Índice
CoverTítuloDedicatoriaCitaCapítuloUnoCapítuloDosCapítuloTresCapítuloCuatroCapítuloCincoCapítuloSeisCapítuloSieteCapítuloOchoCapítuloNueveCapítuloDiezCapítuloOnceCapítuloDoceCapítuloTreceCapítuloCatorceCapítuloQuinceCapítuloDieciséisCapítuloDiecisieteCapítuloDieciochoCapítuloDiecinueveCapítuloVeinteCapítuloVeintiunoCapítuloVeintidósCapítuloVeintitrésCapítuloVeinticuatroCapítuloVeinticincoCapítuloVeintiséisCapítuloVeintisieteEnlaces
ElDoble
PorPabloPoveda
2018©Todoslosderechosreservados
PortadarealizadaporPedroTarancón.
Amislectores.Graciasporsercomosois.
Graciasporhacerestanovelaposible.
Ati,V.,porlatanimportanteynecesarialaborquehaces.
Encuentrolapasiónporlajusticiabastanteaburridayartificial.
―PatriciaHighsmith
CAPÍTULOUNO
Losrayosdelsoldelmediodíaderretíanelúltimohielodelvasodecristal.LabrisadelmarazotabamissentidosyamisoídosllegabaelbulliciodelostubosdeescapequecruzabanCondedeVallellano.Cientos de recuerdos se apelmazaban bajo mis párpados. Tantos que me
resultabaimposiblerecordarsiquieraunodeellos.Sentado en la terraza de uno de mis lugares preferidos del paseo de la
Explanada, daba pequeños sorbos a un vermú agotado, aguado y del que sóloquedabaunaaceituna.Asíeralavida,asíeralamía.Cadacualeralibredeelegirsuválvuladeescapepreferida.Losañospodíanpasarsinquenosdiésemoscuentadelcambio,dequetodo
llegabaasufin,mientrasquenosdebatíamosenestúpidascrisisexistenciales.Alolejos,observabalosbarcosatracadosenelpuerto,estáticoseinmutables
altranscursodeltiempo.Unapostalquecambiabadeprotagonistas,derostros,pero que mantenía el color que había guardado siempre. Turistas perdidos,familiasdesquiciadaspornosaberadóndeir.Parejasdeextranjerosensandaliasquedisfrutabandesusprimerosdíasdeplaya,descansoypaella.También estaban los otros, los que nunca salían en la foto o, si lo hacían,
formabanpartedeldecorado.Losqueseguíanlevantándosealassieteenagostoparairalaoficina,alatienda,aservircervezasfríasaquienessonreíanporelgocedeunalibertadtemporalymalpagada.Eran días de regata. En los últimos meses me había interesado por los
timones,lasproasylosmástiles.Frutodelaburrimiento,quizá,odelabúsquedainsanaquetienenlosvaronesporencontrarseenalgúnlugarqueleshagalucirbien.Unavezmás,Hollywoodnoshabíaengañadoatodos.Los veleros de laVolvoOceanRace se ponían a punto antes de batirse en
mediodelMediterráneo.Me fijé en un grupo mixto de veinteañeros primerizos que cargaba con
cámaras ymicrófonos.Caminaban despreocupados, como si de unas prácticasuniversitarias se tratase. Periodistas del nuevo amanecer, saciados deinformación,hambrientosporlamodayenfermosdeinseguridades.Caí en la nostalgia, en la memoria del pasado, en los días en los que yo
formabapartede aquella resistencia salvaje en la que las redacciones echabanhumo y sacar los trapos sucios era un trabajo propio de los servicios deinteligencia. Todavía podía sentir el olor a cerrado que emanaba de losdespachos y el abandono que sufrían algunos cuando de sacar la verdad setrataba.Recordabaaquellocongusto,apesardehaberperdidoaunpuñadodeamigos
parasiempre.Mesentíviejo.Tampocohabíapasadotantotiempopero,esque,
unavezse tocaelcielo,unosiempresepermiteel lujodefantasearconquiénseráelsiguientequeloderroque.Somos tan imperfectos que nos pasamos la vida creyendo ser diferentes y
únicos,hastaquellegaeldíadenuestrasepultura.Perosiemprehayunasombra,uncoyotequenospersigue,unbuitrequevuelaporencimaesperandonuestrofinal.Aveces, somosnosotros.Otras, el resto.Mientrashaya ambición, habráalguienquelointente.Volví a mirar a esos chicos y pensé que no podía quejarme. La vida me
sonreía,loteníatodoyeseeramitemormásprofundo.Rozando la treintena, en unos años, había pasado de miserable periodista
metomentodo a afamado escritor de novelas demisterio. Hablar demí nuncahabíasidotanfructífero.Atrásquedabanlosdíasdemiseria.Ahoraminombreocupabalosestantesde
losquioscosdelosaeropuertos.Unacadenadetelevisiónfrancesahabíarodadouna serie basada en mis libros. La clase política me recibía con los brazosabiertospordondepisaba,buscandounafoto,olvidandolosproblemasqueleshabíacausadoañosantes.Enelamor,enlaguerrayenlapolítica,todosevalía.Porotrolado,habíaganadoencalidaddevidasentimental.Desdehacíacasi
dos años, vivía el momento más dulce jamás imaginado en una relación. SunombreeraSoledad, laúnicamujerquehabía logradoamansaral torodelidiaque habitaba en mí. Una morena de piernas largas, cabello liso, tez cálida ymelenacortaqueposeía lamiradadeunlince ibérico.Soledadera la luzentretantaoscuridadque,peseasunombre,siempreestabaamilado,alumbrandoenlosmomentosmásdifíciles.Yaunque,comoencualquierciclo,habíamostenidosubidasybajadas,ella,
máscabalqueyo,lograbaponermeenmilugarcuandolasituaciónlorequería.Ellaconsutrabajocomopolicíayyoconelmíocomoescritor.Peronotodoeraunapelículadeamor.Desdehacíauntiempovivíamosjuntos,peroseparadosmentalmente.Soledad ansiaba con desarrollar su carrera en el Cuerpo de la Policía
Nacional. Me lo había comentado en varias ocasiones. No me sorprendió enabsoluto. Unamujer independiente como ella siempre quería algomás. Sabíaqueyoleimportaba,peroesonolaibaafrenardeseguirhaciadelante.Por supuesto, no le faltó mi apoyo, por lo que opositó para ascender a
subinspectora.Mesestensosenlosqueapenasnosveíamosmásdetreshorassinoestábamosdurmiendo.Ellaestudiabayyomepasabalosdíassolitario,enelapartamento de Santa Pola que había comprado tras el viaje de Portugal.Tecleaba, bebía, repasaba la discografía de Coltrane, paseaba por las calascristalinas yme ensimismaba creyendo ser alguienqueno era.Por las noches
regresabaacasa,cenábamosjuntosyhablábamosdenuestrajornada.Lo suyo, un duro desafío digno de admirar y por el que jamás yo habría
pasado.Lomío,uncaprichomásdelavida.Undía,llegóconunasonrisa.Todohabíaterminado…ocasitodo.Alconocer
lanoticia,nopudealegrarmemásporella.Lohabíalogrado,peromeentristecíaloquevendríadespués.SeismesesdeformaciónenÁvila.Seismesesdurmiendosolo,sinacariciarsu
cuelloconminarizaldespertar.Ella,conlasutilezaquemostrabaparalasmalasnoticias,habíapropuestoquelaacompañara.Losentíyrechacélaoferta.Meconocíademasiadobien.Eracuestióndetiempoquemeconvirtieraenunestorboparalosdos.EnAlicanteteníapazygloria,mipropiofeudoyunmontóndelugaresenlos
quehacerquelashoraspasaranmásrápido.Nomeimportabaviajaryvisitarla,peromarcharconellasupondríauntremendoobstáculoparanuestrarelación.Aunquenolegustómirespuesta,noinsistióyasícomenzóunodelosveranos
másextrañosenmuchotiempo.Enmenosdeveinticuatrohoras,Soledadpartiríaentrenhaciaelcentrodela
Península.Yyo, ingenuodemí, agotaba lasúltimasgotasde labebida sinconocer las
desastrosasconsecuenciasdemierráticadecisión.
Abandonélaexplanadaycaminéhastaelfinaldelaramblaparainspirarmeconlanaturalidaddelospeatones.Anadieparecíaescandalizarlequelamayoríadecomerciosfueranfranquiciasdecomidarápida.EnelsigloXXI,noexistíapaísquenohubierasucumbidoauncartóndepatatasfritasyunahamburguesaporunpardemonedas.NisiquieraEspaña,consuodaalatortilladepatatasyalosbocadillosde jamón.Lugaresquemehabían salvadodeun aprieto enmásdeuna ocasión, pero que albergaban la misma vida que una estación de trenesabandonada.El verano daba un tono anaranjado al entorno y el periodismo sufría los
latigazosdeunarevolucióndigitalqueparecíairreversible.Lasmalasprácticasempresariales, lafaltadeprevisiónyunexcesodeorgullogeneralizadoenunade las profesiones más precarias de la historia, habían desencadenado en unaguerradondeelpapeleralaprimeravíctima.Paramisuerte,dichatragedianoeramásqueunhechoanecdóticodelqueme
había desligado hacía tiempo. Las novelas eran más interesantes y fáciles deescribir.Me había despreocupado de pensar en el trágico fin demes y no tenía que
pasarporelarodequienesestabanporencimademí.Noobstante,sihabíaalgoque echaba de menos era la socialización. Nos movíamos como roedores, ensilencio,dejándonosverenlosbares,en lasruedasdeprensa,enlascafeteríascercanas al ayuntamiento, pero siempre con una intención y un puñado depreguntasenelbolsillo.Una vida de altibajos constantes, tan parecida al latido de un corazón. En
ocasionesfrenéticayenotrasunmalditosopor.Tantristecomoundramadondelos buenos siempre pierden. Y, quizá por esto último, el único diariosupervivientedelaprovinciamehabíaofrecidolacolumnatraseradesuedicióndepapel.Laúltimapágina,lasúltimaspalabrasquerecordaríaellectorantesdedoblar
elperiódico.Aceptéporellosypormí.Penséquehabía transcurridoel tiemposuficiente
paraquelamareabajaraypudierareencontrarmeconmisorígenes.Laideadeescribirunavezporsemana,deobligarmeasaliralacalleycontarlavidadesdemisojos,mesedujo.Porprimeravez,alguienatenderíaa loque teníaquedecirantesdepasar la
hoja.Entonces,allíplantadojuntoa lacristaleradeunaconocidacadenacafetera,
de pronto, sentí la llamada pasajera de la curiosidad y me detuve en unsemáforo.Un sentimiento extraño, como un repentino dolor de cabeza antes de una
tormenta.Guiadoporelruidodelasirenadeambulancialejana,levantélavistacuando
un coche de Policía, a toda velocidad, apareció por la calleMayor a escasosmetrosdelpasodepeatones.Sonóunfuerteyagudoderrape.Eloloragomaquemadaenelasfaltovicióelaire.Unamujermayorqueesperabaamiladomeagarróconfuerzadelbrazo.El
vehículoderrapóysaliódisparadoenlínearecta,cruzandoelPortaldeElche.Se oyeron gritos. Los coches estacionados en la bajada de la avenida
esperabanaquetodopasara.Todosucediórápido.Lasbocinasseamontonabanenelruido.Despuésllególacalma.—¿Estábien?—Preguntémirandoaesaseñoraqueparecíaunamomia—.Ha
estadocerca.—Sí,hijo…—dijoella,arrugadaysecándoselasgotasdesudordelafrente
conunpañuelodepapel.Usabaunperfumedulceyllevabaloslabiosdecolorcarmín—.Ay,Dios…Notengoelcuerpoparaestossustos.—Nohacefaltaquelojure…La señorame soltó el brazo yme agradeció la ayuda.Después continuó su
camino.Sorprendido,notécómoelcorazónmelatíaconfuerza.Coloqué la mano sobre el pecho y escuché lo que el cuerpo intentaba
decirme.Noeramiedo,nisiquierasorpresa.Era la adrenalina de estar perdiéndome algo, de saber que esa podría ser la
próximahistoriademinuevacolumna.Todaslaspersonastenemosunaguerrainternaconlaquedebemoslidiaruna
vida entera. La mía era aquella, había nacido con ella y no tenía nadie paradetenerme.Sinpensarlodemás,meescabullíentrelamultitud,crucélacalleycambiéde
rumboparaseguirelrastrodelcochepatrulla.
AtravesélaplazaGabrielMiró,bajolaatentaycuriosamiradadecomerciantes,hostelerosyclientesqueparecíanajenosaloquepasabaosecomportabancomomerosespectadoresdeunacarreradeciclismo.LacaminatamellevóhastalacalledelCid,unestrechocallejóndeviviendas
antiguas,entradasdeaparcamientos,portalestapiadosyfachadascoloridasconlapinturadesconchadaporlosañosylahumedad.Unlugarcéntricoydesobraconocidoporelvicio,laspeleasentreborrachosylapresenciadedamiselasqueregalabanminutosdesuamorporunoscuantosbilletesazules.Meencontrécómodomoviendolasueladeloszapatosporlasbaldosasdela
acera,dejándomeguiarporlasconsecuenciasdelazar.Estabavivoynoexistíamejorsensaciónqueesa.Elcochepatrullasedetuvoal finalde lacalle, juntoaunviejoportal.Asu
lado,unaambulanciaesperabalasórdenesdelosagentes.Dospolicíassebajarondelcocheyentraroneneledificio.Enlapuerta,tres
mujeresyunhombresemovíannerviosos.Intercambiaronunaspalabrasconlosmédicosdelaambulancia.Algohabíasucedidoenunadelasviviendas.Echéunvistazoporlosbalconesynotélapresenciadelosvecinosmáscuriosos.—¿Qué ha ocurrido?—pregunté a la primera persona que se cruzó en mi
camino.Era un hombre chato, con un cigarro en la boca, una camisa de cuadros
arremangadahastaloscodosypantalonesdepinzas.Susgruesascejasparecíanpegadasalamonturadelasgafas.Suexpresión,unaauténticabroma.Eltipodiounacaladamalhumoradoyexpulsóelhumoconfuerza.—Loque teníaquepasar...—dijo tras lapausa—.Losmunicipales siempre
llegantarde.—Problemasenelvecindario,¿eh?Peroelcomentarionolehizograciaalguna.Eltipodiootracaladayesperóantesderesponder.—Losricosnotienenestosproblemas.Aellosleshacenmáscaso.—Nolotengoesomuyclaro...Noerasudía,nitampocoelmíoparahablarcondesconocidos.UnMercedesclaseCdecolornegrocruzóelcallejónatodaprisaydesvióla
atencióndeaquelhombre.Alguiengritóparaquefrenara.LaPolicíanohabía tenido tiempoacerrar elpasoyel conductordel coche
alemánsehabíametidoenellugarequivocado.Harto,eldesconocidotocóelclaxonhastatresveces.Elbullicioaumentóen
la calzada.Los tresdesconocidosde lapuerta insistían enque semarchara en
direccióncontraria.—Esto es a lo que me refería, ¿sabes? —dijo el hombre señalando al
deportivo.Finalmente,elconductorbajólaventanillaycruzóunaspalabrasconlos médicos de la ambulancia. Uno de ellos arrancó el motor y movió lafurgonetahastaquepermitióelpasoalvehículo.DespuéselMercedesseperdióenlalejaníaconunfuerteruidodemotores—.Privilegios.Meadelantéunosmetrosparaacercarmealportal.La tensiónaumentaba, lo
podíaoler,lopodíasentirbajolosporosdemipiel.—¡Lavaamatar!—gritóunadelasmujeresenlapuerta.Erarubia,delgadayteníalapielarrugada.Suacentoeraextranjero,talvezde
algúnlugardelcentrodeEuropa.Amedidaqueveíaconmásclaridadlaescena,entendíamejorlasituación.Lohabíavistoenotrasocasiones.Dinero,pasiónypoder.Habíaquienmatabaporunadeesasrazonesytambiénquienlohacíaporlas tres. Observé de lejos la entrada. El interior del edificio estaba sucio yruinoso.UnsegundocochedePolicíaLocalmealertócon lasirena.Meretiréydos
agentes,unhombreyunamujer,espantaronalosfisgones.Instantesdespués, llegaronlosrefuerzosyelvehículoazuldelosnacionales
sedetuvojuntoalaambulancia.Deallí salieron trespolicíasvestidoscon suuniformeazul.Estaban fuertes,
puedequedemasiadocomoparaplantarlescara.Cruzaronelumbralysubieronlas escaleras. Después se oyó un alto, varios gritos femeninos procedentes dediferenteslugares.Luegolavozdeunhombredesesperado.Seescuchóunfuertegolpe.Elcristaldeunaventanasehizoañicosy todos
retrocedimos asustados. No seme había perdido nada en aquel lugar, pero lacuriosidadporconocereldesenlacemeobligóaquedarmehastaelfinal.Segundosmás tarde, uno de los policías acompañaba a una chica protegida
conunachaquetadechándal.Suspasosdejaronunligerorastrodesangresobrela acera, propio de un corte superficial. La muchacha caminaba sin fuerzas,temblorosaysemidesnuda.Entróenlaambulanciayéstasepusoenmarcha.Después,otrosdosagentessacaronesposadoaunhombremayorquelachica.
Lucíabigote,eraalto,fuerteyteníalapieltostada.Parecíaebrio,aturdidopero,sobretodo,derrotado.Lospolicíaslometieronalafuerzaenelcochepatrulla.—Hayquiennodiferencia entre amorynegocio—dijo el espontáneode la
camisadecuadros.Seechólasmanosalosbolsillosycaminóhastalapuertadelestablecimientodelquehabíasalido—.GraciasaDios,éstahatenidomássuertequeotras.Suspalabrasmehicieronreflexionar.Preferínodecirnadayguardarmelaopinión,puesquiénerayoparajuzgara
quienponíaenpeligrosuvidaadiario.La escena continuó, pero había perdido su encanto. De nuevo, me había
dejadoengatusarporunadesgraciaqueanadieleinteresaba.Algunashistoriasnomerecíansercontadas.Miréelrelojyeranlasdosdelatarde.Soledadnoterminaríasujornadahasta
las ocho. El estómago pedía su turno y yo no encontraba el momento deenfrentarmealabarradeunbar.Odiabacomersolo.Erapatético.Conunaestúpidasonrisaenlacara,dimediavueltayregresépordondehabía
venido, regocijándome enmis propios pensamientos y entregándome, una vezmás,alasbienaventuranzasqueeldíateníapreparadasparamí.Cuandolleguéalaesquinadelacalle,mecoloquélasWayfarerymiréhacia
lacostaporelcrucedelacalleValdés.Unabella rubia secruzóenmicaminohablandoporel teléfonomóvil.Nos
miramos durante un instante, pero ella tenía la atención puesta en suconversación.Me embelesó con los ojosmarinos yme regaló de recuerdo elperfumeque dejó impregnado en su estela.Uno de esos ángeles nórdicos quellegabancadaañoalaciudad,cuandolosrosalesseponíanenflor.Recompuesto, sentí una presencia a mi espalda. El tufo de la colonia era
familiar,paranadafemenina.Megiréyloencontréfrenteamí,adosmetrosdedistancia.Eraél,elinspectorRojo.Miamigo,misombraymicartaastral.NuestroúltimoencuentrohabíasidoenLisboa.Después,comosolíahacerya
loqueyamehabíaacostumbradoconlosaños,nohabíavueltoasaberdeél.Sonreía con picardía, pero con la suficiente seriedad para no preguntar al
respecto.El polo negro marcaba su pectoral y dejaba a la vista unos bíceps que
abultaban el doble que los míos. Había trabajado en el gimnasio más de lacuenta. Llevaba el pelo corto, fijado con gel y sus indistinguibles gafas deaviador.—Algunas cosas nunca cambian, ¿verdad, amigo? —dijo con voz de
ultratumba.Lomiréymepreguntéelporquédesuvisita.—Algunaspersonas…tampoco.
CAPÍTULODOS
Rojoteníabuenaspecto,quizáelmejorquehabíatenidodesdequeloconocía.Guardabatantaspreguntarporhacerle,quenosabíapordóndeempezar.Unavezroto el hielo del reencuentro, me acompañó a uno de aquellos lugares quesolíamosfrecuentarenelpasado.CaminamoshastaelMercadoCentralymepusoaldíadesusmovimientos.
RojocontinuabasiendoelInspectorJefedelaBrigadadeHomicidiosdelCNPde Alicante. Tras su inesperada aparición en Lisboa, me contó que se habíatomado un respiro en dar con el paradero de Eme, la mujer que en tantosproblemas nos había metido. Llevar dos vidas paralelas nunca había sido undeportesaludableylosachaquesdelesfuerzocontinuoempezabanahacermellaenél.Laplazadelmercadodeabastosbrillabadevidayalegría.Peseavivirenla
mismaciudad,sentíquehabíaperdidocontactoconella.Lascallesestabanrenovadas,loscomercianteshabíanhabilitadovariosbares
en la plaza en los que servían aperitivos, botellines de cervezas y vermú bienfrescoantesdelacomida.Ruidoenlacalle,personasdediferentesedadesyunmismolema:disfrutardelverano,delavidaydelospequeñosmomentos.Mesentículpable.Habíaolvidadotodoaquello.El olor apescado fresco, a cervezadebarril ymáquinade café expreso.El
jolgorio,lasrisasdesternillantesylasconversacionesconlosdesconocidosconlos que compartes espacio.A veces, el dinero y la comodidad nos impone unestilodevidaque,apesardelasapariencias,estálejosdelasnecesidadesmásintrínsecasdenosotrosmismos.Pareceque,unavezsubesalpodiodelafama,yanopuedesbajardosescalones.Contemplandoelpaisajehumanoquesemovíaamialrededor,atravesamosel
meollohastallegaralotroladodelaplazaybajarporunasescalerasdecementoquenosacercabanalacallePintorVelázquez.Rojo sabía cómo pasar desapercibido entre la multitud sin que nadie lo
delatara. Era un foco de inspiración. No todos los policías podían decir lomismo,peroélnoeraunoficialaluso.Quienaprendeallevarmáscaratodasuvida,semuevecongraciaenelbailededisfracesqueeslavida.DejamosatráslasalaStereo,aspiréconfuerzaycomprobécómoeltiempose
habíallevadolosrecuerdosdemipasado.Vivirenlamemoriallegabaaresultaragotador.Ahora,muchosdeloslocalessehabíanconvertidoenbazareschinos,establecimientos de compra y venta directa y salones de belleza y relajación.Empecé a entender que vivía en una realidad que poco se asemejaba a lostiemposquecorrían.Paramisuerteylademiestómago,algunossitiosseguíanremandoapesarde
lasmodas,lascrisisylosdisparatesquedesdeotrospaísespretendíanimponer.
Elcartelblancoconeltoronegroseguíaenelmismolugardondesiemprehabíaestado.El bar Guillermo, aquel lugar tan costumbrista que formaba parte de la
herencia cultural alicantina, semantenía a flote para servir a una clientela fieldesinteresadaenlostiemposmodernos.Llegamos hasta la esquina de la calle y cruzamos la estrecha entrada de
maderamarrónqueinvitabaalinterior.Ellugarsemanteníaigualquesiempre:labarrademadera,laneveradecristaldondeguardabanlasraciones,elmapadeAlicanteenblancoynegroentrelasbaldasdelasbotellas,losjamonescolgadosdel techo y el arco de ladrillo que separaba la entrada y formaba un íntimocomedor, con las paredes cargadas de fotografías de la ciudad en sus tiemposremotos.TantoRojocomoyoéramoshombresdebarra,deapoyarelcodoytenerun
pie sobre el suelo, pero habíamos llegado tarde y nuestro sitio ya estabaocupado.—Eseolor…—dijemientrasnosacercábamosaunamesademaderapequeña
consillasdelmismocolor—.Parecequefueraayercuandoestuvimosaquí.—Losbaresnuncacambian—contestóRojo—, laspersonassíy,desdeque
nosconocemos,túhascambiadobastante.Eloficialrio.—Mejornomehagashablar.—Reconócelo,Caballero.Tehashechounsibarita.Un hombre de camisa blanca y pantalón negro se acercó a nosotros. Nos
ofreció una carta, pero no la necesitamos, así que pedimos una ración deensaladillarusa,croquetasdebacalao,huevosestrelladosconpatatasyjamónyunplatodehígadodepato,acompañadosdeunabotelladetintodeMarquésdelPuerto.—¿Hígado de pato?—PreguntóRojo. El camarero tomaba nota de nuestro
encargo—.¿Enserio?—¿Notegusta?—Loqueyotedecía…—respondióhaciendounamueca—.Unsibarita.Elempleadonopudoevitarlasonrisa.—¿Esoestodo,señores?—Preguntóalterminardeanotar.—Doscañasbienfrías,siestanamable…—añadióRojo—.Hayquehidratar
elcuerpo.Lostresnosreímosyelcamarerosedespidiódevueltaalacocina.—Desconocía esa faceta tuya, tan humorística… —comenté—. ¿Has
conocidoaalguien?—En absoluto. Sólo me he relajado. Me sienta bien no jugarme la vida a
diario.—Yaveo…—contesté.Lascervezasllegaronacompañadasdeunasaceitunas
partidas.Brindamosy laespumacruzómigargantacomounbálsamocelestial—.Supongoquehabrásestadoaltantodemismovimientos.Era una afirmación retórica. No necesitaba preguntar para saber que Rojo
siempreme tenía en su punto demira, como un guardaespaldas, como si mehubieseintegradounchipenelhombro.—Más o menos —respondió y suspiró con desgana—. Son cinco veranos
haciendodeniñera.Digoyo,queyaerahoradepasarelrelevoaalguien…—¿Te refieres a Soledad? —Pregunté. Él asintió con la mirada. Con una
agenteencasa,nohabíaporquépreocuparse—.Ellanoescomotú.—Terecuerdoquesupadreyyofuimosbuenosamigos—explicó—.Ellaes
comosupadre.—Esonocambianada.Losplatosdeensaladillarusaydecroquetasllegaronalamesa.Rojooptópor
desviarlaconversación.Veníaensondepazynoparecíatenerganasdesubirsealcuadriláterodialéctico.—¿Quétetraeporlaciudad?—Preguntóhincandoeltenedorenlapequeña
montaña de ensaladilla—. Pensé que te habías hartado de ella y por esocomprasteesecasónenlaplaya.—Lasnoticiasvuelan…¿Hasestadoporallí?—¿Lodudas?—¿Yporquénotocastealapuerta?—Nomehasinvitado—respondióconfalsamolestia—.Yasabesquenome
gustaincordiar.—Túnuncahasnecesitadoqueteinviten.YRojosoltóunacarcajada,porprimeravezenesatarde.—Ahora,enserio,¿estástrabajandoenalgonuevo?Mesorprendiósuinsistencia.Eloficialjamáspreguntabapormislabores.Mi
presencia, para él, era un sinónimode embrollo. Sólo se aseguraba de que noterminaraenalgúnlíomayor.—Los del Diario Información me han ofrecido escribir una columna de
opinión en la contraportada —expliqué y probé una croqueta de bacalao.Aquelloeraunplacerdivino—.Mivisióndelaciudad,dicen.—ElescritormásodiadodeAlicantehablaasusciudadanos…—Nosoyelmásodiado—recriminé.El camarero trajo labotella, sirvió en
unacopay señalé aRojoparaque loprobara.Despuésdedar el vistobueno,llenólasdoscopasdetinto—.Siemprehayalgúnpolíticoalqueodiarmás.Perolaspalabrasdeloficialibancargadasdeseriedad.
—Aquílaprensanoestámuycontentacontigo—prosiguiómirandocómoellíquido rojo semovía por el cristal—.Vendiste tu intimidad y sus secretos entodasesasnovelas,dejandoalgunosnombresporlossuelos…Aeso,súmalequete has cosechado una fama de doble filo en estos últimos años, mientras tellenabas los bolsillos. Tus colegas de los periódicos no quieren saber de ti ysupongo que ahoramenos, después fichar por su equipo, cobrar el doble queellosytrabajarmenosdelamitad…Aúnasí,enhorabuena.Surespuestamezarandeóelorgullo.LopeoreraqueRojoteníarazón.—Fueronellosquienesmellamaron.Yonolosbusqué.—Nome fastidies,Caballero,quenosconocemos…—replicó inclinando la
cabeza y dando un sorbo a la copa—. Sabes como yo que podrías haberrechazadoesaoferta.Tesobraeldinero,¿oesqueyatelohasgastadotodo?—Noeseso,joder…—dijemirandohacialabarra—.Túnoloentiendes.—Claroqueloentiendo—contestóconpaternalismo—.Erescomoelrabode
unalagartija.Nimuertopuedesestartequieto…Tegustademasiadoquehablendeti.—Prefieroqueseaparabien.—Mucho pides tú—dijo y agarró una croqueta—.Dime la verdad…Todo
estoesunaexcusaparavolveralruedo,¿cierto?Elempleadotrajodosplatosmás.—Su hígado, señor—remarcó apuntando a la broma—.Que lo disfruten y
buenprovecho.Todoteníaunapintamuyapetitosa.—Gracias…—dije y regresé a la pregunta—. Siento desilusionarte, Rojo,
peronotesigo.—Vaya,nomevengasahoraconquetecuestaleerentrelíneas…—Deverdad,quenoséadóndequieresllegar.—Después de Lisboa, no has vuelto a escribir nada…—continuó y seme
erizóelvello.Nohaynadamásdesagradablequeenfrentarsealaverdadcuandoestasaledelabocadeotro.Elorgulloyelegodespiertancomoelanimalariscoy rabiosoqueveenpeligro su territorio—.Y te estámatando lentamente.Poresohascorridodetrásdelcochepatrulla,comounniñodetrásunagolosina.Nopuedesremediarlo,Caballero,yniegasaceptarlo.—¿Elqué?Noqueríaescucharloqueibaadecirme.—Quetehasquedadosinmagia…Notefustigues,atodosnospasa.Notéelsudorbajomicamisa.Sentíunfuertecalorrepentinoenmirostroyle
echélaculpaalvino.—Esoesabsurdo.Todavíamequedamechaporquemar…
—Admítelo,Gabriel—insistióconuntonoconciliador—.Sientoseryoquientelodiga,perosoytuamigo.Tehasquedadosinbalas,esoestodo.Dagraciasqueno tepasaen la cama…En fin, ahora tequedahacer loqueel restoparamantenerlavidaquellevas.Escompletamentelícito.Di un sorbo a la copa de vino, aunque hubiese deseado bebérmela de un
trago.MiproblemaconRojoeraqueélcarecíadeescrúpulosparadecirme loque
pensabaymiorgulloerademasiadograndeparadigerirlosinenervarme.Deesedía,loúltimoquehabíaimaginadoeraquetermináramoshablandode
mi final.Perdí el apetito, apenasprobé el hígadoyvaciamos labotella con lacompañíadelrestodeplatos.Elalcoholsiempreayudabaacalmarlossilenciosyasentarlasverdades,pormuchoqueéstasdolieran.Llegamosalcaféyevitamoslospostres.—¿Quéhaydeti?—Pregunté—.¿Aquévieneesecambiodeimagen?Rojosonrióydioungolpecitoalmantelconlacucharillametálica.—Yotambiénheagotadomimunición—confesó.Lecostaba reconocersus
propias derrotas, casi tanto como a mí—. Después de Lisboa conduje hastaFrancia. Tuve problemas con el carburador de la moto y me quedé tirado enHendaya.Mientraslareparaban,aprovechéparaorganizarlasideas.Undíamedespertéymepreguntéquécoñoestabahaciendoconmivida,deaquíparaallá,buscandoalalíderdeunaorganizacióncriminalanivelinternacional…yosolo.Pero eso no era lo que hacía. Estaba ciego. La realidad era otra…Me estabaperdiendolajuventuddemihijo,laposibilidaddeverasupadrefeliz,despuésdetantosaños.Laocasióndehacerlecreerquepodemosserunafamilianormal,conunavidatranquilaysinmentirasnisecretos.—Hombre,muynormalnoeres.—Vetealcarajo.Terminamosloscafésypasamosalacremadeorujo.Peseatodo,debíamoscelebrarnuestroreencuentro.—¿Quéeslosiguiente?—Preguntéconmiedoaquemarme.Rojo levantó la mirada y se mantuvo en silencio unos instantes. Después
sonrió.—Yatelohedicho—contestóydiounsorboalchupitodelicor—.Nohay
siguientepaso.Lascosaseneltrabajoestántranquilas,noquieromásfollones,yporesoestoyaquí.Tampocovoyametermeenlostuyos.Debemosmoverficha,amigo.Rojo colgando las botas enmi cara.Una verdad amedias porque las suyas
siempreibancondoblerasero.Pero,porotraparte,nolefaltabarazón.
Desde el primer encuentro, nuestras vidas habían estado unidas por losproblemas que yo causaba. Había conseguido un amigo, pero también a unhermanomayor queme echaba un capote cuandomás lo necesitaba. Empero,como había dicho en la mesa, debíamos mover ficha y empezar a cuidar denuestros propios asuntos. Madurar debía ser aquello, cambiar lasresponsabilidadesdemano.—Bueno, ¿entonces qué?—Preguntó intrigado. Sus ojos se alumbraron de
nuevo—.¿Vasahablarleatuslectoressobreelamigopolicía?Nomeobliguesaasaltartuapartamentoamedianoche…Nosreímos.Laconversaciónsubiódefrecuenciaytomóuntonojovial.—Descuida,mantendrétuanonimato,siesquequedaalgo…—respondíyme
bebí el sorbo de crema de un trago. Después pedí la cuenta al camarero,haciéndole una señal con la mano—. Como siempre, tus palabras han caídocomounjarróndeaguafría.Necesariasaunquedolorosas.—Notepongasallorarahora,hombre…—Ya te gustaría verme entre lágrimas… ¿Sabes? Tal vez descarte esa
colaboración.—¡Venga,nojodas!Estássiendodemasiadodurocontigo…—criticó—.Lafamatehahechodeplastilina,Caballero.Puedequenecesitesunapausa,
unasvacacionesparareplanteartequérumbovasa tomar.Trabajarsinpresión,buscarotros temas…Ya sabes, esas cosasquehacen los artistas.No tepuedoayudardemasiadopero,sidejasdebuscar,lavidasiempreteponedelanteloquenecesitas.—Quizátengasrazón.—Suelotenerlaylosabes.Reímosporúltimavezypaguélacuentadejandounapropinagenerosa.Abandonaronelbarycaminaronderegresoalbarrioviejodelaciudad.Sinnotarlo,habíanpasado lashoras, laplazadelmercadodeabastosestaba
vacía y tranquila y el sol comenzaba a tomar un tono anaranjado con rumbohaciaelcrepúsculo.—Llámame cuandoquieras hablar—dijo el oficial—, siempre y cuandono
seadesdeloscalabozos.—¿Porquiénmetomas?—Preguntéynosdimoslamanoconfuerzaamodo
dedespedida.—Tusaparicionesnuncasoncasuales,Gabriel.—Lastuyastampoco,Vicente.—Seráscabrón…—Siemprelohesidounpoco.—Cuídate y dale recuerdos a Soledad —dijo y se despidió caminando en
direccióncontrariaalamía.Esperéaquedesaparecieracomoesaspersonasqueaguardaban sentadasen
loscineshastaqueloscréditosfinalessefundíanennegro.Alaesperadeunasorpresafinal.Peronohuboninguna.Rojodoblóunaesquinayyotomérumboalaparcamientodondehabíadejado
mi Porsche Boxter rojo, el descapotable que simbolizaba el principio de unabonitahistoriadeamorconelmundo.Ladespedidadeloficialmehizopensarenella.Pronto llegaríaalapartamentoquecompartíamosen laciudad.Seríanuestra
últimanochejuntosantesdesucursodeinstrucción.Mehubiesegustadodecirlequenosefuera,quenomedejaraallíconmisdemonios,peronopodía,niellaharíanadaalrespecto.Comprobélasllamadasynoteníanisiquieraunmensaje.Erasuúltimanoche,debíaserespecial.Me detuve en una tienda veinticuatro horas y compré una botella de vino
blanco y unos bombones. Esa velada cenaríamos en casa y yo cocinaría paraella.AlcancéelaparcamientodeAlfonsoXElSabio,destapélalonaqueprotegía
el techo, me subí en el deportivo y puse la bolsa en el asiento del copiloto.Despuéssalíalexteriorymeencontréconeltráficodeunatardecualquieraenlacapital.Unaligerabrisaconolorasalitreyneumáticoacariciómispómulos.Siemprehabíapensadoqueconducirundescapotablenoteníasentido,hasta
quememontéenuno.Por los altavoces Coltrane tocaba su Summertime, a lo lejos podía ver el
castillodeSantaBárbarayporlacallelaschicaslucíansuspiernasbronceadasbajolosvestidosfinosycoloridosquetandemodasehabíanpuestoeseverano.Y es que no existíamejor época para disfrutar de la vida, para beber buenosvinos y reír enmejor compañía, para amarse cada noche y emborracharse degraciabajolasestrellasmientraslasolasdelmartearrastranhaciaelsueño.NoexistíatalcosacomolaCostaBlancaenverano.
Cuandoaterricéenelapartamento,Soledadtodavíanohabíallegado.Puseaenfriarelvinoenelcongeladorymearmédevalorenlacocinapara
prepararlacena.Hacíatiempoquenococinabanadaespecialparaella.Asíquecorté varios calabacines para combinarlos con la merluza al cava y loslangostinosquehabíacompradoesamismamañana,en la lonjadeSantaPola.Abrí la nevera, destapé un botellín de cerveza y sopesé las palabras de Rojomientrasechabaunasgotasdeaceitesobrelasartén.Razónno le faltaba.Me costaba creer quehabía agotado todas las historias
que tenía por contar.Hacía tiempoque sufría una crisis creativa, pero todo sedebíaalomismo.Mefaltabaalgoquenoencontrabaenlavida.Yesque,nomebastabaconcontentarmeconunaexistenciafeliz,ausentedeproblemas,carentedechispa.Necesitabaalgomás, regresara las raíces,a la razónpor laquemehabíacomprometidoconlashistoriasdelacalle,conlaúnicaverdadqueexistíapara mí. Tal vez fuese un problema de ego, no querer que el tiempo pasaramientrascontemplabadesdeunaventanacómootros solucionabanelmundoagolpedetitular.Decidínosopesarlomásdelacuentacuandolasarténempezóahumear.Depronto,escuchélasllavesalotroladodelapuertadelaentrada.Después
seoyóelgolpedelcerrojo.Eraella.—Estásaquí—dijoSoledadconunavozdulcey sosegada.Estabacansada,
pero noté algo más en su tono, cierta pesadumbre al saber que aquella seríanuestra última cena en mucho tiempo. Aunque no me lo dijera con palabras,sabíaqueaellatampocoleapetecíaalejarsedemí.Caminóhastalacocinaymeabrazóporlaespalda.Despuésnosbesamos.Olíaextremadamentebien,siemprelohacía.Sucortinadepeloacariciómicara.—Quérico,Gabri…—susurróatrapándomeentresusbrazos—.¿Celebramos
algohoy?Pobre Soledad. Me había olvidado de ella y, aún así, seguía queriéndome
comoelprimerdía.Mesentíafortunadoasulado.Eralaúnicapersonacapazdehacerme olvidar el resto de cosas que sobrevolabanmi cabeza. Ella tenía esedon.Labeséen los labios, saquédoscopas,abrí laneverayagarré labotellade
vino.Despuésladescorchéyservíelcaldo.—Pornosotros.Ellasonrió.—Claro,¿porquiénsino?—Dijoysemordióellabioinferior—.Echabade
menostusplatos.Elfindeunarelacióncomienzaporelestómago.—Nomedigaseso…
Ellamediounligerogolpeenelbrazo.—Estoy de broma, tonto—replicó juguetona—. No quiero que esta noche
suene a despedida. Las odio. Así que más te vale fingir que actúas connormalidad.—Comousteddesee,señorita—contestéyalcélacopa.Despuésdiuntragoy
lamiréalosojos,antesdevolveralacocina—.Tansólobuscabasorprenderte.—Lohacesadiariosinesforzarte,aunquenosiempreseaparabien—dijocon
tonojocosoyseacercódenuevoamí—.¿Cómohaidotudía?¿Hasvueltoalamentartedelotristequeeslavidaenlabarradealgúnbar?Guardésilenciounossegundos.Podíacontarlelaverdad,aunquetambiénpodíanohacerlo.—Hetenidomássuerteestavez…—contesté.Lamerluzasecocinabaenla
plancha—.HecomidoconRojo.Ahorafueellaquienhizounapausa.Miróasucopaydiountragolargo.No
parecióhacerledemasiadagracia.—Todavíaestásatiempodevenirteconmigo.—Tranquila—dije,girélacinturaypusemismanossobrelassuyas—.Esta
vezhavenidomásrelajadodelonormal.—Sinohabloporél…—Notienesporquépreocuparte.Lascosashancambiado.Ellarioconsarcasmo.—¿Desdecuándo?¿Desdeestamañana?—Déjame explicártelo…—respondí antes de sacarla de sus casillas. Todo
teníaunarazóndepeso,perolacocinanoeraellugarparaabrirunfrenteenelquellevabalasdeperder—,enlamesa.Terminédecocinar, serví losplatosynos sentamosa lamesade cristaldel
comedor.Lasvelasestabanencendidasyelambienteeramáscálidode loquehubieraimaginado.Soledadestabahermosa,radiante.Normalmenteloestaba,peroesanoche,ya
fuese por el calor de la luz o las ganas que tenía de dormir con ella, brillabacomounaestrella.—Estamerluzaestádeliciosa,Gabri…¿Desdecuándococinastanbien?—Desdecuándonolohago,tepreguntarás.—Ahoraqueconozcotusecreto,teobligarémásamenudo—respondióynos
reímos.Volvimosabrindar—.Ybien,¿enquélíoteestabasmetiendoparaquesepresentaratuamigoasocorrerte?—Enninguno,esaeslasorpresa.Digamosquefuiyoquiénlobuscó,noéla
mí.—Buenintento,peronocuela.
—Rojo ha decidido… ya sabes… —arranqué. Las palabras salían condificultad.Hablardelpasadome resultaba incómodo—.Hadecididodejar suscuestionespersonalesaunlado.—Ytútelashascreído.—No.—Puesyomenos.—Pero estaba distinto, más calmado. Parece que se haya hartado de no
encontrarloquebuscaba.Soledaddiounbocadoalpescado.Agachólavistayvolvióamirarmealos
ojos.—¿Ytú,Gabriel?—Preguntóconlacopaenlamano—.¿Hasencontradolo
quebuscabas?Supreguntametambaleó.Me sentí como un boxeador hastiado, aguantando antes de caer derrotado
sobrelalona.Peroquéestúpidoera.Así que agarré mi copa, extendí la mano libre y acaricié sus dedos por el
huecoquehabíajuntoalplato.Sucuerpovibróyelmíofloreció.—Loencontréhacetiempo—contestétranquilo,conunasonrisaenloslabios
—.Ylotengodelantedemisojos.
Esa noche hicimos el amor como dos universitarios en plena explosiónprimaveral.Bajolassábanasysemidesnudo,dormícomounbebéreciénnacido,sinpausas,nidespertaresfrutodepesadillasosueñospesados.Alamañanasiguiente,trasunaduchayuncafébienfuerte,acerquéaSoledad
hastalaestacióndetrenesenmicoche.Enocasiones,leincomodabasubireneldeportivoporelmerohechodequetodoelmundonosobservaba.Ellaeramástímidaymenospresuntuosaqueyo.Respectoamí,noteníaproblemasenirensucochepero,acausadeundespistemío,lohabíadejadoaparcadoenlacasadelaplaya.Cuandollegamosalaestación,lasmáquinasestabanenmarchaalaesperade
lospasajerosquehacíancolaparaembarcar.Caminamosensilenciohastaunadelascolasdepersonasynotélatensiónde
sucuerpo.Nos íbamosa extrañar enexceso.Elproblemaesqueellano teníaidea de cuánto notaría su ausencia. Al llegar al control, dejó su maleta en elescánerymesoltólamano.—Supongo que hasta aquí—dijo acariciándome la cara con la palma de la
mano.Estabafríayensusojostodavíapodíanotarelcansancioacumulado—.Pórtatebien,nomehagassufrirmásdelacuenta.—Nosvamosaverenunassemanas,notepongasmelodramática,anda…—Tienes razón—dijo y dibujó unamueca—.Volveré a leer alguno de tus
libros,yaquenomevasallamar.—Haréunesfuerzo—respondícondulzura.Odiabahablarporteléfono,pero
ellaeramiexcepción—.Loprometo.—Cuídate,Gabriel—dijo,meabrazóynos fundimosenunbesoeternodel
quenomequisedesprender.Peroalavidanoleimportaloqueansiemos,puespocotienequeverconnuestrosdeseos.Soledadcruzóelpasodecontrolycaminóarrastrandosumaletahastaunode
lostrenesqueibancondestinoaMadrid.Miróatrás,sedespidiódenuevoconlamanoydesapareciótraslapuertadel
vagón.Suspiré profundamente y sentí una ligera caída emocional, como si fuera el
pétalodeunaflor.Seismesespordelante, cientoochentadíasdeesperahastaque retomase la
rutina en pareja. La oportunidad para escribir un nuevo libro, replantear miexistenciay,porquéno,aceptarmitrágicofinal.Miréel relojde laestación,quemarcaba lasnuevede lamañana,ymedije
queerademasiadotempranoparacavarmipropiatumba.El estómago me rugía y qué mejor para calmarlo que un desayuno bien
cargadoenlacafeteríaqueseparabaelinteriordelaparcamientoprivado.
Entréyeloloracaféybolleríareciénhechameinvitóaquedarme.Las cafeterías de las estaciones tenían cierto encanto difícil de encontrar en
otros lugares. A diferencia de los aeropuertos, el viajero de tren raramenteconsumíaantesdesubir.Silohacía,eraporquellevabademasiadotiempoentrevagones,hastiadodelcaféaguadoyde losmenúsprecocinados.Por tanto, losbaresdelasestacioneseransureducto,ellugarenelqueleerlaprensaantesdeencauzarsuvida,unavezmás,entreraíles.Rostrosdesangelados,cuadernosdenotas,revistasdecrucigramas,cervezasenelamanecer.Lainfinidaddeltiempodistorsionaba la realidad y quien sumía su vida entre ferrocarriles llegaba asentirseentierradenadie.Pordesgracia,esamañanalacafeteríaestabavacía.Unempleadorecogíacon
unaescobalasuciedaddelsuelo.Meacerquéalabarra,observélavitrinadecristalyesperéaquelacamarera
meatendiera.Elolordulzónyviciadollegabaaseragradable.Ella se acercó. Tenía el pelo largo y oscuro como el carbón de las vías,
recogidoenunacoladecaballo.Surostroeraredondeado,conojossaltonesyposeíaunanarizpuntiaguda.Conagradecidaamabilidad,parasertantemprano,me atendió sin reparo. Pedí un café solo y uno de esos cruasanes rellenos dejamóncocidoyquesofundido.Mientrasmeservían,amivera, encimadeunamesavacíay llenadevasos
sucios, encontrédobladounperiódico.Me levantédemi sitio,divariospasoshastaélylotrajedevuelta.Despuésloabrí.Mequedéatrapadoporuntitular.Unodelosimperiosmásgrandesestabaapuntodecaer.
CAPÍTULOTRES
Para muchos de los mortales que vivían centrados en su trabajo, en lasvacacionesdeveranooenlasfacturasquellegabanamediadosdemes,imaginarque algunos de sus vecinos podían pertenecer a la nobleza española, era elúltimodesuspensamientos.Sinembargo,larealidaderaotrayenlaComunidadValencianavivíanmásdedoscientoscincuentanoblesque,adiario,manteníanensilencioellegadodesusantepasados.Apesardequemuchosvivíancercanosa Valencia, Alicante no se escapaba de su presencia. Desde su existencia, laciudadportuariasiemprehabíatenidoelencantoparaatraeragrandesinversoresdebido a su condición de capital pequeña, el clima mediterráneo y el puertomarítimo.Lanoticiaseabríaconunfuertetitular,breve,directoymarcadoennegrita.
Una de las familias más antiguas y ricas de la provincia, encabezada por lacondesa de Terranostra y emparentada con el monarca Juan II de Aragón,anunciabapúblicamente laventadelHoldingTerra, la sociedaddecarteraqueregentaba la familiadesdehacíamásdeun siglo.Tras el franquismo,unavezrecuperados los terrenos bloqueados por la dictadura, la condesa suporentabilizarsustierrasconvirtiéndolasenterrenoedificableportodalacosta,alavezqueinvertíaenelcrecimientodenegociosinmobiliarios,enlasbodegasdevinosyenlossectoresdelahosteleríaydelarestauración.Eltiempolediolarazón,losinversoresextranjerospusieronenelojoensus
negociosysuestrategiaelevóhastadiezveces losbeneficiosdelgrupoque lafamiliadirigía.Perotodoperiodollegaasufin.La crisis inmobiliaria, unos hijos acostumbrados a una existencia cómoda y
sin preocupaciones y la avanzada edad de la condesa sin haber encontrado unsustitutoasualtura,provocaronelpasodefinitivoparaabrirunanuevaetapaenmanosajenas.La noticia, que era cualquier cosa menos novedosa, apuntaba a un grupo
japonéscomoposiblecompradordelasociedad.Conocíaesetipodemovimientos.Unaprácticamuycomúnenlosgabinetesdeprensadelasempresasque,bajo
talonario,seanunciabanenlosdiariosunavezyaestabaelnegociocerrado.Losperiodistas sólo tenían que editar y publicar, sin cuestionárselo dos veces,echando a un lado lo que sí importaba para el día siguiente, cuando ya erademasiadotarde.Nomehabríasorprendidoporloleidosinohubiesesidoporlafotografíaque
habíanpublicadoparailustrarlainformación.Ocupandomásdeunterciodelapágina,LeonardodeTorrevella,hijomenor
de lacondensayportavozde losnegocios familiares,aparecíavestidode traje
azulmarinoygafasdesol.Unhombreconporte,deespaldasanchas,cabellooscuro,faccionesalargadas
yrostroserio.Unchicoguapoyaltoquehabíaheredadolabellezaaúnlatentedelamadreylaclasenobiliariadesudifuntopadre.Juntoaél,unahermosaydelgadamujerdetezblanca,ojososcurosycabello
castaño,vestíaunconjuntodefaldaychaquetadecolorcrema.EraMaríaLuisadeTorrevella,lahermanamediana.Supreocupaciónporelanuncioeramásquenotable.Mefijéen loquepudeverdeellaen la foto,observandocadadetalledesu
lenguaje corporal y me pregunté cómo no había coincidido con esa mujeranteriormente.Eldestinoselasarreglabaparacruzarunoscaminosysepararotros.Finalmente,alotroladodelafoto,juntoalamadre,sinelportedeLeonardo
y con el semblante de alguien que hubiese preferido seguir en la retaguardia,Federico de Torrevella, el mayor de los tres hijos de la condesa, agarraba lamanoarrugadadesumadre.Teníalosojoshundidosyunanotablecalviciequeintentabaocultarpeinándosehaciaunlado.Aunqueasimplevistasólose tratabadeunanoticiadesociedadcon laque
llenarlaspáginasdeunformatoendecadencia,cualquieraquetuvieraunpocodeolfatosedaríacuentadequelascaraslargasnoencajabanconeltitular.Mepreguntécuálseríalatrampa.En otras circunstancias, nome hubiese alarmado que, una vez enterrada la
condesa de Terranostra, los vástagos hubiesen hecho trizas el patrimoniofamiliar.Peronoeratalelcaso.Con la madre aún en pie y dando una imagen de unidad, el comunicado
apestabaapodridodelejos.Lacamareramesirvióelcruasánrecalentadoenunplatoyunatazadecafé
blancaconmiexpresodemáquina.Sorbíparanotarlatemperaturaenmislabiosydiunbocadoalemparedado.Terminédeleerelrestodelanoticiaypasélasdemáspáginassinencontrar
nadadeinterés.El titular chirriaba demasiado.Era demasiado evidente para que quedara en
algoanecdótico.Tan pronto como empecé a fantasear con aventuras e investigaciones
clandestinasparaacercarmealafamiliayconocersusmotivos,olíelperfumedeSoledad, todavía impregnado en mi camisa, acompañado de sus palabras.Después llegaron las de Rojo y finalmente doblé la gaceta y la dejé sobre labarra.Eramejorquedarsequietoenlugardemetersedondeaunonolellamaban.
