1 El ojo táctil. Dislocaciones de la percepción entre Cortázar y Antonioni Desde ahora y para siempre me libero de la inmovilidad humana, estoy en el movimiento ininterrumpido, me acerco y me alejo de los objetos, me deslizo por debajo, salto por encima de ellos, avanzo junto al hocico de un caballo al galope, me sumerjo a toda marcha en el interior de la muchedumbre, corro ante los soldados que cargan, me tumbo sobre mis espaldas, me elevo al mismo tiempo que un aeroplano, caigo y alzo el vuelo con los cuerpos que caen y que vuelan. Este soy yo, máquina. (Dziga Verov: 1923) 1 . El hombre de la cámara realizada por los hermanos Kaufman (Mijail Kaufman y Dziga Vertov) y estrenada en Kiev en 1929 es uno de los grandes monumentos del cine 2 . En él se conjuga la visión de una experiencia no humana del mundo con la utopía de un lenguaje nuevo que haría posible, a través de la técnica, un verdadero comunismo en el arte y en la vida. Ya no se trataba de la cámara como prótesis del ojo, ni del montaje como elemento constructivo del sentido dialéctico a la manera de Einsestein, sino de alcanzar la “cine- sensación del mundo”. Para ello, era preciso, al mismo tiempo, desechar las estructuras formales de unos relatos demasiado literarios, la suntuosidad de unas puestas en escena demasiado teatrales y la inmovilidad de un espectador demasiado pictórico y postular la necesidad de la imagen documental. Con el hombre de la cámara Vertov pone en juego las estrategias textuales que inscriben en la materialidad del cuerpo de la obra, en su propio proceso constructivo, una posición reflexiva sobre la especificidad del nuevo dispositivo técnico de producción de imágenes. La cámara no es un nuevo invento que viene a convalidar el viejo modelo de visión antropomórfico mediante la construcción ahora “objetiva” de un espacio totalmente racional y 1 Fragmento de una serie de manifiestos publicados por Dziga Vertov, su esposa la editora Elizabeta Svilova y Mijail Kaufman, su hermano y camarógrafo entre 1922 y 1923 en revistas de vanguardia. Ver: Vertov, D., Cine ojo, Madrid, Fundamentos, 1973; Ensayos de cine, (Edgar Soberón Torchia comp.) La Habana, Ed. EICTV, 2008. 2 Deleuze se refiere al monumento como un compuesto de sensaciones, de perceptos y afectos que existen en presente y constituye la obra de arte como acontecimiento. “El monumento no es en este caso lo que conmemora un pasado, sino un bloque de sensaciones presentes que sólo a ellas mismas deben su propia conservación, y otorgan al acontecimiento el compuesto que la conmemora. El acto del monumento no es la memoria, sino la fabulación” en Deluze, G., Guattari, F., ¿Qué es la filosofía?, Barcelona, Anagrama, 1993. P. 169.
11
Embed
El ojo tactil. Dislocaciones de la percepción entre Cortázar y Anotnioni
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
1
El ojo táctil.
Dislocaciones de la percepción entre Cortázar y Antonioni
Desde ahora y para siempre me libero de la
inmovilidad humana, estoy en el movimiento
ininterrumpido, me acerco y me alejo de los objetos,
me deslizo por debajo, salto por encima de ellos,
avanzo junto al hocico de un caballo al galope, me
sumerjo a toda marcha en el interior de la
muchedumbre, corro ante los soldados que cargan,
me tumbo sobre mis espaldas, me elevo al mismo
tiempo que un aeroplano, caigo y alzo el vuelo con
los cuerpos que caen y que vuelan. Este soy yo,
máquina. (Dziga Verov: 1923)1.
El hombre de la cámara realizada por los hermanos Kaufman (Mijail Kaufman y Dziga
Vertov) y estrenada en Kiev en 1929 es uno de los grandes monumentos del cine2. En él se
conjuga la visión de una experiencia no humana del mundo con la utopía de un lenguaje
nuevo que haría posible, a través de la técnica, un verdadero comunismo en el arte y en la
vida.
