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Resumen
El artculo estudia la importancia de la figura del poeta o
artista en la obra deRubn Daro, en el contexto del culto al yo
heredado por los modernistas del roman-ticismo. Considera el papel
del yo el personaje ms importante de los cuentos deDaro y la
relacin entre la poesa y los dems artes, y por ltimo examina la
impor-tancia en la obra dariana de Victor Hugo poeta genio, el
elegido de Dios y PaulVerlaine poeta maldito, encarnacin del
decadentismo finisecular.
Abstract
The article studies the importance of the poet or artist as
characters in the worksof Rubn Daro, in the context of the cult of
the individual inherited by the Modernistsfrom the Romantics. It
considers the role of the narrator the central character inDaro's
short stories and the relation between poetry and the other arts,
and exami-nes the importance in his works of Victor Hugo the
poet-genius, chosen by God and Paul Verlaine - the poet-bohemian,
incarnation of fin-de-sicle decadentism.
Aunque sin confundirse con ninguno de ellos, el autor se expresa
a tra-vs de sus propios personajes. Mijail Bajtin lo explic de
forma certera1.Cada poca, cada movimiento artstico, cada gnero
literario, crea su pro-
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1 M. Bajtin (1979). Esttica de la creacin verbal. Madrid. Siglo
XXI. 1982.
El poeta como personaje y como motivo poticoen la obra de Rubn
Daro
PACO MANCEBO PERALESUniversidad Complutense de Madrid
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pia galera de dramatis personae a la cual recurre de forma
preferente. Enlos movimientos estticos del fin de siglo, la mujer y
el artista ocupan unprotagonismo desmesurado hasta alcanzar la
categora de arquetipos. Poe-tas, escultores, pintores, msicos,
cantantes, actores y actrices, bailarinas,e incluso artistas de
circo, pueblan versos y prosas salidos de plumas moder-nistas.
Pese al esfuerzo de sntesis abarcadora presente en las novelas
moder-nistas, ser en los cuentos, crnicas y poemas de Rubn Daro
donde encon-tremos la visin ms profunda, elaborada y rica, en su
fragmentacin, dela figura del artista finisecular dentro del mbito
hispanoamericano. Su eto-peya del poeta va ms all del retrato del
hroe modernista que hallamosen las tres novelas cannicas del
movimiento. No es el intelectual precla-ro, pero inmaduro y
desengaado de la poltica, y atrapado entre lazos feme-ninos
contrapuestos que Mart presenta en su Juan Jerez. Tampoco se
corres-ponde con ese Jos Fernndez decadentista que ha sucumbido al
pesimismoy renunciado a todo lo que se aparte de su ideal e
inalcanzable Helena. Nitampoco Daro ve al poeta como alguien
constreido y decepcionado porel ambiente provinciano en el que est
condenado a vivir, tal y como leocurre al escultor Alberto Soria,
que slo cosecha fracasos cuando regre-sa a Venezuela despus de
triunfar en Pars2. El nmada y cosmopolita nica-ragense no se
plantea las tiranas de una patria a la que no regresara sinopara
morir.
Si nos ceimos al relato breve, multitud de oficios creativos
desempe-an tambin los personajes de los cuentos del mexicano Manuel
GutirrezNjera; en Cuento ureo (1899), de Daz Rodrguez, el nico que
es capaz
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
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2 J. Jerez, J. Fernndez y A. Soria son, respectivamente, los
protagonistas de las nove-las de Jos Mart, Amistad funesta (1885);
Jos Asuncin Silva (1865-1896), De sobremesa(1925), y Manuel Daz
Rodrguez, dolos rotos (1901). Interesantes aproximaciones a la
nove-la modernista pueden verse en el captulo El arte y el artista
en algunas novelas modernis-tas, del libro de Alien W. Phillips,
Temas del modernismo hispnico y otros estudios. Madrid.Gredos.
1974, pgs. 261-293, y en Anbal Gonzlez, La novela modernista
hispanoamerica-na. Madrid. Gredos. 1987. Tambin debe ser tenido en
cuenta el meritorio trabajo de M. D.Muoz Reoyo, Los personajes en
la narrativa modernista hispanoamericana. Madrid. Edi-torial de la
Universidad Complutense de Madrid. Coleccin Tesis Doctorales, 1991;
espe-cialmente, el captulo titulado El artista (pgs. 281-297), se
centra en la figura del artistabohemio y traza el origen de este
personaje literario en la obra de Catulle Mends, Baude-laire,
Rimbaud y Mallarm. Junto a algunos relatos de Gutirrez Njera y
Amado Nervo, pres-ta detenida atencin a varios cuentos de Rubn
Daro.
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de reconocer a la divina Psiquis es un poeta bohemio mitad
mendigo, mitadtrovero que vive retirado en una alta pea; Rojo
plido, del mismo autor,traza la siguiente semblanza del poeta
modernista:
En el seno del mismo hombre se haban encontrado de repente,uno
frente a otro, dos seres distintos, de ideales opuestos: de unlado
el artista orgulloso que habita cumbres [...], el artista que
noacepta cadenas, lazos ni tiranas, que ve en la mujer tentacin
yesclavitud, no toma de ella sino lo que puede convertir en frase
her-mosa o verso harmoniossimo, ni tiene ms querida que la
gloria[...], el artista que anda siempre tras lo original, en
persecucin dela belleza oculta, de la forma rara, y vive en los
dolores y alegras,hondos y nobles, del que crea; del otro el hombre
vulgar que se con-tenta con placeres fciles y no aspira sino a
hacerse de un puestoen el banquete y a que sea abundante su racin
de pan y amor3.
Rafael Barrett en La visita (Cuentos breves, 1911) nos presenta
a unpoeta que recibe en su casa a la Muerte; otras veces y esto es
algo quehace Daro muy a menudo, la aparicin del poeta es tangencial
pero muysignificativa. Por ejemplo en el relato El ngel cado, del
mexicano Ama-do Nervo, unos nios encuentran un ngel pero ningn
adulto puede ver-lo, slo un poeta que divagaba por aquellos
contornos, asombrado, claven ellos los ojos y sonriendo beatamente
los sigui durante buen espaciode tiempo con la mirada... Despus se
alej pensativo....
Rubn Daro no es una excepcin dentro de esta tendencia sino todo
locontrario, en sus cuentos la reflexin acerca del arte y del
artista alcanzaniveles obsesivos y se manifiesta tanto en los
argumentos como en smbo-los y personajes tales como msicos,
escultores, poetas vagabundos, Orfeo,Apolo, el cisne, la rosa, el
pescador...4
De los 87 cuentos recopilados por Mayra Hernndez5, encontramos
artis-tas en 45 de ellos (51,7%). En 38 relatos se trata de poetas,
en 14, de otras
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Rubn Daro
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3 En Cuentos de color (1899). Esta personalidad bifronte del
artista, descrita por DazRodrguez, deberemos tenerla muy en cuenta
al abordar la figura de Rubn Daro.
