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El arte de la lentitud.Precipitado de la historia
Pierre OuelletUniversidad de Quebec en Montreal
Traduccin de Juan Guillermo Dothas
Nuestra experiencia del tiempo parece gobernada por una
doblevisin; una, ligada a la concepcin heracliteana del panta
rheisegn la cual cada instante fluye con mayor o menor rapidez enun
largo ro que nunca es el mismo; la otra, anclada en el pensa-miento
de Salomn, para quien nunca hay nada nuevo bajo elsol, ya que como
lo concibe, el tiempo permanece estancado demanera indefinida, en
una suerte de perennidad en la que nadapasa ni nada cambia.
El comienzo del nuevo siglo, coincidente con el inicio deltercer
milenio, est profundamente marcado por la doble ten-sin sobre el
curso de la historia, lo que posibilita creer que staha llegado a
su fin. Aunque el tiempo del hombre transcurre de-masiado rpido, a
la vez presenciamos un empantanamiento dela duracin semejante a la
inmovilidad. El tiempo del hombrefluye como una corriente en la que
no vemos tanto la llegadasalvadora de la eternidad como el signo
ominoso de un estanca-miento del tiempo humano que no logra
recuperar su impulso.Ya sea que se adopte uno u otro punto de
vista, de la movilidadincesante o de la estabilidad aparente, el
tiempo se nos presentacomo una experiencia de la rapidez o de la
lentitud, como la
Formas de la lentitud I. Tpicos del Seminario, 26.
Julio-diciembre 2011, pp. 25-57.
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forma sensible del andar del mundo, parecido al de un viaje
entren en el que las cosas son por momentos sacudidas y en otrosse
hallan en reposo; todo parece precipitado, brusco, en una agi-tacin
imposible de detener, a la par que todo parece atascado,enredado,
en una detencin de los eventos que ya no pueden sernuevamente
puestos en marcha.
Los sucesos ms emblemticos de los ltimos veinte o trein-ta aos
son fuertes aceleraciones que se transforman repentina-mente en
desaceleraciones, acordes con el modelo de la cada,tales como la
del muro de Berln, la de las torres del World TradeCenter, y la
mucho ms violenta an de las utopas polticas msestimulantes y ms
mortferas del siglo XX, la ms vertiginosaquizs: la del derrumbe de
lo Sagrado, del Humanismo y de laCivilizacin que han moldeado las
sociedades occidentales du-rante aproximadamente mil aos. Se habla
de las cadas de unfilme para designar lo que ha cado bajo el paso
de la tijeradel montajista, lo que ha sido extrado del flujo de los
hechosms o menos rpidos que componen la trama cinematogrfica,el
movimiento encadenado de las escenas constitutivas de la his-toria,
y lo que yace a partir de ahora en el suelo, inerte, inani-mado, en
una especie de detenimiento sobre la imagen defini-tivo, en el que
el tiempo flmico no solamente ha sidointerrumpido y fragmentado,
sino tambin enredado, embrolla-do en el montn de pelculas en las
que las cadas se acumu-lan, se entremezclan. He aqu una bella
metfora de las diferen-tes cadas alrededor de las cuales nuestra
experiencia del tiempose ha organizado en los ltimos decenios: la
rapidez con la quelas cosas suceden ha dado lugar a una autntica
precipitacinde la Historia, la cual ha depositado o dejado caer en
lo msbajo los residuos de los acontecimientos que ella carga,
consti-tuyendo un sinnmero de obstculos o de atascaderos
quelentifican o inmovilizan lo que antao se llam progreso, si noes
que evolucin. Es esta nueva prueba colectiva de la sedimen-tacin
del tiempo en un depsito lo que lo fija o lo desaceleraal extremo
de que es necesario describirlo hoy, no solamente en
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trminos sociopolticos que permiten comprender mejor elnuevo
rgimen de historicidad en el que hemos entrado apartir de ahora,
sino tambin en sus dimensiones etno-fenomenolgicas y
semio-estticas, es decir en lo que cambiaprofundamente nuestra
experiencia perceptiva de la duracin odel paso del tiempo,
transformando nuestro ethos o nuestrasmaneras de vivir, y en lo que
modifica de manera igualmenteesencial nuestras formas de expresin
de la temporalidad, en lossistemas de signos y las prcticas
artsticas, en los que nuestraaisthesis o nuestras maneras de sentir
son inmediatamentetransfiguradas.
Dique seco
El arte y la literatura, ms que toda otra forma simblica
odiscursiva, presencian esa precipitacin del tiempo que da lugara
una avera de la historia, a una escala temporal que se asemeja aun
barco encallado, a una detencin crnica parecida a un
es-tancamiento, un congelamiento, una suspensin. La literaturatoma
el pulso de la Historia ya no reproduciendo la intriga quela
constituye hacindonos vivir o revivir a un ritmo jadeanteel
suspenso que ha hecho del ltimo siglo un verdadero thrillera escala
planetaria, sino captndolo en su propio tiempo, queno late al mismo
ritmo que los acontecimientos, en la medida enque la imaginacin
literaria superpone su contratiempo o sufuera de tiempo, tal como
se habla de fuera de campo en elcine, a la temporalidad propia de
la memoria histrica.
Como el inconsciente, tal como lo concibe Freud, la ficcino la
imaginacin potica y narrativa no conoce el tiempo, enel sentido en
que sta obedece a otra temporalidad en la cual eltiempo lineal,
progresivo o evolutivo de la historia, en sentidoestricto, se
diluye y es analizado en el sentido griego deanalysis, resuelto,
disoluto, licuado, liquidado. El tempopotico o narrativo propio de
la aisthesis de los ltimos aos
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puede ser ora rpido, ora lento, como lo demuestra la
coexisten-cia de obras tan diferentes como aquellas en aceleracin
perpe-tua, las de Volodine, Novarina, Prigent o Savitzkaya, o
aquellasdesacelerantes, lentificadoras de Quignard, Mollet, Michon
oBergounioux. Pero cada vez ya sea que la palabra se precipiteo sea
precipitada, se trata de una puesta fuera de tiempo de lahistoria
humana, semejante a una brecha con respecto a la mar-cha de la
Historia, anteriormente percibida como liberadora yen lo sucesivo
alienante; se trata de este contratiempo que lapalabra literaria
hace padecer al tiempo factual o de los aconte-cimientos. Dicho de
otro modo, la literatura no sigue ms el rit-mo de la historia, cuyo
pulso ha sido trastornado, evitando asser arrastrada por ella hacia
su fin anunciado convertido enfinal del poema o muerte del arte.
Por el contrario, la literaturacrea un contrapunto frente al tiempo
histrico, ella late a con-tratiempo en un impulso que lo acelera o
en un ralent que losuspende y ms tarde descompone el movimiento, no
tanto por-que ella tiende a desordenar progresivamente los latidos
cadavez ms irregulares del tiempo histrico sino porque se
proponehacerlo salir de su cauce, hacer salir el tiempo del tiempo,
sus-pender su curso casi insensato. Todo esto ilustra tanto la
cadacontra el muro que se perfila en el horizonte como lo que
hasido precipitado sobre el suelo, o bien en el abismo en el
quehabr cado definitivamente.
Sacar la Historia del agua que la lleva y la ahoga en su
cau-dal, en su oleaje, en sus fuertes corrientes, en su
rompimiento,para colocarla en un dique seco, implica suspender por
algntiempo su curso frentico alrededor del mundo en el que ella
segolpea contra cada roca, destroza su casco, desgarra sus velas
yquiebra sus mstiles. Al perder su timn salvaguarda sus mo-mentos
ms frgiles y vulnerables, no tanto para repararlos,como se hace con
una cosa o un objeto, sino para cuidarlos, paraasegurarles una
larga convalescencia, as como se hace con elhombre o con todo
enfermo grave que ha rozado la muerte. Heaqu el desafo de la
palabra literaria desde el momento en que
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ella rescata los hechos histricos en su propia barca o en su
arcapara salvarlos, no ya bajo el modo de un mero recuerdo o
unsimple reflejo, como en la memoria puramente testimonial,
sinobajo el de la ficcin redentora. Esta re-configuracin potica
onarrativa del tiempo vivido en tiempo redimido, como diceBenjamin,
es un tiempo cuyas faltas han sido perdonadas. Esasfaltas son el
mal endmico que padece el tiempo y que lo hacena cada momento
fracasar, fallar, caer a una velocidad en creci-miento permanente,
que es necesario desde ahora disminuir alextremo, dirigindola hacia
otra temporalidad: un sub-tiempo,un pre-tiempo, de hecho, un
backtime, un undertime, como sehabla de background o de
underground, de tras-fondo o de tras-mundo, en el cual la Historia,
que se pone en marcha y toma ladelantera, nos oculta lo que est en
juego y su alcance.
