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Antipod.Rev.Antropol.Arqueol.No.17,Bogot,julio-diciembre2013,296pp.ISSN1900-5407,pp.49-78
Artculorecibido:19defebrerode2013|aceptado:2deoctubrede2013|modificado:11deoctubrede2013
Antipod.Rev.Antropol.Arqueol.No.17,Bogot,julio-diciembre2013,296pp.ISSN1900-5407,pp.49-78
* El autor expresa su agradecimiento a los evaluadores annimos
de Antpoda. Asimismo, agradece el
financia-mientorecibidodelConsejoparalasCienciasSocialesylasHumanidadesdeCanad,quehavenidoapoyandosusinvestigacionesdesde1994.
**
Ph.D.enSociologa,UniversidaddeWisconsin-Madison,EstadosUnidos.
EL R gi M En A Li M En TA R iO n EOLiBER A L y Su cR iSiS: ESTA
DO, AgROEM PR ESA S Mu LTi nAciOnA LES y BiOT Ec nOLOg A*ger ardo
otero** [email protected] Fraser University, Canad
R e s u m e n La biotecnologa se ha erigido en la forma
tecnolgica central desde la reforma neoliberal del
capitalismo
en los aos ochenta. La perspectiva del rgimen alimentario
introducida por Friedmann y McMichael (1980) anticip la
transicin hacia un tercer rgimen desde el segundo rgimen,
centrado en el Estado-nacin, y que estuvo vigente desde los
aos de posguerra de la Segunda Guerra Mundial. Este artculo
propone una caracterizacin de lo que hemos llamado rgimen
alimentario neoliberal, para captar sus dinmicos componentes
centrales: el Estado, que promueve la neorregulacin nacional
e internacional para imponer la agenda neoliberal; las
grandes
agroempresas multinacionales (AEM), que son los agentes
econmicos cruciales del capitalismo global, y la
biotecnologa,
que conduce el paradigma tecnolgico de la agricultura
moderna
a una nueva etapa.
P a l a b r a s c l a v e :
Biotecnologa, agricultura moderna, neoliberalismo,
neorregulacin,
campesinado, Revolucin Verde, paradigma tecnolgico.
DOI: http://dx.doi.org/10.7440/antipoda17.2013.04
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o rEgimE alimEntar nEolibEral E sua crisE: Estado, agroEmprEsas
multinacionais E biotEcnologia
resumo A biotecnologia vem se construindo na forma tecnolgica
central desde a reforma
neoliberal do capitalismo nos anos 1980. A perspectiva do regime
alimentar introduzida por
Friedman e McMichael (1980) antecipava a transio a um terceiro
regime a partir do segundo,
que estava centrado no Estado-nao nos anos da segunda ps-guerra
mundial. Este artigo
prope uma caracterizao do que chamamos de regime alimentar
neoliberal para captar seus
componentes centrais dinmicos: o Estado, que promove a
neorregulao nacional e internacional
para impor a agenda neoliberal; as grandes agroempresas
multinacionais (AEM), que so os
agentes econmicos cruciais do capitalismo global; e a
biotecnologia, que conduz o paradigma
tecnolgico da agricultura a uma nova etapa.
Palavras-chave:
biotecnologia; agricultura moderna; neoliberalismo; neorregulao;
campesinato; Revoluo
Verde; paradigma tecnolgico.
thE nEolibEral food rEgimE and its crisis: statE, agribusinEss
transnational corporations, and biotEchnology
abstract Biotechnology has become the central technological form
in agriculture since the
neoliberal reformation of capitalism in the 1980s. The
food-regime perspective introduced by
Friedmann and McMichael (1989) anticipated a transition to a
third regime from the second,
nation-centred regime of the post-World War II years. This paper
proposes a characterization
of what is called the neoliberal food regime to capture its
central dynamic components: the
state, which promotes international and national neoregulation
imposes the neoliberal agenda;
large agribusiness transnational corporations (ATNCs), now the
crucial economic actors in global
capitalism; and biotechnology, the driver behind the modern
agricultural paradigm.
Key words:
Biotechnology, modern agriculture, neoliberalism, neoregulation,
peasantry, Green Revolution,
technological paradigm.
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EL R gi M En A Li M En TA R iO n EOLiBER A L y Su cR iSiS: ESTA
DO, AgROEM PR ESA S Mu LTi nAciOnA LES y BiOT Ec nOLOg A
g e r a r d o o t e r o
introduccin
l os cultivos transgnicos, producto de tcni-cas avanzadas de
ingeniera gentica basadas en el adN recombinante, empezaron a ser
comercializados a mediados de los aos noventa. desde mucho antes de
su comerciali-zacin, la biotecnologa en general y los cultivos
transg-nicos en particular fueron enarbolados como tecnologas
milagrosas. si slo se les diera una oportunidad, haran que los
desiertos florecieran y que el mundo acabara con el hambre. la
intensidad de estas aseveraciones no ha sido aminorada por el hecho
de que muchos cultivos transgnicos ni siquiera estn dirigidos al
consumo humano directo. los cultivos transgnicos se venden en los
mercados globales voltiles como materias primas para producir
alimento para ganado, biocombustibles, aceite de cocina y
edulcorantes, entre otros productos. stos son cultivados en
gigantescas operaciones industriales de monocultivo (las cuales
ascien-den a dos terceras partes de la produccin alimenticia global
cultivada con biotecnologa), como la soya, el maz (una cuarta parte
de la produccin global), el algodn y la colza.
El propsito de este artculo es presentar un resumen del rgimen
alimen-tario neoliberal y de su crisis. Si un rgimen alimentario es
la articulacin de un conjunto de regulaciones y de instituciones
que permiten que sea posible y estable la acumulacin de capital en
la agricultura, la crisis global inflacio-naria de los precios de
los alimentos en 2008 es posiblemente una indicacin de que las
contradicciones de este rgimen se encuentran ahora a la vista de
todos. La crisis en los precios de los alimentos lleg despus de
casi cien aos de un declive continuo de estos precios. Las clases
populares, desde luego, son las ms afectadas, y simultneamente han
salido beneficiados los principales comerciantes de granos, las
agroempresas petroqumicas y los grandes super-mercados. Con el
rgimen alimentario neoliberal hemos pasado de una era de
sobreproduccin y precios bajos a otra de sobreproduccin y
volatilidad en los
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precios. Los monopolios han hecho su agosto extrayendo mayores
ganancias a travs del acaparamiento, la especulacin y la
financializacin1. Si bien la biotecnologa ha aumentado la actividad
agrcola, la gama reducida de culti-vos que afecta es disputada por
un pequeo grupo de agentes econmicos con intereses variados y
antagnicos. Este choque est en la raz de la crisis; por lo tanto,
este artculo presta particular atencin al papel de la biotecnologa.
Para poder comprender lo que hay detrs de la crisis, debemos tambin
desenredar los rasgos centrales del rgimen alimentario neoliberal:
cules son sus factores dinmicos principales y cmo se podran
modificar para resolver la crisis de una manera progresista?
Tal y como lo hemos argumentado en otro lugar (Pechlaner y
Otero, 2008 y 2010), tres de los factores dinmicos claves del
rgimen neoliberal de los alimentos son: 1) el Estado y la
neorregulacin, los cuales proveen el con-texto poltico legislativo
y administrativo; 2) las agroempresas multinacio-nales, las cuales
constituyen los actores econmicos que lo impulsan; y 3) la
biotecnologa en cuanto forma tecnolgica principal escogida para
aumentar el rendimiento. En la siguiente seccin se analizan los
primeros dos factores, y luego se realiza un anlisis de la
biotecnologa como la forma tecnolgica principal. Arguyo que la
biotecnologa es la continuacin del paradigma agr-cola moderno, el
cual comenz con la revolucin petroqumica, mecnica y de semillas
hbridas en la dcada de los treinta del siglo XX. Este para-digma
tambin ha sido llamado agricultura industrial intensiva. Presento
un resumen de cmo la biotecnologa ha sido utilizada para
reconfigurar las estructuras agrarias latinoamericanas en el giro
neoliberal. La tercera seccin ofrece una descripcin de las
contradicciones econmicas del rgimen ali-mentario neoliberal y de
cmo esta crisis global ha impactado a un grupo de pases
latinoamericanos. La inflacin de los precios de los alimentos ha
sido mucho ms alta en Latinoamrica que en los pases capitalistas
avanzados. La seccin final discute las consecuencias polticas de
nombrar al rgimen alimentario neoliberal y de su posible
futuro.
