Top Banner
EL CLON Página No. 1 El proceso iba a concluir en pocas horas, pronto estaría listo el cuerpo clonado para la prueba final, prueba nunca antes realizada y que él había asumido el riesgo de ejecutarla, o sea, alimentar la psique del nuevo organismo, joven, vigoroso y totalmente renovado. La prueba consistía en traspasar literalmente todos los conocimientos acumulados en su mente a lo largo de setenta y ocho años de su larga vida, al cuerpo clonado. Copia mejorada de él mismo, pero desarrollada suficientemente para obviar los años de la niñez, edad maravillosa pero no podía permitirse el lujo de repetirla. El proceso había durado catorce largos y angustiosos meses durante los cuales mantuvo una vigilancia constante. Los equipos, altamente sofisticados, desarrollados por él con alguna ayuda, habían trabajado a la perfección controlados y supervisados completamente por la biocomputadora. Pero de cualquier manera siempre estuvo alerta ante cualquier imprevisto que nunca sucedió pero que mantuvo la tensión constante sobre su sistema nervioso de por sí cansado por la edad no obstante su buena condición física. Era natural su especial interés en este caso pues quería absorber cada detalle de su descubrimiento. El cuerpo se veía claramente sumergido en el tanque construido de un plástico especial y transparente, lleno de un líquido incoloro, casi translúcido y bastante viscoso el cual estaba formado de
34

El Clon

Dec 15, 2015

Download

Documents

Cuento de ciencia ficción, emocionante, inesperado y ameno.
Welcome message from author
This document is posted to help you gain knowledge. Please leave a comment to let me know what you think about it! Share it to your friends and learn new things together.
Transcript
Page 1: El Clon

EL CLONPágina No. 1

El proceso iba a concluir en pocas horas, pronto estaría listo el cuerpo clonado para la prueba final, prueba nunca antes realizada y que él había asumido el riesgo de ejecutarla, o sea, alimentar la psique del nuevo organismo, joven, vigoroso y totalmente renovado. La prueba consistía en traspasar literalmente todos los conocimientos acumulados en su mente a lo largo de setenta y ocho años de su larga vida, al cuerpo clonado. Copia mejorada de él mismo, pero desarrollada suficientemente para obviar los años de la niñez, edad maravillosa pero no podía permitirse el lujo de repetirla.

El proceso había durado catorce largos y angustiosos meses durante los cuales mantuvo una vigilancia constante. Los equipos, altamente sofisticados, desarrollados por él con alguna ayuda, habían trabajado a la perfección controlados y supervisados completamente por la biocomputadora. Pero de cualquier manera siempre estuvo alerta ante cualquier imprevisto que nunca sucedió pero que mantuvo la tensión constante sobre su sistema nervioso de por sí cansado por la edad no obstante su buena condición física. Era natural su especial interés en este caso pues quería absorber cada detalle de su descubrimiento.

El cuerpo se veía claramente sumergido en el tanque construido de un plástico especial y transparente, lleno de un líquido incoloro, casi translúcido y bastante viscoso el cual estaba formado de compuestos desarrollados por él y su Diana para mantener y alimentar la vida latente del clon durante todo el desarrollo desde los primeros meses de la operación hasta que alcanzara el equivalente a la edad deseada. Y que él había programado en veinticinco años más o menos.

Un tenue brillo azulado en movimiento constante en el líquido del estanque, demostraba la presencia de una energía especial que permitía adivinar la

Page 2: El Clon

EL CLONPágina No. 2

existencia de un fluido esencial para la vida. Era una combinación minuciosamente calculada de materia líquida y energía de la cual se alimentaba el cuerpo clonado, a la vez que le permitía desarrollarse bajo la programación y supervisión meticulosa de la biocomputadora que controlaba totalmente toda la operación. El cuerpo se mantenía sumergido y en suspensión sin llegar a reposar en el fondo del contenedor.

Desde sus primeros pasos en la universidad había ido desarrollando el sistema con todos sus mínimos detalles ordenados, anotados y revisados una y mil veces. Muchos años pasaron antes de obtener una seguridad de que su proyecto estaba listo para la primera prueba práctica.

Recordaba aquel maravilloso momento como si fuera hoy a pesar del largo tiempo transcurrido. Lo primero que clonaron él y su incondicional colaboradora y adorada Diana fue una simple lombriz, simple a criterio del profano en la materia, pero inmensamente complicado en su estructura intima.

El éxito fue total, la alegría indescriptible, lo celebraron como el día más maravilloso desde que empezaron sus experimentos. Después fue una rana y al final un conejo, siempre fue exitoso el proceso, pero nunca fue intentado con un ser humano. Esta era la primera vez que él tenía la oportunidad de contemplarlo y el cuerpo clonado procedía de una célula no diferenciada de su propio organismo. Las diferenciadas, por razones que al principio ignoraban pero que después descubrieron hasta sus mínimos detalles, no hubieran respondido a la clonación con la misma sencillez y facilidad, pues hubiera sido preciso cambiar ciertos procesos.

Todo había sido previamente programado y cargado en el ordenador el cual, con ayuda de colegas expertos en la materia, había sido diseñado por él para controlar todo el desarrollo práctico de la operación. El biocomputador era una concepción inédita compuesta de partes orgánicas, metálicas y otros raros compuestos. Pero la intimidad del experimento sólo era sabida por él y nadie más. Hubiera sido una locura compartir un descubrimiento tan trascendental como éste.

Alberto Benagut, pues este era su nombre, había permanecido soltero. Había tenido sus conquistas y hasta vivió una luna de miel por largos años con la mujer que fue su adoración, el gran amor de su vida. No fue necesario el matrimonio, su sincera entrega no precisaba de documentos ni contratos obligantes que lo confirmaran. Entre ellos hubo el pacto de evitar hijos. Deseaban su libertad y vivir una vida dedicada a su trabajo. Adoraban a los niños, pero estos deberían llegar cuando fuera el momento preciso para disponer del tiempo necesario para cuidar de ellos.

Page 3: El Clon

EL CLONPágina No. 3

Los dos eran graduados en biología y estudios posteriores los especializaron en biofísica y bioquímica. Amaban su trabajo y ella fue la única que compartió todos los pormenores de sus investigaciones además del aporte de su invaluable ayuda y conocimientos al proyecto.

Prometieron que, si cualquiera faltaba, el otro continuaría el trabajo hasta la culminación del mismo o… hasta la muerte si ésta se anticipaba. El destino selló este compromiso y Diana sufrió un terrible accidente en uno de sus pocos frecuentes viajes en avión para ver a sus familiares quienes residían en Estados Unidos de Norteamérica. No hubo sobrevivientes y la pérdida sólo fue superada por Alberto al entregarse totalmente a su trabajo. Los cuerpos de las víctimas fueron recuperados casi todos, mutilados y casi irreconocibles, pero él sí reconoció a su Diana y antes de cremarla, pues ella así lo hubiera deseado, una pequeña parte se quedó con él y con la esperanza en el futuro. Muchos largos e interminables años desde aquella tragedia habían transcurrido y la fase final había llegado. Pero por aquella época sólo habían empezado a realizar los primeros experimentos prácticos que confirmaron plenamente todas sus teorías. Posteriormente y con el tiempo él tuvo que corregir ciertos cálculos para que la clonación de un ser humano fuera todo un éxito y permitiera alimentar la psique del mismo.

Ya la biocomputadora, en vida de Diana, había sido programada para que almacenara todos los conocimientos acumulados en su cerebro o los de cualquier otra persona que se sometiera a ella. Estos eran, por decirlo así, archivados con todos los pormenores, en un registro con el indicativo específico de la persona. De manera tal que no hubiera posibilidad alguna de ser tergiversados o confundidos.

Eran tres posibilidades las que era posible ejecutar, una de ellas era la siguiente: se copiaban y almacenaban en la computadora todos los conocimientos de un cerebro. Otra opción era: se alimentaba directamente el cerebro del cuerpo clonado con los conocimientos del original, a través de la computadora, sin perjudicar al donante. Y la última, se transferían directamente todos los conocimientos al cuerpo clonado dejando al cerebro del donante literalmente vacío, un vegetal inservible. No se había contemplado la posibilidad de realimentar al original con los conocimientos adquiridos por el clon.

