En el buque-escuela, donde navegaron Alfonso XIII y Juan Carlos I, hoy lo hace el guardiamarina Felipe de Borbón El «Juan Sebastián de Elca P ROCEDENTE de Cádiz y Las Palmas, mañana arri- bará al puerto de esta ca- pital el bergantín goleta de cua- tro palos «Juan Sebastián de El- cano», buque-escuela de la Ar- mada española que, al mando del capitán de navio Rafael Martí Narbona, realiza un nuevo cru- cero de instrucción. Entre los guardiamarinas que viajan en «Elcano» Don Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias, que, con toda la dotación del bu- que, el pasado día 9 fue despe- dido por la Familia Real desde el patrullero «Bonifaz». Buque de casa —fue galardo- nado con la Medalla de Oro de la Ciudad— el Juan Sebas- tián de Elcano» es huésped fijo del Muelle Sur, donde bebe luz y sol en su gallarda estampa ma- rinera que, por vez primera, en estas aguas lució el 26 de agosto de 1929. Desde entonces, siem- pre ha llegado —proa a la mar abierta— con todo el trapo lar- go, su roda valiente rompiendo la mar con suavidad de velero mientras, por la popa, la estela se tiende mansa y sin convulsio- nes de hélice acerada. Mañana, la estampa se repetirá en aguas de Santa Cruz de Tenerife, ciu- dad marinera que tiene y bien mantiene tradición de barcos y marinos a la sombra fresca de las montañas de Anaga, Con la mar huérfana ya de ve- las, esbeltas arboladuras, airosos baupreses y cascos escualos y cuchillos, resulta grato para San- ta Cruz que s u puerto se engala- ne —una vez más— con la esca- sa belleza de la vela que aún cru- za los mares. Durante unos días, la grata estampa marinera del «Juan Sebastián de Elcano» proyectará su blancura sobre el fondo sencillo de ciudad y mon- tañas. En vertical valiente, los cuatro palos se rematan con la gracia fina de los masteleros y, el trinquete, se adorna con ver- gas, brazas y marchapies. Des- de el remate del tajamar finísino —envidia de cualquier yate dise- ñado para regatas— el mascarón de línea clásica y noble y, a popa, el farol que bien hace evo- car las naves del Descubrimien- to. Velero de línea precisa y pre- ciosa, el «Elcano» es un hito en la historia mundial de la navega- ción, con la limosna de la brisa en las velas. LOS PRECURSORES DE «ELCANO» Al generalizarse el vapor en la navegación, los negros y espesos penachos de humo —con ellos el acompasado latir de las má- quinas— comenzaron a eclipsar de la mar las esbeltas arboladu- ras. Las fragatas guerreras con- servaron el velamen durante lar- gos años pero, entre el trinquete y el mayor, la chimenea —en Con la montaña de La Altura y el castillo de Paso Alto ai fondo, el «Juan Sebastián de Elcano» zarpa de Santa Cruz y saluda a la voz y al cañón candela y de mucha guinda— ponía siempre su nota discordan- te y antiestética. Los marinos tradicionales pe- dían velas, sólo velas, para la formación de los futuros oficia- les y, entonces, se habilitaron las necesarias unidades para tal fin. Por lo que la Marina Española respeta, dicen las viejas crónicas que, allá por 1793, ya navegaba como buque-escuela la fragata «Santa Rosa». Años más tarde —en 1796, concretamente— la urca «Anunciación» fue destina- da a esta misión forrnativa que de tanta necesidad era —lo es aún— para la instrucción de los futu- ros oficiales. En tal año, la «Asunción» estaba al mando del capitán de fragata Manuel Díaz de Herrera, marino que había llevado a cabo notables trabajos e investigaciones en los campos de la Ingeniería y la Astronomía, Esta fue, sin duda alguna, la primera unidad que a instrucción se dedicó en las Marinas del mundo, ya que en ninguna exis- ten precedentes. A mediados del siglo pasado, la fragata mercan- te «Elcano» fue habilitada para que, en el curso de un viaje re- dondo a Filipinas, embarcase al- gunos guardiamarinas de la Es- cuela Naval que, por entonces, estaba establecida en San Fer- nando. El experimento se llevó a cabo con notable éxito pero, por diversas circunstancias, no se repitió en años posteriores, si bien los viajes continuaron en las fragatas mixtas de la Armada tras la etapa