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Historia y GrafaISSN:
[email protected] de
HistoriaMxico
RIVERO, FRANCISCO J.El devenir del acontecimiento en la operacin
historiogrficaHistoria y Grafa, nm. 41, julio-diciembre, 2013, pp.
43-77
Departamento de HistoriaDistrito Federal, Mxico
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El devenir del acontecimientoen la operacin historiogrficaTHE
BECOMING OF EVENT
IN HISTORIOGRAPHICAL OPERATION
FRANCISCO J. RIVERaUINEHESS
Mxico/Francia
ABSTRACT
For the past three decades, the question regarding the event has
gained steamin the intellectual horizon. What is percieved is the
common idea that ourepoch and its notion of time -be it narratiue,
mediatic, epistemologic, con-ceptual or historiographic- isgoing
through a transformation; this essaypre-tends to describe tbe
current "state of the question" of ibis discussion as itrelers to
historiography in particular. It will present the diffirent
momentsin which the notion 01 "euent" has been used, rejected, or
reinterpreted as away to make distinct observations of the pasto
Ibis revision spans from thePosivitist Historiography of the XIX
century all the way to Cultural History01recent times. Tbe main
interest 01this essay lies in understanding some oftbe proposals
that have recently been advanced from the fields of Philoshophyand
Literary 1heory dealing with the notion of tbe event and the
writingofhistory.
Keywords: euent, historiography, Annales School
RESUMEN
En las tres ltimas dcadas la cuestin del acontecimiento ha
tomadofuerza en el horizonte intelectual. Lo que se percibe es la
idea comnde que nuestra poca y su nocin "tiempo"; ya sea narrativa,
meditica,epistemolgica, conceptual o historiogrfica, est
atravesando por unatransformacin. Este ensayo pretende describir de
forma general el esta-
Historia y Grafa, Universidad Iberoamericana, ao 21, nm. 41,
julio-diciembre 2013, pp. 43-77
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do de la cuestin de esta discusin referida de manera particular
a la his-toriografa. En concreto, se aboca a mostrar los diferentes
momentos enque la nocin de acontecimiento ha sido usada, rechazada
o reinterpre-tada como distincin para hacer observaciones del
pasado. La revisin vadesde la historiografa positivista del siglo
XIX hasta la historia cultural.El inters de este ensayo radica en
entender algunas de las propuestasque recientemente se han
construido desde la filosofa y la teora literariaalrededor de la
nocin de acontecimiento y la escritura de la historia.
Palabras clave: acontecimiento, historiografa, escuela de
Annales
Artculo recibido: 21/06/2013Artculo aceptado: 25/09120 I 3
Un acontecimiento no es lo que de lpodamos ver osaber, sino
aquello en lo que l deviene (y de iniciopor nosotros)
Michel de Certeau
En las tres ltimas dcadas la cuestin del acontecimiento hatomado
fuerza en el horizonte intelectual. No es casualidadentonces que el
presente nmero de Historia y Grafa est consa-grado a tal cuestin.
En el escenario acadmico han surgido unavariedad de obras que
abordan el tema desde distintas perspec-tivas. Por ejemplo, desde
la discusin historiogrfica la directrizms fuerte de esta discusin
est en lo que se ha llamado el "re-torno del acontecimiento"; 1
directriz que cobra sentido comorespuesta a la tradicin de Annales
que se constituy en el rechazode este objeto de estudio. Otras
perspectivas abordan la cuestinponiendo atencin en los medios
masivos de comunicacin comoproductores de los acontecimientos del
siglo xx y el presente; so-bre todo esta perspectiva est vigente en
el terreno de lo que seha llamado la historia del tiempo presente.
La cuestin tambin hasido abordada desde el terreno filosfico, en
donde el aconteci-
1 Vid.PierreNora, "Lavuelta del acontecimiento".
44 / Francisco J. Rivero
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miento se ha vuelto central para pensar la nocin de devenir en
latan discutidamente llamada "filosofa posrnoderna". Por nombrarun
ltimo caso, est la discusin del acontecimiento en la
teoraliteraria, en donde se ha comenzado a abogar por la
experimen-tacin de nuevas formas literarias capaces de producir
narrativasconsecuentes con nuestra poca.
Aunque cada uno de los frentes desde los que se aborda lacuestin
guardan caractersticas particulares, a la vez que estable-cen
prstamos y dilogos, lo que se percibe en ellos es la ideacomn de
que nuestra poca y su nocin tiempo, ya sea narra-tiva, meditica,
epistemolgica, conceptual o historiogrfica, estatravesando por una
transformacin. En este ensayo pretendodescribir de una forma
general el estado de la cuestin de estadiscusin. Dicho de otra
manera, no aspiro a intentar resolverlas preguntas que en la
actualidad circulan sobre la cuestin delacontecimiento. Mi aporte
es mucho ms modesto y se reducea mostrar la ruta historiogrfica que
ha seguido el tema. Me in-teresa indagar cmo es que se ha afrontado
este nuevo intersgeneral por el acontecimiento a travs de observar
cmo es quela disciplina histrica se ve interrogada por las
perspectivas deotras disciplinas vecinas, ver en que puntos se
distancia o se acercaa ellas y cmo es que ha tratado de responder
desde su propiolugar y tradicin a la cuestin.
Una vez manifestado mi objetivo, sealo que su desarrolloconsta
de tres partes. En la primera hablar sobre los lineamientosde mi
anlisis, pues queda claro que aun cuando mi ensayo sereduce a
describir el panorama general de la cuestin, su elabora-cin no es
ajena a una perspectiva y a un lugar de observacin queme parece
importante explicitar. En concreto, mi argumentacintiene por base
la nocin de "observacin de segundo orden"2 ela-
2 Para la nocin de "observacin de segundo orden", vid.
"Operacin/observa-cin", en Claudio Baraldi, Giancarlo Corsi y Elena
Espsito (eds.), Glosario sobrela teora social de Niklas Luhmann,
pp. 117-120.
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica /
45
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borada por Niklas Luhmann en su Teora de sistemas sociales/
Estoes as en tanto que entiendo mi ensayo como la observacin delas
observaciones que se han generado sobre la cuestin del
acon-tecimiento. Como busco trazar dichas observaciones en
lugarespropios de enunciacin dentro de una temporalidad, entonces
lanocin de observacin de segundo orden que uso como base demi
planteamiento se inscribe en la perspectiva del giro
historiogr-fico elaborada por Alfonso Mendola."
A partir de lo anterior, la segunda parte de este ensayo se
abocaa mostrar los diferentes momentos en que la nocin de
aconteci-miento ha sido usada, rechazada o reinterpretada como
distincinpara hacer observaciones del pasado. Mi revisin arranca de
lahistoriografa positivista del siglo XIX en funcin de ver cmo
su-cedi que ms tarde la nocin de acontecimiento fue rechazadapor la
tradicin de Annales en el siglo :xx. A partir de ello llegara la
que puede considerarse la tercera parte del ensayo, la cualsupongo
como central.
Es en la ltima parte donde intentar mostrar que en el mo-mento
actual podemos identificar dos perspectivas generalessobre la nocin
de acontecimiento. Una que ha respondido a lacuestin sin rechazar
el rumbo que la tradicin historiogrficaha tenido desde la
modernidad, y otra ms radical que asumela cuestin bajo la
perspectiva de un quiebre de paradigma quehace obsoleto todo modelo
anterior y que por lo tanto invita a laexperimentacin de nuevas
prcticas de observacin del pasado.Cerrar mi ensayo sin presentar
inclinacin haca alguna de estasdos perspectivas. En lugar de una
conclusin, deseo compartir laincertidumbre de no saber cul ser el
devenir del acontecimientoen la historiografa.
3 Vid. Niklas Luhmann, Sistemas sociales: lineamientos para una
teora generalp.496.4 Vid. Alfonso Mendiola. "El giro
historiogrfico. La observacin de observacio-nes del pasado".
