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entrada) Bueno, una cosa si le digo Padre Welsh, Walsh, Welsh: no le voy a invitar ni
una cerveza a ese cabrón.
(Valene echa una mirada a la carta. Ve tristemente al suelo y sale. Las luces descienden,
con una demorándose sobre el crucifijo y la carta, medio segundo más que las demás)
AUDIO: Entra track 12 como fondo para las gracias y la salida de público
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COLEMAN: Valene, cuando regrese te ayudo a limpiar tus figuritas. A lo mejor podemos
pegar algunas. ¿Todavía tienes tu pegamento?
VALENE: Todavía lo tengo, aunque creo que la tapa se pegó y está dura.
COLEMAN: Sí, ése es el problema de los pegamentos.
VALENE: De cualquier forma, el seguro de la casa cubrirá los gastos de mis figuritas y de
la estufa.
COLEMAN: Ay...
VALENE: (Pausa) ¿Ay qué?
COLEMAN: ¿Te acuerdas que hace un par de semanas me preguntaste si había robado
tu dinero del seguro y que te dije que no, que lo había pagado por ti?
VALENE: Sí, me acuerdo.
COLEMAN: (Pausa) No lo pagué. Me lo gasté todo, terminó como meados en una pared.
(Valene, hirviendo de coraje, toma la escopeta. Coleman sale disparado por la puerta.
Valene lo persigue, pero Coleman se ha ido. Valene regresa momentos después, con el
arma en la mano, sacudido de rabia, casi llorando. Respira profundamente y se
tranquiliza. Observa la escopeta y la abre lentamente para ver si Coleman de verdad la
había cargado antes. Y sí. Valene saca el cartucho) PREVENIDO AUDIO
VALENE: También me hubiera disparado a mí, el cabrón. ¡Le hubiera disparado a su
propio hermano! ¡Además de a su papá! ¡Además de a mi estufa! (Avienta la escopeta y
el cartucho, arranca del crucifijo la carta del Padre Welsh, tirando la cadenita de Girleen
al suelo. Lleva la carta a la mesa y saca una caja de cerillos) Y usted, usted, pinche
sacerdote quejumbroso ¿Necesito su alma rondando por el resto de mi puta vida?
Nadie puede llevársela bien con ése hijo de la chingada AUDIO: Entra track 11,
dejar correr hasta el final de la obra.(Enciende un cerillo y con él la carta. Después
de unos momentos, con la carta apenas quemada, Valene la apaga soplándole y la
observa sobre la mesa, suspirando. Tranquilamente) Mi problema es que soy de buen
corazón, demasiado buen corazón. (Regresa al crucifijo y pone la cadenita y la carta de
nuevo, alisándola. Se pone su chamarra, busca algunas monedas sueltas y va a la
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rinde y regresa a la alacena. Coleman suelta el gatillo del arma y se levanta, dejando la
escopeta sobre la mesa. Valene va hacia la estufa y toca la carta que está encima)
VALENE : Por culpa de nuestra pelea, el Padre Welsh arde en el infierno.
COLEMAN: Pues mira, ¿le pedimos que apostara su alma por nosotros? No. Y además,
que los sacerdotes apuesten va totalmente en contra de las reglas de la iglesia, no
importa cuales sean las probabilidades. Ya cinco peniques hubiera sido apostar
demasiado por nosotros, no digas su alma. Y a fin de cuentas ¿qué hay de malo en
pelear? A mi me gusta una buena pelea. El hecho de pelearte por algo demuestra que te
importa. Eso es lo que el jotín del Padre Welsh nunca entendió. ¿A ti no te gusta una
buena pelea?
VALENE: Sí, me gusta una buena pelea, en eso estoy de acuerdo contigo. Aunque no
me gusta que asesinen a mi perro ni a mi pinche papá.
COLEMAN: Lo siento por tu perro y por tu papá, Valene. Lo siento. De verdad lo siento.
Y ésta disculpa no tiene nada que ver con el pinche Padre Welsh y su carta. Te lo digo
desde mi corazón. Lo mismo va por tu estufa y tus figuritas. Míralas. Eso fue por puro
mal genio, nada más. Aunque, admítelo, tu mismo te buscaste lo de las figuritas y la
estufa.
VALENE: Bueno cabrón, tu no le paras. (Pausa) ¿En serio lo sientes, Coleman?
COLEMAN: En serio Valene.
VALENE: (Pausa) Entonces el alma del Padre Walsh Welsh tal vez estará bien.
COLEMAN: Tal vez sí. Tal vez, sí.
VALENE: No era tan mal tipo.
COLEMAN: No, no lo era.
VALENE: Digo, no era un gran tipo, pero no era un mal tipo.
COLEMAN: No. (Pausa) Era un tipo mas bien mediocre.
VALENE: Sí. Era un tipo mediocre.
COLEMAN: (Pausa) Bueno, voy por un trago ¿Me acompañas?
VALENE: Si, ahorita te alcanzo. (Coleman va hacia la entrada. Valene observa con
tristeza las figuritas destruidas)
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izquierdo, luego se sienta despreocupadamente) No fíjate, no tenía puesto el seguro,
Valene ¿Tu crees? (Pausa. Valene está de rodillas paralizado) ¿Y sabes qué…?(Brinca de
nuevo y, agarrando la escopeta por el cañón, empieza a destrozar las figuritas
violentamente, haciéndolas volar en pedazos por todo el cuarto hasta que no queda
ninguna en pie. Valene grita durante esto. Al terminar, Coleman se sienta de nuevo, con
la escopeta sobre sus piernas. Valene sigue arrodillado. Pausa.) Y no me vengas con que
no te lo merecías, porque los dos sabemos muy bien que sí.
VALENE: (Aturdido) Destrozaste todas mis figuritas Coleman.
COLEMAN: Si ¿Me viste?
VALENE: Y también hiciste mierda mi estufa.
COLEMAN: Esta es un arma estupenda para agujerar cosas
VALENE: (Poniéndose en pie) Tu arma estupenda ya no tiene balas. (Como
desinteresadamente, levanta el cuchillo de nuevo mientras se aproxima a Coleman. Pero
mientras lo hace, Coleman abre la escopeta, tira los cartuchos usados, busca en su
bolsillo y saca el puño cerrado, que puede o no contener otro cartucho, y carga, o
pretende cargar, la bala en la escopeta, impidiendo que Valene o el público sepan si hay
o no cartuchos. Coleman cierra la escopeta y apunta a la cabeza de Valene) ¡No tenías
ninguna bala en esa mano, Coleman! ¡Ninguna!
COLEMAN: Puede que sí, puede que no. Puede que solo esté fingiendo. Acércate, en
una de esas es chicle y pega.
VALENE: Voy a acercarme a ver si es chicle y pega.
COLEMAN: Y ya veremos.
(Pausa larga, larga)
VALENE: ¡Quiero matarte Coleman!
COLEMAN: Ay, no digas eso, Val.
VALENE: (Triste) De verdad, Coleman. Quiero matarte.
COLEMAN: (Pausa) Pues inténtalo. (Coleman amartilla la escopeta. Pausa. Valene da
vueltas y vueltas al cuchillo, sin quitar la mirada a Coleman, hasta que finalmente se
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VALENE: Déjala en paz. No te quieras pasar de listo.
COLEMAN: Aléjate con tu cuchillito, pinche mariconcito.
VALENE: (Lloriqueando) Apuntarle a las estufas, no eres nada hombrecito.
COLEMAN: No me importa si lo soy o no. Para atrás, te dije.
VALENE: Solo eres un... eres un...
COLEMAN: ¿Qué?
VALENE: ¿Eh?
COLEMAN: ¿Qué?
VALENE: No eres hombre, no, no lo eres.
COLEMAN: Aléjate, llorón. Ve dando tu paso atrás, jeje.
VALENE (pausa): Estoy retrocediendo.
COLEMAN: Eso es, es lo mejor. (Valene retrocede y pone el cuchillo en la mesa, se sienta
triste, acariciando las orejas de su perro. Coleman aun apunta la escopeta hacia la
estufa. Sacude su cabeza ligeramente) PREVENIDO AUDIO No puedo creer que me
amenazaras con un cuchillo. No, no puedo creer que amenazaras a tu propio hermano
con un cuchillo.
VALENE: Tú lo hiciste con mi propio perro, y le disparaste con la escopeta a tu propio
padre; haz hecho más daño que un puto cuchillo.
COLEMAN: No, no puedo creerlo. No puedo creer que me sacaras un cuchillo.
VALENE: Ya párale a lo de los cuchillos, y deja de apuntar a mi estufa con esa cosa. No
vaya a dispararse sin querer.
COLEMAN: ¿Sin querer, dices?
VALENE: ¿Tiene puesto el seguro?
COLEMAN: ¿El seguro?
VALENE: ¡Sí, el seguro! ¡El seguro! ¿Tengo que repetírtelo diez millones de veces?
COLEMAN: El seguro, déjame ver...AUDIO: Entra track 10 “Disparos”, dejar
correr y cortar al terminar. (Salta de su asiento, apunta la escopeta hacia la estufa y
dispara, haciendo pedazos el lado derecho. Valene cae de rodillas horrorizado con la
cara entre sus manos. Coleman amartilla la escopeta y vuela en pedazos el lado
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cuchillo listo. La escopeta apunta directamente a él. Valene languidece ligeramente, lo
piensa un momento, recobra su valor y furia, se acerca a Coleman levantando el
cuchillo) ¿Qué haces Valene?
VALENE (fríamente): Nada, Coleman, solo te mato.
COLEMAN: Oye, pon ese cuchillo en su lugar.
VALENE: No, voy a enterrártelo en la cabeza, fíjate.
COLEMAN: ¿No ves mi escopeta?
VALENE: Mi pobre Lassie, nunca le hizo daño ni a una puta mosca. (Valene se ha
acercado tanto a Coleman, que el cañón de la escopeta toca su pecho. Levanta el
cuchillo lo más alto que puede)
COLEMAN: Oye... ¿qué haces? Párale.
VALENE: Sí, le paro, como no...
COLEMAN: El alma del Padre Welsh, Valene, el Padre Wel...
VALENE: ¡El alma del padre Welsh mis huevos! ¡El alma del Padre Welsh no estaba en
juego cuando le mochaste las orejas a mi perro y las guardaste en una bolsa de papel!
COLEMAN: Ay, eso fue hace un año. ¿Cómo va a contar?
VALENE: ¡Vete despidiendo del mundo, pendejo!
COLEMAN: Tu también vete despidiendo del mundo, porque te vas conmigo.
VALENE: Como si me importara
COLEMAN (pausa): Ehh, mmhh...oye, espera, espera, espera...
VALENE: ¿Qué…?
COLEMAN: Mira mi escopeta. Ve hacia dónde apunta mi escopeta, ¿te fijas...?
(Coleman desvía la escopeta del pecho de Valene para apuntarla directo hacia la
estufa)
VALENE (pausa): Deja de apuntarle a mi estufa con esa escopeta.
COLEMAN: No lo haré. Apuñálame, ándale. Será tu estufa la que me lleve en lugar de a
ti.
VALENE: Deja ya... ¿Qué…? Ésa estufa costó trescientas libras, Coleman…
COLEMAN: Sí, eso ya lo se.
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COLEMAN: No, no fue el pequeño Martin, no. ¿Sabes quién fue?
VALENE: Ni madres que fuiste tu. Necesitas algo mejor que eso, Coleman.
COLEMAN: Lo arrastré hasta el arroyo, tijeras en mano, aulló hasta que el acto fue
terminado y cayó muerto sin que saliera un ladrido más del hocicote gordo de ese puto
perro chillón.
VALENE: ¿Te fijas? Si inventas mentiras no me lastimas. No entiendes las reglas,
Coleman. Tiene que ser verdad, sino no tiene caso. No puedes darte el crédito por
mocharle las orejas a mi perro si no le pusiste ni un dedo encima, y eso todo el pinche
mundo lo sabe.
COLEMAN: (Pausa) ¿Necesitas evidencias?
VALENE: Así es, necesito evidencias. Dame caulquier evidencia de que le cortaste las
orejas a mi perro. Y apúrate.
COLEMAN: No, no me apuro. Me tomaré mi tiempo. (Se levanta lentamente y se mete a
su cuarto, cerrando la puerta. Valene espera paciente, aunque suelta una risa de
preocupación. Tras una pausa de diez segundos, Coleman regresa campante con una
bolsa de papel café ligeramente húmeda. Se detiene en la mesa para acrecentar el
suspenso, abre lentamente la bolsa y saca una oreja grande de perro negra y peluda, y
la coloca encima de la cabeza de Valene; saca la siguiente oreja, hace una pausa y la
acomoda tambien en la cabeza de Valene. Coloca la bolsa vacía sobre la mesa,
alisándola y se sienta en la silla de la izquierda. Valene ha estado observando fijamente
al vacío, atontado. Inclina su cabeza de manera que la orejas caigan sobre la mesa y las
observa durante un rato. Coleman toma el plumón de Valene y lo pone sobre la mesa)
Aquí está tu plumoncito, Val. Porqué no marcas las orejitas de tu perro con tu “V” para
que recordemos a quién le pertenecen. (Se recarga en el respaldo del asiento) Y ¿Te
digo otra cosa, Valene? Perdón por cortarle las orejas a tu perro. Me disculpo con todo
mi pinche corazón, oh si, porque doy mi paso atrás, mírame... (Se ríe a medias por la
nariz. Valene se levanta, lo ve sin expresión por unos segundos, va hacia la alacena y, de
espaldas a Coleman, saca el cuchillo de carnicero. En ese mismo breve instante, Coleman
se pone de pie, descuelga la escopeta y se sienta con ella. Valene se voltea con el
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VALENE: Ya te pedí perdón por eso. Y tú me avientas la comida. Estos canapés cuestan
dinero. Se supone que des tu paso atrás y te calmes, pero no lo hiciste, nomás te
volviste loco. Ahorita el alma del Padre Welsh debe estar rostizándose, por tu culpa.
COLEMAN: Deja fuera de esto al alma del Padre Welsh. Esto se trata de ti, ensartando
lápices en las gargantas de muchachas indefensas.
VALENE: Ese lápiz ya es cosa del pasado, y ya me disculpé de corazón por ese lápiz.
(Pausa) De todos modos, estaba bizca.
COLEMAN: ¡No estaba bizca! ¡Tenía unos ojos muy bonitos!
VALENE: Tenía algo raro en los ojos.
COLEMAN: Tenía unos hermosos ojos café.
VALENE: Si, si. (Pausa) Bueno, te toca, Coleman. Trata de superar ésa, a ver si puedes.
COLEMAN: ¿A ver si puedo superarla, dices?
VALENE: Así es.
(Coleman piensa un momento, sonríe ligeramente y luego se sienta con tranquilidad)
COLEMAN: Ya dí mi paso atrás.
VALENE: Sí, ya me di cuenta.
COLEMAN: Ahora estoy tranquilo. Es bueno desahogarse y sacar todo lo que se tiene
atorado.
VALENE: Si, es muy bueno. Qué bueno que saqué lo del codazo del lápiz, ahora podré
dormir mejor.
COLEMAN: ¿Te liberaste?
VALENE: Si, me liberé. (Pausa) ¿Qué tramas?
COLEMAN: Te tengo una de la que estoy muy arrepentido, terriblemente arrepentido,
oh sí.
