos.

—Demomento tienen seis individuos llamados Billy Rubin, todos ellosigualmentesospechososporunouotromotivo.Ninguno,sinembargo,parecereunir todos los requisitos. No aparece ningún Billy Rubin en las listas desuscriptores de revistas entomológicas. El gremio de cuchilleros, por otraparte, tiene registrados unos cinco casos de ántrax delmarfil en los últimosdiezaños;deésosnosfaltainvestigaraunpar.¿Quémás?Klausnohasidoidentificado…todavía.LaInterpolnoshainformadodequeenMarsellahaypendienteunaordendedetencióndeun fugitivo expedida contraunmarinomercante noruego, un tal Klaus Bjefland, o como quiera que se pronuncie.Noruegaestáintentandolocalizarsusradiografíasdentalesparaenviárnoslas.Si las clínicas de cambio de sexo se dignan confiarnos algún tipo deinformaciónysuponiendoquedispongausteddetiempo,podríacolaborareneso.¿Starling?

—Sí,señorCrawford.

—Vuelvaaclase.

—Si no quería usted que persiguiese a Buffalo Bill, no hubiera debidollevarmeaaquellafuneraria,señorCrawford.

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—Tienerazón—replicóCrawford—.Todalarazón.Perosinolahubiesellevado,nodispondríamosahoradel insecto.Nodevuelvaustedsuarma.EnQuánticoestaráasalvo,peroquieroquevayaarmadasiemprequetengaquesalirdelaacademiahastaqueLecterseacapturadootengamosnoticiadequehamuerto.

—¿Yusted?Austedleodia.Yhatenidobastantetiempoparaconcentrarseeneseodio.

—Comotantaspersonasentantasotrascárceles,Starling.Nodigoquenopueda liquidarme, si se empeña, pero creo que demomento va a estarmuyocupado. Hallarse en libertad es un dulcísimo placer y no creo que estédispuestoadesperdiciarlodeesemodo.Además,estacasaesmásseguradeloqueparece.

El teléfono que Crawford llevaba en el bolsillo sonó indicando unallamada. El que estaba sobre la mesa emitió una señal luminosa y zumbó.Crawfordescuchóunosinstantes,dijo:«Deacuerdo»ycolgó.

—Se ha encontrado la ambulancia en el aparcamiento subterráneo delaeropuertodeMemphis.—Sacudiólacabezadefraudado—.Niunapista.Losenfermerosestabanenelcompartimentotrasero.

Muertosambos.

Crawfordsequitólasgafasybuscóelpañueloparalimpiarlas.

—Starling,losdelSmithsonianhanllamadoaBorroughspreguntandoporusted. Ese entomólogo llamado Pilcher. Están a punto de concluir con elinsecto. Quiero que redacte un informe para que conste con su firma en elexpediente.Fueustedquiendescubrióel insectoyloinvestigó,yquieroquequedeconstanciadeelloenelarchivo.¿Seveconánimo?

Starlingestabaagotada,comonuncaensuvida.

—Porsupuesto—contestó.

—Dejeelcocheenelgaraje;JefflaacompañaráaQuánticocuandohayaustedterminado.

En los escalones de la entrada, ella volvió la cabeza hacia las ventanasiluminadasdondevelabalaenfermeraydespuésmiróaCrawford.

—Piensomuchoenustedesdos,señorCrawford.

—Gracias,Starling—dijoél.

Capítulo40

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—Agente Starling, el doctor Pilcher me ha dicho que la esperaba en laseccióndeInsectosVivos.Ahoramismolaacompaño—dijoelvigilante.

ParallegaralaseccióndeInsectosVivosdesdelaentradadelaAvenidadelaConstitución, es preciso tomar el ascensor hasta la primera planta situadaencima del gran elefante disecado y cruzar una amplia zona dedicada alestudiodelhombre.

Loprimeroqueseencontrabaneranvariashilerasdecráneosdispuestasenformadepirámideinvertidaquerepresentabalaexplosióndemográficadesdelos tiempos de Cristo, Starling y el vigilante avanzaban por un paisajedébilmente iluminado y poblado por figuras que ilustraban los orígenes yevolución del género humano. Ahora se hallaban rodeados por elementosrituales: tatuajes, pies ligados, modificaciones dentales, cirugía peruana,momificación.

—¿Ha visto alguna vez a Wilhelm von Ellonbogen? —le preguntó elvigilanteenfocandoconlalinternaelinteriordeunacaja.

—Creoqueno—respondióStarlingsinaminorarelpaso.

—Puestendríaquevolverdedíaparaverlocondetalle.

FueenterradoenFiladelfiaenelsigloXVIIIyalentrarencontactoconlascorrientesdeaguasubterráneasquedóconvertidoenjabón.

La sección de Insectos Vivos está alojada en una sala de grandesdimensiones, que en ese momento estaba poco iluminada y en la cualresonabanunsinfíndechirridosyfrágilesaleteos.Sehallarepletadejaulasycajasquecontieneninsectosdetodasclases.Ejerceespecialatractivoparalosniños,queduranteeldíaacudenaellaentropel.Porlanoche,ensoledad,losinsectosseafananensustareas.Algunascajasestabaniluminadasconluzrojay los letreros que anunciaban las salidas de incendios resplandecían con uncoloradointensoenlaoscuridad.

—DoctorPilcher—llamóelvigilantedesdelapuerta.

—Estoyaquí—contestóPilcher,enarbolandounbolígrafoluminosocornosifueseunaantorcha.

—¿Acompañaráustedalaseñoritaalasalida?

—Sí,nosepreocupe.Gracias.

Starlingsacódelbolsosulinterna;selahabíadejadoencendidaylaspilasestabandescargadas.Laoleadadecóleraquelainvadiólerecordóqueestabacansadayqueteníaquedominarse.

—Hola,agenteStarling.

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—DoctorPilcher.

—¿Ysimellamaseprofesor?

—¿Esustedcatedrático?

—No,nidoctortampoco.Mealegromuchodevolveraverla.¿Leapetececontemplarciertosinsectos?

—Naturalmente.¿YeldoctorRoden?

—Ha sido el que ha trabajado más estas dos últimas noches y se hadesmoronado. ¿Vio usted la crisálida antes de que empezásemos lasinvestigaciones?

—No.

—Erapurapulpa.

—Perolohaconseguido.Lahaidentificado.

—Sí.Hacemuypocorato.—Sedetuvoanteunajauladetelametálica—.Primeroquieroenseñarleunapolillacomolaque trajoel lunes.Enrealidad,noes idéntica a la suya,peropertenecea lamisma familia.La llamamos lalechuza.—Elhazdeluzdesulinternalocalizóaunagranpolilla,deunazulradiante,posada,con lasalasplegadas,enunaendeble ramita.Pilcher soplósobreellayalinstante,aldesplegarelinsectolasalas,apareciólaferozcaradeunbúhoconlosojosbrillantesdefuria,comolaúltimavisiónqueveunarataantesdemorir—.SunombrecientíficoesCaligobeltrao;setratadeunaespeciebastantecorriente.PerolamuestraquehallóenlagargantadeKlausperteneceaotrotipo,yamásserio,Vengaporaquí.

Al fondo de la estancia había una vitrina colocada en una hornacina yprotegidapordelantemedianteunabarandilla.Sehallabafueradelalcancedelos niños y estaba cubierta con un paño oscuro. Junto a ella zumbaba unhumidificadordepequeñotamaño.

—La tenemosdentrodeunacajadecristalparaproteger losdedosde lagente, porque pica. Además, para vivir necesita humedad y el cristalcontribuyeaconservarla.

Pilcherlevantólacajaconcuidado,cogiéndolaporlasasas,ylaacercóalbordedelahornacina.Quitóluegoelpañoyencendióunapequeñabombillasituadaencimadelavitrina.

—La polilla de la muerte —dijo—. Está posada en un brote de hierbamora.Tenemoslaesperanzadequesereproduzca.

La polilla era un espectáculo a la vez maravilloso y aterrador, con susgrandes alas de un pardo negruzco extendidas como una capa y con aquel

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ancho dorso aterciopelado sobre el cual aparecía la rúbrica que despierta elmiedode loshombres siemprequealgunose tropiezaconellaen laplácidabonanzaenunjardín:lasiniestracalavera,unacalaveraqueesalavezcráneoy cara que mira desde las oscuras cuencas vacías, los pómulos, el arcocigomáticoexquisitamentetrazadosobrelosojos.

—La Acherontia sayx —dijo Pilcher—. Su nombre deriva de dos ríosmitológicosdelinfierno.Eseindividuoquepersiguearrojaloscadáveresaunríodistintocadavez…Loheleídoenalgúnperiódico.¿Escierto?

—Sí—contestóStarling—.¿Esunaespecierara?

—En esta parte del mundo sí. Aquí no existe ningún ejemplar en lanaturaleza.Losúnicosqueposeemosvivenencautividad.

—¿Dedóndeprocede?—Starlinginclinólacarahacialasuperficiedetelametálica que hacía las veces de techo de la vitrina. Su aliento encrespó elpelaje del dorso del insecto. Retrocedió sobresaltada cuando éste chillóaleteandoconfuria.Starlingnotólaminúsculabrisaqueprovocaronlasalas.

—DeMalasia.Existetambiénunavariedadeuropea,llamadaatropos,peroéstaylaqueseencontróenlagargantadeKlaussonmalayas.

—Porlotanto,alguienlacrioaquí.

Pilcherasintióconungestodecabeza.

—Sí—añadiócuandoelladejódemirarle—.SeguramentelaenviarondeMalasia,enformadehuevoomásprobablementeenestadodelarva.Nadiehaconseguidoquesereproduzcanencautividad.Copulan,peronoponenhuevos.Lomásdifícilesencontrarlaorugaenlajungla.

Unavezlogradoeso,nosondifícilesdecriar.

—Hadichoustedquepican.

—Tienenunatrompaafiladayrobustaquenodudanenclavarencualquierdedoquejugueteeconellas.Setratadeunarmainsólitaqueenlosejemplaresconservadosenalcoholesindemneaeselíquido.Estefactornoshaayudadoenormementeareducirelcampoyporesohemospodidoidentificarlaentanpoco tiempo. —Pilcher se puso violento, como si sus palabras hubiesenpecadodefanfarronas—.Ademássonmuyvigorosas—seapresuróaañadir—. Penetran en las colmenas y se alimentan de miel. En cierta ocasión,estábamos en Sabah, Borneo, en una expedición entomológica capturandoejemplaresyseagolpabanenlaluzdelafarolaquehabíadetrásdelalbergue.Erabastantesiniestrooírlas;estábamos…

—¿Esteejemplardedóndeprocede?

—De un intercambio científico con el gobierno malayo. Ignoro lo que

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ofrecimos nosotros. Fue muy gracioso; estábamos allí, en la oscuridad,esperandoconuncubodecianuro,cuando…

—¿Qué tipo de formalidades tuvieron que cumplir en Aduanas?¿Conservan ustedes copias de las declaraciones? ¿Se necesita licencia parasacarlas de Malasia? ¿Quién puede tener actualmente la documentación deestaoperación?

—Séqueandanustedesescasosdetiempo.Mire,enestepapelheanotadotodalainformaciónqueposeemosasícomoloslugaresadecuadosparaponeranuncios, si es que pretenden seguir esta pista. Venga, la acompañaré a lasalida.

Cruzaronelenormepisoensilencio.Alaluzdelascensor,ClariceadvirtióquePilcherestabatancansadocomoella.

—Sehaquedadohastaaltashorasdelanochetrabajandoenesto—ledijo—.Seloagradezcomucho.Disculpesiantesmehemostradounpocobrusca.Noeramiintención;loúnicoquequeríaera…

—Mimayordeseo es quedetengan a ese asesinoyque acabeusted coneste caso cuanto antes —replicó él—. He anotado un par de sustanciasquímicasqueesposiblequetengaquecomprarsisededicaacriarestetipodepolillas…

AgenteStarling,megustaríamuchoconocerlamejor.

—Podríamosquedarparavernosalgúndía,cuandohayatiempo.

—Nosabelomuchoquemeagradaría—dijoPilcher—.Llámemecuandopueda,porfavor.

La puerta del ascensor se cerró y Starling y Pilcher desaparecieron. Laplanta dedicada al estudio del hombre quedó en silencio; ninguna de lasfigurashumanasquelapoblabanefectuóelmenormovimiento,nilasestatuas,nilasmomias,nilasdelospiesligados.

En la sección de InsectosVivos, los letreros de las salidas de incendiosbrillabanconunrojoresplandorquesereflejabaenlosdiezmilojosdeaquelorden animal más antiguo que el del hombre. El humidificador zumbaba ysiseaba.

Bajoelpaño,enlaoscuravitrina,lapolilladelamuertebajóporlaramade hierbamora.Atravesó el suelo de la jaula arrastrando las alas comounacapayhallóelpequeñofragmentodepanal.Loagarróconsusrobustaspatasdelanteras,desenrollósupuntiagudatrompaylaclavóenlacubiertadeceradeunaceldillademiel.Ypermanecióalimentándoseensilenciomientrasasualrededor,enlaoscuridad,sereanudabanloschirridosyaleteosyconelloslosdiminutosapareamientosymatanzas.

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Capítulo41

Catherine Baker Martin se encontraba sumida en aquella abominablenegrura.Laoscuridadhormigueabadentrodesuspárpadosy,en losescasossegundosdeagitadosueño,soñabaquelaoscuridadlapenetrabainvadiéndolaporentero.Laoscuridadseintroducíainsidiosapenetrándoleporlanariz,porlosoídos;antecadaorificiodesucuerposeapostabanlosdedoshúmedosdelaoscuridad.Setapóconunamanolabocaylanariz,secubrióconlaotralavagina, apretó las nalgas, ladeó la cabeza, apoyó un oído en el jergón ysacrificóelotrooídoalainstruccióndelaoscuridad.Conlaoscuridadllegóunruidoqueladespertóconsobresalto.Unruidoconocidoydoméstico,unamáquinadecoser.Develocidadvariable.Primerodespacio,ahoraaprisa.

Arriba,enelsótano,laslucesestabanencendidas;divisabaunpálidodiscoamarilloarriba,muyporencimadeella,enellugarcorrespondientealatapadelpozo,queestabaabierta.Elcanicheladróunpardeveces;lavozsiniestrahablabaapagadaconelperro.

Coser.Quéincongruenteeracoserahíabajo.Coserpertenecea la luz.Elsoleado cuarto de costura de su infancia apareció en lamente deCatherinecomounbenévolorelámpago…Lacriada,laqueridaBeaLove,sentadaenlamáquina…Elgatopestañeandoalasondulacionesdelvisillo.

Lavozloborrótodo,lavozriñendoalcaniche.

—Preciosa, suelta eso ahora mismo. Te vas a pinchar con un alfiler yentonces,¿cómoloarreglaremos?Yacasiheterminado.Sí,cariñomío,sí.Ycuandohayaterminado,tendrásuncaramelito,teloprometo,mipichoncito.

Catherine no sabía cuánto tiempo llevaba cautiva. Sabía que se habíalavadodosveces;laúltimavezlohabíahechodepie,mostrándoseaplenaluz,deseosadequeélvierasucuerpo, sin tener lacertezadequeél laestuvieramirandopordetrásdeaquellaluzcegadora.Desnuda,CatherineBakerMartineraunamujerespléndida,cortabalarespiración,yellalosabía.Queríaqueéllaviese.Queríasalirdeaquelpozo.Quienseacercaparafollarseacercaigualparaluchar,sedijoensilenciounayotravezmientrasselavaba.Lasracionesdecomidaqueledabaeranmuymagrasyteníalacertezadequemáslevalíapelearseconélantesdeperderlasfuerzas.Catherinesabíaquelucharíaconél.Sabía que era capaz de luchar. ¿Pero no sería mejor follar con él primero,follartantasvecescomoélfuesecapaz,conobjetodeagotarle?Noalbergabadudaalgunadequesilograbarodearleelcuelloconlaspiernas,podíaenviarlealotrobarrioencuestióndesegundos.¿Seríacapazdehacersemejantecosa?

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¡Y tanto!Hayque echarle huevos, hayque echarle huevos, hayque echarlehuevosalasunto.Peroterminódelavarseydeponerseelchándallimpiosinque de arriba llegase sonido alguno. Sus ofrecimientos no obtuvieronrespuesta; lo único que ocurrió fue que el cubo del baño, izado por el finocordel que lo sujetaba, subió balanceándose y fue sustituido por el cubosanitario.

Y ahora, horas después, Catherine aguardaba escuchando el ruido de lamáquinadecoser.Nollamóasucarcelero.Alcabodeunrato,transcurridosquizámilesde alientos, leoyó subir las escaleras, hablar con laperra, deciralgoasícomo«…eldesayunocuandovuelva».Éldejóencendidalaluzdelsótano.

Aveceslohacía.

Ruido de patas y pisadas, arriba, en el suelo de la cocina.Gimoteos delcaniche.Catherine tuvo la impresión de que su raptor salía.Aveces pasabafueradecasavariashoras.

Transcurrieronmásalientos.Elcanichepaseabaporlacocina,gimoteando,empujando algo por el suelo, dando golpes a algo, seguramente su plato.Arañazos, arañazos, arriba. Y otra vez ladridos, unos ladridos breves yestridentes,estaveznotannítidoscomolosquehacíalaperracuandoestabaencima de ella, en la cocina. Porque la perra no estaba en la cocina.Habíalogrado abrir la puerta con el hocico y estaba en el sótano, persiguiendoratones,comohabíahechootrasveces,cuandoélsalía.

Sumida en la oscuridad, CatherineMartin palpó el suelo bajo el jergón.Encontróelhuesodepolloyloolfateó.Lecostóunconsiderableesfuerzonoroerlaspocashebrasdecarneyloscartílagosqueaúnconservabaadheridos.Selometióenlabocaparacalentarlo.Luegosepusodepie, tambaleándoseunpocoenaquellamareanteoscuridad.Noteníaenelpozomásqueeljergón,el chándal que vestía, el cubo sanitario de plástico y el fino cordel al queestabaatadoyquesubíahacialapálidaluzamarilla.

Había pensado en ello en todos los intervalos en que podía pensar.Catherineestiróelbrazoyagarróelcordellomásarribaquepudo.¿Quéseríamejor,tirarbruscamenteoconsuavidad?Habíapensadoenelloalolargodemilesdealientos.Mejortirarconsuavidad.

Elcordóndealgodóncedíamásdeloquesefiguraba.Volvióaagarrarlolomásarribaquepudoyvolvióatirardeél,balanceandoelbrazodeladoalado,confiandoqueelcordón,alrozararribaconelbordedemaderadelaabertura,sedeshilachase.Repitióesegestohastaqueledolióelhombro.Volvióatirar,el cordón cedía, ya no cedía, ya no cedíamás. Por favor, por favor, que serompamuyarriba.Unlevechasquido,ycayó,buclesdecordónlecayeronen

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lacara.

Sepusoencuclillas;elcordónlecaíaporlacabezayloshombros;laluzque venía de arriba era tan poca que apenas veía el cordón amontonadoencimadeella. Ignorabaqué longitud tenía.Sobre todoqueno se enredase.Conmuchocuidado,fuedepositandoenelsuelogazasdecordóndespuésdemedirlas con su antebrazo. Contó catorce. El cordón se había roto en laaberturadelpozo.

Enelextremosujetoalasadelcubo,atófuertementeelhuesodepolloconsushebrasdecarne.

Ahoraveníalomásdifícil.Actúaconcuidado.Habíaadoptadolaactitudmentalpropiadelosdíasdetemporal.Eraigualquecuidardesímismaenunabarcapequeñaundíadetempestad.

Seatóelotroextremodelcordón,eldeshilachado,alamuñecayapretóelnudoconlosdientes.

Se alejó todo lo que pudo del cordón. Cogiendo el cubo por el asa, lobalanceódescribiendoungrancírculoylolanzóhaciaarriba,haciaelpálidodiscodeluz.Elcubodeplásticonoacertóapasarporlaabertura,chocóconlaparteinferiordelatapaycayó,golpeándolaaellaenlacarayenelhombro.Laperritaladróconmásfuerza.

Tardóunpocoenordenarnuevamenteelcordónylanzódenuevoelcubo,dosvecesmás.En el tercer lanzamiento, el cubo, al caer, le golpeó el dedofracturadoytuvoqueapoyarseenlainclinadapareddelpozoyrespirarhondohasta que cedieron las náuseas. El cuarto lanzamiento cayó nuevamenteencimadeella,peroelquintono.Habíasalido.Elcubosehallabaenalgúnpunto de la tapa demadera del pozo, cerca de la trampilla abierta. ¿A quédistancia estaba el agujero? Tranquilízate. Tiró del cordón con suavidad yluegoloagitóhastaqueoyóelasadelcubogolpeandocontralamadera.

Teníaqueprocurarqueel cubonocayeseporel agujero,perohabíaqueacercarlolomásposiblealborde.

Tiróparaacercarlolomásposible.

Laperritadeambulandoentrelosmaniquíesyespejosenuncercanocuartodelsótano.Olisqueandoloshilosyretalesdesparramadosporelsuelobajolamáquina de coser. Husmeando por los alrededores del gran armario negro.Mirandohaciaelfondodelsótano,dedondeprocedíanlosruidos.Corriendohacialaoscurazonadelfondoparaladraryretrocederdenuevoalacarrera.

Yunavoz,cuyoecoresonódébilmenteportodoelsótano.

—¡Precioooosa…!

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La perrita ladró y saltó, sin moverse del lugar en donde estaba. Losladridoshicierontemblarsugruesocuerpecito.

Ahora,elhúmedosonidodeunbeso.Laperritalevantólacabezaymiróhaciaelsuelodelacocina,peronoeradeallídedondeprocedíanlossonidos.

Unchasquidodelabios,comoquiencomeconruido.

—¡Venaquí,Preciosa!¡Venaquí,cariño!

De puntillas y con las orejas tiesas, el caniche penetró en la oscuridad.Alguienserelamía.

—¡Venaquí,amorcete!¡Ven,Preciosa,ven!

Elanimalolióelhuesodepolloatadoalasadelcubo.Arañólapareddelpozoygimoteó.

Máschasquidosdelabios.Elcanicheseencaramódeunsaltoalatapademaderadelpozo.Elolorveníadeahícerca,deunpuntosituadoentreelcuboyelagujero.Laperritaladróalcuboygimoteóindecisa.Elhuesodepolloseagitócasiimperceptiblemente.

Elanimalseagazapó;conelhocicoentrelaspatasdelanterasyeltraseroalaire,meneabaelraboconfuria.

Ladródosvecesyseabalanzósobreelhuesodelpollo,queagarróconlosdientes. El cubo parecía querer alejar a la perrita del hueso de pollo.Resistiéndose,elcanichegruñóalcuboyconlosdientesfirmementeclavadosenelhuesotomóelasaentrelaspatas.Derepente,elcuboderribóalcaniche,lehizoperderelequilibrio,loempujó,laperrapugnabaporlevantarse,elcubovolvióaderribarla,elcanichepeleabaconelcubo,unade laspatas traserasresbalócayendoalagujero,laspatasarañabanfrenéticaslamadera,elcubosedeslizaba, se balanceaba peligrosamente al borde del agujero, atrapadas laspatastraserasdelaperra,yéstaporfinlogróescapar,peroelcuboresbalóporelbordeycayó,elcubohuyóporelagujeroconelhuesodepollo.Elcanicheladrófuriosoalbordedelagujero;elecodelosladridosbajóresonandoporelpozo.Depronto,laperritadejódeladraryladeólacabezaparaescucharunruidoquesóloellapodíaoír.Bajócondificultaddelatapadelpozoysubiólasescalerasaullandoenelmomentoenquearriba,enalgúnsitio,seoíaunportazo.

Las lágrimas de Catherine Baker Martin resbalaron ardientes por susmejillas y cayeron derramándose por el jersey del chándal, empapándolo,traspasandotibiashastalospechos,yellatuvolacertezadequeibaamorir.

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Capítulo42

Crawford estaba solo, de pie en el centro de su estudio, con las manoshundidas en los bolsillos. Permaneció en esa actitud desde las 12.30 de lanochehastalas12.33,exigiendounaidea.

LuegoenvióuntélexalajefaturadetráficodeCalifornia,solicitandoquese localizase la caravana que, según información del doctor Lecter, Raspailhabía comprado en California, la que Raspail había utilizado durante suromanceconKlaus.CrawfordpidióquesecomprobasentodoslospermisosdecirculaciónexpedidosanombredecualquierconductorquenofueseBenjamínRaspail.

Acontinuación, tomóunblocdenotas, se sentóenunsofáy redactóunprovocativo anuncio personal para publicarlo en los diarios demayor tiradadelpaís:

Despampanante, apasionada, dulce, 21 años,modelo de profesión, buscahombrecapazdeapreciarcalidadycantidad.Mehasvistoenmuchasrevistasanunciandoproductosdebelleza;ahoraquieroverteyo.Adjuntafotoscontuprimeracarta.

Crawfordreflexionóunosinstantes,tachó«despampanante»ylosustituyópor«escultural».

Empezóadarcabezadasyseadormiló.Laverdepantalladelterminaldelordenador formaba cuadraditos verdes en los cristales de sus gafas.Repentinamente la pantalla se animó; las líneas empezaron a subir,moviéndose igualmente hacia arriba en las gafas de Crawford. A pesar dedormir,sacudiólacabeza,comosihubiesesentidoelcosquilleodelaimagen.

Elmensajeeraelsiguiente:

LA POLICÍA DE MEMPHIS DESCUBRE DOS OBJETOS ALREGISTRARLACELDADELECTER.

1.LLAVEDEESPOSASIMPROVISADA,FABRICADACONTUBODE BOLÍGRAFO. INCISIONES PRODUCIDAS POR ABRASIÓN. HESOLICITADO A BALTIMORE QUE SE REGISTRE LA CELDA DELPSIQUIÁTRICOPORSIQUEDANHUELLASDESUMANUFACTURA.FIRMADO:COPLEY,MEMPHIS.

2.HOJA DE PAPEL FLOTANDO EN EL RETRETE, DEJADAADREDEPORELFUGITIVO.ORIGINALENVIADOALLABORATORIODE LA SECCIÓN DE DOCUMENTOS DE WASHINGTON. SIGUEGRÁFICODELTEXTO.GRÁFICOENVIADOASIMISMOALANGLEY.

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FIRMADO:

BENSON,CRIPTOGRAFÍA.

Cuando apareció el gráfico, que asomó como a hurtadillas por el bordeinferiordelapantalla,teníaesteaspecto.

El apagado doble zumbido del terminal del ordenador no despertó aCrawford, pero sí lo hizo, tres minutos después, el teléfono. Era JerryBurroughsdesdeelCentrodeInformaciónNacionaldelCrimen.

—¿Hasvistolapantalla,Jack?

—Unsegundo—contestóCrawford—.Sí,yasí.

