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Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad Teresa López Martínez Prof. Jorge Seda Prado Historiografía puertorriqueña y caribeña II 23 de mayo de 2011
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El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

Jan 27, 2023

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Miguel Vazquez
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Page 1: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe

El intelectual puertorriqueño moderno

y la modernidad

Teresa López Martínez

Prof. Jorge Seda Prado

Historiografía puertorriqueña y caribeña II

23 de mayo de 2011

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I. Introducción

El siguiente trabajo se enfoca en el tema del

intelectual moderno en el contexto puertorriqueño de la

segunda mitad de siglo XIX y la primera del XX,

particularmente en dos áreas principales: el intelectual

moderno puertorriqueño en su descarga de la función

normativa, así como en la conexión que existente entre este

tipo de intelectual y el proyecto de la modernidad. Para su

desarrollo utilicé de fuente: Intelectuales. Notas de investigación de

Carlos Altamirano; Un país del porvenir, el afán de modernidad en Puerto

Rico (siglo XIX) de Sylvia Álvarez Curbelo; y el ensayo El

nacionalismo de la fase de arranque. Antonio S. Pedreira: la nación

problemática no alza vuelo del libro El sueño que no cesa: la nación

deseada en el debate intelectual y político puertorriqueño 1920-1940 de José

Juan Rodríguez Vázquez: tres estudios que presentan diversos

enfoques sobre el tema del intelectual moderno y le examinan

desde perspectivas muy distintas.

En su libro, Altamirano da historicidad al tema

del intelectual moderno desde un punto de vista panorámico,

al definir tres distintas tradiciones de intelectualismo.

Page 4: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

Para él lo importante es proveer un “mapa”, logrado de forma

muy general, que ayude al tratamiento histórico del tema.

Esta lectura me sirve más bien para contextualizar al

intelectual moderno puertorriqueño desde un punto de vista

histórico y establecer la tradición a la cual pertenece.

A diferencia de Altamirano, en sus

investigaciones Álvarez Curbelo y Rodríguez Vázquez realizan

estudios mucho más minuciosos que se orientan hacia un

conjunto de intelectuales modernos de Puerto Rico. Ambos

autores pertenecen a una nueva generación de intelectuales

puertorriqueños que han asumido la noción de que el modelo

moderno está actualmente en crisis y que hay que repensarle,

interrogarle, examinar sus contradicciones. Con tal fin, sus

investigaciones exponen a los intelectuales modernos del

País como artífices del imaginario de la modernidad y

examinan cómo sus propuestas se convirtieron en discursos

uniformadores de poder que dieron legitimidad a diversos

proyectos de elite.

Valiéndose de la teoría postestructuralista,

Álvarez Curbelo se concentra en el intelectual moderno de

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siglo XIX. Su libro explora una serie de documentos y

escritos canónicos con el fin de revelar el carácter del

discurso de la modernidad que estos emplean y cómo se va

constituyendo en discurso hegemónico. Basándose en gran

medida en la teoría postcolonial, en el suyo Rodríguez

Vázquez considera los discursos de tres intelectuales

modernos activos en la primera mitad de siglo XX, explorando

la manera en que su particular concepción de modernidad le

dio forma a variados proyectos nacionales.

Por último, el ensayo El intelectual moderno de

Jorge Seda Prado,

ha sido de gran utilidad para llenar los blancos que, en

ocasiones, me han dejado las lecturas anteriores. Lo mismo

sucede con otras dos lecturas de Altamirano que he incluido

en la Bibliografía.

II. El intelectual moderno puertorriqueño y la

función normativa

El intelectual, nos dice Altamirano, no es una

categoría profesional sino una conciencia y una construcción

Page 6: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

de identidad asociada a un modelo de acción. Quienes proveen

usualmente las contestaciones sobre qué es o qué debe ser un

intelectual son los mismos intelectuales. Sin embargo, la

definición de intelectual, sus funciones y responsabilidades

han producidos intensos y extensos debates en el mundo

intelectual.1

Para empezar, el intelectual moderno es un actor social

que se ubica en un estatus social más “alto” en el espacio

de la cultura y tiene deberes distintos a los de otros

miembros de la sociedad, estiman numerosos intelectuales.

Dicha noción de intelectual descansa sobre la idea de clerc

estipulada por Julien Benda, indica Altamirano. El clerc es

un: “...representante del espíritu que, a distancia de la

agitaciones de la sociedad, ejerce sobre ella una suerte de

magistradura” (Intelectuales 35).