VALENE: Sea lo que sea, no será tan bueno como lo de mi lápiz enterrado en la pobre
bizca de Allison.
COLEMAN: Tal vez tienes razón, fíjate. Lo mío es una cosita de nada. ¿Te acuerdas que
siempre creíste que Martín Hanlon le había mochado las orejas a tu pobre Lassie?
VALENE: (Con confianza) No te creo nada. Lo estás inventando.
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VALENE: (Furioso) ¡¿Pero te digo, sí pides perdón?!
COLEMAN: ¡Sí pues, sí, perdón! ¡Puta madre! ¡Lo siento! ¿Ya? ¡¿Qué no te lo había
dicho?!
VALENE: Está bien pues, si lo sientes, aunque no suenas sincero, cabrón.
COLEMAN: Mira, pues bésame el culo, Valene, si no me... voy a dar mi paso atrás, pues,
estoy dando mi paso atrás. (Pausa) Perdón por rellenar tu whiskey con agua durante
todos éstos años, Valene. Perdóname.
VALENE: Está bien. (Pausa) ¿Vas tú o voy yo?
COLEMAN: Creo que te toca, Valene.
VALENE: Gracias, Coleman ¿Te acuerdas de aquella vez que Allison O’Hoolihan chupaba
un lápiz en el patio de la escuela, y que los dos iban a ir a bailar al día siguiente, pero
alguien le dio un codazo y el lápiz se le atoró en las anginas, y para cuando salió del
hospital se había comprometido con el médico que se lo extrajo y ni de chiste te
volteaba a ver? ¿Te acuerdas?
COLEMAN: Por supuesto que me acuerdo.
VALENE: No fue ningún accidente, fui yo quien le dio el codazo. Y por puros celos.
(Pausa. Coleman le arroja los bocadillos de salchicha a la cara y se abalanza hacia su
cuello por encima de la mesa. Valene escabulle el ataque) ¡Perdón por eso! ¡Perdón por
eso! (Apuntando a la carta) ¡Padre Welsh! ¡Padre Welsh! (Valene esquiva nuevamente a
Coleman. Se detienen uno frente al otro, sosteniéndose la mirada, Coleman contiene el
coraje)
COLEMAN: ¿¡¡Qué!!?
VALENE: ¿Qué?
COLEMAN: ¡Yo amaba a Allison O’Hoolihan, cabrón! ¡Si no fuera por ese puto lápiz de
mierda, puede que hoy estuviéramos casados!
VALENE: ¿Qué hacía chupándolo con la punta hacia adentro? ¡Se estaba buscando
problemas!
COLEMAN: ¡Y contigo los encontró, culero! ¡Ése lápiz pudo matar a Allison O’Hoolihan!
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COLEMAN: Lo sé, y perdóname por eso, Valene. Te toca. (Pausa) Eres muy lento. ¿Te
acuerdas cuando invitamos a unos niños retrasados mentales a una carne asada, y que
aventaron al fuego la mitad de tus comics de “El Hombre Araña”? No fueron ellos.
¿Sabes quién fue? Fui yo. Les eché la culpa por que eran demasiado tarados como para
reclamar.
VALENE: Esos comics de “El Hombre Araña” eran muy buenos, Coleman. En esos
números“El Hombre Araña” peleaba contra el Doctor Pulpo.
COLEMAN: Y perdóname por eso. Vas tú. (Pausa) Eres muy lento...
VALENE: ¡Oye!
COLEMAN: ¿Te acuerdas de cuando Pat Dooley te puso una buena madriza, que él tenía
como doce años y tu veinte, y que nunca supiste porque te madreó? Yo supe porqué. Le
dije que habías dicho que su madrecita muerta era una piruja peludita.
VALENE: ¡Ese día Pat Dooley me madreó con un puto cincel! ¡Casi me saca el pinche ojo!
COLEMAN: Creo que a Pat le gustaba su mami o algo así. (Pausa) Lo siento mucho,
Valene. (Eructa perezosamente).
VALENE: ¡Sí suenas muy arrepentido!
COLEMAN: ¿Quieres que siga con otra mía?
VALENE: Una vez te vacié una taza de meados en un tarro de cerveza que te tomaste,
Coleman. ¿Y sabes que? Ni siquiera notaste la diferencia.
COLEMAN: (Pausa) Oye ¿Eso cuándo fue?
VALENE: Cuando cumpliste diecisiete ¿Te acuerdas que ese mes te internaron en el
hospital por amigdalitis bacteriana? Fue mas o menos por esa época. (Pausa) Y perdón
por eso Coleman.
COLEMAN: Yo saco tu whiskey de la alacena cada semana, me tomo la mitad y el resto
lo relleno con agua. Hace diez años que lo vengo haciendo. No has probado whiskey en
toda su potencia desde mil novecientos noventa y tantos.
VALENE: (Bebe. Pausa) Pero pides perdón.
COLEMAN: Sí, supongo que lo siento. (Murmurando) Hacerme beber meados, y no
caulquier tipo de meados, tus pinches meados...
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COLEMAN: Debe haber millones de cosas. (Pausa) Hacer cagada tus papitas, Valene,
perdóname por eso.
VALENE: Te perdono. (Pausa) ¿Te acuerdas de esas vacaciones que acampamos en la
playa, cuando estábamos niños, y que una noche dejaste tu carreta de vaqueros afuera,
en la lluvia, y que a la mañana siguiente había desaparecido, y mamá y papá dijeron
“Ah, debe haber sido secuestrada por los indios”? No la secuestraron los indios. Yo me
levanté temprano y la eché al mar.
COLEMAN: (Pausa) Esa carreta de vaqueros me encantaba, oye.
VALENE: Lo sé perfectamente, y por eso perdóname.
COLEMAN: (Pausa) ¿El hilito de baba que dejé escurrir en tu ojo el día de tu
cumpleaños? Nunca intenté sorberlo de vuelta. Quería que te diera en el ojo y me dio
gusto cuando fue así. (Pausa) Me disculpo por eso.
VALENE: Está bien. (Pausa) Maureen Folan me pidió una vez que te preguntara si
querías ir con ella a ver una película al cine, ella hubiera pasado por ti y te hubiera
invitado a cenar, y por su tono de voz, sonaba como si después la cosa hubiera ido en
serio, pero nunca te di el recado, nomás por puro enojo.
COLEMAN: Mira Valene, no me perdí de gran cosa. Maureen Folan parece un fantasma
sin labios, con su peinado de orangután asustado.
VALENE: Pero la cosa hubiera ido en serio.
COLEMAN: En serio o no, eso no debías confesarlo. Ok, es mi turno, voy ganando.
VALENE: ¿Como que vas ganando?
COLEMAN: (Pensando) ¿Te acuerdas de tu “Hipopótamo Glotón”?
VALENE: Claro que me acuerdo de mi “Hipopótamo Glotón”.
COLEMAN: No fue Liam Hanlon quien se robó las canicas de tu “Hipopótamo Glotón”?,
no señor. Fui yo.
VALENE: ¿Y para que carajos querías las canicas de mi “Hipopótamo Glotón”?
COLEMAN: Para aventárselas a los cisnes en el lago, me la pasé muy bien ese día.
VALENE: Eso arruinó mi “Hipopótamo Glotón”. No se puede jugar sin canicas. Y además,
era nuestro “Hipopótamo Glotón”. Eso fue como quemarte tus propias cejas, Coleman.
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COLEMAN: No hace falta que lo hagas, Valene, y para que veas, te guardé el último
volován.
VALENE: Cómetelo tu, Coleman. Los volovanes no me gustan mucho. (Coleman asiente
agradecido y se lo come) ¿No se te hicieron guapísimas las monjitas?
COLEMAN: Estaban preciosas ésas monjas.
VALENE: Se me hace que conocieron al Padre Welsh en la universidad de monjas o algo
así.
COLEMAN: Me gustaría agarrarle a esas monjas tanto lo de arriba como lo de abajo.
Exceptuando a la gorda ésa del final.
VALENE: Estaba horrible y lo sabía.
COLEMAN: Si papá hubiera estado ahí hoy, se la hubiera pasado gritándole a las monjas.
VALENE: ¿Oye, porqué les gritaba a las monjas, Coleman?
COLEMAN: No tengo la más mínima idea. Seguro de niño tuvo una mala experiencia con
ellas.
VALENE: Si no le hubieras volado los sesos, podríamos preguntarle directamente a papá.
(Coleman lo ve severo) No, si no dije nada. Estoy tranquilo. Di mi paso atrás y te digo
esto calmado y sin ningún rencor, pero tú sabes que eso no estuvo bien, Coleman,
dispararle a nuestro papá en la cabeza. En fin, en tu corazón sabes que no estuvo bien.
COLEMAN: (Pausa) Ya sé que no estuvo bien. Y no nada más en mi corazón, sino en mi
cabeza y en mi todo. Hice mal en dispararle a papá, hice muy mal. Y me disculpo por
ello.
VALENE: Y yo me disculpo por sentarte aquí y hacerte firmar y renunciar a todo en tu
vida, Coleman. Fue la única forma de castigarte que se me ocurrió en el momento.
Bueno, también pude dejar que te llevaran a la cárcel, pero no quería eso. Y no dejé que
te llevaran por ser tacaño, no. Mas bien fue por que no quería quedarme aquí yo solo.
Te hubiera extrañado. (Pausa) Desde hoy... desde hoy, ésta casa y todo lo que hay en
ella es mitad tuyo otra vez, Coleman. (Conmovido, Coleman le extiende la mano y se dan
un apretón, un poco apenados. Pausa) Ya que estamos en esto ¿Hay algo más que
debamos confesar y desahogar?
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VALENE: Yo creo que sí. (Sacando la cadena de Girleen) No quiso que le devolviera su
cadena. No quiere que se la mencionen. La dejaré aquí, junto a la carta. (Sujeta la
cadena a la cruz, acariciando con delicadeza el corazón que descansa sobre la carta) Si
Girleen sigue así, la van a meter al manicomio.
COLEMAN: Sí, es cuestión de tiempo.
VALENE: ¿Qué triste, no?
COLEMAN: Muy triste (Pausa. Alzando los hombros) Ah. En fin. (Se come otro volován.
Valene se acuerda de algo, busca en los bolsillos de su chaqueta, saca dos figuritas de
cerámica, las coloca sobre la repisa, destapa su plumón casi automáticamente, titubea
para marcarlas como antes, y decide guardar su plumón). Creo que me estoy
acostumbrando a los volovanes, les estoy encontrando el gusto. Deberíamos ir a más
funerales.
VALENE: En las bodas también hay.
COLEMAN: ¿En serio? ¿De por aquí quién se casará pronto? Yo creí que Girleen, con lo
bonita que es, pero se me hace que se le botará la canica antes de que pueda llegar al
altar.
VALENE: Con lo guapo que soy seguro yo soy el siguiente en casarse. ¿Viste que hoy
todas las monjas me echaron el ojo?
COLEMAN: ¿Quién quiere casarse contigo, por favor? Hasta la chava sin labios de
Noruega te batearía.
VALENE: (Pausa. Enojado) ¿Ya viste? Estoy dando un paso atrás... estoy dando mi paso
atrás, como pidió el Padre Welsh, perdonando que me insultes.
COLEMAN: (Sincero) Eh... ah, lo siento Valene. Lo siento, se me salió así nomás, sin
pensar.
VALENE: Si fue sin querer no hay bronca.
COLEMAN: Fue sin querer. Aunque acuérdate que tu me insultaste primero, cuando
dijiste que desde niño traigo daños cerebrales por las piedras, y conste que no te
reclamé.
VALENE: Entonces me disculpo por decir que tienes daños cerebrales desde niño.
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VALENE: Me disculpo por dejarte caer piedras en la cabeza, pues. (Pausa) Porque tu
cerebro nunca se recuperó de las lesiones ¿verdad Coleman? (Coleman se le queda
viendo fijamente un momento, luego sonríe. Después lo hace Valene) Esto de
disculparse es un juego poca madre. El Padre Welsh no estaba tan equivocado.
COLEMAN: Espero que el Padre Welsh no esté en el infierno. Espero que esté en el
cielo.
VALENE: Yo también espero que esté en el cielo.
COLEMAN: O ya de perdida en el purgatorio.
VALENE: Aunque si está en el infierno, al menos tendrá a Tom Hanlon para platicar.
COLEMAN: Sí, y así no estará como si no conociera a nadie.
VALENE: Sí. Y también tiene al cuate de Alias Smith y Jones.
COLEMAN: ¿El de Alias Smith y Jones está en el infierno?
VALENE: Sí. Me lo contó el Padre Welsh.
COLEMAN: El güero.
VALENE: No, el otro.
COLEMAN: El otro. Era bueno.
VALENE: Era el mejor.
COLEMAN: Siempre se van al infierno los mejores. Probablemente yo me vaya
derechito al cielo, aun habiéndole volado la cabeza a papá. Mientras vaya a confesarlo,
claro. Eso es lo bueno de ser católico. Puedes dispararle a tu papá en la cabeza y ni
siquiera eso importará en lo más mínimo.
VALENE: Bueno, sí importa un poquito.
COLEMAN: Importa un poquito, pero tampoco tanto.
VALENE: (Pausa) ¿Viste que Girleen no paró de llorar en el funeral?
COLEMAN: Sí, la vi.
VALENE: Pobre Girleen. ¿Y supiste que su mamá tuvo que sacarla a rastras dos veces
mientras gritaba en el lago? Estaba parada con la mirada fija, ahí nomás, en el mismo
lugar donde el Padre Welsh se aventó.
COLEMAN: Yo creo que le caía muy bien el Padre Welsh, o algo así.
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VALENE: (Pausa) Em... ¿Te echarías un traguito conmigo, Coleman?
COLEMAN: (Sorprendido) Claro que sí. Si me compartes un traguito, claro.
VALENE: Por supuesto que te comparto. (Valene sirve dos vasos, uno más grande que
otro. Tras pensarlo, le da el grande a Coleman)
COLEMAN: Gracias, Val. Ahora sí tenemos nuestro pequeño banquete completo ¿no?
VALENE: Así es.
COLEMAN: Oye ¿Te acuerdas que de niño poníamos las sábanas entre el hueco de
nuestras camas, y nos escondíamos ahí abajo como si fuera una casa de campaña, y
hacíamos un banquete de sandwiches de mermelada?
VALENE: Los que acampaban en el hueco de nuestras camas eran tú y Mick Dowd. A mi
no me dejaban entrar con ustedes. Te la pasabas pisándome la cabeza si intentaba
meterme con ustedes. Todavía me acuerdo.
COLEMAN: ¿Era con Mick Dowd? No me acuerdo. Creí que habías sido tú.
VALENE: La mitad de mi infancia te la pasaste pisándome la cabeza sin motivo. ¿Y te
acuerdas de cuando me aplastaste y te sentaste encima de mí y dejaste escurrir un
hilito de gargajo de tu boca y que lo dejaste escurrir y escurrir hasta que aterrizó en mi
ojo el día de mi cumpleaños?
COLEMAN: Me acuerdo perfectamente, Valene. Y déjame decirte esto. Mi intención era
sorber ese gargajo justo antes de que llegara a tu ojo, pero le perdí el control.
VALENE: En mi cumpleaños.
COLEMAN: (Pausa) Me disculpo por babear en tu ojo y me disculpo por pisarte la
cabeza, Valene. Sobre el alma del Padre Welsh, me disculpo.