Depronto,sonólavozpormegafoníaanunciandola llegadadel trendealtavelocidadprocedentedeMadrid.Concluímidesayunocongustoypaguéparasalirdeallíantesdeenfrentarme
a un nuevo día. Al cruzar la puerta del bar queme devolvía al interior de laestación,vilasiluetadealguienquemeresultabamásquefamiliar.Nopodíasercierto,eraelladenuevo,despuésdetantotiempo.Lara Membrillos, la estrella del informativo del mediodía, la voz que
susurraba a los españoles a la hora de la comida, la antigua compañera deFacultaddePeriodismoparalaquehabíasidoinvisiblehastaqueeléxitotocóamipuerta.Pese al paso del tiempo, había sabido sacar punta a una belleza natural,
imponenteydespampanante.No todospodíamosdecir lomismo.Su rostro sehabíaganadolagloriatrasparticiparenunodeesosprogramastelevisivosdondelosfamososbailabancondesconocidos.Más tarde, aparecería en las contraportadas de las revistas femeninas
anunciandocremasparalapiel.Sucarreraibamásalládelapantalla,igualquesuambición.Sin embargo, Lara y yo no nos habíamos vuelto a dirigir la palabra desde
nuestroúltimoencuentroenElche,elmismoveranoenelqueconocíaSoledad.Porentonces,yoeraotro,mástruhánymenosseñor.Porentonces,Laramiraba,comosolíahacer,porsupropiointerésyyo,enelojodelhuracán,noestabaadispuestoacontarletodoloquehabíaaveriguadosobreelasesinoenseriequeteníaacongojadaatodaunaciudad.Despuésdeaquello,ellanosupomásdemí,aunqueyosídeella.Talvezmi
renovadaimagen,conelpasodelosaños,despertóuninterésenlapresentadoraque hasta entonces había obviado. Ella podía tener al hombre que quisierabailándoleelagua,perosehabíaencaprichadoconmigo.Noloentendía.LaraMembrillosme escribió algunosmensajes de textoque jamás tuvieron
respuesta. Yo estaba conociendo a Soledad y, la entonces teniente, se habíaganadodesobramicorazón.Por esa razón, allí a escasos metros de ella, me avergoncé de no haber
respondido a Membrillos como debí en su momento, haciendo justicia a miapellido.Cuandointentéescabullirme,ellaestabaenmicamino.—¿Gabriel?—Preguntó agachando lamontura de las gafas de sol. Llevaba
unacamisadecolorazulcielo remangadaypor laquedejabaveruncolgantedoradoylalíneadesuspechos.Lateladelosvaquerosblancosseceñíaasusmuslos.Lara jugabaaldespisteconcadamovimiento, llamando laatencióndelasmiradasconlainocenciadequienviveenunaburbuja.Ellasíeraunaestrella
mediáticaconluzpropia—.¿Erestú,Gabriel?Meruboricéporunsegundo.Esemalditocalorinterior,otravez.—Lara,quésorpresa…Sinesperarlo,seabalanzósobremíparadarmeuncálidoabrazo.Laraolíaaperfumecaro,frescoaunqueempalagoso.Eraunadeesaspersonas
quedisfrutabadejandosumarca.Seacercóami rostroymebesó loscarrillos.Sentíuna ligerapresióndesu
pechosobreelmío.LaraMembrillos,lamujerimparable.—¡Mi escritor favorito!—Exclamó. Algunas personas se fijaron en ella—.
¿Quéhacesaquí?—Podría preguntarte lo mismo… —contesté apretando la mandíbula para
forzarunhoyueloenmimejilladerecha—.¿Echasdemenoselarrozdemamá?Ella soltó una carcajada y me tocó el brazo. Me fijé en la alianza de
compromisoquellevabaeneldedo.—Siempre tan chistoso…—respondió al recomponerse—.No, esta vez no
creo que tenga tiempo de ir a Elche. He venido por asuntos de negocios, yasabes…—Cosasdecelebridades,imagino.—Más o menos —dijo y volvió a sonreír. Le iba bien y era feliz. Había
llegadoasucúspide,contentándoseconella,adiferenciademí—.¿Enquéestásahora?Nomeapetecíainiciarunaconversaciónsobrelacrisisexistencialporlaque
estabapasando.Niellateníaporquésoportarla.Caviléconrapidezyelaboréunaartimañaparasalirdeallíairoso.—Enlodesiempre—dijeconfiado—.Quenuncafaltenlashistorias…—Nilaimaginación—terminólafrase,citandoaAntonioHidalgo,amigoy
profesoralquehabíaperdidoañosatrás.Larasoltóunarisaligeracargadadelanostalgia de aquellos tiempos. El pasado y lamemoria nunca eran una buenacombinación—.Parecequefueraayer.Nosmiramosalosojosconcomplicidadsinentendersusintenciones.—Sí…¿Quéhacesestatarde,Lara?Mipreguntaladejósinhabla.—No lo sé…No tengo planes después de las seis—explicó confundida—.
¿Meestásproponiendounacita,Gabriel?Entoncesfuiyoquienrio.—Dejémosloenunencuentroamigableentredospersonasquehace tiempo
que no se ven—contesté sorteando su indirecta—.Vayamos a cenar, a tomaralgo.Serádivertidorecordarbatallasdelayer.
Laraparecíasorprendida.Al contrario de lo que podía creer, mis intenciones no iban más allá del
entretenimientoy lacompañía.Teníacuriosidadporescuchar suhistoria,nadamás.—Estábien—respondió—.MehospedoenelAmérigo.—Cincoestrellas.Noesperabamenosdeti…—Sivasatrabajar,almenos,duermebien—contestó—.Teesperoalassiete
enlapuerta.—Entendido.—Porcierto,¿tienesminúmero?Seformóunapausaincómoda.—Sí.Ellasuspirócomosihubieserecordadountrágicoepisodio.—Claro que lo tienes… —dijo recompuesta—. A las ocho. Sé puntual.
Detestoalostardones.Lara Membrillos se marchó y abandonó la estación junto al montón de
personasquehabíallegadoconellaenelmismotren.Mequedépasmado,conlamenteenblancoyunacaradeidiotaqueprefería
noverenelreflejodeningunaventana.Nosabíaloqueestabahaciendo.Aunquemisintencioneseranbuenas,sabíaquesiemprelocomplicabatodo.Y
yanopormí,sinoporella.Talvezmesintieramalpormisaccionesdelpasado.Laculpaeslapeordelascargasysiemprebuscamoselmodomásrápidode
librarnosdeellas.Fueracomofuere,meprometíqueseríadivertido.
SoledadyahabíallegadoaÁvilacuandomeabrochabalosbotonesdelacamisablancaconlaqueacudiríaamiencuentro.El viaje había ido bien, sin sorpresas y a partir de esa tarde, tendría que
adaptarseduranteseismesesaunentornonuevo.Charlamos lo justo y evité contarle sobre mi encuentro fortuito con
Membrillos.Penséqueerainnecesario.Aunqueconfiábamoselunoenelotro,lasdistanciasnuncaeranbuenasconsejeras.Salíalacalleymesubíalcoche.Estabasucio,peronoimportaba.Laranolo
vería.Unanocheconella incluiríaalgunaqueotracopa,asíqueloúltimoquedeseabaerauncontrolpolicialquemeretiraraelcarnédeconducir.Unavezhubeaparcadoenelcentrodelaciudad,medejécaerhacialacosta
sumergiéndome en la multitud que pululaba por las tiendas, los bares, lasterrazas y disfrutaba de un verano caluroso e idílico. El sol se ponía y lospeatones eran una amalgama de gente arreglada antes de una cita formal,aquellosquellevabanelchándalcomoseñadeidentidadylosqueregresabandelaplayaenchanclasytoallasencimadelhombro.Latemporadaestivalparecíaquecareciesedenormas.Bajéporlaramblaylleguéhastalaesquinaquemellevabaalaplazamayor.
Allí,iluminadaporfocosyprotegidaporunabonitacristalera,LaraMembrillosesperabaenelinteriordelhotelvestidaconunvestidonegro.Porsupuesto,erauna mujer confiada que conocía la posición que representaba. Cada detalleestabacalculado.Miréelreloj,todavíateníacincominutos,peroalsaberqueestabaallí,caminé
hastalapuerta,dondeunmiembrodeseguridadvigilabaaloshuéspedes.—¡Vaya! ¡Sí que cambia la gente con el tiempo!—Exclamó al verme. El
vigilantemeechóunamiradaodiosa,comosinoestuvieraalaalturadelacita.Todossabíanquiéneraella,peronadieconocíaquiénerayo.—Laprimera impresión es la que cuenta—contesté.Lara salió a la calle y
miróalrededor—.¿Ytucoche?Noexistíanadapeorqueserunaemperatrizdebarrio.—Seguroqueentuhotelteconsiguenuntaxi.Asintióaregañadientesyentródenuevohastalarecepción.Minutosmástarde,uncocheblanconosrecogíaenlapuertadelhotel.Cruzamos el corazón de la ciudad callejeando por el casco histórico y el
chófernosdejófrenteaunadelascallesquelindabaconCastaños.Lanocheentrabaconesplendoryelaugedelajuventudconganasdecomerse
lamadrugadapodíaolerseenelambiente.Membrillos desconocía a dónde la llevaba, pero estaba seguro de que mi
elecciónlesorprendería.
ApostéporelBistrot,unlocalexclusivodeestéticaparisinaqueocupabalosbajosdelTeatroPrincipaldeAlicante.Laterraza,decoradaporpalmeras,mesasaltas, taburetes de madera y grandes sombrillas de tela blanca sobre unasuperficie de tablas, brillaba con esplendor frente a la fachada del históricoedificio.Allínocabíaunalfiler.Hombresconamericanayacicalados,mujereselegantes cargadas de bisutería. El Bistrot era conocido por su alta exquisitezculinariayunaselectacartadevinos.Unmundoalquenopertenecía,peroenelquemehabíaacostumbradoaestar.En una situación normal, hubiese optado por un lugar más clásico, más
castizo, pero Lara Membrillos era una de esas celebridades que buscaba laexcentricidadporencimadeldisfrute,asíqueimaginéqueallí,rodeadadecarasconocidasdelpanoramaalicantino,sesentiríacomopezenelagua.Unjovenempleadonosllevóhastaunadelasmesas.Para mi suerte, había reservado previamente a nombre de la presentadora.
Nuncafallaba.Dehabersidoelmío,talvezestuviéramoscenandoenotrolugar.Yesqueunacaraconocidasiempreteníamáspesoqueunafirma,pormuchosejemplares que ésta vendiera. Los escritores, como otros muchos artistas queplasmabansustrabajosperosehacíanverpoco,nuncallamabanlaatención,nisiquieraalahoradepagar.—Meencantaestesitio,¿esnuevo?—PreguntóMembrillosanonadadaporel
paisajeque la rodeaba.Ella, tan acostumbrada al elitismodeMadrid, ponía ellistón bien alto. Y no me importaba. Sólo quería hacerla sentir cómoda,compensarla por esosmensajes perdidos en lamemoria demi teléfono—.Mehasvueltoasorprender.Viniendodeti,penséquemellevaríasaunlugar…—Los prejuicios te pueden, Lara —dije y reímos. Detrás de cada chiste
siemprehayunaverdad,ymicomentarionohabíasidounabroma.Dimosunvistazoa lacarta,pedimosquesoscurados, croquetasde lechede
oveja Latxa, boletus guisados, quisquilla con tartar en sopa de cerezas y uncrianzadePagodeCarraovejasde2009conelque,trasverelprecio,supequehabríasaldadomicuenta.Hablamos de informalidades bajo una noche tranquila con un cielo azul
estrellado,laluzdelasfarolasyelairecillomediterráneo.Cuandoelmetrellegóconlabotellaparasudegustación,señaléaLarapara
quehicieraloshonores.Ellamirócómoelcaldorociabalacopayesperóaqueelempleadoterminara.Después,moviólacopacomounaexpertaenmateriaydiounligerotrago.Pusolamiradaalcielodispuestaaevaluarlacalidaddelvinoyconsólounamiradasupequenoteníalamásremotaideadeloqueseestababebiendo.—Estábueno—contestóasintiendoydejólacopasobrelamesa.
Sinceramente,esperéalgomás.Elmetresirvióalosdosybrindamos.—Mealegroqueteguste.—Eresunacajadesorpresas,Gabriel.—Másbien, diría que soy una caja de truenos—contesté.El comentario le
sacó una sonrisa.No existía tensión alguna entre nosotros, ni siquiera sexual.Esomealivió.Porfin,podíadisfrutardelacompañíadeunamujeratractivasinque los demonios empezaran a cantarme al oído. Entendí que eso era lo quesignificabaestarenamoradodeotrapersona—.Ahora,cuéntame…¿Quiéneselagraciado?LosojosdeLanaseabrieronydesviólosojosasusortija.Tuvelaimpresión
dequesehabíaruborizado.—Puesno te lovasa creer…—dijoella tomandoaireparacrear intriga—.
Supongoquemehabrásvistoenesteprogramadebaile,¿verdad?—Nosoydeverlatele,peroalgoheoído.—Bueno, no importa—respondió ignorandomi comentario—.Resulta que,
durantelosensayos,conocíaunodelosproductoresdelprograma,queasuvezesunodelosaccionistasdeCanal5…—Yteenamorastedeél…—No, no en el primer encuentro —explicó—. Así, de primeras, no me
impresionó.Ya sabes, los estudios están llenos de chicos guapos que entran ysalen,deaquíparaallá.Tehacesunaidea,¿verdad?Todoelmundoquieresalirenlatele,esotrarealidad…—Me lo imagino—dije y di un trago al vino.Estaba realmente bueno.Me
preguntécuántoduraríaelsoporíferorelato.—El caso es que, un día, este hombre, Alfredo, apareció mientras
practicábamosunadelascoreografías—prosiguióconentusiasmo—.Yyoconropa de gimnasio, sudada, te lo puedes imaginar… Comenzó con palabrasbonitassobremitrabajo,micarrerayquequeríallevarmealosinformativosdesucadena,queeslacompetencia.—Hastaahí,llego,Lara…—Pero,claro…nopodíaser—argumentó—.Asíquemeinvitóacenar,sin
pretensiones,paraprofundizarunpocomás.Élqueríaconocermássobremí,demiorigen.Decía serunenamoradodeElcheyya sabesqueamí conesomeganacualquiera…—Claro…—Unauténtico galán,Gabriel, como los quenoquedanhoy—remarcó.La
pobre había tenido malas experiencias sentimentales—. No intentó nada, nisiquiera un acercamiento.Me llevó a casa en su propio coche yme dejó allí,
todo muy informal, muy llano. Reconozco que su apariencia no me cautivódesdeelprincipio,puesheestadoconhombresmásatractivos,perosupeverqueestabaanteunauténticoseductor.Aquellomehizopensarynuestrosencuentrosempezaronasermásfrecuentes.—Quécosastienelavida,¿eh?—Preguntémientrasdisfrutabadelapelícula
quesehabíamontadoenlacabeza.Aellasiemprelehabíagustadoserlareinadelbaile—.¿Quiéndioelprimerpaso?—Él, bueno… los dos —reculó—. ¿Qué importa eso? Yo no me iba a
declarar.Sabíaqueestabadivorciado,quehabíatenidootrasrelaciones.Nomepodíaenfrentaralrechazo.No,mientrassiguieraeneseprograma…—Perovuestrossentimientossecorrespondían.—Asíes.—Bonitahistoria—dijeyalcélacopa—.PortiyporAlfredo.Mealegrode
veras.Larasonrióynuestrasmiradassetocaroncomounchispazo.Talvezestuviera
feliz, tal vez no, pero había logrado lo que siempre había deseado y eso eradigno de admirar. No siempre se llega a la meta. A veces, una vida no essuficiente.Mealegréporellayledeseélomejorensilencio.Los platos empezaron a llegar a la mesa. Degustamos y disfrutamos como
niñosantelosmanjaresquenoshabíantraído.Erareacioaesetipodelugaresdemoda,perodeboreconocerquenomearrepentídemielección.—Cuéntamesobreti—dijolimpiándoselos labiosconunaservilletadetela
—.¿Siguesconesachica?¿Lapolicía?Membrilloshabíahechosusdeberes.—Asíes—dijeyservímásvinoenlascopas.Eltintoempezabaarelajarmis
órganosyesoeraunabuenaseñal—.Elordenhavenidobienamivida.—Nuncamejordicho.Volvimosareír.Eralomásingeniosoquehabíadichoenlanoche.—¿Sabes,Gabriel?—Arrancó lanzandoal aireun interrogantequemehizo
temblar—.Siempreserásunaespinitaclavada.Levantólacopaalaalturadesurostroparaocultarsecomolaniñapequeña
quehabitabaensuinterior.—Me alegra saber que me llevarás allá donde vayas —dije sorteando la
trampaquemehabíapuestoydesviélaconversación—.¿Cuálessontusplanesenlaciudad?—Estaréaquídosdíasmás,hastaelsábado.DespuésregresaréaMadridyen
unasemanameiréaVeneciaconAlfredounosdías.—Unclásico.
—Entodaregla.Ymegusta.Brindamosdenuevo.PeseaqueMembrillosfueraunadepredadorasocial,resultabadivertidayme
caíamejordeloquerecordaba.Comoelvino,laspersonastambiénenvejecen,nosóloporfuera.Algunasconmásgraciayotrasincapacesdesoportar.Traslospostres,pedílacuentaymedignéanomirarelinterior.Laramelo
agradeció.Dispuestosaabandonarellugartrasunamagníficavelada,miréalapresentadora.Teníalaatenciónpuestaenalgoqueocurríaamisespaldas,porloquenopodíaentenderquépasaba.—¿Sucedealgo,Lara?Ellafruncióelceñoyapretóloslabiosponiendocaradeintriga.—Hayunachicaahí…—dijoseñalandoconelíndice—.Sucarameresulta
delomásfamiliar,aunquenosabríadecirteelporqué.—Quédemonios…—respondí.Intrigadomegiré,perosóloviunmontónde
comensalesdisfrutandodelanoche—.¿Quién?Yentonceslavi.Notardénidossegundosenreconocerla,pormuycambiadaqueestuviera.Tenía el cabello más largo y lucía mechas californianas que le sentaban
fenomenal. Ibaacompañadadeunhombrerubiodepielbronceada,horterasincomplejos,conunaamericanaveraniegayunacamisadelinodebajoporelquemostrabasupectoraltrabajadoenelgimnasio.Poseíaunmentónprominenteylamiradaverdeesmeralda.Estabaanteunatransformaciónradical.Ella había dejado atrás las camisetas de grupos de rock y los pantalones
desgastadosyahoravestíadenoche,conunconjuntonegrocontransparencias.Una vez pasada la insensatez de la primeramitad de la veintena, los años lahabían devuelto al grupo social del que procedía.En lasmanos, unmonederorectangulardelmismocolor.Mequedésinsaliva.Losastrossehabíanalineadoenmicontrallevándosea
Soledadydejándomeenmediodelabismo.SiencontrarmeconLaraMembrilloshabíasidounasorpresa,estoponíalaguindaalpastel.—¿Gabriel?—Preguntólachica.Esavoz,esetono,eseperfume.—¿Blanca?Sí, era ella. Blanca Desastres, después de tanto tiempo. Mi exnovia, mi
segundo amor verdadero,mi punto de inflexión. La chica por la que estuve apuntodedejarlotodo.
CAPÍTULOCUATRO
Duranteunosinstantes,nosupequéresponder.Mehabíaquedadosinpalabras,algo poco frecuente en mí. Blanca Desastres estaba allí, delante, y lo másinteligentequehicefuequedarmeensilencio.Fue una casualidad que los dos nos encontráramos en el mismo lugar. Era
verano,muchosmadrileñosviajabanhasta lacostaparapasarsusvacacionesyaquel restaurante eraunode los sitiosdemodade la ciudad.Puedeque aquelhubiesesidomierror.Mecostómuchosuperarlo,peronuestrarelaciónnopodíafuncionar.SiLaraMembrillosera laantítesisde loquebuscabaenunamujer,BlancaDesastres era la periodista idílica con la que siempre había imaginadotenerunromance.Yasísucedió,perotodosefuealgareteencuantoelsueñoterminóylavida
real nos puso a cada uno en nuestro sitio. Los líos, las aventuras peligrosas ycorrer tras lanoticia eraun chutede adrenalina, pero ellabuscaba estabilidad,formarunafamiliaycomprarunacasa.Mástempranoquetarde,seacabóhartandodemisllegadasadeshoras,delas
juergas nocturnas que concluían con el amanecer, de los concietos de jazz, demisdramasdeescritorcontralasociedadydelaprecariedadsalarialquesufríaporentonces.Siempre pensé que, si hubiese esperado un poco más, quizá habríamos
aguantado. Pero el azar no lo quiso y convencerse de ello era una simplebobada.Blanca era de una familia acomodada del centro deMadrid y la presión le
pudo. Así que entendí que decidiera pasar página, dejar de lado a loscorrecaminosybuscavidascomoyoparasembrarseunfuturofructíferodentrode la profesión.Y, de paso, encontrar a un hombre con la cabeza en su sitio.Despuésdenuestra rupturaen lacapital,novolvíaverla jamás,nisupimoselunodelotro,hastaesemomento.—Quésorpresaverteporaquí—dijoellacondesconfianza—.Notehacíayo
porestossitios…—Sinembargo,yoatisí—contesté—.Vaya,mehacostadoreconocerte.El
cambiotesientademaravilla.—Gracias—dijoysonrióporeducación.Podíasentirelresentimientoensu
voz—.Tú,encambio,estásigual.—Sifunciona,paraquécambiarlo,¿nocrees?—Ya,yaveo…—respondióymiróconreceloamiacompañante—.Siempre
bienacompañado.Hola,minombreesBlanca.Larasacópechoyextendiólamano.PuedequeBlancadesprendieraclaseal
caminar,unportequenoseconseguíacondinero,peroLarano teníamiedoanadie.EraelrostrodeEspaña.
—Encantada, soyLara—dijoy estrechó lamano—.Vosotros habéis tenidoalgo,¿verdad?PrimerderechazodeLaradirecto al estómagodeBlanca.Estaba jugandoal
ataque,sembrandocelosenelcompañerodemiexpareja,convirtiéndomeeneltemadesuconversaciónporelrestodelanoche.—Verdad —dijo Blanca con brevedad—. Buen olfato, ni que fueras
periodista.Ambas rieron con extrema falsedad.La situación era tensa, picanteyyono
podíamásqueaguantarmelasganasdesalircorriendodeallí.—¿Quétetraedevueltaporlaciudad,Blanca?—Preguntéquitándolehierro
alaconversación.—Oh, perdona. Él es Pedro —dijo presentando al chico—. Estamos de
vacacionesunasemana.Después regresaremosaFormentera.Mejorahoraqueenagosto.Estoseponeinsoportable.—Siemprefuistedeislas.—Esquetieneelamarreallí—explicóBlanca.—Hemosvenidoenmiyate—añadióél.Laconversaciónseponíacuestaarriba.—Vaya,debesganarmuchoparaser…¿Modelo?—Preguntécongracia,pero
noparecióagradarle.—Empresario—respondiósinmostrarápicedeempatía—.Enmifamilia,los
Lacruz,tenemosunnegociodeexportacióndeacero.—Interesante—dije—.Llámamecuandonecesitéisunabiografía.Blancasegiróhaciasuacompañanteyloagarródelbrazo.—Mealegrodeverte,Gabriel—comentóantesdemarcharse—.Hasidouna
sorpresaencontrarte…aquí.Quetevayatodomuybien.—Lomismodigo,Blanca.Hastalapróxima.BlancaDesastresyPedrosefueronhaciaelinteriordelrestaurante.Elregusto
delcafésehabía transformadoenunasensaciónamargaydensa.VeraBlancanofueunagratasorpresa.—¿Hasta la próxima?—Preguntó Lara siguiéndolos con la mirada—. ¿De
verdadquieresvolveraveraesainsolentemalcriada?Giréelrostro,apoyéelcodoenlamesayacariciéaLaraporlabarbilla.—¿Sabes,LaraMembrillos?Esonolodecidoyo…Quieraono,siemprehay
unapróximavez.
Pese al sabor agridulce que me había dejado la cena, la velada terminó sinsobresaltos. Ver a Blanca, después de todo, me había revuelto las tripas. Losamoresnoseolvidanconlafacilidadquesolemoscreer.Haypersonasquesonreemplazablesparaelcorazón,peronoparalamemoria.Paseamosbajolaalgarabíadelanocheyeltráficodeloscochesquecruzaban
lasarteriasdelcentrodelaciudad.Recordamosmomentosdelpasadoy,porunmomento,mesentícomoBogartenunapelículadelosañoscuarenta.Finalmente,acompañéaLarahastasuhotel.Teníamisdudasdeaquello,pero
nocabíaotraopción.Unodebecumplirconelcódigoalqueesfielyelmíoeraése,pormuchoquecambiaralasociedad,pormuchoqueéstaquisierahacermecreerquepertenecíaaotrostiempos.En la puerta, Lara Membrillos se quedó quieta, silenciosa y leí en sus
movimientos que estaba a punto de ofrecerme una última copa.Una señal deagradecimiento, quizá. Tal vez, algomás.No lo supe, porque no iba a ser yoquiendieraesepaso.—Hasidounanocheredonda,Gabriel—dijosujetandoelmonederodeLouis
Vuittoncon lasdosmanos.Enotraocasión,mehabría lanzado.Pero,porunavez,teníalasideasclarasyelrestonoeramásqueproductodelacienciaficción—.Hacíatiempoquenomedivertíatanto.Noesperabaquefueraasí.—Notodoslosescritoressomostiposaburridos—contesté.Ellasonrió.Bajó
laguardiayentendióquehabíamosllegadoalfinal—.Eresunamujerestupenda.Nopermitasqueteengañenconcuentosdesirena.Ellaabriólosojossorprendida.Esperabaotrarespuesta.—Tendréencuentatuconsejo—dijoymiróhaciaelinteriordelhotel,ahora
vacíoytranquilo—.Estarde,mañanatengounlargodíapordelante…Llámamesinecesitasalgo,osiquierestomaruncafé.—Seráunplacer.Diounpasoalfrenteyseacercóamí.Elcorazónsemeaceleró.Larame dio un beso en lamejilla y se quedó frente amis ojos, a escasos
centímetrosdemirostro.Unamiradapenetrantealaqueunhombredifícilmenteseresistía.Seseparóyesbozóunamueca.—Buenasnoches,señorCaballero.
Fue una noche calurosa, en la queme costó conciliar el sueño por diferentesrazones.TeníalaplenituddehaberhecholoquesentíayesomealivióeldolordetripasqueBlancaDesastreshabíadejadoenmí.Enefecto,comoRojohabíadicho,algunoscambianyyoeraunodeellos.Dormirasolasseconvirtióenunejerciciodealtadificultad.Lacamaparecía
el doble de grande sin Soledad y no hice más que dar vueltas buscando unaposiciónquenoencontraba.Alamañanasiguiente,losrayosdesolprimerizosdelamañanameabrieron
los ojos. Sería otra jornada calurosa y ese apartamento, de la noche al día, sehabíaconvertidoenunaprisiónmental.Mediunaduchabienfría,preparécaféydecidíquevolveríaalacasadela
playahastaqueSoledadregresara.Allíestaríamástranquilo,sinlatentacióndevolcarmeenlasbarrasdelosrestaurantesycometeralgúnactopecaminoso.Erami cautiverio personal y me venía bien pasar unas semanas alejado de laactividad social.Así pondría enordenmis ideas, escribiría la columnapara eldiarioyempezaríaeselibroquetantosemeestabaatragantando.Bajé a la callehasta la cafeteríade la esquinaparadesayunar.Losbaresde
barrio siempreayudabancon lascrisispersonales.Nohabíamásqueecharunvistazoyescucharlasopinionesinnecesariasdeotrosparadarmecuentadequeno estaba tan mal. Supongo que era un acto reflejo y que todos los clientespensábamoslomismodelresto.Olíaapantostado,zumodenaranjanaturalybolleríaindustrial.Mesentéenlabarrametálicaypedílodesiempre:uncaféexpresoymedia
tostada de pan con tomate rallado y unas lonchas de jamón serrano. Alguienechabadineroalamáquinatragaperrasdelfondo.Esasíqueeraunaformadeacercarsealafortuna.Medeslicéunoscentímetrosyalarguéelbrazoparaleerlasnoticiasdeldía.
Hacíatiempoquehabíadejadodeleerlaprensaquenofueradepapel.Laredsellenabadeinformaciónquenollegabaarecordarhorasmástarde.Paramiasombro,alpasarlasprimeraspáginas,volvíaencontrarmeconuna
noticia que captó todomi interés. Empero, esta vez no fue curiosidad lo queexperimenté,sinopánico.Alguien había provocado un incendio y las llamas estaban a punto de
quemarme.
CAPÍTULOCINCO
La fotografía que ocupaba el centro de la página mostraba, de nuevo, a lacondesadeTerranostraagarradadelbrazodesuhija,MaríaLuisadeTorrevella.EraunaimagendearchivosacadadeunadegalabenéficaenlaqueMaríaLuisaparecíamásjovenylacondesarespirabavitalidad.Sobrelafoto,yconunmontajeelaboradoaúltimahora,habíanestampadoun
sellorojo,comoenlaspelículasdeespías,conlapalabraEXCLUSIVAenrojo.A su lado, unos documentos escritos amáquina con aspecto de telegrama.Lanoticiadecíaasí:
La familia de Torrevella al borde del
colapso
Unafuenteanónimarevelalascausasporlas
que la condesa de Terranostra ha puesto en
ventasumayorfortuna.
Lapasadanochedeljueves,laredaccióndel
DiarioAlicantinorecibióuninformeanónimo
enelqueseexplicanlasrazonesporlaque
laBeatrizLucerosdeFinestrat,condesade
Terranostra, anunciaba la venta del grupo
empresarialfamiliar.
Lejos de las declaraciones de su hijo,
Leonardo de Torrevella, director del
conglomerado de empresas familiar, la
urgencia por deshacerse de más de la mitad
del accionariado se debe al desastre
financiero que arrastra el grupo Holding
Terradesdemásdediezaños.
Más de quinientos despidos en el último
trimestre. Tres empresas liquidadas en los
últimosaños.Apesardelasapariencias,la
sucesiva mala gestión de las cuentas y
diversas inversiones desafortunadas en el
sectorinmobiliariohanpuestoalosnobles
en la quiebra. Por otro lado, la redacción
Diario Alicantino posee en exclusiva un
sumariodelosmovimientosquecuestionanla
dudosarentabilidadquehamantenidoaflote
lasempresas.
Hasta el momento, como responsables de la
verdad y del oficio, antes de verter
calumniasalosafectadosyservíctimasde
unengañoenlostiemposquecorren,fiela
nuestra ética, la dirección del diario se
guardará el derecho a publicar el resto de
datos hasta que corrobore la validez de
estos.
Aunque la fuente se presenta de carácter
anónimo,diversosperiodistasexperimentados
delaprovinciabarajanalgunosnombrescomo
posibles autores de este arriesgado
comunicado.Debidoalasintaxisyalestilo
enelqueestánredactadoslosexpedientes,
todoapuntaaunafamadoescritoralicantino
denovela,anteriormentetambiénperiodista
ycolaboradordelosdiarioscomarcales.
Lasmanosmetemblaban.Escuchabaloslatidosdemicorazóncomoeltictac
de una bomba a punto de explotar. No es queme considerara el ombligo delmundo.Eraobvioquelaredaccióndeesediariosereferíaamí.Almenos,cabíaesaposibilidaddentrodemicabeza.Pensarenloquepodríavenirdespuésmeparalizó.Cuando fui adarun sorboal café, sehabíaenfriado.DesdequeSoledad se
habíamarchado,parecíahabersecreadouncaosconfusoamialrededor.
Tenía que ser una broma de mal gusto, una estratagema de algún antiguoempleadodespedidoodealguienqueteníaganasdehundiralafamilia.Seguroqueexistíaunaexplicación,ymehabíanelegidoamícomocabezadeturco.Didosbocadosalatostadaparanoirmeconelcuerpoelayunas,paguéysalídeallí.Penséconclaridad,rápidoyconcreto.Miletargodeplayayescrituratendría
queesperarunashoras.Sólohabíaungrupodepersonasquemepodíaayudaraencontrarluzentodo
eseasunto.Lamentablemente,mivisitanolespondríadebuenhumor.Aveces,nosetienealternativa.
Toda la vida se había dicho que las noticias corrían como la pólvora por sufacilidad para propagarse. Sin embargo, prefería pensar que, a diferencia delpolvocombustible,lainformacióneramásparecidaaunvirusletal.Unabacteriaque pasaba de boca en boca, mutando, convirtiéndose en otra cosa hasta quearrasabacontodo.Ademásdecontaralgoquepudierasercierto,lasnoticiassefabricabanpara
quelagentetuvieraalgodequehablardurantelashorasquepasabadespierto.Nadiedeseabavivirentresilenciosincómodos.Mesubíaldeportivoypiséelaceleradorconcentradoenunasoladirección.Regreséalcentrodelaciudad,crucéelbarriodeVistahermosa,dejéaunlado
el estadio del Hércules y aparecí en la avenida Doctor Rico. Allí, a lo lejos,estaba el templo queme ayudaría a aclarar el embrollo en el queme queríanmeter.La redacción del Diario Información se encontraba junto a un solitario
McDonald's. El edificio era grande, amplio y mantenía un aspecto decente apesardelosaños.Enlapuertahabíaeltránsitotípicodeunafactoríadenoticias:becarios, taxis que recogían a reporteros, cámaras, algún que otro agente deseguridady,sobretodo,fumadores.Atrásquedabanlosdíasenlosqueyomeuníaalacortinadehumo.Lavida
en esas cuatro paredes era lo más parecido a un programa de telerrealidad.Sabíascuandoentrabas,peronuncacuándosalías.Detuve el coche en el aparcamiento contiguo a la redacción ymi presencia
despertólasprimerasmiradas.Algunasdeadmiración,otrasdeodio,lamayoríaderesentimiento.El Información era el diario más fuerte de la región y en el que todos
confiaban,oasílohabíasidodurantemuchotiempo.Noobstante,enunaépocadetitularesrápidos,clicsvirtualesynoticiasfalsas,habíanperdidotracción.Tras ladesaparicióndeotrasgacetas,elDiarioAlicantinoseconvirtióenel
panfletosensacionalistaquecubría loqueel Informacióndejabaaun lado.Lacompetencia más directa. Una plantilla estelar, cientos de miles de euros definanciaciónyunaccionariadoconcentradoen llenarse losbolsillosacostadelostrapossuciosajenos.Noobstante,queestosfueranahora losbuenosde lahistoria,nosignificaba
quefueranmejoresquesuscompetidores.Mi paso por allí había sido temporal. Siempre había trabajado para la
competencia, ahora extinta, hasta que comencé a colaborar con algunosreportajes.Nuestrarelaciónterminótrasvariospercancesprofesionales.Contarenmislibrosloquepensabadesdelasentrañas,fueunodeellos.Así que me había ganado un séquito de adversarios innecesarios que no
dudaríanenvendersealmejorpostorcon talde tirarmedel trono.Peronomeimportaba.Ningúnreygobiernasinenemigos.Mi esperanza estaba allí, en un entendimiento, en encontrar el lado más
humano de quienes dirigían todo aquello. Por supuesto, a cambio de algo.Siemprehabíaunprecioquepagaralahoradehacerfavores.Bajé del auto y caminé hacia el interior.Ami paso, notaba los ojos de las
personasconlasquemecruzaba,atravesadosenminucacomoclavosdeacero.Cuando crucé la entrada principal, un puñado de recuerdos me erizaron el
vello.Elolorapapel,acafédemáquina,aequiposinformáticos.Elecodemispasoseraperturbador.Unasecretariamerecibióenelmostrador.—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle? —Preguntó. Su rostro era
desconocidoparamí.—Me gustaría hablar con LeandroAgulló, el director—dije. Lamujerme
mirócondesaire—.Sipuedeser,claro.En un acto reflejo, dirigió sumano hacia el teléfono de lamesa. Después,
rectificó.—ElseñorAgullóestáocupado,perosimedasunombre…Puselosbrazossobreelrecibidorymeacerquéunoscentímetros.—DígalequeestáaquíGabrielCaballero.Su cuerpo tomóuna posición defensiva, aunque no parecía saber con quién
tratabayesolaconfundió.—El señorAgulló no recibe visitas fuera de agenda—explicó—.Lepuedo
dejarunanotaysepondráencontactoconustedencuantoloconsidere.—Esunaurgencia, señorita—insistí—.Nocometa el error dequedarse sin
empleo.Fuidemasiadoduro,loreconozco.Perosurtióefecto.Me aproveché de su falta de conocimiento para empujar todavía con más
fuerza. La mujer reflexionó unos segundos mientras yo seguía allí plantado.Despuésdescolgóelteléfonoymarcóunnúmero.—Buenosdías,señorAgulló…—dijoyseescuchóunavozinteligibleporel
auricular—.Sí,losé,perohayaquíunseñorqueinsisteenhablarconusted…GabrielCaballerodicellamarse…Estábien,sinproblema.Asíharé.Colgó y me miró con desaprobación. Luego sacó una tarjeta con banda
magnéticaparainvitadosymelaentregó.—El señorAgulló leesperaen suoficina—dijoa regañadientes—.Estáen
el…—Conozco el lugar—interrumpí y sonreí para calmar la situación, pero no
pareciórelajarse—.Graciasporsuatención.Medirigíhastalaentradaycrucéantelavigilanciadelpersonaldeseguridad.
Las cosas habían cambiado. En otros tiempos, no había más que un bedelencargadodequitarleelpolvoalmobiliario.Caminépor lospasilloshasta las escalerasy evité asomarmea la redacción
principalen laque losperiodistas tecleabana todavelocidad.Depronto,antesdetomarlospeldañosquemellevabanalaprimeraplanta,notéquealguienmeseguía.—¿Caballero?—Preguntóunavozroncaycansada.Cuandomedilavuelta,allíestabaél.Cargado con una cámara de fotos y una mochila al hombro, Pomares, el
fotógrafo por antonomasia de la provincia, me observaba en la distancia. Sureacción fue una amalgama de emociones. Pomares y yo habíamos sidocompañerosenelpasado,hastaquenuestrarelaciónllegóasufinacausademiimpertinencia.Mehabíaaprovechadodesuingenuidadyesoteníasuscostes.En aquella profesión, quien creía ser amigo de todos sin separar entre lo
personalyloprofesional,terminabaconvirtiéndoseenelcharcodelágrimasquenadiequeríasoportar,viendocómoelrestoascendíamientrasnadaocurríaasualrededor.Noexistenadapeorcomodarlástima.Pomareseraelejemplomásclarodelfracaso.Suaspectoseguíasiendoeldeunserqueseabandonaconelpasodelosdías.
Desordenado,conunacamisetadescolorida,vaquerosdesgastadosyunabarbaquehacíaesfuerzosporcrecer.—Hombre,Pomares…—dijesinacercarme—.Cuántotiempo…Suimpotenciaeramásqueobvia.Hastaunaplantapodíasentirla.—Siestásaquíporloquecreo,mealegradecirtequeestásacabado.Enefecto,elvirussehabíapropagadoyPomaresestabaal tantodequeme
habíanseñaladocomoprincipalautordelafiltracióndelosTorrevella.—Te recuerdo que ahora trabajo con vosotros —dije esquivando el
comentario—.Esperoqueleasmicolumna.—Siguessiendoelmismogilipollasdesiempre…—contestóbabeandoodio
—.Ríetemientraspuedas.Acada cerdo le llega suSanMartíny contigohantardadodemasiado.—Veoquetútampocohascambiado—dijecaminandohacialasescaleras—.
Losiento,notengotiempo.Hablaremosotrodía.—Tefotografiarécuandotemetanentrerejas—comentóamisespaldas.Seguíaallíquieto,plantado.—Noolvidessacarmimejorperfil,recuerdaqueeselderecho…—dijeysubí
losescalonesdejandoatrássusilueta.Hablar con él me dio mal augurio. Nunca había temido a Pomares, pero
parecíatansegurodesímismoquesuspalabrasmecondicionaron.En la planta superior, la puerta del despacho deAgulló estaba abierta. Para
másinri,enelinteriornoestabasóloél,sinotambiénAlfonsoSerrano,veteranoredactorjefe,cincuentón,delgado,camisadecuadrosdemangacortaymonturasrojasdepasta;yLucianoRomán,otrocuarentónprofesordeuniversidadvestidodeamericanablancayconairesdeTomWolfe.—Estosíqueesunrecibimiento—dijemostrandolaspalmasde lasmanos,
fingiendounasonrisaparaganarmelasimpatíadeltrío.—Pasa, pasa, Caballero…—dijo Agulló limpiándose la frente de sudor—.
Siéntate,anda.Agullócorriólacortinadelacristaleraparaquenopudieranvernosdesdeel
exterior. Román cerró la puerta con seguro y se apoyó en unmueble con losbrazos cruzados. El aire acondicionado mantenía la temperatura fresca delcuarto.Agulló tenía el despacho decorado con imágenes en las que aparecía él y
algúnfamoso.Tambiénhabíarecortesdenoticiasenmarcadas,unordenadordepantallafinasobreelescritorioyunmueblecargadodearchivadores.Alfonso Serrano me ofreció un vaso de agua y una silla para que me
acomodara.Tuvelasensacióndequehabíamordidounceboinvisible.Meviacorralado
poreltercergradoqueestabanapuntodehacermeesostres.Las cosas no parecían salir como había esperado pero, antes de juzgar la
situación,debíajugarmiscartassobrelamesa.—Imaginoquenoestásaquíparahablardelascondicionesdetucontrato…
—comentó Agulló sentándose en su sillón de cuero. Escuché unas risillas defondo.EnelescritoriohabíaunejemplarfrescodelDiarioAlicantino.Supepordóndeibanlostiros—.Túdirás,Caballero.Seformóunsilencioenelcuarto.Lavoznomesalía.Estabaallíparapedirlesayuda.Meibanadestriparvivoa
cambiodeella.—Iré al grano—dijeydiun sorboal vasodeplástico—.Esperoqueno le
hayáisechadopentotal…—Déjate de gilipolleces, ¿vale? —Respondió tajante el director—. ¿Qué
quieres?—Respuestas—dije.El agua fresca aclarómigarganta—.No séquién está
detrás de esto, si es una campaña contra mi persona o si están utilizandominombreparaotrosfines,peronotieneningunagracia.Hacetiempoquedejédemetermedondenomellaman.—Ylorentabilizastebien,amigo…—comentóRoman.
—Aversi loentiendo,Gabriel…—dijoAgulló—.Nosquieresdecirquetúnotienesnadaqueverconestaspublicaciones.Eseso,¿verdad?—Sí.—Entonces denuncia al diario —respondió Alfonso Serrano con voz
sacerdotal.—Nohevenidoaquíparaeso.Quierosaberquiénestádetrásdeesteasuntoy
saberporquémeseñalanamíynoaotro,porejemplo.LeandroAgullórioconsutileza.—¿Seguroquenoesotradetuscampañasdepromociónparaseguirenalza?
—Preguntóeldirectorconmofa—.Anosotrosnosbeneficiaytodo…Romándiounpasohaciadelanteypusounafotocopiaencimadelamesa.Era
uno de los documentos filtrados. Exactamente, un correo electrónico. Adiferencia de cómo habían mencionado en el diario, quizá para darle másmisterioaloslectores,estabaescritoenordenadorynoamáquina.Despuéssacóotrafotocopiaylapusoallado.—Encuentra las siete diferencias—dijo soberbio. La segunda fotocopia era
unodeloscorreosqueyohabíaintercambiadoconAgullóenelpasado.Enefecto,elestilo,lapuntuación,laspalabrasusadas,lasintaxis…Todoera
idéntico.Alguien,conmuymalasintenciones,habíaestudiadomiescrituraparacopiarlaaldetalle—.Noexisten,¿verdad?—Se te olvidó lomás importante,Gabriel—añadióAlfonso Serrano—.La
redacciónesprimordialparaidentificarasuautor.Firmaressecundario.—Estetextoesapócrifo.—Loquetúdigas,majo…—replicóRományvolvióalmueble.—Escucha,Gabriel—dijoAgullócansadodetalpérdidadetiempo—.Seastú
ono,nopodemoshacernadaporti,pormuchasrazones…Enestosmomentos,tunombreesunmanchaenelnombredelaprofesión.—Pero…—Simepreguntas—prosiguió—, la ideadedarteunacolumnaeneldiario
fuemeramente económica y, a pesar de nuestro rechazo, no nos quedó otra...Órdenesdelajunta,ellosmandan.Porsuerte,loquetúescribas,noseximederesponsabilidad… Sin embargo, aquí tratamos con otro asunto. Ayudarte, nospondría en mal lugar entre los colegas, tú me entiendes… ¿Verdad? Quizádebiste pensarlo antes de ponernos a parir en tus noveluchas de venta al pormayor…Enfin,eresunhombreafamadoycondinero.Cúbretelasespaldas…Esoestodoloquepuedoaconsejarte.—No necesito un abogado—respondí ofendido—. No me han acusado de
nada.—De momento —dijo Román. Parecía divertirle verme como un ruiseñor
desplumado—.Sitienessuerte,noteharáfalta,pero…yoquetú,meblindaría.LosTorrevellasongentedepoder.—Y esa condesa de Terranostra… —añadió Serrano preocupado—, tiene
famadetenerlosovariosbienpuestos.Guardésilencio.Nosupebienquédecirymiréalostreshombresquemeatendían.—Nopensáisecharmeunamano,¿cierto?—No—dijoAgulló.—Estáis perdiendo vuestro tren —argumenté—. Tenéis la oportunidad de
tumbar a los delDiarioAlicantino para siempre y lo vais a dejar escapar pororgullo.—Asíes—respondióRomán.—Y no sólo eso. Además de permitir que os roben ventas y dejar que un
farsante se burle en la cara del gremio, vais a permitir que me apaleenpúblicamente.—La vida son decisiones, Gabriel —dijo Serrano—. Lo siento. Nosotros
hemostomadolanuestra.Habíausado todosmis recursosyellosnoparecíandispuestosa recular.Lo
último que podía hacer era macharme de allí removiendo sus concienciasidealistas.—Estábien,comoqueráis…—dijeymepuseenpieconexpresiónindignada
—.Denuevo,sedemuestralaéticaqueexisteeneloficio.Osacordaréisdeésta,yalocreo…yoslamentaréisdehaberosquedadoconlosbrazoscruzados.—Suertecontodo—dijoAgullóinmutable—.Lanecesitarás.Resoplé, caminé hasta la puerta y tiré del pomo. Antes demarcharme, me
dirigíaldirector.—Porcierto,respectoaesacolumna…Yaospodéisbuscaraotro.
No existía mejor analgésico que un buen trago después de una situaciónangustiosa.Misintencionesnoeranlasdeemborracharmeytampocobebermeayudaría a olvidar. Pero el gusto de una copa siempre me ponía en mi sitiorecordándomequenotodoestabaperdido.Sentado en una mesa del Noray, un bonito bar de carácter minimalista y
situadoenelpaseomarítimo,apaciguabamimenteconunvermúenlamanoyunejemplardelDiarioAlicantinomientrasobservabalosbarcosatracadosenelpuerto,aescasosmetrosdemí.UnpensamientofugazadestiempomellevóarecordaraBlancaDesastresya
ese idiota que la acompañaba. Bobadas. Eran historia o debían serlo en esemomentoparamí.Esemalditoartículomearruinaríalaexistencia.Alsalirdeaquellaredacción,mesentítandesamparadoquenosupeaquién
recurrir. Empero, soy de las personas que cree que todas las casualidades deldestinotienenunporqué.Ávido, supe ver quemi encuentro con LaraMembrillos no había sido una
coincidenciasuperflua.Tan pronto como aparqué en el centro de la ciudad,mientras esquivaba los
lugaresmásconocidosymaquinabaunpasoquemepusierapordelantedeesoscretinos,nodudéenllamaralapresentadoraparaquemesocorriera.Buscabacompañía,unhombroenelquelloraryaalguienqueentendierami
puntodevista.Demicírculomáspersonal,Soledadera laúltimapersonaa laquedeseaballamar.Lehabíaprometidomantenermealmargendelosembrollosylasmalasnoticiasnoleharíansentirmejor.Porotrolado,mifielamigoRojono podía hacer mucho por mí. A pesar de su red, quien sabe si infinita, decontactos, meterse con la familia Torrevella eran palabras mayores. Rojotampoco sabía nada sobre cómo funcionaban las entrañas del Periodismo.AsíquejuguémiórdagoalagrandeypuseenLaratodasmisesperanzas.Trasunallamada, la suerte sepusodemi ladoyLara,desconozcosipor interésopurasimpatía,accedióareunirseconmigoparaelaperitivo.Unratomástarde,allísentadoviendoondearlasvelasdelasembarcaciones,
sentí una fragancia despertarmis sentidos.Después escuché el taconeo de loszapatossobrelastablasdemaderaqueformabanlaplataforma.Laravestíadeunmodoinformal,congafasdesoldeconcha,vaquerosrotos
porlasrodillas,zapatosdetacónyunablusablancaveraniega.Llevabaelpelorecogido y el rostro apenas maquillado. Parecía otra, más natural e igual delinda.—Penséquetardaríasmásenllamarme—dijoconcariño—.¿Quétal,señor
escritor?
—Mal—dije señalando al vaso de vermú vacío—. ¿Has leído las noticiaslocales?Larasequitólasgafas.Parecíainteresadaporloqueteníaquecontarle.—No, no he tenido tiempo—respondió.El camarero se acercó y pidió una
copadecava—.Tiendoadesconectarcuandonotrabajo.Nocreoqueelmundosevengaabajosinmí…—Eltuyo,seguroqueno…—¿Quésucede,Gabriel?—Preguntóyleacerquéelperiódico.Ellaloabrió,
violanoticiaysuexpresióncambiósorprendida.Luegopasólaspáginasycerróelejemplar—.¡No!—Sí—dije desanimado—. Encimamienten.Yo no lo he escrito.No tengo
nadaqueverconeso…—¿Quépiensashacer?—Ni idea—dije y levanté lamano para queme pusieran otro trago—. Lo
peor de todo es que vengo de hablar con los del Información y no estándispuestosaecharmeuncable…Laraparecíapensativa.—¿Porquéalguienharíaalgoasí?—Yoquésé—dije—.¿PorquélagenteveGranHermano?Elmundoesun
completosinsentido,Lara.—Megustaríaayudarteconestopero,yasabes…—Sí,sí…Notepreocupes—expliquécalmándola.Noqueríacargarenella
mi culpa—. No te he llamado para que uses alguno de tus contactos.Simplemente,necesitabahablarconalguienquemeentendiera.Ellapusosumanosobrelamía.Elanillodecompromisoseguíaahí.—Eso es muy tierno por tu parte, Gabriel… —dijo con una sonrisa—.
Lamentablemente, no voy a tener tiempo de quedarme por aquí, pero se meocurrealgo.Conozcoaunapersonaquepodríaayudarteenesteasunto.—Siesunperiodista,mejorolvidarlo…—No, no. Para nada —aclaró segura de sí misma—. Lo último son más
periodistasenestahistoria.—Entonces,¿quién?¿Unguardaespaldas?—No, escucha—dijo tomando aire y me miró fijamente—. Ahora que lo
recuerdo,tengosucontactoporaquí.Sacóelteléfono,buscóenlaagendayencontróunnombre.—Sorpréndeme…—NoconozcoalacondesadeTerranostrapersonalmente—explicómirandoa
lapantalla—,pero,haceunosaños,mereuníconelabogadoyconsejerodelafamiliaparaunreportajesobrelanoblezaenEspaña.Laimagenquedideellos
entusiasmóalacondesa.Despuésdeaquellaentrevista,acudíaalgunoseventos.Esunhombredetotalconfianzayestoyseguradequetepodríaayudarsiselopido.Tantoaelloscomoati,nolesinteresaesteasunto.Laideaeratentadora,perodemasiadoarriesgada.Ibademasiadolejos.Nisiquieramehabíanacusadodenada.—¿Haríasesopormí?—Preguntéinseguro—.Nosé,Lara.Apreciotuayuda,
perocreoqueesmetermeenlabocadellobo.Estoquehanpublicadosonsólosuposiciones,bulos…Nisiquierahanmencionadominombre.Estagentevivedelsensacionalismo.Ellaasintió.—Lollamaréestatarde—insistió—,porsisepusierapeorelasunto…Nole
diréquiéneres.Deesoteencargarás tú…si locreesnecesario.Piénsalo,es tuúltimacarta.Miúltimayúnicacarta.Cuandosejuegasabiendoqueyalohasperdidotodo,lapartidaseconvierte
enalgomásarriesgadoqueunsimplepasatiempo.