Realmente es más fácil explicar qué es un intelectual

por lo que hace, o sea, por lo que debe de hacer para ser

intelectual, explica Altamirano. Sobre este particular

establece que “...al obrar como críticos sociales o

1 Véase El intelectual moderno, p. 11

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moralistas públicos, hay en ellos una propensión a

concebirse como clase ética, como un grupo que se describe y

define en términos de una misión” (Intelectuales 30). Tal

misión puede ser desde guiar la sociedad, hasta velar por el

Progreso, destacar las incongruencias entre el

comportamiento proclamado y los actos de los gobernantes,

cuestionar el conservadurismo o contradecir a los poderosos,

exponen distintos intelectuales. Otros de sus haberes son

custodiar valores permanentes de la Civilización o adelantar

la queja común. El intelectual es un reformador que busca

producir cambios en la sociedad. También es un moralista

público o un crítico social, de acuerdo a la fuente.

Jean Paul Sartre, por ejemplo, distingue a los

intelectuales como “conjunto ético” que realiza, como

compromiso ineludible, una misión política (Intelectuales 37).

El intelectual debe inquietar la conciencia cotidiana y

oponerse a las fuerzas conservadoras, opina Sartre. Otros

intelectuales, como Edward Said, proponen que el intelectual

debe ser un crítico cuya misión es oponerse a los poderosos

y adelantar la causa de la Justicia y la Paz. Asimismo debe

Page 8: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

producir un entrañamiento de la sociedad y, ante todo,

oponerse al nacionalismo.

En su libro Altamirano distingue entre tres distintas

tradiciones intelectuales: la normativa, la marxista y la

social. Para él la tradición normativa operó como un tronco,

una base, del cual se proyectaron las otras dos tradiciones.

El razonamiento ético como acción socio-política es lo que

precisamente define la tradición normativa del intelectual,

un canon que tiene sus orígenes en Francia en la segunda

mitad de siglo XIX, de acuerdo a él.

Dicha tradición diferencia a su vez al intelectual

moderno del de la primera mitad de siglo. El intelectual

moderno integra algunas de las funciones del letrado

ilustrado y el romántico2 pero se distingue de ellos en la

manera en que se desempeñó en el espacio social como

2 La ilustración y el Romanticismo fueron dos corrientes de pensamiento liberal que desgastaron el dominio del poder eclesiástico y cortesano sobre la representación de la realidad. Asimismo fueron corrientes de pensamiento liberal. El ilustrado fue quien primero postuló que la Razóndebía organizar la sociedad. Para este, la Razón proveía la base del conocimiento y con ella se podía revelar el caracter “objetivo” del mundo. El individualismo por él profesado implicaba una nueva manera de relacionarse con la autoridad, si bien quedó relacionado al servicio delestado. El hombre de letras romántico por el otro lado ansió destruir elmundo que el ilustrado había fabricado. Este era rebelde ante la autoridad del estado y se oponía a todo absolutismo.

Page 9: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

“dirigente cultural” (Intelectuales 16)3 y como fue apropiándose

de ciertos discursos, la Cultura, la Historia, la Ciencia,

por ejemplo, para hablar en nombre de la Verdad y, mediante

ella, dirigirse a las elites culturales o políticas o el

estado.

Si bien todo ello caracterizó en un principio a los

intelectuales modernos franceses decimonónicos,4 prontamente

el canon normativo se irradió hacia los extremos del mundo

occidental, donde fue adoptado por distintas comunidades de

letrados, nos informa este autor. Sin embargo, el contexto

en que dichas comunidades letradas trabajó, como sucedió en

la América hispana, España o Puerto Rico, no necesariamente

guardó relación con las circunstancias sociales o políticas,

ni con la prosperidad económica de Francia. De hecho, la 3 Algo que además debe ser mencionado es que el escenario del intelectual fue la ciudad (la comunidad política). La condición urbana le definió a él y al tipo de cultura que le formó, informa Altamirano, aún en aquellos lugares que se encontraban lejos de las principales metrópolis como París. Cumpliendo el rol de ciudadano “político” –en el sentido amplio de la palabra “polis”– desarrolló la escritura como actividad primaria y mediante ella se dedicó a pensar y debatir públicamente, impulsado por un deseo ferviente de hacer constar su voz en el espacio cultural y político de la sociedad. La reflexión abierta fue una de sus características principales.

4 Este estudioso fija el comienzo del uso del término intelectual mismo también en la Francia de finales de siglo XIX cuando se experimentaba enParís el apogeo de la prosperidad decimonónica.

Page 10: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

apropiación de los ideales franceses caracteriza tanto al

letrado como al intelectual moderno en todo el siglo XIX en

el mundo hispano.5 También en Puerto Rico los intelectuales

modernos decimonónicos se apropiaron de las ideas europeas,

particularmente las francesas, para mirar a su sociedad.