Nunca tuvo la oportunidad de hacer una prueba práctica de transferencia, pues las clonaciones, hasta este momento, habían sido de animales diversos y nunca de un ser humano. Motivo por el cual sólo podía presumir el éxito basado en la cantidad de cálculos efectuados pero sin ninguna confirmación concreta práctica

Page 4: El Clon

EL CLONPágina No. 4

Sí había procedido a experimentar en este terreno con animales, pero estos no tenían o no había forma de saberlo, conocimientos abstractos y las consecuentes respuestas. La carencia de uno de ellos por ejemplo sería, la conciencia de la vida y de la muerte y mucho menos la más remota devoción religiosa. Sería absurdo tan solo pensarlo.

Cuando Diana y él empezaron a desarrollar sus experimentos lo hicieron sin mayores inversiones, pero a medida que profundizaban y adelantaban sus estudios, precisaron de inmensas cantidades de dinero que no tenían. La alternativa era sencilla o lograban recursos o se detenían. Eran muy jóvenes por aquel entonces, él en sus primeros años de los treinta y ella en los últimos de los veinte.

Alberto, mientras se recreaba en sus pensamientos dejando transcurrir el tiempo, se recostó en el diván de su laboratorio donde tantas y tantas veces lo había usado para descansar por corto tiempo mientras esperaba una reacción o respuesta de algún proceso anterior.

Pero ahora aún disponía de algunas horas, todo marchaba bien y un incontenible deseo de recordar aquellos tiempos, mientras se acomodaba plácidamente, dejó que sus recuerdos lo llevaran al pasado. Su Diana, que hermosa era, su negro y ligeramente ondulado pelo le caía generoso por la espalda sin extenderse exageradamente. Sus ojos eran claros, de un color entre el gris y el azul claro, sus labios carnosos eran agradablemente proporcionados a las facciones de su ligeramente ovalada cara. De cuerpo esbelto, delgado sin ser excesivo, muy bien torneado y de estatura más bien alta, pues ligeramente superaba el metro setenta.

Jamás dejó de pensar en ella y ni un solo rasgo de su ser se había escapado de su memoria. Recordaba cada lunar y cada espacio de su cuerpo. Si todo salía bien... si sus planes llegaban a culminarse... una sonrisa afloró en sus labios mientras sus ojos permanecían cerrados. Este había sido uno de sus grandes anhelos, un hermoso premio que lo ayudó a proseguir y a soportar la soledad. Cada vez la esperanza era más dulce pues todo parecía indicar que el fin se acercaba. Lo presentía en extremo cercano, pero sabía que quedaban muchas dificultades por salvar. El tiempo se acababa y debía culminar todos sus trabajos, pues, desde hacía años, enfrentaba demandas de diversas causas y en cualquier momento su mansión, donde había vivido los últimos cincuenta años, podía ser allanada y él obligado a abandonarla.

Pues bien pensó, regresando al punto que lo había llevado a recordar al principio de sus investigaciones, o conseguían fondos o se retiraban, de modo que

Page 5: El Clon

EL CLONPágina No. 5

como primera medida decidieron abandonar su trabajo e ir a una cafetería y mientras saboreaban cualquier cosa, discurrir algún camino que les permitiera los suficientes ingresos para continuar con sus experimentos.

Casi cincuenta años habían transcurrido desde aquel día. El tiempo pasó con tanta rapidez que daba la impresión de escasas semanas transcurridas. Si de alguna manera se pudiera convertir el tiempo en espacio, estos momentos no estarían más allá del alcance de la mano, así de claros estaban sus recuerdos.

Por aquel entonces tenían en desarrollo otros proyectos mucho menos ambiciosos y decidieron repasarlos para determinar si alguno de ellos podría sacarlos del atolladero. El que más prometía era un material biodegradable, pero de unas características excepcionales. No habían seguido con sus experimentos puesto que el proyecto de clonación les ocupaba todo el tiempo, pero ahora no tenían opción, deberían de dedicarse completamente al compuesto biodegradable. De modo que a partir de aquel día trabajaron de nuevo y con dedicación exclusiva, en ese prometedor producto.

Pasaron los meses y al final, un plástico, es decir, era o parecía ser un plástico, con él se podía elaborar todo tipo de productos biodegradables, envases para cosméticos, comidas, bebidas o bien para otros muchos renglones pues su textura era, a requerimiento del cliente, suave, dura, flexible y de otras cualidades que permitían ajustarse a las exigencias del usuario. La característica especial del material que acababan de desarrollar, era su degradación en el tiempo que se deseara. Esto se lograba manipulando la fórmula original con pequeños, pero precisos cambios, en las proporciones. Si el envase servía para contener leche o huevos o cualquier otro tipo de producto perecedero, el envase, en la fecha indicada, empezaría a descomponerse. Pero antes y con anterioridad a su vencimiento final, cambiaría de color, lo cual indicaría el peligro de usarlo y después se iría descomponiendo a los pocos días hasta colapsar totalmente. De manera tal que era imposible mantenerlo íntegro después que expirara el plazo. En cada caso se adecuaba el producto a las distintas fechas que estaban escritas en el envase, pero eso era un proceso que controlaba perfectamente la computadora.

La biodegradación del contenedor no era exacto al minuto, pero se podía confiar en una variable del uno al tres ciento, lo cual según ellos era aceptable para casi todos los artículos perecederos. El producto tenía como ingrediente principal una clase de azúcar o glucosa combinada minuciosamente con otros micro-elementos que le daban esta particular y maravillosa peculiaridad.

Page 6: El Clon

EL CLONPágina No. 6

Al pensar más detenidamente en estas cualidades de biodegradación se dieron cuenta de un gran inconveniente. Si se desintegraba el contenedor eso podía significar una tragedia. Era un arma de doble filo, se protegía al consumidor de no ingerir o usar un producto vencido pero a la vez, si lo tenían almacenado y no reparaban en su vencimiento o se estaba de viaje, ausente por algún tiempo o cualquier otra circunstancia que impidiera estar pendiente del mismo, éste colapsaría e inundaría el lugar y el remedio podía llegar a ser peor que los beneficios que debía reportar. La solución llegó de inmediato, sólo cambiaría el color del envase y esto debería ser suficiente. De modo que la fórmula tuvo que ser modificada para que se ajustara a la nueva realidad.

Pero todavía quedaban varios pasos a seguir, primero patentar el producto y después ofrecerlo ¿Ofrecerlo a quién? Primero llegaron a la siguiente conclusión: el más interesado debía ser el gobierno. Este podría hacer obligante su uso una vez demostrada su exquisita eficiencia y así proteger al usuario.

Si hubieran dedicado sus esfuerzos a lograrlo directamente con el fabricante, esto hubiera tomado años, pues es bien sabido que no es fácil convencer a un industrial de aumentar sus costos aunque el aumento fuera moderado o simplemente cambiar el envoltorio de su producto, a menos que... significara un argumento valioso para la venta y en verdad lo era. Y por otro lado las cosas en manos de burócratas van despacio, o sea, que con el gobierno, donde no hay interesados directos sino una muy pesada maquinaria, el tiempo sería largo y los trámites aún más, además de tremendamente complicados.

De modo que, siguieron discurriendo, esto se podía enfocar como un factor propagandístico y el comerciante o fabricante que partiere delante con una buena divulgación publicitaria anticipada, haciendo referencia y énfasis a este tipo de envase, lograría colocarse a la cabeza de sus competidores sin la menor duda. Esto estaba bien pero seguramente también se les exigiría un contrato de exclusividad que ellos no estaban dispuestos a otorgar totalmente e incondicionalmente.

Ordenaron sus pensamientos de nuevo y llegaron a la conclusión que todo se podía realizar si seguían los pasos indicados. Primero y antes que todo debían registrar en la oficina de patentes y marcas su producto. Después, seleccionar a un fabricante poderoso con gran capacidad de producción. A éste se le vendería la idea y se podría dar en exclusividad el producto pero por un corto tiempo de varios meses, a lo sumo un año. Se debería empezar por elegir, como un inicio de confianza, un artículo que no fuera comestible, por ejemplo, pintura, o bien algún material perecedero para la construcción o para la limpieza, en fin ya verían.

