Top Banner
De la estepa rusa a la pampa argentina, una niña de 12 años vive una historia de superación y amor en un mundo conmocionado por las dos guerras mundiales Y OLANDA SCHEUBER EL LARGO CAMINO DE OLGA
41

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Jul 23, 2020

Download

Documents

dariahiddleston
Welcome message from author
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
Page 1: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

De la estepa rusa a la pampa argentina, una niña de 12 años vive una historia de superación

y amor en un mundo conmocionado por las dos guerras mundiales

YOLANDA SCHEUBER

EL LARGO CAMINO DE

OLGA

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 5

Page 2: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Colección: Novela Históricawww.nowtilus.com

Título: El largo camino de OlgaSubtítulo: De la estepa rusa a la pampa argentina, una niña de 12 años viveuna historia de superación y amor en un mundo conmocionado por las dosguerras mundialesAutor: © Yolanda Scheuber

Copyright de la presente edición © 2008 Ediciones Nowtilus S. L.Doña Juana I de Castilla 44, 3o C, 28027 Madridwww.nowtilus.com

Editor: Santos RodríguezCoordinador editorial: José Luis Torres Vitolas

Diseño y realización de cubiertas: OpalworksDiseño de interior de la colección: JLTVMaquetación: Claudia Rueda Ceppi

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por laLey, que establece pena de prisión y/o multas, además de las correspondientesindemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren,plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte,una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretacióno ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada através de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

ISBN 13: 978-84-9763-435-9

Libro electrónico: primera edición

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 6

Page 3: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Dedico este libroA mi abuela Olga, quien me legó la riqueza de su sabidu-

ría, el valor de su experiencia, su fortaleza en el trabajo y suespíritu de lucha.

A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa deaquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que séde Olga.

A mis tías Amalia y Olga Esther (Tití) y a mis tíosFrancisco (Pancho), Enrique y Luis porque fueron su reflejo yporque compartieron junto a mi padre aquellos maravillososaños de infancia junto a Olga como herederos de aquel caudalde afectos, fortaleza, lucha y trabajo.

A mi hermana Victoria, quien compartió conmigo largashoras de dedicación y asistencia, dándome fuerzas y consejospara que todo saliera bien.

A mi esposo Nicolás y a mis hijos Nicolás, Santiago yMagdalena, quienes me brindaron su silencio y sugerenciasdesinteresados para que pudiera concluir este sueño.

A mis primos Olga, Marta, Nilda, Óscar, María Esther,Azucena, Delia, Nélida, José, Luis, Bernardo, Patricia,Guillermina y Carolina para que puedan descubrir, a través deestas páginas, el largo camino que Olga tuvo que desandarpara que todos nosotros estuviéramos aquí y fuéramos lacontinuación de su fructífera vida.

A Delia Hernandorena de Battistoni, con mi agradeci-miento por su gentil mecenazgo.

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 7

Page 4: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Í N D I C E

PRÓLOGO .............................................................................013

CAP. I: ANSIAS DE LIBERTAD .................................................017

CAP. II: LA LLAVE DE UN SECRETO .......................................033

CAP. III: LAS FUERZAS ANTAGÓNICAS DEL ALMA ................047

CAP. IV: LA CIUDAD DE MIS SUEÑOS....................................059

CAP. V: LOS PASOS LEGALES PARA LA LIBERTAD ...................073

CAP. VI: EL REGRESO A CASA.................................................091

CAP. VII: LOS TORMENTOS DE LIDIA.....................................101

CAP. VIII: NUESTRA CRECIENTE POBREZA............................111

CAP. IX: MI ÚLTIMO AÑO EN RUSIA ....................................121

CAP. X: EL VIAJE EN BARCO...................................................131

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 9

Page 5: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

CAP. XI: NAVEGANDO HACIA SUDAMÉRICA ........................141

CAP. XII: EN TIERRAS LEJANAS ..............................................151

CAP. XIII: EN LAS PAMPAS ARGENTINAS ...............................161

CAP. XIV: UN CLIMA DE INCERTIDUMBRE...........................171

CAP. XV: COMO SUMERGIDA EN MEDIO DE LA NADA ........181

CAP. XVI: LA DESPEDIDA .......................................................189

CAP. XVII: EN BUSCA DE MI IDENTIDAD..............................197

CAP. XVIII: MI NUEVA VIDA ..................................................207

CAP XIX: LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL..........................219

CAP. XX: LA AUSENCIA DE AUGUSTA....................................229

CAP. XXI: MIS NUEVOS VÁSTAGOS........................................239

CAP XXII: EL RETORNO ........................................................253

CAP. XXIII: UNA EXTRAÑA EXPERIENCIA.............................267

CAP. XXIV: UNA CASA DE LEYENDA .....................................277

CAP. XXV: CASI UNA DESGRACIA..........................................285

CAP. XXVI: UNA VISITA INESPERADA....................................295

CAP. XXVII: LA PARTIDA........................................................303

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 10

Page 6: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

CAP. XXVIII: MIS MIEDOS Y ALEGRÍAS ..................................311

CAP. XXIX: LOS SUEÑOS POR TIERRA...................................321

CAP. XXX: MIS DÍAS EN SOLEDAD.........................................331

CAP. XXXI: LA TRAGEDIA DE AUGUSTA ................................341

CAP.XXXII: EL ÚLTIMO TRAMO ............................................351

EPÍLOGO ...............................................................................355

NOTA DE LA AUTORA...........................................................359

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 11

Page 7: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 12

Page 8: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

PRÓLOGO

Podría haber escogido guardar en mi recuerdo todo loque nuestra gran abuela volcó en charlas y confidenciasen mis oídos. Sin embargo, como guiada de su mano,

decidí un día sentarme durante horas a mi mesa de trabajopara dejar testimonio de su asombrosa vida. Tal vez esta histo-ria sirva para avivar el recuerdo, a pesar de los años, de otraspersonas de distintos lugares del mundo que, como Olga,tuvieron que pasar por situaciones similares o para que cadauno de nosotros comprendamos que quienes fueron nuestrosabuelos tuvieron que vivir sus vidas de intenso sacrificio,luchando con esfuerzo y voluntad, para poder hacer de estemundo un sitio mejor para dejarnos.

Este libro, que más que libro fue un sueño, se fuefraguando en mi mente desde hace muchos años. Recuerdoque siendo niña escuchaba asombrada a mi abuela contar losrelatos de su infancia en la lejana Rusia imperial. El escucharsu historia era para mí un cuento, donde no faltaban las he -roínas, los días amargos, los príncipes azules y un final feliz.

Su vida me impactó constantemente, pues estuvo hechade puro valor, fortaleza y coraje. Por eso quise dejarla plas-

13

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 13

Page 9: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

mada en un relato, para que todos pudieran conocer los deta-lles de su valiente existencia y comprendieran cómo se habíandesarrollado los acontecimientos que la trajeron hasta estatierra que la adoptó como hija y que ella quiso como supropia patria.

Fueron pasando los años, llegó mi adolescencia y, por lascircunstancias de la vida, tuve la suerte de poder compartirjunto a ella varios años de largas horas de conversaciones yañoranzas que hicieron que me propusiera, en lo más íntimodel alma, escribir sobre su vida algún día.

Así, durante mucho tiempo tuve la profunda certeza deque este momento llegaría, mas no sabía cómo ni cuándo nidónde.

Comencé a escribir una tarde de los primeros meses delaño 2003, decidida a no dilatar más esta meta que me habíafijado. Pasó el tiempo y una tarde del mes de febrero del año2005, en medio de lágrimas y sonrisas, había finalizado elmanuscrito.

Escribir sobre su vida fue una experiencia irrepetible,pues si bien siempre la conocí con sus cabellos color plata,tuve que volar en el tiempo hacia atrás para reencontrarla ensu infancia cuando, siendo apenas una niña, debió afrontartodas las alternativas del destino con el valor y la fortaleza deun adulto.

Escribir sobre ella cuando niña fue por demás emotivo yenternecedor. Mientras iba componiendo las páginas de susaños, me sentí su compañera inseparable. Patiné con ella enlos lagos helados de Zhitomir, corrí detrás de su sombracamino a la escuela, planté semillas en el huerto de su casa,jugué con sus muñecas de trapo pero, más que nada, escuchéen el corazón el dolor secreto de sus sentimientos al tenerque abandonarlo todo al partir de Rusia y el secreto dolorosode sentirse abandonada a los doce años, en medio de laspampas argentinas, cuando sus padres y hermanos decidieronmarcharse nuevamente a Europa. Solo su inseparable hermana

14

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 14

Page 10: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

15

Julia quedó junto a ella, a quien se aferró como un náufrago aun madero para salir adelante en medio de un océano deincertidumbres, incógnitas y temores que se agitaban a sualrededor en una tierra desconocida, donde no comprendía elidioma, no conocía las costumbres y debía buscar su propiosustento.