Igualmente, al intelectual moderno puertorriqueño le

define el eclecticismo, o sea, la presencia de diferentes

grados de híbridez entre las corrientes europeas, como la

ilustrada, la romántica y, luego, la positivista, entre las

principales.6

5 Los letrados de la América hispana en la primera mitad de siglo, por ejemplo, se valieron del pensamiento francés para adelantar las luchas de independencia y la forja de la nación. La retórica de la Libertad, laIgualdad y la Fraternidad les ayudó a quebrar los privilegios de los poderosos y la solidez de sus discursos, así como a atacar a la monarquía. En la segunda mitad los intelectuales modernos de esta regióncontinuaron mirando a Francia –y al continente europeo en general– buscando encontrar allí los modelos e ideales modernos con los cuales mirar a sus sociedades e interpelar a las elites y a los poderosos. El deseo de lo europeo, como pináculo de la modernidad, afectaba tanto a las clases pudientes como a las clases medias de las cuales estos intelectuales procedieron.6 Según Álvarez Curbelo señala, entre los letrados puertorriqueños de laprimera mitad de siglo XIX predominó la tónica ilustrada, que más adelante se entrecruzó con el Romanticismo. El ilustrado puertorriqueño había apelado a la racionalidad de los procesos de la vida cultural, social, económica y política. Sobre todo reclamaba al aparato colonial el derecho a la educación y el estudio de las ciencias. Y fue quien primero articuló el binomio civilización-atraso.

El romántico puertorriqueño cultivó la ficción, explica la estudiosa. La literatura fue su principal campo discursivo, un espacio de libertad en el cual la Nación comienza a tomar forma como ente histórico. El costumbrismo ordenó la temática puertorriqueña y sirvió

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En la segunda mitad de siglo XIX el canon normativo

define el rol que los intelectuales modernos puertorriqueños

van a cumplir. Álvarez Curbelo, por ejemplo establece que

los intelectuales modernos, a partir de la década del

sesenta, validaron su propia autoridad como poseedores de

saberes y obtuvieron prestigio e importancia socio-cultural

e, incluso, política, como los custodios de valores tales

como Progreso, Libertad, Civilización y otros. Esta

estrategia sirvió además para desafiar los valores canónicos

del pasado, oponerse al absolutismo monárquico, más

adelantar proyectos con los cuales pretendieron modernizar

la sociedad. Sin embargo, a diferencia de intelectuales en

otras regiones –y debido a la situación particular de la

Isla como colonia española– el discurso de la modernidad

identificó y dió legitimidad sólo a unas elites culturales

sin poder – económico, político– real.

para camuflagear las críticas al sistema colonial. Igualmente, se dedicóa crear los mitos de origen, el Panteón de personajes “ilustres”de la Patria y establecer las bases de las metanarrativas nacionales decimonónicas. Asimismo consolidó la alta cultura, las Artes, la Literatura y la Historia como signo de lo civilizado, como indicio de que la Isla se encaminaba hacia el Progreso.

Page 12: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

Si bien el intelectual moderno finisecular terminó

consagrado a la Cultura, la Historia o la Ciencia y, a

través de ellas, impulsó la utopía de la modernidad, ya en

la primera mitad del siglo XX gran parte de la comunidad

letrada quedó apresada en las redes del nacionalismo,

explica Altamirano. Dichos intelectuales proveyeron

homogeneidad, continuidad y coherencia a una gran diversidad

de proyectos políticos de esta índole.7

Si en el siglo XIX la modernidad fue un anhelo que

parecía casi imposible de cumplir, en la primera mitad de

siglo XX la nación sería “el sueño que no cesa” entre los

intelectuales puertorriqueños. En su libro Rodríguez

Vázquez presenta cómo los intelectuales modernos

puertorriqueños entre las décadas del veinte y cuarenta del

XX, ya bajo el dominio del imperialismo estadounidense,

comenzaron a reclamar una nueva misión y adelantar proyectos

nacionales novedosos, en los que nación era equivalente a

7 Desde socialistas hasta liberales, y en los que se pueden incluir los fascismos y totalitarismos u otros tipos de dictaduras. Altamirano dice que algunos de estos también se vincularon al ordenamiento de las “pasiones políticas” y, en ciertos casos, terminaron fungiendo como organizadores del “odio político” o “sacerdotes de la justica abstracta”, según Julien Brenda. Véase Intelectuales p 33.

Page 13: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

modernidad. (De hecho, explica Altamirano, el nacionalismo

fue, en el siglo XX, “...uno de los principales discursos

políticos de la modernidad” (Intelectuales 19).