La literatura y el arte son la Epoch de nuestro tiempo: supuesta
entre parntesis en una ficcin que des-naturalizasu forma, su ritmo
y su duracin en favor del sentido y la fuerza,la potencia y la
energa la dynamis y la energeia, dicen losgriegos, propiamente
sobre-naturales, que son mucho msque el simple paso de un instante
a otro o de un hecho a otro queel tiempo histrico no habr cesado de
presentarnos como lanica figura de Chronos. Escribir es impedir el
paso al tiempo,no para detenerlo sino para lentificarlo y
contenerlo como pormedio de un dique, con el propsito de que repose
un momento,en una tensin extrema, en una presin alta, antes de
precipitar-se en una nueva cada o una cascada que otro dique, ro
abajo,retendr y retardar a su vez. Romper el curso del largo ro en
elcual el tiempo parece encarnado para sentirlo mejor en sus
sal-tos y sus desniveles ms secretos, sus corrientes de fondo y
suscontracorrientes, sus olas y sus resacas ms o menos
violentas,sus remolinos, sus aguas muertas, pantanosas, sus aguas
dur-mientes ms inquietantes, he aqu el rol de la palabra
literaria,cuyo tiempo propio se sita al travs del tiempo comn,
cuyosinstantes singulares resultan la gran duracin colectiva
comn-mente llamada Historia.
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Obras emblemticas a lo largo de los cincuenta ltimos aosse han
erigido como barreras contra el tiempo histrico, desdeModerato
cantabile de Marguerite Duras y Comment cest deSamuel Beckett hasta
Histoire de Claude Simon y Une histoireillisible de Claude Ollier.
Estas obras crean en el flujo del tiem-po cavidades de resistencia
en las que una suerte de pausa o len-titud es instalada y tensada
al lmite, como una especie de pesa-dez, de hecho, una gravedad: la
de la conciencia, no tan infelizcomo contrariada frente a las
catstrofes en cascada del ltimomedio siglo, pero que de cualquier
manera se instala como unretraso, una demora, una infinita
tergiversacin frente a un futu-ro en el que la imaginacin duda en
comprometerse sin operarpreviamente una reconfiguracin completa de
nuestra experien-cia de la temporalidad.
Primer plano sobre el tiempo tempestuoso
Esta reconfiguracin no ha sido nunca tan intensa como en
lasobras de Pierre Guyotat, ya sea den, den, den o Tombeaupour cinq
cent milles soldats,1 las cuales brindan testimonio deuna poca
turbia, la de la guerra de Argelia y de la historia de
la(de)colonizacin, no reproduciendo el tiempo factual en su
cro-nologa o su lgica causal, sino practicando una suerte de
pri-mer plano generalizado y permanente sobre ese
momentotempestuoso del ltimo siglo. Estas obras nos hacen sentir el
gra-no* en sus detalles ms nfimos, como si todo se detuviera
demanera repentina, aumentado al infinito bajo la lupa de las
pa-labras, las ms cargadas de sentido, que aumentan
desmesura-damente la cosa que evocan, en una repeticin insistente
de las
1 Pierre Guyotat, Tombeau pour cinq cent milles soldats, Paris,
Gallimard,1967 y den, den, den, Paris, Gallimard, 1970.
* En fotografa, el grano se refiere al tamao de las partculas
que forman lacapa fotosensible que recubre la pelcula fotogrfica o
el papel fotogrfico.De la granulosidad depende la nitidez de la
imagen fotogrfica [N. del T.].
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mismas figuras y los mismos motivos. Se trata de un all
overtemporal que transpone en la lengua lo que los pintores de
laAction painting han realizado sobre el plano espacial:
descen-trar el cuadro, desalinear la mirada, dar peso tanto al
fondo comoa las formas entrelazadas del dibujo, y otorgar la misma
impor-tancia a los bordes que a la periferia del marco, as como al
co-razn de la obra, sugiriendo de este modo que ella se
despliegamucho ms all de sus lmites, en un fuera de campo de lo
visi-ble y de lo invisible, tal como sucede en la escritura de
Guyotatque no cesa de desbordar los contornos del libro para
penetraren el contra-campo de la historia con la cual ella dialoga
ointercambia sus propiedades, de la misma manera que hacen
losartistas al intervenir en lo real por medio de la performance,
elland art, el body art, la instalacin, la esttica relacional o
Diossabe qu, haciendo entrar en el espacio-tiempo del mundo co-mn
la singularidad de un lugar y de un instante que reconfiguransu
forma y su contenido, su propsito y su alcance, sus pros ysus
contras. Nada de intriga, nada de enigma, nada de suspensoen la
obra de Guyotat que, sin embargo, est repleta de accio-nes,
justamente en el sentido de la Action painting, es decir deuna
gestualidad desbordante, de una factualidad material,textural y
colorida que invade todo el campo de la obra, de laque tambin puede
decirse que est repleta de pasiones, aunqueno en el sentido
psicolgico del trmino, puesto que los senti-mientos que ella
acarrea no son de orden subjetivo, vinculablesa un yo personal, con
su identidad social y psquica reconocible,sino desviados sin cesar
hacia el terreno objetivo del mundo ode la naturaleza en la que
todo est mezclado, sujeto y objeto,yo y otro, individuo y
comunidad, cuerpo y espritu, en una sopaprimitiva o un caldo de
sub-cultura y de sobre-naturaleza en elque lo que se experimenta
como emociones, eufricas odisfricas, entre exaltacin e indignacin,
impulso y decepcin,deseo y clera, xtasis y desaliento, no se sita
en la cabeza oen el corazn de un personaje sino en la carne
temblorosa delmundo fenomenal e historial, cuya obra mezcla sin
cesar las car-
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tas del destino, vuelve a jugar a los dados el pasado y el
futuro,introduciendo ah su propio espacio y su propio tiempo
hechosde hapax y de kairos, de riesgos, de ocasiones, de
accidentes, deinspiracin y de falta de inspiracin, de buena racha y
de malaracha, de suertes y de infortunios que escapan radicalmente
a lapura causalidad y a la simple cronicidad.
El tiempo potico hechiza al tiempo histrico, desorien-tndolo,
mezclando en l el fin y el comienzo, impregnndolode una
contra-lgica de la circunstancia y del accidente que con-trapesa la
lgica actancial y esencial que supone el encade-namiento causal de
hechos y gestos, de actos o acontecimientos,en los cuales el
infinito detalle de lo circunstante ms o me-nos accidental
introduce un proceso de randomizacin,* en elque los elementos del
mundo se organizan temporalmente en unmuestreo aleatorio que hace
aparecer la complejidad libre,no encadenada a parmetros ni a
variables que anuncian losacontecimientos por venir, como puede
verse desde las prime-ras pginas de den, den, den:
Los soldados, con sus cascos, las piernas abiertas, pisotean,los
msculos retenidos, los recin nacidos envueltos en mantosescarlata,
violeta: los bebs ruedan fuera de los brazos de lasmujeres en
cuclillas sobre las chapas ametralladas de los G.M.C.;el chofer
empuja con su puo libre una cabra proyectada sobrela cabina; / au
col Ferkous, una seccin del RIMA atraviesa lapista; los soldados
saltan fuera de los camiones; los del RIMA seacuestan sobre los
guijarrales, la cabeza apoyada contra losneumticos acribillados de
slex, de espinas, desnudan la partesuperior de sus cuerpos
ensombrecida por el guardabarro; lasmujeres acunan los bebs contra
sus senos: el arrullo remueve,reforzados por el sudor del incendio,
los perfumes de los cualessus harapos, sus pelos, sus carnes estn
impregnados: aceite, cla-vo, henna, manteca, ndigo, azufre de
antimonio en lo bajo deFerkous, bajo el espoln cargado de cedros
calcinados, cebada,
* Randomizacin significa poner al azar algo [N. del. T.].
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trigo, enjambres, tumbas, bar, escuela, gaddous,
higueras,mechtas, tapiales bajos tapizados de derrames de sesos,
vergelesrubescentes, palmeras, dilatadas por el fuego, estallan:
flores,polen, espigas, briznas de hierba, papeles, telas manchadas
deleche, de mierda, de sangre, cortezas, plumas, elevadas,
ondu-lan, proyectadas de hoguera en hoguera, por el viento que
arran-ca el fuego, de tierra2
Todo est ubicado sobre el mismo plano: cosas y hombres,humanos y
animales, cuerpos y olores, machos y hembras, vcti-mas y
victimarios, barros y bebs, carnes y pelos, actantes y
cir-cunstancias, decorados y acontecimientos, en un
escalonamientoazaroso que dice el tiempo en un desorden aparente.
