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2021.6 Número temático El espacio interlingüístico en el continuo románico: convergencias y divergencias entre las áreas iberorrománica y galorrománica Marta López Izquierdo, Mallorie Labrousse (eds.) www.studialinguisticaromanica.org [email protected]
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El espacio interlingüístico en el continuo románico - unipub

Apr 02, 2023

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2021.6

Número temático

El espacio interlingüístico en el continuo románico: convergencias y

divergencias entre las áreas iberorrománica y galorrománica

Marta López Izquierdo, Mallorie Labrousse (eds.)

www.studialinguisticaromanica.org

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Índice / Sommaire / Indice

Marta López Izquierdo, Mallorie LabrousseIntroducción. El espacio interlingüístico en el continuo románico: convergencias y divergencias entre las áreas iberorrománica y galorrománica

1-15

1 Fuerzas internas de convergencia o divergencia1.1 (Micro)variación y alternancia en las estructuras nominales y

verbalesCarme Silva DomínguezEstructuras con posesivo y sustantivos relacionales humanos en gallego y portugués europeo. Semejanzas y diferencias en una evolución común

16-44

Jean SibilleL'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir' dans plusieurs langues romanes, avec un focus sur l'occitan

45-78

Carmen Ballestero de CelisEl modo de la temporal en español, catalán y francés. Un estudio contrastivo

79-101

1.2 Innovación y conservación en las periferias oracionalesAfra Pujol i CampenyLa expresión de la polaridad positiva enfática en las lenguas romances. Anteposición no focal y marcadores focales positivos en catalán y occitano

102-130

Marta López IzquierdoSi no(n) → sino(n) en francés y en español. Historias CASI paralelas 131-1622 Dimensiones sociales de los cambios2.1 Comunidades de hablantes en contacto y áreas geolingüísticasFrancisco Dubert GarcíaLas formas reducidas de facĕre en el noroeste de la península ibérica. Convergencia y divergencia geolingüísticas

163-191

Mar GarachanaContacto lingüístico y cambio gramatical. Convergencia y profundidad histórica en la constitución de la variedad de español de Cataluña

192-219

2.2 La presión normativa y el contacto indirectoMallorie LabrousseLa alternancia llur/seu. Fronteras y contactos entre las áreas iberorrománica y galorrománica

220-261

Olivier IglesiasLa subida de clíticos en un complejo verbal modal en la historia del español y del francés (1550-1950). Similitudes y diferencias

262-289

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DOI: https://doi.org/10.25364/19.2021.6.1 ISSN: 2663-9815

IntroducciónEl espacio interlingüístico en el continuo románico: convergencias y diver-

gencias entre las áreas iberorrománica y galorrománica

IntroductionThe interlinguistic space in the Romance continuum: convergences and di-

vergences between the Ibero-Romance and Gallo-Romance areas

Marta López Izquierdo, Mallorie Labrousse Université Paris 8, Universitat Autònoma de Barcelona

[email protected], [email protected]

https://orcid.org/0000-0003-2487-0716

Recibido el 7/11/2020, aceptado el 19/12/2020, publicado el 12/10/2021 bajo la licencia Creative

Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

1 Los contornos móviles de un espacio interlingüístico

[1] Parafraseando a Calvet (2012), la prueba de la existencia de las lenguas románicas, que están a medio camino entre intercomprensión e incomprensión, es la necesidad de traducirlas entre ellas. Estas lenguas, nacidas de un antepasado co-mún, el latín, comparten una historia de influencias mutuas y ricos períodos de contacto. El castellano y el francés, con el occitano, el catalán, el gallego y el por-tugués, se sitúan asimismo dentro de un área geográfica común en Europa, un continuum que se divide, en la tradición de la lingüística románica, entre la zona iberorrománica (castellano, portugués, gallego, astur-leonés, ...) y la zona galorro-mánica (francés, occitano, franco-provenzal, ...), entre las que el catalán ha sido descrito como una lengua puente (Kabatek & Pusch 2011). Estas lenguas forman parte también del espacio lingüístico de convergencia de la Europa Occidental (Eurotyp 1998-2006): el español, el portugués y el francés pertenecen a un mismo grupo de lenguas que comparten ocho rasgos lingüísticos, si bien los estudios rea-lizados desde una perspectiva histórica han mostrado el lugar original que ocupa el francés dentro del continuum románico (Barra Jover 2004). Es elocuente que, de acuerdo con los resultados del proyecto Eurotyp mencionado, el francés com-parta nueve rasgos con el alemán. El hecho de que haya más rasgos comunes entre dos lenguas de familias diferentes que entre las que pertenecen a una misma fami-lia lingüística patentiza la necesidad de continuar investigando sobre la compleji-dad del entramado de similitudes y de diferencias de este continuum.

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[2] Así, se ha afirmado que el francés es la lengua más innovadora dentro de la familia románica, junto al rumano, mientras que el español o el italiano presen-tarían un grado de evolución muy inferior:

Du point de vue évolutionnel, les langues romanes, si on les place sur une échelle de comparaison, se sont plus ou moins distanciées du latin. En simplifiant, on aura donc : des langues d'évolution minimale : italien, espagnol ; des langues d'évolution moyenne : catalan, occitan ; des langues d'évolution forte : roumain, francais. (Ban-niard 1997: 39)

[3] Sin embargo, como indica Barra Jover (2004: 3), esta afirmación no pue-de generalizarse a todos los planos lingüísticos:

Le cas idéal d'un classement bati sur des criteres phonologiques, morphologiques, syntaxiques et lexicaux, et dont le résultat serait que les autres langues et dialectes romans forment des groupes homogenes et reliés entre eux tandis que le francais res-terait régulierement a part, ne semble pas exister, ni meme etre envisageable.

[4] López Izquierdo (2014) discute igualmente la clasificación de las len-guas románicas en términos de lenguas innovadoras y conservadoras, distinción que está presente, de manera implícita o explícita, en gran parte de la bibliografía de la romanística. En realidad, la relación entre las lenguas románicas varía en función del tipo de rasgo lingüístico que se considere:

según qué criterios se decida utilizar, la posición de las lenguas dentro del continuo románico podrá verse muy alterada: los estudios de Hadlich y Francescato sobre las vocales románicas contradicen las fronteras que von Wartburg había establecido a partir de los sonidos seleccionados en su estudio. Francescato establece una zona unitaria para Italia, Istria y Dalmacia, que englobaría territorios de la Romania occi-dental y oriental, mientras que Hadlich describe tratamientos vocálicos comunes al romance occidental y al vegliota (dialecto dalmático). Otro ejemplo llamativo: el ita-liano, considerado lengua innovadora a partir de criterios léxicos (ver Bartoli 1925, 1945 y Rohlfs), es la más conservadora, aparte del sardo, desde un punto de vista del tratamiento vocálico, según el estudio de Pei. Muljacic, tras considerar 42 rasgos de todos los niveles de la lengua salvo el léxico, concluye que las relaciones entre las lenguas románicas varían según qué compartimentos se estén comparando. (López Izquierdo 2014: 779)

[5] De hecho, el continuo innovación/conservación como criterio de clasifi-cación en las lenguas romances no siempre ofrece los resultados esperados. Es el caso de la cadena evolutiva francés ← italiano ← español, con un polo innovador (el francés) y un polo conservador (el español), según Lamiroy & de Mulder (2011), que se basan en el grado de gramaticalización alcanzado por cinco catego-rías lingüísticas: auxiliares, pasado simple vs. pasado compuesto, frases existen-ciales, modo, demostrativos. Sin embargo, el análisis de estos rasgos presenta un

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comportamiento que no sigue la ordenación descrita: por ejemplo, si bien la frase existencial francesa il y a, invariable en número, presenta mayor grado de grama-ticalización que el italiano c'è, que forma el plural con ci sono, no es el caso del español hay (con habían posible solamente en variedades no estándar). De igual modo, la supuesta mayor gramaticalización del pasado compuesto en francés y en italiano no tiene en cuenta la auxiliarización más avanzada del español haber para la formación del pasado compuesto.

[6] Por ello, junto a la proximidad genética, geográfica y cultural, las len-guas románicas presentan divergencias gramaticales que demuestran su capacidad para innovar y trazar nuevas fronteras lingüísticas dentro del espacio románico. Quedan por tanto muchas preguntas por explorar en cuanto a las características que acercan o alejan a las variedades románicas entre sí. Este número temático ofrece una reflexión sobre el espacio interlingüístico que divide y une las varieda-des del continuo ibero y galorrománico. Por espacio interlingüístico entendemos una categoría teórica de la gramática comparada y contrastiva, en donde se descri-ben las relaciones de convergencia y/o divergencia entre dos lenguas1. Con este número, pretendemos contribuir a un proyecto más amplio que se propone esta-blecer una cartografía de las convergencias y divergencias identificables entre las lenguas románicas de nuestro campo de investigación.

[7] Los trabajos reunidos aquí comparan diversos aspectos de la gramática del francés, occitano, catalán, navarro-aragonés, español, gallego, portugués, as-tur-leonés, focalizándose en una o varias de estas lenguas o variedades del conti-nuo ibero-galo-románico, aunque también se evocan en varios de ellos otras len-guas románicas: el italiano y sus dialectos, el friulano, el rumano, ... Los autores utilizan metodologías diversas, pero todos los trabajos cuentan con una fuerte base empírica gracias a la utilización de corpus escritos u orales, disponibles en bases de datos o resultado de encuestas elaboradas por los propios investigadores. Asi-mismo, una parte importante de las informaciones que se manejan proceden del estudio de la tradición gramaticográfica existente desde el Renacimiento para mu-chas de las lenguas y variedades que se estudian aquí.

[8] En todos ellos se examinan casos de convergencia o divergencia entre dos o más variedades románicas, que han podido darse desde fecha antigua o bien desarrollarse a lo largo del tiempo, bajo el efecto de factores diversos que se anali-zan en estos trabajos. Son varias las causas, no excluyentes entre sí, que se evocan aquí para explicar la convergencia o la divergencia, entendidas como el acerca-miento o el alejamiento estructural o léxico en un punto determinado entre dos o más sistemas lingüísticos: puede tratarse de una situación heredada, obedecer a una evolución similar o diversa en el tiempo, ser el efecto del contacto entre varie-dades, ... Resulta del conjunto de artículos aquí reunidos un panorama cambiante

1 Este concepto de espacio interlingüístico está relacionado, pero no se confunde con la noción de interlengua, introducida por Selinker (1972) para describir el sistema transicional de un aprendiente de una L2.

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y en buena medida imprevisible de rasgos compartidos o diferenciadores, produc-to de una compleja historia en que se cruzan factores internos y factores externos de diverso tipo.

[9] Los fenómenos estudiados pertenecen a distintas áreas de la gramática y el léxico de las variedades estudiadas: variantes morfómicas de radicales verbales, sintaxis de los clíticos en complejos verbales, uso de formas posesivas con o sin artículo, variantes para la expresión de la posesión de 3.ª persona del plural, siste-mas demostrativos, futuro sintético y perifrástico, concordancia del participio en construcciones con haber, alternancia modal en subordinadas temporales, forma-ción y función de conjunciones y marcadores discursivos y focales (sino/sinon, ben (que), a más, ...). Todos ellos se consideran bajo el prisma de la variación, tan-to interlingüística como intralingüística, en perspectiva sincrónica, diacrónica o, en una combinación de ambas, pancrónica.

[10] Por otro lado, los trabajos que editamos adoptan dos acercamientos, con numerosos solapamientos entre ambos: por un lado, se estudian los procesos de evolución interna que introducen o eliminan zonas de convergencia o divergen-cia entre las variedades románicas del continuo ibero-galo-románico. Puede tratar-se de fenómenos pertenecientes a un fondo romance común, identificable a menu-do con el período medieval, a veces con un período más antiguo, protorromance o incluso latino (Dubert García, López Izquierdo), sobre los que actúan fuerzas in-novadoras similares, pero con intensidad o cronología diferente (Iglesias, Sibille), o bien siguiendo direcciones diferentes (López Izquierdo, Pujol i Campeny). Estas dos últimas autoras muestran asimismo divergencias o convergencias entre varie-dades en la reducción o ampliación de la capacidad polifuncional de determinadas formas. A su vez, el estudio de variedades y subvariedades vecinas permite cono-cer mejor la microvariación lingüística dentro de un mismo dominio lingüístico (Dubert García, Silva Domínguez, Pujol i Campeny), así como la fuerza de la va-riación interna, sobre todo en variedades con un estándar no extendido y un escaso grado de normativización (Sibille para el dominio occitano).

[11] En un segundo lugar, se destacan los trabajos que acuden a factores ex-ternos, como complemento de los factores internos, para dar cuenta de la apari-ción, la dirección o la intensidad de los fenómenos de convergencia o divergencia identificados. Se destaca así la importancia del papel que puede jugar la presión normativa sobre la variedad en uso en aquellas lenguas que poseen una tradición gramaticográfica importante (Iglesias para el francés) o que la desarrollan dentro de una situación de dominación lingüística (Labrousse para el catalán), si bien di-cha presión no siempre consigue imponerse en la variedad hablada (Labrousse para el catalán, Sibille para el francés). La situación de contacto lingüístico dentro de los territorios estudiados se revela igualmente fuente de fenómenos de conver-gencia cuya profundidad histórica es puesta de manifiesto en los trabajos de Du-bert García, para el área norteña, y Garachana, para el español de Cataluña. En ellos se documenta la permeabilidad de las variedades iberorrománicas centrales u occidentales a rasgos orientales, con continuidad ultrapirenaica.

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[12] Estos procesos, ya estén condicionados por factores internos, externos, o ambos, dejan con frecuencia a su paso una coexistencia de variantes, cuya alter-nancia responde a reorganizaciones divergentes que los autores de este volumen se esfuerzan por sacar a la luz (Silva Domínguez, Labrousse, Sibille, Iglesias, ...), así como mecanismos que reducen y acaban eliminando, en algunos casos, dicha variación, como la desgramaticalización de variantes (Silva Domínguez, Iglesias, Labrousse), su marcaje como 'variantes visibles' y posterior eliminación (Iglesias), su selección a causa de cambios inducidos o inhibidos por las variedades en con-tacto (Garachana), entre otros.

2 Fuerzas internas de convergencia o divergencia

2.1 (Micro)variación y alternancia en las estructuras nominales y verbales

[13] En su artículo, Silva Domínguez ilustra cómo, incluso en el caso de un fenómeno muy extendido en el dominio románico y en zonas muy cercanas del continuo lingüístico, un estudio contrastivo detallado permite destacar diferencias significativas entre estos espacios. En él, la autora estudia la evolución de la alter-nancia entre artículo+posesivo+nombre/posesivo+nombre con los sustantivos re-lacionales humanos en gallego, entre el siglo XIX y el siglo XXI, y contrasta sus datos, sacados del Tesouro informatizado da lingua galega (TILG), con los de Labrousse (2020) sobre el portugués europeo.

[14] En los orígenes de su historia, las lenguas románicas y sus variedades diatópicas presentaban todas las alternancias artículo+posesivo+nombre/posesivo+nombre. En algunas de ellas se acabó desgramaticalizando una de las variantes. La autora recuerda las principales hipótesis que se barajan en la biblio-grafía para explicar esta selección. Ahora bien, dicho proceso no ha culminado en todas las áreas lingüísticas y, en muchas de ellas, la alternancia se ha mantenido hasta la actualidad. En este caso, la variante minoritaria se suele conservar en unos pocos casos, entre los cuales destacan los sustantivos relacionales humanos. Ac-tualmente, esta categoría nominal favorece, en mayor o menor medida, la selec-ción de las variantes posesivas conservadoras, en numerosas áreas lingüísticas del espacio románico: portugués de Brasil, portugués europeo dialectal, gallego, espa-ñol dialectal, asturiano, aragonés, catalán, italiano, dialectos italianos, rumano, va-laco, friulano, alto-engadinés. A pesar de esta coincidencia, en cada espacio este fenómeno se concreta de forma diferente, incluso en lenguas estrechamente empa-rentadas como el gallego y el portugués.

[15] Silva Domínguez compara la evolución de la alternancia en estos dos espacios lingüísticos y constata su paralelismo, puesto que la variante articulada ha ido ganando terreno desde los inicios de la historia de estas lenguas y, en los úl-timos siglos, incluso con los sustantivos relacionales humanos, como lo demues-tran el estudio de la alternancia con pai, nai-mai, home-marido-esposo, muller-es-posa, fillo, filla, amigo y amiga (que cubren el espectro de las diversas relaciones

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de parentesco: consanguínea, jurídica, ascendente/descendente y periférica) reali-zado por la autora y el estudio de Labrousse (2020). Sin embargo, Silva Domín-guez muestra que, a pesar de presentar una evolución paralela, se observan dife-rencias temporales entre ambos procesos, puesto que la generalización de la es-tructura con artículo es más tardía en gallego (siglo XX) que en portugués europeo continental (siglo XIX). Esta diferencia también se puede observar actualmente, dado que en gallego todavía se usa la estructura conservadora en contextos en los que no se acepta en portugués europeo estándar. Silva Domínguez observa ritmos de generalización de la variante innovadora diferentes en función de los grupos de sustantivos estudiados y emite hipótesis para explicar estas diferencias, en función de su valor semántico, su frecuencia de uso o el tipo de relación que expresa.

[16] El artículo de Jean Sibille muestra cómo las explicaciones generales de determinados fenómenos evolutivos que afectan a las lenguas románicas deben ser enriquecidos con los datos procedentes de variedades que no poseen un estándar reconocido y en las que sobrevive un amplio espectro de variación interdialectal. De igual modo, se destaca en su trabajo la disonancia entre la presión normativa y el uso hablado, incluso en aquellas lenguas que tienen un estándar fuertemente im-plantado, como el francés. Para ello, Jean Sibille estudia la concordancia del parti-cipio en occitano, comparándolo con los datos conocidos para el español, catalán y francés, a través de tres construcciones: 1. los tiempos compuestos formados con aver; 2. el complejo verbo+infinitivo; 3. la perífrasis aver+participio con in-terpretación atributiva. El estudio parte de la presentación histórica del continuo romance en el que las lenguas galorrománicas e iberorrománicas presentaban con-cordancia masiva, aunque no sistemática, del COD con el participio, independien-temente de su posición, hasta el siglo XIII. La evolución diacrónica a partir de ese siglo introduce divergencias entre estas lenguas, donde se observa un retroceso generalizado de la concordancia, pero con diferente cronología, en torno a dos po-los: eliminación completa de la concordancia en español ‒ conservación de la con-cordancia medieval en languedociano occidental. Ocupan hoy posiciones interme-dias el catalán, el francés y diversos subdialectos occitanos.

[17] En el caso de los tiempos compuestos, el autor comprueba la validez de las jerarquías implicativas que se han aplicado para el catalán (Smith 1995) y el español (Rodríguez Molina 2010, 2016), igualmente para el francés y el occitano. Los datos examinados subdialecto por subdialecto ofrecen sin embargo un panora-ma muy diverso entre las recomendaciones de las gramáticas normativas, cuando estas existen, y el uso en las distintas zonas dialectales: así, en catalán, la norma de mantener la concordancia con los clíticos de 3.ª persona contrasta con la ten-dencia a usar un participio invariable en Barcelona o en el catalán del noroeste. Si-milar falta de sintonía se aprecia entre la norma del francés estándar y el uso del francés hablado, en que la concordancia sigue principios diferentes a los descritos en la gramática normativa. Jean Sibille da muestra de la amplitud variacional del fenómeno a través de un detallado estudio de las distintas subvariedades del occi-

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tano: gascón, aranés, languedociano, auvernense, limosín, vivaroalpino, proven-zal, ...

[18] El autor subraya la necesidad de tomar en cuenta los datos que salen a la luz gracias al estudio de fina granularidad que él propone para las variedades y subvariedades románicas y que no encajan totalmente en las jerarquías implicati-vas mencionadas o cuyo lugar en dichas jerarquías no ha sido contemplado: es el caso de los COD léxicos antepuestos precedidos de un interrogativo en gascón, las evoluciones atípicas como la concordancia con el clítico dativo en mallorquín, o la importancia de la ocupación o no de la zona posverbal que se ha revelado perti-nente en francés hablado para explicar la concordancia, entre otros aspectos desta-cados por el autor.

[19] Carmen Ballestero de Celis, por su parte, plantea la necesidad de estu-diar, desde una perspectiva pragmática, la selección del modo en las oraciones temporales que indican anterioridad, simultaneidad y posterioridad, en español, catalán y francés. El estudio comparado de este fenómeno en tres lenguas del con-tinuo lingüístico iberorrománico y galorrománico permite cuestionar la pertinen-cia de la perspectiva referencialista, frecuente en las gramáticas, que considera que el carácter real o irreal del evento de la subordinada es determinante en la se-lección del modo verbal.

[20] Para la expresión de la anterioridad, Ballestero de Celis señala que el español, el catalán y el francés coinciden en el uso del subjuntivo. Para la expresión de la simultaneidad, las tres lenguas también coinciden en emplear el indicativo para referirse al presente y al pasado. Sin embargo, en contextos prospectivos, la lengua española requiere el subjuntivo, mientras que el francés usa el futuro de indicativo y el catalán tiene ambas opciones. Finalmente, para la expresión de la posterioridad, los dos modos alternan en español y en catalán, mientras que en francés el indicativo es requerido por la norma, a pesar del predominio del subjuntivo en el uso.

[21] Para dar cuenta de la selección del modo en estos contextos, Ballestero de Celis sigue a Luquet (2004) en su distinción entre formas verbales actualizantes, empleadas cuando el locutor quiere y puede relacionar el evento verbal con su presente de experiencia, y formas inactualizantes, usadas cuando el locutor no quiere o no puede relacionarlos. Así, la autora considera que lo que define el subjuntivo es su 'capacidad inactualizadora', puesto que desvincula el evento del presente de experiencia del locutor. Lo codifica como abstracto, independientemente de su carácter factual o no. Siguiendo a Lunn (1989a, 1989b), Ballestero de Celis afirma que la capacidad inactualizadora del subjuntivo tiene como consecuencia directa la no aserción de lo que expresa el evento (porque no se conoce su veracidad o porque se considera que es una información conocida por el interlocutor e irrelevante).

[22] El estudio contrastivo llevado a cabo le permite a Carmen Ballestero de Celis recalcar el papel fundamental de la representación que el locutor se hace del

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evento como actualizado o inactualizado a la hora de seleccionar respectivamente el indicativo o el subjuntivo en las oraciones temporales que expresan relatividad.

2.2 Innovación y conservación en las periferias oracionales

[23] Afra Pujol i Campeny dedica su artículo a la polaridad positiva enfática en catalán y occitano, comparando estas lenguas con el español, el francés y, se-cundariamente, el italiano. Para ello, la autora estudia en primer lugar los procedi-mientos sintácticos de expresión de la polaridad positiva enfática, a través de la anteposición no focal (SX-V-X), procedimiento que se documenta en las lenguas romances medievales de manera general, pero cuyo declive posterior en algunas de ellas provoca la aparición de divergencias entre las variedades 'permisivas', que toleran la anteposición de cualquier elemento (español, portugués, rumano) y las 'restrictivas', que solo aceptan elementos cuantificados no específicos (catalán, ita-liano) (Leonetti 2017). El francés no acepta hoy esta posibilidad. Los datos del oc-citano aportados por Afra Pujol i Campeny muestran la supervivencia de la ante-posición no focal en languedociano, según la modalidad restrictiva, pero no en otros subdialectos del occitano.

[24] En segundo lugar, el artículo analiza la utilización de procedimientos léxicos con la misma función, que consisten en el uso de los adverbios ben y plan, similares a los catalanes bé y pla, pero que, en el caso de ben, encontramos tam-bién en otras lenguas: el español, el francés y el italiano, si bien con una distribu-ción y unas funciones no idénticas, debido a un proceso de gramaticalización desi-gualmente desarrollado entre las distintas variedades. A partir del uso compartido de bien como modificador de grado, el español, el catalán y el occitano de Gascu-ña, muestran un empleo como focalizador superior (es decir, preverbal) y modifi-cador epistémico, en tanto que el francés, el italiano y tal vez el gascón muestran el empleo de focalizador inferior (posverbal) y de conjunción concesiva (antigua-mente, el catalán y el español también, tal vez por préstamo del italiano). Así pues, el grado de gramaticalización parece incrementarse de este a oeste, con una posición de transición representada por el occitano gascón.

[25] Finalmente, el detallado análisis de la construcción con que (ben que/bè que/bien que - sí que) y del adverbio cat. plà, occ. plan, permite a la autora mostrar la microvariación entre los dialectos occitanos y la evolución de la perife-ria izquierda en las lenguas romances, así como interrogarse sobre la naturaleza y el estatuto de que, que se documenta junto a los marcadores focales estudiados, pero también como partícula autónoma con función enunciativa en occitano. Den-tro del dominio occitano, por otro lado, las diferencias observadas en el funciona-miento de los dos procedimientos, sintáctico y léxico, parecen sugerir la existencia de una isoglosa entre el languedociano y el gascón, que marcaría un área de transi-ción entre el continuo ibero y galorromance.

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López Izquierdo & Labrousse Introducción

[26] El artículo de Marta López Izquierdo propone un acercamiento pancró-nico a un fenómeno de variación sintáctica, asociada a diferentes patrones de ex-tensión semántico-pragmática para la creación de conectores, y cuestiona el carác-ter innovador de determinadas funciones, que podrían haberse conservado de un estadio protorromance o incluso latino tardío. Para ello, López Izquierdo compara la evolución de los operadores condicionales negativos si no(n) en francés y en es-pañol para dar cuenta de las divergencias funcionales en sus descendientes, fr. si-non, esp. sino. En una primera parte, la autora examina la diferencia semántica y pragmática asociada con la doble posición sintáctica de las cláusulas condiciona-les introducidas por si, con función textualizadora en posición antepuesta y espe-cificadora en posposición (López Izquierdo 2019).

[27] López Izquierdo analiza a continuación los empleos discursivos con-temporáneos del fr. si non/sinon y esp. si no/sino, poniendo en relación los diver-sos valores de estas categorías con la posición sintáctica preferente de la condicio-nal que las origina. Se observa una mayor explotación de la función contrastiva en posición inicial en francés, que desarrolla conectores enunciativos y de cambio de tópico, estos últimos no documentados en español, y, por otro lado, un desarrollo mayor de los valores correctivos en el español exceptivo-adversativo sino, propios de la posposición sintáctica.

[28] En la última sección la autora examina las explicaciones que se han propuesto para el desarrollo panrománico de los valores exceptivos de sinon/sino, presentes en todas las lenguas romances medievales, y de un desarrollo adversati-vo excluyente sino, que sería una innovación del español, aunque está documenta-da asimismo en portugués y catalán. López Izquierdo recoge datos del fr. se ... non entre los siglos XII y XV con interpretación adversativa excluyente, identifi-cados ya en Moignet (1959), pero que se suelen desconocer en la bibliografía es-pecializada posterior, además de ejemplos residuales en occitano y esporádicos en italiano antiguo, que sugieren una extensión mayor del valor exceptivo-adversati-vo de sino(n). La autora indaga en los posibles orígenes protorromances y latinos de la extensión exceptivo-adversativa, a través de la doble construcción condicio-nal negativa nisi - si non y su reparto de empleos a lo largo de la historia del latín, y apunta que la extensión adversativa pudo producirse ya en bajo latín o protorro-mance, lo que explicaría la presencia antigua de este valor adversativo en diferen-tes lenguas románicas, incluido el francés y el italiano antiguos, que no la habrían conservado después.

3 Dimensiones sociales de los cambios

3.1 Comunidades de hablantes en contacto y áreas geolingüísticas

[29] Francisco Dubert García estudia en su artículo la variante fa- del radical del verbo gallego facer, utilizada en determinadas personas del presente de indica-tivo (concretamente 2, 3 y 6) y del imperativo (persona 2) que conforman el pa-

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López Izquierdo & Labrousse Introducción

trón L→N para ese morfoma (Aronoff 1994; Maiden 2018). Ahora bien, la varian-te fa- no es exclusiva del gallego, sino que se documenta en otras variedades lin-güísticas del norte peninsular, tanto occidentales como orientales: astur-leonés, dialectos portugueses septentrionales, Fala de Cáceres (de origen norteño), arago-nés y catalán, con un patrón muy parecido. El español y el portugués comparten con ellas la forma fa-/ha- solo en futuro y condicional.

[30] Dubert García repasa las distintas explicaciones que se han propuesto en la bibliografía para dar cuenta de la poligénesis de estas formas en cada varie-dad, perdiéndose de vista, señala el autor, la existencia de un continuo de formas cognadas que se extiende por todo el norte peninsular, y que permite distinguir los dialectos constitutivos, hablados en esos territorios desde la romanización, de los dialectos consecutivos, transplantados fuera de sus territorios durante la Recon-quista. Es necesario, sostiene Dubert García, considerar las estructuras lingüísticas dentro de las relaciones sociales, económicas, demográficas, en definitiva, históri-cas, que conforman el área del norte peninsular desde la Antigüedad, y que han fa-vorecido el contacto entre hablantes con las consiguientes convergencias lingüísti-cas.

[31] El trabajo de Francisco Dubert García muestra cómo se ilumina un pro-blema de lingüística diacrónica cuando se enfoca con una perspectiva más amplia, que da cabida a las relaciones históricas entre variedades a lo largo de un amplio continuo románico: así, las formas de radical fa- del verbo gallego facer, cuya ex-plicación aislada resulta compleja y poco consensual, puede entenderse mejor si se tiene en cuenta que esta misma forma se da no solo en variedades vecinas del noroeste peninsular, sino también en las variedades orientales, presentando por consiguiente un área de convergencia que se extiende por todo el español norteño. Un segundo aporte del enfoque histórico reside en la consideración de la comuni-cación de la Gallaecia y el norte peninsular con los territorios ultrapirenaicos, don-de se ha descrito la aparición de una forma innovadora *fare, en competición con el más antiguo facĕre. Si este origen es común, como defiende el autor, para todas las formas fa- documentadas en el norte peninsular, debe reconsiderarse la forma-ción de la variedad noroccidental a partir exclusivamente del latín bético, y tomar-se en cuenta asimismo el aporte del latín italogálico, a través de las comunicacio-nes terrestres desde época antigua, en la formación de las variedades norteñas.

[32] Mar Garachana estudia en su contribución varios fenómenos morfosintácticos y pragmáticos de convergencia lingüística entre el español y el catalán, en el espacio lingüístico catalanohablante, que participan en el cambio lingüístico y en la constitución de la variedad del español de Cataluña. Al acercarse al catalán en algunos puntos de su gramática, el español de Cataluña también se acerca a otras lenguas y variedades galorrománicas, confirmando el área catalanohablante como espacio de transición clave en el continuo lingüístico entre el espacio galorrománico e iberorrománico.

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[33] Siguiendo a Blas Arroyo (2006: 79), Garachana define la convergencia lingüística como la modificación de la frecuencia de uso o de los valores de una forma lingüística en la lengua A, por contacto con una lengua B. También incluye, como fenómeno de convergencia, la emergencia de una nueva forma lingüística en la lengua A, por existir una estructura parecida a la de la lengua B en esta primera lengua.

[34] Basándose en trabajos previos de la bibliografía, la autora resalta la gran permeabilidad del español general a las influencias de variedades orientales desde la Edad Media. Centrándose en el territorio catalanohablante, Mar Garachana ofrece una detallada contextualización histórica del contacto entre el español y el catalán. A continuación, pasa a analizar diferentes fenómenos característicos del español de Cataluña: la utilización del que expletivo delante de oraciones interrogativas totales, la neutralización de los valores de los demostrativos de proximidad a la primera y a la segunda personas, el uso particular del futuro morfológico y de la perífrasis haber de+infinitivo y, finalmente, los marcadores del discurso por eso, a más y como que. Todos estos fenómenos de convergencia, patentes desde el siglo XIX, se registran en el corpus GRADIA, que sirve de base empírica al análisis. La autora los considera desde una perspectiva pancrónica, con el fin de evidenciar la profundidad histórica de la constitución del español de Cataluña como variedad lingüística, puesto que, hasta ahora, esta se ha estudiado esencialmente desde una perspectiva sincrónica.

3.2 La presión normativa y el contacto indirecto

[35] Mallorie Labrousse estudia un caso de variación ampliamente docu-mentado en la historia del continuo románico: el de los posesivos de tercera perso-na de plural, que proceden ya sea del latín illorum [genitivo plural del pronombre ille], ya de suus [adjetivo posesivo]. La alternancia entre los derivados de estas dos formas se ha documentado para gran número de variedades románicas desde la Edad Media (navarro-aragonés, riojano, catalán, occitano, francés, friulano, ita-liano y sus dialectos, rumano), si bien con extensión cronológica e intensidad dife-rente. La selección de una u otra variante se ha llevado a cabo en todas estas varie-dades, pero la alternancia es aún posible en catalán, occitano, algunos dialectos italianos y friulano.

[36] La autora estudia la alternancia entre los descendientes de illorum y suus en catalán entre los siglos XIII y XX. Ni el contacto con el castellano al sur ni con el francés al norte pueden dar cuenta de la complejidad variacional obser-vada por la autora, que parece organizarse más bien según un eje oeste/este, den-tro de un área geolingüística en que entran en contacto variedades del gascón, ca-talán, languedociano, occitano, además de la presión de las lenguas dominantes, castellano y francés, que han podido servir de acelerador o freno para el proceso de cambio en curso.

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[37] Más importantes son, según la autora, las consecuencias indirectas del contacto en el caso estudiado: por un lado, el carácter periférico de las variedades estudiadas, que las distancia de las selecciones operadas en la variedad de presti-gio de su área lingüística, ya sea esta una variedad de la misma lengua o de otra, y por otro, los procesos de normalización que, en determinados contextos sociolin-güísticos, pueden llevar a interferencias por divergencia (Kabatek 1997) respecto a la lengua dominante. Es lo que ocurre con llur en el catalán, explica Labrousse, a partir del siglo XIX, cuya revitalización sería consecuencia de una voluntad de distanciar al catalán del castellano, persiguiendo un 'purismo' vigente en algunas influyentes gramáticas catalanas de los siglos XIX y XX, en pleno proceso de nor-malización de la lengua.

[38] El artículo de Mallorie Labrousse plantea así varias cuestiones sobre las relaciones entre variedades dentro de las áreas estudiadas: además de las conver-gencias por contacto con las lenguas dominantes (el francés y el castellano), es ne-cesario tener en cuenta las relaciones existentes entre distintos subdialectos pre-sentes en un territorio compartido por el catalán y el occitano, así como la influen-cia que estas relaciones han podido ejercer en las preferencias (o la ausencia de preferencias) documentadas. De igual manera, junto a las posibles consecuencias directas del contacto, hay que considerar las consecuencias indirectas, que se pro-ducen a través de la presión normativa de una variedad de prestigio (o su ausencia, según el carácter más o menos periférico de las variedades estudiadas) así como del proceso mismo de normalización.

[39] El estudio de Olivier Iglesias permite dar cuenta a la vez de fenómenos de convergencia y de divergencia en distintos momentos de la historia de las len-guas románicas, en particular del español y del francés, y demuestra la necesidad de combinar factores internos y externos para explicar las distintas configuracio-nes que adoptan las lenguas estudiadas. Documenta asimismo la existencia de cambios desde arriba, condicionados por la presión normativa de las gramáticas (o más bien de los gramáticos), que acaban imponiéndose en las variedades habladas de las lenguas estudiadas cuando consiguen suficiente visibilidad dentro de la co-munidad de hablantes.

[40] En su artículo, Olivier Iglesias compara la posición de los clíticos en un complejo verbal modal en español y en francés a lo largo de 400 años (1550-1950), documentando el proceso que lleva en francés actual a la eliminación de construcciones del tipo je le peux faire, conservadas en español: lo puedo hacer. La posibilidad de colocar el clítico opcionalmente junto al verbo conjugado (P1) o junto al infinitivo (P2) existe hoy en día en español, catalán, portugués e italiano estándar, pero no en francés, donde solo es posible la posición del clítico delante del infinitivo. Como en francés, la subida de clítico es imposible hoy en portugués de Brasil, francoprovenzal, retorrománico y los dialectos italianos septentrionales, pero obligatoria en rosellonés, sardo, dialectos italianos meridionales y rumano. Iglesias plantea que, en el caso del español y el francés, estamos ante una evolu-

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ción simétrica en ambas lenguas, que en un determinado punto de su historia di-vergen, y se interroga sobre los factores que pueden explicar dicha divergencia, barajando dos hipótesis: 1) nueva restructuración del complejo verbal, que pasa de analizarse como contrucción univerbal a construcción bioracional, lo cual impide o limita la subida del clítico; 2) presión normativa y marcado de una de las varian-tes en francés, que llevó a su posterior abandono.

[41] Iglesias aporta varias claves, lingüísticas y extralingüísticas, para expli-car este fenómeno de divergencia en las dos lenguas consideradas. En primer lu-gar, el ascenso de P1 en español se documenta especialmente en los corpus orales, lo que es indicio de que esta variante es propia de la lengua hablada y es probable que se hubiera mantenido históricamente en dicha variedad, aunque no se refleje en los datos del corpus. Por otra parte, en francés, P1 desaparece primero de la lengua escrita, y más adelante, de la lengua hablada, aunque todavía puede encon-trarse en la primera mitad del siglo XX en variedades meridionales del francés ha-blado, donde ha podido contar además con el apoyo del contacto del occitano y del catalán, lenguas con P1 opcional. Iglesias propone por consiguiente una res-tructuración que habría intervenido durante los siglos XVII y XVIII en la variedad escrita de las dos lenguas, explicable por el mayor control que se ejerce en lo es-crito, favoreciendo el marcado de las dependencias sintácticas, frente a una sinta-xis más laxa, con mayor autonomía del clítico, en la variedad hablada.

[42] En segundo lugar, el estudio de un corpus de gramáticas de ambas len-guas permite entender, afirma Olivier Iglesias, el desarrollo posterior del comple-jo, que obedece ahora a criterios extralingüísticos, más concretamente, al marcado de P1 como 'variante visible' (Barra Jover 2009), arcaica y estilística (lenguaje po-ético), y a la fuerte presión normativa de las gramáticas francesas que acaban des-cartando la variante recesiva, hasta eliminarla incluso de la lengua hablada. Su ca-rácter marcado en francés contrasta con el carácter no marcado en español en esa misma época: en tanto que 'variantes invisibles', los autores españoles utilizan in-distintamente una y otra sintaxis, con variaciones interidiolectales fuertes, que res-ponden a preferencias individuales que escapan al control de los locutores.

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DOI: https://doi.org/10.25364/19.2021.6.2 ISSN: 2663-9815

Estructuras con posesivo y sustantivos relacionales humanos en gallego y portugués europeo

Semejanzas y diferencias en una evolución común

Constructions with possessives and human relational nouns in Galician and European Portuguese

Similarities and differences in a common evolution

Carme Silva DomínguezUniversidade de Santiago de Compostela

[email protected]

https://orcid.org/0000-0002-2839-9901

Recibido el 30/3/2020, aceptado el 9/8/2020, publicado el 12/10/2021 bajo la licencia Creative

Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

Resumen: El presente trabajo tiene como objetivo el análisis comparado del proceso de generali-zación del artículo en frases nominales con sustantivos relacionales humanos, en gallego y portu-gués europeo. Tras una aproximación al fenómeno desde las respuestas que se han ido desarrollan-do para la explicación del avance del artículo en estructuras con posesivo en general, y más especí-ficamente con nombres de parentesco, se asume el análisis ofrecido por Labrousse (2020) para el portugués europeo, y se desarrolla una aproximación a través del vaciado del corpus TILG del ga-llego contemporáneo. De la observación del comportamiento de estas estructuras en gallego se desprende la pertinencia de las variables función sintáctica (preposicional frente a no preposicio-nal), número, género, persona y tipo de parentesco. La comparación de los datos del portugués eu-ropeo y el gallego muestra una más antigua generalización de la innovación en aquel sistema lin-güístico de lo que en este.

Abstract: This paper presents a comparative analysis of the article generalization process in nom-inal phrases with human relational nouns in Galician and European Portuguese. After reviewing literature proposing various explanations of the advance of the article in structures with posses-sives in general, and with kinship names more specifically, the approach of Labrousse (2020) is adopted to study this phenomenon in European Portuguese. Data for this analysis are provided by the TILG corpus of contemporary Galician. Based on observations of the behavior of these struc-tures in Galician, conclusions are drawn about the relevance of variables connected to syntactic function (prepositional versus non-prepositional), number, gender, person and type of relationship. The comparison of the data from European Portuguese and Galician shows that the article general -ization process is earlier and older in the former language.

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Silva Domínguez Estructuras con posesivo y sustantivos relacionales humanos

1 Introducción

[1] Este artículo tiene como objetivo el examinar contrastivamente los datos que proporcionan corpus y gramáticas del gallego y del portugués europeo acerca del proceso de expansión de la variante articulada, y el consiguiente abandono de la opción no articulada, en estructuras nominales que cuentan con un elemento de naturaleza posesiva y un sustantivo relacional humano1, del tipo de las ejemplifi-cadas en (1), (2), (3) y (4):

(1) Esto e muito máis ademais desto // meu home me decía (Juan Manuel Pin-tos, Xacinto e Catriña, poesía, 1858, TILG)

(2) Non t'esquezas, Carmeliña, que o pesar me volve tolo // e que morro sin consolo, lonxe, si, da miña nai (Heliodoro Cid y Rozo, A miña irmán (Al-bum de la Caridad), poesía, 1861, TILG)

(3) As vosas fillas vainas levar de perfumistas, cociñeiras e reposteiras (revista Encrucillada, 1, ensayo, 1977, TILG)

(4) ¿Por que tiveches que levalo alí? ¿Por que non? É o meu amigo. Un amigo da infancia. Non tes por que ter celos. (Manuel Rivas, Os libros arden mal, novela, 2006, TILG)

[2] Sabido es que ambas lenguas comparten un extenso período común, al menos hasta la época medieval, aunque posteriormente han generado sus propias dinámicas de innovación y recorrido caminos independientes, tanto lingüística-mente como en lo relativo a procesos de estandarización y normativización. No es este el lugar adecuado para ocuparse de la evolución de gallego y portugués, ni para participar en el debate acerca de su condición, o no, de sistemas lingüísticos diferenciados2. A efectos de nuestra investigación, es suficiente partir de la posibi-lidad de describir de manera independiente el comportamiento de ambas gramáti-cas en relación con este tipo de estructuras, y de la pertinencia de comprobar en qué medida el proceso de generalización de la variante articulada puede ser com-parado entre ambos sistemas. El hecho es que gallego y portugués comparten un origen común, además de la condición de lenguas neolatinas, ibéricas y occidenta-les, y también es un hecho que han vivido un mismo proceso sintáctico, el cambio lingüístico que las lleva desde la posible ausencia de artículo en las estructuras es-tudiadas, hasta una reducción o desaparición de esta opción constructiva, al menos

1 Hemos decidido mantener la terminología empleada en Silva Domínguez (1996), así como la ex-tensión del concepto, mayor que el tradicionalmente empleado de sustantivos de parentesco. 2 A este respecto, cualquier selección bibliográfica parece arriesgada. El lector no avezado encon-trará una introducción a la cuestión, desde la perspectiva del gallego, en Mariño Paz (1998: 302ss.) y Monteagudo Romero (1999: 122ss.). Por su parte, Castro (1991: 34ss.) se ha ocupado de la cues-tión desde la perspectiva portuguesa. Más recientemente, Carrasco (2016) explica cómo el proceso de estandarización del portugués europeo lo ha ido alejando de variedades norteñas y, por lo tanto, de las características de la lengua gallega.

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en portugués europeo. Por lo tanto, en el presente artículo trataremos de responder a las siguientes dos preguntas de investigación:(a) ¿Son las gramáticas de gallego y portugués actuales idénticas en cuanto al

resultado de este proceso? Si no lo son, ¿cuáles son las características que individualizan a cada espacio?

(b) ¿Tenemos datos acerca de cómo han recorrido gallego y portugués el ca-mino que conduce hasta la situación actual de su gramática? ¿Es este seme-jante o diferente, tanto en lo relativo a las variables que han podido impulsar la innovación como en cuanto a la cronología de esta?

2 Metodología

[3] Nuestra aproximación a la cuestión se organiza en tres secciones, la pri-mera de las cuales, de naturaleza bibliográfica, está dividida a su vez en dos par-tes. Como punto de partida realizaremos una breve revisión de algunas aproxima-ciones recientes al conocido fenómeno de la expansión del artículo ante posesivo en distintas variedades románicas. Posteriormente nos centraremos en analizar los logros de aquellos trabajos que se han dedicado a la explicación del fenómeno que nos ocupa en nuestros sistemas lingüísticos de referencia, gallego y portugués.

[4] La segunda sección, la más extensa, consiste en el análisis de los ejem-plos que, de este fenómeno sintáctico y en las dos últimas centurias, nos propor-ciona el corpus Tesouro informatizado da lingua galega (TILG)3, escogido como material lingüístico básico para el estudio de la evolución de esta lengua en cuanto a la expansión de la variedad articulada con sustantivos relacionales humanos. Fi-nalmente, en una última sección realizaremos una comparación entre las conclu-siones obtenidas en nuestro análisis y los resultados de Labrousse (2018, 2020) en el análisis del portugués continental.

[5] Para una correcta comprensión del trabajo es preciso explicar las razones que nos han llevado a utilizar el corpus TILG frente a otras opciones posibles. Asi-mismo, debemos justificar el habernos basado en únicamente los ejemplos proce-dentes de los siglos XIX, XX y XXI de entre los tomados de este corpus. En cuan-to a la primera cuestión, elegimos centrarnos en el análisis del TILG debido a la extensión temporal que este nos proporciona, dado que permite el examen del fe-nómeno entre 1805 y 2013, esto es, en más de doscientos años de evolución lin-güística. En lo relativo al segundo punto, hemos descartado el análisis de los ma-teriales anteriores al siglo XIX, también disponibles en este corpus, debido a dos razones. Por un lado, su exigüidad numérica, frente a la mucho mayor representa-ción cuantitativa que proporcionan centurias posteriores. Por otro lado, el hecho

3 El TILG es un corpus de textos en gallego de las edades moderna y contemporánea desarrollado en el Instituto da Lingua Galega de la Universidad de Santiago de Compostela, que contiene más de 3000 documentos producidos entre 1612 y 2013. Se trata fundamentalmente de materiales de carácter literario, aunque también incorpora algunos elementos procedentes de otros registros de lengua.

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de que solo en el siglo XIX se configura la clase de los sustantivos relacionales humanos como uno de los ámbitos de excepción para la generalizada expansión del artículo en estructuras con posesivo de la lengua gallega, en tanto que hasta este momento prácticamente cualquier unidad sustantiva puede aparecer con pose-sivo no articulado (Silva Domínguez 2002: 153ss.).

3 Revisión bibliográfica

3.1 Algunas hipótesis que explican la presencia del artículo en frases nominales con posesivo de distintas lenguas románicas

[6] El presente apartado no pretende ser una revisión exhaustiva, sino una síntesis de varias contribuciones recientes al ya histórico debate acerca de por qué y en qué condiciones determinadas variedades neolatinas han conocido, a lo largo de su historia, la existencia de la variante articulada. Con independencia de cuál sea la interpretación sintáctica más conveniente para la mudanza que consiste en la generalización del artículo determinado en frases nominales con posesivo, lo cierto es que se trata de un proceso que, en aquellas lenguas que lo conocen, tiene lugar en la transición entre la época medieval y la lengua moderna, el mismo mo-mento en el que aquellos otros sistemas lingüísticos en los que la estructura decae están procediendo a eliminar este recurso de su sintaxis fundamental.

[7] En el castellano, lengua que en su diacronía medieval presenta esta op-ción y luego la abandona, las investigaciones han definido la estructura artículo+posesivo+nombre como excepcional y de limitado alcance temporal, aunque los distintos paradigmas de la investigación en gramática de la lengua se sucedan a la hora de ponerle un nombre a esta excepcionalidad. Así, Clavería (1993: 357) destaca el «valor marcado» de la construcción con artículo y posesi-vo, mientras que Lapesa (2000: 433) habla de una inestable oposición de «intensi-dad expresiva». Valores enfáticos señala también en el empleo de esta alternativa Serradilla Castaño (2003: 267), quien interpreta el recurso como un procedimiento destinado a «enfatizar la unicidad, resaltar lo único, lo más importante». Culmina esta línea interpretativa el pormenorizado artículo de Company Company (2009: 861-862), en el que se da cuenta de la creciente excepcionalidad de la variante ar-ticulada, así como del progresivo incremento en las restricciones que condicionan su aparición. La autora considera asimismo que la progresiva integración de los posesivos del español en el paradigma de los determinantes ha sido el cambio sin-táctico decisivo para dar cuenta del retroceso de la construcción:

En resumen, el pronombre posesivo alteró en su evolución sintáctica el equilibrio entre sus dos funciones esenciales: debilitó su función relacional anafórica y fortale-ció su función presentativa, con lo cual se aproximó al artículo, entró en distribución complementaria con él y terminó por incluirse en la clase de los determinantes, de manera que artículo y posesivo quedaron imposibilitados de concurrir en el mismo sintagma. (Company Company 2009: 867)

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[8] Esta cita sirve de enlace con otro grupo de trabajos que hemos tenido en cuenta, aquellos que tienen como material de análisis las lenguas románicas en las que la estructura articulada ha progresado hasta convertirse en la opción más co-mún o exclusiva de sus gramáticas. En estos sistemas lingüísticos, un aspecto cla-ve de la descripción consiste en proporcionar argumentos a favor o en contra de la existencia de una mudanza tipológica en lo relativo a la distinción, formulada por Giorgi & Longobardi (1991) y Lyons (1999: 130ss.), entre determiner-genitive (DG) languages y adjectival-genitive (AG) languages.

[9] Rinke (2010), para el portugués, y para el gallego Cidrás (2017), (si-guiendo a Hermida Gulías 1994), consideran que ambos sistemas no han contado a lo largo de su historia, ni siquiera en la época medieval, con una unidad posesiva de naturaleza determinativa. El hecho de que la ausencia de artículo en estructuras con posesivo sea posible en la época medieval y, por el contrario, no resulte gra-maticalmente aceptable en la actualidad, se debería al proceso de expansión y ge-neralización del artículo, y no a un cambio de ubicación tipológica del posesivo.

[10] Señalaremos, sin embargo, que otros investigadores han propuesto un análisis divergente al desarrollado en los mencionados trabajos. Silva Domínguez (2002: 105ss.) defiende la interpretación del gallego medieval como lengua AG-DG, en terminología de Giorgi & Longobardi (1991). Desde la perspectiva gene-rativista, Miguel (2002) ha señalado las diferencias entre los comportamientos sin-tácticos característicos de los posesivos en las lenguas románicas y los propios de los adjetivos, y ha propuesto considerar a aquellos como pronombres.

[11] Recientemente, Labrousse (2018) ha realizado un importante estudio en el que introduce una perspectiva analítica novedosa para la descripción de los pro-cesos de decadencia, en el caso del castellano, y de expansión, para el portugués y catalán, del posesivo articulado. A través de la aplicación a este fenómeno de la propuesta de análisis de base idiolectal desarrollada en Barra Jover (2011, 2015), la autora llega a la conclusión de que no hay ningún factor de los tradicionalmente señalados en la bibliografía, ya sean estos sintácticos, semánticos, experienciales o de otro tipo, que no sea refutado por el comportamiento particular de un texto o grupo de textos en una época o épocas concretas. El avance de la opción articula-da en portugués y catalán conoce, en algunos momentos y autores, estancamientos y retrocesos, difíciles de explicar a partir de la influencia de una única variable e incluso de varias (Labrousse 2018: 561ss.). Para dar cuenta de algunos de ellos, la autora apunta a la relación entre estos movimientos y factores externos como, por ejemplo, la posible influencia del castellano sobre portugués y catalán, en momen-tos diferentes de la historia de estas lenguas.

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Silva Domínguez Estructuras con posesivo y sustantivos relacionales humanos

3.2 Las particularidades de los sustantivos relacionales humanos en el proceso de expansión de la variante articulada

[12] Tanto en gallego como en portugués, catalán e italiano, los nombres de parentesco y sustantivos próximos se constituyen como un tipo semántico espe-cial, con una cronología diferente, más tardía, en cuanto a la extensión del artículo en frases nominales con posesivo. Algunos trabajos han tratado de fijar cronológi-camente y explicar el fenómeno en distintas variedades neolatinas. Penello (2002), comparando el italiano estándar actual, la lengua medieval y variedades dialecta-les vénetas, concluye que la excepcionalidad de los nombres de parentesco guarda relación con su proximidad a los nombres propios, especialmente en sus ocurren-cias en singular. Plurales y diminutivos, sin embargo, hacen que el sustantivo del parentesco se aleje del prototipo y entonces «tende ad avvicinarsi alla classe del nome comune e quindi ritorna regolarmente la presenza dell'articolo definito» (Pe-nello 2002: 345).

[13] En cuanto a la lengua gallega, las investigaciones realizadas hasta el momento ponen de manifiesto que el proceso de cambio lingüístico consistente en la generalización del artículo en este tipo de sintagmas todavía no se ha consuma-do por completo. Varela Vázquez (1997) estudia el avance de la variante articula-da en textos literarios entre 1800 y 1917 e identifica diversos factores que contri-buyen a un mayor progreso de esta: parentesco descendente y relaciones no estric-tamente familiares, género femenino, número plural, funciones preposicionales y posesivos colectivos. Como veremos, muchos de ellos se muestran también como relevantes en nuestro análisis del corpus TILG.

[14] Para esta misma lengua, Silva Domínguez (2002: 172-173) proporciona datos de la evolución del fenómeno en autores y obras del siglo XX, datos que pueden tener algún significado como aval de las propuestas de análisis idiolectal contenidas en Labrousse (2018, 2020). En efecto, examinadas de manera indepen-diente y no como parte de un corpus, algunas obras presentan un avance de la op-ción innovadora que alcanza el 80 % de los ejemplos, en tanto que en otras esta solo se documenta en un 20 % de los casos. Como explicación de esta diversidad de comportamientos, se podría defender que la difusión de la construcción artícu-lo+nombre propio4, más generalizada en unos dialectos que en otros, ha contribui-do a propiciar el avance del artículo en este tipo de estructuras. Sin embargo, esta justificación solo funciona de manera parcial, esto es, para algunos autores y obras, como se puede ver en la siguiente tabla, que reelabora los datos expuestos en Silva Domínguez (2002: 1725):

4 Con materiales de los años 70 y 80 del siglo XX, la cartografía lingüística ha trazado una aproxi-mación al mapa dialectal de la expansión del artículo en sustantivos de parentesco. A este respecto cf. ALGa 2, mapas 245 (meu tío/o meu tío), 246 (meus tíos/os meus tíos), 247 (nosos tíos/os nosos tíos) y 248 (vosos tíos/os vosos tíos).5 Se puede observar que en esta aproximación los datos son exactos para algunos autores y obras, mientras que para otros se ofrecen porcentajes aproximativos. La relevancia de esta cuestión es,

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Obras de autores vinculados al área de

generalización del artículo con nombres propios

Porcentaje de

posesivos sin artículo

Obras de autores no vinculados al área de

generalización del artículo con nombres propios

Porcentaje de

posesivos sin artículo

Devalar (1935) 42,9 % Os dous de sempre (1934) 20 %Bretaña, Esmeraldina (1987) 40,7 % A fiestra valdeira (1958) 20 %

Os mortos daquel verán (1987)

Menos del 5 %

Merlín e familia (1968)Xente de aquí e de acolá

(1977)

Más del 80 %

Tabla 1: Diversidad en los comportamientos de distintos idiolectos literarios de autores pertene-cientes a las dos áreas dialectales que se han señalado en gallego, en cuanto al comportamiento del

nombre propio articulado en gallego moderno

[15] Como se puede observar, solo en algunos casos existe relación entre la generalización del artículo ante nombre propio y la fijación de este en frases no-minales con sustantivos relacionales humanos. El cambio de registro (lengua lite-raria frente a lengua oral) y el carácter diafásicamente marcado del nombre propio articulado en gallego (Sousa Fernández 1992; Silva Domínguez 2005) podrían ex-plicar la discordancia existente entre los datos de la tabla 1 y los expuestos en Louredo (2015: 20), quien, utilizando materiales procedentes de variedades orales de la lengua, sí encuentra una relación directa entre la fijación del artículo ante nombre propio y la generalización de la variante innovadora con posesivo y sus-tantivo relacional humano.

3.3 Los datos del portugués europeo: síntesis de los hallazgos de Labrousse (2020) y su utilidad desde la perspectiva de un abordaje comparado (portu-gués vs. gallego) del fenómeno

[16] Como se ha indicado al principio, en el presente estudio tenemos la in-tención de establecer un diálogo con las conclusiones del mencionado trabajo, examinando por lo tanto de manera comparada el comportamiento de los sustanti-vos relacionales humanos en portugués europeo y en gallego. Labrousse (2020: 46) señala la agramaticalidad de la variante conservadora en la lengua estándar, y su condición, por lo tanto, de opción propia de variedades diatópicas diversas. Además, la autora recoge, a partir de Brito (2007: 42), la asociación de esta con la lengua literaria «in formal register»6. Sin embargo, Carballo Calero (1979: 278) señala la variante innovadora como preferida por la lengua culta en gallego, lo cual supondría una primera discrepancia entre las variedades formales de ambas lenguas. No lo es tanto, si tenemos en cuenta los datos que acabamos de sintetizar

sin embargo, suficiente, como para mantener unos y otros.6 Esta misma autora y en la misma página destaca que el portugués de Brasil admite de manera más generalizada la ausencia de artículo con los sustantivos que nos ocupan.

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en la tabla 1, y que revelan la disparidad de comportamientos existente entre algu-nos autores de literatura en lengua gallega en cuanto al fenómeno que nos ocupa.

[17] Por otro lado, Labrousse (2020: 47) establece también la cronología de la extensión del artículo en este tipo de sintagmas, y llega a determinar tres mo-mentos diferentes: antes de los siglos XVII-XVIII, en que nunca se supera el 10 % de los nombres de parentesco articulados con posesivo; entre los siglos XVIII y XIX, cuyo límite cuantitativo es el 30 %, y finalmente el siglo XX, en que «nous constatons une généralisation de l'emploi de l'article avec le possessif devant les Tpar7, plus ou moins avancée en fonction des textes». El estudio del corpus TILG para el gallego permitirá comprobar, a este respecto, la existencia de semejanzas o diferencias temporales en el proceso de generalización.

[18] En último lugar, es también interesante determinar qué factores propi-cian, de acuerdo con este trabajo, la aparición de la variante innovadora en el por-tugués europeo, para posteriormente poder comparar estos con aquellos otros a los que el corpus gallego resulte sensible. Labrousse (2020) obtiene resultados negati-vos en la evaluación de los siguientes factores: la presencia de una preposición ante la estructura posesiva (2020: 52), el carácter único de la relación de parentes-co (2020: 52-53), el número (singular o plural; 2020: 54) del sustantivo, el carác-ter arquetípico o de designación de una persona concreta que presente el nombre de parentesco (2020: 55-56), la oposición entre los valores identificativo y adjeti-val (2020: 56), la presencia de modificadores en la estructura frástica (2020: 58), el tipo de relación de parentesco de la que se trate (con la excepción de la oposi-ción entre familia «extendida» y «nuclear»; 2020: 59-61), la forma en diminutivo del sustantivo nuclear (2020: 62), la persona gramatical (2020: 64-65), el género (a través de la oposición entre no marcado-masculino y marcado-femenino; 2020: 65) y el mayor o menor respeto que provocan aquellos seres a los que se alude (2020: 66-67).

[19] Solo en el siglo XX aparece un aspecto que desarrolla una función rele-vante en la oposición: la diferencia entre la variedad estándar y algunos dialectos (Labrousse 2020: 68). Así, el posesivo no articulado se localiza en materiales ora-les procedentes de diversos puntos geográficos del portugués europeo, y solo en Madeira y algunas islas del archipiélago de las Azores es mayoritario (2020: 68). La menor valoración de la variante conservadora, aparentemente no alentada por los gramáticos y no contradictoria con su ocasional rendimiento como expresión de afectividad, es considerada por la autora un fenómeno no antiguo:

Aujourd'hui, les locuteurs du portugais standard jugent les occurrences de pos + Tpar comme incorrectes dans la langue spontanée […] sans que la norme les ait in-terdites explicitement. (Labrousse 2020: 68)

7 Términos de parentesco.

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Pour conclure, devant le petit nombre de tendances observées et leur faible intensité, de manière générale, nous pouvons affirmer que, jusqu'à récemment et dans la majo-rité des cas, les structures art + pos + N et pos + N alternaient librement avec les Tpar, sans véritable motivation des variantes. (Labrousse 2020: 72)

[20] Nuestro análisis del corpus gallego tomará, como punto de partida para la comparación, los diferentes hallazgos obtenidos en Labrousse (2020), tanto en cuanto a la cronología del avance de la opción articulada como en cuanto al com-portamiento de las distintas variables estudiadas. En efecto, el hecho de que en la actualidad contemos en gallego con un corpus como el TILG, a través del cual po-demos observar los últimos doscientos años de evolución de la lengua, permite afrontar un estudio cuantitativo que explique el ritmo evolutivo de los últimos años, así como detectar aquellos factores que pueden estar contribuyendo al im-pulso de la innovación. La comparación de nuestros resultados con los obtenidos por Labrousse (2020) permitirá arrojar luz sobre la interpretación de un fenómeno de variación sintáctica por parte de dos comunidades lingüísticas a las que unen muchos siglos en común y separan aspectos exógenos de relevancia en la evolu-ción de las últimas centurias.

4 Análisis del corpus TILG

4.1 Descripción global del análisis realizado

[21] Hemos examinado el comportamiento sintáctico, en relación con las es-tructuras articulada y no articulada, de los siguientes sustantivos: pai, nai (y su va-riante mai8), home (y los sinónimos marido y esposo), muller (y su variante espo-sa9), fillo, filla, amigo y amiga, que cubren el espectro de las diversas relaciones de parentesco y proximidad en cuanto a consanguinidad, valor jurídico de la rela-ción, orientación ascendente y descendente y situación en el entorno aproximado de las relaciones jurídicamente validadas como de parentesco.

[22] En el estudio de la alternancia hemos escogido referirnos a la variante no articulada como conservadora, en tanto que hablamos de innovación o varian-te innovadora para la opción que incluye el artículo determinado. Somos cons-cientes de la inexactitud de estos términos, pues ambas posibilidades constructivas están presentes desde los textos más antiguos del gallego (Silva Domínguez 2002: 127-135), al igual que Labrousse (2018: 82, figura 2) constata también su coexis-tencia, desde el principio, en portugués. Al utilizar esta terminología no nos referi-mos, por lo tanto, a la existencia en sí de cada construcción, sino a su evolución porcentual: descendente en la variante no articulada, ascendente en la articulada.

8 La variante nai, normativa en la actualidad, alcanza el 89,3 % de los ejemplos del corpus.9 En el sustantivo masculino, un 79,9 % de las ocurrencias pertenecen a home, frente a un 20 % de marido y un 3,4 % de esposo. En el femenino, muller alcanza el 92,7 % de los casos y esposa el 7,3 %. Entre las formas home y muller, por un lado, y marido, esposo y esposa, por el otro, hay una diferencia de formalidad en la expresión de la relación de parentesco.

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[23] Para poder seguir la evolución cronológica de la alternancia, el corpus se ha dividido en los siguientes seis períodos:

Período Intervalo cronológico

Justificación

Primero 1805-1862(57 años)

Etapa inicial de la literatura gallega decimonónica, que termina con la publicación, en 1863, de Cantares Gallegos

de Rosalía de Castro. Segundo 1863-1916

(53 años)Primera etapa del Rexurdimento literario pleno. El inicio del

movimiento cultural y político conocido como Irmandades da Fala supone la entrada en una nueva etapa.

Tercero 1917-1936(19 años)

Época de la escritura en gallego anterior a la Guerra Civil.

Cuarto 1937-1982(45 años)

El período comienza con la Guerra Civil y se extiende a lo largo de la etapa franquista, hasta llegar, en 1982, a la

publicación de las Normas ortográficas e morfolóxicas do idioma galego (Real Academia Galega e Instituto da Lingua

Galega).Quinto 1983-2003

(20 años)Este período de escritura termina con la importante

modificación efectuada en el año 2003 sobre el texto de las Normas ortográficas e morfolóxicas do idioma galego.

Sexto 2004-2013(11 años)

La época más reciente de la escritura en gallego testimoniada en TILG.

Tabla 2: Períodos en los que se ha dividido el corpus TILG para el análisis del fenómeno

[24] En la siguiente tabla damos cuenta del número total de ejemplos detec-tados para una y otra estructuras, en singular y en plural:

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Sustantivo Número de ejemplos de la variante sin artículo

Número de ejemplos de la variante con artículo

pai Singular: 5485 Singular: 1303Plural: 1394 Plural: 422

nai Var. nai: 3885 Var. nai: 1781Var. mai: 489 Var. mai: 183

Plural de posesión colectiva (P4 y P5) var. nai: 25

Plural de posesión colectiva (P4 y P5) var. nai: 11

Plural de posesión colectiva (P4 y P5) var. mai: 8

Plural de posesión colectiva (P4 y P5) var. mai: 8

home10 Var. home: 47 Var. home: 747Var. marido: 171 Var. marido: 201Var. esposo: 35 Var. esposo: 24

muller Var. muller: 653 Var. muller: 1088Var. esposa: 65 Var. esposa: 72

fillo Singular: 1409 Singular: 841Plural: 807 Plural: 748

filla Singular: 724 Singular: 604Plural: 390 Plural: 98

amigo Singular: 1483 Singular: 713Plural: 545 Plural: 283

amiga Singular: 209 Singular: 122Plural: 44 Plural: 28

Tabla 3: Número total de ejemplos analizados

4.2 La influencia de la función sintáctica (no preposicional vs. preposicional) y del número gramatical

[25] La tabla 4 proporciona una panorámica de la alternancia atendiendo a las mencionadas variables:

10 Para home y muller y formas sinónimas solo hemos tenido en cuenta el número singular. Ade-más, hemos renunciado al examen de las formas de plural colectivo (os) nosos homes/(os) vosos homes y sinónimos, así como en el femenino (as) vosas mulleres y sinónimos, debido a la dificul-tad de desambiguar ejemplo a ejemplo la polisemia de la estructura fuera de contexto: nuestras es-posas frente a nuestras mujeres (esto es 'las mujeres de nuestra cultura', 'de nuestro entorno', etc.).

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4.3 La influencia del género del sustantivo relacional

[28] El hecho de situarnos ante palabras relacionales humanas en masculino o en femenino tiene también un significado en cuanto a la expansión de la variante innovadora, como se desprende de la tabla 5:

Período

Porcentaje de ejemplos construidos con la variante no articuladaSingular Plural

Sustantivosmasculinos

Sustantivosfemeninos

Sustantivosmasculinos

Sustantivosfemeninos

No Prep Prep No Prep Prep No Prep Prep No Prep PrepPrimero 87,9 % 71,3 % 85,1 % 48,7 % 76,9 % 55,5 % 25%

(1/4)25 % (1/4)

Segundo 68,8 % 56,4 % 71 % 29,7 % 70,1 % 32% 63,6 % (7/11)

53,8 % (7/13)

Tercero 71,2 % 27,8 % 66,7 % 21,1 % 56,4 % 23,4 % 50 % 17,02%

Cuarto 59,4 % 59,1 % 59,4 % 20,6 % 48,3 % 29,9 % 33,3 % 3,3 %

Quinto 43,4 % 33,7 % 43,4 % 26,2 % 34,2 % 15,4 % 20,8 % 1,5 %

Sexto 34,5 % 15,6 % 34,5 % 10,3 % 20,8 % 5,8 % 0 % 5,2 % (1/18)

Tabla 5: Porcentaje de ejemplos conservadores por períodos teniendo en cuenta las variables sin-gular/plural y masculino/femenino. Se señalan los números absolutos de ejemplos en aquellos ca-

sos en los que estos son menores de 10

[29] Del análisis de la tabla se desprende también la significatividad de la oposición entre femenino y masculino a la hora de dar cuenta del avance de la op-ción articulada. Los nombres en femenino presentan una más marcada y más anti-gua preferencia por la estructura innovadora, especialmente en plural.

[30] Con todo, examinados los datos por parejas de sustantivos de parentes-co, observamos que el comportamiento de femenino y masculino es más parejo de lo que se esperaría. Así, la figura 2 apunta a una relevancia superior del tipo de pa-rentesco con respecto a la condición de masculino o femenino de este en contextos no preposicionales. La existencia de una preposición sí parece tener relación con una mayor relevancia del género del sustantivo:

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PeríodosPrimero Segundo Tercero Cuarto Quinto Sexto

Número absoluto de Pos pai/Pos nai

119/14 249/118 144/101 245/103 524/259 53/20

Número absoluto de Art Pos pai/Art Pos nai

41/14 65/149 162/189 221/209 620/408 138/103

Porcentaje de la variante conservadora,

por períodos

74,3 %/50 %

79,2 %/44,1 %

47 %/34,8 %

52,5 %/33 %

45,8 %/38,8 %

27,7 %/16,2 %

Tabla 7: Distribución temporal de la alternancia Pos pai frente a Art Pos pai y de Pos nai frente a Art Pos nai (contextos preposicionales)

[35] De nuevo la relevancia de las personas cuarta y quinta es muy escasa cuantitativamente, y la generalización de la variante articulada, mayor en ellas de lo que en el resto de las personas.

4.5 Estudio de la variación en home/muller: contextos no preposicionales y pre-posicionales

[36] En el sustantivo masculino, la no representatividad de P4 y P5 hace que nos decantemos por su no presentación. Igualmente es poco relevante el número de ejemplos de ambos sustantivos en el primer período de escritura14, por lo que hemos optado por no incluir este momento cronológico en la figura 5, que presen-ta tanto ejemplos preposicionales como no preposicionales:

(i) E metinme na casa vella pola porta da relleira // Encontrei a miña nai alí xunto parrumeira (Xosé Baña Posse, Carta da Habana a Santa Comba, poesia, 1911, TILG)

(ii) Proponlle ao pobo, ao que lle mentes tanto, deixar no teu lugar a túa filla para que pola fen-da da discordia o Amor se volva apoderar do mundo! (Millán Picouto, Empédocles, teatro, 2001, TILG)

El decidir la naturaleza gramatical de a en estos casos requeriría un estudio previo acerca del pro-ceso de expansión de la preposición con complemento directo con distintos tipos de verbos, estu-dio que podría permitir tomar decisiones en cada ejemplo. En nuestro caso y a efectos estadísticos, hemos considerado siempre esta unidad como articular en complementos directos, y como preposi-tiva en complementos indirectos del tipo de (iii):(iii) Fose como fose, el nunca deixaba ós domingos pola mañán de levarlle frores a súa amiga

(Xosé Lesta Meis, Manecho o da rúa, novela, 1926, TILG)

14 Sin preposición solo se documentan la primera y la tercera persona (1/0 y 2/2 en el balance en-tre preposicionales y no preposicionales). Con preposición, únicamente localizamos un caso de ter-cera persona preposicional.

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[45] De nuevo se aprecia una más temprana y mayor generalización de la in-novación en contextos prepositivos y una ordenación de personas que, salvo algu-nos picos, pone de relieve sistemáticamente la mayor querencia de la primera por la variante tradicional.

[46] En contextos preposicionales y no preposicionales, la decadencia de la variante conservadora puede apreciarse en la siguiente tabla:

PeríodosPrimero Segundo Tercero Cuarto Quinto Sexto

Pos fillo/Prep Pos fillo 16/3 205/17 216/12 104/10 243/18 10/1Art Pos fillo/Prep Art Pos fillo 20/10 100/108 118/95 94/102 312/304 81/44Evolución porcentual de la

variante conservadora (funciones no

preposicionales/funciones preposicionales)

44,4 %/23 %

67,2 %/15,7 %

64,3 %/11,2 %

52,5 %/8,9 %

43,7 %/5,5 %

10,9 %/2,2 %

Tabla 10: Evolución de la variación entre formas innovadora y conservadora con el sustantivo fillo (contextos preposicionales y no preposicionales)

[47] De nuevo la variante articulada ha avanzado más temprano en contex-tos preposicionales, mientras que, en ausencia de preposición los períodos centra-les del corpus muestran un débil pero estable predominio de la opción conserva-dora, que retrocede solo al inicio del siglo XXI. Por su parte, el relativamente es-caso número de ejemplos que ofrece el primer tramo temporal puede explicar la atípica menor presencia de estructuras sin artículo antes de 1863. A partir de este segundo momento, las cifras sí son consistentes en cuanto a un progresivo descen-so de la variante conservadora.

[48] En cuanto al sustantivo femenino filla, sus cifras se reflejan en la si-guiente figura (se presentan aquellas personas que ofrecen un número significati-vo de ejemplos)18:

18 Las personas cuarta y quinta se localizan con este sustantivo y sin preposición en el segundo pe-ríodo (un caso de la variante conservadora y dos de la innovadora) 3 (dos casos de cada una) y 5 (tres ejemplos conservadores frente a ocho innovadores). Con preposición, los cinco ejemplos lo-calizados (3 en el período cuarto y 2 en el sexto) son innovadores.

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de la obviedad de que la relación materno o paterno-filial exige unicidad, a dife-rencia de la relación de amistad o de la filiación. El funcionamiento lingüístico de los sintagmas con pai y nai es, especialmente en las personas relacionadas con el coloquio24, muy semejante al de los nombres propios, aspecto este que ha sido destacado en reiteradas ocasiones por la tradición gramatical.

5 Comparación entre los resultados obtenidos en el análisis del corpus TILG y los presentados por Labrousse (2020) para el portugués europeo[64] En primer lugar, debemos constatar la diferencia metodológica entre la

mencionada aproximación y la que se presenta, pues aquella utiliza como herra-mienta central el análisis de varios idiolectos por período cronológico, en tanto que nuestro trabajo se ha centrado en la sistematización de los resultados de un corpus. Aun siendo así, parece oportuno aplicar una perspectiva comparada al exa-men de una misma situación, el avance de la opción articulada con posesivos y sustantivos relacionales humanos, que se produce en dos espacios lingüísticos con una relación genética evidente.

[65] En cuanto a la cronología del fenómeno, el análisis de la tabla 1 de las incluidas en Labrousse (2020: 49) permite postular, para el portugués continental, un importante salto porcentual entre el siglo XIX (de media, las obras estudiadas por la autora se sitúan en un 20 % de ejemplos con artículo) y el XX, que ofrece cifras más diversas entre sí25, aunque todas ellas testimonian el notable avance de la innovación. Los datos del XIX portugués muestran cierta concomitancia con los del XX gallego, en tanto que la generalización casi plena de la innovación parece haberse producido antes en aquella lengua. Nuestro análisis del corpus TILG indi-ca que la expansión ha sido progresiva en gallego, y también parece sugerir que el proceso está próximo a su finalización en las primeras décadas del siglo XXI. Pos-tulamos, por lo tanto, que la pregunta (a) de las formuladas en la introducción al presente artículo se debe contestar de manera negativa: no hay identidad entre las gramáticas del gallego y del portugués actuales en cuanto a esta cuestión, ni tam-poco parece haberla en lo relativo al proceso de avance cronológico de la variante articulada: este ha sido más rápido en la segunda de las lenguas mencionadas.

(i) Non te ocupas del para nada. -Non teño tempo. -Té-lo para xogar ás cartas. ¿Non é así? Ro-xelio mudaba de cor. -Xa te ocupas ti bastante […]. Naturalmente. ¿Cómo non me vou ocu-par? É meu fillo. Bonito estaría que fixese o contrario. Coma ti. Entón pobre del. Medraría coma un animal salvaxe (Xosé Fernández Ferreiro, A cidade das chuvias, novela, 1994, TILG).

24 A excepción, por lo tanto, de la tercera persona: en seu pai sí existe un proceso de recuperación de información lingüística previa, que ancla anafóricamente la estructura. Por el contrario, en meu pai o túa nai el valor determinativo de la unidad se construye a través de la referencia a las perso-nas del coloquio. Nótese que este especial vigor cuantitativo que podría ser clave para el sosteni-miento de su excepcionalidad se debe fundamentalmente a las ocurrencias de primera y segunda personas.25 En la mencionada tabla 1 (Labrousse 2020: 49) se puede ver que dos de las tres obras pertene-cientes a esta centuria de las examinadas por la autora se sitúan próximas al 100 % de ejemplos ar-ticulados, en tanto que en la tercera la variante innovadora solo alcanza el 42 % de las ocurrencias.

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[66] Pasamos, en segundo lugar, a dar respuesta a la cuestión (b) de aquellas formuladas en la introducción. Centrándonos en los factores que pueden haber in-fluido en el proceso de generalización, la comparación entre Labrousse (2020) y la actual contribución revela que varios de ellos son comunes, en tanto que otros se muestran específicos para alguna de las lenguas. El carácter preposicional de la función sintáctica que realiza el grupo nominal, de importancia en gallego desde el primer período de los estudiados, no se ha revelado como significativo en el avance de la estructura en portugués continental (Labrousse 2020: 50). Tampoco lo ha sido el número gramatical (Labrousse 2020: 54), frente a la importancia que esta variable presenta en gallego.

[67] De igual manera, la autora no halla significatividad, para el portugués, en la oposición referencial/predicativo (Labrousse 2020: 56) que en el presente trabajo se postula como hipótesis para explicar el moderado avance de la estructu-ra innovadora con algunos términos de parentesco. Además, los datos del portu-gués son insuficientes para apoyar la idea de que la adaptación, como sustantivos de parentesco, de las formas home y muller, haya podido suponer una mayor y más temprana extensión del artículo a estas unidades (Labrousse 2020: 63-64).

[68] Por el contrario, otros dos factores sí coinciden en ambas lenguas: se trata del mayor avance de la innovación en el género femenino (solo ligeramente significativo en portugués; Labrousse 2020: 65) y su extensión en las formas indi-cadoras de parentesco inmediato ascendente (que influyen en aquella lengua du-rante el último siglo de expansión de la innovación; Labrousse 2020: 65).

[69] Un último aspecto de interés en la comparación entre gallego y portu-gués es la posible influencia del español sobre la evolución del fenómeno. Labrousse (2018: 553) formula la hipótesis de que el retroceso en la opción articu-lada durante los siglos XV a XVII en la segunda de estas lenguas pudo haber sido un efecto del contacto lingüístico que experimenta en la época el portugués culto con el español, dado que durante este período la variante articulada cede espacio frente a la no articulada en todo tipo de unidades sustantivas. Se trataría de una in-terferencia de convergencia, que también Cidrás (2017: 248) considera teórica-mente posible en gallego, especialmente en la lengua de aquellos hablantes con un menor contacto con variedades tradicionales de la lengua.

[70] Los datos del corpus TILG para el gallego no permiten detectar ningún momento de retroceso en el avance de la opción articulada con nombres relaciona-les humanos, aun cuando la bilingüización social ha avanzado considerablemente durante los dos siglos que documenta nuestra fuente. Sería preciso un análisis es-pecífico centrado en los modos de construcción de estructuras con posesivo que desarrollan colectivos concretos, tales como los jóvenes o los neohablantes, para postular tal influencia26.

26 Cidrás (2017: 248-249), citando en este aspecto a Kabatek (2000: 190) señala que «los hablantes [de gallego] más castellanizados coinciden en dar preferencia a la forma articulada, a pesar de ser di -vergente con el castellano». Se postula, entonces, la posibilidad de una interferencia de divergencia.