CAPÍTULOSEIS
Nomeagradabalaideadellamaraesetiposinnecesidad.Mostrarmepúblicamenteanteelasesordelafamilia,meponíaenjaque.Vería
mi rostro, sabría identificarme. Aunque escribiendo mi nombre en losbuscadores se podían encontrar fotografías, no era lo mismo. Las personastomábamos diferentes anotaciones en una primera impresión, un cara a cara.Rojomehabíahabladodeello.Quienesdenunciabanilícitamenteatravésdelasfotos,solíandescribira lossujetostalycomolosveían:cabello,rostro,altura,color de ojos… Sin embargo, quien lo hacía desde la experiencia, ya fuesetestigo o víctima de un suceso, además de los rasgos físicos, también poníanénfasis en el movimiento, los detalles de su cuerpo, la respiración, los tics einclusolamaneraenlaquecaminaban.Presentarmeanteesehombre,despejaríatodaslasdudas.RodolfoSorianoerasunombre.Larameenviósucontactoenunmensajedetexto,terminamoslasbebidasy
medespedídeella,estavez,conmáspreocupaciónymenosgalanteríaqueennuestra cita previa. Una vez más, me di cuenta de que los ángeles existían,escondidossiempreenquienesmenosseespera.Preocupado, caminé hasta el aparcamiento y regresé a mi coche. Se me
ocurrióque lomejor eradesaparecerde allí hastaque todo se aclarara.Enmiinteriortodavíaquedabalaesperanzadequehubiesesidounmalentendido.Teníaqueserlo.Porunavez,noerayoquiensemetíaenproblemas.Estabalibredeculpay
confiabaenlajusticiadivina.Pero,antesdecaerenlatentacióndelpecado,decometer estupideces fuera de lugar, producto de la soledad y la sobrecarga depensamientos, decidí poner rumbo al apartamento de la playa, a unos quincekilómetrosdeallí.Abandonélaciudadbordeandolacostaporlacarreteranacionaldelsur.Ami
derecha, el grandioso palmeral de la ciudad, las fábricas abandonadas, laperiferiaysuformadeentenderlavida.Amiizquierda,lainmensidaddelmar,siempre presente; las vías de los trenes de cercanías que iban y venían desdeMurcia.Elolorasalitre,avaradero,averano.Elairesoplabacontramicaracomounventilador.Ráfagas calientes mezcladas con intermitentes atisbos de frescura. La
carretera sebifurcaba, asíque toméeldesvíoquecontinuabapegadoalmarydejaba a un lado a la cola de vehículos que se dirigían a la ciudad de Elche.Disfrutabadelavistadelpaisaje.Noeramejornipeorqueotrosquehabíavisto,peroeramío,nuestro.Latierrasecayamarillentacombinabaconlostonosazulesdelmaryelverde
de laspalmerasqueaguantaban lasaltas temperaturasdelestío.Un lienzoque
muchosdetestaban,sobretodo,trasnohabervistootropaisajeenaños.SantaPolaeraunpequeñopuebloquevivíadelapesca,laagriculturaydela
hostelería. Desde las últimas décadas del franquismo, el municipio se habíaconvertido en la residencia vacacional de los vecinos de Elche, así como demadrileños,vascosyotrosciudadanosdelaPenínsula.Lastemporadaspasabande estar las calles vacías, a quemás de cienmil personas convivieran en lasterrazasdelosbares.Unavezterminadaslasalegrías,comolamarea,todovolvíaalacalma.Pero los tiemposcambiabanyahoraeramáscomúnencontrara familiasde
foráneosparloteandoenidiomascrípticosparaeloído,mientrasdisfrutabandeunapaellaalasdiezdelanoche.Micompraenlaparteestedelmunicipiohabíasidounainversiónprofesional.
Duranteelaño,estabalibredevecinosycuriosos.Allínohabíanadamásquecasas junto al mar, de gran tamaño, minimalistas y de corte colonial;pertenecientes,ensumayoría,afabricantesilicitanosdecalzadoyempresariosdelaprovincia.Muchasdeellasdesocupadashastalosmesesdejulioyagosto.Después demudarme a vivir con Soledad, el apartamento que poseía en la
ciudad semequedabapequeñoparaescribir.Eso fue loque ledijeaella.Sinembargo, todo los escritores poseen susmanías y lamía era tener alrededor aotraspersonasmientrastecleaba,pormuchoquelasquisiera.Un día, paseando por allí, con la imagen de la isla deTabarca al fondo, lo
decidícomosideunantojosetratase.Soledadnopusoinconveniente,pueseramidineroymideseo,yelegimoslaviviendaquemejorseadaptabaanuestrasnecesidades.Asíqueallíestaba,aescasosmetrosdemiviviendaenunacalleestrechadel
este del pueblo, poco transitada aunque sin lugar en el que aparcar, donde elterrenoedificableterminabayunacarreteradeasfaltosalvajeconducíahastalasdunas.Elfaroiluminabaalosbarcosdesdeloaltodelamontaña.Pulséelbotóndelmandoylapuertametálicaseabrió.Merecibióundúplex
de color blanco y de corte minimalista con grandes ventanas de cristaltranslúcido.Unaedificaciónrectangularysintechodetejacomoguardabanlasotrascasas,congarajeprivadoyunapequeñapiscinaendesuso.El paseo se encontraba lleno de parejas que caminaban con las manos
agarradas.Montonesdecochesregresabandelascalasquehabíabajoelfaro.Alolejos,viunviejoFordaparcadoenunaexplanada,juntoalasrocas.Ungrupodehombresmontabaconpacienciasuscañasdepescar.Lasgaviotassobrevolabanelcieloenbuscadealgoqueecharsealaboca.Miréalrededorycomprobéquelaviviendacontiguaestabavacía.Noesque
meimportara,puesnohabíacruzadomásqueelsaludoconmisvecinos.Erande
Elche,unmatrimoniotranquiloyeducadocondoshijoscriadosentrealgodones.Nada más entrar, vi el automóvil de Soledad en el interior de la parcela.
Aparqué el deportivo en el interior del garaje y abrí la entrada principal de lacasa,unavoluminosapuertademadera.Olíaacerrado,apolvoyapintura.Algunasviviendas,apesardelosmeses,
manteníaneseoloranuevo.Había sidoundía largo, llenode sobresaltos inesperados.Cadavezqueme
despistaba,lamentemetraicionabaconpensamientostóxicos.Largarmedeallí,irmeunatemporadaaÁvilaconSoledad, llamaraBlancaDesastresparaverladenuevo…Ningunodeellosmeaportabanada,asíqueoptéporcaminarhastalaneverayrefrescarmeconalgoquemellevaraaotrosterrenos.Abrí el frigorífico, cogí un botellín deMahou y vi el ordenador portátil de
aluminio sobre labancada.Mesentéenun taburetede lacocinay loencendí.DespuésabríunaventanadelnavegadorybusquéinformaciónsobrelacondesadeTerranostraysufamilia.En el peor de los casos, si iba a enfrentarme a ellos, debía conocer sus
debilidades. Pero internet nome ofreciómás que un puñado de resultados denoticias relacionadas con la compra y venta de propiedades, reseñas sobrerestaurantes, noticias de sociedadyun árbol genealógicode la familia.Pese atodo, fue extraño atar toda la información: tres hijos herederos y una madredispuestaaponerlasfundacióndesulegadoenmanosdeunosnipones.Talvezeseaficionadoquepretendíaimitarme,hubieradescubiertoalgoreal,
peroseguíasinentenderporquémehabíaelegidoamí.Las posibilidades eran variadas: un seguidor de mi trabajo, un antiguo
compañero de trabajo con ganas de hundirmi reputación; un exempleado concomplejodenovelista,unmiembrodelpropioclandispuestoasacar tajadadetodoaquello…Diuntragoalacerveza.Estaúltimaideateníamássentido.Revisélasfotosdenuevo.Examinéalosdescendientesdelacondesa.MaríaLuisa,labellayúnicahija,
solíaaparecerjuntoasumadreenlasfotografías.Uncisnedelicado,insuficientey sin pareja oficial. Quién sabe si traumatizada por la presión de una madreautoritaria.También estaba Leonardo de Torrevella, cuarentón, guapo y frío como un
témpano.Teníalaaparienciadesertenaz,calculadorycarentedeempatíahacialossuyos.Puedequelavidaenuncolegiointernadolecambiaraparasiempre.Quelaausenciadeunpadre,fallecidoenunaccidentedetráficoantesdequeélcumpliera los doce años, le obligara a tomar las riendas de su propio destino.Estabasegurodequenosentíaelmenoraprecioporsusotroshermanos,quienes
noteníanprofesiónalguna.Finalmente,siempreapartadodelasfotosyconlaexpresióndesairada,fuera
dellugar,comosinoquisieraaparecerenlafoto,estabaFederico.Eldandi alocadode la familia, elhijopródigoy favoritode la condesa.Un
juguete rotodesatendidopor la fragilidadde sumadre, el temperamentode suhermanomayor y la rivalidad conunahermanaque copaba la atenciónde lascámaras.Teníafamademujeriego,defiesteroy,sobretodo,deingenuo.Cuandomedicuenta,elsoldelatardesehabíafundidoenelcielocomooro
líquidoyelresplandordelcrepúsculosecolabaporlacristalera.PedíunapizzaMargaritaadomicilioyseguíbuceandoenelciberespaciosinéxito.Necesitabaun abogado. Uno de los buenos. Lo más preocupante era que, si medenunciaban, podía pasar, como mínimo, tres años entre rejas. El pulso metembló.Eratodotanabsurdo…Depronto,elteléfonosonó.ElnombredeSoledadaparecióenlapantalla.Noestabaenlasmejorescondicionesparamantenerunaconversaciónhonesta
pero,nohacerlo,traeríasusconsecuenciasmástarde.—Vaya, el desaparecido…—dijo con voz afable. Sonaba cansada y decidí
guardarme las sorpresas—. ¿Has vuelto ya a tu dieta de pizza y cerveza? ¿Otodavíanohasregresadoacasa?Meconocíademasiadobien.—No han pasado veinticuatro horas y yame echas demenos…—contesté
obviandosupregunta—.¿Quétalelviaje?—Largo.Metocóal ladoconunadeesaspersonasqueroncanaldormir—
dijoynosreímos—.Porlodemás,bien.Loscompañerossonsimpáticos,aunquemetemoqueseráunperiodointenso.—¿Tengoquepreocuparmeporalgo?—Preguntéconfalsacuriosidad.Noera
celoso. Sabía que podía confiar en ella, a pesar de que Soledad tuviesepretendientes a diario. No concebía nuestra relación de otra forma. De locontrario,convivirconalguienseríauninfierno.—Hay compañeros guapos y más fuertes que tú—respondió juguetona—,
peromehasmalacostumbradoalasemocionesfuertesymetemoqueellossonbastantepredecibles…—Elfísicoenvejece,lamentenuncadejadecrecer…—Sobretodo,latuya…—dijoysuspiró—.¿Siguesencasaohasvueltoatu
cueva?—Esunacuevamuybonitayconvistasalmar—respondí—.Tengopensado
escribir, probar cosas nuevas y mantenerme ocupado para que se me pongacuestaarribatuausencia…Tratarédeencontrarmeamímismoestosdías.Quizá
sirvadealgotodoesto.—Lleva cuidado,Gabri…—contestó tras soltar una risilla—,no seaque te
pierdasbuscándote…Ahoratengoquedejarte,estoyhechapolvoymañanamelevantoalascinco.—Entiendo—dijealiviado.—Prométemequemellamarás,aunqueseaparadecirmehola.—Promesas,promesas…—Hazteunfavoryescribeunanotaenlanevera.Teacordarásdemícadavez
queabrasunacerveza.—¿Ysisemeolvida?—Tellamarépararecordártelo—dijoybostezó—.Buenasnoches,Gabri.—Buenasnoches,Sol.Cortélallamadaydejéelaparatosobrelasuperficie.Me sentímal por no haberlo dado todo, pero no fui capaz.Los nerviosme
comíanlasentrañasytemíqueSoledadlohubiesepercibidotambién.Nopodíacontarleloqueestabapasando,almenos,hastaquesucedieraalgorelevante.En el fondo, lo que tenía no era más que un ovillo de emociones en mi
interior.Fuialanevera,toméunbolígrafoyescribíloqueSoledadmehabíaindicado.
Realizarunaactividadpensandoenunserquerido,funcionabacomoanalgésicoemocional.Despuéssalídelacocina,tomélasescalerasquemellevabanhastalaplanta
superioryentréenlahabitación.Atravésdelaventana,unacristaleradivididaqueocupabacasitodalapared,
vi un lucerito en el mar. Solitario, navegando en una noche de cielo raso yestrellado. Ese barco era una metáfora de mi vida. Tan solo en medio de unocéanodepersonas.Mequitélaropa,entréenlacamaymetumbébocaarriba.Labrisadelanocheeraagradableydesdeallípodíaescucharalosgrillosya
los jóvenes que comían pipas en los bancos de la calle y hablaban de cosasmundanas.Disfrutabamirandoalasestrellas.Obviamosloinsignificantesquesomos.Lentamente,mismúsculosserelajaronylapazllegóamicuerpocerrándome
lospárpados,llevándomehastaloscaminosdeMorfeo.
Deseéque todohubiesesidounmalsueño.Despertéymedesperecéestirandocadaunodelosmúsculosdemiespalda.EranlassieteymediadelamañanayelLorenzoestabafuera.Traseldescanso,mesentírejuvenecido,aliviadoymuchomejorqueeldíaanterior.Toméunaducha,mevestíysalíalexteriordelacasa.Elsolbrillaba,ibaaser
undíaextremadamentecaluroso.Losentíaenelaire.Rompiendomirutinahabitual,decidíiraporlaprensa.Nomequitabadela
cabezaquealgohubieseocurridomientrasdormía.Cogí las llavesdel cochedeSoledadymemetí envehículo.Todavíaolía a
ellay esomehizo sentir bien.ElFiat 500de color cremaparecíauna latadesardinas comparado con mi deportivo, pero era más manejable y fácil deconducir por las estrechas calles del pueblo.Cuco ymoderno. Suficiente parapasardesapercibidoconestilo.Condujehastaunpequeñosupermercadoquehabíaen laentradade lazona
residencial y aparqué junto a unos contenedores. Después caminé hasta elinterior con la impresióndeque todosmemiraban.No eramásqueuna falsasensación.Compré una barra de pan y miré las portadas de los diarios. En principio,
ningunollamabamiatención.MirédenuevoalrededoryagarréunejemplardelDiarioAlicantinocomosisetrataradelSantoGrial.Sinaparentarpreocupación,sonreíalatendera,paguépormiscomprasymepuseelperiódicobajoelbrazo.Alregresaralcoche,ávidoynervioso,abrílaspáginasybusquéuntitularque
medieseunarespuesta.Yallíestaba,juntoamirostro.La noticia iba acompañada de un montaje con cuatro fotografías: un folio
escritoamano,elrostrodepreocupacióndeLeonardodeTorrevella,uninformeredactado y una de las fotos promocionales que había hecho para mi últimolibro.
Nuevas irregularidades y preocupación en la altasociedadLeonardo de Torrevella, director del grupoempresarial Holding Terra, ha expresadopúblicamente su preocupación por las difamacionesvertidas sobre su familia y lo denunciará ante laJusticia.
Tras la llegada de los documentos filtrados al diariopor una fuente anónima durante los últimos días, enlos cuales sedestapaban lasprácticas ilegalesque lafamiliaTorrevellahaocultadotrasañosenrelaciónasus negocios, la redacción del Diario Alicantinovuelveapublicarpartedel informequedesestabilizalasnegociacionesdeventade losTorrevella con susinversoresjaponeses.
En la fotografía adjunta a esta noticia se encuentranalgunasdelasfacturasquevariosdelosrestaurantes,pertenecientesalgrupodeempresas,hanfalseadoenlos últimos trimestres. Tras constatar, a través deexempleados y antiguos clientes, que las prácticasfueronrealizadasconelpropósitode tapar lanefastagestión,sinpronunciarsesobreesteasunto,lafamiliaTorrevella ha comenzado los trámites con susabogadosparallevaralacortealperiodistayescritoralicantinoGabrielCaballero.
Comoaugurólaredaccióndeestagaceta,lingüistasyprofesionales del sector apuntaron sin titubeo alliterato tras analizar la sintaxis y el estilo de losinformesfiltrados.Hastaelmomento,elescritornosehapronunciadoalrespectodelasacusaciones,aunquemuchos creen que es otra de sus artimañaspromocionalespara levantarunacarrera literariaquellega a su fin.Una estrategia que le podría costar la
libertad.Nopodíarespirarenelinteriordelvehículo.Bajélaventanillaansioso.Tenía
lasmanos humedecidas y el aire de la calle no era suficiente para llenarmispulmones.Encendí el aire acondicionado, cerré las páginas y dejé el periódico en el
asientodelcopiloto.Contéhastadiezyrespiréprofundamente.Debíacalmarmecomofuera.Meresultabaimposiblepensarconelcorazónacelerado.Saquéelteléfonomóvildelbolsilloybusquéentreloscontactos.Allíestaba
sunombre:RodolfoSoriano.La idea seguía sinconvencerme.Losabogadosdeotros,nuncaerande fiar.
Reunirme con él no haría más que complicarlo todo, ponerme más nerviosotodavía.Sopeséladecisióneintrodujelasllavesenelcontactodelcochepararegresar
acasa.Paramisorpresa,cuando lleguéa lacalledondeseencontrabamivivienda,
atisbéuncochedePolicíaaparcadoenlapuertademipropiedad.Doshombresvestidosdepaisanoyuntercerodeuniformeesperabanaquealguienlesabriera.Esealguienerayo.Tal vez estuvieran allí para detenerme. Quizá sólo desearan hacerme unas
preguntas. Por desgracia, yo seguía siendo un ser primitivo, un hombre deinstintosincontrolablesporlalógicaydirigidosporlaintuición.Aquellavisitanome augurabanadabuenoy, aunque largarmede allí sólo agravaríamásmisituaciónpenal,necesitabatiempoparapensarantesdedarunarespuesta.Lentamente,echémarchaatrásyregreséalabifurcacióndelacarretera.Sin
llamar la atención de los agentes, tomé la dirección opuesta y salí de la zonaresidencialparasalirporlacarreteraquesubíaporlamontaña.Debíaserrápido,conciso y pensar con acierto. Tarde o temprano, darían conmigo. Si no ellos,Soledad.Yesopondríafinatodoloqueteníaenestavida.Unavezenlacarretera, tomélacuestaymedesviéporuncaminodegrava
que llevaba al mirador del faro. Un lugar romántico y turístico para muchasparejaspero,aesashoras,eraunlugarseguroenelqueestacionarsindespertarsospecha.Bajédelcocheparaestirarlaspiernasycargarlospulmones.Volvíamirarla
pantalladel teléfonoypenséenquiénmáspodría llamarantesde jugar, comohabíamencionadoMembrillos,miúltimacarta.No tardémuchoenaceptarqueestabasoloycargadodeproblemashastael
cuello.Unavezpulsaraelbotónverde,nohabríamarchaatrás.
Pensándolobien, denada sirve retroceder cuandonos encontramosal bordedelprecipicio.
CAPÍTULOSIETE
Fuemejor de lo que había imaginado.Me sentí revitalizado, como si hubieratiradopartedemiequipajealmar.Tuvelasensacióndequeesehombreesperabamillamada.Comohabíaprometido,LaraMembrilloshabíapuestoalabogadoalcorriente
de la situación, quizá más de lo que hubiese sido necesario, pero no podíajuzgarla por ello. Por ende, a pesar de las demandas del hijo de la condesa,RodolfoSorianonohabíainiciadoningúntipodeaccióntodavía.Hablamos unosminutos y le dije de encontrarnos en un lugar neutral de la
ciudad.LaplazadelMercadoCentraldeAlicanteeraunbuenlugarparaello.Diferentes salidas, un entramado de calles que conocía y la posibilidad de
escapar airoso en caso de quemehubiese tendido una trampa.Agradecido, elconsejerodelafamiliaaceptóenreunirseconmigo,detallequeinterpretécomounintercambiodefavores.Elencuentroserealizaríaalasoncedelamañana,horaperfectaenlaqueel
mercadodeabastosseencontrabaenhorapuntay losbaresde losalrededoressacabanlasmesasalasterrazasparaprepararelmomentodelaperitivo.Estonosdaríamargenparaescabullirnosentrelamultitudydialogarconcalma.Aunquedesconocíasuapariencia,élsiconocíaquépintateníayo,asíqueme
indicó que llevaría un panamá de color crema con el cinto negro. No puseobjeción,puesprobablementefueseelúnicoentodalaplazaconsombrero.Unavezenlaciudad,atravesélaentradadelaviejaestacióndetrenes,crucé
laavenidadeAlfonsoXElSabioydejéelcocheenelaparcamientoquehabíajuntoalaplazadelmercado.Salí de allí con la sensaciónde tenermiradaspor todaspartes.Desdeniños
aprendemosahuircuandohacemosalgoquenodebemos.Bordeélaplazadel25deMayoysubílosescalonesporunodeloslaterales.
En unas horas, aquel lugar se convertiría en un patio de encuentro paratreintañerosdispuestosacomenzarunatardequeterminaríacuandolasbateríasselesapagasen.Perotodavíaerapronto.Decenasdepersonasentrabanysalíanconbolsasdeplásticoycarritosdela
compra.Olíaapescadofresco,asalitre,averdurareciéntraídadelcampoyalaceitefritoquesalíadelasmáquinasdechurros.Vestidoconunacamisablancaabotonadahastalasmangasyunospantalones
de pinzas delmismo color que su sombrero,RodolfoSoriano esperaba de piemirandoalhorizontebajosusRay-BanClubmaster.Llevabauncorteclásicoyteníaelcabelloondulado,manchadodecanasypeinadohaciaunlado.Lucíaunbigotefinoqueibaacordeasuformadevestiryalageneraciónquepertenecía.Sorianotendríapocomásdesesentaañosysemanteníaenbuenaforma.Loque
másmellamólaatenciónfueelcolordesupiel.Bajoelsol,acalorado,parecíaun tomate fresco. Aunque se mantenía serio, se mostraba un tipo entrañable,todolocontrarioquehabíapercibidoatravésdelteléfono.—Puntual como un inglés—dije acercándome a él. Estrechamos la mano,
miré a nuestro alrededor para cerciorarme de que no iba acompañado y mecoloquéasulado—.Graciasporvenir.—Elplaceresmío,señorCaballero—respondiócontonofirmeperoeducado
—.Lamentoquehayallamadotantarde.—Ya… —dije y me mordí el labio inferior—. He leído las noticias.
Acompáñeme.Serámejorquedemosunpaseo.¿Havenidosolo?—Asíes.Tomélainiciativaynosdirigimoshaciaelinteriordelanavequeformabael
mercado.Eraun lugar enorme, comocasi todos losmercados centrales de losmunicipios españoles. Allí, separados por secciones, columnas y láminas deacero, los comerciantes ponían a la vista la calidad de sus productos: carnes,pescados, verduras, frutos secos, aceites… Cualquier comestible natural teníacabidaenelinteriordeaqueledificiohistórico,diáfanoyrectangulardecarácterecléctico.Sorianocaminabaamiladoconunamanoenelbolsilloyotralibre.Parecía
tranquilo,muchomásqueyo.—Loprimerode todo—dijerompiendoelhielo—,debeustedsaberqueyo
notengonadaqueverconloquehanpublicado.Nielmásmínimointerés.—Esomeconsta,aunquenolocrea—respondióparamisorpresa—.Poresa
razónheaccedidoareunirmeconusted.—Elhijodelacondesanopiensalomismo…—Mi posición es la de abogado y consejero de la familia —replicó
justificándose—.Sinembargo,estoyalejadodelasdecisionesquepuedantomarlosmiembros.Cruzamoslospuestosdefrutasyviunasombradeslizarseentre lamultitud.
Algonomarchababien.—¿QuédebohacerparaconvencerledequeTorrevellaestáequivocado?—
Preguntéapresurado.Lasombravolvióamoverse—.Sinpasarporlosjuzgados,claro…—Encontraraquienestáhaciéndosepasarporsudoble.Quéingenioso,pensé.—Comprenderáquenotengoeltiemponilosrecursosparaello…—contesté
—.Estoysegurodequeustedsabealgomássobreestahistoria.Derepente,lasdossombrasquehabíapercibido,tomaronformahumana.Tras nosotros, a varios metros y abriéndose paso entre los clientes de los
mercaderes, los dos hombres que habían tocado a mi puerta estaban allí,recortandolasdistancias.—Escuche,metemoquetengoquedejarle—dijecondesasosiego—.Reúnase
conmigoparaelcafé.HayunlugarllamadoHostalMaruja,endirecciónalsur...Encuéntremeahí.—Pero…—dijo el hombre. Después se dio cuenta de los agentes que nos
seguían—.Hastamástarde,señorCaballero.Rodolfosorianoseapartóhaciaunladoylosagentesempujaronaunacolade
personasqueesperabaparacomprarpescado.Dosmujeresseencararoncontralosagentesagritos.Elcaosylaconfusiónllenóelpasillodelmercado.Meagachéycorríencuclillasunadecenademetroshastaquediconunade
lassalidaslateralesparacargaydescargadevehículos.Elbullicioaumentóyladiscusiónsubiódetono.Interrumpidos por la confusión de los viandantes, los policías se quedaron
atrapados entre lamultitud. Sinmirar atrás, corrí comoun caballo de carrerashastaelaparcamiento,busquéelcocheyabandonéellugaraprovechándomedelasalidadeotroconductor.Seoyeronbocinasamipaso,llamadasdeatenciónysirenasdelaPolicía.Cuando me di cuenta, había alcanzado la plaza de toros y, aunque no
condujera un bólido, las sirenas tomaron otra dirección. Les había dadoesquinazoporlospelos.Enaquellaciudad,camuflarmeentrelamasacomounsercamaleónicoeraunademisespecialidades.
Lasolasdelmarrompíanenlaorilladejandounrastrodeespuma.Elreflejodelosrayosbrillabasobreelaguay,adiferenciadeloqueaquelloeraenverano,estabarodeadoderuidoypersonasmojadasquecaminabansinbañador.Nadiemeencontraríaallí.EraelúltimolugardondelaPolicíabuscaría.Aesasalturas,yahabríanvisitadomiotraresidencia,sinéxitoalguno.El Hostal Maruja era un lugar al que guardaba cariño. Una gran casa
construida durante el franquismo en la playa del Pinet, una pequeña bahía depescadores,quehabíaservidoduranteañoscomohostalturísticodelazona.Fachadasblancasdesconchadasporlahumedad,pilaresdemosaicodepiedra
ycasasdedosplantasconmediometrodeacera,sirviendoéstademuroylímitedelmar,eranpartedeldecorado.Noobstante,lagraciadevisitaraquelsitioeninviernoseperdíaporcompleto
unavezllegadoelverano.Crucélacarreterasecundariabordeandolacostahastatomareldesvíoqueme
llevaba a un extenso pinar salvaje junto a una gran explanada de tierraamarillentallenadevehículos.Abandonéelcocheentreunmontóndeárbolesycaminé doscientos metros por el polvoriento camino hasta llegar a la puertaprincipal.Entrarenaquelsitiometrajodemasiadosrecuerdos.Allí,veranosatrás,cuandolavidametratabapeoryvivíaentreidealespara
salvar la verdad de las garras del sistema, pasé un par de noches con BlancaDesastres.Fuerondíasrománticos,juntoalmar,trabajandocodoconcodo,amándonos,
sintiéndonos parte de algo. Como siempre sucedía, mi primera impresión fuetrágica. Recordaba ese sitio de otramanera, tal y comomimemoria lo habíadistorsionadoconeltiempo.Unavezhubereservadoydejadolaspocaspertenenciasqueguardabaenuna
habitación de la segunda planta, bajé hasta el bar yme senté en una silla deplástico roja junto a unamesa demadera. Ami lado, una familia hablaba envalenciano y comía raciones de sardinas asadas. Observé a los bañistasdisfrutando de las olas, a los niños construyendo castillos de arena sin unpropósitoconcreto.Las vacaciones permitían que desconectáramos de todo aquello que nos
impedíasertalycomoéramos.Elcamarerome trajounbotellíndecervezamuyfríoynomedio tiempoa
darleuntragocuandovitraselcristalelpanamádelabogado.—Unlugaracogedor—dijoSorianoquitándoseelsombreroacausadelcalor.
Tomóunasillaysesentóamilado—.Unlugarseguro,sinduda.—Loshaypeores—contesté—.¿Lehanseguido?
—¿Creequesoytanestúpido?—Disculpeladesfachatez—dijeechándomehaciaatrás—.Esperoquenole
incomodelafaltademanteldetela…—Descuide—dijoyrio—.Siyolecontara…—Precisamente,esoesloquemegustaría.Quemecuente.El camarero regresó. Pedí una ración de calamares a la romana, sepia a la
plancha,pantostadocontomateralladoyotracervezaparaelinvitado.—Leseréhonesto,Caballero.Esteasuntomepreocupa.—¿Porquéhaaccedidoaverseconmigo?Dejóelpanamásobrelamesaydiountragoalacervezaquelehabíanpuesto.
En su expresión noté que la necesitaba. Ese hombre estaba cargando condemasiadoestrés.—Suamigatieneunpoderdeconviccióninnegable—explicóaclarándosela
voz—, además de que tengo mis propias teorías sobre todo lo que estásucediendo.—Usteddirá,porqueyonotengoninguna.—Lacondesa estápreocupadapor las filtraciones, peromás aúnpor loque
estopuedasignificarparasushijos.Existeuninterésclaroporquesevendalacarteradeempresas,asícomoquenosehaga.—Explíquemeeso.Miróalbotellínyreflexionósobresuspalabras.Temíaqueletirarademasiado
delalengua.Eraunhombreprecavido,lealasusclientes.—La razón por la que me he reunido con usted no es porque la señorita
Membrillosmelohayapedido—dijo,hizounapausaymiróporencimadesusmonturas—.Uno tieneexperiencia, sabehacer su trabajoy estudiar conquiéntrata. En su caso, sé lo que ha hecho hasta ahora, tanto oficial comoextraoficialmente, por lo que su perfil, como ya le he dicho antes, quedadescartadocomoposiblesospechoso.—Laprensanopiensalomismo.—Ambossabemosqueesabasuraquierecargarconusted—respondió—.Por
elcontrario,haymiembrosdelafamiliaquepodríantenerinterésenqueasílohiciera.—¿Guerraentrehermanosporelpoderfamiliar?—No, en absoluto—aclaró—. Hace apenas unmes y medio, Sabrina, una
sobrinasegunda,hijadeldifuntoprimodelacondesa, llegódevacacionesalafinca.Enprincipio, suvisita ibaa ser temporal.EllaviveenSuizadesdebienpequeña…pero,yasabe,siemprehaytiempoparaestrecharlazosperdidosconlosmiembrosdelafamilia,sobretodo,cuandoexistedineropormedio.—¿Creequepuedeserella?
—No he mencionado tal cosa —reculó—. Lo que sé es que, en tan pocotiempo,larelaciónconsusprimosha…digamosquecambiado.—Unmomento…—dijerecapitulando.Eraélquienmeestaballevandoasu
terreno—. Antes de empezar, quisiera saber si los informes publicados sonciertos.Esomarcaríaunpuntoyaparteenestaconversación.—Nohevenidoahablardeello.—Lo tomaré como una afirmación —respondí. Su expresión seguía
inmaculada,aunqueamínomeengañaba.Eraunprofesional,sabíaguardarmásde un secreto—. Todavía no entiendo qué quiere de mí. En estos momentos,estoyexpuestoaunaposibledenunciapúblicapor,supuestamente,hacerpúblicauna información sensible y privada, además de las calumnias hacia la familiaTorrevella…Todoesto,sinsumarlehabermedadoalafugadelasautoridades…—Déuntragoyvayamásdespacio,Caballero.—Sigo sin entender por qué tendría usted que ayudarme—dije y planté el
cebo.Sorianoseabanicólacaraconelpanamá.Elcalorerasudebilidad.—Tengo entendido que es un buen investigador,más allá de lo que escriba
después…Quetieneundonparaestascosas,vaya.—Yquierequeinvestigueparaustedquiénestádetrásdeestelío.—¿Sabe?Yotambiénsoyunhombredeintuición…ycreoque,si logradar
consudoble,lapersonaqueseestáhaciendopasarporusted—señalóconfiado—, encontraremos también a quien pretende partir en dos la estabilidad de lafamilia.—Dígame una cosa, ¿esto tiene que ver también con los japoneses? —
Pregunté.Sorianodiounsorboalabotellaylavolvióaponersobrelamesa—.Entiendo.Esustedunhombreparcoenpalabras…¿Cuáleselprecio?Elabogadoesbozóunasonrisa.—Esustedunchistoso.—No,noesunabroma.—Salir airoso de ésta—dijo ymiró a lamesa.Después se dirigió amí—.
Sientoinformarledequenoestáenposicióndepedirnadamás.—Teníaqueintentarlo…—respondí.Volvíainspeccionaraaqueltipo.Noera
peligroso, aunque sí desconfiado de los listillos como yo. Debía ganarme suconfianza—.Entrandoenmateria…Hablamosdeunconflictodeinteresesenelsenodelafamilia.—Esoesloquepienso.—Entonces,semeocurrealgo.—Sorpréndame.
—Consígame un encuentro con ellos de forma casual—dije.Mis palabrasiluminaron su rostro, cambiándole la expresión por primera vez en toda laconversación.Lehabíasonadoadisparate—.Eslaúnicamaneradeconoceralafamiliaysacarmispropiasdeducciones.—¿Esotrodesuschistes?—En absoluto —contesté. Ahora el confiado era yo. Membrillos estaba
equivocada.Miúltimacartanoeraelabogado,sinoinvolucrarmeeneseenredo.Laseñalquehabíabuscadodurante tanto tiempo, la teníadelantedemí—.Yotambiénsoyuntipodeintuiciones,aunquemifuerteeslapresencia,el facetoface.—¿Feistufeis?—Preguntódescolocado.—Elcaraacara,malditasea.—Qué cosa más absurda, por Dios… ¿Cree que no le reconocerán en el
momentoquesepresente?—Nadiehadichoquemetengaquepresentar—rectifiqué—.Puedohacerme
pasarporotrapersona.—¿Y qué hará? —Cuestionó despreciando mi iniciativa—. ¿Cambiarse el
peinado?—No,nitampocoapareceréconunbigotecomoelsuyo—respondíylopuse
ensusitio—.Déjemeesoamí.Talvezlessueneminombre,perodudomuchoquehayanvistomirostroenalgunaparte…¿LeenlaprensalosTorrevella?—Noenlaqueustedaparece.—¿Quéhaydelasnoticias?Sorianosefrotóloslabiosconelíndice.—Leonardosóloleelaspáginasdecolorsalmón.Delresto,yaleinformansus
asesores.Esunhombreocupado,¿sabe?—Nolopongoenduda.Hadeserarduodirigiratodounservicio…Elcomentarionolehizogracia,peroesehombreestabadispuestoaceder.—EstanochecelebraránunacenaenelrestaurantedelhotelPolamardeSanta
Pola… —dijo a regañadientes. Me sorprendió que fueran a un sitio así yentonces se explicó—. A la condesa le gusta el trato y la comida. Comocomprenderá,losnobleshandejadodeserbienvistosconelpasodelosaños.Aella le trae recuerdosdecuando ibaconsumarido…Estarán todos, incluso lasobrina.Seráalasdiez.—Graciasporsuconfianza.—Estodoloquetiene—dijo,agarródenuevoelbotellínyseloterminóde
untrago—.Siloarruina,nuestrotratohabráconcluido.—¿Esosignificaqueladenunciaesperará?Sepusoelsombreroyselevantódelasilla.Despuésmiróalaplayaybuscó
lasalidaentrelamuchedumbre.—Porelbiendelosdos,esperoquesepaloqueestáhaciendo,Caballero—
dijodepie—.Antesdemarcharme,megustaríapedirleque…—Sí,sí—interrumpímolesto.Siempredecíanlomismo—.Estaconversación
nuncaexistió.Elabogado,enunacto informal, levantóelpulgardesumanoderechayse
tocóelaladelpanamá.—Gracias por su tiempo—sentenció e inició su camino hacia la salida—.
Disfrutedesuaperitivo.
CAPÍTULOOCHO
Lamisiónnoerafácily tampocodisponíademuchotiempo.En todamivida,habíafingidosermuchascosasperonuncaotrapersona.Dada lasituacióny la imposibilidaddeservistoen laciudad,viajéhastael
centrocomercialmáscercanoparahacermeconalgunasprendasyprepararmivestuario.Laocasiónlorequería.Cuandoregreséalhostal,toméunaduchaymevestíconunospantalonesde
pinzasdecolorblancobienentallados,unpardemocasinesburdeos,unacamisaazulcelestey,porsupuesto,miamericanaestrechadecolorazulmarino.Conelpelotodavíahúmedo,apliquéungelfijadorsobremicabezaydespués
mepeinéhaciaatráscomosolíanhacerlosmásremilgados.El toque final, unas gafas con cristales sin graduar, de montura redonda y
gruesa.Meobservéanteelespejo.ParecíaCaryGrantconaspectodeempollónysupequeesedetalledisiparíatodasospechadeserreconocido.Listoyconcienciado,abandonéelhostal,ahoramásrelajado,ycaminéhasta
elcoche.ElhotelPolamarseencontrabaaunosdiezkilómetrosdemilugardepartida.
Elrelojmarcabalasnueve,asíqueteníatiempodesobraparaaparcarydejarmeverantesdequellegaranlosTorrevella.Unavezenelpueblo,penséenirhastamicasaycomprobarquetodoestaba
enorden,peronomepodíaarriesgaraquemesorprendieransincerrareltratoconelabogadodelafamilia.Unameteduradepataytodoelcastillodenaipessevendríaabajo.Situadoen lacallede losAstilleros, juntoa lacomisaríadePolicía,elhotel
eraungran edificiode ladrillo a orillas de la playa, conunavista de ensueñoperodeaspectomoribundoyanticuado.Ya teníanque serbuenos los recuerdosqueese lugar evocabaa la condesa,
pensé.Durantelosañossetenta,elPolamarhabíasidounsímbolodel turismoyde
lascelebridades,comoSaraMontiel,quesehospedabanallí.Sinembargo,pocoquedaba ya de aquel encanto, a pesar de los esfuerzos por darle un lavado deimagen.Variasbanderascolgabandelaentradaprincipal,rotuladaconunatipografía
feaquepretendíaotorgarfrescuraalapuerta.Enlapartebaja,yporunodeloslateralesquedabanalaplayadeLevante,se
encontrabalaentradadelrestaurante.El paseo peatonal estaba transitado por familias de turistas y locales que
paseabantrasunacenaenelbulevardelpuertooenelcascoantiguo.Lanocheeraagradable,frescaperosinviento.Viendoatodasesasparejascogidasdelamano,mepreguntéporquénuncaanteshabíallevadoaSoledadporallí.
Lolamentéypenséenllamarlaparadecirlelomuchoquelaechabademenos,peroeratardeyteníaqueconcentrarmispensamientosenotrosquehaceres.Subí los peldaños de una escalera de mármol y entré en el restaurante.
Mientras esperaba aqueme recibieran, vislumbré suficientesmesasvacías sinreserva,porloquesupequelanochecomenzabaconbuenpie.—Disfrutedelacenayleinvitamosalbailequehabráapartirdelasdoce—
dijolaempleadadelrestaurante,unamujerentradaenlatreintena,rubiayconloslabiosligeramenteoperados.—¿Baile?Ellaasintió.Estupendo,consuerte,tendríaunaexcusaparaacercarmeaellos.—También puede ir a la última planta del hotel —dijo al comprobar mi
reacción—.Laterrazaestáabiertahastalastresdelamañana.El lugar me sorprendió. Pese al estilo del salón, propio de otra época, de
baldosasamarillasymarronescomosi fueraun tablerodeajedrezycolumnascargadasdeláminasinnecesarias,lasmesasestabanbienpresentadasylasvistasalmarayudabanasubirlapuntuación.Entre los comensales que ocupaban el resto de mesas había extranjeros y
foráneos de otras partes del país. Los primeros, sobre todo, eran fáciles deidentificar.Pedí una copa de vino blanco, una ensalada de marisco, una ración de
quisquillayunarodajademerluzaalvaporcomoplatoprincipal.Noconveníaactuarconelestómagodemasiadollenoycaerenlasgarrasdelasomnolencia.Cuandouncamareroseacercóalamesaconlabotelladevinoparallenarmelacopa,sumiradasedirigióhacialaentradadeunmodomagnético.Giréelcuerpocondelicadeza.RodolfoSoriano,lacondesadeTerranostrayelrestodesusacólitos,habían
llegadoalrestaurante.Nopudeevitar fijarmeen labelleza innatadeMaríaLuisa, laheredera.Era
máshermosaenpersonaqueenlasfotografías.Sucabellocastañohabíatomadoun tono rubio y brillante, quizá por la exposición a la tórrida luz del sol. Susiluetaeracomouncaminopeligrosoenelqueresultabafácilperderseymorirallí.Nolefaltabanada,nitampocolesobraba.Vestidaconunospantalonesdenocheyunafinablusaquecruzabasucuerpo,
dejandoaldescubiertopartedelhombroderecho,agarrabaasumadredelbrazo.Lacondesa,maquilladaconunacoloridasombradeojosycargadadejoyas,
caminabaapasolentorodeadadesushijos.Adiferenciadelasdamas,Leonardonolograbasucumbiralainformalidadde
su familia y había optado por la pulcritud de un traje como solía hacer.
Finalmente,Federico,elmayorde los tres,acompañadodeuna jovenpelirrojade mirada pícara y piel blanquecina, vestía con una camisa blanca y unaamericanaquelequedabagrandedemangas.CrucéunamiradaconSoriano,queparecíamásnerviosodelohabitualyvolvíainspeccionaralapelirroja,guapa,delicadaypeligrosaporsulenguajecorporal.Latemidasobrinadelacondesa.—Afortunados sus maridos —dije mirando la copa de vino. El camarero
volviólavistaasutarea.—Solteras e inaccesibles —respondió inclinando la cabeza hacia un lado
comosignodedecepción—.Sonnobles.Quiénsabe…enotravida.—Muerenigualquenosotros—dijemirándolealosojosconvozgrave—.No
esperesaotravida.Recibió mis palabras con optimismo, pero éste se desvaneció a los pocos
segundos.Pensóqueseríaunidealista.Quizá,elchicojamástuvieralasagallasparahaceralgoasí.En fin, no me importaba. Mis asuntos eran otros y la partida acababa de
empezar.
Lacenatranscurriósinsobresaltos.Lafamiliaparecíadisfrutardeunatranquilareunión, quedando en la sombra por el alboroto de otrasmesas. Tuve tiempopara pensar enmí, en lo que estaba haciendo, en quién podría estar detrás detodo,haciéndosepasarpormí,haciéndomesentircomounauténticotraidor.Sinrespuestas a ninguna de mis preguntas existenciales, cuando pedí el café, vicómo Rodolfo se había levantado de la mesa para ir al baño. Hizo un ligeromovimiento demanos que interpreté como aviso para que siguiera sus pasos.Aprovechéelmomentoparaencontrarmeconélsinllamarlaatención.Entonces,cualquierapodíadarsecuentadenuestracomplicidad.Abrílapuertaconsigilo,asegurándomedequeningunodelosempleadosme
vigilaba.Enelinterior,viamicómplicelavándoselasmanos.Antesdeesputarpalabra,unamiradaatravésdelespejomeindicóqueaguardara.Habíaalguienmásconnosotros.Segundosdespués,unhombrecorpulentoconaspectonórdicoabandonóuna
delasletrinasysedispusoautilizarellavabo.Meescondípormomentosenelsegundobañoquehabíalibreyesperéaquesemarchara.—Yapuedesalir—dijoSorianoconvozseria.Lasituaciónleincomodabay
entendíqueeraunadeesaspersonasquehabíapasadotodasuvidamanteniendoelcontroldesusactos—.Sitardomucho,sospecharán.—Ustedtieneyaunaedad…—dijeamododebroma—.Dudoquelohagan.Noparecióhacerlenipizcadegraciamicomentario.Unavezmás,elvinome
habíaalargadolalenguademás.Mediounrepasodedesaprobaciónconlamirada.—La cena está siendo un desastre—comentó—. ¿No tenía nadamejor que
ponerse?—Ledijequepasaríadesapercibidoyesohehecho.—No pensé que desapercibido significaba invisible para usted —dijo
secándoselasmanosconuntrozodepapel—.Nosequitelasgafas.—Mequedanbien,¿verdad?—Le hacen parecermás tonto y eso juega a su favor—contestó tirando la
toallitaaunapapelera—.Cuandoterminelacena,lacondesasubiráalaúltimaplantadelhotelparatomarunacopa.Pídaseundaiquiriyleharálagraciaquenohaconseguidoconmigo.Ellatomarálomismo.—ComoHemingway.—¿Quién? —Preguntó confundido—. Haga lo que le digo y llame su
atención. Si le pregunta por qué lo bebe, dígale que le recuerda a Cuba.InvéntesealgosobresusviajesporelCaribe.—Pero…yonuncaheestadoallí.—Daigual,cuéntelecualquierbanalidad.Ustedes,losescritores,sabencómo
hablarmuchosindecirnada,¿no?Demuéstrelo—ordenó.Percibíciertatensiónen sus movimientos—. No importa lo que diga, ella hablará de sus viajes aSantiago.Siemprelohace.El abogado salió del cuarto y esperé unos minutos para que nadie nos
relacionara.Melohabíapuestodifícil.Todo lo que sabía delCaribe procedía de esas películas de piratas y de las
novelasde JamesBond.Temíque lacondesa se limitaraa tragarmispatrañasparaponermeapruebaydejarmeenridículo.Tocabaimprovisar.Losvalientessiemprelohacían.Cerrélapuertadeloslavabosyregreséamimesadondemeesperabaelcafé
yelaguacongasquehabíapedidoparaaclararmeelsabordelvino.De pronto, sobresaltado,miré hacia lamesa de los Torrevella tras escuchar
unafuertediscusión.Poralgunarazónquemehabíaperdido,Federico,exaltado,se levantaba de la mesa malhumorado y con un cigarrillo en la boca sinencender. La condesa parecía ruborizada por la escena que su hijo estabahaciendo.MaríaLuisalesirvióaguaenunvasoparaqueachacaraloscaloresdelavergüenza.Leonardo, serioycon lamandíbula tensa,miróa suhermanoy ledijoalgo
quenopudeescuchar.Suspalabrasenfurecieronaúnmásalmayor.Elabogadosemanteníacalladocomountemplario,ajenoaloquesucedía.Yahíestabaella,lachicapeligrosa,sujetandodelbrazoasuprimoparaquesecalmara.Supapelenaquellahistoriaera,cuantomenos,misterioso.Después,Federicosaliódelrestauranteagitadocomountorobravo,capazde
tumbaraquiensepusierapordelante.Yconél,lapelirroja.Regreséamisitioydisorbosalcaféconcentrándomeenloquealcanzabaa
verconelrabillodelojo.Leonardoseguíaquietoconloscodossobrelamesa,mostrandosudecepción.—Vámonosacasa,mamá—dijolahijaalolejos—.Serálomejor.—¡No,no!—Replicólacondesa—.Mihijonomevaaamargarlanoche,a
estasalturas…Leo,hijo,pidelacuenta.Quierosubiratomarunacopa…—Pero,mamá,lamedicación…—advirtióelprimogénitoelevandolavoz.—Soytumadreyhacesloquetedigo—ordenólamujer.Puedequeestuviera
apuntodeperder el patrimonio, pero seguía tiendo a su familia bien atada—.Rodolfo,acompáñemealascensor…Teesperaremosallí,hijo.Madre,hijayconsejeroselevantarondelasilla.MaríaLuisaleofrecióelbrazoalacondesayéstalorechazóvaliéndoseporsí
sola.Despuéscaminaronhastalaentradadelascensorquelosllevabaalaúltimaplanta.
Llaméalcamareroypedíquesecobrara.Durantelaespera,observéelsobredeazúcarsinabrirquemehabíanservidojuntoalcafé.Lobebíasiempresolo,porloquenomehabíadadocuentadesuexistencia.Sinembargo,megustabaleerlasfrasesquealguiensededicabaaescribirenellos,pensandoenquealgúndíalasmíasacabaríanallí.Esossobreseranlagalletadefortunapatria,capacesdecambiarelrumbodel
díaencuestióndesegundos.Dilavueltaalabolsitayleísucontenido.“Sicreesquetodovabien,esquehasobviadoalgo”.LafraselafirmabauntalMiguelCampechano.Endefinitiva,lafrasenoibaparamí,pueslascosasmeestabansaliendopeor
deloimaginado.Puse el sobre junto a la taza y giré el rostro hacia la mesa. Encontré a
Leonardohablandoporteléfono.Mioportunidadparaescaquearmeeraloúnicoobvioallí.Pagué,dejéunapropinaconsiderableaesemuchachoytomérumbohaciael
recibidor del hotel. Saludé a los recepcionistas, pulsé el botón del ascensor yesperé viendo cómo los números del marcador digital descendían lentamente.Unasescalerasapartadasdelhotelmesugirieronelcaminomásrápido,perolascinco plantas de altura entraban en conflicto con la rodaja de pescado queintentabadigerir.Entonces,acausademidescuido,sentílasombradeLeonardodeTorrevella
acercándose al elevador. Los nervios se apoderaron demí. Era él quien iba adenunciarmey,decerca,nolecostaríareconocerme.Suspasos sedetuvieron junto a losmíos.Sonó la campanay laspuertas se
abrieron.Elinteriorestabavacío.Esperéunossegundos.Con suerte, me pondría delante de él dándole la espalda, pero el noble se
adelantóamijugada.—Pase,pase…—dijoconeducación.Nomepuderesistirydiunpasoalfrentecolocándomealfinaldelhabitáculo.
Despuésélhizolomismo,conandaresfirmesyelegantes.—¿Adóndeva?—Preguntémirandoalosnúmerosyevitandosusojos.—A la terraza—respondió. Lo tenía casi encima demí. Estaba a punto de
tirartodoelplanporlaborda—.¿Yusted?Pulséelbotóncon lentitudydespeguéeldedo.Micabezaprocesabaa toda
velocidadunarespuestaingeniosa.—También—dijesinmás.Crucélosbrazosyolíelhalodesufragancia.
Miréhacialarecepción,toméaireylaspuertassecerraron.