En ste,todo parece volver a jugar de manera indefinida, en una
revolturapermanente del mundo y de sus momentos, bajo un gran
vientoque arranca el fuego de la tierra, podramos decir con el
autor,bajo un gran aliento que la palabra expulsa y que
posteriormen-te impulsa ms all de los hechos de los que ella habla.
Elviento acarrea todas las materias del mundo, ceniza y polvo,
su-dor y arena, sangre y azufre, en el que la Historia humana
sedeshace o se descompone, y los propulsa en un no mans land enel
que todo se confunde, aceite y henna, clavo y manteca, ce-dros
calcinados, derrames de sesos, telas manchadas de leche:los bebs
ruedan fuera de los brazos de las mujeres agachadasas como los
soldados saltan fuera de los camiones y empu-jan con sus puos una
cabra proyectada sobre la cabina, comolas palmeras dilatadas por el
fuego estallan y la mierda, lasangre, las cortezas, las plumas son
elevadas y proyectadas dehoguera en hoguera por el viento que
arranca el fuego.
No se trata de una sintagmtica de la accin, sino de una
ver-dadera paradigmtica de las circunstancias; no, pues, de la
sin-taxis horizontal y superficial de la historia en su devenir
sinodel paradigma vertical, en profundidad o en elevacin, de la
vio-lencia del tiempo humano tomado en su propio torbellino,
del
2 Pierre Guyotat, den, den, den, op. cit., pp. 15-16.
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Pierre Ouellet34
que se desprende una suerte de gran denominador comn quepuede
ser llamado el rapto: el de los bebs del seno de las ma-dres, de
los soldados del interior de los camiones, del fuego fue-ra de la
tierra, de hoguera en hoguera, ya sea un movimiento deexpulsin, de
exclusin o de exterminacin generalizada que seextiende a todo el
texto como al espacio y al tiempo que l crea.El efecto paradjico
que esto produce es el de detener o tra-bar el flujo de la historia
mediante la acumulacin de materiasde todo tipo, en sus detalles ms
nfimos, que constituyen el es-collo (el skandalon) del tiempo
causal, mientras se precipitala produccin verbal en un raudal de
palabras, de fonemas y degrafemas que nos arrastran no tanto en una
carrera o un escapehacia delante, ni tampo en un retroceso o un
viraje, sino en unmovimiento permanente, un remolino, un torbellino
en el quetodo se mueve pero en el mismo lugar, en una suerte de
cadaperpetua sobre un mismo punto del tiempo, al que se est
ex-puesto sin cesar y que se amplifica bajo la lupa para revelar
losms inconfesables secretos en un aliento furioso que mezcla
yvuelve a mezclar todo lo que lleva o transporta consigo y
esemovimiento de arrullo remueve, reforzado por el sudor del
in-cendio, los perfumes de los cuales [los] harapos, [los] pelos,
[las]carnes estn impregnados.
Es una historia sobrecargada y lentificada por la materia
hu-mana de la que est hecha, y en la que se deshace, la que
consti-tuye el trasfondo de den, den, den, ese paraso al revsque
tiene todo de un verdadero Infierno, de una Tumba univer-sal para
quinientos mil soldados perdidos con sus vctimas enlos riesgos o
los accidentes del tiempo que componen nuestronico verdadero fondo,
nuestra herencia y nuestro testamento.Bajo las figuras bien
dibujadas y cada vez reconocibles de lahistoria factual, que
desfilan ante nuestros ojos como tantos re-cuerdos o reminiscencias
remontados de un pasado ms o me-nos lejano, surge el trasfondo de
las materias innumerables einnombrables de las cuales se nutre el
tiempo humano, como laleche, el trigo, la cebada, el aceite, la
manteca y la sangre, que
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El arte de la lentitud 35
aparecen por todas partes en esta entrada en materia de den,den,
den, que es al mismo tiempo una salida de la Historia oun retorno
del Infierno, una zambullida en otro espacio-tiemposobrevolado por
el aliento de la palabra. Este soplo de la pala-bra no es tanto el
viento que arranca el fuego de tierra comoaquel que se lo roba al
sol, bajo el cual todo se detiene y se sus-pende, en una lentitud o
una pausa fuera de tiempo, una puestaentre parntesis de la historia
humana, un reposo casi divino,que permite como en la plegaria o en
la meditacin, la rumia delsalmo o la cantilena pulsativa de las
palabras en su ritmo y susilabeo, amplificar los menores detalles
en los que el Tiempoyace al lado de Dios como su sombra, su alma
negra.
El trasfondo de la historia
Pero de qu espacio y de qu tiempo trata exactamente ese allover
verbal en el que cada punto singular, cada palabra, cadalnea, cada
pasaje es jerrquicamente tan importante como cual-quier otro como
en Automn rythm de Jackson Pollock, purorythmos sin eikon que lo
circunscribe o lo esquematiza, con-trariamente a lo que sucede en
el relato histrico y en el testi-monio en sentido estricto, en los
que cada punto del tiempo seorganiza en funcin de un punto final,
de un tope o de una lneade llegada a partir de los cuales todo se
ordena retrospectiva-mente segn una lgica causal ms o menos
implacable en laque hay puntos principales y puntos secundarios, as
como tam-bin existen personajes principales y personajes
secundarios? EnGuyotat no hay jerarqua entre los personajes,
quienes no lo sondel todo, ni tampoco entre los hechos, que tampoco
lo son, yaque todos son tratados como un material, ms que como
sujetosu objetos por representar, es decir como una arcilla
fenomenal ehistorial cuya materia verbal puede usar, mal usar y
abusar mien-tras se trate de una ficcin completa inscripta en el
espacio-tiem-po multidimensional de la lengua, emancipada de la
espaciali-dad homognea de la Realidad y de la temporalidad lineal
de la
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Historicidad. Es lo que hace que su tiempo no obedezca a
lasmismas presiones que el tiempo fsico, en el que rpido y lentose
excluyen mutuamente; la aceleracin y la desaceleracin noaceptan un
tercer trmino, mientras que todo lo que desfila, rue-da, afluye en
el verbo de Guyotat puede tener por efecto ladesaceleracin, el
retraso, el freno o la moderacin en el univer-so que describe,
resistiendo al tiempo de la historia gracias alos primeros planos
sobre su grano, como he dicho ms arriba,por no decir sobre ese
polvo o sobre esa ceniza de la que se com-pone la materia temporal,
del mismo modo que la lengua esthecha del grano o de la semilla de
las voces que ella hace or ensus fonemas y su ritmo, sus
entonaciones, su prosodia, sus pul-saciones, en suma, en su
tonalidad y su tonicidad.
Tonalidad y tonicidad dan cuenta, mejor que cualquier histo-ria
o ancdota, de la fuerza del tiempo fenomenal e historial enel que
nos encontramos y no cesamos de caer, sumergidos oaplastados por su
insoportable peso, su carga, su gravedad.
Es ese momento propio de la precipitacin de la historia ydel
sedimento del tiempo, el que la obra de Guyotat nos hacesentir al
ser a la vez ultrarrpido en su caudal y extralento en sucontenido
narrativo. Hace que pasemos sin cesar por los mis-mos puntos de la
historia o las mismas figuras del mundo, comosi girramos en torno a
un nico agujero negro, sin jams pro-gresar como lo hacemos
normalmente en una intriga, queavanza a paso ms o menos rpido hacia
su solucin o su desen-lace. Igualmente, hace arremolinarnos a alta
velocidad en lamateria polvorienta de las palabras, de las slabas,
de losgrafemas y de los fonemas. stos crean una viva agitacin,
mu-cho ms que una accin como tal, en la que se sienten los
tem-blores y estremecimientos de la historia mucho ms que su
granmovimiento ascendente o descendente. Asimismo, se experi-menta
una excitacin temporal parecida al movimientobrowniano, un ir y
venir ms que un progreso o un ocaso, unaturbulencia o una
efervescencia, una fiebre o un hormigueo, ja-ms una evolucin o una
revolucin como tales.
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El arte de la lentitud 37
Uno se hunde en la verticalidad del tiempo ms que deslizar-se
sobre la superficie de la historia, como en la novela histricao
testimonial clsica, lo que da una impresin de lentitud,
dehundimiento, de empantanamiento: la historia no avanza, comosi se
contaran una y otra vez sin cesar los granos de arena que
seacumulan en el fondo del arenero del Tiempo en lugar de
favo-recer su flujo de instante en instante por el cuello ms o
menosancho de la Historicidad. No ms intriga que progresa, no
msancdota que evoluciona, sin embargo, el tiempo se mueve epur si
muove! en un agitato siempre violento, una pura viva-cidad, una
gran nerviosidad, una energa que es pura prdida,que se consume, una
fuerza que se vuelve contra s misma, comoel tiempo propio de la
palabra literaria se autodestruye en uncontratiempo en el que
encuentra paradjicamente su vitalidad,contra el carcter mortfero
del tiempo de la historia.