4 Vid. L. R Scarano. El binomio modernista poeta-poesa en los
cuentos de Rubn Daroen Anales de Literatura Hispanoamericana,
Universidad Complutense de Madrid, nm. 18,1989, pgs. 279-292 (pg.
279).
5 Rubn Daro. Cuentos completos. Ed. de Mayra Hernndez. La
Habana. Arte y Lite-ratura. 1990.
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profesiones artsticas; en 7 cuentos aparecen juntos poetas y
cultores deotras artes: Se hablaba con el entusiasmo de artistas de
buena pasta, trasuna buena comida. ramos todos artistas, quien ms
quien menos (Laninfa 1887, el subrayado es nuestro).
Pero debemos recordar que cuando el nicaragense habla de
pintores,escultores o msicos, est slo utilizando sinnimos de poeta.
As, por ejem-plo, el soberbio escultor, aunque pobre como una rata,
de Arte y hie-lo (1888). Con l comparte profesin Recaredo,
protagonista de La muer-te de la emperatriz de la China (1889); o
el pintor Palanteau, de Rojo(1892), artista genial, claro exponente
de que el talento y la locura estnltimamente ligados; y tambin es
pintor lvaro Blanco, cuyo seudni-mo da ttulo a Can (1895). Y no slo
eso sino que, aparte de la obrapotica y de los incontables artculos
que Daro dedica a todo tipo de artis-tas, el protagonista de la
tentativa de novela El oro de Mallorca (1913),ser su lter ego el
clebre msico Benjamn Itaspes6.
La presencia insistente de poetas o artistas en los relatos de
Daro seve incrementada si tomamos en consideracin el uso de la
primera perso-na (46% de los relatos). La preferencia por esta voz
narrativa da pie a dife-rentes interpretaciones. Constituye un
claro sntoma de egolatra (no exen-ta de tormento) por parte de
alguien que desde la infancia se saba genial.El tpico del culto al
yo de los romnticos fue adoptado sin reservas porlos modernistas de
igual manera que el individualismo, como expresin delchoque con la
realidad por parte de aquellos que se sentan dotados de
unasensibilidad superior a la media7.
De esa colisin surge otro de los grandes tpicos de la poca, la
eva-sin de la realidad. Daro no cree en torres de marfil pero s
trata de eva-dirse por tres vas distintas: sus viajes constantes
(emplea el adjetivo erran-
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
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6 Las tres incursiones de Daro en la novela fueron: Emelina
(1887), El hombre de oro(1897) y El oro de Mallorca (1913). Las
tres giran en torno al eje temtico del arte, el artis-ta y el
dinero. Vid. D. Phillipps-Lpez, Rubn Daro y la novela en C. Cuevas
Garca (ed.),Rubn Daro y el arte de la prosa. Ensayo, retratos y
alegoras. (Actas del XI Congreso deLiteratura Espaola Contempornea.
Universidad de Mlaga, noviembre de 1997), Mlaga,Publicaciones del
Congreso de Literatura Espaola Contempornea, 1998, pgs.
211-225.
7 Interesantes reflexiones sobre los temas de la egolatra, el
individualismo y la subje-tividad en Daro y en el cuento modernista
pueden encontrarse en Iber H. Verdugo, Estudiopreliminar en Rubn
Daro, Cuentos. Seleccin, Buenos Aires, Kapelusz, 1971, y en J.
O.Jimnez y A. R. de la Campra. Antologa crtica de la prosa
modernista hispanoamericana.Nueva York. Eliseo Torres. 1976.
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te en el ttulo de uno de sus ltimos poemarios), el culto a Baco
y la bs-queda del placer en el amor y el erotismo.
El yo annimo protagonista puede ser considerado como el
personajems importante de los cuentos de Daro. Lo encontramos en
multitud derelatos a lo largo de toda su produccin (no menos de
20), desde Mis pri-meros versos (1886) hasta Huitzilopoxtli (1914).
Dos circunstancias vienena reforzar la identificacin del propio
Rubn Daro con el narrador ocultobajo la primera persona: por un
lado, muchos de estos pronombres perso-nales pertenecen a poetas
(La ninfa, Carta del pas azul, En la bata-lla de las flores, El
ltimo prlogo, etc.), por otro, viven ancdotas que,a travs de
diversos testimonios, son conocidas como autobiogrficas (Palo-mas
blancas y garzas morenas, Mi ta Rosa...). Segn avanzamos en
lalectura de los cuentos nos vamos habituando a una voz narrativa
como lade La pesca (1896) que comienza con un rotundo: Yo haba
visto a mispies la destrozada cabeza de ciervo en que las cuerdas
amadas haban sabi-do decir mis sueos armoniosos y mis dulces
esperanzas, a los vientos erran-tes [los subrayados son
nuestros].
Subjetividad romntica o puro egocentrismo, el poeta no se
preocupademasiado por desmentir esa identificacin entre autor real
y autor impl-cito en la que, por inercia, tiende a incurrir el
lector pese a las adverten-cias de Bajtin. Es un rasgo
caracterstico del cuento modernista el hechode que los personajes
sean, repetidamente, proyecciones muy diversas delyo narrador8.
Cabe la posibilidad de que la presencia del propio Daro dentro
de susficciones no sea tanto un rasgo romntico como un exponente
marcada-mente irnico. As ha sido apuntado con relacin a los cuentos
de Azul9;sin embargo, y pese a la importancia indudable de la irona
en los textosde Rubn, no podemos olvidar que l mismo reivindicaba
su propia iden-tidad tras la mscara del autor implcito; se tratara,
en todo caso, de unaautoirona creciente con el paso de los aos:
Melanclico y sombro, / all
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
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8 Enrique Pupo Walker. Notas sobre los rasgos formales del
cuento modernista en Ana-les de Literatura Hispanoamericana,
Universidad Complutense de Madrid, nm. 1, 1972, pgs.469-480 (pg.
479).
9 J. P. Brownlow, La irona esttica de Rubn Daro: humor y
discrepancia en los cuen-tos de Azul en Revista Iberoamericana,
Pittsburgh, vol. 55, nums. 146-147, 1989. En sucomentario sobre El
rey burgus se apoya en el estudio de B. Segall, The Function
ofIrony in El rey burgus. Hispania, California, nm. 49, 2, mayo
1966.
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va. Sabis quin es? / Od, si lo ignoris, pues: / el vate Rubn
Daro(Ingratitud).
A diferencia de lo que opinan J. P. Brownlow y Brenda Segall, no
nosparece que el contraste irnico entre el mundo espiritual del
poeta y el mun-do material del burgus constituya una traicin
completa (Brownlow, pg.384) de la propia visin de Daro al respecto.
Ms bien expresa un con-flicto que aflije a toda su generacin y que
atormentar al nicaragensedurante toda su vida. Ciertamente, El rey
burgus es, como han obser-vado la mayora de sus comentadores, una
clara alegora existencial queejemplifica el conflicto entre el
artista y su mecenas capitalista de menteobtusa. De los doce
cuentos incluidos en la edicin definitiva de Azul (Gua-temala,
1890), el tpico poeta / mundo est presente, de forma explcita
oimplcita, en una proporcin abrumadora, superior al 80%.