Remonté con ella el camino de su florida juventud, laemoción y la alegría de su primer y único amor, el naci-miento de cada uno de sus hijos y sus días forjados en eltrabajo cotidiano, matizados de lágrimas y sonrisas.

Debo decirles que, al escribir su historia puse el alma, elcorazón, los cinco sentidos y el empeño de mi voluntad, paraque quienes conocimos a Olga reconozcamos en sus páginasel fiel reflejo de su vida entera. Para que, a través de cada capí-tulo, viviéramos sus mismas ilusiones, sus sueños, sus incerti-dumbres, sus angustias y alegrías y viajáramos con ella en elcorrer de los años reviviendo sus días. Así como para quequienes no la conocieron, este libro fuera una estampa vívidade una historia tan singular como intensamente humana.

Debo confesarles que, mientras iba hilvanando su vida,no solo me he sentido compañera de Olga en las vicisitudesrelatadas durante la redacción del libro sino que, al concluir laobra siento que he consolidado para siempre una unión espi-ritual con ella.

Deseo que cada uno de ustedes al leerlo haga suya suhistoria, porque en Olga se ven reflejados todos los maticesde los sentimientos; aquellos sentimientos que, alguna vez,cada uno de nosotros hemos sentido y expresado.

Ahora dejémonos invadir por los aromas del huerto y delos dulces caseros de la casa de campo de Zhitomir, por elruido de las olas golpeando en el casco del barco del exilio,por el viento que hace inclinar los eucaliptus y barre loscardos rusos en los caminos, por el llanto amargo del adiósde la separación de padres y hermanos y el llanto feliz yportador de futuro con que la vida bendijo los años de Olga

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 15

Page 11: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

en esta tierra. Dejémosle la palabra y escuchemos: es nuestraabuela, la pionera, quien va a contarnos su historia para quenosotros sepamos encontrar un sentido más profundo a lanuestra.

La Autora.Argentina- En un día del mes de junio de 2007.

16

YOLANDA SCHEUBBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 16

Page 12: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

I

ANSIAS DE LIBERTAD

Domingo 6 de enero de 1980

Esta historia comenzó a salir a la luz, casi sin darnoscuenta, la tarde del domingo 6 de enero de 1980, enun lugar de la pampa argentina.

Caminábamos por el jardín mi abuela y yo cuando, derepente, ella tomó entre sus manos unos racimos de gliciniaslilas, que pendían sobre nuestras cabezas enredados a unapérgola, y deteniéndose, aspiró su perfume.

––¿Sabes? ––me dijo––, estas flores me traen reminiscen-cias de mi madre. Fue la última imagen de ella que recuerdocon cierta nitidez. Yo iba a cumplir los dos años y la tarde deverano era calurosa, como hoy. Me llevaba entre sus brazos yme hacía rozar con la frente los ramos de glicinias que trepa-ban por la galería de nuestra casa de campo de Zhitomir. Fueallí, lejos, y hace tiempo, en la Rusia imperial y yo reía...Juntas reímos aquella tarde. Aunque apenas ahora larecuerdo...

Me quedé emocionada con aquello y la invité a sentarnosbajo la glorieta:

––Cuéntame, abuela ––le dije como en un ruego.

17

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 17

Page 13: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Nos sentamos en un banco de piedras bajo la sombra lilade aquellas flores y mientras mis ojos iban y venían acompa-sando el movimiento de los racimos floridos, Olga comenzóeste relato.

Era el relato del largo camino de su vida...«... Mi madre se llamaba Rosalía Ratkin y murió en 1891

a los pocos meses de aquel verano. Aquel invierno, la gliciniase secó, como si hubiera querido acompañar a mi madrehacia la otra vida. Yo solo tenía dos años de edad y mishermanas mayores, Lidia y Julia, ocho y seis años respectiva-mente. Después de casi tres años de viudez, mi padre volvió acasarse con una prima de nuestra madre de nombre Brígida.Era una mujer de carácter enérgico y bondadoso que vivíacerca de nuestra casa en Zhitomir, provincia de Volinia, en laRusia fastuosa de los zares Romanov.

El zar Alejandro III había ascendido al trono en 1881junto a su esposa, la emperatriz María Fiodorovna quien,antes de ser Zarina de los rusos, había ostentado el título deprincesa Dagmar de Dinamarca. El título de zar significaba“césar”.

En aquella década, en la que también había nacido yo, el18 de abril de 1889, habían sucedido grandes cosas. Los grie-gos se habían apoderado de Tesalia y Epiro. Túnez pasó a serun protectorado francés. Los bóers obtuvieron su indepen-dencia. Comenzó la construcción del canal de Panamá.Pasteur comprobó experimentalmente el principio de lainmunidad, y la música del mundo recibió tres nuevas joyaspara obsequiárselas a la humanidad: La Obertura 1812 deTchaikovski, Los cuentos de Hoffmann de Offenbach y El Príncipe Igorde Borodin Henrik Ibsen.

Y el Imperio ruso seguía creciendo.Creció constantemente durante el siglo XIX hasta exten-

derse desde el mar Báltico, al oeste, hasta el océano Pacífico,en el este; del Ártico al norte, al Hindu Kush en el sur, ymuchos rusos inteligentes se dieron cuenta de que su país, a

18

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 18

Page 14: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

pesar de la inmensa extensión que representaba, se hallabaatrasado y necesitaba cambios, pero nadie coincidía en lamanera de lograrlos, sobre todo, por la diversidad de pueblosque constituían la Rusia imperial, donde convivían judíospolacos, rusos y alemanes del Volga, finlandeses y germánicosdel Báltico, una comunidad griega que habitaba Crimea,tribus nómadas que deambulaban por Siberia, gitanos deBesarabia, armenios, georgianos, mongoles y kazajstanos. Eracasi imposible conocer al pueblo ruso, pues dentro de Rusiaconvivían más de doscientas nacionalidades distintas.

Los Romanov observaban las dificultades y vivían cadavez más atrapados tratando de mantener el control sobre unapoblación de millones de almas de diversas nacionalidades,donde día a día crecía el descontento. Una de esas almasdescontentas era mi padre.

Los zares de Rusia eran los verdaderos dueños de todaslas personas. De ellos dependía el nombramiento de losministros, de los funcionarios, de los recaudadores deimpuestos y hasta de los policías. Y el pueblo, como nosotros,no tenía voz ni voto.

La familia Romanov era poderosa y manejaba los destinosde la tierra donde yo había nacido desde 1613. Tres siglos deuna dinastía que provenía de un noble lituano que emigró aMoscú en el siglo XIV. Uno de sus descendientes, RománYurev, casó a su hija Anastasia Romanovna con el zar Iván IV,el Terrible, y la familia adoptó el apellido Romanov en honoral padre de la Zarina. En 1613 y con el propósito de poner fina un periodo de caos, se reunió en Moscú una asamblea denotables que nombró zar a Miguel Fiodorovich Romanov, unsobrino nieto de Iván el Terrible, dando origen a la dinastíamencionada.

Durante los trece años de su reinado, el zar Alejandro IIIse dedicó a aplastar toda clase de oposición donde la hubiera.Su poder era absoluto y nosotros, a pesar de ser personas

19

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 19

Page 15: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

libres, éramos casi como sus “siervos”, le teníamos temor y lerespondíamos con obediencia.

El primero de noviembre de 1894, cuando yo habíacumplido mi primer lustro de vida, el zar Alejandro muriórepentinamente a los cuarenta y nueve años. Recuerdo que sumuerte sobresaltó a toda Rusia y, por supuesto, a toda la fami-lia imperial. Mi familia no fue ajena a esos acontecimientosque, si bien sucedían a cientos de kilómetros de nuestro solar,repercutían en todas nuestras acciones cotidianas.