—El laboratorio ya lo ha descifrado, Jack.Me refiero al gráfico que hadejadoLecter flotando en el retrete. Se trata de una fórmula bioquímica—C33H36N40—, la de un pigmento que contiene la bilis humana llamadobilirrubina.Ellaboratorioindicaquesetratadeunodelosprincipalesagentescolorantesdelamierda.

—Coño.

—¿Ves la semejanza entre bilirrubina y el nombre del asesino, BillyRubin?TeníasrazónenlodeLecter,Jack.Haestadotomándoleselpelo.Losiento por la senadora Martin. Según el laboratorio, la bilirrubina esexactamentedelmismocolorqueelcabellodeChilton.Humormanicomial,asílohancalificado.¿HasvistoaChiltoneneltelediariodelasseis?

—No.

—Marilyn Sutter lo ha visto arriba. Chilton cotorreaba a todo cotorrearrefiriéndose a la «intensa búsqueda deBillyRubin».Y después se ha ido acenarconunperiodistadelatele.AllíesdondeestabacuandoaldoctorLecterlehaapetecidodarseunpaseo.Menudogilipollas.

—LecterledijoaStarlingque«tuvieseencuenta»queChiltonnoposeeeltítulodemédico—replicóCrawford.

—Sí.Lohevistoenel informe.AmímedalaimpresióndequeChiltonintentó ligarse aStarling y que ella le dio un corte de cuidado.Ese tío serátonto,peronoesciego.¿Cómoestáella?

—Bien,creo.Agotada.

—¿CreesqueLectertambiénlemintióaella?

—Quiénsabe.De todosmodos,seguimos todas laspistas.No tengo ideadeloqueestaránhaciendolasclínicas;nohagomásquerepetirmequehubiera

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debidosolicitarunmandatojudicialparainvestigarlosarchivos.Nosabesloquedetesto tenerquedependerde esagente.Amediamañana, si nohemossabidonada,mevoyaveraljuez.

—Oye, Jack… túconocesavariaspersonasde fueraque sabencómoeseseLecter,¿verdad?

—Sí,claro.

—Loqueseestaráriendo,eltío.

—Quizánopormuchotiempo—replicóCrawford.

Capítulo43

El doctor Hannibal Lecter se hallaba en la recepción del lujoso hotelMarcusdeSt.Louis.Llevabaunsombreromarrónyunagabardinaabrochadahastaelcuello.Unpulcroesparadrapolecubríalanarizylasmejillas.

Firmóel registrocomo«LloydWyman», firmaquehabíaensayadoenelcochedeWyman.

—¿Pagará en metálico o con tarjeta, señor Wyman? —le preguntó elrecepcionista.

—ConAmericanExpress.

—El doctor Lecter entregó al empleado la tarjeta de crédito de LloydWyman.

Del salón llegabaunasuavemúsicadepiano.Enelbar,eldoctorLecterdivisó a dos personas que llevaban esparadrapos en la nariz.Una pareja demedianaedadcruzóelvestíbuloendirecciónalosascensores,tarareandounamelodíadeColePorter.Laseñorallevabaunojocubiertoconunagasa.

Elrecepcionistaterminóderealizarlaimpresióndelatarjeta.

—Yasabe,señorWyman,quepuedeutilizarelgarajedelhospital.

—Sí, gracias—contestó el doctorLecter.Yahabía aparcado el cochedeWymanenelgaraje,conelcadáverdeWymanenelmaletero.

ElbotonesquetransportóelequipajedeWymanalapequeñasuiteobtuvodepropinaunodelosbilletesdecincodólaresdeWyman.

EldoctorLecterpidióunbocadilloyunabebidayserelajóconunalargaducha.

Tras su prolongado período de reclusión, la suite le parecía enorme al

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doctorLecter,quedisfrutórecorriéndoladepuntaapuntaunayotravez.

Desdelasventanasdivisaba,alotroladodelacalle,elpabellónMyronySadieFleischerdelHospitalMunicipaldeSt.Louis,quealbergabaunodeloscentrosmásfamososdelmundodecirugíacraneofacial.

El rostro del doctor Lecter era demasiado conocido para que pudieseaprovecharsedeloscirujanosplásticosqueoperabanenestaciudad,peroeraunodelospocoslugaresdelmundoenquepodíapasearseconunesparadrapoenlacarasinllamarlaatención.

HabíaestadoenSt.Louisanteriormente,añosatrás,cuandopara llevaracabo ciertas investigaciones psiquiátricas, tuvo que consultar la magníficabibliotecadelRobertJ.BrockmanMemorial.

Eraembriagadordisponerdeunaventana,devariasventanas.Permanecióanteellasaoscuras,contemplandoeltráficodeautomóvilesporelpuenteMacArthur,mientrassaboreabasubebida.ExperimentabaunagradablecansanciotrasconducircincohorasdesdeMemphis.

El único ajetreo verdadero de la noche había tenido lugar en elaparcamientosubterráneodelaeropuertointernacionaldeMemphis.Limpiarsesin más medios que unos discos de algodón empapados en alcohol y aguadestilada en el compartimento trasero de la ambulancia resultó francamenteincómodo.Perounavezvestidoconlabatablancadeunodeloscamilleros,no tuvomásquedirigirseaunode losdesiertossectoresdeestacionamientoprolongado del inmenso garaje y seleccionar a un hombre que viajase solo.Éste accedió amablemente a inclinarse hacia el interior del maletero de sucocheparabuscarsumaletademuestrasynovioaldoctorLecterabalanzarsesobreélpordetrás.

EldoctorLectersepreguntósi lapolicía lecreía tanestúpidocomoparasalirdeMemphisdesdeelaeropuerto.

El único problema del trayecto hacia St. Louis había sido localizar lasluces largas, las de cruce, los limpiaparabrisas y los intermitentes de aquelcocheextranjero,yaqueeldoctorLecter,dejandoaparteelvolante,noestabafamiliarizado con los mandos del vehículo. Mañana saldría a comprardeterminadascosasquenecesitaba;decolorantecapilar,utensiliosdebarbero,una lámpara de rayos ultravioletas, y otros productos, éstos con receta, querequeríaparaefectuarciertoscambiosinmediatosensuaspectofísico.Cuandoloconsideraseoportuno,seguiríaelviaje.

Nohabíarazónparaapresurarse.

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Capítulo44

ArdeliaMapp se encontraba en su posición predilecta, incorporada en lacama con un libro.Estaba escuchando el boletín de noticias de la radio.LaapagóalverentraraClariceconairedecansancio.DespuésdemirarelrostroexhaustodeStarling, tuvo ladelicadezadenopreguntarlenadaa excepciónde:

—¿Quieresunté?

Cuandopreparaba exámenes,Mapp se hacía un brebaje, una infusión deunas hierbas que le enviaba su abuela, que ella llamaba «té de la genteinteligente».

DelasdospersonasmásinteligentesqueStarlingconocía,unaeratambiénlamásserenaylaotralamásaterradora.Starlingpensabaqueelloequilibrabaenciertomodosusamistades.

—Menuda suertehas tenido al librarte hoyde la clase—dijoArdelia—.EsemalditoKimWonnoshatenidotodoelratoporelsuelo.Habloenserio.LlegoapensarqueenCoreahaymásgravedadqueaquí.Luegosushabitantesse vienen a este país y se ganan la vida dando clases de defensa personal,porquenolessuponeelmenoresfuerzo…HavenidoJoeBrigham.

—¿Cuándo?

—Estanoche,haceunrato.Queríasabersiyahabíasvuelto.Ibapeinadocon brillantina. Andaba dando vueltas por el vestíbulo como un novato.Hemoscharladounmomento.Mehadichoquesi ibasatrasaday teníasqueempollar,mañanaypasado suprimirá las clasesde tiropara todos, paraquepuedasaprovechareserato,yyalasrecuperaremosduranteelfindesemana.Lehecontestadoquelediríaalgo.Esunbuentío.

—Sí,síloes.

—¿SabesquequierequeformespartedelequipodetiroenelcampeonatocontralaDEAyAduanas?

—No.

—Ynoenelfemenino.Enelabierto.Siguientepregunta:¿tesabeslodelaCuartaEnmiendaparaelviernes?

—Bastante.

—Muybien.Aver.Contesta.¿QuéesChimelcontraCalifornia?

—Inspeccionesenescuelassecundarias.

—¿Inspeccionesconformeaquécriterio?

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—Nolosé.

—Conforme al concepto del «alcance inmediato». ¿Quién eraSchneckloth?

—Pues…notengoniputaidea.

—SchnecklothcontraBustamonte.

—¿Eslodelaesperanzarazonabledeintimidad?

—Suspenso. La esperanza de intimidad es el principio de Katz.Schnecklotheselconsentimientoalainspección.Veoquehabráqueempollar,muchacha.Tengotodoslosapuntes.

—Estanocheno.

—No. Pero mañana te levantarás con la mente fértil e ignorante yempezaremosasembrarlacosechadelviernes.

Starling,Brighamhadicho—confidencialmente,claro,yleheprometidoquenodiríanada—quesaldrásabsueltadelavista.OpinaqueesepetulantehijodeputadeKrendlerdentrodedosdíasni seacuerdade ti.Tienesunasnotasexcelentesyestostemaslosvamosamachacarcomosinada.—Mappobservó laexhaustacaradeStarling—.Hashechomásde loquedebíasporesapobredesgraciada,Starling.Tehasjugadoelcuelloporella,porsuculpahasrecibidounapatadaenelculo,yhasmovidolascosas.Tútambiéntienesderechoatuoportunidad.¿Porquénosiguesadelanteytelocargas?Amí,deverdad,loúnicoquemeinteresaesdarlesenlasnarices.

—Ardelia…gracias.Yunavezqueapagaronlaluz…

—¿Starling?

—Dime.

—¿A quién encuentras más guapo, a Brigham o al cachondo de BobbyLowrance?

—Difícilmelopones.

—Brighamllevaunafrasetatuadaenelhombro;selahevistoporqueseletransparentabapordebajodelacamisa.¿Quédice?

—Notengolamenoridea.

—¿Siloaveriguasmelodirás?

—Probablementeno.

—Pues yo te dije lo de los calzoncillos estampados de serpiente quellevabaBobby.

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—Porqueselosvisteporlaventanacuandoestabahaciendolevantamientodepesos.

—Esose lohachivadoGracie, ¿verdad?Esa tía esunabocazasyeldíamenospensadola…

Starlingdormía.

Capítulo45

Pocoantesdelastresdelamadrugada,Crawford,quedormitabajuntoasumujer, se despertó.El aliento deBella había quedado en suspenso y ella sehabíamovidoenlacama.Selevantó,sesentóylatomódelamano.

—¿Bella? Ella realizó una profunda inspiración y expulsó el aire. Porprimeravezenmuchosdíashabíaabiertolosojos,aunqueélestabasegurodequenoleveía.

—Bella, amormío, te quiero—le dijo, por si le oía. Elmiedo rozó lasparedesdesupecho,comounmurciélagoaleteandoprisioneroenel interiordeunacasa.Alcabodeunmomentosedominó.

Quería hacer algo por ella, ir a buscarle algo, cualquier cosa, pero noqueríaqueellanotasequesedesasíadesumano.

Apoyó el oído en el pecho de Bella. Oyó un suave latido, unaspalpitacionesyluegoelcorazónsedetuvo.Noseoíanada;tansólounflujofrío y curioso. No supo si el rumor procedía del pecho de Bella o de suspropiosoídos.

—Diostebendigaytetengaasulado…yalladodelostuyos—murmuróCrawford,queriendoquesuspalabrasfuesenveraces.

Se abrazó a ella, se sentó apoyándose en la cabecera de la cama y laestrechócontrasupecho,sinsoltarlamientrasmoríaelcerebro.Luego,apartóconlabarbillaelturbantequecubríasusescasosrestosdecabello.

Nolloró.Esoyalohabíahecho.

Despuéslacambió,lavistióconsumejorcamisón,elqueellaprefería,yestuvounratosentadojuntoalacama,conlamanodeBellaenlamejilla.Eraunamanoancha, cuadrada,hábil,quemostraba lashuellasde todaunavidacuidando el jardín, que ahora mostraba las huellas de innumerablesinyeccionesintravenosas.

CuandoBellaentrabaencasadesdeeljardín,lasmanosleolíanatomillo.

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«Escomosituviesesclaradehuevoenlosdedos»,lehabíandichoaBellasuscompañerasdeescuelarefiriéndosealsexo.Ycuántasvecesellosdoshabíanrepetidoesabromaen la cama, años atrás, añosdespués, el añopasado.Nopienses en eso, piensa en todo lo bueno, en lo puro. Lo puro era esoprecisamente. Ella llevaba un sombrerito redondo y guantes blancos, y laprimeravez,alsubirenelascensor,élsepusoasilbarunateatralversióndeBegintheBeguine.Enlahabitación,ellaseburlódeél,diciéndolequellevabalosbolsillosabultados,comounchiquillo.

CrawfordseapartódelladodeBellaysedirigióalahabitacióncontigua;desde allí la veía, por la puerta abierta, arreglada bajo la cálida luz de lalámpara de la mesilla. Estaba esperando que el cuerpo de su esposa seconvirtieseenunobjetoceremonial,aisladodelapersonaquehabíaabrazadoenlacama,aisladodelacompañeradetodaunavidaalaqueahoraabrazabaensumente.Paraasípodertelefonearparaqueviniesenabuscarla.

Con lasmanosvacías, caídas a los costados, permaneció ante la ventanamirandohaciaelvacíodeleste.Nobuscabaelalba;elesteerasimplementeladirecciónhacialacualsehallabaorientadalaventana.

Capítulo46

—¿Lista,Preciosa?

Jame Gumb estaba cómodamente tumbado en la cama, apoyado en lacabecera,conlaperritaenroscadaenelestómago.

ElseñorGumbacababadelavarseelpeloyllevabaunatoallaenrolladaalacabeza.Rebuscóentrelassábanas,encontróelmandoadistanciadelvídeoyoprimióelbotóndepuestaenmarcha.

Había compuesto él mismo este programa a partir de dos películasindependientesquehabíacopiadoenunacinta.Cuandosehallabaenperíodode preparaciones vitales, la contemplaba todos los días, y nunca dejaba dehacerlopocoantesdecosecharunapiel.

La primera parte procedía de una deteriorada película del noticiarioMovietone,uncarreteenblancoynegrode1948.Setratabadeloscuartosdefinaldelcursopara laeleccióndeMissSacramento,episodiopreliminardelprolongado proceso que culminaba con la fiesta de la elección de MissAméricaenAtlanticCity.

Eralapruebadelacompeticiónenbañador,ytodaslasparticipantes,consendos ramos de flores, subían en fila por la escalera que conducía al

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escenario.

La perrita del señorGumb, que había contemplado el programamuchasveces,guiñólosojosaloírlosprimeroscompasesdelamúsica,sabiendoqueibaaserobjetodeunsinfíndeapretujones.

Las participantes eran, de aspecto, muy Segunda Guerra Mundial.LlevabanbañadoresdelamarcaRoseMarieReidyalgunaseranguapísimas.También tenían las piernas bonitas y bien torneadas, unas pocas, pero lesfaltabatonomuscularyhastaparecíaqueselesformaseunapequeñabolsaenlarodilla.

Gumbapretujóalcaniche.

—Preciosa,ahoraviene,ahoraviene,¡ahoraviene!

Y,efectivamente,ahoravenía,yallegaba,seacercabaalaescaleraconsubañadorblanco,conunaradiantesonrisadedicadaal jovenquelaayudabaasubir, y luego se alejaba contorneándose con sus zapatos de alto tacón,mientraslacámaraenfocabalalisuradelapartetraseradesusmuslos:Mamá.ÉsaeraMamá.

El señor Gumb no tuvo necesidad de accionar el mando a distancia; lohabía dejado todo listo al efectuar la grabación. Marcha atrás; ahí volvíacaminandodeespaldas,deespaldasbajaba laescalera, recuperaba lasonrisadedicadaal joven, retrocedíapor lapasarela,yahoraotravezhaciadelante,atrásyadelante,adelanteyatrás.

Cuando ella sonrió al joven, Gumb también sonrió. Luego aparecía otravezmás, enmedio de un grupo, aunque la imagen, al detener la filmación,siemprequedababorrosa.Eramejorpasarlaavelocidadnormalycontentarsecon el atisbo de su rostro. Mamá se hallaba con las restantes participantesfelicitandoalasvencedoras.

El segundo fragmento lo había grabadodirectamente de un programadetelevisiónporcableenunmoteldeChicago;habíatenidoquesaliratodaprisaacomprarunvídeoyunacinta,ypernoctarallíundíamás.Correspondíaalfilme que en circuito cerrado proyectan los canales eróticos, casi ya demadrugada, como telón de fondo para los anuncios pornográficos queaparecensobreimpresosenlapantalla.

Dichosfilmesestáncompuestosporsecuenciasdepelículasverdesdelosañoscuarentaycincuenta,bastante inocuasporcierto; sale,porejemplo,unpartido de voleibol en un camping nudista, y otras imágenes, las menosexplícitas, de películas eróticas de los treinta, aquellas en que los actoresusabannaricesfalsasytodavíalohacíanconcalcetines.Paralabandasonoraseutilizabacualquier tipodemúsica.Ladeesa secuenciaera lamelodíade

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TheLookofLove,queresultababastantefueraderitmoconeldinamismodelaacciónqueaparecíaenlapantalla.

El señor Gumb no pudo conseguir eliminar la sobreimpresión de losanuncios.Demodoquenolequedabamásremedioqueaguantarlos.

Aquí está; una piscina al aire libre en California, a juzgar por lavegetación. Elegante mobiliario de jardín, todo muy años cincuenta. Variaschicasatractivas,bañándosedesnudas.Algunasdeellas,unaspocas,hubieranpodidoactuarenpelículasdesegundacategoría.Vivarachasyalegres,salíande la piscina y echaban a correr,muchomás aprisa que lamúsica, hacia laescalerilla de un tobogán, subían por ella y bajaban… ¡zas, pechos al aire,riéndose a carcajadas al lanzarse hacia abajo, piernas abiertas, y pumba, alagua!

AhoraveníaMamá.Ahíestaba,saliendodelapiscinadetrásdelachicadelpelo rizado. La cara le quedaba parcialmente cubierta por un anuncio deSinderella, una famosa boutique de lencería provocativa, pero se la veíaalejándose y luego aparecía subiendo por la escalerilla, toda mojada ybrillante, maravillosamente exuberante y ágil, con la pequeña cicatriz de lacesárea y… ¡tobogán abajo! ¡Al agua!Qué guapa; aunque no se le viese lacara, el señorGumb intuía, sabíaen sucorazón, tenía laabsolutacertezadeque se trataba deMamá, filmada después de la última vez que la vio en suvida.Salvomentalmente,claroestá.

La escena cambiaba dando paso a un anuncio de ayuda conyugal yfinalizababruscamente.

El caniche guiñó los ojos dos segundos antes de que el señor Gumb leestrechasefuertementeentresusbrazos.

—Preciosa,Preciosamía,venaquícontumamá.Yaverásloguapaquevaaestarmamámuypronto.Muchotrabajo,muchotrabajo,muchotrabajoparatenerlotodolistoparamañana.

Desde la cocina, gracias aDios, no lo oía aunque aquello gritase a todopulmón, pero sí lo oyó desde la escalera cuando bajaba al sótano. Habíaalimentado la esperanza de que elmaterial estuviese callado, dormido, perogritaba. El caniche, que realizaba el mismo viaje bajo el brazo del señorGumb,respondióconungruñidoalossonidosquellegabandelpozo.

—Tú estás mucho mejor educada—dijo el señor Gumb, acercando loslabiosalpelajedelanucadelaperrita.

Alcuartodondeseencuentralamazmorrasellegaatravésdeunapuerta,situada al pie de la escalera, a la izquierda.No semolestó ni en echarle unvistazonisedetuvoaescuchar laspalabrasquellegabandesdelohondodel

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pozo;paraélnoguardabanlamenorsemejanzaconningúnlenguajeconocido.

ElseñorGumbsedirigióaladerecha,altaller,dejóelcanicheenelsueloy encendió las luces. Varias polillas emprendieron el vuelo y se posaroninofensivasenlarejilladetelametálicaqueprotegíalasbombillasdeltecho.

Ensutaller,elseñorGumberasumamentemeticuloso.Siemprepreparabasussolucionesenrecipientesdeaceroinoxidable,nuncadealuminio.

Habíaaprendidoahacerlotodoconsobradaantelación.Amedidaqueibatrabajando,sedecíaasímismo:

Hasde ser ordenado, has de ser preciso, has de ser eficiente, porque losproblemassonformidables.

Lapielhumanaespesada—equivaleaundieciséisodieciochoporcientodelpesocorporalymuyresbaladiza—.Unapielenteraesdifícildemanipulary fácilmente se resbala de los dedos cuando todavía está húmeda. El factortiempo reviste asimismo una gran importancia; la piel empieza a arrugarseinmediatamentedespuésdehabersidocosechada,especialmenteenelcasodeadultosjóvenes,quetienenlapielmástersa.

Añádase a ello el hecho de que la piel no es perfectamente elástica, nisiquiera en los jóvenes. Si se estira, jamás recupera sus proporcionesoriginales. Si una costura, por perfecta que sea su ejecución, se estirademasiadoaltrabajarlaencimadeunaalmohadilladesastre,queaflojayhacebolsas, ya puede uno llorar de desesperación encima de lamáquina, que elllanto no elimina ni una arruga. Luego viene el problema de las líneas delescote,quehandedefinirseconmuchísimocuidado.

Lapielnoseestiraenlamismaproporciónentodaslasdirecciones,detalleque es preciso tener en cuenta antes de que los depósitos de colágeno sedeformen, porque ello hace que las fibras se desgarren; si estiras en ladirecciónequivocada,nohayquienquitelamarcadelestirón.

El material sin tratar es simplemente imposible de trabajar. Muchos yprolongadosexperimentos,unidosamuchosufrimiento, condujeronal señorGumbaestaincontrovertibleconclusión.

Alfinalllegóalconvencimientodequelosmétodostradicionaleseranlosmás convenientes. Su procedimiento era el siguiente: primero dejaba susartículos en remojo dentro de los acuarios, sumergidos en una solución deextractosvegetalesconocidayaporlosindiosamericanos,cuyosingredienteseran todos ellos sustancias naturales que no contenían ningún tipo de salesminerales.Luegoempleabaelmétodograciasalcualseobtieneelinigualableanteamericano,famosoenelmundoenteroporsuflexibilidadysuavidad;elclásico curtido del cueromediante la utilización de sesos. Los indios creían

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que cada animal poseía la cantidad de seso suficiente para curtir su propiopellejo. Pero el señorGumb sabía que tal cosa no era cierta y hacíamuchotiempo que había dejado de confiar en su eficacia, incluso al curtir el delprimate que poseía el cerebro de mayor tamaño. Y ahora disponía de uncongelador repleto de sesos de ternera, para no andar nunca escaso de tanprimordialelemento.

Lasdificultadesqueplanteabaprocesarelmaterialpodíasolventarlassolo;laprácticalehabíahechocasiperfecto.

Quedaban, por supuesto, importantes problemas de tipo estructural, peroestabaespecialmentecapacitadopararesolvertambiénestetipodeobstáculos.El tallerdabaaunpasillodel sótano,queconducía auncuartodebaño, endesuso, en el que el señorGumbguardaba el polipastoy el cronómetro, asícomoalestudioyalaenormeynegramadrigueraquehabíaallá.

Abrió lapuertadelestudioyencendió la luz,un torrentede luz; focosytubosincandescentes,calculadosparareproducirconexactitudlaluzdeldía,aparecíanclavadosdelasvigas.

Sobreunatarimaderoblecrudoaparecíanvariosmaniquíes.Todosestabanparcialmente vestidos, algunos con prendas de cuero, otros conmodelos englasilladeprendasqueaguardabansufuturaconfección.Lasdosparedesdeespejo —espejo de calidad, de azogue, no de azulejo— reflejaban ochomaniquíes. Una repisa a modo de tocador contenía cosméticos y variossoportescondiversaspelucas.Eraelestudiomás luminosodelmundo, todoblancoyroblerubio.

Los maniquíes iban vestidos con prendas destinadas a la venta aún porterminar;casitodasellaserancopiasfusiladasdemodelosdeArmani,definacabritillanegra,llenasdepliegues,tablas,hombrosacentuadosybolsillosdeplastrónenelpecho.

La tercera pared estaba ocupada por una espaciosamesa de trabajo, dosmáquinasdecoser industriales,dosmaniquíesdemujer,de losqueusan lasmodistasparalaspruebas,yunodehombreconfeccionadosegúnlasmedidasexactasdeltorsodeJameGumb.

Adosadoalacuartaparedydominandoesaluminosahabitaciónhabíaungranarmarionegrode lacachinaquecubríacasi losdosmetrosymediodealtura que medía la estancia hasta el techo. Era un mueble ya viejo y losdibujos que adornaban la laca habían perdido color; quedaban todavía unaspocasescamasdoradasenunpuntoenquehabíahabidoundragón,delqueperdurabaunojoblancoyvigilante,ytambiénlalenguarojadeotrodragóncuyocuerposehabíadesvanecido.Lalaca,encambio,permanecíaintacta,sibienbastanteagrietada.

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Elarmario,inmensoyprofundo,noguardabaningunaprendadestinadaaltrabajocomercial.Contenía,enmaniquíesdepruebasyperchas, lasPrendasEspeciales,ysuspuertasestabancerradas.

Laperritabebióunpocodeaguadelcacharrodispuestoparaellaenunaesquina y se tendió a los pies de unmaniquí, con los ojos fijos en el señorGumb.

Él había estado trabajando en la confección de una chaqueta de cuero.Teníaqueterminarla;suintenciónhabíasidodejarlistotodolodemás,perosehallaba dominado por un acceso de fiebre creativa y la glasilla que habíaconfeccionadoparasupropiaprendanolesatisfacíaporcompleto.

Pese a que el señor Gumb había progresado en el oficio de sastreinfinitamente más de lo que le habían enseñado en el correccional deCalifornia en su juventud, la obra que tenía entre manos constituía unverdaderodesafío.Nisiquieraelmanejodelamásflexiblecabritillapreparabaparauntrabajodeverdaderafinura.

Examinódosmodelosdepruebaconfeccionadosenglasillaqueparecíandoscamisetasblancas;unaestabahechaasumedidaylaotracortadasegúnlasmedidasquehabíatomadoaCatherineBakerMartinmientrasaúnestabainconsciente.Alcolocarlaglasillamáspequeñaenelmaniquíquereproducíasutorso,losproblemassetornaronevidentes.Apesardequeeraunachicadegrantamañoymaravillosamenteproporcionada,niteníalaestaturadelseñorGumbnimuchomenossumismaanchuradeespalda.

El ideal del señor Gumb era una prenda sin costuras. Tal cosa no eraposible.Sinembargo,sehabíaempeñadoenquelapartedelanteradelmodelocareciese de costuras y asimismo que su confección fuese impecable. Ellosignificaba que todos los retoques habían de hacerse en la espalda. Difíciltarea,muydifícil.