En los primeros años de la colonia, el nacionalismo

funcionó como un campo discursivo, polémico y heterogéneo,

en donde se concentraron las preocupaciones de los

intelectuales bajo el nuevo hegemón, apunta Rodríguez

Vázquez. Sirvió además para transmitir la voz de las clases

más afectadas por el colonialismo estadounidense, las

terratenientes decimonónicas y sus descendientes, esto es,

de las elites criollas, a través de sus intelectuales. De

esta manera, se le dió forma a los primeros reclamos de

identidad y de ciudadanía.

Más adelante, entre los veinte y los cuarenta, un nuevo

grupo de intelectuales –una generación de “relevo”– volvió a

reclamar el derecho a intervenir en el espacio público y

realizó un llamamiento interno a nombre de la Nación, que

provocó intensos debates y numerosas propuestas en el

espacio intelectual. Su agenda consistió de, entre las

prioritarias, reconstruir la Nación, rearticular la idea

Page 14: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

decimonónica de modernidad y llamar a la acción política.

Algunas de sus instancias también fueron dirigidas a la

nueva metrópoli para exigir el reconocimiento de que

pertenecían a otro tipo de cultura, distinta y propia. A su

vez apelaron su derecho a identificar los problemas que

afectaban a la colonia y a presentar soluciones que

procediesen desde su propio interior.

Se propuso reunir los elementos “dispersos” de la

Nación que la invasión había quebrado y regenerar la Patria

decimonónica. Había que crear nuevos símbolos nacionales y

nuevas versiones de los mitos de origen decimonónicos,

incluir nuevos miembros en el Panteón nacional y, sobre

todo, volver a retrazar el destino de la Nación, como

“tierra prometida” y manifestación de la Historia. La

Historia posibilitaría la “ ...creación de una ilusión

retrospectiva donde el reconocimiento del pasado

posibilitaba la nación como proyecto y destino”, establece

Rodríguez Vázquez (El sueño 33). El trazado de un nuevo rumbo

para la nación requeriría a su vez la rearticulación de un

Page 15: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

novedoso concepto de modernidad, una modernidad distinta a

la impuesta por la metrópoli.

Asimismo, con sus ideas aportaron a los procesos

políticos de la época. El nacionalismo se convirtió así en

un “...relato de intelectuales que buscan transformar a

través de la acción política” (El sueño 33). Como discurso de

poder, solidificó la oposición de los intelectuales al

imperialismo en la colonia.

El imaginario nacionalista puertorriqueño se

construiría desde el saber europeo. No obstante, según lo

establecido por Rodríguez Vázquez, esto creó un disturbio en

el imaginario de la Nación y generó una contradicción en la

concepción de identidad nacional. La médula de este asunto

consistía en que la elite cultural (como poseedor de alta

cultura) buscó diferenciarse de las masas (representante de

lo tradicional y lo popular), así como de la metrópoli (el

“otro” bárbaro). La contradicción estribaba básicamente en

que, por un lado, emulaba las formas materiales y el

comportamiento de la metrópoli pero, por el otro, establecía

Page 16: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

un rechazo de ella como una entidad “foránea” ante las

masas.

Ya en este nuevo siglo Francia había dejado de ser el

centro de gravedad de la intelectualidad hispana (aunque

ello, como he señalado, no cancelaría la mirada a Europa).

Ahora los intelectuales puertorriqueños comenzaron a fijarse

en las corrientes que procedían de la América hispana y de

la misma España. La América hispana casi funcionó, nos

explica Altamirano, como una nueva arena cultural y

política en aquella época. Desde los cafés, los centros de

cultura o las mismas universidades, las nuevas generaciones

de intelectuales hispanos se inventaban discursos, ensayaban

nuevas ideas o le daban legitimidad a las más recientes

vanguardias culturales y políticas.

Los intelectuales modernos puertorriqueños también se

insertarían en dichas corrientes buscando encontrar en ellas

las teorías con las cuales interpretar la nueva realidad

colonial.

Page 17: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

III. El intelectual puertorriqueño y el proyecto de

la modernidad

Otro punto que Altamirano toca en su libro es la

correlación entre el intelectual moderno y la modernidad.

Este estudioso explica que el intelectual es un fenómeno de

la modernidad y está inmerso en ella. Como no existe

intelectual sin modernidad, en su opinión decir intelectual

significa lo mismo que intelectual-moderno.8 Igualmente, la

modernidad ha dependido del intelectual ya que este fue

quien racionalizó las novedosas formas sociales, culturales,

económicas y políticas producidas en la nueva sociedad

secular. Además, fue quien se encargó de teorizar sobre la

modernidad y trazó sus espacios, explica este autor.

