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Anlisis ActualesSobre el WSWSSobre el CICI
WSWS : Espaol
El marxismo y los sindicatos obreros
Por David North
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A continuacin sigue el texto de una charla que se present el 10
de
enero de 1998, en una delas conferencias de la
EscuelaInternacional de Verano sobre El marxismo y los
problemas
fundamentales del siglo XX, que el Comit Internacional de la
Cuarta Internacional y el Partido Socialista por la Igualdad
(Australia) organizaron en Sydney, Australia, del 3 al 10 de
enero de1998.
David North es Secretario Nacional del Partido Socialista por
laIgualdad en los Estados Unidos. Ha dado conferencias
extensivamente por Europa, Asia, EE.UU. y la ex Unin
Sovitica
sobre la historia y los principios del marxismo y el programa y
las
perspectivas de la Cuarta Internacional.
El autor es una autoridad en la historia de la Cuarta
Internacional y
la Revolucin Rusa. Entre sus obras se incluyen La herencia
quedefendemos; Perestroika contra el socialismo; El trotskismo
contrael stalinismo; y En defensa de la Revolucin Rusa. Otras
charlas
recientes de David North incluyen: Antisemitismo, fascismo y
elholocausto: crtica de Los verdugos concientes de Hitler' por
Daniel Goldhagen; La Igualdad, los derechos del hombre y los
orgenes del socialismo; y El Socialismo, la verdad histrica y
la
crisis del pensamiento poltico en los Estados Unidos.
Algunos de estos documentos todava no se han traducido al
castellano, pero pueden encontrarse en el ingls original en
este
sitio.
Conferencia de David North
Por ms de un siglo, la historia del movimiento marxista ha
tenido que
luchar con dos temas o problemas polticos controversiales
cuya
existencia ha persistido de manera excepcional: la "cuestin
nacional y
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los sindicatos obreros.
Por qu persisten tanto? Existe alguna relacin entre las dos?
Pienso
que podremos encontrar la respuesta si analizamos las
condiciones
histricas que engendraron al movimiento obrero moderno. El
estado-
nacin burgus, tal como surgi de las luchas revolucionarias y
democrticas de los siglos XVIII y XIX, ofreci el impulso
econmico y
el marco poltico para la evolucin de la clase obrera europea
yestadounidense. El proceso de consolidacin nacional se vincul,
aunque
en formas y grados diferentes, a los temas generales democrticos
que
eran de suma importancia para la clase obrera. La actitud de la
clase
obrera hacia la nacin tena que ser por obligacin bastante
compleja y
contradictoria, para no decir ambivalente. Por una parte, el
crecimiento y
la fuerza de la clase obrera, adems de sta haber mejorado su
nivel de
vida, por lo general se vinculaban a la consolidacin del
estado-nacin y
a la expansin de su podero econmico e industrial. Por otra
parte, la
evolucin de las luchas econmicas y sociales de la clase
obrera
objetivamente la obligaban a adoptar una actitud hostil hacia el
estado-
nacin, el cual, a fin de cuentas, protega los intereses de la
burguesa
La naturaleza turba de la cuestin nacional dentro del
movimientomarxista surgi debido a esa complejsima relacin entre los
trabajadores
y el estado-nacin burgus. En ninguna parte del mundo hemos visto
a lasmasas cruzar el puente entre el nacionalismo y la conciencia
socialista
internacionalista naturalmente y sin sufrimiento. En la vida de
todo serhumano, las experiencias de la juventud influyen
fuertemente el resto de
su vida. Eso sirve de analoga con la evolucin de la conciencia
de clase.La alianza histrica de la clase obrera con el nacionalismo
tiene suexplicacin en las condiciones que la engendraron y en las
luchas que
tomaron lugar durante sus etapas formativas. La conciencia
socialsiempre va retrasada, o para ser ms preciso, no refleja de
manera
directa e inmediata, es decir, en forma cientfica, al ser humano
social.Este es muy complejo y contradictorio. De la misma manera,
la influencia
del nacionalismo sobre el movimiento obrero no disminuye en
proporcindirecta ao con la misma velocidad dela expansin del
dominio
objetivo que la economa mundial tiene sobre la nacin-estado.
Lanaturaleza de la lucha de clases tambin se hace cada vez
msinternacional.
Adems, la tenacidad de la opresin nacional durante el Siglo XX,
auncuando su causa y contenido fundamentales sean de
ndolesocioeconmica, han fortalecido las formas que la conciencia
nacionalista
adopta. Sin embargo, no obstante el vigor de las influencias
nacionalistas,los marxistas tienen la responsabilidad de basar su
programa en el anlisis
cientfico de la realidad social,. No les cabe recurrir a la
atraccin deprejuicios antiguos y conceptos anticuados. Una de las
caractersticas
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ms comunes del oportunismo dentro del marxismo es la adaptacin
del
programa poltico a los prejuicios del momento a cambio de
ventajastemporales. El oportunismo procede de clculos prcticos
y
coyunturales, no de consideraciones que se basen en principios
histricosy cientficos.
Al rechazar las consecuencias polticoeconmicas que la
internacionalizacin de la produccin tiene sobre el estado-nacin,
losoportunistas por lo general le atribuyen a esta forma degenerada
(desde
el punto de vista histrico) una posibilidad progresista de la
cual no tienenada. Persisten, pues, en glorificar la demanda de
autodeterminacin
nacional no obstante que sta se haya convertido en la insignia
de todoslos movimientos patriticos reaccionarios en todos los
rincones delmundo.
Los marxistas no creen que el estado-nacin carezca de
relevancia. Sigue
siendo un elemento poderoso en la poltica mundial, a pesar de
que,desde el punto de vista del desarrollo e integracin
internacional de las
fuerzas productivas, sea una barrera al progreso humano. Al
elaborar sustcticas, el movimiento socialista no ignora esta
realidad poltica. Siempre
que el estado-nacin sea la unidad bsica de la
organizacinpolticoeconmica de la sociedad burguesa, la cuestin
nacionala la
cual ms bien nos podramos referir en este momento de la historia
comoel problema nacionalpersiste. Pero las tcticas marxistas
provienen
de una interpretacin cientfica del carcter obsoleto del
estado-nacin.A travs de sus tcticas, el movimiento trotskista trata
de poner enprctica la estrategia que le da orientacin a la Cuarta
Internacional como
Partido Mundial de la Revolucin Socialista. Esta insistencia
sobre lasupremaca de la estrategia internacional es lo que
distingue al Comit
Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) de todos los
gruposnacional reformistas y oportunistas
Los sindicatos y los radicales
Estas consideraciones fundamentales tienen la misma urgencia en
cuanto
a la cuestin de los sindicatos. Cuestin que tiene que ver con el
papelque esta muy antigua estructura de organizacin proletaria
desempea enel desarrollo de las luchas revolucionarias de la clase
obrera por el
socialismo. La aparicin del proletariado moderno ocurri dentro
del
contexto de la evolucin histrica del estado-nacin. La
organizacin del
proletariado y sus actividades adquirieron forma dentro de los
lmitesestablecidos por el estado-nacin. Como caso especial lo mismo
tambin
sucedi en relacin con los sindicatos. Los sindicatos son un
caso
especial de ese fenmeno. Sus adelantos y prosperidad dependieron
engran parte del xito industrial y comercial de sus propios
estados
nacionales. Por consiguiente, as como causas profundamente
objetivas
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existen para explicar la actitud ambivalente de la clase obrera
hacia el
estado-nacin, tambin existen razones objetivas profundas para
crear la
ambivalencia, aun hostilidad, de los sindicatos hacia el
socialismo. Elmovimiento socialista ha derramado muchas lgrimas
sobre este tema
durante ms de un siglo.
Claro, no es se pudo anticipar la gravedad de los problemas
queobsesionaran las relaciones entre los partidos marxistas y los
sindicatos
durante los primeros aos de la existencia de ambos. La actitud
de los
marxistas hacia los sindicatos inevitablemente refleja las
condiciones y
circunstancias de los tiempos. La cuestin de los sindicatos no
se nosplantea en 1998 tal como en 1847. Ha pasado mucha historia
durante
151 aos y el movimiento socialista, que ha tenido suficiente
oportunidad
para familiarizarse con el sindicalismo, ha aprendido mucho
acerca delcarcter de los sindicatos. Sin embargo, en las pginas de
la prensa
radical izquierdista no aparece nada de esta sabidura que se
ha
acumulado.