El conflicto interior de Daro tiene que ver con la cuestin de si
su men-talidad era realmente burguesa o no. Si su famosa afirmacin,
trillada dearrogancia, yo detesto la vida y el tiempo en que me toc
nacer es sin-cera o simplemente corresponde a una pose, una postura
falaz ante el pbli-co lector, como denunci Max Henrquez Urea10.
Aunque paradjico, escomprensible que Daro rechazara las injusticias
y el materialismo de supoca pero envidiara la vida placentera de
las clases acomodadas. Comoanticipo de lo que veremos ms adelante,
podemos observar al poeta deMetapa reflejado en el espejo de su
admirado Verlaine. En el artculo Lavida de Verlaine. Realidad y
leyenda resea el libro de M. Edmond Le-pelletier sobre la vida y la
obra del poeta simbolista. En esa biografa RubnDaro descubre que
Verlaine, como l mismo quizs, era un hombre de ideasburguesas.
Mucho pesar a los adoradores de la soucoupe el saber que
Ver-laine era un hombre de ideas burguesas, que si vivi la vida
debohemia fue forzado por las durezas de la suerte, por las
capri-chosas circunstancias que amontona la casualidad, esto es, de
todasmaneras, la ley del destino, para hacerle torcer su direccin y
cam-biar la tranquilidad de una existencia que hubiese sido
honesta-mente apacible, por las tormentas pasionales y las noches
borras-
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
Anales de Literatura Hispanoamericana 1882001, 30: 183-204
10 La cita pertenece a Palabras liminares. Prosas profanas y
otros poemas (1896, 1901).Max Henrquez Urea. Breve historia del
modernismo. Mxico. Fondo de Cultura Econmi-ca. 1954, pgs.
95-96.
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cosas a que conducen los desatados instintos y las ponzoas de
lavoluntad (pg. 719)11.
Una vez ms parece estar hablando de s mismo. La irona est
presenteen toda la obra de Daro y justifica sus continuas y
aparentes contradic-ciones. Su visin burlesca y a veces sarcstica
del poeta sobrepasa los lmi-tes de Azul; la encontramos a lo largo
de toda su produccin en prosa, des-de uno de sus primeros relatos
Mis primeros versos (1886), hastaEl ltimo prlogo (1913) y en otros
muchos, escritos entre ambas fechas.
Volviendo a la fusin de diversas artes en la figura del poeta,
observa-mos que la mezcla de literatura y pintura es evidente ya en
los cuentos deAzul y obedece a una motivacin tanto temtica como
formal: En Chile(1887) lleva el subttulo de En busca de cuadros y
comienza: Sin pin-celes, sin paleta, sin papel, sin lpiz, Ricardo,
poeta lrico incorregible [...].El propio Daro nos da testimonio del
experimentalismo que encierra esterelato. En Historia de mis libros
(1912) nos dice que se trata de ensayosde color y de dibujo que no
tenan antecedentes en nuestra prosa. La inten-cin de Daro era
enriquecer la prosa castellana, alzarla a cumbres no alcan-zadas ni
siquiera en los Siglos de Oro y para ello se propuso hacer del
tex-to literario una obra de arte total que englobara elementos de
todas las artes.Tambin en Historia de mis libros, al comentar El
velo de la reina Mab(1887), escribe: Ms que en ninguna de mis
tentativas, en sta perseguel ritmo y la sonoridad verbales, la
transposicin musical, hasta entonceses un hecho reconocido
desconocida en la prosa castellana.
Llama la atencin el inters del nicaragense por los escultores.
El moti-vo radica en que la escultura es la ms plstica de las artes
y Daro, porinflujo parnasiano, pretenda ante todo dotar su
literatura de plasticidad12.Jos Mart tambin enfoc la renovacin de
las letras hispnicas desde elmismo ngulo. Amo las sonoridades
difciles, el verso escultrico, vibran-te como la porcelana, volador
como un ave, ardiente y arrollador como unalengua de lava13.
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
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11 En Obras completas. Madrid. Afrodisio Aguado. 1955, vol. II,
pgs. 716-724.12 Diego Martnez Torrn, Los cuentos de Rubn Daro en
VV.AA., Modernismo His-
pnico. Primeras jornadas, Madrid, Instituto de Cooperacin
Iberoamericana, 1988, pgs.355-370.
13 J. Mart, Mis versos en Versos libres (1882). Citado por R.
Gulln (ed.), El modernismovisto por los modernistas, Barcelona,
Guadarrama, 1980, pg. 181. (El subrayado es nuestro).
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Como es natural, los problemas del poeta en un mundo
materialistay capitalista no son muy distintos de los que puedan
tener otros artistas.As queda de manifiesto en El velo de la reina
Mab, donde el hada delos sueos escucha la tertulia que mantienen un
escultor, un pintor, unmsico y un poeta. En este poema en prosa,
inspirado por el des-lumbramiento shakespeareano14, las quejas de
unos y otros sirven paratodos ellos, independientemente de la musa
a la que estn consagrados.Pongamos por caso las tristes palabras
del escultor al compararse conFidias:
Siento el martirio de mi pequeez. Porque pasaron los
tiemposgloriosos. Porque tiemblo ante las miradas de hoy. Porque
contem-plo el ideal inmenso y las fuerzas exhaustas. Porque, a
medida quecincelo el bloque, me ataraza el desaliento.
El pintor padece por la prostitucin a la que debe someter a sus
pince-les para poder subsistir:
Ah, pero siempre el terrible desencanto! El porvenir! Venderuna
Cleopatra en dos pesetas para poder almorzar!
Y yo, que podra en el estremecimiento de mi inspiracin tra-zar
el gran cuadro que tengo aqu dentro!...
Y el msico, cuyo dolo es Wagner, el compositor favorito de los
sim-bolistas, refleja fielmente las opiniones del autor: Mis
ideales brillan enmedio de mis audacias de inspirado. Yo tengo la
percepcin del filsofoque oye la msica de los astros.
Se ha convertido ya en un tpico la afirmacin de que el escritor
moder-nista rechaza el mundo dominante y se refugia en otro creado
por l15. Yanos hemos referido a esa supuesta torre de marfil que ha
propiciado paralos modernistas multitud de reproches no siempre
justificados. Fingido osincero, no ocultan su desprecio por el
mundo en que les haba tocado viviry, herederos de una larga
tradicin, que viene del romanticismo y pasa porel simbolismo, los
modernistas se plantean la cuestin de la funcin po-tica.
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
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14 Segn confiesa Daro en Historia de mis libros (1914).15
Ricardo Szmetan, El escritor frente a la sociedad en algunos
cuentos de Rubn Daro
en Revista Iberoamericana, Pittsburgh, vol. 55, nms. 146-147,
1989, pgs. 415-423.