El rgimen alimentario neoliberalCul fue el rgimen alimentario
que surgi con el neoliberalismo en los aos ochenta, y ms
especficamente desde el despliegue de los cultivos
1
Lafinancializacinesuntrminoutilizadoendiscusionessobreelcapitalismofinancieroenlapocaneoliberal,apartirdelosaosochentadelsigloXX.Suponequeelapalancamientofinancierotiendearestarvaloralcapital(equity)ylosmercadosfinancierostiendenadominarlaeconomaindustrialylaagrcolatradicionales,invadidaspor
la lgica especulativa.
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transgnicos a mediados de la dcada de los noventa? El
neoliberalismo consiste en la postura ideolgica y las prcticas que
proponen que la mejor forma de lograr el bienestar humano se da
mediante la liberacin de las libertades y las destrezas
empresariales individuales dentro de un marco institucional que se
caracterice por slidos derechos de propiedad privada, mercados
libres y libre comercio (Harvey, 2005: 2). El discurso neoliberal
ha sido hegemnico desde los aos ochenta, hasta el grado de
convertirse en el sentido comn a partir del cual se interpreta, se
vive y se entiende el mundo (Harvey, 2005: 3).
Uno de los argumentos centrales de David Harvey en su discusin
del neoliberalismo es que se trata de un proyecto de la burguesa
para restablecer su poder de clase. Dicho poder haba disminuido en
la poca de la posguerra con el keynesianismo, por cuanto ste haba
conferido un mayor poder adquisitivo a las clases obreras durante
esa poca, tam-bin llamada fordismo. Aqu se trataba de generar tanto
una produccin masiva como un consumo masivo, lo cual produjo un
juego de suma positiva: es decir, todas las clases involucradas
tenan algo que ganar. La crisis del fordismo, sin embargo, oblig a
la burguesa estadounidense, sobre todo, a buscar aumentar sus
ganancias frente a sus competidores alemanes y japoneses mediante
el abaratamiento de la mano de obra. Desde luego, los alimentos han
sido siempre uno de los componentes principales de los costos de la
mano de obra. Pero una marca del neoli-beralismo como proyecto de
la clase burguesa ha sido tambin reducir el poder organizado de las
clases obreras. Esto se logr en gran medida por la transferencia de
gran parte de la produccin manufacturera del norte de Estados
Unidos hacia el sur de ese pas y hacia pases con bajos sala-rios
como Mxico y China. Adems, se ha dado una recomposicin de la propia
burguesa, con la fusin de capitales manufactureros, comerciales y
financieros (Harvey, 2005: 31-36). Como propone Harvey, las
polticas de divide y vencers de las clases dominantes se tienen que
confrontar con una alianza poltica de las izquierdas interesadas en
recuperar los poderes locales de autodeterminacin (2005: 203). Esto
se aplica central-mente en la produccin de alimentos, que
constituyen una parte elemen-tal en la reproduccin de las clases
populares.
Un buen punto de partida para abordar la pregunta de cmo
caracte-rizar la agricultura posterior a los aos ochenta, entonces,
es la perspec-tiva del rgimen alimentario, tal y como la
conceptualizaron Harriet Fried-mann y Philip McMichael (1989). Un
rgimen alimentario es una dinmica temporalmente especfica en la
economa poltica global de los alimentos.
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Se caracteriza por estructuras, normas institucionales
particulares y reglas no escritas acerca de la agricultura y de los
alimentos que estn circunscri-tas geogrfica e histricamente. Estas
dinmicas se combinan para crear un rgimen cualitativamente distinto
de las tendencias de acumulacin de capital en los sectores
agropecuario y de alimentos. Dichas dinmicas encuentran su
durabilidad en la conexin internacional entre la produccin
agroalimenticia y las relaciones de consumo, de acuerdo con las
tendencias de acumulacin de capital global ms generales. Friedmann
y McMichael identifican dos regmenes alimentarios claramente
demarcados: el pri-mero, el rgimen de colonizacin, que emergi con
la hegemona britnica desde finales del siglo XIX hasta la Primera
Guerra Mundial, estaba basado en la expansin de la frontera agrcola
para la acumulacin de capital, pues la agricultura moderna todava
no estaba presente. El segundo rgimen ali-mentario, dominado por
Estados Unidos, surgi despus del perodo tran-sicional entre la
Primera y la Segunda Guerra mundiales y dur hasta los aos setenta.
Este segundo rgimen alimentario estaba basado en el para-digma de
la agricultura moderna apoyada en petroqumicos, maquinaria y
semillas hbridas que generaban un supervit productivo. Cada rgimen
de alimentos ha estado basado en relaciones comerciales
internacionales relativamente estables (aunque tpicamente
desiguales) y se ha apoyado en stas, y ha estado asociado con un
paradigma tecnolgico especfico, tal y como se discute ms abajo.
Philip McMichael (2005) ha propuesto que un tercer rgimen
ali-mentario surgi despus de la crisis del fordismo en Estados
Unidos. Cen-tral para el segundo rgimen alimentario, el fordismo
era un rgimen de acumulacin que se enfocaba ms que todo en las
economas naciona-les, en la produccin y el consumo masivo y el
Estado de bienestar. Su crisis llev a intentar extender la
acumulacin de capital ms all de las fronteras nacionales hacia una
escala global. El tercer rgimen alimenta-rio est basado, por lo
tanto, en un proyecto poltico global. McMichael argumenta que su
tensin central yace entre la globalizacin de la agri-cultura
empresarial y los movimientos de oposicin informados y basa-dos en
principios de soberana alimentaria y en un enfoque nacional para la
agricultura. Esta caracterizacin refleja, sin embargo, una
perspectiva bastante general de la escuela de la regulacin (lcole
de la rgulation) y de la teora del sistema-mundo, en la cual estaba
arraigada la perspectiva del rgimen alimentario. Esta visin macro
produjo crticas de otros aca-dmicos con respecto al estructuralismo
de la perspectiva del rgimen alimentario original (Goodman y Watts,
1994) y sugiri la necesidad de
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una investigacin ms matizada y de un anlisis de nivel medio
(Bonanno y Constance, 2001 y 2008). Por ejemplo, si bien la
perspectiva de McMi-chael reconoce el papel del Estado,
especialmente en pases capitalistas avanzados, a la hora de
mantener los subsidios para sus agriculturas, sta hace demasiado
nfasis en las empresas como principales beneficiarias del rgimen
alimentario, y en la resultante dependencia del Sur. La for-mulacin
de McMichael deja claro que los mercados se construyen
pol-ticamente por medio de los Estados, como miembros de la
Organizacin Mundial del Comercio. Esto significa, a su vez, que los
Estados estn suje-tos a la resistencia de movimientos de oposicin,
los cuales son parte de la dialctica y transformacin de los
regmenes alimentarios.
El problema es que el anlisis de McMichael se refiere a la
economa a escala mundial, as que mi objetivo es proveer una
enmienda amistosa que introduzca ciertos matices para la escala
nacional del anlisis, pues ste es el punto en el cual se implementa
cualquier programa de soberana alimentaria.