A travs de gran parte de su historia, el movimiento
socialista
fervorosamente ha intentado establecer una relacin con los
sindicatos.
No obstante, a pesar de mucho cortejo y galanteo, el romance
deja
mucho que desear. A pesar de muchas declaraciones de afecto e
inters,el objeto del deseo una y otra vez patea y apuala en la
espalda a sus
galanes socialistas. Aun cuando stos crean sus propios
sindicatos y
tratan de darle una formacin marxista impecable, los herederos
le pagancon la ingratitud ms despiadada. Tan pronto aparezca la
oportunidad,
muestran la tendencia a rechazar los ideales excelsos de los
veteranos
socialistas y satisfacen sus necesidades en los antros
capitalistas del
placer.
Nos parece que algo debera haberse aprendido de tantas
experiencias
malaventuradas. Pero como los vejancones tontos en los cuentos
de
Boccaccio, los radicales envejecidos y desdentados, an tienen el
afn dehacerse loscornudos. Las organizaciones izquierdistas
actuales todava
insisten que el movimiento socialista tiene el deber atender
todas las
necesidades y caprichos de los sindicatos. Insisten que los
socialistas
tienen que reconocer que los sindicatos son las organizaciones
obreraspor excelencia, lasque mejor representan los intereses de la
clase obrera.
Arguyen que los sindicatos son la dirigencia autntica e
indesafiable de la
clase obrera, los rbitros con la ltima palabra acerca de su
destinohistrico. Desafiar la autoridad de los sindicatos sobre la
clase obrera, de
alguna manera poner en duda el supuesto derecho natural de
los
sindicatos de ser los voceros de la clase obrera, equivale a
cometer un
sacrilegio poltico. Segn los radicales, es imposible concebir
unmovimiento obrero genuino que los sindicatos no dominen o
formalmente
dirijan. Solamente basndose en los sindicatos puede entablarse
una
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lucha de clases efectiva. Y por ltimo, toda esperanza para que
se
desarrolle un movimiento socialista de masas depende de
convertir a
por lo menos una mayora de los sindicatos, a una perspectiva
socialista.
Vayamos al grano: el Comit Internacional rechaza todas estas
aseveraciones que el anlisis terico y la experiencia histrica
refutan.
Segn la opinin de nuestros adversarios polticos, nuestra
negativa endoblegarnos ante la autoridad de los sindicatos equivale
a un agravio.
Esto nos irrita demasiado, porque a travs de las dcadas nos
hemos
acostumbrado a oponernos a la opinin pblica izquierdista, o
mejordicho, pequea burguesa, cuya antipata y amargura consideramos
la
mejor seal que el Comit Internacional va por el rumbo
debido.
La postura de los radicales se basa en una teora fundamental:
que lossindicatos son organizaciones obreras puesto que son
asociaciones de
masas. Por lo tanto, todo el que rechaza la autoridad de los
sindicatos,
por definicin, se opone a la clase obrera. El problema con esta
teora es
que convierte a los sindicatos en abstracciones anti histricas
que carecende todo significado. No cabe duda que los sindicatos
tienen una gran
cantidad de socios obreros, pero tambin la tienen Los Estados
Unidos,
los Masones, los Veteranos de Guerras Extranjeras y la Iglesia
Catlica.
Adems, alusiones a la gran cantidad de obreros que pertenecen a
los
sindicatos no puede reemplazar a un anlisis correspondiente de
la
composicin social de estas organizaciones, sobretodo de sus
capasdirigentes, es decir, de sus burocracias gobernantes. No es
automtico
que stas organizaciones en realidad representan los intereses de
la clase
obrera slo porque masas obreras pertenezcan a ellas.
Efectivamente, es
imperante analizar si es que existe, dentro de los sindicatos
mismos, algnconflicto objetivo entre los intereses de la mayora de
los miembros y los
de la burocracia dirigente, y hasta qu grado la poltica de los
sindicatos
refleja los intereses de esta burocracia y no de los
miembros.
Si aun pudiramos admitir que los sindicatos son
organizaciones
obreras, esta definicin aade muy poco a la suma total del
conocimiento poltico que se ha acumulado. Despus de todo,
podramos
continuar el juego de definiciones al simplemente preguntarnos:
Y quprecisamente se quiere decir con organizacin obrera?" No
basta
replicar: Pues una organizacin de obreros! Al tratar de
comprender la
esencia de los sindicatos, la pregunta ms acertada sera: Cmo
serelacionan estas organizaciones con la lucha de clases en general
y la
liberacin de los trabajadores de la explotacin capitalista en
particular?
Es hora de descartar la terminologa tonta y encontrar una
definicin msprofunda en base a un meticuloso anlisis histrico del
papel que los
sindicatos han desempeado en las luchas de la clase obrera y en
el
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movimiento socialista. No se trata solamente de producir
ejemplos de
crmenes y xitos segn lo que uno est dispuesto a encontrar. Ms
bien
el propsito de este anlisis es descubrir la ndole esencial de
estefenmeno social; es decir, como es que las leyes fundamentales
se
expresan, de manera prctica y activa, en las acciones y la
poltica de los
sindicatos.
Nuestros adversarios radicales nunca tratan de hacer semejante
anlisis;
por lo tanto ni siquiera pueden contestar la pregunta ms obvia
y
elemental: Por qu han fracasado los sindicatos tan
miserablemente endefender, para no decir elevar, los niveles de
vida de la clase obrera?
Durante el ltimo cuarto de siglo, la posicin social de la clase
obrera ha
empeorado drsticamente no slo en Los Estados Unidos, sino en
todo
el mundo. Los sindicatos han sido incapaces de defender a la
claseobrera contra la embestida bestial del capital. Puesto que
este fracaso se
ha demostrado muchas veces en el mbito internacional durante
las
ltimas dcadas, es inevitable que sus causas objetivas se busquen
en el
ambiente socioeconmico en que los sindicatos actualmente existen
y,ms fundamentalmente aun, en la ndole de los sindicatos mismos.
Es
decir, si presumimos que el ambiente repentinamente se torn
hostil en
1973, qu fue acerca de los sindicatos que los rindi tan
vulnerables aeste cambio y tan incapaces de adaptarse a las
condiciones nuevas?
Consideremos ahora la respuesta de la Liga Espartacista a este
dilema.
En una censura furiossima contra el Partido Socialista por la
Igualdadque publicaran en cuatro ejemplares sucesivos de su
peridico y que
consta de miles de palabras (entre las cuales los adjetivos y
adverbios
ofensivos constituyen un porcentaje extraordinario), los
espartacistas
rotundamente niegan que existen razones objetivas para el
fracaso de los
sindicatos. Ms bien todo se explica por la poltica derrotista y
traidora
de los falsos dirigentes de la AFL-CIO [Federacin
LaboristaEstadounidense-Congreso de Organizaciones Industriales].
Es casi
imposible imaginar una explicacin ms trillada. Un paleontlogo
podra
declarar igualmente que los dinosaurios se extinguieron porque
no tenan
ganas de seguir viviendo! Los espartacistas rehusan explicar por
qu los
dinosaurios en la dirigencia de la AFL-CIO decidieron seguir
una
poltica derrotista y traidora. Acaso son simplemente gente vil?
Y si
son tan malvolos, cmo es que tantos llegaron a ocupar la
dirigencia delos sindicatos, no slo en Los Estados Unidos sino en
todo el mundo?
Existe algo en la propia ndole de los sindicatos que los hace
atraer a
tanta gente vil que entonces decide seguir una poltica
derrotista y
traidora?" Podramos hacernos otra pregunta: De qu cualidad goza
la
Liga Espartacista que la obliga a respaldar con tanto
entusiasmo
organizaciones que atraen a tanta gente vil que se consagra a
traicionar y
derrotar a los obreros que presuntamente representan?
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El problema con el anlisis subjetivo no es que ste slo impide
lidiar contodo problema verdaderamente difcil, sino que le permite
a la Liga
Espartacista y a otros grupos radicalesa pesar de sus abusos
verbales
contra los dirigentes falsos dejar abierta la posibilidad que
los
dirigentes sindicalistas algn da encuentren su redencin y,
como
consecuencia, a apoyar la subordinacin perenne de la clase
obrera a los
sindicatos y, por consiguiente, a los mismos dirigentes
falsos.
