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1 ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA INAH SEP EL RELIEVE DEL PATROCINIO DE SAN BERNARDINO DE SIENA DEL RETABLO MAYOR DEL EX CONVENTO DE XOCHIMILCO, UNA INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL SIMBOLISMO RELIGIOSO Y SOCIAL TESIS QUE PARA OPTAR POR EL TITULO DE: LICENCIADO EN ARQUEOLOGÍA P R E S E N T A JONATHAN ROSAS PEÑA DIRECTOR DE TESIS: ARQUEÓLOGO ALEJANDRO ISAAC ROMERO REZA ASESORES: ARQUEÓLOGO JOSÉ ALEJANDRO VEGA TORRES HISTORIADOR AARÓN POLO LÓPEZ MÉXICO, D.F., JUNIO 2009
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EL RELIEVE DEL PATROCINIO DE SAN BERNARDINO DE SIENA DEL RETABLO MAYOR DEL EX CONVENTO DE XOCHIMILCO, UNA INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL SIMBOLISMO RELIGIOSO Y SOCIAL

Jan 16, 2023

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ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

INAH SEP

EL RELIEVE DEL PATROCINIO DE SAN BERNARDINO DE SIENA DEL RETABLO

MAYOR DEL EX CONVENTO DE XOCHIMILCO, UNA INTERPRETACIÓN

ARQUEOLÓGICA DEL SIMBOLISMO RELIGIOSO Y SOCIAL

TESIS

QUE PARA OPTAR POR EL TITULO DE:

LICENCIADO EN ARQUEOLOGÍA

P R E S E N T A

JONATHAN ROSAS PEÑA

DIRECTOR DE TESIS:

ARQUEÓLOGO ALEJANDRO ISAAC ROMERO REZA

ASESORES:

ARQUEÓLOGO JOSÉ ALEJANDRO VEGA TORRES

HISTORIADOR AARÓN POLO LÓPEZ

MÉXICO, D.F., JUNIO 2009

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Índice

Agradecimientos

Introducción 1

Capítulo 1. Entorno histórico, social y cultural del conjunto conventual de

Xochimilco: una visión arqueológica 4

El contexto novohispano 4

Xochimilco histórico 14

Los Franciscanos, método y praxis de la evangelización 19

El convento de san Bernardino de Siena. Siglo XVI y XVII 28

El retablo del altar mayor 32

Capítulo 2. La escultura novohispana y el retablo de san Bernardino de Siena,

Xochimilco 39

La escultura y el escultor novohispano. Siglo XVI 39

La representación de las imágenes religiosas 41

El retablo de san Bernardino de Siena. Análisis tecnológico 46

La madera 46

La talla 48

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3

La capa impermeabilizante 51

La base de preparación 52

El bol 55

El dorado 57

La policromía 61

El esgrafiado 63

Las encarnaciones 64

Capítulo 3. Interpretación religiosa, simbólica y social 68

Consideraciones primeras 68

El relieve de san Bernardino de Siena: iconografía e iconología 74

Frailes, nobles y macehuales: interpretación arqueológica 91

Los frailes 92

Los nobles o principales y los macehuales 97

Interpretación del dato arqueológico 102

La arqueología contextual aplicada 103

Sistema religioso y antropología simbólica 106

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4

Consideraciones finales 108

Bibliografía 111

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5

Introducción

El ex convento de san Bernardino de Siena es un interesante sitio de investigación

para diversas disciplinas, al interior del templo dedicado a este santo, podemos

apreciar uno de los retablos más antiguos, que ha sobrevivido a diferentes y

complicados periodos de la historia de nuestro país, distinción que comparte con

los retablos mayores del ex convento de san Miguel Huejotzingo y del ex convento

de san Juan Bautista en Cuautinchán, ambos ubicados en el estado de Puebla. La

importancia del ex convento es tal que no son pocos los trabajos que se han

concentrado a estudiar este lugar, algunos preponderan la observación del ex

convento destacando su arquitectura, otros más han enfocado su interés en el

estudio de los materiales usados en la elaboración del retablo del altar mayor,

otros tantos han aportado datos en cuanto a la iconografía e iconología del mismo

elemento. Más sin embargo, el interés de la presente tesis se concentra en el

análisis del relieve principal del retablo dedicado a san Bernardino de Siena.

Se trata de un extraordinario relieve ubicado en la calle central del tercer cuerpo

tallado en madera, estofado y policromado, donde, se representa a san Bernardino

de Siena patrocinando a hombres y mujeres que se muestran arrodillados ante el

santo. Tal representación es el objeto de estudio de la presente tesis, pretendo

indagar el significado de esta obra de arte, y debo decir que los personajes

cobijados por el santo han sido identificados en otros trabajos por otros autores,

gracias a los atributos que éstos portan, como indígenas de una clase privilegiada.

Como ya aprecia el lector, el relieve y todo el retablo del altar mayor del ex

convento es considerado una majestuosa obra de arte, entonces ¿qué puede

aportar la arqueología al arte?

El arte, sin duda fuente valiosa de información cognitiva1, ha sido considerado en

numerosas ocasiones terreno del historiador del arte como principal estudioso del

mundo del arte, sin embargo con el presente trabajo me sumo a la propuesta que

1 cfr. Renfrew, Colin y Bahn, Paul. Arqueología, teorías, métodos y prácticas. Ediciones Akal,

Madrid, 1993, p. 355.

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otros ya han hecho, esta es analizar desde el punto de vista de la disciplina

arqueológica una representación artística, donde más que suplantar métodos, se

intenta sumar estrategias de investigación para el conocimiento, de la obra de

arte, y del sentido que tuvo para quienes fue construida, porque desde la

arqueología se plantea la relación entre los objetos y la sociedad, los individuos

que lo fabricaron y en su caso la relación entre el objeto y a quienes se dirige, es

decir, quienes lo usaron, la cultura y la sociedad son parte del resultado de estos

estudios ya que los pensamientos y otras construcciones de la realidad son la

base para el desarrollo de un grupo social, no desarrollo en el sentido de mayor a

menor, sino en tanto el curso de un grupo a través del tiempo.

Cuando nos hacernos preguntas sobre objetos y sujetos que vivieron hace tanto

tiempo, nos hace repensar nuestro planteamiento, precisamente porque a través

de los años las sociedades cambian y los pensamientos se reformulan, en mi caso

propongo considerar parte de los postulados de la Arqueología Post-procesual, y

de las vertientes desarrolladas dentro de la misma corriente teórica, como lo es la

Arqueología cognitiva-contextual que supone una alternativa al materialismo,

dando cauce y realce a los estudios centrados en aspectos simbólicos, donde, se

valoran tres nuevos aspectos: Individuo, Cultura e Historia; el primero como sujeto

que realiza la acción; la segunda, constituida por principios de significado

simbólico y la tercera que se convierte en una explicación del presente al

permitirnos su comprensión, así como la aportación de la antropología simbólica

que complementa la anterior. El objetivo en este caso es el de elaborar

interpretaciones sobre el pasado, partiendo del análisis del contexto y sus

asociaciones. Además de resaltar lo valores arriba mencionados, está corriente

teórica pone mayor énfasis en el contexto como herramienta y concepto.

Por lo que siguiendo esta propuesta primero ha sido fundamental aplicar un

análisis historiográfico contextual de la época, revisando los principales sucesos

ocurridos en Europa que repercutieron en la vida política, social y religiosa de la

Nueva España, hasta situar en el espacio y tiempo el convento y el retablo de san

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Bernardino de Siena en Xochimilco, resaltando en el entorno inmediato de esta

región la práctica social y religiosa de la orden franciscana que tuvo a su cargo la

evangelización de estos territorios.

En un segundo momento me refiero a un análisis aplicado al retablo de san

Bernardino de Siena a finales de la década de 1970, donde se desarrollan cada

uno de los momentos del proceso de manufactura, así como las técnicas y

herramientas usadas, resaltando las diferencias con las técnicas utilizadas en el

viejo mundo. Además de ello, las problemáticas en relación a la escultura en la

segunda mitad del siglo XVI y las primeras décadas del siglo XVII, así como la

normatividad en la representación de las imágenes religiosas.

Finalmente aplicó el método iconográfico-iconológico de Erwin Panofsky, quien

propone tres niveles en la interpretación de una obra de arte, la descripción, la

iconografía y la iconología, que aunado al análisis contextual de la época me

permitirá proponer interpretaciones en aspectos simbólicos, religiosos y sociales

del relieve de san Bernardino de Siena. Es decir y de acuerdo con Hodder, el

significado del objeto en sí, así como el significado del objeto dentro de un marco

social, histórico y con ello religioso tanto para los fieles como para la comunidad

de franciscanos que a su vez cobijaron a los indígenas en buena parte de la

historia de la Nueva España, una historia en aquél tiempo recién iniciada.

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Capitulo 1

Entorno histórico, social y cultural del conjunto conventual de

Xochimilco: una visión arqueológica

El contexto novohispano

Las técnicas, los materiales, las tradiciones culturales, la función, las preferencias

formales y artísticas son algunos de los elementos que podemos determinar al

analizar la cultura material. Pero debemos resaltar que todas las características

mencionadas responden a procesos históricos y sociales de mayor amplitud.

[…] para poder explicar porque una forma cultural tiene un significado y un uso

específicos es necesario examinar las asociaciones y contextos previos, su

difusión y secuencias anteriores […] Ahora tenemos que analizar la difusión de

rasgos como un proceso social y significativo: las asociaciones de un elemento

con otro o con otra cultura anterior afectan al uso de ese elemento dentro de un

nuevo contexto.2

La ciencia arqueológica si bien ha desarrollado sus planteamientos teóricos y

metodológicos a razón de la comprensión de los restos materiales, está obligada a

reflexionar sobre los procesos históricos y con ello sociales a lo que estuvo sujeto

el material estudiado.

Por ello, para poder comprender la función social y religiosa de un elemento como

el relieve del patrocinio de san Bernardino de Siena, resulta necesario revisar el

panorama general de la Nueva España de la segunda mitad del siglo XVI, su

entorno histórico, social y cultural.

2 Hodder, Ian. Interpretación en arqueología. Corrientes actuales. Editorial crítica, Barcelona, 1988,

pp-23-24 apud Vega Torres, Alejandro. Los murales conventuales de Malinalco, estado de México y Huatlatlauca, Puebla: un análisis histórico – iconológico sobre dos murales con referencia a la muerte. Tesis de Licenciatura en Arqueología, México, 2002, p. 2.

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Durante el siglo XVI el viejo continente vio nacer un movimiento compuesto por

pensadores, políticos y religiosos que más tarde se denominó Reforma

Protestante. Este movimiento inspirado en el humanismo criticó las pretensiones

del papado, argumentando que el verdadero espíritu del cristianismo se había

perdido. Martín Lutero, sacerdote católico agustino de origen alemán se convirtió

en el principal promotor de la reforma protestante, criticó ampliamente la venta de

indulgencias, promovidas fervientemente por la iglesia católica medieval,

argumentando que era una estafa y un engaño a los creyentes, una falsa

salvación de sus almas. En 1517, Martín Lutero clavó en la puerta de la iglesia de

Wittenberg sus 95 tesis, donde ampliaba sus críticas al proceder de la iglesia

católica, este hecho marcó el inicio de la reforma protestante, así también la

conformación de un nuevo mapa religioso en la Europa occidental. Para el año de

1560, el bloque católico estaba conformado por Europa meridional y sur, el oeste

de Alemania, la región de Flandes (sur de los Países Bajos), Irlanda, algunos

núcleos de la Gran Bretaña y algunas zonas de Europa centro oriental.3

El rey Carlos V emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que reinó en

España como Carlos I trató de contener las revueltas protestantes, su propósito

principal radicaba en unificar su imperio bajo una misma fe, sin embargo, tras 20

años de guerra con los territorios germanos, Carlos V se vio obligado a aceptar las

condiciones de los nobles rebeldes alemanes y finalmente para el año de 1555 se

firmó la paz de Augsburgo, acordando en este documento la libertad de profesar

de los príncipes y nobles la religión que quisiesen sin que el emperador pudiese

impedirlo.

Un año más tarde Carlos V abdicaba al trono, iniciando con ello una nueva etapa

encabezada por el heredero, su hijo Felipe II.

La Contrarreforma o Reforma católica como la llaman algunos autores, fue la

respuesta iniciada por la Iglesia católica, encabezada por el papado y promovida

3 vid, Muller, Richard A. After Calvin: studies in development of a theological tradition. Oxford

University, Oxford, 2003.

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principalmente por los reinos españoles, contra todos aquéllos movimientos

protestantes ampliamente difundidos en Europa encabezados por las corrientes de

Martín Lutero y Juan Calvino. Para el año de 1545 la Iglesia Católica convocó a un

concilio, para dar respuesta a la magnitud que había alcanzado la Reforma

Protestante. El Concilio de Trento inició formalmente en el año de 1545, sin

embargo, la inestabilidad política del papado provocó su interrupción en varios

períodos, en los que el máximo pontífice fue sucedido, tras 17 años de sesiones,

el Concilio de Trento finalizó en el año de 1562, para este momento el rey Carlos

V había muerto, el trono era ocupado por su hijo Felipe II, casi la mitad de la

Europa occidental era reconocida como protestante, ahora tocaba el turno a la

Iglesia Católica, la contrarreforma significo la respuesta para combatir a las

corrientes protestantes.4

El Concilio de Trento reafirmó todos los puntos de la doctrina católica, los

sacramentos y las sagradas escrituras. Además de ello resaltó la veneración de

las imágenes y de las reliquias, puntualizando en relación a las primeras su

correcta representación iconográfica, legislando y normativizando con ello la

representación artística. 5

Este punto particular tuvo en el arte barroco su máxima expresión, desarrollando

en las iglesias católicas europeas con abundancia las imágenes, con el único

objetivo de mostrar la magnificencia de la Iglesia católica para atraer con ello a los

fieles.

Las órdenes religiosas fundadas entre la década de 1530 y 1540 confirmadas en

el Concilio de Trento, llevaron a la práctica aquello de lo que supuestamente

carecía la iglesia católica, viejos ataques de la reforma luterana, en forma

constituyeron un arma más durante la Contrarreforma. Dichas órdenes se

dedicaron al cuidado de pobres y enfermos, promoviendo la caridad cristiana,

4 vid, Lutz, Heinrich. Reforma y Contrarreforma. Traducción Antonio Saez Arance, Alianza, Madrid,

1992. 5 Vid, El sacrosanto y ecuménico Concilio de Trento. Madrid, 4ª. Edición, Imprenta de Ramón Ruiz,

1978.

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predicando el evangelio y combatiendo las herejías, promoviendo a través de sus

obras la salvación. Entre estas órdenes cabe resaltar a los Jesuitas -reconocidos

por el Papa Pablo III en 1540, confirmados por Julio III en 1550-, quienes llevaron

a la práctica la idea de una iglesia militante, promotora de la salvación por medio

de la fe y las obras de misericordia y caridad.6

Además de los votos de obediencia, pobreza y castidad, esta orden juraba un

cuarto voto de obediencia incondicional al Papa. Su misión consistió en promover

la fe católica por todos los territorios de Europa occidental, combatiendo con ello a

los herejes. Dicha misión más tarde se propagó por todos los territorios hasta ese

momento colonizados, para evitar el avance de las corrientes protestantes.

La Iglesia Católica demostró a través del tribunal de la Santa Inquisición su poder

para castigar a los infieles y herejes. Así el Santo Oficio, se convirtió en la policía

del papado, como mecanismo de control ante los embates de los protestantes. Los

reinos españoles promotores de la contrarreforma instauraron en todas sus

colonias un Tribunal del Santo Oficio de características severas, represivas y

restrictivas cerrando con ello las fronteras de los territorios católicos al

Protestantismo.7

Pronto en la Nueva España comenzaron a hacer eco los conflictos acaecidos en el

viejo continente, esto implicó un cambio abrupto en el orden social, político,

religioso y económico de la joven colonia.

Como es sabido, en América se rompió el esquema eclesiástico de la Iglesia

católica, dicha institución tiene como máximo jerarca al Papa, seguido de los

obispos y los curas diocesanos o seculares, hallándose en esta pirámide en el

último escalón a los frailes mendicantes. En todas las colonias de América el Papa

6 vid, Peronnet, Michel. El siglo XVI: de los grandes descubrimientos a la Contrarreforma (1492-

1620). Traducción Yago Barja de Quiroga, ediciones Akal, Madrid, 1990. 7 vid, Medina, José Toribio. Historia del tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en México.

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1991; Alberro, Solange. Inquisición y sociedad en México, 1571-1700. Fondo de Cultura Económica, México, 1988.

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otorgó a través de las gestiones del rey de España, cualidades episcopales al

clero regular a falta de un clero secular formalizado en la América española.

La segunda mitad del siglo XVI implicó un reacomodo en la organización

eclesiástica de la Nueva España, el clero secular organizado ya en los principales

reinos españoles de América comenzó a abrirse paso para ocupar la jerarquía que

de acuerdo al orden religioso le correspondía. El concilio de Trento marcó las

bases de una nueva organización eclesiástica en América, donde la iglesia sería

comandada por las catedrales, es decir, quedaba conferida a la administración del

clero secular.8

Así el clero regular perdió territorio y poder en todas sus fundaciones y parroquias,

paulatinamente los mendicantes cedieron la administración de las parroquias al

clero secular. Uno de los principales golpes consistió en que el concilio de Trento

dispuso se acataran las nuevas reglamentaciones, lo que significó también que el

Real Patronato de Indias debía ajustarse a tales disposiciones, esta situación

marcó el triunfo de la Iglesia Novohispana, confiriendo de tal modo la libertad del

clero secular frente al Patronato Real.

En el primer concilio provincial mexicano (1555), se inició una discusión en torno a

la posición que ostentaba hasta ese momento el clero regular, además de ello se

hizo del conocimiento de los asistentes la convocatoria expresa del Concilio de

Trento, así como las primeras discusiones emitidas. El segundo concilio (1565)

tuvo la consigna de recibir y jurar el texto del Concilio de Trento, sin embargo, en

los estatutos apenas se alude a dicho concilio, tales estatutos se componen de

siete breves papales y las constituciones ordenadas en el primer concilio

mexicano (1555).9

8 vid. Pérez Puente, Leticia. Tiempos de crisis y tiempos de consolidación. La catedral

metropolitana 1653-1680. El Colegio de Michoacán-Plaza y Valdés, CESU-UNAM, México, 2005. 9 Pérez Puente, Leticia, González, Enrique y Aguirre, Rodolfo. “Los concilios provinciales

mexicanos primero y segundo” en Martínez López Cano, Pilar y Cervantes Bello, Francisco Javier.

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Es hasta el tercer concilio provincial mexicano (1585) que se discuten y estudian

las reformas promulgadas por el concilio de Trento, aún así la situación de los

frailes mendicantes ya había sido legislada.

En 1574, una cédula real ajustada a las resoluciones del concilio de Trento

sometió a los frailes mendicantes al control del virrey y de la diócesis, en lo que se

refería a su nombramiento, número y movimientos. Finalmente un decreto de 1583

estableció abiertamente el trato preferencial para el clero secular en México. De

esta manera los mendicantes fueron perdiendo gradualmente sus privilegios. Para

finales de siglo se enfrentaron a la alternativa de escoger entre retirarse a los

pocos conventos que les quedaban o intentar nuevas conversiones de la fe en la

periferia de la Colonia. 10

A inicios de la década de 1570, los frailes vieron en las disposiciones emitidas en

Trento la futura pérdida de sus privilegios, situación que significó la

desestabilización de cada una de las órdenes mendicantes. “El año de 1572 nos

da una muestra de que las órdenes mendicantes ceden el lugar, pues llega a la

cede metropolitana un obispo del clero secular, don Pedro Moya de Contreras”. 11

Estas situaciones marcan sin lugar a dudas la pérdida de la brújula para las

órdenes mendicantes, además de ello las primeras generaciones de frailes -

principalmente franciscanos- hacía el año de 1570 se encuentran prácticamente

extintas, y entre las nuevas generaciones no existe el entusiasmo y júbilo de las

primeras y fue en esta misma etapa “cuando brotó entre los franciscanos una

violenta reacción antidígena”.12

Los concilios provinciales en Nueva España. Reflexiones e influencias. UNAM-BUAP, México, 2005, pp. 17-40. 10

Cuevas, Mariano. Historia de la Iglesia en México. Tomo II, 1ª edición, México, 1922, pp. 172-193, apud Kubler, George, Arquitectura Mexicana del Siglo XVI. México, Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 31. 11

Ricard, Robert. La conquista espiritual de México. Fondo de Cultura Económica, novena reimpresión, México, 2005, p. 35. 12

ibídem, p. 103.

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“Por todas partes se levantaban las peticiones de frailes que deseaban regresar a

España; ninguno aprendía ya los idiomas locales y el fervor apostólico de un

principio había muerto.”13

Entre todas estas situaciones se encontraba una de mayor trascendencia, que fray

Gerónimo de Mendieta había hecho mención, el problema consistía que entre los

indígenas las antiguas costumbres y creencias aún pervivían, algunos grupos

realizaban sus ritos en secreto, algunos otros mezclaban la nueva fe con sus

viejas costumbres.

Existe por tanto, una realidad autóctona, es decir, un campo indígena de los

posibles y de lo verosímil, que responde a contingencias existenciales –la

supervivencia del individuo y del grupo- y se funda en un enfoque específico del

espacio y del tiempo, de la persona humana y de lo divino, de los lazos entre los

seres y las cosas. Una realidad construida según una percepción y una

interpretación de lo real que no es la nuestra, como tampoco lo era del clero

católico. La idolatría expresaría la realidad de los indios nahuas, con lo que ésta

supone de explícito y de implícito, de consciente y de inconsciente, de verbalizable

y de indecible. 14

La realidad era clara, entre los indígenas la situación distaba mucho de ser aquella

utopía de los primeros frailes, para los indios el cristianismo era una situación de

fórmula y costumbre como menciona Gruzinski, los evangelizadores pensaron que

la cristianización era cuestión de tiempo, sin embargo, nunca comprendieron que

los conceptos de lo divino diferían mucho entre indígenas y europeos, a tal grado

que el cristianismo nunca penetró en los indígenas en el sentido que los frailes

planearon sembrar. “Al correr de las décadas, los indios se familiarizaron con ritos

13

Kubler, George, op. cit., p. 31. 14

Gruzinski, Serge, La colonización de lo imaginario. México, Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 174.

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y liturgias, con imágenes […] cuyas virtudes tuvieron tiempo de experimentar, a

falta de penetrar siempre correctamente en su sentido”.15

En resumen podemos mencionar que la situación social y religiosa de la Nueva

España no era la que se esperaba,

A mediados del siglo XVI, las comunidades indígenas no respondían con pleno

entusiasmo a las persuasiones eclesiásticas.

La incapacidad de la iglesia para completar un programa de conversión tan

fervorosamente iniciado puede atribuirse a diversas causas interrelacionadas.

Entre el clero, el primitivo optimismo decayó y hubo una reconciliación con otras

clases españolas. La encomienda había servido en un principio a las órdenes

mendicantes como algo que debía frustrarse y como un foco de atención hostil;

pero después de mediados del siglo XVI, los eclesiásticos aceptaron la

encomienda y ya no pudieron mantener convincentemente su posición como

defensores de la vida del espíritu en oposición a la opresión de los

encomenderos.16

En cuanto al orden político, la encomienda dio paso a la instauración de los

corregimientos, que resultaron de un carácter mayormente opresor hacia los

indígenas, de esta manera para la década de 1570, se cumplía cabalmente la

orden expuesta en la cédula de 1550 que ordenaba que cada una de las

encomiendas existentes fuera asignada como corregimiento.17

Al correr de estas nuevas modificaciones en el orden político, social y religioso, la

Nueva España albergaba un panorama hostil e inhóspito, los sucesos ocurridos en

Europa tuvieron su réplica en América, así se manifestaron las consecuencias a lo

largo de la segunda mitad del siglo XVI,

15

ibídem, p. 178. 16

Gibson, Charles, Los aztecas bajo el dominio español. 1519 – 1810. Editorial Romont, México, 1986, p. 115. 17

cfr, Gerhard, Peter, Geografía histórica de la Nueva España 1519 – 1821. Traducción Stella Mastrangelo. Instituto de Investigaciones Históricas – Instituto de Geografía – UNAM, México, 1986, p. 14.

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La difusión de la escritura y de lo escrito, el estudio y la conservación parcial de las

culturas indígenas suponía por parte de la Iglesia y de la Corona […] un clima de

apertura y de curiosidad que manifiestamente se esfumo en los años que siguieron

a la abdicación de Carlos V (1556) y a la clausura del concilio de Trento (1563).

España se constituyó en defensora de la Contrarreforma. En la Nueva España

este endurecimiento se manifestó en el establecimiento del tribunal del Santo

Oficio (1571) y en una mayor regulación de la impresión y la circulación de los

libros y los escritos. […] Más por encima de estas medidas y estos abandonos no

podemos dejar de recordar el retroceso de las órdenes mendicantes y en particular

de los franciscanos, para comprender mejor este cese de las experiencias

realizadas en el transcurso del siglo XVI.18

La segunda mitad del siglo XVI manifestó de esta manera el ascenso del clero

secular al control eclesiástico en la Nueva España, a través de una mano firme

dibujada en el tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, por este medio la iglesia

Novohispana intentó controlar a las masas indígenas y sus idolatrías.

En 1572, arribo a la Nueva España la orden militante de jesuitas, con un firme

propósito de aplicar en estos nuevos territorios las disposiciones del Papado y del

concilio de Trento. Los jesuitas más tarde se convertirían en los principales

artífices de la educación en América, así también en promotores de la

evangelización y de la fe en todos los territorios hispanizados, desplazando de

cierta manera la labor iniciada por la orden franciscana, aunque claro está, los

jesuitas centraron sus labores educativas en las elites novohispanas.