Page 7: El Clon

EL CLONPágina No. 7

Para sorpresa de ellos, el nuevo producto fue rápidamente comercializado y esto les obligó a desarrollar todo un complejo económico. Pero como no estaban dispuestos a sacrificar su valioso tiempo en labores industriales debido a que su principal interés no era la riqueza monetaria pues ésta para ellos era un medio y no un fin, decidieron asociarse al cincuenta y uno por ciento, que les garantizara la mayoría, con un grupo de inversionistas muy bien escogidos. Se elaboraron los estatutos de la empresa y reglas bien definidas que no perjudicaran a ninguna de las partes. Y les asegurara, a ellos, un ingreso mensual mínimo muy elevado y su proporción en dividendos en cada período anual contable aparte de una necesaria y relativa independencia para dedicarla a sus investigaciones.

Como el producto prometía convertirse en uno de los más cotizados artículos de consumo y factor de ventas de primerísima clase, pues los usuarios exigían el envase “Biodeg”, nombre con el cual se había registrado, no tuvieron inconvenientes en recibir rigurosamente las cifras acordadas.

Con el tiempo, “Biodeg” se fue comercializando muchísimo más, tanto que la realidad superó con creces a las más optimistas previsiones. Sus necesidades económicas fueron colmadas con creces pero a la vez surgieron competencias y deseos de acabarlos con agresiones de todo tipo que con el tiempo se fueron acentuando.

No quería pensar en esto, pues últimamente lo habían tenido asediado de una manera feroz.

De eso hacía mucho, mucho tiempo. ¡Tantas esperanzas! ¡Tantas luchas! Y porqué no aceptarlo. ¡Tantos logros que ambos alcanzaron en sus días y con sus esfuerzos! Ahora pareciera que culminarían todos ellos por fin y definitivamente sin más demoras.

Una mirada al proceso le confirmó que todo seguía minuciosamente como se había programado. Sabía que debía ser así pues nunca antes, en las clonaciones anteriores con seres inferiores, hubo la más mínima falla y esta vez no tenía porque ser distinto.

Volvió a recostarse y a entregarse a sus meditaciones pero no lo logró pues en estos instantes sonó el timbre del teléfono.

—El doctor Benagut al habla, dígame.

—Hola Alberto, soy yo, Jack.

—Dime Jack... ¿en qué puedo servirte?

Page 8: El Clon

EL CLONPágina No. 8

Jack Spilsen, era su abogado y su amigo desde hacía muchos años, pero sus llamadas por teléfono siempre le provocaban palpitaciones.

—Lamento llamarte a las doce de la noche pero es muy urgente. Bueno lo que sucede, lo que pasa. Bien la verdad es que...

—¡Por el amor de Dios Jack! ¡Termina de decirlo sea lo que sea, pero no me mantengas más en suspenso! —lo dijo en un tono de súplica, pues todos los acontecimientos ocurridos últimamente lo mantenían en un estado de nerviosismo difícil de controlar.

—Disculpa Albert, no sabía como decírtelo. La verdad es que mañana a las ocho en punto será confiscada tu casa y todos tus bienes personales. No he podido evitarlo pues hemos demorado las demandas por años, pero hay esperanzas pues todavía podemos seguir peleando.

—En verdad es una mala noticia.

—Hay otra Alberto, hay una orden de arresto por malversación de fondos y otros delitos parecidos. Sabes los procedimientos tan sucios que ha usado la competencia contra tu compañía y contra tu persona. Pero creo que lo podremos controlar con una buena fianza mientras contra demandamos. No te preocupes, creo que lo arreglaremos en unas cuantas horas. Te prometo que no iras a la cárcel. Bueno, lo que quiero decir es que hay recursos para evitarlo —hubo una pausa larga, fue un silencio agobiante. Al Final Alberto Benagut respondió:

—Bien Jack, sé que has hecho todo lo posible y espero que sigas así. Te agradezco tu información. Por otro lado no nos queda otra opción sino esperar los acontecimientos. Ahora te ruego me disculpes pues deseo meditar sobre este asunto.

—Claro Albert, lo entiendo perfectamente. Mañana temprano estaré contigo, llegaré a las siete y media. O sea, media hora antes que ellos. Adiós y confía en que todo será arreglado.

—Adiós Jack y gracias de nuevo —colgó el teléfono y quedó meditando por un largo rato. Las cosas se habían ido complicando desde que una buena parte de las acciones de su compañía habían sido adquiridas por la competencia cuyo presidente y socio mayoritario era Rodolfo Kimbler quien había jurado hacer lo posible para apropiarse de la mayoría de las acciones, pero eso no fue posible debido a que Alberto Benagut nunca quiso vender, lo cual trajo como consecuencia una lucha desleal de ataques y pruebas fabricadas que lo habían mantenido a la defensiva.

Page 9: El Clon

EL CLONPágina No. 9

Hacía algunos años, por una mala decisión y consejo de sus administradores y asesores, aceptó fuertes sumas prestadas a su compañía con su aval personal. Lamentable error que se constituyó en una pesadilla constante ya que no se pudo cancelar el compromiso y la compañía de Rodolfo Kimbler adquirió todas las acreencias. Con ellas en su poder trató de obligar a Albert a venderle las acciones o las suficientes para lograr la mayoría. Pero éste se rehusó y desde aquel entonces se desató un terrible ataque de amenazas y demandas.

Se practicaron auditorías y revisiones en la compañía provocadas por las presiones de la oposición y en la cabeza del presidente o sea de Alberto Benagut recayeron las responsabilidades de posibles fraudes u operaciones un tanto dudosas que no pudieron ser probadas plenamente pues las evidencias nunca fueron concluyentes.

Sin embargo ahora existía una orden de detención o de privación de la libertad contra su persona, quizás habían encontrado o mejor dicho, fabricado nuevas evidencias. La situación era desesperada.

Un vistazo al proceso de clonación le confirmó de nuevo el perfecto funcionamiento. Se le acababa el tiempo. Todo el proceso todavía tardaría unas seis horas, si se contaba con la culminación de la clonación, el traspaso de conocimientos de un cerebro a otro y otras labores precisas de efectuar para finiquitar totalmente el proceso. Tiempo suficiente si no se presentaban contratiempos, pues todo debería estar concluido a las seis de la mañana. A las siete y media llegaría su abogado y a la ocho el tribunal con los aguaciles. Ana, su servicio de años los recibiría, pero el plan que se había trazado debería ser modificado puesto que no tenía tiempo para realizarlo si seguía con su plan anterior.

No usaría ni un segundo para descansar. Pues esto sería como la última siesta de su cuerpo actual cansado y vencido, pensó con ironía. El nuevo cuerpo amanecería a su nueva vida fresco y lozano, como es un ser humano sano a los veinticinco años de edad. Este tendría todas las posibilidades y a él le correspondería decidir.

Su plan había sido inventar un viaje sin dejar rastros y el cuerpo que quedaría irremisiblemente como un vegetal, hacerlo desaparecer, quizás cremarlo o algo parecido para que no fuera posible encontrar ni siquiera la más pequeña evidencia. Después o paralelamente, se elaboraría una situación que confirmara su partida como una fuga desesperada de tantas persecuciones y dejar una carta que lo explicara. Todo lo tenía minuciosamente planeado y revisado una y mil veces

Page 10: El Clon

EL CLONPágina No. 10

hasta llegar a la conclusión de que, la estratagema era un trabajo perfecto sin fallas ni vestigios.

Ahora todo se había derrumbado, no había tiempo y esto era preocupante, más que eso, debía conseguir de inmediato una alternativa o todo se derrumbaría. No había ni siquiera tiempo de desarrollar ningún intento que contemplara la desaparición del cuerpo y mucho menos hablar de viajes o algo parecido. Pero él siempre se había crecido ante la adversidad y esta vez no sería diferente, no podía ni debía serlo. Por los momentos no podía pensar en nada más que en el proceso de clonación, pero ya vería en las próximas horas. Conocía su forma de ser, aunque se ocupara de un caso no abandonada su subconsciente el otro u otros pues éste seguía trabajando paralelamente.