Ya había descartado una glasilla y empezó otra nueva. Si resolvía elproblema a base de estirar el material con suma prudencia, quizá podríasolventarloconunpardepinzasenlassisas,nodelasllamadasfrancesas,sinodospiezastriangularesverticales,colocadasconlapuntahaciaabajo.Tambiénhabíadecolocarotrasdospinzasenlaespalda,enlacintura,justoalaalturade los riñones. Estaba acostumbrado a trabajar dejando un pequeñísimomargenenlascosturas.

Susreflexionessuperabanlosaspectosmeramentevisualesparatomarencuenta consideraciones de tipo táctil; no era inconcebible que una personaatractivapudieraserabrazada.

ElseñorGumbseespolvoreólasmanosconunpocodetalcoypropinóalmaniquíquereproducíasutorsounestrecho,espontáneoycariñosoabrazo.

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—Dameunbeso—dijoenbromaalvacíoquehubieradebidoocupar lacabeza—.Túno, tontina—añadiópara la perrita, al ver que ésta alzaba lasorejas.

Gumb acarició la espalda del maniquí a la altura natural de sus brazos.Luegoloexaminópordetrásparaverlasmarcasquehabíadejadoeltalco.Anadielegustanotarunacostura.

Enunabrazo,sinembargo,lasmanosalcruzarsepasanmásalládelcentrodelaespalda.Porotraparte,razonó,estamosacostumbradosanotarelrosariodelacolumnavertebral,demodoquenotarallíunpespuntenoresultaríatandesagradable comopalpar una asimetría en cualquier otro punto del cuerpo.Lascosturasdeloshombrosquedaban,pues,descartadas.Lasolucióneraunapinzaenlapartealtadelaespalda,conlapuntasituadaligeramentemásarribadel centrode losomóplatos.Además,podría emplear lamismacosturaparasujetarelcanesúdelforro,imprescindibleparaquelaprendatuvieracuerpo.DospedazosdeLycrabajolasaberturasdeamboslados—teníaqueacordarsedecompraresematerialelástico—yuncierredeVelcrodisimuladodebajodela abertura de la derecha. Y pensó en aquellos maravillosos vestidosconfeccionadosporCharlesJamesenlosquelascosturasestabancosidasdemaneraquequedabancompletamenteplanas.

Lapinzadelaespaldaquedaríacubiertaporsupelo,omejordicho,porelpeloquemuyprontotendría.

ElseñorGumbsacólaglasilladelmaniquíysepusoatrabajar.

Lamáquina de coser, antigua y de excelente calidad, repleta de dibujosornamentalesyaccionadamedianteunpedal,habíasidoadaptadahacíaquizáya cuarenta años para funcionar con electricidad. En el brazo, en letrasdoradas, ostentaba una inscripción que decía: «Nunca me canso, sirvo». Elpedal seguía siendo operativo, y Gumb siempre se servía de él al empezarcualquier pespunte. En las costuras delicadas, prefería trabajar descalzo, yaccionabaelpedalconaquelpiecarnoso,agarrandoelbordeposteriorconlosdedos, cuyas uñas llevaba impecablemente pintadas, para evitar que seacelerasedemasiado.Duranteunbuenrato,losúnicosruidosqueseoyeronenel caldeado sótano fueron el de lamáquina, los ronquidos del caniche y elsilbidodelascañeríasdelvapor.

Cuandohuboterminadodeañadirlaspinzasalaglasilla,selaprobófrentealosespejos.Conlacabezaladeada,laperritaleobservabadesdeelrincón.

Tendríaqueabrirunpocomás las sisas.Quedaban luegounospequeñosproblemasrelacionadosconlasvistasylasentretelas.Porlodemás,quedabaperfecta. Era flexible, adaptable y tenía una hermosa caída. Ya se veíasubiendoporlaescaleradeuntobogán,corriendoybrincandodealegría.

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El señor Gumb hizo varias pruebas de luz, se puso varias pelucas paracomprobar el efecto y por último se engalanó ciñéndose una maravillosagargantilla de conchas al cuello. Quedaría espectacular cuando llevase unvestidodenoche escotadoounpijamade seda sobre el nuevo tóraxque seestabaconfeccionando.

Sintiólatentacióndecontinuar,deponersedeinmediatomanosalaobra,peroteníalosojosfatigados.

Además, quería tener las manos completamente firmes, y no estaba dehumor para berridos. Con paciente lentitud quitó los hilvanes y colocó laspiezasplanassobrelamesa.Elmodeloeraperfecto.

—Mañana, Preciosa —le dijo al caniche cuando sacaba los sesos deternera con objeto de descongelarlos—. ¡Mañana por lamañanaaaaaaa! ¡Yaverásloguapísimaquesevaaponermamá!

Capítulo47

StarlingdurmióProfundamentecincohorasy,enplenanoche,sobresaltadaporelterrordelsueño,sedespertó.Mordióunaesquinadelasábana,secubriólosoídoscon lasmanosyesperóunos instantes,a findeaveriguarsiestabacompletamentedespiertayasalvodelmiedo.Silencio;noseoíanbalidosdecorderos.Aldarsecuentadequeestabadespierta,elcorazónseletranquilizó,pero lospiessenegabanapermanecerdebajode lassábanas.Alcabodeunmomentolamenteleempezaríaagalopar,losabía.

Notóconalivioquelainvadíaunaoleadadeiraynodemiedo.

—Imbéciles—dijo,sacandounpiedelacama.

Después de aquel largo día en que había sido interrumpida por Chilton,insultada por la senadora Martin, abandonada y reprendida por Krendler,provocada por el doctor Lecter, descompuesta por su sanguinaria huida yrelevada del caso por JackCrawford, había una cosa que era lo quemás ledolía:quelahubiesenllamadoladrona.

LasenadoraMartineraunamadresometidaaunaextrematensiónyestabahartadequelapolicíaanduviesemanoseandolaspertenenciasdesuhija.NohabíatenidointencióndeofenderaStarling.

Noobstante,aStarlinglaacusaciónselehabíaclavadocomounaagujaalrojovivo.

De pequeña, le habían enseñado que robar es, a excepción de violar y

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matarpordinero,elactomásmezquinoydespreciablequepuedecometerse,hastatalpuntoqueciertoscasosdehomicidiosonpreferiblesalrobo.

Deniña,cuandovivíaeninstitucionesenlasquehabíapocasrecompensasymuchahambre,habíaaprendidoaaborreceraunladrón.

Tendida en la cama en la oscuridad, afrontó una segunda razón queexplicaba por qué seguía doliéndole tanto la insinuación de la senadoraMartin.

StarlingsabíaloquediríaelperversodoctorLecter,yeracierto:temíaquela senadoraMartinhubiesevisto enellaunacierta faltade clase,unairedeordinariez,unpuntoderapacidad,estímulosanteloscualeslasenadorahabíareaccionadocondesprecio.LasenadoraMartin,tandistinguida,lamalaputa.

EldoctorLecterdisfrutaríaponiendodemanifiestoqueelrencordeclase,eseresentimientosoterradoquesetransmiteconlalechedelamadre,eraunfactordeterminantedelapersonalidaddeClarice.Starlingnoteníanadaqueenvidiar aningúnMartin en cuestiónde formación, inteligencia, iniciativa einclusoatractivofísico,locualnoimpedíaqueelsentimientoexistiese,comoellabiensabía.

Starling era un miembro aislado de una tribu altiva que no poseía másárbolgenealógicoqueelqueproporcionanelcuadrodehonordelaescuelaylaausenciadeantecedentespenales.Muchosde losStarling,desposeídosenEscocia y expulsados de Irlanda por el hambre, se habían inclinado haciaoficios peligrosos. Cuántos se habían desgastado de ese modo, cayendo alfondodeunagujeroo resbalandodeun tablónconunbalazoen lospies,ohabían sido enviados a la gloria con un «toque de silencio» demadrugada,cuando sus restantes compañeros no tenían más deseo que irse a casa. Esposiblequealgunosdeellosfuesenlacrimosamenterecordadosporalgúnqueotrooficialenlasnochesdecantina,deigualmodoqueunborrachorecuerdaconemociónaunbuenperrocazador.NombresmarchitosenunaBiblia.

Según le habían contado a Starling, ninguno de ellos había destacadodemasiado, a excepción de una tía abuela que se dedicó a escribir unprodigiosodiariohastaqueenfermódemeningitis.

Peronorobaban.EnAmérica,yasesabe,loimportanteeslaescuela,ylosStarling,quelohabíancomprendidodeinmediato,seenvanecíandeello.Unode los tíos deClarice habíamandadoque en su lápida grabasen el título debachillerelemental.

Durantelosmuchosañosenquenotuvootrositioadondeir,paraStarlingloesencialhabíansidolasescuelasysuarmadechoquelosexámenes.

Sabíaquepodíasuperarestebache,serloquesiemprehabíasidoyhacer

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loquesiemprehabíahechodesdequedescubriócómofuncionanlascosas;esdecir,lucharparacontarseentrelosprimerosdesuclaseyverseasíaceptada,incluida,elegidaynorechazada.

Era simplemente cuestión de trabajar con ahínco y andarse con cuidado.Sacaríabuenasnotas.Endefensapersonal,elcoreanonolograríasuspenderla.Su nombre, el de Clarice Starling, sería grabado en la placa del vestíbulo,juntoaldelosmejores,porsuextraordinariaactuaciónenelservicio.

DentrodecuatrosemanastendríaensusmanoseltítulodeagenteespecialdelFBI.

¿Tendría acaso que vigilar durante el resto de su vida a ese cabrón deKrendler?

En presencia de la senadora, el muy cobarde se había querido lavar lasmanos. Cada vez que Starling pensaba en aquello, sentía un aguijonazo dedolor.El tíonoestabasegurodequedentrodelsobrehubiesealgunapruebaconcluyente. Menudo elemento. Ahora, al recordar a Krendler, veía quecalzabazapatosdeportivosazulmarino,igualesalosquellevabaelalcaldedesupueblo,eljefedesupadre,cuandofuearecogerelrelojdevigilante.

Lo peor era que Jack Crawford salía de todo aquello disminuido. Eraevidentequesehallabasometidoaunatensióninhumana.LahabíaenviadoacomprobarelcochedeRaspailsinconcederleapoyoniprotegerlaconningúnsímbolodeautoridad.Deacuerdo,ellahabíasolicitadorealizaresamisiónenesos términos; eso, bien mirado, era irrelevante. Pero Crawford teníaforzosamentequesaberquesurgiríandificultadescuandolasenadoraMartinlavieseaellaenMemphis;dificultadeslashubiesehabido,aunquenohubieradescubiertolasmalditasfotografías.

CatherineBakerMartinestásumidaenestamismaoscuridad.Starling lohabía olvidado unos instantes, mientras reflexionaba sobre sus propiosproblemas.

Varias imágenesde losúltimosdíascastigaronaStarlingporelolvidoycentellearonantesusojosconvivoscolores,exageradoscolores,repugnantescolores, esos colores que surgen del negro cuando de noche brilla unrelámpago.

AhoraeraKimberlylaquelaobsesionaba.Kimberly,gorda,muerta,quesehabíaperforadolasorejasparaadornarse,paraestarmásbonita,queahorrabapara depilarse las piernas. Kimberly, con el cuero cabelludo arrancado.Kimberly,suhermana.StarlingnocreíaqueCatherineBakerMartinhubiesetenidotiempoparadedicárseloaKimberly.

Ahora, bajo la piel, ambas eran hermanas. Kimberly, tendida en una

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funerariarepletadepolicíasbocazaseinsensibles.

Starlingnotuvofuerzasparaseguircontemplandoaquellaimagen.Intentóapartarlacara,comohaceunnadadorpararespirar.

TodaslasvíctimasdeBuffaloBilleranmujeres,suobsesióneranmujeres,vivíaparadarcazaalasmujeres.

Ningunamujerleestabadandocazaaél.Ningunainvestigadorasehabíamolestadoenestudiarenseriotodosycadaunodesuscrímenes.

Starling sepreguntó siCrawford tendría lasnaricesde llevarla a ella, encalidaddeayudante técnica, cuando tuvieseque ir a examinarel cadáverdeCatherine Martin. Bill la «liquidaría mañana», había vaticinado Crawford.Liquidarla.Liquidarla.Liquidarla.

—Joder—dijoStarlingenvozalta,poniendolospiesenelsuelo.

—Estás corrompiendo a un retrasado mental, ¿verdad, Starling? —dijoArdeliaMapp—.Te lohasmetidoen la camaa escondidasy ahora le estásdandoinstrucciones…Nocreasquenoteoigo.

—Perdona,Ardelia.Nocreíaque…

—Conesetipodepersonas,tienesquesermásconcretamujer.Nopuedeslimitarteadecirloquehasdicho.Corromperaunretrasadomentalescomoelperiodismo;hasdeespecificarqué,cuándo,dóndeycómo.Elporquésetornaevidenteamedidaqueprogresalacosa.

—¿Tienesropaquelavar?

—¿Heentendidocorrectamente?¿Hasdichositeníaropaquelavar?

—Sí.Creoquevoyaponerunalavadora.¿Tienesalgo?

—Sóloesechándalqueestácolgadodelapuerta.

—Muybien.Cierralosojos.Voyaencenderlaluzuninstante.

No fueron los apuntes de la Cuarta Enmienda, el tema del próximoexamen, loqueStarlingcolocóencimade lacestade la ropayse llevóa lalavandería.

Lo que cogió fue el expediente de Buffalo Bill, un tomo de diezcentímetrosdegrosor,repletodesufrimientoyterror,encuadernadoconunastapas de cuero cuyas etiquetas estaban escritas con una tinta del color de lasangre. Se llevó también el borrador de su informe sobre la polilla de lamuerte. Tenía que devolver el expediente al día siguiente y si quería queincluyeseunacopiadelinforme,teníaqueacabarderedactarlo.Enlacaldeadalavandería,acunadaporelacogedortraqueteodelalavadora,quitólasbandaselásticas que sujetaban el expediente. Dispuso los papeles en la repisa de

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doblar la ropa y se dispuso a pulir la redacción del informe sin mirar lasfotografías,sinpensarenlasfotografíasqueprontoseadjuntarían.Encimadetodoestabaelmapa,menosmal.Peroenelmapahabíaalgoescritoamano.

La elegante caligrafía del doctor Lecter cruzaba la zona de los GrandesLagosydecía:

Clarice,¿Nolepareceexcesivoelazarquepresideladispersióndeestospuntos? ¿No le da la impresión de que constituye un conjuntodesesperadamente fortuito? ¿Fortuito hasta pecar de inconveniente? ¿No lesugiereelartificiodeunpésimoembustero?

Gracias,

HannibalLecter

P.D.Nosemolesteenrevisarelexpediente.Nohaynadamás.

Tardóveinteminutosenpasartodaslaspáginasparaasegurarsedequenohabía,efectivamente,nadamás.

Starlingsedirigióalteléfonopúblicodelvestíbulo,llamóalacentralitadeguardiayleleyóelmensajeaBurroughs,preguntándosecuándodormíaestehombre.

—Debo decirle, Starling, que el precio de mercado por cualquierinformaciónprocedentedeLecterhabajadovariospuntos—dijoBurroughs—.¿LahallamadoJackparadecirlelodelabilirrubina?

—No. Starling se apoyó en la pared y cerró los ojos mientras él leexplicabalabromadeldoctorLecter.

—Nosé,nosé—dijoBurroughsalconcluir—.Jackdicequevanaseguirinvestigandolasclínicasdecambiodesexo,pero¿hastacuándo?Siseobservalainformaciónalmacenadaenelordenador,elmododeintroducirlosdatos,seadviertequetodalainformaciónprocedentedeLecter,laqueledioaustedylaquecomunicóenMemphis,poseeunosprefijosespeciales.Todoelmaterialde Baltimore o todo el material de Memphis, o ambos a la vez, puedeneliminarsepulsandouna sola tecla.Yocreoque elDepartamentode justiciatienemuchasganasdepulsaresa tecla.Mire,he recibidouncomunicadodedicho departamento sugiriendo que el insecto descubierto en la garganta deKlauses,veamoscómodice,«unapuranimiedad».

—De todosmodos, lepasaráestoal señorCrawford,¿verdad?—insistióStarling.

—Sí, claro, se lo dejaré en pantalla, pero ahora no voy a llamarle porteléfono.Yustedtampocodebellamarle.

Bellaacabademorir.

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—Oh—murmuróStarling.

—Pero no todo sonmalas noticias. Losmuchachos de la delegación deBaltimorehanregistradolaceldadeLecterenelpsiquiátrico,conlaayudadeBarney,elenfermero.YhandescubiertoenlacabezadeunpernodeljergóndeLecterabrasionesdemetal,métodoqueempleóparafabricarlallavedelasesposas.Quédesetranquila,Starling.Vaustedasaliroliendoarosas.

—Gracias,señorBurroughs.Buenasnoches.

Oliendoarosas.TuvequeponermeVicksVapoRubenlanariz.

DespuntabaelalbadelúltimodíadelavidadeCatherineMartin.

¿QuéqueríadecireldoctorLecter?EraimposiblesaberquésabíaeldoctorLecter.Cuandoellaleentregóelexpediente,seimaginóqueLecterdisfrutaríacontemplandolasfotografíasyqueemplearíacomoguionlosdatosqueenélaparecían,mientras a ella le comunicaba cosas deBuffaloBill que ya sabíapreviamente.

QuizáLecterlehabíamentidosiempre,comohabíamentidoalasenadoraMartin.TalveznosabíanicomprendíanadadeBuffaloBill.

Love todoconprodigiosaclaridad;amímehacaladoporcompleto.Esduroaceptarqueunapersonapuedacomprendertesindescartelomejor.Alaedad que tenía, Starling todavía no se había hallado muchas veces ensemejantesituación.

Desesperadamentefortuito,habíaescritoeldoctorLecter.

Starling yCrawford y unmontón de gente habían contemplado elmapacon los puntos que señalaban los lugares en que se habían producido lossecuestros y aquellos en que habían aparecido los cadáveres. A Starling elconjuntolehabíaparecidounaconstelaciónnegra,conunafechajuntoacadaunadelasestrellas,ysabíaqueCienciasdelComportamientohabíaintentadocompararelmapaconlossignosdelzodíacosinobtenerresultado.

SieldoctorLectersehabíadedicadoaleerelexpedienteporplacer,¿porqué se había entretenido en el mapa? Starling se lo imaginaba ojeando elexpedienteyburlándosedelaprosadevariosdelosinformes.

Ladisposiciónde lospuntosdesecuestroyde los lugaresenquehabíanaparecidoloscadáveresnoformabanningúndibujoconcreto;noseadvertíanrelaciones de conveniencia entre los puntos ni tampoco el menor signo decoordinación temporal con ninguna norma comercial conocida, con ningunaserie de hurtos ni robos de ropa interior ni con ningún otro delito deorientaciónfetichista.

Una vez de regreso a la lavandería, oyendo el zumbido de la secadora,

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Starling recorrió el mapa con los dedos. Aquí un secuestro; ahí el cadáver.Aquíelsegundosecuestro;allíelsegundocadáver.Aquíel terceroy…Peroestas fechas están equivocadas, o no, el segundo cadáver, fue descubiertoprimero.

Este hecho se había registrado, sin subrayarlo, en tinta borrosa junto alpuntoexactodelhallazgo.Elcadáverdelasegundamujersecuestradafueelprimero en descubrirse; apareció flotando en el ríoWabash, en el centro deLafayette,Indiana,justodebajodelaNacional65.

LaprimeramujercuyadesapariciónsedenuncióhabíasidosecuestradaenBelvedere,Ohio,enlasproximidadesdeColumbus,ysucadáverdescubiertomuchotiempodespuésenelríoBlackwaterdeMissouri,alasafuerasdeLoneJack.Elcadáveribaprovistodeplomos.Eraelúnico;ningunodelosdemásllevabapesos.

Elcadáverdelaprimeravíctimasehabíadescubiertoenelfondodeunríoyenunacomarcaaislada.Lasegundahabíasidoarrojadaaunríoamuypocadistanciadeunaciudad,dondeevidentementesedescubriríapronto.

¿Por qué? A la primera la había escondido; a la segunda no. ¿Por qué?¿Qué significaba «desesperadamente fortuito»? Vayamos por orden. Loprimero es lo primero. ¿Qué había dicho el doctor Lecter refiriéndose a«primero»?¿QuésignificabatodoloquedecíaeldoctorLecter?

StarlingrepasólasnotasquehabíagarabateadoenelaviónquelaalejabadeMemphis.

El doctor Lecter había dicho que el expediente contenía toda lainformaciónsuficienteparaidentificaralasesino.«Simplicidad»,habíadicho.¿Y«primero»?¿Dóndeestabalode«primero»?Aquí:«Primerosprincipios»eran fundamentales. «Primeros principios»; le sonó de una petulanciainsoportablecuandoselooyódecir.

¿Quéhaceél,Clarice?¿Quéesloprimero,loprimordial,quéhace?¿Quénecesidad satisface matando? Codicia. ¿Y cómo empezamos a codiciar?Empezamosporcodiciarloquevemoscadadía.

Resultabamás fácil pensar en las frases deLecter sin notar los ojos deldoctorclavadosensupiel.Resultabamásfácilaquí,asalvoenelcorazóndeQuántico.

Si empezamos a codiciar codiciando lo que vemos cada día, ¿acasoBuffaloBillsedesconcertóalmataralaprimera?¿Liquidóaunamujerdesuentorno? ¿Y por eso escondió a la primera con cuidado y en cambio a lasegundano?¿Secuestróalasegundalejosdesupuebloylaarrojóaunlugardonde fuera descubierta pronto, para así establecer desde el principio la

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creenciadequelospuntosdesecuestroeranfortuitos?

CuandoStarlingpensabaenlasvíctimas,KimberlyEmbergeralaprimeraque,leveníaalamente,porqueaKimberlylahabíavistomuertay,enciertomodo,sentíaporellaunaespecialpreferencia.

Peroahíestabalaprimera.FredricaBimmel,veintidósaños,deBelvedere,Ohio.Habíadosfotografías.Enladelanuarioescolarseveíaaunamuchachagrandullona y poco agraciada, dueña de una hermosamata de pelo y de uncutisprecioso.Enlasegunda,tomadaeneldepósitodecadáveresdeKansasCity,susdespojosnoparecíanhumanos.

Starling volvió a llamar aBurrouglis.Le respondió con la voz algomásáspera,perolaescuchó.

—¿Quéhaydenuevo,Starling?

—A lo mejor vive en Belvedere, Ohio, que es donde vivía la primeravíctima.Alomejorlaveíatodoslosdíasylamatódeforma,¿cómodecir?,espontánea.Alomejorsóloquería…invitarlaaunrefrescoycharlarunrato.Yporesose tomó lamolestiadeesconderelcadávery luegosecuestróa lasegunda lejos de su pueblo.A ésa no la escondió, para que la descubriesenantes y desviar así las sospechas y la atención de la policía hacia un lugarlejano.Yasabeustedelrevueloquelevantanlasdenunciaspordesaparición;lacosanosecalmahastaquenosedescubreelcadáver.

—Starling,losresultadosdependendequeelcasoseareciente,lagentelorecuerda,puedehabertestigos…

—Esoesprecisamenteloqueestoydiciendo.Éllosabe.

—Porejemplo,hoynopuedeustedniestornudarsintoparseconunpolicíaen cada esquina de la ciudad de la última víctima, Kimberly Emberg, deDetroit. Menudo interés ha despertado de repente Kimberly Emberg, desdeque ha desaparecido la pequeña Martin. De pronto todos se han puesto atrabajarcomonegros.Estoúltimonomelohaoídodecir.

—Porfavor,¿lepasarálodelaprimeraciudadalseñorCrawford?

—Desdeluego.Lejuroqueselovoyapasaratodoelmundo.Nodiréquesu razonamiento sea equivocado, Starling, pero tenga en cuenta que esapoblación se investigó en cuanto esa mujer, ¿cómo se llamaba?, Bimmel,¿verdad?, fue identificada. Belvedere fue investigado por la delegación deColumbusyporlapolicíalocal,naturalmente.Estátodoenelexpediente.Nocreoqueestamañanaconsigausted suscitarmucho interésporBelvedereniporcualquierotrateoríadeldoctorLecter.

—Todoloqueél…

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—Starling, estamos organizando una colecta a favor de UNICEF ennombredeBella.Siquiereparticipar,añadirésunombreenlatarjeta.

—Por supuesto. Gracias, señor Burroughs. Starling sacó la ropa de lasecadora.Lasprendasestaban tibias,olíanbieny teníanun tactosuave.Lasdoblóyestrechóelmontóncontrasupecho.

Sumadreconlosbrazoscargadosdesábanaslimpias.

HoyeselúltimodíadelavidadeCatherine.

Laurracablancaynegrarobabaobjetosdelcarro.Sumadrenopodíasalirparaahuyentarlayhaceralmismotiempolalimpiezadelahabitación.

HoyeselúltimodíadelavidadeCatherine.

Supadre,cuandoenfilabaelsenderodecasaconlacamioneta,indicabaelgiroconelbrazoenlugardeemplearelintermitente.Ella,queestabajugandoenel jardín,pensabaqueconaquelbrazogrande le indicabaa la camionetadóndehabíadegirar,laobligabaagirar.

CuandoStarlingtomóladecisióndeloqueibaahacer,selellenaronlosojosdelágrimas.Yocultólacaraenlaropalimpiaytibia.

Capítulo48

CrawfordsaliódelafunerariaymiróaambosladosdelacalleenbuscadeJeff, que le aguardaba con el coche. Vio en cambio a Clarice Starling,aguardandobajolamarquesina,vestidaconuntrajedechaquetaoscuro,realalaluzdeldía.

—Déjeme ir —le dijo ella. Crawford acababa de elegir el ataúd de sumujer y en una bolsa de papel llevaba un par de zapatos de ésta que habíatraídoporequivocación.

—Perdone —añadió Starling—. No hubiese venido ahora si hubierahabidootromomento.Déjemeir.

Crawfordhundiólasmanosenlosbolsillosygiróelcuellohastaqueeldelacamisacrujió.Teníalosojosbrillantes,talvezpeligrosos.

—¿Queladejeiradónde?

—UstedmeenvióaMemphisparaquemefamiliarizaseconelentornodeCatherineMartin;déjemeiracasadelasdemás.

Lo único que nos queda es averiguar cómo las secuestra. Cómo las

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descubre, cómo las elige.Tengo tanta capacidadcomocualquierotrode susinvestigadores; para ciertas cosas, sirvo inclusomás.Todas las víctimas sonmujeres, y no hay ninguna mujer trabajando en este caso. Yo entro en lahabitacióndeunamujeryveoeltripledecosasmásqueunhombre,yustedlosabe.Déjemeir.

—¿Estádispuestaaaceptarquelaobliguenarepetir?

—Sí.

