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El “Otoño caliente” italiano de 1969: un momento de la recuperación histórica de la lucha de clases. (I) Submitted by RevistaInternacional on Febrero 13, 2010 - Lo que queda en la memoria del "Otoño caliente" italiano[1] , acaecido hace más de 40 años, es que fue un conjunto de luchas que hicieron temblar Italia, del Piamonte a Sicilia, y que motivaron un profundo cambio de la situación social y política de este país. Pero no ha de verse, en absoluto, como una especificidad italiana, pues a finales de los años 1960 asistíamos, sobre todo en Europa, al desarrollo sucesivos de luchas y de momentos de toma de conciencia por parte del proletariado que ponían de manifiesto un cambio trascendental: la clase obrera volvía a estar presente en la escena social, y retomaba su lucha histórica contra la burguesía, tras haber dejado atrás la larga noche de la contrarrevolución en que la habían sumido las derrotas de los años 1920, la Segunda Guerra Mundial, y la acción contrarrevolucionaria del estalinismo. El "Mayo del 68" en Francia[2] , así como las huelgas en Polonia del año 1970[3] , o las luchas en Argentina[4] , constituyen, junto al "Otoño caliente" italiano, los momentos más importantes del debut de esta nueva dinámica que acabo alcanzando a todos los países, y que abrió una nueva etapa de confrontación social que, con altos y bajos, perdura hasta ahora. Pero ¿cómo se llegó a ese "Otoño caliente"? Aleccionada por los acontecimientos de Mayo 68, la burguesía italiana - a diferencia de los que sí sucedió en Francia - no se dejó sorprender por la explosión de luchas de 1969 aunque no pudo evitar quedar desbordada por los acontecimientos. Tampoco es que éstos aparecieran como un relámpago en un cielo azul pues iban concurriendo multitud de factores, a escala nacional pero también internacional,
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El “Otoño Caliente” Italiano de 1969

Feb 07, 2016

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Lucas Malaspina

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El “Otoño caliente” italiano de 1969: un momento de la recuperación histórica de la lucha de clases. (I)

Submitted by RevistaInternacional on Febrero 13, 2010 -

Lo que queda en la memoria del  "Otoño caliente" italiano[1], acaecido hace más de 40 años, es que fue un conjunto de luchas que hicieron temblar Italia, del Piamonte a Sicilia, y que motivaron un profundo cambio de la situación social y política de este país. Pero no ha de verse, en absoluto, como una especificidad italiana, pues a finales de los años 1960 asistíamos, sobre todo en Europa, al desarrollo sucesivos de luchas y de momentos de toma de conciencia por parte del proletariado que ponían de manifiesto un cambio trascendental: la clase obrera volvía a estar presente en la escena social, y retomaba su lucha histórica contra la burguesía, tras haber dejado atrás la larga noche de la contrarrevolución en que la habían sumido las derrotas de los años 1920, la Segunda Guerra Mundial, y la acción contrarrevolucionaria del estalinismo. El "Mayo del 68" en Francia[2], así como las huelgas en Polonia del año 1970[3], o las luchas en Argentina[4], constituyen, junto al "Otoño caliente" italiano, los momentos más importantes del debut de esta nueva dinámica que acabo alcanzando a todos los países, y que abrió una nueva etapa de confrontación social que, con altos y bajos, perdura hasta ahora.

 

Pero ¿cómo se llegó a ese "Otoño caliente"?

Aleccionada por los acontecimientos de Mayo 68, la burguesía italiana - a diferencia de los que sí sucedió en Francia - no se dejó sorprender por la explosión de luchas de 1969 aunque no pudo evitar quedar desbordada por los acontecimientos. Tampoco es que éstos aparecieran como un relámpago en un cielo azul pues iban concurriendo multitud de factores, a escala nacional pero también internacional, que propiciaban una nueva atmósfera en la clase obrera de Italia, y sobre todo entre los jóvenes.

 

El clima internacional

Una franja muy importante de la juventud se hallaba, en todo el mundo, cada vez más sensibilizada por un conjunto de situaciones, entre las que destacan:

-          La guerra de Vietnam[5] que aparecía como el combate de David-Vietnam contra Goliat- USA. Indignados por las masacres causadas por el napalm, y otras atrocidades infligidas a la población civil por parte del ejército norteamericano, fueron muchos los que se sintieron movidos a identificarse con la resistencia del Viet Cong, y a tomar partido por el "pobrecito" Vietnam, en contra del poderoso "imperialismo" norteamericano[6];

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-          La epopeya del "Che" Guevara[7] aureolado como héroe de la lucha por la liberación de la humanidad, y más venerado aún después de su asesinato a manos del ejército boliviano y la CIA en Octubre de 1967;

-          Las acciones de los guerrilleros palestinos[8], y especialmente las del FPLP de George Habache, que tenían lugar en una atmósfera de reacciones hostiles al triunfo de Israel sobre Egipto, Siria y Jordania, en la llamada Guerra de los Seis Días en Junio de 1967;

-          Las expectativas despertadas en todo el mundo por el "comunismo chino", que se vendía como la auténtica expresión de la instauración del comunismo a diferencia del "comunismo soviético" burocratizado. Recordemos como "revolución cultural"[9] desencadenada por Mao Tse Tung entre 1966 y 1969, se presentaba como una lucha por el retorno a la ortodoxia en la aplicación del pensamiento marxista-leninista.

Lo cierto que ninguno de estos hechos tiene, ni por asomo, nada que ver con la lucha del proletariado por derrocar el capitalismo. Los horrores padecidos por la población vietnamita eran la consecuencia de los antagonismos imperialistas entre los dos bloques que entonces rivalizaban en el reparto del mundo; y la resistencia encarnada por los guerrilleros - fueran palestinos o guevaristas - no dejaba de ser otro momento de esa lucha a muerte entre ambos bloques por arrebatarle al otro el dominio de regiones del planeta. En cuanto a lo del "comunismo" chino, éste resultaba ser tan capitalista como el que se daba en la URSS; del mismo modo que la llamada "revolución cultural" era, en realidad, una pugna por el poder entre la fracción encabezada por Mao y la apadrinada por Deng Xiaoping y Liu Shaoqi.

Pero también es verdad que todos esos acontecimientos impactaban por el enorme sufrimiento humano que mostraban, y que inspiraban, en mucha gente, un profundo descontento frente a las violencias de la guerra, y sentimientos de solidaridad con las poblaciones que las padecían. En cuanto al maoísmo, si bien es cierto que no representaba en absoluto una solución a los males de la humanidad y sí una mistificación y por tanto una traba más en el camino hacia su emancipación, no es menos cierto que su "popularidad" ponía de manifiesto la creciente contestación internacional a la naturaleza verdadera del "comunismo" en Rusia.

En ese contexto, es comprensible que la explosión de luchas estudiantiles y obreras que representó el Mayo francés tuviera un amplio eco internacional, y que significase una verdadera referencia y un potente estímulo para los jóvenes y los proletarios en todo el mundo. No en vano Mayo 68 fue la demostración no sólo de que se podía luchar, sino que se podía ganar. Ese mismo Mayo, al menos en lo concerniente a su componente de luchas estudiantiles, había venido preparado por otros movimientos como los que se habían producido en Alemania con la experiencia de la Kritische Universität [Universidad Crítica][10], y la formación del Socialisticher Deutscher Stundentenbund - SDS - [Liga de los Estudiantes Socialistas de Alemania]; con la de los Provos en Holanda, o incluso con la del partido de los Black Panthers en Estados Unidos. Puede decirse que, de una manera u otra, todo lo que sucedía entonces en tal o cual rincón del planeta tenía un gran eco en el resto de países, pues existía una gran receptividad sobre todo entre los jóvenes obreros y estudiantes que tendrán especial protagonismo en los acontecimientos del "Otoño caliente". La angustia y la reflexión reinantes inspiraron a personajes carismáticos del mundo del espectáculo como Bob Dylan, Joan Baez, Jimmy

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Hendrix,... cuyas canciones evocaban reivindicaciones de las gentes históricamente reprimidas y explotadas (caso de la población negra en Norteamérica), reflejaban las atrocidades de la guerra (como Vietnam), y exaltaban la voluntad de emancipación.

 

La politización en el plano nacional

En Italia, como ya antes sucediera en Francia, el debilitamiento de la capa de plomo que representó el estalinismo durante los años de la contrarrevolución, permitió el desarrollo de un proceso de maduración política que constituyó un terreno propicio para que emergieran diferentes minorías que reanudaron un trabajo de búsqueda y clarificación. Por otro lado, la irrupción de una nueva generación de trabajadores, se tradujo en un ascenso de la combatividad que dieron lugar a características nuevas de la lucha y a experiencias de confrontaciones en la calle que marcaron a la clase obrera.

 

La experiencia de los "Quaderni Rossi" - QR - [Cuadernos Rojos].

Ya a principios de los años 1960, estando aún por tanto en plena contrarrevolución, empezaron a surgir pequeños grupos formados por elementos críticos con el estalinismo y que, en la medida de sus posibilidades, intentaban «volver a partir de cero». En aquel momento, el Partido Comunista Italiano (PCI), pasado a la contrarrevolución y completamente estalinizado - como el resto de PC's del planeta -, disponía de una base importante de miembros y simpatizantes, gracias en gran parte a la aureola heredada del antaño partido revolucionario fundado por Bordiga en 1921. Las dos décadas largas de fascismo en Italia y la desaparición de los partidos "demócratas", habían evitado al PCI, mucho más que al resto de PC's, ser identificado como enemigo de clase por parte de la gran mayoría de los trabajadores. Pero ya en la década de los años 1950 y sobre todo en la de los 60, empezaron a surgir, en el seno mismo del PCI, minorías que trataban de descubrir las verdaderas posiciones de clase, volviendo a leer sobre todo a Marx (entonces se leía menos a Lenin), y redescubriendo también a Rosa Luxemburgo.

Una de las experiencias más importante de aquel período fueron los Quaderni Rossi, un grupo nacido en el seno del PCI, y en torno a Raniero Panzieri, y que a lo largo de su existencia (1961-1966) apenas llegó a publicar seis números de una revista que, sin embargo, tuvo una relevancia enorme en la historia de la reflexión teórica de la izquierda en Italia. A esta revista hemos de remontarnos para buscar los orígenes de la corriente denominada "obrerismo" y de la que hablaremos más adelante, ya que los dos principales grupos del obrerismo italiano - Potere Operaio y Lotta Continua - provienen de esta misma matriz. La actividad de los Quaderni Rossi se repartía entre la relectura de El Capital, el "descubrimiento" de los Grundisse de Marx, y las investigaciones sobre la nueva composición de la clase obrera. Como señala la historia de Lotta Continua realizada por Aldo Cazzullo[11]: « Quaderni Rossi, la revista de Raniero Panzieri, Vittorio Foa, Mario Tronti y Alberto Asor Rosa, entre 1961 y 1966,  supone una avanzadilla de la intuición que supondrá el centro de la línea política de Lotta Continua: que la revolución  no surgirá de las urnas ni de los partidos (...); se trata de liberar la expresión del antagonismo entre los trabajadores y la explotación, antagonismo que no debe ser encauzado mediante acuerdos en las empresas y

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reformas, y sí sustraído de la tutela de sindicalistas e ingenieros, situando como eje la perspectiva del control de la producción y de un cambio global del sistema».

Panzieri aspiraba a reunir diferentes tendencias y distintos puntos de vista por muy alejados que estuvieran, pero en aquel momento, aún muy marcado por la contrarrevolución, esa empresa era irrealizable. Así «a principios de 1962, apenas iniciado el debate sobre el primer número de la revista, se marcharon los sindicalistas; y en julio de ese mismo año, tras los sucesos de la Piazza Statuto, hubo una primera salida de los intervencionistas (que publicaron luego el periódico "Gatto selvaggio" [Gato Salvaje]).»[12]

Paralelamente a esta experiencia de los QR, hubo otra, aunque ésta de menor calado político, esta vez en la región de Venecia, con el nombre de Progresso Venetto. El nexo entre ambas experiencias fue un personaje que había iniciado su carrera política como concejal del ayuntamiento de Padua y que luego se haría de lo más célebre. Hablamos de Toni Negri. Lo cierto es que Progresso Veneto se mantuvo desde Diciembre de 1961 a Marzo de 1962, y fue el centro en el que empezó a forjarse el "obrerismo" en la región veneciana, teniendo como referencia particular el complejo industrial de Porto Marghera. QR y Progresso Veneto actuaron en simbiosis durante un cierto tiempo, hasta que, en Abril de 1963, el  grupo veneciano sufrió una escisión entre "obreristas" y los socialistas más apegados al partido del que provenían.

Sin embargo la escisión más importante en el seno de QR se produjo en 1964 con la salida de una serie de miembros fundadores - Mario Tronti, Alberto Asor Rosa, Massimo Cacciari, Rita Di Leo, y otros - que decidieron constituir Classe Operaia [Clase Obrera]. Mientras Panzieri seguía dedicándose a una investigación de tipo sociológico sin impacto significativo en la realidad, Classe Operaia buscaba tener presencia e influencia inmediatas en la clase obrera, pues pensaba que la situación ya estaba madura para ello: «Para nosotros, su trabajo era como una sofisticación intelectual comparada con lo que nosotros creíamos que era una exigencia perentoria: hacer entender al sindicato como debía cumplir su oficio de sindicalista, y al partido, como llevar a cabo la revolución»[13].