VALENE: Entonces acepto tu disculpa.
COLEMAN: Aunque también me acuerdo que en muchas ocasiones, de niños, dejabas
caer piedras encima de mi cabeza mientras dormía, y eran unas piedrotas.
VALENE: Esas piedras eran sólo un desquite.
COLEMAN: Desquite o no, despertar viendo unas piedras cayendote en la cabeza es
terriblemente espantoso para un niño. Y además, el desquite no cuenta si es una
semana después. El desquite se vale si es en el mismo momento y lugar.
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ESCENA SIETE
El espacio está más arreglado. La carta de Welsh está prendida de un alfiler al pie del
crucifijo. Valene y Coleman entran vestidos de negro, regresando del funeral de Welsh.
Coleman carga una pequeña bolsa de plástico llena de bocadillos de salchicha y
volovanes. Se sienta a la mesa. Valene abre su lata de galletas y saca su whiskey.
VALENE: Entonces, eso es todo.
COLEMAN: Sí, eso es todo. El Padre Welsh se ha ido.
VALENE: Fue una buena ceremonia.
COLEMAN: Sí. Si al que entierran fue sacerdote generalmente le hacen una buena
ceremonia.
(Coleman vacía su bolsa en la mesa)
VALENE: No te hubieras agandallado una bolsa entera, Coleman.
COLEMAN: Los estaban regalando.
VALENE: Nomás digo que toda una bolsa completa...
COLEMAN: Nada más se hubiera desperdiciado, y además entre los dos una bolsa no
llegará lejos.
VALENE: ¿Entre los dos?
COLEMAN: Sí, entre los dos.
VALENE: Ohh. (Ambos comen un poco) Estos volovanes están muy buenos.
COLEMAN: Sí, están muy buenos.
VALENE: No podemos decir que la Iglesia Católica no sepa hacer buenos volovanes, ¿o
no?
COLEMAN: Ésta es su mejor muestra. Y los canapés de salchicha tampoco estaban nada
mal, aunque seguro eran comprados.
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COLEMAN: Sí.
VALENE (pausa) Qué triste lo que le pasó ¿no?
COLEMAN: Sí, es triste. Muy triste, de hecho.
VALENE (pausa): ¿Podríamos intentarlo? Por nosotros. Digo ¿Llevarnos bien?
COLEMAN: Sí, lo intentaremos.
VALENE: No nos hará daño intentarlo.
COLEMAN: Exacto, no nos hará daño.
VALENE: (Pausa) Pobre Padre Welsh. Walsh. Welsh.
COLEMAN: Welsh.
VALENE: Welsh. (Pausa) ¿Me pregunto porqué lo haría?
COLEMAN: Supongo que debió haber estado molesto por algo.
VALENE: Sí, supongo. (Pausa) Esta cadenita es valiosa. (Pausa) Se la regresaremos la
próxima vez que la veamos, ahora está en shock.
COLEMAN: Sí, ahorita perdió la cordura. Sí me dolió el cabello cuando me lo jaló , oye.
VALENE: Sí, se vio cómo te dolió.
COLEMAN: Sí me dolió. PREVENIDO AUDIO
VALENE: (Pausa) Como que el suicido del padre Welsh pone en perspectiva nuestras
discusiones sobre las papitas.
COLEMAN: Así es.
VALENE: ¿Eh?
COLEMAN: Que así es.
VALENE: Sí. Una perspectiva terrible. Terrible.
COLEMAN: (Pausa) ¿Viste que se llamaba “Roderick”?
VALENE: (Resoplando) Sí, sí vi.
COLEMAN: (Pausa. Seriamente) No deberíamos reírnos. (Valene asiente. Ambos ponen
cara de serios. Oscuro) AUDIO: Entra track 9 “Funeral Welsh” Sale en Fade out
tras el giro de la plataforma al entrar Coleman y Valene de nuevo en la
siguiente escena.
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un pendejo al que sabía perfectamente que nunca podría tener. (Girleen corta la
cadena en dos con el cuchillo)
COLEMAN: No rompas tu cadenita, Girleen.
VALENE: No la toques, déjala ahí, Girleen. Se ve que vale mucho.
(Girleen avienta la cadena a una esquina del cuarto)
GIRLEEN: (Sollozando) ¿Ya leyeron la carta esa?
VALENE: Yo ya, dice un montón de babosadas.
GIRLEEN: La leí para ver si me mencionaba. Ni una sola palabra.
COLEMAN: Dice puras mamadas. ¿No Valene? No tiene caso leerla.
VALENE: No, de hecho no.
COLEMAN: Entonces la dejaré aquí, no tengo tiempo para cartas. Nunca les he
encontrado el sentido. Nomás son puras letras.
GIRLEEN: Me gustó la parte en la que habla de apostar su alma por ustedes. ¿No les
gustó esa parte?
VALENE: (Levantando la cadenita rota) Se me hace que no entendí esa parte.
GIRLEEN: (Pausa) El Padre Welsh se ahogó anoche en el lago. En el mismo lugar que
Tom Hanlon. Sacaron su cadáver ésta mañana. Esa parte habla sobre su alma en el
infierno y de que sólo ustedes pueden salvarlo. (Pausa) ¿Se dan cuenta de que nunca
me pidió a mí que salvara su alma? Me hubiera gustado hacerlo. Hubiera sido un honor
para mí, pero no. (Llorando) Fue a pedírselo a unos putos puercos locos borrachos con
cerebro de mierda. (Sacudido, Coleman lee la carta. Girleen avanza hacia la puerta,
Valene le ofrece el pendiente)
VALENE: Tu corazón, Girleen. Guárdalo para ti.
GIRLEEN:(llorando) ¡A la chingada mi corazón! Que se vaya al puto infierno, a la pinche
basura... ése es el mejor lugar para ese corazón de mierda. (Saliendo) ¡Ni siquiera una
palabra para mí!
(Tras salir Girleen, Valene se sienta en una silla, mirando la cadena. Coleman termina de
leer la carta, la deja sobre la mesa y se sienta en la otra silla)
VALENE: ¿La leíste?
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(Al ver a Coleman distraído, Valene se le arroja al cuello, tratando de quitarle las papitas
a la vez. Los dos se jalonean hasta caer al piso, dando vueltas y forcejeando, Coleman
hace puré las papitas en cada oportunidad que se le presenta. Girleen los observa
durante un rato, y luego, en silencio, saca un cuchillo de carnicero de uno de los cajones
de la cocina, va hacia ellos, jala a Coleman de la cabeza y le pone el cuchillo en el cuello)
VALENE: Girleen, deja en paz a Coleman. ¿Qué te pasa, oye?
GIRLEEN: Los estoy separando.
COLEMAN: (Asustado) Ya nos separamos.
VALENE: (Igualmente asustado) Ya nos separamos. (Una vez separados, Girleen suelta a
Coleman y pone la carta en la mesa, con tristeza)
GIRLEEN: Aquí está una carta que el Padre Welsh les escribió.
VALENE: ¿Para qué nos escribe ese cabrón?
COLEMAN: Se me hace que otra vez para quejarse. (Valene levanta la carta, Coleman se
la quita, Valene se la vuelve a quitar. Finalmente se quedan juntos, leyéndola. Tras unos
segundos Coleman se aburre. Girleen saca un pendiente de corazón con su cadena y lo
observa)
GIRLEEN: La leí cuando venía para acá. Es sobre ustedes dos amándose como hermanos.
COLEMAN: (Ahogando la risa) ¿Qué?
VALENE: Parece ser que el Padre Walsh Welsh, se marcha.
COLEMAN: ¿Está llena de quejitas, no Valene?
VALENE: Puras quejas. (Imitándolo) “Que insulten tu peinado no es pretexto para
asesinar a nadie, de hecho es la peor excusa que he escuchado”.
COLEMAN (riéndose): Qué chistosa te salió esa voz.
GIRLEEN: Le había encargado por el catálogo de mi mamá este corazón con todo y
cadenita. Acaba de llegar hoy en la mañana. Anoche le pedí que me escribiera y me
diera su nueva dirección, para poder enviárselo. Nunca hubiera tenido el valor de
dárselo en persona, me hubiera puesto roja como tomate. Ahorré cuatro meses para
comprárselo. Todo mi dinero del whiskey. (Llorando) Todo mi dinero del whiskey se me
fue en esto. Me lo hubiera gastado con los chavos en el antro, y no esperanzarme con
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VALENE: No…
COLEMAN: Tengo hambre y necesito unas papitas. Me esperé hasta que regresaras para
pedírtelas, nomás para que veas que soy honesto...
VALENE: Ya me las pediste y te dije que no. La otra semana bien que te la pasaste
insultando mis papita. Y ahora se siente que yo tenga el sartén por el mango ¿eh?
COLEMAN: Te las pedí cortesmente, y me valen madre los sartenes. Te las pedí
cortesmente tres veces, Valene.
VALENE: Se perfectamente que fue cortesmente, Coleman. Has sido terriblemente
cortés. Pero ya te dije ¡que no puedes tomar ninguna de mis pinches papitas!
COLEMAN: ¿Es tu última palabra?
VALENE: Es mi última palabra.
COLEMAN: (Pausa) No voy a tomar ninguna de tus Taytos. (Pausa) Sólo las haré cagada.
(Aplasta las papitas hasta hacerla polvo y le lanza la bolsa a Valene. Valene se levanta
de la mesa como flecha para agarrar a Coleman; durante ésta acción Coleman agarra
dos bolsas de la alacena y las sostiene arriba, una en cada mano, amenazando con
aplastarlas)
COLEMAN: ¡Atrás! (Valene se detiene bruscamente) ¡Atrás o las dejo igual!
VALENE: (Asustado) Suélta mis papitas, Coleman.
COLEMAN: ¿Que las suelte? Cuando lo único que quería era comprarte una bolsa y te
hubiera pagado dos, pero... ah no.
VALENE: (Sollozando) Estas desperdiciando buena comida, Coleman.
COLEMAN: ¿Buena, dices?
VALENE: Hay iraquíes que estarían felices de tener unas Taytos. (Coleman abre una de
las bolsas y empieza a comérselas al mismo tiempo que la puerta de entrada se abre de
portazo y entra Girleen, con la cara hinchada por el llanto y la carta en la mano)
COLEMAN: Oye, sí que estan buenas, fíjate.
GIRLEEN: (En shock) ¿Ya supieron la noticia?
COLEMAN: ¿Cuál, Girleen? ¿La del equipo de menores…?
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COLEMAN: Ni siquiera estás leyendo esa Cosmopolitan.
VALENE: Estoy leyendo esta Cosmopolitan, o mejor dicho, estoy hojeando mi
Cosmopolitan a mi ritmo, como lo haría cualquiera que compra su Cosmopolitan con su
dinero.
COLEMAN: Revistas para mujeres es lo único que lees. No me queda duda que has de
ser un pinche mariconcito.
VALENE: Aquí hay un niñito en Irak, y no sólo no tiene brazos, sino que su mamá acaba
de morirse. (Murmura algo mientras lee) Ah, nomás andan tras de la pinche lana, para
variar.
COLEMAN: Y ni modo que tu le mandes algo de dinero a ese pobre niñito, no, como va a
ser.
VALENE: Seguro lo hicieron esconder los brazos detrás de su espalda, para chantajearte.
COLEMAN: Puros pretextos.
VALENE: Cuánto a que su mamá está bien.
COLEMAN: (Pausa) Mejor deberías comprar “Bella”. Cosmopolitan solo tiene puros
tests.
VALENE: Aquí hay un cupón para Fruti Lupis sabor miel.
(Valene arranca cuidadosamente el cupón de la revista mientras Coleman saca con
cuidado una papitas de la alacena)
COLEMAN: Tests y huérfanos deformes. (Pausa) Emm ¿me dejas tomar una bolsa de
papas, Val? Tengo un poquito de hambre.
VALENE: (Alzando la vista. Pausa) ¿Lo dices en serio?
COLEMAN: Ándale, te las quedo a deber.
VALENE: Pon esa bolsa en su lugar.
COLEMAN: Te digo que te las debo. Puedes ponerla en la misma cuenta de tus figuritas
derretidas.
VALENE: Ponlas... ponlas... oye ¿Qué estás haciendo? Pon esas papitas donde estaban,
te digo.
COLEMAN: Valene, escúchame...
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VALENE: (Pausa) Más te vale que ése no sea mi whiskey.
COLEMAN: No es tu whiskey.
VALENE: Ajá (Pausa) ¿Supiste la noticia?
COLEMAN: Sí. ¿No te parece horrible?
VALENE: Es una vergüenza, una vergüenza total y nada más. No puedes expulsar de un
partido de futbol de niñas a un equipo completo, oye.
COLEMAN: Y menos en una pinche semifinal.
VALENE: Ni en ningún partido. Si tienes que expulsar a alguien, lo haces una a la vez, por
faltas individuales. No las sacas a todas como si estuvieran en oferta, cuando apenas
lleva siete minutos de comenzado el juego, para que se regresen a sus casas a llorar con
sus mamis.
COLEMAN: El “Santa Josefina” pasó por defaul, sólo por defaul. Si tuvieran un poquito
de honra no tomarían ese lugar en la final y nos lo darían a nosotros.
VALENE: Yo espero que pierdan la final.
COLEMAN: Lo mismo digo, espero que pierdan. Mira, con su goleadora en coma, es muy
probable que sí.
VALENE: No, su goleadora ya salió del coma hace rato. La tienen en terapia intensiva.
COLEMAN: ¿Estaba fingiendo la cabrona? ¿Nos expulsaron sin razón? Ojalá que entre
en coma otra vez y se muera.
VALENE: Lo mismo digo, que entre en coma y se muera. (Pausa) Oye, míranos, estamos
de acuerdo.
COLEMAN: Supongo que si.
VALENE: A veces podemos estar de acuerdo. (Le arranca la revista de las manos) Pero
no por eso puedes leer mis revistas, ya te lo dije. No hasta que yo haya terminado de
leerlas.
Se sienta a la mesa y hojea la revista, sin leer. Coleman echa rabietas.
COLEMAN: (Poniéndose de pie) Y tu no ... ¡Tu no me las arrebates! ¡Casi me arrancas los
dedos!
VALENE: Ahí te van éstos dedos (Le hace una señal de “V”) Y llévatelos a la camita.
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VALENE: Estoy revisando. (Pausa) Es bueno revisar. (Pausa) Es importante ¿sabes?
(Pausa) Nomás una revisadita. ¿Si entiendes lo que te digo, verdad?
Después de un rato, Valene saca algunas figuritas nuevas de la bolsa, acomodándolas
en la repisa junto con las otras.
COLEMAN: Ah que la...
VALENE: ¿Eh?
COLEMAN: ¿Qué?
VALENE: ¿Qué?
COLEMAN: ¿Uh-‐hum?
VALENE: ¡Tarán! Bonitas ¿No? ¿Tú que opinas Coleman?
COLEMAN: Opino que puedes irte mucho a la chingada.
VALENE: No, que irme a la chingada ni que nada. ¿Se verían mejor un si las muevo
poquito a la izquierda? Hmmm. El nuevo San Martín por aquí para que se empareje con
el San Martín de por acá, y tenemos un santo negrito de cada lado, para que se vea
artístico (Pausa) Soy un genio decorando repisas. No sabía que tuviera esa habilidad.