—Le va a costar seis meses de retraso, seguramente. Ella no contestó.Crawford golpeó la hierba con la punta del zapato.Alzó la vista y lamiró,advirtiendo la amplia inmensidad, como la de una pradera, que tenía sumirada.LamuchachateníafortalezacomoBella.

—¿Porcuálempezaría?—lepreguntóCrawford.

—Porlaprimera.FredricaBimmel,deBelvedere,Ohio.

—¿NoporKimberlyEmberg,laqueustedvio?

—Élnoempezóconella.—¿MencionaraLecter?No.Yaveríalapantalla.

—Emberg sería la opción emocional, ¿no es cierto, Starling?Los gastosdelviajeleseránreembolsados.¿Tienedinero?Losbancosnoabriríanhastadentrodeunahora.

—MequedaalgoenlacuentadelaVisa.

Crawfordmetió lasmanos en los bolsillos.Le dio trescientos dólares enmetálicoyunchequealportador.

—Vaya usted, Starling. Pero sólo a la primera. Envíe un informe a lacentralita.Yllámeme.

Ella levantó la mano a modo de despedida. No le tocó ni la cara ni lamano,noparecíahaberlugarparaelcontactofísico,ydándosemediavueltaechóacorrerhaciaelPinto.

Cuando ella ya arrancaba, Crawford se dio unas pocas palmadas en losbolsillos.Lehabíadadohastaelúltimocentavoqueteníaensupoder.

—Lapequeñanecesitaunpardezapatosnuevos—dijoenvozalta—.Mipequeñayanonecesitazapatos.

Estaba llorando a lágrima viva en medio de la acera, todo un jefe deseccióndelFBI,quéabsurdo.

Jeff, desde el coche,vioque lebrillaban lasmejillas, y semetiómarchaatrás en un callejón para que Crawford no le viera. Jeff salió del coche.Encendióuncigarrilloysepusoafumarconfuria.SuregaloparaCrawford

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consistiríaenentretenersehastaqueeljefehubieseenjugadolaslágrimas,sehubiese puesto de malhumor y tuviese motivos sobrados para meterle unabronca.

Capítulo49

En lamañana del cuarto día, el señor Gumb lo tenía todo a punto paracosecharlapiel.

Regresóacasaconlasúltimascomprasqueprecisabaytuvoquehacerunesfuerzoparanobajarcorriendolaescaleradelsótano.Unavezenelestudio,desempaquetólascompras:biesparalascosturas,unospedazosdeLycraparadebajodelasaberturasyuntarrodesalmarina.

Nohabíaolvidadonada.

En el taller, dispuso los cuchillos sobre una toalla limpia junto a losapaisados lavaderos. Los cuchillos eran cuatro: uno de filo hundido paradesollar;unprecisoestiletedepuntacurva,queseguíaperfectamentelacurvadel dedo índice en los sectores estrechos; un bisturí, para los trabajos másdelicados,yunabayonetadelaPrimeraGuerraMundial.Elborderomodelabayoneta proporciona el instrumento más útil para descarnar un pellejo sindesgarrarlo.

Además,contabaconunasierradeautopsiaStryckerqueapenasusabaylamentabahabercomprado.

Acontinuación,engrasólacabezadeunsoportedepeluca,amontonósalgruesasobrelagrasaycolocóelsoportesobreunabandejadehornoprovistaderejillapararecogerlagrasa.Enunalardedebuenhumor,retorciólanarizde celuloide de soporte, depositó un beso en la punta de los dedos y se loenviósoplando.

Cuántolecostabacomportarseconseriedad…Teníaganasdevolar,bailarporlahabitación,comoDannyKaye.Seechóareíryconunsoplidoalejóaunapolillaquerevoloteabacercadesucara.

Erahoradeponerenmarchalasbombasdelosacuarios, llenoshastalosbordesdesolución.¿Quéeraeso?¿Unahermosacrisálidasemienterradaenelhumusdelajaula?Escarbóconeldedo.Sí,efectivamente,unacrisálida.

Ahora,lapistola.Elproblemademataraéstahabíapreocupadovariosdíasal señor Gumb. Ahorcarla quedaba descartado porque no quería que lospectorales se moteasen y, además, no podía arriesgarse a que el nudo ledesgarraselapieldedetrásdelasorejas.

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ElseñorGumbhabíaaprendidodetodossusanterioresesfuerzos,avecesacosta de grandes sufrimientos. Y estaba decidido a evitar algunas de laspesadillasporlasquehabíatenidoquepasar.Unúnicoprincipiofundamental;pormuydébilesdehambreodesmayadasdemiedoqueestén,cuandovenelaparato,siemprepelean.

Tiempo atrás, en el pasado, había perseguido a algunas jóvenes por elsótano,delquehabíaapagadolasluces,usandoélluzygafasinfrarrojas,yeramaravillosoverlascorreratientasotratardeacurrucarseenlosrincones.Legustabaperseguirlasconlapistola.Leencantabaemplear lapistola.Siempresedesorientaban,perdíanelequilibrio,tropezabanconlosmuebles.Él,conlasgafas,podíapasarhorasenlamásabsolutaoscuridadobienesperaraquesequitaranlasmanosdelacaraparaentoncesdispararlesalafrente.Oantesalaspiernas,debajodelarodilla,paraquepudieranseguirarrastrándose.

Pero todoaquelloera,ademásdepueril,unapérdidade tiempo.Despuésquedabaninserviblesyhacíatiempoquehabíaabandonadotalesprácticas.

Ensuactualproyecto,alastresprimerasleshabíapropuestosubiralpisodearribaatomarunaducha,antesdelanzarlasescalerasabajoconundogalenelcuello,sinmayoresproblemas.Perolacuartahabíasidoundesastre.Habíatenidoqueemplearlapistolaenelcuartodebañoyhabíatardadomásdeunahoraenlimpiarlo.Yrecordóalamuchacha,mojada,todaenpieldegallina,yenloquetemblabacuandoamartillólapistola.Leencantabaamartillarla,clicclic,luegounadetonaciónyseacabóelalboroto.

Leagradabasupistola,yconrazón,pueseraunarmaexcelente,unColtPython de acero inoxidable, con un tambor de seis pulgadas. Todos losmecanismosdelmodeloPythonsonajustadosporeldepartamentopostventadelacasaColtyéstadabagustotocarla.Laamartillóylasacudió,alcanzandoelpercutorconelpulgar.Luegolacargóyladepositóenlarepisadeltaller.

ElseñorGumbteníagrandesdeseosdeproponerleaéstaqueselavaselacabeza, porque quería verla desenredándose el cabello. Viendo cómo sepeinaba,podríaaprendermuchoparasupropioacicalamiento.

Peroéstaeraalta,yseguramenteteníafuerza.Éstaerademasiadoespecialpara correr el riesgo de tener que echarlo todo a perder por culpa de variasheridasdebala.

No,sacaríaelpolipastodelcuartodebaño,leofreceríaunbañoycuandoella sehubiese sentadoen labarradel trapecio, la subiríahasta lamitaddelpozo y entonces le dispararía varios tiros en la base de la espina dorsal. Ycuandoquedaseinconsciente,podríahacerlodemásconcloroformo.

Esoes.Ahorasubiríaasudormitorioparaquitarse laropa.DespertaríaaPreciosa,contemplaríaelvídeoconellayluegosepondríaatrabajar,desnudo

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enelcaldeadosótano,desnudocomoeldíaquenació.

Se sentía casi marcado de emoción al subir la escalera. A toda prisa sedesnudóysepusoelbatín.Introdujolacintaenelvídeo.

—Preciosa, ven aquí, Preciosa. Hoy es día de trajín, mucho trajín. Venaquí,cariñito.

Tendría que encerrar a la perrita aquí arriba, en el dormitorio, mientrasllevabaacabolaetaparuidosaenelsótano.

Preciosa, que detestaba el alboroto, se trastornaba. Para que no seaburriera,alsalir lehabíacompradounacajaenteradehuesosdegomaparamasticar.

—Preciosa.—Al ver que no acudía, bajó al recibidor—: ¡Preciosa!—yluegoalacocina—:¡Preciosa!—yalsótano—:¡Preciosa!

Cuando la llamó desde la puerta del cuarto donde estaba la mazmorra,obtuvorespuesta:

—¡Estáaquíabajo,cabrón!—contestóCatherineMartin.

ElseñorGumbexperimentótantomiedoporPreciosaquesintiónáuseas.Luegosufrióunaccesodecólera,ydespuésdeaporrearse lassienesconlospuños, apoyó la frente en el marco de la puerta y trató de dominarse. Unsonido,entrearcadaylamento,leescapódelagarganta,ylaperritarespondióconungemido.

Sedirigióal talleryagarró lapistola.Elcordeldelcubosanitarioestabaroto.Todavíano estaba segurode cómo lohabía conseguido.Laúltimavezque vio la cuerda rota, supuso que la había roto ellamisma en un absurdointento de trepar por el pozo.Muchas lo habían intentado: habían cometidotodaslastonteríasimaginables.

Seinclinóporlaabertura,procurandocontrolarlavoz.

—Preciosa,¿estásbien?Contéstame.

Catherinepropinóunpellizcoalrollizotraserodelaperra,quegimióylepagóconunmordiscoenelbrazo.

—¿Quéeseso?—exclamóCatherine.

AlseñorGumbleresultabadelomásantinaturalhablardeesemodoconCatherine,perohizounesfuerzoporsuperarsurepugnancia.

—Voyabajarunacesta.Lameteráusteddentro.

—Un teléfonoes loquevaabajar,porquesino, le rompoelcuello.Noquiero hacerle daño ni a usted ni a la perra. Lo único que quiero es un

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teléfono.

ElseñorGumbempuñólapistola.Catherinevioelcañónsobresaliendodelaluz.Yseagachó,manteniendoelcanicheencimadeellayagitándolofrentealapistola.Entoncesleoyóamartillarelarma.

—¡Comodispares,cabrón,malditohijodeputa,másvalequemematesdeunbalazo,porquetejuroquesino,lerompoelcuello!¡TelojuroporDios!

Y se puso la perra bajo el brazo, le agarró el hocico con la mano y lelevantólacabeza.

—¡Apártate,hijodeputa!

Laperritagimió.Lapistoladesapareció.Conlamanoquelequedabalibre,Catherineseretiróelpelodelafrente.Lateníaempapada.

—Nohequeridoinsultarle—dijo—.Sóloquierounteléfono,unteléfonoquefuncione.Ustedpuedemarcharse,nomeimportaloquehaga,jamáslehevistolacara.CuidarébiendePreciosa.

—No.

—No le faltará de nada. Piense un poco en ella y no sólo en usted. Sidispara contramí, ocurra lo que ocurra, ella se quedará sorda. Todo lo quequieroesunteléfonoquefuncione.Traigaunhilolargo,paraquepuedausarlodesdeaquí;cojacincooseisteléfonos,empálmelos,ahoralosvendenconlasconexionespreparadas,ybájemeloaquí.Leenviaréalaperraporavióndondeustedquiera.Mifamiliatieneperros.Amimadreleencantanlosperros.Ustedpuedehuirsiquiere;nomeimportaloquehaga.

—Nolevoyadarmásagua,niunagotamás.

—Puesellasemorirádesed,porqueyonopiensodarleniunagotadelabotella.Sientodecírselo,perocreoquetieneunapatarota.—Estoúltimoeramentira; la perrita había caído, junto con el cubo y la carnaza, encima deCatherineyeraésta laque teníaunamejillaarañadaporculpadel frenéticoagitarde laspatasde laperra.Nopodíadejarlaenelsueloporqueél,desdearriba, se daría cuenta de que no cojeaba—.Le duelemucho.Tiene la patatorcida y está intentando lamérsela. Me resulta insoportable verla sufrir—mintióCatherine—.Tengoquellevarlaaunveterinario.

ElalaridoderabiayangustiadelseñorGumbhizolloraralaperrita.

—Queleduelemucho,dice—replicóelseñorGumb—.Ustednosabeloqueeseldolor.Comolehagadaño,learrojaréuncubodeaguahirviendo.

Cuandoleoyósubircondesganaypesadezlaescalera,CatherineMartinsesentósinpoderdominarlasviolentassacudidasdesusbrazosypiernas.Nopodía sostener a la perra, no pudo contener la orina, no tenía fuerzas para

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nada.

Y cuando la perrita se le encaramó a la falda, la abrazó, llena deagradecimientoporsucalor.

Capítulo50

Porelaguaespesaymarrónviajabanplumas,plumasrizadasprocedentesdelasjaulas,transportadasporalientosdeairequeestremecíanlapieldelrío.

LascasasdelacalleFell,lacalledeFredricaBimmel,seanunciabancomo«a orillas del río» en los carteles curtidos por la intemperie de las agenciasinmobiliarias,porquesuspatiostraserosterminabanenunlodazal,unacharcadel ríoLickingasupasoporBelvedere,Ohio,ciudadde112.000habitantesdelCinturóndeHerrumbre,situadaalestedeColumbus.

Eraunbarrioabandonadodecasasgrandesyviejas.Algunashabíansidoadquiridasabajoprecioporparejasjóvenesyrepintadasconvariascapasdeesmalte,haciendoquelasdemásseviesenmáscochambrosas.LacasadelosBimmelnohabíasidorestaurada.

Clarice Starling permaneció unmomento en el patio trasero de Fredricacontemplandolasplumasenelagua,conlasmanoshundidasenlosbolsillosdelagabardina.Quedabanrestosdenievesuciaentrelosjuncos,quebrillabanazulesbajoelcieloazuldeesesoleadoytibiodíadeinvierno.

A sus espaldas, Starling oía al padre de Fredrica dando martillazos enaquella población de jaulas de palomos, aquella Orvieto de jaulas queempezaban al borde del agua y se alzaban casi hasta lamisma altura de lacasa.

TodavíanohabíavistoalseñorBimmel.Losvecinoslehabíandichoqueloencontraríaallí.Selodijeronconrostroinexpresivo.

Starling notaba cambios dentro de sí. A partir de aquel momento de lanocheenquehabíatenidolacertezadequedebíasalirdelaacademiaparadarcaza a Buffalo Bill, un sinfín de ruidos ajenos habían cesado. Sentía en elcentrodesumenteunsilencionuevoypuro,yunagrancalma.

Encambio,enotropuntodesuser,enlabocadelestómago,notabaunosfogonazos que le decían que se estaba saltando las clases porque sí y queademáseratonta.

Las insignificantesmolestias de lamañanano la habíanmolestado; ni elhedor a vestuario del avión que la conducía a Columbus, ni la confusión e

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ineptitudde laoficinadealquilerdevehículos.Había tenidoque increparalempleadoquehabíadealquilarleelcocheparaquesedieseprisa,peroellonolehabíaproducidolamenoralteración.

Starling había pagado un elevado precio por el tiempo libre de quedisfrutaba y estaba dispuesta a emplearlo a fondo para sacarle el máximorendimiento. Sabía que su tiempo podía terminar en cualquier momento siCrawford era relevado de la dirección del caso y a ella la privaban de suscredenciales.

Apesardelaurgenciadelasituación,sedijoquedetenerseapensarenelporqué, demorarse en la idea de que hoy era el último día de Catherine,equivaldría a desperdiciar su tiempo miserablemente. Pensar en ella entérminosdetiemporeal,enqueestabaapuntodeserprocesadadeigualmodoque Kimberly Emberg y Fredrica Bimmel, paralizaría cualquier otropensamiento.

La brisa quedó en suspenso, el agua inmóvil como la muerte. A pocadistanciadelospiesdeStarling,unaplumarizadagirabasobresímismaenlatensasuperficiedelacharca.Resiste,Catherine.

Starlingsemordióellabioinferior.Siéldecidíamatarlaatiros,suúnicodeseoesquefueseuncompetentetirador.

Enséñanosapreocuparnosyanopreocuparnos.

Enséñanosaestarsosegados.

Se dirigió hacia las inclinadas paredes de jaulas y por un pasillo detablones colocados sobre el barro que las separaban enfiló hacia el lugar dedondeveníanlosmartillazos.Loscentenaresdepalomosqueallíhabíaerandetodoslostamañosycolores;loshabíagrandesyconesaspatasquellamandepanadero,yhabía tambiénpalomasbuchonas,deesternónpronunciado.Consusojillosbrillantesysacudiendolacabezaalcaminar,lasavesdesplegabanlasalasalsolyemitíantiernosarrullos.

ElpadredeFredrica,GustavBimmel,eraunindividuoalto,flacoyanchode caderas, dueño de ojos de un azul acuoso enrojecidos al borde de lospárpados.Llevabaungorrodepuntohundidohasta lascejas.Estabaante lapuerta de su taller, construyendo otra jaulamás sobre un par de caballetes.Starling percibió olor a vodka en su aliento, cuando él, achinando los ojos,examinósuscredenciales.

—No tengo nada nuevo que decirle—le dijo—.Anteanoche volvió poraquí la policía. Querían repasar mi declaración. Me la leyeron. «¿Todocorrecto?¿Todocorrecto?»,mepreguntaron.«Pues,coño,claroquesí—lesdije—;sino,yanoselohubieradicho».

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—Estoyintentandoformarmeunaideadedónde…,averiguardóndepudohaber visto el secuestrador a Fredrica, señor Bimmel.Hacerme una idea dedóndeladescubrióydecidiósecuestrarla.

—Aquel día fue aColumbus en autobús para acudir a una entrevista detrabajo;habíaunatiendaqueofrecíaempleo.Lapolicíadicequeestuvoenlaentrevista,peroyanovolvióacasa.Nosabemosaquéotrossitiospudoir.ElFBI se llevó los comprobantes de su tarjeta Master Charge, pero noencontraronningunodeaqueldía.Todoesoyalosabe,¿noesverdad?

—Lodelatarjetadecrédito,sí.SeñorBimmel,¿conservatodavíalascosasdeFredrica?¿Estánaquí?

—Suhabitaciónesladelúltimopisodelacasa.

—¿Medejaríaverla?Bimmeltardóunmomentoendecidirdóndedejabaelmartillo.

—Deacuerdo—contestó—.Venga.

Capítulo51

La oficina de Jack Crawford en la sede central del FBI enWashingtonestabapintadadeungrisopresivo,peroteníaunosgrandesventanales.

Crawford estabadepie ante ellos, examinando a la luzunaborrosa listacopiadaporunamalditaimpresoraquenosécuántasveceshabíadichoquenoservíamásqueparaquelaecharanalabasura.

Llegaba de la funeraria y se había puesto a trabajar, apremiando a losnoruegos a que enviasen cuanto antes las radiografías dentales del marinodesaparecido que respondía al nombre deKlaus, acosando al personal de ladelegación de San Diego para que inspeccionase a todos los conocidos deRaspailenelconservatorio,dondehabíadadouncurso,yespabilandoalosdeAduanas, que teóricamente habían de comprobar cualquier violación de lasnormasdeimportaciónrelacionadasconenvíosdeinsectosvivos.

Al cabo de cinco minutos de la llegada de Crawford, John Golgy,subdirector del FBI y jefe de la recién creada fuerza de serviciointerdepartamental,asomólacabezaporlapuertaparadecir:

—Jack,quieroque sepas lomuchoque sentimos loocurridoy lomuchoqueteagradecemosquehayasvenidohoy.¿Cuándoeselentierro?

—Elentierromañanaporlatarde.Elfuneral,elsábadoalasonce.

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Golbyhizoungestodeasentimientoconlacabeza.

—HemosreunidounacolectaparaUNICEF,Jack.¿QuieresquepongamosPhyllisoBella?Haremosloquetúdigas.

—Bella,John.PongamosBella.

—¿Puedohaceralgoporti,Jack?

Crawforddijoquenoconungesto.

—Estoytrabajando.Voyaseguirtrabajando.

—Deacuerdo—contestóGolby.Aguardóundecenteintervaloyañadió—:Chiltonhasolicitadoprotecciónfederal.

—Magnífico.Oye,John,¿hayalguiendeBaltimoreinterrogandoaEverettYow,elabogadodeRaspail?¿Recuerdasquetelomencioné?EsposiblequesepaalgunacosasobrelosamigosdeRaspail.

—Sí, he dado orden esta misma mañana. Acabo de enviarle el guion aBurroughs. El director ha puesto a Lecter en la lista de fugitivos másbuscados.

Jack,sinecesitasalgo…

Golbyalzólascejasylamanoydesapareció.Sinecesitasalgo.Crawfordvolvió a situarse frente a los ventanales. La oficina gozaba de una vistaespléndida. Ahí estaba el hermoso edificio de la antigua sede de Correos,dondehabíarealizadopartedesucarrera.Yalaizquierda,laantiguasededelFBI.Cuandosegraduó,habíadesfiladoporeldespachodeJ.EdgarHoovercon todos sus compañeros. Hoover estaba en una pequeña tarima y les ibaestrechandolamanounoporuno.FuelaúnicavezensuvidaqueCrawfordvioalgranhombre.AldíasiguientesecasabaconBella.

SehabíanconocidoenLivorno, Italia.Él estabaenel ejército, ella enelpersonal de la NATO y entonces se llamaba Phyllis. Una tarde, paseandojuntos por losmuelles, un pescador la piropeó: «¡Bella!».La palabra quedósuspendidasobrelasaguasquietasdelpuertoyapartirdeaquelmomentoparaélsiemprefueBella.

SóloeraPhylliscuandodiscutían.

Bellahamuerto.Esotendríaquealterarlavistaquesedivisadesdeestosventanales.Noesjustoquelavistapermanezcaigualqueantes.¿Porquécoñotenía que morirse, Jesús santo? Amor mío. Sabía que era inevitable, peroduele.

¿Quéesloquedicensobreelretiroforzosoaloscincuentaycincoaños?Tú te enamorasdelFBI, pero elFBIno se enamorade ti.Cuántasveces lo

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habíavisto.

Gracias a Dios, Bella le había salvado de esa trampa. Esperó que ellaestuviese en algún sitio, por fin sin sufrir. Esperó que ella supiese lo queguardabaéldentrodesucorazón.

Elzumbadordelteléfonointernoestabasonando.

—SeñorCrawford,untaldoctorDanielsonde…

—Póngame.—Oprimióunbotón—.JackCrawford,doctorDanielson.

—¿Estalíneatelefónicaessegura,señorCrawford?

—Sí.Almenosenesteextremo,sí.

—Noestáustedgrabandolaconversación,¿verdad?

—No,doctorDanielson.Dígameloquetengaquedecirme.

—QuierodejarmuyclaroqueloquevoyadecirlenotienerelaciónalgunaconnadiequehayasidojamáspacientedeJohnsHopkins.

—Entendido.

—Sideellosurgealgodeutilidad,quieroquedejeustedbienclaroantelaopiniónpúblicaquenose tratadeun transexualyque jamásha tenidonadaqueverconestainstitución.

—De acuerdo. Se lo garantizo. Con toda seguridad.—Anda, suelta ya,pedantedeloscojones.Crawfordhubieseprometidocualquiercosa.

—DerribóaldoctorPurvisaempellones.

—¿Quién,doctorDanielson?

—Solicitóseradmitidoenelprogramahacetresaños,bajoelnombredeJohnGrant,deHarrisburg,Pennsylvania.

—¿Descripción?

—Varón,derazablanca,tipocaucasiano,entoncesteníatreintayunaños.Metro ochenta y cinco de estatura, ochenta y ocho kilos de peso. Vino ahacerselaspruebasyobtuvounbuenresultadoenlaescaladeinteligenciadeWechsler(normaltirandoasuperior),peroencambiolaspruebaspsicológicasylasentrevistasfueronotracosa.LociertoesqueeneltestdePersona-Casa-ÁrbolyenelTATdiounosresultadoscalcadosalahojaqueustedmedio.Mehizo creer que el autor de esa pequeña teoría era Alan Bloom cuando enrealidaderaHannibalLecter,¿verdad?

—ContinúeconGrant,doctor.

—La comisión hubiese desestimado su solicitud de todos modos, pero

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cuandonosreunimosparadiscutirelcaso, lacuestiónquedózanjadaporquenosllegaroninformesnegativos.

—Explíqueseunpocomás.

—Tenemos la costumbre, como medida rutinaria, de comprobar losantecedentes penales de todos los solicitantes en su ciudad de origen. LapolicíadeHarrisburgteníaenestecasodosdenunciaspendientesporasaltoadoshomosexuales.Lavíctimadelsegundoestuvoapuntodemorir.Noshabíadado una dirección que resultó ser la de una pensión en la que a vecespernoctaba. La policía obtuvo allí sus huellas digitales y un recibo del gaspagado con tarjeta de crédito en el que figuraba el número del permiso deconducir.Mediante eso descubrimos que no se llamaba John Grant; era unnombre falso. Al cabo de aproximadamente una semana, aguardó a quesaliesenlosmédicosdelhospitalypordespechointerpelóaldoctorPurvisyloderribódeunempujón.

—¿Cómosellamaba,doctorDanielson?

—Serámejorqueselodeletree.J-A-M-EG-U-M-B.

Capítulo52

ElhogardeFredricaBimmelerauncaseróndetrespisos,altoymacilento,de fachada recubiertadeplanchasalquitranadasmanchadasdeherrumbreenloslugaresenquegoteabanloscanalonesdeltejado.Unosarcesvoluntariososquecrecíanjuntoalacasahabíanresistidobastantebienlosfríosdelinvierno.Lasventanasdelacaranorteestabanprotegidasconplásticos.

Enunapequeñasalita,muycaldeadaporobradeunaestufaeléctrica,unamujerdemediaedad,sentadaenlaalfombra,jugabaconunbebé.

—Miesposa—dijoBimmel al cruzarpor lahabitación—.Acabamosdecasarnos,enNavidad.

—Hola—dijoStarling.

Lamujercontestóalsaludoesbozandounadifusasonrisa.Enelrecibidorhacíafríoyportodaspartesseveíancajasdecartónapiladashastalaalturadelacintura,cajasquellenabanlashabitaciones,queformabancorredores,cajascon pantallas de lámparas y tapas de tarros de conservas, cestas demimbreparallevarlameriendaalcampo,ejemplaresatrasadosdelReader’sDigestydelNationalGeographic, viejas raquetas de tenis demadera, ropa de cama,una caja llena de dianas de dardos, fundas de Leacril para los asientos delcoche, de un estampado a cuadros muy de los años cincuenta, que olían a

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meadasderatones.

—Nostrasladamosdentrodepoco—explicóelseñorBimmel.

Loquehabíacercade lasventanasestabadescoloridoporefectodelsol,las cajas amontonadas durante años se abombaban a causa de la edad y lasalfombras, dispuestas todas ellas al azar, mostraban zonas rápidas querevelabanelcaminoempleadoparaentrarysalirdelashabitaciones.

ElsolmoteabalabarandillamientrasStarlingsubíalaescaleradetrásdelpadre de Fredrica, cuya ropa, en aquel ambiente frío, olía a usada. Vio luzfiltrándose por el combado techo que cubría el último descansillo de laescalera. Las cajas de cartón allí amontonadas estaban protegidas por unplástico.

