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El latifundio y la historia econmica novohispana. Por una
relectura de la obra de Franois Chevalier
Salvador lvarez SurezCentro de Estudios Rurales
El Colegio de Michoacn.
Mxico
[email protected]
Durante largo tiempo, la obra de Franois
Chevalier sobre la gran propiedad terri-
torial en Mxico ha sido considerada un
clsico en la materia. Sin embargo, a casi
sesenta aos de la aparicin de su libro,
los argumentos de Chevalier sobre el
origen, la naturaleza y el funcionamiento
del latifundio mexicano siguen siendo
considerados con frecuencia una especie
de secuela del tambin clsico de Molina
Enrquez Los grandes problemas nacio-
nales, obra con la cual el trabajo de Che-
valier prcticamente no tiene nada que
ver. As, un libro que debi haber sido
instrumento privilegiado para el anlisis
de las estructuras agrarias mexicanas, y
americanas en general, nunca fue objeto
del anlisis que mereca. En ese marco,
este artculo reflexiona sobre la importan-
cia historiogrfica de La formacin de los
latifundios en Mxico y seala tambin
las razones que explican los problemas
de interpretacin de la obra.
Palabras clave: Franois Chevalier, haciendas, latifundios,
historiografa, historia rural
Publicado por primera vez en 1953, el libro de Franois Chevalier
(1914-2012) La formacin de los latifundios en Mxico fue, sin lugar
a dudas, la obra ms importante en la vida de su autor y uno de los
ms grandes libros que el siglo xx produjo en el mbito de la
historia americana.1 Pocos podran negar el lugar que, por ms de
medio siglo, La formacin de los latifundios ha ocupado como la
mayor y ms importante sntesis sobre la aparicin y el desarrollo del
latifundio americano y como una obra de
1 Chevalier, La formation... La primera edicin en espaol apareci
en 1956. Empleamos
aqu la edicin del Fondo de Cultura Econmica de 1975.
Letras Histricas / Nmero 7 / Otoo 2012-invierno 2013 / pp.
33-69
Salvador lvarez Surez
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Letras Histricas / Entramados34
ineludible lectura sobre el tema. Sin embargo, desde hace mucho
tiem-po tambin ha sido objeto de interpretaciones que la han
colocado como ejemplo representativo de la tradicin de los estudios
que hacan de la hacienda la causa del secular atraso del agro
mexicano. El siguiente p-rrafo de Eric van Young, escrito en 1983,
refleja tal opinin:
Hace treinta aos Franois Chevalier nos dijo todo lo que siempre
habamos querido saber sobre los hombres ricos y poderosos y la
hacienda mexicana clsica; tambin concret la imagen del latifundio
mexicano creada por las obras de eruditos y polemistas de la talla
de Andrs Molina Enrquez, Frank Tannenbaum, Helen Philips, George
McCutchen McBride, Nathan Laselle Whetten, Eyler Simpson y Jess
Silva Herzog, entre otros.2
Pero, era realmente posible ubicar La formacin de los
latifundios dentro de la lnea genealgica que van Young le marcaba?
veamos. Se recalcaba as la idea de que, aunque exitoso, el libro de
Chevalier no aportaba elementos interpretativos novedosos. Su mrito
pareca haber consistido ms bien en darle sustancia documental a
aquella imagen ae-ja que mostraba al campo mexicano como un mbito
dominado por la hacienda, institucin que, como lo apuntara el
propio van Young en otro texto, habra sido descrita por Chevalier
como una
excesivamente grande, descapitalizada y autosuficiente propiedad
se-orial, que sostena las aspiraciones sociales de una elite de
propieta-rios ausentistas gracias a la utilizacin de una
empobrecida fuerza de trabajo servil y a la produccin de pequeos
excedentes agrcolas que proporcionaban un ingreso mnimo en una
economa casi natural.3
Esta definicin corresponde bsicamente a lo que van Young y
otros
autores cercanos a lo que l llamaba ya la corriente revisionista
sobre la hacienda mexicana denominaran desde entonces modelo
Chevalier sobre la hacienda mexicana. Ahora bien, la cuestin
consistira en saber por qu, en este contexto de ruptura
generacional, La formacin de los latifundios haba sido colocada del
lado de la vieja historiografa agraria.
2 van Young, La historia rural, p. 380. El tono de la frase
quizs pueda apreciarse mejor
en su versin en ingls: Thirty years ago, Franois Chevalier told
us everything we
had always wanted to hear about men rich and powerful and the
classical Mexican
hacienda van Young, Mexican rural history, p. 8.3 van Young, La
ciudad y el campo, pp. 15-16.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...35
La respuesta va ms all de un conflicto de generaciones y tiene
que ver tambin con un choque de paradigmas histricos. De hecho, la
manera como van Young entenda, interpretaba y resuma la obra de
Chevalier y su concepto de hacienda no era nueva. Lo que vemos all
es una repeti-cin de los conceptos vertidos veinte aos antes por
Lesley Bird Simpson, en su introduccin a la traduccin inglesa de La
formacin de los latifun-dios (1963). Este autor encontraba en el
libro de Chevalier una suerte de crnica y puesta a punto
historiogrfica acerca de los orgenes no sola-mente de la hacienda,
sino de lo que l llamaba all Old Mexico. Era aquel Mxico, nos dice,
que los lectores de lengua inglesa haban conocido a travs de los
libros de Lucas Alamn y Alejandro de Humboldt: un pas buclicamente
rural dominado por una ruda aristocracia terrateniente (raw
nobility of landed gentry), duea de grandes haciendas, cuya marca
distintiva eran aquellas grandes casas patriarcales llenas de
parientes, allegados y sirvientes.4 Por ello, remataba Simpson y
los revisionistas posteriormente, La formacin de los latifundios no
le ofreca nada real-mente nuevo o inesperado al lector avezado.
Simpson llamaba la atencin sobre el hecho de que Chevalier
basaba su estudio en abundante informacin indita y ensalzaba la
organizacin y la coherencia del texto. Sin embargo, en su opinin,
su aporte historiogr-fico no pasaba de all, pues el planteamiento
general de la obra le pareca enteramente convencional.5 Lo anterior
es interesante, pues la obra era, de hecho, un texto muy cercano
ya, en mtodo y paradigma historiogrfi-co, al Mediterrneo de Braudel
publicado en 1949 y caa muy dentro del espritu de lo que sera en
adelante la llamada Escuela de los Annales. Sin embargo, Simpson
permaneci insensible ante muchos de los elementos historiogrficos
provenientes de esa por entonces novedosa corriente, y lo mismo
sucedera ms tarde con muchos de sus sucesores, lectores
revisionistas de Chevalier. As por ejemplo, el captulo primero, El
medio geogrfico y humano fundamental para Chevalier, como veremos,
es descrito por Simpson como una simple puesta en escena de lo que
a sus ojos apareca como el tema central del libro: el de la
continuidad de anti-guos esquemas y hbitos culturales europeos
ligados con la mentalidad seorial de los conquistadores y el
traslado al Nuevo Mundo de viejas formas europeas de dominio y
propiedad territorial.6
Tenemos aqu dos de los puntos clave para entender la manera como
La formacin de los latifundios ha sido leda y discutida por la
llamada
4 Simpson, Foreword, p. v.5 Simpson, Foreword, p. vi.6 Simpson,
Foreword, p. vi.
FernandoResaltado
FernandoResaltado
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Letras Histricas / Entramados36
corriente revisionista: por un lado, se deja de lado la dimensin
geo-his-trica del libro, mientras que los aspectos institucionales
y las formas de comportamiento, especialmente econmico, de los
personajes descri-tos en el libro aparecen para muchos de los
estudiosos como una clave de lectura fundamental. Cuando Simpson
deca que Chevalier habra postu-lado el traslado a Amrica de
antiguas formas de propiedad europeas, no lo afirmaba en general;
se refera muy especficamente a una de ellas: el medieval manor,7 y
esto nos habla ya de una muy particular interpreta-cin de la obra.
No por nada a lo largo de toda su introduccin Simpson traduce
sistemticamente al ingls el trmino hacienda como manor y emplea
entonces expresiones como hacienda or manor estate [sic]8 y
hacienda-manor [sic]9 para definir este concepto. Con ello, Simpson
terminaba por atribuir a la pluma de Chevalier nociones que no
corres-pondan estrictamente al aparato conceptual de ese autor.
Si atendemos a la definicin ms clsica del manor estate medieval,
tenemos que esta forma de dominio apareca cuando una comunidad
campesina originalmente libre caa bajo la jurisdiccin de un
personaje dotado de algn tipo de investidura, sobre todo militar,
el cual se transfor-maba en propietario de las tierras antes
ocupadas y trabajadas por la co-munidad. El resultado era el
establecimiento de un vnculo hereditario de subordinacin y
dependencia jurdica, social y econmica entre el seor de la tierra y
el campesino habitante de ella.10 El hecho de que Simpson asociara
a la hacienda de Land and Society con el manor estate
especfi-camente ingls nos parece muy importante. Con ello ligaba a
Chevalier con una versin muy particular de la gnesis de la hacienda
mexicana que no necesariamente corresponda al contenido real del
libro, pero s al esquema de la aparicin del manor estate clsico
ingls: los grandes terratenientes habran acaparado tierras de
comunidades campesinas originarias en este caso indgenas o
mestizas, las cuales habran ad-quirido en propiedad, a la vez que
sus antiguos habitantes se convertan en mano de obra servil
vinculada a la tierra.11 Esto signific que, durante mucho tiempo,
numerosos autores insistieran en atribuirle a Chevalier haber
definido a la hacienda mexicana como un equivalente y un
traslado
7 Simpson, Foreword, p. vi.8 Simpson, Foreword, p. viii.9
Simpson, Foreword, p. vi.10 Gaillard, The Origin of Property, p.
426. ver tambin Jacob, The General Laws, pp.