Finalmente, el panorama de la Nueva España había sido trasformado durante la

segunda mitad del siglo XVI en cada uno de sus niveles y ordenes. El poder

eclesiástico recaía ahora en el clero secular, una nueva orden mendicante bajo las

ordenes del papado se había establecido en territorios novohispanos, se discutían

las disposiciones y constituciones del Concilio de Trento en el tercer concilio

provincial mexicano, la contrarreforma católica a través de estos medios se

18

Gruzinski, Serge, op. cit., p. 74.

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encontraba en su clímax, el arte renacentista daba paso a una corriente efímera,

pero crítica, -el manierismo-, que a su vez estableció las bases del arte barroco,

expresión máxima de la contrarreforma católica. Cabe mencionar también, que en

Trento se legisló en cuanto a la representación de las imágenes, y por

consiguiente en Nueva España se establecieron las primeras ordenanzas de

gremios, -(1568) primeras ordenanzas para carpinteros, entalladores,

ensambladores y violeros- para el caso concreto de las esculturas, para evitar

interpretaciones equivocadas de la población, para ello se imponía una vigilancia

estricta de todo el proceso de elaboración de una talla.

Por otro lado el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición ponía en práctica lo

reglamentado en Trento, las idolatrías y los herejes no tendrían cabida bajo el

nuevo régimen. Las primeras órdenes llegadas a la Nueva España, veían

paulatinamente el final de sus sueños redentores, el establecimiento del

cristianismo primitivo en América había sido tan solo una utopía. En el ámbito

indígena, el orden social estaba perdido, dentro de las unidades políticas –

cabecera sujeto- los españoles habían permitido a los nobles indígenas conservar

su autoridad, de igual forma los frailes habían insistido en la cristianización de este

grupo selecto de indígenas, sin embargo, tanto autoridades civiles como frailes

vieron paulatinamente perder a la nobleza indígena, autoridad frente a sus

comunidades, “[…] la iglesia ya no podía confiar en la jerarquía indígena para

unificar la respuesta al cristianismo.”19

Aunado a todos estos conflictos el panorama de la Nueva España parecía aún

más desolador, las constantes epidemias habían diezmado a gran parte de la

población, al grado que se temía que la raza indígena fuera a extinguirse.

Sabido es que en 1585 los indios ya sólo son dos millones, en tanto que la

población española, negro y mestiza, siempre minoritaria, conoce un crecimiento

constante. Desde el siglo XVI, indios cada vez más numerosos abandonan sus

ciudades y sus pueblos para trasladarse a los centros de gran población blanca y

19

Gibson, Charles, op. cit., p. 115.

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18

mestiza. […] Cada vez en contacto más con los españoles y los mestizos, los

indios son llevados a integrarse más a una religiosidad colectiva, pluriétnica,

marcada por las grandes procesiones anuales –las procesiones de Corpus Christi-,

los autos de fe de la Inquisición, las suntuosas beatificaciones. Surge una

sociedad nueva, citadina, a imagen de aquellas catedrales cuya construcción ha

sucedido a la de los conventos y que reciben bajo sus naves todos los estratos de

la población: corporaciones y cofradías, autoridades civiles y eclesiásticas, ricos

comerciantes y caciques indígenas sin olvidar aquellas multitudes compuestas de

indios, de mestizos, de negros, de mulatos y, ya, de ‘blancos pobres’. 20

De esta manera a las vísperas de un nuevo siglo, a los indígenas les quedó

escoger entre vivir fervientemente el catolicismo o adaptarse a un nuevo orden

para conservar la vida; la nobleza indígena, desprovista de sus privilegios ante sus

similares le quedó únicamente disfrutar de los privilegios que las autoridades

españolas les habían conferido convertidos ya en cristianos en forma y quizá

algunos de fondo; por su parte a los frailes no les quedó más que aventurarse a la

conquista espiritual de nuevos territorios o dedicarse a la vida contemplativa en

sus conventos.

Xochimilco histórico

La palabra Xochimilco proviene del idioma náhuatl y significa lugar de la

sementera florida”, está integrada por las raíces xochitl, flor; milli, sementera; y co,

locativo. 21

De acuerdo con el códice Boturini, los aztecas se disponían a migrar de la región

de aztlán cuando los ocho barrios, entre ellos los xochimilcas, solicitaron su

permiso para poder acompañarlos, 22 situación a la que no se negaron los aztecas.

20

Gruzinski, Serge, op. cit., p. 196. 21

Guía turística del Distrito Federal. INEGI, México, 1997, p. 267. 22

Tira de la peregrinación (Códice Boturini). Revista Arqueología Mexicana. Edición especial códices, Diciembre 2007, Numero 26, Textos Patrick Johansson K., Lámina II, p. 25.

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19

Más tarde las tribus fueron obligadas a separarse y los xochimilcas se asentaron

en la región sur de la cuenca en la ribera del lago al que dieron su nombre.

23

En tiempos antiguos, la región xochimilca estuvo conformada por un vasto

territorio que comprendía las actuales delegaciones de Xochimilco, Tlahuac, Milpa

Alta y Tlalpan, en el Distrito Federal, así como la porción norte del actual estado

de Morelos:

Se dice que en una época este territorio fue más grande que el de los chalca y la

mitad del de los acolhuaque – condiciones que ya no regían en 1519. […] se sabe

que los xochimilca estaban relacionados genealógicamente o políticamente con los

habitantes de Ocuituco, Tlayacapan, Totolapa y otros pueblos del moderno estado

23

idem

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20

de Morelos, así como con la población de Chimalhuacan, Ecatzingo y Tepetlixpa

en la parte sur de la región de los Chalca.24

25

En el siglo XV Xochimilco fue conquistado en tiempos de Izcoatl, cuarto Tlatoani

Mexica que gobernó de 1427 a 1440.

Al segundo año ya más fortalecido Yzcohuatl salió contra los de Cuyoacan

Huitzilopochco, y Atlacuihuayan, y los sugeto huyendo el Rey Cuyohucan a

24

Gibson, Charles, op. cit., p. 17. 25 Broda, Johanna y Maldonado, Druzo. “Culto en la cueva de Chimalacatepec, San Juan

Tlacotenco, Morelos.” En Beatriz Albores y Johanna Broda (coords.) Graniceros. Cosmovisión y

meteorología indígenas de Mesoamerica. El Colegio Mexiquense – UNAM, México, primera

reimpresión, 2003, 184.

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21

Tlachco, hizo guerra con ayuda de Tezcoco, y Tlacopan a los Xochimilcas, y los

sujeto a su obediencia, duro once días la batalla, […]26

Aún en tiempos de la colonia, poblaciones de las áreas mencionadas recordaban

su parentesco con los Xochimilcas. “En el siglo XVI escritores de Tetela del Volcán

y Hueyapan, ambos al sur de la región de los chalca, se consideraban

descendientes o súbditos de Xochimilco, donde sus ancestros habían pagado

tributo y prestado servicios.”27

En el periodo que estuvieron sujetos a los de Tenochtitlán, posiblemente pagaron

un tributo consistente en flores y otros productos cultivados en las Chinampas,

mismos que trasladaron a través del lago.28 Bajo el gobierno de los Mexicas,

Xochimilco, estuvo “[…] integrado por tres gobiernos […] tlatoque. Las

subdivisiones Olac, Tepetenchi y Tecpan, cada una de las cuales era jurisdicción

de un Tlatoani.”29

Los primero cronistas como Hernán Cortes y Bernal Díaz del Castillo, refieren que

los asentamientos xochimilcas se encontraban considerablemente dispersos, pero

la localidad asentada a la orilla del lago alcanzaba proporciones literalmente

urbanas. 30

Los españoles llegaron a esta región entre 1519 y 1520, después de una feroz

resistencia la ciudad cayó en abril de 1521, siendo arrasada y quemada por

órdenes de Hernán Cortés.31

26

Vetancurt, fray Agustín de. Teatro Mexicano. Crónica de la provincia del Santo Evangelio de México. Editorial Porrúa, 1ª. Edición facsimilar, México, 1971, parte 2, tratado primero, capítulo XVI, folio 28. 27

idem; vid, Broda, Johanna y Druzo Maldonado, op. cit., p.183. 28

cfr, Gerhard, Peter, op. cit., p. 252. 29

Gibson, Charles, op. cit., p. 45. 30

Cortes, Hernán. Cartas y documentos. Introducción de Mario Hernández – Sánchez Barba. México, 1963, p. 143; Díaz del Castillo, Bernal. Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. Ed. Joaquín Ramírez Cabañas, 2 vols., México, 1960, I, p. 481-482, apud Gerhard, Peter, op. cit., p. 252. 31

cfr, Gerhard, Peter, op. cit., p. 252.

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22

Consumada la conquista, la región de Xochimilco fue reducida a una encomienda,

la cual fue entregada a Pedro de Alvarado.32 Esta fue la encomienda más grande

del territorio de la Nueva España con un promedio de 20 mil tributarios, en

contraste, la encomienda promedio contenía alrededor de 6 mil. En 1528 la corona

emitió incidentalmente una regla prohibiendo que una encomienda tuviera más de

300 indígenas.33

En términos de territorio, los españoles se basaron en la organización política

establecida en tiempos prehispánicos de tal manera que Xochimilco se convirtió

en una cabecera donde mantuvo su división en tres parcialidades o sujetos.

La encomienda de Xochimilco pronto fue objeto de discusión para las autoridades

de la Nueva España, y a finales de la década de 1520,

La primera audiencia introdujo recaudadores de tributos en Xochimilco hacia 1529

para cobrar las multas contra Alvarado. En un arreglo con Francisco de Montejo,

Alvarado acordó después cambiar Xochimilco y algunas otras posesiones por la

gubernatura de Honduras e Higueras. Pero Alvarado murió en 1541, antes de

llevarse a cabo la transacción. Su esposa Beatriz de la Cueva murió en 1541, y

como no tuvieron herederos, Xochimilco revirtió a la corona. Parece que Jorge de

Alvarado y su esposa Luisa de Estrada, encomendero de Teocahueyacan,

reclamaron la sucesión. Pero aunque ambicionada por otros siguió siendo una

posesión real. Por otorgación especial a Cortes, parte de los tributos de Xochimilco

fueron asignados al Marquesado del Valle, a lo largo de los siglos XVII y XVIII.34

En la siguiente década, la corona paulatinamente fue revirtiendo los privilegios

otorgados a los conquistadores, de tal manera que pocas encomiendas fueron

conservadas por segundas y terceras generaciones. Las autoridades

establecieron a inicios de la misma década una nueva estrategia de gobierno. “En

las instrucciones a la segunda audiencia, emitidas en 1530, el corregimiento

32

Gibson, Charles, op. cit., p. 444. 33

cfr, ibidem, p. 66. 34

ibidem, p. 444.

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23

apareció como una alternativa de la encomienda, un sistema de gobierno y

recaudación de tributos para los indígenas bajo la corona.”35

Dicha disposición se cumplió en territorio Xochimilca en la década de 1540, justo a

la muerte de Pedro de Alvarado. “Así en el caso de Xochimilco, el Estado Español

simplemente instaló un corregidor en la cabecera múltiple de la propia Xochimilco

con lo que se creó de inmediato un corregimiento completo y bien definido.”36

En cuestiones urbanísticas Xochimilco, al menos durante el siglo XVI, siguió

conservando su división en tres parcialidades, Olac, Tepetenchi y Tecpan. Hacia

el año de 1559 este importante centro poblacional fue elevado a la categoría de

ciudad, uniéndose así al grupo de localidades que gozaban de dicho merito como

lo era Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba.37

Los Franciscanos, método y praxis de evangelización

La orden de san Francisco fue la primera en enrolarse hacia la Nueva España,

pero cabe mencionar la presencia de otros religiosos durante la conquista y recién

terminada ésta. “Venidos a México poco después, más aún no terminada la

conquista, con la mejor voluntad que tuvieron, poca cosa pudieron hacer el

mercedario fray Juan de las Varillas y los franciscanos fray Pedro Melgarejo y fray

Diego de Altamirano”38, estos frailes poca suerte tuvieron en los territorios recién

hispanizados, donde perdieron la vida a causa de los constantes conflictos y

rebeliones.

Tres religiosos siguieron a éstos en 1523; de nacionalidad flamenca los tres, dos

sacerdotes: Johann Van den Auwera y Johann Dekkers, conocidos con los

35

ibidem, p. 86 36

ibidem, p. 92 37

cfr, ibídem, p. 35. 38

Cuevas, Mariano S.J. Historia de la Iglesia en México. Tomo I, 1a edición, Tlalpan, D.F., 1921, p. 117, apud Ricard, Robert, op. cit., p. 82.

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24

nombres españolizados de fray Juan de Aora y fray Juan de Tecto, y un lego:

Pierre de Gand, conocido con el nombre de fray Pedro de Gante.39

Los dos primeros corrieron con poca suerte, ya que murieron durante el viaje de

Cortés a las Hibueras, el último de ellos se convertiría a través del tiempo en uno

de los personajes trascendentes en la evangelización de la Nueva España.

A este reducido grupo de frailes siguió uno simbólicamente numeroso compuesto

de doce frailes franciscanos, los cuales fueron enviados a través de las siguientes

bulas, otorgándoseles facultades especiales, que ampliaron sus funciones:

Por su bula Alias Felicis, de 25 de abril de 1521, el Papa León X les había

concedido la licencia para ir a América. El 6 de mayo del año siguiente, Adriano VI,

en su bula Exponi Nobis Fecisti, dirigida a Carlos V, completaba las disposiciones

de su predecesor, en ella daba a los frailes franciscanos y a los de las otras

órdenes mendicantes su autoridad apostólica, en dondequiera que no hubiera

obispos, o se hallaran estos a más de dos jornadas de distancia, salvo en aquello

que exigiera la consagración episcopal, para cuanto les pareciera necesario en la

consagración de los indios.40

Este grupo constituido principalmente por frailes menores de la observancia,

empapados de un pensamiento humanista:

[…] desembarcaron en Ulúa el 13 o 14 de mayo de 1524 […] llegaron a México el

17 o 18 de junio de 1524 y son los siguientes: Martín de Valencia, Francisco de

Soto, Martín de Jesús o de la Coruña, Juan Suárez (o mejor Juárez), Antonio de

Ciudad Rodrigo, Toribio de Benavente (Motolinía), García de Cisneros, Luis de

Fuensalida, Juan de Ribas, Francisco Jiménez, Andrés de Córdoba y Juan de

Palos.41

39

Ricard, Robert, op. cit., p. 82. 40

ibidem, p. 84. 41

ibidem, p.83- 84.

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25

[…] los franciscanos tenían cierta predilección por la utopía y el iluminismo y […]

muchos de ellos estaban imbuidos del espíritu de Joaquín de Fiore, en particular

fray Martín de Valencia.”42

Por tanto fray Martín de Valencia, encomendado de reclutar a los encargados de

cumplir la misión evangelizadora en la Nueva España, tuvo que verse rodeado de

los nombres de fervientes humanistas, por la ardua labor que implicaba esta

empresa, la Nueva España a todas luces se mostraba como un territorio inhóspito,

y más por la frescura de los hechos, lo que significaba la mesura del trato con los

indígenas.

La llegada de “los doce” como se les conoce históricamente, significó la formación

de la custodia del Santo Evangelio, que dependió por algunos años de la provincia

de san Gabriel de Extremadura.

Después de quinze días de llegados, que fue su llegada a 23 de junio, juntó a

Capitulo el venerable Padre fray Martín de Valencia y día de la visitación de

nuestra señora hizieron diez y siete religiosos elección de custodio, salió con todos

los votos el venerable Padre fray Martín de Valencia, pusieronle por nombre la

Custodia del Santo Evangelio, resucitando este soberano titulo, que tuvo la

provincia de San Gabriel quando se erigió en custodia el año de 1500, por

concesión de Alexandro VI, hecha al V. Padre fray Juan de Guadalupe hasta que

el año de 519 se erigió en provincia con el titulo de San Gabriel.43

Los franciscanos de inmediato comenzaron su labor evangelizadora iniciando de

México Tenochtitlán al sur, instalándose prácticamente en el centro del país, (el

actual estado de México, Morelos, Puebla, y el Distrito Federal), más tarde abordar

los territorios de Michoacán y Nueva Galicia, para adelantarse hasta el norte de

los territorios de la Nueva España.44

42

ibidem, p. 26. 43

Vetancurt, Agustín fray, op. cit., parte IV, tratado primero, capítulo 1, folio 2-3. 44

cfr, Ricard, Robert, op. cit., p. 146.

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26

Ricard menciona dos principales periodos en las fundaciones monásticas del siglo

XVI, uno ubicado entre 1525 y 1531, donde las fundaciones se consolidan en las

regiones arriba mencionadas y de 1531 a 1572 donde se inicia una segunda

etapa, en la que no se tienen datos muy precisos y empieza a decaer el júbilo de

los frailes por la cristianización, donde existen las siguientes fundaciones:

Tlanepantla, Xochimilco, Huexotla, Otumba, Tula, Zempoala, Cholula, Atlixco y

Tehuacan, todas ellas comprendidas entre el valle de México y Puebla. Y en la

región central de Puebla, Tecamachalco, Quecholac y Tecalli, más tarde Calpan y

Cuautinchan.45

Por otro lado, la temprana llegada de la orden de san Francisco, significó también

para los indígenas, la base de una relación que solo se agotaría en la segunda

mitad del siglo XVI.

Hacia el año de 1535 la custodia del Santo Evangelio, finalmente adquirió el

carácter de provincia autónoma bajo la advocación del mismo nombre.46

Debemos mencionar que tanto el grupo encabezado por fray Martín de Valencia,

como el siguiente, el que arribó en el año de 1526, venía no solo inspirado en la

labor apostólica, sino que vio en él, el prototipo de su propio apostolado,

intentando fundar una iglesia nueva, ya que consideraban que el viejo mundo

cristiano se había envilecido, que se había vuelto la ciudad del hombre, y que el

nuevo mundo intacto e incorrupto, iba a convertirse en la ciudad de Dios.47

Los “doce apostólicos” franciscanos que vinieron a México en 1524 provenían de

un movimiento de reforma de las ordenes mendicantes en España, encabezado

por el cardenal Jiménez de Cisneros. El titular episcopal después de 1527, el

obispo franciscano Juan de Zumárraga, quiso aplicar los preceptos del humanismo

de Erasmo en la misión americana. En todas partes, los primeros frailes

franciscanos fundaron escuelas y trataron de inculcar la alfabetización y los

45

cfr, ibidem., p. 140-143. 46

cfr, ibidem, p. 143. 47

cfr. ibidem, p. 28-29.

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27

valores hispánicos así como la doctrina cristiana. Para este fin concibieron un

amplio programa dentro del cual la educación cultural y la reforma social eran

secundarias solo a la propagación de la fe.48

Bajo este marco la primera estrategia que siguieron los frailes de todas la ordenes,

y principalmente los franciscanos fue convertir a los caciques y principales de cada

comunidad para lograr así la conversión del resto del pueblo. Así la nobleza

indígena conformó el primer grupo social educado bajo la fe cristiana, donde los

niños formaron parte fundamental de la labor evangelizadora, siendo estos la

“materia prima” de los frailes y una herramienta primordial en la educación

católica, todo ello con el propósito de arrancar la idolatría desde sus raíces.

Si los franciscanos se interesaron tanto por la formación religiosa de los niños no

fue solamente porque ellos representaban el futuro, lo mismo temporal que

espiritual, de la Nueva España, sino porque previeron también, como los hechos

probaron cierto, que en los niños hallarían los más fieles y activos colaboradores

de su obra evangelizadora.49

Además de ello los frailes interesados en todas las cuestiones indígenas se dieron

a la tarea de aprender todas aquéllas lenguas indígenas que se encontraran en el

proceso de cristianización, aquí una vez más los niños se convirtieron en

interpretes al ser educados durante los primeros años, en tres idiomas, latín,

castellano y la lengua primaria, el náhuatl, mayormente hablada por parte de los

indígenas en el centro de la Nueva España. La idea de educarlos bajo dichas

normas tenía implícito la imagen de conformar un sacerdocio indígena, sin

embargo, la idea fue prontamente desechada por las órdenes mendicantes, la

razón: los indígenas fueron tachados de incompetentes en la labor de la fe

cristiana; con ello desvaneciéndose el júbilo apostólico de los primeros misioneros.

48

Gibson, Charles, op. cit., p. 102. 49

Ricard, Robert, op. cit., p. 186.

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28

Cerrados quedaron para los indios los puestos del sacerdocio: el Concilio de

155550 prohibió ordenar a mestizos, indios y negros, y en 1570 leemos en el códice

franciscano51 que no se administra a los indios el sacramento de la ordenación ni

ninguna de las órdenes menores, porque aún no tiene las aptitudes necesarias.

[…] En resumen: falta de autoridad, embriaguez, ineptitud para el trabajo

intelectual, para el régimen de las almas y para el celibato; tales son los defectos

que se alegan para declarar a los indios indignos del sacerdocio. […] Hubo un

salto de extremo a extremo: primero se exageraron las capacidades espirituales de

los indios; una vez desengañados, acabaron por exagerar su incapacidad y sus

defectos.52

Cabe mencionar que entre los frailes franciscanos siempre existieron dos

corrientes de pensamiento claramente definidos, la primera la conformaron los

primeros grupos llegados a la Nueva España, llenos de ímpetu, curiosidad y

entusiasmo, asombrados por las maravillas y la riqueza natural y cultural de los

territorios, partidarios de los estudios científicos, imbuidos por el espíritu

apostólico, que al mismo tiempo llenos de simpatía hacia la civilización indígena,

la primera corriente representada en la figura de fray Bernardino de Sahagún; y la

otra, representada por Escalona, y todos aquellos frailes venidos una vez

sentadas las bases de las instituciones religiosas y políticas en Nueva España,

llegados a un territorio relativamente controlado, donde la primera etapa de

contacto, al menos, con las comunidades del centro de la naciente colonia había

sido superado. Así que los frailes recién llegados, habían perdido aquél ímpetu y

entusiasmo de los primeros misioneros, todos ellos inclinados a un empirismo

quizá nacido de la pereza, menos curiosos de las cosas del país y tentados a

50

vid, Lorenzana, Francisco Antonio. Concilios provinciales primero, y segundo: Celebrados en la muy noble, y muy leal ciudad de México, presidiendo el illmo. Y rmo. Señor D. FR. Alonso de Montúfar, en los años de 1555, y 1565. Edición Jorge Porrúa Cuervo, México, 1981. 51

vid .Códice franciscano S. XVI. Informe de la Provincia del Santo Evangelio al Visitador Lic. Juan de Ovando (1570). Cartas de religiosos (1533 – 1569). Chávez Hayhoe, México, 1941, p.110. 52

Ricard, Robert, op. cit., pp. 349–351.

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29

entregarse a la vida apacible del convento, en tierra establecida para el

cumplimiento de una labor evangelizadora.53

Los indígenas de inmediato se identificaron con los frailes, tanto por su

comprensión como por sus costumbres, rápidamente los frailes se convirtieron en

los interlocutores, en diversos aspectos de la vida de los indígenas. Las buenas

maneras de los frailes permitieron entablar un nexo de cariño y respeto recíproco.

Así lo comprendieron los indios: vieron que de alma, vida y corazón los religiosos

se habían hecho como ellos. […] Y casi todos los indios habrían dicho, fueran los

que fueran los misioneros, franciscanos, agustinos o dominicos, lo que

respondieran al preguntarles porque querían tanto a los franciscanos: ‘porque

estos andan pobres y descalzos como nosotros, comen de lo que nosotros,

asiéntanse entre nosotros, conversan entre nosotros mansamente.54

De la misma forma las estrategias urbanísticas implantadas principalmente por los

frailes, en la traza de pueblos, villas y ciudades, determinaron al convento como el

centro de una población, a partir del que se organizaba el resto de la vida de una

comunidad. Desde los primeros años, bajo los ideales de la fundación de una

nueva iglesia en América, se trató de impedir en lo más posible la mezcla entre

indígenas y españoles, muchos frailes pensaban que la convivencia entre ambas

culturas impediría el cumplimiento de este fin utópico. Estas ideas imperaron al

menos durante la primera mitad del siglo XVI, “[…] Mendieta seguía convencido

de que los indios representaban la inocencia de Adán antes de la caída. Opina

que son incapaces de pecar y que por este motivo habían de imponerles una

segregación absoluta, no para proteger a los demás, sino para protegerlos de los

demás, del contacto peligroso de los españoles.”55

53

ibidem, p. 411. 54

Motolinía, fray Toribio de Benavente. Historia de los indios de la Nueva España. Salvador Chávez Hayhoe, vol. III, capítulo 4, México, 1941, p. 68 apud Ricard, Robert, op. cit., p. 227. 55

Ricard, Robert, op. cit., p. 29.

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30

El convento bajo los ideales de los franciscanos de la observancia, como fray

Pedro de Gante, se convirtió en el principal centro de enseñanza de la liturgia y de

las artes y oficios. Ambas actividades desarrolladas en los grandes atrios,

invención de los conjuntos conventuales americanos.

En toda población en que hubiera un convento había de enseñarse el catecismo

de manera regular todos los domingos y días de fiesta. Muy de mañana, los

vigilantes de cada cuartel o barrio, llamados merinos, en las grandes ciudades, y

los alcaldes en los pueblos, tenían que despertar a su gente. Cada barrio o cada

pueblo en grupo se encaminaba a la iglesia, con la cruz por delante y rezando

oraciones por el camino. […] Por lo general, la reunión se hacía en los atrios o

cementerios, a veces enormes, en torno de la cruz central, que aún hoy día se

conserva; […].56

Fray Pedro de Gante instauraría en la escuela de san José de los Naturales

adscrita al convento de san Francisco de México un centro de enseñanza de las

artes y oficios. Con ello se aprovecho la habilidad y gusto de los indígenas por las

artes para cubrir la manufactura de imágenes necesarias para la cristianización y

por otro lado familiarizarlos con la iconografía cristiana.