Si bien no hay duda alguna de que las grandes empresas
multinaciona-les se han convertido en los agentes econmicos
dominantes, especialmente despus del giro neoliberal de la dcada de
los ochenta con su concomitante disminucin del bienestar social,
sostengo que debemos seguir ilustrando explcitamente el papel
especfico del Estado. En contraste con la caracteriza-cin de Rgimen
alimentario empresarial (corporate) (McMichael, 2005 y 2009),
prefiero llamarlo rgimen alimentario neoliberal (Pechlaner y Otero,
2008 y 2010). Esta caracterizacin tiene en cuenta las luchas y
resistencias en el mbito del Estado nacional y en el local o
domstico. Lo anterior contrasta, por ejemplo, con la preeminencia
que McMichael le otorga a un movimiento social particular: Va
Campesina. Es verdad que sta es la organizacin social de base ms
importante, cuya lucha se ubica en la escala transnacional. Lo que
debemos reconocer, sin embargo, es que las luchas de las
organizaciones que son parte de Va Campesina estn firmemente
arraigadas en la escala nacio-nal (Desmarais, 2007 y 2008): los
objetivos de su lucha son principalmente sus Estados nacionales y
la participacin del Estado tanto al nivel de la legislacin local
como al nivel de las regulaciones internacionales promovidas y
promulga-das por organizaciones supraestatales.
Si bien Va Campesina y sus organizaciones afiliadas han sido
bastante exitosas a la hora de contener las negociaciones de la
Ronda de Doha de la Organizacin Mundial del Comercio, cuyo objetivo
central era proseguir con la liberalizacin del comercio agrcola,
este sector ya estaba considera-blemente liberalizado, debido a la
aceptacin previa de las rondas de Uru-guay de la Organizacin
Mundial del Comercio en 1993. El alcance que esta
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liberalizacin ha logrado en cada uno de los sectores agrcolas de
los pases depende, sin embargo, de la interaccin entre los Estados
y las movilizacio-nes y resistencias domsticas.
Por lo tanto, no se trata simplemente de que el Principio
fundamental, con el movimiento del segundo al tercer rgimen
alimentario, se haya despla-zado del Estado hacia el mercado, tal y
como lo plantea McMichael (2009). Ms bien, el Estado contina
teniendo un papel central, incluso si ha cambiado para favorecer el
predominio de las agroempresas multinacionales (AEM) en la
produccin y distribucin de alimentos (incluidas las grandes cadenas
de supermercados). Adems, el mercado no existe como abstraccin; est
cons-tituido en gran parte por Estados que tambin despliegan unas
mnimas reglas del juego del mercado y legislan, entre otras cosas,
los derechos de propiedad intelectual, los cuales son fundamentales
para el desarrollo de la biotecnologa. Por lo tanto, bajo el
neoliberalismo, el aparato estatal, en efecto, ha contrado y
recortado programas sociales. En este sentido, hay una crisis del
Estado social progresista. Pero el Estado contina siendo un actor
central a la hora de faci-litar el dominio de las grandes
agroempresas. Los elementos ms dinmicos del rgimen alimentario
neoliberal que se discuten en este artculo son, por lo tanto, el
Estado el cual promueve la mejor regulacin, una serie de acuerdos
internacionales y de legislacin nacional que impone la agenda
neoliberal, las grandes agroempresas multinacionales las cuales se
han convertido en los actores econmicos centrales y la biotecnologa
en cuanto forma prin-cipal tecnolgica que contina y acenta el
paradigma moderno de la agricul-tura contenido en la Revolucin
Verde previa. Los supermercados son otros impulsores clave del
rgimen alimentario neoliberal, pero no se discuten aqu (Reardon et
al., 2003; Brunn, 2006; Burch y Lawrence, 2005 y 2007). Pasemos
entonces a los dos primeros elementos dinmicos.
El Estado y la neorregulacinDado el papel clave que tiene el
Estado nacional a la hora de promover el nuevo conjunto de polticas
y regulaciones asociadas con el globalismo neoliberal, uso el
trmino neorregulacin, en vez de desregulacin, tal y como es comn en
la literatura sobre el rgimen alimentario y en otras literaturas (
Riain, 2000; Weiss, 1997). A pesar de la retrica del libre
comercio, el Estado estadouni-dense se ha esforzado por coordinar
polticas y regulaciones para facilitar el desarrollo de su
industria biotecnolgica (Kloppenburg, 1988a; Kenney, 1986). Si bien
las AEM se han convertido en los actores econmicos principales en
la produccin y en la diseminacin de insumos (vase la siguiente
seccin), este incremento del dominio tuvo lugar en la estrecha
asociacin de estas agroem-
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presas con el Gobierno estadounidense, a travs del Departamento
de Agricul-tura y de las universidades con dotaciones de terrenos
(Land-Grant Universi-ties), fuertemente financiadas por el Estado
tanto en el mbito federal como estatal. Estas ltimas produjeron
ciencia con fondos pblicos, y las empresas privadas desarrollaron
los insumos para la agricultura moderna, incluida la biotecnologa
(Pavitt, 2001). El Estado estadounidense tambin fue muy activo a la
hora de presionar a otros Estados para homogenizar las leyes de
patentes, de modo que sus compaas biotecnolgicas tuvieran una mejor
proteccin de los derechos de propiedad intelectual en la economa
global.
El apoyo gubernamental o pblico no ha estado limitado slo a la
finan-ciacin de la investigacin y el desarrollo. Ha incluido la
expedicin de nuevas polticas y legislaciones para proteger los
derechos de propiedad intelectual, tal y como ser discutido ms
abajo. Si bien los agricultores estadounidenses tam-bin participan
en esta alianza, stos nunca tuvieron un rol determinante con
respecto a las tecnologas que habran de ser introducidas; ellos
fueron simple-mente recipientes de innovaciones tecnolgicas que
respondan a la lgica de maximizacin de ganancias de las AEM
(Pechlaner, 2012).
Aunque existen otros acuerdos internacionales relevantes para
las bio-tecnologas agrcolas, a la fecha, el organismo regulador
supranacional ms significativo sigue siendo la Organizacin Mundial
del Comercio (OMC). La agricultura ha tenido un rol prominente en
las negociaciones de la OMC desde que reemplaz y absorbi el Acuerdo
General de Tarifas y Aranceles (GATT, por su sigla en ingls), en
1995 (Pechlaner y Otero, 2010). La cues-tin de reducir la distorsin
del comercio en la agricultura se ha convertido en un punto cada
vez ms importante en las subsecuentes rondas de nego-ciacin. Las
negociaciones no han avanzado, sin embargo, ya que los pases en vas
de desarrollo argumentan que, hasta la fecha, los acuerdos hechos
apoyan las prcticas proteccionistas de pases desarrollados como
Estados Unidos, mientras que los objetivos del desarrollo se han
abandonado. No obstante, un grupo de acuerdos logrados durante las
rondas de negociacio-nes de Uruguay del GATT (1987-1993) han tenido
un impacto significativo en la neorregulacin de la biotecnologa
agrcola. Los ms notables son el Acuerdo de medidas sanitarias y
fitosanitarias (AMSF) y el Acuerdo sobre los Aspectos de los
Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio
(ADPIC [o en ingls, TRIPS]), cuyas implementaciones comenza-ron en
1995, al tiempo que la OMC (Pechlaner y Otero, 2010).
El punto ms relevante para nuestra discusin aqu es que los
Estados continan siendo medios centrales en el despliegue de la
neorregulacin bur-guesa y de las polticas que implementan su
proyecto neoliberal. Sin importar
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si sus pueblos estn a favor o no de participar en acuerdos
supraestatales o de legislaciones en pases en desarrollo, los
Estados han sido los actores clave en la implementacin de la
neorregulacin. James Klepek (2012) documenta un con-traejemplo de
Guatemala, en donde, gracias a la movilizacin popular, se han
resistido a aspectos de la neorregulacin: Guatemala ha sido capaz
de resis-tirse a la adopcin del maz transgnico, dada la gran
biodiversidad de maz existente dentro de sus fronteras. Tal
resistencia viene de abajo, en la forma de movimientos sociales
campesinos e indgenas y sus aliados ambientalistas. Al contrario,
Elizabeth Fitting (2008 y 2011) ha mostrado que la red contra el
maz transgnico en Mxico ha movilizado un simbolismo similar
alrededor del maz. Ha acaparado tanta cobertura meditica
internacional y participacin de ONG transnacionales porque es el
primer caso de contaminacin gentica en el centro originario del
cultivo (vase tambin McAfee, 2008). Aun as, la neorregulacin se ha
expandido en Mxico fcilmente y el maz transgnico estaba por
desplegarse comercialmente desde principios de 2013.