302-307.11 Respecto de la definicin clsica del manor estate
ingls, vase por ejemplo Gaillard,
The Origin of Property, p. 426.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...37
directo de viejas formas feudales europeas, y lo criticaron por
ello. Es el caso de van Young en el prrafo citado de 1983. Y lo
mismo escribira David Brading en 1988:
Chevalier acentu las cualidades de derroche y seoro de una
gene-racin de pobladores cuyo apetito por la tierra super en mucho
a su capacidad para explotar sus recursos [], las haciendas en la
Nueva Espaa, reducidas a su condicin de aislamiento y de
autosuficiencia individual, se tornaron parecidas a los latifundios
de la Galia despus de la cada del Imperio romano; el pen mexicano
encontr su contra-parte en el siervo medieval...12
Hemos dejado deliberadamente en ingls la expresin manor
estate
empleada por Simpson para resaltar que Chevalier no us en su
texto original ningn trmino cercano o equivalente para definir a la
hacienda. Desde luego no intenta adaptar un trmino como fief, en el
sentido en el que lo definiera Marc Bloch en el libro segundo de La
socit fodale (1939),13 como equivalente o sinnimo de hacienda, ni
tampoco emplea para ello trminos del espaol: no dice, por ejemplo,
que las haciendas fueran propiamente feudos, o que pudieran ser
llamadas, por derecho propio, casas solariegas. La razn no era
filolgica, sino mucho ms de fondo. Y es que, como lo apuntara el
propio Chevalier, el razonamiento de origen en La formacin de los
latifundios iba en sentido opuesto respecto de lo que interpretaban
Simpson, van Young o Brading. No se trataba de ver en los
latifundios feudales de la Galia o de la Btica de finales del bajo
imperio romano un modelo para la hacienda mexicana, sino de ver
hasta qu punto el proceso de formacin de la hacienda mexicana poda,
justa-mente, iluminar la gnesis del latifundismo
btico-romano.14
Lo que encontramos en La formacin de los latifundios es la
descrip-cin de un proceso singular y especficamente americano de
conforma-cin de grandes propiedades territoriales ciertamente
comparable con el europeo, pero diferente y local en esencia. Sin
embargo, separados de su contexto espacial y temporal, es decir de
su particular geografa, de su irrepetible momento y de su duracin,
los ejemplos y casos estu-diados por Chevalier en su libro pueden
aparecer, entonces s, como esa extraa coleccin de comportamientos
ms o menos arcaizantes y ms o menos irracionales que han sido
llamados el modelo Chevalier.
12 Brading, Haciendas y ranchos, p. 34.13 Bloch, La socit
fodale, pp. 209-298.14 Chevalier, La formacin..., pp. 3-4.
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Letras Histricas / Entramados38
Esta visin de La formacin de los latifundios es la que se
encuentra tras aquella posicin que nos deca que, dado que Chevalier
proyectaba una imagen negativa de la hacienda y del hacendado,
formaba parte entonces de la crtica tradicional del viejo rgimen
agrario porfiriano. As, de pronto, su obra se vio colocada en la
misma corriente de ideas y mtodos que las de Andrs Molina Enrquez,
Frank Tannenbaum y dems gente de esa generacin. David Brading
resumi lo anterior en 1988 de la manera siguiente: Chevalier sali
de los archivos con una perspectiva que, en ltima instancia, result
extraordinariamente simi-lar a la posicin de Molina Enrquez.15
Con quienes los historiadores revisionistas hubieran debido
polemizar realmente era con los crticos oficialistas de la hacienda
mexicana de las dcadas de 1950 a 1980. Es entre ellos donde habran
podido encontrar a los verdaderos herederos y continuadores
historiogrficos de Molina Enrquez, adems de una descripcin de la
hacienda ms acorde con el presunto modelo Chevalier. Uno,
particularmente lcido y activo por cierto cuando Simpson public su
prlogo a Land and Society, era Luis Chvez Orozco. A diferencia de
Chevalier, este autor s hablaba de manera explcita y literal de la
hacienda como una institucin econmicamente feudal, la cual, a lo
largo de los siglos xviii y xix, habra ido absorbiendo y ocupando
tierras de comunidades de campesinos indios y mestizos libres, los
cuales, una vez incorporados como sujetos de la hacienda, eran
obligados a vivir casi enclaustrados en ella, en calidad de siervos
[sic], ajenos a la vida econ-mica, constreidos a todo tipo de
trabajos y sometidos absolutamente a la voluntad de aquellos seores
semifeudales [sic] que eran los hacendados.16 Existe otra corriente
que, a diferencia tambin de Chevalier, habla de la hacienda como
una variante directa de una forma muy concreta de seoro europeo,
especficamente feudal, a partir de un aparato terico sin duda muy
discutible, pero esta vez muy claro y definido. Se trata de los
estudios sobre la hacienda americana inspirados en el esquema del
dominio seorial de tipo Grundherrschaft / Gutsherrschaft.17 Autores
como Mario Gngora,18 Cristbal Kay,19 Larson Brooke,20 Pablo
Macera,21 Eric Hobsbawm22 y Mar-
15 Brading, Haciendas y ranchos, p. 34.16 Chvez Orozco, Orgenes
de la poltica, pp. 174-178.17 ver al respecto: Munro, From
Gutsherrschaft...18 Gngora, Encomenderos y estancieros.19 Kay,
Comparative Development.20 Larson, Cochabamba.21 Macera, Feudalismo
colonial americano.22 Hobsbawm, A Case of Neo-Feudalism.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...39
cello Carmagnani23 discutieron la naturaleza especficamente
feudal de la hacienda y varios de ellos incluso interpretaron el
crecimiento de esta institucin en Amrica durante el siglo xix como
un proceso de refeudali-zacin anlogo a la de la segunda servidumbre
europea oriental de los siglos xvii y xviii.24 Sin embargo, por
razones que habra que dilucidar to-dava, los revisionistas nunca
polemizaron a fondo con los autores arriba mencionados y
prefirieron batirse no con Chevalier, sino con el modelo al que
dieron su nombre.
En realidad, el modelo Chevalier de la hacienda mexicana nunca
existi; al menos no en los trminos en que fue formulado. Es
simple-mente un lugar comn historiogrfico, repetido una y otra vez,
sin ms averiguacin, por numerosos historiadores, entre los que
podramos aa-dir a los ya citados a Arij Ouweneel,25 Simon Miller,26
Jan Bazant,27 Ra-ymond Buve,28 Herbert Nickel29 y otros ms, cuyos
trabajos no ganaron realmente nada con la repeticin de ese tpico
preconcebido. Pero la con-secuencia ms grave de la repeticin
indiscriminada de esta visin de La formacin de los latifundios no
es slo que result profundamente injusta con el autor, sino que
contribuy a condenar a un cierto olvido y sobre todo a promover una
lectura superficial y empobrecida de lo que era y sigue siendo una
formidable sntesis y fuente de reflexin acerca de las relaciones de
larga duracin entre espacio e historia, no solamente para Mxico
sino para toda Amrica.
De la necesidad, legtima o no, que los revisionistas
experimentaron en determinado momento por desmitificar y
relativizar el papel de la ha-cienda latifundista como la gran
protagonista de la historia agraria mexi-cana se pas a una visin
extraordinariamente empobrecida y reductora de la naturaleza y el
papel histrico de la gran propiedad en las estructu-ras
agrarias.
As por ejemplo, para Eric van Young el gran tamao de las
hacien-das latifundistas habra sido producto de meras estrategias
adaptativas frente a geografas hostiles: En general, el tamao de la
hacienda ten-da a variar de manera inversa a la calidad de la
tierra, incluso cuando la ubicacin y la calidad estaban
interrelacionadas a travs del proceso
23 Carmagnani, Formacin y crisis.24 vase al respecto Kula y
Lujn, Una economa agraria.25 Ouweneel, Ciclos interrumpidos, pp.
100-101.26 Miller, Landlords & Haciendas, p. 88.27 Bazant,
Feudalismo y capitalismo, p. 8628 Buve, Un paisaje lunar, pp.
121-123.29 Nickel, Morfologa social, p. 10.
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Letras Histricas / Entramados40
de empobrecimiento artificial de la fertilidad.30 Para este
autor, el caso paradigmtico de ese tipo de respuesta a geografas
hostiles es, desde luego, el norte lejano, donde los propietarios
habran tratado de compen-sar la mala calidad de la tierra, la falta
de agua, la escasez de mano de obra y la debilidad de los mercados
simplemente extendindose hasta alcanzar un punto de equilibrio que
permitiera el funcionamiento de sus empresas.31 Habiendo partido de
tan esquemtica manera de entender la muy grande propiedad
territorial, no es de extraar que van Young concluyera luego que
los estudios que preconizaban la preponderancia del latifundio (una
vez ms refirindose especialmente a Chevalier) pro-yectaban la
imagen de un medio rural convertido en un campo lunar carente de
ciudades, concentraciones de poblacin indgena, reas mi-neras,
mercados externos u otros puntos de cristalizacin econmica.32
En realidad, la del latifundio norteo es una historia mucho ms
varia-da y compleja que eso. El Septentrin tuvo tambin sus regiones
agrco-las importantes, sus graneros, del tipo de Durango, con sus
valles del Guadiana y Nombre de Dios, San Bartolom y la propia
regin de Chihua-hua, por citar slo algunos. En todos esos lugares
el latifundio se convir-ti, y con mucho, en la forma dominante de
propiedad territorial, es decir, la que acaparaba la mayor parte de
las tierras en trminos absolutos. Eso signific que las mejores
aguas, las tierras ms ricas y ms intensivamen-te cultivadas, los
mejores pastos y por ello los mayores hatos caballares, vacunos y
ovinos, y hasta las minas ms productivas, se concentraran
justamente dentro de las grandes haciendas. Lo mismo sucedi en razn
de todo lo anterior con gran parte de la poblacin india, mestiza y
espao-la de esas regiones, que tambin fue a dar a esas grandes
haciendas. Si el tamao de un gran latifundio no se explica por la
pura necesidad de prac-ticar una ganadera y una agricultura
extensivas, lo que resulta entonces necesario es definir mejor el
concepto de la gran propiedad, sus usos y aplicaciones en
diferentes contextos, y tratar de comprender mejor cmo y bajo qu
esquemas se dio el poblamiento de las diferentes regiones que la
generaron: todos estos son temas para cuya reflexin La formacin de
los latifundios sigue siendo un instrumento fundamental.