46 / Francisco J. Rivero
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Cuando se aborda la cuestin del acontecimiento, es comn
nodistinguir entre su uso como una distincin que permite referira
algo, de aquello que refiere en tanto distincin. Esto se
puedeentender como una ambigedad en el uso de la palabra
"aconte-cimiento", que al mismo tiempo puede ser entendida como
unacategora terica usada por los historiadores en su prctica
histo-riogrfica, as como tambin uno de sus objetos de estudio. Por
ellopartir de distinguir entre acontecimiento como distincin
quepermite observar el pasado, y el resultado de esta distincin que
esla de referir, -permtase aqu la redundancia- acontecimientos enel
pasado. Dicho de otra manera, la distincin que aqu hago es lamisma
que plantea Michel Trebitsch" al preguntarse "qu es
unacontecimiento histrico?, donde lo que l sugiere es descompo-ner
la pregunta en dos: qu es lo histrico de un acontecimiento?(objeto
de estudio) y cmo leer un acontecimiento desde elejercicio de la
historia? (distincin terica).
Podemos ver, al plantear as la pregunta sobre el
aconteci-miento, que, en tanto no podamos decir cmo es que el
acon-tecimiento se lee desde la prctica histrica, no podremos
sabertampoco qu es 10 histrico de un acontecimiento, y
viceversa.Ahora bien, para poder describir cules son los usos del
aconte-cimiento como distincin terica, es necesario poner atencin
enlos lugares de enunciacin que posibilitan su formulacin y
utili-zacin -pocas, escuelas, disciplinas, etctera-. Poner atencin
enlos lugares de enunciacin nos permite trazar las diftr: ncias que
hanexistido y existen en el uso del acontecimiento como
distincinterica, y con ello mantenemos una distancia que nos
previene deadherirnos a una perspectiva particular que busque
establecer, in-dependientemente de un observador, lo que es el
acontecimiento.
5 Cfr. Michel Trebitsch, "El acontecimiento clave para el
anlisis del tiempo pre-sente", pp. 19-27.
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica
/47
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Una vez dicho esto, hay una cuestin sobre la forma de larelacin
que se da entre acontecimiento como nocin terica yacontecimiento
como suceso histrico, que considero importanteaclarar, Comienzo
diciendo que dicha relacin no se da en la l-gica de la causalidad.
Dicho de otra manera, las transformacionesen la nocin de
acontecimiento no son resultado de cambios enlos sucesos histricos,
y aunque resulte ms obvio a la inversa, laemergencia de nuevos
sucesos histricos no son consecuencia detransformaciones en la
nocin terica de acontecimiento. Comodira Michel de Certeau:
Recprocamente, la elaboracin y la organizacin del
discursohistrico implica a la vez que "eso" (objeto de estudio)
tuvo lugary ya no es ms. Respecto a la historiografa, el
acontecimientoocurri (de no ser as, no quedara ninguna huella),
pero slo sudesaparicin permite el hecho diftrente de una escritura
o de unainterpretacin actuales. En cuanto real y en cuanto pasado,
elacontecimiento "hace lugar" a otra cosa, el discurso
historiogr-fico, que no habra sido posible sin l y que, sin
embargo, no sedesprende de l a la manera en que el efecto se
desprende de su causa. 6
Si el discurso historiogrfico no se desprende del
aconteci-miento, cabe entonces preguntar de dnde s se desprende. En
laescritura de la historia.' De Certeau trabaja este problema a
travsde lo que l llama el "lugar social". Ah nos sugiere pensar en
eldiscurso historiogrfico como un producto que se desprende
delpresente, es decir, de una operacin prctica inscrita en el lugar
so-cial del historiador. As, me parece que la operacin
historiogrficaen tanto inscrita en un lugar social est en el medio
de la relacinentre acontecimiento y discurso historiogrfico, o,
para decirlo enlos trminos que he venido manejando, entre
acontecimiento como
6Michelde Certeau, "Historia y mstica', p. 55.
Lasltimascursivasson mas.7 Cfr. Michel de Certeau, La escritura de
la historia, pp. 73-86.
48 I Francisco J. Rivero
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El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica /
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nocin terica y objeto de estudio; es de ah, de un lugar social
yuna operacin, de donde se desprende el discurso histrico.
Para dejarlo aun ms claro, entiendo al discurso histricocomo el
resultado de una operacin que puede emplear la no-cin terica de
acontecimiento para poder observar el pasado, ydespus, con el fin
de permitir su comunicacin, reintroduce ladistincin de
acontecimiento, pero esta vez en la forma de unaescritura. As, lo
que me interesa sobre el acontecimiento es loque los miembros de
una comunidad, en este caso los historia-dores, entienden de manera
conceptual y hacen operar como unadistincin en sus observaciones y
discursos, y no lo que el aconte-cimiento objetivamente es.
Ahora bien, de ninguna manera debe entenderse lo anteriorcomo el
rechazo a la existencia de acontecimientos reales. Parano negar la
existencia de la realidad debemos hacer la distincinentre
"acontecimiento" como evento que sucede en el mundo
y"acontecimiento" como distincin utilizada por los
historiadorespara observar la realidad. Quisiera abundar ms sobre
el aconte-cimiento en tanto evento que sucede en la realidad a
partir de milectura de Nicklas Luhmann sobre este concepto, de
manera quemi perspectiva quede ms clara, pues esta distincin se
encuentraen el ncleo terico de mi ensayo.
Para ello, lo primero que debo hacer es referir como "evento"al
tipo de acontecimiento que sucede en el mundo. As, desdeesta
perspectiva, los eventos en tanto fenmenos reales carecende
temporalidad, o mejor dicho, tienen una duracin temporalnula. Dicho
de otro modo, son elementos de la realidad que des-aparecen en
cuanto surgen, pero no obstante su nula duracin, seproducen
continuamente.
Ahora bien, para que un evento se vuelva significativo, es
de-cir observable y comunicable, debe adquirir temporalidad.
Enotras palabras, debe permanecer en el tiempo ms all del ins-tante
en el que se presenta. Precisamente la distincin de unevento como
acontecimiento refiere a esta operacin que permite
-
----------,
su temporalizacin. Sin embargo, una vez que se le refiere
comoacontecimiento en referencia a un antes y un despus, es
porque,de manera paradjica, ha dejado de ser un evento. As, una vez
queel evento ha sido distinguido como acontecimiento y se le ha
do-tado de estabilidad temporal, entonces puede ser entendido
comoun elemento de cambio con relacin a un antes y un despus.
Para decirlo de manera inversa, cuando el evento es un ele-mento
de la realidad con temporalidad nula no puede pensarsecomo elemento
de cambio ya que el cambio slo puede pensar-se con relacin a la
estabilidad, es decir, slo lo estable cambia.Ahora bien, la
distincin de evento y acontecimiento es hechapor un observador, que
respecto a los eventos es una estructuraestable, es decir,
temporal. El observador en tanto estructura es-table en el tiempo
es pues susceptible de cambiar y junto conl cambiarn las
operaciones con las cuales distingue al eventocomo un
acontecimiento. En resumen, los eventos, a diferenciade los
acontecimientos, que son elementos temporales, tienen uncarcter
paradjico, pues antes de la distincin hecha por un ob-servador no
son agentes de cambio entre lo que est antes y loque est despus,
sino que son lo que constantemente hay entreel antes y el
despus."
Para terminar esta seccin quiero enunciar de forma explcitael
motivo por el cual he elegido esta perspectiva como modelo
deanlisis y referirla de manera ms precisa a la teora de sistemasy
al giro historiogrfico. As, en primer lugar, a la pregunta porqu
asumir el acontecimiento como una distincin utilizada enla operacin
historiogrfica en lugar de entenderla como un refe-rente objetivo
del mundo?, dira simplemente que al postular elacontecimiento como
una distincin terica es posible pensarlode manera histrica, en
tanto que podemos seguir el trazo de suscambios semnticos,
incluyendo aquel que lo postula como un"referente objetivo del
mundo".
8 Cfr. "Evento" en Barandi, Corsi y Espsito, Glosario, op. cit.,
p. 99.
SO/Francisco J. Rivero
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Detrs de esta estrategia de anlisis est la teora de
sistemassociales de Niklas Luhmann, en particular lo que se conoce
comouna observacin de segundo orden: "Slo realizamos una
obser-vacin de observaciones cuando nos preguntamos por qu al
usartal distincin se ve el mundo de tal manera y no de otra.