La temporalidad potica transforma la intriga propia del tiem-po
histrico, que nos empuja sin cesar hacia delante, en unarapidez
exponencial, en la bsqueda apasionada de un desenla-ce, en un
enigma perpetuo que nos hunde siempre hacia aden-tro, en las
profundidades abismales del secreto, que no se des-cubre sino lenta
y pacientemente, en una suerte de tiempo dedetencin, de largo
suspenso, lleno de afectos y pasiones, queinterrumpe el suspenso
hacia donde nos lleva la accin. El tiem-po potico no conoce
desenlace, fin, cada, como lo demuestrala aparente clusula de den,
den, den, que termina en unacoma, como si el texto se extendiera
fuera del texto, aunque deotro modo, y el tiempo se prolongara
fuera del tiempo en otratemporalidad, que insiste y resiste en la
memoria y la imagina-cin en tanto ficcin, mientras que no existe o
no subsiste en larealidad en tanto hecho. As el excipit nos conduce
al incipit,que nunca ha sido en realidad abandonado, en esa
inmoviliza-cin permanente de la materia del tiempo surgida con
violen-cia de los trasfondos de la historia, remontados hasta la
extremavolatilidad del aliento lingstico:
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[] una rfaga de viento repele, levanta la arena, frente a la
oscuri-dad extendida; la lluvia, llevada en columna desde debajo de
la palpi-tacin acelerada de Venus, salpica, helada; el muchacho
empuja a lamujer bajo el abrigo; la lana empapada por el chorro de
agua ardientefuera de los pliegues de su vestimenta mezclada al
nivel de los senos,destie rojo sobre el cuerpo del beb adormecido
bajo el arco, bisute-ra tintineante sobre medalla, de sus bustos
pegados; lakli, abscesosacribillados por el chaparrn, hueca,
arrodillada, la arena, bajo el vien-tre de la camella; sus brazos
agujereados vibran, vaciados de sangre,en la arena embebida; el
mono chilla, brazos lnguidos, guerba re-blandecida anudada al
cuello, hocico sangrante, sexo erguido, ojo es-cudriando Venus
velada de vapores violetas, pisotea las cerastasdecapitadas; la
grasa exudada del tapn de hierba, se endurece; latromba retrocede
hacia Venus3
El mismo viento sopla, la misma sangre corre, los mismosbebs
ruedan, las mismas mujeres se cubren de rojo o de viole-ta. Como al
principio y a lo largo del texto, todo se encuentratapizado de las
mismas materias o de los mismos motivos, msque entramado en hechos
o acontecimientos que se encadenandesde un principio hasta un fin;
ya no vemos sujetos y objetosque se confrontan en un drama o un
conflicto que encontrarenseguida su solucin, feliz o desgraciada.
El mono reemplazaa la cabra, la grasa exudada sucede al sudor
impregnado, perono se ha progresado ni una pulgada en la historia,
an si nocesa de moverse o de removerse en la lengua. sta es
nues-tro nico medio de supervivencia, nuestra nica respiracin
notanto artificial como sobrenatural en ese mundo irrespirable enel
cual la historia nos hace correr, sin aliento y con, por
nicovitico, una voz que grita, ruega, medita, viva en su caudal,
comoen la plegaria repetitiva, arma automtica que canta las
palabrasal mismo ritmo en que crepitan las balas, pero
infinitamente len-ta para relatar la historia en la que habita, y
que deshace piezapor pieza, materia por materia, el inmenso
decorado csmico o
3 Ibid., p. 270.
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El arte de la lentitud 39
el gran paisaje universal que le sirve de fondo o de trasfondo,
enla paciencia de la eternidad en la que la escritura potica se
mue-ve sin jams avanzar ni retroceder,
No hay coordinacin causal y temporal de los acontecimien-tos en
den, den, den, como en toda la obra de Guyotat hastaArrire-fond,
ttulo muy apropiado para su ltimo libro4 quesirve de paradigma a
nuestra nueva sensibilidad respecto de laDuracin, pero s hay una
declinacin permanente de casos, enmasa o en montn, a granel, como
las cadas de un film elde la Historia, cuyo hilo de los
acontecimientos que lo constitu-yen ha sido cortado en varios
lugares. As, los trozos de las pel-culas, las secuencias o las
escenas rechazadas o extradas deltiempo factual (tal como los bebs
son rechazados del seno desus madres y el fuego es arrancado de la
tierra por el vientoviolento de la historia) se entremezclan para
ms tarde confun-dirse: oscuridad incrementada, lana empapada,
vestimentamezclada, bisutera tintineante, bustos pegados,
abscesosacribillados, brazos debiluchos, arena embebida,
guerbareblandecida, hocico sangrante, sexo erguido, grasaexudada,
Venus cubierta, cerastas decapitadas, etctera. Lamezcla de todos
estos elementos compone un decorado de cosasdispersas, de hechos
diseminados, de actos discontinuos que noconstituyen ni un Mundo ni
una Historia en sentido estricto,obedeciendo a una temporalidad
homognea y a una especia-lidad continua, como si fuera una tienda
de antigedades, unbazar de piezas sueltas, de objetos desmembrados,
de cosas
4 Pierre Guyotat, Arrire-fond, Paris, Gallimard, 2010. En el
prefacio apare-cen estas palabras del autor: El acto clandestino
produce poco a poco unaimaginera, un decorado, una poblacin,
inconfesables entonces, que yo nombroaqu trasfondo. A partir de ese
momento, ese mundo, yo lo he confesado (p.10). Toda su obra, en
efecto, es la confesin de ese mundo clandestino que no estanto una
historia como una imaginera, un decorado, una poblacin, en suma,un
hormigueo de materias, de cosas, de personas, que son diversas
calidades sen-sibles subyacentes al espacio y tiempo que ella crea,
y que retiene los hechosevanescentes en la simple historicidad, sea
ella cada o progreso.
-
Pierre Ouellet40
desparejadas, de historias quebradas que nicamente la
tempo-ralidad propia de la ficcin potica puede realmente
rescatar.La ficcin potica salva al tiempo humano de su carrera
locahacia su fin ltimo, volviendo a atar cada una de sus cadas
alorigen, gracias a su movimiento de ida y vuelta permanente, asu
agitacin browniana de las calidades sensibles surgidas deltrasfondo
del mundo, que es tambin el trasfondo de la historia,a su
movimiento constante y a su reelaboracin de hechos enficciones que
los invierten, los ponen patas arriba o invierten suorden, en esa
palpitacin acelerada de Venus, nos diceGuyotat. El autor sustituye
el tiempo marcial de la historia mar-chando en tropa y aplastando a
lo largo de su paso la larga ylenta duracin del fuera de tiempo
venreo o del contratiempovenusino que palpita como un corazn, un
seno, un vientre, unsexo, en vez de agitarse o precipitarse sobre
el teatro de las ope-raciones de la historia, en las que las
cerastas [las vboras concuernos] son decapitadas, nos dice el
excipit, mientras queel incipit nos hablaba ya de un mundo tapizado
de derrames desesos.
den, den, den no concluye con un punto final sino conuna coma,
lo que muestra que nunca habr un fin sino un eternosuspenso, un
ralent extremo, infinitesimal, de la Duracin hu-mana. sta, de ahora
en adelante, no tendr lmites ni contorno,pues en ella todo se
mezcla en una salpicadura perpetua, talcomo sucede con la palabra
den, den, den, que se transfor-ma en Hads, Hads, Hads, que incluso
se transmuta en unAden, Aden, Aden, donde el mercader de armas
Arthur Rimbaudno habra renegado an de sus Illuminations, pese a la
Saison enEnfer en la que ellas lo habran sumergido. Las ltimas
palabrasdel libro lo exponen con claridad: la tromba retrocede
haciaVenus. El raudal de la historia, vuelto tromba, remolino o
ci-cln, no avanza ms, ni progresa como Marte con sus tropas so-bre
los territorios de guerra que no ha cesado de abrir a lo largode
los ltimos siglos: retrocede, reprocesa, da media vuelta, su-fre
una regresin hacia el seno de Venus en el que nace otro
-
El arte de la lentitud 41
tiempo, ms adecuado al canto que al relato y a la novela.5
Eneste otro tiempo, es el ruido de las palpitaciones y del
movi-miento comunes al corazn y a las palabras lo que se escuchacon
mayor fuerza y mayor distincin, hasta en su aliento, y so-bre un
tono an ms punzante que el murmullo de las armas,machetes,
bayonetas, metralletas y otros instrumentos con loscuales se abre
la marcha de la historia sobre los terrenos msaccidentados del
planeta.