Su casa había sido construida en la loma de la colina, pero no era la única pues tenía varios vecinos y a escasos cincuenta metros de su mansión estaba la parada de autobuses y taxis. La había mandado a construir de tres pisos, especialmente para que en la parte superior o último piso estuviera ubicado su laboratorio y habitaciones de pruebas y desarrollo de investigaciones. Nunca nadie había entrado en estas dependencias. El se ocupaba de la limpieza y de todas las necesidades de reparaciones e instalaciones. Ni tan siquiera Ana, su fiel servicio, podía entrar. Tenía diez años a sus órdenes y siempre había sido consecuente y eficiente, pero a pesar de su devoción no poseía ninguna llave de la puerta del último piso superior.

Siempre fue atento con todos los vecinos aunque nunca intimó con ninguno de ellos. Sus relaciones se limitaban a los saludos habituales en la calle y a algún que otro comentario por el camino. Pero jamás participó de sus reuniones y nunca realizó ninguna en su residencia. Por lo tanto era natural que con el tiempo todo esto, unido a su condición de investigador y al hecho de las habitaciones secretas superiores que llegaron a ser del conocimiento de todo el barrio por las normales indiscreciones de los jardineros y servicios, se creara una especie de aureola de misterio. Con el tiempo estas habladurías se agudizaron e incluso se llegó a comentar que, en sus reservadas dependencias, efectuaba pruebas secretas con animales y se sospechaba que con algo más. Esto le había valido el sobrenombre de “Doctor Ciber" en todo el barrio. El lo sabía pero como nunca le causó problemas, no trató de desmentirlo ni de probar lo contrario. La verdad no le importaba y si le hubiera importado no hubiera sabido como impedirlo sin provocar más sospechas. Ya se cansarían pensó.

Ahora la cosa era preocupante, pues un allanamiento de sus habitaciones privadas, revelaría demasiadas evidencias y le sería bien difícil escapar de una acusación mucho más sería. El delito podría convertirse en un problema insalvable

Page 11: El Clon

EL CLONPágina No. 11

y el apodo cambiar a “Doctor Muerte” o algo peor. Además, por ningún motivo su secreto debía ser del conocimiento de nadie más. A toda costa debía encontrar una solución a la apremiante situación que lo agobiaba.

Era una suerte después de todo que su Diana no tuviera que sufrir todas estas tragedias, aunque éste, el asunto de su Diana, era otro gran problema por verificar, pero ya vería. Mejor no agregar más leña al fuego. Su angustiada mente tenía bastantes y apremiantes agresiones en ciernes para añadirles otras.

De cualquier manera ya no podía hacer otra cosa sino seguir adelante. Le quedaba la satisfacción y el consuelo de haber intuido anticipadamente casi todos los acontecimientos que se avecinaban y, si lograba escapar de esto, se debería a que, mucho de lo que estaba pasando, había sido previsto por él y en consecuencia, pudo planificar y desarrollar las condiciones precisas para sortearlo.

Casi había concluido el tiempo y el clon empezaba a demostrar signos de vida con leves movimientos de los párpados y de los dedos de las manos. No había que preocuparse en lo absoluto por estas pequeñas reacciones por demás previsibles, pues no despertaría, por decirlo así, hasta cinco minutos después de completada la ultima fase.

Observó el reloj de la computadora, sólo faltaban cinco minutos para terminar la primera fase. El recipiente o contenedor del clon estaba colocado sobre una especie de bañera por donde deberían de verterse los líquidos que se desecharan y también, completada la etapa uno, la parte del contenedor que se diluyera. Pues los materiales con los que había sido construido eran biodegradables y el plan era que desaparecieran completamente.

Cuando esto sucediera él, “el original”, debería tenderse en la camilla adyacente al contenedor y acto seguido la computadora haría el resto.

Un escalofrío recorrió su cuerpo sin que pudiera evitarlo. El instinto de conservación hacía su aparición y mandaba su alerta. No había retroceso y mucho menos con los acontecimientos que se le vendrían encima en pocas horas. La suerte estaba echada, no debía vacilar, no vacilaría aunque esto significara el final de todo y el más rotundo fracaso.

Pero no había que pensar en ningún tipo de revés puesto que hasta ahora ningún experimento anterior había salido mal. Claro, en esta oportunidad se agregaba uno inédito, el traspaso de la mente o de los conocimientos de una mente a otra.

¡Tantas vacilaciones a estas alturas no eran aconsejables, debía desecharlas!

Page 12: El Clon

EL CLONPágina No. 12

En cuanto a lo que convenía hacer con su cuerpo, el cuerpo original, ya había pensado en una nueva estratagema distinta la que había planificado originalmente por tantos años, la acababa de discurrir mientras trabajaba, así era él. Esto debido a la necesidad urgente de cambiarlos por causa de los acontecimientos recientes que se le venían encima.

Siguió observando el reloj, cada segundo era un martillazo en su cerebro, en verdad estaba algo inquieto, verdaderamente inquieto para ser honesto consigo mismo. Cinco minutos... cuatro..., su mente no podía pensar en nada más que en los segundos que iban transcurriendo, uno. De inmediato empezó a funcionar otro proceso, todo se cumplía a la perfección y al segundo. La parte superior que cubría el recipiente fue rociada meticulosamente por espacio de un minuto y de inmediato empezó la fase de degradación. El líquido esparcido no era otra cosa que un poderoso acelerador de biodegradación que en cuestión de segundos logró desintegrarlo completamente dejándolo convertido en un líquido pastoso que a medida que caía y se unía al líquido del contenedor se iba diluyendo en él. En el fondo del contenedor se abrió un pequeño orificio por donde fue saliendo, a través del desagüe del vertedero, el líquido del mismo. Lentamente, el cuerpo clonado, fue descendiendo a medida que se vaciaba el recipiente, hasta quedar éste reposando en el fondo plano del lugar donde había permanecido por catorce largos y tediosos meses continuos en estado de suspensión. De inmediato, las cuatro paredes laterales del recipiente se desprendieron lentamente y por el mismo sistema de biodegradación se fueron desintegrando, al igual que anteriormente había ocurrido con la cubierta, ayudadas por el mismo acelerador especial que obligaba a que el proceso fuera meticulosamente exacto. Pronto fueron convertidas en una especie de pasta y acto seguido una llovizna de agua roció todo el clon quien quedó limpiamente desnudo de todo rastro del líquido y también sucedió lo mismo a los residuos de los laterales los cuales se licuaron rápidamente permitiendo, de este modo, que pudieran desaparecer por el desagüe.

Después de esta última operación, en el lugar quedaron solamente, la parte inferior del recipiente que ahora le servía de camilla al clon. A su lado se encontraba a la espera, la especie de litera, sobre la cual debería tenderse Albert Benagut.

Miró brevemente sin fijar la mirada en ningún punto, esperó algunos breves segundos. Un suspiro profundo involuntario lo empujó a continuar. Ahora era su turno. La computadora no proseguiría hasta que su cuerpo presionara la litera, así de precisa era la programación. Otro escalofrío, éste mucho más intenso que el anterior. Sólo momentos lo separaban del éxito o... del sueño eterno. Si esto último sucedía no tendría porque preocuparse por nada más, nunca más.

Page 13: El Clon

EL CLONPágina No. 13

Lentamente y totalmente tranquilo, dueño de su voluntad, se tendió boca arriba en el lugar indicado. La computadora inicio el siguiente proceso y ambos, el clon y él, fueron desplazados, con sus respectivas literas, hacía unos conos hasta calzar en cada una de sus cabezas.

A los pocos instantes se inició el próximo ciclo de la programación y un sopor placentero, una modorra deliciosa irresistible lo invadió, los párpados se cerraron y se entregó totalmente sin traumas de ninguna especie. Este dulce sueño, para su cansado cuerpo, sería para siempre. Triunfara o fracasara el proceso. Así fue planeado, así fue programado y así debería ser.

Repentinamente abrió los ojos, no tenía cansancio alguno. Recordó de pronto su situación y se sobresaltó. ¡El Proyecto no se había realizado! ¡Seguía siendo el cansado y envejecido Albert! ¿Qué fue lo que pasó?