El zar Alejandro dejó al morir cinco hijos: Nicolás, elprimogénito, Xorge, Xenia, Miguel y Olga, llamados todos“los grandes duques”. A Nicolás, por ser el hijo mayor, lecorrespondió el privilegio de sucederlo. Su ascenso fue porlínea directa y por ser descendiente legítimo. Por tan impor-tante motivo, a la muerte de su padre, se convirtió en el Zarde todas las Rusias, ciñendo la corona como soberano impe-rial. Había nacido el 18 de mayo de 1868 y al morir su padre,contaba con veintiséis años de edad. Se había casado el 8 deabril de 1894 con Alix Victoria Elena Luisa Beatriz, princesaalemana de Hesse-Darmstadt, nacida el 6 de junio de 1872 ynieta de la reina Victoria de Inglaterra, la cual, al desposarsecon Nicolás, tomó el nombre de Alejandra Fiodorovna. Sehabían conocido cuando él tenía dieciséis años y ella doce. Deesta unión nacieron cinco hijos, Olga, Tatiana, María,Anastasia y Alexis.

Los cañones retumbaron con sus salvas en todos losconfines del Imperio en honor al zar desaparecido AlejandroIII y unos días después, en San Petersburgo, en una ceremoniaaustera, eran coronados como zares de Rusia Nicolás II y suesposa Alejandra.

En pleno reinado del zar Alejandro III, a mediados de1894, se llevó a cabo el segundo matrimonio de mi padrecon Brígida, la prima de mi madre. Este casamiento se celebróno solo por amor sino también debido a las tristes circunstan-cias por las que mi padre tuvo que pasar en aquellos días de

20

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 20

Page 16: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

soledad y amargura, con tres hijas pequeñas a quienes criar,un templo que atender y una granja para cultivar.

Robert, que así se llamaba mi padre, poseía una bondadinnata, capaz de transmitirla a través de sus grandes ojosgrises y su franca sonrisa, rodeada de una prolija barba rubia.Tenía cierta similitud con el zar Alejandro y eso a mí, meponía muy orgullosa.

La vida fue dura con él y lo seguiría siendo hasta el finalde sus días. En plena adolescencia había perdido a su padrebajo extrañas circunstancias. En un viaje a Polonia para visitara unos primos se había detenido con su caballo a beber aguadel río Goryn, pero las aguas estaban envenenadas. Cayómuerto, junto al animal, sobre los márgenes del río. Así loencontró mi padre dos días después, habiendo salido en subúsqueda. Poco a poco cundió el rumor de que los rusoshabían envenenado las aguas de todos los ríos para extermi-nar a las colonias de alemanes que habitaban la región deUcrania.

Por aquellos días no solo murieron mi abuelo y su caba-llo, sino cientos de alemanes y todo su ganado. Contaba mipadre que era como si la misma peste los hubiera invadido.Los cadáveres de familias enteras con sus rebaños de ovejas sedescomponían bajo el sol, sin dar tiempo a los pocos quehabían sobrevivido a enterrar sus cuerpos. Mi padre se salvóbebiendo agua de un pozo que se abastecía con agua delluvia.

Mi familia era alemana, descendiente de aquellos alema-nes que fueron traídos a la Rusia imperial por los fervientesdeseos y el especial beneplácito de una princesa prusiana,nacida en Stettin, llamada Sofía Federica de Anhaltzerbst.Poseedora de un ingente caudal de conocimientos y unaelegante distinción, Sofía llegó a la corte rusa en 1744, acom-pañada por su madre, para desposarse con el heredero a lacorona del Imperio ruso, el gran duque Pedro. Contrajomatrimonio en 1745, tras haber sido admitida en el seno de

21

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 21

Page 17: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

la Iglesia Ortodoxa, y cambió su nombre por el de Catalina.Aprendió rápidamente la lengua rusa, lo que le facilitó suintegración en la corte. En 1762 su esposo accedió al trono,pero su gobierno no satisfizo a las clases altas que lo critica-ron duramente. Mientras tanto, la Emperatriz, que esperaba lareacción de la nobleza, ganó adeptos y ese mismo año apoyóun golpe de mano que arrebató el poder a su esposo, el zarPedro III, quien perdió la vida durante la acción.

La corte rusa vio con buenos ojos el audaz golpe yCatalina II se instaló en el trono. A partir de entoncescomenzó una corriente migratoria de alemanes hacia Rusia,por especial petición de su Emperatriz. Así habían llegado misantepasados desde hacía más de tres generaciones y por esemotivo, nosotros seguíamos siendo alemanes nacidos enRusia.

Mi padre había heredado la disciplina alemana, la alegríarusa y el amor al trabajo de estas dos naciones, por lo queaquella deliciosa conjunción le había dado como resultado unacendrado sentido de la responsabilidad, pero marcado porunas ansias de libertad sin límites. Desde muy joven habíasabido prodigar en cuantos le rodeaban todo lo mejor de sí.Asiduo concurrente al Templo, ayudaba al pastor en los oficiosdominicales y días festivos, y se le hizo costumbre el gustopor el estudio de las Sagradas Escrituras. Tal fue su fervor porlas cosas de Dios que, al morir el viejo pastor, toda la aldeadio su conformidad para que mi padre lo reemplazara. Asípasó a ser, además de agricultor y músico (amaba tocar elviolín), el nuevo pastor de la comunidad y un visionario quecomenzó a imaginar por aquellos días, a Canadá, como elnuevo y futuro hogar para nuestra creciente familia. (Con eltiempo aquella visión se transformaría en una obsesión, queya no le abandonaría hasta el día de su muerte).

Al casarse con Brígida, nacieron otros cuatro hijos,Leonardo (Leo), Guillermo (Willy), Helen y Augusta, por loque mi familia pasó de tres a siete hermanos, a los que mi

22

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 22

Page 18: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

padre tenía que alimentar, vestir y educar. Pero él no le teníamiedo a la vida, como no lo tenían los miles de campesinosque, como él, se arriesgaban a traer hijos al mundo en unaRusia imperial que ya veía tambalear sus cimientos.

Lo recuerdo siempre dispuesto a cultivar, no solo la tierrapor donde caminaba aferrado a sus bueyes y al arado, espar-ciendo las semillas, sino también la sensibilidad de las perso-nas, cuando mágicamente soltaba al aire diáfano de los díasfestivos las notas de su violín. Pero lo que más le agradaba eracultivar las almas con su oficio de pastor para la santa gloriade Dios y de los zares Romanov. Era un hombre decidido yvaliente, pero con los años comprendí que, sobre todo poreso, era un hombre nómada. El mundo para él no terminabaen su aldea rusa, ni en los límites del Imperio. Había otrasgentes y otros pueblos en otras latitudes, que él soñaba conconocer algún día, cuando todavía sus brazos tuvieran lafuerza suficiente para levantar un nuevo hogar junto a toda sufamilia, en aquellos suelos lejanos.

Creo que llevaba en el torrente de su sangre la herenciaeterna de los cientos de generaciones que le precedieron yque le impusieron con fuerza, a modo de un sello invisiblesobre su frente, todo el ímpetu de las tribus trashumantes dela Prehistoria, el andar errante de los pastores de la HistoriaAntigua, la visión de los sabios de la Edad Media y la intrepi-dez de los viajeros de la Edad Moderna. Era como si en unsolo hombre se hubiera condensado y resumido la milenariahistoria de la humanidad.

Aún hoy, después de casi más de noventa años, recuerdosus ansias de libertad, buscando otros amaneceres, sin arrai-garse materialmente jamás a ninguno de ellos y, digo ma -terialmente, porque sí sé que se arraigó y permanecióes piritualmente junto a cada uno de nosotros, sus hijos,cuando con el transcurso de los años, fuimos dispersados porel mundo, como hojas que el viento se fue llevando antojadi-zamente.

23

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 23

Page 19: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Su influencia en mis primeros años de vida debió sermuy fuerte, porque dejó marcada mi alma para el resto demis días.

Sus deseos y sueños de marcharse de Rusia persistieronen él con la intensidad de un huracán que lo devoraba pordentro y le conducía a buscar otros horizontes que él creíamás promisorios. Tal vez porque la Rusia imperial, aquellaRusia de los zares, tierra a la cual yo veía como la más maravi-llosa de todas, con sus bonitos pueblos llenos de recuerdosimborrables, estaba gestando el descontento de campesinos yobreros para estallar años después, en 1905, en una revolu-ción que terminó siendo aniquilada. Pero de sus heridas sinterminar de sanar, surgiría otra revolución más sangrientadoce años más tarde, en 1917, que acabaría por convencermede que mi padre fue un visionario, al emigrar hacia América.

Como alimentado por una fuerza interior incontrolable,obedeció el mandato de su propio corazón y alegre y segurose dispuso a cumplirlo.