En la labor evangelizadora los Franciscanos se valieron del canto y la pintura,

ambos recursos utilizados en época precortesiana, de tal manera que resultaron

eficaces herramientas en la cristianización de los indígenas

Inspirados en los manuscritos indígenas, algunos religiosos tomaron la costumbre

de ayudarse de cuadros de ‘pinturas’, para la enseñanza de la doctrina cristiana.

[…], como el canto era en la religión precortesiana un gran recurso del culto, así

los misioneros aprovecharon el gusto de los indios por el canto y habiendo puesto

en verso los mandamientos de Dios, lo mismo que el padrenuestro, el avemaría, el

credo, etc., los enseñaron a cantarlos.57

56

ibidem, pp. 181-182. 57

ibidem, pp.192-194.

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31

Los primeros misioneros con ayuda de indígenas trasladaron a grandes lienzos

imágenes de santos ejemplares, de pasajes bíblicos, o bien, momentos de la vida

de Jesús y María. Más adelante se plasmaron varios de estos temas en los muros

de templos y conventos, cuyos temas a la vista de unos pocos estuvieron

seguramente dirigidos a nobles indígenas educados dentro de los conventos.

En el ámbito social los frailes impregnados de los ideales humanistas se

involucraron en muchos aspectos de la vida cotidiana de los indígenas

protegiendo en todo sentido a los habitantes de las tierras conquistadas.

[…] el agustino fray Pedro Juárez de Escobar [menciona en una carta dirigida a

Felipe II del día 1° de abril de 1576] los religiosos, como lo sabe V. M. son sus

padres y sus madres, sus abogados y representantes, sus defensores y sostén,

sus escudos y protección, que en su lugar sufren los golpes de la desgracia; sus

médicos y enfermeros, lo mismo que para sus llagas y dolencias corporales, que

para las faltas y pecados en que pro su miseria caen; a ellos recaen en sus

sufrimientos y persecuciones, en sus hambres y escaseces, y en su regazo se

refugian para llorar y lamentarse, como los niños en su madre. […]58

La cristianización, por tanto, debe entenderse como un amplio y complejo sistema

donde se encuentran relacionados aspectos de índole social, cultural, religioso y

fundamentalmente simbólico. Todo ello manifestado, a través de las majestuosas

obras conventuales y su ornamentación.

58

ibidem, pp. 249-250.

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32

El convento de san Bernardino de Siena.59 Siglo XVI y XVII

60

La construcción del convento franciscano de Xochimilco dedicado a san

Bernardino de Siena inició posiblemente en la tercera década del siglo XVI,

“Cuando fray Martín de Valencia salió por primera vez de México al sur en 1524 se

detuvo en Xochimilco. Sin embargo no fue sino hasta 1535 cuando se fundó un

establecimiento permanente en ese lugar.”61 Esta referencia permite inferir

solamente que una vez establecidos los franciscanos es cuando posiblemente

59

El convento de San Bernardino de Siena, se ubica en el centro histórico de Xochimilco en la Avenida 16 de Septiembre s/n y es custodiado por la comunidad Xochimilca. Es un conjunto monacal limitado por una barda atrial de cantera, de factura más reciente (1898), con dos accesos, uno al norte, formado por un arco de medio punto; y otro al poniente que es el principal, lo conforman tres arcos de medio punto. (cfr, Guía turística del Distrito Federal. México, INEGI, 1997, pp. 271.) 60

http://www.mapa-mexico.com.mx/Mapa_Xochimilco_Mexico_DF.htm 61

Kubler, George, op. cit., p. 592.

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comienza la construcción del conjunto, sin embargo, diversos autores han tomado

esta referencia como un dato concluyente y definitivo de su fundación.

La región de Xochimilco fue el punto de partida para la labor evangelizadora hacia

los territorios definidos al sur de la gran ciudad de México–Tenochtitlán, sin

embargo, la falta del personal mendicante en los primeros años de la Nueva

España impidió la determinación de las diferentes órdenes religiosas para el

cumplimiento de esta tarea. A pesar de que esta vasta región fue una de las

primeras que visitaron los principales artífices de la orden franciscana, se

presentaron diversos problemas de carácter logístico al punto de que para el año

de 1538 fue necesario reducir el establecimiento a una vicaria, 62 “Para esta época

existía en la aldea un gran convento y una iglesia. Vetancurt cuenta que al

enterarse los indios de que los frailes se mudarían por la falta de alojamiento

adecuado emprendieron de inmediato la construcción de una rectoría grande y

confortable”.63

Kubler menciona que en la construcción participó fray Francisco de Soto quien al

parecer tenía conocimientos de arquitectura, este personaje regresó a España

antes de 1546,64 otro personaje mencionado por el autor, es fray Juan de Gaona

quién llegó a la Nueva España en 1538 y permaneció inactivo a partir de 1552.65

Mendieta para el año de 1595 describe al templo como bien solemne, pues tiene

sesenta tercios de vara en ancho con ser de una nave.66 “En 1585, Ponce señaló

que los pasillos del claustro se habían iniciado. Se terminaron los dormitorios,

celdas, viviendas, dependencias e iglesia, aunque la parte superior de la puerta de

entrada de la iglesia estaba en ruinas.67 El segundo claustro fue construido

después de 1590, durante el periodo de fray Francisco de Gamboa como

62

idem. 63

idem. 64

idem. 65

Mendieta, Gerónimo fray. Historia Eclesiástica Indiana. Porrúa, México, 1971., p. 691. 66

ibidem, p. 392. 67

Ponce, Alonso O.F.M. Relación breve y verdadera de algunas cosas de las muchas que sucedieron al Padre fray Alonso Ponce. Volumen I, Madrid, 1873, p. 173, apud Kubler, George, op. cit., p. 593.

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guardián.68 En cuanto a la ornamentación del templo se tienen diversos datos que

sin embargo, por la falta de documentos han sido imposible corroborarlos. Se cree

que en 1573, se inició posiblemente la construcción del retablo que corresponde

con el arribo a la Nueva España de Baltasar de Echave Orio, dicho retablo

posiblemente fue terminado en 1585, sin embargo, propongo ser sumamente

cautelosos con este último dato ya que el retablo presenta diversas características

en estilo principalmente que permiten relacionar el diseño con obras posteriores

como el retablo de Santiago de Tlatelolco, siendo Baltazar de Echave Orio el autor

de las pinturas, hacia el año de 160969. Además de ello, en el relieve del patrocinio

de san Bernardino de Siena se observa a los personajes masculinos usando

gorgueras, distintivo de la nobleza que se hizo popular entre la elite en el

transcurso de los últimos años del siglo XVI y los primeros del siglo XVII en la

península ibérica.

En el año de 1576 la ciudad de México fue azotada por una terrible epidemia que

se denominó huey cocolixtle, acabó con un serio porcentaje de la población, en

este año el guardián del convento de Xochimilco era fray Jerónimo de Mendieta,

quién ante la desgracia se encomendó a Santiago Apóstol y más tarde a san

Sebastián, pero la epidemia solo disminuyó y no logro erradicarse, se dice que se

mandaron a construir sendos retablos a ambos lados del altar mayor dedicados a

estos santos,70 finalmente se encomendaron a san Bernardino de Siena, el

resultado a sus ojos: la epidemia se acabo, agradecidos por esto los frailes

decidieron tener como Santo patrono a tan elocuente personaje.

En 1605 al parecer fue concluido el claustro del convento y a partir de aquí se

tienen pocos datos sobre lo que ocurre en la edificación. Vetancurt en su obra

Teatro Mexicano escrita entre los años de 1681 a 1692, describe el conjunto

conventual de Xochimilco: 68

Torquemada, Juan fray. Monarquía Indiana. Volumen III, imprenta Salvador Chávez Hayhoe,

México, 1944, p. 581 apud Kubler, George, op. cit., p.593. 69

Torquemada, Juan fray, op. cit., 1944, p. 216. 70

Herrerías de la Fuente, Mónica. El retablo de la iglesia conventual de Xochimilco. UNAM-Instituto de Investigaciones Estéticas, México, 1979, p. 17.

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En esta Ciudad está un convento de los grandes que tiene la provincia, casa de

estudio de Artes y de Theologia algunas vezes, donde se han celebrado Capítulos

Provinciales, porque la vivienda es de celdas muy capaces con quatro dormitorios

en quadro, todo a un plan; dos claustros con sus arrtes de floresen el medio; dos

escaleras y una Porteria de Norte a Sur bien grande, que es para las confessiones

necessaria; el patio cercado, muy espacioso, y de arboleda, y flores sembrado;

tiene dos huertas, y dos jardines a donde salen las ventanas. La iglesia es de una

nave la mayor que ay en las Indias; tiene sesenta y tres varas de largo y veinte y

una de ancho, es de arteson labrado el techo, y terrado de bigas grandes la

azotea; tiene fuera de los tirantes labrados de madera, tirantes de cadenas de

fierro con gruessos eslabones, las paredes de cerca de cuatro varas de ancho, y la

altura eminente; el adorno de altares es obra de primor, que como ay tan grandes

oficiales son las hechuras de talla primorosas, tiene ornamentos ricos , sacristía, y

demás oficinas son como lo pide la fabrica del Convento muy capazes.71

Más tarde se menciona que el techo se cambio por una bóveda de medio cañón

dividida por altos arcos torales que se asientan en pilastras que dividen a la nave

en capillas donde se encuentran los retablos laterales. En el sitio donde se supone

debería estar el crucero se colocó una enorme cúpula octogonal peraltada sobre

un cimborrio de similar planta, con ojos de buey en tambor, colocado sobre cuatro

arcos de medio punto y las cuatro pechinas correspondientes.

Posiblemente es en estos mismos años que el templo y el convento fueron

reconstruidos fue adicionada la torre del campanario, que se une a la nave por

medio de un arco botarel que tiene la función de sostén del campanario, es decir,

cumple una función similar a los contrafuertes. Este campanario se compone de

dos cuerpos coronado por una linternilla, predominando las líneas rectas.

Prácticamente durante el siglo XVIII y la mayor parte del siglo XIX el conjunto

conventual sufrió muy pocas modificaciones, que sin duda proporcionan

71

Vetancurt, fray Agustín de, op. cit., parte IV, tratado segundo, capítulo VI, folio 57.

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información importante dentro de la historiografía del convento, sin embargo, no

forman parte del marco cronológico de la presente tesis.

72

El retablo del altar mayor

El retablo es el soporte de una serie de temas religiosos sujeto a un orden de

elementos horizontales (cuerpos) y verticales (calles y entrecalles), y a una

jerarquización de temas y personajes. 73 Cumplen no solo una función ornamental

sino también evangelizadora, están dispuestos a manera de grandes trípticos y

tienen un carácter narrativo.

72

Fotografía: Jonathan Rosas Peña, 2007. 73

cfr, Herrerías de la Fuente Mónica, op. cit., p. 79.

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En los retablos mexicanos y principalmente del centro de México fue muy

empleada la madera de ayacahuite, una variedad de pino, pero menos resinosa.

En la región de Xochimilco esta madera fue muy abundante, y de acuerdo con un

análisis aplicado a la madera del retablo del altar mayor, se encontró esta

variedad.74

En cuanto al estilo del retablo se han gestado diversas discusiones, algunos

autores han propuesto que este es un retablo plateresco con ciertas

características renacentistas, por otro lado, otros investigadores hablan que el

retablo es renacentista con algunas particularidades del estilo plateresco. En

primer lugar ambas posturas resaltan las particularidades y no las generalidades

de la obra, recordemos que toda composición formal debe ser descrita de lo

general a lo particular, es decir, en su conjunto para finalmente comprender cada

una de las partes que la conforman, en segunda instancia ambas corrientes tanto

el Renacimiento como el Plateresco desarrollado en Italia y España

respectivamente incorporan elementos clasicistas, ambas corrientes muestran

muchas similitudes en estilo siendo su principal diferencia el lugar en que cada

una fue desarrollada. Ahora bien el retablo dedicado a san Bernardino de Siena,

incorpora elementos sobrios de carácter clasicistas y al mismo tiempo la

decoración cubre cada uno de los espacios de la obra, dichas características

permiten suponer que el retablo se desarrollo en la transición de un estilo a otro.

De acuerdo con el contexto histórico de la época el manierismo se caracterizó por

ser un estilo que surgió en los último periodo del renacimiento como respuesta a la

perfección de las formas desarrollada en este periodo, en el manierismo el

postulado principal consistió en exagerar dicha perfección, además de retomar las

formas clásicas e implementar diversos elementos decorativos, convirtiéndose en

una antesala del estilo barroco.

En cuanto a la autoría del retablo, algunos historiadores se inclinan a pensar en

Simón Pereyns, argumentando la similitud entre el presente retablo y el del

74

ibidem, p. 34.

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conjunto conventual de Huejotzingo, Puebla, cuya autoría ostenta dicho personaje;

por otro lado se habla de Andrés de Concha, del que se tienen datos de sus obras

principalmente en la región de Oaxaca, el principal dato que amerita la atribución a

este artista es una placa ubicada a un costado del pórtico principal de la entrada al

atrio del convento de Xochimilco, donde se menciona que el retablo es obra de

este personaje; finalmente gran parte de los investigadores se inclinan por

Baltazar de Echave Orio, principalmente por la atribución que hizo el Dr. José

Guadalupe Victoria en sus investigaciones75, donde supone que las pinturas son

obra de este pintor. Es claro que esta interrogante aunque es de suma importancia

no está contemplada entre los objetivos del presente trabajo, el estudio de la

autoría amerita según los criterios del que escribe, una investigación posterior.

Ahora bien, el retablo dedicado a san Bernardino de Siena se compone de una

predela, en la que se asientan cuatro cuerpos, siete calles y un remate. Sus

dimensiones aproximadas son 20m de altura por 13m de ancho. 76

El programa iconográfico de este retablo, presenta una jerarquización de

personajes, la lectura se dispone de abajo hacia arriba, enmarcando a apóstoles,

doctores, santos y santas ejemplares, además de representaciones pictóricas de

la vida de Jesús y María, coronando todo el programa con la representación de

Dios padre y las virtudes teologales.

75

vid, Victoria, José Guadalupe. Baltazar de Echave Orio: un pintor en su tiempo. Instituto de Investigaciones Estéticas – UNAM, México, 1994. 76

Belgodere Brito, José Francisco, El retablo de San Bernardino de Siena: estudio formal y simbólico-religioso. México, UNAM – Instituto de Investigaciones Estéticas. 1971., p. 12

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39

77

77

Fotografía: Jonathan Rosas Peña, 2007.

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Tenemos que dicha jerarquización se inicia con los apóstoles como primeros

receptores y difusores de las enseñanzas de su maestro, estos personajes se

encuentran representados en la predela, identificados algunos de ellos por sus

atributos, se observan catorce personajes distribuidos siete del lado izquierdo y

siete del lado derecho. Los personajes en la sección izquierda son los siguientes:

san Pablo, san Bartolomé, Simón el cananeo, Santiago el menor, san Mateo,

Santiago el Mayor y san Pedro. En la porción derecha tenemos a san Juan, san

Andrés, Santo Tomás, san Judas Tadeo, y a dos personajes que no han sido

identificados, el primero de ellos porta en su mano derecha un libro cerrado y se

encuentra de perfil mirando al personaje anterior, san Judas Tadeo, el siguiente

personaje sostienen en su mano izquierda un pergamino enrollado, está tallado de

frente y muestra un abundante barba y bigote y finalmente completa la serie san

Felipe78.

Sobre la predela se alza el primer cuerpo, el cual está conformado por columnas

de carácter tritóstilo, el primer tercio de cada columna muestra en su decoración a

un Obispo, el segundo tercio es estriado rematado con un capitel de orden dórico.

Esta porción se compone de cuatro esculturas de cuerpo completo y dos pinturas,

los personajes representados en las esculturas corresponden a los cuatro

doctores de la iglesia que son, san Ambrosio, san Gregorio, san Jerónimo y san

Agustín, representando en su conjunto a aquellos teóricos de la fe, que reforzaron

con sus escritos las bases del cristianismo. Cabe aclarar que tanto las pinturas

como la porción central del retablo serán referidas en su conjunto, con el propósito

de comprender su lectura.

En el segundo cuerpo, observamos a cuatro personajes de cuerpo completo y dos

pinturas. Las columnas son de carácter tritóstilo, en el primer tercio de las

columnas se encuentra representado un monje franciscano, el fuste es estriado y

el capitel del orden jónico. Las cuatro esculturas muestran a predicadores y

fundadores de órdenes religiosas la característica que los identifica en conjunto es

78

ibidem, p. 89.

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haber dejado sus bienes materiales y terrenales para ofrendar su vida y servir a

Dios padre. En la porción izquierda se aprecian san Luis Obispo de Tolosa y Santo

Domingo de Guzmán, en la sección derecha san Francisco de Asís y san Antonio

de Padua.

El tercer cuerpo guarda la misma disposición que los cuerpos anteriores, con la

única diferencia que el capitel es del orden compuesto. El primer tercio de las

columnas de este cuerpo se encuentra decorado con elementos vegetales y una

santa en cada columna. Los cuatro personajes aquí representados tienen en

común haber muerto en aras de la fe, san Lorenzo y san Miguel Arcángel se

aprecian en el lado izquierdo y en la porción derecha san Juan Bautista y san

Esteban, exceptuando a san Miguel Arcángel, los demás personajes cumplen la

característica mencionada. Cabe aclarar en este punto, que la escultura de san

Miguel muestra características en su manufactura que permiten situar su

elaboración en un período posterior, suponiendo que pudo sustituir entonces a

otra escultura.79

El cuarto cuerpo se compone solo de cinco calles, las columnas guardan el mismo

carácter, el primer tercio se encuentra adornado con ángeles, el capitel es de

orden compuesto. En el extremo izquierdo y derecho de este cuerpo se observan

personajes denominados mancebos que portan racimos de uvas. El cuerpo se

compone de dos esculturas de cuerpo completo y dos pinturas, los personajes

representados corresponden a santas y comparten características similares a los

personajes representados en el tercer cuerpo, son mártires. Santa Catalina de

Alejandría en el lado izquierdo y en la porción derecha una Santa que José

Francisco Belgodere la identifica como Santa Clara de Asís y algunos otros

autores como Santa Catalina de Siena, este personaje porta en su mano izquierda

una palma del martirio y sobre su cabeza se aprecia una aureola.

79

vid, Herrerías de la Fuente, Mónica, op. cit.

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Por último el remate se compone de dos pequeños cuadros en los extremos, que

corresponden a María Magdalena del lado izquierdo y a María Egipciaca del

derecho. Todo el programa iconográfico está coronado por el relieve del padre

eterno, al lado izquierdo la fe y del lado derecho la esperanza, simbolizados por

una cruz y un ancla respectivamente, representando Dios padre, la caridad.

En cuanto a las pinturas debemos mencionar que tienen un carácter narrativo,

llevan una secuencia cronológica, de izquierda a derecha, representando

momentos importantes de la vida de la virgen María y de Jesús. A continuación se

refieren las escenas representadas en cada cuerpo. En el primer cuerpo tenemos

la Anunciación y la adoración de los pastores. En el segundo cuerpo la

circuncisión del niño Jesús y la Adoración de los Reyes Magos. En el tercer

cuerpo la Resurrección de Cristo y la Venida del espíritu Santo y finalmente en el

cuarto cuerpo la Ascensión del Señor y la Asunción de la Virgen María.

Por otro lado la calle central simboliza el eje rector de toda composición en un

retablo, conformada por la presencia de Jesús, María y el Santo patrono de la

comunidad, ocupando este último el centro de todo el conjunto, así tenemos en el

primer cuerpo una escultura de cuerpo completo en un nicho que sobresale del

retablo y cuya manufactura en un tanto reciente, una escultura de Cristo

resucitado, mejor conocido como el manifestador. En el segundo cuerpo un Cristo

crucificado, colocado en el siglo XX sustituyendo a la escultura de la Virgen

Purísima actualmente ubicada en el cuarto cuerpo. Y en el tercer cuerpo una talla

en altorrelieve la imagen de san Bernardino de Siena en patrocinio en su calidad

de protector de la comunidad.

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Capitulo 2

La escultura novohispana y el retablo de san Bernardino de

Siena, Xochimilco

La escultura y el escultor novohispano. Siglo XVI

Los indígenas poseían una impresionante habilidad y sensibilidad artística,

situación que aprovecharon los frailes para la ornamentación de los templos y

conventos, cubriendo con ello dos objetivos, primero la enseñanza técnica para

generar mano de obra calificada y especializada fundamental a falta de maestros

europeos en la joven colonia; y segundo, cubrieron la enseñanza religiosa

introduciendo a los indígenas en la iconografía cristiana, aunque esta última

situación se cumpliera únicamente de fórmula.

Al ser introducidos en los nuevos métodos y técnicas europeos y, sobre todo, en

las nuevas creencias religiosas, se originó una extensa producción artística cuya

principal finalidad fue servir a los intereses de la clase dominante, ya fuese en el

ámbito laico o eclesiástico. […] el trabajo escultórico fue, sin lugar a dudas, uno de

los más sobresalientes, no sólo en cuanto a la cantidad de trabajos que cubrieron

desde las pétreas fachadas hasta el interior de los recintos coloniales, sino que

también llama la atención la calidad de las tallas, tanto, que hasta la fecha las

admiran propios y extraños.80

En cuanto a las principales áreas donde se manufacturaban las esculturas en

madera Vetancurt y Torquemada hacen la debida referencia en sus respectivos

escritos, “Y ay por la flema con que trabajan, y con los instrumentos suficientes ay

Entaladores y escultores primorosos, de tanta curiosidad, que a España se llevan

algunas esculturas de imágenes en particular los de Xuchimilco, cuatro leguas de

80

Maquivar, María del Consuelo. El imaginero novohispano y su obra: las esculturas de Tepotzotlan. INAH, México, 1995, p. 27.

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México, y de Michoacan Santos cruxcifixos ligeros de pasta, de caña.”81

Torquemada por su parte es aún más exquisito en su descripción, mencionando

además el nombre de uno de los artífices, “[…] de bulto hay muy buenos

escultores y tengo en este pueblo de Santiago, indio natural de él, que se llama

Miguel Mauricio, que entre otros que hay, es aventajadísimo y son sus obras

mucho más estimadas que las de algunos escultores españoles y juntamente con

ser tan buen oficial no es notado de vicio alguno.”82

Ahora bien, importante es la mención que los cronistas hacen sobre Xochimilco,

este sitio se señala a través de otros textos como un centro sobresaliente donde

se trabajaba la madera. “En Xochimilco, centro de trabajo de madera y artes

mecánicas de la preconquista, la mayor parte de la población, a mediados del

siglo XVI, tenían la categoría de oficial como albañiles, carpinteros, herreros,

fabricantes de canoas y otros semejantes.”83 De tal manera que podemos

reconocer la región Xochimilca como un punto clave del trabajo de las artes y

oficios, así como de la materia prima referida.

En Xochimilco, según Vetancurt cada subdivisión tenía su especialidad, además

de ello los censos de población se realizaban por oficios, dada la importancia de

las artes en la región.

Todos los indios son oficiales de diversos oficios, y assi en las tablas no se

cuentan como en otras partes por barrios, sino por oficiales de cada parcialidad: de

Tecpan, carpinteros, herreros, olleros, etc., de Tepetenchi carpinteros, escultores,

etc. A cada oficio le ponen su oficio; al que sirve de Vedor, que se elige por ellos

cada año, por esto son las hechuras de los Santos que allí se hacen, celebrados, y

México se provee de puertas, cajas, camas y ventanas de aquella ciudad, que

Viernes y Sábado se venden en la Plaza; […]84

81

Vetancurt, fray Agustín de, op. cit., parte 2, tratado segundo, capítulo IV, folio 59. 82

Torquemada, fray Juan de, op. cit., vol. III, 1944 p. 208 83

Ixtlixochitl, Fernando de Alva. Relaciones. Obras Históricas. Edición Alfredo Chavero, Tomo I, México, 1891, p.455, apud, Gibson, Charles, op. cit., p. 361. 84

Vetancurt, fray Agustín, op. cit., parte 4, tratado Segundo, capítulo VI, folio 56.

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Los cronistas novohispanos en particular los frailes enaltecieron en gran medida la

labor artística de los indígenas de la Nueva España, que en la actualidad aún es

posible apreciar en algunos conventos y capillas. Dichas obras presentan una

estética diferente a la de los maestros europeos, sin embargo, los comentarios de

aceptación artística fueron muy claros, el trabajo indígena fue apreciado por

propios y extraños. Para los frailes las obras indígenas resultaban bellas aunque

no se adecuaran a los estándares estéticos de occidente, por la exaltación de la

majestuosidad de Dios padre que los indígenas bien lograban en sus obras.85

La representación de imágenes religiosas

Las imágenes religiosas estuvieron durante el periodo colonial bajo el escrutinio de

las autoridades civiles a través de las ordenanzas de gremios y por otra parte ante

la vigilancia de los eclesiásticos, quiénes por medio de los concilios dictaron

normas para la correcta representación de las imágenes.

De esta manera resulta importante mencionar los aspectos fundamentales de las

ordenanzas de gremios que conformaron el cuerpo regulador del oficio de los

entalladores y/o escultores y comprender las pautas discutidas en el concilio de

Trento en torno a la representación de imágenes religiosas, mismas normas que

más tarde fueron confirmadas en el segundo concilio provincial mexicano de 1565

y acatadas mas tarde en el tercer concilio provincial de 1585.