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DOI : https://doi.org/10.25364/19.2021.6.3 ISSN : 2663-9815

L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir' dans plusieurs langues romanes, avec un focus sur l'occitan

Past participle agreement of verbs conjugated with 'have' in several Ro-mance languages, with a focus on Occitan

Jean SibilleCentre national de la recherche scientifique (UMR 5263) / Université Toulouse - Jean Jaurès

[email protected]

Reçu le 9/3/2020, accepté le 13/6/2020, publié le 12/10/2021 selon les termes de la licence

Creative Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

Résumé : Cet article se propose de confronter un certain nombre de données sur l'accord du parti -cipe des verbes conjugués avec aver 'avoir' en occitan, aux données concernant l'espagnol, le cata-lan et le français. Nous examinons les règles d'accord du participe des verbes conjugués avec 'avoir', en espagnol, catalan, français et occitan, d'un point de vue diachronique et synchronique. Les données analysées tendent à montrer que les hiérarchies implicationnelles définies par Smith (1995) pour le catalan, et Rodríguez Molina (2016) pour l'espagnol – en termes d'évolution dia-chronique et/ou de fréquence en synchronie –, sont, dans leurs grandes lignes, valables pour l'occi-tan et le français. Les données sur l'occitan gascon, invitent à clarifier ou à approfondir certains points concernant l'ensemble des variétés romanes.

Abstract: The aim of this article is to compare Occitan data on the past participle agreement of verbs conjugated with aver 'have' with Spanish, Catalan and French data from a diachronic and synchronic point of view. The data analyzed indicate that – in terms of diachronic evolution and/or frequency in synchrony – the implicational hierarchies defined by Smith (1995) for Catalan, and by Rodríguez Molina (2016) for Spanish are generally also valid for Occitan and French. The data on Gascon Occitan suggest that clarification and conceptual refinement are needed to account for all Romance varieties.

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

1 Introduction

[1] Jusqu'au 13e siècle, en ce qui concerne l'accord avec le COD du participe des verbes conjugués avec 'avoir', l'ensemble des langues gallo-romanes et hispa-no-romanes présentent un profil similaire : l'accord y est massif, quelle que soit la position du COD (postposé ou antéposé au verbe), sans être systématique, et sans qu'on ait pu établir que les cas de non-accord soient régis par des règles claires (Jensen 1994 ; Buridant 20001 ; Mercier 1879 ; Badia Margarit 1962 ; Rodríguez Molina 2010).

[2] À partir du 13e siècle on assiste à des évolutions chronologiquement dé-calées, dans le sens d'un recul de l'accord. De nos jours, l'espagnol présente le de-gré le plus avancé d'évolution : le participe des verbes conjugués avec l'auxiliaire 'avoir' reste invariable dans tous les cas, et l'occitan languedocien occidental, le degré d'évolution le moins avancé (en Rouergue et en Quercy, notamment, le par-ticipe s'accorde sensiblement dans les mêmes conditions qu'au 13e siècle). Par rap-port à ces deux extrêmes, les autres dialectes occitans, le catalan et le français se situent à des niveaux d'évolution intermédiaires. Il convient, en outre, de préciser que l'espagnol et le catalan ont généralisé l'auxiliaire 'avoir' (haber, haver) pour la conjugaison de la voix active et réservent l'auxiliaire 'être' (ser, ésser) à la conju-gaison de la voix passive, alors qu'en occitan et en français, certains verbes intran-sitifs2 se conjuguent avec 'être'. En outre, en espagnol et en catalan 'avoir' (esp. haber, cat. haver ← lat. habere) ne s'utilise que comme auxiliaire et a été rempla-cé, dans son sens lexical, par esp. tener, cat. tenir (← lat. tenere)3.

[3] Smith (1995 : 278-279) établit, pour le catalan, les différentes phases du recul de l'accord du participe :

A. General agreement,B. Agreement with preceding direct object,C. Agreement with third-person clitic pronoun direct object,D. Agreement with third-person feminine clitic pronoun direct object,E. General non-agreement,

en précisant : « Significantly, we appear not to find any exception to this hierar-chy ».

[4] Le but principal du présent article est de confronter un ensemble de don-nées sur l'accord du participe des verbes conjugués avec aver 'avoir' en occitan, aux données concernant l'espagnol, le catalan et le français. Une étude sur l'en-

1 Il ne nous a malheureusement pas été possible de consulter Buridant (2019).2 Qualifiés d'inaccusatifs par l'école générativiste. Pour la critique de cette notion et de celle d'inergatif, voir Forest (1995).3 Le portugais fonctionne comme l'espagnol : absence d'accord avec le COD, ser 'être' réservé à la voix passive, à ceci près qu'il a remplacé haber par ter 'tenir' pour la conjugaison des temps com-posés de la voix active.

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

semble des variétés romanes du point de vue de l'accord du participe des verbes conjugués avec 'avoir', dépasserait largement le cadre d'un simple article. Il convient toutefois de signaler l'intérêt que, dans la perspective d'une étude plus large, présenterait l'italien, langue dont des dialectes touchent au domaine occitan et qui présente la propriété intéressante d'avoir deux auxiliaires (essere et avere), comme l'occitan et le français, ainsi qu'une grande variation dialectale en ce qui concerne la réalisation de l'accord (Loporcaro 2016 : 802-818 ; Rohlfs 1954 : § 725).

[5] Nous ne méconnaissons pas la difficulté que représente la comparaison entre des langues fortement normées comme l'espagnol ou le français, des langues moins fortement normées comme le catalan et une langue en grand danger comme l'occitan, qui ne possède pas de standard socialement connu et reconnu de la plu-part locuteurs traditionnels4, et dont l'unité relative se manifeste à travers un dia-système. Néanmoins, dans la mesure où la linguistique ne saurait se limiter à l'étude de variétés normées, et dans la mesure également, où nous nous sommes efforcés de prendre en compte prioritairement, autant que possible, l'usage oral réel (le cas échéant, dans toute sa diversité et sa variabilité), nous considérons cette démarche comme légitime. Nous croyons en outre que l'étude des variétés non normées est de nature à constituer un apport majeur à la linguistique romane.

[6] Nous examinerons successivement les règles d'accord du participe des verbes conjugués avec 'avoir' en espagnol, catalan, français et occitan, dans une perspective diachronique et/ou synchronique, en accordant une attention particu-lière aux parlers languedociens occidentaux, qui présentent le stade d'évolution le plus archaïque. Nous évoquerons ensuite l'accord du participe des verbes régissant un infinitif, en français, catalan, et occitan. Enfin, nous examinerons dans quelle mesure la périphrase [habere + participe passé], parallèlement à sa grammaticali-sation comme paradigme verbal, a continué, lorsqu'elle est employée transitive-ment, à pouvoir faire l'objet d'une interprétation prédicative dans laquelle le parti-cipe est attribut du complément d'objet, en particulier en occitan.

2 Espagnol

[7] En espagnol, l'accord du participe avait déjà presque totalement disparu dès la première moitié du 16e siècle (Rodríguez Molina 2010, 2016). S'il est vrai que, au Moyen-Âge, le phénomène recule au fur et à mesure qu'on avance dans le temps, Rodríguez Molina (2010, 2016) montre que ce recul ne s'effectue pas de façon aléatoire et désordonnée, mais dépend de différents paramètres qui font que, à un moment donné de l'évolution et dans un cas donné, la probabilité de l'accord

4 Il existe des formes standards d'occitan mais qui, compte tenu de la situation sociolinguistique de la langue, ne sont pas officiellement reconnues par un pouvoir politique, ni socialement (re)connues par la société 'globale'. Elles sont utilisées par les milieux renaissantistes et/ou mili -tants, ainsi que pour l'enseignement, mais elles restent largement étrangères aux locuteurs tradi-tionnels.

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

sera plus ou moins forte :

Así, mi hipótesis defiende que la concordancia entre el participio y el objeto en espa-ñol antiguo se ajusta a una serie de jerarquías implicativas que expresan la mayor o menor probabilidad de que el participio concuerde con el objeto en un corte sincró-nico determinado. (Rodríguez Molina 2016 : 436)

[8] S'inspirant des modèles théoriques de Greenberg (1966) sur les hiérar-chies implicationnelles et de Smith (1995), Rodríguez Molina (2016 : 436) pré-sente ces différents paramètres et leurs hiérarchies dans le tableau suivant (que nous traduisons de l'espagnol) :

a. Hiérarchie d'objet- non canonique5 → canonique +b. Hiérarchie nominale- nom → relatif → pronom personnel + c. Hiérarchie de position- postposé → antéposé → intercalé6 +d. Hiérarchie de genre et nombre des pronoms- masc. plur. → fém. plur. → fém. sing. +e. Hiérarchie de personne- 2 ou 1 → 3 +f. Hiérarchie de référencialité- sans déterminant → indéfini → défini ou universel +g. Hiérarchie d'animation- animé → inanimé ou abstrait +

« - » = moins d'accords ; « + » = plus d'accords (les types d'objets situés le plus à droite présentent toujours des pourcentages

d'accord supérieurs à ceux situés plus à gauche).

Tableau 1 : Hiérarchies implicationnelles

L'étude statistique d'un large corpus composé de 63 textes médiévaux divisés en cinq étapes chronologiques allant du 13e au 15e siècle, lui permet, malgré quelques discordances mineures, de valider globalement ses hypothèses.

3 Catalan

[9] Les différentes éditions de la grammaire de Fabra (1918, 1933, 1956) to-lèrent l'accord du participe quelle que soit la position ou la nature du COD, mais recommandent de ne l'accorder qu'avec les pronoms de 3e personne : la, els, les, en. La GLC, qui constitue désormais la norme officielle de l'Institut d'Estudis Ca-

5 Par « objets non canoniques », Rodríguez Molina (2016 : 436) entend les partitifs, les objets in-ternes et les compléments de mesure.6 Entre l'auxiliaire et le participe.

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talans, se fondant sur l'usage, n'admet l'accord qu'avec la, els, les, et avec en dans son sens partitif. Elle signale que « aquesta concordança, però, a perdut terreny a favor de la construcció amb el participi invariable » (GLC : 492), mais préconise son maintien dans les usages formels.

[10] Dans l'usage réel, en dehors des Îles Baléares, dans le cas où le COD n'est pas un pronom clitique de 3e personne, le non-accord est, en effet, général (Badia Margarit 1962 : 466-467). Lorsque le COD est un clitique de 3e personne, les usages locaux sont variables : le catalan parlé à Barcelone, ainsi que le catalan nord-occidental tendent à généraliser le non-accord, alors que dans d'autres ré-gions, notamment en Pays Valencien et en catalan nord-oriental (y compris en Roussillon), l'accord reste d'usage fréquent, ainsi que le montre la carte figurant dans Smith (1995 : 284), établie d'après les données de l'ALDC.

[11] Toutefois, là où l'accord avec les pronoms clitiques de 3e personne se maintient, la fréquence de celui-ci est variable suivant le pronom dont il s'agit : l'accord du participe avec le pronom féminin singulier la est plus fréquent qu'avec le pronom féminin pluriel les, et l'accord avec ce dernier, plus fréquent qu'avec le pronom masculin pluriel els ou avec en (Smith 1995 ; Saragossà 2002 ; GLC pour en). D'après Saragossà (2002), l'accord avec los7 ou en serait inexistant en valen-cien8. De fait, l'accord avec la est le seul qui ait un rôle fonctionnel, dans la me-sure où en catalan, le pronom de 3e personne du singulier prend la forme l' devant voyelle (au lieu de masc. el, fém. la devant consonne), l'accord au féminin permet de lever une possible ambiguïté : l'he vist 'je l'ai vu', l'he vista 'je l'ai vue', alors qu'au pluriel il n'y a pas d'ambigüité possible, le pronom masculin els et le pronom féminin les étant toujours distincts. Pour Smith (1993) et Saragossà (2002), ceci explique la plus grande résistance de la au recul de l'accord ; au pluriel, la cohé-rence avec le singulier, expliquerait le fait que l'accord avec les soit plus fréquent que l'accord avec els ou en.

[12] Dans les Îles Baléares, et en particulier à Majorque, l'accord du parti-cipe est possible quelle que soit la position du COD, y compris lorsque celui-ci est postposé, même si, en dehors des pronoms la (fém. sing.) et les (fém. plur.) l'ac-cord est en recul et est devenu optionnel (Salva i Puig 2018 ; Rosselló 2002). De plus, en catalan majorquin le participe de certains verbes intransitifs peut être ac-cordé avec le sujet, bien que ces verbes se conjuguent avec haver. Il s'agit, pour la plupart, de verbes statifs ou de déplacement qui se conjuguaient anciennement avec ésser :

(1) Com és que no has venguda/vengut ? (Salva i Puig 2018 : 61)(2) Sa9 nòstra filha ja ha nascuda/nascut. (Salva i Puig 2018 : 61)

7 Forme valencienne pour cat. standard els.8 Bien que l'accord avec los soit prescrit par la GNV (2006 : 180) : « El participi dels temps com-posts concorda en gènere i nombre amb els pronoms acusatius de tercera persona lo, la, los, les ».9 Sa = article défini féminin singulier en majorquin (← lat. ipsa).

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ou bien de verbes exprimant un procès interne au sujet :

(3) Sa porcella quasi no ha engraixada/engraixat. (Salva i Puig 2018 : 61)

Enfin, « és encara possible per a alguns parlants de Mallorca d'emprar l'auxiliar ésser per a formar els temps composts, sobretot en la 1a i la 2na persona del singu-lar del perfect d'indicatiu [...] Es tracta d'un fenomen en clara recessió » (Salva i Puig 2018 : 62) :

(4) Me som rentat/rentada. (Salva i Puig 2018 : 62)(5) Com es que no ets venguda/vengut ? (Salva i Puig 2018 : 62)

[13] En catalan roussillonais, les personnes 1, 2, 4, et 5 du présent de l'indi-catif de sere ≈ estre 'être' et de haver ont été confondues. Si bien que sere ≈ estre se conjugue : son, ets, es, sem, seu, son, et haver : son, ets, ha, sem, seu, han10 (Gómez Duran 2011 : 257). L'accord du participe avec l'ensemble des clitiques objets (el, la, elze11, en) est possible mais optionnelle :

(6) La sem vista aqueix matí, la Regina. (Gómez Duran 2011 : 283) (7) Ja elze son trapats, els llibres que cercavi. (Gómez Duran 2011 : 283)(8) Ja elze havii crompades, les entrades. (Gómez Duran 2011 : 283) (9) A casa en sem tingudes sempre, de gallines. (Gómez Duran 2011 : 283)

4 Français

[14] En français standard contemporain, les règles académiques d'accord du participe sont pour l'essentiel des règles orthographiques. En effet, à l'oral, il n'y a pas d'accord en nombre, compte tenu de la lénition de -s morphème du pluriel et de la disparition des oppositions de quantité vocalique. L'accord en genre ne concerne, à l'oral, qu'une minorité de verbes ayant un participe à féminin 'au-dible' ; exemples : pris ~ prise, fait ~ faite, dit ~ dite, offert ~ offerte, etc.

[15] D'un point de vue diachronique, l'effacement des marques d'accord est le résultat d'un processus d'évolution s'étalant du 16e siècle au 21e siècle. Au 16e

siècle, -s morphème du pluriel est encore audible à la pause (Morin 2008 : 117) ; lorsqu'il ne se trouve pas à la pause il provoque l'allongement de la voyelle finale des participes à finale vocalique. À l'époque classique (17e et 18e siècles), la varié-té standard oppose les formes du masculin singulier, dotées d'une finale vocalique brève, aux autres formes, dont la finale est longue. Certaines variantes régionales opposent les formes masculines du singulier et du pluriel aux formes féminines du singulier et du pluriel :

10 Toutefois, le Vallespir et le Capcir conservent hem et heu aux personnes 4 et 5 de haver.11 En catalan roussillonais, le clitique objet pluriel elze est épicène.

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

nātŭm, fīnītŭm, cōsūtŭm

nātōs, fīnītōs,cōsūtōs

nāta(s), fīnīta(s),cōsūta(s)

né, fini, cousu nés, finis, cousus née(s), finie(s), cousue(s)

Classique standard [e i y] [e i y ]ː iː yː] ː iː yː] ː iː yː]

Nord-Ouest et Est [e i y] [e i y ]ː iː yː] ː iː yː] ː iː yː]

Tableau 2 : Voyelles finales des participes (Morin 2008 : 115)

[16] Localement, en français régional et dans certaines variétés primaires d'oïl, les finales longues ont pu évoluer vers des diphtongues : -é → [e] ~ ée(s) → [e ], [ ], [a ] (poitevin, Mercier 1879i], [ɛi], [ai] (poitevin, Mercier 1879 ɛi], [ɛi], [ai] (poitevin, Mercier 1879 i], [ɛi], [ai] (poitevin, Mercier 1879 : 135), [e ] (Suisse Romande, Remacleːi], [ɛi], [ai] (poitevin, Mercier 1879 1994 : 59 ; wallon, Morin 2008 : 115), ou bien aboutir à des différences de timbre de type : courbé(s) [kur b ] ~ ˈbǝ] ~ ǝ] ~ courbée(s) [kur be] (parler gallo de Pléchâtel, Moˈbǝ] ~ -rin 2008 : 121). Les distinctions de durée commencent à disparaître au début du 19e siècle (Morin 2008 : 121), mais ont pu se maintenir dans certaines régions jus-qu'au début du 20e siècle, voire plus tard, ou même subsister jusqu'à aujourd'hui, chez certains locuteurs, notamment en Bourgogne (Walter 1982), en Lorraine (Walter 1982), ou en Normandie (Leppelley 1975 ; c.p. de Jean-Pierre Mon-treuil)12. Enfin des réalisations de type -ue [y ], ᵊ], -ée [e ] ont pu également se mainᵊ], -tenir localement jusqu'au début 20e siècle, comme le montrent les formes notées par Durand (1936) en région parisienne.

[17] D'après Mercier (1879 : 41), aux 11e-13e siècles : « Le participe s'ac-corde en général avec son régime mais il y a d'assez nombreuses exceptions ». Avec un COD lexical, la fréquence de l'accord est variable suivant l'ordre des constituants :- avec [avoir + COD + Participe] : j'ai l'amitié connue, l'accord est massif ;- avec [avoir + Participe + COD] : j'ai connue l'amitié, l'accord par anticipa-

tion est « de règle », mais les exceptions sont plus nombreuses que dans la construction précédente. Buridant (2000 : 377) précise que la prose présente, dès le 13e siècle, une forte tendance à l'invariabilité du participe, mais cer-tains textes font exception, comme Les Sept Sages de Rome ;

- avec [Participe + avoir + COD] : connue ai l'amitié, l'accord « y a lieu quel-quefois » ;

- avec [COD + avoir + Participe] : amitié ai connue, l'accord est fréquent, mais cette construction est moins usitée que les précédentes.

Mercier (1879) ne mentionne pas la construction [COD + Participe + avoir]. Se-lon Buridant (2000 : 377), elle est surtout employée en poésie pour des raisons de versification.

12 Pour le Cotentin, Lepelley (1975 : 9) fait état d'un système à quatre formes distinctes : chanté [ ã te], ʃãˈte], ˈbǝ] ~ chantée [ ã t ], ʃãˈte], ˈbǝ] ~ ɛ chantés [ ã te ], ʃãˈte], ˈbǝ] ~ ː chantées [ ã t ].ʃãˈte], ˈbǝ] ~ ɛː

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

[18] Avec les pronoms clitiques le, la, les et le relatif que, toujours placés devant le verbe, il y a généralement accord, les exceptions sont rares. Mercier (1879) ne précise pas s'il en va de même avec les pronoms de 1e et 2e personnes, mais il semble que dans ce cas, l'accord soit moins fréquent13.

[19] Il s'agit là de tendances générales mais il y a d'importantes disparités d'un texte à l'autre et/ou d'une région à l'autre. Alors que, par exemple, l'absence d'accord est rarissime chez Chrétien de Troyes (12e siècle), quelles que soient la nature et la position du COD, dans les Sermons de saint Bernard, texte bourgui-gnon ou lorrain du 12e siècle, « la règle d'accord est rare, presque inconnue » (Mercier 1879 : 69).

[20] Du 14e au 16e siècle, la construction [Participe + avoir + COD] dispa-raît (Mercier 1879 : 91). L'accord par anticipation, encore bien vivant au début du 14e siècle, devient rare au 16e siècle14. En ce qui concerne l'accord avec le relatif et les pronoms clitiques, rien, dans les textes, ne semble avoir vraiment changé de-puis le 13e siècle : l'accord est fréquent sans être systématique. Au 17e siècle l'ordre [avoir + Participe + COD] est définitivement fixé dans les textes en prose, les autres constructions ne subsistant que comme licences poétiques, dans des textes versifiés ; l'accord par anticipation a disparu.

[21] La règle de position, qui constitue aujourd'hui la norme académique, est formulée pour la première fois au 16e siècle, par Clément Marot (Mercier 1879 : 110 ; Audibert-Gibier 1992 : 23) :

Enfans, oyez une leçonNostre langue a ceste façon,Que le terme qui va devantVolontiers régit, le suivant.[...]Il faut dire en termes parfaicts ;« Dieu en ce monde nous a faicts » ;Faut dire en parolles parfaictes ;« Dieu en ce monde les a faictes » ;Et ne faut point dire en effect ;« Dieu en ce monde les a faict ».

Mais cette règle ne fait pas l'unanimité. Si elle est acceptée par Ramus (Mercier 1879 : 110 ; Audibert-Gibier 1992 : 23), elle est vivement combattue par certains grammairiens comme Meigret qui préconisent l'invariabilité du participe, d'autres comme Mathieu considèrent que l'accord est optionnel (Audibert-Gibier 1992 : 23). Bouhours (1675 : 361), se basant sur l'usage, remarque que lorsqu'il n'y pas

13 Comme en témoigne l'inscription suivante du 14e siècle, figurant sur la cloche d'une chapelle de Château-Chinon : « Marie Javelle / Je m'appelle / Celui qui m'a mis / M'a bien mis / Celui qui m'ostera / S'en repentira. » (Audibert-Gibier 1992 : 25).14 On pense au Poème à Cassandre de Ronsard : « Mignonne, allons voir si la rose / Qui ce matin avoit desclose / Sa robe de pourpre au soleil... ».

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de pause après le participe, l'accord ne se fait pas : « Cela est si vray que lors qu'on ajoûte quelque chose aprés, le participe redevient indéclinable, éstant suffi-samment soûtenu par ce qui suit [...] ». Pour Brunot (1924 : 930) : « Cette obser-vation toute phonétique est de premier ordre : elle correspondait à une différence réelle de prononciation chez les français de Paris et du centre ». En 1705, le secré-taire perpétuel de l'Académie française Régnier-Desmarais se déclarait encore contre la règle de position (Mercier 1879 : 115). Cette règle ne sera définitivement admise que dans la deuxième moitié du 18e siècle.

[22] D'après les données recueillies par Mercier (1879 : 128-136), au 19e

siècle, dans certaines variétés primaires d'oïl (picard, normand, manceau, gallo, morvandiau, poitevin...), l'accord du participe avec le COD antéposé était loin d'être systématique, en particulier avec le relatif, mais pas seulement :

(10) - As-tu bé déviré la j'men d'au chon d'au vesin, Gauthier ?- Je l'ai déviré a c' matin ; all' est déviraye depis médi.'- As-tu bien sorti la jument du champ du voisin, Gauthier ?- Je l'ai sorti ce matin ; elle est sortie depuis midi.' (poitevin) (Mercier 1879 : 135)

Mercier (1879 : 136) conclut : « En résumé, les patois, c'est-à-dire le français abandonné à lui-même et en dehors de toute influence, aiment le participe inva-riable ». Il est probable que cette tendance à l'invariabilité n'était pas limitée aux variétés primaires, dans la mesure où, entre vernaculaire prototypique, standard régional (ou 'français régional') et standard général, il existe un répertoire fluide.

[23] Audibert-Gibier (1992) expose les résultats d'une étude sur l'accord du participe en français oral, sur un corpus de 300 exemples authentiques comprenant des participes à accord audible. Il ressort de cette étude que, souvent, les règles académiques (et scolaires) d'accord du participe, ne correspondent pas à l'usage réel :a) Avec un pronom clitique féminin de 3e personne : l', les : l'accord est majori-

taire (64 %) lorsque « la zone postverbale est vide » (Audibert-Gibier 1992 : 13) (i.e. à la pause). Lorsque la zone postverbale est pleine l'accord est plus rare (« la proportion semble inversée », Audibert-Gibier 1992 : 13), ce qui rejoint la remarque de Bouhours (1675 : 361).

b) Avec le pronom en l'accord est rare, mais pas impossible, contrairement à la norme académique qui, dans ce cas, rejette l'accord.

c) Avec les pronoms de 1e et 2e personne : m' et t', l'accord est rare (1 exemple sur 6).

d) Avec le relatif que, l'accord est minoritaire : 34 % lorsque la zone postver-bale est vide, 24 % lorsque la zone postverbale est pleine. En présence d'un pronom clitique datif : lui ou leur, sur 13 exemples, aucun accord n'a été re-levé.

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

[24] Les modalités de l'accord du participe des verbes conjugués avec avoir en français oral contemporain peuvent donc se résumer de la façon suivante :- L'accord du participe ne concerne que l'accord en genre des participes à ac-

cord audible.- L'accord avec le COD lexical postposé est impossible.- Avec le COD antéposé (clitique ou relatif) l'accord est optionnel, il est majo-

ritaire avec les clitiques féminins l' et les lorsque la zone postverbale est vide, il est minoritaire dans les autres cas.

En fin de compte :

Dire que les Français ont cessé d'accorder les participes passés équivaut à dé-placer le problème : les Français continuent d'accorder les participes passés après l'auxiliaire avoir, selon des règles qui ne sont pas toujours celles apprises à l'école, mais rejoignent en partie des observations plus anciennes faites par certains grammairiens du XVIIe siècle. (Audibert-Gibert 1992 : 25)

5 Occitan

[25] Avant d'aborder la question de l'accord des participes en occitan, il convient de préciser que, même si, lorsqu'on écrit l'occitan en graphie normée dite classique ou alibertine, les participes présentent toujours, à l'écrit, quatre formes distinctes pour le masc.-sing., le masc.-plur., le fém.-sing. et le fém.-plur. : ex. pa-gat 'payé', pagats, pagada, pagadas ; du fait de la lénition de -s morphème du plu-riel dans certains dialectes (voir carte 1 en annexe), tous les dialectes ne disposent pas de quatre formes distinctes à l'oral (ou dans des graphies alternatives) :- Le gascon et la plupart des parlers languedociens disposent de quatre formes

distinctes.- Dans les parlers auvergnats et limousins il existe généralement une seule

forme pour le masc.-sing. et le masc-plur., mais deux formes distinctes pour le fém.-sing. et le fém.-plur.

- Le niçois dispose d'une seule forme pour le masc.-sing. et le masc-plur., mais deux formes distinctes pour le fém.-sing. et le fém.-plur.

- Le provençal a une seule forme pour le masc.-sing. et le masc.-plur. et une seule forme pour le fém.-sing. et le fém.-plur.

- En vivaro-alpin la variation est importante et toutes les configurations précé-demment énumérées existent, voire d'autres15.

15 En vivaro-alpin, il y a eu lénition précoce de T intervocalique du latin, si bien qu'on a des formes prototypiques de type : portà, portàs, portaa, portaas (au lieu de portat, portats, portada, portadas dans les autres dialectes) ; ces formes ont donné lieu à des évolutions diverses.

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

graphie portat portats portada portadas16

gascon et languedocien [pur tat]ˈtat] [pur tats]ˈtat] [pur tað ]ˈtat] ɔ] [pur tað s]ˈtat] ɔ]

limousin [pur ta]ˈtat] [pur tad ]ˈtat] ɔ] [purt da ]ɔ]ˈtat] ː iː yː]

auvergnat [pur ta]ˈtat] 17 [pur tad ]ˈtat] ɔ] [pur tada]ˈtat]

niçois [pur tat(e)]ˈtat] [pur tada]ˈtat] [pur tadi]ˈtat]

provençal [pur ta]ˈtat] [pur tad ]ˈtat] ɔ]

Tableau 3 : Formes des participes en occitan

5.1 L'accord du participe conjugué avec 'avoir' en occitan : aperçu général

[26] Une première et courte synthèse sur l'accord du participe des verbes conjugués avec aver en occitan a été proposée par Ronjat (1913 : 158-163, 1937 : 589-592). Le thème est également traité brièvement par Lafont (1967 : 179-181). En ce qui concerne l'accord avec l'objet antéposé, Lafont (1967 : 179) affirme que « La tendance générale est à l'accord avec l'objet comme en fr », mais il ne fait pas de distinction entre accord avec le clitique COD et accord avec le relatif COD, alors que, comme on le verra plus loin, si l'accord avec le clitique est général sur tout le domaine occitan, c'est loin d'être le cas pour l'accord avec le relatif. Pour ce qui est de l'accord avec le COD lexical postposé, il rappelle qu'en occitan médié-val la tendance générale est à l'accord du participe avec l'objet, quelles que soient la nature et la position de celui-ci. Les données évoquées ensuite tendent à mon-trer que le recul de l'accord a été plus précoce à l'est, en Languedoc oriental et en Provence, mais, comme va le montrer la suite de cet article, en ce qui concerne l'usage contemporain, Lafont (1967 : 180) se trompe en affirmant que « tout l'Ouest est resté fidèle jusqu'à nos jours à l'accord » et que « Mis à part cette évo-lution récente qui isole Provence et Languedoc oriental, il apparaît que l'accord du participe perfectum dans les périphrases verbales est un phénomène bien assis dans l'usage ». En effet, en occitan contemporain, les phénomènes de recul de l'ac-cord ne se limitent pas au Languedoc oriental et à la Provence mais touchent éga-lement l'Auvergne, le Limousin et la Gascogne.

5.1.1 Languedocien oriental, provençal, niçois, mentonasque

[27] En languedocien oriental (région de Montpellier, Béziers, Sète, Lodève, Cévennes : Compan 1981 ; Mâzuc 1899 ; Lamouche 1942 ; Thérond 2002 [1900]), en provençal (Giély 1995 ; Bartélémy-Vigouroux & Martin 2000 ; Do-

16 Portadi en niçois.17 On a toutefois [pur t ], [pur ta], [pur tad ], [pur tada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsiˈbǝ] ~ ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi ˈbǝ] ~ ˈbǝ] ~ ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi ˈbǝ] ~ que dans les parlers du sud de la Creuse qui font la transition entre l'auvergnat et le limousin (Chauvin 1980).

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

menge 2002 ; Martin & Moulin 1998), ainsi qu'en niçois (Toscano 1998) et en mentonasque18 (Ansaldi 2009), dans l'usage oral, le participe des verbes conjugués avec 'avoir' s'accorde avec le pronom clitique objet antéposé à l'auxiliaire, mais il ne s'accorde pas avec le COD nominal placé après le verbe. Avec le relatif objet, la tendance dominante est à l'absence d'accord, même si l'accord est encore pos-sible, au moins localement, en particulier en Provence19, comme le montre la carte 2 en annexe (qui, il convient toutefois de le préciser, est basée sur des données da-tant de la dernière décennie du 19e siècle). Dans l'usage littéraire tel qu'il s'est constitué depuis le 19e siècle, l'accord avec le relatif est optionnel, avec des fré-quences variables suivant les auteurs.

[28] Selon Moulin (2006 : 114), en Bas-Vivarais (sud de l'Ardèche), l'accord avec le relatif est optionnel : Las flors qu'avèm achaptat/achaptadas. D'après Camproux (1958 : 325), en Gévaudan (département de la Lozère), l'accord avec le relatif est fréquent mais optionnel. Sur la carte 2 (voir annexe) on observe l'accord aux deux points situés à l'ouest du département, mais pas sur les points situés à l'est et au sud.

5.1.2 Vivaro-alpin

[29] En vivaro-alpin, le participe s'accorde avec le clitique objet antéposé mais en général ne s'accorde pas avec le COD lexical postposé. Toutefois, dans ce dernier cas, d'après Rolland (1982 : 42), la « règle est moins rigide qu'en français et peut être transgressée ». En ce qui concerne l'accord avec le relatif COD, les données et les travaux disponibles ne permettent pas d'avoir une idée précise de la situation. La carte 2 en annexe, montre que dans le sud de la zone, à la fin du 19 e

siècle, l'accord avec le relatif était usuel. Pour la partie nord, la carte ne permet pas de déterminer s'il y a accord, étant donné que, dans cette zone, le participe des verbes à infinitif en -ar est épicène.

5.1.3 Auvergnat

[30] En auvergnat le participe s'accorde avec le clitique objet antéposé à l'auxiliaire mais il ne s'accorde pas avec l'objet postposé, ni avec le relatif, ni avec un complément nominal antéposé précédé d'un déterminant interrogatif (Bonnaud 1974, 1992 ; Michalias 1906 ; Dauzat 1912 ; Reichel 1991) :

(11) [ kel va l aj a tad ] 'Quela vacha, ˈbǝ] ~ ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi ˈbǝ] ~ ʦɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi ʦ ˈbǝ] ~ ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi l'ai 'chatada.'Cette vache, je l'ai achetée' : accord.

18 Mentonasque : dialecte de Menton et des communes voisines de l'arrière-pays, il présente des traits de transition avec le ligurien qui est un dialecte de type gallo-italique.19 L'affirmation de Barthélémy-Vigouroux & Martin (2000), selon laquelle le participe ne s'ac-corde pas avec le relatif, doit être nuancée.

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

(12) [l va k aj a ta] La vacha ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi ˈbǝ] ~ ʦɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi ʦ ˈbǝ] ~ qu'ai 'chatat.'La vache que j'ai achetée' : pas d'accord.

(13) [ ka va za v y] ˈbǝ] ~ ɲɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi ˈbǝ] ~ ʦɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi eˈbǝ] ~ ɟy] Quanha vacha zas vendut ? 'Quelle vache as-tu vendue' : pas d'accord.

5.1.4 Limousin

[31] En limousin (Descomps & Gonfroy 1979 ; Lavalade 1987 ; Chauvin 1980 ; Tintou 1982 ; c. p. de Dominique Descomps, Jean-Christophe Dourdet, Ra-fèu Sichel-Bazin) la tendance générale est de faire l'accord avec le clitique objet antéposé mais pas dans les autres cas. Toutefois l'accord avec l'objet nominal post-posé ou avec le relatif est encore possible localement, à titre optionnel (est de la Haute-Vienne, sud de la Creuse, notamment), mais il s'agit de pratiques rési-duelles en régression :

(14) Avián barradas las tròias. (Lavalade 1987, est de la Haute-Vienne)'Ils avaient enfermé les truies.' : accord.

(15) Zai vendut mas oelhas ou Zai vendudas mas oelhas. (Chauvin 1980, sud de la Creuse) 'J'ai vendu mes brebis.'

La carte 2 en annexe montre que dans la partie linguistiquement limousine du dé-partement de la Dordogne, l'accord avec le relatif était la règle à la fin du 19e

siècle20.

5.1.5 Gascon

[32] En gascon (Romieu & Bianchi 2005 ; Rohlfs 1970 ; Hourcade 1986 ; Birabent & Salles-Loustau 1989 ; Bouzet 1975 ; Massoure 2012 ; Darrigrand 1974 ; Guilhemjoan 2006 ; Carrera 2007 ; Daulon 1991 ; Piques & Saint-Ray-mond 2017), en général, le participe ne s'accorde pas avec le COD nominal post-posé. Il s'accorde avec le COD antéposé si celui-ci est un élément variable : pro-nom clitique masculin ou féminin, COD nominal précédé d'un déterminant inter-rogatif ou exclamatif. En revanche, lorsque l'élément antéposé est invariable : re-latif qui21, clitique ne 'en', les ouvrages consultés sont unanimes pour considérer qu'en général, il n'y a pas d'accord22 :

20 Au contraire, dans le tiers sud du département, linguistiquement languedocien (points 616, 627, 628) l'accord n'a pas été relevé. En ce qui concerne le Sarladais (sud-est du département), Mire-mont (1976 : 58) confime que l'accord ne se fait pas, en revanche, dans le Bergeracois (sud-ouest du département), d'après Chalmel (2018 : 552) le participe s'accorde avec le relatif et, à titre op-tionnel, avec le COD lexical postposé.21 En gascon qui pronom relatif peut être sujet ou objet.22 Toutefois, la carte 2 en annexe, montre que cette règle n'est pas valable dans l'est du Gers (plus quelques points sporadiques). Il faut rappeler que cette carte est basée sur des données datant de la dernière décennie du 19e siècle, depuis la situation a pu évoluer.

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

(16) Qu'ei23 minjat una poma.'J'ai mangé une pomme.' : pas d'accord.

(17) Que las èi encontradas au mercat.'Je les ai rencontrées au marché.' : accord.

(18) Nos an arcastats de non pas aver acabat lo trabalh.'Ils nous ont réprimandés de ne pas avoir terminé le travail.' : accord.

(19) Quinas pomas t'as crompadas.'Quelles pommes t'es-tu achetées.' (litt. '... t'as-tu...') : accord.

(20) Crespets autan bons, non n'èi jamei minjat.'Des crêpes aussi bonnes, je n'en ai jamais mangées.' : pas d'accord.

(21) Totas las gojatas qui a aimat.'Toutes les filles qu'il a aimées.' : pas d'accord24.

Toutefois lorsque le relatif est précédé d'un pronom indéfini, d'un pronom dé-monstratif ou d'un article défini en fonction de pronom démonstratif, l'accord est possible et même fréquent, mais pas obligatoire (Romieu & Bianchi 2005 ; Hour-cade 1986) :

(22) Preni la qu'ai causit/causida.'Je prends celle que j'ai choisie.'

(23) Que deu èsser quauqu'ua qui Joan s'a debrombat/debrombada.litt. 'Ce doit être quelqu'une que Jean a oubliée.'

[33] Hourcade (1986 : 174) note qu'avec un substantif antéposé précédé de l'interrogatif invariable quant 'combien', aujourd'hui dominant, l'accord ne se fait pas :

(24) Quant de pomas as minjat.'Combien de pommes as-tu mangées ?'

En revanche, si on utilise la forme archaïsante de l'interrogatif, qui s'accorde avec le substantif, le participe s'accorde :

(25) Quantas pomas as minjadas ?'Combien de pommes as-tu mangées ?'

[34] À côté de ces tendances générales, les données disponibles montrent qu'il peut exister localement des pratiques résiduelles archaïsantes.

23 Que n'est pas ici un subordonnant, mais une particule énonciative introduisant le verbe de la principale ; il en est de même dans l'exemple suivant.24 Les exemples 16, 20, 21 et 23 sont empruntés à Hourcade (1986 : 174), les exemples 17, 18, 19 et 22 à Romieu & Bianchi (2005 : 238).

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

[35] Dans l'œuvre littéraire de Miquèu de Camelat (1871-1962), contraire-ment à ce qu'on peut observer en général dans la langue parlée ou chez d'autres auteurs gascons, on rencontre de nombreuses occurrences d'accord du participe avec le COD nominal postposé :

(26) Qu'an netejada la montanha (Belina)'Ils ont nettoyé la montagne' : accord.

(27) Avètz entenuts aqueths crapautots ? (Vita vitanta)'Avez-vous entendu ces polissons ?' : accord.

ou avec un relatif :

(28) Tasta la patz qui ns'as balhada (L'espiga aus dits)'Goûte la paix que tu nous as donnée.' : accord.

À ce propos, Hourcade (1986 : 176) écrit : « En béarnais cet accord se faisait cer-tainement encore récemment25. Du moins, on en trouve de nombreux exemples dans les écrits de M. de Camelat : [...] toutefois, à l'heure actuelle, le béarnais a opté pour le non-accord (comme le français). »

[36] La grammaire de Bouzet (1975 : 74) cite la phrase suivante : Que se-m èy desmoumbrada la toua coumissiou 'J'ai oublié ta commission' (litt. 'Je m'ai ou-bliée...'), sans mention de source (il s'agit probablement d'un exemple inventé).

[37] Sur la carte 2499 de l'ALG, l'accord avec l'objet lexical postposé a été relevé sur 5 points, sur un total de 150 points d'enquête (trois en Bigorre, un en Béarn et un dans les Landes), mais pas sur l'ensemble des 5 énoncés sollicités26 (3 accords sur 5, au point 695.O27, 1 sur 5 sur les autres points).

[38] La carte 2502 de l'ALG fait apparaître douze points où l'accord se fait avec le clitique ne 'en', cinq aux confins du Gers et de la Haute-Garonne, deux à la limite du Gers et des Hautes-Pyrénées, cinq dans l'ouest de la Bigorre.

[39] La carte 2500 de l'ALG permet également de constater que l'accord se fait parfois avec le pronom datif lorsque celui-ci est de même forme que le pro-nom accusatif :

(29) [ke laz iɛ ], [ɛi], [ai] (poitevin, Mercier 1879 βaˈʎadǝs ˈyǝ ˈpumǝ] Que a ad s y pum ] Que ˈbǝ] ~ ʎadǝs ˈyǝ ˈpumǝ] Que ǝ] ~ ˈbǝ] ~ ǝ] ~ ˈbǝ] ~ ǝ] ~ las èi balhadas ua poma (pt. 681.SE)'Je leur ai donné une pomme (à elles).'

25 Ce type d'accord est attesté chez des écrivains gascons du 16e siècle comme Bernard Larade (Lafont 1967 : 180) ; toutefois, dès le 14e siècle, dans des textes tels que les Récits d'histoire sainte en béarnais (texte du 14e siècle, manuscrit du 15e), l'accord avec le COD lexical postposé est rare (c. p. de Philippe Biu).26 1. Je lui ai donné une pomme (à elle). 2. Je leur ai donné une pomme (à eux). 3. Je leur ai donné une pomme (à elles). 4. Il a déchiré sa culotte (ou : ses pantalons). 5. On a caché la clé.27 Il se trouve que, pour ce point, le témoin de l'ALG était Miquèu de Camelat.

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

(30) [kuz dats y pum ] ɛi], [ɛi], [ai] (poitevin, Mercier 1879 ˈbǝ] ~ ˈbǝ] ~ ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi ˈbǝ] ~ ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi Que'us èi dats ua poma (pt. 686.S)'Je leur ai donné une pomme (à eux).'

Dans ce dernier cas il ne s'agit pas d'un archaïsme mais d'une innovation. Les don-nées de l'ALG (carte 2498) confirment également que l'accord avec les pronoms clitiques objets (sauf ne) est général, mais que l'accord avec le relatif est beaucoup plus rare.

5.1.6 Languedocien occidental

[40] En languedocien occidental, l'accord est massif, sinon toujours obliga-toire, quelle que soit la position du COD. Dans la section suivante, nous allons étudier en détail ce phénomène, à partir d'une enquête de terrain effectuée en 2004-2005 et en 2011-2012 à Sénaillac-Lauzès (département du Lot) et d'un cor-pus de textes figurant dans la base BaTelÒc.

5.2 L'accord du participe des verbes conjugués avec aver en languedocienoccidental

5.2.1 L'enquête à Sénaillac-Lauzès

[41] Cette enquête a été effectuée auprès de 9 locuteurs (sept femmes et deux hommes) en 2004-2005 et en 2011-2012. Les données recueillies se com-posent des réponses à un questionnaire de 883 questions, administré sous forme de mots ou de phrases prononcés en français par l'enquêteur et traduits en occitan par l'informateur, ainsi que d'entretiens libres entre l'enquêteur et l'informateur ou entre les informateurs (pour plus de détails, voir Sibille 2015).

[42] Il convient d'abord de préciser que dans le parler de Sénaillac-Lauzès, contrairement à la plupart des parlers languedociens, il y a, dans certains contextes, lénition complète de -s morphème du pluriel (dans d'autres il y a vocali-sation en [j] ou ajout d'une voyelle d'appui). Ceci a pour conséquence que les formes du singulier et du pluriel des participe masculins des verbes réguliers et de la plupart des verbes irréguliers, sont homophones (en revanche les formes du fé-minin singulier et du féminin pluriel sont toujours distinctes). Dans la plupart des cas, l'accord au masculin pluriel ne s'entend qu'avec les participes des verbes irré-guliers ayant une forme différente au masculin singulier et au masculin pluriel28. On aura donc : [k n ta(t)] ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi ˈbǝ] ~ cantat ou cantats, [k n tad ] ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi ˈbǝ] ~ ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi cantada, [k n tad j] ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi ˈbǝ] ~ ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi can-tadas, mais [bi] vist, [biste( )] ʒ)] vistes, [bist ] ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi vista, [bist j] ɔ], [purˈta], [purˈtadɔ], [purˈtada] dans l'Ambertois (Bonnaud 1992), ainsi vistas, ...

28 pendre 'prendre' et ses dérivés (compendre 'comprendre', apendre 'apprendre' etc.), veire 'voir', ónger 'oindre, graisser', jónger 'joindre', qui font au participe : pres [pre( )] 'pris' (sing.), ʒ)] preses [pre e( )] 'pris' (plur.)ˈbǝ] ~ ʒ)] ʒ)] ; vist [bi] 'vu', vistes 'vus' [b iste( )] ; ˈbǝ] ~ ʒ)] onch [un] 'oint', onches [un e(z)]ʣe(z)]

'oints' ; jonch [ un] 'joint', ʦ jonches [ un e(z)] 'joints'.ʦ ʣe(z)]

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

5.2.1.1 Accord avec le COD nominal postposé

[43] Dans ce cas l'accord du participe est massif :

(31) Totas las autras avián quitada la classa. (s)29

'Toutes les autres avaient quitté la classe.' : accord.(32) A liurada l'aiga sul plancat. (q)

'Il a vidé l'eau sur le plancher.' : accord.(33) Ai coneguda una memè que parlava pas francés. (s)

'J'ai connu une grand-mère qui ne parlait pas français.' : accord.

y compris dans des phrases stéréotypées telles que :

(34) Ai presa ma decison. (s)'J'ai pris ma décision.' : accord.

(35) N'aviá pas presas las mesuras. (s)'Elle n'avait pas pris les mesures' : accord

ou dans les locutions verbales composées d'un verbe suivi d'un substantif sansarticle :

(36) Aviá facha secada atanben. (s)'Il y avait aussi eu la sécheresse.' litt. 'Il avait faite sécheresse aussi.' :accord.

(37) Auriàm facha fortuna, se se foguèsson vendudas. (s)'Nous aurions fait fortune si elles [les truffes] se fussent vendues.' : accord.

(38) A facha calor. (s)'Il a fait chaud.' litt. 'Il a faite chaleur.' : accord.

Il est rare que l'accord ne soit pas respecté mais ce n'est pas impossible :

(39) Avèm mejanat las doás crambas. (s) 'Nous avons cloisonné les deux chambres.' : pas d'accord.

(40) Ai pres lus fromatges qu'èron dins lo panièr. (q) 'J'ai pris les fromages qui étaient dans le panier.' : pas d'accord.

(41) A crenhat la freg. (s)'Il a craint le froid.' [freg '(le) froid' est féminin]. : pas d'accord.

5.2.1.2 Accord avec le pronom clitique COD

[44] Dans ce cas l'accord est systématique :

29 « (s) » signifie que l'exemple concerné relève du discours spontané (entretien ou conversation), « (q) » signifie que l'exemple concerné est une réponse au questionnaire.

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

(42) Lus ai vistes. (q)'Je les ai vus.'

(43) N'ai vistes de pròche. (s)'J'en ai vus de près.'

(44) De medecins, n'ai pas vistes cap. (s)'Des médecins, je n'en ai vu aucun.'

(45) Io, l'ai dançada. (s)'Moi, je l'ai dancée [la bourrée].' : accord.

(46) Las avián montadas sus de camions, lor avián rasat lo cap. (s)litt. 'Ils les avaient montées sur des camions, ils leur avaient rasé la tête.'

5.2.1.3 Accord avec le pronom relatif

[45] Avec un COD pronom relatif, sur six occurrences au féminin dans le corpus, nous avons six accords :

(47) A manjadas totas las cirièras qu'aviái crompadas. (q)'Il a mangé toutes les cerises que j'avais achetées.'

(48) Cal còire la lèbre qu'ai tuada. (q)'Il faut cuire le lièvre que j'ai tué.' [lèbre 'lièvre' est féminin]

tandis que sur deux occurrences de relatifs masculins avec un participe à accord 'audible', l'un d'eux est accordé, l'autre ne l'est pas :

(49) ... d'aquelses qu'agèt preses. (s)'parmi ceux [les bœufs] qu'il avait pris.' (litt. '... qu'il eut pris') : accord.

(50) Lus gendarmas qu'ai vist. (au lieu de vistes) (q)'Les gendarmes que j'ai vu.' : pas d'accord.

5.2.1.4 Verbes transitifs à la voix pronominale

[46] Lorsqu'un verbe transitif est conjugué à la voix pronominale, il y a conflit d'accord entre le sujet et l'objet. Dans ce cas, si le sujet est féminin l'accord se fait avec le sujet :

(51) La vesina s'es torçuda lo pè. (q)'La voisine s'est tordu le pied'.

(52) S'es crompada un tractur. (q)'Elle s'est acheté un tracteur'.

(53) Se son copadas la camba. (q)'Elles se sont cassé la jambe'.

Si le sujet est masculin et l'objet féminin, l'accord se fait le plus souvent avec l'ob-

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

jet, mais ce n'est pas systématique :

(54) Lo vesin s'es copada la camba. (q)'Le voisin s'est cassé la jambe.' : accord avec le COD.

(55) Lo dròlle s'es lavat las mans. (q)'Le garçon s'est lavé les mains.' : accord avec le sujet.

5.2.2 Approche quantitative sur un corpus écrit

[47] Afin de procéder à une étude quantitative de l'accord du participe en languedocien occidental, nous avons choisi, dans la base BaTelÒc, cinq auteurs nés avant 1932 : Henri Mouly (1896-1981), Jean Boudou (1920-1975), Ferdinand Deléris (1922-2009), André Lagarde (né en 1925), Marcel Esquieu (1931-2015). Les trois premiers sont natifs des environs de Villefranche-de-Rouergue, en Avey-ron, (zone où l'accord du participe en toutes positions nous semblait, a priori, par-ticulièrement fréquent), André Lagarde est natif de Bélesta en Ariège et Marcel Esquieu, de Hautefage-la-Tour (Lot-et-Garonne), tous sont issus de familles pay-sannes et ont l'occitan comme langue première. Pour chaque auteur le nombre de mots contenus dans la base est le suivant : Mouly, 86385 mots ; Boudou, 375246 ; Delèris, 185197 ; Esquieu, 61850 ; Lagarde, 34229.

5.2.2.1 Accord du participe avec le COD lexical postposé

[48] Nous avons relevé l'ensemble des occurrences de formes verbales des temps composés, conjuguées avec aver et suivies d'un COD lexical30. Nous avons ensuite calculé, pour chaque auteur, les fréquences respectives d'accord et de non-accord, au féminin-singulier, au masculin-pluriel et au féminin-pluriel. Nous obte-nons les résultats suivants :

fs0 mp0 fp0Total

non-accordfs1 mp1 fp1

Totalaccord

Boudou 7 (9%) 7 (25%) 0 14 (10%) 73 (91%) 21 (75%) 32 (100%) 126 (90%)Deléris 18 (17%) 13 (32%) 2 (5%) 33 (18%) 91 (83%) 28 (68%) 35 (95%) 154 (82%)Mouly 36 (73%) 16 (94%) 8 (57%) 60 (75%) 13 (27%) 1 (6%) 6 (43%) 20 (25%)

Esquieu 9 (37%) 1 (9%) 2 (29%) 12 (29%) 15 (63%) 10 (91%) 5 (71%) 30 (71%)Lagarde 13 (65%) 2 n.s. 5 (55%) 20 (65%) 7 (35%) 0 n.s. 4 (45%) 11 (35%)féminin-singulier : fs0 = absence d'accord, fs1 = accord ; masculin-pluriel : mp0 = absence d'accord, mp1 =

accord ; féminin-pluriel : fp0 = absence d'accord, fp1 = accord

Tableau 4 : Accord du participe avec le COD lexical postposé

30 Nous n'avons pas comptabilisé les participes suivis de plusieurs COD coordonnés ; ceux qui gouvernent un infinitif ont été comptabilisés séparément et ne sont pas pris en compte dans le ta-bleau 4.

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[49] On constate que l'accord est largement majoritaire chez Boudou (90 %), Deléris (82 %) et Esquieu (71 %), mais minoritaire chez Mouly (25 %) et Lagarde (35 %).

[50] L'accord au féminin est plus fréquent que l'accord au masculin pluriel31, sauf chez Esquieu, mais les scores relevés chez cet auteur ne sont peut-être pas si-gnificatifs, compte tenu du faible nombre d'occurrences. Chez l'ensemble des au-teurs, l'accord au féminin pluriel obtient des scores plus élevés que l'accord au fé-minin singulier. Exemples :

(56) Aviam acabada la sopa. (Boudou)'Nous avions fini la soupe.' : accord.

(57) Aquesta annada, avèm aguts aubricòts. (Esquieu) 'Cette année nous avons eu des abricots.' : accord.

(58) Lo Viet Minh a confiscadas lors tèrras. (Deléris)'Le Viet Minh a confisqué leurs terres' : accord.

(59) Ai copat la pigassa al primièr truc. (Lagarde)'J'ai cassé la cognée au premier choc.' : pas d'accord.

(60) An bastit una òbra santa. (Mouly)'Ils ont bâti une œuvre sainte.' : pas d'accord.

5.2.2.2 Accord avec le relatif

[51] L'accord du participe avec le relatif COD est massif mais pas systéma-tique :

accord non accord TotalBoudou 26 1 27Deléris 7 0 7Mouly 27 5 32

Esquieu 2 0 2Nous n'avons trouvé aucune occurrence dans le texte de Lagarde.

Tableau 5 : Accord du participe avec le relatif COD

31 En ce qui concerne cette différence de fréquence entre masculin pluriel et féminin, il convient de préciser, que, même dans les parlers où les consonnes finales sont solides et dans lesquels l'ac-cord à la pause ou devant voyelle est toujours audible, il y a généralement assimilation de la finale [t s] du pluriel du participe, tout comme de la finale [t] du singulier, à la consonne qui suit, par exemple : avèm cropats aqueles melons 'nous avons acheté ces melons' se réalise [aβaˈʎadǝs ˈyǝ ˈpumǝ] Que en krump atˈbǝ] ~ s ak eles mel us], ˈbǝ] ~ ˈbǝ] ~ los avèm crompats 'nous les avons achetés' se réalise [luz aβaˈʎadǝs ˈyǝ ˈpumǝ] Que en krump atˈbǝ] ~ s#], en re-vanche, avèm crompats de melons 'nous avons acheté des melons', se réalise [aβaˈʎadǝs ˈyǝ ˈpumǝ] Que en krump ad_deˈbǝ] ~ mel us] (les solutions alternative de type [krump az de...] ou [krump aj de...] sont plus rares). Ilˈbǝ] ~ ˈbǝ] ~ ˈbǝ] ~ n'est pas exclu que cette neutralisation phonétique ait une influence sur l'écriture des auteurs étu-diés, d'autant qu'il s'agit d'auteurs ayant l'occitan comme langue première, chez qui l'accord à l'écrit est probablement contrôlé davantage par l'oreille que par une règle normative.

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Exemples :

(61) totas las cruselitats qu'avètz complidas. (Boudou)'toutes les cruautés que vous avez accomplies.' : accord.

(62) un òme que parlava de poses qu'aviá pas mesurats. (Boudou)'un homme qui parlait de puits qu'il n'avait pas mesurés' : accord.

(63) una repression ampla, qu'ai pas desirada. (Deléris)'une ample répression que je n'ai pas désirée' : accord.

(64) l'aiga qu'avián aversada en la carrejant. (Mouly)'l'eau qu'il avaient renversée en la transportant' : accord.

(65) aquela poma d'aurange qu'aviá crompat per elses. (Mouly)'cette pomme d'orange qu'il avait achetée pour eux' : pas d'accord.

(66) Femna, monta lo vin dins las flascas qu'ai portat ! (Boudou)'Femme, monte le vin dans les flasques que j'ai apportées !' : pas d'accord.

5.2.2.3 Accord du participe avec le pronom clitique COD

[52] Avec un pronom clitique COD, l'accord est systématique, y compris avec le pronom ne 'en'. Exemples :

(67) La farina, l'ai estremada dins l'armari. (Deléris)'La farine, je l'ai cachée dans l'armoire.'

(68) L'a arrapada e se l'a emportada. (Lagarde)'Il l'a attrapée et il l'a emportée [la fille du roi].'

(69) Dempuèi lo temps que n'aviái pas manjadas ! (Boudou)'Depuis le temps que je n'en avais pas mangées ! [des prunes]'.

(70) A pro pena, los avèm retenguts. (Esquieu)'Nous les avons retenus à grand peine.'

(71) E per quala rason los ancians las avián metudas aquí ? (Mouly)'Et pour quelle raison les anciens les avaient-ils mises là ? [les croix].'

5.2.3 Autres données

[53] Les comptages effectués par Stroh (2002) sur les œuvres de 17 écri-vains et conteurs rouergats confirment, dans l'ensemble, nos constatations. En ce qui concerne l'accord du participe avec le COD lexical postposé (Stroh 2002 : 46-49), on constate de grandes disparités d'un auteur à l'autre : de 100 % d'accords chez l'abbé Bessou (1845-1918) à 14 % chez Henri Fournier (1907-1972).

[54] Récemment, lors d'une enquête de terrain à Quérigut, aux confins de l'Ariège et des Pyrénées-Orientales, tant dans des réponses à un questionnaire que dans des entretiens, nous avons relevé plusieurs occurrences d'accord avec le COD lexical postposé, sans que ce soit systématique :

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(72) A crompadi fromatges.'Il a acheté des fromages.'

(73) È crompades tres galhines.'J'ai acheté trois poules.'

6 Accord du participe des verbes régissant un infinitif

6.1 Français

[55] En français, la norme académique veut qu'on accorde, à l'écrit, le parti-cipe avec l'objet antéposé lorsque celui-ci est complément du verbe recteur et qu'on ne l'accorde pas lorsqu'il est complément de l'infinitif : La femme que j'ai entendue chanter, mais : La chanson que j'ai entendu chanter. Toutefois, dans le cas de faire (ou refaire), la norme prône l'invariabilité dans tous les cas, y compris dans le cas des emplois pronominaux où faire se conjugue avec être : La chan-teuse que j'ai fait chanter ; La chanson que j'ai fait chanter ; Elle s'est fait soi-gner. Les grammaires justifient cette règle par le fait que [faire + Infinitif] forme une périphrase factitive dans laquelle faire fait corps avec l'infinitif.

[56] À l'oral, l'accord du participe n'est observable qu'avec faire et refaire, car aucun autre verbe pouvant régir un infinitif ne possède un participe à accord audible. L'étude d'Audibert-Gibert (1992), montre que la règle académique n'est pas respectée :

Avec faire verbe causatif, le participe tend à s'accorder lorsqu'il est suivi d'un attri -but du complément d'objet ou d'un infinitif, aussi bien avec l'auxiliaire avoir qu'avec l'auxiliaire être : / on l'a faite belle / je l'ai faite bouillir / je me suis faite soigner /. Cet usage est contraire à la norme scolaire et à la tendance générale relevée dans d'autres règles. (Audibert-Gibert 1992 : 18)

Pour faire conjugué avec avoir on trouve, dans le corpus, quatre exemples avec accord et un seul sans accord :

(74) Cette route, je crois qu'il me l'a faite prendre. (Audibert-Gibert 1992 : 27)(75) Cette idée nous l'avons faite avancer. (Audibert-Gibert 1992 : 28)(76) Cette chemise [...], je l'ai refaite bouillir. (Audibert-Gibert 1992 : 28)(77) C'est la première loi qu'il avait faite passer à l'assemblée. (Audibert-Gibert

1992 : 29)(78) C'est lui qui l'a fait provoquer [la guerre]. (Audibert-Gibert 1992 : 30)32

32 On pourrait penser que l'accord du participe de faire dans les constructions factitives soit un ré-gionalisme méridional. Audibert-Gibier (1992 : 17, 21) évoque la question mais répond, à deux re-prises, par la négative : « Nous avons d'abord supposé qu'il s'agissait d'un régionalisme méridional, mais les exemples viennent de régions diverses et on entend souvent ce type d'accord à la radio ou à la télévision. [...] Compte tenu de la fréquence des accords, nous avons pensé en début d'enquête qu'il s'agissait d'un régionalisme méridional, or les exemples viennent de régions diverses, d 'enre-

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

6.2 Catalan

[57] En catalan, la norme fabriste33 reprend la règle académique française (Fabra 1918, 1933 : 96, 1956 : 87-88) : Aquesta dona, l'he sentida cantar, mais : Aquesta cançó, l'he sentit cantar, en faisant une exception pour certains verbes : poder, voler, gosar, deure, haver de, començar a, deixar34, avec lesquels l'accord du participe avec le complément de l'infinitif est autorisé, sans être obligatoire : La carta, no l'han poguda acabar ou La carta, no l'han pogut acabar. Cependant, Fabra (1954-1955 [1919-1928] : 232) reconnaît lui-même que :

El català parlat manca a aquesta regla, podent fer concordar el participi amb el com-plement tant si aquest és complement del participi com si és complement del verb en infinitiu. Així [à Barcelone] diem L'hem sentida cantar el mateix si ens referim a una dona que si ens referim a una cançó.

[58] La GLC (p. 1018) maintient la règle : « en els registres formals, s'opta per no fer la concordança quan el pronom d'acusatiu no representa el subjecte de l'infinitiu ». Elle maintient également l'exception : « La concordança també es dó-na en aquells casos en què el verb que va en participi és un verb modal (poder, gosar, haver de, deure), o proper a un modal (voler, saber), o bé un verb causatiu (fer, deixar) » (p. 492). En réalité, dans l'usage oral :

[La] concordança és independent del fet que i haja o no i haja una oració d'infinitiu al costat del participi ; i, si n'i ha, també es independent del fet que els pronoms febles el i en siguen o no siguen l'objecte directe de l'oració principal. (Saragossà 2002 : 553)

6.3 Occitan

[59] Les relevés que nous avons effectués dans la base BaTelÒc montrent que les différents dialectes occitans accordent généralement les participes régis-sant un infinitif suivant les mêmes modalités que lorsqu'ils ne sont pas suivis d'un infinitif.

[60] En ce qui concerne l'enquête à Sénaillac-Lauzès, on constate que lorsque le COD est un pronom clitique ou un relatif, le participe est le plus sou-vent accordé :

(79) L'aviá facha far. (s)litt. 'Il l'avait faite faire.'

(80) N'ai vistes partir planses. (s)litt. 'J'en ai vus partir beaucoup.'

gistrements radiophoniques et télévisés ».33 Fabriste : de Pompeu Fabra.34 Dans Fabra (1956 : 87-88) ; la liste donnée dans les éditions de 1918 et de 1933 présente quelques différences : voler, poder, saber, fer, gosar, haver de.

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(81) Las fedas, las ai fachas sortir. (q)litt. 'Les brebis, je les ai faites sortir.'

(82) Lus ai vistes sortir. (q) litt. 'Je les ai vus sortir.'

(83) La voetura qu'ai vista passar rotlava viste. (q)'La voiture que j'ai vue passer roulait vite.'

Mais nous avons aussi relevé :

(84) La voetura qu'ai vist passar. (q)litt. 'La voiture que j'ai vu passer' : pas d'accord.

(85) Lus gendarmas qu'ai vist passar. (q)litt. 'Les gendarmes que j'ai vu passer.' : pas d'accord.

Avec un COD lexical postposé, l'accord semble moins fréquent :

(86) Ai vist passar lus gendarmas. (q)'J'ai vu passer les gendarmes' : pas d'accord.

(87) Ai vist passar una voetura. (q)'J'ai vu passer une voiture.' : pas d'accord.

(88) Ai vista passar una voetura. (q)'J'ai vu passer une voiture.' : accord.

7 Valeur prédicative de la périphrase [habere + Participe]

[61] En latin, dès l'époque archaïque, une structure telle que habeo litteras scriptas, a souvent une valeur prédicative35 exprimant l'état résultant, dans la-quelle le participe doit s'analyser comme un attribut du COD et non comme une épithète :

Bien sûr on ne peut pas nier l'existence d'attestations du type habeo epistulam scrip-tam 'j'ai une lettre écrite', où le participe passé figure comme une vraie épithète [...]. Nous ne manquons pas non plus d'attestations où le participe passé a une fonction plutôt prédicative, sans que se perde la possibilité de donner une interprétation pos-sessive au verbe habere. [...] Si des exemples qui se prêtent à une lecture possessive existent donc dès l'époque plautine, il n'a pas échappé aux chercheurs que d'autres exemples, présents dans Plaute également, excluent toute interprétation possessive : (7) illa omnia missa habeo quae ante agere occepi36 (Plaut. Pseudo, 2, 2, 8). (Jacob 1995 : 369-370)

35 En termes plus précis, il s'agit d'un cas de prédication seconde. Sur cette notion, voir notamment Havu & Pierrard (2008).36 'J'ai abandonné toutes ces chose qu'auparavant j'avais entrepris de faire' ou, à la rigueur : 'Je tiens pour abandonnées toutes ces choses...'.

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Sibille L'accord du participe passé des verbes conjugués avec 'avoir'

Pour Jacob (1995), qui reprend une hypothèse formulée par Bourciez (1967 : 116, 268-269), c'est l'interprétation prédicative de la structure qui explique la genèse des temps composés dans les langues romanes37.

[62] Cependant, ainsi que le remarquait Bourciez (1967 : 117), « la valeur originelle de la périphrase n'a pas disparu du coup et elle a laissé certaines traces jusque dans les langues romanes ». En ancien français, une phrase telle que :

(89) J'ai le Français encore emprisonné.'Je tiens le Français encore dans ma prison.'(Huon de Bordeaux, Buridant 2000 : 376)

« témoigne que le participe peut encore être senti comme un prédicat du régime avec un verbe avoir ayant son sémantisme plein »38 (Buridant 2000 : 376). Il en va de même en ancien occitan. Bec (1970 : 218, 1971 : 119) évoque l'ambiguïté des structures habere + Participe en ancien espagnol et en ancien français, qui peuvent s'interpréter comme des « parfaits » ou comme des structures où « le p. passé a conservé sa valeur d'attribut »39.

[63] Mercier (1879 : 102-103), à la suite d'autres philologues, remarque que, chez certains écrivains du 16e siècle (pas tous), notamment Rabelais, l'accord n'a pas lieu lorsque « le participe exprime l'action » mais qu'il a lieu « lorsque le parti-cipe exprime l'état ». Les quatre exemples donnés pour les cas où il y a accord peuvent – ou doivent – tous être interprétés comme des constructions prédica-tives :

(90) J'avois escrite au plus haut de la face,/Avec la honte, une agréable audace/Pleine d'un franc désir (Ronsard)

(91) [...] j'aurai toujours éprise/D'un souvenir, l'âme qui vit en moi (Ronsard)

Il faut comprendre une agréable audace était écrite et mon âme sera toujours éprise.

[64] Ce n'est que lorsque l'ordre des mots devient plus rigide, au 17e siècle

37 En revanche, Benveniste (1974 : 129) n'oppose pas interprétation possessive et interprétation prédicative, mais fait du sens possessif de habere (par opposition au sens plus concret de 'tenir') le cadre du développement prédicatif et aspecto-temporel. Pour lui : « l'auteur du procès est désigné comme possesseur du procès, qui lui est acquis ».38 « un verbe avoir ayant son sémantisme plein » signifie ici que avoir n'est pas employé comme auxiliaire d'un temps composé, mais cela ne signifie pas forcément qu'il dénote une possession physique ; on est bien en présence d'une structure prédicative dans laquelle emprisonné est attribut du COD Français et non d'une structure possessive au sens où l'entend Jacob (1995) dans la cita-tion figurant plus haut, c'est-à-dire une structure dans laquelle emprisonné serait épithète de Fran-çais.39 Allières (2001 : 156), pour sa part, est très elliptique sur la question, mais évoque néanmoins l'accord de « [l'] attribut de l'objet » avec l'objet.

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(pour le français et l'occitan), que s'opère une claire distinction entre les construc-tions de type j'ai coupé les cheveux et j'ai les cheveux coupés. Toutefois, il peut encore y avoir ambiguïté lorsque le COD est un clitique ou un relatif. En 1705, Régnier-Desmarais voyait une différence de sens entre Ces livres je les ay rangé par ordre dans mon cabinet (Mercier 1897 : 115), le participe exprimant ici l'ac-tion, et Ces livres je les ay rangez par ordre dans mon cabinet, où le participe ex-primerait l'état (dans la terminologie de Mercier 1879), c'est-à-dire qu'on serait, dans le deuxième cas, en présence d'une structure prédicative qu'on pourrait gloser par J'ai ces livres rangés par ordre dans mon cabinet (équivalente de Ces livres sont rangés par ordre dans mon cabinet) dans laquelle rangés est attribut du COD livres.

[65] En occitan moderne, et en français régional du Sud-Ouest, la séquence [COD clitique ou relatif + aver/avoir + Participe] ne doit pas toujours s'interpréter comme un temps composé (passé composé, plus-que-parfait, etc.), mais parfois comme une structure prédicative :

(92) L'amor del païs ganhèt. Son ama de Roergata, qu'aviá cavilhada a la tèrra dels aujòls, parlèt plus naut que l'enveja d'anar galopar (Mouly)litt. : 'L'amour du pays gagna. Son âme de Rouergate, qu'elle avait chevillée à la terre des aïeux, parla plus haut que l'envie d'aller courir.'

Cette phrase ne signifie nullement que, dans le passé, 'elle avait chevillé son âme à la terre des aïeux', mais que, au moment dont on parle, 'son âme était chevillée à la terre des aïeux'. Si on remplace le relatif par le substantif in situ, cela donne : Aviá son ama cavilhada a la tèrra dels aujòls et non pas : Aviá cavilhada/cavilhat son ama a la tèrra dels aujòls. Cet exemple dans lequel le participe est attribut du COD, illustre la survivance en occitan de la structure prédicative du latin. Dans cette structure le COD peut être de différentes natures : participe, adjectif, syn-tagme prépositionnel. Ce qu'on peut illustrer par les exemples suivants :

(93) Ai la femna (de) malauda.'Ma femme est malade.' (litt. 'J'ai la femme (de) malade')

(94) A la femna (de) malauda.'Sa femme est malade.' (litt. 'Il a la femme (de) malade')

(95) Avèm lo filh a Paris.'Notre fils est à Paris.' (litt. 'Nous avons le fils à Paris').

(96) Ai tres vacas dins lo prat.'Trois de mes vaches sont dans le pré.' (litt. 'J'ai trois vaches dans le pré')

(97) - Ont son los comuns ? - Los avètz dins lo corredor.'- Où sont les toilettes ? - Elles sont dans le couloir.'(litt. 'Vous les avez dans le couloir').

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Dans ces phrases aver n'a pas le sens de 'posséder', 'détenir' ou 'avoir avec soi' mais signifie, plus largement, que l'objet a un rapport, ou est mis en rapport, avec la 'sphère personnelle' du sujet40.

[66] En catalan et en espagnol, la construction prédicative a subsisté mais tenir/tener, s'y est substitué à haver/haber : cat. No tenim redactades les reclama-cions (GLC : 950) ; esp. No tenemos redactadas las reclamaciones.

8 Conclusions

[67] Les données concernant l'occitan, tendent à montrer que les hiérarchies implicationnelles définies par Smith (1993, 1995) pour le catalan, et Rodríguez Molina (2010, 2016) pour l'espagnol – en termes d'évolution diachronique et/ou de fréquence en synchronie – sont, dans leurs grandes lignes, c'est-à-dire si l'on s'en tient à un haut degré de granularité, valables pour l'ensemble des variétés d'occitan. En effet, aucun parler ne viole la hiérarchie établie pas Smith (1995) : les parlers occitans présentent différents stades d'évolution se situant à des ni-veaux intermédiaires entre le stade A et le stade C, sans atteindre le stade C (ac-cord avec les seuls clitiques de troisième personne). En ce qui concerne les hiérar-chies implicationnelles définies par Rodríguez Molina (2010, 2016), les contraintes relevant des hiérarchies b. (hiérarchie nominale) et c. (hiérarchie de position) ne sont jamais violées. Il n'y a pas lieu de se poser la question du respect de la hiérarchie d. (hiérarchie de genre et nombre des pronoms), puisque l'accord avec le clitique objet est général41. Pour ce qui est des autres hiérarchies, qui re-lèvent d'un degré plus fin de granularité : a. (hiérarchie d'objet), e. (h. de per-sonne), f. (h. de référencialité), g. (h. d'animation), les travaux disponibles et les données analysées ne permettent pas de déterminer si elles s'appliquent à l'occi-tan ; cela nécessiterait des études approfondies sur de grands corpus.

[68] Il paraît logique de penser que l'occitan pratique l'accord du participe des verbes conjugués avec aver avec plus d'intensité que les autres variétés ro-manes, parce que la construction auxiliée co-existe avec la construction prédica-tive : la possibilité de ai la sopa (de) cuècha, litt. 'j'ai la soupe (de) cuite' contri-buant à la conservation de l'accord dans ai cuècha la sopa, litt. 'j'ai cuite la soupe'. Il faut toutefois rester prudent sur ce point et cette explication ne nous semble pas suffisante. En effet, il ne semble pas que les parlers qui ne pratiquent pas l'accord avec l'objet lexical postposé et tendent à abandonner l'accord avec le relatif, pra-tiquent moins la construction avec attribut de l'objet. On peut aussi invoquer

40 La notion de « sphère personnelle » a été élaborée par Bally (1926 : 68-69) : « La sphère per-sonnelle comprend, ou peut comprendre, les choses et les êtres associés à une personne d'une fa-çon habituelle, intime, organique, [...] la notion de sphère personnelle est purement subjective [...] ses limites peuvent varier de langue à langue, varier aussi dans une même langue au cours de son évolution ».41 Sauf pour ne en gascon, mais cela ne constitue pas une violation de la règle qui, de plus, a été établie pour l'espagnol, langue dans laquelle, l'équivalent de ne n'existe pas.

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l'exemple du portugais qui a ter aussi bien dans les formes auxiliées que dans la construction prédicative, mais ne pratique pas l'accord dans les formes auxiliées. Il faut, en revanche, remarquer que les parlers qui pratiquent l'accord avec l'objet lexical postposé et le relatif – en particulier en Quercy et en Rouergue – mani-festent généralement, une grande 'appétence' pour toutes sortes d'accord que beau-coup d'autres parlers ne pratiquent pas : accord des quantifieurs adverbiaux : tan-tas (de) pomas42 'tant de pommes', de pomas, n'ai plansas, prossas, mensas, pau-cas, tròpas... 'des pommes, j'en ai beaucoup, assez, moins, peu, trop...' ; avec l'in-terrogatif quant 'combien' : quantas pomas ? 'combien de pommes ?' ; accord de la négation (pas) p(l)us 'ne...plus' avec l'objet : de pomas, n'ai (pas) p(l)ussas 'des pommes, je n'en ai plus' ; accord sylleptique au pluriel, du participe avec un sujet au singulier référant à un collectif (obligatoire avec lo monde dans le sens de 'les gens', facultatif dans les autres cas) : una laire que tiravon un parelh de buòus litt. 'un araire que tiraient une paire de bœufs', Lus Alemands veniáun de sus Canhac e lo maquís davalavon, veniáun devás Solòmes, litt. 'Les Allemands venaient de vers Caniac et le maquis descendaient, ils venaient vers Soulomès' (corpus Sé-naillac, Sibille 2015 : 227) ; possibilité d'accorder le verbe au pluriel lorsque le su-jet est degun 'personne' ou cap 'aucun' : Degun d'aqueste ostal te faràn metre a la prison, litt. 'Personne de cette maison ne te feront mettre à la prison' (Oliviéri & Sauzet 2016 : 347). C'est probablement la conjonction de cette 'appétence' pour l'accord et la coexistence de la construction prédicative avec les formes auxiliées, qui a provoqué le maintien de l'accord avec l'objet lexical postposé et le relatif.

[69] Les données sur le gascon, invitent à clarifier ou à approfondir certains points concernant l'ensemble des variétés étudiées, voire, au-delà, l'ensemble des langues romanes :a) Le cas des COD lexicaux antéposés précédés d'un déterminant interrogatif, a

été peu étudié. Quelle place ce cas a-t-il dans la hiérarchie des différents types de COD antéposés ?

b) Il en est de même pour les structures composées d'un démonstratif ou d'un article en fonction de démonstratif, suivi d'un relatif (oc. los que, la que, las que ou aquel que etc.). Quelle place ont-elles dans la hiérarchie des diffé-rents types de COD antéposés ? Opposent-elles une plus grande résistance au recul de l'accord du participe que les relatifs ayant un antécédent lexical ?

c) La distinction entre COD antéposés variables vs. invariables, établie par les grammaires gasconnes, est-elle pertinente pour l'ensemble des variétés ro-manes ?[70] Nous avons pu mettre en évidence l'existence, localement, de certaines

évolutions atypiques : accord du participe avec le sujet de certains verbes ancien-nement conjugués avec ésser, en catalan majorquin ; possibilité d'accorder le par-ticipe avec le clitique datif lorsque celui-ci est de même forme que le clitique ac-

42 On peut dire tantas pomas ou tantas de pomas 'tant de pommes' : la présence de la préposition n'empêche pas l'accord ; ailleurs : tant de pomas.

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cusatif, dans certains parlers gascons.[71] Dans le cas de l'accord avec le COD antéposé, les données concernant

le français montrent que le fait que la zone postverbale soit pleine ou vide peut avoir une influence sur l'accord. Cet aspect ne semble pas avoir été étudié dans les autres langues romanes.

[72] Il nous est apparu que les règles académiques régissant l'accord du par-ticipe en français sont des règles artificielles qui n'ont jamais correspondu à un usage oral spontané. Il en est de même pour la règle d'accord des participes régis-sant un infinitif, en catalan.

[73] Enfin, nous pensons que la fixation de l'ordre des mots, a représenté une étape cruciale dans la phase finale du processus de grammaticalisation de la périphrase [habere + Participe passé], en précipitant le mouvement de recul de l'accord du participe, la disparition totale de l'accord constituant l'étape ultime de ce processus.

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Annexes

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DOI: https://doi.org/10.25364/19.2021.6.4 ISSN: 2663-9815

El modo de la temporal en español, catalán y francésUn estudio contrastivo

Mood in Spanish, Catalan and French temporal clausesA comparative analysis

Carmen Ballestero de Celis Université Sorbonne Nouvelle-Paris 3

[email protected]

Recibido el 23/3/2020, aceptado el 26/7/2020, publicado el 12/10/2021 bajo la licencia Creative

Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

Resumen: El objetivo del presente trabajo es estudiar desde una perspectiva contrastiva el modo de las proposiciones temporales más frecuentemente utilizadas en español, catalán y francés para la expresión de la anterioridad, simultaneidad y posterioridad. Un análisis de las explicaciones pro-puestas en la literatura gramatical de estas tres lenguas muestra la inadecuación de una perspectiva referencialista para dar cuenta del modo empleado en la subordinada. Identificar el indicativo con lo real y el subjuntivo con lo no real, confundiendo lo que se dice con aquello a lo que se hace re -ferencia, se revela insuficiente cuando no contradictorio para explicar numerosos enunciados per-fectamente gramaticales. Resulta, por tanto, indispensable hacer operar otras oposiciones en las que el modo deja de ser un reflejo de la realidad para integrar nociones que den cuenta de la di -mensión pragmática de esta categoría verbal.

Abstract: This paper provides a comparative analysis of the mode in the most frequently used temporal clauses in Spanish, Catalan and French. It focuses on the expression of anteriority, simul-taneity and posteriority. The comparative analysis of the literature on this grammar issue in the three languages reveals the inadequacy of a referential perspective to account for the mode em-ployed in the subordinate clause. Identifying the indicative with the real and the subjunctive with the unreal, thus confusing what is said with that which is referred to, is insufficient, if not contra-dictory, when seeking to explain numerous perfectly grammatical utterances. It is therefore essen-tial to look for alternative explanations which, instead of simplistically associating mode with rep-resentation of reality, consider the pragmatic dimension of this verbal category.