Todo hombre debe encontrar satisfacción en algo y creoque mi padre la encontró en aquel destino peregrino que ledemandaría el resto de su vida. Vida que utilizó para esparcirhijos, anhelos, trabajos e ilusiones que se fueron perdiendoentre el tiempo y el olvido.

Desconozco si mi padre me olvidó con los años, solo séque yo no lo pude olvidar y que aún hoy, después de casiochenta años de ausencias, de no ver su rostro, de no escu-char sus palabras, de no sentir su risa, siento su voz pausadaque me nombra, llamándome en el campo.

“¡Olga!”. Sentí la voz de mi padre que desde el cobertizome llamaba y me hacía señas con sus manos. Estaba risueño,como siempre que se dirigía a sus hijos. Tal vez se sentía orgu-lloso de nosotros, pues siempre tratábamos de complacerlo entodo. Los siete hermanos éramos sumisos en cuanto a losmandatos paternos o maternos que nos obligaban siempre aobedecer. Las niñas ayudábamos en las tareas de la casa y los

24

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 24

Page 20: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

varones en los quehaceres del campo, además de asistir a laescuela. Creo que mi padre y mi nueva madre, con sus sonrisasy afectos, sentían que compensaban en algo nuestros sueños yalegrías. Aquellos sueños que por esos años de infancia eranpura fantasía y color. Parecía que la casa estaba alumbrada poruna buena estrella. Y eso era muy grato para mí. La magia de lainfancia se esparcía por todos los sitios de la casa, del jardín ydel campo, y la vida transcurría plácidamente, sin percibir lasfuerzas incontrolables del destino que se cernían sobre cadauno de nosotros como nubes de borrasca.

“¡Olga!”. Volví a sentir la llamada de mi padre, que ahoramás que nunca agitaba con alegría sus manos llamándome asu lado. Eran las primeras horas de la tarde. Desde el cober-tizo, lleno de fardos de heno para los caballos, se divisaba elcamino que se perdía entre los bosques en la lejanía. Losrobles amarilleaban sus hojas porque entraba el otoño y todosnos apresurábamos por aquellos días para terminar de cultivarlas últimas frutas y verduras que daba el huerto, para almace-narlas, después de disecarlas, en las alacenas de la despensa,para poder abastecernos durante todo el invierno.

Corrí feliz junto a él que me extendía los brazos. Era elaño de 1897, yo había cumplido mis ocho años el 18 de abrily aquel día del mes de septiembre se promediaba agradable ycálido.

Mi padre señaló el camino, indicándome que se acerca-ban diez jinetes de la caballería cosaca, la tropa de choque delzar. La población rusa era de ciento sesenta millones de perso-nas y la guardia imperial controlaba, casa por casa, que seexhibieran los retratos de los zares de todas las Rusias. Perono solo controlaba que se rindiera homenaje perpetuo a lafamilia Romanov, sino que controlaba nuestras cosechas,nuestros impuestos, nuestra vida. Estaba segura de que esatarde llegaban a eso.

Casi todos los granjeros de Zhitomir, donde se incluía mifamilia, eran suficientemente prósperos, comparados con los

25

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 25

Page 21: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

obreros que trabajaban por un escaso ingreso en ciudades comoSan Petersburgo, así es que en la sala de la casa, sobre una granchimenea, se erguían serios y solemnes dos cuadros inmensoscon las imágenes del zar Nicolás II y la zarina Alejandra. Era unaobligación tenerlos y a eso llegaba la guardia imperial, acomprobar si cumplíamos con lo establecido. Todos los que visi-taban la casa debían saludar primero a los santos de los iconosque se hallaban sobre un pequeño altarcito y después a losZares, con estas palabras: “Dios salve al zar y a la zarina”.

Nada me impresionó tanto en aquella tarde como el repi-car de todas las campanas anunciando la llegada de la guardiaimperial. Las campanas parecían sacudir la tierra. Sonabanantes para anunciar la llegada y después para anunciar lapartida. En realidad, las campanas de las iglesias en Rusiasonaban siempre, antes y durante las misas, repicaban al albao al anochecer. Advertían a los campesinos de los vientos,citaban a los funerales, bodas o fiestas y anunciaban festivida-des, desastres y victorias en las guerras. Las campanas siempreanunciaban algo, festivo, triste, alegre o serio. Eran de hierro,cobre, bronce y plata. Algunas eran enormes, como la de laiglesia de Rostov que, decían, podía oírse a treinta kilómetrosa la redonda. La torre de Iván el Grande en Moscú era famosaen todo el imperio, pues tenía casi cien metros de altura ycontenía una colección de campanas superpuestas. La mayorpesaba sesenta y cuatro toneladas, pero una sobrina de Pedroel Grande hizo construir una campana de doscientas tonela-das, por lo que podría afirmarse que si todas las campanas deRusia tocaran a la vez, harían retumbar toda la tierra.

Aquella tarde las campanas repicaban al compás del pasode los caballos de la guardia imperial. Mi padre se apresuró aretornar a la casa, quería que toda su familia estuviera vestidapara la solemne circunstancia. Y digo solemne, porque viviendoen el campo, la visita de la guardia de los Zares se transformabaen algo serio y majestuoso, que convertía la circunstancia enuno de los acontecimientos más importantes del año.

26

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 26

Page 22: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Corrí a cambiarme las botas llenas de barro y de heno.Peiné mis trenzas y me puse la cofia blanca adornada conbordados, luego el vestido marrón de lanilla con mis enaguasde puntilla, que llegaban hasta donde comenzaban mis boti-nes negros acordonados. Aquellos botines que solo calzabapara los días festivos y que habían pertenecido a Lidia, mihermana mayor, y a los cuales yo cuidaba como lo más lujosode mi vestuario.

Estuve lista en unos pocos minutos, mientras mirabaasombrada el trajinar de la casa. Mi madrastra corría de unlado al otro alistando a los más pequeños, alisándose el pelo,poniéndose su cofia almidonada y su delantal blanco. Mishermanas mayores, Lidia y Julia, ya estaban preparadas desdehacía rato, mientras la guardia se acercaba al galope ynosotros controlábamos el tiempo a través de los visillos delas ventanas. Mi padre se lavó la cara, se peinó y se vistió consu chaqueta de cuero de oveja color marrón, forrada conpieles y botones de metal. De repente, toda la familiaMeissner estaba lista y sonriente, parada en la entrada de lacasa. Parecíamos un conjunto de soldados dispuestos a saludarcon solemnidad a la guardia real que se acercaba al pasoacompasado de sus caballos, mientras los perros de la casasalían a su encuentro, ladrando a los cuatro vientos.

Los cosacos se detuvieron a la sombra de los castaños,ataron sus caballos bajo los árboles y se acercaron en silencio.Los perros continuaban ladrando amenazadores, pero a unaorden de mi padre, se escabulleron al cobertizo. Nosotrosmirábamos sonrientes, pero la guardia real traía cara de pocosamigos. Mi padre saludó con una reverencia, mientras yo mepreguntaba si vendrían a observar si nosotros respetábamos laley y a ver si en la sala principal de nuestra casa colgabansolemnes los retratos de nuestros Zares. ¿O tal vez llegabanpara amenazarnos con que entregáramos más de nuestrascosechas y de nuestros animales para alimentar a los pobresque día a día iban aumentando?

27

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 27

Page 23: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

La guardia rodeó a mi padre mientras nosotros nosquedamos todos inmóviles parados contra la pared. El sol dela tarde amarilleaba los contornos y su resplandor me impe-día abrir bien los ojos para mirar los ojos de aquelloshombres. Decían que a través de los ojos se podía ver el alma,y yo quería ver el alma de aquellos que habían llegado. Perosolo pude ver los ojos de mi padre, preocupados, angustia-dos, porque aunque los ojos no hablaran, podía ver a travésde ellos su tristeza y amargura. Se llevó las manos hacia loscabellos, se le borró la sonrisa, se apoyó en la frente, mientrasel jefe de la guardia real seguía hablándole en un tono tanbajo, que me impedía dilucidar sus palabras.