De manera general los gremios tenían una organización interna basada en tres

categorías de trabajadores: maestros, oficiales y aprendices. 86 El maestro “fungía

como la cabeza del taller, y como su nombre lo indica, era la persona que había

demostrado, mediante un riguroso examen, estar lo suficientemente preparada. Si

85

cfr, Reyes Valerio, Constantino, Arte Indocristiano. Colección obra diversa, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2000, p. 191. 86

cfr, Maquivar, María del Consuelo, op. cit., p. 39.

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los veedores lo consideraban conveniente se le acreditaba con una carta expedida

por el Cabildo.” 87

Los oficiales eran aquellos “[…] que mediante el examen correspondiente

demostraban estar preparados en el oficio, tanto en la teoría como en la práctica.

Entonces ya podían percibir un salario y firmaban contrato con el maestro que

ellos mismos elegían; generalmente continuaban con el que habían crecido como

aprendices y trabajaban en el taller o en los sitios que el maestro les asignara.” 88

Los aprendices, por lo general eran jóvenes que habían ingresado siendo niños al

taller, aunque esto no era exclusivo, ya que de acuerdo con Maquivar existieron

casos de adultos que pidieron su ingreso a un taller con el deseo de iniciarse en el

oficio. 89

Los aprendices ingresan mediante un contrato o escritura en donde se estipulaba

que el dueño del taller se comprometía a proporcionar, además de la enseñanza

del oficio, comida, vestido y lecho, ya que en pocas ocasiones hubo remuneración

económica. Estos trabajadores laboraban directamente con el maestro, y éste

decidía en qué momento estaban aptos para obtener el rango de oficial.

La instrucción de un aprendiz de escultor “[…] fluctuaba entre seis y ocho años. La

excepción eran los hijos de los maestros, pues lograban reducir el tiempo debido a

un mayor contacto con el taller.” 90

El cuerpo que regulaba cualquier oficio era los veedores quienes eran elegidos por

su importancia dentro del gremio del que formaran parte. De la misma forma la

adquisición de herramienta se hacía solo a través de los alcaldes o veedores del

gremio.91

87

idem. 88

ibidem, p. 40. 89

cfr, idem. 90

idem. 91

cfr, ibidem, p. 43.

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Durante los trescientos años de dominación española se expidieron tres

ordenanzas del gremio de escultores, 1568, 1589 y 1703, se estudiará de acuerdo

a la temporalidad de estudio de la presente tesis, la segunda con sus debidos

antecedentes.

Las primeras ordenanzas del gremio dictadas en 1568, agruparon a cinco oficios,

“carpinteros de lo blanco, carpinteros de lo prieto, entalladores, ensambladores y

violeros, ya que todos tienen como factor común la madera como materia prima.”

92 Las mismas ordenanzas estipulaban donde debía ser adquirida la madera, de

no seguir tal disposición los infractores eran acreedores a una multa.

En cuanto a las disposiciones las ordenanzas excluyeron por completo a esclavos

y negros, en cambio los indígenas gozaron de una posición privilegiada por su

conocida habilidad para aprender los oficios. Así el indígena era acreditado a la

par de un español, sin embargo, como menciona Maquivar, en las ordenanzas no

se especifica si los indígenas tenían el derecho de establecer su taller y de esta

manera la facultad de adquirir contratos por obras. 93

Las segundas ordenanzas del gremio de entalladores y escultores, como se

denominan en la recopilación de ordenanzas realizada por Francisco del Barrio

Lorenzot, fueron una respuesta a la inconformidad expuesta por escultores y

entalladores, a razón de que en el proceso de examinación para alcanzar el

nombramiento de oficial o maestro los carpinteros eran quienes nombraban a los

veedores.

Para examinar el tal maestro de entallador y escultor, pueda el alcalde de dicho

oficio de los carpinteros, nombrar un oficial de los que tuvieran tienda en esta

ciudad para que examinen bajo juramento. El tal oficial para que use el dicho arte

92

idem. 93

cfr, ibidem p. 44.

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de entallador y escultor y el tal maestro para hacer el dicho examen, se junte con

el alcalde y los veedores del dicho oficio de los carpinteros […]. 94

A partir de las diferencias entre carpinteros y escultores es cómo se genera las

ordenanzas de 1589, uno de los argumentos más fuertes utilizados por escultores

para separarse de los carpinteros fue la indecencia de la representación de las

imágenes ya que esto implicaba un riesgo en el culto religioso, 95 posiblemente

este argumento tenía su antecedente en el concilio provincial mexicano de 1585

donde se había hecho énfasis en la correcta representación de las imágenes

religiosas para evitar cualquier interpretación equivocada en el culto. Tal

argumentación tuvo que haber hecho eco entre autoridades civiles y eclesiásticas

tomando en cuenta el contexto de la época donde la contrarreforma era aplicada

en todos sus niveles en la Nueva España.

En las ordenanzas de 1589 se estableció una diferencia clara entre escultores y

entalladores, requiriendo cada uno de ellos un examen específico, de esta manera

el escultor era aquel que se dedicaba a la talla de figuras de bulto cuidando la

compostura y las proporciones, y el entallador se ocupaba de la ornamentación de

los retablos. 96

En la reglamentación de estas ordenanzas los indígenas mantuvieron una posición

“privilegiada”, al quedar exentos de guardar las ordenanzas y por consiguiente

libres en el ejercicio de su oficio. Sin embargo, considero que dicho argumento

guarda una postura paternalista, donde se exageró en la protección al indígena, y

no porque se cuidara su prestigio y personalidad sino porque en la segunda mitad

del siglo XVI se generó una respuesta anti indígena, donde se dudo de su

capacidad. Por otro lado tal exclusión significó la creación de un monopolio del

oficio por parte de los españoles y los maestros europeos quienes habían visto en

94

Del Barrio Lorenzot, Francisco. Ordenanzas de gremios de la Nueva España. Secretaria de Gobernación, Dirección de Talleres Gráficos, México, 1920, apud, Maquivar, María del Consuelo, op. cit., p. 45. 95

cfr, Maquivar, María del Consuelo, op. cit., p. 47. 96

cfr, ibidem, p. 48.

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el trabajo indígena su principal competencia, finalmente estos últimos cedieron

paulatinamente su posición hasta verse completamente desplazados por los

europeos.

El argumento utilizado por los escultores para separarse de los carpinteros tuvo tal

eco que en las segundas ordenanzas se expresó una recomendación a los

veedores para que se vigilara la correcta representación de las imágenes.

[…] sean obligados a visitar y visiten las tiendas y casas de las personas que usan

el dicho arte, cada quince días o antes si se ofreciere caso urgente y necesario por

donde aparezca convenir y cualquiera que hallaren que no está hecha y acabada

con toda proporción y decencia conforme a buena obra, den razón de ello en la

diputación de esta ciudad para que sea castigado y la Justicia y fieles ejecutores,

condene la tal obra por perdida […]. 97

Fundamentalmente esta recomendación tuvo su antecedente en las

determinaciones de la iglesia católica en el concilio de Trento, ya que la reforma

protestante desechó el uso de imágenes en sus cultos, por lo que sin lugar a

dudas la postura de la iglesia católica en tierras americanas fue la difusión del uso

de las imágenes donde se cuido su correcta representación para el fin al que

estaban destinadas. 98

El concilio de 1585 emitió la recomendación siguiente, basado en las

disposiciones de Trento,

[…] para que la piadosa y laudable costumbre de venerar las sagradas imágenes

produzca en los fieles el efecto para que han sido establecidas y el pueblo haga

memoria de los santos, los venera y arregle su vida y costumbres a su imitación,

97

Del Barrio Lorenzot, Francisco, op. cit., apud, Maquivar, María del Consuelo, op. cit., p. 49. 98

vid, Maquivar, María del Consuelo, op. cit., p. 49.

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es muy conveniente que nada se presente en las imágenes indecente o profano

con que pueda impedirse la devoción de los fieles. 99

Por otra parte las disposiciones hacen referencia a las esculturas de vestir, ya que

es sabido que éstas fueron utilizadas para depositar debajo de las ropas las

imágenes de algunas deidades prehispánicas. “Las imágenes que en lo sucesivo

se construyan, si fuere posible, o sean pintadas o si se hacen de escultura, sea de

tal manera, que de ninguna suerte se necesite adornarse con vestidos y los que ya

existiere actualmente tengan designadas sus vestiduras propias.” 100 con esta

recomendación la iglesia católica a través de la ordenanzas de gremios trató de

cuidar el correcto culto de las imágenes, sin embargo, estuvo muy lejos de

concretarse, ya que los indígenas se las ingeniaron de diversas formas para seguir

adorando a sus antiguos dioses.

El retablo de san Bernardino de Siena. Análisis tecnológico

La madera

Una de las materias primas esenciales para el desarrollo de la labor

evangelizadora fue la madera, fundamental para la elaboración de esculturas,

retablos, marcos, ornamentos, puertas, bancas, etc., los cronistas describen

muchos de los recursos naturales que poseía el Valle de México, donde la madera

fue uno de los más destacados por su abundancia e importancia. “Las enormes

zonas madereras fueron una de las riquezas del valle de México en el siglo XVI.

Muchas comunidades del valle vivían de la explotación de la madera: cedro, pino,

encino y ayacáhuitl, […].” 101

99

Galván Rivera, Mariano. Concilio III, Provincial Mexicano. Imprenta de Manuel Miró y D. Marsá, Barcelona, 1870, p. 331. 100

ibidem, p. 332. 101

Ojea, Fernando. Libro tercero de la historia religiosa de la provincia de México de la orden de Sto. Domingo. México, 1897, p. 2 apud, Kubler, George, op. cit., p. 174

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Las maderas mencionadas eran apreciadas por sus cualidades su “[…] dureza,

fortaleza, intensidad de la veta, porosidad, resistencia al escofinado y al

alisamiento de las superficies, que no fueran correosas al corte y que no se

astillasen con facilidad.”102

En la zona sur de la cuenca de México la madera más abundante fue el

ayacahuite mismo que se utilizo en la manufactura del retablo de san Bernardino

de Siena. 103

El Pinus Ayacahuite empleado pertenece al grupo de las coníferas. Fue el tipo de

conífera empleado en la gran mayoría de los retablos novohispanos, al parecer

casi en su totalidad, según estudios del doctor Efraín Castro Morales. La razón de

ésto es que estos árboles fueron muy abundantes en la cuenca de México y era

fácil encontrar troncos gruesos y de gran altura predilectos de los escultores. 104

Todas las esculturas y la madera empleada en el retablo de san Bernardino de

Siena, presentan características que de acuerdo a su conservación suponen un

tratamiento especial, anterior a su manufactura. Según los especialistas en el

tema, la madera debía cortarse cuando la savia estuviera baja, esto ocurría en el

mes de enero cuando había poca agua en la estructura del árbol, 105 “[…] pues era

un asunto práctico relacionado estrechamente con la técnica artística: la resina era

dañina para la policromía, ya que las bases de preparación no se adherían sobre

las zonas donde la madera segregaba esta sustancia.” 106

Desde que se entablaba el contrato de la obra se especificaba la madera a utilizar

y las características que debía cumplir. “En algunos contratos efectuados entre

102

Pacheco, Francisco. Arte de la pintura. L.E.D.A. Las ediciones del arte, Barcelona, 1968, p. 125, apud Alarcón Cedillo, Roberto y Alonso Lutteroth, Armida. Tecnología de la obra de arte en la época colonial. Pintura mural y de caballete, escultura y orfebrería. Universidad Iberoamericana, 1ª reimpresión, México, 1994, p. 50. 103

vid, Alonso Lutteroth, Armida. Estudio de la tecnología de los retablos dorados españoles y su comparación con el retablo de san Bernardino en Xochimilco. Tesis de Licenciatura en Conservación y Restauración de bienes muebles, ENCRyM, México, 1979. 104

ibidem, p. 16. 105

vid, ibidem, 22 106

Azcárate, J. M. “Escultura del siglo XVI” en Ars Hispanie, Historia Universal del arte hispánico. T. XIII. Editorial Plus Ultra, Madrid, 1958, p. 16, apud, Alarcón Cedillo, Roberto, et.al., op. cit., p. 50.

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clientes y artistas se especificaba la madera a utilizar para la ejecución de las

obras contratadas, que debía ser limpia de nudos y grietas, sana, de poros lo más

finos posible y sobre todo cortada con tiempo y bien seca.”107 Por ello, la madera

una vez cortada era almacenada “en una bodega seca durante dos años, pues de

ello dependía que la madera tuviera o no variaciones después de elaborada la

escultura; además se creía que con esto se evitaba el ataque de los insectos.”108

La talla

El proceso de la talla iniciaba con la elección de un bloque de madera de acuerdo

a las dimensiones de la obra, si ésta era de dimensiones menores, bastaba con

elegir un bloque que cumpliera con dichas proporciones, en el caso que la

escultura fuera de proporciones mayores se requería la elaboración de un bloque

compuesto de porciones menores, a este bloque se le denominaba embón, el que

se realizaba, “uniendo varios tablones perfectamente alisados por las cuatro caras

con una cola muy densa de “guantes” o “retales” para lograr ensambles perfectos,

teniendo en cuenta la veta, volumen de la pieza, líneas del boceto y figura a

realizar.” 109

107

Alarcón Cedillo, Roberto y Alonso Lutteroth, Armida, op.cit., p.50. 108

idem. 109

Alarcón Cedillo, Roberto, et. al. op. cit., p. 50.

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53

110

Una vez realizados los procedimientos mencionados la madera estaba lista para

tallar “se cuadriculaba para lograr […] las proporciones adecuadas”111, siguiendo

el diseño o boceto, cabe mencionar que éste era realizado en barro, cera o

simplemente en dibujo.112 En el proceso de la talla se utilizaban diversas

herramientas como azuelas, gubias y formones.

La talla se empezaba desbastando con gubias de amplio perfil, de forma

semicircular y sobre todo con azuelas, quitando a grandes cortes la madera

sobrante, tallando perfiles y volúmenes fundamentales. Conforme se iba logrando

la figura deseada, se complementaban los faltantes con madera adherida con cola

fuerte; después con gubias más pequeñas de diferentes perfiles, se tallaban los

pliegues y partes restantes del cuerpo, definiendo los detalles.113

Las esculturas y las columnas del retablo de Xochimilco fueron elaboradas en su

mayoría de un solo tronco, donde se trabajo únicamente la cara anterior de la

pieza -la media talla-, en aquellos relieves pronunciados se añadieron pequeños

bloques de madera para completar la escultura. La parte posterior fue ahuecada

110

Maquivar, María del Consuelo, op. cit., 62. 111

vid, Maquivar, María del Consuelo, op. cit., p. 59. 112

vid, Sánchez Mesa, Martín Domingo. Técnica de la escultura policromada granadina. Universidad de Granada, Granada, 1971, pp. 29-30. 113

Alarcón Cedillo, Roberto, et. al, op. cit., p. 51.

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siguiendo la figura trabajada, en este proceso se emplearon herramientas como

gubias de perfil amplio y azuelas, otra técnica consistía en quemar amplias zonas

para agilizar el ahuecado, situación que fue detectada en el retablo, ya que existen

porciones donde se aprecian huellas de combustión. 114

El tipo de ahuecado variaba dependiendo del lugar donde se iba a exponer la

pieza o del gusto del tallador. El ahuecamiento era realizado con gubias y

formones ayudándose de un quemado parcial realizado con carbones o hierros

encendidos, el que se podía hacer por la parte posterior o por el centro del

soporte, empezando el desbastado por la base de la escultura. 115

Otra técnica referida en las fuentes para ahuecar una escultura consistía en que al

momento de conformar el embón se iba dejando un hueco al interior con el

propósito de aligerar el peso de la escultura, así como para evitar

desprendimientos o agrietamientos.

Una vez tallada la pieza o escultura esta era alisada para lo cual se empleaban

herramientas como escofinas y limatones, mismas que se utilizaron para detallar

las piezas que conforman las esculturas del retablo de san Bernardino de Siena,

como se nota en el tipo de huella dejado en la superficie. 116

Las fuentes mencionan que en el siglo XVI era común desbastar manos y cabeza

en el mismo bloque, pero esta práctica comenzó a variar a finales del mismo siglo,

donde ambas partes eran separadas del conjunto una vez concluida la talla. 117 En

el caso de Xochimilco, las manos de las esculturas fueron retiradas para

trabajarse por separado incorporadas al conjunto finalizada la encarnación y

policromía. “En las fotografías tomadas antes de la restauración efectuada por

114

Alonso Lutteroth, Armida, op. cit., p. 32-33. 115

Alarcón Cedillo, Roberto, et. al. op. cit., p. 52. 116

vid. Alonso Lutteroth, Armida, op. cit., pp. 32-33. 117

vid, Maquivar, María del Consuelo, op. cit., p. 51.

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Gonzalo Obregón, se ven claramente los cortes hechos en las muñecas y restos

de cola muy oxidada.” 118

Concluida la talla, esta se detallaba, eliminando los nudos y las áreas resinosas,

las que eran extraídas por completo quemándolas, rellenando los huecos con

fragmentos de madera de acuerdo a la porción extraída.119 “En el caso de nudos

muy difíciles de extraer o muy pequeños, que a criterio del tallador no

representaban un peligro para la talla, se frotaba el área nodal con jugo de ajos

para aislarlos y desengrasar la superficie.”120

En España fue común entelar todas aquellas zonas de nudos, grietas,

engatillados, resanes, clavos y uniones, para cubrir los desperfectos de la pieza, la

principal tela utilizada fue el lino, ésta se rasgaba en tiras largas y se impregnaba

con cola fuerte para adherirla a la figura.

En el retablo de San Bernardino de Siena se identificaron dos fibras que

corresponden a lino y sisal121, la primera se obtiene de una planta herbácea de la

familia de las lináceas, el tallo es de donde se extrae la fibra para la fabricación de

telas por su parte la segunda se obtiene de las hojas carnosas de algunas

especies de maguey del genero agave.

La capa impermeabilizante

Perfeccionada la talla, el escultor procedía a sellar la superficie, que consistía en

aplicar “una capa de impermeabilizante, que podía ser a base de aceite, temple,

barniz de laca, cola, giscola o ajicola muy caliente.”122 El sellado tenía como

objetivo cubrir pequeñas grietas, desengrasar las zonas resinosas y dar mayor

118

Alonso Lutteroth, Armida, op. cit.. p. 34. 119

vid, Sánchez Mesa, Martín Domingo, op. cit. 120

Alarcón Cedillo, Roberto, et.al., op. cit., p. 52. 121

vid, Alonso Lutteroth, Armida, op. cit., pp. 36-38. 122

Sánchez Mesa, Martín Domingo, op. cit., p. 38, apud Alarcón Cedillo, Roberto, et.al., op. cit., p. 52.

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resistencia a la pieza. “De esta mezcla se daba la primera mano caliente y no

espesa, crispada y posteriormente, se daban cuatro o cinco manos gruesas,

teniendo en cuidado que quedara bien dado el aparejo. Ya seco se eliminaban los

granos con un cuchillo y se lijaba con lija nueva para dejar una superficie

uniforme.” 123

Algunas zonas del retablo como la cara anterior, la parte posterior de los nichos y

las columnas y esculturas por ambas caras presentan una gruesa capa de cola

empleada como impermeabilizante,

El grosor que presenta esta “imprimatura” se debe a una superposición de capas.

La primera se dio muy diluida ya que penetró dentro de la madera, en algunas

zonas, hasta cuatro milímetros. Posiblemente se empleó giscola preparada

“mezclando una parte de cola de retazos y una cola de tajadas, cocidas con una

cabeza de ajos mondados y majados.” 124 El hecho de poner ajos en la

preparación se debía a que esto, al parecer, garantizaba el desengrasado de la

madera. 125

La base de preparación

Una vez aplicada la capa impermeabilizante, la talla estaba lista para recibir la

base de preparación. “En la Nueva España se empleó preferentemente el blanco

de España mezclado con cola para dar bases de preparación.”126 Había además

algunas especificaciones a seguir para garantizar que la madera tuviera las

condiciones adecuadas para recibir la base de preparación: “Las ordenanzas del

gremio de pintores y doradores de 1557 especificaban que para realizar este

123

Pacheco, Francisco, op. cit., p.38. 124

Pacheco, Francisco, op. cit., p. 125, apud, Alonso Lutteroth, Armida, op. cit., p. 35. 125

Alonso Lutteroth, Armida, op. cit., p. 35. 126

Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 53.

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trabajo debían esperarse por lo menos tres meses una vez terminada la talla,

hasta que la madera perdiera toda el agua que tuviera en su interior.”127

La base de preparación de acuerdo con los tratadistas tenía dos diferentes

denominaciones, la primera se definía como grueso o fino y la segunda como

mate. El blanco de España –en la base de preparación mate, que en términos

generales se refiere al carbonato de calcio comúnmente conocida como cal–,

antes de ser aplicado debía “apagarse”, esto es, se introducía en agua “[…] y se

purgaba durante dos meses […] a que casi se corrompiera y sacara todo el fuego

que pudiese tener en su interior. El agua se eliminaba por decantación y se

extendía […] formando panes que se ponían a secar.” 128

Listo el blanco de España se mezclaba poco a poco con cola preparada y caliente.

La primera mano se daba con el yeso [blanco de España] más claro y mayor

cantidad de cola, este se solía usar para emplastecer los agujeros e

irregularidades de la talla. Siempre se aplicaba en forma vertical y en pincelada

“crispada” para que cubriera más y sirviera de “mordente” a la segunda mano. Las

siguientes cuatro manos se daban con la mezcla más cargada de yeso,

entrecruzadas, más ligeras desde la primera hasta la última y estando la anterior

completamente seca […] Si se juzgaba necesario se podía dar un ligero repaso de

la talla con escofina o lija al aplicar cada capa.129

Por otro lado la base de preparación brillante tenía variaciones significativas en la

aplicación, más no en la utilización de los materiales.

Las bases de preparación para “encarnaciones brillantes”, llamadas también

“pulidas”, variaban ligeramente. Pues sobre las capas de cola de sellado, se daban

dos o tres manos de yeso grueso o blanco de España, bien cernido, después se

127

Barrio Lorenzot, Francisco. Compendio de los tres tomos de la compilación nueva de las ordenanzas de la muy noble insigne, y muy leal, e imperial ciudad de México. Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, México, 1985, p. 22, apud, Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 52. 128

Pacheco, Francisco, op. cit., p 125. 129

Sánchez Mesa, Martín Domingo, op. cit., p. 38.

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pulía perfectamente, para aplicar luego dos o tres manos de albayalde molido con

aguacola de guantes muy débil, y una vez seco, una mano de cola de tajadas,

también débil, limpia y colada para dejar una superficie lustrosa, ya que esta última

capa servía de “imprimatura”, que una vez seca se procedía a encarnar. 130

En la base de preparación del retablo de san Bernardino de Siena, se definieron

tres principales capas de yesos.

La primera capa inmediata a la madera, corresponden al yeso grueso, en ella se

definieron cinco manos, donde se diferenció un ligero adelgazamiento de la

primera a la última capa. La segunda corresponde a yeso mate, donde también se

observaron alrededor de cinco aplicaciones siguiendo la norma del yeso grueso.

131 “Ambos yesos se debieron aplicar en caliente, por estar mezclados con cola, ya

que ésta sólo se vuelve líquida al calentarse, y se añadió un poco más de cola a la

mezcla antes de aplicar la siguiente capa para lograr el adelgazamiento de éstas.”

132 La tercera capa muy delgada consiste en un grano muy fino de carbonato de

calcio –blanco de España– aglutinado con cola, la que se aplico después de pulir y

repasar las capas anteriores. El objetivo de esta última aplicación fue lograr una

superficie perfectamente lisa para evitar imperfecciones en la aplicación de las

láminas metálicas. 133

Una vez aplicada la base de preparación la superficie se afinaba, puliéndose con

una brocha de cerdas, lino o piel de animal, con ello se corregían las

imperfecciones y se cubrían los poros.

130

Pacheco, Francisco, op. cit., p.121, apud, Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 54. 131

cfr, Alonso Lutteroth, Armida, op. cit., p. 45. 132

idem. 133

cfr, idem.

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El bol

El paso siguiente a la base de preparación, era “la aplicación del bol134 en las

áreas que se iban a decorar con láminas metálicas. Se empleaba para proveer

una capa pulida, sin grumos ni imperfecciones, con objeto de que al aplicar y

bruñir las hojas de oro y plata quedara una superficie perfecta y así evitar defectos

y rasgaduras de dichas láminas.”135 El bol se compone de una arcilla rica en

minerales, existen varios tipos como son, el rojo, gris negro, amarillo y coloreado,

esta arcilla es producto de la descomposición de rocas que contienen feldespatos,

augita y hornablenda. Para su preparación se escogía la porción más fina y

compacta del material, a esta porción se le denominada “flor”, de esta manera se

eliminaba la parte más terrosa y de grano más grueso. “Esta ‘flor’ se ponía en

agua dos o tres días hasta disolverse; se colaba por un cedazo delgado, se dejaba

reposar y luego se molía en una loza, hasta dejarla muy fina, sin ningún grumo.”136

En la Nueva España el bol más utilizado de los anteriormente mencionados fue el

“bol rojo” o “bol encarnado”.137

De acuerdo con los autores estudiados los boles más utilizados desde la

antigüedad hasta nuestros días proceden principalmente de la península ibérica,

de regiones de España y Francia principalmente, sin embargo, durante el periodo

colonial dadas las empresas de manufactura de imágenes y retablos y tomando en

cuenta el largo proceso que implicaba una exportación se prescindió de los

materiales utilizados en el viejo mundo, obligando con ello a la búsqueda de

materiales que aproximándose a los originales fueran utilizados para determinados

procesos, tal es el caso del bol, que de acuerdo con Xavier Moyssén, el más

135

Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op.cit., pp. 54-55. 136

Adeline, J. Diccionario de términos técnicos en Bellas Artes. Ediciones Fuente Cultural, México, 1943, p. 76, apud, Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 55. 137

crf, Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 55.