De acuerdo a Seda Prado, los intelectuales

decimonónicos “...se definieron como participantes y

protagonistas de la modernidad” y desempeñaron un papel

crucial en la elaboración y transmisión del imaginario

moderno. En el siglo XIX se arraigó la idea de que la misión

del intelectual, como “mediador e intérprete”, era adelantar8 Siguiendo este esquema, de ahora en adelante usaré el término intelectual como sinónimo de intelectual-moderno.

Page 18: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

el Progreso. Más aún, el intelectual se convirtió en el

custodio del Progreso y, en sus escritos, quedaba inscrita

la clave para la creación de una sociedad utópica y

progresista. Tal misión también se traspasaría al siglo XX.

9

Ya hemos visto como en sus libros, tanto Álvarez

Curvelo como Rodríguez Vázquez, ponen en relieve la manera

en que el intelectual moderno puertorriqueño asumió su

quehacer (ético) de intelectual y cumplió dicha misión, al

igual que otros miembros de la comunidad letrada de otras

regiones, durante ese largo camino que la Isla tuvo que

recorrer para acceder a la modernidad.

Ahora discutiré como, ya fuese como realizador de

representaciones o como voz subalterna que salva a otros

sometidos, el intelectual puertorriqueño se dedicó a

adelantar la modernidad de forma optimista, basando su

autoridad en la propiedad de un conocimiento y una verdad

que la sociedad supuestamente necesitaba, conocimiento que

las elites políticas debían conocer. A su vez repasaré la

9 Sobre este particular véase El intelectual moderno, p. 42

Page 19: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

forma en que, los intelectuales que aparecen en los libros

de estos dos autores, esculpieron las formas de la

modernidad en Puerto Rico, dimensionaron sus contornos y

crearon sus imaginarios.

Precisamente, Álvarez Curbelo rebusca los imaginarios

en torno a la idea de la modernidad producida por un

conjunto de intelectuales decimonónicos, específicamente

José Julián Acosta y Segundo Ruiz Belvis, Román Baldorioty

de Castro, Alejandro Tapia y Rivera, así como Salvador Brau,

en su libro. Según esta autora, el discurso de la modernidad

fue más prominente que el de la soberanía o la nación en

Puerto Rico durante gran parte del siglo XIX y, a través de

él, se le dió impulso a un proyecto de reclamo de acción

(socio-cultural, económica, política) con el cual reformar

la colonia.

No obstante, el intelectual puertorriqueño decimonónico

asumió la modernidad de forma contradictoria. En primer

lugar, porque la economía de la Isla (como sucedía en otros

países americanos hispanos, en mayor o menor grado), no

estaba a tono con las principales corrientes de la

Page 20: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

modernización capitalista y, todavía en la segunda mitad de

siglo, persistía una combinación de feudalismo y capitalismo

agrario primitivo. En segundo, debido a que (al contrario de

los países “hermanos”) sus esfuerzos de incorporación al

mercado y al circuito internacional, más el desarrollo del

empresarismo privado capitalista, fueron saboteados

constantemente por el aparato colonial español. Este además

negó obstinadamente el desarrollo de un estado nacional

moderno y sus instituciones hasta bien pasado el siglo.

Con el proyecto de la modernidad fuera de alcance,

negado, el intelectual puertorriqueño decimonónico le

concibió de forma retórica, identificándole con la utopía

del Progreso. Para él la modernidad fue un anhelo –y una

idealización del porvenir– más que algo concreto, estima

Álvarez Curbelo. Además de eso, lo moderno fue un imaginario

con el cual las elites criollas minoritarias, y sus

intelectuales, buscaron contraponerse a los “otros” de la

colonia, los esclavistas y los militares, así como la

muchedumbre. Como ethos privilegió ciertos comportamientos

(la alta cultura) y suprimió otros (lo tradicional, la

Page 21: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

barbarie, la incultura). Como signo de lo civilizado, lo

moderno a su vez dio forma a sus gustos, modas y hábitos,

así como se convirtió en el modo de lo privilegiado. Para

estos lo atrasado tuvo doble cara. Por un lado se asociaba a

lo tradicional del orden colonial (en control de los

esclavistas y los militares) y, por el otro, a lo inculto,

caótico y desordenado de las masas. Dicho de otro modo, su

particular proyecto de modernidad y civilización, además de

ser anticonservador y antiabsolutista, fue elitista y se

opuso a la masificación.

En la segunda mitad de siglo, esclarece la misma

autora, los textos producidos por los intelectuales de

Puerto Rico están completamente marcados por el deseo de la

modernidad. Se refleja en ellos una creciente percepción de

que la Isla no alcanzaba a compartir del “banquete de la

civilización europea” 10 y que, en comparación, existía una

gran asintonía entre el mundo insular y el resto del mundo

occidental modernizado.11

10 Así le llama Altamirano en Introducción general 10.11 Francia se configuró como el gran paradigma de la modernidad para estos intelectuales.