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Inmerso en una concepcin espiritualista y trascendentalista
delmundo el modernismo va a trasladar progresivamente al arte las
fun-ciones de conocimiento y revelacin del universo, atribuyndole
enmuchos casos el carcter de religin. Este culto a la belleza
ynueva mitologa del arte nace del papel hegemnico que la refle-xin
potica adopta en el marco del texto propiamente dicho. Y aspodemos
verificar en el modernismo la continuacin de este proce-so de
autoconcienciacin de la poesa, caracterstico de la lrica moder-na.
Hans Hinterhuser ha definido este fenmeno del fin de siglocomo una
oposicin y reemplazo del logos (positivismo) por el mito(hegemona
de la poesa y del conocimiento simblico)16.
Daro no nos presenta al poeta encerrado en ninguna torre de
marfilsino que lo convierte en una torre divina. En el poema Torres
de Dios!Poetas! (Cantos de vida y esperanza, 1905) da fe de la
trascendencia dela poesa y de la concepcin del poeta como ser
inmortal, el cual, graciasa su arte, se convierte en rompeolas de
las eternidades. Los poetas sonlos que ms se acercan a la
inmortalidad de Dios, segn la tradicin delmito rfico-pitagrico, son
los intermediarios entre la divinidad y los hom-bres. El vnculo de
Daro con el romanticismo, con Nietzsche y con otrasfilosofas
irracionalistas como el trascendentalismo, fue repetidamente
acep-tado por el propio poeta17.
Los alejandrinos de Cyrano en Espaa, dedicados a la comedia
deRostand, tambin en Cantos, inciden en la sacralizacin de la
poesa, lasuperioridad del poeta y la trascendencia de su misin, la
cual es contem-plada como un sacrificio ineludible a niveles que
superan la realidad coti-diana18.
Hemos saltado momentneamente de la produccin en prosa a la
obrapotica; Daro tambin lo haca, sin grandes dificultades. En los
primerosaos del siglo ya slo escriba cuentos espordicamente, pero
los temas que
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Rubn Daro
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16 L. R. Scarano, Perspectiva, fimdamentos y alcances de la
cuestin de la funcin de lapoesa en la obra de Rubn Daro en Anales
de Literatura Hispanoamericana, UniversidadComplutense de Madrid,
nm. 16, 1987, pgs. 323-338 (pgs. 329-330, los subrayados
sonnuestros).
17 A. Acereda. Rubn Daro, poeta trgico. (Una nueva visin).
Barcelona. Teide. 1992(pg. 109).
18 L. R. Scarano, La concepcin metapotica de Daro en Cantos de
vida y esperanzaen Revista de Estudios Hispnicos, Universidad de
Puerto Rico, nm. 12, 1985, pgs. 147-167 (pg. 161).
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le interesan siguen siendo los mismos. El del poeta y la poesa
es toda unaobsesin durante toda la vida del nicaragense. Han sido
muchos los cr-ticos que se han ocupado de este tema. Desde el
estudio clsico de PedroSalinas, referido a la poesa19, hasta los de
aquellos que se han fijado espe-cialmente en la produccin
cuentstca. Entre estos ltimos mereceran dete-nida atencin los de
Raimundo Lida, Iber H. Verdugo y Laura R. Scarano20.
Utilizaremos como bculo el impecable estudio de R. Lida21. En el
cap-tulo titulado Poeta y mundo (pgs. 24-34), fija dos perspectivas
diver-gentes desde las cuales el personaje del poeta cabra decir
del artista, engeneral es tratado en los cuentos del nicaragense:
una pesimista y otraoptimista. En la primera el poeta es un
vagabond triomphant, segn el tpi-co del romanticismo, un genio a
quien el mundo condena a soledad o mar-tirio, alguien para quien
nacer bajo la estrella del genio es nacer desdi-chado (pg. 25).
Desde la otra perspectiva, el poeta es un hroe, un profeta,un
elegido de Dios. Tambin esta visin tiene ascendencia romntica
y,para Daro, desde su primera juventud, su mximo representante ser
Vc-tor Hugo, como Paul Verlaine lo sera de la anterior. Apolo y
Pan. Podradecirse que son estos dos poetas franceses (junto a
Mends) los que msadmir el de Metapa a lo largo de toda su vida.
Simplificando mucho podemos reducir la visin que Daro
transmitedel poeta, en su obra de creacin, a dos lneas bsicas. Por
un lado noshabla de alguien dotado de una espiritualidad superior
que choca con unmundo dominado por el positivismo materialista.
Como hemos visto, elconflicto de este poeta, o artista, se nos
presenta con una cierta irona; un
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
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19 Pedro Salinas. La poesa de Rubn Daro. Buenos Aires. Losada.
1948 (cap. XI: Elarte, la poesa y el poeta, pgs. 255-281).
20 I. H. Verdugo, op. cit., pgs. 21-24, sostiene que, dentro del
tema de la situacin delpoeta en el mundo y en la sociedad, los
cuentos pueden ser agrupados segn la visin queimpera en ellos de la
literatura. Las posibilidades son: literatura al gusto de la poca;
litera-tura de refinamiento expresivo; literatura de revalorizacin
de la idealidad y espiritualidad;literatura del desquite,
resentimiento y amargura del poeta desdeado; literatura de
recrude-cimiento de actitudes romnticas en la concepcin de la vida
y en la conducta existencial.
Por su parte, L. R. Scarano, op. cit. (1989), pg. 280, considera
que la funcin y senti-dos del arte en los cuentos puede organizarse
en unos pocos ncleos relevantes, que coinci-den notablemente con
los desarrollados en la metapoesa dariana. Esos ncleos son los
siguien-tes: el poeta y la sociedad; el poeta y el ideal; poesa,
naturaleza y cosmos; poesa y trascendencia.
21 Raimundo Lida, Los cuentos de Rubn Daro. Estudio preliminar
en Rubn Daro,Cuentos completos, ed. de Ernesto Meja Snchez, Mxico,
Fondo de Cultura Econmica,Coleccin Popular, 1988, pgs. 7-67.
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claro ejemplo nos lo ofrece el relato En la batalla de las
flores (1893),donde nada menos que el dios Apolo ha emigrado a
Amrica y dice al narra-dor: Me resolv a no hacer un solo verso, y
en efecto: soy ya rico, y estan-ciero; es el problema de la
supervivencia que acuci a Rubn hasta sumuerte. El antagonista de
esta figura lo encontramos en el burgus-mece-nas y en el mal poeta,
como es el caso del muchacho protagonista de Misprimeros versos
(1886) o del emperador Nern, cuyos dctilos y pirri-quios son
despreciados incluso por su pantera Febea (1891), que da ttu-lo al
relato.