El tren de la historia, la zaga del tiempo
La lentitud poshistrica de la cual brinda testimonio la
novelacontempornea contra la idea de un escape hacia delante o
deuna brusca detencin del tiempo humano, de una
aceleracinexponencial o de una desaceleracin definitiva de nuestra
histo-ria no reposa, como podra creerse a simple vista, sobre
unanostalgia de los tiempos apacibles o ednicos que marcan el
ori-gen perdido para siempre de nuestra humanidad, ni tampoco
so-bre la utopa de un reino posapocalptico en el cual la
eternidadreinara sobre todos los tiempos cuya distincin se
evaporara,desapareciendo toda diferencia entre futuro y pasado al
igual queentre lentitud y rapidez; ella est ms ligada, como lo
muestra laobra de Guyotat en cada pgina, al deseo irreprimible de
verms cerca de qu est hecho el Tiempo, l, que como Dios, yaceen los
detalles, detalles sobre los cuales se fija la miradaamplificadora
de las palabras ms videntes, ms visionarias,en un zoom in que nos
detiene por un largo tiempo, como en lacontemplacin o en la
meditacin, en la plegaria o en la ora-cin, sobre lo que constituye
el tejido mismo del tiempo huma-no, su trama, su malla, segunda
piel del hombre y de la mujercuyo grano escapa al ojo desnudo pero
puede ser captado por lafuerza del arte. El grano, el germen o la
semilla estn hechos de
5 Recordemos que Tombeau pour cinq cent mille soldats lleva como
subttu-lo sept chants [siete cantos].
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Pierre Ouellet42
vacos y de llenos, en los que no terminan de observarse y
dedescribirse los mil y un detalles acarreados por la Historia,
parano decir barridos como las cenizas y los polvos de millones
devctimas que ella deja tras de s, apurada por teminar con todolo
que moleste su progreso, su marcha en filas apretadas, sussaltos
hacia delante, su paso rpido y bien organizado hacia sultima
finalidad, su solucin final, su desenlace.
El efecto de lentitud de den, den, den como el de tan-tos libros
desde ms de medio siglo, desde Lespce humaine oLarrt de mort, de
Antelm y Blanchot, hasta Dernier Royaumey Prolongations, de
Quignard y Fleischer proviene del hechode que la Historia del
hombre es situada desde ahora bajo lalente amplificadora de las
palabras ms densas, las ms carga-das de sentido, las ms cargadas de
afectos y de sensaciones,que revelan la gravedad no ya designndola
sino encarnndola,graves ellas mismas, grvidas de hecho, por todo lo
que queda yno pasa en ese tiempo de cada acelerado que nos arrastra
con-sigo en los precipicios que cava, donde yacemos desde
ahora,aplastados, triturados, comprimidos, como el precipitado
mis-mo de la historia al que hemos reducido nuestras vidas.
La lentitud est, por supuesto, ligada a lo que dura, no pasa,no
cambia: un presente indefinidamente extendible, que nosimpregna y
nos impresiona de manera duradera, dndonos lasensacin de una
impregnacin del tiempo por la eternidad ola impresin de un fuera de
tiempo en el corazn mismo de latemporalidad, en su seno, en su
carne, como un cuerpo extraoque vuelve el tiempo mismo uno, nico,
de la misma manera queel nio por nacer convierte a la mujer en
madre, transformadaen la mujer misma con su poder de traer al mundo
su propioms all, as como el tiempo bruto de cada instante
engendrasu adelantamiento en una suerte de infinito. Ese cuerpo
ex-trao que parasita el cuerpo del tiempo que llamamos presentees
el otro nombre, profano y secular del Dios que Descartesconsideraba
como el nico garante de la unidad temporal porencima de su
fragmentacin en miles de instantes, como el ni-
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El arte de la lentitud 43
co punto de vista posible sobre el conjunto, en apariencia
infini-to, de la Duracin, que puede, de ahora en ms, ser
comprendi-do por la Visin como si se tratara de un nico Presente,
empa-rentado con lo eterno. El ego cogito, interno al
espacio-tiempo,no puede tener punto de vista exterior a este ltimo,
al que vesiempre desde el ro de Herclito o el sol de Salomn,
incluidoen el universo y sometido como l a las fluctuaciones y
estanca-mientos temporales percibidos ora como un flujo ora como
acu-mulaciones de instantes separados, de los que no se puede
tenerconciencia de unidad o de totalidad, a menos que se
considereun punto de vista divino proyectndose en ese fuera de
tiempoabsoluto que llamamos la eternidad: porque el
instantaneismono produce tiempo, escribe Grard Wormser, Descartes
[] re-curre explcitamente a una instancia de tercer vnculo [ms
alldel ego cogito y la res extensa, la conciencia temporal y la
dura-cin objetiva]: la funcin metafsica de la instancia que l
llamaDios consiste, en particular, en vincular los instantes, ella
esla instancia exterior [que] debe garantizar la continuidad
tem-poral, la duracin.6 No se puede tomar como testimonio de
latotalidad del tiempo humano ms que una instancia propiamen-te
inhumana, no mundana, que sera presencia pura, sin futuroni pasado,
pero anclada en el omnipresente, que no es solamentela suma
cartesiana de los instantes que se supone lo componen,sino el
conjunto transfinito, en el sentido cantoriano,* de todoslos
conjuntos infinitos en los que es esencialmente
indes-componible.
La ficcin propia del universo de Guyotat recurre, como elmtodo
cartesiano aunque a la inversa, a ese punto de vistaexterior
absoluto que puede indentificarse con algn Dios, consu mirada
omnisciente, omnipresente, omnipotente sobre el con-
6 Grard Wormser, La dure, ou quest-ce quune synthse? in
Lexperiencede la dure, bajo la direccin de Thierry Raspail y Grard
Wormser, Lyon, Senspublic et Parangon, 2010, pp. 7-23 (p. 8).
* Se refiere al matemtico Georg Ferdinand Ludwing Phillipp
Cantor.
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Pierre Ouellet44
junto del tiempo humano, comprendiendo la Historia, que es
suhilo blanco, el hilo rojo, de hecho, el hilo conductor de los
or-genes a los fines ltimos. Pero se trata menos de una visin
pa-normica, dominante, a vuelo de pjaro como la que se atri-buye
normalmente a la perspectiva divina sobre nuestromundo que del
punto de vista de un Dios cado, deshonrado,desterrado, con los ojos
vendados si no reventados, cuya miradarebajada al rango de la
materia orgnica ms vil no ve ms que aras de tierra, en el maremoto
de las sustancias ms desbordantes,y no llega as a manifestar su
Presencia en calidad de gran deno-minador comn de todos los
instantes posibles sino al adoptaresa posicin por debajo de la
Historia humana, de la cual tiendesoterradamente el hilo, que
propende a romper y rompe.
Es en Prognitures, uno de sus libros ms radicales, quePierre
Guyotat revela con toda claridad ese punto de vista deun Dios cado
en lo ms bajo, a partir del cual se organiza sumirada sobre la
Historia: d dassous la Grand Ram Allah Diourfugi d dans les curs
secous, tachiater quaqu sold tecouchi sur la hanch au pied la pil d
dans les pissats, letincellaux crocs grillagis, au bton ebranl l
aerien l souterrain, treculer aux pieds noirs des misr [].7
Es ddassous que se ve lo que la historia deviene, en
suprecipitado de pissats/orinas, lo areo vuelto lo subterr-neo,
donde no se puede ms que recular aux pieds noirs
desmisrnosdiceGuyotat,sugiriendoquelosojosdeundiostalson
perpetuamente conchis [sic] por sus visiones, en las quelo inmundo
aparece ms verdadero que el mundo, como el es-tancamiento del
tiempo en el cual el instante se disuelve en unasuerte de eternidad
precipitada, extraa miccin en la que semezclan presente, futuro,
pasado. El curso de la Historia, otroraincontinente, se ve reducido
repentinamente a alguna deyeccin,orina, diarrea u otra materia
abyecta excretada por el gran cuerpo
7 Pierre Guyotat, Prognitures, Paris, Gallimard, 2000, p. 67
[Las cursivasson del autor].
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El arte de la lentitud 45
enfermo de la Duracin, desde hace mucho en agona, que noshace
pasar de la escatologa a la escatologa como broma soez, dela visin
proftica de los fines ltimos a la ceguera por la exaccionesy
excreciones de una historicidad agotada que no segrega ms quesus
propios desechos: ses zioux, d quaqu balai d chiott lescrins
depasser d quaqu talus,8 fait faibl d yioux ma, lombr dta triqu
passer sur sa raie,9 truff, langu, yioux peris l
mouchiassatdessus.10 Los zioux, como Diou,11 estn ms cerca de las
materiasms bajas, cubiertos de las sustancias ms
envilecedoras,mouchiassat o pissat que las pestaas sacuden como
balais dchiott, ellos son faibl y peris, como si fueran los de un
Dios muer-to y enterrado a los pies de misr negra No se puede ser
msexplcito: Dios yace en los detalles ms de lo que reina sobre
elgran Todo,12 porque no hay ms sntesis posible del tiempohumano,
slo un anlisis radical, una disolucin, una licuefac-cin, una
liquidacin, un gran precipitado de orina y demouchiassat en el cual
los zioux de Diou se arrastran como en elbarro, la ceniza o el
polvo en el que los acontecimientos de la histo-ria se resuelven o
se disuelven mezclados, sin embargo, con lamateria del aliento que
los reanima, los reaviva de otro modo, enlas pulsaciones y las
palpitaciones de los sobrevivientes ms queen su sola memoria, es
decir en la tonalidad y la tonicidad del verboque l les inspira, an
cuando ellos estn sin aliento, ms que enlas representaciones
memoriales cargadas por sus relatos.