Sin embargo, sera necesario mencionar que, adems de empobrecer
la lectura de una obra imprescindible, lleg un momento en que la
crtica de La formacin de los latifundios a la luz del llamado
modelo Chevalier fue
30 van Young, La historia rural, p. 389.31 van Young, La ciudad
y el campo, p. 16.32 van Young, La ciudad y el campo, p. 16. Ms
tarde Raymond Buve expresara opinio-
nes similares sobre este particular; Buve, Un paisaje lunar.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...41
llevada a un extremo tal que termin por oscurecer el estudio
mismo de la gran propiedad territorial. Es el caso de un artculo,
sumamente citado por cierto, de Jos Cuello, publicado en 1990 y
reeditado en 1992, titulado El mito de la hacienda colonial en el
norte de Mxico. All, el autor alega que al elaborar su estudio, y
en particular cuando habl de la gran hacienda nortea, Chevalier
habra restringido deliberadamente su rea de obser-vacin a una regin
particular, la cual, coincidentemente, habra resultado ser aqulla
donde estaban los mayores latifundios de Mxico: la comarca del bien
conocido Marquesado de Aguayo.33 Es decir, Chevalier habra
sos-tenido su tesis sobre unos pocos casos sobredimensionados y
proyectados sobre el conjunto de la Nueva Espaa y del norte en
particular. Cuello basa su alegato en el hecho de no haber
encontrado, segn l, pruebas slidas de la existencia de grandes
latifundios en muchas de las regiones tradicional-mente
consideradas como dominadas por la gran hacienda: la Nueva vizca-ya
central, el valle de San Bartolom, la regin de Chihuahua, y
Zacatecas. Lo mismo suceda, segn Cuello, en otras regiones norteas
como Sonora, Sinaloa, Tamaulipas, Texas, Nuevo Mxico y las
Californias.34
As, la presencia y el predominio del latifundio norteo resultaba
ser un mito. Cuello incluso propone que el latifundio habra sido
una forma de propiedad marginal, minoritaria en nmero y en extensin
en todo el norte, frente a ranchos, pueblos de indios y villas de
espaoles. En suma, segn Cuello, Chevalier habra tomado sus deseos
por realidades: La evidencia circunstancial indica que el autor fue
a los archivos esperando encontrar la gran propiedad feudal. Cabra
preguntarse a qu se refiere Cuello aqu con evidencia
circunstancial, pero en todo caso, el hecho es que se trata de una
afirmacin temeraria, pues no resulta difcil com-probar que es l, el
propio Cuello, quien trata de basar su argumentacin en un yerro
metodolgico monumental: buscar para no encontrar. Tres son los
errores fundamentales de Cuello en ese texto. Primero: desecha
sumariamente el conjunto de los ejemplos y la documentacin
emplea-das en La formacin de los latifundios sin siquiera verificar
su supuesta falsedad o verosimilitud. Segundo: al buscar nuevas
pruebas acerca de la existencia o no de latifundios en el norte,
decide basarse sobre todo en trabajos de historiadores
profesionales y de preferencia escritos en ingls, dejando
deliberadamente de lado una muy amplia bibliografa en espaol
portadora de un cmulo de referencias muy concretas (no sola-mente
evidencias) sobre el tema. Y tercero, el ms grave: confunde la
ausencia de estudios, con la inexistencia del fenmeno en s.
33 Cuello, El mito..., p. 305. Todas las citas se refieren a la
edicin de 1992.34 Cuello, El mito..., pp. 309-313.
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Letras Histricas / Entramados42
De haber sido un poco ms prudente y acucioso al redactar ese
desafor-tunado ensayo, Cuello habra podido darse cuenta, por
ejemplo, de que los casos de grandes haciendas mencionados por
Chevalier para el conjunto del norte y de la Nueva Espaa, y no
solamente el Bolsn de Mapim, son todos reales y estn slidamente
documentados. Desde luego, muchos de ellos podran ser
complementados documentalmente y estudiados ms a fondo
(regresaremos sobre eso ms adelante), pero de all a desecharlos la
distancia es enorme. Pero lo ms inquietante del ensayo de Cuello y
lo que da al traste con todo su esfuerzo y su interpretacin es su
alegato acer-ca de la supuesta falta de pruebas de la existencia de
grandes haciendas en diversas regiones del norte. No queda muy
claro cmo fue posible que este especialista de la regin, autor de
una buena tesis sobre Saltillo,35 de pronto se olvidara de
consultar a autores bsicos y perfectamente conoci-dos por cualquier
interesado como Pastor Rouaix, Atanasio G. Saravia, o Francisco R.
Almada, por mencionar solamente a tres de ellos. Se trata de
historiadores ciertamente de viejo cuo, pero que son autores, entre
otras cosas, de geografas y diccionarios geogrficos de los estados
norteos basados en innumerables fuentes de archivos locales,
pblicos y privados. All, Cuello pudo haber encontrado todas las
pruebas que le faltaban. Si tomramos como ejemplo la Nueva vizcaya
central, veramos que tan slo para la regin inmediata a su capital,
Durango, en el Diccionario geogrfico de Pastor Rouaix aparecen
datos sobre haciendas como San Jos de los lamos, San Salvador del
Chorro, Dolores, Ayala, Labor de Guadalupe, San Diego de Navacoyn,
San Isidro de la Punta, San Lorenzo de Caldern y Las Tapias.36
Aunque la lista de Rouaix no es completa, podramos aadir a lo
anterior que, reunidas, estas haciendas ocupaban una muy grande
porcin del territorio de su jurisdiccin. Adems, muchas de ellas
tenan en comn haberse originado en varias de las mercedes tempranas
mencionadas en La formacin de los latifundios y no se desintegraron
sino hasta la poca de la reforma agraria.37 Este simple ejercicio
desmiente ya de entrada tres de las afirmaciones de Cuello acerca
del supuesto mito sobre la hacienda nortea: que Chevalier solamente
estudi las haciendas de la regin del Bolsn de Mapim, la no
preponderancia del latifundio en la Nueva vizcaya central y la no
continuidad de este tipo de propiedades a lo largo de varios
siglos.38 Acerca de Chihuahua,39 otra de las regiones supuestamente
sin
35 Cuello, Saltillo in the Seventeenth Century.36 Rouaix,
Diccionario geogrfico, pp. 44, 121, 127, 154, 223, 276, 340, 402,
444. 37 vallebueno, Haciendas de Durango, pp. 37-67.38 Cuello, El
mito..., p. 300.39 Cuello, El mito..., p. 309.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...43
pruebas del predominio del latifundio, mencionaremos slo una de
entre las varias enormes haciendas listadas para esa jurisdiccin en
el diccionario chihuahuense de Francisco R. Almada: Encinillas.40
Esta propiedad, funda-da en 1678, lleg a medir a finales del siglo
xviii poco ms de 400 000 hec-treas y luego, en el xix, alcanz
prcticamente el milln de hectreas. Ms tarde esa hacienda sera el
centro del clebre latifundio de Luis Terrazas, con dos millones de
hectreas de extensin.41 Existe la posibilidad de que Cuello tampoco
encontrara ninguna prueba de su existencia? Ignoramos la
respuesta.
Las pruebas de la existencia de las grandes haciendas norteas
po-dran multiplicarse enormemente sin siquiera recurrir a los
archivos. Bas-tara con consultar los trabajos de Peter Gerhard para
encontrar muchos cientos ms acerca de todo tipo de haciendas y
latifundios a lo largo y ancho de la geografa nortea, pero lo dicho
nos parece suficiente para mostrar la extrema debilidad de los
argumentos de Cuello. Su ensayo es quiz la crtica ms extrema, y a
la vez una de las menos fundadas, de todas las que a lo largo de ms
de cuatro dcadas han sido hechas a La formacin de los latifundios y
es probable tambin que sea el trabajo menos afortunado de ese buen
historiador. Pero la pregunta sera enton-ces por qu escribi Cuello
semejante despropsito. Por qu negar con tanto ahnco la existencia
de algo tan fcil de encontrar como la gran hacienda nortea? Y sobre
todo, por qu este alegato tan dbil ha go-zado de tanta aceptacin y
ha sido citado por tantos otros autores en los ltimos aos? Quiz lo
que necesite ahora una revisin sea, en todo caso, la corriente
revisionista. Pero mientras tanto, baste con decir que la ha-cienda
nortea y el latifundio mexicanos no son mitos, y que el modelo
Chevalier sobre la hacienda mexicana jams existi. Crticas y modelos
aparte, al final lo que queda es que La formacin de los latifundios
sigue siendo una obra sin parangn en la historiografa no solamente
mexicana, sino americanista en general. El problema reside en que
su contenido no ha sido, ni mucho menos, aprovechado como hubiera
sido posible. Algo de eso intentaremos exponer a continuacin.
La primera geografa histrica del Mxico colonial
En las primeras lneas de La formacin de los latifundios, Franois
Cheva-lier anunciaba que su mtodo de trabajo consistira en sealar
los rasgos de las antiguas haciendas de Mxico que pueden ser
comunes a la Btica
40 Almada, Diccionario... 41 lvarez, Manuel San Juan de Santa
Cruz.
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Letras Histricas / Entramados44
romana.42 Como vimos, la idea no consista en ver a los
latifundios de fi-nales del imperio romano como un modelo para la
hacienda mexicana, sino de ver hasta qu punto el proceso de
formacin de la hacienda mexicana poda, justamente, iluminar la
gnesis del latifundismo btico-romano. Pero la propuesta iba todava
ms all: se trataba de comprender el pasa-do leyndolo a partir de
elementos vivos del presente o, en su caso, de un pasado ms
reciente, mejor conocido y documentado. Esto, que resultaba
absolutamente innovador para la historiografa mexicana de su
tiempo, si-gue siendo de actualidad hoy: lo que se pona sobre la
mesa era el estudio diacrnico de las estructuras agrarias. En este
punto, como acertadamente lo comenta Annick Lamprire en su prlogo a
la edicin francesa de 2006 de La formacin de los latifundios,
Chevalier se encontraba plenamente dentro del mbito de las ideas de
Marc Bloch, a quien por cierto dedic su libro.43 Se trataba,
efectivamente, del mtodo retrospectivo.44
Chevalier se refera a aquellos pasajes donde el historiador
alsaciano adverta que las sociedades rurales complejas tendan a
homogeneizar y disimular, bajo tonalidades aparentemente uniformes,
innumerables ele-mentos de diversidad interna. Entre ellos las
adaptaciones incompletas a geografas muy distintas de las que las
haban visto nacer, o bien estruc-turas heredadas de civilizaciones
anteriores que en nada se parecan a las que las haban reemplazado
pero que, sin embargo, permanecan vivas, refuncionalizadas y
mimetizadas bajo los rasgos de un paisaje nuevo y slo en apariencia
uniforme.45 Apuntaba entonces que, para descubrir las
peculiaridades de sas y otras estructuras profundas y
multiseculares de los regmenes agrarios, el investigador no poda
partir ni de premisas puramente empricas, ni de una definicin
solamente terico-deductiva de la naturaleza de esos mundos rurales.