Por otra parte, tenemos una visin ms grandilocuente o
trascendentalen la que el poeta cumple una funcin mesinica. El
relato fundamentalpara comprender esta otra perspectiva me parece
que es La pesca (1896)del mismo ao que Prosas profanas. Sea cuento
o poema en prosa,este breve texto explicita claramente la relacin
del poeta con Dios. Rela-cin expuesta con ms transparencia todava
en innumerables poemas escri-tos a lo largo de toda la vida del
poeta. Para los modernistas, como ya hemosvisto, el poeta ser
siempre un elegido. Entre los muchos smbolos em-pleados (Orfeo, el
cisne, el ruiseor, Coln, Don Quijote, etc.) es el de Cris-to el ms
elevado de todos. El papel mesinico y redentor del poeta
quedaenunciado abiertamente en los versos de Cantos de vida y
esperanza (1905).En el poema XI (Mientras tenis, oh negros
corazones) se dirige a lospoetas, aludiendo, en el segundo
serventesio, al misterio de la transubs-tanciacin:
Para ti, pensador meditabundo,plido de sentirte tan divino,es ms
hostil la parte agria del mundo.Pero tu carne es pan, tu sangre es
vino.
Por si quedara alguna duda, en Melancola, incluido tambin
enCantos, incide de nuevo en la comparacin entre Cristo y el poeta,
a pro-psito ahora de la pasin. Se trata de un soneto en
alejandrinos que lle-va una dedicatoria a un pintor, el venezolano
Domingo Bolvar: [...] lapoesa / es la camisa frrea de mil puntas
cruentas / que llevo sobre elalma. Las espinas sangrientas / dejan
caer las gotas de mi melancola.La concepcin mesinica del poeta pudo
recibirla Daro de los trascen-dentalistas norteamericanos R. W.
Emerson y W. Whitman, hacia los quenunca ocult su admiracin. El
primero, en su ensayo El Poeta, haba
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
193 Anales de Literatura Hispanoamericana2001, 30: 183-204
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definido a los porta-liras como los representantes del verdadero
hombrecompleto22.
Volviendo al alegrico texto de La pesca, hemos de recordar
algu-nas de las interpretaciones que han sido propuestas. Para R.
Lida, es uncontrafacta a lo divino de El velo de la reina Mab;
otros lo consideranuna versin profana y potica del pasaje evanglico
de la pesca milagrosa(San Lucas, 5, 1-11; San Mateo, 8, 25)23; en
clave an ms metafsica, Lapesca debe ser ledo en clave
rfico-pitagrica, porque ya desde los cris-tianos de Roma se dio una
asimilacin de Orfeo con Cristo, como pesca-dor de almas o pastor24.
En mi opinin, Daro pudo recoger el motivo delpescador del famoso
cuadro de Puvis de Chavannes El pescador pobre (1881);este
decorador oficial de la Francia de su tiempo cre en ese lienzo
todoun icono para los simbolistas. Pintores como Gauguin, Seurat y
Maillolrealizaron copias de la tela. Gauguin encontr en ella el
concepto que habaquerido expresar cuando invent la palabra
saintaise, como juego de pala-bras con los sonidos en francs de
santificacin y sntesis. Aunque emple-an el mismo smbolo, las
escenas que presentan el pintor francs y el poe-ta de Metapa son
muy diferentes. El pescador del lienzo aparece en unaactitud de
oracin sumisa y recogida, con su barca amarrada a la orilla deun ro
tan tranquilo que ms parece un espejo irreal, uno de sus celestesy
cristalinos ros de oro25; el pescador de Daro increpa a los dioses
conviolencia despus de que la tempestad haya destrozado su lira, su
barca ysu red. Por otra parte, el sentido del texto no deja lugar a
dudas si leemosversos donde dice astros. La falta de pesca equivale
a la falta de ins-piracin y sta viene de la fe en el Salvador:
Y era l.Oh! exclam, no me queda ms que la muerte?
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
Anales de Literatura Hispanoamericana 1942001, 30: 183-204
22 J. M. Oviedo. Historia de la Literatura Hispanoamericana.
Vol. II. Del romanticis-mo al modernismo. Madrid. Alianza. 1997,
pg. 244.
23 As lo seala L. R. Scarano (1989), op. cit.24 A. Acereda, op.
cit., pg. 110.25 En la necrolgica Puvis de Chavannes (1898), Obras
completas, Madrid, Afrodisio
Aguado, 1955, pgs. 921-926. A propsito de este cuadro aade Daro:
Nunca olvidar cmovi florecer [...] delante de su poema de
melanclica luz y generoso simbolismo, el PauvrePcheur, una
concepcin que me hubiese sido despertada por San Francisco de Ass y
conti-nuada por la elocuencia doctoral de Lon Bloy, la significacin
el mundo de lo absoluto, dela pobreza perfumada por la dileccin de
Jesucristo.
-
Poeta de poca fe me dijo, echa las redes al mar.El cielo se
aclar, brillaron las luminosas constelaciones; las
olas se llenaron de astros danzantes y fugaces.Ech las redes en
las aguas llenas de astros, y oh prodigio!,
nunca salieron ms cargadas. Era una fiesta saltante de
estrellas; ladivina pedrera viva, se agitaba alrededor de mis
brazos gozosos.
En este caso, la pesca de planetas es una clara alusin a la
msicacsmica de los astros en movimiento de la tradicin pitagrica.
Este vie-jo motivo potico explica y refuerza el vnculo que, no slo
Daro sinootros muchos modernistas, establecen entre msicos y
poetas. l mismo,en su artculo, citado en nota, sobre Puvis de
Chavannes, relaciona la pin-tura de ste con la msica de Wagner. Es
bien conocida por la crtica lagran influencia que tuvo sobre Daro
el libro de Edouard Shur, Les GrandsInitis, esquisse de l'histoire
secrte des religions (Pars, 1889), en el cualdescubri los
principios fundamentales del sistema esotrico de Pitgo-ras y su
enunciacin del universo26. La inmersin en el pensamiento reli-gioso
del poeta de Metapa nos obliga a una breve digresin. AndersonImbert
explica que la presencia de Cristo en la obra de Daro no
suponeninguna contradiccin con su aficin por el esoterismo y otras
creenciasheterodoxas.
Despus de 1895 Daro sigui escribiendo pginas mechadas deteosofa,
aunque combinndola con la cristiana aceptacin de loslmites de la
humana vida. Las menciones de Cristo, cada vez msfrecuentes, no
significan necesariamente que Daro se aparte de lostesofos, pues
para estos Sr Peledan, por ejemplo Cristo erauno de los grandes
iniciados, como Orfeo o Pitgoras. Segn AimieBessant a quien Daro
tambin ley en cada poca surge unGran Iniciador que nos inicia en el
conocimiento de la Verdad: Her-mes, Trimegistos, Zoroastro, Orfeo,
Buda, Moiss, Cristo27.
La aproximacin de Daro al cristianismo comenz como una bsque-da
de consuelo y de apoyo que lo liberaran de su angustia vital; pero,
a la
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
195 Anales de Literatura Hispanoamericana2001, 30: 183-204
26 Carolyn Tamburo. Aspectos olvidados del pitagorismo
rubendariano en Mester, Uni-versity of California, 1981, vol. 10,
nms. 1-2, pgs. 21-32 (pg. 21).
27 Enrique Anderson Imbert. La originalidad de Rubn Daro. Buenos
Aires. Centro Edi-tor de Amrica Latina. 1967, pg. 206.