A Classe Operaia, liderada por Mario Tronti, vendrían a sumarse una parte de los obreristas de Progresso Veneto. Al menos inicialmente contó con la participación de Negri, Cacciari y Ferrari Bravo. Pero esta nueva publicación afrontaba numerosas dificultades, y la redacción en Venecia de Classe Operaia empezó a distanciarse de la que estaba radicada en Roma. De hecho ésta se arrimó al regazo del PCI,  mientras los elementos venecianos crearon Potere Operaio (Poder Obrero), que inicialmente salía como suplemento (en forma de una hoja) de Classe Operaia. Ésta mantuvo su agonía desde 1965 hasta su último número en Marzo de 1967. En esa misma fecha nace Potere Operaio como periódico político de los obreros de Porto Marghera[14].

Al margen de Quaderni Rossi y sus diferentes epígonos, lo cierto es que en ese momento en Italia proliferaba una auténtica maraña de otras iniciativas editoriales, a veces surgidas de territorios culturales específicos como el cine o la literatura, pero que iban adquiriendo progresivamente contenido político y un cierto carácter militante. Citemos Giovane Crítica [Crítica Joven], Quaderni Piacentini [de la región de Piacenza], Nuovo Impegno [Empuje Nuevo], Quindici [Quince], o Lavoro Político,

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como ejemplos y componentes de esta progresiva maduración que conducirá a los acontecimientos de los años 1968 y 69.

Se ve pues que antes del estallido del "Otoño caliente" existió un largo trabajo político que permitió, al menos en algunas minorías, el desarrollo de una reflexión política y la recuperación, aunque fuese parcial, del patrimonio de los clásicos del marxismo. También es importante destacar que estas organizaciones obreristas que cobrarían un gran protagonismo en los años 70, se hallaban profundamente enraizadas en la cultura política del viejo PCI, y estaban formadas ya antes de la gran explosión de luchas de 1969 y de las luchas estudiantiles de 1968. Precisamente el hecho de haber tenido en el partido estalinista el punto de partida y de referencia, aunque fuese en negativo para criticarlo, supondrá, como veremos, la principal limitación de estos grupos obreristas y del  movimiento mismo.

 

La "nueva" clase obrera

A nivel social, el factor probablemente determinante del curso de los acontecimientos fue el fuerte crecimiento de la clase obrera en los años del milagro económico, a expensas de la población del campo y de las zonas periféricas del sur: «En resumen que nos encontrábamos ante una élite de obreros profesionales rodeados por una gran mayoría de trabajadores sin cualificación, que trabajaban ciclos sumamente breves, a veces incluso de segundos, sometidos a un cronometraje estricto, trabajando a destajo y sin perspectiva alguna de carrera profesional»[15]. Esta nueva hornada de trabajadores, en gran parte provenientes del sur, que no sabe lo que es el trabajo en las fábricas y tampoco sus imposiciones. Por otra parte se trata de obreros jóvenes que, en muchos casos, han conseguido su primer empleo. Apenas reconocen a los sindicatos. Y, lo que es más importante, no sufren el peso de las derrotas de décadas pasadas, de la guerra, del fascismo y de la represión. Sienten más bien la efervescencia de quienes descubren un mundo nuevo y quieren modelarlo como ellos quieren. Esta "nueva" clase obrera, joven, no politizada ni sindicalizada, sin ese lastre de la historia sobre ella, protagonizará, en gran parte, la historia del "Otoño caliente".

 

Los movimientos de julio de 1960, y losenfrentamientos de Piazza Statuto de julio del 62.

 Las luchas obreras del "Otoño caliente" tuvieron un significativo preludio en dos episodios importantes de lucha: las movilizaciones en las calles de Julio de 1960, y los enfrentamientos que tuvieron lugar en Turín en Julio de 1962.

Estos dos acontecimientos aunque aparentemente distantes de las luchas de 1968-69 constituyen, sin embargo, un antecedente importante. A través de ellos la clase obrera pudo calibrar cómo iba a ser tratada por el Estado.

Los movimientos de julio de 1960 surgieron a raíz de las protestas que, en toda Italia, suscitó la celebración en Génova de un congreso del partido neo-fascista. Tales

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protestas fueron salvajemente reprimidas: «En San Fernando de Apulia, los obreros estaban en huelga, como en toda Italia, por los convenios, siendo atacados a por la policía y dejando tres trabajadores heridos. En Licata, en la región de Agrigento [de Sicilia], tenía lugar una huelga general contra las condiciones de trabajo. El día 5, la policía y los carabineros cargaron y dispararon contra una manifestación encabezada por el alcalde DC [de la Democracia Cristiana], Castelli: el comerciante Vicenzo Napoli de 25 años resultó herido por un tiro. (...) Al día siguiente, una procesión que se dirigía hacia el santuario de San Paolo - el que fuera el último bastión de defensa de Roma contra los nazis - resultó atacada y sus asistentes violentamente apaleados. (...). Estalla una nueva huelga general. Se produce entonces una nueva y furiosa reacción del gobierno que da órdenes de disparar a dar, por lo que el día 7, en la ciudad de Reggio Emilia, se producen 5 muertes y 22 heridos por arma de fuego (...). El primer asesinado es Lauro Ferioli, un obrero de 22 años. A su lado, segundos después, cae Mario Serri, de 40 años, antiguo partisano. Los asesinos son dos agentes apostados entre los árboles- (...) Una ráfaga de ametralladora abate más tarde a Emilio Reverberi de 30 años. Cuando más tarde se oye a un comisario gritar furiosamente: "¡disparad a mansalva!", el que cae es Afro Tondelli de 35 años. Como puede verse en un documento fotográfico, resultó fríamente asesinado por un policía que incluso se arrodilló para acertar mejor,...»[16].

Ya es sabido que las fuerzas del orden jamás se han andado con contemplaciones cuando actúan contra los desfavorecidos o los trabajadores en lucha. Dos años más tarde veremos nuevamente esa violencia policial en los enfrentamientos de la Plaza Statuto de Turín, esta vez en un terreno claramente obrero. Resultó que dos sindicatos - la UIL y el Sindicato Italiano del Auto - que ya en aquel momento habían dejado claro el lado del que estaban, firmaron por su cuenta y a toda prisa un convenio con la dirección de FIAT que perjudicaban gravemente a los trabajadores: «Entonces entre 6 y 7 mil personas enfadadas tras conocer esto, se congregaron por la tarde en la Piazza Statuto, frente a la sede de la UIL. Durante dos días, esa plaza se convirtió en el escenario de durísimos choques entre los manifestantes y la policía. Los primeros, armados de hondas, palos y cadenas, rompieron escaparates y ventanas, levantaron rudimentarias barricadas, y cargaron una y otra vez contra el cordón policial. Estos, por su parte, embestían a la muchedumbre con su jeeps, y llenaban la plaza de gases lacrimógenos, y golpeaban a los manifestantes con las culatas de sus fusiles. Los choques se sucedieron hasta bien entrada la noche, así como el sábado 7 y el lunes 9 de Julio. Los dirigentes del PCI y del sindicato CGIL, Pajetta y Garavini, trataron infructuosamente de disuadir a los manifestantes de que se dispersaran. Al final mil manifestantes fueron detenidos y muchos de ellos encausados. La mayoría de ellos eran jóvenes obreros originarios del sur.»[17]

Dario Lanzardo ha realizado un muy lúcido[18] relato de esos acontecimientos, incluyendo los testimonios oficiales que dejan al desnudo toda la violencia gratuita ejercida por la policía y los carabineros, no sólo contra los manifestantes, sino también contra cualquiera que, desafortunadamente, pasara por allí. Al analizar las masacres perpetradas por las fuerzas del orden contra manifestaciones de trabajadores en lucha, desde el final de la guerra hasta el "Otoño caliente", puede entenderse mejor la diferencia entre el negro período de la contrarrevolución - cuando la burguesía tenía las manos libres por completo para hacer lo que quisiera contra la clase obrera - y la etapa caracterizada por la reanudación de las luchas obreras, en la que la clase explotadora prefiere poner por delante el arma de la mistificación ideológica y el trabajo de sabotaje

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de los sindicatos. Lo que, en realidad, cambiará con el "Otoño caliente", viendo éste como manifestación de esa reanudación de la lucha de clases tanto a escala nacional como internacional, es precisamente la relación de fuerzas entre las clases tanto en Italia como en todo el mundo. Esta es la clave para comprender la nueva etapa histórica que se abrió a finales de los años 1960, y no un presunto proceso de democratización de las instituciones. Y si no, analicemos cual fue la posición política que adoptó la burguesía ante estos acontecimientos. Para ello veamos la postura del PCI, que ilustra perfectamente el punto de vista de la clase a la que llevaba perteneciendo más de cuatro décadas: «l'Unitá [órgano del PCI], del día 9 de julio, definirá la revuelta como "intentos de provocación por parte de los hooligans",  y a los manifestantes como "elementos incontrolados y exasperados", "pequeños grupos de irresponsables", "jóvenes gamberros", "anarquistas", "internacionalistas",...»[19]

Del otoño estudiantil al "Otoño caliente"

Al hablar pues del "Otoño caliente" debemos huir de una visión excesivamente restrictiva de un acontecimiento que, como vemos, hunde sus raíces en una dinámica, tanto local como internacional, que se remonta a varios años antes. Por otra parte, a diferencia de lo que sucedió en el Mayo francés, este movimiento no se concentró en un par de meses, sino que se mantendrá a un alto nivel durante al menos dos años, 1968 y 1969, y cuyos coletazos abarcarán hasta finales de 1973.

El movimiento obrero estuvo marcado durante esos dos años, e incluso en los siguientes, por la explosión de las luchas de los estudiantes, el 68 italiano. Por ello hemos de analizar cada episodio para poder comprender el impresionante y progresivo desarrollo de la maduración de la lucha de clases que marca su regreso a la escena de la historia en Italia.

 

El 68 de los estudiantes

Tanto los institutos de secundaria como, sobre todo, las universidades, percibieron con gran intensidad las señales de un cambio de la fase histórica. El "boom" económico que había afectado a Italia, como al resto del mundo, tras el final de la guerra mundial, permitió  a las familias obreras disfrutar de un nivel de vida menos miserable, y a las empresas contra con un incremento masivo de su mano de obra. Las generaciones jóvenes de las clases menos favorecidas pudieron pues acceder a los estudios universitarios para formarse en un oficio, acceder a una cultura más amplia, y poder tener así la posibilidad de ascender a una posición social más satisfactoria que la de sus padres. Pero la entrada masiva de estas capas sociales más desfavorecidas a la Universidad, no significó únicamente un cambio de la composición social del estudiantado, sino también una cierta depreciación de la imagen de los titulados, puesto que ya no se preparaban para ocupar los puestos de dirección, sino para integrarse en la organización de la producción - industrial o comercial -, en las que se limita cada vez más la iniciativa individual. Este marco sociocultural explica - al menos en parte - las causas de los movimientos juveniles de aquel momento: contestación de un saber dogmático cuya detentación es el privilegio de una casta de mandarines universitarios que aplican métodos medievales como la meritocracia y la sectorialización, en una sociedad que se percibe envejecida y replegada sobre sí misma. Las manifestaciones

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estudiantiles tuvieron su aldabonazo, en Febrero de 1967, con la ocupación del Palacio Campana de Turín, extendiéndose luego a otras universidades como la Normal de Pisa, la facultad de sociología de Trento, e incluso la facultad católica de Milán, y así sucesivamente, avanzando de norte a sur, durante meses y meses hasta su explosión final en 1968. En ese momento los grupos políticos que alcanzarían fama en los años 1970 aún no existían, pero sí es cierto que en ese ambiente iban floreciendo las diferentes culturas políticas que serán la base de tales grupos. Entre aquellas experiencias, una de las que tendría más transcendencia en el futuro sería la de Pisa, en la que estuvo presente un grupo importante de elementos que ya publicaba un periódico llamado Il Potere Operaio (llamado "pisano" para distinguirle del otro, el surgido de Classe Operaia). Il Potere Operaio  se trataba ya en realidad de un periódico obrero puesto que era publicado como periódico de los trabajadores de la fábrica Olivetti de Ivrea. El grupo "pisano", en el que militaban la mayoría de los líderes más reconocidos de aquellos años, se distinguía, efectivamente, por hacer continuamente referencia a la clase obrera, y por dedicarse a intervenir en ella. Lo cierto es que más en general, en todo el movimiento universitario de aquella época, existía una fuerte tendencia a girar los ojos hacia la clase obrera, a ver en ella la referencia principal y la compañera ideal, aunque fuese de forma más o menos explícita. La mayoría de las ciudades simpatizaron con las protestas estudiantiles y era habitual ver como delegaciones de estudiantes se desplazaban a  las puertas de las fábricas para difundir panfletos, y, más generalmente, para establecer una alianza con el mundo obrero, que cada vez percibían con mayor claridad como su propio mundo. Esta identificación de los estudiantes como parte de la clase obrera llegará a ser incluso teorizada por alguno de los componentes del medio político más obrerista.