Peter Taaffe, dirigente principal del Partido Socialista
Britnico, que
anteriormente se conociera como la Tendencia Militante, ha
explicado
esta perspectiva detalladamente en un artculo. [1]
El Sr. Taaffe produce un efecto ms cmico que convincente cuando
usa
la fraseologa radical para cubrir su servilismo a la burocracia
laborista.
Para comenzar, ofrece una breve lista de los pases donde los
funcionarios sindicalistas han cometido traiciones atroces
contra la claseobrera. Igual que Luis, jefe de la polica en la
pelcula Casablanca, la
corrupcin que rodea a Taaffe lo horroriza profundamente,
inclusive
cuando la burocracia lo soborna polticamente. Taaffe nos informa
que el
comportamiento de los funcionarios sindicalistas suecos ha sido
un
escndalo; que el de los burcratas belgas es descarado y abierto;
que
la participacin de los dirigentes irlandeses en el escndalo de
la
traicin es espectacular; que en la Gran Bretaa los trabajadores
hanpagado un precio muy caro por la impotencia de sus
dirigentes
derechistas. Y penosamente nota la capitulacin de los
dirigentes
sindicalistas en Brasil, Grecia y Los Estados Unidos.
Taffe no va ms all que decir que el problema de los sindicatos
es que a
los dirigentes les falta talento y sufren de una ideologa falsa:
aceptar el
mercado capitalista. Las organizaciones son esencialmente
sanas.
Basndose en este anlisis subjetivo, Taaffe critica a pequeos
gruposde la izquierda, pero a quien verdaderamente se refiere son
las
secciones del Comit Internacional, las cuales, con Trotsky de
respaldo,
insisten que las traiciones que los sindicatos han cometido
expresan una
tendencia objetiva fundamental de su desarrollo. De acuerdo a
Taaffe,
esta manera de plantear el problema es muy limitada y erra en
no
reconocer que los dirigentes sindicalistas derechistas, bajo la
presin de
una clase obrera lista para batallar, pueden ser forzados a
separarse delestado y a encabezar un movimiento de oposicin
obrera.
Por consiguiente, escribe Taaffe, la tendencia principal durante
el
prximo perodo en la Gran Bretaa y doquier sern los obreros
obligando a los sindicatos a luchar por ellos. El destino de la
clase
obrera depende de la regeneracin de los sindicatos.
Cierta faccin del difunto Partido Revolucionario de los
Trabajadores
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[Workers Revolutionary Party] promueve una lgica similar.
Insiste quehay que evitar a todo costo cualquier lucha por crear
nuevas formas de
organizacin obrera que se opongan al dominio de los sindicatos.
"Todos
los argumentos simplistas que glorifican a las bases y que
insisten en la
abstraccin, que los lderes estn en camoa con el estado y que
es
reaccionario crear alternativas ligadas entre s ser totalmente
incapaz de
comprender la nueva situacin."[2]
No poseo ninguna informacin especial acerca de las visitas
nocturnas
que los funcionarios sindicales britnicos o de cualquier otro
pas hagan,
pero el oportunismo que practican no tienen nada de "abstracto."
Al
contrario; los patronos y el estado a diario le piden a los
funcionarios
sindicalistas que rindan sus servicios traicioneros. Los
primeros rara vez
se desencantan.
La posibilidad de una redencin de los sindicatos en el futuro
parecetodava menos posible cuando se comprende que las
caractersticas y
atributos de las burocracias dirigentes manifiestan, de manera
subjetiva,
caractersticas y procesos sociales objetivos. Las crticas contra
los
dirigentes sindicalistas so slo se permiten, sino que son
necesarias
siempre que no sean una simple sustitucin de un anlisis profundo
de la
naturaleza del sindicalismo.
Una forma social determinada
Nuestro objetivo hoy, pues, es iniciar un estudio del
sindicalismo. Nos
basamos en un repaso histrico de ciertas etapas en la evolucin
de esta
estructura especfica del movimiento obrero. Como ya he dicho,
el
movimiento socialista ha acumulado, durante ms de ciento
cincuenta
aos, una masa enorme de experiencia histrica. Esta experiencia
justifica
que los socialistas se declaren a s mismos los mejores y ms
tristesperitos sobre el tema del sindicalismo.
No es nuestra intencin sugerir que el sindicalismo representa un
error
histrico que nunca debi haber ocurrido. Sera bastante ridculo
sostener
que un fenmeno tan universal como el sindicalismo carece de
races
profundas en la estructura socioeconmica del capitalismo. No hay
duda
que existe un vnculo cierto entre el sindicalismo y la lucha de
clases, peroslo en el sentido que la organizacin de los obreros
dentro de los
sindicatos deriva su impulso objetivo de la existencia de un
conflicto
concreto entre los intereses materiales de los patronos y los de
los
obreros. De ninguna manera se puede concluir de este hecho
objetivo
que los sindicatos, como estructuras organizacionales
especficas
determinadas socialmente, se identifican con, o buscan llevar
adelante, la
lucha de clases (a la cual, en el sentido histrico, le deben su
existencia).
Ms bien, la historia nos muestra pruebas contundentes que los
sindicatos
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se han consagrado ms a la supresin de la lucha de clases que a
otra
cosa.
La expresin ms intensa y avanzada de la tendencia de los
sindicatos a
suprimir la lucha de clases est en su actitud hacia el
movimiento
socialista. No existe ilusin ms trgica, sobre todo para los
socialistas,
que la que se imagina que los sindicatos son aliados confiables,
e
inevitables, en la lucha contra el capitalismo. La evolucin
orgnica delsindicalismo no procede en direccin al socialismo, sino
en su contra. No
obstante las circunstancias de sus orgenes, aun cuando los
sindicatos en
uno que otro pas le hayan debido su existencia directamente al
impulso y
dirigencia que los socialistas revolucionarios le brindaron, la
evolucin y
consolidacin de los sindicatos invariablemente acaban
resistiendo ese
tutelaje socialista y produciendo esfuerzos decididos para
zafarse de ste.
Para poder entender la esencia del sindicalismo, necesitamos
explicar esatendencia.
Debemos mantener en cuenta que cuando estudiamos al
sindicalismo,
estamos analizando una organizacin social particular. No se
trata de una
coleccin adventicia de individuos, amorfa y fortuita, sino de
una
conexin entre gente organizada en clases y arraigada en
ciertas
relaciones especficas de produccin que han evolucionado
histricamente. Es tambin imprescindible que reflejemos sobre la
ndolede la forma misma. Todos sabemos que existe una relacin entre
forma y
contenido. Esta relacin por lo general se concibe como si forma
fuera
simplemente la expresin de contenido. Desde ese punto de vista,
la
estructura social podra conceptualizarse como mera expresin
superficial, plstica e infinitamente maleable, de las relaciones
sobre las
cuales se basa. Pero las formas sociales pueden comprenderse ms
a
fondo si se les considera elementos dinmicos en el proceso
histrico.Decir que el contenido toma forma significa que la forma
le imparte
cualidades y caractersticas bien definidas al contenido que la
expresa. Es
a travs de la forma que el contenido existe y evoluciona.
Quizs sea posible clarificar el propsito de este desvo hacia la
esfera de
las abstracciones y categoras filosficas haciendo referencia a
ese
famoso trozo del primer captulo del primer tomo de El Capital,
donde
Marx pregunta lo siguiente: De dnde mana, pues, el
carcterenigmtico del producto de la mano de obra una vez que sta
asume la
forma de mercanca? Obviamente de la forma misma. Es decir,
cuando
un producto de la mano de obra asume la forma de mercanca
transformacin que ocurre slo durante cierta etapa de la
sociedadste
adquiere una cualidad muy peculiar y fetichista que antes no
exista. Una
vez que las mercancas se venden y se compran en el mercado,
las
verdaderas relaciones entre la gente, de las cuales las
mercancas mismasson producto, necesariamente asumen la apariencia
de relacin entre
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cosas. El producto de la mano de obra es el producto de la mano
de
obra, pero una vez que asume la forma de mercanca dentro de
las
restricciones establecidas por las nuevas relaciones de
produccin, sta
adquiere propiedades sociales nuevas y extraordinarias.