Hasta 2006, el caso brasileo era emblemtico de un Estado que se
haba resis-tido a la comercializacin de la soya transgnica durante
aos (Jepson, Brannstrom y De Souza, 2008; Hisano y Alto, 2008). Por
ltimo, debido a la presin de grandes terratenientes que, de hecho,
haban estado ingresando ilegalmente semillas trans-gnicas desde
Argentina, y a la influencia poltica de Monsanto, el gobierno de
Lula cedi en 2006 a esta presin de grandes actores econmicos.
Sorpresivamente, sin embargo, los grandes terratenientes, en un
momento dado promotores de la lega-lizacin y de la adopcin de los
cultivos transgnicos (Herring, 2007), ventilaron protestas contra
la dependencia de Monsanto, una de las AEM ms importantes del
mundo: tal dependencia se ha convertido en una desventaja econmica,
pues Monsanto se queda con la mayor parte de las ganancias. Karine
Peschard (2012) documenta esta resistencia de la burguesa agraria
fuertemente tradicional de Bra-sil. Habr que ver si el Estado
brasileo revierte la neorregulacin, en vista de estas nuevas
presiones desde una fraccin importante de su clase dominante.
La pregunta que se plantea para las clases populares en Amrica
Latina respecto del Estado es la siguiente: En qu medida se pueden
aprovechar sus contradicciones para promover un proyecto
alternativo al neoliberal y con carcter popular-democrtico? Lo que
se ha presenciado a escala continen-tal es que lo que haba
anticipado Karl Polanyi (1944) en su trabajo seminal The Great
Transformation fue un movimiento doble entre la liberalizacin
mercantil y la defensa protectora de la sociedad. Es decir, el gran
movimiento hacia la liberalizacin del mercado que afect los
fundamentos de las clases trabajadoras a la vuelta del siglo XX fue
seguido por un contramovimiento para proteger a la sociedad. Dicha
defensa se dio a partir de los sindicatos obreros y
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de la intervencin del Estado. El primer gran movimiento de
liberalizacin del mercado estuvo centrado en Reino Unido, al
iniciarse el siglo XX, seguido por revoluciones sociales en varias
partes del mundo (Wolf, 1969). El segundo gran movimiento
liberalizador se dio a partir del neoliberalismo, impulsado desde
los aos ochenta. Para fines de los aos noventa, y sobre todo a
principios del siglo XXI, varios pases latinoamericanos han elegido
gobiernos autodenomi-nados de izquierda (Barret, Chvez y Rodrguez
Garabito, 2008; Cameron y Hershberg, 2010; Levitsky y Roberts,
2011). Si bien dichos gobiernos varan en el grado en que han
tratado de trascender el neoliberalismo, por lo menos demuestran
que las clases populares tienen ciertas capacidades polticas
con-testatarias. ste es el supuesto bajo el cual planteamos la
posible viabilidad del programa de soberana alimentaria en la
regin.
Agroempresas multinacionales (AE M)Cinco compaas agroqumicas
dominan la produccin y el desarrollo de pro-ductos biotecnolgicos,
mientras que sus clientes son, en primer lugar, agricul-tores de
mediana o gran escala, bien dotados de capital y cuya lgica
principal de produccin est regida por el impulso de generar
ganancias. Tal y como McMichael individualmente ha caracterizado el
tercer rgimen alimentario, las agroempresas son el actor econmico
central. Pero los Estados han regu-lado los mercados, incluso si
esa regulacin se ha configurado para el benefi-cio de las
agroempresas. Por ello, las agroempresas, en cuanto rasgo explcito
del rgimen alimentario neoliberal, han llegado a dominar tales
mercados: el nmero de agroempresas integradas horizontal y
verticalmente que dominan la produccin agrcola es cada vez ms
limitado. Esta estructura concentrada de mercado oligoplica
presiona a los productores frente a un puado de vendedores de
insumos, procesadores y minoristas, y adems limita las opcio-nes
del consumidor (Hendrickson y Heffernan, 2007). Tal y como lo
enunci aguda y sucintamente el US Agribusiness Accountability
Initiative (AAI) (Ini-ciativa para la rendicin de cuentas de la
agroindustria estadounidense):
este sistema [el controlado por las aeM] no les funciona a los
agricultores. el poder de las grandes agroempresas tanto en el
momento de comprar como en el de vender significa que los
agricultores tienen cada vez menos control sobre lo que producen,
sobre la manera en que producen, sobre dnde pue-den vender y qu
precio pueden pedir. el sistema tampoco es bueno para los
consumidores ni para las comunidades rurales: a todos nos afecta
cuando la agroindustria presiona a la economa rural o les da ms
relevancia a las ganan-cias que a factores ambientales o de salud o
a valores comunitarios o a un pago justo. (aai, sin fecha: 1)
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Adems, la ubicuidad de las AEM en el sistema agroalimentario es
importante no slo con respecto a su influencia en la neorregulacin
sino tambin con respecto a su habilidad para desviar la resistencia
a cualquier rasgo socialmente no deseado del nuevo rgimen, como
puede ser lo que algunos grupos consideran respecto a las
biotecnologas agrcolas. La ausencia de etiquetado para el contenido
de productos manipulados gen-ticamente en Norteamrica es uno de
estos puntos. Se podra argir que los agricultores de todas las
clases, incluida la burguesa agraria, han sido subsumidos bajo el
capital agroindustrial.
Biotecnologa, agricultura moderna y neoliberalismoLa revolucin
biotecnolgica coincidi con la reforma neoliberal del capi-talismo,
y, por ello, exacerb y profundiz los efectos socioeconmicos de la
revolucin agrcola previa en Amrica Latina, la llamada Revolucin
Verde (1940-1970). Segn la definicin de la Agencia Canadiense de
Ins-peccin de Alimentos, el trmino biotecnologa moderna se usa para
dis-tinguir las aplicaciones recientes de la biotecnologa, tales
como la ingenie-ra gentica y la fusin celular, de los mtodos ms
convencionales, como pueden ser el cultivo o la fermentacin (CFIA,
2012. nfasis en el original). De acuerdo con la misma fuente, por
ejemplo, mutagnesis supone el uso de mtodos para cambiar f
sicamente o mutar la secuencia gentica, sin aadir ADN de otro
organismo. Hago nfasis en las semillas transgnicas, lo cual supone
la introduccin de material gentico extrao en las varie-dades de
plantas, pero reconozco que hay otras formas de biotecnologa
moderna que no involucran tal alteracin gentica.
La Revolucin Verde fue la encarnacin de lo que haba surgido
antes en la forma del paradigma agrcola moderno en Estados Unidos.
El paradigma tec-nolgico de la agricultura moderna involucra un
paquete especfico de insumos compuesto por variedades de plantas
hbridas o de alto rendimiento, mecaniza-cin, pesticidas y
fertilizantes agroqumicos e irrigacin. La Revolucin Verde es el
nombre adoptado por este paquete tecnolgico cuando es exportado a
los pases en vas de desarrollo. Si bien la Revolucin verde
tcnicamente comenz en Mxico en 1943, con un programa que promova
las variedades de trigo de alto rendimiento (Hewitt de Alcntara,
1978), su origen y desarrollo inicial se ubicaron en la agricultura
de Estados Unidos, que empieza en la dcada de los aos treinta del
siglo XX (Kloppenburg, 1988a). La exportacin de este paquete pronto
se convirti en el paradigma tecnolgico para la agricultura moderna
a lo largo del siglo XX (Otero, 2008).