Page 22: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

La década del sesenta marcó el momento en que el

intelectualismo del País se insertó por completo dentro de

las cooordenadas del Progreso. Los intelectuales

desarrollaron una serie de discursos, fundamentados en sus

particulares ideas de modernidad, que se pueden dividir en

tres etapas o momentos diferenciados. En un primer momento,

la modernidad fue un discurso liberal ecléctico que,

integrando Ilustración con Romanticismo, combinó la razón

con la ética. Aquí el abolicionismo se convierte en parte

del imaginario de lo moderno.

Una vez alcanzada la abolición en los setenta, se

produce un segundo momento en donde la modernidad se concibe

como acto económico. Los principales referentes de este

imaginario son las máquinas, la tecnología, los inventos. Se

vislumbra la modernidad como construcción que opera sobre la

identidad del pasado. Los intelectuales se apropian de las

marcas distintivas de una modernidad secularizada,

urbanizada, tanto como el estilo de vida capitalista, pero

todo ello se convierte en estilo de pensamiento que no

resulta de una sociedad moderna sino tradicional, ni de una

Page 23: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

economía o métodos de producción capitalista, sino todo lo

contrario.

En el periodo finisecular, se manifiesta ya un

tercero y final momento, en el que se destaca la capacidad

del intelectual de organizar la realidad de acuerdo al

Positivismo, otro novedoso imaginario decimonónico que

recalcaba en el orden y la disciplina social. Comprometido

con la ciencia, este intelectual se valdría de teorías tales

como la evolución, establece Álvarez Curbelo, para auscultar

y hacer un diagnóstico de su entorno.12

El Positivismo provocó en los intelectuales la

reproducción de una simbología médica. Lo único que se

necesitaba para regenerar al cuerpo social era la ley, el

progreso y la armonía económica, creían éstos. De tal manera

se podría curar la enfermedad del atraso –el régimen

colonial conservador español– más se eradicarían sus

síntomas: el caos y el desorden, esto es, la incontinencia

de la muchedumbre. Ya en esta última parte, el historiador

12 El discurso postivista ya se había convertido en eje del liberalismo moderno en Francia, después de los eventos de las Comunas del 48 y 70, explica Álvarez Curbelo.

Page 24: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

emerge como un intelectual cuya autoridad proviene de su

conocimiento del pasado, su dominio de la Historia.

Al cierrre del siglo, el País-problema que no alcanza

la modernidad –la Nación- embrionaria, en la víspera de

cumplir su destino–13 fue tomada por asalto por los Estados

Unidos, la más “modernizada” del mundo occidental en aquel

momento.14 El resultado de esta intervención –los

puertorriqueños quedarán cautivos, en su propio país, por

las huestes de militares y capitalistas estadounidenses

durante los próximos cincuenta años aproximadamente– se

convertirá en un “herida” que los intelectuales van a tener

que curar.

Con la nueva metrópoli llegarían poco a poco los signos

de la modernidad – las máquinarias, los bancos, las

escuelas, los caminos, los productos y el capital que tanto

los intelectuales le habían reclamado a España– pero

adjuntada a una castrante (Rodríguez Vázquez le llama

13 Esto es, alcanzar la “tierra prometida” de la autonomía-modernidad.14 Es preciso mencionar que, a finales de siglo XIX, el modelo de Libertad, Igualdad y Progreso que los Estados Unidos representó, ya se había sumado al modelo francés y se había convertido en nuevo prototipo de aquella modernidad apetecida por las elites en todo el resto de América.

Page 25: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

“humillante”) forma de coloniaje. Todo ello, junto a la

separación violenta de la Nación-embrionaria de la Madre-

Patria, producirá un golpe15 que cercenará tajantemente el

cuerpo histórico en dos partes diferenciadas: la colonia

española y la estadounidense, un antes y un después, y

creará una sensación de fragmentación.

Durante los primeros años, la fuerzas intelectuales que

procedían del pasado siglo quedaron pasmadas ante la

potencia de la nueva metrópoli, así como el impulso

avasallador del proyecto civilizatorio que vino a implantar,

desde afuera, sobre su nuevo botín de guerra. Sin embargo,

para algunos de estos intelectuales, una vez concluída una

corta etapa de ingenuidad, Estados Unidos prontamente pasó

de ser modelo de la Libertad, Igualdad, Progreso y

Democracia– a ser “otro” bárbaro interno, explica Rodríguez

Vázquez. Prontamente se lanzó una contraofensiva que

esgrimió el discurso de la Patria y de la nacionalidad para

justificar nuevos reclamos.