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1 Introducción

[1] Según la tradición gramatical, una proposición temporal es aquella que sitúa o delimita cronológicamente el evento de la proposición principal en relación con el evento que designa. Se establece una primera distinción entre las tempora-les que expresan relatividad (anterioridad / simultaneidad / posterioridad) y las que expresan delimitación a la izquierda (desde que) y delimitación a la derecha (hasta que). Este trabajo se centrará en estudiar en español, catalán y francés el modo de las formas verbales de las temporales más frecuentes en la expresión de la relatividad: las construidas con antes de que, abans que y avant que para la ex-presión de la anterioridad; cuando, quan y quand para la expresión de la simulta-neidad y después de que, després que, y après que para la expresión de la poste-rioridad. El objetivo de este estudio es así presentar desde una perspectiva contras-tiva las explicaciones que diferentes gramáticas de referencia1 ofrecen sobre el modo de estas proposiciones.

2 El modo de la temporal

2.1 Marco teórico[2] De manera general, la literatura gramatical explica el modo de estas pro-

posiciones desde una perspectiva referencialista, esto es, determinando el signifi-cado de esta categoría verbal a partir de sus rasgos referenciales. Se afirma así que las proposiciones temporales se construyen con indicativo cuando tienen carácter factual, en otras palabras, cuando se refieren a un evento experimentado y que, por el contrario, cuando remiten a un evento del que no se tiene experiencia, exi-gen subjuntivo2. Para dar cuenta del modo empleado en estas proposiciones se hace así operar una oposición que identifica el indicativo con lo real y el subjunti-vo con lo no real, confundiendo lo que se dice con aquello a lo que se hace refe-rencia. No diferenciar la lengua de la realidad constituye, como afirma Chevalier (1982: 92), una forma de lo que el autor denomina «péché de réalité»:

Les études linguistiques ont été très souvent attentives à distinguer le signifié des vo-cables ou des phrases de ce qu'elles appelaient leur référent. Le soin qu'elles ont mis

1 Las gramáticas consultadas son, para el español, RAE & ASALE (2009), para el catalán, GEIEC (2018); y para el francés, Grevisse & Goosse (2008).2 Esta es la explicación propuesta en RAE (1973: 541), donde los académicos afirman que «las su-bordinadas temporales se construyen en modo subjuntivo siempre que denoten acción futura en re-lación con la principal». Es también la explicación que propone Alarcos Llorach (1994: 360): «Obsérvese que si el verbo nuclear se refiere al porvenir o a la posterioridad, el verbo de la degra-dada debe ponerse en subjuntivo». El hecho de que ambas sean obras de referencia en la literatura gramatical del español explica que se encuentre esta misma explicación en muchas otras gramáti-cas y manuales de esta lengua. Por lo que respecta al francés, son también muchas las gramáticas que, como Delatour et al. (2004: 252), vinculan lo experimentado con el indicativo y lo no experi -mentado con el subjuntivo: «L'action de la subordonnée a lieu après celle de la principale. On em-ploie le subjonctif».

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à opérer ce partage ne leur a pourtant pas épargné des confusions fort préjudiciables. Ainsi est-il fréquent qu'elles substituent la représentation que l'on peut se forger du référent à la représentation qui effectivement constitue le signifié du vocable ou de l'expression qu'elles analysent : ce qui est ici appelé « péché de réalité ».

[3] El propósito de las líneas que siguen es presentar desde una perspectiva contrastiva la manera en que la literatura gramatical da cuenta del modo de las temporales en estas tres lenguas mostrando cómo un referencialismo que parece en ocasiones inevitable lleva a proponer explicaciones cuando no contradictorias, insuficientes. Para escapar de esta confusión entre el significado y el referente, la perspectiva teórica adoptada en estas páginas parte del principio de funcionalidad del que hablaba Eugen Coşeriu, según el cual una diferencia de significación ad-quiere valor en el sistema si implica también una diferencia en el significante. Desde este postulado, como sugiere López Rivera (2002: 30-31), esforzarse por leer la materialidad de las formas verbales resultaría realmente provechoso:

La pluralidad referencial de algunas de las etiquetas usualmente empleadas cesaría de ser juzgada como una complicación si las formas verbales, por regla general, fue-ran absolutamente transparentes en cuanto a la transmisión de significados modales (o, en su defecto, ayudaría el haber descubierto un medio con el que vencer la resis-tencia de la aparente opacidad inserta en el paradigma del verbo). Siendo esto así, podría, incluso, hallarse deseable trasladar la identificación de las bandas de la ex-presión y el contenido a una unificación terminológica que la resumiese.

[4] Según este autor, toda investigación lingüística sobre el modo implica una elección teórica y metodológica entre una lingüística formal y una lingüística semántica. Veiga & Mosteiro Louzao (2006: 23) han elegido la del sentido:

el mecanismo probatorio de la funcionalidad o afuncionalidad de diferencias de ma-tiz de contenido gramatical habrá de fundarse en la conmutación de matices de con-tenido para comprobar si dicha conmutación conduce o no a cambios en el plano de la expresión.

En este trabajo, por el contrario, se defenderá, a la manera de Luquet (2004: 24), que solo una lingüística del significante puede garantizar la objetividad de lo que describe:

El lingüista sólo puede creer en lo que ve y lo único que ve, cuando se asoma a una lengua, es un conjunto de significantes. Lo único que se ofrece a su observación, más exactamente, es la asociación de ruidos y sonidos, o la asociación de símbolos escritos, que "realizan" un determinado número de estructuras fonológicas.

[5] La teoría modal propuesta por este autor postula que el sistema verbal español opone dos tipos de formas personales: aquellas que asocian la representa-ción de un acontecimiento y su soporte personal a un universo formal directamen-

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te definido en relación con el presente de experiencia (canto, canté, cantaré) y aquellas que, al contrario, asocian la representación de un acontecimiento y de su soporte personal a un universo formal que no está directamente vinculado con el presente de experiencia (cantaba, cantaría, cante, cantara, cantase). Esta organi-zación semiológica lleva a distinguir, por una parte, formas verbales actualizantes, utilizadas por un locutor que quiere y puede relacionar directamente la operación verbal con su presente de experiencia y, por otra parte, formas verbales inactuali-zantes, empleadas por un locutor que bien no quiere, bien no puede establecer una relación directa entre la operación verbal y su presente de experiencia3. El autor atribuye la aparente complejidad del modo inactualizante a las tres maneras posi-bles de inactualizar la representación de un acontecimiento: se inactualiza porque se considera que ya no es actual (cantaba), porque todavía no está de actualidad (cantaría) o porque no tiene ninguna relación con la actualidad (cante, catara, cantase). La actualidad o inactualidad de las que se habla aquí son de esta manera repensadas en tanto que representaciones de acontecimientos y no como los acon-tecimientos mismos. En palabras de Luquet (2000: 94):

Il ne fait aucun doute que l'événement auquel réfère le verbe llover dans l'énoncé la-mento que lloviera ayer est tout aussi « réel » que celui auquel on réfère dans un énoncé du type ayer llovió. La différence entre les deux énoncés ne tient qu'à la re-présentation que l'on se donne de cet événement : elle est inactuelle dans un cas, ac-tuelle dans l'autre.

[6] La definición acordada en estas páginas a los términos «actualizante» e «inactualizante» está cerca de la que Imbs (1953: 49) acordaba al indicativo y al subjuntivo: «L'indicatif présente le procès comme réalité pure et simple, et entiè-rement actualisée ; le subjonctif présente le 'procès', même réel, comme affecté d'un caractère tel qu'il rend possible ou indésirable une telle représentation». Este carácter particular que afecta a las formas de subjuntivo es lo que en este trabajo se denomina capacidad inactualizadora, esto es, la capacidad de este modo de desvincular la operación verbal del presente de experiencia del locutor, indepen-dientemente del carácter factual o no del acontecimiento al que la forma verbal haga referencia. Lo que el subjuntivo codifica es, por tanto, un significado abs-tracto alejado de toda operatividad práctica. Así, para poder dar cuenta de sus ma-nifestaciones discursivas será necesario recurrir a conceptos pragmáticos que se desarrollen a partir de la definición lingüística que se atribuye a este modo. Si se asume que una consecuencia directa de la inactualización de una operación verbal es la no aserción de lo que en ella se expresa, el estatus de la información se reve-la un criterio pragmático esencial para dar cuenta de los diferentes valores discur-sivos del subjuntivo4. Así lo hace notar Lunn (1989a, 1989b) en su prototipo de

3 Para un estudio más en detalle de los postulados de esta teoría véase Luquet (2004).4 Son muchos los trabajos que consideran el subjuntivo como modo de la no aserción poniéndolo

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asertabilidad cuando afirma que la información susceptible de ser asertada, y de aparecer así en un primer plano discursivo, es la información que el hablante acepta como verdadera y aquella que cree que su interlocutor no conoce, es decir, nueva desde el punto de vista discursivo. Por el contrario, la información de la que el hablante no tiene evidencia suficiente, pues no sabe si es real o no, y aquella que es conocida desde el punto de vista del interlocutor, son poco relevantes; por ello, no pueden ser asertadas y aparecen en subjuntivo. Este es el esquema con el que Lunn (1989a: 691) presenta el prototipo de asertabilidad:

Less assertable ----------------------assertable-----------------------------less assertable

untrue--------------------------------both true and new------------------old

SUBJUNCTIVE--------------------INDICATIVE-----------------SUBJUNCTIVE

[7] En suma, desde un punto de vista discursivo, la inactualización de una operación verbal consiste en no asertar lo que en ella se expresa, ya sea porque el locutor desconoce la verdad de la proposición, ya sea porque considera que la in-formación que a través de ella se vehicula es conocida por su interlocutor. El obje-tivo de los apartados que siguen es mostrar, desde una perspectiva contrastiva, que la explicación del modo de una proposición temporal en las tres lenguas que aquí se estudian requiere de una teoría que, partiendo de la definición que esta catego-ría verbal tiene en lengua, integre sus diferentes valores discursivos, esto es, que vaya de la lengua al discurso sin perderse en posibles aplicabilidades referencia-les.

2.2 Las temporales de anterioridad

[8] Para la expresión de la anterioridad las tres lenguas, español, catalán y francés, recurren a una misma construcción5:

(1) Nos iremos antes de que lleguen. (RAE & ASALE 2009: 3313)(2) El Pau va marxar abans que tornés l'avi. (GEIEC 2018: § 28.3.2)(3) J'irai le voir avant qu'il parte. (Grevisse & Goosse 2008: 1487)

en relación con la estructura informativa, tal es el caso del estudio de Reyes (1990: 45-50), que se centra en el valor citativo de este modo, o del estudio de Haverkate (2002: 163-170) que reflexiona sobre su función desfocalizadora. Ahora bien, estas propuestas, a diferencia de la de Lunn (1989a, 1989b), se limitan a los empleos factuales del subjuntivo, esto es, aquellos casos en los que el sub-juntivo vehicula información activada, sin integrar los valores hipotéticos de este modo.5 Si en francés se considera avant que como una locución conjuntiva que introduce una proposi-ción adverbial, las últimas obras de referencia en español y catalán analizan este tipo de construc-ciones como proposiciones sustantivas que complementan al adverbio antes en español y a la pre-posición abans en catalán.

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[9] El subjuntivo es en las tres lenguas el modo normativo en este tipo de proposiciones, aunque ciertamente en francés popular pueden encontrarse todavía formas de futuro:

(4) Des mois passeront avant qu'il reverra la terre ferme. (Grevisse & Goosse 2008: 1487)

[10] En RAE & ASALE (2009: 1954) los académicos se limitan a constatar que antes de que se construye siempre con subjuntivo sin ninguna aclaración a propósito del empleo de este modo: «Las subordinadas que complementan al ad-verbio antes se construyen siempre con subjuntivo: antes de que *amane-ceamanezca».

[11] La explicación que nos proponen Grevisse & Goosse (2008: 1487) no es más detallada, pues se limitan a señalar que cuando hay anterioridad el modo es el subjuntivo:

Quand il y a antériorité.Le mode est le subjonctif.J'irai le voir avant qu'il PARTE. […] Le fr. pop. ou relâché de certaines régions fait suivre avant que de l'indicatif: Des mois passeront avant qu'il REVERRA la terre ferme (dans la Libre Belgique, 1er févr. 1968). Plus d'une lune pleine leur aurait passé sur la tête avant qu'ils PURENT délier leurs bras du poteau qui les gardait prisonniers (A. MAILLET, Pélagie-la-Charrette, p. 199).

[12] Hay, en efecto, anterioridad cuando la temporal hace referencia a un evento posterior al expresado en la principal. Parece así presuponerse que la pos-terioridad de la subordinada implica la no factualidad del evento que allí se expre-sa y en consecuencia el uso de formas verbales subjuntivas. Esta explicación so-breentendida es un claro ejemplo del llamado «péché de réalité», ya que da a en-tender que el subjuntivo es el modo de lo no experimentado.

[13] La GEIEC (2018: § 28.3.2) presenta una descripción más detallada en la que los autores incluyen un punto de referencia secundario que cambia la expli-cación:

La relació d'anterioritat s'indica per mitjà d'adjunts encapçalats per la preposició in-transitiva abans: El pare se'n va anar abans que arribéssim; El pare se'n va anar abans de sopar. Seguida de que, la subordinada es construeix sempre amb subjuntiu, ja que fa referència a una situació hipotètica, que encara no s'ha produït en el mo-ment a què es refereix la principal.

[14] Como en catalán, en español y francés el subjuntivo de estas proposi-ciones se explica porque el evento referido es hipotético en el momento designado por la principal. Limitarse, como hacen algunas gramáticas, a explicar el subjunti-

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vo de estas proposiciones por el carácter no factual del evento al que hacen refe-rencia es por lo tanto insuficiente, pues, como señala García Fernández (1999: 3190), «antes puede ser factual, no factual o contrafactual». Esto explica que po-damos encontrar formas verbales subjuntivas que hacen referencia a aconteci-mientos factuales, tal es el caso de los siguientes enunciados:

(5) Nos fuimos antes de que llegaran. (Pérez Saldanya 1999: 3313)(6) Ho sabíem abans que ens ho digués. (GEIEC 2018: § 28.3.2)(7) Deux ans s'écoulèrent avant qu'un évêché fût vacant, et presque un an et

demi avant que (...) le bourdon annonçât, (...), la prise de possession par procureur du siège épiscopal... (Billy, Introïbo, 1939, p. 51, Frantext)

[15] El hecho de que en contextos de pasado la oración subordinada pueda ser factual y construirse con este modo muestra las limitaciones de una perspecti-va referencialista para dar cuenta del modo de estas proposiciones. Se trata, en pa-labras de Pérez Saldanya (1999: 3312-3313), de un subjuntivo exigido por el pro-pio nexo:

Hay, sin embargo, un contexto en el que la posterioridad está contenida en el signifi-cado mismo del nexo temporal. Se trata, evidentemente, de la locución conjuntiva antes (de) que, que sitúa el evento de la oración subordinada en un tiempo posterior al de la oración principal. En este contexto, la oración subordinada se construye en subjuntivo independientemente de la referencia temporal de la oración principal.

[16] El subjuntivo de las temporales introducidas por antes de que, abans que y avant que se explica porque antes, abans y avant sitúan el evento de la su-bordinada en un espacio temporal posterior al de la principal, prospectividad que exige un modo con el que no se declare la realidad del evento. En otras palabras, exige un modo inactualizante, esto es, que no se comprometa con la factualidad o no del evento, dado que esta puede variar discursivamente ('Nos fuimos antes de que llegaran'/'Nos iremos antes de que lleguen'). No es así el carácter no factual del evento lo que explica en estas proposiciones el uso del subjuntivo, puesto que este puede ser hipotético en el momento designado por la principal, pero no forzo-samente en el momento de la enunciación, como ilustra el ejemplo siguiente:

(8) La liberación de Berna y el nacimiento de la República Lemánica fueron proclamados antes de que llegaran las tropas francesas el 28 de enero de 1798. (Adolfo Mazariegos, Régimen de convención. "El Caso Suizo", 2004, CREA)

Lo que explica en estas proposiciones el uso de este modo no tiene, por tanto, que ver con aplicabilidades referenciales, sino con el hecho de que antes, abans y

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avant sitúan el evento expresado en la subordinada en un espacio temporal que impide que se declare su existencia.

2.3 Las temporales de simultaneidad

[17] Para la expresión de la simultaneidad las tres lenguas coinciden tam-bién en el nexo más empleado:

(9) Llámame cuando puedas. (RAE & ASALE 2009: 1940)(10) Ja parlarem amb ells quan puguem. (GEIEC 2018: § 28.3.1)(11) Nous partirons quand la cloche sonnera. (Grevisse & Goosse 2008: 1475)

[18] La literatura gramatical española afirma que, en esta lengua, de manera general, la oración introducida por cuando se construye con indicativo cuando hace referencia a un evento pasado o presente, esto es factual; y en subjuntivo cuando remite a un acontecimiento prospectivo, que se entiende por lo tanto como no factual:

(12) Se llevó una terrible sorpresa cuando entró en su habitación. (Pérez Saldan-ya 1999: 3313)

(13) Cuando viene a visitarnos, siempre nos trae una botella de vino chileno. (Pé-rez Saldanya 1999: 3313)

(14) No encontrará a nadie cuando llegue. (Pérez Saldanya 1999: 3313)

[19] Ahora bien, como se acaba de mostrar en las temporales que expresan anterioridad, se pueden encontrar también subjuntivos en contextos de pasado, como en el ejemplo siguiente de Borrego Nieto, Gómez Asencio & Prieto de los Mozos (1986: 140):

(15) Ayer, cuando dijiste/dijeras eso, tendrías que haber pensado en las conse-cuencias.

[20] Para Pérez Saldanya (1999: 3314), este subjuntivo responde a la volun-tad del locutor de situar la referencia temporal en el ámbito de lo indeterminado, o incluso de lo posible ('Cuando dijeras eso, si es que realmente lo dijiste…'), atri-buyendo a este subjuntivo un valor de hipoteticidad. Este valor contradice sin em-bargo lo que se expresa en el enunciado: si bien es cierto que este subjuntivo pue-de explicarse por la indeterminación de la referencia temporal ('no sé en qué mo-mento del día de ayer lo dijiste'), parece, sin embargo, difícil de defender que la forma dijeras haga referencia a un evento no factual, pues contextualmente se pre-supone su realización (si el locutor afirma que se tendría que haber pensado en las consecuencias es porque efectivamente 'eso se dijo'). Una explicación puramente referencial en este contexto se revela, por tanto, contradictoria.

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[21] Por otra parte, es también posible encontrar oraciones introducidas por cuando con formas verbales indicativas en contextos de posterioridad, como en el ejemplo siguiente:

(16) Se lo comunicaremos cuando tú quieras/quieres. (Pérez Saldanya 1999: 3313)

[22] Esta alternancia se ha explicado por el carácter relativo del nexo ha-ciendo operar la oposición específico / inespecífico6: si la referencia temporal es específica, se emplea el indicativo (Se lo comunicaremos cuando tú quieres); si es inespecífica, el subjuntivo (Se lo comunicaremos cuando tú quieras). Oposición basada en la representación que el locutor se hace del evento, sea este factual o no, que permitiría también explicar enunciados como el del ejemplo 15.

[23] Todo lleva así a afirmar que la referencia temporal del evento no es un criterio suficiente para dar cuenta de la selección modal en este tipo de proposicio-nes y que han de tenerse en cuenta otras oposiciones en las que el modo deja de ser un reflejo de la realidad.

[24] Un argumento más en contra de una explicación referencialista es el he-cho de que en español medieval se documenten formas de futuro en contextos de posterioridad, como en el ejemplo siguiente del Cantar de Mío Cid (Andrés-Suá-rez 1994: 179):

(17) A la mañana, quando los gallos cantarán non vos tardades, mandedes en-sellar.

[25] El futuro aparece con frecuencia en los textos de los siglos XII y XIII y después de un hiato en el siglo XIV vuelve a documentarse hasta el siglo XVI. A partir de este siglo el futuro desaparece de este tipo de construcciones, en las que se emplea de manera general el subjuntivo7:

(18) No encontrará a nadie cuando llegue. (Pérez Saldanya 1999: 3313)

6 Si bien es cierto que el par terminológico específico/inespecífico remite normalmente al tipo de referencia en el ámbito de la determinación nominal, se toma en estas páginas una definición más amplia según la cual es específica la referencia temporal que posee un referente en el universo del discurso, esto es, que contiene en sí misma una presuposición de existencia; e inespecífica la que carece de referente en el universo del discurso.7 De manera excepcional podemos seguir encontrando futuros con cuando en fórmulas de relieve (Es ahora cuando habrá que completar el triunfo), relativas apositivas (Vamos a seguirlo hasta mañana al mediodía, cuando llegaremos a un desvío que desciende hasta el río) y construcciones de cuando inverso (Estarán ustedes reunidos y concentrados cuando, de pronto, se oirá una voz) (RAE & ASALE 2009: 1776).

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[26] En estos contextos prospectivos el francés sigue exigiendo una forma de futuro. El modo, como lo constatan Grevisse & Goosse (2008: 1485) es así el indicativo:

a) Quand il y a postériorité (au sens défini dans le §1136, c) ou simultanéité.1° Le mode est l'indicatif :Quand (ou Dès que) nous AURONS FINI, nous partirons.

[27] Es interesante señalar que en catalán en este tipo de proposiciones se barajan ambas formas:

(19) Quan arribi/arribarà l'Anna, pararem taula. (GEIEC 2018: § 28.3.1)

[28] Alternancia que se da también entre el condicional y el imperfecto de subjuntivo cuando se trata de un momento pasado:

(20) Va dir que quan tornés/tornaria en parlaríem. (GEIEC 2018: § 28.3.1)

[29] La GEIEC (2018: § 28.3.1) explica esta alternancia en los siguientes términos:

Les subordinades introduïdes per quan admeten el futur d'indicatiu i el condicional quan fan referència a una situació posterior a l'acte de parla (futur) o a una situació posterior a un moment passat (condicional): Ja parlarem amb ells quan podrem; Va dir que ja parlaríem amb ells quan podríem. En l'actualitat, però, en aquests contex-tos és més habitual l'ús del subjuntiu: Ja parlarem amb ells quan puguem; Va dir que ja parlaríem amb ells quan poguéssim.

[30] Si bien es cierto que el uso del subjuntivo es más frecuente, muchos son los catalanoparlantes que lo conciben como menos genuino, como si las for-mas que se utilizan en francés fueran más auténticas y el uso del subjuntivo el re-sultado del contacto con el español.

[31] En suma, parece que la lengua española, al exigir el subjuntivo en estos contextos prospectivos, presenta un carácter más innovador que el francés, que ha mantenido el uso tradicional del futuro8. Entre ambas lenguas se encuentra el cata-lán, que se debate entre lo genuino y la realidad del uso. Nos encontramos, por tanto, aquí ante una alternancia que permite dibujar una frontera lingüística.

8 Se considera que el español presenta un carácter más innovador, pues el régimen de las tempora-les latinas era generalmente indicativo. Salvo antequam y priusquam, que podían construirse con los dos modos, la mayoría de las conjunciones latinas (cum, ubi, ut, postquam, simul ac, dum, ...) se utilizaba con el verbo en indicativo. Como el latín, el francés utiliza un futuro allí donde el es-pañol emplea un subjuntivo: Etiam de his rebus, otiosi cum erimus, loquemur; Nous parlerons aussi de ces choses quand nous serons libres; Hablaremos también de estas cosas cuando estemos libres.

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2.4 Las temporales de posterioridad

[32] Para la expresión de la posterioridad las tres lenguas coinciden también en la construcción más empleada9:

(21) La prima Hildebranda Sánchez había venido a visitarla poco después de que ella estuviera en su hacienda. (RAE & ASALE 2009: 1954)

(22) La situació va millorar després que s'aprovessin els nous estatuts. (GEIEC 2018: § 28.3.2)

(23) Une heure après qu'Albertine était couchée, j'allais jusqu'à son lit. (Grevisse & Goosse 2008: 1486)

[33] Entre los nexos que expresan posterioridad en español no son pocos los que introducen proposiciones en las que el subjuntivo puede explicarse por el ca-rácter eventual del evento al que se hace referencia. Desde esta perspectiva se en-tienden por ejemplo los subjuntivos de los enunciados siguientes en los que la idea de posterioridad explícitamente marcada en la proposición principal (no te olvides, díselo, llamarán) otorga un carácter virtual a la proposición subordinada:

(24) No te olvides de escribirnos una vez que estés instalada. (Pérez Saldanya 1999: 3312)

(25) Díselo en cuanto puedas. (Pérez Saldanya 1999: 3312)(26) No nos llamarán hasta que no tengan preparada la cena. (Pérez Saldanya

1999: 3312)

[34] Ahora bien, parece que esta explicación no es válida para todas las pro-posiciones temporales que expresan posterioridad, no lo es en particular, como lo señala Pérez Saldanya (1999: 3314), para las construidas con después de que:

Un contexto temporal donde el uso del subjuntivo no sigue las normas delimitadas hasta ahora es el de las oraciones introducidas por el nexo después (de) que. En la oración (81a), que ahora repetimos como (163), el indicativo y el subjuntivo pueden alternar en la subordinada sin que se altere el valor de verdad ni se introduzcan dife-rencias importantes de significado.

(163) Nos fuimos después de que intentaron/intentasen agredirnos.

[35] En otras palabras, el carácter factual o no del evento al que se hace re-ferencia deja de ser un criterio para la selección modal. No son pocos los autores

9 Como ocurría en la expresión de la anterioridad, el análisis de estas construcciones difiere: en francés se considera après que como una locución conjuntiva que introduce una proposición ad-verbial, mientras que en español y en catalán se analiza este tipo de construcciones como una pro-posición sustantiva que complementa al adverbio después en español y a la preposición després en catalán.

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que, ante la dificultad de explicar la diferencia entre después de que intentaron/después de que intentasen, la consideran irrelevante. Lo poco que se dice es que el uso del subjuntivo en estos contextos resulta bastante habitual en la prosa perio-dística y que es propio de un estilo literario afectado. Tal parece ser la postura de Pérez Saldanya (1999: 3315), para quien los siguientes enunciados son ejemplo de esa prosa literaria afectada:

a. Cinco ancianos suizos fueron ayer los primeros ex miembros de las Brigadas In-ternacionales que expresaron su deseo de convertirse en ciudadanos españoles des-pués de que el Consejo de Ministros de la semana pasada aprobara la correspondien-te normativa legal. [El País, 27-I-1996, 56]

b. El 6 de agosto de 1945, horas después de que el Enola Gay lanzase la bomba ató -mica sobre Hiroshima, los científicos responsables del invento –entre ellos R. Oppenheimer, director del proyecto, y varios premios Nobel– celebraron con una cena en el hotel la Fonda, de Santa Fe, su éxito macabro. [El País, Babelia, 6-I-1996,6].

c. La Habana decidió derribar las avionetas después de que hubiesen lanzado octavi-llas. [El País, 6-III-1996, 5].

[36] Se considera así que estos subjuntivos quedan al margen, pues, a dife-rencia de lo que ocurría con antes de que, no puede explicarse el modo empleado por el significado del adverbio después, que, como señala García Fernández (1999: 3192) «solo admite lecturas factuales», ya que sitúa el evento de la oración subordinada en un tiempo anterior, espacio temporal no virtual, en el que sin em-bargo se emplea también el subjuntivo. Las construcciones con después de que pa-recen así, para García Fernández (1999: 3315), desmarcarse de otras temporales:

Este tipo de construcciones con subjuntivo resulta claramente anómalo respecto a los usos analizados hasta ahora: las oraciones de (164) [oraciones en las que a después (de) que le sigue una forma subjuntiva], concretamente, se sitúan en un contexto pa-sado y las subordinadas introducidas por la locución temporal designan unos eventos anteriores a los de la principal y, por lo tanto, unos eventos factuales y experimenta-dos.

[37] Lo que se escapa de la perspectiva referencialista se cataloga así de «anómalo» o de «singular». Tal es el término que emplean Veiga & Mosteiro Lou-zao (2006: 371-372) cuando, en el estudio que le dedican al modo verbal de las cláusulas adverbiales, tratan del régimen modal de después de que:

El régimen modal de después de que ofrece una singularidad que no hemos hallado en el estudio de otros nexos aspecto-temporales ni –adelantemos– volveremos a ha-llar en ninguno de los casos que aún nos quedan por observar: en ciertos registros existe, al lado del uso normal del Indicativo 0, la paralela posibilidad de uso de for-mas de Subjuntivo 0 para expresar relaciones temporales de no posterioridad […].

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[38] El hecho de que este nexo pueda, en ciertos registros10, construirse tan-to con indicativo como con subjuntivo lleva a los autores a defender una neutrali-zación modal. En sus propias palabras: «Esta doble posibilidad formal IND 0

SUBJ 0 tras después de que no constituye prueba de la funcionalidad de una opo-sición modal, pues no existe diferencia de contenidos entre unas y otras expresio-nes» (Veiga & Mosteiro Louzao 2006: 372).

[39] En RAE & ASALE (2009: 1954), los académicos se contentan con constatar la alternancia modal a ambos lados del Atlántico y con decir que el sub-juntivo es el modo habitual en el español europeo:

Cuando después expresa posterioridad, rechaza el futuro, al igual que cuando, mien-tras y otras expresiones que se analizan en el § 24.9: *después de que llegarás. En estos contextos temporales, alternan indicativo y subjuntivo en el español ameri-cano. El uso del subjuntivo es compartido por el español europeo, en el que constitu-ye la opción mayoritaria.

[40] Y zanjan el asunto diciendo, como hacían Veiga & Mosteiro Louzao (2006: 1954), que «no existe diferencia apreciable de significado en estos contras-tes». Defender una neutralización modal parece sin embargo difícilmente justifi-cable si se postula, como en estas páginas, que dos significantes diferentes tienen forzosamente dos significados distintos, en otras palabras, que dos formas verba-les diferentes no dicen lo mismo.

[41] Ahora bien, no toda la literatura gramatical se satisface de una neutrali-zación o de descripciones diafásicas o diatópicas. Encontramos autores que dan cuenta de este empleo del subjuntivo recurriendo a la analogía con otras locucio-nes y explican así el subjuntivo de después (de) que por un paralelismo con antes (de) que11. Si bien es cierto que la analogía con antes (de) que está avalada por la simetría anterioridad / posterioridad, no parece una explicación convincente, pues da cuenta del uso del subjuntivo, pero no consigue explicar la alternancia indicati-vo / subjuntivo con después (de) que. Por otra parte, si ha habido analogía es por-que el valor del subjuntivo permite su empleo en estos contextos.

[42] Esto nos lleva a aquellas explicaciones en las que el subjuntivo se ex-plica con criterios referidos a la propia naturaleza de este modo. En el último pá-rrafo que dedica al modo de estas proposiciones, Pérez Saldanya (1999: 3316) apunta una explicación pragmática que se integra con dificultad en su presenta-ción previa12: «seguramente, la causa principal que justifica estos usos del subjun-

10 Para estos autores, el recurso a la construcción subjuntiva sería propio de ciertos registros como la lengua de los medios de comunicación, aunque, como señalan, no resulta excepcional en la len-gua común.11 Recurren a esta explicación basada en la analogía Borrego Nieto, Gómez Asencio & Prieto de los Mozos (1986).12 Veiga & Mosteiro Louzao (2006: 372) la consideran por esta razón no enteramente congruente con lo dicho previamente.

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tivo es semejante a la que se ha señalado para otros usos de este modo en contex-tos factuales, esto es: el carácter temático y la escasa relevancia informativa del contenido de la oración subordinada»13. Todo apunta a pensar que es efectivamen-te una cuestión de estatus de información lo que permite explicar el subjuntivo de estos contextos. Parece evidente en un enunciado como el siguiente:

(27) El Parlamento rechaza una moción para forzar la salida del prorruso Ya-nukovich. La oposición ucraniana, liderada por el liberal y proeuropeo Vic-tor Yuschenko, rompió ayer el diálogo con el poder y reanudó el bloqueo de la sede del Gobierno. La ruptura de negociaciones llegó después de que el Parlamento (Rada) rechazara su resolución que buscaba forzar la dimisión del Ejecutivo que comanda el primer ministro prorruso Yanukovich y repetir las presidenciales, declaradas fraudulentas por la propia Rada. (La Razón, 1/12/2004, CREA)

[43] En este enunciado la información expresada por la proposición tempo-ral ha sido ya presentada en la primera línea con El parlamento rechaza una mo-ción para forzar la salida del prorruso Yanukovich y la temporal después de que el Parlamento rechazara… no hace sino retomarla.

[44] Si bien es cierto que, de manera general, el presente de subjuntivo, por su carácter prospectivo, hace referencia a acontecimientos no factuales, puede sin embargo aparecer también en contextos en los que su uso se explica por su carác-ter temático. Tal es el caso del enunciado siguiente:

(28) Angustias.- Y despídete del señorito por si tu padre nos mata.(Cándida se arrodilla para besar la mano de Antoñito.)Antoñito.- Por Dios, Cándida.Cándida.- Y tú no te preocupes, mamá, ahora que puedo correr más podré trabajar en otras cosas.Angustias.- Hombre, pues eso no está mal pensado, y si nos da tiempo a sol-társelo a tu padre, con suerte nos libramos sólo con un chichón.Antoñito.- Adiós, señora.Angustias.- Adiós, señorito. Y usted a seguir haciendo milagros, y al que le moleste... al que le moleste que le den por el culo.(Salen de la casa dejando a Antoñito solo. Suena la música de campanillas dentro de la habitación, y Antoñito entra después de que ésta vuelva a abrir-se sola.)Fin del tercer cuadro (Rafael Mendizábal, De cómo Antoñito López, natural de Játiva, subió a los cielos, 1991, CREA)

13 Esta explicación es también la que proponen entre otros Damourette & Pinchon (1911-1936: 1915) y Lunn (1995: 432-434).

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[45] El imperfecto de subjuntivo por el contrario aparece con mayor fre-cuencia en contextos en los que su uso se explica por su valor temático, como ilustra el enunciado siguiente, de registro oral espontáneo:

(29) Era mañana y tarde, como era antes. Era de ocho y media a once, y de dos a a cuatro. Y después que yo saliera de allí, me tenía que meter en la direc-ción y hacer trabajos administrativos, pues, de tipo ¿todo eso por ciento veinte bolívares? Entonces yo le dije a la hermana superiora: No fui a cole-gio y le dije: no, hermana, yo no puedo seguir más en este colegio, me da mucha pena porque usted me recomendó, pero yo me voy. Y me fui (Oral, Venezuela, CREA)

[46] Sin duda en los enunciados anteriores una forma indicativa hubiera sido perfectamente posible: Antoñito entra después de que ésta vuelve a abrirse sola, Y después que yo salía de allí, me tenía que meter en la dirección y hacer trabajos administrativos. Ahora bien, el valor pragmático de estas secuencias hubiera sido diferente.

[47] Esta misma alternancia entre el indicativo y el subjuntivo se da en cata-lán, así la constatan los autores de la GEIEC (2018: § 28.3.2):

Si la subordinada té un caràcter hipotètic, es construeix amb subjuntiu: Ens n'anirem després que arribin ells. Si fa referència a una situació real, s'usa generalment l'indi-catiu (Els aldarulls van augmentar després que el Govern va decretar el toc de que-da), però el subjuntiu també hi és possible (Els aldarulls van augmentar després que el Govern decretés el toc de queda).

[48] No explican sin embargo la diferencia entre després que el Govern va decretar el toc de queda y després que el Govern decretés el toc de queda. A modo de observación, se limitan a señalar que «L'ús del subjuntiu en subordinades que fan referència a una situació real, com l'exemple anterior, és una innovació re-cent, que es troba sobretot en llenguatge periodístic» (GEIEC 2018: § 28.3.2). Enunciados como los siguientes, del siglo pasado y de registro no periodístico, quedarían, pues, sin explicación:

(30) Tal com succeeix avui a casa nostra, el fet de reunir-se la família a pagès en-torn de la llar de foc obeeix a una raó pràctica: la necessitat d'escalfar-se. Però aquesta raó pràctica no nega, sinó que el subratlla i el prolonga, aquest paper central que el foc ha conservat dins el clos familiar, molts segles des-prés que hagi perdut la seva funció màgica. (Xavier Fàbregas, Tradicions, mites i creences dels catalans, 1979, CTILC)

(31) El Mark I es va acabar de construir l'any 1944 i va funcionar a Harvard. És el primer ordinador de la història construït a base d'elements electromecàni-

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cs. Tres anys després que comencés a treballar en ordinadors, Aiken va des-cobrir Babbage i es va sorprendre de trobar que ell i Babbage havien estat preocupats pels mateixos problemes. (Lluís Segarra, Tractar la informació, 1986, CTILC)

[49] El uso del subjuntivo con després que no es, pues, una innovación re-ciente, se documenta al menos desde siglo XIX, como lo muestra el ejemplo si-guiente:

(32) En terras fredas se sembran al mars, després que la lluna haja fet lo ple. Vo-len terra grassa, humida, ben afemada, y molta aigua. Se fan de cuant en cuant uns clots en los solchs, fondos un pam plens de fem ab poca terra mes-clada, de modo que lo clot no sia tot plé. (Anónimo, Lo jardiner hortolá y florista ó modo ordenat de cultivar la terra segons us y práctica de bon pa-gés, 1852, CTILC)

[50] A pesar del poco contexto que permite extraer este corpus, se entiende que en este ejemplo lo que el locutor quiere destacar informativamente es que en tierras frías se siembra habitualmente en marzo, dejando en un segundo plano que este período sea después del plenilunio. Parece que, como en español, el subjunti-vo de estas construcciones se explica por la escasa relevancia informativa de la temporal. En estos términos daba ya cuenta de él Pérez Saldanya (1988: 283):

Des d'un punt de vista funcional, és evident que en les oracions on s'usa el subjuntiu en proposicions transparents amb després que la proposició matriu aporta la infor-mació central en tant que la proposició subordinada es refereix a fets accessoris i es limita a emmarcar temporalment l'oració. Dit amb unes altres paraules: mentre la proposició principal té un carácter remàtic, la proposició temporal en té un de clara-ment temàtic i perifèric.

[51] En francés, el modo en estas proposiciones suscita un verdadero debate. Como ya se ha señalado, para Grevisse & Goosse (2008), cuando hay posteriori-dad o simultaneidad se emplea el indicativo. A propósito de après que, Grevisse & Goosse (2008: 1485) añaden:

En particulier, après que est, traditionnellement, suivi de l'indic.: J'écoutais le fracas croissant des roues et après qu'il AVAIT ATTEINT son maximum je m'obligeais à l'entendre encore dans le lointain (MAURIAC, Robe prétexte, XI). Ne reviendrait-il pas par un soir semblable, après qu'il AURAIT ÉTÉ vraiment TUÉ? (MALRAUX, Temps du mépris, p. 152). Par rapport à l'aveu, son pouvoir n'est pas seulement de l'exiger, avant qu'il soit fait, ou de décider, après qu'il A ÉTÉ PROFÉRÉ (M. FOU-CAULT, Hist. de la sexualité, t. I, p. 89). Ce délais ne prend fin […] que trois mois après que le contribuable A EU connaissance officielle des poursuites (Grand Lar. Enc., t. VI, p. 27).

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[52] La explicación es, por tanto, esencialmente referencial: si el aconteci-miento de la subordinada y el de la principal son simultáneos o si este es posterior, el modo seleccionado es el indicativo, pues el evento al que se hace referencia, an-terior al de la principal, tiene carácter factual. Ahora bien, como Grevisse & Goos-se (2008: 1485) reconocen, esta regla no coincide con el uso:

Malgré la règle donnée ci-dessous, on observe une tendance, surtout forte depuis le deuxième tiers du XX s., à faire suivre après que du subjonctif. Autrefois longtemps même après qu'elle m'AIT QUITTÉ j'ai pensé […] (SARTRE, Nausée, p. 21). Trois semaines après que cette phrase AIT ÉTÉ ÉCRITE, un fabri-cant de masques me dit […] (MONTHERL, Équinoxe de septembre, p. 199). S'il leur fallait se séparer maintenant, après qu'ils AIENT VERSÉ leur sang sous le même déluge de feu […], ils auraient le sentiment de perdre les derniers débris de leur malheureuse patrie (DUHAMEL, Lieu d'asile, p. 107). Un siècle et demi après que cette parole AIT ÉTÉ PRONONCÉE, nous savons que le bonheur en Europe est une illusion perdue (MAURIAC, Cahier noir, pp. 27-20). Il est distrait au volant de son auto et laisse souvent ses flèches de direction levées, même après qu'il AIT EF-FECTUÉ son tournant (CAMUS, Peste, p. 41). Après que nous EUSSIONS REFU-SÉ toute la nuit de mitrailler des rochers (J. ROY, Métier des armes, p. 81). Pour-quoi diable […] ne me reproche-t-il ce silence qu'après que, précisément, j'AIE PARLÉ? (MAULNIER, dans la Table ronde, mars 1953, p. 74). Quand il rentre de l'usine après que de tonnes de camelot lui AIENT PASSÉ par le bras (CESBRON, Les saints vont en enfer, p. 79). Elle vole en éclats neuf ans après qu'AIT ÉTÉ SCELLÉE la fameuse Lettre (DANIEL-ROPS, Hist. de l'Égl. Égl. des temps clas-siques, t. I, p. 157). On ne le sert qu'après qu'il AIT MONTRÉ sa monnaie (ARA-GON, Semaine sainte, p. 454). La règle […] a été élargie à d'autres domaines sur la decision du général de Gaulle et après qu'il AIT REÇU certains accords (Fr. MIT-TERRAND, intervention à la radio citée par le Figaro, 17 févr. 1973).

[53] Estos subjuntivos han despertado todo tipo de reacciones. En la confe-rencia que dio Marc Wilmet en 2010 para una de las sesiones de la Académie ro-yale de langue et de littérature françaises de Belgique encontramos algunos de los comentarios más llamativos que se han hecho sobre el uso de este modo en las temporales con après que, el más disparatado tal vez sea este de Pierre-Henri Si-mon: «Le subjonctif suivant après que n'est pas seulement un lapsus de grammai-re, c'est une faute de jugement, et en avoir perdu le sens est le symptôme non né-gligeable d'un certain dérèglement de l'esprit» (Wilmet 2010: 108).

[54] Parece, sin embargo, que no son pocos los que han perdido la cabeza, ya que esta tendencia a emplear el subjuntivo después de après que, lejos de des-aparecer, parece, como la califican Grevisse & Goosse (2008: 1486), irresistible: «Cette tendance a fait l'objet de vives critiques (par ex. dans Ac. 2001). Elle paraît pourtant irrésistible, quoique l'indic. ne soit nullement périmé, on l'a vu».

[55] Las explicaciones de esta propagación son diversas. La más simple re-curre a la analogía con avant que. A ella también aluden Grevisse & Goosse (2008: 1486):

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L'influence d'avant que est assez compréhensible quand les deux locutions sont co-ordonnées: L'une comme l'autre [motivation] ont pu être attribuées au gouverneur, AVANT ET APRÈS QU'il AIT occupé sa fonction (J. VANDER-LINDEN, dans le Bull. des séances de l'Acad. roy. [de Belg.] des sciences d'outremer, 1996, p. 381).

[56] Consideramos, sin embargo, al igual que para el español, que esta ex-plicación basada en la analogía, es limitada, pues da cuenta del modo subjuntivo pero no explica la alternancia modal. Además, en francés sería más esperable en sentido inverso, esto es, que avant que se construya con indicativo, modo cuya morfología es menos compleja que la del subjuntivo.

[57] Otra explicación a la que se recurre en francés es a la homonimia entre el passé simple y el imparfait du subjonctif de algunos verbos (avoir y être: eut/eût, fut/fût), explicación sin duda limitada, dado que solo puede aducirse para unos pocos verbos. De cualquier manera, esta confusión no podría explicar muchos subjuntivos, como los recopilados por Grevisse & Goosse (2008), ya que ninguno está construido en estos tiempos.

[58] Stéfanini (1953, 1955) es uno de los autores que más ha reflexionado sobre la sintaxis de après que. Una de las hipótesis de este autor para explicar el uso del subjuntivo en estas temporales no escapa de cierto referencialismo (Stéfa-nini 1955: 130):

[…] c'est tout simplement que dans le système du français il semble de plus en plus difficile de juger les faits en tant que réels. […] Tout se passe comme si, pour les ju-ger, les apprécier, il paraissait plus commode de les situer dans la zone du possible.

[59] Esta explicación no hace sino retomar la tradicional oposición que identifica el indicativo con lo real y el subjuntivo con lo posible, perspectiva que es de inmediato descartada en Grevisse & Goosse (2008), puesto que no consigue efectivamente dar cuenta de todos los enunciados de après que con subjuntivo: «On a supposé aussi que les locuteurs auraient transporté sur le verbe subordonné la nuance de possibilité qui affecterait le verbe principal; mais la plupart des ex. cités plus haut n'appuient guère cette interprétation» (Grevisse & Goosse 2008: 1486).

[60] Otra de las hipótesis de este autor está sin duda inspirada por la concep-ción modal de Guillaume (1929), para quien el subjuntivo es un modo nocional-mente anterior al indicativo: «[…] ce mode [qui] précède donc en chronogénèse l'indicatif et [qui] a vocation pour marquer dans une chronologie de raison l'anté-riorité logique d'un fait par rapport à un autre qu'il engendre» (Stéfanini 1955: 108). En otras palabras, el subjuntivo no haría sino insistir en la anterioridad lógi-ca de la temporal introducida por après que, explicación sin duda abstracta pero que permite entender desde otra perspectiva la noción de segundo plano discursi-vo de la que se sirve la pragmática para situar lo expresado por este modo.

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[61] La 'plasticidad temporal' del subjuntivo ha sido otra de las explicacio-nes a las que se ha recurrido para dar cuenta de su uso en estas proposiciones. Así lo expresa Wilmet (2010: 119):

Le passé antérieur, le plus-que-parfait, le futur antérieur, le futur antérieur du passé demandent respectivement des phrases matrices au passé simple (Pierre arriva après que Marie eut déjeuné), à l'imparfait (Pierre arrivait après que Marie avait déjeuné), au futur simple (Pierre arrivera après que Marie aura déjeuné) et au futur simple du passé (Pierre arriverait après que Marie aurait déjeuné), tandis que la plasticité temporelle du subjonctif l'habilite aux quatre avatars : Pierre arriva/arri-vait/arrivera/arriverait après que Marie ait déjeuné.

[62] La simple economía lingüística no explica sin embargo enunciados como el de J. Roy presentado en Grevisse & Goosse (2008), en el que se utiliza un pluscuamperfecto de subjuntivo:

(33) Après que nous eussions refusé toute la nuit de mitrailler des rochers (J. Roy, Métier des armes, p. 81). (Grevisse & Goosse 2008: 1485)

[63] El principal inconveniente de esta explicación no es que no tenga en cuenta los otros tiempos del subjuntivo que pueden aparecer con après que, es que no permite explicar la alternancia modal, aún menos en un mismo locutor. ¿Por qué emplea Sartre un subjuntivo en La nausée («Autrefois – longtemps même après qu'elle m'ait quitté – j'ai pensé pour Anny», p. 19) cuando podría haber em-pleado un indicativo como lo hace en Le mur un año después?

(34) Ils demandèrent à Tom si c'était vrai qu'il servait dans la Brigade internatio-nale : Tom ne pouvait pas dire le contraire à cause des papiers qu'on avait trouvés dans sa veste. A Juan ils ne demandèrent rien, mais, après qu'il eut dit son nom, ils écrivirent longtemps. (Jean-Paul Sartre, Le mur, p. 12)

[64] Los guiones que enmarcan la temporal no son anodinos: lo que en ella dice el narrador '–mucho tiempo después de que [Anny] me haya dejado–' queda relegado a un segundo plano discursivo para presentar como relevante que ha pen-sado por ella. Como apuntan Riegel, Pellat & Rioul (1994: 325), el empleo del subjuntivo con après que «n'est pas totalement dépourvu de fondements sémanti-ques».

[65] Todo lleva así a pensar que el subjuntivo de estas proposiciones respon-de al igual que en español y en catalán a la voluntad del locutor de no destacar in-formativamente el acontecimiento que sirve para situar la principal. En otras pala-bras, el locutor que elige entre los dos modos utiliza el indicativo para resaltar la información expresada en la temporal y recurre al subjuntivo cuando no considera necesario asertar una información que hace referencia a un hecho que considera discursivamente constatable.

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3 Conclusión

[66] En suma, tanto en las temporales que expresan anterioridad como en las que expresan simultaneidad o posterioridad, una perspectiva referencialista se re-vela cuando no contradictoria, insuficiente para dar cuenta del modo que en ellas se emplea. En las temporales que expresan anterioridad las tres lenguas recurren mayoritariamente a una misma construcción, la marcada por antes (de) que en es-pañol, abans que en catalán y avant que en francés. En esta construcción se em-plea en las tres lenguas el subjuntivo, no porque el hecho al que la temporal hace referencia no sea factual, sino porque antes, abans y avant sitúan el evento de la oración subordinada en un espacio temporal posterior al de la oración principal, prospectividad que exige un modo con el que no se declare la existencia del even-to referido, esto es, inactualizante.

[67] En cuanto a la expresión de la simultaneidad, español, catalán y francés se acuerdan también en el nexo más utilizado: cuando, quan y quand. Si las tres lenguas coinciden en el modo empleado para hacer referencia al presente y al pa-sado, difieren sin embargo en las formas empleadas en un contexto prospectivo: mientras que el español actual exige el subjuntivo, el francés ha mantenido el uso tradicional del futuro y, entre ambas lenguas, se encuentra el catalán, que se deba-te entre el futuro, considerado como más genuino, y el subjuntivo, la forma más usada. Una perspectiva referencialista se revela de nuevo insuficiente para dar cuenta del modo empleado en estas proposiciones: lejos de explicarse por la fac-tualidad o no factualidad del evento al que se hace referencia, la selección modal que se opera en estos contextos requiere tener en cuenta otras oposiciones, como la que opone lo específico a lo inespecífico, en las que el modo se basa en la re-presentación que el locutor se hace del evento. La inespecificidad que explica el uso del subjuntivo en estos contextos es una de las diferentes manifestaciones dis-cursivas del valor inactualizador que define en lengua a este modo.

[68] En lo que concierne a las temporales que expresan posterioridad, espa-ñol, catalán y francés se ponen también de acuerdo en la construcción más em-pleada: la marcada por después (de) que, després que y après que. En esta cons-trucción las tres lenguas coinciden en presentar una alternancia entre el indicativo y subjuntivo que invalida toda explicación referencial y que lejos de explicarse únicamente por cuestiones de registro, de analogía o de economía lingüística pare-ce responder a la voluntad pragmática del locutor de diferenciar entre dos planos discursivos en los que el estatus de la información se concibe diferentemente: en indicativo se expresa la información que se quiere presentar como relevante, en subjuntivo la información secundaria. La capacidad del subjuntivo de no compro-meterse con la factualidad del evento, esto es de no actualizarlo, explica su uso en estos contextos en los que el propósito del locutor es relegar el evento expresado en la temporal a un segundo plano discursivo.

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[69] En resumidas cuentas, el uso del subjuntivo se explica en estas cons-trucciones por su valor inactualizador, esto es, por no declarar la existencia del evento al que hace referencia, pudiendo así tratarse tanto de un evento no factual –es tal vez la interpretación más frecuente– como de un evento factual. En las tem-porales que expresan anterioridad el uso del subjuntivo responde al nexo emplea-do, que sitúa la subordinada en un espacio temporal posterior que exige un modo con el que no se declare la existencia del evento referido; en las temporales que expresan simultaneidad el subjuntivo se explica por la representación inespecífica que el locutor se hace del evento y que lo lleva a no actualizarlo; por último, en las que expresan posterioridad es la voluntad de dejar la información en un segun-do plano discursivo lo que lleva al locutor a utilizar el modo de lo inactual.

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DOI: https://doi.org/10.25364/19.2021.6.5 ISSN: 2663-9815

La expresión de la polaridad positiva enfática en las lenguas romancesAnteposición no focal y marcadores focales positivos en catalán y occitano

Emphatic positive polarity in the Romance languagesNon-focal fronting and positive focal particles in Catalan and Occitan

Afra Pujol i CampenyUniversity of Cambridge

[email protected]

https://orcid.org/0000-0003-2895-2989

Recibido el 25/3/2020, aceptado el 15/7/2020, publicado el 12/10/2021 bajo la licencia Creative

Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

Resumen: En este artículo, exploramos la expresión de la polaridad positiva enfática y la modali -dad epistémica en catalán y occitano. Centrándonos en los mecanismos léxicos y sintácticos dispo-nibles para su expresión en catalán y occitano y comparándolos con aquellos disponibles en espa-ñol y francés, mostramos que, a nivel de expresión de polaridad positiva enfática, el catalán y el occitano comparten estrategias léxicas (las partículas bé/be, ben y pla/plan) y sintácticas (la ante-posición no focal de elementos cuantificados). Su distribución en occitano sugiere la presencia de una isoglosa que relaciona la anteposición no focal entre los dialectos languedocianos y gascón con la expresión de la polaridad enfática, aspecto que refuerza el rol de bisagra de esta lengua en-tre las esferas lingüísticas iberorromance y galorromance y resalta la importancia del concepto de continuum para entender la variación lingüística en la Romania.

Abstract: This article compares the various strategies for expressing emphatic positive polarity and epistemic modality in the Romance languages. More specifically, it examines the lexical and syntactic mechanisms used in Catalan and Occitan for the expression of emphatic positive polarity and compares them with those of Spanish and French. The results indicate that Catalan and Occi-tan share both lexical strategies (the use of the particles bé/be, ben and pla/plan) and syntactic strategies (the non-focal fronting of quantified constituents). Furthermore, the study shows that the possibility of generating sentences with non-focal anteposition might act as an isogloss within Oc-citan dialects (specifically Gascon and Languedocien). This supports the assumption that Occitan serves as a bridge between Gallo-Romance and Ibero-Romance languages and highlights the im-portance of the notion of continuum in order to understand linguistic variation within the Romance languages.

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Pujol i Campeny La expresión de la polaridad positiva enfática

1 Introducción

[1] Las lenguas romances se han clasificado con respeto a su grado de diver-gencia fonética del latín, al grado de gramaticalización que exhiben en el dominio verbal, según las características de la distribución de los sujetos, según la coinci-dencia o divergencia léxica que exhiben entre ellas, entre muchos otros paráme-tros y variables que han sido analizados con la intención de establecer su filogené-tica (véase Barra Jover 2004 para un resumen de las distintas propuestas de clasi-ficación de las lenguas romances). Las conclusiones obtenidas dependen en gran medida de los parámetros que se decida considerar, como se ha expuesto detalla-damente en la introducción a este volumen.

[2] El objetivo de este artículo es añadir una variable más a la comparación de las lenguas romances: la expresión de polaridad positiva enfática. Centrándo-nos en los mecanismos sintácticos y léxicos disponibles para su expresión en cata-lán y occitano y comparándolos con aquellos disponibles en español, francés e ita-liano, mostraremos que, a nivel de la expresión de polaridad enfática y modalidad epistémica, el catalán y el occitano comparten estrategias léxicas y sintácticas de origen común pero de realización diversa que tienden un puente entre las lenguas ibéricas y las galas (entendidas geográficamente) y que pueden contribuir a ex-pandir nuestro conocimiento sobre la evolución de las lenguas romances y su di-versificación.

[3] En este apartado, presentamos la noción de polaridad positiva enfática y la estructura del artículo.

1.1 La polaridad positiva enfática y la modalidad epistémica

[4] Las proposiciones afirmativas no marcadas pueden presentar dos valores de polaridad: [+positivo] y [+negativo], como se ilustra en (1) y (2):

(1) Polaridad positiva no marcada, Catalán:En David menja una poma.el David come una manzana

(2) Polaridad negativa no marcada, Catalán:En David no menja una poma.el David no come una manzana

En catalán, así como en español, francés, y dialectos occitanos preponderantemen-te centrales y orientales1, las oraciones que corresponden a una afirmación con po-

1 En gascón, el dialecto occitano hablado aproximadamente en el área suroeste de Francia que co-rresponde a la región histórica de Gascuña, las oraciones declarativas no marcadas presentan el marcador formal que, que aparece en posición preverbal y puede ser precedido por el sujeto u

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Pujol i Campeny La expresión de la polaridad positiva enfática

laridad afirmativa no marcada se caracterizan por la ausencia de una marca léxica o morfológica de dicha polaridad. En cambio, la polaridad negativa, aunque sea no marcada, requiere la presencia del adverbio negativo no, como en (2). Los ras-gos [+/–positivo] y [+/–negativo] corresponden a valores absolutos de polaridad del predicado de la oración. En (1), David come una manzana, y en (2), simple-mente no lo hace.

[5] Además de presentar rasgos de polaridad absoluta, las oraciones también poseen los rasgos de polaridad relativa [+/–coincidencia] y [+/–refutación]2 (Mar-tins 2013; Farkas & Bruce 2010; Pujol i Campeny 2019), los cuales sitúan la pro-posición en relación con su contexto discursivo y establecen si concuerda o difiere con lo que se establece en este, como muestran los siguientes ejemplos:

(3) A: Hoy no ha llovido.B: Sí (que) ha llovido.

(4) Catalán:A: Avui no ha plogut.

hoy no ha llovidoB: Sí que ha plogut.

sí que ha llovido(5) A: Hoy ha llovido.

B: Sí (que) ha llovido.(6) Catalán:

A: Avui ha plogut.hoy ha llovido

B: Sí que ha plogut.sí que ha llovido

(7) A: ¿Ha llovido hoy?B: Sí (que) ha llovido.

(8) Catalán:A: Ha plogut avui?

ha llovido hoyB: Sí que ha plogut

sí que ha llovido

[6] En (3) y (4), el hablante A afirma que, durante el día de hoy, no ha llovi-do. Esta afirmación es refutada por el hablante B, que se sirve de sí para refutar la

otros elementos de la frase:(i) Nadau (2013):

Que i avè ombra, e chic de lutz.partícula allí había sombra y poco de luz

2 Bruce & Farkas (2010) usan los términos [same] y [reverse] en inglés. Las traducciones [coinci -dencia] y [refutación] son mías.

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Pujol i Campeny La expresión de la polaridad positiva enfática

afirmación anterior, revirtiendo su polaridad. En (5) y (6), en cambio, el hablante A afirma que durante el día de hoy ha llovido. El interlocutor B, expresa su coin-cidencia con el hablante A, usando también la partícula de polaridad enfática sí. Finalmente, en (6) y (7), a la pregunta de si hoy ha llovido, B contesta con una frase que contiene la partícula de polaridad enfática sí, cuya presencia cancela una posible lectura negativa de la respuesta ha llovido. Los ejemplos (3-8) ilustran los varios contextos en que la partícula de polaridad enfática sí puede aparecer: des-pués de una oración declarativa con negación explícita en (3-4), después de una oración declarativa afirmativa en (5-6) y como respuesta a una pregunta cerrada en (7-8)3. En consecuencia, en los ejemplos (3-8) la presencia de la partícula de polaridad enfática implica la refutación o reafirmación de una proposición previa-mente introducida en el discurso, así como la focalización de la polaridad positiva de la oración en un contexto que o bien niega o bien afirma su contenido. Dada su capacidad focalizadora, Rigau (2004) designa estas partículas marcadores focales.

[7] Las partículas de polaridad enfática (o marcadores focales) tienen en co-mún el hecho de poder reafirmar solamente información de fondo (es decir, infor-mación ya introducida en el discurso), eliminando del contexto cualquier supuesto contrario. Así pues, una oración con sí no podría ser nunca el inicio de una con-versación y no podría introducir nueva información, como se ilustra en (9):

(9) A: Hoy ha llovido.B: **Sí hay manzanas.

En (9), el hablante B responde que, en efecto, hay manzanas. Nada en el contexto, que consiste en la afirmación de A que llueve, puede actuar como fondo del enun-ciado de B.

[8] Aparte de poder situar la polaridad de una oración en relación con su contexto discursivo, el hablante también puede expresar su grado de compromiso con la veracidad del enunciado de la proposición en función de la información con la que cuenta en el momento de producción, es decir, la modalidad epistémica de la oración, mediante partículas de polaridad (Pusch 2000; Rigau 2004: 28; Her-nanz & Rigau 2006). La expresión de la modalidad epistémica puede ser indepen-diente o sincrética con la expresión de la polaridad enfática, puesto que cuando un hablante afirma con énfasis un enunciado, suele estar convencido de la veracidad de su contenido.

3 Como se puede observar en (3-8), los ejemplos en español pueden presentar el complementador que opcionalmente, mientras que en catalán este es obligatorio. Villa-García & Rodríguez Gonzá-lez (2020) proponen que la aparición de que en sí que implica un alto grado de confianza del ha-blante hacia el contenido del enunciado, ausente en oraciones en las que sí aparece sin que, donde simplemente se afirma enfáticamente la polaridad positiva de la oración. Véase Rodríguez Molina (2014) para un análisis de sí en castellano antiguo.

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1.2 Estructura del artículo

[9] Primeramente, consideraremos la expresión de la polaridad positiva en-fática en catalán y occitano mediante una operación sintáctica: la anteposición no focal, para considerar seguidamente la expresión de la polaridad enfática en cata-lán y en occitano por medios léxicos, centrándonos en los adverbios bé/ben y pla/plan. A lo largo del artículo, compararemos la situación del catalán y el occitano con la de otras lenguas romances, dibujando una tipología de las lenguas roman-ces relativa a la posibilidad de expresar la polaridad positiva enfática por medio de anteposición no focal y el uso que hacen de las partículas de polaridad positiva enfática bé/ben y pla/plan.

2 La anteposición no focal y la expresión de la modalidad epistémica posi-tiva

[10] En las lenguas romances encontramos tanto mecanismos sintácticos como léxicos para poner énfasis en o focalizar la polaridad de una oración. Un mecanismo de este tipo son las oraciones con anteposición no focal (Cruschina & Remberger 2017; Eide & Sitaridou 2014; Escandell Vidal & Leonetti 2009; Leo-netti & Escandell Vidal 2009; Leonetti 2017). Las oraciones con anteposición no focal presentan el orden linear SX-V-S: es decir, un constituyente distinto al sujeto aparece en posición preverbal, seguido del verbo, que, a su vez, es seguido por el sujeto.

[11] La estructura exacta de la periferia izquierda de las lenguas romances se escapa del alcance de este artículo, pero seguiremos a Hernanz (2006), Batllori & Hernanz (2013, 2015), Martins (2013) y Pujol i Campeny (2019) al asumir que la presencia de ciertos elementos en la periferia izquierda, como las partículas de polaridad, está relacionada con la expresión de la polaridad relativa, así como la expresión de la modalidad epistémica, que expresa el grado de compromiso del locutor con la certeza de la proposición (Rigau 2004; Villa-García & González Rodríguez 2020).

[12] Las lenguas romances medievales presentaban una alta frecuencia de oraciones principales con el orden SX-V-S. Esta estructura se ha asociado al paso de las lenguas romances medievales por una fase V2, en que el verbo tendría que aparecer sistemáticamente en la segunda posición de la frase, precedido por un sintagma que no necesariamente tendría que ser el sujeto. No está claro si la pre-ponderancia de esta linearización es realmente consecuencia de un requerimiento sintáctico (Roberts 1993; Poletto 2014; Wolfe 2019; entre otros), o más bien un rasgo estilístico o derivado de la estructura informativa de las lenguas romances medievales (Pierre Larrivée c.p.; Sitaridou 2012, 2019; Batllori 2016; Pujol i Campeny 2018; Martins 2019). Sea como fuere, en el paso de las lenguas roman-ces medievales a las lenguas romances modernas se constata un declive global en la frecuencia de oraciones que presentan el orden no focal SX-V-S, y la posibili-

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dad de generar oraciones con este orden se convierte en un polo de variación entre las lenguas romances modernas (Leonetti 2017: 908).

[13] Según Leonetti (2017), las oraciones que exhiben el orden SX-V-S en las cuales el sintagma antepuesto no es contrastado no presentan partición infor-macional: es decir, la anteposición no tiene la función de señalar el valor temático o contrastivo del constituyente antepuesto, como sería el caso de las dislocaciones a la izquierda, ni tampoco de establecer foco sobre el sujeto postverbal, sino que la anteposición cancela la estructura bipartita de la información de la oración, ha-ciendo que se interprete como un solo fragmento informacional. El sintagma ante-puesto tiende a ser anafórico o cuantificado. En el caso de los sintagmas anafóri-cos, contrariamente a los casos de dislocación a la izquierda en los cuales el sin-tagma antepuesto actúa como tema marco y aparece con un pronombre clítico co-referente, su presencia en la periferia izquierda establece una conexión entre la oración y el discurso. La lectura que reciben tanto las oraciones con anteposición anafórica como aquellas con anteposición cuantificada son de foco de polaridad (Escandell Vidal & Leonetti 2009), en que la polaridad positiva de la oración reci-be foco estrecho, reforzando la aseveración y dotando la estructura de un tono en-fático.

[14] Como hemos dicho, la productividad de esta estructura varía entre las lenguas romances, que Leonetti (2017) divide entre permisivas y restrictivas. El español, el portugués y el rumano permiten la anteposición de todo tipo de ele-mentos, incluyendo demostrativos, elementos cuantificados no específicos, ele-mentos de polaridad negativa, adverbios y sintagmas preposicionales, mientras que el catalán y el italiano solo aceptan la anteposición de elementos cuantificados no específicos bajo circunstancias concretas. En cuanto al francés moderno, Lahousse (2011) describe la anteposición no focal como un vestigio de una etapa anterior de la lengua, siendo esta estructura no productiva en la lengua corriente4. Dado que los órdenes SX-V-X con anteposición no focal eran posibles tanto en la-tín como en todas las lenguas romances medievales, las lenguas permisivas se pueden considerar arcaizantes, mientras que las restrictivas serían innovadoras, al haber restringido o perdido esta posibilidad.

[15] Leonetti (2017: 915) propone la siguiente jerarquía de las lenguas ro-mances, ordenadas de más restrictiva a más flexible, según su posibilidad de pro-ducir estructuras de anteposición no focal con lectura de foco de polaridad con distintos tipos de constituyente:

(10) Francés → Italiano → Catalán → Portugués europeo → Rumano → Español

4 Un ejemplo sería el primer verso de este poema de Apollinaire:(i) Apollinaire (1880-1918: 43):

Sous le pont Maribeau coule la Seine. bajo el puente Maribeau fluye el Sena

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En un extremo, encontramos el francés, cuya capacidad de generar oraciones con anteposición no focal está limitada a los contextos literarios, mientras que en por-tugués europeo, rumano y español, cualquier tipo de constituyente es susceptible de ser antepuesto con lectura no focal. En catalán, como en italiano, la anteposi-ción no focal con lectura de foco de polaridad está restringida a elementos cuanti-ficados, ya sean negativos o positivos (Batllori & Hernanz 2011), como se ilustra en (11-14)5:

(11) Catalán:Algú hi trobarem, a la Rambla. alguien allí= encontraremos en la Rambla

(12) Catalán:Gaire estudiants no deu haver aprovat,muchos estudiantes no debe de haber aprobadoaquest professor.este profesor

(13) Catalán:Prou ha lluitat la Maria, per aconseguirbastante ha luchado María para conseguir aquesta feina.este trabajo

(14) Catalán, Quer (2002: 156, ej. 25a):Molts diners no han costat, aquestes pendientes.muchos dinero.PL no han costado estas arracadas

[16] El occitano no figura en el estudio de la anteposición no focal de Leo-netti (2017) ni en la literatura reciente que estudia la expresión del foco de polari-dad o los órdenes SX-V-S en las lenguas romances modernas. Tampoco hemos en-contrado referencias a este fenómeno en estudios de la estructura informativa del occitano moderno (Sauzet 1989; Lahne 2005; Faure & Oliviéri 2013). Con el ob-jetivo de situarlo en la jerarquía de Leonetti (2017) y explorar los mecanismos que usa para la expresión de la polaridad enfática, nos hemos servido de la base de da-tos BaTelÒc (Bras & Vergez-Couret 2016)6 y de consultas a hablantes nativos para establecer cuál es el comportamiento de esta variedad lingüística en torno a la ex-presión de foco de polaridad mediante el orden SX-V-S y elucidar si se alinea con

5 El sintagma antepuesto aparece resaltado en mayúsculas.6 La base de datos BaTelÒc, desarrollada por el laboratorio de lingüística CLLE-ERSS de la Uni-versidad Jean Jaurés de Toulouse, recoge textos occitanos de distintos géneros literarios (novela, poesía, teatro, cuento, crónica, ensayo) y dialectos (por el momento, languedociano, gascón, pro-venzal, lemosín, auvernés, vivaroalpino), a partir del siglo XIX hasta la actualidad para facilitar el estudio de esta lengua y su literatura. Actualmente contiene 3,37 millones de palabras y permite varios tipos de búsqueda (por palabra, secuencias de palabras).

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el francés, donde solo encontramos órdenes SX-V-S en textos arcaizantes, con el catalán, variante restrictiva en cuanto a la producción de órdenes SX-V-S para la producción de foco de polaridad, o bien con el español, lengua permisiva con rela-ción a la anteposición no focal.

[17] En primer lugar, expondremos los hallazgos hechos en BaTelÒc, para luego contrastarlos con los datos procedentes de hablantes. Las búsquedas en Ba-TelÒc se han realizado excluyendo dos géneros literarios con tendencia a presen-tar hipérbaton (canciones y poesía) con el fin de identificar solamente casos ge-nuinos de anteposición no focal.

[18] Como se constata en (15-18), en occitano, como en catalán, encontra-mos casos de SX-V-S en los cuales SX es un sintagma cuantificado. En cada ejemplo, se especifica el autor, la fecha de producción del texto y su filiación dia-lectal, según aparece en BaTelÒc:

(15) Occitano languedociano, Franc Bardòu, La nuèit folzejada, 2003, BaTelÒc:Fòrça aisit m' es de constatar que d' aiceste costat, muy fácil me= es de constatar que de este ladoi a pas res mai! allí hay no nada más

(16) Occitano languedociano, Joan Bodon, La quimera, 1989, BaTelÒc:Paire Folcrand, pauc de causa vos demandam (…) Padre Folcrand poco de cosa os pedimos

(17) Occitano languedociano, Sèrgi Viaule, Escorregudas en Albigés, 2012, Ba-TelÒc:Cap de perilh me grelha pas pus. ningún de peligro me consume no más

Como se puede apreciar, el orden SX-V-S es posible en occitano. A pesar de que la falta de sujetos explícitos postverbales nos impide establecer si estos casos de SX-V-S son irrefutablemente equivalentes a los casos de SX-V-S en catalán con lectura de foco de polaridad presentados en (11-14), el hecho de que solo hayamos podido identificar casos de SX-V-S en los cuales el sintagma antepuesto es cuanti-ficado refuerza el paralelismo entre el occitano y el catalán7. Cabe mencionar que todos los casos de SX-V-S identificados en BaTelÒc pertenecen al dialecto lan-guedociano. Este hecho puede derivarse o bien de la composición de la base de datos, que contiene una mayoría de textos languedocianos, o bien de que esta po-sibilidad no sea activa en los otros dialectos. Dejamos esta línea de investigación

7 Para establecer qué elementos pueden estar sujetos a la anteposición no focal en occitano, proce-dimos a examinar el contexto sintáctico de elementos no cuantificados que sí que pueden ser ante-puestos en español, en especial demostrativos, sintagmas preposicionales y adverbios equivalentes a los propuestos en los ejemplos de anteposición no focal de Batllori & Hernanz (2011). No en-contramos ningún caso.

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para más adelante, y por el momento, simplemente concluimos que SX-V-S con lectura de foco de polaridad en occitano languedociano presenta la misma distri-bución que en catalán, y, por lo tanto, proponemos la siguiente adaptación al con-tinuum de Leonetti (2017)8:

(18) Francés → Italiano → Occitano (languedociano) → Catalán → Portugués europeo → Rumano → Español

[19] Además de investigar la distribución de SX-V-S en la base de datos Ba-TelÒc, pedimos a hablantes de occitano que se adscriben al dialecto languedo-ciano que tradujeran las frases (11-14). Los ejemplos (19-22) recogen el resultado:

(19) Occitano languedociano:I trobarem ben qualqu'un, sus la passejada.allí encontraremos bien alguien sobre la paseo

(20) Occitano languedociano:Ne deu aver fach passar plan pauc(s),de estudiantes= debe haber hecho pasar muy pocos d'estudiants, aquel professor.de estudiantes ese profesor

(21) Occitano languedociano:A ben pro luchat, Maria, per aver ha bien bastante luchado Maria para obteneraquel trebalh.ese trabajo

(22) Occitano languedociano:Fin finala, a pas costat tròp car, lo sopar.al fin y al cabo ha no costado demasiado caro la cena

En (19-21), el mecanismo elegido para expresar foco de polaridad no es la antepo-sición de un sintagma, sino el uso de los adverbios ben 'bien' y plan 'muy', que apa-recen junto al elemento cuantificado: qualqu'un 'alguien' en (19), pauc 'pocos' en (20) y pro 'bastante' en (21). Como veremos en § 3, ben y plan son elementos de polaridad positiva, y, por lo tanto, se excluyen mutuamente con el adverbio negati-vo pas, imposibilitando que aparezcan en (22). Tampoco recurre al uso de SX-V-S, que sí que se puede dar en oraciones negativas en catalán, como es el caso de (14)9.

8 Dado que no hemos encontrado datos que atestigüen la existencia de esta estructura en otros dia-lectos occitanos, asumimos (hasta que podamos demostrar lo contrario) que estos se alinean con el francés y el italiano, dos lenguas que no presentan anteposición no focal. Así las cosas, hemos de -cidido situar el occitano por encima del catalán, y no al mismo nivel, a pesar del paralelismo claro entre esta lengua y el occitano languedociano.9 Mientras que Batllori & Hernanz (2011) y Quer (2002) aceptan la coocurrencia de anteposición

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[20] Conviene resaltar que el uso de estos elementos no se limita a entornos positivos con cuantificadores, sino que también se encuentran en casos de foco de polaridad que no contienen sintagmas cuantificados. Los ejemplos (23-25) ilustran cómo en casos en los que en español peninsular se utilizaría el orden SX-V-S para expresar foco de polaridad (extraídos de Batllori & Hernanz 2011), en occitano languedociano se recurre a ben, y en ocasiones, a plan:

(23) Occitano languedociano:a. Mucho me temo que la crisis no ha tocado fondo.b. Ai ben paur que la crisi siá pas

tengo bien miedo que la crisis sea noacabada encara. acabada aún

(24) Occitano languedociano:a. Eso mismo digo yo. b. Es ben/plan çò que disi.

es bien/muy eso que digo(25) Occitano languedociano:

a. Sus razones tendrá para actuar de este modo. b. Deu ben aver sas rasons per reagir aital.

debe bien tener sus razones para actuar así

[21] Ben y plan aparecen sistemáticamente después del verbo flexionado (ya sea léxico o auxiliar), desde donde focalizan la polaridad de la oración entera.

[22] Leonetti & Escandell (2009) describen el foco de polaridad como foca-lización de la polaridad de la oración, cancelando así cualquier lectura posible de la oración que no sea la que el locutor pretende. En Martins (2013) y Hernanz (2006), se arguye que el foco de polaridad, así como las partículas de polaridad positiva ben y plan pueden funcionar también como mecanismos de expresión de polaridad relativa (Farkas & Bruce 2010), que, además, contribuyen a expresar el compromiso del locutor con la veracidad de la oración. En el caso de ben y plan, esto solo es posible si la oración es positiva. Dada la función de ben y plan en las oraciones (23b-25b), sería más exacto referirse a estos vocablos como marcadores focales, y no adverbios de grado, a pesar de que también puedan presentar esta función.

[23] En suma, en este apartado hemos establecido que el dialecto languedo-ciano presenta dos mecanismos para la focalización de la polaridad de una ora-ción: por un lado, la anteposición no focal con sintagmas cuantificados, como es el caso en catalán e italiano, y por otro, el uso de los marcadores focales ben y plan.

no focal y negación en la misma oración, Leonetti & Escandell-Vidal (2009: 198) descartan esta posibilidad. Dejamos esta cuestión para futuros estudios.

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[24] En lo que sigue, examinamos con más detalle la distribución y los usos de ben y plan en occitano así como en catalán con tal de perfilar mejor la expre-sión del foco de polaridad en estas lenguas.

3 Bé/ben y pla/plan: la expresión de polaridad enfática y modalidad epis-témica

3.1 El caso de bé/ben

[25] Hernanz (2006) ofrece un minucioso análisis de las propiedades sintác-ticas de bé/bien en catalán y español según sus distintas entradas en el lexicón, to-das derivadas del adverbio de modo latino bene. Primeramente, expondremos su-cintamente su análisis de bé/bien en catalán y español, para después contrastarlo con datos occitanos provenientes de la base de datos BaTelÒc.

[26] En primer lugar, el uso más habitual de bé/bien es el de adverbio de modo, que aparece canónicamente en posición posverbal (Cinque 1999). Como ocurre con los adverbios de modo, puede ser modificado por adverbios de grada-ción, en el caso de (26-28) muy, molt y fòrça:

(26) Lo has hecho muy bien.(27) Catalán:

Ho has fet molt bé.lo has hecho muy bien

(28) Occitano provenzal, Glaudi Barsòtti, Testimòni d'un niston de la guèrra, 2002, BaTelÒc:Ma maire, que dançava fòrça ben, podiá farmi madre que bailaba muy bien podía hacerquauquei danças (…)algunos bailes

[27] Este uso es compartido con otras lenguas romances, como el francés (bien), el italiano (bene), el portugués (bem), el rumano (bine), y el occitano (ben). El gascón se desmarca del resto de variedades consultadas en no mantener el ad-verbio de manera latino bene, habiendo adaptado plane, plan 'llano' para esta fun-ción.

[28] En segundo lugar, bé/bien puede actuar como adverbio de gradación fo-calizador que expresa un alto grado de compromiso del hablante acerca de una propiedad concreta, con alcance sobre un sintagma. Esta acepción de bé/bien se caracteriza por ser incompatible con la negación10 (véase (31)) y con adjetivos no

10 Con la siguiente excepción: en catalán, bé puede aparecer con el adverbio negativo no en ora-ciones que establecen un marco contrastivo para una expresión superlativa, a menudo hiperbólica:(i) Catalán:

L'habitació no està ben bruta, no… està brutíssima!

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graduables (véase (32)):

(29) Hernanz (2006: 116, ej. 22a):La habitación estaba bien sucia.

(30) Catalán:L'habitació estava ben bruta.la habitación estaba bien sucia

(31) *La habitación no estaba bien sucia.(32) *La cucaracha no estaba bien muerta.

[29] En tercer lugar, en catalán, el adverbio bé puede actuar como partícula de polaridad enfática que dota a una oración de lectura de foco de polaridad, apa-reciendo entre el auxiliar y el verbo léxico de una perífrasis verbal. Dada su posi-ción posverbal en la oración, nos referimos a esta acepción como bé inferior. A pe-sar de su posición en la parte inferior de la estructura oracional11, la lectura de foco de polaridad abarca toda la proposición. También encontramos esta acepción en francés e italiano, y, como hemos visto en § 2, ejemplos (23b-25b), en occi-tano:

(33) Catalán:M'has ben espantat.me=has bien asustado

(34) Francés:Tu m'as bien compris.tú me=has bien entendido

(35) Italiano:Ma tu mi hai ben narrata la più bella pero tú me has bien narrado la más bellanovella (…).novela

la habitación no está bien sucia no está sucísima11 El programa cartográfico (Rizzi 1997) propone la existencia de proyecciones dedicadas a distin-tas funciones discursivas en la periferia izquierda de la oración. Las varias propuestas sobre la es-tructura de la periferia izquierda identifican tres capas informacionales que aparecen entre los nu-dos funcionales Fuerza y Finitud:(i) SFuerza → SMarco → STópico → SFoco → SFinitud → ... Belletti (2004) propone que SV posee una periferia izquierda activa que puede albergar elementos topicalizados y focalizados. Asumiendo que los procesos de gramaticalización implican el movi-miento ascendiente del elemento gramaticalizado a través de la estructura oracional (Roberts & Roussou 2003), consideramos la idea de que ben se mueve de su proyección adverbial designada (Cinque 1999) a SFoco en la periferia izquierda de SV. Sin embargo, se requeriría un estudio mi -nucioso de la periferia izquierda de SV en catalán moderno para poder afirmar que este es el caso, algo que, por razones de espacio, dejamos para otra ocasión.