-
larga, la religin termin siendo para Daro ms una fuente de
conflictointerior que un consuelo28.
El poeta se siente un ser elegido, superior al resto de los
hombres. Haymuchas alusiones que inciden en esta idea dispersas por
todo el corpus cuen-tstico de Daro. La potica inspirada por esta
creencia se plasma en Vozde lejos (1896); en este relato dialogado
se nos cuenta la vida de dos ele-gidos divinos artistas ambos:
Santa Judith de Arimatea, danzarina desatnica beldad, y San Flix
Romano, que tocaba instrumentos msi-cos y frecuentaba a poetas de
renombre; al final un desconocido poetatoma la palabra para decir:
Yo digo la palabra que encarna mi pensamientoy mi sentimiento. La
doy al mundo como Dios me la da. No busco que elPblico me entienda.
Quiero hablar para las orejas de los elegidos. El pue-blo se junta
con los aristos. A ellos mi ser, la msica intencional de
milengua.
Este poeta es el nico capaz de recibir la revelacin de la verdad
y poreso encuentra su antagonista en el tipo del sabio, del
cientfico, del posi-tivismo prepotente. Una verdad no accesible a
todos, sino slo a unos pocosprivilegiados. De ah el
aristocraticismo de Daro y su rechazo al dem-crata Walt Whitman29,
no en trminos polticos sino artsticos. Para Sali-nas, el poeta
nicaragense se alinea en la corriente esttica del siglo XIXque
reacciona contra el positivismo y contra la chabacanera y
avulgara-miento melodramtico (pg. 261). As se explica que
el aristocratismo de Daro fue tanto o ms que una manera de
sernatural, una posicin tctica, que haba que tomar, por exigencia
delas circunstancias en que se hallaba la poesa en su juventud,
paracontrarrestar la marea de ramplonera30.
En cuanto a la filosofa, el desprecio que Daro manifiesta hacia
losfilsofos es ms fingido que verdadero e ir atenundose con los
aos, alir viendo en ellos a seres atormentados y preocupados, como
l, por el mis-
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
Anales de Literatura Hispanoamericana 1962001, 30: 183-204
28 Vid. A. Acereda, op. cit., captulo III: La tragedia religiosa
(pgs. 83-116), y PedroBarreda Toms, Elementos religiosos en la
poesa de Rubn Daro en Homenaje a RubnDaro, ed. de Anbal Snchez
Reulet, Los ngeles, Universidad de California, 1970
(pgs.139-148).
29 En Palabras liminares, Prosas profanas y otros poemas (1896,
1901).30 P. Salinas, op. cit., pg. 263.
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terio de la naturaleza humana. Respecto a la ciencia se muestra
mucho msescptico, un smbolo recurrente ser el de caro. El poeta no
tiene ningu-na duda sobre la condicin de inferioridad de sta frente
al arte, el cualgoza del privilegio de la inmortalidad:
La actividad humana no se ejercita por medio de la ciencia y
delos conocimientos actuales, sino en el vencimiento del tiempo y
delespacio. Yo he dicho: Es el Arte el que vence el espacio y el
tiem-po. He meditado ante el problema de la existencia y he
procuradoir hacia la ms alta idealidad31.
Dado que la figura del poeta, dentro de la caudalosa produccin
enverso de Daro, resulta inabarcable en la breve extensin de estas
pgi-nas, fijaremos nuestra atencin en dos referentes fundamentales
para nues-tro poeta, no slo en el plano artstico sino incluso en el
personal. Entrelas docenas de poemas que dedic a multitud de
artistas de todas las po-cas y de ambas orillas del Atlntico, no
podan faltar unos versos de home-naje a estas dos figuras
preferidas suyas. Si bien es cierto que la calidadliteraria de las
dos composiciones que comentaremos no es muy sobre-saliente, nos
servirn para mostrar el modo de pensar del nicaragense entorno a
estos personajes que, al ser utilizados como un espejo, nos
ofre-cen tambin un retrato certero del propio Daro. Nos estamos
refiriendo,como es natural, a Vctor Hugo y a Paul Verlaine. Los
dioses Apolo y Panen el Olimpo particular de Rubn. Para l, dos
verdaderos smbolos mito-lgicos32.
Daro conoci los libros del romntico francs a los quince aos, en
ElSalvador, por mediacin de Francisco Gavidia, que le descubri
tambin,en su lengua original, a algunos poetas parnasianos. Tres
aos ms tarde,en Epstolas y poemas. Primeras notas (1885), vea la
luz un largo poemaen estrofas alejandrinas de seis versos, con
acento agudo en el tercero y enel sexto, titulado Vctor Hugo y la
Tumba.
El tema de la inmortalidad del artista genial se organiza aqu en
tornoa un dilogo entre el espritu del poeta, recin fallecido, y la
Tumba queha de recibirlo pero que contemplando al coloso gigante,
dijo: Espera! /
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
197 Anales de Literatura Hispanoamericana2001, 30: 183-204
31 Dilucidaciones, prlogo a El canto errante (1907).32 Arturo
Marasso. Rubn Daro y su creacin potica. Buenos Aires. Kapelusz.
1954,
pg. 387.
-
ignoro si t puedes entrar en mi regin. Para asegurarse,
interroga a diver-sos elementos de la creacin los astros, los
vientos, el ocano, los vol-canes y la humanidad. En cada respuesta
queda clara la grandeza delpoeta: [...] al pronunciar el nombre /
de aquel Genio encarnado en el cuer-po de un hombre, / un
estremecimiento la altura recorri. Explica a con-tinuacin,
valindose de varios smbolos, la transcendencia inigualable dela
funcin proftica que desarrolla el artista genial. Dicen los
astros:
[...] Oh Tumba honda y siniestra!se que as camina, con la lira
en la diestra,la armona en los labios, la fe en el corazn,se ha
vertido el nfora del bien y de la vidacon que cura sus lceras la
Humanidad cada:ese profeta es guila, es alondra y es len.
El joven Daro tiene ya claro cul es el modelo que quiere seguir
y nopuede situar sus expectativas en un lugar ms elevado: Hugo es
el nuevoMesas que trae luz infinita, / con el nuevo declogo para la
Humanidad.La Tumba escucha tales elogios del poeta muerto que, como
sospechaba,slo puede hacerse cargo de su cadver; el espritu del
Genio tiene unlugar reservado en el coro celestial de los poetas
eternos,
Y en grupo sacrosanto, Job, Eschylo y Homero,Tcito, Juan y
Pablo, Juvenal el severo,Alighieri, Cervantes y Rabelais, en la
luzincreada envueltos, todos los Genios que pasaron,fijos en Vctor
Hugo, de sbito se alzaron;y sobre todos ellos se vea a Jess.