Necesitaba, por el contrario, avocarse a detectar por s mismo y
sobre el terreno aquellos elementos viejos, esenciales y duraderos
que se hallaban inscritos en el propio pai-saje agrario y que ste
recubra. Es decir, debera aclarar un pasado muy lejano a la luz de
tiempos mucho ms prximos.46 Esta especie de lectura al revs era lo
que Marc Bloch llam el mtodo regresivo en historia, cuyo objetivo
era desentraar etapa tras etapa esas estructuras poco visibles pero
siempre actuantes que fundan los sistemas agrarios:
42 Chevalier, La formacin de los latifundios, p. 3.43 Chevalier,
La formation..., pp. 15-16.44 Bloch, Les caractres originaux.
Emplearemos aqu la traduccin espaola: Bloch, La
historia rural; Chevalier, La formacin de los latifundios,
Dedicatoria, e igualmente p. viii.45 Bloch, La historia rural, pp.
29-30.46 Bloch, La historia rural, p. 30.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...45
En el pasado prximo, el mtodo regresivo sanamente practicado no
tiene bastante con una fotografa que bastara proyectar, siempre
igual a s misma, para obtener la imagen inmvil de edades cada vez
ms lejanas; lo que pretende captar es la imagen ltima de una
pelcula que luego se esforzar en recorrer hacia atrs, resignado a
descubrir en ella ms de un corte, pero decidido a respetar su
movilidad .47
La formacin de los latifundios es un ejemplo claro de la
aplicacin de esta forma particular de construir los hechos
histricos. El acervo docu-mental que Chevalier puso al descubierto
en su obra fue de dimensiones tales que hoy todava quedan por
explotar muchas de las vetas que l abri. Sin embargo, en su
introduccin el autor acotaba que su estudio no hubiera podido
partir de un simple ordenamiento temtico de docu-mentos del tipo de
mercedes de tierras o leyes sobre la materia. Para asir el tema era
necesario, nos dice, interrogar primero los paisajes agrarios
objeto de su estudio, para identificar en ellos, a la manera de
Marc Bloch, estructuras profundas, antiguas y al mismo tiempo,
actuantes en el pre-sente, capaces de revelar tanto las formas de
su funcionamiento como sus caracteres propios y distintivos:
Si bien por nuestro lado manejamos un gran acervo de documentos
de archivo y de cifras, no los ordenamos de esa forma, sino que
pro-cedimos por anlisis globales, evidentemente menos rigurosos.
Nos ayudamos con el mtodo regresivo en la historia, es decir que
nos planteamos problemas a partir de la experiencia concreta del
pas, de caractersticas ms o menos permanentes en climas y ecologas
y de la observacin de rasgos aparentemente duraderos en los medios
hu-manos de Mxico y del mundo hispnico. En una palabra, practicamos
etnohistoria avant la lettre emparentada con la geografa humana que
ense sobre el terreno otro maestro, Raoul Blanchard [] Mu-chas
gracias!48
No es difcil percibir tras de estas palabras cierto eco del
prefacio de la primera edicin de Mediterrneo de Braudel, escrito en
1946: Creo que este mar, como cada cual pueda verlo y amarlo, sigue
siendo el ms valioso de los documentos para ilustrar su vida
pasada.49 Esta afinidad no era fortuita: Braudel fue sinodal de
tesis de Chevalier y sus comentarios influ-
47 Bloch, La historia rural, p. 34.48 Chevalier, La formacin de
los latifundios, p. viii. 49 Braudel, El Mediterrneo, vol. 1,
prefacio a la primera edicin, p. 12.
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Letras Histricas / Entramados46
yeron mucho en la versin final de La formacin de los latifundios
ya como libro. Pero adems, ambos beban de fuentes cercanas: por un
lado, de la obra de los iniciadores de la que luego se llamara
Escuela de los Annales, y por otro, del activo y fructfero
acercamiento mutuo que por esos aos cobraba fuerza entre la
geografa y la historia. Y es que, como Paul vidal de la Blache haba
establecido en 1922 en sus Principios de geografa humana, una de
las ideas actuantes en ese momento en ambas disciplinas era que el
medio geogrfico no poda seguir siendo visto ni como un simple
sustrato inerte, sobre el cual se desenvolva la accin humana, ni
tampoco como una fuerza autnoma, animadora y creadora de formas
sociales: una posicin de la cual se haca eco tambin Lucien
Febvre.50 Igualmente, en los Estados Unidos, Carl Sauer afirmaba
que la historia era inseparable de la geografa en la medida en que
los elementos morfolgicos del paisaje, entendidos como geogrficos y
culturales a la vez, formaban parte de las estructuras profundas
del devenir de las sociedades humanas.51
En el caso preciso de Chevalier, su acercamiento a la disciplina
geo-grfica se dio bajo la influencia directa de otro de sus
maestros: Raoul Blanchard, gegrafo cercano al pensamiento de vidal
de la Blache52 y fir-me partidario de la identificacin directa
sobre el terreno de los rasgos duraderos del paisaje como principio
de investigacin.53 Impulsado por esta idea, Chevalier comienza los
trabajos de su libro con una serie de viajes y observaciones sobre
el terreno que le permiten construir una re-flexin geogrfica que se
convertira en uno de los ejes de su interpreta-cin histrica sobre
el origen de los latifundios.54 Puede decirse incluso que La
formacin de los latifundios termin convirtindose no slo en un
importante libro de historia, sino tambin y al mismo tiempo en un
vasto ensayo de geografa histrica: el primero de su gnero en
Mxico.
Inspirndose ampliamente en el volumen sobre Mxico escrito por
Max Sorre para la Geografa universal de vidal de Blache,55 una de
las primeras cosas sobre las cuales Chevalier llam la atencin de
sus lec-tores fue la inmensidad del pas y la irreductible
diversidad de sus pai-
50 Martonne, Principes de gographie humaine, p. 6; Febvre, La
terre et lvolution hu-
maine.51 Sauer, The Morphology of Landscape, pp. 325-327.52 De
hecho, Blanchard fue autor del volumen consagrado al Asia
Occidental de la gran
Geografa universal dirigida por ese autor. BlanchardGrenard,
Gographie univer-
selle.53 Blanchard, La Flandre; Blanchard, Les Alpes
franaises.54 Chevalier y Prez Siller, Viajes y pasiones.55 Sorre,
MexiqueAmrique Centrale.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...47
sajes.56 Sin embargo, aada, tras ese mosaico podan distinguirse
dosgeografas mayores, marcadas cada una de ellas por las fronteras
de dos grandes medios vegetales y a las cuales correspondan, a su
vez, dos cuadros de civilizacin, o como el autor los llama, dos
Mxicos indge-nas. El primero, ocupado por sociedades agrcolas,
densas y complejas, habitantes de la regin que l llam el Mxico
hmedo del centro y sur del pas, no porque toda ella fuera
igualmente feraz, sino por contraste con la regin del Mxico seco
del norte, poblada por sociedades me-nos numerosas, ms dispersas y
sencillas, de agricultores aldeanos y cazadores-recolectores.57
Sin embargo, esta clasificacin a la Kirchoff de la geografa
novohispa-na58 no tena como objeto establecer una explicacin fcil
de la existencia del latifundio a partir de las necesidades de la
agricultura en una y otra geografas. Por el contrario, el propio
Chevalier se encargara de demos-trar, por ejemplo, cmo en numerosas
regiones del Mxico hmedo el riego result ser una condicin tan
indispensable para el desarrollo de la agricultura como lo fue en
muchas otras pertenecientes al Mxico seco, donde, a su vez, la
agricultura de temporal tampoco haba sido descono-cida. Asimismo
demostr muy ampliamente que en numerosas regiones, lo mismo del sur
que del norte, el latifundio haba podido florecer a des-pecho de
cules fueran las condiciones del riego o de aridez.59 Lo mismo
podra decirse de aqullas donde el agua resultaba de alguna manera
sobreabundante. Cabra preguntarse hasta dnde sera posible hacer
embonar dentro de un mismo molde, basado, por ejemplo, en sus
conta-bilidades internas por la venta de productos en el mercado, a
haciendas lacustres enclavadas en el corazn de Mesoamrica, como las
de Chalco estudiadas por Alejandro Tortolero,60 y las haciendas de
tierra y agua de Heriberto Moreno Garca, situadas casi en los
lmites de la llamada Gran Chichimeca.61 Las contabilidades internas
del comercio de granos o cualquier otro producto podran parecerse
como dos gotas de agua en ambos grupos de haciendas, y sin embargo
las diferencias entre el ma-nejo y el desarrollo en el tiempo de
unas y otras podran ser enteramente irreductibles. No por nada
ambos autores insisten en sus respectivos tra-
56 Chevalier, La formacin de los latifundios, pp. 31-36.57
Sorre, MexiqueAmrique Centrale, pp. 11-13 ; Chevalier, La formacin
de los latifun-
dios, pp. 36-48.58 Kirchoff, Mesoamrica.59 Chevalier, La
formacin de los latifundios, pp. 31-32.60 Tortolero villaseor, La
agricultura en Mxico.61 Moreno Garca, Haciendas de tierra y
agua.
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Letras Histricas / Entramados48
bajos sobre el hecho de que es solamente a travs de un anlisis
fino de las formas de uso del espacio geogrfico y de las
interrelaciones entre la hacienda y su entorno social inmediato y
mediato como es posible recons-truir la lgica de su
funcionamiento.
La diferencia real entre los dos Mxicos indgenas se hallaba en
la capacidad de uno y otro de proveer o no de grandes volmenes de
tribu-tos y servicios personales sobre una base regular a los
conquistadores: un condicionante de las formas y de los ritmos de
la ocupacin espaola del territorio infinitamente ms importante que
los factores puramente climticos, hidrulicos o agrcolas.62 Por
ello, a pesar de la importancia que Chevalier acord al anlisis del
medio geogrfico, vemos tambin que, en realidad, no es de all de
donde parte solamente su estudio de los orgenes de los latifundios.
Una variable quizs an ms importante en el anlisis de este autor es
el carcter y la estructura de los grupos conquistadores y sobre
todo de la manera como stos se implantaron en el medio geogrfico y
humano de las Indias. Sabemos que la Nueva Espaa en su parte
central fue una regin donde rpidamente se impuso una autntica pax
hispnica, como la llamara Jos Miranda.63 Sin embargo, su escaso
nmero, el recuer-do de las guerras recientes y la existencia de
indios de los denominados bravos muy cerca del propio centro de
Nueva Espaa impidieron a los espaoles alejarse de las armas y
propiciaron, en cambio, que se mantu-viera la estructura
profundamente jerrquica de los grupos de conquista. Esto, para
Chevalier, fue un hecho que marc de manera definitiva el ca-rcter
general de la naciente sociedad colonial y en particular la
evolucin de las formas primitivas de acceso a la propiedad
territorial en ella.