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La Revolucin Verde ha sido llamada el paradigma tecnolgico
(Otero, 2008), ya que el espectro de soluciones a los problemas de
la produccin agr-cola tiende a ser resuelto con base en una pequea
variedad de opciones dise-adas por este paradigma. En analoga con
el paradigma cientfico de Thomas Kuhn, Giovanni Dosi (1984) sugiri
que los paradigmas tecnolgicos se mue-ven acorde a las trayectorias
tecnolgicas formadas por la solucin normal de los problemas. Tales
paradigmas tecnolgicos no slo seleccionan ciertas solu-ciones, sino
que tambin excluyen soluciones que no pertenecen al paradigma. El
paradigma tecnolgico, por lo tanto, define tanto las agendas de
investiga-cin y de desarrollo como las tecnologas que estn siendo
excluidas por este campo de visin, y la imaginacin tecnolgica de
los ingenieros y, en nuestro caso, los fitomejoradores de plantas e
investigadores agrcolas. Se debe resaltar aqu que no se trata de un
determinismo tecnolgico. En vez de simplemente responder a una
necesidad social, quienes promueven tecnologas particulares son en
su mayora los cientficos y los tecnlogos, las instituciones,
incluidas las agroempresas, y los diseadores de polticas
pblicas.
Los problemas que surgen en la agricultura muy probablemente
sern resueltos segn las lneas determinadas por esta trayectoria
tecnolgica. Otras nuevas tecnologas que surgieron en los aos
noventa, como el cultivo de alta precisin basado en GPS, por
ejemplo, tambin han sido concebidas para opti-mizar el uso de la
agricultura industrial intensiva, compuesta en su mayor parte por
fertilizantes qumicos, pesticidas sintticos, mecanizacin a gran
escala basada en tractores, variedades de plantas genticamente
uniformes, de alto rendimiento y que responden a los fertilizantes
(Wolf y Buttel, 1996: 1270). Los monocultivos y los cultivos a gran
escala tambin se han conver-tido en rasgos clave de la agricultura
moderna. No es sorprendente entonces que la aplicacin de productos
qumicos agrcolas se haya incrementado de un modo significativo con
la difusin de este paradigma desde su lugar de origen, Estados
Unidos, hacia la mayora de las regiones del mundo que practican la
agricultura capitalista. Tampoco debera sorprender que las AEM
involucradas en su produccin se hayan convertido en los actores
econmicos dominantes en la agricultura mundial, como se muestra
arriba.
De qu manera hace parte la biotecnologa del paradigma tecnolgico
de la agricultura moderna? Desde su inicio, en la etapa de
laboratorio de los aos ochenta, quienes la proponan describan la
biotecnologa agrcola, en gene-ral, y la ingeniera gentica, en
particular, como herramientas potentes para el desarrollo
sostenible y como un esfuerzo para eliminar el hambre mundial, la
inseguridad alimentaria y la desnutricin. Es bien sabido que estos
problemas se concentran desproporcionadamente en los pases en vas
de desarrollo, los
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cuales tambin tienen una mayor proporcin de su poblacin dedicada
a la agricultura. Pero el perfil tecnolgico de la agricultura
moderna se concentra ms que todo en la mejora de la productividad
de las operaciones a gran escala: aquellas que estn altamente
especializadas en un solo cultivo y son muy inten-sivas en el uso
de capital, y no tanto de mano de obra. En comparacin con este
modelo y sesgo productivo y tecnolgico, por lo tanto, la mayora de
los cultivadores campesinos y pequeos agricultores en pases en vas
de desarro-llo han sido considerados como ineficientes: simplemente
no cuentan con la capacidad financiera para adoptar el modelo de la
agricultura moderna.
Segn los clculos de la Organizacin de las Naciones Unidas para
la Ali-mentacin y la Agricultura (FAO), entre veinte y treinta
millones de campesinos fueron desplazados por las nuevas polticas y
las nuevas tecnologas durante los aos noventa (Araghi, 2003).
Algunos de estos campesinos se transforma-ron en trabajadores
asalariados de fincas grandes y capitalizadas, mientras que muchos
otros se unieron a los desempleados. Muchas de estas personas han
contribuido a la creciente tendencia de migracin interna e
internacional, sepa-rndose de sus comunidades y de sus familias
permanentemente o durante pro-longados perodos. Por ello, Castells
y Miller (2003) han llamado al capitalismo neoliberal la era de la
migracin. En Mxico, por ejemplo, cientos de miles de personas
pasaron a ser redundantes para la agricultura (Corona y Tuirn,
2006), mientras que el resto de su macroeconoma era incapaz de
absorberlos (Otero, 2006 y 2011). Como resultado, Mxico se convirti
en la nacin nmero uno en migracin internacional: entre 2000 y 2005,
Mxico expuls a dos millones de personas, en su mayora hacia Estados
Unidos pero crecientemente hacia Canad (Gonzlez y Brooks, 2007). En
comparacin, segn datos del Banco Mundial, China e India enviaron a
menos migrantes al exterior durante este perodo, incluso aunque son
diez veces ms grandes que Mxico en cuanto a poblacin (Gonzlez y
Brooks, 2007). El consenso creciente de por qu Mxico ha expulsado a
tantos migrantes es que su Gobierno ha tenido una de las pol-ticas
neoliberales ms agresivas en todo el mundo (Otero, 2011; Cypher y
Del-gado-Wise, 2010; Moreno-Brid y Ros, 2009; Otero, Pehchlaner y
Grcan 2013).
Las reformas neoliberales que comenzaron en la dcada de los
ochenta tuvieron consecuencias profundas, muchas de las cuales
fueron negativas para los sectores agrcolas de Amrica Latina. El
prembulo ideolgico de estas reformas lo constituye lo que ha sido
llamado el globalismo neoli-beral (Otero, 2006 y 2008). Esta
ideologa denigra la intervencin estatal y glorifica al sector
privado y al libre comercio, y surge durante las admi-nistraciones
casi simultneas de Margaret Thatcher, en Reino Unido, y de Ronald
Reagan, en Estados Unidos. Para Amrica Latina, la liberalizacin
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econmica generalmente supona el fin de las polticas
proteccionistas uni-laterales, la apertura de los mercados
agrcolas, junto con la reduccin o eliminacin de aranceles y de
permisos de importacin, la privatizacin o el desmantelamiento de
las agencias gubernamentales de crdito rural, la infraestructura,
el mercadeo o la asistencia tcnica, el fin o la revocacin de
reformas agrarias, y/o la reorientacin de polticas alimentarias
centradas en mercados domsticos hacia la economa agrcola orientada
a la expor-tacin. No obstante, la reforma neoliberal se implement
en la agricultura de pases capitalistas avanzados slo de manera
parcial, puesto que stos continan subsidiando y protegiendo sus
sectores agrcolas con miles de millones de dlares cada ao, poniendo
a los productores latinoamericanos en una gran desventaja
competitiva.
El globalismo neoliberal es considerado una ideologa, en el
sen-tido de que el pensamiento y las polticas asociadas a l no son
inevita-bles. Pueden ser modificados bajo una perspectiva distinta,
la cual debe ser reforzada por fuerzas polticas y sociales
alternativas, tales como los movimientos sociales de base que
exigen que los Estados implementen programas de soberana
alimentaria.
Cul es entonces el problema con el dominio emergente de las AEM,
si stas pueden producir alimentos de manera ms eficiente para una
pobla-cin creciente? O acaso en verdad pueden hacerlo? Durante
milenios, los campesinos han sido los directamente responsables de
la preservacin de la gran diversidad biolgica vegetal. De hecho,
dados los caprichos de la naturaleza, los pases en vas de
desarrollo poseen la ms grande diversidad biolgica vegetal en el
planeta (Fowler y Mooney, 1990), as como los pro-blemas ms graves
de erosin de suelos y degradacin ecolgica (Montgo-mery, 2007),
algunos de los cuales estn relacionados con el calentamiento
global, creado en gran parte por los pases capitalistas
desarrollados desde el inicio de la Revolucin Industrial (Foster,
2000 y 2009; Jarosz, 2009). En palabras de Sreenivasan y Christie,
toda la biodiversidad es ms rica en el sur que en el norte [] Esto
es cierto tanto para la biodiversidad agrcola como para la
diversidad silvestre o biolgica (2002: 1).