Cada segundo allí dentro, se hacía eterno. Con la atención puesta en losnúmeros, tan sólo deseaba salir al exterior y pedirme ese cóctel quemehabíasugerido el abogado.Todo lo solicitado que había estado el ascensor antes desubiraél,erahistoria.Leonardo de Torrevella comprobaba la pantalla de su teléfono móvil con
aparenteconcentración.Diosbendigalatecnologíaenmomentoscomoaquel.Afaltadeunasubidamás,bloqueóeldispositivoymedirigióunossegundosdecuriosidad.Nuestrasmiradasseencontraronporaccidente,suexpresióncorporalseabrió.—¿Nosconocemosdealgo?—Preguntóconlavisiónfijaenmíyelmentón
agachado.Inconsciente, fruto del nerviosismo y el embuste, toqué el puente de mis
monturas.—No,queyosepa—dijeysonreíinseguro.—Sucarame resulta familiar—respondióabrumado—.Comosi lehubiese
vistoenalgunaparte…—Seguramente me confunda con alguien que conoce… El subconsciente
sueleengañarnosconfacilidad,siempreenbuscaderostrossimilares.—Talvez…—contestóydejódeinsistir—.Puedequeseanlasgafas…Tiene
razón.Lehabréconfundido.Laspuertasseabrieronyéstavezfuiyoquiencedióelpasoamiinterlocutor.La cafetería de aire retro no era más que un gran salón con sillones de
estampados,mesasdecristal,radiosantiguas,unagramola,unafalsabibliotecapintada sobre la salidade emergenciayunabarra alargadadecolor rojo en laqueunhombreyunamujerservíanlasbebidas.Lamediadeedaderasuperioralamía,másacordealadelacondesa.Unade
las cristaleras teníauna salida al exterior.Variosgruposdepersonasbebían alotroladodelaventana.Defondosonabaunalistadetemasaleatoriosdepianojazz,conlaintencióndedarleuntoquedeclaseaunlugarquecarecíadeella.Lacondesaysuhijaestabansentadasenunodelossillonesdelfondo,juntoa
Rodolfo Soriano, que ocupaba otro de ellos. El camarero llevó varioscombinadosenunabandejadealuminiohastalamesa.Alsalirdelascensor,LeonardoTorrevellafueconpasofirmehastasufamilia.
Esperé que se calmaran los aires y di un vistazo por la sala.Aquel paripé nopodríadurardemasiado.Saquépechoyerguílaespaldaparaaparentarconfianza.Caminéhastalabarraconpasoserenoydandolargaszancadasconelfinde
llamar la atención de las dosmujeres. Una vez allí, me apoyé en uno de lostaburetes.
—Buenasnoches—dijolaempleada,unamorenadeojosverdes,másjovenqueyoyconunasonrisaprometedora—.¿Quélepongo?Traguésalivayapretéeldiafragma.Queríahacerunimpacto.—Un daiquiri, por favor —pedí con voz grave y sonora, imitando a los
detectivesprivadosdelosañoscincuenta—,conmuchalima,siestanamable…Ellaasintióyesperéaqueprepararaelcombinadoconunbrazoencimadela
barra.Volvíadarunbarridoalasalaparaterminarenlamesaqueteníaamisespaldas.Tocadoyhundido.Las pestañas de la condesa se movieron como el aleteo de una mariposa.
Absorto,mepreguntésiseríaunflirteo.Abonélacuenta,agarrélacopaporsualargadotalloycaminéhastalaterraza.Desde allí podía ver toda la playa, el puerto y su esplendor en la noche,
iluminado por luces amarillas y los tubos de colores que daban vida al nuevobulevar.Bordeé la terraza abriéndome paso entre desconocidos vestidos de noche y
observéalosTorrevellatraselcristal.Leonardonollegóasentarse.Seagachóparadecirlealgoasumadreysedespidiódelrestoparatomarlasalida.Lasituaciónmejorópormomentos.ConSorianoamifavor,camelarmeaesas
dos doncellas sería pan comido, además de entretenido. La diversión estabaasegurada.Di un sorbo al cóctel y sentí la acidez de la lima enmi lengua.Me había
pasadoconlasexigencias.Caminédevueltayabrílapuerta.Nohizofaltamásquecruzarelumbralpara
llamarlaatencióndelacondesaydesuhija.—Buenas noches—dije asintiendo cuando lasmiradas chocaron.Debía ser
cuidadosoconmismovimientos,eleganteyseguro,comoquiensejuegasucasaenunapartidadepóker.Cada segundo contaba.Alcé la copaymedirigí a lacondesa en la distancia—. Veo que todavía quedan personas con gusto. A susalud.LacondesadeTerranostradirigióunamiradaasuhijayéstasesonrojócomo
unaniñapequeña.Teníasentido.Buscabaunpretendienteacordealafinuradesuhijayacababadeencontrarunoasualtura.—¿Estásolo?Mehiceeldespistadoseñalándomeamímismo.—Pronto llegarán, espero…—contesté para bajar la guardia. Los solitarios
nuncatraíannadabueno.—Siénteseconnosotros—dijolacondesa.—¿Está segura? —Pregunté mirando a Soriano y la hija—. No quiero
interrumpirsunoche.—Nointerrumpenada—dijoMaríaLuisagirando,finalmente,elrostrohacia
mí.Decercaeratodavíamásbella.Titubeante, no supe bien cómo presentarme, así que opté por sentarme
evitandolasformalidades.Eralanocheynounareunióndenegocios.DadoqueSorianoocupabaunodelossofásylasdamaselotro,mequedéenelterceroquehabíavacíojuntoaellas.—Agradezco la invitación—respondí elevando de nuevo la copa con una
sonrisapreparada—.MinombreesMiguelCampechano…¿EstándevacacionesporlaCostaBlanca?Lacondesaserioconmipregunta.Habíamordidoelcebo.Beberlesentababien.—No, en absoluto…—dijo ella respirando con placidez—. ¿Yusted, señor
Campechano?—Enrealidad,estoydepasounosdíasporAlicante—expliquéponiendoun
tonointeresanteenmivoz—.Tengoalgunosnegociosporestazona.—¿Quéclasedenegocios?Ademásdeconfiada,entrometida.—Todosaquellosquegeneranbeneficios—respondíylamujervolvióareír.
Soriano parecía pasarlo francamente mal—. Inversión en criptomonedas,desarrollodeaplicacionesvirtualesparateléfonos…Todoloquetengaqueverconestemundodospuntocero.—Muyinteresante…—dijolacondesaydiountragoasucopa.Porsupuesto,
aquelámbitolaponíafueradejuego—.Disculpemifaltadeeducación,peronolehepresentadoamisacompañantes.EllaesMaríaLuisa,mihija,yesteseñoresRodolfoSoriano,nuestroabogado.—¿Yusted?Sorianoestabaapuntodesufriruninfarto.—Beatriz de Finestrat —dijo ladeando la cabeza con una sonrisa—. La
condesadeTerranostra.—Elgustoesmío,señoracondesa—asentíconelrostro,señaléaMaríaLuisa
conlamiradaymedirigíalamadre,generandociertaincomodidadpremeditada—.Simepermite,debodecirquehaheredadotodasubelleza.ElcomentarionotardóensacarloscoloresdeMaríaLuisa,queseacalorócon
elcumplido.—Ylaastucia—agrególacondesa.MaríaLuisa cruzó las piernashaciamí, señal de interés silenciosaydioun
sorboaunapiñacoladaquesujetabaentrelasmanos.—Dígame, señor Campechano —intervino con picardía—. Si dice estar
esperandocompañía…¿Porquéhacenadosoloestanoche?Laflechaseclavóenmipecho.Reíporpuronerviosismo,perofuirápidoynopermitíquesalieraalexterior.—¿Mehaestadoobservando?Vaya,todounelogio.—El señorCampechano tendrá susmotivos—dijo lamadre—.No seas tan
entrometida.—Noesproblema…—contestéquitándolehierroalasunto—.Loreconozco,
he venido solo, pero no se lo digan a nadie…De alguna extraña forma, estelugarme recuerda amis viajes a Cuba… Sé que no tiene comparación, perociertadecadenciaylasensacióndequeeltiemponohapasadoporaquí,mehacesentirbien…Lanostalgiaseencargadelresto.Lascuencasdelacondesaseiluminaron.Sorianoteníarazón.—Pero,ustedesmuyjoven…Levantéunaceja.—Queyo sepa,paraviajar senecesitaunbillete, no lamayoríade edad—
respondí—.Todamividahesidounhombredeaventuras.—¿Sabe? Me encanta Cuba, sobre todo, Santiago —dijo la condesa ya
sumergidaenlanebulosadesusrecuerdos—.Noheconocidounparaísoigual…—¿Yausted?—Preguntéa lahijamientras losojosde lamadre se ibanal
cielo.—Amímegustaqueleencanteamimadre—respondióconciertocoqueteo
—.Comove,todossalimosganando.—Yotodavíanoheganadonada—disparé—.¿Dóndeestámipremio?MaríaLuisadeTorrevellanopudoocultarsusonrisayagachólamiradacon
timidez por unos instantes. Detrás de aquella muñeca de porcelana había unmujerastuta,calculadoraypícara.Conocíaelperfil.Nomelopondríafácil.—¿SequedarámuchotiempoporAlicante?—Preguntócuriosa.—Unosdías.—¿Esparatodotanbreve?—Dependedelmomentoydellugar.Sorianonopodíasoportarmás la tensiónsexualquesehabía formadoentre
nosotros.Coloradocomounpimiento,seabanicóconlasmanosydiountragoaunvasodeagua.—¿Saben? Siempre he sentido admiración por la vida palaciega—expliqué
trayendodevueltaalacondesaalaconversación—.Jamáspenséqueterminaríatomandounacopaconunadelasfamiliasconmásrenombredelaprovincia…Mesientoafortunado.Supongoqueesmidíadesuerte.—No diga bobadas… —dijo la condesa con humildad—. Somos gente
común,entregadosalacorona,perocomún,alfinyalcabo.Loshayconmás
dineroquenosotros…Nuevosricos,lesllaman.Quizáseaustedunodeellos.Soltéunacarcajada.Aquellofuegracioso.—Me temoqueno—respondíydiun tragoal ácidocóctel—.Sólo intento
cuadrarmiscuentas.Misúltimaspalabras formaronun ligero silencioqueapagó la conversación
porunossegundos.SorprendíaMaríaLuisaconsusojospuestosenmíyretirólamirada.Erahorademarcharseantesdedejarlesunmalrecuerdodemipersona.Así
que fingí que el teléfono vibraba en el bolsillo interior de la americana ymelevanté.Despuéscomprobé lapantallaconasombroymoví losdedossobreelcristalparadevolverelaparatoalinteriordelachaqueta.—Hasidounplacerconocerlesestanoche,perosientoanunciarmiretirada—
dije dejando la copa sobre la mesa—. Sobre todo conocerla a usted, señoracondesa, y a suhija…Ojalá el destinovuelva a cruzarse ennuestros caminosparaseguirconversandoenotraocasión.Comogotasdeveneno,mispalabrassurgieronelefectodeseado.—Noseatanformal,señor…—dijolacondesa.—Campechano.—¿Porquénovisitanuestra fincaantesdeabandonarAlicante?—Preguntó
entregada—. Estoy segura de que María Luisa estará encantada de ser suanfitriona.Miréalamujer.Ellaguardósilencio.Soriano,unpasopordelante,sealzódesuasientoymeentregóunatarjetade
contacto.—Llámemecuandolodecida—dijoelabogado—.Meencargarédeencontrar
unhuecoquenointerfieraconloscompromisosdelafamilia.Tomélatarjeta,mostrémimejorsonrisaylaguardéenelpantalón.—Gracias—contesté—.Lesllamaré.Agradezcosuinvitación.Disfrutendela
velada.Como el estudiante que sale después de un examen con la seguridad de
haberlo pasado, caminé hasta el ascensor como si recibir invitaciones de lanoblezafuerapartedemirutinadiaria.El plan había salido tal y como lo habíamos planeado, a pesar de no poder
conocerenprofundidadaningunodelosmiembros,nitampocoexaminaraeseFederico.Peronoimportaba.Loquehabíaconseguidoeramuchomejor.Teníaelpasodirectoasumansiónyesomeaventajaba.Porfinibaasentirme
comouncaballerodeverdad.
CAPÍTULONUEVE
Una gaviota se posaba enmi ventana cuando sonó el teléfono.Abrí los ojos,cansado por el sinfín de emociones del día anterior, estiré el brazo hasta lamesilladenocheyagarréelteléfono.Elavediounsaltoyseperdiódemivista.Eranlassietedelamañanayenlapantallaaparecíaunnúmerodesconocido.—¿Sí?—Dijemirandoporlaventana,curiosoporquiénhabríaalotroladode
lalínea.—Buenosdías,Caballero—respondióSorianoconsuparticular tonomilitar
—.¿Todavíaduerme?—¿Seleocurreotracosamejorquehacer?—Disculpe… —murmuró. Estaba de buen humor—. Olvidaba que era
escritor.—¿A qué hora es la cita de hoy? Apenas he pegado ojo pensando en las
armadurasqueguardalacondesaensucasa…—Muy astuto, pero no tan rápido—advirtió—. Hoy tengo para usted otra
tarea.—Yadecíayo…—A pesar de que no comulgo con su manera de hacer las cosas, debo
reconocerqueanochemeimpresionó.Porunmomento,penséqueloarruinaríatodo.Lovivenir,perosupodesenvolverseconarte.—¿Asíquehanretiradoladenuncia?—¿Estásordo?—Cuestionóofendido.Aquelloeraunanegativayentendíque
eseabogadodeldemoniomeexprimiríatantocomolalimadelanocheanterior—. La condesa quedó prendida con usted… Está preocupada por su hija, yasabe…Tieneunaedadysiguesinencontrarunpretendiente.—Porquenoquerráteneruno.—Eso no es de mi incumbencia —aclaró—. Y tampoco de la suya…
Centrémonos.—¿Quéquieredemí?—LaseñoritaMaríaLuisaestaráenunashorasenelpuertodeAlicante,enel
yatede lafamilia—explicócondetalle—.Quieroquesepresenteporallíy laconvenzaparaquesequedeentierrafirme.—Vaya,¿asantodequé?—Dice que tiene la necesidad de acercarse al mar, pero es un embuste…
Segúnmisfuentes,celebranunafiestaenlosalrededoresdelaisladeTabarca.No le quepa duda que estarán los moscones de la presa en busca de unainstantánea.Porelbiendelafamilia,loúltimoquenosinteresaesquepubliquenfotografías de algúnhijo de la condesa con aire despreocupado, despuésde laqueestácayendo,yameentiende…
—Entiendo—dijepensativo—.Yotampocotengointencionesdevolveraesaisla…¿Nodeberíaserustedquienmediaraconesto?—Soyabogadoyasesor,nosupadre.—¿Yquéopinalacondesa?Elabogadorio.—Paraesomepaga.—Esperoqueasíestemosenpaz.—Yotambiénloespero—dijoagitado—.Notardedemasiado.Allíestaráella
conelpatrón.Apresúreseantesdequeseademasiadotardeynopermitaquelesfotografíenjuntos.Esoseríaunadesgracia.—Paratodos.—Hagatodoloqueestéensumano—dijoycolgó.Laconversaciónmedejódestemplado.Mehabíaequivocadoconesehombre.Enelfondo,habíasidounestúpidoalcreerqueSorianomedejaríaentraren
su círculo de confianza tan rápido. Sólo miraba por su interés, por salvar sucuelloyeldelacondesa,yestabadispuestoachantajearmeloquehicierafaltasiemprequelefueraútil.
Mepuseunacamisaazulyunospantalonesdecolorcremaysalídelhostaltrasel desayuno. Decidí prescindir de las gafas de vista, pues no iban a suponerningunadiferencia.Pensándolobien,encontrarmea solasconMaríaLuisamedabaunaventaja
que Soriano había pasado por alto. Sin él presente, podría moverme consuavidad y delicadeza, marcando mis propios límites y los de la hija de lacondesa. Estaba seguro de que ella me sorprendería, una vez estuviésemos asolasynoacompañadosdesumadre.CondujehastaAlicante enunamañanade cielodespejadoqueprometía ser
calurosa.Enmenosdetreintaminutos,habíadejadoelcocheenelaparcamientodelpuertoymedisponíaairenbuscadeesamuchacha.Soriano, nervioso, había olvidado darme más información sobre la
embarcación,peronofuenecesaria.Seríamásnaturaleimprovisado.Los barcos atracados rebosaban de tranquilidad. El puerto estaba desierto y
sólo me encontré con algunos trabajadores públicos que limpiaban las calles.Bordeéelpaseomirandoporlascubiertashastaque,alolejos,diconlaspiernasbronceadasdeunamujer.Eraella,nodudéen reconocerla.Llevabael cabellorecogidoenunmoño.Vestíaunacamisetadecolor azul con losbordesde lasmangasremangadosyunosvaqueroscortosdecolorblanco.Crucélapuertadelmuelleycaminéapasoligerosinquemeviera.Respiréhondo,estiréloshombrosypreparéunademismejoressonrisas.El
sonidodeloszapatosdespertósuatención.Yallíestabayo,casual,conlasmanosenlosbolsillosdelpantalón,lamirada
protegidapormisWayfarernegrasyunarelajadaactitudantelavida.—¡Buenos días, señor Campechano!—Exclamó desde la popa del yate. A
MaríaLuisaparecióagradarlemiinesperadavisita—.Vayaunasorpresa…—A decir verdad, para mí no lo es…—dije haciendo referencia al barco.
Observéelnombredelbarco:Trinidad.Laobsesióndelacondesallegabaalotroladodelocéano—.Bonitoyate,porcierto.Ellamedevolviólasonrisa.—¿Qué hace tan temprano por aquí? —Preguntó—. No me diga que ha
quedadoconalguien,yanolecreería.—No, para nada… Ni siquiera tengo barco. No podría permitírmelo —
contestédejándomefueradesu lista—.Aúnasí, soñaresgratis,¿nocree?Megustaverlossiemprequepuedo.Esoestodo…—Puesdejedesoñarysuba—dijoanimándomeymeofreciósumano.Ese
detallemesorprendió.Cogísusdedos,finosycuidados,ymeimpulséparasubiralapartetrasera—.¿Hasubidoalgunavezenuno?—Nunca en uno como éste —dije y volví a sonreír. Aunque mostrarse
demasiado afable provocaba sospecha, no podía evitarlo. Esa mujer medesconcertaba—.¿Vaaalgunaparte?Ella me miró con recelo. Hubo algo en su vistazo que no me gustó. Si
desconfiabademí,estabaperdido.Teníaunalargafaenapordelante.—Adarunavuelta,nadamás.—Quiendavueltasenelmar,terminaperdido.—Seráunavueltacorta—dijo.Unhombremayorquenosotrosseacercóala
embarcación—.AquíestáJuan,elpatrón.María Luisa no parecía estar dispuesta a cambiar de opinión, pero debía
intentarloigualmente.Mesentéenunodelossillonesymiréamialrededor:barcosdetodotipoyde
diferentespaíses.Navesquecostabanmásdinerodelqueyoveríaenvida.ElpatróncaminóhastalasalademandosyMariaLuísatrajounabotellade
cristalderefrescodecola.—¿Quéhaydelcavayelcaviar?—Preguntéhaciendoreferenciaalabebida
—.Pensabaqueustedesselomontabanmejor…—Sonlasdiezdelamañana,señorCampechano—dijocondesaire—.Nole
convienebeberantesdenavegar.Podríasentarlemal.Calléabatidoporsurespuestaydiuntragoalrefrescoquemesentócomoun
bálsamo.Alolejos,observéaunaparejaqueseaproximabaanosotros,siendoincapazdecontemplarsusrostrosacausadelsol.Cuando di el segundo trago, la pareja ya había recortado distancia.Estaban
justodebajodemí.—Estosíqueesunacasualidad—dijoBlancaDesastres.Iba acompañadade ese empresario con airesdemodelo, vestidosdeverano
comodosturistasadinerados.Elrefrescosaliódemibocaenformadeespuma.Era la última persona que esperaba allí y estaba a punto de hundirme en elridículo—.¿Desdecuándonavegas?—Hola,Blanca…—dijeaturdido—.No,noesmío…MaríaLuisa,quehabíaentradoparahablarconelpatrón, salióalexteriory
pusolosbrazosenjarra.—Anda,yameextrañabaamíquenoestuvierasacompañado—contestóal
veralahijadelacondesa.Sentírayoslásercruzándoseentreellas.MaríaLuisadiounpasoalfrenteprotegiendoloqueerasuyo—.Elotrodíaconuna,hoyconotra,nohascambiadonada,querido…Recé por que no pronunciara mi nombre. El cuello se me inflaba por
momentos.—¿Osconocéis?—PreguntóMaríaLuisaacabandoconlasformalidades.
—Másomenos…—contesté—,cosasdelpasadoquenoselleganaolvidar.—¿Perdona?—PreguntóBlancaofendida.—Blanca,noesmomentodeponernosasacartrapossucios…—Sí,mejor—sentencióMaríaLuisa—.Haceundíademasiadobuenocomo
paraarruinarloconhistoriasdelpasado,¿verdad?Se creó una tensión innecesaria. Observé a su acompañante y, por un
momento,penséquesubiríahastaelbarcoparapartirmelacaraconsusmanosdegigante.BlancayMaríaLuisasemiraronconintensidad,hastaquelaperiodistaagarró
asunoviodelbrazo.—Vámonos, antes de que el sol empiece a picar…—dijo y tiró de él para
continuar el paseo en el muelle. Sin despedirme, observé a María Luisa queseguíalospasosdeDesastresysuacompañante.—¿Quéhasidoeso?—Preguntéintrigado.—¿Elqué?—Respondióyseretiródelbordedelapopa.—¿Conocesaesamujer?—Erestúquienlahasaludado.—Entonces,¿porquéhasdicholodelpasado?—Parafraseaba tus palabras —contestó. Yo me quedé mirándola y ella se
detuvofrenteamí,hartadepreguntas—.¿Quénoentiendes?Elmotorsepusoenmarchayesodistrajomiatención.—¿Adóndenosdirigimos?—Yatelohedicho—dijoella—.Adarunavuelta.Nosmovíamos.—Noheavisado…—respondíimprovisando—,peromemareoconfacilidad.MaríaLuisaseacercóamíymepusolasmanosenloshombros.—Notepreocupes,relájateynotepasaránada—contestódisfrutandoconla
escena—. Cuando quieras darte cuenta, estaremos chapoteando en el agua…Serámásdivertidodeloqueesperas.Voyatraerteunbañador.Lahabíasubestimado.María Luisa era más ingeniosa de lo que hubiese imaginado. Me estaba
poniendoaprueba.Elbarco sealejódelmuelley lentamentenosmarchamosdelpuerto.Había
falladoaSorianoynosemeocurríaformadedeteneraesamujersintirarmealmar.Talvezaquellofueralomásinteligente.
EnmediodelMediterráneo, supequenonos dirigíamos a la ínsula cuando elbarco tomó rumbo norte y no este. A lo lejos veía la mancha que formabaTabarcaenelmar,cadavezmáspequeña,hastacasidesaparecerdemivista.Olía a carburante y aguamarina. La espuma delmar bordeaba el barco. El
ruido de los motores se convirtió en parte de la melodía marina y el vientosoplandoenmicarasetransformabaenunasensaciónplacentera.Mequedéquietounosminutosreflexionandosobrelosucedidoenelmuelle,
aguantandolaspreguntasantesdeasaltaraesamujerconellas.QueellaconocíaaDesastreseratanevidentecomoqueyonosufríamareos.
Pero,asaber,pensé.BlancaDesastreshabíaestudiadoencolegiosprivadosdeMadrid,porloque
tampocomeextrañabaqueahoraestuvierasaliendoconunhijodepapá.No la juzgaba, pues todos buscamos un porvenir. A veces, con nuestro
esfuerzoy,otras,coneldeotros.ApesardelosañosylaHistoriadenuestracivilización,enlasalud,eldinero
yelamor,lasreglasseguíansinparecerclaras.MaríaLuisaabandonóelcamaroteconunbañadorderayasazulesyblancas
en lamano. Era uno de los clásicos, los que yo utilizaba, en los que el cortesiemprequedabaporencimadelarodilla.—Estoesloqueheencontrado—dijoofreciéndomelo—.EsdeFederico,creo
queestutalla.—¿Vamosabañarnos?—¿Tedamiedoelagua?—No,enabsoluto.—Puescámbiate—dijoellayserio—.Estamosllegando.Entréenelinteriordelyate.Eraamplioaunquenoelmásgrandedelosque
habíavistoenelpuerto.Enlapartedelanteraestabaaquelhombrealosmandos,sentadoenasientode
pielacolchado.Juntoaél,unsalóncocinaformadopormueblesdemadera,unfregadero,unaneverayunamesarodeadaporotrosillón.Unasescalerasdabana losdormitoriosde labodega.Bajéypeguéunvistazo.Lasdoshabitacionesparecían limpias. En una de ellas, sobre el colchón de una cama, estaban lasprendas deMaría Luisa.Olía a perfume y desinfección.Anduve hasta el otrodormitorio,dejémispertenenciassobrelacamaymedesvestí.Cuando regresé al exterior,MaríaLuisa se había desecho de los pantalones
cortos y ahora lucía un triquini negro que dejaba al aire los laterales de sucintura.Carnetrémula.Llegadosaesepunto,entréenunligeroestadodeconfusión.Desconocíalas
intencionesdeMaríaLuisaymepreocupabanohabermesentidoculpableporestarallí.ElpatrónnosllevóhastaunadelascalasquepertenecíanaElCampello,un
municipiocosteroqueseencontrabaalamismadistanciadeAlicantequeSantaPola,peroalnortedelacapital.Alolejosviunamontañadeedificiosblancosyunaplayadeaguacristalinay
arenanatural.Unacuerdaconboyasflotantesdelimitabaelpasodelosbarcosybañistas.Elyateperdióvelocidad.MaríaLuisa saltóhacia al agua sumergiéndose comoundelfín.Mequité la
camisa, la tiré encima de los sillones y la seguí. El agua fría despertó missentidos.Aquelchapuzónmedevolvióalarealidad.Ellaflotabaenelmarcomounasirena,ociosaaligualqueunaniñapequeña.
Y yo, que iba en busca de la persona que intentaba arruinarme la vida, mepreguntaba,sidisfrutarporunrato,mepasaríafactura.Nadamoshaciael interior,chapoteamoscomoadolescentesentremiradasde
complicidadyfinalmenteregresamosalapartesuperiordelbarco.—¿Teencuentrasmejor?—Mepreguntóconelcabellomojado.Lequedaba
bien, dándole una imagenmás informal, más cercana. Al final, iba a ser unabuenapersona—.Notehevistomuyafectado…—Habrásidoelbarco,quenosemovía.—Iréaporelcava.Yadebeestarfrío.Mientrasmesecabaalsol,ellasalióconunabotelladeJuve&Campsenuna
cubitera.Meentregóunacopa,ladestapóysirvióelespumoso.Lejosdetierrafirme,lasangreteníaelmismocolorparatodos.Brindamos, bebimos yMaría Luisa se sentó frente amí, al otro lado de la
popa,enunasientoacolchado.—Noteimaginascuántonecesitabaundíaasí—dijodespreocupada,comosi
nuestraconfianzasefortaleciera—.Despuésdelaqueestácayendo…—Perdona,noteentiendo…—fingí.Ellamemiróysedetuvo.—Olvídalo, no te quiero aburrir—reculó y caminó hasta lamesa.Después
agarróunacajetilladeMarlborogrisysepusouncigarrilloentreloslabios—.Lavidanosiempreesfácil.—Precisamente,lavuestraesmásfácilqueladeotros…Peromicomentarioleparecióunagrosería.—Esoes loquemuchoscreen—respondió—,peroestonoestáhechopara
todos.Hayquienlollevamejoropeor,peroserlahijadeunacondesatedaunaslibertades y también unas obligaciones. Muchas veces me habría gustado noserlo.
Antes de sacar toda su bilis sentimental y hacer de aquello un dramainnecesario,decidítomarlasriendasdelaconversaciónyllevarlaamiterreno.Lossorbosdecavayelsolimponentemeayudaríanconello.—Notienesquedarmeexplicaciones,teentiendoperfectamente…—dijecon
voz conciliadora—. He leído algo en las noticias sobre lo que está pasando.Nuncaesfácilcuandosetratadelafamilia.—Precisamenteesoesloquemásmepreocupa,mifamilia.—¿Esciertoloquecuentan?Ellaguardósilencio,miróalacopa,diountragoydespuésdiounacaladaal
cigarrillo.—Sitesoysincera,nolosé,aunquenomeextrañaría…—respondiódándole
coneldedoalfiltroparadeshacersedelascenizas—.Yonollevolosnúmeros,esolohacemihermanoLeonardo,mientrasqueFedericointentametermanoenellos. Pero sé que mi madre está preocupada y demasiado mayor para másdisgustos…—¿Tushermanossíytúno?—Esunabatallaperdida.—Ya, claro…—dije insatisfecho con su respuesta—. ¿Quién era esamujer
queosacompañabaenlacena?Ellavolvióalanzarmeunamirada.Otrovistazoasíycaeríaporlaborda.Teníaquemedirmiintensidad.—¿Aquévienetantacuriosidad?—Norespondassinoquieres.Eraporhablardealgo…—Perdona, es que me pone de los nervios… —aclaró finalmente—. Es
Sabrina,miprima.Desdequeestáaquí,mimadrepierdelosvientosporella.—Vaya,primerossíntomasdecelos…—No te equivoques —contestó—. Ha venido a por el dinero, pero nadie
quiere verlo. Leonardo la ignora, Federico le baila el agua y mi madre leconsienteloquenoestáescrito,peroamínometomaelpelo.Teníaunapreguntamásparaella,perodecidíreservármelaparamástarde.El
sol picaba más de la cuenta y pronto tendría el mismo tono de piel que elabogado.Disfrutandodelespumosoydesucompañía,meacerquéunpocomásaMaría
Luisaconelfindehacerdeaquellounmomentoíntimo,aunquesincruzarlaslíneasrojas.—¿De qué conoces a Blanca Desastres? —Pregunté con voz grave y
seductora—.Nopensarásquemevoyacreertusembustes…—Nosédeloquemehablas,laverdad—dijoellasinmoversedesusitio.—MaríaLuisa,aquínonosescuchanadie.Estamosenmediodelmar.
Ellamiró el reloj que colgaba de la cocina interior, sonrió y se levantó delsillóndejándomeconlamielenloslabios.—¿Conocesalgúnlugardondehaganbuenosarroces?—Conozcovarios,pero…—Tengo hambre…—dijo ignorando por completomis palabras y mirando
hacialacosta—.¡Juan!Regresamosalpuerto.—Escucha…—Siento interrumpirte,Miguel—respondió con voz suave—, pero soy una
mujerfrágileincapazdepensarcuandotieneelestómagovacío.Esperoqueloentiendas…¿Adóndemepiensasllevar?Me encogí de hombros yme puse la camisa para evitar convertirme en un
chorizocriollo.Despuésmerecostéenelasientoymiréensilencioaesabellamujer.Laembarcaciónsepusoenmovimientocondirecciónalpuertomarítimode
Alicante.Cansarme,unbuenmovimientoporsuparte.Me cuestioné cuál sería su estrategia, si es que María Luisa de Torrevella
jugabaaalgo,encasodenoimprovisar.Deloqueestabaseguroeradequenosesaldríadenuevoconlasuya,no,con
vino por medio. Tenía razón esa muchacha: iba a ser más divertido de loimaginado.
CAPÍTULODIEZ
Regresamos al puerto, caminamos hasta el aparcamiento y nos subimos en elFiat500decolorcremadeSoledad.Porsupuesto,hubiesepreferidoconducirmicoche,peroeraunriesgoqueno
ibaatomar.Puedequenofueseloqueellaesperabademípero,aesasalturasdelapelícula,meimportabauncarajo.Enelinteriordelvehículoitalianoparecíamosdossardinasenlata.MaríaLuisa se fijó en la tapicería y encendió la radio.El locutor deRadio
Nacional de España hacía un monográfico de Astrud Gilberto, la famosacantante brasileña de bossa nova. Su voz eramiel para nuestros oídos en unaépoca en la que la música prefabricada copaba las listas radiofónicas. ConGilberto poniendo banda sonora a nuestro trayecto, conduje hasta San Juanbordeando la costa.MaríaLuisapermanecía silenciosa,disfrutandodelpaisajecomounaturistamás.Entoncesfuecuandoentendísuspalabras.Noerafácilserquienera,apesardellujoylascomodidades.Privilegiosque
servían como válvula de escape de una vida llena de presión y obligaciones.Arribaoabajo,lafragilidaddenuestralibertaderalamismaparatodos.Crucéelcentroymedirigíalinteriorporlacarreteraqueatravesabalasfincas
alejadas del ruido. Minutos después y con las torres de edificios a nuestrasespaldas,llegamosaMiCasa,unrestauranteconocidoporsusarrocesfinosylagastronomíatípicaalicantina,construidoenelinteriordeunagranfincadeairerústicoyrodeadadejardines.Unlugarbonito,ricoysinlanecesidaddevestirdeetiqueta.Hacíaañosquenoibaporallí,peroeraelsitioperfectoparacomersinsobresaltosypodersonsacarleloquenecesitaba.MaríaLuisavestíaunosvaquerosyunablusablancayyo llevaba lamisma
ropaconlaquehabíasalidoesamañana.Elsalónparecíaunagranvivienda,pintadodeblancoyconeltechodevigas
demadera.Unempleadonosllevóaunamesaparacuatropersonasquehabíaenunode
loslaterales,juntoalamadreselvadeljardín.Mefijéenladecoraciónformadaporcestosdeesparto,tinajasrestauradasycítricosquedabancoloralentorno.Con el poder de la decisión enmismanos, pedí una ensaladamurciana, un
platodeembutidosyunarrozdeconejoycaracolesparados.Parabeber,optéporuncrianzadeEmilioMoro,yaquenoteníanRamónBilbao,mifavorito.MaríaLuisamiraba a los comensales, personas de a pie, bien vestidas pero
comunes como el resto demortales. Lasmesas del salón estaban ocupadas yhabíamos tenidosuertedequeuna reservasehubieracanceladopocoantesdellegar.—Meencantaestesitio—dijoellaconasombro—.Estan…
—¿Normal?—Natural—aclaró—. Todo elmundo está disfrutando de sumomento, sin
importarlequiénsesientaenlamesadeallado.—Porfortuna,sueleserasí—dijeconpena—.Almenos,enestepaís.—Enelpaísquetúconoces.Lametretrajoelvino,mostrólabotellaeinvitóaMaríaLuisaaquelocatara.
AdiferenciadeLaraMembrillos,ellasíqueteníanocionesdecómohacerlosinparecerunaidiota.Labaseresidíaenlaeducaciónyenlosinteresesauténticosdecadapersona,noenlasmodasnienlasapariencias.—Megusta,tieneunposoconfuerza.Genialparaelarroz.—Eresunacajadesorpresas,mujer.—Crecí entre viñedos y barricas —explicó mientras la empleada servía el
vinoenlascopas—.Alguienteníaquehacerlo.LeonardoyFedericosiempreseinteresaronmásporlaspesetas.—Elmayorcontraelpequeño.—Federicosiemprefueelfavoritodemimadreporquellegóelprimeroyeso
Leonardosiemprelollevómal—explicó—.Serelúltimoparatodo…Pero,conlamuertedemipadre,Leonardosetransformódelanochealdía.Sevolviómáscallado,tímidoyempezóagenerarproblemas.—¿Quéclasedeproblemas?—Loexpulsabandelasescuelas,faltabaalrespetodelosprofesores…Mamá
tuvoqueenviarloauninternadohastaqueterminaraelbachiller—prosiguiósintapujos—.Apenas lo vimos en unos cuantos años y aquello pareció calmarlo.Paraentonces,Federicosehabíaganadoeltronoyhacíaloqueleveníaenganaenlauniversidad,hastaqueLeonardoempezóaestudiar.—Lodejóatrás…—No,quéva—aclaró—.Leonardoseconvirtióenotrapersonadespuésde
pasardosañosenNuevaYork.Había terminadoDerechoyAdministracióndeEmpresas y se había marchado para estudiar un máster allí. Ninguno losabíamos,perosólomimadreparecíaestaralcorriente.—YSoriano.—Sí,bueno…élesunaextensióndelcerebrodemimadre—dijosonriendoy
continuó—.Leonardodijoquesequeríahacercargodelentramadodeempresas,así,delanochealdíaysinhaberloconsultadopreviamente.—¿Ytumadreaceptó?—¿Qué iba a hacer? —Preguntó—. Él le atacó donde más le dolía,
reprochándole lo abandonado que se había sentido mientras que el restollevábamosunavidafeliz,untemadiscutiblepero,bueno…PuedesimaginarlareaccióndeFederico.Apartirdeentonces,lascosasencasaempezaronairpeor
ytodosevolvióextraño…TemoqueLeonardoseestécobrandounavenganzapersonal.Nomeextrañaquehayacontratadoaunescritordepocamontaparaquepubliquelascuentas…—¿TútambiéncreesqueeseseinfamedeCaballero?—No lo sé—contestó—.PeroLeonardo está obsesionado con hundirlo.Es
confuso.Dicen que quien acusa a alguien sin razón, también oculta algo. Sonmis hermanos, pero eso no exime que sospeche de ellos. Hay demasiadosinteresespersonalesenestahistoria.—Vaya,sientoquetodohayatomadoestadirección…—dijeanonadadopor
elbombazoquehabíasoltado—.¿Tienesbuenarelaciónconellos?Ellasopesóydiounsorboa lacopa.Elvino leafectabacomoa todosysu
debilidaderahablardemasiado.—Comoyatehedicho,laspersonascambian,alparecer,ynopodemoshacer
nadacontraello,pormuchoquenospese…Perobastayadeesteasunto,¿quéhaydeti?—¿Demí?—Meheexcedidohablandodemi familia—reprochó.Nomegustóelgiro
que tomaba nuestra charla—. Creo que has oído más que suficiente por hoy.Cuéntamedeti,MiguelCampechano…—Pocohayquecontar…—contesté tocandolaservilleta—.Soyhijoúnico,
así que no puedo decirte mucho sobre hermanos. No llegué a terminar launiversidad y decidí emprender por mi cuenta… Estuve de aquí para allá,invirtiendo, fracasando, hasta encontrar algo quememotivara… y aquí estoy.Para serte sincero,mividaes algomonótona, aunque intento sacarle elmayorjugoposiblealasoportunidades.—¿Eséstaunadeellas?Levantéunacejayladeélacabeza.—Paranada—respondíydi un trago a la copa.Los entrantes llegaron a la
mesayseloagradecíalapersonaquelostrajo—.Éstaesunabonitacasualidad.Notengointencionesdeaprovecharmedeti.María Luisa se mordió el labio inferior ligeramente, como un acto
inconsciente.Pensamientospeligrosos.—Nollevasalianza…¿Tienespareja?Otrogolpeentodalabocadelestómago.Sabíadesmontaracualquiera.—Nomegustaesetérmino—respondíaireandosupregunta—.Laspersonas
noseposeen,seacompañan.—Entonces,¿quiénteacompaña?—Enestosmomentos,MaríaLuisadeTorrevella,lahijade…
—¡Chissst!—Susurróconelíndiceenloslabios—.Nolodigas…Ellarioybajólaguardia.Supe que lo intentaría más tarde. Esa mujer no se iba a rendir con tanta
facilidad.Degustamos los entrantes y más tarde nos trajeron el arroz con conejo y
caracolesenunbonitopaellerodeaceronegro.Elarrozestabaensupuntoyensujustamedida,conapenasundedodegrosor.Elrostrodeellaeraunarcoirisdesensaciones.—Tu madre es una mujer simpática —comenté sacando de nuevo la
conversación—.Cambiómipercepcióndelascosas.—¿Delascosas?Delosnobles,querrásdecir.—Nobleestodoaquelqueposeeunbuencorazón.—¿Ytúeresnoble,Miguel?—Esocreo.Nonecesitountítuloquelocorrobore…Volvimosareír.Sentíqueelalcoholempezabaadaruncolorrosadoasucaraytemperaturaa
lamía.—Lodicesporqueteinvitóalafinca.Amítambiénmesorprendió.—Soyun tipoafortunado—dijecongracia—.Ahora faltaqueme invitesa
verlosviñedos…Ellaapoyóeltenedorensuplato.—¿Deverdadquieresverlos?Lehabíadadodondemásdolía,ensuinfancia.Conunasolamirada,entendí
la faltade afectoquehabía recibidodurante su infancia, cobijándose entre lasuvasylosjornalerosquecuidabandeella,aquellosquelaveíancomoaunaniñamás,apesardeserlahijadequienlespagabaelpan.Tambiénviquenoestabaacostumbradaaloshombrescomoyo,aquellosquelograbanvermásalládesubellezaofortuna.—Porsupuesto.Estaríaencantadoderecibirunaclasemaestra.Ellaapoyólacabezasobrelamano.—Supongo que te lo has ganado…—dijo abriéndose a mí—. Podemos ir
antesdequetemarches.Seráunplacermostrartedóndemehecriado…—¿Quéteparecealterminarlacomida?Ellamemirósorprendida,perofueunareacciónagradable.—Estábien—dijo sonriente y agarró sumonedero—,pero antes debo ir al
baño…Simedisculpas.—Pedirélacuenta.María Luisa abandonó la mesa y se acercó a uno de los empleados del
restauranteparapreguntarporlosaseos.Estabasiendounacomidafructífera.
Ahorasabíaquenopodíaconfiarmásde lacuentaenSorianosiqueríadarconelenigmafamilia.Élsiempreresponderíaporlacondesa.Partiendodelahistoriaquemehabíacontadoysincuestionarsuveracidad,el
rompecabezas se complicaba: un hijo amargado por una adolescenciamartirizada, otro con síndrome de niño terrible y una hija desolada que habíacrecidocomobisagraentrelosdos,sinlaatencióndesumadreperoconelamorsuficienteparapreocuparseporella.Adecirverdad,nomeextrañabaquecualquieradelostrestuvieraintenciones
dedarleunalecciónalacondesayalrestodelafamilia,sincontarconSabrina,lamisteriosa sobrina que había aparecido en elmomento perfecto de la crisisparallevarsesutrozodelpastel.Lamujerquenoshabíaatendidoalprincipiometrajolacuentaenunacarta
decuero.Enelinteriorhabíaunreciboyunapequeñanotadoblada.Supusequeseríadeagradecimiento.Laabríyencontréunmensajeescritoamano.“Dateprisa.Elcazadorestáapuntodesercazado.”
CAPÍTULOONCE
Sentíuncosquilleoenelcuello.Doblélanotaylaguardéenelbolsillo.Mepreguntéquiénpodríahabersido.Talvezunabroma,talvezno.Quizáun
mensajedeSorianoparaalertarmedeunpeligro…Loqueestabaclaroeraquealguienmehabíaestadoobservandomientrascomía,yesonomehacíalamenorgracia.Sielcazadorerayo,habíaquesermuyingenuoparaimaginarsequiéneseranlosotros.Cuando lamujer se acercó a retirar la carta, le sugerí con un gesto que se
acercara.—¿Quiénlehaentregadolanota?Ellaseencogiódehombros.—Nosédeloquemehabla,señor…Nohevistoningunanota.—Estabaenelinterior,juntoalacuenta.—De verdad, no tengo la más remota idea —explicó sin saber qué más
decirme—.Puedopreguntaramiscompañeros.Enladistancia,vilafiguradeMaríaLuisaregresandoalamesa.—Esigual,gracias—dijeylamujerseretiró.Cuandolahijadelacondesase
acercó,melevantédelasillaydiunvistazoalsalónponiendoatenciónenloscomensales,peronoreconocíanadie—.¿Teparecesinosvamos?—¿Ya?Penséquetomaríamoscafé.—Mejorlohacemosenlafinca—dijeconmovimientostorpes—.Acabode
recibirunallamadaquemehacomplicadolatarde…—Podemosposponerloparaotraocasión.Meacerquéaella,lacogísuavementedelbrazoylaempujéhacialasalida.—No,no,vamos…Abandonamoselrestauranteapresuradoshastaelcoche.María Luisa caminaba confundida reclamando una explicación que no le
podíadar.Dehacerlo,nomellevaríahastalafincayfracasaríaenmimisión.Elcocheardíapordentro.Habíaolvidadocolocarelparasol.Arranqué,puseprimeraysalídeallíconladudadesieraciertoonoloque
decíaelmensaje.Alejándonosdelrestaurante,porelespejoretrovisornotardéenverunVolkswagenPassatdecolorazulmarinoestacionadojuntoalaentrada.Hablando con uno de los empleados del restaurante, reconocí a uno de esosagentesdepaisanoquehabíanidoavisitarmeenSantaPolaparadespuésdarlesesquinazoenAlicante.—¿Sucede algo? —Preguntó María Luisa desconcertada—. Actúas de un
modoextraño,Miguel…Encendíelaireacondicionadoygirélaruedaalmáximoparaqueseenfriara
elvehículo.Elsudorempapabamicamisa.Ladigestióndelacomidasevolvía
máspesada.—Tiene que haber sido el arroz… —dije y tomé la primera salida que
encontrémientrasobservabaporelespejo—.Semepasará.—¿Sabesadóndevamos?Lamiréyellaserio.—No,parasertesincero…—Al menos, conocerás Tibi —dijo y asentí. Tenía sentido. Tibi era un
pequeñopueblodelinterior,conocidoporsucastilloyporsucercaníaalaSierradelMaigmó—.Cuandoestemoscerca,tedirécómollegar.Loqueelladesconocíaeraquellevábamoscompañíadetrás.
BordeéelbarriodelaSantaFazytomédirecciónalaautovíadelMediterráneo.El sedán azul nos seguía en la distancia sin acercarse demasiado. Encendí laradio para romper lamonotonía del silencio y evitar despertarmás sospechas.Cuandopasamoslarotondadelauniversidad,tomélasalidaquenosmetíaenlaA-77conelfindedespistarlos.Elpaisajeeradelomásdesolador,comoenunapelículadeloesteamericano.
Coloresáridos,torresdecableadoeléctrico,asfaltoyunacarreteravacíaquenosllevabahacialasierra.A esas horas de la tarde, sólo los más atrevidos o quienes viajaban de
vacacionesseaventurabanaconducirbajoelardientesoldorado.Aliviado, creí haber dado esquinazo a esos agentes hasta quevolví a ver el
cochealolejos,enelcarrildeincorporación.Pisé el acelerador, consciente de que mi coche no superaba los noventa
caballos de potencia.Me cambié al carril de la izquierda y adelanté a los tresvehículosqueteníadelante.Elcochealemánhizolomismo.ElinteriordelFiatvibrabarevolucionado.Alcanzábamosloscientoveintekilómetrosporhora.María Luisa miró por el espejo retrovisor, puso las manos sobre sus finas
piernasyapretóelabdomen.—Podríasirmásdespacio—dijosujetándosealreposamanosdelapuerta—.
Nohayningunaprisaporllegar…—¿Tienes miedo? Ni siquiera estoy infringiendo la ley… —contesté
mirándolaconcaradepreocupación—.Tansóloquieroverdeloqueestecocheescapaz.Mantuve la velocidad, agarré con las dos manos el volante y volvimos a
introducirnosenlaA-7parasuperardenuevoellímitedevelocidad.Lacarroceríatemblaba.Cualquiermovimientotoscoyperderíaelcontroldel
automóvil.Esacajadesardinaseralomásinestablequehabíaconducidoenlavida. De pronto, el paisaje cambió y las praderas comenzaron a tomar unatonalidadmásverdosa.Nosvimosrodeadosdemontaña.Elcochedelosagentesnospisabalostalones.MaríaLuisavolvióamirarporelespejoderecho.—Creoquenosestánsiguiendo…—dijoalarmadaygiróelcuello.—No digas tonterías, ¿quién nos va a seguir? —Pregunté haciéndome el
despistado—.Ymásenestecoche…—Teloestoydiciendoenserio,Manuel.—Yyoati.UnaseñalblancamarcabaeldesvíoquenosllevabaaTibi.—Esporaquí—señalólamujer—.Poresasalida.Peronoibaatolerarquenuestrosperseguidoresconocieranmidestino.
Memantuveenelcarrilderecho,pegadoalalíneadiscontinua.Depronto,elVolkswagen Passat recortó un poco más la distancia. Tenía que pensar másrápidoqueellos.Elmotordemicochenoaguantaríamuchoaeseritmo.—¿Estás sordo? ¿Qué estás haciendo? —Preguntó desconcertada—. Te he
dichoqueesesasalida.—¿Qué?—Fingípreguntardenuevomirandoalretrovisor.Unosmetrosmás
ymedesharíadeellos.—¡Teestáspasandoeldesvío!—¡Ah!—Exclamécomouningenuo.Unaisletablancaponíafinalcarrildesalidaconunaseñalazuldeplástico.Sin encender el intermitente, giré bruscamente hacia la derecha y retomé la
direcciónantesdeestrellarmecontraelquitamiedosdehierro.MaríaLuisapusolasmanossobreelsalpicadero,presadelpánico.Seescuchó
unafuertefrenadaprocedentedeatrásyvariasbocinasalunísono.ElVolkswagenquedóalotroladodelacarretera,enlaautovía,sinmargende
maniobra. Un brazo salió por la ventana, pero era demasiado tarde paradetenernos.Nosotrosyaestábamosfuerayellossehabíanquedadoatrapadosenunacoladecamionesquecontinuabanhaciaelnorte.—¡Estás loco! —Gritó dándome un puñetazo en el brazo—. ¡Casi nos
matamos!Reíconfuerza,alegredehabermequitadodeencimaaesasgarrapatas.Por fin, nuestros ojos vislumbraron los viñedos, las áridas montañas del
paisaje del interior de la comarca y los bancales de olivos y almendros. Eracomo si, una vez fuera de la autovía, nos hubiésemos trasladado a otra zonacompletamenteajena.Levantéelpiedelpedaly relajé losmúsculosdemisbrazoshaciendode la
conducción algo placentero.María Luisa estabamolesta aunquemás relajada.MeindicóconfrasescortascómosalirdelacarreterasecundariaquellevabaalpueblodeTibi,paratomarelcaminohacialafinca.—¿Estásenfadada?—Preguntéconlavozdeunniñoarrepentidotrascometer
unagamberrada—.Nopretendíaasustarte.—¡Pueslohashecho!—Exclamó,peronotéqueeraunreprocheafableyque
intentabaserduraconmigo—.Eresunodeesoshombres…—Locos por vivir, por hablar, por salvarse… —contesté parafraseando a
Kerouac y sonreí tocándome la montura de las gafas de sol—. ¿Sabes qué?Deberíasestaragradecida.Estoysegurodequehasidolomásemocionantequetehapasadoenlosúltimosmeses.Latensiónsedisipó.Finalmente,elcaminodetierranosllevóhastaunagranextensióndeviñedos
yunaenormemasíadepiedra,posiblementeconstruidasiglosatrás,acotadaporunacercakilométricaqueseparabaelcaminodelapropiedad.Lagranpuertadehierromepermitióverel interiorde laentrada,enelque
había un jardín con una fuente en el centro y unas escaleras de piedra quellevabanaungranportóndemaderamaciza.Unlugarhermoso,másdeloquehubeimaginado.Enlaentrada,habíaotrovehículoaparcado.—Hemosllegado—dijoMaríaLuisaquitándoseelcinturóndeseguridad.Bajamosdelcocheynosadentramosenlapropiedad.Enlapuerta,atisbéla
figura de Soriano junto a la de otro hombre que reconocí al instante. Sedespidieronyelindividuo,vestidodeamericanayrepeinadohaciaatrás,caminóhacianosotros.Aquellomediomuymalaespina.—Buenastardes—dijoLucianoRomány,sinperdermástiempo,abandonóla
finca.—¿Conocesaesehombre?—Pregunténervioso.QueRománestuvieraallí,notraeríabuenasnoticias.—SeráunconocidodeSoriano.Nosdirigimosalasesordelafamilia,queseguíaplantadoenlapuertacomo
unguarda,vestidodetrajeyconunosdocumentosbajoelbrazo.—Señorita, sumadre desea hablar con usted—dijo sinmediaciones—.Me
temoqueesimportante.—¿Lehapasadoalgo?Sorianomemirótenso.—Laesperaenelpatio—abrevió.MaríaLuisasegiróymetocóelbrazo.—¿Puedesesperarmeaquí?—Porsupuesto…—dije,aunquenoestabasegurodequefueseahacerlo—.
Ve,notepreocupes.Elladesapareciótraslapuertayaprovechéparaencararalabogado.—¿Quéhacíaesecretinoaquí?—Incordiar,comotodosustedes—contestóSorianoconciertamolestiaensu
expresión—.¿Yusted?¿Quéselehaperdidoenestelugar?—Fueellaquienmeinvitó—contestémirándolealosojos—.Graciasporla
nota.Sorianoechólacabezahaciaatrás.—Nosédequémehabla—dijo.Esosíquefueunasorpresa—.Serámejor
quesevaya,Caballero.Hasidounerrorvenirhastaaquí,¿nolove?Ahora,esosmamarrachosdelaprensatienenalgoconloquechismorrear…¿Aquénotaserefiere?