Ya no se trataba de la cámara como prótesis del ojo, ni del montaje como elemento
constructivo del sentido dialéctico a la manera de Einsestein, sino de alcanzar la “cine-
sensación del mundo”. Para ello, era preciso, al mismo tiempo, desechar las estructuras
formales de unos relatos demasiado literarios, la suntuosidad de unas puestas en escena
demasiado teatrales y la inmovilidad de un espectador demasiado pictórico y postular la
necesidad de la imagen documental. Con el hombre de la cámara Vertov pone en juego las
estrategias textuales que inscriben en la materialidad del cuerpo de la obra, en su propio
proceso constructivo, una posición reflexiva sobre la especificidad del nuevo dispositivo
técnico de producción de imágenes.
La cámara no es un nuevo invento que viene a convalidar el viejo modelo de visión
antropomórfico mediante la construcción ahora “objetiva” de un espacio totalmente racional y
1 Fragmento de una serie de manifiestos publicados por Dziga Vertov, su esposa la editora Elizabeta Svilova y
Mijail Kaufman, su hermano y camarógrafo entre 1922 y 1923 en revistas de vanguardia. Ver: Vertov, D., Cine
ojo, Madrid, Fundamentos, 1973; Ensayos de cine, (Edgar Soberón Torchia comp.) La Habana, Ed. EICTV,
2008. 2 Deleuze se refiere al monumento como un compuesto de sensaciones, de perceptos y afectos que existen en
presente y constituye la obra de arte como acontecimiento. “El monumento no es en este caso lo que conmemora
un pasado, sino un bloque de sensaciones presentes que sólo a ellas mismas deben su propia conservación, y
otorgan al acontecimiento el compuesto que la conmemora. El acto del monumento no es la memoria, sino la
fabulación” en Deluze, G., Guattari, F., ¿Qué es la filosofía?, Barcelona, Anagrama, 1993. P. 169.
2
homogéneo en tanto ideal de nuestra percepción visual. Por el contrario, el cine crea una
materia sensible cuya potencialidad simbólica socava los fundamentos epistemológicos que
desde el Renacimiento configuraron los modelos perceptivos de Occidente y se conjugaron
con un paradigma dominante de las posiciones del sujeto y el mundo en el proceso del
conocimiento3. Al liberar a la visión del anclaje espacio-temporal que modelaba la precepción
natural, el cine inicia una vorágine acelerada de experiencias sensoriales tecnologizadas. La
cámara móvil atraviesa las cosas, salta sobre ellas, se acerca, las toca y las sorprende desde
atrás. La imagen técnica nos hace ver el “inconsciente óptico” con el que Benjamin anticipaba
la novedad de una mirada que diluye la noción misma de (re)presentación y ubica la imagen
en la materialidad de un mundo que es accesible a la conciencia a través de la técnica4.
A la luz de estas consideraciones el presente trabajo explora los procesos de subjetivación
producidos por el advenimiento de la imagen técnica. La creencia de que los modos de
percepción son inmanentes a las configuraciones históricas implica preguntarnos en qué
sentido el advenimiento de la fotografía, el cine y los soportes digitales impactan sobre los
dispositivos textuales. Quisiera pensar estas cuestiones en el film Blow up de Antonioni y en
Las babas del diablo de Cortázar centrándome en el análisis de las máquinas de ver en tanto
permiten comprender el cruce entre los aspectos sociales, culturales y políticos que soportan
las matrices narrativas y tecnológicas.
En ambos textos el contrapunto entre literatura, fotografía y cine despliega modos de
percepción no humanos que las máquinas hacen posible, y descubre un mundo inaccesible a la
racionalidad moderna. Si para las Babas Del Diablo el acto fotográfico es el afuera que
irrumpe y hace fracasar la lógica que soporta el sentido, para Blow up la foto es su límite
interno, el borde del lenguaje. Ambos textos se confían el uno al otro una serie de cuestiones
cuya repercusión actual resulta significativa para pensar el alcance de los nuevos medios
tecnológicos en la reconfiguración de nuestros modelos perceptivos. Hoy la fotografía y el
cine deben también redefinir sus propios límites ante los desafíos que las imágenes digitales y
los dispositivos interactivos le imponen. La pasión teórica y la potencia estética con que las
3 Para analizar la relación entre modelos perceptivos, estrategias de representación, paradigmas científicos y
dispositivos de poder – saber, ver: Crary, Jonathan, Las técnicas del observador. Visión y modernidad en el siglo
XIX, Murcia, CENDEAC, 2008. Y Crary, Jonathan, Suspensiones de la percepción. Atención, espectáculo y
cultura moderna. Madrid, Akal, 2008. 4 “[…] la fotografía abre en ese material los aspectos fisiognómicos de mundos de imágenes que habitan en lo
minúsculo, suficientemente ocultos e interpretables para haber hallado cobijo en los sueños de vigilia, pero que
ahora, al hacerse grandes y formulables, revelan que la diferencia entre técnica y magia es desde luego una
variable histórica”. Benjamin, Walter., “Breve historia de la fotografía” en Discursos interrumpidos I, Madrid
Taurus, 1987. P. 67.