Evidentemente, se trat de un proceso por etapas, las cuales
Chevalier establece con bastante atingencia. En un primer momento,
nos dice, los espaoles prefirieron el tributo va la encomienda a la
explotacin directa de la tierra. Sin embargo, en un contexto de
aumento de la poblacin de espaoles y al mismo tiempo de
acaparamiento de las encomiendas en manos de los poderosos, la
tierra se convirti en un premio alternativo para los pequeos
conquistadores sin suerte y los recin llegados de poca monta.
Incluso, aade, a principios de la dcada de 1530 se estableci que
todos los vecinos espaoles de Mxico y Puebla, sin importar su
ofi-cio ni condicin, recibieran dos caballeras de tierra de
labranza.64
Sin embargo, el hecho mismo de que los inmigrantes europeos,
gran-des y pequeos, recibieran tierras para labranza tuvo poca
relevancia en
62 Cramaussel, Poblar la frontera.63 Miranda, La Pax Hispnica.64
Chevalier, La formacin de los latifundios, p. 82.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...49
ese momento, pues pocas de ellas fueron explotadas.65 Pero,
acota el au-tor, aqulla era una situacin que no podra durar
indefinidamente, sobre todo en razn de la acelerada dbcle
demogrfica que sufra la poblacin indgena. Sin embargo, a diferencia
de Borah ms tarde,66 para Chevalier ms que de un problema de falta
de brazos, lo esencial de esta coyuntura era que con ella se abran
espacios que quiz de otro modo los espaoles no habran podido
ocupar, al menos en pocas tan tempranas.67 Su idea era que esos
vacos haban facilitado la implantacin de la sociedad es-paola
local, cada vez ms numerosa, en los nuevos territorios, fenmeno que
Chevalier ligaba a su vez con la aparicin de una creciente demanda
interna de productos europeos. Esa demanda es la que Chevalier
consi-dera motor de la aparicin de las primeras explotaciones
agrcolas direc-tamente manejadas por espaoles.68
Pero la existencia de estas explotaciones no significaba que
hubiera ya aparecido una clase de pequeos labradores espaoles que
trabajaran directamente sus tierras. Se trataba ms bien de
encomenderos cuyas explotaciones eran tan extensas y diversas como
numerosos sus indios de servicio.69 Evidentemente, unidades
agrcolas de ese tipo, por dila-tadas que fueran, de ninguna manera
hubieran podido constituir por s mismas latifundios. Sin embargo,
todos estos elementos sentaban ya las bases para la conformacin de
grandes unidades de produccin agrco-la, las cuales con el tiempo
incrementaran su produccin y, al hacerlo, tenderan a convertirse en
centros de poblacin independientes, hasta transformarse en lo que
luego se conocera como la tpica hacienda novohispana.
El seor de ganados y sus orgenes
Cuando en la primera parte de su libro Chevalier hablaba de la
Nueva Espa-a como de un medio favorable a las grandes posesiones,70
es claro que no se refera solamente a la geografa. El tema era, ms
bien, que la implan-tacin de los espaoles en aquel espacio no habra
podido nunca parecerse
65 Chevalier, La formacin de los latifundios, p. 80.66 Borah, El
siglo de la depresin.67 Curiosamente, en un trabajo anterior al del
siglo de depresin Borah haba presen-
tado ya un punto de vista mucho ms cercano al que vemos en el
trabajo de Chevalier:
Borah, Amrica como modelo?.68 Chevalier, La formacin de los
latifundios, pp. 80-81.69 Chevalier, La formacin de los
latifundios, pp. 83-84, 153-154.70 Chevalier, La formacin de los
latifundios, p. 29.
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Letras Histricas / Entramados50
a una colonizacin estilo farmer, a la manera de los colonos
ingleses de los siglos xvii y xviii, mediante la cual los espaoles
abrieran nuevas fronteras agrcolas con sus propias manos. En
cambio, Chevalier muestra el predo-minio temprano de la gran unidad
productiva agrcola trabajada con manos indias, fenmeno al cual se
sum una muy acelerada y precoz concentra-cin de la propiedad
territorial. Reuniendo un enorme y muy bien docu-mentado cmulo de
referencias de primera mano, en los captulos primero y cuarto de la
obra el autor da cuenta de cmo capitanes-encomenderos, ministros de
gobierno y justicia y otros notables espaoles acapararon con gran
velocidad, por medio de mecanismos de naturaleza fundamentalmen-te
extraeconmica, innumerables mercedes originalmente pertenecientes a
pequeos soldados y pobladores sueltos, incapaces de resistir a sus
presio-nes.71 Con ello se consolidaban dos de los pilares bsicos
sobre los que se sostendra la estructura del latifundio como forma
de propiedad territorial: por un lado, la necesaria preponderancia
de grandes unidades de produc-cin, y por la otra, el acaparamiento
de tierras en manos de los poderosos. Sin embargo, faltaba todava
un tercer pilar para tal estructura y ste fue provisto por el medio
natural y geogrfico.
Y es que, al igual que la vida de las sociedades all
implantadas, la geografa entera del Nuevo Mundo se hallaba en
estado de mutacin pro-funda: parte de ese proceso fue la prodigiosa
multiplicacin del ganado ovino y bovino apenas un par de dcadas
despus de la llegada de los es-paoles. En sus pginas, Chevalier
narra, en efecto, cmo, convertidos en una autntica plaga, los
cuadrpedos pulularon por baldos y despobla-dos, arrasando por
doquier los cultivos y sembrados de los indios.72 Una grfica clebre
de Pierre Chaunu describe sintticamente esta situacin a partir de
dos curvas: una, la de la poblacin humana de la Nueva Espa-a, que
desciende desde la marca de veinticinco millones en 1519 hasta
solamente tres millones de personas en 1570; justo en ese punto se
cruza con la curva ascendente de los bovinos y ovinos, la cual,
habiendo par-tido de cero, contina su progresin hasta alcanzar para
finales de siglo ms de diez millones de los unos y casi otro tanto
de los otros en Nueva Espaa. Mientras tanto, la poblacin indgena
sigue descendiendo hasta estabilizarse, en ese mismo final de
siglo, en alrededor de dos millones de personas. En su momento,
esta calamitosa situacin fue sintetizada por Fernand Braudel con
una frase lapidaria pero justa: las manadas desplazan a los
hombres.73
71 Chevalier, La formacin de los latifundios, pp. 174-187.72
Chevalier, La formacin de los latifundios, pp. 126-129.73 Braudel,
Civilisation matrielle, p. 20.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...51
Es aqu donde Chevalier aborda uno de los puntos ms finos de su
libro; esto es, demostrar cmo este proceso de origen
geogrficobiol-gico se lig con el que fue otro de los hitos
fundamentales en la cons-truccin del rgimen de la propiedad agraria
novohispana y americana: la transformacin de las tierras de pasto y
ganado en propiedad indivi-dual. Chevalier establece entonces cmo,
en ruptura con la vieja tradi-cin castellana, donde los terrenos
pastales eran considerados como de patrimonio real y uso comn,74 en
las Indias los abundantsimos ganados que comenzaron a pulular sin
dueo por todas partes muy pronto fueron considerados como uno ms de
los frutos de la tierra, a ttulo semejante al de los metales o las
aguas, lo que los haca accesibles para quienes los tomaran y
legitimaran su posesin por medio de una merced real. El autor
apunta tambin que ya en 1597 se daba un paso definitivo en esa
direccin, al decretarse que las tierras de pastos situadas ms all
de quince leguas alrededor de las villas y ciudades de espaoles
dejaran de ser de uso comn y pasaran a pertenecer a quienes las
denunciaran, junto con los ganados cimarrones que se hallaran sobre
ellas.75 ste es un trnsito cuya trascendencia slo se aprecia si se
toman en cuenta las transformaciones en curso en la geografa humana
de las Indias nuevas. Resulta muy significativo observar cmo ya en
las islas, con todo y lo li-mitado de su territorio, ante la dbcle
demogrfica indgena, los baldos y despoblados se hicieron tan
grandes y las manadas tan omnipresentes que su puro denuncio
terminara convirtindose en una forma de acceso a la propiedad
territorial. Lo mismo sucedi en la Nueva Espaa desde pocas muy
tempranas, pero a una escala infinitamente mayor.76
En 1532, nos dice Chevalier, en la Nueva Espaa las tierras de
pastos haban sido declaradas como de uso comn y general; sin
embargo, aa-de, al igual que en las islas, esta disposicin result
obsoleta desde antes de ser promulgada. Para esa poca ya se hablaba
en Nueva Espaa de los lugares donde las manadas se detenan como de
estancias, y al igual que en las islas, stas comenzaron a ser
tomadas en posesin por quienes las denunciaban. En 1540, aade
Chevalier, el proceso contina su evolucin cuando comienzan a
mercedarse formalmente estancias con ttulos en regla y se admite
igualmente su venta y traspaso con derechos definitivos y
transmisibles.77 Se legalizaba as una situacin de facto: la
progresiva transformacin de las tierras de pastos no pertenecientes
a ciudades o
74 Klein, La mesta. 75 Chevalier, La formacin de los
latifundios, pp. 118-120.76 ver tambin al respecto Melville, Plaga
de ovejas.77 Chevalier, La formacin de los latifundios, pp.
130-131.
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Letras Histricas / Entramados52
pueblos en dominios unipersonales por la va del control del
ganado. Lo que es ms, a partir de entonces la toma en propiedad de
las tierras de pasto qued totalmente imbricada, desde el punto de
vista legal, con el hecho del control del ganado que pastaba sobre
ellas, como lo prueba la prohibicin de beneficiar o poseer rebaos a
quienes no fueran dueos de las estancias donde pastaban.78
Chevalier desarrolla as una elegante y consistente demostracin
de cmo, en una situacin del tipo de la novohispana, el medio
geogrfico-natural es algo ms que un simple escenario o un mero
factor inerte en el desarrollo de las sociedades. Pero, lejos de
cualquier determinismo, el autor dejaba en claro tambin que eran
las estructuras sociales las que impriman su contenido especfico a
la accin del medio geogrfico. Y es que al asentarse jurdicamente el
control de las manadas de ganado cima-rrn como condicin para
adquirir tierras, lo que se haca, en realidad, era reconocer que la
verdadera va de acceso a ese tipo de propiedad territorial no era
otra sino el control sobre los hombres. La legislacin misma se hizo
reflejo de ello cuando ya desde las primeras disposiciones en la
materia se estableci que para convertirse en dueo de ganados y
entrar en pose-sin de una estancia era menester poblarla.79 Esto
significaba colocar all vaqueros permanentes que mantuvieran el
ganado reunido, vigilado y, en principio, herrado, para confirmar
en caso de litigio su posesin. As, la toma de posesin de estancias
qued vedada desde un principio al peque-o vecino espaol para
convertirse en patrimonio exclusivo de personajes poderosos,
capaces de tener gente de a caballo a su servicio.