8 Ibid., p. 732 [Las cursivas son del autor].9 Ibid., p. 739
[Las cursivas son del autor].10 Ibid., p. 767.11 Ver Pierre
Guyotat, Les yeux de Dieu (1981), in Vivre, Paris, Denol,
[col. LInfini],1984,pp.163-171.12 Sobre el detalle en Guyotat se
puede consultar el estudio de Franois
Bizet, Les corps dbits. Sur Prognitures de Pierre Guyotat in La
vue et lavoix. Dans les arts, la littrature et la vie commune, bajo
la direccin de PierreOuellet, Montral, VLB editor [coll. Le soi et
lautre ], 2009, pp. 137-155.Tambin se podra hablar de un tiempo
liberado, en el cual se hara pedazos elfuerte caudal del tiempo
histrico, que todo acarrea a su paso, dejando por todaspartes
cuerpos desmembrados.
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Pierre Ouellet46
Longitud del tiempo, languidez del Tiempo
Nuestro tiempo ya no es aqul en el que las acciones se
enca-denan, de manera ms o menos pica, dramtica, trgica, es de-cir
novelesca, sino un tiempo permanente, ms que cronolgico,hecho de
instantes sucesivos, en los que las exacciones se des-encadenan de
manera violenta, precipitndonos o depositn-donos como cenizas en
los cimientos o los trasfondos de la His-toria, desde donde
solamente podemos ver, a partir de ahora,desde un punto de vista
unificado en tanto licuado de charcociego en el mismo sentido en
que Bataille habla de puntociego, ms mortal que original, en el que
las faltas y los erro-res del tiempo histrico no son tanto lavados
con el agua purade la Eternidad como vueltos a sumergir para
siempre en lasmanchas que han dejado para que expiemos a
perpetuidad el malque de ellos deriva. El Dios que nos da ese punto
de vista sobrenuestra historia disuelta lo comparte con todas las
vctimas delas exacciones a las que los tiempos histricos han dado
lugar:es Esclavo entre los esclavos, Desterrado como los
desterradosRamera entre las rameras, debera decir, ya que es el
nombreque Guyotat otorga a los sometidos del mundo entero, a los
ilotasde todas las pocas, dicho de otro modo, al ser humano
reduci-do al estado de moneda viviente13 que se intercambia de
manoen mano para saciar toda forma de hambre, incluso aquella,
ca-nbal, de engullirse a su propio prjimo, de hacer de l su
presa,de devorarlo, como Guyotat lo sugiere en el ttulo de uno de
sustextos.14 Adems, escribe en Vivre:
Mi conviccin, desde hace tiempo, es que para vivir, para tener
elderecho a vivir, el derecho a reintegrar el Paraso perdido, cada
cuer-po debe conocer su precio, no su precio simblico, no, su
precio en
13 Ver Pierre Klossowski, La monnaie vivante, Paris, ric
Losfield, 1970.14 Pierre Guyotat, Bordels boucherie [Burdel
carnicera] [coll. Tel
quel],no.36,invierno1969,pp.18-32.
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El arte de la lentitud 47
dinero, en francos u otro, al centavo u otro aproximado. Mas,
estarealidad que no es del orden de la fantasa, realidad a la vez
externa am mismo (la Historia en su totalidad) y furiosamente
interna, dndese instala si no en la prostitucin?15
El gesto de Judas vendiendo a Cristo al darle un ltimobeso es,
sin lugar a dudas, la imagen arquetpica de esa prosti-tucin
generalizada del ser humano, an cuando posee atribu-tos divinos, en
los que cada uno corre el riesgo de ser vctima dealgn proxeneta,*
de algn rufin de la Historia, en su burdel-carnicera (manceba,
lupanar, quilombo); es decir, de algn in-termediario de la Muerte a
la cual los presta, los alquila, los ven-de y los cede al mejor
postor.
Si el hombre puede comprar a Dios gracias a algunos denariosy a
un ltimo beso, llevndolo as a su estado de hombre sola-mente, de
hombre simplemente constituido o prostituido con-teniendo juntos
(con-) y tenindose ante (pro), uno y desnudo,depositado en el
espacio y expuesto al tiempo, tal como todohombre es restituido a
su estado animal en la esclavitud y la pros-titucin, la recompra a
precio de oro (que una sobrepuja aumen-ta de manera exponencial a
medida que la Historia evoluciona)de todos los cuerpos y de todas
las almas vendidas con descuen-to para ser consumadas e
inmediatamente consumidas represen-ta el gesto inverso que consiste
en divinizar la mnima bestia, elmnimo esclavo, la mnima ramera, en
suma, el mnimo hom-bre, aunque sea Cristo en persona, salvndolo del
burdel o de lacarnicera de los tiempos histricos gracias al oro
inalterable dela palabra potica, que puede dilapidarse toda la vida
pagando
15 Pierre Guyotat, Les yeux de Dieu , op. cit., pp. 164-165 [las
cursivasson del autor]. Este texto, publicado por Art Press en 1981
hace amplia referen-cia a Prostitution (Paris, Gallimard,
1975).
* Pro-xenos, el que toma al extranjero (xenos) para darlo, lo
que implicatanto esclavitud como prostitucin, en donde se est
ex-puesto o ubicado(statuere) delante (pro) como una mercanca en la
vitrina lista para ser vendida oconsumida.
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Pierre Ouellet48
su precio en su propio aliento enseguida agotado, que devuelveal
desterrado el resplandor del elegido, el aura de los
dioses:Atreverse, cada vez ms, incansablemente, situar al humano
ensemejante gesta prostitucional exhibitoria mercantil, no es
po-nerlo en estado de ser salvado? Por quin? Para qu? En todocaso
por el No-Humano,16 escribe Guyotat, para quien Dios, labestia y la
ramera se encuentran en una sola y misma In-huma-nidad, que espera
an la in-historia que la liberar, ms all delo que hace ya el canto,
premonitorio de una ltima plegaria que,a la inversa del beso de
Judas por el cual Dios y el Hombre fue-ron innoblemente vendidos,
volver a comprar eso que ni siquie-ra tiene precio, eso que la
violencia de la historia habr reduci-do a nada:
La permanencia incesante del estado de rebelda generalizado
man-tiene irrevocablemente al borde de ese abismo que es el Gran
No-Humano, irrevocablemente impulsa a la accin de construir una
ple-garia sagrada que imbrique siempre ms inextricablemente lo
humanoy lo No-Humano, la Criatura eterna y ese Creador de toda
eternidadque no podra prescindir l mismo [] de la prueba hablada,
escrita,de que su Criatura lo ayuda a continuar su creacin.17
La palabra potica es la prueba de que existe otra temporali-dad,
llamada tambin la otra escena,18 en la que la obsceni-dad a la cual
la historia nos ha arrastrado a una incesante y cre-ciente
velocidad conocer pronto un tiempo de redencin. Enste, el reinado
del acontecimiento corriendo detrs del aconte-cimiento hasta la
destruccin dar lugar al reino del canto per-petuo en el cual se
continuar, en la paciencia del aliento huma-no vuelto a su
libertad, la lenta creacin que lo No-Humanoinici antes de que la
Historia la reemplace por el encadena-
16 Pierre Guyotat, Les yeux de Dieu , op. cit., p. 170.17 Loc.
cit. [Las cursivas son del autor.] Recordemos que Guyotat escribi
Le
Livre (Paris, Gallimard, 1984) como una suerte de continuacin, a
travs de otrosmedios, de la gran palabra bblica.
18 Ver Pierre Guyotat, Lautre scne (1973) in Vivre, op. cit.,
pp. 32-69.
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El arte de la lentitud 49
miento mecnico de los hechos a los hechos, que obedece
sinninguna creatividad a la lgica de las causas y de los
efectos,como el encadenamiento de los hombres a los hombres
obedecea la lgica del amo y del esclavo, en la cual la violencia se
des-encadena y, al hacerlo, nos encadena siempre ms.