3
vanguardias cinematográficas posicionaron la cuestión de la especificidad del cine resulta,
aún hoy, un punto de referencia para comprender la determinación histórica y la dimensión
política y social de los cambios tecnológicos.
“Fue lo que vi al abrir los ojos y sacármelos con las manos”5
“Las babas del diablo” es uno de los tres cuentos que componen el libro Las armas secretas
escrito por Cortázar en 1959 en París. Estos primeros cuentos se dibujan en un horizonte de
límites imprecisos, en los márgenes de los géneros literarios y en el balbuceo de una lengua de
exiliado. Entre estos dos espacios Cortázar va tramando un estilo literario de frontera entre la
literatura fantástica y la descripción realista. En “Las babas…” la irrupción de lo imprevisto o
lo sorprendente se entrelaza con una descripción minuciosa y coloquial de las situaciones más
banales y cotidianas. Este procedimiento produce un efecto de extrañamiento que hace
emerger la opacidad del lenguaje en tanto pura materialidad significante y la sintaxis como
constructo histórico que delimita las fronteras de nuestra percepción. “Nunca se sabrá cómo
hay que contar esto, si en primera persona o en segunda, usando la tercera del plural o
inventando continuamente formas que no servirán de nada”.6
Así el relato gravita entre la certeza de la imposibilidad de contar y la promesa de su
inutilidad. La palabra exhibe su impotencia, solo le queda la inquietud de una sintaxis que no
logra asir el sentido y se dispersa en frágiles preguntas y pronombres esquivos. En el interior
de este murmullo del lenguaje, ante el gesto siempre demorado de tomar la palabra y decir
“yo”, ante la fragilidad de una lengua inasible, aparece la cámara fotográfica, testigo-
máquina que irrumpe en la lengua dislocando la identidad del sujeto soberano del sentido.
Por ello, si para Pasolini, el discurso indirecto libre implica la presencia de una lengua
extranjera en la lengua que desnaturaliza el discurso propio del escritor, en “Las babas…” la
batalla por un nuevo estilo literario se lleva a cabo mediante la inscripción del punto de vista
de la técnica. Este es el anhelo que impulsa al personaje de Michel cuando sugiere, “que la
máquina (de escribir) siguiera sola” (…) “porque el agujero que hay que contar es también
una máquina (de otra especie, una Contax 1.1.2) y a lo mejor puede ser que una máquina
sepa más de otra máquina que yo, tu, ella – la mujer rubia- y las nubes.”7
En el relato de Cortázar el discurso indirecto libre no remite a la heterogeneidad social de la
lengua, sino a la coexistencia de múltiples estratos de realidad accesible al lenguaje literario a
5 Cortázar, Julio, “Las babas del diablo” en Las armas secretas, publicado en Ceremonias, Buenos Aires, Seix
Barral, 1993. p. 215. 6 Op.cit. p. 201.
7 Ibid. p. 201.
4
través de la fotografía. Me arriesgaría a decir que la diversidad de narradores y sujetos
discursivos así como la dislocación de las categorías espacio temporales implican una apuesta
ontológica. No se trata de postular otra realidad fantástica o imaginaria que en tanto “otra”
custodia la estabilidad de la primera cuyo orden se mantiene intacto por intermedio de la
operación que la niega. Por el contrario, la dislocación que se despliega en la trama del texto
se asemeja más a las operaciones de las heterotopías que fueron descriptas por Foucault a
propósito de un texto de Borges.
Las heterotopías inquietan, sin duda porque minan secretamente el lenguaje, porque
impiden nombrar esto y aquello, porque rompen los nombres comunes o los enmarañan,
porque arruinan de antemano la sintaxis y no solo la construye la frase – aquella menos
evidente que hace mantenerse juntas a las palabras y las cosas.8
De este modo, la instauración de otro punto de vista no humano en el relato permite describir
un universo ajeno a las coordenadas espacio temporales que organizan nuestros modelos
perceptivos y componen la estructura lógica de los relatos:
Y ya que vamos a contarlo pongamos un poco de orden, bajemos por la escalera de esta
casa hasta el domingo siete de noviembre, justo un mes atrás. Uno baja cinco pisos y ya
está en el domingo, con un sol insospechado para noviembre en París, con muchísimas
ganas de andar por ahí, de ver cosas, de sacar fotos (porque éramos fotógrafos, soy
fotógrafo)9.