El fenmeno mismo de la transformacin de las tierras de pasto en
pro-piedad individual signific la entronizacin definitiva del
latifundio como una de las formas naturales de la propiedad
territorial en el medio novohis-pano. Tanto fue as que incluso la
propia definicin de la estructura territo-rial de los pueblos de
indios fue, en gran medida, producto de este mismo proceso. En
efecto, Chevalier muestra cmo, durante la segunda mitad del siglo
xvi, la multiplicacin de los ganados desat una toma de estancias y
otras mercedes de tierras tan intensa por parte de los espaoles que
las autoridades se vieron precisadas a prohibir la adquisicin de
terrenos a menos de 500 varas de los pueblos de indios. As, a la
postre, la legislacin termin por fijar el fundo legal de dichos
pueblos en tan slo 600 varas alre-dedor de ellos.80 Est claro que
en ninguna parte las tierras efectivamente explotadas por los
indios se redujeron a esas 600 varas alrededor de los
78 Chevalier, La formacin de los latifundios, pp. 130-131.79
Chevalier, La formacin de los latifundios, apndice 2 y p. 382.80
Chevalier, La formacin de los latifundios, pp. 232-246.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...53
pueblos, ni tampoco a la legua cuadrada que en el siglo xviii se
les acord en algunas regiones; es un hecho tambin que las formas
particulares de ocupacin y uso de los espacios agrarios en cada una
de las regiones fueron tan diversas como su propia geografa. Sin
embargo, contra lo que se dijo despus, Chevalier nunca neg este
hecho. Por el contrario, en sus pginas aporta numerosos ejemplos de
cmo, all donde la densidad de poblacin fue mayor, los espacios para
la muy grande propiedad agraria fueron meno-res, y de cmo no fueron
infrecuentes las situaciones en que las haciendas se vieron
desplazadas, en tanto que pueblos de indios y propietarios
espa-oles se disputaban entre s el control de las tierras.81
Antiguo alumno de Marc Bloch, Chevalier saba perfectamente que,
en el caso novohispano del siglo xvi, se encontraba frente a una
situacin ente-ramente irreductible a la que presidi la conformacin
del seoro territorial europeo. En Rois et serfs, publicado en 1920,
Marc Bloch desarrolla una brillante tesis donde muestra que uno de
los mecanismos que presidi la conformacin del seoro en el centro de
la Francia del siglo xiii haba sido la progresiva superposicin de
jurisdicciones feudales sobre un sustrato pre-existente de
sociedades campesinas ya perfectamente conformadas y muy antiguas
para ese tiempo.82 En cambio, lo que nos muestra Chevalier en su
libro sobre el caso novohispano, es que el latifundio y lo que
luego sera la llamada comunidad campesina indgena propiamente
colonial se desarrollan en realidad simultneamente, e incluso en
algunos casos la hacienda es anterior y ms antigua que sta. De
hecho, para hablar del la-tifundio en su sentido ms lato ni
siquiera es necesario referirse a aquellas famosas propiedades
norteas que ocupaban decenas o incluso centenas de miles de
hectreas. Recordemos simplemente que el sitio de ganado mayor, que
era la unidad bsica de superficie para propiedades ganaderas,
equivale a una legua cuadrada, es decir, a 1 755.61 hectreas.83 De
esa suer-te, cualquier hacienda que sumara tan slo un par de sitios
de ganado ma-yor de extensin resultaba ser una unidad territorial
incomparablemente mayor que cualquier fundo de pueblos o que
cualquier conjunto de parcelas individuales, ya fueran indgenas o
espaolas. Igualmente, el potencial en cuanto a los recursos de que
disponan esas haciendas no tena parangn alguno con lo que para
aqullos era asequible.
Lo que nos ofrece el libro de Chevalier no es entonces, ni mucho
menos, un catlogo de todas las formas y variantes regionales
del
81 Chevalier, La formacin de los latifundios, pp. 232-246.82
Bloch, Rois et serfs.83 Chevalier, La formacin de los latifundios,
p. 137, nota 75. von Wobeser, La formacin
de la hacienda, pp. 27-30.
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Letras Histricas / Entramados54
desarrollo de la hacienda y del latifundio. Se trata ms bien de
una brillante y muy documentada demostracin de cules fueron las
formas bsicas del desarrollo de esta peculiar forma de propiedad
territorial, el latifundio americano: algo que muy rpidamente se
transform en un elemento enteramente estructural del paisaje
agrario de esta parte del mundo. Es claro que la expansin del
latifundio no fue uniforme por todo el territorio novohispano, ni
sigui los mismos ritmos en todas las pocas. Sin embargo, existe un
mbito geogrfico en el cual las ideas de Chevalier acerca de sus
formas bsicas de desarrollo se verifican de una manera
sorprendentemente exacta: este es, desde luego, el norte
novohispano.
El latifundio y la historia econmica del norte
Un documento sacado a la luz por Chevalier puede ayudarnos a
ilustrar lo anterior. Se trata de un parecer del virrey, escrito en
1590, en el cual Don Luis de velasco el Mozo da su opinin acerca de
la conveniencia de ejecutar composiciones y cobrar por ttulos de
propiedad a los poseedores de tierras novohispanos. Respecto del
norte, el virrey argumentaba que, antes que cobrarles por sus
tierras, haba que considerar que en esas regiones de indios bravos
los estancieros, con sus huestes armadas, sus vaqueros y sus
ganados, se haban convertido en el eje y sostn de todo el
poblamiento espaol:
Y en particular resulta bien y aprovechamiento del reino de
muchas estancias de ganado mayor e yegoas que estn pobladas en
tierra de guerra con casas fuertes y algunas de ganado menudo, que
aunque los indios hazen mucho dao en los ganados y a vezes en los
que las bene-fician, todava no son tan seores de la tierra ni andan
tan libremente por ella como anduvieran si estuviera despoblado, y
algunas veces son descubiertos de los vaqueros y reciben dao de
ellos y estas son tan costosas para los seores dellas por el
apercibimiento que han de tener armas y gente y por los muchos
ganados que les comen los indios de guerra y les llevan tierra
adentro y por esclavos negros que les matan, que muchos no las
pueden sustentar [...] Parece que no sera justo que las personas a
quien se hizo merced de los sitios dichos de ganados y tierras de
lavor en tiempo que en poblallos y cultivar la tierra tuvieron
costa y trabajo y metieron all sus caudales, viniessen ahora a
pagar algo por ellas.84
84 Chevalier, La formacin de los latifundios, anexo 6, pp.
385-386.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...55
Lo que velasco describe aqu hubiera podido aplicarse, casi a la
letra, a muy diversas regiones del norte novohispano, entre ellas a
una que ser-vir aqu como ejemplo de las relaciones entre este tipo
de poblamiento y el latifundio: el valle de San Bartolom, en la
Nueva vizcaya, regin, por cierto, que se encuentra entre aqullas
donde Jos Cuello no habra encontrado pruebas concluyentes sobre la
existencia de latifundios.85
Hemos ya detallado un poco ms en trabajos anteriores el proceso
de poblamiento y el crecimiento del latifundio en esta regin;86 sin
embargo, presentaremos aqu solamente rasgos esenciales para mostrar
cmo, al contrario de lo que se ha afirmado en ocasiones, La
formacin de los lati-fundios sigue siendo una fuente sumamente
importante de reflexin y de elucidacin sobre este tipo de
procesos.
Al sur del actual estado de Chihuahua, el poblamiento de la
regin luego conocida como valle de San Bartolom haba comenzado en
1567 con la fundacin de la vieja villa de Santa Brbara, en su
tiempo la ms septentrional de la provincia. Luego de un efmero
periodo minero, ha-cia finales del siglo los colonos se
desplazaron, sin embargo, hacia las frtiles vegas aluviales del
vecino valle de San Bartolom, donde con la ayuda de indios
mexicanos y tarascos se roturaron tierras y se abrieron canales de
riego que permitieron transformar rpidamente al pueblo del mismo
nombre en un importante productor de granos.87 La fundacin de este
pueblo represent ciertamente un punto de anclaje para la pre-sencia
espaola en la comarca. Sin embargo, es interesante constatar cmo,
lejos de concentrarse alrededor de ese punto, la dinmica del
poblamiento espaol tendi muy rpidamente hacia la dispersin. As,
entre finales del siglo xvi y principios del xvii, un grupo de
capitanes de guerra como Ambrosio Saenz, Bartolom Delgado, Cristbal
Snchez, Alonso y Diego del Castillo y Lorenzo de vera fundaron
haciendas como las del Tule, Corrales, San Lorenzo con San Miguel,
San Juan, El Torren, Cinega Grande, San Gregorio, San Miguel y
otras ms de las que apa-recen en la carta nmero 1.
Ms all del hecho, aparentemente anecdtico, de citar los nombres
de estos personajes y los de las haciendas que fundaron, lo
importan-te aqu es mostrar el esquema de asentamiento notablemente
disperso que la accin de todos estos capitanes de guerra,
encomenderos y sobre todo seores de ganados haba impuesto al
poblamiento de la regin ya para finales de la dcada de 1620.
85 Cuello, El mito..., p. 308.86 lvarez, Latifundio y
poblamiento.87 Cramaussel, San Bartolom colonial.