Poresto una observacin de observaciones es una observacin de
se-gundo orden, ya que al realizarla descubrimos la contingencia
dela observacin de primer orden, en otras palabras, historizamos
laprimera observacin"." Glosando lo anterior, busco hacer
unaobservacin de observaciones ya que mi inters est en analizarla
observacin de primer orden que utiliza como distincin lanocin de
acontecimiento y con la cual se hace posible ver el pa-sado de una
forma y no de otra. La ma, en tanto observacin desegundo orden,
pretende descubrir la contingencia de la nocinde acontecimiento
empleada en la observacin de primer orden.Dicho de manera ms
precisa, busco historizar el acontecimientoen tanto nocin
(distincin) utilizada por los historiadores en laproduccin del
discurso historiogrfico.
Por otra parte, en tanto que la observacin de segundo ordenque
har aqu tiene por inters describir, no de forma exhaustiva,pero s
clara, los diferentes usos de la nocin de acontecimientoen la
historiografa moderna y contempornea, tal observacinse inscribe en
el llamado giro historiogrfico. Lo anterior quieredecir que la
observacin de segundo orden que planeo hacerconstituye adems una
autodescripcin en el entendido de que esdesde la historia donde
pretendo relativizar la distincin de acon-tecimiento usada por la
historia. As, la "reconstruccin sistmicade los conceptos que usa la
investigacin histrica, de los proble-mas que se ha planteado, y de
las soluciones que les ha venidodando son las cuestiones que
estudia la historiografa". 10
9 Alfonso Mendiola, Retrica, comunicacin y realidad: la
construccin retrica delas batallas en las crnicas de la conquista,
p. 49.10 Mendiola, "El giro historiogrfico", op. cit., p. 197.
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica I
51
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Finalmente slo me resta decir que en tanto ensayo
historio-grfico, el propsito que intento alcanzar tiene que ver con
lo queAlfonso Mendiola seala como la finalidad de una
autodescrip-cin: "Las autodescripciones de la historia tienen por
finalidadposibilitar la continuidad de la ciencia a pesar de las
invasionesque en ella se dan. Por medio de la historiografa, la
historia puedediferenciarse de las otras disciplinas prximas a
ella, y con esomantener su identidad a pesar de los cambios que va
sufriendo.En pocas palabras, la historiografa orienta la
investigacin hist-rica gracias a la reconstruccin de su historia".
11
II
Si es cierto que podemos identificar la nocin de
acontecimientodesde el nacimiento de la historia, es decir, desde
la historiografagriega con Herdoto, tambin es cierto que la
conceptualizacinde la que nosotros somos herederos no se forj sino
hasta la pro-fesionalizacin de la historia en el siglo XIX. Lamento
no tener elespacio para poder referir, aunque fuera de manera
breve, algunasde las diferencias tericas e usos de la nocin de
acontecimientoque hay entre la Antigedad y la Edad Media con
respecto a laModernidad. Por lo tanto, me veo obligado a comenzar a
partirdel momento en que nace la historia cientfica en el siglo
XIX,momento particularmente importante en tanto fue en l dondela
nocin de acontecimiento se volvi el fundamento terico yprctico para
la historia profesional.
Para entender cmo es que esta nocin se volvi central enla
historiografa que conocemos como positivista, es interesantereparar
en que la definicin precisa de acontecimiento para la his-toria se
dio junto con el intento discursivo de separarla de la li-teratura.
Hasta antes del siglo XIX un "acontecimiento histrico"
11 Ibdem, p. 196.
52 / Francisco J. Rivero
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era algo tan ambiguo y general como decir "porque sucedi en
elpasado", lo cual, evidentemente, tambin poda ser dicho en
unanovela literaria, sobre todo en aquel gnero que a partir de
estequiebre de disciplinas se reconocer como novela histrica. Porlo
anterior, no fue sino hasta el positivismo -momento en que
lahistoria ser constituida como una actividad profesional- cuandola
nocin de acontecimiento histrico adquiri una fuerza par-ticular al
volverse la nocin angular de la disciplina histricaen tanto prctica
cientfica. Para decirlo con pocas palabras, elacontecimiento
histrico se volvi sinnimo de verdad fctica.Si recordamos la
distincin que he sugerido entre evento comoacontecimiento en el
mundo y acontecimiento como producto deuna observacin, diramos
entonces que el positivismo homologalos elementos de la distincin,
pues reduce el proceso de realidada la produccin de realidad; dicho
de otra manera, el positivismoes ciego a la distincin entre evento
y acontecimiento.
Para ponderar cmo es que el acontecimiento adquiri estesentido,
es til reparar en los elementos que la teora y la
prcticahistoriogrfica de entonces pusieron en juego. Para ello
debemosconsiderar en primer lugar que la formulacin decimonnica
deacontecimiento est relacionada directamente con la construccinde
un mtodo fundamentado en la crtica de fuentes. Esta acti-vidad
supona la labor de identificar el origen de una fuente
paradeterminar su credibilidad, y a partir de ah, poder obtener
datosprecisos y fcticos. Una vez obtenidos estos datos y
clasificados enorgenes y causas, resultaba una cronologa causal que
los consti-tua en la prueba documental de los grandes
acontecimientos delpasado. Para decirlo de manera breve, segn la
teora positivista,los datos fcticos o hechos histricos daban cuenta
por s mis-mos de los grandes acontecimientos que hacan comprensible
elpasado segn una causalidad lineal. De acuerdo con la cadena
l-gica que acabo de esbozar, podemos ver que entonces los
grandesacontecimientos fueron instaurados como el objeto principal
deestudio en tanto ellos fueron asimilados de forma directa a la
fac-
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica /
53
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ticidad a travs de la crtica documental. Investidos de
facticidad,los acontecimientos se concibieron como el elemento
clave con elcual la ciencia histrica pudo constituir su nocin de
verdad.
Lo que desde una observacin de segundo orden se hace visi-ble es
que la historiografa positivista, no obstante que piensa sumtodo
como inductivo, en realidad su operacin es deductiva.Para decirlo
de manera ms clara, el mtodo positivista instaba aobtener datos
fcticos para que, por induccin, el acontecimientohistrico se
obtuviera como resultado. Sin embargo, si pensamosque la operacin
con la cual el historiador poda distinguir enlos documentos los
datos relevantes de los datos no relevantes(hechos histricos/hechos
no histricos) estaba predeterminadapor el acontecimiento al que
quera llegar, entonces caemos en lacuenta de que su trabajo no era
inductivo, en tanto que su con-clusin estaba de manera necesaria
incluida en su premisa. Dichode otra forma, el historiador del
siglo XIX obtena como datospositivos slo aquellos que respondan de
manera prefigurada alacontecimiento que buscaba representar. No
obstante, lo caracte-rstico de esta corriente es que ella es ciega
a su propia operacin.Por ello, cuando los historiadores describan
su trabajo lo hacancomo si se tratase de una operacin inductiva a
travs de la cualel acontecimiento terminaba por revelarse a s
mismo. Es ste elsentido de la premisa de Otro van Ranke de dejar
que el pasadohable por s mismo so wie esgewessen ist (tal y como
sucedi). 12
Esta forma de proceder funcion y tuvo sentido mientrasla nocin
de acontecimiento fue sinnimo de veracidad. Quizpueda parecer una
formulacin demasiado simple; no obstante,era lo que se necesitaba
para mostrar que la historia poda cons-tituirse como una ciencia.
Ahora bien, una vez que la nocin de
12 Es de esto de lo que se dar cuenta Hempel al proponer un
modelo nomol-gico deductivo de explicacin cientfica para la
historia. Cfr. Carl G. Hempel,"La funcin de las leyes generales en
la historia", en La explicacin cientfica.Estudios sobre la filosofa
de la ciencia, Barcelona, Paids, 2005 (Surcos), pp.307-324.
54 / Francisco J. Rivero
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acontecimiento como significado de veracidad perdi su sentidocon
la emergencia de nuevas disciplinas sociales, entonces la his-toria
positiva pas a ser vista como una mera acumulacin dedatos.
De esta manera entramos en el siglo xx de la
historiografa,marcado por la escuela de Annales que ser la
opositora msfuerte del modelo positivista." De entrada, para los
historiadoresde Annales los acontecimientos son un accidente
superficial queno permite penetrar en el sentido del pasado. As, a
la historiapositivista se le reclama el uso excesivo de
acontecimientos enhistorias que se limitan a explicar el pasado
como las acciones dealgunos hombres dentro de la esfera poltica.