 

El desarrollo de las luchas obreras

Ya hemos señalado que en Italia, durante el año 1968, asistimos también al comienzo de importantes luchas obreras: «Durante la primavera de 1968, se produjeron en toda Italia, una serie de luchas en las fábricas que tenían como objetivo conseguir aumentos salariales iguales para todos que permitieran compensar los "magros" acuerdos de 1966. Entre las primeras fábricas en entrar en lucha se hallaba la Fiat, donde los trabajadores llevaban a cabo el conflicto más importante desde hacía más de 14 años. En Milán se ponían en huelga las Borletti, Ercoli Marelli, Magneti Marelli, Philips, Sit Siemens, Innocenti, Autelco, Triplex, Brollo, Raimondi, Mezzera, Rhodex, Siae Microelettronica, Seci, Ferrotubli, Elettrocondutture, Autobianchi, AMF, Fachini, Tagliaferri, Termokimik, Minerva, Amsco, y una veintena más de pequeñas empresas. (...) En un primer momento, la lucha era dirigida por los viejos activistas y por el sindicato exterior a la fábrica, por lo que la conducción se hacía más bien con formas autoritarias, pero un mes después, consiguieron imponerse los obreros más jóvenes que "criticaban duramente a los sindicalistas y a los miembros del CI[20] sobre la forma de luchar y sobre las etapas de la lucha", por lo que modificaron cualitativamente las formas de movilización, con piquetes muy duros, y con marchas dentro las fábricas para obligar a parar a los empleados. Una vez, estos trabajadores, prolongaron espontáneamente una huelga que había sido convocada para unas pocas horas, lo que forzó a los sindicatos a que les apoyaran. Este empuje de la juventud provocó una participación masiva en la lucha, una multiplicación de las horas de huelga, una proliferación de manifestaciones por las calles de Sesto San Giovanni [ciudad cercana a

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Milán], llegando incluso a derribar el pórtico del edificio que aloja la dirección de la compañía. Las huelgas continuaron a pesar de que Assolombarda [la asociación patronal de la región] planteara su finalización como condición para abrir las negociaciones. En ellas la participación de los obreros resultó masiva, pero casi nula en cambio entre otros empleados».[21]

A partir de ese momento todo va "in crescendo": «El balance del año 69 en la Fiat es un auténtico parte de guerra: 20 millones de horas de trabajo perdidas por las huelgas, 277 mil vehículos no producidos, "boom" de ventas (37% más) de coches extranjeros».[22]

Lo que cambia sustancialmente con las luchas del "Otoño caliente", es la relación de fuerzas en las fábricas. El obrero, explotado y humillado por los ritmos de trabajo, los controles, las continuas penalizaciones, etc. entra cotidianamente en conflicto con el patrón. La iniciativa obrera no se reduce únicamente a las horas de huelga, sino a cómo llevara a cabo esas huelgas. Se desarrolla rápidamente una lógica de rechazo del trabajo, que equivale a una lógica de negare a colaborar con la estrategia de la empresa, manteniéndose en cambio firmemente anclados en la defensa de las condiciones de vida obreras. Aparece, después, una nueva lógica que atañe a la modalidad de las huelgas, buscando que un mínimo esfuerzo por parte de los trabajadores cause el mayor daño a los patrones. Se trata de la huelga salvaje en la que participa un número reducido de trabajadores de los que, sin embargo, depende el ciclo completo de la producción. Mediante la rotación de la sección de trabajadores en huelga se conseguía mantener prácticamente bloqueada la fábrica con un mínimo "gasto" por parte de los obreros.

Otra expresión de ese cambio de la relación de fuerzas entre la clase obrera y la patronal son las marchas que tenían lugar en el interior mismo de las fábricas. Al principio estas marchas se producían en los largos pasillos y callejones de las factorías de Fiat o de las grandes empresas, y tenían un sentido sobre todo de protesta. Pero enseguida se convirtieron en una práctica adoptada por los obreros para convencer a los dubitativos[23], sobre todo a los empleados administrativos, para que se sumaran a la  huelga: «[Estas]  marchas partían siempre de Carrocerías, a menudo de la sección de Pintura. Se oía decir que tal o cual taller había vuelto al trabajo, o que habían concentrado a los no huelguistas en la sección 16, la de las mujeres. Entonces pasábamos y recogíamos a todo el mundo. Practicábamos la pesca de arrastre. Mirafiori [una de las grandes factorías del grupo Fiat], esta llena de corredores y pasos estrechos donde nadie podía esquivarnos. Pero muy pronto ya no fue necesario. Apenas nos veían, mucha gente ralentizaban la cadena y nos seguían».[24]

En lo tocante a la representatividad obrera, lo característico de este período es la consigna. "Todos somos delegados" que implicaba el rechazo a cualquier mediación sindical e imponer a la patronal una relación de fuerzas directa en plena lucha obrera. Es importante detenerse en esta consigna que se irá propagando a lo largo de todas las luchas hasta llegar a impregnar la lucha de clase de esos años. Esta experiencia es valiosísima sobre todo hoy cuando minorías proletarias dudan pues quieren luchas fuera de los sindicatos, pero no saben como hacerlo careciendo de un reconocimiento por parte del Estado.

Esto no supuso problema alguno para los trabajadores en el momento del "otoño caliente", que cuando hacía falta, luchaban, y se ponían en huelga al margen de las

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convocatorias sindicales y de sus directrices. En ese momento, la lucha de los trabajadores es expresión de una enorme combatividad, de una voluntad largo tiempo contenida de responder a las intimidaciones del patrón. Por ello no precisa para expresarse de motivos u objetivos inmediatos, sino que se estimula a sí misma, crea una relación de fuerzas, y va modificando progresivamente el estado de espíritu de la clase obrera. El sindicato ni tiene en todo esto más que una presencia efímera. Lo cierto es que tanto el sindicato como la burguesía tienen que permanecer todos estos años un tanto agazapados, dada la fortaleza de la lucha obrera. En realidad lo único que pueden hacer es tratar de mantener la cabeza fuera del agua, acompañar el movimiento, y evitar verse superados por él. Por otra parte es también verdad que una reacción tan potente por parte de la clase obrera es expresión, igualmente, de una falta de implantación de los sindicatos en el proletariado y por tanto de su capacidad para prevenir e incluso bloquear la combatividad, como, en cambio, sí sucede hoy. Con ello no queremos decir en absoluto que existiese una fuerte conciencia antisindical en la clase obrera. De hecho, los obreros actuaban al margen de los sindicatos y no contra ellos, aunque sí se dieran avances significativos de la conciencia, como ilustra el caso de los Comités Unitarios de Base (CUB), en la zona de Milán: «los sindicatos son "profesionales de la negociación" que han escogido, junto a los llamados partidos obreros, la vía de la reforma, es decir la vía del acuerdo global y definitivo con los patronos».[25]

Durante los años 1968-69, las luchas y las manifestaciones obreras actúan como una verdadera apisonadora, estallando en ocasiones momento de una fuerte tensión como por ejemplo cuando en las luchas de la región de Siracusa (en Sicilia), tuvieron lugar los enfrentamientos de Avola[26], o los de Battipaglia [en la región de Campania] donde se dieron choques sumamente violentos[27]. Pero fueron los enfrentamientos de Corso Trajano en julio de 1969 en Turín, los que marcaron un hito en esta dinámica. En esta ocasión, el movimiento de clase en Italia alcanzó un momento culminante en cuanto a la confluencia entre el movimiento obrero y el de las vanguardias estudiantiles. Los estudiantes que, efectivamente, disponían de más tiempo libre y podrían moverse mejor, consiguieron realizar una importante aportación a la clase obrera en lucha, que a su vez, gracias a la juventud que empezaba a despertar, tomó conciencia de su alienación, y expresó su voluntad de acabar con la esclavitud de las fábricas. La conjunción de estos dos mundos dará un fuerte impulso a las luchas que tuvieron lugar en 1969, y en particular a esta de Corso Trajano. Citamos a continuación un largo extracto de una hoja redactada por la asamblea obrera de Turín el 5 de Julio, que no sólo representa un  excelente informe sobre lo que allí sucedió, sino que además es un documento de una enorme calidad política:

«La jornada del 3 de Julio no es un episodio aislado o una explosión incontrolada de revuelta. Llega tras cincuenta días de luchas que han agrupado una enorme cantidad de obreros, bloqueando por completo el ciclo de producción, y que han representando el punto más alto de autonomía política y organizativa que hayan alcanzado nunca las luchas obreras, destrozando toda capacidad de control por parte de los sindicatos.

Habiendo sido completamente expulsados de la lucha obrera, los sindicatos han tratado de sacarnos de las fábricas y de reconquistar el control mediante un llamamiento a una huelga general de 24 horas para que se congelasen los alquileres. Pero una vez más les ha sobrepasado. Las huelgas simbólicas que se convierten en vacaciones, con algunos desfiles aquí y allá no sirven más que a los burócratas. En manos de los trabajadores, la huelga general se convierte en una ocasión para unirse,

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para generalizar la lucha que está teniendo lugar en la fábrica. La prensa de todos los colores se niega a contar lo que está pasando en la Fiat, o bien miente sobre ello. Es el momento de romper esta conjuración del silencio, de salir del aislamiento, de comunicar a todos, con la realidad de los hechos, la experiencia de los trabajadores de Mirafiori.

Cientos de obreros y de estudiantes decidieron en asamblea convocar, para el día de la huelga, una gran manifestación que partiría de Mirafiori, y recorrería los barrios populares para sumar a los trabajadores de las diferentes fábricas. (...)

Esto ya era demasiado para los patronos. Antes mismos de que se formase la manifestación, un ejército de matones y de policías se lanzó sin avisar contra la multitud, golpeando, deteniendo y lanzando granadas lacrimógenas (...). En poco tiempo no son solo las vanguardias de obreros y estudiantes las que se enfrentan a la policía, sino toda la población obrera del barrio. Se levantan barricadas y se responde a las cargas de la policía con cargas por nuestra parte. La batalla continúa durante horas y horas y la policía se ve obligada a batirse en retirada. (...)

En ese proceso, el control y la mediación de los sindicatos se han visto sobrepasados. Además de los objetivos parciales, la lucha ha significado:

-          El rechazo de la organización capitalista del trabajo.

-          El rechazo del salario subordinado a las exigencias del patrón para la producción.

-          El rechazo de la explotación dentro y fuera de las fábricas.

Las huelgas, las manifestaciones, las asambleas internas, han hecho saltar por los aires la división entre los trabajadores, y han hecho madurar la organización autónoma de la clase, planteándose como objetivos:

-          En la fábrica conservar siempre la iniciativa contra el sindicato.

-          Aumento igual para todos de 100 liras en el salario base.

-          Segunda categoría para todos.

-          Reducciones reales de la jornada de trabajo.

(...) La lucha de los obreros de la Fiat ha reproducido, de hecho, y a un nivel masivo, los objetivos que ya habían sido formulados a los largo de los años 1968-69 por las luchas de la mayores concentraciones obreras de Italia, de Milán a Porto Marghera, de Ivrea a Valdagno. Esos objetivos son:

-          Aumento importante de los salarios de base, iguales para todos.

-          Abolición de las categorías.

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-          Reducción inmediata y drástica de la jornada laboral sin disminución de salarios.

-          Igualdad inmediata y completa entre obreros y otros empleados.»[28]

Como hemos dicho, en esta hoja quedan reflejados toda una serie de puntos fuertes del "Otoño caliente". Empezando por la igualdad, es decir la reivindicación de aumentos salariales iguales para todos independientemente de la categoría a la que se pertenezca, y no subordinados a la productividad del trabajo. Y también la recuperación de tiempo libre para los trabajadores para poder tener una vida personal, para poder hacer política, etc. De ahí la reivindicación de la reducción de la jornada laboral y el rechazo explícito del trabajo a destajo.

En ese mismo documento se informa que, partiendo de esa base, los obreros turineses reunidos en asamblea tras los enfrentamientos del 3 de julio, proponen a todos los obreros italianos emprender una nueva fase de la lucha de clases más radical, que hiciera avanzar, en base a los objetivos planteados por los obreros mismos, la  unificación política de todas las experiencias autónomas de lucha que se habían dado hasta ese momento.

A tal fin se convocó en Turín mismo, una reunión nacional de comités y vanguardias obreras:

1.- Para intercambiar y unificar las diferentes experiencias de lucha, tomado como referencia lo que había sido la lucha en Fiat.

2.- Para poner a punto los objetivos de la nueva fase de la confrontación de clases que, partiendo de las condiciones materiales en que están los trabajadores, deberá trastocar toda la organización social capitalista.

Tal acto se celebró los días 26 y 27 de Julio en el Palacio de los Deportes de Turín como "reunión nacional de vanguardias obreras". En él, trabajadores de toda Italia que dan cuenta de las huelgas y manifestaciones en las que han tomado parte, discuten y avanzan reivindicaciones tales como la supresión de las categorías, la reducción de la jornada de trabajo a 40 horas semanales, aumentos salariales absolutos e iguales para todos y no porcentuales, así como la igualación con otros empleado: «Toda la industria italiana estaba allí representada. Por orden de intervención y tras la Mirafiori, hablaron los de la Petroquímica de Marghera, la Dalmine y Il Nuovo Pignone de Massa [en la Toscana], la Solvay de Rossignano, la Muggiano de La Spezzia, la Piaggio de Pontedera, la Italsider de Piombino, la Saint Gobain de Pisa, las Fatme, Autovox, Sacet y Voxon de Roma, los de la SNAM, Farmitalia, Sit Siemens, Alfa Romeo y la Ercole Marelli de Milán, la Ducati y la Weber de Bolonia, la Fiat de Marina de Pisa, la Montedison de Ferrara, la Ignis de Varese, la Necchi de Pavia, la Sir de Porto Torres [en Cerdeña], los técnicos de la RAI de Milán, los obreros de la Galileo Oti de Florencia, los Comités Unitarios de Base de la Pirelli, los trabajadores del arsenal de La Spezia».[29] Lo nunca visto: una asamblea de todas las vanguardias obreras de Italia, un momento de afirmación de la clase obrera que sólo puede darse en momentos de un fuerte ascenso de la combatividad obrera, como fue, efectivamente, el "Otoño caliente".