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Letras Histricas / Entramados56
Por frtiles que puedan haber sido las tierras y hbiles y
laboriosos los indios mexicanos y tarascos que las abrieron, es
indudable que en una regin tan remota y de indios bravos la
permanencia a largo plazo de los recin llegados jams hubiera
resultado posible de no haber sido por el carcter esencialmente
militar de su poblamiento primitivo. A la manera de lo que el
virrey velasco el Mozo apuntara en el documento de 1590, para
implantarse all por primera vez personajes como Francis-co de
Ibarra, conquistador y gobernador de la provincia, Rodrigo del Ro
de Losa, jefe de la hueste fundadora de Santa Brbara, y otros
capita-nes como Melchor de lava, adems de varios de los arriba
citados, en su momento declararon haber llevado gente de guerra
sustentndola a su costa, haber poblado las primeras estancias con
sus propios gana-
Figura 1
Las haciendas de San Bartolom hacia 1620
SanLorenzo
SanJuan
CorralesSan Antonio
San Miguel
La Concepcin 0 50 km 100 kmEl Torren
y Cinega Grande
San Bartolom
San Nicolsdel Tule
Santa Brbara
SanLorenzo
SanJuan
CorralesSan Antonio
San Miguel
La ConcepcinEl Torren
y Cinega Grande
San Bartolom
San Nicolsdel Tule
Santa Brbara
HaciendaVilla o pueblo deespaoles
Salvador lvarez 2012.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...57
dos, para luego levantar las primeras casas fuertes y labores
agrcolas en la zona.88
Este tipo de poblamiento, ampliamente descrito por Chevalier en
el quinto captulo de su obra (donde grupos armados llegaban a
tierras de frontera y conquista para tomar tierras y asentarse
all), no era en lo ab-soluto nuevo en la cultura castrense espaola.
Por el contrario, puede ser considerado como una continuacin
directa de la presura castellana de la Reconquista, slo que en este
caso se agregaban un par de elementos de origen especficamente
americano: uno, que en lugar de ser tierras antiguamente de moros,
stas eran de indios de guerra no polticos, y el segundo y ms
importante: el derecho fctico y unilateral de apropia-cin que los
jefes de estos grupos armados ejercan sobre las manadas de ganado
cimarrn que pululaban por all. La medida de la importancia de este
hecho nos la da Chevalier, recurriendo una vez ms a la geografa,
cuando describe la enormidad de las manadas que estos capitanes de
guerra llegaban a controlar. Recordemos cmo personajes del tipo de
los mencionados Francisco de Ibarra y Rodrigo del Ro de Losa y
otros ms ponan bajo su dominio manadas enteras compuestas
literalmente por decenas de miles de cabezas.89 Estos hatos
inconmensurables ocupaban ciertamente extensiones enormes; sin
embargo, en esas pocas tempra-nas de fronteras enteramente
abiertas, an ms que por la superficie cu-bierta por ellos, la
importancia de esos hatos se meda sobre todo por el poder que su
monopolio confera a sus detentadores.
En tierras nuevas y de indios que no tributaban si no era bajo
coer-cin militar y solamente en forma de trabajo, este ganado
espontneo reemplazaba a los granos y sustentos que los
conquistadores no eran an capaces de producir. Quien controlaba las
manadas estaba enton-ces en posicin, como evocara Chevalier, de
proveer de alimento a los soldados, o bien de hospedar y proteger a
cuanto aventurero suelto se encontrara por all, para luego
incorporarlo a sus huestes. El seor de ga-nados era tambin el nico
que poda proporcionarles caballos y aviarlos con cuero obtenido de
su propio ganado para manufacturar todo tipo de implementos, con
sebo para alumbrarse y hasta con armas y vestidos llegados desde
Mxico. No era extrao entonces que se establecieran vnculos
duraderos de fidelidad y sometimiento entre estos personajes y sus
soldados-vaqueros.90 Eran stos los seores de ganados, los hombres
ricos y poderosos que Chevalier hiciera historiogrficamente
88 Cramaussel, Poblar la frontera; pp. 29-41; Foin, Un
pacificateur, p. 209.89 Chevalier, La formacin de los latifundios,
p. 150.90 Cramaussel, Una oligarqua de la frontera.
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Letras Histricas / Entramados58
clebres y sobre los cuales recapitulara: durante siglos, los
capitanes-propietarios de tierras representaron un tipo social
caracterstico de las provincias del norte.91
Pero recordemos tambin que los orgenes del seor de ganados como
tipo social no se hallaban realmente en el norte. Surgen de la
mutacin del poder del viejo jefe de armas de la conquista en formas
muy espe-cficas de dominio territorial: un fenmeno que aparece ya
en las islas para luego, en la Nueva Espaa, multiplicarse y dar pie
al surgimiento de algunas de las primeras variantes del autntico
latifundio americano. Desde ese punto de vista, la gran propiedad
nortea puede muy bien ser considerada como una derivacin directa de
las formas tempranas de la-tifundio aparecidas desde el siglo xvi
en el centro de la Nueva Espaa. La nica gran diferencia entre una y
otras sera que, parafraseando al autor, las condiciones del medio
geogrfico y humano de la gran frontera sep-tentrional terminaron
por magnificar el poder y los atributos de este seor de ganados
hasta transformarlo, ya como hacendado latifundista, en el eje de
todo el poblamiento de aquellas comarcas. Tanto fue as que no sera
exagerado decir que el papel de la figura seor de
ganados-latifun-dista en el poblamiento norte novohispano result,
incluso, ms impor-tante que lo que el propio Chevalier llegara a
manifestar en su momento. En efecto, durante el siglo xvii tardo y
a lo largo del xviii se crearon innu-merables haciendas nuevas en
tierras de frontera siguiendo los mismos esquemas de poblamiento
militar con ganado que rigieron durante el siglo xvi y la primera
mitad del xvii. A su vez, muchas de las grandes ha-ciendas
tempranas crecieron y se consolidaron territorialmente ms tarde
como verdaderos latifundios siempre por esa misma va. Una vez ms,
el caso del valle de San Bartolom servir como ejemplo de lo
anterior.
El poblamiento espaol de esta regin puede dividirse en tres
fases. Despus del periodo ya descrito de lenta implantacin agrcola,
que co-menz a finales de la dcada de 1560, desde principios del
siglo xvii la poblacin asentada en las haciendas de la regin crece
poco a poco y per-mite la fundacin, en 1631, del Real de Minas del
Parral, a una veintena de kilmetros solamente del pueblo de San
Bartolom, el cual pronto se convirti en el ms rico de la Nueva
vizcaya. Sin embargo, la trayectoria de este centro minero durante
el siglo xvii fue tan brillante como corta. Para 1635 Parral era ya
el mayor poblado de la Nueva vizcaya, pues con-centraba en su seno
ms de un tercio de la poblacin de espaoles, castas e indios de
servicio, que se calcula que sumaban ms de 8 000 personas y unos 14
000 cuando menos hacia los aos de 1645 a 1650. Sin embargo,
91 Chevalier, La formacin de los latifundios, p. 215. nfasis
aadido.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...59
0 50 km 100 km
Santa Cruz deTarahumaras
Jabonera
San Lucas
ParralSantiago
Santa Brbara
Valsequillo
Guadalupe
La Parida
Canutillo
Las Nieves
CerroGordo
Ind
San GregorioRosario
CorralesLa
Conce
pcin
SanBartolom
Salaices
HaciendaPueblo de IndiosVilla o pueblo de espaolesReal de
MinasSitio PobladoCamino Real de Tierra Adentro
San Antonio
El To
rren
Ro deConchos
San Franciscode ConchosSan Felipe de
TarahumarasEl Pilar
Estanzuela
A Sonora
San Ignacio
San Pablo
San Miguelde las Bocas
Santa Marade Cerro Gordo
AtotonilcoSan Felipe
de Ro Florido
A Durango
San Jos del Tizonazo
San GernimoHuejotitln
Al Nuevo Mxico
TalamantesTa
laman
tes
0 50 km 100 km
Santa Cruz deTarahumaras
Jabonera
San Lucas
ParralSantiago
Santa Brbara
Valsequillo
Guadalupe
La Parida
Canutillo
Las Nieves
CerroGordo
Ind
San GregorioRosario
CorralesLa
Conce
pcin
SanBartolom
Salaices
San Antonio
El To
rren
Ro deConchos
San Franciscode ConchosSan Felipe de
TarahumarasEl Pilar
Estanzuela
A Sonora
San Ignacio
San Pablo
San Miguelde las Bocas
Santa Marade Cerro Gordo
AtotonilcoSan Felipe
de Ro Florido
A Durango
San Jos del Tizonazo
San GernimoHuejotitln
Al Nuevo Mxico
TalamantesTa
laman
tes
cuando a este real le llega su primer gran periodo de vacas
flacas, las ha-ciendas resisten notablemente bien a los efectos de
la crisis. De 8 500 ha-bitantes en que se calculaba su poblacin
hacia 1645 (espaoles, castas e indios incluidos), su nmero
desciende a menos de 5 000 en 1652, y a partir de all se acelera su
desplome, de suerte que el nmero de vecinos pasa de alrededor 300
en 1667-1668 (es decir, menos de 3 000 habitantes), a 80 en 1674
(equivalentes a una poblacin total ciertamente inferior a las 1 000
personas).92 Para ese entonces la produccin minera de Parral haba
decado por completo y no se recuperara en muchas dcadas.
En contraste, en las haciendas agrcolas del valle de San
Bartolom comenzaba una poca de crecimiento demogrfico interno93 que
se tra-dujo a lo largo de los decenios siguientes en una fuerte
expansin de las haciendas, no solamente en el mbito demogrfico sino
tambin y sobre todo en el territorial. Dicho proceso se presentaba
de la siguiente manera a finales del siglo xvii:
Figura 2
Haciendas del valle de San Bartolom hacia 1680
92 Cramaussel, Poblar la frontera.93 Cramaussel, Poblar la
frontera.
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Letras Histricas / Entramados60
Como puede verse, las haciendas latifundistas ocupaban ya para
en-tonces casi toda la superficie de la regin del valle de San
Bartolom. Acerca de cmo haban podido constituirse dominios
territoriales tan extensos, Francois Chevalier destac en su momento
el acaparamiento de mercedes y ttulos de tierras como el mecanismo
ms utilizado para el efecto: no pocas haciendas tienen su origen en
uno o dos ttulos de pastos.94 Sin embargo, hay que considerar que
Chevalier estaba pensan-do sobre todo en el contenido de la
documentacin a la que tuvo acceso en su tiempo, compuesta en buena
parte por archivos privados perte-necientes a antiguas familias de
hacendados, como por ejemplo el de la familia Martnez del Ro.95 En
ellos vemos que ciertos personajes tendan, efectivamente, a
acaparar ttulos y mercedes. Sin embargo, un anlisis de la
documentacin relativa a los procesos de titulacin y composicin
rea-lizados desde finales del siglo xvii, a la cual Chevalier ya no
tuvo acceso en esa poca, nos muestra que, en realidad, la ms de las
veces los gran-des propietarios ni siquiera tuvieron que recurrir a
ese tipo de prcticas extralegales para hacer crecer sus
propiedades.