Trató de incorporarse y no lo consiguió. Su cuerpo estaba entumecido y sus músculos no respondieron con celeridad a sus deseos. Observó el reloj de pared que por tantos años había sido su inseparable compañero fiel de horas y minutos. ¡Casi las seis! Desde que se inició la operación, según recordaba y lo recordaba muy bien, habían transcurrido casi dos horas. Faltaban escasos minutos para las seis de la mañana. No pudo evitar un leve estremecimiento al recordar todo lo que se le vendría encima en un par de horas. Lo planeado, sus esperanzas, todo, todo se diluía, se evaporaba y se convertía en un lacerante sueño que se distanciaba cada vez más de la realidad, de aquella dulce realidad que había imaginado posible por tantos años. Le esperaba una vejez de sobresaltos y quizás de cárcel.

¡Una tremenda amargura, consecuencia del profundo fracaso se apoderó de su espíritu, amenazando con derrumbarlo!

Pero por alguna razón no sentía abatimiento ni entrega definitiva a la situación.

Trató de levantar un brazo y éste empezó a moverse lentamente hasta que lo pudo situar enfrente de su visión. Por algún motivo empezaba a responderle su cuerpo aunque muy lentamente. Enfocó su vista, al principio algo borrosa, hasta que se fue aclarando completamente.

¿Pero... que era lo que estaba contemplando! ¡Su brazo! ¿Era su brazo? ¡Claro qué no! ¡Ese no era el brazo de un viejo cansado de setenta y ocho años de edad!

Tardó varios segundos en reaccionar.

¡Sí! ¡Había tenido éxito! ¡Era el cuerpo joven y renovado de su doble!

Page 14: El Clon

EL CLONPágina No. 14

Ya no sería su doble nunca más. Dijo en alta voz, como si alguien necesitara escuchar sus palabras.

Siguió con sus pensamientos pero sin expresarlos. Ahora era el original. Debía ser así pues, pues si a ver vamos, el original se encontraría al fondo de los siglos y de cualquier manera nunca ha existido un original idéntico, pues siempre ha habido una serie de transformaciones y adaptaciones que bien, al principio o al final de una vida, habrán de ser determinantes y decisivas.

La esperanza alcanzada y la alegría volvieron de inmediato. ¡El éxito, el tan ansiado triunfo!

¡Era una realidad increíble, dulce y placentera! ¡Llegaba como un premio anhelado vehemente, hasta con desesperación! ¡Nunca tuvo tantas ganas de reír, bailar, cantar! Pero ahora se imponía la realidad, recuperar el control de todos sus movimientos y reflejos. Era el primer paso que debía hacer, proceder a ejercitarse en el movimiento coordinado, para que su “nueva residencia”, se pudiera desenvolver normalmente. Esto debería tomar algunos minutos. Procedió a flexionar ambos brazos, muñecas y dedos con movimientos lentos. Después de ciertas vacilaciones, poco a poco, muy lentamente, fueron sus miembros reaccionando, siguieron las piernas, el torso, cuello y todas las articulaciones. Había llegado el momento de enderezarse y tratar de dar algunos pasos.

Logró sentarse en la litera con bastante facilidad, pero tuvo que soportar un leve mareo que pronto fue superado. Ahora se imponía caminar, trató de apoyarse instintivamente en algo, cualquier cosa que ofreciera cierta seguridad sería aceptable. No encontró nada más que su propia litera y en ella apoyó ambas manos para ayudar al peso del cuerpo. Debía alcanzar el movimiento pleno lo antes posible pues aún quedaban ciertos detalles que completar. Aún estaba débil y el tiempo apremiaba. Ponerse nervioso no ayudaría por lo tanto hizo esfuerzos para lograr calmarse lo cual lo consiguió al comprobar que rápidamente recuperaba el control de su cuerpo.

Casi de inmediato pudo incorporarse, con pasos vacilantes al principio, pero a los pocos minutos con la seguridad necesaria, se fue desplazando por toda la amplia y ancha habitación. Una sonrisa de satisfacción iluminó su cara. Había alcanzado a plenitud el control de sus movimientos y en un tiempo muy breve. ¡Magnífico!

Bien, la base del contenedor aún estaba sin desintegrase, pero la computadora, al detectar la ausencia del peso del cuerpo, había comenzado la

Page 15: El Clon

EL CLONPágina No. 15

siguiente fase. O sea, rociado, desintegración de la base y eliminación del líquido resultante, en pocos minutos todo estaría concluido como efectivamente sucedió.

Ahora era el turno de los cascos o especie de conectores, transmisores que tuvo colocados en la cabeza, bien, en su cabeza uno y otro en la otra cabeza. También fue cuestión de minutos la operación realizada para diluirlos totalmente junto con los transportadores que los desplazaban. Todo sin excepción fue colocado en el vertedero y desintegrado.

Observó los estantes y anaqueles que se encontraban en la habitación por si, manualmente, debía hacer desaparecer alguna pista. Apuntes, líquidos, compuestos u otras evidencias, pero no había nada que pudiera significar un rastro o camino para identificar los ensayos y resultados.

El tiempo se imponía, debía trabajar rápido, de modo que se acercó a la computadora y pulsó los códigos precisos para la autodestrucción. Ya no la necesitaba y toda la información que contenía debía ser destruida. Ahora le sobraría el tiempo para desarrollar otro ordenador, aunque lo que acababa de destruir era mucho más que un simple ordenador, era un verdadero cerebro electrónico. Pero en su mente estaban y permanecerían todos los pormenores necesarios para construir otra cuando llegara el momento preciso. Además existía una copia bien guardada, con todos los pormenores en un lugar altamente secreto y a su disposición, o mejor dicho, a la disposición del nuevo “Alberto”.

La hora, observó el reloj, casi las siete de la mañana, aún quedaban algunos pequeños detalles que sólo requerirían de diez minutos a lo sumo. Ansiaba que su abogado y amigo no se anticipara en la llegada para disponer del tiempo que aún necesitaba. Así fue, y cuando terminó reparó en el hecho de que estaba completamente desnudo, de manera que, fue al ropero y se vistió con la única ropa que meses atrás había comprado para esta oportunidad además de una camisa y ciertas prendas como calcetines y cierta ropa interior que se llevaría consigo en un maletín de mano. Lo que vestía era una sencilla combinación deportiva, ropa interior normal y un par de zapatos también deportivos y muy cómodos.

Ni su fiel ama de llaves sabía de estas compras, todo había sido calculado en la espera de este momento. No era necesario nada más pues no iba a ninguna fiesta. También disponía de una chaqueta a su nueva medida pero todo lo que quedó y dejó en el armario fue la ropa vieja y otros utensilios que por años había usado, pues le convenía dejarlo todo sin destruir.

Page 16: El Clon

EL CLONPágina No. 16

Se observó en el espejo. Le agradó enormemente lo que contempló. Ni en sus mejores tiempos había lucido tan bien. Estaba plenamente satisfecho pero debía proseguir, el tiempo se estaba acabando. Le sobraría espacio y tiempo para revolcarse en sus recreaciones personales. Sonrió de sus ocurrencias y prosiguió casi de inmediato Concluyó que era preciso peinarse, tenía el cabello algo desordenado. También una afeitada era conveniente puesto que la última vez que fue cortado el cabello, de manera bastante rústica por cierto, fue dos días antes. Aunque siempre fue un crecimiento muy moderado debido al proceso de desarrollo y al medio en que se encontraba. Pero la barba y las uñas estaban realmente largas. Ahora, todas las funciones biológicas se cumplirían normalmente como cualquier ser humano, debido a que no podía haber ninguna diferencia pues se trataba de una excelente copia de él mismo pero… eso sí, muy mejorada, pensó para sí.

El cuerpo que había abandonado yacía en su litera respirando plácidamente, como un vegetal, sin ninguna oportunidad de recuperar la conciencia. Así fue programado y así rigurosamente se había cumplido. Lo miró escasos segundos y vio en aquel cuerpo envejecido un destino cruel de la naturaleza que él había logrado revertir. No pudo reprimir un estremecimiento y una amarga sonrisa al vislumbrar el fin que hubiera llegado en poco tiempo como premio irónico a una vida entregada al estudio y a la investigación. Una realidad que debía enfrentar todo ser vivo tarde o temprano, incluso quizás él algún día, aunque por los momentos había puesto una distancia de cincuenta años más o menos a los que el destino le tenía asignados. En este breve tiempo desfiló toda una vida de fracasos y triunfos. Pero él los sabía al detalle y vivirían con él, junto a las nuevas y maravillosas experiencias que, con toda probabilidad, deberían ocurrir por el resto de su vida o de sus vidas, pues el proceso podría repetirse en el futuro, si no ocurría algún accidente o imprevisto.