—Noimporta,mehabréconfundido—reculé.Siélnomehabíaentregadoelmensaje,eraobviodequehabíaalguienmás
jugando en esa partida. Tal vez alguien que quisiera ayudarme desde elanonimato.Sinduda,elabogadonoteníalasrespuestasquebuscaba,aunqueyosíposeyeralasqueélqueríaescuchar—.Serámejorquememarche.—Porfindicealgoconsentido.—¿Algunanovedadsobrelainvestigación?—De momento, ninguna —respondió con brevedad—. Los de la prensa
siguenpensandoqueesustedlapersonaqueestápublicandotodaslasmiseriasde la familia. Al parecer, además de las cuentas, también tienen informaciónrelacionada con la situación personal de cada uno…Undesastre, vamos.HanenviadootroinformealaredaccióndelInformaciónparaquesehagaecodelanoticia.GraciasaDios,heimpedidoqueestaspáginasllegaranalacondesa,asíquedebeestarmeagradecido.—Sin duda, es ustedmi salvador—dije y acerqué lamano a la carpeta—.
¿Mepermiteverlos?—Metemoquenopuedohacereso.Márchese,deverdad—ordenómirandoa
lapuerta—.MaríaLuisa regresaráencuantosedécuentadequesumadrenoqueríanadayquehabíasidountrucoparahablarconustedasolas…—Esamujeresmáslistadeloquecreentodos.—Lo sé, la he visto crecer—explicó y se rascó elmentón—.Ha hecho un
buentrabajoyseloagradezco,Caballero.Pero,selopidocomofavorpersonalybiendeusted…Manténgasealejadodeella,delafamiliaydetodatentacióndevida pública hasta nuevo aviso.Con suerte, haré entrar en razón a la condesaparaqueretirenladenuncia.—Meloprometió,Soriano.PorelamordeDios.—Losé.Hagotodoloqueestáenmimano.—Puesdeseprisa—insistí.—Buenastardes,Caballero.Medilavueltayabandonélafincaignorandoelhermosopaisajequeteníaa
mialrededor.Laspreguntas seamontonabanenmicabeza.Crecíancontradiccionesenmi
interior.Por un lado, creía haber dado con algo. Por otro, me sentía herido y
traicionadopor todos,víctimadeuna treta suciay rastrera.Elembrollode losTorrevellasehabíaconvertidotambiénenunproblemapersonalparamí.EsosdelInformaciónolvidabanquiéneraGabrielCaballero.Leibaapartiren
doslacaraaeseRomán,nosinantesaveriguarelcontenidodelospapelesquelehabíadadoaSoriano.
CAPÍTULODOCE
Abandonélafincaysalídisparadohacialacapital.Nadiepodíadetenerme.Lamayorpartedelviajemantuvelamenteenblanco.Nolograbapensaren
nada.Enocasiones,eralomejor.DejéelcochemalaparcadoenelinteriordelrecintodelDiarioInformación,
caminéhastalapuertaprincipalymeencontré,denuevo,conesarecepcionista.Algomedecíaquenolotendríatanfácilparaentrarcomoenmiúltimavisita.—Vengoaveral señorAgulló—dije.Ellamiróalguardadeseguridadcon
complicidad—.Dígalequeestoyaquí.—Losiento,elseñorAgullónorecibevisitashoy—contestósin levantarel
teléfono—.Lediréquehapreguntadoporél.—Séqueestánahíarriba.Déjemepasar,esurgente.—Ya la ha oído —intervino el guardia—. No quieren recibirle. Tenemos
órdenesexactas.Miré al tipo, más proporcionado que yo y con unas manos enormes que
podíanarrancarmelacabezadecuajo.Eracorpulento,perotambiénlento.DavidcontraGoliat. Sólo porque fueramás grande ymás fuerte, no significaba quefueramáslisto.Dadoquenomeibanapermitirpasar,teníaquedesviarsuatenciónantesde
correrescalerasarriba.Miréalrededorde laentrada:sillonesparaesperar,plantas,mesasdecristal,
unamáquinadecaféyundispensadordeagua.Tenía una oportunidad única ymuy poco tiempo para hacerla funcionar. Si
salíamal,nomequedaríaotrasalidaquecorrer.—Estábien…—dijerelajándomeyfrotándomeelmentón—.Comoquieran.Me acerqué al dispensador. El depósito era demasiado grande como para
arrancarloylanzárselo.Afinémiagudezamental.Agarréunvasodeplásticoylollenédeagua.Menos,siempreesmás.Enunmovimientorápido,loalcésinperderdevistaalguardia.—¡Cógelo!—Gritéyselolancé.Elvasovolóporelaireyelaguasederramósobreél.Una fracción de segundos que rompió su estado de atención y le obligó a
reaccionardemanera inconsciente.Elgrandullón levantó lavistaymostró laspalmas para recoger el vaso de plástico que iba hacia él.Después se echó lasmanosalacaraparanomojarse.Meaprovechédeldespiste,corríhaciaeltornodeseguridad,saltéymedirigí
alasescalerascomounlince.—¡Sehacolado!—Gritólarecepcionistalevantandoelteléfono.Lostrabajadoresseapartarondemicamino.Subílospeldañosdedosendos,
conscientedequemisuertependíadeunfinohilo.
Cuando llegué a la planta superior, vi la puerta cerradadel despacho.En elinterior,oílasvocesdeesetríodetruhanes.Amiespalda,sentílaspisadasdelassuelas de goma del guarda, escuché su respiración entrecortada, ansiosa pormachacarmeloshuesos.Noeraunavisitapacíficayelloslosabían.Agarré velocidad y le di una fuerte patada al pomo dorado. Sonó un
estrepitosogolpe.Lamadera astilladavolóhasta caer en el suelo, lapuerta seabrió y vi los tres rostros pálidos, sorprendidos, interrumpidos pormi entradatriunfal.Román,AgullóySerranosereuníanalrededordeldirectordelperiódico.Seprovocóunligerosilencio.Agullólevantólavistaenfadado.—¿Quécojoneshaces,Caballero?—Preguntófurioso—.¡Estabaabierto!—Tenemosquehablar—dijeseñalándoleconelíndice—.Ahora.—Has roto la puerta, imbécil…—añadió Román tapándose la cara con la
manoyriéndosedelasituación.Una ligera brisame sopló el cuello para convertirse en un picor acentuado
sobrelapiel.Lamanodeesetipomeagarródelpescuezoymeempujócontraelsuelo.Elprimerimpactocontralasbaldosasfuehorrible,frío,seco.Forcejeésinéxito para quitármelo de encima. El despacho se convirtió en un cuadriláteroimprovisadodeluchalibre.Variossegundosdespués,estabareducidoenelsueloconlacaradeeseogro
mirándomeconodio.—Déjalo,Martínez—dijoAgullóconunademándemano—.Yameencargo
yodeesto.—¿Estáseguro?—Preguntóelmastodonte—.Puedoavisaralosmunicipales.—Bah,nosemoleste…—respondióeldirector—.Noesunaamenaza.Lasmiradasregresaronamí,peromeguardélaspalabras.Elgrandullónmesoltóydiconlafrentecontraelsuelo.Lasangrévolvióa
fluirportodomicuerpo.—Sinecesitaalgo,llámeme—dijoydesapareciódeallí.Respiré,puselasmanossobreelsueloymeapoyéparaponermeenpie.Los
tres periodistasme observaban de brazos cruzados esperando una explicación,una justificaciónporaquello,peronoestabadispuestoadejarque ledieran lavueltaalatortilla.Enlamesahabíaunmontóndefolios,losmismosque,unratoantes,Román
habíaentregadoaSorianoenunafundadeplástico.Miré con rapidez en busca de algún detalle, pero no vi más que correos
electrónicosyellogotipodeMicrosoft.
Cuandoeldirectorsediocuentademisintenciones,cerrólacarpetaylaalejódemivista.—Tepiensocobrarlapuerta…—dijoAgulló—.Ahora,¿nosvasadecirqué
coñohacesaquí?MiréaRomán,queesperabacabizbajomirespuesta.—Quiero ver esos documentos—respondí—.Quiero ver el informe que le
ibaisaentregaralacondesa.—Estetíoesidiota…—murmuróAgullóabochornado.—¿Porquétendríamosquémostrártelos?—PreguntóRomán.—Porqueyonosoyquienlosestáfiltrandoylosabéis—expliquéseñalándole
—.Simplemente,osponecachondosvermesufrir,peroestáissiendocómplicesdeljuegodequienestádetrásdetodoesto,comoestúpidasmarionetas…—Mientrastúintentascamelartealahijadelacondesa,¿cierto?—Cuestionó
denuevoRomán.—Esonoesasuntotuyo.—Entonces,aversi loentiendo…—intervinoAgullócontonodereflexión
—.Dicesnoserquienestádetrásde lospapelesy, sinembargo,ereselúnicoreportero que conozco que tiene relación directa con la familia y la confianzapara llevar a la hija de la condesa a su hogar…Paramás colmo, en lugar deveniratucasadeconfianza,envíaslosdocumentosalacompetenciamásdirectadeldiario,asabiendasdelosrecortesenelsector,delafaltadesuscriptoresy,peor todavía,conscientedeldañoquenospuedeshacer…Enfin,unonosabequépensar,comocomprenderás,peroloúltimoquepuedohacerescreerte.—Yloúnicoqueseosocurreeschantajearalacondesaconunacopiaqueni
siquieraeslaoriginal…—repliqué—.¿Osdaiscuentadelopatéticoquees?—Unpocoderespeto,porfavor—dijoAlfonsoSerrano,elmásdócildelos
tres—.Aquínadiehajuzgadotusmétodos.—Susmétodossininfames…—comentóAgullóporlobajo—,nisiquierase
ponenenduda.Dialogarconelloseracomodarpatadasaunladrillo.—Estaconversaciónesunapérdidadetiempo…—Notendríasquehabercruzadoesapuerta—dijoeldirector.—¿Quéesloquequieres?—PreguntóRomán.—¿Que qué es lo que quiero? —Cuestioné—. Hay alguien ahí fuera
burlándosedetodosnosotros.Sihubiesequeridopublicarestahistoriadesdeunprincipio,yalohabríahecho…¿Oesquenomeconocéis?Nonecesitojugaraldespiste para que pronuncien mi nombre. No tengo pudor en meterme enproblemas.—Deesononoscabeduda…—comentóSerrano.
—Todavíanohasdicholoquequieres—insistióRomán.—Dejadmeveresoscorreos—dijeyseñaléalacarpeta.Agullósoltóunafuertecarcajada.—Caballero,nosésieres tontoopecasde idealista—esputó—.Encasode
que te creyéramos, ¿crees que seríamos tan imbéciles de darte ventaja en esteasunto?Conlotramposoqueeres,nosrobaríaslaexclusiva.—Y,sipuede,terobalacartera—agregóRomán.—Seguíssinentendernada.—Te equivocas, eres tú el problema—apuntó de nuevo—.Recoge la poca
dignidadquetequedaylárgate,dehombreahombre.Memordíellabioalaesperadequealgointeligenteburbujearaenmicabeza,
peroesafrasenollegóacuajar.—Así que esto es lo que buscáis…—dije asintiendo con la cabeza—.Está
bien…yaconocéiscómoacabalahistoria.Yosiempregano.—Guárdate las amenazas para el juez —dijo Román—. Nosotros nos
encargaremosdesacarteguapoenlafoto,notepreocupes.Dialogarestabademás.Dadoloencontradoenesaredacción,salídeallíconlaconcienciatranquila,
sabiendoquieneseranmisrivalesyconquiénnopodríacontar.Las cartas estaban echadas, los intereses por derribar mi presencia eran
obvios.Peronomeasusté.Subiresfácil,mantenerseenloalto,notanto.Abandonépormipropiopieyregreséalcoche.Despuéscondujeporlacosta
hastaelapartamentodelaplaya.Anochecía lentamente y el horizonte se fundía en tonos rosados y violetas
sobreunmardecolorverdeoscuro.Todo aparentaba estar como lo había dejado. La calle gozaba de una
tranquilidadplacentera,pococomúnduranteesosmeses.Caminéhastalacocina,abrílaneverayagarréunbotellíndecerveza.Había
sidoundía largoy agotador.Las ideas no fluíanyme sentía atrapado enunajaulainvisible.Conlamiradaperdidaenelinteriordelahabitación,mefijéenelinterruptor
bermellóndelaalarmadelacasa,conectadaatravésdelaredtelefónica.Esomellevóapensarque,quienquieraquehubiese filtrado losdocumentos, lohabríahechodejandounahuella.Deesemodo,existiendounpatrón,talvezpudieradarconeldomiciliodelapersonaquelosenviaba.Qué estúpido había sido al ignorar que los correos podían ser rastreados,
aunqueyocarecieradelosconocimientosnecesariosparahacerlo.Saquéelteléfonomóvildelbolsilloydesbloqueélapantalla.Erancasilasdiezdelanoche.
Nocreíquefueranecesarialallamadaqueestabaapuntodehacer,peronosemeocurriónadamejor.Meaterrabaenfrentarmealasoledaddelacama.
CAPÍTULOTRECE
Aunparde callesdemi casa, esperé en la terrazadeLaParmigiana, entre lavegetación,losgatoscallejerosyelbulliciodelanoche.Un restaurante italiano de luces tenues, pilares de piedra, mesas rústicas,
manteles de cuadros blancos y rojos y paredes coloridas. Era el único lugarabierto a esas horas en el que cenar sin sobresaltos. A mi alrededor habíafamilias,lamayoríadeellasespañolas,yparejasquehabíanoptadoporelhaloderomanticismoclásicoqueguardabanesaclasedelugares.Nosehizoesperardemasiado.Antes de que el camarero se acercara con la carta de vinos, vi su figura a
escasosmetrosdelamesa.—¿Vas a declararte esta noche, Caballero? —Preguntó Rojo con mofa.
Estrechamoslamanoysesentóenlasillaquehabíafrenteamí.—Loharíasituvieralaconcienciatranquila.Elchicomorenoquemehabíallevadohastalamesaseacercóanosotros.—Buenasnoches—dijoconacentoitaliano—.¿Lesdejolacarta?—Gracias—dije.—¿Sabenquevanabeber?—UnRamónBilbao—contestóRojoconfiado.Eljovenfruncióelceñoenunactoreflejoyleentregóunacartadevinos.—Losiento,peronotenemosesevino…Sinembargo,lesdejolacarta.Hay
tintosmuybuenosdelaToscana.—Estábien—rectificódevolviéndosela—.Tráenosunbuentinto,esoestodo.Elempleadonosupocómoreaccionarporuninstante,comosihubieradicho
algoinapropiado.Despuésrecogiólacartaysemarchó.—Unlugarquenotienevinosespañoles…Yatevale.—Esunitaliano—reproché—.Nounatabernaandaluza.Rojoserio.—Enelfondomedaigual.Vasapagartúestacena—añadióacomodándose
enlasilla—.Ybien,¿aquésedebetantaurgencia?¿Meechabasdemenos?—Sabesdesobraporquétehellamado.Necesitotuayuda.ElempleadoregresóconunreservadeLaSpinettaChianti,lomostróyRojo
hizolacata.Trasdarlelaaprobación,sirviólascopasypedimosunosentrantesdequesosypatésyunapizzaparacompartir.—En realidad, me ha sorprendido que tardaras tanto en llamar… —dijo
mirandoalabotelladevino—.Notequejarás,hasvueltoalasportadas…—Notengonadaqueverconesto.Éstavez,no.—Ya,yalosé—dijooliendoelinteriordelacopa—.Noerestanidiotapara
haceralgoasí,aunquesíparadartealafugadosveces,unadeellasacompañadodeunanoble…¿Enquécojonespensabas?
—Esmáscomplejodeloquepiensas…—En el cuerpo no se han atrevido a preguntarme todavía sobre nuestra
relación, pero es cuestión de tiempo que alguien lo haga. ¿Sabes lo que esosignifica?—Másomenos.—¿Másomenos?—Preguntóofendido—.Queestásenlamierda,Caballero.Los comensales de lamesa que teníamos al lado se giraron al escuchar las
palabrasdeloficial.Éstelesdevolvióunamiradahostilyregresaronasusplatos.—Asíqueexplícateantesdequemebebaelvino…—Sólo intento cazar a quien está haciéndose pasar por mí —aclaré—.
Contactéconelabogadodelafamiliayéstemedijoquesospechabadealguiendelseno,algúnmiembroqueintentabahundirelpatrimoniodelamadre.Asíqueforzó un encuentro para que conociera a la condesa y a sus hijos…No saliócomoesperaba,peromeganélaconfianzadesuhija.Esoestodo…—¿Tehasacostadoconella?—Menudodisparate—contestéofendido—.¿Porquiénmetomas?—Porelcrápulaquesiemprehassido.—Puesteequivocas.TerecuerdoquesoyunhombrefelizconSoledad.—Sigue,anda…—Estamañana,elabogadomehapedidoquevisitaraaMaríaLuisayevitara
atodacostaquefueraaunodeesosencuentrossocialesllenosdefotógrafos.—Ahoralallamasporsunombre,vaya…—Déjameterminar,¿quieres?—Reprochéenfadadoporsuinsolencia—.Era
unabuenaoportunidadparaestarasolasysonsacarleinformación.—¿Ybien?—Tengomi teoría, aunqueme faltandatos.Haydemasiados interrogantesy
presientoque estánusandominombre comopodríanusar el de cualquierotroparallamarlaatenciónyconfundiralaprensa…—continuédandountragodevino—.Puedeserelhermanomayor,elquedirigelaempresa.Esfrío,carecedeempatía y parece estar hasta las pelotas de aguantar al resto de la familia.Pero…—Pero…—interrumpió.—Por otro lado, está el pequeño, que tiene síndrome de Peter Pan y es
especialistaenarruinarloquetoca.Ahora,además,haaparecidounasobrinadelacondesa,así,delanada…—¿Yalahascautivadocontuelocuencia?—No he podido tratar con ella, pero con verla una vez supe que sus
intencionesnoeranbuenas...—¿Quéhaydelabogadoese?
—Esunfalderodelacondesa.Noesdefiar.—Ya…—dijoydiootrotrago—.¿Yella?—¿Quién?—Lachica,coño.Meentróunligerocalorenelcuerpo.—No,quéva.Ellanopuedeser.—¿Por qué no?—Preguntó y puso los dedos sobre elmentón.Trajeron los
platosyloscolocaronenelcentrodelamesa—.Tefíasdelamosquitamuerta.Espabila,Caballero…—Porqueno.Ellanoleharíaesoasumadre.—Laestásdefendiendo.—Queno,joder…Rojoagarróunatostadadepanyuntóelpatéporencima.Despuésledioun
bocado.—Estás cayendo en la misma trampa de siempre, inútil —respondió
finalmente—.¿Notedascuenta?—No tengo razones para pensar que es ella —argumenté—. Tal vez haya
necesitadomáscariñodepequeña,perosepreocupaporsumadre.—Eseestuproblema.—¿Cuál?—Pueseldesiempre,panoli—replicó limpiándose labocacon laservilleta
—.Unamujerbonitatedicequeestáenapuros,tútelocrees,temetesenunlíoyalfinaltengoqueiryoasalvarteelculo.—Esonosiempreesasí…—Penséquehabíassuperadotufasedehéroe…—dijoysellenólaboca—.
Porcierto,estepatéestáquetemueres.LaspalabrasdeRojocalaronenmiconcienciacomounpotenteherbicida.No
queríaescucharloqueteníaquedecir,peropodíaestarenlocierto.—Estásvolcandosobremítustraumasdelpasado.—Venga,nomefastidiesahora…—PuedequeMaríaLuisaseamásinteligentedeloquemuchoscreen,perono
laveocapazdehaceralgoasí.—Lo único que veo yo —intervino el policía—, es que están sacando
informaciónconfidencialentunombreytúnoestáshaciendonadaporcubrirtelas espaldas… No sé, Caballero, o has perdido facultades o el karma te estádevolviendolasjugarretasdelpasado…Tardeotemprano,vanadarcontigoytevanameterenunbuenlío,seastúonoquienhayaenviadoesosdocumentos.—Siguessincreerme…—Claroquetecreo,amigo—respondiódandootrotrago—.Antesmecreoa
un perro que a los tabloides…Así que ve al grano y dime para quéme hasllamado.Hiceunabrevepausaynostrajeronlaspizzas.Rojoestabaenlocierto.Teníapoco tiempoynadaenmibolsillo,pero laocasión tampocomehabía
dadoparamás.—La fuente envía los informes por correo electrónico—dije calculando la
pisada—. He pensado que, tal vez, alguno de tus colegas de la Brigada deDelitosInformáticos…—Nidecoña.—Dejaquetermine…—No, no te molestes, anda —insistió negándome la oportunidad de
convencerlo—.Nopuedohacereso,aunquequisiera.Apenastengocontactoconellos, ya me conoces… Sus métodos contra los míos… Lo cuestionan todo,comosiunputoordenadorfuesecapazdepredecirelnúmerodelalotería…Enfin,esalgoquemetocabastantelamoral.Simerelacionancontigo,irédetrásdetialparedón.—Sirastrearaelorigendeloscorreos…—Frena,hacker.—Podríamos saber desde dónde los envía y anticiparnos a su próximo
movimiento.—Paraeso tendríasque recibiruncorreoelectrónico, ¿es el caso?—Dijoy
dio otro trago—. Espera, no respondas. No…Ya te lo digo yo. Lo que estáspensandoesundelito,Caballero.—Ninguno de esos periodistas se enterarían de que hemos entrado en sus
cuentas… La mayoría no sabe ni encender un ordenador —repliqué. LaexpresióndeRojoeraneutra.Estabadispuestoaescuchar,peronoacolaborar—.Piénsalo.¿Yladeproblemasquepodríamosahorrarnos?Rojosonrió,aunquenofueacausademicomentario,sinodelaposiciónque
estabatomando.—¿Te escuchas?—Volvió a preguntar—. Te estás convirtiendo en eso que
tantoodias.Teestásconvirtiendoenellos,justificandoundelitoyasísalirteconla tuya… Para empezar, el problema lo tienes tú y no yo… Rastrear unadirecciónnoestansencillo.Cuandoenvíasuncorreo,ésterebotavariasveces.Podemos localizar el servidor desde el que es enviado, pero no su origen,siempreycuandonohayadocumentosadjuntos…—Peroloshay—interrumpí.—Déjame acabar ahora amí—dijo ymemiró a los ojos. Su tono de voz
cambióhaciaunsusurrodeultratumba—.Quienseaqueestádetrás,dudoque
cometaelerrordenotomarprecauciones,asíquepiensaconlamentefríaynotedejesllevarportusemociones.Eresmáslistoqueellos.Losomos…Estoesun caso local y privado, no una película americana de ciberdelincuentes.Simplifica,Caballero…¿Dedóndedemoniossalenesosdocumentos?—Supongoquedealgunaoficina.—Las suposicionesno sirvendemuchoenestas situaciones…—respondió,
agarrólabotellaysirviómásvino—.¿Quéoficina?—Nolosé.—Entérate—contestóycortóuntrozodelapizzacongambasychampiñones
que había en el centro—. Haz lo que tengas que hacer, pero entérate… Sidescubres quién tiene acceso a esos documentos, quién entra y quién sale deallí…empezarásatenercandidatos.Cuandoestésseguro,tetocaráseguirlos…ytellevaráhastalapersonaquebuscas.—Suenademasiadobien.—No,hombre—reculó—.Paraentonces,másvalequetengaspreparadoun
buennumerito,unodelostuyos,yasegúratedequelaprensasehagaeco…Esote ayudará a disipar las dudas, pero has de atinar bien, el reloj no juega a tufavor.Unplaninteligente,simpleperoeficaz.Rojomeabríaloshorizontesconlabofetadaquenecesitaba.Noobstante,su
estrategianollegabaaconvencermedeltodo.—Nosé,Rojo…—De todos modos —agregó terminando su bocado—, terminarías antes
asegurándote una defensa especializada en estos temas, en caso de que secomplicara la situación... Puedes pagarlo, Gabriel… Además, tampoco se hademostradoqueseastúelculpable.—¿Ydejarquesesalganconlasuya?—¿Quiénes?—LosdelInformación.—Ya veo…—dijo y sopesó sus palabras—. Dime la verdad, ¿por qué lo
haces?—Porsaberquiénestádetrás.—Lo sabía—contestó convencido—.Sabíaqueno lohacíasporquitarte el
muerto de encima, sino por limpiar tu nombre. Otra vez, ese maldito ego tepuede,Caballero…—Si no lo hago, seré el hazmerreír de toda esta gente.Mi carrera también
pendedeunhilo.Rojobebiódelacopaparaaclararselabocaytragó.—Escucha…—comentórecostándoseen lasilla—,yonosoy tupadrepara
decirteloquedebesonohacer…Yasomosmayorcitosynosconocemosdesdehacealgúntiempo…Sicreesqueeslojusto,veaporello.Lamentodecirtequenoestoydeacuerdocon tus accionesnubladaspor la emoción…quedeberíasanteponertuvidarealaloqueotrospiensendeti…—Esalgomásqueeso.—Creo que te estás dejando llevar por una disputa personal entre los
mediocres de tus colegas de profesión y tú, para ver quién se lleva el gato alaguaodemostrarquiénlatienemásgrande—remarcó—,peroallátú…Sidasunpasoenfalso,siletocaslasnaricesaquiennodebes,teverásenunfollón…Notengomásquedeciryesotúyalosabes.Guardé silencio y pedí la cuenta con un gesto de mano invisible mientras
limpiabalasmigasdelmantelypensabaenunarespuesta.Noleibaamencionarquetambiénlohacíaporella,porMaríaLuisa.Sindarmecuenta, su tristemiradasehabíaapoderadodemispensamientos.
En el fondo, sabía que le gustaba. La pena que sentía hacia ella, sumada a laausenciadeSoledad,meimpedíadejarladelado.Eraunauténticoimbécil,peronopodíaevitarlo.Pagué con la tarjeta y caminamos hasta el final de la calle en silencio.
Despuésbajamosunapequeñacuestay llegamosalpaseoque ibapegadoa laplaya.AlolejossepodíanverlaslucesdeTabarca.Rojomiróalaislaysuspiró.—Telohasmontadobienhastaahora,amigo—dijoponiéndomelamanoen
elhombro—.Portubien,noloarruines.Ningunodelosdosestamosparamásfandango.—¿Tequierestomarlaúltimaencasa?Rojoserio.—¿Vasaacostarteconmigo?—YatehedichoquesoyfielaSoledad.Ambosreímosdenuevo.—Agradezco tu invitación, pero es tarde y tengo cosas que hacer…—dijo
excusándose—.Hasidoagradablecharlarcontigo,Caballero.Piensaenloquetehedicho,noseasbobo.—Haréloquepueda.Rojoseacercóymediodospalmadasenelhombro.—Buenasnoches—dijo,diomediavueltaysemarchópordondehabíamos
bajado.Despuésdesaparecióaldoblarlaesquina.Hacíaunanocheagradable.Lasaguasestabantranquilasyelsonidodelmar
relajabamissentidos.Regreséacasacalmado.Rojoeraunadeesaspersonasquesabíansacudirtela
ansiedaddelcuerpoconunratodeconversación.Conél,losdramaspersonales
ylascuestionesexistencialesseconvertíanenpurasnimiedades.Alentrarenlacasa,volvíasentirelperfumedeSoledadporunossegundos.
Todavía olía a ella. Ni siquiera había pasado una semana desde que se habíamarchado,peroparecíanmeses.Medesvestí,subíhastalaplantasuperiorymeacostéenlacama.Lacristaleraestabaabierta,talycomolahabíadejadolanocheanterior.Las
cortinassemovíanporlabrisaveraniega.Elcielooscuroylimpioyloslucerosdelaislaalfondo,enformadepequeñospuntosblancos.PenséenMaríaLuisa,entodoloquehabíamoscompartidoesatarde.LaconversaciónconRojohabíanubladomijuicioyahoramecuestionabasi
lahijadelacondesahabíasidojustaconmigo.Sihabíaalgunacosaqueodiabaenestavida,dudardeotraspersonassellevabalaprimeraposición.Dejé la mente reposar y puse la atención en una estrella del cielo. Sin
esperarlo,elrostrodeBlancaDesastresmevinoalacabeza,comosiesaesferaluminosallevarasunombre.Ellayesechicoquelaacompañaba.Mepreguntécómoleiríayquéhabríapensadoalverme.Misteriosquenunca
llegaríaadescubrir.Notélospárpadosentumecidosycómolapercepcióndelarealidadsedistorsionabalentamente,mezclándoseconloonírico.Medejéllevar,puesnoteníasentidoalgunooponerse,ycomencéacaerhaciaunagujeronegroflotante.Aveces,pensarestásobrevalorado.
Dormireraelmejoranalgésico.Despertérevitalizado.Micuerpopesabalamitadqueeldíaanterioryparecía
queunrayomehubieserecargadolasbaterías.Saltédelacamahastaladuchaymesumergíenunplacenterobañodeagua
fría.Dispuesto a poner punto y final a la carga emocional que había arrastrado
durante los últimos días, decidí prepararme el desayuno en casa antes deangustiarmeleyendolasnoticiasenlabarradealgúnbar.EncendíelequipodemúsicaydejéqueColtranetocaraMyFavouriteThings
paramímientrasmedesenvolvíaenlacocina.Rallétomate,tostépanycalentéunacafetera.De vez en cuando,me sentía bien haciendo aquello, al igual que en antaño
cuandonomepodíapermitirelalmuerzoenlascafeterías.Una vez listo, disfruté de la quietud de mi momento junto a la ventana,
contemplando los apartamentos de la calle y observando cómo las persianasseguíanbajadas.Miréelrelojdelacocina.Eranlasochodelamañana.Sentíunaligeravibraciónsobrelamesa.Elteléfonoseencendió.Por un instante, dudé en atenderlo, pues no estaba dispuesto a que nadie
rompiera aquel estado de paz que tanto estaba disfrutando. Pero la reflexiónapenasduró.TanprontocomovielnombredeSoriano iluminadoen lapantalla,estiréel
brazoymellevéelaparatoaloído.—Buenosdías,señorCaballero…—dijolavozroncayestiradadelabogado,
antesdequellegaraapronunciarme—.¿Estabadurmiendo?—No, esta vez no… —contesté y di un sorbo al café para aclararme la
garganta.—Mealegraescuchareso…—comentó.Escuchéunaligerarisadefondo.No
supeinterpretarsiSorianoestabadebuenhumor—.Tengoalgoparausted.—¿Otramisióndeincógnito?—No,no,nadadeeso…—respondióytomóaire,haciendounaligerapausa
—.Le llamopara informarledequeel señordeTorrevellanopondráningunadenunciacontrausted.Unalivio,¿verdad?—Vaya,esosíqueesunanoticia—dijeymequedéquieto—.¿Cuálessonlas
razones?—Digamosquelacondesalehahechoentrarenrazón—argumentó—.Noha
sidofácil,peroelinterésdeunafamilianosenegocia…Enfin,salgaalacalle,diviértase y haga lo que tenga que hacer,Caballero.Hoy es un buen día paratodos.
Penséendespedirmeycolgar,peroardíapordentro.—¿Así,sinmás?—Preguntéintrigado—.¿Quépasaconlosinformes?¿Qué
ocurre con la persona que está filtrando toda la información para cargarse elnegocioconlosjaponeses?LarespiracióndeSorianocambió.Ocultabaalgoypudenotarlo.—La familia se ha encargado personalmente de silenciar cualquier tipo de
información…venidera—explicóindeciso—.Ningúndiariovolveráapublicarnadarelacionadoconelasunto.—¿Qué?—Preguntésorprendido—.¡Estáncometiendoungraveerror!—¿Disculpe?—Lespediránmásdinero,tardeotemprano.—Existencontratospormedio,estátodobienatado—aclaróelconsejero—.
Lapalabreríaseladejamosaustedes.—Elenemigosigueestandoensucasa.—Creoquehecumplidoconlapartedeltrato,¿verdad?—Dijoconánimosde
concluir—.Quetengaunaagradablemañana,señorCaballero.Hasidounplacerconocerle.Lallamadasecortóantesdequerespondiera.Dejéelteléfonoenlabancadaygritéfurioso.Debíaestarcontento,puesnohabíadenunciapormedio,peronoeraasí.Me
sentía traicionado, vacío y cargado de ira, como si necesitara la presión de lajusticiaparasentirmevivodenuevo.Una vez quitada la denuncia y sobornados los diarios,mi nombre quedaba
fueradejuegoyyosinpasatiempo.Elteléfonovolvióasonar.Locogíconcaradeestúpido,conelmismosemblantequeponenaquellosque
creentenerlarazónantesdeescucharalotro,ydescolgué.—Sabequetengorazón,esunerrorloquehanhecho…—¿Miguel?—PreguntólavozalmidonadadeMaríaLuisa.Reculéymemecí
elpelo—.¿Estásbien?—Perdona,meheequivocado.Penséqueerasotrapersona…Ellaseriocondulzura.—Esoespero…¿Siguesenlaciudad?Supreguntamedescolocó.Había olvidado por unmomentomi segunda identidad. No le podía contar
dóndeestaba,nitampocoquiénera.No,almenos,hastaquetodosesolucionaracomoeradebido.—Sí…Hedecididoquedarmeunosdíasmás–expliquéconvozdehombrede
negocios—.Tengoalgunasreunionespendientes.
—Genial —contestó. Por su tono, supe que tramaba algo—. ¿Dónde tehospedas?ImaginélaciudaddeAlicantedeunbarrido.—En el Meliá —respondí marcándome un farol—. El que está junto a la
playa…¿Porqué?¿Vasaenviarmeflores?Ellasoltóunaligerarisa.—Yategustaría…—dijo—.Ahoraentiendoquemeencontrarasenelpuerto.—Asíes.—Quiero verte otra vez, Miguel —señaló. Mis tripas se removieron. No
esperabaquemelodijera—.Voydecaminoalaciudad,teesperoenlapuertadetuhotel.—No,no…—contestéapurado—.Hesalido,estoyfuera…—¿Noquieresverme?—Escucha,noeseso…Tengounareuniónconunosclientesparallegaraun
posibleacuerdodecooperación…Terminarétarde,peropodemoscenarjuntos.Ellaesperóantesderesponder.—Vale.—¿Ybien?—Doyporentendidoquevasarecogerme,¿verdad?Malditasangreazul.—Claro.—AlasochoenlapuertadelAmérigo.—Asíharé.Colguéymeechélasmanosalacara.Meencontrabaentre laespaday lapareddemiconciencia.Loqueestabaa
punto de cometer, podía traerme graves consecuencias. Más escándalos, máschismes y, cómo no, más problemas en mi vida amorosa. Si Soledad leía untitularenlaprensa,memataríaynuestrarelaciónllegaríaasufin.Porotrolado,erademasiadoapetitosoteneralahijadelacondesaenbandeja,
sóloparamí,sin límitesdehorariosnicochespatrullapisándonos lospies.Laoportunidadperfectapara reblandecerunpoquitomássucorazónyexprimirlocomo una fruta hasta sacarle los entresijos de su familia. Un plan vil ydeshonesto,perounbuenplan,afindecuentas.Laintuiciónsiemprehabíasidomibrújula,porencimadelasemociones,pero
enestecasonosabíaaquiénescuchar.Simequedabamuchoratoallísentado,mearrepentiríadenohaberlohecho.Me levanté y caminé hasta elmueble donde guardaba las llaves del coche.
Agarrélaamericanaazul,lasgafasdesolysalídecasa.Sinquererlo,yahabíadecidido.
CAPÍTULOCATORCE
Alasochoenpuntode la tardeesperabaen lapuertadelhotelAmérigoenelinteriordelFiat500deSoledad.Mehabía tomado lamolestiade reservarunahabitación en la última planta del hotelMelía, un espléndido lugar junto a laplayadelPostiguetconvistasalmar.Noteníaintencionesdeterminarallíconella,peroqueríamantenerlasapariencias.MaríaLuisaesperabaenlapuertaprincipal,eleganteconunvestidodecolor
azul marino estampado con flores que le cubría los muslos y con el cabellosueltoylacio.Toquéelclaxonysumiradasedirigióamí.Cuandosubióalvehículo,elembriagadorperfumellenóelinterioravivando
mis sentidos. Estaba hermosa, maquillada, cuidando cada detalle de suapariencia.Sinduda,queríasorprenderme,obligándomeaquesólotuvieraojosparaella.MaríaLuisaconocíaeljuegodelaseducciónyhabíasacadotodassusarmas.Mediounbesoenlamejillayseajustóelcinturóndeseguridad.—Estáspreciosa.—Yatehedichoqueteníaganasdeverte—contestóysonrió—.¿Ytusgafas?Lashabíaolvidado.—Llevolentesdecontacto.—Megustasmás así—dijo ladeando el rostro—.Con ellas pareces unode
esosescritoresdepacotillaqueintentanparecerinteresantes.—Peorseríaunabarbadechivo,¿nocrees?—Contestéyarranquéelcoche
parasumergirnoseneltráficodelahorapunta.El destino era La Ereta, un exclusivo restaurante demoda construido en la
subida del castillo de Santa Bárbara. Sin carta, dos menús a elegir y platoscuidadosperodiferentesalosquesolíacomerenlastabernascastizas.Aparcamosenlacuestaquenosllevabahastaloaltodelcastilloycaminamos
por un sendero de piedra desde donde se veía una panorámica de la ciudad.Alicanteeraunlugarbello,tantodedíacomodenoche,ypasearporallíconelcrepúsculodefondo,hacíadelaocasiónunmomentopropiodelcine.Lareservaestabaaminombreficticio.Elrestauranteeraunlugarampliode
estilominimalista,paredesdecristalyvigasdemadera.Tambiénhabíaunagranterrazaexterior,lacualpreferíevitarparanoencontrarnosconcarasconocidas.Habíaestadoallíantes,unosañosatrás,enunadeesascomidasconagentes
literarios y personal de negocios que buscaban hacer un impacto en míllevándome a lugares caros, con el fin de que creyera que su empresa estabatambiénalaaltura.Elegí una mesa situada en uno de los rincones por donde se podía ver el
puertoylostejadosdelaurbe.
MaríaLuisasesorprendióconladecisión.En lamesanosesperabanunasfloresenun jarróndecristalydoscopasde
champaña.Detallesquemehabíaencargadopersonalmentedepedir.Agarrésusillaylainvitéaquesesentara.Despuésmeacomodéyelmetrese
acercóconunabotelladecavaquenotardóenservir.Asusojos,noéramosmásque una pareja de jóvenes ricachones enamorados. A los míos, un comboperfectoparadarriendasueltaamispreguntas.—Eresunacajadesorpresas,Miguel—comentótraselbrindisdebienvenida
—.Nodejodepreguntarmecuántossecretosguardarásahídentro.—Tantoscomoseannecesariosparavivirconintensidad—respondíconuna
sonrisaensayada—.Sólobuscabaunlugaragradableenelquepudiéramostenerintimidad.—Lohasconseguido.—Mealegro—dijeytoquésubrazocondelicadeza.Pedimos uno de losmenús, peroMaría Luisa no esperó a que llegaran los
platosparadesvelarlacausaporlaquesehabíareunidoconmigo.Sin razón aparente, tensó la columna y la expresión de su cara tomó cierta
amargura.—¿Estásbien?—Séquiéneres,losétodo—dijoconvozseriaperosinlevantareltono.Mehubiesegustadovermirostroenesemomento.—¿Aquéterefieres,MaríaLuisa?—Quelosétodosobreti…Eresunfarsante.—Mira,nosédequémeestáshablando,laverdad…Lossudoresfríoscomenzaronamanifestarseportodomicuerpo.Elegir aquel rincón no había sido la mejor de las ideas. Ahora estaba
acorraladofrenteaellaylasalida,simplemente,demasiadolejos.—No te llamas Miguel Campechano —señaló—. Tu nombre es Gabriel
Caballero.Ereselperiodistaquehapublicadotodas lasdifamacionessobremifamilia.Era unamujer fuerte, pero no estaba preparada para hacer aquello. Sentí la
furia en su voz, aunque el odio que desprendía no iba haciamí.Me preguntécuántasveceslahabríanignorado,tomándolaporunaniñainocente.—Escucha,notenemosporquéhacerestoaquí.—¿Asíquenoloniegas?—Preguntó.Parecíaqueibaaromperenunllantoy
esoeraloúltimoquedeseaba,yanoporelrestoquenosacompañaba,sinoporella.Me rompería el corazónal ver sus lágrimas—.¿Cómohaspodido? ¿Quéclasedehombreeres?—Tienesquecreerme,siesquepuedeshacereso…—expliquéponiendomi
manoderechasobresubrazo.Ellanoloapartóyfueunbuenindicador—.Yonolohehecho,nohesacadoesosinformesnitengoelmenorinterésenhundiratufamilia…Dehecho,desconocíavuestraexistenciahastaahora.Levantólosojos,cristalinosporellagrimal,yguardósilenciosinmoverse.Su
tactoerasuavecomoeldeunamuñecadeporcelana.—Sorianocontactóconmigoparaqueleayudara—confesédesconociendosi
aqueleraunpasoenfalso—.Hayalguienusandominombreparahacerosdañoavosotrosy amí, aunque estoúltimono importe.Leprometí al abogadoquedescubriríasuverdaderaidentidad.Ellaapartóelbrazo,yoevitéquesedeshicierademí.Memiródefrente.—¿Pretendesquemecreaunargumentotanpobre?—Debeshacerlo,MaríaLuisa—roguédesesperado—.Ereslaúnicapersona
enquienpuedoconfiar.Sorianoytumadrehansobornadoalosmediosparaqueguardensilencio,perosóloostraerámásproblemaseconómicos,máschantajesylatotalquiebra…Talveznoveanlaluz,peroteaseguroque,sinoloaceptan,losdocumentosllegaránalosjaponeses.MaríaLuisadiountragoalespumoso.Podíacreermeocreerlesaellos.Sin embargo, ella no parecía estar al corriente de los tejemanejes de la
condesa y su asesor. Eso la hizo sentirse peor, abandonada por todos,insignificantecomoenlainfancia.—¿Porquéquieresayudarnos?—Porqueasíayudaréalimpiarminombre—respondíconhonestidad—.Los
problemasdetufamiliasehanconvertidoenmicruzadapersonal…Sécómotesientes, yo he estado ahí antes… Nadie más que tú quiere que esto acabe…Nadiemásqueyodeseaencontraraesapersona.
El cava y las palabras de redención afloraron sentimientos olvidados en elcuerpodeMaríaLuisa.Por fin, laspuertasde su fortaleza se abríanhacíamí.Habíasidoungolpecertero,arriesgado,peroútil.Contarle laverdadmehabíaquitadoungranpesodeencima,ademásdealigerarnuestraconversación.Pasoapaso,entremariscosydelicadosplatosdecocinadeautor,leexpliqué
cada una de mis hipótesis, exceptuando que ella fuera una sospechosa de milista.MaríaLuisaescuchabaconatenciónyasentía.Después tomó su turno de palabra yme explicó lo lejana que se sentía de
todos aquellos chismes.Al parecer, las cuentas de la familia estabanmás queatadasporsumadreysuhermanoLeonardo.Hastaesemomento,nomelohabíacontadotodo.La relación entre los hermanos fraguó cuando el más pequeño regresó de
Estados Unidos y se puso al cargo del edificio de oficinas Marsamar, uncomplejodecuatromilseiscientosmetroscuadradossituadoenlaentradadelaciudad,lanuevabasedeoperacionesdelafamiliaTorrevella.Fue una decisión de la condesa y no hubo diálogo pormedio.A ella no le
importó,pues siempre era laúltimaen lasdecisionesde lamadre.Empero, elnuevocargodesuhermanoafectódrásticamenteaFederico,queesperabaserélquientomaraelrelevo.—Recuerdounamañana,antesdeldesayuno,veraFedericoacompañandoa
mimadrealsalónconunacarpetabajoelbrazo…—explicabarecreándoseenlas imágenes de su memoria—. Les di los buenos días, pero ni siquiera meescucharon.Mamácaminabadespacio, comoaturdida…Hace tiempoqueestábajotratamiento,nosabríadecirtemuybiendequé,perolograqueelpsiquiatralerecetelosansiolíticos…—¿Depresión?—Talvez…—murmuró—.Elcasoesquelosseguíymequedéenelmarco
delapuerta,vestidaconelcamisón…Federicollevabaunbolígrafoenlamanoeinsistíaenquefirmaralosdocumentos…Yoestabaapuntodellorar,llenaderabia, pero no podía hacer nada, no era capaz de enfrentarme a él sola, ymequedéallí,clavadacomounacruz…Devezencuando,elperfumedeMaríaLuisallegabaamícomounbálsamo
de frutas.Su triste expresión lodecía todo.Quise consolarla, pero antesdebíaterminarsurelato.—¿Quéconteníanesospapeles?Ellaalzólamirada,comosalidadeuntrancehipnótico.—Eltestamento,laherencia…—señalóconvozsuaveylineal.Diootrotrago
alacopayleservímás—.Gracias…Federicoqueríaaprovecharsedelestadode
mimadreparaquefirmaraunborradordeltestamentoquehabíaescritoantesdequeLeonardo regresara…¿Sabes?Antesde su regreso, éramosotra familia…Nuncalleguéaentenderquécambió.—¿Ylohizo?—No,notuvoesasuerte…—contestó,estavezconuntonomássobrio.La
melodíadesuvozcambiabaentornoasusemociones—.Leonardoentróporlaotrapuertadelsalónenesejustomomentoylosorprendióconlasmanossobrelospapeles…Menudaescenamásbochornosa…Suertequenadiedel servicioanduvieraporallí…Sinmediarpalabra,LeonardolesoltóunbofetónaFedericoyésteintentódevolverleunpuñetazo,peroLeoloredujoendosmovimientos…Porsupuesto,mimadrenoseenteródenada.—¿Tevieron?—No,queyosepa.—¿Lohablastecontuhermano?—¿Estásloco?—Cuestionóofendida—.Esloúltimoquedesearía…—¿Creesquealgunodeellospuedeestardetrásdeesto?Ellamemiródenuevo.Dudabaencompartirsuopiniónconmigo.Puedequehubieseidodemasiado
rápido.—Nolosé…—respondió—.Desdeesedía,Federicohaintentadollamarla
atencióndenuestramadre,despilfarrandodineroenfiestas,dejándoseasesorarporfalsasamistadescontaldeprobarqueeracapazdevalerseporsísolo…y,sin embargo, no ha hechomás que perder y perder dinero…Esmuy fácil deconvencerpara llevárteloa tu terreno.Tehabríacostado lamitadqueyo…Escomounniño…Aún así, no creo que le alegre que los japoneses rechacen laoferta. Su forma de vida, tal y como la conoce, terminaría…La suya y la detodosnosotros.—¿YaLeonardo?—A saber…—dijo y giró el rostromirando el horizonte que había tras el
cristal—.Desdequesupolodeltestamento,nomeextrañaríaquequisieradejaren la ruinaanuestrohermano…Leonardo tienesuscosasaparte,peroson tanherméticascomoél,yameentiendes.No,nolosabía,peroeraundatoquenoimportaba.La venganza era siempre uno de los detonantes pasionales por el que se
llevabanacabolosplanesmásviles.Cuantomásfría,mejorsabría.—¿Dedóndesalenlosdocumentosfiltrados?—Nolosé.Esoeslomáspreocupante.—Enalgúnlugarestarán,¿no?
MaríaLuisaserascólacabeza.—Ya te lo he dicho—reprochó—. Sonmimadre y él quienesmueven los
hilos.Unligerosilencioseposóenlamesa.Me seguía pareciendo un disparate que Leonardo quisiera aleccionar a su
hermanomayor.CaínyAbel,sóloqueaquíresultabacomplicadodefinirquiéneraquién.Tras la pausa, retomé la conversación sin muchas expectativas. Estaba
agotando los cartuchos emocionales de esa mujer y pronto se hartaría de laspreguntas.Todostenemosunlímite.—¿Porquéyo?—Preguntépararematar.Teníaquehacerlo.Lacuriosidadera
superioramisfuerzas—.Esdecir,¿porquémeeligióamí?Ellasonrió.—Leonardo siempre fue un chico alegre hasta que pasó lo que pasó y lo
pusieronfirme…—expresó—.Supongoquetienetirriayciertodesprecioalostipos como tú, desordenados, perdonados por la vida y cayendo en gracia allápordondepisan…Paraél,nosoismásqueunosdesgraciadosviviendoacostadesusimpuestos.—Haymilesdeescritoresenestepaís…—Pero sólo uno en mi mesilla de noche, Gabriel Caballero —respondió
cambiando laposturade sucuerpo.Depronto, talvezpor lasburbujas,MaríaLuisa había recuperado la sensualidad y abandonado la pesadumbre—.DesdequetevienlamesadelhotelPolamar,allísentadoconesasestúpidasmonturas,solitarioyesperandoaqueelteatroterminara…supequeerastú.Mesonrojé,nopudeevitarlo.Hacíamucho tiempoque alguiennome reconocía de esamanera.Me sentí
halagadoyunaespléndidasensacióndebienestarrecorriómicuerpoerizándomeelvello.—Deboreconocerquenoeresmalaactriz…—Teníacuriosidadporsaberadóndeibas—confesó—.Mehubiesegustado
cazarteyentregartealaPolicía.—Todavíaestásatiempo…—Eresunhombregracioso—contestóconuna sonrisa—,peromihermano
no piensa lo mismo, así que mejor no darle ideas… Que uno de tus librosdescansaraenmimesillanoesunacasualidad.Queríasaberlotodosobretiparaasíconocerlaaella.—¿Aella?—Claro,aesanoviatuyadelpasado—especificó.Ahorasíquenosabíapor
dóndeiba—.BlancaDesastressellama,¿verdad?
Esofueungolpebiendado.MaríaLuisasabíadominarlaconversación.Sincomerlonibeberlo,mehabíaarrinconadoensuterreno.—Tienesentido,tuactitudenelpuerto…—Leonardoyella tuvieronuna relaciónenMadrid—prosiguióconesavoz
sensualqueacariciabamisoídos—.EsofuedespuésdevolverdeAmérica,antesde hacerse cargo del negocio familiar... Ella es la hija de unos burguesesespañolesdel barriodeSalamancay coincidieron en repetidasocasiones en elcírculo de amigos de Leonardo... Ahí donde la ves, esa mojigata tiene másdineroquenosotros,aunquecarezcadeclase…—¿Cómosurgió?—Como todas —apuntó—. Empezaron a verse con más frecuencia, él se
esforzópor sorprenderla y terminaron enamorándose, almenosmi hermano…Desafortunadamente,Leo,unhombreque siemprehabía conseguido loque seproponía, fue incapazdequitarlede la cabezaa esa chica alburdoescritordenovelasconelquehabíasalidountiempoantes…Pormuchoqueseesforzara,pormuchoquequisiera reemplazarle, esaBlanca siempre terminaríapensandoenél…Laestupidezfuesuperioraél.Leonardonopudosoportarlo.—Nohacefaltaquemenospreciesmilabor…—comentésacandoelmorroy
asintiendo. Su testimonio me había dejado traspuesto—. Ahora, resultará quesoyelculpabledetodo…María Luisa puso sumano encima de lamía y se acercó unos centímetros
haciamí.—Yonohedichotalcosa,eraunaanécdota…—dijoaliviándome—.Túhas
preguntadoyyoteherespondido.Ahorayaconoceslasrazonesporlasquemihermano no simpatiza con juntaletras… No siempre es bueno escuchar laverdad.—¿Ytú?—Preguntécurioso.Noteníasentidoenfadarmeporloquepensara
eseamargado—.¿Quépiensasdemí?Labotelladescansabavacíaenlacubitera.Laveladahabíasidotanentretenidaque,sindarmecuenta,delantedemísólo
quedabaunatazadecafévacíayunplatomanchadodepostre.—TengounaopinióndiferentealadeLeonardo…—susurróconsensualidad
ymiróalabotella—.¿Porquénonosvamosdeaquí?Mevendríabienunpocodeaire.Paguéysalimosalexterior.Estabaoscuro.Lasfarolasiluminabanelcaminodepiedrayahoralaciudad
brillabaconfuerza.Me hubiera parado a disfrutar del paisaje, si no hubiera tenido una
acompañantecomoMaríaLuisa.Todavíaquedabanmásentresijosporconocer,
aunquehabíalogradotirarledelalengua.Ellasemostrabaabierta,receptivayadvertíquesusseñaleslaconduciríana
unacercamiento físico.Teníaqueevitar esemomentoa todacosta sinparecerdemasiadoobvio.Silarechazaba,semarcharía.Le ofrecí el brazo con un gesto de galantería y caminamos con los pies
sincronizadoshastallegaralcoche.—Unlugarinteresante—dijoantesdeabandonarelaparcamiento—.Espero
regresaralgúndía.—Nosalesmucho,¿meequivoco?Ellamemirócondesaire.—Lojusto.Ladiscreciónesunavirtud.Comprobéelrelojdelcoche.Eranlasonceymediapasadasylaconversación
parecíallegaraeseprecipiciodondetodaslascharlasmueren.Despuésdeahí,lomásdignoeradeciradiós.—¿Quieresquetellevealhotel?—Pregunté.Ellasoltóunacarcajada.—¿Qué
estangracioso?—¿Esasícomoseducesaunamujer?—Sóloestoysiendoeducado.—Vamosaltuyo,quetienevistasalmar.Tomemosunacopaallí.—Laúltima—añadí.—Sí,claro.