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Los meses siguientes son los que quedarán en la memoria como el "Otoño caliente" y supondrán una continuación de esa misma tónica. Los numerosos episodios de lucha - de los que existe una interesante documentación fotográfica en la página web del diario La Repubblica[30]- se encadenan uno tras otro a toda velocidad. Ahí va una selección no exhaustiva:

02/09: huelga de los trabajadores y empleados de Pirelli por la prima de producción y derechos sindicales. En la Fiat, los obreros de las secciones 32 y 33 de la factoría Mirafiori entran en lucha, desoyendo las órdenes sindicales, contra la discriminación de empresa sobre los cambios de categoría;

04/09: Agnelli, el patrón  de la Fiat, pone en la calle a 30 mil trabajadores;

05/09: el intento de las direcciones sindicales por aislar a las vanguardias obreras se salda con un fracaso, y Agnelli se ve obligado a retirar los despidos;

06/09: más de 2 millones de trabajadores del metal, de empleados de la construcción y de las industrias químicas, se ponen en lucha por la renovación de sus convenios salariales;

11/09: tras la ruptura de las negociaciones sobre la renovación del convenio, 1 millón de trabajadores del metal están en huelga en toda Italia. En Turín, 100 mil obreros bloquean la Fiat;

12/09: huelga nacional de trabajadores de la construcción. Todas las obras del país se encuentran cerradas. Se producen manifestaciones de metalúrgicos en Turín, Milán y Tarento;

16 y 17/09: huelga de 28 horas en todo el territorio nacional de los obreros de las empresas químicas. También huelga nacional en las cementeras. Nueva jornada de lucha de los obreros de la construcción;

22/09: manifestación de 6 mil trabajadores de la Alfa Romeo por las calles de Milán. Jornada de lucha de los trabajadores del metal en Turín, Venecia, Módena y Cagliari;

23 y 24: nueva huelga general de 48 horas de los obreros de las industrias cementeras;

25/09: cierre patronal en la Pirelli con la consiguiente suspensión de empleo por un período indeterminado de 12 mil trabajadores. Se produce una inmediata reacción de los obreros que bloquean todas las entidades de ese grupo industrial;

26/09: manifestación de trabajadores del metal en Turín con 50 mil obreros partiendo de la Fiat. Huelga general en Milán, y manifestaciones de cientos de miles de trabajadores que imponen así a la Pirelli que ponga fin al lockout. Se desarrollan también manifestaciones multitudinarias en Florencia y Bari;

29/09: Manifestaciones de metalúrgicos, obreros de las empresas químicas y de la construcción en Porto Marghera, Brescia y Génova;

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30/09: huelga de los trabajadores de la construcción en Roma, manifestación de 15 mil obreros del metal en Livorno;

07/10: huelga de metalúrgicos de la provincia de Milán. Nueve manifestaciones que agrupan a más de 100 mil trabajadores confluyen en la Plaza del Domo de esa ciudad;

08/10: huelga general en toda Italia de los trabajadores del sector químico. Huelga en la región de Terni. Manifestaciones de trabajadores del sector del metal en Roma, Sestri [junto a Génova], Piombino [junto a Livorno], Marina di Pisa y L'Aquila;

09/10: más de 60 mil trabajadores del metal están en huelga en Génova. En la región Friuli y Venecia Julia;

10/10: se celebra, por vez primera, una asamblea dentro de los talleres de Fiat en Mirafiori. También en el interior de otras factorías del grupo tienen lugar asambleas y marchas. La policía carga en el exterior de los establecimientos. Huelga en la factoría de Italsider en Bagnoli [un barrio de Nápoles], contra las sanciones a 5 obreros,

16/10: los empleados de los hospitales, de los ferrocarriles, de Correos, los trabajadores de las administraciones locales y los jornaleros agrícolas, entran en lucha por la renovación de sus convenios. En las regiones de Palermo y de Matera tienen lugar sendas huelgas generales;

22/10: a los obreros de 40 fábricas de Milán se les concede el derecho a hacer asambleas;

08/11: se firma el convenio de los trabajadores de la construcción que incluye un aumento del 13% para los jornales más bajos, la reducción gradual de la jornada de trabajo hasta las 40 horas semanales, y el derecho a realizar asambleas en las obras;

13/11: durísimos enfrentamientos entre la policía y trabajadores en Turín;

25/11: huelga general de los trabajadores de las industrias químicas;

28/11: cientos de miles de obreros del metal animan en Roma, en defensa de sus reivindicaciones, una de las manifestaciones más importantes y más combativas que hayan tenido nunca lugar en Italia;

03/12: huelga total de los obreros de carrocerías de Fiat, y manifestación de empleados de las administraciones locales;

07/12: se alcanza un acuerdo para los trabajadores de las industrias químicas que contempla un aumento salarial de 19 mil liras al mes para todos, una jornada laboral de 40 horas semanales en 5 días, y tres semanas de vacaciones pagadas;

08/12: consecución de un convenio en las empresas metalúrgicas en las que participa el estado, con un aumento salarial, igual para todos, de 65 liras más por horas, la paridad legal entre trabajadores y otros empleados, así como el derecho a celebrar asambleas en el interior de las empresas y durante las horas de trabajo (por tanto remuneradas), hasta

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un límite de 10 horas al año. Se pacta igualmente una reducción de la jornada hasta las 40 horas semanales;

10/12: huelga general de los obreros agrícolas en lucha por un pacto nacional con cientos de miles de ellos manifestándose por toda Italia. Se inicia la huelga de los trabajadores de las compañías petroleras privadas por la renovación de su convenio;

19/12: huelga nacional de los trabajadores de la industria en solidaridad con el conflicto de los metalúrgicos. Nueva huelga general de los jornaleros agrícolas;

23/12: se firma el acuerdo para el nuevo convenio de los trabajadores del metal que concede 65 liras más por hora para los trabajadores y 13500 liras más al mes para otros empleados; una paga extraordinaria, así como el derecho a celebrar asambleas en el trabajo, el reconocimiento de los representantes sindicales de empresa, y la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales;

24/12: se llega, tras cuatro meses de lucha, al pacto nacional para los trabajadores agrícolas que reconoce la progresiva reducción de la jornada a 42 horas semanales, y 20 días de vacaciones pagadas[31].

Este impresionante encadenamiento de luchas no obedece únicamente al fuerte empuje de la clase obrera, sino que es también resultado de las maniobras sindicales que buscaban continuamente dispersar y espaciar los diferentes focos de lucha tratando de evitar que estos estuvieran activos simultáneamente, aprovechando para ello los diferentes vencimientos y ámbitos de aplicación, en las distintas empresas y sectores, de sus respectivos convenios. Este fue el medio del que se valió la burguesía para conseguir que el descontento profundo y generalizado, no desembocase en un incendio  social generalizado.

Y es que este formidable despliegue de combatividad obrera, acompañado de momentos significativos de clarificación en la clase obrera, tropezará en los meses siguientes con numerosos e importantes obstáculos. La burguesía italiana, como todas las que en aquel momento hubieron de hacer frente al despertar de la clase obrera, no permaneció de brazos cruzados, sino que combinó junto a las cargas brutales y frontales de sus cuerpos de policía, otros medios, más sibilinos, para hacer frente a ese desafío. Lo que analizaremos en la segunda parte de este artículo es como la capacidad por parte de la burguesía para recuperar el control de la situación se basó en la explotación de las debilidades de un movimiento proletario que, a pesar de su enorme combatividad, carecía aún de una clara conciencia de clase e incluso de vanguardias que contaran con la madurez y la claridad necesarias para cumplir su papel.

 

01/11/2009

Ezechiele

 

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[1] Empezó en Julio de 1969 y se prolongó durante varios meses.

[2] Véanse en la Revista Internacional nº 133 y nº 134 , del año 2008, los artículos titulados Mayo 1968 y la perspectiva revolucionaria

[3] Véase Lucha de clases en Europa del Este (1970-1980) en la Revista Internacional nº 100

[4] Durante los años 1973-74, tuvieron lugar el "Cordobazo", la huelga de Mendoza y la oleada de luchas que sacudieron el país de norte a sur. Aún sin alcanzar un carácter insurreccional, focalizaron toda la situación social y representaron la señal del despertar del proletariado en América del Sur. Véase: Revueltas populares en Argentina: Solo la afirmación del proletariado en su terreno podrá hacer retroceder a la burguesía, en la Revista Internacional nº 109, año 2002.

[5] Véase Notas sobre la historia de la política imperialista de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra mundial (2ª parte) en la Revista Internacional nº 114

[6]  Como relata Alessandro Silj en su libro (en italiano). Malpaese, criminalità, corruzione e política nell'Italia della prima Republica 1943-1994, editado por Donzelli, Roma 1994, p. 92: «Así nació el  eslogan "La Universidad es nuestro Vietnam", puesto que si los guerrilleros vietnamitas luchaban contra el imperialismo americano, los estudiantes hacían su revolución contra el poder y el autoritarismo académico»

[7] Ver en Acción Proletaria nº 198, el artículo "Che" Guevara: mito y realidad (a propósito de una correspondencia). Igualmente ver - en francés  el artículo de Révolution Internationale nº 388: Algunos comentarios sobre una apología de Ernesto "Che" Guevara (a propósito de un libro de Besancenot).

[8] Ver el artículo El conflicto Judíos/Árabes: la posición de los internacionalistas en los años 30: textos de Bilan nº 30 y 31, en la Revista Internacional nº 110,  así como la serie Notas sobre la historia de los conflictos imperialistas en Oriente Medio (1º, 2ª y 3ª parte), en la Revista Internacional nº 115, 117, y 118, respectivamente. También puede verse (en francés) el artículo: Enfrentamientos entre Hamás y Fatah: la burguesía palestina es tan sanguinaria como las demás en Révolution Internationale nº 381.

[9] Véase (en francés) el articulo El maoísmo: producto esencial de la contrarrevolución, en Révolution Internationale nº 371, así como la serie China 1928-1949: eslabón de la guerra imperialista (1º y 2ª parte) en la Revista Internacional nº 81 y 84 respectivamente. Recomendamos así mismo el artículo (en italiano): China: El capitalismo de Estado: origen de la Revolución Cultural, en Rivoluzione Internazionale (órgano de la CCI en italiano) nº 5 y 6.

[10] Ver el libro (en italiano), Controcultura e política nel Sessantotto italiano

[11] Aldo Cazzullo, I ragazzi che volevano fare la rivoluzione. 1968-1978, Storia critica di Lotta Continua. Sperling & Kupfer Eds. Pag. 13

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[12] Luca Barbieri, Il Caso 7 aprile. Cap III. Véase (en italiano) http://www.indicius.it/7aprile_02htm ¿????

[13] Entrevista realizada a Rita Di Leo en el trabajo (en italiano) L'operaismo degli anni sessanta. Dai "Quaderni Rossi" a "Classe Operaia". Giuseppe Trotta y Fabio Milana. Ed. DeriveApprodi. Consultable ne Internet en http://www.deriveapprodi.org/admi/articoli/allegati/2.Dossier_operaismo.pdf ¿??

[14] Luca Barbieri, Il Caso 7 aprile. Cap III. Consultable en italiano en http://www.indicius.it/7aprile_02htm ¿????

[15] Ver el libro (en italiano): La guardia rossa racconta. Storia del Comitato Operaio de la Magneti Marelli (La guardia roja nos lo cuenta. Historia del Comité Obrero de la Magneti Marelli), de Emiliano Manseti, Ediciones Colibri, pag. 25.

[16] Giorgio Frasca Polara, Tambroni [presidente del Consejo de ministros] e il luglio "caldo" del 60. Ver http://www.libertaegiustizia.it/primopiano/pp_leggi_articolo.php?id=2803&id_titoli_primo_piano=1

[17] La rivolta operaia di Piazza Statuto del 1962, http://lotteoperaie.splinder.com/post/5219182/la+rivolta+operaia+di+piazza+S.

[18] Dario Lanzardo, La rivolta di Piazza Statuto, Torino, Luglio 1962, Ed Feltrinelli

[19] La rivolta operaia di Piazza Statuto del 1962, http://lotteoperaie.splinder.com/post/5219182/la+rivolta+operaia+di+piazza+S.

[20] CI son las siglas de Comisiones Internas. Oficialmente se trataban de estructuras de representación de los trabajadores en los conflictos de empresa, aunque en realidad eran una expresión del control sindical sobre los obreros. Funcionaron precisamente hasta el "Otoño caliente", cuando fueron reemplazadas por los Comités de Fábrica (CdF).

[21] Ver La guardia rossa racconta. Storia del Comitato Operaio de la Magneti Marelli (La guardia roja nos lo cuenta. Historia del Comité Obrero de la Magneti Marelli), de Emiliano Manseti, Ed. Colibri, pag. 37.

[22] Aldo Cazzullo, I ragazzi che volevano fare la rivoluzione. 1968-1978, Storia critica di Lotta Continua. Sperling & Kupfer Eds. Pag. 75-76.

 

[23] En las luchas obreras en España de finales de los 60 y primeros 70, esta práctica recibía el nombre de "culebras" pues también los obreros entraban y salían de los talleres y tajos, para sumar a más compañeros. En muchos casos lo que inicialmente era una delgada línea, acababa siendo gruesa como una pitón. [Nota de la traducción al español].

[24] Aldo Cazzullo, I ragazzi che volevano fare la rivoluzione. 1968-1978, Storia critica di Lotta Continua. Sperling & Kupfer Eds. Pag. 60.