La conversación se fue extendiendo demasiado, por eso, auna orden de mi madrastra, mis hermanos y yo entramos enla casa. Nadie interrumpió el silencio. ¿Qué sucedía? ¿Acasomi padre sabía algo que nosotros ignorábamos? Sin duda asíera, pues por aquellos años felices de la niñez trataban deocultarnos el dolor y las preocupaciones, como si el mundode los problemas y las dificultades fuera solo de los mayores,dispuestos siempre a allanar el camino de las generacionesmenores que los proseguían. Transcurrieron los minutos. Yohabía perdido la noción del tiempo, tal vez por el miedo y laincertidumbre que aquella situación me provocaba. Yoadoraba a mi padre y todo aquel que podía potencialmentecausarle alguna preocupación o dolor a su noble corazón meproducía temores.

No recuerdo cuánto tiempo pasó, tal vez bastante, porquecuando mi padre abrió la puerta de la casa, me despertésobresaltada. Observé que ya había anochecido porque lasprimeras sombras de la noche se escurrían entre los visillosde las ventanas. Todos levantamos la vista para mirarlo. Surostro estaba demudado. Se hizo la señal de la cruz al cerrar lapuerta con el cerrojo y nosotros le seguimos, luego rezó lasoraciones de la noche y nosotros le respondimos. Yo notabaque mi cuerpo temblaba, tal vez de frío. Estaba destemplada.

28

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 28

Page 24: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Tal vez de miedo por lo desconocido. Cuando terminamos derezar, enjuagó sus manos con una jarra que había sobre lamesa, mientras mi madrastra, presurosa, le acercaba unablanca toalla. Luego se sentó en la cabecera. Mi madrastrasirvió la cena. Comimos en silencio. Recuerdo que se escu-chaba solo el crepitar de los leños en la chimenea y el ruidocasi imperceptible de los cubiertos al chocar contra los platos.Acabada la cena, dimos las buenas noches con un beso anuestros padres y nos fuimos a dormir.

Mi padre se levantó de la mesa y se sentó en su poltronajunto al fuego de la chimenea, mientras mi madrastra termi-naba de ordenar los enseres. Cuando hubo concluido la tarease sentó a su lado y él comenzó a contarle, con voz pausada,lo que había acontecido aquella tarde.

Yo había dejado, como al descuido, la puerta entreabiertay atenta a la conversación, pude escuchar lo que mi padredecía. Parecía que el corazón se me iba a salir del pecho, porlo que tuve que poner mis manos sobre él para tratar decalmarlo, pero entonces sentí que mi corazón igual se meescapaba y que se saldría por mi boca. Palpitaba tan fuerte,que me entorpecía poder escuchar las palabras serenas de mipadre. Sin embargo, su voz, lejos de causarme temores, metrajo serenidad. Así era él, por eso en la aldea le habíanelegido su pastor. Él siempre transmitía paz, serenidad, espe-ranzas. Sí, esa era la palabra precisa, esperanzas.

Esperanzas que brotaron de mi alma al notar en su vozese entusiasmo que de pronto me parecía irreal. Mi padredefinitivamente era un ser extraordinario. Las situaciones difí-ciles eran para él un acicate. Parecía que en lugar de habercerrado la puerta con cerrojos, para que nadie pudiera hacer-nos daño, estaba abriendo las ventanas de su alma, de par enpar, para que todos tuviéramos la oportunidad de poder volar,muy lejos de Rusia, a otras tierras en las que alboreaban airesde verdadera libertad.

29

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 29

Page 25: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Agudicé mi oído para escucharle. Por suerte, mi corazónal escuchar su voz tranquila se serenó y sus palabras fluyeronclaras y precisas hacia mí. Mis hermanas mujeres todasdormían y en el otro cuarto, los varones, hablaban en vozmuy baja.

La situación en Rusia no era sencilla. Se avecinaban tiem-pos difíciles de hambre y de guerra y mi padre tenía laresponsabilidad, que le atenazaba, de que en casa había variasbocas que alimentar. Mientras estuviéramos en la granja noiban a existir mayores problemas pero la situación cambiaría,todo escasearía, los impuestos se multiplicarían, las reservasse agotarían, mientras sus ansias de libertad parecían resurgirinversamente al tener la confirmación precisa de que aquellasituación de tranquilidad y sosiego aparente, de la que había-mos gozado hasta entonces, no sería duradera.

En las vastas y variadas tierras de Rusia, los pobres seapiñaban por doquier, las aldeas, que podían tener entre unadocena y cientos de casas como la nuestra, se alzaban en losclaros de los bosques y también en las orillas de los ríos. Deallí obteníamos el sustento. Los bosques nos proporcionabanla leña para cocinar y calentarnos, la madera para nuestrostechos y con su noble corteza nos hacíamos los zapatos. Loscampos nos daban ovejas, cerdos y vacas de donde sacábamosleche, pieles y carne, y un sinnúmero de aves de corral. Laspreferidas de mi padre eran los patos y los gansos, por centi-nelas, pues sus graznidos ahuyentaban con la ferocidad de unperro. Mi madrastra preparaba con ellos sabrosas comidas alhorno al rellenarlos de arroz, ciruelas y uvas pasas, o alhornearlos con manzanas o cebollas, rociados con jugos defrutas. Sus plumas más suaves las utilizábamos para los“gansitos”, aquellos acolchados que usábamos para dormir,livianos y calientes, que hacían las delicias del invierno, forra-dos con telas blancas de algodón. Recuerdo siempre que poraquellos años, cuando cruzábamos los ríos o lagos heladoscon los carros de caballos y el hielo no se quebraba por su

30

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 30

Page 26: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

gran espesor, dormíamos solo con las sábanas y los “gansitos”que nos cobijaban como en un nido lleno de calor y suavi-dad. Pero estos recuerdos quiero dejarlos para después, puesno quiero apartarme de lo que aconteció aquella tarde.

Aunque los siervos en Rusia se habían emancipado en1861, en tiempos del zar Alejandro II, las raíces de la servi-dumbre eran demasiado profundas. Los campesinos comonosotros pagábamos tributo a los nobles dueños de las tierras,que a menudo se quedaban con la mitad de nuestras cose-chas. Aquella tarde, la guardia imperial había venido a avisar ami padre, y a todos los hombres de la aldea, de que ese año sequedarían con los dos tercios de lo que recolectáramos.

La miseria se cerniría sobre nosotros y no había otraalternativa que escapar cuanto antes de Rusia, o morir enSiberia en el destierro, por desacatar las órdenes del Zar.

Previendo el descontento que no tardaría en llegar, aque-lla noche mi padre tramó la huida. Solo mi madrastracompartió con él sus angustias y sus incertidumbres, perotambién la esperanza de escapar hacia un nuevo mundo quese hallaba más allá del océano y al que llamaban Canadá.

Aquella noche me pareció eterna. El misterio de lo desco-nocido me agobiaba y mi cuerpo temblaba. No sabía cómoserían los días por venir, sobre qué futuro iba a edificar mivida recién iniciada, sobre qué tierras, junto a qué personas,en qué atardeceres se perdería mi vista, o en qué nochesamargas lloraría las penas de una inmensa soledad sinconsuelo.

Pero todavía estaba a tiempo de ser feliz, porque cuandoamaneció, la luz del sol borró mis angustias. Solo supe que,durante toda mi vida, las sombras de la noche agigantaríansiempre mis miedos, miedos que se borraban al despuntar elsol, esa luz de esperanza que me mantuvo viva cuando creíaque iba a morir de pena.

31

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 31

Page 27: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

“¡Olga!”, sentí la voz de mi padre que me llamaba y corrífeliz a darle el beso de los “buenos días”, luego volví a lacama otro rato, pues aún era temprano...».

32

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 32

Page 28: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

II

LA LLAVE DE UN SECRETO

Domingo 13 de enero de 1980

El domingo siguiente esperé ansiosa a mi abuela Olgaque vendría a almorzar con nosotros. Después delalmuerzo caminamos hasta el banco de piedras y conti-

nuó su relato... Desde aquel 6 de enero en adelante nos encon-trábamos todos los domingos para que siguiera contándomesu historia...

Ella mirando pasar las nubes prosiguió, como si estuvieraleyendo un libro... el libro de su vida..

«... Había pasado una semana desde aquella tarde aciaga,pero yo me sentía feliz. Mi padre siempre me prefería paraconversar sobre las actividades de la granja, sobre mis clasesen la escuela de la aldea, sobre mi afición a la música. Sería talvez porque yo tenía esa edad intermedia entre la niñez y laadolescencia, donde podía hablar seriamente sin ser tomadademasiado en serio. Aún no era lo suficientemente grandecomo mis hermanas Lidia y Julia para ayudar en las tareasmás pesadas de la casa ni era varón como mis hermanos Leo yWilly que ayudaban durante toda la jornada en el campo. Mishermanas menores, Helen y Augusta, eran demasiado peque-ñas y solo jugaban con sus muñecas de trapo. ¡Pobre Augusta

33

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 33

Page 29: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

y pobre Helen!, nada hacía prever el futuro de cada una. Ypobres también todos nosotros, por no saber el destino quese nos acercaba a pasos agigantados. Me hubiera gustadopoder ver como ahora, a los noventa y un años de edad, losacontecimientos que irían forjando mi vida.