Desencadenar el tiempo
Redimir el tiempo es liberarlo, como se hace con los esclavos
alvolver a comprarlos, pagando el precio de su libertad y
restitu-yndoles su justo valor como hombres completos. As, es
nece-sario tasar el peso del oro y del plomo, del sudor y la sangre
deltiempo histrico para su liberacin, para su descargo, con el
pro-psito de que deje de caer y de precipitarnos con l en las
mate-rias ms bajas contra las que se estrella y de que pueda
encon-trar de este modo su condicin de tiempo libre, emancipado
deesa marcha forzada que llamamos progreso. Red-imere (re-emere),
es comprar (emere) de nuevo (re-) eso que se ha vendi-do,
despilfarrado, dilapidado su alma, su cuerpo o Dios sabequ, el
tiempo de la historia, de hecho, ofrecido a veces por unbocado de
pan que nos ha valido la ruina o la quiebra paraque l vuelva a
tener precio y de nuevo se le aprecie en su justamedida, que es la
de un tiempo libre, no encadenado por losacontecimientos, la de un
tiempo emancipado, no esclavo de unpoder o de los poderosos.
Guyotat lo escribe: d dassous laGrand Ram Allah Diou rfugi d dans
les curs secoustachiater quaqu sold , pues el que se esconde en los
corazo-nes agitados, los cuerpos violentos, las almas de esclavos o
derameras, nica verdadera medida de lo que queda del ser huma-no,
no tiene ms que un propsito: liberar sus sujetos, losachiater en
donde se oye la excrecin (chiater) tanto comola redencin
(racheter)19 algn sold como a los soldados,
19 Chiater: cagar. Racheter: volver a comprar [N. del T.].
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Pierre Ouellet50
hasta aqu al servicio de la Historia, y a las rameras que
pasande mano en mano como tantas monedas gastadas por el
tiempo,abusadas por los amos del tiempo, de hecho. Y no slo en
pagode la libertad de todos estos sujetos al nico precio de su
deca-dencia, como esos vasos comunicantes en los cuales las
sustan-cias intercambian su esencia. Dios se vuelve prostituta para
queella devenga Dios como Cristo se hizo hombre para que elhombre
pueda experimentar su propia Divinidad, pero dandoa todos ellos la
palabra, prestndoles un alma, transmitindolesel aliento a fin de
que vivan por s mismos, libres del Tiempo,libres de Dios, libres
como el aire.
La Historia es lo que el Hombre hace de la muerte,20 decaHegel,
para quien el tiempo histrico deriva de una lgica delamo y del
esclavo que slo otro tiempo, el de la Palabra, eldel Aliento, puede
romper o trastornar, con la fuerza del vientoque arranca el fuego
de hoguera en hoguera o, como Prometeo, quevuela hacia los dioses
para despus ser precipitado a lo ms bajode la escala humana, entre
los esclavos o las vctimas de la His-toria, cuyo vientre es
perpetuamente devorado por el fuego dela sed y del hambre como su
fe lo ser por el guila que sobrevuelael tiempo, del pasado al
futuro, pasando por el presente. Unaobra prometeica como la de
Guyotat despus de la de Kafka,para quien escribir es dar un salto
fuera del rango de los asesi-nosrompe o interrumpe la lgica
temporal de la esclavituden la que la muerte se encadena a la
muerte para asegurar almundo algn progreso. Y lo hace no
proyectndose en un msall de la Historia, como en ciertos tipos de
mesianismo, en losque el tiempo factual es exactamente asumido, en
el sentidohegeliano de Aufhebung, por la Eternidad o el Reino de
Dios, nitampoco dejndose deslizar por la pendiente de un tiempo
quetoca a su fin, como en varias corrientes del nihilismo
contempo-rneo, en las que se desea que el mundo vaya hacia su
prdida
20 Ver Alexandre Kojve, Introduction la lecture de Hegel, Paris,
Gallimard[coll. Tel quel ], 1979, p. 11.
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El arte de la lentitud 51
en una suerte de simpata enfermiza con el Diablo, sino ms
bienmostrando que ninguna sntesis ni anttesis del tiempo hu-mano
ser posible de ahora en adelante. Guyotat rompe la lgi-ca temporal
de la esclavitud para abrazar el punto de vista deDios o el de
alguna instancia demonaca, pues el tiempo todo seha disuelto para
siempre en sus propios elementos, que se leescapan y lo desbordan
por todas partes, en un torbellino de cenizay polvo, de arena y
viento, de sangre y aliento, de materia incon-trolable, vil pero
viva, baja y grave como toda sustancia cargadade afecto, aunque
presta y ligera como el aire y el pulso.
De entre todos esos elementos, el corazn y los bronquiosdel
hombre vuelto el animal del tiempo21 aseguran en lo sucesi-vo los
menores latidos, en ese tifn de detalles en los que Dios,como la
Duracin, se ha descompuesto para dejarnos al fin li-bres para dar
giros como derviches ms que para marchar enlnea recta como
soldados, para dejarnos bailar alrededor delfuego que el canto de
las lenguas aviva da y noche en loscampamentos de sub-hombres que
formamos; de tal modo queen lugar de correr de la maana a la noche
en pos de nuevasconquistas as como hacia nuestra propia prdida,
vamos ala conquista de nuestra humanidad.
Contra el mesianismo ms ingenuo, el progresismo mscrdulo y el
nihilismo ms simplista los tres ligados a la pre-cipitacin o a la
alta velocidad de la Historia humana, sea parasobrepasarla, sea
para impulsarla ms lejos, sea para hacerla fra-casar ms rpido, el
otro tiempo que la sensibilidad poticaintenta liberar da cuenta del
hecho indubitable de que el tiempohistrico est de ahora en adelante
ensortijado, sus hilos estnanudados y enredados para siempre. Pero
no aspira en absolutoa cortar el nudo para desbloquearlo: tiene ms
bien por finsecreto explorar sus rizos detalladamente, e incluso
dejarsetomar por ellos, como las rameras de las que habla
Guyotat,liberadas de sus amos a travs del dominio de su propio
aliento,
21 Ver Valre Novarina, Lanimal du temps, Paris, POL, 1993.
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Pierre Ouellet52
cuerpo y alma reunidos. Dicho de otro modo, la
sensibilidadpotica pretende dejarse mecer, flotar y abandonarse en
susmeandros, en sus curvas, en sus volutas, que son mucho msque
simples revoluciones, piruetas y volteretas, en las que, porcierto,
el precipitado de la Historia (en el que nos reconoce-mos,
aplastados por todo lo que hemos sido, exprimidos y opri-midos por
todo lo que devenimos) se extiende de hoy en adelan-te en la
lentitud sinuosa de una languidez sensual de la Duracin,que va
mucho ms all del abatimiento, puesto que reposa sobrela agitacin
furiosa del alma humana, sobre las palpitaciones delaliento gracias
al que nos mantenemos con vida, resistiendo alas grandes lneas de
la Historia que conducen de manera direc-ta hacia el ltimo punto en
el que todo se apaga, abrazando decerca los rizos temporales ms
atormentados, que la danza y elcanto as como el acto potico ms
desenfrenado, ponen bajo laluz en ese ovillo de hilos medianamente
deshilachados en losque el tiempo se ha enrollado, embobinado,
enredado, atrapadoen sus propias maquinaciones.
Resistencia al rapto
Los hilos del tiempo se han tocado: el origen y el fin puestos
eluno junto al otro producen chispas gracias a las cuales
podemosvolver a alumbrarnos, como las palabras de Guyotat que
tomanen ellas el fuego de la Historia para encender la lengua y
reani-mar el aliento que nos queda despus de todas las
exaccionesque hemos padecido en tanto humanidad. Este encendido
delorigen por el fin o del apocalipsis por la gnesis, del que
nuestropresente resulta un todo, en una suerte de destello
permanenteque Georges Didi-Huberman llama, a partir de Pier
PaoloPassolini, el tiempo de las lucirnagas22 esa calma encon-trada
en la noche de los tiempos sembrada de lucecitas que seencienden y
se apagan en un abrir y cerrar de ojos del mismo
22 Ver Georges Didi-Huberman, Survivance des lucioles, Paris,
Minuit, 2009.
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El arte de la lentitud 53
modo que las palabras sobre la pgina de un poema es
preci-samente lo que la literatura de hoy busca hacernos sentir,
en-tre la quemadura y el deslumbramiento, el resplandor y el
es-tallido, en un rompimiento de lentitud o una lentitudrompiente.
Dicha lentitud nos da la impresin de un tiempomuerto pero
resucitado bajo la especie de un tempo por siem-pre naciente y
renaciente, y nos da la sensacin de una pulsa-cin o de una
palpitacin del tiempo llevada a un cmulo deinstantes desordenados,
a semejanza de una multitud de lu-cirnagas, por momentos apagadas,
por momentos encendi-das, en la iluminacin intermitente de las
cuales vivimoscomo si cada momento de nuestra vida fuera una
revelacinoriginaria o una redencin final, un bautismo y una
extre-mauncin, una creacin del mundo y un juicio final.