Terminaría lo planeado y se ausentaría de inmediato pues su abogado siempre había sido muy puntual y pronto llegaría.

Revisó y repasó de nuevo todo lo planeado por si había olvidado algo. ¡Dios mío, las huellas dactilares! ¡Las había dejado descuidadamente por todas partes! Pronto se serenó. No había nada de que preocuparse, era una copia fiel del anterior Alberto, por lo tanto no había nada que temer.

Estaba algo exaltado, nervioso quizás, aunque en verdad era más bien una placentera excitación ante los acontecimientos que él sabía tenía dominados y muy bien calculados. Un juego muy bien planeado donde todos los triunfos estaban en sus manos. Casi con absoluta seguridad podría predecir el resultado final.

Page 17: El Clon

EL CLONPágina No. 17

Terminó por recoger su pequeña maleta de viaje de las que se pueden llevar como equipaje personal en el avión y la cual contenía una muda y algunas cosas más como era el bolso donde estaban la afeitadora, jabón, pasta de dientes y otros pequeños utensilios. Portaba también una cartera en su bolsillo con todos sus documentos personales debidamente actualizados, veinte mil dólares en efectivo y un pasaporte con un pasaje destino a París en primera clase. No llevaba nada que lo pudiera comprometer o asociar con el profesor Alberto Benagut.

Eran casi las siete y media, había terminado con todo lo que se había propuesto y planificado por tanto tiempo, faltaban escasos minutos por lo cual decidió abandonar sus recintos privados y salir por la puerta posterior. No solía usarla con frecuencia, la abrió y la cerró con llave, después se la guardo en un bolsillo hasta que encontrara la ocasión, bien lejos de la casa, donde pudiera desprenderse de ella. En un contenedor de basura quizás sería. La llave principal la dejó colocada en la cerradura con lo cual no se dudaría que, la puerta, fue cerrada desde el interior. Mucho tiempo atrás había sacado una copia de la puerta posterior, dejó la vieja en el llavero dentro de la habitación. Quizás esto reforzaría la idea de que nadie había entrado o salido.

Se deslizó furtivamente por el exterior de la casa, lentamente, con extremo sigilo, evitando cualquier encuentro con Ana, su ama de llaves. Sonó el timbre de las puerta principal, seguro era Jack su abogado. Miró el reloj, era puntual como siempre. Siguió caminando con mucha cautela hasta llegar a la esquina de su casa, en ella pegó la espalda a la pared y esperó, pues de ninguna manera deberían verlo. Escuchó con gran atención, todo sonido llegaba con gran claridad a sus oídos frescos y jóvenes. Jack llamó de nuevo y en segundos abrió Ana la puerta, quien lo invitó a entrar.

Había pasado desapercibido y sin esperar más alcanzó la calle. Una vez en ella se encaminó a la parada de taxis y autobuses que se encontraba a cincuenta o sesenta escasos pasos de la casa. Se sentó cómodamente y esperó, disponía de ocho horas, ocho largas horas antes de que despegara el avión. El trayecto hasta el aeropuerto no le tomaría más de media hora, de manera que le sobraba el tiempo y tenía curiosidad por ver los acontecimientos.

Su abogado estaba seguro de encontrarlo en la casa pero se llevaría una gran sorpresa, una gran sorpresa después que lograran entrar en las habitaciones privadas. Mientras tanto no entenderían que no respondiera ni diera señales de vida. Sabía que se angustiarían pero no podía evitarlo aunque lo lamentaba de verdad. Era su amigo y Ana una gran y fiel persona. A su ama de llaves, desde hacía unas semanas, le había entregado un sobre cerrado con instrucciones rigurosas de no abrirlo a menos que a él le sucediera algo. No quería dejarla

Page 18: El Clon

EL CLONPágina No. 18

abandonada después de tantos años a su lado. En el sobre encontraría una carta, en ella le daba las gracias aparte de otras explicaciones sin importancia. Le recomendaba que no hablara de eso con nadie pues podría crear problemas en contra de ella. También encontraría cincuenta mil dólares que eran un obsequio a su dedicación. No era una suma astronómica pero la ayudaría bastante pues se quedaría sin vivienda ni a donde ir por los momentos aunque sabía que en otro estado tenía parientes cercanos con los que siempre tuvo unas buenas y cordiales relaciones.

—Hola Ana, ¿cómo se encuentra?

—Muy bien señor Spilsen. Acabo de preparar un buen café pues todas las mañanas el Señor suele tomarlo bien fuerte. ¿Desea que le sirva uno?

—Muy amable Ana, te lo agradezco y después dile a Albert que he llegado. No disponemos de mucho tiempo. Mejor le dices que baje y después, si queda tiempo nos sirves el café

La buena ama de llaves se dirigió a los aposentos privados para entregar el mensaje, pero a los pocos minutos regresaba.

—No contesta señor Jack, lo he llamado repetidas veces pero no responde. ¿Cree que le habrá pasado algo?

La buena mujer estaba evidentemente preocupaba pues no era usual que a estas horas no hubiera bajado ni mucho menos que no respondiera.

El abogado no dijo palabra pero subió las escaleras precipitadamente con la intención de cerciorarse personalmente. El ama de llaves, sin poderlo evitar, le había transmitido el mismo nerviosismo e instintivamente presentía cualquier tragedia.

—¡Albert, soy yo Jack! ¿Me oyes?

—Responde Albert. ¿Me escuchas?

Repitió varias veces su llamado con voz elevada al principio y gritando al final, pero siempre obtuvo el mismo resultado. No respondía.

Algo debe haberle pasado, es un hombre de setenta y ocho años y quizá no soportó la noticia. Pero no me atrevo a violentar la puerta pues en pocos minutos debe llegar el tribunal y me temo que la policía también. Lo mejor es esperar los acontecimientos, no podemos hacer nada más Ana —esperó a que la aturdida

Page 19: El Clon

EL CLONPágina No. 19

mujer asintiera, pero al no obtener ninguna respuesta, decidió regresar al salón principal en la planta baja seguido de cerca del ama de llaves que no atinaba a pronunciar palabra visiblemente emocionada.

—Creo Ana que me caería muy bien un café, él que me ofreciste.

Mientras procedía a complacer al abogado, éste se quedó meditando algo indeciso y bastante preocupado con algún sentimiento de culpa. Aunque trató de justificase consigo mismo al repetirse que era imposible evitar la noticia.

En la calle, Albert Benagut, imaginaba lo que debería estar sucediendo en estos momentos en el interior de la casa. No le agradaba la idea de atormentarlos pero no encontró otro camino. Es más, a su entender, éste era el mejor.

A lo lejos vio a uno de sus vecinos, el bueno de Luis Correa, de unos cincuenta años de edad. Caminaba todos los días por espacio de una hora, una disciplina que practicaba rigurosamente pues estaba convencido de las bondades de este tipo de ejercicio. Era bien conocido en todo el barrio y a menudo, Albert, se lo encontraba en el camino donde cruzaban los acostumbrados saludos de los buenos vecinos.

Esta vez pasó delante del muchacho, el muchacho Albert y no lo reconoció como era natural, cincuenta años más joven eran demasiados. De pronto se detuvo y le preguntó.

—¿Lo conozco? Disculpe, pero sucede que su cara me es muy familiar.

—Creo que no —respondió el aludido con una amplia sonrisa en el rostro, medio curioso y algo divertido.

—La verdad, no soy de este país y es la primera vez que pasó por esta urbanización. Bien hermosa y tranquila por cierto —agregó Albert.

Estas palabras fueron dichas con un fuerte acento inglés, lo cual trataba de darle más veracidad a su comentario.

—Ciertamente que lo es y muy agradable para pasear en ella. Disculpe, no sé porque me ha parecido conocida su cara. ¿No tiene algún familiar que viva por aquí, o sea, en este barrio? —insistió el vecino.