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(36) Occitano languedociano, Alain Lercher, Las Trèvas d'Orador, 2003, BaTe-lÒc:En fach, lo governament de Vichy aviá benen hecho el gobierno de Vichy había bienprotestat.protestado

[30] Nótese que, tanto en catalán como en italiano, el adverbio cambia de forma cuando se encuentra en esta posición: pasa de ser bé [be] a ben [ben] en la primera lengua, y de bene [bene] a ben [ben] en la segunda. Como veremos, tam-bién es el caso en occitano. Según Hernanz (2006: 112, n. 14), el paralelismo en la distribución del bien posverbal en estas lenguas no es más que aparente.

[31] El español moderno no presenta esta acepción, desmarcándose de las otras lenguas romances examinadas en este artículo. Sin embargo, encontramos ejemplos en castellano antiguo que sugieren que esta acepción de bien existía en un estadio anterior de la lengua12:

(37) General Estoria, parte 6, cap. 43, CORDE:Ell asno es bestia de natura que non puede bien sofrir frío (…)

(38) General Estoria, parte 1, cap. 32, CORDE:(…) él non lo podié ya bien sofrir (…)

[32] En cuarto lugar, Hernanz (2006) expone que, en español y catalán, bé/bien también puede funcionar como partícula de polaridad positiva superior13: es decir, puede aparecer en posición preverbal, expresando foco de polaridad, como el bé/bien inferior que acabamos de describir. En este caso, las características dis-tribucionales presentadas por bé/bien son las siguientes: (i) bé/bien siempre apare-ce adyacente al verbo, pudiendo intervenir entre este y el verbo solamente pro-nombres clíticos14; (ii) bé/bien puede ser precedido por tópicos (elementos temati-zados) dislocados a la izquierda, acompañados o no de un pronombre co-referen-te; (iii) bé/bien es incompatible con la negación explícita y elementos de polaridad negativa; (iv) bé/bien es incompatible con otros elementos de expresión de polari-dad positiva enfática relacionados con el foco de polaridad, como sí (Batllori &

12 Todos los casos de bien polar inferior identificados en el texto de la General Estoria aparecen con el verbo modal poder, y no con auxiliares de tiempo, sugiriendo que ya en el s. XIII, la distri-bución del bien inferior difería entre el castellano y las otras lenguas romances. Dejaremos la evo-lución de la sintaxis de bien en castellano para futuros estudios.13 En términos generativistas, superior corresponde a la periferia izquierda. Referimos al lector a Batllori & Hernanz (2013) y Pujol i Campeny (2019) para un estudio exhaustivo de la estructura de la periferia izquierda en relación con las partículas de polaridad.14 De nuevo, en términos generativistas esta estructura supone movimiento del verbo a la periferia izquierda, hecho que tiene como efecto secundario la aparición de órdenes V-S como en (40), siempre y cuando el sujeto no sea dislocado ni a la izquierda ni a la derecha.

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Hernanz 2008, 2013; Hernanz 2006: 109), confirmando su estatus como elemento de polaridad positiva:

(39) Hernanz (2006: 113, ej. 17b):Bien me gustaría ayudarte, pero no puedo.

(40) Catalán:[De pomes]i, bé eni menja en Jaume. de manzanas bien de ellas= come el Jaume

(41) Catalán:*[De pomes]i, bé no eni menja en Jaume. de manzanas bien no de ellas= come el Jaume

(42) Hernanz (2006: 109, ej. 8a):*Bien sí ha comido Pepito.

[33] Según Batllori & Hernanz (2013), el proceso de gramaticalización que llevó a bé/bien a ser reanalizado como un marcador de polaridad enfática está re-lacionado con la anteposición no focal de este adverbio para obtener una lectura de foco de polaridad, con la consiguiente gramaticalización del adverbio como marcador de polaridad positiva enfática15. Ni el francés ni el italiano presentan un equivalente de bé/bien superior.

[34] A continuación, consideraremos si el occitano se comporta como el ca-talán, que tiene un bé superior y un bé inferior, como el español, que solo presenta el primero, o como el francés y el italiano, que solo presentan el segundo.

[35] Oliviéri & Sauzet (2016: 342) exponen brevemente el sistema de partí-culas enunciativas del occitano, una de las características singulares de esta len-gua. Especialmente en dialecto gascón, pero también en distinto grado en otros dialectos (véase el mapa 19.2 en Oliviéri & Sauzet 2016: 339), las oraciones de-clarativas positivas16 presentan obligatoriamente una marca de fuerza ilocutiva (Giurgea & Remberger 2016) que cambia en función de la actitud del hablante ha-cia el contenido del enunciado, es decir, en función de la modalidad epistémica (Suïls Subirà & Ribes 2015).

[36] Las partículas enunciativas presentan la misma distribución sintáctica que bé/bien superiores: (i) aparecen en posición preverbal, siempre adyacentes al verbo (con la excepción de pronombres clíticos, que pueden intervenir entre la partícula enunciativa y el verbo), (ii) pueden ser precedidas por tópicos, (iii) no pueden ocurrir en oraciones negativas, sugiriendo que además de marcas de epis-temicidad son elementos de polaridad positiva, y (iv) se excluyen mutuamente.

15 Bé/bien no es el único adverbio de modo que pasó por este proceso de gramaticalización. El ad-verbio latino SIC 'así' también pasó por él, dando la partícula de polaridad positiva sí. 16 Tanto Pusch (2000) como Suïls Subirà & Ribes (2015) presentan ejemplos en los que partículas enunciativas coocurren con adverbios negativos (ya sea non o pas). Por su baja frecuencia, estos casos se tratan como excepciones en ambos trabajos.

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Sin embargo, presentan una diferencia marcada: en gascón, la presencia de partí-culas enunciativas es condición necesaria en las oraciones declarativas positivas, mientras que en español y en catalán, la aparición de bé/bien depende íntegramen-te de si el locutor quiere revertir la polaridad de un enunciado explícito o sobren-tendido en el discurso.

[37] Oliviéri & Sauzet (2016), siguiendo a Bouzet (1951), identifican y des-criben las siguientes partículas enunciativas: que, la más común, aparece en ora-ciones principales no marcadas; e, que aparece en oraciones interrogativas y ex-clamativas, y en algunos casos en oraciones subordinadas; ya/ye, que aparece en oraciones de polaridad positiva enfática (como las descritas con bé/bien en espa-ñol y catalán en este apartado), y be, según Oliviéri & Sauzet (2016), busca la confirmación del interlocutor de que el contenido de la frase es correcto. No obs-tante, Pusch (2000) y Suïls Subirà & Ribes (2015) distinguen que y e (partícula que aparece en las oraciones negativas no marcadas según estos autores) de be y ya, considerando las dos primeras como partículas enunciativas, y las segundas como adverbios gramaticalizados con los que las partículas enunciativas alternan. Tanto las partículas enunciativas como los adverbios be y ya son mecanismos ex-plícitos para marcar la actitud del hablante hacia el enunciado, que escoge entre uno y otro dependiendo de la actitud que desee expresar. Que y e expresarían una actitud no marcada: que en las declarativas principales, y e específicamente en las no declarativas (interrogativas y subordinadas). Be y ya, mucho menos frecuentes, se utilizan para expresar un mayor grado de compromiso con el contenido de la aseveración.

[38] A pesar de que las dos descripciones de be parezcan contradecirse, ya que la primera sugiere que be busca la aprobación del interlocutor mientras que la segunda resalta un alto grado de compromiso con la veracidad del enunciado por parte del locutor, Bouzet (1951: 48) vincula el uso de be a la polaridad positiva enfática. En el momento en que se introduce una oración con foco de polaridad en el discurso, se descarta la lectura contraria del mismo enunciado. Dependiendo de factores contextuales y de producción, como la entonación que se dé al enunciado, se puede o no buscar una reafirmación de aquello que el locutor cree ser cierto, pero no necesariamente (Garassino & Jacob 2018).

[39] Tanto el análisis de be de Pusch (1998, 2000) como las características distributivas de la partícula alinean el be occitano y los bé y bien superiores del catalán y español. Los siguientes ejemplos, provenientes del corpus BaTelÒc, re-fuerzan el paralelismo:

(43) Occitano gascón, Jan Palai, Condes Bearnés, s.f., BaTelÒc:Lo praube de Papà be se'n deu donc el pobre de Papá bien se=de esto= debe puesarríser (…)reír

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(44) Occitano gascón, Sèrgi Javaloyès, L'òra de partir, 1997, BaTelÒc:Anjo, aquiu que l'as, la salada judiva, be ángel aquí que la=tienes la ensalada judía bien l' aimas aquera, be vas poder tornarla= amas esta bien vas a poder volver aminjar drin (…)comer un poco

(45) Occitano gascón, Sèrgi Javaloyès, L'òra de partir, 1997, BaTelÒc:Mes totun, be 's semblava a Mamàpero de golpe bien se= parecía a Mamá

En (43) y (44) be aparece dentro del discurso directo, mientras que (44) se en-cuentra dentro de una porción de texto narrativo. Esta distribución no es sorpren-dente, dado que el foco de polaridad se tiende a usar en lenguaje oral, como recur-so expresivo para negociar el contenido del terreno común del discurso. En (43), encontramos dos be, siempre preverbales y adyacentes al verbo. El primero está precedido por un sujeto topicalizado. El hablante se sirve de be para afirmar que Papà ciertamente se está riendo17, sin buscar reacción alguna de su interlocutor. En (44), la locutora insta a su interlocutor a comer; por el contexto facilitado en Ba-TelÒc se sobreentiende que ha perdido el apetito a causa de una desgracia familiar. La locutora le propone una ensalada, que el interlocutor difícilmente podría recha-zar dada su conocida preferencia por esta receta concreta, así que seguro que po-drá comer un poco a pesar de su falta de apetito. Por lo tanto, el primer be afirma que al interlocutor le encanta esta ensalada, una cosa conocida por los participan-tes de la conversación, pero resaltada en el contexto de la falta de apetito. El se-gundo be excluye una lectura negativa del mismo enunciado que podría emerger del contexto. Finalmente, en (45), be se usa de nuevo no para descartar una lectura negativa de la situación, sino para poner énfasis en la veracidad del enunciado, como en (43): se resalta el parecido súbito de uno de los personajes con Mamà. Por lo tanto, be, en occitano, no solo exhibe la misma sintaxis que bé y bien en ca-talán y español, sino que también desempeña la misma función: puede, o bien re-vocar una lectura negativa de un enunciado (ya sea implícita o explícita), o bien simplemente aseverarlo enfáticamente.

[40] Por consiguiente, el be superior del occitano alinea esta lengua de nue-vo con las lenguas iberorromances en la expresión de la polaridad positiva enfáti-ca. Dejando un análisis formal de la sintaxis de be en occitano para más adelante, el paralelismo distribucional y semántico con bé/bien sugiere una estructura com-partida.

[41] Cabe resaltar que la mayor parte de ejemplos de anteposición no focal

17 La paráfrasis de las oraciones con partículas de polaridad positiva enfática con adverbios que denotan un alto grado de epistemicidad no es gratuita: estos adverbios son, según Garassino & Ja-cob (2018), una estrategia alternativa para expresar foco de polaridad.

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con lectura de foco de polaridad provienen de textos clasificados bajo la etiqueta languedociano en el corpus BaTelÒc, mientras que el uso del be superior se confi-na al dialecto gascón. En consecuencia, la expresión de polaridad positiva enfática es una candidata a isoglosa entre estas variantes del occitano, y potencialmente, entre las variedades iberorromances y galorromances. La disponibilidad de be como marcador de polaridad positiva enfática va más allá de la disponibilidad de un paradigma de partículas enunciativas: está conectada con los mecanismos dis-ponibles para la expresión de la polaridad positiva y la modalidad epistémica en-fática.

3.2 Que y la modalidad epistémica enfática

[42] En el apartado anterior hemos descrito que, en catalán, bé puede apare-cer en una posición inferior en la frase (entre el auxiliar y el verbo léxico de perí-frasis verbales) así como en una posición superior, adyacente al verbo, mientras que en español solo puede aparecer en una posición superior. Además de estas po-sibilidades, en ambas lenguas bé/bien puede aparecer seguido de que:

(46) Batllori & Hernanz (2011: 6, ej. 32b):Bien habrá tiempo para pensar en eso.

(47) Hernanz (2006: 143, ej. 86):Bien que no fuma Pepito.

(48) Catalán, adaptado de Batllori & Hernanz (2011: 8, ej. 47b):Bé hi ha anat en Joan, a la biblioteca. bien allí= ha ido el Joan a la biblioteca

(49) Catalán, Batllori & Hernanz (2013: 28, ej. 26b):Bé que en Joan ho ha dit.bien que el Joan lo ha dicho

Si nos fijamos atentamente en estas oraciones, advertiremos diferencias importan-tes entre la sintaxis de bien y bé superiores y bien que y bé que. Bien y bé apare-cen siempre adyacentes al verbo, con el sujeto elidido, posverbal o bien, topicali-zado, y excluyen la presencia de negación en la frase. A su vez, las oraciones con bien que y bé que admiten que haya elementos entre bien que y el verbo, inclu-yendo el sujeto, como en (49), y además, pueden aparecer con negación, como en (47)18. Según Hernanz (2006), la diferencia interpretativa principal entre bien y bien que es que el último expresa un grado mayor de compromiso del hablante con la veracidad del enunciado que en las oraciones con bé/bien superior, recha-zando toda lectura con polaridad inversa de la proposición contenida en la frase

18 Hay una variación significativa (de baja aceptabilidad a agramaticalidad) en la aceptación de (45-46) en español y (48) en catalán entre los hablantes que hemos consultado. Dejamos la discu-sión de la sintaxis de estas estructuras para trabajos futuros.

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(ya sea positiva o negativa), mientras que bé/bien producen una lectura enfática de la polaridad positiva de la proposición en un contexto que evoca una lectura nega-tiva de ella.

[43] Encontramos estructuras similares en occitano provenzal y languedo-ciano:

(50) Occitano provenzal, Magalí Bizot-Dargent, Esquissas per un retrach de l'ombra, 2014, BaTelÒc:I cresián. I avèm totei cresegut, benlèuen ello= creían en ello= hemos todas creído tal vez ben que i crèsi encara, un pauc, ben bien que en ello= creo aún un poco bienau fons.en el fondo

(51) Occitano languedociano, Marcèu Esquieu, Dels camins bartassièrs, 2003, BaTelÒc:Es una bretona tota trecelada, que son pairees una bretona toda vivaracha que su padrees pè-negre e que nasquèt, me diguèt ela,es pied-noir y que nació me dijo ellafa vint-e-cinc ans del costat d' Oran. Mashace veinticinco años al lado de Orán perobenlèu ben que sos aujòls èran bretons!tal vez bien que sus ancestros eran bretones

Como en el caso del español y el catalán, ben que contrasta estructuralmente con ben al no requerir ser adyacente al verbo, sino que admite otros elementos, como en (51), donde el sujeto sos aujòls 'sus ancestros' aparece entre ben que y el verbo. También como en español y catalán, ben que expresa enfáticamente el compromi-so del hablante con la veracidad del enunciado. No obstante, el occitano presenta una diferencia importante con respeto a la distribución de ben que: en los ejem-plos que hemos identificado en la base de datos BaTelÒc, ben que está precedido por el adverbio epistémico benlèu 'tal vez, a lo mejor, quizás'. Según Pietrandrea (2018), los adverbios epistémicos como benlèu no pertenecen sintácticamente a la oración, pero semánticamente, tienen alcance sobre ella y no solamente matizan el grado de compromiso del locutor con la veracidad del contenido del enunciado, sino que también lo conectan con el terreno común del discurso.

[44] Aunque no encontramos secuencias [adverbio epistémico + partícula + que] con bien que y bé que en español y catalán, otras partículas vinculadas a la expresión de la polaridad positiva enfática sí que aparecen en contextos similares:

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(52) Elejabeitia Tavera & López Sáez (2003: 102):si todo no fuera dinero, dinero, dinero, a lo mejor sí que se podría mirar otra manera de vivir (…)

(53) Catalán, Ferrer i Mató (2014):El més important, la trobada entre el presidentlo más importante la encuentro entre el presidenteMas i Rajoy: potser sí que parlaran, potser no... i siMas y Rajoy: tal vez sí que hablaran tal vez no y siho fan, potser sí que s'entendran, o potser no (…)lo= hacen tal vez sí que se=entenderán o tal vez no

[45] Los factores que determinan la aceptabilidad de la secuencia [adverbio epistémico + partícula + que] en el caso de sí que en español y catalán y en el caso de ben que en occitano, pero no en los casos de bien que y bé que en catalán y es-pañol quedan fuera del alcance de este artículo. Sin embargo, el hecho de que la expresión de un alto grado de asertividad del hablante se traduzca en la presencia de que en la periferia izquierda de la frase en estas tres lenguas, sugiere que la función de este complementador está vinculada a este valor pragmático, como ha sido sugerido por sí/sí que en Villa-García & González Rodríguez (2020).

[46] Antes de finalizar este apartado, exploraremos brevemente el valor de bien que y benché en francés e italiano. Tal y como Hernanz (2006: 119) señala, puesto que las construcciones bé/bien contrastan el valor de un enunciado con una versión negativa del mismo, su polaridad enfática adquiere una tonalidad cuasi-concesiva. En efecto, en italiano o francés, al igual que en catalán y castellano an-tiguo, la secuencia bien que y benché ha sido gramaticalizada como conjunción subordinante concesiva:

(54) Francés, Wikipédia Conseil des ministres:Bien que le président du Conseil desaunque el presidente del Consejo de losministres ait annoncé ne pas vouloir de ministros haya anunciado no no.2 querer de« changements révolutionnaires », l'exécutif compte dix cambios revolucionarios el ejecutivo cuenta diez nouveaux ministres (…)nuevos ministros

(55) Italiano, Francesco Sponza, c.p.:Benché non abbia un soldo, ho comprato un nuovo iPhoneaunque no tenía un duro he comprado un nuevo iPhone

[47] Encontramos casos en occitano donde ben que solo puede recibir una lectura concesiva:

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(56) Occitano languedociano, Marcèu Esquieu, Dels camins bartassièrs, 2003, BaTelÒc:Lo regent ajustèt pas:el profesor añadió no«Veses, Marcèu, lo bon Dieu t' a castigat!»ves Marcèu el buen Dios te= ha castigadoÈra pas dins sas cresenças ...era no dentro sus creenciasMas benlèu ben que per un còp, aquòi tanbenpero tal vez bien que por una vez esto tambiénoi pensava!lo pensaba

En (56), ben que no puede tener una lectura de polaridad enfática: el contexto dis-cursivo explicita que lo regent no podía pensar que Dios había castigado a Marcèu porque no era creyente, pero a pesar de esto, en aquella ocasión concreta a lo me-jor lo pensaba. La clave es que, en este contexto, la lectura concesiva es necesaria y la lectura polar enfática queda excluida dado que el hablante no afirma categóri-camente que lo regent pensara que Dios lo había castigado, sino que simplemente lo supone, a pesar del contexto. Los ejemplos (50) y (51) que hemos visto arriba, en que ben que marca un alto grado de asertividad enfática que es matizado y sua-vizado por el adverbio benlèu. A pesar de que hemos encontrado este ejemplo de ben que como conjunción concesiva, ben que solo aparece con esta acepción en el diccionario gascón Atau qu'es ditz, y en ningún otro diccionario occitano que he-mos podido consultar, sugiriendo que este caso de ben que concesivo pudiera tra-tarse de un galicismo.

[48] El catalán y el español antiguo también presentaban bé que/bien que con valor concesivo. Pérez Saldanya & Salvador (2014) sitúan el origen de esta estructura en el italiano del siglo XIII, empezándose a documentarse en catalán, español y francés a partir del XIV. A pesar de su difusión contemporánea en estas lenguas, su uso en catalán y español antiguo fue esporádico, y en las lenguas mo-dernas es casi inexistente, mientras que en francés se solidificó a partir del siglo XVI y continúa siendo usado con frecuencia hoy en día.

[49] Cabe subrayar que, en español y catalán antiguo, bé que/bien que intro-duce oraciones concesivas propias, es decir, oraciones concesivas en las que la verdad del contenido de la proposición contenida en la oración concesiva es nece-saria para que el enunciado completo sea verdadero. Esta característica conecta con el uso de focalizador superior de bé/bien, frecuente en estructuras adversati-vas en las que bé/bien se situaría en la tesis, que a menudo contiene un verbo de conocimiento, de existencia o de habla, seguida de la antítesis, introducida por una conjunción adversativa (Rofes 2010: 174):

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(57) Vides, 317.8, CICA:Bé sey eu que vuy és Pasca, per so car bien sé yo que hoy es Pascua por esto porqueeu é persivit que·t veya. Mas ben sàpies que,yo he percibido que=te veía pero bien sepas quecon eu fos luyn dels homes posat, no saubiacuando yo fuera lejos de los hombres puesto no sabíages que fos la festa de Pasca.nada que fuera la fiesta de Pascua

(58) Calila, 275, CORDE:– Bien es así como tú dizes, pero el omne de buen acuerdo non se debe ase-gurar en aquel con quien está omiziado.

[50] Así las cosas, podemos esbozar la siguiente clasificación de las lenguas romances según las distintas acepciones de bien que presentan:

Modificador de grado

Focalizador inferior

Focalizador superior

Valor epistémico

Conjunción concesiva

Español ✓ ✕ ✓ ✓ ✕Catalán ✓ ✓ ✓ ✓ ✕Occitano ✓ ✓ ✓/✕ ✓/✕ ✓/✕Francés ✓ ✓ ✕ ✕ ✓Italiano ✓ ✓ ✕ ✕ ✓

Tabla 1: Los usos de bé/bien/ben en algunas lenguas romances

La Tabla 1 muestra las posibles acepciones de bien en las cinco lenguas romances que hemos examinado en este artículo. Hay tres funciones que marcan una fronte-ra entre el catalán, el occitano y el español frente al francés y el italiano: por un lado, la función de focalizador superior y de modificador epistémico solo son acti-vas en español, catalán y occitano gascón, mientras que la función de conjunción concesiva solo se encuentra, actualmente, en francés, italiano y, posiblemente, en occitano gascón.

[51] Por consiguiente, las lenguas romances modernas se pueden dividir en dos grupos: aquellas que se sirven de bien únicamente para focalizar una aserción contra el contexto discursivo (seguido o no de que) y aquellas que poseen bien que como conjunción concesiva. El occitano, concretamente el dialecto gascón, actúa como bisagra entre los dos grupos.

[52] Diacrónicamente, la aparición de bé que/bien que como conjunción concesiva parece ser independiente a la aparición de bé que/ bien que como mar-cador epistémico. El primero, como hemos señalado anteriormente, es probable que llegara a la península a través del italiano. El segundo, seguramente se desa-rrolló independientemente, como parte de un paradigma de marcadores epistémi-

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cos que toman complementos oracionales conectados con el discurso (Hill 2007; Cruschina 2015; Kocher 2017; Pujol i Campeny 2021). La emergencia de este pa-radigma de marcadores epistémicos a partir del siglo XIV en las lenguas iberorro-mances puede haber influido a la baja frecuencia de bé que/bien que como con-junción subordinante concesiva durante el periodo medieval. Sin ofrecer un análi-sis detallado de ello, sugerimos el siguiente proceso de gramaticalización para el marcador epistémico, asumiendo que la conjunción concesiva es un préstamo19:

(59) Modificador de grado → focalizador inferior → focalizador superior → marcador epistémico

Por consiguiente, el español y el catalán, juntamente con el occitano gascón, exhi-ben un mayor grado de gramaticalización del adverbio bé/bien/ben como marca-dor focal y epistémico que el francés y el italiano. El occitano sería una variedad de transición, en la que ambas excepciones de ben que existen aún hoy en día.

3.3 Pla

[53] Tal y como hemos visto en § 2, el languedociano se sirve de los adver-bios focalizadores ben y plan para expresar foco de polaridad. En este apartado, consideraremos el análisis de Rigau (2004) del adverbio de modalidad epistémica pla en catalán y compararemos su distribución con la del occitano, las dos únicas lenguas romances que han gramaticalizado este adverbio para expresar certeza epistémica. Su uso es frecuente en el catalán del noreste de Cataluña, incluyendo el de la comarca del Pla de l'Estany, en el que se basa el estudio de Rigau.

[54] Rigau (2004) define pla como un marcador de modalidad epistémica, es decir, un adverbio que, como bien, afirma (o niega) implícitamente una situa-ción presente en el contexto discursivo. Sin embargo, también como bien, plan puede funcionar como adverbio de modo. Como adverbio de manera, pla puede modificar ben, reforzando su valor completivo:

(60) Catalán, Rigau (2004: 2, ej. 1c):Estem pla ben arreglats.estamos pla bien arreglados

[55] En occitano, encontramos la secuencia inversa, en la que ben modifica plan:

19 Rofes (2010) sugiere que, aunque esta conjunción aparezca en primer lugar en italiano, el cata-lán medieval poseía las condiciones necesarias para su gramaticalización como conjunción conce-siva, pero no descarta la opción del préstamo lingüístico del italiano. Pérez Saldanya & Salvador (2014) tampoco descartan esta opción para el español.

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(61) Languedociano, Enric Moulin, E la barta floriguèt, 1979, BaTelÒc:– As ben plan rason, pardí!

tienes bien plan razón por Dios

Según Rigau (2004: 6, n. 6) esta secuencia también era posible en catalán, pero actualmente ya no es productiva.

[56] En segundo lugar, plan puede actuar como marcador focal. Recorde-mos que Rigau (2004) considera los marcadores focales como cuantificadores, dado que, al aseverar enfáticamente una situación contra el contexto discursivo, evoca otras situaciones discursivas de manera implícita. Los ejemplos (62-64) ilustran distintos contextos en los que pla actúa como focalizador:

(62) Catalán, Rigau (2004: 4, ej. 4c):El seu llibre pla, és interessant.el su libro pla es interesante

(63) Catalán, Rigau (2004: 7, ej. 15):A: Acabo la jornada ben cansat.

acabo la jornada bien cansadoB: Jo pla, que tinc dues feines.

yo pla que tengo dos trabajos(64) Catalán, Rigau (2004: 15, ej. 36a):

Semblava que no se'n sortiria però ell pla esparecía que no lo lograría pero él pla seva espavilar: al cap de pocs dies ja ho tornavaespabiló al cabo de pocos días ya lo= volvíaa tenir tot ordenat.a tener todo ordenado

En (62), la presencia de pla sirve para expresar que no se le puede asignar a nin-gún otro elemento del discurso la propiedad del predicado con el mismo grado que al sintagma que pla focaliza. Por lo tanto, (62) puede ser parafraseado como 'de todos los elementos en el discurso que pueden ser considerados interesantes, el libro es el que lo es más'. Puesto que pla sitúa el libro en una escala que contiene diferentes elementos ordenados según su interés, Rigau describe este adverbio como ponderativo. En (63), pla, seguido por una pausa prosódica, marca que el hablante B acaba la jornada laboral más cansado que el hablante A, con elisión del predicado de la frase. La oración adverbial causal introducida por que añade la justificación de por qué B acaba la jornada más cansado que A. De nuevo, la pre-sencia de pla resalta una propiedad, en este caso, tener dos trabajos, que es cierta para uno de los referentes del discurso, el hablante B, y no lo es para los otros. En (64), pla evoca la suposición de que no se esperaba que Pere lograra espabilarse dadas las circunstancias, y enfatiza que, en efecto, lo hizo. Por lo tanto, el pla de

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(64) no tiene un efecto ponderativo, sino que de forma similar a la anteposición no focal que hemos explorado en § 2, excluye una lectura inversa del enunciado, ex-presando foco de polaridad20. En todos los casos, la presencia de pla refuerza la certeza epistémica que el hablante tiene sobre el enunciado.

[57] En § 2, hemos visto que en occitano languedociano, plan y ben son dos estrategias disponibles para expresar el foco de polaridad. Aquí reproducimos los dos ejemplos que presentan el último:

(65) Occitano languedociano:Ne deu aver fach passar plan pauc(s),de estudiantes= debe haber hecho pasar muy pocos d'estudiants, aquel professor.de estudiantes ese profesor

(66) Occitano languedociano:Es ben/plan çò que disi.es bien/muy eso que digo

En (65), plan precede el cuantificador paucs 'pocos'. La presencia del cuantifica-dor evoca, de por sí, otros elementos del discurso, que en este caso son los mu-chos estudiantes que el profesor no ha aprobado. La presencia de plan resalta que en efecto son pocos los que deben de haber aprobado y refuerza la certeza episté-mica del enunciado. En (66), la presencia de plan también refuerza la certeza epis-témica del enunciado, en este caso, excluyendo cualquier otra lectura aparte de la que él mismo resalta.

[58] Si comparamos el pla catalán con el plan occitano, vemos que, en pri-mer lugar, su distribución sintáctica difiere: en catalán, pla aparece en posición preverbal (ya sea de un predicado elidido como en (62) y (63), o de un predicado explícito, como en (64)), mientras que en occitano precede al elemento que recibi-ría anteposición no focal en español, siempre en posición posverbal. Recordemos que los elementos susceptibles de ser antepuestos son siempre aquellos elementos de la oración que pueden considerarse cuantificadores, en el sentido de Rigau (2004), que evocan otros elementos del discurso con los cuales compiten, y, en consecuencia, tienden a ser elementos temáticos y no remáticos. En occitano, tan-to plan como ben pueden marcar estos elementos.

[59] Por lo tanto, a pesar de que tanto la lengua catalana como la occitana comparten la gramaticalización del adverbio latín plane como marcador focal

20 Rigau (2004) también describe un pla de polaridad negativa, que autoriza elementos de polari-dad negativa en la oración. Su origen sería un uso irónico del pla positivo que coocurriría con un no no realizado fonológicamente. Así pues, se trataría de un uso más del pla positivo:(i) Catalán, Rigau (2004: 12, ej. 30a):

En Pere pla que sap res.el Pere pla que sabe nada

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epistémico, este exhibe un comportamiento distinto en cada variedad. En catalán nororiental puede actuar, por un lado, como marcador focal epistémico ponderati-vo de polaridad positiva, o como marcador focal de polaridad positiva preverbal, como bé en catalán (véanse los ejemplos (40-41)) o be en gascón (véanse los ejemplos (43-45)), mientras que en occitano languedociano simplemente tiene función de marcador focal de polaridad positiva, apareciendo en posición posver-bal, como el marcador focal completivo ben.

[60] Así las cosas, podemos concluir que el occitano y el catalán son las dos únicas variedades romances que han gramaticalizado el adverbio plane como mar-cador focal de polaridad positiva, a pesar de que en catalán la distribución de este se alinee con bé superior y en occitano con be inferior.

4 Conclusión

[61] En este artículo hemos ofrecido nuevos datos para poder situar el occi-tano con respecto a la expresión de la polaridad positiva enfática y el grado de compromiso del hablante hacia la veracidad de su enunciado. Al analizar la ante-posición no focal con lectura de foco de polaridad y la distribución de las partícu-las de polaridad positiva be(n) y plan, hemos establecido, primeramente, que el occitano se alinea con el catalán al poder recurrir a la anteposición no focal con lectura de foco de polaridad con elementos cuantificados, pudiendo ser añadido al grupo de lenguas restrictivas de Leonetti (2017). En segundo lugar, hemos identi-ficado otros mecanismos mediante los cuales el occitano puede expresar el foco de polaridad: las partículas de polaridad positiva be(n) y plan. Con relación a be(n), hemos mostrado que sus usos y su distribución son paralelos a los del bé/ben catalán, pudiendo ser empleado como adverbio de modo, como marcador fo-cal inferior con valor completivo, como marcador focal superior, y como marca-dor de modalidad epistémica, acompañado por el complementador que. También hemos comparado los usos de bé y be(n) del catalán y el occitano con los de otras lenguas romances, mostrando que estas dos variedades actúan como bisagra en el continuum iberorromance - galorromance (Tabla 1). En cuanto a pla/plan, hemos mostrado que, a pesar de que su uso esté conectado a la polaridad y la asertividad tanto en catalán como en occitano, la distribución del elemento es distinta en las dos lenguas: en catalán, su distribución es paralela a la de bé superior, mientras que en occitano sigue la misma pauta que be inferior.

[62] Teniendo en cuenta que la anteposición no focal era una característica compartida de las lenguas romances medievales, se puede considerar que el cata-lán y el occitano son lenguas innovadoras, ya que, habiendo restringido el uso de la anteposición no focal, recurrieron a la gramaticalización de adverbios para ex-presar el foco de polaridad, reanalizados a su vez como marcadores de modalidad epistémica (y de fuerza ilocutiva en gascón).

[63] Los datos presentados aquí sugieren nuevas líneas de investigación que

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contribuirán a mejorar nuestra comprensión de la microvariación entre los dialec-tos occitanos y la evolución de la periferia izquierda romance. Por un lado, el he-cho de que el dialecto gascón presente be superior en distribución complementaria con la partícula enunciativa que muestra que este dialecto tiene una posición es-tructural en la frase destinada a expresar no solo la fuerza ilocutiva, sino también la actitud del hablante hacia el contenido del enunciado. No deja de ser interesante que la aparición del complementador que junto a bé/bien en catalán y español y junto a sí que en catalán también esté vinculada a la actitud del hablante. Se re-quiere un estudio diacrónico y comparativo para entender mejor cuál es el rol de que y su posición en la estructura oracional en las distintas lenguas romances así como para establecer si el que que acompaña bé/bien y sí es el mismo que aparece en occitano, y si este está conectado con la partícula enunciativa gascona que, que podría tener sus orígenes en la función de marcador de modalidad epistémica en-fática, para luego ser gramaticalizado como marcador de fuerza ilocutiva declara-tiva positiva. Al mismo tiempo, en languedociano hemos encontrado ejemplos de anteposición no focal con valor de foco de polaridad. La aparición de esta estruc-tura en este dialecto y su ausencia en gascón sugiere la presencia de una isoglosa asociada a la expresión de la polaridad enfática.

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DOI: https://doi.org/10.25364/19.2021.6.6 ISSN: 2663-9815

Si no(n) → sino(n) en francés y en españolHistorias CASI paralelas

Si no(n) → sino(n) in French and SpanishALMOST parallel histories

Marta López IzquierdoUniversité Paris 8

[email protected]

https://orcid.org/0000-0003-2487-0716

Recibido el 2/5/2020, aceptado el 26/7/2020, publicado el 12/10/2021 bajo la licencia Creative

Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

Resumen: Se estudian en este artículo las divergencias observables entre si no(n) y sino(n) en francés y en español y su relación con las condicionales negativas en que se originan. Se cotejan los distintos contextos de empleo así como la diferencia de funciones semánticas que presentan hoy estas formas en cada lengua y se muestra la influencia que ha podido tener la posición inicial o final de las cláusulas condicionales en esta diversificación funcional. En una segunda parte, se pro-fundiza en una de las principales divergencias señaladas tradicionalmente entre sinon francés y sino español: el valor adversativo excluyente de este último. Una revisión de los datos históricos desde el latín hasta los resultados romances lleva a negar esta diferencia para la época medieval y a proponer una nueva cronología para el fenómeno estudiado, a la vez que se proponen nuevas pistas para un estudio panrománico de la cuestión. Se propone finalmente asociar en un marco tipológico general la condición negativa con varias funciones semánticas relacionadas (contrastiva, correcti-va, adversativa), integrando igualmente factores sintácticos como el orden de cláusulas.

Abstract: This article discusses the different patterns of use and semantic functions of the French and Spanish si no(n) and sino(n) in negative conditionals, showing how their functional differ-ences relate to the position of the conditional clause within which they are used. The paper then more specifically examines one of the main differences traditionally pointed out between French sinon and Spanish sino(n): the corrective adversative value of the latter. A review of historical data from Latin to Romance shows that this explanation does not hold for the medieval period. There-fore, a new chronology for the phenomenon studied is proposed and the adoption of a Pan-Ro-mance perspective on the issue is argued for. It is shown that the negative condition can fruitfully be associated with several related semantic functions (contrastive, corrective, adversative) within a general typological framework, and that syntactic factors such as the order of clauses should be taken into account.

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López Izquierdo Si no(n) → sino(n) en francés y en español

1 Introducción

[1] En este trabajo se propone un estudio comparado de las categorías a que ha dado lugar la construcción condicional formada a partir del operador condicio-nal si seguido de negación en francés y en español: fr. si non → sinon, esp. si no → sino.

[2] El objetivo de nuestro estudio consiste en presentar las diferencias y si-militudes que se observan en el uso actual y en el desarrollo diacrónico de las for-mas francesa sinon y española sino, que derivan de un origen común (prótasis condicionales negativas), pero muestran hoy propiedades diferentes.

[3] La hipótesis que se maneja y que se intentará comprobar a través del es-tudio del corpus histórico es que las diferentes funciones de sino(n) están relacio-nadas con la diferente posición que ocupa la prótasis dentro del período condicio-nal (anteposición/posposición) y con las diferentes inferencias que dicha variación sintáctica promueve. Estudiaremos asimismo cómo y cuándo aparecen las diver-gencias constatadas entre el francés y el español, en particular en lo que respecta a la presencia de valores adversativos en el español sino, ausentes en francés con-temporáneo.

[4] Dedicaremos el segundo apartado a introducir el marco de estudio de la variación de posición sintáctica en las cláusulas condicionales llamadas prótasis. A continuación, presentaremos el uso de las construcciones estudiadas en las va-riedades contemporáneas del francés y el español estándar (§ 3). En el apartado 4, se intentará dar cuenta de los procesos diacrónicos que han originado las diver-gencias observables hoy, a partir de datos del francés y castellano medieval, así como del latín, para pasar a ofrecer en el quinto y último apartado nuestras con-clusiones.

2 Claúsulas condicionales antepuestas y pospuestas

[5] Los estudios dedicados a la posición de las cláusulas condicionales co-nocidas como prótasis coinciden en señalar su posición comúnmente antepuesta. Desde Greenberg (1963), se suele reconocer que es esta la posición dominante en todas las lenguas del mundo, aunque se admite que también pueden darse casos de posposición1. De hecho, los estudios realizados sobre corpus para lenguas particu-lares han mostrado la existencia de un porcentaje relativamente alto de condicio-nales pospuestas (de 20% a 40%, según los tipos de corpus)2.

1 Confirman esta tendencia universal Comrie (1986: 83), Diessel (2001: 445), Podlesskaya (2001: 1001) y Hetterle (2015: 121-126).2 Para el inglés, se ha identificado un 47% de condicionales pospuestas (Diessel 2001, a partir del Brown Corpus) frente a 33% en Ford (1993) y 21% en Ford & Thompson (1986), estos dos últi-mos trabajos a partir de corpus de inglés hablado. Para el español, Cano Aguilar (2014) identifica un índice de posposición del 20%-30% según los textos analizados, estable a lo largo de la historia de la lengua española. En un estudio realizado sobre dos textos latinos de distinta época, López Iz-quierdo (2015) identifica índices de posposición que van del 23% al 42%.

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[6] La anteposición se ha relacionado con el carácter topical de la prótasis, entendiendo por tópico ya información dada (Haiman 1978), ya presuposición (Traugott 1985), ya marco (Chafe 1976) o trasfondo de la apódosis (Dancygier & Sweetser 2005; Elvira 2015, para el español). En López Izquierdo (2019), se dis-cuten estas explicaciones a la vista de ejemplos como (1a), donde la prótasis ante-puesta introduce información novedosa (subrayada en el ejemplo) y de (1b), en que la cláusula condicional actúa como marco discursivo, es decir, no solo orienta la interpretación de la apódosis sino una secuencia discursiva mayor que la ora-ción (subrayada en el ejemplo)3.

(1a) Aunque el indicador máximo de vida urbana es el producto de habitantes por renta más allá de un tamaño crítico. Para que ese producto sea suficiente y asegure su expansión se requiere una gran diversidad de tareas. Las ciuda-des agrarias o fabriles crecerán menos que las de servicios. A su vez, si los servicios se concentran en un rubro dominante (turismo, por ejemplo), la expansión tampoco está asegurada. (La Razón digital, 21/6/2004, CREA)

(1b) Tras varias semanas de negociaciones, los secretarios de Organización del PSOE y Los Verdes, José Blanco y Andrés Sánchez respectivamente, firma-ron el programa común que estas formaciones pretenden llevar a la práctica si José Luis Rodríguez Zapatero gana las elecciones generales. Su objetivo será pasar de la retórica a la acción y situar las políticas medioambientales en el centro de la vida política de España, uno de los países europeos que menos atención dedica a estas cuestiones y cuyo Parlamento apenas ha de-batido el cambio climático. (El Diario Vasco, 23/1/2004, CREA)

[7] Por otro lado, se ha señalado que la función de las prótasis difiere según estas aparezcan antepuestas o pospuestas. En el primer caso, la función de la pró-tasis es textualizadora, ya que sirve para «relacionar y trabar diferentes partes del discurso» (Ford 1993: 14-15; Montolío Durán 1999: 3653), mientras que las pró-tasis pospuestas realizan funciones especificadoras y restrictivas, es decir comple-tan o precisan el significado de la cláusula principal que precede (Chafe 1984; Ford 1993: 15; Montolío Durán 1999: 3653) (2a). Con un contorno entonativo del tipo q, si p, la prótasis introduce generalmente una rectificación (Montolío Durán 1996, 1999: 3654), entendiéndose esta como una forma de restricción que puede llegar hasta la negación implícita de la aserción que precede (2b):

(2a) Víctor es un chaval o s(e)a bueno ↓ yo supongo que vamos ↓ lo mismo lo conoces esta noche ↓ si viene/si le da por venir// quee bueno o s(e)a a él le

3 Se propone por ello en López Izquierdo (2019) la utilización para estas cláusulas de la noción de marco discursivo, que Charolles (1993, 1997, 2003) introdujo para expresiones adverbiales de di-verso tipo. Otros trabajos han desarrollado la noción de marco (frame) dentro de la sintaxis formal, como Benincà (2001, 2006), Benincà & Poletto (2004).

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gusta mucho los cubatas de güisqui ¿no? y bueno puuf (Montolío Durán 1996: 337)

(2b) Me lo dijeron tus amigas, si es que puede llamárselas así. (Montolío Durán 1996: 338)

[8] Continuando estas líneas de investigación, nos interesaremos aquí en dos de estas clases: las condicionales contrastivas, mayoritariamente antepuestas, y las condicionales restrictivas, mayoritariamente pospuestas, ambas en su forma nega-tiva.

[9] En posición antepuesta, las condicionales negativas realizan a menudo una función contrastiva, es decir, introducen una alternativa a una situación ante-rior previamente mencionada en el discurso (3a-b) (López Izquierdo 2015, 2019). Este tipo de cláusulas admite fácilmente la elisión del contenido proposicional, pues este suele ser idéntico o muy parecido al del contexto anterior (4a-b). Nótese que en francés, estas posibilidades se expresan con una negación diferente (si ne...pas vs. sinon). (3a) Verá: la sustancia de la democracia es el juego de la diversidad y de los con-

flictos de ideas. [...] Pero si no hay bastante diversidad, ni vitalidad de las ideas, agoniza. (La Vanguardia, 16/5/1995, CORDE)

(3b) Ça marche dans un peu plus de 90 % des cas. Si ça ne marche pas, on re-commence avec l'autre péroné, et avec une équipe différente. (Philippe Lan-çon, Le lambeau, 2018, Frantext)

(4a) Lo siguiente es la conversión de gran parte de la población de la isla... de forma que se convierte en elemento de diferencia el cristianismo entre los que apoyan al rey y los que no, y por lo tanto, diferenciación política y so-cial, ya que si no el mercader moro no se hubiese convertido. (Odiseo. Re-vista de Historia, nº 4, 17/3/2002, CORDE).

(4b) Il est vrai que je voulais le conquérir, pour moi, et contre vous. Si je l'ai conquis, je m'en soucie. Et si non, que deviendra l'esprit ? (Catherine Pozzi, Journal, 1913-1934, Frantext)

[10] En posición pospuesta, las condicionales negativas especifican, por me-dio de una restricción más o menos fuerte, la situación que permite o impide que la proposición expresada en la apódosis tenga lugar. Cuando el contexto lo autori-za4, se activa una lectura exceptiva, que se puede glosar con a menos que/à moins

4 La lectura hipotético-exceptiva emerge en presencia de ciertos requisitos que son comunes a la excepción general (Moltmann 1995; Kleiber 2005): implicación opuesta, condición de inclusión, totalidad de referencia preconstruida y estructurada en partes reconocidas, presencia de un cuanti-ficador universal (positivo o negativo) para la expresión de la totalidad sobre la que opera la ex-cepción, la cual opera, a su vez, sobre una cantidad baja de elementos. Es frecuente que la totali -dad que permite la extracción exceptiva no aparezca de manera explícita, sino que deba reconsti -

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que, excepto si/sauf si. Estas locuciones conjuntivas introducen una condicional cuyo contenido «se presenta como la única situación que, de cumplirse, impediría que tuviese lugar lo expresado por la principal» (RAE & ASALE 2009: 2468-2469). La posposición es habitual para estas condicionales, que se suelen asociar con prótasis focalizadas5.

(5a) Según la Física clásica una partícula no puede pasar a través de una barrera de potencial si no está dotada de suficiente energía. (Darío Maravall, Histo-ria de la Ciencia Estadística, 1989, CREA) [glosa: 'a menos que esté dota-da...']

(5b) [...] inventer une « chose affreuse » pour laquelle on est prêt à se donner la mort si on ne reçoit pas tout de suite vingt-cinq mille francs. (Marcel Proust, À la recherche du temps perdu. Sodome et Ghomorre, 1922, Frantext) [glo-sa: 'sauf si on reçoit tout de suite...']

[11] En el apartado siguiente, pasamos a considerar los usos contemporá-neos de las formas si no(n) - sino(n) en las dos lenguas estudiadas, interrogándo-nos sobre el vínculo que mantienen hoy con su origen condicional.

3 Sino(n) - si no(n) en francés y en español contemporáneos

3.1 El caso del francés

[12] El francés contemporáneo mantiene las dos formas sinon - si non, con predominio de la forma aglutinada, que puede aparecer en diversos contextos sin-tácticos: relacionando dos constituyentes (3.1.1), dos proposiciones (3.1.2) o uni-dades supraoracionales con cambio de tema discursivo (3.1.3). Las funciones de si non están mucho más limitadas, como veremos (3.1.4).

3.1.1 Sinon exceptivo y correctivo

[13] Sinon relaciona dos constituyentes, x - y, sintácticamente equivalentes, que se presentan como alternativas: sa mère vs. personne, être soupçonné vs. être accusé. En el primer caso, la relación entre x e y es exceptiva, en el segundo caso,

tuirse contextualmente, por medio de una anáfora «asociativa» (Kleiber 2005). Así, en el ejemplo (4b), la situación excepcional que introduce la prótasis se entiende con respecto al conjunto de mundos posibles en que q puede darse: q es verdad en todos los mundos posibles menos uno, p. Puede glosarse por: 'q es necesario en todos los casos menos uno: p'. El antecedente global so-breentendido en estos ejemplos puede expresarse con el adverbio siempre.5 «Tienden a ir pospuestas («apódosis»-«prótasis») las prótasis condicionales focalizadas, como las encabezadas por sobre todo, al menos, salvo o excepto. [...] Suelen posponerse también las pró-tasis formadas por subordinantes complejos como a menos que, a condición de (que), siempre y cuando y otros similares» (RAE & ASALE 2009: 3583).

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correctiva, con diversos matices, como ilustra la glosa de los ejemplos siguientes6:

(6a) Il n'a salué personne, sinon sa mère. (Flament-Boistrancourt 2011: 131) [si-non y = 'sauf']

(6b) Max était soupçonné, sinon accusé. (Flament-Boistrancourt 2011: 131) [si-non y = 'peut-être même, voire accusé']

(6c) Max était accusé, sinon soupçonné. (Flament-Boistrancourt 2011: 131) [si-non x = 'ou en tout cas soupçonné']

(6d) Max était, sinon accusé, du moins soupçonné. (Flament-Boistrancourt 2011: 131) [sinon y = 'peut-être pas accusé']

(6e) Je suis pianiste de coeur, sinon de fait. (Jacob, Cornet dés, 1923, TLF) [si-non y = 'à défaut de']

[14] La lectura exceptiva se activa cuando entre las dos alternativas, x e y, se da una relación parte-todo (y es un elemento de la clase designada por x). En estos casos, sinon genera una implicación opuesta, es decir, indica que y es el único caso de la clase x en que no se cumple la predicación, negativa o fuertemente res-trictiva, del enunciado. En nuestro ejemplo (6a), sa mère 'su madre' es el único elemento incluido en el cuantificador universal negativo personne 'nadie' para el que no se cumple la predicación del enunciado.

[15] Las alternativas de (6b-6e) se sitúan en una escala en que un término x está en competición con otro término y, que lo supera dentro de la escala formada por x e y. Mientras que el término x se da como cierto, el término y aparece como probable, posible o incluso falso, según los ejemplos. Sinon puede introducir tanto el término superior de la escala y (6b, d-e), como el inferior x (6c)7. De ahí las dis-tintas posibilidades de glosa con 'voire', 'en tout cas', 'à défaut de'.

x ---------------- versus ------------------- y - +cierto probable/posible/falso

3.1.2 Sinon condicional negativo

[16] Sinon expresa una condicional negativa de contenido proposicional eli-dido: en este empleo, sinon pone en relación dos oraciones, adyacentes (7a) o a distancia (7b). En este tipo de empleos, sinon evoca una situación contraria a la

6 Seguimos la glosa que propone Ndiaye (1999) para estos diversos usos de sinon.7 Es interesante apuntar que sinon puede introducir tanto el término que se considera cierto (x), como el término que se presenta como hipótesis (y). Asimismo, cuando los dos términos no ofre -cen una orientación escalar objetivable, resulta una ambigüedad interpretativa, como lo señalan Thomas & de Toro (2006 [1956]: 384): «Sinon est équivoque dans des phrases comme : Ce défaut peut être atténué, sinon supprimé [..]. Faut-il comprendre : sans être cependant supprimé, ou et même supprimé ?».

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expresada en un enunciado anterior, condicional (7b) o no (7a). Es decir, equivale a una prótasis contrastiva, en el sentido descrito supra, con idéntico contenido pro-posicional al del enunciado que precede, por lo que se elide, pero con polaridad invertida. Puede glosarse en francés por si ce n'est pas le cas 'si no es así, si no es el caso'8. Se sitúa generalmente delante de la apódosis, aunque es posible encon-trarlo detrás de ella (7c).

(7a) L'infirmière a fixé l'entrée du masque à oxygène sur la trach'. — Vous allez garder ça au moins une heure, sinon ça ne sert à rien. (Philippe Lançon, Le lambeau, 2018, Frantext) [sinon = 'si vous ne gardez pas ça au moins une heure']

(7b) Si je vais au-delà du point d'obstacle, tant mieux. Elles [ces lignes] ne mar-queront que le fait que cet obstacle a eu lieu, et que je l'ai franchi. Et sinon ? Sinon, au fond, la même chose : le fait que cet obstacle était là, et que je ne l'ai pas (encore ou jamais) franchi. (Jacques Roubaud, Mathématique : récit, 1997, Frantext) [sinon = 'si je ne vais pas au-delà du point d'obstacle']

(7c) À Dora, on le sait peut-être (on l'apprendra ici sinon), FLL s'acharna, avec plusieurs membres de son commando, à une reconstitution par la mémoire de certains de ses tableaux préférés du Louvre, expérience de survie d'où il a tiré, après sa libération, ce texte admirable : La Peinture à Dora. (Jacques Roubaud, Mathématique : récit, 1997, Frantext) [sinon = 'si on ne le sait pas']

3.1.3 Sinon de complementariedad

[17] Sinon introduce una nueva unidad discursiva o textual, anunciando un cambio de tema. En este empleo, la relación se establece en el nivel textual, entre un discurso que precede, y una nueva unidad temática que se inicia con sinon. Se le ha denominado sinon de complementariedad (Inkova-Manzotti 2002), función que comparte en francés con otros conectores como mis à part cela, sans ça9. Se sitúa por consiguiente en inicio de secuencia, con frecuencia separado por pausa10.

(8a) Sinon quoi de neuf ? (Flament-Boistrancourt 2011: 131).(8b) II y a un truc que j'aimerais arriver à faire. Par exemple, si je vois un beau

mec (qui me plaît) accompagné d'une gonz, j'aimerais m'envoyer le mec et virer la gonz.Sinon, le coup de la drague dans la rue, ça non. (Arianne Grimm, La Flamme, Frantext)

8 AF (1932-1935, s.v. sinon) propone, junto a si ce n'est pas le cas, la glosa sans quoi, faute de quoi.9 Sobre los valores de complementariedad de autrement, v. Lamiroy & Charolles (2005).10 En la lengua hablada, es posible también encontrarlo en posición final: Comment tu vas, sinon ? (Mallorie Labrousse, c. p.).

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[18] Flament-Boistrancourt (2009: 94) considera que se trata de un valor de «disyunción temática», que explica así:

En utilisant ce type de sinon, le locuteur donne le sentiment de vouloir faire table rase des sujets précédemment abordés pour pouvoir mieux se consacrer au nouveau sujet introduit. (Flament-Boistrancourt 2009: 87)

[19] Es un procedimiento más usual de la lengua oral y bastante extendido, como reconoce a su pesar la Académie française, quien lo considera poco reco-mendable frente a los canónicos par ailleurs, d'autre part:

On ne dira donc pas, ce que l'on entend hélas trop souvent, il a un bel appartement à Paris, sinon il a aussi une maison en Vendée ; toute sa famille va bien, et, sinon, sa sœur vient de se marier. [...] On dit : Quant à toi, comment te portes-tu ? On ne dit pas : Et sinon, toi, ça va ? (AF 1932-1935, s.v. sinon)

3.1.4 Si non no aglutinado

[20] La forma disjunta si non presenta un estatuto incierto en la gramática normativa francesa y parece reservada esencialmente a la expresión de la condi-ción negativa. Algunos autores condenan sin paliativos la grafía disjunta, como Thomas & de Toro (2006 [1956]: 384), quienes afirman taxativamente que «sinon s'écrit toujours en un seul mot», opinión que siguen Grevisse & Goosse (2016: 1638). Otros gramáticos aceptan la forma no aglutinada en algunos casos (Péchoin & Dauphin 1998: 536; Hanse 2000 [1983], s.v. sinon; Charolles 2004):

Après une question (ou une alternative), on peut n'envisager qu'une hypothèse et l'exprimer par si oui ou sinon (parfois si non) [...] On trouve généralement, dans les questionnaires, après une question posée, des sous-questions commençant par si oui ou si non en deux mots. (Hanse 2000 [1983]: s.v. sinon)

[21] Según Charolles (2004: 8), la conmutación entre si non y sinon es posi-ble solo cuando non es la respuesta a una pregunta, como alternativa a oui 'sí', y añade: «dans la forme fusionnée sinon, on n'a pas affaire au non prophrastique de réponse à une question, mais au non de négation "propositionnel"».

[22] Estas diferencias reflejan un proceso de aglutinación relativamente re-ciente, en el que los locutores siguen teniendo acceso al significado de cada uno de los elementos del compuesto, algo que se ve claramente en las sustituciones de sinon - si non por si pas, giro que recogen Grevisse & Goosse (2016)11. Asimismo, la correspondencia con la prótasis elíptica afirmativa si oui, con la que coaparece a menudo, refuerza la conservación de la forma analítica.

11 «Pas tendant à devenir le mot négatif par excellence [...], sinon est concurrencé par si pas, moins élégant, mais difficile à condamner sévèrement : Il a au moins vingt-cinq ans, SI PAS plus (Bourget, Eau profonde, p. 248). [...] Si pas a été considéré comme propre au fr. de Belgique» (Grevisse & Goosse 2016: 1639-1640).

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[23] El subcorpus contemporáneo de Frantext ofrece apenas 13 ejemplos de si non, de los cuales 5 corresponden al valor condicional negativo. En dos casos, el uso de si non aparece junto a si oui, para expresar una alternativa, pero en tres ocasiones aparece solo (9a)12. Una búsqueda efectuada en la base Europresse, sub-corpus Francia, para el período comprendido entre el 11 de marzo de 2010 y el 11 de marzo de 2020, ofrece 3.258 ocurrencias de si non, lo que prueba una mayor pervivencia de la forma no aglutinada en textos informativos13. Encontramos ejemplos similares a los vistos, como el que se recoge en (9b):

(9a) Il faut savoir s'arrêter : si non, c'est environ 1200 noms qu'il aurait fallu ins-crire dans la case 62 avec Monsieur HUSSON et il n'y avait pas la place. (Martine Sonnet, Atelier 62, 2008, Frantext)

(9b) Métissage et multiculturalisme caractérisent souvent le Brésil. Est-ce un cli-ché ? Si non, en quoi ce modèle fonctionne mieux qu'en Europe ? (Le Figa-ro, 12/6/2014, Europresse)

3.2 El caso español

[24] El español actual conserva con vitalidad tanto la forma aglutinada sino como la disjunta si no, sin embargo sus contextos de empleo y su función apare-cen claramente diferenciados hoy, así como su patrón acentual, pues el primero es llano ['sino] mientras que el segundo lleva el acento en el segundo componente: [si 'no]. Estudiaremos primero el uso de si no y a continuación el de sino.

3.2.1 Si no

[25] La forma disjunta expresa de manera general la condición negativa, que, como hemos expuesto en el apartado 2.1, puede adoptar una función contras-tiva, en posición antepuesta, o restrictiva, en posición pospuesta. La restricción puede entenderse como exceptiva en aquellos enunciados en que la situación ex-presada en la prótasis es el único caso que impide o podría impedir la realización de la proposición expresada en la apódosis.

[26] Si no relaciona unidades oracionales o superiores a la oración (ej. 1a-b supra). Asimismo, si no puede aparecer solo en su cláusula, permitiendo la recupe-ración del material elidido por medio de un proceso anafórico (10a) o inferencial (10b):

12 Aparecen igualmente dos casos de si non con el valor exceptivo que ya se ha mencionado, como el siguiente: Et de quoi la lumière servirait-elle, si non plus à la lumière? (Louis Aragon, Oeuvre poétique: tome 1: livre 2 (1922-1925), 1982, Frantext).13 Precisemos que no todas estas ocurrencias corresponden al uso condicional de si non que esta-mos considerando aquí.

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(10a) Pensó que la muerte debía de ser algo hermoso, y muy bueno, sí, porque, si no, no se molestarían en prohibirla. (Cristina Sánchez-Andrade, Bueyes y rosas dormían, 2001, CORPES)

(10b) Una vez lo intenté agarrado a mi señora. Imagínese, yo con ochenta y seis kilos y ella con cuarenta y dos. Me caí, claro, sólo faltaban cinco escalones. Y casi la mato a ella... (La mira.) Porque es como un hada que si no... (Palo-ma Pedrero, El pasamanos, 2001, CORPES)

[27] Encontramos casos en que el proceso anafórico resulta más difuso o debe completarse con inferencias que modifican el antecedente: en (11a-b), la pró-tasis inferida es incompatible con la negación, aunque sigue aludiendo a una situa-ción opuesta a la que se presenta inicialmente, como se indica en la glosa14; en (11c), no se puede identificar una proposición previa, sino una alternativa a toda la situación que antecede:

(11a) Ventura, siéntate detrás, que te bajas antes, y Ventura faltaría más, que si no, con este coche, vas a parecer el chófer de Beatriz. (J. A. Bueno Álvarez, El último viaje de Eliseo Guzmán, 2001, CORPES) [si no = 'si no me siento de-trás']

(11b) Si no te gusta que la gente se baje tus canciones de internet sin tu permiso, pues no las hagas, y si no, te fastidias, así es la vida. (El Mundo, 12/12/2001, CORPES) [si no = 'si las sigues haciendo']

(11c) Si algo es bueno, ético y estético para los padres, ¿por qué no lo es para los hijos? ¿O acaso entendemos los mayores todo lo que hacemos? Por favor, no robemos el Misterio a nuestros hijos, ni su celebración. Hoy es más nece-saria que nunca la pedagogía del misterio de la fe en Cristo en familia, con toda la familia. A la larga, si no, Harry Potter, Pokemon, los Gogots o los personajes de El señor de los anillos ocuparán un espacio que siempre, en la vida cristiana, han ocupado los santos reflejando en sus vidas el misterio del amor de Dios. (Alfa y Omega. Semanario católico de información, 27/3/2003, CREA) [si no = 'de otro modo']

[28] La inferencia se sitúa en un plano enunciativo en (12), donde si no no introduce una proposición alternativa a la situación expuesta anteriormente, sino una alternativa a la enunciación: 'si no es cierto lo que digo', 'si no me crees', a la que sigue un contenido aducido como prueba de que lo afirmado es cierto: (12a) El conductor giró a la izquierda por la carretera que bordeaba el paredón co-

mentando que tenía razón la pobre mujer, que lo que no pasara en ese barrio

14 Según Montolío Durán (1999: 3713), si no expresa en estos usos una condicional de polaridad invertida a la proposición que precede: si es afirmativa, si no introduce una negativa, pero si es ne-gativa, si no introduce una afirmativa.

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no pasaba en ningún sitio, a ver, si no, para qué iba a ir allí tanto político si ya no había que pedir el voto. (Miguel Naveros, Al calor del día, 2001, CORPES) [si no = 'si no fuera cierto lo que digo']

(12b) Tenía que llegar. Ya resultaba raro que de una tarta tan jugosa como es la música digital no intentaran sacar tajada, también, las operadoras de telefo-nía móvil. Y más si tenemos en cuenta el hecho de que el negocio está «emi-grando» de sus sectores tradicionales a los terrenos que dominan las empre-sas dedicadas a las Nuevas Tecnologías. Que se lo digan si no a Apple, que ha vendido en pocos meses casi veinte millones de canciones sueltas y que ya ingresa más dinero por la venta de sus «iPod» que por los «Mac» de siempre. (ABC, 17/11/2004, CREA) [si no = 'si alguien pone en duda mi ar-gumento']

[29] Los usos inferenciales de si no muestran su capacidad para desvincular-se del co-texto explícito precedente y marcar una alternativa a una situación glo-bal previa. Parece esbozarse en estos usos un si no conector, cercano a de lo con-trario, de otro modo, y equivalente a los conectores de complementariedad del francés (fr. sinon, autrement)15. Cuando si no remite al acto de habla implícito, para introducir una alternativa enunciativa ('si lo que digo no fuera cierto', 'si no me crees') (ejs. 12a y 12b), solo podría traducirse por sinon pero no por autre-ment. La razón es probablemente que sinon permite una ruptura fuerte con el mar-co discursivo que precede, pues no necesita anclaje textual, al contrario de lo que sucede con autrement (Flament-Boistraincourt 2011). No hemos encontrado ejem-plos del esp. si no con el valor de cambio de tópico que sí presenta el fr. sinon, como hemos visto anteriormente (§ 3.1.3).

[30] Con menor frecuencia aparece si no relacionando dos constituyentes oracionales (adjetivos, sustantivos, sintagmas preposicionales...) con valor correc-tivo y escalar. El esquema más habitual presenta si no en segunda posición: x, si no y (13a), aunque también puede encontrarse el esquema contrario: si no y, x (13b), sobre todo en construcciones correlativas: si no y, al menos / por lo menos / sí x (13c). A diferencia del sinon correctivo francés, y sea cual sea la posición en que se sitúa, si no siempre introduce el elemento más fuerte de la escala (y), aquel que no se aserta sino que se sugiere, se admite con reservas o incluso se descarta, pero cuya mención sirve para reforzar la aserción del elemento x.

15 No se recoge sin embargo como conector o marcador en los principales trabajos dedicados a este tipo de partículas. No aparece en Fuentes Rodríguez (2009), ni en Briz Gómez, Pons Bordería & Portolés Lázaro (2008), ni en Martín Zorraquino & Portolés Lázaro (1999), ni en López Serena & Borreguero Zuloaga (2010). Montolío Durán (1999: 3713) lo considera sintagma procondicio-nante, es decir, proforma que representa una prótasis condicional elíptica, tipo en el que incluye si no, de otro modo, de no ser así, de lo contrario.

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(13a) Era un sector algo apartado de los bajos fondos, cuyas concavidades, un alumbrado tenue si no nulo, un aire viciado y hediondo y la presencia de se-res como la propia Cándida atraían a un público escaso en número y tam-bién en gracias personales. (Eduardo Mendoza, La aventura del tocador de señoras, 2001, CORPES)

(13b) Y he leído, si no la totalidad de libros, casi todos: a favor y en contra. (El Cultural, 2/1/2003, CREA)

(13c) Ella se puso a rezar al Dios en quien no creía para que Viladrau se hallara en la calle Vista Bella 10, si no muerto, al menos moribundo. (Clara Usón, Per-seguidoras, 2007, CORPES)

3.2.2 Sino

[31] Sino presenta en español contemporáneo valores exceptivos y adversa-tivos. Sino exceptivo afirma un elemento y como el único elemento de la clase que escapa a la negación del contexto previo, ya sea esta explícita (14a) o implícita (14b)16. Estos casos equivalen a una afirmación exclusiva del tipo 'solo si p'. Sino adversativo tiene interpretación excluyente: introduce un elemento y que sustituye al elemento x negado anteriormente (14c). La relación semántica entre x e y es di-ferente en cada caso: relación parte-todo con sino exceptivo, relación excluyente con sino adversativo (Sánchez López 1999: 2579). En la lengua actual, ambos exi-gen un primer término negado, aunque pueden encontrarse, como resto de una construcción más antigua, oraciones con primer término afirmativo y sino excepti-vo (14d).

(14a) Y así hemos llegado a la situación que todos conocemos, eso sí, que no cul-pen a nadie sino a ellos mismos del desastre. (Diario digital de Ferrol, 3/12/2002, CREA)

(14b) Así, desde un punto de vista científico, «el envejecimiento no es sino un de-terioro de la capacidad de nuestras células de mantenerse sanas y funciona-les». (S Moda. El País, 30/4/2016, CORPES)

(14c) Como veis, las verdaderas diferencias entre ambos no radican en las calo-rías, sino en otros valores y aportes nutricionales. (Vitonica.com, 5/5/2016, CORPES)

(14d) Todos se aprovecharon, sino yo. (Flamenco García 1999: 3856)

[32] Aunque en español actual las formas si no y sino aparecen categorial y funcionalmente separadas, es posible relacionarlas a la luz de ejemplos con verbo ser como los que aparecen en (15), el primero correctivo y el segundo exceptivo17:

16 Se habla en estos casos de negación restrictivo-exclusiva, como para la construcción francesa actual, ne... que...: Je n'ai qu'un souhait 'No tengo sino un deseo'.17 De hecho, se considera generalmente que sino exceptivo y adversativo serían producto de un

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López Izquierdo Si no(n) → sino(n) en francés y en español

(15a) Se trata de actividades que si no son delito, y no voy a entrar ahora en ese punto, son al menos indicativas de que Rinconete y Cortadillo, el Diablo Cojuelo o El Lazarillo de Tormes, es decir, lo más florido y castizo de la pi-caresca española, siguen vivos entre nosotros y gozan además de buena salud. (El País, 20/6/2003, CREA)

(15b) Pues la verdad es que las cosas no han cambiado mucho, si no es a peor. (Artez. Revista de Artes Escénicas, 1/11/2004, CREA)

3.3 Cotejo de los datos

[33] El cotejo de los datos del francés y del español que acabamos de pre-sentar nos permite hacer algunas observaciones: el francés ha generalizado una forma aglutinada, excepto para algunos casos residuales con si non que, como he-mos visto, están sujetos a debate, mientras que en español se distinguen, no solo gráficamente, sino también fonológicamente, los dos segmentos, sugiriendo una relación más estrecha entre los valores exceptivos y adversativos, frente a los co-rrectivos. Es también interesante destacar que, frente a la movilidad de los usos correctivos de sinon/si no, los valores exceptivos en ambas lenguas (así como los adversativos, en español) están limitados a la posposición. Por otro lado, los desa-rrollos enunciativos del esp. si no y del fr. sinon se vinculan con la anteposición, más general, para marcar el cambio de tópico. Dicha posición es coherente con la distinción que hemos presentado entre las prótasis condicionales antepuestas, con función contrastiva, y pospuestas, con valor restrictivo.

francés españolcondicional negativa sinon - si non si no

correctivo en correlación sinon si noexceptivo sinon sino

restrictivo-exclusivo - sinoadversativo - sino

conector enunciativo sinon si noconector metalingüístico sinon -

Tabla 1: Si no(n) - sino(n) en francés y español contemporáneos

[34] Las diferentes funciones de si no(n) - sino(n) en ambas lenguas nos in-vitan a considerar dos escenarios diferentes, según si partimos de la anteposición o la posposición.

proceso de elisión en el interior de una condicional negativa con verbo ser, como veremos en el apartado 4. Refiriéndose al español contemporáneo, Flamenco García (1999: 3856) afirma que este proceso «resulta transparente aún hoy día: hay multitud de ejemplos que conservan claramente el valor condicional», para prueba de lo cual propone la equivalencia siguiente: Allí no se hacía otra cosa, sino trabajar = Allí no se hacía otra cosa, si no era trabajar.

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[35] En posición antepuesta, el español si no y el francés sinon (residual-mente si non), pueden tener un alcance proposicional, enunciativo o metalingüísti-co, es decir, un alcance que aumenta progresivamente su campo de acción (la pro-posición, la enunciación, la organización discursiva). En el primer caso, ambos re-miten a una proposición anterior para introducir una alternativa de la que se sigue una nueva consecuencia. La negación que contienen es por consiguiente proposi-cional o descriptiva. En su función enunciativa, introducen un universo de creen-cias alternativo al del enunciador primero, sometiéndolo a debate. La negación presenta ahora valor polémico. Finalmente, en francés, pero creemos que no en es-pañol, sinon puede tener valor metalingüístico para introducir un tema alternativo en el plano de la organización discursiva18.

[36] En posición pospuesta mayoritaria o exclusiva, el español sino y el francés sinon tienen un alcance más local y permiten introducir una corrección con respecto a un elemento anterior, que suele ser una unidad inferior a la oración. La alternativa introducida por sino/sinon corrige o refuta un elemento anterior. La adversativa excluyente, que es el valor refutativo máximo, pues implica una contradicción, solo se presenta en sino español. La posibilidad de oponer proposi-ciones aparece con la adjunción de sino a la conjunción subordinante que.

[37] Parece por consiguiente que, junto a un núcleo de usos compartidos, el francés y el español han explotado en direcciones opuestas las posibilidades se-mánticas y pragmáticas de las formas en cuestión: ampliando su alcance hacia la izquierda, sinon francés/si no español han desarrollado empleos enunciativos, pero el francés va más allá, con la aparición de empleos metalingüísticos; por el contra-rio, el español sino presenta, en su empleo correctivo local asociado a su posición posterior, valores refutativos.

[38] ¿En qué medida los datos históricos nos ayudan a entender el proceso que lleva a las divergencias constatadas hoy entre estas dos lenguas? No podemos desarrollar totalmente la respuesta a esta pregunta. En el cuarto apartado, nos inte-resaremos específicamente por una de las principales diferencias que distinguen hoy sinon francés y sino español: la aparición de valores adversativos. Presentare-mos las hipótesis históricas que se han manejado para ambas lenguas y las coteja-remos con las construcciones latinas emparentadas si non y nisi.

18 Es posible relacionar estos tres niveles de actuación de si no/sinon con diversas tipologías fun-cionales de los marcadores discursivos, en particular, como nos sugiere uno de los revisores de ese artículo, con la de López Serena & Borreguero Zuloaga (2010). Ateniéndonos a las tres macrofun-ciones que estas autoras distinguen para los marcadores discursivos, el español si no se situaría en la macrofunción cognitiva, a la vez como conector de función lógico-semántica (introductor de al -ternativas proposicionales) y de función inferencial (alternativa al acto de habla implícito). El fran-cés sinon habría llegado a ocupar el espacio de la función metadiscursiva, concretamente en la su-bfunción de cambio de tópico. Nuestro ejemplo confirma la polifuncionalidad que López Serena & Borreguero Zuloaga (2010), siguiendo a Bazzanella et al. (2008), reconocen para los marcadores discursivos.

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4 Si no(n) - sino(n) en la diacronía

[39] Hay acuerdo general en hacer derivar las partículas que estamos estu-diando de la conjunción condicional latina si seguida de negación non. Sin embar-go, difieren las explicaciones del proceso que lleva desde la condicional latina a los valores exceptivos y adversativos.

4.1 Sino(n) exceptivo

[40] Se han avanzado dos hipótesis diferentes para la formación del valor exceptivo de si non en las lenguas romances, y más particularmente, en español y en francés.

[41] En la primera de ellas, se atribuye su origen a la herencia del exceptivo latino nisi, a través del operador condicional que lo sustituye en latín tardío, si non. La hipótesis está presente ya en Llorens (1929: 152-154) y la siguen Muñoz de la Fuente (1995, 1996), Espinosa Elorza (2001-2002, 2018) e Iglesias (2014). Así, según Muñoz de la Fuente (1996b: 455), «[e]n latín, SI NON empezó a adop-tar los valores de NISI y, al no prosperar esta, el castellano sinon heredó los valo-res de ambas, entre ellos el exceptivo». En los documentos notariales más tempra-nos, es si non/sinon la forma más antigua para expresar excepción. Su primera do-cumentación data del año 1044, en un conjunto de documentos que en esta época suelen expresar la excepción con nisi:

(16) et pernoctem ad suas casas, si non los boues domitos (Documentos lingüísti-cos, 1044, Muñoz de la Fuente 1996b: 450) [glosa: 'y pasen la noche en su casa, excepto los bueyes domésticos']

[42] La segunda hipótesis vincula la aparición de valores exceptivos a un desarrollo independiente de las lenguas románicas. En una de sus versiones, bas-tante extendida para explicar el fenómeno en español como ya hemos menciona-do, la elipsis del verbo ser en una prótasis condicional habría permitido la apari-ción de valores exceptivos. Se afirma así en Corominas & Pascual (1991-1997: 237), según quienes sino exceptivo «nació por una elipsis: frases como nadi, si-non dos peones (Cid, 686) son abreviación de si non son dos peones». En favor de esta explicación, Castillo Lluch (2001: 34ss) propone diversos ejemplos que, en los textos jurídicos, ámbito privilegiado de expresión de la excepción, ilustran la relación entre la construcción exceptiva y las condicionales negativas pospuestas con verbo ser (17a)19. Por su parte, Herrero Ruiz de Loizaga (1999) abunda en esta dirección citando ejemplos en que el verbo ser está presente pero no concuer-da ya con su sujeto, indicando por ende un debilitamiento de su función verbal (17b).

19 Cf. también Muñoz Garrigós (1981: 53-54).

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(17a) Qui dier pennos por otri sinon por rey. – Qvi por otro dier cosa con pennos peche X morauedis, si non fuer por rey o por sennor de la villa (Fuero de Béjar, Castillo Lluch 2001: 35)

(17b) En quantos os he dicho [no] hay hombres, si no es los geníçaros, que vaya vestido menos de seda o brocado hasta en sus pies (Viaje de Turquía, Herre-ro Ruiz de Loizaga 1999: 307)

[43] Si bien es innegable el valor exceptivo de las construcciones condicio-nales con verbo copulativo señaladas, no lo parece tanto el que una sea necesaria-mente origen de la otra. Ambas construcciones han convivido desde los primeros testimonios de la lengua, aunque, según Octavio de Toledo y Huerta (2008: 879-880), el empleo de sino es/si no es con valor exceptivo es escaso en los primeros testimonios del idioma y no adquiere presencia significativa hasta la primera mi-tad del s. XVI.

[44] Los datos del francés antiguo apuntan en la misma dirección: la cons-trucción ne... se... non..., ancestro del actual sinon, se documenta desde los orí-genes del idioma con valor exceptivo, mientras que el giro de igual significado ne... se [ce] n'est no se encuentra hasta principios del s. XIII (Moignet 1959: 94-95).

(18) car il voient celui si jone home qu'il ne sevent dont tel grace lui puist estre venue, se ce n'est de la volenté Nostre Seignor (Queste, 1220, Frantext)

[45] Una segunda interpretación de la hipótesis de la emergencia autónoma de sino(n) exceptivo defiende que las prótasis condicionales negativas, y en parti-cular, las prótasis pospuestas, desarrollan procesos semánticos comparables pero independientes. En esta dirección apunta Ridruejo Alonso (2017: 580), al afirmar:

las propiedades sintácticas de NISI y si no(n) no son las mismas, de manera que no es posible considerar que si no(n) sea la simple transposición, ni la evolución de NISI. [...] Más bien podría pensarse en formaciones paralelas, primero en latín y después en romance, en las que se habría partido de una base lógica y semántica idénticas.

[46] Esta es también la hipótesis que defiende Moignet (1959) para explicar la construcción exceptiva ne... se... non... a través de un desarrollo propio de la lengua romance (aunque admite que se haya podido heredar el procedimiento del latín). Para este autor, la hipótesis negativa pospuesta a una apódosis negativa ex-presa una restricción que, por efecto de la doble negación, afirma una exclusión. Es, según Moignet (1959: 58), fundamental en este proceso la posición pospuesta de la prótasis negativa, obligatoria en francés antiguo:

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L'hypothétique se annonce ce qui est concerné par le mouvement restrictif traduit dans la régissante négative, il le présente comme étant en débat. La négation non, in-tervenant ensuite, détruit l'hypothèse qui pèse sur lui et par là le déclare thétique, c'est-à-dire positif.

[47] Como señala Iglesias (2014: 2554), la conservación del valor exceptivo en los descendientes románicos de si non (en portugués, español, catalán, occi-tano, francés e italiano) debilita la hipótesis de su desarrollo independiente en cada una de estas lenguas. Es cierto, como indica Ridruejo Alonso (2017), que las lenguas romances han creado sus propios mecanismos exceptivos, pero esto no in-valida la idea de que hayan heredado y conservado uno de los mecanismos ya uti-lizados en latín. Por otro lado, si bien si non y nisi formaban parte de dos cons-trucciones sintácticas diferentes, ambas formas convergen progresivamente desde la época clásica, como veremos en el apartado 4.3.

4.2 Sino(n) adversativo

4.2.1 Sino(n) en la historia del español

[48] En la bibliografía hispánica sobre sino adversativo se afirma común-mente que el desarrollo de valores adversativos excluyentes deriva del uso excep-tivo20. Se argumenta para ello, por un lado, que, en castellano, sino adversativo no se documenta hasta principios del s. XII (Iglesias 2014: 2558), y que su frecuencia es mucho menor que los empleos exceptivos en los primeros siglos21. Asimismo, la ausencia de valores adversativos en el francés sinon demostraría la extensión parcial del fenómeno en la Romania, frente al carácter panrománico del valor ex-ceptivo22.