Loqueparaellaestabasiendounatravesura,paramíeracomounapiedraenelinteriordelzapato.Subimoshastalahabitacióndelhotelyencendílaslucesalentrar.—Penséquelodelhoteleraunfarol—comentóalcruzarlapuerta—.Yaveo
queeresunprofesional.—Nuncasesabe…Porlaventanasepodíacontemplarelmardesdeunaperspectivadiferenteala
que tenía en casa. Allí estaba más alto y más oscuro, pero no dejaba de serimpresionante.Abríelminibarysóloencontréalgunasbotellitasdewhiskyyvodka.Llaméalarecepciónypedíunabotelladechampánbienfría.MaríaLuisasequitóloszapatosyseechósobrelacamacomosiestuvieraen
sucasa.Empecéasentiruncosquilleoenelcuerpo,frutodelalcohol,elcortejoqueellaestabaaplicandosobremíylashormonasrevolucionadasqueesperabanenmicuerpoparasalircomounaarmadaespartana.Elempleadotrajolabotellaenunacubiteraconruedasyservílascopas.—Deboreconocer…—dijealbrindar—,quemehasorprendidolahistoriade
tuhermano.Elmundoesunmalditopañuelo.—Nopuedescontárseloanadie,Gabriel—advirtió—.Nadade loque tehe
contado…Nisiquieraaella.—Tranquila,tusecretoestáconmigo…—respondíymeacerquéalaventana
—. Simplemente, me sorprende que tu hermano se fijara en una chica comoBlanca, aunque no me extraña que fuese Blanca quien le hiciera eso a tuhermano…Amímehizolomismo.—Siempre nos atrae lo opuesto, lo diferente, aquello a lo que no
pertenecemos… —contestó y bebió a la vez que se levantaba el vestidoligeramente,mostrándome el brillo de sus bronceadas y apetecibles piernas—.¿AcasocreesqueEvasólomordiólamanzanaporqueestabaprohibido?—Poresoestásaquí,¿verdad?—Preguntéymeacerquéalospiesdelacama
—.No sólo paramorder lamanzana, sino para saber qué se siente cuando lohaces.MaríaLuisaseacercódegolpeyseabalanzósobremishombros.Nuestrosrostrosseunieronyellamebesóloslabios.Mevienvueltoentresu
peloyelagradablearomaachampú.Contacto,laagarréporlosbrazosyechélacabezahaciaatrás.—Mejorno,MaríaLuisa—susurréyellasemantuvoensusitio.Al entendermi reacción, se arrastró hacia atrás en silencio, generando una
tensióndesagradableentrelosdos.Depronto,lahabitaciónestabaheladaysóloqueríamarcharmedeallí.
—¿Notegusto?—Preguntóinsegura.Hastalaspersonasmásbellassufríaneltemordeserrechazadas—.¿Eseso?¿Nosoytutipo?—No digas estupideces, eres una mujer… eres una de las mujeres más
hermosasqueheconocido.—Esoselodirásatodas.—Atodaslasqueheconocido,porsupuesto—contestéysonreí.Ellapercibió
que algo no funcionaba. No estaba acostumbrada a las negativas y, muchomenos,alasdeunhombre.Sinembargo,aceptóladerrotacondecoro—.Existeunamujerynosemereceesto.Ella,no.Lahijadelacondesabajólasdefensasyvolvióacubrirselaspiernas.—Almenos,duermeconmigoestanoche.—¿Nomehasoído?Nopuedo…Seacercóamíymeacaricióelrostro.—Gabriel,miamor…—dijoconunasonrisa—.Notengohotelnilugarenel
quequedarme…Comotú,yotambiénheactuadosobreelguión.Unapenaquenohayaacabadoconfinalfeliz…—¿MeestásdiciendoquelodelAmérigoeraunafarsa?—Tanfalsocomotusgafas.Miréalabotella,alaventanayalanoblequeteníadelante.Misentidodela
galanteríameimpidióecharladeallí.—Puedollamarauntaxi.—¿Deverdadlopiensas?Volvióapensarenlasopcionesymediporvencido.—Está bien, pero sólo dormir…—respondí—. Espero que esto no cuente
comoinfidelidad.Lamujerestirólosbrazosysedejócaersobreelcolchón.Luegoselevantóy
caminóhastaelbañoparadarseunaducha.Enefecto,eraunaniñatraviesaatrapadaenunpersonajefeudal.Enelfondo,
lo que deseaba era realizar las fantasías que no había podido llevar a cabodurantelaadolescencia.Yoteníalomíoyellalosuyo.Con lo que me había contado, no me costaría demasiado desenmascarar a
LeonardodeTorrevella.Abandonadoenlahabitación,medesabrochéelprimerbotóndelacamisay
agarrélabotellaporelcuello.Despuésdiuntragoymesentéenel ladodelacamaquedabaalaventana.Aquello no estaba bien, ni para ella, ni para mí. Existen ciertas acciones,
aparentementeinofensivas,quesiemprenostraenconsecuencias.Paracuandoellasaliera,yoyamehabríadormidoemborrachadodeburbujas.
Asíqueesperé,conlavozdeMaríaLuisacantandoenladucha,aqueelcavadelabotellaseterminara,misojossenublaranylanocheseconvirtieraenunfondodeestrellasdelmodomásrápido.
CAPÍTULOQUINCE
Ella todavía dormía cuando abandoné el hotel.Medespedí conunanota y unbeso en la frente y tomé rumbo a casa. Aquel fue un adiós y no lo queacostumbrábamosaverenlapantalla.Paramifortuna,esedíanorecibíningunallamada.Teníaqueorganizarlasideas.Digerirtodoloquemehabíacontadodurantela
velada.Las disputas familiares cercaban el círculo de sospechosos, aunque no las
teníatodasconmigoparaaveriguarquiéneraelcausantedeaquelescándalo.María Luisa, hábil ymanipuladora, se las había ingeniado para echar de la
conversaciónaSorianoyasuprimaSabrina,enfocandolaatenciónensusdoshermanos,principalmenteenelpequeño.El testimonio no dejaba dudas de que Leonardo tenía motivos más que
suficientes para hundir a su familia y poner a su hermano en ridículo ante laopiniónpública,sinmencionarlacruzadapersonalqueteníaconmigo,undetallealquenoledidemasiadaimportancia.BlancaDesastreseraaguapasadaenmivida y, por lo que había comprobado en los últimos días, yo también para lasuya.Lavilezade las intencionesdeLeonardosecontradecíanconelhermetismo
queguardabaasualrededor.Unamadreconocedemasiadobienasuhijoy lacondesa,apesardetodosloserroresquepudierahabercometidoenelpasado,nohabíadejadoenmanosdeLeonardolosnegociosfamiliaresporazar.SiéstehubiesetenidointerésporhumillaraFederico,lohabríahechodeotromodo,sinsertanestúpidodeponerenjuegosuhonor.Venderelgrupodeempresasaotracompañíacobrabamássentido.Tal vez el episodio de la herencia hubiese tenido algo que ver con todo
aquello,peronoeranmásquesuposiciones.Poralgunacausaquenomehabíacontado,aMaríaLuisaleinteresabaqueyo
pensaradeesemodo,yesomeprodujounadesconfianzadesagradablehaciasupersona.Finalmente,abríelordenadorymeconectéa la redparabuscar lasnoticias
quehabíansidopublicadasdurantelosdíasanteriores.Con todos los enredos de familia, había pasado por alto analizarlas con
detenimiento.Peronoquedabarastroenlosportalesnienlosbuscadores.Todohabíasidoeliminadodelciberespacio,inclusodelamemoriacaché.Asíqueteníaqueregresaralafinca,estavezsinqueelabogadonilahijase
enteraran.Debíareunirmeconlacondesayaclararlaincógnitaquemeimpedíaresolverelrompecabezas.Ellateníalallavequemellevaríahastamidoble.
Aldíasiguiente,desayunandoenunadelascafeteríasdelvaraderoconlaplayavacíafrenteamí,agarréelperiódicoqueunclientehabíadejadoenlabarra.Tuveunmalpresentimientoalabrirlo.Nofueparamenos.Lasfotografíasaugurabanunmalpresagio:Soriano,Leonardo,MaríaLuisay,
cómono,GabrielCaballero.
ElfindelosTorrevella:unaherenciafraudulenta
CuentasByuntestamentoinjusto
Unnuevo informe esclarece losmotivos por las queLeonardodeTorrevellaquierevenderHoldingTerraaquienestédispuestoapagarlo.
El Diario Alicantino publica en exclusiva datosesclarecedores que ponen al descubierto la auténticacaradelosTorrevella.
Ademásdelasanterioresnoticiasrelacionadasconlascontinuaspérdidaseconómicasquelosnegociosdelafamilia han generado, un nuevo informe de carácteranónimodestapalasampollasenelsenodelafamiliaaristócrataalicantina.
Todo apunta a que un testamento redactado por lacondesadeTerranostra,enelquebeneficiaenpartealhijo mayor, Federico de Torrevella, ha sido eldetonante para la llevar a cabo la venta del grupoempresarial.
De este modo, Leonardo de Torrevella, director de
HoldingTerra,trasprevioacuerdolegal,recibiríaunaimportante suma económica por el traspaso ymantendría supuesto comodirector sinque laventaafectaraasusintereses.
Así se extinguiría la posibilidad de que Federico deTorrevella encabezara la dirección del grupo en unfuturo.
Por otro lado, existen rumores de que las empresasgestionadasporlafamiliallevenañosmanejandounadoble contabilidad con el finde eludir aHaciendaylos altos impuestos a pagar al Estado. De ser estocierto, las negociaciones con el grupo nipón podíanverseenpeligro.
Apesardelasamenazasaladireccióndeestediarioparaevitar lapublicaciónde lanoticia, la familiadeTorrevella ha tomado acciones legales contra ladirección de la empresa y contra el periodista yescritorGabrielCaballero.
Lasdudassobresuautoríahansidoesclarecidas trassorprender al periodista reunido en varias ocasionescon María Luisa de Torrevella y Rodolfo Soriano,abogadoyasesordeconfianzadelafamilia.
CAPÍTULODIECISÉIS
Elteléfononocesabadevibrar.Lanoticiahabíacorridocomolapólvora.Amiscompañeros de profesiónno les importó hacer públicomi númerode teléfonoentresuscontactos.Números desconocidos aparecían constantemente en la pantalla. Era
imposiblemanejarelaparatosinquesemoviera.Regreséacasa,desconectélalíneatelefónicaybajélaspersianas.Losbuitres
notardaríanenmerodearporallí.Cuandolasllamadasparecieroncesarporunosminutos,busquéelcontactode
MaríaLuisaylallamé.Fracaséenelprimerintento.Supusequeestaríafuriosa.Volvíamarcarsinéxito,denuevo.Trasintentarlocuatroveces,fueellaquienmellamó.—¿Cómoteatrevesa telefonear?—Preguntóansiosa—.¡Eresuncerdohijo
deperra!—¡Espera!—¡Mehastraicionado,desgraciado!—Bramóalotroladodelaparato—.¡No
telovoyaperdonarenlavida!—¡MaríaLuisa!—Exclamé—.¡Nocuelgues!¡Yonohesido!—¡Perocómoerestanembustero!¡Malditofarsante!—Continuógritando—.
¡Mehasutilizadoparatubeneficiopropio!¡Sindejardetalleenelaire!—Tienesqueescucharloquetevoyadecir…—No,Caballero…—dijocalmandolavoz—.Nopiensoescuchartemás.Te
voyaaplastarcomoaunacolilla…Nadievaaperdonarloquelehashechoaestafamilia.Despuéscolgódejándomeconlapalabraenlaboca.Detestabaesasensación.Enparte,entendílacrispacióndeMaríaLuisaytambiénquelecostaracreer
que no había sido yo.Una cosa era confesar un secreto y otra que el secretofueraacompañadode fotografíasa todocolor.El interiorde la fincaestaríaenllamasaesashoras.Busquéelteléfonodelabogado,comoúltimorecurso,ymarqué.—¿Todavíalequedanganasdehablar?—Soyescritor,lomíosonlaspalabras…—Veoquesigueigualdemezquino.—Escuche,Soriano,nohesidoyo,selojuro…—Meimportauncarajoquehayasidoustedono—replicóconautoridady
enfado—. Las fotografías en las que aparece con la señorita María Luisa lehacenunflacofavor.¿Quéledije?¿Cómohapodidosertandescuidado?—Tengoque hablar con la condesa—respondí saltándome las preguntas—.
Ellaeslaúnicapersonaquemepuededecirquéesloqueestápasando.
—Puedoresponderporella.—Haycosasqueseescapandesuresponsabilidad.—Entonces,metemoqueesoesimposible.—Venga,hombre…Déjesedeformalidades.Sólointentoayudar.—Aunque quisiera, me lo impedirían… La condesa está ingresada en la
clínica privada de Vistahermosa… —explicó—. Ha sufrido una crisis deansiedad.—¿Porlanoticia?—Portodo,engeneral…—Presientoquetengoquedejarle.—Deseprisa,notienemuchotiempo.Medespedíycaminéhastaelexteriordelavivienda.Yanohacíafaltaesconderse.Estabaharto.AbrílapersianadelgarajeyvimiPorscheBoxterrojoreluciente,esperandoa
queloarrancara.Yasíhice.MepuselasgafasdesolytomérumboaAlicante.
Porcausasdeldestino,habíaestadoallíantes.Visitarloshospitalesnuncatraíanadabueno.Laclínicaprivadaeraungranedificioblancodeformarectangularrodeadode
palmeras.Ellugarestabatranquilo.Dejéelcocheenelaparcamientopúblicoquehabía
juntoalaparadadeautobúsydiunvistazoparaasegurarmedequenocaerantelosfocosdelascámaras.Colarmesinquemevieran,noseríafácil.Sorianonomehabíainformadosobrelaplantaenlaqueseencontrabalacondesa.Dadalasituación,lomásseguroesquelahubieransacadodeurgenciaspara
trasladarlaaunahabitaciónmástranquila.Caminéhastalaentrada,quegozabadeunasorprendentenormalidadparala
queestabacayendo.Saludéalasdosrecepcionistasymeacerquéalmostrador.—Buenosdías,¿podríandecirmedóndeseencuentralafamiliadeTorrevella?Lasdosmujeresmemiraronconrecelo.—¿Esustedfamiliar?—Soy Rodrigo de Torresmontes —improvisé adoptando un tono serio y
formal—.ElsobrinodeBeatrizLucerosdeFinestrat.La confianza con la que había pronunciadomi inexistente apellido puso en
alertaalasempleadasdelcentro.—Un segundo… —dijo una de ellas y consultó algo en la pantalla del
ordenador.—¿Se encuentra María Luisa y Federico con ella? —Pregunté mientras
esperaba—.Leonardomelohacomunicadoestamañana.Elaprietodelasdosempleadoslasforzóaceder.Loúltimoquedeseabanera
jugarseelpuestodetrabajo.—Plantatres,habitacióntrescientosdos.—Hansidoustedesmuyamables.Dimediavueltaycaminéhacialosascensores.Cuandolaspuertasseabrieron,entréypulséelbotónnúmerotres.Antesde
que se cerraran, vi a Federico abandonar el ascensor que había frente a mí.Agaché la vista y me hice el despistado. El aristócrata no llegó a notar mipresencia.Estuvocerca.Ahorateníaelcampolibre.
CAPÍTULODIECISIETE
Laplantaterceradelhospitalolíaadesinfecciónyamaterialclínico.Divariospasos en silencio, evitando el contactovisual de losbedelesy las
enfermerasquesecruzabanpormicamino.Finalmente,allíestabalapuertaconelnúmero302enunachapametálica.Toquélafríamanivela,lagiréhaciaunladoyempujé.Lahabitacióneraaséptica,decolorblanco,conunbañointerioryunaventana
porlaquesepodíaverlaciudad.La condesa estaba acostada con los ojos cerrados, descansando en un
momentodecalmainterior.Cerréconsigiloydiunpasoalfrente.Pesealruidode mis zapatos, ella no hizo ningún gesto de interés. Recurrí al plan b ycarraspeé.Lamujerlevantóunpárpado.Labolsadelsueroestabaconectadaasubrazo.—¿Usted? —Preguntó confundida—. ¿Qué hace aquí? ¿Cómo ha logrado
entrar?—Cálmese,novengoadarlemásdisgustos.Despuésabrióelsegundoojoyseincorporóparasentarse.—Sabía que aparecería tarde o temprano… —confesó, siendo yo el
sorprendido—.Mihijamelocontótodosobreusted.—Losiento—respondísintiéndomeculpable,sinsabermuybienporqué—.
Loúltimoquedeseabaeraque…—Nosepreocupe,séquenopintanadaaquí—interrumpió—.Lomíoviene
delejos…Noesfácilsermadreenestafamilia,¿entiende?Mepreguntoquéhehechoparamereceralgoasí.—Señoracondesa,no tengomucho tiempo…—dijeacercándomeaella.La
mujermemirabadelmismomodoquelohabíahechounasnochesatrásenaquelhotel de Santa Pola. Tomé aire—. Estoy cerca de resolver lo que estásucediendo,peronecesitosuayuda.Meencuentroaltantodeloocurridoconeltestamento,MaríaLuisamelocontó…—Nopuedeestarsecallada…—Tambiénséquelapresenciadesusobrinanoleinfundeningunaconfianza,
aunquecreoqueella sóloestápor interésparaverqué lepuedecaermientraschupa de las cuentas familiares… Tengo la impresión de que sus hijos estánlibrandounaguerrapersonalparaacabarcontodoloquetienen…Unodeellosestádetrásdelasfiltraciones,deloqueestásaliendoalaluz,yloestáhaciendoa travésdealguienqueusaminombre.Sinembargo,soy incapazdeseñalaraningunodelosdos…Poresolepidoquemeayudeaponerunpocodeluzenesteplano.—Ay,hijo…—dijoellaadoptandountonomaternal—.Lamentodecirteque
todoeltrabajoquehashechonohaservidoparanada.
—¿Cómodice?—Por supuesto que Leonardo y Federico se llevan mal desde que se
conocieron…—explicócontristeza—.Lapérdidademimaridomellevóaunafuerte depresión, de la cual no sé simehe recuperado…Quise ser unabuenamadre, pero carecía de instrumentos para ello… ¿Cómo iba a criar a doshombres habiendo sido siempre unamujer de porcelana? ConMaría Luisa loteníamás fácil pero, aún así, fracasé…Pusedemasiada atención en corregir aesosdosmequetrefes…—¿Porquédiceeso?—Me absorbían la energía por completo —explicó—. Con el tiempo,
Leonardosealejómásdelseno,hastaqueloenviéalextranjero…Eralaúnicaformadesepararlosyestablecerlacalmaencasa.ConfiéenFedericoparaqueaprendieraagestionarlosnúmeros,perolosuyosiemprehasidolafarándula,aligualquesutío…—PoresocambiódeopinióncuandoLeonardoregresó.—LohabíaenviadoaEstadosUnidosconesepropósito—contestósincargo
deconciencia—.Élaceptó,conlacondicióndequeFedericosequedarafueradetodoy,porsupuesto,quenovieseniuncéntimodelaherencia.—Peroesonoesposible…—Losabogadoshacenque todo seaposible—aclaró—,perounamadreno
cedealchantajedesushijos.—Yaveo…—Míreme—ordenó—. Soy una vieja, nome quedamucho tiempo en este
mundoantesdequeDiosmelleve…¿QuépasaráconMaríaLuisayFederico?Sin dinero, se convertirán en un par de desgraciados miserables. Le pedí aLeonardo que vendiera la cartera de empresas y, a cambio, le dejaría toda lafincaparaél,laúnicaherenciaquenosquedadelafamiliadesangre.—¿Todoporunacasayunostrozosdetierra?—Esmásqueeso.Esnuestrahistoria.—¿YMaría Luisa?—Pregunté sorprendido—.Tiene un especial apego por
losviñedos.—Hijo,lavidaesasí.Ellayaesunamujeradultayesoescosadehombres—
respondió. No podía ser más clasista—. María Luisa tiene que encontrar unmarido,comohiceyo…Esoestodo.Lamentablemente,noentendíadelegados.—¿CreequeesFedericoquienestádetrásdelaspublicaciones?Elrostrodelamujersearrugó.Ibabienencaminado.—Mecuestareconocerlo,peroesasí—confesócondolor—.Noseimaginalo
que supone para una madre. Soy incapaz de pararle los pies, póngase en mi
lugar.—Estáclaroquenoactúasolo…Hayalguienmásconél.—Podría ser cualquiera. La pérfida de mi sobrina, por ejemplo. No me
sorprendería…—¿Taningenuoes?—Amínohasalido,desdeluego…—Soriano me dijo que intentaron detener a la prensa, pero no ha tenido
muchoéxitoelsoborno…—¿Lo dice por las fotos y los chismorreos?—Preguntó altiva—. Federico
puede contarle a esos muertos de hambre lo que quiera… Todo lo que hanpublicadoesirrelevante,notienenpruebas…¿Estamosarruinadososomosunosimpostores? Esa es una verdad a medias, pero… ¿Quién no lo es? A losjaponeseslesimportanunbledoesascosas.Ellossabendedóndevenimosylainfluenciaquetenemos.Quierenseguiradelante.Sinosucedenada,endosdíasfirmaremoselacuerdo.—¿Notememásescándalos?—Pregunté—.¿Queelfraudesedestape?Ellasonrió.—Estoy aquí por la edad y por el dolor que siento al ver lomal que lo he
hechoconmishijos,todosenfrentadosporeldinero,comoburdospobres…—respondió con desaire—. Lo que realmenteme preocupa se encuentra a buenrecaudoenlasoficinasdeMarsamar.—¿Quées?—Lacontabilidadparalela…Esopondríaenriesgonuestrocompromisocon
losnipones.SóloLeonardotieneaccesoalosficheros.—¿Porquémelocuenta?—Porque sé quenova a ser tan imbécil demeterse dondeno le llaman—
contestó.Visusojosymeclavólamirada—.Lequedademasiadogrande,señorescritor.Entrarallínoescomocolarseenunhospital,ademásdeserundelito.Al otro lado de la pared, en la lejanía, escuché voces familiares que me
desviarondelaconversación.EraFedericoyveníaacompañadodealguienmás.—Tengoqueirme,graciasporsuayuda…—dijeantesdedarmelavuelta—.
Porcierto…Suhijamehadenunciado.Lacondesaguardósilencio.Agarrélamaniveladelapuerta.—¿Esciertoquelarechazó?—Preguntódesdelacamaconseveridad.Giréelrostroporúltimavezyencontréaunamadredespechada.—Asíes.—Entonces,asumalasconsecuencias.Abandoné lahabitación,vi la figuradeFedericodeTorrevella en su trajey
acompañadodeunodelosagentesquemehabíanseguidodíasatrás.Caminéendireccióncontrariaaelloshaciaelfinaldelpasillo.Después tomé las escaleras de emergencia y desaparecí como una sombra
silenciosa.
Labotelladecervezahabíadejadounamarcadeaguasobreelpapel.Encimadelamesadelahabitación,unalibretaabiertaconteníanotasescritasconbolígrafo.Demasiadasmentirassobreeltapete.Había regresado al hostal Maruja tomando distancia de los problemas,
buscandoespacioparapensaryasíordenartodoloqueteníaenlacabeza.Pero,inclusoaquellugar,comenzabaanoserdeltodoseguro.Porfin,despuésdevariosdíasdeincesantetrajín,tuvetodaslaspiezassobre
eltablero.—Sabrina, Sabrina… —murmuré en voz alta mirando a la pantalla del
ordenadorportátil.Estabadispuestoasaberlotodosobreella.Almenos,todoaquelloquelosTorrevelladesconocíanonosehabíanatrevido
acontar.Tecleésunombreenelbuscador,seguidodelapellidodelafamilia.Aunqueno fuerael suyo, los resultadosno tardaronen llevarmealperfilde
SabrinaGuerrero,unaespañoladetreintaydosaños,acomodadaenGinebra,sinprofesiónaparente,hijadeuncondeespañolydivorciadacincoañosatrásdeunpintorfrancés.Estabamuycambiadaenlasfotografíasqueencontraba.Laprensaginebrina
nohablabamuybiendeella.Debido a los escarceos amorosos y la ruina económica de su padre, que
malvivía de las rentas que le dejaba el hotelGeneva, situado en la partemáshumildedelacapital,Sabrinaeraconocidacomolasanguijuelaespañola,yaqueaprovechabasuscontactosdelaburguesíalocalparaacercarsearicossolitarioseilusos,tocadosporlavaritadelafortunayeléxito,conelfindepagarsuestilodevida.Unejemplarcomopocos,pensé.Ademásdelosartículosdelaprensasensacionalista,lasobrinadelacondesa
de Terranostra había estudiado arte dramático durante dos años en Lyon. Sinpenanigloria,sucortacarrera terminabaconla interpretacióndeunpersonajesecundarioenuncortometraje.Alparecer,prontosediocuentadequeeramásrentablefingirentrepersonas
queantelascámaras.Culta, educada, conocedora de cuatro idiomas y con facilidad para
desenvolverseencualquierentorno.Sabrinaposeíaelhistorialperfectoparaserquienestabadetrásdeminombre.Trasmiconversaciónconlacondesa,reflexionésobrelomencionadoenaquel
edificio. No me había revelado el secreto de su familia por accidente, peroseguirlelacorrientesincalcularmispasospodíaserunerror.
Mepreguntésieraamíaquiententabaconunseñueloosirealmenteeratandespiadadadeapartarasuhijodeunmodotanruin.Nosupequépensar.Yanopodíaconfiarenningunodeellos.VolvíamirarlafotodeSabrina.Elrelojdearenasevaciabasinquehicieranadapordetenerlo.María Luisa, despechada y confundida, me hundía la vida en público. La
prensa local largaba mentiras sobre nuestra relación y el inexistente amor deverano que nos unía. Agulló y los suyos estarían frotándose las manos en laredacción.Todosmequeríanveracabado.ElteléfonoseguíasonandoySoledadnomehabíadadoseñalesdevida.Derepente,oíunanotificación,unsonidoagudoprocedentedemiordenador.
En la pantalla, un símbolo me advirtió de que había recibido un correoelectrónico. Pensé que sería otro de esos correos basura, pero me equivoqué.ParecíaunadirecciónanónimaregistradaenlosservidoresdeMicrosoft."Séqueestásahí",decíaelasuntodelmensaje.Larespiraciónsemecortó.Miréalrededordelahabitaciónymelevantéhacialaventana.Comprobéque
todoseguíaenorden:laplayallenadebañistas,elbaratestadodeclientesylasgaviotasenbuscadeuntrozodecomida.Diuntragoalacervezaymemovíalrededordelordenador.Abríelmensaje
con intriga, pero no encontrémás que una línea y un usuario deTelegram, laaplicacióndemensajeríaencriptadaqueutilizabanlosperiodistasparaevitaralaPolicía.Nomesorprendióqueaesasalturasmehubieranpinchadolalínea."¿Hablamos?",preguntó.Abríelprogramadesdeelteléfonoeintrodujesunombre.Despuésiniciéuna
ventanadediálogo.ElusuarioMarkFeltentróenlínea.Tenía su gracia. Utilizaba el nombre del agente del FBI que había actuado
como Garganta Profunda en el famoso casoWatergate estadounidense en losaños setenta, revelando los secretos del gobierno de Richard Nixon. Pero, adiferenciadeFelt,estapersonanobuscabadesenmascararaunpresidente,sinoarruinarmelavida.Losdedosmetemblaronantesdeescribir.—¿Esestoseguro?—Tecleé.Elusuarioestabaescribiendo.—Sí.—¿Quiéneres?—Pregunté.Larespuestasehizoesperarunossegundos.—¿Quéclasedepreguntaesesa?—Respondió—.Sabesdesobraquiénsoy.—Sabrina—escribí.
—Frío,frío…Caballero.Mefrotélasmanos.Estabanhúmedasyfrías.Notabaloslatidosenmicuello.—¿Quéquieresdemí?Noentiendoporquémeestáshaciendoesto…—Siempre has presumido de ser el mejor… a costa de otros—escribió—.
¿Quésesientealprobartupropiamedicina?Meremoviólasentrañas.Estabadándolefuerteamiegoyesoeraloquemásmedolía.Debíasermásinteligente.—Si realmente eres quien creo que eres, temo decirte que tu broma se ha
acabado.Denuevo,setomóunapausaparacontestar.—¿Ahsí?—Sí.—¿Quétehacepensareso?—Paraempezar,notienesladecenciasuficienteparadarlacara—recriminé
—. Si realmente quisieras emularme, no habrías escrito esa basura. Te faltaclase.—Nomeimporta.Elfinjustificalosmedios.—¿Ycuálestufin?—Ponerteaprueba,vercómotucarreraseechaaperder.—Para eso, necesitarías otra vida.Nome hagas perdermás el tiempo.Das
pena.Cerrélapantallaydejéelteléfonoenlamesa.Pegué un trago a la botella y di un par de vueltas sobre la habitación. El
teléfononoemitióninguna señal.Segundosdespués,volvió avibrar.Teníaunmensajenuevo.—LasoficinasdeMarsamar—escribió—.Últimaoportunidad.—Yatelohedicho—repetí—.Novoyacaerentujuego.—Lascuentasennegro—respondió.Volvióatomarseuntiempoycontinuó
—. O lo sacas tú, o lo haré yo… De cualquier modo, irá a tu nombre, porsupuesto.—Nosédequémehablas…—Losabesdesobra—escribió—.Losjaponesesquierenentrarenelmercado
español por la puerta grande, por la reputación que les da absorber HoldingTerra.Laspérdidassiempresepuedenrecuperar,pero lacontabilidadennegroesunainfamiaparatodos.Mesentíacalorado.Erademasiado.¿Dedóndedemonioshabíasacadoaquello?
Mordísuanzuelo.—Buenintento,perotutrampaapestaakilómetros…—Hasperdidofacultades,Caballero…—contestótentándome—.¿Noerastú
quiendecíaaquellodequiennoarriesganovive?Medetuve a reflexionar por un instante, buscando en los recuerdos a quién
podríahaberledichoaquello.Pordesgracia,eraunafraseclichéqueusabaamenudo.Aesasalturasdelaconversación,miatenciónestabaabsorbidaporlapantalla
deldispositivo.—Demuéstramequeerestú.—Yoteenviéesanota,enelrestaurante—confesó—.Yoteavisédequela
Policíaosseguía.Laspalabrasmesobrecogieron.Escuchépasosenelexterior.Medirigíalapuertayabrí,peroeranunoshuéspedesingleses.Regreséhastalaventanaydiunvistazoporellasacandomediocuerpoporel
marco.—¿Dóndeestás?—Tan lejos, tan cerca… —dijo y me sentí atrapado, como si sus ojos
estuvieranencimademí—.Elhorariodeoficinasterminaalassiete.Elguardiajuradohaceelcambiodeturnoalasdiez.Detidepende…Mañanapuedeserungrandíapara tunombreoelcomienzode tudeclive.Tic, tac,Caballero…tic,tac.El corazón me latía con más fuerza. Si ese fantasma quería despertar un
sentimientodeodiohaciaél,lohabíalogrado.—¿Ydespuésqué?—Tecleénervioso.Elusuariosedesconectó.Esperéunossegundos,peronocontestó.Miréelrelojdelteléfono.Eranlascincodelatarde.Mesentéenelbordedelacamaymiréalcielorogandounarespuesta.AvisaraRojodeloqueestabaapuntodehacer,noeraunabuenaidea.Entrar
eneseedificiopararobarlascuentasilegales,tampoco.Peroexistenmomentosenlavidaenlosqueunapersonadebedemostrarsu
valía,aunqueéstapuedaresultarenvano.Porprimeravezenmuchotiempo,mesentípreparado.Nolohacíapormí,tampocoporlosTorrevella.Criticar al sistema no sirve de nada si no somos capaces de evitar las
injusticiasquenospasanpordelante.Comoperiodista,mi responsabilidadera ladedesenmascarar a esapersona,
antesdequesiguieraperjudicandoaotras.
CAPÍTULODIECIOCHO
Meapresuréantesdequecerraranlasinstalaciones.Teníamediahoraparapasarantesdequelasoficinasterminaransuhorariolaboral.EledificioMarsamaresperabadelantedemí.Uncomplejominimalistadesieteplantas,divididoendosbloquesgrises,uno
de ellos con forma curva y ambos rodeados de una bonita arboleda que losprotegíadelasfalto.Observélapuertaylosalrededores.Variaspersonasvestidasdetrajeentraban
ysalíandelaentradaprincipal.Comohabíasupuesto,losTorrevellasóloocupabanunapartedelenjambrede
oficinas,porloqueentrarnoseríamuyarriesgado,siempreycuandonollamaralaatención.Cauto,abandonéelcocheycaminéhaciaelinteriorbajolamiradadelguardia
deseguridadqueprotegíalosalrededoresdelarecepción.Unapantalladerótulosinformabadelosnombresdelasdiferentesempresas
queseregistrabaneneledificio.Atrás,quedabalarecepciónenlaqueunjovensentadomirabapor lapantalladeunordenador.Regresaríamás tarde,medije.Rápido,contélasposicionesdelrótuloymequedéconlaquintaplanta.Unabonitamujeresperabajuntoaltornodeseguridadquedejabapasoalos
empleados del recinto.Medirigí a ella y le regalé una sonrisa. Iba vestida detraje,apesardelcalorquehacíafuera.Llevabaunasgafasdepastamarronesyel cabello recogido en una cola. Era hermosa, tenía una mirada penetrante ydestilabaseguridad.Supusequeseríalajefadealgúndepartamento.Poseía una sola oportunidad para inmiscuirme allí dentro y no estaba
dispuestoadejarlamarchar,asíqueempecémijuego.Detenido frente al torno,me eché lasmanos al interior de la americana en
buscadeunatarjetadeaccesoquenoexistía.Lamujer,quemirabasuteléfonomóvil,percibiómifastidio.—Malditasea,debodehaberladejadoencasa…—murmurémirandoalsuelo
mientrasmeconcentrabaenmismovimientos—.Menudacabeza…—¿Vasaentrar?—Preguntó.Giréelrostro.—Esointentaba…—No es problema —dijo ella y puso la tarjeta sobre el detector—. A mí
tambiénmehapasadoaveces.—Acabas de salvarme la vida —contesté aliviado—. Gracias… ¿Nos
conocemos?—Puede ser que nos hayamos cruzado, no lo sé… —dijo ella sonriente.
Observé cierto coqueteo en su gesto, como si esperara que continuase con lainteracción—.Somostantos…
—Cierto—comenté—.Siemprehayunaprimeravezparatodo.Crucélapuertadeaccesoycaminéhastaelascensor.Cuandoestabaapunto
dealcanzarelbotón,sentíelpasodeunostaconesacercándoseamí.—Espera—dijolamujer.Unligerocosquilleoseapoderódemispiernas—.
¿Adóndeibas?Traguésalivacontantafuerzaquetemíquemeoyera.—Atomarelascensor…Ellalevantóunaceja,yoencogíloshombros.—Deberíasdormirmás—respondióycolocólatarjetasobreelmarcodigital
quehabíajuntoalascensor.Sinsuayuda,jamáslohabríaconseguido.—Sí,perdona…Eselmalditocalor…Odioelverano.—Noimporta—dijoconunamueca—.Quevayabien.Las puertas automáticas se abrieron y yo crucé el umbral. Cuando éstas se
cerraron,suspiréprofundamente.Habíaestadocerca,denuevo.Vi los números frente a mí, pulsé el cinco y la cabina comenzó a subir.
Cuandosalí,topéconunsolitarioyvacíopasillodedosdirecciones.Unóvaloblancoiluminabalasubidadeunasanchasescalerasdepiedragris
que subían al siguiente piso. Ami derecha, una recepción en forma de barracontinuademaderayunaparedrepletadecasilleros.Juntoaestos,unapareddeazulejosseescondíahacialosbaños.Eltechoerabajoyestabacubiertoporunaalargadarendijametálicaquefuncionabacomoextractordeaire.Avancé unosmetros hacia la izquierda siguiendo el canto de las voces que
escuchaba a lo lejos y di con una mampara de cristal que funcionaba comopuerta.Trasellaydesdeladistancia,viaLeonardodeTorrevellaacompañadodeunhombreyunamujer,ambostrajeados.Antesdequemesorprendieraymereconociera,porqueahorasíqueloharía,
regreséalvestíbuloymeescondíenlosbaños.Laslucesseencendieronautomáticamenteconmipresencia.Estabasoloyescuchémirespiraciónenelsilencio.Megiréhaciaelespejo.—Malditasea…¿Quédemoniosestáshaciendo?—Mepreguntéenvozalta.
Elecoseapoderódelcuarto.Estaba alterado, sentía un hormigueo constante por las manos y el ritmo
cardíacosemehabíadisparado,peroyanohabíamarchaatrás.Lomásgraciosode lasituacióneraque todavíanohabíahechonada.Podía
salirdeallíporelmismolugarquehabíaentradoyregresaracasa.Entoncesllegaronlasdudas.
A lo lejos, oí el ruido de unas llaves y las pisadas de varias personascaminandohacialosascensores.Después,unospasossedirigieronhaciaellugarenelquemeencontraba.Con sigilo, abrí la puerta deunode losurinariosprivadosyme senté en la
tapa.Elevélaspiernasyesperéhastaquelaslucesseapagaron.
Trascuarentaminutosdeespera, laquintaplantadeledificiosehabíaquedadovacía.Empero,lomásarduoestabaporllegar.Debíavolveralaentradadeledificioyhacermeconlasllavesdelapuertade
laoficina.Siemprehabíaunjuegodellavesenlarecepción.Abandoné losbañosymecerciorédeno tenervisitas inesperadas.Sólomis
pisadasirrumpíanenelaterradorsilenciodelvacío.Despuéstomélasescaleras,bajéhastalaentradaymefijéenlascámarasde
seguridadque,porsuerte,apuntabanalaentrada.Encuclillas,memovícomounreptilhastaelmostrador.Enefecto,allíhabía
varioscajones,perotodoselloscerradosconllave.—Mierda…—murmuréyoíunruidoqueprocedíadelapuertaprincipal.Un
hombresubidoenunaVespaaparcóenlasinmediaciones.Sinquitarseelcasco,sedirigióhacialaentrada.Salídisparadohacialasescalerasparaocultarme.Elhombreabriólapuertade
lasinstalaciones,burlóeltornodeaccesoyllamóalascensor.Desdemiposiciónnopodíaobservar,sóloescucharsusmovimientos.Cuando
measegurédequeestabadentroylaspuertassehabíancerrado,subílasplantasal mismo ritmo que el elevador tomaba impulso hacia la oficina de losTorrevella.Me detuve entre las dos plantas y pegué la espalda a la pared.Los zapatos
abandonaronelascensorygiraronhacialamamparadecristal.Eldesconocidomusitóconmolestiacuandosequitóelcascointegralquele
ocultaba el rostro. Sacó un manojo de llaves e introdujo una de ellas en lacerradurametálica.Lapuertaseabrió.Medesplacéunosmetrosyvisufiguradeespaldas.Seadentró en laoficinay caminóhastaunode losdespachos.Sabía loque
hacía.Mepreguntésiseríaél.Recortéladistanciaacercándomehastalapuerta.Di un barrido visual y sólo vi mesas, sillas de oficina, ordenadores y un
extintorquehabíajuntoaunacristaleraquealguiensehabíadejadoabierta.MisorpresaaumentócuandoreconocílasiluetadeLucianoRománvestidode
traje actuando conmovimientosmecanizados.No estaba nervioso, ni tampocoparecíaapresurarseporencontrarelficheroqueyotambiénbuscaba.—¿Román?—Pregunté.Elecodelahabitaciónamplificómivoz.Élsedetuvo,respiróysediolavuelta.Rioconsoberbia.
—Losabía—contestóél—.Estabasegurodequeerastú.—¿Quécojoneshacesaquí?—Pregunté.Estabaasombrado.—¿Bromeas? Túme has traído aquí, Caballero.Querías que viniera y aquí
estoy.—Teequivocas,yonoesperabaverte…—expliquéconfundido—.¿Cómohas
logradoentrar?Románsemecióelpeloirritado.—¿Pensabasqueeraimbécil?Yotambiénconozcoagente,¿sabes?—Replicó
—.Hayqueteneramigoshastaenelinfierno…Y,ahora,¿mevasadecirdóndeestánlospapeles?CuandoRomándescubrióenmireacciónquenosabíadeloquemehablaba,
suexpresiónsetensó.—Dimequeerestúquiensehapuestoencontactoconmigo…—No tengo todo el día, idiota. ¿Es otro de tus trucos? —Preguntó
decepcionado—.Hehecholoquemehaspedido.Ahoracumpleconlapartedeltrato.¿Dóndecojonesestánlosdocumentos?Noshabíantendidounatrampaalosdos,sóloqueélseguíapensandoqueyo
habíasidoelartíficedetalartimaña.—Escucha,creoquenoshanengañadoparaqueacabásemosencontrándonos
aquí.—Venga,ya…Nomecuenteshistoriasbaratas…—respondióymiróporlos
estantes—. Te has acojonado. Pensabas que no iba a venir. Pues mira, te hasalidoeltiroporlaculata.¿Dóndeestán?—Quenolosé,yatelohedicho.—Meestáshartando,Caballero.Derepente,elelevadorsepusoenfuncionamiento.Teníamosvisita.—¿Quéhasidoeso?—Preguntóasustado.—Serámejorquenoslarguemos.—Yonomevoyaningunaparte, inútil—afirmó—.Nohearriesgado tanto
paranada.ElperiodistacaminóhastaeldespachoprivadodeLeonardo,separadoporuna
mamparadecristal.Abriólapuerta,entróybuscóporloscajones.—Nosvamosameterenunbuenlío,Román—insistíponiendoatenciónenel
recorridoquehacíaelelevador—.Usaunpocolacabeza.—Vetealcuerno,anda.Elascensorllegóanuestraplanta.—Ajá,aquíestán—dijoconunacarpetaenlamano—.Tienenqueserestos.
Los pasos fueron más rápidos que mis movimientos. El tufo a colonia meobligóadarmelavuelta.—¿Quédiablos?—DijoFedericodeTorrevellavestidodeamericana,camisa
blancaypantalonesdepinzas—.¿Quéestáishaciendoaquí?Antesdeescucharunaexplicación,metiólamanoenelbolsillodelachaqueta
yempuñóunapequeñapistoladecolornegro.Despuésnosapuntóconella.Levantélasmanosydiunpasohaciaatrás.Sentícómoeledificiosederrumbabayyoconél.Habíallegadodemasiadolejos,peronoeramomentodelamentos,nitampoco
de escuchar las palabras de Rojo rebotar en mi cabeza. Lo único que meimportabaerasalirdeallísinunagujeroenelcostado.Románlevantólavistaysequedópasmadoalverelarma.Federicodibujó una sonrisa, como si supiera quenos iba a encontrar enun
aprieto.—Malditabasura,esoesloquesois—murmuróysedirigióaldespachodesu
hermano—.¿Québuscas,desgraciado?—Nada…Nohagasningunatontería,porfavor.Románhabíaperdidotodasualtivezyahoralaspiernasletemblaban.Nadie
seacostumbraaverdecercaelfinal.—Asíquesoisvosotrosquienesestáispublicando todasesasmentiras sobre
mifamilia…—dijo.Nolorecordabatanalto,nitansegurodesímismo—.Vaisapagarporestoelrestodevuestrasvidas.—Teequivocasdepersona…—dijoRománymeseñaló—.Esélquienestá
detrásdetodoesteembrollo.¡Élmehatraídohastaaquí!—¿Seráscabrón?FedericodeTorrevellamemiródirigiendoelcañónhaciamipecho.—¡Tú!—¡Esoesmentira!—Griténerviosoconlasmanoslevantadas—.Yotambién
recibíelmensaje.Federicovolvióasonreír.—No me gustan las falacias y uno de los dos quiere colarme un gol —
contestó y se dirigió al despacho de nuevo—. ¿Qué es eso que tienes en lamano?Románestabapálidocomounapared.—Escucha,estonoesloqueparece…—Dameeso—ordenó.ElperiodistaseloentregóyFedericoechóunvistazo
alinterior—.Deputamadre…¿Ospaganbienpormeterlasnaricesenlamierdaajena?Ningunodelosdosabriólaboca.
—Podemosarreglarlo,Federico,perodéjatedememeces.—¿Arreglarelqué?Lovuestroyanotienearreglo.Miréhacialapuerta,todavíamequedabaalgunaposibilidaddesalirairosode
aquellasituación.—Esa él aquien tendríasquepedirle explicaciones…—volvió a acusarme
Román.Noleimportabaquemedieranunbalazomientraselhijodelacondesano lo desplumara—. Ni siquiera trabajo para el diario que ha estadopublicando…—Cierralabocadeunajodidavezycamina—dijoindicándoleconelcañón
delapistola—.Vamos,rapidito.Lapuntadelarma lodirigióhasta lapareddecristalque limitaba laoficina
conelvacíoexterior.Federico sacó el teléfono móvil del bolsillo con la mano que tenía libre.
Románsedetuvoantesdellegaralacristaleraabiertaymehizounaseñalconlamiradaparaqueloentretuviera.—Nonos vas amatar, ¿verdad?—dije sin pensar demasiado en lo ridículo
queerapreguntaraquello.—VoyallamaralaPolicía—contestómirandoalapantalla.Entonces,sinavisar,RománseabalanzósobreFedericoparadesarmarlo.La
pistola y el teléfono cayeron al suelo. Se escuchó un fuerte golpe metálico.Federico,másaltoqueRomán,sedeshizodeélconunpuñetazoylorematóconunapatadaquelodesplazóvariosmetros.Todosucediótanrápidoquenopudesepararlos.ElcuerpodeRománsetambaleóhaciaatrásacercándosealapuertadecristal
abierta.El hijo de la condesa saltó hacia delante para agarrarlo, pero el periodista
resbalóycruzóelumbralhaciaelvacío.Despuésseescuchóunfuerteylejanoestruendo.Cuandomiréporlacristalera,elcadáverdeRományacíabocabajosobreuna
manchadesangrequelorodeaba.
CAPÍTULODIECINUEVE
Unaccidente.Esas fueron las dos últimas palabras que salieronde la bocadeFedericodeTorrevellaantesdequeuncochepatrulladelaPolicíallegaraalasinmediacionesdeledificioMarsamar.Laesperasehizoeterna.Unahoraymediamástarde,meencontrabaenelinteriordelacomisaríade
Alicante.Losagentesmellevaronallíparatomarmedeclaración.Denunciadoporfiltracióndedatosconfidenciales,acusadopordesobediencia
gravealaautoridadyallanamientodemoradaysospechosodeuncrimen.Asíempezaba el expediente que uno de los agentes leía en voz alta mientrasesperabasentadoenunbancodeplástico.—¿Qué fue lo que sucedió, señorCaballero?—Preguntó la policía queme
tomabaladeclaraciónensuordenador.—Huboun forcejo, el señor deTorrevella intentódetenerlopero…—relaté
repitiendolaspalabrasqueLeonardomehabíaencargadosinoqueríabuscarmeproblemas. Ninguno de los tres podía estar allí—, simplemente, resbaló poraccidente.—Claro—dijoelsegundoagentequelaacompañaba.Lapolicíatecleabaatodavelocidad.—¿Quéhacíaustedallíaesashoras?—Preguntódenuevo.Laspalabrassemeatragantaron.Derepente,alguientocóelcristalconlosnudillos.Losagenteslevantaronla
vista y la puerta se corrió hacia dentro. Era Rojo, con cara de pocos amigos.Suspiré.Habíavenidoasalvarme.—Necesito hablar con este sujeto—dijo abriéndose paso—. ¿Me dais unos
minutos?—Inspector,estamosenmediodeunadeclaración…—Eso puede esperar, agente Robles —dijo apartando al policía—. Una
declaraciónnonosdiránada.—Pero…—Unpardeminutos,esoestodo.Losdospolicíassemiraronsinsaberquéhacer.Rojoeraelinspectorjefede
laBrigadadeHomicidiosyaquelcasoerasuyo.Veteranoen lacomisaría,eramejorcederenciertosmomentosquebuscarlelascosquillas.—Señor Caballero —dijo la mujer levantándose de la silla—. ¿Sería tan
amable de disculparme unos minutos? Necesito hacer una llamada antes decontinuarconsudeclaración…Losdosagentesabandonaronlaoficina.Rojoesperóaqueseperdieranporel
pasilloparacerrarlapuerta.
Despuésregresóhastaelescritorioydiounpuñetazocontralamadera.Elgolpemeechóhaciaatrás.—¿Qué coño hacías? —Preguntó cabreado—. ¡Os habéis cargado a un
periodista!¿Sabesquésignificaesoparati,gilipollas?—Unmomento,unmomento…—dijeempujandoelaireconlasmanos—.Yo
nohematadoanadie…Hasidounaccidente.—Dejaderepetireso,parecesuntarado—contestó—.Nomeimportaloque
hayapasado,nopuedestenermásmierdaencima…Estoyaquíparaavisarte.Nodeclares,noterminesladeclaración.—Tienesqueescucharme,Rojo…—Siemprequeteescucho,lascosasterminalmal…—intervinodemalagana
—. Hagas lo que hagas, te van a hundir… Ahora tienes a la prensa y losTorrevellaentucontra,asíquebúscateunbuenabogadoygástatelosbilletesdeunamalditavez,porlosclavosdeCristo…¿Porquénomehicistecaso?Esloquetendríasquehaberhechodesdeelprincipio.—Telodigoenserio.Noshantendidounatrampa,alostres…—Nomecuentesmáshistorias,porfavor.—Mi doble nos ha contactado por mensajería para que fuésemos allí… al
mismotiempo—continué—.Hemosmordidoelcebocomoaficionados…—Sobretodo,tú…¿Cómonolovistevenir?—Medijoalgoquemehizocreerle—respondínostálgico—.Cuandoestaba
conMaríaLuisacomiendoenSanJuan,medejóunanotaavisándomedequelaPolicíaibatrasdemí…Enunprimermomento,penséquemehabíasalvadoypor eso le seguí la corriente.Ahora caigo en la cuenta de que estaba jugandoconmigotodoeltiempo.Los agentes tocaron a la puerta. Rojo hizo un gesto de mano para que se
dieranlavueltayseesfumaran.—Nonosquedamuchotiempo—dijofrunciendoelceño—.¿Porquéfuisteal
edificio?—Esunalargahistoria…—Puesresume.—Un chivatazo —dije—. Parte de la facturación en negro estaba allí
guardada.Alparecer,losnegociosnovantanmal,sóloquenoestádeclaradoloquefacturan.Sóloespuraapariencia.Alosjaponeseslesinteresapenetrarenelmercado,perosiseenterandelfraude,seecharánatrán.—¿Ydóndeestánesospapeles?—Ahoralostieneelhijodelacondesa.—Puesasuntoresuelto—sentencióelpolicía—.Estándondeteníanqueestar.