Los agricultores intensivos y con alta capitalizacin no pueden
preser-var la diversidad biolgica, dado el sesgo hacia los
monocultivos de la agricul-tura moderna, a favor de las variedades
de plantas transgnicas o hbridas de alto rendimiento. Es decir,
para que los grandes productores puedan seguir presentes en el
mercado, deben especializarse, dedicando grandes reas de tierra a
una nica variedad de cultivo. Es irnico que los fitomejoradores,
quienes requieren la diversidad vegetal como materia prima para
mantener
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el proceso de mejoramiento de los cultivos, dependan de la
disponibilidad de la diversidad gentica vegetal que los pequeos
campesinos conservan. Es en estos materiales donde los
fitomejoradores encuentran los rasgos deseables para mejorar los
cultivos. Si los campesinos desaparecen, por lo tanto, la misma
suerte le espera a la materia prima en el futuro fitomejora-miento
(Fowler y Mooney, 1990; Kloppenburg, 1988b). Combinada con el
globalismo neoliberal, la biotecnologa agrcola slo puede exacerbar
las tendencias hacia la polarizacin social y la degradacin
ecolgica, dada su pertenencia al paradigma de la agricultura
moderna.
Ms all de las preocupaciones ecolgicas, la lgica de produccin de
la agricultura moderna contrasta con la de los campesinos y pequeos
productores mercantiles, que son parte de la pequea produccin
mercantil simple. En vez de producir para generar ganancias, los
pequeos agriculto-res orientan su produccin hacia el autoconsumo y
hacia la produccin de mercancas para los mercados locales,
regionales y nacionales. Por defini-cin, el productor mercantil
simple se contenta con producir valores de uso de calidad para el
consumo humano que generan rendimiento suficiente para la
reproduccin simple de sus unidades domsticas. Tal produccin puede
ocasionalmente generar ingresos que superan las necesidades de la
reproduccin simple. En este caso, tales ingresos pueden contribuir
a la mejora de sus estndares de vida o incluso a la cimentacin de
las condi-ciones de su aburguesamiento, que implicara una
reproduccin ampliada, basada en la contratacin de fuerza de trabajo
asalariada. La mayora de las veces, sin embargo, los pequeos
agricultores se encuentran cerca del nivel de supervivencia
econmica, dadas las presiones estructurales bajo las cua-les operan
(Chayanov, 1974; Wolf, 1966; Otero, 2004). La Unin Europea
considera el apoyo a pequeos productores mercantiles como una
manera de preservar el medioambiente, reconocindoles as, en un
nivel institucio-nal, sus servicios ecolgicos.
El punto aqu es trascender una va dicotmica de clasificar a los
pro-ductores agrcolas. Tal y como lo he argumentado en otro lugar
(Otero, 1998 y 2004), existe la posibilidad de que los pequeos
productores mercan-tiles se conviertan en empresarios campesinos,
incorporndose de manera exitosa a los mercados modernos. Sus
propiedades son fincas familiares de agricultores cuyas actividades
pueden incluir los monocultivos dirigidos a la exportacin, as como
la agricultura combinada orientada hacia los merca-dos locales,
regionales e, incluso, nacionales. Estos productores claramente
forman parte del mercado y no se dedican slo al autoconsumo, si
bien no constituyen agroempresas capitalistas. Van der Ploeg (2008)
tambin ha
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postulado una categorizacin tripartita de los productores
agrcolas, en la cual incluye la categora agricultura empresarial
entre la agricultura cam-pesina y la capitalista. Los agricultores
empresariales tal vez son los ms indicados para comprometerse con
un programa de soberana alimentaria, puesto que tambin puede ser
ecolgicamente sostenible. Su produccin est orientada hacia el
mercado, pero su lgica de produccin sigue estando imbuida de una
economa moral (Van der Ploeg, 2008: 140), de reproduc-cin simple.
En esta economa moral, el mercado, sin duda, representa un contexto
continuo y severo, y slo unos pocos ganarn. Debido a que el
campesinado empresarial se contenta con recuperar los costos y
ganar lo equivalente a un salario autoatribuido, no obstante, sus
cifras podran ser mucho mayores que si slo prevalecen los
productores capitalistas. Es decir, aqullos slo buscan una
reproduccin simple (para el reemplazo de sus medios de produccin y
fuerza de trabajo), mientras que los capitalistas requieren tambin
la ganancia para la acumulacin de capital
En cambio, los agricultores capitalistas deben, en primera
instan-cia, producir valores de cambio basados en trabajadores
asalariados, para uso humano o no humano. Su principal objetivo es
producir una ganancia que va ms all de las necesidades de
reproduccin simple, para as seguir siendo competitivos (Van der
Ploeg, 2008: 2). Por ello, mientras los agri-cultores capitalistas
tambin deben operar bajo un modo de supervivencia econmica continua
como capitalistas, su lgica productiva les permite en efecto, los
obliga mirar ms all de la produccin de valores de uso para el
consumo humano. A medida que las AEM incrementan su dominio sobre
la investigacin y produccin agrcolas, se exacerba igualmente la
promocin de explotaciones agrcolas capitalistas. Por tanto, el
valor de cambio y la lgica de la ganancia han pasado a prevalecer,
ya sea para producir alimen-tos o biocombustibles (Bello, 2009:
15).
El modo capitalista de produccin de cultivos de alimentos no es,
por ello, el ms adecuado para satisfacer las necesidades humanas, y
tam-poco es el ms sostenible en trminos ecolgicos o sociales. No
obstante, la inflacin de precios de los alimentos a escala global
que empez en 2007 desencaden un retorno a la retrica que pone toda
su fe en la biotecnologa y en los transgnicos. Esta tecnologa es
vista una y otra vez como la solu-cin necesaria para la crisis
alimentaria (Paarlberg, 2008, Lee, 2008; Har-vey y Parker, 2008,
y). De acuerdo con esta perspectiva, el hambre mundial puede ser
erradicada en los pases pobres slo con mayores rendimientos,
cultivos ms eficientes y menos costosos, y presuntamente los
transgni-cos pueden volver realidad esta promesa. Un observador
particularmente
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implacable argument que sera criminal dejar de lado la esperanza
que la biotecnologa les ofrece a las personas desnutridas del mundo
(Lomborg, 2009). Los crticos de la posicin de que la biotecnologa
ofrece soluciones para los pobres en el mundo, sin embargo, han
multiplicado sus voces con investigaciones empricas desde las
ciencias sociales (Glover, 2010a, 2010b, 2010c y 2010d; Hisano,
2005; Jansen y Gupta, 2009; Scoones, 2002 y 2008).
La idea segn la cual podemos solucionar la crisis de alimentos
sim-plemente mediante el incremento de la produccin es problemtica,
en un mundo donde el hambre est presente en medio de la plenitud:
el mundo produce suficiente comida para todos en el planeta pero
los hambrientos sencillamente no la pueden costear. El asunto
esencial es de inequidad y de falta de acceso a los alimentos, y no
una cuestin de no poder producir la suficiente cantidad. Desde la
dcada de los sesenta el mundo ha visto una reduccin en el nmero de
personas afectadas por las hambrunas, incluso a pesar de que el
nmero de personas con inseguridad alimentaria ha crecido sin parar.
Tenemos entonces el fenmeno segn el cual la obesidad se com-bina
con la hambruna a una escala planetaria (Patel, 2007). La
importacin de cultivos transgnicos producidos a bajo costo no ayud
a proteger a los mexicanos de los altos precios del maz, una vez
que la crisis los golpe, debido a las desigualdades existentes en
Mxico: cuando la inflacin del precio del maz fue de 15% en
diciembre de 2007, el consumo cay un 30% (Notimex, 2009).