[49] Partiendo de esta hipótesis, se intenta reconstruir el proceso semántico y sintáctico que habría llevado de las construcciones exceptivas a las adversativas excluyentes en castellano. Dicho proceso se habría iniciado en contextos en que la relación parte-todo, propia de la interpretación exceptiva, se debilita dando lugar a una ambigüedad interpretativa, exceptiva o excluyente (Iglesias 2014; Herrero

20 Con la salvedad de Muñoz Garrigós (1982: 234-235), que defiende el orden contrario, uso ad-versativo excluyente, primero, y exceptivo, después, y de Ridruejo Alonso (2017: 583), quien piensa que la documentación existente no prueba que el uso exceptivo de sinon preceda a su uso adversativo.21 El avance del uso de sino (que) para expresar la adversatividad excluyente desde los orígenes hasta la actualidad corre parejo con su retroceso como forma de expresión de la excepción. V. Igle-sias (2014) para una presentación cuantitativa de este proceso. Herrero Ruiz de Loizaga (1999: 309), por su parte, apunta que los valores exceptivos de sino en la Edad Media ocupaban el 80% de sus empleos.22 Así lo asegura, por ejemplo, Iglesias (2014: 2553): «el hecho de que en francés antiguo no en-contremos sinon con valor correctivo [es decir, adversativas excluyentes], pero sí exceptivo, indu-ce a pensar que solo este último fue panrománico».

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Ruiz de Loizaga 1999)23. Así, en (19), el segundo término (lo Criatore et me, fari-na) puede entenderse como no incluido en el primero (nulio homine, pan).

(19a) et non respondeas ad episcopo neque a nulio homine, si non a lo Criatore et a me (Donación de dos iglesias, 958, Iglesias 2014: 2557)

(19b) E dixo ella: «Biva el Sennor Dios que non é pan, si non un poco de farina en la tinyella» (Fazienda de Ultra mar, Ridruejo Alonso 2017: 584)

[50] La principal objeción a esta propuesta viene de los datos que ofrece el propio francés antiguo, así como del funcionamiento de las estructuras latinas em-parentadas nisi y si non. Presentaremos primero los datos del francés, situándolos en una perspectiva románica más amplia, antes de hacer algunas consideraciones sobre el latín.

4.2.2 No... se... non... exceptivo y adversativo en francés

[51] Recordemos que sinon francés nace por un proceso de aglutinación de la construcción condicional negativa ne... se... non, cuyo valor exceptivo se docu-menta desde los orígenes del idioma (20a). La construcción exceptiva, por su sin-taxis disjunta, permitía la focalización del elemento interpolado objeto de la ex-clusión. Con este empleo, es muy abundante desde la primera mitad del siglo XIII, en que podía además expresar la negación restrictivo-exclusiva, en competición con ne...que (20b). Es necesario distinguir, por otro lado, la excepción nominal: ne... se... non, de la excepción proposicional: ne... se... ne (20c). Solo la primera ha podido dar origen a sinon.

(20a) Si me servis de mon poün / que n'en mui unkes le gernun/ Si pur foli dire nun (Gormont et Isembart, 259, c. 1130, Moignet 1959: 17)

(20b) car d'aler avant ne vos porroit venir se honte non (Queste, 1.10, 1225-1230, Moignet 1959: 93)

(20c) Ja n'istreit de prison se par li n'en isseit (Wace, Rou 3736, 1160-1170, Moi-gnet 1959: 17)

[52] Por otro lado, la expresión ne... se... non... podía expresar en francés medieval una adversativa excluyente (21). Moignet (1959: 59) recoge ejemplos con este significado desde el s. XII hasta el s. XIV, y nosotros hemos encontrado

23 Este proceso se ha documentado en el caso de salvo, exceptivo, con usos adversativos exclu-yentes entre los siglos XIV y XVI. Lo recogen Herrero Ruiz de Loizaga (2005: 63-64) e Iglesias (2014: 2611), quien cita el ejemplo siguiente: Los moros eran conçejo e tenian la çibdad, ... e non leuauan pendon del conçejo, pues lo non era, saluo que cada rico omne o cauallero leuaua su pendon e sus armas (López de Ayala, Pedro I). V. también la evolución del nexo compuesto sino es (Octavio de Toledo y Huerta 2008).

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ejemplos más tardíos (21c-d), de manera que podemos afirmar que se non y se non que adversativos excluyentes perduran al menos hasta el s. XV24.

(21a) Ne voient borde ne maison/ ne borc ne vile, se bois non (Eneas, 239, 1160, Moignet 1959: 59)

(21b) Donc puis que Dieu ne lui donna la grace de avoir hoir masle, se non fe-melles... (Chronique de Morée, 442, 1341-1346, Moignet 1959: 121)

(21c) [...] pour croyre en Mahon et en ces dieux qui sont plains d'abus et qui n'ont ne force ne vertu se non cause de dampnacion (Jean Bagnyon, Histoire de Charlemagne, 1465, Frantext)

(21d) elle ne regarde point la fin de son intencion se non tant seulement qu'elle la puisse terminer a son desir (Jean Bagnyon, Histoire de Charlemagne, 1465, Frantext).

[53] Se trata de un empleo recurrente de las partículas exceptivas del francés antiguo, como era el caso de fors (22a), del que Moignet (1959) documenta ejem-plos como adversativo excluyente hasta el s. XV. El caso de mais es asimismo ins-tructivo, pues presenta valores exceptivos y adversativos en francés medieval (22b-c), antes de especializarse como nexo adversativo (a la vez restrictivo y ex-cluyente). Ya Melander (1916: 146) había afirmado la expansión exceptiva del ad-versativo mais, basándose en ejemplos similares del latino sed (22d), que perviven en latín tardío y medieval (22e).

(22a) Nel reconut nuls sons apartenanz/ Ne neüls hom ne sout les sons ahanz / Fors sul le lit u il a jeü tant (Alexis, 272, c. 1040, Moignet 1959: 60)

(22b) Argent ne aur non i donet/ mas que son sang et soa carn (Passion du Christ, s. X-XI, 385, Moignet 1959: 74)

(22c) Tut en travers li trenchad sis escuz;/ Des set qu'il porte ne li lait mais un (Chanson de Guillaume, 3264, c. 1140, Moignet 1959: 31)

(22d) Non est aliud sed aedes Dei (Tertuliano, Adversus Marcionem, 3, 24, Moi-gnet 1959: 36)

(22e) et de omnia que nocevit, non habet in Spania, non serpens neque aspidem neque draconem neque leonem neque leopardum neque ranas venaticas neque alanto neque gribo neque situgo neque pantaro set semper secura per-manet in pace. Alioquin set non habet set usitatem (Laus Hispaniae, s. IX, Díaz y Díaz 1950: 253)

24 Aunque Moignet (1959) habla aquí de adversativas restrictivas, da a este término un sentido más general que el usual en la gramática española. De hecho, su valor es aquí, como en los otros ejemplos que hemos podido documentar, adversativo excluyente, es decir, idéntico al que tiene hoy el español sino.

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[54] Para Moignet (1959: 38), ambos valores estarían presentes original-mente en la forma mais, así como en las otras partículas exceptivo-adversativas:

Mais est donc à l'origine un inverseur25, apte aussi bien à la fonction exceptive qu'à la fonction adversative. C'est le rapport qui s'établit dans l'esprit entre ce qui le suit et ce qui le précède qui décide en discours de l'une ou de l'autre valeur. Si ce qui suit a un caractère particulier par rapport à un concept général dans le premier élément, on obtient un effet d'exception ; si les deux ont le même degré de particularité, on obtient un effet d'adversation. Évidemment, par la suite, l'une des deux fonctions prend le pas sur l'autre : mais, se précisant sémantiquement au cours de l'évolution du français, tend à se spécialiser dans la fonction adversative, tandis que les autres tours, ambivalents à l'origine eux aussi, se confirment comme exceptifs.

[55] La presencia de valores adversativos y, más específicamente, adversati-vos excluyentes, no era pues desconocida del francés antiguo y medieval se non. En las otras lenguas románicas, donde los usos exceptivos de sinon siguen vigen-tes, con mayor o menor vitalidad (Mourin 1980), encontramos igualmente em-pleos adversativos excluyentes usuales con el catalán sinó (23a), el portugués senão (que) (23b) y residualmente, el occitano sonque, sonca, sounque (23c). En italiano, los ejemplos documentados con este valor son, como en francés, de época medieval (23d). Son necesarios más estudios para entender la extensión y la evo-lución de las construcciones adversativas formadas a partir de si non en toda la Romania, que, como estamos viendo, han podido ser tan antiguas como las excep-tivas.

(23a) No tinc vint anys sinó trenta. (GEIEC 2018, § 22.2.4) (23b) isto não é justiça e, sim, iniquidade, não é bom senso, mas insensatez, nem é

coragem senão que pura fanfarronice. (Diario de Noticias, 24/11/98, CRPC)(23c) N'ès pas aqél, ni aqél, soûnc' aqél. (Boissier de Sauvages, 1756, t. 2, p. 287)(23d) Predicata non fu questa crociata per li puosti dalla Chiesia, né servato l'ordi-

ne lo quale se devea servare, se non che sola tanto la voce mosse la iente (Bárberi Squarotti et al. 2018-2021 [1961], s.v. sennò)

4.3 Condicionales negativas latinas con nisi y sinon

[56] Las hipótesis que acabamos de exponer para el desarrollo histórico de los valores de si no(n)/sino(n) - ne... se...non/senon/sinon hacen referencia a pro-cesos heredados del latín, o bien a desarrollos autónomos en cada lengua. Ante esta doble posibilidad, resulta indispensable profundizar en nuestros conocimien-tos de las construcciones condicionales negativas latinas en su diacronía. No po-dremos aquí esbozar más que unas rápidas pinceladas, concentrándonos en aque-

25 Con el término de «inverseur», Moignet (1959: 38) alude a la propiedad de magis de invertir la polaridad de la segunda parte de la oración, oponiéndola a la primera. Sobre los usos de magis ad-versativo ya en latín y su pervivencia en otras lenguas románicas, v. Orlandini & Poccetti (2010) y Ducrot & Vogt (1979).

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llos aspectos que más nos interesan para el asunto tratado y señalando la dirección que podrán seguir futuros trabajos26.

[57] Si atendemos a Orlandini (2001: 137) y a Orlandini & Poccetti (2019), nisi27 presentaba en latín arcaico un valor adversativo restrictivo (24a) junto al ad-versativo excluyente (24b). Encontramos ejemplos de valores adversativos, aun-que muy episódicamente, tanto en Cicerón (24c), restrictivo, como en el Itinera-rium Egeriae (24d), excluyente28. Galdi (2016), cuyo corpus de estudio incluye textos del bajo latín, observa, por su parte, un desarrollo del valor adversativo ex-cluyente de nisi en el siglo III (24e), con una gramaticalización del mismo en torno al siglo VI29.

(24a) quae patria sit profecto nescio, nisi scio probiorem hanc esse (Plauto, Ru-dens, 750, Orlandini 2001: 137) [glosa: 'No sé en absoluto cuál es su patria, pero sé que esta joven vale más que tú']

(24b) Neque ego hanc superbiai causa pepuli ad meretricium quaestum, nisi ut ne esurirem (Plauto, Cistellaria, 40 s, Orlandini & Poccetti 2019: 261) [glosa: 'y no es por egoísmo por lo que he empujado a mi hija al oficio de meretriz, sino para no morir de hambre']

(24c) tuas litteras exspectabam, nisi illud quidem mutari, si aliter est et oportet, non uideo posse (Cicerón, Epistulae ad Atticum, 11, 23, 1) [glosa: 'espero carta tuya, pero no veo cómo puede cambiar el asunto, si no es como debería ser']

(24d) Naor autem uel Bathuhelem non legi quando in isto loco transierint, nisi quod hoc solum scio, quia postmodum puer Abraae, ut peteret Rebeccam fi-liam Bathuhelis filii Nahor filio domini sui Abraae, id est Ysaac, in Charra uenerit (Itinerarium Egeriae, 20, 9) [glosa: 'sin embargo, no he leído cuándo emigraron Nachor y Bathel a este lugar, sino que esto solo sé, que después el servidor de Abraham vino a Charra a pedir la mano de Rebeca, hija de Bathuel, hijo de Nachor, para el hijo de su señor Abraham, es decir Isaac']

(24e) Non edetis de eis [sc. carnibus] crudam, neque coctam in aqua, nisi assatam igni (Cipriano, Ad Quirinum Testimonia, 2,15, Galdi 2016: 186) [glosa: 'No comáis de estas la carne cruda, ni hervida en agua, sino asada en el fuego']

26 Extraemos los ejemplos citados, además de los trabajos de otros investigadores, de las cartas de Cicerón a Ático, así como del Itinerarium Egeriae.27 Procedente de la aglutinación de nĕ et si, significa literalmente 'no si', frente a si non 'si no'.28 Subyace a este empleo el patrón adversativo, nihil scio nisi hoc (scio) 'no sé nada, pero sé esto', común desde la época arcaica. Va a alimentar el empleo restrictivo-exclusivo con la elipsis del pre-dicado repetido: 'no sé sino esto' 'solo sé esto'. En el ejemplo de Egeria, se combinan dos predica -dos en relación de contradicción (non legi... nisi quod... scio), por lo que emerge el valor adversati-vo excluyente. Nótese igualmente que la forma usada es nisi quod.29 Orlandini & Poccetti (2019) consideran, a diferencia de Galdi (2016), que los valores excluyen-tes de nisi se debilitan en latín tardío, afirmación que se apoya en el uso únicamente restrictivo que hace Gregorio de Tours de esta construcción.

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[58] Sin embargo, su valor esencial en latín clásico era el exceptivo, función que desempeñaba como conector de coordinación entre dos oraciones indepen-dientes. En esta función, la primera oración, q, generalmente afirmativa, introduce una aserción, mientras que la segunda evoca la eventualidad de un caso, único y excepcional, p, que podría impedir q. Tiene pues carácter correctivo, como reserva o reparación a posteriori de la aserción que precede (25a-b).

(25a) Ego bellum foedissimum futurum puto, nisi qui, ut tu scribis, Parthicus ca-sus exstiterit (Cicerón, Epistulae ad Atticum, 7, 26, 3) [glosa: 'yo pienso que va a haber una guerra horrible, a no ser que, como tú escribes, surja algún problema con los partos']

(25b) Non enim habet cui prosit eumque arbitror paenitere. Nisi forte id ipsum est falsum, discessisse illum (Cicerón, Epistulae ad Atticum, 7, 12, 5) [glosa: 'en efecto, no tiene a quién ser útil y, según pienso, está arrepentido. A no ser que sea falso el mismo hecho de su defección']30

[59] Derivan del valor exceptivo de nisi, por una parte, la negación restricti-vo-exclusiva según el esquema non... nisi..., donde nisi presenta función adverbial y equivale a 'solo p'31 (26a), y por otro, el uso de nisi introduciendo una prótasis condicional negada, empleo en el que alterna con si non, como muestran los ejem-plos (26b-c):

(26a) De re publica nihil habeo ad te scribere nisi summum odium omnium homi-num in eos qui tenent omnia (Cicerón, Epistulae ad Atticum, 2, 22, 6) [glo-sa: 'sobre la situación política no tengo nada que escribirte salvo el odio pro-fundo de toda la gente hacia los que se han adueñado de todo']

(26b) neque uero non fui apertum, si ille non fuisset, Agesilaum Asiam Tauro te-nus regi fuisse erepturum (Cornelio Nepote, De viris illustribus: Conone, 2, 3, Orlandini 2001: 186) [glosa: 'y en verdad es imposible dudar que Agesi-lao, si no lo hubiera tenido como adversario, hubiera podido arrebatarle al gran rey Asia hasta el Taurus']

(26c) talem se imperatorem praebuit ut eo tempore omnibus apparuerit, nisi ille fuisset, Spartam futuram non fuisse (Cornelio Nepote, De viris illustribus: Agesilao, 6, 1, Orlandini 2001: 186) [glosa: 'mostró tal superioridad en el mando que en aquella época, en opinión de todos, si un hombre de tal valor no hubiese existido, Esparta hubiese cesado de existir']

30 El adverbio forte 'acaso' refuerza el carácter excepcional y poco esperado de la reserva que nisi introduce.31 Aunque Orlandini (2001) distingue estos usos de los propiamente exceptivos, creemos que el carácter extractivo de la excepción está aquí también presente: se extrae de una aserción negativa general un elemento único que escapa a la negación.

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[60] Bertocchi & Maraldi (2011: 118-119) establecen una distinción entre las condicionales introducidas por nisi y si non: las primeras serían condiciones exclusivas, las segundas meras suposiciones. Así, en el ejemplo siguiente, la susti-tución de nisi por si non llevaría consigo un sutil cambio de significado, que se in-tenta reflejar en la traducción:

(27a) deinde aequitate quae tollitur omnis si habere suum cuique non licet (Cicé-ron, De Officiis, 2, 78) [glosa: 'en segundo lugar, la justicia es totalmente violada en caso de que no se respete la propiedad de uno']

(27b) deinde aequitate quae tollitur omnis nisi habere suum cuique licet [glosa: 'en segundo lugar, la justicia es totalmente violada a no ser que se respete la propiedad de uno']

[61] Es posible que la diferencia principal entre los dos radique en la impor-tancia informativa que reciben los dos miembros de la condicional: en el primero, la condición es uno de los casos posibles que provoca la violación de la justicia (condición suficiente); en el segundo, es la condición esencial para garantizar la justicia (condición única necesaria). Se da por consiguiente una restricción más fuerte, que llega a la exclusividad con nisi32.

[62] Por el contrario, no se usa nisi para expresar prótasis contrastivas, del tipo analizado en [9], ilustrado en (28a). Nisi tampoco podía aparecer en época clásica en lugar de si non para expresar corrección entre dos términos en correla-ciones escalares como (etiam) si non x, at/tamen y (28b). Solo en época tardía aparecen correlaciones con nisi (28c) (Tarrego Salcedo 2009: 515). Sin embargo, en estos empleos, nisi compite con el adversativo-exceptivo sed (Tarrego Salcedo 2009; Galdi 2016), que introduce el elemento asertado y focalizado de la oración y no con si non correctivo, que introduce el elemento puesto, por así decir, entre paréntesis. La diferente función explica que puedan aparecer en una misma corre-lación si non, con el elemento descartado, y sed, con el elemento asertado (28d).

(28a) Nos circiter Kal. aut in Formiano erimus aut in Pompeiano. Tu, si in For-miano non erimus, si nos amas, in Pompeianum venito (Cicerón, Epistulae ad Atticum, 2, 4, 6) [glosa: 'hacia el primero del mes estaré o en mi villa de Formia o en la de Pompeya. Tú, si no estamos en la de Formia, por favor, ven a la de Pompeya']

32 Es así como podemos interpretar la explicación de Bassols de Climent (1992: 432) a propósito de la diferencia entre estas dos construcciones: «En términos generales, puede afirmarse que las partículas nisi y si non son afines, pero se distinguen en cuanto nisi indica que la oración principal es válida excepto en el caso de que se produza la acción aunciada en la subordinada, en cambio si non indica que la oración principal es sólo válida si no se produce la acción contenida en la subor -dinada. La primera, pues, tiene un significado restrictivo ('excepto si, a menos que'); la segunda in-troduce una condición negativa ('si no') de la que se infiere la consecuencia afirmada en la princi-pal».

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(28b) Nam ista veritas, etiam si iucunda non est, mihi tamen grata est (Cicerón, Epistulae ad Atticum, 3, 24, 2) [glosa: 'pues esta franqueza, si bien no me di-vierte, merece mi gratitud']

(28c) Nobis non sufficit nostra delicta portare, nisi etiam aliorum oneribus prae-grauemus (Verecundo, s. VI, Comentarii super cantica ecclesiastica, 3, 7) [glosa: 'no nos basta acarrear nuestras faltas, sino que tenemos que cargar también con las de otros']

(28d) si supremus ille dies non extinctionem, sed commutationem adfert loci, quid optabilius? (Cicerón, Tusculanae Disputationes, 1, 117) [glosa: 'si el día fi-nal no trae la aniquilación sino un cambio de lugar, ¿qué más puede desear-se?']

[63] Como estamos viendo, si non no se documenta con valores de negación restrictivo-exclusiva ni exceptivos. Sin embargo, su expansión, a costa de los va-lores propios de nisi, comienza en el latín imperial (ya en Ovidio, Valerio Flaco, Juvenal...)33, y se refuerza a través de las traducciones del griego, bajo la influen-cia de εἰ μή 'si no' / άνἐάν μή 'si no', 'sino' (Löfstedt 1936: 31; Ernout & Thomas 1972 [1951]: 384; Orlandini 2001: 166; Galdi 2016: 188; Orlandini & Poccetti 2019: 272). Por ahora, no disponemos de datos para dar cuenta de este proceso de expansión de si non ni del momento en que se documenta por primera vez con va-lores exceptivos o adversativos.

5 Conclusiones y perspectivas

[64] Como acabamos de exponer, el latino nisi, tras una etapa de formación a partir de condicionales negadas 'no si', presenta primero valores adversativos y exceptivos, y solo como extensión secundaria, valores condicionales de tipo res-trictivo o exclusivo, acordes con su posición final preferida, en los que entra en competición con si non.

[65] Si non, por su parte, está reservado a la expresión de condicionales ne-gativas, tanto antepuestas (contrastivas34) como pospuestas (restrictivas más o me-nos fuertes). Es en este segundo ámbito en el que nisi compite con si non, compe-tición que se hace en época clásica a favor de nisi, pero que desde la época impe-rial, y a través del influjo de las traducciones del griego, se invierte y podría haber permitido a si non ocupar los valores antes reservados a nisi, como la excepción y la negación restrictivo-exclusiva. Es esta la situación que reflejarían las lenguas románicas, dando testimonio, por consiguiente, de la antigüedad de este fenó-meno.

33 Bassols de Climent (1992: 432) indica que las interferencias eran frecuentes entre nisi y si non, pero mientras que en época clásica era nisi el que invadía el terreno propio de si non, en época im-perial y decadente se observaría el fenómeno inverso.34 No todas las prótasis condicionales negativas antepuestas son contrastivas, pero este es el tipo que hemos considerado aquí por su vinculación con las prótasis elípticas con si no(n), objeto de nuestro estudio.

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[66] Hay que precisar, sin embargo, que si non conocía ya en latín un uso correctivo escalar, en que no alternaba con nisi. Ello era así porque en las correla-ciones si non... tamen..., si non introducía el elemento que era descartado o más improbable, es decir aquel que no era foco de la oración. Al invadir el terreno de nisi, podrá introducir tanto el término descartado como el término corrector, algo que se ha completado en las correlativas escalares del francés, pero no en español. El valor focal se desarrolla plenamente en los empleos exceptivo y adversativo ex-cluyente.

[67] Por otro lado, el valor adversativo de nisi está bien demostrado: se do-cumenta con valor adversativo restrictivo y excluyente en época arcaica o incluso clásica, con posible gramaticalización de la función excluyente desde el s. VI. Su empleo correctivo en correlaciones escalares, en competición con sed, se docu-menta asimismo en el s. VI. Es necesario ampliar el estudio del comportamiento de nisi y si non entre los siglos III a X para saber si las lenguas romances han po-dido heredar ya un empleo adversativo o si lo han desarrollado autónoma o regio-nalmente. El hecho de que exista o haya existido en castellano, portugués, catalán, occitano, francés antiguo y medio e italiano medieval, apunta en la primera direc-ción.

[68] Es necesario igualmente tener presente la afinidad que se ha destacado, en los estudios tipológicos, entre, por un lado, las funciones adversativas y excep-tivas (Traugott 1997; Charolles & Lamiroy 2007), como reflejan las lexicalizacio-nes de estas funciones en una única forma en algunas lenguas (cf. inglés butan → but), y por otro, entre las condicionales negativas y las exceptivas, a través de su valor restrictivo común (Kortmann 1997: 199-205). Malchukov (2004) propone una función contrastiva para los coordinadores, que relacionaría por un lado los valores adversativos y por otro los correctivos. Sería necesario ampliar el mapa semántico propuesto por este autor, incluyendo las funciones exceptivas, clara-mente ligadas a la función correctiva, pero también a las condicionales negativas, y reconsiderar asimismo la orientación de estas relaciones35. La función disyuntiva asociada a determinados marcadores hipóteticos puede relacionarse con el opera-dor si introductor de alternativas, tanto en su uso condicional como interrogativo indirecto. Por su lado, las condicionales negativas pueden vincularse fácilmente a la función correctiva y contrastiva. La figura 1 intenta dar cuenta de estas posibles relaciones a partir del mapa semántico propuesto por Malchukov (2004), en el que incluimos las condicionales y las condicionales negativas (N_Conditional).

35 Malchukov (2004) sugiere la necesidad de desarrollar el estudio de los vínculos entre las rela-ciones de coordinación y las relaciones de subordinación, como la concesividad, aunque no alude a las funciones exceptivas o condicionales negativas en su relación con la coordinación adversativa.

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Figura 1: Mapa semántico de Malchukov (2004) ampliado (nuestras propuestas en líneas de pun-tos, A = anteposición, P = posposición)

[69] Por otro lado, es fundamental tener en cuenta la posición sintáctica en que pueden producirse determinadas relaciones semánticas, ya que los valores res-trictivos, correctivos y focalizadores de las construcciones que estamos estudiando se manifiestan a partir de su posposición, mientras que en posición inicial, se rela-cionan con funciones semánticas disyuntivas, en la medida en que sirven para in-troducir alternativas, y funciones pragmáticas textualizadoras (introducción de marcos o tópicos alternativos). Nos parece por consiguiente necesario tener en cuenta la doble dimensión sintáctico-semántica de los fenómenos estudiados.

[70] De los datos manejados en este artículo parece desprenderse una susti-tución completa de nisi en todos sus valores por si non ya desde el protorromance, sin que se pueda afirmar, a partir de los datos disponibles, que los valores excepti-vos precedieron a los adversativos excluyentes. Probablemente, ambos estaban ya presentes en época muy temprana y se fueron desvinculando de diferente manera a lo largo del desarrollo de las lenguas románicas históricas36. Queda por indagar

36 Otra cuestión es la de la evidencia tipológica que se ha recogido hasta la fecha para otras len -

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de qué manera pudo producirse la sustitución de una forma por otra, para lo cual es necesario completar el estudio con nuevos testimonios, en particular de los em-pleos de si non bajolatino y sus descendientes protorromances. Es posible que no se consiga, sin embargo, nueva evidencia o evidencia suficiente para esta etapa, ya que, como explica Tarrego Salcedo (2009: 515) refiriéndose a la sustitución de sed por magis:

Del uso de magis en los textos literarios no hay testimonios abundantes, como es ha-bitual en formas que se gramaticalizan desde la lengua hablada, por el simple hecho de que el prestigio que adquirió el latín clásico como lengua de cultura hizo que los autores posteriores siguieran usando por escrito la forma sed incluso en épocas en las que magis debía de estar introducido ya en el habla.

[71] Algo parecido ha podido suceder con nisi, gramaticalizado desde el si-glo VI para expresar funciones adversativo-exceptivas, frente a los descendientes de si non con esa misma doble función en los primeros testimonios romances (s. X para el francés).

[72] Otro tanto cabe decir del desarrollo de sinon - si no antepuestos, cuya función enunciativa y metalingüística se produce asimismo en la lengua hablada, pero que, por ser fenómenos recientes, se podrán rastrear más fácilmente, o eso esperamos, a partir de corpus orales en próximos estudios.

guas, como señala con toda razón uno de los revisores anónimos de este trabajo, al que agradece-mos los acertados comentarios. Efectivamente, el recorrido excepción → adversación se ha docu-mentado en varias lenguas indo-europeas (cf. ing. but, ant. al. suntar 'aparte' → sondern 'sino', el propio español salvo ya comentado) y es el que habitualmente se ha venido defendiendo para el es-pañol sino, como hemos visto. Nuestro trabajo cuestiona la evidencia disponible sobre este proceso para el descendiente del latino si non en las lenguas románicas, en particular para el español y el francés, y aporta nuevos datos para el latín nisi, que ofrece desde la época más antigua valores tan-to adversativos como exceptivos (aunque estos claramente dominantes). A la vista de nuestros da-tos, no podemos por el momento aventurarnos a afirmar o infirmar la hipótesis ontogenética más extendida, que hace derivar la adversación de la excepción y no lo contrario. Téngase en cuenta que si-no(n) ofrece una fuente distinta para la expresión de la excepción, pues no deriva de la idea de 'exterior' o 'extracción' que sí encontramos en ing. but, fr. fors, ant. al. suntar, esp. fuera de, sino de la idea de condición negativa. Es sin duda deseable proseguir la investigación histórica de estos procesos, tanto para las lenguas románicas como para el latín e incluso el griego, así como para otras lenguas no indoeuropeas.

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DOI: https://doi.org/10.25364/19.2021.6.7 ISSN: 2663-9815

Las formas reducidas de facĕre en el noroeste de la península ibéricaConvergencia y divergencia geolingüísticas

Reduced forms of facĕre in the northwestern Iberian peninsulaGeolinguistic convergence and divergence

Francisco Dubert GarcíaUniversidade de Santiago de Compostela

[email protected]

https://orcid.org/0000-0001-7904-322X

Recibido el 20/3/2020, aceptado el 11/6/2020, publicado el 12/10/2021 bajo la licencia Creative

Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

Resumen: El asturleonés, el gallego y algunos dialectos del portugués del noreste se caracterizan por presentar un radical fa- en la 2SG, 3SG y 3PL del presente de indicativo y en la 2SG del impera-tivo del verbo facer/fazer/faer/fer. Estas formas aparecen también en las mismas personas del pre-sente de indicativo del aragonés y del catalán (aunque no en la 2SG de su imperativo). En este tra-bajo se defiende que todas estas formas tienen un origen común en una variedad italogálica del la-tín vulgar. Para explicar su distribución en el paradigma verbal se echa mano de la noción de mor-foma. Con esta contribución pretendo demostrar cómo la historia (en este caso, el contacto lingüís-tico y geográfico) puede ayudarnos a seleccionar una hipótesis de explicación diacrónica.

Abstract: Asturian, Galician as well as some dialects of Northeast Portuguese characteristically present the root fa- in the 2SG, 3SG and 3PL of the present of indicative and in the 2SG of the imper-ative of the verb facer/fazer/faer/fer. These forms also appear in the same persons of the present of indicative of Aragonese and Catalan (although not in the 2SG of their Imperative). This paper takes the stance that all these forms have a common origin in an Italo-Gallic variety of vulgar Latin. To explain their dispersion in the verbal paradigm, the notion of morphome is used. The contribution shows how history (in this case, linguistic and geographical contact) can help us to identify a pos-sible diachronic explanation.

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Dubert García Las formas reducidas de facĕre

1 Introducción1

[1] En la discusión que seguía a la presentación de una comunicación de Helmut Lüdtke, Kurt Baldinger comentó que:

Je suis très content que M. Lüdtke ait mis, dans grammaire historique, le mot histo-rique entre guillemets. Il faut, en effet, bien distinguer entre les deux oppositions synchronique vs. diachronique et historique vs. ahistorique. Historique veut dire 'thématisation de l'histoire, de l'homme dans l'histoire' ; donc il peut y avoir une « synchronie historique », si p.ex. je fais un travail qui s'occupe de l'homme à l'époque actuelle, ou à un certain moment donné. De l'autre côté il existe des travaux diachroniques-ahistoriques, p.ex. les travaux concernant la chronologie relative, car il n'y aucune relation directe avec l'homme qui parle ; si je dis : tel phénomène a eu lieu avant tel autre, ceci peut s'être produit à n'importe quelle époque. Même s'il s'agit d'un phénomène isolé, il n'y a pas de thématisation de l'élément humain. (Lüdtke 1982: 295)

Vemos clara aquí una oposición entre lo histórico (social) y lo diacrónico (lingüís-tico) en el estudio de la lengua. Podemos describir la evolución del sistema vocáli-co latino fuera de todo contexto extralingüístico; podemos situar un cambio en un momento del discurrir del tiempo o con respecto a otro cambio. Con todo, estas descripciones no son históricas en el sentido de Baldinger, pues nada refieren de la acción del ser humano como ser social ni muestran cómo esto influye en el cambio lingüístico. Descripciones así son solo explicaciones parciales. Si efectiva-mente se quiere explicar la distribución geográfica de los sistemas vocálicos ro-mances, se debe hacer su historia, pues se tendrá que hablar también de comuni-dades sociales que aceptan o rechazan cambios, o que se definen por cómo mane-jan las innovaciones. La sociolingüística variacionista clásica llama comunidad de habla al conjunto de hablantes que no solo comparten rasgos lingüísticos, sino también juicios y valoraciones sobre esos rasgos (López Morales 1989); estas co-munidades (u otras, como las redes sociales de Milroy 1992) son ya elementos de la historia, pues contemplan los hechos en su medio social.

[2] Un elemento fundamental de la historia de las comunidades son los con-tactos que surgen entre ellas y entre sus lenguas (realmente, entre sus hablantes). Las comunidades de habla romance en la península ibérica no están aisladas, ni ja-más lo han estado. Las comunidades que contactan entre sí tienden a compartir rasgos culturales; y entre los elementos culturales intercambiados están sus len-guas y los rasgos individuales que las constituyen, así como las valoraciones so-ciales que acompañan a esas lenguas y a esos rasgos. Algunos investigadores tien-den a ver las lenguas solo como estructuras equilibradas en las que todo se sostie-

1 Trabajo realizado con la ayuda ED431C 2021/20 (Xunta de Galicia / FEDER) dentro del proyec-to PGC2018-095077-B-C44 (MCIU). Mi gratitud a Xulio Sousa por su ayuda en la confección del mapa; gracias también a las editoras del número temático y a los revisores anónimos por su ayuda a mejorar la versión original de este trabajo.

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ne y como conjuntos de elementos que se definen por las oposiciones que se esta-blecen entre ellas dentro de cada variedad; muchas veces se cree que los cambios en estas estructuras se pueden explicar solo prestando atención a las estructuras en sí. Sin embargo, atender a los factores históricos puede no solo ayudar a la expli-cación formal diacrónica, sino que puede también ayudar a escoger como más co-rrecta o, al menos, como más convincente, una de entre varias hipótesis diacróni-cas alternativas (Coseriu 1978).

[3] El estudio del contacto lingüístico nos ha enseñado que las variedades lingüísticas pueden intercambiar construcciones que incluyen materia (sonidos, morfos, palabras...), o construcciones que incluyen solo estructura, esquemas gra-maticales (Gardani, Arkadiev & Amiridze 2015). Como resultado de estos inter-cambios, las variedades en contacto tienden a converger; o, mejor dicho, los ha-blantes de variedades en contacto las hacen converger (Hock 1991; Winford 2003).

[4] Hasta hace poco, los estudios dialectales gallegos solo se preocupaban de establecer fronteras, bien entre sus variedades internas, bien entre las lenguas románicas con las que el gallego está en contacto; era una dialectología variety-based y no item-based (Hudson 1996: 48). Un ejemplo claro son los problemas que levanta la adscripción del gallego hablado en Asturias (Dubert García 2019). Teniendo en cuenta que gallego, portugués y asturleonés son lenguas que siempre han estado en contacto geográfico, resulta extraño que se pretenda hacer diacro-nía de estas lenguas sin tener presentes las relaciones históricas que mantienen con sus vecinas, sin atender a los contactos y a sus consecuencias, a las conver-gencias, ya sean elementos, ítems, en los que se comparte materia, ya sean ele-mentos en los que solo se comparte estructura. Dubert García (2017) ha mostrado cómo gallego y asturleonés han tendido a converger, a compartir rasgos a lo largo de su historia, conformando un área geolingüística que permite, por lo menos en cuanto a esos rasgos, agrupar estas dos lenguas frente al castellano y al portugués; y, al revés, como castellano y portugués han convergido en otros aspectos en los que se separan del gallego y asturleonés.

[5] El presente trabajo ilustra los problemas que pueden surgir al separar el estudio de las variedades lingüísticas de su historia, esto es, de las relaciones so-ciales, económicas, demográficas que existen entre sus hablantes. En este estudio me detendré, pues, no solo en la diacronía, sino también en la historia de las for-mas verbales que contienen un radical reducido en el verbo facer/fazer/faer/fer/hacer. Pretendo demostrar cómo un estudio que abarque todos los dialectos romá-nicos del norte de la península ibérica puede ofrecer una hipótesis diacrónica más ajustada que explique su presencia aparentemente aislada en gallego y asturleonés. En la Figura 1 muestro un mapa que ilustra la distribución del radical reducido fa- en la 3SG del presente de indicativo de facer/fazer/faer/fer/hacer; los datos, par-ciales (pues no se han digitalizado todavía todos los cuadernos), están tomados del ALPI-CSIC.

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de varios sustantivos (scriptor, scriptura, scriptio), pero no, por ejemplo, en el participio presente (scribens).

[7] Maiden (2018) ha explorado este tipo de unidad en el verbo románico y ha mostrado la existencia de dos tendencias en los morfomas que afectan a sus formas. En virtud de la coherencia (Maiden 2001: 444), cualquier modificación que afecte a un radical morfómico en un contexto de su distribución se extenderá a todos los otros contextos que ocupe ese radical: el radical /fi /ʒ/ de la 1SG del pre-térito perfecto de indicativo del verbo gallego fazer 'hacer' (hoy fixen) se extendió a todo el pretérito perfecto de indicativo, al pluscuamperfecto de indicativo, al pretérito de subjuntivo y al futuro de subjuntivo; Maiden (2001) denomina patrón PYTA (de Pretérito Y Tiempos Afines) al conjunto de estas formas. En virtud de la convergencia (Maiden 2001: 447), las formas de los radicales morfómicos de di-versos verbos pueden ir adquiriendo parecidos de familia2, de modo que se van di-ferenciando de los alomorfos de los otros radicales de sus propios lexemas verba-les (uso lexema en el sentido de Matthews 1991): la consonante postalveolar de fixen resultó de la analogía con otras formas PYTA de los verbos irregulares: quixen, dixen, puxen, trouxen (Dubert [García] 2014).

[8] Otro patrón morfómico aparece en algunos verbos gallegos de la segun-da y la tercera conjugaciones con un radical irregular en la 1SG del presente de in-dicativo y en todo el presente de subjuntivo. Así, moer 'moler', roer, doer 'doler', caer, traer, saír 'salir', oír presentan en esas celdas un radical terminando en semi-vocal palatal: cai-o, cai-a, roi-o, roi-a; caber y parir presentan, a modo de infijo, una semivocal palatal incrustada en el interior de sus radicales: caib-o, caib-a; va-ler presenta un radical acabado en consonante palatal: vall-o, vall-a; ver presenta un radical acabado en una consonante postalveolar: vex-o, vex-a; dicir 'decir' y fa-cer 'hacer', en una consonante velar: fag-o, fag-a, dig-o, dig-a; pór 'poner', ter 'te-ner', y vir 'venir', en nasal palatal: poñ-o, poñ-a, teñ-o, teñ-a, veñ-o, veñ-a; seguir, servir, sentir, ferir 'herir' y mentir presentan una vocal radical alta: sig-o, sig-a. Maiden (2018) denomina L a este patrón3.

[9] Los morfomas también aparecen en la distribución de los radicales ver-bales con supleción fuerte4. Por ejemplo, en algunas lenguas románicas Maiden

2 Tomo la noción de parecidos de familia de Dubert [García] (2014), quien a su vez la toma de La-defoged & Maddieson (1996: 245): «Each member of the rhotic class resembles some other mem-ber with respect to some property, but it is not the same property that constitutes the resemblance for all members of the class».3 Algunos verbos se adaptan solo parcialmente a este patrón: querer, poder o saber solo presentan la semivocal palatal en el radical del presente de subjuntivo (queir-a, poid-a y saib-a).4 Por supleción fuerte entiendo el resultado de combinar radicales procedentes de diferentes lexe-mas verbales como expresión de un mismo lexema verbal. Al contrario, en la supleción débil los alomorfos de un paradigma están relacionados por medio de procesos fonológicos históricos; esto sucede en gallego, por ejemplo, cuando encontramos el radical vall- en el patrón L del verbo valer y val- en el resto del paradigma; la forma vall- proviene de una yod en contacto con una lateral al-veolar latina.

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(2018) detecta un patrón N, que abarca las formas rizotónicas del presente de indi-cativo, del presente de subjuntivo y del imperativo. En italiano, el verbo andare 'ir' combina, con supleción fuerte, restos de vadĕre y ambulare, tal y como se muestra en la tabla 1: los primeros aparecen en las celdas de N; los segundos, en el resto:

Presente de indicativo Presente de subjuntivo Imperativo

1SG vado vada

2SG vai vada va, vai

3SG va vada

1PL andiamo andiamo

2PL andiate andiate andate

3PL vanno vadano

Tabla 1: Ilustración del patrón morfómico N en el verbo italiano andare 'ir'

Veremos que este hecho será determinante en el origen de la distribución de las formas verbales objeto de este trabajo.

3 El patrón L→N en el verbo gallego facer 'hacer'

[10] En las hablas gallegas, la cantidad de variación dialectal en el radical del tema de presente del verbo facer no es desdeñable (Fernández Rei 1990: 95-96). En la tabla 2, ofrezco algunos modelos de conjugación de los dialectos galle-gos. Un simple análisis de los datos de la tabla muestra que a lo largo del territorio de habla gallega encontramos en el paradigma de facer una gran homogeneidad en la expresión de las celdas correspondientes a las 2SG, 3SG y 3PL del presente de indicativo y a la 2SG del imperativo, pues todas las hablas comparten un único ra-dical fa-: fa-s/fa-is, fa-i y fa-n/fa-in. Las diferencias se reducen solo a la presencia (o ausencia) de una vocal palatal a la derecha del radical que acostumbra a ser considerada vocal temática5.

5 Las segmentaciones morfológicas están tomadas de Álvarez Blanco, Monteagudo Romero & Re-gueira Fernández (1986: 326) y de Santamarina (1974: 42). La letra <i> en fais, fai, fain en algu-nos dialectos puede representar [e], quizás asilábico.

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Dubert García Las formas reducidas de facĕre

G-E C.17 P.33 O.31 L.29 L.1 A.4

Infinitivo

facer facer faer faguer facer facer fer

Presente de indicativo

1SG fago fago faio fago fago faigo fago

2SG fas fais fais fas fais fas fais

3SG fai fai fai fai fai fai fai

1PL facemos facemos faemos faguemos facemos facemos femos

3PL fan fan fain fan fain fan fain

Imperativo

2SG fai fai fai fai fai fai fai

2PL facede facede6 faei faguei facei facede fede

Presente de subjuntivo

1SG faga faga faia faga faga faiga faga

Imperfecto de indicativo

1SG facía facía faía faguía facía facía fía

Futuro de indicativo

1SG farei facerei facerei farei, faguerei farei, facerei facerei farei, feire

Tabla 2: Verbo facer. Modelos de conjugación en algunos dialectos gallegosG-E = gallego estándar; C.17, P.33, O.31, L.29, L.1 y A.4 son puntos de ALGa 1, 2. Las formas

dialectales fueron obtenidas de los mapas 254, 255, 256, 257, 258, 267, 270 y 271 de ALGa 1, 2.

[11] Mientras tanto, la mayor diversidad dialectal la encontramos en el resto de las formas: en la expresión de las celdas de la 1SG de los presentes de indicati-vo y subjuntivo (que representan al patrón L) aparecen los radicales fag-, faig- y fai-; en las correspondientes a la 1PL del presente de indicativo, la 2PL del impera-tivo y al infinitivo encontramos fac-, fa-, fag- y f-; y en las correspondientes futuro de indicativo están fa-, fac-, fag- y fei-. Nótese que las formas tipo f-er, f-emos, f-ede de A.4 tienen todas vocal media cerrada /e/, por lo que no parecen resultar de una contracción de /a/ + / e/ (que da en gallego / /; Mariño Paz 2017: 276-280).ˈe/ (que da en gallego /ˈɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280). ˈe/ (que da en gallego /ˈɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280).ɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280).

[12] Realmente, las formas fas/fais, fai, fan/fain están también sometidas a un patrón morfómico cuya distribución ocupa las celdas de las 2SG, 3SG y 3PL del presente de indicativo y de la 2SG del imperativo. Ya Santamarina (1974) había identificado este patrón en el tema de presente al segregar un T[ema]1, por oposi-ción al T[ema]2, conformado por todas las formas arrizotónicas del tema de pre-sente, salvo las 1PL y 2PL del presente de subjuntivo.

[13] Este morfoma implica que en las formas de palabra de estas celdas en-contraremos generalmente el mismo radical, fa-. Siguiendo a O'Neill (2011: 115), denominaré L→N (patrón L- domina a N-). Según O'Neill (2011: 115), L→N es

6 En C.17 las formas de la 2PL del imperativo son facede y facé (dada como muerta).

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Dubert García Las formas reducidas de facĕre

una versión reducida de N (constituido, recordemos, por la 1SG, 2SG, 3SG y 3PL de los presentes de indicativo y de subjuntivo, y por la 2SG del imperativo). O'Neill (2011) interpreta L→N como la superposición de L a N. De esta manera, las cel-das de N que no se solapan con las de L no se ven afectadas por este último y mantienen sus formas. Por esta razón, mediante el patrón L, todo el presente de subjuntivo comparte su radical con la 1SG del presente de indicativo, mientras que las 2SG, 3SG y 3PL del presente de indicativo y la 2SG del imperativo acaban por conformar L→N, en el que aparece la raíz reducida fa.

[14] Existen otros verbos que presentan formas especiales en el patrón L→N. Pensemos en formas verbales como pós, pon, pon de pór/poñer 'poner' (frente a poño, poña, poñemos)7; has, ha/hai, han de haber (frente a hei, haxa, ha-bemos); dis, di, din de dicir (frente a digo, diga, dicimos). Relacionadas con estas, están otras formas con acentuación oxítona en L→N: dás, dá, dán de dar (frente a dou, dea); estás, está, están de estar (frente a estou, estea); traes/trais/tras, trae/trai, traen/train/tran de traer (frente a traio, traia); vas, vai, van de ir (frente a imos, ides, vaia)8.

4 Las formas cognadas en otros dialectos románicos peninsulares

[15] Ahora bien, como se puede apreciar en los ejemplos de la tabla 39, las formas reducidas fa- no son exclusivas del gallego, pues aparecen en las celdas cognadas de otras variedades lingüísticas norteñas de la península. Nótese que en catalán y aragonés encontramos fa- en el presente de indicativo fas, fa, fan; Miral (2005-2006) recoge fa para la 2SG del imperativo en el dialecto cheso. García de Diego (1959: 304) ofrece también fas para la 2SG del imperativo catalán.

7 En la mayoría de los dialectos, poñer, ter y vir están rompiendo con L→N y escapando del pa-trón morfómico, pues han creado para la 3PL del presente de indicativo unas formas poñen, teñen y veñen, analógicas de poño, teño y veño. Estas formas no se extienden a la 2SG, 3SG del presente de indicativo ni a la 2SG del imperativo. Por esta razón debemos entender que estos patrones confor-man tendencias, fuertes, pero solo tendencias, y no restricciones inviolables.8 A estos se podrían añadir otros verbos como ler 'leer', ver, rir 'reír', con un radical le-, vex- y ri- en L (leo, vexo, río) y radicales l-, v- y r- en el resto (les, ves, ris; salvo el participio visto de ver). A mi juicio, estos parecidos de familia refuerzan los patrones L y L→N mediante un aumento en la frecuencia del tipo (véase Bybee 2001: 10, que define type frequency como «the dictionary fre-quency of a particular pattern», i.e., el número de palabras en las que aparece el patrón).9 Los datos fueron tomados de Alvar (1953), ALLA (2001: 210), Andrés Díaz (2013), Badia i Margarit (1947), Cano González (1981), García de Diego (1959), Miral (2007), Moll (1952), Na-gore (1989), Rodríguez Castellano (1954) y Zamora Vicente (1967).

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Asturleonés Aragonés Catalán

Infinitivo

facer, fader, faer, fer fer, fe, far faer, fer10

Presente de indicativo

1SG faigo, fago foi, fago, faic, fo, fego faç, faig, fai

2SG fais, faes fas, faces fas

3SG fai fa, face fa

1PL facemos, fademos, faemos, femos facemos, femos, fem faem, fem, feim

3SG fan, fain, faen, fainin fan, facen fan

Imperativo

2SG fai fé fa, fas

2PL facede, fadéi, facéi, faéi, fede fez fé, fés

Imperfecto de indicativo

1SG facía, faía, fía febay, feba, febe fahia, feia

Futuro de indicativo

1SG fairei, fairé, farei, fadré faré, feré faré

Tabla 3: Verbo facer/faer/fer. Modelos de conjugación en dialectos asturleoneses, aragoneses y ca-talanes

[16] Encontramos también fa- en L→N en dialectos portugueses de Trás-os-Montes, donde Leite de Vasconcelos recogió fais, fai, faĩ/fâim/fanem (Diéguez González 2009: 51-56). Del mismo modo, estas formas aparecen en la Fala de Cá-ceres, donde Costas González (1992: 106) registra fago/faio para la 1SG del pre-sente de indicativo, fer/ficer para el infinitivo y fas/fais, fai, facen/fain/faien para las 2SG, 3SG y 3PL del presente de indicativo. Es muy importante recordar que es-tos dialectos cacereños de la Fala son el resultado de una variedad «levada por co-lonos galegos que foron implantados polo rei Alfonso IX de León e Galicia» (Costas González 1992: 85; Costas González 2007; Cintra 1959) en esta región de Cáceres a comienzos del siglo XIII.

[17] Con todas estas hablas contrastan los dialectos castellanos, que presen-tan haces, hace, hacen en el presente de indicativo y haz 2SG, haced 2PL en el im-perativo; y la mayoría de los dialectos portugueses, que presentan fazes, faz, fa-zem y faz.

[18] En definitiva, salvo los castellanos y la mayor parte de los portugueses, todos los dialectos del norte de la península muestran un radical fa- en la 2SG, 3SG y 3PL del presente de indicativo; los dialectos del noroeste (gallegos, asturianos y algunos portugueses) y, quizás, la Fala de Cáceres (de origen norteño) también presentan un radical fa- en la 2SG del imperativo. Además, en los dialectos romá-

10 Según García de Diego (1959: 258), far aragonés es un infinitivo antiguo; lo mismo para el ca-talán faer y faem, según Moll (1952: 254).

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nicos de la península, incluidos los portugueses y los castellanos, encontramos fa- en el futuro.

5 Hipótesis sobre el origen del radical fa- en la lingüística gallega

[19] García de Diego (1909: 38, 39, 139-140) considera que fas/fais, fai, fan/fain resultan de la caída de una / / intervocálica que, a su vez, es resultado deɡ/ intervocálica que, a su vez, es resultado de la sonorización de la /k/ del étimo latino: facis → fagues → faes → fais, fas. Porto Dapena (1977: 89) sitúa en latín vulgar la pérdida del segmento resultante de la palatalización y sonorización de facĕre y dīcĕre, lo que según él dio origen a «las formas antiguas far 'hacer' ( f a c e r e ) y dir 'decir' ( d i c e r e )». De estas anti-guas far y dir parecen provenir las formas del futuro de indicativo y el condicional y, quizás, las del patrón L→N. Ningún lingüista gallego posterior parece haber se-guido estas explicaciones.

[20] Santamarina (1974) es el autor de las hipótesis hoy canónicas. En su propuesta baraja diferentes explicaciones que no se excluyen y en las que reanáli-sis, analogía y nivelación11 deben jugar algún papel. Así, para él, las fuentes de las formas reducidas de facer pueden ser un imperativo fai ← *fa ← fac12; a partir de él, por nivelación, aparecerían las formas fas/fais y fan/fain; o bien, la analogía con las mismas personas de haber: has, ha, han. Además, incluye que, por la pro-pia

mecánica fonética: ant. [fádze] → faz (Cfr. CRUCE → cruz) de donde resultaría que -z se interpretaría como característica personal, que, por lo insólita, fue sustituida por la característica habitual -e [- ] (i] ( fai), que no es otra cosa que la VT + el SNP Ø. Por idéntico mecanismo: faces (o [fadzes]) → fais. (Santamarina 1974: 42)

Es difícil ver un «idéntico mecanismo» fonético que conduzca de fazes a fais o de fazen a fan: fazes y fazen eran formas integradas, con su radical faz- mayoritario, su vocal temática y sus sufijos regulares -s en 2SG y -n en la 3PL. Todo lo más, las formas fais y fain podrían resultar de nivelaciones a partir de fai (aunque la mayo-ría de los dialectos gallegos presentan fai, pero fas, fan). En todo caso, es intere-sante destacar que para Santamarina (1974) la base primigenia fuese [fadz] o [faθ], pues esto sitúa el fenómeno bien mientras existían las africadas coronales], pues esto sitúa el fenómeno bien mientras existían las africadas coronales (origen medieval), bien tras la aparición de la fricativa dental (origen moderno); esto nos muestra que Santamarina (1974) establece un origen románico para las formas13.

11 Siguiendo a Rini (1999) distinguiré entre analogía, cuando las formas de palabra de un lexema influyen en las formas de palabra de otro; y nivelación, cuando una forma de palabra de un lexema influye sobre otras formas de palabra de ese lexema.12 Según Williams (1975 [1938]), aparece un imperativo fa en el Livro de falcoaria de Pero Men-ino. Este sería un resultado natural del fac latino.13 También resulta importante recordar que lo que Santamarina (1974) describe es el gallego del

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[21] Los autores de ILG & RAG (1982: 100) siguen a Santamarina (1974), pues indican que la evolución fonética regular de la 3SG del presente de indicativo produciría *fas, «unha terceira persoa insólita, pois acababa en -s»; lo mismo para la 2SG del imperativo; ahora bien, la /s/ apical final de faz solo podría aparecer en parte del occidente de Galicia en era moderna, pues en el resto del territorio la an-tigua africada alveolar evolucionó a fricativa lámino-alveolar y, de ahí, a fricativa dental (Fernández Rei 1990). ILG & RAG (1982: 100) menciona como otro factor coadyuvante la forma farei del futuro de indicativo, donde «hai unha segunda raíz fa- (frente ó faz- esperado)»; con todo, ILG & RAG (1982) no explica el origen de fa- en farei/faría. ILG & RAG (1982: 100) también menciona la influencia de ha-ber, verbo que se considera «semanticamente afín» a facer. Finalmente, sus auto-res dicen que en la zona oriental las formas correspondientes del verbo poñer 'po-ner', «seguindo a proporción fai = poi ('el pon')», inspiraron «as formas analóxicas fais (= pois) e fain (= poin)» (ILG & RAG 1982: 100), se supone que a partir de unas más antiguas fas, fan explicadas por los mecanismos anteriores.

[22] Realmente, las formas fais, fain abarcan en el territorio de habla gallega una extensión muy superior a las formas poi 'pone' (ALGa 1, 2, mapa 318), pues aparecen en puntos en que poi ni existe ni posiblemente haya existido jamás. Así, aunque poi aparece en un reducido puñado de hablas del este de Lugo, todo el res-to del gallego oriental, que presenta una forma pon en el 3SG en el presente de in-dicativo, usa:a) fais, pois 'pones', teis 'tienes', veis 'vienes' en la 2SG del presente de indicati-

vo de facer/faer/fer, poñer/pór, ter y vir (ALGa 1, 2, mapas 317, 371, 405);b) fain, poin 'ponen', tein 'tienen', vein 'vienen' en la 3PL del presente de indica-

tivo de facer/faer/fer, poñer/pór, ter y vir (ALGa 1, 2, mapas 321, 374, 408).[23] Por otra parte, el suroeste de Pontevedra usa fais, fain en faer (ALGa 1,

2, mapas 255, 257), pos/pons/pois 'pones' en la 2SG, pon (no poi) en la 3SG del presente de indicativo y pon/poñen 'ponen' en la 3PL (sin poin, ALGa 1, 2, mapas 317, 321); tes/teis 'tienes', ten/teñen 'tienen' (sin tein, ALGa 1, 2, mapas 371, 374) y vés/ves/veis 'vienes', pero vén/veñen (prácticamente sin vein, ALGa 1, 2, mapas 405, 408).

[24] Finalmente, la costa noroeste coruñesa usa fais, fan, pero pos, pon, pon/poñen, tes, ten, ten/teñen, vés, vén, vén/veñen (sin fain, pois, poin, teis, tein, veis, vein). Esto parece indicar que en gallego no se necesitó pois, poi, poin, veis, vein, teis, tein para producir fais, fai y fain. En todo caso, creo que resulta más ilu-minador que las formas fais/faes, fai, fain/faen aparecen también por todo el terri-torio contiguo de habla asturleonesa, en el que nunca cayó la -n- intervocálica ni se generaron formas como pois, poi, poin, teis, tein, veis, vein que sirviesen de apoyo a la analogía.

Val de Suarna, no el gallego estándar, que no existía en 1974; en este dialecto, las formas de futuro de indicativo que recoge para facer son regulares, facerei, con radical fac-, por lo que no tiene que preocuparse de establecer una relación entre fais, fai, fain y farei.

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[25] A modo de nota, cabe recordar que ILG & RAG (1982: 97) explica las formas dis, di, din del verbo dicir, también incluidas en el patrón L→N, por ana-logía con el presente de indicativo del verbo dar (dás, dá, dan), y no por analogía con haber (como hacían con fas, fai, fan). Indican también la importancia del se-seo posnuclear (Fernández Rei 1990) en la evolución de diz, 3SG del presente de indicativo y 2SG del imperativo. Así, tras la desafricación del segmento en coda de la forma diz, esta «quedaba convertida en *dis, que foi interpretada como di + -s, cunha desinencia -s insólita nunha terceira persoa; por iso foi reducida a di (isto é, di + Ø)». En todo caso, un imperativo di de 2SG existía ya en el habla medieval, que, según Williams (1975 [1938]: 227), procedía de dīc latino. La explicación de ILG & RAG (1982) acaba con una acotación interesante: «non é, sen dúbida, ca-sual que as formas dis, di, din aparezan na área de seseo final (hoxe propagadas contra oriente) e dices, dice, dicen onde non o hai» (ILG & RAG 1982: 97). Se da a entender, pues, que dices, dice, dicen parecen elementos conservados de formas más antiguas, resultados de los medievales dizes, diz, dizen.

[26] ILG & RAG (1982) tampoco menciona ni el futuro de indicativo direi ni el condicional diría, que existen por todo el territorio gallego al lado de farei, faría, con sus radicales di- y fa-, respectivamente. Tampoco menciona que fas/fais, fai y fan/fain aparecen en todo el oriente, donde no pervivieron formas tipo fazes, faz, fazen (mientras que, a pesar de los mismos condicionamientos fonéticos y gramaticales, sí se conservaron dices, dice, dicen).

[27] Ferreiro (1995) pone en relación los presentes de indicativo de facer y dicir, y además recombina las explicaciones de Santamarina (1974) e ILG & RAG (1982): las formas reducidas de dicir (Ferreiro 1995: 323) son fruto de un reanáli-sis y reinterpretación de la 3SG del presente de indicativo /dis/ ← /dits/: la /s/ final se reanaliza como exponente de la 2SG, la raíz /di/ como exponente de la 3SG del presente de indicativo y de la 2SG del imperativo y, sobre /di/, se crea /diN/ para la 3PL del presente de indicativo. No excluye Ferreiro (1995) influencias de dás, dá, dan o de vas, vai, van (de ir).

[28] En nota a pie de página indica que «sería excesivamente forzada unha explicación foneticista do tipo dizes → *diz's → dis» (Ferreiro 1995: 323, n. 416). Del mismo modo, Ferreiro (1995: 326) considera que las formas reducidas del pa-trón L→N en facer «non teñen explicación fonética clara e deben explicarse a par-tir do paradigma moderno de dicer, e tamén con posíbel influencia do Presente de haber ou, mesmo, de ir». Ahora bien, las formas reducidas de facer ocupan todo el territorio de habla gallega y asturiana, mientras que las formas reducidas de di-cir solo dominan el occidente gallego (en Asturias también se recoge dices, di-cen). De hecho, fais, fain tienden a aparecer en áreas similares a dices, dicen (ALGa 1, 2, mapa 234): el oriente y la zona suroccidental.

[29] Ferreiro (1995) considera que todas estas formas reducidas de facer y dicir resultan de evoluciones modernas, a pesar de que existen pruebas de la des-africación de /ts/ en coda ya en siglo XIII (Mariño Paz 2017: 344).

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[30] Finalmente, Ferreiro (1995: 324) ofrece dos hipótesis diferentes para el origen de fa- y di- en futuro de indicativo y en el condicional de facer y dicir (fa-rei, faría y direi, diría). En la primera hipótesis, las formas de estos dos tiempos en dicir «parecen remeter, en principio, a unha base formada con *DĪRE, talvez in-ducida polo imperativo DĪC (o mesmo que *FARE, no canto de FACĔRE): *DĪRE-AĬO → direi, etc.». En una nota a pie de página Ferreiro (1995: 328, n. 418) cita a Grandgent (1952 [1907])14 y señala que «isolada e marxinalmente no territorio ga-lego rexístranse, así e todo, una forma far (utilizada por M. Sarmiento na redac-ción das súas coplas) e dir, hipotéticos restos da terceira conxugación latina». Efectivamente, el ALGa 1, 2 recoge el infinitivo dir y la 1PL del presente de indi-cativo dimos en L.36a (mapas 242, 235) y un infinitivo far en O.15 (mapa 271); y Sarmiento usa a veces far (Mariño Paz 1995: 74, n. 228). Sabemos también que far aparece en catalán, en aragonés y leonés antiguos.

[31] En su segunda hipótesis, quizás siguiendo a Nunes (1989 [1919]: 319-321)15, a Menéndez Pidal (1985: 323) y a Mariño Paz (1995), Ferreiro (1995: 324) indica que estas formas también se pueden «explicar foneticamente por meio dun proceso de asimilación regresiva -z'r- → -r- (*DĪCĔRE-AĬO → dizerei → direi)», producido tras la caída de la vocal temática pretónica. Así es como efectivamente se produjeron futuros como verrei 'vendré', porrei 'pondré', ferrei 'heriré', salrei 'saldré'. Nótese que en todos estos casos, la consonante rótica es vibrante [r] y no batida [ ] (Lüdtke 1953: 320) como en el caso de ɾ] (Lüdtke 1953: 320) como en el caso de farei y direi. El español medie-val registra formas dizré o dizdré al lado de diré (Menéndez Pidal 1985: 324).

[32] Finalmente, Mariño Paz (2019) considera que tanto fas, fai, fan como dás, dá y dan de dar influyeron en la creación de dis, di, din de dicir (al revés que Ferreiro 1995). Para Mariño Paz (2019), fas, fai, fan se crearían por analogía con has, ha, han de haber. Importante es reseñar que, sobre las formas del verbo dicir, Mariño Paz (2019: 97) nos informa de que «non teño noticia de ningún rexistro medieval das variantes preponderantes no galego de hoxe (dis, di, din)»; sobre las formas de facer recogidas en textos medievales nos dice que:

Da P2 fas non podo achegar ningún testemuño medieval; é certo que unha insólita P2 faes aparece unha soa vez en lugar de fazes nunha cantiga do trobador portugués Joan Soarez Coelho, mais cómpre reparar en que resulta sospeitosa porque está forzada pola necesidade de facela rimar con desiguaes (cf. GLOSSA). Da P6 fan hai unha posible ocorrencia nun documento de 1348 (CDMACM) e dúas noutro de 1491 (SVP), mais non as lin persoalmente, senón que simplemente as recollín no TMILG,

14 Grandgent (1952 [1907]: 246-247) sostiene que al lado de facĕre existía seguramente *fare, for-ma fuertemente influida por dare y stare. Para su presente de indicativo propone formas latinovul-gares como facio, *fao, *fo; face(s), *fais, *fas; face(t), *fait, *fat; fácimus, *faimus, *famus; fáci-te(s), *faitis, *fate(s); faciunt, *faunt, *fant.15 Nótese que también Nunes (1989 [1919]: 277) duda, pues en otra parte de su gramática afirma que «da terceira conjugação latina parece haver vestígios em português apenas nos infinitivos dir, far e trar, que entram na formação do futuro e do condicional dos verbos dizer, fazer e trazer».

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de modo que non estou certo da súa real existencia. Pasa o mesmo cunha P3 fay de 1456 e con outra de 1468 que aparecen en BMSEH. No CGC lese un fai nun poema que se pode datar entre 1390 e 1454 («Si dos ojos vejo | que me fai nemiga, | conven que le diga | mi desejo», cf. TMILG), mais o alto grao de hibridismo lingüístico galego-castelán que caracteriza a peza obriga a considerar con desconfianza este testemuño. (Mariño Paz 2019: 98)

Que se pueda usar faes en rima con desiguaes solo nos muestra la disponibilidad de faes en el repertorio lingüístico para efectuar esta rima; y el hibridismo lingüístico gallego/castellano solo nos muestra que el autor conocía una forma fai, que no pertenece al castellano16.

[33] Es posible que la preferencia de Mariño Paz (1995) y de Ferreiro (1995) por la explicación foneticista de Nunes (1989 [1919]) y Menéndez Pidal (1985) para el origen de farei, faría se deba a que, de este modo, no precisarían ningún étimo *fare para ninguna de las formas del paradigma de facer; si así fuese, todas las ocurrencias de fa- (en el patron L→N, en el futuro y en el condicional) serían debidas a evoluciones modernas, de modo que *fare no tendría que jugar ningún papel en el origen de fas/fais/faes, fai/fae y fan/fain/faen.

[34] Como vemos, el origen de fa- ha sido explicado en la lingüística galle-ga solo desde una perspectiva diacrónica, formal, que atiende a los elementos in-ternos de la lengua y no presta atención a los factores históricos. Todos los traba-jos proponen, además, un origen moderno del radical fa-. En ningún trabajo se ha prestado atención al hecho que de los dialectos asturleoneses o portugueses pre-senten el mismo radical fa- en las mismas celdas L→N del verbo faer/fer/fader/fazer/facer; tampoco se ha prestado atención a que la Fala de Cáceres presente el radical fa- (a pesar de que las variedades gallegoportuguesas de la Fala resulten de un antiguo gallego trasplantado a Cáceres a principios del XIII). Por lo tanto, mu-cho menos cabría esperar que se atendiese a la presencia de este radical en el ara-gonés o en el catalán en esa misma posición.

6 Hipótesis sobre el origen de fa- en portugués, asturleonés, aragonés y catalán

[35] Tras repasar cómo en la lingüística gallega se ha explicado la existencia de fa- en el patrón L→N, el futuro de indicativo y el condicional, es momento de revisar cómo se explica su origen en las tradiciones lingüísticas vecinas.

[36] El DCECH (s.v. hacer) informa de que la primera documentación ibe-rorrománica de hacer es fere en las Glosas Emilianenses; informa también de que «tienen gran extensión en castellano arcaico las formas del infinitivo fer y far». Para sus autores, far «se explica por una abreviación *fare del latín coloquial tar-dío, que es responsable asimismo del it. fare, y que ha dejado huella permanente

16 Maia (1986: 788-796) no recogió en los documentos que analiza formas tipo fas, fai, fan, ni in-finitivos far, fer, por lo que no ofrece explicación sobre el origen de estas formas.

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Dubert García Las formas reducidas de facĕre

en el futuro y condicional iberorromance» (DCECH, s.v. hacer). Aunque el DCE-CH no se detiene mucho en explicar el origen de far ← *fare, dedica una larga nota a fer. Siguiendo a Meyer-Lübke, propone para fer «y para el fr. y oc. faire una base vulgar *fagĕre (analógica de *agĕre, legĕre, frigĕre, etc., junto a sus par-ticipios actus, lectus, frictus, paralelos a factus), que pronto se contraería en fáy(e)re → faire, y de ahí regularmente a fer en la Península Ibérica». Nótese que esta explicación debería también dar cuenta de la desaparición del diptongo secun-dario ei en gallego: *fagimus → *faimos → *feimos → femos.

[37] Por su parte, el DÉRom (s.v. facere) presenta un tipo original */ akˈe/ (que da en gallego /ˈɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280).ɸak -e-re/ del que provienen el catalán fer, español hacer, asturiano y gallego facer y portugués fazer; y un tipo evolucionado */ˈe/ (que da en gallego /ˈɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280).ɸak-a-re/ del que proviene el ca-talán y español antiguos far. Según el DÉRom, el tipo original y el evolucionado dejaron rastros en la Romania central y occidental. En estas variedades, «les deux types présentent (selon différents schémas) une distribution complémentaire au sein de leurs paradigmes flexionnels, ce qui signale leur monogenèse». El tipo */ akˈe/ (que da en gallego /ˈɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280).ɸak -e-re/ es el más antiguo y el tipo */ˈe/ (que da en gallego /ˈɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280).ɸak-a-re/ se origina mediante la síncopa de /ke/ por razón de la alta frecuencia de uso del verbo. Se nos recuerda que */ˈe/ (que da en gallego /ˈɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280).ɸak-a-re/ «a profité en outre de l'analogie avec */'d-a-/ et */'st-a-/». Esta síncopa afectaría, también, a dīcĕre y dūcĕre. Según el DÉRom, los dos tipos pudieron después fundirse en las diferentes lenguas «pour une partie ou pour l'ensemble de leur paradigme flexionnel». La variante */ˈe/ (que da en gallego /ˈɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280).ɸak-a-re/ no dejó registro en la lengua es-crita latina porque era considerada una forma coloquial, propia de la 'inmediatez comunicativa', y no gozó de acceso al código escrito.

[38] Sin embargo, si comenzamos el repaso por las lenguas concretas, ve-mos que para el catalán, Moll (1952: 254) defiende que, mientras las formas fer, fent, fem provienen de *facēre (el DCECH las considera resultados de *fagĕre y el DÉRom de facĕre), las formas fa y fan provienen de *fat y *fant, obviamente, par-te de la conjugación de *fare, de donde se obtienen también el futuro y el condi-cional faré y faria. Batlle et al. (2016: 449) indican que existe en catalán antiguo una forma far, que, además del futuro y el condicional, relacionan con la actual 3SG del presente de indicativo por medio de *fat (curiosamente, la 3PL, fan, la consideran descendiente de *facent). Lo interesante de estas dos propuestas es que reconocen que el futuro, el condicional y algunas formas del presente de indicati-vo derivan de *fare.

[39] El radical fa- existe también en aragonés. Alvar (1953: 223) considera fer un resto «de la conjugación en -ĕre»; para las formas del presente de indicativo (Alvar 1953: 229) solo nos indica que facis → fas, facit → fa y faciunt → fan/fa-cen..., diciendo que «en todo el paradigma se ven formas paralelas a las castella-nas (con f- inicial conservada y -c- sonorizada) y otras sincopadas, propias del dia-lecto», descripción que sigue Zamora Vicente (1967: 265) casi literalmente. Gas-tón Burillo (1982: 248-249) simplemente menciona la pérdida de -c- para dar lu-gar a far (usado en la formación del futuro) y fer.

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[40] En cuanto al castellano, Menéndez Pidal (1985: 227) sostiene que los verbos facĕre, vadĕre y trahĕre constituyen el único resto en español de la conju-gación -ĕre. Para él, facĕre, bien perdió la sílaba -cĕ- (dando lugar a far), bien per-dió la vocal postónica -ĕ- (dando lugar a fer). Con far se construyó haré, haría (Menéndez Pidal 1985: 324). Curiosamente, para diré, diría propone el mismo proceso fonológico que Nunes (1989 [1919]): dīcĕre + aĭo → dizré → diré (Me-néndez Pidal 1985: 323). Mientras tanto, Lloyd (1993 [1987]: 497) trata haré y diré mediante la evolución fonológica -zr- → -r-. Penny (2002: 172, 196, 213, 233) defiende que facĕre mantuvo el acento sobre el radical y de ahí provienen los infinitivos far y fer, femos, fed; todas estas formas competían con las regulariza-das posteriores fazer, fazemos, fazed; Penny (2002: 233) cree que fer puede prove-nir de *facre, mientras que far es «a reflex of spoken Latin *FARE, probably an analogical imitation of DĀRE and STĀRE»; de *fare deriva el futuro y el condicio-nal castellanos. Malkiel (1977: 261) señala que la forma castellana far es más an-tigua que fer (perdida en castellano, pero conservada en asturleonés y gallego de Asturias) «by a margin of several centuries»; asegura que «there can be no serious objection to tracing FARE to the Vlat. level». Tras mostrar que fer aparece en caste-llano antiguo, navarroaragonés y catalán, expone:

The exact relation of OSp. fer(e) to OCat. fer requires a separate inquiry; surely, even if an instance of polygenesis was involved in the first place, OCat. fer and ONav-Arag. fer(e), in the end, could secondarily have supported one another's can-didacy just by mutual abutment or convergence. (Malkiel 1977: 261)

En cuanto al radical fa- en el patrón L→N del asturleonés, Kruger (1957: 35) con-sidera que en toda la conjugación de fer/faer «ha intervenido el paradigma de caer (caigo, cais, cai) y traer (traigo, trais, trai)». Por lo tanto, considera las formas de L→N analógicas de las de caer y traer; asimismo, cree que la /d/ de fademos, fa-deis «ha sido intercalada secundariamente». Mientras tanto, García de Diego (1959: 167) propone que las formas asturianas provengan de *fagere. Martínez Álvarez (1967: 102) descarta la analogía de Kruger (1957) y considera, como Gar-cía de Diego (1959), que «la -C- intervocálica palatalizada y sonorizada confluyó muchas veces con la -d- intervocálica (así mismo en el futuro fadré) y esta pudo debilitarse y desaparecer, sobre todo en los verbos de mucho uso»; cree que las formas faigo, faiga del patrón L «pueden ser analógicas de otros verbos (baiga, caiga, traiga, aiga)» y que las formas fago, faga, facemos, facéis están rehechas sobre el castellano; con todo, la /d/ del futuro fadré y el condicional fadría es para ella «sin duda evolución normal de una antigua africada [ ]z] » (Martínez Álvarez 1967: 101), que, al contrario de lo que vemos en facemos, no le parece castellani-zante. Por su parte, Rodríguez Castellano (1954: 227) cree que «las formas de las personas tú, él, ellos, con pérdida de la -c-, lo mismo pueden ser analógicas que derivarse de un tipo *fagere»; sin embargo, cree también que «el cambio c – d de

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las personas nos y vos (explicado en el §52) refuerzan la primera hipótesis, ya que no hubiera ocurrido el trueque c – d si estas formas proviniesen de f a g e r e». Finalmente, acaba por considerar que como en los dialectos coexisten facer, fader, faer, fer, facemos, fademos, faémos y femos, fedes, «incluso en una misma localidad, creemos que deben interpretarse como simples variantes fonéticas. Así parece probarlo el que el gerundio sea faciendo y fadiendo y no faendo» (Rodrí-guez Castellano 1954: 228). Finalmente, el DELLA (s.v. faer) propone facĕre → faer → fer o *far (con asterisco), todos como resultados de procesos fonéticos atribuidos al habla rápida, aunque también acepta que *far provenga de una pronunciación popular *fare.

[41] En cuanto al portugués, las explicaciones que se nos ofrecen son tam-bién solo para el futuro de indicativo y para el condicional. Aunque Nunes (1989 [1919]) duda acerca de si farei proviene de *fare + aĭo o de fazer + hei, Piel (1989 [1945]: 236) piensa, como Grandgent (1952 [1907]), que para farei y direi (y tal vez para trarei) el latín ya poseía «segundo parece, os infinitivos com a forma di-vergente DĪRE e FARE»; de hecho, considera que «podem considerar-se como res-tos da 3.ª conjugação os infinitivos far, dir e trar, formas particulares que entram na formação do futuro e do condicional» (Piel 1989 [1945]: 216). Del mismo modo opina Williams (1975 [1939]: 227 y 229). Por su parte, para explicar las for-mas portuguesas farei y faría, Lüdtke (1953: 320) insiste en que había un radical innovador en *fare:

Não sendo nem antigos nem fonèticamente regulares, em nenhuma parte da Româ-nia, far- dir- podem-se explicar só como formações analógicas antigas que foram ge-neralizadas, em época tardia, na Itália – donde o actual tosc. fare dire, it. merid. fá –, e daí transplantadas para os países ocidentais, mas só nos tempos verbais que eram de formação relativamente tardia, resistindo as antigas formas do infinitivo normal que estava já radicado na linguagem, ao avanço daquela inovação.

Lüdtke (1953) atribuye el origen de *fare a una nivelación a partir del imperativo fac. Por otra parte, cree que *fare se difundió a través de las construcciones infini-tivo + habēre (a las que llama los tiempos verbales de formación relativamente tardía); sin embargo, sabemos que far apareció libre por el norte de la península ibérica, fuera de estas construcciones. Lüdtke (1953: 320) sostiene que el desarro-llo de *fare «teve o seu maior sucesso na Itália», donde también se creó un siste-ma de «formas abreviadas» que acabaron por parecerse «com o presente de certos verbos irregulares como STARE DARE». Para Lüdtke (1953: 320), «esta se-melhança causou novas formações analógicas: *FAS – *FAT – *FANT», construidas por nivelación a partir de *fare. Según este autor, también se tuvieron que crear formas similares para dīre, que el italiano perdió. En un trabajo posterior, Lüdtke (1996: 66-67) defiende la idea de que la copresencia de los radicales ha-/fa- del futuro de indicativo y del condicional del castellano y del portugués, y los radica-les hac-/faz- de las restantes formas del paradigma se debe a «la superposición de

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dos estratos latinos, ambos populares, en la península ibérica»: un estrato dialec-tal, bético y antiguo, preservaba las formas tipo facĕre; otro estrato, innovador y venido del centro de la Romania durante el Imperio, introducía *fare.

[42] La primera pregunta lógica es si estas formas latinas reducidas *fas, *fat, *fant para el presente de indicativo también se extendieron por la península ibérica; Moll (1952) y Batlle et al. (2016) consideran que llegaron a Cataluña. La segunda pregunta, que aquí nos interesa más, es si estas formas llegaron también a Asturias, Galicia y el norte de Portugal. Evidentemente, yo creo que sí.

7 La historia ayuda a la diacronía

[43] Como se puede apreciar, los autores gallegos y asturianos han descui-dado tres hechos. El primero, que el radical fa- aparece en aragonés y catalán en las mismas celdas del presente de indicativo: 2SG, 3SG y 3PL (una parte del patrón L→N); el segundo, que en asturleonés, gallego y portugués del noreste el radical fa- aparece en todo el patrón L→N (recordemos que también en cheso); el tercero, solo en castellano y en los restantes dialectos portugueses aparecen las formas ple-nas fazes/haces, faz/hace/haz, fazem/hacen en el patrón L→N, pues en el futuro de indicativo y en el condicional encontramos los radicales reducidos fa-/ha-: fa-rei/haré, faria/haría.

[44] Es posible que estas formas con radical fa- se hayan originado por razo-nes diacrónicas en diferentes partes de la península y en distintos momentos histó-ricos: en época moderna en gallego (gracias a un reanálisis morfológico) y en latín vulgar o en protorromance en asturleonés (por la caída de una consonante intervo-cálica); es posible que resulten, en definitiva, de casos de poligénesis. Pero tam-bién es posible, y quizás más razonable, pensar que *far, *fas, *fat, *fant fuesen formas que ya estaban a disposición de los hablantes del latín vulgar imperial en el norte de la península ibérica; al fin y al cabo, todas ellas aparecen, con casi la misma distribución, en casi todos los dialectos románicos constitutivos iberorro-mánicos17. Y es aquí donde entra en juego no solo la diacronía, sino también la historia.

[45] Ya Malkiel (1977) insinúa que se deberían considerar las relaciones en-tre el fer castellano, el navarroaragonés y el catalán (a los que habría que incluir el gallego y el asturleonés); concluye que, incluso si todas estas formas resultasen de

17 Los dialectos hablados en el tercio norte de la península son constitutivos (Gargallo Gil 1995; Penny 2007; Veny 1982), pues se usan en sus territorios desde la romanización; los restantes dia-lectos romances peninsulares son consecutivos, resultado de las hablas norteñas trasplantadas al sur durante la Reconquista. Es una distinción clásica de la dialectología iberorrománica que no creo pareja a la oposición entre dialectos primarios y secundarios de Coseriu (1981); por ejemplo, entiendo que los dialectos constitutivos y los consecutivos no se contemplan como necesariamente adscritos a una lengua histórica concreta; para mí, es una clasificación previa a la individuación de las lenguas románicas; Coseriu (1981) vincula explícitamente su clasificación con lenguas y dia-lectos históricos (como el andaluz).