Entre los veinte y los cuarenta, establece este

15 Un “desmembramiento”, en la percepción de algún intelectual.

Page 26: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

mismo autor, aparece un nuevo conjunto de intelectuales

jóvenes, gran parte de ellos nacidos al filo del final de

siglo XIX, entre los cuales se encuentran José S. Pedreira,

Pedro Albizu Campos y Luis Muñoz Marín, que buscaron

resolver el problema de la nación que había sido fragmentada

por la invasión. Estos intelectuales fueron típicos de la

fase de arranque del nacionalismo, dicta Rodríguez Vázquez,

por tanto su misión intelectual se encauzó hacia la

transformación y modernización de la Nación.16

El nacionalismo que estos intelectuales profesaron era

básicamente tradicional (su raíz procedía directamente del

último tercio de siglo XIX), incluso a pesar de integrar

variadas corrientes del pensamiento contemporáneo, informa

el autor.17 Ello creó una serie de dilemas. Entre estas

Rodríguez Vázquez discute que concibieron a la metrópoli

estadounidense desde la óptica del pensamiento y la cultura

decimonónica. En términos políticos, más bien desempolvaron

16 Según lo que Rodríguez Vázquez interpreta de las teorías de la fase de arranque del nacionalismo de Partha Chatterjee.17 Eran herederos directos de los próceres autonomistas y separatistas del siglo pasado, alegarían.

Page 27: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

fórmulas ya ensayadas. Algunos de estos –Pedreira y Muñoz

Marín – le dieron continuidad al autonomismo de final de

siglo y buscaron, si bien de manera diferente, equilibrar el

ideal decimonónico de Estados Unidos con el nuevo

imperialismo estadounidense y la nueva realidad colonial.

(La nueva metrópoli podía ser de utilidad para la

reconstrucción de la Nación, creyeron). Insistieron además

en que las elites criollas, con su ayuda, debían servir de

intermediarios entre la metrópoli y la masa. Otros, tal es

el caso de Albizu Campos, avanzaron propuestas más radicales

inspirados en las ideas separatistas decimonónicas, que

implicaban la ruptura total, ya que estimaba que era un

impedimento para el logro de su proyecto de Nación.

El imaginario de la crisis –la crisis del modelo

colonial, la crisis de la modernidad, la crisis de la

Nación, por ejemplo– permeó el clima intelectual en la

década de los treinta en Puerto Rico.18 Las ideas de José S.

Pedreira, quien se visualizaba a sí mismo como un

culturalista que debía transmitir valores humanistas ante la18 También los debates intelectuales de la época en el resto de la América hispana y España se enfocaron en la crisis de la modernidad.

Page 28: El intelectual puertorriqueño moderno y la modernidad

masa inculta y la tecnocracia del País (aliadas al capital

estadounidense), sobresale entre los intelectuales que se

suscribieron a este imaginario en ese entonces.19

Lo que los intelectuales consideraban que era el

problema más acusado en aquel momento fue fundamentalmente

la Nación, incluyendo el tipo de modernidad que Estados

Unidos había impuesto sobre ella (el latifundio, el

monopolio azucarero). Sí era posible reestablecer la Nación-

inconclusa, pero sólo a través de la Cultura y como un

proyecto dirigido por los elites intelectuales, fue la

alternativa propuesta por Pedreira.

La operación de regeneración nacional que Pedreira

planteó consistió de dos procedimientos principales. Uno

suponía la regeneración de la Nación mediante su inserción

en la órbita occidental hispana. El otro, la sustitución de

lo “moderno foráneo” que representaba Estados Unidos, por

19 Apunta Mario Cancel que en el primer tercio de siglo distintos intelectuales habían llamado la atención de otros parta que transmitieran valores humanísticos y culturales ante la masa “vacía de contenido” y la elites técnicas que rechazaban lo bello y rendían cultoal poder por el poder.

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una modernidad conformada internamente, por la misma

intelectualidad del País.

Para lograr todo aquello Pedreira opinaba que era

indispensable contrastar entre modernidad material y

espiritual, esto es, entre Civilización y Cultura. Dicho

contraste se reduciría a la fórmula “ellos” (“otros”) versus

“nosotros”, oposición que también habría de contener la

identidad nacional, más todo lo nacional se manifestaría en

ella. Las coordenadas norte-sur le sirvieron a éste para

distinguir entre el mundo anglosajón al cual pertenecía

Estados Unidos (el norte) y el mundo hispano (el sur),

espacio espiritual del cual la Nación-cultural de Puerto

Rico, como manifestación, brotaba.20

De acuerdo a Rodríguez Vázquez, Pedreira se destaca, al

igual que otros intelectuales puertorriqueños, por ser

fundamentalmente un pensador ecléctico. Sus escritos

incorporan ideas decimonónicas con algunas teorías

sociológicas y filosóficas vigentes. Oswald Spengler y Jorge

20 Por tanto, el nacionalismo pedreiriano afirmaría que los Estados Unidos tenía Civilización, pero la Nación puertorriqueña poseía algo más“elevado” todavía, la Cultura occidental e hispana.