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[25] Documento del CUB de la Pirelli en Bicocca [un barrio de Milán]: "Ibm y Sit Siemens", citado en el libro de Alessandro Silj, Mai piu senza fucile [Nunca más sin fusil], Ed. Vallechi, Florencia 1977, pags. 82-84

[26] «La lucha emprendida por los trabajadores agrícolas de la provincia de Siracusa el 24 de Noviembre, a la que se sumaron los jornaleros del campo de Avola, reivindicaba un aumento de los jornales, y la eliminación de las diferencias de salario y de jornada laboral entre las dos zonas en que estaba dividida la provincia, la aprobación de una ley que obligase al cumplimiento de los contratos, así como la puesta en marcha de las comisiones paritarias de control, que se habían acordado en la lucha de 1966, pero que jamás habían funcionado. (...) Los obreros agrícolas bloquearon las carreteras y sufrieron las cargas de la policía. El 2 de Diciembre Avola participa masivamente en una huelga general. Los jornaleros volvieron a bloquear por la noche la carretera nacional en Noto [otro pueblo de la zona] contando con la presencia de obreros a su lado. Por la mañana llegaron las mujeres y los niños. Hacia las 14 horas, el Vicequestore [subcomisario de policía] de Siracusa, un tal Samperisi, dio orden de atacar a la compañía móvil reforzada por una venida de Catania (...) Ese día la brigada móvil efectúo tres cargas disparando contra una multitud que pensaba que eran disparos de fogueo. Los jornaleros trataron de encontrar un refugio y algunos respondieron lanzando piedras. Este escenario de auténtica batalla duró cerca de media hora. Finalmente Piscitello, un diputado comunista, recogió del asfalto más de dos kilos de proyectiles. El balance fue de dos jornaleros muertos, Angelo Sigona y Giuseppe Scibilia, y 48 heridos, 5 de ellos graves». (www.italia.atacc.org/spip/spip/php?article2259)

[27] «Nos echamos a la calle con la habitual generosidad de los jóvenes que se sumaban a los trabajadores y las trabajadoras que estaban en huelga contra el cierre de las fábricas de tabaco y de azúcar. El cierre de estas industrias, como el de sus auxiliares, ponía en crisis a toda la ciudad, puesto que la mitad de sus habitantes obtenía del trabajo de ellas sus únicos ingresos. La huelga general aparecía como la única alternativa, y así lo sintió el conjunto de la población que participó masivamente. Incluso entre muchos estudiantes, aunque no fuesen de Battipaglia, se sentía esa necesidad de tomar  parte dado que comprendíamos la importancia de esas dos manufacturas para la economía de la ciudad. Teníamos un motivo adicional para una huelga general y era el solidarizarnos con los compañeros de la fábrica de tabaco que llevaban diez días encerrados en la iglesia de Santa Lucia. El espectro de una gran crisis pesaba sobre la ciudad, puesto que ya se habían cerrado algunas fábricas conserveras, por lo que un autentico drama se avecinaba para miles de trabajadores que inevitablemente perderían su trabajo. (...) Muy rápidamente se produjeron momentos de tensión que, como sucede frecuentemente, se transformaron en verdaderos movimientos. Battipaglia se convirtió en el escenario de violentos enfrentamientos, levantándose barricadas, se cerraron las salidas de las calles y se ocupó la estación. La policía cargó, y lo que debería haber sido una gran jornada de solidaridad con quienes  querían conservar su puesto de trabajo, se convirtió en una auténtica insurrección popular. El resultado fueron dos muertos, centenares de heridos, decenas de vehículos (tanto de la policía como de particulares) incendiados, y destrozos incalculables. Para conseguir imponerse a una ciudad herida y encolerizada, las fuerzas del orden hubieron de emplearse a fondo durante casi 20 horas» (Testimonio

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ofrecido en el blog: massimo.delmese.net/189/9-aprile-1969-9-aprile-2009-a-40-anni-dai-moti-di-battipaglia/)

[28] http://www.nelvento.net/archivio/68/operai/traiano02.htm

[29] Aldo Cazzullo, I ragazzi che volevano fare la rivoluzione. 1968-1978, Storia critica di Lotta Continua. Sperling & Kupfer Eds. Pag. 67.

[30] http://static.repubblica.it/milano/autunnocaldo/

[31] Extraído del sitio Internet: http:/www.pmli.it/storiaautunnocaldo.htm

El Otoño Caliente italiano de 1969 (2ª parte) - Un momento de la reanudación de la lucha de clases

Evocamos la gran lucha que llevó a cabo la clase obrera en Italia a finales de los años 60, y que pasó a la historia con el nombre de "Otoño Caliente".

Corriente Comunista Internacional | Para Kaos en la Red | 19-2-2011

www.kaosenlared.net/noticia/otono-caliente-italiano-1969-2-parte-momento-reanudacion-lucha-clases

  El Otoño Caliente italiano de 1969 (2ª parte)Un momentode la reanudación de la lucha de clases

En el artículo anterior (Revista Internacional nº 140) evocamos la gran lucha que llevó a cabo la clase obrera en Italia a finales de los años 60, y que pasó a la historia con el nombre de "Otoño Caliente", aunque tal denominación resulte un poco restrictiva ya que, como pusimos de manifiesto en dicho artículo, esta fase de luchas se extendió a lo largo de 1968 y 1969, y dejó profundas secuelas para los años siguientes. También pusimos de manifiesto que estas luchas en Italia fueron uno de los muchos episodios de un proceso de recuperación, a escala internacional, de la lucha de clases, tras el largo período de contrarrevolución mundial que siguió a la derrota de la oleada revolucionaria de los años 20. En la conclusión de ese primer artículo ya señalamos que esa formidable floración de combatividad obrera y que se vio acompañada de importantes momentos de clarificación para ésta, tropezó, no obstante, con muy serios obstáculos en los años siguientes. La burguesía italiana, como la de todos los países que tuvieron que bregar con ese despertar del proletariado, no permaneció mucho tiempo de brazos cruzados y sí, en cambio, se afanó en buscar las trampas ideológicas que, junto a las intervenciones directas de los cuerpos represivos, le permitieran enfrentarse a ese desafío. En esta segunda parte del artículo vamos a analizar cómo esa capacidad de maniobra de la burguesía se basó, en gran parte, en la explotación de las debilidades de un movimiento proletario que, a pesar de su formidable combatividad, no contaba con una conciencia de clase clara. Incluso sus propias vanguardias carecían de la madurez y la claridad necesarias para cumplir su papel.

Las debilidades de la clase obrera durante el Otoño Caliente

La principal causa de las debilidades mostradas por la clase obrera en aquel momento radica en el impacto de la profunda ruptura orgánica que sufrió el movimiento obrero a

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consecuencia de la derrota de la oleada revolucionaria de los años 20, a lo hay que sumar el dominio asfixiante del estalinismo. Éste tuvo un efecto doblemente negativo contra la conciencia de la clase obrera. Por un lado se arrasó todo el patrimonio político de la clase, confundiendo la perspectiva del comunismo con los programas interclasistas de las nacionalizaciones e incluso la propia lucha de clases con los combates en "defensa de la patria" ([1]). Pero, por otra parte, la aparente continuidad entre la oleada revolucionaria de los años 20 y la fase de la más atroz contrarrevolución, con las purgas estalinianas y la masacre de millones de trabajadores en nombre del "comunismo", grabó en la mente de la gente - ayudado por la propaganda burguesa interesada en presentar a los comunistas como seres ávidos de poder, para oprimir y ejercer el terror sobre los demás -, la idea de que tanto el marxismo como el leninismo debían ser rechazados o, al menos, profundamente revisados. Y por ello cuando la clase obrera se despertó, tanto en Italia como a escala internacional, no contó con organización revolucionaria alguna que, apoyada en sólidas bases teóricas, pudiera ayudarle en ese esfuerzo de recuperación de la senda de la lucha. Si se mira bien, casi todos los nuevos grupos constituidos al calor de ese resurgir de las luchas obreras de finales de los años sesenta, aunque se apoyen en un estudio de los clásicos, lo hacen partiendo de apriorismos críticos que no les ayudarán a conseguir lo que pretendían. Pero es que, además, incluso las formaciones de la Izquierda Comunista que habían sobrevivido a la contrarrevolución, tampoco habían salido indemnes de esta larga travesía. Los consejistas, legado casi extinto de la experiencia heroica de la Izquierda Germano-Holandesa de los años 20, se hallaban aún aterrorizados por el papel nefasto que podría jugar en el futuro un Partido degenerado que, al igual que el partido estalinista, estableciera su dominación sobre el Estado y sobre el proletariado, por lo que preferían resguardarse en el papel de "participantes en las luchas", sin jugar papel alguno de vanguardia y guardándose muy para ellos el bagaje de las lecciones del pasado. Otro tanto cabe decir, hasta cierto punto, de los bordiguistas y de la Izquierda Italiana posterior a 1943 (nos referimos a Programme Communiste y Battaglia Comunista) quienes, por el contrario, se llenan la boca reivindicando el papel del partido. Sin embargo, y paradójicamente, su incapacidad para comprender la etapa en la que nos encontrábamos, sumada a esa especie de adoración por el partido que combinan con una subestimación de las luchas obreras que se desarrollan sin contar con las organizaciones revolucionarias, les condujo a una incapacidad para reconocer en el Otoño Caliente italiano, y en general en las luchas de finales de los años 60, los signos del resurgir histórico de la clase obrera internacional. Debido a ello, su presencia en aquellos momentos, fue prácticamente nula ([2]). En consecuencia, los nuevos grupos políticos que se formaron durante los años 60, sea por la desconfianza con la que afrontaron el estudio de las experiencias políticas precedentes, sea por la falta de referencias políticas ya en ese presente, lo cierto es que se vieron empujados a reinventar posiciones y programas de acción. El problema, en todo caso, es que el punto de partida de esa "reinvención" era siempre la experiencia vivida en el viejo y decrépito partido estalinista. Eso explica por qué esta nueva generación de militantes, que se oponían manifiestamente a esos partidos y a los sindicatos, que se distanciaban de los partidos de izquierda pero también, en parte, de la tradición marxista, buscasen una vía revolucionaria en lo "novedoso" que ellos creían ver en la movilización en la calle. De ahí su tendencia a caer en el espontaneismo y en el voluntarismo que ellos veían en las antípodas de los usos tradicionales del estalinismo ya fuera en su versión más rancia (la URSS y el Partido Comunista de Italia, PCI) o la moderna (de los "pro-chinos").

La ideología dominante en el Otoño Caliente: el obrerismo

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Ese es el contexto en que se desarrolla el obrerismo ([3]), que resultó ser la ideología imperante durante el Otoño Caliente: es decir la lógica reacción de los proletarios que estaban protagonizando el resurgir de la lucha, contra las estructuras asfixiantes y burocratizadas del PCI ([4]), como quedó muy bien reflejada en la intervención de un trabajador de la empresa OM de Milán en la asamblea de la recién constituida Lotta Continua celebrada en el Palacio de los Deportes de Turín en Enero de 1970: "A diferencia del Partido Comunista a nosotros no nos dirigen cuatro burgueses (...) Nosotros no actuaremos como el PCI porque aquí serán los obreros quienes guíen la organización" ([5]).

Especialmente severo es el análisis que se desarrolla sobre los sindicatos: "No creemos que se pueda cambiar el sindicato "desde dentro", ni que debamos construir uno nuevo más "rojo", más "revolucionario" o más "obrero", sin burócratas. Nosotros pensamos que el sindicato es un engranaje del sistema de los patronos,... al que hay que combatir como se combate a los patronos" ([6]).

En este artículo queremos mostrar los principales aspectos de ese obrerismo, especialmente la versión de éste defendida por Toni Negri - que sigue siendo aún hoy uno de los representantes más conocidos de esta corriente política -, para poder comprender donde residía su fuerza así como las causas que le llevaron al hundimiento en los años siguientes. Para ello nos basaremos en el trabajo de Toni Negri, Dall'operaio massa all'operaio sociale. Intervista sull'operaismo ([7]). Para empezar veamos cómo se define este obrerismo: "Lo que se conoce como "obrerismo" nace y se conforma como tentativa de respuesta política a la crisis del movimiento obrero de los años 50, crisis que vino fundamentalmente determinada por los acontecimientos históricos que tuvieron lugar en el movimiento en torno al XXº Congreso" ([8]).

En este pasaje aparece ya claramente cómo, pese a plantearse una ruptura radical con las fuerzas políticas de la izquierda, la definición que de ellas - y en especial del PCI - se hace, es totalmente inadecuada y carente de una comprensión teórica en profundidad. Así, el punto de partida se fija en la presunta "crisis del movimiento obrero de los años  50", cuando lo cierto es que eso que se menciona como "movimiento obrero" es ya, en esa época, la Internacional de la contrarrevolución estalinista, ya que la oleada revolucionaria ya había sido derrotada en los años 20, y la mayoría de los líderes políticos obreros habían sido aniquilados, bien directamente fusilados o desperdigados. Esta ambigüedad ante el PCI pone de manifiesto esa especie de relación de "amor-odio" hacia el partido de origen, y explicará por qué, pasado el tiempo, muchos de estos dirigentes "obreristas", no hayan tenido inconveniente alguno en volver al redil ([9]).

El obrerismo se asentó, en sus orígenes, sobre lo que se definía como "obrero-masa", es decir esa nueva generación de trabajadores que, en gran parte provenientes del Sur del país, en una fase de expansión y modernización de la industria que se extendió desde mediados de la década de 1950 a los primeros años 60, sustituyó la vieja imagen del trabajador de oficios. Esta nueva generación estaba encadenada a un trabajo no cualificado y repetitivo. El hecho de que esta componente del proletariado, joven y carente de experiencia, resultase menos vulnerable a los cantos de sirena del estalinismo y del sindicalismo y mucho más proclive a lanzarse a la lucha, condujo a los obreristas de aquel momento a dejarse llevar por un análisis de tipo sociológico según el cual el PCI habría venido a ser una expresión de las capas de los trabajadores gremiales, o sea

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de una aristocracia obrera ([10]). Más adelante comprobaremos las consecuencias que tuvo en las alternativas políticas esta especie de purismo social.