(Pausa) Ahora son cuarenta y seis figuritas. Seguro que entro derechito al cielo con
tantas figuritas en mi casa. (Valene encuentra su plumón y marca las nuevas figuritas)
COLEMAN (Pausa): Aquí sale una pobre niña de Noruega que nació sin labios.
VALENE (Pausa): Eso de la niña sin labios ya es viejo.
COLEMAN: A esa niña nunca la van a besar. Menos con las encías todas descubiertas.
VALENE: Igualito a tí, nunca te van a besar. Y tu no tienes pretexto. Tú sí tienes los
labios completos.
COLEMAN: Seguro tu has besado un millón de viejas. Sí.
VALENE: Como dos millones.
COLEMAN: Dos millones, ajá. Cuando tenías como doce años y todas eran ancianitas.
VALENE: Ancianitas. Puros mujerones.
COLEMAN: Mi hermano Valene vive en su propio mundito de sueños, entre gorriones y
hadas y monstruitos peludos. ¡Ptiuw! Y gente loquita.
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se preocupa por ustedes y que no quiere ver que se terminen matando; que como
sacerdote nunca logró nada en Leenane, de hecho todo lo contrario, ver que ustedes
volvieran a ser hermanos de verdad sería el mayor logro de todo el tiempo que
permanecí aquí. Rayaría en lo milagroso, seguro. Incluso podría ser canonizado.
AUDIO: Entra efecto relámpago (Pausa) Valene y Coleman, apuesto todo en
ustedes. Estoy seguro que por ahí hay amor, sólo es cuestión de dar un paso atrás y
buscarlo. Incluso apostaría mi propia alma a que ese amor está ahí, y sé perfectamente
que las probabilidades están en mi contra. Quizás de 64,000 a uno, pero aun así apuesto
por ustedes; porque a pesar del asesinato, de su desorden y esa tacañería que hasta le
arrancaría los dientes a una cabra enferma, tengo fé en ustedes. ¿No me
descepcionarán, verdad?
Con ustedes y suyo ahora en el amor de Cristo,
Roderick Welsh.
AUDIO : Sale track 7 en fade out al salir el público de la sala. INTERMEDIO.
Pausa. Welsh se estremece ligeramente.
ESCENA SEIS
AUDIO: Entra track 8 “Galway bay” después de 2a. llamada. Con la 3a.
llamada se abre telón.
La casa de Valene. La escopeta está de nuevo en su lugar encima de la repisa, misma
que está llena de las figuritas nuevas, marcadas todas con una “V”. Coleman, con lentes,
está sentado en la silla de la izquierda, con un vaso de whiskey, leyendo otra revista
para mujeres. Valene entra cargando una bolsa. Checa con la mano la estufa. Coleman,
irritado, intenta ignorarlo.
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puro mal genio y rencor, mientras que tu por ser ni más ni menos que un pinche
miserable codicioso sin corazón... pero prometí que no los sermonearía y ya perdí el
hilo, así que dejaré de sermonearlos y empezaré un nuevo párrafo. (Pausa) Como les
decía, me marcho ésta noche, pero no he dejado de pensar en ustedes desde la noche
en que me quemé las manos en su casa. Cada vez que el dolor regresa a mis manos,
pienso en ustedes, y déjenme decirles lo siguiente: soportaría otra vez éste dolor y uno
mil veces mayor con una sonrisa, si con ello pudiera restaurar el amor de hermanos,
que tan miserablemente les falta a uno y a otro, y que debió existir algún día. ¿No se
querían cuando eran niños? ¿O más jóvenes, pues? ¿A dónde dejaron ir todo eso?
¿Nunca lo han pensado? Lo que yo creo es que lo enterraron en lo más profundo de
ustedes, bajo un cúmulo de resentimientos y odio, escupiéndoselo a escondidas como si
fueran un pinche par de viejitas. Son un par de viejitas mitoteras; discutir por pinches
papitas y estufas y figuritas, son discusiones de cerebros de culo. Pero yo si creo que su
amor está ahí, debajo de todo eso; de hecho apostaría todo lo que atesoro a que sí, y
que me pudra en el infierno si estoy equivocado. Lo que pasa es que han vivido toda su
vida uno encima del otro, la suya ha sido una existencia triste y solitaria, sin que
aparezca mujer alguna que los calme a ninguno de los dos, por lo menos no muchas
mujeres o el tipo equivocado de mujeres; y entonces la amargura ha crecido y crecido
sin medida, los resentimientos diarios, las faltas, las quejas y los mutuos crímenes
infantiles, ante los que tal parece nunca podrán dar un paso atrás y descubrir el amor
alojado debajo, y perdonarse el uno al otro. Ése es el motivo de esta carta ¿No podrían
hacer algo al respecto? ¿Qué no podrían ambos, ahora, dar un paso atrás y hacer una
listita de todas las cosas que les sacan de quicio del otro? ¿De los males cometidos
mutuamente a lo largo de los años y que aun tienen guardados? ¿Podrían leer esas
listas en voz alta, platicarlas abiertamente y respirar profundamente, perdonando todos
esos males, sin importar cuáles sean? ¿Sería muy difícil de hacer? Se que para ustedes
dos, sí, pero ¿no podrían intentarlo? Y si no funciona, pues no funcionará, pero por lo
menos podrán decir que lo intentaron. ¿Estarían peor si lo hicieran? PREVENIDO
AUDIO Y si no lo hacen por ustedes ¿podrían hacerlo por mí? Por un amigo suyo, que
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periódico. “Niña decapitada en partido de fútbol” (Welsh asiente esbozando una
sonrisa. Girleen empieza a caminar) PREVENIDO AUDIO
WELSH: Oye Girleen... gracias por sentarte conmigo, fue muy significativo para mí. En
serio.
GIRLEEN: Cuando quiera padre, cuando quiera. (Girleen sale. Welsh mira al frente)
WELSH: (en voz baja) Cuando quiera…no, Girleen, ya no. Ya no. AUDIO: sale efecto y
se mezcla con la entrada del track 7 “En el lago”, mismo que permance
durante toda la escena siguiente.(Se termina la cerveza y se persigna. Sentado,
piensa por un momento) (Oscuro).
ESCENA CINCO
Escenario oscuro, excepto una luz sobre Welsh, que recita su carta con rapidez.
WELSH: Queridos Valene y Coleman: soy el Padre Welsh. Me marcho de Leenane para
siempre y quería decirles algunas palabras; no, no los voy a sermonear ¿Para qué? No
ha funcionado antes y menos ahora. Sólo quiero abogar por ustedes como un amigo
preocupado por ambos, por sus vidas, tanto en este mundo como en el que sigue,
mismo que no les quedará muy lejos, cabroncitos, si siguen tan locos como van.
Coleman: no hablaré aquí del asesinato de tu padre -‐aunque obviamente me preocupa,
como sacerdote y como una persona con el mínimo sentido moral-‐ pero en fin, ese es
un asunto que queda a tu conciencia, aunque espero que algún día te des cuenta de lo
que hiciste y busques el perdón; porque, déjame decirte una cosa, que insulten tu
peinado no es pretexto para asesinar a nadie; de hecho es el peor pretexto que jamás
he escuchado. Pero ahí la dejamos, aunque lo mismo va para ti, Valene, por tu parte en
el asesinato de tu papá, y no digas que no tuviste nada que ver porque si tuviste que ver
y bastante. Mentir y decir que fue un accidente sólo por obtener el dinero de tu padre
es una acción tan macabra como la de Coleman, si no es que peor; Coleman lo hizo por
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GIRLEEN: No sabía que hubiera notado mis enormes ojos café. ¿No le parecen
hermosos?
WELSH: Algún día crecerás y serás una mujer tremendamente bella, Girleen, que Dios te
bendiga. (Welsh bebe de nuevo)
GIRLEEN: (Entristecida, en voz baja)Si, algún día. (Pausa) Me voy yendo a casa, Padre.
¿Se queda o me acompaña?
WELSH: Me quedo un ratito más, Girleen. Tengo que orar por Thomas.
GIRLEEN: Entonces, es adiós por un rato.
WELSH: Así es. (Girleen le da un beso en la mejilla y se abrazan. Ella se levanta) No se te
olvide darles la carta a Valene y Coleman, Girleen.
GIRLEEN: Lo haré ¿Qué tiene adentro, Padre? Suena muy misterioso. No estará repleta
de condones ¿verdad?
WELSH: ¡No, que pasó!
GIRLEEN: Porque ¿sabe? A Valene y a Coleman no les servirían de nada, a menos que
los usen con una gallina.
WELSH: Girleen, por favor...
GIRLEEN: Y tendría que ser una gallina ciega.
WELSH: Tienes una boquita terrible.
GIRLEEN: Sí, es para dar mejores... no, mejor no termino esa frase. ¿Ya supo del nuevo
pasatiempo de Valene? Ha estado por todos lados recolectando figuritas de santos
nuevas, pero sólo de cerámica o porcelana, para que no se derritan. En la última cuenta
llevaba treinta y siete, y sólo para molestar a Coleman.
WELSH: Esos dos, son un par de subnormales.
GIRLEEN: Sí, si que lo son. Son los reyes de lo subnormal (Pausa). Nos vemos pues,
Padre.
WELSH: Nos vemos pues, Girleen. O mejor dicho, Mary.
GIRLEEN: Cuando me diga a dónde se fue, le escribiré para que sepa como le fue al
equipo de menores de doce en el partido de mañana. Aunque seguro sale en el
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frío y sombrío de éste lugar. ¿Qué crees que necesitó para meterse al lago, Girleen?
¿Valor o estupidez?
GIRLEEN: Valor.
WELSH: Eso mero.
GIRLEEN: Y... cerveza.
WELSH: (Riendo) Eso también. (Pausa) Mira lo triste, callado y quieto que está.
GIRLEEN: Con los años muchos se han suicidado aquí además de Thomas, ¿no sabía,
Padre? Por lo menos otros tres tipos se ahogaron aquí, mi mamá me lo contó.
WELSH: ¿De verdad?
GIRLEEN: Hace muchos años. Puede que aun en los tiempos de escasez.
WELSH: ¿Ahogados?
GIRLEEN: En este mismo sitio.
WELSH: Entonces, deberíamos de asustarnos de sus fantasmas, pero no, no nos
asustamos. ¿Por qué será?
GIRLEEN: En su caso, porque está borracho hasta las manitas. Y yo, yo no estoy asustada
porque... no sé porqué. Primero, porque usted está aquí conmigo; y segundo, porque...
no lo sé. Tampoco me asusta ir en la noche a los cementerios. Al contrario, me gusta ir
en la noche a los cementerios.
WELSH: ¿Por qué? ¿Porque eres una bravucona morbosa?
GIRLEEN: (Apenada) No, no. No soy bravucona. Porque... porque aunque uno esté triste
o solo o algo por el estilo, uno está mejor que los que están enterrados o ahogados,
porque… al menos uno tiene la oportunidad de ser feliz, y aunque sea una oportunidad
muy pequeña, es mucho más que lo que tienen todos esos muertos. Y no es que uno
diga “¡Ja, estoy mejor que ustedes!”; no, porque a la larga puede ser que tengas una
vida peor que la que ellos tuvieron, y que hubiera sido mejor estar igual de muerto.
Pero al menos estando aquí existe la posibilidad de ser feliz, y es como si esos muertos
lo supieran y ellos estuvieran felices por que la tienes. Y dicen ¡Que tengas suerte!
(Bajando la voz) En fin, así lo veo yo.
WELSH: Detrás de esos enormes ojos café hay un millón de reflexiones.
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WELSH: Y en todo caso Girleen no es mucho mejor ¿Cuál es tu nombre de pila?
GIRLEEN: (Encogiéndose) Mary.
WELSH: (Riéndose) ¿Mary? ¿Y te burlas de Roderick?
GIRLEEN: Mary es el nombre de la mami de Nuestro Señor ¿Nunca se lo dijeron?
WELSH: Sí, por ahí, en algún lugar.
GIRLEEN: Por eso no llegó a ningún lado. Pinche Mary.
WELSH: Tú llegarás lejos, Girleen.
GIRLEEN: ¿De verdad lo cree?
WELSH: ¿Con lo ruda que eres? ¿Y amenazando con golpear a los sacerdotes que se te
cruzan? Estoy seguro.
GIRLEEN: (Quitándole el cabello a Welsh de su frente) Nunca lo hubiera golpeado, Padre
(Le da una delicada palmada en la mejilla) Tal vez una cachetadita gentil. (Welsh sonríe
y mira al frente. Girleen lo mira detenidamente y después, apenada, desvía la mirada)
WELSH: (Pausa) Bueno, sólo vine para recordar a Thomas, a dedicarle una oración,
antes de continuar mi camino.
GIRLEEN: ¿Se marcha ésta noche?
WELSH: Sí, ésta noche. Me había propuesto quedarme hasta el funeral de Tom, eso
sería lo último que haría.
GIRLEEN: Es demasiado rápido, nadie podrá despedirse de usted, Padre.
WELSH: Si, ya me imagino, van a decir Adiós, pero a mis espaldas qué alivio, ya era
hora.
GIRLEEN: No, para nada.
WELSH: ¿No?
GIRLEEN: No. (Pausa. Welsh asiente no muy convencido y bebe de nuevo) ¿Me escribirá
desde donde vaya para darme su nueva dirección?
WELSH: Sí, lo intentaré, Girleen.
GIRLEEN: Aunque sea para saludarnos de vez en cuando, ¿no?
WELSH: Sí, lo intentaré, (Mientras Welsh habla, Girleen se las arregla para ahogar sus
lágrimas sin que él lo note) Caminó por aquí ¿sabías? Pobre Tom. Mira nomás, con lo
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WELSH: Para comprar pura mierda, claro. Bueno, Girleen, parece que para ti la vida es
un tormento constante; quisiera tener problemas tan fuertes como los tuyos en mi
vida.. (Girleen se levanta y agarra a Welsh del cabello a la altura de la nuca).
GIRLEEN: ¡Si fuera otro el que me hablara con ese sarcasmo, le sorrajaría un putazo en
el ojo, solo que si yo lo golpeara en el ojo, usted se iría llorando como una pinche
nenita!
WELSH: Nunca te pedí que te sentaras junto a mí.
GIRLEEN: No sabía que existiera una ley para no sentarse junto a usted, aunque ahorita
ojalá fuera así.
(Girleen suelta a Welsh y comienza a retirarse)
WELSH: Perdón por haber sido sarcástico con eso del catálogo de tu mamá, Girleen y
por lo demás. Lo siento.
(Girleen se detiene, hace una pausa y se dirige de nuevo a la banca)
GIRLEEN: Está bien.
WELSH: Es sólo que me siento un poco... como decirlo...
GIRLEEN: (Sentándose a su lado) Sensiblón.
WELSH: Sensiblón, eso. Sensiblón.
GIRLEEN: Sensiblón y solitario. El sensiblón y solitario padre Walsh. Welsh. (Pausa)
Perdón Padre.
WELSH: Nadie se acuerda nunca.
GIRLEEN: Es que Walsh se parece mucho a Welsh, Padre.
WESLH: Ya lo sé, ya lo sé.
GIRLEEN: ¿Cuál es su nombre, Padre?
WESLH: (Pausa) Roderick.
GIRLEEN: (Ahogando una risa mientras Welsh sonríe) Roderick (Pausa) Roderick es un
nombre horrible, Padre.
WELSH: Lo sé, y gracias por decírmelo. Lo bueno es que estás levantándome el ánimo,
¿no?