—No, por supuesto que no, pero como todavía dispongo de tiempo antes de que mi avión parta para Europa, he decidido visitar los alrededores —siguió mostrando su sonrisa sincera y algo divertida, mientras se recreaba en exagerar su acento inglés.

Page 20: El Clon

EL CLONPágina No. 20

—Le pido disculpe mi descortesía, era que por algún motivo me pareció conocido. —meneó la cabeza algo dudoso mientras se disponía a proseguir su camino.

—No se preocupe en lo absoluto y que tenga muy buenos días —le respondió el muchacho.

—Gracias, igualmente —contestó desde lejos Luis, pues había iniciado de nuevo su acostumbrada caminata y ya se había distanciado varios pasos.

—Curioso de verdad —pensó Albert—, en verdad bien curioso. De alguna manera me ha relacionado sin identificarme plenamente con el viejo Albert. Soy o mejor dicho, he sido una persona bien conocida en esta ciudad, pues como profesor de renombre he salido muchas veces en los periódicos y en las revistas. Espero no sea reconocido por nadie más —sonrió de nuevo. Bien difícil sería. Terminó por sonreír divertidamente y volvió a observar su casa.

Pasó el tiempo y a las ocho de la mañana llegaban las visitas a su casa que en un principio consideró indeseables pero que, debido a los nuevos acontecimientos, venían a resolver su situación. Bueno, ya no era su casa y a esto debería acostumbrarse pues algo de tristeza sentía al perderla, tantos y tantos años en ella habían creado una costumbre y cariño. Pero se sentía tan contento y alegre con su nueva situación que este sentimiento desapareció casi de inmediato.

La buena Ana de nuevo abrió la puerta y después de identificarse los dejó pasar.

Jack Spilsen, el abogado de Albert, los atendió y les explicó que no había obtenido respuesta de su cliente por más que lo llamaron. Por lo que Ana dijo, debería estar en sus habitaciones pero no tenían la llave.

Era una orden de detención la que tenían en las manos y por lo tanto subieron a investigar y a violentar la puerta si fuera necesario.

No obtuvieron ninguna repuesta, pero como en un principio no lograron abrirla pues la puerta era de madera maciza y además reforzada, llamaron a un cerrajero para que lo hiciera.

Desde la calle el nuevo Albert registraba todo lo que sucedía con excitación y con una gran dosis de complacencia.

Debería de olvidarse de Albert Benagut, éste había fenecido y en su lugar estaba Robert Forrest el joven Robert, por lo tanto no debería de equivocarse, era

Page 21: El Clon

EL CLONPágina No. 21

esencial. De estos requisitos se ocupó hacía dos años aproximadamente de acuerdo al plan que se había trazado. Todo fue meticulosamente planeado por expertos en esta materia que le consiguieron los documentos de su nueva identidad, certificado de nacimiento, pasaporte europeo y todo lo necesario que lo confirmara.

El Robert original, a quien estaba suplantando, ahora tendría veintisiete años pues falleció a los pocos meses de nacido y no tenía más familiares que sus padres los cuales habían muerto de avanzada edad. Los expertos en este tipo de menesteres arreglaron los papeles meticulosamente y por métodos que él ignoraba, fue eliminada de los registros públicos la condición de “fallecido” del niño Robert. No fue nada fácil contactar a la organización que se ocupaba de crear estos documentos pero logró obtener datos que le aseguraban una realización perfecta casi imposible de descubrir y lo más importante, absoluta discreción.

De cualquier manera era su único camino y no tenía opción. Costear los nuevos documentos fue muy elevado pero valía la pena y debía hacerlo. Nunca hubo preguntas de cual era su residencia ni a donde pensaba trasladarse ni porque un viejo de setenta y ocho años de edad precisaba de documentos de veintisiete años. No les interesaba en lo absoluto aunque por la perfección de esta operación cobraban sumas muy altas. Necesito entregar una fotografía. Dos años atrás aún el clon no había empezado a concebirse y la que entregó fue una que se tomó cuando tenía veinticinco años de edad, la cual, para el caso, sirvió plenamente.

Una camioneta con el letrero de “cerrajero” acababa de estacionarse enfrente de su casa. ¡Claro! Lo debieron de haber llamado para que violentase la puerta, razonó. ¡Magnífico! Todo se desarrollaba según lo planeado.

No fue fácil para el cerrajero abrir la puerta pues la llave en la cerradura significó un inconveniente que retardó varios minutos la operación. Por fin lograron entrar. No observaron al principio nada especial en la habitación la cual era muy amplia y tenía varios muebles atravesados, sillas y un sillón aparte de varios anaqueles y una biblioteca con bastantes libros por cierto. Cuando penetraron algunos pasos más vieron a un extremo de la habitación una litera con un cuerpo tendido en ella.

Uno de los presentes se acercó y trató de averiguar si existían signos vitales.

—El cuerpo aún esta tibio, pero está sin vida, debe haber muerto hace poco.

—No toque nada hasta que llegue el forense —él que habló dio la orden a otro de los presentes para que procediera a llamarlo.

Page 22: El Clon

EL CLONPágina No. 22

A primera vista todo indicaba un suicidio. El brazo izquierdo tenía la señal del pinchazo de una hipodérmica con la goma desatada que debió de ayudar para administrarla en la vena. En la mano derecha se encontraba la inyectadora la cual reposaba en la palma de la mano inerte. Habría que esperar la confirmación y la verificación de cual fue la sustancia que se inyectó pero no había duda de que el hombre había decidido poner fin a su vida. La habitación no había sido violentada, la llave se encontraba en la cerradura y la puerta trasera estaba cerrada o eso parecía. Un vistazo al llavero que se encontraba colgando en la pared reveló la existencia de varias llaves. Quizás alguna de ellas era la que abriría la puerta posterior. Si fuera así la evidencia sería casi concluyente. Bien, ahora deberían de cumplir con la rutina acostumbrada, huellas, papeles, la computadora debería ser analizada y revisar que datos tenía registrados, en fin lo usual.

Robert desde la calle vio como después de algún tiempo, y de haber llegado nuevas personas y una ambulancia, sacaban un cuerpo que a los pocos minutos se llevaron seguramente a la morgue para realizar la autopsia.

—Mi buen Albert, deberás pasar por esto aunque sentimentalmente sólo me duela a mí. Tú, afortunadamente, no eres otra cosa más que materia sin sensaciones. Pero me hubiera gustado evitar todo esto. Sensiblerías si se quiere, pero esto es lo que siento.

Era la despedida póstuma de Robert a su anterior yo, con él terminaba una vida física bien larga, la universidad, amigos, conocidos, entrevistas y agasajos. Pero cada detalle viviría en su memoria para siempre. Mientras así pensaba se levantó para detener a un taxi que en estos momentos se acercaba. Ya no había nada más que ver ni hacer allí. Había llegado la hora de partir.

En el aeropuerto debía pasar por la prueba suprema de entregar su pasaporte e identificarse. Mientras esto ocurría no pudo evitar que su corazón palpitara aceleradamente. No había nada que temer se repetía, la máxima garantía se le había asegurado, pero aún así podía oír los latidos tan fuentes que, instintivamente, miró a su alrededor por si alguien más los escuchaba.

—Todo bien señor. ¿Lleva algún equipaje que quiera entregar?

—No señorita eso es todo, sólo un maletín de mano, gracias.

—Permítame ponerle una identificación, por favor.

Le colocó una etiqueta que serviría en caso de extravío.

Page 23: El Clon

EL CLONPágina No. 23

Todo volvió a la normalidad. El ritmo cardíaco se serenó milagrosamente. Ahora sólo restaba esperar unas cuantas horas más.

Caminó hasta uno de los asientos frente a la puerta de salida. Una vez bien acomodado se dispuso a repasar lo que había planeado. Abrió la cartera donde tenía los documentos personales. Sacó un papel que contenía un número escrito. Su cuenta personal bancaria, de extrema confidencialidad. En esta cuenta había depositado durante años mucho dinero. Según sus cálculos debería haber un saldo a su favor superior a los diez millones de dólares. Nunca había hecho retiro alguno y estaba registrada a su nuevo nombre aunque esta era una cuenta numerada.