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utilizado en Nueva España procedía de Xochimilco, mismo que fue reconocido

como el de mejor calidad en todo el territorio.138

El bol se templaba con clara de huevo o con cola, ambos procesos requerían

preparaciones diferentes. Para el primer caso,

[…] se ponía la clara en un tazón vidriado y limpio. […] se batía hasta que formara

una espuma sólida. Se le ponía un vaso raso de agua y se dejaba reposar una

noche. Al siguiente día se molía el bol, lo más fino posible, y para su aplicación se

humedecía la zona de la pieza que se iba a “embolar”, con una esponja poco

mojada, casi seca, con agua clara. Con un pincel grueso de pelo de marta se

templaba el bol con la clara, dejándolo líquido, como agua y se aplicaba la primera

mano un poco más cargada de bol, teniendo cuidado en no dejar empastamientos.

Se cubría con un paño para protegerlo del polvo, sol y humedad. 139

En el segundo caso, el bol finamente molido se mezclaba con agua,

[…] hasta tener la consistencia de una masa; posteriormente se diluía con ‘templa

para embolar’. Esta se preparaba con la misma cola aplicada a los yesos con tres

partes de agua dulce. La primera mano se daba muy débil, insistiendo varias

veces con el pincel, debían cuidar mucho el color, que no quedara ni transparente

ni muy oscuro. Así se daban hasta seis manos, añadiendo un poco más de cola a

la mezcla para que cada capa quedara más delgada que la anterior. Cada mano

se daba esperando media hora, que es el tiempo que la cola tardaba en secar y se

daban de una sola pasada rápida, para no ablandar la anterior. Finalmente, se

pulía con un trapo de lino.140

El bol utilizado en el retablo y las esculturas de Xochimilco consiste en un oxido de

hierro con muchas impurezas y de grano muy fino, mezclado con cola, donde

138

vid, Moyssén, Xavier. Estofados en la Nueva España. Ediciones de Arte Comermex, México, 1978; Sánchez Mesa, Martín Domingo, op. cit. 139

Cennini, Cennino d’ Andrea. El tratado de la pintura. El libro del arte, Sucesor de E. Messenger Editor, Barcelona, 1950, pp. 95-96, apud, Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 55. 140

Pacheco, Francisco, op. cit, p. 126; Sánchez Mesa, Martín Domingo, op. cit., p. 42, apud, Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 56.

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seguramente la primera capa se aplicó muy diluida ya que penetró hasta la base

de preparación de yeso mate. 141

El dorado

En el dorado intervenían dos principales oficios, el primero de ellos tenía una

participación indirecta, nos referimos a los batihojas, miembros del gremio de

plateros encargados de elaborar las hojas de metal ya fuese de plata u oro. Los

doradores por su parte miembros del gremio de pintores eran los encargados de

colocar las láminas de metal en la escultura. Las hojas de oro o plata se obtenían

martillando el metal hasta obtener el grosor deseado, “[…] las hojas de oro eran de

forma cuadrangular, debían ser delgadas pero consistentes para garantizar un

buen dorado. Para evitar fraudes en la realización de esculturas se estipulaban en

los contratos que las láminas de oro fueran de un determinado quilataje.” 142 El

quilataje empleado tanto en España como en las colonias americanas era de 23 o

23.5 quilates, sin embargo, se ha determinado a través de análisis químicos

aplicados a diferentes estofados que se utilizó en algunas ocasiones oro falso,

esto es, “plata dorada con goma laca o con mixtión de plátano mezclado con oro,

cobre o bronce dorado en polvo e inclusive oro de menos de 14 quilates.” 143

Los principales adhesivos utilizados para pegar las láminas de oro tanto en el viejo

mundo como en las colonias americanas, fueron: el temple de clara de huevo, el

agua, el asiento o mixtura, la sisa francesa y la sisa española. Cada uno de ellos

requería de una técnica particular.

Cabe mencionar que en territorios novohispanos pese a las técnicas antes

mencionadas de las que debían tener conocimiento todos los talleres, se ha

determinado por medio de análisis químicos aplicados a algunas obras el uso de

141

cfr, Alonso Lutteroth, Armida, op. cit., p. 47. 142

Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 57. 143

idem.

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colas y clara de huevo como adhesivos predominantes, situación que

posiblemente responde a la falta de materiales adecuados obligando con ello a los

talleres a utilizar materias primas locales. 144

El temple de clara de huevo fue usado comúnmente en tiempo húmedo ya que

mientras más lento secara el adhesivo la calidad del dorado era mayor. Para su

preparación se tomaba una escudilla de agua clara y temple de clara de huevo

batido, esta solución se aplicaba en la zona donde se iba a poner la lámina de oro

o plata. 145

El dorado al agua se realizaba humedeciendo el bol con agua clara caliente o con

una mezcla de alcohol con agua, ello permitía que se reblandeciera la cola de la

capa de bol, facilitando la adherencia de las láminas.146

El asiento o mixtura se preparaba con aceite de linaza hervido o espesado

agregando veinte gotas de secativo por cada cucharada de aceite, esta mezcla

podía diluirse con aceite hervido o con un buen barniz, al igual que en el caso del

temple de clara de huevo mientras más tiempo se mantuviera húmedo, la calidad

del dorado sería mayor. 147

El dorado a sisa requería una mano de cola, una de barniz de goma laca y sobre

estas se aplicaba la sisa francesa o española. La sisa francesa se preparaba

mezclando aceite craso o magro, betún judaico, ámbar amarillo y mastic, diluido

todo ello con un poco de aguarrás destilado. Después de aplicado el adhesivo era

necesario esperar de 16 a 24 horas para pegar las láminas. Para preparar la sisa

española se pulverizaba una libra de ocre claro o calamocha con un tercio de

albayalde y una onza de litargirio, cada una se molía por separado y

posteriormente se mezclaban moliéndose de nueva cuenta. Este preparado se

144

cfr, idem. 145

cfr, ibidem, p. 56. 146

cfr, idem. 147

cfr, idem.

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mezclaba con aceite de linaza, y para su aplicación se requería el uso de un

secante. 148

En el dorado del retablo y las esculturas se utilizó lámina de oro, pero vale la pena

resaltar que se “[…] detecto lámina de plata en el cuello de San Pedro y en la

sierra de San Simón, […]”. 149

Las hojas de oro empleadas en el retablo y esculturas de San Bernardino son

cuadradas, posiblemente de ocho centímetros por lado. El adhesivo fue cola

caliente y fueron frotados con algodón para adherir toda la superficie al bol,

empalmando ligeramente sus orillas para no dejar huecos. Todo el oro fue bruñido

dejándolo muy brillante. 150

El dorador hacía uso de ciertas herramientas para llevar a cabo su labor e

importante es mencionar en qué consiste cada una de ellas, ya que sin estas el

meticuloso trabajo de dorar no sería posible.

Pomazón, almohadilla forrada con gamuza, sobre la cual se cortaba la hoja de oro.

Cuchillo, forjado en acero de hoja flexible pero no afilada, cuyo corte sobre la hoja

metálica debía ser suave.

Pelonesa, brocha sin mango o palmeta de pelos finos de camello o tejón, puestos

en hilera y adheridos a una cartulina, que podía tener de 1.5 a 6 centímetros;

también se le denominaba pestana. Se utilizaba para transportar el oro del

Pomazón a la superficie que se iba a dorar.

Algodón, este se empleaba para presionar un poco el oro al aplicarlo y se

aprovechaba para bruñirlo un poco.

Saquito, saco de papel que debía tener forma triangular y se empleaba para

depositar el oro sobrante, mismo que después se usaría para resanar.

148

cfr, ibidem, pp. 56-57. 149

Alonso Lutteroth, Armida, op. cit., p. 80. 150

ibidem, p. 52.

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Ágata de dorador o bruñidor, piedra semipreciosa, o ágata, de forma especial,

generalmente curvada, que debía estar limpia y libre de grasa; servía para lograr el

lustre en la capa metálica ya colocada. El ágata fue el bruñidor más común en la

Nueva España. 151

152

El proceso de dorado tenía dos terminaciones una mate y otra brillante, mismas

que pueden ser apreciadas en el retablo de san Bernardino de Siena. “Su función

era lograr ciertos efectos ópticos y variar sus calidades en la obra. En el caso de

existir ambos tipos en una pieza, se recomendaba hacer primero los mates y

después los brillantes, ya que estos últimos requerían mayor cuidado.” 153

El dorado en mate consistía en pulir exclusivamente con algodón, además de ello

se recomendaba aplicar un adhesivo muy diluido -el mismo que había sido

utilizado para dorar-. Para el acabado brillante se utilizaba la piedra para bruñir la

151

ibidem, pp. 57-58. 152

Maquivar, María del Consuelo, op. cit., 65. 153

ibidem, p. 58.

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65

que debía usarse caliente, se recomendaba llevar a cabo el bruñido en tiempo de

calor húmedo ya que esto facilitaba dicha actividad, 154 “[…] si el tiempo era frío,

antes de bruñir se ponía la pieza en un lugar donde recogiera algo de vapor de

fuego o aire caliente”. 155

Además de la piedra de ágata otros elementos útiles para bruñir el oro y la plata

fueron los siguientes, hueso, los colmillos de cualquier animal carnívoro, amatista,

zafiro, esmeralda y topacio.

La policromía

Para la policromía, se utilizó la técnica de la estofa, esta consistía en imitar en las

telas talladas a las verdaderas telas brocateadas, pintando diversas decoraciones

sobre el oro bruñido. “Los colores empleados para policromar fueron

principalmente de tierras minerales, así como tintes y colorantes vegetales y

animales, que se molían muy finamente con agua o aceite antes de mezclarse con

los adhesivos.” 156 Las decoraciones predominantes en el siglo XVI fueron los

grutescos a la italiana, además de ello fue frecuente el uso de patrones o calcas

para mantener la igualdad de los diseños. 157 La policromía se realizaba utilizando

pigmentos en polvo, estos a su vez eran mezclados utilizando alguna de las

siguientes técnicas: el temple de yema o clara de huevo, la cola de pieles, aceites

secantes y la preparación al oleo.

El temple de huevo se realizaba mezclando únicamente la yema de huevo con

media escudilla de agua batiendo hasta sacar espuma, lista la preparación se

mezclaba con el pigmento a utilizar. Sin embargo, esta técnica tenía un

154

cfr, ibidem, p. 58-59. 155

ibidem, p. 59. 156

ibidem, p. 60. 157

cfr, ibidem, p. 60.

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inconveniente, secaba rápidamente, impidiendo que las tintas se fusionaran por

completo, para retardar el secado se utilizaban algunas gotas de glicerina. 158

El temple al óleo se hacía mezclando los pigmentos con aceite de linaza o de

nueces, guardándose en una escudilla con agua para evitar que se secara. 159

La cola de pieles se preparaba a partir de retazos de pieles o tripas de animal, las

que debían estar perfectamente limpias, una vez listas se ponían a hervir en un

cazo hasta obtener una consistencia similar a la de un gel.

La aplicación del color se ejecutaba con un pincel fino de pelo “para que no dejara

huella y además se recomendaba no frotar sobre la superficie, ya que cuando no

era correctamente realizado este proceso llegaba a levantar las láminas

metálicas.” 160

En todo el retablo se determinaron trece pigmentos y seis colores base tanto para

la policromía como para las encarnaciones, todos ellos preparados al óleo. A

continuación se muestra una tabla detallando los pigmentos:

Rojo cinabrio, oxido de fierro, laca de granza y ocre rojo

Negro negro carbón y negro de humo

Azul esmalte

Blanco blanco de plomo, blanco de España

Amarillo minio y ocre amarillo

Café sombra natural y sombra tostada 161

158

cfr, ibidem, p. 60. 159

cfr, Sáenz y García, Manuel. Manual teórico práctico del pintor, dorador y charolista. Hijos de D.J. Cuesta editores, Madrid, 1902, apud, Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 60. 160

Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 60. 161

Alonso Lutteroth, Armida, op. cit., p. 55.

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67

El esgrafiado

El esgrafiado se efectuaba cuando la policromía estaba a punto de secar y

consistía en rayar la superficie cubierta de color con palillos finos de madera o

hueso para realzar el efecto obtenido con la estofa, a través de esta técnica se

trataba de equiparar la decoración con la de las vestimentas elaboradas con hilos

metálicos.162 Dicha decoración concluía con las llamadas labores a pincel donde

se definían luces, sombras, perfilados y se afinaban detalles de la decoración de la

escultura. 163

Terminado el esgrafiado y completamente seca la policromía,

Se procedía a realizar el “graneado” o “punzonado”. Este se hacía con rosetas o

punzones, que eran instrumentos metálicos con diferentes formas en las puntas.

Se colocaban en la zona que se deseaba decorar golpeándolos ligeramente con

un martillo, para que dejaran decoraciones incisas sobre el oro; de esta forma el

maestro estofador lograba dar mayor riqueza decorativa a la superficie del

estofado […].164

En el esgrafiado y punzonado del retablo se utilizaron dos herramientas.

La más empleada fue un estilete, posiblemente, de madera el cual se empleó para

eliminar el color, dejando una decoración a base de líneas […]. La otra

herramienta empleada fue el punzón de grabar. Este es un instrumento acerado

con la punta roma, que se emplea dando golpes repetidos, más o menos

espaciados y más o menos hundidos dependiendo del diseño que se quiera dar;

[…]. 165

162

Pacheco, Francisco, op. cit., p. 106. 163

Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 62. 164

idem. 165

Alonso Lutteroth, Armida, op. cit., p. 73.

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68

Las encarnaciones

El último paso en el proceso de manufactura de una escultura era la encarnación

que consistía en trabajar cara, manos y pies, es decir, aquéllas zonas donde la

piel estuviera expuesta, dotándola de características físicas como la edad o el

color de la piel. La encarnación de acuerdo con varios autores iniciaba por la

frente, es decir, de arriba hacia abajo, para evitar dañar el trabajo realizado en

caso de algún error. Existían tres diferentes acabados de esta técnica: mate,

brillante y mixta.

Para lograr los diferentes tonos de una encarnación se preparaba bastante pintura

del color más claro y se mezclaba con negro de carbón, sombra de Italia,

bermellón, carmín, almagre de Levante u ocre claro, dependiendo del tono de la

sombra que se deseaba dar, de la edad y características físicas del personaje que

se iba a representar, pues no era los mismo el color de la encarnación de un joven

que el de un viejo, que el de un Cristo muerto, o el de una Virgen. 166

La encarnación mate se realizaba aplicando una base de color al oleo con un poco

de litargirio como secante. Sobre ésta, se aplicaban los colores, al oleo o al

temple, esto dependía de la formación y el gusto del pintor. En las imágenes de

santos y niños empleaban una mezcla de blanco y bermellón con un poco de

carmín de Florencia para lograr tonos suaves y delicados. Para obtener

tonalidades de carne ligeramente más oscura se empleaba almagre y bermellón.

En las encarnaciones de hombres adultos, viejos o penitentes añadían un poco de

almagre de Levante para obtener expresiones de dolor, angustia, cansancio o

sufrimiento. 167

La encarnación mate era mucho más adaptable a la intensión de realismo. Con el

mate al óleo, se imitaba perfectamente la calidad de la piel, además, permitía dar

varias pinceladas, transparencias y blanduras cromáticas […] como se ve en

166

Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 62. 167

crf, ibidem, p. 63.

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representaciones de venas, sombras y, sobre todo, el difuminado de los tonos

medios. 168

Seca la primera capa, la superficie era pulida con un lienzo de lino y se aplicaba

una segunda capa la que finalmente recibía la pintura al óleo. Para evitar que la

base de preparación absorbiera demasiado aceite de la pintura al óleo se utilizaba

goma laca blanca como sellador. 169

Para la encarnación brillante la base de preparación debía ser delgada y consistía

en la aplicación de albayalde molido al agua, aglutinado con cola de guantes como

primera capa para posteriormente dar una segunda mano de cola de tajadas. Por

su parte los pigmentos en polvo se mezclaban con un aceite graso, los colores

más usados fueron el blanco, albayalde y bermellón. Para obtener tonos más

tostados utilizaban almagre y ocre. El acabado brillante se lograba puliendo la

encarnación seca con coretes –rodajas de piel de cordero– o con una vejiga de

buey, ambos elementos eran utilizados por su característica suavidad. 170

La encarnación mixta consistía en la aplicación sobre la base de preparación de

una capa mate y sobre está la brillante, la que tenía por objeto evitar el tono

lechoso que a veces tomaba el pulimento. Esta técnica fue empleada sobre todo

en España por el escultor renacentista Juan de Juni. 171

Las encarnaciones de esculturas y relieves del altar mayor se trabajaron sobre las

bases de preparación antes descritas. Antes del color se aplicó una capa de cola

para sellar los poros de las bases de preparación con el objetivo de impedir la

absorción de los aceites de los diferentes colores. Además de esta capa que

podríamos llamar base se emplearon tres más de color. La primera de ellas, “[…]

está compuesta por una mezcla de blanco de plomo y un poco de cinabrio, para

168

Sánchez Mesa, Martín Domingo, op. cit., p. 58. 169

cfr, Alarcón Cedillo, Roberto, op. cit., p. 63. 170

ibidem, pp. 63-64. 171

cfr, ibidem, p. 64.

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dar una tonalidad rosada.” 172 En la segunda, “[…] se utilizó una mezcla de blanco

de plomo, blanco de España y algunos puntos de cinabrio y negro de carbón,

dando una tonalidad casi blanca.” 173 La última capa se compone de una mezcla

de blanco de plomo, blanco de España, cinabrio, minio y negro de carbón

obteniendo así una tonalidad rosa tostado muy claro. 174

Los detalles del rostro de todos los relieves y esculturas del retablo de Xochimilco,

presentan características particulares en su definición,

En las cejas, boca y parpados se empleó una mezcla de blanco de plomo y blanco

de España, como base, y cinabrio, minio, negro de carbón y laca de granza para

dar una ligera tonalidad rosada oscura. […] En las bocas se empleó una veladura

de minio con blanco; las cejas se lograron con una mezcla de blanco de España,

sombra natural y negro de carbón. Para los cuellos se empleó la misma mezcla de

pigmentos de la encarnación con un poco de sombra tostada. 175

Los cabellos generalmente se trabajaban concluidas las encarnaciones, en este

proceso se han identificado de acuerdo con diversos estudios tres diferentes

modalidades. En la primera, los cabellos fueron dorados en mate y policromados

con sombra de Italia al óleo. Otra modalidad consistía en mezclar el pigmento con

oro molido para dar destellos o luces. La tercera, común a lo largo del siglo XVI

novohispano, donde se imitaron los cabellos con pincel sobre las encarnaciones

delineando el trabajo de la talla. 176 En el caso particular del retablo del altar mayor

del Xochimilco, los cabellos fueron dorados en mate finamente detallados en color.

177

Ahora bien, el retablo de san Bernardino de Siena muestra a través del análisis

tecnológico desarrollado por Armida Alonso Lutteroth características y técnicas

que permiten situar su manufactura en un periodo de transición ubicado entre la

172

Alonso Lutteroth, Amida, op. cit., p. 72. 173

idem. 174

cfr, idem. 175

idem. 176

cfr, Alarcón Cedillo, Roberto, et. al., op. cit., p. 66. 177

vid ,Alonso Lutteroth, Armida, op. cit., p. 43.

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última década del siglo XVI y las primeras del siglo XVII, además de ello

interesante resulta diferenciar las técnicas empleadas por los escultores en la

Nueva España en el caso particular de Xochimilco de las utilizadas por escultores

en el viejo mundo. Las principales diferencias se encuentran en la base de

preparación donde en los retablos españoles se empleaban dos tipos de bases, el

yeso grueso y el yeso mate, en el caso de Xochimilco se utilizaron ambas bases y

además una tercera de carbonato de calcio –blanco de España–, por otra parte el

adhesivo empleado por los hispanos en la aplicación de la láminas de oro fue la

clara de huevo y el asiento o mixtura, en cambio, en este caso se empleo como

adhesivo único cola. Posiblemente se utilizaron los recursos con los que se

contaba, es decir, la observación y reconocimiento de cualidades en otros

materiales permitió resolver la carencia de los recursos comúnmente usados.

Otro dato interesante resultado de la hipótesis del periodo de manufactura supone

que si el retablo se fabricó en el periodo mencionado, complicado resulta

catalogarlo como renacentista, ya que la última década del siglo XVI y las dos

primeras del siglo XVII implicaron la aplicación de las disposiciones del concilio de

Trento discutidas en el tercer concilio provincial mexicano de 1585. Como

resultado de las disposiciones surgió el arte barroco donde las imágenes se

representaron con mayor teatralidad y realismo. Sin embargo, en el retablo del

altar mayor de Xochimilco, es posible admirar una ornamentación sobria con tintes

clasicistas, y aunque, todo el retablo en su conjunto presenta una carga

ornamental tanto en decoración como en las vestimentas de los personajes, -

suponiendo con ello la antesala del barroco-, me sumo a la propuesta de lo que

algunos autores han llamado Manierismo. 178

178

Ruiz Gomar, Rogelio. “Pintura manierista en la Nueva España”, en Historia del arte hispanoamericano. Salvat editores, tomo VI, México, 1982; Stasny, Francisco. “Maniera o contramaniera en la pintura latinoamericana”, en La dispersión del manierismo. UNAM – IIE, México, 1980.

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Capitulo 3

Interpretación religiosa, simbólica y social

De acuerdo a los objetivos de este trabajo, se presenta ahora la propuesta de

interpretación para el caso del relieve de san Bernardino de Siena en el retablo de

Xochimilco, primero se presentan las consideraciones sobre las que descansa la

propuesta interpretativa tanto del aspecto religioso, simbólico y social. Como

material arqueológico que es, deben resaltarse los resultados de los análisis

previos que se le han hecho, pero sobretodo las conclusiones que arrojan, así

después se plantean los resultados o bien la interpretación del que escribe

siempre basado en los rasgos metodológicos que caracterizan a este trabajo

reconociendo el carácter artístico del material, así como el campo social y religioso

que una sociedad le asignó en el tiempo.

Consideraciones primeras

El retablo dedicado a san Bernardino de Siena ha sido objeto de estudio de

historiadores, estudiosos del arte y restauradores. Alonso Lutteroth179 abordó un

estudio comparativo entre los retablos dorados españoles y su similar en

Xochimilco. Por otro lado Belgodere Brito180 y Herrerías de la Fuente,181 trataron

en sus respectivos estudios, una temática similar que consistió en el esquema

iconográfico e iconológico del retablo, describiendo ambos sus características

generales. Herrerías de la Fuente lanza algunas hipótesis en torno a la sustitución

de algunos personajes, como es el caso, de la escultura de san Miguel Arcángel,

cuya manufactura no es contemporánea al resto del conjunto. En cuanto al relieve

se refiere, Francisco de la Maza menciona que los personajes cobijados bajo el

patrocinio sin lugar a dudas son los donantes, identificados como la familia del

179

vid, Alonso Lutteroth, Armida, op. cit. 180

vid, Belgodere Brito, José Francisco, op. cit. 181

vid, Herrerías de la Fuente, Mónica, op. cit.

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cacique Martín Cerón de Alvarado, interpretación que según el autor muestra la

trascendencia de la mencionada familia en Xochimilco. 182

El retablo, -como se ha mencionado- tuvo dos principales funciones, una como

mecanismo de evangelización y otra ornamental, ambas como fin último tenían el

propósito de reafirmar la naciente fe de los recién convertidos, familiarizar a los

indígenas con la práctica y posiblemente con los conceptos cristianos.

El proceso fue complejo y las herramientas aquí retomadas constituyen

básicamente la inferencia del contexto histórico y social, así como el estudio de la

representación iconográfica e iconológica, para ante todo resolver la interrogante

del significado y reinterpretación social de aquellos años. Tiempo y espacio son

los constituyentes de lo que llamamos en arqueología contexto; en mi caso, la

suma de relaciones que se establecen con el relieve de san Bernardino, los

sujetos sociales en un espacio y tiempo determinado.

El estudio de la cultura material permite reconstruir procesos de diversa índole, la

relación entre la cultura y la sociedad que la produjo, que la uso, y la desechó a

través del tiempo, resulta mucho más clara cuando analizamos las condiciones

que las rodean.

La arqueología tiene como propósito central la reconstrucción de la historia y

características de las sociedades humanas desaparecidas con base en sus restos

materiales [o cultura material] […]; desde este enfoque la arqueología es tanto una

disciplina histórica como antropológica. Como disciplina histórica su objeto central

es el conocimiento del pasado del hombre […] Por lo que respecta a su carácter

de disciplina antropológica se ocupa de la reconstrucción […] de la cultura humana

y sus procesos, ocurridos centralmente en el pasado.183

En el caso de la sociedad Xochimilca y la relación con los frailes puede ser

estudiada por medio de una de las representaciones religiosas de una figura

182

vid, De la Maza, Francisco. Los retablos dorados de la Nueva España. México, Ediciones

Mexicanas S.A. 1950. 183

Renfrew, Colin y Bahn, Paul, op. cit., p.9, apud Pérez Campa, Mario. “Arqueología” en Diario de Campo. Boletín interno de los investigadores del área de antropología. Num. 16, 2001, p. 12.

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santificada, ya que las implicaciones sociales, religiosas, políticas, económicas,

ideológicas, responden a características de finales del siglo XVI e inicios del siglo

XVII.