La palabra literaria est ligada a la revelacin por su di-mensin
testimonial y a la redencin por sus aspectos testa-mentarios: ella
superpone genealoga y escatologa en un ni-co y mismo tiempo,
infinitamente estratificado, que es el delsurgimiento permanente
del fin y del comienzo, nico acon-tecimiento que cuenta realmente,
en el cual cada cosa des-conocida e imprevisible adviene por
primera y nica vez. Lapalabra literaria hereda un pasado inmemorial
y lega un futu-ro inimaginable en el que la eternidad misma se
brinda comonico presente, tiempo redimido y liberado, en el que el
dongratuito, es decir la gracia, reemplaza al tiempo
comprado,vendido, vuelto a comprar, como las almas en la
condena-cin y los cuerpos en la prostitucin. Sobre este tiempo
com-prado siempre se ha fundado la historia, su zcalo es el
mer-cado de esclavos, cuyo reinado se extiende desde elnegrero
hasta el burdel, mientras que el verdadero tiem-po no tiene fondo
ni fundamento o fundacin, sino que es li-bre como el aire, el
viento, el aliento de la palabra librada aella misma, liberada del
sentido y de la referencia que la atanpor la fuerza al zcalo de los
hechos, que son siempremalhechos, estragos, masacres y otras
exacciones.
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Pierre Ouellet54
La rapidez con la que la Historia nos atrapa, nos rapta ynos
arrastra en su estela violenta, como si furamos su presao su botn,
del cual ella hace lo que quiere, ama del Hombrecomo es ama del
Tiempo, nace en el sentido etimolgico dela palabra rapidus, de
rapere, que quiere decir encantar,robar, secuestrar, tomar como
rehn, de donde provie-nen las palabras rapto y rapia, ambas ligadas
a la rapidezen ese primer sentido del trmino, caracterstico de lo
que sellama la historia humana, que nos cae encima a toda
veloci-dad. La lentitud propia del tiempo potico se opone a ese
rap-to histrico, a esa rapia, ese merodeo, ese recelo del
tiempohumano entre concusin y corrupcin, exaccin y malversa-cin. Se
opone no porque ella represente una suerte de bajadel rgimen, de
entumecimiento, de adormecimiento, llevan-do a la apata, a la
blandura, a la indolencia, sino porque ellaencarna la persistencia
y la tenacidad, el aguante y laresistencia, significado fuerte de
las palabras lentor ylentus, que designan menos lo que es lento que
lo que es li-gero, flexible, elstico, que dura as mucho tiempo,
re-siste y subsiste gracias a su plasticidad, a su
maleabilidad,como toda materia viscosa o gelatinosa. Lo viscoso
esotro sentido de lentus, que hace que la rapidez propia de larapia
sea lentificada, haciendo as de la lentitud potica unarma temible
contra los raptos de la Historia, que se pega ose empantana en su
materia plstica casi huidiza por su ca-rcter flexible y maleable,
metamrfico, capaz de todas lasmutaciones y transmutaciones gracias
a las cuales la poiesisescapa a la historia, ella que atrapa los
hechos humanos mien-tras que el poema, como en den, den, den,
Prostitution oPrognitures libera lo que en los hechos ms duros o ms
s-lidos atae a lo ligero, a lo hmedo y a lo jugoso. Es-tos ltimos
son otros valores de la palabra lentus, que se acer-can al ralent
potico de la vida orgnica, de la voz de losaires y de las aguas
cargadas de materias sutiles, en las que
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El arte de la lentitud 55
se resuelve o se disuelve nuestra experiencia a menudo muydura
de la Duracin.23
Si la historia parece abandonada, bandose en el espacio-tiempo
en el que ha echado anclas desde hace mucho, aunqueen profundidades
tan abismales que nunca toca fondo, de mane-ra que nuestro tiempo
contina desvindose lentamente, en uncabeceo imperceptible que lo
desestabiliza, es porque el contra-tiempo en el que nuestra
sensibilidad minada lo ha obligado acalmarse, en una calma
absolutamente relativa que no es, sinduda, ms que aparente, l mismo
atravesado por nfimas fluc-tuaciones que el arte y la literatura
captan y graban en sus for-mas ms ligeras, ms maleables, ms
flexibles, es decir, las msvivas, las ms orgnicas. En las aguas
muertas donde la histo-ria humana parece flotar y luego ahogarse
hormiguean, por cier-to, vidas secretas en sus bajos fondos que slo
la palabra poticaagita o remueve, gracias a un movimiento browniano
propio dela respiracin de las palabras y de las frases que hacen
subir a lasuperficie las fuerzas y las tensiones, las potencias y
las presio-nes ms vivas que constituyen su trasfondo ms
profundamentereprimido. La obra de Guyotat repasa la historia con
lentitud,detenindose mucho, y detenindola al mismo tiempo en su
ca-rrera desenfrenada, no solamente para examinarla de cerca,como
se hace con los enfermos graves, o para contemplarla du-rante horas
como se hace con las obras de arte o los objetos deculto, an los ms
malficos, sino para revelar sus fuerzas a lavez creadoras y
mortferas que sub-tienden el movimiento tantovertical como
horizontal, como tambin para redimir o com-pensar lo que se ha
perdido en l y nos ha perdido con l, pros-tituyndonos en las calles
del mundo entero, en las callejuelasms sombras de la Historia, sin
otro abrigo ms que el de lalengua en la que podemos orar, cantar,
gritar
23 Para una historia detallada de las palabras rpido y lento,
ver sus entradasen el Dictionnaire historique de la langue
franaise, nueva edicin, bajo la di-reccin de Alain Rey, Paris,
ditions Le Robert, 2010.
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Pierre Ouellet56
El ltimo siglo ha querido precipitar el largo tiempo de
lahistoria y efectivamente lo ha precipitado en un charco de
san-gre que llamo charco ciego para mostrar que ah no se ve nada,de
ahora en lo subsecuente, faibl d yioux, l mouchiassatdessus que es
necesario limpiar con quaqu balai d chiott, ensuma, el tiempo
perpetuo del aliento que pasa y que repasa sindetenerse sobre los
mismos hechos y los mismos malhechos, lasmismas acciones o
exacciones, para comprender su forma y susentido, las figuras y los
motivos, con el propsito de que no seextiendan o no se propaguen ms
en nuestro espacio-tiempocomo el caos en que se han convertido. El
tiempo lento del poe-ma o de la novela que vuelven a cantar en ese
tiempo de la his-toria que he descrito no se inscribe en una
duracin blanda, sinfuerza, como lo sugiere el sentido habitual de
la palabra lenti-tud, sino en un hormigueo de fondo de la materia
sensible extre-madamente ligera y flexible que sub-tiende a la vez
el tiempo yla palabra, liberados del encadenamiento causal y del
desenca-denamiento final de los acontecimientos a los cuales la
Historialos ha sometido. Palabra rendida al tiempo, tiempo rendido
a lapalabra, ambos se liberan mutuamente de las leyes que rigen
loque llamamos la evolucin para vivir de manera salvaje, brba-ra,
pre- o pos-histrica, en las curvas y los mrgenes de la Dura-cin,
que lentifican el curso de las cosas para que sintamos sustornos y
retornos, sus torceduras y torsiones, sus vueltas y re-vueltas, sus
turbulencias y torbellinos, que slo la poiesis o lafuerza creadora
del tiempo hablante puede captar en sus for-mas y en su tono, en su
tonus, su tonicidad o su vivacidad, lasnicas capaces de hacer
frente a las energas mortferas de lahistoricidad, las nicas aptas
para resistir a lo que se pierdeen el progreso y progresa en la
prdida. El tiempo del testimo-nio, el tiempo del testamento, que
son los de la revelacin y dela redencin reunidos en una nica y
misma Palabra, en la que laHistoria es puesta al descubierto desde
sus orgenes y redimidahasta el juicio final, no pueden advenir ms
que en esa lentituddel tiempo potico, totalmente consagrado a la
paciente y
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El arte de la lentitud 57
meticulosa puesta al da de las verdades ms ocultas, as comoa la
larga y perseverante bsqueda de la salvacin para los des-pojados,
vctimas de la precipitacin ciega de los tiempos hist-ricos de los
que son el ltimo precipitado, que es necesario vol-ver a reavivar,
no arrastrndolo en un nuevo ro o una nuevacada, sino revolvindolo y
agitndolo en sus capas ms profun-das, esas que Guyotat llama el
trasfondo, que no es el decoradosino el cuerpo mismo del otro
tiempo o de la otra escena quepone bajo la luz detrs de la
obscenidad de la historia humana.
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