De la misma manera, una asociacin de trabajadores no significa
ms que
una asociacin de trabajadores. Pero cuando esta asociacin se
convierte en sindicato, adquiere, a travs de esa forma,
propiedades muynuevas y diferentes a las cuales los trabajadores
inevitablemente se
subordinan. Qu queremos precisamente decir con esto? Los
sindicatos
representan a la clase obrera en un papel socioeconmico muy
determinado: como vendedores de cierta mercanca, en este caso
la
fuerza de trabajo. Puesto que ha nacido de las relaciones de
produccin
y formas de propiedad del capitalismo, el objetivo esencial de
los
sindicatos es asegurarle a esta mercanca el mejor precio que se
puedaobtener bajo las condiciones prevalentes del mercado.
Por supuesto, existe una gran diferencia entre lo que acabo de
describir
en trminos tericos entre el objetivo esencial de los sindicatos
y sus
actividades en la vida real. La realidad prcticaes decir, la
traicin
diaria de los intereses ms elementales de la clase
obreracorresponde
muy poco a la norma terica que se ha concebido. Esta divergencia
no
contradice el concepto terico, pero es en s misma el resultado
de lafuncin objetiva socioeconmica de los sindicatos. Al basarse
sobre las
relaciones de produccin capitalistas, la misma esencia de los
sindicatos
los obliga a adoptar una actitud fundamentalmente hostil hacia
la lucha de
clases. Al consagrar sus esfuerzos en asegurar contratos con los
patronos
que fijan el precio de la fuerza de trabajo y determinan las
condiciones
generales en que la plusvala se le extrae a los obreros, los
sindicatos se
ven obligados a garantizar que sus miembros suministrarn su
fuerza delabor segn las condiciones impuestas por los contratos que
se han
negociado. Como Gramsci notara: El sindicato representa lo lcito
y
tiene que obligar a sus miembros a respetar esa legalidad.
Cuando la legalidad se defiende, la lucha de clases se suprime.
Esto
significa que los sindicatos, debido a su naturaleza, terminan
por socavar
su propia habilidad de lograr aun aquellos objetivos
circunscritos a los
cuales han dedicado oficialmente sus esfuerzos. He ah la
contradiccinsobre la cual el sindicalismo se estrella.
Debemos hacer hincapi en otro punto: el conflicto entre el
sindicalismo y
el movimiento revolucionario en ningn sentido fundamental surge
de las
imperfecciones y defectos de los dirigentes sindicalistas
(aunque estas
cualidades existen en abundancia), sino de la misma esencia de
los
propios sindicatos. En el ncleo de este conflicto se puede
encontrar laoposicin orgnica de los sindicatos al desarrollo y la
extensin de la
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lucha de clases. Esta oposicin se hace mucho ms acrrima, amarga
y
mortfera justo cuando la lucha de clases amenaza las relaciones
de
produccin del capitalismo, las bases socioeconmicas del
sindicalismo
mismo.
Esa oposicin tiene al movimiento socialista de blanco, pues
ste
representa a la clase obrera como anttesis revolucionaria a las
relaciones
de produccin capitalistas,
no como vendedor de la fuerza de trabajo, que es un papel muy
limitado.
La historia verifica concluyentemente estos dos aspectos crticos
y
esenciales de los sindicatos. Tambin verifica la tendencia de
stos a
suprimir la lucha de clases y su hostilidad al movimiento
socialista. La
historia del movimiento sindicalista en Inglaterra y en Alemania
nos
ensea lecciones importantes que nos abrirn paso.
Los sindicatos en Inglaterra
Inglaterra tiene la reputacin de ser la gran cede del
sindicalismo
moderno donde, por medio de este tipo de organizacin, la clase
obrera
logr xitos enormes. Esta fue la impresin que Eduard
Bernstein
ciertamente se llev de los sindicatos durante su estada en
Inglaterra
hacia finales de los 1880 y durante los 1890. El presunto xito
delsindicalismo ingls convenci a Bernstein que las luchas econmicas
de
estas organizaciones, no los esfuerzos polticos del
movimiento
revolucionario, desempearan el papel decisivo para el progreso
de la
clase obrera y la transformacin gradual de la sociedad hacia
el
socialismo.
Bernstein, fundador del revisionismo moderno, anticip todo por
lo quela pequea-burguesa de hoy aboga. Que sus argumentos ya pasan
de los
100 aos no significa que de por s no tengan ningn valor. Despus
de
todo, yo mismo tengo que admitir que me estoy valiendo de
argumentos
que tambin llegan a los 100 aos: los de Rosa Luxemburg contra
el
mismo Bernstein. Pero mientras que los argumentos de los
partidarios
modernos de Bernstein han sido completamente refutados, los
de
Luxemburg tienen la ventaja que todava conservan su vigencia. Es
ms,
crticos contemporneos notaron que Bernstein haba
exageradoexcesivamente sus observaciones del xito sindicalista
britnico. En
realidad, la ascendencia del sindicalismo, cuya elevacin a
papel
dominante en el movimiento obrero haba comenzado en los
1850,
expresaba la degeneracin poltica y el estancamiento intelectual
que
aparecieron despus de la derrota del Cartismo ( Chartism). Este
gran
movimiento poltico revolucionario de la clase obrera britnica
fue la
culminacin de una extraordinaria fermentacin poltica, cultural
eintelectual que afect a capas amplsimas de la clase obrera durante
las
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dcadas que siguieron a la Revolucin Francesa. Aos despus de
la
derrota de los cartistas durante 1848-1849, Thomas Cooper, quien
fue
uno de sus dirigentes ms destacados, compar la visin
revolucionaria
del viejo movimiento a la visin obtusa y pequeo burguesa de
los
sindicatos. En su autobiografa se puede leer lo siguiente:
La verdad es que en los viejos tiempos del cartismo los obreros
de
Lancashire andaban cubiertos de andrajos; y muchos por lo
regular notenan que comer. Pero mostraban su inteligencia por
doquier. Se les vea
en grupos, debatiendo la gran doctrina de la justicia poltica:
que todoadulto de mente sana debera tener voz y voto en las
elecciones dehombres encargados de promulgar las leyes que los
gobernaran.
Debatan seriamente las doctrinas del socialismo. Ahora no se ven
gruposen Lancashire, pero se escuchan hombres bien vestidos que,
con las
manos en los bolsillos, conversan acerca de las cooperativas, de
lasacciones que han invertido en stas, y de establecer consorcios.
[3]
Los sindicatos engendraron un nuevo tipo de dirigente que
remplaz a losantiguos cartistas revolucionarios: ste ahora era
caballero tmido,hambriento por hacerse respetar como miembro de la
clase media.
Pregonaba el nuevo evangelio del acomodo entre las clases.
TheodoreRothstein, historiador socialista del cartismo, lo expresa
de esta manera:
Hombres de gran talento, temperamento y profunda sabidura que
slopocos aos atrs haban hecho temblar a la sociedad capitalista
hasta la
cepa, que haban dirigido a cientos de miles de trabajadores en
lasfbricas, ahora se haban convertido en figuras solitarias
pasendose en laoscuridad. La mayora [de los trabajadores]ya no los
entenda. Slo
grupitos selectos los comprendan. Fueron remplazados por
hombresnuevos que no posean ni una fraccin de su intelecto, talento
y carcter,
pero que tambin atraan a cientos de miles de obreros con el
evangeliosuperficial de cuidar sus centavos y la necesidad de
llegar a un
acomodo con los patronos, aun cuando esto significaba que
perderan suindependencia como clase social. [4]
En cuanto al sindicalismo, Rothstein ofreci la siguiente
crtica:
La caracterstica principal de esa filosofa era aceptar la
sociedadcapitalista. Eso lleg a expresarse en la negativa de
participar en toda
accin poltica y la aceptacin de la economa poltica vulgar, que
predicala armona que debe existir entre la clase que emplea y la
clase obrera.[5]
Los apologistas del sindicalismo responden que haba sido
necesario quelos obreros britnicos se retiraran de la accin poltica
para que la clase
concentrara sus energas en las oportunidades ms prometedoras de
lalucha econmica. El hecho que el surgimiento del sindicalismo se
vincul
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a los nuevos dirigentes de la clase obrera, que por lo general
repudiaronestas luchas, y no a la intensificacin de las luchas
econmicas, refuta esta
teora. Durante el apogeo del sindicalismo britnico, desde
principios delos 1870 hasta mediados de los 1890, los salarios de
los obreros seestancaron. Slo la cada estrepitosa de los precios de
los alimentos
bsicos, como la harina, las papas, el pan, la carne, el t, el
azcar y lamantequilla, previno que el sindicalismo perdiera todo el
respeto de los
obreros.