LahabitacióndeFredricaerauncuartopequeñoyabuhardilladodeltercerpiso.

—¿Menecesitaparaalgomás?

—Ahorano;cuandoterminemegustaríahablarconusted,señorBimmel.¿YlamadredeFredrica?

Elexpedientedecía«fallecida»,peronoespecificabacuándo.

—¿Quéquieredecirconeso?MuriócuandoFredricateníadoceaños.

—Ya.

—No se habrá figurado que ésa de abajo era la madre de Fredrica,¿verdad?¿NolehedichoquenoshemoscasadoenNavidad?Nomedigaquenomehaoído.Anteslapolicíaempleabaagentemásespabilada.

ÉsanohaconocidoaFredrica.

—SeñorBimmel,¿lahabitaciónestátalycomoFredricaladejó?

Elmalhumordelaexpresióndeaquelhombredesapareció.

—Sí—contestóconunmurmullo—.Nohemos tocadonada.Al finyalcabo, nadie podía usar su ropa. Encienda la estufa, si tiene frío, pero no seolvidededesenchufarlacuandobaje.

No quería ver la habitación y dejó a Starling en el rellano. Starlingpermaneció unos momentos con la mano apoyada en el frío pomo de lozablanca.Necesitabaponerordenen sumente antesdedejarse invadirpor lasimpresionesdeFredrica.

Veamos,elpuntodepartidaesqueBuffaloBillliquidóenprimerlugaraFredrica,pusoplomosensucadáverylaescondióconcuidado,arrojándolaaunríomuyalejadodelaciudad.Laescondiómejorquealasdemás—erael

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único cadáver que llevaba pesos— porque quería que las otras fuesendescubiertasantes.Queríadejarbienestablecidalateoríadequelasvíctimaseranseleccionadasalazarenciudadesdispersasenunamplioradiodeacción,antes de que Fredrica, de Belvedere, fuese descubierta. Era fundamentaldesviarlaatencióndeBelvedere.Porqueviveaquí,otalvezenColumbus.

EmpezóporFredricaporquecodiciabasupiel.Noempezamosacodiciarcosasimaginarias.Lacodiciaesunpecadomuyliteral;empezamosacodiciarelementos tangibles, empezamos a codiciar lo que vemos todos los días. ÉlveíaaFredricaenel transcursodesuvidacotidiana.Laveíadurantelavidacotidianadeestamuchacha.

¿CuáleralavidacotidianadeFredrica?Manosalaobra…

Starlingabriólapuerta.Lasilenciosayfríahabitaciónolíaaenmohecido.Enlapared,uncalendariodelañoanteriorsehabíaquedadoinmovilizadoenabril.Fredricallevabamuertadiezmeses.

En un rincón, en el suelo, había un plato con comida para gatos,endurecida,negra.

Starling, veterana en las tareas de decorar con tejidos de rebajas,permanecióenelcentrodelcuartoymiróenderredor.Fredricahabíalogradounmagníficoresultadoconlospocosrecursosdequedisponía.Habíacortinasdecretonafloreada.Ajuzgarporlosribetesdelosbordes,habíaaprovechadolasfundasdealgúntresilloparaconfeccionarlas.

Habíaun tablóndeanunciosconunacintaclavadadeunalfiler; lacintallevaba, en letras doradas, una inscripción que decía: BANDABHS. En lapared había un cartel de la cantante Madonna y otro de Deborah Harry yBlondie. En un estante situado sobre la mesa, Starling divisó un rollo delluminosopapelautoadhesivoqueFredricahabíaempleadoparaempapelarlasparedes de su habitación. El resultado de esa tarea no era muy perfecto,aunquemejor,pensóStarling,queelqueellahabíaconseguidolaprimeravezqueempapeló.

Enunhogarnormal,elcuartodeFredricahubierasidoalegre.Enesacasadesoladaeraestridente;resonabaconunecodedesesperación.

NohabíafotografíasdeFredricaensucuarto.

Starling encontró una en el anuario escolar que había en la pequeñalibrería. Club del Buen Humor, Club Ecológico, LasModistillas, Banda deMúsica, Club de los Cuatrocientos; a lo mejor los palomos le servían deproyectoparaingresarenesteúltimo.

Elanuarioconteníaalgunasdedicatorias:«Aunagranamiga»,«Paraunachicaestupenda»,«Amicompañeradequímica»y«Enrecuerdodelosbollos

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quevendimosenlasferias».

¿TraeríaFredricaaquíasusamigas?¿Teníaunaamigalosuficientementequerida comoparahacerle subir esa escalera por cuyo techo se filtraban lasgoteras?Juntoalapuertahabíaunparaguas.

MiraesafotodeFredrica;estáenlaprimerafila,conloscomponentesdelabandademúsica.Fredricaesanchadecaderasygorda,perosuuniformecaemejorquelosdelasdemás.Esaltaytieneuncutisprecioso.

Susirregularesfaccionessecombinanformandounrostroagradable,peronoesloquesediceunachicaguapa.

KimberlyEmbergtampocoeraatractiva,almenossegúnlasneciasnormasqueimperanenlosinstitutos,comotampocoloeranunpardelasotras.

CatherineMartin,encambio, resultaríaatractivaparacualquiera;eraunachicaaltayguapaquetendríaquelucharcontralagrasacuandocumplieselostreintaaños.

Recuerdaquenocontemplaalasmujerescomocualquierotrohombre.Elatractivoconvencionalnocuenta.

Simplementetienenquesergrandesytenerlapielbonita.

Starlingsepreguntósialpensaren lasmujeres lasconsideraba«pieles»,igualquealgunoscretinosquesuelenllamarlas«coños».

De pronto cayó en la cuenta de que su mano reseguía la lista de lascalificacionesqueaparecíabajolafotografíadelanuario,ytuvoconcienciadesupropiocuerpo,todoentero,delespacioqueocupaba,desutipo,desucara,delefectoqueambosconseguían,desuspechos,queestabanencimadellibro,de su vientre duro y liso, sobre el cual se apoyaba el volumen, y de suspiernas.¿Quéporcióndesuexperienciapodríaaplicaraquí?

Starling se vio en el espejo de cuerpo entero que había en la pared delfondo y se alegró de ser distinta de Fredrica. Pero sabía que la diferenciarespondíaaunprejuiciodesurazonamiento.

¿Quéeraloqueleimpedíaver?

¿Quéaspectoquería tenerFredrica?¿Quéanhelaba?¿Dónde lobuscaba?¿Quéhacíaparamejorarsuapariencia?

Encontró un par de planes de dietas alimentarías, la dieta del zumo defrutasyelrégimendelarroz,juntoconunadietadechoquesegúnlacualnosepodíacomerybeberenlamismacomida.

Gruposdeadelgazamientoorganizados…¿AcasoBuffaloBilllosvigilabaparaencontrarmuchachascorpulentas?Quédifícildeverificar.Starlingsabía

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por el expediente que dos de las víctimas habían pertenecido a grupos deadelgazamientoyquesehabíaninvestigadolaslistasdeinscritos.AunagentedeladelegacióndeKansasCity,portradición«laoficinadelosgordos»delFBI, y a algunos policías con problemas de exceso de peso se les habíaencomendadolamisióndeinvestigarenSinderellayelCentroDietético,asícomoinscribirseenlosWeightWatchersyotrasagrupacionesdeestetipoenlasciudadesdelasvíctimas.NosabíasiCatherineMartinpertenecíaaunodeesosgrupos.ParaFredricaBimmel,elcostedelainscripciónhubierasupuestounproblemaeconómico.

Fredrica poseía varios números de Grandes y Hermosas, revistaespecialmente dedicada a la mujer de gran tamaño. Uno de los artículosaconsejaba «desplazarte a Nueva York, ciudad en la que podrás conocer aextranjerosllegadosdevariospaísesdelmundoenlosquetutallayestaturaseconsideran valiosísimas ventajas». Estupendo. Como alternativa, «podríasviajar a Italia o Alemania, donde a partir del primer día de estancia loshombres no te dejarán en paz». Seguro. A continuación ofrecemos algunosconsejossobreloquehayquehacersidelassandaliastesobresalenlosdedosde los pies. ¡Madre mía! Todo lo que Fredrica necesitaba era conocer aBuffaloBill,quelaconsideródeinmediato«unavaliosísimaventaja».

¿CómosearreglabaFredrica?Teníamaquillajeymuchosproductosparaelcutis. Bravo, muchacha, emplea a fondo esa ventaja. Starling se descubrióalentandoaFredrica,comosiaúnimportase.

En una caja de puros guardaba bisutería. Entre las baratijas había unbroche redondo chapado de oro que seguramente habría pertenecido a sudifunta madre. Había cortado los dedos de unos guantes de encaje parallevarlos,sinduda,alestilodeMadonna,peroselehabíandeshilachado.

Tambiénteníaalgodemúsica,untocadiscosDeccadelosañoscincuentaprovisto de una palanca sujeta al brazo mediante anillas de goma comocontrapeso.Discosdeoferta.Temas románticos interpretadosporZarrifir, elmaestrodelaflauta.

Cuandotiródelcordónqueencendíalaluzdelcuartitoquehacíalasvecesde armario, a Starling le sorprendió el vestuario de Fredrica. Poseía ropabonita,noenexcesoperosobradaparairaclaseysuficienteparatrabajarenunaoficinaseriaoinclusoenunatiendaelegante.Unarápidaojeadaalinteriordelasprendasleexplicóelporqué.Fredricaselasconfeccionabaellamisma,ymuybien,porcierto;lascosturasestabanpulidascontrencillaylasvueltaspulcramenteterminadas.Enunestantedelfondodelarmariohabíaunmontóndepatrones.LamayoríaeradeSencilloyFavorecedor,perohabíaunpardelVoguequeparecíandifíciles.

Seguramente, para la entrevista de trabajo, se puso sumejor ropa. ¿Qué

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debióponerse?Starlingojeóelexpediente.Aquí:vistaporúltimavezconuntrajeverde.Vamos,agente,¿quédemoniosesun«trajeverde»?

ElpuntoflacodelvestuariodeFredricaera laescasezdepresupuesto—teníapocoszapatos—,yconsupesolosqueteníalosestropeabapronto.Susmocasinesestaban tandadosqueparecíanovalados.En loszapatosdesalónllevaba plantillas DevorOlor. En las zapatillas de correr, los ojetes estabandeformados.

AlomejorFredricahacíaunpocodeejercicio;habíaalgunasprendasdeplásticoparasudar.

ErandelamarcaJuno.CatherineMartintambiénteníaunoscalcetinesdeplásticodelamarcaJuno.

Starlingsaliódelropero.Retrocedióhastalacama,sesentóenlospies,ycon los brazos cruzados se quedó mirando hacia el interior del iluminadoarmario.

Juno era una conocida marca que se vendía en multitud de tiendas yestablecimientos especializados en tallas grandes, pero tenía interés porqueplanteaba el problema de la ropa. Todas las ciudades americanas dignas demerecer el nombre de tal poseen almenos una tienda especializada en ropaparapersonasobesas.

¿Acaso Buffalo Bill espiaba dichas tiendas, elegía a una clienta y laseguía?

¿Entraba talvezvestidodemujerenunestablecimientoespecializadoentallasgrandesparavigilaralaclientela?Estetipodecomercioscuentanentresusclientescontodoslostravestidosymaricasdelaciudad.

La teoríadequeBuffaloBillpodíaserun transexualsehabía tomadoencuenta, respecto a la investigación, muy recientemente, sólo desde que eldoctor Lecter expusiera esa idea a Clarice Starling. ¿Cómo resolvía elproblemadelaropa?

Todaslasvíctimasdebíanhaberadquiridolaropaentiendasespecializadaspara personas obesas. CatherineMartin podía usar una talla doce, pero lasotrasno,ylapropiaCatherinedebióadquirirsuschándalsdelamarcaJunoenunestablecimientodedicadoexclusivamenteacomercializartallasgrandes.

Catherine Martin podía llevar una doce. Era la más menuda de lasvíctimas. Fredrica, la primera, era la de mayor corpulencia. ¿CómosolucionabaBuffaloBill,alelegiraCatherine,elproblemadelareduccióndetamaño?Catherineteníacurvasfrancamenteopulentas,peronoeratangrande.¿Habría perdido peso el asesino? ¿Acaso se había inscrito en un grupo deadelgazamiento? Kimberly Emberg estaba a medio camino; era corpulenta,

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peroteníacintura.

StarlinghabíaevitadodeliberadamentepensarenKimberlyEmberg,peroenesemomentoelrecuerdolaabrumó.VolvióaverlatendidaenlamesadelafunerariadePotter.ABuffaloBilllehabíanimportadouncuernosuspiernasdepiladas,susuñaspulcramenteesmaltadas:miróelpechoplanodeKimberlyy como no le pareció suficiente, agarró la pistola y le abrió un boquete enformadeestrellademarenelpecho.

La puerta de la habitación se abrió unos centímetros. Starling notó elmovimientoensucorazónantesdesaberquéera.

Entróungato,ungatogrande,derubiopelaje,conunojodoradoyelotroazul.SesubiódeunbrincoalacamayseacurrucójuntoaStarling.BuscabaaFredrica.

Soledad.Chicascorpulentasysolitariastratandodesatisfaceraalguien.

Lapolicíahabíaeliminadodeinmediatolosclubesdecorazonessolitarios.¿AcasoBuffaloBillteníaotraformadeaprovecharsedelasoledad?Nadanoshacemásvulnerablesquelasoledad,aexcepcióndelaavaricia.

Es posible que la soledad hubiera permitido a Buffalo Bill entrar encontacto conFredrica, pero no conCatherine.Catherine no era unapersonasolitaria.

Kimberly sí era una chica solitaria.No empieces.Kimberly, obediente yfláccida, pasado ya el rigor mortis, puesta boca abajo en la mesa de lafunerariaparaqueStarlingpudiesetomarlelashuellasdactilares.Basta.

No puedo evitarlo. Kimberly, solitaria, deseosa de agradar, ¿se habríapuesto alguna vez dócilmente boca abajo para complacer a un hombre,solamenteparasentirenlaespaldaloslatidosdesucorazón?YsepreguntósiKimberlyhabríasentidoalgunavezelrocedeunbigoteentrelosomóplatos.

Mientrasmirabahaciaelinteriordeliluminadoropero,Starlingrecordóelprominente trasero de Kimberly y los trozos triangulares de piel que lefaltabanenloshombros.

Mientras miraba hacia el interior del ropero iluminado, Starling vio lostriángulosquefaltabandeloshombrosdeKimberlydibujadoscontizasobreunpatrón.Laideasealejó,volódescribiendovarioscírculosyselepresentódenuevo,acercándosetantoqueestavezpudoatraparla,cosaquehizoconunsalvaje impulso de alegría: ¡SON PINZAS! ¡LE ARRANCÓ ESOSTRIÁNGULOSCONOBJETODEHACERDOSPINZASYASÍPODERLAENSANCHAR DE CINTURA! ¡ESE MALDITO HIJO DE PUTA SABECOSER! ¡BUFFALO BILL SABE COSER DE VERDAD! ¡HA DE SERSASTRE DE OFICIO! ¡EL MUY CABRÓN NO SE CONTENTA CON

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ROPADECONFECCIÓN!

¿Qué había dicho el doctor Lecter? «Se está confeccionando un traje demujer con mujeres de verdad». ¿Qué me dijo a mí? «¿Sabe usted coser,Clarice?».Claroquesé,malditasea.

Starlingechólacabezahaciaatrásycerrólosojosuninstante.Solucionarunproblemaescazar;produceunplacerferozqueesinnatoenelhombre.

En la salita había visto un teléfono. Empezó a bajar la escalera paraemplearlo,peroyalavozchillonadelaseñoraBimmellallamaba,lallamabaparaquesepusieraalteléfono.

Capítulo53

LaseñoraBimmelpasóel teléfonoaStarlingycogióenbrazosalbebé,queestaballoriqueando.Nosaliódelasalita.

—ClariceStarling.

—JerryBurroughsalaparato.Starling…

—Qué suerte. Iba a llamarle. Oiga, Jerry, Buffalo Bill sabe coser. Lostriángulosquearrancó…Unsegundo.SeñoraBimmel,¿tendríalabondaddellevarsealniñoalacocina?Tengoquehablar…Gracias…Jerry,sabecoserdeverdad.Arrancó…

—Starling.

—LostriángulosquelearrancóaKimberlyEmbergeranparahacerunaspinzas, pinzas demodistería. ¿Sabe a lo queme refiero?Es un hombre queconoceeloficioafondo;sabeloqueeslaconfección.Mire,esprecisoquelaseccióndeIdentificaciónrepaselaslistasdecriminalesconocidosenbuscadesastres, confeccionistas de velasmarinas, loneros, pañeros, tapiceros…Queregistren el archivo de señas distintivas en busca de alguien que tenga unamuescadesastreenlosdientes…

—De acuerdo, de acuerdo, en seguida transmito el mensaje aIdentificación.Ahoraescúcheme,esposiblequetengaquecolgar.Jackmehaencargado que la avise. Tenemos un nombre y una dirección que pareceninteresantes.ElequipoderescateacabadesalirenavióndesdeAndrews.Jackleestádandoinstruccionesdesdeaquí.

—¿Adóndesedirige?

—A Calumet City, a las afueras de Chicago. El nombre de pila del

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sospechosoesJame,como«dame»peroconJ;elapellidoesGumb,aliasJohnGrant,varón,derazablanca,treintaycuatroaños,unoochentaycinco,pelocastaño,ojosazules.JackacabaderecibirunallamadadeJohnsHopkinsconesta descripción. Su teoría, Starling, de que había de ser distinto de untransexual, hizo levantar la liebre en Johns Hopkins. Por lo visto, eseindividuosolicitóserintervenidoenesecentroparacambiardesexohacetresaños. Y cuando su solicitud fue rechazada, le dio una paliza a un médico.Johns Hopkins poseía su nombre, Grant, un alias, y una dirección falsa enHarrisburg,Pennsylvania.Lapolicíateníaensupoderunrecibodelgasconelnúmerodelpermisodeconducir,yhemospartidodeesosdosdatos.Tieneunhistorialdeantología:delincuentejuvenilenCalifornia,matóasusabuelosyestuvorecluidoseisañosenelpsiquiátricodeTulare.ElEstadolopusoenlacalle hace dieciséis años, al cerrar el manicomio. Entonces desapareciódurante mucho tiempo. Es un homosexual que se dedica a perseguirmaricones.TuvounpardelíosenHarrisburg,yvolvióadesaparecer.

—HadichoChicago.¿CómosehaaveriguadoquesetratadeChicago?

—PorAduanas.ConservabaunexpedienteanombredeJohnGrant.Haceun par de años, Aduanas interceptó en el aeropuerto de Los Ángeles unamaleta procedente de Surinam llena de «ninfas» vivas —¿se dice así? —,bueno, insectosal finyalcabo,polillas.EldestinatarioeraJohnGrant,y ladirección la de una empresa de Calumet llamada —fíjese bien— «DonCuero». Confección de prendas de piel. A lo mejor, eso de que sabe coserencaja con este dato; voy a transmitir lo de que sabe coser a Chicago yCalumet.TodavíanosabemoseldomiciliodeGrant,oGumb;esenegocioquelehemencionadocerró.Peroprontoloaveriguaremos.

—¿Hayfotografías?

—Sólo lasdelcorreccionaldeSacramento.Nosirvendegrancosa; teníadoce años.De pinta recuerda aBeaverCleaver.De todosmodos, la sala deradiolasestáenviandoporfaxatodaspartes.

—¿Puedoir?

—No. Jack ya me ha advertido que lo preguntaría. Llevan dos mujerespolicías de Chicago y una enfermera para hacerse cargo de Catherine, siconsiguensalvarla.Además,nollegaríaustedatiempo,Starling.

—¿Ysioponeresistencia?Podríantardar…

—No va a haber contemplaciones. Crawford ha autorizado una entradaexplosiva. Este individuo es peligroso, Starling; no es la primera vez quecaptura rehenes. Cuando cometió el homicidio de sus abuelos, en laadolescencia,lapolicíadeSacramentoloacorraló;entoncescogióasuabuelacomo rehén—yahabíamatado al abuelo—y le aseguroque fue espantoso.

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Salióconellaantelapolicía,quehabíaenviadoaunsacerdoteaparlamentarcon él; como era un chaval, nadie se atrevió a dispararle, y allí, delante detodos, le pegóun tiro a la pobremujer en los riñones.Los esfuerzos de losmédicosporsalvarlelavidafueroninútiles.Yesolohizoalosdoceañitos.Demodo que esta vez, nada de negociaciones, nada de advertencias. Lo másseguroesqueCatherineMartinyaestémuerta,perosupongamosquelasuerteestédenuestrolado.

Supongamosqueporcualquiermotivo,porcualquierrazón,aúnnolahamatado.Sinosvevenir, la liquidarádelantedenuestrasnaricesaunquesólosea por rencor, porque con eso no pierde nada. De manera que si leencuentran,¡bum!,ylapuertaabajo.

Lasalitaestabainsoportablementecalienteyolíaapipídecrío.Burroughsseguíahablando.

—Estamos buscando ambos nombres en las listas de suscriptores derevistas entomológicas, en el gremio de cuchilleros, en las de delincuentesconocidos,entodaspartes;hastaqueestonotermine,nosevaalibrarnadie.UstedestáinvestigandoalasamistadesdeBimmel,¿noesasí?

—Asíes.

—El Departamento de justicia ha dicho que es un caso muy difícil deprobarcomonoleatrapemosconlasmanosenlamasa.HemosdecazarleconCatherine Martin o con algo identificable, algo que tenga dientes y uñas,francamente. Huelga decir que si ya ha liquidado a Martin, necesitamostestigos relacionados con las otras víctimas. Por lo tanto, podemos utilizartodoloquedescubrasobreBimmelindependientementede…Starling,lejuroque hubiese querido que esto hubiera ocurrido ayer, no sólo a causa deCatherineMartin,sinoporotrosmotivos.¿YahanempezadoaactuarcontraustedenQuántico?

—Creoquesí.Hanincluidoenelcursoaalguienqueestabaesperandounhuecoproducidoporalgúnrepetidor;almenosesoesloquemehandicho.

—SiconseguimosatraparleenChicago,ustedhacontribuidoenormementealasolucióndeestecaso.YpormuygilipollasqueseanlosdeQuántico,queloson,esohandetenerloencuenta.Espereunminuto.

Starlingoyóvociferar aBurroughs a ciertadistanciadel teléfono.Luegoregresó.

—Nada; estarán listos para atacar en Calumet dentro de cuarenta ocuarenta y cinco minutos, según lo rápido que les permita aterrizar laintensidaddelviento.LosSWATdeChicagoestánpreparadosparaactuarencasodequeseleencuentreantes.LaCompañíaHidroeléctricadeCalumetha

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proporcionado cuatro posibles direcciones. Starling, esté atenta a cualquierdetalle que pueda servir para estrechar el cerco. Si ve algo relacionado conChicagooCalumet,llámemeinmediatamente.

—Deacuerdo.

—Yahoraescuche.Unacosamásy tengoquecolgar.Si lo logramos, siconseguimosatraparleenCalumet,mañanasepresentaustedenQuánticodepuntaenblancoalasochoenpunto.JackCrawfordlaacompañaráaltribunalpara declarar en su favor, y JoeBrigham, el instructor de tiro, también.Pornosotrosquenoquede.

—Jerry,sólounacosa:FredricaBimmelposeíaunaropadedeportedelamarca Juno,queesunacasaespecializadaen la confeccióndeprendasparapersonasobesas.CatherineMartintambiénteníaunasdelamismamarca.Lodigoporsisirvedealgo.Alomejorestetíosededicabaavigilarlastiendasespecializadas en ropa para personas obesas para seleccionar a víctimas degran tamaño. Podríamos investigar en Memphis, en Akron y en los otrossitios.

—Entendido.Nosemedesanime.

Starling salió almiserable jardín de Belvedere, Ohio, alejado quinientoslargoskilómetrosdeChicago,ellugardelaacción.Notóconagradolacariciadelairefríoenlacara.Ehizoungestodealientodestinadoaanimaralequipode rescate. Al mismo tiempo notó un leve temblor en el mentón y en lasmejillas. ¿Qué demonios era eso? ¿Qué diantres hubiera hecho si hubiesedescubiertoalgo?HubierallamadoaladelegacióndeCleveland,alosSWATdeColumbusya lacomisaríadeBelvedere,porsupuesto,paraquevinierantodos.

Salvaralamuchacha,a lahijadelaaborreciblesenadoraMartin,yalasque pudieran venir después era lo único que verdaderamente contaba. Si lolograban,todoelmundoquedaríabien.

Ysinollegabanatiempo,siseencontrabanconunespectáculohorrendo,Diosmío,porfavor,quecojanaBuffa…AJameGumboaDonPellejooDonCueroocomoledélaganadellamarseaesemalditomonstruo.

Noobstante,haberllegadotancerca,teneryacasiunamanoenelgañote,darconunabuenaideaconundíaderetrasoyacabarenunlugartanlejanodelarresto,expulsadadelasclases,olíaafracasocompleto.HacíatiempoqueClaricesospechaba,llenadesentimientosdeculpabilidad,quelasuertedelosStarling llevaba como mínimo un par de siglos mostrándose adversa, quetodoslosStarlingnohabíanhechomásquedeambularconfusosyenfurecidosporentre lasnieblasdel tiempo.Quesisepudiesendescubrir los rastrosdelprimer Starling, el camino que trazaban era un círculo. Ése era el

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razonamientoclásicodelfracasadoymalditasiibaapermitirserefocilarseconél.

Si le atrapaban gracias a la teoría que ella había obtenido de labios deldoctorLecter, sinduda ello la beneficiaría ante elDepartamentode justicia.Starling tuvo que obligarse a pensar en eso un rato; sus perspectivasprofesionales, sus esperanzasde futuro, sufríanviolentas crispaciones, comounmiembroamputado.

De todas formas, ocurriese lo que ocurriese, haber tenido el destello devisualizar lo del patrón de sastrería le había producido una de las mayoressatisfaccionesdesuvida.Esoeradignodeconservarse.Habíahalladofuerzasenel recuerdode sumadrey enelde supadre.Sehabíaganadoapulso laconfianzadeJackCrawfordyno lahabíaperdido.Esascosasserían lasqueellaguardaríaensujoyero.

Sumisión,sudeber,erapensarenFredricaBimmelycómopodíahaberlasecuestradoGumb.UnprocesocontraBuffaloBillexigiríaconocertodosesoshechos.

PiensaenFredrica,clavadaenestesitiotodasujuventud.¿Dóndebuscaríaunasalida?¿AcasosusanheloshallaronecoenlosdeBuffaloBill?¿Fueesoloquelosunióaambos?Quéespantopensarquequizáél,consuexperiencia,lacomprendióeinclusosecompadeciódeella,paradespuésservirsedeellahastaarrancarlelapiel.