Ahora que han pasado los años pienso que la vejez essabia y prudente porque nos permite mirar hacia atrás,aunque no nos permita arrepentirnos de nada porque ya esdemasiado tarde y no hay tiempo para enmendar los errorescometidos durante nuestra juventud. Pero por aquellos años,aún era temprano. La vida parecía sonreír a aquel ramillete deniños rubios y granjeros que mezclaban su idioma alemáncon algunas palabras en ruso y las ilusiones con el trabajo,imaginando la vida como un prado sereno y florido.

La mañana amaneció lluviosa. Mis padres se habían levan-tado más temprano que de costumbre. Mi padre a ordeñar lasvacas que estaban en el establo y mi madre a preparar masastiernas de levadura y anís para el desayuno.

Cuando el día comenzó a despuntar, la cocina ya estabaen pleno funcionamiento y los perfumados aromas se espar-cían por toda la casa. Mis hermanas Julia y Lidia se levantaronprimero, pues ellas ayudaban a nuestra madre en las tareas dela casa. Mis hermanos varones lo hicieron inmediatamentedespués porque a ellos les tocaba soltar las vacas, llevarlas alcampo, dar de comer a las aves, recolectar los huevos para lacocina y rastrillar los gallineros para que todo estuvieralimpio y prolijo como les gustaba a nuestros progenitores.

El jardín y la huerta eran el lugar favorito de toda la fami-lia y, sobre todo, mi lugar preferido, pues todos podíamostrabajar en ellos.

Aquella mañana, cuando todos estuvimos sentados frentea nuestros tazones humeantes de café con leche y los doradosy sabrosos panecillos de anís y levadura, mi padre, después derezar, nos sonrió y nos habló con dulzura.

34

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 34

Page 30: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

––Amados hijos, como ustedes saben, hace una semanallegó la guardia del Zar. En aquella tarde todos nos alegramosporque, si algo venía a controlar, nosotros estábamoscumpliendo con todo lo exigido. Estábamos entregandopuntualmente la mitad de nuestra cosecha de trigo, pagandotodos nuestros impuestos y rindiendo homenaje y respetoperpetuo a nuestros Zares, después de hacerlo a nuestro Diosy Padre celestial. Pero debo decirles que las noticias que ellosme trajeron no fueron para nada tranquilizadoras. Los tiem-pos que se aproximan para Rusia serán muy duros porque nosolo estará en peligro nuestro sustento, sino también nuestrapropia vida. De las cosechas deberemos entregar, de ahora enadelante, los dos tercios; los impuestos se triplicarán y eldescontento brotará en el corazón de todos los hombres,como históricamente siempre ha sucedido. Descontento quese traducirá en revoluciones, en hambre e incertidumbrespara todas las familias. Por tal motivo, queridos hijos, vuestramadre y yo hemos planeado un vuelo lejano.

––¿Un vuelo? ––pregunté con incredulidad.––Volaremos lejos de Rusia como lo hacen las aves del

cielo. Nos iremos solo con nuestras pertenencias y los rublosque con tanto esfuerzo y sacrificios hemos podido ahorrar yque nos servirán para embarcarnos hacia un nuevo mundo.Nos iremos muy lejos, a otras tierras promisorias, a buscar undestino que albergue un futuro para todos. Un futuro de sol yesperanza. Eso es lo que queremos transmitirles, darles unaesperanza. No teman a nada y a nadie en este mundo. Solo aDios deberán temer y todo lo demás irá bien.

Mi padre continuó.––La fecha de nuestra partida será aleatoria, cuando las

circunstancias sean propicias. Tal vez en unos pocos meses otal vez en un año o dos. La travesía será larga y no deberemosdejar nada librado al azar porque, después, ya no podremosdar vuelta atrás. Lo importante de esto es que permanezcamostodos unidos.

35

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 35

Page 31: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Mis hermanos y yo cruzamos las miradas y nos sonreí-mos mutuamente y en nuestras sonrisas pude percibir unsigno de seguridad y de optimismo.

Mi alma se llenó de júbilo y desde aquel momento nohice otra cosa que pensar en el día en que saliéramos deRusia, camino a otras tierras, en busca de nuestro futuro.Desde aquella mañana, en adelante, traté de disfrutar de cadacosa, de cada momento, de cada persona y de cada lugar conla sensación de que nunca más volvería a verlos o a vivirlos.

No obstante, durante la infancia, ¿quién no ha sentido elsuelo seguro bajo sus pies y la vida surgiendo de nuestrocorazón con esa fuerza incontenible, capaz de hacernos sentirlos reyes del universo? Con ocho años de existencia misilusiones estaban intactas y los años por venir se abrían antemis ojos con la visión de un prado verde, bordeado de floresmulticolores y un sol que asomaba en el horizonte de mi vidaentre nubes celestes y rosas.

Cuando mi padre terminó de hablar palmeó con susmanos festejando aquella idea y todos le seguimos llenos derisas y alborozos.

La llovizna ya había cesado y, de acuerdo con las instruc-ciones de nuestros padres, cada uno de nosotros deberíacomenzar con las tareas cotidianas.

Bien abrigada, con camiseta de frisa, camisa de algodón,jersey de lana de oveja marrón, enaguas largas de lino, faldaamplia y larga de lanilla verde oscura, medias de lana y loszapatos de corteza de árbol para trabajar en la huerta o en eljardín, salí camino a las almácigas. El otoño se insinuaba y lamañana estaba muy fresca.

Sobre la ropa, todas las mujeres de la casa usábamos unosdelantales claros de lino o algodón para protegerla, así es quecoloqué las pequeñas bolsas de semillas seleccionadas dentrodel delantal que sostenía con mis manos formando un sacode tela. No acababa de abrir la puerta trasera de la casa, parainiciar el camino por el sendero bordeado de menta y

36

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 36

Page 32: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

lavanda, cuando los perros vinieron a mi encuentro. Melengüeteaban las manos y corrían a mi lado como queriendosaludarme. ––¡Tuchi, Demonio! ––les grité––, no me dejancaminar. Los perros corrieron por delante de mí y al llegar ala huerta se tendieron sobre el pasto a la sombra de uncastaño.

El jardín se extendía al frente y a los costados de nuestracasa, mientras la huerta ocupaba la parte posterior quelindaba con el campo. Nuestra huerta era inmensa, ya que enla granja nunca faltaba el espacio y aquel que no se usaba paracultivar verduras o frutas, se utilizaba para sembrar trigo,cebada o centeno.

Ir a la huerta era mi tarea favorita. El sol se filtraba porentre las ramas pintando el pasto de motas doradas. Y losperales, tilos, almendros y manzanos, que se dispersaban congran profusión, formaban un bosquecillo encantador. Enaquel momento pensé en cuántas mañanas o tardes másvolvería a disfrutar de aquel huerto. Pensé en nuestro vuelo,aquel del cual nos había hablado mi padre en el desayuno yme pregunté qué otros niños, como nosotros, vendrían a vivira nuestra casa, cuando todos nosotros nos hubiéramosmarchado lejos. ¿Quiénes recorrerían aquellos senderossombreados y bordeados de azul lavanda? ¿Quiénes recolecta-rían nuestro trigo? ¿Quiénes cortarían nuestras flores parapreparar los ramos que adornaban la sala en los días festivos?¿Quiénes acariciarían las cabezas de nuestros perros?¿Quiénes? Pensé en mi casa. ¿Acaso guardaría el eco de nues-tras voces, la energía de nuestras almas, la luz de nuestrasmiradas, el amor compartido entre mis hermanos y mispadres? ¿A dónde se iría todo aquello cuando nosotros noshubiésemos marchado? ¿Dónde se quedarían las voces denuestros rezos y cantos, los sones del acordeón, las notas delos violines cuando festejábamos el día de Pascua? Tal vezquedarían flotando eternamente en aquel espacio infinitoentre el cielo y la tierra. Tal vez.