Francia y toda la Tierra han quedado desconsoladas ante la
prdida deeste profeta cuyo sucesor, dice Daro quizs pensando en s
mismo, serenviado por Dios. Tenemos as al poeta genio, elegido de
Dios, profetadel derecho y arcngel de la ley, un autntico mesas de
la armona, admi-rado en el cielo y en la tierra por las potencias
animadas e inanimadas yreverenciado incluso por la nada, la muerte,
la Tumba.
Para Daro, segn manifest en Los raros, todos los poetas de su
siglodescendan de Hugo. Ya en sus poemas de adolescencia estn en
germenlos diversos aspectos de su futuro lirismo, aparece la
fisonoma de sus pri-meros maestros, la supremaca de Hugo [...], su
primera obsesin literaria
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
Anales de Literatura Hispanoamericana 1982001, 30: 183-204
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y al que citar, estudiar y elogiar continuamente en el
transcurso de suvida33. De las palabras de P. Salinas podemos
inferir que Daro toma deHugo su imagen exterior del poeta ideal
(ese carcter pblico del poeta,que tiene la vida vuelta al exterior,
dice Salinas), tanto de la obra comode la biografa del romntico
francs.
En casi todos los libros de Hugo se pueden espigar estas
califi-caciones sublimes y sublimantes del poeta. Poetas sagrados,
subli-mes. Poetas tocados por la mano de Dios. Poetas profundos
aquienes carga Dios con una vasta frente...34
Cantos de vida y esperanza (1905) es en mi opinin el libro donde
conmayor claridad e insistencia expone Daro su concepcin mesinica
del Artey del poeta en particular. Son numerosos y sobradamente
conocidos lospoemas que a este tema consagr en este volumen.
Algunos, como Torresde Dios! Poetas! y Cyrano en Espaa, ya los
hemos citado ms arri-ba. Podramos alargar la lista hasta hacerla
interminable con los smbolosy personajes que aparecen en los versos
de este poemario y que inciden enla idea de que
el Arte puro como Cristo exclama:Ego sum lux et veritas et
vita!
(Yo soy aquel que ayer...)
* * *
Si el ideal de juventud para Daro fue Vctor Hugo, los tiempos y
lavida lo encaminaran hacia otro elegido de las musas, pero de un
carctermuy diferente, Paul Verlaine, reido con la gloria. La
realidad le empuja-ra hacia ste, el deseo hacia aqul; realidad y
deseo, usurpando las pala-bras de otro gran poeta. La admiracin por
Hugo y Verlaine no es incom-patible. Ya los parnasianos, en su
rechazo del romanticismo sentimentaloide,al estilo de Lamartine por
ejemplo, haban mostrado su respeto y admira-
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
199 Anales de Literatura Hispanoamericana2001, 30: 183-204
33 Arturo Marasso, op. cit., pg. 374.34 Pedro Salinas, op. cit.,
pg. 275.
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cin por Hugo, en especial por sus Orientales. Como afirma Arturo
Maras-so, aunque no haba nacido Rubn para ser verleniano. Consigue
acer-carse al poeta con el anlisis de lo ambiguo y el
descoyuntamiento del ale-jandrino, con lo indeciso que encuentra en
sus versos ms ntimamente msticosy dolorosos (pg. 387).
En su anecdtica y apresurada autobiografa (La vida de Rubn
Daroescrita por l mismo, 1915), nos ha dejado testimonio
superficial de la nocheen que conoci a Verlaine durante su primer
viaje a Pars, en 1893:
Uno de mis grandes deseos era poder hablar con Verlaine. Cier-ta
noche en el caf DHarcourt, encontramos al Fauno, rodeado deequvocos
aclitos.
Estaba igual al simulacro en que ha perpetuado su figura el
artemaravilloso de Carrire. Se conoca que haba bebido harto.
Res-ponda de cuando en cuando, a las preguntas que le hacan sus
acom-paantes, golpeando intermitentemente el mrmol de la mesa.
Nosacercamos con Sawa, me present: Poeta americano, admirador,etc..
Yo murmur en mal francs toda la devocin que me fue posi-ble, conclu
con la palabra gloria... Quin sabe qu habra pasadoesta tarde al
desventurado maestro; el caso es que, volvindose am, y sin cesar de
golpear la mesa, me dijo en voz baja y pectoral:La gloire!... La
gloire!... M... M... encore!. Cre prudente reti-rarme y esperar
para verle de nuevo en una ocasin ms propicia.Esto no lo pude
lograr nunca, porque las noches que volv a encon-trarle, se hallaba
ms o menos en el mismo estado; aquello, en ver-dad, era triste,
doloroso, grotesco y trgico. Pobre, Pauvre Lelian!Priez pour le
pauvre Gaspard!....
Es el relato de una conmocin. El Rubn todava inmaduro, el
joveningenuo deslumbrado por la gloria, se da de bruces con un
escptico dela misma. La compasin que ya casi al final de sus das
manifiesta Daropor el poeta al cual considera como un maestro
insuperable, indica que nun-ca fue capaz de comprender la esencia
del espritu bohemio y siempre car-g con un lastre de
aristocraticismo burgus. Tenemos otra prueba escritacasi dos dcadas
antes.
En 1896, con motivo de la muerte del poeta francs, compuso un
Res-ponso (Prosas profanas, 1896, 1901). Igual que para cantar a
Hugo, recu-rre al alejandrino, agrupado en estrofas de seis versos
(AAbCCb), si bienel tercero y el sexto son eneaslabos con rima
aguda. La esttica del poe-
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
Anales de Literatura Hispanoamericana 2002001, 30: 183-204
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ma no ha resistido el paso del tiempo y hoy resulta muy
decepcionante por-que se nos presenta como un cmulo vacuo de
smbolos y figuras mitol-gicas, como si se tratara de un cuadro a la
moda griega de Jean-LonGrome. El tono de esta elega no deja
entrever la autntica veneracin delautor por el homenajeado, salvo
al principio de la primera estrofa cuandolo llama Padre y maestro
mgico, lirforo celeste y Pnida! Pan tmismo! [...].
Y, sobre todo, en los dos versos finales: una cruz que se eleve
cubrien-do el horizonte, / y un resplandor sobre la cruz!, en los
cuales este nue-vo dios Pan aparece cristianizado, no tanto en el
sentido religioso como enel de mesas inmolado de acuerdo con la
interpretacin simblica que, segnvenimos recalcando, Daro otorga a
la figura del bardo, el cual alcanza sumxima gloria al culminar su
sacrificio personal en el Calvario. Jaime Con-cha advierte
claramente esta fusin de smbolos paganos y cristianos: ElResponso a
Verlaine instaura una relacin de coexistencia entre el simb-lico
laurel y el resplandor de la cruz35. Adems del galardn de los
lau-reles, como ya hemos comentado ms arriba, Daro vea tambin una
cami-sa frrea de mil puntas cruentas que el poeta deba soportar
como Cristopadeci su corona de espinas. La imagen de la gloria y la
pasin se fundi-rn en Cantos de vida y esperanza:
y el laurel y la espina entremezcladossobre la frente
triste,
(En la muerte de Rafael Nez)
De la obra de Verlaine, qu decir? l ha sido el ms grande de
lospoetas de este siglo, escribi Daro en Los raros (1905). Adems de
lasmotivaciones artsticas, el inters por Verlaine hay que
enmarcarlo en elgusto finisecular por la esttica decadentista y,
por ende, en una atraccinhacia personajes malditos de todo tipo.