La mirada fotográfica, el límite que recorta un rectángulo de experiencia, pero también, la
imagen fotográfica desde su imperturbable punto de vista “objetivo”, son las que llevan
adelante este desorden. Como señalamos a partir de Vertov y de Benjamin, si hay algo
profundamente significativo en la imagen técnica es su potencia para despojar al mundo de su
aparente “normalidad”, desquiciar la realidad a través de la percepción técnica de los
discursos que la traman. La fotografía se presenta como el procedimiento que evidencia el
tejido lingüístico – gramatical en tanto soporte técnico sobre el que se despliegan los juegos
8 Foucault, Michel., Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas. Barcelona, Siglo XXI,
1968. p. 3. 9 Cortázar, Julio. op. cit. 202. “Casi todos los cuentos que he escrito pertenecen al género fantástico, (…) y se
oponen a ese falso realismo que consiste en creer que todas las cosas pueden describirse o explicarse como lo
daba por sentado el optimismo filosófico del siglo XVIII, es decir dentro de un mundo regido armoniosamente
por un sistema de leyes, de principios, de relaciones de causa y efecto, de psicologías definidas, de geografías
bien cartografíadas. En mi caso, la sospecha de otro orden más secreto y menos comunicable, y el fecundo
descubrimiento de Alfred Jarry, para quien el verdadero estudio de la realidad no residía en las leyes sino en las
excepciones a esas leyes, han sido algunos de los principios orientadores de mi búsqueda personal de una
literatura al margen de un realismo demasiado ingenuo” en Cortázar, Julio., “Algunos aspectos del cuento”, en
Revista Casa de las Américas, nº 60, julio, 1970.
5
estilísticos y los “medios expresivos naturales”10
. Sin embargo, la literaturización de la mirada
de la cámara en Cortázar está lejos de asemejarse a esas frívolas estrategias de la vanguardia
que Pasolini identifica con una exaltación mítica del futuro tecnologizado. Para Pasolini la
crisis de la tradición literaria deviene en la negación del sistema sintáctico de la lengua y en la
exaltación mítica del futuro. “Sus cosas escritas se presentan como no históricas y, al mismo
tiempo, como prefiguradoras de una inmediata historia futura.”11
Por el contrario, la identificación entre el punto de vista del narrador y el punto de vista de la
cámara en “Las babas…” más que un acoplamiento producen un estallido, la confluencia
entre la voz y la mirada no crea un punto de vista homogéneo y privilegiado, por el contrario
genera una apertura que impide cualquier totalización y arruina definitivamente la
configuración lineal del tiempo. La tensión se da entre un despliegue del tiempo literario, una
figura agustiniana cercana a la distentio y la detención del tiempo fotográfico bajo la figura de
la intentio que abre a un no-tiempo, presente puro, no-humano del tiempo12
. En su Pequeña
historia de la fotografía, Benjamin identifica la imagen fotográfica con la “chispita minúscula
de azar, de aquí y ahora, con que la realidad ha chamuscado por así decirlo, su carácter de
imagen”13
. La captura de la máquina atraviesa la representación hasta hallar lo inaparente, el
instante que se hace pasado y, en su incandescente quietud, se proyecta hacia el futuro. Más
que la organización formal de la puesta en escena, la imagen fotográfica es la fijación
instantánea del devenir.
¿Cuál es la escena que se ofrece a la mirada de la cámara? Una pareja, aparentemente una
escena de amor se revela como un vínculo asimétrico, perverso (la mujer rubia, el adolescente
asustado). Las relaciones de fuerzas, desiguales exponen una trama macabra: la del joven, la
de la mujer puesta allí como “carnada” del hombre del sombrero gris, exhibiendo un poder
que solo mide su impotencia y Michel testigo furtivo de una escena que lo captura y lo
rechaza. “Curioso que la escena (…) tuviera como un aura inquietante. Pensé que eso lo ponía
yo, y que mi foto, si la sacaba, restituiría las cosas a su tonta verdad”.14