Usando las palabrasde Francois Simiand, podemos decir que Annales
se erigi en elrechazo de los tres dolos de la historia decimonnica:
el dolo dela poltica, el dolo de la individualidad y el dolo de la
cronolo-ga (o de los orgenes); todos estos enmarcados en una
historiaacontecimental. 14
Como el mismo nombre de la revista Annales lo indic en suinicio
en 1929, esta escuela se dirigi hacia la esfera de lo econ-mico y
lo social. Al dirigirse a lo econmico sustituy las fechas,batallas
y personajes por las series y las estadsticas. De esta formase dio
el primer paso para rechazar el acontecimiento como ele-mento de
cambio y explicacin causal en tanto "la serie absorbela
singularidad y el contexto absorbe la cronologa" .15 De ah, queel
inters de la historia como una ciencia social estuviera en
loshechos repetitivos por contraste con los singulares; en los
hechoseconmicos por contraste con los polticos; para as hacer
unahistoria de lo social en contraste con lo individual.
13Para el desarrollo de este tema me he guiado por la obra de
Francois Dosse, Lahistoria en migajas: de Annales a la "nueva
historia".14 Francois Simiand, "Mtodo histrico y ciencia social",
pp. 199-201.15Alban Bensa y Eric Fassin, "Les sciences sociales
face a l'vnernenr", pp. 5-20.La traduccin es ma.
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica /
55
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Ms adelante, con la emergencia del estructuralismo, el es-pritu
de confrontacin contra el acontecimiento se extendi dela primera a
la segunda generacin. Bajo el entendido de que loacontecimental
dentro de una estructura se reduce a lo acciden-tal, Fernand
Braudel desarroll sus tres dimensiones del tiempopara estudiar el
pasado: la larga duracin de las estructuras; eltiempo de las
coyunturas o los ritmos cclicos de la economa y lasociedad; y
finalmente el tiempo corto de los acontecimientos."Ahora bien, se
puede objetar que Annales no elimin la nocin deacontecimiento.
Primero, porque la negacin del acontecimientode alguna forma es su
afirmacin en negativo. Para decirlo de otramanera, hacer una
historia de larga duracin slo tiene sentido entanto que se debe
evitar, y por tanto se reconoce, el papel de losacontecimientos
singulares, aunque stos sean, como dira LucienFebvre, "crestas de
ola que animan superficialmente el potentemovimiento respiratorio
de una masa ocenica" Y En segundolugar, porque al interesarse en
las estructuras, una gran parte delos acontecimientos son
reintroducidos en la serie, lo que sirvepara confirmar la
estabilidad de la misma estructura. Finalmente,cuando al
acontecimiento se le ve en su extraa singularidad, obien queda
supeditado a la estructura en el sentido de que suscausas estn
determinadas por ella, o bien es un accidente queapoya la idea
misma de la estabilidad temporal de la historia. Porlo tanto, es ms
correcto decir que la nocin sufri una reconfi-guracin que le hizo
perder su funcin operativa como distincinpara observar el pasado al
ser sustituida por la estructura comonueva distincin, y no que fue
desechada categricamente de lahistoriografa estructuralista como
por lo comn se suele decir.Desde mi lectura, Annales, a diferencia
del positivistmo del sigloXIX, logra de una manera un tanto
primitiva hacer la distincin
16 Cfi: Fernand Braudel, "Histoire et sciences sociales: la
longue dure",17 Lucien Febvre, Pour une histoire a part entire,
apud Dosse, La historia en mi-gajas, op. cit., p. 58.
S6 / Francisco J. Rivero
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entre evento como fenmeno que suceden en el mundo, y es-tructura
como objeto de estudio de una realidad observada. Alpoder hacer
esta distincin, esta escuela puede migrar la funcinoperativa, que
en el siglo XIX tena el acontecimiento, hacia lasestructuras.
De esta manera, si para la historiografa poltica del siglo XIXla
nocin de acontecimiento era la clave que daba al discursohistrico
su fundamento de objetividad y veracidad a travs dela lgica
"inductiva" documento-autenticidad-dato
fctico-hechohistrico-acontecimiento, cabe preguntarse cmo es que
Annalesconstruye terica y metodolgicamente su fundamento
cientficotras el abandono de la nocin de acontecimiento como
distincinoperativa. Para responder a esta pregunta me parece que es
tilcontrastar las operaciones historiogrficas de ambas
escuelas.
A diferencia del positivismo, que principalmente reduce el usode
las fuentes a documentos oficiales y polticos, Annales expandela
nocin de fuentes para la historia. Al interesarse en las series
ydatos econmicos, recurri a los datos aportados por otras cien-cias
sociales, e incluso en un sentido de interdisciplinariedad sehizo
de sus mtodos de anlisis. Por su parte, los mtodos de
estasemergentes ciencias sociales nacieron desviando su atencin
dela temporalidad. As, la etnografa, dedicada a lo cotidiano y
loritual, hace de la cultura su objeto de estudio en un sentido
msregional que temporal; la antropologa efectuar lo mismo al
diri-gir su atencin hacia lo universal; tal como la sociologa lo
llevara cabo al concentrarse en la lgica general de las estructuras
conescasas referencias a sus cambios en el tiempo. De hecho, ser
ladisciplina histrica la que, al tiempo que se apropia de los
mto-dos de otras ciencias, sostenga que es ella la que puede reunir
yguiar el inters comn de todas las ciencias sociales."
Por lo tanto, la diferencia entre los datos usados por Annales,
entanto una ciencia social, de los que usaba la historiografa
positi-
18 Cfr. ibidem, p. 23.
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica
/57
-
vista, radica en que en trminos metodolgicos stos no necesitande
una crtica que determine su autenticidad, pues en lugar de
serpensados cualitativamente como datos dados en los
documentos,stos eran desde un principio datos obtenidos
cuantitativamentea travs de un mtodo. Dicho de otra forma, el mtodo
ya nose centraba en reconocer la autenticidad de la fuente, sino en
laptima obtencin, lectura e interpretacin de los datos. De
estamanera la historia econmica y social rompe con la cadena queva
del documento al acontecimiento, y sin embargo mantiene suestatuto
de ciencia objetiva. Esto es as porque, a nivel de la prc-tica,
Annales mantiene la idea de que el mtodo sirve para la ob-tencin de
datos fcticos tal como se entenda desde el mtodopositivista. La
diferencia est en que los datos derivan en un ob-jeto de estudio
diferente: la estructura. En pocas palabras, lo quese hace evidente
con Annales es que la historia ya no construyesu nocin de
objetividad en torno a su objeto de estudio, sinoalrededor de su
mtodo. Aun ms, el objeto de estudio de Annaleses inmaterial en
tanto que se trata de estructuras latentes de lasociedad. Por ello
el fundamento de veracidad positivista en tornoa la autenticidad de
los documentos para la reconstruccin (resu-rreccin)" del pasado le
es ajena.
En el nivel de escritura, Annales reconfigur la narrativa
his-toriogrfica al eliminar, junto con los acontecimientos, a
lospersonajes. Como consecuencia, sustituy la narracin cronol-gica
por la descripcin estructural, es decir, el transcurrir de
loshechos por una historia inmvil. Sin embargo, al igual que
Whitehizo con la historiografa del siglo XIX,20 habra que hacer una
cr-tica para determinar qu tanto fue que Annales logr abandonar
latrinidad acontecimiento, personaje y trama, pues, por ejemplo,
no
19 Tomo el sentido de la palabra resucitar de Michel de Certeau,
quien as ca-racteriza la funcin de la historiografa positivista.
Vid. "Historia y mstica", op.cit., p. 55.20 Vid. Hayden White,
Metahistoria: la imaginacin histrica en la Europa delsiglo XIX.
58 / Francisco J. Rivero
-
basta la ausencia de nombres propios para decir que la
construc-cin de personajes est ausente de la historiografa de
Annales. Eneste sentido se ha dicho varias veces que en El
Mediterrneo y elmundo mediterrneo en la poca de Felipe JJ, Braudel
elabor unanueva concepcin de sujeto histrico al hacer del
Mediterrneo elgran personaje de su historia. En este sentido
podemos decir que,en la trama braudeliana, lo que el Mediterrneo es
al personajehistrico, la estructura lo es a la nocin de
acontecimiento. Alrespecto, es muy pertinente la lectura que Paul
Ricoeur hace deBraudel.