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cambios independientes por poligénesis, las formas navarroaragonesas y las cata-lanas se apoyaban mutuamente. Lo mismo cabría decir, añado yo, de las formas fas, fai, fan o fer, femos asturleonesas y gallegas, que aparecen, apoyándose mu-tuamente, en contacto geográfico junto con otros muchos rasgos lingüísticos (véa-se Brea 1994; Dubert García 2017, 2019; Negro Romero & Sousa 2019).

[46] Por otra parte, también Lüdtke (1953, 1986, 1996) acude a la historia para explicar la presencia del radical fa- en los iberorromances occidentales. Para él, el radical fa- nació en Italia (Lüdtke 1953: 320) y acabó llegando al occidente de la península ibérica. Para explicar cómo, desarrolla una hipótesis que supone una influencia del latín italogálico en el latín ibérico; Lüdtke (1953, 1986, 1996) ilustra esta influencia por medio de algunas formas romances (entre las que apare-cen las formas verbales farei/haré, faria/haría, direi/diré, diria/diría) cuya expli-cación por vía estrictamente diacrónica resulta, como hemos visto, problemática. Por este camino en el que la historia juega un papel me propongo seguir.

[47] Lüdtke (1953, 1986, 1996) propone que formas lingüísticas italogálicas llegaron durante el Imperio al noroeste de la península al fortalecerse las vías de comunicación terrestres y dejar de usarse solo la navegación como medio de co-municación casi exclusivo. Como resultado de esta influencia, Lüdtke (1986) pos-tula la existencia de dos estratos en el latín popular ibérico: uno bético, producto de la latinización temprana de la Bética18; y otro italogálico, fruto de la relación terrestre con la Galia e Italia. Para él, en el Imperio existía una koiné oral o latín común generado en Roma y unos dialectos regionales (como el bético) hablados en las zonas mal conectadas por tierra con Roma: «estos últimos se habrían origi-nado durante la primera fase de expansión del dominio romano, es decir, cuando las comunicaciones entre Roma y sus provincias se realizaban por vía marítima» (Lüdtke 1986: 15). Cuando las conquistas de Augusto en los Alpes permitieron

la construcción de una red de carreteras enlazando el entero complejo continental del Imperio Romano, las comunicaciones entre Roma y sus provincias se hicieron cada vez más estrechas. Así se explicaría que la lengua de la metrópoli, también en su forma hablada, se hubiese podido expandir con semejante fuerza. Legionarios, mercaderes, agentes de la autoridad y misioneros fueron portadores de un latín hablado más uniforme, de una koiné interregional, que debía implantarse primero en las ciudades para irradiar desde allí al campo circundante. (Lüdtke 1986: 15)

Para él, en Hispania se produjo un choque lingüístico entre el «latín italogálico so-bre el luso-hispánico, impacto cuyo resultado fue una mezcla de viejos rasgos pro-vinciales con otros, considerados más modernos, de procedencia ultrapirenaica» (Lüdtke 1996: 65). La caída del Imperio Occidental detuvo «el ímpetu centrípeto que estaba por eliminar los dialectos regionales». En las áreas más próximas a Roma triunfó la koiné, pero

18 Sobre la hipótesis de un latín vulgar bético y su historia, véase Baldinger (1963 [1958]: 86-101).

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en el norte y noroeste de la Península Ibérica, igual que Cerdeña, vieron no la elimi-nación total de los dialectos arcaicos, sino una situación de paro de proceso centrípe-to en su primera etapa caracterizada por la infiltración, en los dialectos arcaicos rura-les de gran número de palabras importadas por la koiné. Se trata de un fenómeno que hemos llamado préstamo interno. (Lüdtke 1986: 15)

Finalmente, concluye que, tras un período de bilingüismo interno,

la koiné latina cesó de hablarse, por lo menos, en el norte y noroeste de la Península. Sin embargo, ella dejó huellas en los idiomas modernos, las cuales, después de un milenio y medio, nos dan a los romanistas, un hueso a roer. (Lüdtke 1986: 15)

Entre los huesos a roer, i.e., las formas italogálicas del latín ibérico, menciona los infinitivos con los que se construyeron los futuros de indicativo y los condiciona-les de hacer/fazer y decir/dizer en castellano y portugués (Lüdtke 1996: 65-66).

[48] Conforme con otros autores (véase un resumen y la bibliografía en Ma-riño Paz 2008; Brea 1994: 81-82), Lüdtke (1996) indica que la colonización del noroeste de la península se hizo a partir de la provincia Bética, una zona que había sido conquistada 200 años antes. Para él «los habitantes de la Bética se hicieron romanos étnica y lingüísticamente cuando el resto de Hispania (salvo las antiguas ciudades de la costa mediterránea) aún no era, o había sido apenas» conquistado por Roma (Lüdtke 1996: 63). Las vías permitieron «intensificar los contactos hu-manos de Hispania con Roma y las Galias» (Lüdtke 1996: 65).

[49] Ahora bien, la colonización de lo que después se llamó Gallaecia se realiza en época de Augusto como resultado de las Guerras Cántabras entre el 29 y el 16 a.C. (Arias Vilas 1992: 22-23; Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Vi-llares 2007a: 12-17); hasta ese momento, estos territorios no formaban parte del Imperio. Tras la conquista, y hasta el año 212 d.C., la región perteneció a la Tarra-conense (no a la Bética); asimismo, dependía del emperador y no del senado (como dependía la Bética). Desde 212, los Conventos Bracarense, Lucense y As-turicense conformaron la Provincia Nova Citerior Antoniniana. A estos conventos se les sumó en el 305 d.C. el Cluniense, con lo que se conformó la Gallaecia, cuyo territorio llegaba casi hasta el Sistema Ibérico (Arias Vilas 1992; Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Villares 2007a).

[50] Con todo, la situación geográficamente periférica de la Gallaecia más occidental «non debe levar a engano, pois de feito sabemos que xa na época pre-rromana e desde logo durante a Romanización, a utilización de vías marítimas, fluviais e terrestres foi unha constante tanto dentro do país como cara fóra» (Arias Vilas 1992: 48). De hecho, como nos muestran Caamaño Gesto, Barreiro Fernán-dez & Villares (2007b: 28-29), al lado del antiguo comercio marítimo «xorde un desenvolvemento da rede viaria terrestre, o que facilita un mellor desprazamento das mercadorías»; en época romana «consolídanse moitas rutas de longo alcance xa existentes con anterioridade e créanse outras novas que fornecerán produtos

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procedentes de lugares moi distantes, que van dende a Gallia, ata na Península Itá-lica» (Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Villares 2007b: 31); los productos de importación podían llegar «por vías terrestres de longo alcance como a vía da prata de Mérida a Astorga ou as vías do val do Ebro que enlazaban con Tarragona e Astorga» (Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Villares 2007b: 33).

[51] Según Arias Vilas (1992: 80), las monedas que aparecen en los yaci-mientos arqueológicos gallegos del cambio de Era y que marcan movimientos económicos provienen más «das cecas chamadas hispano-latinas da Meseta e do val do Ebro» que de las cecas del sur:

Quizais queira isto dicir que, ademais das rutas marítimas sen dúbida existentes e importantes ata época tardía, non hai que olvidar os camiños e os pasos naturais desde o centro da Península a través dos vales fluviais do Sil e quizais do Douro.

De hecho, en el occidente aparecen monedas incluso del tiempo de Constantino I y sus sucesores, con acuñaciones en Roma, Trier, Lyon, Arlés y otras ciudades de todo el Imperio (Arias Vilas 1992: 83; Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Vi-llares 2007b: 35-40).

[52] Por otra parte, la epigrafía muestra movimientos migratorios por medio de los cuales llegaron al occidente inmigrantes, libertos, esclavos y soldados de todas las partes del mundo romano, que incluyen el Convento Cluniense, la Tarra-conense, Narbona o Grecia (Arias Vilas 1992: 95-96; Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Villares 2007b: 114-116; González García 2019).

[53] Todos estos hechos muestran vínculos demográficos, económicos, so-ciales y políticos del noroeste con la meseta y con el mundo ultrapirenaico: la Ga-llaecia parece ser una provincia norteña con vínculos norteños. Como consecuen-cia, es posible que la latinización de la Gallaecia no se realizase exclusivamente con un aporte lingüístico bético, y que el latín del noroeste siempre tuviese acceso al latín italogálico.

[54] De hecho, Varvaro (2013: 12), tras insistir en los movimientos de población, concluye que «nor is it realistic to consider that some areas of the Em-pire were so isolated that they would automatically have given rise to linguistic ar-chaism». Más adelante, afirma que «at the substandard level, Latin appears to be rich in variation, yet it is no systematic, seemingly nor producing dialects and fail-ing to prefigure in any way subsequent Romance variation» (Varvaro 2013: 26). Para Varvaro (2013: 28), la variación interna del latín era grande, pero más social que geográfica, con algunas formas populares que se debían de extender por todo el Imperio, pero que nunca se documentaron en la lengua escrita: «the period of formation of the Romance languages was undoubtedly characterized by enormous diatopic and diphasic [sic] variation, far from displaying a unitary system across the whole area of the future Romània». Del mismo modo se expresa Herman (1996: 57) cuando describe la realidad dialectal durante el Imperio:

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Les études de grande envergure effectuées sur les inscriptions des diverses provinces [...], l'analyse de la langue des auteurs « localisables » n'ont révélé – sauf naturelle-ment dans les noms de lieux et de personnes – aucun élément caractéristique de telle ou telle province, telle ou telle région ; rien ou pratiquement rien n'a pu être relevé qui annonce, d'une manière spécifique, les particularités de la future langue romane du territoire donné.

Finalmente, Herman (1996: 57) concluye que, durante el Imperio, las diferencias dialectales eran poco profundas y que:

Elles résultaient avant tout de la réalisation plus ou moins rapide, plus ou moins complète de tendances évolutives en somme identiques ; les variétés ainsi consti-tuées ne préfiguraient pas encore les futures évolutions romanes, mais les fondaient en quelque sorte, et leur extension territoriale ne correspondait que de loin aux fu-tures distributions des faits romans.

Si todos estos juicios son correctos, parece que la oposición tajante entre un latín bético (conservador y aislado) y un latín tarraconense e italogálico (innovador y bien comunicado) que defienden Lüdtke o Harri Meier (véase Baldinger 1963 [1958]) quizás fuese relativa, no solo durante el Imperio, sino ya también en la misma República; de este modo, las formas verbales innovadoras *fare, *fas, *fat, *fant, quizás creadas en Italia, bien pudieron haber llegado no solo a territorios iberorrománicos orientales que hoy hablan catalán o aragonés, sino también a los territorios centrales y occidentales de la Gallaecia... De hecho, far fue efectivamente registrado en gallego moderno y contemporáneo.

[55] Una vez que he expuesto las explicaciones históricas y geográficas, es hora de ver cómo interactúan con las explicaciones diacrónicas, i.e., las razones estrictamente lingüísticas. Para ello será fundamental la noción de morfoma. Hemos visto más arriba como en las lenguas románicas se pueden detectar una serie de patrones morfómicos gracias a los cuales determinados radicales irregulares tienden a distribuirse en conjuntos cerrados de celdas en los paradigmas verbales. Hemos visto también como en el patrón N existen casos de supleción fuerte.

[56] Como nos decía el DÉRom, existían en latín vulgar dos tipos morfológicos para el verbo facĕre: el conservador */ akˈe/ (que da en gallego /ˈɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280).ɸak -e-re/ y el innovador */ -aˈe/ (que da en gallego /ˈɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280).ɸak -re/. Hoy en día, los dos tipos se presentan siguiendo diferentes modelos en «une distribution complémentaire au sein de leurs paradigmes flexionnels». Dada la existencia de variación en la expresión en las formas de palabra del lexema verbal facĕre, en la que, gracias a la mezcla de dialectos, se produjeron variables como (faces/*fas), (facet/*fat), (facent/*fant), (fac/*fa), (facĕre/*fare), es muy posible que los patrones morfómicos, ayudados por la analogía con otras formas verbales que presentaban tipos de irregularidades con parecidos de familia (dar, estar, haber, ir ...), haya propiciado la especialización, para las hablas de casi todo el norte de la península, de las variantes reducidas en el patrón L→N y en el

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patrón de futuro (futuro de indicativo y condicional). Las variantes se habrían distribuido, pues, según diferentes patrones morfómicos de formas distintas en los diversos dialectos, dando lugar a diversos tipos de «distribution complémentaire».

[57] Lo que propongo es que, en el noroeste de la península ibérica, la existencia de los patrones L, L→N y de futuro acabarían por provocar fenómenos de supleción débil: las formas *fas, *fat, *fant, *fa fueron seleccionadas para el patrón L→N, *fare para el patrón de futuro, y las restantes formas para el resto de los usos. Que las formas tipo fas/fais, fai, fan/fain son antiguas en gallego lo prueba su existencia en la Fala de Cáceres, que se desprendió del gallego a comienzos del siglo XIII (Costas González 2007; Cintra 1959).

[58] Gallego y asturiano (sobre todo el occidental) convergieron en este uso, como convergieron en el uso del género masculino en sustantivos como sal, leite, labor, ubre, mel, cal, lume, cume, etc.; un numeral femenino dúas/dúes; posesivos tipo meu/mieu/miou, sou, tou, noso/nuesu frente al tipo mio/mío, to, so, nuestru/nuestro; posesivos tónicos antepuestos precedidos de artículo: o meu can, el mieu/mio can; posesivos perifrásticos de noso/de nuesu; verbos de la segunda conjugación como firver/ferver, bater, morrer, finder/fender o de la tercera como tusir; sufijo -no(n) de 3PL en el pretérito perfecto de indicativo: quixeno/quixenon; sufijo -des/-de para a 2PL (cantades, cantade); formas imos, ides para las 1PL y 2PL del presente de indicativo de ir; formas verbales dea/día para el presente de subjuntivo del verbo dar; radicales fix- para las formas PYTA de facer y quix- para querer; ausencia de formas compuestas de los verbos (tipo haber + participio); valor de pluscuamperfecto expresado con el sufijo -ra: cantara, saltara; colocación enclítica de los pronombres átonos; construcciones sin reflexivos indirectos o posesivos: enxagües les manes/lavas as mans; perífrasis inminencial houbo/hubo de caer ('casi cae, estuvo a punto de caer'), y otros muchos rasgos fonológicos, gramaticales y léxicos.

[59] Se podría cuestionar por qué hablo de convergencia entre gallego y asturleonés cuando los radicales reducidos provienen del latín italogálico, mientras que la convergencia es algo relacionado con la evolución local del latín del noroeste. Sin embargo, yo creo que desde la romanización hasta hoy los habitantes de la vieja Gallaecia han estado siempre en contacto y compartiendo rasgos lingüísticos (fuesen conservadores o innovadores). Los radicales italogálicos fa- son uno más de los rasgos compartidos; venían en el latín de los colonizadores y se quedaron (mientras que se perdieron en castellano y en portugués, a pesar del origen norteño, constitutivo, de estas variedades). Yo llamo convergencia a la existencia, generación y preservación de estos rasgos compartidos que permiten agrupar unas variedades frente a otras (al estilo de Heine & Kuteva 2006). También sería posible preguntarse por la acción de un sustrato común para los territorios que conformaron la Gallaecia. Parece que no es seguro conocer claramente cómo, cuántas y cuáles eran lenguas habladas en el noroeste ibérico (Mariño Paz 2008; Moralejo 2006). Siento también decir que tampoco me es posible tratar aquí este

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tema, pero los intercambios de que hablo y que producen la convergencia se produjeron durante y después de la romanización, cuando el sustrato no podía ser ya operativo; más bien creo en la posibilidad de comunidades que comparten (o no) rasgos que se extienden, individualmente, a lo largo de un territorio, tal como se muestra en Dubert García (2010).

[60] Es posible que el castellano tuviese en algún momento formas tipo fas, fa, fan. En todo caso, estas no podían durar en el presente de indicativo ni en el imperativo pues la caída de f- inicial las hacía homónimas de las correspondientes de haber; en cambio, pudieron mantenerse en el futuro y el condicional pues no se confundían (haré frente a habré). Malkiel (1977) reflexiona brevemente sobre la desaparición de formas her/fer y far en castellano.

[61] Que estas formas tengan poca o ninguna documentación en la lengua escrita medieval puede deberse a que tal vez en aquel momento fuesen considera-das por los escritores de su tiempo (que no por los hablantes) como las de *fare en su momento: variantes coloquiales propias de la 'inmediatez comunicativa', y que no tenían acceso al código escrito. Es posible que para la lengua escrita se prefi-riesen las variantes plenas, más similares a las latinas clásicas. En Galicia existen dialectos con un radical fa- en el patrón L: faio 'hago', faia 'haga'. El corpus TILG recoge:- 1455 formas tipo fago en la 1sg del presente de indicativo,- 4726 formas tipo faga- en todo el presente de subjuntivo,- 43 formas tipo faigo en la 1sg del presente de indicativo,- 125 formas tipo faiga- en todo el presente de subjuntivo,- 0 formas tipo faio en la 1sg del presente de indicativo,- 6 formas tipo faia- en todo el presente de subjuntivo.Si no hubiese registro dialectal de faio, esta forma tendría que ser reconstruida a partir de los 6 ejemplos de faia-.

[62] Es muy posible que en la lengua medieval existiesen muchas formas que, como ese latín subestándar que postula Varvaro (2013), no llegasen jamás a la lengua escrita: fas/fais, fai, fan/fain podrían ser algunas de ellas. Quién sabe si no lo serían también dis, di, din.

8 Conclusiones

[63] El gallego, algunos dialectos portugueses de Trás-os-Montes y el asturleonés comparten un radical reducido fa- en las formas verbales fas/fais/faes, fai/fae, fan/fain/faen que expresan los contenidos de 2SG, 3SG y 3PL del presente de indicativo y la 2SG de imperativo del verbo facer/fazer/faer/fer. El castellano y el resto del portugués presentan en estas mismas celdas cognadas radicales terminados en consonantes fricativas coronales: haces/fazes, faz/hace/haz, hacen/fazem. Para explicar el origen de estos radicales reducidos, los lingüistas que trabajan sobre el gallego y el asturleonés han buscado explicaciones

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independientes e incompatibles, sin tener en cuenta que estas variedades lingüísticas han estado en contacto geográfico desde sus mismos orígenes y que comparten estos y otros muchos rasgos. De hecho, estos radicales, con una distribución similar, existen también en aragonés y catalán.

[64] A mi juicio, estos análisis independientes se deben a que los lingüistas mencionados se han preocupado solo de proponer hipótesis diacrónicas y han dejado de lado la historia. Mediante un análisis del origen de estas formas, este trabajo pretende demostrar como la historia ayuda a la diacronía. Tras un análisis histórico que insiste en el contacto entre comunidades vecinas, propongo una hipótesis que pretende dar la misma explicación diacrónica a las formas gallegoportuguesas, asturleonesas, aragonesas y catalanas. Esta explicación es de especial interés para el gallego y el asturleonés, pues constituiría otra prueba de una vieja convergencia lingüística entre estas variedades que ha acabado por crear un área geolingüística.

[65] Para dar cuenta de la diacronía, o visión lingüística, he usado la noción de morfoma, que me permite explicar la distribución de alomorfos en un paradigma verbal; las formas reducidas encajan en un patrón morfómico que vemos actuar para otros verbos, como dar, estar, haber o ir (y en gallego moderno, verbos como ter, pór, vir o dicir). Esta solución permite, además, dar una visión unificada sobre el origen de las formas reducidas en el presente de indicativo, el imperativo, el futuro de indicativo y el condicional.

[66] Para dar cuenta de la historia, he intentado mostrar que durante el Imperio la Gallaecia estaba en contacto con el centro y el este de la península ibérica, y con el resto de la Romania, por lo que podía recibir las innovaciones procedentes del latín gálico e itálico. La latinización de la Gallaecia, pues, no tendría que ser exclusivamente bética ni soportar un peso eminentemente bético. Por lo tanto, defiendo que las formas reducidas gallegas se crearon ya en el latín vulgar y no son ni innovaciones medievales o modernas de esta lengua (como pretenden los estudiosos revisados) ni tampoco formas diacrónica o históricamente independientes de las asturleonesas.

[67] En consecuencia, ofrezco una explicación similar a la presencia de fa- en el presente de indicativo, el imperativo, el futuro de indicativo y el condicional: la existencia en el latín vulgar de todo el norte de la península de las formas *fare, *fas, *fa y *fant. En general, el norte y el noroeste de la península ha sido una zona de convergencia a lo largo de la historia: las palatalizaciones de los grupos pl-, fl-, cl-, el betacismo, la pérdida de sonoridad de las fricativas coronales, la aparición de una fricativa dental y otros muchos rasgos han mostrado estos contactos norteños a lo largo de la historia. La presencia en todo el norte de las formas *fare, *fas, *fa y *fant solo sería otra expresión más de los rasgos que caracterizan esta región. Es posible que esta hipótesis sobre el origen de fa- sirva también para explicar el origen de di- en las mismas formas verbales del verbo gallego dicir, pero eso merecería ya otro estudio.

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DOI: https://doi.org/10.25364/19.2021.6.8 ISSN: 2663-9815

Contacto lingüístico y cambio gramaticalConvergencia y profundidad histórica en la constitución de la variedad de

español de Cataluña1

Language contact and grammatical changeConvergence and historical depth in the constitution of the Spanish variety in

Catalonia

Mar GarachanaUniversitat de Barcelona

[email protected]

https://orcid.org/0000-0003-4923-3254

Recibido el 1/4/2020, aceptado el 22/7/2020, publicado el 12/10/2021 bajo la licencia Creative

Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

Resumen: El contacto lingüístico del español con el catalán ha motivado diferentes procesos de convergencia lingüística que han aproximado la gramática de ambas lenguas. En este trabajo, nos disponemos a tratar acerca de varios fenómenos presentes en la gramática del español hablado en territorio catalanohablante que individualizan a esta variedad del español y que se explican por el contacto lingüístico. Concretamente, vamos a ocuparnos de la anteposición de un que átono en las oraciones interrogativas totales, de la neutralización de los demostrativos que expresan la proximidad a la primera y a la segunda personas, del empleo del futuro morfológico en contextos que la gramática del español veda a esta forma verbal, de la particular utilización de la perífrasis haber de + infinitivo con sentidos marcadamente deónticos, incluso en contextos de proximidad comunicativa, y del empleo de ciertos marcadores del discurso. En nuestro estudio, adoptamos una perspectiva pancrónica que permitirá medir la profundidad histórica de los fenómenos lingüísticos analizados.

Abstract: Contact between Catalan and Spanish can lead to processes of linguistic convergence, resulting in their respective grammar systems becoming more similar. The main aim of this paper is to present the grammatical peculiarities of Spanish spoken in Catalonia that differentiate it from other Spanish-speaking areas, which can be explained through the linguistic contact with Catalan. More specifically, we will deal with markers in interrogative sentences, deictic markers, the mor-phological marking of future in contexts in which standard Spanish would not employ this tense, the deontic sense of haber de + infinitive and the specific use of discourse markers. In order to as-sess when differences between Spanish in Catalonia and other monolingual areas began to be doc-umented, a panchronic approach has been adopted.

1 Este artículo se enmarca en los proyectos Diccionario histórico de las perífrasis verbales del es-pañol. Gramática, pragmática y discurso (II). Perífrasis temporales y aspectuales (FFI2016-77397-P) y GRADIA (2017 SGR 1337). Queremos agradecer a Marta López Izquierdo y a Álvaro Octavio de Toledo y Huerta su ayuda en la elaboración de este trabajo.

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Garachana Contacto lingüístico y cambio gramatical

1 Introducción

[1] La pluralidad de variedades lingüísticas que se agrupan bajo las diferentes lenguas de cultura ha sido estudiada desde enfoques teóricos diferentes, si bien han sido la dialectología y la sociolingüística las que, principalmente, han hecho de la variación su centro de atención. Sin embargo, la gramática histórica ha atendido también a los cambios lingüísticos que surgen como resultado del contacto de lenguas.

[2] En el caso del español, esto ha cuajado en diversos estudios que prueban, por ejemplo, que, entre las lenguas iberorrománicas, el castellano medieval y clásico fue muy permeable a las influencias lingüísticas de las variedades orientales. En este sentido, siguiendo a Bouzouita & Sentí (en prensa), quienes reseñan una serie de monografías en las que se ha demostrado cómo el castellano optó por soluciones propias del oriente peninsular, podemos citar, en relación con el sistema verbal, la tesis doctoral de Rodríguez Molina (2010), quien prueba que la gramaticalización de los tiempos compuestos se difunde desde el oriente peninsular, y los estudios de Bouzouita (2016) y Bouzouita & Sentí (en prensa), quienes sostienen que la gramaticalización de los futuros analíticos se expande también desde el oriente. Asimismo, se puede citar el artículo de Moral del Hoyo (2016) sobre la extensión de la terminación de los imperfectos acabados en -ie (de filiación oriental) vs. los que terminan en -ia, así como el de Garachana (2016), quien apunta el origen oriental de la perífrasis ser tenudo de + infinitivo. En relación con el ámbito nominal, podemos citar los trabajos de Gomila Albal (2016, 2018) sobre la consolidación de las formas compuestas de los pronombres personales (nosotros, vosotros vs. nos, vos) y sobre la desaparición de connusco y convusco; y de Romero Cambrón (2014) sobre los posesivos pospuestos tuyo-suyo. En cuanto a los elementos adverbiales, se puede remitir a del Barrio de la Rosa (2016) para la generalización de la terminación -mente (frente a -mient(r)e) en los adverbios de modo; también encontramos influencias orientales en algunas de las formas adverbiales estudiadas por Octavio de Toledo y Huerta (2015). Por último, hay indicios claros de marcadores del discurso formados a partir de modelos presentes en las variedades lingüísticas del este peninsular. Así lo señala Octavio de Toledo y Huerta (2018) para los marcadores formados a partir del adverbio bien y Garachana (2018b, 2019) para no obstante, no embargante y no contrastante. Para más datos, vid. las excelentes síntesis de dialectología histórica de Fernández-Ordóñez (2011) y Octavio de Toledo y Huerta (2021).

[3] Todos estos trabajos ilustran cómo el contacto lingüístico permite que una lengua deje su impronta en otra con la que convive, ya sea en un mismo espacio geográfico, ya sea en un mismo espacio textual relacionado con las tradiciones discursivas. Los ejemplos anteriores, como los que expondremos en el presente trabajo – referidos a la lengua moderna –, vienen a validar una vez más la afirmación de Fernández-Ordóñez (2012: 55), quien señala que:

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Garachana Contacto lingüístico y cambio gramatical

No se ha destacado lo suficiente la importancia que en ese proceso histórico de for-mación tuvo la creciente influencia del este peninsular desde los siglos XIV y XV. Muchos aspectos que separan el español medieval del español moderno parecen pro-ceder de Navarra y Aragón y haber penetrado en Castilla a través de su zona orien-tal, antes de extenderse por el centro y el sur peninsular. Aparte de los casos fonéti-cos, léxicos y gramaticales antes mencionados, puede incluirse en esa nómina la ge-neralización de nosotros y vosotros (con pérdida de nós y vós), la pérdida de la con-cordancia en los tiempos compuestos, la gramaticalización de esos tiempos, el orden moderno de los pronombres átonos (…).

Así pues, el tema de la convergencia lingüística como factor motivador de cam-bios lingüísticos concretos está presente en la filología del español y queda justifi-cado ahondar sobre esta cuestión. Antes de continuar, sin embargo, hay que seña-lar también que el contacto de lenguas no solo se plasma en innovaciones, sino también de inhibiciones de procesos de evolución (Blas Arroyo 2007; Enrique-Arias 2010).

[4] Este trabajo se va a centrar en la variación que afecta al español hablado en zonas catalanohablantes y, de manera más específica, se va a prestar atención a aquellas especificidades de esta variedad del español que obedecen al contacto con el catalán. El objetivo último consiste en detectar puntos de la gramática del español hablado en regiones catalanohablantes en los que se observen procesos de convergencia con el catalán. A diferencia de los trabajos arriba citados, en este caso, vamos a dirigir la atención hacia el español moderno y contemporáneo y vamos a ocuparnos de rasgos caracterizadores de la morfosintaxis del español hablado en Cataluña que no han pasado a la lengua en general. Nuestra finalidad es medir la profundidad histórica de los fenómenos de convergencia que estudiamos. De este modo, aspiramos a determinar si ciertos fenómenos lingüísticos atribuidos al influjo del catalán constituyen casos de una influencia puntual de esta lengua en el español contemporáneo o si, por el contrario, dichos fenómenos han acabado formando parte constitutiva del español en contacto con el catalán tras décadas de convivencia entre lenguas.

[5] El empleo que hacemos del concepto de convergencia se corresponde con los procesos de cambio lingüístico que suponen una modificación de la frecuencia o de los valores de una determinada forma lingüística en una lengua A como resultado del contacto con otra lengua B (Blas Arroyo 2006: 79). Con todo, ampliamos mínimamente el concepto para dar cabida a construcciones lingüísticas que, pese a no existir previamente en la lengua A, emergen en ella bajo la influencia de la lengua B, al detectarse una proximidad estructural con otras construcciones existentes en la lengua A. Aquí entraría, por ejemplo, la transferencia de construcciones verbales como caler + infinitivo 'hacer falta/ser preciso + infinitivo', que se desarrollan en el español en contacto con el catalán siguiendo no solo el modelo de esta lengua, sino también el patrón de construcción que las perífrasis del español establecen. En otras palabras, al existir

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Garachana Contacto lingüístico y cambio gramatical

perífrasis verbales en el español, resulta posible la incorporación de otras nuevas bajo la influencia del catalán, pues se está siguiendo un modelo estructural del que el español ya dispone. De hecho, en los trabajos sobre contacto lingüístico se señala la importancia del paralelismo estructural como elemento básico que asegura la transferencia de rasgos desde la lengua fuente hasta la lengua meta (vid. Silva-Corvalán & Enrique-Arias 2017: 286).

[6] A fin de llevar a cabo este trabajo, vamos a tratar acerca de algunos rasgos que hoy en día caracterizan el español de zonas catalanohablantes y vamos a rastrear su presencia en la lengua de finales del siglo XIX y principios del XX en Barcelona2. De este modo, aspiramos a demostrar que el devenir del catalán y del español en relación espacial y temporal se ha concretado en procesos de convergencia que han determinado una homogeneización lingüística. Esta aproximación de la gramática del español a la del catalán ha tenido como efecto secundario que, en algunos puntos de la gramática, el español se haya aproximado a otras lenguas neorrománicas, mostrándose una vez más el papel del catalán como puente entre las lenguas galorrománicas y las iberorrománicas (Kabatek & Pusch 2011).

[7] El estudio de la convergencia de la gramática del español con la del catalán en zonas en las que ambas lenguas conviven está todavía por hacer en lo que respecta a los aspectos diacrónicos (vid. nota 2, así como las afirmaciones contenidas en Sinner & Wesch 2008: 353). Estos son los únicos que pueden dar fe de la consistencia histórica de los procesos de convergencia. Solo cuando un determinado fenómeno lingüístico activado por el contacto perdura en la lengua, puede ser considerado constitutivo de ella. Ahora bien, como hemos señalado, los trabajos sobre el contacto del catalán con el español se han abordado en una perspectiva sincrónica, con pocas excepciones (Blas Arroyo 2004, 2007, 2016; Enrique-Arias 2010, 2014a, 2014b, 2019; Enrique-Arias & Méndez Guerrero 2020; Garachana 2018a, 2020, 2021). Por lo tanto, es todavía difícil establecer qué rasgos son fruto de la pervivencia en la lengua de unos procesos cognitivos que determinaron la permeabilidad de la gramática del español frente al influjo del catalán. Con este trabajo, aspiramos a proporcionar algún dato en esta dirección.

[8] Concretamente, vamos a centrar nuestra atención en cuatro cuestiones que aproximan la gramática del español a la del catalán. En primer lugar, nos va-mos a ocupar de un caso de convergencia que afecta a la estructura oracional, a sa-

2 A diferencia de la lengua de épocas pasadas, para la que no existen apenas datos sobre la influen-cia del catalán sobre el español, para la lengua contemporánea existen numerosos trabajos que han descrito con bastante exhaustividad las característica del español de Cataluña, el País Valenciano y las Baleares (vid., por ejemplo, para zonas catalanohablantes, Hernández García 1998a, 1998b; Illamola Gómez 2013; Moll 1961; Poch Olivé 2016, 2019; Sinner 2003, 2004; Sinner & Wesch 2008; Wesch 1992, 1997).3 Según estos autores, «Faltan estudios coordinados de la historia de las variedades castellanas de las regiones catalanohablantes, de la diglosia y del bilingüismo, de las actitudes, etc., desde la perspectiva de la lingüística hispánica» (Sinner & Wesch 2008: 35).

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ber, la utilización del denominado que expletivo delante de oraciones interrogati-vas totales (¿Que bajas? en el sentido de '¿Bajas?'). En segundo lugar, vamos a analizar la tendencia a emplear en el sistema de los demostrativos solo dos varian-tes, esto es, vamos a tratar acerca de la neutralización de los valores de los demos-trativos de proximidad a la primera y a la segunda personas. Esta neutralización se traduce en empleos indiferenciados de las formas este-ese y aquí-ahí. En tercer lu-gar, exploraremos varios casos de convergencia que afectan al sistema verbal. Concretamente, explicaremos el empleo particular que se hace del futuro morfoló-gico en el español de tierras catalanohablantes. Asimismo, estudiaremos la perífra-sis haber de + infinitivo, que ha desarrollado en tierras catalanas valores que nun-ca le fueron especialmente afines en el español de zonas monolingües. En cuarto y último lugar, examinaremos convergencias que afectan a la construcción del dis-curso; específicamente, nos vamos a interesar por la transferencia de marcadores del discurso de una lengua a la otra.

[9] Este trabajo se organiza en torno a 7 apartados, además de la presente introducción. En el apartado 2, vamos a presentar el corpus en el que hemos fundamentado nuestra investigación. En el apartado 3, se va a realizar un breve recorrido histórico de la presencia del español en Barcelona para contextualizar el trasfondo histórico en el que tiene lugar el contacto entre el español y el catalán. Los apartados 4, 5, 6 y 7 se dedican a los fenómenos lingüísticos que constituyen nuestro centro de interés. Por último, en el apartado 8, presentamos las conclusiones que obtenemos.

2 El corpus

[10] En este estudio, hemos manejado un corpus diacrónico y tres corpus sincrónicos. El corpus histórico corresponde a la sección dedicada al español de Barcelona en el corpus multimodal GRADIA. Se trata de un corpus que será publicado próximamente y que consta de un total de 558 cartas de extensión variable que suman un total de 400303 palabras (Garachana et al. 2021). El grueso de las cartas fue compuesto entre 1890 y 1911, si bien contamos también con textos redactados a lo largo de los tres primeros tercios del siglo XIX, que sirven a modo de corpus de control a fin de poder determinar la profundidad histórica de los fenómenos que nos disponemos a analizar (Pérez Pérez 2020). Asimismo, también como corpus de control, hemos añadido la correspondencia entre el novelista escritor Narcís Oller y Benito Pérez Galdós publicada por Shoemaker (1964). Los corpus sincrónicos son los de Sinner (2001), Vann (2009) y Vila Pujol (2001). Los ejemplos que proporcionamos en este trabajo han sido tomados de estos corpus, así como del corpus académico CORDE. Si no se indica la procedencia de los ejemplos, se trata de enunciados creados ad hoc.

[11] La validez del corpus diacrónico se mide por su capacidad para repre-sentar el español hablado en la ciudad condal. En este sentido, podemos decir que

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las cartas que conforman el corpus GRADIA reflejan una alta competencia en el uso de la lengua española por parte de sus autores. No se trata de un empleo ex-clusivamente formal, sino de cartas propias de situaciones de proximidad comuni-cativa en las que, en vez del engolamiento y del formulismo de la lengua aprendi-da, se observa la espontaneidad que caracteriza a los hablantes habituados a expre-sarse en esa lengua. Así se ve, por ejemplo, en el siguiente fragmento extraído de una carta que Clara Noble envió a su esposo Joan Maragall. Como se ve, la carta contiene muestras de aspiración de la /-s/, como corresponde a una hablante del sur peninsular (dias pasado), o erratas (hacen). Asimismo, la sintaxis no recurre ineludiblemente a marcas explícitas de conexión (Mercedes se les ha marchado ø se riño en la fuente con otra mujer ø las dos se hicieron daño ø las llevaron á la casa de socorro).

(1) Tu Mamá está mas despejada no duerme tanto como estos dias pasado (sic), y los demas todos bien. Mercedes se les ha marchado se riño en la fuente con otra mujer las dos se hicieron daño [h 1v] las llevaron á la casa de soco-rro, y ella ahora tiene verguenza y pena de volver. por supuesto se rompie-ron los cantaros. todo esto distrae y hacen (sic) pasar los dias. (Carta de Cla-ra Noble a Joan Maragall, 15/7/1902, GRADIA)

De manera más clara aún se observa esta espontaneidad en los textos redactados por niños, cuya escritura se encuentra más cerca de la oralidad que la de los adul-tos. Así, en el siguiente pasaje, a las faltas de ortografía se les suman las muestras de seseo-ceceo y de aspiración de /-s/ en torsida; el resuntivo y todo, que obliga al lector a interpretar más allá de lo que se explica en el texto; y los dos aunque ad-versativos que, como señala Borreguero Zuloaga (2019), conforman un uso propio de la oralidad mimética.

(2) Querido Papa ya supondre que as recibido la otra carta aun que estaba muy mal, torsida (sic) las rayas y todo, aunque esta también lo esta. (Helena Ma-ragall y Noble a Joan Maragall, 9/7/1902, GRADIA)

El corpus epistolar en que basamos este estudio para la lengua decimonónica fue compuesto principalmente por miembros de la familia de Joan Maragall. Los Ma-ragall fueron una familia perteneciente a la burguesía barcelonesa que muestra una especial preocupación por la cultura y por el manejo de la lengua. En este sentido, no hay que olvidar que el cabeza de familia, Joan Maragall, fue un escritor de gran relevancia para las letras catalanas.

[12] Los corpus sincrónicos tienen unas dimensiones reducidas. Sin embar-go, permiten localizar rasgos que han sido descritos como propios del español de regiones catalanohablantes (vid., por ejemplo, Blas Arroyo 1993; Poch Olivé

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2016, 2019; Sinner 2004; Sinner & Wesch 2008; Szigetvári 1994; Vann 1998; Vila Pujol & Montolío Duran 1993).

3 El español en Barcelona

[13] En este estudio se va a centrar la atención en la ciudad de Barcelona por dos razones fundamentales. La primera tiene que ver con el hecho de que los corpus de trabajo están conformados por textos redactados por habitantes de la Ciudad Condal, en el caso del corpus histórico, y por grabaciones compiladas en esta ciudad, en el caso de los corpus sincrónicos. La segunda está relacionada con el hecho de que en el siglo XIX y principios del XX era en Barcelona donde la pre-sencia del castellano en Cataluña era más marcada, frente a una penetración mu-cho menor en otras localidades del Principado, de manera especial, en las zonas rurales.

[14] La andadura del español en Barcelona atraviesa por diversas etapas que marcan la progresiva introducción de esta lengua en los diferentes ámbitos de la vida de la ciudad. El punto de partida de las relaciones entre catalán y castellano viene determinado por los contactos entre intelectuales castellanos y otros oriun-dos de la Corona de Aragón que se dejan sentir de manera particular a partir del siglo XIV. Pensemos, por ejemplo, en figuras de las letras catalanas que escribie-ron en español como Ferrer Sayol (siglo XIV). Se trata, sin embargo, de contactos puntuales cuya trascendencia social resulta de difícil cuantificación.

[15] Hay otros hechos históricos que permiten medir de manera más precisa la intensidad del contacto entre catalán y castellano. Un primer momento clave fue el traslado de la corte de la corona aragonesa a Valencia bajo el reinado de Alfon-so IV el Magnánimo (1396-1458). Este desplazamiento de la capitalidad, empren-dido por la esposa del monarca, María de Castilla, supuso la castellanización de los ámbitos culturales y de la administración (Sinner 2004: 10). Un segundo mo-mento lo marcó el matrimonio dinástico entre los Reyes Católicos, Isabel y Fer-nando II de Aragón (1469), pues permitió una introducción mayor del castellano entre las clases pudientes (Kailuweit 1997: 78). En esta época, a Cataluña llegan, además, soldados y políticos procedentes de tierras castellanas. El resultado fue que, a finales del siglo XV, el castellano «beginnt für die katalanischen Gelehrten eine intellektuelle Herausforderung zu sein»4 (Kailuweit 1997: 78).

[16] La situación se mantiene en siglos posteriores: el castellano solo parece ser una lengua propia de las clases intelectuales y adineradas, mientras que el pue-blo sigue empleando su lengua catalana. En el siglo XVI la nobleza catalana empe-zará a contraer matrimonios con aristócratas no catalanes. Si a esto se añade el he-cho de que los altos cargos políticos y religiosos solían ser ocupados por indivi-duos no catalanes, se puede observar una tendencia progresiva a la introducción del español en ciertas capas de la sociedad. Según Kailuweit (1997: 90), en el si-

4 'empieza a ser un reto intelectual para los catalanes de las clases cultas'

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glo XVII el castellano es aún una lengua propia de las élites políticas, económicas y culturales, pero progresivamente avanza la penetración del español en diversas capas sociales. Kailuweit (1997) atribuye un papel central en este sentido a los je-suitas.

[17] La guerra de Sucesión (1701-1713/15) supone una derrota para el pue-blo catalán que conllevará la pérdida de autonomía política y una intensificación de la presencia del castellano. En efecto, el Decreto de Nueva Planta de 1716 es-tablecía, entre otras medidas, el empleo del castellano en las escuelas y años des-pués se promulgan nuevas leyes. En 1768 la Real Cédula de Aranjuez prohíbe la enseñanza en catalán. Carlos III ordena en 1780 que en todas las escuelas del terri-torio español se explique la gramática de la Real Academia Española. En 1773 se prohíbe la publicación de libros de texto en catalán y, entre 1770 y 1773, los obis-pos de Barcelona y Vic establecen el empleo obligatorio del castellano en los Se-minarios, así como también ordenan que la predicación sea en español. Desde 1772, mercaderes y comerciantes tienen que llevar sus libros en castellano.

[18] Con todo, la intensidad de estas medidas en el terreno lingüístico no se dejó sentir con especial intensidad en un primer momento. Aunque provocaron la introducción progresiva del castellano en diferentes terrenos cotidianos, no se pue-de pasar por alto que los funcionarios tenían un conocimiento insuficiente de la lengua para que las leyes fueran de imposición efectiva, al menos de manera in-mediata. Así, se sabe que documentos legales de menor importancia (contratos de compraventa, por ejemplo) se seguían escribiendo en lengua catalana (Lüdtke 1991: 237).

[19] Con todo, el conjunto de medidas legales que se adoptan en el siglo XVIII condujeron a confirmar una situación diglósica5. Las clases altas, cultas y adineradas recurrían con frecuencia al español, mientras que las clases populares, de manera especial en zonas rurales o alejadas de las grandes ciudades, mantenían viva la lengua catalana. Esta situación diglósica se plasma, por ejemplo, en la fun-dación del Diario de Barcelona en 1792, que, aunque incluye textos en catalán, está principalmente redactado en castellano – únicamente durante la ocupación del territorio catalán por las tropas francesas en 1810, el catalán sustituyó al castellano en la redacción a lo largo de cinco meses.

[20] La pregunta que cabe formularse en este punto es si en el siglo XIX el español barcelonés era simplemente una copia del español de otras zonas, propio del habla de catalanohablantes que en situaciones muy concretas utilizaban el cas-tellano como variedad culta, o si, por el contrario, existía ya un dialecto del espa-ñol barcelonés empleado tanto por hablantes monolingües castellanos como por hablantes bilingües cuya lengua materna podía ser el castellano o el catalán. Las investigaciones realizadas señalan que la extensión del español en Barcelona se

5 Vid. Vallverdú (1979) para un estudio del origen de la diglosia en el siglo XIX en Cataluña. El trabajo más extenso sobre la situación del castellano en Cataluña es, sin embargo, el de Kailuweit (1997).

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produce a partir de finales del siglo XVIII, de modo que el siglo XIX marca la con-solidación de esta tendencia lingüística. Los censos de población inciden en esta tesis, dado que, de acuerdo con los datos censales de 1877, el 25,4 % de los habi-tantes de Barcelona procede del resto de España (Martínez-Marí 1964: 13; vid., asimismo, Kailuweit 1996). En este sentido, son interesantes las palabras de Ló-pez-Gay (2014: sin página) referidas a este hecho:

Localidades de la provincia de Barcelona y del resto del territorio catalán fueron los principales puntos de procedencia de la población inmigrante. Respecto a las perso-nas nacidas en el resto de España, no existen datos empíricos hasta el año 1877, cuando el censo indica que uno de cada cuatro barceloneses había nacido fuera del territorio catalán, valor que se mantuvo bastante estable hasta el final del siglo. La presencia de este grupo era, pues, bastante destacable antes de los episodios migrato-rios del siglo xx, cuando definitivamente se amplía el ámbito de procedencia de la población. También era significativo el elevado grado cosmopolita de la ciudad, con diferencia la capital española con más extranjeros (en el censo de 1877, el 2% de po-blación de Barcelona había nacido en el extranjero). La atracción que la ciudad ejer-ció sobre los extranjeros refuerza la idea de una Barcelona que vivió un gran desa-rrollo industrial, urbano y económico durante la segunda mitad del siglo XIX.

A este 25 % de población foránea, hay que añadirle las clases cultas y adineradas barcelonesas, que tenían el español como una variedad de prestigio que emplea-ban en sus intercambios comunicativos. Se diría, pues, que en el último tercio del siglo XIX el español tenía contextos de uso relevantes en Barcelona. El gran cam-bio respecto de etapas previas es que esto sucede no solo en los círculos selectos de la clase acomodada de Barcelona. En efecto, ese 25 % de población forastera al que nos referíamos dependía en gran medida del despertar de la industria, que su-puso la llegada de numerosos contingentes de obreros.

[21] El inicio de la andadura industrial de Barcelona se ha situado a finales del 1833 con la inauguración en la calle Tallers de la Fábrica Bonaplata, también conocida como Vapor Bonaplata o simplemente El Vapor, la primera fábrica total-mente mecanizada de España. La industrialización de la ciudad de Barcelona no solo determinó un cambio económico, sino también su transformación demográfi-ca y urbana. La afluencia de mano de obra de otras regiones peninsulares resultó clave en el proceso de penetración del castellano, que ya no era solo la lengua del Diario de Barcelona, de las clases cultas, pudientes, o de la escuela y de la escri-tura (recordemos, sin embargo, que la práctica de la escritura en catalán florece a partir de la Renaixença). La población obrera dejó su impronta lingüística en el te-rritorio barcelonés. Así, como se señala en Kailuweit (1997: 253), en el siglo XIX existe ya una literatura obrera redactada en castellano y no solo el Diario de Bar-celona estaba escrito en español, sino que surgen diversos diarios obreros que también emplean esta lengua como medio de expresión.

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[22] Así las cosas, hay que suponer que ambas lenguas en contacto se influ-yesen ya en ese momento en el que – insistimos de nuevo en ello – el 25 % de la población era de procedencia castellana y las clases cultas y ricas se comunicaban en español. Además, la publicación del Diario de Barcelona y de otros periódicos en castellano marca un ámbito importante de empleo del español en la vida coti-diana barcelonesa y contribuye, asimismo, a la consideración de esta lengua como una variedad de prestigio. Así pues, parece que cabe corroborar las palabras de Kailuweit (1996: 746):

El castellano de Barcelona tiene «pelos y uñas», es decir, no es un sistema estándar estéril, aprendido como lengua extranjera en la escuela, sino una variedad viva que se habla y se desarrolla. Nace en esa época (el 1800) el castellano de Barcelona como dialecto terciario y a partir de entonces formará parte de la arquitectura lin-güística del español.

El devenir de la historia en el siglo XX llevará a intensificar el contacto entre am-bas lenguas. En efecto, el inicio del siglo XX supondrá la progresiva afluencia de inmigración española (especialmente, en el período comprendido entre 1921 y 1929, con motivo de las obras del metro y de la Exposición Internacional de Bar-celona). En 1930 la inmigración en Barcelona alcanza el 37,1 % de la población. Los procesos migratorios posteriores a la Guerra Civil española propiciaron una mayor presencia del español en Cataluña, de modo notable en Barcelona, lo que también ocasionó una intensificación de la influencia entre las dos lenguas, que tuvo su reflejo inmediato en fenómenos de contacto lingüístico particulares en am-bas direcciones.

[23] Por lo tanto, los datos de los que disponemos prueban que desde el si-glo XIX hay una variedad de español con ámbitos de uso significativos en la ciu-dad de Barcelona. Esta variedad de español puede servirnos como punto de refe-rencia para establecer la profundidad histórica de varios casos de convergencia lingüística del español con el catalán6.

4 Convergencias en la sintaxis oracional. La marcación de las interrogati-vas totales

[24] El español, a diferencia de otras lenguas románicas como el catalán o el francés, no emplea ninguna marcación gramatical para las interrogativas totales. Así, la correspondiente versión del español a (3) y (4) del francés y del catalán, respectivamente, es una pregunta que no contempla la aparición de ninguna partí-cula identificativa del tipo de interrogación que se está formulando (5)7.

6 Todos los rasgos lingüísticos con los que se ejemplifica la especificidad del español barcelonés de finales del siglo diecinueve no son episódicos, sino que aparecen de manera recurrente en los textos del corpus GRADIA.7 No es este el lugar para detenernos a explicar pormenorizadamente el funcionamiento de la inte-

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(3) Est-ce que tu descends à la prochaine station ?(4) Que baixes a la propera?(5) ¿Bajas en la próxima?

Tanto en francés como en catalán son posibles versiones sin marca gramatical al-guna, donde la entonación asume la expresión del valor interrogativo (6)-(7)8. Más aún, en francés, con entonación ascendente, es posible y común en la lengua colo-quial la forma sin inversión del sujeto (c.p. Marta López Izquierdo; véase ejemplo (6b)), posibilidad que también existe en catalán (7b). En el caso del francés, ade-más, la partícula est-ce que puede aparecer también en interrogativas parciales si se antepone el elemento interrogativo que marca el tipo de interrogación que se está formulando (8).

(6) a. Descends-tu à la prochaine station ?b. Tu descends à la prochaine station ?

(7) a. Baixes a la propera?b. Tu baixes a la propera?

(8) Quand est-ce que tu iras à Barcelone ?

El empleo del francés y del catalán son ligeramente diferentes. No solo porque en el caso de la lengua francesa sea posible la presencia de la marca de interrogación tanto en las interrogativas totales como en las parciales, sino también porque en francés la presencia de est-ce que permite mantener el orden propio de las oracio-nes aseverativas, evitando la inversión que impone su ausencia (6a).

[25] Según la GLC (2016, cap. 34), el recurso a un que para encabezar las oraciones se puede encontrar tanto en interrogativas neutras (9), como en interro-gativas de contraexpectativa (10) o confirmatorias (11).

(9) Que en saps res? '¿Sabes algo/alguna cosa?'(10) Que la teva germana també és aquí? '¡Que también está aquí tu hermana?'(11) Que baixa a la propera? '¿Baja en la próxima?'

Vamos a detenernos un momento en el ejemplo de (10). Esta estructura no presen-ta el mismo tipo de que que las de (9) y (11). En estas dos últimas construcciones, el que no depende de ningún elemento elidido, sino que por sí solo tiene una fun-

rrogación en francés y en catalán. Nuestro objetivo es únicamente el de señalar la posibilidad que ofrecen ambas lenguas de encabezar las oraciones interrogativas totales con una marca gramatical (est-ce que en francés y que en catalán) que no existe en el español estándar.8 Para el papel de la marcación gramatical en las oraciones interrogativas del francés, cf. Grevisse & Goosse (2008: 491, 498-501). Para el funcionamiento gramatical de la interrogación en general en francés, véase también Grevisse & Goosse (2008: 482-504), y para el catalán, vid. GLC (2016, cap. 34).

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ción oracional destacada, a saber, marcar el tipo oracional que encabeza. Por el contrario, la estructura de (10) presenta un que que puede interpretarse como de-pendiente de un verbo dicendi sobreentendido – (Dius) que la teva germana és aquí? – y, por lo tanto, se trata de una construcción idéntica a la del español ¿(Di-ces) que tu hermana está aquí?.

[26] Las construcciones como ¿(Dices) que tu hermana está aquí? presen-tan un esquema oracional en el que una oración interrogativa total aparece encabe-zada por un que átono. Estas estructuras, unidas a la influencia del catalán, bien pudieron favorecer la emergencia de construcciones en las que una interrogativa total aparece precedida de un que cuya principal función en la oración es la de marcar su carácter de interrogativa total (Sinner 2004: 286-88; Szigetvári 1994: s.v. que). Estas oraciones, presentes en la lengua hablada del español contemporá-neo de las zonas en las que español y catalán están en contacto (12), se pueden rastrear, por lo menos, desde principios del siglo XX. Así, por ejemplo, en una car-ta que Clara Noble dirige a su marido, Joan Maragall, se encuentra un pasaje en estilo directo en el que aparece la construcción con ese que marcador de interroga-tivas totales (13). Estos ejemplos antiguos prueban que no estamos ante una moda gramatical efímera de la lengua contemporánea, sino ante un rasgo lingüístico que hunde sus raíces en el pasado de la lengua.

(12) a. ¡ah! ¿y el Ángel? ¿que sabéis que me ha dicho? (Vila Pujol 2001: 85)b. A: el otro día una clienta estaba esperando que abrieraa… (sic) eran las once y media de la mañana dice ¿que no abre este chico? (Vila Pujol 2001: 89)

(13) Helena dice que tiene muchísimas ganas de verte, lo mismo que todas las demas, pero ella viene enseguida cuando llega tu carta, y con un afán, dice ¿que viene?, ¿llegará mañana?, ¿dice el dia? (Carta de Clara Noble a Joan Maragall, 8/9/1901, GRADIA)

5 Demostrativos

[27] En el empleo de los demostrativos, en el español hablado en Barcelona, y por extensión en todo el territorio en el que catalán y castellano conviven, se ob-serva la frecuente neutralización de las formas que marcan la proximidad a la pri-mera y a la segunda personas (Vann 1998; Casanovas Català 2005). No se trata, con todo, de un rasgo que aparezca de manera sistemática, pues hay casos de em-pleos distinguidores, como el de (14) donde ahí se refiere al lugar en el que se en-cuentra el interlocutor, mientras que aquí se refiere al espacio ocupado por el emi-sor.

(14) A ver si el calor habrá amainado ahí como aquí: lo deseo vivamente. (Joan Maragall a Clara Noble, 12/7/1902, GRADIA)

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En cambio, encontramos otros empleos en los que esta distinción está claramente opacada, de manera que se establece un sistema binario en el que aquí-acá-esto-esta-este ocupan el mismo espacio referencial que ahí-eso-esa-ese; todas estas formas se oponen a las marcas demostrativas que señalan lo que se encuentra ale-jado de los interlocutores, a saber, allí-aquello-aquella-aquel (Casanovas Català 2005; Szigetvári 1994: s.v. locativos; Wesch 1997: 299). Se trata de empleos como el de (15), donde en medio de una conversación telefónica uno de los ha-blantes pregunta a su interlocutor por el tiempo que hace en el lugar en que este se encuentra refiriéndose a dicho lugar con un aquí. Esto es, el hablante, en vez de recurrir a la forma del deíctico espacial que marca la proximidad a la segunda per-sona (ahí), utiliza el propio de la proximidad a la primera (aquí). De ahí, la res-puesta humorística del hablante B.

(15) A. -¿Y qué tiempo tenéis por aquí?B. -No sé. Tú sabrás, ¿no? (ejemplo extraído de una situación cotidiana)

[28] Estas confusiones se encuentran también en textos del pasado. Un ejemplo lo tenemos en (16), donde se emplea el locativo eso para referirse al espa-cio próximo al hablante. Más concretamente, en (16), Joan Maragall usa eso refi-riéndose al Ateneu, desde donde está escribiendo a su prometida.

(16) Te estoy escribiendo en el Ateneo (el papel y el sobre lo he llevado todo el día en el bolsillo para escribirte a la primera ocasión que tuviera, hallárame donde me hallara); eso está bastante solitario: todo el mundo se ha ido a to-mar el fresco, y estoy yo solo… (ahora dan las doce en la Catedral). (Carta de Joan Maragall a Clara Noble, 15/7/1891, GRADIA)

A la hora de explicar este rasgo del español barcelonés, resulta ineludible hacer re-ferencia al contacto con el catalán. En efecto, esta lengua presenta un sistema deíctico binario que solo distingue la proximidad de la lejanía, esto es, el aquí-es-te del allí-aquel (cat. aquí-aquest vs. allà-aquell)9. El sistema binario del catalán entra en competencia con el sistema ternario del castellano, que añade a esa oposi-ción espacial lo que está próximo a la segunda persona. Resulta fácil, pues, atri-buir al contacto con el catalán ejemplos como el anterior o como el siguiente, don-de Joan Maragall, al hacer alusión al jardín en el que supone que su prometida re-cibirá la carta que le está escribiendo, se refiere a él con el demostrativo este y no con el ese esperable, dado que es ella quien está en el jardín y no él. No podemos considerar que el segundo este tenga un valor anafórico, referido a la primera mención al jardín, pues no resulta viable la sustitución de este por tal o mismo. Nótese la extrañeza en el contexto de (17) de un enunciado como ?Hay flores en

9 No me refiero ahora al catalán de Valencia, donde se ha reorganizado un sistema ternario como en el castellano de zonas monolingües: aquest, aqueix, aquell.

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tal jardín. Se trata, más bien, de una anáfora ad phantasma en el sentido de Bühler (1979 [1934]). Esto es, en el empleo de este se observa un señalamiento a objetos que, sin estar presentes en la situación de discurso en la que el autor del ejemplo de (17) escribía su carta, son presentados en el enunciado como si se estuviese apuntando hacia ellos. A diferencia de la referencia deíctica ad oculos, la ad phan-tasma se hace en un momento en el que los objetos a los que se hace mención no están presentes.

(17) ¿Has ido a esperar también esta carta en el jardín? ¿hay flores en este jardín? (Carta de Joan Maragall a Clara Noble, 17/7/1891, GRADIA)

En este punto, habrá que cuestionarse si estamos ante un cambio activado por el contacto o, a la inversa, ante la inhibición de un proceso de cambio que llevó en el español estándar a la reestructuración de los deícticos en un sistema ternario. Esta última es la propuesta de Enrique-Arias (2014a), quien señala un parco uso del sistema ternario en el español general hasta épocas recientes10.

[29] Sea como fuere, el contacto con el catalán, como activador o como inhibidor de un proceso de cambio, deja su impronta en el empleo de las formas deícticas en los textos escritos por Maragall y su esposa. Tanto si se trata de una influencia activa, que determina la reestructuración del sistema de los demostrati-vos, como de una influencia pasiva, que propicia el mantenimiento de un sistema antiguo, lo cierto es que el catalán y el castellano de Barcelona convergen en un punto más de la gramática.

6 Convergencias verbales

[30] El verbo no resulta ajeno a la convergencia lingüística del español y del catalán. En este trabajo, vamos a ocuparnos únicamente de dos casos concretos, pero los ejemplos se dan en otros ámbitos del sistema verbal11. Para nuestro traba-jo sobre la convergencia del español y el catalán, vamos a tratar acerca de ciertos usos particulares del futuro morfológico y de la perífrasis haber de + infinitivo que caracterizan al español hablado en zonas donde esta lengua está en contacto con el catalán.

10 Uno de los revisores anónimos pregunta cómo puede ser que la influencia del catalán motive tanto confusiones de este por ese (vid. ejemplo 17) como de ese por este (vid. ejemplo 16). En este sentido, conviene tener en cuenta que el español dispone de dos formas, a saber, este y ese y la in-fluencia del catalán no elimina ninguna forma. Ahora bien, al no realizarse una diferenciación en-tre lo próximo a la primera y a la segunda personas, se dispone de dos formas (este y ese) para de-sempeñar ambas funciones. De este modo, se explican también ejemplos como el de (16).11 Por ejemplo, Alcoba & Martí (2016) se han ocupado de los tiempos compuestos. Asimismo, Prat Sabater (2019) se ha interesado por ciertos usos especiales de diversas construcciones verba-les en el español de Barcelona.

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6.1 La expresión del futuro

[31] Uno de los temas recurrentes en el estudio de la gramática del español en contacto con el catalán es el relativo a las formas que se emplean para la expre-sión de sentidos prospectivos. Las diferencias que se detectan respecto del resto de territorios hispanohablantes tienen que ver con tres aspectos fundamentales:1. Mayor empleo de las formas de futuro morfológico a expensas de las de fu-

turo perifrástico (vid., por ejemplo, Blas Arroyo & Porcar Miralles 1998; Illamola Gómez 2013, 2016);

2. Empleo de formas de futuro morfológico en posiciones sintácticas en las que el español estándar las rechaza (Blas Arroyo 2007: 280-81);

3. Empleo de haber de + infinitivo con valor de tiempo futuro12 (RAE & ASA-LE 2009: 2146; para el siglo XIX vid. apartado 6.2 y Garachana 2020).[32] En el siglo XIX, la preferencia del español de Barcelona por las formas

sintéticas del futuro frente a las analíticas no resulta tan visible, puesto que en esta época también en el español estándar las formas sintéticas eran más frecuentes. Al menos así lo prueban los datos obtenidos del vaciado de las formas de futuro em-pleadas en los textos epistolares contenidos en CORDE que fueron redactados a finales del siglo XIX y la primera década del XX (vid. Garachana 2021). Como se ve en la Tabla 1, la proporción de futuro morfológico es todavía mayoritaria en este momento, y los datos son parecidos a los que se recogen en el español de Bar-celona en esta misma etapa (vid. Tabla 2). La proporción del futuro perifrástico re-sulta ligeramente inferior en el español barcelonés, pero no está alejada en exceso de la que se observa en el resto de la península. Por lo tanto, la situación es clara-mente diferente de la que señalan Enrique-Arias & Méndez Guerrero (2020) para el momento presente en su comparación del empleo de las formas de tiempo futu-ro en el español de Palma de Mallorca y en el de Alcalá de Henares. Estos autores encuentran una diferencia de empleo altamente significativa. Así, en Palma de Mallorca el futuro morfológico aparece en su corpus en un porcentaje de 53,6 % de ocasiones frente al 23,2 % de Alcalá de Henares.

Futuro morfológico Futuro perifrástico1890-1911 95,7 % (1332/1392) 4,3 % (60/1392)

Tabla 1: Proporción de empleo de las formas de futuro morfológico y analítico en el español de re-giones monolingües

12 Este valor se documenta también en el español de Centroamérica, México y zona antillana (RAE & ASALE 2009: 2146).

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Futuro morfológico Futuro perifrástico1890-1911 97 % (929/957) 3 % (28/957)

Tabla 2: Proporción de empleo de las formas de futuro morfológico y analítico en el español de Barcelona

[33] A fin de establecer la validez de los datos obtenidos en nuestro corpus, hemos analizado un corpus de control. Concretamente, hemos estudiado la corres-pondencia mantenida entre Benito Pérez Galdós y el escritor catalán Narcís Oller entre 1884 y 191513. Los resultados obtenidos, recogidos en la Tabla 3 no son muy diferentes de los que resultan de la comparación del CORDE y de GRADIA, lo que ratifica que, cuando menos en la lengua escrita, a finales del XIX el español de Barcelona, en situaciones de proximidad, no manifestaba una distancia singular en el empleo de las formas de futuro, más allá de los casos que comentaremos a con-tinuación. Así pues, la convergencia gramatical que se observa en la lengua con-temporánea y que supone un menor empleo de las formas perifrásticas que en el resto de la Península no puede certificarse para el español decimonónico y de principios del siglo XX.

Futuro morfológico Futuro perifrásticoBenito Pérez Galdós 95 % (76/80) 5 % (4/80)

Narcís Oller 95,8 % (92/96) 4,2 % (4/96)

Tabla 3: Proporción de empleo de las formas de futuro morfológico y analítico en la corresponden-cia mantenida por Narcís Oller y Benito Pérez Galdós (1884-1915)

[34] Prueba de que en el siglo XIX la diferenciación entre las formas morfo-lógica y perifrástica del futuro no había ahondado tanto como en la actualidad es que el futuro sintético puede aparecer en contextos de posterioridad inmediata no solo en el español de Barcelona del XIX, sino en el de ciudades en las que no se re-gistra el contacto con el catalán:

(18) La confianza que me inspira el carácter e ilustrado talento de V. E. es la que basta para atreverme a suplicarla que me haga la merced de prestarme el ci-tado libro, si lo tubiese a bien, suponiendo que le devolveré con la mayor brevedad, entregándosele a la persona que V. E. se sirva indicarme. (Fernán-dez de Moratín, Epistolario. Cartas de 1804, CORDE)

(19) Hoy o mañana se acabarán las obras de mis estanques. (Fernández de Mo-ratín, Epistolario. Cartas de 1806, CORDE)

(20) Yo no he empezado todavía a remojarme; pero será mui pronto. (Fernández

13 Oller nació en Valls (Tarragona), pero pasó la mayor parte de su vida en Barcelona, donde ejer -ció como abogado.

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de Moratín, Epistolario. Cartas de 1807, CORDE)(21) Hoy enviaré al jefe de estación la primera entrega firmada, para que tenién-

dole propicio, veas de hacer toda la economía posible en la remisión. (Zorri-lla, José, Cartas íntimas e inéditas, 1883-1889, CORDE)

Por lo tanto, la inhibición del cambio de la que tratan Blas Arroyo (2007) y Enri-que-Arias (2010, 2014a, 2019) es, de acuerdo con nuestros datos, posterior a fina-les del siglo XIX.

[35] Más interés tienen en este momento los casos que son prueba de una convergencia con el catalán. Me refiero ahora al empleo de las formas de futuro morfológico en contextos que la norma del español rechaza, pero que son propios de la gramática del catalán; por ejemplo, en subordinadas temporales y en la pró-tasis de las condicionales.

(22) haber si bendras pronto porque ya estoy deceando que vuelvas. (Helena Ma-ragall y Noble a Joan Maragall, 16/7/1902, GRADIA)

(23) ya empedran la playa y tambien quieren empedrar la calle asi es que cuando volveras lo encontraras todo cambia (sic). (Helena Maragall y Noble a Joan Maragall, 16/7/1902, GRADIA)

Estos usos, todavía presentes en el español de Barcelona y de otras regiones en que el español convive con el catalán, son otra muestra de convergencia gramati-cal.

6.2 Las perífrasis verbales

[36] El español es la lengua románica en la que las perífrasis verbales pre-sentan un mayor rendimiento funcional (Fernández-Montraveta, Vázquez & To-por, en prensa). No resulta extraño, pues, que se observen fenómenos de conver-gencia con el catalán que tienen a estas construcciones gramaticales como prota-gonistas. En este trabajo, por razones de espacio, vamos a tratar únicamente de un caso de convergencia. Concretamente, vamos a ocuparnos de la mayor tendencia a emplear la perífrasis haber de + infinitivo para la expresión de valores deónticos14. En catalán, la perífrasis por excelencia para formular sentidos de obligación está formada a partir de un verbo que deriva del latín habere (aver de + infinitivo). El empleo deóntico de la perífrasis del español haber de + infinitivo que se detecta en el español de Barcelona aproxima una vez más la gramática de esta lengua a la del catalán.

14 La interferencia, sin embargo, afecta a otras construcciones como el futuro analítico o las es -tructuras del tipo caler + infinitivo o mirar de + infinitivo (Garachana 2021; Prat Sabater 2019; Szigetvári 1994).

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[37] Como se ha demostrado en diferentes trabajos (Hernández Díaz 2017; López Izquierdo 2008), a partir del siglo XIX la perífrasis haber de + infinitivo ex-perimenta una reducción importante en su frecuencia de empleo en el español es-tándar. De acuerdo con López Izquierdo (2008) y Hernández Díaz (2017), a partir del siglo XIX su uso prácticamente se limita a contextos impersonales y de futuri-dad. En dos estudios realizados a partir del análisis de textos epistolares, hemos tenido la oportunidad de confirmar los datos expuestos por estas autoras (Garacha-na 2018a, 2020). La relevancia del texto epistolar es doble. Por un lado, constituye un tipo de texto más próximo a las situaciones de proximidad comunicativa y, por el otro, es uno de los reductos donde la perífrasis haber de + infinitivo se mantie-ne con mayor vigencia en el siglo XIX, según los datos contenidos en Hernández Díaz (2017: 214). En nuestro estudio, además, pudimos comprobar que en el XIX ya se había consumado el desplome de haber de + infinitivo como perífrasis de obligación, mientras que tenían alguna mayor presencia los valores de futuro, en los que con toda probabilidad la perífrasis trató de encontrar su nicho gramatical y de donde fue desplazada por ir a + infinitivo.

[38] Si observamos la Tabla 4, que refleja los significados con los que se re-coge la perífrasis en los textos epistolares en el siglo XIX y en el primer tercio del XX en el español de regiones peninsulares monolingües, podremos observar lo que venimos señalando. De manera particular, queremos resaltar el empleo superior de la perífrasis para la expresión de la prospección temporal, frente a un uso mucho menor como construcción deóntica. Como se ve en la Tabla 4, los sentidos deónti-cos pasan de una frecuencia de 0,32 ejemplos cada 1000 palabras en el período comprendido entre 1800 y 1835 a otra de 0,04 en la etapa que va de 1901 a 1933. Esto es, los sentidos deónticos se aproximan a su práctica desaparición. En cam-bio, los significados prospectivos, que también van perdiendo empleo a lo largo del siglo XIX, aún mantienen en el período de 1900-1933 una frecuencia de 0,14 casos cada mil palabras.

Frec. por 1000 (1800-1835)

Frec. por 1000 (1836-1870)

Frec. por 1000 (1871-1900)

Frec. por 1000 (1901-1933)

Deóntico 0,32 0,03 0,06 0,04Deóntico atenuado

0,12 0,06 0,07 0,02

Evidencial 0,07 0,12 0,12 0,01Prospectivo 0,47 0,25 0,66 0,14Redundante 0,06 0,02 0,03 0,004Total general 1,05 0,51 0,96 0,23

Tabla 4: Valores de la perífrasis haber de + infinitivo en el siglo XIX y primer tercio del XX en el español de zonas monolingües

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[39] Antes de continuar, conviene aclarar el sentido que se da a los concep-tos que aparecen en la Tabla 4 referidos a los valores de la perífrasis. Por valor deóntico, entendemos un sentido modal ligado a la obligación. A su vez, el valor deóntico atenuado tiene que ver con la expresión de lo que es conveniente realizar. El sentido que hemos denominado evidencial se vincula con estructuras en las que la perífrasis sirve para vehicular una información que el hablante presenta como una deducción propia y, por lo tanto, como algo con cuya veracidad no puede comprometerse al 100 % (Ya están agonizando las conferencias sobre el Renaci-miento que carecerán de unidad, y que versarán sobre todo menos sobre eso y ha-brán de ser de ser muchas de ellas una lata superficial. Miguel de Unamuno, Epistolario Inédito. Carta a F. de Onís, 1913, CORDE). Los valores prospectivos son los que están orientados al futuro y los redundantes consisten en empleos de haber de + infinitivo en los que no se observan diferencias entre el empleo de la perífrasis o el verbo que ocupa la posición de infinitivo solo, más allá de un cierto énfasis en el caso de la construcción perifrástica (Con que, no hay escape: o tú has de firmar tu obra, o yo la he de firmar como editor, o hemos de buscar un ino-cente (…) que nos haga el gusto de firmarla. Leandro Fernández de Moratín, Car-tas de 1821. Epistolario, 1821, CORDE).

[40] Si cotejamos estos datos con el empleo que se hace de haber de + infi-nitivo a finales del siglo XIX y principios del XX en Barcelona (Tabla 5), la situa-ción resulta claramente diferente. En primer lugar, vemos que la frecuencia de em-pleo general es mayor. En efecto, en Barcelona haber de + infinitivo se registra 2,16 veces cada mil palabras. En cambio, en el español de zonas monolingües la perífrasis solo aparece 0,96 ocasiones entre 1871 y 1900 y 0,23 veces entre 1901 y 1933. En segundo lugar, en Barcelona el valor privilegiado es el deóntico (con una frecuencia de empleo de 1,42 veces cada mil palabras, mientras que en el español del resto de la península los valores deónticos apenas logran superar el ámbito de las cero ocurrencias por mil palabras). Por último, el sentido prospectivo es tam-bién más frecuente en el español de Barcelona que en el del resto de la península. Así pues, se observa que la diferencia que la RAE & ASALE (2009: 2146) señala para la lengua contemporánea en lo relativo a la mayor frecuencia de los sentidos prospectivos de haber de + infinitivo en el español de zonas catalanohablantes hunde sus raíces en el pasado.

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1800-1835

1836-1870

1871-1900

1901-1933

Español Barcelona

deóntico 0,32 0,03 0,06 0,04 1,429deóntico atenuado

0,12 0,06 0,07 0,02 0,07

epistémico 0,01 0,06 0,02 0 0,047evidencial 0,06 0,06 0,10 0,01 0,02

prospectivo 0,47 0,25 0,66 0,14 0,57redundante 0,06 0,02 0,03 0,004 0,02Total 1,05 0,51 0,96 0,23 2,16

Tabla 5: Frecuencia de empleo por mil palabras de la perífrasis haber de + infinitivo en diferentes zonas peninsulares

[41] Ante estos datos, podría plantearse la hipótesis de que estamos ante un caso de inhibición del cambio gramatical, tal y como se ha propuesto en Blas Arroyo (2016) y Enrique-Arias (2010, 2014a). Ahora bien, el empleo de la perí-frasis deóntica haber de + infinitivo en tierras catalanohablantes no supone exac-tamente el mantenimiento de un esquema gramatical propio del español medieval y clásico, pues ya en esta época la perífrasis tenía poco rendimiento funcional para la expresión de la obligación fuerte, como señala Hernández Díaz (2017: 217), quien sostiene:

De manera que todo parece indicar que, desde sus inicios, la perífrasis no expresó modalidad deóntica como valor central o prototípico. Cuando sí lo hace, hay algo en el contexto que sirve para apoyarlo, ya sea la persona gramatical, la relación entre hablante y oyente o la tradición textual en que aparece.

En una línea similar, López Izquierdo (2008: 795) señala cómo haber de + infini-tivo sufre una «especialización semántica progresiva hacia lo modal epistémico». Esta misma autora señala que en el corpus con el que trabaja, constituido por un conjunto de obras teatrales de los siglos XV al XVIII:

las personas con más alta aparición son la primera y la 3ª del singular: es decir, aquellas personas con que se expresan generalmente valores de intención y valor de predicción inevitable. La segunda persona (del singular o del plural), que es la que se presta mejor para expresar valores directivos (modalidad orientada hacia el ha-blante, según Bybee), son escasas, y ello a pesar de que el corpus escogido, por su naturaleza dramática, favorece la aparición de las personas interlocutivas (López Iz-quierdo 2008: 795-796).

Así las cosas, más que hablar de una inhibición de un proceso de cambio, que ha-bría fijado en la gramática del español de zonas en las que catalán y castellano conviven unos usos característicos de haber de + infinitivo en época medieval y clásica, habría que señalar una adfuncionalización de la perífrasis para expresar

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valores que nunca le fueron demasiado propios, los deónticos, frente a los episté-micos y prospectivos característicos del español de zonas monolingües (Garacha-na 2018a, 2020; Garachana & Hernández Díaz 2017; Garachana & Hernández Díaz 2020). Esta adfuncionalización, nuevamente, se habría producido bajo la in-fluencia del catalán y permitiría aproximar la gramática de ambas lenguas. De este modo, se estaría limando la diferencia que supone que en castellano de otras re-giones la forma perifrástica prototípica para la expresión de sentidos deónticos sea tener que + infinitivo.

7 La construcción del discurso. Convergencias en el empleo de los marca-dores discursivos y de las conjunciones

[42] Otro de los puntos en los que se hace manifiesta la convergencia entre el español y el catalán afecta al empleo de los marcadores discursivos y de las conjunciones. En este caso, vamos a tratar únicamente de tres casos ilustrativos de cómo una lengua aprovecha los recursos de la otra para la construcción textual. Para empezar, nos ocuparemos del empleo contraargumentativo de por eso, que sigue la estela del catalán per això.

[43] En el español contemporáneo de tierras catalanas, por eso puede apare-cer en la posición final de un enunciado para indicar que este se opone a otro pre-vio (24). Como se ve, en (24) por eso no debe entenderse en el sentido causal que le es característico en el español estándar, sino en el contraargumentativo de 'pero, sin embargo'. En la lengua decimonónica y de principios del XX, estos valores de por eso ya se documentan, si bien su posición era antecediendo al segundo enun-ciado como en los ejemplos de (25). Son, pues, contextos de empleo diferentes a los modernos, en los que por eso se ha desplazado a la posición final de la ora-ción.

(24) Está lloviendo mucho. Voy a salir, por eso. (ejemplo extraído de una conver-sación)

(25) a. (…) á Juan Antonio lo tengo con un poquito de fiebre, se le ha quitado la diarrea y como tiene la boca muy hinchada, ahora le da fiebre, si le sigue mandaré por el médico, por eso el esta contentito. (Carta de Clara Noble a Maragall, Blanes, 24/7/1904, GRADIA)b. Juan Antonio esta un poco penoso hoy; pero es todo de la boca, grita y grita que no se sabe que hacer con el, por eso no te olvida. (Carta de Clara Noble a Joan Maragall, Carta sin fechar, probablemente de julio de 1904, GRADIA)

Resulta interesante este empleo en el texto escrito de la forma por eso, que en la lengua contemporánea se recoge de manera particular en el discurso oral. Sea como fuere, se trata de un caso en el que la gramática textual del español y del ca-

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talán convergen. Queda, sin embargo, por explicar la evolución relativa a la posi-ción ocupada por el marcador contraargumentativo desde la lengua antigua hasta la moderna.

[44] Asimismo, en la lengua antigua y en la moderna, se localizan casos en los que se emplea a más con valor aditivo. Estamos ante la copia del marcador discursivo del catalán a més (Szigetvári 1994):

(26) No voy a Madrid ni nada que se asemeje. Dices que en mis cartas no te ha-blo de mis asuntos positivos. ¿Acaso tengo yo asuntos positivos? A más, ¿hay unos asuntos que sean más positivos que otros? (Carta de Joan Mara-gall a Josep M. Lloret, Barcelona, 18/9/1884, GRADIA)

Por último, en el español de Cataluña como que se utiliza para indicar que la in-formación que sigue es hipotética, aparente o supuesta, tal y como se hace en el español de regiones monolingües. Pero, además, en tierras de habla catalana, como que es utilizado en sentido causal (28)-(29), también siguiendo el modelo del catalán com que (Hernández García 1998a; Payrató 1985; Sinner 2004; Szige-tvári 1994). Como en los otros casos, tenemos ejemplos de este empleo de la con-junción desde el siglo XIX, lo que atestigua su profundidad histórica en la variedad de español de Cataluña.