del navio «Soberano» y las fragatas «Perla», «Isabel u», «Cortés» y «Cristina». En los años de la década de los 70 del pasado siglo, las misiones formativas las desempeñan las fragatas «Asturias» —escuela naval flotante— y «Esperanza» y, con ellas, las corbetas «Villa de Bilbao», «Trinidad» y «San- ta María. En 1874, la fragata «Blanca» comienza a navegar como buque-escuela —fue céle- bre su viaje a Escandinavia y puertos rusos del Báltico-™ y, posteriormente, también lo hicie- ron las «Almansa» y «Carmen» hasta que fueron sustituidas por la «Nautilus». Villaamil, el inquieto marino que ideó el destructor, logró la adquisición del «Carrick Cas- tle» —un auténtico «clipper»— que pasó a la Armada española con el nuevo nombre de «Nauti- lus». El «Carrick Castie» había sido botado en 1866 en Glasgow y, hasta 1886, navegó en la ruta de Australia. El casco era «com- posite» —construcción mixta de hierro y madera— y de líneas sencillas y muy marineras; eran sus principales dimensiones 59 metros de eslora por 10 de man- ga y el puntal de unos 8 metros a la cubierta principal; los cala- dos eran de 5 metros a proa y 5,20 a popa a media carga y el desplazamiento correspondiente a ellos era de unas 1.700 tonela- das. El «clipper» fue adquirido por don Fernando Villaamil en 12.000 duros e hizo su primer viaje con bandera española —desde Londres a Cádiz— con material para las defensas sub- marinas, ahorrando así los fletes que hubiera sido preciso abonar por el transporte de tales cargas. En 1888, la «Nautilus» comen- zó a navegar como buque- escuela al mando del capitán de VACACIONES EN LA NIEVE ESTANCIAS Y CURSOS DE SKI EN ESPAÑA: CERLER - FORMIGAL - PANTICOSA - BAQUEIRA LA MOLINA - ANDORRA. TAMBIÉN EN ESTACIONES DE FRANCIA - ITALIA - SUIZA - AUSTRIA - BULGARIA - YUGOSLAVIA, ETC. Informes: RB Wagons-lits Viajes ••Ü La Mayor Organización Mundial de Viajes A.GTV 5 C Pilar. 2 - Tel. 24 66 84 - Santa Cruz de Tenerife C. San Telmo. 2O - Tel. 3814 74 Puerto de la Ou¿ fragata don José de la Puente y Bassave que, en septiembre del año siguiente, lo trajo a Santa Cruz de Tenerife, puerto al que volvió en febrero de 1891 al mando de don Víctor Concas y Palau. Muchas fueron las escalas ti- nerfeñas de la «Nautilus» y, du- rante una de ellas —en 1901 concretamente— mientras se iza- ba uno de los botes, a consecuen- cia de una avería éste cayó a cu- bierta e hirió al guardiamarina Roig, que posteriormente falle- ció en el Hospital Militar de esta plaza. El 30 de septiembre de 1922, la «Nautilus» dio fondo por última vez en aguas de El Fe- rrol; la mandaba don Manuel Mendívil y Elío y, con pena in- finita de promociones y promo- ciones que en ella navegaron, fue desarmada y dada de baja en las listas de la Armada. La «Nautilus» terminó des- guazada, pero en la buena histo- ria del puerto tinerfeño, bien se recuerdan los nombres de los co- mandantes —De la Puente, Con- cas, Azcárate, Márquez y Solís, Duran, Cervera, Moreno Eliza, etc.— que con ella recalaron en estas aguas, las mismas en que mañana dará fondo el «Elcano». LOS «CALATEA» Y «MINERVA» Cuando la «Nautilus» fue amarrada, se estudio con deteni- miento e interés el problema que se planteaba. Entonces se deci- dió la compra de dos antiguos veleros ingleses que, bajo ban- dera italiana, se ofrecían en venta y se encontraban en excelentes condiciones de casco y aparejo. Y fue entonces cuando arbolaron bandera española los bricbarcas «Galatea» y «Minerva», ambos destinados a servir como buque- escuela en la Armada. El «Galatea», de tres palos, había sido construido en los as- tilleros de la Rodger, en Port Glasgow, para la naviera Ster- ling. Botado en 1896, era —es, pues aún está a flote— de casco de acero, 1.620 toneladas y 73 metros de eslora por 11,9 de manga. Con el nombre de «Glenlee» hasta que, tres años más tarde, fue vendido a la R. Ferguson and Co., de Dundee, que lo rebautizó «Islamount» y transfirió a una de sus «single ship companies», la Islamount Sailing Ship Company, que lo empleó en la ruta del carbón a puertos chilenos y regresó con trigo desde