Nohaslogradonadaytevanacargarunmuerto.Deputamadre,Caballero.
—Espera, no es así del todo… —repliqué levantando el dedo índice—.Federico de Torrevella no tiene permiso para acceder a esa información. Lamismacondesamehaconfesadoenelhospitalquesospechabadesuhijo.Rojosetapólacara.—¿Tambiéntehascoladoenunaclínicasinpermiso?—Tenía que hacerlo —expliqué levantando el pulgar—. De todos modos,
tampocosésicreerla,estabamediodrogada…Elcasoesquenoséquéhacíaallí,unavezqueeledificiohabíacerrado.Handebidoavisarle,comoal resto,peroélnoparecíacomportarsecomoalguienquedeseatraicionaralossuyos…Intrigante,¿nocrees?—Lode esa familia huele a podrido…—respondió frotándose la frente. El
agentevolvióaacercarsealamamparadecristal—.¿Porquésigueshablandodetudoblecomosifueraunhombre?—¿Qué?—Lasobrinadelacondesa.—No, no, ella no puede ser—negué—. En el chat me habló como si me
conocierayesamujernosabenadademí.—¿Quéhaydelahija?—¿MaríaLuisa?Yasabesloquepienso.—Hablaconlavieja—añadióconvencido—.Tesacarádedudas.—Yalohehecho…—Háblaledeella,joder,quehayquedecírtelotodo…Lapuertaseabrió.Losdosagentessehabíanhartadodeesperar.—Subinspector…—Sí,sí…—dijoysealejódelamesaclavándomelamirada—.Graciaspor
suayuda,señor…—Caballero.—Eso—contestóymiróasuscompañeros—.Noperdáiseltiempoconél,no
oscontaránadarelevante.
Rojonoquisoescucharme,peroyoteníaunaexplicación.Recortélasfotosdelafamiliaquehabíanaparecidoenlosdiariosyseparéa
susmiembros.Despuéslascoloquésobreelsuelogrisdelsalóndemicasa.Organicéloshechoscronológicamente,desdeeliniciodeloocurridohastala
muertedeRomán.Algosemeescapaba,estabasegurodeello.Escribísobrecartulinaslosnombresdelaspersonasconlasquehabíatratado
yconlasquepodríaestarrelacionadoelasunto:Soriano,Agulló,Román…Luegoestablecíconexionesentreellosconhilosdecolores.Elmapaeradesolador.Laúnicapersonaquenoparecíainvolucradaennadaeraella,MaríaLuisa.No
teníaconexionesconlaprensa,noparticipabaenlosnegociosfamiliares,estabafuera de las disputas con la herencia… A ella, la única conexión fuerte queasociabaerasumadre.Puse un interrogante sobre su foto. Era obvio que ganaba con diferencia al
restodesospechosos.Tantoenlaficcióncomoenlavidareal,quienmenosloaparentabaeraquien
másculpatenía.Hastaelmomento,habíadescartadociegamentesuposición,ya fuerapor la
pena, el cariño o el estúpido prejuicio de que unamujer tan inocente pudierahaceralgoasí.Noobstante,laspiezasencajabanconsolidez.Lanotadelrestaurante,untrucofácil.Nisiquieraestabaenlamesacuandomellegó.PudohabervistoalaPolicía
llegar. Si conocía de antemano quién era yo, también sabría que me estabanbuscando.Enesemomento,entendíporquélacondesamehabíacontadosusecreto:ella
sabíaloqueestabaocurriendoynoloibaareconocerenalto.NoleimportabaqueFedericopagaraelcastigo,peronoibaadelatarasuhija.Noobstante,sabíaqueyoeraelúnicoquepodíapararalosdos.Verter sospechas sobre Federico, era parte de su ocurrencia y una de mis
habilidadeseraaquella,ladeleerentrelíneas.Detrásdecadahombre,siemprehayunamujer.Toquésufotoconlayemadelosdedos.ColoquéunhilorojoquelaconectabaconsuhermanoLeonardoyunsegundo
que iba hacia mi foto. La sospecha ganaba fuerza: mujer desatendidaemocionalmente, presionada por un núcleo familiar duro y conservador ydescuidadaporunamadredepresivaquesólopensabaenellayenelfuturodesuscuentasbancarias.MaríaLuisahabíapasadosusañossiendoelcuadrodelaparedquenadiemiraba.Auna tempranaedad sehabíadadocuentadeque subelleza,mezclada con una inocencia ensayada, le podía ayudar a conseguir lo
quedeseara,siempreycuandonolohicieraella.Aprendióautilizaraotrosdeunaformaindirecta,asícomohabíahechoconmigolanochedelhotel.Elrechazolarompióendos.Lectora demis libros, interesada pormi vida,mi pasado…y consciente de
que la única forma de recuperar el amor perdido de una madre era haciendotabula rasa, destruyendo los cimientos de su atención y librándose de la vidacondal,empezandoasídenuevo,comounamujerlibre.Algoenmiinteriormedijoquenodebíaseguirlassospechas,peroloshechos
evidenciabanqueyahabíacometidosuficienteserrores.Sehabíaburladodemíyesoeraloquemásmedolía.
CAPÍTULOVEINTE
Aldíasiguiente,comprélaprensayleílasnoticias.El obituario deLucianoRománocupabaunapágina entera.Varios artículos
hablabandeélydesufatídicamuerte.Pasélaspáginasynoencontréminombreporningunaparte,tampocoeldela
familiay,nipor asomo,una línea relacionadacon los asiáticos.Sorianohabíahechounbuentrabajosilenciandolasredacciones.Víctima de la culpa que cargaba sobremis hombros y en busca del perdón
ajeno,mevestíparaacudiralfuneraldeLucianoRomán.Mipresencianoibaagustarle a nadie.Allí se reunirían los peces gordos de la prensa, su familia ytodos los compañeros de profesión que habíamos compartido con él algúnmomento.Enmicaso,elúltimodesuvida.Mepresentéallíconunaexplicaciónbajoelbrazo,unalientoparasaldarmis
deudasconellosyfirmarlapaz.El cementerio Nuestra Señora del Remedio se situaba a las afueras de la
ciudad.Cuandollegué,laceremoniayahabíacomenzado.Crucéelblancoportaldepiedraycaminéporel jardíndenichoshastaque
vislumbré una multitud alrededor de una tumba y el féretro que albergaba elcadáverdelperiodista.Vi a Agulló, a Alfonso Serrano y a sus acólitos de la redacción. También
estabanporallíalgunosconcejalesdelAyuntamiento,sumujervestidadenegroyacompañadadelhijopequeño.No fue fácil caminar hasta ellos. La última intención era la de ser el
protagonista,aunquenoencontréocasiónmejorparacontarlestodoloquesabía.Elsonidodemiszapatoscontralagravadespertaronlaatencióndealgunos,
quenotardaronenchismorrearacercademipresencia.Elmurmuroaumentóamedidaquemeacercabaentrelosárboles.Susmiradasseclavaronenmirostrocomoagujasafiladas.Agulló avanzó entre la muchedumbre y se dirigió hacia mí con el rostro
encendido.—¡Lárgate!—Gritóinterrumpiendolasúltimaspalabrasdelsacerdote—.¡No
eresbienvenido!Guardésilencio,metraguélabilis.Elgrupodespertócomounabandadadepájaros.Laviudarompióallorarcon
másfuerza.—¿Qué haces aquí, indeseable?—Preguntó Alfonso Serrano. El bonachón
habíapasadoaconvertirseenunahienaenfurecida—.¡Notienesvergüenza!Finalmente, llegué a ellos y formaron un corro ami alrededor. Pomares no
cargaba con su cámara, pero sí con unmontón demala leche dispuesta a serrepartida.
La viuda de Román, una rubia demasiado delgada con ojeras y el rostropálido, seacercóhastamíymepropinóunbofetón.Sentíelpicor recorrermicaraylasangrefluiratodavelocidad.—¡Hijodeputa!¡Lomataste!Mantuve mi voto de silencio. Me equivoqué. No era el momento. Nadie
estabadispuestoaescucharloqueteníaquedecir.—Losiento—dijeconlavozquebrada.Lavoznometerminabadesalir—.
Yonolohice.Lamujermemiró furiosa, cargadade impotencia, ymeabofeteódenuevo.
Aguanté inmóvil como un saco de boxeo. Cuando lo intentó por tercera vez,Agullólaagarróparaquenolohiciera.—Estásdébil,Cristina—comentóconsolándola—.Nopierdaseltiempocon
estepedazodemierda.—¡Tendríasqueestartúenesacaja!—Bramólamujeryrompióallorar.Pomaresseacercóamíymediounempujónhaciaatrás.—Piérdete,Caballero.Antesdequetepartalacara...Ganasnomefaltan.Su rostro serio, descuidadoy tenso,me advirtierondel peligroque sufría si
seguíamástiempoeneselugar.Pomaresdisfrutabadeello,despuésdetodo.Enelfondo,leimportabauncarajolapérdidadeRomán,perolehacíasentirfuerteponiéndomeencontradetodos.Levantélasmanosenactoderedenciónyasentí.Allínoencontraríalaayuda
quebuscaba.—Estábien,meiré.—No tendrías que haber venido —añadió Agulló—. Eres una escoria de
persona.Fueron momentos dolorosos, pues yo no era de piedra, a pesar de lo
desvergonzado que podía llegar a parecer algunas veces. Dicen que hasta losárbolestienensentimientos.Abandonéelcementerio,mesubíalcocheytomérumboalhospital.Habíallegadolahoradesaldarmiscuentas,hablarconlacondesayponerfin
aestafarsadetelenovelaquemeestabaamargandolaexistencia.
CAPÍTULOVEINTIUNO
Sihabíaalguienquepodíaponerpuntoyfinal,eralacondesadeTorrevella.Cuandolleguéalhospital,lasrecepcionistasmeesperabancondecepción.—Buenosdías,minombreesRodrigodeTorresmontes,elsobrinode…—Váyase, señor comosellame—dijo la chica que me había atendido el día
anterior—.NonosobligueallamaralaPolicía.Nomegustócómosonó.—Le salió bien una vez, pero no dos —añadió la compañera—. Déjenos
trabajar.Estoesunhospital.—Perosóloqueríaconocerelestadodelacondesa.—Lacondesayanoestáenelhospital—respondióconvozymiradaseria—.
Márchese,deverdad.—¿Selahanllevadoacasa?—Pregunté.Ellasmemiraronconasombro.Aceptéladerrotaydimediavuelta.Suspiré.Lapocaluzdeesperanzaseapagaba,hastaquelaviaella.María Luisa esperaba en el aparcamiento junto ami coche, vestida con un
veraniegoconjuntodeunasolapiezadecolorazulmarinoyunasgafasdesoloscuras.Subellezameeraindiferente.Yanolapodíamirardelamismamanera.Sehabíaconvertidoenalgoquenoqueríaver.—¿Quéhacesaquí?—Preguntésorprendidocuandolleguéamivehículo.Su
silenciomeresultóperturbador.—Esomismotepodríapreguntaryo.—Mira,MaríaLuisa…—Heretiradoladenuncia,losiento—dijoysentíunlatigazoenelestómago
—.Mecomportécomounaniñarabiosa.Nodebíhacerlo.Mepreguntésiseríaotrodesustrucos.Podía contarle lo que sabía, decirle que estaba a un paso de delatarla y
terminarconelculebrónenelquemehabíainvolucradosinpedírselo,peronohubiesesidointeligente.—Veníaadespedirmede tumadre…—dijeomitiendo laexplicación,saqué
lasllavesydesbloqueéelcierre—.¿Estábien?Ellameagarródelbrazoantesdeabrirlapuertadelconductor.—Precisamente por eso estoy aquí, Gabriel —respondió con esa voz
aterciopelada que era capaz de confundir a cualquier hombre—. Necesito tuayuda.Toméaire.—¿Notehasdivertidolosuficiente?—Hanintentadoenvenenaramimadre—contestó.
Estudiésuexpresión.Malditaembustera.—¿Es otro de tus engaños para ligar conmigo?—Pregunté. Ella apretó mi
brazo—.Déjameenpaz,¿quieres?—Federicoestádesaparecidoytienelospapelesconél—explicódesesperada
acercándosemás—.Mañana los japonesesvienenaAlicantea firmar laventa.Metemoquelovaaarruinartodo.—¿Quésabesdeesospapeles?—Esunalargahistoria.—Tengotodoeltiempodelmundoparaescucharla.—Nosvaabuscarlaruina…Ayúdame,porfavortelopido.—Corta el rollo, guapa—dije yme solté de sumano. De nuevo, volvía a
actuarcomolaniñaqueera—.Paraquemuevaundedo,mevasacontartodoloquesabes.—¿Aquí?—No,aquíno—respondíyabrílapuertadelcoche—.Sube.Semeocurreun
lugarmejor.
Esesitioeramicasa.Arriesgabademasiadopero,unavezallí,nosaldríasinunaconfesión. Estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviera en mis manos, megustara o no. Supe que poniéndola delante de las evidencias, la haría cantarcomoaunloro.Condujeensilenciohastaelapartamentodelaplaya.Aparquéenelinteriory
measegurédequenadienosviera.MaríaLuisanoprestóatenciónalaarquitecturaminimalista,nialapiscinay
tampococomentólacomodidaddemicoche.Estabapreocupada,aunquenosupedetectarsiporella,porsumadreopormí.Cuandoabrílapuertadelacasa,lainvitéaqueentrarahastaelsalón,paséel
cerrojocondoblevueltaymeguardélasllaves.Sureacciónfueinesperada.MaríaLuisavioelmuralquehabíaconstruidoenelsuelouniendotodoslos
indiciosquetenía.Mientraspermitíaqueellasedeleitaraycomenzaraasentirsecomoundespojo, caminéhasta la cocina, agarré unabotella de JackDaniel's,dosvasosdecristalyregreséhastaelsalón.—¿Tegusta?—Pregunté.Servíelbrebajeyleofrecíuno.Norespondió.Noteníapalabrasconlasqueconstruirunafrase.Agarróelvasoy sebebióelwhiskydeun trago—.Despacio, amiga.No te
vayasaemborrachar.—¿Quéestodoesto?—Preguntóconlosojosabiertosdeparenpar,alpunto
delahisteria—.¿Porquésoylaprincipalsospechosa?Aplaudílentamente.—Eresestupenda…Bravoporti,MaríaLuisa—contesté—.Ahora,laverdad,
desdeelprincipio.—Pero,Gabriel,estásequivocado…—Empiezacontándomeloquesabessobreesascuentas…Despuésquieroque
mehablesdeltestamento.Tumadremelocontótodo.—¿Porquépiensasquesoyyoquienquierehacerdañoamifamilia?—Porqueeslaúnicaformadelibrartedeella.Lascuentasennegro,notengo
todoeldía…Ellaseechólamanoalacara.Estabaacalorada,peromeneguéaabrirlasventanas.—Eraunsecretoavoces—explicórendidaamispresiones—.Federicomelo
contó, se lo había escuchado a mi madre y a Leonardo en una de susconversaciones en el patio… Esto sucedió hace unas semanas. Me dijo queteníamos elmismoderechoque ellos de saber qué estabaocurriendo, quenosocultaban información y que, por eso, nos iban a dejar tirados…Que nuestra
madrenonosquería.—Un poco raro, ¿no?—Pregunté—. Las empresas en crisis y vosotros al
mismoritmodevida.Todopornopagarimpuestos…—Jamás pensé que llevaran una contabilidad en negro —contestó
avergonzada—.Noentiendonadasobrenúmeros.—Nomesorprende—dije—.¿Quéhiciste?—Ledijequeyonoqueríasabernada,queteníamosqueconfiarenLeonardo
—prosiguió—,pero,claro…Eracomohablarleaunmurodeladrillo.Lopeordetodoesquesabíaquealgocomolodeayersucedería…—Podríashabérmelodicho…Noshabríamosahorradounfiambre…¿Porqué
avisasteaRomán?—Yonolohice.Nosédequémehablas,Gabriel.—Ahorame vas a decir que no fuiste tú quien se levantó de lamesa para
dejarlelanotaalcamarero.—Estásconfundido,Gabriel.—¡Venga, ya!—Exclamé y di una palmada contra la estantería.Me estaba
poniendonervioso—.Sabíasdesobraquiénerayo,túmismaloadmitiste.—Yonodejéesanota…—Reconoce, al menos, que nos enviaste a la oficina de tu hermano para
montar todoestenumeritoyquenosdetuvierana los tres…—esputé—.Debodecirquefueunmovimientointeligente.Prensa,escritorylaovejanegradelafamilia,todosdetenidos…perotesaliómal.—Te juroqueno tengonadaquever con esosmensajes…¿Tanto te cuesta
creerme?Meacerquéaella,lepuselamanoenelhombroyladirigíhaciaelmural.—Mira, princesita…me cuesta escucharte pero,muchomás, creerte—dije
apuntandoa la conexióndehilosy cartulinasquehabía enel suelo—.Séquetodospiensanqueeresingenuaeinsegura,peroamínomevendestuteatro…Heconocidoamuchascomotú…Asíque,portubienyporeldetufamilia,nome hinches más las pelotas y dame una explicación para que esto no tengasentido.MaríaLuisanorespondió.Giró el rostro hipnotizada por mis amenazas y caminó hasta el montón de
papelesyfotografías.Despuéssearrodillóytocólascartulinasqueasociabanhechosypruebasalas
imágenes.—¿Cuáleselorden?—Cronológico.—¿Enquétebasas?—Preguntómoviéndoseporlosazulejos—.¿Relaciones?
—Conexiones,últimoscontactos.Primero,descartóasuprimaSabrinayvolteólafotografía.DespuésapartóaSorianodelalista.—Ellosdesconocenlaexistenciadeesosregistros—dijo—.Sorianotieneun
contratolegal,yolohevisto.Observé susmovimientos. Por una vez, parecía concentrada en contarme la
verdad,enlugardevendermefantasíasyembustes.Se acercó a Leonardo y estudió la relación con ella y con Federico. Luego
retirósuimagen.—Creoqueesobvio.—Nuncadescartesanadiehastaquedesconelculpable—dije.Ellasonrióy
siguióconsujuego.Elsilenciosehacíaagotador,asíquepusemáswhiskyenelvasoymesentéa
disfrutardelespectáculo.Fueraloquefuerequeestabahaciendo,sólolepedíaDiosquenolohiciera
envano.Comoeradeesperar,dejósufotografíaenelcentrohastaelúltimoinstante.
Queríademostrarquenoeraellaaquienbuscaba.Echóalosperiodistasquehabíacolocado,rompióloshilosquerelacionabana
Federicoconalgunosempresariosdelosquesospechabayvolteólaimagendesumadre.Dosfotografías,ellayFederico.Unmontóndecordelessueltosycincocartulinasescritasamanoalrededorde
susrostrosenblancoynegro.—Estoestodoloquehasconseguido.—Asíes—asentíydiuntrago.—Poresopiensasquesomosnosotros.—Pienso que eres tú —contesté y la señalé—. ¿Vamos a contárselo a la
Policía?—Dameunbolígrafo—dijo.Busquéunoyseloentregué.Ella agarró una cartulina que había desechado y escribió mi nombre en la
partequeestabalimpia.Actoseguido,seagachóylapusoentresufotografíayladeFederico—.Desdeunprimermomento,faltabastúenestahistoria.—Ya me daba por incluido —contesté moviendo la cabeza—. ¿Intentas
culparmedealgo?Cogióotrotrozodepapelymemiró.—¿Conquiéntehasrelacionadoúltimamente?—Contodasesasfotosquehasretirado.
—¿Algúnempresario?—No,queyosepa.—¿Periodista?—Román,Agulló,todaesapanda…—expliquéhaciendomemoria—.Tienen
motivosparahundirme,peronolaspelotasparasaltarselasnormas.Amedidaquehablaba,ellaescribíayvolvíaa recuperarnombresquehabía
descartado.—¿Alguienmás?—No,norecuerdo.—¿QuiénteacercóaSoriano?Esosíqueeragracioso.—Lara Membrillos, la presentadora de televisión, pero ella es un descarte
evidente.Tieneelfuturoasegurado.Escribiósunombreenlafichablancaylacolocóalladodelmíoydelafoto
deSoriano.—¿Alguienmás?—Pormuchomáswhiskyquebeba,creoquenovaaayudar…Susojosemitieronundestello.Apresurada,escribióalgosobreunaenésima
cartulina.Nopodíahaberestadomásciego.—BlancaDesastres—dijo ella y la puso ami lado—. ¿Es una posibilidad,
verdad?Unaabsurdacoincidencia.—Ponlasiquieres,peronotienesentido…—Noestoytansegura—dijo,agarróuncordelrojoyasocióasuhermano—.
Ellasaliócontigo,rompióconmihermano…¿Tambiénlepartisteelcorazón?Sus palabras me hicieron temblar. Un fuerte cosquilleo atravesó mi espina
dorsal.BlancaDesastresnoteníamotivosparahacerlo,oquizádemasiados.Añosatrás,Blancayyohabíamostrabajadojuntos,antesdeempezarasalir.
Despuésllegóelsaltoalafama.Nuncareconocísutrabajoenmisobras,aunquepensé que la deuda había quedado saldada con el salto profesional que dio aMadrid.Ellanodigirióbienmisprincipiosdefama,nielestilodevidalibertinoque
solíallevar.Blancameabandonóporotrotipocuandonuestrarelaciónfraguabaenlosmaresdelamor.—Sólosemeocurreuna formadesaberlo—dije,cogíel teléfonoybusqué
entre las últimas llamadas realizadas—.Toma, llama al restaurante y preguntaporella.María Luisa me miró con desprecio, como si hubiese dicho una
mamarrachada.
—¿Crees que me lo van a decir así por las buenas? —Preguntó altiva—.Piensaunpoco,Gabriel,ydejadebeber…¿Cómosellamaél?—Pedro…Lacruz,creo…¿Quéimportaeso?—Lareservasiemprelashacéisvosotros—contestó—.Oscreéisimportantes
así…yanosotrasnosdaigual.Interesantepuntodevista.MaríaLuisamarcóelnúmeroycarraspeó.Suvoztomóunmatizimponente,
delicadoyconairesdeesnobismo.—Hola, buenos días… —dijo con un tono meloso. María Luisa asentía
mientrashablabaporelaparato—.Verá, llamabaporquehaceunosdíasestuveallíconmiparejaycreoquemedejéunanillosobrelamesa…Sí,claro…Lareservaestabaanombredemiesposo,PedroLacruz…ajá…Vaya,unalástima.Gracias…Adiós.—¿Ybien?—Preguntéintrigadoporlaconversación.MaríaLuisaguardósilencioymeentregóelteléfono.—Eraella.Estuvoallí.Lasparedesdelacasasederrumbaron.Deseéquenofueracierto,peronoiba
apasarporaltootracasualidad.—Pero…—dije buscandouna explicación—, ¿quépasa conFederico? ¿De
dóndesacalainformaciónella?—¿RecuerdaslafiestaenTabarcaalaquenoasistimos?—EllaestuvoallíconFederico…—dijoavergonzada—.Soyunaestúpida.Se
habíanvistodíasantes…Élmismohablódeesamujerenlacenadelrestauranteyyosindarmecuenta…—Unmomento,unmomento…—contestéconfundido—.¿Esa fue la razón
porlaquetuhermanosaliócontuprimadelPolamar?—Federicocomentóquehabía encontradoaBlancaenAlicantey esono le
sentó bien a mi otro hermano… —explicó recordando la escena—. Laconversación subió de tono. Se lanzaron reproches, historias del pasado yLeonardoledijoqueélnuncapodríaestarconBlanca.Erademasiadamujerparaél.—YBlancasehaaprovechadodetuhermano—añadí—.¿Quépasaconese
guaperas?—¿Lacruz?Quiénsabe…Detodosmodos,mihermanoLeonardotienerazón.—Menuda hija de perra…—comenté con saña—. Entonces, Blanca sigue
aquí.—Nuncasehaido,Gabriel…Tienesentidoqueosquierahacerdañoatiya
mi hermano. No le habrá costado engatusar al idiota de Federico. Ahora ellatieneesas copiasy laoportunidaddedar elmateenestapartida—expresó—.
TenemosquecontárselotodoaLeonardo.—¿Estásloca?Tuhermanonotienepiedad.Loqueseaqueseleocurra,no
harámásqueahuyentarla…Blancaesmásinteligentequeeso.MaríaLuisaseacercóamí.Notéelcalorqueemanabasupiel.Sentímiedo
porloquepudierahacer.—Confíaenmí,Gabriel—dijomirándomealosojos,aescasoscentímetros
demis labiosysujetándomeel rostrocon laspalmasde lasmanos—.Porunavez,deverdad…Hablaconél.Meseparédeellayretrocedídospasos.Elteléfonoseguíaensumano.Tardeotemprano,laspersonasquesemarchandelavidadeformabruscao
violenta,regresanparasaldarsuscuentas.Quiénibaapredecirque,alfinaldeesta historia, terminaría sentado en la mismamesa con el exnovio de BlancaDesastres.
CAPÍTULOVEINTIDÓS
La voz de Leonardo sonó seria pero calmada. En realidad, esperaba esemomentocasimásqueyo.Laconversación fuebreve.Noscitamosenunaantiguacasadeplaya, a las
afueras deAlicante, situada por el cabo deLasHuertas, a escasosmetros delmar.MaríaLuisame indicócómo llegary,mientrasconducía,yomepreguntaba
porenésimavezquiéneraBlancaDesastres,enquiénsehabíaconvertidoconlosaños.Pasamoslavidaconlafalsacreenciadeconoceralotrocuando,enrealidad,
noesmásqueunoasis ideadopornosotrosmismos,unespejismoquenosdaseguridad.Ningunodelossupuestosfinalesparaesahistoriameconsolaba.Blancayyo,
denuevo,unidosporunacausamayor,porunproblemaenelquesólounodelosdospodíasalirbeneficiado.Estabaexpectanteporescuchar losargumentosdeLeonardoysuvisióndelasunto.María Luisa y yo no hablamosmás de lo necesario durante el viaje.Ni yo
estabapor la labor,ni ella teníamuchoquecontar.Asíquedejé laspreguntasparaelfinal,consuhermanodetestigo.Porlaradiosonabaunespecialdemúsicasurfmexicanayelairecalientede
latardenosquemabalacara.Llegamos a una estrecha y empinada calle de asfalto que terminaba en la
costa.Aparquéfrenteaunmurodepiedradeciertaaltura.Nopodíavermásalládelpinarquesalíapordetrás.Prácticasdelaprivacidadyelaltoabolengo.María Luisa tocó el timbre y la puerta se abrió. Nosmiramos y ella entró
primera,guiándomeporuncaminodebaldosasseparadasyrodeadasdecéspedquenosllevabanhastalacasa.Eraunaviviendaantigua,deplantabajayestilocolonialaunquereformada.
El tejado rojo, las paredes blancas y la ornamentación propia de los patiosmediterráneosdelsigloanterior.Asíytodo,lapropiedaderasencilla,másdeloque solían ser las casas de los alrededores. Sin piscina, ni pistas de juego, unpatioexteriorservíadeterrazaycomedero.Nadamásentrar,viunvehículoaparcado.Nomediounabuena impresión.
EraunMercedesclaseCdecolornegro,elmismoquehabíacruzadodíasatráslacalledelCidmientraslaPolicíasalvabaaesamuchacha.Leonardoyyo,aescasosmetros,comodosauténticosdesconocidos,rozados
porelazar,pocoantesdequenuestroscaminossecruzaranalafuerza.Mecostabademasiadoignorarlascasualidades.Vi la silueta del hijo de la condesa al otro lado del jardín, desde donde se
podíaobservarlacalmadelmar.Éldabacaladascortasauncigarrillo.
Sinmediarpalabra,fuimosarrastradosporsumagnetismo.Leonardo tiró el cigarrillo al sueloy lo aplastó con lapuntadel zapato. Iba
vestidodetraje,aunquesehabíaquitadolachaqueta.Suhermanaseacercóaélylediounbesoenelladoderechodelrostro,como
sifuerasupadre.EntoncesentendíelpapelqueLeonardojugabaensufamiliayquiénestabadesuparte.—Alfinnosconocemos—dijoconpalabraslentasyvozgrave,clavándome
los ojos oscuros en la cara. Extendió lamano y, sinmover los pies, alargó elbrazohaciamí—,denuevo.LeonardodeTorrevellanoeraestúpido.Nuncalohabíasido.—Noséporqué,perosupequediríaeso.—Síquelosabe,sí…—dijoysecruzódebrazos—.Escuche,Caballero…El
tiempocorreynoestamosaquíparatomarcaféyhablardelavida…Séquenonecesito ponerle al tanto de la situación, pues ya estoy informado de que hasabidoarreglárselasporsucuenta…Tampocoquierohacerdeestounacuestiónpersonal.Loquesucedieraentre laseñoritaDescartes,ustedyyo, sonasuntosdelpasadoquenonosatañenahoramismo.—¿Estáseguro?—Mañana tenemos una reunión con los interesados en comprar más de la
mitad de Holding Terra—contestó imponente—. Mi hermano se llevó de laoficina los documentos que atestiguan parte de la contabilidad paralela de losúltimosmesesy,aunqueélnolocrea,laseñoritaDescartesselosvaasacar.Siesoocurre,lohabremosperdidotodo.Mefrotéelmentón.—Mejorseráqueobvielapartesobrelaestafaalosjaponeses…—Sólointentosalvaramifamilia—excusó—.Aelloslesinteresaentrarpor
la puerta grandey a nosotros ahorrarnos las tasas. Siemprehayunprecio quepagar,paratodo.—Ya…—dijearegañadientes.Noestabaenposicióndenegociar.Sinoaccedía,yotambiéniríaalacárcel.
Poseíandemasiadoparaponerenmicontray,despuésde todo,nos interesabatener de vuelta esos papeles. Lo que sucediera después, no era asuntomío—.¿Por qué dice que no cree queBlanca le vaya a sonsacar la información a suhermano?Leonardomiróasuhermanaysonrió.—Es una larga historia, pero le haré un resumen—respondió ladeando la
cabeza—.Federicocreequeestásalvandoalafamilia…—¿Contándoseloalaprensa?Leonardorio.
—Mihermanoesun idiota,perono tienemalas intenciones—agregó—.Suluchaconstantepordemostrarnos lo imposible, lehahechodescargar todaesarabiaenBlancaDesastres.—Queesquiennosponecontralapared.¿Cómoseconocieron?—Noestoyaquíparahablardemividaprivada.—MereferíaaFederico…—Ah… —dijo reculando—. Nuestra prima Sabrina los presentó. Por
supuesto, para la señorita Desastres, mi hermano no necesitaba una carta depresentación…—¿Nuncaselapresentóasufamilia?—¿Yo?No—contestóconfirmeza.MaríaLuisamemiró.Menudadespechada,BlancaDesastres.—¿Dóndeestánlospapeles?—Con Federico —dijo María Luisa—. La cuestión es… ¿Dónde está
Federico?—¿Habéishabladoconél?—No—dijoLeonardo.—¿Aquéesperáis?—Norespondealasllamadas.Piensaqueestamoscontraél.Miréalosdoshermanosypenséconrapidez.SiqueríamosatraparaBlanca
Desastresy evitar el cataclismo,debíamos cazarprimero aFederico.El quesosiempreatraíaalratón.—Se me ocurre algo… —dije. Ellos me observaban con detenimiento—.
Dada la situación a la que nos enfrentamos y el drama que tenéis en vuestrafamilia, si es cierto lo que dices, debéis convencer a vuestra madre para quellameaFederico.—¿Anuestramadre?—PreguntóMaríaLuisa.—Siga.—Federico no escuchará a nadie que no sea ella—continué—.Él busca la
aprobación, eso es todo, aunque no sea muy habilidoso. Es algo innato. Lostraumasdelpasado,malgestionados,siguenlatentesennuestrasacciones…—Noentraráenrazón,yaselodigoyo—replicóél.—Unallamadanobastará—dije—.Sumadretienequepersuadirlo,darlelo
queélbusca,queenestecasoeseltronoqueustedposee…—¿Lodiceenserio?—Totalmente—agregué.Leonardomiróasuhermanacondesacuerdo.—¡Menuda desfachatez! —Bramó—. ¿Ha venido aquí para reírse de
nosotros?—Sumadrelehaceentrarenrazón,suhermanotraelospapelesynosllevaa
BlancaDesastres—contesté—. Fin del juego.Ustedes ganan, yo vuelvo amicasa.—¿Por qué habría de hacer yo algo así? —Preguntó una voz femenina y
desgastada. La condesa de Terranostra salía del interior de la viviendaacompañadayagarradadelbrazodeRodolfoSoriano,quecaminabajuntoaella—.Noestoydispuestaamentiramihijodenuevo.¡Bastayadementiras!—Mamá,cálmate—ordenósuhijo.—Condesa,mealegraverqueseharecuperado…—Caballero…—dijoSorianoamododesaludo.Meechéhaciaatrásymiréalséquito.—LoquediceGabrieltienesentido,mamá—añadióMaríaLuisa.Sumadre
lamiróconrecelo—.Federiconoaccederádeotraforma.—¿Gabriel? —Preguntó ignorando el resto de la explicación—. ¿Te has
acostadoyaconestehombre?—No,señoracondesa.Soyunhombredevotos.Lamujermemiróydeseóquemepartieraunrayoenesemomento.—¿Quépiensas,Rodolfo?—Preguntó.El asesor miró al resto pensativo mientras articulaba una respuesta que
complacieraalafamilia.—Creoquedeberíaescucharasuhijo,señoracondesa.—¿Ybien,Leonardo?—Mirespuestaesno—sentenciódesafiante—.Nopiensocederatalinsulto.
Nuestrafamiliatieneunhonoryuncódigoylasartimañasnoformanpartedeello.Almenos,fueradelasfinanzas.—Estás arriesgando la estabilidad de tu familia por orgullo personal—dije
olvidándomedelasformalidades.Mis palabras no gustaron. Los ojos deLeonardo se incendiaron y temí que
todohabíaterminadoallí.Depronto,MaríaLuisaseabalanzósobreélenunactodesesperadoylepuso
lasmanossobreelpecho.—Leonardo,porfavor…—dijoenunadesusactuacionesestelares.Lomejor
detodoeraqueyosólopodíaverlo.Advertílopocoqueconocíanaesamujerensupropiafamilia—.Porunavez.Elhermanosuspiróvacilanteydiovariospasosencírculos.Después,levantó
lacabezaysedirigióasumadreyaSoriano.—Hagaesallamada,Rodolfo—ordenóalasesorydespuésmiróalacondesa
—.Nonosquedaopción,mamá…Quieroqueledigasexactamenteloquehasescuchado…Loqueseanecesario…Quieroquelotraigasaquí.
Formando un círculo sobre la fina hierba que cubría el jardín que rodeaba lacasa,esperamosensilencio.RodrigoSorianoregresóconelteléfonoprivadodelacondesa,unviejoaparatodeconcha,unmodeloenvíasdeextinción.Se loentregó,abriólamitadyellabuscóelnúmeroenlaagenda.—Estonoesunabuenaidea…—dijolamujerconsuvozdesgastada.Pulsó
lateclayselocolocójuntoaloído.Los segundosdeespera sehicieroneternos.Miréa losdemás, atentosa las
palabrasdesumadre.Untono.Dostonos.Trestonos.Yalguiendescolgóalotroladodelalínea.—Hola,Federico…—dijofinalmentelamujertomandounaactitudmaternal
—.¿Dóndeestás,hijo?Metienespreocupada…—¿Creesquecederá?—SusurréaMaríaLuisa.Lacondesanosmiróparaque
callásemos.—Esoespero…—respondiólahijaporlobajo.—Escucha, Fede, hijo…—prosiguió la mujer. Hablaba con ansia. Su hijo
tampocoestabarelajado—.LaPolicíalehacontadoaRodolfoloquepasóenlaoficina…Sí,sí,yaséquequeríasprotegerelbiendelafamilia…Espera,notanrápido… Por eso precisamente te llamaba, necesito que vengas aquí, te loexplicarétodo…Sí,sí,todoestodo,Federico…—Seestáhaciendoderogardemasiado—murmuróLeonardo.Lacondesavolvióamirardereojo.—Mira,Fede…—explicóporelaparatoasuhijo—.Yotampocosabíanada,
Leonardome lo ha contado…No te imaginas cuántome arrepiento de haberdesconfiadodeti…¿Cómo?Claroquesí,telodigodecorazón…Hesidounaestúpida, hijo, y quiero arreglarlo…¿Que cómo?Pues en las escrituras, ya losabes…Sí,sí,ahoramismo,poresotellamo…Enlacasadelcabo,sí,aquíteespero, pero trae esos documentos… ¿Por qué? Porque son necesarios, peromejorlohablamosenpersona,nomegustaelteléfono…Claro…—Pregúntalesisehavistoconalguien—indicóLeonardo.—Ah, hijo—interrumpió la condesa—. ¿Has hablado de esto con alguien?
¿Deverdad?Vale…Niseteocurra.Nadieesnadie.Sólopodemosconfiarenlafamilia.Nomefalles…Adiós,hijo,adiós.Lamujer cerró el teléfono y se lo entregó a Soriano. Después suspiró con
fuerzayagachóloshombrosmirandoalsuelo.—¿Ybien?—PreguntóLeonardoexpectante.—EsperoqueDiosmeperdonealgúndía.
UnahoratranscurrióhastaqueelVolvoS90deFedericoaparcóenlapuertadelacasa.Losnerviossesentíanenelambiente.Sesentaminutostensosenlosquenadie
estuvodispuestoaromperelhieloyabrirelcajóndelostruenos.Hábil,guardémisbalasparaelmomentooportuno.Por lo que presentí, ninguno sabía realmente lo que había sucedido en las
oficinasdeledificioMarsamar,másalládelinformedelaPolicía.Esomeponíaenunaligeraventaja.Lapuertaautomáticaseabrió.Federicoentróporsupropiopiealinteriordel
jardín.Paramiasombro,despuésdevernosenladistanciaaguardandohastasullegada,siguióconpasorectoydecidido,dispuestoaenfrentarsealatrampaquelehabíanpuestosusfamiliares.—Federico,hijomío…—dijolacondesaapuntoderompera llorarcuando
éste se acercó a ella. Pero el hijo la ignoró y continuó dirigiendo su caminarhaciamí.Sintiempoparareaccionar,FedericodeTorrevellameencajóunpuñetazoen
lamandíbulaquemehizogirarnoventagradosycaerhaciaatrás.Elgolpefuecertero,propiodeboxeadorexperimentadoybuscadordepeleasdebar.Despuésdetodo,Federiconoeraelniñodespreocupadoquemehabíanvendido.Porsucorazónseguíacorriendolasangreazul.—¡Tú!—Exclamófrotándoseelpuño.MaríaLuisaseechósobremí.Leonardolodetuvoantesdequemepropinara
unasacudida.Temíqueel rostrosemehincharíaencuestióndeminutos, regalándomeun
insoportable dolor que me duraría semanas. Palpé mi cara, moví la boca y,afortunadodemí,noparecíatenernadaroto.—¿Quéestodoesto,mamá?—Preguntóabrumadoalverelelencoquetenía
frenteaél—.¿Quéhaceestasabandijaaquí?—Cálmate,¿quieres?—OrdenóLeonardoylosoltó.Federicoseestiró lasarrugasde lacamisa.Mepuseenpiecon laayudade
MaríaLuisa.—El señorCaballero está aquí para ayudarnos—dijo sumadre—.Al igual
quetú.—¿Ayudarél?—Dijoymeseñalóconeldedoacusador,alargandosubrazo
haciamí—.¡Estamalditarataestálucrándoseconnuestrasdesgracias!Puedequenofueraunniño,peroseguíasiendounidiota.—¡Cállate!—Exclamósuhermano.Federicolomirófuriosoyencaróasumadre.—¿Paraesomehastraído,mamá?¿Parahumillarmedelantedetodos?
—¡Federico! —Gritó la condesa. El hijo se calmó. Todavía guardaba elrespetoasumadre—.Tehellamadoporqueereselúnicoquepuedesalvaraestafamiliadeldesastre,¿noloentiendes?Depronto,porartedemagia, losánimosse relajaron.Sorianoregresóde la
casaconunabolsadehieloquehabíaencontradoenlacocina.Esomealiviaríalahinchazón.—Sientoseryoquientedigaqueestásequivocado,hijo—dijolacondesa—.
NoeselseñorCaballeroquienhapublicadotodasesasfalaciasenlosdiarios…—Mamá,estecretinoentróarobarayerenlaoficina.—¿Ytúquéhacíasallí?—Preguntóelhermanopequeño.—Tambiénesmioficina,porsinolorecuerdas.—Estásseñalandoalculpableequivocado—comenté.Federicomemiróconsaña.—Cierraelpicosinoquieresquetedestrocelacara.—¡Escúchale,porelamordeDios!—Reprendiólamadre.Suvozdesgarrada
mostraba la falta de energía y elmalestar que le producía todo aquello—. ElseñorCaballeronoshaestadoayudandodesdeelprincipiodeesteasunto.Hayalguienqueteestáusando,Federico,¿esquenoloves?—¿Usarme?¿Amí?¿Otravezconelmismocuentodesiempre?—BlancaDesastres tehautilizado—intervinoLeonardo—.Suinterésporti
noesotroqueeldehundiraestafamilia.La contestacióndeLeonardo cayó comoun trueno sobre las cabezasde los
presentes.Federico no sabía cómo reaccionar. Su semblante era un abanico de
emocionesenconstantecambio.—Vaya,yaveodequévatodoesto…—dijoconunamuecadesconfiada—.A
tiloquetejodeesqueBlancayyopodamosteneralgoserio.Enefecto,unidiota.—Nopiensorazonarconél,noesposible…—dijoLeonardoacercándosea
suhermana.—¡Federico!—DijoMaríaLuisa,enunintentoabsurdodellamarsuatención
conelteatroquelacaracterizaba—.Lehascontadotodosnuestrosproblemasaesadesconocida, aunamujerquenoconocesdenada. ¿Nopuedesverque teestámanipulando?—Cortaelrolloymantentealmargen,chiflada.—¡Nolehablesasíatuhermana!—chillólacondesayseechóallorar.Elpanoramanoerafavorableparanadie.Ladiscusiónnoparecíallegarapuerto.MaríaLuisasocorrióasumadreyla
apartódeallí,llevándosealaunadelassillasquehabíaeneljardín.
—¿Hasvistoloquehasconseguido,tarado?—Reprochóelmayor.—Serámejorquemevaya—contestóFederico.Entonces,delanada,Sorianodiounpasoalfrente.—¡Basta ya! ¡Maldita sea!—Gritó el abogado con la voz sórdida ymilitar
quelecaracterizaba.Nadie esperabauna reacción así de él, siempre a la sombra, siempre tras el
susurroylapredisposicióndelafamilia.Soriano, recto como una estaca de madera, medió entre los dos hermanos
dandounpasoalfrente.—Nopiensopermitirqueestafamiliasehunda,entodossusaspectos,poruna
riña infantil entre hermanos—reprendiómirando al frente, señalando al sueloconcadagolpedevoz,coloradocomounaframbuesayconelpechohaciafuera.Sorianoibaaexplotarylametrallanosibaaalcanzaratodos—.Heservidoalacondesaconmimáspreciadalealtaddurantequinceaños,mirandosiempreporlo mejor para esta familia…Mañana es un día importante para que ustedes,señoritos,quenohanhechomásqueexpoliar el legadode su sangremientrasvivíanentrealgodones,sigansiendoquienessonypuedanvivircomoviven…SirealmentellevanelapellidodelosTorrevellaconhonor,haganeljodidofavordeponeraunladosusrencillaspersonalesymirenporelbiendetodos.Por unos momentos, Soriano había tomado el rol paternal ausente durante
décadasenelsenodelosTorrevella.Ningunodelospresentes,nisiquieralacondesa,seatrevióapronunciarse.Federicoagachóelmentónymiróasuhermanoconvergüenza.Leonardose
acercóaélcompasivo.—Escucha,Federico…—dijoconvozrelajada.Lamiradadesuhermanose
iluminó.Hacíaañosquenolollamabaporsunombre—.LamentoqueBlancateestéhaciendoesto.Lamentotambiénloquetedijeenlacena…Sóloesperoqueentiendas lo que está pasando. Esa mujer busca venganza y la busca en mí,personalmente.—Yenmí,noloolvides—intervine.Ellosmemiraroncomosinoestuviera
allípresente.—BlancaDesastres jamásaceptóquenoquisierapresentarlaensociedad—
confesóazorado—.Megustaba,ellalosabíapero,poraquelentonces,yoerauncretinoquesólopensabaenemparentarmeconalguiendenuestraclase.—Eso es estúpido, Leonardo—respondió su hermano—. El mundo ya no
funcionaasí.El restomirábamoseldiálogo,alparecer insólitoenaños,dedoshermanos
confesándoseabiertamente,buscandoelapoyoenelotro.—Lo sé, perome di cuenta tarde—prosiguió—. Sin embargo, advertí que
habíaalgoenesachicaquenomegustaba.Desdequeledijequiénera,ellanoqueríadejarme,aningúncoste…Asíqueobrémalyaparecíconotramujer.—Yatevale…—recriminólahermana.—Eraloúnicoquesemeocurrióenesemomento…—explicó—.Penséque
así la ahuyentaría. Y lo hice, al menos, físicamente. Desde entonces, me hesentidomalporello…peroestabaequivocado.—¿Porquéleíasmislibros?—Preguntéintrigado.Élsegiróhaciamí.Soltar lastre, quitarse la mochila de pesadumbre con la que había cargado
duranteaños,lehizosentirmásligero.—Teníacuriosidad—respondióconunamiradanoble—.Ellamehablódeti,
nomuy bien, yme pregunté qué clase de hombre serías. Entre las páginas loentendítodo.Cuandotodoparecíaelfinalfelizdeunapelículayelmomentodedescorchar
elespumosohabíallegado,lacondesaselevantódelasilla.—¿Dóndeestánlospapeles?—PreguntóalverqueFedericoteníalasmanos
vacías.—Enelcoche—señaló.Sehabíarendido.—¿Hashabladoconelladeesto?Federicoseechólasmanosalacabezaysefrotóelrostro.—Nofastidies,Fede…—dijoMaríaLuisamordiéndoseellabio.—Ledijequesabíadóndeestabanguardados…—contestóarrepentidoporel
error que había cometido con Blanca Desastres—. Ella me dijo que losmantuvieraasalvo,queesopodíallevarnosalacárcelatodos…Seofrecióparaguardarlos, así nadie los encontraría… Iba a reunirme con ella esta noche,malditasea.—Genial—dijeyLeonardomemiróconunasonrisa.GabrielCaballeroestabaapuntodecazarasudoble.
CAPÍTULOVEINTITRÉS
Federico de Torrevella escuchó lo que teníamos que contarle y terminóconfesandotodalaverdad.Lo que había comenzado como un acercamiento casual, terminó en un
romancepremeditado.BlancaDesastres jamásfueaFormentera.Federicohabíacaídoensusredes
comoLeonardoyyohabíamoshechoenelpasado.Blancateníaunencantoqueera difícil de rechazar: desafiante, misteriosa, soberbia en ocasiones y muydivertida.Ellasabíacómodespertarlaatenciónenloshombresqueidealizabanel amorverdadero, enaquellos tiposquevagabanpor la sociedadenbuscadealguienquelescomprendiera.Sehabíamimetizadoporcompletoconvirtiéndoseenelreflejodemujerideal
queelhijodelacondesateníaensumente.—Laprimeranochequenosconocimos,mehablódelanuncioqueLeonardo
había hecho en la prensa—dijo sentado en el jardín, rodeado de los que allíestábamosyabrumadoporeldesencanto—.Penséqueestabainteresadaenmícomopersona, en lahistoriadenuestra familia.Esanoche, suacompañante ladejó solayofrecí aBlanca tomarunacopaenel apartamentoque tengoen laplayadeSanJuan.—¿Dormisteisjuntos?—Preguntósuhermano.—No,enabsoluto—dijorechazandoconlacabeza—.Tomamosunacopade
vino, hablamos de ti y le ofrecí la habitación de invitados…Antes de irse adormir,mepidióutilizarelordenadorparacomprobarsucorreoelectrónico.—¿Notepareciósospechoso?—Pregunté.—Yoquésé—dijohorrorizado—.Llevabaunascopasdemás,penséqueeso
aligeraría el asunto, ya me entiendes… Me fui a la ducha, la dejé en mihabitaciónmirandosuscosasyesperéaque terminara.Loúltimoque imaginéeraquefisgonearíaenmisarchivospersonales.Más tardé llegó la primera filtración basada en los correos que había
encontrado en la cuenta personal de Federico. Eran algunos de los correoselectrónicosquesehabíaenviadocon losdirectoresdevariasempresasque laempresaposeía.Documentosantiguos,aunquesuficientesparalanzarelprimerórdagoalaprensa.—A partir de ahí, creció su interés por vernos de nuevo…—continuó—.
Nuestrosiguienteencuentroseprodujoenesa fiestadeTabarca,pero fuemuybreve.Ellaseguíaconese tipo.Yoibaenelbarcodeunosamigos.Hablamos,bebimos una copa de champán y se puso un poco borracha… Eso la hacíaparecer más tierna. Entre tanto, se mostró preocupada por lo que habíanpublicadoymedijoquepodíaconfiarenella.MecontóqueconocíaaCaballerodeantes,quehabíatrabajadoconélyquenoeradefiar…Mientrasquetodos
seguíaisocultándomeloquesucedía,Blancafuelaúnicapersonaqueestuvoahíparaapoyarme.Mesentíatansolo…—Penséqueestabasaliendoconeseguaperas—agreguéhaciendounaligera
interrupción.—¿Lacruz?—Preguntóyseriocondescaro—.Esunalargahistoria…Ledije
aSabrinaqueseocuparadeél,queesachicamegustabadeverdad…Yasíhizo.Todosganamos.Sabrinateníaciertoapetitoporcazaraunricachónconelquequedarse en España, pero Alicante no terminaba de convencerle… CuandoBlancalosdescubrióbesándoseenelcamarotedesubarco,lemontóunaescena.Volvieronapuerto.Denuevo,creíquemesalíaconlamía…—Despechadaysinlugaralqueir,BlancaterminóatuladoenAlicante…—
añadí.—Másomenos…—aclarómirándomea losojos—.Esamismanoche,nos
volvimosaver.MeconfesóquehabíarotoconsuparejadurantelacomidayquenoqueríavolveraveraSabrina.NoteníaadóndeiryhabíadecididoregresaraMadrid…Leinsistíparaquesequedaraconmigoenelapartamento,perooptóporhospedarseenelAmérigo.—Vaya,atodasosgustanloshotelesdecincoestrellas…—dijemirandocon
complicidadaMaríaLuisa—.Yfuecuandonosdejólanota.—¿Quénota?—Noimporta,sigue…—Espera —interrumpió Leonardo levantando la mano derecha—. ¿Cómo
supo sobre la contabilidad paralela? Supuestamente no estabas al corriente denada…Federico miró a su madre. La condesa se vio acorralada por los ojos
acusadoresdesushijos.—¿Mamá?—DijoFederico.—Noserácierto…—murmuróLeonardoabochornado.La condesa abrió la boca horrorizada y se tapó los ojos. Le temblaban las
manos.—Losiento,hijo…—Estupendo.Seformóotromomentotensoysilencioso,elcualaprovechéparaintervenir.—Paraentonces,Blancayahabíadormidocontigo,¿meequivoco?Federicopareciómolesto.—¿Cómoosas?—Es la única explicación que se me ocurre para que Román entrara en la
oficina y abriera con un juego de llaves —expliqué con seguridad—. Hastadonde sé, los únicos que tenéis acceso sois vosotros tres. Partiendo de que
Blancahabíatrabajadocomoperiodistaañosatrásyconocedecercaaquienesdirigen las publicacionesmás importantes de la provincia, una cosa llevó a laotra. Su intención era que los tres nos encontráramos allí, dejándonos enevidencia.Ati,pararecuperarlospapeles.Anosotrosdos,paraeliminarnosdelmapaypasaramanosdelaPolicía.Ellaganaba,túconseguíasloúnicoaloqueella no podía acceder y nosotros nos callábamos para siempre. Blanca seaprovechódeti,unavezmás,yleentrególasllavesaRomán.Federicodiounfuertegolpecontralamesa.—Descarga tu ira si quieres, pero de nada sirve ahora lamentarse…—dijo
Leonardoconfrialdad—.Lohecho,hechoestáyhablaremosdeesomástarde.Loqueprimaesquelascuentasseencuentranasalvo,asíqueesteasuntoquedazanjado.AhorahayqueencontraraesamujeryentregarlaalaPolicía.—¿Leshasdichoqueteibasareunirconnosotros?—PreguntóMaríaLuisa.—No.—Nomientas,hijo—remarcólamadre.—Hedichoqueno.—Losepaono,eshoradehablarconella…—dije—.¿DóndeestáBlanca?Todaslasmiradassedirigieronhaciamí.Despuésdetodo,yoerapartedelacausadelproblema.Y, aunque no tuviera nada que ver con Hacienda, también estaba allí para
saldarmiscuentas.