Starling se acercó al borde del agua. Casi todos los sitios poseen unmomentodel día, un ángulo, una intensidadde luz enque aparecenbajo sumásbelloaspecto.Cuandounoestáclavadoenunsitiodeterminado,aprendea conocer esemomento, que se espera con ilusión. Aquella hora del día, amedia tarde, eraprobablemente elmomentomáshermosodel ríoLicking, aespaldas de la calle Fell. ¿Era ése el momento en que Fredrica Bimmel sepermitía soñar?El sol, pálido ya, arrancaba al agua el vapor suficiente paradifuminarlosinserviblesfrigoríficosycocinaseconómicasarrojadosentrelosmatorralesenlaotraorilladelacharca.Yelvientodelnoreste,quesoplabaendirección opuesta a la de la luz, combaba las finas espadañas, doblándolashaciaelsol.

Un pedazo de tubería de polictileno blanco salía del cobertizo del señorBimmelydesaguabacercadelrío.Deprontogorgoteóydeellasalióunbrevechorro de agua ensangrentada que manchó la sucia nieve. Bimmel salió alexterior.Llevabaladelanteradelospantalonesllenadesalpicadurasdesangreyenlamanotransportaba,enunabolsadeplásticotransparente,unosbultosgrisesyrosados.

—Pichones—dijo, al ver que Starling lomiraba—. ¿Ha comido alguna

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vezpichones?

—No —contestó Starling, volviendo la espalda al río—. Pero palomastorcaces,sí.

—Enlospichonesnohaymiedodeencontrarperdigones.

—Señor Bimmel, ¿conocía Fredrica a alguien de la zona de Chicago oCalumetCity?

Élsealzódehombrosysacudiólacabeza.

—¿HabíaestadoalgunavezenChicago,queustedsupiera?

—¿Quéquieredecirconesode«queustedsupiera»?¿CreeustedqueunahijamíapuedemarcharseaChicagosinqueyomeentere?NiaColumbusibasinqueyolosupiera.

—¿Conocíaaalgúnhombrequeseganaselavidacosiendo,algúnsastreotapicero?

—Ellacosíaparatodoelmundo.Cosíatanbiencomosumadre.Nocreoquecosieraparaningúnhombre.

Cosíaparavariasseñoras,paratiendas,peronoséquiénesson.

—¿Quiénerasumejoramiga,señorBimmel?¿Conquiénsalíaamatareltiempo?—Dios mío, ¿por qué habré dicho «matar»?Menos mal, no lo hapescado;sólosehapuestofurioso.

—Ellanosalíaamatareltiempo,comoesosgandulesqueabundantantohoy en día. Siempre estaba ocupada.Dios no la había hecho guapa, pero símuylaboriosa.

—¿Quiénerasumejoramiga?

—Stacy Hubka, creo, desde que eran pequeñas. La madre de FredricasiempredecíaqueStacysalíaconFredricaporquequeríateneraalguienquelehiciesedesirvienta;quéséyo.

—¿Sabedóndepodríaponermeencontactoconella?

—Stacy trabajaba en la agencia de seguros. Creo que todavía sigue allí.SegurosFranklin.

Conlacabezabajaylasmanosmetidasenlosbolsillos,Starlingcruzóeltrilladopatiohacia el coche.ElgatodeFredrica lamirabadesde laventanamásaltadelacasa.

Capítulo54

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Cuanto más al oeste se desplaza uno, más rápida es la respuesta queobtienenlascredencialesdelFBI.LatarjetadeidentificacióndeStarling,quede un funcionario de Washington no hubiera merecido más que ellevantamiento de una aburrida ceja, obtuvo la íntegra atención del jefe deStacyHubka en la agencia de seguros Franklin deBelvedere,Ohio, el cualsustituyópersonalmenteaStacyenelmostradoryantelacentralitayofrecióaStarlinglaintimidaddesuoficinaparaqueallísecelebraselaentrevista.

StacyHubkateníaunacararedondaycubiertadevello,ycontaconesaltosnomediríamásdemetrosesenta.IbapeinadaconrayaenmedioymelenalisaqueseapartabadelacaraconungestoimitadodeCherBono.ExaminabaaStarlingdepiesacabezacadavezqueéstanolamiraba.

—Stacy…¿puedotutearte?

—Desdeluego.

—Stacy,quisieraquemecontasescómopudoocurrirleaquelloaFredricaBimmel,dóndepudolocalizarlaesehombre.

—Quécosatanespantosa.Arrancarlelapiel…menudotío.¿Laviousted?Dicenqueestabahechatrizas,comosilehubiesensacadoelaireaun…

—Stacy,¿temencionóalgunavezaalguiendeChicagooCalumetCity?

CalumetCity.ElrelojdeparedquehabíaencimadeStacyHubkaatrajolaatencióndeStarling.Sielequipoderescatellegaencuarentaminutos,faltandiezparaqueaterrice.¿Tendránunadirecciónfiable?Notedistraigas.Túalotuyo.

—¿Chicago?—repitió Stacy—.No.AChicago fuimos una vez a tomarparteeneldesfiledeldíadeAccióndeGracias.

—¿Cuándo?

—Estábamosenoctavo…Pues, haráunosnueve años.Fuimos todos losdelabandademúsica,enautobús,apasareldíayvolvimosporlanoche.

—¿Quépensaste,enelmesdeabril,cuandoseprodujoladesaparicióndeFredrica?

—Quenoloentendía.

—¿Recuerdasdóndeestabascuandoteenteraste,cuandotecomunicaronlanoticia?¿Quépensasteenaquelmomento?

—Pues lanocheenquedesapareció,Skipyyofuimosalciney luegoalbardelseñorToadatomarunacopayentoncesPamylosotros,quierodecirqueentróPamMalavesiynosdijoqueFredricahabíadesaparecido,ySkipva

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ycontesta:«AFredricanolograhacerladesaparecerniHoudini».Yentoncestuvo que explicar a todo el mundo quién era Houdini; siempre hace igual,alardear de la cantidad de cosas que sabe; pero nosotros le dijimos que yaestababien.YopenséqueFredricasehabíaenfadadoconsupadre.¿Havistolacasa?¿Noesunapocilga?Yonosédóndeestará,peroloquesíséesqueseavergüenzadequehayaestadoensucasa.¿Ustednoseescaparía?

—¿Pensastequealomejorsehabíaescapadoconalguien?¿Tevinoalgúnnombrealacabeza,aunquefueseabsurdo?

—Skipdijoquea lomejorhabíaencontradoaun tíoque legustaban lasgordas.Pero,no,nuncateníaanadie.Unaveztuvounnovio,perohacetantosaños que eso ya es prehistórico. Era uno que formaba parte de la banda demúsica,endécimo.Digonovio,peroloúnicoquehacíaneracharlaryreírse,comodosamigas,yhacerlosdeberesjuntos.Eramuyafeminado,llevabaunodeesosgorritosdepescadorgriego,¿sabeloquequierodecir?Skipdecíaqueera, bueno,pues,marica.Todosnosburlábamosde ellaporque salía conunmarica.Peroélysuhermanasemataronenunaccidentedetráfico,yFredricayanotuvoanadiemás.

—¿Quépensastealverqueellanoregresaba?

—PamdecíaquealomejorsehabíametidoenlosMormonesoenalgunasecta;yo,puesno sé,pero cadavezquepensabaenaquello teníaunmiedoespantoso.LedijeaSkipquenoqueríasalirdenoche,anoserquemevinieseabuscar.Ledije:«Mira,chaval,alaquesepongaelsol,sinoescontigo,nosalgo».

—¿LeoístemencionaraalguienllamadoJameGumb?¿OJohnGrant?

—Mmmmmm…No.

—¿Creesquepodíateneralgúnamigosinquetúlosupieras?¿Huboquizátemporadasenqueosvisteismenos?

—No. Si hubiera tenido un amigo, yo lo hubiera sabido, créame.Nuncatuvoningúnamigo.

—¿Y es posible, digamos, que tuviese algún amigo y no quisieracomentarlo?

—¿Yporquéno?

—Pues,talvezparaquenososburlaseisdeella.

—¿Nosotros? ¿Burlarnos de ella? ¿Lo dice por lo que le he contado delmarica? —Stacy se sonrojó—. No, no. Nosotros no le hubiéramos hechoningúndaño.Esoselohecomentadopuesporquesí.Ellano…todoelmundofuemuy,nosécómodecir,muyamableconelladespuésquemurió.

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—¿TrabajastealgunavezconFredrica,Stacy?

—Cuando estábamos en el último curso del instituto, yo, ella, PamMalavesi y Jaronda Askew trabajamos en verano en el Centro de Ropa deOcasión.YluegoPamyyofuimosaRichard’saversinosdabanempleo;ahívenden ropabuena,ymecontrataronamí, y luegoaPam.YPam ledijo aFredrica quepor quéno iba, que necesitaban a otra dependienta, y ella fue,perolaseñoraBurdine,queeralajefadeventas,vayledice:«Mira,Fredrica,aquínecesitamosaunachicaqueseparelacionarseconlagente,unapersonaquelasclientasalverladiganquequierenparecerseaella,queseacapazdeayudarlasaelegirunaprenda,quesepadecirlessilessientabienono.Mira,sihacesrégimenyadelgazasunpoco,vienesavermeenseguida»,ledice.«Perodemomento,loúnicoquepuedoofrecerteesdartearreglosparaqueloshagasencasa;paraeso tecojoaprueba; ahoramismovoyadecírseloa la señoraLippmanqueeslaqueseencargadeeso».LaseñoraBurdine,aunquehablabaasídefina,luegoresultóserunaarpía,peroyolaverdadesquedemomentonomedicuenta.

—¿De modo que Fredrica hacía arreglos para Richard’s, la tienda demodasdondetútrabajabas?

—Aquelloledoliómucho,perosí,claro,quéremedio.LaseñoraLippmanyaeramuymayoryhacíaarreglosparatodoelmundo.Teníamástrabajodelque podía atender y Fredrica trabajaba para ella. La señora Lippman eramodista y cosía para mucha gente, vestidos y de todo. Cuando la señoraLippmanseretiró,suhijaoquienfuesenoquisocontinuarconeloficio,yselopasóaFredricaquesepusoacoserparatodoelbarrio.Nohacíamásquecoser.AvecessalíamosjuntasPam,ellayyo;íbamosacasadePamalahoradecomeraverunprogramadetelevisiónquenosgustabamuchoyFredricasetraíalacosturaysepasabatodoelratocosequetecoserás.

—¿TrabajóalgunavezFredricaenlatienda,tomandomedidas?¿Conocíaaalgúnclienteoaalgúnproveedor?

—Aveces,peromuypocas.Nolosé,porqueyotrabajabatodoslosdías.

—¿LaseñoraBurdineestabaen la tienda todos losdías?¿Podríasaberloella?

—Sí,supongoquesí.

—¿Mencionó Fredrica alguna vez que trabajaba para una empresa deconfección de Chicago o Calumet City llamadaDon Cuero, quizá forrandoprendasdecuero?

—Nolosé.TalvezlaseñoraLippmanlosupiera.

—¿VistealgunavezlamarcaDonCuero?¿LacomercializabaRichard’so

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algunatiendaqueconocieses?

—No.

—¿SabesladireccióndelaseñoraLippman?Quisierahablarconella.

—Hamuerto.AljubilarsesemarchóaFloridaymurióallí,segúnmedijoFredrica.Yonolleguéaconocerla.SkipyyofuimosalgunasvecesasucasaabuscaraFredrica,cuandoteníamucharopaparallevarseacasa.Peropodríahablarconsufamilia.Levoyaapuntarladirección.

Esto era sumamente tedioso para Starling, que sólo quería noticias deCalumet City. Los cuarenta minutos ya habían transcurrido. El equipo derescate ya habría aterrizado. Cambió de posición para no ver el reloj ycontinuóconelinterrogatorio.

—Stacy,¿dóndesecompraba la ropaFredrica?¿DóndesepudocompraresechándaldelamarcaJunodetallatangrande?

—Casitodoseloconfeccionabaellamisma.SupongoquelodeJunoselocompraría en Richard’s porque cuando se pusieron de moda los chándalsenormes para todo el mundo, para que quedasen sueltos encima de losleotardos, losvendíamosallí.Ella enRichard’s teníadescuentoporhacerleslosarreglosdetaller.

—¿Sabessicomprabaropaentiendasespecializadasentallasgrandes?

—Entrábamosen todos lossitiosaverquéhabía,acuriosear,yasabe loquequierodecir.AvecesíbamosaPersonalityPlusabuscarideasparaella,enfin,modelosfavorecedoresparamujerescorpulentas.

—¿En estas tiendas, hubo alguien que os siguiera? ¿Notó Fredrica quealguiensefijaseenella?

Stacysequedómirandoal techounossegundosycontestóquenoconlacabeza.

—Stacy,¿entrabanalgunaveztravestisenRichard’s,obienhombresquecomprasenvestidosdemujerdetallagrande?¿Teencontrastealgunavezconeso?

—No. Yo y Skip vimos una vez a un grupito de travestis en un bar deColumbus.

—¿IbaFredricaconvosotros?

—¡Quéva!Nosfuimosapasarelfindesemanajuntos.

—¿PuedeshacermeunalistadelastiendasespecializadasentallasgrandesalasquefuisteconFredrica?¿Creesquepodríasrecordarlastodas?

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—¿SólolasdeaquíotambiénlasdeColumbus?

—Las de aquí y las de Columbus. Y anota también la dirección deRichard’s.QuierohablarconlaseñoraBurdine.

—Deacuerdo.EsuntrabajointeresanteseragentedelFBI,¿verdad?

—Sí,amímeloparece.

—Tendráqueviajar,¿no?,quierodecirasitiosmásapeteciblesqueéste.

—Avecessí.

—Yhayqueirbienarregladatodoslosdías,¿verdad?

—Puessí.Hayquecuidarseyteneraspectoprofesional.

—¿YquéhayquehacerparaseragentedelFBI?

—Primerohayqueiralauniversidad,Stacy.

—Esocuestamuchodinero.

—Sí,esverdad.Peroexistenbecasyotrasayudas.¿Quieresqueteenvíefolletosdeinformación?

—Ohsí.EstabapensandoqueFredricasealegrómuchísimopormícuandoconseguí este trabajo. Estaba como loca, porque como ella nunca habíatrabajadoenunaoficina,leparecíaqueconseguirempleoaquíerameterseenalgo de mucho futuro. Esto, rellenar fichas de cartulina y escuchar todo elsanto día a BarryManilow por los altavoces, le parecía maravilloso. ¿Quésabríaella,latonta?

Los ojos de StacyHubka se llenaron de lágrimas. Y los abriómucho yechólacabezahaciaatrásparanotenerqueretocarseelmaquillaje.

—¿Mehaceslalista,Stacy?

—Prefiero hacérsela enmi mesa. Allí tengo el tratamiento de textos, lalibretadedireccionesytodolodemás.

Ysalióconlacabezaechadahaciaatrás,orientándoseporeltecho.

Erael teléfono loque fascinabaaStarling.EnelmomentoenqueStacyHubka salió del despacho, Starling llamó a Washington para averiguarnoticias.

Capítulo55

Enesemomento, sobre la puntameridional del lagoMichigan, un avión

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privadocapazparaveinticuatropasajerosydotadodeletreroscivilesaminoróla velocidad de crucero y dio comienzo a la larga curva que iniciaba eldescensohaciaCalumetCity,Illinois.

Losdocemiembrosdelequipoderescatenotaronelefectoenlabocadelestómago.Alolargodelpasilloseprodujeronvariosbostezoscuyadeliberadaintensidadnologrómásquerevelarlatensiónquereinabaenelgrupo.

El comandante de la brigada, JoeRandall, sentado en la primera fila deasientosdelaseccióndepasajeros,sequitólosauricularesyechóunvistazoasus notas antes de levantarse para hacer las últimas recomendaciones a sussubalternos. Estaba convencido de mandar al equipo mejor entrenado delmundo,yesposiblequenolefaltararazón.Variosdesushombresnohabíantomado nunca parte en una operación de rescate, pero a juzgar por losresultadosobtenidosendiversaspruebasysimulacros,eranindiscutiblementelomejordelomejor.

Randall,quehabíapasadomuchashorasdesuvidaenpasillosdeaviones,no tuvo dificultad en mantener el equilibrio a pesar de las sacudidas deldescenso.

—Caballeros, el transporte que nos espera al aterrizar es cortesía de losserviciosclandestinosdelaDEA:unafurgonetaderepartodeunafloristeríayuna camioneta de fontanero. De manera que, Eddie y Vernon, ustedes dos,armas largasydeciviles,ynoolvidenquesihemosdearrojargranadas,noiránprovistosdemáscarasprotectoras.

—Noteolvidesdetapartelosmofletesconlasmanos—ledijoVernonaEddieentredientes.

—¿Quéhadicho?¿Queestuviéramosaltanto?Mehaparecidooíralgodegranadas—lecontestóEddieenelmismotono.

Vernon y Eddie, los encargados de realizar el acercamiento inicial a lapuerta, sólo podían llevar unos delgados chalecos antibalas debajo de susropasdepaisano.Losdemáspodríanutilizaruniformesblindados,apruebadebalasderifle.

—Bobby,encárgatedeinstalarunaradiodelasnuestrasencadafurgoneta,paraelchófer;aversiestaveznolajodemosalintentarhablarconlosdelaDEA—dijoRandall.

LaDEA,laAgenciaAntinarcóticosdelosEstadosUnidos,empleaensusbatidas radios UHF, mientras que el FBI usa VHF, lo cual en anterioresocasioneshabíacreadoproblemas.

Ibanpreparadosparacualquiereventualidadquepudiesesurgirdedíaodenoche: para escalar paredes llevaban equipo de alpinismo; para escuchar,

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dispositivoselectrónicosdealtasensibilidad;yparaver,materialdeespionajenocturno. Las armas, provistas asimismo de visores nocturnos, parecían, ensusabultadasfundas,instrumentosdemúsica.

Laoperaciónqueibana llevaracaboseríadeunaprecisiónquirúrgicaylasarmasasíloreflejaban:nohabíaningunaquedisparasemedianteunsimplecerrojo.

Losintegrantesdelgruposepertrecharonconsusequiposderadiocuandolosaleronesdelaviónseinclinaronhaciaabajo.

Randall recibió noticias de Calumet por los auriculares. Cubriendo elmicroconlamano,sedirigiónuevamenteasushombres.

—Muchachos, las posibilidades han quedado reducidas a sólo dosdirecciones;nosotrosvamosa lamásprobabley losSWATdeChicagoa lasegunda.

El aeródromo al cual se dirigían era el municipal de Lansing, el máspróximoaCalumet,enelsectorsudestedeChicago.Elaviónrecibiópistadeinmediato.El piloto lo detuvo con un chirriar de frenos entre dos vehículosqueaguardabanenmarchaenelextremodelapistaopuestoaldelaterminal.

Hubovelocessaludosjuntoalafurgonetadelafloristería.Elcomandantede la D E A entregó a Randall algo que parecía un alto adorno floral. Setratabadeunmartillomagnéticoparaderribarpuertas,conlacabezaenvueltaenpapeldeplatasimulandounamacetayhojasverdessujetasalmango.

—Porsiquiereentregaresteregalo—dijo—.BienvenidosaChicago.

Capítulo56

ElseñorGumbreanudósustareasaúltimahoradelatarde.

Con un par de lagrimones peligrosamente suspendidos al borde de suspárpados, estuvo contemplando el vídeo una y otra vez. En la pequeñapantalla, Mamá subía al tobogán y se lanzaba a la piscina. Las lágrimasborrabanlavisióndeJameGumb,comosifueseélquiensehallasedentrodelagua.

Apoyada sobre su tripa, burbujeaba una botella de agua caliente, comoburbujeabaelestómagodesuperritacuandoseacurrucabaencimadeél.

Ya no podía soportarlo más; no podía soportar que aquello que teníametido en el pozohubiese secuestrado a suPreciosa, la tuvieseprisionerayencima laamenazase.En realidadel señorGumbnoestabasegurodepoder

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liquidar almaterial antes de que aquel ser hiriese fatalmente a su Preciosa,perohabíadeintentarlo.Yahoramismo.

Sedesnudóy sepusoelbatín; siempre concluía las tareasde la cosechadesnudoyensangrentadocomounreciénnacido.

Desuamplioybiensurtidobotiquínsacóelungüentoquehabíaempleadopara curar aPreciosa cuando la arañó aquel gato.Sacó tambiénuna cajadetiritas,mercrominay lapantalladeplásticoque lehabíadadoel veterinarioparaimpedirquelaperritaselamiesesiteníaunallaga.Enelsótanoteníaunpar de depresores de lengua que emplearía para entablillarle la patitafracturadayun tubodepomadacalmanteque le aplicaríaenel casodequeaquellacosaestúpida,aldefenderseconpatadasymanotazosantesdemorir,lecausasealgúnrasguñoasuPreciosa.

Un certero disparo en la cabeza; estaba dispuesto a sacrificar lamelena.Preciosa valía más que todas las melenas del mundo. Renunciar a aquellacabelleraeraunsacrificio,unaofrendadestinadaacomprarlaseguridaddesuqueridoanimalito.

Bajóconcuidado la escalera, entróen la cocina.Se sacó las zapatillasyempezó a bajar la oscura escalera del sótano, permaneciendo junto a labarandilla,paraquelosescalonesnocrujiesen.

No encendió la luz. Al llegar abajo, giró a la derecha, hacia el taller,avanzandoatientasporaquellaconocidaoscuridad,notandocómocambiabaelsuelobajosuspies.

Lamangadelbatínrozólajaulayoyóelleveperoirritadoaleteodeunapolilla que incubaba. Ahí estaba el armario. Cogió la linterna de rayosinfrarrojosysecolocólasgafasenlacabeza.Elmundoaparecióbañadoenunresplandor verde. Permaneció un instante dejándose acunar por eltranquilizadorgorgoteodelosacuarios,poreltibiosilbidodelastuberíasdelvapor.Señordelastinieblas,reinadelaoscuridad.

LaspolillasquevolabanconlibertadporlaestanciadejabanverdesestelasfluorescentesalpasaranteelradiodevisióndelseñorGumb,yalagitarsusaterciopeladasalascausabanunos levessoplosdebrisaque leacariciaban lacara.

ComprobóquelaPythonestuvieseenorden.Asíera.Estabacargadaconbalasexpansivasdel38queperforaríanelcráneoyalestallarprovocaríanunamuerteinmediata.Siaquelloestabadepiecuandoéldisparase,siledisparabajustoenlacoronilla,labalanoefectuaríaelrecorridodeunaMagnum,porlocualnosaldríaporlamandíbulainferiorniledesgarraríaelpecho.

Conmuchocuidadoempezóaavanzar,lasrodillasflexionadas,losdedos

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delospies,consusuñaspintadas,agarrándoseconcautelaalostablones.Sinhacer ruido en el suelode arenadel cuartode lamazmorra; sin hacer ruidoperoaprisa.NoqueríaquedesdeelfondodelpozoPreciosapercibiesesuolor.

Labocadelpozoresplandecíaverde;elcementoylaspiedrasdelpretilsedistinguíancontodaclaridad,losnudosdelamaderadelatapaquedabanensucentrodevisión.Enfocalalinternaeinclínate.Ahíestabanlasdos.Aquelloestabatumbadodelado,comounagambagigante.Talvezdurmiera.

Preciosaestabaacurrucadacontraaquelcuerpo,seguroquedurmiendo,porfavor,porfavor,quenoestémuerta.

Lacabezaquedabaaldescubierto.Undisparoenelcuelloresultabadelomástentador,porquelepermitiríasalvarlamelena.Demasiadoarriesgado.

ElseñorGumbseinclinóhaciaelpozoymiróabajoconlosprotuberantesojosdesusgafas.LaPythontieneuntactomaravilloso,suaveypesado,yesextraordinariamente certera. Lo único que había de hacer era enfocar a suobjetivoelhazde luz infrarroja.Apuntóaun ladode lacabeza,alpuntoenqueelcabello,humedecido,seadheríaalasien.

Ruido u olor, no sabría decirlo, el caso es que Preciosa se incorporó,empezóagemirysepusoadarsaltoshaciaarribaenlaoscuridad.CatherineBakerMartin se dobló sobre la perra y se cubrió con el jergón.Debajo deljergón,movimiento de bultos, sólo bultos; el señor Gumb no sabía cuál deelloseraPreciosaycuálaquello.La luz infrarrojadificultaba laprofundidaddesuvisión.NoacertabaasabercuáldelosbultoseraCatherine.

Pero había visto saltar a Preciosa. Sabía, pues, que no tenía una patafracturada y supo también otra cosa: que Catherine Baker Martin no haríadañoalaperrita,quenoseríacapazdehacertalcosa,igualqueél.¡Oh,quédulce alivio! En virtud del sentimiento de bondad para con el animal queambos compartían, le dispararía a las malditas piernas y cuando ella lasencogiese, le volaría la tapa de los sesos. Ya no hacía falta andarse conmiramientos.

Encendió las luces, todas lascondenadas lucesdelsótano,ysacóel focodel cuarto en que lo guardaba. Había recobrado el control de sus actos,razonabacontodalucidez;decaminohaciaeltaller,recordóabrirunpocolosgrifosdelosacuariosparaquecuandolosusase,losfiltrosdelosdesagüesnoseatascasen.

Enelmomentoenque, focoenmano,pasaba ante la escalera resuelto aponersemanosalaobra,sonóeltimbredelapuerta.

Eltimbresonandoestrepitoso,estridente;tuvoquedetenerseyreflexionarsobreloqueeraaquelsonido.

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Hacíaañosquenolohabíaoído;nisiquierasabíasifuncionaba.Instaladoen la escalera, para que pudiera oírse desde arriba y desde abajo, lo viorepiquetear, una teta demetal negro, cubierta de polvo.Mientras lomiraba,volvió a sonar, seguía sonando, entre nubecillas de polvo. Había alguienllamando a la entrada, oprimiendo el viejo botón sobre el cual había unpequeñorótuloquedecía:INSPECTOR.

Quienquiera que llamase se iría.Montó el foco.No se iba.Abajo, en elfondo del pozo, aquello dijo algo a lo que él no prestó atención. El timbreseguía llamando estridente, insistente. Quienquiera que llamase, se habíaapoyadoenelbotón.

Lomássensatoseríasubiryatisbarporlasventanasdearriba.LaPython,consulargocañón,nolecabíaenelbolsillodelabata.Ladejóenlarepisadeltaller.

Estaba a medio subir la escalera cuando el timbre dejó de sonar.Permanecióquietounosinstantes,esperando.

Silencio.Decidióecharunvistazodetodosmodos.Alpasarporlacocina,unfuertealdabonazolehizosobresaltarse.Enladespensa,situadajuntoa lapuertatraseradelacasa,guardabaunaescopeta.Sabíaqueestabacargada.

Si cerraba la puerta de la escalera del sótano, nadie podría oír a aquellogritando al fondo del pozo, ni aunque gritase con todas sus fuerzas, de esoestabaseguro.