GIRLEEN: Solo trato de ser amable con usted.
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WELSH: Tal parece que tu moral es nula, Girleen.
GIRLEEN: Tengo mucha moral, es sólo que no me la paso lamentando que no la haya
como hacen otros.
WELSH: (Pausa) Un día Val y Coleman van a matarse, si alguien no los detiene. De
cualquier manera, no seré yo quien lo haga. Será quien tenga los huevos. (Saca una
carta y se la da a Girleen) Les escribí una cartita a esos dos. ¿Podrías entregárselas la
próxima vez que los veas, Girleen?
GIRLEEN: ¿No los verá antes que yo?
WELSH: No. Esta noche me voy de Leenane.
GIRLEEN: ¿A dónde se va?
WELSH: A dónde sea. A donde me envíen. A cualquier lugar menos éste.
GIRLEEN: ¿Porqué, Padre?
WELSH: Ay, pues tengo muchas razones diferentes, pero los tres crímenes y el suicidio
entre mis feligreses no ayudan.
GIRLEEN: Nada de eso fue su culpa, Padre.
WELSH: ¿Ah, no?
GIRLEEN: Y además ¿Qué no mañana es la semifinal de la selección de las menores de
doce?
WELSH: Esa jauría nunca ha escuchado mis indicaciones. No veo porqué ahora vayan a
hacerlo ahora. Nadie escucha mis consejos. Nadie me escucha, punto.
GIRLEEN: Yo lo escucho.
WELSH: (Sarcástico) Uy, gran consuelo. (Girleen voltea la cabeza, herida) Tú tampoco
me escuchas. Cuantas veces te he dicho que dejes de contrabandear por ahí el licor de
tu padre, y lo sigues haciendo ¿o no?
GIRLEEN: Sólo hasta que logre juntar unos cuantos peniques, Padre.
WELSH: ¿Unos cuantos peniques? ¿Para qué? ¿Para gastarlos en los antros mientras
una bola de púberes te manosean?
GIRLEEN: Claro que no, Padre. Ahorro para poder comprarme algunas cosas bonitas que
vi en el catálogo de ropa de mi Mamá. Tienen toda una variedad de...
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WELSH: No vayas a empezar como todos.
GIRLEEN: No empecé nada.
WELSH: Sobre todo no hoy.
GIRLEEN: Que no empecé nada. A veces, bromeo con usted, nada más.
WELSH: ¿A veces? Yo diría que todo el tiempo. Igual que todos por aquí.
GIRLEEN: Ay, de vez en cuando, y solo para disfrazar la loca y profunda pasión que
siento por usted... (Welsh la mira malicioso, ella sonríe) No, nada mas estoy
bromeando, Padre…
WELSH: ¡¿Ya ves?!
GIRLEEN: ¿Qué? ¿No aguanta una broma Padre? Usted es un blanco fácil por que se
cree mucho y se toma muy en serio.
WELSH: No me tomo muy en serio.
GIRLEEN: Bueno. Entonces no.
WELSH: (Pausa) ¿De verdad me tomo muy en serio?
GIRLEEN: No más que la mayoría de los sacerdotes.
WESLH: Es cierto, tal vez si me tomo muy en serio. Quizá por eso no encajo en este
lugar. Aunque tendría que matar a la mitad de mis pinches parientes para encajar aquí.
Caray. Y yo que creí que Leenane era tranquilo la primera vez que vine. Pero no. Resulta
que es la capital del asesinato de Europa entera. ¿Sabías que Coleman asesinó a su
papá a propósito?
GIRLEEN: (Bajando la cabeza, avergonzada) Creo que escuché un rumor, o algo por el
estilo...
WELSH: ¿Un pinche rumor? ¿Y no se te ocurrió cerciorarte o reportarlo?
GIRLEEN: Yo no soy una pinche soplona, y el papá de Coleman siempre fue un pinche
viejo gruñon. Una vez pateó a mi gato Eamon.
WELSH: ¿Te parece que se merece morir alguien por patear a un gato?
GIRLEEN (se encoge de hombros): Eso depende de quién sea ese alguien. Y del gato.
Pero, eso si le digo, si quien lo hiciera supiera que después le dispararán en la cabeza,
habría muchos menos gatos pateados en Irlanda.
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(Coleman cierra la puerta, Valene gruñe. Tras una pausa, se rasca las bolas AUDIO:
Entra track 6 “transición lago”, dejar correr y cortar al terminar el track. Se
mezcla con efecto de noche. y se huele los dedos. Pausa. Oscuro. Intermedio)
ESCENA CUATRO
Una banca en un embarcadero en la noche, Welsh está sentado con una botella de
cerveza, con las manos ligeramente vendadas. Girleen se acerca y se sienta a su lado.
WELSH: Girleen.
GIRLEEN: Padre. ¿Qué hace?
WELSH: Aquí nada mas, sentado.
GIRLEEN: Ah ya. (Pausa) El sermón para Thomas estuvo muy lindo.
WELSH: No te vi por allá, ¿o sí?
GIRLEEN: Estaba hasta mero atrás. (Pausa) Sus palabras casi me hacen llorar.
WELSH: ¿Llorar? ¿Tú? En todos estos años, nunca había oído que lloraras por nada,
Girleen. Ni en los funerales, ni en las bodas. Ni siquiera lloraste cuando Holanda nos
eliminó en el pinche mundial.
GIRLEEN: De vez en cuando, estando sola, lloro por distintas cosas…
WELSH: Ese pinche portero patito. No podría parar ni el tiro de una vaca. (Welsh le da
un sorbo a su cerveza)
GIRLEEN: Creo que ya se tomó bastantes ¿no cree?
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COLEMAN: No te las voy a dar.
VALENE: ¡Dame las pinches...! (Valene trata de arrancarle las balas del puño a
Coleman, quien se burla ante el intento. Valene agarra a Coleman del cuello y
forcejeando, caen al suelo. Welsh, petrificado y horrorizado, los observa. Se da cuenta
del refractario humeante y se acerca, aprieta los puños y los introduce en el recipiente.
Sin respirar, Welsh logra contener el grito durante diez ó quince segundos. Con los puños
aun dentro, deja escapar un horrible y ensordecedor quejido durante unos diez
segundos, hasta ese momento Valene y Coleman dejan de pelear, se levantan y tratan
de ayudarlo…)
VALENE: Padre Walsh oiga...
COLEMAN: Padre Walsh, Padre Walsh...
(Welsh saca sus puños enrojecidos del refractario, reprimiendo nuevamente sus
quejidos, desesperado y atormentado mira a los atolondrados hermanos. Avienta el
refractario y sale disparado por la puerta principal apretando sus puños contra su pecho
por el dolor)
WELSH: (Haciendo mutis grita) ¡¡¡Me llamo Welsh!!!
(Valene y Coleman lo ven alejarse unos momentos)
COLEMAN: Oye, ese tipo si que está loco.
VALENE: De remate.
COLEMAN: Como una cabra. (Observa el refractario) ¿Y aparte nos deja su tiradero?
(Valene asoma la cabeza por la puerta y grita) PREVENIDO AUDIO
VALENE: ¿Oiga, quiere que recojamos su tiradero?
COLEMAN: (Pausa) ¿Qué dijo?
VALENE: Ya se había ido.
COLEMAN: Como cabra, tal cual. (Pausa) Ahh, es tu pinche piso. Tu límpialo.
VALENE: ¡¿Que qué?!
COLEMAN: ¿Ves que bonitas mis balas, Valene? (Le restriega los cartuchos en la cara y
corre a su cuarto)
VALENE: ¡Hijo de tu puta…!
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VALENE: Antes que nada, cocinar figuritas es contra Dios, y más si son de la Virgencita.
COLEMAN: Mire, qué razón tiene este pendejo de la escopeta, le diré qué mas esta en
contra de Dios, antes de que éste me meta un balazo… (A Welsh) Ey… gemiditos, ¿me
esta escuchando…?
WELSH: Te escucho, te escucho, te escucho…
COLEMAN: Le diré que más está en contra de Dios. Sentar a tu hermano en una silla,
mientras a tu papá le escurren los sesos, prometiendo decir a todos que no fue más que
un accidente...
VALENE: Cállate ya cabrón…
COLEMAN: Siempre y cuando firmes en ese mismo instante un papel renunciando a
todo lo que tu papá te dejo en su testamento…
WELSH: No... no... no...
COLEMAN: Su casa y su terreno y sus mesas y sus sillas y su poquito de dinero, que fue
desperdiciado en una pinche estufa mierdera comprada nada más para torturarme, hijo
de la chingada...
WELSH: No... no...
VALENE: ¡Vete despidiendo del mundo, cabrón!
COLEMAN: Y para acabar, las pinches Oyukis, las peores papitas del mundo…
(Valene pone el cañón de la escopeta en la cabeza de Coleman)
WELSH: ¡No Valene, no!
VALENE: ¡Vele diciendo adiós al mundo, cabrón!
COLEMAN: “Adiós al mundo, cabrón”
(Valene aprieta el gatillo. Se oye un click. Aprieta de nuevo el gatillo. Otro click. Lo repite
una tercera vez, y lo mismo. Coleman mete su mano al bolsillo y saca dos cartuchos)
¿Crees que soy un pinche estúpido o qué? (A Welsh) ¿Vio eso padre? Mi propio
hermano disparándome en la cabeza.
VALENE: Dame las pinches balas, pues.
COLEMAN: No.
VALENE: ¡Que me las des te digo!
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VALENE: Sangre de mi sangre, sí. ¿Y porqué no? Si el puede asesinar a su propia sangre
y salir bien librado ¿porqué yo no puedo?
WELSH: ¿A ver, de qué estás hablando? El disparo que Coleman le dio a tu padre fue
solo un accidente, lo sabes perfectamente.
VALENE: ¡Accidente mis huevos! Usted es el único pendejo en el pueblo que cree que
fue un accidente. Papá se burló del peinado de Coleman, y él se levantó de un brinco y,
como loco, lo jaló por el cabello y le voló los sesos. Como lo había prometido desde que
tenía ocho años, cuando papá pisó su Scalectrix y la partió en dos… (Coleman entra por
la puerta principal)
COLEMAN: Pues me encantaba esa Scalectrix, fíjate. Los faros delanteros de los
cochecitos eran fosforescentes. (Valene se da la vuelta y le apunta con la escopeta.
Welsh retrocede gimiendo con las manos en la cabeza. Coleman se pasea
despreocupado hasta la mesa y se sienta con tranquilidad)
WELSH: ¡No puede ser! ¡No es verdad!
COLEMAN: Mira cómo se puso éste cuate, pálido...
VALENE: ¡Tu cállate! No tienes derecho a hablar después de tus pinches crímenes...
WELSH: Dime que no le disparaste a tu papá a propósito, Coleman. Por favor, dime…
VALENE: ¡Esto no se trata de nuestro pinche papá! ¡Se trata de mis pinches figuritas!
COLEMAN: ¿Ve las prioridades de éste cuate?
VALENE: ¡Derretir figuritas va directamente contra la ley de Dios!
WELSH: ¡También dispararle a tu padre en la cabeza!
VALENE: ¡Y con el gas en nivel diez!
WELSH: Dímelo, Coleman, dímelo, por favor. Dime que no le disparaste a tu papá a
propósito. Dímelo…
COLEMAN: ¿Se va calmar o que? (Pausa) Por supuesto que le disparé a mi papá a
propósito. (Welsh empieza a gemir de nuevo) No acepto críticas de nadie. Mi cabello no
parece de “muñeca de baldío”. ¡Me acababa de peinar y no tenía nada de raro mi
peinado! Y sé perfectamente que dispararle a tu padre en la cabeza es contra la ley de
Dios, pero hay de insultos a insultos.
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WELSH: La pobre sentada ahí llorando, y él dándole codazos sin parar, una y otra vez
“¿Va a dar volovanes, señora? ¿va a dar volovanes?”
VALENE: De estar borracho se le perdonaba, pero no, lo hizo por joder. (Ríe) Aunque
estuvo muy chistoso.
WELSH: ¿Y por cierto dónde está? Creí que venía atrás de nosotros.
VALENE: Se detuvo a abrocharse las agujetas (Pausa. Percatándose) Coleman no tiene
agujetas, usa mocasines. (Pausa) ¿Dónde están mis virgencitas?
(Se inclina sobre la estufa para ver si las figuritas cayeron detrás. El calor de la estufa le
quema las manos, las retira gritando, histérico) ¡¿Qué?! ¡¿Qué?!
WELSH: ¿Qué pasa Valene? ¿Dejaste encendida la estufa? (Aturdido, Valene abre la
puerta del horno con una toalla. De él sale un bramido de humo. Toma el refractario con
el plástico derretido y lo saca. Asqueado, lo coloca sobre la mesa y saca con delicadeza
una de las figuritas a medio derretir)
Todas tus figuritas están derretidas, Valene.
VALENE: (Tambaleándose) ¡Voy a matar a ese cabrón! ¡Voy matar a ese pendejo!
WELSH: Te apuesto lo que quieras a que fue Coleman, Valene.
VALENE: ¡Ya estuvo! ¡Voy a matarlo! (Valene descuelga la escopeta de la pared y
deambula por el cuarto como hipnotizado. Welsh salta de su silla y trata de calmarlo)
WELSH: ¡Valene escúchame! ¡Guarda esa escopeta!
VALENE: ¡Le voy a volar la cabeza! ¡Le voy a volar su puta cabeza! Le dije que no tocara
mi estufa y que no tocara mis figuritas ¿y qué es lo que hace? ¡Cocina mis figuritas en
mi estufa! (Viendo el refractario) ¡Esa estaba bendita por el Papa! ¡Esa se la habían
regalado a mi mamá unos gringos! ¡Y se han ido a la mierda! ¡Todas! ¡Nomás quedan las
puras cabecitas flotando!
WELSH: ¡No puedes dispararle a tu hermano a causa de unos simples objetos
inanimados, Valene! Dame esa escopeta, ya.
VALENE: ¿Objetos inanimados? ¿Mis santitos? ¿Y se dice sacerdote? Con razón es la
burla nacional de la Iglesia Católica . Y lograr eso está cabrón, padrecito.
WELSH: ¡Que me la des, te digo! Hablas de asesinar a sangre de tu sangre.
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VALENE: Eso suena bastante tajante ¿no? (Pausa) Entonces, ahorita Tom está en el
infierno ¿no? Híjole. (Pausa) A lo mejor ya conoció al cuate de Alias Smith y Jones. Ah,
ahora ese güey debe estar muy viejo. Seguro Tom ni lo reconocería. Y eso si alguna vez
vio Alias Smith y Jones. Yo lo ví en Londres. No sé si aquí lo pasaron en la tele.
WELSH: (suspirando) ¿Serías tan amable de compartir un traguiito de ese whiskey
conmigo, Valene? Traigo una sed espantosa...
VALENE: Híjole, Padre, sólo me queda un traguito y lo necesito para mí...
WELSH: Oye, te queda media botella…
VALENE: Si me quedara le convidaba, pero ya no queda. Además ¿Qué no se supone
que los sacerdotes no deben beber? No, me parece que no. Por lo menos no la noche
en que...
WELSH: Debéis compartir, compartir sin distinciones dice la Biblia. O en algún libro
dice…
VALENE: No la noche en que dejó que uno de su pobre rebaño se suicidara. Eso es lo
que quería decir.