CAPÍTULOVEINTICUATRO
A esas alturas de la partida, Blanca Desastres habría ejecutado su planalternativo. Lo más probable es que hubiera desaparecido del hotel sin dejarrastroalverqueFedericonoatendíaasusllamadas.AtraparlanoibaasertanfácilcomolosseñoritosdeTorrevellaimaginaban.
Elloscreíanqueeraunapersonamáshaciendotravesuras,peronopodíanestarmásequivocados.Yolaconocía.Blancanoeraestúpida.Blancaseestabahaciendopasarpormí
y,poresarazón,debíapensarenGabrielCaballeroynoenella.Lopeor,auditarmispropiasacciones.Las personas vivimos con la creencia de ser únicas pero, a la hora de la
verdad,cuandonosdetenemosaanalizarcómosomos realmente, encontramosunabismoaterrador.Desconocía por dónde empezar. Cualquier atisbo de mi personalidad se
convertía en un cliché copiado de otros escritores. ¿Era eso lo que queríaBlanca?¿Dejarmesinautoestima?Lohabíaconseguido.Comencé a sentirme inseguro, una copia barata de otra copia que había
intentadoimitar.¿CómosecomportabaGabrielCaballero?Mecostabahorroresdiferenciar entre el personaje y la persona, pues me había convertido en unailusióndemipropiopensamiento.Traslaconversacióneneljardíndelacasa,LeonardoyFedericosemiraron
como dos hermanos arrepentidos. Ahora debían permanecer unidos. Lo quevinieradespués,seríaotrocuentoparalaposteridad.Miréelrelojdemiteléfono.Eranlasochodelatardeylapuestadesolerahermosaycálidadesdeaquel
lugarcercanoalaplaya.Saboreéelmomentopues,apesardequeelsolsaleyseponecadadía,nuncasabemoscuándoserálaúltimavezqueloveamos.—Llámala—ordenóLeonardo—.Donde sea que esté, iremos y la haremos
cantar.—Notanrápido—dijeparándolelospies—.Subestimassuinteligenciayeso
tedejafuera.—¿Vasadarmeleccionesdecómosolucionarmisproblemas?—Nodiscutáis…—intervinoFedericomediandoentre losdos—.Dudoque
esofuncione.Pensándolobien,siempreesella laque llamay todavíano lohahecho.Leonardoresoplócondesprecio.—Cuandolohaga,tediráqueestáenuntrendevueltaaMadrid.—Podría haberse largado ya, ¿no crees? —Cuestioné. Él me miró con
desagrado—.Podríahaberenviadotodosesoscorreosdesdeotro lugaryno lo
hahecho…Blancanoseiráhastaqueterminesujuego.Esorgullosa,quizámásqueyo.—Sitanbienlaconoces…—respondióLeonardoevitandocualquiertipode
formalidad.Eltiemposehabíaacabado—.¿Quésugieres,lumbrera?—El problema no es Blanca—insistí—. El problema soy yo. Ella empezó
jugando a ser yo, copiando mi estilo a la hora de escribir, de moverse, dementir…—Losescritoresysusproblemasdeego…—dijoLeonardoyserecostóenla
silla—.¿Cómoterminalahistoria?Sorpréndeme.—Nolosé…—dijedudoso—.Normalmente,bien…paramí.Enestecaso,
paraella…—Detallaesodebien—dijoLeonardo.—Atrapoalmalo,loentregoalaPolicía,descubroelcrimenalaprensayme
voyconlachicaguapaabebercavaaunhotelconvistasalmar…Asíescomoacaba.Enestaocasión,losrolesestáncambiados.—Entonces,habráqueentregarteati.—¿Bromeas? —Pregunté. Pero no parecía hacerlo—. Y un cuerno, no
pienso…—Tiene sentido—dijo Federico apoyándose en su hermano—.Creo que lo
más inteligente es tenderle una trampa y que tú seas el cebo. Ella piensa queestoyconvencidodequeestásdetrásdetodo…EntregartealaPolicíadelantedeellaessumayorplacer.—Noserátanestúpidadecaer…Noteolvidesdelosdocumentos.—Desconoce que los tengo—prosiguió. Federico tenía los ojos encendidos
—.Selosdarástú.Yyolosrecuperarédespués.—Demasiadoarriesgado…—respondióLeonardo—.Lospapelesnopueden
salirdeaquí.Nihoy,ninunca…¿Haspensadoenquésucederíasiseextravían?¿Si los descubre un agente? No es sólo ella quien va detrás. Hay mucho enjuego.¡Piensaunpoco!Federicolomirócondesafío.—Sideverdaderesmihermanoyestásconmigoenesto,tepidoqueconfíes
enmí—dijoclavandosumirada—.Porunavezentuvida,teprometoquenopiensometerlapata.Todosaldrábien.—¿Ysino?—Pregunté.—Noconciboesaposibilidad.—LamentodecirtequeconGabrielCaballero…puedesucedercualquiercosa.
Todami vida había sido un especialista en meterme en problemas y, por esarazón,detestabafuncionarbajolasórdenesdeotro.Federicosepusofirmeyplanteóquelamejoropciónparadarjaqueymatea
BlancaDesastresseríaenunlugardelquenopudieraescapar.—Lallamaréylecontaréquehelocalizadolosdocumentosyquevoytrastu
pista—dijoconcentradomirándonosasuhermanoyamí—.Quemihombredeconfianza te ha estado siguiendo y ha dado contigo…Le explicaré que vas areunirteconlaprensaparavenderleslaexclusiva.—Debeserunsitiotranquilo—dijoLeonardopensativo.—La azotea del hotel Tryp Gran Sol —respondió Federico rascándose la
barbilla—.Esunhotelhistórico,conocidopor todos,peroalejadode lascarasconocidas. Si no recuerdo mal, hay un restaurante en la planta veintiséis…Llegaraloaltodebeserpancomido.—¿Porquétevaacreer?—Pregunté.—Ya te lohedicho.Ellano sospechanada—aclaró—.Hasta ahora,meha
convencidodequetúeraselcausantedetodo…—Perotambiénmehemantenidoalmargendeestahistoria—argumenté—.
¿Porquéhabríadecambiardeopinión?Federicomemiróyladeólacabeza.—Nolosé,dímelotú.Buenarepuesta,pensé.MaríaLuisaseacercóalamesaypusosumanosobremihombro.—PorqueeresGabrielCaballero,unbandidoenbuscadeprotagonismo…—
dijoellaconunasonrisapícara—.Nointentesnegarlo,siemprehassidoasí,pormuy reformado que quieras parecer… Creo que empezamos a conocernos…Además, tú lohasdichoantes.Contigo,puedesucedercualquiercosa…yesonosgustaalasmujeres.—¿Quépasarádespués?AntesdequeLeonardosepronunciara,Federicoseechóhaciadelante.—Yoesperaréenlasescalerasgrabandolaconversación,juntoalapuertaque
daalexterior—añadió—.CuandoBlancaconfiese,entraréyladesmontaremos.Después,llamaremosalaPolicíaylecontaremoslosucedido.—Irécontigo—dijoLeonardo.—No —rechazó su hermano—. No podemos cometer ese error. Debemos
mantenernos fieles al curso de los hechos… Si, por lo que sea, Blanca ve aalguienquenoseamosnosotros,sedarácuentadelplanysaldrácorriendo.—Yahísíquelahabremosperdido—añadí.Leonardo,impotente,notuvootraopciónqueladeconfiarensuhermanoy
seguirlaestratagemaquehabíaplanteadoenlamesa.
Eraunplanimprovisado,sinduda,perotodosqueríamosponerpuntoyfinalaunahistoriadeveranoquenoshabíarevolucionadoporcompleto.—Estábien,llámala.La noche entraba y las luces de la ciudad se encendían. La azotea se
convertiría en un lugar oscuro y peligroso. Ya no me importaba Blanca, nitampocoesafamilia.Tansólodeseé,quetodoterminaradeunavezpararegresaralanormalidad.
Una carpeta de piel conunmontónde folios sujetos por dos anillasmetálicasestabatumbadasobrelamesa.Unbalancedecuentas,unpuñadodepáginasconmovimientos en dinero negro que la familia Torrevella había ocultado paraevadirimpuestos.Noestabantodos,perolossuficientesparatirardelacuerdayllevarlosalostribunales.Federicosacóelteléfonoyloacostósobrelamesa.MarcóelnúmerodeBlanca,pidiósilencioyactivóelaltavozparaquetodos
pudiéramosescucharlaconversación.La condesa de Terranostra y Soriano aguardaban en el interior de la casa.
María Luisa, Leonardo y yo, esperábamos a que la voz de Blanca Desastresaparecieradeunmomentoaotro.Trasdostonos,alguiendescolgóelteléfono.—Hola,Federico—dijoellaconvozsensualyrelajada—.¿Dóndeestás?Élnosmiró.—Notelovasacreer,Blanca…—¿Elqué?Tenotoalterado.—HecazadoaesecabróndeCaballero—dijolanzándoleelcebo.—¡Nomedigas!—Respondióconunaasombrosafaltadeinterés—.¿Quéha
pasado?—Contratéaundetectiveparaquelosiguieradespuésdeentrarenlaoficinay
llevarselosextractosdellibrodecuentas…LavozdeBlancatomóotraentonación.—Nomehabíascontadoeso—dijopensativa.ConocíaaBlancademasiado
bien, aunque hubiese hecho esfuerzos durante años para olvidarla. Estabaenfadada,lopodíanotarensuvoz.Depronto,eltonosevolviómástenso,peroellaintentabadisimularlo—.¿Cómolohasdescubierto?—Aveces,hayqueusarmétodosquesealejandelalegalidad—contestó—.
EsecretinovaavenderlelaexclusivaalInformación.—¡Esonoesjusto!—Exclamódesesperada—.Parati,quierodecir…¿Tiene
éllospapeles?—Esoparece…yvoyarecuperarlosahoramismo.—¿VasaveraGabriel?—Preguntó.Enelfondo,todavíaguardabaciertoestimapormí.—Élnolosabetodavía—respondióymemirómientrashablaba—.Mevoya
encargardequeesedesgraciadopagueportodoeldañoquenoshahecho.—¿Dóndeestá?—¿Cómo?—Que dónde está Gabriel Caballero—insistió con voz neutra ymecánica.
Blanca estaba a punto de explotar de emoción. Conocer mi paradero y ser
partícipedemifinaleraalgosuperioraella.Entoncesrelajólavozyadoptó,denuevo, una tonalidad suave y entrenada—. Puedes confiar en mí, Fede.Conmigo,estaránasalvo.—SevanareuniralasdiezenlaazoteadelhotelTrypGranSol,asíqueme
temoquetendremosquedejarlacenaparaotrodía,Blanca…—Teentiendoperfectamente,notepreocupes.—Noteimaginascuántoheesperadoestemomento.—Losé…Séloduroquehasidoparatitodoesto…—dijoBlancaforzando
la voz para parecer más emotiva—. Sólo te pido que lleves cuidado… Esehombreespeligroso.—Tellamarémástarde…Unbeso—dijoFedericoycolgó.Loscuatronosmiramosyrespetamoselsilencio.Leonardocogiólacarpetaymelaacercó.—Suerte—dijo—.Serámejorquetevayas.
Seguílasinstrucciones.Hiceloquemeencomendarontalycomomelohabíanindicado.Condujebajolanochecerrada,laslucesdecoloresyeltráficobulliciosode
unaciudadquesedespertabadenuevoparapaliarelcaloraritmodediversión.Casualmente,enRadio3hacíanunprogramadedicadoalasbandassonorasdelaspelículasdeJamesBond.NancySinatracantabaYouonlylivetwicediciéndomeaquellodequehabía
unavidaparamíyotraparamissueños,mientraslosviolinessefundíanconsuvoz.UnavidaparamíyotraparaSoledad.Amedidaquemeacercabaalcentrodelaciudad,losnerviosseapoderaban
demisextremidades.SeríaextrañoreencontrarmedenuevoconBlancaenesascircunstancias.Teníamuchodeloquehablarconella,demasiadaspreguntasporhacer.Peroloquemásmeintrigabaerasabersitodoaquellomerecíalapena.Jamás había entendido la venganza como algo útil. Simplemente, por el
esfuerzoquerequeríallevarlaacabo.Talvez,habíanacidoparaseruncobarde.Vieledificiodegranalturaquesobresalíadelosdemás.ElhotelTryperaun iconodel turismode losaños setentay la tercera torre
másaltadelaciudad.ConstruidoenlosúltimosañosdeladictaduradeFranco,poseía treintayunaplantas levantadasennoventaysietemetrosdealtura.Unlargo hotel rectangular de balcones simétricos con vistas almar y un extrañomuralpintadoenellateral.Enloaltodeledificio,unasletrasamarillasdegrantamañoiluminabanelhotelentrecables,antenas,regeneradoresycajonesdeaireacondicionado.Dejéelcocheenelaparcamientodelpuerto,agarrélacarpetadepielycaminé
porlaexplanadaendirecciónalarambladeMéndezNúñez.Rodeadode turistas,mispasoscruzabanunmosaicodeazulejosdecolores,
laspalmerasmevigilabanyunmúsicocallejerotocabaelacordeónacambiodeunasmonedas.Teníalasensacióndequeelentornoerapartedeunaproyecciónqueestabaa
puntodeterminar.Cuando alcancé el McDonald’s y pasé la pizzería que hacía esquina y me
llevabahastalarambla,nopudedetenermisrecuerdos.Loscochessubíanybajabanporlaempinadacuesta.Lucesylucesdecolores.
Lasacerasestabanatestadasdeviandantesde todas lasedadesenbuscadeunamordeveranoodeldisfrutedelqueyatenían.Todosevolvióconfuso,demasiadoreal.Díasantes,allímismo,juntoaesamujermayor,veíapasarelcochepatrulla
disparado hacia el edificio de la calle Cid. Nada de esto había sucedido. Los
pájaros cantaban, el sol brillaba por donde pasaba y las mariposas de miestómagobuscabanalgoconloqueentretenerme.Unamañanacualquiera,aparentemente.El día que la chispa me arrastró hacia la mecha del peligro para estallar
después.Aveceshayquetenercuidadoconloquesepidesinespecificar.Crucé por el paso de peatones yme detuve frente a la puerta giratoria del
hotel.RestauranteElMirador,decíalaentradaconletrasdealuminio.Me dirigí al ascensor evitando a los recepcionistas y esperé hasta que una
parejadeholandesessedetuvieronamilado.Estabanrojos,probablemente,deexponersedemasiadoalsol,hacerlosrecorridosturísticossincremasolaralasdiez de la mañana y beber demasiada sangría en las terrazas de la playa delPostiguet.Pero,tirandodelrefranero,sarnacongusto,nopica.Pulsé el botón de la planta 26 y el ascensor se puso en marcha. Los
enamoradosdesaparecieronunnivelantesymedespedídeellosasintiendoconlacabeza.Finalmente,laspuertasseabrieronyvidefrentelaentradaalrestaurante.Fingiendohablarporteléfono,esperéaqueungrupodecuatrohombresque
abandonabaellugarsemetieraenelelevador.Unavezlimpioelescenario,vislumbrélasalidadeemergenciaquellevabaa
lasescaleras.Consumocuidado,empujélapuertaycrucéelumbral.Miréhaciaarriba,estabaoscuro,peroconlaclaridadsuficienteparasubirlospeldaños.Cuandoalcancélaplantanúmero30,escuchéunasvocesquesedirigíanhacia
elinteriordelasescaleras.Retrocedíymeescondíenelrellanoquehabíaentrelosdospisos.Dosempleadosdelhotelentraronysacaronuncigarrillo.—Mierda…—murmuréparamisadentros.Losdosdesconocidosempezaronafumaryahablarsobreunodelosclientes
conelquesehabíancruzado.Entonces,miteléfonocomenzóasonar.Raudo, metí la mano en el bolsillo y pulsé todas las teclas laterales para
silenciarlo.—¿Quéhasidoeso?—Preguntóunodeellosmosqueado—.¿Lohasoído?—Sí,unteléfono,¿verdad?—Respondióelotro.Cuandocomprobéelaparato,norespondía.Mehabíaquedadosinbatería.Apretélosdientes.Simeencontraban,meecharíandeledificioy,porende,no
llegaríaamiencuentro.—¿Hay alguien ahí? —Preguntó de nuevo el primero y dio una calada al
cigarro.Elecodesuvoznoobtuvorespuesta.—Déjalo,habrásidodecualquierotrolado.—Seguro.Apagaronelcigarrilloyvolvieronalinteriordelpasillodelhotel.Finalmente,alcancélaúltimaplantayvilasescalerasquellevabanalapuerta
de la terraza.Subíenérgico,empujé labarrahaciaabajoy laentrada seabrió.Unacorrientedeairemeabofeteólacara.Diunpasoalfrenteysalíalexterior.
Era una panorámica extraña de la ciudad. Rodeado de conductos de aireacondicionadoycontadoreseléctricos,elbrillodelasletrasquerodeabantodalaazoteaalumbrabamishombros.Me acerqué a uno de los laterales y observé la ciudad desde allí arriba. Lo
podíavertodo,diminuto,perotodo.Laciudadparecíaunamaquetadecartónaescalareducida.Lomássorprendenteeraqueelruidodeloscochessellegabaaescucharcomosiestuvieramuchomáscerca.Cuando intenté desviar la vista hacia la calle, sentí una fuerte presión en el
estómagoyunaligerapérdidadelequilibrio.Retrocedí.No era un hombre de vértigos pero, a esas alturas, cualquiera se
sentíaintimidadoporlamuerte.Estabaintranquilo,laspalmasdelasmanosmesudabanhumedeciendolapiel
delacarpeta.Intentécalmarmispensamientos,puesnoteníaotraalternativaqueladeesperarallíaqueBlancaaparecieraporlapuerta.Aguardéhastatreintaminutoscuandoescuchélacerraduragirar.Respirécon
fuerza,acongojado,superadopor lasituación.Elmiedopuedefuncionarcomoempujeofrenada,ynosiempresabemosconquécaranossorprenderá.Bajo las sombras, aprecié los zapatos de tacón, sus finas piernas, ahora
tostadasporelverano,yladelgadafiguradeBlancaDesastres.Ella,tandelicadacomounaflordecristalytanvilcomounhierrocandente,
cerrólapuertaconcuidado,conlanaturalidaddequienentraenlaconsultadeundentista.Llevabapuestounvestidodeveranodecolorrojopasiónquesedeslizabacon
la brisa marina. Después levantó sus ojos intencionadamente y me los clavócomosifueranespinas.—¿Blanca? —Pregunté siguiendo el plan tal y como habíamos ideado—.
¿Quédemonioshacesaquí?—Sabesdesobraquéhagoaquí,Gabriel.Suspiernassecruzabanalcaminar, recortandodistancias,acercándoseamí,
queesperabaapoyadoenelmurodehormigónquelimitabalaterraza.—Nodeberíashabervenido…—Déjatedehistorias,¿quieres?—Dijosinrodeos—.Dameesoquetienesen
lamano.Nopudeevitarreírme.—Lohashechofatal—dijesaliéndomedelguión—.Hascaídoentupropia
trampa.Derepente,Blancasacóunanavajaylaabriódelantedemí.—Dameesacarpeta,Gabriel—ordenóseñalándomecon lapuntade lahoja
—.Telodigomuyenserio.Noestoyparabromas.
—Unmomento…¿Vasaherirme?—Nointentesconfundirme—respondió—.Estavez,no.El arma era afiladaypuntiaguda.Lahojabrillababajo el resplandorde los
rótulosamarillosdelhotel.Blancaseacercóymequitólacarpetadelasmanos.Nomeresistí.Lamujer
queteníadelantenoeralaqueyohabíaconocidoañosatrás.Eltiempocambiay,conél,laspersonastambién.Teníaunamiradadiferente:desafiante,persuasiva,peligrosa.Aunquemanteníamisdudassobresiseríacapazdeacuchillarme,supuseque
FedericodeTorrevellanotardaríaenaparecer.—¿Quévas ahacer con ellos?—Preguntéunavez sehuboechadoatrás—.
¿Publicarlosbajominombre?—Hagaloquehaga,noesasuntotuyo.—Claroqueloes…—dijeycaminéhaciaunlado—.Hasestadousandomi
nombre, mi identidad, mi estilo… Blanca… ¿Tanto daño te hice para queacabáramosasí?Lohabríamossolucionadoconunallamada.Ellasonriócomosiyonosupieradequéibaaquello.—Algunascosasenlavidanotienensolución.—Teequivocas—dije—.Sólolamuertenolatiene.—¿Sabeslacantidaddedineroquemehanpagadoporesto?Hedesplumado
lascuentasbancariasdeesosmediosdepacotilla…—¿Aquiénintentasengañar?Nolohacespordinero—repliqué—.Túnolo
necesitas.—¿Túquésabrásloquenecesito?—Porqueteconozco.Yséqueexistealgomás…Talvezhayasqueridodarme
unalección,¿meequivoco?—Eseestuproblema—reprochó—.Tecreesserelombligodelmundo,que
todoloquesucedea tualrededorestárelacionadocontigo,queeresmejorquenadie…—¿Ynoesasí?—Preguntétentándolaacontarmelaverdad.—¡Porsupuestoqueno!—Gritódesquiciada—.¿Nolohasvisto?¿Noteha
quedadoclaro?Cualquierapuedehacersepasarporti,cualquierapuedeimitarte.¿Ysabesqué significaeso?Que tu firmavale lomismoque ladeunbecario.Eresunmediocre,Gabriel…Bastayadeengañaratodoelmundo…—Cualquiera,no…—dijemirandoalapuertaporencimadesuhombro,pero
nadieaparecía.Debíaalargarmáslaconversación—.Sóloalguiencomotú.Unaniñataricachonayamargadaalaquenosoportaningúnhombre.Nosomostandiferentes,Blanca, pero admiteque siempre lohe llevadomejor que tú.En elfondotehajodidoquetuhistorianoleinteresaraanadie…
—Serás cabrón… —dijo mordiéndose el labio con fuerza. La estabaprovocandomásdelacuentayesonoterminaríabien.Blancasosteníalanavajatodavíaensumanoyapretabaelpuñoconfuerza—.Noteimaginascuántovoyadisfrutarviéndoteentrarenlacárcel.Tejuroqueguardaréesaportadacontufoto.Blanca estaba llena de odio, pero también de inseguridades y dolor. Verme
sufrirerasuplacerprohibido.—Debo reconocer que te ha salido demasiado bien, Blanca… ¿Lo habías
planeadotodotúsolita?—Mírate, a pesar de estar en las últimas, sigues subestimándome. Eres un
cretino.—¿QuéocurreconlosTorrevella?—Preguntécuriosoydiunpequeñopaso
alfrentesinqueellasediesecuenta.Siladistraía,podríaarrebatarleelarmadeunapatada.—Digamosquelosastrosseencontraron.—Digamos que no creo que en las casualidades y tú tampoco—contesté y
avancé otro pequeño paso mirándola a los ojos—. Sé que Leonardo te dejóporquenoestabasalaaltura.Nuncaloestuviste.—Cierraelpico,nosabesnada…—CuandoFedericoseenteredequeloutilizasteparafastidiarasuhermano,
nadietecreerá…—dijeydiotropaso—.¿Habíaspensadoeneso?—Leonardo es un amargado inseguro y Federico… el idiotamás inmaduro
conelquemehetopadoenaños,ymiraquetúpusisteellistónbastantealto.—Noestábienjugarconlossentimientosajenos,Blanca—respondíyavancé
un pequeño pasomás. Estaba a punto de alcanzarla—.El tiempo nos lo hacepagar.—Yaquíestástú,lavozdelaexperiencia.—¿Por quéme dejaste esa nota, Blanca?—Pregunté estirando su atención.
Unossegundosmásymipietocaríasumano—.Ladelrestaurante…Denoserporti,mehabríandetenido.—Yeljuegosehabríaterminado—replicó—.Meestabadivirtiendoyquería
alargarlapartida.Comoves,nosoytanmala…—¿Cómolosupiste?—Pregunté—.Fuealgoimprovisado…Ellasonrió.—Eres tan ingenuo, Gabriel —dijo con una mueca—. Esa amiga tuya
compartetodoloquehaceenlared…A punto de propinarle una patada voladora, Blanca se percató de mis
intencionesyextendióelbrazoconfirmezaenposicióndeataque.—Niunpasomás,Gabriel.Nomeprovoques.
Retrocedí.—¿Quéharásdespués?—Disfrutardemidinero.—Lárgate y deja los documentos, Blanca…—aconsejé—. Todavía estás a
tiempodesalirdeésta…Ella se rio y yo sentí pena.Ha de ser complicado perder cuando crees que
estásganando.—La Policía está al caer, Gabriel —afirmó y dio un paso hacia atrás en
direcciónalasalida.Despuésabriólacarpetaysacóelteléfonoparafotografiarlosdocumentos—.Todoslosindiciosapuntanhaciati.Inclusotengofotografíascomprometidasquetehiceconesaestiradayconelabogadodelafamilia.Tusdíasdeglorialleganasufin…Disfrutadelapanorámicaporquenolaverásporuntiempo.—Escúchame,Blanca—dijealertándoladenuevo—.Lárgateantesdequesea
tarde…Tieneseldinero,metienesamí.Veteantesdequetedetengan.—Nofinjassalvarmecuandosólotehaspreocupadoportupellejo.Seescuchóunligeroruidoprocedentedelaentrada.Blancarecogiólacarpetaymiróhaciaatrás.Habíatardadomásdeloprevisto
pero, finalmente,FedericodeTorrevellaentrabaenescenapara salvarme.Quécosas,pensé.Blancaguardóelarmaensubolso.Yobajélasmanos.—¡Federico!—Exclamóhaciéndoselasorprendida—.¡Menosmalqueestás
aquí!—¿Quéestodoesto,Blanca?—Preguntóelhijodelacondesaconvozrectay
seria.Memiróymeencogídehombros.Entendíquemipapelenlafunciónhabíallegadoasufin.—Notelovasacreer…—dijoellaconsuvozsensualyaterciopelada,pero
Federiconolepermitióterminarlafrase.Laagarródelbrazoconfuerza,lequitólacarpetadepielylaempujóhaciael
frente.Blanca tropezó y cayó al suelo protegiéndose con las manos. Observé su
rostroentrelassombrasyencontréelhorrordelaincertidumbre.Meacerquéasocorrerlaabrazándolapordetrásylaayudéaqueselevantara.—¿Estásbien?—Pregunté.PormuchoqueBlancaDesastresquisieraamargarmelavida,noibaapermitir
que un imbécil la humillara en el suelo. Podíamos tener nuestras diferencias,peroseguíasiendopartedemipasado.Cuandoquisimosdarnoscuenta,FedericodeTorrevellanosapuntabaconsu
pistola, lamismaquehabía empleado en la oficina contraRomán.Apartir de
entonces,niBlancaniyosabíamoscómocontinuaríalaescena.Noeraelúnicoquesehabíasaltadoelguión.—Tiraelteléfonoalsuelo,Blanca—ordenóFedericoconsemblantetenso—.
Hazloquetedigo.—Pero,Federico…—¡Yamehasoido,joder!Blancanorechistó.Sacóelmóvildesubolsoylolanzóalospiesdelhombre.—Bajaelarma,yatienesloquequieres—dije.Elserio.Porprimeravez,sucarcajadasonóasatisfacción.Habíasidounestúpido.Esedesgraciadonoshabíallevadoasuterreno.—No, todavía queda algo más —respondió caminando hacia nosotros—.
¿Creíasqueteibaadejarmarcharasí,sinmás?Despuésdetodoslosproblemasquemehasdado…Estabaisenlocierto…Nosoymihermano.YosoyFedericodeTorrevellayquienmemolestasellevasumerecido.—Nonoshagasdaño,porfavor…—dijoBlancaasustada.—¡Cállate,zorra!—Tienes lo que quieres —intervine y sujeté a Blanca por los hombros,
poniéndomedelantedeella—.LlamaalaPolicía,entréganos,peronodispares.Sólolocomplicaráaúnmás.Piensaentufamilia.Elhijodelacondesasonrióenlapenumbra.—No, no…No voy amataros—explicó. Disfrutaba con nuestromiedo—.
Pero, como comprenderéis, no puedopermitir que salgáis de aquí con todo loquesabéis…Vamosadarleaestoun finalshakesperiano…Súbetea lavalla,Caballero.—Nolodirásenserio…—Pregúntaselo a ella—dijo señalando a la pistola—. Tal vez te convenza.
Vamos,mueveelculo.—JamásdeclaréentucontrasobreRomán.—Meimportauncarajo.Hazloquetedigoonoresponderédemisactos.Cosquilleoseléctricosrecorrieronmiespalda.Blancamemiró de lamisma forma que había hecho en el pasado, cuando
estábamosjuntos,cuandocuidábamoselunodelotro.Detrásdesumáscaramalévola,ella todavíaguardabaelcorazoncitoqueme
habíaenamoradoensudía.—Federico…—Túirásdespués—señaló—.Asíquecierraelpicoynomehagascambiar
deopinión.Con el cañón apuntando a mi pecho, di varios pasos hacia atrás hasta que
choquéconelmurodehormigón.Cientosdepensamientossecruzaronpormi
cabeza a toda velocidad. Los latidos del corazón retumbaban como tamborestribalesenelinteriordemishuesos.Teníalabocaseca,medolíatodoelcuerpo,laspalabrasnosalíanymecostabatragar.PenséenSoledad,enRojo,enloserroresdelpasadoyenelrápidofinalque
estabaapuntodetener.Mepreguntéquéhabíahechomalparaacabarasí.Poruna vez en la vida, no tenía solución. Nadie vendría a socorrernos y sí, losdeseosdeBlancaseharíanrealidad,seríaportadaenlosperiódicos,peroenlaseccióndeobituarios.MiréaBlancaalosojosymedespedídeellaensilencio,parasiempre,para
reencontrarnosdespués.Enesemomento,elsilencioeramejorquecualquiercosa.Puse la mano sobre el muro. Estaba frío y rugoso. Vi la ciudad estática y
tranquila.Dirigílavistahaciaabajoycontemplélaramblaanimadaporlosquevivíanenunaburbujadefelicidad.Enunossegundosyotambiénestaríaallíconellos,sobreeltechodealgúncoche.—¡Dateprisa,joder!—InsistióFederico.Blancaseacercóamíymetocópordetrás.—Lo siento… —susurró a escasos centímetros. El brillo de los rótulos
iluminabasulagrimal.Teníalosojoscristalinos,apuntodeestallarenunllantopavoroso.Estabaarrepentida,selehabíaidodelasmanos.Meguardélaspalabrasdealientoymiréhaciadelante.—Daunpaso—dijolavozamisespaldas.Peronopodíahacerlo.—Voyacontarhastatres,Caballero…Nomeobliguesatirardelgatillo.—Pero…—dijoBlancatemblando.—Uno…Cerrélosojosylevantéelrostro.—Dos…Respiréycarguélospulmones.Mimenteeraunlagovacío.—Tres…Derepente,sintiempoareaccionar,escuchéunfuerteruidoqueprocedíade
atrás.Blancagritóyalgocayócontraelsuelo.Mevolvírápidohaciaellaysaltécontraelsuelo.ViaLeonardodeTorrevella
depieyasuhermanoFedericoaturdidoenelsuelo.Lehabíaasestadounbuengolpeporlaespalda.—¿Leonardo?—PreguntóBlancaDesastres.Esasíqueeraunasorpresa.—Imbécil…Nunca confié en ti, tampoco lo iba a hacer ahora—murmuró
encarandoasuhermanoyquitándoleelarmadelasmanos.Despuéssedirigióa
la chica—. Lárgate, Blanca. Coge tus cosas y desaparece de mi vista… parasiempre.Federicoselamentabaaturdidoenelsuelo.Blancanorespondió.Ávida,sedirigióhaciaelteléfonomóvil.—Dejaesodondeestá—ordenóLeonardo.Las miradas se encontraron y, como Federico había dicho, él no era su
hermano.Sinremordimientos,Blancatomósubilletedeidaydesapareciódeallíporlas
escalerasdelhoteldejandounrastrodeperfumeveraniego.Soltétodoelairequehabíaenmispulmonesymefrotélosojos.—Tútambién,piérdete—apuntó—.Estamosenpaz.Estoyaescosamía.—Gracias… —respondí recuperando el aliento y caminé hacia la salida
mientrasLeonardolepisabaelcuelloasuhermanocontraelsuelo.SalítrasBlanca,todavíaatiempodeatraparla.Cuando llegué a la planta inferior, un grupo de agentes de la Policía
irrumpieronporlapuertadeemergenciaatodavelocidadhacialaterraza.Aguardéunossegundos,busquéaBlancaDesastresentrelascabezas,perono
veíanada.—¡Alto,Policía!—Gritóunodeellosenlaterraza.Elpersonaldelhotelylos
clientesmás curiosos entraron a ver qué sucedía—.Queda usted detenido porintentodeasesinatoylamuertedeLucianoRomán…Crucé ansioso la entrada que separaba las escaleras y el pasillo de
habitaciones y vi la puerta del ascensor cerrarse.El halo era de su perfume yBlancaDesastreshuíadelantedemisnarices.Pulsé el botón hasta tres veces y di un puñetazo a la chapametálica. Todo
habíaterminado.Blanca sehabía largadoy,conella, todas laspreguntasqueguardabaenmi
interior.
CAPÍTULOVEINTICINCO
Dicenqueelorganismoconocealapersonamejordeloquesumentecree.Elmíome conocía demasiadobieny esanochemeobligó a dormirmásdediezhorasdeunasentada.Con un sol ardiente que entraba por la cristalera, desperté a las once de la
mañana como un recién nacido. Una extraña sensación de tranquilidad semanifestabaportodomicuerpo.Adiósalosdoloresmusculares,alasjaquecasya lafaltadesueño.Elfantasmadelmalquehabíaperturbadomialmadurantedíassehabíaesfumado.Eraunhombrelibre,anónimo,sinlalíneadeteléfonocolapsadaydisfrutando
desusvacaciones.Conelestómagovacío,toméunalargacaminataporelpaseohastaunodelos
kioscosambulantes.Pedíuncafésolo,uncruasánypreguntéporelperiódico.Mientrasasimilabavariosdelosmomentosvividoslanocheanterior,hojeéel
DiarioInformaciónyviunafotografíaquemellamólaatención.LeonardodeTorrevellaaparecía juntoaunhombrenipóndecabello largoy
peinado hacia atrás, ambos vestidos de traje, estrechándose las manos. LaabsorcióndeHoldingTerraporHayashiCorporationeraunarealidad.Elhijodela condesa lucía una sonrisa amedias en la instantánea. La noticia había sidoescrita por alguienqueno entendía demasiadode finanzas, pero eso era lo demenos,despuésdetodoloquehabíasucedido.Pasé las páginas en busca de un titular que hablara de la detención de
Federico,perolaredaccióndeldiarioseguíasilenciadaporlainfamecantidaddedineroquelacondesahabíaabonadoparacallarlos.UnasumadelaqueBlancaDesastressehabíallevadounbuenpellizco.Parasupesar,laprensanocallaríapormuchotiempoy,tardeotemprano,la
cara de Federico de Torrevella saldría por algún lado. Pero esa ya no eramiguerra.Cerré lagacetaydiunsorboalcafé.Contemplé laplayadelCarloti llenaa
esashorasdelamañanayagradecíaDiosseguirvivoundíamás.—¿Estáocupadaestasilla?—Preguntóunavozformalyprofunda.Volteé lacarayencontréaRodolfoSorianovestidoconunospantalonesde
colorcremayunacamisablanca.Y,cómono,protegidoporsusgafasdeaviador.—Penséqueestaríacelebrandolanoticiaconchampañaenelbarco…Sorianosonrió.Estabamásrelajado.Todosloestábamos.—Lareuniónsehizoanoche—explicó,pidióotrocaféysesentófrenteamí
—. Los japoneses llamaron alarmados por lo que habían publicado en los
diarios. El señor de Torrevella es un hombre honesto, ¿sabe? Les explicó losproblemasquehabíantenidodurantelosúltimosaños…Enunprimermomento,no les hice mucho gracia lo de la contabilidad en B, pero llegaron a unacuerdo…Losniponesapreciaronsusinceridadydecidieronseguiradelanteconlasnegociaciones.—Vaya,unasorpresa…—dijeyreflexionésobrelosucedidoenlaterraza,si
perdonar a Blanca le habría hecho cambiar de opinión, empezar de cero, sinmentiras—.Nosésialegrarmedequeasíhayasido.Nodejadeserunfraude…—Comoentenderá,señorCaballero—dijobuscandoalgoenelinteriordesu
bolsillo—,nohevenidoaverleparadisfrutardeldesayunoconusted.—Puesnoentiendoporqué—bromeé—.¿Acasonoesestounparaíso?—Noselohamontadomalusted,no…—dijoysacóunsobredobladoque
puso sobre la mesa—. La condesa quiere agradecerle lo que ha hecho por lafamilia.Observélasdimensionesdelsobre.Erafinoyenelinteriorhabíauntrozode
papelrectangular.Sorianoloempujóconlosdedoshaciamiladodelamesa.Sinabrirlo,puselamanoencimaylomovídevuelta.—Apreciosugesto,peronotodoenestavidasepagacondinero…ymenos
conése.—Noseaestúpidoycójalo—insistióelabogado—.Está limpio…Ahora le
hablocomoindividuo,nocomoempleado…Ustedtienepareja,¿noesasí?—Sí,alacualdeberíallamar…—Puesgásteselo en unbuenviaje y cómprele algobonito—sugirió—.Esa
mujerseloagradecerá.Tienequeserunagranseñora.Ustednoesunapersonafácil.—¿Alguienloes?—Preguntéyvolvíamirarelsobre—.¿Ylasuya?Sinoes
muchopreguntar.Sorianomiróasuanillodecasado.—Lamíafalleció,perolehabríagustadoquehubiesetenidoundetalleasícon
ella.Yalocreo.—Es usted un buen tipo, Soriano. ¿No se harta de los tejemanejes de esa
familia?Elabogadomiróalmarysopesólarespuesta.—¿Sabe?Avecesme lo cuestiono…—explicó conpesadumbre—,perono
tengohijos.Ellossontodoloquetengo,ademásdelrecuerdodemiseñora,yyosoyparaellossumayorreferenciaexterna,suhombredeconfianza.Enelfondo,escomounarelaciónmutua…Cuandolacondesafallezca,quizámevayaunatemporadaaLatinoamérica.Memueroporconoceraquello.MeimaginéaSorianoconbermudas,gafasdesolyunacamisadepalmeras
caminando por las calles de Lima o visitando el Aconcagua. La imagen eragraciosa.—¿QuépasaráconFederico?LaexpresióndeSorianovolvióasuestadonatural.—Me temo que nuestros abogados tendrán trabajo para una larga
temporada… —dijo sin ataduras—. Ese muchacho ha cometido demasiadoserrores.Debeaprenderdealguno,¿nocree?—Estoydeacuerdo.Seformóunligerosilencio,comosilaconversaciónhubieraterminado.—LaseñoritaMaríaLuisasientegranaprecioporusted.—¿HavenidoparahacerdeCelestina?—No,porfavor…—dijoysonriódenuevo—.Diosmelibre…Sóloeraun
apunte.Séqueesunhombreconprincipios.—Yfinales—agregué—,aunquelamentoqueestenoseaelcaso.MaríaLuisa
es unamujer bella, inteligente y de buena familia…Encontrará a un hombredecentequesepadarleelcariñoquelefalta.—En eso, precisamente, es en lo que no se fija… —comentó—, en los
hombresbuenos…Megustaríaquedarmeaquíconusted,disfrutandodeestesolydelasbonitasmujeresquehayenesaplaya,peroeldebermellama.Hasidounplacervisitarleporúltimavez,Caballero…Yasabedóndeencontrarme.Soriano se levantó de lamesa e hizo un ligeromovimiento para guardar el
sobrequehabíapuestosobrelamesa.Apuntéconelíndice.—Deje eso ahí —dije. Él levantó una ceja—. Me ha hecho cambiar de
parecer.Sorianoesbozóunamuecaamigable.—Prométamequenoselobeberátodo…—Intentarénohacerlo.Elabogadosepusoenpie,sedespidióysemarchóporlacarreteraquesubía
hacia las casas. Una vez hubo desaparecido, guardé el sobre en el bolsillo ycontinuédisfrutandodelavista.
CAPÍTULOVEINTISÉIS
De regreso a casa, las imágenes de los días anteriores se fundieron entremisreflexionescomounaacuarelatodavíafresca.Tansólohabíasidounasemana,peroparecíaquehubierapasadounmes.La
intensidaddelosmomentosesloquehacequenuestrosrecuerdosseestireneneltiempo.Saquélasllavesparaabrirlapuertayelteléfonovibró.EraSoledad,miamadaSoledad.Mehabíaolvidadodellamarlayfuecuando
comprobélosmensajessinrespuestaquemehabíadejado.—Alfincontestas…—Soyunimbécil,losé…—¿Estás bien, Gabriel?—Preguntó preocupada—. Llevo llamándote desde
ayerypareceque la tierra tehaya tragado…Niencasa,nienelmóvil…¿Sepuedesaberdóndetehasmetido?Meechélamanoalacabeza.—Encasa,comosiempre…—dijeexcusándome—.Desconectéelrouterde
laredcontaldeevitardistracciones…Sientohabertepreocupado.Ellasuspiróaliviada.Enelfondo,temíaquemehubiesesucedidoalgo.—¿Cómoestás?—Pregunté.—Bien, cansada—dijo y escuché ruido de la calle de fondo—. No es tan
intensocomoesperaba,perosonmuchascosasalavez.—Mealegraescuchartuvoz.Aunquenolovi,séquesonrióalotrolado.—Séquenoteheavisadocontiempo,peronoimportasiestásocupado…—¿Dequéhablas?—Mañana llegaré a Alicante a las diez —dijo insegura por escuchar una
respuestaquenoesperaba—.Necesitoverelmar.—Yvermeamí.—Esotambién—contestóynotéeldescansodesuvoz—.¿Irásarecogerme?—Ytellevaréadesayunaraunlugarestupendo.—No…—rogó—.Llévameacasa,contigoycocinaparamí…Esoestodolo
quenecesito.—Suspalabrassonórdenes—contestéconairejovial—.Quetengasunbuen
viaje,Sol.—Tequiero—dijoellaycolgó.Fueunallamadareconfortante.Escucharlasiempremeponíadebuenhumor.
Lamentéhaberlementido,peroeramejorasí.Deotromodo,nohubiesehechomásquellenarsucabezadeestúpidaspreguntasquenollevabananada.Cuandointrodujelallave,descubríquelapuertaestabaabierta.Mepregunté
dosvecessihabríasidoundespistemío,peronofueasíylosupecuandovila
siluetadeaquelhombredepie,juntoalapiscina.—Paranodistraerte,necesitasalgomásqueapagarelrouter…—dijoRojo
conlosbrazoscruzadosyunacamisetademangacortaquemarcabasusbíceps—.¿Todavíasiguesconlosembustes?Noaprendes,amigo…—Tútampoco…—dijemolestopornohabermeavisadodesuvisita—.Hay
unacosaenlapuertaquesellamatimbre.—Dejadelloriquear,Caballeroeinvitaatuamigoaunrefrigerio,quehaceun
calordelcarajo.La presencia de Rojo siempre era bienvenida, aunque sus métodos no
agradaranatodos.Dejé las llaves sobre la mesa de la cocina, agarré la botella de Yzaguirre,
preparédosvermús,envasosanchosycortos,conmuchohielo,bienfríosyunaaceitunaportrago.Despuésregreséalpatioyleentreguésucopa.—¿Quétetraeporaquí?—Preguntémientrascaminabaalamesaredondade
cristal.—Alfinal,tehasalidolajugadacomoquerías.—Nomepreguntescómo—dijedandountragoalvaso.Elalcoholacarició
milenguacomoaguabendita—,perosiemprelohago.Debodetenerunángel…—Caído—respondióelpolicíayalzóelvaso—.Joder,Caballero…Estosabe
agloria.Alparecer,sabeshaceralgomásquemeterteenlíos.—Tenamigosparaesto.Rojoserioydiootrotrago.—Lasnoticiasvuelanenlacomisaría—comentómirandoalacosta—,pero
debemostenerlabocabiencerrada,almenos,lossuperiores.Esericachónlovaapasarmalchupandohierro…Lacárcelnoesunlugarfácil.—Seadaptará.Atodosehaceuno,Rojo.—¿Ytú?—Preguntódesafiante—.¿Tehicisteatudoble?—¿Cómo?—Nomedigasqueeraelpimpolloese…porquenomelocreo.—No,no…Tesorprenderíaconocersuidentidad.—Dispara,noestoyparaadivinanzas.—Blanca Desastres —dije y, conforme terminé la frase, sentí un alivio
interior,elmismoqueLeonardodeTorrevellahabríasentidoaldejarlamarchar—.LamismaBlancaDesastres.Rojointentóesconderelasombro,perosurostroeraunpoema.Diountragoy
memiróalosojos.—¿Dóndeestá?—Nolosé,noimportaya.
—¿Lahasdejadomarchar?—Digamosquefueunajustadespedida.—Túverás…—rechistóypusoelvasosobrelamesadandounligerogolpe
con el culo del cristal—.Después demás de cinco años conociéndote… ¿Nocreesqueyatienesenemigosdesobra?—Puede ser—dije y saboreé el último trago—.Aunque, sin ellos, nuestras
vidasseríanmuyaburridas.—Enesotedoylarazón—dijoyguardósilencio.Unagaviotaseposósobreelbalcón.Héroes contra villanos, el bien y el mal... El mundo, tal y como lo
concebíamos,nopodíaexistirdeotramanera,siendoconscientesdelladoalquepertenecíamos.
CAPÍTULOVEINTISIETE
Lacarreteraeramía.HerbAlperthacíasonarsutrompetaporlosaltavocesdeldescapotable,elazul turquesadelmarbrillabaamiderechaylaspalmerasmesaludabanmovidasporelairedelamañana.Mesentíavivo,másvivoquenuncaycapazdevolarcomoesospájarosque
llenabanelcieloenbuscadeotrolugarmásfrío.Lamelancolíameacompañabaenelcorazón,permitiendoquedieraunúltimo
adiós,entrelasnotasdelacanción,atodasesaspersonasquehabíaconocidoyquedeseabanovolveraverjamás.Decíanquelosmediterráneoséramosgentemuyviva,talycomohabíansido
losromanosenelpasadoolosespañolesdurantesusgestas.Vivo o no, debía poner freno al incesante número de funambulista que
practicaba con la vida, siempre con los pies sobre la cuerda, manteniendo elequilibrioentrelaexistenciayelmásallá.Peroeraalgoincontrolable,al igualqueelcolordelcabelloomiamorporeljazzylasmujeres.LaciudaddeAlicantemerecibíatranquila,apuntodearrancarundíamásen
plena jornada veraniega. Algunos turistas, equipados con sus sandalias deDecathlony lasmochilas cargadasde aguayguías turísticas, aprovechaban elfrescomatinal para patear las calles antes demorir abrasados por el calor delmediodía.Llegué a la estaciónde trenes y dejé el coche en el aparcamiento contiguo.
MiréelrelojyteníatodavíamediahorahastaqueeltrendeSoledadllegara.Crucélapuertadelacafeteríadelaestación,talycomohabíahechocasiuna
semanaantes.Sentíunaligeraparamnesia,undeja-vu,quediríanlosfranceses.Creíhabervividoesemomentoantes,peronoeraasí.Lacamareramorenayanoestabatraslabarrayloscruasanesvegetalessehabíanterminado.Pedíuncaféyunatostadaconjamónyagarrélaprensa,queestabasobrela
barra,comopartedelritual.Lasnoticiaseranpropiasdelverano:aburridas,sinfundamentoycargadasde
artículossobrelasfiestasdecadamunicipio.Inclusolaprofesiónteníaderechoadescansardelasdesgracias.Cuando cerré el diario y lo puse bocabajo, vi el rostro de Agulló en la
columna trasera, la página que iba a escribir aquel verano y que no llegué aempezar.Undesplanteaúltimahoraylafaltadetiempoparaencontraraunsustituto,
lehabíandadotrabajodemás.Retoméelperiódicoymeacerquélapágina.Juntoalacolumna,unafotomíasacadadelared.
UNHÉROEYUNADISCULPA
LeandroAgulló
Muchoha sucedido en los últimosdías en la ciudadde Alicante. Finalmente se cierra un capítulo en elperiodismo local trayendo un poco de luz sobre loslíos financieros, de los que tanto se ha hablado, quehan afectado a la condesa de Terranostra y susnegocios.
Encontrade todopronóstico, la fuenteanónimaquehabía filtrado, a esta y otras redacciones de lacomarca, la situación del grupo Holding Terra, hamanifestado abiertamente no tener ningún tipo derelaciónconelperiodistayescritoralicantinoGabrielCaballero.
La escandalosa detención de Federico deTorrevella,comoculpablepor lamuertedelcompañeroLucianoRomán, pone en entredicho todas las acusaciones yteoríasvertidassobrelaimagendeCaballero.
Como responsable y director de este diario, desdeaquíquisierapedirenminombre,yenelde toda laredacción, una disculpa pública al señor GabrielCaballeroporhabermanchadosuhonor,guiándonospor pruebas que parecían reales, pero que no lofueron.
Conesto,quisieradejarconstanciaallectordequeelperiodismo siempre estará con la verdad, la únicaguerra por la que hay que luchar, y que, comoprofesionales e hijos de este oficio que somos, notenemoselmenorreparoenaceptarnuestroserrores,siempreycuando,acerquenalpueblolaveracidaddeloshechos…
Porúltimavez,penséenBlancaDesastres.Enefecto,esehabíasidonuestro
últimoadiós.Pormegafoníaanunciaronlallegadadeltren.Lacolumnacontinuaba,aunquenoterminédeleerla.Nonecesitabamás.Dobléelperiódicoylodejésobrelabarra.Pagué,medespedíysalídeallí.Agulló estaba equivocado. El periodismo no se hacía desde un escritorio
esperandoaquealguientevendieraunaexclusiva.Paracontar lanoticiahabíaque sudar las historias, correr tras ellas, aventurarse en los peligros de lasociedad y entender que había ciertas verdades que no siempre podían serdestapadas.Y,paraeso,notodoelmundoestabapreparado.
SobreelautorPablo Poveda (España, 1989) es escritor, profesor yperiodista. Autor de otras obras como El Profesor, Lachica de las canciones o MotelMalibu. Ha vivido enPoloniadurante cuatroañosyahora resideenAlicante,dondeescribetodaslasmañanasjuntoalmar.Creeenlaculturasinatadurasyenlasimplicidaddelascosas.Haescritootrasobrascomo:SerieGabrielCaballeroCaballeroLaIsladelSilencioLaMaldicióndelCangrejoLaNochedelFuegoLosCrímenesdelMisteriMedianocheenLisboaElDobleTodosloslibros…SerieDonOdioDonMiedoFuriaSerieRojoRojoTraiciónTrilogíaElProfesorElProfesor
ElAprendizElMaestroOtros:MotelMalibuSangredePepperoniLaChicadelascancionesElCírculoContacto:[email protected] te hagustado este libro, te agradeceríaquedejaras
uncomentariodondelocompraste.