Durante las primeras dcadas del Siglo XIX, cuando los
sentimientos
revolucionarios reciban amplia acogida entre los obreros, la
burguesainglesa resisti con amargura toda tendencia hacia la
consolidacin. Peroya para fines de siglo sta apreciaba el enorme
servicio que los sindicatos
le rendan a la estabilidad del capitalismo, especialmente en su
capacidadde barrera al resurgimiento de tendencias socialistas en
la clase obrera.
Tal como el economista burgus alemn Brentano escribiera: Si
lossindicatos fracasan en Inglaterra, de ninguna manera significara
el triunfo
de los patronos. Significara el fortalecimiento de
tendenciasrevolucionarias en todo el mundo. Inglaterra, que hasta
ahora se habavanagloriado de no tener ningn partido obrero de
importancia, podra
desde ese momento en adelante hacerle competencia al continente.
[6]
Marx y Engels vivieron en Inglaterra como exiliados
revolucionarios
durante el perodo del surgimiento del sindicalismo. Aun antes de
llegar aInglaterra, haban reconocido el significado objetivo del
sindicalismo
como respuesta obrera al empeo de los patronos en disminuir
lossalarios. En oposicin al terico pequeo burgus
Pierre-JosephProudhon, quien negaba la practicablidad de los
sindicatos y las huelgas
debido a que los aumentos salariales obtenidos por esos mtodos
sloconduciran al aumento de precios, Marx insisti que amboslos
sindicatos y las huelgaseran elementos necesarios en la lucha de
laclase obrera en defensa de su nivel de vida.
Marx dio en el blanco cuando critic el punto de vista de
Proudhon, pero
es necesario recordar que estos primeros escritos datan de
cuando lossindicatos todava se encontraban en paales. La
experiencia de la clase
obrera con esta nueva forma era muy limitada. En esa poca no se
podadescartar la posibilidad que los sindicatos evolucionaran en
instrumentos
poderosos de lucha revolucionaria, o por lo menos en precursores
deinstrumentos semejantes. En 1866, Marx expres esperanzas al hacer
la
siguiente observacin: como centros de organizacin los
sindicatosdesempeaban para la clase obrera el mismo papel que
lasmunicipalidades medievales haban desempeado para la clase
media.
[7]
No obstante, a Marx le preocupaba, aun en esa poca, que los
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sindicatos todava no han comprendido totalmente el poder que
tienen
para actuar contra el sistema de esclavitud salarial mismo. Pero
era enesta direccin, sin embargo, que tenan que evolucionar:
Aparte de sus objetivos originales, ahora tienen que aprender a
actuar
deliberadamente como ncleos de la organizacin obrera cuyo
amplioobjetivo es la emancipacin total de la clase obrera. Han de
asistir a todo
movimiento social y poltico que va en la misma direccin. Puesto
que seconsideran representantes y campeones de toda la clase
obrera, tienen
que reclutar a sus filas los trabajadores que no pertenecen a
lossindicatos. Tienen que cuidar los intereses de los trabajadores
que seencuentran en los oficios peor pagados, tales como los
obreros agrcolas,
cuyas circunstancias excepcionales los han rendido impotentes.
Tienenque convencer al mundo en general que sus intenciones, lejos
de ser
mezquinas y egostas, tienen como objetivo la emancipacin de
millonesde oprimidos. [8]
Marx trat de darle una orientacin socialista a los sindicatos.
Le advirtia los obreros que no exageraran para s mismos el
significado de lasluchas que los sindicatos entablaban. A lo sumo
los sindicatos luchan
contra los efectos, no las causas de esos efectos; retrasan el
movimientodescendente; y aplican paliativos en vez de curar la
enfermedad. Era
necesario que los sindicatos emprendieran una lucha contra el
sistema,que era causa de la miseria obrera. Por lo tanto, Marx le
propuso a los
sindicatos que abandonaran la consigna conservadora de Un
jornaldiario justo por un da laboral justo y lo reemplazaran con la
demandarevolucionaria, Abolir el sistema de salarios. [9]
Pero el consejo de Marx no caus mucha impresin. Hacia fines de
los1870, sus observaciones, y tambin las de Engels, del
sindicalismo se
tornaron ms crticas. Ahora que los economistas burgueses
expresabanmayor aprobacin por los sindicatos, Marx y Engels se
esforzaron en
modificar su apoyo anterior. Distinguieron su punto de vista del
de lospensadores burgueses como Lujo Brentano, cuyo deseo en
convertir alos esclavos asalariados en esclavos asalariados
contentos [10], segn
Marx y Engels, dictaba su entusiasmo por los sindicatos. Para
1879, eraposible detectar en los escritos de Engels sobre el
sindicalismo un tono
inconfundiblemente desagradable. Not que los sindicatos
habanintroducido estatutos administrativos que prohiban la accin
poltica,
negndole a la clase obrera que participara en toda actividad
general declase, como clase social." En carta fechada 17 de junio,
1879, Engels sequej que haban conducido a la clase obrera a un
callejn sin salida. De
ninguna manera se debera ocultar el hecho que en este momento
aqu noexiste ningn movimiento obrero genuino, en el sentido
continental de la
palabra, Por consiguiente, no creo que te perders mucho, por lo
menospor ahora, si no recibes ningn informe sobre las actividades
de los
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SINDICATOS por estos lugares. [11]
En un artculo comparando a la Inglaterra de 1885 con la de
1845,
escrito seis aos despus, Engels no hizo ningn esfuerzo por
esconder eldesdn que le tena al papel conservador de los
sindicatos. Al formar unaaristocracia dentro de la clase obrera
misma, cultivaban las relaciones
ms amistosas con los patronos y as se aseguraban puestos
muycmodos para s mismos. Con sarcasmo mordaz, Engels escribi que
los
sindicalistas hoy da son gente amabilsima con quien negociar,
sobretodo para cualquier capitalista sensato en particular y para
toda la clase
capitalista en general. [12]
En verdad, los sindicatos haban ignorado casi por completo a
capasamplias de la clase obrera, para quienes el estado de miseria
y la falta de
seguridad en que actualmente viven es tan horrible como siempre,
o anpeor. El distrito de la zona este de Londres es un pantano de
expansin
continua donde de la miseria y desolacin se estancan. La
inanicin reinacuando no hay trabajo, y la degradacin fsica y moral
impera cuando lohay. [13]
Hacia finales de los 1880, el desarrollo de un nuevo
movimientosindicalista militante entre los sectores ms explotados
de la clase obrera
hizo renacer las esperanzas de Engels. Los socialistas,
inclusive EleanorMarx, participaron activamente en este movimiento.
Engels reaccion a
este acontecimiento con entusiasmo y con gran satisfaccin not
queEstos sindicatos nuevos, que se constituyen de hombres y mujeres
sinhabilidades especializadas, son totalmente diferentes a las
antiguas
organizaciones de la aristocracia obrera y no pueden adoptar las
mismascostumbres conservadoras... Y se han organizado bajo
circunstancias
muy diferentes. Todos los dirigentes, hombres y mujeres, son
socialistas.Y los agitadores tambin lo son. En ellos veo el
verdadero principio del
movimiento aqu. [14]
Pero las esperanzas de Engels no se cumplieron. No transcurri
muchotiempo antes que los nuevos sindicatos comenzaran a exhibir
las
mismas tendencias conservadoras que los viejos. Esta fue de las
primerasverificaciones del concepto terico que hoy consideramos
crtico al
anlisis de los sindicatos; es decir, que la posicin y la
condicin social desectores determinados de trabajadores organizados
en los sindicatos no
determinan el carcter esencial de estas organizaciones. Lo ms
que sepuede decir de estos factores es que slo influyen ciertos
aspectossecundarios de la poltica sindicalista, haciendo algunos
sindicatos ms o
menos militantes que otros. Pero a fin de cuentas, la forma
sindicalista,cuya estructura mana dey est incrustada enlas
relaciones sociales y
de produccin capitalistas (y debemos aadir, los lmites impuestos
por elestado-nacin), ejerce la influencia decisiva que determina la
orientacin
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16/25www.wsws.org/es/articles/2000/jan2000/sp-j05.shtml
de su contenido: una asociacin de obreros.