En Tiempo y narracin Ricoeur parte de la premisa de que
laconfiguracin del tiempo en el relato histrico es un atributo dela
narracin. A partir de ello arroja la cuestin de si las
connotacio-nes de singularidad, desviacin y contingencia que
generalmentele son atribuidas al acontecimiento, le son
inalienables en tantoque el acontecimiento es un concepto temporal
y la temporali-dad histrica es una funcin de la trama que es
susceptible decambios. Para Ricoeur, el acontecimiento no se puede
entendercomo un elemento puramente descriptivo, tal como lo hizo
elpositivismo bajo la nocin de hecho; ni tampoco como un acci-dente
ahogado en la estructura; para l, el acontecimiento es elresultado
de una narracin que, paradjicamente, es lo que ambascorrientes
pretendieron extirpar al considerarla como el elementodbil de la
historia. Por el contrario, la narracin, nos dice, es laguardiana
del tiempo, y la operacin historiogrfica est sujeta atrabajar con
la intriga.
En este sentido, el planteamiento de Ricoeur es que lanocin de
acontecer se modifica invariablemente cuando la his-toriografa
configura nuevas formas de tramado, dado que "losacontecimientos
mismos reciben una inteligibilidad derivada desu contribucin a la
progresin de la trama" _2l As, el acontec-
21 Paul Ricoeur, Tiempo y narracin: la configuracin del tiempo
en el relato histrico.ApudLuis Vergara, Paul Ricceur para
historiadores: un manual de operaciones, p. 64.
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica /
59
-
miento no tiene por qu tener exclusivamente la connotacin
deevento singular. La operacin historiogrfica reconstruye y
re-construye acontecimientos, por el hecho de contarlos. De
estamanera, los acontecimientos pueden ser por igual "singulares
ytpicos, contingentes y esperados, desviadores y tributarios de
pa-radigmas, aunque sea de forma irnica". Justo en este sentido
esque insisto en que la nocin de acontecimiento no fue rechazadapor
Annales, sino ms bien, reconfigurada. En pocas palabras,pas de ser
empleaba para configurar un tiempo histrico linealy causal, a un
uso que la volva "tributaria" de la estructura en laconfiguracin de
un tiempo histrico casi inmvil.
Ahora bien, si lo apuntado arriba es cierto, tambin es verdadque
se trata de una observacin que slo es posible a posteriori.Lo que
quiero decir es que tenemos que tener presente la diferen-cia entre
la lectura que del acontecimiento hace Annales, de laslecturas que
en la dcada de 1980 llevan a cabo acerca del mismotema
intelectuales como Ricceur, Queda claro que las primerasson
importantes en tanto nos permiten pensar mejor el
pasadohistoriogrfico, pero tambin debe quedar clara su distincin
conrespecto a lo que ellas describen. Dicho de otra manera,
debe-mos tener cuidado en no confundirlas. En este sentido se
vuelverelativo al observador decir si Annales, en lugar de rechazar
elacontecimiento, lo reconfigur.
Lo importante para nosotros es que slo en la lgica delrechazo
tiene sentido la propuesta de la tercera generacin de An-nales, a
la cual Jacques Le Goff y Pierre Nora nombraron la nuevahistoria, y
la cual busc reintroducir en la historiografa la nocinde
acontecimiento. A diferencia de las generaciones anteriores,
latercera se distingue por su heterogeneidad de mtodos y
propues-tas, lo cual Francois Dosse caracteriz como el
desmigajamiento dela historia.22 De manera general, podemos decir
que, a pesar delredescubrimiento de objetos de estudio antes
rechazados, la ter-
22 Vid. Dosse, La historia en migajas, op. cit., p. 249.
60 I Francisco J. Rivero
-
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica /
61
cera generacin no marca una ruptura definitiva con la
tradicinque la primera y segunda generaciones ya haban construido.
As,aunque el objeto de estudio "acontecimiento" fue reintroducidoen
la disciplina, no obstante la nocin bajo la cual fue entendi-do se
ajust de cierta manera a la tradicin estructuralista de lasegunda
generacin junto con un renovado inters por el estudiode las
mentalidades de la primera generacin. Para decirlo de otromodo,
durante la dcada de 1970 el acontecimiento se enten-di como un
medio para estudiar estructuras y mentalidades. Enpocas palabras,
podemos decir entonces que su retorno no signi-fic un rechazo al
estructuralismo, sino ms bien, su reconcilia-cin con l.
La obra El domingo de Bouvines es representativa de esta fase.En
ella Georges Duby se centra en una batalla concreta. A pesarde que
la obra tiene por objeto el acontecimiento indicado, suestudio
deviene, por una parte, en un anlisis sociolgico de laforma en que
se hace la guerra medieval, y por otra, en un ele-mento para
estudiar el imaginario colectivo de los franceses. As,la batalla
particular representa un medio para estudiar el todode la guerra
medieval y la mentalidad de una sociedad. As, la rela-cin que Duby
establece entre la batalla de Bouvines y la memoriacolectiva de los
franceses tiene eco en el programa acadmico dePierre Nora sobre los
lugares de la memoria=
En dicho proyecto Nora configura la nocin de "lugar de
lamemoria" para describir la interseccin que se da entre la
realidadhistrica y su simbolizacin social. En concreto, la
distincin quehace Nora invita al historiador a poner atencin en la,
.rdad sim-blica del acontecimiento antes que en su realidad
histrica. Sicomparamos esta nocin de acontecimiento con la usada
por lospositivistas, vemos que la tercera generacin observa el
aconteci-miento desde una observacin de segundo orden. Dicho de
otramanera, no se interesa en el acontecimiento mismo, sino en
la
21 Pierre Nora, Les Lieux de mmoire.
-
recepcin de ste, con lo que la nocin de acontecimiento pierdesu
funcin como elemento de temporalidad lineal y causal, y porlo
tanto, su funcin como garante de veracidad. En su lugar,
elacontecimiento ya no es el dato duro del pasado, sino un
deposi-tario de varios sentidos y significados potenciales.
Estudiar estossignificados y sentidos es lo que permite al
historiador acceder a lamentalidad de una poca, la cual no deja de
ser una de las grandesestructuras latentes de la sociedad.
A partir de la generacin de historiadores contemporneos aPierre
Nora la nocin de acontecimiento ha devenido ambigua enla
historiografa. En el mismo caso de Nora, su uso a travs de
ladistincin de los lugares de la memoria la sigue haciendo
tributa-ria de una tradicin estructural al referirla a memorias
colectivas;pero, al mismo tiempo en sus trabajos relacionados con
la pro-puesta de una historia del tiempo presente, Nora parece
reinventaresta nocin lejos de toda tradicin. Pero esto no slo es
exclusivode un historiador. En los ltimos treinta aos el estatuto
de lanocin no ha logrado quedar fijo. Me atrevo a decir que el
desmi-gajamiento del que hablo Dosse en su revisin de la
historiografarealizada en 1987 sigue su curso. La nocin de
acontecimiento hadevenido ambigua en la reapropiacin y reinvencin
de algunasde las corrientes historiogrficas ms recientes como la
historia cul-turap4 encabezada por Roger Chartier o la
microhistoria atribuidaa Carlo Ginzburg.25 Como lo dije en la
introduccin, me pareceque en el momento actual podemos identificar
dos perspectivasgenerales sobre cmo debe ser abordado y entendido
el acon-tecimiento. Aunque ambas son prueba del clima actual que
hapuesto en la mesa de debate la cuestin sobre el
acontecimiento,sus respuestas han sido divergentes. Una ha
respondido de ma-
24 Vid. Roger Chartier, El mundo como representacin: estudios
sobre historia cul-tural.25 Vid Cario Ginzburg, "Microhistoria: dos
o tres cosas que s de ella" en Elhilo y las huellas. Lo verdadero,
lo falso y lo ficticio, Buenos Aires, FCE, 2010 pp.351-394.
62 / Francisco J. Rivero
-
nera ambigua a la cuestin, sin poder rechazar del todo el
rumboque la tradicin historiogrfica ha tenido desde la
modernidad,mientras que la otra ha asumido la cuestin del
acontecimientobajo la perspectiva de un quiebre de paradigma que
hace obsole-to todo modelo anterior, lo cual no slo atae a la
historia o a lashumanidades, sino a la sociedad en general; y que
por lo tanto, enlo que se refiere a la historia, invita a la
experimentacin de nue-vas prcticas de observacin del pasado.