De la concepción partidista a la disolución del movimiento

El contexto de los años 60, la enorme fuerza y la duración del movimiento de clase en la Italia de entonces, la ausencia de una experiencia que habría podido ser transmitida directamente por organizaciones proletarias preexistentes, hizo creer a esa generación de jóvenes militantes que, en ese momento, nos hallábamos a las puertas de una situación revolucionaria ([11]). Era necesario, por tanto, establecer frente a la burguesía una relación permanente de conflicto, una especie de dualidad de poder. Incumbía pues a los grupos que entonces defendían esa idea (sobre todo Potere Operaio) tomar la voz cantante en las discusiones en ese movimiento (a eso se le llamaba "actuar como un partido"), y desarrollar una acción continua y sistemática contra el Estado. Así lo refería Toni Negri: "La actividad política de Potere Operaio será pues la de agrupar sistemáticamente el movimiento de la clase, las diferentes situaciones, los distintos sectores de la clase obrera y del proletariado, y llevarlos al límite, a momentos de enfrentamiento de masas que puedan causar estragos a la realidad del Estado tal y como se presenta. El ejercicio de un contrapoder, como contrapoder ligado a experiencias particulares, pero que aspira siempre a afianzarse cada vez más, y a actuar contra el poder del Estado: este es también un tema esencial del análisis y una función que debe cumplir el organizador" ([12]).

Desgraciadamente, la falta de una crítica profunda a las prácticas del estalinismo condujo a estos grupos, tanto a los obreristas como a los que no lo eran, a permanecer anclados en concepciones retomadas en realidad de ese mismo estalinismo. Valga como ejemplo el concepto de la "acción ejemplar", que lleva a las masas a comportarse de una determinada forma. Esta idea estuvo muy en boga en aquellos años:

"Yo no tenía ideas pacifistas", declaró Negarville, uno de los jefes del servicio de orden que buscó y consiguió provocar los enfrentamientos con la policía en el Corso Traiano (el 3 de julio de 1969 y que ocasionaron 69 policías heridos y 160 manifestantes arrestados).

"La idea de una acción ejemplar que provocase la reacción de la policía, formaba parte de la teoría y la praxis de Lotta Continua desde el principio. Los enfrentamientos en las calles son como los combates obreros por los salarios, ambos cumplen una función al principio del movimiento", decía Negarville. Nada había peor que una manifestación pacífica o un convenio aceptable. Lo que contaba no era la consecución de los objetivos, sino la lucha, precisamente la lucha continua ([13]).

Será esa misma lógica la que, más adelante, impulse a distintas formaciones terroristas a desafiar al Estado a espaldas de la clase obrera, partiendo de la suposición de que cuanto más se ataque al corazón del Estado, más se enardece la combatividad obrera. La experiencia nos ha demostrado, por el contrario, que cada vez que grupos terroristas han usurpado la iniciativa a la clase obrera, sometiéndola objetivamente a una situación de chantaje, lo que de verdad han ocasionado es la parálisis de la clase obrera ([14]).

Lo cierto es que esa continua búsqueda de la confrontación acabó ocasionando no sólo un agotamiento de las energías, sino también que estos grupos obreristas carecieran del

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espacio necesario para una seria reflexión política: "La vida organizativa de Potere Operaio estuvo de hecho continuamente interrumpida por la necesidad de responder a envites que, cada vez más frecuentemente, hacían imposible una respuesta masiva. Además el arraigo en las masas era habitualmente muy débil, lo que excluía la posibilidad de hacer frente a tales emplazamientos" ([15]).

Por otra parte, el movimiento de lucha de clases, tras haber manifestado un gran impulso a principios de los 70, comenzó sin embargo a declinar, lo que condujo a que se acabe la experiencia de Potere Operaio, y se disuelva el grupo en 1973: "... cuando comprendimos que el problema que se nos planteaba era insoluble dada la situación y la relación de fuerzas existente, decidimos disolvernos. Si no alcanzábamos con nuestras fuerzas a resolver el problema en ese momento, habría de ser la fuerza del movimiento de masas quien lo resolviera de una u otra manera, o al menos proponer una nueva forma de planteárselo" ([16]).

La hipótesis de partida, o sea que presentían un ataque del proletariado contra el capital, un ataque permanente y creciente que haría posible las condiciones materiales de construcción de "un nuevo partido revolucionario", quedó en seguida en entredicho pues no correspondía a esa realidad negativa de un "reflujo" de la lucha.

Y en vez de tomar esto en consideración, los obreristas se dejaron llevar por un creciente subjetivismo que les hacía creer que sus luchas habían llevado al sistema económico a la crisis. Poco a poco fueron desprendiéndose de toda base materialista en sus análisis y acabaron abrazando planteamientos definitivamente interclasistas.

Del obrerismo a la autonomía obrera

Las consignas políticas características del obrerismo iban cambiando y a veces unas cobraban más intensidad que otras, pero si hay una constante de las posiciones de Potere Operaio (y del obrerismo en general) es esa exigencia de un enfrentamiento continuo al Estado, una oposición permanente que sirviese tanto como signo de acción política como demostración de la propia vitalidad. Lo que, en cambio, sí fue variando gradualmente fue la referencia a la clase obrera, o mejor dicho a la imagen del trabajador de referencia que, cuando fueron escaseando las luchas, pasó del obrero-masa al llamado "obrero social". Esta modificación de la referencia social es la que explica en cierta forma toda la evolución, o más bien involución, posterior del obrerismo.

Para tratar de justificarse, el obrerismo recurrió a explicar que eran en realidad los propios capitalistas quienes trataban de desembarazarse de la amenaza de la combatividad proletaria antes concentrada en la fábrica, dispersando al proletariado en el territorio. "... la reestructuración capitalista comenzó a identificarse como una colosal operación sobre la composición de la clase obrera, operación de disolución de la forma en que la clase se había constituido y formado en los años 70. En esos años prevalecía la figura del obrero-masa como bisagra de la producción capitalista y de la producción social de valor concentrada en la fábrica. La reestructuración capitalista se ha visto obligada, dada la rigidez política que articula producción y reproducción, a apostar por el aislamiento del obrero-masa en la fábrica respecto al proceso de socialización de la producción y a la imagen del trabajador que se hacía más socialmente difusa. Por otra parte y dado que el proceso de producción se extendía socialmente, la ley del valor comenzaba a operar apenas formalmente, es decir que ya

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no operaba sobre la relación directa entre el trabajo individual, determinado, y la plusvalía arrebatada, sino sobre el conjunto del trabajo social" ([17]).

La imagen referencial de la clase obrera pasaba a ser ese llamado "obrero social", una imagen difusa y fantasmal que, pese a las precisiones de Negri ([18]), resultaba sumamente indefinida puesto que en el movimiento de aquella época había un poco de todo.

En realidad la transformación del obrero-masa en obrero social supuso la disolución del obrerismo (caso de Potere Operaio), o su degeneración en el parlamentarismo (como sucedió con Lotta Continua), y el surgimiento de un nuevo fenómeno: el de la autonomía obrera ([19]), que pretendió ser la continuación, en forma de movimiento, de la experiencia obrerista.

Autonomía Obrera nació en el Congreso de Bolonia en 1973, en un momento en que todo un sector de la juventud se veía reflejado en esa figura del obrero social inventado por Toni Negri. Para ese "joven proletariado" la liberación no pasa por la conquista del poder sino por el desarrollo "de un área social que encarnase la utopía de una comunidad que despierta y se organiza al margen del modelo económico, del trabajo y también del régimen asalariado" ([20]), o sea en la puesta en práctica de un "comunismo inmediato". La política se convierte en una actividad "lujuriosa", dictada y sometida a los deseos y las necesidades. Este "comunismo inmediato" que se construye en torno a centros sociales en los que confluyen los jóvenes de los barrios populares, se traduce, en la práctica, en una multiplicación de acciones directas entre las que destacan sobre todo las "expropiaciones proletarias", que se imaginan como una fuente de "salario social", las "auto-extenciones" y las "ocupaciones de locales" tanto públicos como privados, así como experiencias confusas de autogestión y vida alternativa. Ese voluntarismo que les hace confundir sus deseos con realidades, se irá acentuando hasta el punto de imaginarse a una burguesía sometida a los asaltos del obrero social: "... ahora, en cambio, la situación italiana está dominada por la existencia de un irreductible contra-poder radical que, sencillamente, nada tiene que ver con el obrero de la fábrica, con la situación definida por el "Estatuto de los Trabajadores", o por tal o cual construcción institucional post-sesentayochesca. Al contrario. Estamos en una situación en la que en el seno de todo el proceso de reproducción, y esto ha de subrayarse, la autoorganización obrera es una adquisición ya definitiva" ([21]).

Ese análisis no se circunscribe a la situación italiana, sino que se proyecta a nivel internacional, sobre todo a los países más desarrollados desde un punto de vista económico, como Estados Unidos o Gran Bretaña. Ese convencimiento de que el movimiento obrero está en una posición de fuerza es tan grande que hace pensar a Toni Negri (y a los autónomos de esa época) que el Estado capitalista se dedica a rascarse el bolsillo para tratar de contener la ofensiva proletaria aumentando los ingresos de los trabajadores: "... se trata de fenómenos que conocemos perfectamente en economías más avanzadas que la nuestra, fenómenos que ya han tenido lugar a lo largo de los años 60 tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña, donde verdaderamente han buscado bloquear el movimiento, por un lado mediante la destrucción de las vanguardias subjetivas del movimiento, pero por otro, y de manera muy importante, a través de la capacidad de control que se basa en una enorme disponibilidad de dinero, sobre una enorme articulación de la distribución de los ingresos" ([22]).

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Así pues, y dado que según ellos "todo el proceso del valor ha desaparecido", no es de extrañar que los patronos estuvieran dispuestos incluso a renunciar a ganar dinero si con ello conseguían "restaurar las reglas de la acumulación" y "socializar de forma completa los instrumentos de control y de dominación" ([23]). Creían pues que su lucha había logrado desestabilizar el Estado llevándolo a una crisis, sin darse cuenta de que lo que aumentaba en la calle era el número de jóvenes cada vez más alejada del mundo de la fábrica y del trabajo, y que por tanto cada vez menos capaz de imponer una relación favorable de fuerzas frente a la burguesía.

En ese período se puso muy de moda el concepto de "auto valorización obrera", que trascendía lo relacionado con las conquistas materiales, refiriéndose más bien a los llamados "momentos de contrapoder", o sea "momentos políticos de autodeterminación, de separación de la realidad de clase, de aquello que representa, globalmente, la realidad de la producción capitalista" ([24]). En ese contexto, la "conquista proletaria de ingresos", sería capaz de "destruir, a veces, la ecuación de la ley del valor" ([25]). Aquí se confunde la capacidad de la clase obrera de conseguir salarios más altos y reducir así la parte de la plusvalía que le arrebatan los capitalistas, con una pretendida "destrucción" de la ley del valor. Por el contrario, y tal y como ha demostrado toda la historia del capitalismo, la ley del valor se ha mantenido en vigor incluso en los países del llamado "socialismo real" (es decir los países del Este, los falsamente llamados "comunistas").

De todo esto cabe deducir que en ese medio de la Autonomía Obrera existía la ilusión de que el proletariado podría crear y disfrutar, aún en el seno de la sociedad burguesa, de posiciones de contrapoder relativamente "estables", cuando lo cierto es que esa relación de "doble poder" es una situación precaria característica en realidad de los períodos revolucionarios en los que o bien evoluciona hacia una ofensiva victoriosa de la revolución proletaria, con la afirmación de un poder exclusivo de la clase obrera y la destrucción del poder burgués, o bien degeneran hacia una derrota de la clase obrera.

Esta importante desconexión con la realidad material, es decir con las bases económicas de la lucha, fue la que condujo a la Autonomía Obrera a un desarrollo fantasioso y estudiantil de sus posiciones políticas.

Una de las posiciones más arraigadas entre los militantes de la Autonomía Obrera era la del rechazo del trabajo, muy directamente relacionada con la llamada teoría de las necesidades. Es cierto que el trabajador debe procurar no dejarse aplastar por la lógica de los intereses de los patronos, y que debe reivindicar la satisfacción de sus necesidades fundamentales, pero a esto los teóricos de la Autonomía Obrera superponían una teoría que iba más allá, y que identificaba la autovalorización obrera con el sabotaje de la maquinaria de la patronal, hasta el extremo de pretender que ese sabotaje proporciona placer. Puede verse, por ejemplo, el deleite con que Negri describe la libertad conquistada por los trabajadores de la Alfa Romeo cuando se ponían a fumar en la cadena de producción sin ocuparse de los prejuicios que eso podía suponer a la producción. Es indudable que en ciertos momentos se experimenta una enorme satisfacción al hacer algo que ha sido estúpidamente prohibido, o en empeñarse en realizar algo que se pretende impedir con el uso arrogante de la fuerza. Es verdad que eso procura una satisfacción no solo psicológica sino física también. Pero ¿qué tiene eso que ver con lo que dice Negri cuando afirma que el hecho de fumar es "una cosa súper

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importante (...) casi tan importante, desde un punto de vista teórico, como el descubrimiento de que es la clase obrera la que determina el desarrollo del capital" ?

Para Negri, la "esfera de las necesidades" no es la de las necesidades materiales, objetivas, naturales, sino algo que se va creando poco a poco, que "atraviesa y consigue dominar, todas las ocasiones ofrecidas por la contracultura".

De cierta forma, ese legítimo rechazo a dejarse alienar, no solo material sino también mentalmente, en el puesto de trabajo, y que se expresa en las infracciones a la disciplina laboral, se presenta, en cambio, como: "... un formidable salto cualitativo: un hecho que nos remite exactamente a la dimensión de la expansión de las necesidades. Que significa, de hecho, gozar del rechazo al trabajo, y ¿qué, sino, podría significar más que haber construido en su propio seno, una serie de capacidades materiales que resultan completamente alternativas al ritmo trabajo-familia-bar, y útiles para la ruptura de ese mundo cerrado, descubriendo en la experiencia de la revuelta, capacidades y un poder alternativo radical?" ([26]).