El Partido Socialdemcrata alemn (PSD) y los sindicatos
En el continente europeo, Alemania en particular, ya se
aprendanlecciones tericas de estas primeras experiencias con el
sindicalismo. Los
socialistas alemanes consideraban que los sindicatos ingleses no
eran losprecursores del socialismo, sino la expresin del dominio
poltico e
ideolgico de la burguesa sobre la clase obrera. Esta actitud
crtica nofue slo consecuencia del aprendizaje terico; reflejaba
tambin una
relacin muy diferente de fuerzasdentro del movimiento
obreroentreel partido poltico marxista y los sindicatos. En
Alemania, haba sido elPartido socialdemcrata que le haba dado el
mpetu al desarrollo del
movimiento obrero de masas, no los sindicatos. El partido haba
tenidogran xito al establecer su autoridad poltica como dirigencia
de la clase
obrera durante el perodo de las leyes antisocialistas de
Bismarck entre1978 y 1890. Fue consecuencia de la iniciativa del
PSD que los llamados
sindicatos libres se establecieron, principalmente para servir
deagencias reclutadoras del movimiento socialista.
Con la asistencia de PSD, del cual obtuvieron cuadros dirigentes
y
aprendieron lecciones polticas, los sindicatos comenzaron a
extender suinfluencia durante los 1890. Pero los efectos duraderos
de la prolongada
depresin industrial mantuvieron bajo el nmero de socios. Para
finalesde 1893, la proporcin entre los votantes socialdemcratas y
los
miembros sindicalistas era de ocho (8) a uno (1). An as, hubo
ciertaconsternacin dentro del PSD que los sindicatos podran tratar
decompetir con el partido para ganar mayor influencia sobre la
clase
obrera. Los sindicatos negaron esto rotundamente, pero el
dirigentesindicalista Carl Liegen, en el Congreso del partido de
1893 efectuado en
Colonia, los defini como agencias reclutadoras del partido.
Sin embargo, al terminar la depresin industrial en 1895, los
sindicatosalemanes comenzaron a crecer rpidamente; la relacin de
fuerzas
cambiaba y haca aumentar las tensiones entre el partido y los
sindicatos.Para 1900, la el nmero de miembros de los sindicatos
haba alcanzado
los 600,000. Cuatro aos despus, llegaba al milln. Esto
fueacompaado por una cada en la proporcin entre votantes y
miembros
sindicales, haciendo que aumentara significativamente.
Aunque los mismos dirigentes sindicalistas rehusaron darle apoyo
polticoa Bernstein cuando ste despleg la bandera del revisionismo
por
primera vez, ya crculos del partido por lo general saban que sus
teorasslo acabaran por reorientar el movimiento socialista alemn
hacia el
modelo ingls, en el cual los sindicatos reformistas reemplazaran
alpartido revolucionario como ncleo del movimiento obrero.
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Al oponerse a Bernstein, los tericos principales de la
Social-Democracia se fijaron muy bien en los esfuerzos de ste por
pintar a los
sindicatos como baluartes indispensables del movimiento
socialista. FueRosa Luxemburg, claro, la que tom las riendas del
contraataque. Suobra de mayor importancia referente a ste fue
Reforma o Revolucin.
Esta obra hizo trizas del argumento de Bernstein que las
acciones de lossindicatos efectivamente contrarrestaban los
mecanismos explotadores
del capitalismo y conduciran, aunque gradualmente, a la
socializacin dela sociedad. Luxemburg insisti que esto era
completamente falso: el
sindicalismo no conduca a la abolicin de la explotacin clasista;
alcontrario, buscaba asegurar que el proletariado, limitado por la
estructuraexplotadora del capitalismo, recibiera, a travs de
salarios, el mejor
precio que el mercado permitiera.
De cualquier manera, las fluctuaciones del mercado y la dinmica
general
de la expansin capitalista restringan los esfuerzos de los
sindicatos. Lasociedad capitalista, advirti Luxemburg, no iba rumbo
hacia una poca
del progreso victorioso de los sindicatos, sino hacia tiempos en
que lasprivaciones de los sindicatos aumentaran. Es decir, no
obstanteconquistas pasajeras, si la misin de los sindicatos
permaneca arraigada
dentro de las pautas dictadas por el sistema capitalista, stos
siempre seencontraran cumpliendo la labor de Ssifo. Los dirigentes
sindicalistas
nunca le perdonaron a Luxemburg que se valiera de esta metfora
conalas. Era crtica desvastadoramente apta y presciente de las
actividades
de los sindicatos.
Este resumen no es del todo justo al anlisis de Luxemburg sobre
lascausas objetivas que de la incapacidad de los sindicatos de
lograr ms
que una mitigaciny slo temporalde la explotacin de la
claseobrera bajo el capitalismo. Quiero referirme a otro aspecto de
la crtica
contra Bernstein muy pertinente para hoy da: la negativa de
Luxemburgen aceptar que la prctica de los sindicatos tiene
contenido socialista
innato o implcito, o que las acciones de los mismos sean
esenciales a lavictoria de la causa socialista. Luxemburg nunca neg
que los sindicatos,siempre que fueran dirigidos por los
socialistas, podran rendir un servicio
clave para el movimiento revolucionario. En verdad, ella
esperaba que sucrtica le abriera el paso para colaborar hacia esos
fines. (Que este
objetivo poda lograrse, como ya veremos, es otro asunto.) Pero
tambinadvirti contra toda ilusin acerca de que tendencias
orgnicamente
socialistas existan en el sindicalismo tal como ste apareca.
Escribi Luxemburg: Son precisamente los sindicatos ingleses,
comorepresentantes clsicos de la mentalidad estrecha recta y
satisfecha de s
misma, que comprueban que el sindicalismo, por s solo, carece de
todofondo socialista. A decir la verdad, bajo ciertas
circunstancias, ste
puede hasta llegar a ser obstculo contra la expansin de la
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concienciacin socialista, tanto como la conciencia socialista
puede ser
obstculo al xito puramente sindicalista.
Este trozo sigue siendo un reproche magnfico a todos los que se
adaptanservilmente a los sindicatos y a sus burocracias; a los que
no pueden
concebir un movimiento obrero sin magnfico forma sindicalista.
Perocomo Luxemburg claramente afirma, entre el sindicalismo y el
socialismo
no existe ningn vnculo orgnico o inquebrantable. Los dos no
viajan,por naturaleza, sobre trayectorias paralelas hacia un
destino comn. Al
contrario; segn Luxemburg, el sindicalismo, por su propia ndole,
escarente de todo contenido socialista y le pone lmites al progreso
de laconcienciacin socialista. Adems, los principios polticos de
los
socialistas, cuyas actividades obligatoriamente se basan en los
intereseshistricos de la clase obrera, son contrarios a los
objetivos prcticos de
los sindicatos.
En Inglaterra, los sindicatos evolucionaron sobre las ruinas del
Cartismo e
independientemente del movimiento socialista. Los sindicatos
alemanes,por otra parte, nacieron bajo la tutela del movimiento
socialista. Susdirigentes haban asiduamente estudiado a Marx y
Engels. Sin embargo,
los sindicatos alemanes, en su esencia, no estaban ms
consagrados alsocialismo que sus contrapartes ingleses. Al comenzar
el nuevo siglo, con
el ingreso de cientos de miles de miembros nuevos, los
sindicatosadquirieron confianza nueva y empezaron a mostrarse
incmodos con la
influencia y la subordinacin del sindicalismo a los objetivos
polticos delpartido. Una plataforma nueva expres esta inquietud: la
neutralidadpoltica. Cierto sector creciente de dirigentes
sindicalistas comenz a
sostener que no haba razn por qu sus organizaciones le deban
lealtadespecial a las campaas polticas del PSD. Segn los
argumentos, era
verdico que el dominio del PSD le costaba a los sindicatos la
posibilidadde atraer obreros desinteresados u opuestos a la causa
socialista. Entre
los representantes principales de esta tendencia se encontraba
Otto Hu,quien insisti que los sindicatos slo podan servir los
interesesprofesionales [no clasistas] de sus miembros si se
adoptaba una poltica
neutral. Hu escribi: Bajo condiciones de neutralidad
sindicalista, losdirigentes sindicalistas son y deben ser
indiferentes respecto a la poltica
de los trabajadores.