Sin importar cul sea el nivel de adopcin de los cultivos
transgnicos en Mxico o en otros pases de Amrica Latina, es dudoso
que esto ayude a alimentar su poblacin. Al contrario, durante cada
ciclo agrcola, las AEM venden desde Estados Unidos sus semillas a
agricultores, siempre como parte de un paquete tecnolgico que
incluye herbicidas y otros agroqumi-cos, y todo bajo contrato
(Peschard, 2012). La adopcin ms directa de los cultivos transgnicos
conduce a una mayor dependencia de las importacio-nes de insumos
intensivos en el uso de capital, lo que disminuye la demanda de
mano de obra y, por lo tanto, amenaza a la agricultura campesina.
Esta tendencia slo incrementar los efectos de polarizacin social
desencade-nados por la Revolucin Verde (Pearse, 1980; Hewitt de
Alcntara, 1978) y conllevar una mayor expulsin de trabajadores del
campo (Otero, 2011; Cypher y Delgado-Wise, 2010).
Quienes adoptan cultivos transgnicos para producir soya o maz
con miras a la exportacin, lo cual puede ser ms lucrativo que el
mercado doms-tico en Amrica Latina, son los agricultores de gran
escala con considerables recursos de capital. La agricultura de
exportacin ocupar, por supuesto, tierra
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cultivable que podra ser usada en la produccin de alimentos para
el mercado domstico. Es por ello que encontramos la paradoja
argentina a inicios del siglo XXI (Teubal, 2008): habiendo sido el
segundo exportador de soya en el mundo despus de Estados Unidos
(hasta que fue desplazado por Brasil), y uno de los exportadores
agrcolas ms grandes del mundo, tuvo sin embargo un creci-miento
considerable en el nmero de personas hambrientas.
Si bien la agricultura campesina no es altamente productiva en
trmi-nos econmicos, es decir, en cuanto a la generacin de
rendimiento para los productores, por lo menos puede producir
alimentos y subsistencia para aquellos que dependen de ella para su
vida, para mercados locales, regiona-les y nacionales. Por otro
lado, los campesinos tienen escasas oportunidades de trabajos
alternativos en una economa que no ofrece un empleo con un pago
suficiente o adecuado a migrantes urbanos, ni tampoco los derechos
o la dignidad a los migrantes internacionales (Cypher y
Delgado-Wise, 2010; Otero, 2011). Por lo tanto, la sustitucin de la
agricultura campesina por la agricultura capitalista orientada
hacia la exportacin fuerza a muchos en la poblacin rural a depender
de las remesas de dlares de parientes migrantes y, por
consecuencia, incrementa la inseguridad alimentaria al nivel
familiar, incluso si la produccin agrcola total de la nacin se
viese incrementada. Adems de producir para la subsistencia, los
campesinos le ofrecen gratui-tamente a la sociedad el servicio de
conservacin biolgica de variedades vegetales, puesto que no se
enfocan en los monocultivos como lo hacen los cultivadores a gran
escala (Bartra, 2006).
Las tendencias de polarizacin social producidas por la Revolucin
Verde, y luego por la biotecnologa y la reforma neoliberal, fueron
exacer-badas con la crisis de la inflacin en los precios de los
alimentos de 2007-2008, la cual resurgi en 2010-2011. Al excluir un
proceso de innovacin tecnolgica que viniese desde abajo, que se
alimentara de las necesidades reales de los pequeos agricultores,
la reaccin de algunas instituciones supraestatales como el Banco
Mundial ha sido la promocin de la agricul-tura industrial
(Akram-Lodhi, 2012). Basada en la necesidad de obtener ganancias,
dicha estrategia a duras penas puede ayudar a mitigar la crisis
alimentaria. Varios estudios han mostrado los lmites de la
biotecnologa promovida por las AEM, incluidos las grandes dudas
acerca de su compor-tamiento econmico efectivo, la fuerte tendencia
a favorecer a las AEM y los limitados beneficios para los
productores a pequea escala o para los hambrientos (Friends of the
Earth International, 2009; McAfee, 2008; Otero, Poitras y
Pechlaner, 2012; Otero y Pechlaner, 2005; Otero y Pechla-ner, 2009;
Pechlaner y Otero, 2008 y 2010).
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La crisis del rgimen alimentario neoliberal y la inflacin global
de precios de los alimentosEl rgimen alimentario neoliberal entr en
un perodo de crisis extendida en 2007, momento en el cual hubo un
retroceso de casi un siglo de disminucin de los precios de los
alimentos. La crisis fue generada, en primera instan-cia, por la
presencia de nuevos actores econmicos centrados en el valor de
cambio, y no tanto en el valor de uso de los alimentos; por
ejemplo, el capital financiero en los mercados de futuros agrcolas.
Pero tambin contribuye-ron centralmente a la crisis las polticas
estatales de los pases de capitalismo avanzado. Orientadas por
clculos de geopoltica de la dependencia en el petrleo y la energa,
las polticas pblicas estadounidenses y de la Unin Europea
encaminadas a la expansin de la produccin de biocombustibles
cambiaron el uso de las tierras utilizadas hasta ese entonces para
la produc-cin de alimentos (Bello, 2009; McMichael, 2009). Pero sta
es tan slo la punta del iceberg, pues la produccin agrcola moderna
tambin se ha con-vertido en el contribuidor central del cambio
climtico al producir alrededor del 30% de las emisiones de gases de
efecto invernadero.
Un punto crtico de antagonismo que surge con la agricultura
domi-nada por el capital es que ahora hay varios intereses
intraburgueses compi-tiendo por los mismos cultivos. El ejemplo ms
dramtico es el del maz. Con su produccin impulsada por
considerables subsidios estatales, el maz es apetecido por
industriales que lo procesan para producir etanol, empleado como
combustible; para hacer jarabe de maz con alto contenido de
fruc-tosa; por criadores de ganado que lo utilizan como forraje; y
finalmente, por especuladores financieros que invierten en los
mercados de futuros del maz. Este ltimo grupo est interesado en que
el maz tenga precios altos, mientras que a los otros les interesa
un bajo precio, pues lo utilizan como materia prima. Pero que el
maz sea utilizado para producir etanol o para producir alimento
tiene consecuencias muy diferentes. En efecto, producir etanol en
vez de alimentos tambin tiene un gran impacto en la inflacin
general de los precios de los alimentos (Turrent, Wise y Garvey,
2012). Ms an, si bien muchos piensan que el etanol es verde o
ecolgico, estn equi-vocados: el etanol producido con maz genera
incluso, de hecho, ms emi-siones de gases de efecto invernadero que
la gasolina (Otero y Jones, 2010) y es insostenible sin subsidios.
La sequa de 2012 en Estados Unidos sin duda exacerbar los
antagonismos y las tensiones entre estos grupos con grandes
intereses en el maz. Los consumidores de los productos de maz estn
muy fragmentados y a merced de esta competencia marcadamente
oligoplica por alimentos vitales, los cuales tambin se emplean para
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ducir combustible o generar rendimientos financieros directos.
Slo que el Estado puede proveer una agencia lo suficientemente
fuerte para regular estas fuerzas en una direccin distinta. En
Estados Unidos, la pregunta es si el Estado seguir estando
controlado por grupos de cabildeo con gran capacidad financiera y
que hacen una fuerte presin poltica, desvirtuando esencialmente su
supuesta democracia.