(27) Hizo como que no le importaba(28) B17: Como que tiene una catáfora, es decir, al final tienes el, resultado,

cuesta/me cuesta un poco más, ¿no? por lo menos. (Sinner 2004: 276, la cur-siva es nuestra)

(29) Esta mañana yo le decía á Toton no se porque pegas, ni Papá ni Mamá te pe-gan a ti, ni ninguna de las muchachas, y fui mencionándolas á todas y al lle-gar á Dolores dice ella si y cada dia aqui en la cara, y como que cada dia tie-ne menos paciencia, y los hace llorar mas, contrariandolos en todo, no se si yo tendre paciencia para aguantarla (Carta de Clara Noble a Joan Maragall, 7/7/1906)

8 Conclusiones

[45] En este trabajo hemos abordado la convergencia lingüística que se ob-serva entre el castellano y el catalán en contextos de contacto lingüístico entre am-bos idiomas. Hemos adoptado una perspectiva pancrónica, de manera que hemos partido de cuatro casos concretos de convergencia lingüística que se detectan en el español contemporáneo para tratar de probar que no se trata de fenómenos recien-tes. Nuestro objetivo principal era determinar la profundidad histórica de algunos de los rasgos que se consideran caracterizadores del español de Barcelona y, por extensión, del español de tierras catalanohablantes.

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[46] La motivación fundamental de esta manera de proceder ha venido de-terminada por el hecho de que solo conociendo las características del español de épocas pretéritas podremos establecer si los rasgos que se reconocen en la lengua contemporánea hunden sus raíces en etapas pasadas o si, por el contrario, son el resultado de evoluciones posteriores del español en Cataluña cuando, tras los pro-cesos migratorios que siguen a la Guerra Civil (1936-1939), la penetración del castellano se intensifica y, con ella, el contacto lingüístico.

[47] La relevancia de esta investigación queda justificada habida cuenta que apenas hay estudios diacrónicos estrictamente lingüísticos sobre la variedad del español de Barcelona y de otras regiones en las que castellano y catalán conviven. Las dimensiones de esta presentación solo permiten plantear el objetivo de esta-blecer brevemente qué rasgos lingüísticos originados en procesos de convergencia entre el catalán y el español tienen su origen en el siglo XIX, que es la centuria que marca el asentamiento del español en Barcelona y, por extensión, en Cataluña. En el futuro, nos proponemos continuar con esta línea investigadora ampliando el nú-mero de fenómenos analizados.

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DOI: https://doi.org/10.25364/19.2021.6.9 ISSN: 2663-9815

La alternancia llur/seuFronteras y contactos entre las áreas iberorrománica y galorrománica

The alternation llur/seuBorders and contacts between the Ibero-Romance and Gallo-Romance areas

Mallorie LabrousseUniversitat Autònoma de Barcelona

[email protected]

Recibido el 7/5/2020, aceptado el 7/6/2020, publicado el 12/10/2021 bajo la licencia Creative Co-

mmons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

Resumen: En este trabajo, tras un panorama de la evolución de la alternancia entre los derivados de illorum y de suus en las lenguas románicas, nos centraremos en el caso catalán por ser una len-gua puente entre las áreas iberorrománica y galorrománica. Estudiaremos y matizaremos el papel del contacto lingüístico en la evolución de la alternancia llur/seu en catalán, cuestionando la no-ción de frontera y evidenciando la existencia de un continuum lingüístico entre las dos áreas estu-diadas y dentro del mismo dominio catalán. Proponemos entender el cambio lingüístico como el resultado de la acción conjunta de varios factores, entre los cuales, para este trabajo, resaltaremos no solo las consecuencias directas e indirectas del contacto lingüístico, sino también el papel esen-cial de su contrario, la falta de contacto, es decir, la incidencia del grado de distancia con respecto a los centros de poder y a la variedad en uso allí, que puede coincidir en mayor o menor medida con la lengua estándar.

Abstract: In this paper, following an overview of the evolution of the alternation between illorum and suus derivations in Romance languages, we will focus on the case of Catalan, which represents a sort of bridge between Ibero-Romanic and Gallo-Romanic languages. The article examines and aims to qualify the role of the linguistic contact in the evolution of the alternation llur/seu in Catalan, questioning the notion of border, while evidencing the existence of a linguistic continuum between the two areas, as well as within the Catalan domain itself. We propose to consider lin-guistic change as a result of joint action of several factors, among which, for this work, we will highlight not only the direct and indirect consequences of linguistic contact but also the essential role of its opposite, the absence of contact, i.e., the impact of the degree of distance from the centres of power and the variety of language in use there, which may coincide to a greater or lesser extent with the standard language.

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Labrousse La alternancia llur/seu

1 Introducción

1.1 Panorama general de la alternancia entre derivados de illorum y de suus en el continuum románico

[1] La alternancia entre los derivados de illorum y de suus en sexta persona es común a la historia de la lengua de varios idiomas y dialectos románicos:

- el navarro-aragonés y el riojano

(1) aquellos todos, […] con sos entradas e lures eixides (documento notarial aragonés, XIII, Kerkhof 1987: 92)

- el francés

(2) Mut est de malvais hommes qui onkes ne font bien, Altrui tolent le lor et poi donent del sien (Poème moralisé, 72 b, XIV, Tobler 1906: 92)

- el rumano

(3) a. adurmiră somnul său (Coresi, Psaltire, manuscrito de 1577, Densusianu 1938: 391)b. adurmiră somnul lor (Coresi, Psaltire, manuscrito sin fecha, Densusianu 1938: 391)

- el italiano y sus dialectos

(4) desiderosi di provare sua ventura chiesero da loro buona licenza (Straparola, Piacevoli notti, 180, XVI, Rohlfs 1968: 122)

(5) a. uno loro fa(m)meglio (Loise de Rosa, Ricordi, c. 2r32, napolitano, XV, Loporcaro 2002: 69)b. et quando forneva la robba soa andavano a mettere a ssaccho le case de-ll'autre (Loise de Rosa, Ricordi, c. 47v5, napolitano, XV, Loporcaro 2002: 69)

- el catalán

(6) porien tornar a llur terra e fer ses faenes (LlibreFeits, XIII, p. 344)

- el occitano

(7) venien mortz que avien elegit/ e'n lur gaje layssavan establit/ c'on los meses en un vayselh de fust,/ mot fort sarat, e que fos ben just./ cant eran mort, los

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Labrousse La alternancia llur/seu

metian sos parens […] e li paures que aver non avien/ a lur parens prometre si fasien,/ los salesan dedintre e defors (Vie de Saint Trophime, XIV, Bartsch 1892: 392-393)

- y el friulano

(8) a. Dopo cene a son tornâts a cjase lôr.b. Dopo cene a son tornâts a cjase sô (Roseano & Madriz 2017: 103)

Sin embargo, la cronología y la intensidad de esta alternancia difieren bastante de un área lingüística a otra.

[2] En francés, rumano e italiano estándar se conservan exclusivamente los derivados de illorum (Politzer 1952: 65). En esta primera lengua, leur(s) es el úni-co posesivo disponible para la 6.ª persona, desde hace varios siglos. Según Coba Femenia (2004: 241) la alternancia duró hasta el final del siglo XVI:

També en francés […] s'admetia la dualitat leur/son, sa i leurs/ses durant l'edat mi-tjana i a l'època preclàssica. Els llibres de Rabelais –afirma Coromines (1971: 93)– n'eren plens1. Fou el francès clàssic, a causa de la influència de destacats escriptors i gramàtics qui bandejà aquella dualitat i altres, per una propensió unificadora a ul-trança, que l'autor justifica en funció de «l'esperit unitarista dels francesos del Nord».

A pesar de ello, la gran mayoría de las gramáticas históricas consultadas para esta lengua no mencionan una posible alternancia entre los derivados de illorum y de suus en francés antiguo y solo mencionan lor y/o leur para la 6.ª persona (Abel de Chevallet 1857: 181-1842; Bazin-Tacchella 2001: 56; Brachet 1885: 176; Brunot & Bruneau 1949: 237-238; Clédat 1905: 158-159; Foulet 1930: 163; Hélix 2014: 119; La Chaussée 1989: 78; Togeby 1974: 95-97). Sin embargo, unas pocas gra-máticas históricas dan cuenta del uso «esporádico» (Nyrop 1903: 381), «aislado» (Politzer 1952: 66) de los derivados de suus para una pluralidad de poseedores. También es el caso de Tobler (1906: 92), Fernández González (1986: 296) y Buri-dant (2000: 128)3. Es posible que muchos historiadores de la lengua no los hayan considerado como variantes por su carácter excepcional4, que podría deberse a la temprana generalización de los derivados de illorum en francés. Politzer (1952: 70): «in France we definitely find as early as the seventh century the substitution

1 El vaciado de los primeros 27 capítulos de Gargantua no revela ningún caso de derivados de suus para la 6.ª persona.2 También añade lur en el paradigma como variante de lor y leur.3 El ejemplo citado por Buridant (2000: 128) da efectivamente cuenta de una pluralidad de 'posee-dores', pero el autor hace referencia a una pluralidad de 'poseídos': «L'article possessif singulier ré-fère parfois à une pluralité de possédés: Totes choses ke Deus a faites conoissent son creator (Serm Sap. 287, 37)».4 Según Politzer (1952: 66) son «exceptions».

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Labrousse La alternancia llur/seu

of eorum for suus to an extent which makes it clear that eorum was the only plural possessive that was at all in popular use». Una sustitución que, según él, se produ-jo antes en antiguo francés que en antiguo italiano, irradiando por ambas áreas lin-güísticas desde el norte.

[3] En la península itálica, la alternancia fue posible en todo el territorio (Giusti 2007: 372; Loporcaro 2002; Serianni 1997: 189). La imposición de loro en italiano estándar es reciente:

While the Italian standard language uses loro < illorum, it is also well known that in Italy the generalization of loro for the written standard language is of comparatively recent date, and that the older written language still used suo quite frequently as the possessive pronoun for the plural also. (Politzer 1952: 66)

De hecho, incluso en obras normativas como el Vocabolario degli Accademici de-lla Crusca de 1623, en la entrada suo se puede leer: «E riferito al numero del più, in vece di loro». En la versión de 1739 en cambio se matiza: «Suo, talora5 si rife-risce al numero del più, in vece di Loro». En ambos casos, se citan, entre otros, ejemplos del siglo XIV de Giovanni Boccaccio y Dante Alighieri. Migliorini (2001: 488) da ejemplos de su uso por parte de autores toscanos reconocidos del siglo XVIII. De hecho, incluso en obras normativas actuales encontramos referen-cias directas o indirectas a este uso. En Treccani grammatica6, leemos: «In parti-colare, si usa suo/sua/suoi/sue quando il possessore è uno solo […]. Si usa loro quando i possessori sono due o più». Lo que deja pensar que el uso de diferentes formas para los posesivos que se refieren a una singularidad y a una pluralidad de posesores no es evidente para todos los locutores. De la misma forma, todavía en el Zingarelli 2020 se da como segundo significado de suo: «agg[ettivo] poss[essi-vo] di terza pers[ona] pl[urale] (centr[ale] o †) loro», aunque se asocie a una va-riante dialectal o arcaica, este uso se registra sin proscribirse. A pesar de que en italiano estándar actual loro sea la única forma disponible para la 6.ª persona (Dar-dano & Trifone 1995: 222; Inglese 2002: 475; Meyer-Lübke 1901: 177; Patota 2002: 134; Rohlfs 1968: 120; Serianni 1997: 189), la alternancia todavía se da por interferencia con los dialectos italianos actuales, como se verá a continuación.

[4] En rumano también la alternancia parece haber sido más frecuente y más prolongada que en francés. En efecto, Gaster (1891: 120), en la gramática de su Chrestomathie roumaine del siglo XVI al siglo XIX, registra său y lor para la 6.ª persona, y Densusianu (1938: 391) recalca la intensidad de esta alternancia en el pasado: «Său, etc. exprime aussi très souvent7 la pluralité des possesseurs, particu-larité caractéristique de l'ancienne langue», a pesar de que: «aujourd'hui c'est lor qui est employé constamment dans ce cas». Mourin (1981: 345) constata también: «lor a éliminé les adjectifs du type său (cf. Lombard, p. 153, Sandfeld, § 133,

5 La cursiva es nuestra.6 Véase el § Possessivi, aggettivi e pronomi.7 La cursiva es nuestra.

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p. 148, Acad. Gram., t. I, § 160)». De hecho, en su gramática, Mircesco (1863: 29-30) solo da lor y loru como posesivos para la 6.ª persona.

[5] En cambio, en navarro-aragonés y en riojano, la evolución siguió la ten-dencia contraria a la del francés, del italiano y del rumano estándares. En efecto, como en las lenguas que acabamos de evocar, tenemos constancia de la alternan-cia desde los orígenes de la historia de esas variedades (véanse Pato 2010: 16-18 y las referencias aludidas en esas páginas; Pérez-Salazar Resano 1993: 123-124; Po-ttier 1950: 230, 235, 238). Los estudiosos no están de acuerdo en cuanto a cuál puede haber sido la forma más usada. En efecto, Kerkhof (1987: 92) define los de-rivados de illorum como «la forma más frecuente y más generalizada» para la 6.ª persona8. Sin embargo, Pato (2010: 17) asegura que la alternancia «nunca fue tan intensa como se ha venido señalando» y que los derivados de illorum siempre fue-ron claramente minoritarios. Además, experimentaron «una pérdida acelerada des-de el último cuarto del siglo XIV» (Pato 2010: 27)9 y se desgramaticalizaron a mediados del siglo XV. Con lo cual, solo se conservaron los derivados de suus10, como resultado de un proceso de koineización (Pato 2010: 15) entre estas dos va-riedades y el castellano, donde no tenemos constancia de otra posibilidad para la 6.ª persona (Diez 1973 [1844]: 64; Huerta Flores 2009: 613-614, 633-634; Jimé-nez Juliá 2006: 125; Meyer-Lübke 1895: 128; Porto Dapena 1982: 102) fuera del castellano en contacto con los dialectos norteños11 (Company Company 2001: 67; Martínez Alcalde 1998: 211; Menéndez Pidal 1980: 347, 1985: 258), como tam-poco la tenemos en portugués (Cunha & Lindley Cintra 1987: 319, 322; Dias 1959: 74-75; Huber 1986 [1933]: 191; Meier 1948: 61-62; Nunes 1975: 242; Pe-reira 1933: 425-426; Torrinha 1943: 105-106), en gallego (Álvarez Blanco & Xove 2002: 470; Ferreiro 1996: 59; Freixeiro Mato 2000: 211-212; Garcia de Die-go 1984 [1909]: 102), o en asturleonés12 (ALLA 2001: 107-113; Rodríguez Caste-llano 1957: 178-179, 183, 187; Lorenzo 1998: 27; Meilán García 1982: 50; Valle Cuesta 1992: 281-282). Así, de toda la península ibérica, la alternancia entre los derivados de suus y los de illorum solo se conserva en catalán, como ya señaló To-geby (1968: 67).

8 Esta afirmación se debe al estudio de la obra de Heredia y de unos Fueros y Estatutos en los que la forma lur es mayoritaria frente a su, así como a la consulta de los manuales de dialectología, a los que Kerkhof (1987: 92) se refiere –Alvar 1953; García de Diego 1959; Zamora Vicente 1974–, que solo incluyen los derivados de illorum en el paradigma de los posesivos para la 6.ª persona. Sin embargo, el autor mismo matiza esta afirmación al final de su trabajo.9 Prince (2007: 9) constata el mismo retroceso de lur en Trasoro en comparación con los fueros aragoneses del siglo XIII. Según Kerkhof (1987: 92), en los textos notariales, el uso empieza a de-caer durante la primera mitad del siglo XIV. Alvar (1953: 69) señala también el siglo XIV como fecha límite del uso de los derivados de illorum.10 Cf. GBA (2017: 73-74).11 De ahí que algunos autores consideren que los derivados de illorum también pertenecían al «castellano primitivo» (Alcover 2011 [1902-1903]: 587; Menéndez Pidal 1985: 258).12 Fuera de los contactos que el asturiano pudo tener con otros dialectos que sí presentan deriva-dos de illorum (cf. Kerkhof 1987: 92).

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[6] Efectivamente, si como acabamos de verlo algunas lenguas han ido per-diendo una de las dos variantes, otras conservan ambas soluciones hasta hoy. Es el caso del occitano, del catalán, en el que se centrará principalmente este estudio, de los dialectos italianos y del friulano. Ahora bien, el hecho de que la alternancia se haya mantenido en el tiempo, no significa que no haya conocido ningún tipo de cambio en cuanto a su intensidad y a sus tendencias.

[7] En el caso del occitano, Coromines (1974: 84) afirma que: «l'occità lou(r), no h[a] estat mai d'ús general, sinó alternant: amb […] sieu». Sin embargo, Jensen (1994: 119) precisa que en la lengua antigua: «Il est rare de voir le singu-lier son utilisé où le contexte exigerait le pluriel lor». Efectivamente, en el vaciado del Petit Thalamus, que realizamos en una perspectiva contrastiva, no registramos el uso de derivados de suus en este contexto. De la misma manera, en diferentes textos de varias épocas de la Chrestomathie provençale editada por Bartsch (1892)13 solo registramos una ocurrencia (cf. ejemplo 7) frente a más de 60 deriva-dos de illorum. De hecho, las gramáticas del occitano antiguo que hemos consul-tado (Allières 2005: 68; Pujol 1983: 7; Romieu & Bianchi 2002: 46; Roncaglia 1992 [1965]: 95) no mencionan esta posibilidad y solo dan lor(s) y/o l(o)ur(s) (u otros derivados propios de ciertos dialectos) como posesivos de 6.ª persona. De la misma manera, numerosas grámaticas modernas solo mencionan los derivados de illorum (Arnaud & Morin 1920: 278, 282; Aymeric 1879: 30; Bayle 1879: 12; Jen-sen 1994: 115; Bouras et al. 2002: 41; Michalias 1906: 45-46; Portal 1914: 59; Vernet 2020). Ahora bien, si la alternancia fue escasa en occitano antiguo y siem-pre a favor de los derivados de illorum, es posible que los derivados de suus se ha-yan ido usando cada vez más en algunas áreas dialectales. En efecto, Politzer (1952: 66) se refiere a «a […] new regression of the leur form» en provenzal14. Bourciez (1956: 358) evoca una evolución a lo largo de los siglos: «Au Midi, on a également en prov.[enzal]15 […] lor ou lur invariable, dont l'usage était déjà res-treint16 et devait plus ou moins se perdre au cours des siècles». Según él (Bourciez 1956: 678), «au Midi, cette dernière forme est devenue rare». Ronjat (1937, vol. 3: 84) constata este retroceso: «Le v[ieux provençal] paraît avoir eu partout des formes continuant (il)lōru, *(il)lūru. Ces formes […] se retrouvent dant [sic] plus de la moitié de nos parlers»17. Por lo tanto, deducimos que casi la mitad de los dialectos occitanos ya no presentan derivados de illorum, a pesar de haberlos tenido al principio de la historia de la lengua. Estos solo usan derivados de suus

13 Solo registra lor(s) y lur(s) para la 6.ª persona (Bartsch 1892: 432).14 Fernández González (1986: 300) afirma que tienden a generalizarse los derivados de suus: «En provenzal moderno existe la tendencia a la indistinción de son, siu y lor en favor de los dos prime-ros».15 Denomina así al occitano.16 Sería interesante ver si en provenzal antiguo los derivados de illorum se usaban tanto como en otras zonas o si ya se usaban poco.17 Cf. Ronjat (1937, vol. 3: 85) para una lista de los dialectos o subdialectos que han conservado los derivados de illorum.

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como formas para la 6.ª persona (Cénac-Moncaut 1863: 12418; Fernández Gonzá-lez 1986: 300; Fourvières 1973: 32, 39; Koschwitz 1894: 87; Lamouche 1902: 56-58; Mâzuc 1899: 59-60; Portal 1914: 60-61; Ronjat 1937, vol. 3: 84; Savinian 1882: 25). Azaïs (1877, vol. 2: 496, vol. 3: 488) constata que ciertos dialectos usan los derivados de suus y otros los de illorum. Alibert (2000 [1976]: 76-77) también afirma: «Dins mantun parlar, lor es remplaçat per sieu: Aquels obrièrs pòrtan los sieus espleits. […] La substitucion de son a lor es frequenta: Aquels gosses mossegan son mèstre»19. Sin embargo, parece interesante recalcar que, en el paradigma de los «possessius de la pluralitat», es decir para varios poseedores, Alibert (2000 [1976]: 75, 77) solo menciona los derivados de illorum. Así que la mención de la existencia de las dos posibilidades20 solo aparece en medio de una lista de comentarios posteriores, al final de la cual recuerda: «La lenga literària deu se'n téner a las formas dels paradigmas». Romieu & Bianchi (2005: 163-164) proceden de la misma manera: solo dan los derivados de illorum en el paradigma y en una de las «remarcas» posteriores, señalan el uso de los derivados de suus «sus ua part deu domeni». Por lo tanto, es posible que, de la misma forma, muchas gramáticas con una perspectiva normativa más que descriptiva no mencionen tam-poco la alternancia a pesar de que exista o haya existido21. Con todo, algunos gra-máticos la señalan en el dialecto que describen: Moureau (1870: 6)22 –occitano de Teste–, Portal (1914: 59) –valle del Ródano–, Romieu & Bianchi (2005: 164)23 –Bigorra, Comenges, etc.– y Salas (2020) –gascón/bearnés–. Sin embargo, al ser datos de segunda mano, no sabemos si, en un mismo dialecto, la alternancia ocu-rre en subdialectos diferentes o si puede ocurrir en el habla de un mismo locutor. El análisis de los cuadernos de encuesta del ALLOc y del ALLOr revela que esta alternancia es posible en las producciones de una misma persona y suele ocurrir en las zonas de contacto entre áreas que usan los derivados de suus y zonas que

18 Sin embargo, no añade explícitamente la traducción «leur» à «(le) sien», «(la) sienne», «sa» para los derivados de suus (tampoco lo hace en la p. 110 cuando da la traducción de soun, souo en su diccionario gascón-francés). En un ejemplo posterior, traduce «lous sous arays» por «leurs char-rues». Sin embargo, encontramos la entrada «lor, lors» (p. 76), traducido como «leur», a pesar de que este posesivo no aparezca en el paradigma de los posesivos que da para el dialecto de Gers.19 Cantalausa (2002-2006: 925): «sovent, son remplaça lor ; sos remplaça lors».20 Cf. los comentarios citados supra.21 Al contrario, Moutier (1882: 56-57), en el paradigma de los posesivos en delfinés, no da formas para la 6.ª persona, dejando entender que son las mismas que las de la 3.ª (para las que da diferen -tes variantes morfológicas de los derivados de suus). Solo menciona lor en una lista de «formes anciennes» y lhour en la expresión «co lhour» 'las propiedades de ellos'. Sin embargo, en los textos que da a continuación de su gramática como ejemplos del dialecto de Drôme, se registran ocurren-cias de lhour(s) (pp. 153, 156).22 En el paradigma de las formas singulares para la 6.ª persona, menciona las variantes «lur ou son» y «lur ou sa», en cambio no presenta la alternancia en plural, ya que solo menciona «sons» y «sas» para dicha persona. Tampoco incluye derivados de illorum en el paradigma de los «pronoms possessifs». No sabemos si este desequilibrio refleja la realidad del uso en este dialecto o si se trata de un descuido del autor.23 También aparece esta referencia a una posible alternancia en una nota posterior al paradigma.

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usan los de illorum24. Para ofrecer un panorama de los usos de ambas variantes en los dialectos y subdialectos actuales, sintetizamos en un mapa los datos recopila-dos en las gramáticas, en los estudios mencionados supra y en el ALLOc y el ALLOr, que completamos con datos compilados y facilitados por Jean Sibille (c.p.)25. Los puntos verdes señalan el uso de los derivados de illorum en el habla de la región designada, los puntos rojos el de los derivados de suus26 y los puntos naranja señalan las zonas en las que se registra la alternancia entre ambas formas.

Figura 1: Repartición territorial del uso de los derivados de illorum y de suus en occitano contem-poráneo27

[8] En catalán, los derivados de illorum y de suus alternan desde los orí-genes de la lengua para hacer referencia a una pluralidad de poseedores (Coba Fe-

24 En una conversación personal, Jean Sibille (c.p.) nos comentó que en caso de existir una posible alternancia en un mismo locutor, en la actualidad, sería un fenómeno marginal.25 Este primer panorama tendrá que ser completado después de consultar fuentes, como el ALG, entre otras.26 En la mayoría de los casos, las gramáticas y los estudios dan el uso en un subdialecto o en una localidad concreta. Cuando varios autores coinciden en el mismo uso para un dialecto, por ejem-plo, el uso de los derivados de suus en provenzal, nos hemos permitido añadir, además de las nu-merosas localidades precisas claramente mencionadas en los estudios, algunos puntos para señalar mejor la extensión del área dialectal y por consiguiente del uso de la variante.27 Los datos de este mapa y del siguiente (figura 3) son de segunda mano, son indicativos, pero pueden haber sido simplificados en las fuentes consultadas y no reflejar la complejidad del uso real de los derivados de illorum y de suus. También puede que no reflejen potenciales cambios recien-tes. Estos mapas tendrán que ser completados y/o revisados tras la consulta de otras fuentes.

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menia 2005: 118; Batlle et al. 2016: 250). Sin embargo, hoy en día, los primeros solo se usan espontáneamente en el norte del área lingüística catalana, casi28 ex-clusivamente en el dialecto septentrional: el rosellonés (Batlle et al. 2016: 251; Fouché 1924: 60-61; GLC 2016: 614; López del Castillo 2001: 194; Martí i Caste-ll 2008: 69; Veny 2015: 177). De hecho, hasta en las áreas cercanas al Rosellón, como en Cadaqués, por ejemplo, no se usa llur(s) en catalán hablado (Sala i Bru-sés 1983: 36). En efecto, en las demás áreas dialectales, llur(s) es una forma arcai-ca y propia de un nivel de lengua (muy) formal29 (GNV 2006: 137; Batlle et al. 2016: 251; Brucart 2008: 1500; GEIEC 2018: § 11.3.1) o incluso «hiperculto» (López del Castillo 2001: 194). Aunque la alternancia ya era posible a principios de la historia de la lengua y sigue siéndolo hoy, un cambio lingüístico importante tuvo lugar entre ambas épocas, como se evidenciará en el apartado 2.

[9] En los dialectos italianos actuales la situación es más compleja porque se decantaron en su mayoría por los derivados de suus cuando la lengua estándar se-leccionó loro. Según Rohlfs (1968, vol. 2: 123) incluso en los antiguos textos de la Italia septentrional, loro es menos frecuente que los derivados de suus y ahora «[n]ei dialetti attuali 'loro' non è popolare in nessun luogo». Esta afirmación es un poco ambigua, pero queda claro que loro sigue siendo minoritario. Además, Rohl-fs (1968, vol. 2: 122) asegura que, hoy, loro no se usa en toscano popular, ni en los dialectos centrales. En cambio, Serianni (1997: 189) es menos tajante: «oggi nei dialetti toscani e mediani […] possono trovarsi suo, sua, suoi, sue in luogo di loro». En la Italia meridional, en ciertos dialectos ya no se usan los derivados de illorum a pesar de que se registren en los antiguos textos (véase Loporcaro 2002 y las referencias ahí citadas). Según Rohlfs (1968, vol. 2: 124), en otros («calabre-se», «lucano» y «tarantino»), se usan por influencia «letteraria»30. De forma gene-ral, los dialectos italianos van perdiendo vitalidad y los contactos con el italiano estándar son mucho más intensos que en la primera mitad del siglo XX. Por lo tanto, en esos dialectos se puede dar la alternancia por influencia del italiano nor-mativo. De la misma manera se puede dar en el italiano hablado por los locutores de esos dialectos.

[10] En friulano, a pesar de que la Societât Filologiche Furlane (Roseano & Madriz 2017: 107) solo dé lôr para la 6.ª persona y no evoque una posible alter-nancia con so, Della Porta (1922: 19) precisa «al puest di lôr si pues doprâ ancje so». Benincà & Vanelli (2015: 396) recalcan una diferencia diafásica entre ambas variantes: «Il possessivo di 3. pl. [lo:r] è sostituito nella lingua informale dal po-ssessivo di 3. pers. sg. [so, soj, so:s]: ad es. [il so'caŋ] 'il suo cane/il loro cane'».

[11] Según Induráin (1945: 73), Menéndez Pidal (1985: 258) y Politzer (1952: 65), en las demás lenguas réticas, solo se usan los derivados de suus. Es

28 Nuestro trabajo nos llevará a considerar esta afirmación más en detalle.29 Wheeler, Yates & Dols (1999: 116) afirman que llur «retains viability, in educated discourse».30 Togeby (1968: 68) y Pato (2010:15), después de él, al contrario de Loporcaro (2002), conside-ran que illorum no se gramaticalizó como posesivo en Italia del sur.

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efectivamente el caso del ladino (Valentini et al. 2001: 49). Mourin (1981: 345) afirma que en romanche lur ya no se usa como posesivo. Sin embargo, Meyer-Lü-bke (1895: 129) señala que en Engadina y en el valle de Munster el uso es diferen-te del resto de las lenguas réticas. Lausberg (1966: 232-233) constata que en enga-dinés y en sobresilvano se usan los derivados de illorum. En la gramática del ro-manche de los Grisones de Caduff, Caprez & Darms (2009: 82), solo se da lur en el paradigma de los posesivos para la 6.ª persona. Ahora bien, no sabemos si esas gramáticas son normativas (y omiten una forma no normativa) o si reflejan el uso. Togeby (1968: 68, siguiendo a Gartner) es el único en constatar una posible alter-nancia entre las dos variantes en las lenguas réticas. Explica que los derivados de illorum pueden alternar con las formas mayoritarias (los derivados de suus), pero que «cette forme est partout de nature secondaire. C'est un phénomène purement littéraire, introduit sous l'influence des trois grandes langues environnantes»: el alemán, el italiano y el francés.

1.2 ¿Formas (no) autóctonas?

[12] Como parece ser el caso en las lenguas réticas, en parte de las áreas lingüísticas del continuum románico, en las que la alternancia es o fue posible en algún momento, se ha podido llegar a conjeturar que una de las formas no es autóctona, «indígena» (Rohlfs 1968, vol. 2: 124) de la región, que es un «extranjerismo» (Menéndez Pidal 1985: 258). Los derivados de illorum fueron a menudo considerados como préstamos de otros idiomas o variedades para el ita-liano y sus dialectos (véanse las referencias citadas en Loporcaro 2002; Politzer 1952: 6631). Ya sea en el caso de la península itálica o de la península ibérica, y en menor medida en el de otras áreas lingüísticas más orientales, se suele aludir a una posible influencia galorrománica como origen de la difusión de los derivados de illorum. Politzer (1952: 66) sintetiza:

Whenever an illorum derivative has become generalized elsewhere, the reason seems to be conscious imitation of the French custom, as was probably the case in Rumanian and Italian, or diffusion of the French speech habit, probably the reason for the lur forms in Catalan and Aragonese.

Sin embargo, según este mismo autor, el desarrollo de illorum como posesivo en francés «is originally at least due to the impact of Germanic on the Romance of Northern France» (Politzer 1952: 71).

[13] En cuanto a la península ibérica, Menéndez Pidal, en sus apuntes ma-nuscritos sobre los rasgos dialectales de las Glosas Silenses, afirma que el uso de

31 «The use of loro does not seem to be native to any of the Italian dialects. North, Central, and South Italian dialects agree in the use of a derivative of suus for the third person plural. If forms like luoru or lorə appear in Southern Italian they are direct borrowings from the standard lan-guage».

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lur es una prueba de la influencia de los dialectos orientales en ellas, debida a la influencia política y social del reino de Navarra y Aragón. De hecho en Orígenes del español, Menéndez Pidal (1980: 347) afirma: «En cuanto a Castilla, por evi-dente influencia riojana32 hallamos en las GlSil 261 «lures faces» […]. Después quizá se deba sólo a la fugaz influencia aragonesa que pesó sobre Castilla y León en tiempo de Alfonso el Batallador, el uso de illorum en algunos textos no arago-neses del siglo XII». También constata que «en el judeoespañol que se escribía al Noroeste de Castilla se usaba corrientemente este dialectalismo», quizás por la presencia de una «colonia de judíos navarro-aragoneses» o por «arcaísmo debido a la vieja influencia navarra sobre Castilla en tiempos de Sancho el Mayor». Así, en castellano antiguo, los derivados de illorum son préstamos del riojano o del na-varro-aragonés. Ahora bien, en el caso del riojano, Alvar (1976: 63) considera que «[e]s plausible la hipótesis que juzga estas formas como aragonesismos». Incluso en aragonés, Menéndez Pidal (1980: 346) parece dudar del carácter autóctono de los derivados de illorum registrados, puesto que: «[e]n los textos aragoneses abunda el derivado de illorum, con la vocal u que usa el catalán desde sus comienzos […]. Escasea la forma propiamente aragonesa [lor]». De la misma manera, Hanssen (1913: 82) considera que lur y lures son «formas [que] se derivan del catalán; pero son de uso corriente en aragonés». Fritz (1977: 16) opina que el hábito de usar derivados de illorum en aragonés «deb[e] atribuirse a in-fluencia catalana». Borao (1859: 84) tacha el uso de «los lures» por «los suyos» de voz «corrupta» y «no naturalizada» en aragonés33. Induráin (1945: 73) también se hace eco de esta idea: «Se suele considerar esta forma como procedente en Aragón del catalán o del provenzal». Sin embargo, algunos lingüistas dudan incluso de que los derivados de illorum sean autóctonos en catalán. Por ejemplo, Griera (1949: 38) afirma: «[e]l haber fijado el llur para indicar la pluralidad de po-seedores es debido a la influencia de la lengua francesa»34. Otros consideran que su origen es provenzal, o sea occitano. Es por ejemplo el caso de Togeby (1968: 67)35: «la voyelle u de llur montre clairement que la forme n'a pas son origine en catalan, où ō long reste o fermé […]. Il vaut mieux y voir un emprunt fait au pro-vençal».

[14] En cambio, otros investigadores que se interesaron por estas formas po-sesivas afirman que son panrománicas, provenientes del latín y que no se deben a influencias foráneas:

32 «[A]ún podrí[a] contarse como navarrism[o] el posesivo lures faces» (Menéndez Pidal 1980: 484).33 En consonancia con esta idea, Álvarez Rodríguez (2006: LXXIV), Badia i Margarit (1963: 330) y Geijerstam (1980: 498-501) afirman que esos usos no son espontáneos en aragonés. Podrían ser préstamos, pero también podrían ser simplemente arcaísmos.34 Aramon i Serra (1997: 737) recalca que está afirmación no aparece en la primera versión pro-puesta por el gramático en 1920.35 Menéndez Pidal (1980: 347) también califica la aparición de lor en un texto asturiano de «pro-venzalismo».

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en Aragon on emploie lur qui pourrait bien ne pas être un emprunt fait au catalan et au provençal car on trouve déjà le pl. lures dans les Gloses de Silos (224), et dans le Cartulaire de Huesca, rédigé vers 1063, on a relevé […] illores donnos. (Bourciez 1956: 450)

[En aragonés, las formas derivadas de ILLORUM pueden ser] préstamos del gascón […] pueden ser languedocianas, o catalanas… o simplemente aragonesas. (Pottier 1991: 240)

Nel dominio italiano loro non è popolare né nei dialetti settentrionali né in quelli meridionali, e anche in Toscana si usa suo per loro; perciò il Rohlfs riconosce in loro un antico gallicismo o settentrionalismo, e cosí pensa pure R. L. Politzer. Ma ILLORUM è, come si vede, praticamente panromanzo, si ritrova anche in romeno (dove antichi influssi galloromanzi sono impossibili) ed ha un parallelo perfetto nel sardo issoro (< IPSORUM). Tutto ciò prova che loro in Italia potrebbe essere anche autoctono. (Tekavčić 1980: 148)36

Su origen es latino, y no es necesario hablar de préstamo entre lenguas […]. Cree-mos pues, como señaló Colón (1967), que se trata más bien de un arcaísmo que fue desapareciendo de oeste a este37, como tantos otros fenómenos lingüísticos a lo largo de la historia de los romances peninsulares. (Pato 2010: 13, 17)

[15] Por lo tanto, nos parece pertinente abordar la problemática de la alter-nancia llur/seu en catalán desde la perspectiva de las fronteras lingüísticas y de los contactos entre áreas. El objetivo será aportar elementos de reflexión para enten-der la evolución de la alternancia en catalán en el marco del continuum38 románi-co. Más concretamente, el estudio de este fenómeno permitirá profundizar las re-flexiones en torno a la tipología de las lenguas románicas y a la posición del cata-lán como lengua puente entre las áreas iberorrománica y galorrománica.

1.3 Metodología

[16] En este trabajo, nos proponemos estudiar la evolución de la alternancia entre los derivados de illorum y de suus en catalán, del siglo XIII al siglo XX, en tres testimonios por siglo, considerados individualmente. Esta elección metodoló-gica39 nos permite controlar mejor ciertos parámetros como el origen dialectal del

36 Para un estudio de los orígenes del uso de loro en Italia véase Loporcaro (2002). Después de re-conocer un influjo del toscano y del italiano estándar en todos los dialectos y un antiguo influjo francés en Sicilia, afirma que el: «lloro dell'antico napoletano mostra una fonetica ed una sintassi inconciliabili con il suo presunto carattere avventizio».37 Sin embargo, los resultados del propio Pato (2010: 19) contradicen, localmente, a escala del na-varro-aragonés, esta desgramaticalización de oeste a este, que se postula para la escala más amplia de la península ibérica. En efecto, su análisis del corpus CODEA revela que el posesivo lur es más usado en Navarra que en Aragón.38 Martín Zorraquino & Arnal Purroy (2004: 341) se refieren a un continuum lingüístico en cuanto al uso de los derivados de illorum en navarro, aragonés, catalán y occitano.39 Para una descripción de la metodología idiolectal ver Barra Jover (2015). En Labrousse (2018)

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en exclusividad llur(s). Esta ausencia de alternancia se debe seguramente al bajísi-mo número de posesivos de 6.ª persona en el texto, que no deja espacio suficiente para que la alternancia se manifieste, puesto que solo son 742, mientras que en los demás textos encontramos entre 100 y 150 ocurrencias. LlibreFeits es el texto que presenta una mayor proporción de derivados de suus, pero apenas constituyen un 10 % de las ocurrencias en 6.ª persona, como se puede deducir de la figura 2. En el siglo XV, se rompe esta homogeneidad entre los testimonios del corpus. Xala-bín sigue con la tendencia de los textos precendentes. Ofrece 73 ejemplos de llur para la 6.ª persona y ninguno de seu43. En Tirant, aunque las formas derivadas de illorum siguen siendo claramente mayoritarias (71 %), constatamos una mayor al-ternancia con los derivados de suus en comparación con los textos de los siglos XIII y XIV. En cambio, Curial presenta la tendencia contraria con una mayoría de derivados de suus, ya que los de illorum solo constituyen el 38 % del total. Los contrastes son aún más fuertes en el siglo XVI, puesto que en dos de los testimo-nios, Epistolari e HistVal, todas las formas son derivados de suus (a pesar de pre-sentar respectivamente 44 y 103 ejemplos) y en el tercero, Il·lustracions, el 99 % son derivados de illorum. Estos contrastes fuertes se observan también en los tex-tos de los siglos XVII y XIX. Mientras DiariPasqual (XVII) y Hereu (XIX) con-tabilizan respectivamente 100 % y 95 % de llur(s), DiariGuàrdia (XVII) ofrece una alternancia más equilibrada con un 55 % de estos posesivos, que, por el con-trario, son claramente minoritarios en HistCat (XVII) y en Tradició (XIX), con un 10 % para el primero y un 21 % para el segundo, o incluso no se registran, como en Orfeneta (XIX). Las diferencias son más reducidas en el siglo XVIII y en parti-cular en el siglo XX y los derivados de illorum están ausentes de la mayoría de los testimonios: Maldà, MemòPallejà, Palmera y Mirall44 y minoritarios en los de-más: MemòCasano y Cignes45.

[19] Si a partir del siglo XV el uso de los derivados de illorum parece ir dis-minuyendo en su globalidad, la diacronía en sí no permite explicar las grandes di-ferencias entre los textos. Tampoco la mayoría de los factores internos al sistema lingüístico ni factores externos, como por ejemplo la tipología textual y el grado

tingir generalment si es fa referència a un o a diversos posseïdors, tot i que esporàdicament ja s'uti-litza la forma seu en casos on tocaria llur».42 Hemos señalado el porcentaje atribuido a CortsJeru con un asterisco porque, en nuestra opi-nión, con un número tan bajo de ocurrencias, el uso de una proporción que tome 100 como refe-rencia puede inducir representaciones erróneas en cuanto a la probabilidad de uso de los derivados de suus. De la misma manera, hemos señalado con un asterisco todos los resultados equivalentes al 100 % o al 0 % obtenidos a partir de menos de 50 ocurrencias.43 Es posible que una alternancia, aunque sea muy reducida, tampoco haya tenido espacio de ex-presarse aquí.44 Como hemos señalado con anterioridad, el número total de ocurrencias para cada uno de estos cuatro testimonios es reducido, pero la exclusividad de los posesivos derivados de suus es cohe-rente con las informaciones encontradas en las gramáticas de ambas épocas.45 También hemos destacado el porcentaje asociado a Cignes con un asterisco, a pesar de registrar la alternancia, porque solo presenta 10 ocurrencias de posesivos en 6.ª persona.

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de formalidad46, permiten dar cuenta de la alternancia. En cambio, el factor diató-pico sí es pertinente para explicar las diferencias de proporción de uso de llur frente a seu, por lo menos en ciertas etapas de la evolución de la alternancia.

3 Impacto del área dialectal y del contacto de lenguas

[20] En esta sección, analizaremos la relación entre el área dialectal y la al-ternancia de los derivados de illorum y de suus y consideraremos las posibles inci-dencias directas e indirectas del contacto de lenguas en la selección de las formas de 6.ª persona.

3.1 Área dialectal y alternancia

[21] En la medida en que hoy en día el uso espontáneo de los derivados de llur solo se conserva en catalán septentrional, procuraremos determinar cuál es el impacto del área dialectal sobre la alternancia entre las dos variantes estudiadas en nuestro corpus.

[22] En la primera etapa de la historia de la lengua estudiada, si es posible que los textos presenten rasgos dialectales diferentes, no se observan diferencias de proporción de uso de los derivados de illorum en ellos.

[23] Es a partir del siglo XV, en el que registramos diferencias de uso entre los testimonios, cuando podemos comprobar el impacto del factor tópico. Antes de concentrarnos en nuestros datos, nos parece interesante destacar que Aramon i Se-rra (1997: 738) achaca los usos de seu en lugar de llur en los textos medievales a «la natura valenciana» de ciertos autores, copistas o impresores. Coba Femenia (2005: 123) también considera que llur era una variante «ja gens espontània a fi-nals del segle XV, almenys en valencià». Sin embargo, en esta última etapa de la Edad Media, constatamos que en Tirant encontramos una mayoría de derivados de illorum todavía, a pesar de que presente rasgos occidentales importantes. Aun así, bien es verdad que esta proporción es mucho mayor en Xalabín que presenta ras-gos orientales. En el caso de Curial, el análisis del uso de las variantes puede ser bastante revelador. En efecto, ciertos investigadores consideran que el texto pre-senta rasgos orientales y otros al contrario apuestan por un origen occidental. Aho-ra bien, en el primer libro de Curial encontramos un 21 % de derivados de illo-rum, frente a un 69 % en el segundo libro47. Sería interesante ver si esta brecha co-rresponde a diferencias dialectales entre ambos libros.

[24] Si nos fijamos ahora en el siglo XVI, el siglo con mayor diferencia de proporción de uso de los derivados de illorum entre dos textos, constatamos que los autores tienen orígenes dialectales distintos que se corresponden con un uso diferente de los posesivos de 6.ª persona. En efecto, por un lado el autor de Hist-

46 Estudiaremos en detalle el impacto de esos factores en otro trabajo.47 Esta diferencia entre ambos libros se refleja también en el uso de las variantes art+pos+N / pos+N (véase Labrousse 2018: 419).

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Val es valenciano y la lengua de la autora de Epistolari, a pesar de que nació y se crió en Barcelona, presenta dialectalismos valencianos porque su madre, a la que escribe, es valenciana; y ninguno de estos dos textos presenta ocurrencias de llur48. Por el otro lado, el autor del tercer texto, Il·lustracions, es rosellonés, y al contrario, de 142 ocurrencias registradas en el texto, 140 son derivados de illorum (99 %) y solo 2 de suus (1 %).

[25] El siglo XVII también es revelador de la importancia del factor dialec-tal en esa época. En efecto, el autor de DiariPasqual es rosellonés y el texto pre-senta exclusivamente la forma llur (100 %)49. El autor de DiariGuàrdia es de la región de Vich, más o menos a la misma distancia de Barcelona que de la frontera francesa y el texto presenta un 55 % de derivados de illorum; mientras que en HistCat, cuyo autor nació en Reus, al sur de Barcelona, se formó en Gandía (entre Valencia y Alicante) y luego se instaló en Barcelona, solo se registra un 10 % de dichas formas. Para completar el panorama dialectal de este siglo, podríamos citar a Coba Femenia (2005: 223) que asevera que: «[l]'afebliment dels usos de llur […] estava perfectament consumat cap a mitjans del segle XVII, almenys en va-lencià, tot i que probablement la situació no era exclusiva d['aquest] dialecte». En esta perspectiva, es interesante recalcar que HistCat se escribió en el cambio de si-glo, entre 1598 y 1600 y es anterior a los otros dos testimonios.

[26] En el siglo XVIII, constatamos que los dos autores barceloneses no usan los derivados de illorum, mientras que el autor de MemòCasano, del Alto Ampurdán50, una comarca fronteriza con Francia, sí los usa. Es bastante revelador que Ullastra (1980: 75-58), originario de Bañolas, al norte de Girona, pero al sur del Alto Ampurdán, y que después de su formación en Girona fue sacerdote en el Alto Ampurdán, no mencione el posesivo llur en el paradigma de los posesivos que ofrece en su gramática escrita en la misma época: a mediados del siglo XVIII.

[27] El autor que más usa llur en el siglo XIX también es de una región fronteriza, pero esta vez, del lado francés, la región de Vallespir, la que está más al sur de los Pirineos Orientales. En cambio, no es sorprendente que solo registremos derivados de suus en Orfeneta, obra de Bofarull, originario de Reus y que se for-mó en Barcelona. En efecto, la mayoría de las gramáticas publicadas en esa época califican llur de arcaísmo. Petit i Aguilar (1998 [1796-1829]: 385) contesta a la pregunta de si para la 6.ª persona: «se usava antiga-mènt altre Pronom Possessiu en llog dels Pronoms Son y Sèu ab tòtas sas veus Singulars y Plural» diciendo «[s]i Sr, se usava el Pronom Possessiu Llur, ab totas sas Veus Singulars y Plural». Con lo cual, a finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX llur ya se consi-

48 Epistolari tiene la mitad de las ocurrencias de HistVal (44 vs. 103). Es posible que la alternancia no haya tenido espacio para expresarse en el primero. Sin embargo, en cualquier caso, el porcenta-je de uso de llur no habría llegado a ser importante.49 La ausencia de alternancia puede deberse a dos causas: al bajo número de ocurrencias en el tex-to (36) o a la desgramaticalización de los derivados de suus. Para hacernos una idea más clara de este proceso en rosellonés, habrá que estudiar otros textos producidos en la zona.50 Es de un pueblo entre Figueras y Cadaqués.

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deraba arcaico y el tiempo del verbo usar, en pretérito imperfecto, nos indica que este uso pertenece al pasado. El comentario de Ballot i Torres (1814: 29) deja pen-sar que la forma tiene poca vitalidad: «Se trova també llur y llurs en lloch de son, sa, sos y sas, y se diu encara llur pare, llur mare, llurs parents». Además de incluir el adverbio encara, esta precisión solo aparece después del paradigma de los pose-sivos, en el que no se mencionan los derivados de illorum. Pers y Ramona (1847: 30) solo cita las formas llur y llurs a pie de página señalando que «encara se usan una que altra vegada». Estorch i Siqués (1857: 64) afirma: «en lo antiguo se usa-ban los pronombres llur y llurs, cuando se hacia referencia á muchos posesores […]. Són voces usadas todavía en algunas comarcas y admitidas en la poesía». Bofarull (1867: 24) mismo, declara que llur «no está en uso en el lenguaje habla-do, mas que en muy limitada parte de Cataluña»51. Sala (1889: 6), por su parte, compara las formas posesivas femeninas en -u- al posesivo llur, afirmando que «van cayent en desús, lo mateix que llur (el suyo) y llurs (los suyos) derivats de illorum y equivalents al leur francés». Queda claro que emite este juicio desde el catalán central porque al contrario las formas en -u- se mantuvieron hasta la actua-lidad en otros dialectos. Tampoco nos sorprende que Nebot y Pérez (1894: 45, 47) afirme para el valenciano del siglo XIX: «asimismo ha desaparecido [de nuestro lenguaje hablado] el genitivo del plural de la tercera persona llur y llurs […]. [A]ntiguamente el plural de tercera persona era llur y llurs; pero hoy es completa-mente desusado». Dados nuestros resultados a nivel dialectal y los comentarios de los gramáticos, de la época, sorprende registrar derivados de illorum en Tradició, cuyo autor es originario del Alto Penedés y se formó en Barcelona. Más sorpren-dente aún es la única ocurrencia registrada para el siglo XX en nuestro corpus, que pertenece a Cignes, un texto valenciano. Volveremos más adelante sobre estos dos textos.

[28] En la línea de los gramáticos del siglo XIX, los del siglo XX restringen los usos de llur a algunas comarcas, aunque de manera mucho más precisa que sus predecesores. Todas pertenecen al norte del área lingüística catalana. Alcover (2011 [1902-1903]: 586) afirma que los derivados de illorum son formas «vivas» en el «Rosselló, regió pirenenca espanyola y fins a la Plana de Vic». Según el DCVB, se conservan en «les comarques d'Agullana, Maçanet de C., Arbúcies, Vi-labertran, Ripoll, Olot, Banyoles, Besalú i fins a Collsacabra». Sin embargo, Ba-dia i Margarit (1984: 309), matiza que llur solo se mantiene en el habla viva en ro-sellonés, puesto que en la Plana de Vic, Collsacabra, Lluçanès, Olot, Camprodon, etc., «no es conserva més que en expressions fetes com casa llur»52. En la entrada català de la GEC, en la sección sobre los posesivos también se puede leer que llur «roman com un fòssil en algunes expressions (la casa llur) a les Guilleries i la Ga-rrotxa». Sin embargo, Coromines (1974: 84) registra derivados de illorum en Oso-

51 Bofarull (1867: 27) es algo más preciso: «[l]lurs [sic] no se dice nunca en el lenguaje hablado mas que en determinada comarca».52 Griera (1965: 82) había llegado a la misma conclusión.

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na, Guilleries, Lluçanès, Ripollès, Garrotxa, Llanars de Camprodon, Vilallonga de Ter y en Vallespir además del Rosellón, y «no sols en la combinació frequenta a casa llur sinó en general sempre que és mot accentuat i no proclític». Hoy en día, los gramáticos restringen el uso de llur(s) al Rosellón. Nos parece interesante se-ñalar que, según Escudero (2004: 137), «llur […] est inconnu» en la lengua de los gitanos de Perpiñán (que salieron de Cataluña durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX). Ahora bien, la lengua de los gitanos suele tener rasgos con-servadores, sin embargo, en ella no se mantuvieron los derivados de illorum, por lo que es posible que llevaran bastante tiempo en desuso en los dialectos de origen de esas poblaciones. Por lo tanto, incluso en el Rosellón se pueden encontrar deri-vados de suus para la 6.ª persona, aunque sea en esta comunidad lingüística con-creta.

[29] Resumiendo, por una parte, el retroceso de la forma llur parece haber empezado al sur del area lingüística catalana y haber ganado cada vez más terreno hacia el norte53. Por otra parte, nuestros resultados y los datos de segunda mano encontrados en las gramáticas y estudios dialectológicos nos permiten emitir la hi-pótesis de que se desgramaticalizó antes en catalán occidental que en catalán oriental. Ahora bien, el contacto lingüístico con lenguas diferentes al norte y al sur y el contacto más intenso en el oeste, al que se opone un contacto menor en el este, nos invita a estudiar su impacto en la evolución de la variación.

3.2 Contacto lingüístico y sus posibles incidencias directas

3.2.1 Hipótesis formuladas en trabajos anteriores

[30] A partir de nuestros resultados y de las informaciones sobre la pervi-vencia de llur(s) en el siglo XX, se pueden hacer dos hipótesis, que ya se formula-ron en estudios anteriores al nuestro. La primera es que el contacto con el español podría ser responsable de la aceleración de la desgramaticalización de la forma di-vergente entre ambas lenguas, es decir llur, a medida que la castellanización fue ganando terreno, empezando por las zonas que se castellanizaron más temprana-mente, como la de Valencia54. La segunda es que el contacto con las lenguas galo-rrománicas (el occitano y el francés) podría haber ayudado a la conservación de los derivados de illorum, que todavía se usan hoy en rosellonés.

[31] En cuanto a la primera hipótesis, coincide con la que formuló Prince (2007: 9) para el retroceso de los derivados de illorum en riojano y en navarro-aragonés, achacando el retroceso de lur en el siglo XIV a un principio de «caste-

53 En un trabajo dedicado al rosellonés, sería interesante ver si la desgramaticalización de llur si-gue su avance hacia el norte o si parece haberse detenido.54 La castellanización fue gradual, incluso en los territorios que se castellanizaron más temprana-mente y empezó con las élites (véanse Escribano Riera 2016: 231-232 y Martí Mestre 2005: 103, que siguen a Segarra 1997) en las diferentes áreas dialectales. Recordemos, por ejemplo, que la au-tora de Epistolari vivía en la corte y hablaba castellano en su día a día, con su marido y su hijo.

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llanización». Para el catalán, Lluís (2011) supone que «la situació contemporània d'aquest pobre llur agonitzant seria diferent si l'espanyol tingués pronoms posses-sius diferents per a les terceres persones del singular i del plural». Además, según Aramon i Serra (1997: 741), para explicar la «tendència al bandejament de llur de la llengua literària» durante el siglo XX «no hem d'oblidar la influència innegable de la gramàtica castellana, l'única ensenyada […] a l'escola» en ese momento.

[32] En cuanto a la segunda hipótesis, la conservación de un derivado de illorum por contacto con otra lengua, ya se evocó en el caso del aragonés. En efec-to, Alcover (2011 [1903]: 587) achaca la mejor conservación de lur en aragonés que en castellano al «espantós acatalanament» del primero. En cuanto a la conser-vación en catalán septentrional, Badia i Margarit (1994: 506) explica que se debe al: «poderós influx del francès oficial». En la entrada llur del DCVB podemos leer: «encara es conserva en el parlar viu de la Catalunya francesa (afavorit pel fr[ancès] leur)». En la entrada català de la GEC, en la sección sobre posesivos también se puede leer que llur «és força emprat al Rosselló (on el paral·lel francès l'ajuda)». Batlle et al. (2016: 251), Cuenca Ordiñana (1996: 131), Martí i Castell (2008: 69) y Wheeler, Yates & Dols (1999: 116) también formulan esta hipótesis.

[33] En el caso de los posesivos en catalán septentrional, además del uso de los derivados de illorum para la 6.a persona, como en francés, podemos señalar también interferencias de convergencia55 a nivel sintáctico, más concretamente en las posibilidades combinatorias de los posesivos, que son más reducidas en rose-llonés que en los demás dialectos catalanes. Efectivamente, según Gómez Duran (2011: 198-199), en este dialecto, el posesivo solo puede combinarse con el artícu-lo definido en anteposición o en postposición después de que se redujera su capa-cidad combinatoria con otros determinantes o con cuantificadores indefinidos du-rante el siglo XX. Asimismo, las estructuras con preposición / adverbio + posesi-vo y participio + posesivo son agramaticales en rosellonés. En cambio, todas esas combinaciones son gramaticales en los demás dialectos catalanes. Por lo tanto, en nuestra opinión, es posible que estemos ante otras interferencias de convergencia con el francés. Las variantes que además de ser menos frecuentes eran las formas divergentes se fueron desgramaticalizando en este dialecto56. Como en estos otros casos, es posible que la interferencia de convergencia entre el francés y el rosello-nés haya ayudado a la conservación de llur en este dialecto.

[34] Frente a esta opinión bastante común, Coba Femenia (2005: 129) con-sidera que: «en el manteniment viu i actual de la forma llur, no haurien de descar-tar la possibilitat de la influència occitana, llengua que manté encara vius els deri-vats d'ILLORUM». Además de aceptar una probable influencia francesa, Batlle et

55 Para una definición de los conceptos de «interferencia de convergencia» e «interferencia de di-vergencia», véase Kabatek (1997: 223-224).56 En otro trabajo, será interesante estudiar si en los demás dialectos catalanes, asistimos también a un retroceso más acusado de las estructuras divergentes del castellano (por ejemplo: un seu ger-mà, aquest seu germà, és fet meu), y si en cambio, las estructuras compartidas se mantienen (da-vant meu) o se mantienen mejor.

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al. (2016: 251) opinan que, si llur se conserva en catalá septentrional, es también «probablement per influència de l'occità lor (que també alterna amb sieu)».

3.2.2 Matizaciones y refutaciones

[35] No obstante, nos parece necesario matizar el papel del contacto lingüís-tico en la evolución de la alternancia llur / seu.

[36] En cuanto al contacto con el castellano, podemos evocar el caso del aragonés. En este dialecto, los derivados de illorum ya se usaban poco en el siglo XIV, mientras que la castellanización se produce durante el siglo XV. En efecto, Enguita Utrilla (2000: 284) estima que «ya desde las primeras décadas de esta centuria su penetración debió de verse favorecida por el advenimiento de la dinas-tía de los Trastámara con Fernando I (1412)». Según Pottier (1952: 198): «[l]a pé-nétration castillane, accidentelle avant le XVe siècle, a commencé réellement vers 1460, et la castillanisation était à peu près achevée en 1500». Enguita Utrilla & Lagüéns Garcia (1989: 383) también afirman que «el influjo castellanizador» se impone a finales del siglo XV, sin duda favorecido por «la notable abundancia de soluciones coincidentes en ambos dominios romances». Es muy posible que el uso de su(s) para la 6.ª persona sea una de esas soluciones coincidentes y que la coin-cidencia se haya producido antes del proceso de castellanización en sí. De hecho, Enguita Utrilla (2000: 284) afirma que la castellanización fue más lenta «en los te-rritorios orientales de Aragón, y que tampoco debió progresar hasta tiempos más recientes en el Aragón norteño» y, a pesar de todo, los derivados de illorum se desgramaticalizaron en el siglo XV. En esta línea, Romero Cambrón & García Pi-nilla (2008: LV) aseguran que «el retroceso de lur en aragonés no puede ser atri-buido a influjo del castellano». De la misma manera, si bien reconoce que «l'ara-gonès […] es va allunyant cada vegada més del català per causa de la pressió del castellà», Geijerstam (1980: 498-499, 507) considera que el uso de lur/su en el texto que estudia57, no permite en sí detectar una influencia castellana en aragonés. Igualmente, Álvarez Rodríguez (2006: LXXIV) concluye que en el Libro de los emperadores «no es nada claro que la ausencia de lur haya sido inducida por la presión castellana». Pato (2010: 27) considera que se llevó a cabo una simplifica-ción en navarro-aragonés, con un retroceso de los derivados de illorum, y una pos-terior nivelación dialectal con el castellano.

[37] En cuanto al posible impacto del contacto con el castellano en catalán, Coromines (1974: 84-85) asegura que: «no hi ha motiu per creure que tingui res de castellanisme el seu de posseïdor plural». Efectivamente, en nuestro corpus, es difícil suponer que la presión del castellano esté en el origen del retroceso de llur en una obra asociada al siglo de oro valenciano como Tirant. En efecto, en ella se usa una mayoría de posesivos plenos precedidos por un artículo (art+pos+N), una construcción cada vez más frecuente en la Edad Media en catalán, pero que va re-

57 El octavo libro de la Grant Cronica de Espanya.

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trocediendo en castellano hasta desgramaticalizarse a finales del siglo XV. Así, en esa época, el sistema de los posesivos en catalán se aleja del castellano en cuanto a la posibilidad de combinarse el posesivo antepuesto con el artículo definido, pero se acerca al castellano en la progresión de los derivados de suus. Y aun así constatamos un uso menor de los derivados de illorum en esta obra en compara-ción con las producciones del siglo anterior. Lo que demuestra cierto retroceso de la forma. Está claro que la influencia del contacto puede darse en un fenómeno an-tes que en otro, pero en este caso es probable que otros factores estén en juego para explicar esta diferencia en la cronología de la permeabilidad a la influencia. En el caso del posesivo llur, es posible que el retroceso haya sido previo a la in-fluencia castellana, que puede posteriormente haber acelerado el cambio en curso, de la misma forma que parece haber sucedido en navarro-aragonés. Otro argu-mento en favor de esta suposición, puede ser la cronología del proceso de desgra-maticalización de los derivados de illorum como pronombres de objeto indirecto. Efectivamente, en nuestro corpus, este uso ya no se registra en el siglo XIV a pe-sar de ser frecuente en el siglo XIII. Este retroceso, que los estudiosos (véanse por ejemplo Togeby 196858 y Coba Femenia 2005: 132) suelen relacionar con el del posesivo, empieza, según nuestros datos, en una época en la que no podemos sos-pechar de una posible influencia castellana59. Es interesante señalar que en rosello-nés actual, en el que se conserva el posesivo llur, los derivados de illorum ya no se usan como pronombre de objeto indirecto (Gómez Duran 2011: 138, 2016: 94). Ya en Il·lustracions, del siglo XVI, no los registramos60. Por lo tanto, si la influen-cia del francés pudo haber ayudado a conservar el posesivo llur en rosellonés, no permitió la conservación del pronombre dativo correspondiente al leur francés. Por lo tanto, la influencia francesa no puede ser la única explicación de la conser-vación del posesivo llur en este dialecto.

[38] Como argumentos en contra de la posible influencia del contacto con el francés para el mantenimiento de llur en catalán septentrional, algunos estudiosos que, como Coromines (1974: 84-85), consideran que «llur no és francesisme», mencionan las diferencias morfosintácticas entre las formas rosellonesas y las francesas. Por ejemplo, Verdaguer (1974: 96-97) subraya que en rosellonés llur se usa a menudo precedido por un artículo, a diferencia, según él, de lo que sucede en Cataluña61 y a diferencia también del francés. Gómez Duran (2011: 198) tam-bién se pronuncia contra la influencia del francés en la conservación de llur en ro-sellonés aludiendo que «[s]i els possessius haguessin patit influència francesa, aquesta hauria consistit a fer que els possessius àtons ocupessin més posicions i

58 Togeby (1968: 67) asegura que «[l]'emploi de illorum comme possessif n'apparaît que là où l'on trouve également l'emploi de illorum, illui, illaei comme datif tonique du pronom personnel».59 Según Coromines (1974: 263-264), el proceso desgramaticalización culminó en el siglo XV.60 Sería interesante ver si se conserva mejor en textos roselloneses del siglo XIV y XV que en los testimonios de otras áreas dialectales.61 Nuestros datos nos permiten matizar esta idea, si bien es verdad que muchos gramáticos reco-miendan usar llur sin artículo.

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s'haurien reservat els tònics fora per a quan són pronoms (com és en francès), cosa que ha pas passat». Otros (véase por ejemplo DECLC, V, 310b: 52-53) constatan que el francés solo dispone de dos formas epicenas, una para el singular y otra para el plural mientras que el rosellonés cuenta con cuatro formas, ya que los deri-vados de illorum no solo concuerdan en número, sino también en género.

[39] Ahora bien, este último argumento no es válido para rechazar una posi-ble influencia del occitano en la conservación de llur en rosellonés, puesto que, según, Alibert 2000 [1976]: 76) «Lo foiss[enc] declina lor de la faiçon seguenta : (lur, luris, luro, luros)»62. Por eso, Coba Femenia (2005: 129) considera más lógi-co pensar en una influencia occitana antes que en la del francés normativo. Sin embargo, la influencia del dialecto de Foix puede cuestionarse si es cierto que esta variedad en contacto con el catalán presenta la alternancia entre los derivados de illorum y de suus, como parece ser el caso, según la Grammaire du dialecte de Foix de Sicre (1907-1908: 283-284). En esta, a pesar de registrarse solo lour, lours, louro, louros en el paradigma de los posesivos para la 6.ª persona, se preci-sa al final del capítulo dedicado a los posesivos: «N. B. – Les adjectifs leur, leurs se traduisent vulgairement par soun, sa, sous (ses), sas et les pronoms le leur, la leur, les leurs, par le ou la siu ; les ou las sius. Ex. : troubèguen sous droites è sas fennos: ils trouvèrent leurs enfants et leurs femmes ; élis cercaran les sius : quant à eux, ils chercheront les leurs»63. Podemos imaginar que este uso 'vulgar' de los derivados de suus es propio del área lingüística de Foix en contacto con el gascón o con otras variedades languedocianas más al norte, pero también podría ser una característica común de las hablas de este dialecto, no mencionada en las gramáti-cas normativas. En este caso, no se entendería que una variedad en la que se pro-duce la alternancia ayude a conservar en exclusividad64 los derivados de illorum en catalán septentrional. El subdialecto de Foix forma parte del languedociano: el dialecto occitano con el que el catalán septentrional está en contacto. Recordemos que la gramática de Alibert, en la que se señala la posible sustitución total o par-cial de los derivados de illorum por los de suus en algunos «parlars», se basa en los dialectos languedocianos, que, por consiguiente, presentan diferencias en la se-lección del posesivo de 6.ª persona y no se pueden considerar como un conjunto homogéneo en el caso del fenómeno que estudiamos. Por lo tanto, si es posible que el contacto con la zona sur del languedociano meridional, en la que se usan los derivados de illorum, haya ayudado a su conservación en catalán septentrional, en cambio, no impidió su desgramaticalización en otras zonas dialectales occita-nas cercanas. En efecto, no se registran en la mayor parte del languedociano orien-

62 Jean Sibille (c.p.), en un estudio en curso, también registra cuatro formas que concuerdan en nú-mero y en género en donasanés, fronterizo con el capcinés.63 Más adelante, en la sección «Emploi particulier des pronoms possessifs» (Sicre 1907-1908: 443), también podemos leer el ejemplo: «les droullots an perit sous debasses» (con un derivado de suus para la 6.ª persona).64 Esta exclusividad se tendrá que comprobar o refutar en otro estudio.

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tal65 ni en la mayoría de la zona norte del languedociano meridional (Leucate, Durban-Corbières, Termes, Missègre, Lauraguel, etc.: ALLOr; Sonnac-sur-l'Hers, Dun, etc.: ALLOc; Béziers: Azaïs 1877, vol. 2: 496; Pézenas: Mâzuc 1899: 59-60; Sète: Théron 2002: 94; Montpellier y Lodève: Lamouche 1902: 56-58, etc.)66. Tampoco se registran al oeste del dialecto de Foix, en las variedades del gascón más cercanas, ni al sur, en el dialecto catalán noroccidental y en el dialecto de transición entre el catalán oriental y occidental.

Figura 3: Repartición territorial del uso de los derivados de illorum y de suus en occitano contem-poráneo y de los usos espontáneos o fijados de illorum en catalán

Por lo tanto, de nuevo, el contacto lingüístico en sí no es suficiente para explicar la conservación de los derivados de illorum en rosellonés (puntos azul claro) y en el noreste de Cataluña (puntos azul oscuro).

65 Para un resumen de las diferentes clasificaciones de los dialectos occitanos, véase Sumien (2009). Según él (2009: 17), el languedociano oriental «anóncia lo provençau», en el que no se conservaron tampoco los derivados de illorum.66 Véase también Azaïs (1877, vol. 3: 488) que recalca que los derivados de illorum están ausentes de casi todo el dialecto languedociano. Portal (1914: 60) va más allá y solo da derivados de suus como posesivos de 6.ª persona para el languedociano.

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3.2.3 Un nuevo enfoque

[40] Retomando las observaciones precedentes, es interesante constatar que la variedad del noroeste de Cataluña está en contacto con el gascón y que ambos dialectos no conservaron los derivados de illorum, mientras que se conservaron más tiempo en las variedades del noreste de Cataluña (en catalán de transición en-tre el dialecto septentrional y el dialecto central, y en la zona norte del dialecto central), que se corresponde, al otro lado del Pirineo, con el languedociano meri-dional y el catalán septentrional. Tiene cierto interés el caso del aranés que se con-sidera una variedad puente entre el occitano y el catalán. Si este dialecto del norte de Cataluña desgramaticalizó los derivados de illorum, no es 'por' contacto con el castellano (aunque este puede haber ayudado), puesto que el aranés pertenece al gascón, que también desgramaticalizó estos derivados al otro lado de los Pirineos (cf. figura 1):

L'ús de l'antic possessiu de posseïdor plural, corresponent a “ell, elles” (6.ª persona), que era generalment lor en occità antic, llur en català (encara no sols leterari, sinó popular a Conflent, Garrotxa i Osona), s'ha perdut totalment en l'aranès actual67: és et sòn […], semblantment a la major part del domini gascó; tanmateix el descendent de ILLORUM s'hi conserva a bastants p.68 […]. La decadència de ILLORUM es dóna a la major part d'Occitania, i dins el gascó no està pas limitada a la part pirinen-ca. (Coromines 1990: 93)

[41] Así, en el caso de los posesivos de 6.ª persona, es posible que en los úl-timos siglos y hasta hace relativamente poco la frontera lingüística porosa este / oeste (entre el gascón y el languedociano meridional, en el área lingüística occita-na, y entre el dialecto occidental y el oriental, al norte del área lingüística catala-na) haya tenido más relevancia que la frontera norte / sur materializada por los Pi-rineos. Coba Femenia (2005: 129) considera que esta frontera natural y política es un argumento para descartar la idea de la influencia del francés normativo en la conservación de los derivados de illorum en catalán porque dicha influencia no es, a su parecer, imaginable al sur de esta frontera. Pero es interesante subrayar que incluso al norte del Pirineo, en espacios en los que el contacto con el francés es in-tenso, los derivados de illorum no se conservaron. En catalán, es el caso de la Cer-daña, donde no se usa llur (Balaguer 2012: 20)69. También es el caso de muchos dialectos occitanos en contacto intenso con el francés donde se fueron desgramati-calizando los derivados de illorum, pese a que se haya ido intensificando el con-tacto con la lengua oficial. En estos dialectos se fueron imponiendo las formas po-sesivas divergentes entre ambos sistemas70: el proceso se llevó a cabo en la lengua

67 Véase también Carrera i Baiget (2011: 80).68 Posible abreviatura de «parlars».69 En cambio, Gómez Duran (2011: 39) registra el uso de llur en la Alta Cerdaña, aunque no sepa-mos en qué proporción.70 En corso, un dialecto italiano en contacto con el francés, se usan los derivados de suus (Rohlfs

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dominada a pesar de no coincidir con la lengua dominante en la selección. De he-cho, es posible que su evolución en estos dialectos haya sido paralela a la que tuvo lugar en la mayoría del dominio lingüístico catalán, de forma que el occitano nos proporciona otro indicio de que el contacto con la lengua dominante no es sufi-ciente, en sí, para explicar el cambio o la ausencia de cambio lingüístico. Aunque los efectos del contacto no son sistemáticos ni tienen por qué ser los mismos en catalán y en occitano, la comparación entre ambos casos invita por lo menos a re-flexionar soble la complejidad del impacto del contacto. También parece intere-sante señalar que en alguerés el contacto con la lengua estándar italiana y con el sardo tampoco permitió la conservación hasta hoy de los derivados de illorum, ya que, según Veny (2015: 212), han «desaparecido». Con todo, Coba Femenia (2005: 124) encuentra ocurrencias tardías, de mediados del siglo XVII, en un tex-to notarial alguerés, que achaca a una mejor resistencia de llur en este dialecto71. De la misma manera, es posible que la desgramaticalización haya sido más lenta en occitano que en catalán, puesto que ya no registramos derivados de illorum en valenciano en el siglo XVI mientras que Ronjat (1937: 84) todavía los encuentra en textos provenzales de la misma época.

[42] Así es muy probable que el contacto con el castellano no esté en el ori-gen del retroceso de llur, ni el contacto con el francés o el occitano la única razón de su conservación en catalán septentrional y de su mejor resistencia en catalán septentrional de transición, pero puede que en ambos casos el contacto haya de-sempeñado un papel de acelerador del cambio lingüístico o al contrario lo haya frenado. Además, en nuestra opinión, si varias áreas lingüísticas están en contacto, no tienen por qué excluirse entre sí las diferentes influencias: el hecho de que el francés participe en la conservación de llur en rosellonés no excluye que también pueda participar el occitano y viceversa. Ambas influencias son perfectamente compatibles. De la misma manera, la influencia no tiene por qué darse en un único sentido. Así, nos parece muy probable que no solo el occitano (conjuntamente con el francés) ayude a la conservación de llur en catalán, sino que el uso de llur en rosellonés también ayude a la conservación de los derivados de illorum en occi-tano, donde los de suus podrían estar imponiéndose cada vez más hacia el sur72.

1968, vol. 2: 122). También es el caso de muchos dialectos italianos actuales, en contacto con el italiano estándar, como comentamos supra. Además, para seguir matizando el impacto de la lengua dominante en la lengua dominada, es interesante recalcar que las influencias pueden darse en am-bos sentidos, y no necesariamente desde la lengua oficial dominante hacia la lengua dominada. En efecto, Bourciez (1956: 678) constata que «au Midi, […] on dit volontiers en français local les en-fants sont dans sa chambre, pour dans leur chambre; prov. mod. lis enfant soun dins sa chambro». 71 Según Veny (2015: 212) «llur […] no ha estat substituït per seu, com en la resta de dialects, sinó per la perífrasi d'ells / d'elles (fonèticament, [dé us]/[dé as])».ʎus]/[déʎas])». ʎus]/[déʎas])».72 En efecto, donde Ronjat (1937: 86) solo mencionaba la presencia de derivados de illorum, por ejemplo, en el lauragués, en el subdialecto de Toulouse, de Carcasona o de Narbona, los datos del ALLOc y del ALLOr nos revelan que también se usan los derivados de suus. Es posible que Ronjat (1937: 86) solo evoque todas las zonas en las que se conservan los derivados de illorum, a pesar de alternar con los de suus en algunas de ellas; o es posible que los derivados de illorum estén en re-

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En efecto, si en Leucate, al norte de Salses, ya se usan los derivados de suus, se-gún el ALLOr, en Paziols, que queda al este de Salses, entre la zona más cercana en la que se usan los derivados de suus en occitano y la zona lingüística catalana, se registran ambas formas. En resumidas cuentas, por una parte, es posible que la conservación de llur en rosellonés esté ayudando a la conservación de los deriva-dos de illorum en zonas de contacto entre ambas áreas lingüísticas. De forma pa-ralela, puede que la influencia del francés y la de las hablas occitanas cercanas ha-yan ayudado conjuntamente a la conservación de los derivados de illorum en cata-lán septentrional y en catalán septentrional de transición, sin que la frontera natu-ral o política sea un impedimiento para el contacto y el continuum lingüístico73. Por otra parte, la probable influencia del castellano en la aceleración del retroceso de llur no excluye un potencial impacto, aunque sea más localizado, del gascón. Sin embargo, las observaciones precedentes nos recuerdan que se deben tomar en cuenta otros factores, puesto que el cambio se produce gracias al concurso combi-nado de todos ellos.

[43] De hecho, además del contacto, nos parece necesario señalar otro factor que puede haber influido en la evolución de la alternancia llur/seu en catalán y esto es, precisamente, la falta de contacto, o mejor dicho, el grado de alejamiento con respecto a los centros de poder y a la variedad en uso allí. En efecto, el carác-ter periférico de las áreas lingüísticas suele influir en la diacronía de los cambios. Así, los cambios internos pueden llegar más tarde a una zona ubicada en un mar-gen del área lingüística74. En la cuestión que aquí nos interesa, el carácter conser-vador de los márgenes, y en particular de las hablas montañosas, puede haber con-tribuido al mantenimiento de llur al norte del dominio catalán (y de forma paralela en occitano, en el sur del área del languedociano meridional75), cuando ya había desaparecido de otras áreas dialectales76. Ahora bien, numerosos estudios previos al nuestro constataron una paradoja propia de los márgenes: por su lejanía de los centros de poder, suelen ser especialmente conservadores y al mismo tiempo parti-cularmente innovadores77. De hecho, las zonas periféricas son más permeables a

troceso. En ambos casos, un cambio podría estar en curso.73 Bernardó (1977: 156) recalcó que: «aucune limite dialectale ne coïncide avec l'actuelle frontière politique».74 Para una exposición de la teoría según la cual las áreas periféricas o aisladas son más conserva-doras que las áreas más cercanas al centro de poder, véase por ejemplo Bartoli (1945), aunque re-sulten criticables las generalizaciones de la «linguistica spaziale». Más específicamente para el ca -talán, Veny (2015:137), entre otros, asume que las áreas periféricas son más conservadoras. Para una crítica de la clasificación de las lenguas como «conservadoras» e «innovadoras», ver López Iz-quierdo (2014).75 Y quizás también en bearnés.76 El carácter conservador de los márgenes podría explicar la conservación de los derivados de illorum en alguerés. Sería interesante ver en qué proporción se conservaban en las islas Baleares en los siglos XVI, XVII y XVIII, puesto que parece que en el siglo XIX ya no se usaban, según deducimos de su ausencia de la Gramática de la lengua mallorquina de la primera mitad del siglo (Amengual 1835: 98).77 Por ejemplo, Silva Domínguez (2002: 160-162) recalca el carácter conservador e innovador a la

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las influencias externas, que llegan antes y tienen una mayor incidencia en el lugar de contacto. Así, para la conservación de los derivados de illorum en catalán sep-tentrional y septentrional de transición, influyen conjuntamente la lejanía de Bar-celona y la cercanía con las áreas lingüísticas francesas y occitanas. De la misma manera, en el caso de su temprana desgramaticalización en valenciano, es posible que la influencia castellana haya llegado antes al margen meridional y al margen occidental y se haya favorecido, en estas zonas de contacto, el retroceso de la for-ma divergente entre ambas lenguas.

[44] La distancia del centro de poder y de su lengua prestigiosa (que desde hace relativamente poco también corresponde, en gran medida, a la lengua norma-tiva) facilitó asimismo que las formas rosellonesas de los derivados de illorum si-guieran su propia evolución dialectal. En nuestra opinión, aludir a diferencias morfosintácticas entre los derivados de illorum en las dos lenguas en contacto no sirve para rechazar la idea de una posible influencia. Efectivamente, a nuestro pa-recer, las posibles influencias no están reñidas con esas diferencias. Si incluso un préstamo se puede adecuar al sistema en el que se integra, a fortiori, una forma propia, conservada gracias a la ayuda del contacto con otro sistema lingüístico, no tiene por qué adoptar las características del sistema en cuestión, simplemente se-guirá su propia evolución con tres vías posibles: el mantenimiento de sus caracte-rísticas morfosintácticas, el alejamiento de ciertas de ellas con respecto a las del otro sistema, o al contrario su acercamiento.

[45] Así creemos que el contacto lingüístico, ya sea por su intensidad o al contrario su debilidad, desempeñó un papel en la evolución de la alternancia llur/seu en catalán, además de otros factores internos y externos al sistema lingüístico. Ahora bien, más allá de las posibles consecuencias directas del contacto lingüísti-co, nos parece interesante insistir en las consecuencias indirectas que puede haber tenido sobre el uso de las variantes, en particular durante los debates alrededor de la normalización del catalán.