Lo cierto es que estas divagaciones quiméricas y totalmente vacías de perspectiva llevaron al obrerismo, en esta versión del obrero social, a degenerar completamente dispersándose en un montón de iniciativas aisladas unas de otras, esperando cada una de ellas reivindicar la satisfacción de las necesidades de tal o cual categoría, pero muy lejos de ser esa expresión de la solidaridad de clase que se había forjado durante el Otoño Caliente y que no volverá a aparecer hasta que, más tarde, la clase obrera vuelva a tomar la palabra.

Reacciones del Estado y epílogo del Otoño Caliente

Ya dijimos al principio de este artículo que la capacidad de recuperación de la burguesía se basó, en gran parte, en las debilidades del movimiento obrero que hemos mostrado. Hay que señalar, sin embargo, que la burguesía que, en primer momento resultó cogida por sorpresa, sí fue capaz de lanzar, a continuación, un ataque sin precedentes contra el movimiento obrero, tanto de forma directa - mediante la represión -, como empleando todo tipo de maniobras.

La represión

Arma clásica de la burguesía contra su enemigo de clase aunque no el arma decisiva que le permite crear verdaderamente una relación de fuerzas a su favor. Entre octubre de 1969 y enero de 1970, hubo más de 3 mil imputaciones contra obreros y estudiantes.

"Más de tres mil estudiantes y obreros fueron perseguidos entre octubre de 1969 y enero de 1970. Se rescataron artículos del código penal fascista tales como "propaganda subversiva" o "incitación al odio entre las clases". La policía y los carabineros confiscaban los libros de Marx, Lenin y el Che Guevara" ([27]).

El juego fascismo/antifascismo

Esta es un arma clásica contra los movimientos estudiantiles - aunque menos para los conflictos con la clase obrera - que consiste en desviar las movilizaciones hacia el terreno estéril de enfrentamientos callejeros entre bandas rivales, aunque para ello la

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burguesía deba apelar, solo hasta cierto punto, a su discurso más "democrático y antifascista". Se trata, en definitiva, de hacer volver los corderos al redil.

La estrategia de la tensión

Fue sin duda la obra maestra de la burguesía en aquel momento y con la que consiguió cambiar sustancialmente el clima político. Todo el mundo recuerda la masacre del Banco Nacional de la Agricultura en la Plaza Fontana de Milán el 12 de diciembre de 1969, que dejó 16 muertos y 88 heridos. Pero lo que quizá no sepa todo el mundo o quizá no recuerde, es que desde el 25 de abril de 1969, Italia venía sufriendo una serie ininterrumpida de atentados: "El 25 de abril explotaron dos bombas en Milán, una en la Estación Central y la otra - que dejó una veintena de heridos - en el stand de Fiat en la Feria. El 12 de mayo, tres artefactos explosivos, dos en Roma y otro en Turín, no explosionaron de puro milagro. En julio, el semanario Panorama se hacía eco de rumores de un golpe de Estado por parte de la derecha. Grupos neofascistas lanzan un llamamiento a la movilización, y el PCI puso a sus secciones en estado de alerta. El 24 de julio, un artefacto de similares características a los de Roma y Turín, es localizado, antes de explotar, en el Palacio de Justicia de Milán. Los días 8 y 9 de agosto, se producen ocho atentados contra instalaciones ferroviarias que ocasionan importantes destrozos y algunos heridos. El 4 de octubre en Trieste, un explosivo depositado en una escuela primaria y preparado para estallar a la salida de los niños, no explota por un problema técnico, acusándose a un militante del grupo (de extrema derecha, N de T) Avanguardia Nazionale. En Pisa, el 27 de octubre, el balance de una jornada de enfrentamientos entre policía y manifestantes que se movilizaban contra una manifestación de fascistas griegos e italianos, es de 1 muerto y 125 heridos. (...) El 12 de diciembre, cuatro artefactos explosivos estallan en Roma y en Milán. Los tres de Roma no causan víctimas, pero el de Milán, emplazado en la Plaza Fontana frente al Banco de la Agricultura, mata a 16  personas e hiere a 88. Un quinto artefacto explosivo, también en Milán, se encuentra intacto. Así comienza, en Italia, lo que efectivamente se ha definido como la larga noche de la República" ([28]).

En el período siguiente, el ritmo de estos atentados disminuyó algo aunque sin llegar a desaparecer nunca del todo. Entre 1969 y 1980 se produjeron 12.690 actos y momentos de violencia por motivos políticos que causaron 362 muertos y 4.490  heridos, de los que directamente atribuibles a atentados son, respectivamente, 150 y 551. El primero de ellos el referido de la Plaza Fontana. El más mortífero (85 muertos y 200 heridos) el de la Estación de Bolonia en agosto de 1980 ([29]).

"... El Estado violento apareció inesperadamente ante nuestros ojos: organizando los atentados, saboteando las investigaciones, deteniendo a inocentes, matando a uno de ellos (Pinelli), y contando además con la bendición de algunos periódicos y de la TV: el 12 de diciembre supuso el descubrimiento de una dimensión imprevista de la lucha política, y la revelación de la amplitud del frente contra el que debíamos batirnos (...) Con lo de la Plaza Fontana descubríamos un nuevo enemigo: el Estado. Antes los adversarios habían sido los profesores, los capataces o el patrón. Las referencias eran transnacionales procedentes de diferentes regiones del mundo: Vietnam, el Mayo francés, los Panteras Negras, China. La revelación del Estado terrorista abría un nuevo horizonte a las luchas: el de los complots, el de la instrumentalización de los neofascistas" ([30]).

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Es evidente que el objetivo de esta estrategia era amedrentar y desorientar a la clase obrera, intimidándola con las bombas y la sensación de inseguridad, lo que, al menos en parte, sí consiguió. Pero es que además tuvo otro efecto verdaderamente mucho más nefasto. Si lo de Plaza Fontana ponía al descubierto, al menos para una minoría, que era el Estado el verdadero enemigo, aquel con quien de verdad había que ajustar cuentas, eso provocó que una serie de elementos del proletariado y también estudiantes se orientaran hacia el terrorismo como método de lucha.

El acicate a la dinámica terrorista

La práctica del terrorismo se convirtió así en la vía que llevó a muchos camaradas muy combativos, aunque con veleidades aventureras, a la destrucción de sus vidas y su implicación militante, en una práctica que nada tiene que ver con la lucha de clases. Esta práctica condujo a los peores resultados por cuanto ocasionó un retroceso de toda la clase obrera ante la doble amenaza de la represión del Estado por un lado, y del chantaje "brigadista" y terrorista por otro.

La recuperación por parte de los sindicatosa través de los Consejos de Fábrica

El último elemento, aunque no en orden de importancia, en que se apoyó la burguesía, fueron los sindicatos. Al no poder contar solo con la represión para poder mantener controlados a los trabajadores, los patronos, que durante los años de la posguerra hasta en vísperas del Otoño Caliente, se habían manifestado hostiles al sindicalismo, se volvieron luego de lo más democráticos y entusiastas de las buenas relaciones laborales. El engaño residía, lógicamente, en que aquello que no se logra "por las malas" trata de conseguirse "por las buenas", buscando el diálogo con los sindicatos considerados como interlocutores únicos con los que lograr el control de las luchas y de las reivindicaciones obreras. Esta extensión del campo de actuación democrática de los sindicatos tendrá su principal exponente en el desarrollo de los llamados Consejos de Fábrica, una forma de sindicalismo de base en los que no es necesario estar afiliado para participar, que suscitó en los trabajadores la ilusión de que habían sido ellos mismos quienes los habían creado y que, por tanto, podían confiar en estas nuevas estructuras para continuar su lucha. Lo cierto es que la lucha de los trabajadores, aunque en muchas ocasiones se mostró muy crítica sobre el papel que jugaban los sindicatos, no consiguió hacer una crítica radical de ellos, limitándose a denunciar su inconsecuencia.

Para concluir...

En estos dos artículos hemos intentado demostrar por un lado la fuerza y las potencialidades de la clase obrera y, por otro, la importancia que tiene que su acción sea respaldada por una conciencia clara del camino a recorrer. El hecho de que los proletarios que despertaron a la lucha a finales de los años 60, tanto en Italia como en todo el mundo, no dispusiesen de la memoria de las experiencias del pasado, y que solo pudieran contar con la experiencia empírica que pudieran, poco a poco, acumular, constituyó una de las principales debilidades del movimiento.

Hoy, en las distintas evocaciones que se realizan respecto al 68 francés o al Otoño Caliente italiano, son muchos los que se pierden en suspiros nostálgicos de una época que ven lejana, puesto que creen imposible que luchas así puedan volver a aparecer.

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Nosotros pensamos lo contrario. De hecho el Otoño Caliente, el Mayo francés y el conjunto de luchas que sacudieron la sociedad capitalista en todo el mundo, constituyeron simplemente el principio de la reanudación de la lucha de clases, que los años siguientes han visto un desarrollo y una maduración de la situación. Hoy, en particular, existe a escala mundial una presencia más significativa de vanguardias políticas internacionalistas (aunque ultraminoritarias, todavía) pero que, a diferencia de los grupos esclerosados del pasado, son capaces de debatir entre ellas, de trabajar y de intervenir conjuntamente, puesto que el objetivo común de todas ellas es el desarrollo de la lucha de clase ([31]). Además, en el conjunto de la clase, no vemos únicamente una combatividad que hace posible la eclosión de luchas en muchos rincones del mundo ([32]). Existe también el sentimiento difuso de que esta sociedad en la que vivimos, no tiene ya nada que ofrecer ni en el terreno económico ni en el ámbito de la seguridad frente a las catástrofes medioambientales, las guerras, etc. Y ese sentimiento tiende a amplificarse hasta el extremo de que empezamos a oír hablar de la necesidad de una revolución a personas que carecen por completo de experiencia política. Al mismo tiempo, sin embargo, la mayoría de esas mismas personas creen que la revolución es imposible, que los explotados no tendrán la fuerza necesaria para derribar el sistema capitalista:

"Puede resumirse esta situación así: a finales de los 60, la idea de que la revolución era posible podía estar relativamente extendida, pero la idea de que fuera indispensable no podía imponerse. Hoy, al contrario, la idea de que la revolución sea necesaria puede tener un eco nada desdeñable pero que sea posible está poco extendida.

"Para que la posibilidad de la revolución comunista pueda ganar un terreno significativo en la clase obrera, es necesario que ésta pueda tomar confianza en sus propias fuerzas, y eso pasa por el desarrollo de sus luchas masivas. El enorme ataque que está sufriendo ya a escala internacional debería ser la base objetiva para esas luchas. Sin embargo, la forma principal que está tomando hoy este ataque, los despidos masivos, no favorece, en un primer tiempo, la emergencia de tales movimientos. En general (...) las épocas de fuerte incremento del desempleo no son propicias para luchas más importantes. El desempleo, los despidos masivos, tienen tendencia a provocar cierta parálisis momentánea de la clase. (...) Por eso, si, en el periodo venidero, no asistiéramos a una respuesta de envergadura frente a los ataques, no habría por ello que considerar que la clase ha renunciado a luchar por la defensa de sus intereses. En una segunda etapa, cuando sea capaz de resistir a los chantajes de la burguesía, cuando se imponga la idea de que solo la lucha unida y solidaria pueda frenar la brutalidad de los ataques de la clase dominante, sobre todo cuando ésta intente hacer pagar a todos los trabajadores los colosales déficits presupuestarios que se están acumulando ya a causa de los planes de salvamento de los bancos y de "relanzamiento" de la economía, será entonces cuando podrán desarrollarse mejor combates obreros de gran amplitud" ([33]).

Este sentimiento de impotencia ha pesado y pesa aún en la actual generación de proletarios y explica, en parte, las dudas, los retrasos y la falta de reacción frente a los ataques de la burguesía. Pero hemos de ver a nuestra clase con la confianza que nos proporciona el conocimiento de su historia y de sus luchas pasadas. Y hemos de trabajar para volver a unir las luchas del pasado con las del presente. Hemos de intervenir en las luchas para animarlas y darles confianza en el futuro, acompañando y estimulando la reconquista por el proletariado de la conciencia de que el futuro de la humanidad reposa

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sobre sus espaldas, pero también que él tiene la capacidad de llevar a cabo esta inmensa tarea.

Ezechiele (23/8/2010)

[1]) Véase sobre todo el nefasto papel desempeñado en esto por la "resistencia antifascista" que invocando una supuesta "lucha por la libertad", sirvió, en realidad, para llevar a los trabajadores a servir de carne de cañón en las pugnas entre fracciones de la burguesía, primeramente en la Guerra de España (1936-1939), e inmediatamente después en la Segunda Guerra mundial.

[2]) "Al haber formado el Partido en 1945, cuando la clase estaba sumida en la contrarrevolución y sin que después hicieran la crítica de esa constitución prematura, esos grupos (que seguían llamándose "partido") han sido incapaces de diferenciar la contrarrevolución y la salida de la contrarrevolución. En el movimiento de Mayo de 1968, como en el Otoño Caliente italiano de 1969, no veían nada de fundamental para la clase obrera, atribuyendo esos acontecimientos a la agitación estudiantil. Al contrario, conscientes del cambio en la relación de fuerzas entre las clases, nuestros camaradas de Internacionalismo (especialmente MC, antiguo militante de la Fracción y de la ICF) comprendieron la necesidad de entablar una labor de discusión y agrupamiento con los grupos que el cambio del curso histórico estaba haciendo surgir. En varias ocasiones, esos compañeros pidieron al PCInt que hiciera un llamamiento para iniciar discusiones y convocara una Conferencia Internacional en la medida en que esta organización tenía una importancia sin comparación posible con la de nuestro pequeño núcleo de Venezuela. Cada vez, el PCInt rechazaba la propuesta argumentando que no había nada nuevo bajo el sol. Finalmente pudo organizarse un primer ciclo de conferencias a partir de 1973 tras el llamamiento lanzado por Internationalism, el grupo de Estados Unidos que se había acercado a las posiciones de Internacionalismo y de Révolution Internationale, fundada ésta en Francia en 1968. Fue en gran parte gracias a estas conferencias, que permitieron una seria decantación entre toda una serie de grupos y gente llegados a la política tras mayo de 68, si se pudo constituir la Corriente Comunista Internacional en enero de 1975" (extraído de "Treinta años de la CCI. Apropiarse del pasado para construir el futuro", en Revista Internacional no 123. Ver http://es.internationalism.org/node/354).