El análisis de los materiales […] consiste en determinar los rasgos [de

determinados elementos], partiendo del supuesto lógico de que toda sociedad

humana esta sujeta en su producción material al momento técnico que vive, a los

elementos materiales de que dispone, a la función que quiere satisfacer con el

objeto y a su tradición cultural, lo cual nos permite identificar técnicas, materiales y

preferencias formales y artísticas, además de la posible función a la que estuvo

destinado, y que son características de una cultura en un momento histórico dado;

[…].184

La validez arqueológica de considerar las relaciones entre el contexto y la cultura

material radica en la significación que en ellas se encuentra, porque “[…] much

material culture is not obviously representational and has little figurative or iconic

content. […]. Most material culture does have meaning through being associated

with practical uses in specific contexts.”185

Entonces, como tal el relieve de san Bernardino es ante todo un objeto, producto

material de construcción humana, y la arqueología se ha esforzado a los largo de

algunos años por enfatizar cómo los materiales que se estudian son creados a

partir de lo que un grupo social ha pensado y configurado sobre su realidad. El

relieve es por tanto parte de la representación de un grupo de ideas e intensiones

que en particular sus creadores formularon y la arqueología con su método y

perspectiva tiene la habilidad de buscar posibles explicaciones del significado de

este material, porque liga las inferencias sobre los pensamientos en este caso de

los franciscanos sobre su religión y lo que ésta debía hacer con la población

indígena, es decir, porque se establece el vínculo entre la cultura y los materiales

que esta construye.

184

Pérez Campa, Mario, op. cit., p. 19. 185

Hodder, Ian. The meaning of thing. Material culture and symbolic expression. London, Unwin Hyman, 1989, p.72.

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Ahora bien, veamos al objeto y la imagen, ¿qué es lo que se ve? El relieve del

patrocinio de san Bernardino de Siena muestra una representación singular a

reconsiderar, donde el santo cobija a personajes que portan atributos indígenas.

Las obras pictóricas de los patrocinios se caracterizan por presentar al santo

cobijando a personajes importantes de una orden religiosa o del clero secular, y

aquellas representaciones donde se muestran a los donantes patrocinados por un

santo comienzan a ser comunes en las últimas décadas del siglo XVII, retomando

la interpretación de Francisco de la Maza, quien menciona que los personajes allí

caracterizados son posiblemente los caciques donantes, nos permite introducir

una variable más en la presente investigación, después de estos argumentos.

¿Cómo saber si realmente los personajes representados en el patrocinio de san

Bernardino de Siena, son la familia del cacique Martín Cerón de Alvarado? primero

debemos que “las imágenes transmiten ideas, costumbres y credos de una

comunidad en un tiempo y en un ámbito geográfico y cultural determinados”.186 La

representación de una imagen o conjunto de imágenes, tiene un propósito con la

sociedad, en este caso instruir y enseñar fueron parte del proceso evangelizador,

donde el retablo posee una función particular en el ámbito social. Si pensamos

que la función evangelizadora y ornamental del retablo parte del supuesto de

instruir y enseñar, debemos también pensar, en el significado que éste pudo tener

en el ámbito al que fue destinado.

De acuerdo con la propuesta de Panofsky, dentro del programa iconográfico

podemos determinar e identificar a cada uno de los personajes y elementos que

conforman al retablo del altar mayor de Xochimilco, siempre y cuando tengamos

un conocimiento básico de la iconografía cristiana, conformando a través de esta

herramienta una lectura de cada uno de los personajes y elementos inmersos en

el retablo. La lectura individual nos arroja francamente pocos datos, por lo que es

necesario conjuntar todos los elementos y efectuar una lectura general, con el

propósito de comprender el significado de la obra.

186

De la Fuente, Beatriz (coord.). La pintura mural prehispánica en México. Teotihuacan. UNAM – IIE, volumen I, México, 1995, p.35, apud. Vega Torres, Alejandro, op. cit., p. 1.

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[…] el estudio del significado de las obras de arte contrapuesto al estudio de sus

valores formales. […] distingue tres niveles de significado en la obra de arte: el

‘sujeto primario y natural’ (dividido a su vez en ‘factual’ y ‘expresivo’), que consiste

en el reconocimiento solo de formas; el ‘sujeto secundario o convencional’, que

consiste en la determinación de los temas de una obra y de su combinación; el

‘significado intrínseco o contenido’, que consiste en la determinación de

comportamiento de fondo que en un periodo, en una nación, en una clase, en una

cultura, condiciona al artista y es simbolizado en la obra. La primera parte es

campo de la determinación de motivos; la segunda de la iconografía; la tercera, de

la iconología. 187

Si nos trasladamos a finales del siglo XVI, el significado comprendido bajo dichos

mecanismos es familiar únicamente para los religiosos y aquéllos feligreses

empapados de la fe cristiana. Por otro lado los indígenas recién instruidos en la

religión católica, a pesar de casi un siglo de colonización española, aún

conservaban parte de sus creencias, por lo que la lectura ideada por los religiosos

no era la misma que podían realizar los indígenas. La evangelización en la primera

mitad del siglo XVI fue enfáticamente dirigida a los nobles indígenas y sus hijos, y

la instrucción del resto de la población se caracterizó por otros mecanismos. Los

frailes franciscanos vieron en la instrucción de la nobleza indígena un medio de

conversión para el resto de la población, partiendo del supuesto de que sí las

clases dirigentes eran convertidas a la cristianización, la de los macehuales sería

tarea sencilla. Los hijos de principales y algunos nobles fueron recluidos en

conventos para erradicar sus antiguas creencias y sembrar en ellos la fe cristiana.

Mientras que el resto de los indígenas, recibía una instrucción únicamente los días

en que había celebraciones religiosas, esto es, cada semana y los días de fiesta,

en aquellos centros de población considerable y en las ciudades; en otros casos

donde las comunidades se encontraban aisladas y el acceso a ellas resultaba

complicado, por la falta de caminos o por la misma renuencia de las poblaciones,

la instrucción religiosa era aún escasa. A través de lo anterior podemos decir que:

187

Calabrese, Omar. El lenguaje del arte. Traducción Rosa Premat, 1ª edición, ediciones Paidos, España, 1987, p. 38.

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Desde luego, entre los indios es preciso distinguir grados de evangelización: el

cristianismo de los nobles no es el de los notables que saben un poco de español,

como tampoco es el de los macehuales. Entre estos últimos y el campo predomina

un cristianismo de la fórmula (la invocación trinitaria), del ademán (el signo de la

cruz), de algunos sacramentos (el bautismo, el matrimonio, rara vez la confesión),

un cristianismo en que la asistencia esporádica a misa es más un trámite de

fidelidad que un acto de creencia. Nunca se insistió lo suficiente en el grado en

que la concepción personalizada de la divinidad, la concepción cristiana del

individuo, y por consiguiente el lazo que las une, parece haber desconcertado a los

indígenas durante todo el siglo XVI y aún con posterioridad.188

La diversidad de la población es por lo tanto es un marco a considerar, no

podemos declarar que la evangelización fue un proceso homogéneo, por el

contrario no podemos ignorar las diferencias sociales de la época.

Finalmente el contenido del retablo y por consiguiente del relieve de san

Bernardino de Siena, puede variar de acuerdo a los marcos de referencia arriba

señalados, la lectura puede variar en dos diferentes momentos. Conforman el

primer grupo los frailes, ellos eran conocedores de la iconografía cristiana

adecuados a las normas que la institución religiosa dictaba, basados en los

cánones discutidos en el concilio de Trento y más tarde confirmados en el tercer

concilio provincial mexicano de 1585, la función de los mendicantes radicaba en

instruir y evangelizar a la población, a través del enaltecimiento de las imágenes

que narraban la vida y obra de santos ejemplares, para sembrar en la población

indígena las bases de la fe católica. Segundo, los nobles indígenas, quienes

habían sido instruidos con una férrea disciplina, aún bajo la tutoría de los

mendicantes conservaban frescas sus antiguas creencias, en algunos casos eran

renuentes a aceptar la nueva fe, fungieron como intermediarios entre los frailes y

el resto de los indígenas. Pero se encontraban más empapados del cristianismo

con respecto a los últimos. Y los macehuales o dicho de otra manera el resto de la

población indígena, como menciona Gruzinski, conocieron la religión únicamente

188

Gruzinski, Serge, op. cit., pp. 178-179.

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de formula, algunos quizá habían aceptado el catolicismo como nueva fe, algunos

otros por conveniencia, y otros más porque habían visto en el cristianismo una

forma de salvar sus vidas ante las persecuciones del clero secular y regular;

adaptándose en su vida diaria a ser cristianos de forma pero conservando sus

creencias en el fondo, reinterpretando las nuevas imágenes, otorgándoles al

mismo tiempo un significado diferente y que dista en gran medida de la

interpretación del primer grupo.

Por lo tanto debemos “[…] tomar en cuenta la manera en que los símbolos se han

utilizado en dichos marcos de significación social, estos deben entenderse como la

manera en que cada sociedad da un significado particular a los eventos que le

circundan […]”. 189 Entones si la cultura material está conformada

significativamente por los actores sociales, la labor del arqueólogo es determinar y

contrastar en el espacio y en el tiempo, los discursos simbólicos, 190 para

comprender determinados aspectos de las sociedades del pasado.

El relieve de san Bernardino de Siena: iconografía e iconología

El relieve del patrocinio de san Bernardino de Siena se encuentra en la calle

central del tercer cuerpo en el altar mayor de la parroquia dedicada al mismo

Santo en Xochimilco. Corresponde a una talla policromada y estofada

posiblemente de la última década del siglo XVI o las primeras del siglo XVII.

Destacan los personajes que cobija, que corresponden a 6 hombres a su lado

derecho y cinco mujeres a su lado izquierdo.

El personaje o actor principal en el relieve es sin duda el san Bernardino de Siena,

cuyo nombre original fue Bernardino degli Albizzeschi o Albiceschi nació el año de

1380 en Massa Maritima territorio de Siena, actual región de la Toscana Italia, hijo

de familia noble, su padre fue gobernador de su ciudad. Su madre Nera, hija de

189

Vega Torres, Alejandro, op. cit., p. 6. 190

cfr. Vega Torres, Alejandro, op. cit., p. 2.

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Blindo murió cuando Bernardino tenía apenas tres años, su padre Tollo,

perteneciente al ilustre linaje de los Albiceschi murió cuando el pequeño no había

cumplido los seis años. 191 Fue recogido por sus tías quienes lo criaron y

educaron, más tarde a la edad de once años se trasladó con uno de sus tíos a

Siena para realizar estudios de artes liberales y derecho canónico. En esta ciudad

ingresó a la cofradía de Santa María de la Escala, la que se dedicaba a realizar

obras de caridad y prestar servicio en el hospital de Santa María. En aquella

época cuando él apenas contaba con 20 años, la ciudad de Siena fue azotada por

un terrible epidemia que mermó a gran parte de la población incluyendo a casi

todos los cofrades que prestaban servicio en el hospital, de esta manera

Bernardino imposibilitado para ayudar a los enfermos que estaban a su resguardo,

salió a las calles a reclutar a los pocos sobrevivientes de la epidemia y les dio un

mensaje convincente y lleno de fe logrando así ayudar a los enfermos.

Según sus biógrafos Bernardino entre los años de 1402 y 1404 dejó sus bienes

materiales a los pobres para ingresar a la orden de los frailes menores de san

Francisco. Fue un importante predicador y reformador de la congregación de los

hermanos de la observancia, llamados así por que observaban la regla primitiva

de san Francisco. Durante más de treinta años se dedicó a predicar en toda Italia

convirtiéndose en un excelente diplomático ya que puso solución en muchas

ocasiones a guerras y querellas menores.

191

vid, Voragine, Santiago de la. La leyenda dorada. Traducción fray José Manuel Macias, Alianza editorial, cuarta reimpresión, 2 tomos, Madrid, 1990, pp. 951-953.

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192

En 1427 le ofrecieron el obispado de Siena que rechazó por continuar con su labor

misional, fue adepto y promotor a la devoción del Santo Nombre de Jesús. En

todas sus predicaciones “[…] mostraba el monograma de Cristo en tres letras,

J.H.S., que se destacaba en letras doradas inscrito en un círculo de rayos, a las

multitudes que se apretujaban para oírle.”193 Más tarde, en 1431 rechazó el

obispado de Ferrara y en 1435 el de Urbino. Su labor como misionero fue

interrumpida ya que fue nombrado vicario general de los franciscanos observantes

en 1437 y el año siguiente vicario general de la orden en toda Italia. Sin embargo,

Bernardino imbuido por la predicación pidió en el año de 1442 al Papa su dimisión

como vicario general para continuar su labor como predicador. En 1444 se

trasladó a Nápoles cumpliendo con ello su deseo de predicar en toda Italia, sin

embargo, la muerte lo alcanzó en Aquila, ciudad de los Abruzos, reino de Nápoles

a la edad de 63 años.

Pronto las narraciones sobre sus milagros se hicieron presentes en todos los

rincones de Italia, de esta manera a una velocidad infrecuente en el proceso de la

corte de Roma, a escasos 6 años de su muerte fue canonizado. “El papa Nicolás

192

ibidem, p. 951. 193

Réau, Louis, Iconografía del arte cristiano. Iconografía de los santos de la A a la Z, Tomo 2, Volumen 3, Traducción Daniel Alcoba, ediciones del serbal, Barcelona, 1997, p. 208.

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V incluyó el nombre de San Bernardino en el catalogo de los santos el año 1450,

señalando el 20 de mayo para la celebración de su fiesta.” 194

Durante toda su vida se dedicó a fundar y reformar monasterios en toda Italia

promoviendo la regla primitiva de san Francisco.

“En 1472, primer año del pontificado del papa Sixto, los restos venerables de san

Bernardino fueron exhumados y trasladados a una nueva iglesia que acababa de

construirse en su honor.” 195

Su difusión fue tan rápida que encontramos en la iglesia franciscana de Santa

María de Aracoeli, Roma una capilla -la primera a la derecha- dedicada a san

Bernardino de Siena, donde se aprecia un fresco fechado hacia 1486, obra de

Bernardino di Betto, mejor conocido como Pinturicchio. De este mismo autor son

otras dos tablas de carácter narrativo dedicadas a la vida y obra de san

Bernardino de Siena. La primera titulada la Curación del paralitico y la segunda la

Liberación del prisionero, ambas datan de 1473.

En la iconografía Europea a san Bernardino de Siena se le representa como un

hombre viejo, con un rostro demacrado y lleno de arrugas, su principal atributo es

el Santo Nombre de Jesús o I.H.S o J.H.S. que significa Jesus Hominum Salvator,

la posición del atributo es muy variable. En las obras más tempranas que se

conocen aparece con una tabla que porta en las manos, donde de acuerdo con las

narraciones en ella traía inscritos lo sagrados nombres, dicha tabla la llevaba

consigo a todos aquellos lugares donde predicaba, cuando concluía sus sermones

mostraba su tabla e invitaba a los fieles a arrodillarse ante ella para adorarla. 196

En obras posteriores porta el monograma de Cristo rodeado de luz en una de sus

manos. En el caso particular del periodo colonial novohispano porta el medallón

con el monograma en el pecho. Otros atributos conocidos en la iconografía

194

Voragine, Santiago de la, op. cit., p. 953. 195

idem. 196

cfr, Réau, Louis, op. cit., p. 208.

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europea son las tres mitras delante de sus pies que simbolizan las tres ocasiones

en que rechazo el obispado.

En el relieve del altar mayor de Xochimilco, san Bernardino de Siena se muestra

de pie sobre una peana en actitud piadosa, cabe mencionar que a diferencia de la

iconografía europea aparece como un hombre joven, imberbe, de rasgos

delicados y mejillas rosadas, por otro lado presenta una amplia tonsura atributo de

todos los frailes pertenecientes a una orden mendicante. Su vestimenta consiste

en el hábito de la orden franciscana conformada por la túnica, una capucha con

esclavina larga a manera de capa o manto y el cordón a la cintura. El manto con el

que cubre a los hombres y mujeres antes mencionados, es sostenido a cada lado

por pequeños angelitos, ambos muestran características físicas similares, frente

amplia y cabello chino, ojos almendrados, boca y nariz de tamaño normal, mejillas

abultadas y rosadas. La vestimenta del santo presenta como decoración diversos

elementos vegetales similares a los observados en el retablo. Sobre el pecho se

observa su principal atributo, es decir, el medallón con el sagrado nombre de

Jesús dentro de un ovalo, diferencia significativa en relación a la iconografía

europea, ya que el monograma no lo sostiene en alguna de sus manos de acuerdo

a las referencias arriba mencionadas. Para comprender tal situación resulta

interesante analizar la leyenda expuesta por Santiago de la Voragine en torno a la

vida de este elocuente santo.

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197

Cuando san Bernardino salió a las calles a reclutar gente para cuidar a los

enfermos de la epidemia en Siena, logró reunir a los pocos sobrevivientes a los

cuales le habló de la siguiente manera,

Hermanos, el evangelio nos dice que es muy difícil conquistar el reino de los

cielos, y que sólo los valientes entraran en él. Seamos nosotros del número de

esos valientes. Venzamos la cobardía. No tengamos miedo a morir por Cristo.

197

Tovar de Teresa, Guillermo. Pintura y escultura en Nueva España (1557-1640). Grupo Azabache, México, 1992, p. 245.

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¿Hay acaso algo más grande y hermoso que inmolar nuestra vida por El y

conseguir la corona del martirio? Si morimos por el Señor, verdad es que morimos,

pero tal muerte nos acarreará el perdón de nuestros pecados y nos permitirá

obtener el valioso premio del martirio, que es la mayor recompensa y el final más

glorioso que puede tener la existencia humana; porque el martirio constituye la

base de la vida y de la fe y es, al mismo tiempo que garantía indefectible de

salvación, cadena que nos amarrará perpetuamente a la verdadera libertad y al

auténtico honor. Un género de muerte así nos conduciría a la plenitud de la vida y

a la gloria sempiterna. ¿Podríamos tener alguna aspiración superior a la de

conseguir la luz perpetua prometida a los que mueren en el Señor y por el Señor?

¿Hay algo más sublime que la vida del cielo? Pues esa vida podemos adquirirla al

precio de esta otra terrena y perecedera. Entre todos los títulos de gloria que

pudiéramos ambicionar no existe ninguno más valioso ni más bello que el de morir

por Cristo. Hermanos, no tengamos, pues, miedo a la muerte. Si Cristo murió por

nosotros, muramos nosotros por El. Consideremos los ejemplos que el Señor nos

dio durante su Pasión; y si esto no basta para movernos, pensemos en las

recompensas que nos ha prometido y no olvidemos que Él ha dicho:

“Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán la misericordia”. 198

san Bernardino de Siena fue un promotor incansable de la regla de la Observancia

conocida también como la regla primitiva de san Francisco, su principal diferencia

con los conventuales es que mientras estos últimos prefieren la vida

contemplativa, desde sus ermitas y monasterios, los primeros optan por una vida

de predicación llevando el evangelio y la palabra de Dios por sus caminos.

A la Nueva España fueron enviados principalmente frailes observantes quienes

pusieron a través de la devoción de santos como san Bernardino de Siena y san

Juan Capistrano los principales preceptos de su orden y su regla. El grupo de los

doce más allá de haber estado permeados por las reglas de la observancia se

encontraban inmersos en promover la práctica del cristianismo primitivo, ya que

pensaron que sería posible crear una nueva iglesia en los territorios americanos.

Por tanto san Bernardino de Siena cumplía con cada una de las cualidades del

198

Voragine, Santiago de la, op. cit., pp. 951-952.

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cristianismo primitivo, resaltando la devoción al santísimo nombre de Jesús que

representaba la verdadera fe haciendo remembranza a aquellos primeros

cristianos que habían sacrificado su vida a costa de la salvación. De esta manera

podemos inferir que la colocación del monograma del sagrado nombre de Jesús

al pecho hace clara referencia a morir por Cristo lleno de Él.

De manera que el que profesara la fe cristiana tenía ese nombre nuevo inscrito

sobre él, y por ese sello seria perseguido y martirizado desde los tiempos de la

Iglesia apostólica hasta los constantinianos. Incluso, la última palabra mencionada

por aquellos prestos a morir por su fe – tanto judíos como cristianos -, era

precisamente la invocación del Nombre.199

El santo como un atributo más de los mendicantes franciscanos se muestra

descalzo. Por otra parte con ambas manos realiza ademanes en actitud de

predicación.

Sobre su cabeza y por encima de los angelitos que sostienen su manto se

aprecian siete querubines entre nubes, dos al lado derecho del santo, dos en la

porción central sobre su cabeza y tres más a su lado izquierdo.

La disposición que los personajes guardan bajo el manto del santo nos remite a

una fórmula utilizada por los frailes durante la evangelización y la celebración del

oficio.

Por lo general, la reunión se hacia en los atrios o los cementerios, a veces

enormes, en torno de la cruz central […]; las mujeres en lugar distinto de los

hombres; todos repitiendo en alta voz, por dos o tres veces, alguna parte del

catecismo. A todo esto seguía un sermón para todos y al fin la celebración de la

misa.200

199

Estrada de Gerlero, Elena Isabel, “El Nombre y su morada. Los monogramas de los nombres sagrados en el arte de la nueva y primitiva Iglesia de Indias”, en Vargas Lugo, Elisa, et. al. Parábola Novohispana. Cristo en el arte virreinal. Fomento Cultural Banamex, México, 2000, p. 177. 200

Ricard, Robert, op. cit., p. 182.

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Es interesante como el acomodo de los nuevos fieles se confirma a través de la

representación misma, la imagen también representa el método utilizado en el

proceso de la evangelización, cuya expresión denota el resguardo del santo

patrono con los fieles.

Los personajes a los que patrocina el santo poseen atributos en la vestimenta a

través de la que se les ha identificado como nobles indígenas y de acuerdo a

algunas interpretaciones como los caciques donantes de la región, sin embargo,

vale la pena analizar cada uno de estos elementos por separado para ampliar la

visión que de la representación del relieve se tiene.

Al lado derecho del santo como habíamos mencionado, se aprecian un total de

seis hombres de diferentes edades y es de suponer aunque no se distingue la

vestimenta de todos que portan atributos similares.

El individuo que se observa al frente es un hombre joven de piel blanca, cabello

rizado, imberbe, ojos almendrados medianos, nariz afilada y boca mediana, y

dirige su mirada al santo. Sus rasgos se identifican en mayor medida con los de un

europeo, facciones que comparten la mayoría de los individuos allí representados.

Presenta las manos cruzadas sugiriendo una actitud de oración. Su pierna

izquierda se encuentra flexionada mostrando su pie desnudo y sin calzado, el que

apoya sobre el piso, su otra pierna está apoyada sobre su rodilla. Más que un

pantalón presenta una túnica larga cuya decoración se asemeja a la de la

vestimenta del santo. Anudada a su hombro derecho presenta una tilma,

característica de la vestimenta indígena. En el cuello utiliza una gorguera

ornamento que a mediados del siglo XVI era solamente utilizado por mujeres,201

dicho elemento comenzó a ser usado por hombres en tiempos de Felipe II, es

decir, ya entrada la segunda mitad del mismo siglo. La terminación de sus mangas

se aprecia con un rizado similar al de la gorguera.

201

vid, Bernis, Carmen. Indumentaria española en tiempos de Carlos V. Instituto Diego Velázquez del Consejo de Investigaciones Científicas, Madrid, 1962.

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87

Inmediatamente detrás del individuo descrito, hacia su costado izquierdo, se

observa un personaje de mayor edad, el cual se encuentra mirando al frente,

presenta una calvicie avanzada, utiliza bigote y barba, al igual que el anterior

utiliza gorguera, sin embargo, no se alcanza a distinguir su tilma.

En la parte posterior a su costado derecho se encuentra un individuo joven, de piel

blanca, imberbe y cabello rizado, a diferencia de los dos primeros individuos

presenta una nariz chata, y boca pequeña. Utiliza la misma vestimenta que el

primer personaje.

Detrás de este último personaje se observan únicamente las cabezas de tres

individuos, dos de ellos en el mismo plano y uno detrás de ambos. El que se

observa al costado derecho se encuentra mirando de frente, es de mayor edad,

presenta cabello rizado, ojos medianos ovalados, nariz afilada y boca mediana,

utiliza barba y bigote. De igual forma se aprecia su gorguera. Tanto el individuo del

costado izquierdo como el que se encuentra en el fondo del relieve se aprecian de

perfil, del primero se distingue el cabello rizado, presenta ojos medianos, sin

embargo, el santo cubre con su manto su nariz y boca, pero vale la pena

mencionar que es posible apreciar su gorguera. Finalmente del último individuo,

sólo se aprecia el rostro, cuyas facciones son similares a las del primer personaje.

Bajo el manto del santo a su costado izquierdo se observan cinco mujeres, de

diferentes edades, la vestimenta utilizada por todas ellas es similar, siendo

únicamente posible describir los atributos de la mujer que se encuentra al frente.

Esta se observa hincada contemplando al santo con las manos empalmadas, en

actitud de oración, presenta rasgos finos caracterizados por ojos, nariz y boca

mediana, mismos que denotan su juventud. Su vestimenta consiste en un huipil

que presenta decoración en vivos de color amarillo y rojo que posiblemente

representan flores. Su cabeza se encuentra cubierta por un paño o manto del que

resulta imposible distinguir su decoración, tal ornamento deja al descubierto parte

de su cabellera, la cual al igual que la de los varones se observa rizada.

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A su izquierda se observa una mujer de mayor edad, mirando ligeramente hacia

abajo, presenta tez blanca, cabello rizado, ojos medianos, mejillas un tanto

abultadas, nariz mediana ligeramente chata y boca mediana. Su cabellera a

diferencia de la primera se encuentra descubierta, sin embargo, el paño o manto

se aprecia cruzado al frente, ya que seguramente cubre su espalda.

A la derecha se encuentra una mujer de mayor edad, que cubre su cabeza con un

paño, parte del hábito del santo cubre una porción de su rostro, y es posible

distinguir únicamente un ojo, una facción de la nariz y la boca. Se observa mirando

al frente y lleva su mano derecha al pecho.

Detrás de la segunda mujer descrita al extremo izquierdo, se observa una mujer

de edad avanzada, de la que se aprecia únicamente el rostro, porta un paño o

manto sobre su cabeza, presente ojos grandes, nariz recta afilada y boca

mediana. Finalmente al costado izquierdo de esta, se encuentra una mujer joven

de perfil de la que se aprecia únicamente parte de su cabellera, su ceja y una

porción de su ojo.