3.3 Contacto lingüístico y sus posibles incidencias indirectas

3.3.1 Incidencia de la normalización en el proceso de selección

[46] Según Coromines (1974: 84-85), la evolución más o menos rápida en la selección de una variante no depende del contacto lingüístico ni de la posición en el continuum románico, sino de la norma que impone una forma:

si avui hi ha diferències entre les llengües romàniques, no vénen de llur posició més o menys septentrional, ni de cap influència germànica, sinó de la intervenció dels gramàtics i de les seleccions, que a França i Itàlia han acabat per proscriure l'ús de

vez del gallego, en función de los fenómenos analizados por los estudiosos ahí citados: unas carac -terísticas que, en ambos casos, se relacionan con la lejanía o la ausencia de un centro de poder «irradiador». En cuanto al catalán, Veny (2015: 221) destaca el carácter a la vez conservador e in-novador del alguerés por su aislamiento y por su contacto intenso con el sardo.

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sien o suo amb posseïdor plural, i a Castella han arraconat l'antic lur, mentre Cata-lunya i les terres d'Oc continuaven admetent les dues possibilitats.

Coba Femenia (2004: 246) considera él también que:

[e]l fet que siguen la llengua catalana i l'occitana precisament les que han mantingut la dualitat en l'ús dels derivats de SUUS i d'ILLORUM –encara que en català els de-rivats d'aquesta última forma estiguen, certament, ben arraconats– no és una casuali-tat, sinó la conseqüència de la falta secular d'institucions nacionals que vetlaren per les nostres llengües i que seleccionaren o regularitzaren algunes formes78. Aquestes dualitats fa molt de temps que estan resoltes –almenys en el registre escrit i norma-tiu– en les llengües que tenen institucions lingüístiques des d'antic i una estructura estatal que les recolze. Òbviament, no és el cas de la nostra ni de l'occitana.

[47] Ahora bien, nos parece necesario matizar esas afirmaciones, efectiva-mente, si a escala del conjunto del área lingüística occitana, ambas formas se han conservado, a escala de un subdialecto, en cambio, parece que la alternancia no es común y que en general cada uno se ha decantado por los derivados de suus o por los de illorum. Dado el tardío proceso de normalización del occitano, resulta evi-dente que la selección en estos subdialectos tuvo lugar antes de cualquier inter-vención de los gramáticos79. También parece haber sucedido lo mismo en los dia-lectos italianos en los que se pudo dar la alternancia antes de la desgramaticaliza-ción de una de las dos formas sin que la normalización esté en causa. De la misma manera, los gramáticos no debieron de tener mucho que ver con la desgramaticali-zación de lur en navarro-aragonés y menos aún en el uso de los derivados de suus en castellano y en portugués. En cuanto al italiano, Bourciez (1956: 529) opina que: «[c]e sont les grammairiens qui semblent avoir imposé l'usage de loro». Sin embargo, en esta lengua y en francés, nos parece que el grado de implicación de los gramáticos en la pérdida de la alternancia se tendría que comprobar concreta-mente con un estudio diacrónico de varios testimonios y de las obras normativas y su difusión. Frente a la idea, sin duda válida para otros fenómenos, de que la nor-malización acelera, completa o ratifica la desgramaticalización de la forma mino-ritaria, en catalán, a raíz de este proceso, la alternancia se vuelve a dar en dialectos en los que la posibilidad de usar derivados de illorum para la 6.ª persona ya se ha-bía perdido.

[48] Concretamente, observamos que el autor de Tradició, originario del Alto Penedés (entre Barcelona y Tarragona), usa llur en una proporción nada des-

78 La misma idea se encuentra en Pato (2010: 28).79 El proceso de normalización del occitano no ha concluido. A las futuras generaciones les tocará comprobar, en un primer momento, si, al concluir dicho proceso, ambas formas se consideran como normativas (como reivindica por ejemplo Carrera i Baiget 2011: 80: «Cal admetre com a es-tàndard l'ús de sieu en comptes de lor […], habitual en algunes modalitats dialectals i comparable a l'ús que l'aranès fa de sòn») o si, al contrario, se pretende imponer una de las dos. En un segundo momento, podrán comprobar si esta imposición ha tenido éxito o no.

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3.3.2 Normalización de una lengua dominada frente a la lengua dominante

[49] El proceso de normalización del catalán no es comparable al que ocu-rrió en francés o en castellano, en cuanto estas últimas son, desde hace siglos, len-guas oficiales de un estado. En cambio, los intelectuales que participaron en los debates en torno a la normalización del catalán eran muy conscientes de que la suya era una lengua dominada en contacto con una lengua dominante. En este contexto sociolingüístico, la normalización tenía como objetivo afirmar el catalán como lengua 'de pleno derecho' y emanciparla de la influencia castellana que lle-vaba siglos 'corrompiéndola'. Para algunos, la reintroducción del posesivo llur no solo pretendía restaurar el prestigio de la lengua catalana de la Edad Media, sino que era el símbolo de la liberación (Roig 1955: 10) del catalán frente al castellano, puesto que suponía volver al catalán puro anterior a la dominación castellana. La afirmación de la lengua pasa por el rechazo de las formas compartidas por ambos sistemas cuando existe una forma divergente. Así, Togeby (1968: 68) emite la hi-pótesis de que: «si dans la langue littéraire on met assez souvent llur, c'est peut-être pour mieux marquer la différence avec l'espagnol». De la misma manera, Lluís (2011) opina:

si una mica arreu existeix un intent potser desesperat però tossut de salvar aquest llur deu ser perquè es percep que la seva desaparició té alguna cosa a veure amb la influència asfixiant que exerceix la llengua espanyola sobre la llengua catalana.

Efectivamente, en esa época, numerosos gramáticos, escritores e intelectuales de-fendieron la reintroducción de llur en toda el área lingüística catalana, como recal-ca Rigol (1908: 112) durante el Primer congreso de la lengua catalana: «Si be es veritat que '1 llur està en desús en la nostra comarca, es d'un ús vivent en altres, y estàn d'acort gramàtichs y escriptors pel seu general restabliment». Aramon i Serra (1997: 738) considera que, en esa época, «el seu ús en la llengua literària era nor-mal, si no totalment en la pràctica, almenys en la intenció dels escriptors». Sara-gossà i Alba (2000: 250) también constata que los defensores de llur son mayori-tarios entre los gramáticos. Fabra (1898: 110), en un primer momento, también apuesta por la reintroducción de este posesivo: «Hoy, seu y son han sustituido llur (en Barcelona), pero la lengua literaria no puede resignarse a perder este posesivo, que tendríamos que querer reintroducir incluso en la lengua oral». No obstante, solo recomienda su uso, no lo impone (Fabra 1924: 1):

Un escriptor, a risc seu, pot adoptar rigorosament aquesta o aquella regla si creu que amb ella s'introdueix un perfeccionament en la llengua literària; però el gramàtic ha d'ésser més circunspecte, i tot el més que pot fer, […] és de recomanar l'ús […] de llur, sense condemnar, però, […] seu. No pot fer altra cosa.

Muchos gramáticos también adoptan esta postura, pero otros van mucho más allá.

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Por ejemplo, Bardina (1907: IV. 39), después de afirmar:

[h]ay ciertas maneras catalanas de hablar, exclusivamente nuestras, que constituyen el ánima de nuestra lengua. Muchos catalanes las dicen a la castellana, despreciando lo más íntimo de nuestro idioma natural. Es el deber de todos desterrar estos barba-rismos sintácticos.

da como ejemplo de barbarismo el uso de son-seu en vez de llur para la 6.ª perso-na. Estos comentarios tienen consecuencias sobre la percepción de los hablantes y fomentan el uso de los derivados de illorum entre los que desean escribir el mejor catalán posible81.

[50] Además de acentuar las diferencias con el castellano, para algunos, el uso de llur presenta la ventaja de acercar el catalán a lenguas prestigiosas como el italiano o el francés. Por ejemplo, Forns Torelló (1908: 111) reconoce «la conve-niencia del uso de llur, porque da una característica al catalán que lo sitúa al lado del francés y del italiano». Salvador (1935) también recurre a esta comparación: «Nosatres [sic] tenim el llur com els francesos tenen el leur i els italians tenen el loro» y tacha de «incorrectos» los derivados de suus usados para la 6.ª persona:

Maria i Francisca anaven amb els promesos llurs (o amb llurs promesos). (Correcte.)Maria i Francisco anaven amb els seus promesos. (Incorrecte, però passador em car-rer extrem.)Maria i Francisca anaven amb sons promesos. (Inadmissible sense cap atenuant.).

Es revelador que considere que este último uso es «u[n] castellanism[e] com un[a] cas[a]», cuando en realidad es una forma analógica dialectal, formada sobre la pri-mera persona masculina singular, como nostron y vostron, que no pueden ser ta-chadas de castellanismos.

[51] Así, a veces, parece que el sentimiento patriótico puede llevar a inter-pretaciones exageradas, a hipercorrecciones e incluso al abandono del rigor cientí-fico. Por ejemplo, algunos autores usan sistemáticamente llur, pero a regañadien-tes (Jané 2011: 12) y algunos correctores lo imponen cuando los mismos gramáti-cos solo lo recomiendan en especial para deshacer ambigüedades. Otros van más allá, como condena Joan Sales en su prólogo a la segunda edición de Lleures i converses d'un filòleg (Coromines 1974: 10), puesto que: «creient que llur és «més català» que seu, l'apliquen fins i tot a un sol possessor […] convençuts que així escriuen «més català» que els altres». Tampoco se salvan los gramáticos. Por ejemplo, Ferrer i Carrió (1873: 112) no tiene reparo en declarar que llur no corres-ponde al francés leur, ya que, al contrario de lo que sucede en francés, se puede usar para un solo poseedor (y, por lo tanto, corresponde al latino ejus y no a illo-rum).

81 En otro trabajo, estudiaremos detenidamente en qué medida las representaciones sobre lo que es el 'catalán correcto' tienen un impacto sobre el uso de los posesivos.

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[52] Como queda reflejado en el ejemplo que acabamos de mencionar, los que participan en los debates alrededor de la normalización del catalán no solo sienten la necesidad de resaltar e intensificar las diferencias con el castellano, sino también con el francés. Por ejemplo, Guiter (1955: 123) se posiciona en contra del uso de llur porque opina que es «manllevar un barbarisme al francés o a l'italià». Nos parece particularmente elocuente que este lingüista sea rosellonés, puesto que, para él, la lengua dominante peligrosa es la francesa.

[53] Como él, muchos intelectuales se opusieron firmemente a la reintroduc-ción del posesivo derivado de illorum porque ya no formaba parte del «català que ara es parla». Es posible que la interferencia de divergencia hubiera cuajado mejor si la forma llur todavía hubiera pertenecido al sistema lingüístico vivo de todos los hablantes del área lingüística catalana. El propio Fabra (2006 [1933]: 57), en su gramática de 1933 (la primera referencia del catalán normativo) califica llur de «arcaic» y a pesar de que el lingüista siguiera usando este posesivo en sus escritos, algunos entendieron esta calificación como un distanciamiento con respecto a los derivados de illorum (es el caso de Saragossà i Alba 2000: 204). Nunca sabremos si el destino de llur hubiera podido ser diferente si su reintroducción hubiera sido consensual y respaldada por unas instituciones fuertes desde el inicio de la Re-naixença hasta hoy. En todo caso, aunque la reintroducción de llur haya sido par-cial, podemos afirmar que el contacto lingüístico ha tenido como consecuencia in-directa el retraso del cambio lingüístico, puesto que ha sido un freno a la desgra-maticalización de llur como posesivo de 6.ª persona.

4 Conclusión

[54] Si a priori la interferencia de convergencia entre el catalán y la lengua dominante, ya sea el castellano o el francés, parece prevalecer tanto al norte como al sur de los Pirineos, el detalle de los datos nos permite asegurar que los posesi-vos de 6.ª persona no han llegado a trazar una frontera lingüística nítida entre len-guas y dialectos que usan espontáneamente los derivados de illorum y lenguas y dialectos que usan espontáneamente los derivados de suus. Al contrario, esbozan espacios difuminados y movedizos de contacto entre zonas que seleccionan for-mas diferentes o en proporciones diferentes, de manera que la evolución de la al-ternancia entre los derivados de suus y de illorum dibuja un continuum entre las áreas iberorrománica y galorrománica. Este continuum también se observa a esca-la de la lengua puente entre ambas áreas: el catalán, en el que hemos identificado dos relaciones espaciotemporales del cambio lingüístico, puesto que este empieza en el sur y el oeste y se extiende a medida que pasa el tiempo hacia el norte y el este, de forma que el uso de llur es cada vez más restringido.

[55] En zonas de contacto intenso entre el español y el catalán, la interferen-cia de convergencia en favor de los derivados de suus puede haber acelerado la degramaticalización de los derivados de illorum. De la misma manera, la interfe-

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rencia de convergencia con las formas occitanas y francesas en el noreste del área lingüística catalana puede haber favorecido la conservación del posesivo llur en estas zonas de contacto y entonces haber frenado el cambio en curso o consumado en el resto del dominio lingüístico. Sin embargo el contacto solo es un factor más del cambio82. Se combina con otros factores internos y externos al sistema lingüís-tico, entre los cuales hemos destacado la mayor o menor distancia con los centros de poder, ya sea de la lengua dominante o de la lengua dominada. En efecto, los márgenes de un área lingüística son paradójicamente los más conservadores, los más resistentes al cambio y a la vez los más susceptibles de adoptar innovaciones por su lejanía del centro de poder y por su mayor permeabilidad a las influencias externas que irradian desde otro centro. Por lo tanto, nos parece que el impacto de la distancia con respecto a los centros de poder, es decir la falta de contacto, es tan importante como el propio contacto lingüístico en la evolución de la alternancia entre los derivados de suus y los de illorum.

[56] Finalmente, en el caso del catalán, la noción de centro de poder cobra especial interés en los debates de la normalización lingüística por dos razones: por un lado, porque se pretende sacar el catalán del área de influencia del centro de poder castellano, al operar una 'descastellanización' de la lengua catalana y, por otro lado, porque se elige la variedad del centro de poder, Barcelona, como base de la lengua normativa. Ahora bien, este proceso de definición de la lengua están-dar no ha ayudado a poner fin a la alternancia como sucedió en lenguas vecinas, como el español (en contacto) y el francés, sino que, al contrario, ha vuelto a rein-troducir una forma que había caído en desuso en la mayoría de las variedades ca-talanas. Los artífices de esta reintroducción hicieron de llur una piedra más que añadir al muro que pretendían construir encima de la frontera lingüística con el es-pañol. Sin embargo, pocos locutores han decidido cargar con ella a la hora de es-cribir, de manera que esta reintroducción no ha tenido el éxito que algunos anhela-ban. A pesar de todo, el contacto lingüístico con el castellano, visto como un peli-gro, ha tenido como consecuencia indirecta la conservación de llur, la forma di-vergente entre ambos sistemas, hasta hoy en día y en todo el dominio lingüístico, aunque sea en la lengua escrita formal, retrasando así su desgramaticalización.

82 Para reflexiones sobre la 'causación múltiple' del cambio lingüístico, véanse entre otros Malkiel (1983 [1967]), Thomason & Kaufman (1988), Granda (1992) y, para el caso del contacto entre ca-talán y castellano, Blas Arroyo (1996).

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DOI: https://doi.org/10.25364/19.2021.6.10 ISSN: 2663-9815

La subida de clíticos en un complejo verbal modal en la historia del español y del francés (1550-1950)

Similitudes y diferencias

Clitic climbing in a modal verbal complex in the history of Spanish and French (1550-1950)

Similarities and differences

Olivier IglesiasUniversité Sorbonne Nouvelle-Paris 3

[email protected]

https://orcid.org/0000-0002-2423-9521

Recibido el 17/3/2020, aceptado el 21/5/2020, publicado el 12/10/2021 bajo la licencia Creative

Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

Resumen: El objetivo principal de este artículo consiste en observar y comparar la evolución de la posición de los clíticos en los complejos verbales en la historia del español y del francés. Es interesante notar que en el francés clásico era posible la subida de clíticos (como en toda la historia del español) en oraciones tales como je le peux faire, mientras que en el francés actual esto es imposible. Nuestra hipótesis es que es posible que se produjera un cambio importante en la interpretación de la estructura de los complejos verbales que llevó a un marcaje estilístico, social y geográfico de la subida de clíticos en francés. Para intentar demostrarlo, hemos observado algunas recomendaciones de gramáticos franceses y españoles y hemos analizado las producciones de 63 idiolectos (31 en francés y 32 en español) entre 1550 y 1950. Los datos de nuestro corpus parecen indicar que la subida de clíticos nunca fue una variante marcada en español, al contrario del francés.

Abstract: This paper compares the evolution of clitic placement in verbal complexes in Spanish and French. It is interesting to note that in Classical French (as throughout the whole history of Spanish) clitic climbing was possible in sentences like je le peux faire, whereas in Modern French it is not. We therefore hypothesize that an important change in the interpretation of the structure of verbal complexes has occurred. This change might have caused clitic climbing to become a stylis-tically, socially and geographically marked variant in French. To prove this theory, we have ob-served various recommendations of French and Spanish grammarians and have analyzed the pro-duction of 63 idiolects (31 in French and 32 in Spanish) between 1550 and 1950. Our corpus indi-cates that, unlike in French, clitic climbing has never been a marked variant in Spanish.

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Iglesias La subida de clíticos

1 Introducción

1.1 La situación actual

[1] La subida de clíticos (P1 de ahora en adelante) corresponde a la posibili-dad de situar los pronombres complementos átonos junto al primer verbo (V1) de un complejo verbal (CV) como en (1a). También existe la posibilidad de situar el clítico junto al segundo verbo en forma no finita (V2) como en (1b). Este fenó-meno, muy extendido en las lenguas románicas, pues se produce en español, cata-lán, portugués, italiano, etc., presenta una excepción importante1: P1 es agramati-cal en el francés actual (2a) y solo es aceptable la variante con el clítico a la dere-cha (P2 a partir de ahora), junto a V2 (2b):

(1a) Lo puedo hacer(1b) Puedo hacerlo(2a) *Je le peux faire(2b) Je peux le faire

[2] Ya se ha estudiado con bastante detenimiento este fenómeno en ambas lenguas ya sea a nivel sincrónico como diacrónico. En cuanto al español, se ha in-tentado, de muchas maneras, explicar qué contextos desfavorecían o impedían P1, como si esta doble posibilidad fuera excepcional, cuando en realidad, la mayoría de las lenguas románicas permiten esta posición. Son los trabajos generativistas los que más han contribuido a la explicación de este fenómeno mediante el con-cepto de reestructuración, concepto descrito y explicado por primera vez por Riz-zi (1976)2, para quien se produce una transformación en la estructura verbal pa-sando de una estructura bioracional a una única cláusula.

there exists a restructuring rule in Italian syntax, governed by modals, aspectuals, and motion verbs (with the variations mentioned in footnote 6), which optionally re-analyzes a terminal substring Vx (P) V as a single verbal complex, hence automati-cally transforming the underlying bisentential structure into a simple sentence. (Rizzi 1982: 5)

[3] Pasaríamos, pues, de una estructura bioracional con un verbo seguido de su complemento en (3) a una única cláusula en (4):

1 El francés no es la única lengua del dominio románico en que la posición del clítico en CV de in-finitivo no permite variación. Paradís (2019: 53) apunta que, en algunas lenguas, la subida es obli -gatoria (es el caso del sardo, de variedades del sur de Italia, del rosellonés y del rumano), mientras que en otras lenguas, incluyendo el francés, la subida es imposible (es el caso del portugués de Brasil, de variedades del norte de Italia, de variedades del Piemontés, de variedades del franco-provenzal y de variedades retorrománicas).2 Para una bibliografía completa, que recopila los muchos estudios sobre reestructuración, remiti-mos a la lectura de Paradís (2019: 95 y siguientes).

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Iglesias La subida de clíticos

(3) SV[V Puedo [SC hacer mis deberes]](4) SV[Los puedo hacer]

Uno de los aspectos fundamentales de esta definición es, como bien observa Para-dís (2019: 96), el carácter opcional de esta reestructuración. Este carácter opcional permite comprender que lenguas próximas tipológicamente como el español o el francés puedan, hoy, presentar sistemas diferentes. En el francés actual, los CV pouvoir + infinitivo presentarían obligatoriamente la estructura presentada en (3), es decir, sin reestructuración, con un clítico generado en la cláusula de infinitivo y cuyo movimiento hacia el verbo matriz es imposible. Al contrario, en el español actual, la reestructuración de este CV es posible. Es decir, es posible la interpreta-ción por parte del locutor del CV poder + infinitivo como una unidad verbal. De esta manera, se posibilita también el movimiento del clítico a la izquierda del sin-tagma verbal. En otros términos, no habría cohesión alguna entre pouvoir y el in-finitivo en francés, mientras que, en español, sí habría una cohesión fuerte entre poder – que funcionaría como un auxiliar modal – y el infinitivo.

1.2 Objetivos e hipótesis

[4] Los objetivos principales de este artículo son varios. Primero, se comparará la cronología de la evolución del fenómeno en las dos lenguas. ¿Han conocido durante su historia una evolución similar? Si este es el caso, será interesante observar a partir de cuándo se distanciaron los sistemas del francés y del español. A partir de estas observaciones, intentaremos comprender qué factores han podido incidir en el abandono de P1 en francés, que da lugar a esta frontera tan clara hoy entre estas dos lenguas. Nuestro principal objetivo en este artículo consistirá en valorar en qué medida pudo influir una nueva reestructuración3 (o no) de los CV en francés y en español, quizá apoyada además por una presión normativa que pudo provocar un marcaje estilístico importante de P1 en la lengua escrita culta.

[5] Para todo ello, hemos realizado un corpus usando las bases de datos de Frantext para el francés y del CDH para el español. Solo se han elegido para el corpus autores en cuyas producciones había más de 150 ocurrencias del complejo verbal poder o pouvoir + infinitivo con clíticos4. Así, para ambas lenguas, se han

3 Usamos aquí el mismo término que Rizzi con otro sentido. En este caso, no se trata de una rees-tructuración para pasar de una estructura bioracional a un grupo verbal unido sino el proceso inver-so en el que se pasa de una interpretación unimembre del CV a una estructura bioracional, impi-diendo o al menos limitando la subida.4 Sobre el interés de una metodología basada en el análisis de producciones de idiolectos, léanse Barra Jover (2015) e Iglesias (2012). Hemos decidido buscar únicamente los casos de presencia de clíticos con este CV modal por ser esta construcción la más frecuentemente usada en ambas len -guas y de esta manera, podíamos obtener suficientes ocurrencias comparables. En efecto, la posi-ción del clítico difiere según el tipo de CV empleado (Davies 1995; Iglesias 2012): observar lo que

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Iglesias La subida de clíticos

retenido cuatro idiolectos por medio siglo, desde 1550 hasta 19505, cuyos textos estaban escritos en prosa para evitar cualquier posible influencia del ritmo y de la métrica en la posición del clítico.

1.3 Plan del artículo

[6] En primer lugar, observaremos la evolución de P1 en español y en fran-cés. Así podremos comparar la evolución del fenómeno en dos lenguas vecinas para intentar tener un primer acercamiento a las posibles razones de las diferen-cias radicales entre ambas hoy. Con respecto al francés, intentaremos demostrar (apoyándonos en los datos de nuestro corpus) que los factores tradicionalmente propuestos en francés para explicar la desaparición de la variante P1 no nos pare-cen significativos. En segundo lugar, partiendo de los datos en ambas lenguas, de las observaciones de sus gramáticos, así como del concepto de variantes invisi-bles descrito por Barra Jover (2009), intentaremos mostrar que en francés y en es-pañol se pudo producir la misma reestructuración de los CV pero no en el mismo grado. Intentaremos mostrar que la presión normativa pudo favorecer o no dicha reinterpretación y el consiguiente marcaje de la variante P1. Finalmente, se reto-marán los aspectos más importantes de estos apartados para concluir este trabajo.

2 La subida en la historia de las dos lenguas

2.1 Introducción

[7] Paradís (2019: 60 y siguientes) nos muestra el interés de una aproxima-ción diacrónica al fenómeno de la subida de clíticos. Tras haber observado la evo-lución de diversas variedades románicas, la autora propone el siguiente esquema que podría representar los diferentes estadios del cambio en la posición del clítico:

Estadio 1 CL + V + V [-FIN]

Estadio 2 (CL) + V + V [-FIN] + (CL)

Estadio 3 V + V [-FIN] + CL

Figura 1: Ciclo de la subida de clíticos (Paradís 2019: 79)

[8] Este esquema merece una breve explicación. Ante todo, cuando no hay paréntesis es porque la posición del clítico es obligatoria. En cambio, la presencia de paréntesis en el estadio 2 indica la opcionalidad de la posición del clítico. Este

pasa en un único CV permite tener una visión coherente del fenómeno de subida en un contexto particular.5 Salvo para la segunda mitad del siglo XIX francés en el que solo han sido analizados tres idiolec-tos, al no presentar los demás idiolectos del corpus un número suficiente de ocurrencias.

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Iglesias La subida de clíticos

estadio corresponde al sistema del español, por ejemplo, en el que el clítico puede situarse junto al primer verbo o junto al segundo.

[9] También hay que aclarar que este esquema, evidentemente, no presenta todas las posibilidades de posición de los clíticos. Es decir, en el estadio 1, el pro-nombre puede ser proclítico con un verbo conjugado, como en el español actual (ejemplo 1a) o enclítico, como en otras etapas de la historia de la lengua española (ejemplo 5):

(5) Puédolo hacer.

De esta manera, el francés actual se situaría en el estadio 3 de este ciclo de la subi-da de clíticos, con un pronombre situado junto a V2 (proclítico por las reglas de posición de los clíticos en francés en el que el clítico se sitúa a la izquierda del in-finitivo).

[10] Finalmente, cabe comentar el uso del concepto de ciclo usado por Para-dís (2019). La evolución de la posición del clítico no tiene por qué ser lineal como ha sido el caso en francés. Algunas lenguas románicas como el sardo, por ejemplo, tras un paso por el estadio 2, han vuelto al primer estadio con la obligatoriedad de P1. Por consiguiente, cabe la posibilidad de que este cambio de patrón hacia el es-tadio 1 se produzca en otras lenguas. De hecho, es una de las hipótesis de Paradís (2019) para el catalán.

2.2 Comparativa de la evolución de la subida de clíticos en francés y español

2.2.1 Estudios precedentes sobre la diacronía de la subida de clíticos

[11] No vamos a hacer un repaso exhaustivo de todos los trabajos sobre la historia de la subida de clíticos en francés y español. Tan solo vamos a presentar las conclusiones de los estudios de Davies (1997) e Iglesias (2012) para el espa-ñol6 y los de Iglesias (2012 y 2015b) y Fournier (2002), que retoma los de Mar-chello-Nizia (1979), para el francés. Para el periodo que nos interesa (a partir de 1550), queda claro que según estos trabajos el sistema de posición de clíticos en los CV se sitúa para ambas lenguas en el estadio 2 del ciclo de la subida de clíti-cos. Aunque a principios del siglo XVI P1 sigue siendo la variante casi exclusiva, existen casos de P2 ya en el siglo XIII por lo que el paso al estadio 2 pudo tener lugar incluso antes. Pero también es cierto que no debió de producirse para todos

6 En su trabajo, Davies (1997) apunta que los estudios diacrónicos anteriores sobre subida de clíti-cos no contienen suficientes datos: por ejemplo, el importante trabajo de Spaulding (1927) presen-ta un corpus de dos o tres autores por siglo entre el siglo XIII y el siglo XVIII, y los otros autores usan un corpus todavía más reducido. En este sentido, el trabajo de Davies (1997) y el de Iglesias (2012) aportan más datos y un análisis cuantitativo de estos datos que permite comprender mejor la evolución de este fenómeno. Por esta razón, nos centramos sobre todo en comentar las conclu -siones de estos estudios únicamente para presentar un panorama de la evolución de la subida de clíticos.

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los locutores, lo que explicaría los porcentajes tan bajos de P2 (un 2 %) en el cor-pus de Davies (1997: 254).

[12] En los periodos posteriores se van a producir cambios similares en el francés y en el español, con un uso cada vez más frecuente de P2 que se acelera a partir del siglo XVII7 hasta el siglo XIX, siglo durante el cual esta variante se im-pone claramente en las dos lenguas, pero sin que la variante P1 haya desaparecido. Sin embargo, las diferencias son evidentes durante el siglo XIX: en francés, la va-riante P1 queda relegada al margen como una variante muy marcada. En efecto, ya durante el siglo XVIII, se trata de una variante casi inexistente en las produc-ciones de autores como Diderot con un 3,7 % de subida y que ha desaparecido to-talmente en autores como Zola en el siglo XIX. Sin embargo, existen autores ar-caizantes, como Chateaubriand, que siguen usando esta variante P1 hasta en un 35 % de los casos (Iglesias 2012: 216). Al contrario, en español, aunque se trata entonces de una variante muy minoritaria, los porcentajes de uso son muy superio-res: en un autor como Alarcón, que usa poco esta variante, P1 alcanza el 16 % de los casos en el CV poder + infinitivo (un 13,6 % si se incluyen deber y que-rer + infinitivo), pero en Galdós este porcentaje sube a un 52 % (Iglesias 2012: 190-191). En Davies (1997: 254), la subida de clíticos solo se produce en el 17 % de los casos en los CV poder, deber y querer + infinitivo. Davies (1997), tras comparar los datos de posición del clítico en CV con los de la posición del clítico después de construcciones con preposición seguida de verbo en infinitivo, explica que ambas evoluciones están muy relacionadas: primero, por cambios en la natu-raleza de los clíticos, estos van a empezar a situarse sistemáticamente detrás del infinitivo en estos contextos y, luego, esta posición enclítica al infinitivo se exten-dería a los CV con infinitivo8. Por su parte, Nieuwenhuijsen (1999: §7.1.2.1) tam-bién evoca el cambio de naturaleza de los clíticos para justificar su tendencia a si-tuarse junto a V2 a partir del siglo XV:

Mientras que en el período anterior al siglo XV el P[ronombre] A[tono] era un cons-tituyente con cierta libertad sintáctica, en el siglo XV se observa un cambio en la na-turaleza del mismo, en el sentido de que el PA se coloca cada vez más inmediata -mente al lado del verbo al que semánticamente pertenece. Van desapareciendo los casos de interpolación, que eran muy frecuentes en el período anterior, lo que se puede tomar como reflejo de la disminución de la independencia sintáctica del PA. Por otra parte, el hecho de que en el curso del siglo XIV los PA dejen de apocoparse constituye un indicio de que la palabra precedente con la que antes el PA se juntaba enclíticamente va perdiendo su importancia fonológica. En cambio, ahora es el ver-bo el que le sirve al PA como apoyo fonológico y con el que se junta proclíticamente en posición preverbal y enclíticamente en posición postverbal.

7 Para el francés, véanse, por ejemplo, Iglesias (2012: 218-219, 2015b: 92) y Fournier (2002: 82). Para el español, Davies (1997: 253-254).8 Esta hipótesis nos parece muy interesante a pesar de que no permita explicar por qué, en CV con gerundio, los porcentajes de P1 también disminuyen a partir del siglo XVII, aunque más levemen-te.

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[13] Estas diferencias entre francés y español se van a incrementar y van a dar lugar a una diferencia clara en el sistema pronominal del francés con respecto a las otras lenguas románicas, puesto que la subida acaba desapareciendo en fran-cés durante el siglo XX, mientras que, en español, esta variante conoce un aumen-to de su uso (Davies 1997: 257-260; Iglesias 2012: 188).

2.2.2 Presentación de nuestros datos

[14] Si bien, como acabamos de decir, la evolución de la posición del clítico en los CV es, en cierta medida, parecida en francés y español, los datos de nuestro corpus, reflejados en el gráfico (figura 2), muestran que esta evolución no sigue en absoluto el mismo ritmo.

Figura 2: Porcentaje de subida de clíticos en la historia del francés y del español

En efecto, estos parecen indicar un retroceso de P1 un poco más tardío en español, puesto que durante todo el siglo XVII se mantiene en porcentajes9 similares (entre el 83,6 % y el 82,3 % de los casos) a los del siglo XVI. El gráfico muestra que el periodo entre 1800 y 1849 es el que presenta las diferencias menos importantes en cuanto a la posición de los clíticos, pero a partir de entonces, aumentan de nuevo estas diferencias. Se puede observar muy bien que, a partir de 1850, la variante P1 en francés ha desaparecido casi por completo, mientras que en español aumenta su frecuencia de uso.

9 Los datos de Davies (1997: 254) indican un retroceso de P1 bastante marcado entre el siglo XVI y el siglo XVII, pasando de un 78 % de subida en el XVI a tan solo un 63 % en el XVII. A pesar de todo, estos datos han de ser tomados con cuidado por los errores existentes en la datación de al-gunas obras. El ejemplo más significativo para ese periodo es que ¡el Quijote tiene como fecha 1582!

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2.3 Crítica de los factores de Fournier (2002) sobre la desaparición de la subida en francés

[15] Cuando una variante tan viva en siglos pasados desaparece tan brusca-mente, como es el caso de la subida de clíticos en francés, parece natural intentar comprender las razones de esta desaparición. Es lo que intentó hacer Marchello-Nizia (1979) presentando algunos factores que podrían haber provocado la des-aparición de la variante P1 a favor de P2. Estos factores los retoma Fournier (2002) y los presentamos a continuación.

2.3.1 Infinitivos coordinados

[16] El primer contexto que desfavorecería la subida de clíticos es el de los infinitivos coordinados, en frases como (6) para el francés o (7) para el español:

(6) Il ne se peut taire ni parler.(7) No se puede callar ni hablar.

Según las autoras, este contexto restringe la subida de clíticos por las posibles am-bigüedades. De hecho, muchos gramáticos clásicos critican esta posibilidad como lo veremos más adelante (§ 2.3.3.) y es condenada por la Academia Francesa en el s. XIX, según Fournier (2002: 82).

[17] La posible ambigüedad reside en que si sube el clítico hacia el auxiliar modal, el lector o interlocutor podría no saber de qué infinitivo depende. ¿Significa entonces (7) 'no se puede callar ni puede hablar' o 'no se puede callar ni se puede hablar'? En este caso, sí podría haber ambigüedad. Sin embargo, es discutible que esta posible ambigüedad haya podido contribuir a la desaparición de la subida de clíticos en francés por varias razones. La primera es que, según nosotros, de existir una ambigüedad, esta existía también en los siglos XVI y XVII en los que la subida era bastante frecuente en este contexto como lo muestra la tabla 1. Es poco probable que la ambigüedad se convirtiera en un factor decisi-vo repentinamente a partir del siglo XVII.

Periodo % de P1XVI-XVII 73 % (46/63)XVIII-XIX 2,9 % (3/105)

Tabla 1: Porcentajes de subida de clíticos con infinitivos coordinados

Además, como podemos comprobar en la tabla anterior, en años en que esta va-riante P1 ya es marginal en esta lengua, se pueden encontrar casos de subida del clítico en porcentajes no muy alejados del que encontramos en contextos sin infi-nitivos coordinados:

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(8) et je suis persuadé qu'il n'y a point de route où l'on ne se puisse damner ou sauver. Assurément, repris-je, votre langage me confirme dans l'opinion que j'ai eu il y a longtems […] (Tyssot de Patot, Voyages et aventures de Jacques Massé, 1710, Frantext)

(9) On m'envoie ici le feuilleton. Je ne sais pourquoi ni comment ils m'ont pu découvrir et savoir mon adresse (Courier, Lettres écrites de France et d'It-alie, 1825, Frantext)

(10) Il faut dix jours à votre lettre pour m'arriver. Henry la pourra prendre et se charger de me l'envoyer par les Affaires Etrangères (Chateaubriand, Lettres à Mme Récamier : 1820-1847, 1847, Frantext)

[18] Otra razón es que se trata de un contexto extremadamente poco fre-cuente en la lengua escrita (en nuestro corpus, solo contabilizamos 168 ocurren-cias de este contexto con clíticos) y lo es aún más, nos parece, en la lengua habla-da, por lo que, si influyó este contexto en la desaparición de la subida, nos parece que solo debió de ocurrir en la lengua escrita. Además de poco frecuente, es una construcción muy particular que presenta varias posibilidades como queda descri-to en Iglesias (2018). De todos estos contextos, el único que podría presentar am-bigüedad es el que presenta un único clítico en P1 como en (8) y (9), o como en (11) y (12).

(11) La reconnoissance de nos parens, de nos enfans et de nos amis, si elle nous peut toucher et chatouiller en l'autre monde, si nous tenons encore à un tel plaisir, nous sommes dans les commoditez terrestres et finies. (Montaigne, Essais, 1592, Frantext)

(12) Vous avez raison de croire, ma très chère, que je lui ai dit tout ce qui se peut dire et penser sur un tel sujet; j'en ai de bons témoins. (Sévigné, Correspon-dance : t. 2 : 1675-1680, 1680, Frantext)

En efecto, al haber solo un clítico, el interlocutor puede tener dudas de si el clítico en P1 también depende del segundo infinitivo, como es el caso en (8), (11) y (12), o si, al contrario, solo depende del primero, como en (9). Sin embargo, a la luz de los ejemplos de nuestro corpus, no nos parece que exista mucha ambigüedad.

[19] Finalmente, en español, aunque es cierto que parece limitar la subida (Iglesias 2018), no la impide y hoy sigue siendo posible la subida de clíticos en este contexto, como por ejemplo10 (13), en el que el clítico claramente depende únicamente del primer infinitivo, y (14), en el que también muy claramente de-pende de los dos.

10 Ejemplos tomados de Iglesias (2018: 163 y 168 respectivamente).

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(13) Lo que cuenta es que cuando se tiene un amigo de verdad, dispuesto a jugár-sela y a remover cielo y tierra para que se pueda usted casar en toda regla y empezar a traer criaturas al mundo (Zafón, El prisionero del cielo, 2008, CDH)

(14) a mí me pueden escupir y pegar, eso es fácil porque soy ciego. (Cela, Mazurca para dos muertos, 1983, CDH)

Por todo esto, nos parece poco probable que este contexto, que se puede encontrar en otras lenguas y además que es tan poco frecuente en francés, haya podido ser decisivo en la desaparición de la variante P1.

2.3.2 La auxiliación con être

[20] El francés, como es bien sabido, tiene dos auxiliares para formar los tiempos compuestos: être y avoir. Sin entrar en los detalles de todos los contextos en los que se utiliza uno y otro auxiliar, es de especial interés señalar que en esta lengua, en tiempos compuestos, cuando el verbo se construye con un pronombre reflexivo, el auxiliar cambia. De esta manera pasamos de usar el auxiliar avoir en (15) a être en (16):

(15) Il a tué. 'Ha matado'.(16) Il s'est tué. 'Se ha matado'.

Por consiguiente, en CV con un pronombre reflexivo, si el clítico sube, se ha de cambiar el auxiliar y pasar de avoir a être como lo indican los ejemplos siguien-tes:

(17) Il a dû se taire. 'Ha tenido que callarse'.(18) Il s'est dû taire. 'Se ha tenido que callar'.

[21] Este cambio de auxiliar podría haber facilitado que los clíticos reflexi-vos no subieran. En la figura 3, usando los datos de nuestro corpus completo11, se observa muy bien como cae de manera bastante significativa el uso de P1 a partir del tercer tercio del siglo XVII. También nos permite observar que este uso de P1 siempre ha sido más bajo en tiempos compuestos con clíticos reflexivos (tercera línea), por lo que parece ser un indicador de que este contexto siempre desfavore-ció la subida, al ser desde el siglo XVI la variante minoritaria en este contexto. Además, el uso de P1 con clítico reflexivo en tiempos compuestos disminuyó rá-pidamente antes que en los otros contextos (ya a partir del segundo tercio del siglo

11 Se han mantenido, para obtener resultados lo suficientemente significativos, todos los datos in-cluyendo a los autores eliminados después por no presentar suficientes casos de uso de clíticos con CV.

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XVII). En este sentido, este factor de la auxiliación con être sí podría parecer de-terminante para explicar la desaparición de la variante P1 en francés al ser, sin duda, el primer contexto en el que esta variante ha dejado de usarse con frecuen-cia. Sin embargo, también es importante señalar que este contexto (tiempo com-puesto con clítico reflexivo) es muy poco frecuente en nuestro corpus, puesto que solo representa un 3,4 % por ciento de todos los casos del corpus (524/15584).

Figura 3: Porcentajes de subida en CV no compuestos, en CV compuestos con un clítico no refle-xivo y con un clítico reflexivo

2.3.3 La ambigüedad de incidencia

[22] Este tercer factor correspondería a los casos de ambigüedad que po-drían existir en español con verbos como parecer, con el que frases como la (19) podrían ser interpretadas de dos maneras muy diferentes:

(19) Me parece ceder.

En efecto, (19) podría ser interpretado como 'parece que me cede' (con subida de clítico) o 'me parece que cede' (donde el clítico dependería del primer verbo). No parece razonable afirmar que este factor pueda ser determinante, ya que esta posi-ble ambigüedad existe en otras lenguas, y además, es muy poco probable que, gra-cias al contexto, frases de este tipo puedan resultar ambiguas para el interlocutor o lector.

2.3.4 La ambigüedad morfofonética

[23] En francés, no se pronuncia la -r del infinitivo en los verbos del primer grupo (ni tampoco, durante un periodo, en los verbos en -ir). Por consiguiente, se puede confundir con un participio pasado12. De esta manera, se podrían confundir

12 De hecho, la confusión entre un infinitivo y un participio en verbos del primer grupo es un error

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en la lengua hablada (20) y (21).

(20) Tu le veux cacher. 'Lo quieres esconder'.(21) Tu le veux caché. 'Lo quieres escondido'.

Obviamente, esto solo podría producirse en la lengua hablada. Además, estos con-textos de ambigüedades posibles son muy poco frecuentes, por no decir casi ine-xistentes, gracias al contexto.

2.3.5 Primeras conclusiones

[24] Lo primero que sorprende en estos cuatro factores es que se mezclan al-gunos que solo pueden ser relevantes en la lengua escrita (como los infinitivos coordinados, contexto extremadamente poco frecuente en la lengua hablada) con factores que únicamente pueden ser significativos en la lengua hablada como el de la ambigüedad morfofonética. El único factor que parece que puede haber incidi-do en la desaparición de la variante P1 en francés es el de la auxiliación con être, pero incluso este factor es tan poco frecuente que no nos parece muy prudente afirmar que pueda ser decisivo.

2.4 La situación en el siglo XX en francés y en español

2.4.1 El caso del español

[25] Como ya se ha explicado, en español, hoy, la variante P1 sigue siendo posible, y, tras una disminución brusca en los siglos XVIII y XIX en la lengua es-crita, parece ser cada vez más usada durante el siglo XX. Por otra parte, muchos estudios sobre subida de clíticos muestran que los porcentajes de subida son mu-cho más importantes en la lengua hablada que en la lengua escrita13. Recordemos que Davies (1995: 378) afirma que es probable que en la lengua hablada nunca haya existido esta disminución importante del uso de P1:

A more plausible account, perhaps, is that there has been a syntactic bifurcation (probably since Middle Spanish), in which clitic climbing has become progressively less common in the written register, but has remained popular in spoken Spanish, at about the Old and Middle Spanish levels.

En efecto, cuando observamos los distintos corpus históricos y los corpus actua-les, nos encontramos con porcentajes de subida similares en el español hablado hoy y en el español escrito de finales del siglo XVII.

recurrente en los escritos de locutores francófonos.13 Véanse los trabajos de Davies (1995) e Iglesias (2012), en los que se compara la subida de clíti -cos en la lengua escrita y hablada. Para una bibliografía y comentarios de los trabajos sobre subida de clíticos en el español hablado actual, remitimos a Iglesias (2012: 50-65).

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[26] Nuestra hipótesis es que se produjo un cambio en la interpretación de los complejos verbales en la lengua escrita, pero en español hablado, esta reestruc-turación no consiguió prosperar nunca. El hecho de que no consiguiera prosperar en la lengua hablada puede ser una de las razones por las que, durante el siglo XX, los porcentajes de subida vuelven a aumentar en la lengua escrita, en la que, por lo demás, tampoco debió de producirse una presión normativa tan fuerte como en francés.

2.4.2 El caso del francés

[27] En francés, como ya hemos visto, la variante P1 desaparece durante el siglo XX después de unos dos siglos en los que estuvo moribunda con porcentajes de uso bajísimos. Hoy, no parece aceptable ni gramatical la subida de clíticos en la lengua hablada. Ahí radica la mayor diferencia entre español y francés. Según nuestra hipótesis, también debió de existir una presión normativa en francés acer-ca de la posición del clítico, por lo que observaremos en el párrafo siguiente las observaciones de los distintos gramáticos de los siglos XVIII y XIX. Según esta hipótesis, habría que señalar que la variante P1 tuvo que desaparecer antes en la lengua escrita que en la lengua hablada. Esto es algo extremadamente difícil de verificar, pero no imposible.

[28] Resulta, en efecto, que en el Atlas linguistique de la France (ALF), rea-lizado entre 1897 y 1901, podemos observar una vitalidad mucho más importante de la variante P1 que en los corpus escritos. Existen cuatro mapas en los que se puede observar si se produce o no la subida de clíticos en francés en los albores del siglo XX. Son los mapas ALF0065 je veux l'attacher, ALF0745 il fallait le laisser, ALF1277 tu aurais dû te taire y ALF1650 je n'ai pas osé le lui dire. En es-tos cuatro mapas, aparecen casos de subida frecuentemente en muchísimas locali-dades del sur de Francia, por lo que, sin lugar a duda esta variante sobrevivió du-rante mucho más tiempo en las variedades meridionales del francés que en las del norte y que en la lengua escrita. Su desaparición (si realmente desapareció) debió producirse mucho más recientemente en esas zonas.

3 La reestructuración de los complejos verbales

[29] Al no convencernos los factores lingüísticos que, según Fournier (2002), explican la desaparición de la variante P1 en francés y al no haber tampo-co para el español factores lingüísticos que justifiquen la rápida disminución en el uso de P1 y su posterior aumento durante el siglo XX, nuestra hipótesis es que se debieron unir factores lingüísticos14 y factores extralingüísticos (como la presión

14 Entre estos factores lingüísticos es posible que entren algunos de los descritos por Fournier (como por ejemplo el contexto de los infinitivos coordinados), unidos a una reestructuración de los CV, interpretados ya no como una unidad verbal que permitiría la subida sino como una estructura bioracional, que impediría dicha variante. Podríamos añadir otro contexto, que Fournier no anali-

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normativa o el marcaje de una de las variantes) que tuvieron que desempeñar un papel importante. Sin embargo, no debieron surtir el mismo efecto en las dos len-guas porque en español, no solo no desapareció P1, sino que, además, estamos convencidos de que esta variante se usa cada vez más.

3.1 La reestructuración en las gramáticas

[30] No podemos, por las limitaciones obvias debidas al formato de un artí-culo, hacer una recopilación y un comentario exhaustivo de todas las observacio-nes de los distintos gramáticos franceses y españoles acerca de la posición de los clíticos en los CV: solo analizaremos algunas de ellas.

3.1.1 Observaciones de los gramáticos franceses

[31] Vaugelas (1647: 269-270) considera que las dos variantes son buenas, pero prefiere la variante P1 al considerarla mejor porque es más frecuente. Esta opinión es interesante porque muestra que ya en el siglo XVII, periodo a partir del cual la variante P1 empieza a usarse cada vez menos, existe un cuestionamiento gramatical por parte de los locutores acerca de qué variante es la mejor. Es un cuestionamiento, nos parece, típico de la época clásica y que seguramente no exis-tiría durante la Edad Media. Al coincidir dos variantes con, a priori, el mismo sig-nificado, una debe estar de más. Este cuestionamiento personal legítimo para algu-nos locutores provoca la aparición de este 'debate' en documentos gramaticales prescriptivos, como es el caso de la obra de Vaugelas (1647).

[32] En sus observaciones sobre esta obra, Patru & Corneille (1738 [1647]) afinan un poco más las de Vaugelas, al decir que ambas variantes pueden usarse y que lo que rige la elección de una u otra es cómo suena. Para ellos, algunas veces, suena mejor la variante P1 como en (22), y otras, la variante P2 como en (23).

(22) Je ne le veux pas faire(23) Celui que je viens de vous nommer

Sorprende este juicio muy subjetivo, que no se basa en ningún criterio lingüístico, pero siglos más tarde, en 1946, el gramático Louis Dubois, acerca de la posición de los clíticos en español, afirma lo mismo cuando escribe: «C'est l'oreille qui en décide» (Dubois 1946, § 110). Lo interesante de la observación de los dos gramá-ticos franceses es que advierten de que no hay que usar la variante P1 cuando dos infinitivos van coordinados.

za, que también desfavorece claramente la subida: cuando se intercalan palabras entre los dos ver-bos del CV. Para una descripción de este fenómeno en la historia del español, véase Iglesias (2012 y 2015a) y para su influencia en el francés del siglo XVII, Iglesias (2015b).

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Il y a pourtant des occasions, où non seulement il vint se justifier est meilleur que il se vient justifier, mais où ce dernier serait une faute. Ainsi il ne faut pas dire, il se vint justifier, et répondre aux accusations qu'on lui avait faites. La raison est que ces premiers mots il se vint, ne se rapportent pas moins à répondre qu'à justifier, et qu'on trouve dans cette phrase, il se vint répondre, qui est mal, parce que le pronom se y est superflu. (Patru & Corneille 1738 [1647]: 394-396)

Aquí dan una razón lingüística clara: el clítico situado a la izquierda del verbo conjugado se interpretará como dependiente de los dos infinitivos. Y, como pode-mos comprobar en nuestro corpus, esto se produce con bastante frecuencia duran-te el siglo XVII15. El que pudiera existir ambigüedad nos parece que demuestra que la reinterpretación de los CV aún no se había producido. En efecto, si el locu-tor interpreta el CV como una estructura bioracional, la repetición del clítico sería obligatoria.

[33] Olivet (1767), en un momento en el que P1 ya se usa cada vez menos16, explica que aconseja su uso, aunque dice que ambas son correctas. Sin embargo, y como decíamos antes, él también sigue la tendencia de querer mantener una única forma17, sin dar, eso sí, ningún criterio lingüístico sino simplemente 'histórico', puesto que privilegia seguir los usos de los antiguos Maestros de la literatura. De nuevo, esta preferencia por P1 parece indicar que la reinterpretación de los CV to-davía no era la 'norma' en el francés de esa época y que algunos locutores segui-rían interpretando los CV como una estructura unimembre.

[34] Girault-Duvivier (1840 [1811]) explica que varios gramáticos (Lamo-the-Levayer y Féraud) pensaban que era preferible situar el pronombre junto con el infinitivo que lo rige, siendo este un criterio sintáctico claro, prueba de que al-gunos locutores reinterpretaron los CV en aquella época. En efecto, recordamos que la subida se produce si la estructura interna del CV muestra una unidad entre los dos verbos (lo que Rizzi 1976, 1982 llama reestructuración). Nos parece bas-tante claro con este cambio de criterio por parte de los gramáticos, que, a partir del siglo XVII o XVIII, se produce otra reestructuración, en la que se considera el CV como una construcción bioracional, con dos verbos, de ahí que se privilegie la va-riante P2.

15 En el siglo XVII contabilizamos 23 casos en los que los dos infinitivos deberían regir el mismo pronombre clítico. En 16 de esos 23 casos, el clítico sube y no se repite (un 69,6 % de los casos), en 3 el primer clítico sube, pero se repite y en 4 el primer clítico no sube y, evidentemente, se repi-te. Esto ya no se produce casi en el siglo XVIII en el que, como ya lo mencionamos, solo hay un caso de subida sin que se repita el clítico (y 17 casos de repetición del clítico sin subida del prime-ro).16 De hecho, Olivet (1767: 301) lo escribe claramente: «Presque tous nos écrivains aujourd'hui, se font une loi de placer immédiatement ces pronoms avant l'infinitif, qui les régit».17 Olivet (1767: 301) escribe: «ne laisser que l'un des deux en usage; puisqu'en Grammaire, com-me en tout le reste, il faut toujours choisir le meilleur».

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[...] il étoit beaucoup mieux de placer le pronom avant l'infinitif qui le régit ; effecti-vement, […] , cela est plus analogue au génie de la langue, qui est de rapprocher, au-tant qu'elle peut, les mots qui ont relation entre eux. (Girault-Duvivier 1840 [1811]: 362)

Sin embargo, este autor explica que, aunque hay que seguir este consejo, se puede, por cuestiones de variedad o de melodía, usar la variante P1.

[35] Encontramos pues, otra vez, la idea de que las dos variantes no son exactamente iguales en cuanto a la melodía, al ritmo. De ahí que Quicherat (1838: 102), en su tratado de versificación francesa, explicara que P1 es más «elegante» en poesía. Estas observaciones a favor de P1 (la de Olivet o la de Quicherat) muestran que esta variante parece estar en los siglos XVIII y XIX bastante marca-da como arcaica (por ser la forma que usaban antiguamente los Maestros) y esti-lísticamente como poética. Todo esto ha podido influir en un uso cada vez menor en la lengua hablada también, aunque, como ya hemos visto, en el sur de Francia, se siguió usando, y seguramente con bastante frecuencia, esta variante durante los primeros años del siglo XX al menos.

[36] La posibilidad de situar el clítico junto a V1 en los CV en el francés ha-blado en el sur de Francia pudo ser favorecida por el contacto con otras lenguas en las que esta variante no estuviera marcada como es el caso en occitano, catalán o incluso el castellano. Este contacto pudo provocar que P1 no desapareciera tan rá-pidamente como en el norte por no estar tan marcada social y estilísticamente.

3.1.2 Observaciones de los gramáticos españoles

[37] Aunque en español la variante P1 no dejó nunca de usarse, es cierto que su uso disminuyó drásticamente en los siglos XVIII y XIX en la lengua escrita. ¿Por qué? Probablemente por la reestructuración de la que hablamos para el fran-cés. En español también, y en la lengua escrita (en la que la reflexión sintáctica y el control de lo que uno escribe es mayor) en particular, se debieron de reinterpre-tar los CV como una estructura bioracional y ya no un grupo verbal unido, de ahí que quizá se considerara que el clítico debía situarse junto al infinitivo que lo rige y no junto a otro verbo.

[38] Efectivamente, ya en 1535, periodo en el que P1 es la variante casi sis-temática, Valdés (1998 [1535]: 234-235) en su Diálogo de la lengua escribe: «Dé-vese también huir toda manera de decir que tenga mal sonido, como es diciendo me he de perder, adonde, como veis, estaría mejor y más galanamente he de per-derme». Se observa aquí lo mismo que en algunas observaciones de gramáticos franceses: una variante suena mejor que otra.

[39] En tratados de lengua posteriores no se encuentran muchas referencias a la posición del clítico en CV, pero, en el siglo XIX, sí las encontramos, coinci-diendo con el periodo en el que la subida se ha hecho mucho menos frecuente, aunque la mayoría de esas referencias sean breves y mucho menos prescriptivas que en francés.

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[40] Pelegrin (1825: 142), por ejemplo, afirma:

Cuando hay dos verbos juntos con un pronombre que es el régimen del verbo, se co-loca indiferentemente antes ó después del primer verbo ó después del segundo, como: le voy á buscar, voyle á buscar, voy á buscarle, yo preferiría el último modo.

Lo importante es que la colocación es indiferente, o sea que las variantes son sinó-nimas para el autor. Su preferencia por una de ellas es, por consiguiente, personal y se puede deber a un criterio estilístico.

[41] Martínez de Novoa (1839: 267-268) mantiene una posición similar, aunque él no muestra preferencia alguna por una de las variantes:

Cuando el infinitivo lleva verbo determinante, el objeto se puede hallar en uno de es-tos casos, á saber, ó se puede aplicar al determinante i al determinado, ó solamente al determinante, ó solo al determinado. Si se puede aplicar igualmente á los dos, se po-drá colocar delante ó detrás de ellos, v. g. le pudo alcanzar, púdole alcanzar, pudo alcanzarle.

[42] Bello (1841: 53, 1847: 273) también se refiere a la posición de los pro-nombres complementos sin enunciar en ningún momento preferencia alguna por una de las variantes.

4a Tanto en el infinitivo como en el jerundio puede anteponerse el afijo al verbo de-terminante v gr me estaba levantando si se quiere pasear.

Pero hay muchos verbos que pueden llevar como afijos o enclíticos (según las reglas precedentes) los casos complementarios del infinitivo que les sirve de complemento, o que sirve de término a una preposición regida por ellos: «Se lo quiero, debo, puedo confiar»; «Quiéroselo, déboselo, puédoselo confiar», en lugar de «Quiero, debo, puedo confiárselo»; como también se dice: «Se lo iba ya a referir», «Íbaselo ya a re-ferir», «Iba ya a referírselo»; «Le salieron a recibir», «Saliéronle a recibir», «Salie-ron a recibirle»; «Lo sabe hacer», «Sábelo hacer», «Sabe hacerlo»; «No lo alcanzo a comprender», «No alcanzo a comprenderlo». Lo mismo se practica con el gerundio: «Me estoy vistiendo», «Estoime vistiendo», «Estoy vistiéndome».

[43] Se observa claramente una posición muy diferente por parte de los gra-máticos de la lengua española frente a los franceses. En ningún momento, en los textos españoles (excepto en el de Valdés), aparecen observaciones de carácter prescriptivo que invitarían a situar el pronombre junto al infinitivo. Esto podría ser revelador de que P1 no era una variante tan marcada en español como en francés y, al no estar tan marcada, no se desarrolló en español una presión normativa tan fuerte como en francés para privilegiar la variante P2. Esto explicaría por qué en español nunca dejó de usarse P1 y sí en francés: sería, pues, un cúmulo de factores

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lingüísticos18 y extralingüísticos (presión normativa, marcaje de la variante P1) lo que explicaría las diferencias actuales entre francés y español. Para intentar de-mostrarlo, vamos a verificar qué pasa en los idiolectos de nuestro corpus. Nuestra hipótesis es que, si la presión normativa es más fuerte y si P1 es una variante más marcada en francés, debería haber menos variación interidiolectal que en español.

3.2 Variantes invisibles

[44] Antes de observar y comentar los posibles efectos del marcaje de la va-riante P1 y de la posible presión normativa en los distintos idiolectos de nuestro corpus, quisiéramos definir aquí un concepto básico, a nuestro entender, para comprender la variación y el cambio lingüístico. Se trata del concepto de varian-tes invisibles definido por Barra Jover (2009). Para intentar explicar el cambio lin-güístico, el autor parte de la hipótesis de que existen variantes visibles y variantes invisibles, y define estas últimas de esta manera:

Una variante invisible existe cuando un mismo locutor puede usar para la función A la variante a1 y la variante a2 sin tener conciencia de ello (sin dominar la alternancia) y sin que ello dependa de la situación. (Barra Jover 2009: 20)

[45] En las páginas siguientes (Barra Jover 2009: 24-25) explica que una va-riante puede emerger en un momento dado «y presentarse como competidora para una función dada». Es, al fin y al cabo, lo que pasó con la variante P2 que emerge a partir del siglo XIII o XIV cuando empieza a competir, aunque tímidamente du-rante dos o tres siglos, con P1 tanto en francés como en español. Luego, esta va-riante puede ascender, es decir, convertirse en la variante más usada. Es lo que pasó con P2 entre los siglos XVII y XIX. Una variante puede también «descender y quedar marcada ya sea por estigmatización ya sea por elevación sociales o re-gionales». Esto es precisamente lo que creemos que ha ocurrido con P1 en fran-cés, lengua en la que la variante P1 ha quedado relegada a un registro poético en lo escrito y probablemente estigmatizada por ser una variante muy marcada geo-gráficamente19. Finalmente, una opción es que la variante que ha quedado marca-da pueda o no desaparecer. Esto es lo que ocurrió en francés. En español, P1 no desapareció, seguramente porque nunca ha sido una variante marcada ni social ni geográficamente.

[46] De esta manera, si adoptamos el modelo abstracto que propone el autor en su trabajo, la evolución de la posición de los clíticos en los CV en francés y en

18 El principal factor es el de la reestructuración del CV. Esta reestructuración tuvo que provocar una aceleración de la desaparición de P1 en algunos contextos particulares como los que presentan infinitivos coordinados o los que presentan palabras intercaladas entre los dos verbos.19 Recordemos que los mapas del ALF muestran que P1 parece sobrevivir en la lengua hablada a principios del siglo XX únicamente en las variedades meridionales del francés, variedades, dicho sea de paso, a menudo estigmatizadas en Francia.

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español quedaría reflejada en las figuras siguientes:

T1 T2 T3

P1P2 (emergencia)

P2 (ascenso)P1 (descenso y marcaje)

P2(P1) (desaparición)

Tabla 2: Evolución de la posición de los clíticos en los CV en francés (modelo propuesto por Barra Jover 2009)

T1 T2 T3

P1P2 (emergencia)

P2 (ascenso)P1 (descenso pero no marcaje)

P1 (ascenso)P2 (descenso pero no marcaje)

Tabla 3: Evolución de la posición de los clíticos en los CV en español (modelo propuesto por Ba-rra Jover 2009)

[47] En estos dos cuadros, T representa los cortes temporales y, en nuestro caso, T1 equivaldría al periodo situado entre el siglo XIII y el siglo XVI más o me-nos, tanto para el francés como para el español. T2 sería el periodo situado entre el siglo XVII y XIX y T3 a partir del siglo XX.

[48] Según todo lo dicho, consideramos que, en español, las dos variantes siempre han sido globalmente invisibles para la mayoría de los locutores por lo que, en un corpus de idiolectos, la variación entre los locutores puede llegar a ser muy importante a partir de los siglos XVIII y XIX, pero todos los locutores usa-rían las dos variantes en porcentajes significativos (más del 10 % de los casos20). En cambio, en francés, al estar muy marcada la variante P1 durante este mismo periodo, es esperable que la variación interidiolectal sea mucho más reducida y que los porcentajes de subida sean significativamente bajos en todos o casi todos los idiolectos estudiados.

3.3 La variación interidiolectal en el corpus y las diferencias entre francés y es-pañol

[49] Las producciones del corpus español y francés han sido repartidas en 8 periodos temporales de 50 años cada uno a partir de 1550 hasta 1950. Para cada periodo y para cada lengua se han recogido los datos de cuatro idiolectos (salvo para la segunda mitad del siglo XIX de la que solo se han tomado tres en el corpus francés). A continuación, compararemos los datos relevantes de los idiolectos por

20 Esta cifra del 10 % es totalmente arbitraria y subjetiva y no pretende ser una regla definitiva, pero consideramos que, a partir de tal porcentaje de uso de una variante en los mismos contextos, se podría hablar de variantes invisibles y sinónimas. Sin embargo, si una de las dos variantes apa-rece en porcentajes más bajos que este 10 %, esto no significa que se trate de una variante marca-da. Puede tratarse simplemente de una preferencia personal por una variante u otra, pero no cree -mos que exista un control importante (incluso en la lengua escrita). Iglesias (2012) observa cierto control por parte de Pérez Reverte en sus producciones con porcentajes de subida bajísimos (solo un 5,8 % de subida con poder + infinitivo e incluso un 0 % con deber + infinitivo).

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lengua y por periodo. De esta manera podremos validar o no los modelos de evo-lución presentados en el párrafo anterior en las tablas 2 y 3.

3.3.1 Los idiolectos franceses

Periodo Autores % de P1 (números absolutos)

1550-

1599

Des Périers 96,4 % (53/55)Montaigne 91,3 % (337/369)Marguerite 99,3 % (144/145)Rabelais 91,2 % (31/34)

TOTAL PERIODO 94 %

1600-

1649

Mersenne 61,6 % (98/159)Peiresc 86,2 % (758/879)

Urfé 80,3 % (1323/1648)Voiture 81,8 % (243/297)

TOTAL PERIODO 81,2 %

1650-

1699

Aulnoy 20,7 % (34/164)Bussy-Rabutin 65 % (202/311)

Retz 79,7 % (447/561)Sévigné 40 % (386/964)

TOTAL PERIODO 53,5 %

1700-

1749

Dangeau 46,4 % (32/69)Marivaux 2,4 % (7/288)Prévost 4,7 % (32/680)

Vauvenargues 9,5 % (12/126)TOTAL PERIODO 7,1 %

1750-

1799

Lespinasse 1 % (2/193)Mirabeau 3 % (12/405)Rousseau 9,7 % (54/558)De Stael 1,3 % (4/317)

TOTAL PERIODO 5 %

1800-

1849

Ampère 2,8 % (16/567)Courier 23,3 % (40/172)Flaubert 3,1 % (4/131)

Lamartine 1,8 % (3/171)TOTAL PERIODO 6,1 %

1850-

1899

Hugo 0,3 % (1/383)Mallarmé 2,4 % (3/125)

Sand 0 % (0/370)TOTAL PERIODO 0,5 %

1900-

1949

Alain-Fournier 3,7 % (12/321)De Beauvoir 0,3 % (1/335)

Sartre 0,8 % (2/239)Weil 0,3 % (1/344)

TOTAL PERIODO 1,3 %

Tabla 4: La subida de clíticos en la historia del francés (31 idiolectos)

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[50] Presentamos, en la tabla 4, los porcentajes de empleo de la variante P1 por periodo, en todos los idiolectos seleccionados para el corpus francés y, entre paréntesis, los números absolutos (casos de P1/total de los casos). Al observar de-tenidamente las producciones del primer periodo (único periodo de nuestro corpus en el que la subida representa más del 90 por ciento de los casos), nos damos cuenta de que en dos de los idiolectos (Des Périers y Rabelais), la variante P2 se produce únicamente en frases negativas y con pronombres reflexivos, único con-texto en el que alterna con P1. Sin embargo, no podemos afirmar rotundamente que P2 se limita a ese contexto en estos dos idiolectos por las pocas ocurrencias encontradas. En las producciones de Marguerite d'Angoulême, solo encontramos un caso de P2, por lo que parece que P1 es todavía en su idiolecto la única varian-te posible en la inmensa mayoría de los casos. Sin embargo, en el idiolecto de Montaigne, aunque los porcentajes muestran una clara preferencia por P1, la va-riación aparece en contextos muy frecuentes y no limitados como en los idiolectos anteriores:

(24) Quand je pourroy me faire craindre, j'aimeroy encore mieux me faire aymer. (Montaigne, Essais, 1592, Frantext)

(25) […] suis je à cette heure en aage où l'on me puisse reprocher d'abandonner trop tost la vie ? (Montaigne, Essais, 1592, Frantext)

[51] En este idiolecto, a pesar de que P2 represente menos del 10 % de los casos, al no haber contextos en los que esta variante parece verse limitada, nos pa-rece que las dos variantes ya eran invisibles, o sea incontroladas. El hecho de que el porcentaje de una variante sea tan bajo no impide que no esté marcada, ni que sea invisible por parte del locutor. De hecho, Iglesias (2012: 329), basándose en su corpus, indica que en las producciones de Cela, Abasolo y Zafón la subida se pro-duce casi sistemáticamente con los CV estar e ir + gerundio (entre el 91,5 % de los casos para Abasolo y el 97,5 % para Cela). Sin embargo, advierte:

Il est très peu probable que les énoncés présentant le clitique à droite soient marqués ou même visibles pour eux. La position à gauche serait uniquement une règle, in-consciente et partagée par tous, mais, sans marquage du pronom. (Iglesias 2012: 329)

[52] En efecto, a pesar de los porcentajes bajísimos de P2 con estos CV, nos parece imposible que los casos en los que se producen parezcan raros, agramatica-les o simplemente visibles para el lector: es decir, difícilmente un lector se dará cuenta de la posición del clítico, que le parecerá totalmente natural a pesar de ser extremadamente poco frecuente.

[53] Claramente invisibles, por producirse en los mismos contextos sintácti-cos, nos parecen las dos variantes durante todo el siglo XVII, aunque observamos

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diferencias significativas según los idiolectos. Podría ser relevante que los dos pri-meros idiolectos que presentan más casos de P2 que de P1 sean dos mujeres (Ma-rie-Catherine d'Aulnoy y Madame de Sévigné). Obviamente, resulta arriesgado proponer una explicación que tenga que ver con el sexo de los escritores por el nú-mero relativamente bajo de idiolectos analizados durante este periodo. Sin embar-go, el hecho de que pueda existir variación según el sexo es algo ampliamente es-tudiado en sociolingüística21. Tradicionalmente, se suele calificar el habla femeni-na de más próxima al estándar, de más conservadora también. En este sentido, se suele pensar, como explica Silva-Corvalán (2001: 98) que «las mujeres no son fre-cuentemente iniciadoras del cambio». Sin embargo, como bien explica la autora, a veces se encuentran casos contrarios en los que las mujeres adoptan las variantes innovadoras, como sería el caso de la posición del clítico en los CV. Este hecho no es algo contradictorio, puesto que una variante innovadora puede coincidir con una variante que está siendo aceptada por el dialecto estándar y, si nos atenemos a la evolución de la posición de los clíticos en los CV, parece evidente que, en aque-lla época, P2 se está convirtiendo en la variante dominante, por lo que no sorpren-de, al fin y al cabo, que sean dos mujeres las que presenten los porcentajes de P2 más elevados. Además, podría ser un indicio de que la variante P1 empieza un proceso de marcaje.

[54] Iglesias (2015a) indica que la variación en los contextos simples es to-davía muy importante durante el siglo XVII. Sin embargo, en otros contextos, es decir, en contextos en los que la reestructuración de los CV (desde una forma ver-bal unida hacia una construcción bioracional) como es el caso de los contextos con infinitivos coordinados, los complejos verbales múltiples (con más de dos verbos) o en los contextos de interposición, se puede observar que, en algunos idiolectos, la variante P1 parece haber desaparecido. Llama la atención también que en uno de estos contextos (infinitivos coordinados), el idiolecto que no pre-senta nunca la variante P1 como posible es el de Madame de Lafayette, otra mu-jer22.

[55] A partir del siglo XVIII se acelera el cambio y los porcentajes de P1 se hacen muy minoritarios. Tan solo dos idiolectos de nuestro corpus presentan por-centajes superiores al 10 por ciento de los casos para P1 a partir de 1700. Se trata de Dangeau, a principios del siglo XVIII, con porcentajes de subida similares a los de Madame de Sévigné, siendo ambos autores contemporáneos, y el segundo au-tor es Courier, ya en el siglo XIX. Para estos dos autores, dados los porcentajes re-

21 Véanse por ejemplo Fontanella de Weinberg (1979), Wolf & Jiménez (1979) y, evidentemente Silva-Corvalán (2001).22 Obviamente, al observar únicamente los contextos simples en nuestro corpus, la variación es mucho mayor, y nos impide observar qué contextos fueron los primeros en los que la variante P1 dejó de usarse. En un trabajo futuro, podríamos focalizarnos en el estudio de más idiolectos para determinar si, en efecto, la reestructuración de los CV, que creemos tuvo lugar en ese momento, produjo efectos claros en la posición de los clíticos en estos contextos.

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lativamente elevados todavía de la variante P1, las dos variantes seguramente eran invisibles al producirse en los mismos contextos.

[56] Sin embargo, observamos claramente que, a partir del siglo XVIII, P1 se ha convertido en una variante casi abandonada por todos los idiolectos: ya no existe apenas variación interidiolectal, al contrario de los periodos anteriores. Por consiguiente, durante todo este periodo que va desde principios del siglo XVIII hasta el siglo XX, la variante P1 debía de estar muy marcada y fue abandonada en la lengua estándar.

3.3.2 Los idiolectos españoles

[57] En español, como ya avanzamos, probablemente la variante P1 no lle-gara nunca a estar marcada, por lo que, aunque su uso fue cada vez menor hasta el siglo XIX, nunca dejó de usarse por completo. Además, como lo muestra la tabla 3 con los porcentajes de subida en todos los idiolectos españoles de nuestro cor-pus, la variación interidiolectal siempre ha sido mucho más importante. Estos da-tos parecen indicar que esta reestructuración empieza a aparecer en algunos idio-lectos ya a principios del siglo XVII con porcentajes de P1 que empiezan a bajar considerablemente en los idiolectos de Mateo Alemán o de Cervantes. Sin embar-go, no es sino hasta el siglo XIX cuando los datos de nuestro corpus muestran una clara preferencia por P2. Nos parece claro que, en ese momento, P2 es la variante preferida por la mayoría de los escritores por la reestructuración de los CV, pero P1, al contrario de lo que pasa durante el mismo periodo en francés, sigue usándo-se con relativa frecuencia. Además, el hecho de que los idiolectos femeninos no presenten la coherencia que sí observamos en nuestro corpus francés podría ser un indicador de que P1 no llegó nunca a conocer un proceso de marcaje como en francés, aunque, evidentemente, habría que verificar la posible influencia de la va-riable sexo en la posición de los clíticos en los complejos verbales durante este pe-riodo entre el siglo XVII y el siglo XIX.

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Iglesias La subida de clíticos

Periodo Autores % de P1 (números absolutos)

1550-

1599

Villalón 98,2 % (274/279)Anónimo 92,4 % (182/197)

Fray Luis de Granada 91,7 % (1082/1180)Pineda 92,2 % (1529/1658)

TOTAL PERIODO 92,5 %

1600-

1649

Mateo Alemán 75,5 % (231/306)San Juan Bautista 91,5 % (1850/2021)Juan Méndez Nieto 94,4 % (185/196)

Cervantes 70,1 % (814/1161)TOTAL PERIODO 83,6 %

1650-

1699

Gracián 71,7 % (190/265)Cobo 90,7 % (303/334)

Zabaleta 85,1 % (172/202)Barionuevo 80,2 % (207/258)

TOTAL PERIODO 82,3 %

1700-

1749

Garau 67,5 % (260/385)Lantery 88,5 % (139/157)

Torres Villarroel 71,2 % (223/313)Feijoo 54,9 % (1503/2740)

TOTAL PERIODO 59,1 %

1750-

1799

Cadalso 47 % (63/134)Isla 68,2 % (262/384)

Jovellanos 50,7 % (179/353)Montengón 50,4 % (355/704)

TOTAL PERIODO 54,5 %

1800-

1849

Moratín 26,3 % (79/221)Fray Francisco de Alvarado 30,3 % (125/413)

Galiano 15 % (67/448)Espronceda 22,9 % (50/218

TOTAL PERIODO 23,3 %1850

-1899

Alarcón 16,4 % (80/487)Sor Ángela de la Cruz 46,3 % (69/149)

Galdós 31,7 % (1284/4054)Pardo Bazán 26,1 % (93/356)

TOTAL PERIODO 30,2 %

1900-

1949

Pío Baroja 73,5 % (798/1085)Jardiel Poncela 23,5 % (63/268)

Cela 48,8 % (121/248)Delibes 47,7 % (116/243)

TOTAL PERIODO 59,5 %

Tabla 5: La subida de clíticos en la historia del español (32 idiolectos)

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Iglesias La subida de clíticos

4 Conclusiones

[58] En francés, al asociarse P1 con un marcaje estilístico (queda relegada a la lengua poética) y un marcaje dialectal23, esta variante pudo desaparecer muy fá-cil y rápidamente en la lengua estándar y en la lengua coloquial de las variedades septentrionales. Además, estos marcajes de la variante P1 han podido coincidir con una nueva reestructuración de los CV: los locutores (y seguramente más los escritores cultos) evitan alejar el clítico de su infinitivo rector, de ahí que en algu-nos contextos (como el de infinitivos coordinados visto en el § 2.3.1.) los gramáti-cos aconsejen su abandono.

[59] En español, el marcaje nunca ha sido tan fuerte como lo muestra la va-riación mucho más importante en todos los idiolectos comparada con el francés. Es probable que en español la subida siempre haya pertenecido a las gramáticas individuales de todos los locutores en mayor o menor grado, pero nunca como una variante marcada.

[60] La presión normativa pudo desempeñar en este marcaje diferente de P1 un papel importante en francés. Se ha podido observar, al estudiar el contenido de diversas gramáticas francesas, que se desaconseja a menudo el uso de P1 en el si-glo XVIII, recomendación que no se encuentra en las gramáticas españolas.

[61] Como otra prueba posible de ello, cabría destacar el caso del catalán, lengua geográficamente situada entre el español y el francés, pero que presenta datos y tendencias diferentes y no intermedias, puesto que la subida es bastante más frecuente hoy en el catalán hablado24. Como mero apunte que merecería un desarrollo mayor en otro trabajo cabe destacar que la presión normativa en catalán nunca pudo llegar a ser tan fuerte como en francés o español al no haber gramáti-cas del catalán antes del siglo XX. Además, en su gramática del catalán publicada en 1956, Fabra (1956: 88) expresa claramente que las dos variantes son aceptables y precisa que P1 es la variante preferida en la lengua hablada.

23 Aunque no aparezca en las gramáticas francesas este posible marcaje geográfico, el hecho de que P1 aparezca en el ALF solo en el sur, muestra que dicha variante sobrevivió más tiempo en las variedades meridionales que en el norte con su consiguiente y evidente marcaje, al pertenecer el francés estándar a las variedades septentrionales. Basta con buscar en internet y leer la multitud de artículos de prensa o científicos que tratan de la discriminación lingüística sufrida por los locutores de variedades meridionales del francés: un político francés, como Jean-Luc Mélenchon, por ejem-plo, se burló públicamente del acento del suroeste de una periodista en 2018, uno entre tantos otros casos de esta discriminación lingüística.24 No existen muchos estudios cuantitativos sobre la posición de los clíticos en los CV en el catalán actual, al centrarse la mayoría de los estudios en el aspecto diacrónico. Sin embargo, en el trabajo de Illamola & Vila (2015: 50), P1 representa el 79,6 % de los casos con poder + infinitivo. Davies (1995: 374), para el español hablado, apunta un porcentaje muy inferior, en torno al 60 % de los casos.

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Iglesias La subida de clíticos

En aquests conjunts [modals i aspectuals] els pronoms febles complements del verb en infinitiu poden anteposar-se al verb principal i aquesta anteposició, perfectamente admissible, és sens dubte la preferentment usada en la llengua parlada.

Hoy sigue vigente esta visión del fenómeno en catalán:

Si bé totes dues posicions són adequades en registre estàndard, cal saber que en re-gistres marcadament formals és preferible escriure els pronoms darrere el verb (el president va adreçar-se als assistents), mentre que en registres menys formals, orals o col·loquials és preferible posar els pronoms davant del verb (el president es va adreçar als assistents) (UPF 2005)

[62] Esta recomendación marca una clara diferencia estilística entre las dos variantes apuntada por el gramático. ¿Qué nos indica? Que lo más 'natural' sería usar P1, pero si uno escribe, debería seguir la lógica sintáctica de situar el clítico junto a su verbo rector. O sea, la reinterpretación de los CV de la que hablamos anteriormente (pasar de una construcción verbal simple a una construcción biora-cional) quizá nunca se produjera en el catalán hablado. De ahí que Paradís (2019), al observar casos de reduplicación pronominal con complejos verbales, considere que en el catalán actual se podría estar volviendo al primer estadio del ciclo de la subida de clíticos: «Així doncs, la presència d'aquest fenomen podria ser un indici d'un canvi d'un patró en què l'AC té un caràcter opcional a un estadi en el qual es-devingui obligatori» (Paradís 2019: 79).

[63] Los datos del español, que muestran un aumento del uso de P1 incluso en contextos escritos, podrían revelar una tendencia similar a la del catalán, aun-que en un estadio menos avanzado. Podría ser conveniente, pues, en futuros traba-jos, observar de manera más precisa estos casos de reduplicación pronominal en el español y en el catalán hablados, para poder medir su frecuencia y comparar así en qué grado de avance se sitúan ambas lenguas en el ciclo de subida de clíticos.

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Iglesias La subida de clíticos

Bibliografía

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Barra Jover, Mario 2009. Las «variantes invisibles». Dos ejemplos del paso del español medieval al clásico. Cahiers d'Études Hispaniques Médiévales 32, 17-32. https://www.persee.fr/doc/cehm_1779-4684_2009_num_32_1_2064.

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