[3])  En italiano "operaismo", término a menudo utilizado para denominar esta ideología que hemos preferido traducir.

[4])  A propósito del PCI véanse los artículos "Breve Storia del PCI ad uso dei proletari che non vogliono credere piu a niente ad occhi chiusi" I (1921-1936) y II (1936-1947), en Rivoluzione Internazionale -  publicación de la CCI en Italia - nos 63 y 64 ("Breve Historia del PCI para uso de los proletarios que no quieren creer a nadie a ciegas"). Puede verse también la novela de Ermanno Rea, Mistero napoletano (Ed. Einaudi) que es especialmente interesante para captar la atmósfera plomiza que se vivía en el PCI de aquellos años.

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[5])  Aldo Cazullo, I ragazzi che volevano fare la rivoluzione. 1968-1978, Storia critica di Lotta Continua, (Los muchachos que quisimos hacer la revolución), Sperling & Kumpfer Eds., p. 8.

[6])  "Tra servi e padroni" (Entre siervos y amos), artículo aparecido en Lotta Continua el 6 de diciembre de 1969, y que se cita en Aldo Cazullo, op. cit., p. 89.

[7])  Toni Negri, Del obrero-masa al obrero social. En español en Ed. Anagrama, Barcelona, 1980. Las referencias de números de página están tomadas de la edición en italiano (Ed. Ombre Corte), de la cual hemos hecho las traducciones para este artículo.

[8])  Ídem., p. 36-37.

[9])  Es impresionante la cantidad de personajes de la vida política actual, políticos, periodistas, escritores..., que mantienen hoy posiciones políticas de centro izquierda e incluso de derechas, y que pertenecieron en el pasado a grupos de la izquierda extraparlamentaria, y en particular al "obrerismo". Por ejemplo Massimo Cacciari, diputado del Partido Democrático (antes La Margarita) y alcalde - por dos veces - de Venecia; Alberto Asor Rosa, escritor y crítico literario; Adriano Sofri, periodista de tinte moderado que escribe en La Repubblica e Il Foglio; Mario Tronti, que ha vuelto al PCI donde ocupa cargo en el Comité Central y que ha sido elegido senador; Paolo Liguori, periodista con responsabilidades directivas en medios televisivos y otras empresas editoriales de Berlusconi... Y esta lista podría ampliarse con decenas y decenas de nombres.

[10])  Nosotros no compartimos el análisis de Lenin sobre la existencia de una aristocracia obrera en el seno del proletariado, y así lo hemos expuesto en nuestro artículo de la Revista Internacional no 25: "La aristocracia obrera: una teoría sociológica para dividir a la clase obrera". Puede consultarse (en francés) en http://fr.internationalism.org/rinte25/aristocratie.htm.

[11])  Hay que decir que esa idea estaba ampliamente extendida a escala internacional.

[12])  Negri, op. cit., p. 105.

[13])  Aldo Cazullo, op. cit., p. 12.

[14])  Sobre este tema véanse "Terror, terrorismo  y violencia de clase", en Revista  Internacional no  14, http://es.internationalism.org/rint/1978 /14_violencia ), así como "Sabotaje de las líneas de la SNCF: actos estériles instrumentalizados por la burguesía contra la clase obrera" (en CCI on line 2008 http://es.internationalism.org/ccionline/2008_trenes), y "Debate sobre la violencia (II). La necesidad de superar un falso dilema: pacifismo socialdemócrata o violencia minoritaria" (en CCI on line 2009).

[15])  Negri, op. cit., p. 105.

[16])  Ídem, p. 108.

[17] )Ídem., p. 113.

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[18] )"Cuando decimos "obrero social" queremos decir, sin lugar a dudas, que de este sujeto se extrae plusvalía. Si hablamos de "obrero social" hablamos de un sujeto que es productivo, y si decimos que es productivo queremos expresar que es productor de plusvalía, sea a corto o a medio plazo" (Ídem., p. 18).

[19])  Sobre esta cuestión véanse nuestros artículos (en italiano) "L'Area della Autonomia: la confusione contro la classe operaia" en Rivoluzione Internazionale (publicación de la CCI en Italia) nos 8 y 10.

[20])  N. Balestrini, P. Moroni, "L'orda d'oro", Milán, SugarCo Edizioni, p. 334.

[21])  Negri, op. cit., p. 138.

[22])  Ídem., pp. 116-117.

[23])  Ídem., p. 118.

[24])  Ídem., p. 142.

[25])  Íbidem.

[26] )Ídem., pp. 130-132.

[27]Alessandro Silj, ) Malpaese, Criminalitá, corruzione e política nell'Italia della prima República 1943-1994, de Donzelle Editor, pp.  100-101.

[28]) Ídem., pp. 95-96.

[29] )Ídem., p. 113.

[30]Testimonio de Marco Revelli, entonces militante de Lotta Continua, recogido en Aldo Cazzullo, ) op. cit., p. 91.

[31])  No es posible reseñar aquí la lista de los diferentes artículos en los que hemos hablado de esta nueva generación de internacionalistas. Invitamos a nuestros lectores a visitar nuestras páginas web, donde encontrarán numerosas informaciones sobre ellas.

[32])  En lo tocante al actual desarrollo de la lucha de clases, remitimos también a nuestra página web, llamando especialmente la atención a los artículos a propósito de Vigo (España), Grecia, Tekel (Turquía).

[33]) Resolución sobre la Situación Internacional del 18o Congreso de la CCI, Revista Internacional no   138. http://es.internationalism.org/node/2629).

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- La experiencia de los "Quaderni Rossi" - Raniero Panzieri - seis números (1961-1966) - Los dos principales grupos del obrerismo italiano - Potere Operaio y Lotta Continua+ la revista Classe Operaia, liderada por Mario Tronti- Las luchas obreras del "Otoño caliente" tuvieron un significativo preludio en dos episodios importantes de lucha: las movilizaciones en las calles de Julio de 1960, y los enfrentamientos que tuvieron lugar en Turín en Julio de 1962. (Piazza Statuto)

- Obrero no calificados del sur (Negri’s "obrero-masa") + overcrowding at universities

- El 68 de los estudiantes: las causas de los movimientos juveniles: contestación de un saber dogmático cuya detentación es el privilegio de una casta de mandarines universitarios que aplican métodos medievales como la meritocracia yla sectorialización

- Se celebró los días 26 y 27 de Julio de 1969 en el Palacio de los Deportes de Turín una "reunión nacional de vanguardias obreras". Los meses siguientes son los que quedarán en la memoria como el "Otoño caliente”. Principales eventos:02/09: huelga de los trabajadores y empleados de Pirelli por la prima de producción y derechos sindicales. En la Fiat, los obreros de las secciones 32 y 33 de la factoría Mirafiori entran en lucha, desoyendo las órdenes sindicales, contra la discriminación de empresa sobre los cambios de categoría; 04/09: Agnelli, el patrón de la Fiat, pone en la calle a 30 mil trabajadores; 05/09: el intento de las direcciones sindicales por aislar a las vanguardias obreras se salda con un fracaso, y Agnelli se ve obligado a retirar los despidos; 06/09: más de 2 millones de trabajadores del metal, de empleados de la construcción y de las industrias químicas, se ponen en lucha por la renovación de sus convenios salariales; 11/09: tras la ruptura de las negociaciones sobre la renovación del convenio, 1 millón de trabajadores del metal están en huelga en toda Italia. En Turín, 100 mil obreros bloquean la Fiat; 12/09: huelga nacional de trabajadores de la construcción. Todas las obras del país se encuentran cerradas. Se producen manifestaciones de metalúrgicos en Turín, Milán y Tarento; 16 y 17/09: huelga de 28 horas en todo el territorio nacional de los obreros de las empresas químicas. También huelga nacional en las cementeras. Nueva jornada de lucha de los obreros de la construcción; 22/09: manifestación de 6 mil trabajadores de la Alfa Romeo por las calles de Milán. Jornada de lucha de los trabajadores del metal en Turín, Venecia, Módena y Cagliari; 23 y 24: nueva huelga general de 48 horas de los obreros de las industrias cementeras; 25/09: cierre patronal en la Pirelli con la consiguiente suspensión de empleo por un período indeterminado de 12 mil trabajadores. Se produce una inmediata reacción de los obreros que bloquean todas las entidades de ese grupo industrial; 26/09: manifestación de trabajadores del metal en Turín con 50 mil obreros partiendo de la Fiat. Huelga general en Milán, y manifestaciones de cientos de miles de trabajadores que imponen así a la Pirelli que ponga fin al lockout. Se desarrollan también manifestaciones multitudinarias en Florencia y Bari; 29/09: Manifestaciones de metalúrgicos, obreros de las empresas químicas y de la construcción en Porto Marghera, Brescia y Génova; 30/09: huelga de los trabajadores de la construcción en Roma, manifestación de 15 mil obreros del metal en Livorno; 07/10: huelga de metalúrgicos de la provincia de Milán. Nueve manifestaciones que agrupan a más de 100 mil trabajadores confluyen en la Plaza del Domo de esa ciudad; 08/10: huelga general en toda Italia de los trabajadores del sector químico. Huelga en la región de Terni. Manifestaciones de trabajadores del sector del metal en Roma, Sestri [junto a Génova], Piombino [junto a Livorno], Marina di Pisa y L'Aquila; 09/10: más de 60 mil trabajadores del metal están en huelga en Génova. En la región Friuli y Venecia Julia;

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10/10: se celebra, por vez primera, una asamblea dentro de los talleres de Fiat en Mirafiori. También en el interior de otras factorías del grupo tienen lugar asambleas y marchas. La policía carga en el exterior de los establecimientos. Huelga en la factoría de Italsider en Bagnoli [un barrio de Nápoles], contra las sanciones a 5 obreros, 16/10: los empleados de los hospitales, de los ferrocarriles, de Correos, los trabajadores de las administraciones locales y los jornaleros agrícolas, entran en lucha por la renovación de sus convenios. En las regiones de Palermo y de Matera tienen lugar sendas huelgas generales; 22/10: a los obreros de 40 fábricas de Milán se les concede el derecho a hacer asambleas; 08/11: se firma el convenio de los trabajadores de la construcción que incluye un aumento del 13% para los jornales más bajos, la reducción gradual de la jornada de trabajo hasta las 40 horas semanales, y el derecho a realizar asambleas en las obras; 13/11: durísimos enfrentamientos entre la policía y trabajadores en Turín; 25/11: huelga general de los trabajadores de las industrias químicas; 28/11: cientos de miles de obreros del metal animan en Roma, en defensa de sus reivindicaciones, una de las manifestaciones más importantes y más combativas que hayan tenido nunca lugar en Italia; 03/12: huelga total de los obreros de carrocerías de Fiat, y manifestación de empleados de las administraciones locales; 07/12: se alcanza un acuerdo para los trabajadores de las industrias químicas que contempla un aumento salarial de 19 mil liras al mes para todos, una jornada laboral de 40 horas semanales en 5 días, y tres semanas de vacaciones pagadas; 08/12: consecución de un convenio en las empresas metalúrgicas en las que participa el estado, con un aumento salarial, igual para todos, de 65 liras más por horas, la paridad legal entre trabajadores y otros empleados, así como el derecho a celebrar asambleas en el interior de las empresas y durante las horas de trabajo (por tanto remuneradas), hasta un límite de 10 horas al año. Se pacta igualmente una reducción de la jornada hasta las 40 horas semanales; 10/12: huelga general de los obreros agrícolas en lucha por un pacto nacional con cientos de miles de ellos manifestándose por toda Italia. Se inicia la huelga de los trabajadores de las compañías petroleras privadas por la renovación de su convenio; 19/12: huelga nacional de los trabajadores de la industria en solidaridad con el conflicto de los metalúrgicos. Nueva huelga general de los jornaleros agrícolas; 23/12: se firma el acuerdo para el nuevo convenio de los trabajadores del metal que concede 65 liras más por hora para los trabajadores y 13500 liras más al mes para otros empleados; una paga extraordinaria, así como el derecho a celebrar asambleas en el trabajo, el reconocimiento de los representantes sindicales de empresa, y la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales; 24/12: se llega, tras cuatro meses de lucha, al pacto nacional para los trabajadores agrícolas que reconoce la progresiva reducción de la jornada a 42 horas semanales, y 20 días de vacaciones pagas

- «El balance del año 69 en la Fiat es un auténtico parte de guerra: 20 millones de horas de trabajo perdidas por las huelgas, 277 mil vehículos no producidos, "boom" de ventas (37% más) de coches extranjeros» Aldo Cazzullo, I ragazzi che volevano fare la rivoluzione. 1968-1978, Storia critica di Lotta Continua. Sperling & Kupfer, P. 75-76.

- Toni Negri, Dall'operaio massa all'operaio sociale. Intervista sull'operaismo: "Lo que se conoce como "obrerismo" nace y se conforma como tentativa de respuesta política a la crisis del movimiento obrero de los años 50, crisis que vino fundamentalmente determinada por los acontecimientos históricos que tuvieron lugar en el movimiento en torno al XXº Congreso" (posterior teorización de la “autonomía obrera”)

- La “estrategia de la tensión” (atentados de la derecha) y el terrorismo de izquierda

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