Unnuevoaldabonazo.Abriólapuertaunresquicio,sinquitarlacadenadeseguridad.

—Heestado llamandoa lapuertadedelante,peronoveníanadie—dijoClariceStarling—.EstoybuscandoalafamiliadelaseñoraLippman.¿Puededarmealgunaindicación?

—Noviveaquí—contestóelseñorGumb,ycerrólapuerta.

Se dirigía de nuevo a la escalera cuando se reanudaron los aldabonazos,estavezconmayorfuerza.

Abrió de nuevo la puerta sin quitar la cadena de seguridad. La joven lemostrabaunascredencialesa travésdelresquicio.DecíanOficinaFederaldeInvestigación.

—Disculpe,tengoquehablarconusted.TengoqueencontraralafamiliadelaseñoraLippman.Séqueellavivíaaquí.Tienequeayudarme,porfavor.

—LaseñoraLippmanhacevariosañosquehamuerto.Noteníaparientes,ysilostenía,yonolosconozco.

—¿Ytampocounabogado,unadministrador?¿Alguienquelellevaselas

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cuentasdelnegocio?¿ConocíaustedalaseñoraLippman?

—Unpoco,muypoco.¿Cuáleselproblema?

—EstoyinvestigandolamuertedeFredricaBimmel.¿Tienelabondaddedecirmequiénesusted?

—JackGordon.

—¿ConocíaustedaFredricaBimmelcuandoellatrabajabaparalaseñoraLippman?

—No.¿Eraquizáunamujeraltaygorda?Talvezlavienalgunaocasión,pero no estoy seguro. Disculpe que antes no haya salido a abrir; estabadurmiendo…La señoraLippman tenía un abogado; a lomejor encuentro latarjeta.Voy a ver si la heguardadopor algún sitio. ¿Le importa entrar?Meestoycongelandoyporlarendijasemevaaescaparlagata.Antesdequemedécuenta,saldrácomounaexhalación.

Sedirigióhaciaunpequeñoescritoriodepersianaquehabíaenelextremoopuestodelacocina,levantólatapayrebuscóenunpardecompartimentos.Starlingentróenlacasa,abrióelbolsoysacóunblocdenotas.

—Qué crimen tan espantoso —comentó él mientras rebuscaba por elescritorio—.Cadavezquemeacuerdo,mepongoa temblar. ¿Sospechandealguien?¿Estánpróximosadeteneralasesino?

—Todavíano,peroestamostrabajandoenello.SeñorGordon,¿setrasladóustedaestacasadespuésdemorirlaseñoraLippman?

—Sí.

Gumbseinclinósobreelescritorio,deespaldasaStarling.Abrióuncajónyanduvorebuscando.

—¿Ynoquedaronpapelesen lacasa?¿Papelesdelnegociode la señoraLippman?

—No,nadadenada.¿YelFBItienealgunaideadelasesino?Lapolicíadeaquíandaperdidadeltodo.¿Seconocealgunadescripción,huellasdactilares?

PorentrelosplieguesdelaespaldadelabatadelseñorGordonasomóunapolilladelamuerte,queavanzóunpoco,sedetuvoenelcentro,másomenos,alaalturadelcorazón,ydesplególasalas.

AStarlingselecayóelblocdenotasenelbolso.

El señorGumb.Menosmal que llevo el abrigo desabrochado. Invéntatecualquierexcusaparasalirdeaquí,correaunteléfono.No,sabequesoydelFBI y si me aparto un instante de él, la matará. Le pegará un tiro en losriñones. La única forma es que lo encuentren y se abalancen sobre él. Su

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teléfono.Noloveo.Aquínohayninguno.Pregúntaleporelteléfono.Daavisoyluegoarrójatesobreél.Oblígaleatendersebocaabajoyesperaalapolicía.Esoes.Seestávolviendohaciaaquí.

—Aquíestá—dijoél;enlamanososteníaunatarjeta.

¿Cogerla?No.

—Estupendo.Gracias,señorGordon.¿Mepermitiríausarelteléfono?

Enelmomentoenqueéldepositabalatarjetaenlamesa,lapolillaechóavolar.Saliódesuespalda,volóporencimadelacabezayseposóentreambos,enunarmarioquehabíaencimadelfregadero.

Élmiró lapolilla.Yalverqueellano lamiraba,cuandosusmiradas seencontraron,éllosupo.Susojosseencontraronyambossupieronquiéneraelotro.

ElseñorGumbladeólevementelacabeza.Ysonrió.

—Tengounteléfonoinalámbricoenladespensa.Voyabuscarlo.

¡No!¡Hazlo!Ellase llevólamanoa lapistola,ungestosuavequehabíaefectuado mil veces; el arma estaba donde tenía que estar. Notó eltranquilizadorcontacto,podíausarseconambasmanos;noveíanadamásqueloqueabarcabasuradiodevisiónfrontal,concentradaenelcentrodelpechodeaquelhombre.

—Quieto.

Élfruncióloslabios.

—Obedezca.Levantelasmanos.Despacio.

Hazlesaliralexterior,procurandomantenersiemprelamesaentreambos.Hazlecaminarhacialaentradaprincipal.Ponlebocaabajoenelcentrodelacalle,yenseñalaplaca,paraqueseveabien.

—SeñorGub…señorGumb,quedaustedarrestado.Echeaandardespaciohacialacalle.

Sinembargo,loquehizoeldetenidofuesalirdelahabitación.Sihubiesehecho un gesto hacia el bolsillo, si Starling hubiese visto cualquier tipo dearma,hubierapodidohacerfuego.Peroélselimitóasalirdelahabitación.

Clariceleoyóbajarcorriendolaescalera,mientrasellateníaquerodearlamesay llegarhasta lapuertaqueconducíaa laescaleradelsótano.Élhabíadesaparecido.Laescalera,iluminada,estabavacía.Esunatrampa.Ella,enlaescalera,eraunblancofacilísimo.

Yentonces,delfondodelsótano,ungritolevísimo,finocomounahojade

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papel.

ClariceStarling,notegustalaescalera,notegustalaescalera,perohasdereaccionar,tegusteonoteguste.

CatherineMartinvolvióagritar,laestámatando,yStarlingbajóporfinlaescalera, una mano en la barandilla, la otra empuñando la pistola, el suelosaltando bajo la línea de visión, el brazo del arma oscilando a la mismavelocidadquelacabezacuandotratódecubrirlasdospuertassituadasfrenteafrentequehabíaalpiedelaescalera.

Elsótanoestaba inundadode luzynopodíacruzarunapuertasindar laespaldaa laotra; rápido, lade la izquierda,haciaelgrito.Notó laarenadelsuelo del cuarto de lamazmorra y se apartó de un salto del umbral; nuncahabía llevado los ojos tan abiertos como entonces. El único lugar paraesconderseeradetrásdelpozo,sedeslizódeladoporlapared,empuñandolapistolaconambasmanos,conlosbrazosestirados,haciendounalevepresiónenelgatillo;rodeótodoelperímetrodelpozoynoencontróanadie.

Unlevegritoascendíadelpozocomounatenuecolumnadehumo.Ydeprontoungemido,unperro.Conlosojosfijosenlapuerta,Clariceseacercóalpozo,searrimóalpretilyseasomó.Vioalachica,levantólavista,volvióamirar hacia abajo e hizo lo que le habían enseñado a hacer, tranquilizar alrehén:

—SoydelFBI.Estásasalvo.YUNAMIERDA,asalvo.Tieneunapistola.Sáquemedeaquí.¡SÁQUEMEDEAQUÍ!

—Tranquilízate,Catherine.Porfavor,nogrites.¿Sabesdóndeestáél?

—SÁQUEMEDEAQUÍ,MEIMPORTAUNAMIERDADONDEESTÉ.SÁQUEMEDEAQUÍ.

—Pronto te sacaré de aquí. No grites, por favor, y ayúdame, Quédatecalladaparaquepuedaoírle.Procuraquesecalleeseperro.

Apuntalada detrás del pozo y cubriendo la puerta, el corazón le latíadesbocado y su aliento levantaba nubecillas de polvo del pretil. No podíaabandonaraCatherineMartinparapedirayudasinsaberdóndeestabaGumb.Avanzóhastalapuertaysequedóapostadajuntoalmarco.Desdeallídivisabaelbajodelaescalerayunapartedeltaller.

No teníamásque tres alternativas: encontrar aGumb, asegurarsedequehabíahuidoobiensacaraCatherinedelpozo.

Unarápidaojeadaporencimadelhombroporelcuartodelamazmorra.

—Catherine,Catherine,¿hayporaquíunaescalerademano?

—No lo sé. Sólo he estado aquí abajo. Él me bajaba un cubo con una

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cuerda.

Sujetoaunavigade lapared,habíaunpequeñomontacargasmanual; altamborlefaltabalacuerda.

—Catherine,tengoqueencontraralgoparasacartedeaquí.¿Puedesandar?

—Sí.Nomedejesola.

—Tengoquesalirdeestahabitaciónunminuto.

—¡No te vayas,mala puta, nomedejes aquí abajo! ¡Cómo te vayas,mimadretedestrozará,imbécil…!

—Cállate,Catherine.Cállateydéjameoír.Paraquepuedasalvarte,tienesqueestartecallada,¿meentiendes?—Yacontinuación,levantandomáslavoz—:Losotrosagentesllegarándentrodeunminuto,demodoquehazelfavordecallarte.Notevamosadejarahí.

Esteindividuoteníaquetenerunacuerda.¿Perodónde?VeStarlingcruzóantelaescaleradeunacorridaysedirigióalapuertadeltaller;lapuertaeselsitiomáspeligroso,entrarápido,protegiéndosejuntoalaparedmáspróximahastahabervistotodalahabitación,formasfamiliaresnadandodentrodelosacuariosdecristal,ellademasiadoalertaparasobresaltarse.Cruzóatodaprisala habitación, dejó atrás los acuarios, los lavaderos, la jaula, unas cuantaspolillasecharonavolar.Ellalasignoró.

Seacercabaalpasillodelfondo,queestabainundadodeluz.Elfrigoríficose puso enmarcha y ella giró sobre símisma agazapándose; el percutor, allevantarelmecanismode laMagnum,hizosalir lapresión.Haciaelpasillo.Le habían enseñado que no debía asomar la cabeza.El arma y la cabeza almismotiempoyporlobajo.Elpasillovacío.Alfondoelestudio,inundadodeluz. Recorrió el pasillo a toda velocidad, se arriesgó a dejar atrás la puertacerrada y avanzó hacia la puerta del estudio. La habitación toda de azulejoblancoyroblerubio.Apártatedelapuerta, leñe.Asegúratedequetodoslosmaniquíes sonmaniquíes,que todas las imágenes reflejadasnosonmásquemaniquíes. Que todos los movimientos de los espejos respondenexclusivamenteatuspropiosmovimientos.

El gran armario estaba abierto y vacío. La puerta de la pared del fondodabaalaoscuridad,alsótanoqueseextendíamásallá.Niunacuerda,niunaescalerademanoenningunaparte.Pasadoelestudio,laoscuridad.

Cerrólapuertaquedabaalastinieblasdelsótano,colocóunasilladebajodelpomoycontraellaapoyóunamáquinadecoser.Sipodíaestarseguradequeélnosehallabaenlamismazonadelsótanoqueella,searriesgaríaasubirunmomentoparabuscarelteléfono.

Denuevoenelpasillo,antelapuertacerradafrentealacualhabíapasado.

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Colócateenelladoopuestoalasbisagras.Sehandeabrirsiempreconunsolomovimiento.Lapuertaseabriódegolpeyrebotó.Detrásnohabíanadie.Unviejocuartodebaño.Allí, cuerda,ganchos,unahonda.¿SacoaCatherineobusco el teléfono? Catherine, al fondo del pozo, no recibiría un disparoaccidental. Pero si a Starling la mataba, Catherine estaba muerta. Saca aCatherineyllévatelaabuscarelteléfono.

Starlingnoqueríapermanecermuchoratoenaquelcuartodebaño.Desdelapuerta,élpodíainmovilizarlaallídentro.Miróaambosladosdelpasilloyentróabuscarlacuerda.Habíaunabañeragrande.Labañeraestaballenacasihastaelbordedeunyesoduro,deuncolorrojovioláceo.Delyesosobresalíaunamano y unamuñeca, lamano ennegrecida y arrugada, reseca, las uñasesmaltadasderosa.Lamuñecallevabaunfinorelojdemujer.Starlingloveíatodoalavez,lacuerda,lamuñeca,lamano,elreloj.

Elminúsculoavancedelsegundero,quelerecordóaldeuninsecto,fueloúltimoquevioantesdequelaslucesseapagasen.

Elcorazónlelatiócontantafuerzaquelosbrazosyelpecholeempezaronatemblar.Laoscuridaderaabsoluta,vertiginosa,teníaquetocaralgo,elbordedelabañera.Elcuartodebaño.Saldelcuartodebaño.Siestetíoencuentralapuerta,meinmoviliza,notengonadadondeesconderme.Diosmío;sal,saldeuna vez. Salir agachada para llegar al pasillo. ¿Todas las luces apagadas?Todas.Debíahaberlohechoenlacajadelosfusibles,accionandolapalancageneral. ¿Dónde estaba la caja? ¿Dónde estaría? Cerca de la escalera.Generalmente lasponencercade la escalera.Si es así, él vendráde allí.LocualquieredecirqueseencuentraentreCatherineyyo.

CatherineMartinvolvíaachillar.¿Quéhago?¿Esperoaquí?¿Esperoaquíeternamente?Alomejoresetíosehaido.Noestásegurodequenolleguenrefuerzos.Sí,sabequevengosola.Peromeencontraránafaltar.Porlanoche.Laescaleraseencuentraenladireccióndeloschillidos.Resuelveelproblema.

Starlingempezóamoverse,sinruido,suhombrorozandoapenaslapared,rozándolaconexcesivasuavidadparaquehicieseruido,unamanoextendidahacia delante, la pistola al nivel de la cintura, cerca de su cuerpo en aquellimitadopasillo.Llegóaltaller.Notócómoseampliabaelespacio.Habitaciónabierta.Allíseagachóyextendiólosbrazos,empuñando,lapistolaconambasmanos.Sabesexactamentedóndeseencuentralapistola;estájustodebajodelnivelde losojos.Quieta;escucha.Cuerpo,cabezaybrazosgirarona lavez,comounatorretablindada.Quieta,escucha.

Enaquellaabsolutaoscuridad,silbidodetuberíasdevapor,goteodeagua.

Percibióconclaridadunintensooloracabra.Catherinechillando.Depie,apoyadocontra lapared,estabaelseñorGumb.Llevabalasgafas infrarrojas

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puestas.Nohabríapeligrodequeellatropezaseconél;entreamboshabíaunamesa con material de trabajo. Recorrió a la chica de arriba a abajo con lalinternainfrarroja.

Demasiadodelgadaparaserledegranutilidad.Perorecordósucabellera,de cuando estuvo en la cocina, y era espectacular, y sólo le llevaría unosminutos. Se la podía arrancar en un segundo.Yponérsela él, y asomarse alpozoydecirleaaquelloquehabíaalfondo:«¡Miraquésorpresa!».

Era divertido observar cómo intentaba avanzar escabulléndose por lahabitación.Enesemomento,rozabaconlacaderaloslavaderos,avanzandodepuntillasyarmaenristrehacialoschillidos.Lehubieradivertidoperseguirlaunbuenrato;todavíanohabíaperseguidoaningunaquefuesearmada.Sí,laverdad es que le hubiera divertido enormemente. Pero no tenía tiempo.Lástima.

Undisparoa lacarasería lomejorybienfácil,adosmetrosymediodedistancia.Ahora.

Quitó el seguro de la Python al levantarla, clic clic, y la figura se tornóborrosa, y floreció, floreció toda verde dentro de su radio de visión, y lapistolalesaltóviolentamentedelamanoyelsuelolegolpeóbrutalmenteenlaespalda y su luz seguía encendida y él veía el techo. Starling, en el suelo,cegadaporelfogonazo,resonándolelosoídos,ensordecidaporlosdisparosdelaspistolas.Seapresuróaactuarenlaoscuridad,mientrasningunodelosdospudieseaúnoírnada;vacíaloscasquillos,daleungolpecito,asegúratedequehan salido todos, introduce el cargador, encájalo, dale un golpecito, mediavuelta,hazlocaer,cierraelcilindro.Ellahabíadisparadocuatroveces.Dosydos. Él sólo una vez. Encontró las dos balas intactas que no había usado.¿Dóndelas ibaaponer?Enlafundadelcargador.Permanecióinmóvil.¿Memuevoantesdequepuedaoírme?

El ruido que hace un revólver al quitársele el seguro es inconfundible.Starlinghabíadisparadocontraeseruido,sinvernadamásquelosrespectivosfogonazosdeambaspistolas.Yconfiabaqueélahoradisparaseenladirecciónequivocada y ella pudiese averiguar la posición de su adversario por elfogonazo de su arma. Estaba recuperando el oído; los oídos todavía leresonaban,peroyaoía.

¿Qué era ese ruido? ¿Un silbido? Sí, como el de una tetera, perointerrumpido.¿Quéera?¿Parecíaunarespiración?¿Lohagoyo?No.Starlingsopló hacia el suelo y luego hacia su propia barbilla; su aliento era cálido.Cuidado,norespirespolvo,noestornudes.Esunarespiración.Esunaheridapulmonar. Está herido en el pecho. Le habían enseñado cómo efectuar unacuradeurgenciaenunaheridapulmonar,cubrirlaconalgo,unimpermeable,unabolsadeplástico,cualquierobjetohermético,ysujetarlaconfuerza,para

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ayudarareinflarelpulmón.Luego,lehabíaheridoenelpecho.¿Quéhacer?Espera.

Dejaquesepongarígidoysedesangre.Espera.

Starlingnotóundolorenlamejilla.Noquisotocárselaportemoratenerunaheridaquesangrase;noqueríaquesusmanosresbalasen.

Nuevamenteseoyerongemidosenelpozo.Catherinehablando,llorando.Starling tenía que esperar. No podía responder a Catherine. No podía decirnadanimoverse.

La luz invisible del señor Gumb jugueteaba en el techo. Él trató demoverla y no lo logró, como tampoco pudo mover la cabeza. Una polillamalasiadegrantamañoquevolabaporeltechofueatrapadaporelhazdeluzinfrarroja, empezó a describir círculos y cayó encima de la linterna. Lasespasmódicassombrasdesusalas,enormesenel techo, sólo fueronvisiblesparaelseñorGumb.

Apagandolasaspiracionesqueresonabanenlaoscuridad,StarlingoyólaespectralvozdelseñorGumb,asfixiándose:

—¿Qué…sesiente…siendo…tanguapa?

Y acto seguido, otro ruido.Un burbujeo, una especie de cascabeleo y elsilbidocesó.

Starling también conocía aquel sonido. Lo había oído una vez, en elhospital,cuandomuriósupadre.Buscóatientaselbordedelamesaysepusodepie.Avanzandoconcuidado,hacia losgritosdeCatherine,hallóelhuecodelaescaleraysubióporellaaoscuras.

Leparecióque subir le llevabamucho tiempo.Enun cajónde la cocinaencontróunavela.Conesaayuda,encontrólacajadelosfusibles,juntoalaescalera,ysufrióunsobresaltocuandolaslucesseencendieron.

Parallegaralacajadelosfusiblesyapagarlasluces,elseñorGumbdebióabandonarelsótanoporotrasalidaybajarporlaescalerasituándosedetrásdeella.

StarlingteníaqueasegurarsedequeGumbestabamuerto.Esperóaquesusojossehubiesenhabituadoalaluzyentróentonceseneltaller,nosintomartoda clase de precauciones. Divisé los pies descalzos y las piernas de suenemigosobresaliendodedebajodelamesadetrabajo.Starlingnoapartólosojosdelamanoquereposabajuntoalapistolahastaquenoalejóelarmadeunpuntapié.Teníalosojosabiertos.Estabamuerto,deundisparoquelehabíaentradoporelladoderechodelpecho,tendidosobreuncharcodesangre.Sehabía vestido con algunas de las prendas del armario y Starling no pudomirarlemuchorato.

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Se dirigió a uno de los lavaderos, colocó laMagnum en el escurridor yluegodeabrirelgrifosemojólasmuñecasyselavólacaraconlasmanos.Novio rastros de sangre. Alrededor de la rejilla que cubría las bombillasrevoloteaban polillas. Tuvo que rodear el cadáver para apoderarse de laPython.

Luegoseasomóalpozoydijo:

—Catherine,estámuerto.Yanopuedehacertedaño.Voyarribaallamar…

—¡NO!SÁCAMEDEAQUÍ.SÁCAMEDEAQUÍ.SÁCAMEDEAQUÍ.

—Escúchame,Catherine.Estámuerto.Ésta es supistola. ¿La recuerdas?Voya llamara lapolicíaya losbomberos.Tengomiedodesacarteyosola,podríascaerte.Encuantoleshayaavisadobajaréaquíylosesperarécontigo.¿Deacuerdo?Procurahacercallaraeseperro.¿Deacuerdo?Ahoravuelvo.

Losequiposmóvilesde la televisión local llegaron justodespuésque losbomberosyantesquelapolicíadeBelvedere.Elcapitándebomberos,irritadopor la intensidad de los focos, desalojó a las cámaras ordenándoles quesubiesena laplanta,mientrasprocedía amontarunandamiajeparaelevar aCatherineMartin, ya que no se fiaba del gancho que el señor Gumb habíainstaladoeneltecho.Acontinuación,bajóalpozounbomberoqueacomodóala muchacha en la silla de rescate. Catherine salió llevando a la perrita enbrazosyconlaperritaenbrazosrealizótodoeltrayectoenlaambulancia.

Enelhospital,dondeestabaprohibidoel accesoa losperros,nodejaronentraralaperrita.Unbombero,quehabíarecibidoordendedepositarlaenlaSociedadProtectoradeAnimales,prefirióllevárselaasucasa.

Capítulo57

Había unas cincuenta personas en el aeropuerto nacional deWashingtonesperando el fatigoso vuelo procedente de Columbus, Ohio. Lamayoría deellas iban a buscar parientes y tenían aspecto soñoliento ymalhumorado; amuchoslessalíanlosfaldonesdelacamisapordebajodelaamericana.

UnadeellaseraArdeliaMappque,desdelamuchedumbre, tuvoocasióndeobservaraStarlingmientraséstabajabadelavión.Starlingestabapálidaytenía cercos oscuros bajo los ojos. En la mejilla, restos negros de pólvora.StarlingdivisóaMappyambassefundieronenunabrazo.

—Hola, muchacha —dijo Mapp—. ¿Llevas equipaje? Starling contestóquenoconlacabeza…

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—Jeffnosesperafueraconlafurgoneta.Vamosacasa.

EnelexteriortambiénestabaJackCrawford;sucocheestabaestacionadodetrásde la furgoneta, enel carril reservadoa losvehículosoficiales.HabíatenidotodalanochealosfamiliaresdeBellaencasa.

—Yo…—empezó a decir—. No hace falta que le diga lo que pienso.Menudo gol hasmarcado,muchacha.—Y le tocó lamejilla con el dedo—.¿Quéeseso?

—Nada, unpocodepólvora seca.Elmédicomehadichoquenome lotoque,quedentrodeunpardedíaslascostrassaltaránsolas.

YentoncesCrawford laatrajohaciasíy laestrechóentresusbrazosconfuerzaunmomento,sólounmomento,yluegolaalejóylediounbesoenlafrente.

—No hace falta que le diga lo que pienso—repitió—. Ahora váyase acasa.Váyaseadescansar.Duerma tranquila.Mañanapor lamañanavengaavermeyhablaremosdetodoelasunto.

La nueva furgoneta de vigilancia era sumamente confortable; estabadiseñadaparadesplazamientoslargos.

StarlingyMappseinstalaronenloscómodosasientosdelcompartimentotrasero.

SinlapresenciadeJackCrawfordenlafurgoneta,Jeffconducíaunpocomásaprisaquedecostumbre.

CirculabanabuenpromediohaciaQuántico.

Starlingibaconlosojoscerrados.Recorridosunpardekilómetros,Mappledioungolpecitoenlarodilla.

Ardelia había abierto dos botellines de Coca-Cola. Le entregó uno aStarlingydelbolsosacóunapetacadeJackDaniel’s.

AmbasbebieronunsorbodeCoca-Colayañadieronal restodel refrescouna generosa dosis de whisky. Luego taparon la boca del botellín con elpulgar,agitaronelcontenidoyabriendolabocaengulleronlaespuma.

—Ahhh,quédelicia—exclamóStarling.

—Novayáisaderramaresaporquería—dijoJeff.

—Tranquilo,Jeff—replicóMappquebajandolavozledijoaStarling—:Hubieras tenido que ver al pobre Jeff esperándome delante de la licoreríamientrascomprabaelwhisky.Estabahorrorizadodequeloviesealguienysechivase.—Y al ver que el whisky empezaba a hacer su efecto, al ver queStarling se arrellanaba en el asiento, Mapp le preguntó—: ¿Qué tal estás,

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Starling?

—Ardelia,siquieresquetedigalaverdad,tejuroquenolosé.

—Notienesquevolverallá,¿verdad?

—Quizátengaqueirundíadelasemanapróxima,peroesperoquenoseanecesario. El fiscal general ha ido a Columbus a hablar con la policía deBelvedere.Yoyaheprestadodeclaración.

—Unpardecosas,buenaslasdos—anuncióMapp—.LasenadoraMartinhallamadodurantetodalanoche,desdeBethesda;aCatherinelahanllevadoaBethesda,¿losabías?Bueno,lachicaestábastantebien;porlovistonosufreningún daño físico y respecto de las consecuencias emocionales, aún no sesabe; han de tenerla unos días en observación. Y por las clases no tepreocupes. Crawford y Brigham han ido los dos a ver al director de laacademia. El juicio se ha suspendido. Krendler ha retirado la querella. Detodosmodos,nocreasquetevanaregalarnada;losprofesoresdelaacademiatienenelalmadesargento.TúnotienesquehacerelexamendeInvestigaciónyCaptura,queesmañanaa lasocho,pero lohacesel lunes, justoantesdelexamen de P.E. De todas formas, no te preocupes, empollaremos juntasdurantetodoelfindesemana.

Terminaron la bebida justo cuando ya se divisaba el sector norte deQuánticoyarrojaron laspruebascondenatoriasaunapapeleradeunáreadedescansodelacarretera.

—Ese Pilcher, el doctor Pilcher del Smithsonian, ha llamado tres veces.Mehahechoprometerlequetediríaquehabíallamado.

—Noesdoctortodavía.

—¿Opinasquepuedeshaceralgoconél?

—Quizá.Todavíanolosé.

—Por su forma de hablar, suena bastante divertido. Y he llegado a laconclusióndequelomejordeunhombreesqueseadivertido.Dejandoaparte,porsupuesto,elquetengadineroyseabásicamentemanejable.