Recordemos el libro en prosa delmaestro francs, Los poetas
malditos. En los relatos del nicaragense apa-recen repetidamente,
entre otros muchos antihroes, dos nombres paradig-mticos: Longinos
y Judas. El primero fue el soldado que hiri con su lan-za el
costado de Cristo crucificado y dio origen a la leyenda del judo
errante.El cuento Palimpsesto (1893) comienza con la escena de ese
crimen y
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
201 Anales de Literatura Hispanoamericana2001, 30: 183-204
35 Jaime Concha. Rubn Daro. Madrid. Ediciones Jcar. 1975, pg.
104.
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el personaje reaparece en Cuento de Noche Buena (1893)
convertido enfraile. Al apstol traidor lo encontramos en Voz de
lejos (1896) reco-mendando contricin al vicioso msico San Flix
Romano. En Primave-ra apolnea (1911), el poeta protagonista, nada
menos que el dios Apoloemigrado a Argentina, explica su atraccin
por este tipo de seres atormen-tados:
Consagrme caballero de la rebelda, pero sintiendo siempre
lasdificultades de todo tiempo. Llegu a comprender las fatalidades
dela injusticia, y mi simpata fue a los grandes cados, Satn,
Can,Judas.
En el artculo que dedic en Los raros al maestro del simbolismo,
noquiere detenerse en las miserias de la nebulosa leyenda que rodea
al poe-ta francs e, igual que hace en el Responso, se centra en la
comparacincon el dios Pan, con los faunos y los stiros.
Su cuerpo era la lira del pecado. Era un eterno prisionero
deldeseo. Al andar, hubiera podido buscarse en su huella, lo
hendidodel pie. Se extraa uno no ver sobre su frente los dos
cuernecillos,puesto que en sus ojos podan verse an pasar las
visiones de lasblancas ninfas, y en sus labios, antiguos conocidos
de la flauta, solaaparecer el rictus del egipn.
Indirectamente esta metfora nos sirve para mostrar cmo, y hasta
qupunto, Daro se identifica con su mentor. Lo evidencia en el poema
LaCartuja, escrito hacia el final de sus das, en uno de sus cada
vez ms fre-cuentes momentos de contricin, y publicado junto al
Canto a la Argenti-na y otros poemas (1914). Se autodefine ah como
fauno, stiro y fieldiscpulo de Baco; confiesa su hedonismo y parece
definitivamente deste-rrado el cantor del placer de las Prosas
profanas.
De acuerdo a su ideario simbolista, Daro considera que las
personifi-caciones clsicas de la lujuria y la sensualidad han
vivido encarnadas enpoetas como Verlaine y l mismo. Ambos
compartieron tambin la tiranaletal del alcohol. Va de escape frente
a la insoportable realidad y, en par-te, pose personal marcada por
la moda. La imagen anormal y extravagan-te que los artistas ofrecen
durante el fin de siglo surge no slo del ambien-te en el que se
desenvuelven sino tambin de una imposicin de su propia
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
Anales de Literatura Hispanoamericana 2022001, 30: 183-204
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ideologa. Del rechazo del medio social se deriva la subversin de
la mora-lidad y de las costumbres burguesas como forma de marcar
distancias yencuadrarse en las filas de la modernidad ms
transgresora, ya se llamemodernismo o, poco despus,
vanguardia36.
El catlogo de artistas objeto de escndalo en aquella poca de
moraltan estricta como hipcrita sera interminable. No pocos dieron
con sus hue-sos en crceles y frenopticos. Desde scar Wilde, ese
poeta maldito, [...]ese admirable infeliz37, en la Inglaterra
victoriana, hasta un estrafalarioValle-Incln, compaero de
inenarrables tenidas culinarias, de ambrosasy sobre todo de
nctares38, en aquella Espaa provinciana, deprimida
yesperpntica.
El alcoholismo supuso para Daro un autntico infierno en la
tierra y ter-min llevndolo a la tumba. No faltan los testimonios de
los terribles deli-rios que padeci39. Recordando la figura de E. A.
Poe reconoce y reniega dela negra aureola de hermosura un tanto
macabra que la bohemia otorga alvicio, en este caso, como en otros,
como en el de Musset, como en el deVerlaine, por ejemplo, el vicio
es malignamente ocasional, es el complementode la fatal desventura.
El genio original, libre del alcohol, u otro variativosemejante, se
desenvolvera siempre, siendo en esa virtud, sus floraciones,libres
de oscuridades y trgicas miserias40. Quizs estaba pensando en
loshorrores del alcoholismo al escribir uno de sus ltimos
poemas:
Mis ojos espantos han visto,tal ha sido mi triste suerte;cual la
de mi Seor Jesucristo,mi alma est triste hasta la muerte41.
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
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36 Vid. Juan Carlos Rodrguez y lvaro Salvador. Introduccin al
estudio de la litera-tura hispanoamericana. Madrid. Akal, 1994 (2.
ed.), pg. 206.
37 De Purificaciones de la Piedad, artculo necrolgico del 8 de
diciembre de 1900incluido en Peregrinaciones (1901).
38 Del captulo LI de La vida de Rubn Daro escrita por l mismo
(1915). El dramatur-go gallego fue uno de los mejores amigos
espaoles del nicaragense; a l le dedic, entre otroshonores, un
soneto en El canto errante (1907) y una Balada laudatoria publicada
en 1912.
39 Entre otros, el de Arturo Capdevila. Rubn Daro. Madrid.
Espasa-Calpe. 1946, pgs.140-144; y los recogidos por A. Correa
Ramn, Pasajes de alcohol y bohemia en RubnDaro, a travs de los
libros de memorias de Melchor Almagro, Rafael Cansinos-Assns
yFelipe Sassone en C. Cuevas Garca (ed.), op. cit., pgs.
283-292.
40 En El arte en silencio, Los raros (1896).41 De Divagaciones
en Las ltimas Noticias, Santiago de Chile, 8-II-1916.
-
Daro es a un tiempo el poeta del ideal y del humano cieno,
comoapunta Octavio Paz42. Los msicos, pintores, escultores y
poetas, reales eimaginarios, y ese yo, misterioso y constante como
una sombra, que pue-blan las pginas que salieron de la pluma del
genio de Metapa, represen-tan todo lo que l mismo quiso ser y lo
que fue. Apolo y Pan, deseo y rea-lidad, con Hugo fuerte y con
Verlaine ambiguo43.
Paco Mancebo Perales El poeta como personaje... en la obra de
Rubn Daro
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42 Octavio Paz, El caracol y la sirena, Cuadrivio, Mxico, Joaqun
Mortiz, 1965, pgs.38-39.
43 De Yo soy aquel que ayer no ms deca, Cantos de vida y
esperanza (1905).