De hecho, la mayor parte de lo que se les titul a estos
hacendados fueron sitios de estancias, es decir, tierras de ganados
no ocupadas ni tituladas anteriormente, las cuales a lo largo de
dcadas fueron siendo progresivamente pobladas por estos
hacendados-seores de ganados por intermedio de sus vaqueros,
sirvientes y allegados. Esto significa que esas haciendas no
nacieron como latifundios ya constituidos, sino que fueron
convirtindose en tales en la medida en que se consolidaron tam-bin
como centros permanentes de poblacin. Invirtiendo un poco la
fr-mula que se atribuye a Chevalier, podra decirse entonces que, en
este caso, no fue el latifundio de los siglos xvi y xvii el que dio
origen a la gran hacienda de los siglos xvii y xix, sino que fue la
hacienda de los siglos xvi y xvii la que dio origen al latifundio
de las pocas subsecuentes. Estamos entonces frente a un tipo de
sociedad en la cual el crecimiento demogrfi-co y el consiguiente
aumento de la presin sobre la tierra conduce a situa-ciones
opuestas respecto de lo que se esperara si la tierra funcionara en
ella como un bien cualquiera, sujeto a una lgica de mercado. Lo
na-tural en ese tipo de contexto habra sido que se operara un
aumento en la demanda de tierra, con la consecuente aparicin de
tendencias hacia el fraccionamiento y la disgregacin territorial de
las haciendas. Pero lo
94 Chevalier, La formacin de los latifundios, p. 150; ver
igualmente pp. 153-172.95 Propietaria en el siglo XIX, entre otras
cosas, de las tierras del antiguo Marquesado de
Aguayo y del latifundio de Encinillas en Chihuahua y cuyos
fondos se hayan actual-
mente a cargo del Centro de Estudios de Historia de Mxico
carso.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...61
que sucede es exactamente lo contrario; es decir, justo en el
momento en que su poblacin interna se haca ms numerosa, las
haciendas crecan territorialmente como nunca antes: algo que nos
dice mucho acerca de la naturaleza de la sociedad que las haba
engendrado.
El gran latifundio se puede considerar una autntica estructura
de larga duracin y las tendencias de su desarrollo difirieron en
grado sumo dependiendo de las regiones y las circunstancias
locales. As, por ejem-plo, en Mxico, mientras en la regin de
Aguascalientes de mediados del siglo xix asistimos a la aparicin de
pequeas propiedades rancheras, desprendidas de algunas de las
grandes haciendas latifundistas de la zona,96 en el valle de San
Bartolom de finales de ese mismo siglo (ya para entonces llamado
valle de Allende) encontramos una estructura de la propiedad
territorial donde la hacienda sigue dominando en pleno el paisaje,
como se muestra en la ilustracin nmero 3.
De hecho, si observamos con cierta atencin, notaremos el caso de
San Isidro, una de las haciendas ms antiguas de la regin, cuyos
propietarios,
96 Gmez Serrano, Haciendas y ranchos, pp. 251-271.
Figura 3
Las haciendas de las jurisdicciones de valle de Allende
(antiguo valle de San Bartolom y de Parral a finales del siglo
xix)
LasJoyas
San Josde los
Baylones
Santo DomingoSantiago yFranqueo
lamo
AlmaceaHaciendaSan MiguelSanta IsabelSantiagoMolinaresSanta Ana
de Prado
Carmen
San Juanico
TalamantesRosario
DuraznoCorral de piedras
Parral
Amparanesy Laborcita San Isidro
CorralesZapata
Iturralde
SalaicesSan JuanPorreaSan LorenzoSan IldefonsoMonte Quemado
La Concepcin
Rosario
Sombrer
etillo
Torre
onci
llos
San
Igna
cio
San
ta C
atar
ina
Vals
equi
llo
Valle de Allende(antiguo Valle deSan Bartolom)
0 50 km 100 km0 50 km 100 km
Torre
n y
Cine
ga y
Labo
r
San Antonio
Roncesvalles
-
Letras Histricas / Entramados62
a pesar de ser herederos de uno de los ms tradicionales y
poderosos lina-jes norteos, no pudieron evitar que cayera en manos
de Luis Terrazas, por entonces el hombre fuerte de Chihuahua. Esto
nos muestra cmo todava a finales del siglo xix el latifundio segua
mostrando gran vitalidad y cmo, dependiendo de la zona, encontramos
procesos contrarios: de desintegra-cin parcial en algunas zonas y
de violenta concentracin territorial en otras. No olvidemos que un
personaje como Luis Terrazas lleg a reunir durante la segunda mitad
del siglo xix ms de dos millones de hectreas, de las cuales la
mitad corresponda a haciendas recin fundadas durante ese periodo.97
Tierra sin gente, gente sin tierra, inmensas extensiones de
territorio desocupadas y susceptibles de ser roturadas y, al mismo
tiem-po, dinmicas sociales en las que el acceso a la tierra se
concentra cada vez ms en manos de un grupo particular de la
sociedad: la oligarqua hacendada. Todas estas son situaciones
tpicas y caractersticas no slo del norte de la Nueva Espaa, sino de
buena parte del conjunto del Nuevo Mundo, y de las cuales otro gran
historiador del mbito agrario americano, Ruggiero Romano, ha dado
cuenta ya a travs de un concepto fundamen-tal: el de la oferta
ilimitada de tierras.98 Como este autor lo ha recalcado, oferta
ilimitada no significa disponibilidad infinita de tierras para
todos los miembros de una sociedad; lejos de ello, recalca cmo, en
situaciones de fronteras abiertas donde la conquista no estaba
terminada y existan tierras por ocupar, la persistencia de formas y
esquemas de dominio y control sobre los hombres como los arriba
detallados dio como resultado la aparicin y la reproduccin una y
otra vez del latifundio, como una de las formas bsicas de propiedad
ligada al poblamiento de nuevos espacios.99 Sucedi en la Nueva
Espaa y sucedi tambin en el resto de Amrica.100 Que los trabajos de
estos dos eminentes historiadores Romano y Che-valier confluyan en
este punto no tiene nada de extrao. De lo que nos hablan ambos es
de que, en una sociedad del tipo de la americana no sola-mente
colonial sino an del siglo xix y de buena parte del xx, la
verdadera va de acceso a la muy grande propiedad territorial fue y
sigui siendo durante siglos enteros el control sobre los
hombres.
El latifundio americano es, en suma, una realidad histrica que
por sus dimensiones (las cuales, si se recurre a la cartografa,
resultan ms que evidentes) desafa cualquier sntesis reductora. Una
simple mirada a la ilustracin nmero 2 muestra que en el caso del
valle de San Bartolom,
97 Chvez Barrn, Luis Terrazas, p. 213. 98 Romano, Acerca de la
oferta ilimitada.99 Romano, Mecanismo y elementos, p. 102.100
Romano, Carmagnani y Hernndez, Para una historia de Amrica, pp.
193-210.
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Salvador lvarez / El latifundio y la Historia Econmica
Novohispana...63
al igual que el de tantas otras regiones de caractersticas
semejantes, se-ra simplemente absurdo no ya negar la existencia de
la gran propiedad territorial nortea, como interesadamente se ha
llegado a hacer,101 sino simplemente hablar de ella como de un
hecho marginal o propio sola-mente de tierras poco productivas.102
Por el contrario, vemos cmo en esa inmensa regin todas las mejores
tierras, al igual que las aguas que las regaban, se hallaban dentro
de esos dominios territoriales, sin olvidar que sus propietarios,
seores de ganados, monopolizaban tambin ese otro recurso
fundamental. Hasta los propios pueblos de indios, como lo notara ya
Chevalier, terminaron tambin confinados al interior de esas
propiedades.103 Y no slo eso, pues los caminos que ligaban al norte
con el resto del imperio espaol, incluyendo el famoso Camino Real
de Tierra Adentro, atravesaban necesariamente tambin por esos
latifundios, por lo que en aquellas tierras de indios bravos y de
guerra, viandantes y co-merciantes no podan sino colocarse bajo el
arbitrio y amparo de los pro-pietarios.104 As, no es extrao
encontrar a muchos de ellos como socios y protectores de los
grandes comerciantes que traficaban con el norte y verlos luego
tambin transformados en modernos comerciantes.105
Sobre el papel social de personajes dotados de tal capacidad de
con-trol sobre los espacios y recursos de una sociedad entera como
fueron los grandes latifundistas norteos puede decirse casi
cualquier cosa excepto que se tratara de simples detentadores de
tierras marginales e intiles.106 El latifundio fue, por el
contrario, un elemento esencial de la dinmica social, demogrfica,
econmica y espacial no solamente del mundo norteo novohispano, sino
del de todas las grandes fronteras americanas. Sin embargo, sera
imposible entender cmo es que estos contextos de oferta ilimitada
de tierras, por as llamarlos, llegaron a conformarse y a
transformarse en autnticos hechos de larga duracin si no vemos
tambin la continuidad en el tiempo de viejos y tenaces mecanismos
de acaparamiento de tierras, del tipo de los que Franois Chevalier
localiz y analiz en La formacin de los latifundios. Esa sola
contribucin podra haberle valido a este libro el ser considerado
como uno de los pilares de la moderna historiografa agraria
mexicana y ame-ricanista en general. Y sin embargo, su contenido no
se agota all. Es
101 Cuello, El mito...102 Buve, Un paisaje lunar.103 Chevalier,
La formacin de los latifundios, pp. 271-272.104 lvarez, La
haciendapresidio.105 lvarez, Colonizacin agrcola.106 van Young, La
historia rural, p. 389.
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Letras Histricas / Entramados64
tiempo ya tambin de hacer una relectura mucho ms atenta y
ecunime de las lneas dedicadas all a temas como, por ejemplo, el
carcter de los grupos conquistadores, la gran propiedad
eclesistica, los lmites im-puestos a las grandes propiedades, las
relaciones entre las villas de es-paoles y los pueblos de indios
con las haciendas en diversas regiones novohispanas. Incluso valdra
la pena releer muy atentamente lo que Chevalier escribi acerca del
aparentemente muy espinoso y denostado tema de la funcin de la
hacienda como smbolo de poder y prestigio en la sociedad americana
colonial y del siglo xix: una cuestin que, al igual que todas las
otras indicadas arriba, sigue estando muy lejos de haber sido
agotada por la historiografa producida desde 1953, cuando apare-ci
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