Intentar esbozar estosdos escenarios en la siguiente y ltima parte
de mi ensayo.
III
Podemos constatar que el tema del acontecimiento se ha
vueltocentral en la sociedad contempornea no slo por el inters
queha provocado en la disciplina histrica, sino tambin porque
lacuestin ha tomado fuerza en otros espacios sociales como eldel
periodismo. Tal como 10 dibuja Michel de Certeau: "El gransilencio
de las cosas ha mutado en su contrario gracias a los me-dios. Si
ayer la verdad se constitua como un secreto, hoy lo hacecomo una
charlatana. Por todos lados hay noticias, informacin,estadsticas y
sondeos. Jams historia alguna haba hablado nimostrado tanto".26 No
obstante, a pesar de la circulacin de la in-formacin en medios que
construyen el acontecimiento con unacontinuidad, teatralidad y
circulacin acelerada." los historia-dores parecen tener
dificultades para contener su advenimiento.Ante esta situacin, la
historia en tanto ciencia social ha tenido unproblema para
enfrentar las preguntas que la sociedad constante-mente lanza sobre
el acontecimiento, y que a los medios masivosde comunicacin no les
toca responder.
26 Michel de Certeau, Einuention du quotidien. l. Arts de faire,
p. 270. La tra-duccin es ma.27 Michel Trebitsch "El acontecimiento,
clave para el anlisis del tiempo pre-sente", en Cuadernos de
Historia Contempornea, p. 29-40.
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica /
63
-
Como ya lo ha propuesto Francois Dosse en su reciente obraEl
renacimiento del acontecimiento= se vuelve pertinente pre-guntarnos
si acaso nuestra poca no debe ser pensada como ladel rgimen de los
acontecimientos. En este sentido, es innega-ble que ciertos tipos
de acontecimientos, puestos en la escenade manera inmediata por los
medios de comunicacin, han al-canzado una gran fuerza social al
abrir, usando los trminos deReinhart Koselleck, horizontes de
expectativa particulares. As, el11 de septiembre puede ser pensado
como ejemplo paradigm-tico de un acontecimiento traumtico, de la
misma forma que lacada del muro de Berln se constituy como un
acontecimientoesperanzador. No obstante, a pesar de estar cargados
con con-notaciones sensibles particulares, no hemos dejado de
reclamaruna explicacin concreta de ellos. Esta demanda quiz se deba
ala educacin escolar que en gran medida se ha mantenido en
laenseanza de la historia acontecimental y, por ello, de una
maneraun tanto automtica se tiende a categorizar a los eventos
mediati-zados como acontecimientos histricos. Una vez que sucede
elloes natural que en tanto espectadores estemos interesados en su
ex-plicacin causal o hermenutica. El problema que tenemos
comoespectadores, es que no alcanzamos a percibir que la
mediatiza-cin es una situacin novedosa ante la cual los
historiadores anno pueden responder de manera eficaz y rpida.
El historiador, como "supuesto experto" del acontecer his-trico,
se queda en silencio ante tales acontecimientos. Susherramientas de
anlisis parecen intiles. En tanto cientficos so-ciales los
historiadores dicen necesitar ms datos, ms fuentes,pero sobre todo,
ms tiempo. Es curioso, entonces, que ante lafalta de lecturas
histricas profesionales la sociedad supla la ne-cesidad de
explicacin con la fabulacin de mltiples conjeturase
interpretaciones conspirativas que se distribuyen y cambian
28 Vid. Francois Dosse, Renaissance de l'vnement. Un dJi pour
l'historien: entresphinx et phnix.
64 I Francisco J. Rivero
-
casi a la misma velocidad que los acontecimientos en los
medios.La caracterizacin que del problema actual hacen Alban Bensay
Eric Fassin es sumamente pertinente." Desde su perspectiva,las
ciencias sociales deben prestar atencin a los acontecimientospero
con autonoma, es decir, sin imitar el trato presentista quedel
acontecimiento hace el periodismo, pero tampoco negandoel
acontecimiento al no poder renunciar a una tradicin de lasciencias
duras que, en las series y las generalidades, elimina
elacontecimiento bajo la metfora de las largas duraciones, las
es-tructuras, la cultura, o las mentalidades.
Ante esta coyuntura, una primera respuesta la podemos en-contrar
en Jacques Le Goff y Pierre Nora quienes desde muytemprano han
tratado de enfrentar esta situacin con el proyectoHacer la
historia. En un artculo cuyo ttulo es "El regreso
delacontecimiento", publicado dentro de dicha coleccin, Nora
esta-blece un programa terico para una historiografa
contempornea.Nora considera que lo que define al acontecimiento
modernoes que ste slo puede existir gracias a los medios masivos
decomunicacin, es decir, ellos son la condicin de su existencia.As,
las transformaciones contemporneas sobre el estatuto
delacontecimiento se juegan en un contexto donde los medios
decomunicacin hacen que la historia se vuelva inmediata.
Con esta perspectiva Nora transita de la propuesta que ins-cribe
al acontecimiento como un lugar de la memoria, hacia lasbases de lo
que se conoce como la historia del tiempo presente. Sia travs de la
nocin de los lugares de la memoria el aconteci-miento se constitua
como la base de una memoria colectiva quehacia seas a la historia
de las mentalidades, y con ello a todauna tradicin a cuestas, con
la historia del tiempo presente elacontecimiento es asumido como el
producto de los medios decomunicacin, lo cual es ya una sugerencia
innovadora dentro del
29 Cfr. Bensa y Fassin, "Les sciences sociales face a
l'vnernent", op cit., p.p.5-20.
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica /
65
-
campo historiogrfico. Como podemos ver, este trnsito implica,en
la propuesta de Nora, una inversin en el papel de la nocinde
acontecimiento; pues de ser la base de la cual se alimenta
lamemoria colectiva ahora se vuelve un producto meditico.
Noobstante, esta inversin no cancela una propuesta a favor de
laotra. Esto se debe a que en la lgica de ambas perspectivas el
acon-tecimiento no es directamente el objeto de estudio. En la
primera,el objeto de estudio es la significacin que en la memoria
recibe elacontecimiento, yen la segunda, el objeto de estudio son
los me-dios de comunicacin que producen el acontecimiento.
Ahora bien, al deslindar al acontecimiento de una
memoriacolectiva, la propuesta de una historia del tiempo presente
ad-quiere, por lo menos en el discurso, la prerrogativa de
haberseliberado de la tradicin estructuralista de Annales. El
problemaes entonces que ella slo puede aplicarse al tiempo
inmediato, yen ese sentido su estatuto como historia se pone en
cuestin. Porotra parte, algunas crticas a esta propuesta apuntan a
que, enel intento de darle un giro al astigmatismo del
acontecimiento,reconocindolo como un producto de los medios, la
historia deltiempo presente no consigue hacer de l un objeto de
estudiopropio, es decir, corre el riesgo de confundir al
acontecimientocon su manifestacin espectacular. 30
Otro intento por responder al contexto actual al que se
enfrentala historiografa lo encontramos en la propuesta de Roger
Char-tier. Aunque muchos consideran a Chartier como el fundador
deuna cuarta generacin de Annales, l mismo dice no reconocer,ms all
de una leyenda, la existencia de algo como "la tradicinde
Annales".31 No obstante, su propuesta historiogrfica respondea lo
que a finales de la dcada de los ochenta l consideraba comouna
profunda crisis de las ciencias sociales. Esta crisis,
anunciada
30Idem ..ll Cfr. Roger Chartier, Alfonso Mendiola e Iln Semo,
"Discusin: el malestaren la historia", pp. 153-175.
66/ Francisco J. Rivero
-
desde que el paradigma estructuralista se vena desmoronando,es
de cierta forma la misma crisis a la que respondi Pierre Noracomo
representante de la tercera generacin de Annales.
Para Chartier, si bien los movimientos hechos por la
tercerageneracin fueron "liberadores de la tradicin instituida",
tam-bin le parece que fueron poco certeros, pues afirma que stosno
lograron constituir un sistema unificado de comprensin, loque sita
a la historia en un "punto crtico".32 En consecuencia,su propuesta
es "separar [... ] de la manera ms neta posible, ladisciplina
histrica (salvable al precio de 'revisiones desgarrado-ras') de las
ciencias sociales otrora dominantes (la sociologa y laetnologa)
condenadas por su apego mayoritario a un paradig-ma obsoleto'l."