37

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 37

Page 33: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Tendría que disfrutar de todo cuanto me rodeaba y guar-darlo en mi retina, con sus detalles, cuanto pudiera y comopudiera, para poder revivirlo cuando ya me encontrara lejos.Pero yo no sabía por aquellos años que, cuando el tiempo seescurre y queremos volver a revivir lugares o momentos,agudizando nuestra memoria, los detalles se esfuman parasiempre, como por arte de magia. Solo queda flotando laesencia de lo que fue y de la que solo podemos recordaralgún color, algún perfume o alguna música que nos resultefamiliar y que podrá, por sí misma, trasladarnos al lugar denuestra infancia. Mas los detalles, aquellos que deseamos contoda el alma poder revivir, esos ya se han evaporado por eltúnel del olvido.

Con los años, las imágenes de la Rusia natal se me fuerontornando borrosas, difusas, se fueron esfumando y entonceshe sentido la extraordinaria necesidad de condensar ochentao noventa años de mi existencia en treinta o cuarenta días derecuerdos en esta amena conversación de los domingoscontigo.

Por eso aquella mañana pensé que estaba a tiempo. Estabaa tiempo de hacer un gran esfuerzo y recordar, agudizar, estaratenta ante los mínimos detalles para no olvidar nada. Noquería olvidar lo que la vida me ofrecía de bueno. Después,con los años, puedo decir que olvidé lo malo, lo borré de mimemoria, como algo natural y humano. ¿Acaso no es buenorecordar lo que nos hizo felices y olvidar lo que trajo tristezay amargura a nuestros días? ¿Quién de nosotros no haquerido conservar por siempre dentro del alma la época felizde la niñez y revivirla cuando nos hemos sentido solos?

Tomé las semillas de dentro de mi delantal y caminéhasta el final del huerto. La tierra ya estaba preparada paratirar en ella las pequeñas simientes que en unas pocas sema-nas se transformarían en lechugas, romero, perejil, orégano yun montón de otras hierbas aromáticas que después desecarí-amos y guardaríamos en frascos herméticos durante todo el

38

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 38

Page 34: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

invierno para las comidas que cocinaba mi madre. Lo mismohacíamos con las peras, las manzanas, los duraznos, las cirue-las y los tomates. Cultivábamos aquellos que estaban enperfecto estado, luego los lavábamos y después de cortarlosen rodajas los colgábamos en cordeles a pleno sol. Cuandoestaban deshidratados los envasábamos y los colocábamos enlos estantes de la despensa. Las frutas que quedaban, lasconsumíamos frescas, en compotas o dulces. En la despensasiempre había docenas de frascos de mermeladas y jaleas demanzanas, ciruelas, peras, duraznos y tomates. Mi madreendulzaba con ellas los budines, masas o panes y cadadesayuno era para nosotros una verdadera fiesta, pero estos seconsumían en pequeñas cantidades, ya que el postre soloservía para endulzar la boca. En los días festivos solían servir-nos dulces ácidos de frutas de la estación, rociados con natafresca. Un verdadero manjar.

Los mirlos cantaron sobre los tilos como si me dieran labienvenida, entonces saqué las semillas de romero y las fuiesparciendo proporcionada y prolijamente sobre los peque-ños surcos abiertos. Luego con una azada las fui cubriendocon la tierra negra y húmeda. El sol iluminaba las gotas delluvia que colgaban de las hojas de los árboles y las pequeñashormigas se alejaban a toda prisa frente al terremoto quehabía desatado con mi siembra. Cuando terminé con elromero, continué con el orégano, con el perejil y con laslechugas. Concluí mis tareas en la huerta cerca del mediodíamientras que Augusta y Helen me saludaban alegrementedesde una ventana con sus muñecas de trapo. Mis hermanosvarones estaban rastrillando el establo y Lidia y Julia ayudabanen la cocina con la preparación del chucrut que se iba coci-nando lentamente sobre el fuego de leña de una gran horna-lla. Mi madre planchaba tapetes, camisas y cortinasal midonadas con una plancha a carbón mientras mi padre leíalas Sagradas Escrituras preparando su sermón del domingo.

39

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 39

Page 35: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

La casa era una fiesta y, tal como la recuerdo, siempre lohabía sido. Todos los días parecían festivos por el ambienteque se respiraba en nuestra familia. Era como si mi padre, alvolver a casarse, hubiera recuperado la felicidad perdida almorir mi madre y su familia se había convertido para él en unoasis de paz y en su proyecto de futuro. La comida era sencillapero siempre sabrosa y servida con todo amor sobre unmantel impecable. Todo brillaba, todo estaba en orden, siem-pre había alguna flor en el florero de nuestros iconos, y nuncaescuché más que buenos consejos y solo vi buenos ejemplosde mi padre y de mi madre.

Por eso con los años me aferré a los recuerdos de miniñez feliz en Rusia. Pienso que todos los niños de la historiadeberían gozar de una infancia feliz, de una etapa deseada yrecordada. Lamentablemente, con los años comprendí quemuchos niños, rusos como yo, sufrieron y pagaron con susvidas el haber estado en el lugar equivocado. Y digo en ellugar equivocado porque, habiéndonos encontrado todosnosotros en una situación posiblemente idéntica, mi padreavizoró el peligro y se prometió a sí mismo salvarnos la vida.

Lo que yo no sabía por aquellos años felices de mi infan-cia era que nos salvaría a todos menos a Lidia. Pero al salvar-nos la vida no nos podría ahorrar los sufrimientos del alma.Sufrimientos que irían cayendo unos encima de otros, sobrenuestros pobres e indefensos corazones, hasta tratar deaniquilarnos.

Vi cómo los perros se acercaban ladrando junto a mishermanos que me saludaban alegres con sus brazos en alto.Yo, entre las almácigas, les hice señas y ellos me esperaron.Juntos emprendimos el camino a la casa. Era la hora delalmuerzo. Mi madre salió al jardín y tocó una campanillallamándonos a la mesa. Con ese sonido identificábamos lashoras de las comidas y era una señal clara y precisa de que lamesa ya estaba puesta. Lo primero que hacíamos al llegardentro de la casa era dejar en la galería de madera nuestras

40

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 40

Page 36: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

botas o zapatos de cortezas, ya que este calzado solo era utili-zado para las labores campesinas. Luego nos calzábamos unosescarpines de piel de cordero que nuestra madrastra nos habíaconfeccionado y nos lavábamos la cara y las manos con aguacaliente. Agua que salía del depósito de la cocina de leña yque corría por el caño hasta el grifo de la cocina y, por elresto de la cañería, hasta el baño. Nuestras manos ateridasrecobraban el calor y la sensibilidad y ya aseados y peinadosnos sentábamos a la mesa donde mi padre, desde la cabecera,rezaba las oraciones diarias y nos impartía su bendición. Alconcluir la pequeña y sencilla ceremonia diaria comenzába-mos a comer.

El pan casero se hacía todos los días, los bizcochos secoscada quince y los guardábamos en tarros de lata bien tapados.

Durante los inviernos se mataba a los cerdos, así es queen casa siempre había, en el sótano de la despensa, huesillos ypatitas de cerdo salados, listos para agregar a las ollas deguisos o potajes que tan gustosos saboreábamos, al igual quechorizos secos o en grasa, pancetas, bondiolas y jamones.

A pesar de la situación en que se encontraban muchoscampesinos, por aquella época, en mi casa, nunca faltó lacomida. En verano recolectábamos nuestras provisiones parael invierno y en invierno las consumíamos. Parecía un círculoperfecto, aquel que la naturaleza nos brindaba, porque añotras año se renovaban los frutos del huerto durante el verano,lo cual nos permitía contar con todas las provisiones para elinvierno

Habíamos terminado de comer el chucrut con patatashervidas y salchichas de cerdo y mi madre se disponía aservir el esnitchut, que era una compota tibia de duraznos, connata fría, cuando mi padre, levantando la vista, nos miró atodos y nos dijo:

––Deberán recordar que, antes de tomar el buque a vaporque nos llevará a América del Norte, tendremos que viajar aSan Petersburgo a hacer algunos trámites para que nos permi-

41

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 41

Page 37: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

tan embarcarnos, y también a Polonia a despedirnos de todosnuestros familiares que viven en Varsovia.

––¿Despedirnos? ––pensé en voz alta.––Sí, Olga, despedirnos ––respondió mi padre––, porque

lo más seguro será que no volvamos a verlos nunca más.––¿Nunca más?––Como lo has oído, hija mía, nunca más.¿Cómo sería no ver a alguien nunca más? Mi alma parecía

percibirlo, aunque no alcanzaba a comprender la dimensiónde aquellas palabras, pero me había prometido a mí mismaguardar como el mayor de los tesoros los pequeños detallesde las cosas, las personas, los lugares y los momentos.