Cabe mencionar de manera general que todos los personajes tanto hombres como

mujeres comparten la forma de las cejas, se representa arqueada, además de ello

otro rasgo que es común a todos es el mentón pronunciado, este último

característico de la población hispana.

Si bien es cierto que los personajes representados portan artículos de uso

prehispánico en sus vestimentas, no quiere decir categóricamente que esto los

convierta indígenas. ¿Serán los caciques donantes de la región Xochimilca

identificados por Francisco de la Maza como la familia Cerón de Alvarado? o

¿posiblemente el relieve refiere a individuos indígenas hispanizados, ya

evangelizados y convertidos a la fe cristiana? Propongo realizar una revisión de la

indumentaria indígena de la época a través de las reseñas de diferentes cronistas.

En tiempos prehispánicos la indumentaria no solo era utilizada para proteger el

cuerpo de las variaciones del clima, la jerarquía de cada individuo era reconocida

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por el número o las prendas utilizadas, así podemos decir que la vestimenta era

un indicador del lugar que ocupaba un individuo en sociedad. Este código era

reconocido por todos los individuos del grupo. El arte de hilar, tejer y bordar en

estos tiempos estaba exclusivamente reservado a las mujeres, rol que cambio con

el tiempo.

Por supuesto la vestimenta no era la misma en todo el México prehispánico, me

referiré únicamente a la usada por los asentamientos del centro de México

dominados por los mexicas, entre ellos los xochimilcas. 202 La gente común usaba

prendas muy sencillas de fibras duras como el ixtle, algunas fibras extraídas del

maguey, el chichicaxtle y la palma silvestre conocida como izcotl.

La indumentaria de los varones consistía exclusivamente en el maxtlatl o maxtli,

conocido también como taparrabo, que consistía en un lienzo de tela que cubría

los genitales, el cual pasaban entre sus piernas y ataban a la cintura, de manera

que los extremos del lienzo colgaban por delante y por detrás. Otro artículo

utilizado por los varones era el paño lumbar el cual en ocasiones acompañaba al

taparrabo, consistía en un lienzo rectangular que se sujetaba a la cintura como

una faja, la manera de portarlo variaba, podía ser utilizado como un delantal en la

parte frontal, enrollado a la cintura, doblado en forma triangular o cubriendo los

glúteos. Una prenda utilizada por guerreros, sacerdotes y nobles indígenas era el

tilmatli o tilma, que consistía en un lienzo largo de forma rectangular anudado al

hombro y colgaba de él, el largo variaba entre la cintura y los tobillos, mismo que

denotaba el prestigio y rango del hombre que lo portaba. Por otro lado las

sandalias o cactles elaborados de ixtle eran de uso exclusivo de las clases altas.

La decoración de cada una de las prendas mencionadas era símbolo de estatus y

representaba la posición del individuo en la sociedad.

La vestimenta de las mujeres se caracterizaba por tres prendas básicas, el huepilli

o huipil, el quechquémitl y la el cueitl. El primero consistía en una especie de

202

vid, Antonio de Ciudad Real. Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España. Edición Josefina García Quintana y Victor M. Castillo Farreras. UNAM – IIH, tomo I, México, 1976.

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túnica, sin mangas y con aberturas para los brazos y la cabeza, con un largo

variable desde la cintura hasta las rodillas. El segundo, usado por sacerdotisas,

mujeres de alto rango y diosas era utilizado por encima del huipil cubriendo el

pecho, de forma romboidal con una abertura en una de sus esquinas para la

cabeza o de forma ovalada con una abertura al centro. La tercera, consistía en

una manta de forma rectangular larga que funcionaba como falda, se sostenía en

la cintura con el nelpiloni especie de cuerda o cinturón.

Los tocados eran exclusivos de los varones mismos que distinguían su jerarquía y

rango. Las mujeres por el contrario no tenían permitido el uso de tocados, sin

embargo, el peinado utilizado era un rasgo distintivo de rango y condición, ya que

las mujeres casadas utilizaban un peinado elaborado que consistía en trenzar en

cabello con hilos, las mujeres jóvenes y solteras debían utilizar el cabello suelto.

En cuanto a las joyas se refiere tanto hombres como mujeres podían utilizar

dichos ornamentos de acuerdo con su rango social con excepción del bezote que

era de uso exclusivo de los varones. Los collares y pulseras eran permitidos para

todas las clases sociales, la diferencia radicaba únicamente en la materia prima de

la que estuviesen elaborados, ya que la gente común no tenía acceso a las

piedras preciosas. Las cuentas eran manufacturadas desde materiales ordinarios

como arcilla y hueso, hasta jade, oro y turquesa.

Robert Ricard, refiere la vestimenta utilizada por los indígenas,

El vestuario no podía ser más sencillo: los varones llevaban solamente un pañete

que atado a la cintura, dejaba caer por delante y por detrás sus extremos: el maxtli,

y una manera de manto que, atado sobre uno de los hombros, caía hasta las

rodillas: el tilmatli, […]. Las mujeres usaban una especie de faldellín, formado por

una larga y ancha faja de lienzo que ataban a la cintura con anchos pliegues por

un solo lado: el cueitl; una larga camisa sin mangas: el huipilli, y un lienzo

triangular con abertura para la cabeza, que les cubría el pecho: el quechquémitl.

Fuera de estas ropas, los guerreros llevaban especiales vestiduras, según sus

grados militares, y los funcionarios civiles tenían derecho a particulares adornos y

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galas. Los aderezos eran ricos y variados: hábiles en sumo grado los aztecas para

trabajar los tejidos recubiertos de plumas multicolores, lo mismo que para labrar el

oro, la plata, el cobre, el estaño y varias piedras semipreciosas de particular

dureza, prodigaban su uso en los personajes de la milicia o del gobierno. 203

Con la conquista y el nuevo orden social las jerarquías manejadas en el mundo

indígena desaparecieron paulatinamente. A los ojos de los europeos todos los

indígenas, sin importar su origen o clase social fueron vistos como iguales por

tanto la manera de vestir no debía reflejar grandes diferencias. De tal forma que

los códigos expresados a través de la vestimenta dejaron de ser representativos

para la clase indígena, ello significo que ciertos artículos reservados para las

clases altas estuvieran al alcance de las clases indígenas más bajas siempre y

cuando pudieran solventarlo.

La manera de vestir de los conquistadores era completamente diferente a la de los

indígenas, con el paso del tiempo estos últimos tuvieron que adaptarse a la

vestimenta impuesta por los europeos principalmente por convencimiento de los

frailes mendicantes, cuestiones que tenían en mayor medida que ver con la

decencia en el vestido, ya que es posible leer en las crónicas lo grotesco que

resultaba para los hispanos la sencillez de las prendas indígenas. “Otra influencia

fue la de los sacerdotes y misioneros, quienes consideraban los maxtlatl y las

tilmas con que se cubría el hombre como prendas faltas de recato”. 204 Hacia

mediados del siglo XVI fray Domingo de la Anunciación se refería no solo a la

manera de vestir de los indígenas sino de manera general a sus costumbres que

variaban en gran medida de las de los europeos.

Andan descalzos y las carnes de fuera, su dormir es el suelo […] sino los que

están en alguna policía en que los religiosos los han puesto, que tapen sus carnes

y anden calzados y coman y beban y duerman como cristianos […] y comúnmente

203

Ricard, Robert, op. cit., p. 94. 204

Lechuga, Ruth D. El traje indígena de México: su evolución, desde la época prehispánica hasta la actualidad. Panorama, México, 1991, p. 100.

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los que viven fuera de congregación por los montes y valles viven como salvajes.

205

De esto podemos deducir dos principales ideas, primero los cambios en la

vestimenta de los indígenas obedecieron principalmente a las imposiciones de las

ordenes mendicantes quienes argumentaban que la manera de vestir de los

indígenas era poco recatada y sobre todo indecente, así con el paso del tiempo los

indígenas, cabe señalar que solo algunos grupos, adoptaron las prendas utilizadas

por los europeos. Segundo, interesante resulta la mención de este fraile ya que

permite suponer que todavía a mediados del siglo XVI la renuencia a dejar la

vestimenta tradicionalmente indígena era muy fuerte. Sin embargo, debemos

mencionar que las clases que paulatinamente se fueron adaptando al nuevo orden

social desecharon pronto la indumentaria indígena adoptando con gusto y más

como un lujo las prendas europeas, ya que esto brindaba estatus dentro de la

naciente colonia donde en algunos casos las antiguas clases nobles siguieron

conservando algunos de sus privilegios.

206

205

ibidem, pp. 100-101. 206

Menegus, Margarita. “La nobleza indígena en la Nueva España: circunstancias, costumbres y actitudes.” En Pablo Escalante Gonzalbo (coord.) Historia de la vida cotidiana en México. Tomo I: Mesoamérica y los ámbitos indígenas de la Nueva España. El Colegio de México- Fondo de Cultura Económica, México, 2004, 517.

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Antes de la llegada de los conquistadores ciertas prendas eran utilizadas

únicamente por algunas clases, aunado a esto las prendas elaboradas con fibras

duras extraídas de los agaves, la palma y el ixtle, por mencionar algunas, estaban

reservadas para el uso de las clases bajas, así podemos mencionar que el

algodón trabajado desde tiempos prehispánicos, era de uso exclusivo de las

clases altas. Con la colonización española los indígenas tuvieron pronto acceso a

las fibras del algodón, ya que estas curiosamente no satisficieron las necesidades

de los europeos quienes optaron por las prendas de lana y seda.

Hacia 1526 se introdujo el ganado bovino y con ello comenzaron a funcionar los

primeros obrajes, así también se introdujeron nuevas técnicas y herramientas

todas ellas operadas por varones, ello significo un cambio más dentro del régimen

social indígena, ya que el arte de hilar y tejer había sido en tiempos prehispánicos

exclusivo del sexo femenino.

La introducción de nuevos textiles, herramientas y técnicas, modificaron

gradualmente las concepciones de los indígenas, quienes comenzaron a adoptar

en algunas regiones las prendas utilizadas por los europeos modificando con ello

su apariencia.

Como resultado del nuevo orden social, la vestimenta de los varones reflejó

cambios considerables, mientras que la vestimenta de las mujeres incluyo en su

vestir cotidiano solo algunos accesorios europeos y algunas prendas que en

tiempos prehispánicos formaban parte del atuendo de la elite indígena.

Los principales artículos de la vestimenta indígena, introducidos en el periodo

posterior a la conquista, eran camisas, pantalones y sombreros. El taparrabo

(maxtlatl) que junto con la capa o manto (ayatl, tilmatl, tilma) formaban parte del

atuendo normal de los maceguales antes de la conquista, pero generalmente

abandonaron su uso a favor de los pantalones durante el siglo XVI, probablemente

por convencimiento de los clérigos y por razones de decencia. La capa se

conservó como artículo de la vestimenta masculina. La vestimenta femenina siguió

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consistiendo en la capa, la falda larga y la camisa suelta (huipilli, huipil) hasta la

rodilla. 207

Las mujeres incorporaron en su vestimenta el quechquémitl y en algunas zonas

los zapatos mejor conocidos como cactles elaborados de fibra de ixtle, ambas

prendas usadas en tiempos prehispánicos por las clases altas. Por otro lado la

decoración de las prendas a base de colores vivos que había sido restringida en

tiempos antiguos para el común de la población pronto fue utilizada por las clases

indígenas bajas. Un accesorio de uso cotidiano en las mujeres europeas que

pronto se hizo popular entre todas las clases en la Nueva España fue el paño

usado para cubrir la cabeza, de forma rectangular y de diversos largos, esta

prenda comúnmente utilizada por este género dentro de las misas o celebraciones

religiosas reflejaba sobre todo la decencia y recato que la mujer debía guardar en

ciertos lugares y ocasiones.

Los hombres por el contrario modificaron su vestimenta de uso común en tiempos

prehispánicos, incorporando diferentes elementos como la camisa, el pantalón, los

zapatos y el sombrero, todos ellos de origen europeo. La mayoría de la población

indígena incorporo a su vestir cotidiano la tilma, usada anteriormente solo por la

elite prehispánica. Cabe señalar que el algunas zonas se hizo común entre ciertos

indígenas privilegiados el uso de zapatos europeos, pero importante es aclarar

que mayoría usaban los cactles similares a los utilizados por las mujeres.

Las clases indígenas que conservaron ciertos privilegios por haber sido factor en

la conquista de la Nueva España pronto comenzaron a vestir a la usanza

española, así también algunos indígenas que ocuparon puesto de orden civil

incorporaron la vestimenta hispana en su vida cotidiana. Cronistas y viajeros

relatan interesantes observaciones a este respecto inmersas en la mitad del siglo

XVI.

207

Gibson, Charles, op. cit., p. 344. vid, Ojea, op. cit., p. 9; Muñoz Camargo, Diego. Historia de Tlaxcala. México, 1947, p.25; Gómez de Cervantes, Gonzalo. La vida Económica y social de la Nueva España al finalizar el siglo XVI. Alberto María Carreño, ed. Biblioteca histórica mexicana de obras inéditas, ser. 1, XIX, México, 1944., p.135.

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Un observador anónimo […], después de repetir que antiguamente los naturales

andaban desnudos y descalzos, agrega que […] ahora ya todos andas vestidos y

calzados y los caciques vestidos a la española y en caballos. Jerónimo López, que

se había hallado desde los primeros tiempos en esta tierra, conoció al indio recién

conquistado y al que vivía por 1545, y sabía para cuanto eran estos naturales y

para lo que son agora, ya que todos los principales, o los más, cabalgan a caballo

e tienen armas Despaña y se juntan y juegan cañas e corren sortijas […] Y el

cronista Remesal, hablando del recibimiento que los indígenas de Chiapas hicieron

al Obispo Fray Bartolomé de las Casas en el citado año de 1545, escribe que los

hijos de los principales, que eran más de ciento, venían vestidos al uso de España,

de una vistosa lebrea, aderezados con muchas joyas de oro. 208

Bajo este contexto podemos ampliar la interpretación de los personajes

representados en el relieve del patrocinio de san Bernardino de Siena, la

vestimenta ante todo importante, muestra la condición social de estos personajes

bajo los códigos introducidos por los europeos, además nos permite ubicar

cronológicamente a los personajes, si bien en cierto que el periodo identificado es

amplio nos habla de ciertos usos y costumbres de la época.

Frailes, nobles y macehuales: interpretación arqueológica

De acuerdo a la propuesta de la arqueología contextual, para hacer una

interpretación del relieve del patrocinio de san Bernardino de Siena se deben de

reconocer tres valores: Individuo, Cultura e Historia; el primero como sujeto que

realiza la acción; la segunda, constituida por principios de significado simbólico y

la tercera que se convierte en una explicación del pasado desde nuestro presente.

Hace algunos párrafos se resaltaba la posibilidad de reconocer dos procesos

diferentes en el gran proceso que significó la evangelización, siguiendo esta

postura, nos estacionamos en el valor primero para decir, que el individuo; aquí,

individuos, en particular el grupo social Xochimilca y los frailes franciscanos

208

Carrillo y Gariel, Abelardo. El traje en la Nueva España. INAH, México, 1959, p. 45.

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autores religiosos del relieve de san Bernardino de Siena, poseen una

interpretación debido a su tradición cultural y a una serie de cambios históricos

que caracterizaron los años en los que esos individuos vivieron y establecieron

relaciones específicas primero entre ellos y segundo con la religión como tal. Es

decir, el primer valor es entendido a través de la relación del segundo y el tercero.

Seguido a esto veamos uno de los dos tipos de significado que Hodder plantea

para los objetos, donde "[...] el significado de los objetos en relación con los

contenidos estructurados de las tradiciones históricas. […] el objeto como algo

constituido significativamente) […].209

Cuando pensamos en el primer valor, decíamos que en nuestro caso hay dos

grupos de individuos, así los primeros en establecer un nivel de interpretación son

los frailes franciscanos, que como ya dice Hodder, se basaron en el contenido, en

el significado establecido sobre la figura de san Bernardino de Siena y la

estructura de la religión católica en tierras xochimilcas.

Los frailes

San Bernardino de Siena, en la historia como un personaje elocuente que gustaba

de predicar ante las multitudes fue escogido como el santo patrono de la

comunidad Xochimilca, donde se dedicó a su veneración el templo del conjunto

conventual de la región, cuya fecha de dedicación se ha establecido hacia 1590,

ya que en la fachada principal del templo es posible apreciar la leyenda acabose

año 1590. ¿Por qué razón entre cientos de santos, fue este santo de origen

italiano elegido para convertirse en el titular de una población de mayoría

indígena?

El santo nombre de Jesús fue una devoción promovida en el siglo XV por san

Bernardino de Siena, recibió críticas tanto de las órdenes mendicantes como del

209

Hodder, Ian, op. cit., 1988, pp.203-204.

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clero secular, sin embargo, la devoción alcanzó altos niveles de popularidad,

recibiendo su aprobación en el concilio de Trento. “Aun cuando fue duramente

censurada por algunos dominicos y agustinos por prestarse a aplicaciones

heréticas, tras agudas tribulaciones, la devoción a este anagrama fue finalmente

aprobada por el concilio de Trento.” 210

Tras su aprobación, la representación del monograma adquirió valor, la forma de

plasmarse en el arte religioso obedeció sin lugar a dudas al concilio tridentino.

De manera que después del concilio, el tratadista Juan Molano, en De picturis et

imaginabus Sacris (1570), concluyó que el monograma del Santo Nombre de

Jesús podía ser lícitamente representado en el arte religioso, dentro de los rayos

del sol, tal como fue manifestado a San Bernardino. 211 Vale subrayar que San

Bernardino probablemente se inspiró en la postura adoptada anteriormente por

Ubertino de Casale y las influencias recibidas de la mística bizantina, en tanto a la

representación gráfica del Mesías mediante el trigrama. Aunque por cierto, le

antecedieron en su devoción al Nombre, san Ambrosio, san Agustín, san Pedro

Crisólogo, san Beda el Venerable y otros más. 212

Como menciona Estrada de Gerlero los monogramas contenían un profundo

significado, mnemónico, invocativo y místico, cuya devoción se había originado en

tiempos de los primeros cristianos, simbolizaban al misterio del Verbo Encarnado y

la Pasión. 213 Ello en conjunto refería al cristianismo primitivo mismo que a través

de los religiosos, principalmente de manos de los franciscanos, fue puesto en

práctica en la Nueva España, así como en las colonias hispanizadas. “De manera

que fueron poderosos instrumentos en el proceso de conversión al cristianismo de

las Indias, quizá, entre otras cosas, porque su carácter abstracto y sintético era

también afín al sistema pictográfico indígena.” 214

210

Estrada de Gerlero, Elena Isabel, op. cit., p. 184. 211

vid, León fray Luis de, Libro primero de “Los Nombres de Cristo”, en Obras completas castellanas, Introducción de Félix García, O. S. A., Biblioteca de Autores cristianos, Madrid, 1991. 212

Estrada de Gerlero, Elena Isabel, op. cit., p. 184. 213

cfr, ibidem, p. 177. 214

idem.

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Habíamos referido que la enseñanza de las artes mecánicas en la Nueva España

tuvo su antecedente en la escuela de san José de los Naturales de fray Pedro de

Gante adscrita al convento de san Francisco de México. Fue fray Pedro de Gante

fue un misionero activo y contemplativo de la rama del misticismo renano-

flamenco, a través de la cual la oración continua y contemplativa estaba

estrechamente ligada al trabajo manual. Situación que el fraile flamenco traslado a

su fundación de artes manuales destinada a la capacitación de indígenas para la

ornamentación y decoración de los santuarios. 215 Así mismo, fray Pedro de Gante

era devoto al Santo Nombre de Jesús. “Él tenía, incluso, una pequeña celda junto

a la escuela, expresamente dedicada a los ejercicios espirituales y contemplativos

en torno al Nombre Sagrado.” 216 De esta manera, siendo fray Pedro de Gante

fundador de iglesias y conventos, así como de escuelas de artes y oficios,

resultara como un asiduo promotor de la devoción de los Santos Nombres.

Hasta aquí podemos interpretar que la devoción al Santo Nombre de Jesús tenía

un peso simbólico y místico considerable, convirtiéndose en un elemento esencial

y fundamental de la cristianización de la Nueva España.

Por todo ello, los omnipresentes monogramas de los nombres sagrados, más que

ser tangenciales a temas centrales en el arte religioso del siglo XVI, son de una

importancia fundamental por sus connotaciones teológicas, místicas y simbólicas y

parecerían estar profundamente vinculadas a una práctica contemplativa de los

primeros evangelizadores basada en la Oración de Jesús […], heredada en Nueva

España de una larga y compleja serie de tradiciones. En un relativamente corto

espacio de tiempo, entre las prácticas místicas de fray Pedro de Gante en torno al

nombre, la importancia que Motolinía dio a la devoción difundida por San

Bernardino de Siena en el siglo XV y la publicación de Los Nombres de Cristo, de

fray Luis de León, en 1583, se desarrolló en la faceta abstracta del arte conventual

novohispano de conversión un movimiento en el cual, al asimilar tendencias de la

215

cfr, ibidem, p. 187. 216

Torquemada, fray Juan de. Monarquía Indiana. Introducción Miguel León Portilla, edición fascimilar, Porrúa, México, 1975, p. 429, apud, Estrada de Gerlero, Elena Isabel, op. cit., p. 187.

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mística sufí, las cabalístico-cristianas, posquinistas y hierosolimitanas, se imprime

un profundo contenido simbólico de intensa espiritualidad […]. 217

Los frailes a través de estas representaciones de carácter evangélico pretendieron

educar a los indígenas a un nivel difícil de identificar en el viejo mundo, ya que

vieron en América la nueva tierra prometida, donde podrían imponer el verdadero

cristianismo. Esto refleja sin mayor preámbulo los constantes esfuerzos de los

mendicantes en el estudio de los textos bíblicos mismos que interpretaron en la

iglesia primitiva de las Indias. 218 La relación entre lo ideal –verdadero cristianismo-

y lo material –representación iconográfica-, son uno de los principales puentes de

interpretación arqueológica del relieve de san Bernardino; ya antes la arqueología

post-procesual había propuesto esta relación como uno de los cuatro temas

principales del estudio de la ciencia arqueológica. 219

Su promoción en la Nueva España se debió sobre todo a la corriente profesada

por el grupo de los Doce, quienes representaban a la regla de la Observancia. Un

antecedente importante de la devoción que no está por demás mencionar, lo

ubicamos en el abad calabrés Joaquín de Flora, significativo para el movimiento

impulsado por los frailes observantes. San Bernardino de Siena reformador

incansable de dicha regla, en la primera mitad del siglo XV, inició la devoción del

Santo Nombre de Jesús tras haber escuchado en 1401,

[…] un sermón de san Vicente Ferrer en el Piamonte, [a raíz de ello] predicó la

devoción […] a un nivel popular, como una eficaz rama de conversión, e insistió en

que sus raíces provenían de la Iglesia primitiva, que comprende tanto la

evangélica, como la de los mártires y confesores. Fue en una de estas ocasiones

que se hizo acompañar de la cifra rodeada de rayos solares sobre fondo azul,

pintada en una tableta, carente en absoluto de todo vestigio antropomorfista. 220

217

Estrada de Gerlero, Elena Isabel, op. cit., p. 202. 218

cfr, idem. 219

vid, para los cuatro temas propuestos por la arqueología post-procesual: las relaciones entre la norma y el individuo, entre proceso y estructura, lo ideal y lo material y entre sujeto y objeto en, Hodder, Ian, op. cit., 1988. 220

Estrada de Gerlero, Elena Isabel, op. cit., p. 184.

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Los franciscanos bajo una filosofía utópica pretendieron plantear en los reinos

americanos la visión del cristianismo primitivo y para ello tuvieron que valerse de

las herramientas necesarias para llevar a cabo su cometido, san Bernardino de

Siena fungió no solo como un santo patrono de una región, no fue escogido al

azar del catálogo de santos, funcionó como una excelente arma de conversión en

una región donde era necesaria la utilización del arsenal cristiano más poderoso

para poder convertir a los “infieles indígenas” –mayoría de la población- que bajo

los preceptos religiosos habían vivido en la penumbra total. De esta manera

podemos comprender el porqué de la utilización de los sagrados nombres y los

elementos relacionados en el contexto novohispano de todo el periodo colonial.

“Aunque fueron muy importantes durante toda la época virreinal, se encuentran

representados principalmente en el siglo XVI en contextos franciscanos y

agustinos […]”. 221

Así podemos hablar que en la Nueva España convivieron importantes místicos y

filósofos, impregnados de las ideas de reformadores europeos trascendentales.

[…] estos evangelizadores proclamaron que el amor a Dios, manifiesto en el amor

al prójimo, mantenía un equilibrio entre la vida contemplativa y activa. Aún cuando

los místicos agustinos y franciscanos en estas tierras no dejaron obra escrita como

la de fray Bernardino de Laredo, santa Teresa de Jesús, fray Juan de la Cruz,

santo Tomás de Villanueva o fray Luis de León, los imponentes conventos que

construyeron, impregnados de simbolismo, donde los nombres sagrados están

imbricados al modelo salomónico del edificio temporal de la Iglesia, son prueba

material del mismo movimiento místico y corresponden a un libro abierto que

puede ser leído al igual que la palabra escrita. 222

Las ideas expresadas a través del arte conventual formaron parte importante del

proceso de evangelización. Sin embargo, los códigos para poder comprender cada

uno de estos símbolos usados en las manifestaciones artísticas no estuvieron

abiertos para toda la población, y no porque no fueran expresados por los frailes al

221

ibidem, p. 177. 222

ibidem, p. 184.