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Mañach hasta José Enrique Rodó y José Ortega y Gasset son

algunos de los intelectuales que ejercieron mayor peso sobre

su pensamiento. Las concepciones de Rodó y las de Ortega y

Gasset fueron los componentes más esenciales del

nacionalismo pedreirano, pero atemperados, claro está, a las

circunstancias particulares de la realidad colonial y

recombinadas con otras.21

El pensamiento de Pedreira tuvo gran influjo entre

numerosos intelectuales de su época y otros más recientes 21 En su ensayo Ariel, Rodó advertía del peligro que representaban el economismo, cientifismo, utilitarismo y la especialización producto del materialismo de la civilización estadounidense. Como alternativa, Rodó insistió en la educación como manera de desarrollar la sensibilidad cultural y estética, la cultura teniendo para él un valor más alto que la civilización. La cultura hispana, en particular, era una vanguardia con la cual enfrentar el avance de la civilización estadounidense. Empero, Rodó no se oponía a la modernidad en sí. Críticaba a la modernidad estadounidense pero, a la vez, deseaba otro tipo de modernidad. Este otro tipo haría frente a la barbarie que representaban tanto la “falsa modernidad” estadounidense, como la ausencia de modernidad que exhibían las masas. Ya que, de todas maneras, la modernidad sería un hecho ineludible, lo mejor que podían hacer las elites intelectuales era encabezar un proyecto con el cual matizar los procesos modernizadores. (Su proyecto de modernidad era abiertamente elitista y descartaba a las masas).

Ortega y Gasset fue otro pensador que impulsó la teoría de “jefatura política” del intelectual. Este pensador adelantó la noción deque los intelectuales debían asumir el mando de la sociedad como moralistas públicos, como guía espiritual. El intelectual debía de estara la cabeza de un orden que evitase el caos social que la masificación podría traer. De hecho, el problema más grave que para él tenía la modernidad era la creación del hombre-masa. Demasiado inmerso en el presente, la existencia misma del hombre-masa se basaba en el rompimiento con el pasado. En su opinión, lo que podía contrarrestar la masificación era la Cultura y la enseñanza de la Historia.

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que luego dieron paso a la solidificación de la idea de

nación cultural.22 Incluso, la nación cultural se convirtió

en un canon que dominó gran parte del pensamiento

intelectual en Puerto Rico en todo el siglo XX y sirvió de

fundamento a movimientos culturales y políticos, en especial

al independentismo y el autonomismo.

En conclusión, a partir de la década del sesenta del

siglo XIX aparece en Puerto Rico un grupo de pensadores, los

intelectuales modernos, que adquirió conciencia como clase

ética y reclamó para sí el rol de representante de la

sociedad puertorriqueña, basando su autoridad en la

propiedad de un conocimiento y una verdad que la sociedad

supuestamente necesitaba. Como parte de su misión se

22 Como modelo utópico, Pedreira avanzó una modernización balanceada (tipo capitalista) y una zona cultural occidentalista. La nación cultural pedreiriana era producto de la alta cultura y se distinguía de la cultura de masas. La idea de nación de Pedreira fue híbrida y combinóel modelo pre-estatal con el racialismo, el hispanismo y el esencialismo. El discurso nacionalista de Pedreira fue pre-populista, afirma Rodríguez Vázquez. Este intelectual desconfiaba de la masa (para él la manifestación popular debía ser controlada). Era básicamente un intelectual elitista que concebía a las elites culturales como una seudo-aristocracia.

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convirtió en custodio y paladín del Progreso y trató de

guiar a la sociedad por la senda de la modernidad. El

discurso de la modernidad le sirvió a su vez para cuestionar

el colonialismo y contradecir al poder colonial. En el siglo

XX, los discursos de los intelectuales estructuraron

novedosos proyectos nacionales, en los que nación era

equivalente a modernidad, los cuales

crearon el marco que definió el clima cultural y político de

la Isla, en la segunda mitad de siglo.

Finalmente, tanto en el siglo XIX como en el XX, los

intelectuales modernos desempeñaron un papel crucial en la

elaboración y transmisión del imaginario moderno,

racionalizando sus formas y trazando sus horizontes.

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