WELSH:¡¿Necesito que me digas eso ahora?! ¡¿Te parece apropiado?!
VALENE: (Murmurando) Pues pa’ que le gorrea su whiskey a un hombre pobre, menos
con lo que usted gana... (Valene se levanta. Regresa la botella a su lugar tapándola
cuidadosamente tarareando)
WELSH: ¿Oye Val, no se te hace que tu casa huele un poco raro?
VALENE: Si va a criticar el olor de mi casa puede largarse.
WELSH: ¿Como a plástico, no?
VALENE: Gorreando mi whiskey y luego diciendo que mi casa apesta. Qué bonito, de
veras.
WELSH: (Pausa) Por lo menos Coleman nos ayudó con Thomas, aunque llegara tarde.
Pero estuvo muy mal de su parte preguntarle a la pobre madre de Tom si después iba a
dar volovanes.
VALENE: Estuvo a punto de pasarse de la raya.
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VALENE: (afirmando con la cabeza) Ándele, fútbol…
WELSH: O la esperanza de ser amado. Por un lado, Tom considerando todo eso, y por el
otro, una muerte en las aguas frías... y escoger el agua. Primero te parece toda una
tontería, un desperdicio, “tenías treinta y ocho años, salud, amistades. Había bastantes
cabrones peores que tú en el mundo, Thomas Hanlon...”
VALENE: La niña que nació sin labios en Noruega.
WELSH: Nunca escuché de ella.
VALENE: Hay una niña en Noruega y, pues, nació sin labios.
WELSH: Mm-‐hhm. Pero luego te preguntas si el mundo es un lugar lo suficientemente
decente para que valga la pena quedarse. En éste mundo decente, ¿dónde estaban sus
amigos cuando los necesitaba? Cuando más los necesitaba para que le dijeran: “Quítate
de ahí menso, ven acá, te vamos a extrañar, vales la pena, aunque seas medio pendejo”
¿Dónde estaban sus amigos entonces? ¿Dónde estaba yo? Sentado en mis meados, en
un bar. (Pausa) Pudriéndose en el infierno, ahí es donde está Tom Hanlon. De acuerdo
con la Iglesia Católica, ahí es donde está, junto con todos los suicidas. No hay
arrepentimiento. No hay misericordia para él.
VALENE: ¿De veras? ¿Todos los suicidas?
WELSH: Según nuestra mafia, así es.
VALENE: Pues no lo sabía, ahora si me movió el tapete (Pausa) Entonces ¿el cuate de
Alias Smith y Jones está en el infierno?
WELSH: No conozco al cuate ese de Alias Smith y Jones.
VALENE: No el güero, el otro.
WELSH: No lo conozco.
VALENE: Se suicidó, y en la cumbre de la fama.
WELSH: Pues si se suicidó, sí, seguramente está en el infierno. (Pausa) Es maravilloso.
Puedes matar una docena de individuos, puedes matar dos docenas de individuos. Si
después te arrepientes, entrarás al cielo. Pero si te asesinas a ti mismo, derechito al
infierno.
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ESCENA TRES
Un par de horas más tarde. Valene y Welsh entran, ligeramente bebidos. Valene saca su
aguardiente de la lata de galletas y se sirve un vaso. Welsh le echa una mirada.
VALENE: Estuvo impresionante ¿no?
WELSH: Terrible. Terrible, como no. Y no pude decirles nada. Ni una palabra.
VALENE: ¿Qué les podía decir? Lo único que quieren escuchar es “su hijo no está
muerto”, y no sirve de nada. Menos con él acostado frente a ellos y escurriendo
todavía.
WELSH: ¿Alguna vez escuchaste tanto llanto, Valene?
VALENE: Se podía llenar un lago con tantas lágrimas. O mínimo un venéreo.
WELSH: ¿Un qué?
VALENE: Un venéreo, uno de esos manantiales.
WELSH: ¿Un venero?
VALENE: Venéreo, sí. Y Martin llorando sin parar. Nunca había visto a Martin llorando
tan fuerte. Supongo que eso es lo que se merece por cortarle las orejas a un pobre
perro.
WELSH: Si perdieras a tu único hermano, no pararías de llorar.
VALENE: Yo no lloraría. No. Compraría un pastelote y haría un reventón.
WELSH: Ay, Valene… si no puedes llevarte bien con tu único hermano ¿cómo esperar
que haya paz algún día en el mundo…?
VALENE: Paz mis huevos, no empiece otra vez. Siempre se queja de éste mugre tema
cuando toma. (Valene se sienta a la mesa con su bebida y su botella)
WELSH: (Pausa) Vaya lugar para suicidarse, un viejo lago solitario. Sólo pensarlo me
entristece. Imaginarme al pobre Tom sentado ahí, solo; solo con sus pensamientos, el
lago frío frente a él, sopesando su vida, lo mejor de ella; una vida llena de soledad que
lo llevó hasta ése punto, pero también una vida llena de aciertos. Una vida tiene sus
aciertos, incluso si sólo ha sido para... ver ríos o irse de viaje, o ver fútbol en la tele...
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VALENE: Yo le ayudo, Padre, yo si le ayudo.
WELSH: (Pausa) Puta madre. Dos asesinatos y un suicidio. Dos asesinatos y ahora un
pinche suicidio… (Sale Welsh sacudiendo la cabeza)
VALENE: (Llamándolo) Ay, no fue su culpa, Padre. ¡No se me ponga sensiblón otra vez!
(Pausa) ¿Coleman? Voy a salir a...
COLEMAN (fuera de escena): Ya oí.
VALENE: ¿Vienes?
COLEMAN (fuera de escena): Por supuesto que no. ¿Para pasear por la calle a un policía
muerto? ¿Un policía muerto que se burlaba de las lagartijas que hacía en la escuela? No
cabrón, no creo.
VALENE: Siempre de rencoroso. De cualquier forma, el Padre necesita hombres fuertes
y sanos que lo ayuden, no pinches virgencitos maricones que no podrían pagarle ni a un
chango borracho para que los acosen. Prevenido audio (Valene sale rápidamente.
Coleman entra fúrico al cuarto y se encuentra con que ya se ha ido. Va hacia la puerta y
se queda ahí, pensando, mirando bien el cuarto. Fija la mirada en la estufa. Toma unos
cerillos y abre la puerta de la estufa.)
COLEMAN: Conque pinche virgencito maricón ¿eh? A ver… ¿para que tenemos una
estufa que tiene gas a nivel diez? (Abre el horno y lo prende. Cierra la puerta y sale a su
cuarto. Regresa unos segundos después y echa una mirada al cuarto. Saca un refractario
de una alacena, coloca todas las figuritas del estante y las pone dentro del horno,
cerrando la puerta) ¿Para que?... Vamos a ver quién es el virgencito maricón que no
puede pagarle a un chango borracho para que lo acose. AUDIO: Entra track 5
“Tema de Coleman”, sale en fade out tras girar la plataforma y al entrar
Valene y Welsh a la plataforma. Vamos a ver, cabrón. (Se pone su chamarra, se
acomoda el cabello despeinado usando un peine sin dientes y sale por la puerta
principal.)
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COLEMAN (fuera de escena): Hago lo que se me hinche el huevo. (Valene revisa de
nuevo la estufa. Welsh está al borde de las lágrimas.)
VALENE: (Revisando la estufa) Creo que está bien, menos mal...
WELSH: ¿Lo ven? Vengo a visitarlos... y están peleando. Ni modo, esta bien, lo único que
ustedes dos saben hacer es eso, pelear. Nunca cambiarán, por más que lo intente...
VALENE: ¿Llora, Padre? O le dió una gripita. Ah, es una gripa...
WELSH: Estoy llorando.
VALENE: Pues nunca vi nada igual.
WELSH: Porque entro aquí, les digo que un amigo se ha suicidado, un amigo con el que
fueron a la escuela... un amigo con el que crecieron juntos... un amigo que nunca tuvo
nada malo qué decir de nadie y puso lo mejor de sí para servir a la comunidad cada día
de su vida... les digo que se ahogó, que es una forma horrible de morir, y no solo no
pestañean... no pestañean, ¡sino que discuten por papitas y estufas!
VALENE: Yo si pestañeé.
WELSH: ¡Pues no lo noté!
VALENE: Fue una pestañadota.
WELSH: Pues yo no la noté.
VALENE: (Pausa) ¿Pero qué no le parece bonita mi estufa?
(Va hacia la estufa, Welsh pone su cabeza entre sus manos) Apenas hace un día que la
arreglé. Todavía huele a limpia. Coleman tiene prohibido tocarla, porque Coleman no
cooperó con un solo clavo para comprarla, porque Coleman no tiene ni un clavo.
(Levanta tres monedas) Tiene tres monedas, pero tres monedas no alcanzan para una
estufa. No le sirven para nada. Hace un rato me las aventó a la cabeza, ¿sabía?
(Cayéndole el veinte, enfurece) Y si no tiene dinero y no fue acosado ¡¿De dónde
chingados sacó para ese whiskey?! ¡Coleman... !
WELSH : (gritando) ¡¡Valene!! ¡Cabrón! ¡Hijo de la chingada! ¡Ya!
VALENE: ¿Qué …? Ah, sí. Pobre Tom. (Mueve la cabeza fingiendo empatía)
WELSH: (Pausa. Se pone de pie tristemente) Vine por ustedes, para que me acompañen
al lago, y que lleven el cuerpo del pobre Tom a su casa, ¿me van a ayudar?
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(Abochornado, Coleman se dirige a su cuarto. Valene lo intercepta)
VALENE: ¡Ajá! ¡Ajá! ¿Quién es ahora el pinche virgencito maricón, eh? ¿Quién es el
pinche virgencito maricón?
COLEMAN: ¡Hazte aun lado, pues!
VALENE: ¿Quién, eh?
COLEMAN: Que te quites, te digo.
VALENE: ¡Ya lo sabía!
COLEMAN: ¿Te quitas o te quito?
VALENE: Ahora está clarísimo, ¿eh?
COLEMAN: ¿Eh?
VALENE: ¿Eh?
WELSH: Coleman, ven para acá. Vamos a...
COLEMAN: ¡Y usted puede ir cerrando su hocicote, Welsh o Walsh, o como chingados se
llame, Padrecito! Usted no puede balconear a Coleman Connor y esperar ser... esperar
ser... ser... (Entra a su cuarto dando un portazo.)
VALENE: Eres un pinche pendejete tartamudo, eso es lo que eres. “Ser... ser...ser...” (A
Welsh) ¿Eh? (Mientras Valene le da la espalda a Welsh, Coleman sale disparado, patea
la estufa y regresa rápidamente a su cuarto. Valene trata de sujetarlo y falla) ¡Oye
cabrón, hijo de tu...! (Checa la estufa para ver que no está dañada) ¡Mi pinche estufa
nuevecita! ¡Si le pasó algo a la estufa, tu la pagas cabrón! ¿Vio eso Padre? ¿No está loco
éste? (Pausa) ¿Le gusta mi estufa nueva Padre? Mire nada más que bonita está.
COLEMAN: (Fuera de escena) ¿Ya vio la “V” en la estufa padre? ¿Cree que es “V” de
Valene? Pues no, es “V” de virgencito, de virgencito.
VALENE: Ah sí, hijo de tu...
COLEMAN (fuera de escena) : “V” de virgencito, je-‐je.
VALENE: Tú eres el rey de los virgencitos.
COLEMAN (fuera de escena): Valene el virgencito, eso es lo que significa su “V”.
VALENE: Tú eres el rey de los putos virgencitos ¡Y deja de escuchar tras las puertas!
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WELSH: Se metió caminando al lago por donde está el viejo embarcadero. Sí, y siguió
caminando. Su cuerpo está sobre una tabla. Su padre tuvo que sacarme de la taberna a
la fuerza de tan borracho que estaba, para que fuera a dedicarle una oración. Y yo no
podía ni pararme.
VALENE: ¿Tom Hanlon? Órale. Pero si apenas ayer platiqué con él. En el funeral.
WELSH: Un niño lo vio. Lo vio sentado en una banca del embarcadero, acompañado de
una cerveza, mirando el lago, hacia las montañas a lo lejos. Cuando se terminó su
cerveza se levantó y comenzó a caminar, con su ropa puesta, y no paró de caminar. No.
Hasta que su pobre cabeza estuvo bajo el agua. Y aún así, no se detuvo.
COLEMAN: (Pausa) Ah, nunca me cayó bien ese mamón de Tom Hanlon. Siempre fue
muy sobrado, igual que todos los pinches policías...
WELSH: (Enojado) ¡El pobre hombre todavía no está frío, Coleman Connor! ¿Tienes que
hablar de él así?
COLEMAN: Sí, si no sería un hipócrita.
VALENE: Hipócrita, dice. ¿Ve a este cuate, Padre? Se acaba de comer una de mis bolsas
de papitas sin decir “me convidas”...
COLEMAN: Te pagué por las papitas...
VALENE: Y luego dice que no quiere ser un hipócrita.
COLEMAN: Hasta le di tres peniques de más por las papitas. Además ¿qué tiene que ver
comerte unas papitas con ser un hipócrita?
VALENE: Pues así nomás. Y encima de todo acosar a una jovencita, eso es otro pecado,
Padre.
COLEMAN: Yo no acosé a ninguna jovencita. Yo fui acosado por una jovencita.
VALENE: Es lo mismo.
WELSH: ¿A qué jovencita se refieren?
COLEMAN: A Girleen. Estuvo por acá en la tarde y nos la pasamos muy requete bien, uh
sí.
WELSH: ¿Girleen? Pero si Girleen me ayudó todo el día a lavar los uniformes del equipo
de las niñas, nunca se me separó.
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COLEMAN: ¿Ahoritita?
VALENE: ¡Sí!
COLEMAN: ¿Del dinero que te agandallaste?
VALENE: Si no me pagas ahorita te pongo en tu madre.
COLEMAN: ¿En mi madre, tú? Uy que miedo, me va a madrear el retrasado mental de
mi hermanito.
VALENE: ¡Diecisiete peniques! ¡Ahorita estoy diciendo! (Pausa. Coleman saca una
moneda de su bolsillo y sin mirarla la estampa en la mesa. Valene mira la moneda). Esos
son diez.
COLEMAN: (Coleman mira la moneda, saca otra y la pone en la mesa también) Puedes
quedarte con el cambio.
VALENE: ¿Ah, puedo quedarme con el cambio? ¿Puedo? (Se embolsa las monedas, saca
tres, toma la mano de Coleman, la abre y le pone el dinero en su palma) No necesito
limosna.
(Se da la vuelta. Desde su lugar, Coleman le arroja las monedas a la cabeza)
¡Cabrón, hijo de la chingada! ¡Órale puto!
COLEMAN: (Salta, tumbando la silla) ¿Órale puto?
VALENE: ¡El dinero es algo valioso, no se avienta!
COLEMAN: Así es. Ándale, ve recogiendo el dinero para tu cochinito, pinche virgencito
maricón... (Los dos se agarran. Caen al suelo y comienzan a dar vueltas, forcejeando.
Entra Welsh por la puerta principal, ligeramente tomado.)
WELSH: ¡Ey! ¡Oigan! ¡Ustedes dos! ¡Ustedes dos! (Pausa. Gritando) ¡Escúchenme!
COLEMAN: (Irritado) ¡Qué!
WELSH: Tom Hanlon acaba de suicidarse.
VALENE: ¿Eh?