—Sí,yquetengaeducación,esonopuedeexcluirse…

—Totalmente de acuerdo.Que sea todo lo hijo de puta que quiera, peroconeducación.

Starling se fue de la ducha a la cama como una drogada. Mapp dejóencendidaunratolalámparadelamesilla,hastaquelarespiracióndeStarlingse hizo regular y acompasada. Starling dormía agitada, un músculo de lamejillaletemblabayenunaocasiónseincorporóconlosojosabiertosdeparenpar.

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Ardeliasedespertódemadrugadaynotólahabitaciónvacía.Encendiólaluz.Starlingnoestabaensucama.

Lasbolsasde laropasuciade lasdoshabíandesaparecido,demodoqueMappsupodóndeencontrarla.

Halló a Starling en la caldeada lavandería, con la cabeza apoyada en elsuave runrún de una lavadora, durmiendo entre el olor a jabón, lejía ysuavizante.

Starling tenía unos conocimientos de psicología más sólidos —Mappsobresalíaenderecho—,peroapesardeellofueMapplaqueadivinóqueelronroneodelalavadoraevocabaloslatidosdeungrancorazónyqueelflujodesusaguaseraloqueoyeunfeto:nuestroúltimorecuerdodelapaz.

Capítulo58

Jack Crawford se despertó temprano en el sofá de su estudio y oyó losronquidos de los parientes deBella. En aquelmomento de paz previo a losquehaceresdel día recordóno lamuertedeBella sino laúltimacosaque lehabíadicho,mirándoleconaquellosojosclarosyserenos:

—Dime,¿cómoestáeljardín?

Cogióel saquitodemaízdeBellay,enbatín, salióadardecomera lospájaros, tal como le había prometido. Después de dejar una nota a susdormidosfamiliares,saliódesucasaantesdelamanecer.CrawfordsiempresehabíallevadomásomenosbienconlafamiliadeBellaylereconfortabaquehubieseruidoenlacasa,perosealegródepodersemarcharaQuántico.

EstabarevisandolostélexrecibidosporlanocheycontemplandoelprimertelediariodeldíacuandoStarlingapretólanarizcontraelcristaldelapuertadesuoficina.Quitóunmontóndepapelesdeunsillón,lahizopasaryjuntoscontemplaronelinformativosinintercambiarunapalabra.Ahíestaba.

La fachada de la vieja casa de JameGumb enBelvedere, con la galeríaacristaladavacíaylasventanascerradascongruesospostigos.Starlingapenassilareconoció.

«Lamazmorradeloshorrores»,lallamóellocutor.Crudasyapresuradasimágenes del sótano y del pozo, cámaras fotográficas disparando ante lacámara de televisión, irritados bomberos apartando a los fotógrafos de enmedio.Polillasenloquecidaspor los focos, revoloteandohacia las luces,unapolillaenelsuelo,bocaarriba,agitandolasalaseneltemblorfinal.

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CatherineMartinrechazandolacamillaycaminandohacialaambulanciacubiertaconlaguerreradeunpolicía,elcanicheasomandolacabezaentrelassolapas.

UnatomalateraldeStarlingandandoapresuradahaciauncoche,lacabezabaja,lasmanoshundidasenlosbolsillosdelabrigo.

La filmación había sido revisada a fin de eliminar los objetos mássiniestros. Del fondo del sótano, las cámaras tan sólo mostraron los bajosumbralessalpicadosdecaldeloscuartosqueconteníanloscuadrosplásticosdeGumb.Enelrecuentodecadáveresenesazonadelsótanoalcanzabahastaesemomentolacifradeseis.

Dos veces oyó Crawford que Starling expulsaba el aire por la nariz. Elnoticiarioquedóinterrumpidoporunintervalopublicitario.

—Buenosdías,Starling.

—Hola—contestóellacomosifuesemástarde.

—El fiscal de Columbus me ha enviado esta noche por fax susdeclaraciones.Tendráquefirmaralgunascopias…DemodoquedesdelacasadeFredricaBimmelsefueaveraStacyHubkayluegoaesaseñoraBurdineala tienda para la cual cosía la señora Lippman, Richard’s; y fue la señoraBurdinelaqueledioladireccióndelaseñoraLippman,esacasaqueacabadeaparecer.

Starlingasintióconungestodecabezayañadió:

—StacyHubkahabía idoaesacasaunpardevecesabuscaraFredrica,peroconducíaelnoviodeStacyyellanorecordabaexactamenteellugar.LaseñoraBurdineteníaladirección.

—¿La señora Burdine no mencionó que en casa de la señora Lippmanhubieseunhombre?

—No.

El telediarioproyectabaahora imágenesdelHospitalNavaldeBethesda.La cara de la senadora Martin apareció enmarcada por la ventanilla de uncocheoficial.

—Catherine anoche estabaperfectamentenormal, sí.Ahoraduerme, estásedada.Aúnnoacabodecreer la suertequehemos tenido.No, comoyahedicho, sufre un fuerte impacto emocional, pero está perfectamente.No tienemásquealgunosrasguñosyundedofracturado.Ytambiénestádeshidratada.Gracias, eso es todo. —Propinó una palmadita al chófer en la espalda—.Gracias.No,mehablódelperroanoche,peronoséquévamosahacer;encasayahaydosperros.

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La noticia concluía con una insignificante cita de un psicólogoespecializadoenestadosdetensiónquealcabodeunashorasmantendríaunaentrevistaconCatherineafindeevaluarlamagnituddelperjuicioemocionalquepodíasufrirlamuchacha.

Crawfordapagóeltelevisor.

—¿Quélepareceestecambio,Starling?¿Quémedice?

—Estoypasmada…¿ustedtambién?

Crawfordasintióconlacabezayrápidamentecambiódetema.

—LasenadoraMartinmehatelefoneadoestanoche.Quiereveniraverla.Catherinetambién,encuantolaautoricenaviajar.

—Siempreestoyencasa.

—YKrendlerlomismo,quiereveniraverlaaquí.Haretiradolaquerella.

—Ahoraquelopienso,nosiempreestoyencasa.

—Mire, le voy a dar un consejo.Use a la senadoraMartin.Deje que ledigalomuyagradecidaqueleestá,dejequelerepitaqueestáasudisposición.Y hágalo pronto. La gratitud tiene una vida muy corta, Starling. Y por suformadeactuar,omuchomeequivocoovaustedanecesitardelosfavoresdelosgrandes.

—EsoesloquediceArdelia.

—¿Mapp,sucompañeradehabitación?EldirectormehadichoqueMappestádispuestaarepasarconustedtodoslostemasdelosexámenesdellunes.Dice que le ha sacado un punto y medio a su más inmediato rival,Stringfellow.

—¿Paraeldiscursodefindecurso?

—PeroStringfellowestozudocomoeldemonio;creoquevadiciendoqueMappnopodráconél.

—Puesquesevayapreparando.Entreeldesordenqueseacumulabaenlamesa de Crawford estaba la gallina de papel confeccionada por el doctorLecter.

Crawfordlaaccionóporlacolaylagallinasepusoapicotear.

—Lecter se ha convertido en el objetivo primordial de toda la policía;encabeza la listade loscriminalesmásbuscados—dijo—.De todasformas,mientrasandesueltoporahí,procureustedadoptarbuenascostumbres.

Starlingasintió.

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—Ahora estará atareado —añadió Crawford—, pero cuando deje deestarlo,querráentretenerse.Hayalgoquequierodejarmuyclaro:ustedsabequenotendríainconvenienteenliquidarla,comoliquidaríaacualquiera.

—Nocreoqueamímetiendaunacelada;esunaformadedescortesíaynuncaoptaríaporesaformadehacerpreguntas.Aunqueséperfectamentequeencuantoleaburriese,meliquidaríasincontemplaciones.

—Todoloqueledigoesqueadoptebuenascostumbres.Cuandosalgadela academia, lleve siempre consigo sus credenciales. No dé informacióntelefónica de su paradero sin asegurarse de la identidad de la persona quellame.Quieroinstalarundispositivoderastreodellamadasygrabaciónensuteléfono,sinoleimporta.Laconversaciónseráprivadasiustednoaccionaeldispositivo.

—Nocreoquesedediqueaperseguirme,señorCrawford.

—Peroyahaoídoloquehedicho.

—Efectivamente.Contodaclaridad.

—Llévese esas declaraciones y repáselas. Añada todo lo que considerenecesario. Cuando esté lista, venga a firmarlas aquí. Nosotros haremos detestigos.Starling,estoyorgullosodeusted.LomismohadichoBrigham,ylomismohadichoeldirector—sonóunpocoenvarado,nocomoélqueríaquesonase.

Crawfordlaacompañóhastalapuertadelaoficina.Ellasealejabadeél,por el desierto pasillo. Y desde aquel iceberg de dolor consiguió llamarladiciendo:

—Starling,supadrelaestáviendo.

Capítulo59

Jame Gumb ocupó los titulares de la prensa durante varias semanas,despuésdehabersidodescendidoasuagujerofinal.

Losinformadoresreconstruyeronsuhistoria,comenzandoporlosarchivosdelcondadodeSacramento.

SumadreestabaembarazadadeunmesdeélcuandoquedóeliminadadelconcursoparaelegiraMissSacramentoen1948.El«Jame»desupartidadenacimiento era, por lo visto, un error burocrático que nadie se molestó encorregir.

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Alnoconseguirabrirsecaminocomoactriz,sumadreseconvirtióenunaalcohólica;GumbteníadosañoscuandoelcondadodeLosÁngelesloentregóaunafamiliaadoptiva.

Al menos dos revistas especializadas explicaron que esta desdichadainfancia constituía la causa de que posteriormente asesinase amujeres paraarrancarleslapiel.Laspalabraslocoymaldadnoaparecenenningunodeesosdosartículos.

LapelículadelconcursodebellezaqueJameGumbcontemplabademayoreraunafilmaciónrealdesumadre,perolamujerqueaparecíaenlapelículade la piscina no era su madre, según revelaron una serie de medidascomparativas.

LosabuelosdeGumblesacaronalosdiezañosdeunhogaradoptivoenelquenoerafeliz,yéllosmatódosañosdespués.

EnelcentroderehabilitacióndeTulare,ydurantelosañosquepasóenelpsiquiátrico, Gumb aprendió el oficio de sastre, para el cual demostrósobresalientesaptitudes.

LalistadeempleosdeGumbmuestrainterrupcionesyesincompleta.Losperiodistas descubrieron al menos dos restaurantes en los que trabajóilegalmente,sinestardadodealta,mientrastrabajabaesporádicamenteparalaindustriade laconfección.Nosehapodidoprobarqueduranteesteperíodoasesinase,peroBenjamínRaspailafirmabaqueasíera.

Trabajaba en la tienda de antigüedades donde se confeccionaban objetosdecorativosabasedemariposas,cuandoconocióaBenjamínRaspail,acuyasexpensas vivió durante cierto tiempo. Fue en esa época cuando Gumb seobsesionó por las polillas y mariposas y las transformaciones queexperimentabanesosinsectos.

CuandoRaspailloabandonó,GumbmatóalsiguienteamantedeRaspail,Klaus,alcualdegollóyparcialmentedesolló.

Alcabodeciertotiempo,fueavisitaraRaspailcuandoésteyavivíaeneleste,yRaspail,quesentíaespecialfascinaciónporlosmuchachosperversos,selopresentóaldoctorLecter.

Todo ello quedó confirmado la semana posterior a la muerte de Gumb,cuandoelFBIconsiguióobtenerdelosherederosdeRaspail lasgrabacionesde las sesiones de psicoanálisis que éste había realizado en la consulta deldoctorLecter.

Años atrás, cuando a Lecter se le declaró perturbado mental, lasgrabacionesdesussesionesdepsicoanálisis fueronentregadasa las familiasde las víctimas para que las destruyeran. Pero los litigantes familiares de

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Raspailconservaronlascintasporsilesservíanparaimpugnareltestamentodeldifunto.Y trasescuchar lasprimerasgrabaciones,quenocontienenmásque aburridas reminiscencias de la vida escolar de Raspail, perdieron elinterés. Tras el revuelo periodístico que produjo el caso de JameGumb, lafamilia de Raspail escuchó el resto de las cintas y cuando sus miembrostelefonearon al abogado Everett Yow amenazando con emplear lasgrabaciones para renovar sus ataques contra el testamento, Yow llamó aClariceStarling.

Lascintasincluyenlaúltimasesión,durantelacualLectermatóaRaspail,y además revelan, lo cual esmuchomás importante, qué le contóRaspail aLecterapropósitodeJameGumb:

Raspail le dijo a Lecter que Gumb tenía verdadera obsesión por laspolillas, que había desollado a varios cadáveres en el pasado, que habíamatadoaKlaus,quetrabajabaenlaempresadeconfeccióndeartículosdepielDon Cuero, en Calumet City, pero que también cobraba de una anciana deBelvedere,Ohio,alaquehabíaconocidoporqueconfeccionabalosforrosdelasprendascomercializadasporDonCuero.RaspailvaticinabaquellegaríaeldíaenqueGumbseapoderaríadetodaslasposesionesdelaanciana.

—CuandoLecterseenteródeque laprimeravíctimaeradeBelvedereyhabía sido desollada, supo quién era el autor del crimen —le comentóCrawfordaStarling,sehallabanjuntosescuchandolagrabación—.Austedlehubiera servido en bandeja a Gumb y hubiese quedado como un genio siChiltonnosehubieraentrometido.

—Eso me lo insinuó al escribir en el expediente que los lugares desecuestro y aparición de los cadáveres eran demasiado fortuitos —replicóStarling—.YenMemphismepreguntósisabíacoser.¿Quéqueríaconseguirconello?

—Queríadivertirse—sentencióCrawford—.Hacemucho,muchotiempoquenohacemásqueeso,divertirse.

De Jame Gumb no se halló ninguna grabación, de modo que susactividades posteriores a la muerte de Raspail tuvieron que reconstruirsefragmentariamenteatravésdesucorrespondenciacomercial,recibosdelgasoentrevistasconpropietariosdetiendasdemodas.

CuandolaseñoraLippmanmurióduranteunviajeaFloridaefectuadoencompañía de Gumb, éste lo heredó todo: la vieja casa con su vacía galeríaacristaladaysuinmensosótano,asícomounarespetablesumadedinero.Dejóentonces de trabajar para Don Cuero, si bien mantuvo un apartamento enCalumetCity durante cierto tiempo, pero empleaba ese domicilio comercialpararecibirpaquetes,usandoelnombrefalsodeJohnGrant.Conservóaunos

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pocosyselectosclientesycontinuóvisitandotiendasdemodasdesplazándoseportodoelpaís,comohabíahechoparaDonCuero,paratomarlasmedidasdelasprendasqueluegoconfeccionabaporencargoenBelvedere.Empleabaesosviajes para descubrir víctimas y arrojar sus cadáveres cuando ya las habíautilizado; su furgoneta marrón circulaba horas y horas por la autopista,cargadadeprendasdecueroterminadasquesebalanceabanenloscolgadoresencimadelabolsadehulequereposabaenelsueloyconteníaelcadáver.

Poseía la prodigiosa libertad que le proporcionaba el sótano. Espaciosobradoparatrabajaryjugar.Alprincipiosólosetratódejuegos:perseguiramuchachas aterradas por las sombrías dependencias o inventar originalescuadrosplásticosencuartosaisladosydejarlasencerradas,sinabrirlaspuertasmásqueparaprolongarladiversión.

Fredrica Bimmel empezó a colaborar con la señora Lippman durante elúltimoañodevidadelaanciana.

FredricaconocióaJameGumbencasadelaseñoraLippmanciertodíaenque fue a recoger ropapara coser.FredricaBimmelno fue la primera chicaqueGumbasesinóperosílaprimeraqueasesinóparaarrancarlelapiel.

Entre las pertenencias deGumb se encontraron las cartas que le escribióFredricaBimmel.

Starling apenas si pudo leer aquellas cartas por la ilusiónque revelaban,porlafaltadecariñoqueponíandemanifiestoyporelfingidoamordeGumb,quequedabaimplícitoenlasrespuestasdelamuchacha:«Queridísimoamigosecreto demi corazón: ¡Te quiero!Nuncame imaginé que un día llegaría apronunciar estaspalabras, ydebodecirteque lomásmaravillosode todo espronunciarlascomorespuestaalastuyas».

¿Cuándosemanifestóéltalcomoera?¿Conocíaellaelsótano?¿QuécarapondríaFredricaalver la transformacióndeGumb?¿Cuánto tiempo la tuvoconvida?

LopeordetodoeraqueFredricayGumbsiguieronsiendoamigoshastaelfinal;ellaleescribióunanotadesdeelpozo.

Los titulares de la prensa cambiaron el apodo de Gumb por el de DonCuero y, defraudados por no haber sido ellos los inventores del nombre,virtualmenteiniciarondenuevolapublicacióndetodalahistoria.

A salvo en el corazón deQuántico, Starling no tenía que ocuparse de laprensasensacionalista,sibienlaprensasensacionalistaquisoocuparsedeella.

Del doctor Frederick Chilton, La Actualidad Nacional consiguió, previoestipendio, las cintas de la conversación de Starling con el doctorHannibalLecter.Larevistaampliódichasconversacionesparausarlascomoguiondel

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serial «La Novia de Drácula» y dio a entender que Starling, a cambio deinformaciónsobreelcaso,habíahechofrancasrevelacionesdetiposexualaldoctor Lecter, y hasta presionó a Starling para que aceptara una ofertaefectuadaporCharlasenlaOscuridad:LaRevistadelTeléfonodelSexo.

La revista People publicó un breve y agradable artículo sobre Starling,intercalando fotografías de la joven en la Universidad de Virginia y en elHogarLuterano deBozeman.Lamejor era una de la yeguaHannah, en losúltimosañosdesuvida,tirandodeuncarrollenodeniños.

StarlingrecortóesafotodeHannahylaguardóenelbilletero.Fueloúnicoqueconservó.

Empezabaacurarse.

Capítulo60

Ardelia Mapp era una profesora particular excelente—lograba adivinaruna pregunta de examen en un texto conmayor rapidez de la que tarda unleopardo en divisar a una presa coja—, pero no era una buena corredora.Siempre le decía a Starling que era porque le pesaban mucho los hechos.Starlinglehabíasacadounbuentrechoenlapistadecorrer,retrasoqueMapprecuperójuntoalviejoDC-6queusaelFBIparalossimulacrosdesecuestrosaéreos.Era el domingopor lamañana.Llevabandosdías de codos ante loslibrosyaquelpálidosollesparecíaunadelicia.

—¿Qué tehadichoPilchercuando teha llamado?—lepreguntóArdeliaapoyándoseeneltrendeaterrizaje.

—QueélysuhermanatienenunacasaenChesapeake.

—¿Ahsí?¿Yquémás?

—Que su hermana está allí con los niños y los perros y a lo mejor elmarido.

—¿Y?

—Queelloshabitanunapartedelacasa;esunaviejacasonajuntoalmarqueheredarondesuabuela.

—Cortaelrollo.

—Pilchespropietariodelaotrapartedelacasa.Dicequeelpróximofinde semana quiere que vayamos a pasarlo allí. Dice que hay muchashabitaciones«tantascomohaganfalta»,creoquehadicho textualmente.Me

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hadichoquesuhermanamellamaríaparainvitarnos.

—¿Deveras?Pensabaqueyanohabíanadiequehicieseesascosas.

—Lohapintadomaravilloso:nadadeprisas,paseosbienabrigadosporlaplaya,volveracasaamerendarjuntoalfuego,perrossaltandoportodaspartesconlaspatasllenasdearena…

—Suenaidílico…hmmm…conlaspatasllenasdearena…Sigue.

—Amí,laverdad,mepareceexcesivo,teniendoencuentaquenohemossalidojuntosniundía.Peroéldicequecuandohacemuchofrío,lomejordelmundoesdormircondoso tresperrosen lacama.Dicequehaysuficientesparaquetodoslosinvitadospuedancontarconunpar.

—Pilcherseteestá ligandoconelviejotrucodelperroyhasmordidoelanzuelo,¿no?

—Afirmaqueesunbuencocinero,ysuhermanaloconfirma.

—Oh.¿Yatehallamado?

—Sí.

—¿Yquétehaparecido?¿Cómosonaba?

—Bien.Sonabacomosiestuvieseenlaotrapuntadelacasa.

—¿Yquélehasdicho?

—Pueslehedicho:«Sí,muchísimasgracias».Esoesloquelehedicho.

—Estupendo —declaró Ardelia Mapp—. Me parece estupendo.Comeremoscangrejos.AgarraremosaPilchyleembadurnaremoslacara.Lopasaremosdemiedo.

Capítulo61

PorlagruesamoquetadelpasillodelhotelMarcus,uncamareroempujabauncarritodeté.

Al llegar ante la puerta de la suite 91 se detuvo y con unos nudillosenguantadosllamósuavementealapuerta.Ladeólacabezayvolvióallamarpara hacerse oír por encima de la música; eran las Invenciones, segunda ytercerapartedeBach,interpretadasalpianoporGlennGould.

—Pase.Elcaballeroque llevabaunapósitodegasacubriéndole lanariz,vestidoconunbatín,estabasentadoalamesaescribiendo.

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—Póngaloalladodelaventana.¿Mepermiteverelvino?

El camarero acercó la botella. El caballero la colocó bajo la luz de lalámparadelamesaydespuéstocóelcuellodelabotellaconlamejilla.

—Ábrala, pero no la deje en hielo—ordenó al tiempo que añadía unagenerosapropinaalacuenta—.Demomentonovoyabeberla.

No quería que el camarero le sirviese una copa de vino y se lo diese aprobar; encontraba desagradable el olor que despedía la correa del reloj deaquelhombre.

El doctor Lecter estaba de un humor excelente. La semana habíatranscurridoasuenterasatisfacción.Suaspectoestabacambiandotalycomohabíaplaneadoyencuantoquedasensubsanadasunaspocaseinsignificantesdecoloraciones, podría quitarse el apósito para hacerse fotografías depasaporte.

El trabajo importante lo realizaba él personalmente: inyecciones desilicona en la nariz. El gel de silicona se vendía sin receta pero las agujashipodérmicasy lanovocaínano.Resolvióestadificultad robandouna recetaenelmostradordeunafrecuentadafarmaciaquehabíaenlasproximidadesdelhospital. Borró la enrevesada caligrafía del médico con tinta blanca decorrecciones mecanográficas y después fotocopió la receta en blanco. Laprimerarecetaqueredactóeraunacopiaexactadelaquehabíarobado,copiaquedevolvióalafarmaciaparaquenoseechaseenfalta.

Elefectoquelanarizdeboxeadorcausabaasuscorrectasfaccionesestabalejosdeseragradableysabía,además,quesinoibaconcuidado,lasiliconapodíadesplazarse,peroestabasegurodequelaobraduraríahastaquellegaseaRío.

Cuandosusaficionesempezaronaabsorberle,muchoantesdeproducirsesuprimerarresto,eldoctorLecterhabíahechopreparativosporsialgúndíasehallaba en situación de fugitivo de la justicia. En la pared de una casita devacacionessituadaaorillasdelríoSusquehannaguardabadineroytodoslosdocumentos de una nueva identidad, incluido un pasaporte, así como loselementos cosméticos que había utilizado al hacerse las fotos de esedocumentoqueestaríasindudacaducado,peroquepodría renovarenpocosdías.

Prefiriendo pasar la aduana enmedio de un rebaño de turistas y con lainsignia de la agencia en la solapa, se había inscrito enunviaje organizadotitulado «El esplendor de Sudamérica» que, a pesar de lo espantoso de sunombre,loconduciríaaRíodeJaneiro.

SeacordóqueteníaqueextenderunchequeconlafirmadeldifuntoLloyd

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Wyman para pagar la factura del hotel y dar cinco días de tiempo para elcobro,enlugardecargarlafacturaaAmex.

Esa noche estaba poniendo al día su correspondencia, que tendría quemandaratravésdeunaagenciadeenvíosurgentesdeLondres.

Enprimerlugar,leenvióaBarneyunaabultadapropinaasícomounanotade agradecimiento por las atenciones que había tenido con él durante suestanciaenelpsiquiátrico.

A continuación, redactó una notita para el doctor Frederick Chilton,dirigidaalcentrodecustodiafederal,insinuándolequeeramuyposiblequeenunfuturopróximorecibiesesuvisita.Yañadióque,despuésdelamencionadavisita,creíaqueelhospitalpreferiríatatuarlasinstruccionesalimentariasenlafrentedeChiltonparaahorrarsepapeleo.

Por último, se sirvió una copa de aquel excelente Batard Montrachet yescribióaClariceStarling.

Bien, Clarice, ¿han dejado de balar ya los corderos? Me debe unainformación,¿seacuerda?ymegustaríaquemelacomunicase.

Un anuncio en la edición nacional delTimes y del InternationalHerald-Tribuneeldíaprimerodecadamesserá lomásadecuado.MejorquepongatambiénotroenelChinaMail.

Nomesorprenderíaquelarespuestafuesesíyno.Loscorderossehabráncalladodemomento,perousted,Clarice,sejuzgaasímismaconlapiedaddelabalanzadelAvernoytendráqueganarseunayotravezesebenditosilencio.Porqueausted loque la impulsaesel compromiso, fijarseunobjetivo,yelcompromisonocesa,nunca.

No tengo intención de ir a visitarla, Clarice, porque el mundo es másinteresantesiustedestáenél.Procurehacermeobjetodelamismacortesía.

El doctor Lecter se llevó la pluma a los labios. Miró por la ventana alfirmamentoysonrió.

Tengo ventanas. Orión se encuentra en este momento justo encima delhorizonte,yapocadistanciabrillaJúpiter,conunaintensidadquenovolveráaalcanzarantesdelaño2000.(Notengolamenorintencióndedecirlelahorania qué altura se encuentra.) Pero espero que usted también lo esté viendo.Algunasdelasestrellasquenosguíansonlasmismas.Clarice.

HannibalLecter

Muchomásaleste,enlacostadeChesapeake,Oriónbrillabaagranalturaenunanocheestrellada,sobreunaviejacasonaysobreunahabitaciónen laqueardeunfuegocuyoresplandorlatesuavementeaimpulsodelvientoque

Page 298: el silencio de los corderos thomas harris

sopla arriba, en las chimeneas. En una cama de matrimonio hay variosedredonesentreloscualesdormitanvariosperrosdegrantamaño.

Los restantes bultos que se advierten bajo las sábanas puede quepertenezcanonoaNoblePilcher;resultaimposibledeterminarlodebidoalatenue luzque reinaenel ambiente.Pero la caraque reposaen la almohada,rosadaporelresplandordelfuego,es indudablementeladeClariceStarling,queduermeprofundaydulcementesumidaenelsilenciodelosinocentes.

En su nota de pésame para Jack Crawford, el doctor Lecter cita unfragmentodeLaFiebresintomarselamolestiademencionarasuautor,JohnDonne.

Lamemoria deClarice Starling altera algunos versos del poema deT.S.EliotMiércolesdeCenizaparaadaptarlosasuconveniencia.

FIN