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momento de la predicación, sino porque su significado y entendimiento requería

un profundo conocimiento del tema. Vale señalar que el culto al Santo Nombre de

Jesús -que en la expresión artística estuvo acompañado de otros símbolos, como

las armas cristi, los escudos de la órdenes mendicantes y otros elementos de

origen prehispánico como los glifos toponímicos manifestaron en su conjunto un

nuevo marco simbólico y conceptual- fue pronto adoptado por los indígenas.

Los nobles o principales y los macehuales

Establecimos que el primer valor resaltado por la Arqueología contextual es el

individuo, y que siguiendo esta propuesta, para nosotros el primer valor, los

individuos podemos agruparlos en dos. En el apartado anterior ya hemos hablado

de los frailes franciscanos; ahora toca turno al siguiente grupo: la sociedad

Xochimilca. Sobre esta misma debemos destacar dos segmentos en general, esto

es la nobleza indígena y los macehuales, y con ello dos procesos distintos de

interpretación religiosa, en nuestro caso, dos maneras de entender la

representación del patrocinio del santo.

Sabemos que después de la conquista ciertas clases indígenas, como los nobles,

conservaron algunos de sus privilegios, entre ellos la jurisdicción que habían

ostentado por generaciones sobre algunos territorios. De tal forma que en la

conformación de las repúblicas de indios, los españoles se basaron en la

organización política establecida desde tiempos prehispánicos, así cuando en

determinada comunidad había existido un linaje tlatoani o alguna de sus

variaciones, éste permanecería intacto conservando en el poder a la antigua

familia gobernante. Por otro lado los frailes en el proceso de evangelización

concentraron sus esfuerzos en educar a la manera cristiana a los hijos de las

familias principales o gobernantes, con ello pretendían facilitar la conversión del

resto de la población, bajo el supuesto de que en el antiguo orden social las clases

altas eran sin lugar a dudas respetadas. Otra de las finalidades estuvo

estrechamente ligada con la situación arriba expuesta, ya que los frailes

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proyectaron en la evangelización de los territorios americanos el ideal de una

iglesia completa, es decir, al trabajar en la educación de la nobleza pretendían

formar un cuerpo sacerdotal cristiano de origen indígena.

Pronto los frailes desecharon la idea de formar un sacerdocio indígena y vemos

que para mediados de siglo XVI, los ideales de los primeros grupos de

mendicantes habían desaparecido. Sin embargo, el concilio de Trento representó

el establecimiento de un nuevo orden religioso, con el propósito de reforzar las

barreras de la iglesia católica de los embates de las corrientes protestantes. De tal

manera que hacia 1585 con el establecimiento del tercer concilio provincial

mexicano, se instauraron nuevas normas e instituciones que se encargaron de

vigilar a detalle el correcto desarrollo de la religiosidad en todos los niveles.

Podemos señalar entonces que en los últimos años del siglo XVI se conformaron

nuevos programas de evangelización que tuvieron como propósito reforzar la fe de

los conversos y erradicar por completo las idolatrías. Los programas iconográficos

representados a través de la decoración y ornamentación de los templos se

convirtieron en una fuerte herramienta de apoyo para la cristalización de los

objetivos planteados en ambos concilios.

En cuanto al ámbito social las crónicas nos permiten entender que las relaciones

que se habían establecido en los primeros años del periodo colonial entre

religiosos, principales y la población se encontraban visiblemente fracturadas.

Por un lado los religiosos habían perdido el ideal apostólico que los caracterizó en

los primeros tiempos de la evangelización, aunado a ello el concilio provincial

mexicano de 1585 representó el desplazamiento de los mendicantes, quiénes se

vieron obligados a ceder gran parte de su poder a los seculares.

La nobleza indígena representada en algunos casos por los caciques y principales

fue perdiendo paulatinamente sus privilegios, mismos que repercutieron en la

relación con el resto de la población. Los puestos civiles y de gobierno en las

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repúblicas de indios pronto estuvieron al alcance de todos los habitantes de la

comunidad, rompiéndose con ello las barreras que separaban a una y otra clase.

Importante también es recalcar que las fuentes mencionan que para finales del

siglo XVI en comunidades donde solo existían visitas, era posible apreciar que

para los indígenas la catequización tenía en mayor medida que ver con la visita de

los religiosos ya fuera del clero secular o regular, que con una verdadera profesión

de la fe cristiana. Pero cabe aclarar que en las poblaciones con mayor densidad

de población donde existía un establecimiento permanente de religiosos esta

situación fue poco común, pero eso no significa que estuvieran exentas del

escrutinio de la institución religiosa.

En Xochimilco referida como una población de mayoría indígena, las autoridades

religiosas y civiles tuvieron que idear mecanismos para conservar las jerarquías

anteriormente establecidas con el fin de evitar un rompimiento en el orden social.

Ya que para fines políticos y civiles un levantamiento indígena causaría severos

daños en la jurisdicción.

El relieve del patrocinio de san Bernardino de Siena fue ideado como un elemento

de cohesión social donde se establecen diferentes niveles de relaciones entre

frailes, nobles y macehuales.

En primera instancia la jerarquía expresada a través del relieve, se había perdido

con el nuevo orden social, y bien puede suponerse que los individuos

representados son únicamente indígenas cristianizados. Pero, los varones

representados en el relieve portan un atributo, de origen europeo, esto es, la

gorguera. Este ornamento utilizado originalmente por mujeres hacia la segunda

mitad del siglo XV y la primera del siglo XVI, era un accesorio de uso exclusivo de

las clases nobiliarias, más tarde en tiempos de Felipe II, comenzó a ser utilizado

por varones de la elite europea. Por tanto, este accesorio a su paso por América,

sin lugar a dudas tuvo que conservar su significado, tal y como aparece en él

códice Florentino la representación de dos nobles indígenas de tiempos de Felipe

II con camisa de cuello alto engolado.

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Los nobles o principales vieron posiblemente en la representación del patrocinio

de san Bernardino de Siena, una manera de conservar su estatus y por

consiguiente sus privilegios, en estrecha relación con lo sagrado y lo terrenal.

Y ¿qué ocurre con los macehuales? Los macehuales son el segundo segmento de

la sociedad Xochimilca, la gente común que caminaba y entraba al conjunto

conventual de Xochimilco para recibir todas aquellas estrategias de conversión y

acercamiento a la religión cristiana. Tanto la nobleza indígena como los

macehuales encarnan la relación entre lo ideal y lo material, entre el sujeto y el

objeto, pues el símbolo llega a los individuos a través de las representaciones y es

la elaboración de cada uno lo que le da un sentido y espacio dentro de un marco

social y cultural.

Para los frailes el culto al Santo Nombre de Jesús implicaba la relación con el

cristianismo primitivo, por ello promovieron la devoción a niveles populares

retomando con ello los ideales de san Bernardino de Siena, y la relación

representada en el relieve manifiesta el constante resguardo del santo hacia los

indígenas, entre los cuales se obtuvo una respuesta, el culto que representaba

este santo:

Tienen estos indios en grandísima reverencia el santo nombre de Jesús contra las

tentaciones del demonio, que han sido muy muchas veces que los demonios han

puesto las manos en ellos queriéndolos matar, y nombrado el nombre de Jesús

son dejados […] y así el nombre de Jesús es conhorte y defensa contra todas las

astucias del demonio; y Dios ha manifestado su benditísimo Nombre en los

corazones de estas gentes, que lo muestran con señales de fuera, porque cuando

en el Evangelio se nombra a Jesús, hincan sus rodillas en tierra, y lo van tomando

muy en costumbre, cumpliendo con lo que dice San Pablo. También derrama Dios

la virtud de su santísimo nombre tanto, que aun por las partes aún no

conquistadas, y adonde nunca clérigo, ni frailes, ni español ha entrado está este

santísimo nombre pintado y reverenciado. Está en esta tierra tan multiplicado, así

escrito como pintado en las iglesias y templos, de oro y de plata, y de pluma y oro,

de todas estas maneras muy gran número. En las casas de los vecinos, y por otras

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muchas partes lo tienen entallado de palo con su festón, y cada domingo y fiesta lo

enrosan y componen con mil maneras de rosas y flores. 223

Cabe señalar que la visión de Motolinía bien puede estar cargada de ciertas

exageraciones, pretendiendo con ello mostrar el éxito de una devoción. Pero el

hecho que se encuentra de fondo es el ímpetu mostrado por los mendicantes para

inculcar entre los indígenas el verdadero cristianismo.

Pero entre líneas podemos decir que dentro de la religiosidad popular tuvo un

importante significado el culto a los santos nombres, 224 expresados en todo

momento y lugar. “Dentro del contexto franciscano, los monogramas de los

nombres sagrados estuvieron mayormente visibles a la generalidad de los fieles,

en las portadas e interiores de iglesias y capillas posas […], así como en los

espacios de clausura de los claustros altos […]” 225

Es claro que la devoción fue manifestada por los franciscanos y en menor medida

por agustinos en diversos aspectos de la sociedad novohispana, pero como

habíamos mencionado el énfasis estuvo en las poblaciones de tradición indígena

desde tiempos muy tempranos.

A tal grado se impregno la devoción al Santo Nombre de Jesús entre los indígenas

o, mejor dicho, los frailes pusieron su empeño en lograr tal propósito, que paso a

formar parte de la religiosidad popular. De tal forma que en el caso particular del

retablo dedicado a san Bernardino de Siena, se expresa a través del relieve del

mismo santo la estrecha relación de la comunidad con lo sagrado. Donde se

encuentran representados indígenas, no de la misma jerarquía social, pero sí de la

condición, generando con ello un vínculo de extrema relación entre la religiosidad

popular y la religión institucional.

223

Benavente, fray Toribio de. Memoriales. Edición Edmundo O’ Gorman, UNAM – IIH, 1971, p. 169, apud, Estrada de Gerlero, Elena Isabel, op. cit., p. 186. 224

vid, Benavente, fray Toribio de, op. cit., p. 95. 225

Estrada de Gerlero, Elena Isabel, op. cit., p. 190.

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Todo ello, dando como resultado la reconciliación de tres grupos inmersos en una

sociedad novohispana fragmentada. Los frailes como constantes protectores de

los indígenas, los nobles y principales representados en el nuevo orden social

como una jerarquía privilegiada y los macehuales o el resto de la población

ocupando una posición predilecta en las manifestaciones artísticas religiosas de la

Nueva España.

Interpretación del dato arqueológico

Como ya se ha expresado anteriormente, para la interpretación de este material

arqueológico, la llamada Arqueología contextual resalta tres aspectos que son

fundamentales para el caso que aquí compete, también se ha mencionado la

cualidad antropológica de la arqueología y apelando a esta condición se considera

la Antropología Simbólica, que funge como complemento a la Arqueología

contextual; la cercanía entre una y otra teoría está dada por el énfasis en la

consideración de los significados simbólicos y si bien el principal expositor de esta

postura es Hodder226 del que también ya se ha hecho referencia.

La Antropología simbólica se basa en el reconocimiento -cuando el fenómeno de

estudio así lo permite-, como su nombre lo indica de símbolos, la principal cualidad

de esta corriente es que identifica la relación existente entre ellos, con la finalidad

de la interpretación del sistema que forman los símbolos, ya que es posible

comprenderlos en tanto se ha descubierto las relaciones que los unen, es decir, la

correspondencia entre los propios símbolos. La interpretación de cada uno de los

símbolos del sistema que forman está dada por el “significado” y el “significante”;

el reconocimiento de esta “fórmula” de los símbolos nace con mayor fuerza en los

trabajos de Saussure227, importante autor para el desarrollo de la Lingüística. El

“significado” es el concepto que la cultura ha construido sobre un aspecto

particular de la realidad, pero no de cualquier realidad, sino de su realidad; el

226 vid. Johnson, Matthew. Teoría Arqueológica. Una Introducción. Barcelona, Traducción Joseph Ballart, Ariel historia, 2000; Jones, Andrew. Archaeological theory an scientific practice. Cambrige, Cambrige University Press, 2002. 227

vid. Saussure, Ferdinand de. Curso de linguistica general. Alianza, Madrid, 1987.

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“significante” es la representación de eso ideal, de lo pensado, y ésta constituye

básicamente una imagen, una expresión del significado. La Antropología simbólica

cuenta con muchos exponentes a lo largo de su desarrollo como postura

interpretativa, pero entre los autores que han tomado gran relevancia no solo para

este campo de estudio sino también para interpretación de las prácticas rituales es

Turner228.

Veamos primero la aplicación de la Arqueología Contextual para el relieve de san

Bernardino de Siena.

La arqueología contextual aplicada

De los estudios que se han hecho al retablo de san Bernardino de Siena se

pueden obtener tres grandes rasgos, siguiendo con el análisis sobre el significado

del objeto, como primer nivel o tipo de significado del objeto arqueológico: “Uno es

el significado de los objetos en tanto que objetos físicos, implicados en los

intercambios de materia, energía e información; hace referencia al objeto como

medio que, una vez producido sirve para facilitar las necesidades organizativas.”

229 Primero, observemos las relaciones entre la materia prima; segundo, el recurso

humano; y tercero, la técnica y los materiales.

Los recursos naturales del centro de la Nueva España abundantes ante la visión

de los europeos fueron explotados para satisfacer las necesidades de la población

novohispana. Entre estos recursos, la madera resultó ser una de las principales

materias primas utilizadas en la construcción del nuevo orden social.

La madera de ayacahuite, usada en el retablo de san Bernardino de Siena, así

como en otros retablos de la Nueva España, era una materia abundante e idónea

para la realización de grandes retablos, para ello tuvo que ser reconocidas una

serie de cualidades para su manipulación, tal abundancia permitió las relaciones

228

vid. Turner, Victor. La selva de los símbolos. México, 4ª ed., Siglo XXI, 1999. 229

Hodder, Ian, op. cit., 1988, p. 203.

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de organización en la población. Ahora bien, dicha materia prima presenta un

significado en tanto objeto que puede ser modificado para cubrir un fin especifico.

En el caso concreto de Xochimilco, se creó una herramienta que cumplió dos

propósitos, uno ornamental y otro de carácter evangelizador, -mismos que se han

referido en apartados anteriores-, es decir, se representó en el material un ideal

del imaginario de los frailes, la relación entre el concepto divino que para ser

entendido debe ser expresado en el ámbito terrenal. Una vez materializada la idea

o el concepto, la materia prima obtiene un carácter significativo, es decir,

manifiesta una representación del concepto o imagen ideal, a través de la

construcción de símbolos en el ámbito social. De hecho el proceso de significación

parte del proceso de razonamiento puro de los individuos, es decir, son los seres

sociales los que dotan de significado a su entorno y todo lo que ello contiene,

como lo enmarca la antropología simbólica.

Para que la materia prima pueda ser modificada y por tanto expresar un fin

específico, y así reproducir los conceptos que una sociedad prepondera, se

necesita del recurso humano capacitado para cumplir tal propósito, esto es, sin la

mano de obra calificada la materia prima simplemente no puede llegar a ser

modificada. Las fuentes mencionan a Xochimilco como una de las principales

áreas de producción escultórica en madera, a tal grado que diversas piezas

elaboradas en la región eran llevadas a la península ibérica. Por tanto, es posible

que la manufactura del retablo del altar mayor se haya efectuado en territorio

Xochimilca, dado que existía el recurso humano esencial para llevar a cabo tal

tarea. Autores como Francisco de la Maza y José Moreno Villa expresaron en su

momento que la posible autoría del retablo y las esculturas fueron obra de

maestros europeos, pero la reflexión de los argumentos expuestos nos permiten

apoyar la hipótesis de que siendo abundante el recurso humano resulta

innecesario prescindir del mismo importándolo de regiones remotas. De tal

manera que podemos encontrar un nivel de relación entre los sujetos calificados y

el objeto representado en la materia prima.

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Dentro del mismo nivel de relación encontramos las técnicas utilizadas para la

realización del fin, es decir, la elaboración del retablo del altar mayor de

Xochimilco. En el capítulo anterior se habló de las técnicas utilizadas en Europa y

su comparación con el retablo de Xochimilco, de esto se desprende que en la

Nueva España y específicamente en Xochimilco, los artífices utilizaron su ingenio

para cubrir la escases de materiales necesarios en cada uno de los procesos de la

elaboración de la escultura, donde se utilizaron materiales de la región que

cubrieron a la perfección las necesidades en dicho proceso. Uno de los materiales

que resulta interesante mencionar es el bol, necesario para la aplicación de las

láminas metálicas en el proceso del dorado. Como se había mencionado Xavier

Moyssen refiere que el bol utilizado en diversos retablos novohispano procedía de

Xochimilco y su calidad podía ser comparada con aquéllos utilizados en el viejo

mundo.

Finalmente podemos hablar de un resultado aún mayor en la relación de los

sujetos y el objeto, que puede traducirse en una correspondencia entre proceso y

estructura. El proceso comprendido en el ámbito de la evangelización

representado en cada una de las herramientas utilizadas para el cumplimiento de

la labor de cristianización en territorios americanos que responde a una estructura

de la institución religiosa católica cristiana, donde debemos hablar principalmente

de una jerarquía en el orden religioso, es decir, las órdenes mendicantes quienes

trataron de establecer un ideal utópico basado en su forma particular de entender

el cristianismo inculcándolo en los nuevos fieles americanos, bajo el supuesto de

que estos representaban a Adán y Eva antes de la expulsión del paraíso, es decir,

el cristianismo envilecido en el viejo mundo podría encontrar un nuevo cauce en el

nuevo mundo, conformando una nueva iglesia basada en los cánones del

cristianismo primitivo.

En suma el relieve enmarca una serie de procesos de cambio donde hubo una

respuesta de la institución religiosa, tanto hispana como prehispánica. Se intentó

establecer una cohesión social, una respuesta ante las antiguas jerarquías,

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divisiones sociales que permitían identificación entre los individuos; la utopía,

establecer una identidad.

Los frailes enfrentaron la utopía a la realidad social a través de la puesta en

marcha de la familiarización e introducción de los conceptos del cristianismo

primitivo. Religión y sociedad experimentaron el proceso de interiorización, y la

identificación de rasgos culturales comunes a través del discurso de la religión y la

incansable práctica franciscana.

Sistema religioso y antropología simbólica

Una de las principales preguntas que el lector puede hacerle al autor de este

trabajo es la siguiente ¿Por qué estudiar únicamente el relieve y no todo el

conjunto, no todo el retablo del que forma parte? Dentro de los estudios que la

antropología simbólica realiza está el de presentar una propuesta de la posible

forma en que los símbolos implicados en una acción –piénsese en el ritual- o en

una representación –como los altares religiosos- forman una relación sistémica,

pero para ello primero se realiza una primera mirada en la que se reconocen

símbolos que por sí mismos representen parte importante del sistema de

creencias sobre los que descansan los significados de todos los símbolos, se trata

de símbolos que concentren gran parte del contenido ideal del mensaje que se

trasmite en todo el sistema. Se pueden hallar varios símbolos con estas

características que dominan en el sistema y su importancia radica en que estos al

aglutinar gran parte de los conceptos e ideas de un hecho en particular dan a su

vez sentido y significado al resto de los símbolos, es decir, explican parte del

significado de los demás, los siguiente es el estudio de dichos símbolos que se

aprecian menores en el gran sistema que conforman.

En el caso del retablo, se considera primero que el relieve es la imagen central,

segundo en él descansa gran parte de la forma de pensar de los franciscanos, esa

forma de responder ante la realidad a la que se enfrentaban, ante los problemas

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sociales que saltaban a su vista y que eran claves en la educación religiosa de los

indígenas.

El relieve es la expresión del principal ideal de los franciscanos, la vuelta a los

postulados para ellos más importantes de su que hacer como religiosos, lo

medular en la postura de su práctica religiosa, la intención que quería ser

transmitida a la población, san Bernardino representaba dichos ideales, y la

imagen de este sumada a la de los indígenas conformaba el engranaje del lo

principal en el sistema de creencias de los franciscanos.

Por ahora la propuesta se limita al estudio de este material porque como se ve el

estudio de los significados en las representaciones materiales es mucho más

complejo y de acuerdo a los objetivos de esta tesis, el estudio del relieve revela lo

suficiente para establecer claramente lo que los apartados anteriores enfatizan;

esto puede ser el primer paso de muchos que restan por decir de la presencia de

los franciscanos en Xochimilco, de la religión hispana en la cambiante población

indígena y de las técnicas y demás estrategias usadas para la evangelización e

integración de los principales conceptos de una forma muy definida de vivir lo

religioso y la identidad social.

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Consideraciones finales

Mucho se ha dicho de la población indígena en los primeros siglos de

colonización, siempre cambiante y retadora, lo indígena se enfrentó con violencia

a la corona en algunas ocasiones, pero otras tantas silenciosa, pasiva, consolidó a

través del tiempo parte de lo que en su pasado era reinante con la abrumadora

presencia del viejo mundo, así las ideas religiosas tuvieron su oportunidad y

aunque también mucho se ha escrito sobre ese largo proceso y resultado en la

cultura indígena, como arqueólogo me intrigaba saber más del momento en que

los cambios comenzaban, procesos que por su lejanía recurrí a las fuentes, al

esfuerzo de aquellos investigadores, pero sobretodo al método que mi formación

me brindó.

El problema central de esta tesis es la estrategia y mensajes de evangelización a

través de la representación misma de uno de los principales postulados de su

misión en la población Xochimilca como respuesta a la situación social de los

indígenas, es claro, la construcción estaba encaminada a ellos.

He tratado de construir una explicación a un elemento que ha traspasado la

barrera de los siglos y que aún en la actualidad es posible admirar, esto es, el

relieve del patrocinio de san Bernardino de Siena del altar mayor del ex convento

de Xochimilco. Aún hoy deberíamos preguntarnos la conformación de la iglesia

alrededor del ex convento, muchos cambios son evidentes, pero ni la modernidad

ni el peso de los siglos ha podido derrumbar el culto a san Bernardino de Siena en

la población Xochimilca. Para ello la mirada hacia los siglos que lo vieron nacer

han podido decirnos sobre los que desde entonces le veneran y más que eso, los

que se reflejaron en su imagen acogedora, de indígenas, nobles y macehuales por

igual.

Los franciscanos en todo momento vieron en los territorios americanos la

posibilidad de instaurar la verdadera iglesia cristiana envilecida en los territorios

europeos. Bajo esta premisa se convirtieron en protectores y tutores de las

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comunidades indígenas, bajo el supuesto que los indígenas representaban la

inocencia de Adán y por tanto, el ideal franciscano podía llevarse a cabo en la

iglesia americana. Los frailes franciscanos, en especial los primeros grupos,

estuvieron imbuidos del pensamiento humanista imperante en la época, además,

todos ellos eran militantes de la corriente denominada de la Observancia, la que

combinada la labor evangélica o apostólica con el estudio de las sagradas

escrituras, dos ingredientes fundamentales para comprender las pesquisas de las

que se valieron para la conformación del convento de Xochimilco.

Explicar tan complejos pensamientos y similares expresiones representó la

obligación que todo estudioso debe plantearse, la propuesta de un método y

cuerpo teórico que se ajuste al objeto de estudio.

La primera parte en esta tesis, el panorama histórico, resolvió las interrogantes de

cómo se encontraban las relaciones sociales y políticas en aquella época, esto dio

la pauta para reconstruir el contexto en que los franciscanos reformularon sus

ideas se plantaron en Xochimilco y se fijaron una meta hasta verla hecha tangible

y observable.

Luego los estudios hechos a el material donde, no solo se arroja conocimiento del

mismo, sino de donde se tomaron y permite suponer las posibles trabajos a los

que se recurrieron para conseguirlos, y lo que ello significó para conseguir hacer el

relieve, en segundo plano quedan los contrastes entre las técnicas, datos que

forman parte de la realidad que el material “vivió” para poder existir en Xochimilco

Y finalmente el análisis del objeto como expresión simbólica, descripción y suma

de elementos y de aquéllos personajes que están ahí, más allá de personas,

porque lo que se observa es la construcción de personajes, base de la identidad,

del reconocimiento social de roles y lugares con la adquisición de nuevos valores

de lo aceptado y considerado benéfico tanto en el plano espiritual como social.

Por lo tanto en cuanto al método, la conclusión es que no se pude abordar un

tema como este sino se observan el objeto, la sociedad y la cultura de los actores

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implícitos en el mismo, no solo como creadores y receptores sino como individuos

en constante relación con su realidad y con la forma en que se materializan ideas,

y con ello, se envían mensajes que todo el tiempo se vuelven a crear porque el

camino de su función simbólica no termina cuando se construye su representación

fenoménica, sino que es contante. Las posturas teóricas aquí retomadas pueden

ser distintitas, pero en todas se resalta la idea de identificar las características

posibles del objeto, los distintos tipos de significado pero ante todo la necesidad

de vincular su sentido con el que la cultura otorga. Aquí este trabajo representa

una primera etapa, el trabajo es igualmente ambicioso y la posibilidad de continuar

con el análisis de todo el sistema que conforma en sí el retablo está abierta, hasta

aquí se han cumplido con los objetivos planteados, nos hay indígenas en todo el

retablo, solo los observamos en el relieve de ahí que el comienzo de este viaje

inicie ahí, en la parte central de la misión franciscana en Xochimilco.

El relieve representa el ideal fallido de los franciscanos y el cambiante mundo de

la religión católica que así misma se exigía una reforma, algunos optaron por el

regresar a los viejos principios, pero como ocurre en la relación de diversas

sociedades con historias propias iniciadas cada una hace siglos, cada una piensa

diferente y el lenguaje no es el mismo, las intensiones tampoco serán

homogéneas, el relieve es muestra de ello, el lenguaje religioso se basa en una

construcción determinada a kilómetros de ahí, pero no siempre se consigue lo que

quiere, o al menos no desde el inicio, es decir, el cambio, el mensaje tarda más

tiempo de lo que se piensa en leer y más aún en comprender.

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