WELSH: Tom Hanlon se suicidó.
VALENE: (Pausa) Suéltame el cuello.
COLEMAN: Suéltame el brazo. (Los dos se sueltan lentamente y se incorporan al tiempo
que Welsh se sienta a la mesa, desconcertado).
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VALENE: ¿Atractivo? ¿Tu? Tu atractivo no te conseguiría ni las flemas de una rata
muerta.
COLEMAN: Es tu opinión, y estás en todo el derecho de opinar. Girleen opina diferente.
VALENE: ¿Girleen? Mis huevos.
COLEMAN: En serio.
VALENE: ¿Qué?
COLEMAN: ‘Dame una botella fiada y te planto un besote’, le dije. Y me dijo ‘si me dejas
tocarte ahí abajo, te doy tu botella gratis’. Y el trato se cerró ahí, en caliente.
VALENE: Girleen no te tocaría ahí abajo aunque le compraras un coche, mucho menos
te regalaría whiskey.
COLEMAN: Verdad de Dios, ¿Sino cómo conseguiría whiskey gratis?
VALENE: (No muy seguro) Ni madres. (Pausa) Girleen es bonita. (Pausa) Girleen está
preciosa. (Pausa) ¿Porqué te tocaría ahí abajo?
COLEMAN: Le gustan los hombres maduros, hechos y derechos.
VALENE: No te creo un carajo.
COLEMAN: Pues no me creas.
VALENE: (Pausa) ¿Qué tal se sintió?
COLEMAN: ¿Qué tal se sintió qué?
VALENE: Qué te tocara ahí abajo.
COLEMAN: Mmm, bastante rico.
VALENE: (Incrédulo) No te creo nada. (Pausa) No, nada de nada. (Coleman abre un
paquete de papas y empieza a comérselas). Girleen no te tocaría ahí abajo. Por nada en
el mundo te andaría agarrando el… (Enojado). ¡¿Quién dijo que podías tragarte mis
papitas?!
COLEMAN: Nadie me dijo.
VALENE: ¡¿En mi cara?!
COLEMAN: Lo decidí por mi cuenta.
VALENE: ¡Pues entonces, por tu cuenta págame diecisiete peniques. Y me los pagas
ahoritita!
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VALENE: Tuyo mis huevos. No tienes lana para comprártelo.
COLEMAN: Sí tengo.
VALENE: ¿De dónde?
COLEMAN: ¿Qué es esto, un interrogatorio?
VALENE: Sí.
COLEMAN: Pues chingas a tu madre. (Valene va a sacar su whiskey de la botella para
revisar el nivel. Coleman pone la revista por un lado, se quita los lentes y se sienta a la
mesa)
VALENE: Le tomaste.
COLEMAN: No le tomé nada.
VALENE: Pues se ve muy... rebajado.
COLEMAN: Rebajados mis huevos. No tomaría del tuyo ni aunque me ensartaras una
pinche...
VALENE: (Sorbiéndole inseguro) Lo rellenaste con agua.
COLEMAN: Cree lo que quieras. No he tocado tu puto whiskey.
VALENE: ¿De dónde sacarías dinero...? ¡¿Del seguro de mi casa?! ¡Ah, hijo de tu puta
madre…! (Valene va desesperado a buscar los documentos de la casa y los examina.)
COLEMAN: Ya pagué el seguro de la casa.
VALENE: Ésta no es la firma de Duffy.
COLEMAN: Sí es la firma de Duffy ¿No dice ahí “Duffy”?
VALENE: ¿Lo pagaste?
COLEMAN: Sí.
VALENE: ¿Porqué?
COLEMAN: Oh, pues ya ves, para devolverte un favor, después de todos los favores que
me has hecho a lo largo de estos años.
VALENE: Es muy fácil revisarlo.
COLEMAN: Pues sí, es muy fácil revisarlo, así que revísalo de una vez pendejo, revísalo
hasta que se te ponga verde la cara. (Valene guarda los documentos confundido). No
sólo con dinero se compra alcohol. No. De algo sirve ser atractivo.
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COLEMAN: ¡Ahora resulta que eres experto en faquires!
VALENE: ¡Soy el experto en faquires!
COLEMAN: ¡Seguramente te enamoraste de un faquir! Segurito.
VALENE: ¡Enamorarse no tiene nada que ver con esto!
COLEMAN: ¿Qué compraste ahora, señor quiero-‐casarme-‐con-‐un-‐faquir?
VALENE: ¿Que qué compré? (Valene saca dos figuritas de la bolsa y las acomoda con
delicadeza en la repisa).
COLEMAN: ¡Ah, qué la chingada...!
VALENE: No maldigas, Coleman. No frente a los santos. Eso va en contra de Dios.
(Saca ocho paquetes de papitas de la bolsa y los pone encima de la mesa). Y compré
unas Taytos.
COLEMAN: Si vas a comprar papitas, compra Ruffles.
VALENE: Yo compro lo que a mi se me dé la ga...
COLEMAN: Pinche codo de mierda.
VALENE: (Pausa ) No voy a comprar unas papitas que saben exactamente igual y que
cuestan el doble, Coleman.
COLEMAN: No saben igual y además no tienen rayitas.
VALENE: Saben igual, y a la chingada tus rayitas.
COLEMAN: Las Taytos son pura pinche mierda reseca y todo el mundo lo sabe.
VALENE: Ya salió el experto en papitas. ¿Qué tiene que sean pinche mierda reseca?
Cuestan diecisiete peniques. Y ¿de quien son de todos modos? Son mis papitas.
COLEMAN: Son tus papitas.
VALENE: Mis papitas, mis papitas.
COLEMAN: O compra McCoys.
VALENE: McCoys mis huevos, no te veo a ti buscando en tus... ¿Qué es esto? (Valene
coge el vaso de Coleman y lo huele)
COLEMAN: ¿Qué es qué?
VALENE: Esto.
COLEMAN: Es mío.
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COLEMAN: Sé muy bien que fué tu dinero.
VALENE: Si hubieras cooperado diría adelante, usa mi estufa, pero no, no cooperaste,
así que no puedes usarla.
COLEMAN: Ni siquiera necesitamos una estufa.
VALENE: A lo mejor tú no necesites una estufa, pero yo la necesito.
COLEMAN: ¡Tu nunca cocinas, cabrón!
VALENE: ¡Voy a empezar! Sí, por los clavos de Cristo voy a empezar. (Pausa) Esta estufa
es mía, estas figuritas son mías, ésta escopeta, ésas sillas, esa mesa es mía. ¿Qué más?
Este piso, esas alacenas, todo lo que hay en esta pinche casa es mío, y no se vale tocar,
hermanito. No sin mi permiso.
COLEMAN: Va a estar cabrón no tocar tu pinche piso, oye…
VALENE: No sin mi permi...
COLEMAN: A menos que levite, pendejo.
VALENE: No sin mi permi...
COLEMAN: Como los shakiras.
VALENE: (Furioso) ¡Te digo que no sin mi puto permiso por escrito!
COLEMAN: Tu puto permiso por escrito.
VALENE: Todo esto me lo dejaron a mí, a mí y solo a mí.
COLEMAN: No te lo dejaron, te lo otorgaron.
VALENE: A mí y sólo a mí.
COLEMAN: Otorgado.
VALENE: Y no te quiero de tentón. (Pausa) ¿Cuales shakiras?
COLEMAN: ¿Eh?
VALENE: ¿Cuales shakiras levitan?
COLEMAN: Los shakiras, esos que andan en sus alfombras. Los shakiras que levitan
pendejo.
VALENE: ¡Esos son faquires, no shakiras!
COLEMAN: ¡Es lo mismo!
VALENE: ¡No, no es lo mismo! Son faquires, los mismos que le silban a las serpientes.
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VALENE: Híjole, si descubriera que en realidad sí le volaste la cabeza a papá a propósito,
se pondría tres veces más sensiblón.
COLEMAN: ¡Ah qué el Padre! Se toma las cosas demasiado a pecho.
VALENE: Si, muy a pecho.
AUDIO: Entra track 4 “Transición 1; sale en fade al ligarse con la siguiente
escena, una vez hecho el giro de plataforma y acomodado el actor en su
silla.
ESCENA DOS
Tarde. Contra la pared del fondo y bloqueando la chimenea, hay una estufa nueva,
grande, de color naranja, con una enorme “V” dibujada en el frente. Coleman, con
lentes, está sentado en la silla de la izquierda, leyendo “Glamour”, con un vaso de
aguardiente a un lado. Entra Valene cargando una bolsa. Lenta y deliberadamente
coloca su mano sobre diferentes lugares de la estufa, verificando que no haya sido
usada recientemente. Coleman resopla con desagrado ante esto.
VALENE: Nomás reviso.
COLEMAN: Ya me di cuenta.
VALENE: Me gusta revisar si se que te quedaste solo, husmeando.
COLEMAN: Eso es lo único que sabes hacer: revisar.
VALENE: Una revisadita. ¿Sí me captas? A mi estufa.
COLEMAN: No tocaría tu estufa aunque me ensartaras una tetera por el culo.
VALENE: Así me gusta, mi estufa.
COLEMAN: No tocaría tu pinche ni estufa aunque me pagaras.
VALENE: No voy a pagarte un carajo por tocar mi estufa.
COLEMAN: Ya sé que no, pinche cabrón marro.
VALENE: Y sí, fíjate, es mi estufa ¿ Tú pagaste los trescientos? ¿conseguiste tu que
arreglaran el gas? No. ¿Quién fué? Yo. Con mi dinero ¿Fue con tu dinero? No, fue con
mi dinero.
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COLEMAN: Que ya vi.
VALENE: Y todo es para mí. ¿Necesitas verlo más de cerca?
COLEMAN: Quítame esa cosa de la cara ahora mismo.
VALENE: Pero a lo mejor necesitas verlo más de cerca…
(Valene le restriega el cheque en la cara. Coleman salta y agarra por el cuello a Valene,
que responde de la misma manera. Girleen se ríe mientas ellos forcejean. Welsh sale
disparado medio borracho a separarlos)
WELSH: ¡Párenle ya! ¿Qué les pasa?
(Recibe una patada accidental cuando los separa. Se dobla sobre sí mismo)
COLEMAN: Perdón, Padre. Era para ese pendejo.
WELSH: ¡Sí me dolió! Me dieron en la pinche espinilla.
GIRLEEN: Pues ahora ya sabe lo que sienten las niñas del Santa Ángela.
WELSH: ¡Qué les pasa a ustedes!
VALENE: Él empezó.
WELSH: ¡Dos hermanos peleando el mismo día en que su padre fue enterrado! Nunca
había escuchado algo parecido.
GIRLEEN: Eso es porque para ellos usted ha sido un pésimo sacerdote. (Welsh la mira
con recelo, ella voltea al otro lado sonriendo) Nomás lo estoy cotorreando, Padre.
WELSH: ¿Qué clase de pueblo es éste? Hermanos peleándose, jovencitas
contrabandeando alcohol, y dos pinches asesinos sueltos…
GILREEN: Y para acabarla de chingar, yo embarazada. (Pausa) Ay Padre, no es cierto.
(Welsh los mira tristemente, y se dirige ya embriagado hacia la puerta)
WELSH: Ustedes dos dejen de pelearse (Sale).
GIRLEEN: El padre Walsh Welsh, no tiene sentido del humor. Lo acompañaré por el
camino para ver que no lo tumbe una vaca como la última vez.
COLEMAN: Nos vemos pues, Girleen.
VALENE: Nos vemos pues, Girleen. (Sale Girleen) ¿Qué tal este cuate,eh? PREVENIDO
AUDIO
COLEMAN: Sí, qué tal.
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COLEMAN: ¿Estás cobrando por entrar, Girleen?
GIRLEEN: Coqueteo con la idea Coleman. ¿Porqué? ¿Te interesa? Necesitarías más que
una cerveza y una bolsa de papitas, eso si te digo.
COLEMAN: Tengo por ahí un giro postal de tres libras que nunca he usado.
GIRLEEN: Eso le llega más al precio. (a Welsh) ¿Cómo está el salario de los sacerdotes,
Padre?
WELSH: ¡¿Le vas a parar ya?! ¡Párale!¡¿No es suficiente con que una chica ande por ahí
contrabandeando whiskey, para que encima de todo hable de prostituirse?!
GIRLEEN: Ah, nomás lo estamos cotorreando, Padre. (Le peina el pelo con los dedos.
Welsh se zafa. A Coleman) ¿No estará teniendo otra crisis de fé, o si? Con ésta van doce
en una semana. Deberíamos reportarlo con Jesucristo.
(Welsh gime entre sus manos. Girleen ahoga una risita. Entra Valene y le paga a Girleen)
VALENE: Dos botellas, Girleen.
GIRLEEN: Salen dos botellas. Aquí tienes una carta.
COLEMAN: Cómprame una botella Valene. Luego te la pago.
VALENE: (Abriendo la carta) Comprarte una botella, mis huevos.
COLEMAN: ¿Ven cómo es este cuate?
GIRLEEN: Me estás transando una lana, Valene. (Valene le paga como si ya supiera)
VALENE: Fue buen intento.
GIRLEEN: Eres el pinche rey de las codos, Valene. Puerco cabrón ojete, puto mamón
culero.
WELSH: No hables así, Girleen…
GRILEEN: Ay Padre, me vale madres.
VALENE: (Lee la carta) ¡Sí! ¡Aquí está! ¡Aquí está! ¡Mi cheque! ¡Y miren cuánto es!
(Sostiene el cheque frente a la cara de Coleman)
COLEMAN: Ya lo ví.
VALENE: ¿Ya viste?
COLEMAN: Sí, ya vi. Quítamelo de la cara.
VALENE (Acercándoselo más): ¿Ves cuánto es ahora?
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WELSH: No tengo nada qué ofrecer a mi parroquia.
COLEMAN: ¿Cómo no? Si acaba de llevar al equipo de las menores de doce a las
semifinales, y en el primer año que lo intentan.
WELSH: Ay, lo del equipo de las menores de doce no es suficiente para restaurar la fé en
el sacerdocio, Coleman. Y de todos modos, somos una bola de fauleros.
COLEMAN: No lo son. Tienen futuro las niñas.
WELSH: ¿Diez tarjetas rojas en cuatro partidos, Coleman? No solo es un récord mundial
en el fútbol femenil, también en el varonil. Luego de jugar con nosotros, una niña del
Santa Angela se fue al hospital. Todavía sigue ahí.
COLEMAN: Pues si no estaba lista para el reto, no debió estar en el campo de juego.
WELSH: Las pobres niñas terminaban llorando. ¡Bonito entrenador resulté!
COLEMAN: Perras mariquitas y chillonas, eso es lo único que son esas pendejitas.
(Se oye un tamborileo en la puerta. Girleen asoma la cabeza. Es una chica bonita de
diecisiete años.)
GIRLEEN: ¿Les falta?
VALENE: Pásale, Girleen, yo quiero dos botellas. Voy por el dinero.
(Valene sale a su cuarto. Entra Girleen y saca dos botellas de whiskey de su bolsa)
GIRLEEN: Coleman. Padre Welsh, Walsh, Welsh...
WELSH: Welsh.
GIRLEEN: Welsh, ya lo sé. No me dé lata. ¿Cómo están?
COLEMAN: Bien. Acabamos de meter bajo tierra a mi padre.
GIRLEEN: ¡Qué padre! Me encontré al cartero en el camino con una carta para Valene.