Este objetivo incluye por tanto constituir unsistema unificado de
comprensin del pasado. De esta manera,Chartier define bajo el
nombre de historia cultural de lo social (encontraste a una
historia social de la cultura) lo que corresponderaa su programa
historiogrfico.t"
Para entender el papel que juega la nocin de aconteci-miento en
esta propuesta historiogrfica, lo primero que tenemosque hacer es
atender a su propia lgica. De entrada dir que elfundamento de su
propuesta se encuentra en la nocin de repre-sentacin. A travs de
esta nocin la historia cultural dice hacer desu objeto de estudio
el sentido que al mundo dan los individuosy los grupos dentro del
territorio de la cultura." Ricceur nos hacerecordar que, para
Chartier, "ante la unilateralidad, indiferenciaday masiva de
mentalidad, la idea de representacin expresa mejorla plurivocidad,
la diferenciacin, la temporalizacin mltiple delos fenmenos
sociales". 36 Con la nocin de representacin como
32 Chartier, El mundo como representacin, op. cit., p.
48.33Idem.34 Vid. Idem.35 Cfr. idem.36 Paul Ricceur, apud Alfonso
Mendiola, "Las representaciones como tema deestudio de la historia.
Una aproximacin desde Louis Marin", p. 346.
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica I
67
-
fundamento, Chartier logra reunir a "los movimientos
libera-dores" que se venan dando en la historiografa. Dicho de
otramanera, consigue jugar de forma eclctica con mtodos,
teoras,fuentes y objetos de estudio, incluido el acontecimiento. As
lodescribe Iln Serna:
Los trabajos de Chartier sobre la historia del libro y la
lectura son,por supuesto, algo ms que la historia de la lectura y
del libro.La produccin de un libro nos lleva a la imprenta, la
industriadel papel y la cultura tcnica; su lectura, al terreno de
la difusinde las ideas y al reino de los lectores; su escritura, al
mundo delos autores, sus vidas e ideas, sus lmites y posibilidades;
su cir-culacin, al de la censura y la propaganda; su
comercializacin,al mercado y los libreros; su resguardo, a las
bibliotecas y loscoleccionistas. La historia del libro puede ser
escrita como unahistoria de la sociedad. 37
Precisamente, para poder decir que la historia cultural
quetrabaja con la plurivocidad, la diferenciacin y la mltiple
tempo-ralidad deviene una historia de la sociedad, Chartier
estipula que"desde las ruinas de la idea de totalidad es preciso
pensar en for-mas de generalizacin". 38 El presupuesto formas de
generalizacinme parece ambiguo en tanto que permite decir lo
generalizablea travs de lo particular, al tiempo que la
generalizacin se rein-troduce en lo especifico.P En otras palabras,
la historia culturalpretende que de un acontecimiento o caso
particular se pueda de-cir algo generalizable a travs de su
especificidad, lo cual es posibleen tanto que todo finalmente
refiere a una representacin.
37Chartier,Mendiola y Semo,"Discusin",op. cit.,38 Ibdem ..19 En
este ensayo no tengo el especio para desarrollar un anlisis a fondo
dela ambigedad que encuentro en esta idea. Dejo al lector la tarea
de referirseal mismo; Slo indico la parte de la obra en donde
encuentro elaborada estaformulacin. Vid. Chartier,El mundo como
representacin, op. cit., pp. 56-60.
68 / Francisco J. Rivero
-
---Podemos ver que tal como Chartier usa la nocin de
representa-
cin, sta permite incluir casi todo: estructuras y
acontecimientos,grupos e individuos, lo institucional y lo
extraordinario, la mi-croescala y la macroescala, lo material y lo
inmaterial, etctera.Desde mi lectura, la nocin de representacin en
Chartier viene aser lo que la nocin de acontecimiento en el
positivismo; es decir,que si bien ella valida la operacin
historiogrfica de la historiacultural, no obstante, le hace falta
una crtica profunda. Sin estareflexin considero que la historia
cultural termina siendo ciega asu propia distincin, lo que, a
partir del giro historiogrfico, ya nodebera ser tan asequible. Por
otra parte, es cierto que en trminosfuncionales la historia
cultural ha resultado en lo que la disci-plina histrica necesitaba
para solucionar su "desmigajamiento".No por nada su fuerza de
atraccin es tal que en ella puedeninscribirse otras corrientes
historiogrficas como la microhistoria,por citar un ejemplo. No
tengo yo ninguna certeza al respecto,pero quizs algn da se diga de
la historia cultural lo que algunavez Annales expres del
positivismo: es ella una acumulacin demtodos, discursos, objetos de
estudio, tcnicas de anlisis y fuen-tes que no dan cuenta del
sentido del pasado; o quiz no, y seala historia cultural el mejor
sntoma de que la especificidad queen la modernidad tena la historia
se ha diluido en lo que ahorase llama estudios culturales. De
cualquier forma, considero que lanocin de acontecimiento en la
historia cultural no es una distin-cin operativa, sino, como todos
sus dems elementos, un mediotributario de la nocin de representacin
y cultura.
Finalmente me resta apuntar la perspectiva que piensa la
cues-tin del acontecimiento como un quiebre de paradigma que
haceobsoleto todo modelo anterior. Desde ella, si el acontecimiento
seha vuelto importante en el debate intelectual, es porque ademsde
su inscripcin en los medios o, si quiere, junto a su inscripcinen
los medios, el mismo constituye una ruptura de inteligibi-lidad. Al
menos ste es el planteamiento de Gilles Oeleuze ensu obra Lgica del
sentido. Las reflexiones que han seguido esta
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica /
69
-
directriz son importantes en tanto que permiten pensar el
acon-tecimiento bajo una nueva ptica desapegada de la
epistemologamoderna. De la manera ms breve posible, su argumento es
queno se puede seguir pensando el acontecimiento bajo la
distincin"acontecimiento real versus acontecimiento ideal". En este
sen-tido, su argumento justamente le plantea una gran cuestin a
lahistoria en tanto ciencia social, ya que, como hemos visto, ella
haintentado reintroducir la nocin de acontecimiento bajo esque-mas
como el de lugar de la memoria o el de representacin.
Deleuze piensa el acontecimiento como el devenir de rupturasde
inteligibilidad. En este sentido, el acontecimiento de nuestrosdas
es paradjicamente el devenir de una ruptura de inteligibi-lidad que
hace obsoleta la configuracin moderna de aconte-cimiento. En pocas
palabras, el acontecimiento no es ni aquelloque se ha materializado
en un accidente, ni una idea abstractade su manifestacin; el
acontecimiento es aquello problemtico yproblematizante del devenir
o, mejor dicho, con el acontecimientoel devenir mismo deviene
problemtico y problernatizante.'? Evi-dentemente, en Deleuze no
encontramos ninguna propuestaconcreta que indique cmo historizar el
acontecimiento en tantodevenir. Podramos incluso decir que, segn la
distincin que heplanteado entre evento y acontecimiento, la
propuesta de Deleuzees un giro que esconde el acontecimiento en el
evento, lo cualvuelve complicada la tarea de historizacin en tanto
el evento ens mismo es lo que se resiste a una construccin de
temporalidad.No obstante, sus planteamientos sobre el
acontecimiento sonprovocativas para la historiografa. Acaso,
siguiendo a Deleuze,el acontecimiento refiere a una ruptura de
inteligibilidad haciala cual los historiadores an deben responder?
Cmo puede ladisciplina histrica reormular sus operaciones para
abordar elacontecimiento como devenir?
40 Giles Deleuze, Lgica del sentido, p. 69.
70/ Francisco J. Rivero
-
Ante este panorama me parece curioso que la disciplina
litera-ria sea quiz la que ha asumido con ms radicalidad esta
situacin.En concreto me refiero a dos historiadores que tal vez a
causade su formacin como tericos de la literatura han podido
haceralgunas propuestas provocativas. Me refiero a Hayden White ya
Hans Ulrich Gumbrecht. Entre la frontera de la historia y
laliteratura ambos han sugerido, cada uno a su manera,
autnticasrenovaciones al modelo historiogrfico.