Australia. En 1905, sin cambiar de tráfi- co niTle nombre, fue adquirido por la Flint Castie Shipping Co., de Liverpool. Durante la Prime- ra Guerra Mundial pasó al Ship- pong Controller que, a su vez, cedió su gerencia a la firma J. El «Juan Sebastián de Elcano» cuando, en mayo de 1976, zarpa! los otros veleros integrantes de la regata a las Bermudas y Nue tructor «Oquendo», Juan Hernández tomó esta estai Stewart and Co. y, finalizada la contienda, fue vendido a la So- cietá Italiana di Navigazione Ste- lla d'Italia. El «Islamount» fue rebautizado «Clarastella» y re- formado de quilla a perilla; se le instalaron dos motores diesel, alumbrado eléctrico y los enton- ces más modernos equipos de 'ayuda a la navegación y, así, se aprestó a competir con vapores y motonaves en el tráfico comer- cial de altura. El segundo velero adquirido —-rebautizado «Minerva» cuan- do pasó a la Armada española— había sido botado en 1892 en los astilleros de la Russell, en Glas- gow, para el armador J. R. Dick- son, de la citada ciudad. De 2.127 toneladas —en el espejo de popa lucía el nombre de «Jor- danhill»— estaba aparejado de bricbarca de cuatro palos y, en 1902, fue adquirido por la navie- ra Lawson, bajo cuya contrase- ña siguió en la mar hasta que en 1920, se abanderó en Italia con el nombre de «AugusteUa» corno propiedad de la Societá Italiana di Navigazione Stella dltalia. Ya bajo bandera española, am- bos bricbarcas fueron convoya- dos desde Genova a Cartagena por el transporte «Almirante Lobo» —aquel de palos y chime- nea en caída, botado en 1909 en astilleros escoceses— y, el 30 de abril de 1923, se firmó con los astilleros de Horacio Echevarrie- ta en Matagorda —los continua- dores de la antigua factoría de Vea-Murguía— el contrato para acondicionarlos. El «Galatea» quedó pronto listo para navegar como escuela de guardiamari- nas, en tanto el «Minerva» lo hizo para formar a los aprendi- ces marineros; el primero alivió las misiones que pesaban sobre los cruceros «Reina Regente» y «Cataluña» y, cuando el «Elca- no» entró en servicio, pasó a es- cuela de marinería, ya que el «Minerva» había sido transfor- mado en pontón carbonero en 1924. Sin masteleros ni mastelerillos —sobre el casco los muñones de los palos machos— el «Miner- va» perdió hasta la gracia de! bauprés y, negro bajo la fina capa del polvillo del carbón, en Ma- rín sesteó hasta que, en 1937, se le corrió soplete. El 17 de abril de 1925 se auto- rizó la construcción de un nue- vo buque-escuela —el «Miner- va» había causado baja el 30 de junio del año anterior— que, por importe total de 7 millones 569.794 pesetas, se construiría por Echevarrieta y llevaría el nombre de «Juan Sebastián de Elcano». Mientras, el «Galatea» continuaba sus singladuras. Cas- co negro y, en sus tres palos, el blanco velamen que le daba vida con la limosna de la brisa. Cua- tro piezas de 57 milímetros para salvas era el simbólico armamen- to del bricbarca que, años más tarde, lució el casco pintado de blanco esmalte; sólo un puente alto, a popa, deformaba su es- tampa un tanto maciza, de bar- co hecho para navegar en el duro tráfico del salitre chileno y el tri- go australiano, rutas en las que, siempre, tenía que doblar el te- mido Cabo de Hornos. En 1961, después de largos años dedicado a su misión for- mativa, el «Galatea» causó baja en las listas de la Armada. Pero el desguace no pudo con el ve- terano bricbarca que, en el arse- nal ferrolano, quedó como pon- tón de maniobra. En su arbola- dura se ejercitaron los jóvenes venezolanos que luego formaron la primera dotación del «Simón Bolívar» y, con muchos años e historia sobre sus cuadernas, el viejo «Glenlee» aún espera el momento de su definitivo desti- no que, al parecer, será en aguas sevillanas del Guadalquivir. EL «JUAN SEBASTIAN DE ELCANO» Cuando en 1925 llegó el mo- mento de decidir la construcción de un nuevo buque-escuela, se encargó de su diseño al célebre ingeniero naval Camper Nichol- son, de Southampton, especialis- ta en el trazado de grandes ya- tes. El resultado obtenido está claramente a la vista cada vez