Esta enorme suma le garantizaba estabilidad e infinidad de otras cosas. Nunca sospecharon que la cuenta existiera pues ésta fue abierta en uno de sus viajes a un paraíso fiscal como una precaución al principio y como parte de su plan mucho después a medida que sus investigaciones lo llevaron a la realización de los mismos.

Pensó en el chasco que habían llevado todos aquellos que quisieron perjudicarlo. Jamás podrían sospechar que aún estuviera vivito y coleando y mucho menos con una suma de dinero semejante, joven y toda una larga vida por delante para disfrutarlo. ¡Que bien estaban saliendo las cosas! En sus labios apareció una leve sonrisa irónica al pensar en todo ello.

Pero aún faltaban otras cosas más que si se realizaban serían el complemento supremo de su felicidad... o de su desgracia, si era al contrario. Al pensar en esto último se le borró de inmediato la sonrisa de la cara.

Al lugar iba llegando gente, aunque todavía eran pocos los que estaban en la sala frente a la puerta de salida. Después, quizás, tomaría algún refrigerio pues, empezaba a sentir cierto vacío en el estómago, síntoma de hambre. Sería su primera comida, pensó y volvió a sonreír divertido de su ocurrencia. Era una prueba que tenía que pasar, pero no debería ocasionar la menor dificultad. Por si acaso, sólo tomaría alguna sopa o algún batido de frutas. Nada pesado no fuera a suceder que algún percance le amargase el viaje. Guardó el papel y se encamino a un establecimiento de comidas y bebidas o sea una “fuente de soda”, como se solía llamar en el lugar, que se encontraba a pocos pasos de donde estaba. Probaría de una vez y saldría de dudas.

Tenía hambre por lo tanto pidió una sopa de verduras y un jugo de naranja. Lo consumió todo sin dificultad, pero por precaución no probó el pan. Nada sucedió y en verdad se sintió muy reconfortado. De todos modos debería esperar media hora al menos para estar más seguro, pero por los síntomas no había nada que temer.

Page 24: El Clon

EL CLONPágina No. 24

De modo que canceló la cuenta y regresó al lugar de antes en espera de la hora de partir.

A lo lejos, al principio del pasillo observó a unos policías que parecían estar buscando a alguien. Seguían avanzando y de cuando en cuando pedían los documentos a una determinada persona. Los revisaban y, por los ademanes, le pedían disculpas por la molestia y seguían buscando. De nuevo las palpitaciones.

¡Dios, mío no ganaba para sobresaltos! ¡Debía serenarse!

Seguían aproximándose. A otro hombre le pidieron que por favor se identificara, era con seguridad a un hombre al que buscaban pues no se habían detenido ante ninguna mujer y buscaban a un hombre joven por lo que se veía.

¡Qué podía haber salido mal! ¡El cuerpo no presentaba ningún síntoma de violencia! ¿Habría dejado alguna evidencia o algo que le hubiera podido pasar desapercibido? ¡Había que serenarse, quizás podría deberse a otra cosa y no había de que preocuparse!

A pocos pasos de él un joven salió corriendo. Definitivamente huía de los policías a los cuales debió de observar buscando a alguien.

—¡Alto, deténgase!

No hizo caso a la orden de los agentes y buscó la salida, pero la misma estaba bloqueada por otra pareja de policías. No estaba armado y esto le salvó la vida pues no hubo disparos y al poco tiempo lograban apresarlo.

Respiró aliviado. Por alguna razón no lograba sacudirse de su mente inconsciente la idea de que algo podía ocurrir.

Por fin llamaron a los pasajeros al vuelo hacía París, Francia. Tan pronto despegó el avión, un alivio de lo más placentero lo invadió. Estaba libre de cualquier imprevisto que lo pudiera perjudicar. Aun a pesar de los sobresaltos la comida le había caído muy bien. Se acomodó en su asiento de primera clase, amplia confortable. Pediría la comida y hasta se tomaría un vino, un buen vino blanco y después echaría un sueño hasta llegar a su destino.

El hotel en París donde estaba hospedado era de cuatro estrellas, ni demasiado lujoso ni demasiado austero, había llegado muy temprano en la mañana y alquiló un taxi en el aeropuerto. Bien, se acicalaría y saldría de compras, quería comprar algunas prendas de vestir, otra maleta y después de dejarlo todo en el hotel saldría a comer algo y a pasear hasta que terminara el día.

Page 25: El Clon

EL CLONPágina No. 25

A la mañana siguiente se levantó temprano, tenía una cita y por nada del mundo iba a dejar de asistir, era un restaurante de los tantos que hay en París, con sillas en las aceras, a donde puedes ver y ser visto, muy agradable en estas épocas de calor.

Llegó muy temprano, pidió un refrescó y esperó. Pasaron los minutos hasta que se distrajo observando a un grupo de muchachos que discutían a cierta distancia de donde él estaba sentado saboreando un jugo de frutas.

Un beso en la mejilla lo sobresaltó pero no se movió mientras escuchaba una voz muy conocida que le decía quedamente.

—Buenos y felices días mi amor.

El se levantó y correspondió con un beso largo y prolongado. Siéntate Xiomara, te estaba esperando con ansiedad. ¿Qué te apetece?

—Cualquier cosa sirve. Lo mismo que estás bebiendo. Lo importante es estar contigo.

—Lo mismo digo mi amor. No sabes cuanto he esperado este momento —contestó Robert visiblemente emocionado.

La muchacha era bellísima, plena de juventud de veinte años a lo sumo.

Siguió el preguntando:

—¿Leíste las indicaciones y las notas que te deje?

—Todo, hasta aprendérmelo de memoria y quiero agregar que tus instrucciones fueron cumplidas meticulosamente.

—Verás Xiomara, no tuve oportunidad de irte a buscar. Fue por precaución que escribí todo, por esto dejé las instrucciones precisas antes por si algo sucedía y sucedió. Tuve que cambiar mis planes y hacer que el pobre Albert se suicidara.

—Bueno Albert, perdón… Robert, de cualquier manera hubieras tenido que deshacerte del cuerpo. Encontré el pasaporte a nombre de Xiomara Courvert con todos los detalles de quien soy y donde nací. No se como lo obtuviste pero no tuve ninguna dificultad en el aeropuerto a pesar de mis dudas. También encontré los veinte mil dólares y las prendas necesarias para vestirme.

Page 26: El Clon

EL CLONPágina No. 26

—Eres muy precavido Robert y lo planificaste todo muy bien. La computadora trabajó y operó a la perfección. Abrir los ojos fue como despertar de un corto sueño.

—Alquilé un almacén muy apartado y en el instalé todo lo necesario para que la clonación tuviera efecto, mi vida. Así Diana, digo… Xiomara, creo deberemos acostumbrarnos a los nuevos nombres, bien, dejé todo dispuesto para que todo sucediera según lo previsto sin que yo estuviera presente.

—No dejé ningún rastro, incluso rocíe los utensilios de los alrededores con el líquido desintegrador y todo se resumió en el vertedero, incluso la computadora. Por lo que observé, todos los aparatos y artefactos fueron construidos con el producto biodegradable, pero con el que se autodestruye, aquel primero ¿Recuerdas? —no esperó la respuesta y prosiguió—: Cuando alguien entre en el lugar lo que verá será un montón de cosas viejas y una cama muy sencilla, pues ni ropa quedó —la muchacha concluyó su explicación y se acercó cariñosa a Robert para besarlo de nuevo.

Al poco tiempo un nutrido aplauso de todos los presentes los regresaron a la realidad. Dejaron de besarse y algo ruborizada ella preguntó.

—¿Me imagino que continuaremos con nuestras investigaciones?

—Claro mi amor, pero tengo una proposición que hacerte.

Ella lo contempló curiosa y algo sonreída sin responder; a la espera.

—Tenemos mucho tiempo por delante y podemos disponer de alguno diría yo, unos cuantos años por ejemplo, para recorrer el mundo en una interminable luna de miel. Tenemos los recursos y la juventud para hacerlo.

Ella amplió la sonrisa francamente complacida. Se acercó a su amado Robert y le dijo:

—Es la proposición más tentadora e irresistible que me han hecho en los últimos cincuenta años —a continuación lo besó apasionadamente sin importarle a ninguno de los dos los aplausos que de nuevo se repitieron.