En el caso de White, encontramos su argumentacin alrespecto en
un artculo cuyo ttulo es "El acontecimiento mo-dernista". Ah White
parte de la idea de que los acontecimientosdel siglo pasado y del
presente son inditos y por tanto se resistena los esquemas
tradicionales de escritura historiogrfica; es de-cir, son casos
lmite para la historiografa moderna. Por nombraralgunos, stos
seran: "las dos guerras mundiales, la Gran Depre-sin, las armas
nucleares y la tecnologa de las comunicaciones, laexplosin
demogrfica, la mutilacin de la zooesfera, el hambre,el genocidio
como una poltica conscientemente emprendida porregmenes
'modernizados', etc." _4l
White propone entonces que ante acontecimientos como
losenumerados se vuelve pertinente explorar nuevas formas de
es-critura como las del modernismo literario, es decir,
experimentarcon formas de tramado que no sean las que
tradicionalmenteusan los historiadores: "[ ... ] me parece que los
tipos de no-rela-tos antinarrativos producidos por el modernismo
literario ofrecenla nica perspectiva para alcanzar representaciones
adecuadas de laclase de acontecimientos 'no-naturales' -incluyendo
el Holocausto-que marcan nuestra era y la distinguen absolutamente
de toda lahistoria que ha sucedido antes de l".42
Para White, el modernismo ha logrado superar los
problemastradicionales de representacin de la realidad al disolver
la dis-
41 Hayden White, "El acontecimiento modernista", p. 226.42
Ibdem, p. 246.
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica /
71
-
tincin entre hecho y ficcin que se encuentra en el centro dela
literatura e historiografa modernas. En otras palabras, con
sunarrativa, el modernismo intenta abandonar las funciones
refe-renciales del lenguaje y con ello rompe el tradicional
contratoque se estableca entre lector y la obra literaria que
obligaba alprimero a distinguir entre lo real y lo imaginario, y
que en el casode la historiografa, se entiende como la distincin
entre hechose interpretacin. El abandono del esquema referencial
puede en-tenderse como una novedosa forma de ficcionalizar
fenmenoshistricos, lo cual deja al lector sin un contrato que lo
hace librede apropiarse el texto de manera contingente, es decir,
sin unesquema estable de significados.
La propuesta anterior es ejemplificada por White con el
ho-locausto. Para l, los acontecimientos de este tipo se resisten
alecturas hermenuticas, pues, como muchos pensadores del temahan
declarado, el holocausto escapa a cualquier significacin posi-ble,
y justo por ello, es diferente de cualquier otro
acontecimientohistrico. As, el modernismo rompe con uno de los
fundamentosde la historiografa moderna que desde el siglo XIX
consider a loshechos como el significado de los acontecimientos. De
maneraconsecuente, el modernismo, al evitar hacer del
acontecimientouna unidad significativa, socava el estatus de los
hechos con rela-cin a los acontecimientos.
Para White, y esto es importante con respecto a la descripcinque
hemos hecho de los cambios en la nocin de acontecimientodentro de
la historiografa, la transformacin radical que ha su-frido el
acontecimiento dentro del modernismo es tambin larespuesta a la
desmantelacin que esta nocin fue sufriendo a lolargo del siglo :xx.
Adems de ello, White, como Pierre Nora yotros, tambin consideran
que ha sido la revolucin electrnicade los medios de comunicacin la
que ha terminado por quebran-tar de forma radical la nocin moderna
de acontecimiento.
La propuesta concreta de White es entonces poner atencinen los
modernos medios de comunicacin, los cuales logran hacer
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-
que los acontecimientos estallen ante los ojos de los
espectadores.Acontecimientos que, si bien son virtuales, tambin son
ininte-ligibles, y en ello parece que White no encuentra ningn
pesar.En lugar de resistir este escenario, White apuesta porque los
his-toriadores aprendan a renovar la prctica historiogrfica.
Dadoque los acontecimientos contemporneos estn tan documenta-dos,
el exceso de material hace imposible inscribirlos dentro deun nico
relato objetivo. Tanta documentacin produce unadesorientacin
cognitiva, a la vez que muestra el sentido de eva-nescencia del
acontecimiento. Con ello el modernismo literarioha sabido emprender
el camino hacia el fin del relatar; en pocaspalabras, ha logrado lo
que White llama la "des-realizacin" delacontecimiento.
Por su parte, Hans Ulrich Gumbrecht en un artculo cuyottulo es
"Debemos seguir escribiendo historias de la literatura?"parte de la
tesis, de manera cercana aWhite, de que el "cronotopohistoricista"
bajo el cual la cultura occidental forja la construc-cin del tiempo
est pasando por una profunda transformacinque vuelve obsoleta a la
"historia literaria". Aunque la cuestinse dirige al estudio
"histrico" de cuerpos textuales, la tesis quepresenta tambin
incumbe a la prctica general de la historia.A partir de la
afirmacin de que "[ ... ] entramos en un procesode transformacin
epistemolgica que, en un modo mucho msprofundo y radical, socav
para siempre las premisas de [... ]la 'Historia', como nuestra
moderna relacin con el pasado", 43surge la propuesta de
experimentar nuevos discursos que, fueradel "cronotopos
historicista", den a los lectores "el sentimiento deestar rodeados
por un mundo material y de estar inscritos en sutransformacin
rtmica" .44
43 Hans Ulrich Gumbrecht "Debemos seguir escribiendo historias
de la litera-tura?" p. 127.44 A esto Gumbrecht lo llama "concrctud"
[concreteness]. Cfr. ibidem, p. 132.
El devenir del acontecimiento en la operacin historiogrfica /
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Como podemos ver, la perspectiva de ambos autores es la deque
los esquemas de narracin tradicionales, hoy son obsoletos enel
contexto actual, ya sea porque nos enfrentamos a fenmenosque en s
mismos no haban tenido precedente alguno, como en elcaso de White,
o porque hay un cambio epistemolgico que nosinvita a aprender el
mundo de diferentes maneras, como tambinparece sugerir Deleuze con
su nocin de acontecimiento-devenir.Sin importar los matices, la
conclusin de ambos autores coincideen que lo que se debe hacer es
experimentar con nuevas formasnarrativas. Me parece que esta
reflexin venida de tericos de laliteratura no es ajena a los
historiadores. En este sentido, quizla insistencia de Michel de
Certeau y Paul Ricoeur sobre el papelde la narrativa en la operacin
historiogrfica tenga ms actuali-dad que nunca. Concluyo entonces
con una pincelada del plantea-miento que de Certeau hace sobre la
nocin de acontecimiento.
Podemos decir que de Certeau, fuera de Annales, desde la
fron-tera, tambin fue testigo de la crisis estructural, de los
intentos derenovacin, de las disputas historiogrficas. Desde fuera,
al pensarla relacin entre el discurso historiogrfico y la nocin de
acon-tecimiento, indica que la novedad acontecimental no puede
serpensada a travs de elementos conocidos pero combinados
dedistinta manera, es decir, tal como los hijos de la tercera
genera-cin de Annales parecan hacer. Aun ms, desde su
perspectiva,la transformacin social se da gracias a la novedad, la
cual se pre-senta como "lo extrao" ante las estructuras
"regulares". As, si lahistoria desea enfrentar la cuestin del
acontecimiento, entoncesdebe asumir su sentido de extraeza, sin por
ello abandonar suspropios terrenos. Dicho de otra manera, una vez
que De Certeauha puesto el acento en que el acontecimiento tiene en
s mismoun carcter excepcional y extrao, nos indica entonces que el
his-toriador no puede pensar en l de manera separada al
discursohistoriogrfico. El acontecimiento y el discurso
historiogrfico-segn l- deben pensarse juntos y no por aparte, pues
los dosreciben prstamos propios en tanto que son circulares el uno
al
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-
otro. Aquello que provoca el acontecer -de un evento histrico
ysu discurso- es precisamente el juego de prstamos e
interferen-cias entre el discurso y el acontecimiento. No obstante,
no es unatarea fcil, pues, como dice De Certeau, "el historiador,
al poneren escena las piezas de la historia gracias a las cuales
desea re-construir el rompecabezas del presente, no alcanza a
comprenderque la puesta en escena es ya el acontecimiento mismo".45
Por lotanto, y con esta ltima frase cierro el ensayo, en tanto
historiado-res, estamos invitados a poner atencin en cmo se estn
colandolas piezas de la historia, para saber cul es y est siendo ya
y siem-pre el devenir del acontecimiento en la
historiografa.1iI
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