Mi objetivo aqu no es el de centrarme en una discusin detallada
de la crisis inflacionaria global de los precios alimentarios de
2007-2008, la cual ya ha sido analizada por muchos acadmicos (por
ejemplo, Bello, 2009; Holt-Gimnez, Patel y Shattuck, 2009;
McMichael, 2009). Ha quedado claro que la crisis no afecta tanto a
los capitalistas como a las clases populares. Quiero, por tanto,
enfatizar el papel de la dependencia de las importaciones de
alimentos en el impacto de la crisis dentro de una muestra de pases
latinoamericanos, que, junto a otros pocos pases, me permiten ir ms
lejos en la comparacin y el contraste. Todos los datos provienen de
la Organizacin de las Naciones Unidas para la Alimentacin y la
Agricultura (vase la grfica 1). En general, las economas de los
pases ricos y pertenecientes a la Organizacin para la Coo-peracin y
el Desarrollo Econmicos (OCDE) experimentaron unos ndices de
inflacin acumulada no mayores a unos treinta y cinco puntos con
respecto a los niveles de los precios desde el ao 2000 (ao que se
toma como base, 2000=100) hasta 2011. Al comparar Reino Unido,
Francia y Alemania, se ve claramente que Reino Unido fue el pas ms
afectado por el incremento de precios: alrededor de 35% para 2010,
probablemente debido a su temprana e incondicional adopcin de las
reformas neoliberales, en contraste con Alema-nia (18%) y Francia
(23%). A pesar de este nivel de inflacin, Reino Unido, al igual que
el resto de los pases de Europa occidental con excepcin de Espaa y
Portugal, fueron considerados como pases con un bajo riesgo de
inseguri-dad alimentaria (Carrington, 2011).
En contraste, hay una aguda disparidad en los ndices de inflacin
ali-mentaria de los pases latinoamericanos, en comparacin con los
pases de economas capitalistas avanzadas, ya que estn acompaados de
un mayor riesgo de inseguridad alimentaria (Carrington, 2011). La
inflacin alimen-taria en Argentina se dispar a ms de 200% en 2006 y
alcanz ms del 300% acumulado para 2011. Brasil tambin experiment
una considerable inflacin, pero su ndice en 2011 estaba alrededor
de 100 puntos por debajo del argentino. En las Amricas, Estados
Unidos y Canad estaban al final de la lista de los ndices
acumulados de inflacin alimentaria ms bajos desde el ao 2000, con
un 36 y un 37%, respectivamente, mientras que todos los pases en
vas de desarrollo tenan ndices tres o cuatro veces ms altos. La
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excepcin notable fue la inflacin en Cuba, la cual ha estado por
debajo, incluso, de los pases capitalistas avanzados, lo que
probablemente refleja el hecho de que su Gobierno ha sido el nico
en el mundo que ha promovido una poltica de soberana alimentaria
para el pas en su conjunto.
conclusionesEn trabajos previos (Pechlaner y Otero, 2008 y 2010)
hemos argumentado que los principales factores dinmicos del rgimen
alimentario neoliberal son el Estado, las AEM y la biotecnologa.
Los Estados continan siendo el actor principal a cargo de la
implementacin de la neorregulacin, es decir, el tipo de legislacin
y polticas pblicas que mejor protegen los derechos de propie-dad
intelectual de las AEM y de su auge protagnico en la economa; las
AEM dominan claramente los mercados diseados por el Estado; y la
biotecnologa es la forma tecnolgica central que permite la
continuacin y profundizacin del paradigma tecnolgico de la
agricultura moderna (Otero, 2008).
Sostengo que el Estado es el actor central del rgimen
alimentario neo-liberal con respecto tanto a su despliegue como a
la posibilidad de su trascen-dencia. Incluso si el neoliberalismo
ha supuesto una reduccin de la interven-
Fuente:elaboracinpropia,condatosde:http://faostat.fao.org/site/683/DesktopDefault.aspx?PageID=683#ancor(ltimoacceso:1dediciembrede2012).
Grfica1.ndicedeinflacindepreciosalimentarios(2000=100)
Argentina, Buenos Aires
Brasil cuba ecuador Guatemala Mxico
350
300
250
200
150
100
2000
2001
2002
2003
2004
2005
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cin estatal directa en la economa y en las polticas sociales, el
Estado contina teniendo un papel crtico a la hora de proveer
considerables subsidios y de pro-ducir las condiciones bajo las
cuales el sector privado entra al mercado a travs de la
neorregulacin. El tener una mejor imagen de los factores dinmicos
clave nos pone en una mejor posicin para desarrollar estrategias de
resistencia y tal vez trascender el rgimen alimentario neoliberal,
con la mira puesta en el Estado. Es decir, al enfatizar slo los
aspectos empresariales (corporate) se le resta fuerza a la
posibilidad de un anlisis ms dialctico del Estado y la manera en
que ste opera, no slo para imponer la lgica del capital sino tambin
para responder a la movilizacin y a la presin que viene desde
abajo, como lo plan-teaba Polanyi. Necesitamos acaso que se nos
recuerde que el Estado mismo es una relacin social penetrada por
contradicciones y que no slo responde a las necesidades funcionales
del capital (Poulantzas, 1969; Jessop, 2007)? Las cla-ses
subalternas pueden, por lo tanto, utilizar estas contradicciones
para hacer avanzar una causa popular-democrtica, tal como la
soberana alimentaria. Si bien las AEM son los agentes econmicos
claves, no son todopoderosas. Los Estados pueden controlarlas e
influirlas, pero slo con presin desde abajo. Incluso un pequeo
Estado como Guatemala ha podido mantenerlas a ellas y a sus
tecnologas a raya, si el Estado encuentra suficiente presin
proveniente de movimientos sociales organizados (Klepek, 2012).
La biotecnologa surgi en la dcada de los ochenta como una
industria en s misma, impulsada en ese entonces por la asociacin
entre capitalistas de alto riesgo (venture capitalists) y acadmicos
con productos prometedores basados en la biologa molecular y la
ingeniera gentica (Kenney, 1986). No obstante, la biotecnologa
pronto fue absorbida por las grandes firmas preexistentes en las
industrias qumica y farmacutica, que la convirtieron en una
tecnologa habi-litadora (enabling) (Otero, 2008). La biotecnologa,
por lo tanto, les permiti a estas industrias extender el paradigma
tecnolgico de la agricultura moderna del cual tanto se haban
beneficiado.
Si bien la tecnologa misma puede, en efecto, contener
tericamente pro-mesas insospechadas para aliviar asuntos humanos y
ecolgicos, la cuestin es quin dirige el desarrollo tecnolgico, en
funcin de qu problemas tecnol-gicos se encauza este desarrollo, de
quin son esos problemas y a quines les interesa resolverlos. Las
agendas de investigacin dirigidas por el paradigma tecnolgico de la
agricultura moderna y por sus actores econmicos principa-les las
grandes AEM han servido, en primera instancia, para maximizar sus
propias ganancias. No est claro que incluso los grandes campesinos
capitalis-tas se puedan beneficiar de la tecnologa, por no
mencionar a los campesinos empresariales o de subsistencia. Dado el
papel de estas AEM en la produccin
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agrcola y alimenticia, podra pensarse que la gran mayora de los
cultivado-res que entran en la rbita de la biotecnologa a lo largo
de las Amricas se han convertido en los administradores de los
contratos con estas agroempresas para desplegar sus productos
biotecnolgicos. Incluso, la burguesa agraria est vindose subsumida
bajo el capital agroempresarial.
Es probable que la inflacin de los precios de los alimentos, la
cual emergi de nuevo en 2010 y 2011, motive el fortalecimiento de
movimien-tos de resistencia como Va Campesina. Se sugiere que el
Estado puede ser un objetivo crucial para conducir al rgimen
alimentario en una direccin progresista. En un momento en el cual
la era de los alimentos baratos parece haber llegado a su fin, la
creciente dependencia alimentaria que resulta del rgimen neoliberal
ha hecho que las clases populares de los pases latinoa-mericanos se
vean ms vulnerables ante la volatilidad de los precios de los
alimentos. El programa de soberana alimentaria, fuertemente
impulsado por Va Campesina (Desmarais, 2007), es la ruta poltica ms
segura para los pases en desarrollo, ya que eleva a los pequeos
agricultores a un papel central en trminos productivos y
ambientales. La crisis del rgimen ali-mentario neoliberal fue
producto de la neorregulacin que favoreca al sec-tor privado. Las
fuerzas popular-democrticas pueden continuar forzando a los Estados
a trascender este rgimen hacia una era posneoliberal que beneficie
a las mayoras. .
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