¿Cómo podía yo imaginar lo que aquello significaba?, si amis escasos ocho años de vida, mi padre expresaba unconcepto que estaba ligado indefectiblemente a la eternidad.No alcanzaba a comprender la dimensión de aquella frase,porque todavía no había experimentado palabras como“jamás”, “para siempre” o “nunca más”. Sin embargo, penséque pronto aquel ejército de palabras solemnes y perpetuasme irían rodeando para no abandonarme en toda mi vida.

Desde aquel día, que recuerdo en todos sus detalles apesar del tiempo transcurrido, decidí vivir los cambios que lanaturaleza producía en el jardín y en el huerto con todaintensidad.

Todas las estaciones del año, en los campos de Rusia, eranencantadoras. En los inviernos el huerto se cubría de nieve ynosotros salíamos a patinar por los ríos helados. Dos faldas delana, guantes, gorros de piel y medias tejidas impedían quenos congeláramos de frío y nos permitían permanecer una odos horas practicando patinaje sobre el hielo o montando enlos trineos que fabricaban mis hermanos varones. Mi madrenos forraba con suave piel de cordero nuestros sacos de lana,así que para nosotros el invierno era también un paraíso.

Los pinos se cubrían de nieve, entonces sacudíamos susramas y la nieve caía con profusión mientras nosotros aprove-

42

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 42

Page 38: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

chábamos para recoger los piñones frescos que luego se tosta-ban al horno y servían para comer tibios o para aromatizarbudines o pasteles. La leña de los abetos se cortaba y apilabadurante el verano dentro del granero de la granja. Así podía-mos disponer de leña seca y abundante durante los mesesmás helados del invierno. Las vacas vivían en el establo y lasaves dentro de sus gallineros. Cuando la primavera comenzabaa entibiar y a derretir con su sol la nieve de la superficie, elpasto comenzaba a brotar verde y brillante y el huerto y eljardín parecían renacer del letargo del invierno. Los durazne-ros florecían por todos lados y sus flores rosas parecían ilumi-nar hasta el mismo aire, al igual que los perales y almendros.Las almácigas brotaban con fuerza por la tibieza del aire y porla humedad atesorada durante el invierno, que inyectaba aljardín una fuerza inexplicable. Entonces comenzaban aasomar por doquier los primeros brotes y pimpollos.

El verano era un estallido de color y de perfumes. Los tilosdaban su sombra y su frescor y los frutales colgaban sus jugo-sos frutos que luego recogíamos para el invierno. El jardín erarealmente maravilloso. Los canteros de lavanda y menta espar-cían sus perfumes tenues y las glicinias, jazmines y madresel-vas se prodigaban en flores claras y de suaves aromas.

Por las tardes, al abrir las ventanas, las fragancias se filtra-ban a través de ellas y sentía la inigualable sensación dedormir dentro del mismo jardín. No había duda, el veranoera la estación en que más se trabajaba en el campo. Se reco-lectaba lo producido y se almacenaba. El trigo, el centeno y lacebada se apilaban en fardos, parvas o bolsas. Las frutas yverduras se disecaban, se hacían dulces, mermeladas y secogían los frutos secos como las almendras, nueces y piñones.Los nogales crecían silvestres sobre las orillas de lagos y ríos,que también prodigaban abundantes variedades de peces quenosotros disecábamos y guardábamos, después de ahumarloscon serrín de enebros y cedros, pudiéndose consumir encualquier época del año.

43

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 43

Page 39: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

El otoño era la síntesis de los colores. Todo se pintaba decolores ocres, bermellones y naranjas y a mi vista le gustabaperderse a lo lejos, entre los robledales amarillos que parecíaniluminar el camino que se escondía bajo los árboles. El otoñoen Rusia tenía días de sol, agradables y frescos, y otros denubes grises y lluvias suaves. Todos los días me gustaban. Lossoleados para estar en el jardín y los lluviosos para estar juntoal fuego de la chimenea, escuchando los cuentos de hadas ygnomos que mi madrastra nos contaba al anochecer. Vassilissala Hermosa era mi cuento preferido y me deleitaba con lasaventuras de aquella buena niña. Una buena niña que llevabaconsigo, de recuerdo, una muñeca mágica que su madre lehabía dejado al morir y que le iba abriendo las buenas sendasde la vida con sus sabios consejos.

En casa me llamaban “la gran duquesa”, porque Olga sellamaban también dos mujeres de la dinastía Romanov, unahermana del zar Nicolás II y una de sus hijas. Yo me paseabafeliz por la sala de la granja como si se tratara de uno de lossalones de los palacios imperiales de Moscú o San Petersburgoy soñaba poder conocer, algún día, esos fastuosos ambientesdonde contaban que las lámparas dispersaban sus suaves refle-jos a través de mil velas blancas. ¿Mil velas? Era algo increíblepara mí, ya que nuestra casa se iluminaba con cinco o seisvelas por habitación y diez o doce los días festivos. Sinembargo, me encantaba soñar que la casa de la granja era paramí, mi palacio de invierno y de verano, mi padre, el zar detodas las Rusias, mi madre, la zarina y mis hermanos y yo, losgrandes duques imperiales. Y entonces las doce velas caserasde los días festivos se transformaban en las mil velas palacie-gas de la corte, mientras yo me paseaba ceremoniosamentepor los salones imperiales de mis sueños.

––¡Olga! ––me llamó mi padre y escapé de mis fantasías.––Aquí estoy, papá, en el jardín.–– Ven, hija, estoy en la huerta.

44

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 44

Page 40: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Corrí por los senderos bordeados de menta y en uninstante estaba parada delante de mi padre que se hallabainclinado escardando las almácigas.

––Aquí me tienes, padre.––Olga, quiero que guardes algo en tu corazón.––¿Qué cosa deseas que yo guarde en mi corazón que es

tan pequeño?––Quiero que guardes la llave de un secreto que te

ayudará a vivir.––¿Un secreto? ––pregunté asombrada.––Sí, hija mía. Un secreto. Un secreto que llevarás por

siempre dentro del alma, para que te consuele cuando te sien-tas sola. Escucha bien, Olga: piensa en algo fervientemente yterminarás lográndolo. Solo deberás disponer tu mente y tualma para lograr el objetivo y lo demás se dará por añadidura.

No alcanzaba a comprender aquellas palabras de mi padredichas en clave. ¿En clave? ¿En secreto? Me quedé conmovida.¿Por qué cuando me sintiera sola? ¿Acaso no éramos sietehijos en la familia que estábamos siempre cobijándonos, comolos polluelos, bajo las alas protectoras de nuestros padres?

––¿Por qué me lo dices, papá?––Porque lo estoy experimentando. Creo que voy a poder

concretar en poco tiempo lo que por años he soñado.Yo me recosté sobre un añoso tronco de tilo mientras

miraba a mi padre perder su vista en el horizonte. Entoncesyo cerré mis ojos y mi mente se trasladó a la velocidad delviento al palacio de invierno de San Petersburgo. Era lo quemás deseaba. Tal vez, como decía mi padre, mis pies pudieranrecorrerlo algún día, pues yo pensaba en él ferviente-mente...».

45

El largo camino de Olga

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 45

Page 41: El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2...A mi padre Roberto, por ser una simiente maravillosa de aquel “árbol bueno” que me transmitió mucho de lo que sé de Olga.

Así partió, definitivamente, para desandar el últimotramo de su largo viaje. (Aquel viaje que había iniciado en1889 en Rusia y que concluía en Argentina en 1982). Sinduda Julia estaría en la puerta, esperándola. Y detrás de Juliase asomarían los rostros sonrientes de sus padres, de sushermanos y de sus hermanas.

Debo decir que me propuse escribir su vida porque fueun ejemplo de entereza. Porque no se puede dejar partir haciael olvido a una mujer del temple de Olga ni permitir que eltiempo la vaya tapando con su arena hasta perderse. Al morir,me dejó en el recuerdo su inquebrantable fe por la vida y suférrea voluntad por lograr lo decidido. Ella vivirá por siempreen mí (pues yo soy la continuación de su sangre) y jamáshabré de olvidarla.

9 de febrero de 2.005.

360

YOLANDA SCHEUBER

El largo camino de Olga santos:Antártida 1947 2 01/07/2008 17:52 Página 360