Entre 1900 y 1905, las tensiones entre el partido y los
sindicatos
escalaron. Los dirigentes sindicalistas, en sus papeles de
delegados a loscongresos del PSD, continuaron votando a favor de la
ortodoxiasocialista. Los desarrollos objetivos todava no haban
llegado a tal punto
que la lucha terica contra el revisionismo se haba puesto en
prctica.Los sucesos de 1905 lo cambiaron todo en el interior y el
exterior de
Alemania.
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Ante todo, la revolucin que estall por toda Rusia tuvo un
impactotremendo sobre la clase obrera alemana. Los trabajadores
siguieron con
inters intenso el reportaje de la prensa socialista acerca de la
lucharevolucionaria. Los acontecimientos rusos, por otra parte,
coincidieroncon, e inspiraron a, la erupcin de huelgas dolorosas
por toda Alemania,
sobretodo entre los mineros del Ruhr. A pesar de su militancia,
loshuelguistas se toparon con la resistencia rgida e inflexible de
los patronos
de las minas. La intransigencia de los dueos cogi a los
sindicatos desorpresa y stos no pudieron reaccionar con eficiencia.
Las huelgas se
suspendieron, estremeciendo la confianza de los obreros en
laperspicacia de las tcticas sindicalistas tradicionales.
En esta nueva situacin, Luxemburg, con el apoyo de Kautsky,
arguy
que los acontecimientos en Rusia eran de significado para toda
Europa yque le haban revelado a los trabajadores alemanes una forma
nueva de la
lucha de masas: la huelga poltica. La idea de una huelga poltica
demasas encontr apoyo popular en la clase obrera. Pero los
lderes
sindicalistas se horrorizaron con las implicaciones de la lgica
deLuxemburg. Segn el pensar de stos, si los trabajadores ponan
enprctica las teoras de Luxemburg, los sindicatos se veran
atrapados en
aventuras revolucionarias insignificantes. Las huelgas de
masascostaran una enorme cantidad de dinero y podran llegar a
vaciar las
cuentas bancarias y las reservas lquidas de las cuales los
dirigentesestaban orgullossimos.
Para prevenir semejante catstrofe, los dirigentes sindicalistas
decidieron
lanzar una huelga anticipadora contra Luxemburg y los otros
radicales delPSD. En el congreso de los sindicatos celebrado en
Colonia en 1905, se
estableci una comisin nica para producir una resolucin que
definierala actitud de los sindicatos en cuanto al problema de la
huelga de masas.
Theodore Bmelburg, vocero de la comisin, declar: Para que
nuestrasorganizaciones progresen tiene que haber paz en el
movimiento obrero.Tenemos que hacer desaparecer el debate acerca de
la huelga de masas,
y que las soluciones [de los problemas] del futuro permanezcan
flexibleshasta que aparezca el momento oportuno. [15]
En lo que fue una declaracin de guerra contra los izquierdistas
del PSD,el congreso adopt una resolucin que prohibi todo debate
interno en
los sindicatos acerca de la huelga poltica. Esta le adverta a
los obreros:No permitan que la acogida y diseminacin de tales ideas
los distraigade los deberes diarios para fortalecer las
organizaciones obreras. [16]
La rebelin de los dirigentes sindicalistas contra el partido
caus unterremoto en el PSD. Kautsky declar que el congreso haba
revelado
que los sindicatos se haban enajenado profundamente del partido.
Notcon irona que le pareca absurdo que durante el ao ms
revolucionario
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de toda la historia los sindicatos proclamaran su deseo por la
paz y la
tranquilidad. Para Kautsky era evidente que los dirigentes
sepreocupaban ms por las cuentas bancarias de la organizacin que
porla calidad moral de las masas.
El odio de los dirigentes hacia la izquierda del PSD alcanz
dimensionespatolgicas. Rosa Luxemburg en particular se convirti en
el blanco
perenne de los insultos vitrilicos. Otto Hu, redactor del diario
de losmineros, le urgi a todos los que tuvieran exceso de
energa
revolucionaria que se largaran a Rusia en vez de fomentar
debates sobrela huelga general desde sus residencias de verano. Los
ataques contraLuxemburg se intensificaron, aun cuando ella
languideca en una crcel
polaca despus de haber sido arrestada por actividades
revolucionarias.Harto de los ataques personales feroces contra
Luxemburg, Kautsky
vigorosamente critic la persecucin de una dirigente de la lucha
declases proletaria. Escribi que no era Luxemburg la que pona en
peligro
las relaciones entre el partido y los sindicatos, sino los
funcionariossindicalistas, que sentan un odio primitivo por todo
grupo dentro delmovimiento obrero que adopta cualquier objetivo ms
ambicioso que el
aumento salarial de cinco centavos la hora.
Durante cierto perodo, los dirigentes del PSD lanzaron un
contraataque
a los funcionarios sindicalistas, pero de la manera ms cautelosa
posible.En el congreso del partido que se llev a cabo en Jena en
Septiembre,
1905, Bebel introdujo una resolucin llena de astucia literaria
quereconoca la validez de la huelga poltica de masas, pero slo como
armadefensiva. A cambio, los sindicatos aceptaron la formula de
Bebel, pero
slo por un breve perodo. En el congreso del partido en Mannheim
enSeptiembre, 1906, los sindicatos le exigieron al PSD que adoptara
una
resolucin que establecera el principio de la igualdad entre
lossindicatos y el partido, lo cual consiguieron. Esto significaba
que,
referente a cualquier asunto que directamente afectara a los
sindicatos, elpartido tena que adoptar una postura aceptable a
ellos. Hacindole casoomiso a objeciones estrenuas, los dirigentes
del partido colaboraron con
los funcionarios sindicalistas y burocrticamente cancelaron el
debate ehicieron que la resolucin se adoptara a la fuerza.
Desde ese momento en adelante, la comisin general de los
sindicatosrigi al PSD. Not Luxemburg que ahora la relacin entre los
sindicatos
y el partido se pareca al cuento de la esposa campesina regaona,
quienle aconsej a su esposo: Cuando tengamos problemas, usaremos
elsiguiente sistema: Cuando estemos de acuerdo, t decides. Cuando
no
estemos de acuerdo, yo decido.
En sus disputas con Luxemburg y las fuerzas revolucionarias
dentro del
PSD, los funcionarios sindicalistas se acostumbraron a proclamar
que
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ellos conocan los deseos del obrero comn mucho mejor que
losrevolucionarios tericos. Segn ellos, Luxemburg y otros
revolucionarios
de su ndole tenan las cabezas llenas de abstracciones y visiones
utpicasy en realidad no tenan ninguna solucin prctica para los
problemas quelos obreros sufran en las minas o en los talleres de
las fbricas. Para los
tericos era maravilloso soar con un cataclismo revolucionario en
elfuturo y con la utopa que ste engendrara, pero en el aqu y el
ahora a
los trabajadores les importaba ms esos pocos marcos extra en
suscheques semanales.
Quizs haya sido cierto que los argumentos de los
funcionarios
sindicalistas reflejaban la actitud de muchos sectores obreros
cuandoestall el debate acerca de la huelga de masas. Es posible que
si la
cuestin se hubiera puesto a voto en 1905 o 1906, la mayora de
losobreros habran votado por la poltica de Legieny en contra de
Luxemburg. Sin embargo, al considerar la actitud de los
trabajadoreshacia el debate entre los marxistas y los dirigentes
sindicalistasreformistas, vale recordar lo siguiente: los
funcionarios estaban
comprometidos institucional y constitucionalmente a realizar una
polticaarraigada en que los sindicatos dependen orgnicamente de las
relaciones
de produccin capitalistas y del estado-nacin en existencia. Pero
laclase obrera, fuerza social esencialmente revolucionaria, no
estaba
similarmente comprometida a un programa gradual de
adaptacinreformista.
La evolucin de las contradicciones implcitas del sistema
capitalista
comenz a desgarrar la tela social alemana, sobretodo los
acomodosclasistas. A medida que las tensiones entre las clases
aumentaban, los
trabajadores adoptaban una actitud ms agresiva y hostil hacia
lospatronos y el estado. Ya para 1910-1911 haba signos muy
evidentes
que la lgica de Luxemburg haba comenzado a adquirir audiencia
mayorentre capas obreras ms amplias. El descontento de los
trabajadores consus sindicatos oficiales aument notablemente, sobre
todo despus de las
huelgas de 1912-1913, que fracasaron debido a la resistencia
acrrimade los patronos.
El comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914 le puso
parotemporal al proceso de radicalizacin. Para 1915-1916, sin
embargo, el
descontento social de la clase obrera, exacerbado por la
guerra,comenz a desmoronar las barreras impuestas por los
sindicatosoficiales. Los antiguos argumentos burocrticos contra la
huelga poltica
de masas fueron refutados decisivamente en Octubre-Noviembre
de1918 al estallar la Revolucin Alemana.
La experiencias de las clases obreras alemana e inglesa
sometieron alsindicalismo a su mayor prueba histrica. Si
dispusiramos de mayor
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tiempo, podramos ampliar y verificar nuestro anlisis del
conflicto
fundamental entre el socialismo y el sindicalismo con numerosos
ejemplosque toman en cuenta a mayor cantidad de pases y a todas las
dcadasdel siglo hasta llegar a nuestros propios tiempos. Esta
verificacin
detallada es necesaria, s, pero el tema de esta charla ha sido
el deplantear las bases tericas e histricas para que se emprendan
estudios
empricos de mayor alcance.
Conclusin: el papel histrico de la conciencia socialista
Adems, el mayor objetivo de esta charla no ha consistido en
presentar
tantos ejemplos de las traiciones de los sindicatos como fuera
posible.No; el tema fundamental, y tambin el de las otras charlas
de la semana,
es el papel de la conciencia socialista y la lucha por
desarrollarla en laclase obrera. He ah el significado esencial del
partido marxista. Aun si
una militancia sindicalista espontnea sucediera (y sto no se
puedeimaginar sin que los miembros de base se rebelen contra las
antiguasorganizaciones burocrticas), el progreso de un
movimiento
revolucionario tan prometedor dependera de la labor
independiente delpartido marxista, que luchara por darle conciencia
socialista a la clase
obrera.
Es notable, pues, que todos aquellos que insisten en la
autoridad
incuestionable de los sindicatos se oponen a la lucha por el
marxismo enla clase obrera. Esto se ha expresado de la manera ms
explcita en losescritos recientes de Cliff Slaughter, quien critica
severamente a los
marxistas (es decir, al CICI) que persisten en creer que su
deber esconcienciar', politizar' e intervenir polticamente' en las
luchas
espontneas de la clase obrera que empiezan a surgir...
No creo que exagero cuando digo que estas palabras tienen
intencin
criminal. Ya casi estamos llegando al trmino de un siglo que ha
visto lastragedias histricas ms horribles. Es incalculable el
precio que lahumanidad ha pagado con su propia sangre por los
fracasos y traiciones
de las luchas revolucionarias innumerables del siglo. La
cantidad devctimas causada por las revoluciones traicionadas llega
a los cientos de
millones. Durante los ltimos aos hemos visto los resultados
humillantesy horribles de la desorientacin de las masas soviticas.
Pero aun as. en
medio de esta desorientacin poltica universal, Slaughter
criticaferozmente a todo aquel que trata de combatir esta
desorientacinbasndose en la ciencia socialista.
La glorificacin cnica de la espontaneidad, es decir, del
nivelprevaleciente de la conciencia y de las formas
organizacionales actuales,
no puede defender los intereses de la clase obrera. En el caso
deSlaughter y otros ex marxistas de su ndole, la subordinacin a
la
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espontaneidad slo sirve para cubrir su colaboracin con las
burocraciassindicalistas y obreras traicioneras. No ofrecemos
ninguna disculpa porinsistir que el futuro de la clase obrera
depende del vigor de nuestras
intervenciones polticas y del xito de nuestros esfuerzos
paraconcienzarla
Nos arraigamos en las bases que echaron los grandes fundadores
yrepresentantes del socialismo cientfico. Rechazamos la declaracin
de
Slaughter porque sta representa una repudiacin de los
principioselementales que han sido la razn por la cual el
movimiento marxista haexistido desde sus principios. El
proletariado es el sujeto activo histrico
del proyecto socialista. Pero el socialismo no surgino pudo
surgirdirectamente de la clase obrera. Este tiene, por decirlo as,
su propia
historia intelectual. Marx nunca pretendi que su concepto de la
misinhistrica del proletariado tena que conformarse a la opinin
pblica dela inmensa mayora de los obreros en cierto momento de su
evolucin. Es
absurdo sugerir que Marx, el mayor intelecto desde Aristteles,
consagrtoda su vida a formular ideas que slo reproducen lo que el
obrerocomn puede pensar por s mismo.
En 1844, Marx escribi: No es cuestin de lo que este o
aquelproletario, o aun el proletariado en general, considere en
cualquier
momento, dado su objetivo. La cuestin es lo que el proletariado
enrealidad es y que, de acuerdo a su naturaleza, ser obligado a
entablarhistricamente. La propia vida cotidiana del obrero y la
organizacinactual de la sociedad burguesa presagian sus objetivos y
accinhistrica. [17]
Si la espontaneidad de la lucha de clases produjera la
concienciasocialista, no habra necesidad de organizar esta escuela.
Qu raznhabra para organizar conferencias acerca de la historia, la
filosofa, laeconoma poltica, la estrategia revolucionaria y la
cultura si la claseobrera, con sus organizaciones de masas y su
nivel de conciencia
histrica-poltica actual, pudiera automticamente comprender
losdeberes que el desarrollo de la crisis mundial del capitalismo
le plantea?
Consideremos el fondo poltico de la prctica de esta escuela. En
estemomento, mientras nos reunimos, las economas del sudeste de
Asia
estn estado de alboroto. Casi de la noche a la maana, la
existencia decientos de millones de personas se ha puesto en
peligro. En Indonesia, elvalor de la moneda declin 22 por ciento
anteayer. Durante seis meses,la rupia indonesa ha perdido casi el
80 por ciento de su valor. El FondoMonetario Internacional exige
que se establezca un rgimen de austeridad
bestial. Bajo estas condiciones es inevitable que estallen
luchas socialesenormes.
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No obstante, no depende el resultado de estas luchas de que la
claseobrera asimile las lecciones trgicas de sus propia historia,
que constituyeotro captulo de pesadilla en la historia del Siglo
XX? No es
imprescindible que los obreros, estudiantes e intelectuales
indonesiosestudien como el Partido Comunista Indonesio, el mayor
fuera de laURSS y la China con ms de un milln de miembros,
resultara impotenteante el golpe de Suharto? Ms de medio milln de
personas fue
asesinado en esa contrarrevolucin Los ros de Sumatra y Bal
seatoraron con los cadveres de los muertos. Las ejecuciones de
losprisioneros arrestados despus del golpe continu hasta principios
de los1990. Cuntas cuestiones y problemas que todava no se han
podidoresolver y clarificar! Las lecciones estratgicas de ese
perodo
constituyen las bases para la venganza histrica de los
trabajadoresindonesios contra los crmenes de la burguesa indonesa,
asistida por elimperialismo estadounidense y, he de aadir, el
australiano tambin.
Esto no es problema nicamente indonesio; es deber histrico
mundial.Llegamos al final de esta escuela tal como empezamos:
haciendo hincapi
en que el futuro de la humanidad en el Siglo XXI depende de
laasimilacin de las lecciones de las experiencias estratgicas
histricas delXX. Si tuviera que decir en pocas palabras cual es la
conclusin mayor ala que hemos llegado despus de analizar este siglo
tan doloroso, es sta:
que el destino de la humanidad est inevitablemente vinculado a
la luchapor la concienciacin y la cultura socialista dentro de los
confines de laclase obrera internacional, lucha que tiene su
expresin poltica esencialen la construccin del Partido Socialista
de la Revolucin Mundial.
Notas:
1. Los sindicatos durante la poca del nuevo liberalismo, en la
revistaEl socialismo hoy.
2. Workers International Press [ Prensa Internacional
Obrera],Tomo 1, febrero 1997, p. 21
3. Theodore Rothstein, Del Cartismo al sindicalismo,
(Londres:
1983), pp. 183-184
4. Ibid., p. 195
5. Ibid., p. 197
6. Ibid., p. 273
7. Ibid., p. 100
8. Ibid., p. 100-101
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9. Ibid., p. 101
10. Ibid., p. 102.
11. Marx y Engels, Obras completas, Tomo 45, p. 361
12. Ibid., Tomo 26, p.299
13. Ibid.,
14. Draper, p. 111
15. Schorske, La gran escisin, pp.39-40
16. Ibid., p. 40
17. Marx y Engels, Obras completas, Tomo 4., p. 37
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