(Coloca un sobre de aspecto oficial en la mesa) Ese cartero me trae ganas, ¿sabían? Creo
que le gustaría meterse en mis calzoncitos. De hecho, estoy segura que sí.
COLEMAN: A él y al resto del pueblo, Girleen. (Welsh toma su cabeza entre sus manos al
escuchar esto)
GIRLEEN: ¿Al pueblo? A toda la comunidad europea, más bien. Pero déjenme decirles
que ningún tipo con el salario de un cartero entrará en mis calzones. Ténganlo por
seguro.
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asesinos y no consigo que ninguno de esos miserables confiese. Apuestas y
pensamientos impuros es lo único que esos desgraciados confiesan.
COLEMAN: Oiga, solo que no debería contarme lo que la gente le confiesa, Padre. Lo
podrían excomulgar por eso, creo. Lo vi en una película con Montgomery Clift.
WELSH: ¿Te das cuenta? A huevo que tengo razón.
COLEMAN: Es demasiado duro consigo mismo, eso es todo. Y eso de que Mick y
Maureen asesinaron a alguien, son puros chismes, nada más. Lo de la señora de Mick
fue un accidente por andar manejando borracho, lamentable, pero pudo pasarle a
cualquiera…
WELSH: ¿Con una guadaña encajada colgándole de la frente, Coleman?
COLEMAN: Exceso de ebriedad. Y la mamá de Maureen, sólo se cayó de una colina. La
señora nunca tuvo mucho equilibrio, además.
WELSH: Y menos equilibrio iba a tener con los sesos escurriéndole por el golpe de un
atizador de fierro.
COLEMAN: Tenía mal la cadera, todo mundo lo sabía. Y si hay alguien a quien debieran
acusar de asesinato ¿qué no es a mí? Yo le volé la cabeza a papá de un tiro, y a
quemarropa.
WELSH: Sí, pero eso fue un accidente y tuviste un testigo…
COLEMAN: Es lo que le digo, si Valene no hubiera estado aquí para ver mi tropezón y la
escopeta cayéndose, el pueblo entero estaría diciendo que le puse el cañón directo y le
volé la cabeza a propósito. Y como los pobres de Mick y Maureen no tuvieron testigos,
todos esos correveidiles de mierda andan por ahí echándoles tierra.
(Valene regresa con su plumón y escribe las “V” en sus nuevas figuritas)
WELSH: ¿Te fijas? Tú si ves lo bueno en la gente, Coleman. Eso es lo que se supone que
yo tengo que hacer, pero no lo hago. Siempre soy el primero en arrojar la primera
piedra.
VALENE: ¿No estará teniendo otra pinche crisis de fé, o sí?
COLEMAN: Sí.
VALENE: Este cuate nunca para.
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COLEMAN: Fíjate, está buena esa palabra.
VALENE: ¿Cuál?
COLEMAN: Jurisdicción. Me gustan las palabras con “j”.
VALENE: Para mi “jurisdicción” suena muy gringa. Siempre la andan diciendo en Policías
de Nueva York.
COLEMAN: Te diré que está mejor que despelonada.
VALENE: No empieces a chingar otra vez, cabrón.
COLEMAN: Hago lo que me dé la gana, señor figuritas.
VALENE: No metas a mis figuritas en ésto.
COLEMAN: ¿Cuántas chingaderas más de esas necesitas?
VALENE: ¡Muchas más! No, ¡Muchísimas y muchísimas más!
COLEMAN: Ándale pues.
VALENE: Por cierto ¿dónde dejaste mi marcador, para ponerles mi “V”?
COLEMAN: No sé dónde está tu puto plumón.
VALENE: Ayer lo tenías ahí, poniéndole barbas a mi Insólito.
COLEMAN: Sí, y tú casi me arrancas la mano cuando me lo arrebataste.
VALENE: Es lo mínimo que te merecías…
COLEMAN: Seguro lo fuiste a esconder. (Al escuchar esto, Valene recuerda dónde está el
plumón y sale a su cuarto.Pausa) Siempre esconde cosas éste cuate.
WELSH: Soy un pésimo sacerdote. De veras que lo soy. Ni siquiera puedo defender a
Dios cuando la gente dice cosas en su contra. ¿Qué no es esa la tarea principal de un
sacerdote?
COLEMAN: Ya, Padre. Hay sacerdotes mucho peores. Estoy seguro. Lo que pasa con
usted es que es un poquito demasiado blandengue, y le entra duro al trago, y tiene sus
dudas sobre el Catolicismo. Pero fuera de eso, es un buen sacerdote. Mire, véalo así: no
va por ahí abusando de los niños, eso le da una gran ventaja sobre la mitad de los
sacerdotes del país.
WELSH: Eso no es ningún consuelo. De todos modos, esas estadísticas son exageradas.
Soy un pésimo sacerdote, dirijo una parroquia espantosa, y punto. Tengo dos feligreses
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COLEMAN: Eso le calló la boca.
VALENE: Sí. Qué rápido se pone... ¡Oye ese es mi pinche whiskey! ¿Qué te…? ¿Eh?
COLEMAN: Entró rogándome por un traguito. ¿Qué querías que le dijera? Acababa de
hacernos el favor de meter a papá bajo tierra
VALENE: Pudiste darle del tuyo.
COLEMAN: Fíjate que estaba a punto de hacerlo, cuando descubrí que mi
alacena estaba pelona.
VALENE: ¿Otra vez pelona, eh?
COLEMAN: Sí, pelona como el culo de un pelón.
VALENE: Tu alacena nunca está despelonada.
COLEMAN: Pues ya ves como es la vida, ahora sí.
WELSH: Y no existe esa palabra... despelonada (Valene se le queda viendo fríamente a
Welsh)
COLEMAN: (Riéndose) ¡Tiene razón!
VALENE: ¿Ahora me va a dar lata con mi manera de hablar, Walsh?
COLEMAN: Sí, ¿cómo la ves?
WELSH: No, no es eso, te estoy cotorreando, Val.
VALENE: Pero bien que andaba saludando a Mick y a Maureen, lo vi ahí, en la tumba,
cotorreando con los dos...
WELSH: No estaba cotorreando.
VALENE: Ésta parroquia suya es una monada: uno asesina a su mujer, atravesándole la
cabeza con un hacha, y la otra loca le revienta los sesos a su mamá con un fierro, ¿pero
no estaba cotorreando con ellos? Ajá…
WELSH: ¿Qué puedo hacer, pues? Si las leyes y la policía...
VALENE: Las leyes y la policía mis huevos. Dicen por ahí que el cuate al que usted
representa es una autoridad más alta que las leyes y la pinche policía.
WELSH (tristemente): Si, a mi me dijeron lo mismo. Pero debo haber escuchado mal.
Parece que Dios no tiene jurisdicción en este lugar. No tiene jurisdicción en lo absoluto.
(Valene toma su botella murmurando y se sirve un trago. Pausa)
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VALENE: Él empezó.
WELSH (Pausa): Veo que regresó Tom Hanlon. Estuve hablando con él en el funeral.
¿Tom conoció a tu papá?
COLEMAN: Muy apenas. Lo encerró cinco o seis veces por andar gritándole a las monjas.
WELSH: Recuerdo que lo comentó. Ese sí que era un delito muy extraño.
COLEMAN: No tan extraño.
WELSH: Cómo no, sí lo era.
COLEMAN: Ah, si usted lo dice, Walsh, entonces sí lo era.
VALENE: Como odio a esos pinches Hanlon.
WELSH: ¿Ahora porqué Val?
VALENE: ¿Cómo porqué? El pinche Martin le cortó las orejas a mi Lassie y lo dejó
desangrarse hasta morir. Pobrecito Lassie.
COLEMAN: No tienes ninguna evidencia de que Martin le cortara las orejas a tu Lassie.
VALENE: Anduvo presumiéndolo con Billy Pender.
COLEMAN: Eso solo es evidencia circunstancial, de oídas. No valdría de nada en un
juicio. Y menos, viniendo de un cieguito.
VALENE: Ya te habías tardado en llevarme la contra. Como siempre.
COLEMAN: De todos modos ese perro no hacía más que ladrar.
VALENE: Nadie se merece que le corten las orejas por ladrar, Coleman. Y por si no lo
sabías, eso es lo que se supone que hagan los perros, ladrar.
COLEMAN: No a ése nivel. Se supone que deben callarse de vez en cuando. Ese pìnche
perro iba por el récord mundial de ladridos.
WELSH: Ya hay suficiente odio en el mundo, Valene Connor, para que encima le eches
mas leña al fuego por un perro muerto.
VALENE: Si ya hay suficiente odio, nadie notará un poquito más.
WELSH: ¡Qué bonita actitud!
VALENE: ¡Váyase a la chingada, Walsh! Si quiere actitudes bonitas sorrájele sus
sermones a Maureen Folan y Mick Dowd. Cumpla con su deber. (Welsh agacha la
cabeza y se sirve un trago)
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y siete. Siempre es mañana con esa vieja coda. Y me vale que tenga Alzheimer, si
tuviera aquí un volován se lo ensartaría por el culo.
WELSH: Esa no es forma apropiada de referirse a una...
COLEMAN: No me importa si es apropiada o no.
WELSH: (Pausa) Esta casa estará bastante solitaria ahora que tu padre ya no está ¿no?
COLEMAN: No.
WELSH: Estoy seguro que por lo menos un poquito.
COLEMAN: Si con eso deja de joder, sí, estará un poquito solitaria. ¿Contento? A fin de
cuentas usted es la autoridad mundial de lo solitario ¿no?
WELSH: ¿Ahora que estás libre y sin compromisos, no hay en tu horizonte alguna
damita? Debe haber miles.
COLEMAN: Su mamá nada más.
WELSH: Qué bonito humor traes hoy (Pausa) Entonces ¿Nunca te has enamorado de
una chica, Coleman?
COLEMAN: Una vez me enamoré de una chica, sí, aunque le vale madres. Fue en la
prepa. Alison O’Hoolihan. Tenía un hermoso cabello pelirrojo. Un día se le clavó un lápiz
en la garganta. Lo estaba chupando con la punta hacia dentro. Debió haber recibido un
codazo o algo así. Ése fue el final Alison O’Hoolihan.
WELSH: ¿Se murió?
COLEMAN: No, no se murió. Ojalá se hubiera muerto la perra, no, se casó con el cabrón
del doctor que le sacó el lápiz. Cualquiera se lo hubiera sacado. No necesitaba ningún
doctor. No tengo suerte.
(Pausa. Welsh bebe un poco más, entra Valene con una bolsa de la cual saca algunas
figuritas nuevas y las acomoda en la repisa. Coleman lo observa).
VALENE: Fibra de vidrio.
COLEMAN: (Pausa) Me vale madres tu fibra de vidrio.
VALENE: No, me vales madres que te valga madres mi fibra de vidrio.
COLEMAN: No, tú me vales madre dos veces y me vale madres tu fibra de vidrio…
WELSH: ¡¡Oigan!! (Pausa) ¡Jesús Bendito!
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WELSH: ¿Porqué? (Coleman le da su bebida sin contestarle y se sienta también a la
mesa) No digas groserías, Coleman. Sobre todo hoy.
COLEMAN: Yo digo lo que quiera cuando quiera.
WELSH: Acabamos de enterrar a tu papá.
COLEMAN: Ah sí, se me olvidaba que usted sabe qué es lo mejor para todos.
WELSH: (Pausa) Al final no estuvo tan mal.
COLEMAN: Bola de buitres metiches.
WELSH: Oye Coleman, nada más fueron a ofrecer sus condolencias.
COLEMAN: ¿No vió cómo esos siete me preguntaban dónde sería la fiesta después de la
ceremonia? Y luego esa Maryjohnny con su cantaleta de “¿Vas a dar volovanes?” En
esta casa no hay volovanes para ese tipo de gente. Y menos si Valene es el que tiene los
pelos de la burra en la mano. Si yo los tuviera diría: Claro, vengan todos, pásenle no le
hace que sean una bola de buitres, pero como no los tengo... ahora Valene lo tiene
todo.
WELSH: Es cierto que Valene es un poco codo.
COLEMAN: ¿Un poco? Se quedaría hasta con la mierda de un cerdo moribundo, y por
cierto, éste también es su whiskey, así que si entra reclamando usted dígale que me
rogó que le diera. Dígale que estuvo insistiéndome. Eso se lo creerá sin problema.
WELSH: Me pintas como un alcohólico casi todo el tiempo.
COLEMAN: Bueno, la verdad eso no tiene nada de difícil. Hasta un niño manco sin
pinceles podría pintarlo como un alcohólico.
WELSH: Esta parroquia provoca que cualquiera beba. Nunca había tocado esta cosa
antes de llegar aquí.
COLEMAN: Supongo que sí, aunque algunas personas no necesitan una provocación,
con tan sólo tenerlo enfrente se encaminan solitos
WELSH: No soy ningún alcohólico, Coleman. Me gusta echarme una copita de vez en
cuando, eso es todo.
COLEMAN: Sí, sí, claro, le creo. (Pausa) Volovanes, no mames. Pinche anciana piruja con
jeta de monstruo. Me debe la lana de una puta cerveza desde mil novecientos noventa
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ESCENA UNO
AUDIO: Balada 3-‐Funeral (No se da tercera, se liga con el audio de inicio. Al
entrar el órgano, se abre telón, sale en fade out muy lento al entrar
Coleman a la plataforma)
La cocina/ sala de una vieja casa de campo en Leenane, Galway. Puerta de entrada
a la extrema derecha del proscenio; en el centro de la pared del fondo una vieja
chimenea, a ambos lados de ésta sillas traqueteadas. La puerta del cuarto de Coleman
en la pared del fondo, a la izquierda del escenario. La puerta del cuarto de Valene más a
la izquierda. Una larga fila de figuritas de plástico de santos, empolvadas y marcadas
con una “V” negra, acumuladas en una repisa de la pared del fondo, encima de la cual
cuelga una escopeta de doble cañón, y encima de ésta, un crucifijo grande. Una alacena
en la pared izquierda, una cómoda en la pared derecha, encima de la cuál descansa una
foto enmarcada de un perro negro. Cuando la obra comienza es de día. Coleman,
vestido de negro, acaba de llegar de un funeral, entra, deshaciéndose la corbata. Toma
una lata de galletas de la alacena, quita la cinta adhesiva de la tapa y saca una botella
de whiskey marcada también con una “V”. El padre Welsh, un joven sacerdote, entra
detrás de él.
WELSH: Dejo la puerta abierta para Valene.
COLEMAN: Haga lo que se le dé la gana (Sirve dos vasos mientras Welsh se sienta a la
mesa) ¿Qué pues? ¿Se toma un trago conmigo?
WELSH: Sí, Coleman, claro.
COLEMAN: (en voz baja) Qué pinche pregunta más estúpida.
WELSH: ¿Eh?
COLEMAN: Dije que qué pinche pregunta más estúpida.
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Personajes
Girleen Kelleher, 17 años
Padre Welsh, 35 años
Coleman Connor
Valene Connor
Leenane, pequeño pueblo en Connemara, Galway, Irlanda
AUDIO: Balada iralndesa 1 (al terminar, se da 1a. llamada)
Balada irlandesa 2 (al terminar, se da 2a. llamada)
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E l O e s t e S o l i t a r i o
de MARTIN McDONAGH
Traducción de Andrés Montiel©